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Proyecto “Teotihuacan. Elite y gobierno.

L
Excavaciones en Xalla y Teopancazco”
a obra que aquí se presenta es el cuarto volumen del proyecto interdisciplinario Linda R. Manzanilla
e interinstitucional “Teotihuacan. Elite y gobierno. Excavaciones en Xalla y Teo- 

TEOPANCAZCO COMO CENTRO DE BARRIO


pancazco”, dirigido por la Dra. Linda Rosa Manzanilla Naim. Teopancazco es un

Los sectores funcionales y el intercambio a larga distancia


centro de barrio multiétnico de Teotihuacan, ubicado en el distrito sureste de la
ciudad. Fue excavado extensivamente por la Dra. Linda R. Manzanilla de 1997 a TEOPANCAZCO COMO CENTRO DE BARRIO
2005, con una breve intervención arqueológica en 2012. MULTIÉTNICO DE TEOTIHUACAN
Este libro ofrece una ponderación de la información arqueológica correspon- Los sectores funcionales y el intercambio a larga distancia

MULTIÉTNICO DE TEOTIHUACAN
diente a los distintos sectores funcionales destinados al ritual, el trabajo artesanal
especializado, la preparación de comida para los trabajadores del barrio, la adminis- Linda R. Manzanilla
tración del mismo, la guardia del barrio y un posible sector médico. Además nos E
ofrece los datos con que contamos para entender las materias primas y bienes forá-
neos que llegaron a Teopancazco procedentes de varias regiones de Mesoamérica,
particularmente el corredor hacia la zona de Nautla en Veracruz.

Linda R. Manzanilla - E


Proyecto “Teotihuacan. Elite y gobierno. Excavaciones
en Xalla y Teopancazco”

Linda R. Manzanilla
Directora

TEOPANCAZCO COMO CENTRO DE BARRIO


MULTIÉTNICO DE TEOTIHUACAN.

LOS SECTORES FUNCIONALES Y EL INTERCAMBIO


A LARGA DISTANCIA

Linda R. Manzanilla
Editora
Proyecto “Teotihuacan. Elite y gobierno. Excavaciones
en Xalla y Teopancazco”

Linda R. Manzanilla
Directora

TEOPANCAZCO COMO CENTRO DE BARRIO


MULTIÉTNICO DE TEOTIHUACAN.

LOS SECTORES FUNCIONALES Y EL INTERCAMBIO


A LARGA DISTANCIA

Linda R. Manzanilla
Editora

Dirección General de Asuntos del Personal Académico


Instituto de Investigaciones Antropológicas
Universidad Nacional Autónoma de México 2018
Catalogación en la publicación UNAM. Dirección General de Bibliotecas
Nombres: Manzanilla, Linda, editor.
Título: Teopancazco como centro de barrio multiétnico de Teotihuacan : los sectores funcionales y el
intercambio a larga distancia / Linda R. Manzanilla, editora.
Descripción: Primera edición. | México : Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de
Investigaciones Antropológicas, 2018. | Proyecto “Teotihuacan. Elite y Gobierno. Excavaciones en Xalla
y Teopancazco”.
Identificadores: LIBRUNAM 2019754.
Temas: Sitio arqueológico de Teopancazco (San Juan Teotihuacán, Estado de México). | Sitio arqueoló-
gico de Teotihuacán (Estado de México). | Indios de México - Estado de México - San Juan Teotihua-
cán – Historia - Hasta 1500. | México – Historia - Hasta 1519.
Clasificación: LCC F1219.1.T27. T447 2018 | DDC 972.52 —dc23

Primera edición: 2018

Diseño de portada: Natzi Vilchis

D. R. 2018 © UNAM
Ciudad Universitaria, Coyoacán, México, D. F., 04510
Instituto de Investigaciones Antropológicas
www.iia.unam.mx

ISBN 978-607-30-1113-6
 
Agradecemos el apoyo por parte del Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación
Tecnológica (UNAM-PAPIIT) al proyecto IN400117, para la producción del e-pub de la presente obra.

Todos los manuscritos presentados para su publicación en el Instituto de Investigaciones Antropológicas


de la UNAM son sometidos a un riguroso proceso de dictaminación bajo el principio de doble ciego,
conforme a los artículos 22 a 24 del Reglamento del Comité Editorial.
http://www.iia.unam.mx/acercaIIA/normatividad/reglamentoCE.pdf

Derechos reservados conforme a la ley. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por
cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, la fotocopia
o la grabación, sin la previa autorización por escrito del titular de los derechos de esta edición.
 
Derechos reservados conforme a la ley
Hecho en México / Made in Mexico
Índice

Introducción 9
Linda R. Manzanilla

Primera Parte.
Teopancazco y sus sectores funcionales

1. Características del barrio de Teopancazco durante la fase 27


Xolalpan. Una propuesta metodológica
Agustín Ortiz Butrón, Luis Barba y Jorge Blancas

2. Las actividades del centro de barrio de Teopancazco a partir de 83


sus residuos químicos
Agustín Ortiz Butrón, Alesssandra Pecci y Luis Barba

3. Los sectores rituales de Teopancazco 157


Linda R. Manzanilla

4. Los instrumentos sonoros procedentes de las excavaciones de 181


Teopancazco
Francisca Amelia Zalaquett Rock, Dulce Sugey Espino Ortiz
y Violeta Vázquez Campa

5. El sector administrativo de Teopancazco 213


Linda R. Manzanilla

6. La expresión plástica y los signos de notación en el conjunto 243


arquitectónico de Teopancazco, Teotihuacan
Tatiana Valdez Bubnova

7. El sector militar, y el médico y de parto de Teopancazco 287


Linda R. Manzanilla

8. Disección del componente social de Teopancazcoa través de sus 293


figurillas cerámicas
Enah Montserrat Fonseca Ibarra
9. In tlilli in tlapalli: la estructura cromática rojo-negro en una 353
ofrenda ritual del centro de barrio de Teopancazco
Ángela Ejarque Gallardo, Ma. Luisa Vázquez de Ágredos
Pascual y Linda R. Manzanilla

10. Los sectores artesanales de Teopancazco 373


Linda R. Manzanilla

11. Color y cultura en Teotihuacan. Los pigmentos y colorantes de 387


Teopancazco como caso de estudio
Ma. Luisa Vázquez de Ágredos Pascual, Linda R. Manzanilla
y Carlos López Puértolas

12. La sastrería de Teopancazco: la producción artesanal vista 421


desde la cerámica
Estíbaliz Aguayo

13. Estudio de la mica encontrada en Teopancazco y su 447


caracterización comparada con otros conjuntos teotihuacanos
Edgar Ariel Rosales de la Rosa

14. Las relaciones de poder vistas a través de los materiales 469


lapidarios de piedra verde y pizarra de Teotihuacan
Julieta M. López Juárez y Tatsuya Murakami

15. La producción, distribución y uso de las cuentas y lentejuelas 497


de obsidiana teotihuacanas
Alejandro Pastrana, Silvia Domínguez y Linda R. Manzanilla

Segunda Parte.
Teopancazco y la presencia
de materiales foráneos

16. Teopancazco como receptor de materias primas y bienes 531


foráneos
Linda R. Manzanilla
17. La cerámica de importación en Teopancazco y sus nexos 545
culturales con otros sitios
José Carlos De la Fuente

18. Estudios arqueométricos de mezclas de cal en Teopancazco: 585


caracterización, procedencia de las materias primas y
definición de un estilo tecnológico
Alessandra Pecci, Domenico Miriello, Donatella Barca,
Gino M. Crisci, Raffaella De Luca, Agustín Ortiz, Linda R.
Manzanilla, Jorge Blancas y Luis Barba

19. Caracterización mineralógica y tecnológica de la lapidaria de 621


Teopancazco
Emiliano Ricardo Melgar Tisoc y Reyna Beatriz Solís Ciriaco

20. El uso de los moluscos marinos de Teopancazco 673


Adrián Velázquez, Norma Valentín, Belem Zúñiga y Linda R.
Manzanilla

21. Teopancazco y el intercambio a larga distancia 697


Mijaely Antonieta Castañón Suárez

22. Recapitulación 733


Linda R. Manzanilla

Anexo 1. Catálogo. La cerámica de Teopancazco. 737


Linda R. Manzanilla

Los autores 801


Introducción

Teopancazco como centro de barrio multiétnico


de Teotihuacan
Linda R. Manzanilla

La organización espacial de Teotihuacan

Teotihuacan, una ciudad de muchas caras, fue el eje rector de la dinámica social
del centro de México durante el Clásico (figura 1) (Manzanilla 2011b, 2017). A
quienes hemos dedicado nuestra vida como arqueólogos a entender sus institu-
ciones, la vida en la urbe, la interacción con otros grupos étnicos y su colapso, no
deja de maravillarnos la larga duración del pacto multiétnico que permitió una
preeminencia de esta metrópolis durante tres siglos y medio (200-550 d.C.).

Figura 1. Mapa de Teotihuacan según René Millon (1973), redibujado por Linda R.
Manzanilla y Rubén Gómez Jaimes.

9
introducción

Según mi visión, Teotihuacan tuvo un aspecto corporativo patente en los gru-


pos de oficio que residieron en conjuntos multifamiliares de apartamento, y que
compartieron tanto la vida en el mismo conjunto como un oficio. A pesar de que
probablemente no fueron parientes, esta constitución de grupos corporativos de
trabajadores es un aspecto nuevo en Mesoamérica (Manzanilla 1996), ya que antes
de Teotihuacan, las familias nucleares del valle de Teotihuacan moraban en chozas
de 5 por 5 metros (Manzanilla 1985). En la gran ciudad del Clásico, cada familia te-
nía su propio apartamento con cocina, almacén, patio de servicio, pórticos, cuartos,
patrio ritual y traspatio. Asimismo, cada familia veneraba a un dios patrono distinto,
como pudimos constatar con la excavación extensiva del conjunto de Oztoyahualco
15B:N6W3 (figura 2) (Manzanilla 2009a, 1996; Manzanilla [ed.] 1993).

Figura 2. Foto aérea del conjunto multifamiliar teotihuacano de Oztoyahualco 15B:N6W3


(foto de Linda R. Manzanilla).

Derivado de su carácter multiétnico y excepcional en Mesoamérica, otro as-


pecto de la organización corporativa, según mi planteamiento hipotético, pudo
estar en la coparticipación de varios nobles en el gobierno (Manzanilla 2008a,
2002a, 2002c, 2001a). Es probable que Teotihuacan tuviera cuatro cuadrantes ori-
ginados en el cruce de las avenidas principales (figura 3); para mí, los dos distritos
septentrionales parecen haber sido ocupados por los grupos originarios de Teo-
tihuacan, mientras que los dos meridionales tienen un componente multiétnico
más marcado. De estos cuatro cuadrantes (véase Manzanilla 2009a) podrían ha-
ber surgido los integrantes del co-gobierno de Teotihuacan, consejo que, dada la
heterogeneidad de la población, fue un mecanismo para evitar golpes de Estado.

10
teopancazco como centro de barrio multiétnico de teotihuacan

Es probable que la vasija hallada por Sigvald Linné (1942), en Las Colinas
(Calpulalpan), represente a los integrantes de un co-gobierno, ya que se trata de
dignatarios de alto rango que llevan a cabo rituales de siembra alrededor del sím-
bolo del dios de la lluvia (o las tormentas) que está en el fondo del cuenco; los
emblemas que portan son profusos en cada cuadrante de la ciudad. Así, el perso-
naje que porta un emblema de ave podría ser el representante del cuadrante del
noroeste, donde yacen representaciones de águilas en la Plaza de las Águilas, vola-
dores en el Palacio del Quetzalpapálotl, aves tropicales en la subestructura de los
Caracoles Emplumados del Palacio de los Jaguares, e incluso el incensario hallado
por mí en Oztoyahualco 15B (Manzanilla y Carreón 1991) con la representación
del personificador del pájaro-mariposa. Por lo tanto, propongo que la Pirámide de
la Luna sería el templo principal de este grupo.

Figura 3. Propuesta de los cuatro sectores de Teotihuacan, con los posibles co-
gobernantes y emblemas de cada sector (Manzanilla 2009a).

El personaje que porta la representación del coyote (los cánidos) podría


proceder del cuadrante suroeste, y el animal está profusamente representado en
Atetelco, por ejemplo. También aparece en Tetitla a los flancos de las águilas con

11
introducción

las alas extendidas, y posiblemente (y a manera de hipótesis) en este conjunto se


manifiesten negociaciones entre los cuadrantes noroeste y suroeste.
Aquél que lleva como emblema una serpiente representaría al cuadrante su-
reste, donde yace el Templo de la Serpiente Emplumada, que sería el templo prin-
cipal del grupo “serpiente”. Es interesante observar que Teopancazco yace en el
cuadrante de la serpiente. En este centro de barrio multiétnico del que hablaremos
a continuación, apareció una vasija polícroma “matada” con la representación de
una serpiente en cuyo lomo trae atrapada una garceta con cresta de la costa del
Golfo de México, enfatizando las fuertes relaciones de este barrio con la zona de
Nautla en Veracruz, patentes en la presencia de fauna marina, algodón, cerámica
de Veracruz y migrantes de las zonas costeras (Manzanilla 2012a, 2015; Manza-
nilla [editora general]-Valadez [coordinador] 2017).
Por último, el personaje que lleva como emblema un tocado de tres borlas
(el grupo “felino”) representaría al cuadrante noreste de la ciudad, donde yace la
Pirámide del Sol, el templo principal del grupo y del dios de la lluvia; el tocado de
tres borlas está relacionado directamente con dignatarios teotihuacanos del más
alto nivel, particularmente aquellos que van a diversos puntos de Mesoamérica. El
felino está íntimamente asociado al dios de la lluvia, por lo que aparece reiterado
escultóricamente tanto en la fachada de la Pirámide del Sol como en la de la Es-
tructura 2 de Xalla (Manzanilla 2008a). También aparece un mural del puma en
la porción de la Calzada de los Muertos que está ubicada en dicho cuadrante, y en
almenas con felinos halladas en la Plaza del Sol.
Hay otras hipótesis sobre la forma de gobierno de Teotihuacan que invocan
a dinastas únicos, incluso de índole militar, a similitud de lo que ocurre en el área
maya; sin embargo, ningún arqueólogo ha podido demostrar la existencia de estos
personajes: no están representados, sus tumbas reales no han sido halladas, y sin
duda su existencia hubiera provocado múltiples intentos de deposición por parte
de grupos con intereses distintos. Para este asunto hay que decir que en Teotihua-
can se inaugura una nueva forma de vida urbana, con un gigantesco asentamiento
urbano multiétnico, sin precedentes en el altiplano central.
Contrario al aspecto corporativo de la base y cima de la sociedad teotihuaca-
na, está el espíritu competitivo y emprendedor de las élites intermedias que rigen
los centros de barrio de Teotihuacan. Si considerásemos las plazas de tres templos
como los posibles centros de barrio de la metrópolis (Manzanilla 1997), hemos
contado 22 de ellas en la ciudad, muchas ubicadas en los cuadrantes meridiona-
les (Froese, Gershenson y Manzanilla 2014) que considero los originarios de la
ciudad. En la porción sur, algunos centros de barrio, como Teopancazco, toman
otra conformación, probablemente por su carácter multiétnico (Manzanilla 2015).
Tienen sectores funcionales diversos (figura 4), materia de la primera parte de este

12
teopancazco como centro de barrio multiétnico de teotihuacan

libro, entre ellos: el ritual (en el centro), el militar (al suroeste), el administrativo
(probablemente al sur), el artesanal (al noreste), el médico (también al noreste), el
residencial (al norte en tiempos Tlamimilolpa y al suroeste en tiempos Xolalpan),
además del área de preparación y almacenamiento de alimentos (ubicado en la
periferia norte) (Manzanilla 2012a).

Figura 4. Teopancazco y sus sectores funcionales, según Linda R. Manzanilla (dibujo de


Linda R. Manzanilla y Rubén Gómez Jaimes).

Los centros de barrio se encuentran en los cuatro distritos de la ciudad, y son


centros de coordinación de los trabajos y la población de cada barrio; alrededor

13
introducción

de dichos centros se disponen los conjuntos habitacionales y residenciales mul-


tifamiliares. Cada centro al parecer está administrado por miembros de la élite
intermedia que llegan a conformar “casas nobles” (Manzanilla 2007a, 2006a), ar-
ticulando a los trabajadores, burócratas y emisarios en organizaciones corporativas
complejas (Manzanilla 2012c, 2015).
Como se señaló, los centros de barrio multiétnico están encabezados por
nobles de la élite intermedia, que supervisan el trabajo en el barrio sino que orga-
nizan caravanas por sitios aliados, hacia regiones ricas en materias primas y bienes
suntuarios. Las élites de un barrio compiten con otras por traer a la ciudad bienes
exóticos y suntuarios de aquellas regiones con las que han establecido relaciones
y alianzas, a través de sitios aliados dispuestos en corredores (García Cook 1981;
Manzanilla 2011a). En el caso de Teopancazco, sus alianzas se fraguaron hacia
Veracruz, particularmente hacia Nautla, y entre los sitios aliados podríamos contar
a Calpulalpan y Xalasco, en Tlaxcala. En este centro de barrio hemos hallado mi-
grantes de Puebla, Tlaxcala, Hidalgo, Veracruz, y posiblemente algunos de Chia-
pas (Manzanilla 2015; Manzanilla [ed.] 2017).

Teopancazco como centro de barrio multiétnico de Teotihuacan

La investigación interdisciplinaria sobre Teopancazco se enmarca en el proyec-


to “Teotihuacan: Elite y gobierno”, dirigido por Linda Rosa Manzanilla Naim
(excavaciones de 1997 a 2005, con una breve intervención en 2012) (Manzanilla
2008b, 2007b). Estaba dirigida a entender las formas de vida de la elite intermedia
de Teotihuacan (Manzanilla 2012c). La gran sorpresa fue hallar una población
heterogénea de trabajadores migrantes procedentes de varios sitios a lo largo del
corredor hacia Nautla en Veracruz, y algunos migrantes lejanos (Manzanilla 2015;
Manzanilla [ed.] 2017).
El conjunto de Teopancazco fue excavado extensivamente en una superficie
de 1531 metros cuadrados. En esta excavación extensiva pudimos definir varios
sectores funcionales:
1. Un sector ritual con una gran plaza, un altar con tablero y talud, y un gran
templo principal situado en el lado oriental. Los centros de barrio tienen
plazas rituales (mayores de 170 metros cuadrados) y templos (con recintos
mayores de 55 metros cuadrados de superficie) mucho más grandes que los
hallados en los conjuntos habitacionales.
2. Un área destinada al trabajo artesanal muy especializado, que en el caso de
Teopancazco consistió en un par de cuartos para la confección de trajes y to-
cados de la élite intermedia (Manzanilla et al. 2011) que están representados
en el mural principal del conjunto. Seguramente también ahí se elaboraban
cestos y redes, además de pintar y laquear cerámica.

14
teopancazco como centro de barrio multiétnico de teotihuacan

3. Una posible zona administrativa que, en Teopancazco, pudiera estar ubicada


en los cuartos meridionales del conjunto, de los cuales poco sabemos ya que
Leopoldo Batres los excavó hacia 1886. Sin embargo tenemos los sellos de
estampa, de los cuales hablaremos más adelante, así como los contadores que
hipotéticamente pudieron servir para ser trocados por raciones de comida a
base de maíz (Manzanilla 2011a).
4. Una sección destinada a los guardianes de Teopancazco, misma que yace al
suroeste.
5. Se hallaron escasos lugares para la preparación de alimentos, pero en los cen-
tros de barrio es común hallarlos en una alineación de cocinas y almacenes
para dar de comer a los trabajadores del barrio, y que en el caso que nos ocupa
yace en el extremo norte.
6. Al noreste se halló una alineación de perinatos probablemente muertos en el
parto y que fueron enterrados en Teopancazco, así como dos casos de indi-
viduos enterrados con patologías severas. Asimismo, en este sector se halló
un entierro dual de adolescentes con miniaturas cerámicas con resinas aro-
máticas y pigmentos corporales mezclados con otras sustancias para reducir
la toxicidad (particularmente de la galena y del cinabrio). Por tanto, hemos
propuesto un sector médico y de parto. Es interesante notar que Sigvald
Linné (1934: 160-161) halló algo similar en el conjunto Xolalpan, por lo que
nos preguntamos si este conjunto también funcionó como centro de barrio.
7. En tiempos Tlamimilolpa, la posible residencia del administrador y su fami-
lia estaba ubicada al norte del conjunto (un sistema de cuarto-pórtico-patio),
y es probable que en tiempos Xolalpan esta residencia fuese desplazada al
sector suroeste, al sur de la guardia del barrio (Manzanilla 2012a).
8. Un sector abierto al este del conjunto.

Es importante señalar que el conjunto de Teopancazco, que ha sido interpre-


tado como centro de barrio multiétnico, tiene elementos diferentes a los conjuntos
habitacionales y residenciales teotihuacanos, como: una población residente reduci-
da; una alineación de cocinas-almacenes (contrario a lo que sucede en los conjuntos
de departamentos); una gran plaza con altar y gran templo (que difieren de los pa-
tios de servicio y rituales de los conjuntos de departamentos); y un sector artesanal
muy especializado.
El grupo de especialistas artesanales que llegó de otros lados a Teopancazco vino
principalmente por el corredor de sitios aliados que unen Teotihuacan con Nautla en
Veracruz, es decir, de Puebla, Tlaxcala, Hidalgo y Veracruz (Manzanilla [ed.] 2017).
Y de allí vinieron las 14 variedades de peces de zonas costeras, el cocodrilo, algunos
cangrejos y algunas especies de moluscos marinos (Rodríguez Galicia 2010).

15
introducción

Varias artesanías se cultivaban en Teopancazco, siendo la más importante la


elaboración de vestimenta y tocados para la elite intermedia que administraba este
barrio y encabezaba el ritual de plantación (Manzanilla et al. 2011). También se
hacían cestos y redes, así como se pintaban vasijas y murales.
El primer volumen sobre las investigaciones de Teopancazco llevó por título
Estudios arqueométricos del centro de barrio de Teopancazco en Teotihuacan (Man-
zanilla [ed.] 2012). En ese volumen se hizo una introducción al centro de barrio
en la que se expusieron los diferentes niveles constructivos, la cronología, mi pro-
puesta de los sectores funcionales, y mi argumentación de que no se trataba de
un conjunto residencial sino de un centro de coordinación de barrio (Manzanilla
2012a). También se presentaron la prospección geofísica del conjunto e inmedia-
ciones; la cronología radiocarbónica y arqueomagnética, además de las paleoin-
tensidades magnéticas en cerámica; los estudios tecnológicos y de procedencia
(con técnicas arqueométricas) de las pizarras, la lapidaria, los pigmentos aplicados
a la pintura mural y la cerámica, los pigmentos y esencias aromáticas utilizados
en la pintura corporal, los moluscos marinos y el hueso trabajados. Por último, se
abordó el estudio de los entierros de Teopancazco por medio de elementos traza,
isótopos estables e isótopos de estroncio 87/86, y se presentó una síntesis de los datos
funerarios. Se agregó un apéndice descriptivo para dar cuenta de cada cuarto, pór-
tico y patio con sus áreas de actividad y materiales hallados (Manzanilla 2012b).
El segundo volumen llevó por título: Multiethnicity and Migration at Teo-
pancazco. Investigations of a Teotihuacan Neighborhood Center, y fue publicado por
the University Press of Florida (Manzanilla [ed.] 2017). El libro está enfocado al
estudio holístico de los 116 entierros excavados en Teopancazco; además de una
introducción de Teopancazco en inglés, se ofrece al lector un capítulo sobre los
patrones funerarios, el sexamiento y determinación de edad, las paleopatologías
observadas y las marcas de actividad en los entierros formales. Sigue un estudio de
la paleodieta por elementos traza así como por isótopos de nitrógeno y carbono.
Para evaluar la procedencia de los individuos enterrados en Teopancazco se hicie-
ron análisis de isótopos de estroncio 87/86 así como de isótopos de oxígeno. Un tipo
de estudio vanguardista fue el análisis de ADN antiguo de una muestra de los en-
tierros, así como el sexamiento por ADN de los perinatos. Se hizo aproximación
facial por técnicas forenses de cinco cráneos de Teopancazco. Por último, se hace
una recapitulación de nuestro conocimiento de esta población muy heterogénea y
de procedencias diversas (véase también Manzanilla 2015).
El tercer volumen (Manzanilla [editora general]-Valadez [coordinador]
2017) tuvo por tema: El uso de los recursos naturales en un centro de barrio de Teoti-
huacan: Teopancazco. Este volumen se inicia con una presentación de los recursos y
el ambiente de Teopancazco: se distingue la flora y la fauna hallada en los conjun-

16
teopancazco como centro de barrio multiétnico de teotihuacan

tos multifamiliares de apartamentos con las halladas en los centros de barrio, en los
conjuntos palaciegos de la elite gobernante y en las estructuras piramidales princi-
pales de Teotihuacan. En otro capítulo se reflexiona sobre los problemas hallados
al abordar los ecofactos de Teopancazco. Asimismo se presentan la identificación,
análisis e interpretación de los restos óseos de fauna, junto con una evaluación de
su manejo, sus ciclos biológicos, el intercambio y uso de los restos faunísticos. Un
capítulo está dedicado exclusivamente a los cánidos y otro, a los recursos costeros.
Posteriormente se abordan las plantas en cuanto a su uso cotidiano y ritual. En
otro capítulo se estudian los fitolitos y residuos químicos hallados en las piedras
de molienda de Teopancazco. Continúa una evaluación de la industria de hueso,
diente y asta del sitio. Y este volumen concluye con una descripción de uso actual
del pez bobo, hallado profusamente en niveles arqueológicos de Teopancazco.
Nos hallamos entonces frente al cuarto volumen de la serie sobre Teopan-
cazco, que lleva por título: Teopancazco como centro de barrio multiétnico de Teoti-
huacan. Sus sectores funcionales y el intercambio a larga distancia (Manzanilla [ed.]
2018). Este volumen está dedicado principalmente a dos temas: 1. Teopancazco
y sus sectores funcionales, y 2. Teopancazco y la presencia de materiales forá-
neos. Como directora de un proyecto tan complejo como “Teotihuacan. Elite y
gobierno” y como profesora de arqueología, quise en este volumen contrastar mi
visión de los sectores funcionales contra la visión de mis alumnos y colaboradores,
estableciendo un diálogo entre generaciones. Varios tesistas de Teopancazco están
representados en este volumen como autores: Agustín Ortiz y Tatiana Valdez con
temas de sus tesis doctorales; Alessandra Pecci, Ángela Ejarque y Carlos López
Puértolas con aspectos de sus tesis de maestría; Enah Montserrat Fonseca, Es-
tíbaliz Aguayo, Edgar Rosales, José Carlos De la Fuente y Mijaely Castañón con
asuntos de sus tesis de licenciatura.
Después de una introducción al volumen, Agustín Ortiz presenta algunas
conclusiones derivadas de su tesis doctoral (Ortiz Butrón 2015) en cuanto a las
características de Teopancazco en la fase Xolalpan, para continuar con un resu-
men de las actividades reconocidas en el centro de barrio a través de sus residuos
químicos, estudio que sigue y amplía el de Alessandra Pecci (2000; Pecci et al.
2010) al respecto. En el aspecto químico, las actividades rituales, de residencia y de
preparación de alimentos fueron las que dejaron más trazas químicas y pudieron
ser reconocidas cabalmente.
Posteriormente abordamos el sector ritual de Teopancazco (Manzanilla
2002b), tanto en sus componentes principales, cuanto en el aspecto de los ins-
trumentos musicales (por Francisca Zalaquett) y el uso ritual de los moluscos
marinos (Adrián Velázquez, Norma Valentín y Belem Zúñiga).

17
introducción

Tratamos a continuación un posible sector administrativo y expongo mi hi-


pótesis de un sistema de contadores con forma de tortilla para proveer de raciones
de comida a los trabajadores del barrio. En este mismo sector contamos con es-
cenas de sacerdotes sembradores, y Tatiana Valdez Bubnova expone la expresión
plástica y los signos de notación hallados en el conjunto.
En cuanto al sector militar o de guardia del conjunto, expongo algunos indi-
cadores particulares para enfatizar este aspecto, y a continuación, de una manera
general para el conjunto, incluido el sector militar, Enah Montserrat Fonseca re-
flexiona sobre el componente social a través de las figurillas.
Luego señalo algunas características de un posible sector médico y de parto
ubicado al noreste, así como los sectores artesanales, el principal de los cuales yace
también al noreste del conjunto, y está encaminado a armar los trajes y tocados de
la élite intermedia de Teopancazco (Manzanilla et al. 2011; Manzanilla 2006b). A
este respecto, Estíbaliz Aguayo aborda la cerámica hallada en el sector de confec-
ción de trajes y tocados.
Posteriormente, Edgar Ariel Rosales de la Rosa describe la mica hallada
en Teopancazco y la compara con otros conjuntos teotihuacanos. En esta línea
de pensamiento, Julieta López Juárez y Tatsuya Murakami reflexionan sobre los
materiales lapidarios (en particular la pizarra) como manifestaciones de poder, y
comparan lo hallado en Teopancazco con la lapidaria de la Pirámide de la Luna.
Alejandro Pastrana y coautores describen la producción, distribución y uso de
cuentas y lentejuelas de obsidiana, ya que en Teopancazco hallamos algunos en-
tierros con collares de cuentas de este vidrio volcánico.
La segunda parte del volumen está dedicada a la presencia de materias primas
y objetos de origen foráneo en Teopancazco, y las relaciones de este centro de barrio
multiétnico con el corredor hacia Nautla, en Veracruz, pasando por Tlaxcala y Pue-
bla, así como los vínculos con Hidalgo y Guerrero. José Carlos de la Fuente aborda
el movimiento de cerámica por este corredor hacia la costa del Golfo de México.
Alessandra Pecci y coautores describen la manufactura de estucos de Teopancazco
junto con esquirlas de vidrio volcánico procedentes de Altotonga, en Veracruz.
Emiliano Melgar y Reyna Solís exponen los materiales lapidarios de Teo-
pancazco en cuanto a sus fuentes de origen. Asimismo, Mijaely Castañón ofrece
una visión del intercambio a larga distancia en Teotihuacan, y la posición que
Teopancazco guarda en estas redes.
Finalmente hago una recapitulación de este volumen, que, esperamos, con-
tribuya a redondear el conocimiento sobre un centro de coordinación de un barrio
que contó con presencia foránea muy amplia.

18
teopancazco como centro de barrio multiétnico de teotihuacan

Agradecimientos

Muchos especialistas, tesistas y estudiantes trabajaron en Teopancazco; a to-


dos ellos mi agradecimiento sincero. El proyecto “Teotihuacan. Elite y gobier-
no. Excavaciones en Xalla y Teopancazco”, que dirijo, ha tenido presupuesto
del Instituto de Investigaciones Antropológicas y de la Dirección General de
Asuntos del Personal Académico (Proyectos papiit IN307398, 1998-1999;
IN406199, 2000; IN404213, 2013-2015) y del CONACyT (25563-H, 1998-
2000; G36050-H, 2002-2007; 0082596, 2008-2012), instituciones a las que
agradezco estos apoyos. Asimismo, al Instituto Nacional de Antropología e
Historia por el permiso federal para llevar a cabo las temporadas 1997 al 2005.

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23
Primera Parte.
Teopancazco y sus sectores funcionales
1. Características del barrio de Teopancazco durante
la fase Xolalpan. Una propuesta metodológica
Agustín Ortiz Butrón, Luis Barba y Jorge Blancas

Los centros de barrio teotihuacanos

Los centros de barrio teotihuacanos fueron núcleos urbanos que funcionaron


como entidades intermedias entre los linajes y el Estado, cumpliendo funciones
múltiples en una red de relaciones derivadas del intercambio y la redistribución de
bienes (Gómez 2000; Manzanilla 2006: 32). Con base en las excavaciones de La
Ventilla 1992-1994, previamente Sergio Gómez propuso que un centro de barrio
teotihuacano se componía de las siguientes unidades: el templo, la plaza pública,
los edificios públicos, las residencias de los grupos de élite, los conjuntos habita-
cionales y talleres artesanales y áreas de uso común (Gómez 2000).
Posteriormente, a partir de trece temporadas de campo del proyecto “Teo-
tihuacan: élite y gobierno”, dirigido por la Dra. Linda R. Manzanilla, la autora
amplió los sectores funcionales propuestos por Gómez, e indicó que los centros
de barrio presentaban grandes patios de congregación (>170 m2 de extensión) y
recintos de templos (>55 m2 de superficie) que rebasaban con mucho las dimen-
siones de los más grandes templos y patios de los conjuntos residenciales y habi-
tacionales, como Tetitla u Oztoyahualco 15B:N6W3. Por otra parte, propuso que,
a diferencia de los conjuntos multifamiliares –que constan de apartamentos para
cada unidad doméstica (Manzanilla 1996)–, los centros de barrio carecen de áreas
de preparación de alimentos en la mayoría del conjunto, pero presentan hileras de
almacenes-cocinas para alimentar a los trabajadores del centro de barrio (Manza-
nilla 2011: 12, 2009b, 2012a).
A partir de esto, Manzanilla concluye que el centro de barrio de Teopancazco
presentó ocho componentes: 1) un componente ritual (con plaza, altar y templo),
2) un componente administrativo, 3) un componente artesanal especializado, 4)
un componente militar, 5) un componente médico, 6) un componente residencial,
7) un componente de preparación y almacenamiento de alimentos y 8) un com-
ponente comunitario (Manzanilla 2006, 2011: 14-15, 2012a: 41). Según la autora,
Teopancazco fue un centro de barrio multiétnico periférico (véase la Introducción

27
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

de este volumen) con un componente foráneo que participó en la vida del barrio
(Manzanilla 2006, 2009b, 2012a, 2015; Manzanilla [ed.] 2017) y a diferencia de
La Ventilla, las funciones rituales, administrativas, productivas y de vivienda, que
caracterizaron al centro de barrio de Teopancazco, se llevaron a cabo en un solo
conjunto arquitectónico (Manzanilla 2009b: 29, 37).
Para corroborar lo anterior, en su tesis doctoral, Ortiz utiliza varios indica-
dores tales como estudios geofísicos en las calles y el predio de Teopancazco, un
estudio de la dinámica arquitectónica del conjunto, la interpretación química de
sus pisos, así como una revisión exhaustiva de todos los salvamentos realizados en
el poblado de San Sebastián Xolalpa (Ortiz 2015).

Reconstrucción arquitectónica de los componentes internos


de Teopancazco

Como parte del proyecto “Teotihuacan: elite y gobierno”, dirigido por la Dra.
Manzanilla, se realizaron estudios geofísicos dentro del predio excavado, con los
cuales se hizo una primera interpretación de los límites del centro de barrio y su
conformación interna (Ortiz et al. 2012). Posteriormente la tesis doctoral de Or-
tiz (2015) afinó dicha interpretación, llegando incluso a definir los componentes
internos propuestos por Manzanilla, a partir de la interpretación de los espacios
y alineaciones observables en el mapa de gradiente magnético, la continuidad ar-
quitectónica y los pozos de salvamento arqueológicos realizados en las calles de
Aztecas y San Francisco (Ortiz 2015: 505).
En un intento por entender la dinámica arquitectónica del sector oriente con
respecto al centro de barrio en general, más allá del sector de excavación, en la
figura 1.1 se muestra la ubicación de la zona Metepec, la “sastrería” y el templo del
este en su último momento de crecimiento perteneciente a la fase Xolalpan, con la
finalidad de ubicar estas zonas dentro del mapa de gradiente magnético y buscar
su continuidad arquitectónica hacia el oriente (figura 1.1).
Como propuesta de interpretación de cada uno de los espacios observados
en el mapa de gradiente magnético, se colocó un número consecutivo en el mapa,
para ver la dinámica constructiva del centro de barrio en su sector oriente antes de
su excavación (Ortiz 2015: 506). En ella se interpreta que: al noreste se encuentra
el acceso hacia la zona de la sastrería (1), y al sur de él, un espacio libre que se
interpreta como la zona del apisonado exterior del C244 que presenta una caída
de agua que se registró durante la excavación (2), el cual conforma una gran espa-
cio cuadrangular y bien definido. Al sur de él se observa un recinto cerrado (3) y
otro más al norte de mayor tamaño, asociado directamente al este de la “sastrería”

28
1. características del barrio de teopancazco durante la fase xolalpan

(4), y quizá por ello, involucrado con sus actividades. Al norte de este espacio, se
encuentra el inicio del muro limítrofe del conjunto (5), el cual corre hacia el sur,
hasta donde se interrumpe, y puede interpretarse como el acceso al centro de ba-
rrio por el sureste (6). Al sur de él se observa una fuerte respuesta magnética que se
interpretó como el límite sur del conjunto (7), el cual ya se había observado duran-
te el proceso de excavación. Al este del acceso del centro de barrio (6), se observa
un espacio abierto donde pudieron llevarse a cabo las actividades del componente
comunitario (8 y 9).

Figura 1.1. Superposición de estructuras (Metepec, sastrería y templo del este) con propuesta
de uso de espacios al oriente a partir del estudio de gradiente magnético.

En el extremo oriente (10) se encuentra una escalinata muy bien delimita-


da que sube a una plataforma (11), la cual podría ser un posible templo por su
ubicación al oriente, quizás para ceremonias o para el control del espacio abierto.

29
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Hacia la parte sur de la “plataforma” se puede observar una ausencia de material


constructivo que podría indicar un posible acceso o pasillo (12). Por último, al
noroeste de la zona abierta, donde se pudo realizar el componente comunitario,
el mapa de gradiente magnético muestra una anomalía cuadrangular (13) ubicada
entre la alineación de cocinas del norte y la zona de la sastrería al sur.
Con la suma de indicadores arqueológicos fue posible plantear una propuesta
de reconstrucción de las unidades internas del centro de barrio de Teopancazco,
conformada por las excavaciones arqueológicas y por la prospección geofísica de
las diferentes temporadas de campo.
Hacia la parte norte y poniente del sector de excavación, el estudio de gra-
diente magnético mostró alineamientos arquitectónicos interesantes; por ejemplo,
inmediatamente al norte de la sastrería, se aprecia una mayor complejidad en las
anomalías debido a la presencia de la ocupación Metepec que se superpone al
periodo Xolalpan, lo cual dificulta la interpretación. En el sector poniente no es
tan evidente la existencia de alineamientos; sin embargo, buscando una relación
del sector oeste de Teopancazco con las excavaciones de salvamento realizadas por
Teresa Palomares en la calle de Aztecas en el 2001, se puede mencionar el pozo 3,
donde se encontró el muro que delimita el centro de barrio por el sur (Palomares
2001, Exp. 045/01; Ortiz et al. 2012: 99). Por otra parte, en el pozo 4 de Palo-
mares, hay evidencia directa de una relación entre su Estructura C, constituida
por un patio y un pórtico con pisos estucados, y el conjunto de cuartos del sector
SW, dado que en ambos casos hay evidencia de derrumbe e incendio, y al parecer
forman parte de un mismo espacio que fue destruido al mismo tiempo durante el
“fuego final” de Xolalpan tardío (Ibidem; Ortiz 2015: 510).
Más hacia el norte, en el pozo 5, Palomares reporta la Estructura E, la cual
presenta correlación con los pisos de tepetate localizados en la zona poniente del
centro de barrio. En el pozo 6 se reporta la existencia de una plataforma de gran
tamaño constituida al interior por cajones de construcción de adobes y escalinata
al sur, a la que la autora denomina como la Estructura G. Es interesante que en el
estudio de gradiente magnético al poniente del sector norte del patio ritual (de-
nominado coloquialmente como el “camino de las chías”), se observa una fuerte
respuesta magnética, cuyo límite sur coincide con la ubicación de la escalinata de
dicha estructura, y por tanto es posible que ambas estén relacionadas. Por último, en
los pozos 7 y 8, Palomares reporta la existencia de las Estructuras I y H, las cuales
son interpretadas como una habitación interna de una misma ocupación, y destaca
el hallazgo de abundante presencia de fragmentos de pintura mural, lo cual le hace
pensar en la posible existencia de una unidad o templo de alto rango-jerarquía para
esta zona (Palomares 2001, Exp. 045/01). Sin embargo, en la parte noroeste del
mapa gradiente no se aprecian alineamientos importantes asociados a dicha zona.

30
1. características del barrio de teopancazco durante la fase xolalpan

Desafortunadamente los dibujos del salvamento arqueológico realizado en


la calle Aztecas no muestran con claridad la magnitud de lo que se menciona
en el informe de excavación, además de que faltan fotografías de cada una de
las estructuras mencionadas como apoyo de la evidencia arqueológica recuperada.
Sin embargo, tanto los estudios geofísicos realizados en el interior del predio de
Teopancazco como los realizados en la calle de Aztecas parece que corresponden
muy bien con el contexto arqueológico recuperado de las excavaciones de la Dra.
Manzanilla (Ortiz 2015: 444-466) (figura 1.2).

Figura 1.2. Reconstrucción arquitectónica del centro de barrio de Teopancazco durante


Xolalpan a través de los diferentes indicadores arqueológicos.

Identificación y ubicación de los componentes


dentro del centro de barrio

A partir del estudio de los residuos químicos de los pisos y apisonados, así como
por los materiales arqueológicos recuperados en la excavación, fue posible propo-
ner la localización de cada uno de los componentes identificados previamente por

31
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Manzanilla (2012a: 29) y ubicar no sólo los indicadores por su actividad sustanti-
va, sino identificar también su zona de influencia (Ortiz 2015: 512).

El componente ritual
Sin duda alguna el componente ritual fue el más importante de todos los com-
ponentes del centro de barrio de Teopancazco, ya que fue precisamente el factor
religioso el que congregó a las unidades residenciales vecinas en torno al templo
de barrio de la comunidad y permitió a su vez el desarrollo económico del mismo.
Como indicadores principales de ello se tiene:
1. La existencia de un templo de barrio (C13) cuya manifestación del poder
económico que alcanzó se observa en sus continuas etapas de crecimiento en
un lapso de 50 años aproximadamente (según las edades de radiocarbono del
crecimiento del templo [moda 330-370 d.C.], con las obtenidas del fogón
del área externa del cuarto 244 [modas 370-420 d.C.]).
2. La presencia de un patio de congregación (>170 m2 de extensión) y recintos
de templos (>55 m2 de superficie) que superan los más grandes de los conjun-
tos residenciales y habitacionales como Tetitla u Oztoyahualco 15B:N6W3
(Manzanilla 2012a: 41).
3. La presencia de pintura mural con representaciones de los sacerdotes sem-
bradores cuyos atavíos presentan un signo formado por una estrella de cinco
puntas y se dirigen de manera encontrada hacia un altar central (Manzanilla
2012a: 42; Valdez 2012: 372). Los rituales de siembra representados por el
sacerdote sembrador, pese a que aluden a espacios dedicados a actividades
administrativas, refieren evidentemente a actividades rituales (Valdez 2012:
371).
4. Evidencias de rituales cotidianos y eventuales en plazas, patios, altares, cuar-
tos y fosas identificados en el contexto arqueológico tanto por sus restos
materiales tangibles como intangibles (Manzanilla 2012a; Pecci et al. 2010;
Barba et al. 2007; Rodríguez 2010; Ortiz 2015: 351).

Además, respecto a la importancia de la vida religiosa en cada una de las esfe-


ras de la vida teotihuacana, Ortiz plantea que es posible localizar el componente
ritual superpuesto en otros componentes, tales como el militar, el residencial, el
administrativo y el artesanal, cada uno visto de manera particular y con distintas
manifestaciones, lo que por otra parte podría hablarnos de la existencia de una re-
ligión institucionalizada y una religión popular coexistiendo en un mismo espacio
(Ortiz 2015: 513). De esta forma, en el plano del componente ritual se pueden
reconocer con claridadlos elementos ligados a la vida religiosa del centro de barrio
y que evidentemente conforman este componente, como son: el templo del este

32
1. características del barrio de teopancazco durante la fase xolalpan

(1), la plaza principal (2), el altar central (3) y la pintura mural de los sacerdotes
en el C7 (4) (figura 1.3).

Figura 1.3. Propuesta del componente ritual del centro de barrio

Sin embargo, y como se mencionó anteriormente, dado que la religión formó


parte importante del modo de vida teotihuacano, también es factible localizar el
componente religioso en otros ámbitos: por ejemplo en el componente militar
(5), donde se tiene la presencia de un santuario (C23) asociado al C19, y tal como
menciona Pecci, con evidente enriquecimiento químico producido por el derrame
de sustancias durante el ritual entre el santuario y los apisonados (Ap. 6 y Ap. 11)
ubicados inmediatamente al oriente de él (Pecci 2000: 137; Ortiz 2015: 364),
efecto que también se ha observado en otros contextos rituales (Getino y Ortiz
1997: 132; Barba et al. 1996).
En el componente administrativo (4 y 6), también se ha encontrado eviden-
cia del componente ritual. Primeramente en el C7 con la ubicación del sacerdote
sembrador que se relaciona con espacios dedicados a actividades institucionales
(Valdez 2012: 371), y en el sector suroeste con la localización de una escultura
de Huehuetéotl en la esquina noreste del C17 (ver banco de datos del proyecto;

33
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Manzanilla 2012d: 479), así como con la distribución química de los residuos
químicos asociados al mismo (Pecci et al. 2010: 112; Ortiz 2015: 363).
En el sector norte de la posible casa del administrador (6), se encuentra el patio
C154C-160, localizado al oriente del complejo cuarto-pórtico-patio, en cuyo espa-
cio se reporta la presencia de un momoztli en la parte suroeste del mismo (ver banco
de datos del proyecto; Manzanilla 2012d: 500), asociado a altos valores de residuos
proteicos y ácidos grasos (Ortiz 2015: 342). Dada la importancia de la religión en
todos los aspectos de Teotihuacan, este pequeño patio podría interpretarse como un
pequeño santuario privado, asociado directamente a la vivienda del administrador.
El componente ritual también puede observarse en el componente artesanal
(7), y puede reconocerse también por la evidencia de figurillas desarticuladas tan-
to en el área de la “sastrería” (C251A) como en su área de acceso (C244), lo cual
podría estar hablando de rituales particulares de los artesanos, de origen foráneo,
posiblemente del corredor teotihuacano hacia Nautla (Manzanilla 2012a: 37, 44,
2015), e ilustrarnos acerca de costumbres rituales ajenas al ámbito ceremonial
teotihuacano. En el templo principal del conjunto aparece un grupo grande de
fragmentos de figurillas (cabezas, torsos y extremidades).
Por último, en el pozo 6 del salvamento de Palomares, se reporta el hallazgo
de una plataforma de gran volumen a la que denomina Estructura G construida
mediante cajones de construcción. Lamentablemente de ella sólo quedaron como
evidenciados huellas y tres peraltes de una escalinata orientada hacia el sur (Pa-
lomares 2001, Exp. 045/01). Esta estructura presenta una clara relación con una
gran anomalía magnética ubicada al oriente y que pudo conformar parte de un
mismo espacio ritual (8) (Ortiz 2015: 516)

El componente administrativo
La Dra. Manzanilla plantea la hipótesis de que las elites intermedias estuvieron a
la cabeza de los centros de barrio (Manzanilla 2007, 2009b). En Teopancazco se
han propuesto al menos dos lugares de residencia de los administradores (Man-
zanilla 2012a: 29). El primero, para el periodo Xolalpan temprano, está ubicado
hacia la parte norte, se caracteriza por el complejo cuarto-pórtico-patio asociado
a un espacio abierto al oriente que presentó un pequeño momoztli hacia su parte
suroeste. Este espacio, de indudable valor simbólico, ya que en sus inicios el cen-
tro de barrio de Teopancazco se originó precisamente en esta área, fue escenario
de un ritual de terminación durante la transición Tlamimilolpa tardío-Xolalpan
temprano (Manzanilla 2012a), que cambió totalmente la fisonomía y disposi-
ción del centro. Entre ellos, un cambio drástico de funcionalidad de este espacio
arquitectónico, el cual cambió de un ámbito predominantemente ritual a uno de
residencia del administrador y su familia.

34
1. características del barrio de teopancazco durante la fase xolalpan

Posteriormente, durante el periodo Xolalpan (y posiblemente durante el


apogeo del centro de barrio), el componente residencial del administrador cambió
de sede por cuartos más amplios anexos a aquellos con pintura mural (como mani-
festación de su poder económico), ubicándose hacia la esquina suroeste del centro
de barrio (figura 1.4). Manzanilla infiere la posibilidad de ese cambio, dadas las
evidencias de destrucción e incendio premeditado encontradas en ese espacio y
que pudieron producirse durante el gran incendio de Teotihuacan en 550 d.C. en
esa zona (Manzanilla 2012a: 39).

Figura 1.4. Propuesta del componente administrativo del centro de barrio

Recientemente se ha considerado que uno de los indicadores del sector ad-


ministrativo de tiempos Xolalpan dedicado a las actividades institucionales sean
los murales localizados en el Cuarto 7, caracterizados por las imágenes de se-
cuencias de ofrendantes y el sacerdote sembrador (Valdez 2012: 371), así como la
presencia de sellos de cerámica (Manzanilla 2009b, figura 2.6: 28, 2011, figura 5:
18; Valdez 2012: 374; Ortiz 2015: 517).

El componente residencial
Este componente se relaciona directamente con la función de vivienda; sin embar-
go, tal como menciona Manzanilla, los centros de barrio se diferencian de los con-

35
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

juntos departamentales por la escasez de los sectores de preparación de alimentos,


la presencia de un gran templo de barrio y una gran plaza de congregación (Manza-
nilla 2012a: 41), además de una mejor calidad constructiva y mayores dimensiones
en sus habitaciones. Por otra parte, las actividades primarias no son realizadas por
los grupos familiares, como en el caso de Oztoyahualco 15B, sino que cuentan con
la presencia de una población conformada por una elite intermedia de administra-
dores de origen local, sacerdotes, guardias de barrio y artesanos especializados de
origen multiétnico conviviendo entre sí (Manzanilla 2012a: 45; Manzanilla 2015),
lo que sugiere la posibilidad de buscar áreas específicas de residencia para cada uno
de estos sectores al interior del centro de barrio (Ortiz 2015: 519).
De este modo, las unidades de residencia en los centros de barrio, indepen-
dientemente del componente al que pertenezcan, debieron incluir habitaciones
para los artesanos, para los soldados, para los sacerdotes, para los administradores e
incluso para los peregrinos. Así, sería posible proponer un componente residencial
superpuesto en distintos componentes, como lo son: el componente administrati-
vo, el componente artesanal y el componente militar, todos a su vez supeditados a
un componente ritual, sin que por ello se afecte la actividad principal de cada uno;
arqueológicamente serían susceptibles de ser identificados y diferenciados por los
indicadores arqueológicos distintivos de sus actividades sustantivas (Ortiz 2015).
Por consiguiente, en cuanto al componente residencial se puede distinguir
dentro del componente administrativo (1), la “casa” del administrador que regía el
barrio, primero en Xolalpan temprano, es decir, el complejo cuarto-pórtico-patio
ubicado hacia el norte de la plaza (Pecci et al. 2010), y posteriormente el sector
suroeste del Xolalpan tardío, donde Manzanilla sugiere que quizás los adminis-
tradores del barrio se trasladaron en tiempos del gran apogeo del centro de barrio
(Manzanilla 2012a: 39). Además, como parte del componente residencial de este
sector suroeste, se considera también la Estructura C, localizada por Palomares
(2001, Exp. 045/01) sobre la calle de Aztecas (1), donde se localizó un patio y un
pórtico con evidencias claras de destrucción al igual que en los cuartos 14 y 15-
16 (Manzanilla 2012a: 38), por lo que seguramente formaron parte de un mismo
espacio que fue destruido al mismo tiempo (Ortiz 2015: 519).
En segundo lugar, por la presencia en el C19 de un entierro infantil con una
figurilla militar ofrendada (Manzanilla 2009b, fig. 2.12: 33) así como la existencia
de tocados militares ubicados en el sector poniente (Manzanilla 2009b, fig. 2.10:
31, 2012: 49; Fonseca 2008); se propone que el componente residencial del com-
ponente militar debió estar ubicado al poniente (2), abarcando además la zona de
apisonados al oeste, que incluye la zona del salvamento de Palomares en la calle de
Aztecas al oriente del mismo (Estructura E, pozo 5), ya que presentó las mismas
características constructivas (Palomares 2001, Exp. 045/01; Ortiz 2015: 520).

36
1. características del barrio de teopancazco durante la fase xolalpan

Figura 1.5. Propuesta del componente residencial del centro de barrio y la presencia de hileras
de almacenes-cocinas

En tercer lugar se encuentra el componente residencial del componente ri-


tual, localizado en la porción sur del centro de barrio (3), donde pudieron convivir
los administradores del centro. Como indicadores del área residencial de personas
de alto estatus presentaría: una mejor calidad constructiva, el tamaño mayor de los
cuartos, la cercanía a la plaza principal (C6), así como la presencia del mural de los
“sacerdotes sembradores” en el C7, es decir, los administradores cuando encabezan
el ritual del centro de barrio. Adicionalmente, el estudio de gradiente magnético
delimitó al noreste una anomalía cuadrangular que Ortiz ha interpretado como
parte del sector residencial del componente artesanal (4). Como indicador de tal
afirmación, sugiere su cercanía a la zona de trabajo y a la zona de cocinas-almace-
nes (5) (Ortiz 2015: 520) (figura 1.5).

El componente de preparación y almacenamiento de alimentos:


la alineación de cocinas-almacenes
En el sector norte de Teopancazco se localizaron grandes ollas de almacenamien-
to y ecofactos asociados (Manzanilla 2012a: 49), y el estudio químico de estos

37
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

espacios confirmó la presencia de áreas de enriquecimiento que pueden ser ca-


talogadas como “típicas” de preparación de alimento y destazamiento, así como
áreas químicamente “limpias” que se pueden interpretar como de almacenamiento
(Pecci et al. 2010: 457; Ortiz 2015: 355).
Las áreas de preparación de alimentos son fácilmente distinguibles química-
mente, ya que junto con las actividades rituales, son las actividades más “sucias” que
se conservan en el contexto arqueológico (Ortiz 2015: 295). Un caso arqueológico
de estudio de una cocina asociada a un almacén, se realizó en las excavaciones de
la Dra. Linda R. Manzanilla de un conjunto multifamiliar teotihuacano en Ozto-
yahualco 15B:N6W3 (Manzanilla 1993: 103, 1996; Barba et al. 1987; Ortiz 1990;
Ortiz y Barba 1993). Para el caso del centro de barrio de Teopancazco, también
excavado por la Dra. Linda R. Manzanilla (Manzanilla 2012a), se trata de ocho
pequeños cuartos (C501, 503, 504, 505, 507 y 507 A, B y C) de aproximadamente
3 x 2.5 m, alineados este-oeste y que aparentemente no están comunicados entre
sí, ya que el estudio geofísico parece confirmar que conformaron el límite norte
del centro de barrio (Ortiz 2015: 480).
En su propuesta de las características de un centro de barrio, Manzanilla
hace una distinción para este elemento dado su carácter especial que lo diferencia
de las unidades domésticas:

Los centros de barrio…carecen de áreas explicitas de preparación de alimentos…en


contraposición, pueden tener hileras de almacenes-cocinas para alimentar a los trabaja-
dores del centro de barrio (Manzanilla 2012a: 41).

Sin embargo, debido a su función sustantiva y relacionada principalmente con el


componente residencial en cuanto a la alimentación y almacenaje, lo propongo como
el quinto elemento de este componente, sin dejar de reconocer sus características
morfológicas especiales que lo distinguen de los conjuntos departamentales (5).
De esta manera, la hilera de cocinas y almacenes al norte estaría relacionada
al componente residencial, al componente artesanal y al componente militar, ya
que operativamente no se puede desligar de ellas (Ortiz 2015: 522) (figura 1.5).

El componente artesanal especializado


Uno de los componentes más importantes del centro de barrio de Teopancazco
fue sin duda el artesanal, el cual debió de contar con una zona de abasto y flujo de
materias primas constante. Manzanilla (2015; Manzanilla [ed.] 2017) ha mencio-
nado el hecho de que el centro de barrio era multiétnico con fuertes nexos con la
costa del Golfo de México. De esta manera, una gran cantidad de materias primas
vendrían del corredor de sitios aliados hacia Nautla, posiblemente mediante cara-

38
1. características del barrio de teopancazco durante la fase xolalpan

vanas desde Veracruz (Manzanilla 2012a: 28). Teniendo esto en mente, y dada la
magnitud de las materias primas localizadas en Teopancazco, habría que conside-
rar la existencia de varios almacenes y talleres dentro del centro de barrio para el
trabajo de la lapidaria, concha, cestería, piel, laqueado de cerámica y la confección
de atavíos de la elite intermedia.
Cada una de estas actividades debió involucrar además un flujo de materias
primas diversas para el óptimo funcionamiento del componente artesanal. Sin
embargo, habrá que preguntarse: ¿fue la actividad artesanal del centro de barrio
de Teopancazco de tipo diversificada o especializada? Los materiales recuperados
de la excavación hacen pensar que, aun cuando hay evidencia de actividades arte-
sanales múltiples, la gran mayoría se centró en la confección de atavíos, como lo
demuestra la gran cantidad de indicadores arqueológicos entre artefactos y mate-
rias primas localizados en la llamada “sastrería” y áreas de influencia (Manzanilla
et al. 2011; Manzanilla 2012a: 47; Rodríguez Galicia 2010; Velázquez Castro et
al. 2012: 297; Padró Irizarry 2002; Padró y Manzanilla 2004).
Al respecto y poniendo el caso de la lapidaria como ejemplo, estudios recien-
tes en los materiales de Teopancazco revelaron una gran libertad para elegir las
materias primas de color verde, tales como travertino, piedras verdes, serpentinas,
cuarzo verde, pedernal, pizarra, etc.; tal variabilidad de materiales, a decir de los
autores, demuestra cierta independencia de este barrio respecto del Estado teoti-
huacano (Manzanilla 2006; Melgar et al. 2012: 277). También se menciona que
estas materias primas de origen foráneo fueron procesadas en el centro de barrio
para la elaboración de pendientes, incrustaciones, cuentas, orejeras, vasijas, figuri-
llas, etc. (Melgar et al. 2012: 260), y para su realización se utilizaron herramientas
de basalto, riolita, caliza, granito, pedernal, obsidiana, arena, ceniza y piel según la
modificación deseada al objeto fuera desgaste, corte, perforación, calado, incisión
o acabado (Melgar et al. 2012: 263).
Sin embargo, al observar el lugar del contexto del hallazgo de los materiales
lapidarios analizados, se puede ver que la mayoría proceden de fosas funerarias
asociadas a zonas rituales como el C6 (patio), el C19 (santuario), C262 (conjunto
cuarto-pórtico-patio del norte), C313 (templo), C258C (escalinata del “camino
de las chías”), C261 (cuarto bajo esquina noreste del C6), C79 (pórtico-patio al
oeste de C6), C358A, (escalinata “camino de las chías”), C253 (frente a los table-
ros decapitados), por mencionar algunos, y únicamente dos fueron recuperados
de un contexto artesanal (una incrustación hallada en la “sastrería” [C251a] y una
orejera encontrada en la zona exterior de acceso a la zona de la sastrería [C244])
(Melgar et al. 2012: 260). Esto parece sugerir que los artesanos de Teopancazco no
trabajaron la lapidaria dentro del centro de barrio o que la lapidaria no fue una de
las actividades predominantes del mismo (Ortiz 2015: 524). No obstante, además

39
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

de considerar también las materias primas y los instrumentos involucrados, habría


que enfocarse en buscar específicamente las áreas de desecho de manufactura tal
como se ha encontrado en otros centros de barrio como La Ventilla (Gómez 2000:
560; Gazzola 2007: 52).
En Teopancazco la “sastrería” se identificó en el registro arqueológico a par-
tir de una gran cantidad de indicadores: múltiples instrumentos de hueso, como
agujas, alfileres, perforadores, etc., y la presencia de materias primas principal-
mente de origen fáunico (peces, crustáceos, reptiles, aves y mamíferos), con los
cuales fueron manufacturaron los atavíos y tocados de los nobles del barrio (Padró
Irizarry 2002; Padró y Manzanilla 2004; Rodríguez Galicia 2010; Manzanilla et
al. 2011) como los representados en los trajes de los sacerdotes en el mural de
Teopancazco (Manzanilla 2012a: 47). Un cuidadoso estudio de la lítica pulida
asociada a la sastrería y áreas circundantes, específicamente de los metates, ha
evidenciado la presencia de diversos materiales en sus poros, tales como: estuco,
pigmento rojo, fibras diversas y goma-laca usada como barniz para los tocados,
o bien para producir goma-laca como pegamento y barniz (Manzanilla, Reyes y
Zurita 2006; Manzanilla 2012a; Zurita y Reyes 2014).
Además de considerar la presencia de estos indicadores que indudablemente
hablan de una actividad artesanal, se debe de tomar en cuenta el área física don-
de ésta se desarrolló. Al respecto, es muy interesante que arquitectónicamente
“la sastrería” difiere de la arquitectura típica teotihuacana, ya que está constituida
mediante muros de adobe y apisonados de tierra con huellas de poste (Manzanilla
2012d: 530), lo cual pudo ser debido a dos factores: 1) un factor cultural de origen
étnico de los artesanos, dado el carácter multiétnico del centro de barrio, y 2) un
factor logístico dado el tipo de actividades realizadas, y que se ha denominado
anteriormente como “químicamente sucias” (Ortiz 2015: 291).
Con respecto al punto dos, la falta de pisos estucados, la presencia de hue-
llas de poste para soportar una techumbre para mantener el lugar ventilado pero
protegido para el trabajo artesanal, y la presencia de materiales fáunicos, hacen
suponer que la actividad realizada produjo gran cantidad de residuos y desechos.
Al respecto, el hallazgo de abundante material de desecho, así como de un gran
enriquecimiento químico en la parte posterior del centro de barrio, cercana a uno
de sus accesos y muy cerca de la llamada “sastrería”, hacen suponer que las activi-
dades más sucias se realizaron en dicho lugar (Ortiz 2015: 360).
Sin embargo, todos los indicadores e implementos localizados en “la sastre-
ría” relacionados con la actividad “sucia” son sólo una parte del proceso en la con-
fección de los atavíos y tocados, ya que tomando en cuenta que lo que se elaboraba
eran bienes de prestigio, es factible considerar que el área artesanal debió contar
también con un área de gran limpieza para la confección final de los atuendos.

40
1. características del barrio de teopancazco durante la fase xolalpan

Como consecuencia, Ortiz propone que el componente artesanal especializado


del centro de barrio debió contar con varias áreas de trabajo interrelacionadas para
su óptimo funcionamiento (Ortiz 2015: 526).

Figura 1.6. Propuesta del componente artesanal del centro de barrio y la presencia de hileras
de almacenes-cocinas
De este modo el componente artesanal de Teopancazco, por el tipo de ma-
teriales que estuvieron involucrados, ocupó estratégicamente la parte oriental del
centro de barrio, y en él, se han propuesto varias áreas de trabajo (figura 1.6): (1):
el taller de manufactura para el trabajo “sucio” (ensamble, cosido, laqueado, pega-
do, etc.); (2) el almacén de materias primas y herramientas; (3) un espacio abierto
al centro para el trabajo “sucio” (área de preparación de pieles, plumas, hueso,
concha, peces, etc.,); (4) un área al norte “limpia”, que pudo ser utilizada para la
confección final de los tocados y atavíos; (5) un almacén para los bienes termi-
nados (el gradiente magnético delimitó un espacio al sur por su colocación pudo
cumplir esta función), y (6) finalmente, un área de acceso de las materias primas
y salida de los bienes terminados. Además habría que considerar la existencia de
dormitorios para los artesanos cercanos a las áreas de trabajo (7) y a la zona de al-

41
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

macenes y cocinas (8), y la existencia de cuencos de tamaño mediano que indiquen


el consumo de comida y el uso de raciones estandarizadas (Manzanilla 2011) para
la alimentación de los artesanos (Aguayo 2012; Ortiz 2015: 527).

El componente militar
Aunado al componente artesanal, Manzanilla ha propuesto para Teopancazco la
existencia de un componente militar en la forma de guardias del barrio tanto para
el resguardo de centro mismo como para protección y acompañamiento de las
caravanas de los comerciantes a los enclaves o zonas donde se obtuvieran materias
primas y/o llevaran artículos suntuarios (Manzanilla 2012b: 64, 2012a: 48).
La Dra. Manzanilla ha identificado al componente militar de manera indi-
recta por el hallazgo de personajes pintados tanto en los flancos del muro principal
del cuarto 7, (cuarto D de Starr) como al oeste del mismo (cuartos A [C4]) y B
[C3]), donde Starr menciona la figura de un guerrero en el cuarto A (C4) con
escudo y armas que terminan en forma redondeada (Starr 1894: 6) y los guardias
portan extraños tocados que no se han encontrado en otros puntos de la ciudad
(Manzanilla 2009b, fig. 2.10: 31; 2012: 48).
Martínez García y sus colaboradores (2012: 167) realizaron un interesante
estudio de los componentes de la pintura mural de Teopancazco, ubicando físi-
camente los lugares donde las pinturas estuvieron colocadas originalmente, según
los datos de Starr (1894), y Peñafiel y Breton, mencionados por Gamio en 1922.
De manera complementaria a la presencia de los personajes en los murales en
Teopancazco, durante el proceso de excavación en el C19, la Dra. Manzanilla en-
contró un entierro infantil que presentó como ofrenda una figurilla militar (véase
Manzanilla 2009b, fig. 2.12: 33). Del mismo modo, en el estudio de las figurillas
de Teopancazco, Fonseca logra reconocer tocados militares en el sector poniente,
particularmente el tocado de mariposa (Manzanilla 2012a: 49; Fonseca 2008).
La mayoría de estos indicadores se han localizado en la parte poniente del
centro de barrio, lo que ha llevado a proponer a Manzanilla que el componente
militar se localizó en dicho sector (Manzanilla 2012a: 48), particularmente hacia
la zona de apisonados de tepetate, área que se extiende más hacia el poniente y
que fue reiterada por la presencia de apisonados localizados en la calle Aztecas en
el salvamento de Palomares (2001, Exp. 045/01).
Por tanto, es factible que dentro del centro de barrio haya que considerar
la existencia de una zona de vivienda para los guardias del mismo. Dicha zona,
además de los implementos militares, presentaría áreas de descanso e incluiría
además la presencia de altares domésticos. En este caso, el componente militar
se superpondría con el componente ritual por la presencia de un santuario y con
el componente residencial por la existencia de un sector de habitación para los
guardias del barrio (Ortiz 2015: 529) (figura 1.7).

42
1. características del barrio de teopancazco durante la fase xolalpan

Figura 1.7. Propuesta del componente militar del centro de barrio y la presencia de hileras de
almacenes-cocinas.

El componente comunitario
El componente comunitario fue originalmente propuesto por Gómez para La
Ventilla y se distingue por la existencia de un espacio abierto que funcionó como
una plaza destinada a la realización de actividades públicas comunitarias, como el
intercambio, la instalación de tianguis o mercados temporales, y la realización de
festividades comunitarias, entre ellas el juego de pelota (Gómez et al. 2004: 176).
Posteriormente, dicha propuesta fue enriquecida por Manzanilla, quien propone
que en dichos espacios se pudieron disponer de desechos orgánicos y de trabajo,
se pudo teñir telas, concentrar coprolitos para ser utilizados como combustibles o
fertilizantes, etc. (Manzanilla 2012a: 49), así como llevar a cabo ciertas actividades
de intercambio (Manzanilla 2006).
En Teopancazco, dicho espacio abierto mide aproximadamente 32 m de largo
por 18 m de ancho para un área abierta de 576 m2, donde se pudieron llevar a cabo
actividades principalmente de integración social. Cabe resaltar la existencia de una
escalinata que sube a una plataforma hacia el este (1). Gómez menciona que en el

43
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

modelo de barrio teotihuacano, este tipo de espacios se asocia directamente con


un templo en cada barrio de la ciudad. Su cercanía y asociación con los centros y
estructuras de poder tendría la finalidad de mantener el control y supervisión de las
diversas actividades económicas, como el intercambio de bienes, y sociales, como las
festividades comunitarias (Gómez et al. 2004: 175). Llama poderosamente la aten-
ción la ubicación al este y las dimensiones de este elemento arquitectónico, ya que
si consideramos el tamaño de la escalinata y del cuerpo de la plataforma, coincidiría
aproximadamente con el tamaño del templo del este de la gran plaza central (figu-
ra 1.8). Los estudios geofísicos parecen mostrar que la superficie del área abierta
(2) está conformada por apisonados, al igual que la zona externa propuesta para el
componente artesanal. En el sector sur se pueden distinguir dos accesos: uno hacia
el poniente (3), que sería la zona de acceso al centro de barrio, cruzando el compo-
nente artesanal, y otro al oriente (4), que puede corresponder a un posible acceso o
pasillo. Por último, al noroeste de la zona abierta, existe la posibilidad de un acceso
hacia el área residencial del componente artesanal, aunque éste no es muy claro en
el mapa de gradiente magnético (5) (Ortiz 2015: 531).

Figura 1.8. Propuesta del componente comunitario del centro de barrio

44
1. características del barrio de teopancazco durante la fase xolalpan

El componente médico
Por último, la Dra. Manzanilla ha propuesto la existencia de un componente mé-
dico o clínica de barrio hacia la parte noreste de Teopancazco (Manzanilla 2012a).
Los indicadores que propone para esta interpretación son: una banda norte-sur
de entierros de recién nacidos en el C353A, además de una concentración de
perinatos en la porción superior de la fosa principal de los decapitados de C162F;
la presencia en ese sector de cosméticos de materiales tóxicos, como la galena y
el cinabrio, con mezclas para reducir su toxicidad, así como la aparición de dos
individuos con patologías severas: un infante deforme en C253A y un adulto con
osteomielitis en C161 (Manzanilla 2012a: 45; Manzanilla [ed.] 2012c).

Figura 1.9. Propuesta del componente médico del centro de barrio.

En el C181B-261, se localizaron varios cosméticos con cierto grado de toxi-


cidad (compuestos de plomo y mercurio) asociados al entierro de dos adolescen-
tes sedentes; dichos compuestos, al ser mezclados con otros productos, como por
ejemplo carbón, pudieron tener un uso terapéutico (Vázquez de Ágredos et al.

45
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

2012: 218; Vázquez de Ágredos y Manzanilla 2016). El hecho de saber combinar


productos tóxicos con minerales como el carbón, hace pensar a las autoras una
clara intencionalidad estética y terapéutica, lo que sitúa el arte y la ciencia de ela-
borar este bien de uso ceremonial en manos de expertos vinculados al círculo de la
medicina y/o farmacopea (Vázquez de Ágredos et al. 2012: 219). Tales indicado-
res han llevado a proponer que el barrio debió contar con una élite de expertos en
medicina que atendieron a la población que ahí vivía, sin tener que desplazarse a
otros núcleos urbanos con dicho propósito (Vázquez de Ágredos et al. 2012: 220).
Desafortunadamente, aun cuando todos los indicadores mencionados por
las autoras tiene mucho sentido, todos ellos se han encontrado en fosas de ente-
rramiento, evidentemente asociados a un componente ritual-funerario, lo que ha
dificultado distinguir un espacio físico para la práctica de un componente médico
como tal (figura 1.9). Por otra parte, el contexto de enterramiento involucrado con
las ofrendas y los entierros se relaciona directamente con el ritual de terminación
del periodo de transición entre Tlamimilolpa tardío y Xolalpan temprano, por lo
que no es contemporáneo de los otros componentes desarrollados plenamente en
el apogeo de Xolalpan tardío, lo cual no impide que la tradición médica se hubiera
mantenido durante ese lapso de tiempo (Ortiz 2015: 534).

La comunidad alrededor del centro de barrio

Una vez conformados los espacios internos del centro de barrio, se planteó la pro-
blemática de averiguar cómo sería la distribución y estratificación de los conjuntos
que se encontraban alrededor del centro de barrio, es decir, la comunidad o vecin-
dad como la denomina Ortega (2014). Al respecto, Sergio Gómez menciona que
los centros de barrio con su templo y plaza pública generalmente conformaron la
parte central del barrio y constituyeron el núcleo de la integración y cohesión so-
cial de la comunidad. En torno a ellos se ubicaron los edificios públicos de carácter
institucional relacionados con la administración, el ejercicio del poder y el gobier-
no (Gómez et al. 2004: 166). Su propuesta, planteada a partir de la excavación de
aproximadamente 30,000 m2 en La Ventilla, abarcó varios conjuntos arquitectóni-
cos con características distintas entre sí, y el estudio tanto de su distribución como
de su organización espacial y social le permitió plantear un modelo de barrio para
Teotihuacan (Gómez et al. 2004: 166).
Debido a la desproporción del tamaño de La Ventilla con respecto a Teo-
pancazco, Altschul (1987: 192) y Manzanilla (2012a: 20) han planteado la posi-
bilidad de que se trate del centro de un distrito más que de un centro de barrio, y
mencionan que en la jerarquía de un asentamiento, los conjuntos departamentales

46
1. características del barrio de teopancazco durante la fase xolalpan

se organizaron en barrios y éstos a su vez en distritos1 (Altschul 1987: 192; Man-


zanilla 2012a: 20, 2009b).
Para Michael Smith los barrios son unidades con significado social y espacial.
La diferencia entre ambos sería que en los barrios existen lazos sociales entre los
miembros ‘’vecinos” y los diversos roles funcionales que desempeñan dentro de
una ciudad; en cambio, el distrito es una zona residencial que tiene algún tipo de
identidad social o administrativa dentro de la ciudad. Los distritos son más gran-
des que los barrios y se componen a su vez de varios de ellos (Smith 2010: 138).
Por otra parte, Manzanilla (2009b) maneja la hipótesis de que Teotihuacan,
al igual que Tenochtitlan, estuvo formado por cuatro distritos o campan (“barrios
grandes o grandes distritos”), separados de norte a sur a lo largo de la Calle de los
Muertos, y de oeste a este a través del Gran Conjunto y la Pirámide de la Ser-
piente Emplumada; asimismo, propone la existencia de un co-gobierno igualitario
conformado por estos cuatro distritos, en vez de un gobierno centralizado con un
solo líder (Manzanilla 2001, 2009b, 2012b: 66; Froese et al. 2014).

Figura 1.10. Conglomerado de componentes al interior


del centro de barrio de Teopancazco

1
El término “distrito” Altschul lo retoma de Jacobs (1961, en Altschul 1987: 192), y bási-
camente, se refiere a un nivel de organización social urbana intermedia entre el barrio y las
autoridades de la ciudad.

47
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

De este modo, cada gran distrito estaría conformado por una serie de barrios
que, a su vez, se congregarían alrededor de un centro un barrio rector, caracteriza-
do principalmente por un templo de barrio principal, y puesto que el control del
ritual fue la principal fuente de poder de un Estado corporativo sobre la población,
es de esperar que el templo de barrio jugara un papel importante en la vida econó-
mica, social y política de Teotihuacan (Manzanilla 2002).
Si retomamos la propuesta de Gómez en cuanto al patrón de distribución
del asentamiento alrededor del templo de barrio y de la plaza pública, como él lo
encuentra en La Ventilla, el diseño interior de Teopancazco es una recreación a
pequeña escala de la organización espacial de sus componentes (figura 1.10). Es
decir, en torno al templo y a la plaza principal (componente ritual), se organiza-
ron los componentes administrativos, artesanales, residenciales y militares (inclu-
yendo además los componente de cocinas-almacenes y posiblemente el médico),
propuestos por Manzanilla 2012a: 41; Ortiz 215: 537), lo cual ya había sido men-
cionado por la autora con anterioridad (Manzanilla 2009b: 29, 37).
La jerarquización espacial de un asentamiento se ha documentado también
a nivel familiar como lo observado en Oztoyahualco 15B:N6W3 (Manzanilla
1996, 2009b, 1993), donde unidades familiares de estatus distintos coexistieron
alrededor de una zona ritual principal, aunque también hubo evidencia de áreas
rituales secundarias ligadas al ritual doméstico (Ortiz 1990). Por tanto, es evidente
que el patrón jerárquico debería de reproducirse también en el siguiente nivel de
análisis: el del barrio.
Como una propuesta metodológica, y como parte de su tesis doctoral, Ortiz
menciona la posibilidad de que dicho patrón es susceptible de ser identificado
alrededor del centro de barrio de Teopancazco, mediante un estudio sistemático
de geo-radar en las calles del poblado de San Sebastián Xolalpa el cual ha cubierto
totalmente el barrio teotihuacano original (Ortiz 2015: 538).

El estudio en las calles, los módulos de Millon


y los salvamentos arqueológicos

Partiendo de la hipótesis de que en la jerarquización de un asentamiento el centro de


barrio rector fue la estructura más grande e importante del barrio, en cuanto a com-
plejidad arquitectónica y tamaño, se planteó la posibilidad de estudiar el poblado de
San Sebastián Xolalpa con geo-radar para corroborarlo. De ser así, los radargramas
registrarían los conjuntos más grandes y complejos distribuidos alrededor o cercanos
al centro de barrio y de manera inversa, los conjuntos más pequeños y sencillos se en-
contrarán más lejanos al mismo, conforme disminuyera su importancia e influencia.

48
1. características del barrio de teopancazco durante la fase xolalpan

De esta manera, la complejidad estratigráfica observada en los radargramas


sería considerada como un indicador del tamaño y volumen de los materiales
involucrados para la construcción de los complejos, realizando además un reco-
nocimiento cuidadoso de las elevaciones topográficas observadas en las calles con
GPS. Por otra parte, como método de corroboración, los resultados se contrasta-
rían con las excavaciones de salvamento que se han realizado en San Sebastián
Xolalpa en las zonas de coincidencia donde Millon ubicó sus complejos arquitec-
tónicos en 1973 (Ortiz 2015: 538).

Metodología
Una de las propuestas de la investigación fue el tratar de visualizar al centro de
barrio de Teopancazco dentro de un contexto mayor: el del barrio y de la comu-
nidad, es decir, desde un ámbito mayor que podría ser lo que Ortega ha denomi-
nado como vecindario, y que es entendido como el estudio de las agrupaciones de
conjuntos habitacionales teotihuacanos (Ortega 2014: 367).

Figura 1.11. Zonas de protección de Teotihuacan.

Numerosas son las excavaciones de salvamentos arqueológicos que se han rea-


lizado tanto en calles como predios de San Sebastián Xolalpa; sin embargo, aunque
valiosa la información recuperada, no deja de ser parcial, por lo que el intento de uti-
lizar técnicas geofísicas tiene la finalidad de que ambos estudios se complementen y

49
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

observar los resultados de una manera integral. Afortunadamente el poblado de San


Sebastián Xolalpa no ha sido modificado tan drásticamente, debido la existencia del
decreto de 1988, en el que el poblado quedó ubicado dentro de la zona C de pro-
tección (Arana et al. 1984: 42). Según ese decreto, cada vez que se realice una obra,
será necesaria la intervención de arqueólogos para efectuar rescates o salvamentos,
dependiendo del tipo de obra que se vaya a realizar (Ortega 2000: 62) (figura 1.11).
De este modo, tanto el crecimiento urbano como la ejecución de obras de
infraestructura en San Sebastián Xolalpa, ha estimulado la realización de nume-
rosos salvamentos arqueológicos, los cuales presentan un plan de acción según la
zona de localización de la denuncia con respecto al mapa de Millon. En ese plan
de acción, los salvamentos realizados cercanos a las zonas de alto potencial ameri-
tarán, además de una inspección detallada de la zona de la obra, la realización de
varios sondeos arqueológicos para verificar la presencia o ausencia de arquitectura
o de materiales arqueológicos que requieran un estudio más profundo.
En más de una ocasión, los salvamentos en calles y predios han confirmado
o desmentido la presencia de estructuras propuestas por Millon; desafortunada-
mente, gran parte de los salvamentos arqueológicos se realizan a partir de pozos
de sondeo, lo cual impide comprender de manera extensiva el área de estudio. Por
tanto, trabajando de manera conjunta, los resultados geofísicos aportan el estudio
en extenso, mientras que las excavaciones contribuyen con el dato cronológico,
complementándose mutuamente de manera integral. En este sentido, la prospec-
ción geofísica en San Sebastián Xolalpa tuvo como finalidad contrastar tres aspec-
tos importantes que se complementan mutuamente:

1. Realizar estudios con geo-radar en las calles de San Sebastián Xolalpa, con
la finalidad de atravesar las estructuras propuestas por Millon y verificar su
presencia.
2. Aprovechar los resultados de las excavaciones de salvamento arqueológico
realizadas en las áreas propuestas por Millon, para entender las anomalías
presentes en los radargramas.
3. Interpretar, a la luz de los datos geofísicos y arqueológicos, la conformación
del barrio en San Sebastián Xolalpa.

50
1. características del barrio de teopancazco durante la fase xolalpan

Figura 1.12. Superposición de estructuras propuestas por Millon sobre el poblado


de San Sebastián Xolalpa y leyenda (modificado de Millon, 1973).

Estudios específicos
El poblado de San Sebastián Xolalpa se localiza en el área sur de la zona arqueológica
de Teotihuacan, directamente al sureste de La Ciudadela, dentro de los sectores que
Millon denominó como S1E1, S1E2, S1E3, S2El y S2E2, y en los que, según su inter-
pretación, pueden notarse varias estructuras importantes (Millon 1973) (figura 1.12).
La mancha urbana actual del poblado de San Sebastián Xolalpa no abarca todos los
cuadrantes de Millon y se concentra principalmente en S1E1 y S1E2, la parte norte
de S2E1 y S2E2, y el sector oeste de S1E3, por lo que se privilegiaron dichos sectores
para la búsqueda de los salvamentos. Por otra parte, se puede notar que al sur de los
sectores de Millon, S2E1 y S2E2, actualmente se concentran los campos de cultivo
y al este en S1E3 se encuentra una zona desprovista de suelo; sin embargo, en todos
ellos Millon propone estructuras arqueológicas en densidad variable (figura 1.13).
De la simbología de tipos de estructuras que propone Millon para estos sec-
tores, y observando su mapa, se infiere que debajo del poblado de San Sebastián
Xolalpa hay un total de 92 estructuras, siendo el sector noreste el que presenta

51
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

la mayor cantidad con 40, seguido del sector noroeste con 21, posteriormente el
sector suroeste con 18, y por último el sector sureste con 13, precisamente donde
se encuentra el centro de barrio de Teopancazco.

Figura 1.13. Mancha urbana actual de San Sebastián Xolalpa sobre los módulos de Millon.

Figura 1.14. Tabla de estructuras propuesta por Millon (1973) bajo el poblado de San
Sebastián Xolalpan.

