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Discurso del “indio”

El penúltimo ante el “hombre blanco”

Mahmud Darwish

¿Acaso dije muertos?


No hay muerte, sino un cambio de mundos.
-Jefe de duwamish, Seattle

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Entonces, en el Mississippi somos quienes somos. Para nosotros hay lo que nos queda del
ayer

Pero el color del cielo cambió, y el mar al este cambió. ¡Señor de los blancos! Tú, señor de
los caballos, ¿qué es lo que quieres de aquellos que van hacia los árboles de la noche?

Elevado nuestro espíritu, la pastura sagrada y las estrellas


palabras que iluminan… si fijas tu mirada en ellas habrás leído nuestra historia entera:
nacimos aquí entre el fuego y el agua… y renaceremos en las nubes
a la orilla del litoral de lapislázuli después del día del Juicio… pronto
Entonces no sigas matando a la hierba, hay en la hierba un espíritu que defiende en
nosotros un espíritu en la Tierra
Tú, ¡señor de los caballos! enseña a tu caballo a pedir perdón
al espíritu de la naturaleza por lo que has hecho a nuestros árboles.
Oh, árbol, mi hermano
te han torturado como me torturaron a mí
no pidas misericordia
para quien a mi madre y a la tuya taló…

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...El señor de los blancos no entenderá las antiguas palabras
aquí, en las almas libres entre el cielo y entre los árboles…
Pero Colón tiene el libre derecho de encontrar la India en cualquier mar,
y tiene el derecho de llamar “pimienta” o “indios” a nuestros espectros,
también puede romper la brújula del mar para que se alinee
junto con los erróneos vientos del Norte, ¡pero él no cree que los humanos sean
iguales como, fuera del reino del mapa, lo son el aire y el agua!
Y que ellos nazcan como nace la gente en Barcelona, aunque veneren al Dios de la
naturaleza que encuentran en todas las cosas… y no adoren el oro….
Y Colón, el libre, busca una lengua que no halló aquí,
y busca oro en los cráneos de nuestros ancestros bondadosos, y tuvo
su porción de lo vivo y de lo muerto en nosotros. Entonces
¿Por qué sigue con la guerra de exterminio, desde su tumba, hasta el final?
Y nada queda de nosotros, salvo un ornamento para la ruina y ligeras plumas sobre los
corazones… ya es bastante, suficiente para que regreses desde nuestra muerte como un
rey
sobre el trono de la nueva Era… pero ¿no es tiempo ya extranjero, de que nos encontremos
como dos extraños en una misma era?,
y en un mismo lugar, como los extraños se encuentran al borde del abismo?
Para nosotros, lo que es para nosotros… Y para nosotros, lo que de cielo es de ustedes
Para ustedes, lo que es para ustedes… Para ustedes, lo que de aire y agua es para
nosotros.
Para nosotros, lo que de guijarros es de nosotros…. Y para ustedes, lo que de hierro es de
ustedes…
Ven, compartamos la luz en la fuerza de la sombra, toma lo que quieras
de la noche, y déjanos dos estrellas para enterrar a nuestros muertos en la órbita
y toma lo que quieras del mar, y déjanos dos olas para pescar
y toma el oro de la tierra y el sol, y deja para nosotros la tierra de nuestros nombres
y regresa, extraño, regresa a los tuyos… y busca la India.

