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DIME AMOUR

Yo lo amaba tanto, y lo miraba así, tan perfecto, con esa sonrisa tan característica que solo
se dejaba ver unas pocas veces en la vida. El tan lento, pero haciéndome latir tan rápido el
corazón. Él era así, la imperfección más perfecta de mi vida, la que siempre añoré, pero no
merecí. Y porque digo esto, es que hay muchos secretos aún por descubrir, tantos tropiezos,
tantos anhelos… todos suyos, todos míos. Compartíamos tanto como también discrepábamos
en otro montón de cosas, el misterio que se embargaba en él, escondía más que dulzura, que
simplemente el amor ya no alcanzaba para seguir entregando la vida, el alma y el corazón.
Lo conocí una fría noche de invierno, tumbado en la barra de un bar entre copas, el un hombre
tan taciturno, interesante e incesante, los tragos eran su activador principal, porque no tenía
la iniciativa para hablar. Así lo vi y me enamoré, ¿amor a primera vista? Talvez…
Aquella noche solo cruzamos unas cuantas palabras, un hola, que tal, bien gracias, bye., pero
solo eso sirvió para impactar en mi lo más misterioso de su ser. Pasaron los días, y por cosas
del destino lo volví a ver, impresionada quedé al verlo en una faceta más mesurada, lo vi tan
galante, en un elegante terno y un impecable calzado. A pesar de que los nervios me invadían
sin aun entender porque, me acerque y lo salude, recibiendo como respuesta la invitación que
daría inicio al calvario que viviría.
Aquella tarde, fuimos a almorzar, debo aceptar que me impactó en lo más profundo lo atento
que era a comparación de la primera vez que nuestras miradas se cruzaron. Conversamos de
tantas cosas, reímos de muchas otras, discrepamos por ciertos comentarios y al final de la
jornada todo acabó en un abrazo. Quedamos en volvernos a ver, y así se dio, uno, dos, tres,
y más días a su lado, fueron suficientes para confirmar lo pensado, lo amaba tanto y estaba
dispuesta a darlo todo por él.
Fue un breve enamoramiento, pues 1 mes nos duró, pasado ese tiempo el me invito para irme
a su lado, lejos, a otro país, a conocer a los suyos, o talvez no, era mi decisión.
Acepté, creyendo en un amor vano, que se disfrazaba de puro y verdadero; vi los ojos en
lágrimas de mis padres al enterarse de mi fatídica decisión y solo les quedo despedirme
deseándome lo mejor.
Alejada de la tierra que me vio nacer, mi calvario empezó, un grito lleno de ira, un tirón
repleto de odio, un insulto y palabras que dolían más que un golpe, todo ello en unos pocos
minutos, enterarme que era un hombre con un matrimonio, esposa e hijos, negocios ilícitos,
un crimen y demás fueron el detonante para el desprecio y la humillación que viví aquella
vez.
El destino confabuló a mi favor, no permitió que avance más ese viaje, ni que aquel enfermo
amor me arrastre a una desgracia que podía ser aun peor. Agradecida aun así con la vida, mi
corazón partido terminó. Volví a mi bella ciudad, aturdida, afligida y aliviada, aunque no
debo negar que el vacío se sintió. Lo extrañaba, aun así, con sus mentiras, sus engaños, su
vida desordenada, su pobreza, y su labia. ¿yo era la culpable? Talvez, por someterme a un
juego que no iba a terminar bien, todo lo bello me cegó y se robó de mí lo más noble de mi
corazón.

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