52
1. características del barrio de teopancazco durante la fase xolalpan

De los tipos de estructuras que propone Millon, el cuadro siguiente muestra


que la parte norte concentra la mayor cantidad y formas de estructuras, mientras
que el sur cuenta con menos estructuras, pero concentra las plataformas de templo
y por consiguiente las estructuras más importantes: cuatro en el sector suroeste
(que se localizan directamente sobre la Calzada de los Muertos) y una en el sector
sureste (el centro de barrio de Teopancazco) (figura 1.14).
Puesto que San Sebastián Xolalpa se localiza dentro del zona C de protec-
ción del patrimonio de Teotihuacan, prácticamente en todos los sectores propues-
tos por Millon se han realizado distintos salvamentos arqueológicos, los cuales
fueron consultados en los archivos técnicos del Instituto Nacional de Antropolo-
gía e Historia de la Ciudad de México y de la zona arqueológica de Teotihuacan,
y han sido colocados en color azul sobre el mapa de Millon (1973) (Ortiz 2015:
183-246) (figura 1.15).
Una vez ubicados los conjuntos de Millon y los lugares donde se han realiza-
do salvamentos arqueológicos, se trazó una ruta de circulación para el estudio de
geo-radar en las calles de San Sebastián Xolalpa, con la finalidad de atravesarlos
y observar su conformación. El estudio geofísico en las calles se realizó desde un
vehículo en movimiento, tal y como se han llevado a cabo en estudios previos en
otras ciudades que cuentan con un tráfico más intenso, como la ciudad de Mérida,
en Yucatán, así como Coyoacán, en la Ciudad de México (Barba 2000, 2006; Bar-
ba y Ortiz 2000; Barba et al. 2009a; Barba et al. 2009b).

Figura 1.15. Salvamentos arqueológicos llevados a cabo en san Sebastián Xolalpa con la superposición de
estructuras propuesta por R. Millon (1973).

53
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Con la finalidad de conocer la profundidad de las estructuras bajo las calles


del poblado, se realizó un estudio preliminar con una antena de 200 MHz, que
evidenció que al cruzar las estructuras propuestas por Millon, se obtenían ano-
malías importantes en los dos primeros metros de profundidad del radargrama,
hecho que coincidió con la profundidad reportada en algunos informes de salva-
mentos realizados en San Sebastián Xolalpa. Al mismo tiempo, las zonas oscuras
observadas por debajo de las anomalías indicaban que la antena de 200 MHz
sobrepasaba por mucho la profundidad requerida. Por tanto, se utilizó una antena
de 400 MHz para obtener la profundidad adecuada de entre 1 y 2 m.
La antena se controló desde la parte de atrás de una camioneta, con el cable de
transmisión del equipo de 2 m extendido en su totalidad, para que la interferencia
del vehículo no afectara las ondas del radar. Al mismo tiempo, se colocó un GPS
diferencial dentro del vehículo, asomando la cabeza detectora por el quemacocos del
vehículo, para no perder la señal satelital (figura 1.16). Se tomó la altura de la antena
y el levantamiento se realizó en modo stop and go, mientras que la base se dejó pren-
dida en el predio de Teopancazco durante el tiempo que duró el levantamiento con
el geo-radar por las calles de San Sebastián Xolalpa (Ortiz 2015: 409).

Figura 1.16. Levantamiento de datos de geo-radar y de GPS en las calles de San Sebastián Xolalpa.

54
1. características del barrio de teopancazco durante la fase xolalpan

Figura 1.17. Topografía con GPS en San Sebastián Xolalpa.

Pese a que la superficie de las calles evidentemente ha sido modificada y ni-


velada, el estudio de GPS fue necesario ya que al momento de hacer los primeros
levantamientos con el geo-radar, se observó que las anomalías coincidían con un
ligero y a veces imperceptible desnivel topográfico en las calles del poblado (figura
1.17). La topografía mostró que la cota más alta se encuentra en el extremo orien-
te del poblado de San Sebastián Xolalpa, a 2302.5 msnm, y la más baja a 2296.5
msnm al poniente, por lo que se tienen seis metros de desnivel que van descen-
diendo de forma imperceptible pero progresiva. También se observó que los con-
juntos de mayor tamaño se concentran alrededor de la cota más alta, aunque no
deja de haber conjuntos en los diferentes niveles hasta llegar al nivel más bajo que
coincide con el nivel de la Calzada de los Muertos (2285 msnm) (figura 1.18).
En total se realizaron 17 líneas de geo-radar que atravesaron la mayor can-
tidad de estructuras posibles ubicadas bajo las calles del poblado; desafortunada-
mente, según el mapa de distribución de Millon, la mayoría de ellas se encuentran
debajo de predios particulares y jardines. Por tal motivo, fue importante el reporte
de los salvamentos ya que de esta manera ambos estudios se complementarían
(figura 1.19). El área de estudio abarcó un kilómetro en sentido este-oeste y me-
dio kilómetro en sentido norte-sur, que son las dimensiones del poblado de San
Sebastián Xolalpa. A su vez, el área se dividió en 4 sectores principales: el sector
noreste donde realizaron 8 líneas, el sector central con 4 líneas, el sector noroeste
con 3 líneas y el sector sur con 2 líneas, y se realizaron además estudios detallados
en las calles aledañas al centro de barrio de Teopancazco. En cada caso, los resul-
tados se compararon con las excavaciones de salvamento arqueológico y con la
ubicación de los módulos reportados por Millon (Ortiz 2015: 412-485).

55
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Figura 1.18. Curvas de nivel con GPS y estructuras propuestas por Millon en San Sebastián
Xolalpa.

Figura 1.19. Líneas de radar realizadas en las calles de San Sebastián Xolalpa.

Ensayo de interpretación

Si partimos de la premisa de que Teopancazco fue un centro de barrio multiétnico


de la periferia sureste (Manzanilla 2012a: 28), y según la propuesta de modelo
de barrio teotihuacano éstos se localizaban en la parte central del mismo, rodea-
dos por los edificios públicos más importantes relacionados con la administración
(Gómez 2000: 596), en principio lo anterior contrastaría con lo observado a sim-

56
1. características del barrio de teopancazco durante la fase xolalpan

ple vista en el mapa de Millon, ya que de 92 estructuras localizadas bajo el pobla-


do, 61 se concentran en la parte norte lejanas al centro de barrio de Teopancazco.
Además, en la parte norte del mapa, puede notarse la presencia de estructuras
muy grandes, incluso aún más que el centro de barrio, y al parecer ellas conforman
tres agrupaciones de conjuntos que parecen constituir unidades arquitectónicas
como las que plantea Gómez en su modelo de barrio (2000). En este supuesto, se
puede observar que incluso se excluye a Teopancazco de ellas (Ortiz 2015: 540)
(figura 1.20).
De estas agrupaciones, sobresale la estructura 5-N, que conforma la parte
central del grupo número 2. Es importante mencionar que además de Teopan-
cazco, la Estructura 5-N, pese a que derivó de un salvamento arqueológico, es la
única unidad que ha sido excavada de forma extensiva y reveló una buena parte del
conjunto arquitectónico. Sin embargo, pese a que en el mapa de Millon parece que
las estructuras aledañas se distribuyen a su alrededor, como cabría esperar para un
centro de barrio, Verónica Ortega la define como una estructura habitacional, sin
indicadores importantes que la distingan de otros conjuntos habitacionales, pese
a su ubicación privilegiada (Ortega 2000: 207). Respecto a las otras estructuras
de gran tamaño que se observan, desafortunadamente, sólo se tienen evidencias
fragmentadas obtenidas a partir de pozos de sondeo que impiden definir sus ca-
racterísticas internas.

Figura 1.20. Agrupamientos de unidades al norte de Teopancazco con la superposición de


estructuras propuesta por R. Millon (1973).

Por otra parte, en esta visión general de ubicación de conjuntos con respecto
al centro de barrio de Teopancazco, llamó la atención que éste, a diferencia de
las estructuras del norte, presenta pocos conjuntos contiguos, pese a ser el centro

57
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

rector del barrio, según la definición de Gómez (2000: 596), por lo que una de las
preguntas de la investigación se centró en precisar las causas de esta posible dis-
crepancia. Al estudiar las causas de tal contradicción, Ortiz ha propuesto que son
varios los factores que pueden distorsionar esta percepción preliminar del mapa
de Millon, ya que a partir tanto de la revisión exhaustiva de los trabajos de sal-
vamento arqueológico, como de los estudios del geo-radar realizados en las calles
del poblado, se ha evidenciado que en muchos casos la ubicación, forma, tamaño
y contemporaneidad de los módulos propuestos por Millon no coinciden con la
realidad (Ortiz 2015: 542).
De este modo, observando detenidamente los radargramas obtenidos (tama-
ño, complejidad, profundidad, conformación, etc.) y comparando sus anomalías
con los expedientes de los salvamentos arqueológicos, donde se menciona la ar-
quitectura, profundidad de los pisos, materiales arqueológicos asociados, etc., se ha
propuesto un nuevo mapa de distribución de los módulos, el cual representa úni-
camente los que presentaron las dos variables: registro de GPR y verificación de
excavación mediante el salvamento arqueológico (Ortiz 2015: 543) (figura 1.21).
En relación con la complejidad de cada una de las estructuras, los estudios
del geo-radar realizados en las calles de San Sebastián Xolalpa mostraron clara
información al respecto:; en ellos se pudieron observar paquetes de anomalías que
evidenciaron etapas sucesivas, forma, tamaño y límites.

Figura 1.21. Módulos verificados mediante GPR y salvamentos arqueológicos.

58
1. características del barrio de teopancazco durante la fase xolalpan

En la hipótesis de trabajo se había planteado que las estructuras más comple-


jas, caracterizadas por posibles estructuras administrativas o habitacionales de la
elite, deberían de encontrarse más cerca del centro de barrio, y por el contrario, las
más sencillas, representadas por conjuntos habitacionales modestos, estarían más
alejadas del centro. Al respecto, la tabla de resultados obtenidos de los radargramas
muestra la complejidad de las estructuras y su distribución con respecto al centro
de barrio (figura 1.22). Según la tabla anterior, las estructuras que presentan pla-
taforma, y por ende mayor complejidad y con posibles funciones administrativas o
ceremoniales, son las estructuras 35 y 10 ambas del sector S1E2; la estructura 5-S
al centro entre S1E1 y S1E2; así como las estructuras 25 y 18 del sector S1E1.
Curiosamente las estructuras 5-S, 25 y 18 conforman una línea horizontal y con-
tigua como si delimitaran la parte norte de una calle.

Figura 1.22. Tabla comparativa de complejidad de las estructuras según los radargramas en
las calles de San Sebastián Xolalpa.

59
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Las estructuras con pisos y muros con mayor complejidad arquitectónica que
podrían corresponder a complejos familiares de la elite serían del Sector S1E2: los
complejos 17, 30 y 39; del sector S1E3, el complejo 5; del sector S1E1, los com-
plejos 24W y 12, y por último, del sector S2E2, los complejos 1-SW, 1SE, 4-N
y 4Nb. Finalmente estarían los complejos departamentales más sencillos que no
presentan complejidad arquitectónica. Entre ellos estarían en el sector S1E1: los
complejos, 29, 14, 11 y 25; en el sector S1E2, el complejo 30b; en el sector S1E2/
S2E2, el complejo 15; en el sector S1E3, el complejo 5, y por último, en el sector
S1E2, los complejos 24 y 17 (Ortiz 2015: 546).
De esta manera, como resultado del estudio de jerarquización del vecindario a
partir de sus características constructivas observadas a partir de los datos de radar y
de los salvamentos arqueológicos, se tendría una distribución y ubicación diferente
de los módulos con respecto a la figura 1.20 mencionada anteriormente. En este
caso, el centro de barrio de Teopancazco estaría en una esfera de influencia que
presentaría al norte y sur de él, módulos con posibles funciones administrativas o
religiosas (en rojo); módulos de residencia de la elite, ubicados principalmente al
norte (en violeta) y en las cuales también se podrían estar realizando o controlando
actividades productivas o artesanales y, por último, las unidades domésticas disemi-
nadas alrededor del centro de barrio (en azul) (Ortiz 2015: 547) (figura 1.23).

Figura 1.23. Propuesta de jerarquización del barrio de Teopancazco.

60
1. características del barrio de teopancazco durante la fase xolalpan

Figura 1.24. El barrio de Teopancazco


y su ubicación en la traza urbana
teotihuacana.

61
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Es interesante comentar que la disposición de los conjuntos al norte del barrio


de Teopancazco parece estar acomodada con respecto a una calle, la cual, por su
orientación, teóricamente debería de conectar al poniente con la Calzada de los
Muertos, lo cual ofrecería una buena comunicación con los demás barrios teoti-
huacanos y una ubicación privilegiada por su cercanía a La Ciudadela (figura 1.24).
Por lo que se muestra en el mapa resultante, parece claro que los módulos
arquitectónicos del barrio de Teopancazco no se distribuyeron al azar con respecto
al centro de barrio, sino que se respetó la retícula teotihuacana para involucrarse
jerárquicamente en la vida económica y social de la alta sociedad teotihuacana. Su
cercanía a La Ciudadela y a la Calzada de los Muertos parece que le dio una ventaja
con respecto a otros barrios foráneos externos según la propuesta de anillos de po-
blación foránea de Manzanilla (2009b),en la que los barrios multiétnicos internos
coordinados por teotihuacanos contaron con las ventajas de la elite teotihuacana, los
cuales auspiciaron caravanas para hacerse de bienes de prestigio, trayendo artesanos
especializados y beneficiándose del control de la confección de atavíos (Manzanilla
et al. 2011; Manzanilla 2012a: 21) (figura 1.25).

Propuesta de los cuatro barrios centrales de Teotihuacan

Al parecer el modelo de confederación de barrios de una población multiétnica


para Teotihuacan funcionó muy bien desde sus inicios. Las plazas de tres tem-
plos fueron los centros de los barrios originales (Manzanilla 1993: 41, 2012a), ya
que los conjuntos de tres templos fueron la primera expresión constructiva del
Estado teotihuacano y en ellos se conjugaron tanto factores de orden económico
como religioso (Cowgill 1988; Morelos 1993). De esta forma, las primeras fases
de Teotihuacan se caracterizan por el énfasis en la construcción de complejos de
tres templos (Millon 1966: 5), los cuales se concentran principalmente al noroeste
y mitad norte del asentamiento, a lo largo de la Calzada de los Muertos y entre
las estructuras mayores de La Luna, El Sol y la Ciudadela (figura 1.26). En este
sentido Barba y Córdova (2010) han propuesto que, debido a su estrecha relación
con las depresiones excavadas en la parte noroeste de Teotihuacan, los complejos
de tres templos pudieron haber controlado la explotación de tezontle durante la
construcción de las primeras fases.
Sin embargo, hacia el 350 d.C., durante la transición de la fase Tlamimilol-
pa a la fase Xolalpan, ocurrió una serie de eventos como la erupción del volcán
Xitle, reacomodos demográficos y quizá perturbaciones climáticas (Manzanilla
2012a: 36) que en Teotihuacan coinciden con varios rituales de terminación, que
son particularmente evidentes en Teopancazco y que terminan por modificar su

62
1. características del barrio de teopancazco durante la fase xolalpan

fisonomía convirténdolo en un centro de barrio importante (Manzanilla 2012a).


Durante esta transición parece claro que hay un cambio del poder político y ad-
ministrativo en Teotihuacan que quizá se concentró en el Gran Conjunto y en
La Ciudadela como ejes rectores y centrales de la vida teotihuacana, siendo éste
el momento en que los centros de barrio importantes, como La Ventilla, Tetitla
y Teopancazco, alcanzaron su mayor plenitud, gracias a una mano de obra mul-
tiétnica y productos alóctonos de prestigio que fueron aprovechados por las elites
teotihuacanas regentes hasta su término en el 550 d.C.

Figura 1.25. Propuesta de Manzanilla de los anillos de población foránea, al exterior, y


multiétnica coordinada por teotihuacanos, en el interior
(modificado de Manzanilla 2012: 21).

Se ha mencionado que la ciudad de Teotihuacan estuvo dividida en cuatro


grandes sectores o distritos como menciona Manzanilla (2009b, 2012: 22a), cada
uno de ellos con sus respectivos barrios locales, foráneos y vecindades según los
diversos autores (Manzanilla 2012a; Ortega 2014; Gómez Chávez et al. 2004).

63
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Estos cuatro sectores presentan como punto central el Gran Conjunto y la Ciu-
dadela, lo que quizás parece mostrarlos como la sede del poder político y adminis-
trativo de Teotihuacan (figura 1.27).

Figura 1.26. Localización de los complejos de tres templos.

En el sector noroeste sobresale la existencia de complejos mayores cercanos


a la Avenida de los Muertos y al Gran Conjunto, tales como Yayahuala, Zacuala,
Tetitla y Atetelco, cuyo conjunto es considerado por Ortega como un vecindario
(Ortega 2014: 358). Más hacia el oeste y fuera del anillo interno de la retícula
teotihuacana, se encontrarían los barrios Oaxaqueño y el vecindario con gente de
Michoacán (Ortega 2014).

64
1. características del barrio de teopancazco durante la fase xolalpan

Al norte de este mismo sector –y más cercanos a la Pirámide de la Luna– se


localizan los complejos de Quetzalpápalotl y La Plaza de las Columnas, y hacia la
esquina noroeste, Oztoyahualco 15B:N6W3.
En el sector noreste –y entre los basamentos del Sol y de la Luna– se en-
cuentran los grandes conjuntos de Xalla y Tepantitla. Al norte de la Ciudadela
–y próximos a ésta– se encuentran el Grupo Viking y el Complejo Calle de los
Muertos. Fuera del anillo interno se localizan el barrio de Los Comerciantes y
conjuntos como Xolalpan, Tlamimilolpa y Metepec.

Figura 1.27. Ubicación de los barrios de Teotihuacan con respecto a Teopancazco (redibujado
de Millon, 1973 y Ortega 2014).

El sector suroeste sobresale por la existencia de La Ventilla, muy cerca del


Gran Conjunto. La Ventilla 92-94 se encuentra perfectamente bien planificada,
con un gran sector administrativo (Patio de los Glifos), unidades residenciales,
un gran espacio abierto, áreas para el trabajo artesanal, etc. (Gómez 2000, 2012),
lo cual posiblemente indica que se trató de un centro de barrio o el centro de un
distrito (Manzanilla 2012a: 20).

65
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

En el extremo sur de la Avenida de los Muertos, y más allá del Río San Lo-
renzo se localiza el barrio de Tlajinga, el cual está conformado por varias estruc-
turas y donde se han encontrado talleres de cerámica Anaranjado San Martín y
lítica, además de conjuntos habitacionales y un complejo de tres templos. El barrio
de Tlajinga se amplía al este y oeste de la Avenida de los Muertos, la cual siguió el
trazo original desde el norte, pero en este sector está excavada en el tepetate con
taludes que la limitan (Carballo, comunicación personal).
Por último, en el sector sureste y muy cerca de la Ciudadela, se encuentra el
barrio o vecindario de Teopancazco, con su centro rector al sur de los conjuntos,
pero en clara asociación con ellos. En su interior, al igual que La Ventilla, pero en
pequeña escala, se localizaron varios componentes que lo catalogan como centro
de barrio con su templo (Manzanilla 2007).

Figura 1.28. Ubicación del barrio de Teopancazco en el cuadrante sureste de la retícula


de Millon (1973).

El barrio o vecindario de Teopancazco se localiza al sur de la Avenida Este,


entre los ríos San Juan y San Lorenzo, lo cual debió haberle proporcionado me-

66
1. características del barrio de teopancazco durante la fase xolalpan

jores condiciones de humedad que otros sectores (figura 1.28). En Teotihuacan


se ha planteado como una posible fuente de almacenamiento de agua la utiliza-
ción de jagüeyes para almacenar el agua por escurrimiento, de los cuales Ortega
encuentra al menos tres en el “Barrio Oaxaqueño” (Ortega 2014: 83), y Millon
reporta uno bastante grande al oriente de La Ciudadela y al norte del barrio de
Teopancazco (Millon 1973), además de la excavación de pozos artesianos (Orte-
ga 2014: 82), como los encontrados en 19:N2W5 (Gómez 2000) y en 22:N1W6
(Cid Beciez 1992).

Figura 1.29. Propuesta de los centros de barrio centrales en época Xolalpan.

Millon, en su mapa de 1973, plantea la existencia de un muro principal en


la esquina noroeste del barrio que lo separaba físicamente de La Ciudadela, y
posiblemente de la avenida Este. Con tal planteamiento, la presencia de una calle
este-oeste al interior del barrio, cobra relevancia como ruta de comunicación y
acceso directo al poniente con la Avenida de los Muertos y cuyo trazo se adivina
fácilmente por la disposición de los conjuntos a ambos lados de la misma con el
centro de barrio de Teopancazco ubicado al sur.

67
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

La cercanía del centro de barrio de Teopancazco con La Ciudadela, como


centro de poder político y administrativo, debió otorgarle ciertos beneficios, pese
a que se tratara de un centro multiétnico diferente a los otros centros de barrio
localizados en el anillo de población interior, y le dio más prestigio que a los ba-
rrios foráneos localizados en el anillo exterior tales como el de los Comerciantes,
el Oaxaqueño y el Michoacano (Manzanilla 2012a: 21).
Como se mencionó anteriormente, es interesante observar el mapa resultante
de los cuatro grandes distritos de Teotihuacan, en cuyo centro, como una especie
de axis mundi, se localizan el Gran Conjunto y la Ciudadela, y en sus cuatro cua-
drantes más próximos los que posiblemente debieron ser los barrios principales
del Estado Teotihuacano para la fase Xolalpan.

Figura 1.30. Cuadrante N2E2 (modificado de Millon 1973) como posible


centro de barrio del sector noreste.

68
1. características del barrio de teopancazco durante la fase xolalpan

En el cuadrante noroeste se encuentra lo que Ortega ha denominado el ve-


cindario de Tetitla,que se caracteriza por varios componentes administrativos, ha-
bitacionales y religiosos, pudiendo reconocerse a Yayahuala como el templo prin-
cipal del vecindario, Tetitla como la sede del gobierno o escuela y Zacuala como
residencia de la elite (Rattray 1997: 87; Ortega 2014: 358). Según la propuesta
de Ortega, este centro de barrio o vecindario estaría ocupado por oaxaqueños de
clase alta en asociación con grupos dominantes teotihuacanos (Ortega 2014: 326).

Figura 1.31. Sectorización de los centros de barrio centrales.

En el cuadrante suroeste se encontraría el centro de barrio de La Ventilla,


que sirvió de ejemplo a Gómez para proponer la conformación de los barrios en

69
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

su interior, con su sector administrativo (el Conjunto de los Glifos), el templo de


barrio con su plaza de tres templos, una gran Plaza Pública, edificios públicos, la
residencia de la elite (La Ventilla B), conjuntos habitacionales (La Ventilla A), y
un gran espacio abierto en forma de T para el intercambio y festividades comuni-
tarias (Gómez et al. 2004: 175), así como un área de producción artesanal para el
trabajo de la concha y la lapidaria (Gómez, 2000: 556). En su tesis de licenciatura
no queda clara la identidad étnica de sus habitantes, aunque es posible sugerir que,
al igual que Teopancazco, haya sido administrado por teotihuacanos que controla-
ban la mano de obra multiétnica para el trabajo artesanal.
Finalmente, el cuadrante sureste es ocupado por Teopancazco de dimensio-
nes mucho más pequeñas que La Ventilla y el vecindario de Tetitla. Sin embargo,
gracias a una estrategia de excavación y de registro de materiales meticulosamente
planeado por Manzanilla, así como la conformación e integración de un equipo
multidisciplinario perfectamente coordinado, se logró reconocer a Teopancazco
como un centro de barrio periférico de importancia, cuya mano de obra multiétni-
ca para el trabajo artesanal se especializó en la elaboración de trajes y tocados para
sacerdotes y militaresde la elite intermedia teotihuacana (Manzanilla et al. 2011).
La notoria diferencia en tamaño entre el centro de barrio de Teopancazco
respecto de otros centros, radica en que las diversas funciones rituales, adminis-
trativas, productivas y de vivienda fueron llevadas a cabo en un solo conjunto
arquitectónico (Manzanilla 2009b: 29, 37). Esta desproporción en tamaño ya ha
sido explicada anteriormente por varios autores, considerando la diferencia e im-
portancia entre un centro de distrito y un centro de barrio (Valdez 2012: 106); sin
embargo, Ortiz sostiene que para que los casos de estudio fueran estrictamente
comparativos, el barrio de Teopancazco debería de contar con la misma superficie
de excavación que La Ventilla y Tetitla, lo cual es imposible ya que el poblado de
San Sebastián Xolalpa se encuentra asentado sobre el antiguo asentamiento, y es
por ello que la alternativa de una propuesta metodológica como la planteada aquí
es importante para contextos urbanizados (Ortiz 2015: 563).
Haciendo una meticulosa observación de la fotografía aérea, realizando me-
didas sobre la misma y tomando al Gran Conjunto y a La Ciudadela como punto
central de la retícula teotihuacana durante la fase Xolalpan, se ha notado que tanto
los centros de barrio de Tetitla como el de La Ventilla en el sector oeste se locali-
zan a una distancia aproximada de 500 m de la Calzada de los Muertos, y ambos
se ubican al norte y sur del Gran Conjunto, con una separación entre los mismos
cercana a los 800 m. Puesto que Teotihuacan presenta una planificación ortogonal
y, por ende, un orden estricto en sus construcciones a partir de módulos de varios
tamaños, se verificó la distancia de 500 m hacia el este, con separación de 800 m
entre las mismas, para ubicar los centros de barrio del sector oriental con el mismo

70
1. características del barrio de teopancazco durante la fase xolalpan

criterio (Ortiz 2015: 563). Hacia el cuadrante sureste el resultado llevó directa-
mente al barrio de Teopancazco, el cual se encuentra totalmente bajo el poblado
actual de San Sebastián Xolalpa (figura 1.29). Al realizar el mismo trazo, pero ha-
cia el cuadrante noreste, la propuesta llevó a una sección aún no excavada, locali-
zada en el sector N2E2 del mapa 60 de Millon (1973), y en él se puede observar la
existencia de espacios abiertos con altares, templos y grandes patios rodeados por
estructuras (Ortiz 2015: 564) (figura 1.30). La propuesta de un centro de barrio
para el sector noreste (N2E2) podría estudiarse a futuro mediante técnicas geofí-
sicas para su eventual excavación posterior y observar si presenta los componentes
que se han planteado para un centro de barrio (Gómez 2000; Manzanilla 2012a).
De este modo, la propuesta de cuatro centros de barrio centrales para Teoti-
huacan durante el periodo Xolalpan incluiría a Tetitla y La Ventilla al norte y sur
del Gran Conjunto en el sector poniente, y a Teopancazco y N2E2 al norte y sur
de la Ciudadela en el sector oriental (figura 1.31).

Conclusiones

A partir de la interpretación de los resultados obtenidos del centro de barrio de


Teopancazco, Manzanilla ha propuesto que las elites teotihuacanas aprovecharon la
mano de obra y especialización de su población migrante (véase Manzanilla 2015;
Manzanilla [ed.] 2017). Podría suponerse que esta característica bien pudo ser un
modus operandi de todos los centros de barrio; por ejemplo, La Ventilla con el trabajo
de concha y lapidaria, Tetitla con objetos de prestigio del área de Oaxaca y quizá del
Occidente, y Teopancazco con la elaboración de trajes y ornamentos realizados por
personas del corredor teotihuacano hacia la Costa del Golfo. Dada la amplia varie-
dad y gran cantidad de elementos alóctonos presentes en Teotihuacan en general,
restaría ahondar en el tipo de relación que los centros de barrio mantuvieron con los
artesanos foráneos especializados, los métodos de reclutamiento así como en qué
condiciones se traían y mantenían en los centros de barrio.
Es evidente que las elites teotihuacanas no sólo permitieron las tradiciones
culturales de los migrantes, sino que además aprovecharon sus conocimientos tec-
nológicos y los adecuaron a su cultura. Al respecto, estudios recientes que se han
realizado en pisos estucados de Teopancazco han revelado la presencia de esquirlas
de vidrio volcánico procedentes de Altotonga, Veracruz,desde las etapas constructi-
vas más tempranas (Tlamimiololpa temprano) hasta su término en Metepec (Barca
et al. 2013; Pecci et al. 2016). Lo anterior abre nuevas líneas de investigación en
cuanto a las formas de traslado de las esquirlas volcánicas, así como delsistema de
abastecimiento y control, ya que al parecer, después de utilizarse en Teopancazco

71
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

para la elaboración de sus estucos, el conocimiento de dicha tecnología pudo ser


transmitida al resto de Teotihuacan, ya que el uso de este material volcánico trans-
parente pudo proporcionar más resistencia a los estucos después del fraguado; ade-
más, el acabado brilloso que produjo en su superficie fue particularmente apreciado
por los teotihuacanos durante la fase Xolalpan (Pecci et al. 2016).
Este material con esquirlas volcánicas llegaría a Teotihuacan por el corre-
dor teotihuacano que comunica con Nautla, mismo que fue aprovechado para la
adquisición de otros productos que se han encontrado en el centro de barrio de
Teopancazco, tales como concha, peces y algodón, etc. (Manzanilla 2012a: 51,
2011, 2015).
De este modo, la población migrante jugó un papel muy importante en la
sociedad teotihuacana, pues aportó no sólo las materias primas sino también su
experiencia y tradición en la elaboración de artesanías como cerámica, cestería,
lapidaria, etc., así como la tecnología del uso de la cal y cargas para el estucado
de pisos y muros, que posteriormente fueron el sello distintivo de la arquitectura
teotihuacana, por lo que el control de los artesanos migrantes debió ser uno de los
objetivos fundamentales de los centros de barrio (Ortiz 2015: 560).
El presente estudio ha querido plantear una metodología interdisciplinaria
que va más allá del nivel de estructura y ha intentado entender el asentamiento a
nivel de barrio; y aunque aún queda mucho por hacer, los resultados obtenidos son
un primer paso para el entendimiento de sitios que como éste, que se encuentran
bajo zonas urbanizadas, sin ningún rastro aparente en superficie y que práctica-
mente se han dado ya por perdidos.

Agradecimientos

El presente capítulo forma parte de uno de los capítulos mi tesis doctoral: Deter-
minación de las características de un barrio teotihuacano con arqueometría. El caso de
Teopancazco. Fue dirigida por la Dra. Linda R. Manzanilla y el Dr. Luis Barba.
Agradezco a la Dra. Manzanilla la oportunidad de participar en su proyecto, así
como al equipo de Prospección Arqueológica del IIA, UNAM, encabezado por
el Dr. Luis Barba y el M. en C. Jorge Blancas, por su participación en los estudios
geofísicos realizados en las calles de San Sebastián Xolalpa.

72
1. características del barrio de teopancazco durante la fase xolalpan

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81
2. Las actividades del centro de barrio de Teopancazco
a partir de sus residuos químicos
Agustín Ortiz, Alessandra Pecci y Luis Barba

Introducción

En el enriquecimiento químico de los pisos están involucrados fluidos o líquidos


que, dependiendo del tipo de actividad realizada, enriquecerán en menor o mayor
medida las superficies de ocupación y serán susceptibles de ser interpretados o
no. Una de las ventajas de su estudio es que las sustancias derramadas durante la
realización de las actividades permanecen in situ, lo cual permite estudiar su distri-
bución espacial y, por consiguiente, la funcionalidad de los espacios (Barba 1986;
Ortiz 1990; Ortiz y Barba 1993; Barba y Lazos 2000; Ortiz 2015: 298).
De esta manera, los desechos producidos por las actividades más “sucias” se-
rán los que enriquezcan más las superficies de ocupación. Así, áreas de basureros,
sectores de preparación de alimentos y algunos tipos de ritual, por sus caracterís-
ticas, serán más fácilmente identificables. Por otra parte, muchas otras actividades
menos “sucias”, como aquellas de los almacenes, los dormitorios o áreas de circu-
lación, enriquecerán poco o nada la superficie de ocupación, y difícilmente podrán
ser identificadas por medios químicos. Sin embargo, ya sea un caso o el otro, es
necesario relacionar los resultados con otros indicadores de origen arqueológico,
botánico, faunístico, entre otros, para entender el modo de vida de las personas del
pasado mediante un estudio interdisciplinario (Ortiz 2015: 298).
De esta forma, los pisos arqueológicos pasan a formar parte de los materiales
de estudio de los arqueólogos, así como la cerámica, la lítica, los ecofactos o los
materiales faunísticos, entre otros, ya que su estudio da cuenta de las actividades
que cotidianamente se realizaron sobre ellos. Sin embargo, hay una problemática
que hay que tomar en cuenta en el momento de interpretar los mapas de residuos
químicos: en ocasiones, los habitantes del pasado reutilizaron más de una vez un
mismo espacio arquitectónico con residuos de diferentes actividades, y en cada
una de ellas enriquecieron químicamente sus pisos. En este caso, las actividades
más enriquecedoras serán las que podrán ser identificadas químicamente, minimi-
zando las actividades menos “contaminantes” (Ortiz 2015: 299).

83
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Para que un estudio de residuos químicos tenga sentido es necesario que el


muestreo de la superficie de ocupación sea sistemático y que la superficie a inter-
pretar sea contemporánea entre sí, de tal forma que al tener cuartos, pasillos, pa-
tios, altares, etc., se tenga una idea del movimiento y distribución de las personas y
sus productos conforme realizan las actividades en un espacio y tiempo específico
(Ortiz 2015).

Antecedentes

A partir de la experiencia en Oztoyahualco 15B:N6W3, en la que se trabajó un


conjunto habitacional de clase baja (Manzanilla [ed.] 1993; Manzanilla 1996), al
comenzar las exploraciones en Teopancazco, se inició el proyecto con la hipótesis
de que se trataba de un conjunto residencial de gente teotihuacana de clase me-
dia-alta (Manzanilla 2012a: 27).
Las evidencias que se tenían en ese entonces eran:
• La presencia de pintura mural.
• La excavación de Batres del siglo xix que evidenciaba pisos y aplanados de
excelente manufactura.
• El tamaño de los cuartos.
• La existencia de una gran plaza.

Con eso en mente, la Dra. Manzanilla inició las excavaciones en 1997, y como
parte de la metodología interdisciplinaria aplicada al sitio (Manzanilla 2012a), se
tomaron muestras para el estudio de residuos químicos de los pisos para estudiar
las áreas de actividad del conjunto. A semejanza del estudio en Oztoyahualco
15B, cada nueva temporada se recuperaban nuevas muestras de los pisos recién
descubiertos y se iban analizando conforme avanzaba la excavación (Ortiz 1990).
Para el año 2000 y tras siete temporadas de excavaciones, los resultados de
ese primer intento de interpretación química formaron parte de la tesis de maes-
tría de Alessandra Pecci. En dicha investigación, la hipótesis de partida fue que
Teopancazco fue un conjunto habitacional teotihuacano (Pecci 2000: 21), de tal
forma que las interpretaciones se enfocaron a buscar evidencia de actividades de
tipo doméstico y ritual (Pecci 2000):
• Zonas de preparación de alimentos
• Zonas de consumo de alimentos
• Zona de cría o guarda de animales
• Zonas de destazamiento de animales
• Zonas de tránsito o circulación

84
2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...

• Zonas de descanso y dormitorio


• Zonas de culto
• Depósitos y almacenes
• Zonas de desecho y basureros.

Entre las interpretaciones relevantes del estudio, Pecci destacó las que tuvie-
ron que ver con el ámbito ritual, como lo fueron el santuario del C23 (Pecci 2000:
136), el C206 P13 con el ritual de clausura (Pecci 2000: 176), así como el C11,
en la porción sureste del conjunto (Pecci 2000: 189) y la plaza central (C6), cuya
excavación y análisis fue posterior a su tesis de maestría (Pecci et al. 2010).
Entre las problemáticas a las que Pecci se enfrentó para su investigación,
destaca que algunas zonas de Teopancazco aún se encontraban parcialmente ex-
cavadas y muchos de los pisos muestreados no eran contemporáneos entre sí, por
lo que era complicado tener una visión general de un mismo momento construc-
tivo como se tuvo para Oztoyahualco 15B (Ortiz 1990) de época Xolalpan. Por
otra parte, aún no se tenía definida la cronología y lo más importante: muchos
de los contextos de producción, como “la sastrería” y sus materiales asociados, se
encontraron e interpretaron poco después de su titulación (Padró 2000, 2002;
Manzanilla et al. 2011).
En sus conclusiones Pecci es clara al mencionar que los resultados obtenidos
en su investigación eran de tipo preliminar (Pecci 2000: 229), en espera de que
los otros análisis aportaran más información al respecto. Hoy, tras seis temporadas
más de campo de la Dra. Manzanilla (13 en total: 1997-2005), algunas de las
interpretaciones de Pecci se han reinterpretado, tanto por la aparición de nuevos
contextos arqueológicos como por la aportación de resultados provenientes de
otros estudios (paleozoología, paleobotánica, datación, etc.), los cuales después de
las reuniones del seminario de Teopancazco, derivaron en la publicación del libro
Estudios arqueométricos del centro de barrio de Teopancazco en Teotihuacan (Man-
zanilla [ed.] 2012b), en el que se concluyó que Teopancazco fue en realidad un
centro de barrio y no un conjunto residencial teotihuacano (Manzanilla 2012a:
28; Pecci et al. 2010: 451).
Con esto en mente y sabiendo ahora que Teopancazco fue un centro de barrio
multiétnico (Manzanilla 2015; véase la Introducción de este volumen), dedicado entre
otras actividades a pintar y laquear cerámica, a elaborar cestos y redes, y a confeccio-
nar atavíos de la elite intermedia (Manzanilla et al. 2011; Manzanilla 2012a: 28), era
necesario recorrer un camino inverso al realizado en Oztoyahualco 15B (donde el
estudio de residuos químicos de los pisos fue el punto de partida de la interpretación
de la existencia de tres familias, sus áreas de actividad y el uso del espacio) (Ortiz
1990; Ortiz y Barba 1993; Manzanilla y Barba 1990; Manzanilla 1996).

85
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

De esta manera, a partir de la base de datos y de los resultados de las otras


disciplinas, fue necesario vislumbrar cómo funcionaba cotidianamente un barrio
teotihuacano de carácter multiétnico y surgieron varias preguntas a investigar
(Ortiz 2015: 284):
1. ¿Qué clase de evidencia o de huella química quedaría detrás del tipo de
actividades que se han reconocido mediante otros análisis?
2. ¿Es posible reconocer enriquecimientos químicos de todos los componentes
propuestos por Manzanilla para un centro de barrio?
3. ¿Es posible diferenciar químicamente entre actividades eventuales y activi-
dades cotidianas?
4. ¿Es posible reconocer químicamente un ritual cotidiano y un ritual de
terminación?

En primer lugar, hay que considerar que para estudiar químicamente una
actividad es necesaria la existencia de líquidos que se derramen sobre el piso y lo
enriquezcan. Entre más tiempo se realice una actividad, será más fácil reconocerla
e interpretarla. Por tal motivo, las actividades cotidianas son más fáciles de reco-
nocer que las eventuales (Ortiz 2015).

Actividades eventuales y periódicas


Como actividades eventuales se pueden definir todas aquellas acciones que se
realizan de manera no regular y que pueden ocurrir en un corto periodo. Dentro
de estas actividades se pueden distinguir varias categorías:
• Actividades únicas y esporádicas realizadas de manera fortuita que de un
modo u otro enriquecieron la composición química del piso.
• Rituales de terminación que sólo se realizan una sola vez y son cubiertos
casi de inmediato por otra etapa constructiva.
• Actividades eventuales realizadas por una cultura tardía sobre un contexto
temprano de manera fortuita. Un ejemplo al respecto se observó en el es-
tudio de los residuos químicos de Oztoyahualco 15B, donde se interpretó
un área de preparación de alimentos Coyotlatelco de tipo eventual en un
pasillo teotihuacano, que se produjo mientras se reparaba una de las uni-
dades teotihuacanas para su rehabilitación (Ortiz 1990: 99).
• Como actividades periódicas se tomarían en cuenta las festividades cíclicas
programadas calendáricamente cada cierto tiempo, que no forman parte
de las actividades que se realizan a diario (Ortiz 2015: 285).

Actividades cotidianas
Como actividad cotidiana se puede definir toda aquella acción que es repetitiva y

86
2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...

que se puede realizar de manera individual o colectiva (Ortiz 2015). Dentro de las
actividades cotidianas están las actividades básicas de subsistencia, como comer,
dormir o evacuar, inherentes a cualquier cultura, época o lugar y que se pueden
catalogar como universales (Barba 1986).
Las actividades cotidianas se pueden subdividir a su vez en actividades do-
mésticas, rituales y productivas. Dependiendo del contexto (localización y mate-
riales asociados), cada una puede ser diferenciada e interpretada. De esta manera,
las zonas domésticas se reconocerían por la presencia de áreas e implementos para
la preparación y el consumo de alimentos, áreas de dormitorios y de basureros. La
zona ritual se reconocería por la presencia de altares, templos, maquetas, figurillas
con iconografía alusiva (deidades), etcétera. Por último, las áreas productivas se
reconocerían por la presencia de talleres, herramientas y utensilios presentes para
la óptima realización de las actividades (Ortiz 2015: 286).
En la interpretación del contexto arqueológico, la asociación de materiales
culturales tales como cerámica, lítica, ecofactos, restos óseos humanos y de anima-
les y su relación con la arquitectura y la pintura mural, pueden dar una idea clara
del tipo de actividad realizada; sin embargo, arqueológicamente es difícil encon-
trar todos estos elementos asociados en un mismo contexto, siendo lo más común
encontrar materiales aislados y los pisos sin materiales en superficie, por lo que se
hace fundamental el estudio químico de los pisos, si es que se pretende estudiar
áreas de actividad. Sin embargo, como se mencionó anteriormente, para poder
distinguir químicamente las actividades realizadas sobre los mismos, es necesario
que en éstas se hayan empleado líquidos o fluidos que se desecharon voluntaria o
involuntariamente mientras se realizó una actividad.
A partir de los estudios interdisciplinarios en Teopancazco, hasta el momen-
to se han reconocido varias actividades en su interior que han fundamentado que
el conjunto arquitectónico sea considerado como un centro de barrio multiétnico
que funcionó como tal desde Tlamimilolpa hasta Metepec (200 – 650 d.C.). Es de
esperar que en ese lapso de 450 años muchas de las actividades que se realizaron
con fluidos sobre los pisos quedaran impregnadas como una huella invisible de su
existencia pero identificable químicamente (Ortiz 2015: 286).

Las áreas de actividad del centro de barrio de Teopancazco

Manzanilla menciona la existencia de ocho componentes principales del centro


de barrio de Teopancazco (2007: 491-495). Sin embargo, ¿es posible caracterizar
cada uno de ellos y sus áreas de actividad por medios químicos?

87
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

1.  El componente ritual


La existencia de una gran plaza con un altar central y un templo al este, además
de la presencia de pintura mural donde se puede ver a dos sacerdotes realizando
actividades frente a un altar (figura 2.1), han sido fundamentales para la inter-
pretación química en este tipo de espacios (Pecci 2000; Pecci et al. 2010: 450;
Manzanilla 2012a: 42-44).

Figura 2.1. Mural principal de Teopancazco


(dibujo de A. Breton, tomado de Pecci et al. 2010).

La presencia de los personajes derramando líquidos y semillas frente al altar,


que Manzanilla ha interpretado como rituales de siembra (Manzanilla 2012a:
42), sugiere la realización de este tipo de actividades en la plaza central. La autora
se pregunta si éstas se realizaban de manera rutinaria o sólo durante tiempos de
crisis (Manzanilla 2012a: 44). Sea cual fuere la respuesta, los resultados químicos
obtenidos del enriquecimiento de los pisos de la plaza central, así como su distri-
bución en puntos específicos, confirman la existencia de rituales que involucraron
fluidos que fueron esparcidos en puntos clave del piso y del altar durante el acto
ritual (Pecci 2000; Pecci et al. 2010: 450; Manzanilla 2012a: 42-44; Ortiz 2015).
Al respecto, hay varios ejemplos arqueológicos que se han trabajado y que
han permitido observar patrones de enriquecimiento químico de actividades de
tipo ritual, tales como el Templo Mayor (Barba et al. 1996), Oztoyahualco 15B
(Barba et al. 2007), el momoztli mexica de Palma y Venustiano Carranza (Getino
y Ortiz 1988 1997), y otros en los cuales se ha podido constatar que este tipo de
actividades producen una gran cantidad de residuos y que se pueden identificar
químicamente mucho tiempo después de su deposición para interpretarlas y reco-

88
2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...

nocerlas. De hecho, quienes estudiamos por medios químicos este tipo de activi-
dades consideramos que la actividad ritual es una de las actividades más “sucias”,
químicamente hablando.
Manzanilla menciona la existencia de varios tipos de ritual: el ritual en las
plazas, el funerario, el de terminación, etcétera (Manzanilla 2012a: 44). De esta
manera, observamos que el carácter ritual rigió gran parte de la vida de las perso-
nas del centro de barrio y que estos rituales, como se mencionó en párrafos ante-
riores, formaron parte de las actividades cotidianas y eventuales de los habitantes
del conjunto arquitectónico.
En ese sentido, las actividades realizadas en un ritual funerario o un ritual
de terminación son indudablemente actividades eventuales, mientras que en el
ritual realizado en las plazas pueden coexistir actividades cotidianas y actividades
periódicas (en el sentido que se hacen una vez cada cierto tiempo, como las fes-
tividades programadas calendáricamente). Por ejemplo, por hacer un símil, en los
rituales mexicas se celebraban 18 festividades en ciclos de 365 días o bien, para el
ciclo de 260 días, se realizan fiestas cada trece días. En cambio, otras se realizaban
cada 4 u 8 años, y el ritual de Fuego Nuevo, cada 52 años. Por lo tanto, habría que
considerar la coexistencia de un ritual rutinario del día a día, otro programado ca-
lendáricamente, e incluso uno para tiempos de crisis, como menciona Manzanilla
(Manzanilla 2012a).
Por otra parte, Manzanilla reporta la existencia de fosas en las márgenes de la
plaza central de Teopancazco con los desechos de grandes banquetes comunales,
durante los que, entre otras cosas, se consumían peces marinos (Rodríguez 2010;
Manzanilla 2012a: 42). Al respecto, es muy factible que la huella química de di-
chos banquetes por su magnitud, número de personas involucradas, así como la
presencia de alimentos y bebidas, se preserve en el registro arqueológico y sea sus-
ceptible de estudio. De forma análoga, se han encontrado evidencias químicas de
tales festividades en Chinikihá (Obregón, comunicación personal) y Xochicalco
(Barba et al. 2014: 220).
Uno de los rituales más espectaculares de Teopancazco fue, sin duda, el ri-
tual de terminación del periodo de transición Tlamimilolpa/Xolalpan en que 29
individuos decapitados fueron colocados en fosas, frente y dentro de un templo, y
sus cabezas colocadas en vasijas (Manzanilla 2007: 491, 2012a: 34). Durante un
evento de tal magnitud, previo a su deposición en las fosas, debió de derramarse
una gran cantidad de sangre que indudablemente enriqueció la superficie de ocu-
pación. Al respecto, se han estudiado evidencias de rituales de terminación y de
clausura por medios químicos en Templo Mayor (Barba et al. 1996, 1997; López
Luján 2006: 94) y en Cacaxtla (Ortiz et al. en preparación).

89
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Por lo general, en actividades de tipo ritual se esperaría encontrar enrique-


cimientos de proteínas, ácidos grasos, carbohidratos y fosfatos derivados del uso
de ofrendas de sangre, resinas, bebidas fermentadas y productos orgánicos (Ortiz
2015: 290).

2.  El componente administrativo


Manzanilla reporta la existencia de sellos de estampa con figuras de cuatro pé-
talos, el dios de las tormentas, el dios del fuego, el quincunce, así como la repre-
sentación de un mono, que pudieron ser utilizados por los grupos sociales del
barrio para sellar con pigmentos, bultos y contenedores donde se almacenaba la
producción especializada del centro del barrio (Manzanilla 2012a: 45). Este tipo
de elementos, así como la presencia de rodelas denominados tejos, son materiales
que en el contexto arqueológico son indicadores del componente administrativo
(Manzanilla 2011: 18); sin embargo, químicamente es difícil que se pueda reco-
nocer esta actividad dado que por lo común no hay líquidos involucrados en los
pisos. Sin embargo, sería posible identificar bienes almacenados por los adminis-
tradores del lugar si se localizaran contenedores cerámicos sellados para poder
estudiar el contenido químico de los mismos. Al respecto, el estudio químico de
los contenedores sellados podría reportar la existencia de bebidas fermentadas
como pulque (carbohidratos), miel (carbohidratos), sal (cloruros), cacao (ácidos
grasos) (Barba et al. 2014: 230), que por lo general eran productos importados o
exportados (Ortiz 2015: 291).

3.  El componente artesanal especializado


Este componente se caracteriza en el registro arqueológico a partir de una gran
cantidad de instrumentos de hueso, como agujas, alfileres, botones, etc., y la pre-
sencia de materias primas principalmente de origen fáunico (peces, crustáceos,
reptiles, aves y mamíferos) con los cuales se manufacturaron los atavíos y tocados
de los nobles del barrio (Manzanilla et al. 2011). Tales indicadores fueron parte
fundamental para reconocer este componente (Padró Irizarry 2002; Padró y Man-
zanilla 2004; Rodríguez Galicia 2010), además de la representación de los trajes
de los sacerdotes en el mural de Teopancazco (Manzanilla 2012a: 47).
Con todo, además de considerar la presencia de estos indicadores que sin duda
nos hablan de una actividad artesanal, hay que tener en cuenta el área física donde
ésta se desarrolló. En Teopancazco, la arquitectura de “la sastrería” difiere totalmente
de la arquitectura tradicional teotihuacana, ya que está constituida mediante muros
de adobe y apisonados de tierra con huellas de poste (Manzanilla 2012c: 530).
Con estas características del espacio físico, ¿se podría considerar a las activi-
dades de la sastrería como sucias? (Ortiz 2015: 291). La falta de pisos estucados,

90
2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...

la presencia de huellas de poste para soportar una techumbre para mantener el


lugar ventilado pero protegido para el trabajo artesanal, y la presencia de materia-
les fáunicos como adornos que serían cosidos a los trajes, harían suponer que sí lo
fue. Sin embargo, hay que considerar que en Teopancazco también se confeccio-
naron trajes y bienes de prestigio, lo que debió implicar una gran limpieza. Por lo
tanto, habría que considerar la existencia de varios espacios para la realización de
estas actividades: 1) una zona de trabajo artesanal primario, donde se prepararon
los materiales para su transformación. Tales zonas involucrarían la presencia de
materias primas (plumas, huesos, pieles, etcétera) y de implementos asociados. En
esta zona se esperaría encontrar una gran cantidad de enriquecimientos químicos
y desechos. 2) Una zona de trabajo artesanal especializado de confección y termi-
nación de los productos, donde se esperarían bajos enriquecimientos químicos y la
presencia de artefactos tales como agujas, gubias, botones, tejos, entre otros; y 3)
una zona de almacenamiento de herramientas, adornos y objetos de los artesanos,
e incluso quizá la existencia de cuencos de tamaño mediano que indiquen el con-
sumo de comida y el uso de raciones estandarizadas para los artesanos (Aguayo
Ortiz 2012; Manzanilla 2011).
En el estudio de la lítica pulida, asociada a la sastrería y áreas circundantes,
específicamente de los metates, un cuidadoso análisis de los mismos, hecho por
Judith Zurita y Manuel Reyes, evidenció la presencia de materiales diversos en sus
poros, tales como: estuco, pigmento rojo, fibras diversas y lacas (Manzanilla Reyes
y Zurita 2006; Manzanilla 2012a). Al respecto, es muy interesante la utilización
de las lacas, ya que su preparación implica el molido de un insecto laca de la fami-
lia de los Kerriidae que produce una goma o resina espesa que cubre su cuerpo y
que se reproduce en algunas acacias (Zurita y Reyes 2014).
Es necesario colectar, lavar, secar y finalmente moler los insectos para su con-
servación. La preparación de la goma-laca implica que las escamas amarillas obteni-
das de la molienda se calienten a baja temperatura para que se disuelvan y se puedan
usar como goma o como una cubierta impermeable en diversos artefactos. Euler
y Jones (1956), citados por Zurita y Reyes (2014), reportan arqueológicamente la
presencia de esta laca para sellar herméticamente vasijas con alimentos. Por su parte,
Stacey et al. (1998), citado por los mismos autores, propone su uso por los pobla-
dores de la Gran Cuenca (Great Basin) del oeste de los Estados Unidos, como ad-
hesivo, sellador y aislante tanto en contextos etnográficos como arqueológicos. Por
lo tanto, Zurita y Reyes proponen que la producción de laca en Teopancazco pudo
servir como barniz para los tocados, o bien para producir goma como pegamento
para sellar vasijas o impermeabilizar cestería (Zurita y Reyes 2014).
Por lo tanto, consideramos que es factible localizar químicamente el compo-
nente artesanal pero sólo el relacionado directamente con el taller-almacén, donde

91
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

la presencia de los implementos de trabajo y materiales orgánicos involucrados


sea aún parte de una actividad “sucia”, antes de pasar a la confección final. De este
modo, los enriquecimientos de fosfatos podrían estar asociados a la presencia de
los restos faunísticos almacenados, o bien a la presencia de ácidos grasos asociados
a las resinas utilizadas para barnizar, engomar o laquear parte de la artesanía antes
de su colocación final (Ortiz 2015: 293).

4.  El componente residencial


Este es el componente que se puede reconocer con más facilidad en el contexto
arqueológico por medios químicos, dada la experiencia previa del Laboratorio de
Prospección en este tipo de contextos. Al respecto, hay muchos casos de estudio
que pueden documentar actividades de tipo doméstico (Barba 1986; Barba et al.
1987; Ortiz 1990; Manzanilla y Barba 1990; Barba et al. 1993; Middleton 2004;
Middleton y Price 1996; Ortiz y Barba 1993; Pecci et al. 2010; Barba et al. 2014).
Uno de los aspectos principales para reconocer este componente es que se trata de
actividades “sucias” en las que, mediante estudios interdisciplinarios de química,
paleobotánica, paleofauna, estudios etnoarqueológicos, así como de un minucioso
estudio del contexto arqueológico, se pueden llegar a reconocer patrones de enri-
quecimiento en este sentido (Ortiz 2015: 294).
Al norte de Teopancazco se ha localizado un espacio que químicamente se ha
interpretado como una zona habitacional (Pecci et. al. 2010) y Manzanilla ha pro-
puesto que tal espacio fungió como “casa” del administrador que regía el barrio en
época Tlamimilolpa (Manzanilla 2012a: 38). Se ha propuesto otro sector potencial
para la residencia del administrador del barrio, en el sector suroeste, pero para el
periodo Xolalpan tardío (Pecci 2000; Manzanilla 2012a: 49; Ortiz 2015: 294).

5.  Las cocinas-almacenes


Un contexto muy interesante para Teopancazco fue el hallazgo de una hilera de
cocinas y almacenes ubicados en la parte norte, sobre la actual calle San Francisco,
en las que se localizaron grandes ollas de almacenamiento y ecofactos asociados
gracias a un salvamento arqueológico dirigido por Linda R. Manzanilla (Man-
zanilla 2012a: 49). El estudio químico de estos espacios confirmó la presencia de
áreas de enriquecimiento que pueden ser catalogadas como “típicas” de prepara-
ción de alimento (Pecci et al. 2010). Al respecto se tienen estudios previos en áreas
de preparación de alimentos, como los realizados en San Vicente Xiloxochitla en
Tlaxcala, donde a partir de un estudio etnoarqueológico se logró comprender el
enriquecimiento químico de una cocina (Barba y Bello 1978; Barba y Ortiz 1992).
Un caso arqueológico de estudio de una cocina asociada a un almacén, se realizó
en los pisos estucados de Oztoyahualco (Barba et al. 1987; Ortiz 1990; Ortiz y
Barba 1993; Manzanilla 1993: 103; Manzanilla 1996). Las áreas de preparación

92
2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...

de alimentos son fácilmente distinguibles químicamente, ya que al igual que las


actividades rituales, son algunas de las actividades más “sucias” que se conservan
en el contexto arqueológico (Ortiz 2015: 295).
Por lo general, el enriquecimiento de áreas de preparación de alimentos invo-
lucra una zona de calentamiento que químicamente puede ser observada a causa
de un incremento en los valores de pH. Cerca de la zona de calor, se observarán
incrementos en los valores de proteínas y grasas involucrados con los alimentos.
De igual modo, en el área de consumo de alimentos se podrá ver un incremento
de los valores de los fosfatos. Tales residuos generalmente estarán asociados a im-
plementos domésticos, como ollas para la preparación de los alimentos, y a restos
paleobotánicos y paleozoológicos que formaron parte de la dieta.
Manzanilla ha propuesto que los centros de barrio carecieron de zonas priva-
das de preparación de alimentos de la forma en que se presentarían en los conjun-
tos multifamiliares (Manzanilla 1993), pero en contraposición presentaron hileras
de almacenes-cocinas comunes para alimentar a los residentes y trabajadores del
centro de barrio (Manzanilla 2012a: 41).

6.  El componente militar


Otra zona habitacional que Manzanilla ha propuesto para Teopancazco es la exis-
tencia de viviendas para el personal militar de la zona (Manzanilla 2012a: 48);
como evidencia de la presencia de guardias del barrio en el sitio, la autora propone
las figuras de militares que aparecieron flanqueando el mural principal del cuarto
7 en el sector sur de Teopancazco (Manzanilla 2012a). Dichos guardias pueden
haber acompañado a las caravanas a los enclaves o zonas donde se obtuvieron
y/o llevaron artículos suntuarios (Manzanilla 2012a: 64). Por lo tanto, es factible
que dentro del centro del barrio hubiera que considerar la zona de vivienda para
el personal militar de la zona. Dicha zona, además de los implementos militares,
presentaría áreas de descanso, dormitorios y, posiblemente, altares para rituales
particulares (Ortiz 2015: 296).

7.  El componente médico


La propuesta de Manzanilla se deriva del hallazgo de entierros de neonatos en
una banda norte-sur en el sector noreste del centro de barrio de Teopancazco,
particularmente en C353A, y una concentración de perinatos hacia la parte supe-
rior de la fosa principal de los decapitados de C162F, además del hallazgo de dos
individuos con patologías severas (Manzanilla 2012a: 45). Además, en el mismo
sector (C181B-261) se hallaron varios cosméticos con cierto grado de toxicidad
(plomo y mercurio) dentro de pequeños recipientes, asociados como ofrenda del
ajuar funerario de dos adolescentes sedentes (ent. 105-108) (Manzanilla 2012a:
45; Vázquez de Ágredos et al. 2012: 215).

93
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Aunque la propuesta es muy interesante, los datos derivan principalmente


de fosas de entierro, y no se cuenta con un lugar físico como “clínica” para realizar
el estudio químico. Sin embargo, es evidente que un sitio de estas características
implicaría un enriquecimiento sustancial de los pisos y sería factible su estudio,
particularmente mediante el estudio de fosfatos, proteínas y ácidos grasos (Ortiz
2015: 297).

8.  El componente comunitario


Siguiendo la propuesta de Gómez et al. (2004), Manzanilla menciona la existencia
de un espacio abierto al este del conjunto (C244), para realizar actividades comu-
nitarias tales como el juego de pelota, albergar a peregrinos que participaban en
las festividades periódicas del barrio, celebrar el tianguis, así como para ciertas ac-
tividades de intercambio (Manzanilla 2006, 2012a: 49). Dicho espacio, detectado
durante la prospección geofísica de este sector (Ortiz et al. 2012: 86), se caracteri-
zó como un área abierta de 576 m2 con apisonado y una escalinata hacia el este de
un posible templo (Ortiz 2015: 531).
En dichos lugares comunitarios habría que esperar una gran concentración
de residuos químicos, principalmente de fosfatos. Al respecto, bastaría ver la dis-
posición de la basura y de desechos producidos en un tianguis actual, a los que
ya se les han hecho estudios experimentales de distribuciones químicas (Sánchez
Vizcaíno y Cañabate Guerrero 1998), así como en yacimientos arqueológicos (Te-
rry et al. 2000; Dahlin et al. 2007).
Otras actividades alternas mencionadas por Manzanilla para dichos espacios
son: disposición de desechos de trabajo y orgánicos, teñido de telas, concentración
de coprolitos para ser utilizados como combustible o fertilizante, etcétera. (Man-
zanilla 2012a). Aunque para Teopancazco no haya evidencia de tales actividades,
es claro que la mayor parte de ellas produjeron enriquecimientos químicos y fue-
ron susceptibles de análisis (Ortiz 2015: 297).

La problemática de Teopancazco

Teopancazco presenta evidencias tanto de reparación parcial de pisos como de


nuevas superficies de nivelación, y en cada una de ellas es posible identificar las
variaciones en los patrones de enriquecimiento que se produjeron por los cambios
en el uso del espacio de una misma época o aún de épocas distintas, lo que dificul-
ta la interpretación (Ortiz 2015: 300).
En la sección norte de Teopancazco se ha evidenciado una dinámica arqui-
tectónica constante. En un plazo de 150 años (200-350 d.C.), tiempo que cubre el

94
2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...

periodo Tlamimilolpa, se construyeron dos momentos constructivos muy cercanos


uno de otro en sentido horizontal, prácticamente en un mismo espacio. Durante
este tiempo, el sector presenta modificaciones constantes, como reparación y ele-
vación de los pisos, cambios en los accesos, tapiajes, etc., sin que por ello cambie al
parecer la primera función sustantiva del centro rector: la ritual (Ortiz 2015: 252).
Por otra parte y por si fuera poco, dicha área fue reutilizada durante la época
Xolalpan (350-550 d.C.), es decir, otros 200 años de ocupación, tiempo en que
el uso del espacio cambió de actividad (Ortiz 2015: 271). Por lo tanto, se tienen
350 años de ocupación constante de este pequeño conjunto de estructuras con
un enriquecimiento químico diferencial en sus pisos, según las actividades que se
realizaron en él (Ortiz 2015: 301).

El conjunto norte

1.  Fase Tlamimilolpa


A mediados de la fase Tlamimilolpa, se incrementó la dinámica constructiva del
sector norte. Una de las modificaciones principales tiene que ver con la construcción
del gran patio ritual (C6) que implicó la elevación del nivel de ocupación que dio
como resultado la conformación del C162E, un cuarto con acceso directo al C6.
Por otra parte, la nivelación del C6 favoreció la existencia de un posible acceso a
la plaza central desde el este, a través del pasillo entre los templos C181B-C261 y
C313 A y B.
En el piso 2 del cuarto C162E se encontraron huellas de quemado y, como se
mencionó anteriormente, con acceso directo al C6 al mismo nivel que su piso 12
(figura 2.2). El acceso al sur se realizó mediante un pequeño vano con muros muy
delgados en sus extremos, posiblemente de material perecedero (Ortiz 2015: 305).
Es probable que durante un tiempo existiera un espacio abierto desde C6
hasta el pequeño altar localizado en C262F, ya que si se observa con cuidado la
morfología de los vanos este y oeste de los cuartos C362E al norte y C106D-362E
al sur, se puede apreciar que cuentan con bases de pilastra, con lo que conforma-
rían dos accesos porticados al norte y sur del altar; esto permitiría una circulación
más lógica en el conjunto, quedando así el altar en el centro de la plaza y el templo
del este un poco desplazado hacia el sur (Ortiz 2015: 306).
El patio central (C262F) eleva nuevamente el nivel constructivo, reedificando.
Ahí se encuentra un nuevo altar central de forma rectangular, desplazado levemente
su eje central hacia el norte, y que queda más centrado en el patio. Dicho altar des-
planta en el piso 3ª, que se encontró quemado y en mal estado (Ortiz 2015).

95
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Figura 2.2. Ruta de circulación durante el Tlamimilolpa medio.

El recinto del norte C267 presentó huellas de fuego en su piso. Pero se toma-
ron muestras de piso no quemado que, con arqueomagnetismo, dieron una fecha
de 330 ±50 y 335 ±15 d.C. (Beramendi et al. 2012: 122). Este recinto del norte
desplanta por medio de un escalón de 14 cm de peralte del recinto sur C262 R3,
que a su vez desplanta del patio central.
Al noreste del patio central (C262F) se tiene el cuarto C254A (pasillo), de cuyo
piso 3 se tomó una muestra no quemada para arqueomagnetismo, dando la fecha de
310 ±38 d.C. Dicho pasillo conduce al cuarto C260 piso 3, que aunque no presenta
fechamiento alguno, formó parte de la misma dinámica constructiva del sector norte
del conjunto. Este gran cuarto colinda con el templo de barrio al norte de él.
Al oeste del patio central se tiene un pasillo denominado C162D, donde se
localizaron dos áreas de actividad directamente sobre el piso 2 (AA100 y el AA
168), las cuales, por su distribución y su contenido, pueden estar relacionadas con
una actividad ritual (Manzanilla 2012c: 507). Al oeste del cuarto C162D se loca-
lizó el C262B, el cual se encuentra asociado al este del templo destruido, al norte
del patio, y presentó una serie de áreas de actividad y ofrendas que Manzanilla
interpreta como asociadas a un posible templo de Tláloc (Manzanilla 2012c: 536).

96
2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...

Todo parece indicar que, a mediados de Tlamimilolpa, el centro de barrio y


el conjunto norte funcionaron de una manera mucho más abierta; sin embargo,
algo sucedió en algún momento de la evolución arquitectónica de este sector, ya
que se realizaron tapiajes al norte y sur del patio (figura 2.3), de tal manera que el
vano sur de C262 R3 y el vano norte del cuarto C162E cierran su acceso al patio
central (Ortiz 2015: 307).

Figura 2.3. Ruta de circulación durante la segunda parte del Tlamimilolpa medio.

Debido al cierre del acceso sur del C262 R3, se ha interpretado que quizá
debió existir un acceso al oeste del mismo, dado que hacia esa parte el muro estuvo
conformado por adobes. De esta manera, dicho acceso conduciría al C162 que se
ha nominado como pórtico, el cual podía conducir, mediante un pasillo (C162D),
al sur, hacia el C6 o bien al patio central al este (C262F) (Ortiz 2015: 308).
Sobre el piso muy bien conservado del C162D, en un punto próximo al muro
este, se encontró una concentración de objetos (AA100) con más de 400 tiestos de
cerámica, botones de cerámica, 250 fragmentos de pizarra, fragmentos de mica,
miniaturas, y otros restos (Manzanilla 2012c).
Más al oeste del cuarto C162D, se localizó el C262 B, que se asocia directa-
mente al este del templo destruido al norte del patio, y que presenta una serie de

97
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

áreas de actividad y ofrendas, entre las que destaca una acumulación de navajillas
sobre una capa de ceniza al SW del cuarto, que descansa sobre el piso 2, que
Manzanilla interpreta como asociadas a un posible templo de Tláloc (Manzanilla
2012c: 536). Puede notarse en el dibujo que hacia el sur del cuarto se localiza la
escalinata de acceso al conjunto, que pudo ser el acceso principal en esta fase desde
el piso 12 al conjunto norte.
Es en este momento constructivo cuando al parecer se restringe el acceso de
circulación al conjunto, dado que solo se puede acceder por la pequeña escalinata
localizada al sur de C262B, lo cual contrasta totalmente con el momento cons-
tructivo anterior en que había una mayor accesibilidad y circulación al patio, al
altar y, por ende, al templo (Ortiz 2015: 309).

La interpretación química
El enriquecimiento químico de los pisos de esta época parece corresponder a acti-
vidades rituales cotidianas del momento de uso del nivel constructivo del Tlami-
milolpa medio y muestra cosas interesantes que vale la pena mostrar.

Fosfatos
Los fosfatos se concentran en la parte central del patio y del altar, lo cual es muy
lógico dado el manejo de ofrendas de tipo orgánico (figura 2.4). Al tratarse de
actividades con fluidos, parece evidente que dentro del patio (C262F) se hacen
ofrendas alrededor del altar, y la distribución química parece sugerir que se realizó
una especie de camino o ruta del ritual que llevó hacia la escalinata del templo y
otro hacia el C260, o bien salió de ellos. Otra ruta probable, aunque no tan clara,
es la que se dirige hacia el pasillo C162D. Este tipo de enriquecimiento es similar
al observado en el patio central (C6) para la fase Xolalpan y cuya evidencia se
puede constatar en el mural de los sacerdotes de Teopancazco (Barba et al. 2014).
Este pasillo es interesante, puesto que a lo largo de él se depositó una serie
de objetos directamente sobre su piso 2, que corresponden a las AA 100 y 168
(Manzanilla 2012c). En esta última se colocaron, sobre una cama de arena muy
fina, varios objetos, entre los que destacan varias vasijas, mica, navajilla, pigmento,
etc. y cuya ofrenda pudo contribuir al enriquecimiento de los fosfatos del pasillo.
Manzanilla considera que esta ofrenda se relaciona con algún ritual asociado con
el “altar a Tláloc”, ubicado al oeste de este sector y con el C262B; sin embargo, este
último presenta valores muy bajos de fosfatos, además de que luce separado del
conjunto norte y evidentemente no tiene nada que ver con el ritual que se realiza
al oriente de él.

98
2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...

Figura 2.4. Mapa de distribución de fosfatos.

Otro cuarto que contrasta por sus bajos valores de fosfatos es el cuarto
C162F, separado del patio por la construcción del muro norte; es claro que hacia
este tiempo deja de participar en el ritual, del cual antes formaba parte. Hay que
recordar que en este momento el cuarto presenta conexión directa con el C6 y
se separa de él por medio de delgados muros, quizá de material perecedero. Sin
embargo, al menos en fosfatos, no hay evidencia de enriquecimiento en su interior
con excepción de su porción este.

Carbonatos
En Teotihuacan los carbonatos se relacionan con la calidad constructiva de los es-
tucos y sus reparaciones. También es factible detectar zonas de circulación debido
al desgaste del piso (figura 2.5).
El piso 3 del patio se encontró quemado y en mal estado de conservación,
cosa que influye directamente en la descomposición de los carbonatos. El alza de
los valores de carbonatos parece estar directamente relacionado con zonas quema-
das que podrán observarse en el mapa de pH, en una relación (CO3 – pH) que ya
se ha observado en otros casos de estudios de áreas de actividad.
El cuarto del sur que fue separado del patio (C162E) muestra bajos valores
en general. El banco de datos del proyecto (Manzanilla 2012c) menciona que su

99
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

piso 2 se encontró quemado, hecho que no se refleja en el mapa de carbonatos, con


excepción de su esquina suroeste.
El Cuarto 262B, ubicado en el extremo oeste, presentó un incremento en
los valores de carbonatos y parece estar asociado al AA156, en la cual se depositó,
directamente sobre el piso 2, una acumulación de navajillas prismáticas y otros
objetos sobre una capa de ceniza.

Figura 2.5. Mapa de distribución de carbonatos.

pH
Los valores de pH están relacionados con lugares de acumulación de ceniza por
combustión y calentamiento. Por lo tanto, planteamos que el enriquecimiento de
estos pisos fue debido a actividades rituales de manera cotidiana. Al respecto, los
valores de pH obtenidos en el patio (C262F) parecen corresponder directamente
con localizaciones precisas de fuentes de calor (posiblemente braseros) en asocia-
ción con la parte sur del altar, el acceso al templo y el acceso al C260 (figura 2.6).
Y como se mencionó en el mapa de carbonatos, dicho incremento observado en
los mapas corresponde con el alza de ambos indicadores asociados (CO3 – pH).
Pese a que el piso del C162E se encontró quemado, esto no corresponde con
los valores obtenidos, puesto que sólo se aprecian incrementos en los extremos este
y suroeste, pero en general los valores rondan entre 7 y 7.5 en el centro del cuarto.

100
2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...

Figura 2.6. Mapa de distribución de pH.

En el pasillo más oriental (C262B), donde se encontró una ofrenda de nava-


jillas prismáticas sobre una capa de ceniza (AA156) sobre el piso 2, se puede ob-
servar que sí hay incremento de los valores de pH en el mapa, por lo que se puede
deducir que tales incrementos se produjeron por la combustión de una ofrenda
ritual; en tanto el pasillo (C162D), en general, presenta bajos valores en su parte
sur, que se incrementan un poco al norte casi en la inflexión hacia el patio central.

Ácidos grasos
Los ácidos grasos pueden derivar de varias fuentes; sin embargo, si consideramos
que éste es un contexto ritual, puede derivar del uso de resinas (como copal), ma-
dera resinosa, o incluso sangre, si está en asociación con proteínas.
El estudio del patio (C262F P3) (figura 2.7) permite observar una banda
de enriquecimiento que atraviesa de norte a sur el altar central, pero se concentra
particularmente al sur de él. También puede notarse otro incremento importante
en la esquina noroeste (en C254) y en el acceso directo al C260, lo cual plantea
la posibilidad de que este último jugó un papel importante con el ritual cotidiano
efectuado en el altar central del patio (C262F P3); lamentablemente careció de
piso para ser muestreado.

101
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Figura 2.7. Mapa de distribución de ácidos grasos.

Hacia la parte sureste del patio, precisamente frente al acceso al templo, pue-
de notarse un ligero incremento, pero sobre todo en el extremo sur de ese pasillo,
frente a los tableros. El pasillo C162D también presenta incremento y parece que
tiene relación con los objetos depositados ritualmente sobre el piso AA 100 y 168
con una ofrenda de tipo ritual, al igual que el C262B con el AA 156.

Residuos proteicos
Los residuos proteicos para contextos rituales por lo general se han visto relacio-
nados con la presencia de sangre, ya sea de animales, ofrendas de autosacrificio o
a la presencia de ofrendas de tipo orgánico. Después de observar su distribución
química, se puede comentar que se concentran principalmente hacia la parte no-
roeste del patio central y al sur del altar, donde ya se han observado coincidencias
con otros indicadores (figura 2.8). De igual forma, hacia la esquina noreste del
patio en dirección al C254B, se nota una conexión con el C260, el cual una vez
más se ve involucrado con el ritual del patio. Asimismo, en la esquina suroeste del
patio se observa un incremento. Llama la atención que casi toda la superficie del
altar presenta bajos valores, en tanto que frente al templo son prácticamente nulos.
En contraste, el pasillo C162D presenta, en proporción, mayores concentra-
ciones de residuos proteicos en comparación al patio central, al igual que el pasillo
C262B ubicado al oeste de él.

102
2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...

Figura 2.8. Mapa de distribución de residuos proteicos.

En el C162F, ubicado al sur del patio, puede notarse una actividad distinta
que no tiene que ver con el ritual del patio central, en la cual puede apreciarse un
ligero incremento hacia la parte oeste del cuarto, pero en general sus valores son
prácticamente nulos.
Es interesante comentar la superposición de algunos indicadores en zonas
importantes de la actividad ritual, como lo fue la zona al sur del altar (CO3, pro-
teínas, pH y grasas); frente a la escalinata del templo (CO3, pH, grasas y PO4); en
el C254 anexo al C260 (PO4, grasas, proteínas y CO3); en el sector sur del C253B
(CO3, pH y grasas); en el altar (grasas y PO4); en la parte norte del patio (PO4,
grasos y proteínas), y en el acceso al C260 (pH y grasos).
Recapitulando, resulta claro que las concentraciones de residuos químicos
que se observan en este conjunto norte, en relación con el patio central, tienen
que ver directamente con las actividades realizadas de un ritual cotidiano y repe-
titivo, en el que están involucrados el altar, el templo y el cuarto anexo al norte
(C254-C260). Por otra parte, la zona de pasillo anexa al oeste del patio (C162D)
parece que estuvo involucrada indirectamente como pasillo. Sin embargo, sus
principales enriquecimientos parecen corresponder más a un ritual de termina-
ción que, además, se ve confirmado por la localización de objetos distribuidos a lo
largo del mismo. El mismo caso sucede con el C262B, cuyo enriquecimiento es
distinto y al parecer ajeno al ritual del patio central (C262F).
De igual manera, es claro que las actividades realizadas en el C162E no tie-
nen que ver con la actividad ritual realizada en el patio central (262F); sin embar-

103
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

go, debido a su asociación directa con el patio (C6) al sur, es de particular interés
averiguar su funcionalidad dadas las bajas concentraciones químicas obtenidas
de sus pisos. Un aspecto interesante es el hecho de que este cuarto es el único de
Teopancazco que presenta muros perecederos que lo separan del C6; no obstante,
sus pisos se unen por medio de un pequeño acceso estucado demarcado en el piso.
Este tipo de acceso nos hace recordar el cuarto C9 que se encontró en Oz-
toyahualco 15B y que se unía al patio de circulación central de la unidad habita-
cional 1 (Ortiz 1990: 54). En aquel entonces dicho cuarto se interpretó como un
posible dormitorio. En este caso y dada su asociación con el C6, puede tratarse
de un posible cuarto de meditación, o bien un lugar para colocar los implementos
del ritual.
Para Tlamimilolpa tardío, la fisonomía del sector norte de Teopancazco vuel-
ve a cambiar. Se vuelve a subir el nivel del sector, creándose de esta manera el
módulo cuarto-pórtico-patio (C167-C162C-C162F), sin el muro divisorio que
impedía el acceso al patio central. Dicho módulo presentó una gran dinámica
constructiva que continuó incluso hasta Xolalpan tardío, con diversas modifica-
ciones a través del tiempo. El pórtico del cuarto C162C, piso 2, presentó una
fecha arqueomagnética de 320 ±20 d.C (Beramendi et al. 2012: 122).
Para el templo C181B-261, asociado al este del módulo, se tienen datos de
radiocarbono que provienen de contextos del periodo de la transición Tlamimilol-
pa/Xolalpan temprano. Las edades de radiocarbono están asociadas con el AA227
y con el Entierro 105, con intervalos calibrados entre 250 y 360 d.C. (moda 270
d.C.) (moda 300 d.C.) y 240-375 d.C. (modas 275 y 325 d.C.), respectivamente
(Beramendi et al. 2009: 105, 2012: 125).
El periodo de transición entre Tlamimilolpa tardío y Xolalpan temprano
está marcado por una serie de evidencias que indican la realización de un ritual de
terminación que se manifiesta principalmente en la parte norte de Teopancazco.
(Manzanilla 2012a). Algunos de los indicadores del ritual de terminación son:
• El templo principal (C181B-261) es destruido y “decapitado”.
• Dentro y sobre del templo destruido y en el patio principal frente al tem-
plo (AA142-144), hay una serie de entierros que marcan el final de la fase
(Manzanilla 2012a: 33-34).

La figura 2.9 muestra la densidad de áreas de actividad que se asocian con


la fase de transición Tlamimilolpla/Xolalpan, manifestadas como ofrendas y
entierros localizados bajo el piso 2B del patio C162F P2B, dentro del templo
C181B-261, así como el C260 adosado al norte del templo (figura 2.9).

104
2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...

Figura 2.9. Áreas de actividad asociadas a la fase de transición Tlamimilolpa/Xolalpan.

Dada la evidencia del sacrificio masivo por el que varias personas fueron
decapitadas, surgen varias preguntas: ¿el estudio químico podría ser capaz de re-
gistrar dicho evento? ¿Se distinguirá un cambio en el patrón de enriquecimiento
de un ritual cotidiano como el interpretado para mediados de Tlamimilolpa con
un ritual de terminación presente en la transición de Tlamimilolpa tardío con
Xolalpan?

El módulo cuarto-pórtico-patio (C167-C162C-C162F), templo y C260 y su


estudio químico
El módulo cuarto-pórtico-patio (C167-C162C-C162F) de Teopancazco ya ha-
bía sido interpretado con anterioridad en el 2010 (Pecci et al. 2010: 454-456); sin
embargo, dicha interpretación química se realizó antes de que se descubriera el ri-
tual de terminación con las grandes fosas que afectaron justamente la porción sur
del módulo e incluso antes de la obtención de fechas de radiocarbono y arqueo-
magnéticas que definieron temporalmente a este módulo para la fase de transición
Tlamimilolpa tardío-Xolalpan temprano.
Como se mencionó en dicho artículo, este módulo no difiere arquitectó-
nicamente de otros módulos teotihuacanos conformados por recintos, pórticos
y cuartos auxiliares relacionados entre sí (Angulo 1997: 272; Pecci et al. 2010:
454). La presencia de muros que separan el cuarto interior del pórtico, así como el
techo que cubre a los dos, reditúa en una diferencia de ventilación e iluminación

105
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

entre los mismos, que presupone un uso diferencial de los espacios. Los patios que
anteceden a un pórtico, denominados tradicionalmente como «patios hundidos»,
son espacios abiertos sin techumbre, y se caracterizan por el espacio que ocupan y
la función que desempeñan: como centros de reunión y distribución de la circula-
ción interna, y como fuentes de iluminación y ventilación (cubos de luz) para los
recintos y cámaras porticadas que lo anteceden (Angulo 1987: 280).
De igual forma, el módulo de Teopancazco está conformado por un cuarto
interior (C167 P3) que accede hacia el sur a un pórtico (C162C P2), que a su vez
desciende hacia un patio hundido (C162 F P2b) a través de un pequeño escalón
(Pecci et al. 2010: 454).

Cuarto interior (C167 P3)


El banco de datos menciona que sobre el piso 3 se localizó la extremidad de una
figurilla cerámica grande (Manzanilla 2012c: 513).
En la esquina sureste del C167 P3, se localizó una depresión circular en el
piso de 48 cm de diámetro por 18 cm de espesor, revestida de arcilla quemada
(AA133), dentro de la cual se encontró gran cantidad de ceniza, carbón y pizarra.
Dentro y fuera de la circunferencia de barro (AA133), se hallaron fragmentos de
cazuela y ollas, y sobre el piso, abarcando un área de 125 cm de espesor, se localiza-
ron más materiales, entre los que destacaron candeleros, puntas de proyectil, extre-
midades de una figurilla títere (del AA138), además de un cajete curvo divergente,
más fragmentos de figurilla, dos navajas de obsidiana, más pizarra, hueso cocido, y
concentraciones de cerámica. Los datos paleozoológicos reportan la presencia de
huesos quemados de conejo, ave y tuza. El banco de datos del proyecto menciona
que posiblemente estuvo asociada al AA138 (Manzanilla 2012c: 514).
El AA138 consistió en una concentración de materiales sobre el piso 2, con-
formada principalmente por fragmentos de una figurilla articulada. El área de
dispersión de los materiales fue de 93 cm de ancho por 148 cm de largo y 11 cm
de espesor. Los materiales reportados para esta área de actividad son: candelero,
hueso trabajado, figurillas, puntas de obsidiana, cuentas de ónix, además de cerá-
mica y obsidiana (Manzanilla 2012c).