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… Nuestros nombres, árboles hechos del habla divina, un ave volando más alto que
un fusil. No corten los árboles del nombre, ustedes vienen
en guerra desde el mar, no suelten sus caballos en llamas sobre la planicie
Para ustedes su Creador y para nosotros el nuestro, para ustedes su fe y para nosotros la
nuestra
Entonces no entierren a Dios en libros que, como ustedes pretenden, les han prometido una
tierra sobre nuestra tierra
¡Y no hagan de su creador un “chambelán” de la corte del rey!
¡Tomen las rosas de nuestros sueños para ver lo que nosotros vemos de la felicidad!
Y duerman bajo la sombra de nuestro sauce para que vuelen palomas… palomas…
como han volado ya nuestros buenos ancestros y regresaron en paz… en paz…
A ustedes los blancos les faltará la memoria de la partida del Mediterráneo
Y les falta la soledad eterna en un bosque que no se asome al borde del abismo
Y les falta la sabiduría de las rupturas, es falta una recaída en las guerras
Y les falta una piedra que no obedezca a la veloz corriente del río del tiempo
les faltará un momento para meditar cualquier cosa, para que crezca en ustedes
un cielo necesario para la tierra, les faltará un momento para vacilar entre un camino
y otro camino, les faltará Eurípides un día y los cantos de Canaán
y de los babilonios, les faltan…
las canciones de Salomón sobre sulamita, les faltará un lirio para la añoranza
les faltará, hombres blancos, una memoria para domar a los caballos de la locura
y un corazón que rasguñe las piedras para pulirse al llamado de los violines… les falta y les
faltará el titubeo de la pistola: pero si deben matarnos
no maten a las criaturas que nos han brindado su amistad, no maten nuestro ayer
Les faltará una tregua con nuestros espíritus en las noches estériles de lluvia
y un sol menos ardiente, y una luna llena menos llena, para que el crimen aparezca
menos festivo en la gran pantalla, así que tómense su tiempo
para matar a Dios…

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… Sabemos lo que esta ambigüedad elocuente esconde para nosotros
Un cielo que cae sobre nuestra sal le da descanso al espíritu. Un sauce
camina sobre el paso del viento, una bestia funda un reino en
el vacío del espacio herido… y un mar sala la madera de nuestras puertas,
y la tierra no era más pesada antes de la creación, pero algo
semejante habíamos conocido antes del tiempo… los vientos nos narrarán
nuestro comienzo y nuestro fin, pero nosotros sangramos hoy nuestro presente
y enterramos nuestros días en la ceniza de los mitos, Atenea no es para nosotros,
y sabemos lo que preparó el amo-metal hoy para nosotros
y para dioses que no han defendido la sal en nuestro pan
y sabemos que la verdad es más fuerte que el derecho sabemos que el tiempo
cambió, desde que cambió la forma de las armas. Entonces, ¿quién levantará nuestras
voces
hacia una lluvia seca en las nubes? ¿Quién lavará la luz después de nosotros
y quién vivirá en nuestro templo? ¿Y quién preservará nuestras tradiciones
del rugido metálico? “Les anunciamos la civilización” dijo el extranjero, y dijo “Yo soy el
amo del tiempo, he venido a heredar de ustedes la tierra,
pasen ante mí, para contarlos, cadáver por cadáver, sobre la superficie del lago”
“Les anuncio la civilización” dijo “para que viva el evangelio” dijo, “entonces pasen
para que el Creador permanezca sólo para mí”, pues indios muertos es mejor
para nuestro Señor en las alturas que indios vivos, y el Creador es blanco
y blanco es este día: para ustedes un mundo y para nosotros un mundo…
Dice el extraño palabras extrañas, y cava en la tierra un pozo
para enterrar al cielo. Dice el extraño palabras extrañas
y caza a nuestros niños y a las mariposas. ¿Qué has prometido a nuestro jardín, extranjero?
¿Flores de lata más bellas que nuestras rosas? Sea lo que quieras
pero, ¿sabes que la cierva no comerá el pasto si fue tocado por nuestra sangre?
¿Sabes, extranjero, acaso que los búfalos son nuestros hermanos y las plantas nuestras
hermanas?
¡No caves la tierra aún más! No hieras a la tortuga
En cuyo caparazón la tierra duerme, la tierra, nuestra abuela, los árboles son sus cabellos y
sus flores nuestra joya. “Sobre esta tierra no hay muerte”, ¡entonces no cambies la fragilidad
con la que fue creada! No rompas los espejos de sus huertos
y no sobresaltes la tierra, no le infrinjas dolor a la tierra. Nuestros ríos son su cintura
y sus nietos somos nosotros, ustedes y nosotros, así que no la maten…
Nos habremos ido pronto, así que tomen su porción de nuestra sangre y déjenla
como lo que es ,
como lo más bello que Dios ha escrito sobre el agua,
para él… y para nosotros.
Oiremos las voces de nuestros ancestros en los vientos, y escucharemos
su pulso en los brotes de nuestros árboles. Esta tierra es nuestra abuela
santa toda, piedra por piedra, esta tierra es una choza
para dioses que habitaron con nosotros, estrella por estrella, iluminaron para nosotros
las noches de oración… Hemos caminado descalzos para tocar el espíritu de los guijarros
y caminamos desnudos para que nos vista el espíritu, el espíritu del aire, como mujeres
que nos devuelven el don de la naturaleza. Nuestra historia fue la de ella: devolvemos a la
tierra sus espíritus
poco a poco. Y preservamos las memorias de nuestros seres queridos en vasijas con la sal
y el aceite, antes colgábamos sus nombres en las aves de los arroyos.
Éramos los primeros, sin un techo entre el cielo y el azul de nuestras puertas
y sin caballos que comieran el pasto de nuestros ciervos en el campo, y sin extranjeros
pasando por la noche de nuestras esposas entonces dejen la flauta al viento… está llorando
sobre el pueblo de este lugar herido… y llorará sobre ustedes mañana…

