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Neruda en proceso
Rocío OVIEDO
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Universidad Complutense. Madrid, 1997
336 Rocío Oviedo
como a sus relaciones con otros autores. Su papel como difusor de la Vanguardia
en nuestro país, especialmente a través de la revista citada, se antecede incluso a
Vallejo, y llega a establecerse «como portavoz americano del surrealismo en
España» Ip. 108).
Esta participación dc Neruda en el movimiento de Vanguardia, no implica,
por supuesto, una filiación e incluso denóstará el movimiento surrealista, como
lo hiciera Vallejo en su A¡aopsia del superrealismo. Neruda «no se apunta, no se
afilia al surrealismo. No firma manifiestos para defenderlo. Dc hecho no se
siente un miembro de esa orden de caballería literaria en la que Breton, Aragon,
Soupault, Eluard y otros dan espaldarazos y patentes o expulsan a los infieles de
la secta» (Id. p. 107).
El surrealismo favorece la aparición de la imagen, más que ningún otro
movimiento de Vanguardia. La palabra se pone al servicio de la imaginación,
realzada por encima de la razón y el pensamiento discursivo: «Lo onírico
comienza a dibujar sus inasibles contornos. Lo vago e indeciso adquiere la fiso-
nomía de lo concreto y de lo real. Los estados de ánimo se confunden con los
objetos y actúan como tales. El viejo signo lingúístico de Saussure sufre grave
deformación. En los más curiosos usos lúdicos del lenguaje podemos reconocer
que se van acortando distancias entre significante y significado como si se bus-
case anular la arbitrariedad del signo para apoderarse de la esencia pura del
grito» (Luis Jaime Cisneros, p. 5-6>.
A pesar del rechazo del surrealismo por parte de Neruda, corno afirma Sele-
na Millares, y de la oposición de Breton y los surrealistas al poeta chileno «en
mutua enemistad», no se puede negar «una convergencia de sincronía y antece-
dentes poéticos con ese movimiento, a lo que se suma la relación de Neruda con
la generación del 27 y su particular puesta en práctica del surrealismo» (p. 236).
La apropiación de técnicas surrealistas por parte de Neruda responde a una
situación personal, la técnica le facilita una formulación exacta de un tema que
considero esencial en el poeta: el cuestionamiento de su identidad, su inmersión
en el yo. Pero si. como señala Schopf, el mundo se multiplica para la Vanguardia,
y resulta inaprehensible, de igual modo el poeta estructura esta visión del mundo
en una «obra abierta», es decir, inacabada (Humberto Eco). Por supuesto, al muí-
tiplicarse el mundo, se multiplica el yo en visiones oníricas. Este psicologismo
acerca al poeta de esta época a la introspección surrealista del yo. la averiguación
del yo oculto. A su vez, el poeta hade desentrañar una realidad múltiple para la
que la palabra ha de resultar insuficiente. Por este motivo la metáfora sc amplía.
hasta convenirse en escena, acto inmediato del pensamiento que desemboca en
imagen.
De este modo la evolución desde el símbolo a la imagen. que explicaré con
cierto detenimiento al habiar de ésta, justifica la simbiosis inicial entre el Moder-
nismo y la Vanguardia, la alternancia entre el «poeta artífice» y el «poeta mago».
La situación, sin embargo, es similar en ambos tipos de poetas: el cuestiona-
miento del hombre ante una etapa considerada crítica.
Un viaje al surrealismo. Neruda en proceso 337
alismo que valora de modo singular el viaje iniciático, el tiempo cíclico y el que
podríamos llamar «tiempo de punto medio», es decir, el momento en que la
consciencia se une a la inconsciencia para dar lugar a una especie de presencia
simultánea.
La creación temporal es continua en el pensamiento de Bergson: existir
consiste en cambiar, cambiar en madurar; y madurar en crearse indefinidamen-
te a st mismo. Esto es, la regeneración que veremos surgir continuamente en La
espada encendida.
una destrucción a la que sigue una regeneración. Una vuelta al origen que esca-
pa a lo personal para centrarse en un aspecto más social: el origen del hombre.
Este Ultimo mensaje es el que otorga dirección a La espada encendida, donde el
sentido profético del poeta se diviniza a través de una regeneración continuada de
Rhodó-hombre-dios. De este modo Neruda manifiesta con claridad el último
estadio al que acceden las corrientes ideológicas sobre el tiempo y que se inician
en Nietzsche.
Es el hombre creador que se regenera a si mismo, el hombre dios, al igual
que en Fin de mundo le interesaba el hombre profeta:
Por otra palle, la letanía que sigue en El canto general a esta introducción, se
desarrolla para manifestar con claridad la materia, y aún más la materia que se
convierte en materia trascendente en virtud del símbolo.
Cinturón estrellado, pan solemne,
La-alo torrencial, párpado ¿nmensc,.
Táíi ica tritingulor, polen cíe predro.
(timpa ra de granito, pan cíe piedra.