Pórtico (C162C P2)


El pórtico contó con tres áreas de actividad asociadas (AA98, 101 y 102). El
AA98 presentó una concentración de materiales pegada al muro norte, de 39
por 39 por 10 cm, consistente en cerámica (6 fragmentos, además de dos cajetes,
uno completo, que descansa sobre aplanado de lodo pintado de rojo, y otro cajete
fracturado), una pre-punta de obsidiana, estuco y lodo pintado de rojo, pizarra
(tres fragmentos que al parecer contienen carbón), un hueso pequeño de animal

106
2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...

y cuarzo. Se encuentra asociada con una fosa semicircular denominada AA101


(véase Manzanilla 2012c: 506).
El AA102 consistió de una concentración de objetos en un área de 57 por
68 por 15 cm, en el sector suroeste del cuarto. En ella se encontró una vasija
fragmentada (con abundantes fragmentos de mica en su interior), una esfera de
cerámica, un fragmento de figurilla, fragmentos de mica, de huesos de animal
(algunos quemados), uno de pizarra. Está asociada con la fosa de saqueo (AA96),
a un fragmento de cuchillo y posiblemente una mandíbula, una aguja de hueso,
caritas de figurilla (Manzanilla 2012c).

Patio (C162F P2B)


Su historia constructiva fue muy dinámica. Debajo del piso 2 se encontró el piso
2B y debajo de éste, el piso 2C. Presentó bajadas de agua al sureste del pórtico.
Debajo del piso 2B se encontraron tres áreas de actividad asociadas con la caída de
agua (AA140 A, B y C) con cajetes cada una. Dichas áreas de actividad fueron las
primeras de una serie de fosas alineadas E-W en dos hileras, entre las que destacó
el AA142-144, que contuvo 4 niveles de cráneos (decapitados), la mayor parte
dentro de una cazuela y tapados con otra vasija, al igual que seis infantes dispues-
tos en los primeros dos niveles de decapitados (véase Manzanilla 2012c: 508).
Todos los elementos localizados sobre los pisos del complejo cuarto-pórti-
co-patio parecen estar asociados directamente con el ritual de terminación que
culminó con la decapitación de los personajes que fueron depositados en la gran
fosa AA142-144 fechada hacia el 350 d.C.

Interpretación química

Fosfatos
A primera vista y a nivel general, puede notarse un enriquecimiento diferencial
en cada uno de los tres espacios, de los cuales el cuarto interior presentó menos
enriquecimiento y el más enriquecido fue el pórtico.
En el cuarto interno (C167 P3) se aprecia claramente un incremento de fos-
fatos asociado directamente tanto al círculo de barro del piso (AA133) como a la
zona de materiales que lo rodea (AA138), y que fueron localizados sobre piso en
la esquina sureste del cuarto (figura 2.10). El resto del piso presentó bajos valores
con excepción de la parte norte y de la esquina suroeste. El valor promedio en los
valores de fosfato del cuarto en general fue de 3.3.
El pórtico, en cambio, denota un incremento notable en los valores de fos-
fatos, localizados casi en todo el piso, con un ligero decremento hacia la esquina
suroeste donde se localizó el AA102. El valor promedio de los fosfatos fue de 5.3.

107
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Figura 2.10. Mapa de distribución de fosfatos (modificado de Pecci et al. 2010).

El patio presenta también altos valores de fosfatos; sin embargo, hay una
mayor variabilidad en los valores: los más bajos se concentran en el norte y sur
del mismo; valores más altos en el centro y suroeste, y el resto son valores de 5. El
promedio del cuarto fue de 5.06.

Carbonatos
Al igual que los fosfatos, el cuarto interno presenta los valores más bajos (1). El
incremento está estrechamente relacionado con la esquina sureste donde se loca-
lizó el círculo de barro quemado en el piso, el cual, por contener ceniza, influye en
los valores de carbonatos y de pH en esa relación que ya se había comentado con
anterioridad (CO3-pH) (figura 2.11).
El pórtico incrementa sus valores en relación al cuarto interno; sin embargo,
hay una banda de bajos valores al centro con dirección norte-sur, que se podría
interpretar como zona de circulación. La esquina noreste del pórtico presentó un
incremento en los valores de carbonatos por lo que posiblemente en esa zona está
mejor conservado el piso.
El patio presenta los valores más altos del módulo, lo cual puede ser señal de
que su piso está en mejor estado de conservación, pues presenta una mayor pro-
porción de cal en su acabado, o bien que pudo ser reparado con mayor frecuencia.

108
2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...

Figura 2.11. Mapa de distribución de carbonatos (modificado de Pecci et al. 2010).

pH
El pH, tal y como se comentó en el mapa de carbonatos para el cuarto interior,
presentó una zona de enriquecimiento influenciada por el círculo de barro cocido
en el piso, el cual se encontró repleto de ceniza, que se ve reflejado por el aumento
del pH (figura 2.12). La banda de enriquecimiento visible al oeste de él se debe
posiblemente al barrido de la ceniza de la zona de combustión, lo cual se ve refle-
jado también en el mapa de carbonatos.

Figura 2.12. Mapa de distribución de pH (modificado de Pecci et al. 2010).

109
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Figura 2.13. Mapa de distribución de ácidos grasos (modificado de Pecci et al. 2010).

A diferencia del enriquecimiento del cuarto interno, donde se encontró una


zona de calentamiento explícita, la elevación de los valores de pH en el pórtico y
particularmente en el patio, cuyos valores de pH presentan valores superiores de
10, puede ser interpretada como una suma de factores: 1) la manufactura del piso
es de mejor calidad (como se observa en el mapa de carbonatos), lo que incremen-
ta el valor de pH. 2) El segundo factor será comentado en la interpretación final
de este sector.

110
2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...

Ácidos grasos
En el cuarto interno hay un incremento en los ácidos grasos que se asocia direc-
tamente con la zona de combustión del círculo de barro cocido en el piso y en
la zona de influencia del AA138 anexa al AA133 (figura 2.13). Dicha elevación
podría deberse a dos factores: a) la combustión se realizó con madera resinosa,
aunque se ha mencionado que para evitar el humo producto de la combustión en
espacios cerrados, se debió utilizar carbón para la preparación de alimentos (Pecci
et al. 2010: 456). b) El segundo factor de enriquecimiento pudo ser el uso de resi-
nas aromáticas, como el copal, para el ritual (Barba et al. 1998: 24).
En el pórtico, la mitad oeste evidenció la presencia de ácidos grasos, parti-
cularmente hacia la esquina suroeste del mismo, en asociación con el AA102, la
cual, al igual que el AA138 del cuarto interno, se relaciona con una concentración
de materiales sobre el piso, por lo que también podría asociarse a la presencia de
resinas. En el patio, los ácidos grasos se encuentran en el sector oeste con un in-
cremento hacia la parte sur, aunque en menor proporción que en el cuarto interior
C167.

Residuos proteicos
En el cuarto interior, los residuos proteicos son el único indicador que no está
asociado con el círculo de barro cocido en el piso (AA133); sin embargo, presen-
tan un incremento hacia la parte norte del mismo en probable asociación con los
materiales localizados sobre el piso 3 (AA138), así como una franja localizada
hacia el oeste del cuarto (figura 2.14). Por lo demás, es interesante la ausencia de
proteínas en la mayor parte del cuarto.
En el pórtico, la ausencia de proteínas también es notable, con excepción de
la presencia de materiales sobre el piso 2, localizados hacia la esquina suroeste del
mismo (AA102).
Por último, el patio contrasta en su totalidad con el cuarto interno y pórtico,
ya que presenta altos valores de proteínas en casi todo el piso, y es particularmente
alto en el oeste y noroeste del mismo, así como en su esquina sureste.

Interpretación
Con base en las áreas de actividad localizadas en los pisos del módulo, así como
en la distribución química de sus residuos, todo parece indicar que hay evidencia
de la preparación de un ritual de clausura previo al ritual de terminación. Por
una parte hay que considerar que la presencia de un elemento arquitectónico fijo,
como lo es el círculo de barro cocido en el piso del C167, puede sugerir un uso
más cotidiano (posiblemente preparación de alimentos, ya que los indicadores
químicos involucrados coinciden con ese uso) y que durante el ritual de termina-

111
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

ción fue aprovechado por sus características, quizá para la preparación y consumo
de alimentos para el ritual (Pecci et al. 2010: 456; Ortiz 2015: 329).

Figura 2.14. Mapa de distribución de residuos proteicos (modificado de Pecci et al. 2010).

Los indicadores asociados con las actividades previas llevadas a cabo durante
el ritual de terminación de la fase Tlamimilolpa/Xolalpan son principalmente las
áreas de actividad localizadas sobre los pisos, así como los hallazgos excavados en
el patio y en el templo. En primer lugar habría que mencionar, como parte del ri-
tual de terminación, la decapitación de 29 individuos (Manzanilla 2012a: 34). En
dicho ritual se debió derramar una gran cantidad de sangre; justamente, el patio
reveló altos valores de proteínas. Dicho espacio estuvo asociado físicamente al
templo de barrio y en fases anteriores presentó un altar central; sin embargo, pese

112
2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...

a que en esta última fase no se encontró ninguno, es factible que en ausencia de un


altar fijo, se utilizaran maquetas móviles como las reportadas para Oztoyahualco
15B para la fase Xolalpan (Manzanilla y Ortiz 1991). Es interesante comentar
que, en este mismo espacio, se encontró un pequeño momoztli tardío, que parece
marcar el área como parte de la memoria histórica de los habitantes por sus ances-
tros (Ortiz 2015: 330). Los altos valores de proteínas que se obtuvieron para este
patio se han observado en otros casos de estudio y están fuertemente vinculados
con el empleo de la sangre (Barba et al. 1996: 25).
Asociados a los altos valores de proteína, también se registraron altos valo-
res de pH en el patio. A reserva de verificar los indicios con estudios posteriores,
podría tratarse de una cremación ritual del cuerpo de los decapitados, aunque ni
en el banco de datos ni en la excavación se mencionan huellas de quemado sobre
el piso 2B. Sin embargo, dicha práctica fue ampliamente utilizada en la época
prehispánica junto con la decapitación y desmembramiento, como en el ejemplo
que se trabajó con química de áreas de actividad en el “Patio de los Rombos” en
Cacaxtla (Ortiz et al. en preparación; 2015: 331).
En el patio también se reporta la presencia de ácidos grasos, que en asocia-
ción con las proteínas puede estar relacionada con sangre humana, además del
empleo de resinas aromáticas –como el copal– durante la realización de la ceremo-
nia. Dicha asociación de grasas con proteínas se ha visto reflejada en lugares ritua-
les como el Templo Mayor (Barba et al. 1996); el momoztli de Palma y Venustiano
Carranza, en el Centro Histórico de la Ciudad de México (Getino y Ortiz 1988,
1997), y en Oztoyahualco 15B, en Teotihuacan (Barba et al. 2007).
Por otra parte, si se estudian con detenimiento los implementos del ritual que
se localizan sobre el piso en el cuarto interior y en el pórtico, se puede observar
la presencia de figurillas desmembradas, navajas, puntas de proyectil e incluso un
cuchillo (Manzanilla 2012c: 506, 514), materiales sugerentes que podrían inter-
pretarse como parte de la preparación del ritual de terminación (Ortiz 2015: 319).

El sector norte-noroeste
Este sector de Teopancazco también se vio involucrado en el ritual de termina-
ción del periodo de transición Tlamimilolpa/Xolalpan. El más claro, después de
los decapitados del sector noreste, se encuentra en el sector noroeste del conjunto,
donde se halló evidencia de una ofrenda de clausura en el C206, un pequeño
cuarto que se localiza hacia la esquina noroeste del C6 bajo el piso 12. Al norte de
él hay una escalinata (C358A-C) que en un tiempo posiblemente unió el templo
destruido del norte con la gran plaza del sur (C6).
Aún no es clara la asociación de estos espacios por lo destruido del sector.
Durante la época Xolalpan debió existir un templo al norte, del cual sólo quedó

113
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

como evidencia la huella de una escalinata al norte del patio C6 que accedía a él.
Posteriormente, es posible que los saqueos tardíos y la presencia de un árbol hayan
destruido los últimos vestigios.
Dentro de ese templo tardío, se localizó la cara sur de un templo más tempra-
no, conformado por tablero-talud (C358D), que en una época también fue des-
montado para construir dos recintos en su parte superior y del cual sólo quedaron
parte de sus pisos, aislados y sin comunicación clara con el resto del sector (C258
A y B). En apariencia, dichos recintos no formaron parte de la ceremonia de clau-
sura, pero sí dan cuenta de las actividades cotidianas cuando la estructura estuvo
en uso. Por lo aislado que se encuentran, poco se puede decir de su funcionalidad;
sin embargo, por sus distintos indicadores químicos se puede mencionar, en tér-
minos generales, que el C258B presenta mayor enriquecimiento que el C258A
(Ortiz 2015: 332).
La escalinata al sur, por su parte, asciende por medio de unos escalones am-
plios pero de pequeño peralte hacia el C358D, ubicado al oeste del C258B; sin
embargo, tampoco hay una comunicación clara. Por su enriquecimiento químico,
además de una amplia gama de materiales faunísticos y botánicos asociados a sus
pisos, parece claro que formó parte del ritual de transición del Tlamimilolpa/Xo-
lalpan, y fue denominado como el “camino de las chías” (Ortiz 2015: 333).
Por último está el C206 P13, pequeño cuarto que yace bajo el piso 12 del C6,
en donde se localizó una ofrenda de terminación en la que varias vasijas fueron
matadas como parte del mismo ritual.

La interpretación química

Fosfatos
La escalinata presenta incrementos en su porción norte, directamente asociados
con el tablero-talud del templo (figura 2.15). El banco de datos menciona que en
este pasillo se localizaron varios entierros de infantes en el C358A, lo que pudo
contribuir al enriquecimiento de fosfatos presentes. El C358C es el denominado
“camino de las chías” por los restos paleobotánicos de semillas de chía hallados en
él (véase Manzanilla 2012c: 543). Sin embargo, los valores de fosfato asociados a
él son bajos.
En el C206 se observa un enriquecimiento directamente asociado con las
AA37 y AA37B, donde se localizó una gran cantidad de materiales involucrados
en el ritual de terminación: cerámica, cuentas, mica, pizarra, lítica, concha, car-
bón, cerámica “matada”, candeleros, hueso cremado, alisadores, restos de braseros,
fragmentos de vértebras, falanges animales y humanas, etc., todo como parte de
seis rellenos de materiales depositados sobre el piso 13 (véase Manzanilla 2012c:

114
2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...

521-523). Manzanilla observa que el tiempo de deposición de la ofrenda (AA37


y AA37B) fue un rito que se realizó en un solo momento. Esto implicaría que el
enriquecimiento químico de los materiales involucrados formó parte de la des-
composición y adición de elementos orgánicos depositados y usados durante el
ritual (Manzanilla 2012c: 526).

Figura 2.15. Mapa de distribución de fosfatos (modificado de Pecci 2000).

La descripción del registro de excavación es muy interesante. Manzanilla


menciona que el piso fue previamente quemado antes de depositar la ofrenda.
Posteriormente se depositó una fina cama de arena. A continuación, se deposita-
ron los bienes suntuarios como cuentas de piedra verde, anafres, braseros. Los mu-
ros S y E fueron destruidos y sus restos colocados dentro de la ofrenda. Luego, se
dispusieron las cerámicas “matadas” posiblemente en otro lugar y acomodadas de
manera estratégica en la ofrenda. Por último, los elementos más importantes de la
ofrenda como: ollas, vaso con pigmento rojo, cajete al negativo, un plato Anaran-
jado Delgado, y uno de los vasos estucados (Manzanilla 2012c: 526). Un aspecto

115
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

interesante que se menciona en la base de datos, es que uno de los fragmentos del
vaso estucado parece haber estado expuesto a la intemperie, lo cual implicaría que
quizá los objetos no fueron cubiertos después del ritual, y que éste pudo haber
sido realizado por lo habitantes del P12 (Manzanilla 2012c). Lo anterior puede
ser factible, ya que, como se observó anteriormente, el C162F P2 presentaba un
acceso directo con el piso 12 de la gran plaza (C6) desde mediados del periodo
Tlamimilolpa (Ortiz 2015: 335).

Carbonatos
El análisis de carbonatos parece demostrar, a simple vista y de manera general,
que la calidad de los pisos de estuco fue mejor en los recintos (C258 A y B) que
en la zona del pasillo (C358A-C), los cuales presentaron un piso de gravilla sin
enlucido de estuco e incluso mejor que el piso 13 donde se depositó la ofrenda del
C206 (figura 2.16).

Figura 2.16. Mapa de distribución de carbonatos (modificado de Pecci 2000).

116
2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...

pH
El área escalonada parece mostrar una zona de combustión con valores por en-
cima de 9 en el sector norte en relación con el templo, lo que presentaría cierta
semejanza con los resultados de fosfatos (figura 2.17).

Figura 2.17. Mapa de distribución de pH (modificado de Pecci 2000).

Las AA37 y AA37B asociadas con la ofrenda del C206, en la cual el piso 13
se encontró quemado, mostró que el área original de combustión se localizó en el
extremo sur de la ofrenda, con valores por encima de 9, lo que sugiere la presen-
cia de ceniza por combustión. Sin embargo, como menciona Pecci los materiales
recuperados de la ofrenda no presentaron huellas de quemado, por lo que se con-
cluye que la combustión parece haber sido realizada antes de añadir la ofrenda
(Pecci 2000: 176).

Ácidos grasos
El sector de la escalinata muestra la presencia de residuos proteicos en la esqui-
na noroeste en asociación directa con el tablero-talud del templo del norte. Sin
embargo, en este caso, el incremento no está asociado con el aumento de pH, que
se aprecia hacia la esquina contraria al noreste. Los valores bajos de ácidos grasos
hacia la parte sur de la escalinata también muestran la presencia de estos residuos
(figura 2.18).

117
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Figura 2.18. Mapa de distribución de ácidos grasos (modificado de Pecci 2000).

En la ofrenda de terminación que se localiza en C206, se puede apreciar que casi


todo el espacio contiene ácidos grasos, lo que sugiere que sin duda se quemó algún
tipo de resina durante la ceremonia de clausura (Pecci 2000: 176).

Residuos proteicos
La zona escalonada muestra un incremento notable en relación a los residuos pro-
teicos de los otros espacios, lo que de hecho puede relacionarse con los restos pa-
leobotánicos y de paleofauna recuperados durante la excavación. De esta manera,
la escalinata se puede interpretar como una zona de tránsito donde se derramaron
líquidos orgánicos, específicamente sangre, o bien productos alimenticios ricos en
proteína (figura 2.19).
La presencia de valores tan altos en esta zona podría ser evidencia de que
quizá este sector formó parte del ritual de terminación. Dicho ritual pudo involu-
crar tanto la ceremonia de clausura –y la colocación de la ofrenda de terminación
en el C206– como la ceremonia de decapitación en el patio C162F, ya que los
valores de este sector son igual de altos que los reportados frente al templo.
En lo que respecta al C206, éste presenta un incremento hacia la parte su-
roeste de la ofrenda, lo que implicó el uso de restos orgánicos ricos en proteínas,

118
2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...

como los reportados por Ximena Chávez en su informe de excavación, en la que


se localizaron varios restos de tipo orgánico y, seguramente, la presencia de sangre
o incluso de animales, o restos aún con partes blandas que pudieron formar parte
del enriquecimiento de la ofrenda (Manzanilla 2012c: 523-526).

Figura 2.19. Mapa de distribución de residuos proteicos (modificado de Pecci, 2000).

2.  Fase Xolalpan

A este periodo Millon (1973) lo considera una época de “renovación urbana”. En


Teopancazco, la gran plaza ritual alcanza su mayor tamaño durante este período,
con un altar central y un gran templo al este (Manzanilla 2012a: 36; Beramendi et
al. 2009: 100). Manzanilla añade también que durante este periodo, Teopancazco
se transforma en un centro de barrio con una gran plaza, un sector de sastrería y

119
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

cocinas en la periferia norte. También se convierte en un lugar de abasto de ma-


terias primas suntuarias procedentes de Nautla en el corredor hacia la costa del
Golfo de México (Manzanilla 2012a).

El módulo cuarto-pórtico-patio
Durante este periodo el módulo cuarto-pórtico-patio (C167) debió seguir siendo
utilizado, aunque todo parece indicar que su funcionalidad cambió radicalmen-
te, de una actividad ritual a una función residencial-administrativa, tal y como
Manzanilla lo plantea (Manzanilla 2012a: 38). Sin embargo, debido al hallazgo
de materiales in situ sobre piso relacionados con el ritual de terminación de la fase
Tlamimilolpa/Xolalpan, es factible que en este sector hubo un nivel de ocupación
más tardío que fue el que se habitó mientras la estructura funcionó como vivienda
del administrador del barrio durante el Xolalpan temprano. Por otra parte, no hay
un registro químico de enriquecimiento del módulo durante este periodo, por un
lado, porque no se recuperaron muestras de este nivel constructivo, y por otro,
porque las actividades administrativas dejan poca evidencia en el registro arqueo-
lógico. Sin embargo, el C260, una de las zonas importantes del ritual durante la
época Tlamimilolpa, que estuvo adosada al norte del templo C181B-261, para la
fase Xolalpan se transforma en un espacio abierto (el C154C-160). Dentro de los
cambios más importantes que se dan para este sector es que el templo de barrio
(C313) se traslada al este de la gran plaza (C6).

El C154C-160
El piso del cuarto C260 se encontró muy alterado por la colocación de varias ofren-
das y entierros relacionados con el ritual de terminación, y por lo tanto, no se pudo
realizar un muestreo químico de su piso; sin embargo, hay que tomar en cuenta va-
rias cosas para destacar la importancia que tuvo este cuarto: 1) su asociación al norte
del templo; 2) el enriquecimiento contiguo del cuarto (C254 P3) que accedía a él;
3) su tamaño análogo al del templo, y 4) la colocación de ofrendas muy parecidas
a las encontradas en el templo. Todo esto hace pensar que su función dentro de ese
conjunto arquitectónico fue muy importante en la época Tlamimilolpa.
Para Xolalpan, sin embargo, de ser esa estructura importante de Tlamimi-
lolpa, el C154C-160 se transforma en un espacio abierto, identificado por la pre-
sencia de bajadas de agua y de un pasillo empedrado en forma de L que se ubica
al norte y este de un patio. En su piso estucado se localizó al suroeste una fosa,
denominada como AA106, en la que se encontró una laja de 0.23 m de largo,
0.20 m de ancho y 2 cm de espesor. El banco de datos menciona que dicha fosa
está asociada a un momoztli, por lo que no se descarta una función ritual del patio
asociada a este elemento arquitectónico (véase Manzanilla 2012c: 500).

120
2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...

En cuanto al enriquecimiento químico presente en C154C-160 P2 (figura


2.20), tomando en cuenta la presencia del momoztli hacia la parte suroeste del
mismo, puede mencionarse que, con excepción de los residuos proteicos y los áci-
dos grasos, los demás indicadores, no presentan ningún enriquecimiento claro. Sin
embargo, destacan los bajos valores de fosfatos (para ser un espacio abierto), los
carbonatos y pH vuelven a tener una relación estrecha, y los ácidos grasos presen-
tan un ligero enriquecimiento al noroeste y sureste, asociándose bastante bien con
los valores de proteínas. Dada la importancia de la religión en todos los aspectos
de Teotihuacan, este pequeño patio podría tentativamente interpretarse como un
pequeño santuario, usado para actividades rituales asociadas directamente a la vi-
vienda del administrador.

Figura 2.20. Mapas de distribución química del C154C-160 P2.

121
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Figura 2.21. Mapa de distribución de fosfatos


(modificado de Pecci 2000 y Pecci et al. 2010).

Visión general de los mapas químicos de Xolalpan


Es conveniente observar de manera conjunta el resto de los cuartos Xolalpan para
precisar sincrónicamente la asociación de cada uno de ellos. La coloración más
oscura de cada una de las pruebas manifiesta con claridad las zonas de mayor
enriquecimiento de manera comparativa y, por ende, los colores más claros mues-

122
2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...

tran las zonas con ausencia de residuos, o bien zonas de circulación y desgaste.
En la ocupación Xolalpan se incluye el conjunto cuarto-pórtico-patio (C167 P3/
C162C P2/C162F P2B) dado que continuó en uso durante esta fase, aunque
considero que su enriquecimiento fue anterior. La mayoría de este sector ha sido
ya interpretado en la tesis de maestría de Pecci (2000), así como en otros artículos
(Pecci et al. 2010).

Fosfatos
De manera general, en el mapa de fosfatos pueden observarse enriquecimientos
máximos en zonas como la gran plaza principal, en la parte superior del templo
C213A, así como el C19 en el oeste, además de los espacios C39 y C40; es decir,
en zonas externas como patios y accesos para realizar actividades cotidianas como
rituales y trabajo cotidiano, además de uso productivo-artesanal como la zona
externa al este asociada a “la sastrería”: C244 (figura 2.21).
Los fosfatos también se asocian a la hilera de cocinas con actividades clara-
mente enriquecedoras, y al sector del pórtico y patio ya mencionados con ante-
rioridad, aunque dadas sus actividades más administrativas para la fase Xolalpan,
lo que predomina a la vista químicamente son las actividades rituales de época
Tlamimilolpa. En contraste, los cuartos con valores muy bajos de fosfatos incluyen
algunos cuartos asociados a la zona de cocinas donde se pudieron almacenar uten-
silios o alimentos en contenedores que no enriquecieron químicamente el piso.
También sobresalen los cuartos C154C-160 y el C9 con los valores más bajos de
fosfatos de todo el centro de barrio (Ortiz 2015: 344).

Carbonatos
El mapa de carbonatos muestra principalmente la calidad constructiva de los pi-
sos estucados del centro de barrio, entre los que sobresalen los de la gran plaza, así
como los del C9, el grupo C14-16 y C17-18, C8 y C11, es decir, parte de los cuar-
tos del sector de Batres, que podría interpretarse como pertenecientes a cuartos
con los últimos pisos construidos o reparados del centro de barrio (figura 2.22).
Las elevaciones en los valores de carbonatos en las cocinas están relacionadas con
zonas de altos valores de pH, es decir, con el calentamiento. Las variaciones de
CO3 en las zonas de altos valores, pueden interpretarse como desgaste del piso en
la realización de las actividades. Los valores más bajos de carbonatos se asocian
con zonas carentes de pisos de estuco donde los apisonados están presentes, como
la zona externa del lado oeste asociada a “la sastrería”, el C37 y el C19 (Ortiz
2015: 346).

123
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Figura 2.22. Mapa de distribución de carbonatos


(modificado de Pecci 2000 y Pecci et al. 2010).
pH
El mapa general de pH muestra que los altos valores están relacionados con zonas
de altos valores de carbonatos, es decir, pisos en buen estado de conservación. Sin
embargo, aun en apisonados de tepetate se pueden observar incrementos, y éstos
están estrechamente relacionados con zonas de calentamiento (figura 2.23).

124
2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...

Figura 2.23. Mapa de distribución de pH (modificado de Pecci 2000 y Pecci et al. 2010).

Este calor puede ser producto de cuatro posibles fuentes: 1) áreas de prepa-
ración de alimentos, como alguno de los cuartos de la hilera de cocinas, o bien, el
C167 P3; 2) áreas rituales como la “gran plaza”, el templo (C213A), el C162 F,
el C19; 3) áreas relacionadas con fogones y lugares de producción, como la zona
externa del este asociada a “la sastrería”, y 4) incendios como la zona suroeste del
conjunto (Ortiz 2015: 347).

125
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Figura 2.24. Mapa de distribución de ácidos grasos


(modificado de Pecci 2000 y Pecci et al. 2010).

Ácidos grasos
El mapa de ácidos grasos revela tres tipos de actividades principales (figura 2.24):
1) por un lado, áreas de tipo ritual, como la “gran plaza”, el templo (C213A), el C19,
el C167 P3, en las que la utilización de resinas está presente; 2) áreas de preparación
de alimentos, como la zona de cocinas del norte o bien el C167 P3; 3) áreas de in-

126
2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...

cendios, como la zona suroeste de la excavación, donde la resina de la madera de la


techumbre pudo haber enriquecido parte del piso, y 4) áreas de producción, como
la zona externa del este asociada a “la sastrería” (Ortiz 2015: 348).

Residuos proteicos
El mapa de residuos proteicos da cuenta de tres actividades principales: 1) zonas
rituales cotidianas, como la “gran plaza” o el templo C213A, o bien zonas rituales,
como una actividad única como lo fue el ritual de terminación en el patio C162F;
en ambos casos, el empleo de resinas como copal pudo ser una constante de en-
riquecimiento; 2) áreas de preparación de alimentos, como la hilera de cocinas
al norte, y 3) áreas productivas o artesanales realizadas en la zona externa al este
asociada a “la sastrería” (figura 2.25).

En estos mapas generales sobresalen varios sectores que se pueden detallar


de manera individual:
• La gran plaza ritual con su templo del este adosado y la plataforma al oeste.
• La hilera de cocinas al norte.
• La zona de acceso en el extremo este asociada a la llamada “sastrería”.
• El sector suroeste.
• El sector oeste de apisonados.
• El sector de Batres (Ortiz 2015: 350).

• La gran plaza
Por su gran tamaño, colocación estratégica, materiales asociados, así como
por los residuos químicos presentes, sin duda alguna la gran plaza fue uno de los
sitios con huellas de mayor actividad (figura 2.26). Vinculada a lo ritual, la exis-
tencia del altar central y del templo del este es prueba fehaciente de ello (Ortiz
2015: 350).
Morelos (1993) describe las plazas por sus tres aspectos fundamentales: son
espacios abiertos amplios a partir de los cuales se establece un patrón distributivo
de la circulación; presentan una integración concéntrica de espacios y estructuras,
y, por último, presentan un adoratorio en el centro o en el espacio correspondiente,
pero independiente del resto de las construcciones (Morelos 1993: 48). Angulo
por su parte (1997), menciona que el altar central sirvió para efectuar las ceremo-
nias relacionadas con la deidad local de cada conjunto, afiliada probablemente a la
de un culto gremial, compartido por la comunidad o el barrio circundante.

127
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Figura 2.25. Mapa de distribución de residuos proteicos


(modificado de Pecci 2000 y Pecci et al. 2010).

La gran plaza central de Teopancazco de 17.64 por 15.60 m, en su último


momento constructivo, presentó tres escalinatas orientadas hacia el norte, este
y sur; hacia el oeste yace una plataforma escalonada y con pórtico que dirigía
hacia un cuarto interior. Los lados sur y este del patio presentaron tablero-talud,
elemento típico de la arquitectura teotihuacana, en el centro de los cuales se con-

128
2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...

servaron dos escalinatas con alfarda; de la escalinata norte sólo quedó su huella
demarcada en el piso. En la parte central del patio se encontró un altar de 2.90
por 1.90 m que presentó, al igual que los altares centrales de Tetitla y Atetelco,
tablero-talud, además de un acceso que mira hacia el este (Pecci et al. 2010: 460;
Manzanilla 2012c: 473).
Las actividades que se llevaron a cabo sobre y alrededor de este altar quedaron
atestiguadas por la presencia de enriquecimientos químicos importantes. Alrededor
del altar hay valores altos de pH y la presencia de residuos proteicos, de fosfatos y de
ácidos grasos. Estas concentraciones químicas se pueden explicar como un efecto
de “derrame” de las sustancias ofrendadas encima del altar, según el patrón mencio-
nado anteriormente. Desafortunadamente no pudieron obtenerse muestras de la
parte superior del altar por encontrarse destruido y sin piso (Pecci et al. 2010: 462).

Figura 2.26. Mapas de distribución química de la Gran Plaza


(modificado de Pecci et al. 2010).

129
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Figura 2.27. Cromatografía del C6 mostrando los estándares y el acercamiento.

En toda la plaza de Teopancazco se pueden observar enriquecimientos quí-


micos diferenciales, lo cual sugiere que no sólo la zona del altar fue importante,
sino todo el espacio en sí mismo para la realización de las actividades rituales, las
cuales “daban unidad al conjunto” (Angulo 1987: 280), y que probablemente fue
utilizado por todos los miembros del centro de barrio (Pecci et al. 2010: 463; Ortiz
2015: 351) y quizá por externos también.
Alessandra Pecci analizó tres de las muestras del patio con cromatografía
de gases asociada a espectrometría de masa (GC-MS), en el Centro Interdipar-
timentale di Analisi e Determinazioni Strutturali de la Universidad de Siena en
2007. Para ello siguió el método propuesto por Mottram et al. (1999) para el
análisis del extracto lipídico total de la muestra, con el objetivo de obtener más
información relativa al tipo de enriquecimiento químico del patio. Los resulta-

130
2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...

dos revelaron que en las tres muestras los residuos son escasos (figura 2.27). Sin
embargo, fue posible establecer que dos de las muestras analizadas (439 y 778)
presentaron colesterol, lo cual indica la presencia de grasas de origen animal, que
quizá se produjo a causa del derrame de caldo o de sangre (humana o animal)
como ofrenda. En la muestra 439 hay también los marcadores de los productos
de Pinaceae, que podrían derivarse de la quema de resinas. La tercera muestra
(719) presentó B-sitosterol y valores de (C ) más altos que los ácidos palmítico y
18:1

esteárico (C y el C ), junto con (C ), lo que indica que contenía principalmente


16:0 18:0 18:2

lípidos de origen vegetal, quizá un aceite. Sin embargo, no fue posible identificar
con precisión el tipo de sustancia (Pecci comunicación personal).

El templo del este


Al este del patio se accede mediante una escalinata a un gran templo (C13), que
no conservó el piso de la última fase constructiva; sin embargo, se pudo muestrear
el de la penúltima etapa (figura 2.28).
Los resultados químicos del patio (particularmente fosfatos y ácidos grasos)
muestran una “banda” de enriquecimiento entre el altar y la escalinata oriental,
que se relaciona con un desgaste del piso que también puede se puede observar en
el mapa de carbonatos. La importancia de este eje este-oeste es puesta en eviden-
cia por la colocación de pequeñas fosas entre el altar y el acceso al templo (Man-
zanilla 2012c). Los resultados químicos conjuntos del patio y el templo muestran
cierta correspondencia entre sí, no obstante que no fueron contemporáneos. Se
puede plantear entonces que las actividades rituales que se llevaron a cabo entre
altar-patio-templo fueron constantes en el tiempo, como se ha propuesto para el
patio rojo de Oztoyahualco 15B (Manzanilla [ed.] 1993; Manzanilla 1996; Barba
et al. 2007; Pecci et al. 2010: 463; Ortiz 2015: 355).

131
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Figura 2.28. Mapas de distribución química del templo del este


(modificado de Pecci et al. 2010).

La hilera de cocinas y almacenes al norte


Se localizan en la parte norte del centro de barrio. La alineación está conformada
por ocho pequeños cuartos (C501, C503, C504, C505, C507 y C507 A, B y C) de
aproximadamente 3 x 2.5 m, alineadas este-oeste (figura 2.29). El estudio químico
indicó un uso diferencial de los espacios, ya que mientras unos cuartos están más
enriquecidos, otros presentan valores bajos. Estos resultados se integraron con
las evidencias arqueológicas y paleobotánicas, y así se pudo plantear la existencia
de cuartos destinados a la preparación de alimentos y otros, al almacenamiento
(Manzanilla 2012a; Pecci et al. 2010: 457; Ortiz 2015: 355).
Los cuartos C504 y C507 A y B se caracterizan por un mayor enriqueci-
miento en sus pisos, principalmente en sus valores de fosfatos, residuos proteicos,
pH y ácidos grasos. En el C504 (AA110), Bernardo Rodríguez reporta la presen-
cia de restos faunísticos (guajolote, venado, perro, zorrillos, conejo). Su presencia,
asociada a valores altos de residuos proteicos en el piso, sugiere principalmente
actividades de destazamiento (Pecci et al. 2010: 459). El hecho de localizar ollas

132
2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...

con huellas de quemado hace pensar en la cocción de los mismos; sin embargo,
los bajos valores de pH presentes en todo el cuarto, sugieren que dicha actividad
se realizó en otro de los cuartos, quizás en C507 A y B. La presencia de las ollas
podría deberse a su uso para el transporte de las piezas destazadas al área de pre-
paración (Ortiz 2015).

Figura 2.29. Mapas de distribución química de la hilera de cocinas y almacenes


(modificado de Pecci et al. 2010).

Los cuartos C507 A y B han sido interpretados como zonas de preparación


de alimentos, principalmente por el hallazgo de gran cantidad de ollas con huellas
de quemado, junto con altos valores de pH. Sin embargo, el patrón de enriqueci-
miento de otros indicadores no es tan claro (Ortiz 2015: 458).
En el cuarto C505 (AA117) se encontró una olla empotrada en el piso. En
su interior, Diana Martínez y Emilio Ibarra localizaron restos de carbón y restos

133
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

paleobotánicos (semillas de tomatillo, amaranto, maíz, tuna, frijol, etcétera) que


sugieren la preparación de alimentos dentro de la olla. Sin embargo, el piso del
cuarto presenta escasos residuos químicos que pueden ser explicados por el hecho
de que la preparación de alimentos (principalmente de vegetales, pobres en resi-
duos proteicos) se realizó dentro de la olla, y probablemente no hubo consumo en
este lugar (Ortiz 2015).
Los cuartos C507 y C501 se pueden interpretar como zonas de almacena-
miento. Al respecto, Manzanilla propone que los cuartos muy pequeños fueron
ocupados como dormitorios o para el consumo de alimentos pudieron haber ser-
vido como almacenes (Manzanilla 1988: 72). A nivel químico, en estas zonas se
espera encontrar bajos valores de enriquecimiento, dado que el estado sólido de
lo almacenado impide un aporte importante de sustancias al piso, además de que
es improbable que se almacene directamente sobre el mismo (Barba et al. 2007;
Pecci et al. 2010: 459).
Los cuartos C507 y C501 corresponden a las características arriba mencio-
nadas debido a que los residuos químicos de los cuartos son bajos y sus dimensio-
nes pequeñas, y en ambos se encontraron grandes cantidades de fragmentos de
ollas. Por otra parte, en el C507 se encontró una olla pulida café oscura empotrada
en el piso (AA114) que, a diferencia de la recuperada en el C505, no presentó car-
bón, lo que sugiere que pudo haber sido destinada al almacenamiento (Manzanilla
2012a; Pecci et al. 2010: 460; Ortiz 2015: 358).

La zona de acceso en el extremo este asociado a la “sastrería” (C244)


Esta zona es muy interesante ya que se trata de una zona abierta, sin piso, que se
encuentra inmediatamente anexa y conectada mediante un pequeño acceso con
la zona de la llamada “sastrería”, por lo que es muy probable que por este lugar
ingresaran las materias primas al centro de barrio, algunas de las cuales también
fueron procesadas en este lugar (figura 2.30).
Esta zona abierta denominada como C244 presentó cinco áreas de activi-
dad, entre las que se encuentra el AA33, que se interpretó como un basurero o
un contexto de abandono caracterizado por una concentración de objetos como
figurillas (caritas y cuerpos), núcleos de obsidiana, candeleros, concha, una punta
de proyectil de obsidiana, cerámica, fragmentos de hueso, tejos, etcétera (véase
Manzanilla 2012c: 528).
El lugar donde se localizó esta área de actividad presenta bajos valores quími-
cos, con excepción de un pequeño incremento de ácidos grasos y de residuos pro-
teicos, pero que se pueden interpretar como producto de los desechos artesanales
posiblemente barridos desde la sastrería (Ortiz 2015: 359).

134
2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...

El AA34, inmediatamente al norte del AA33, también es una concentración


de objetos sobre el apisonado 2, conformada por figurillas zoomorfas, fragmentos
de figurillas títere y retrato que parecen haber sido desmembradas de manera
intencional, núcleos de obsidiana, aplicaciones de cerámica del tipo de braseros
teatro, una punta de proyectil de obsidiana, una raedera, huesos, un núcleo prismá-
tico, una aguja de hueso, un diente, una concha, proyectiles de cerbatana, un hueso
trabajado con pigmento rojo, una posible orejera y lítica (Manzanilla 2012c).

Figura 2.30. Mapas de distribución química del acceso externo a “la sastrería”
(modificado de Pecci 2000).

Dada su cercanía con el AA33, el enriquecimiento químico es muy parecido


en ambas. Sin embargo, es interesante comentar que el tipo de objetos asociados,
amén de que se trata de un posible ritual, tiene que ver directamente con el mismo
tipo de objetos localizados dentro de “la sastrería” (Ortiz 2015: 359).
El AA35, localizada al sur de las áreas de actividad anteriores, se encuen-
tra frente al acceso que lleva rumbo a “la sastrería”, y está conformada por un
fogón que tuvo asociado el mismo tipo de elementos presentes anteriormente,
es decir, cerámica, hueso, medio tejo, fragmentos de figurilla que parecen haber

135
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

sido desmembrados a propósito de manera ritual, fragmentos de hueso, una pieza


de juego, además de pizarra, mucho carbón y una mano de metate (Manzanilla
2012c). El enriquecimiento químico se incrementa alrededor del fogón, el cual
muestra altos valores de pH, de fosfatos, carbonatos, ácidos grasos y proteínas, lo
cual demuestra que en él se llevó a cabo alguna actividad ritual, como pudo ser
de petición, clausura o algún tipo de ritual cotidiano, que involucró el desecho de
residuos orgánicos como sangre y resinas (Ortiz 2015: 360).
Más hacia el sur se localizó el AA87, que presentó la misma concentración
de objetos como material cerámico, fragmentos de figurillas, hueso, candeleros,
hueso trabajado, concha, etc., asociados a una bajada de agua.
Dada la existencia de un apisonado en esta área abierta, es factible que dicho
espacio sirviera de zona de tránsito de las materias primas y como área de trabajo
para el manejo de pieles, plumas, cuero, hueso, etc., como las mencionadas por
Manzanilla como parte del trabajo artesanal especializado (Manzanilla 2012a:
47), actividades que, por otra parte, se caracterizan por ser químicamente “sucias”.
Por otro lado, cabe la posibilidad (aunque habría que corroborarlo) de que
la alta frecuencia de figurillas títere y retrato en este sector esté asociada a la con-
fección de pequeños trajes para las mismas a manera de pequeños maniquíes, los
cuales, a su vez, formaban parte del ritual del artesano (Ortiz 2015: 361).
De manera complementaria, Pecci menciona que de este sector llama la
atención el buen estado de conservación de los residuos químicos a pesar de que
se trató de un apisonado y de un espacio abierto sujeto a la intemperie, lo cual
pudo deberse tanto a la intensidad y repetición de las actividades realizadas como
a lo enriquecedor de la actividad (Pecci 2000: 202; Ortiz 2015: 360).

El sector suroeste
Este sector fue ampliamente interpretado por Alessandra Pecci en su tesis de maes-
tría (Pecci 2000: 63). Se trata de un complejo doble de cuarto-pórtico-patio, los
cuales mostraron huellas de quemado en sus pisos y muros (figura 2.31). En el C15-
16 incluso se localizó un morillo de madera carbonizada casi completo (Manzanilla
2012a) que fue datado para Tlamimilolpa (fecha del corte del árbol), pero que fue
reutilizado durante el periodo Xolalpan temprano (Beramendi et al. 2012: 125).
Una de las cosas que caracterizó a este conjunto fue la presencia de grandes
manchas de quemado en el piso provocadas por un gran incendio denomina-
do “Fuego final” hacia el Xolalpan tardío (Manzanilla 2012a), lo cual incremen-
tó de manera sustancial los valores de pH, y que químicamente sólo podían ser
interpretados como provocados a causa de un gran incendio (Pecci 2000: 116).
Las concentraciones químicas de ambos complejos de cuartos parecen mos-
trar un incremento de valores en la parte sur del pórtico (C18 y C15-16), lo cual,

136
2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...

como menciona Pecci (2000: 117), es un patrón típico que se ha observado en


otros casos semejantes, dada la realización de actividades que aprovechan la mayor
cantidad de luz y ventilación proveniente del patio (Barba 1986: 27; Ortiz 1990;
Pecci et al. 2010: 458). El enriquecimiento químico de esas actividades se puede
ver reflejado como una actividad continua que involucró al patio (C39 - C40)
localizado al sur, particularmente en los mapas de fosfatos, residuos proteicos y
ácidos grasos (Ortiz 2015: 362).

Figura 2.31. Mapas de distribución química del sector suroeste (modificado de Pecci 2000).

El hallazgo de navajillas prismáticas hacia la esquina NE del C18, así como


de un metate en la esquina SE asociado a un enriquecimiento de fosfatos, resi-
duos proteicos y ácidos grasos que se incrementan hacia la parte oeste del C39,
se interpretó en un principio como una zona de preparación de alimentos (Pecci
2000: 118). Estudios posteriores confirmaron que el metate en cuestión presentó
residuos de pigmentos más que fitolitos de gramíneas (Manzanilla Reyes y Zurita
2006). No obstante, debido al tipo de enriquecimiento químico, no se descartaría la
polifuncionalidad de los espacios. Por otra parte y haciendo una comparación con
el conjunto cuarto-pórtico-patio del norte, el cual ha sido interpretado como una
posible vivienda del administrador del centro de barrio, es común que las zonas de
preparación de alimentos, al igual que los dormitorios, se localizaran en los cuartos
internos y no en los pórticos, aunque habría que recordar que existe la posibilidad de
preparación de comidas rituales y éstas podrían llevarse precisamente en los patios
(Ortiz 2015: 363).
Con respecto a un posible dormitorio, el C14 fue interpretado como tal dado
que no presentó un enriquecimiento químico particular (Pecci 2000: 121). Y esto
estaría de acuerdo con lo planteado por Barba, quien sostiene que “las zonas de

137
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

descanso y dormitorio se encuentran en cuartos internos y están caracterizadas


por la ausencia de residuos químicos” (Barba 1986), patrón que también se obser-
vó en Oztoyahualco 15B para el C9 (Ortiz 1990: 59).
En el C17 de Teopancazco, los altos valores obtenidos en los residuos de
fosfatos, ácidos grasos y residuos proteicos parecen estar relacionados con la pre-
sencia de una escultura de Huehuetéotl que se localizó en la parte NE del cuarto
(Manzanilla 2012a, 2012c: 479), que podría sugerir la existencia de una posible
área ritual (Pecci 2000: 122; Ortiz 2015: 364; Manzanilla 2002).

El sector oeste de apisonados


Al norte del complejo cuarto-pórtico-patio del sector suroeste del centro de barrio
de Teopancazco, se localizó un área desprovista de piso conformada por apisona-
dos de tepetate (Manzanilla 2012a) (figura 2.32). Esta área fue denominada por
Pecci como la Zona 2 y está conformada por un santuario (C23) que desplanta de
un espacio abierto denominado C19 (Pecci 2000: 131; Manzanilla 2012a).
El estudio químico realizado por Pecci demuestra que el C23 fue utilizado
como un altar sobre el cual se realizaron actividades rituales; los altos valores de
pH, residuos proteicos y ácidos grasos obtenidos hacen pensar que sobre él se
quemaron y depositaron ofrendas ricas en resinas y proteínas (Pecci 2000: 136).
Pecci menciona que los patrones de enriquecimiento producidos por las ac-
tividades rituales que se realizaron sobre el altar parecen concentrarse de la parte
media hacia el sur, alrededor de una fosa (AA14) donde se localizó el entierro 2
(Manzanilla 2012c). Por otra parte, como se ha observado en otros estudios quí-
micos realizados sobre altares, como por ejemplo el momoztli de Palma y Venus-
tiano Carranza (Getino y Ortiz 1988, 1997), se pudo verificar que el derrame de
sustancias orgánicas involucraba no sólo el altar mismo, sino que las sustancias se
derramaban hacia los cuatro rumbos cardinales. Para el caso de Teopancazco, el ri-
tual involucraba el piso del C19 localizado directamente al este de él (Pecci 2000:
137), por lo que el enriquecimiento químico de este sector es compatible con este
tipo de rituales (Ortiz 2015: 365).
El C19 corresponde a un espacio abierto o patio con un apisonado de tepeta-
te que se denominó Ap. 11 (Manzanilla 2012c), el cual, según Pecci presentó una
lechada de cal encima que elevó un poco los valores de carbonatos. En su parte
oeste, asociada directamente al altar (C23), Pecci menciona un patrón de “derra-
me” de varios de los compuestos químicos, particularmente de residuos proteicos,
ácidos grasos y fosfatos (Pecci 2000: 142).
El resto del patio presenta bajos valores; sin embargo, puede observarse un
incremento hacia la parte norte en los valores de fosfatos y pH asociados quizá a
una fosa (AA30), y al sur de fosfatos, pH y residuos proteicos (Pecci 2000).

138
2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...

Figura 2.32. Mapas de distribución química de los apisonados (modificado de Pecci 2000).

Interpretando en conjunto el C23 y el C19 como una unidad, es posible


observar una asociación clara entre el altar y el patio, donde los enriquecimientos
principales se dieron precisamente sobre el altar; sin embargo, el patio jugo una
parte importante durante el desarrollo del ritual. Por otra parte, durante el proceso
de excavación, fue posible localizar un pasillo hacia la esquina suroeste y al sur
del altar, que sirvió como acceso a esta área ritual, donde también se localizaron
objetos considerados rituales, como figurillas, tapaollas y numerosos candeleros
(Manzanilla 2002).
Es importante mencionar que el C19 presentó dos niveles de apisonado más
sobre el Ap. 11 (el Ap. 6 y el Ap. 4) que se pueden interpretar como parte de activi-
dades de renovación. Al respecto, el AA29 conformada por candeleros, fragmentos
de anafre, figurillas y fragmentos de vasijas, posiblemente fueron “matadas” ritual-
mente (Manzanilla 2002), quizás como consagración al altar (Pecci 2000: 146).

139
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

En el último nivel de apisonado del C19 (Ap. 4), Pecci propone que el san-
tuario perdió su función, dado que este apisonado cubrió la superficie del C23 y la
unificó con el C19 como parte de un mismo nivel de apisonado (Pecci 2000: 137).
Al norte de este sector se localizó un cuarto de grandes dimensiones al que se
denominó como C37, y durante las excavaciones presentó cuatro niveles de apiso-
nados (Ap. 11, Ap. 12, Ap. 13 y Ap. 14). De estos niveles únicamente se tomaron
muestras de manera completa del Ap.11. Las muestras recuperadas del Ap. 12 y Ap.
13 sólo evidencian un espacio muy pequeño y para efectos de interpretación son un
poco estériles. A este sector Pecci lo denominó como la zona 3 (Pecci 2000: 147).
El C37, por su conformación de grandes muros de tepetate y adobe, se ha
considerado como un posible patio de servicio, semejante al C11 que se localizó
en Oztoyahualco 15B (Manzanilla [ed.] 1993). Aunque aún no se ha localizado
su acceso, se infiere que éste se pudo localizar hacia el norte. El Ap. 11 de este
cuarto se localizó al mismo nivel del Ap. 11 del C19, por lo que al parecer son con-
temporáneos. Sin embargo, el Ap. 11 del C37 presentó un fuerte desnivel de tal
forma que la parte norte se encontró más arriba que la parte sur (Pecci 2000: 151).
El apisonado presentó una preparación de tepetate molido y fue cubierto con
una lechada de cal que fue observada en el corte de la excavación y corroborada
por los altos valores de carbonatos obtenidos, pese a tratarse de un apisonado. Por
otra parte, los altos valores de fosfatos presentes en la parte sur del cuarto, parecen
mostrar que se llevaron a cabo actividades ricas en materia orgánica o se desecha-
ron sus restos (Pecci 2000).
Los valores de pH obtenidos para este espacio parecen indicar la presencia
de ceniza regada en el piso, particularmente en su parte norte y este. Los residuos
proteicos se concentran en una banda central y los ácidos grasos, en una banda al
norte que se puede relacionar con el incremento de pH.
Como puede observarse, no hay una correlación clara entre cada uno de los
indicadores químicos del cuarto, y el banco de datos del proyecto tampoco men-
ciona materiales sobre el apisonado (Manzanilla 2012c: 484). Sin embargo, de-
bido a la presencia de altos valores en cada una de los indicadores, es posible que
este espacio se utilizara como patio de servicio donde se trabajaron o desecharon
materiales ricos en materia orgánica (Ortiz 2015: 368).

El sector Batres
Tal y como menciona Pecci los cuartos excavados por Batres presentaron pisos
de estuco en buenas condiciones; sin embargo, debido a la falta de informe de la
excavación de Leopoldo Batres, existía la posibilidad de que éstos hubieran sido
reparados y restaurados, además de que por estar descubiertos, posiblemente se
encontrarían contaminados, ya que en el predio de Teopancazco la gente del po-

140
2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...

blado de San Sebastián Xolalpa se reunía para celebrar sus festividades. De esta
forma y a manera de prueba, sólo se tomaron muestras de los cuartos C8, C9 y
C11 (Pecci 2000: 182).

Figura 2.33. Comparativo de la excavación de Batres a finales del siglo xix con las
excavaciones del proyecto “Teotihuacan. Elite y gobierno. Excavaciones en Teopancazco”.

141
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

De manera experimental, en el C8 se seleccionó un parche en el piso para


realizar el estudio químico y valorar su enriquecimiento. Al parecer, dicho parche
fue puesto posteriormente para tapar un pozo de sondeo realizado por Krotser y
Rattray en 1968 (Krotser y Rattray 1980; Manzanilla 2012a: 25).
El estudio químico de este pequeño parche reveló concentraciones quími-
cas en todas las pruebas analizadas, lo cual parece indicar que, efectivamente, las
actividades contemporáneas incidieron en su enriquecimiento (Pecci 2000: 189).
De los cuartos del sector Batres muestreados químicamente, sólo los cuartos
C8 y C11 aparecen en la pintura de finales del siglo XIX y aunque el cuarto 9 no
aparece en la pintura, fue parcialmente excavado en 1886 (figura 2.33). Tiempo
después, el proyecto “Teotihuacan. Elite y gobierno. Excavaciones en Teopancaz-
co”, dirigido por Linda R. Manzanilla amplió la excavación del mismo para tener
la planta completa (Manzanilla 2012c: 478) y el C11 fue liberado de pasto y
basura, aunque según la pintura del siglo XIX es más grande de lo que se aprecia
hoy (Ortiz 2015: 369).

Figura 2.34. Mapas de distribución química del sector Batres


(modificado de Pecci 2000).

142
2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...

Antes de que el proyecto ampliara la excavación del C9, Pecci tomó varios
puntos de muestreo para evaluar el enriquecimiento y la posibilidad de que se
tratara de un piso prehispánico. El resultado reveló un enriquecimiento diferencial
acorde a lo que se esperaría de un recinto porticado (Pecci 2000: 189), por lo una
vez excavado totalmente por el proyecto Teopancazco, así que se decidió tomar
nuevas muestras para su análisis.
El C9 como recinto porticado presenta huellas de pilastra en su parte sur
y se comunica a un patio central (C11), que a su vez se dirige hacia otro recinto
porticado ubicado al oeste (C10). Además, el C9 presenta un acceso en su parte
suroeste que lo comunica con el C8 (figura 2.34).
Los altos valores de carbonatos presentes en el C9 y el C11 parecen de-
mostrar la buena calidad de sus pisos, no obstante que, como en el caso del C11,
hayan estado expuestos por más de 130 años. Por otra parte, el enriquecimiento
del recinto porticado y del patio central muestra una correlación entre ambos es-
pacios, con altos valores de proteína y ácidos grasos. En fosfatos, sin embargo, el
C9 presenta bajos valores en relación con el C11 (Ortiz 2015: 370).
La buena calidad constructiva, aunada al tamaño de los cuartos y a la presen-
cia de pintura roja tanto en el C10 como el C9, además de la existencia del mural
en C7, parece indicar que el sector excavado por Batres pudo ser la residencia del
linaje principal del mismo (Pecci 2000: 190).

3.  Metepec (550 - 650 d.C.)

El sector Metepec está identificado en la excavación de la parte noreste del con-


junto que, además del material diagnóstico, se distingue por la presencia de peque-
ños cuartos limitados por muros rústicos de piedra pequeña (Manzanilla 2012a:
40). Muchos de estos mismos cuartos presentaron ocupación Mazapa y azteca, así
como algunos materiales Coyotlatelco en superficie (Ortiz 2015: 371).
De la época Metepec se tomó una muestra del piso quemado del templo
(C213A), que dio una fecha de 600 ±50 d.C., así como una muestra del piso 12
quemado de la gran plaza (C6), que está datado por arqueomagnetismo para el
640 ±13 d.C. (Beramendi et al. 2012: 123), cuyos espacios son claras reutilizacio-
nes posteriores a los teotihuacanos (figura 2.35).

143
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Figura 2.35. Plano arquitectónico de la ocupación Metepec.

La mayoría de estos espacios presentaron límites poco claros y otros no


presentaron pisos, por lo que no pudieron muestrearse. Sin embargo, dos fueron
muestreados para las pruebas químicas: uno en el sector noreste C41-43/C41B-
42, que resultó ser un mismo cuarto, y el C53, aproximadamente al centro de la
ocupación (figura 2.36).

Cuartos C41-43/C41B-42 y C53


El C41-43 se localiza al este del C41B-42; ambos están separados de norte a sur
por un escalón o plataforma baja, localizándose los primeros en un nivel más bajo
que los segundos. El escalón tuvo una altura de 17 cm de alto. El banco de datos
reporta que el C42, ubicado hacia la esquina suroeste, pudo presentar tablero-ta-
lud por la presencia de ixtapaltetes caídos (Manzanilla 2012c). Además, en él se
encontró un metate completo boca abajo y un registro de drenaje pegado al muro.
Sobre el cuarto C41B, al norte del C42, se encontró sobre piso un fragmento de
un gran vaso café claro. En general toda el área estuvo cubierta con piso de gra-
villa, aunque se reportó un pequeño espacio estucado (Manzanilla 2012c: 485).
Pecci menciona la posibilidad de que estos cuartos pudieron formar parte de un
patio, ya que se trata de un espacio abierto; sin embargo, al parecer sus espacios
fueron reocupados en época tardía (Pecci 2000: 195).
El C53, por su parte, presentó un piso con enlucido de estuco muy deterio-
rado. Su firme fue de tezontle molido con arcilla. Estuvo asociado a las AA44,
AA45, AA46 y AA48 (Manzanilla 2012c: 486).

144
2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...

Fosfatos
Se aprecia un enriquecimiento generalizado de fosfatos en todo el espacio, tanto
arriba como abajo. Sin embargo, éstos se concentran principalmente hacia la es-
quina suroeste y hacia la esquina noreste. El C53, por su parte, también presentó
altos valores de fosfatos con una banda de valores un poco más bajos, aunque se
concentran en la esquina noreste (Ortiz 2015: 373).

Carbonatos
En general puede notarse que los cuartos C41-43 /C41B-42 presentan muy bajos
valores, lo que nos habla de lo deteriorado del piso y de su pobre calidad cons-
tructiva. Sin embargo, aun así el piso inferior presenta valores un poco más altos.
El C53, por su parte, presentó valores más altos que el C41-43/C41B-42, lo que
nos habla de la existencia de un mejor piso y de una mejor calidad constructiva
(Ortiz 2015: 374).

pH
Los valores de pH por encima de 9 en los cuartos C41-43/C41B-42 parecen
sugerir que hacia la esquina sureste de la parte baja así como en parte norte de la
sección superior, se utilizó una fuente de calor que produjo ceniza. En el C53, por
su parte, por presentar un enlucido de estuco, se elevaron los valores de pH; sin
embargo, en adición a ello, es claro que cerca de uno de sus muros se realizó una
actividad de calentamiento y combustión.

Ácidos grasos
El hallazgo de bajos valores de ácidos grasos en zonas relacionadas con el alza de
pH y de fosfatos parece sugerir que el cuarto pudo servir como una zona temporal
de preparación de alimentos. Estos se encuentran tanto en la parte alta como la
parte baja del sector escalonado (Ortiz 2015: 375). En el C53, por su parte, se
aprecia un ligero enriquecimiento de ácidos grasos en casi todo el cuarto, con
un aumento hacia la esquina noreste donde presumiblemente estuvo la zona de
combustión.

Residuos proteicos
El cuarto C41-43/C41B-42 presentó un aumento de residuos proteicos en la
parte alta del sector escalonado, relacionado tal vez con el hallazgo de la vasija
y del metate que refuerzan la hipótesis que en esta zona se utilizó como área de
preparación de alimentos. El C53 nuevamente presenta un enriquecimiento hacia
la esquina noreste, lo que implica que en esta zona se desarrolló una actividad rica
en desechos de proteínas (Ortiz 2015: 377).

145
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Interpretación de la zona Metepec


Es evidente que estos espacios superficiales fueron reutilizados en época tardía y
que sus pisos se enriquecieron por actividades ajenas a su propósito original. Tal es
el caso de los cuartos C41-43/C41B-42, en la que una plataforma de dos niveles,
asociada a un posible tablero-talud y una zona baja que sugiere un patio, es poco
probable que se utilizara como un área de preparación de alimentos. Sin embar-
go, los enriquecimientos químicos así lo demuestran. Los hallazgos de una vasija
tardía, un metate, fragmentos de figurillas y un alisador de estuco, así como la
existencia de un posible muro tardío perpendicular (de mala calidad y superpuesto
sobre el piso) que separó los cuartos, hacen suponer que el área fue segmentada
para hacer cuartos más pequeños y realizar en ellos actividades de tipo doméstico
(Pecci 2000: 195).
Por otra parte, en el C53, que no presenta materiales sobre su piso e incluso
sus límites son poco claros, es difícil hacer interpretaciones en relación con su fun-
ción. En términos generales, puede decirse que presentó mayor enriquecimiento
que los cuartos C41-43/C41B-42; sin embargo, aunque presentaron el mismo
tipo de enriquecimiento, éste se encontró más concentrado en un solo sector (la
esquina noreste). La existencia de fosas de entierro en esta parte del piso (Man-
zanilla 2012c) parece sugerir ofrendas “post-mortem” con materiales orgánicos tal
y como alguna vez se sugirió para el cuarto 21 de Oztoyahualco 15B (Manzanilla
[ed.] 1993; Ortiz 1990: 60).

Consideraciones finales

A partir del estudio del enriquecimiento químico de los pisos de estuco y de su


comparación con materiales arqueológicos, arqueobotánicos y arqueozoológicos
hallados en contextos relevantes, así como de la observación de rasgos arquitectó-
nicos y su temporalidad con base en fechas de radiocarbono y de arqueomagne-
tismo, fue posible identificar áreas de actividad de diferentes temporalidades para
tratar de reconstruir el modo de vida y transformación de los espacios a través del
tiempo en el centro de barrio de Teopancazco. Para llevar a cabo este proceso, fue
importante contar con mapas de la secuencia arquitectónica de la evolución del
centro de barrio para poder vaciar la información e interpretar de manera integral
los resultados.
Por otra parte, se pudo evidenciar que las actividades más “sucias”, es decir,
con más residuos químicos desechados y más cotidianamente realizadas, fueron
las que dejaron mayor enriquecimiento y, por ende, las más fácilmente reconoci-

146
2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...

das. En algunas ocasiones, la suma de varias actividades a través del tiempo borró
actividades más “limpias” que químicamente son imposibles de observar, pero que
el contexto y sus materiales asociados pueden ayudar a revelar.
Una de las preguntas iniciales de la investigación planteaba si era posible
reconocer químicamente todos los componentes propuestos por Manzanilla para
un centro de barrio; la respuesta es que de los ocho componentes propuestos, fue
posible distinguir químicamente el componente ritual, el componente residencial
y el área de cocinas-almacenes.
El componente artesanal presentó un gran potencial de estudio, particular-
mente en lo que se refiere a actividades “sucias” de preparación y manufactura en el
taller y áreas asociadas; desafortunadamente, “la sastrería” no contó con pisos y, por
lo tanto, no pudieron tomarse muestras de su superficie de trabajo; sin embargo,
el sector externo con apisonados al este, brindó información de manera indirecta
de esta zona de trabajo.
El mismo potencial presentaría el componente comunitario aun cuando no
ha sido excavado, pero en el que muy posiblemente, por el tipo de actividades in-
volucradas, se obtendrían altos enriquecimientos químicos.
En lo que respecta a los componentes militar y médico, es factible que cada
uno puede ser identificado a partir de indicadores arqueológicos propios. Sin em-
bargo, como se mencionó en ”Características del barrio de Teopancazco durante
la fase Xolalpan. Una propuesta metodológica”, en esta misma publicación (véase
capítulo 1), se pueden compartir muchas de las actividades realizadas en compo-
nentes distintos, por ejemplo, la realización de actividades rituales en el compo-
nente militar o en el componente administrativo, donde para Teopancazco am-
bas zonas presentaron altares particulares. Sin embargo, es evidente que en cada
ámbito el enriquecimiento químico derivará de actividades distintas.
El único componente que al parecer no implicó el derrame de sustancias en
los pisos fue el componente administrativo; por lo tanto, el estudio químico de
los pisos no parece aportar mucha información al respecto. Sin embargo, como en
cada uno de los otros componentes, arqueológicamente puede ser reconocido a
través de indicadores propios (Ortiz 2015: 379).
Por otra parte, a lo largo del capítulo se discutió la posibilidad de diferenciar
entre actividades eventuales y actividades cotidianas, y la probabilidad de reco-
nocerlas químicamente. Al respecto, la mayoría de las actividades registradas son
aquellas que se realizan cotidianamente y enriquecen a diario sus espacios; sin em-
bargo, es posible identificar plenamente algunas actividades eventuales, como un
rito de terminación, por el tipo de residuos desechados así como por la cantidad
de indicadores involucrados.

147
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Figura 2.36. Mapa de distribución química de la ocupación Metepec.

Por último, es importante comentar que el estudio químico de las superficies


de ocupación ha incrementando sus ámbitos de interpretación. En un principio se
concentraba sobre todo en la identificación de áreas de actividad de tipo domés-
tico. Sin embargo, la gran demanda de aplicación de este tipo de estudios en di-
versos contextos arqueológicos ha enriquecido la interpretación de otros espacios
como el ritual, el productivo, el funerario, etcétera. Es pertinente recordar que en

148
2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...

esa interpretación los estudios etnoarqueológicos o de arqueología experimental


han sido de mucha ayuda. De esta forma, ha sido posible entender la dinámica de
actividades en un centro de barrio teotihuacano especializado, entre otras cosas,
en la confección de atavíos para la elite intermedia (Manzanilla 2012a: 28), y
donde lo ritual rigió gran parte de su vida social y económica de cada uno de sus
componentes.

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3. Los sectores rituales de Teopancazco
Linda R. Manzanilla

Introducción

Es indudable la importancia del ritual en Teotihuacan, como podemos ver en


múltiples representaciones en la pintura mural. Además de la producción artesa-
nal y de la construcción, el ritual congregó a diferentes actores sociales y articuló la
diversidad étnica presente en la ciudad. Hemos reconocido diversos tipos de ritual
en Teotihuacan (Manzanilla 2002):
1. Los rituales funerarios de los diversos contingentes étnicos, que son revela-
dores de la identidad canónica (Manzanilla y Serrano [eds.] 1999).
2. Los rituales de terminación y de abandono, que son un aspecto que hemos
reconocido tanto en los conjuntos de apartamentos, como en los centros de
barrio (Manzanilla 2002).
3. Las ceremonias en las plazas y patios rituales.

Dada la multietnicidad presente en Teotihuacan, sorprende el despliegue re-


lativamente libre de elementos que aluden a la identidad étnica, en particular en
los rituales funerarios y la indumentaria. Suponemos también que la cultura culi-
naria de cada grupo étnico manifestó técnicas, ingredientes y mezclas particulares
(Manzanilla 2007a), aunque aún no hemos podido probar este aspecto en el regis-
tro arqueológico. Suponemos también que el culto doméstico pudo haber tenido
distinciones relativas a la identidad étnica, pero tampoco hemos podido demostrar
contundentemente este rasgo.
La presencia de oaxaqueños en Teotihuacan fue detectada gracias a los rituales
funerarios particulares, que implicaron la construcción de tumbas con cámara y an-
tecámara, la disposición extendida de los cadáveres, además de la presencia de urnas
funerarias, junto con estelas con glifos zapotecas y cerámica importada (además de
imitaciones) (Spence 1990, 1996; Ortega Cabrera 2014). Los michoacanos de la
Estructura 19 del Cuartel (Gómez Chávez 1998) construyeron tiros donde se ente-
rraron varios individuos, junto con figurillas y cerámica foránea, y los veracruzanos
del Barrio de los Comerciantes (Rattray 1988, 1989) al parecer prefirieron entierros
parciales o secundarios dispuestos en estructuras circulares de adobe.

157
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Los rituales de los conjuntos multifamiliares de apartamentos

Sabemos que en los patios rituales de cada familia que moraba en los conjuntos
multifamiliares de apartamentos (Manzanilla 1996; Manzanilla [ed.] 1993; Barba
et al. 2007) se veneraba a las deidades patronas de las familias. Algunas podrían
referirse a las deidades del Estado teotihuacano –ya que aparecen en moradas,
centros de barrio y palacios–, y son el dios de las tormentas y el dios del fuego.
Otras aparecen en sectores particulares de la ciudad, como el dios mariposa. Al-
gunas más se refieren a aspectos sociales muy locales, como la escultura de conejo
que se halló en uno de los patios rituales de Oztoyahualco 15B:N6W3, un con-
junto donde, además de guajolotes y perros, se criaron conejos de varias especies
(Manzanilla 1996; Manzanilla [ed.] 1993; Valadez 1993; Somerville et al. 2016).
Los patios rituales pueden contar con altares construidos o con maquetas
seccionales que se arman para recibir la imagen de la deidad patrona (como el
conejo de Oztoyahualco 15B:N6W3 de tiempos Xolalpan) y las ofrendas resul-
tantes. Asimismo, pudimos constatar que en los cuartos que bordean los patios
rituales, se preparó el ritual, ya que hay enriquecimientos químicos que se pueden
seguir hasta el patio, pero también, como Sanders (1966: 138) mencionó para
Maquixco, se pudo guardar la parafernalia religiosa.
Otros rituales más específicos de Oztoyahualco 15B:N6W3, junto al san-
tuario C57, se refieren al corte de patas de conejo sobre una media esfera con
iconografía grabada (Manzanilla [ed.] 1993; Manzanilla 2002). Además está el
magnífico incensario tipo teatro desmantelado alrededor del entierro 8, con la
representación de un sacerdote vestido como el dios mariposa, de cuyas manos
y paneles caen los “mantenimientos”: maíz, tortillas, calabaza, flor de calabaza,
tamales, algodón y otros recursos (Manzanilla y Carreón 1991). Éste debió de
ser utilizado en ceremonias alusivas al dios mariposa, una deidad relacionada con
la milicia de Teotihuacan. Linné (1934: 48) también halló incensarios tipo teatro
en el conjunto Xolalpan, dentro del altar y en el patio occidental, así como en el
conjunto Tlamimilolpa, alrededor del entierro 4 y desmantelados en escondrijos
(Linné 1942: 141).
En Oztoyahualco 15B:N6W3 hallamos representaciones del dios de las
tormentas, en vasijas Tláloc y tapaollas con la cara de Tláloc y un amamalácotl
saliendo de su boca; fragmentos del brasero del dios del fuego, el incensario del
dios mariposa que ya mencionamos, además de la escultura de la deidad patrona
“conejo” (Manzanilla 2002).
Como rituales de terminación tenemos dos que podemos citar: uno involucra
una vasija de piedra rota en pedazos que fueron tirados en varios cuartos (fenóme-
no que también hallamos en Teopancazco), y otro de abandono que se halló en la

158
3. los sectores rituales de teopancazco

porción sur del conjunto, en el que varias mandíbulas humanas fueron dispuestas
a alturas diversas, separadas por tierra, junto con conchas marinas, algunas jarras y
vasijas (Manzanilla [ed.] 1993).

Los rituales de las estructuras palaciegas de Teotihuacan

En los palacios de la elite gobernante, como Xalla (al norte de la Pirámide del
Sol) (Manzanilla 2008, 2017), hemos reconocido deidades que podrían haber sido
personificadas por personajes de muy alto rango: el dios de las tormentas y el dios
del fuego reaparecen de nuevo, pero también está visible el dios del monte y una
posible deidad femenina del agua. De los primeros tres tenemos esculturas rotas
en pedazos durante el incendio del núcleo de Teotihuacan hacia 550 d.C.
La Plaza 1 de Xalla con cuatro estructuras equivalentes en tamaño dirigidas a
los puntos cardinales es el escenario de dicha personificación, pero esta plaza tiene
también en el centro un templo con tablero y talud (en las últimas fases construc-
tivas); en este templo, los personajes de los recintos mencionados compartieron el
espacio ritual. Es probable que se llevara a cabo un culto particular a estelas lisas
erguidas en pequeñas fosas alineadas. Dichas estelas también aparecen en la Plaza
de la Luna y en la cima de la Pirámide del Sol.
Prácticamente no hay entierros en Xalla, excepto un individuo de tiempos
epiclásicos y algunos entierros parciales, pero sí abundan huesos humanos disper-
sos, sobre todo dientes y falanges humanas, lo cual podría implicar la conservación
de reliquias.

Los rituales de los centros de barrio

Los centros de barrio, como Teopancazco, cuentan con grandes plazas rituales
(más grandes que cualquier patio ritual de los conjuntos multifamiliares) (figura
3.1) (Manzanilla 2009); además de altares y templos grandes (por lo regular dis-
puestos en el sector oriental del patio principal), despliegan murales que refieren a
los rituales de siembra, generalmente ubicados en los sectores administrativos del
centro de barrio (Valdez Bubnova 2012). Los sacerdotes con atavíos del océano de
Teopancazco caminan hacia el altar y tiran líquidos con semillas (figura 3.2); di-
chos líquidos impregnaron el piso de estuco de la plaza ritual y dejaron anomalías
de fosfatos (Pecci et al. 2010), además de semillas de chía (véase el capítulo 2 de
este volumen; Manzanilla [ed.]-Valadez [coord.] 2017). Los rituales de siembra
en manos de los “sacerdotes sembradores” constituyen uno de los aspectos del

159
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

ritual que seguramente los administradores del centro de barrio hacían para enca-
bezar el ceremonial.

Figura 3.1. Gran plaza ritual de Teopancazco, con altar y gran templo al este
(a la izquierda)
(foto de Linda R. Manzanilla).

Figura 3.2. Mural principal de Teopancazco. Archivo del proyecto “La pintura mural
prehispánica en México”. Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM. Dibujó: Adela
Bretón 1990.

160
3. los sectores rituales de teopancazco

Figura 3.3. Templo C181B—261 de época Tlamimilolpa, “decapitado”


(foto de Linda R. Manzanilla).

En Teopancazco contamos con varios patios rituales. Durante la fase Tlami-


milolpa, en el sector noreste, hubo una plaza (C267F) con un templo (C181B-261)
de aproximadamente 16.52 m2, con fachada al oeste, que fue destruido cortándolo
a una altura de 26 a 80 cm (figura 3.3). Enfrente se halló un altar (C284), con fa-
chada al este, y una superficie de 3.6 m2; éste también fue “decapitado” a una altura
de 32 a 42 cm. El altar contuvo una fosa cuadrada que probablemente comenzó en
el nivel constructivo posterior, y en ella se hallaron los esqueletos de dos infantes
(En 99-100) de 2 y 3-4 años, masculinos por ADN, en posición decúbito flexio-
nada. Aún portaban la banda cefálica (figura 3.4).
El templo originalmente fue un recinto con el piso 4, desde el cual se cavaron
varias fosas. El AA214B es una fosa con dos entierros secundarios (En 111 y 112)
de infante y adulto, uno de los cuales (En 112) estaba dentro de un cesto (figura
3.5), o llevaba un cesto en la cabeza. Estaban asociados a un cuenco alóctono
decorado (figura 3.6). El AA227 es una fosa con dos entierros sedentes de ado-
lescentes (En 105 y 108), que estuvieron acompañados por varias miniaturas con
cosméticos (Vázquez de Ágredos Pascual et al. 2012), mica en formas geométricas
(figura 3.7), una aplicación de travertino, una figurilla títere casi completa, pizarra
y un cuenco naranja laca (figura 3.8). Por el hallazgo de sellos cuatri-foliados aso-
ciados a cosméticos, principalmente galena, cinabrio y jarosita (Vázquez de Ágre-
dos et al. 2012; Doménech-Carbó et al. 2012) en la fosa de los dos adolescentes
sedentes (En 105-108), podemos suponer que también se usaron como pintura

161
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

corporal simulando las manchas oscuras de un jaguar. Quizás también formaron


parte de las representaciones que tuvieron lugar en alguno de los patios.

Figura 3.4. Dos individuos infantiles (En 99 y 100) en un altar


destruido (C284) (foto de Linda R. Manzanilla).

En el relleno del templo C181B-261, sobre el piso 4, se hallaron dos incen-


sarios tipo teatro (AA207 y AA222; figura 3.9), y un gran vaso trípode esgrafiado
matado (AA229, RT 12947) (figura 3.10). Posteriormente, sobre el templo des-
truido o “decapitado”, se dispusieron nueve entierros de individuos decapitados
dentro de vasijas, práctica que también se observó en otros individuos decapitados
en fosas al frente del templo.

162
3. los sectores rituales de teopancazco

Figura 3.5. Fosa (AA214B) con un cesto que contuvo un cráneo de


adulto (En 112) (foto de Linda R. Manzanilla).

Figura 3.6. Cuenco alóctono decorado hallado en AA214B (RT 13943)


(foto de Rafael Reyes).

163
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Figura 3.7. Fosa AA227 donde fueron dispuestos los entierros 105 y 108 (probablemente
fardos funerarios), asociados a un cuenco naranja laca, mica en formas geométricas y varias
miniaturas con cosméticos (foto de Linda R. Manzanilla).

Figura 3.8. Cuenco naranja laca hallado en el AA227


(foto de Rafael Reyes), asociado a los entierros 105 y 108.

164
3. los sectores rituales de teopancazco

Figura 3.9. Incensario tipo teatro desmantelado, hallado en el relleno


del templo destruido (AA207) (foto de Linda R. Manzanilla).

Figura 3.10. Gran vaso esgrafiado matado (AA229, RT 12947)


(foto de Rafael Reyes).

165
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Figura 3.11. Vaso trípode del ritual de terminación en C206 (AA37), restaurado
(foto de Rafael Reyes).

Figura 3.12. Vaso trípode del ritual de terminación en C206 (AA37), con tocado de tres
borlas, restaurado (foto de Rafael Reyes).

166
3. los sectores rituales de teopancazco

Figura 3.13. Cuenco naranja laca con decoración al negativo hallado en el ritual de
terminación en C206 (AA37), restaurado (foto de Rafael Reyes).

Figura 3.14. Escultura de Huehuetéotl, con los rasgos alterados en el ritual de terminación y
tirado contra el piso del Cuarto 17 (Xolalpan tardío) (foto de Rafael Reyes).

167
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Figura 3.15. Vaso Tláloc estrellado contra el piso del Cuarto 25 y restaurado (fase Xolalpan)
(foto de Rafael Reyes).

Asimismo, hubo otro templo Tlamimilolpa (C313) anterior al grande de la


plaza ritual de Teopancazco; en él se hallaron dos figurillas: un personaje “Tláloc”
con collar (véase figura 3.16) y una figurilla femenina ataviada como felino (véase
figura 3.17).
La gran plaza de época Xolalpan (C6) tuvo aproximadamente 275 m2; contó
con un gran templo al este con tablero y talud pintado de rojo (de aproxima-
damente 144 m2); el altar con tablero talud, y un patio ritual (C19) en el sector
militar, que funcionó en época Xolalpan y Metepec.
Además de la disposición de varios individuos decapitados en C162F y
C181B-261, durante la transición de las fases Tlamimilolpa a Xolalpan (alrededor
de 350 d.C.), se hizo otro ritual de terminación en la esquina noroeste de la plaza
principal (C206) de esos tiempos. En este ritual se “mataron” varias vasijas, ins-

168
3. los sectores rituales de teopancazco

trumentos y objetos, entre las que se cuentan dos vasos trípodes pintados (figuras
3.11 y 3.12) ya descritos anteriormente (Manzanilla 2012), uno con una escena
de una serpiente en cuyo lomo yace una garceta con cresta de la costa del Golfo de
México, y otra con un tocado de tres borlas. Asimismo, se halló un cuenco naranja
laca con decoración al negativo (figura 3.13).

Figura 3.16. Figurilla del dios de las tormentas hallada en el templo


de tiempos Tlamimilolpa (C313) (foto de Linda R. Manzanilla).

En la plaza ritual principal (C6) y en otros espacios del conjunto hay eviden-
cias de instrumentos musicales (véase el capítulo 4 de este volumen) muy posible-
mente acompañando representaciones, algunas de las cuales con toda probabili-
dad se refirieron a actividades de pesca (el altar de Teopancazco representado en
el mural principal tiene una red encima). También hubo evidencias de consumo
de peces probablemente en banquetes comunales de índole ritual, ya que los dese-
chos de estas comidas fueron depositados en fosas de la plaza (Manzanilla 2012;
Rodríguez Galicia 2010). Incluso se recreó un sector con arena fina en la esquina
noreste del patio ritual (Manzanilla 2012).

169
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Varios instrumentos musicales de Teopancazco se asemejan a los hallados por


Séjourné en Tetitla (1966), como se menciona en el capítulo 4 de este volumen;
asimismo, hay varios semejantes a aquellos de la costa del Golfo de México, lo que
enfatiza de nuevo el vínculo con el oriente. En los silbatos predominan sonidos de
ave, que, en Teopancazco, aparecen tanto en un templo y un cuarto residencial de
época Tlamimilolpa, en varios contextos Xolalpan (sectores residenciales, las coci-
nas-almacenes, el templo principal) y en la zona residencial de los militares de época
Xolalpan tardío-Metepec. Varias flautas también fueron halladas, desde tiempos
Tlamimilolpa (sector ritual) y varios sectores Xolalpan (residencial, sastrería y ri-
tual). Además, se halló un omichicahuaztle en la sastrería de Xolalpan temprano
(véase capítulo 4). Por lo tanto, en Xolalpan hay una cierta variedad de instrumentos
que aparecen en varios contextos, sobre todo en el patio ritual (C6).
En ciertas porciones de Teopancazco, precisamente en el sector oeste, pudi-
mos hallar una escultura completa del dios del fuego (figura 3.14), con los rasgos
faciales tallados con un canto para desacralizarlo, antes de ser tirado en el piso
boca abajo. En otro cuarto cercano hallamos una vasija Tláloc (figura 3.15) con
patas de guajolote, rota contra el piso, otro caso de desacralización (Manzanilla
2012). Ambos son rituales de terminación y/o abandono.
Del mismo modo, hallamos representaciones del dios de las tormentas de
la época Tlamimilolpa (C313 AA225), en forma de figurilla en el templo prin-
cipal del centro de barrio de Teopancazco de dicha fase (figura 3.16), así como
una figurilla femenina con cara o máscara de felino (figura 3.17), también de la
época Tlamimilolpa (Manzanilla 2012). De igual manera, hallamos aplicaciones
de tlaloques de incensarios tipo teatro en C206 (AA37: ritual de terminación de
Tlamimilolpa tardío) y en C258C (AA113: junto a un posible templo a Tláloc).
Resumiendo, hay rituales de terminación que conviene enunciar:
1. De la transición de Tlamimilolpa tardío/Xolalpan temprano, hacia 350 d.C.,
tenemos dos rituales de terminación: uno que involucró la decapitación de
29 individuos adultos, la mayor parte de los cuales eran masculinos, y la dis-
posición de sus cabezas en vasijas tapadas con otras vasijas, y luego en fosas
bajo un piso. De esa misma fecha tenemos otro ritual que podemos observar
en un cuartito en el extremo noroeste de la plaza ritual (C6) con la ruptura de
muchas vasijas, algunas foráneas (de las vajillas anaranjada delgada y laquea-
das), así como vasos trípodes pintados al fresco, mica, pizarra y piedras verdes
(Manzanilla 2006, 2009, 2012). Estos rituales de terminación finiquitan la
época Tlamimilolpa y auguran una nueva etapa constructiva en Teopancazco,
perteneciente a la fase Xolalpan.
2. En Xolalpan tardío hay otros rituales de terminación en Teopancazco, par-
ticularmente evidentes en la porción occidental del conjunto (Manzanilla

170
3. los sectores rituales de teopancazco

2002). Involucran candeleros, fragmentos de vasijas de piedra (como men-


cionamos para Oztoyahualco 15B:N6W3), fragmentos de figurillas y lítica
pulida.