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Y mientras nos despedimos de nuestros fuegos, no devolvemos el saludo… No escriban
sobre nosotros los testamentos del nuevo Dios, el Dios del metal, y ni pidan
a los muertos un acuerdo de paz, pues de ellos nadie quedó
para anunciarles cómo hacer la paz consigo mismo y con los otros, y estaríamos aquí
construyendo aún más si no fuera por los fusiles de Inglaterra y el vino francés y la
influenza,
y viviríamos como es debido vivir junto al pueblo del ciervo
y memorizando nuestra historia oral, anunciaríamos la inocencia y los crisantemos
Para ustedes su creador y para nosotros el nuestro, para ustedes su ayer y para nosotros el
nuestro, y el Tiempo
es el río, y al mirarlo fijamente, aboga en nosotros al tiempo…
¿Acaso ustedes no memorizan un poco de poesía para parar la masacre?
¿Acaso no fueron paridos por mujeres? ¿No han mamdo como nosotros
la leche de la nostalgia por la madre? ¿No se han vestido como nosotros de alas
para alcanzar a las golondrinas? Queríamos anunciarles la primavera, entonces no
desenfunden las armas
hubiésemos podido intercambiar regalos y canciones
Aquí estuvo mi pueblo. Aquí se murió mi pueblo. Aquí los castaños
esconden los espíritus de mi pueblo. Aquí se murió mi pueblo. Aquí los castaños esconden
los espíritus de mi pueblo. Mi pueblo volverá en forma de aire, luz y agua,
tomen la tierra de mi madre con el poder de la espada, pero yo no firmaré con mi nombre
un acuerdo de reconciliación entre el muerto y el asesino, no firmaré
la venta de un solo palmo de espinas alrededor de la milpa…
Y sé que estoy despidiéndome del último sol, arropado con mi nombre
y cayendo en el río, sé que estoy volviendo al corazón de mi madre
para que entres tú, señor de los blancos, en tu era… Entonces levanta sobre mi cadáver
estatuas de libertad, no devuelvas el saludo y erige la cruz de metal,
el canto de los suicidios colectivos, cuando velan su historia lejana
y soltaré en él los pájaros de nuestras voces: justo aquí vencieron los extranjeros
sobre la espiga del trigo en nosotros, y extendieron los cables de teléfono y luz
Aquí el águila se suicidó de melancolía, aquí nos vencieron los extranjeros.
Y en esta nueva era nada quedó para nosotros
Aquí nuestros cuerpos se esfuman, nube por nube, en el espacio
Aquí nuestros espíritus titilan, estrella por estrella, en el espacio del canto

