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Cuantas veces en nuestra vida nos hemos preguntado, ¿quienos somos?

¿a dónde
vamos?¿qué queremos lograr?. Grandes poetas siempre han escrito que la vida es una
quimera, una intransigencia y una nube pasaejra. Pero sin embargo, siempre damos
sognificados a palabras que no lo necesitan, simplemente se siente.
Desde que somos ninño crecemos con la idea de un mundo ideal, de una soicedad justa
y llena de valores, de una vida de cuento de hadas, no obstante, al crecer nos damos
cuenta, que ese mundo de fantasias, tenía muchas manchas en el camino. Cada ves que
vamos aprendiendo cosas nuevas, analizamos y criticamos nuestro entorno, más
criticamos eso es verdad, pero no ofrecemos soluciones. Relacionarnos con nuevos
personas, genera pensamientos nuevos, perpectivas que nos reflejan la realidad en si,
nuevas rutas para progresar. Pero muchas veces ese miedo al fracaso ocasiono que
siempre nos quedemos estancados en el quizás lo hubiera logrado.
No existe peor mal, que el pecado de omisión, el no intentarlo, hace de nuestra vida un
fracaso, y una burla para la sociedad. Si existe un bajo porcentaje de triunfar, de igual
forma hay que intentarlo, la victoria siempre esta en nosotros, esta en nuestras manos.
El discurso, del que hay que ser coherentes, del que el valiente se retira, fue hecho por
las que quisieron y quieren ponerle límite a nuestra vida. Las posibilidades se den una
vez en la vida, no se repiten.
Sin embargo, debemos identificar muy bien que es una ilusión y una verdadera
esperanza. La ilusión siempre va al fracaso porque se desplaza fuera de toda
concordancia total. La esperanza siempre va, tarde o temprano, al éxito o la victoria
porque se apoya en la fé, que no es ciega, como se dice, sino despierta, avizora, aguda
intuición del porvenir. La posición mental del iluso es racionalista. Es el vano orgullo
del pensamiento puro que pretende conducir a la vida y al hombre a su albedrío,
desdeñado su conformación humana. La posición mental del esperanzado es vitalista,
hombre que marcha cauteloso descubriendo los secretos de la vida, acechando los pasos
del porvenir. La ilusión es negativa, superflúa y falaz porque es la mentira de la
realidad. La esperanza es el impulso vital mismo porque es la videncia del porvenir,
porque en sus entrañas se procesa y se sazona la vida misma.
En nosotros esta hacer de nuestra vida, una vida entusiasta, el verdadero triunfador se
reconoce no por los trofeos, medallas o diplomas conseguidas, sino por los fracasos
superados. Todo tiene solución, e incluso hasta la muerte, porque esta es enemigo del
recuerdo.

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