Figura 3.17. Figurilla femenina con máscara de felino hallada en el templo de tiempos
Tlamimilolpa (C313) (dibujo de Fernando Botas).

En Teopancazco son profusos los fragmentos de figurillas desmembradas;


Berenice Jiménez, Enah Montserrat Fonseca y yo supusimos que hubo un ritual
de desmembramiento de figurillas que replicó lo que pasó con seres humanos y
animales ( Jiménez González 2008; véase capítulo 8 de este volumen). En el pala-
cio de Xalla hallamos el mismo fenómeno, pues las extremidades de las figurillas,
sus torsos y sus cabezas generalmente aparecían desarticulados.
He supuesto también que en el patio ritual principal de Teopancazco se re-
presentaron rituales de pesca, que quizás conllevaron comidas rituales con peces.
En el sector noreste del patio, existe un área con arena fina; el altar del conjunto
aparece representado en el mural principal de Teopancazco con una red; algunas
fosas del patio ritual contuvieron restos de peces consumidos.

171
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Respecto del ceremonial funerario de Teopancazco, podemos señalar que hubo


varios casos de entierros típicamente teotihuacanos, en fosas, con el cuerpo flexio-
nado o sedente; asimismo, infantes depositados en altares. Sin embargo, también
hubo rituales foráneos: la disposición de un cráneo femenino con los huesos largos
dispuestos en cuadro a su alrededor, o bien, los individuos decapitados cuyas cabezas
fueron dispuestas en vasijas y tapadas con cajetes o tapaplatos (Manzanilla 2012;
Manzanilla [ed.] 2017). Este último ceremonial se ha hallado también en Cerro
de las Mesas, Veracruz (Drucker 1943), por lo que suponemos que es una práctica
adoptada de la Mixtequilla, de donde también llegó cerámica Naranja Laca.
Probablemente hubo un ceremonial asociado a la guardia del barrio. Se ha
propuesto que la presencia de incensarios tipo teatro (véase figura 3.9) está re-
lacionada con los militares; de hecho, un infante de unos 7 años enterrado en el
sector militar del conjunto estuvo acompañado por un incensario tipo teatro mi-
niatura (figura 3.18), así como por una figurilla de personaje de élite (figura 3.19)
y un militar con su atavío desmontable (figura 3.20).

Figura 3.18. Incensario tipo teatro miniatura hallado en la fosa del entierro 4 en el sector
militar de Teopancazco (dibujo de Fernando Botas).

172
3. los sectores rituales de teopancazco

Contamos con una alineación de entierros de perinatos en el sector noreste


del conjunto. Esto nos ha hecho pensar que los centros de barrio, además de ser
lugares de trabajo artesanal muy especializado y de organización de caravanas
hacia zonas de aprovisionamiento de bienes suntuarios (Manzanilla 2011), son
también escenarios del ceremonial para el barrio en su conjunto, así como lugares
donde ciertas mujeres del barrio pudieron dar a luz con la ayuda de comadronas.
Varios niños murieron en el parto y fueron enterrados allí (Manzanilla 2012).
Suponemos también que el espacio abierto hacia el este pudo haber servido
para concentrar desechos sucios, por un lado, para montar un tianguis cada cierto
número de días, y por otro, para congregar a parientes de las aldeas en festividades
particulares de cada barrio.

Figura 3.19. Figurilla de personaje de elite asociada al entierro 4


(dibujo de Fernando Botas).

173
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Figura 3.20. Figurilla de militar con atavío desmontable, asociada al entierro 4 (dibujo de
Fernando Botas).

Hemos propuesto que los centros de barrio constituyeron sociedades “de


casa”, y por ende, además de ser conjuntos sociales, constituyen unidades sim-
bólicas y económicas (Manzanilla 2007b). Por esta razón, los barrios fueron las
unidades más dinámicas de la sociedad teotihuacana, ya que guardaron cierta
autonomía respecto del estado teotihuacano, y reiteraron sus particularidades a
través de las actividades manufactureras predominantes en el centro de barrio, sus

174
3. los sectores rituales de teopancazco

conexiones simbólicas, las festividades, los atavíos, y posiblemente los referentes


a otras regiones de las cuales cada uno se allegaba materias primas suntuarias y
artesanos migrantes.

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179
4. Instrumentos sonoros procedentes
de las excavaciones de Teopancazco
Francisca Amelia Zalaquett Rock,
Dulce Sugey Espino Ortiz y Violeta Vázquez Campa

Introducción

Durante las excavaciones dirigidas por la Dra. Linda R. Manzanilla en el centro


de barrio multiétnico de Teopancazco, ubicado en la periferia sureste de Teoti-
huacan, se localizaron diversos instrumentos sonoros; por esta razón se planteó
la necesidad de efectuar su análisis arqueoacústico detallado, considerando sus
estructuras organológicas y acústicas (cuando estaban completos), así como en-
tender los contextos en los que pudieron ser ejecutados, y la posible procedencia
y relación entre éstos.
Se ha propuesto que Teopancazco estuvo regido por nobles teotihuacanos, y
dedicado, entre otras actividades, a pintar y laquear cerámica, a elaborar cestos y
redes, y a la confección de atavíos de la elite intermedia, con fuertes vínculos con
el corredor de sitios teotihuacanos hacia la costa del Golfo de México (Manzanilla
2012: 28).
Aunque la ocupación de Teopancazco inició probablemente en Tlamimilol-
pa temprano, es en la fase Xolalpan (350-550 d.C.) que se convierte en un centro
de barrio con una gran plaza, un sector de “sastrería” plenamente establecido y
cocinas en la periferia norte; es asimismo un polo de abasto de materias primas
suntuarias procedentes de todo el corredor hacia Nautla, Veracruz (Manzanilla
2012: 36). Más tarde, durante la fase Metepec (550-650 d.C.), se edificó un nuevo
desarrollo arquitectónico en la porción noreste del conjunto, donde se describen
pequeños cuartos limitados por muros con piedras pequeñas. Además, sobre algu-
nos pisos se detectó reocupación epiclásica y azteca (Manzanilla 2012: 40).
Tanto en los sectores residenciales como rituales de Teopancazco, se obtuvo
una variedad de aerófonos (silbatos, flautas sencillas, dobles, triples y cuádruples) y
un idiófono (omichicahuaztli). Lo anterior es evidencia de que en Teotihuacan po-
siblemente algunos rituales efectuados en las plazas cumplían la función de unifi-
car a un grupo, promover o festejar alguna obra, y comunicarse con las divinidades.
Algunos conceptos rituales se expresaban y creaban con medios paralingüís-
ticos y verbales. La comunicación paralingüística se refiere a las vocalizaciones no

181
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

verbales (gestos, expresiones corporales y utilización del espacio). Estos ejecutan-


tes de la acción ritual eligieron algunos significados dentro de su contexto cultural,
donde realizaron una selección de lo necesario para expresar estas creencias, tanto
de manera explícita (gestos, trajes, etcétera) como implícita (mensajes). Todas las
ocasiones en las que se presentaban danzas, reuniones, juegos y música daban
una sensación de pertenencia a un grupo (familia, clan, ciudad, etnia, etcétera),
concepto básico para definir la identidad de los individuos en los grupos mesoa-
mericanos. Los músicos convocaban y acompañaban a las personas para participar
en una gran variedad de ceremonias; su manejo del sonido y los ritmos como otra
forma de percepción unida a lo visual era de gran importancia para comprender
los mensajes y las sensaciones transmitidas y vividas por los ejecutantes y los es-
pectadores.
Los grupos mesoamericanos elaboraron diversos instrumentos musicales,
mostrando así un gran conocimiento acústico que muchas veces relacionaba su
iconografía con los sonidos que emitían, como es el caso de algunos silbatos en
forma de aves. Estos instrumentos han sido clasificados por los etnomusicólogos
según cómo se ejecutaban y de acuerdo con los medios que producían sus sonidos,
como idiófonos, aerófonos y membranófonos. Dentro de los primeros se incluyen
los cascabeles de cerámica y metalurgia, los raspadores (de hueso, piedra, etcétera),
sonajas de muchos tipos que albergaban semillas o piedras, caparazones de tor-
tuga, calabazos, bastones y tambores de madera de doble lengüeta. Los aerófonos
están conformados por silbatos, ocarinas (o flautas globulares), caracoles marinos
con el vértice cortado a manera de boquilla), flautas y trompetas de madera. Como
representantes de los instrumentos con membranas (piel) están los tambores de
cerámica o de madera de diferentes tamaños y tipos de membranas. Estos instru-
mentos eran considerados sagrados y también como un medio para comunicarse
con las deidades.
Hablaremos de expresiones sonoras, ya que si utilizamos el término música
se pretendería reconstruir patrones que guardan relación con el concepto acuñado
por los griegos, quienes lo distinguían como el arte de organizar sensible y lógica-
mente una combinación coherente de sonidos y silencios, utilizando los principios
fundamentales de la melodía, armonía y ritmo (Trías 2007). Esta definición plan-
tea varias limitantes que durante mucho tiempo han influido en el menosprecio
de expresiones que no eran lógicas ni armónicas según nuestros cánones. Por esta
razón, es preferible hablar de expresiones sonoras, ya que manifiestan una mayor
apertura, posibilidad de registro, difusión y educación sobre la importancia de los
sonidos producidos tanto por individuos y comunidades como parte de la vida
cotidiana y ritual de las personas.

182
4. Instrumentos sonoros procedentes de las excavaciones de Teopancazco

Aerófonos en Teopancazco

Los aerófonos son los instrumentos en los que el aire mismo es la fuente sonora
principal (Hornbostel y Sachs 1961: 24). En este caso contamos con silbatos, flau-
tas de un tubo, dobles, triples y cuádruples. Solamente pudimos efectuar un estu-
dio acústico para el caso de los silbatos, ya que las flautas estaban fragmentadas.

Silbatos sencillos

Los silbatos son instrumentos que no tienen ningún orificio de digitación, cuyo
sonido se obtiene con el aire que se insufla en su interior y, dependiendo del ejecu-
tante, éste puede lograr algunos efectos y cambios en la altura del sonido (tonos).

Figura 4.1. Cámara sonoamortiguada móvil


(fotografía de Francisca Zalaquett).

183
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Para el estudio acústico de los silbatos, se requiere hacer mediciones y des-


cripciones detalladas de su organología, para posteriormente analizar las grabacio-
nes y obtener sus frecuencias fundamentales, armónicos y su intensidad, así como
la forma del espectro (intensidad y frecuencia) y la forma de la onda (distribución
en el tiempo), con el fin de determinar el timbre del instrumento. Es importante
detallar que estos silbatos se hicieron con cerámica, por lo que podremos plantear
propuestas que indiquen patrones de manufactura y cualidades sonoras deseadas
por quienes los elaboraron e interpretaron.
Se interpretaron dichos silbatos en una cabina sonoamortiguada móvil,1 lo cual
asegura un medio controlado para efectuar grabaciones y compararlas (figura 4.1).
Se obtuvo una grabación para cada silbato, con la siguiente nomenclatura de
insuflaciones: soplido suave, medio y fuerte, trémolos (realizados por el intérprete
con su boca) y una ejecución libre. Las grabaciones fueron editadas para su poste-
rior análisis armónico.
El funcionamiento acústico de un silbato es similar al de un resonador de
Helmholtz2 (véase figura 4.2); sin embargo los silbatos tienen características acús-
ticas mucho más complejas, porque sus cavidades de resonancia son irregulares.
Por medio de un análisis de Fourier,3 utilizando el algoritmo de la FFT (Fou-
rier Fast Transform)4 adaptada a una programación en Matlab,5 se implementó un

1 
Es una cabina utilizada para grabaciones sonoras que disminuye ruidos exteriores y reflexiones
dentro del mismo, logrando una grabación de mejor calidad. Está elaborada en secciones que facilitan
su armado y traslado. Tiene en su interior materiales con cierto coeficiente de absorción acústica.
2 
Los resonadores de Helmholtz se basan en el artefacto acústico conocido como cavidad de Helm-
holtz; consisten en una cavidad con un orificio en el extremo de un cuello (como una botella) en
cuyo interior el aire se comporta como una masa resonante, que emite ciertas frecuencias de reso-
nancia. En el caso de los silbatos se tiene el mismo principio, pero sus sonidos son más complejos ya
que algunos tienen forma irregular y cuentan con uno o más orificios de digitación que se pueden
cerrar y abrir para controlar el sonido producido (tonos); dichos sonidos generan series armónicas
que se determinan a partir de múltiplos enteros de la fundamental (fn≈nfn ; n=1,2,3…). Una serie
armónica es una sucesión de sonidos cuyas frecuencias son múltiplos enteros positivos de la de una
nota base, llamada fundamental, es pura cuando los múltiplos son exactos y se comportan como
funciones sen(2πnx y cos(2πnx) con n∈ Z.
3 
Es el estudio de la representación de funciones o señales como superposición de ondas “básicas”
o armónicas.
4 
Es un algoritmo que permite calcular la transformada de Fourier discreta (DFT) y su inversa. Es
de gran importancia debido a que tiene una amplia variedad de aplicaciones como en el procesa-
miento digital de señales.
5 
Es un software desarrollado para programar vectorialmente; contiene algoritmos y paquetes para
diferentes áreas tecno-científicas.

184
4. Instrumentos sonoros procedentes de las excavaciones de Teopancazco

análisis tiempo-frecuencia,6 ya que permite obtener y caracterizar el contenido


armónico de las grabaciones, sin utilizar una terminología occidental de tonos.
Una vez analizadas cada una de las 58 muestras de audio, se obtuvieron las
frecuencias de resonancia, lo que permitió obtener el rango de tesitura, el espectro
y la forma de la onda, se obtuvo un total de 371 armónicos y cada una de las mues-
tras generó de 4 a 10 armónicos tonales, tonal-disonantes y disonantes.
Con todos estos datos, se efectuaron análisis de las relaciones entre frecuen-
cias fundamentales y su ubicación e intensidad marcada en el espectro. En la si-
guiente sección se visualiza y explican ejemplos para cada silbato, resultado del
análisis armónico.

Figura 4.2. Resonador de Helmholtz (dibujo de Dulce Espino).

Silbato número de bolsa 19999


Este silbato lleva una embocadura indirecta de pico posterior y un canal cónico
truncado elipsoide; posiblemente, tenía la representación de un ave, y proviene
del sector C6, asociado a rituales efectuados durante la fase Xolalpan (figuras
4.3 y 4.4). Por sus características organológicas planteamos que se pudo elaborar
localmente, y es muy similar a los registrados por Séjourné en Tetitla (1966: 232).

6 
Es un conjunto de técnicas para la caracterización y manipulación de señales en las que las fre-
cuencias se pueden observar en el dominio del tiempo y, a su vez, en el dominio de la frecuencia, es
decir, las frecuencias son constantes en el tiempo.

185
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Figuras 4.3 y 4.4. Silbato donde se puede apreciar el canal de insuflación y la boca de salida
del aire.

Figura 4.5. Gráfica del espectro del soplido fuerte.

Escogimos algunas gráficas (figuras 4.5, 4.6 y 4.7) donde se muestra el com-
portamiento acústico de este silbato. Este tipo de descripción armónica detallada
de cada muestra nos permite caracterizar a cada instrumento para posteriormente,
al contar con una muestra más numerosa de instrumentos, efectuar un análisis
estadístico que dependerá de los contextos arqueológicos y organológicos. Con
esta clasificación espectral, que incluye el número de armónicos, su intensidad y la
posición de la frecuencia fundamental, se podrían establecer tipologías y preferen-
cias sonoras según los contextos y diferencias diacrónicas y de grupos culturales.

186
4. Instrumentos sonoros procedentes de las excavaciones de Teopancazco

Figura 4.6. Muestra la señal en el dominio del tiempo; se puede observar la envolvente y la
forma de la onda.

Figura 4.7. Muestra las frecuencias obtenidas en el espectro y su ubicación.

Soplido fuerte
Como se observa en las gráficas, los armónicos se presentan bien definidos por su
nivel de intensidad; sin embargo, son tonal-disonantes, ya que no están formados
por una sola raya espectral sino por un conjunto de líneas muy juntas y estilizadas
que conforman dicho armónico. Las intensidades de éstos decrecen conforme la
frecuencia aumenta. Predominan los armónicos impares, pues f1, f3 y f5 son más
intensos que f2 y f4. Observamos a la frecuencia fundamental ubicada en el primer
armónico f1=3495.70 [Hz],, la cual genera una serie de aproximadamente múlti-
plos enteros de ella misma, como se muestra en la figura 4.7; además, su sonido es
muy parecido al emitido por un ave. También podemos ver cómo se desarrolla el
sonido a través del tiempo.

Soplido medio
En este caso (figuras 4.8 y 4.9) se presentan siete armónicos bien definidos por su
pico de intensidad. Son tonales; sin embargo, no están formados por una sola raya

187
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

espectral sino por un conjunto de líneas muy juntas y estilizadas. Hay un ligero
predominio de los armónicos pares, pues el 6° armónico es un poco más intenso
que el 5°. Las intensidades de los armónicos decrecen conforme la frecuencia au-
menta y se empiezan a equilibrar a partir del 4° armónico. En el 7° la intensidad
decae abruptamente. Observamos a la frecuencia fundamental que se ubica en el
primer armónico f1=3191.89[Hz], la cual genera una serie de aproximadamente
múltiplos enteros de ella misma, como se muestra en la figura 4.9.

Figura 4.8. Gráfica del espectro del soplido medio.

Figura 4.9. Muestra las frecuencias obtenidas en el espectro y su ubicación.

Soplido medio, trémolo


Aquí (figura 4.10) se presentan seis armónicos bien definidos por su pico de in-
tensidad; sin embargo, tres son tonal-disonantes y tres, disonantes pues se obser-
van constituidos por un conjunto de líneas muy juntas más o menos estilizadas.
Las intensidades de los armónicos decrecen en nivel de intensidad conforme la
frecuencia aumenta; hay un ligero predominio de impares ya que el 5° armónico

188
4. Instrumentos sonoros procedentes de las excavaciones de Teopancazco

es un poco más intenso que el 4°, y se observa equilibrio en el 2° y 3° armónicos,


y a su vez, en el 4° y el 5°. Observamos a la frecuencia fundamental ubicada en el
primer armónico f1=3349.91[Hz], que genera una serie armónica de aproxima-
damente múltiplos enteros de ella misma, como se muestra en la figura 4.11; su
sonido es muy agudo, pero si se sopla fuerte y corto produce un sonido similar al
de un ave.
Por lo tanto, acústicamente es preferible tocar este instrumento con un sopli-
do fuerte, pues se ha observado que los soplidos medios no presentan la intensidad
de los armónicos en forma decreciente; esto no nos permite saber qué armónicos
predominan en la serie armónica a diferencia del soplido fuerte, donde se nota cla-
ramente un predominio de armónicos impares. Además, los armónicos se presen-
tan más nítidos en el soplido fuerte respecto al medio, donde son más disonantes.

Figura 4.10. Gráfica del espectro del soplido medio, trémolo.

Figura 4.11. Muestra las frecuencias obtenidas en el espectro y su ubicación.

189
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Silbato número de bolsa 5814


Este silbato lleva una embocadura indirecta de pico posterior y un canal cilíndrico
elipsoide; posiblemente llevaba la representación de un ave, y proviene del sector
C504, asociado a cocinas-almacenes durante la fase Xolalpan (figuras 4.12 y 4.13).
Por sus características organológicas planteamos que pudo haberse elaborado local-
mente; además, es muy similar a los registrados por Séjourné en Tetitla (1966: 232).

Figuras 4.12 y 4.13. Silbato donde se puede apreciar el canal de insuflación


y la boca de salida del aire (dibujo de Fernando Botas).

Soplido fuerte
Se presentan diez armónicos bien definidos por su pico de intensidad, siete to-
nal-disonantes y tres disonantes, por lo que no se encuentran formados por una
sola raya espectral sino por un conjunto de líneas muy juntas donde sobresalen

190
4. Instrumentos sonoros procedentes de las excavaciones de Teopancazco

picos estilizados (figuras 4.14 y 4.15). Las intensidades de los armónicos decrecen
en nivel de intensidad conforme la frecuencia aumenta, con predominio de armó-
nicos impares en los primeros armónicos; se ve cómo se empiezan a equilibrar a
partir del 5° armónico y hasta el 8°. Observamos la frecuencia fundamental que se
ubica en el primer armónico f1=1932.01[Hz], la cual genera una serie armónica de
aproximadamente múltiplos enteros de ella misma, como se muestra en la figura
4.15; en este caso se logra percibir el sonido de un ave cuando los soplidos son
fuertes y cortos.
Para su análisis acústico fue mejor tomar las muestras con soplidos fuertes,
ya que los soplidos medios y suaves son inestables y menos nítidos los armónicos.

Figura 4.14. Gráfica del espectro del soplido fuerte.

Figura 4.15. Muestra las frecuencias obtenidas en el espectro y su ubicación.

191
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Silbato número de bolsa 61310


Este silbato tiene una embocadura indirecta de pico posterior y un canal cilíndrico
elipsoide; posiblemente incluía una representación antropomorfa. Proviene del
sector C61 residencial durante la fase Metepec (figuras 4.16 y 4.17). Por sus ca-
racterísticas organológicas planteamos que se pudo elaborar localmente, y es muy
similar a los registrados por Séjourné en Tetitla (1966: 232).

Figuras 4.16 y 4.17. Silbato donde se puede apreciar el canal de insuflación


y la boca de salida del aire

192
4. Instrumentos sonoros procedentes de las excavaciones de Teopancazco

Soplido medio

Figura 4.18. Gráfica del espectro del soplido medio.

Figura 4.19. Muestra las frecuencias obtenidas en el espectro y su ubicación.

Para este tipo de soplido se presentan nueve armónicos bien definidos por su pico
de intensidad; encontramos cuatro armónicos tonal-disonantes, ya que no están
formados por una sola raya espectral, sino que se observa un conjunto de líneas
muy juntas estilizadas que conforman cada uno de ellos, y cinco disonantes, de los
cuales tres son armónicos paralelos ya que no forman parte de la serie armónica;
sin embargo, tienen presencia debido al nivel de intensidad que los caracteriza (fi-
guras 4.18 y 4.19). Las intensidades de los armónicos decrecen en nivel conforme
la frecuencia aumenta; a partir del 4° armónico se vuelven más disonantes, y hay
un predominio de armónicos pares. La frecuencia fundamental nuevamente se
encuentra en el primer armónico, como en los casos anteriores f1=1598.93[Hz],
y genera una serie armónica de aproximadamente seis múltiplos enteros de ella
misma, como se ve en la figura 4.19; por la generación de armónicos paralelos
se le puede considerar inestable en la producción de armónico. El sonido de esta
muestra se percibe muy agudo, y cuando el soplido es fuerte y corto, su sonido se

193
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

parece al de un ave. Igual que en los dos instrumentos anteriores, las muestras con
soplidos suaves y medios son inestables y menos nítidas, por lo cual los soplidos
fuertes son los que presentan mejor caracterización del instrumento.

Silbato número de bolsa 70357


Este silbato tiene una embocadura indirecta de pico posterior y un canal cónico
truncado elipsoide invertido, que posiblemente llevaba una representación antro-
pomorfa. Proviene del sector C260, residencial durante la fase Xolalpan (figuras
4.20 y 4.21). Por sus características organológicas planteamos que pudo ser ela-
borado por gente de la costa del Golfo de México, ya que lleva una boca de salida
de aire de forma trapezoidal, y se ubica en la sección posterior de la figura, algo
que se usa mucho en algunos silbatos del sitio de Remojadas, por citar algunos
ejemplos.

Figuras 4.20 y 4.21. Silbato donde se puede apreciar el canal de insuflación


y la boca de salida del aire.

Soplido medio
Aquí se presentan nueve armónicos bien definidos por su nivel de intensidad:
cuatro armónicos tonales, tres tonal-disonantes y dos disonantes (figuras 4.22 y
4.23). Las intensidades de los armónicos decrecen conforme la frecuencia aumen-
ta hasta que no son observables. No se puede discernir cuáles son los armónicos
predominantes; sin embargo, se equilibran de dos en dos en nivel de intensidad
conforme su frecuencia aumenta. La frecuencia fundamental se encuentra en el
primer armónico f1=2301.34[Hz], la cual genera una serie armónica de aproxima-
damente múltiplos enteros de ella misma, como se ve en la figura 4.23. El sonido
de esta muestra se percibe solamente agudo; si se realizan soplidos cortos, es simi-
lar al sonido producido por un ave. Cabe señalar que este instrumento no soporta

194
4. Instrumentos sonoros procedentes de las excavaciones de Teopancazco

insuflaciones fuertes; esto se pudo escuchar y se observó en la gráfica del espectro


donde se nota la disonancia y se pierden los armónicos.

Figura 4.22. Gráfica del espectro del soplido medio.

Figura 4.23. Muestra las frecuencias obtenidas en el espectro y su ubicación.

Soplido medio, trémolo


En este caso se presentan cuatro armónicos bien definidos por su nivel de in-
tensidad; son armónicos tonal-disonantes conformados cada uno por dos picos
importantes de intensidad y dos armónicos paralelos que no forman parte de la
serie armónica y de los cuales apenas es apreciable el conjunto de rayas espectrales.
Los armónicos decrecen en nivel de intensidad conforme la frecuencia aumenta
(figuras 4.24 y 4.25). Esta técnica produce batimientos lentos que se observan
al presentar dos frecuencias muy cercanas casi del mismo nivel de intensidad,
constituidas por varias rayas, por cada armónico. Observamos que la frecuencia

195
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

fundamental se encuentra en el primer armónico f1=2405.52[Hz], la cual genera


una serie armónica de aproximadamente múltiplos enteros de ella misma, como
se ve en la figura 4.25. El sonido de esta muestra se percibe doble y agudo.
Como se dijo en el ejemplo anterior, si este instrumento se toca fuerte y
en intervalos de tiempo muy cortos, su sonido se parece al producido por un ave;
además es más estable en insuflaciones medias y suaves.

Figura 4.24. Gráfica del espectro del soplido medio, trémolo.

Figura 4.25. Muestra las frecuencias obtenidas en el espectro y su ubicación.

Silbato número de bolsa 76160


Este silbato lleva una embocadura indirecta de pico posterior y un canal cilíndrico
elipsoide, que posiblemente llevaba una representación de un ave. Proviene del
sector C313A, ritual durante la fase Tlamimilolpa (200-350 d.C.) (figuras 4.26
y 4.27). Por sus características organológicas planteamos que se pudo elaborar
localmente, además de que es muy similar a los registrados por Séjourné en Tetitla
(1966: 232).

196
4. Instrumentos sonoros procedentes de las excavaciones de Teopancazco

Figuras 4.26 y 4.27. Silbato donde se puede apreciar el canal de insuflación


y la boca de salida del aire.

Figura 4.28. Gráfica del espectro del soplido fuerte.

Figura 4.29. Muestra las frecuencias obtenidas en el espectro y su ubicación.

197
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

En las gráficas (figuras 4.28 y 4.29) se presentan siete armónicos bien de-
finidos por su nivel de intensidad, cuatro de los cuales son tonal-disonantes y
tres son disonantes. El nivel de intensidad de los armónicos decrece conforme la
frecuencia aumenta y a su vez aumenta la disonancia, es decir, el espectro se vuel-
ve más inestable para frecuencias altas; hay un ligero predominio de armónicos
impares. Observamos a la frecuencia fundamental ubicada en el primer armónico
f1=2612.54[Hz], la cual genera una serie armónica de aproximadamente múltiplos
enteros de ella misma, como se ve en la figura 4.29. El sonido de esta muestra se
percibe agudo.
Este instrumento muestra que sus armónicos son más nítidos en soplidos
fuertes y se vuelven más disonantes en frecuencias altas; su espectro es más ines-
table en soplidos suaves.

Silbato número de bolsa 78491


Este silbato lleva una embocadura indirecta de pico posterior y un canal con una
ranura muy apretada, que posiblemente llevaba una representación de un ave. Pro-
viene del sector C367, residencial quizá relacionado al administrador del conjunto
durante la fase Tlamimilolpa (200-350 d.C.) (figuras 4.30 y 4.31). Por sus carac-
terísticas organológicas planteamos que pudo ser elaborado por gente de la costa
del Golfo de México, ya que lleva una forma del canal de insuflación mixta, la
cual se elaboró con dos instrumentos, porque en el comienzo es circular, termina
en una ranura de salida muy delgada, y lleva reborde en la boca de salida del aire,
como algunos silbatos elaborados en Nopiloa, Veracruz.

Figuras 4.30 y 4.31. Silbato donde se puede apreciar el canal de insuflación


y la boca de salida del aire.

198
4. Instrumentos sonoros procedentes de las excavaciones de Teopancazco

Soplido fuerte
Aquí se presentan ocho armónicos bien definidos por su nivel de intensidad; és-
tos son tonal-disonantes, ya que no están formados por una sola raya espectral
(figuras 4.32 y 4.33). Hay un armónico paralelo que no tiene relevancia porque
su intensidad es baja respecto a las demás. El nivel en la intensidad de los ar-
mónicos decrece conforme la frecuencia aumenta, con predominio de armónicos
impares. Observamos a la frecuencia fundamental ubicada en el primer armónico
f1=2912.92[Hz], la cual genera una serie armónica de aproximadamente múltiplos
enteros de ella misma, como se ve en la figura 4.33. El sonido de esta muestra se
percibe agudo; sin embargo, cuando se toca en intervalos cortos de tiempo y a
soplido medio, produce un sonido similar al de las aves.

Figura 4.32. Gráfica del espectro del soplido fuerte.

Figura 4.33. Muestra las frecuencias obtenidas en el espectro y su ubicación.

199
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

A modo de comparación se muestran las diferencias entre los rangos de tesi-


tura (en frecuencias fundamentales) de cada silbato (figura 4.34).
También a modo de comparación se muestran las diferencias entre los rangos
de tesitura (en frecuencias de resonancia) de cada silbato (figura 4.35).
En la siguiente figura se resumen los rangos sonoros de cada silbato, así como su
comparación con los tonos occidentales (figura 4.36).
Frecuencias fundamentales

78491 teopancazco

76160 teopancazco
70357 teopancazco
61310 teopancazco
58162 teopancazco

19999 teopancazco
0.00 500.00 1000.00 1500.00 2000.00 2500.00 3000.00 3500.00 4000.00

Figura 4.34. Muestra el rango de tesitura de cada instrumento.

Frecuencias de resonancia

78491 teopancazco
76160 teopancazco
70357 teopancazco

61310 teopancazco

58162 teopancazco
19999 teopancazco
0.00 5000.00 10000.00 15000.00 20000.00 25000.00

Figura 4.35. Muestra el rango de tesitura de cada instrumento.

Figura 4.36. Muestra el rango de tesitura en Hertz y octavas de cada instrumento.

200
4. Instrumentos sonoros procedentes de las excavaciones de Teopancazco

Silbatos números de bolsa 7832 y 7911


Estos silbatos llevan una embocadura indirecta de pico posterior inferior y un
canal cónico truncado elipsoide, que posiblemente llevaba una representación de
un ave, y en el caso del segundo, de una rana. Provienen del sector C24, residencial
tardío muy conectado con el sector militar; están asociados al área de actividad 23,
durante la fase Xolalpan tardío-Metepec (figuras 4.37 y 4.38). Por sus caracterís-
ticas organológicas planteamos que pudieron ser elaborados por gente de la costa
del Golfo de México.

Figuras 4.37 y 4.38. Silbatos donde se puede apreciar la forma de ave y rana.

Flautas

Una flauta es un aerófono cuyo cuerpo es tubular y presenta una o más perforacio-
nes para modificar la altura del sonido (Méndez y Pimentel 2010: 52).

Flautas dobles, triples y cuádruples


Flautas dobles, triples y cuádruples unidas pueden ser tocadas por un solo eje-
cutante. Al producir dos o más sonidos se escuchan bicordios. Estas flautas se
han encontrado en mayor cantidad en Teotihuacan, en específico en un entierro
de Zacuala (Séjourné 1966: 236-239) y en sitios ubicados en la costa del Golfo
de México (catálogo digital Museo de Antropología de Xalapa, números 13569,
04002 y 04001), datadas para el periodo Clásico, pero sin los detalles de sus con-
textos. En específico podemos citar los estudios de la flauta triple de Tenenexpan,
Veracruz (Boilés 1965), cuya estructura organológica es similar, ya que tiene dos
tubos del mismo largo y uno más extendido, así como la misma cantidad de ori-
ficios de frontales de digitación. Boilés (1965) buscó una escala y afinación pre-
hispánica, estableciendo giros tetrafónicos, pentafónicos y hexafónicos, y abrió la
posibilidad a que algunos autores hayan buscado la afinación de las flautas y oca-
rinas, pero hasta el momento no se ha logrado dilucidar con claridad la existencia

201
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

y características de un sistema de escalas musicales o de afinación. Castellanos


(1985: 29) sugiere la importancia de la distancia de 15 mm entre los orificios
de ciertas flautas; pero el hecho de que no estén afinados de igual forma puede
indicar que se trate de una característica deseada para proporcionarle una cierta
individualidad a cada uno de ellos (Ayala 2008: 125).
En Teopancazco existe la presencia de seis flautas dobles bifurcadas con ico-
nografía de rostro de media luna, el cual a veces tiene rasgos de mono y en otras
ocasiones son antropomorfas; son muy similares a las registradas por Séjourné
(1966: 234) y se han detectado en varios sitios de la costa del Golfo de México
(figuras 4.39, 4.40, 4.41, 4.42, 4.43, 4.44, 4.43 y 4.46).
En cuanto a las flautas cuádruples, llama la atención la gran cantidad y pre-
sencia de éstas en Teotihuacan; en específico, en Teopancazco contamos con tres
de ellas: una ubicada en el sector ritual del periodo Tlamimilolpa, otra en las
sastrerías, y la última en el sector ritual Xolalpan, lo que marca una continuidad e
importancia en su uso ceremonial, así como su posible asociación con personajes
de la elite (figuras 4.47, 4.48 y 4.49).

Figura 4.39. Flauta doble bifurcada, procedente de C162, posible sector residencial de
Teopancazco, durante el periodo Xolalpan (350-550 d.C.)
(dibujo de Fernando Botas).

202
4. Instrumentos sonoros procedentes de las excavaciones de Teopancazco

Figuras 4.40 y 4.41. Dibujos de flautas dobles registradas por Séjourné en Teotihuacan
(1966: 234). Fotografía de la flauta triple de Tenenexpan, Veracruz, donde se observa el rostro
en forma de media luna.

Figura 4.42. Flautas dobles. La primera a la izquierda proviene de la sala Teotihuacan,


MNA. La segunda, de la Sala Culturas del Golfo, MNA. La tercera fue encontrada en Gómez
Farías, Tamaulipas (Martí 1968: 183).
(Dibujos modificados de Méndez y Pimentel 2010: 70).

203
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Figuras 4.43, 4.44, 4.45 y 4.46. Flautas dobles. Todas provienen de Tuxpan, Veracruz, fechadas
para el Posclásico Tardío (1200- 1510 d.C.).
Fotografías modificadas de la página web del Museo de Antropología de Xalapa, Veracruz <http://
www.uv.mx/apps/max/coleccion/>.

204
4. Instrumentos sonoros procedentes de las excavaciones de Teopancazco

Figuras 4.47 y 4.48. Flautas cuádruples registradas en Teopancazco (dibujos de Fernando Botas).
Nótese la relación con las flautas cuádruples registradas por Séjourné (figura 47).

Idiófonos

Como explican Hornbostel y Sachs (1961: 14), la materia de estos instrumentos


oscila debido a su solidez y elasticidad, lo que genera sonidos sin tener la necesi-
dad de emplear membranas o cuerdas en tensión. Se subdividen según la forma
como son ejecutados; en este caso pueden ser percutidos directa o indirectamente,
punteados, frotados o soplados.

Raspados o ludidos
Estos instrumentos pueden estar elaborados sobre huesos humanos, animales o
en un guaje. Llevan incisiones que son ludidas con otro objeto (palo, concha, otro
hueso, etcétera).
En este caso contamos con el fragmento de un omichicahuaztli, elaborado a
partir de un asta de venado (Odocoileus virginianus), ubicado en el C251A, sector
de la sastrería para el periodo Xolalpan; lleva 7 ranuras irregulares, pero no tiene
huella de desgaste.
Presentamos los mapas de distribución por tipo de instrumentos y tempora-
lidad (figuras 4.50, 4.51 y 4.52).

205
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Figura 4.49. Dibujos de flautas cuádruples registradas por Séjourné en Teotihuacan (1966:
236), donde se observa un rostro con tocado redondeado y grandes orejeras, el cual creemos
guarda clara relación con el rostro de media luna de las flautas dobles.

206
4. Instrumentos sonoros procedentes de las excavaciones de Teopancazco

Figura 4.50. Distribución de los silbatos, flautas dobles y cuádruples en Teopancazco durante
el periodo Tlamimilolpa (250-350 d.C.). Los silbatos, flautas doble y cuádruple se encuentran
dispersos pero cercanos al sector ritual (mapa proporcionado por Linda R. Manzanilla y
redibujado por Violeta Vázquez).

207
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Figura 4.51. Distribución de los silbatos, flautas dobles, flautas cuádruples


y omichicahuaztli en Teopancazco durante el periodo Xolalpan (350-550 d.C.).
Hay una mayor presencia de instrumentos en el sector ritual,
así como en las sastrerías y el sector residencial
(mapa proporcionado por Linda R. Manzanilla y redibujado por Violeta Vázquez).

208
4. Instrumentos sonoros procedentes de las excavaciones de Teopancazco

Figura 4.52. Distribución de los silbatos y flautas dobles en Teopancazco


durante el periodo Metepec (550-650 d.C.). Están distribuidos de manera muy dispersa,
y no se encuentran en la plaza (mapa proporcionado
por Linda R. Manzanilla y redibujado por Violeta Vázquez).
Conclusiones

En los silbatos encontramos que, por el rango de tesitura que es extensa (todavía
con presencia de armónicos en frecuencias altas), se pueden caracterizar como
instrumentos con brillo (que se marca cuando se ejecutan soplidos fuertes) y estri-

209
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

dencia (la cual es claramente manifiesta con los soplidos medios y suaves). Estos
silbatos emulaban el sonido de las aves y se podían oír a largas distancias, como
sucede en la actualidad con los que se tocan para los turistas en el sitio, aunque con
una clara diferencia de uso.
En los trémolos, sí se presentan inestabilidades en los armónicos para los sopli-
dos medios y suaves, y para los soplidos fuertes se pueden percibir su doble sonido.
Todos los silbatos marcaron un amplio rango de tesitura cuando tomamos
en cuenta las fundamentales y los armónicos, y cuando se toman solamente las
fundamentales.
El único instrumento que es inestable en sus armónicos cuando se sopla fuerte
es el silbato 70357, debido a que su técnica y materiales de manufactura difieren de
los otros.
En cuanto a los contextos arqueológicos, queda claro que durante el periodo
Xolalpan aumentó la actividad ritual vinculada con instrumentos sonoros en Teo-
pancazco, lo cual coincide con el establecimiento de este conjunto como un centro
de barrio, con una sastrería donde se ubican también algunos instrumentos, y como
un polo de abasto de materias primas suntuarias procedentes de todo el corredor
hacia Nautla (Manzanilla 2012: 36). Como plantea Manzanilla (2012: 43), en la
plaza se pudieron llevar a cabo rituales de siembra que consistían en derramar lí-
quidos orgánicos con semillas (en este caso de Salvia o chía identificadas por Diana
Martínez Yrízar) hacia los cuatro rumbos cardinales y las esquinas, que eran muy
comunes en Teotihuacan. Todos estos rituales estuvieron acompañados en su mayo-
ría por instrumentos de viento, que guardan relación con las divinidades de la lluvia,
los truenos y la siembra.
Quedaría pendiente efectuar una caracterización con ornitólogos de los tipos de
sonidos de aves que emiten los silbatos y su relación con los rituales antes señalados.

Agradecimientos

Esta investigación se efectuó gracias al apoyo de los fondos del proyecto PAPIIT
IA400217 “Sonoridad maya. Análisis diacrónico de instrumentos musicales y ele-
mentos que conforman su paisaje”.
Agradecemos a la Dra. Linda Rosa Manzanilla Naim, quien nos dio ac-
ceso a los instrumentos de su proyecto, y nos ayudó en todo el proceso de análisis
y grabación de los instrumentos musicales con toda su experiencia.
Los silbatos fueron interpretados por el Ing. Pablo Flores, quien aplicó
diferentes técnicas de soplido, presión sonora y digitaciones para así obtener la
mayor cantidad de combinaciones sonoras. Las grabaciones fueron efectuadas por

210
4. Instrumentos sonoros procedentes de las excavaciones de Teopancazco

Lic. Esteban Estrada de Pavía. En el montaje de la cabina y las grabaciones nos


ayudaron Manuel López y Hugo Brizuela.

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211
5. El sector administrativo de Teopancazco
Linda R. Manzanilla

Introducción

Los primeros desarrollos urbanos tanto del Cercano Oriente como de Mesoamé-
rica, específicamente el centro de México, difieren sustancialmente en escala,
complejidad, grado de planeación urbana y organización para el abasto de aquello
que no tienen en sus regiones. Mesopotamia se caracterizó por contar con tierras
agrícolas, particularmente vinculadas con los grandes ríos Tigris y Éufrates y sus
afluentes, zonas de pastoreo cerca del somonte de la Cordillera de los Zagros, y
áreas de caza y pesca. Sin embargo careció de metales, minerales y rocas. Este
hecho provocó que desde tempranos tiempos se estructuraran complejas redes de
intercambio a larga distancia con los actuales territorios del Sinaí, Líbano, Tur-
quía, Irán, Paquistán y Afganistán para obtener cobre, turquesa, madera, bronce
arsenical, plata, estaño, esteatita, cornalina, lapislázuli y otras materias primas de
uso cotidiano y suntuario (Manzanilla 1986).
La integración de estas redes de intercambio a grandes distancias permitió
el abasto de materias primas y objetos terminados a menudo utilizados por las
élites de las primeras ciudades y centros urbanos. Sin embargo, incluso en esta
macrorregión, hay una diferencia entre las primeras ciudades mesopotámicas de
tiempos Uruk en el cuarto milenio a.C., centradas en comunidades que giraban
en torno a templos y sus circuitos redistributivos, y las ciudades-estado sumerias
del Dinástico Temprano en el tercer milenio a.C. que contaban con templos y
palacios, y sus respectivas economías redistributivas y tributarias, respecto de las
grandes ciudades ortogonales de Paquistán en la civilización del valle del Indo,
cuya historia comienza paralelamente al Dinástico Temprano de los sumerios y al
Estado territorial acadio.
En ambas civilizaciones –la de Mesopotamia y la del Valle del Indo– la im-
portancia del intercambio es evidente: la región del Tigris y el Éufrates no podría
haber subsistido sin las redes de abasto de metales, rocas y minerales, los enclaves y
los módulos redistributivos. En contraposición, la civilización del Indo maquilaba
objetos terminados para adornar a las elites locales y foráneas.

213
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

En Mesopotamia, desde muy temprano se crearon los contadores (o tokens)


que son los predecesores de la escritura. Son miniaturas que representan distintas
categorías de objetos y animales que son intercambiados. Asimismo se desarrolló
una tecnología contable sofisticada: sellos aplicados sobre la arcilla que bloqueaba
la boca de contenedores, o sobre los cerrojos de las puertas de los almacenes; bolas
de arcilla (bullae) con contadores de bienes adentro; tabletas primero pictográficas
y luego cuneiformes, que daban cuenta de la entrada y salida de bienes. En el Valle
del Indo están los pesos y medidas para las transacciones, así como la estandariza-
ción en la producción de los objetos como cuentas y adobes.
A diferencia de este escenario, en el centro de México, Teotihuacan también
controló una serie de corredores a lo largo de los cuales se movían las caravanas
auspiciadas por las élites intermedias de los barrios para traer a la ciudad materias
primas y productos suntuarios de varias regiones proveedoras (Manzanilla 2011).
Sin embargo, no hemos detectado medios de cambio para la gran ciudad, y supo-
nemos que las caravanas accedían al abasto directo y al trueque con proveedores
con quienes quizás compartían alianzas, relaciones de parentesco y afinidad.
En lugar de disponer de contadores de bienes, como al parecer sucedió en
Mesopotamia, según mi propuesta, los teotihuacanos referían a la mano de obra
a través de objetos que a menudo son llamados “tejos”; estos se cambiaban por
raciones de comida en los centros de barrio, como Teopancazco, ya que tienen la
forma de tortillas (Manzanilla 2011, 2016). Por lo tanto, en la Mesoamérica del
Clásico lo que importa es controlar la mano de obra.
Asimismo, en Teotihuacan hay sellos redondos de estampa (Manzanilla 2006,
2011), distintos de las “pintaderas” de tela (que son rectangulares y planos) y de
los sellos para pintura corporal (que son curvos). Éstos probablemente sirvieron
para sellar telas, cueros o papel amate relacionados con las ánforas, contenedores y
baúles que probablemente guardaban la producción del barrio.
En este capítulo veremos que en gran medida la existencia de pesos, me-
didas y contadores está vinculada a categorías más amplias de tipo económico y
administrativo en sociedades a menudo multiétnicas. De igual manera, los sellos
de estampa están relacionados con la contabilidad de bienes, como sucede en el
Cercano Oriente (véase Frangipane [ed.] 2007).

Los contadores (tokens) del Cercano Oriente

Denise Schmandt Besserat (1992, 2010) ha estudiado durante décadas el fenó-


meno de los contadores de arcilla del Cercano Oriente, que son pequeños objetos
cuya forma refiere a bienes específicos, y la repetición de las formas, a la cantidad

214
5. el sector administrativo de teopancazco

de dichos bienes. Estos objetos son los predecesores de las marcas que con poste-
rioridad se hicieron sobre tabletas de arcilla.
Los contadores tienen 16 formas principales: conos, esferas, discos, ci-
lindros, tetraedros, ovoides, cuadrángulos, triángulos, biconos, paraboloides, óva-
los-romboides, cuerdas dobladas, vasijas, instrumentos, animales y misceláneos
(Schmandt Besserat 1992). Los conos, esferas, discos y tetraedros aparecen en dos
tamaños: pequeños y grandes. Las esferas aparecen también en fracciones: hemis-
ferios, tres cuartos.
El sistema de uso de los contadores comenzó muy tempranamente, en el
octavo milenio antes de Cristo, con conos, esferas, discos, cilindros y tetraedros, y
cuatro milenios después, hacia 3500 a.C., se multiplicaron las formas, y aparecie-
ron también los objetos naturalistas: herramientas, muebles, fruta, seres humanos,
vasijas y animales. Asimismo incorporaron marcas circulares o líneas, y rara vez
muescas, impresiones de uña, pintura, pellizcado, aplicaciones circulares y alar-
gadas (Schmandt Besserat 1992). Como no existían contadores para numerales,
tres vasijas con aceite estaban representadas por tres pequeños objetos figurando
dichos receptáculos (Schmandt Besserat 2010).
Los primeros contadores aparecen en comunidades agrícolas sedentarias
del octavo milenio a.C., tanto dentro de cuartos como en áreas abiertas y basure-
ros. Hacia el cuarto milenio a.C., tanto en el sitio protourbano de Uruk como en
Susa, se hallaban cerca de los templos, que no sólo eran edificios de culto, sino de
redistribución de bienes gracias a los almacenes que flanqueaban los santuarios.
En otros sitios aparecen tanto en contextos públicos como privados (en almace-
nes, talleres, cocinas, dentro de vasijas, etcétera).
En el cuarto milenio a.C., surgen ciudades similares con arquitectura mo-
numental –como Uruk y Tello en Iraq; Susa y Chogha Mish en Irán; Habuba
Kabira en Siria– que comparten la tecnología administrativa compleja de tiempos
Uruk: sellos, contadores, racionamiento de comida, medidas, que servían para el
control de bienes diversos. La tecnología mesopotámica quizás tuvo su origen en
los contadores, pero hacia el final del cuarto milenio, contemporáneamente con el
desarrollo de las ciudades, la metalurgia del bronce, el uso del arado, la rueda y el
torno de alfarero, surgen también la escritura pictográfica y luego cuneiforme, y el
sellado de bienes, contenedores y almacenes. La obsesión de los mesopotámicos
por la contabilidad de bienes es una de sus características principales. Incluso
aparecieron los “sobres” de cerámica, en la forma de bolas de arcilla huecas que
sirvieron para almacenar contadores en archivos que representaban transacciones
(Schmandt Besserat 2010: 29). De igual modo, sobre la superficie de las bolas de
arcilla se podían imprimir diseños de los mismos contadores y de sellos. Según
Enrica Fiandra, en todo el Cercano Oriente se imprimían de uno a cuatro tipos

215
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

de sellos sobre las envolturas de arcilla, que representaban así los niveles de la bu-
rocracia de Mesopotamia (Schmandt Besserat 2010: 29).
Hacia 3200 a.C. hay ya ejemplos de tabletas de arcilla impresas con muescas
y punteado que representan medidas de grano. Posteriormente, se comenzó a im-
primir tabletas con “textos” idénticos a los de los sobres de arcilla, para representar
unidades de bienes. En 3100 a.C. hay varios miles de tabletas pictográficas, y apa-
reció un nuevo sistema de escritura: los contadores no se imprimían en la superfi-
cie de arcilla, sino que se dibujaban con un estilete (Schmandt Besserat 2010: 30).

Pesos y medidas en la civilización del Valle del Indo

Una de las más destacadas civilizaciones urbanas de Asia fue la del Valle del Indo
en Paquistán. Las características de esta región en el tercer milenio a.C. son las
siguientes: múltiples asentamientos urbanos de distinto tamaño con traza ortogo-
nal; construcciones hechas de ladrillo cocido; sistemas muy avanzados de drenaje
y aprovisionamiento de agua; falta de evidencia de templos, palacios y gobier-
no centralizado; y un desarrollo de implementos para el control del intercam-
bio, como sellos y pesos cúbicos de piedra, concentrados cerca de los accesos de
ciudades como Harappa, bien en áreas de manufactura, o a lo largo de las calles
principales (Kenoyer 2010).
La civilización del Indo cuenta con múltiples evidencias de manufactura de
bienes suntuarios, algunos de los cuales llegaron a Mesopotamia gracias al inter-
cambio marítimo.

Corredores y caravanas en el centro de México

Durante el período Clásico del centro de México (100-650 d.C.) dos grandes
entidades urbanas controlaron, cada una, esferas de distribución de bienes y per-
sonas: Teotihuacan, en el Estado de México, y Cantona, en Puebla. Estas dos
ciudades competidoras, construidas sobre lenguas de material volcánico y cerca
de fuentes de obsidiana, contrastaron en cuanto a su planificación urbana (Mi-
llon 1973; García Cook y Merino Carrión 1998), la organización de sus barrios
(Manzanilla 2006, 2009, 2012b) y la conformación de sus unidades domésticas
(Manzanilla [ed.] 1993; Manzanilla 1996, 2017).
En 1981, Ángel García Cook propuso la existencia de corredores de sitios
organizados por los teotihuacanos para acceder a las zonas de recursos suntuarios
en la costa del Golfo de México (García Cook 1981). El tema de este trabajo será

216
5. el sector administrativo de teopancazco

el corredor que parte de Teotihuacan y pasa por Calpulalpan y Xalasco, Tlaxcala,


para bajar hacia la llanura costera y dirigirse a la zona de Nautla, Veracruz. En
específico, nos interesa determinar cómo se administra la mano de obra que par-
ticipa en este flujo de bienes y personas hacia Teotihuacan.
Nuestra indagatoria comenzó revisando los indicadores de almacenamiento
de productos de subsistencia y bienes en Teotihuacan, siguiendo la metodología
propuesta por mí en 1988 (Manzanilla 1988, 2012c), es decir, analizando qué tipo
de bienes son almacenados y el destino que tienen; cómo son guardados (tipo de
recipiente); a qué escala ocurre el almacenamiento, la frecuencia y la ocasión, y, por
último, la organización económica detrás de este proceso.
Nos hemos percatado de que en Teotihuacan carecemos de indicadores cla-
ros de centralización de la producción de subsistencia en manos de institucio-
nes estatales (Manzanilla 2012c), como sí ocurre en otros estados arcaicos. Sin
embargo, sí hallamos almacenes domésticos en los apartamentos de las familias
de los conjuntos multifamiliares, generalmente anexos a las cocinas (Manzanilla
1996). Asimismo, hemos constatado que en los centros de barrio, como Teopan-
cazco, al sureste de Teotihuacan, tenemos la alineación de cocinas y almacenes en
la periferia, que sirven para dar sustento a los trabajadores del centro de barrio
(Manzanilla 2006, 2009, 2012b; Pecci et al. 2010). Más allá del barrio, no tenemos
datos sobre almacenes centralizados relacionados a los palacios de gobierno, como
sí los hay para sitios post-teotihuacanos como Xochicalco y Cacaxtla, entre otros.
Probablemente, esto se deba a la organización corporativa y multiétnica de Teoti-
huacan, que implica la presencia de una confederación de barrios.
Por lo tanto, la pregunta clave es: ¿qué datos tenemos de la administración de
bienes y personas en la gran ciudad? ¿Qué tecnología se utilizaba? Por los datos
del momento del contacto, sabemos que mucha información administrativa se
dibujaba en códices como la Matrícula de Tributos. Sin embargo, hasta la fecha, no
contamos con códices de época teotihuacana, por lo que tenemos que buscar en
otro tipo de objetos hallados en el registro arqueológico.

El barrio en Teotihuacan

En una gigantesca urbe planificada, multiétnica y corporativa como Teotihuacan,


hemos propuesto que el barrio es la célula social que mejor da cuenta de la diversi-
dad que yace en la base de su organización. Los centros de barrio (Manzanilla 2006,
2007, 2009, 2012a, 2012b) representan el laboratorio para analizar la interacción
multiétnica y la organización social, más allá de los conjuntos multifamiliares, amén
de que son reconocibles en el registro arqueológico (Manzanilla 2012b).

217
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Como hemos mencionado en otras ocasiones, estos centros de barrio quizás


funcionan gracias al liderazgo de una “casa” fuerte (que forma parte de las elites
intermedias de Teotihuacan) y que organiza no sólo el ritual sino actividades ar-
tesanales singulares, como la producción de atavíos para la elite teotihuacana, la
organización de caravanas hacia las zonas de bienes suntuarios y, posiblemente,
la administración del barrio (Manzanilla, 2006, 2007, 2009, 2011, 2012b, 2015).
Los centros de barrio pueden yacer junto a grandes espacios abiertos donde quizás
se celebraban tianguis periódicos y se recibía a peregrinos, pero proponemos que
también se teñían telas, se destazaban animales, e incluso se recolectaban excre-
mentos y otros desechos para secarlos y utilizarlos como combustible y fertilizan-
tes. Además, posiblemente se jugaba a la pelota, hecho que ya Aveleyra (1963) y
Gómez Chávez et al. (2004) señalaron para el sector de La Ventilla, y que tal vez
eran mecanismos de integración multiétnica, más que de mantenimiento de fron-
teras étnicas, como Gillespie (1991) propuso.
De los sectores funcionales propuestos para Teopancazco, el administrativo
probablemente estuvo localizado en la porción sur del conjunto, donde se halló el
célebre mural de los sacerdotes sembradores caminando hacia el altar con red (De
la Fuente [ed.] 1996). Como veremos en el capítulo 7 de este volumen, los mu-
rales con sacerdotes sembradores parecen ubicarse por lo general en los sectores
administrativos.
Teopancazco no es un barrio foráneo o étnico (como el Barrio Oaxaqueño o
el Barrio de los Comerciantes, que se encuentran en el anillo externo que rodea a
la ciudad), sino multiétnico; a pesar de ser periférico, ha evidenciado una variedad
y cantidad de elementos procedentes de la costa del Golfo de México, muchos de
los cuales se utilizaron para la elaboración de trajes y tocados para los sacerdotes
y militares de este barrio, es decir, la elite intermedia del barrio (Manzanilla et al.
2011a), a semejanza de los que se representan en los famosos murales del sitio
(véase De la Fuente 1996, Tomo II: 43, 53). Hemos hallado una diversidad y pro-
fusión de instrumentos de hueso (agujas estandarizadas para bordar, coser y unir
telas, agujas para trabajar cueros y pieles; leznas para hacer agujeros, retocadores),
botones de concha y cerámica, así como pintaderas para telas, concentrados en dos
sectores del conjunto (Pérez Roldán 2017: 363-384), junto con restos de animales
que proveyeron plumas, piel y placas para ser bordadas o cosidas en las telas de
algodón que, junto con cerámica y varios tipos de animales, venían de Veracruz
(véase Manzanilla [ed.]-Valadez [coord.] 2017; Manzanilla et al. 2011a).
Algunas de las especies de aves que están presentes en el sitio (véase Vala-
dez et al. 2017; Rodríguez Galicia 2006) pudieron proveer plumas para atavíos y
tocados. Varias especies de moluscos marinos tanto de la costa del Golfo de Mé-
xico como del Pacífico y del Caribe fueron trabajadas y utilizadas en el conjunto

218
5. el sector administrativo de teopancazco

de Teopancazco para ser engarzadas en los trajes (Manzanilla et al. 2011a). De


igual modo hay placas de tortugas, armadillo y cocodrilo, y pinzas de cangrejos
que pudieron formar parte de los trajes, además de múltiples ejemplares de peces
de las lagunas costeras de Veracruz, que fueron consumidos y/o cuyos huesos los
adornaron (Manzanilla [ed.]-Valadez [coord.] 2017).
Los cráneos de comadreja, cánidos y otros mamíferos de Teopancazco mues-
tran trazas de haber sido cortados en su parte facial, quizás para ser engarzados
en los tocados, a semejanza con los portados por los personajes del famoso mural
(Manzanilla et al. 2011a).
Sospechamos que la “casa” que estaba a la cabeza del barrio de Teopancazco
tenía mano de obra predominantemente masculina de Tlaxcala, Puebla, Hidalgo
y eventualmente de Veracruz, trabajando para sí no sólo en la elaboración de los
trajes, hecho sugerido por los entierros del sector de la sastrería, que son todos
masculinos, migrantes y tienen agujas como ajuar funerario, sino también como
guardias o militares (Manzanilla (ed.) 2017; Manzanilla et al. 2012; Schaaf et al.
2012; Morales et al. 2012).

Los sellos de Teopancazco

Figura 5.1. Sello con el emblema del dios de la lluvia de la época Tlamimilolpa tardía (C206
AA37, RT 2776) (dibujo de Fernando Botas).

219
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Además de auspiciar caravanas para obtener bienes suntuarios y artesanos del co-
rredor hacia Nautla, Veracruz, los miembros de las elites intermedias que estaban
a la cabeza de los centros de barrio podrían haber sido elementos importantes
en la administración de la ciudad, y es probable que para ello utilizaran sellos de
varios tipos: sellos de estampa con iconografías como el dios de las tormentas
(deidad estatal de Teotihuacan) (figura 5.1) y el dios viejo del fuego (figura 5.2),
hallados juntos en un ritual de terminación de Tlamimilolpa tardío (en la esquina
noroeste del patio ritual); otro sello con una representación circular (quizás este-
lar) hallado en el mismo ritual de terminación (figura 5.3); una representación de
quincunce en círculo emplumado (figura 5.4), de época Tlamimilolpa, hallada en
el templo de dicha fase en el patio principal; otro sello de época Tlamimilolpa con
una representación cuatripartita bicónica en X con círculos (figura 5.5), hallada
en un cuarto anexo al sector noreste del patio ritual; otro sello con la flor de cua-
tro pétalos (figura 5.6) (posible glifo de la ciudad, según López Austin [1989])
(Manzanilla 2007), de época Xolalpan, hallado en la porción norte del conjunto;
un sello más con triángulos, cuadrados y líneas oblícuas, de época Xolalpan tardío,
hallado en el sector suroeste (figura 5.7); varios sellos del sector Metepec (tardío)
que representan variantes de la flor de cuatro pétalos (figura 5.8), un mono (figura
5.9), una representación triangular hachurada (figura 5.10), un sello con cuadra-
dos (figura 5.11); y tres más de cronología incierta hallados en los rellenos del
patio ritual (C6), uno con una representación venusina (figura 5.12), otro con un
xicalcoliuhqui (figura 5.13) y un último con decoración incierta (5.13).

Figura 5.2. Sello con la representación del dios viejo del fuego de la época Tlamimilolpa
tardía (C206 AA37B, RT 3036) (dibujo de Fernando Botas).

220
5. el sector administrativo de teopancazco

Figura 5.3. Sello con representación circular (quizás estelar) de la época Tlamimilolpa tardía
(C206 AA37, RT 2673) (dibujo de Fernando Botas).

Figura 5.4. Representación de un quincunce en círculo emplumado, de la época Tlamimilolpa,


procedente del templo C313A-C2 (RT 13672) (dibujo de Fernando Botas).

221
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Podríamos sugerir que los sellos se aplicaban con pigmento sobre telas que
sellaban contenedores, o bien, sobre bultos.

Figura 5.5. Sello con representación bicónica enmarcada, y círculos dentro, de Tlamimilolpa
(C106D RT 14224) (dibujo de Fernando Botas).

Figura 5.6. Sello con representación de flor de cuatro pétalos, de época Xolalpan (C158 RT
7341) (dibujo de Fernando Botas).

222
5. el sector administrativo de teopancazco

Figura 5.7. Sello con triángulos, cuadrados y líneas oblícuas, de la época Xolalpan tardía
(C17 RT 453) (dibujo de Fernando Botas).

Figura 5.8. Sello con variante de la flor de cuatro pétalos, de la época Metepec (C44 RT
1448) (dibujo de Fernando Botas).

223
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Figura 5.9. Sello con la representación de un probable mono, de la época Metepec (C61 AA52
RT 4835) (dibujo de Fernando Botas).

Figura 5.10. Sello con la representación triangular achurada, la de época Xolalpan tardía-
Metepec (C70 RT 7877) (dibujo de Fernando Botas).

224
5. el sector administrativo de teopancazco

Figura 5.11. Sello con cuadrados, de la época Metepec (C53 RT 4476) (dibujo de Fernando
Botas).

Figura 5.12. Sello con posible representación venusina, de época incierta, hallado en los
rellenos del patio ritual principal (C6 RT 4498) (dibujo de Fernando Botas).

225
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Figura 5.13. Sello con figuración de un xicalcoliuhqui, de época incierta, hallado en los
rellenos del patio ritual principal (C6 RT 1100) (dibujo de Fernando Botas).

Administración de la mano de obra

Según mi hipótesis, los centros de barrio parecen haber controlado la mano de


obra multiétnica; a través de contadores redondos personales para cada trabajador,
estos objetos quizás eran trocados por raciones de alimentos a base de maíz en
las cocinas alineadas en la periferia norte del conjunto (Manzanilla 2011, 2016).
Ampliaré esta hipótesis a continuación.
En el Cercano Oriente, la tecnología administrativa incluye la presencia de
tabletas de arcilla con escritura, grandes vasijas con masas de arcilla que portan
los negativos de sellos de varios contingentes sociales o ciudades, y finalmente los
contadores. Denise Schmandt Besserat (1992) ha llamado nuestra atención sobre
distintos tipos de contadores (tokens), que son rodelas, conos y otras formas que se
presentan desde el inicio de la vida sedentaria en el Cercano Oriente, y que son
utilizados en el movimiento de bienes entre grupos o asentamientos. Representan
fundamentalmente bienes para el intercambio.
Siguiendo esta línea de pensamiento, nos dimos a la tarea de analizar esta-
dística y distribucionalmente varios tipos de objetos hallados en mis excavacio-
nes extensivas en el centro de barrio multiétnico de Teopancazco. Los contadores
redondos o rodelas han recibido los nombres de “tejos” y “piezas de juego”, con

226
5. el sector administrativo de teopancazco

lo que así se sugiere su uso en juegos diversos. Sin embargo, una nueva lectura,
particularmente de los más de 530 “tejos” o rodelas de cerámica de Teopancazco,
sugiere que son medios para administrar la mano de obra multiétnica que trabaja
en el centro de barrio, en especial porque representan tortillas, y por el hecho de
que la mano de obra foránea adscrita al barrio estaba fuertemente controlada y
vigilada. Hay tres tamaños básicos que podrían sugerir jerarquía en las cuadrillas,
y hay fracciones.
En Teopancazco hay rodelas de diversas materias primas: primordialmente
de cerámica, pero también de pizarra, concha, mica (figuras 5.15 y 5.16), pero hay
algunos tamaños de las rodelas de cerámica que también se replican para pastillas
de pigmentos. Las hay fundamentalmente de tres tamaños, dentro de los que des-
tacan unas muy pequeñas (de 1 a 2 cm), las medianas (que constituyen la mayoría,
de 3 a 4 cm), y las grandes (5 a 7 cm) (figura 5.17). También las hay completas, en
mitades y en fracciones (Manzanilla 2011). Planteo aquí la hipótesis de que estos
contadores se pueden trocar por raciones de tortillas para diferentes categorías
de personas que trabajan en el centro de barrio, y también sugiero que la materia
prima con la cual están hechas se relaciona con el estatus del personal que lleva la
rodela; el tamaño alude a la organización dentro de las cuadrillas de trabajo (figura
5.18); y las fracciones, posiblemente a raciones para hombres, mujeres y niños, o
bien raciones para trabajadores teotihuacanos, veracruzanos, y poblano-tlaxcalte-
cas, o incluso para trabajadores de tiempo completo, de tiempo parcial y trabaja-
dores eventuales.

Figura 5.14. Sello hallado en los rellenos del patio ritual principal, de época incierta (C6 RT
4751) (dibujo de Fernando Botas).

227
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Figura 5.15. Rodelas de Teopancazco de tamaños similares en cerámica y mica


(foto de Rafael Reyes).

La equivalencia entre las rodelas y las representaciones de tortillas es evi-


dente en el incensario tipo-teatro que hallé en mis excavaciones extensivas del
conjunto multifamiliar de Oztoyahualco 15B: N6W3 (figura 5.19) (Manzanilla
[ed.] 1993; Manzanilla y Carreón 1991): la tortilla aparece junto con mazorcas
de maíz, calabazas, flores de calabaza, tamales, algodón y otros mantenimientos.
La distribución espacial de las rodelas cerámicas en Teopancazco sugiere
agrupaciones tanto en el sector del templo y del patio ritual, como en la “sastrería”,
donde diferentes tipos de trabajadores pudiesen estar coincidiendo. Las rodelas
grandes coexisten con un número mayor de rodelas de tamaño medio y pequeño,
lo que sugiere jerarquías de trabajadores u organizaciones tipo cuadrilla para la
producción de artesanías especializadas, el involucramiento en el ritual, y otras ac-
tividades. Sería interesante verificar si aparecen en grupos de 20, como sucedía en
la sociedad mexica (véase Rojas Rabiela 2011: 36). La mayor parte de las rodelas
tienen de dos a tres centímetros de diámetro, flanqueadas por las categorías de uno
a dos centímetros, por un lado, y de tres a cuatro centímetros, por el otro.

228
5. el sector administrativo de teopancazco

El hecho de que dos rangos de tamaño (los muy pequeños y los medianos)
estén también representados en mica, un material alóctono procedente de Oaxaca
y fuertemente controlado por el Estado teotihuacano (Manzanilla et al. 2017;
Rosales y Manzanilla 2011), puede indicar que se usaron las rodelas de cerámica
como plantilla para cortar las de mica o que la materia prima refiere a categorías
diversas de personas, unas más vinculadas a las elites (que portan rodelas de mica),
y otras relacionadas a la gente del común (con rodelas cerámicas). Las de mica
aparecieron solamente relacionadas a los dos entierros importantes de Teopancaz-
co, que comparten la misma fosa: los entierros 105 y 108.
Por tanto, sugerimos que los 530 contadores redondos de cerámica pudie-
ron tener varias funciones, que estuvieron en manos de las diferentes categorías
de personas que laboraban en el centro de barrio de Teopancazco, y que están
organizadas por etnicidad, jerarquía y oficio: pudieron representar la mano de
obra (530 trabajadores en 500 años); pudieron hipotéticamente ser trocados por
raciones de alimentos a base de maíz (como se sugiere por los estudios isotópicos
de nitrógeno) en las cocinas-almacenes ubicadas en la periferia norte del centro de
barrio; pudieron, además, cuando fuese necesario, servir de plantillas para cortar
contadores en otros materiales como la mica, la pizarra o la concha.

Figura 5.16. Rodelas de Teopancazco hechas en mica, pizarra, pigmentos y cerámica


(foto de Rafael Reyes).

229
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Figura 5.17. Contadores de varios tipos del cuarto 258C (foto de Rafael Reyes).

Al parecer hay otro tipo de contadores presentes en Teopancazco: los bico-


nos, conos, “falanges”, esferas, etcétera. Frecuentemente, las esferas han sido in-
terpretadas como proyectiles de cerbatana, que servían para cazar aves pequeñas,
como se ve en murales como el del Palacio del Sol (De la Fuente 1996). En Teo-
pancazco hemos hallado 251 pequeñas esferas de barro, y aun cuando tenemos
varios restos de aves en el conjunto, los objetos esféricos quizás pudieron servir
tanto como proyectiles como para referir a quienes abastecían de cardenales, pa-
tos, gallaretas, codornices, halcones, águilas, águilas pescadoras, búhos, zopilotes y
otras aves pequeñas y medianas que se encuentran en el sitio.

230
5. el sector administrativo de teopancazco

Las “falanges” frecuentemente vienen en racimos, a veces de cuatro o más,


y son desprendibles. Las hemos hallado asociadas a pigmentos y cosméticos, en
particular en los entierros principales de Teopancazco (En 105 y 108) (Vázquez
de Ágredos Pascual et al. 2012); pueden ser sellos corporales con los cuales se
aplicaron los pigmentos.
Aún no sabemos el significado de conos y biconos, aunque podríamos sugerir
una asociación con raciones de líquidos.

Figura 5.18. Distribución de rodelas de cerámica de diferentes tamaños en Teopancazco


(mapa elaborado por Gerardo Jiménez y Linda R. Manzanilla).

231
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Figura 5.19. Incensario tipo teatro hallado por Linda R. Manzanilla en el conjunto
multifamiliar teotihuacano de Oztoyahualco 15B:N6W3 asociado al entierro 8 (foto de José
Trinidad Saldaña Canedo).

El corredor hacia la costa del Golfo

Para entender mejor la función de los posibles contadores, podríamos ver qué su-
cede en algunos sitios del corredor teotihuacano hacia la costa del Golfo. Xalasco
es uno de esos sitios; se ubica cerca de Huamantla, Tlaxcala (Manzanilla et al.
2011b), a mitad camino entre Teotihuacan y Nautla. Ahí se han hallado construc-
ciones con fachadas de lajas y coronamiento de grandes fragmentos trabajados de
escoria volcánica denominados xalnenes, en ocasiones con formas de felinos. El
sitio llamó la atención como una posible estación de descanso de las caravanas que
salían de Teopancazco para ir hacia Nautla a aprovisionarse de animales marinos,
mantas de algodón y otros bienes, así como artesanos de la confección.
En nuestra excavación del 2008 en Xalasco, hallamos muchas fracciones
de rodelas cerámicas, sobre todo cuartos y mitades, además de algunas rodelas
completas. De los 203 “tejos” hallados en Xalasco, sólo 11.33% están completos;
16.25% son mitades, y la mayoría, 47.29%, son cuartos. En cambio, en Teopancaz-
co, de las 530 rodelas halladas, 81.88% eran completas, y sólo 12.21% eran mitades
(Manzanilla 2011).

232
5. el sector administrativo de teopancazco

Como señalamos anteriormente, hay tres interpretaciones posibles para las


rodelas cerámicas:
• Raciones de tortilla para hombres, mujeres y niños, representados por ro-
delas completas, mitades y cuartos.
• Raciones de tortilla para teotihuacanos, veracruzanos y tlaxcaltecas.
• Raciones de tortilla para trabajadores de tiempo completo, de tiempo par-
cial y trabajadores ocasionales.

La segunda de estas hipótesis puede ser plausible, dado el predominio de


cuartas partes de rodela en Xalasco, Tlaxcala, y completas en Teopancazco, Teoti-
huacan, puesto que la gente local de cada uno de estos centros constituye el con-
tingente más grande y, por lo tanto, la fracción (cuartos, mitades o completas) más
repetida de rodelas debe representarlos en cada sitio. En cuanto al análisis de las
rodelas relacionadas con la “sastrería” de Teopancazco, en la que sastres foráneos
pudieron haber participado en el armado y decorado de trajes de la elite inter-
media, observamos el predominio de mitades, lo que enfatiza quizás su origen
foráneo (véase Manzanilla [ed.] 2017).
Por lo tanto, podemos decir que los implementos administrativos en el Cer-
cano Oriente estaban involucrados en el control de bienes, y los de Mesoamérica,
más bien en el control de personas, en otras palabras, de mano de obra.
La población multiétnica de Teopancazco consistió de tres grandes grupos:
la gente local, los que provenían del corredor poblano-tlaxcalteca y los que vinie-
ron de lejos, particularmente de la llanura costera (Manzanilla et al. 2012; Manza-
nilla [ed.] 2017). Estos resultados provienen de análisis jerarquizado de cúmulos
de 38 entierros tomando en cuenta la paleodieta (Mejía Appel 2012), los isóto-
pos estables (Morales et al. 2012) y los isótopos de estroncio 87/86 (Schaaf et al.
2012). Entierros pertenecientes a estos tres grupos se ubican en sectores distintos
de Teopancazco, pero convergen en el noreste.

Las representaciones de los administradores

En el capítulo 8 de este volumen, Fonseca propone que las figurillas semicónicas


representan cargos u oficios de gobierno. Asimismo, Von Winning (1987) señaló
que las figurillas con anillos en la frente simbolizan a los administradores. Según
Fonseca (véase capítulo 8 de este volumen), dichas representaciones aparecen en el
gran patio ritual, en el templo principal y en C154A junto a la sastrería.
Por otro lado, Fonseca también propone que las caritas con tocado de mari-
posa, que son 15 y aparecen desde la fase Xolalpan en Teopancazco, representan

233
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

a mercaderes y embajadores encargados de asegurar que las caravanas funcionen.


Algunas se ubican en el sector suroeste, cerca de los militares que fungen como
guardia del conjunto; otras están con los decapitados del sector noreste, en la “sas-
trería” y en el sector norte.
Una sola figurilla porta el tocado de tres borlas, insignia relacionada con la alta
jerarquía gobernante de Teotihuacan; fue hallada sobre los entierros decapitados 77
y 79, sobre el “templo decapitado” C181B-261. Curiosamente, encima del entierro
112, yace un cráneo en un cesto, que –propuse– pudo haber sido el soporte del toca-
do de las tres borlas (Manzanilla 2012b). Este tocado también aparece representado
en uno de los dos grandes vasos trípodes hallados en el ritual de terminación de Tla-
mimilolpa tardío (C206 AA37) (véase figura 3.12). Esto sugiere que Teopancazco
constituía un nodo importante en las redes foráneas de Teotihuacan.

La residencia de los administradores y su familia

Durante la fase Tlamimilolpa, la sede del administrador del centro de barrio de


Teopancazco y su familia estaba en la porción norte del conjunto, en un sistema
de cuarto-pórtico-patio (Manzanilla 2012b: 38): C267-262-262F.
En Xolalpan tardío, parece haberse movido al sector suroeste, al sur de las
barracas de los guardias: C17-C18-C39 y C14, C15-16-C40. Se trata de dos
módulos de cuarto-pórtico-patio con estucos de buena calidad.
En el capítulo 8 de este volumen, Fonseca señala que la composición de
figurillas de los sectores norte y suroeste es muy parecida, y sugiere que gozan
del mismo estatus u honran las mismas deidades. Además menciona que el sec-
tor norte tenía un sabor más relacionado con la administración, por su cercanía
a la “sastrería”, mientras que el sector suroeste lo tendría más vinculado con lo
militar, en tanto que “embajadores” y “mercaderes”. Asimismo observa la misma
proporción de figurillas zoomorfas, particularmente la presencia de aves, felinos
y reptiles. La única diferencia es que en el sector norte se añaden el mono y el
murciélago, mientras que en el suroeste, el cánido.

Conclusiones

Teotihuacan es un fascinante laboratorio para comprender la interacción multiét-


nica, un caso excepcional debido a su organización corporativa, y uno de los más
destacados ejemplos de urbanismo, en el cual diferentes actividades, identidades y
estatus están entretejidos en una trama compleja que duró cinco siglos.

234
5. el sector administrativo de teopancazco

Sin duda es un reto el avanzar hipótesis sobre cómo estaba administrada esta
gran excepción de Mesoamérica. Probablemente la presencia de contadores res-
pondió a la existencia de medios materiales para controlar la mano de obra mul-
tiétnica de los centros de barrio, más allá de las diversas lenguas que seguramente
se hablaron en el sitio.

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240
5. el sector administrativo de teopancazco

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Von Winning, Hasso


1987 La iconografía de Teotihuacan: Los dioses y los signos, dos tomos, Instituto de In-
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241
6. La expresión plástica y los signos de notación en el
conjunto arquitectónico de Teopancazco, Teotihuacan

Tatiana Valdez Bubnova

Introducción

A fines del siglo XIX, en un predio ubicado al este de la Calzada de los Muertos,
entre los restos de un antiguo edificio teotihuacano, se descubrieron los fragmen-
tos de una pintura mural. El hallazgo motivó las excavaciones arqueológicas diri-
gidas por Leopoldo Batres, quien despejó un sector de un conjunto arquitectónico
conocido en la actualidad por el nombre de Teopancazco. La relevancia de los
hallazgos llamó la atención de académicos como Eduard Seler (1915) y Alfonso
Caso (1960), quienes estudiaron los murales encontrados, mismos que serían de
relevancia para definir el estatus de Teopancazco como parte de la estructura ur-
bana de Teotihuacan. El acceso a costosos programas de pintura mural y cerámica
de élite señala que algunos ocupantes de Teopancazco tuvieron un lugar privile-
giado en la jerarquía político-administrativa y cultural teotihuacana.
Hasta 1997 no hubo más excavaciones arqueológicas extensivas en Teopan-
cazco, año en que dio inicio el proyecto arqueológico “Teotihuacan: élite y gobier-
no”, dirigido por la arqueóloga Linda R. Manzanilla (2009: 29, 37, 2012), quien
sostiene que en el conjunto arquitectónico de Teopancazco se concentraron las
funciones de un centro de barrio teotihuacano. De los estudios interdisciplinarios
dirigidos por Manzanilla se derivó que en Teopancazco el espacio arquitectóni-
co estuvo funcionalmente diferenciado: hubo áreas ocupadas por artesanos que
manufacturaban atavíos y tocados de elite (Manzanilla 2006b: 278),1 y mientras
que en algunos recintos se alojaría el personal militar, en otros se realizarían acti-
vidades administrativas, cívicas y religiosas. En uno de los sectores funcionales se
encontrarían las pinturas halladas en tiempos de Batres.

1 
Los trabajos arqueológicos permitieron identificar los indicadores de la realización de diversas
actividades que incluían ceremonias e intercambios económicos; la manufactura de atavíos de élite,
placas y botones; trabajo con fibras, pigmentos y lacas; elaboración de herramientas para el trabajo
con telas y las actividades domésticas necesarias para la manutención de los dirigentes del barrio
(Manzanilla 2006b).

243
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Desde inicios del siglo XX, tiempo en que Seler recorrió las ruinas, se han de-
teriorado más los restos de la pintura mural de Teopancazco; actualmente se con-
servan pocos fragmentos y en mal estado. En una publicación de 1894, Frederick
Starr presentó dibujos de los murales de Teopancazco; en 1922, Manuel Gamio
publicó los dibujos realizados por Peñafiel. Adela Bretón también hizo dibujos
policromos, algunos de los cuales se publicaron en un artículo de Rubén Cabrera
(1995). Esos dibujos, en opinión de Eduard Seler, son inexactos. Posteriormente,
Agustín Villagra también dibujó los murales; algunos detalles fueron publicados
por A. Caso (1960).
Los recursos que se necesitaron para realizar las pinturas en los muros y so-
bre finos objetos de cerámica hallados en Teopancazco indican que en su diseño
y realización se involucró a grupos sociales relacionados con el poder político,
económico y cultural de la metrópoli. La imaginería de Teopancazco resultó co-
herente con la de otros conjuntos arquitectónicos teotihuacanos y tuvo correlatos
en varios edificios relacionados con las élites administrativas y políticas teotihua-
canas. De lo anterior se deriva que, en Teopancazco, ciertos recursos formales y
temas compositivos cumplieron con la función de generar entornos apropiados
para actividades socialmente relevantes, al menos para algunos grupos de élite.
Los estudios arqueológicos dirigidos por la Dra. Manzanilla develaron que
en Teopancazco hubo una alta proporción de migrantes, en comparación con otros
conjuntos arquitectónicos de la urbe;2 esa población pluriétnica se congregaba en
un conjunto arquitectónico en el cual, tanto la arquitectura como las pinturas
murales, e incluso las imágenes transmitidas por medio de objetos de cerámica,
promovían el canon teotihuacano. En la plástica de Teopancazco, como en la de
otros conjuntos arquitectónicos, en estructuras típicamente teotihuacanas, se in-
corporaron referencias a fauna exógena, como moluscos, aves, posibles estrellas
de mar; también a grandes felinos y a materiales preciosos procedentes de lugares
lejanos, como plumas de aves tropicales. Debido a la integración de los motivos
exóticos en composiciones de formato típicamente teotihuacano, éstos no se per-
ciben como indicadores de una incorporación de prácticas compositivas foráneas.
Las imágenes señalan que en un emplazamiento pluriétnico como Teopancazco
(Manzanilla 2009), con apoyo en el canon formal y temático de la imagen plástica,
se promovieron rituales integradores de diferentes grupos étnicos; al parecer, esos

2 
Durante las excavaciones en Teopancazco, la Dra. Manzanilla y sus colaboradores hallaron restos
de especies faunísticas, cerámica y figurillas de la costa del Golfo, y también materiales de otras
regiones (Manzanilla 2006a, 2006b). Con base en los estudios de los materiales foráneos, la arqueó-
loga Linda R, Manzanilla consideró que posiblemente en Teopancazco se concentraron artesanos
de tiempo completo procedentes de la costa del Golfo, y quizá también de la región de Tlaxcala y
Puebla, que se dedicaban a la elaboración de trajes y tocados de élite (Manzanilla 2006a).