Largo tiempo pasará para que nuestro presente se convierta en un pasado como nosotros
Marcharemos hasta nuestro fin, primero, defenderemos los árboles que vestimos
y las campanas de la noche, y una luna que deseamos sobre nuestras chozas
y la indiscreción de nuestros ciervos defenderemos, el barro de nuestra alfarería
defenderemos
y las plumas del ala de los últimos cantos. Pronto
construirán su mundo sobre el nuestro: y sus caminos irrumpirán por nuestros cementerios
hacia la luna artificial, ésta es la era de lo artificial. Esta es
la era de los metales, de un pedazo de carbón emergerá la champaña de los fuertes…
Hay muertos y colonias, muertos y excavadores, y muertos
y hospitales, y muertos y pantallas de radar que capturan el número de muertos
que mueren más de una vez en la vida, que viven después de la muerte, y muertos que
crían la bestia de las civilizaciones con muerte, y muertos muriendo para llevar cargando a
la tierra sobre sus restos…
¿Adónde señor de los blancos, estás llevando a mi pueblo… y al tuyo?
¿A qué abismo está llevando a la tierra, este robot armado con aviones
y portaaviones? ¿A qué ancho abismo están subiendo?
Para ustedes lo que quieran: una nueva Roma, la Esparta de la tecnología
y
la ideología de la locura,
Y nosotros, huiremos de un tiempo para el cual, todavía, no hemos preparado nuestras
obsesiones
Iremos hacia la patria de las aves como una parvada de seres humanos del pasado
divisando nuestra tierra desde los guijarros de nuestra tierra, desde los huecos de las nubes
divisando nuestra tierra, desde las palabras de las estrellas divisando nuestras tierras
desde el aire de las lagunas, desde el frágil grano del maíz, desde
la flor en tumba, desde las hojas del álamo, desde todas las cosas
Están sitiados, blancos, por muertos muriendo, muertos
en vida, muertos que retornan, muertos que revelan el secreto,
Entonces ¡den tiempo a la tierra para que diga la verdad, toda la verdad
sobre ustedes
y sobre nosotros…
y sobre nosotros
y sobre ustedes!
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Hay muertos que duermen en cuartos que ustedes construirán
hay muertos que visitan su pasado en el lugar que ustedes están destruyendo
hay muertos que pasan por encima de los puentes que ustedes construirán
hay muertos que iluminan la noche de las mariposas, muertos que
vienen al amanecer para tomar el té con ustedes, calmos
tal como los dejaron sus fusilen, así que ¡dejen, huéspedes del lugar,
sillas vacías para los anfitriones… para que les lean
a ustedes las condiciones de paz con los muertos!

Introducción
Para que reviva el águila (Crónicas del vuelo de un poema)
Aquí el águila se suicidó de melancolía…
M. Darwish