Los contenidos surrealistas están más claros en una especie de poética del
absurdo que contiene El libro de las preguntas. Lo cotidiano se muestra ahora
desde la multiplicidad de sus facetas, orientándose hacia la ironía o el humor, en
una vertiente que. al mismo tiempo que al surrealismo, recuerda al Barroco y las
greguerías de Gómez de la Serna:
La escritura automática
En 1923 tuve u¡¡a curiosa experiencio (.. . ). Ha/,íc, vuelta ccircle ti mi c.:asa e¡¡ Teí¡;u—
¿ci. Era más de inedia noche, Antes de oc.ostar¡ne abrí Ití venttma de mi citaría. El
cielo ‘nc cl,~s lumbró. Era una multitud pululante tie ,st¡ell¿;s. Vivía todo el cielo,
senti un golpe cc, leste. CÉ>mo pt>seítlo , .0 rrí a ¡ni l¡;estl y ¿¡pellas ten it; tiempo de
escril,ir ,.aon;,í si ¡ecibiera un tlic tc¡tlo.
La imagen surrealista
vida y esperanza, en «¿Qué signo haces ¡oh cisne! con tu inmaculado cuello’?>»,
donde la imagen se concreta ya no en la relación símbolo —signo de interroga-
ción— y referente —cisne-—, sino que es en sí la simbolización del signo, la
duda misma, no expresa en la relación. Vallejo, ya cercano o inmerso en la
Vanguardia, amplía esta relación entre signo y símbolo, para transformar el
signo ortográfico en imagen: «mañana que no tenga yo a quien volver los ojos/
cuando abra su gran O de burla el ataúd». Verso en el que el signo pierde su con-
tenido para centrarse en términos como «abrir» y «ataúd», aludiendo al término
no expreso: La boca. (Cfr. Rocío Oviedo).
Esta imagen puede ser de tipo onírico, cercana al automatismo:
Por otra parte, cuantas más facilidades ofrece Neruda para el desvelamiento
de la imagen, más se aleja de la típica imagen surrealista y más se acerca a la
metaforización del ultraísmo. Aunque en ocasiones puede presentar un cierto oní-
rismo metafórico a medio camino entre la metaforización y la imagen:
La imagen, por otra parte, puede contener el gesto violento que alabara l3re-
ton en Vaché. Este aspecto es del que más directamente deriva el impacto de la
Primera Guerra Mundial, y del expresionismo, sobre los surrealistas y confirma
su final caída en el nihilismo. La violencia se pondrá de manifiesto bien a través
de la mutilación, la sangre, o la relación con la muerte:
.,cu,ich;;l~u lc> tIc’ st;;i=~
¡-e pci¡tic; ,otlt, iv cn busc ti
del c;lbci ( jé;itcaivc,, p. 90>
La imagen de la luna. presente en este poema, por otra parte se amplia a tra-
vés de un sistema similar al de la escritura automática y que ha sido reiterada-
mente señalado en Neruda: la enumeración caótica. Un recurso que, por otra
parte, colabora ala formación de la iínagen surrealista, y que contiene la misma
estructura que aquélla, es decir, una relativa base analógica. por más que ésta
pueda ser inconsciente.
La enumeración caótica es un sustituto de la imagen surrealista (onírica o
violenta) cuando ésta desaparece, e incluso, en algún caso como en «Alturas de
Macchu-PicchuÁ, se da conjuntamente con ella. Pero también es el resultado de
otra técnica de la vanguardia: el «collage»». Este símbolo de modernidad «es tam-
bién imagen del mundo, recurso multiforme y multívoco para representar una
totalidad profusa y confusa en continuo movimiento» (Yurkievich, p. 73).
El recurso aparece con frecuencia especialmente a partir de Segunda resí-
¿leticia, manifestación singular del caos del mundo:
« Herrt¡mientt,s tíue dÉjen, cd¡rrertts de legutnbre,
‘¡¡‘flores de rtu.in,os aplasttmclcxs,
violitmt’.s lle/lc).s de tigud;, É]e¡ontíciom;e,s frest ¿ms,
,n.tmlores s¡nnc’rg idos u’ pu,l,’orien ;t; son; brtm,
fdbric.c;s, besos,
botellas palpittmtes,
gt;rgcíntt;s,
c;í torno a mí la n¡>che muere.
el dítm, el mes, el tiempo» (U;; día sc;l,resale. p. 14)
al ca tt,léptic¡i. al astc,Fc;,
al ¿nu;¿í ¡go, al infiel, cíl tíaea,
al tisesín <u, ti Itu,s otláheros,
al juez l>res’oricc;¿lor
al ;;;e; ti;oso pcriodisttí....” (Ecu rin’~É’, p. 8(u)
«es ¡cInta It; tu iebl¡í, IdI vc¡gtí ¡1 iel; Itt cÉIgÉIdÉI ío e lt;.s />ajt¡ ¡os»
tL/¡/É?I///tdd¡tlÉ.5 <‘/3 ftP ‘aSti, ~. 97>
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