244
6. la expresión plástica y los signos de notación...

rituales estarían difundidos en el nivel urbano, en sectores funcionales de varios


conjuntos arquitectónicos.
Como es frecuente encontrar en la expresión plástica que caracteriza a Teo-
tihuacan, en Teopancazco se emplearon distintos recursos compositivos. Motivos
figurativos y formas diversas se combinaban según principios icónicos y simbóli-
cos de coherencia, pudiendo conformar unidades complejas. Hasta donde se sabe,
en Teopancazco hubo preferencia por la composición de base combinatoria icóni-
co-naturalista, en la cual se incorporaban símbolos que referían a temas y asuntos
de relevancia cultural, de manera meramente convencional.
Los temas de la pintura mural de Teopancazco probablemente eran con-
gruentes con las funciones sociales del espacio arquitectónico y con las del conjun-
to arquitectónico en la urbe. El caso de las imágenes en algunas vasijas de cerámica
y otros soportes portátiles pudo ser distinto, ya que pudieron llegar a Teopancazco
por diversos motivos, y su composición no necesariamente estuvo determinada
por las funciones de los sectores en donde se hallaron, lo cual estaría señalado en
el tipo de contexto arqueológico en el que se hallaron las piezas. Por otra parte, en
Teotihuacan, de manera consistente, ciertos soportes de imágenes, como la cerá-
mica funeraria, forman parte de contextos rituales; sin duda las funciones sociales
de esos soportes estarían relacionadas con la temática de las imágenes, pudiendo
determinar también los aspectos formales.

Los soportes materiales de la imagen

Las imágenes de la plástica de Teopancazco tienen por vehículo objetos materiales


manufacturados para propósitos diversos; las funciones sociales de esos soportes
pueden ser relevantes para la interpretación de la significación de las imágenes.
La participación de parafernalia portadora de imágenes en distintas ceremonias
sugiere que objetos portadores de imágenes y actividades ceremoniales conforma-
ron, en ciertos casos, una unidad de significación. Algunos objetos con imágenes
modeladas grabadas o pintadas podrían considerarse como agentes en procesos
rituales (Gell 1998: 19-23).
Los ciclos de comunicación más largos caracterizarían a los mensajes trans-
mitidos por medio de la pintura monumental, que, en el caso que nos ocupa, co-
rresponde a la fase Xolalpan del sector administrativo de Teopancazco. Aunque en
ese conjunto arquitectónico se han identificado pequeños fragmentos de pintura
mural que corresponden a la fase Tlamimilolpa y Metepec (Martínez García et
al. 2012: 187), esos fragmentos, probablemente por su estado de conservación, no
conforman imágenes.

245
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

A diferencia de los murales que permanecieron durante un periodo relativa-


mente largo a la vista del espectador, las imágenes en soportes portátiles estarían
visibles para la comunidad de Teopancazco sólo durante la realización de una
actividad ceremonial importante para promover, por ejemplo, aspectos de la co-
hesión e identidad social de los participantes en ceremonias cívicas. Los ciclos de
comunicación relativamente breves parecen caracterizar las imágenes en soportes
portátiles, como las figurillas, las vasijas de cerámica ritual y los sellos. Es posible
que, después de su participación en una ceremonia, y una vez fuera de la vista de
eventuales espectadores, finalizaran las funciones comunicativas más inmediatas
asignadas a alguna parafernalia ritual, como vasijas pintadas o figurillas de cerá-
mica funeraria; pero esos objetos, una vez depositados como ofrenda, pudieron
conservar ciertas funciones sociales relacionadas con el ritual.
En Teopancazco, las figurillas proceden de contextos funerarios y de residen-
cia (Riego 2005). Los sellos de cerámica se hallaron en las diferentes áreas funcio-
nales del conjunto arquitectónico (véase capítulo 5 de este volumen), mientras que
los recipientes de cerámica que nos ocupan proceden de contextos de ofrenda de
sectores rituales que corresponden a la fase de transición Tlamimilolpa-Xolalpan
(Manzanilla 2012).
La mayor parte de los objetos de cerámica ritual y la pintura mural de Teo-
pancazco que nos ocupan corresponden a etapas constructivas ubicadas entre fi-
nales de la fase Tlamimilolpa y la fase Xolalpan. De las etapas constructivas más
tempranas se conservaron imágenes y símbolos gráficos en objetos de cerámica de
uso ritual.

Los temas de la imagen icónica y los símbolos de Teopancazco

La imaginería de Teopancazco presenta varios temas. La pintura mural que con-


servó imágenes estaba distribuida en varios cuartos (Starr 1894), y exhibe secuen-
cias de personajes ricamente vestidos que ofrendan libaciones y otras secuencias
de figuras armadas con dardos con peculiares puntas redondeadas (figura 6.1).
Todos los personajes tienen volutas del sonido, pero los que llevan los dardos por-
tan también una sonaja sonora.
Las figuras de ofrendantes (figura 6.2) que esparcen libaciones visten de ma-
nera contrastiva formando dos grupos. Al menos un grupo se presenta dirigiéndo-
se a un objeto de culto, un posible teónimo o un elemento colocado sobre un altar.
Las libaciones que se ofrendan varían en cada grupo de ofrendantes (figura
6.3); el tema general de los atavíos que portan refiere al felino, a las estrellas, al
agua y tal vez a cerros. Como se verá, la relación entre imágenes de ofrendantes,

246
6. la expresión plástica y los signos de notación...

felinos y figuras polilobuladas constituye una unidad que caracterizó a más de un


conjunto arquitectónico teotihuacano.

Figura 6.1. Fragmento de mural del Cuarto 7


(redibujado de F. Starr 1894 por Rubén Gómez).

Figura 6.2. A la izquierda: dibujo del Mural 1 de Teopancazco, publicado por F. Starr 1894
(redibujado por Rubén Gómez). A la derecha: dibujo del centro compositivo del Mural 1,
publicado por A. Caso (1960: 157, fig. 8b, según dibujo de A. Villagra).

La pintura mural de Teopancazco permite establecer correlatos con la de


otros conjuntos arquitectónicos que tuvieron murales con el tema de ofrendantes,
en sectores que funcionalmente son semejantes. Hasta donde sabemos, en Teo-
pancazco no se conservó pintura mural en pórticos; las escenas pintadas en los
muros estaban a la vista en espacios interiores de tamaño relativamente pequeño,
y su función social pudo ser distinta de la pintura mural que caracterizó a los espa-
cios abiertos de la urbe (aunque me inclino por la posibilidad de que los espacios

247
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

porticados y los interiores pintados con murales con el mismo tema eventualmen-
te compartieran funciones sociales).

Figura 6.3. “Sacerdote Sembrador” (publicado por R. Cabrera en B. De la Fuente 1995: 159,
Lámina 2). Archivo del proyecto “La pintura mural prehispánica en México”. Instituto de
Investigaciones Estéticas de la UNAM. Dibujó: Adela Bretón 1990.

Por otra parte, en algunos objetos portátiles, como la cerámica hallada en


contextos rituales, se pintaron posibles referencias al estatus y al oficio de perso-
najes culturalmente relevantes. Una de esas vasijas proviene de un entierro en un
antiguo sector ritual correspondiente a la fase Tlamimilolpa, y presenta una figura
cruciforme (figura 6.4), tal vez una variante del quincunce; se trataría de un mo-
tivo relacionado, en diversos contextos de la plástica teotihuacana, con ofrendas,
personajes de culto y con el dios de las tormentas.
En otro contexto correspondiente a una etapa constructiva posterior, la Dra.
Manzanilla y su equipo hallaron dos vasijas con imágenes. Se trata de una ofrenda
depositada en la plaza principal de Teopancazco a fines de la fase Tlamimilolpa
(Manzanilla 2007, 2012), en la cual se hallaron dos vasijas que muestran posi-
bles referencias al estatus y al oficio de personajes culturalmente relevantes. Esta

248
6. la expresión plástica y los signos de notación...

ofrenda de terminación forma parte de un conjunto de actividades ceremoniales


que marcarían el fin de una etapa para Teopancazco, pero también para la urbe.

Figura 6.4. Vasija hallada por Linda R. Manzanilla con los entierros 111 y 112 de
Teopancazco (dibujo original de Fernando Botas, redibujado por Rubén Gómez).

La relevancia de los temas pintados estaría en concordancia con la de las


actividades ceremoniales durante las cuales se depositaron las vasijas. Una de ellas
muestra la figura de un ave sobre una serpiente de cascabel (Manzanilla 2000).
Es frecuente encontrar en la imaginería teotihuacana que las serpientes (véase la
figura 3.11) que portan elementos sobre su parte superior están colocadas sobre
esteras; se trataría de motivos relacionados con el poder político en Mesoamérica
(Montes de Oca 2004: 246).
La otra vasija exhibe un ostentoso tocado de plumas y borlas (véase figura
3.12), marcado con un signo que posiblemente especificaba la identidad de algún
personaje o grupo social. En ambas vasijas pudo haber referencias a personajes
importantes, por medio de figuras usadas como metáforas, o de combinaciones de
figuras y grafemas, pudiendo estos últimos registrar nombres personales, títulos
o cargos. En esa ofrenda de terminación se depositaron símbolos de estatus que
podrían referir a personajes específicos, relacionados con esa etapa de transición.
El depósito ritual de símbolos de poder político, junto con otras actividades que
incluirían actos de violencia, señala el inicio de otra etapa en la historia del con-
junto arquitectónico de Teopancazco y también en el nivel urbano.
En el curso de las excavaciones dirigidas por Linda R. Manzanilla en Teo-
pancazco, en un contexto ritual del área de actividad 27, los arqueólogos hallaron

249
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

el Entierro 4; se trata de un entierro de segunda infancia que tenía cerca del cráneo
un incensario en miniatura (véase capítulo 5 de este volumen) con varias aplica-
ciones y dos figurillas de cerámica completas (véanse figuras 3.19 y 3.20), además
de vestidos y parafernalia desmontables (Riego 2005: 181-182; Manzanilla 2012).
El área del entierro se encuentra al suroeste del conjunto y se identificó como un
lugar de posibles viviendas del personal militar del barrio (Manzanilla 2012).
El énfasis en el registro de los atributos de rango y oficio sugiere que las fi-
gurillas caracterizarían a grupos sociales específicos (véase figura 3.19). Linda R.
Manzanilla propone que pudo tratarse de referencias al grupo social y oficio del
personaje enterrado, en este caso militar (Manzanilla 2012: 49).
Los signos gráficos presentes en los atavíos desmontables podrían referir a la
identidad del difunto y/o de su grupo social mediante símbolos visuales, algunos
de los cuales pudieron usarse como logogramas, pues no hay evidencia de articu-
lación entre unidades menores. Las figurillas en el entierro podrían apelar al niño
enterrado, a los asistentes a la ceremonia funeraria, y/o a entidades sobrenaturales.
Los atavíos de las figurillas fueron relacionados con militares (véase figura
3.20), pero también con sacerdotes (Fonseca 2008; Manzanilla 2009, 2012) y con
el juego de pelota (Manzanilla 2009). Si la interpretación de militares y sacer-
dotes es correcta, las figurillas presentarían un nexo temático con los murales de
Teopancazco y tal vez con actividades que se realizaban en el centro de barrio,
aunque la identificación del atavío de sacerdote es incierta. Otras imágenes, como
las pintadas en el Templo Norte, Pórtico 3, del Patio Blanco de Atetelco, muestran
que distinguir entre sacerdotes y guerreros en la plástica teotihuacana por medio
del atavío presenta dificultades que aún no se han superado. La identificación
parece acertada en lo que respecta al guerrero, pues en la plástica teotihuacana hay
correlatos entre las formas de los escudos y sus signos gráficos, y los atavíos que
presentan otras figuras armadas (García des Lauriers 2000).
Uno de los atributos de las figurillas incluye un posible grafema en un extre-
mo, el cual desafortunadamente no se ha conservado completo, pero que podría
reforzar una relación entre los ofrendantes de los murales y las figurillas del entie-
rro: se trata de un trilobulado. El signo trilobulado forma parte de los distintivos
en los atavíos de los ofrendantes de los murales de Teopancazco, lo cual podría
ser evidencia a favor de que los murales y las figurillas del entierro referían a los
mismos grupos sociales y también de que en la pintura mural se presentaran temas
relacionados de manera directa con las actividades características del conjunto
arquitectónico. Sin embargo, se debe tomar en cuenta que se trataría de imágenes
cuyo referente se desconoce. Además, según se deriva del dibujo del mural del gue-
rrero elaborado por Bretón, tanto los vestidos como el escudo, el tocado y el resto
de la parafernalia figurada en ese mural y en la figurilla del Entierro 4 son distintos

250
6. la expresión plástica y los signos de notación...

entre sí. Por lo tanto, es posible que no refirieran de manera directa al mismo gru-
po social, o que los miembros de un oficio, por ejemplo militar, portaran distintos
trajes dependiendo de la situación.
En la parafernalia desmontable de las figurillas funerarias de Teopancazco,
Fonseca identificó un glifo en el escudo y otro glifo con forma de concha con tri-
ple gota; propuso que posiblemente indicaban la procedencia de la familia dirigente
de Teopancazco con la parafernalia de un guerrero (Fonseca 2008: 115-116).3 Es
necesario agregar que el diseño del escudo, por sí mismo, no caracterizaría a Teo-
pancazco, pues es común en otras imágenes de escudos procedentes de diferentes
conjuntos arquitectónicos teotihuacanos; podría, en cambio, referir a un rango
jerárquico o una casta militar con presencia en el nivel urbano; o especificar una
asociación con Teopancazco por medio de su combinación con otros signos, los
cuales, por el momento, no han sido identificados.
Algunos de los componentes de los atavíos de los personajes con parafernalia
bélica figurados en los conjuntos teotihuacanos difieren. Fonseca también sugiere
que los guerreros en Teotihuacan pertenecerían a diversas etnias, lo que posible-
mente se manifestaba en el tipo de atavío o símbolo que portaban (Fonseca 2008:
115-116). Es necesario estudiar si en la plástica de Teotihuacan, por medio de los
trajes asociados con el oficio militar, se estarían representando diferencias étnicas
y no, o bien, por ejemplo, grupos o jerarquías militares adscritos a determinados
conjuntos arquitectónicos; para esto sería necesario correlacionar las imágenes, las
locaciones de las cuales estas últimas proceden, y la evidencia disponible acerca de
la composición étnica de la población de dichas locaciones, para después proceder
a cotejar los resultados con imaginería exógena. Los atavíos podrían indicar al
mismo tiempo jerarquía y pertenencia a un oficio. Es factible que las imágenes de
los escudos teotihuacanos refirieran, por medio de símbolos que no registraban
la lengua, a categorías marciales. No se han identificado referencias específicas a
grupos étnicos foráneos en los atributos de las figurillas del Entierro 4, pues al pa-
recer todos se ciñen al repertorio de formas que reconocemos como teotihuacanas.
Aunque sería posible que en la antigua metrópoli algunos oficios fueran realizados
por determinados grupos étnicos, en Teotihuacan pudo haber también una ten-
dencia a atenuar diferencias étnicas por medio del vestido, cuando se resaltaban
marcas de determinados oficios por encima de las variaciones de la identidad ét-
nica. Con esto, considero que en algunos casos es posible que miembros de una
misma etnia ocupasen distintos rangos en el sistema de cargos y oficios de la urbe,
aunque es un asunto que merece una mayor investigación.

3 
Fonseca propone que la vestimenta simbolizaba el oficio al cual estaba destinado el niño ente-
rrado (2008: 115-116).

251
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Figurillas semicónicas

En contextos rituales y en recintos donde posiblemente habitaban los adminis-


tradores del barrio de Teopancazco, los arqueólogos hallaron figurillas (figura 6.5)
del ritual doméstico (Riego 2005; Jiménez 2008; Fonseca 2008). Es posible que
las figurillas exhiban en los tocados referencias a grupos sociales y/o a la identi-
dad individual de personajes culturalmente relevantes, por medio de grafemas y/u
otros símbolos.

Figura 6.5. Cabezas de figurillas de cerámica procedentes de Teopancazco, proyecto


“Teotihuacan: élite y gobierno” dirigido por Linda R. Manzanilla (redibujados por Tatiana
Valdez y Rubén Gómez).

En distintos sectores funcionales de Teopancazco, los arqueólogos hallaron


sellos de estampa (véase figuras 5.1 a 5.14, y el capítulo 5 de este volumen), que
pueden ser indicadores de actividades administrativas, como señaló Linda R.
Manzanilla (2009). Algunos sellos pudieron ser usados para estampar el cuerpo

252
6. la expresión plástica y los signos de notación...

humano u objetos que se utilizaban en actividades cívicas, religiosas o económicas.


Las superficies selladas podrían indicar propiedad o adscripción a un culto, una
deidad, a un individuo, un grupo social o una institución.
Como mencioné en un trabajo anterior, las composiciones de la plástica teo-
tihuacana se pueden clasificar con base en los principios de coherencia de su com-
binatoria (Valdez 2007). En la expresión plástica de la urbe habría composiciones
de al menos tres tipos, según el fundamento de su combinatoria; en Teopancazco
predominan las composiciones mixtas.
Clase A. Composiciones con base combinatoria icónica. Pertenecen a esta
clase las figurillas de cerámica que no presentan posibles grafemas u otros símbo-
los y el Mural del Guerrero.
Clase B. Composiciones con base combinatoria simbólica. Serían aquellas en
las cuales la coherencia de las combinaciones de componentes no se explica por
medio de referencias icónicas (culturalmente determinadas) al mundo visible. Al
parecer algunos sellos de cerámica de Teopancazco presentan ejemplos de esta
clase compositiva.
Clase C. Composiciones con base combinatoria mixta, simbólica e icónica.
Se trata de composiciones en las cuales los motivos que se combinan según prin-
cipios de coherencia simbólica se incorporan a una escena lograda por medio de
una combinatoria de motivos basada en una coherencia icónica.

Algunos aspectos contextuales de las imágenes

No todas las imágenes halladas en contextos arqueológicos primarios caracteri-


zarían de la misma forma al conjunto arquitectónico de Teopancazco. Objetos
portátiles como los sellos y las figurillas de cerámica posiblemente no fueron pro-
ducidos ni diseñados de manera específica para su uso en ese lugar; pero cabe la
posibilidad de que las vasijas mencionadas hubiesen sido pintadas en Teopancazco,
pues los arqueólogos registraron presencia tanto de pigmentos, como de pinceles
en el conjunto arquitectónico. La posible especialización en la pintura de cerámica
de élite e incluso de pintura mural podría implicar que en Teopancazco se ubicaba
un taller especializado que prestaba sus servicios a otros conjuntos arquitectó-
nicos teotihuacanos. Es posible que algunas características compositivas y de la
realización de la pintura mural estuvieran a cargo de funcionarios y trabajadores
de Teopancazco. Los autores intelectuales de las composiciones conformadas de
acuerdo con el canon teotihuacano estarían educados según principios formales
y temáticos que se plasmaban en determinados lugares de la urbe. La expresión
plástica teotihuacana en el nivel urbano muestra una coherencia entre posibles

253
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

funciones, temas y recursos formales que dependería de una o varias instituciones


centralizadas, una de las cuales pudo tener por sede Teopancazco.
Posiblemente, por tratarse de un espacio que cumplía con funciones múlti-
ples, no hubo pintura monumental en la plaza de congregación de Teopancazco.
En ese sector sólo se conservaron imágenes en objetos portátiles; no se puede
afirmar con certeza si tales objetos fueron diseñados expresamente para la ofrenda
o si eran bienes personales donados por alguno de los participantes en una cere-
monia de terminación.
La pintura mural se encontró en interiores del sector administrativo y esta-
ría dirigida a los usuarios o funcionarios que tenían ingreso a algunos cuartos en
donde se realizaban actividades de relevancia social; quizás en esas actividades se
involucraban otros espacios como la plaza ritual. Posiblemente los murales pro-
movían, de alguna manera, la legitimación de las actividades realizadas en el sector
administrativo de Teopancazco.

La función comunicativa de la imagen icónica y el símbolo

A continuación se presentan algunas hipótesis acerca de los procesos comunicativos


que involucrarían la imagen plástica de Teopancazco, a partir de un modelo derivado
de los estudios de la semiótica cultural (Lotman 1996, 1998). En un primer apartado
se presentan las relaciones entre el destinador y el destinatario de la imagen, y entre el
espectador y la tradición cultural; a continuación se abordan los aspectos del trato del
espectador consigo mismo: la identidad, de la relación del espectador con el texto cul-
tural que involucra la imagen plástica y de la relación entre texto y contexto cultural.
Hay mucho por conocer acerca de la división del trabajo en la sociedad teo-
tihuacana, pero, dentro de los márgenes del desarrollo histórico de las prácticas
culturales, es posible que los emisores de los mensajes expresados por medio del
canon de la plástica teotihuacana no fuesen los pintores, grabadores o escultores,
puesto que en principio pudo haber una institución encargada de normar y coor-
dinar los mensajes transmitidos por medio de la imagen visual cívica. Es posible
que uno o varios talleres especializados se encargaran de los trabajos de pintura,
difundiendo el canon en el nivel urbano; estos talleres pudieron contar con maestros
en composición familiarizados con distintos aspectos de la tradición cultural y con
trabajadores especializados en la realización material de las pinturas. Como se vio,
hay instrumentos, pigmentos, emplastos y productos4 que señalan que personas de
Teopancazco pudieron participar en esa red laboral.

4 
Linda R. Manzanilla, comunicación personal, febrero 2014.

254
6. la expresión plástica y los signos de notación...

Es posible que élites de conjuntos arquitectónicos de Teopancazco participa-


ran en la ideación de la imaginería pintada en muros y en vasijas de élite, y como
se vio, parte de los ocupantes del conjunto pudieron participar en su realización.
Esto último no sería una característica distintiva del conjunto arquitectónico de
Teopancazco, sino que la distribución de imágenes semejantes en varios edificios
teotihuacanos indicaría el modo en que se organizaba la transmisión de mensajes
por medio de la plástica en el nivel urbano.
Se podrían distinguir algunas situaciones comunicativas básicas que involu-
crarían a distintos especialistas en el papel de emisores de mensajes.
En una situación administrativa, el emisor sería el representante de la élite del
barrio, y/o representante del poder central de la urbe, quien solicitaría o asigna-
ría programas de comunicación visual, con normas establecidas culturalmente, y
apropiados para las funciones de sectores específicos u objetos rituales de uso en
Teopancazco.
Podría ser que hubiese especialistas distintos para los ámbitos cívico-admi-
nistrativos y los religiosos; en tal caso, cada tipo de especialista estaría capacitado
para establecer las características de las imágenes de su competencia. Aunque al-
gunos miembros de la élite del barrio pudieron ejercer funciones múltiples, en tal
caso se puede considerar la posibilidad de que en la pintura mural y en las figurillas
funerarias hubiera referencias a un mismo grupo social con distintas funciones.
El canon teotihuacano materializado en la imaginería de Teopancazco se-
ñalaría que una instancia centralizada de poder, y con legitimidad en distintos
conjuntos arquitectónicos teotihuacanos, tenía la facultad de imponer o coordinar
al menos ciertos aspectos de los mensajes transmitidos por algunos medios de la
expresión plástica. Un poder centralizado pudo imponer programas de imaginería
adecuados para actividades rituales. Esos programas pudieron ser realizados en sus
diferentes aspectos por representantes de algunos conjuntos arquitectónicos como
Teopancazco; estos últimos recibirían capacitación en instituciones especializadas
dirigidas por ese poder. En el caso de la pintura monumental de Teopancazco, los
destinatarios pudieron ser los usuarios, tanto algunos trabajadores como los fun-
cionarios de Teopancazco y de otros conjuntos arquitectónicos.
Los estudios arqueométricos dirigidos por la Dra. Linda R. Manzanilla, se-
ñalan que las escenas de los murales con motivos de ofrendantes pudieron te-
ner un correlato en las actividades que se realizaban en Teopancazco (Manzanilla
2012), pues se han logrado identificar restos de posibles ofrendas de libaciones
realizadas en plazas rituales teotihuacanas (Manzanilla 1996; Barba et al. 2007;
Manzanilla, comunicación personal 2014).
En el caso de los mensajes pintados en soportes de cerámica de uso ritual, se
puede suponer que la tradición cultural determinaría a grandes rasgos las caracterís-

255
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

ticas del ceremonial y del objeto portador de la imagen que formaría parte de éste;
pero no debería desestimarse la dinámica de desarrollo histórico de los procesos
culturales tradicionales y que el canon se transforma incorporando nuevos elemen-
tos y desechando aquellos que dejan de ser significativos. Posiblemente referencias a
personajes particulares pudieron incorporarse a las imágenes pintadas en las vasijas
depositadas en la ceremonia de terminación de Teopancazco. Desde la perspectiva
de un proceso de comunicación, los grupos sociales participantes en las ceremonias
podrían considerarse como los ofrendantes y los emisores de mensajes transmitidos
por medios plásticos. El destinatario último de la imagen y de la ofrenda se vería
afectado durante el tiempo de vigencia del poder de agencia de esta última.
Al parecer, en las ofrendas llevadas a cabo en ceremonias de terminación
como la de Teopancazco, mediante símbolos convencionales, se hizo referencia al
poder político y a algunos de sus representantes, pero tal vez ni la ceremonia ni la
ofrenda estuvieran dirigidas a estos últimos. La vasija pintada con la imagen del
tocado de plumas posiblemente refería a altos cargos políticos y/o religiosos; esos
tocados, con distintos rasgos particulares, eran accesibles a quienes podían osten-
tar suntuosos bienes de prestigio. Según indica la expresión plástica teotihuacana
y la de otras culturas (Stuart 2000), esos tocados formaban parte de la imagen de
especialistas rituales y dignatarios teotihuacanos en el extranjero.
La otra vasija que nos ocupa podría referir al poder político en la órbita de in-
fluencia teotihuacana, por medio del nombre y/o cargos de un personaje poderoso,
tal vez procedente de la costa del Golfo, pues en la imagen se hizo referencia a una
especie específica de ave identificada como garceta del Golfo (Manzanilla 2000).
En el caso de las figurillas halladas en el entierro, los oficiantes en la ceremonia
funeraria o los parientes del finado tal vez elegirían a voluntad las características
de éstas, con el propósito de referir a un estatus y/o a un rol social que por alguna
razón era pertinente para la ceremonia.
En cuanto a las figurillas del ritual doméstico, los participantes en ceremo-
nias específicas asignarían o elegirían imágenes de un repertorio apropiado para
la actividad, según dictaba la tradición cultural. Por una parte, cabe la posibili-
dad de que quienes manipulaban las figurillas durante las ceremonias eligieran
las características particulares de éstas; también pudieron haber sido distribuidas
de manera arbitraria o motivada por parte de alguna autoridad. Las figurillas de
cerámica posiblemente fungieron como agentes de comunicación hasta terminar
las actividades que involucraban la manipulación de las figurillas, pues no hay
evidencia de una intención de preservarlas.
Los sellos fueron estampados mayormente en y con materiales perecederos;
el emisor de las estampas seguramente requirió de estas últimas en procesos comu-
nicativos de relativamente corta duración, con excepción de los sellos destinados a

256
6. la expresión plástica y los signos de notación...

marcar superficies como cerámica. Por lo general, los sellos de Teopancazco tienen
correlatos entre los sellos de otros conjuntos arquitectónicos teotihuacanos, así que
el repertorio de signos de los sellos de Teopancazco, en rasgos generales, coincidiría
con el usado en prácticas culturales difundidas en el nivel urbano (su estudio deta-
llado aún está pendiente). En cuanto a quiénes hacían uso de los sellos de cerámica,
podría tratarse de funcionarios de Teopancazco, aunque también de grupos sociales
que excedían los límites de ese lugar. El hecho de que algunos sellos teotihuacanos
se encontraran como parte de ofrendas funerarias podría indicar que mediante
ciertos sellos se estampaban marcas individuales de personajes que habitaron algu-
nos conjuntos arquitectónicos. Cabría la posibilidad que por medio de la estampa
de la imagen de la máscara del dios de las tormentas se identificara a las superficies
selladas por administradores de la producción artesanal con presencia en el nivel
urbano. Otros motivos remitirían al oficio militar y, posiblemente, a algún cargo
dentro de la jerarquía marcial. El quincunce podría estar relacionado con oficiantes
o feligreses del culto al jaguar reticulado o del dios de las tormentas, o con la activi-
dad de un funcionario del gobierno teotihuacano. El sello con el motivo de la estera
pudo caracterizar mediante una distinción jerárquica a un grupo de funcionarios.
En tanto los sellos pudieron tener funciones múltiples, la competencia en el código
que normaba la significación de éstos pudo estar diferida.

Trato del espectador consigo mismo: la identidad

Pintura mural
La referencia al ritual realizado por figuras con atavíos de grupos sociales específicos
en los murales podía contribuir a la promoción del orden social en las actividades
que se efectuaban en los recintos pintados. Quizá algunos espectadores de la pintura
monumental de Teopancazco tuviesen acceso a los recintos pintados sólo durante
actividades rituales o administrativas. Dependiendo del espectador, podía preverse
una distinta impresión estética, propiciada por el ambiente visual del sector co-
rrespondiente del edificio. El emisor con seguridad era consciente de los efectos
psicológicos del contacto con imaginería de temas rituales, razón que justificaba
el uso de complejos recursos para la realización de esas obras. Si los espacios con
pintura mural tuvieron funciones múltiples, es posible que las imágenes incitaran al
espectador a legitimar las diversas actividades realizadas en esos recintos.

Vasijas de rituales de terminación y vasijas funerarias


En las ceremonias de terminación ocurridas en Teopancazco durante la transición
Tlamimilolpa-Xolalpan participaron dos suntuosas vasijas con posibles referen-

257
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

cias a personajes socialmente relevantes. Las imágenes y símbolos de estatus y/o


de identidad de personajes o grupos sociales participaron en una actividad con un
propósito determinado para los asistentes a la ceremonia en la cual se depositaron
las vasijas.5 Las imágenes de esas vasijas no deben interpretarse como símbolos de
estatus aislados, pues formaron parte de una actividad ritual en la cual se promovie-
ron aspectos del orden y la jerarquía sociales, por medio de las funciones específicas
de esas referencias en un proceso de interacción social. El sentido de las imágenes
se enriquecería con el derivado del ritual de terminación, formando así una unidad
de significación compleja que involucraría la actividad del participante. Imágenes
y símbolos de las vasijas fueron descritos con los recursos del canon oficial, y se
asociarían con un conjunto de ceremonias de fuerte impacto que tuvieron lugar
en Teopancazco y algunos otros conjuntos arquitectónicos teotihuacanos, y que
derivarían en una reconstrucción del orden y dinámica urbanos. Las ceremonias de
terminación, sus recursos materiales y simbólicos debieron dejar una importante
impresión en los participantes, puesto que tuvieron por consecuencia el inicio de
una nueva etapa en el desarrollo urbano teotihuacano, como corolario de los proce-
sos sociales que originaron esos cambios.

Figurillas del ritual doméstico


Como en otros conjuntos arquitectónicos de Teotihuacan, las figurillas semicó-
nicas formaron parte de rituales que al parecer se realizarían periódicamente en
Teopancazco. La manipulación de imágenes con rasgos de determinados grupos
sociales durante esas actividades permitiría a los partícipes fomentar de manera
simbólica un orden social.
Se oponen dos posibles situaciones: una en la cual el emisor de una imagen
seleccionaría a voluntad los rasgos de ésta del acervo de la tradición, como sería el
caso de un entierro familiar o tal vez una ceremonia del ritual doméstico; y otra en
la que los especialistas, siguiendo los cánones de la tradición, elegirían los motivos
adecuados para el manejo de los participantes en distintos actos o ceremonias. En
el primer caso, se trataría de una afirmación de la propia identidad social; en el
segundo, de una suerte de control sobre esta última.

5 
Para A. Gell, los artefactos tendrían un tipo de agencia no autosuficiente, sino más bien secunda-
rio, derivado de un tejido de relaciones sociales: “La idea de la agencia es un marco culturalmente
prescrito para pensar acerca de la relación de causalidad, cuando lo que ocurre (en un sentido vago)
se supone que se debe a la intención de alguna persona-agente o cosa-agente. Cada vez que se cree
que un evento ocurre debido a la “intención” de una persona o cosa que inicia una secuencia causal,
es una instancia de la “agencia” (1998: 17).”

258
6. la expresión plástica y los signos de notación...

Relación del espectador con el texto cultural que involucra la imagen plástica
Los tocados de plumas son tema recurrente en las imágenes transmitidas por me-
dio de vasijas trípodes; se trata de cerámica ritual en la cual se plasman temas de
la tradición cultural no relacionados con la ofrenda. Tanto la pintura mural como
las vasijas trípodes y las figurillas de Teopancazco indican que la referencia a la
identidad de diversos grupos sociales por medio de atributos marcados en el atavío
formaría parte importante del ceremonial instituido; deben continuar los estudios
de las referencias más específicas a la identidad por medio de la imagen visual.
Gracias a la referencia a actividades que realizarían determinados grupos so-
ciales por vía de la pintura mural de sectores administrativos de varios conjuntos ar-
quitectónicos, se promovería la función y estatus de Teopancazco en el nivel urbano.
Como en el caso de las vasijas trípodes antes descritas, las imágenes y sím-
bolos en distintas manifestaciones de la plástica de Teopancazco –como figurillas,
sellos y pinturas murales– eran componentes de conjuntos de elementos signifi-
cativos en variados actos del ritual religioso y/o de la vida cotidiana y, por tanto,
su sentido es fragmentario. La plástica y los símbolos visuales cobraban pleno
sentido en el marco de las tradiciones de cada ámbito cultural en el cual se presen-
taban. Los destinatarios de iconos y símbolos se enfrentaban a textos de distintos
ámbitos culturales, de los cuales se pueden estudiar algunos aspectos por medio
de los indicadores del uso social de las imágenes. Sin duda la significación de la
imaginería conservada en Teopancazco estaba determinada por el punto de vista
de las élites que podían coordinar actividades y parafernalia ritual, que involucraba
la producción de diversos talleres especializados.

Relación entre texto y contexto cultural

Las distintas sociedades mesoamericanas compartían algunos valores culturales.


Los murales y la cerámica pintada de Teopancazco muestran cómo la tradición
metropolitana incorporaba valores procedentes de diversas áreas culturales en mo-
delos compositivos con rasgos propios, conformando así características de una
etnia teotihuacana. En el caso de la vasija funeraria con el quincunce, se estaría
aludiendo a valores culturales que trascendían las fronteras temporales y geográ-
ficas teotihuacanas. Determinar el valor del quincunce en la cultura teotihuacana
requiere de un estudio comparativo que integre los contextos en los cuales hace su
aparición en distintas épocas, áreas geográficas y culturas.
Por otra parte, las referencias a las élites por medio de figuras como felinos
(Coe 1970) y serpientes también trascienden las fronteras teotihuacanas. La vasija
pintada con el ave y la serpiente participa de las tradiciones que relacionan a la

259
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

imagen de la serpiente con las élites gobernantes, pero parece integrar también la
referencia específica a la costa del Golfo de México, por medio de la imagen del ave.
En pocos conjuntos arquitectónicos teotihuacanos resultó necesaria la co-
municación por medio de pintura mural; los grandes muros que resguardaban
algunos conjuntos arquitectónicos indicarían que varios tipos compositivos es-
tarían a la vista sólo de determinados espectadores y durante ciertas actividades
específicas. Probablemente, cada tipo compositivo de Teopancazco correspondiera
a un tipo de situación comunicativa.
Por otra parte, la tradición de colocar en el ajuar funerario figurillas ataviadas
según los usos de algunos grupos sociales también trascendía las fronteras teoti-
huacanas. En las figurillas funerarias de Teopancazco se expresarían los atributos
de algunos oficios según las normas de la tradición del vestido teotihuacana, tal
vez para indicar la identidad social del difunto o la pertenencia a un grupo par-
ticular. Las figurillas en forma de posibles personajes de las élites que se usaban
durante actividades del ritual de barrio permitirían a los participantes manipular
de manera figurada, y con propósitos aún no establecidos, atributos de personajes
culturales, de grupos sociales e incluso, tal vez de individuos teotihuacanos.
En cuanto a los sellos, muchos de estos presentan imágenes de amplia difu-
sión en la plástica teotihuacana; al ser estampados sobre superficies, otorgarían un
sentido relacionado con la tradición y los símbolos culturales con los que se iden-
tificaban algunas elites, durante actividades administrativas, cívicas o religiosas.
Hay indicios de que en Teopancazco se registraron ocupaciones y oficios se-
mejantes en dos figurillas funerarias del Entierro 4 y en la pintura mural; en esta
última se conservaron imágenes de personajes armados y de ofrendantes con ricos
tocados de plumas, mientras que las figurillas funerarias presentan también para-
fernalia bélica, junto con tocados de plumas y un collar de conchas semejante al de
los ofrendantes de la pintura mural, aunque en las figurillas los atributos de gru-
pos sociales parecen presentarse agrupados formando un conjunto no diferenciado.
Habría coherencia si se trata de referencias a oficiantes de culto y a militares, pero
los rasgos particulares serían distintos, puesto que los tocados de las figurillas, por
ejemplo, no presentan rasgos felinos, y el diseño del escudo de las figurillas es dis-
tinto al de la pintura mural.

Estudios e interpretaciones del corpus

Teopancazco, Cuarto 7. Xolalpan.


Murales con imágenes de ofrendantes y guerreros
Varios autores han hablado acerca de los murales de Teopancazco pero sus in-

260
6. la expresión plástica y los signos de notación...

terpretaciones no coinciden en algunos aspectos. El arqueólogo Rubén Cabrera


describió la escena pintada en el Mural 1 como dos sacerdotes que avanzan hacia
un altar sobre el que está colocado un disco solar. Sobre este altar se encontraría
pintado un numeral 8 (Cabrera 1995: 157). Pero no todos los estudiosos de los
murales de Teopancazco han mencionado en ellos un numeral. Los dibujos de los
murales son poco esclarecedores y, a partir de ellos, no es posible establecer si se
pintaron puntos bajo una barra; sólo queda confiar en los reportes de Starr, en la
aguda vista de Seler, en la interpretación de los dibujantes o restaurar los restos de
los murales de Teopancazco.

El objeto de culto
En una línea de interpretación que caracterizaría los inicios del siglo XX, la cual
considera los registros de las tradiciones mexicas como paradigmas culturales, en
el centro compositivo del Mural 1, Seler identificó al signo ollin como un día del
Tonalpohualli. El ollin tendría sobrepuestas imágenes de unas cuerdas entrelaza-
das, cuya presencia no explicó, pero interpretó al centro compositivo como una
imagen lunar. No mencionó ningún numeral. El disco verde o tlaxapochtli, pintado
en las mejillas de los sacerdotes, le recordó a Coatlicue y, consecuentemente, a la
Teteo innan de los manuscritos, diosa del sol y la luna mexica (Seler 1992 [1915]: 185).
También con base en la imaginería mexica, identificó como pulque a la sustancia
con pequeños puntos insertos que vierten los ofrendantes, quienes serían sacer-
dotes de la diosa de la luna y de la tierra.6 Seler interpretó la forma de los tocados
zoomorfos como una serpiente fantástica; las estrellas corresponderían al cuerpo y
las plumas de quetzal a la punta de la cola. Aunque quedaron muchos vacíos, éste
ha sido el intento más extenso, a la fecha, de explicar los motivos pintados en los
murales de Teopancazco.

¿Signos de escritura en el Mural 1?


Según el arqueólogo Alfonso Caso, con base en un dibujo de Villagra, el centro
compositivo del Mural 1 estaría refiriendo a un día del Tonalpohualli formado por
el signo Bandas Entrelazadas, y por un número sobrepuesto a una manta (1960:
156). Caso interpretó al objeto de culto como un nombre calendárico; se trataría
del nombre de una deidad llamada Tepeyolohtli. También publicó réplicas del sig-
no en soportes teotihuacanos diversos (1960, 1966); algunas de estas podrían estar
acompañadas por numerales, aunque Caso no lo menciona.

6 
En la cultura mexica la luna está relacionada con el conejo, la borrachera y el pulque (Miller y
Taube 1997: 118).

261
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Por su parte, el historiador del arte G. Kubler describió la imagen del Mural 1
como una ofrenda de libaciones y consideró que el cartucho que rodea el centro
compositivo figura rayos solares. Kubler estaba de acuerdo con Caso en que los
ofrendantes y el elemento al que rinden culto en esa composición estaban relacio-
nados con el jaguar (Kubler 1962: 68, 1967: 10). Hasso Von Winning retomó las
observaciones acerca del felino y desarrolló la asociación del centro compositivo
con el personaje conocido como jaguar reticulado, relacionándolo con el tema del
agua y la fertilidad vegetal (1987: 102). Respecto de la interpretación de von Win-
ning, es pertinente comentar que la temática de la imaginería en la cual se integra
un posible signo de escritura no implicaría su desciframiento, sino un contexto en
el cual éste se presenta.
En la década de los ochenta, James C. Langley registró como signo de nota-
ción al elemento “bandas entrelazadas” y lo relacionó, como Seler, con el signo ollin
(Langley 1986). Langley mencionó algunas réplicas del signo, aunque no se ocupó
del estudio detallado de los recursos que lo definirían como un tipo particular de
signo de notación. Si el centro compositivo del Mural 1 refería a un personaje de
culto por medio de un nombre personal formado por un día y un número, en tal
caso se trataría de un teónimo. El nombre se transmitiría por medio de un recurso
gráfico simbólico, que formaría parte de una composición organizada según prin-
cipios de coherencia icónica. Es posible que el nombre del día y el número estuvie-
sen formados por logogramas yuxtapuestos representados por unidades gráficas.
También en Tetitla y Techinantitla hay murales con ofrendantes precedidos
por posibles grafemas u objetos de culto, pero parecería extraño que en la pintura
mural teotihuacana se aluda a un personaje por medio de grafemas exentos, en
ausencia de su imagen visual. En la plástica de Teotihuacan existen varias com-
posiciones en las cuales el lugar de una referencia icónica a un personaje estaría
ocupado por un posible grafema. Se trata de un recurso compositivo que carac-
terizó la formación de la imagen de algunos personajes de culto. Esos personajes
se presentan como ofrendantes en posición frontal, o como figuras de las cuales
manan bienes, como algunas pinturas del Conjunto del Sol y de Techinantitla.
Se pueden mencionar algunas posibles formas de registrar nombres perso-
nales en la plástica de Teotihuacan, lo cual está sujeto a comprobación según la
evidencia arqueológica lo permita. El nombre se registraría:
• Por medio de grafemas antepuestos a figuras antropomorfas (C. Millon
1973, 1988).
• Por grafemas colocados en la posición de la cabeza de figuras antropomor-
fas, zoomorfas o híbridas.
• En forma de grafemas colocados en los tocados de personajes.
• Por referencias icónicas logradas con la forma misma de los tocados.

262
6. la expresión plástica y los signos de notación...

• Por referencias en los atavíos.


• Por grafemas en la frente de figuras antropomorfas.
• Mediante un nombre escrito que sustituye la imagen icónica de un perso-
naje, como es el caso del Mural 1 de Teopancazco.

Siguiendo la identificación de Caso, Kubler y von Winning, los entrelaces del


objeto de culto del Mural 1 de Teopancazco aludirían, por medio de referencias
icónicas, a un tipo de felino característico de la imaginería teotihuacana, el jaguar
reticulado. Algunos atributos de los ofrendantes de la pintura de Teopancazco
estarían relacionados con el personaje al cual rinden culto, de una manera que
recuerda a los ofrendantes pintados en la parte alta de los muros del Pórtico 2 de
Tepantitla, pues allí algunos rasgos de los atavíos coinciden con características
formales del objeto de culto. Pero en Teopancazco la coherencia entre ofrendantes
y objeto de culto no se establecería por mera semejanza formal entre los atributos,
pues aunque los ofrendantes llevan un tocado con forma de cabeza de felino, no
muestran entrelaces. La cohesión se establecería por medio de la tradición rela-
cionada con los personajes felinos, y se lograría gracias al conocimiento previo por
parte del espectador de uno de los distintivos de un tipo de felino: la retícula. La
referencia podría lograrse, reforzarse o complementarse con el nombre calendári-
co registrado por medio del grafema con el numeral. La ambigüedad que se pro-
duce cuando las imágenes de culto y las de sus ofrendantes comparten atributos
subrayaría la importancia cultural –y posiblemente política– de los últimos.
Si el elemento conocido como “bandas entrelazadas” de la pintura que nos
ocupa constituye un signo de escritura, éste formaría parte de un conjunto de
signos sometidos a reglas particulares de codificación; tal vez formaría parte de un
repertorio de logogramas, que estaría sujeto a dinámicas históricas de desarrollo,
como indicaría el hecho de que no se conoce evidencia de la presencia de ese signo
en las etapas más tempranas de la urbe. Si el signo “bandas entrelazadas” fue un
signo calendárico, se sometería a las reglas de composición de esta clase de signos.
Es necesaria mayor evidencia para demostrar que se trata de un grafema y un
signo calendárico. En la pintura mural de Tepantitla, Techinantitla, Tlacuilapaxco
y Tetitla, las composiciones con ofrendantes que anteceden a posibles figuras de
culto no presentan números; tampoco se conocen numerales y nombres sobre-
puestos a imágenes de altares. Como se mencionó, algunos ejemplos del signo en
fragmentos de cerámica que menciona Caso sí podrían estar acompañados por
numerales, lo cual sería evidencia a favor de que se trata de un signo calendárico.
En principio, todos los elementos que anteceden a las figuras de ofrendan-
tes de Tepantitla, Techinantitla, Tlacuilapaxco y Tetitla podrían constituir –como
en el caso del Mural 1 de Teopancazco– referencias a objetos de culto, debido

263
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

a su posición en las composiciones; aunque también, como ha sugerido Clara


Millon para el caso de Techinantitla (1973, 1988), y con excepción de los ejem-
plos de Tlacuilapaxco, esos elementos podrían distinguir a las figuras individuales
por medio del registro de nombres personales y cargos. Prevalece la necesidad de
explicar por qué hay excepciones al patrón compositivo que identificó Millon,
pues muchos ofrendantes en la imaginería teotihuacana no presentan ninguna
figura que los anteceda, y por qué, en ocasiones, los elementos que anteceden a
ofrendantes idénticos son también idénticos en una misma composición, como
los ejemplos de Tlacuilapaxco y de algunas vasijas de cerámica. Al parecer habría
dos tipos de escenas con ofrendantes: aquellas donde los personajes ofrendan a un
objeto de culto, y aquellas donde se distingue a cada ofrendante por medio de un
elemento que lo antecede.
Por otra parte, como sugirió Kubler hace ya varias décadas, los murales teoti-
huacanos que presentan imágenes de felinos pudieron estar inspirados en un ritual
practicado en la urbe (Kubler 1967, 1970). Von Winning propone que el felino en
Teotihuacan fue el dios protector de los regentes (1987: 87). En la pintura mural
teotihuacana la figura del felino tiene presencia amplia, pero es poco frecuente que
aparezca como personaje al que se rinde culto. En el caso particular de la imagen
del jaguar reticulado, podría tratarse de referencias a un personaje que formaba
parte de las tradiciones de un culto de elite, y que motivó las imágenes pintadas
en varios edificios de distintos tipos, como Teopancazco, Tetitla, Atetelco, el Pa-
lacio de los Jaguares, el Gran Conjunto de la Zona 11 y el céntrico Conjunto del
Sol, que parecen mostrar tanto escenas de la mitología como escenas de culto en
las cuales participan personificadores de esa entidad. Entre esas pinturas murales
hay figuras frontales que referirían al jaguar reticulado de las cuales manan bienes,
así que tal vez se trataría de la imagen de una figura de culto; pero resulta más
frecuente que felinos reticulados zoomorfos se presenten de perfil, formando se-
cuencias, de una manera que recuerda a las figuras de ofrendantes e incluso, en
ocasiones, parecería que se trata de individuos que personifican al felino reticulado
y que realizan actividades rituales, aunque también hay posibles escenas míticas
donde un zoomorfo aparece entre la vegetación.
Aunque las figuras del Mural 1 carecen de armas, también se ha asociado
a los ofrendantes de Teopancazco con actividades bélicas. Con base en un signo
formado por la estrella y un trilobulado en la parte inferior, Helmke y Nielsen
argumentan que en el Mural 1 se presentan imágenes de sacerdotes-guerreros (en
prensa). Esos sacerdotes-guerreros referirían a la llamada guerra de estrellas, que los
autores relacionan con una modalidad bélica que sería introducida desde Teoti-
huacan al área maya durante el Clásico temprano (en prensa: 14). Si Helmke y
Nielsen identifican de manera correcta como un topónimo a una figura de las ves-

264
6. la expresión plástica y los signos de notación...

timentas de los ofrendantes de Teopancazco, entonces en el vestido teotihuacano


debieron ser frecuentes las referencias toponímicas; se trata de una hipótesis que
será necesario verificar en el corpus de imágenes disponible.

Distinciones étnicas y sociales en imágenes de Teopancazco

Debido al estado actual del conocimiento de la imagen de la vestimenta y de sus


usos sociales durante el Clásico temprano, no es posible definir si por medio del
atavío de las figuras antropomorfas de Teopancazco fueron referidos varios grupos
étnicos; aún se desconoce si en la sociedad teotihuacana algunos grupos étnicos
desempeñaban oficios determinados u ocupaban cierta posición en la jerarquía so-
cial. En la medida en que contrastan la distribución de los personajes, los atuendos
y las actividades denotadas, en las pinturas murales de Teopancazco se distinguirían
imágenes de tres grupos sociales, entre ellos dos grupos de ofrendantes. Las vesti-
mentas pintadas en los murales de Teopancazco se encuentran en el marco de cá-
nones del vestido teotihuacano, con excepción del mural del guerrero, cuyo registro
no es posible verificar, pues no se ha conservado el original. El “mural del guerrero”
estaba formado por varios personajes vestidos de manera idéntica. Seler señaló que
la forma atípica del tocado se debe a la falta de precisión del dibujo, resultado del
pobre estado de conservación de las pinturas, que ya entonces era notorio.
Por otra parte, los símbolos relacionados con el poder pintados en las vasijas
ofrendadas durante ceremonias de terminación bien podrían referir a élites de
la zona de influencia teotihuacana; esto podría explicar la presencia de la figura
del ave específica, identificada como garceta del Golfo (Manzanilla 2006b: 27),
lo cual sería evidencia a favor de una presencia de élites de la costa del Golfo en
Teopancazco hacia Tlamimilolpa-Xolalpan (Manzanilla 2007: 498).

Relación entre imagen y contextos. Sector administrativo. Edificios


públicos, espacios dedicados a las actividades institucionales

En esta sección mencionaré otro conjunto arquitectónico teotihuacano que ha


sido considerado como centro de barrio (Gómez Chávez et al. 2004), en donde
se presenta una imaginería comparable con la de Teopancazco. Se trata del sector
administrativo de La Ventilla, el cual ocupó todo un conjunto arquitectónico y
presentó variedad de imágenes transmitidas por medios plásticos distintos. Es
posible que debido a las diferentes escalas de las funciones de distintos centros de
barrio en el nivel urbano, el sector administrativo de Teopancazco se localizó al

265
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

sur del conjunto arquitectónico, y tuvo un área considerablemente menor que el


de La Ventilla. El contraste de tamaño entre las áreas administrativas determinó
cuantitativamente la presencia de la imaginería en La Ventilla y Teopancazco.
El Frente 2 de Excavación del Proyecto Arqueológico La Ventilla 1992-1994,
dirigido por el arqueólogo Rubén Cabrera, se considera como el sector administra-
tivo de un barrio teotihuacano (Gómez Chávez 2000). Ese sector tiene una serie de
imágenes transmitidas mediante recursos plásticos, distribuidas en distintos espa-
cios arquitectónicos y estratos constructivos. La pintura mural de La Ventilla está
presente en distintas etapas constructivas y sectores funcionales; en cambio, sólo el
sector administrativo de Teopancazco conservó pintura mural, que corresponde a
la fase Xolalpan. Mientras que en la plástica de La Ventilla se despliega un amplio
espectro de recursos compositivos (combinatorias simbólicas, icónicas, mixtas, e in-
cluso se encontraron inscripciones informales en forma de grafiti), en Teopancazco
se conservaron pinturas murales, recipientes, sellos y figurillas de cerámica con imá-
genes de base combinatoria mixta, y algunos sellos con imágenes de tipo simbólico.
Durante la fase Tlamimilolpa tardío-Xolalpan temprano, los temas trans-
mitidos por medios pictóricos en el sector administrativo de La Ventilla fueron
ricos en su variedad y soluciones formales. Hubo secuencias de felinos con figuras
humanas en el lomo que, según la interpretación que propone Cervantes, referi-
rían a un grupo social que realizaba ritos de iniciación en el conjunto (Cervantes
2007: 228). Hubo también siluetas de animales, posibles monos pintados en un
piso; se trata de un animal cuya imagen se ha propuesto que pudo referir a una
deidad patrona o a un grupo social de origen no teotihuacano (Manzanilla 2006b,
2009). También se pintaron grafemas que forman secuencias y conjuntos de posi-
bles nombres escritos en el piso de la Plaza de los Glifos (King y Gómez Chávez
2004). En otro piso se pintó un personaje con grafemas en el tocado. También
pintadas sobre los muros, los arqueólogos encontraron posibles referencias a cerros
marcados con estrellas. En ese sector se hallaron objetos y figurillas de cerámica.
Un tema importante en la imaginería del sector administrativo de La Ven-
tilla, durante la fase Xolalpan, sería ella actividad ritual que relacionaría al felino,
a los ofrendantes y a posibles ambientes geográficos de la tradición cultural. Ese
programa pictórico estaría pintado en varios contextos arquitectónicos. Como po-
siblemente sucedió con algunas imágenes del nivel constructivo anterior de ese
mismo sector de La Ventilla, las figuras de ofrendantes antropomorfos formarían
una unidad de sentido compleja con las imágenes de felinos en posición frontal y
los motivos de estrellas distribuidos en marcos y cenefas del Conjunto Jaguares;
las estrellas están presentes en la etapa constructiva anterior. La unidad que con-
formarían esos motivos obtendría pleno sentido durante actividades ceremoniales
específicas, relacionadas en la fase Xolalpan con los ofrendantes.

266
6. la expresión plástica y los signos de notación...

La evidencia de Teopancazco contribuye a formular la hipótesis de que las


imágenes de ofrendantes antropomorfos, los cerros, los polilobulados, los felinos
y las estrellas formaban un programa narrativo y una unidad de significación que
refería a un ceremonial. En Teopancazco, los murales con figuras de ofrendantes
y posibles guerreros quizás formaban a su vez un programa narrativo unitario, en
el cual se coordinaban, en una unidad compositiva, los motivos y su distribución
en los espacios arquitectónicos. A diferencia de Teopancazco, la referencia a las
armas en relación con los ofrendantes estaría ausente en los murales de La Venti-
lla, pero conviene recordar que en Atetelco se conservan secuencias de figuras de
perfil armadas que semejan ofrendantes y que, además, tienen atributos del jaguar
reticulado. Hay referencia al sacrificio de corazones y al felino reticulado entre
figuras antropomorfas de perfil de los murales de Atetelco y del Conjunto del Sol,
aunque estarían ausentes en Teopancazco.
La pintura mural del Conjunto Jaguares de La Ventilla refiere, por medio de
figuras polilobuladas realizadas durante Tlamimilolpa tardío-Xolalpan temprano,
a ambientes acuáticos o montañosos. En la pintura mural de Teopancazco, los po-
lilobulados, estrellas y felinos de los trajes forman una unidad junto con las figuras
y actividades de los ofrendantes.
A diferencia de las secuencias de ofrendantes de Teopancazco, que se en-
contraban en varios cuartos, las del Conjunto Jaguares de La Ventilla estaban
pintadas en los muros de un pórtico, aunque algunos motivos que formaban parte
del programa narrativo se encontrarían también en cuartos. Posiblemente la acti-
vidad ritual de los ofrendantes se llevaría a cabo integrando espacios interiores y
exteriores.
En los murales de La Ventilla y de Teopancazco, los trajes y tal vez incluso
las libaciones, referirían a los contrastes entre grupos de ofrendantes en el nivel
urbano y en el nivel de cada conjunto arquitectónico; no hay componentes que
permitieran distinguir entre individuos.

Contextos de uso de las imágenes. Sector administrativo


Las figuras del cuarto sureste de La Ventilla se han interpretado como cerros que
incluyen estrellas. El hecho de que los polilobulados de La Ventilla se encuen-
tren en espacios relativamente pequeños podría implicar que las imágenes fueron
pertinentes en actividades de acceso restringido, pero que serían relativamente
comunes en algunos escenarios sociales distribuidos en la ciudad. Los polilobula-
dos, como los ofrendantes, se pintaron en los muros de diversos conjuntos arqui-
tectónicos de la urbe y se encuentran también en vasijas de cerámica de élite, lo
cual sugiere que estos objetos pudieron referir o crear ambientes apropiados para
ciertas actividades sociales, en espacios no determinados para ello.

267
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Es posible que la presencia de los felinos, las estrellas y los polilobulados en la pin-
tura mural de La Ventilla y de Teopancazco se deba a que en los sectores adminis-
trativos de ambos conjuntos arquitectónicos se realizaban actividades semejantes.

Conjuntos o sectores residenciales


Los sectores residenciales de La Ventilla se encuentran parcialmente excavados;
sin embargo, en el Frente de Excavación 4, Unidad 4c-a, Cuarto y Pórtico Oeste,
fechado en Tlamimilolpa tardío–Xolalpan temprano, en un lugar identificado con
viviendas de grupos de élite relacionadas con la administración de la producción
material del barrio (Gómez Chávez 2000), los arqueólogos hallaron restos de pin-
tura mural con la secuencia alterna de dos variantes del tocado de plumas. Las
imágenes estaban a la vista de los que tuvieron acceso a un pórtico, lugar expuesto
a la vista de los concurrentes a un patio de congregación. El tema de los murales
probablemente refería a la autoridad administrativa de un sector del barrio, me-
diante referencias icónicas y posibles grafemas u otros símbolos complementa-
rios. En la plástica teotihuacana, las secuencias de tocados se presentan en otros
soportes además de la pintura mural; las imágenes de tocados de plumas antes
mencionados tuvieron un correlato en la cerámica ritual de Teopancazco, pero las
diferencias entre los sectores funcionales, los soportes de las imágenes y sus usos
sociales, indicarían que esos marcadores jerárquicos fueron pintados con propósi-
tos distintos en cada caso. En el pórtico se trataría de informar o recordar de los
atributos de la autoridad al espectador, mientras que, en la ofrenda de termina-
ción, los símbolos de autoridad estarían directamente relacionados con lo sagrado.

Mensajes gráficos dirigidos a distintos grupos sociales. Identidad:


jerarquía, oficio y etnicidad

Sector administrativo. Conjunto Jaguares de La Ventilla y Zona sur de


Teopancazco. Xolalpan. Secuencias de ofrendantes
La pintura mural de Teopancazco fue ejecutada en una etapa en la que se conso-
lidó un fuerte cambio en la sociedad teotihuacana. Según la propuesta de Linda
R. Manzanilla (2006b), en la urbe se fortaleció una organización política corpo-
rativa.7 Esos cambios sociales pudieron afectar a la imagen plástica y a los temas

7 
Linda R. Manzanilla, con base en su propuesta de 1992 y en el trabajo de Blanton, Feinman,
Kowalewski y Peregrine, propone un gobierno corporativo para esta etapa teotihuacana, el cual
define de la manera siguiente:
“En la estrategia ‘corporativa’, el poder se comparte entre diferentes grupos en una sociedad,
donde hay restricciones hacia el comportamiento político de aquellos que detentan el poder, existe

268
6. la expresión plástica y los signos de notación...

tratados mediante signos de escritura. Un efecto de esos cambios sociales en la


pintura mural pudo ser la aparición de las figuras de los ofrendantes; hay evidencia
a favor de que éstos surgieran durante la fase Xolalpan y, posiblemente, permane-
cen como tema de la pintura mural hasta la fase Metepec.
La distribución en algunos conjuntos arquitectónicos de pintura mural con
el tema de los ofrendantes indica que fue un programa pictórico planeado para
el nivel urbano, cuyo fin sería el de caracterizar a algunos edificios mediante re-
ferencias a los atributos distintivos de grupos de élite que realizaban actividades
rituales instituidas; al parecer, esas referencias visuales estuvieron ausentes en eta-
pas anteriores a Xolalpan, o bien eran logradas por medio de recursos distintos.
Cabe la posibilidad que estos murales estuvieran dirigidos a miembros de las élites
mismas, aunque quizás algunos representantes de otros grupos sociales tuvieran
acceso a esas pinturas. Barba, Ortiz y Manzanilla consideran que las pinturas de
ofrendantes registran las imágenes de oficiantes de un culto fomentado por el
estado:

La importancia de la religión en esta ciudad puede atestiguarse en diferentes escalas: la


religión estatal se hace evidente en las grandes plazas y templos en el centro de la ciudad,
en las procesiones de sacerdotes y otros oficiantes retratados en la pintura mural, y en las
representaciones de deidades […] (2007: 56).

Lo anterior es coherente con la hipótesis de que la pintura mural como técnica de


comunicación responde a programas institucionalizados de creación y distribu-
ción de la imagen plástica, aunque elucidar si estos programas estaban dirigidos a
grupos sociales subordinados a las élites se relacionaría con el conocimiento de los
detalles del acceso social a los edificios que contaban con estas pinturas. En el caso
de Teopancazco, es posible que algunos representantes de la población pluriétnica
del conjunto llegaran a participar en las actividades que se llevaban a cabo en los
recintos con pintura mural. En caso de que representantes de otros conjuntos ar-
quitectónicos participaran en dichas actividades, el espacio reducido determinaría
que fueran relativamente pocos.
Debido a que en La Ventilla se encontraron murales con motivos de estrellas
y a que los vestidos de los ofrendantes semejan un quechquémitl, hay autores que
consideran que esos personajes figurarían sacerdotisas del culto a Venus,8 aunque

interdependencia entre subgrupos, un énfasis en las representaciones colectivas y en el ritual basado


en la fertilidad, y la renovación de la sociedad y el cosmos” (Manzanilla 2006b: 31-32).
8 
Según refiere Cervantes: “Los personajes de estos murales representaban a sacerdotes, cuya ca-
racterística precisamente era la indumentaria que presentan, así como los demás objetos que se
asocian al culto religioso, como la copalera, el recipiente y el posible bastón”. Duque sugiere que se

269
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

esta hipótesis no explica que el tema central de las vestimentas y parafernalia figu-
radas en ese sitio son las flores, las aves y el quincunce. El tema acuático-marino de
los trajes de los ofrendantes de Teopancazco (Manzanilla 2007, 2009) se opone al
de los atavíos de los de La Ventilla, pero en ambos casos está presente la figura de
la estrella, que podría estar relacionada con Venus; por lo tanto, es posible también
argumentar que un culto semejante era practicado por distintos grupos de ofren-
dantes en varios lugares de la urbe.
En otros conjuntos arquitectónicos teotihuacanos hay murales con ofrendan-
tes ataviados según una variedad de temas. Los contrastes entre símbolos gráficos
en los atavíos especificarían mayores distinciones entre grupos. Es posible que los
espectadores de los murales conocieran a estos personajes y pudieran distinguir
grupos sociales por medio del vestido, pero no necesariamente todos eran compe-
tentes en la codificación de símbolos específicos; por tanto, tal vez estos últimos
estuvieran dirigidos a los oficiantes mismos y a los miembros de otras élites.

Los atributos de los ofrendantes y su datación

La datación de los murales con el motivo de ofrendantes (figuras 6.6, 6.7, 6.8,
6.9, 6.10, 6.11 y 6.12) difiere según el conjunto arquitectónico y el investigador.
De acuerdo con la periodización estilística elaborada por Lombardo (1995), hubo
una persistencia del tema de los ofrendantes en los murales de varias etapas del
desarrollo teotihuacano, aunque la periodización de los materiales teotihuacanos
permanece en proceso y es conveniente revisarla.
Algunos de los ofrendantes ofrecerían libaciones, mientras que otros ofrece-
rían ofrendas de corazones. Aquellos pintados en los muros del Cuarto 2 de Te-
pantitla llevan tocados con forma de cabezas de lagarto que rematan en cuchillos y
penachos. Los trajes, además, se distinguen por llevar signos con forma de ojo. En
el Conjunto del Sol y en Atetelco, en vez de ofrendas de libaciones, llevan cuchi-
llos con corazones ensartados. En el Conjunto del Sol llevan un yelmo en forma
de cabeza de ave, y un signo formado por bandas cruzadas distingue sus atavíos,
el cual podría relacionarlos con el felino reticulado. En Atetelco, la referencia al
felino reticulado está en un pórtico del mismo patio en el que se encuentra una
figura que lleva un corazón ensartado en un cuchillo.

trata de sacerdotisas por el quechquémitl que presentan, pero también porque “desde la antigüedad
fueron las sacerdotisas las que realizaban las actividades al culto de la luna y Venus vespertino está
asociado a la luna”. Los diferentes motivos que presentan en los faldellines podrían estar refiriendo
a un grupo sacerdotal específico a manera de insignia” (2007: 240).

270
6. la expresión plástica y los signos de notación...

En determinadas zonas de conjuntos arquitectónicos se practicarían activi-


dades con las cuales se relacionaban las imágenes de ofrendantes en procesión e
imágenes de felinos, entre éstos los reticulados. En los murales de Tetitla y Zacua-
la no es posible distinguir los motivos que caracterizaban los atavíos de los ofren-
dantes que esparcen libaciones. En Tlacuilapaxco esos personajes llevan tocados
con forma de un zoomorfo que semeja un cánido emplumado, mientras que, en
Techinantitla, los ofrendantes llevan el Tocado de Borlas. El panorama muestra
que, con base en la pintura monumental de la urbe, no hay un rasgo que marque
un estatus superior de los ofrendantes con tocado de borlas; este tocado caracte-
rizaría a algunas élites, pero no puede considerarse como aquel que distinguiría al
grupo gobernante, como afirma Paulinyi (2001), a menos que futuras excavaciones
arqueológicas en Techinantitla demuestren que ese conjunto arquitectónico dis-
frutó de un estatus superior.

Figura 6.6. Ejemplos de ofrendantes de la pintura mural teotihuacana de Tepantitla


(redibujados de B. de la Fuente (ed.) 1995: 45, 75, 111, 128, 252 y K. Berrin (ed.) 1988:
118, 204, por César Fernández).

271
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Es posible que los ofrendantes estuvieran pintados en los muros como un apo-
yo para los que detentaban la autoridad en cada conjunto; los murales informarían
o recordarían a los espectadores de la institucionalidad y función social de éstos.
Podría derivarse de la monumentalidad del mural conocido como el Gran Puma
y de la presencia de distintos tipos de felinos en la pintura mural, que la imagen de
estos últimos refiriese en algunos casos a escenas de la mitología relacionada con el
poder político y, en otros, a la imagen de varias élites relacionadas con la autoridad.

Figura 6.7. Ejemplos de ofrendantes de la pintura mural teotihuacana de Techinantitla


(redibujados de B. de la Fuente [ed.] 1995: 45, 75, 111, 128, 252 y K. Berrin [ed.] 1988:
118, 204, por Rubén Gómez).

Murales del Sacerdote Sembrador


La figura conocida como sacerdote sembrador de Teopancazco formaba parte de
una secuencia de varias figuras idénticas. Cada figura porta un recipiente circular
similar a un elemento mostrado en una escena de autosacrificio, pintada en un
piso de La Ventilla, ubicado en el Sector 2 de las excavaciones realizadas entre
1992 y 1994. La semejanza entre los objetos pintados posiblemente indica una
relación entre los oficios o actividades referidos por medio de las pinturas. En la
escena pintada de Teopancazco se mostró el acto de tirar líquido con semillas; en
La Ventilla, el de derramar sangre o semen sobre plantas floridas. En ambas esce-

272
6. la expresión plástica y los signos de notación...

nas el elemento vegetal está presente. Las ofrendas relacionadas con la fertilidad
vegetal relacionarían a las imágenes.

Figura 6.8. Ejemplos de ofrendantes de la pintura mural teotihuacana de Tlacuilapaxco


(redibujados de B. de la Fuente [ed.] 1995: 45, 75, 111, 128, 252 y K. Berrin [ed.] 1988:
118, 204, por Rubén Gómez).

Figura 6.9. Ejemplos de ofrendantes de la pintura mural teotihuacana de Atetelco


(redibujados de B. de la Fuente [ed.] 1995: 45, 75, 111, 128, 252 y K. Berrin [ed.] 1988:
118, 204, por César Fernández).

273
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Figura 6.10. Ejemplos de ofrendantes de la pintura mural teotihuacana de Atetelco


(redibujados de B. de la Fuente [ed.] 1995: 45, 75, 111, 128, 252 y K. Berrin [ed.] 1988:
118, 204, por César Fernández).

Figura 6.11. Ejemplos de ofrendantes de la pintura mural teotihuacana del Conjunto del
Sol (redibujados de B. de la Fuente [ed.] 1995: 45, 75, 111, 128, 252 y K. Berrin [ed.] 1988:
118, 204, por Rubén Gómez).

274
6. la expresión plástica y los signos de notación...

Los ofrendantes de los murales de Techinantitla y de Tetitla estarían dife-


renciados individualmente por medio de símbolos exentos, antepuestos a cada
figura, tal vez grafemas. Por alguna razón no fue necesario distinguir de manera
individual a los ofrendantes pintados en Teopancazco. Tal vez los ofrendantes de
Techinantitla ostentaban un rango jerárquico distinto que los de Teopancazco, o
los murales sirvieron para diferentes propósitos.

Figura 6.12. Ejemplos de ofrendantes de la pintura mural teotihuacana del Palacio del
Quetzalpapálotl (redibujados de B. de la Fuente [ed.] 1995: 45, 75, 111, 128, 252 y K.
Berrin [ed.] 1988: 118, 204, por César Fernández).

A manera de conclusión

En las secuencias de ofrendantes, hay imágenes antropomorfas con base com-


positiva icónica que exhiben referencias naturalistas y posibles grafemas u otros
símbolos en sus atavíos. Las vestimentas de las figuras antropomorfas de Teo-
pancazco, así como de otros conjuntos arquitectónicos, tienen marcas en diferen-
tes posiciones que pudieron referir al conjunto arquitectónico de procedencia, así
como al rango, oficio y actividad que desarrollan los personajes.
Algunos componentes ubicados en el área central de las imágenes de to-
cados teotihuacanos pudieron referir al estatus, los nombres, cargos y oficios de
sus portadores; es el caso del tocado pintado en una de las vasijas procedente de
Teopancazco, que presenta un posible grafema en la parte superior. En el caso
de Teopancazco, al parecer los recursos usados para lograr la referencia al grupo
social al cual pertenecía un ofrendante incluyeron referencias organizadas según

275
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

principios icónicos, como las cabezas de felino del Mural 1. En lo que respecta
al tocado como unidad de significación, referencias icónicas y posibles grafemas
como la estrella parecen ser indivisibles. La estrella combinada con el trilobulado
en el traje de los ofrendantes de Teopancazco y en algunos polilobulados dispersos
en la pintura mural de la urbe es otro signo cuyo sentido podría ser una unidad
de significación indivisible; ha sido interpretado por algunos autores como un
topónimo que alude a un cerro, un lugar ritual de la tradición cultural (Helmke
y Nielsen 2011). En la plástica teotihuacana hay una variedad de polilobulados
acompañados por distintas figuras; la preeminencia de los motivos acuáticos entre
éstas parece indicar una combinatoria según principios de coherencia icónica en
una buena parte de las muestras y no una articulación entre morfemas léxicos y
gramaticales o la presencia de fonogramas.
Por otra parte, Caso propuso que el posible grafema al cual ofrendan los per-
sonajes del mural del Cuarto 7 constituiría un teónimo que posiblemente sería un
nombre calendárico. En monumentos mexicas del Posclásico hay registros seme-
jantes; en tal caso, es posible proponer que en el México central, en la composición
de la imagen plástica, la referencia a dioses y personajes culturalmente relevantes
por medio del nombre calendárico yuxtapuesto a la composición de base combi-
natoria naturalista, se presentó desde el Clásico en Teotihuacan.
El tocado pintado sobre la vasija depositada en un ritual de terminación tie-
ne en el centro del penacho un signo distintivo que podría referir a la identidad
individual del portador, pero no se trataría de un signo formado por componentes
articulados, sino una unidad de significado, posiblemente un logograma. La vasija
pintada con la figura de un ave sobre una serpiente pudo referir, por medio de
logogramas, al nombre y título de un personaje foráneo.
Por otra parte, se considera que las figurillas semicónicas, algunas halladas en
contextos primarios, son marcadores de espacios domésticos de la élite intermedia
en los cuales se llevaron a cabo actividades rituales (Fonseca 2008: 252). Según
deriva del estudio de Fonseca (2008), los tipos de figurillas de Teopancazco no
presentan patrones de relación con las funciones sociales de los lugares en los
cuales fueron encontradas.
Basándose en la uniformidad del tratamiento de los rasgos anatómicos, Fon-
seca puso en duda la identificación de las figurillas como imágenes de individuos.
Considera que en las figurillas teotihuacanas no hay referencias a individuos con
nombre y apellido (Fonseca 2008: 43, 277),9 sino más bien a identidades colectivas

9 
Fonseca escribe que: “La evidencia arqueológica de Teotihuacan no muestra la existencia de
individuos ‘con nombre y apellido’. Los sujetos parecen no haberse definido por sus rasgos indivi-
duales sino por su relación con los otros, por su pertenencia a un grupo de parentesco, edad, etnia
y género” (2008: 227).

276
6. la expresión plástica y los signos de notación...

mediante señales de pertenencia a una familia u oficio.10 El registro de nombres


propios o atributos individuales asociados con figuras humanas en Teotihuacan
es un tema controversial. Las clasificaciones de las figurillas con base en caracte-
rísticas anatómicas y en algunos rasgos de los atuendos imposibilitan identificar
individuos concretos, pero hay signos gráficos que se colocaban sobre las imágenes
del cuerpo o del vestuario de ciertas figurillas que constituyen rasgos diferenciales
específicos. No hay evidencia de articulación entre los posibles grafemas de las
figurillas de cerámica procedentes de Teopancazco.
En distintas sociedades mesoamericanas, ciertos atributos individuales
(como los nombres personales) se registraron por medio de grafemas e iconos en
las prendas de vestir y, al parecer, por medio de la estructura de las prendas mismas
(Kelley 1982; Zender 2009).
En algunos medios de la plástica teotihuacana hay signos gráficos en el ves-
tido y en el cuerpo que no han sido considerados en las clasificaciones tipológicas
y son importantes para conocer la imagen de la individualidad teotihuacana. Para
conocer de qué manera referían a individuos y colectivos los antiguos teotihuaca-
nos, es necesario incluir más evidencia de tipo gráfico al elaborar las definiciones
tipológicas de las figurillas.
El tocado de plumas fue una importante parte del ajuar de los oficiantes de
cultos cuya imagen se presenta en la plástica. Los grafemas distintivos de las va-
riantes de los tocados de plumas podrían referir a la identidad individual. Aunque
las observaciones de Paulinyi acerca de la estructura de la imagen del tocado de
borlas son pioneras (2001: 24-25),11 la evidencia muestra que la estructura de los
tocados como indicadores jerárquicos fue más compleja de lo que él describe. La
imagen plástica indica que antes que el tocado de borlas, el tocado de plumas es
un indicador de alta jerarquía en la sociedad teotihuacana. Tuvo como atributos
particulares varios componentes como secuencias de borlas, trilobulados, círculos,
flores, gotas, o combinaciones de los anteriores. Además de estos elementos, hay
otros componentes diferenciadores de tipos de tocados y que son además relevan-
tes en los materiales de Teopancazco: se trata de los posibles grafemas que pueden
presentarse en la franja central del tocado, o al centro del penacho de plumas. Esto
es válido no sólo para los tocados de borlas sino para otros tocados de plumas teo-

10 
Según Fonseca: “La identidad colectiva expresada en Teotihuacan, sin embargo, no está confor-
mada a partir de todos los miembros de la sociedad sino con los que pertenecen a la misma ‘familia’
(Hernando 2002: 154) y/o al mismo oficio. Aunque es una identidad relacional, lo es en mayor
medida al interior de sus grupos y no entre grupos. Eso explica las diferencias en los tratamientos
mortuorios […]” (2008: 228).
11 
Paulinyi identificó que la cantidad de franjas horizontales y la presencia de los penachos fueron
indicadores de jerarquía en los tocados de borlas.

277
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

tihuacanos. Variedades de esos tocados se presentan en las figurillas de cerámica


y pueden ser evidencia de que también se registró la individualidad en la plástica
teotihuacana.
En distintas culturas y mediante recursos de significación diversos, los atuen-
dos han transmitido algunos rasgos de la identidad del portador, incluso de la
identidad individual. Teotihuacan no fue una excepción, pues en las imágenes de
los vestidos y tocados teotihuacanos se cuenta con evidencia de dichas prácticas
culturales. Uno de los medios en los cuales se conservaron imágenes de los dis-
tintos atavíos que probablemente acostumbraban vestir distintos grupos sociales
teotihuacanos, son las figurillas de cerámica. Como en las imágenes realizadas
en otros medios y soportes plásticos, en las figurillas de cerámica al parecer hubo
varias posiciones que ocupaban símbolos especificadores de la identidad que po-
drían ser grafemas. Desde finales de la fase Tlamimilolpa, una variedad de posi-
bles grafemas se presentan en figurillas profusamente ataviadas, aunque posibles
grafemas aparecen desde fases anteriores sobre el “tocado de banda ancha”.12 Al-
gunos signos gráficos que aparecen en la ropa y el tocado de las figurillas podrían
registrar nombres personales y/o cargos públicos.
Fonseca propone que las semicónicas representarían a grupos sociales y per-
sonajes con distintos cargos relacionados con el gobierno de la ciudad (2008: 230). Me
parece que, además de cargos relacionados con el gobierno, cabe esperar que en
estas figurillas se marcaran jerarquías laborales y sociales, y actividades en la cuales
se participaba temporalmente.

¿Grafemas u ornamentos con valor simbólico?


Los ornamentos, si bien resultarían significativos, pertenecerían a otro código
simbólico del vestido teotihuacano distinto al de la representación de mensajes
verbales o por medio de recursos derivados de la coherencia icónica. Muchos or-
namentos se agregarían a los trajes que vestían diversos grupos sociales, de una
manera que se puede comparar con las insignias de la ropa militar o médica actual.
Hay que tomar en cuenta también que es posible que el código de significación
de la vestimenta no tuviera relación directa con la comunicación por medio de
logogramas y que, además, tuviera una difusión mucho más amplia en el nivel
de la población teotihuacana que cualquier código simbólico especializado en la
transmisión de mensajes verbales.
Como sucede en otras sociedades, la significación del vestuario teotihuaca-

12 
Según observan Conides y Barbour: “El tocado de la banda ancha es el más común y el que
perdura por más tiempo. Empieza con los comienzos de Teotihuacan y virtualmente desaparece en
su colapso” (2002: 423-424).

278
6. la expresión plástica y los signos de notación...

no probablemente derivaba de la interacción de uno o varios sistemas de signos


autónomos, que estaban determinados, por ejemplo, por el área de especialización
productiva a que aludía la vestimenta o por el estatus social. Los códigos de esta
significación podrían buscarse mediante la clasificación de las imágenes del vesti-
do teotihuacano, según aspectos como el género, la edad, el posible estatus social
y las probables ocupaciones de los portadores, así como en la información con-
textual disponible, sin excluir la posibilidad de que algunos apelativos o nombres
individuales pudieran exhibirse en el vestido.
Se vislumbra la necesidad de un estudio extensivo que permita comprender
si es posible establecer patrones de relación entre el tipo de tocado y/o vestido de
las figurillas y los grafemas que éstos portan. Desafortunadamente, el corpus de
figurillas teotihuacanas con posibles grafemas se ha publicado sólo parcialmente.
Los posibles grafemas sobre los tocados de las figurillas se presentan como
signos discretos, como signos compuestos y de manera aislada o conformando
secuencias. El código de significación en los tocados parece haber incluido la po-
sición de los posibles grafemas, y otros tipos de símbolos y figuras significativas,
según su ubicación en una división de los tocados en área superior, media y baja, y
también al centro, izquierda y derecha.

Una futura discusión


En las figurillas teotihuacanas, los posibles grafemas aparecen en ubicaciones re-
currentes, en las imágenes de los tocados, en las orejeras, en la frente, en pectorales
y en cinturones o fajas; Teopancazco no es una excepción.
Un problema por aclarar es el de la temporalidad en el uso de los posibles
grafemas relacionados con la identidad personal en la plástica teotihuacana. Por
otra parte, con base en evidencia procedente de los murales teotihuacanos, algunos
autores observan que los nombres propios antepuestos a representaciones plásti-
cas de individuos aparecen sólo hasta la fase Metepec, lo cual podría indicar que
el registro de nombres propios en murales surge en Teotihuacan por influencia
externa tardía:

La iconografía del poder en Teotihuacan, a diferencia del área maya, pone énfasis en
grupos de individuos vinculados con el dios de la lluvia y los jaguares, en procesiones de
ofrenda y ritual, con grandes tocados de dignatarios primordiales, pero solamente en la
fase Metepec, después del incendio de la ciudad, con nombres y títulos explícitos frente
de ellos (Manzanilla 2008: 126).