Aquí se narra la historia del vuelo de un poema. El Discurso del indio. El penúltimo ante el
hombre blanco, de Mahmud Darwish, llegó a México, a los jardines de nuestra universidad en
inglés. De una extraña familiaridad, el poema-peregrino -escrito originalmente en árabe-
evocaba al famoso discurso del jefe duwamish Seattle a la vez que parecía continuar un
diálogo natural y centenario con los pueblos originarios de México. Carrusel de lenguas:
leíamos en inglés a la vez que escuchábamos en español resonancias de las 68 agrupaciones
lingüísticas que -pacientes y generosas- desde hace siglos nos cobijan en esta tierra.
En 1992 el poeta palestino se hizo eco de una voz cinco veces centenaria: la del indio
encubierto. Débil-fuerza de una traducción donde se condensa 1492 para clamar en la lengua
de los moros expulsados, por causa de la expoliación de los pueblos conquistamos. En otro
poema del mismo libro, el autor de presenta como “el Adán de los dos paraísos”, pues dice
haber perdido el Edén dos veces. Adán bíblico es el paradigma del exiliado. El poeta palestino
canta en árabe su doble exilio. 1492, la expulsión de Granada; 1948, el destierro de palestina.
La Nakba es exilio del exilio andaluz: 1948 es la farsa que repite la tragedia de 1492. Es una
farsa porque sólo se le encuentra sentido en su función crítica: si en 1492 moros y judíos
padecieron la tragedia de la expulsión de España ¿quién podría aceptar con seriedad que
450 años después lleguen estos últimos -exiliados- a Palestina para expulsar a los primeros?
En el Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, el poema fue acogido en el
seno del Seminario Taller “Heteronomías de la justicia: de exilios y utopías”. Se trata de un
proyecto de investigación que, desde la perspectiva de la ética heterónoma, aborda dos
temas actuales: el exilio en sus distintos sentidos y también las utopías. La heteronomía,
como indica su origen griego, refiere a la escucha de un imperativo (nomos) proveniente de
otro (heteron). Al exigir al yo que se responsabilice por él, independientemente de su voluntad,
el otro le otorga la condición de sujeto (sujetado a su relación con el prójimo). Si el otro es
primero, hay un cambio de perspectiva que va de un yo auto-centrado a un hetero-centrado.
Esto da lugar a una hetero-lógica (o lógica del otro, que no se reduce al principio de identidad)
cuyo horizonte es la justicia. El sujeto en el tiempo se comprende a sí mismo como parte de
una cadena generacional que no reduce la temporalidad a su porción de presente fugaz. El
espacio no es objeto de posesión y -según la perspectiva religiosa desde la que se aborde-
extranjeros somos sobre la tierra que perteneces al Dios (Levítico 25:23), o somos hijos de
aquella que da cobijo a los dioses. El lenguaje, en el marco de la ética heterónoma, se
entiende como traducción de la palabra del otro (generaciones pasadas) dada a otro (los que
vendrán). Desde el punto de vista de la heteronomía no hay lengua pura (ni propia), pero la
buena nueva consiste en descubrir la promesa que anida en la pluralidad babélica. En un
mundo que privilegia el poder y la propiedad (en una búsqueda febril de “seguridad”), la
heteronomía no tiene buena fama, porque obliga a confesar que lo único “propiamente”
humano es la vulnerabilidad y la desposesión. En otras palabras, el exiliado Adán es la figura
del heterónimo.
Si en el horizonte de la justicia heterónoma el lenguaje. de suyo- implica traducción
en tanto éxodo hacia el otro, la interpelación del indio, en el poema de Darwish, irrumpe en la
lengua “propia” para sacarla del exilio. La traducción plurilingüe que aquí presentamos
constituye en sí un acto heterónomo, porque obedece al mandato que escuchamos -en el
marco del Proyecto- al leer este poema-carta escrito en el exilio. Cabe aclarar que la distancia
geográfica, para el poeta exiliado por la Nakba, ofrece el marco temporal del poema, y en sus
palabras, éste “no debe responder inmediatamente”... La mediación, en este libro, se vuelve
heteronomía “a la cuarta potencia”: si todo poema es por definición palabra inspirada (esto
es, recibida de otro, frecuentemente llamado musa: primer momento heterónomo), Darwish
presta su boda para que a través de lo suyo hable el indio. Palabra de quien padece la
colonización (indio americano) mediante la lengua de quien sufre la ocupación (el poeta