René y Clara Millon ubicaron los fragmentos de murales con posibles nombres
propios de Techinantitla en la fase Metepec (Millon 1967), aunque S. Lombardo

279
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

entró en polémica con los arqueólogos cuando propuso que, con base en las carac-
terísticas estilísticas, dichos fragmentos corresponden a la Cuarta Fase Estilística,
que corresponde a la fase Xolalpan (1995: 34).
Si bien las pinturas de los sacerdotes en procesión, procedentes de Techinantitla,
son las composiciones de la Clase C que con mayor frecuencia se han interpretado
como portadoras de nombres propios teotihuacanos (Millon 1973), éstas no son
las únicas imágenes en las que un posible antropónimo se asocia a una figura an-
tropomorfa. Los posibles grafemas sobre la ropa de las figurillas son testimonio de
prácticas más antiguas relativas a la diferenciación social mediante la vestimenta.
La función y el significado de los símbolos en el vestuario teotihuacano pu-
dieron estar determinados por su ubicación en la imagen del cuerpo. Los grafemas
que suelen presentarse directamente sobre el cuerpo de imágenes de personajes en
su mayoría fueron registrados por Langley como signos de notación; sin embargo,
aún es necesario observar cómo se relacionan entre sí los posibles grafemas distri-
buidos en distintas posiciones.
Algunos signos idénticos entre sí –como la flor de cuatro pétalos– pueden
repetirse varias veces en el tocado y/o en la indumentaria de la figurilla. En ocasio-
nes, los signos en las orejeras coinciden con los del tocado o con los del resto de la
indumentaria. Es posible que algunos de los signos visuales que caracterizaban la
individualidad por medio de la vestimenta dependiesen de la elección personal del
portador. Las formas generales de algunos tocados y trajes probablemente indica-
ban, a manera de determinativos semánticos, categorías generales como el rango,
actividad u oficio. Posiblemente en algunos casos podían ser interpretados como
parte de un nombre compuesto, como sugieren las imágenes de algunos atavíos
zoomorfos teotihuacanos, como el tocado de felino que también está representado
en el corpus de figurillas y murales de Teopancazco.

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286
7. El sector militar, y el médico y de parto de Teopancazco
Linda R. Manzanilla

Introducción

En Teopancazco hay dos sectores difíciles de percibir, pero con algunas pistas de
su función. Uno de ellos tiene que ver con las barracas de la guardia del barrio, en
la porción suroeste del conjunto. El otro está relacionado con aspectos médicos, de
parto y de preparación de mezclas de pigmentos y resinas, en lo que parecen ser
recetas codificadas (véanse capítulos 9 y 11 de este volumen).

El sector militar de Teopancazco

La sociedad teotihuacana, siendo tan diversa en composición, requirió esquemas


de protección a nivel de barrio. He propuesto que cada barrio tuvo una guardia
que vigilaba la tranquilidad de la población multiétnica (Manzanilla 2009, 2012a),
así como para asegurarse que las caravanas de cada barrio viajaran sin problemas
por los corredores de sitios aliados (Manzanilla 2011, 2015).
Según mi esquema de sectores funcionales de Teopancazco, el área destinada
a la guardia del barrio de Teopancazco estuvo ubicada en el sector suroeste del con-
junto, al norte de la supuesta vivienda de los administradores de Xolalpan tardío.
Es un sector con apisonados de barro y muros construidos con piedras pequeñas;
tiene un santuario o momoztli en el C23, pequeña plataforma que contuvo una
fosa (AA 14) con un entierro sedente (En 2) de una mujer de 25 a 35 años de edad
(Manzanilla 2012b), de la época Xolalpan; probablemente era una migrante inversa
(Schaaf et al. 2012). Ésta portaba un collar de cuentas de obsidiana (véase capítulo
15 de este volumen), con alguna cuenta de piedra verde y otra de tezontle; además,
se halló pigmento amarillo sobre su pelvis, un elemento frecuentemente asociado
con individuos femeninos, además de un candelero, concha y pizarra (Manzani-
lla 2012b). De su esqueleto se desprende que cargó pesos considerables, trabajó
acuclillada mucho tiempo, y lanzó redes o dardos (Alvarado y Manzanilla 2017),
por lo que fue una de las artesanas multi-especializadas del conjunto. Pertenecía al
haplogrupo genético A.

287
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

En el patio del sector militar (C19) hay bajadas de agua, y en él se hallaron


rituales de terminación (véase capítulo 3), en los que aparecen varios candeleros y
alguna vasija de piedra rota en pedazos. Fonseca (véase capítulo 8 de este volumen)
sugiere que en este patio no se desarrollaron rituales de desmembramiento, ya que
allí no hay extremidades de figurillas ni restos óseos dispersos, como los hay en otros
espacios rituales (por ejemplo, en el patio ritual principal del conjunto, C6).
Asimismo, en C19 se halló la fosa (AA 27) de un individuo masculino in-
fantil local de 5 a 7 años de edad (figura 7.1), en posición flexionada, asociado a
un incensario tipo teatro miniatura con su brasero, una figurilla masculina de élite
y otra figurilla de un militar con atavío desmontable (véanse figuras 3.18, 3.19
y 3.20). Este niño era local (figura 7.2), de época Xolalpan, y tenía contusiones
en el esqueleto (particularmente un proceso inflamatorio en el parietal derecho),
que hemos interpretado como parte de su entrenamiento como futuro militar
(Manzanilla 2012a; Manzanilla [ed.] 2017). Tenía un haplogrupo genético A. El
tratamiento mortuorio de este individuo fue excepcional, no sólo por el acompa-
ñamiento de figurillas ataviadas con máxtlatl (véase capítulo 8 de este volumen),
sino por la presencia de fuego en la fosa que afectó el lado izquierdo del individuo.
En el cuarto 24, anexo al patio C19 por el oriente, se halló otra fosa (AA 18)
que contuvo el esqueleto de una niña local de 7 a 10 años de edad, también de
época Xolalpan, acompañada de concha, pizarra pintada y un fragmento de aguja;
pertenecía al haplogrupo genético C.

Figura 7.1. Entierro 4 en su fosa en el C19 (foto de Linda R. Manzanilla).

288
7. el sector militar, y el médico y de parto de teopancazco

Figura 7.2. Aproximación facial del individuo infantil (En 4) (tomado de Escorcia et al.
2017, figura 9.7).

El Mural 1 de Teopancazco estaba acompañado por representaciones de


guerreros (figura 7.3). El tocado de estos guerreros es extraño, y varios investiga-
dores sugirieron que fue dibujado de manera inexacta cuando fueron descubiertos
estos murales; sin embargo, es un tocado raro. La vestimenta está reforzada con
prendas de algodón que portan varios militares de Teotihuacan (García Des Lau-
riers 2000: 70), así como un átlatl. Sorprende que las puntas de obsidiana tengan
bolas de algodón de protección, hecho que sugiere que se trata de personajes que
serían sacrificados.

Figura 7.3. Traje de la guardia de Teopancazco (redibujado de Starr 1894).

289
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

El sector médico y de parto

Este sector yace al noreste del patio ritual principal de Teopancazco, en un anti-
guo sector ritual de tiempos Tlamimilolpa: C181B-261, C353A y C253A, C161.
En primer lugar, señalaremos la alineación de entierros de bebés recién nacidos
en una banda norte-sur, particularmente en el C353A, además de una concentra-
ción de perinatos en la porción superior de la fosa principal de los decapitados de
C162F (Manzanilla 2012a). Asimismo, en ese mismo sector aparecieron dos indi-
viduos con patologías severas: un individuo infantil deforme en C253A y un adulto
en C161 (quizás presentó osteomielitis, pero habrá que confirmar esta idea).
En ese mismo sector, en C181B-261, se hallaron varios cosméticos con un
cierto grado de toxicidad (compuestos de plomo y mercurio) acompañando a
dos adolescentes sedentes que estaban rodeados de discos y otras formas de mica
(véanse capítulos 9 y 11 de este volumen, además de Manzanilla 2012a; Vázquez
de Ágredos et al. 2012; Doménech-Carbó et al. 2012; Natahi 2013).
Tanto en el capítulo 9 como en el 11 de este volumen, se observa que se mez-
clan materiales tóxicos, como la galena y el cinabrio, con arcillas, tierras naturales
y otros materiales para reducir la toxicidad al aplicarlos sobre la piel. Asimismo, la
recurrencia del uso de cinabrio mezclado con tierras rojas, y negro (sea de man-
ganeso o de galena) para cubrir los cráneos de algunos decapitados, podría hablar,
según Ejarque Gallardo et al. (véase capítulo 9 de este volumen), del uso de ma-
teriales bactericidas. Varias de estas tierras rojas y ocres fueron utilizadas en otras
culturas con fines terapéuticos o medicinales (De la Cruz 1996: 35, 83).
Suponemos que en cada centro de barrio había proto-médicos y parteras
para atender a los enfermos y mujeres en labor de parto. Este sector noreste podría
ser el correspondiente a Teopancazco.

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292
8. Disección del componente social de Teopancazco
a través de sus figurillas cerámicas
Enah Montserrat Fonseca Ibarra

Introducción

Teopancazco es un conjunto arquitectónico que se localiza al sureste de la Calzada


de los Muertos de Teotihuacan, en el actual pueblo de San Sebastián Xolalpan. De
acuerdo con el modelo y el plano de Millon (1973), se trata de un conjunto resi-
dencial de aproximadamente 60 x 60 m, sede de élites intermedias localizado en el
cuadrante S2E2 de Teotihuacan. Sin embargo, una serie de indicadores localizados
y señalados por Manzanilla (2006a, 2006b, 2009, 2012a, 2012b), sugieren una inter-
pretación distinta y destacan la naturaleza de Teopancazco como centro de barrio.
Como resultado de 13 temporadas de campo del proyecto “Teotihuacan: elite
y gobierno”, a cargo de la Dra. Linda R. Manzanilla, se recuperaron 2935 figurillas
cerámicas. La recolección sistemática de este indicador arqueológico permitió su
análisis morfológico, pero también contextual, al contar con la coordenada de cada
pieza y la descripción precisa de su asociación con otros elementos.
Las figurillas cerámicas encierran un potencial comunicativo inigualable
puesto que materializan y protegen del tiempo concepciones del cuerpo, valores
estéticos, roles de género, división social del trabajo, diferencias etarias, reglas y
normas de conducta, formas de auto-representación y de concebir al otro. Al hacer
una “disección” y caracterización de cada componente: posición corporal, tocado,
orejeras, collares, vestimenta, sandalias, tatuajes/pintura corporal, demarcación de
rasgos sexuales, es posible reconocer patrones e identificar grupos sociales diferen-
ciados a partir de la construcción de identidades basadas en rasgos etarios, división
de género, oficio, filiación étnica, estrato social, entre otros.
La articulación de patrones morfológicos y espaciales, así como su asociación
con otros elementos, permite sugerir algunos usos/funciones de las figurillas que
en Teopancazco parecen estar relacionadas con la celebración de diferentes tipos
de rituales. Los rituales son entendidos como una serie de comportamientos acor-
des a un protocolo específico (Marcus 2007), lo que significa que no todos son
necesariamente religiosos y que pueden referirse a la “ejecución de secuencias más
o menos invariables de actos formales y de expresiones no completamente codifi-
cadas por quienes los ejecutan” (Rappaport 2001: 56).

293
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Las figurillas no son homogéneas y, por lo tanto, es difícil suponer explica-


ciones monocausales; es posible que se usaran para diferentes ceremonias, depen-
diendo del tipo de figurilla, del lugar e incluso de la fase cronológica en que fueron
registradas. Parece poco probable que fuesen personificaciones de individuos, ni
siquiera aquéllas que se localizaron en contextos funerarios; su presencia parece
simbolizar conceptos, formas de representar al grupo social al que pertenecen los
difuntos, grupo/familia/linaje que dedica o a quien es dedicada la celebración.
En Teopancazco, por su propia vocación como centro de barrio, debieron rea-
lizarse rituales que congregaban a la diversidad de grupos que los conformaron,
dejando para espacios privados, ceremonias particulares en las que se empleaban
figurillas de tipos diferentes, ejecutadas en los sectores habitacionales de los diri-
gentes y en los conjuntos habitacionales de la población adscrita al centro de barrio.
El principal uso de las figurillas en Teopancazco podría estar relacionado
con rituales de desmembramiento simbólico en los que un tipo peculiar de fi-
gurillas conocidas como “articuladas” parece haber tenido más peso. Empero, in-
dependientemente del uso/función preciso de cada pieza o tipo cerámico, como
resultado del análisis de la distribución espacial de las figurillas, en este trabajo
se analizan las diferencias observadas entre los sectores que componen el centro
de barrio, y se proponen algunas hipótesis sobre los grupos sociales que pudieron
haber convivido en cada zona a lo largo del tiempo.

Metodología de análisis

La muestra de análisis está conformada por 2935 figurillas cerámicas, de las cua-
les, 199 (6.8%) corresponden a piezas zoomorfas, 30 (1%) a híbridos (figurillas
con rasgos humanos y de animales) y 2706 (92.2%) a ejemplares clasificados como
antropomorfos. Para su análisis se diseñó una base de datos compuesta por 68
campos a partir de los cuales se precisó la ubicación espacial y datos de proce-
dencia de cada pieza –número de registro tridimensional (RT), coordenadas de
ubicación (X, Y y Z), cuarto, relleno, sector, temporalidad del sector, AA (número
del área de actividad, de haber sido encontrada en ese tipo de contexto), entierro
(número de entierro, de haber sido encontrada en ese tipo de contexto), tipo de
entierro (formal, decapitados, dispersos)–, así como la descripción general de la
pieza –fragmento de la pieza (cabeza, brazo, pierna, pie, mano, semicompleta,
completa, cuerpo, fragmento), subtipo (categoría de acuerdo con tipologías exis-
tentes), temporalidad, posición corporal, caracteres sexuales, presencia de tatuajes/
pintura corporal– y de cada uno de sus rasgos (tocado, peinado, vestimenta, oreje-
ras, collares, nariguera, aplicaciones).

294
8. Disección del componente social de Teopancazco...

Con la información recabada realizamos la estadística descriptiva de la mues-


tra y algunos cruces de variables;1 asimismo, creamos un sistema de información
geográfica al cual se le agregó la planta arquitectónica de Teopancazco,2 capa a
través de la cual clasificamos las figurillas por sector, elaboramos mapas de distri-
bución y realizamos análisis espaciales.3
En un trabajo previo descartamos la aleatoriedad de la distribución de las
figurillas cerámicas en Teopancazco mediante un análisis de autocorrelación es-
pacial. La estructura espacial observada descartaba la posibilidad de que la va-
riable género incidiera en la ubicación de las piezas y delineaba los sectores del
conjunto de mayor/menor concentración y dependencia espacial. De acuerdo con
la medición estadística y la arquitectura de Teopancazco, las regiones con apro-
ximadamente más de 10 figurillas estaban concentradas en zonas específicas del
conjunto, patio central, un sector conocido como “la sastrería” (al noreste del patio
central) y en un sector de cuartos ubicado al norte del conjunto, formando una
estructura espacial definida a partir del patio central. Mientras más se alejaban del
patio, menos áreas se localizaron con alta densidad de figurillas (Fonseca 2008).
La primera experiencia de análisis de figurillas por sectores se concentró en el
patio central, el templo y la sastrería (Fonseca 2008). En esta ocasión, se presenta
una revisión y algunas modificaciones de esos resultados en función de nuevos
datos generados y se agrega el análisis de otros cinco sectores: templo norte, sector
ritual noreste, sector suroeste, cocinas y almacenes, y sector noreste.
Los sectores fueron delimitados a partir de la primera división detectada por
el método de autocorrelación espacial (Fonseca 2008), posteriormente respetando
los muros que delineaban las unidades arquitectónicas y puntos cardinales; final-
mente, la propuesta de Manzanilla (2009, 2012a) también fungió como una guía,
aunque no necesariamente se corresponden.4

1 
Para realizar la estadística descriptiva de la muestra, evaluar asociaciones entre los elementos,
generar cruces de variables y obtener gráficos de frecuencia se empleó el SPSS 12.0
2 
Se trabajó con dos versiones de la planta arquitectónica, una elaborada por Gerardo Jiménez en
formato dxf y la otra en formato jpg, elaborada por Linda R. Manzanilla, Claudia Nicolás y Agustín
Ortiz (Manzanilla 2009). Esta última fue georreferenciada para ser usada como una capa del SIG.
3 
El SIG fue creado en el programa ArcMap 9.2 de la empresa ESRI.
4 
Inevitablemente se dejaron fuera del análisis las siguientes áreas: una franja de materiales loca-
lizados entre el núcleo del centro de barrio y el sector de cocinas porque no estaban incluidos en
la planta arquitectónica; un cuarto localizado en la estructura sur, excavado a principios del siglo
antepasado por Leopoldo Batres; un espacio en el límite este en el cual las excavaciones no habían
llegado a piso y, finalmente, una serie de cuartos al centro-oeste del conjunto por la perturbación
de los contextos y secuencias constructivas poco claras debido al grado de disturbio que sufrieron
en periodos post-teotihuacanos.

295
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

A partir de la estructura espacial identificada, delimitamos los sectores arqui-


tectónicos con presencia de figurillas para analizar los fenómenos particulares de
cada área y en cada fase constructiva y proponer así algunas interpretaciones acer-
ca del uso/función de las figurillas relacionadas directamente con el uso/función
de los espacios y de los individuos que interactuaban en ellos.

Teopancazco: centro de barrio

De acuerdo con Gómez (2000), las unidades básicas que integran un barrio son:
el templo, la plaza pública, los edificios públicos, las residencias de los grupos de
elite, los conjuntos habitacionales y talleres artesanales, y áreas de uso común. Sin
embargo, no todos los barrios son iguales; su configuración particular depende de
las características de la gente que los habita y de la actividad productiva a la cual
estaría destinado el centro (Ortega 2000). Y por otro lado, la relación entre el li-
naje a cargo del barrio y el Estado pudo haber cambiado a lo largo del tiempo, lo
que determinaría igualmente la heterogeneidad de dichas unidades.5
En Teopancazco, la delimitación de los espacios respecto a la densidad de
figurillas por área reproduce la estructura arquitectónica de las unidades básicas
que integran el barrio (figura 8.1). Mayoritariamente, las figurillas se localizan en
donde una mayor cantidad de población podía reunirse (patio central); en el lugar
al cual no todos tenían acceso pero en el que estaban representados (templo); y en
el espacio de trabajo de los artesanos de tiempo completo (“sastrería”).
La cantidad y grado de asociación espacial entre las figurillas ponen de ma-
nifiesto el componente ritual de Teopancazco, un espacio de congregación donde
los miembros adscritos realizaban ceremonias que incluían la utilización de las
figurillas cerámicas; por ende, su distribución espacial y contextual no es aleatoria.
Inclusive aquellos materiales que se encontraban en rellenos pudieron ser algo
más que la concentración de desechos. A continuación, presentamos el análisis
cuantitativo y cualitativo de cada uno de los sectores que conformaban el centro
de barrio: Teopancazco (ver figura 8.1).

5 
Éste parece haber sido el caso de Teopancazco donde, hacia el final de la época teotihuacana, la
casa “dominante” rompió el vínculo con el cogobierno y estableció estructuras excluyentes (Man-
zanilla 2006a).

296
8. Disección del componente social de Teopancazco...

Figura 8.1. Clasificación de figurillas por sectores analizados de Teopancazco

Patio central
En los centros de barrio, la plaza pública era un espacio exprofeso para la concen-
tración de la población donde, en determinados días, se llevaban a cabo rituales, o
bien actividades de índole económica-política, como el intercambio, la resolución
de algún problema interno o la declaración de alguna norma dictada por el estado
a través de su cuerpo de representantes religiosos y administrativos (Ortega 2000).

297
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

En el caso de Teopancazco, se observa una multifuncionalidad e intensa uti-


lización del patio central a lo largo del tiempo, que se manifiesta tanto en la alta
densidad en indicadores materiales y huellas de enriquecimiento químico (Man-
zanilla 2009, 2012a; Pecci et al. 2010; Pecci 2000) como en la relativa neutralidad
visual del espacio arquitectónico (Valdez 2012).
La zona con mayor concentración de figurillas cerámicas es el patio central;
desafortunadamente no se tiene una secuencia constructiva precisa dada la per-
turbación del espacio a causa de reocupaciones posteotihuacanas y excavaciones
realizadas por Leopoldo Batres a finales del siglo xix, por lo cual fue imposible
separar por fases cronológicas las figurillas en esta zona.

Tabla 8.1. Figurillas localizadas en el patio central de Teopancazco


Frecuencia Porcentaje
Atadas 1 .2
Cabezas triangulares 1 .2
Cabezas triangulares con orejas 1 .2
Cabezas triangulares con orejeras 1 .2
Cilíndricas-pecho perforado 1 .2
Dios Gordo? 1 .2
Doble banda 1 .2
Felino 1 .2
Foráneas 1 .2
Huésped 1 .2
Panel inciso 1 .2
Panel inciso texturizado 1 .2
Reptil 1 .2
Subtipos
Sentadas en base 1 .2
Tocado de mariposa 1 .2
Tocado de mono 1 .2
Turbante simple con dos bandas 1 .2
A gatas 2 .5
Anillos en la frente 2 .5
Antropomorfizada 2 .5
Cabezas puntiagudas 2 .5
Cabezas triangulares con orejas/
2 .5
orejeras?
Cánido 2 .5
Cilíndricas con vestimenta 2 .5
Embarazadas 2 .5

298
8. Disección del componente social de Teopancazco...

¿Foráneas? 2 .5
Sentadas cilíndricas 2 .5
Tocado de plumas (penacho) 2 .5
Tocado escalonado o cascada 2 .5
Viejitos 2 .5
Con pelo 3 .7
Dios Gordo 3 .7
Mono 3 .7
Murciélago 3 .7
Turbante de algodón 3 .7
Turbante simple 3 .7
Cabezas redondeadas 4 .9
Mohawk 4 .9
Paradas con soporte 4 .9
Subtipos Paradas planas con vestimenta
4 .9
elaborada
Tocado segmentado 4 .9
Xipe 4 .9
Paradas cilíndricas 5 1.2
Cabezas hendidas 6 1.4
Paradas desnudas 7 1.6
Ave 8 1.9
Banda ancha 8 1.9
Semicónicas 10 2.3
Femeninas vestidas 11 2.6
Sentadas desnudas 11 2.6
Retrato 20 4.7
Articuladas 46 10.7
No identificada 211 49.3
Total 428 100.0

A pesar de dicho inconveniente, resulta significativa la incidencia de un tipo


de figurilla en particular que supera por más del doble al inmediato siguiente (ver
tabla 8.1). Nos referimos a las figurillas conocidas como “articuladas”, las cuales se
caracterizan por presentar cuerpos triangulares con líneas en el pecho a manera de
senos, líneas en el torso indicando costillas, algunas con líneas en el vientre; otras
con vientres abultados, con perforaciones en brazos y piernas que debieron permi-
tir unirse al torso por medio de algún tipo de cordón. Además de los orificios, los
brazos y las piernas pueden presentar líneas incisas a manera de escarificaciones

299
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

o tatuajes y aplicaciones que forman brazaletes y tobilleras (Barbour 1975; Von


Winning 1991; Goldsmith 2000; Riego 2005).6 Este tipo de cuerpos se ha asocia-
do a cabezas clasificadas como “banda ancha”, “panel inciso” y “cabezas hendidas”,
tipificadas como femeninas por encontrarse asociadas también a otros cuerpos
que visten faldas y quechquémitl (Fonseca 2008).7
Algunos autores se inclinan por la idea de su utilización en rituales de naci-
miento, feminidad o fertilidad (Barbour 1975; Goldstein y Borhegyi citados por
Von Winning 1991); Kubler opina que se trata del culto a una deidad según el
sello que portan (1967), y el resto considera que están relacionadas con rituales
funerarios (Linné 1934; Séjourné 1966; Barbour 1975).
De acuerdo con Von Winning, los motivos que se exhiben en el panel de los
tocados de las figurillas “articuladas” forman parte de la iconografía teotihuacana
que remiten al dios de las tormentas, al agua, al fuego y a cuchillos curvos de obsi-
diana (1991). Siguiendo esta hipótesis, en Teopancazco predomina la icnografía
que simboliza agua, por la incidencia de tocados con líneas ondulantes –denomi-
nados “panel inciso con bandas ondulantes” (Goldsmith 2000)–, y podría tener
relación con oraciones de petición (Von Winnng 1991), pero tal vez también con
la fuerte asociación que tiene Teopancazco con el mar (Manzanilla 2006a).8
Las figurillas “articuladas” son uno de los tipos cerámicos más populares en la
ciudad y, sin embargo, no se hace la mínima alusión a ellas en otro tipo de sopor-
tes. Por su morfología podrían ser objetos asociados a un ritual relacionado con la
fertilidad; tal vez por eso las figurillas se presentan con los vientres abultados en
señal de embarazo con las cabezas que remiten a mujeres teotihuacanas.
La diversidad de cabezas “articuladas” podría simbolizar, no a la deidad a la
que se le hacía el ofrecimiento, sino el grupo –familia o linaje– que dedicaba la
ofrenda, o bien, simplemente, se hacía énfasis en el carácter femenino del ritual
(fertilidad, embarazo y nacimiento). Tal vez la razón por la cual las extremidades

6 
En una investigación previa proponemos que las figurillas “articuladas” podrían ser la continua-
ción de las figurillas tipo “embarazadas”: siluetas con vientre y senos marcados que se registran
en Teotihuacan desde la fase Patlachique y desaparecen con la introducción del molde en la fase
conocida como Teotihuacan Mold Made (TMM) a partir del periodo Tlamimilolpa tardío (Fonseca
2008).
7 
Conides y Barbour encuentran que los tocados de las figurillas podrían estar asociados a edificios
o áreas específicas de la ciudad (2002).
8 
Conides y Barbour encuentran que los tocados podrían estar asociados a edificios o áreas espe-
cíficas de la ciudad (2002), así que el tocado “panel inciso de bandas ondulantes” podría ser un em-
blema del carácter “acuático” de algunos espacios al interior de la ciudad, probablemente exclusivos
de los centros de barrio; pues mientras que en Oztoyahualco 15B y Xalla –unidad habitacional y
complejo palaciego, respectivamente– no se identificó este tipo de tocados (Riego 20005), en La
Ventilla, otro centro de barrio, sí fue reportado (Goldsmith 2000).

300
8. Disección del componente social de Teopancazco...

no estaban pegadas sino articuladas al cuerpo era su uso en rituales de desmem-


bramiento simbólico y, quizá eso explique que aparecen esparcidas en los patios,
templos y determinados cuartos en el centro de barrio. El ritual figurado cada
determinado tiempo pudo celebrarse con seres humanos que también eran des-
membrados y enterrados con una figurilla “articulada”, normalmente incompleta.
La ubicación espacial de las figurillas “articuladas” refleja, en primer lugar,
que su posición no es aleatoria; y, en segundo, que la función para la cual eran des-
tinadas se divide en por lo menos dos tipos de contextos –asociadas a entierros y
no asociadas a entierros– pero que deben guardar una relación entre sí o un mismo
significado.
Después de localizar numerosos fragmentos en los escombros y escasas pie-
zas completas, Séjourné concluyó que este tipo de figurillas debía ser una perso-
nificación de los difuntos:

El hecho de que la primera figura intacta –en piezas sueltas fácilmente restablecidas–
apareciera en un entierro de Zacuala que contenía restos humanos y una ofrenda par-
cialmente carbonizados nos hizo pensar que podía tratarse de una especie de doble del
difunto cuyo cuerpo, desarticulado por el fuego, recobraba después para los familiares la
existencia nueva a la que apuntan las llamas de la hoguera (1966: 289).

De acuerdo con Séjourné, las familias llevarían un recuerdo del difunto por me-
dio de las “muñecas resucitadas” que acababan por romperse en sus moradas, y
por ello se localizan tantos fragmentos dispersos en los conjuntos arquitectónicos
(1966). Las figurillas “articuladas” podrían ser una especie de doble del difunto,
pero entonces ¿por qué son todas representaciones femeninas? ¿Qué objeto ten-
dría haberlas manufacturado con brazos y piernas móviles? ¿Por qué se localizan
en un centro de barrio?
Por el contrario, si las figurillas “articuladas” hubiesen cumplido una función
ritual de desmembramiento simbólico, las extremidades de las piezas deben guar-
dar determinado orden. Así como se localizan extremidades de figurillas “espar-
cidas”, en Teopancazco se ha detectado una presencia inusual de huesos dispersos
tanto de origen animal como humano, que podrían estar relacionados (Manzani-
lla 2012a).
El desmembramiento corporal es un tratamiento mortuorio que se reporta
en diferentes entierros de Teotihuacan (Cabrera 1999) y se ha relacionado con la
práctica del sacrificio humano:

En muchos entierros reportados se han encontrado solamente segmentos corporales,


tales como manos, piernas, maxilares, cuerpos sin cabeza, u otras partes. […] Se mencio-

301
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

nan entierros con cuerpos incompletos que fueron desarticulados antes de la inhumación
(Cabrera 1999: 526).

Las extremidades tienen un significado muy especial dentro de la iconografía me-


soamericana. Huitzilopochtli gustaba de ser ofrendado con tortillas pequeñas de
muchas figuras de pies y manos (Durán 1995: 35), pues las manos eran un sím-
bolo de sacrificio dedicado a los dioses en espera de que estos devolvieran el don
creando vida:

Algunos dioses nahuas llevan representaciones de manos en su atuendo. Representacio-


nes escultóricas aztecas, como las de Coatlicue, muestran a la diosa portando un collar
de corazones, manos y un cráneo. Esto muestra la equiparabilidad del valor de la mano
con el del corazón: son símbolos que representan la vida al estar unidos al cuerpo y que
estando desmembrados son símbolos de sacrificio, de muerte, al igual que el cráneo des-
carnado (Ladrón 1995: 87).

En algunos murales teotihuacanos, como el “Tlalocan”, se muestra a un personaje


sosteniendo una pierna, aludiendo a una forma del sacrificio humano, pues las
partes del cuerpo ofrendadas debieron ser consideradas “piezas divinas destinadas
para alimento y otros fines mágico-religiosos” (Cabrera 1999:527).
El desmembramiento simbólico de las figurillas “articuladas” debió ser en-
tonces una forma de conectar la vida con la muerte. Por ello, se utilizaban repre-
sentaciones femeninas enfatizando su vientre abultado con extremidades móviles
que podían desprenderse del cuerpo fácilmente, pues brazos y piernas cobraban
un significado diferente cuando estaban disociados del resto del cuerpo.
Normalmente las figurillas “articuladas” se encuentran asociadas a diversos
tipos de figurillas cerámicas, aunque en menores cantidades.9 En ninguno de los
casos analizados se identificó algún patrón estadísticamente significativo entre el
tipo “articuladas” y algún otro tipo cerámico específico.
En el caso del patio central, después de las figurillas “articuladas”, predomi-
nan las figurillas tipo “retrato”, las cuales se caracterizan por ser piezas con cabezas
manufacturadas en molde y cuerpos modelados “de manera burda y descuidada”
(Riego 2005). Se cree que estas figurillas eran ataviadas con materiales perece-
deros como papel o tela (Noguera 1962; Séjourné 1966; Barbour 1975; Müller
citada por Barbour 1993), lo que explicaría su desnudez y el acabado burdo de los
torsos. Seguramente no todas se vestían igual, de lo contrario hubieran podido

9 
Salvo por la presencia de extremidades exclusivamente del tipo “articuladas” halladas en los cuar-
tos 151A, 179, 262A, 313B y 354A (ver descripción detallada en Fonseca 2008).

302
8. Disección del componente social de Teopancazco...

hacer un cuerpo en molde con la misma indumentaria, como ocurrió con otros
tipos cerámicos.
Las cabezas “retrato” no se encuentran asociadas a ningún otro tipo de torso;
no aparecen con tocado, cabello u orejeras, y tienen los rasgos faciales más realistas
de las figurillas teotihuacanas con ojos, nariz y boca bien definidos. Antes, durante
y después de la elaboración de las figurillas tipo “retrato” se modelaron y moldearon
figuras cerámicas con vestimenta; así que resulta poco probable que la desnudez de
las “retrato” haya sido un descuido o la necesidad de economizar tiempo.
Las figurillas tipo “retrato” no eran elaboradas para representar a la gente de
la élite; esos grupos portaban una indumentaria que los caracterizaba y distinguía;
en cambio, las “retrato” pudieran ser el “retrato” del grueso de la población teoti-
huacana con caras iguales y cuerpos que los diferenciaban entre sí, por su estatus
social, su origen étnico, un oficio y una identidad de género, tal como pudo haber
funcionado la ciudad: familias de diferentes linajes, etnias y oficios coexistiendo
bajo un mismo sistema (Fonseca 2008).
Después de las figurillas tipo “retrato”, en el patio central de Teopancazco
predomina la diversidad sobre la cantidad, es decir, hay 50 tipos cerámicos di-
ferentes y la mayoría no tiene más de cinco ejemplares por tipo. Estas cifras nos
hacen pensar en la composición social de un centro de barrio donde debieron
confluir individuos de distinto estrato social, diferente origen étnico, dedicados a
diversos oficios.
Las figurillas desmembradas pudieron haber sido colocadas en el patio central
en señal de petición o protección, y eran acompañadas por una gran diversidad de
tipos cerámicos, en un intento por mantener una representación en arcilla de los
diferentes grupos sociales que conformaron el centro de barrio de Teopancazco.
Como parte de las celebraciones públicas realizadas en el patio central, se de-
bió enterrar a algunos individuos a quienes se les colocó figurillas cerámicas como
parte de su ofrenda funeraria. En el altar rectangular, ubicado ligeramente al este
del centro del patio, se localizó un entierro múltiple de esqueletos incompletos de
cinco individuos masculinos y un neonato (En 8 y 10 AA55) con extremidades
de figurillas tipo “articuladas” –piernas y brazos–, un torso sin cabeza de figurilla
“cilíndrica” vestida por un traje de plumas y tres cabezas, una de ellas de “cabeza
redondeada sin cabello ni tocado”, otra con “tocado escalonado o cascada”, y otra
de tipo “huésped con un turbante” con incisiones regulares, así como dos figurillas
zoomorfas, un mono y un felino.
Los restos óseos de un adulto joven (En 22 AA74), quizá femenino, se co-
locaron en una fosa (Manzanilla 2012a, 2012b) con un tipo cerámico conocido
como “cabezas puntiagudas” y un fragmento de pie. Dicha fosa estaba ubicada
entre el altar y la fachada del templo este.

303
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

El último entierro localizado en este sector corresponde a un migrante10 de


la región de Tula (Schaaf et al. 2012), posiblemente femenino, con deformación
craneana, de aproximadamente 40 o 50 años de edad (Manzanilla 2012a), y fue
localizado con una sola figurilla zoomorfa de murciélago. Éste último se halló
en la esquina noreste del patio y pertenece a la fase Xolalpan tardío-Metepec.
Durante la siguiente fase constructiva, en esta esquina, se excavó un cuarto rec-
tangular (C106D-362E), en donde se localizaron dos entierros con figurillas y se
analizaron como parte del sector norte. Dada la superposición de entierros en esta
zona, aunque se haya registrado en el patio central, me parece que el entierro 98
forma un continuum con los entierros 116 y 117, en donde también se encontraron
figurillas zoomorfas de mono y ave respectivamente.

Templo este
Desde una perspectiva que considera que los mecanismos de integración entre
las unidades arquitectónicas de un barrio –que a su vez es un reflejo a escala de la
organización del estado teotihuacano– pudieron basarse en procesos político-ad-
ministrativos (Ortega 2000), el templo de barrio se concibe como el órgano rector
del resto de las unidades, pues es el recinto donde se manifiesta el sistema ideoló-
gico, estrechamente relacionado con la religión.11 Bajo este modelo explicativo, el
templo de barrio se concibe como el órgano rector del resto de las unidades, pues
es el recinto donde se manifiesta el sistema ideológico, estrechamente relacionado
con la religión. Dado que las actividades rituales eran parte de la socialización
a diferentes escalas –estatal, local y doméstica– y parece haber sido la fuerza de
cohesión entre los grupos, como una forma de legitimación, en el templo se pu-
dieron haber llevado a cabo también actividades de carácter económico como la
redistribución (Manzanilla 1993).

10 
De acuerdo con el análisis de datos isotópicos de una muestra de 27 entierros de Teopancazco,
los individuos pudieron ser clasificados como migrantes, locales o intermedios, es decir, locales con
cierta migración dentro del altiplano central de México (Schaaf et al. 2012). En la medida de lo
posible se precisará si los individuos que fueron enterrados con figurillas eran migrantes o no.
11 
Para Gómez el tipo de relaciones que cohesiona el barrio es fundamentalmente el económico,
dejando a un lado el parentesco y las filiaciones étnicas (Gómez 2000). A diferencia de Gómez,
quien considera que la economía es el elemento organizador, la propuesta de Ortega se inclina por
otros mecanismos de integración más relacionados con procesos político-administrativos en los que
el barrio es dirigido por grupos corporativos que cuentan con elementos de identidad (ubicación
espacial precisa al interior de la urbe, actividades económicas definidas y prácticas culturales espe-
cíficas) que los caracteriza y detentan diferentes grados de autonomía según la posición que ocupa
el barrio dentro del sistema administrativo de la ciudad. Así, el barrio funciona como subunidad
administrativa del estado teotihuacano que detenta autoridad en diferentes niveles al especializarse
en determinadas actividades (Ortega 2000).

304
8. Disección del componente social de Teopancazco...

Tabla 8.2. Tipos de figurillas localizados en el templo este


de Teopancazco a lo largo del tiempo

Temporalidad
Tzacualli Total
tardío/ Xolalpan Metepec
Miccaotli
Anillos en la frente 1 0 0 1
Animales con ruedas 1 0 0 1
Antropomorfizada 3 1 0 4
Articuladas 12 28 1 41
¿Articuladas? 1 0 0 1
Atadas 1 3 1 5
Ave 0 6 0 6
Banda ancha 2 5 0 7
Banda con fleco 0 0 1 1
Cabezas hendidas 1 2 0 3
Cabezas redondeadas 2 0 0 2
Cabezas redondeadas
1 0 0 1
con orejeras
Cabezas triangulares 0 0 1 1
¿Cabezas triangulares
0 1 0 1
con orejas/orejeras?
Subtipos
Cabezas triangulares
1 0 0 1
con orejeras
Cánido 0 2 0 2
Dios Gordo 0 3 1 4
Doble banda 0 2 1 3
Embarazadas 0 2 0 2
En trono 1 1 0 2
Femeninas vestidas 4 7 0 11
Foráneas 4 1 0 5
¿Foráneas? 0 1 0 1
Murciélago 0 1 0 1
No identificada 40 43 2 85
Panel inciso
0 1 1 2
texturizado
Paradas cilíndricas 3 1 0 4
Paradas con soporte 2 3 0 5
Paradas desnudas 4 2 0 6

305
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Paradas planas con


0 2 0 2
vestimenta elaborada
Reptil 3 0 0 3
Retrato 18 4 1 23
¿Retrato? 1 0 0 1
Semicónicas 0 4 0 4
Sentadas cilíndricas 4 3 0 7
Sentadas desnudas 2 1 0 3
Sentadas en base 1 0 0 1
Subtipos
Tláloc 1
1 0 0 1
Tocado segmentado 0 0 1 1
Turbante con diseños
0 1 0 1
romboidales
Turbante de algodón 0 1 1 2
Turbante simple 2 5 0 7
Viejitos 0 1 0 1
¿Viejitos? 1 0 0 1
Xipe 1 0 0 1
Total 118 138 12 268
1
Posiblemente sea una aplicación de incensario y no una figurilla cerámica, pues no se localizaron
otras figurillas de este tipo en el centro de barrio, y la carita clasificada como Tláloc estaba
asociada a fragmentos de cerámica de incensario mezclados con cerámica no cocida (Manzanilla
2005).

La distribución espacial de las figurillas, a través de las secuencias construc-


tivas del templo principal de Teopancazco, permite identificar cambios y perma-
nencias en ceremonias que incluyeron la utilización de diversos tipos cerámicos
(véase la tabla 8.2).
Durante las fases Tlamimilolpa y Xolalpan se observó una gran diversidad
de tipos de figurillas. En la primera, predominaron las “retrato” y las “articuladas”;
en la segunda, las “articuladas”, las “femeninas vestidas”, las representaciones zoo-
morfas de “ave”, “turbante simple” y “banda ancha”. En ambos casos, el resto de los
tipos cerámicos tenía menos de cinco ejemplares por cada uno.
Diversidad versus cantidad. Al parecer el objetivo era incluir a los diferentes
individuos o grupos sociales que participaban del ritual en el centro de barrio. No
es extraño encontrar predominantemente figurillas o extremidades de “articuladas”,
pues su presencia es una constante en todos los rincones de Teopancazco; la sorpre-
sa es el cambio que ocurre con las “retrato”, las cuales podrían representar al grueso
de la población en la fase Tlamimilolpa y que durante la fase Xolalpan son sustitui-
das por figurillas que podrían estar representando a la elite intermedia por medio
de los tipos “femeninas vestidas”, “turbante simple” y “banda ancha” (Fonseca 2008).

306
8. Disección del componente social de Teopancazco...

Resulta significativo también que en la fase Xolalpan predominen los ti-


pos clasificados como femeninos, entre ellos una carita del tipo “viejita”, por sus
arrugas marcadas, que presentó una flor de cuatro pétalos en el tocado, localizada
sobre el piso del templo (ver la figura 8.2).

Figura 8.2. Clasificación de figurillas por tocados elaborados de Teopancazco.

307
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

El motivo de flor de cuatro pétalos y/o rosetas que normalmente se encuentra


sobre un tocado de bandas horizontales parecen tener una fuerte asociación con
lo femenino (Scott 2001).12 Este motivo iconográfico con gran carga ideológica
dentro de la ciudad (Valdez 2012) ha sido interpretado como la representación
del vientre materno (Heyden, citada por Von Winning 1987), o la reproducción
terrestre del dominio del dios de las tormentas (López Austin 1989).
La mayor parte de las figurillas con flor de cuatro pétalos o una variante
conocida como roseta13 se localizó en diferentes cuartos y niveles constructivos
del templo principal de Teopancazco (C13, 213A, 213B) correspondientes a las
fases Xolalpan y Metepec. El resto se halló en espacios igualmente de carácter
ritual (C282 AA157 sector norte), en cuartos donde se llevaron a cabo rituales de
terminación y abandono (C61-161 sector ritual noreste) y en el patio central (C6)
del centro de barrio.14
La concentración de figurillas clasificadas como femeninas y la presencia del
motivo de flor de cuatro pétalos podrían ser rasgos que sugieran que el templo al
este del patio central de Teopancazco estuvo consagrado a lo femenino en tiempos
Xolalpan.15
De la fase Metepec se conservaron sólo 10 tipos de figurillas, una por tipo;
desafortunadamente poco se puede agregar debido al grado de disturbio al que
fue sometido el templo en periodos post-teotihuacanos, salvo por la continuidad
de tipos como las “retrato”, “articuladas” y la presencia de una carita con tocado de
dos bandas horizontales superpuestas con una flor de cuatro pétalos, previamente
mencionada.
En los rellenos de las secuencias constructivas del templo se puso especial
cuidado en elegir y colocar un ejemplar de cada tipo cerámico para conformar un
mosaico, donde todas las formas se vieran representadas: animales, seres humanos
e híbridos; hombres y mujeres, desnudos y ricamente ataviados.

12 
Paulinyi considera que las figurillas con tocado horizontal de plumas y motivo circular pueden
ser la representación de una deidad femenina (2006).
13 
Scott implementó el término de roseta para distinguir aquellas formas circulares de la forma
más realista de la flor de cuatro pétalos (2001).
14 
La flor de cuatro pétalos no es un motivo que en Teopancazco se circunscriba a las figurillas. Un
vaso trípode con decoración de flor de cuatro pétalos de la fase Xolalpan temprano se encontró en
un entierro de individuo masculino en el sector sastrería (Manzanilla 2012a).
15 
En la fase constructiva correspondiente al periodo Tlamimilolpa se localizó una carita clasifi-
cada como tipo Tláloc; sin embargo, es probable que no sea una figurilla sino una aplicación de
incensario, porque no se encontraron otras figurillas del tipo Tláloc, y por su asociación con frag-
mentos de cerámica de incensario mezclada con cerámica no cocida (Manzanilla 2005). Al parecer
las deidades no se reprodujeron en este tipo de soporte, pero de cualquier forma, es posible que en
tiempos Tlamimilolpa, el templo este hubiese sido dedicado al dios de las tormentas.

308
8. Disección del componente social de Teopancazco...

No debe olvidarse que tanto el templo como el patio central debieron fungir como es-
pacios de confluencia, donde se concentrara la representación cerámica de todos los grupos
sociales adscritos al barrio, en un afán por construir o mantener un símbolo de cohesión
ideológica.

Templo norte
La porción noroeste del conjunto está conformada por un desarrollo arquitectónico con
evidencia de ocupación desde la fase Tlamimilolpa hasta Metepec (Beramendi et al. 2012).
La funcionalidad del sector aún no es clara, aunque existe la posibilidad de que los cuartos
158 y 258 pudieron haber sido parte un templo (Manzanilla 2012a).
Al comparar los materiales de los dos templos de Teopancazco, encontramos que la
cantidad y diversidad de tipos cerámicos en el templo norte es menor con respecto al tem-
plo este (ver la tabla 8.3). Los tipos que más se repiten en el templo este son también las
figurillas “articuladas”,16 seguidas por las “retrato”,17 principalmente extremidades –brazos
y piernas. El tercer tipo más recurrente en el templo norte fueron los cuerpos de “semicó-
nicas” y los tipos exclusivos de este templo fueron las figurillas zoomorfas de felino, mono
y roedor, y los tocados de “turbante trenzado”, “mohawk” y “tocado de mariposa”. ¿Qué
podemos inferir a partir de esta información?

Tabla 8.3. Cuadro comparativo entre figurillas localizadas


en los templos este y norte de Teopanacazco
Subtipos * Sectores
Sector Total
Templo este Templo norte
Anillos en la frente 1 0 1
Animales con ruedas 1 0 1
Antropomorfizada 4 0 4
Articuladas 41 19 60
¿Articuladas? 1 0 1
Subtipos Atadas 5 2 7
Ave 6 3 9
Banda ancha 7 3 10
Banda con fleco 1 1 2
Cabezas hendidas 3 3 6
Cabezas redondeadas 2 0 2

16 
Ningún cuerpo de figurilla “articulada” fue localizado en este sector.
17 
Únicamente dos cuerpos de figurilla “retrato” fueron localizados en este sector.

309
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Cabezas redondeadas con


1 1 2
orejeras
Cabezas triangulares 1 0 1
¿Cabezas triangulares con
1 0 1
orejas/orejeras?
Cabezas triangulares con
1 1 2
orejeras
Cánido 2 0 2
Cuadrúpedo 0 1 1
Dios Gordo 4 1 5
Doble banda 3 0 3
Embarazadas 2 3 5
¿Embarazadas? 0 1 1
En trono 2 1 3
Felino 0 2 2
Femeninas vestidas 11 2 13
Foráneas 5 0 5
¿Foráneas? 1 0 1
Mohawk 0 1 1
Mono 0 1 1
Subtipos Murciélago 1 1 2
No identificada 85 66 151
Panel inciso 0 1 1
Panel inciso texturizado 2 0 2
Paradas cilíndricas 4 2 6
Paradas con soporte 5 4 9
Paradas desnudas 6 2 8
Paradas planas con vestimenta
2 2 4
elaborada
Reptil 3 0 3
Retrato 23 12 35
¿Retrato? 1 0 1
Roedor 0 1 1
Semicónicas 4 6 10
Sentadas cilíndricas 7 5 12
Sentadas desnudas 3 4 7
Sentadas en base 1 0 1
Tláloc 1 0 1
Tocado de mariposa 0 1 1
Tocado segmentado 1 1 2

310
8. Disección del componente social de Teopancazco...

Turbante con diseños


1 0 1
romboidales
Turbante de algodón 2 1 3
Turbante simple 7 0 7
Subtipos
Turbante trenzado 0 1 1
Viejitos 1 0 1
¿Viejitos? 1 0 1
Xipe 1 0 1
Total 268 156 424

A reserva de contar con otros indicadores para contrastarlos con los patrones
observados en las figurillas cerámicas, podemos mencionar que la celebración de
rituales de desmembramiento simbólico pudo haberse realizado también en este
sector, con mayor intensidad en la transición de la fase Tlamimilolpa tardío y
Xolalpan temprano.
Las figurillas “semicónicas” son un tipo cerámico a menudo clasificado como
“torsos sentados” y se les coloca en la misma categoría que otras figurillas cerámi-
cas con casi las mismas características en la indumentaria y los tocados, salvo que
estas últimas están colocadas en una especie de silla con un soporte al centro de su
parte posterior para mantenerla de pie, de ahí su nombre: “en trono” (Scott 2001).
Estas figurillas se caracterizan por portar túnicas, capas, medallones, collares, ore-
jeras y tocados elaborados. Guardan gran semejanza con los sacerdotes pintados
en los murales teotihuacanos.
En el templo norte, las figurillas “semicónicas” podrían representar a un mis-
mo grupo de sacerdotes dada la semejanza de las piezas registradas a lo largo de las
tres fases de ocupación de este sector. Todas estaban vestidas por túnicas con capas
con collares de cuatro bandas: las primeras tres, de cuentas tubulares o redondas,
y una cuarta banda, de cuentas cuadradas. La estandarización en las representa-
ciones pone de manifiesto la existencia de reglas convencionales de vestimenta y
adorno de uso exclusivo de algunos individuos.18
Con respecto a las figurillas zoomorfas, resulta significativo que no fuesen
contemporáneas, como si se demarcaran las fases por medio de símbolos: Tlami-
milolpa asociada al “mono”, Xolalpan con “roedor” y Metepec con “felino”. Como
veremos más adelante, la presencia de figurillas zoomorfas en espacios de carácter
ritual y su presencia en entierros humanos nos hace pensar que se trata no sólo

18 
En un trabajo previo se registraron todos los ejemplares de orejeras y collares que portaban las
figurillas antropomorfas de Teopancazco. Si bien se registró una gran diversidad, se detectó una
asociación entre tipo cerámico y uso exclusivo de ciertos ornamentos (Fonseca 2008).

311
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

de representaciones de animales, sino de analogías entre las cualidades de ciertos


animales y las habilidades que detentaban determinados individuos. De ser así,
en el templo norte pudo haberse simbolizado la ocupación o preponderancia de
grupos distintos a lo largo del tiempo.
Algunos autores consideran que las figurillas zoomorfas podrían representar
deidades de segundo orden o emblemas de cada sector de la ciudad como las aves,
los coyotes y las serpientes (Manzanilla 2006a), y en un tercer nivel u orden menor,
estarían las deidades patrones de familias representadas a partir de maquetas, escul-
turas, iconografía de la pintura mural o figurillas asociadas a imágenes zoomorfas
de algún tipo en particular (Ortiz 1993; Manzanilla [ed.] 1993; Manzanilla 1996,
2006a), como los cánidos, las aves, los coyotes, los reptiles, entre otros.
Finalmente, resta discutir la presencia de los tocados “turbante trenzado”,
“tocado de mariposa” y “mohawk” en figurillas antropomorfas. Del primero pode-
mos mencionar que es uno de sólo tres cabezas con ese tipo particular de turbante
registrado en el conjunto. Las otras dos se hallaron en el sector suroeste y en una
franja al norte del centro de barrio (cocinas y almacenes). Del “tocado de maripo-
sa”, más adelante desarrollaremos ideas acerca de su posible función; baste ahora
con mencionar que es una representación asociada con grupos de embajadores y
mercaderes (Von Winning 1987).
El estilo “mohawk” alude a una forma muy peculiar de arreglarse el cabello.
Las cabezas de este tipo sólo tienen una franja central de cabello y mechones y/o
chongos de cabello hacia los lados (Goldsmith 2000; Riego 2005). Las cabezas
“mohawk” de Teopancazco no tenían asociados sus torsos, pero considerando que
los escasos ejemplares semicompletos encontrados en otros espacios de Teotihua-
can vestían taparrabo y que no se ha reportado ninguna pieza con una indu-
mentaria femenina (Scott 2001), lo más factible es que sean cabezas de figurillas
masculinas.
Los rasgos faciales de las cabezas “mohawk” son toscos: cachetes abultados,
labios gruesos y párpados caídos cuando no tienen los ojos cerrados. De acuerdo
con Scott, los torsos son asimismo corpulentos, los músculos de los brazos están
bien marcados y sobresale un vientre voluminoso que cae encima del taparrabo
(2001: Plate 82-82). A los cuerpos “regordetes” se les ha denominado “dios gordo”.
La idea de un “dios gordo” en Teotihuacan fue propuesta por Beyer y perpe-
tuada por Caso y Séjourné (Scott 2001); sin embargo, ha sido cuestionada por Von
Winning (1987), Scott (2001) y Goldsmith (2000), quienes reconocen que no hay
evidencia para pensar que se trate realmente de una deidad, pues no se encuentra
ni en la pintura mural, ni en la escultura, por lo que podrían ser estereotipos de
guerreros y devotos (Von Winning 1987) o un personaje en diferentes facetas que
tenía una fuerte relación con la muerte, ya que aparece con los ojos cerrados o los

312
8. Disección del componente social de Teopancazco...

párpados caídos (Goldsmith 2000) y en contextos funerarios (Scott 2001).


Se comparte la idea de que el “dios gordo” sea la representación de un mortal
y no una deidad, aunque puede no tratarse de un solo personaje sino de un grupo
de individuos a cargo de un ritual doméstico muy probablemente sí relacionado
con la muerte. Las imágenes se unifican por la presencia de una gran panza pero
se diversifican en gran medida en las posturas, la vestimenta y los peinados, pues
el “estilo mohawk” puede subdividirse hasta en 16 tipos diferentes, y todo esto sin
mencionar las distintas orejeras y collares que portan estos cuerpos. Es un tipo
cerámico mayoritariamente elaborado en molde, aunque no existe una estandari-
zación en la reproducción como se esperaría encontrarlo si se tratara de una mis-
ma persona. El estereotipo representado bajo esta forma cerámica podría ser el de
un grupo de individuos que comparten un oficio relacionado con ceremonias de
carácter doméstico, pero con diferentes acepciones: fertilidad, sustento o muerte.19

Sector ritual noreste


Hacia el final de la fase Tlamimilolpa se realizó una serie de rituales de termina-
ción en un espacio localizado al noreste del patio central, al interior de un posible
templo que fue destruido dejando visible sólo el inicio del tablero. En este sector
se localizaron individuos decapitados, la mayoría de ellos colocados en cazuelas
y tapados con un tapaplato o cajete. También se halló el entierro más importante
del centro de barrio: dos individuos adolescentes que debieron gozar de un estatus
alto por la riqueza del ajuar con que fueron sepultados (Manzanilla 2012a).
Los individuos decapitados fueron colocados en varias fosas. En la fosa de
mayores dimensiones se dispusieron 17 individuos acompañados por una figurilla
del tipo “femeninas vestidas” y fragmentos de máscaras de incensario tipo teatro
(C162F AA142-144 En 45-49). En la segunda, se encontraron 7 entierros, con
restos de 12 individuos, a los cuales se les colocó una carita con “tocado de mari-
posa” (C161 AA167 En 62, 68, 71, 72, 80, 84, y 85). En la tercera, se localizó un
entierro que contenía dos individuos con una figurilla del tipo “sentadas cilíndri-
cas” (C181 AA181 En 77 y 79) (Manzanilla 2012a, 2012b). Otras fosas tenían
uno o dos decapitados (C162F).
Además de ser entierros con individuos decapitados, la mayoría de sexo mas-
culino, tienen en común que fueron acompañados exclusivamente por una figurilla
quebrada.20 El ejemplar que acompaña a los decapitados de las AA142-144 es del

19 
Para ver la descripción de los rasgos de este tipo cerámico así como su asociación a diferentes
tipos de áreas de actividad, consultar Fonseca (2008).
20 
Varios de los individuos decapitados proceden del corredor teotihuacano hacia la costa del Gol-
fo (Manzanilla 2012a) y algunos como el entierro 71, de Oaxaca o Chiapas o el 77, de la región de
Tula (Schaaf et al. 2012).

313
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

tipo “femeninas vestidas”; lamentablemente, sólo se recuperó un fragmento del


torso. Si se tuviera una cabeza con “tocado de flor de cuatro pétalos”, podríamos
suponer que se trataba de una ofrenda a alguna deidad femenina (Paulinyi 2006)
o inferir si consistió en un ritual de una o para una familia o linaje en particular
(representados a través de tocados “banda ancha”, “cabezas hendidas” o “turbante
de algodón con mechón de plumas de ave”) (Fonseca 2008).
En el segundo caso, hay 12 esqueletos de adultos mayores de 20 años (crá-
neos y mandíbulas) asociados a una carita con “tocado de mariposa” seguramente
usada como dije por los dos orificios que contiene. De acuerdo con Von Winning,
la mariposa era el símbolo de dos ámbitos: uno institucional, que hacía referencia
a una religión independiente del culto estatal, y otro secular, que involucraba al
grupo de embajadores y mercaderes teotihuacanos que rendían culto a una deidad
tutelar. Cuando la figurilla se encuentra totalmente ataviada por los elementos de
mariposa –cabeza, alas y antena– el autor señala que se trata de la personificación
de la deidad misma (1987). Tal vez, la figurilla en el entierro indique la deidad a
la cual estaba dedicada la ofrenda, o por lo menos evoca al grupo cuyo nahual o
emblema era la mariposa.
En el tercer caso, se encontraron dos cráneos, uno de adulto medio, migrante
de la región de Tula (Schaaf et al. 2012), y otro de juvenil, asociados a un torso de
figurilla vestido con un taparrabo sencillo colocado en posición sedente al cual le
falta la cabeza, el brazo y la pierna izquierdos.
La prenda masculina prehispánica básica, usada durante tres mil años por
casi todas las culturas mesoamericanas, fue el máxtlatl o taparrabo, que consistía
en un lienzo que cubría los genitales, pasando entre las piernas y atándose a la
cintura. Existen taparrabos con extremos de tela que cuelgan hacia atrás y hacia
delante; los hay con discos, nudos y con doble banda, largos y cortos (Anawalt
1981; Séjourné 1966; Goldsmith 2000; Riego 2005).21

21 
A sólo 70 cm al suroeste y 40 cm arriba de la fosa donde se encontraron los entierros 77 y 79
(AA181), se halló una figurilla con “tocado de tres borlas”, la única localizada en contexto dentro
del centro de barrio. Este tipo de diseño, que consiste en un marco rectangular del que se despren-
den tres borlas de plumas (Goldsmith 2000; Riego 2005), ha sido relacionado con los dignatarios
teotihuacanos que viajaban a distintas regiones de Mesoamérica, acompañando a las caravanas de
bienes suntuarios (Manzanilla 2012a), así como con el gobierno y administración de la gran urbe
(Cowgill 1992; Valdez 2012). En un cuarto contiguo (181B-261), se localizó un entierro de un
cráneo (En 112) colocado con o dentro de un cesto, formado por espirales de tules con hilos de
algodón, que lleva a Manzanilla a pensar que pudo tratarse de un tocado que semejaba el tocado
de tres borlas (2012a). ¿Acaso la figurilla de “tocado de tres borlas” fungió como un marcador del
espacio donde se hallaba sepultado dicho personaje?

314
8. Disección del componente social de Teopancazco...

El taparrabo era usado por todos los hombres, pero variaban el material, los
colores, la complejidad y riqueza de los motivos según la posición social del indivi-
duo (Anawalt 1981; Johnson 1971; Lechuga 1991). Se sabe que, en época mexica,
vestir el taparrabo era un marcador etario y simbolizaba la transición de los niños
en hombres a la edad de trece años (Anawalt 1981).
Si bien se localizaron otros ejemplares de figurillas “sentadas vestidas” en el
conjunto, sólo se encontró esta pieza en contexto funerario y únicamente dos más
vestían ese mismo tipo de taparrabo: una localizada en el sector norte y otra en
el suroeste.22 Nuevamente enfrentamos el dilema de cuerpos fragmentados, diso-
ciados de cabezas, que podrían darnos más información acerca del grupo social al
que deseaban representar. Sin embargo, es posible que refieran a individuos de la
élite intermedia pues al parecer sólo a ellos se les representó con vestimenta explí-
citamente masculina, para diferenciarlos del común de la población caracterizados
por medio de las figurillas “retrato”, y de aquéllos de mayor estatus que portaban
ostentosas vestimentas, simbolizados a través de las figurillas “semicónicas” (Fon-
seca 2008).
Además de los decapitados, en esta zona se localizó una fosa con huesos hu-
manos dispersos probablemente de diversos individuos (En 103 AA214) (Man-
zanilla 2012b). En dicha fosa se incluyeron también extremidades de figurillas
–piernas– y una cara de figurilla no identificada.
Debajo de los decapitados, en el templo destruido, se localizó una fosa con
dos adolescentes, uno de ellos migrante y el otro local con cierto grado de mi-
gración (Schaaf et al. 2012), menores de 20 años, colocados en posición sedente,
a los cuales se les sepultó con la ofrenda más suntuosa localizada en el centro de
barrio (AA 227 En 105 y 108). Como parte de casi un centenar de elementos
que conformaron la ofrenda, se identificó un torso, los dos brazos y una pierna de
figurilla tipo “articuladas” sobre la cual yacía el entierro principal de Teopancazco
(Manzanilla 2012a).
La presencia de extremidades de figurillas del tipo “articuladas” es común,
pero la disposición del torso con extremidades es muy escasa. Aparte del entierro
105, el único otro caso en que se encontró una combinación similar –aunque de
menores dimensiones y un acabado burdo– fue en el entierro de un individuo teo-
tihuacano (Schaaf et al. 2012) mayor de 50 años, enterrado con tres infantes (64,
78, 87A y 87B), localizado en el sector denominado “sastrería” correspondiente a
la fase Tlamimilolpa (Manzanilla 2012a). En ambos casos, la cabeza y uno de los
brazos de la figurilla fueron retirados.

22 
Como veremos más adelante, es posible que el sector norte y el suroeste fuese ocupado por la
élite intermedia del centro de barrio.

315
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Los entierros múltiples mencionados salen del estándar por varias razones.
Por lo menos uno de los esqueletos está completo o semicompleto, al igual que
la figurilla “articulada” que lo acompaña (a diferencia del resto de los entierros en
los que se encuentran extremidades humanas asociadas a extremidades de figuri-
llas cerámicas). El individuo mayor de 50 años y el adolescente de entre 15 y 20
años presentaron una dieta principalmente de origen marino (Mejía 2012); tenían
objetos asociados en común como vasijas miniatura, aplicaciones, fragmentos de
cerámica, pigmento y carbón (Manzanilla 2012b).
Por la cantidad y diversidad de los objetos asociados, el En 105 parece ser el en-
tierro principal de Teopancazco, y definitivamente el En 78 debió ser un personaje
especial dentro del centro de barrio que mereció un tratamiento mortuorio distinto.
¿Cuál fue la relación entre estos individuos? ¿Qué significado pudo tener la di-
ferencia etaria? ¿Un migrante que muere joven y un local que muere viejo y en cuyo
cuerpo se observan las huellas del arduo trabajo? ¿Por qué fueron enterrados con
figurillas semicompletas? ¿En qué lugar se depositaron las piernas y las cabezas de
las figurillas “articuladas”? Por ahora, todas estas preguntas quedarán sin respuesta,
aunque esperamos que su formulación trace futuras líneas de investigación.

“Sastrería”
En algunos barrios, como en el caso de Teopancazco, parecen haber existido ar-
tesanos de tiempo completo dedicados a la manufactura de bienes suntuarios es-
pecializados como la elaboración de atavíos y tocados (Manzanilla 2006a, 2006b).
Se ha pensado que estos artesanos podrían ser de origen foráneo, pero es probable
que conformaran con artesanos teotihuacanos una larga cadena productiva que
articulaba distintas tareas. El taller, por lo tanto, fue un espacio de interacción
entre diferentes familias o sujetos de distinto origen étnico donde debieron esta-
blecerse complejas relaciones de identidad y oficio (Ortega 2000).
Durante la fase Tlamimilolpa, en este sector, las figurillas se concentraron
exclusivamente en un entierro formal de un adulto acompañado por tres infantes
(AA164 En 64, 78, 87A y 87B), referido en la sección anterior.
De la fase Xolalpan datan dos entierros con figurillas. El primero (En 14
AA63), compuesto por el cráneo (sin mandíbula), costillas y vértebras de un indi-
viduo de entre 30-35 años, cuyo sexo no pudo ser identificado (Seminario Teopan-
cazco, 2007: Liliana Torres, Citlali Funes, Alejandra Guzmán y Mayra Lazcano),
enterrado con extremidades de figurillas de tipos no identificados, así como de
“articuladas”, una cabeza con “tocado segmentado”23 y un cuerpo de “semicónicas”.

El “tocado segmentado” se ha relacionado con cascos usados por guerreros (Von Winning 1987;
23 

Scott 2001).

316
8. Disección del componente social de Teopancazco...

Se ha mencionado que la coincidencia entre esqueletos masculinos incom-


pletos y figurillas “articuladas” podría estar relacionada con rituales de desmem-
bramiento. En este entierro, lo extraño es la inserción de una figurilla “semicóni-
ca”, único ejemplar detectado en contexto funerario. El “tocado segmentado” está
asociado a los cuerpos de “semicónicas”, así que eso podría explicar su presencia en
el entierro; pero curiosamente sólo está presente el tocado sin el rostro del perso-
naje y es el fragmento de figurilla que estaba más cercano al cráneo sin mandíbula.
Quizá, como en el resto de los entierros, la figurilla “semicónica” indique el grupo
al que pertenecía el difunto, aunque también podría tratarse de un tipo de entie-
rro diferente, tal vez una ofrenda o ritual a un espacio que definitivamente tenía
un contenido simbólico muy fuerte, que va más allá de ser simplemente un taller
donde se llevaran a cabo actividades de producción artesanal.
Seguramente los teotihuacanos tenían una noción muy diferente del espacio e
inclusive los talleres tenían un significado que involucraba, además de la manufac-
tura de objetos, la celebración de rituales como parte del quehacer cotidiano. Los
rellenos de estos cuartos deben tener una importancia simbólica y no ser simple-
mente basureros, porque hay una elección de los materiales que depositan (no es un
“desecho” aleatorio), además de las fosas que excavan para sepultar a sus difuntos.
El segundo entierro localizado en la sastrería, también de la fase Xolalpan,
fue un individuo adulto de sexo masculino con deformación craneana tabular
erecta y posible mutilación dentaria (En 15 AA66) (Manzanilla 2012b), registra-
do como un local con cierta migración dentro del altiplano central (Schaaf et al.
2012). Las figurillas registradas en este entierro fueron dos extremidades –pierna
y brazo– y un torso del tipo “paradas cilíndricas”, el cual vestía un taparrabo de
cinturón simple. La discordancia entre piezas cerámicas y número de individuos
enterrados parece indicar que la figurilla que lo acompaña no es la personificación
del difunto, pero tal vez sí se hace alusión al grupo que pertenece, en este caso,
probablemente de la élite intermedia por el uso de taparrabo.24
El entierro 13 (AA59) estaba conformado por dos individuos adultos de
los cuales sólo se localizaron las extremidades inferiores, fragmentos de costillas,
dientes, así como fragmentos de hueso coxal y cráneo (Manzanilla 2012b). Uno
de ellos era migrante de la región de Oaxaca o Tepexi (Schaaf et al. 2012). Éste
es el último entierro registrado en este sector, durante la fase Metepec, el cual
coincide con el patrón de extremidades de figurilla tipo “articuladas” asociadas a
entierros incompletos de individuos masculinos.

24 
Asociado al entierro se encontró un vaso trípode con decoración de flores de cuatro pétalos que
Manzanilla interpreta como la supervisión de las labores realizadas en este sector, la confección de
vestimenta para la elite del barrio (2012a).

317
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Fuera de entierros, en los rellenos y sobre/bajo el apisonado de la “sastre-


ría”, el tipo cerámico más numeroso detectado fue el de las figurillas “articuladas”.
¿Cuál pudo ser su función? En su estudio sobre el hueso trabajado en Teopancaz-
co, Padró detectó que en los cuartos 151, 251 y 251A debieron haberse desarrolla-
do tareas relacionadas con la costura y el bordado por la concentración de agujas
finas de tamaño mediano en este sector. También observó que la mayor cantidad
de agujas se localizaba en el cuarto 251A que corresponde a la fase Xolalpan tem-
prano. En los sectores arquitectónicos, anteriores (351A) y posteriores (151), se
reporta una baja considerable de material (Padró 2002). Este mismo fenómeno
denota el comportamiento de las figurillas cerámicas (ver la tabla 8.4).
En tiempos Xolalpan se intensificaron las tareas de costura y proliferó la
utilización de las figurillas “articuladas”. Al respecto, Padró considera que otra
modalidad de la costura pudo consistir en la creación de atavíos para vestir a las
figurillas desnudas (2002). Parece poco probable que las figurillas “articuladas” se
manufacturaran para ser vestidas, de lo contrario no habrían delineado con gran
detalle pezones, senos, vientre abultado y costillas. Por otro lado, si la presencia de
las figurillas se explica por la necesidad de vestirlas ¿por qué había también figu-
rillas de animales en este sector?
Únicamente 5.2% de los ejemplares del C251A, correspondiente a la fase
Xolalpan temprano, se localizó en piso (p) o apisonado (Ap); ninguna de éstas
era del tipo “articuladas”. Las figurillas que no se localizaron en relleno no nece-
sitaban atuendos porque su vestimenta se había elaborado en el momento de su
manufactura con el mismo barro, los tipos denominados “femeninas vestidas” (el
cual exhibe un cuerpo vestido por una falda/huipil y un quechquémitl) y “paradas
cilíndricas” (cuerpos reconocidos como masculinos por la presencia de taparrabo).
Así que los trajes que se confeccionaban en ese cuarto seguramente no eran para
vestir figurillas o no para todos los tipos de figurillas.25 Los únicos cuerpos des-
nudos que pudieron haberse vestido son: “sentadas desnudas” (4), “retrato” (2) y
“paradas desnudas” (1).
En la fase Metepec disminuye de manera considerable la cantidad y diversi-
dad de tipos; una vez más, las “articuladas” son el tipo más recurrente y vuelven a
presentarse figurillas zoomorfas, aunque, en esta ocasión, sólo “aves” y “cánidos”.
Mientras que en la fase Xolalpan se registraron figurillas tipo dios gordo, en la Me-
tepec aparecen figurillas Xipe.

No se localizaron figurillas ni bajo ni sobre piso/apisonado en este sector durante las fases Tla-
25 

mimilolpa y Metepec.

318
8. Disección del componente social de Teopancazco...

Parece poco probable que las figurillas se localizaran en la sastrería para ser
vestidas cuando sólo 6.3% eran representaciones de cuerpos desnudos, incluyendo
las figurillas de los tres momentos analizados ubicadas fuera de entierros.
Considerando que la “sastrería” es el tercer lugar con mayor concentración de
figurillas, después del patio central y del templo, nos inclinamos a pensar que las
actividades de producción no eran ajenas a la dimensión ritual, puesta de mani-
fiesto a partir de la celebración de ceremonias propiciatorias donde las figurillas
del tipo “articuladas” tendrían mayor peso en el ritual, y a partir de otros tipos
cerámicos, se representaban individuos de los grupos sociales responsables de la
producción artesanal, tanto los representantes de la élite intermedia, responsables
del centro de barrio y de la organización de las actividades artesanales especializa-
das (Manzanilla 2006a), como los propios encargados del oficio, los sastres.

Tabla 8.4. Figurillas localizadas en la sastrería de Teopancazco a lo largo del tiempo


SUBTIPOS * Temporalidad
Sastrería
Temporalidad
Xolalpan Xolalpan? Metepec Total
Animales con ruedas 1 0 0 1
Articuladas 28 7 11 46
Atadas 0 0 1 1
Ave 0 0 2 2
Banda ancha 0 0 1 1
Cabezas hendidas 0 0 1 1
Cabezas redondeadas 0 0 1 1
¿Cabezas triangulares con
1 0 0 1
orejas/orejeras?
Cabezas triangulares con
1 0 0 1
Subtipos orejeras
Cánido 2 0 1 3
Cuadrúpedo 1 0 0 1
Dios Gordo 2 0 0 2
Embarazadas 3 0 0 3
Felino 1 0 0 1
Femeninas vestidas 5 1 2 8
Foráneas 2 0 1 3
¿Foráneas? 3 0 0 3
Mohawk 0 0 1 1
Mono 3 0 0 3

319
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Murciélago 1 0 0 1
No identificada 22 7 26 55
Panel inciso 0 0 1 1
Panel inciso con bandas
1 0 0 1
ondulantes
Paradas cilíndricas 3 0 0 3
Paradas desnudas 2 0 2 4
Paradas planas con
1 0 0 1
vestimenta elaborada
Subtipos
Reptil 1 0 0 1
Retrato 5 0 1 6
Semicónicas 2 0 2 4
Sentadas cilíndricas 3 0 0 3
Sentadas desnudas 4 0 0 4
Tocado de plumas
1 0 0 1
(penacho)
Turbante de algodón 1 0 0 1
Xipe 0 0 3 3
Total 100 15 57 172

Sector norte
El sector norte está constituido por una serie de cuartos donde los nobles pudie-
ron haber establecido sus residencias (Manzanilla 2009). Las figurillas cerámicas
parecen reforzar también esta interpretación al ser el sector de mayor concentra-
ción de piezas en el que se observa la presencia de tipos cerámicos que podrían
estar representando a la élite intermedia teotihuacana.
En la fase Tlamimilolpa, la diversidad y cantidad de figurillas es menor con
respecto a los subsiguientes momentos constructivos del sector. Los únicos tres ti-
pos que se localizaron exclusivamente en esta etapa son una cabeza con tocado de
“panel inciso de bandas ondulantes”, un cuerpo masculino de “paradas planas” con
vestimenta elaborada (taparrabo con arco) y una figurilla zoomorfa de “mono”. Si
bien las figurillas antropomorfas mencionadas no visten tocados o indumentaria
simples, hacia las fases Xolalpan y Metepec, los tocados y las vestimentas elabo-
radas se incrementan.
Si se considera únicamente las piezas a las cuales se les pudo asignar un
género, resulta peculiar que en la “sastrería” la presencia de cabezas sea escasa:
únicamente dos “cabezas triangulares con orejeras”, probablemente masculinas, y
una cabeza de “panel inciso con bandas ondulantes”, al parecer femenina. Por el
contrario, en el sector norte se localizaron cabezas con diversos tipos de tocados/
peinados: “banda ancha”, “cabezas hendidas”, “panel inciso” y “tocado dual” –arre-

320
8. Disección del componente social de Teopancazco...

glos femeninos–, y “mohawk”, “cabezas triangulares” y “anillos en la frente” –toca-


dos masculinos (véase la tabla 8.5.)
La discordancia entre cantidad y diversidad de cuerpos y cabezas en uno
y otro espacio no sería relevante, salvo por la posibilidad de que mediante las fi-
gurillas se haya caracterizado a grupos sociales diferentes que ocuparon el sector
norte y la sastrería. Mientras que en el sector norte predominan los símbolos que
podrían estar asociados con una élite intermedia de Teotihuacan, tal vez la repre-
sentación de la casa dominante que organizaba las actividades del centro de barrio,
estos símbolos no aparecen en la sastrería.

Tabla 8.5. Cuadro comparativo de tipos de tocados localizados


en el sector norte y la sastrería de Teopancazco
SUBTIPOS * Sector
Tocados
Sector
Total
Norte Sastrería
Anillos en la frente 1 0 1
Antropomorfizada a
1 0 1
Banda ancha 14 1 15
¿Banda ancha? 1 0 1
Banda con fleco 2 0 2
Cabezas puntiagudas 1 0 1
Casquete simple 1 0 1
Femeninas vestidas b
2 0 2
Foráneas c
1 1 2
¿Foráneas? d
0 1 1
No identificada 3 1 4
Subtipos Panel inciso 2 2 4
Panel inciso con bandas
2 1 3
ondulantes
¿Tláloc?e 1 0 1
Tocado de mariposa 2 0 2
Tocado de plumas (penacho) 1 1 2
Tocado dual 1 0 1
Tocado escalonado o cascada 2 0 2
Tocado segmentado 1 2 3
Turbante de algodón 2 1 3
Turbante simple 3 0 3
Turbante simple con dos
3 0 3
bandas

321
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Turbante simple con tres


1 0 1
bandas
Subtipos
Viejitosf 1 0 1
Xipe g
2 2 4
Total 51 13 64
a. Figurilla semicompleta con un tocado de dos bandas horizontales superpuestas.
b. Figurillas semicompletas, una con tocado tipo “banda ancha” y la otra con dos bandas
horizontales superpuestas con una aplicación circular (roseta).
c. La figurilla del sector norte porta un tocado de “panel circular” que surge de la parte posterior de
la cabeza. La figurilla de la sastrería porta dos bandas horizontales superpuestas con aplicaciones
circulares.
d. Figurilla con banda sobre la frente.
e. Figurilla fragmentada de la cual sólo se observa una anteojera, una orejera circular y el extremo
izquierdo de un tocado de dos bandas horizontales superpuestas.
f. Figurilla con tocado de dos bandas horizontales superpuestas.
g. Figurillas con tocado de bandas alrededor de la cabeza.

Por otro lado, los cuerpos masculinos en el sector norte están vestidos con di-
ferentes tipos de taparrabos: taparrabo sencillo (1), taparrabo con disco (1), tapa-
rrabo con arco (2), taparrabo con cinturón simple (1), taparrabo colgante exterior
y pantalón de algodón (1). En cambio, en la sastrería sólo se encuentran figuras
con taparrabo sencillo (3), con taparrabo con arco (1) y taparrabo con cinturón
simple (1). Los taparrabos más elaborados se encuentran en el sector norte, y en la
“sastrería” predominan los sencillos y hay una menor diversidad (ver la tabla 8.6).

Tabla 8.6. Cuadro comparativo de tipos de vestimenta masculina localizados en el sector


norte y la “sastrería” de Teopancazco
Vestimenta * Sector
Taparrabos
Sector
Total
Norte Sastrería
Taparrabo colgante exterior 1 0 1
Taparrabo colgante exterior y
1 0 1
pantalón de algodón
Taparrabo con arco 5 2 7
Taparrabo con cinturón simple 3 2 5
Vestimenta
Taparrabo con cinturón simple
y banda diagonal que cruza el 0 1 1
pecho
Taparrabo con disco 2 0 2
Taparrabo n/i 1 3 4
Taparrabo sencillo 4 3 7
Total 17 11 28

322
8. Disección del componente social de Teopancazco...

De las cabezas masculinas referidas, merece espacial atención el ejemplar del


tipo “anillos en la frente”; como su nombre lo indica, se caracterizan por ser cabe-
zas redondas o puntiagudas con aros que recuerdan las anteojeras características
de las representaciones de Tláloc pero también al complejo mariposa (ver la figura
8.2). De acuerdo con Von Winning, los discos son atributos de la deidad de las
tormentas cuando están acompañados por la bigotera; de lo contrario, los anillos en
la frente podrían simbolizar al grupo administrativo de la metrópoli encargado de
los asuntos exteriores como el intercambio de productos y difusión de conceptos
ideológicos (Von Winning 1987).
De los cuatro ejemplares del tipo “anillos en la frente” localizados en Teopan-
cazco, dos se hallaron en el patio central y uno en el templo, lo cual coincide con la
idea de que todos los individuos que formaban parte del centro de barrio estaban re-
presentados en los espacios públicos, pero la presencia de una pieza en el sector nor-
te (C154A AA139), localizada a un costado de la “sastrería”, podría corroborar la
idea de un símbolo del grupo administrativo de la metrópoli en el centro de barrio.
Además de las figurillas “anillos en la frente”, hay otras que se encuentran
totalmente ataviadas por los elementos de mariposa –cabeza, alas y antena– que de
acuerdo con Von Winning personificarían a la deidad misma (1987). En Teopan-
cazco se localizaron 15 cabezas elaboradas en molde con “tocado de mariposa”, cla-
ramente identificado por dos grandes círculos que forman los ojos y de donde salen
unas antenas y la probóscide. Tanto en el patio central como en el sector norte, así
como en el sector suroeste y en la “sastrería”,26 respectivamente, se halló un ejemplar.
Deidad tutelar o símbolo de un grupo de embajadores y mercaderes que ren-
dían culto al emblema de mariposa, las figurillas cerámicas con estos elementos
comienzan a aparecer en Teopancazco a partir de la fase Xolalpan, periodo de
expansión de la ciudad que podría representar a los individuos del centro de barrio
encargados de trasladar productos de la costa del Golfo de México:

[Los] nobles auspiciaban caravanas que se movían por los corredores de sitios que for-
maban parte del sistema teotihuacano hasta los enclaves en Veracruz, en el altiplano
guatemalteco, en el Bajío y en Michoacán (Manzanilla 1992, 2001), entre otros, para
traer a la gran urbe pieles de felinos, plumas ricas, mantas de algodón, pigmentos, cos-
méticos, aglutinantes, pizarra, mica, travertino, piedras verdes y jadeíta […] (Manzanilla
2012a:20).

26 
De las 11 restantes, cinco estaban fuera de cuarto, cuatro ejemplares en los cuartos 35 (1), 56
(1), 60 (1), 44-50 (2) y las dos restantes, en áreas de actividad de carácter ritual: C258C AA 103 (1)
y C61-161 AA167 (1) en un entierro de decapitados 62, 68, 71, 72, 80, 80A, 80B, 80C, 84, 84A,
85. Los dos últimos ejemplares mencionados tenían unos orificios que sugieren que dichas cabezas
eran utilizadas como dijes (ver la figura 8.3).

323
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Otros tipos de figurilla que comenzaron a registrarse a partir de la fase Xolal-


pan son del tipo cerámico conocido como “en trono” y las “semicónicas”, cuerpos
cónicos profusamente ataviados que han sido asociados a tocados muy elaborados
(Kolb 1995; Goldsmith 2000; Riego 2005). Aunque los ejemplares del sector nor-
te no contaban con sus cabezas, se localizaron cabezas con tocados complejos que
distinguen este sector del resto. Además del “tocado de mariposa” se registraron
caritas con “tocado escalonado” o cascada y “tocado dual”, las cuales desaparecie-
ron en la fase Metepec y dieron paso al “tocado segmentado”, “tocado de plumas”
y “turbantes simples” de dos y tres bandas.
El “tocado segmentado” puede encontrarse en combinación con elementos
que lo relacionan con el Tláloc B, como son los anillos en los ojos y orejeras de
jaguar (Von Winning 1987). En este caso, Séjourné propone que sea la repre-
sentación de la entidad hombre-tigre-pájaro-serpiente (1966: 121). Cuando sólo
aparece el tocado –sin el resto de los atributos mencionados– se cree que simbo-
lizan cascos usados por militares de diferentes rangos (Von Winning 1987; Scott
2001). Sin embargo, no se le ha encontrado en asociación con otros elementos que
respalden dicha relación, como aditamentos que simulen armas.