palestino): heteronomía al cuadrado. Pero escuchar la invocación de la palabra poética del
jefe duwamish Seattle, imitando al “hombre blanco”, potencia la heteronomía en nosotros
(obsesionados con la justicia). La lectura del poema nos interpeló a traducirlo en nuestra
lengua española, responsable del exilio andalusí: heteronomía al cubo. Y, como era de
esperarse, la traducción de desató a la cuarta potencia. Los inspiradores de Darwish por fin
lo leen en la lengua que sigue colonizando a sus ancestros. El poema, que intenta traducir su
voz, los interpela y -en el sentido de asumir responsabilidad- empiezan a responder por él en
sus lenguas heredadas.
¿Cómo se desarrolló esta traducción que se asume como heterónoma? A principios
de 2015, quince integrantes del proyecto empezamos a traducir de manera conjunta y en voz
alta el poema escrito originalmente en lengua árabe. Esto fue gracias a la participación de
Shadi Rohana, becario del proyecto, de nacionalidad palestina, cuya lengua materna es el
árabe. Fue una traducción comparada con las que existen en inglés y en francés. La primera
etapa tomó varios meses, porque el trabajo tenía un carácter comunitario donde casi cada
palabra se discutía con pasión. Las discusiones daban cuerpos a una labor cooperativa,
genuinamente heterónoma, donde no se trataba de imponer la propia voz a los otros, sino de
hacer escuchar mejor el reclamo del poeta, que es su mano tendida a los condenados de la
tierra en este extremo occidente. Concluida esta etapa, invitamos a algunos jóvenes poetas
y traductores de lenguas originarias de México para traducir el poema del español de la
manera que cada uno de ellos considerara más adecuada, consultando la versión original en
la misma forma dialógica que caracterizó la primera parte del trabajo (esto es,que una vez
traducido desde la versión española consensuada, al modo de canon musical, se comparaba
la nueva versión con el original, tomando la traducción española como puente provisional).
Fue grato constatar, en más de una ocasión las complicidades rítmicas, semánticas y sonoras
entre el árabe y las lenguas indígenas. Fue aleccionador ver cómo alguna incongruencia con
el castellano se podía resolver frente al árabe.
Los integrantes del proyecto PAPIIT “Heteronomías de la justicia: de exilios y utopías”
trabajamos activamente en la traducción cooperativa al español: Dánivir Jent, Hugo César
Vázquez, Luz Tafoya, Gabriela Macedo, Bernardo Cortés, Satya Chatillon, Rafael
Mondragón, Alexis MIllań, Renato Huarte, María Cataño, Jorge Rodríguez, Mateo Martínez
Abarca, Andreas Ilg, Sara Sutton, además de Shadi Rohana, la que suscribe (responsable
del proyecto) y otros “pasantes” que dejaron huella, como Mara Pastor. Para la segunda
etapa, Rafael Mondragón, Luz Tafoya y Rasheny Lazcano encontraron a los traductores que
generosamente respondieron a nuestro llamado. Este libro alberga las traducciones de Gloria
Martínez Carrera (traductora mazateca de la comunidad de San Juan de la Unión), Alicia
Gregorio Velasco (traductora chinanteca de la comunidad de San Antonio Analco, Oaxaca),
Yasnaya Elena Aguilar (traductora del ayuujk o ayuujk de Ayutla), Víctor Cata (traductor del
diidxazá o diidxazá del Istmo, de Juchitán) y César David Can Canul (traductor del maaya
t’aan de la comunidad de Mesatunich, Municipio de Motul, Yucatán). Cada traducción se
encuentra precedida por unas palabras del traductor acerca del significado que tuvo para él
esta experiencia. Cabe la pregunta, ¿por qué estas cinco lenguas y no otras? La multiplicidad
lingüística de México es prometedora porque el castellano no es la lengua nacional. Desde el
punto de vista de la justicia heterónoma y también de la utopía, consideramos que así como
la tierra es de quien la trabaja, la lengua es de quienes la hablan. Por eso el criterio de
selección de las lenguas originarias que habitan este libro consistió en contactar a jóvenes
traductores que además del noble oficio de llevar a sus lenguas maternas textos castellanos,
en ellas hacen poesía. Las traducciones que aquí se presentan buscan ser escuchadas en
las radios comunitarias, leídas en las escuelas bilingües del interior de nuestra tierra. Estas
traducciones poetizan y en este sentido son retornos de una palabra viva.
He aquí un libro semilla, plurilingüe, que tendrá una versión interactiva en línea, donde