Figura 8.3 a y b. Figurillas de tipo “tocado de mariposa”.

Por ahora no contamos con más información que explique la presencia del
resto de los tocados encontrados, salvo que fueron usados por individuos de la
élite intermedia de alto estatus (Valdez 2012), y que al parecer hubo un cambio
importante hacia la fase Metepec, porque los atributos de los grupos sociales re-
presentados a través de las figurillas se transformaron.

324
8. Disección del componente social de Teopancazco...

Por último, sólo resta mencionar la presencia de figurillas localizadas en en-


tierros en el sector norte. De la fase Tlamimilolpa se registraron cinco entierros
con presencia de figurilla, tres entierros formales completos identificados como
En 60 y 73 (AA159) y En 86 (AA160), y tres de esqueletos incompletos deno-
minados En 113 (AA236), En 116 (AA239) y En 117 (AA215B). De la fase Xo-
lalpan no se registró ningún entierro en esta zona. Y en la secuencia constructiva
correspondiente a la fase Metepec se contabilizó un esqueleto incompleto de un
individuo migrante (Schaaf et al. 2012) denominado En 5 (AA39) y un adulto
joven local (Schaaf et al. 2012) denominado En 7 (AA44) (Manzanilla 2012b).
¿Qué tienen en común los entierros con figurillas del sector norte? Si los
observamos en conjunto poco tienen en común, salvo que se encuentran en en-
tierros de esqueletos adultos y que, a diferencia de otros entierros localizados en
el misma zona, éstos compartieron alguna cualidad que los hizo aptos para ser
acompañados por una representación/emblema de un grupo social en forma de
figurilla cerámica.27
Los cinco entierros tienen figurillas pero no parece que pertenezcan a la
misma categoría ni que estén cumpliendo la misma función. Para empezar pode-
mos establecer una primera clasificación en: a) entierros formales completos y b)
entierros incompletos.
En los entierros formales completos, salvo por un caso, no se percibe una
relación directamente proporcional entre la cantidad de figurillas y el número de
esqueletos, ni con respecto al sexo del esqueleto ni al género de la figurilla que lo
acompaña. Más que patrones, observamos casos excepcionales. En el AA159 se
localizó un individuo femenino (En 60) y otro probablemente masculino (En 73)
acompañados por dos cabezas, una del tipo “retrato” y otra del tipo “turbante sim-
ple con dos bandas”, ambos tipos cerámicos de género ambiguo (Fonseca 2008).
El entierro 86 del AA160 es un esqueleto de adulto, sin evidencia de migra-
ción (Schaaf et al. 2012), con posible deformación craneana, cuyo sexo no pudo
ser definido (Manzanilla 2012b), y estaba acompañado por una mano de figurilla
tipo “retrato”.
Todos los entierros formales contaban con alguna extremidad de figurilla
“retrato”, tipo cerámico al que probablemente, al ser vestido, se le asignaba una
identidad de género, de origen étnico u oficio, y que podría representar al grueso
de la población teotihuacana (Fonseca 2008).
En la categoría “incompletos” se agruparon cinco entierros: unos fragmentos
de cráneo de adulto joven (En 117 AA215B) colocados con 13 figurillas: tres

27 
En Teopancazco se localizaron 116 entierros; únicamente 26 (22.4%) tenían figurillas asociadas
e incluyen entierros primarios, secundarios, individuales y múltiples (Manzanilla 2012a).

325
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

femeninas (“banda ancha”, “femeninas vestidas”), una de género ambiguo (“tur-


bante simple”) y otra masculina (“mohawk”), además de seis extremidades del tipo
“retrato”, una figurilla de “ave” y una carita no identificada.
El segundo entierro de esta categoría lo constituyen unos huesos de pies
clasificados con el AA236 (En 113) con presencia de una figurilla de “ave”, una
carita con tocado “banda ancha” y una mano de “articuladas”. Por último, el En
116 AA239 contenía una figurilla zoomorfa de “mono”, un torso de figurilla “ar-
ticulada” y extremidades de figurilla, posiblemente tipo “retrato”.
El entierro 116 no estaba acompañado por un brazo o una pierna de figurilla
“articulada”, como se habían encontrado en los casos anteriores, sino por un torso;
precisamente la parte del cuerpo humano que le faltaba al individuo: el tórax.
Finalmente, resta mencionar el entierro (En 5 AA29) de un cráneo de un
individuo de la región de Oaxaca-Perote (Schaaf et al. 2012) que contaba con un
brazo del tipo “articuladas”; así como el entierro de un adulto joven local, es decir,
sin contexto de migración (Schaaf et al. 2012), enterrado con una figurilla de “ca-
bezas redondeadas” (En 7 AA44).
Los entierros 117 y 113 contenían figurillas explícitamente femeninas en las
que además se distinguió como tocado emblemático, tal vez haciendo referencia a
un linaje, el tipo “banda ancha” portado por dos caritas y un cuerpo de “femeninas
vestidas”.
El tocado distintivo de las figurillas teotihuacanas es el de “banda ancha”, que
consiste en una banda horizontal que sobresale al ancho de la cabeza, que puede
estar dividida con una línea vertical en el centro, y presentar aplicaciones circulares
y diseños geométricos pintados (Riego 2005: 29).
La información transmitida a través del tocado “banda ancha” está relacio-
nada con el parentesco (Conides y Barbour 2002: 425), tal vez con la sucesión de
un linaje de madre a hijo, pues la única representación de niños en las figurillas
cerámicas es aquella en la que los infantes28 usan un tocado de “banda ancha” y
están siendo cargados por mujeres con tocado de “banda ancha” y vestidas con
faldas/huipiles y quechquémitl (tipo “femeninas vestidas”) (ver Scott 2001: plates
106-107; Séjourné 1966: Figs. 142, 150; Goldsmith 2000: Fig. 42).
Con respecto a la presencia de figurillas “articuladas”, recordemos que las
extremidades de figurillas de este tipo se encuentran en los rellenos del centro
de barrio, tal vez como parte de un ritual de desmembramiento simbólico que

28 
El sexo/género de los infantes no ha sido identificado excepto por ADN; el único rasgo visible
es el tocado “banda ancha”, que indicaría que fuesen niñas, aunque si es un signo de sucesión de
linaje, también podrían ser niños.

326
8. Disección del componente social de Teopancazco...

cada cierto tiempo o que en lugares específicos se ejecutaba también con huesos
humanos, al parecer con individuos masculinos en un rango de edad entre 20 y
40 años.29 En este tipo de rituales se observa una asociación con el fuego, por la
presencia de capas de ceniza en las fosas y huellas de quemado en las figurillas
(Séjourné 1996; Fonseca 2008).
En Oztoyahualco 15B:N6W3, un conjunto habitacional, se localizaron ex-
tremidades de figurillas articuladas pero sólo dos torsos, y ninguna pieza estaba
asociada a cuerpos humanos desmembrados (Riego 2005), quizá porque el ritual,
como algunas otras ceremonias, se llevaba a cabo en los centros de barrio (Man-
zanilla 2006a).
A diferencia de otros hallazgos que reportan una relación entre el sexo de las
figurillas y del individuo inhumado (González y Salas 1999), que hacen pensar
que la figurilla que conforma el ajuar funerario fungía como una “personificación”
del sujeto (Escalante 2004), en Teopancazco no se encontró ningún patrón entre
el género de la figurilla y el difunto que acompaña, ni una relación significativa de
opuestos (Fonseca 2008).
Más que representar individuos, las figurillas encierran conceptos y, tal vez
por eso pueden encontrarse por igual en entierros individuales, múltiples, prima-
rios, secundarios, femeninos y masculinos. Las figurillas de animales en contex-
tos funerarios refuerzan la idea de que las figurillas no representan individuos en
particular, sino conceptos. Las figurillas zoomorfas en los entierros denotan que
había ciertas especies con atributos que la sociedad reconocía y deseaba perpetuar.
Simbólicamente, los individuos se mimetizaban con los animales, tal vez porque
habían desarrollado ciertas habilidades o se identificaban como grupo con un ani-
mal por una serie de características que deseaban resaltar. Lo mismo pudo ocurrir
con las figurillas antropomorfas, signos de una identidad relacional que, sin im-
portar si eran hombres o mujeres, los identificaba con un grupo (Fonseca 2008).
La composición de las figurillas cerámicas localizadas en el sector norte revela,
por un lado, la realización de rituales de desmembramiento simbólico (por la pre-
sencia de extremidades de diversos tipos de figurillas cerámicas, aunque principal-
mente “articuladas”) localizadas en los rellenos, y desmembramiento real (derivado
de la asociación de figurillas tipo “articuladas” asociadas a entierros incompletos de
adultos masculinos). En busca de protección de los espacios o peticiones se realiza-

29 
Salvo por el caso de un adulto de más de 50 años encontrado en asociación con figurillas
“articuladas” (En 78 AA164) localizado en la “sastrería”. En el caso de los entierros múltiples, por
lo menos uno de los esqueletos cumplía estas condiciones. Aun cuando se encontraron entierros de
neonatos, todos estaban acompañados de algún adulto. Considerando que la presencia de figurillas
en entierros exclusivamente de neonatos es nula, es probable que las extremidades de figurillas
“articuladas” estuviesen asociadas preferentemente al individuo de mayor edad.

327
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

ban ceremonias en las que todos los grupos sociales eran representados por medio
de las diferentes tipos cerámicas que eran incluidos, pero las “articuladas” tenían
mayor peso en el ritual, sea porque simbolizaban a la deidad a la cual se ofrendaba o
la casa/linaje que hacía la ofrenda. Era un ritual a través del cual se conectaba la vida
con la muerte, por ello se utilizaban siluetas de vientres abultados con extremidades
desprendibles; pero también conectaba lo femenino con lo masculino, aspecto indi-
cado por los entierros masculinos que acompañaban.
Por otro lado, la distribución de ciertos tipos de figurillas en este sector ex-
presa diferencias que probablemente estén relacionadas con el uso/función de
cada espacio y/o con los individuos que interactuaban en cada zona; en este caso,
principalmente la elite intermedia encargada de la organización del centro de ba-
rrio a nivel administrativo y ritual.

Sector suroeste
La concentración de figurillas cerámicas en el sector suroeste del centro de barrio
es menor y, de acuerdo con la prueba de autocorrelación local realizada, es una zona
que muestra menor dependencia espacial entre los materiales (Fonseca 2008). Ade-
más de la diferencia en el grado de concentración y cantidad, en esta zona se locali-
zaron ciertos tipos de figurillas que podrían comunicar la ocupación del espacio por
un grupo social distinto o la realización de otras actividades en esta zona.
El sector suroeste presentó secuencias constructivas de las fases Xolalpan,
Xolalpan tardío y Metepec. Las discrepancias más grandes entre tipos de figurillas
no se identificaron cronológicamente sino entre cuartos. Al igual que otros secto-
res, las figurillas más recurrentes fueron las “articuladas”, seguidas por las del tipo
“retrato”; a diferencia de otros sectores, en éste las proporciones de esas figurillas
tan comunes son bajas e inclusive hay espacios en los que no se identificaron.
En los rellenos de Teopancazco, además de figurillas, se han detectado hue-
sos de origen animal y humano “esparcidos”, principalmente, en el patio central
(Manzanilla 2012b). Es posible que los huesos “esparcidos” también formaran
parte del ritual de desmembramiento al que hemos venido haciendo referencia
pues, a reserva de obtener correlaciones entre huesos y figurillas, detectamos el
fenómeno inverso en el cuarto 19 durante su ocupación en la fase Xolalpan.
El C19 es un patio con bajadas de agua y apisonados de tierra (Manzanilla
2012a) que durante la fase constructiva correspondiente al periodo Xolalpan contu-
vo caritas y cuerpos pero ni un solo fragmento de pierna o brazo cerámico; tampoco
se encontraron huesos dispersos (Manzanilla 2012b). Este fenómeno comprueba
que la segmentación de las figurillas no es accidental, que no se trata simplemente
de material de relleno disperso aleatoriamente, y que huesos y extremidades de

328
8. Disección del componente social de Teopancazco...

figurillas pudieron ser parte de un mismo ritual de desmembramiento en otros


espacios, como el patio central. Aunque el C19 fue un patio, también parece que las
actividades desarrolladas eran de otra índole o, tal vez, de carácter privado.
Resulta igualmente significativa la presencia de dos cuerpos de figurillas “ar-
ticuladas” localizadas en este patio, considerando la baja concentración de cuerpos
en todo el centro de barrio, y que el resto de los torsos localizados forman parte de
contextos rituales o del ajuar funerario de entierros formales. Uno corresponde a
la fase Xolalpan, y otro, a la fase Metepec.
De la fase Xolalpan, el torso ubicado en el AA29 formaba parte de un ritual
de abandono conformado por gran cantidad de cerámica, fragmentos de anafre,
vasijas matadas, pulidores y candeleros (Manzanilla 2012b). El torso de la fase
Metepec no se encontró en área de actividad, así que poco podemos agregar salvo
que es un caso atípico.
El último cuerpo de figurilla “articulada” observado en esta zona, se registró
en el cuarto 17 en una fosa clasificada como AA6, a un costado de una escultura de
Huehuetéotl caída sobre su nariz. Desafortunadamente, al parecer se trata de una
fosa de saqueo en cuyo interior se hallaron varios huesos humanos fuera de posición
anatómica, un sello, hueso trabajado, concha, un pulidor, una aplicación de incen-
sario, entre otros (Manzanilla 2012b). A pesar del disturbio, la sola presencia de
algunos elementos asociados al torso de figurilla en cuestión comprueba el patrón
detectado. El cuerpo de la figurilla estaba asociado a un entierro humano en un
espacio de carácter ritual de la fase Xolalpan tardío. Con este cuerpo de figurillas
“articuladas” suman tres piezas en el sector suroeste, una por cada fase cronológica.
Las únicas extremidades de figurillas “articuladas” registradas en el sector
suroeste se identificaron en el C17 (tres brazos), C217 (pierna) y una pierna en
la fase Metepec del C19. Y la cantidad de extremidades de otros tipos cerámicos
también fue baja: dos brazos de tipo “retrato” y un brazo de figurilla ¿foránea?,
todos en el patio C19 de la fase Metepec.
Tanto en el C17 como en el patio C19 ocurrió un fenómeno diferente al
resto del centro de barrio; tal vez no se llevaron rituales de desmembramiento
simbólico en esta zona. En su lugar, en el cuarto 19 se celebró algún tipo de cere-
monia que incluía la utilización de las figurillas “semicónicas” (AA15 y 29): cuer-
pos vestidos con túnicas y capas, collares de bandas, y una de ellas contaba además
con un medallón central. La única pieza semicompleta tenía cabeza con rasgos de
jaguar o felino (AA15).
Los otros dos ejemplares del tipo “semicónicas” se localizaron en los cuartos
14 y 18. En este último, la pieza tenía un casco cubierto por bandas verticales divi-
didas en segmentos cuadrados del cual sobresalía una especie de penacho (AA5).

329
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Es posible que estas figurillas representen al cuerpo de sacerdotes encargados del


ritual o grupo de gran estatus que se observa en los murales teotihuacanos (Fon-
seca 2008), y específicamente al sur del centro de barrio en Teopancazco.30
Para continuar con los indicadores atípicos localizados en este sector, descri-
biremos la presencia de un entierro infantil de sexo masculino, individuo local sin
contexto de migración (Schaaf et al. 2012), localizado en el cuarto 19, durante la
fase Xolalpan tardío (En 4 AA27) (Manzanilla 2012a, 2012b). Se trata de un niño
“resguardado” por dos figurillas masculinas del tipo “paradas cilíndricas”. El rasgo
en común entre las dos figurillas es el taparrabo, pues las dimensiones, el tocado y
los accesorios que las acompañan son muy diferentes. Una de las figurillas parecía
del tipo “retrato”; sin embargo, la cabeza era menos redonda y portaba orejeras, así
como un taparrabo con arco y aplicaciones en las piernas. Se encontró asociada a
una serie de aditamentos desmontables: un pectoral con representación de con-
chas, un tocado con elemento trilobulado31 (Valdez 2012), un lanzadardos y un
escudo32 compuesto por plumas en la parte inferior y un glifo que consiste en tres
puntos y dos volutas entrelazadas en la parte superior, por lo que se ha sugerido
que sea la representación de un guerrero.
Las representaciones de guerreros en Teotihuacan evidencian su existencia
pero no necesariamente explican el tipo de papel que desempeñaban o si la es-
tructura sociopolítica de la ciudad estaba basada en un poderío militar. De acuer-
do con Von Winning, las armas que aparecen en la iconografía teotihuacana no
necesariamente son de uso defensivo; los escudos y lanzadardos están adornados
con plumas y en el mural de Teopancazco, por ejemplo, las puntas de las lanzas
fueron sustituidas por objetos esféricos (1987) lo que podría sugerir una escena de
carácter ritual (véase figura 7.3).
Coincidimos con Von Winning en que Teotihuacan pudo tener un cuerpo
militar pero para encargarse del mantenimiento de las redes comerciales a larga
distancia y del control interno de la ciudad (1987; Angulo 2002). Tal vez cada barrio
tenía algún personaje encargado de dicha función (como ha propuesto Manzanilla
2009) y dependiendo de su procedencia étnica o de la zona que tenía a su cargo, o
como sugiere Valdez, de su rango militar, era el tipo de atavío o símbolo que portaba.
La segunda figurilla que acompañaba al entierro infantil presentaba un co-
llar de banda gruesa, un turbante simple anudado hacia atrás con un aditamento

30 
Contrario a lo que se esperaba, en el sector norte únicamente se halló una figurilla de este tipo
en el cuarto 154A (AA139), también vestida con una túnica y un medallón central.
31 
De acuerdo con Valdez, el elemento trilobulado podría ser el grafema a través del cual se
caracterizó a los ofrendantes de Teopancazco (2012).
32 
Valdez considera que en el escudo de la figurilla cerámica pudo indicarse la jerarquía militar o
la casta militar adscrita al centro de barrio (2012).

330
8. Disección del componente social de Teopancazco...

triangular y un mechón de plumas, así como una placa bucal, aplicaciones circu-
lares en los pies y orejeras tubulares (Riego 2005), muy similar a la imagen de un
sacerdote que aparece en un vaso trípode con motivos relacionados con el agua,
analizado por Von Winning (1987).
Las únicas dos figurillas, asociadas a aditamentos desmontables y con esa
clase de accesorios encontradas en Teopancazco, fueron las “acompañantes” del
entierro 4. Definitivamente se trata de un caso excepcional porque, además, la pre-
sencia de figurillas exclusivamente en entierros infantiles es escasa y normalmente
contienen ofrendas menos elaboradas (Storey y Widmer 1999), lo que sugiere que
se trata de un niño que recibió un tratamiento especial no por los logros alcanza-
dos en vida sino por la familia o grupo al que estaba adscrito, que de acuerdo con
la presencia de las figurillas cerámicas hace alusión a guerreros o sacerdotes.
A un metro al sur del entierro infantil 4 se identificó otro entierro correspon-
diente a la fase Xolalpan tardío-Metepec (En 1 AA4) compuesto por dos esque-
letos incompletos, personas locales sin contexto de migración (Schaaf et al. 2012).
El individuo 1A es un adolescente de 10 a 15 años de edad y el individuo 1B, un
juvenil. El entierro parcial estaba asociado a una gran cantidad de cerámica, lítica,
hueso de animal, pizarra, mica, un proyectil de cerbatana, un tejo, un pulidor, un
candelero y una navajilla prismática (Manzanilla 2012b). Con respecto a las figu-
rillas cerámicas, sólo se pudo identificar una carita del tipo “banda ancha”; el resto
eran extremidades (brazo y pierna) cuyo tipo no pudo ser definido, pero por el tipo
de entierro y material asociado se asemeja a los contextos en que han aparecido las
figurillas tipo “articuladas”.
Durante la fase Xolalpan tardío-Metepec se realizó el entierro (En 2 AA14)
de un adulto medio, femenino, de procedencia local de acuerdo con su firma iso-
tópica (Schaaf et al. 2012). La posición anatómica con que fue enterrado y la
combinación de figurillas que lo acompañaban denotan un ritual diferente al del
desmembramiento. Esta mujer se encontró en posición sedente con sus extremi-
dades flexionadas, el brazo derecho debajo del izquierdo descansando sobre la
región pélvica, y su pierna derecha debajo de la izquierda. Las figurillas cerámicas
destacan porque fue el único caso en que la sección de la figurilla que predomina
es de cuerpo, de los tipos denominados “atadas”, “femeninas vestidas” y dios gordo.
Como señalamos líneas arriba, el mal llamado dios gordo es el símbolo de un gru-
po a cargo de un ritual doméstico muy probablemente relacionado con la muerte
(Von Winning 1987; Goldsmith 2000; Scott 2001).
Además de los casos antes descritos, en el sector suroeste se observó la pre-
sencia de otras figurillas que pudieran darnos indicios de la población que ocupaba
esta zona. Dentro de los tocados clasificados como femeninos, aunque en menor
proporción con respecto al resto del centro de barrio, se identificaron tocados “ban-

331
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

da ancha” y “cabezas hendidas”. Y de los tocados masculinos podemos señalar la


presencia de tipos cerámicos conocidos como “cabezas puntiagudas” (ver figura 8.2).

Tabla 8.7. Cuadro comparativo de tipos de tocados localizados entre el sector norte y el
suroeste de Teopancazco
SUBTIPOS * Sector
Tocados
Sector
Total
Norte Suroeste
Anillos en la frente 1 0 1
Antropomorfizada a
1 0 1
Banda ancha 14 4 18
¿Banda ancha? 1 0 1
Banda con fleco 2 1 3
Cabezas puntiagudas 1 1 2
Casco forma de ave 0 1 1
Casquete simple 1 0 1
Con pelo 0 1 1
Femeninas vestidas b
2 0 2
Foráneasc 1 0 1
Mohawk 0 1 1
No identificada 3 2 5
Panel inciso 2 3 5
Subtipos Panel inciso con bandas
2 0 2
ondulantes
Paradas cilíndricasd 0 2 2
Semicónicas e
0 2 2
¿Tláloc?f
1 0 1
Tocado de mariposa 2 2 4
Tocado de plumas (penacho) 1 3 4
Tocado dual 1 1 2
Tocado escalonado o cascada 2 0 2
Tocado segmentado 1 2 3
Turbante de algodón 2 1 3
Turbante simple 3 1 4
Turbante simple con dos
3 0 3
bandas
Turbante simple con tres
1 0 1
bandas

332
8. Disección del componente social de Teopancazco...

Turbante trenzado 0 1 1
Subtipos Viejitosg
1 0 1
Xipeh 2 1 3
Total 51 30 81
a. Figurilla semicompleta con un tocado de dos bandas horizontales superpuestas.
b. Figurillas semicompletas; una con tocado tipo “banda ancha” y otra con dos bandas horizontales
superpuestas con una aplicación circular (roseta).
c. Figurilla con tocado de “panel circular” que surge de la parte posterior de la cabeza.
d. Figurillas completas: una presenta una banda que envuelve la cabeza con mechón de plumas que
cuelga hacia el lado derecho y otra tiene un tocado removible de panel con bandas ondulantes y
aplicación al centro.
e. Figurillas semicompletas: una con tocado de casco cubierto por bandas verticales divididas en
segmentos cuadrados del cual sobresale una especie de penacho; la segunda con un tocado con
rasgos de jaguar o felino.
f. Figurilla fragmentada de la cual sólo se observa una anteojera, una orejera circular y el extremo
izquierdo de un tocado de dos bandas horizontales superpuestas.
g. Figurilla con tocado de dos bandas horizontales superpuestas.
h. Figurillas con tocado de bandas alrededor de la cabeza.

Acerca de los tocados femeninos hallados en esta zona, pudieron ser cabe-
zas unidas a cuerpos de figurillas “femeninas vestidas” o “articuladas”, en cuyo caso
podrían ser parte del mismo ritual de desmembramiento antes referido. Con res-
pecto a las cabezas clasificadas como masculinas, Séjourné consideraba que éstas
podrían estar relacionadas con la forma en que los guerreros mexicas acostumbra-
ban trasquilarse el cabello dejándose mechones muy largos (1966). No existen más
argumentos o evidencia para considerar que este tipo de figurillas representen a
guerreros o militares; por ahora, sólo podemos señalar que hacen alusión a un grupo
de individuos con un consenso en la forma de utilizar el cabello o plumas siempre
hacia el lado izquierdo, además de la forma tan peculiar de representar la forma de
la cabeza que podría referir a casos de deformación craneana (Angulo 1996).
Ahora bien, sea el que fuere su oficio, únicamente se contabilizaron ocho
cabezas en todo el centro de barrio: dos de ellas en el patio central, lo cual es com-
prensible si pensamos que todos los grupos están representados en ese espacio;
una en el área de cocinas, que explicaremos más adelante, y las cinco restantes
distribuidas tanto en el sector norte como en el suroeste, donde se considera que
se ubicaban las áreas residenciales de la élite intermedia dirigente del centro de
barrio en tiempos Xolalpan (Manzanilla 2009).
El sector suroeste se asemeja al sector norte por la presencia de tocados ela-
borados como: “tocado de mariposa”, “tocado de plumas”, “tocado dual”, “tocado
segmentado”, “turbante de algodón” y “turbante simple” (ver figura 8.2). Los tur-
bantes simples pero con dos y tres bandas se localizaron solamente en el sector
norte, y el “turbante trenzado”, sólo en el sector suroeste. Con respecto a los to-
cados típicamente femeninos, “banda ancha”, “panel inciso” y “panel inciso con

333
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

bandas ondulantes”, se observa una ligera proporción mayor en el sector norte


(ver tabla 8.7).33
Recordemos que, en la época prehispánica, la forma de arreglarse el cabello o
el uso de determinados tocados estaba reglamentado (Anguiano y Münch 1991);
no sólo era una cuestión estética sino la transmisión de un mensaje a través de
códigos preestablecidos que podían indicar el nombre de los personajes, alianzas
matrimoniales, linajes, celebración de ceremonias específicas, símbolos de deida-
des, emblemas de individuos dedicados a un mismo oficio, entre otros (Séjourné
1966; Heyden 1976; Kelley 1982; Von Winning 1987; Kolb 1995; Rodríguez y
Delgado 1997; Goldsmith 2000; Scott 2001; Conides y Barbour 2002; Valdez
2012).
Una situación similar señalada para los tocados ocurre con los tipos de ves-
timenta registrados entre el sector norte y el suroeste. Ambos espacios destacan
por la diversidad y grado de elaboración de los atavíos –femeninos y masculinos–;
existen diseños exclusivos para uno u otro sector, pero en general las proporciones
son muy similares (ver tabla 8.8).

Tabla 8.8. Cuadro comparativo de tipos de vestimenta localizados en el sector norte y el


suroeste de Teopancazco
Vestimenta * Sector
Sector
Total
Norte Suroeste
Falda con flecos 1 0 1
N/i 1 0 1
Quechquémitl 1 1 2
Quechquémitl recto 3 6 9

Vestimenta Quechquémitl recto y capa


2 0 2
sin nudo
Quechquémitl triangular y
0 1 1
capa con nudo
¿Quechquémitl? 1 0 1
Taparrabo colgante exterior 1 2 3

33 
En la tabla se presentan los tipos cerámicos de acuerdo con el tocado que portan, principalmente
porque se trata de caritas que se encontraron disociadas de sus cuerpos. Se agrega una nota
aclaratoria en los casos en que los tipos cerámicos podrían tener diferentes tocados (como en el caso
del tipo “viejitos”) o para las piezas semicompletas o completas que se clasificaron por la forma del
cuerpo o vestimenta pero que conservaban sus cabezas y éstas tenían tocados. Para una descripción
detallada de cada tipo cerámico, consultar Fonseca (2008).

334
8. Disección del componente social de Teopancazco...

Taparrabo colgante exterior


1 0 1
y pantalón de algodón
Taparrabo colgante interior 0 1 1
Taparrabo con arco 5 1 6
Taparrabo con cinturón
3 1 4
simple
Taparrabo con cinturón
simple y banda diagonal que 0 1 1
cruza el pecho
Vestimenta Taparrabo con disco 2 3 5
Taparrabo n/i 1 1 2
Taparrabo sencillo 4 3 7
Túnica 1 0 1
Túnica con capa 0 6 6
Túnica con capa y medallón
1 0 1
central
Túnica con medallón central 0 1 1
Túnica con placa ovalada de
2 0 2
dos orificios
Total 30 28 58

Es posible que la composición social de los sectores norte y suroeste sea


muy parecida, que honren a las mismas deidades, tengan advocaciones en común,
gocen de un nivel de estatus similar y por ello se encuentren representaciones
cerámicas tan parecidas entre sí; y las diferencias radiquen en variaciones de los
rituales realizados –distintas proporciones de figurillas “articuladas” asociadas a
ceremonias de desmembramiento simbólico– y en algunas de las tareas específicas
que los individuos de cada sector debían desarrollar. Probablemente, los indivi-
duos que ocuparon el sector norte tenían cierta inclinación por las tareas admi-
nistrativas por su cercanía a los talleres de sastrería. Por su parte los del sector
suroeste ejercieron labores de índole “militar”, pero su misión no era ni exclusiva
ni necesariamente expansionista o defensiva sino como embajadores o mercaderes
encargados de mantener las redes económicas y políticas con el exterior. Era un
grupo caracterizado por elementos como escudos y lanzadardos, representados en
una figurilla en contexto funerario y en los murales de Teopancazco (Von Win-
ning 1987; Cabrera 1995; Martínez et al. 2012).34

34 
Manzanilla considera que los administradores del centro de barrio, que en tiempos Tlamimilolpa
ocuparon el sector norte, vivieron en el sector suroeste cuando ocurrió el gran incendio de
Teotihuacan en la época Xolalpan tardío (2012a).

335
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Las coincidencias entre los sectores se extienden también a las figurillas zoo-
morfas. Once ejemplares en cada espacio, misma cantidad de “aves” y proporciones
semejantes entre el resto de las especies representadas (ver tabla 8.9).

Tabla 8.9. Cuadro comparativo de figurillas zoomorfas localizadas en el sector norte y el


suroeste de Teopancazco
SUBTIPOS * Sector
Figurillas zoomorfas
Sector
Total
Norte Suroeste
Ave 6 6 12
Cánido 0 4 4
Subtipos
Cuadrúpedo 0 1 1
Felino 2 1 3
Guajolote 1 0 1
Mono 2 1 3
Subtipos Murciélago 1 0 1
Pato 2 0 2
Reptil 2 1 3
Total 16 14 30

La presencia de figurillas zoomorfas podría simbolizar la forma de reconocer,


en ciertos individuos, atributos de determinadas especies animales que se convir-
tieron en emblemas de grupos. De ser así, los grupos identificados por símbolos de
“aves”, “felinos” y “reptiles” habrían ocupado ambos sectores, mientras que los “cá-
nidos” pertenecerían al sector suroeste, y los “mono” y “murciélago”, al sector norte.
El sector suroeste se caracteriza por ser disímil con respecto al resto de los
sectores en la ausencia de figurillas “articuladas” y extremidades de otros tipos ce-
rámicos, que podría estar relacionada con rituales de desmembramiento simbólico.
Se caracteriza por su semejanza con el sector norte, por la presencia de figurillas
con tocados y vestimentas diversas y elaboradas, probablemente residencia o área
de interacción de dos grupos sociales –como guerreros y sacerdotes– representa-
dos en las figurillas y en los murales del centro de barrio.

Cocinas y almacenes
Al norte del centro de barrio se localiza una serie de cuartos cuya función parece
estar relacionada con la preparación de alimentos y el almacenamiento de diversos
productos (Manzanilla2009, 2012a). En contra de lo esperado, la distribución de

336
8. Disección del componente social de Teopancazco...

las figurillas cerámicas en esos espacios no revela diferencias significativas asocia-


das a las actividades allí desarrolladas. No se observó ningún patrón que definiera
el carácter de la zona, sino comportamientos diferentes, como si cada cuarto en-
cerrara su propia historia.
En el cuarto 506 se registró la mayor cantidad y diversidad de piezas. La
presencia de figurillas tipo “articuladas” sugiere la celebración de posibles rituales
de desmembramiento simbólico. Sin embargo, se encontraron en la misma pro-
porción brazos y cuerpos; fuera de esos brazos, sólo se contabilizó una extremidad
más de un tipo cerámico no identificado; el resto de los ejemplares corresponde a
caritas y figurillas completas. De este cuarto, destaca la concentración de figurillas
zoomorfas: “mono”, “cánido”, “reptil”, y, en superficie, una figurilla tipo “murciéla-
go”. Las otras tres representaciones zoomorfas del sector se localizaron en el cuar-
to contiguo (504): un “felino”, un “cuadrúpedo” en C509 y, en el cuarto C507C,
una “ave” en un entierro. Una vez más, observamos demarcación de espacios por
medio de figurillas zoomorfas, aunque aquí las combinaciones son distintas.
También, en el cuarto 504 es probable que se desarrollaran rituales de des-
membramiento simbólico pues se repite el patrón de asociación entre figurillas
tipo “articuladas” y la presencia de huesos largos humanos. Sin embargo, Manza-
nilla propone que podría tratarse de un cuarto destinado al almacenamiento por la
concentración de ollas grandes y que los huesos humanos sean una perturbación
posterior (2012b).
El siguiente cuarto al este es el 501, donde debieron desarrollarse impor-
tantes rituales materializados a través de tres fosas con materiales suntuosos que
desafortunadamente fueron saqueadas. Es difícil asegurarlo, dado el grado de per-
turbación del espacio, pero en este cuarto sí se registraron figurillas “articuladas”
y fragmentos de hueso. De todo el centro de barrio, sólo en el cuarto 507 y en
éste se localizaron figurillas tipo “con borlas”, que no debe confundirse con el tipo
“tocado de tres borlas”.35
Los únicos entierros con figurillas en esta zona estaban dispuestos casi a nivel
del piso en el cuarto 507C. El primer entierro (En 35 AA116), probablemente
pos-teotihuacano, estaba incompleto y acompañado por un cuerpo del tipo “sen-
tadas desnudas” y un brazo que, de ser del tipo “articuladas”, podría sumarse al

35 
El “tocado con borlas” se caracteriza por la presencia de tres borlas de plumas adheridas a
un marco rectangular (Goldsmith 2000); es más elaborado y se ha asociado con los dignatarios
teotihuacanos que viajaban a distintas regiones de Mesoamérica, acompañando a las caravanas de
bienes suntuarios (Manzanilla 2012a); así como con el gobierno y administración de la gran urbe
(Cowgill 1992; Valdez 2012). En cambio, el tocado denominado “con borlas” refiere a cabezas con
fleco y dos mechones o borlas de plumas que cuelgan de dos medios anillos (Goldsmith 2000;
Riego 2005).

337
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

patrón de desmembramiento; lamentablemente no pudo ser identificado. O bien,


no hay “articuladas“, porque en este sector el ritual no se celebró ni de la misma
forma ni con la misma intensidad.
El segundo entierro (En 36 AA118), claramente pos-teotihuacano, era un
individuo local pero con cierto grado de migración (Schaaf et al. 2012); fue loca-
lizado en una fosa con una ofrenda colocada en la sección superior del esqueleto;
estaba asociado a un conjunto de figurillas relacionadas con lo femenino: dos to-
cados “banda ancha” y una zoomorfa de “ave”. De acuerdo con Manzanilla, los dos
entierros podrían sean pos-teotihuacanos (2012a), intrusiones de época Mazapa.
No obstante, se colocaron figurillas típicamente teotihuacanas como parte del
ajuar funerario e inclusive la misma combinación de elementos –figurillas “banda
ancha” y “ave”– se encontró en otros entierros secundarios parciales: el entierro
117 (AA215B) y el entierro 113 (AA236) de la fase Tlamimilolpa, localizados en
el sector norte.
El cuarto 507 se caracterizó por la ausencia de figurillas tipo “articuladas”;
presentó dos cuerpos de “semicónicas”, que podrían sugerir la celebración de algu-
na ceremonia, no de desmembramiento simbólico, porque además de la ausencia
de figurillas “articuladas”, el resto de los tipos localizados no era de extremidades
sino de cuerpos completos y caritas.
Con respecto al resto de los cuartos poco podemos agregar. El material es
escaso, no tiene una disposición espacial particular, y los tipos cerámicos son muy
comunes, salvo por el “tocado de tres aros con la triple gota”, único ejemplar regis-
trado en el centro de barrio, asociado a un área de actividad (AA108) con elemen-
tos peculiares, como núcleos agotados, un bifacial y un diente trabajado localizado
en el cuarto 503 (Manzanilla 2012b).
El sector considerado de “cocinas y almacenes” fue uno de los más complica-
dos de analizar, porque no concuerda con los patrones observados en el resto del
centro de barrio. En caso de haber sido un espacio destinado a la preparación de
alimentos y almacenamiento de productos, quizá no fue ajeno a la celebración de
rituales que incluyeran el uso de figurillas. En los extremos de este sector, parecen
haberse llevado a cabo rituales de desmembramiento simbólico donde se emplea-
ron figurillas “articuladas”, pero no en los cuartos centrales (C505, 507, 507A,
507C, 607). Esta delimitación tajante de espacios es atípica con respecto al resto
del conjunto; también es atípico que la cantidad extremidades sea baja, tanto de
figurillas “articuladas” como de otros tipos cerámicos, incluso en aquellos espacios
donde se pudieron haber desarrollado rituales de desmembramiento simbólico.

338
8. Disección del componente social de Teopancazco...

Sector noreste
Durante la fase Metepec se agregó una serie de cuartos, delimitados por muros
con piedras pequeñas, al noreste del centro de barrio (Manzanilla 2012a). En este
“nuevo desarrollo arquitectónico”, la cantidad y la diversidad de figurillas cerámi-
cas son limitadas.
Parece poco probable que el patrón de figurillas desmembradas como parte
de un ritual simbólico hubiera tenido lugar en este sector en la fase Metepec. Úni-
camente se localizaron dos cuerpos y dos piernas de figurilla “articulada”, aunque
61.3% de los materiales recolectados eran extremidades –mano, pie, pierna, brazo–
de tipos no identificados.
Del resto de los tipos cerámicos que sí pudieron ser identificados destaca la
presencia de un “tocado de mariposa” localizado en el cuarto 56 (ver figura 8.2).
Como hemos mencionado, este tipo de representación está asociada con la deidad
tutelar o símbolo del grupo de embajadores y mercaderes del centro de barrio. La
ausencia de asociaciones con otros elementos nos impide proponer interpretacio-
nes acerca del uso/función específico de esa figurilla en el sector; sin embargo, esas
mismas ausencias podrían darnos algunos indicios de la población que no se ve
reflejada en estos espacios, como son la elite intermedia representada en los tipos
“banda ancha”, “femeninas vestidas” y los cuerpos con diferentes tipos de taparra-
bos y quechquémitl. Asimismo, tampoco se registraron representaciones zoomor-
fas, como sí se observaron en el resto de los sectores analizados.

Conclusiones

A lo largo de este trabajo hemos “disgregado” cada sector de Teopancazco para


identificar patrones espaciales y contextuales de las figurillas cerámicas. Disgregar
o desmembrar parece ser el tipo de ceremonia que se realizaba con más frecuencia
en el centro de barrio de acuerdo con la alta proporción de extremidades de distintos
tipos de figurillas asociados a figurillas tipo “articuladas”. Es posible que, en ciertos
momentos específicos, el ritual de desmembramiento simbólico se realizara con
cuerpos humanos y que, por ello, se localicen también en entierros incompletos de
adultos de sexo masculino; y aquellos casos en que las figurillas se localizan en en-
tierros completos, éstas aparecen con torso y la mayoría de sus extremidades (véase
tabla 8.10 y figura 8.4). En este último caso, se trata de individuos de gran estatus,
así que el significado de las figurillas “articuladas” semicompletas en este contexto
debe ser diferente; probablemente, en estos casos signifique unión, tal vez porque
eran parte de la ofrenda de individuos importantes para el centro de barrio porque
fortalecieron lazos o simbolizaban alianzas (En 78, En 105 y En 116).

339
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Tabla 8.10. Cuadro comparativo de tipos de entierros con figurillas cerámicas en Teopancazco
Entierro * Sector * Ritual
Número de figurillas por Sector

Sastrería
Tipo de Ritual Total

Suroeste
Cocinas

Templo

Templo
Noreste

noreste
central

Ritual
Norte

Patio

norte
este
105, 106 y
5 5
108
116 5 5
13 2 2
14 12 12
Entierro
Articuladas 23 11 11
5 1 1
64, 78, 87A
14 14
y 87B
8 y 10 11 11
Total 6 11 5 28 11 61
113 5 5

Ave-Banda Entierro 117 13 13


ancha 36 3 3
Total 3 18 21
60 y 73 2 2
Entierro
Cabezas 7 1 1
Total 3 3
Cuerpos Entierro 2 4 4
Femeninas Total 4 4
vestidas/Dios
Gordo
45-59 (17
individuos
6 6
en Fosa
decapitados)
Entierro 62, 68, 71,
Decapitados 72, 80, 80A,
1 1
80B, 80C,
84, 84A, 85
77 y 79 1 1
Total 8 8
1 5 5
Entierro 103 4 4
Extremidades
86 1 1
Total 1 4 5 10

Entierro 4 10 10
Infante
Total 10 10

340
8. Disección del componente social de Teopancazco...

Figura 8.4. Clasificación de entierros con figurillas cerámicas de Teopancazco.

El resto de entierros con figurillas “articuladas” concentra, en su mayoría,


sólo brazos (En 5, 13, 23, 8 y 10), y en un caso sólo piernas (En 14). Es claro que
la colocación de extremidades del tipo “articuladas” no era aleatoria y debe estar
relacionada con la función o papel que desempeñaron estos individuos dentro del
centro de barrio.

341
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Seis de los entierros analizados presentaron una combinación similar de ele-


mentos, un complejo que denominamos “ave-banda ancha” (En 36, 113 y 117).
Pueden contener, en mayor o menor medida, extremidades de figurillas tipo “re-
trato” y “articuladas”, pero la repetición de los motivos de “ave y tocado “banda
ancha” resulta significativa, probablemente como una variante del ritual de des-
membramiento, tal vez una advocación distinta.
En los casos en que no se utilizaron “articuladas” pero los entierros contaban
con extremidades de figurillas de diferentes tipos cerámicos, se encontraron tres
combinaciones: pierna/brazo (En 1), mano (En 86) y piernas (En 103).
Acaso el ritual de desmembramiento no fue el único ritual que se realizó en
el conjunto, pero sí el principal, y congregaba a los individuos de diferente edad,
estatus, oficio y origen étnico que, a través del desmembramiento simbólico y su
distribución en los diversos sectores, participaban en ceremonias propiciatorias
que encierran conceptos de vida, muerte y fertilidad.
En los espacios públicos –patio central y templos– predomina la diversidad
de tipos cerámicos y la cantidad de figurillas “articuladas”. Por el contrario, se
observan ciertos espacios donde los rituales realizados debieron ser del ámbito
privado y la exclusión/presencia de determinados tipos podría indicar la demarca-
ción espacial de distintos grupos al interior conjunto. En el sector norte y suroeste,
se ve reflejada la interacción de individuos de la elite intermedia, representados
por figurillas vestidas con diversos modelos de quechquémitl y taparrabo, así como
cabezas con tocados como el de “banda ancha”, “mohawk”, “cabezas puntiagudas”,
“cabezas hendidas”, “anillos en la frente”, “turbantes de algodón”, “tocado de plu-
mas”, “tocados con aplicaciones de flor de cuatro pétalos” y “tocado de mariposa”
(véase mapa 8.2); este último, probablemente de gran connotación por el cuerpo
de embajadores y comerciantes adscritos a Teopancazco.
Hacia el final de la fase Xolalpan comienzan a proliferar las representaciones
de un grupo tal vez de mayor estatus o dedicados a oficiar el ritual por su seme-
janza con la representación de sacerdotes en la pintura mural. Nos referimos a las
figurillas conocidas como “semicónicas”, con cuerpos ricamente ataviados con tú-
nicas, numerosos collares, presencia de orejeras y elaborados tocados. Las cabezas
con “tocado de tres borlas”, “tres aros con la triple gota”, “tocado de mono” y “toca-
do de felino”36 pudieron ser las cabezas de esos cuerpos cónicos (véase figura 8.2).

36 
En las figurillas cerámicas, el “tocado de felino” está presente pero no es un tipo de tocado
común (únicamente se identificaron dos ejemplares). Es posible que fuese un signo que unificara
al grupo de personajes representados en los murales de Teopancazco (Valdez 2012), pero no es un
fenómeno que se haya reproducido en las figurillas cerámicas.

342
8. Disección del componente social de Teopancazco...

El grueso de la población pudo representarse a través de las figurillas tipo “re-


trato”, que podían vestirse con diferentes materiales y diseños de ropa y accesorios,
de acuerdo con el grupo en específico que se deseaba caracterizar.
A pesar de la posible analogía, los rituales de terminación que incluyeron
decapitados no formaron parte del ritual de desmembramiento (En 45-59, 62-85,
77 y 79). En estas ceremonias no se emplearon figurillas tipo “articuladas” sino
piezas clave, un solo ejemplar por cada conjunto de individuos decapitados: un
cuerpo de figurilla denominada “femeninas vestidas”, una cabeza con “tocado de
mariposa” y un cuerpo de “sentadas cilíndricas”, imágenes que podrían hacer refe-
rencia al grupo/familia/linaje que dedica la ofrenda.
En los entierros en que no se incluyeron ejemplares de “articuladas” también
encontramos algunos patrones interesantes. Tenemos un grupo formado por entie-
rros en los que únicamente se encontraron cabezas tipo “retrato”, “cabezas redon-
deadas” y “turbante simple con dos bandas” (En 7, 60 y 73), tal vez representando a
individuos de menor estatus, del grueso de la población, pero que realizaron alguna
labor importante en vida que los hizo merecedores a ser enterrados dentro del cen-
tro de barrio en el sector norte, un sector considerado de la élite intermedia.
Se detectó otro entierro asociado a torsos de figurillas “atadas”, “femeninas
vestidas” y dios gordo (En 2). Este es un caso especial, por ser el único con presencia
de una imagen del dios gordo en el entierro de una mujer cuidadosamente colocada
con sus extremidades flexionadas y sus manos sobre el vientre, en un sector donde
se realizaron rituales de carácter privado: el sector suroeste.
Igualmente, en el sector suroeste se halló un entierro atípico, el único infante
con figurillas completas que portaban aditamentos desmontables y que al vestirse
cobraban vida: un guerrero y un sacerdote. Éste es un ritual funerario diferente a
los antes descritos.
La ausencia de concordancia entre el género y la cantidad de figurillas con
respecto a los esqueletos de los entierros analizados, demuestra que las figurillas
no eran personificaciones de los difuntos; y la presencia de representaciones de
“aves”, “mono”, “murciélago” y “felino” en contextos funerarios pone de manifiesto
la asociación de ciertas cualidades o emblemas de grupos o familias representadas
por medio de animales.
Es importante mencionar que no se localizaron figurillas clasificadas explíci-
tamente como “foráneas” en entierros; y aunque no podemos descartar la posibi-
lidad de que haya ejemplares que no pudieron identificarse por su grado de frag-
mentación, el predominio de tipos teotihuacanos es innegable, aún en los entierros
de migrantes.
Restan aún tipos cerámicos de los cuales carecemos de información, repre-
sentaciones de individuos por ahora “invisibles” pero cuya interacción en el centro

343
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

de barrio fue de tal importancia que merecieron ser también perpetuados, y que
con el resto de las imágenes reproducen la esencia de Teopancazco, un centro de
barrio multicultural.

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otras figurillas de este tipo en el centro de barrio, y la carita clasificada como Tláloc estaba asociada
a fragmentos de cerámica de incensario mezclados con cerámica no cocida (Manzanilla 2005).

351
9. In tlilli in tlapalli: la estratigrafía rojo-negro en una
ofrenda ritual del centro de barrio de Teopancazco
Ángela Ejarque Gallardo, Ma. Luisa Vázquez de Ágredos Pascual
y Linda R. Manzanilla

Introducción

Este estudio se centra en el análisis arqueométrico y en el estudio cultural de los


restos de color conservados en tres de los cráneos hallados en una de las fosas
principales del centro de barrio de Teopancazco, en el marco del Proyecto “Teoti-
huacan: Elite y Gobierno. Excavaciones en Teopancazco”, dirigido por Linda R.
Manzanilla.
Como se verá en otros capítulos de este mismo volumen, el teotihuacano
percibió su mundo como un entorno natural y construido de gran colorido. Dis-
tintos soportes de ámbito público y privado fueron revestidos con vistosos colores,
también presentes en la indumentaria y los ornamentos de las altas clases sociales,
como la de los sacerdotes que pueblan algunas de las pinturas murales más desta-
cables de esta gran metrópolis. Ello nos asoma desde la iconografía a algunos de
los rituales que fueron comunes en Teotihuacan, y a la importancia que en ellos
tuvo el color por su valor estético, expresivo y simbólico. Huellas de esa triple
dimensión, unida a una cuarta de tipo más conservativo, tal y como veremos más
adelante, es la que conservan algunos restos óseos hallados en distintos barrios y
contextos teotihuacanos, como es el caso de Teopancazco, en el que centramos la
presente intervención.
Estos vestigios de color son una nueva evidencia sobre la importancia que
tuvieron las materias colorantes en los tratamientos póstumos del cuerpo humano
entre los habitantes de este barrio de centro ciudad. A ello también remitieron los
pigmentos corporales contenidos en los múltiples recipientes miniatura que fue-
ron hallados en el entierro 105-108 de Teopancazco, con frecuencia aglutinados
con alguna sustancia aditiva de tipo oloroso, como resina de pino o aceite de chía
(Doménech et al. 2012; Vázquez de Ágredos et al. 2012; Vázquez de Ágredos y
Manzanilla 2016). Este mismo contexto contenía sellos miniatura con restos de
pigmento en superficie, por lo general rojo, y núcleos del mismo color (Vázquez
de Ágredos et al. 2012). El rico ajuar de estos entierros, con presencia de discos de
mica de origen oaxaqueño y evidencia de fuego, algo que pudo estar relacionado

353
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

con el estado teotihuacano y con el dios de las tormentas, sugiere estatus social alto
para los individuos que allí fueron enterrados (Manzanilla 2012a: 35; Rosales y
Manzanilla 2011; Manzanilla et al. 2017; Vázquez de Ágredos et al. 2012: 217).
Por su parte, otros entierros de Teopancazco y de otros barrios urbanos, en
concreto La Ventilla y el Barrio Oaxaqueño, también cuentan con un amplio re-
gistro de restos óseos que fueron revestidos con color, preferentemente rojo, pero
también otros como negro o blanco (Gazzola 2000; Ejarque 2017). El hecho de
que la práctica de tratar el cuerpo humano deceso mediante revestimientos de
color estuviese extendido en Teotihuacan, unido al carácter multiétnico que tuvo
la urbe desde sus orígenes, convierte a las materias colorantes que se utilizaron con
este fin en una vía de estudio de gran importancia para identificar posibles dife-
rencias técnico-materiales en estas materias primas y recubrimientos, vinculantes
a grupos étnicos concretos. Esta contribución reúne resultados interesantes en el
triángulo color, cultura e identidad en Teopancazco.

Rituales de terminación en Teopancazco hacia el 350 d.C.

Los tres cráneos objeto de estudio denominados como entierro 47, entierro 65 y
entierro 67, pertenecen a un contexto arqueológico y temporal muy concreto, ya
que fueron hallados junto con otros catorce cráneos en la fosa principal (AA142-
144) del cuarto C162F, localizado en la porción noreste del centro de barrio de
Teopancazco (Manzanilla 2012a). Este contexto fue interpretado y considerado
como parte de un ritual o entierro masivo de cráneos ubicado temporalmente
hacia el 350 d.C., justo en el momento de transición entre las fases Tlamimilolpa
y Xolalpan. La mayoría de los cráneos en cuestión estaban cubiertos con polvo de
pigmento rojo y la forma en que fueron inhumados dentro de la fosa sólo tiene un
referente preclásico en Cerro de Las Mesas, Veracruz (Manzanilla 2012a), como
veremos más adelante.
Para estas mismas fechas se conocen diversos rituales de terminación en
Teopancazco, como son la ruptura intencional de vasijas y la decapitación inten-
cional de veintinueve individuos, veintisiete masculinos, en su mayoría cubiertos
con polvo de cinabrio y tapados con un cajete (Manzanilla 2012a, 2012b: 454).
Algunos, además, se acompañaron con polen de maíz. Debajo de nueve de esos
individuos, se hallaron restos de un templo destruido que abajo contuvo distintas
fosas que contenían entierros importantes, entre ellos el 105-108, que se mencio-
nó anteriormente.
La decapitación como parte de rituales de terminación ha sido asociada a
un periodo de crisis y cambio demográfico en Teotihuacan, que convirtió a Teo-

354
9. in tlilli in tlapalli: la estratigrafía rojo-negro...

pancazco en un centro de barrio conformado por una gran plaza, un sector de


“sastrería” y cocinas en la periferia norte del centro de barrio, además de servir
como posible centro de abastecimiento de algunas materias primas y bienes sun-
tuarios (Manzanilla 2012a: 36). El ritual de terminación de los entierros 47, 65 y
67 de Teopancazco (fosa AA142-144) encuentra su único referente y precedente
preclásico en Cerro de las Mesas, Veracruz, según hemos apuntado líneas arriba.
Philip Drucker y Matthew Stirling hallaron un entierro con cincuenta y siete crá-
neos que habían sido dispuestos en dos hileras y tapados con vasijas (Ramírez y
Acosta 1997: 257). Algo que también convierte a este contexto en un antecedente
para el caso que nos ocupa, es el hecho de que varios de los cráneos de Cerro de
las Mesas eran de infantes, al igual que los seis individuos perinatos y neonatos del
primer nivel de deposición de los cráneos hallados en el entierro de Teopancazco
(Manzanilla 2004, 2012a, 2012b).

Figura 9.1. Corte de la fosa principal de los individuos decapitados


(dibujo de Juan Hernández, Rubén Gómez y Linda R. Manzanilla,
tomado de Manzanilla et al. [2012: 463]).

355
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Esta conexión es muy interesante en un barrio multiétnico como éste, cuya


población procedía principalmente de la costa del Golfo de México. Entre ésta se
contaban los individuos a los que pertenecen los cráneos del entierro 65, el cual
fue depositado en el centro de la fosa (figura 9.1), y del entierro 67, procedente del
corredor teotihuacano hacia Nautla, Veracruz (Manzanilla [ed.] 2012). El estudio
fisicoquímico aplicado para la identificación de las materias colorantes conserva-
das en los tres cráneos también muestra diferencias que podrían guardar relación
con el origen étnico-geográfico de los tres individuos.

Objetivos y metodología

Los objetivos fueron: (1) caracterizar fisicoquímicamente los cráneos considera-


dos; (2) identificar prácticas rituales semejantes en el Preclásico y el Posclásico, y
(3) asociar dichas prácticas a cuestiones simbólicas vinculadas a las cosmovisiones
culturales de origen.
Para cumplir con el primero de los objetivos se aplicó un método multi-téc-
nica para poder llevar a cabo este estudio, articulado en distintas fases e integra-
dos de técnicas de análisis para caracterización de sustancias inorgánicas. Para la
interpretación de resultados se tuvo en cuenta el estudio de fuentes escritas y de
bibliografía especializada, también esencial para abarcar el segundo y el tercero de
los objetivos. Las fases y técnicas arqueométricas que se emplearon se detallan a
continuación:

Fase I: toma de muestras


Los tres cráneos objeto de estudio fueron revisados para seleccionar los fragmen-
tos menos frágiles y con más presencia de color. Se tomaron un total de ocho
muestras de fragmentos pequeños, para evitar dañar y deteriorar más la superficie
principal de los cráneos. Para ello, se utilizó un bisturí con hoja de acero al Alto
Carbón, nº 11, de entre 3 y 5 milímetros, y la cantidad de muestra que se tomó a
excepción de algún caso fue de entre 10 y 50 miligramos.

Fase II: análisis microscópico y micro morfológico


La microscopía óptica (LM) puso de manifiesto textura e inclusiones cristalinas
de las muestras. Con ella se pudo observar la estratigrafía de los fragmentos de
hueso con restos de color, para comprobar si contenían pigmento u otras materias
colorantes en superficie que pudieran estar superpuestas y que permitieran una
primera aproximación a la granulometría y preparación de las materias colorantes.
Las muestras se revisaron y fotografiaron en el Laboratorio de Análisis y Diag-

356
9. in tlilli in tlapalli: la estratigrafía rojo-negro...

nóstico de Obra de Arte (LANDIARH), del Departamento de Historia del Arte


de Universidad de Valencia (UV), con un microscopio óptico estereoscópico Leica
GZ6 (X10-X50) con cámara digital FireWire (DFC) integrada y con el software
Leica Application Suite (LAS), que permite la adquisición y el procesamiento digi-
tal de imágenes.
Microscopia Electrónica de Barrido- Microanálisis de Rayos X (SEM/
EDS). Esta técnica permite estudiar morfologías de tamaños sólo observables en
un microscopio, con ayuda del haz de electrones que incide sobre la muestra, ba-
rriendo su superficie y proporcionando información de la zona seleccionada, que
podría ser tan pequeña como el diámetro del citado haz. Las imágenes pueden
obtenerse sobre una pantalla o digitalizarse y son similares a las obtenidas por
un Microscopio Óptico, pero a mayor resolución y profundidad de campo (Pérez
Arantegui et al. 1996: 25; Wright 2010: 307). Además, permite obtener una re-
presentación en tres dimensiones de una muestra a aumento muy alto (hasta x100
000), lo que da la posibilidad de realizar análisis químicos elementales de zonas
cuyo tamaño sea del orden de micras. Por último, el SEM/EDS permite efectuar
análisis semi-cuantitativos de componentes inorgánicos de la muestra (Yacamán
y Ascencio 2000). Esta técnica fue seleccionada por los buenos resultados obteni-
dos en la identificación de pigmentos minerales prehispánicos como la hematita
(Fe2O3), la hematita especular (Fe2O3), el cinabrio (HgS), la pirolusita (MnO2) y
la galena (PbS), entre otros (Doménech et al. 2012). Los análisis de SEM/EDS
se realizaron en los laboratorios centrales de la Universidad de Valencia, España,
donde finalmente se analizaron cuatro muestras con un microscopio electrónico
de barrido JEOL JSM6300 con microsonda EDS.

Los cráneos de Teopancazco bajo la lupa: primeras observaciones

Los cráneos pintados de la fosa AA142-144


Esta fosa, localizada en el patio noreste del centro de barrio, contenía 17 cráneos,
que habían sido depositados en el interior de 17 vasijas tapadas con un cajete o
tapaplato, y distribuidas en cuatro niveles dentro de la fosa (véase figura 9.1; Man-
zanilla 2012a): (1) los entierros 46, 47, 48, 50, 52, 53 y 55, en el nivel superior;
(2) los entierros 65, 66, 67, 69 y 70, en un segundo nivel; (3) los entierros 81, 82 y
83, en el tercer nivel, y (4) los entierros 93 y 94, al fondo de la fosa. Sobre el nivel
superior se depositaron los entierros 45, 49, 51, 56, 57 y 61, pertenecientes a seis
individuos perinatos y neonatos (Manzanilla 2004, 2012a, 2012b).
Los cráneos considerados en este estudio se localizaron en el primer nivel
(entierro 47) y en el segundo (entierro 65 y 67). No fueron objeto de una ofren-

357
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

da concreta, pero los materiales hallados en los distintos niveles de la fosa hacen
pensar en una ofrenda conjunta con presencia de navajillas de obsidiana, cara-
coles, aplicaciones, candeleros y navajillas prismáticas, todo ello en el interior de
distintas vasijas cerámicas. Varios de los individuos compartían pigmento rojo, en
concreto los que fueron inhumados en los entierros 50, 53, 66, 69, 70, 81, 82, 83,
93 y 94 (Manzanilla 2012b), si bien en este estudio sólo se seleccionaron aquellos
que podían ser muestreados sin poner en riesgo el soporte inferior por su frágil
estado de conservación.

Entierro 47
Se trata de un cráneo perteneciente a un individuo adulto de sexo masculino que
presentaba caries, atrición dental marcada, y fue depositado dentro de una cazuela
Anaranjado San Martín (RT 11292), que se halló tapada con un cajete pulido
(RT 11288) (Manzanilla 2012b). Conservaba las cuatro primeras vértebras y con-
tenía pigmento rojo, observable a simple vista en diversos fragmentos, aunque a
partir de la toma de muestras (T3-AI/E47, T3-AII/E47, T3-AIII/E47) se pudo
observar que, además del rojo, también había restos de pigmento negro, localizado
sobre la superficie ósea en pequeñas concentraciones de polvo.

Figura 9.2. Imagen LM de la muestra T3-AI/E47. Se observa pigmento rojo y negro sobre
fragmentos óseos y pigmento rojo cubierto con una capa semitranslúcida solidificada.

358
9. in tlilli in tlapalli: la estratigrafía rojo-negro...

En la figura 9.2 se pueden observar además de las concentraciones de color


negro, restos de materia colorante rojo-anaranjado y brillante sobre algunos frag-
mentos de hueso, aglomeraciones de color amarillo claro, y nódulos de color rojo
oscuro, que presentan una capa blanquecina adherida a la superficie, y que podría
tratarse de una sustancia aplicada sobre el color y solidificada. Las muestras toma-
das en este caso permitieron identificar dos tipos de preparaciones distintas, una
para el rojo, y otra para el negro, colores que, aunque como se verá más adelante,
estaban conformados por materiales diferentes, tienen que considerarse de alguna
manera vinculados, ya que se encontraban juntos sobre la superficie del cráneo, lo
que sugiere que los huesos fueron pintados con ambos colores.

Entierro 65
Se trata de un cráneo perteneciente a un individuo adulto de entre 25 y 30 años de
sexo masculino, que se encontraba en mal estado de conservación, y que iba acom-
pañado de una mandíbula que pertenecía a otro individuo adulto de entre 40 y 45
años, también varón. El cráneo estaba orientado a 90 grados, presentaba pigmento
rojo en superficie, conservaba las tres primeras vértebras cervicales fragmentadas
(RT 11635) y fue depositado dentro de una cazuela de tipo Anaranjado San Mar-
tín (RT 11637) cubierta con un tapaplato Mate Burdo (RT 11636) (Manzanilla
2012b). El color rojo que cubría el cráneo estaba presente en casi todos los frag-
mentos conservados e igual que en el caso anterior, estaba acompañado de restos
de pigmento negro-grisáceo, cuyo brillo y tonalidad recordaron a los característi-
cos del grafito (figura 9.4).

Figura 9.3. Fragmento de hueso del entierro 65 con color negro de tonalidad grisácea y
brillante en superficie.

359
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Las muestras se tomaron de los tres fragmentos del cráneo (T2-AI/E65,


T2-AII/E65, T2-AIII/E65) donde se apreciaban ambas tonalidades (figura 9.3 y
9.4). El matiz y el brillo del negro grisáceo explican que los análisis físico-quími-
cos de esta muestra se centraran en este color, por presentar unas características
muy concretas y poco comunes en comparación con el color negro observado en
los otros dos entierros estudiados.

Entierro 67
Se trata de un cráneo de individuo adulto de sexo masculino, orientado a 120 gra-
dos, que de la misma manera que sus compañeros, fue depositado dentro de una
cazuela tapada, de tipo Anaranjado San Martín (RT11930) (Manzanilla 2012b).
A simple vista, casi toda la superficie del cráneo estaba cubierta con pigmento
rojo y en un estado de conservación frágil, por lo que las muestras (T1-AI/E67,
T1-AII/E67) se tomaron de fragmentos pequeños y respetuosos con la superficie.
Un examen más preciso por el microscopio óptico permitió identificar también
presencia de color negro adherido al hueso en forma de pequeñas manchas circu-
lares (figuras 9.5 y 9.6).

Figura 9.4. Imagen LM de la muestra T2-AI/E65. Se observa en detalle


el pigmento negro grisáceo.

360
9. in tlilli in tlapalli: la estratigrafía rojo-negro...

Figura 9.5. Fragmento de cráneo del entierro 67 con restos de color rojo
y manchas negras en superficie.

Figura 9.6. Imagen LM de la muestra T1-AII/E67, tomada del fragmento


de cráneo de la figura 9.5.

Resultados y discusión

Los análisis por SEM-EDX identificaron diferencias entre los rojos. El prime-
ro de ellos (Rojo I) se preparó mezclando cinabrio (HgS) y una tierra roja no

361
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

identificada (figuras 9.7 a-b), y sólo está presente en las muestras del entierro 47.
(T3-AI/E47). Por su parte, la muestra del entierro 67 (muestra T1-AII/E67) está
compuesta por una tierra roja (Rojo II) que contenía titanio (Ti), lo que unido
al hierro (Fe) le confirió ese matiz anaranjado que la diferencia de las otras dos
(figuras 9.8 a-b).

Figura 9.7a. Microfotografía del área analizada de la muestra T3-AI/E47. Se observa el


brillo característico del mercurio (Hg) que permite inferir la presencia cinabrio en la muestra.
UVEG

En cuanto a los negros, se identificaron de dos tipos: uno a base de negro


de manganeso (MnO) mezclado con una tierra roja, y otro de galena (PbS). El
primero de ellos estaba asociado al entierro 47 (muestra T3-AII/E47); el segundo,
al entierro 65 (muestra T2-AII/E65). En el primero de los casos se identificaron
como principales elementos Fe, O, Si, Al, Ti, Mn y Mg, una composición muy
similar a la tierra roja anterior (entierro 67), aunque con variaciones en las propor-

362
9. in tlilli in tlapalli: la estratigrafía rojo-negro...

ciones de cada elemento y en la presencia de manganeso, principal responsable de


la tonalidad negruzca de esta muestra (figuras 9.9a-b). El segundo de los tipos, sin
embargo, presenta un espectro EDX característico del sulfuro de plomo (figuras
9.10 a-b), esto es, la galena que ya ha sido caracterizada como pigmento corporal
en otros contextos de Teopancazco (Doménech et al. 2012; Vázquez de Ágredos
et al. 2012) y La Ventilla (Ejarque 2017).

Figura 9.7b. Espectro SEM/EDX de la muestra T3-AI/E47, con los elementos


identificados asociados a la presencia de cinabrio y tierra roja. UVEG

Figura 9.8a. Imagen LM del pigmento rojo de la muestra T1-AII/E67 (entierro 67)
que presenta granulometría muy fina y matiz brillante.

363
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Figura 9.8b. Espectro SEM/EDX de la muestra T1-AII/E67, tomada del entierro 67.
UVEG

Figura 9.9a. Imagen al SEM del grano de manganeso de la muestra T3-AII/E47. UVEG

364
9. in tlilli in tlapalli: la estratigrafía rojo-negro...

Figura 9.9b. Espectro EDX del área analizada de la muestra T3-AII/E47,


tomada del entierro 47. UVEG

Figura 9.10a. Imagen LM de fragmentos de hueso del entierro 65


cubiertos con negro de galena.

365
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Figura 9.10b. Espectro EDX de la muestra T2-AII/E65, tomada del entierro 65.

Teopancazco Características Técnicas analíticas


Muestra Entierro Color LM SEM/EDS
T1-AI/E67 Rojo * -
67 (cráneo) Rojo con manchas
T1-AII/E67 * Si, Fe, Al, Mg, Ca, K, Ti
negras
Cronología: transición entre Tlamimilolpa y Xolalpan Preparación:
(350 d.C.) pigmento de tierra roja

T2-AI/E65 Rojo * -
Negro de tonalidad
T2-AII/E65 * Pb, S
65 (cráneo) plateada
Negro de tonalidad
T2-AIII/E65 * -
plateada
Cronología: transición entre Tlamimilolpa y Xolalpan Preparación:
(350 d.C.) pigmento de galena

Zona I: Si, Hg, Zona II: O,


T3-AI/E47 Rojo * Al, Fe, Ca, Mg, Hg, Si, Al,
S, K Fe, Ca, Mg
47 (cráneo) Zona I: Si, Al, Zona II:
T3-AII/E47 negro * Fe, Ti, Mg, Ca, Fe, Si, Al, Ti,
K, Na Mn, Mg, Ca
T3-AIII/E47 Rojo * -
Cronología: transición entre Tlamimilolpa y Xolalpan Preparación: pigmento de cinabrio + tierra roja/
(350 d.C.) pigmento negro tierra natural + manganeso

Figura 9.11. Tabla resumen de las muestras estudiadas de Teopancazco y los resultados obtenidos con las
técnicas de análisis (SEM/EDS).

366
9. in tlilli in tlapalli: la estratigrafía rojo-negro...

Estos resultados han sacado a relucir nuevos colores y nuevos materiales des-
conocidos hasta el momento en este tipo de contextos rituales en Teopancazco.
Nos referimos a los negros de manganeso y de galena que han sido descritos, y
al rojo que fue elaborado a partir de una mezcla de cinabrio y tierra roja. Previa-
mente a este hallazgo sólo se había identificado cinabrio en otro cráneo de la fosa
AA142-144, siendo la técnica utilizada para ello la activación neutrónica (NAA)
(comunicación personal, Manzanilla 2017). Se confirma, por tanto, el uso de cina-
brio como material recurrente para cubrir los cráneos de Teopancazco, en ocasio-
nes mezclado con tierras rojas. Asimismo, y como resultado más importante, otro
color, el negro, también tuvo protagonismo en el tratamiento póstumo del cuerpo
humano en Teopancazco, al estar presente en los tres cráneos estudiados. El exa-
men de las muestras al microscopio óptico señala, a su vez, que ambos colores se
aplicaron a la vez, ya sea en estratigrafía (entierros 47 y 67) o de manera alterna en
la superficie ósea. Aunque por los restos cromáticos conservados es difícil inferir
si hubo preferencia por uno u otro color en cada uno de los casos estudiados, en
el cráneo del entierro 65 los restos de negro sí parecen ser más abundantes, lo que
sugiere elecciones concretas sujetas a diversos aspectos estilísticos, simbólicos y de
tipo conservativo, pues el uso del cinabrio, por ejemplo, favorecería el aislamiento
y la preservación de los cráneos de ataques microbiológicos de diversa índole (Ávi-
la et al. 2014; Cervini et al. 2013; Tiesler y Cucina 2010).
Entrando a una dimensión más simbólica de los resultados obtenidos, es
importente el hecho de que el color fuera aplicado sobre los cráneos y no sobre las
cabezas u otras partes del cuerpo que todavía conservaran tejidos blandos. Esto
guarda relación con el significado que tuvo este ritual para los individuos que
participaron en él, que en Teotihuacan precedió a rituales posteriores y semejan-
tes, entre ellos los evocados a través del tzompantli posclásico o la ofrenda 141 de
Templo Mayor, en la que fueron hallados 7 cráneos humanos, algunos de ellos con
perforaciones. Sin embargo, su estudio y restitución cromática indicaron que estos
cráneos no fueron depositados en la caja de ofrenda como cabezas cercenadas de
víctimas sacrificiales, sino como imágenes de culto a las que se confirió un carácter
divino a través del recubrimiento cromático. Tres de los cráneos fueron pintados
de negro, otros tres fueron recubiertos con negro en la parte superior y azul en la
inferior, estructura cromática que podría vincularse con Mictlantecuhtli, señor de
los muertos, y el séptimo cráneo –perteneciente a un individuo femenino– fue
pintado con una capa de azul en el área facial, sobre la que se aplicó pigmento rojo,
que fue superficie a su vez, de dos círculos azules, colores y atributos que podrían
vincularlo con Cihuacóatl, diosa guerrera y protectora de las mujeres que morían al
dar a luz (López Luján et al. 2016: 108 M).

367
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

En esta misma línea interpretativa, la estratigrafía negra/rojo en los cráneos


de Teopancazco hace referencia a esa dualidad muerte-vida, que las culturas me-
soamericanas en general, y la teotihuacana en particular, asociaban al ocaso y al
amanecer. Sin uno, el otro no sería posible, lo que en última instancia refiere a la
necesidad de la muerte física, pues sólo a través de ella la regeneración de la vida
es posible. Numerosos ejemplos de la cultura mexica confirman la importancia del
color rojo, y en especial del ocre o tláhuitl, en la pintura corporal, dado su profundo
significado. En este sentido, las fuentes coloniales revelan la importancia de este
color por sus cualidades y por ser una materia colorante que podía ser quemada,
quedando así asociada al sol y al fuego. Ello explica que fuese utilizado para colo-
rear los rostros de deidades como Chicomecóatl, Xochipilli o Macuilxóchitl, así como
los atuendos de Xipe Tótec y Tlatlauhqui Tezcatlipoca (Dupey 2015, 2016).
En este punto, y volviendo a la combinación cromática rojo-negro, es inte-
resante mencionar que aparece de manera específica en fuentes nahuas del siglo
XVI como in tlilli in tlapalli, “tinta negra, pintura de colores”. En muchos casos, se
hace referencia a la palabra tlapalli como “rojo”; sin embargo, es un término que se
utilizaba de manera genérica para hacer alusión a los pigmentos empleados para
teñir y pintar, no necesariamente rojos (León Portilla 2009; Wright Carr 2011).
En cualquier caso, la importancia de esta combinación cromática se observa tam-
bién a través de su asociación con deidades como Xiuhtecuhtli, quien se represen-
taba con la mitad superior del rostro pintada de rojo y la mitad inferior pintada de
negro (Dupey 2015: 79, 80, 2016: 16–18).
Salvando las distancias culturales y temporales, es interesante observar la im-
portancia ritual y el significado que tuvo la unión de ambos colores para la cultura
mexica, aunque sea muy posterior a las muestras que nos ocupan, avalada por
testimonios arqueológicos, arqueométricos, etnohistóricos e iconográficos, pues
con frecuencia se trata de prácticas que tuvieron orígenes que remontan al Clásico
o incluso al Preclásico. De hecho, los cráneos decapitados y pintados de Teopan-
cazco representan, en este continuum, un eslabón entre sus iguales preclásicos de
Cerro de las Mesas y los mexicas de tiempos del Posclásico, como los hallados
en la ya citada ofrenda 141 de Templo Mayor. Ello continúa aportando datos
desde el triángulo color, cultura y ritual a favor de la gran área cultural que fue
Mesoamérica en tiempos prehispánicos.

Conclusiones

El análisis físico-químico de restos de color conservados en cráneos hallados en en-


tierros de Teopancazco ha contribuido a incrementar el conocimiento que se tenía

368
9. in tlilli in tlapalli: la estratigrafía rojo-negro...

sobre las prácticas funerarias que fueron utilizadas en este centro de barrio teotihua-
cano, cuyo carácter multiétnico ha sido avalado por múltiples estudios precedentes.
No sólo eso, sino que el estudio ha dado la posibilidad de analizar estos cráneos
pintados en correlación con sus predecesores del Preclásico y los aztecas de Templo
Mayor, identificando un continuum con sesgos culturales de interés, pues permiten
dar identidad a estas prácticas en cada uno de sus contextos de origen.
La presencia de pigmentos negros como la galena y el manganeso entre los
rojos férricos y mercuriales que recubrieron estos cráneos confirman que el trata-
miento póstumo del cuerpo humano y de los huesos incluyó el uso de una gama
cromática que fue más allá del rojo, con fuertes implicaciones simbólicas, como la
estratigráfica negra-roja que ha sido posible analizar en esta investigación.

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372
10. Los sectores artesanales de Teopancazco

Linda R. Manzanilla

Introducción

La ciudad de Teotihuacan tuvo varias escalas a las que se dio el trabajo artesanal
(Manzanilla 2006a): algunas actividades se hicieron en el seno de los conjuntos
multifamiliares de apartamentos (Manzanilla 1996); otras (muchas) se llevaban a
cabo en la periferia de la ciudad, donde la mayor parte de la producción alfarera
(intensa en el sur) y la de talla de obsidiana (intensa en el noreste) están evidencia-
das; unas muy especializadas, relativas a elementos de identidad de las élites inter-
medias, se hacían en los centros de barrio, bajo la estricta supervisión de los nobles
administradores, y en manos de artesanos muchas veces foráneos (Manzanilla et
al. 2011; Manzanilla 2006b, 2009, 2012, 2015); y, por último, otras más se llevaban
a cabo por artesanos adscritos a las estructuras palaciegas de la élite gobernante
(Manzanilla et al. 2017; Rosales de la Rosa y Manzanilla 2011).
A continuación, hablaremos de la producción artesanal de Teopancazco, el
centro de barrio multiétnico del sureste de Teotihuacan que excavé de manera
extensiva de 1997 a 2005.

Producción de atavíos y tocados

Teopancazco no es un barrio foráneo, como el Barrio de los Comerciantes o el


Barrio Oaxaqueño, sino uno de tipo multiétnico, con una variedad y cantidad
de elementos procedentes de la costa del Golfo de México que eran canalizados
a la manufactura de trajes y tocados para sacerdotes y militares, es decir, la elite
intermedia del barrio (Manzanilla et al. 2011), trajes que están representados en
los famosos murales del sitio (véase Gamio 1922: 156-157; Kubler 1967, fig. 45;
De la Fuente 1996, tomo II: 43, 53; Starr 1894) (véanse figuras 3.2, 6.1, 6.2 y 6.3).
El sector denominado “la sastrería” se ubicó principalmente en el sector nor-
este, desde la época Xolalpan temprano (cuartos C251 y C251A); continuó en
Xolalpan tardío (cuarto C151), y en Metepec disminuyó mucho la actividad de

373
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

producción de atavíos. La “sastrería” se ubicó cerca de un acceso al conjunto de Teo-


pancazco desde el este y, por ende, de un espacio abierto (C244) donde se pudieron
concentrar desechos (figura 10.1). En Xolalpan temprano se observa que el área
de trabajo C251A no tuvo pisos de estuco, ya que seguramente se trabajaba con
materiales sucios; los trabajadores estaban acotados a este espacio y recalentaban su
comida probablemente en C251.

Figura 10.1. Flujo de materiales y similitudes entre los distintos espacios de “la sastrería” de
Teopancazco (tomado de Manzanilla et al. 2011, figura 7).

Además de la amplia variedad de agujas y alfileres (en total, 51 agujas, otras


44 agujas o alfileres, 5 alfileres claros y dos perforadores; Pérez Roldán 2013), lez-
nas para hacer agujeros (figura 10.2), retocadores, botones de concha (figura 10.3)
y cerámica, así como pintaderas para telas, están los restos de animales que prove-
yeron plumas, piel y placas para ser bordadas o cosidas en las telas de algodón que,
junto con cerámica y varios tipos de animales, venían de Veracruz (véase Manza-
nilla [ed.]-Valadez [coord.] 2017; Rodríguez Galicia 2010; Padró Irizarri 2002).
Varias especies de aves, particularmente cardenales, una garza de la costa del
Golfo de México, pato, gallareta, codorniz, un halcón, águila, águila pescadora,
búho, zopilote, guajolote (véase Manzanilla [ed.]-Valadez [coord.] 2017; Rodrí-
guez Galicia 2006), pudieron proveer plumas para atavíos y tocados. Especies
de moluscos marinos tanto del Golfo de México, como del Pacífico y del Caribe
fueron trabajados y utilizados en el conjunto de Teopancazco para ser engarzados
en los trajes (véase capítulo 20 de este volumen; Velázquez Castro et al. 2012;
Manzanilla et al. 2011). Asimismo hay placas de tortugas, armadillo y cocodrilo, y

374
10. los sectores artesanales de teopancazco

pinzas de cangrejos que pudieron formar parte de los trajes, además de múltiples
ejemplares de peces de las lagunas costeras (huachinango, pez bobo, jurel, pez loro,
robalo, mojarra común y plateada, tiburón, ronco), que fueron consumidos y/o
cuyos huesos los adornaron (Rodríguez Galicia 2006, 2010; Manzanilla [ed.]-Va-
ladez [coord.] 2017).

Figura 10.2. Alfileres, agujas y perforadores de C251 y C251A


(foto de Rafael Reyes).

Figura 10.3. Botón de concha Unio hallado en la “sastrería” (C251A)


(foto de Rafael Reyes).

375
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Las partes faciales de comadreja, cánidos y otros mamíferos de Teopancazco


pudieron ser engarzados en los vistosos tocados que están representados en el fa-
moso mural (Manzanilla et al. 2011). Según Kubler (1967: 6), las estrellas de mar
y las conchas evocan al océano, y son adjetivales en las representaciones. Así pues,
es probable que los trajes que se confeccionaban aludieran a sacerdotes-personajes
que tenían que ver con el uso de los recursos marinos (como peces, cangrejos, tor-
tugas, cocodrilos y aves) que hemos mencionado.
Además, se hallaron instrumentos para el trabajo del cuero y la piel (Pérez
Roldán et al. 2012; Pérez Roldán 2013). También, se observa desecho de obsidia-
na, desde lascas de descortezamiento, macronavajas y navajillas utilizadas (Beatriz
Maldonado, comunicación verbal 2002), por lo que suponemos que algunos instru-
mentos se hacían allí para ser utilizados en las labores de corte y confección.
El análisis de entesopatías o marcas de actividad en las falanges de los entierros
de Teopancazco (Alvarado Viñas 2013; Manzanilla [ed.] 2017) señalan que 6.89%
de los individuos enterrados en el centro de barrio cosieron durante largos periodos
o pintaron, 16 individuos trabajaron en cuclillas durante largos periodos, y quizás
algunos de éstos formaron parte del personal de la “sastrería”.

Decoración de cerámica

Gracias a los análisis de Gilberto Pérez Roldán en cuanto a la industria de hueso


trabajado de Teopancazco (Pérez Roldán et al. 2012; Pérez Roldán 2013; Man-
zanilla et al. 2011), sabemos de la existencia de pinceles para la pintura de vasijas.
Los pinceles fueron hallados en C251A, que forma parte de la “sastrería”, y en
C106D-362E, al noreste del patio ritual C6. Ambos fueron hechos en diáfisis de
hueso largo de venado (Pérez Roldán 2013).
Hallamos en Teopancazco vasos trípodes tanto grandes como pequeños, con
evidencias de haber sido pintados (véase figuras 3.11 y 3.12). En la cerámica se
pudo detectar la presencia de cinabrio en los naranjas (Martínez García et al.
2012), no así en la pintura mural.
Por otro lado, suponemos que imitaciones de cuencos de Naranja Laca pu-
dieron haber sido laqueados en Teopancazco, sea con aceite de chía (que aparece
mencionado en el Códice Florentino para este fin, en el siglo XVI) o con laca de
insectos (véase Manzanilla [ed.]-Valadez [coord.] 2017). Varios cuencos de Na-
ranja Laca (véase figuras 3.8 y 3.13) fueron importaciones de la Mixtequilla (por
análisis de activación neutrónica) (Stoner y Glascock 2014).
Algunos alisadores y estiques (Pérez Roldán 2013) se pudieron utilizar para
los acabados de la cerámica; algunos fueron hallados en “la sastrería” de Xolalpan

376
10. los sectores artesanales de teopancazco

tardío. Sin embargo, el supuesto de que en Teopancazco se estaba haciendo la


vajilla Copa (Krotser y Rattray 1980) no tuvo sustento en toda nuestra excavación
extensiva de 1997 a 2005 (Manzanilla [ed.] 2012).