se escucharán las versiones en voz de lectores nativos. Pero la característica de esta
traducción heterónoma, como anunciamos antes, es su apertura: la idea es crear, en una
tercera etapa, un libro abierto en la página del Instituto de Investigaciones Filológica, que
vaya incluyendo nuevas traducciones a más lenguas de México, y luego a otras lenguas del
continentes, y así seguir… “Retornos”, en plural, es su nombre: en un sentido espacial, por lo
inabrogable que es para los exiliados palestinos el Derecho al retorno; pero también en un
sentido temporal porque el poema de Darwish hace retornar -reaparecer-, actualizada, la
carta del jefe duwamish Seattle; y por último, retorno en el sentido musical del término: la
devolución (plural) que recibe el cantor y le permite percibir con sus oídos su propia voz
retornando multiplicada desde el exterior.
Este trabajo comporta una fuerza dialógica de siglos: resuenan hoy en él ecos de la
escuela de traductores de Toledo, lugar que fue testigo del diálogo cordial entre las tres
religiones monoteístas. En 1492 España expulsó a moros y judíos, a la vez que “descubría”
al “nuevo continente” encubriendo a sus pobladores originarios. Esta traducción implica una
promesa: el español funge como un puente entre la lengua de los moros expulsados y algunas
lenguas de los pueblos conquistados. El poeta palestino canta en árabe el amor lleno de dolor
a otra orilla, para que lo escuchen los indígenas americanos. En México (en la UNAM)
recibimos el mensaje en la botella, le dimos a nuestra lengua española la posibilidad de ser
el vehículo para transportar la palabra poética de libertad hacia los pueblos originarios.
Queremos ofrendar a la gente de la tierra del poeta estas voces de nuestro México
abigarrado. Como el mar, en su doble movimiento, llevaremos de regreso el poema -con
potencia polifónica- a su lugar de origen. Se trata de un ejercicio utópico en el mejor sentido:
un llamado a la justicia, a la amistad entre aquellos que se encuentran en exilio domiciliario.
Esta palabra de libertad y amor a la tierra, que se gestó en lengua árabe memoriosa de
Andalucía, es palabra dada a otro que -al modo de un rayo de luz atravesando el prisma de
la lengua española- retorna, multiplicada, diversa y divergente, desde sus otros.
El poema se presenta como “el penúltimo” discurso del “indio” frente al “hombre
blanco”. Tal vez el último sea un discurso en acto que hace tiempo -bajo la forma de una crisis
ambiental incalculable- está dando esa “abuela” de ambos que, tal como recuerda el poema,
es la Tierra. En México, nuestro continente y en el mundo, hoy somos testigos de muertes y
desapariciones muchas veces relacionadas con la defensa de los ríos, de las montañas, de
la tierra, de las lenguas y saberes. Comunidades enteras viven hoy en un situación paradójica
que llamaremos “exilio domiciliario”: a pesar de seguir morando en su tierra, de manera
ininterrumpida son objeto de desposesión por parte de una minoría que opera con la ausencia
de los estados nacionales. También Palestina paga con las sangre de sus hijos la expoliación
criminal de la tierra, del agua, de los olivos… El dolor de la tierra por una economía
depredadora sostenida en la acumulación por despojo se deja oír en más y más lenguas
(incluso, recientemente, en la voz del Vaticano”. El clamor de justicia heterónoma se potencia
con la esperanza de que, algún día no muy lejano, esa minoría -ebria de dominación e ínfulas
de un progreso despiadado y suicida que sale a la caza de la “seguridad” -pueda escuchar la
voz del otro multitudinario. Hoy, su tan temida vulnerabilidad se refleja en el espejo de esta
carta-poema que anuncia la melancolía letal del águila.
Traducir, dice J-B Pontalis es reencontrar lo extranjero en el lenguaje. Asunto de
palabras migrantes, exilio fértil de las lenguas, heteronomía liberadora: “Todas las lenguas
son extranjeras. Todas vuelan de un mundo a otro”, Si el águila que el jefe Seattle denunció
como desaparecida, en el poema árabe se suicidó, en la tierra de los nopales y la serpiente
la atendimos en español para que las lenguas indígenas se ocuparan de sanarla. En las
páginas que siguen, las palabras de melancolía traducidas -por ahora- a las cinco lenguas
que hoy presentamos agitan sus alas para que reviva el águila.

Silvana Rabinovich
IIFL-UNAM

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