Elaboración de cestos y redes

En el mural principal de Teopancazco (véase figura 3.2), se observa una red sobre
el altar del conjunto. Tenemos evidencias de dos lanzaderas para elaborar dichas
redes (Pérez Roldán 2013), halladas ambas en el C262B (figura 10.4); una fue
hecha sobre hueso largo humano y la otra, sobre hueso largo de liebre.

Figura 10.4. Lanzadera para la elaboración de redes, hallada en C262B (foto de Rafael

Suponemos que estas redes se hacían en Teopancazco para ser utilizadas en


la pesca de las 14 variedades de peces de las lagunas costeras cercanas a Nautla, y
que fueron halladas en el centro de barrio (Rodríguez Galicia 2010; Manzanilla
[ed.]-Valadez [coord.] 2017), particularmente el pez bobo que se obtenía hacia el
2 de noviembre que bajaba al mar.
De las marcas de actividad en los entierros, 7.75% de los individuos (entre
los cuales contamos tres mujeres) tiraron redes (Alvarado Viñas 2013; Manzanilla
[ed.] 2017).

377
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Figura 10.5. Instrumental para la manufactura de cestos y esteras, hallado en C61 y C18
(fotos de Rafael Reyes).

Figura 10.6. Cesto hallado en la fosa del entierro 112 en C181B-261


(foto de Rafael Reyes).

378
10. los sectores artesanales de teopancazco

Asimismo, se hacían cestos en el centro de barrio, ya que hallamos su instru-


mental (figura 10.5) (Pérez Roldán 2013); un cesto apareció asociado al cráneo del
entierro 112 en una fosa de C181B-261 (figura 10.6), y tiene un diseño en espiral.
Estos cestos pudieron servir de recipientes de bienes transportados por las carava-
nas de Teopancazco; otros más pudieron ser los marcos de los tocados de tres borlas.
En cuanto a las marcas de actividad (Alvarado Viñas 2013; Manzanilla [ed.]
2017), 21.55% de los individuos enterrados en Teopancazco presentaron eviden-
cias de haber ablandado fibras con los incisivos.

Lapidaria

Los estudios tecnológicos de Melgar Tísoc et al. (2012) de los objetos lapida-
rios de Teopancazco permitieron la identificación de dos estilos tecnológicos: uno
teotihuacano para el trabajo de la pizarra, el travertino y la pirita, que incluyó el
desgaste con lajas de andesita, pulido con nódulos de pedernal, bruñido con piel e
incisiones con lascas de pedernal; el segundo, de origen maya, está vinculado a los
objetos de piedras verdes como la jadeíta, material en el que se usaron desgastes
con caliza y pulidos con jadeíta. En el capítulo 19 de este volumen se ampliará la
discusión de las materias primas utilizadas en la lapidaria.
Las figurillas Mezcala en pizarra halladas en el centro de barrio (figuras 10.7 y
10.8) tienen las proporciones de elaboración teotihuacana (Melgar Tísoc et al. 2012).

Figura 10.7. Figurillas Mezcala de Teopancazco (fotos de Rafael Reyes).

379
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Figura 10.8. Figurilla Mezcala de C19 (foto de Rafael Reyes).

Concha trabajada

En el capítulo 20 de este volumen hablaremos con más detalle acerca del uso de
los diversos materiales en concha hallados en Teopancazco. Solamente diremos,
siguiendo lo planteado por Velázquez Castro et al. (2012), que una tercera parte
de los objetos de concha tienen evidencias de trabajo, por lo que, según Velázquez
Castro et al., una parte se pudo haber hecho localmente.
A nivel tecnológico se detectaron desgastes con riolita, basalto, andesita y
arenisca; pulido con nódulos de pedernal y cortes con obsidiana (Velázquez Cas-
tro et al. 2012).

380
10. los sectores artesanales de teopancazco

Elaboración de estucos

Al parecer Teopancazco estableció un estilo tecnológico en la elaboración de los


estucos (Pecci et al. 2016), con la utilización de vidrio volcánico traído de Alto-
tonga, Veracruz (Barca et al. 2013). Este tema se desarrollará en el capítulo 18 de
este volumen.

Comentarios finales

La gran variedad de actividades artesanales de las que tenemos evidencias en Teo-


pancazco van a la par de la diversidad de la población multiétnica enterrada en el
centro de barrio. No sólo convenía a los administradores de las élites intermedias
organizar caravanas para traer todos los recursos marinos y las mantas de algodón,
sino también convocar a los artesanos multiespecializados de diversas localidades
para ser anclados en el sistema de barrio de Teotihuacan. Teopancazco parece ser
un centro de barrio de innovación tecnológica.
En los capítulos de la segunda parte de este volumen hablaremos acerca de la
procedencia de las materias primas foráneas empleadas.

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385
11. color y cultura en teotihuacan...

11. Color y cultura en Teotihuacan.


Los pigmentos y colorantes de Teopancazco
como caso de estudio
Mª Luisa Vázquez de Ágredos Pascual,
Linda R. Manzanilla Naim y
Carlos López Puértolas

Introducción

El estudio de los colores hallados en contextos arqueológicos es una vía para am-
pliar el conocimiento de las sociedades del pasado. Distintos laboratorios de aná-
lisis físico-químico de obra de arte y equipos de investigación multidisciplinar,
radicados en su mayoría en Francia, Inglaterra, Italia, España, los Países Bajos,
los Estados Unidos y México, han transmitido en los últimos años la importancia
que tiene el estudio interdisciplinar y holístico del color como vía para el conoci-
miento de la cultura. Esto se debe al caudal de información que la materialidad
del color aporta en muchos y muy distintos niveles, que abarcan desde cuestiones
socio-culturales muy plurales, hasta otras de tipo político y económico, sin olvidar
las históricas que son intrínsecas a la obtención, proceso de manufactura y uso de
estos materiales en su contexto de origen.
De ahí los congresos especializados que han surgido y se han consolidado
en las últimas décadas sobre estos temas, como el anual Dyes in History and Ar-
chaeology, que aglutina interesantes aportaciones al respecto. Esto explica que los
laboratorios de conservación de los museos más prestigiosos del mundo integren
líneas concretas de investigación centradas en el estudio físico-químico del color,
lo que, llevado al terreno de las antiguas civilizaciones, ofrece datos de gran valor
sobre la cultura y la sociedad de pertenencia.
¿Cuáles fueron los yacimientos de origen de los minerales que se emplearon
para la manufactura de pigmentos?, ¿cuáles fueron las fuentes que proporcionaron
las sustancias orgánicas necesarias para pintar, como colorantes o aglutinantes?,
¿fueron esas fuentes locales, o por el contrario se ubicaron en otros territorios?
En este último caso, ¿las materias primas recorrieron una corta, media o larga
distancia hasta su lugar de destino?, ¿se desplazaron a través de qué rutas de in-
tercambio y enclaves comerciales?, ¿quiénes se encargaron de transportarlas por
esas vías terrestres o fluviales? Y, finalmente, ¿su intercambio se enmarcó en flujos
de mercancías básicas o de bienes de lujo? Estas y otras preguntas de idéntica en-
vergadura en los estudios culturales de toda sociedad pretérita y actual se pueden

387
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

plantear por medio del análisis físico-químico del color. Este es el marco de los
resultados que se han reunido en este texto, cuya síntesis arroja nueva información
sobre la historia del color en Teotihuacan, con proyecciones hacia otras épocas y
culturas de la antigua Mesoamérica.

Color y cultura en Teotihuacan

El color cobró un gran protagonismo en las artes y la vida cotidiana del barrio
multiétnico de Teopancazco (Manzanilla [ed.] 2012, 2017; Manzanilla [ed.]-Va-
ladez [coord.] 2017), cuyo origen se remonta a la fase Miccaotli (150-250 d.C.),
y su principal desarrollo, a las fases Tlamimlolpa (200-350 d.C.) y Xolalpan (350-
550 d.C.), tras las cuales entra en un periodo de decadencia (550-650 d.C.) que
coincide con el que experimenta Teotihuacan en esta misma fase, conocida como
Metepec (Manzanilla 2009; Beramendi et al. 2012).
De la época de esplendor de este centro de barrio proceden las mejores, aun-
que no únicas, evidencias sobre el alto desarrollo que alcanzaron las artes del color
en Teopancazco, que hicieron de la arquitectura (véase figura 6.3), la cerámica
(véase figura 3.11) y el cuerpo humano sus principales soportes expresivos, junto
con el escultórico. En cualquiera de estas superficies el color fungió como una
segunda piel que sirvió para embellecer y dotar a la primera capa de significados
culturales a través de su concreta materialidad y de los motivos iconográficos que
fueron diseñados y pintados con la ayuda de materias colorantes muy distintas.
Además, el color sirvió también para aportar al soporte otra clase de propiedades
que trascendieron las estéticas y simbólicas que han sido mencionadas. Entre ellas,
y en cualquiera de estos soportes, las de tipo conservativo que, por ejemplo, ga-
rantizaba el carbonato de calcio que se empleó como principal componente en las
bases de preparación de la pintura mural teotihuacana, debido a sus propiedades
antimicrobianas y fungicidas.
Aunque los materiales que utilizaron los pintores teotihuacanos se corres-
ponden en muchos casos con los que se han identificado en la pintura de esas
otras civilizaciones de Mesoamérica, lo cierto es que Teotihuacan supo trabajarlos
con un sello de identidad muy distintivo. El uso de la técnica del fresco (Magaloni
1998: 94), por ejemplo, distingue la ejecución de su pintura mural de la que se
realizó con técnicas en seco en otras culturas que también emplearon el carbonato
de calcio como principal componente de estucos y bases de preparación recepto-
ras del color, como es el caso de la civilización maya (Magaloni 1996; Vázquez de
Ágredos 2010; Vázquez de Ágredos et al. 2014a, 2014b). Asimismo, la elección
de determinadas cargas en estos sustratos calcáreos, como las esquirlas de vidrio

388
11. color y cultura en teotihuacan...

volcánico identificadas para los casos de Teopancazco y otros escenarios urbanos


de Teotihuacan (Barca et al. 2013; Murakami 2010), aportan personalidad téc-
nico-material a los estucos de esta ciudad, fuesen o no receptores del color. En
esta misma línea, la paleta teotihuacana presenta materiales colorantes y mixturas
cromáticas con sello de identidad. Aquí entrarían ejemplos como la pirita identi-
ficada para la manufactura del negro en la pintura mural teotihuacana de las fases
técnicas II y III (Magaloni 1998: 99-100), o la reformulación del azul maya en un
nuevo color hasta la fecha sólo detectado en superficie arquitectónica, que debere-
mos llamar azul teotihuacano, del cual hablaremos más adelante.

Figura 11.1. Detalle los seres humanos que llegaron al Tlalocan después de su muerte
por ahogamiento, Tepantitla, Teotihuacan. Archivo del proyecto “La pintura mural
prehispánica en México”, Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM. (Fotografía de
María de Jesús Chávez Callejas y Carlos Martínez, 2016.

389
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Igualmente, la presencia de oropimente en la película pictórica de la cerámica


teotihuacana (Ruvalcaba, comunicación personal 2014) parece constituir una ex-
cepción a la paleta prehispánica mesoamericana de amarillos, que a diferencia de
la colonial que aparece en códices como el Cospi y Fejérváry-Mayer (Miliani et al.
2012; Domenici et al. 2014: 108), prescindió del uso de este trisulfuro de arsénico.
Por su parte, las mixturas estético-medicinales que se han identificado en los pig-
mentos corporales hallados en tumbas y enterramientos de Teopancazco (véase
Manzanilla [ed.] 2012, 2017), que definen un recetario de casi treinta formulacio-
nes distintas, contienen componentes que, como el aceite de chía (Salvia hispanica
L.), parecen señalar una cierta “denominación de origen” (Vázquez de Ágredos et
al. 2016, 2017), a lo cual también nos referiremos en apartados posteriores.
Esta identidad cultural intrínseca a la paleta de color y a las técnicas de la
pintura teotihuacana se corresponde con la que otros han señalado al hilo de su
análisis estilístico e iconográfico (Lombardo 1996, entre otros), que en ambos
casos favorecieron una pintura más conceptual que naturalista (figura 11.1), a di-
ferencia, por ejemplo, de la pintura maya.
El uso del color como signo cultural distintivo es uno de los tres grandes te-
mas esclarecedores de ese binomio color y cultura en Teotihuacan. Otro es cómo
la tecnología del color en esta metrópoli evolucionó al hilo de su progresiva com-
plejidad económica, socio-cultural y política, de manera análoga a como ha ocu-
rrido en otras grandes civilizaciones de la Antigüedad. Nuevos pigmentos, como
el negro de pirita, y pigmentos-laca, como el azul teotihuacano, para lo cual se
requirieron conocimientos y destrezas sobre la interacción color-matriz inerte,
control térmico para su correcto fraguado, estabilidad y compatibilidades de uso,
entre otros, se fueron incorporando in crescendo a partir de la fase tecnológica II de
la pintura teotihuacana, esto es, desde el periodo Tlamimilolpa, en el que comen-
zarían a cristalizar y materializarse las experimentaciones técnicas que se habían
desarrollado en las fases precedentes.
Y esto, como decíamos, presenta un absoluto paralelismo con otras muchas
civilizaciones de la antigua América y del Viejo Mundo, entre ellas la mesopo-
támica, la egipcia, o las grecorromanas. El azul maya es un buen ejemplo de ello
entre las primeras, pues su tecnología todavía es incipiente en el Preclásico tardío
(figura 11.2), lo que explica que en esos momentos todavía fuese un color “en
construcción”, más agrisado que azulado (Vázquez de Ágredos et al. 2011). Por
su parte, otro color artificial, el azul fritta, ejemplifica esta misma correlación para
el caso de Egipto (figura 11.3), pues no existen registros de él antes del inicio
del Reino Antiguo (III-VI Dinastías; 2686-2125 a.C.), y estuvo ausente en los
tiempos del Predinástico (4400-3100 a.C.) y en la época de las primeras dinastías
tinitas (I y II Dinastías; 3000-2686 a.C.). Ejemplos como éstos revelan que la

390
11. color y cultura en teotihuacan...

historia de la tecnología del color en las antiguas culturas fue paralela a la historia
de su propia y progresiva complejidad como civilizaciones, lo que en grandes me-
trópolis como Teotihuacan ofrece un perfecto campo de análisis de ese binomio
color y cultura.

Figura 11.2. Detalle mural del Preclásico tardío hallado en la Estructura Sub-1 de Las
Pinturas en San Bartolo (Departamento de Petén, Guatemala).

Figura 11.3. El friso de las ocas de Meidum, Mastaba de Nefermaat y Atet, IV Dinastía en
Egipto antiguo.

Un último aspecto a considerar en los estudios culturales sobre el color y la


cultura en Teotihuacan, partiendo para ello del análisis físico-químico de mues-
tras reales, es la interacción que hubo entre distintos especialistas que trabajaron
en campos de conocimiento y profesiones aparentemente muy distintas. Y esto
es algo que garantiza de forma magistral el estudio del color, al haber sido obte-
nido de minerales y sustancias orgánicas de origen vegetal y animal que tuvieron
aplicaciones en ámbitos muy distintos, y en especial cuatro de gran calado en toda
época y cultura: las artes, la medicina, la alimentación y el ritual.

391
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Los pigmentos corporales hallados en enterramientos de Teopancazco han


sido reveladores en este sentido, como muestran trabajos precedentes (Vázquez de
Ágredos et al. 2012, 2016, 2017; Doménech et al. 2012), y cómo aquí mismo se
analizará aprovechando los nuevos resultados. Veremos cómo la composición de
algunos de estos colores corporales presenta determinadas formulaciones o rece-
tas que hacen del artesano un especialista más próximo al terreno de la medicina
que al de la pintura, en idéntica correlación a lo que también fue común en otras
antiguas culturas del Viejo Mundo, desde Súmer a Roma, con continuidad en la
Europa de la Edad Media y de la Época Moderna (figura 11.4). En cualquiera de
ellas, colores como la hematita, el cinabrio, el lapislázuli, la malaquita o el propio
oropimente participaron en recetas medicinales que fueron recogidas en fuentes
escritas, cuyos registros se extienden desde las tablillas de arcilla sumerias hasta la
época contemporánea (Colapinto y Anetta 2008).

Figura 11.4. Frasco contenedor de hematita, conservado en l´Antica Spezieria di Santa


Maria della Scala (Roma), donde el material fue adquirido entre los siglos XVII y XVIII por
médicos y pintores con fines curativos y artísticos, respectivamente.

392
11. color y cultura en teotihuacan...

Finalmente, algo en lo que profundiza este trabajo es en esa cadena operativa


por la que circularon las materias colorantes que se utilizaron en las artes de Teo-
tihuacan, partiendo para ello de los nuevos resultados obtenidos en muestras de
Teopancazco. Desde la cantera hasta su venta y adquisición en el mercado, estos
materiales estuvieron en manos de mineros, comerciantes, vendedores y, finalmen-
te, compradores que las destinaron al arte, la medicina, la alimentación o el ritual,
entre otros fines de menor trayectoria. Cada uno de esos eslabones es crucial en la
historia del color, pues contribuyen al binomio color y cultura desde la perspectiva
de los colectivos sociales que participaron en ella.

Muestras y contextos

Las muestras consideradas en este estudio son de tres tipos: tres discos de color
(tabla 11.1), siete restos de materia colorante sobre revestimientos arquitectónicos
de estuco (tabla 11.2), y todos los pigmentos corporales reunidos hasta la fecha
en Teopancazco, lo que suma un total de 50: uno negro, seis negros-grisáceos, dos
blancos, 28 rojizos, un anaranjado y 12 amarillos (tabla 11.3).

Tabla 11.1. Discos de color hallados en Teopancazco. Muestra y contexto


Muestra Referencia Color Habitación Área de actividad
1 70278 Rojo intenso C154A AA172
2 71486 Amarillo intenso C260 AA206
3 68227 Ocre rojizo C162D AA168

Tabla 11.2. Restos de pintura mural en Teopancazco. Muestra y contexto


Muestra Referencia Descripción
4 C5-Escalinata Estuco con pigmento rojo anaranjado
5 C6-Piso 2 Estuco con color rojo pálido
6 C258B Talud tablero con estuco rojizo en la fachada
7 C13 Alfarda del templo con estuco anaranjado
8 C3 Escalón con pintura azul
9 C181B-261 Tablero de decapitados con estuco rojo intenso
10 C58-Piso I Estuco rojo intenso

393
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Tabla 11.3. Pigmentos corporales de Teopancazco. Muestra y contexto


Color Referencia Descripción Contexto:
Cuarto “C”, Área de Actividad
“AA” y Enterramiento “Ent.”
(a) 75679, 74498, 77568, (a) Bolas de pigmento (a) C181 B-261; AA227;
78165 Ent.105-108
(b) 68899, 66523, 70204, (b) Bolas de pigmento (b) C162 F; AA 142-144; Fosa
66386 de los decapitados
(c) 72090, 72537 (c) Bolas de pigmento (c) C260; AA 206; Fosa con
Amarillos materiales
(d) 69064 (d) Bola de pigmento (d) C83; AA170; corredor
rectangular
(e) 65218 (e) Bola de pigmento (e) C162 E; AA188;
habitación con acceso al patio
principal
(a) 76689, 76681 (a) Ofrendas en el interior de (a y b) C181 B-261; AA227;
Negro- 75610, 79058 recipientes miniatura Ent. 105-108
grisáceo 76688
(b) 76111 (b) Sello

(a) Ofrenda en el interior de (a) C181 B-261; AA227; Ent.


(a) 75621 un recipiente miniatura 105-108
(a) 76955, 75511, 78200, (a) Bolas de pigmento, sellos, (a) C181 B-261; AA227; Ent.
75868, 75443, 23985, 76861, y ofrendas en recipientes 105-108
71695, 73144, 76421, 76683, cerámicos miniatura
76687, 75616, 76107, 75608,
76105, 75613, 76682 A,
76682 B, 75607
(b) 79256 (b) Ofrenda en el interior de (b) C106D-362E; AA239;
Negro un recipiente miniatura Ent.116
(c) 68884 (c) Ofrenda en el interior de (c) C162 F; AA 142-144; Fosa
un recipiente miniatura de los decapitados (Entierro
67)
(d) 79059, 66666, 67188 (d) Ofrenda en el interior de (d) C251 A; AA154: Fosa
un recipiente miniatura
(e) 68056 (e) Ofrenda en el interior de (e) C162 D; AA168: Corredor
un recipiente miniatura
(f ) 65193 (f ) Ofrenda en el interior de (f ) C251 A; AA92; habitación
un recipiente miniatura cuadrada bajo
(g) 66155 (g) Ofrenda en el interior de (g) C262 B; AA208;
Rojo
un recipiente miniatura Habitación bajo C162 B
(a) 79056, 79057 (a) Ofrenda en el interior de (a) C181B-261; AA214C;
Blancos
un recipiente miniatura Ent.115
Naranja (a) 79257 (a) Ofrenda en el interior de (a) C106D-362E; AA239;
un recipiente miniatura Ent.116

394
11. color y cultura en teotihuacan...

Resultados y discusión

Los resultados físico-químicos se han reunido mediante la aplicación de Micros-


copía óptica (LM), Microscopía Electrónica de Barrido-Microanálisis de Rayos
X (SEM-EDS), Microscopía de Transmisión Electrónica (TEM), Espectrosco-
pia Infrarroja por Transformada de Fourier (FTIR) y Cromatografía de Gases/
Espectrometría de Masas (GC-MS).

Los discos de color


Entre las muestras de color más interesantes de Teopancazco cabe mencionar
las procedentes de pequeños discos rojos y amarillos (figura 11.5). Su análisis
físico-químico identifica en ellos tres de los pigmentos de hierro que fueron más
frecuentes en las artes cromáticas de Teopancazco: la hematita, una tierra roja y la
jarosita (tabla 11.4), y ello a pesar de la procedencia foránea del último de ellos.

Figura 11.5. Disco de color amarillo hallado en Teopancazco.

Tabla 11.4. Discos de color hallados en Teopancazco. Composición físico-química


Composición
Muestra Referencia Color
físico-química
1 70278 Rojo intenso Hematita; Fe2O3
2 71486 Amarillo intenso Jarosita; KFe3(OH)6(SO4)2
3 68227 Ocre rojizo Tierra roja

Se trata de tres minerales compuestos a base de hierro, que antes de ser utili-
zados en soporte cerámico, mural o corporal se manipularon con frecuencia con el

395
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

objetivo de optimizar sus propiedades. Sin embargo, estos discos de color hallados
en las excavaciones de Teopancazco no presentan signos de haber sido procesados.
En otras palabras, se trata de pigmentos en bruto. Su composición responde a la
de toda hematita, tierra roja o jarosita tal como se gesta y se obtiene en su cantera
de origen, de ahí que los espectros y cuantitativos por SEM-EDX identifiquen
otros componentes contaminantes, en todos los casos procedentes del entorno
geológico de procedencia (figuras 11.6 a-f).

Figuras 11.6 a-f. (a-b) Imagen SEM y espectro al EDX del disco de hematita; (c-d)
imagen SEM y espectro al EDX del disco de tierra roja, y (e-f ) imagen SEM y espectro al
EDX del disco de jarosita.

Pero no sólo las impurezas nos obligan a hablar en estas muestras de pig-
mentos en bruto; también el hecho de no haber detectado en ellas indicios de que
hayan sido sometidas a otros procesos que, al igual que su respectiva purificación,
habrían servido para modificar algunas de sus propiedades físicas originarias. El
análisis por TEM de estos discos de color excluye, por ejemplo, el empleo de tra-

396
11. color y cultura en teotihuacan...

tamiento térmico en ellos para favorecer la obtención de matices de color distintos


a los suyos de origen (figura 11.7). Tampoco el análisis de orgánicos por GC-MS
detectó presencia de aglutinantes de tipo polisacárido o proteico, que dotaran de
mayor compacidad al disco de color, o que lo prepararán para su uso futuro. Mucho
menos se detectó en ellos formulaciones como las que hemos podido identificar
en los pigmentos corporales que fueron depositados en varios enterramientos de
Teopancazco, en los que cualquiera de estos minerales de hierro es un ingrediente
más en el seno de recetas técnicas precisas de propiedades higiénico-medicinales
(Vázquez de Ágredos et al. 2012, 2017, 2017; Doménech et al. 2012; Vázquez de
Ágredos y Manzanilla 2016). Y es por todo ello que debemos referirnos a estas
pastillas de color halladas en Teopancazco como pigmentos de hierro en bruto,
que nos ofrecen nuevos datos para entender el proceso productivo y distributivo
del color, desde su cantera de origen a su adquisición en el mercado, si no en toda
la gran urbe de Teotihuacan, al menos sí en uno de sus barrios multiétnicos y de
centro ciudad.

Figura 11.7. La hematita al Microscopio de Transmisión Electrónica (TEM).


Obsérvese que no hay evidencia de cambios estructurales o morfológicos
a consecuencia de calentamiento térmico.

Casi con toda probabilidad, estos discos de color son la evidencia arqueoló-
gica de los panes de color que se vendían en los tianguis mexicas de principios del
siglo XVI, y en concreto en el puesto que tan bien documentó Fray Bernardino de
Sahagún, y que aquí reproducimos:

El que vende los colores que pone encima de un cesto grande, es de estas propiedades
que cada género de color pónelo en un cestillo encima del grande, y los colores que vende

397
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

son de todo género; los colores secos, y los colores molidos, la grana, amarillo claro, azul
claro, la greda, el cisco de teas, cardenillo, alumbre y el ungüento amarillo que se llama
axin, y el chapopotli mezclado con este ungüento amarillo se llama tzictli y el almagre.
Vende también cosas olorosas como son las especias aromáticas; vende también cosillas
de medicina, como es la cola del animalejo llamado tlaquatzin, y muchas hierbas y raíces
de diversas especies; allende de todo lo dicho, vende también el betún, que es como pez,
y el incienso blanco, y agallas para hacer tinta, y la cebadilla, y panes de azul, y aceche y
margarita (Sahagún 2013: 553).

El cronista habla de panes de azul, haciendo referencia con ello al formato com-
pacto, alargado o redondeado, con el que estas pastillas de color se distribuían y
adquirían en el Viejo Mundo desde la Antigüedad (figura 11.8), idéntico al que
tenía el pan que se consumía con fines alimenticios en ese otro lado del Atlántico,
y que Sahagún debía conocer tan bien al proceder de allí. De hecho, las referencias
a estos panes en el proceso de manufactura de cualquier color fueron frecuentes en
la tratadística medieval y renacentista:

De la naturaleza del blanco de San Juan. Blanco es un color natural, bien que hecho por
artificio, de la siguiente manera: toma cal apagada, bien blanca; ponla pulverizada en un
barreño por espacio de ocho días, cambiándole el agua cada día y removiendo bien la cal
y el agua para que expulse toda impureza. Después haz panecillos pequeños y ponlos al
sol sobre un tejado; cuanto más viejos sean los panes, mejor será el blanco. Si lo quieres
hacer pronto y bueno, cuando los panecillos estén secos tritúralos sobre tu piedra con
agua, vuelve a hacer nuevos panes y ponlos a secar; haz esto dos veces y obtendrás un
blanco perfecto (Cennini 1988: 101-102).

Y un poco más adelante leemos en relación con el blanco de plomo:

De la naturaleza del albayalde. Blanco es un color artificial de plomo, denominado alba-


yalde. Dicho color es fuerte, fogoso, y está en panes o pastillas del tamaño de un pocillo
(Cennini 1988: 101-102).

Pero, a diferencia de estos panes, los que encontró Fray Bernardino de Sahagún en
los mercados mexicas eran siempre circulares y aplanados (véase tercera hilera de
la figura 5.16), en clara asociación a la tortilla de maíz que se consumió como pan
en las culturas mesoamericanas, e idénticos a los que han sido hallados en las ex-
cavaciones de Teopancazco, en tamaños que, por lo demás, también recuerdan las
descripciones que realizaron a este respecto los pintores del Viejo Mundo en sus
tratados, pues responden a ese formato pequeño al que aluden las citas anteriores.

398
11. color y cultura en teotihuacan...

Estos panes debieron ser confeccionados antes de ser distribuidos para su venta,
de ahí que se presenten en bruto. En el caso de colores minerales a base de hierro,
como la hematita, la tierra roja y la jarosita que han sido identificadas en los discos
de color de Teopancazco, es muy probable que la manufactura de estas pastillas
se realizara en la misma cantera y en distintos tamaños. Primero se extraería el
material de su yacimiento de origen, que se apelmazaba en forma de disco antes
de ser transportado. Otra alternativa debió ser apelmazarlo en bolas de color de
distintos tamaños, formato en el que también podía ser transportado el color, y del
que también presenta evidencias Teotihuacan, por ejemplo, en el entierro 13 de
Oztoyahualco 15B:N6W3 (véase Manzanilla [ed.] 1993), en el que se halló una
bola de pigmento rojo de medio kilo (figura 11.9).

Figura 11.8. Restos fosilizados de pan tras la erupción del Vesubio


en el siglo I d.C., de Herculano.

399
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Figura 11.9. Bola de pigmento rojo de medio kilo hallada en el entierro 13 de Oztoyahualco
15B:N6W3.

Figura 11.10. Restos de las fibras del tejido orgánico que se utilizaron
para envolver el disco de hematita.

400
11. color y cultura en teotihuacan...

Figura 11.11. Restos del tejido orgánico con el que fue envuelta la bola
de color rojo de medio kilo que fue hallada en Oztoyahualco.

El alto nivel de hidratación de muchos pigmentos de hierro permitiría mo-


delar esas pastillas y bolas circulares con facilidad, sin necesidad de aditivos or-
gánicos, las cuales, tras ello, debieron ser protegidas con algún tipo de envoltorio
orgánico, como lienzos de algodón u hojas vegetales. La presencia de fibras orgá-
nicas en el exterior de los discos de Teopancazco (figura 11.10) podría confirmar
esta hipótesis. Estos mismos envoltorios recubren las bolas de color, como tam-
bién muestra esta fotografía al LM para el caso de la bola de hematita procedente
de Oztoyahualco (figura 11.11). Estos lienzos u hojas recubrirían y protegerían
estas pastillas y bolas de color para trasladarlas con mayor seguridad desde su
yacimiento de origen hasta puntos de distribución concretos, ya fuesen internos a
la ciudad o externos a ella, esto es: enclaves comerciales a los que llegaban los pig-
mentos y otros bienes intercambiables en las rutas comerciales de Mesoamérica,
para seguir su curso hasta su destino final.
Esto cobra un alto sentido en el caso de Teotihuacan debido a la diversidad
de materias primas que a lo largo de su historia importó desde distintas regiones
de Mesoamérica para aprovecharlas en su arquitectura y sus artes (Manzanilla
2011). Entre las primeras, cabe destacar el hallazgo de las esquirlas de vidrio vol-
cánico riolítico que llegaron a Teotihuacan desde Altotonga (Barca et al. 2013),
costa del Golfo de México, para ser utilizadas como carga en los enlucidos cal-
cáreos de Teopancazco y otros barrios de la ciudad (Murakami 2010), esto es,
procedentes de un yacimiento de origen ubicado a 180 kilómetros de distancia.
Altotonga se sitúa en una de las dos rutas que habrían conectado en la antigüedad

401
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

la costa del Golfo de México con Teotihuacan (Manzanilla 2011; Manzanilla et


al. 2011), lo que favorece la llegada de determinados bienes y materias primas
desde la primera a la segunda.
Por su parte, entre los bienes que llegaron a Teotihuacan con fines artísticos
destaca el material malacológico para la manufactura de indumentaria, plumas
de distintas aves para la elaboración de tocados, y pigmentos, como prueban los
hallazgos arqueológicos y resultados arqueométricos que se han obtenido en Teo-
pancazco para estos tres materiales (Velázquez Castro et al. 2012; Rodríguez Ga-
licia 2006; Manzanilla 2012).
Sin embargo, en el caso de los pigmentos, todo apunta a que la costa del
Golfo de México no fue el único proveedor de los colores de origen foráneo que
se incluyeron en la paleta teotihuacana, sino que hubo otras regiones que suminis-
traron a la ciudad materias cromáticas, que explican la presencia en ella de ciertos
pigmentos ausentes en los yacimientos locales, como son la galena (PbS), de to-
nalidad negra-grisácea, o la jarosita, de intenso matiz amarillo, misma que se ha
identificado en uno de nuestros discos de color. Este mineral de hierro y potasio,
conocido también como piedra de alumbre o almagra, pudo llegar a Teotihuacan
desde sus yacimientos de Michoacán (canteras de Tepalcuatita, Los Habilos o Te-
palcatepec), Guerrero (Mina de la Concha en Taxco) o Hidalgo (Mina de Lomo
de Toro, Zimapán) (Vázquez de Ágredos et al. 2012). Igualmente, Michoacán o
Hidalgo fueron los únicos puntos de partida posibles de la galena en Mesoamérica
(Vázquez de Ágredos et al. 2012; Doménech et al. 2012), sí omitimos proceden-
cias mucho más lejanas, como las norteamericanas, que ya entonces garantizaban
los yacimientos de galena del noroeste de Illinois (Missouri) y los Grandes Lagos
(Fagan 1991; Swanton 1987). No obstante, y como hemos defendido en otros
trabajos precedentes (Vázquez de Ágredos et al. 2012), los posibles enclaves teo-
tihuacanos en Loma Santa María, Tres Cerritos y Tingambato, es decir, en la ruta
que unía Michoacán con Teotihuacan, apuntan a los yacimientos michoacanos
como posibles proveedores de los pigmentos de galena y jarosita que llegaron a
Teotihuacan con distintos fines.

402
11. color y cultura en teotihuacan...

Figura 11.12.(1) El colorante de índigo identificado por FTIR en la muestra C3 de


pintura mural de Teopancazco. El espectro se compara con los espectros de índigo procedentes
de (2) la comunidad maya de Sahcabá (norte de Yucatán, México), (3) la localidad de
Melchor de Mencos (Departamento de Petén, Guatemala) y (4) índigo caracterizado en
restos de pintura mural hallados en Xalla. A continuación se detalla la simbología.
Índigo identificado en la muestra C3 de pintura mural de Teopancazco
Índigo procedente de la comunidad maya de Sahcabá (Norte de Yucatán, México)
Índigo obtenido en la localidad de Melchor de Mencos (Departamento de Petén, Guatemala)
Índigo identificado en restos de pintura mural hallados en Xalla.

El lejano origen e intercambio de estos pigmentos por algunas de las rutas


de intercambio que desembocaron en Teotihuacan refuerza la hipótesis de un
modelo de circulación de pigmentos en pastillas y bolas de color como el que ha
sido descrito en este apartado. Mineros, comerciantes, vendedores y comprado-
res formarían parte de la cadena operativa por la que circularon estos pigmentos
desde su cantera de origen hasta ser adquiridos por distintos colectivos, entre los
que pueden citarse pintores, tintoreros, ceramistas, médicos, sacerdotes y otros
habitantes de Teotihuacan, que pudieron utilizarlos con muy diversos fines do-
mésticos, máxime en el caso de pigmentos de hierro como los caracterizados en
las tres pastillas de color de Teopancazco, por la versatilidad de aplicaciones de
estos minerales férricos. En las canteras, los mineros extraerían estos minerales de
hierro, y confeccionarían con ellos pastillas y bolas de color que protegerían con
envoltorios antes de depositarlas en los grandes cestos que documenta el registro

403
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

arqueológico en Teotihuacan (Manzanilla 2012: 48) (véase figura 10.6). Éstos


debieron servir, entre otras cosas, para trasladar estos colores y otros productos
en las caravanas de bienes que unieron a Teotihuacan con sus distintas regio-
nes proveedoras por distintas rutas y enclaves de la Mesoamérica prehispánica
(Manzanilla 2011, 2012). Los comerciantes tomaban el relevo en esos circuitos
de intercambio y hasta llegar al destino final: Teotihuacan en nuestro caso, donde
esos pigmentos y otros bienes foráneos podían ser adquiridos en puestos de venta
similares a los que describió Fray Bernardino de Sahagún en los tianguis aztecas,
en los que, de hecho, las materias colorantes eran presentadas en cestillos y cestos
(Sahagún 2013: 553) como los que han sido descritos para su transporte por las
redes de intercambio mesoamericanas. Los discos de color de hematita, tierra roja
y jarosita de Teopancazco prueban que su adquisición fue en bruto, debido a sus
impurezas de origen (véanse figuras 11.6 a-c) y otras, como las fibras adheridas en
su superficie exterior (véanse figuras 11.10 y 11.11), que hablan de los envoltorios
que los contenían hasta llegar a su destino final.
Nuestros discos fueron adquiridos en este formato y condiciones por habitan-
tes de Teopancazco que, como decíamos anteriormente, pudieron pertenecer al ám-
bito de las artes, el ritual, la medicina o incluso al doméstico, pues en cualquiera de
ellos tuvieron presencia y uso los minerales de hierro. Todos los soportes artísticos
de Teotihuacan en general y de Teopancazco en particular cuentan con óxidos de
hierro y sus tierras derivadas, desde la pintura mural (Magaloni 1995, 1998, 2003,
2006; Martínez et al. 2012) a la pintura cerámica (Martínez et al. 2012), pasando
por la pintura corporal (Vázquez de Ágredos et al. 2012; Doménech et al. 2012;
Natahi 2013; Vázquez de Ágredos y Manzanilla 2016, 2017), terreno en el que arte,
ritual y medicina se funden por la triple función estética, mágico-religiosa y/o me-
dicinal que tuvieron estos colores de hierro, lo que explica que fuesen ingredientes
de recetas registradas en fuentes posteriores, como el Manuscrito de la Cruz Badiano:

Para los pies lastimados muele estas hierbas: tlalehecapahtli, coyoxihuitl, iztauhyatl, tepe-
chian, achilli, xiuhehecapahtli, cuauhiyauhtli, quetzalxoxouhcapahtli, tzotzotlani, flores de
cacahuaxochitl y pilzintecouhxochitl; ramas de ehecapahtli e itzcuinpahtli; piedras tlacal-
huatzin, eztetl y tetlahuitl, tierra de color pálido […] (De la Cruz 1991: 53)

Y más adelante, en la misma fuente, encontramos la siguiente prescripción para


hacer frente al calor excesivo:

Para refrigerar el cuerpo cuando está agobiado por el demasiado calor, se hace en agua de
esta mixtura: raíces molidas de huitzquilitl, xaltomatl, tlacacamohtli, teoiztaquilitl, piedra
de acamallotetl, eztetl y tlacalhuatzin, tierra roja, tierra blancuzca, piedritas de las que se

404
11. color y cultura en teotihuacan...

crían en el buche del gallo y del nochtototl y espigas. El jugo de todo eso se bebe y se
purga el vientre con un clisterio […] (De la Cruz 1991: 63)

Estas y otras recetas similares procedentes de este mismo manuscrito (De la Cruz
1991: 35, 83), incluyen el uso de alguna tierra roja entre sus ingredientes, lo que
informa del uso medicinal que las culturas prehispánicas de centro de México
debieron hacer de estos pigmentos.
Así pues, fue con posterioridad a su adquisición, que discos de color como
los hallados en Teopancazco fueron manipulados para ser utilizados por cada es-
pecialista, lo que implicaba procesos de purificación, de exposición térmica, de
mixturas y de tipo conservativo ad hoc. Lo que nos preguntamos antes de cerrar
este apartado es: ¿este mismo proceso productivo y distributivo es aplicable para el
caso de los colores de origen orgánico? Y la pregunta no es baladí, no cuando hace
casi dos décadas la paleta mural teotihuacana registró el uso de colorantes azules
orgánicos no identificados (Magaloni 1998: 99-100), que podrían ser índigo, por
ser el tinte que hemos podido caracterizar en restos de color azul procedentes de
pintura mural de Teopancazco y de Xalla, lo que enlaza con el siguiente apartado.

La pintura mural

Entre los restos de pintura mural de Teopancazco, los análisis arqueométricos han
identificado un pigmento-laca azul constituido a base de índigo y calcita (tabla
11.5). Se trata, por tanto, de una reformulación ad hoc del color más controvertido
de la paleta prehispánica mesoamericana: el azul maya, que se había elaborado
desde tiempos del Preclásico tardío, precipitando índigo en matrices inertes de
silicatos arcillosos de tipo fibroso (Vázquez de Ágredos Pascual et al. 2011), prin-
cipalmente paligoskita, que posteriormente eran expuestos en el interior de hor-
nos a temperaturas de 250º C, lo que permitía que el tinte penetrara y se anclara
firmemente en los canales internos de estas arcillas, estabilizando así el color y
garantizando su perdurabilidad. El azul de Teopancazco comparte con la receta
anterior su ingrediente orgánico y responsable del color, esto es, el tinte del índi-
go o añil (figura 11.12), si bien sustituye la matriz inerte de la arcilla por calcita
(figura 11.13a-b), en cuya estructura capilar y también por medio de exposición
térmica, el colorante azul quedó firmemente fijado.

405
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Tabla 11.5. Restos de pintura mural en Teopancazco. Composición físico-química


Muestra Referencia Color Composición físico-química
4 C5-Escalinata Rojizo anaranjado Ilmenita
5 C6-Piso 2 Rojo pálido Tierra roja
6 C258B Rojizo Hematita
7 C13 Anaranjado Ilmenita
8 C3 Azul claro Índigo + calcita
9 C181B-261 Rojo intenso Hematita
10 C58-Piso I Rojo Hematita

Figura 11.13a-b. Imagen al SEM y espectro EDX de la matriz calcárea en la que se precipitó y horneó el
colorante de índigo utilizado en la preparación del azul teotihuacano.

Esta reinterpretación de una receta y color con siglos de tradición entre los
mayas pudo deberse a dos motivos: (a) material y (b) simbólico-identitario. El
primero de ellos se refiere al alto conocimiento que alcanzó Teotihuacan a lo largo
de su historia en tecnología de la cal, y ello a pesar de que esta materia prima no
fue un recurso local, sino que Teotihuacan lo importó desde regiones tan alejadas
como Tula, situada a 60 kilómetros de la ciudad (Barba et al. 2009; Barba y Cór-
dova 2010: 90). Gracias a ese dominio, la cal debió verse en la gran urbe como
una alternativa a las arcillas para ejercer de sustrato receptor y estabilizador de
tintes como el índigo de nuestra muestra. También en este caso se requeriría de
exposición térmica en el proceso de manufactura del azul teotihuacano, pero adap-
tada a la nueva interacción índigo-sustrato calcáreo, distinta en lo inorgánico a la
interacción índigo-arcilla fibrosa.
Por su parte, la razón simbólico-identitaria se explica por el interés que debió
tener Teotihuacan en reformular con “denominación de origen” un color que en
tiempos de Teopancazco ya estaba muy extendido en la paleta mesoamericana.
Esta hipótesis todavía cobra mayor sentido en una ciudad y barrio de centro ciu-

406
11. color y cultura en teotihuacan...

dad que fungieron como mosaicos culturales, es decir, que se caracterizaron por
una diversidad étnica que, precisamente por ello, debió demandar creaciones que
sirviesen como sello de identidad en medio de la multiculturalidad. En otras pa-
labras, a mayor diversidad cultural, mayor necesidad de remarcar lo que es propio
de cada uno, lo que en lugares como Teotihuacan debió constituirse en norma. De
ahí que la reinterpretación del azul maya para obtener un color que, basándose en
el mismo tándem orgánico-inorgánico, lo reformulaba y lo presentaba como algo
nuevo, debió obedecer a exigencias de tipo identitario.
La identificación del azul teotihuacano también en restos de pintura mural de
Xalla (calcita + índigo), y una variable de naturaleza calcárea en pinturas murales
de otros entornos urbanos de Teotihuacan (yeso + azul orgánico) (Magaloni 1998:
99-100), sugiere que esta reformulación cromática no fue exclusiva de Teopan-
cazco, sino que el azul teotihuacano estuvo extendido en la historia del color de
Teotihuacan, al igual que en varios de sus barrios. ¿Qué materia colorante importó
esta gran ciudad precolombina para la manufactura de este color? El índigo, cuya
producción silvestre o domesticada requería de territorios más cálidos, como las
regiones de las Tierras Bajas Mayas. En estos territorios productores, las hojas del
índigo experimentarían los procesos de maceración y fermentación sucesivos que
favorecieron la precipitación del principio tintóreo del índigo o añil: la indigotina.
El lodo de añil resultante se dejaría secar al sol y así se obtendría la tierra de color
azul con la que serían modelados los discos y bolas de color azul que hicieron
circular este colorante por las rutas de intercambio de Mesoamérica. Teotihuacan
importaría esos discos y bolas de añil, que distintos usuarios podrían adquirir en
sus mercados locales.
En otras palabras, los colores orgánicos que se distribuyeron y vendieron en
los mercados prehispánicos del centro de México, desde Teotihuacan a Tenoch-
titlan, debieron ser discos y bolas de colorante, entre ellos el añil, mientras que
la producción del pigmento-laca a partir de esos colorantes se realizaría in situ,
como prueba el uso de una matriz inerte ad hoc en el caso del azul teotihuacano.
Esta última labor recaería en especialistas conocedores de la tecnología de la cal
y de los procesos técnicos que garantizaban la conversión de colores orgánicos e
inestables en pigmentos-laca estables y de adecuado uso artístico, lo que nos sitúa
en la órbita del pintor.
Fuera del azul teotihuacano, los colores rojizos y anaranjados manufactura-
dos a partir de distintos minerales de hierro son los que completan el conjunto
de muestras de pintura mural procedentes de Teopancazco consideradas en este
trabajo (tabla 11.2). Tres rojos de hematita, dos rojos anaranjados de ilmenita, y
un pigmento mixto de cinabrio y hematita, completan nuestro muestrario. Las
microscopías ópticas (LM) realizadas a estas muestras nos hablan de películas

407
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

pictóricas delgadas de espesor y de color saturado o muy saturado (figura 11.14).


Esta tendencia a saturar el color fue común en las artes pictóricas de Teotihuacan
(figura 11.15), no sólo en la pintura mural (véase figura 6.3), lo que debemos in-
terpretar como un gusto estético acorde o en correspondencia con el paisaje natu-
ral que percibía el teotihuacano. En otras palabras, el altiplano central de México
se caracteriza por una geología y un entorno vegetativo de gamas cromáticas muy
saturadas, en parte por el modo en el que la luz se proyecta en un paisaje más regu-
lar que irregular y de aristas rectas que, por lo demás, también sirvió de referencia
para la arquitectura teotihuacana.

Figura 11.14. Muestra C181B-261 vista al LM. Restos de pintura mural procedente de
Teopancazco. Obsérvese el alto índice de saturación de la película pictórica.

Son esas gamas saturadas que percibe el teotihuacano las que mimetizó la
paleta artística de esta cultura. Como contrapunto, por ejemplo, la pintura mural
maya encuentra su punto de referencia en la selva que la envuelve. En ella la luz
tiene más posibilidades de modificar su intensidad, y con ello el paisaje se convier-
te en un baile de colores saturados y traslúcidos al ritmo de esa luz, que la paleta
maya mimetizó a base de diluciones de pigmento en las que pocas partículas de
color quedaron envueltas en una alta proporción de aglutinante. Esta clase de
disoluciones no fueron comunes en la paleta teotihuacana, máxime en la mural,
pues la técnica del fresco condicionaba el uso de colores diluidos en agua, pero no
en aglutinantes de naturaleza lubricante (gomas, gomo-resinas o mucílagos). Pero
tampoco, como decíamos, esto fue algo que preocupó al pintor teotihuacano, pues

408
11. color y cultura en teotihuacan...

si el mundo que se contemplaba desde Teotihuacan era de aristas lisas y de gamas


lumínicas y cromáticas saturadas (y aquí no debemos olvidar que “el color es luz”),
era esta paleta la que debían reproducir las artes. Nuestras muestras hablan de esa
mímesis por cómo se satura el color en ellas, por delgadas que sean las pinceladas.

Figura 11.15. Escultura de un jaguar realizada con piedras ensambladas y pintadas.


Procedencia del conjunto palaciego de Xalla (Manzanilla 2017).

Pintura corporal

Los minerales empleados para la manufactura de estos pigmentos fueron la he-


matita, sus tierras derivadas y el cinabrio para la gama cálida; la calcita, las arcillas
blancas y las tierras diatomeas (Bacillaryophyta) para los blancos; la galena y el
carbón para negros grisáceos; el óxido de manganeso para el negro; y la jarosita
para el amarillo, con excepción de alguna tierra ocre (tabla 11.6). Los tres prime-
ros aspectos a destacar de estos resultados son: (a) la abundancia de colores de
hierro (figuras 11.16 a-c), de alta aplicación en la cosmética antigua y contempo-
ránea por su poder cubriente y su carácter no dañino en contacto con la piel; (b)
la presencia de minerales que en otras culturas de la Antigüedad tuvieron un uso
fundamentalmente cosmético, como la galena y parcialmente la jarosita (figura
11.17 a-b y figura 11.18 a-b); y (3) la treintena de recetas reunidas en las cincuen-
ta muestras de color corporal analizadas hasta la fecha en Teopancazco, partiendo
para ello de unos mismos minerales cromáticos (tabla 11.6). Unido a ello, otros
tres aspectos deben reseñarse: (4) la presencia de sustancias orgánicas ligadas a
esos minerales en muchas de las muestras, principalmente en los colores de hierro

409
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

(hematita, tierras rojas, tierras ocres); (5) que esos componentes orgánicos son de
tipo aromático, lo que nos sitúa en la esfera de un producto de uso corporal, esté-
tico y ritual, que aunó color y fragancia, y, por último, (6) la función y/o aplicación
higiénico-sanitaria de muchas de esas recetas, a consecuencia de uno o varios
componentes, lo que, en definitiva, nos obliga a hablar de colores de aplicación
corporal, que con frecuencia reunieron propiedades aromáticas y medicinales.

Figura 11.16 a-c. Tres pigmentos corporales a base de hierro, correspondientes a las muestras 76861
(18a), 71695 (18b), 73144 (18c). Fotografías al LM.

Figura 11.17 a-b. Espectro EDX y cuantitativo del pigmento corporal negro-grisáceo a base de galena
correspondiente a la muestra 75610.

Sí la presencia de carbón en los negros y negros-grisáceos de galena serviría


para minimizar los efectos nocivos del plomo en contacto con la piel (Fussler
2011), la hematita y tierras rojas tendrían el mismo objetivo en los pigmentos
corporales manufacturados a base de cinabrio, pero en este caso con relación a su
componente de mercurio (Liu et al. 2008; Rasmussen et al. 2008). Por lo tanto, en
la formulación de rojos y negros, encontramos recetas que apuntan a un uso más
saludable de estos colores corporales. A su vez, las tierras diatomeas y arcillas con
las que se confeccionaron los colores corporales blancos hallados en Teopancazco

410
11. color y cultura en teotihuacan...

son también de uso higiénico-medicinal por sus propiedades bactericidas (tierras


diatomeas) e hidratantes (arcillas), que hicieron de las últimas productos de uso en
los baños de muchas culturas pretéritas, como las precolombinas (Alcina Franch
et al. 1980: 122).

Figura 11.18 a-b. Imagen SEM y espectro EDX del pigmento corporal amarillo-jarosita identificado en
la muestra 66523.

Por su parte, otra forma de reducir la toxicidad del mercurio y del plomo en
contacto con la piel fue la formulación de pigmentos corporales en los que cina-
brio y galena fuesen mezclados con ciertas arcillas, como la halloysita identificada
en nuestro muestrario (tabla 11.6), debido al intercambio de iones que se produce
entre silicatos arcillosos y estos metales pesados en combinación, lo que favorece
la absorción parcial de estos últimos en los primeros (Rytwo 2008: 16). Entonces,
¿qué clase de especialista preparó estos colores corporales? Todo ello nos sitúa
ante un especialista que controlaba las artes del color y la medicina, lo cual no es
extraño, en especial si tenemos en cuenta que a lo largo de la historia pigmentos y
colorantes han servido indistintamente a ambas.
A ello también apunta la presencia de sustancias orgánicas aromáticas en el
interior de muchos de los pigmentos corporales de Teopancazco (69064, 75679,
68899, 66386, 71695, 76955, 75511, 78200, 75868, 75443, 23985, 68056 y 76861),
debido a sus respectivas propiedades medicinales. Los dos excipientes aromáticos
identificados hasta el momento son la resina del pino (Pinus montezumae) y el
aceite de chía (Salvia hispanica L.), aislados en la mayor parte de los casos, salvo
excepciones en las que se presentan combinados (75443, 23985, 68056), lo que
favorecería la disolución de la resina en el óleo, y con ello la maleabilidad y aplica-
ción del color-aroma sobre la piel. La presencia del aceite de chía en varios de los
pigmentos corporales de Teopancazco podría ser un signo de identidad, posible-
mente vinculado a la población teotihuacana que habitaba el barrio, por ser la chía
y su aceite originarios del altiplano central de México. La chía, además, parece que

411
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

tuvo un importante protagonismo en los rituales de este barrio de centro ciudad,


según atestigua el único mural existente en él (véase figura 3.2), y el hallazgo de
grandes cantidades de semillas de chía en el patio principal de Teopancazco, cuya
presencia en este espacio ha sido interpretada, precisamente, al hilo del empleo
que se debió hacer de esta semilla en las ceremonias sagradas que allí se realizaron
(Manzanilla 2012: 42; Manzanilla [ed.]-Valadez [coord.] 2017).
Finalmente, otros compuestos bastante comunes en las recetas de pigmen-
tos corporales de Teopancazco son las micas y los cuarzos (tabla 11.6), en espe-
cial las primeras, lo que debió aportar luminosidad al color corporal, con inde-
pendencia de su índice de saturación cromática. Y esto es algo que, una vez más,
establece un continuum entre las artes pictóricas de Teotihuacan. Ya fuese me-
diante el bruñido de la película pictórica, como ocurrió en el caso de la pintura
mural, o mediante el uso de materias primas lubricantes (arcillas) o reflectantes
(mica, pirita, galena), existió un gusto por aplicar y percibir el color en sus mati-
ces más luminosos, y las muestras de pigmentos corporales de Teopancazco que
han sido consideradas en este estudio constituyen una referencia para el tema.
Tabla 11.6. Pigmentos corporales. Composición físico-química
Color Referencia Descripción
(a) 75679, 74498, 77568, 78165 (a) Bolas de pigmento
Amarillos (b) 68899, 66523, 70204, 66386 (b) Bolas de pigmento
(c) 72090, 72537 (c) Bolas de pigmento
(d) 69064 (d) Bola de pigmento
(e) 65218 (e) Bola de pigmento
Composición físico-química: componentes y recetas
(*) Único componente: jarosita, KFe2(SO4)2(OH)6: 77568
(*) Principal componente: jarosita, KFe2(SO4)2(OH)6: 66523,72090, 72537, 69064, 70204, 65218, 75679, 74498,
78165
(*) Formulaciones complejas con la jarosita: (a) jarosita + cinabrio + hematita + mica (66523, 72090, 72537); (b)
jarosita + cinabrio + goethita + mica + resina de pino + aceite de chía (69064); (c) jarosita +goethita + mica
(70204); (d) jarosita + goethita + hematita + mica (65218); (e) jarosita + mica + aceite de chía (75679); (f )
jarosita + hematita + limonita + mica (74498, 78165)
(*) Principal componente: limonita, (Fe2O3.nH2O): 68899, 66386
(*) Formulaciones complejas con la limonita: (a) limonita + mica + resina de pino (68899, 66386)
(a) 76689, 76681
(a) Ofrendas en el interior de recipientes
75610, 79058
Negro-grisáceo miniatura
76688
(b) 76111 (b) Sello
Composición físico-química: componentes y recetas
(*) Principal componente: galena, PbS: 76689, 76681,75610,76111,7905876688
(*) Formulaciones complejas con la galena: (a) galena + halloysita (76689); (b) galena + carbón vegetal (76681,
75610, 76111, 79058); (c) galena + carbón + mica (76688)

412
11. color y cultura en teotihuacan...

(a) 75621 (a) Ofrenda en el interior de un recipiente


Negro
miniatura
Composición físico-química: componentes y recetas
(*) Único componente: óxido de manganeso, MnO: 75621
(a) 76955, 75511, 78200, 75868, 75443, (a) Bolas de pigmento, sellos, y ofrendas
23985, 76861, 71695, 73144, 76421, en recipientes cerámicos miniatura
76683, 76687, 75616, 76107, 75608,
76105, 75613, 76682 A, 76682 B,
75607
(b) 79256 (b) Ofrenda en el interior de un recipiente
miniatura
(c) 68884 (c) Ofrenda en el interior de un recipiente
miniatura
Rojo
(d) 79059, 66666, 67188 (d) Ofrenda en el interior de un recipiente
miniatura
(e) 68056 (e) Ofrenda en el interior de un recipiente
miniatura
(f ) 65193 (f ) Ofrenda en el interior de un recipiente
miniatura
(g) 66155 (g) Ofrenda en el interior de un recipiente
miniatura
Composición físico-química: componentes y recetas
(*) Principal componente: cinabrio, HgS: 71695, 76955, 75511, 78200, 68884, 76682A
(*) Único componente: hematita Fe2O3: 67188
(*) Principal componente: hematita, Fe2O3: 79256, 79059, 67188, 66666, 65193, 66155
(*) Principal componente: goethita, FeOOH: 75868, 75443, 23985, 68056, 76861
(*) Principal componente: otras tierras rojas n.i :73144, 76421, 76683, 76687, 75616, 76107, 75608, 76105, 75613,
76682B, 75607
(*) Formulaciones complejas con cinabrio: (a) cinabrio + calcita + resina de pino + aceite de chía (71695); (b)
cinabrio + goethita + resina de pino (76955); (c) cinabrio + limonita + aceite de chía (75511); (d) cinabrio +
goethita + aceite de chía (78200); (e) cinabrio + hematita (68884); (f ) cinabrio + hematita + halloysita (76682A).
(*) Formulaciones complejas con hematita: (a) hematita + halloysita (79256); (b) hematita + calcita (79059); (c)
hematita + carbón + mica (66666, 65193); hematita + ¿carbón animal? + mica (66155)
(*) Formulaciones complejas con goethita: (a) goethita + resina de pino + mica (75868); (b) goethita + hematita +
mica + resina de pino + aceite de chía (75443, 23985, 68056); (b) goethita + hematita + resina de pino + mica
(76861);
Blancos (a) 79056, 79057 (a) Ofrenda en el interior de un recipiente
miniatura
Composición físico-química: componentes y recetas
(*) Único compuesto: las tierras diatomeas (Bacillaryophyta): 79056
(*) Principal compuesto: calcita CaCO3: 79057
(*) Formulaciones complejas con la calcita: (a) calcita + arcilla del tipo illita: 79057
Naranja (a) 79257 (a) Ofrenda en el interior de un recipiente
miniatura
Composición físico-química:
(*) Principales compuestos: hematita (Fe2O3) e ilmenita (FeTiO3): 79257
(*) Formulaciones complejas con la hematita (a) hematita + ilmenita + cuarzo: 79257

413
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Conclusiones

Este trabajo proporciona nuevos datos sobre el binomio color y cultura en Teo-
tihuacan, partiendo de los resultados que aporta una nueva fase de estudios en
muestras cromáticas de Teopancazco. Hemos combinado los datos del registro
arqueológico con los que aporta el análisis físico-químico de muestras reales y los
estudios de fuentes históricas y visuales, lo que ha permitido profundizar en cues-
tiones de tipo económico (producción y distribución de pigmentos y colorantes
identificados), de tecnología del color (azul teotihuacano) y socio-culturales de
alto interés. Entre estas últimas destacan tres: (a) el uso del color como un medio
para expresar identidad cultural en la multicultural Teotihuacan; (b) cómo el color
remite a un gusto estético, que por lo general encuentra referencias en distintos
soportes y épocas de una misma cultura, y (c) cómo establece nexos entre los
colectivos sociales que como productores y/o consumidores construyeron, y cons-
truyen, la historia del color en cualquier cultura y sociedad.

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419
12. La sastrería de Teopancazco:
la producción artesanal vista desde la cerámica
Estíbaliz Aguayo

Introducción. La producción artesanal

Para hablar de la producción artesanal en Teotihuacan, primero es importante


abordar qué es la producción artesanal especializada en lo que respecta al espacio
geográficamente definido como Mesoamérica. Dos de las características princi-
pales que menciona Hirth (2011) para este tipo de producción son: 1) que la
producción artesanal se llevó a cabo en talleres especializados, religiosos, políticos,
y 2) como trabajos públicos y de servicio para la elite (Hirth 2011: 16). Sin em-
bargo, una de las propuestas que hace este autor es que la actividad artesanal en
Mesoamérica fue una ocupación de tiempo parcial en la mayoría de los conjuntos
habitacionales (Hirth 2011: 17), lo cual deja fuera los espacios exclusivamente
destinados para el trabajo de producción.
De acuerdo con Hirth, se han ubicado tres tipos de producción en contextos
domésticos: la producción artesanal intermitente, en la cual esta actividad se com-
bina con la agricultura y otras actividades de subsistencia; la producción multiar-
tesanal, en la cual se producen diferentes cosas dentro del mismo conjunto –este
tipo de actividad puede ser uno de los principales promotores de crecimiento de la
economía doméstica, en la cual las actividades pueden ser independientes o utili-
zar herramientas para trabajos comunes (Hirth 2011)–, y la producción artesanal
contingente, en la cual se realizan actividades de producción múltiples que llevan
a un fin común (Hirth 2011), es decir, pasos de la cadena operativa en la cual los
procesos generan productos que podrían parecer independientes si no se observa
el contexto como un todo.
Es importante recalcar que Hirth habla de contextos de producción domés-
ticos en los cuales las actividades de producción se realizaban paralelamente a la
agricultura de subsistencia. Basándose en este tipo de contexto, el autor menciona
que no existe una producción artesanal especializada en Mesoamérica; sin em-
bargo, se han ubicado contextos de producción fuera de los espacios domésticos
comunes, como es el caso de los especialistas de elite mayas acotados a los palacios
(Inomata 2001), o también el sitio de estudio de este trabajo: el centro de barrio
de Teopancazco (Manzanilla 2006a, 2009a, 2012a).

421
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

En Teotihuacan, ciudad multiétnica y compleja, pudo haber una combina-


ción de varios sistemas de producción a lo largo de toda su historia, y se han abor-
dado diversas estrategias para poder observar estos procesos. Manzanilla (2006b,
2007, 2009a) propone un análisis de la producción artesanal de la ciudad a partir
de cuatro escalas: los conjuntos familiares que producen bienes para las necesida-
des diarias; los bienes de uso común para la población urbana producidos en la
periferia; los símbolos de identidad de las élites que se pueden estar fabricando
en los centros de barrio; y los objetos relacionados con la élite gobernante y el
control de las materias primas foráneas lejanas alrededor de los sitios de toma de
decisiones de la ciudad.

La producción en un centro de barrio

Los centros de barrio están integrados por varios componentes, con personas que
desempeñan diferentes funciones administradas por elites intermedias (Manzani-
lla 2009a). Un centro de barrio tiene siete componentes (Gómez 2000, ampliado
por Manzanilla 2009a), los cuales se encuentran integrados en Teopancazco de la
siguiente manera:
1. Componente ritual, representado por una plaza con altar al centro y un gran
templo localizado al este del patio con la fachada hacia el oeste.
2. Componente administrativo, en donde el grupo administrador del barrio se
reúne posiblemente con los administradores urbanos para repartir los pro-
ductos manufacturados en el barrio.
3. Componente artesanal, representado por la manufactura de atavíos y tocados
usados por las elites intermedias: el sector “sastrería”.
4. Componente residencial, sectores en donde residían los nobles a cargo del
centro de barrio.
5. Componente militar, un espacio en donde vivía el personal militar del barrio.
6. Cocinas y almacenes alineados en la periferia del barrio para alimentar a los
artesanos y a los militares.
7. Gran área abierta, destinada a festividades, intercambio y juego de pelota
(Manzanilla 2009a: 25-27, 2012a).

El componente artesanal de Teopancazco: la “sastrería”

En Teopancazco, un centro de barrio multiétnico localizado en la periferia sures-


te de la ciudad, los espacios funcionales se encuentran representados en sectores

422
12. La sastrería de Teopancazco: la producción artesanal...

del mismo conjunto, a diferencia de lo que ocurre en los centros ubicados en las
cercanías de la ciudad, como La Ventilla, en el cual las diferentes funciones están
representadas en conjuntos separados (Manzanilla 2009a: 29).
El tercer componente (el artesanal) está representado en Teopancazco por
una actividad de manufactura de atavíos y tocados de los nobles con la presencia
de artesanos provenientes del corredor hacia la costa del Golfo de México (véase
el capítulo 10 de este volumen; Manzanilla 2009a, 2011, 2012a; Manzanilla et al.
2011). Fue identificado así gracias a la presencia de instrumentos de hueso –como
agujas y alfileres (Padró 2002)– y de la materia prima (especies marinas, aves)
proveniente de la costa del Golfo de México (Manzanilla et al. 2011). Este tipo
de producción responde a las necesidades de las elites intermedias, cuya identidad
está remarcada por la presencia de materias primas alóctonas.
De acuerdo con Costin (2001), existen diversas variables que hay que tomar
en cuenta para caracterizar a la producción artesanal especializada, y en Teopan-
cazco se representan de la siguiente manera:

• Los artesanos
A partir de los estudios de isótopos de estroncio realizados en los individuos lo-
calizados en este sitio, se sabe que la mayoría de los artesanos procedían del al-
tiplano central o del corredor hacia la costa del Golfo de México, como el grupo
de decapitados relacionados a los rituales de terminación en Tlamimilolpa tardío
(Manzanilla 2009a: 29, 2009b, 2012a). Dos de los entierros localizados en este
sector tenían como ajuar funerario agujas e instrumentos para zurcir y coser obje-
tos a mantas, los dos reconocidos como migrantes (Manzanilla [ed.] 2012; Schaaf
y Solís 2006, citado en Manzanilla 2009a; Manzanilla 2009a: 32; Padró 2002);
aunado a esto tenemos la presencia de cerámica foránea (específicamente del cen-
tro-sur de Puebla y de la zona del Golfo de México) y las reproducciones locales
de esta cerámica. No es claro si su organización estaba basada en gremios; lo que
sí se puede inferir es que su trabajo estaba ligado a su identidad étnica y es muy
probable que pudiera ser un conocimiento heredado.

• Ubicación
La “sastrería” se ubica en el sector noreste de Teopancazco. Este sector está com-
puesto por cuatro niveles de ocupación con sus respectivos cuartos: Metepec (C44,
C45-51), Xolalpan tardío (C145, C151), Xolalpan temprano (C251, C251A,
C247B, C244) y Tlamimilolpa tardío (C351A) (Manzanilla 2009b, 2012a; Man-
zanilla et al. 2011). Cada uno de estos niveles tiene áreas de actividad, entierros y
apisonados; no existe evidencia de pisos de estuco, posiblemente debido al tipo de
actividad que se estaba llevando a cabo en este espacio, en la que los aplanados de
tierra eran mucho más funcionales y menos costosos.

423
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Cada cuarto es rellenado con material de desecho de trabajo de la misma


sastrería para pasar al siguiente nivel; en estos rellenos se ha localizado la mayor
parte del material con el cual se hacen las interpretaciones de la actividad que se
estaba realizando en este sector (Manzanilla et al. 2011).

• Materia prima y herramientas


Partiendo del principio de que una sastrería se dedica a la confección de vesti-
menta, y que lo que se está realizando es la unión y el acomodo de los diferentes
objetos que van a formar parte del atavío, las materias primas y herramientas serán
diferentes a las que se puede encontrar en un lugar de producción textil en donde
se realiza el hilado y el teñido de las fibras. Las diferencias serían que, en este úl-
timo, lo que más se encuentra son los malacates; a partir de éstos, de su tamaño y
diámetro de orificio, es posible inferir el tipo de fibra o material que se está hilan-
do (Voorhies 1989). Otro de los elementos que es probable encontrar en un lugar
de producción textil son los grandes contenedores para teñir las fibras. Los con-
tenedores pueden ser de cerámica o grandes hoyos en el piso (como actualmente
se realiza), dependiendo de la cantidad de hilo que se quiera teñir. En este espacio
se fabrican las mantas o la tela ya como una composición de urdimbre y trama.
No se descarta que este tipo de actividades haya ocurrido en la “sastrería” de Teo-
pancazco; sin embargo, no se ha encontrado en el material algo que lo corrobore.
Por otro lado, en la “sastrería” se encuentran diferentes herramientas que cum-
plen con la función de espacio de confección, como son las agujas de hueso y los
alfileres; los fragmentos óseos de animales que pudieran servir como tocados o
como placas que se están uniendo a las mantas como se muestra en los murales de
Teopancazco (Manzanilla 2009a, 2012a); las mantas de algodón, que vienen de la
costa del Golfo de México (Manzanilla et al. 2011: 64), las cuales se manufactura-
ron en un espacio de producción textil ajeno al centro de barrio; herramientas varias
de hueso y una gran cantidad de cerámica. Esta cerámica puede estar acotada al
trabajo artesanal de alguna manera como herramienta; si volvemos al posible uso de
los malacates en este sector, los cuencos pudieran estar siendo utilizados como los
llamados Spinning Bowls del Posclásico para dar una mejor rotación al huso como
los encontrados en Cholula (McCafferty y McCafferty 2000), lo cual puede ser po-
sible, ya que debido a la relación que se encuentra en este sitio posclásico con la costa
del Golfo de México y la relación de Teopancazco con esta misma zona geográfica,
las costumbres de manufactura pudieron haber cambiado muy poco.
Por otra parte, en la “sastrería” la cerámica pudiera estar sirviendo como con-
tenedor de pigmentos para dar los toques finales a los atavíos, o ser la vajilla uti-
litaria de los que ahí trabajaban, sin relacionarla con su trabajo. Las diferencias
entre las herramientas y materias primas utilizadas en estos dos contextos no ex-

424
12. La sastrería de Teopancazco: la producción artesanal...

cluyen que se estuvieran realizando las dos actividades en un mismo espacio. Sin
embargo, por el material ahí encontrado, quizá no sea así en el caso de la “sastrería”
de Teopancazco pues el espacio abierto (C244) está cercano pero fuera del con-
junto (espacio en el que la maquila pudiera llevarse a cabo), así como por el hecho
de que la cantidad de malacates asociados directamente al espacio de sastrería es
escasa. Los artesanos del sector “sastrería” posiblemente tuvieron una especializa-
ción más relacionada con lo simbólico que con la maquila textil.

• Objeto terminado: Los atavíos


Debido a que este contexto de producción es del tipo arraigado o controlado, no
por el gobierno central teotihuacano sino de la elite intermedia que está a cargo del
barrio (Manzanilla 2009a, 2012a), la iconografía está absolutamente a las órdenes
y disposición de la clase sacerdotal que resguarda el culto o del sector militar; de
esta manera, el simbolismo y la carga ideológica del producto final realizado en
la sastrería está implícito desde el momento en que se consigue la materia prima,
e incluso durante el reclutamiento de los trabajadores. Esto quiere decir que los
atavíos terminados posiblemente no serán distribuidos en toda la ciudad debido a
la relación simbólica e ideológica que los une al espacio en donde se están manu-
facturando; por lo tanto, en este caso no existe una relación de distribución con el
resto de la sociedad, pero sí con los usuarios, que eran los sacerdotes que tendrían
el uso total y exclusivo de los atavíos.
De acuerdo con la caracterización de la “sastrería” de Teopancazco con res-
pecto a los aspectos a estudiar en un espacio de producción artesanal, se puede
resumir lo siguiente: la “sastrería” es un espacio de producción controlada, espe-
cializado en la confección de atavíos para la elite del barrio, los cuales son manu-
facturados por especialistas posiblemente provenientes del corredor hacia costa
del Golfo de México, con materias primas de dicho sitio así como con productos
faunísticos, que van desde perros hasta peces provenientes de la zona de Veracruz.

La cerámica en un espacio de producción artesanal

Metodología de análisis
Para conocer si la cerámica pertenecía a un sistema de producción, es importante
reconocer cuatro variables analíticas: 1) forma-función: se caracterizan las pastas, el
acabado de superficie y las medidas específicas de cada tiesto; 2) contexto: a partir
de la generación de bases de datos por rellenos, áreas de actividad y etapa construc-
tiva; 3) análisis químico: tomando en cuenta los residuos orgánicos e inorgánicos;
4) etnoarqueología: la cual se hace replicando las actividades en cerámica actual.

425
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

El análisis de la forma es retomado de la propuesta de Rice (1987), en la cual los


fragmentos cerámicos son considerados como vasijas. Se observan las características
físicas de la pasta: color, desgrasantes, porosidad y cocción, para así poder incluirlas
en un tipo cerámico. Las cualidades del acabado de superficie indican a qué grupo
funcional pertenecen, principalmente por permeabilidad y capacidad de transmisión
calórica. La medición de las características de capacidad, altura y grosor de las pare-
des son un indicador de la forma. Es importante tomar en cuenta integralmente estas
características para reconocer la tecno-función real de los artefactos.
La caracterización física de los tiestos permite crear bases de datos en las
cuales se agregan las especificaciones de la ubicación espacial y temporal. La lo-
calización de los materiales es un indicador de los procesos de transformación de
los contextos, es decir, se diferencia entre los materiales provenientes de rellenos
constructivos y los que provienen de contextos primarios.
El análisis contextual se basa en la observación de los diferentes niveles espa-
ciales en los cuales está distribuido el material, yendo de lo general a lo particular,
es decir, desde los niveles de conjunto, en este caso el centro de barrio, el sector de
producción artesanal, el cuarto localizado como sastrería, los niveles de ocupación
con sus respectivos rellenos culturales y las áreas de actividad localizadas en éstos,
algunas asociadas a entierros.
El análisis de contenidos se basa en la batería de técnicas propuesta por Bar-
ba (1986), la cual consiste en seis pruebas: fosfatos, ácidos grasos, potencial de
hidrógeno, residuos proteicos, carbonatos y carbohidratos. Es necesario moler la
cerámica para lograr por lo menos 1 g de muestra. A partir de estas pruebas se
puede conocer si las vasijas contenían alimentos vegetales o animales, desechos
o si estuvieron sometidas a calor. Los reactivos utilizados durante estas pruebas
fueron proporcionados por el Laboratorio de Química del Instituto de Investiga-
ciones Antropológicas, de la Universidad Nacional Autónoma de México.
James Skibo (1992) propone una cuarta variable, la cual no se tomó en cuenta
durante esta investigación: la etnoarqueología, debido a falta de tiempo y material
moderno para realizar la experimentación. Sin embargo, es importante contrastar
los resultados de la química con los resultados etnoarqueológicos, ya que esto sirve
como marco de referencia.
Existen diferentes formas de separar la contextualización del registro para
una mejor comprensión de las actividades realizadas en los espacios. La primera
de ellas sería el “área de actividad”, que es la unidad mínima de análisis contextual;
un AA es “la concentración y asociación de materias primas, instrumentos o dese-
chos en superficies o volúmenes específicos, que reflejen actividades particulares”
(Manzanilla 1986: 11). Las AA se pueden dividir en: producción, uso o consumo,
almacenamiento y evacuación (Manzanilla 1986).

426
12. La sastrería de Teopancazco: la producción artesanal...

La siguiente serían los rellenos constructivos. A diferencia de lo que signi-


ficaría un relleno constructivo en contexto monumental, los rellenos que separan
las ocupaciones en los cuartos son desechos codificados que están relacionados
con las personas y actividades que se llevaron a cabo en los espacios. Se ha obser-
vado que los rellenos varían según el tipo de sector de Teopancazco en el cual se
encuentren (Manzanilla 2009a). Estos cajones de información pueden contener
desde material disperso hasta áreas de actividad relacionadas a contextos mortuo-
rios dispuestos durante la manufactura del relleno, o como parte de los entierros
típicos teotihuacanos realizados en los cuartos. Consideramos que los rellenos
constructivos en los contextos teotihuacanos no están conformados por materiales
“desechados” al azar, sino que están manejando un discurso de ocupación y funcio-
nalidad de los espacios que clausuran.
De estos rellenos se obtuvo la mayor parte de la información de la presente
investigación (Aguayo 2012) (figura 12.1). A partir de los materiales localizados
en los rellenos constructivos que separan los cuartos se ha podido otorgar la fun-
cionalidad a éstos y ha sido posible establecer una cronología.

Figura 12.1. Gráfica que muestra el total de la cerámica hallada en “la sastrería” de
Teopancazco (Aguayo 2012).

427
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

El espacio y su cronología
La cronología de las etapas constructivas de la “sastrería” se basó en los materia-
les asociados y es la siguiente: Metepec (C45-51), Xolalpan tardío (C151), Xo-
lalpan temprano (C251, C251A) y Tlamimilolpa tardío (C351A); todos estos
cuartos están superpuestos estratigráficamente (Manzanilla 2012a; Manzanilla et
al. 2011). Existen otros cuartos contiguos en los cuales no se analizó el material
cerámico, a diferencia del análisis faunístico y de instrumentos de hueso trabajado.
De acuerdo con la propuesta realizada por Manzanilla (2009a), la especiali-
zación de tiempo completo en la “sastrería” de Teopancazco pudo estar relaciona-
da a los eventos ocurridos durante la transición de Tlamimilolpa tardío a Xolalpan
temprano (350 d.C., aproximadamente), cuando parece que hubo una renovación
de la ciudad y se inició el esplendor de la urbe, así como el mayor control político
y religioso de los centros periféricos.

Fase Tlamimilolpa tardío: C351A


De esta temporalidad se analizó únicamente un área de actividad, debido a la
escasa disponibilidad del material. Sin embargo, es un buen ejemplo para poder
observar lo que sucede en un contexto cerrado y cómo se comportan los materiales
cerámicos en este tipo de asociaciones tan específicas y hacer la diferencia con los
rellenos.

AA164. Esta área de actividad pertenece a la fase Tlamimilolpa tardía (figura


12.2); está compuesta de ocho rellenos culturales, y en ellos se localizaron tres
entierros (Manzanilla 2012b). El primero es un entierro primario infantil (En
64) que se encontró al interior de un vaso pulido tapado por un cuenco, asociado
a huesos de perro; el segundo es un entierro de un adulto en posición decúbito
lateral izquierdo (En 78) que estaba acompañado de un punzón de hueso, huesos
animales, una punta de obsidiana y una prepunta; el tercero (En 87) es un entierro
múltiple que contenía dos infantes de aproximadamente cuatro meses de edad
en muy mal estado de conservación (Manzanilla 2012b). Entre los materiales
asociados al AA se encontraron principalmente objetos manufacturados en hueso
como agujas y punzones, así como también aplicaciones en concha, entre ellas un
botón. Los objetos pueden estar directamente asociados a las actividades realiza-
das por los individuos enterrados en esta fosa; a pesar de que los infantes aún no
están asociados a las actividades de elaboración de atavíos ni haber usado alguna
de las herramientas, pueden pertenecer a la familia o al grupo encargado del uso
de estos artefactos.
También en esta AA se encontró mucha cerámica, entre la que predomina
la vajilla Pulida (48%), la vajilla Mate (13%, siendo muy similar la cantidad entre

428
12. La sastrería de Teopancazco: la producción artesanal...

Burdo y Fino), la vajilla Foránea (en la cual el tipo Anaranjado Delgado es el pre-
dominante) y vajilla Bruñida con 11%.1

Figura 12.2. Gráfica de la cerámica del cuarto C351A AA164 (Aguayo 2012).

Las formas localizadas están asociadas en su mayoría a la vajilla de prepara-


ción y servicio de alimentos, a excepción de las formas Café Pulido, conformadas
por vasos trípodes y cajetes. Dentro de la vajilla foránea se localizaron fragmentos
del tipo Naranja Fino proveniente de la costa del Golfo de México.
Se identificó una diferencia entre la cantidad y el tipo de materiales en los di-
versos rellenos que componían la fosa. El Relleno 1 fue el más significativo en cuan-
to a asociación con los individuos y los materiales relacionados al hueso trabajado.
R1: de la cerámica localizada en este relleno se encontraron 407 fragmen-
tos formados en su mayoría por vajilla Pulida, principalmente Café Pulido, Café
Rojizo Pulido, Rojo Pulido y Bayo Pulido, que son tipos que pertenecen a las
vajillas de servicio, compuestas en su mayoría por ollas y vaso trípodes. A esto le
sigue una cantidad considerable de Mates; las formas del tipo Mate Burdo que se
localizaron fueron, principalmente, fragmentos de anafres y braseros con residuos
que indican exposición al fuego; de la vajilla Mate Fino, en su mayoría se identi-
ficaron miniaturas. El resto de los tipos se encuentra en cantidades muy inferiores
a los tipos mencionados anteriormente; sin embargo, eso no les resta importancia
debido a la enorme variedad de los materiales asociados a este primer momento
del relleno, entre los cuales están representados siete tipos de la vajilla pulida, y
en menor cantidad, pero siempre constante, la vajilla Foránea representada prin-

1 
Es importante señalar que la tipología utilizada en esta investigación es la que genera Evelyn
Rattray (2001).

429
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

cipalmente por el Anaranjado Delgado, lo cual puede deberse a que es la última


parte del cierre de la fosa del área de actividad en la cual los elementos dispuestos
pueden ser los más significativos, a pesar de que no se relacionen directamente con
los individuos enterrados en ese sector. De esta manera, los materiales muestran la
importancia de los individuos ahí depositados, lo que se asocia a los instrumentos
de hueso antes mencionados.
Debido a que de la ocupación Tlamimilolpa tardía (C351A) sólo se analizó
un área de actividad, se consideró que la muestra no era suficiente para ser com-
parada, ya que las AA tienen un comportamiento distinto al resto de los rellenos;
por ese motivo se muestreó otro sector del centro de barrio para tener un índice
de comparación interpretable para esta fase. El cuarto que se analizó es el C367,
que se ha identificado como el sector de vivienda del administrador (Manzanilla
2012a), el cual tenía rellenos y un AA (AA228). La cantidad de tiestos fue escasa,
en comparación con la analizada del sector “sastrería”, sin embargo, arrojó diferen-
cias considerables, que se discutirán más adelante.
Se contabilizaron 690 fragmentos cerámicos de C367, de los cuales el tipo
predominante es Café Pulido (18%), seguido por Café Rojizo Pulido (15%) y
Negro Pulido (14%). A diferencia de la ocupación Tlamimilolpa tardía en C351A,
a pesar de que las discrepancias parecieran no ser tan notorias, los fragmentos
recuperados de Anaranjado Delgado son mínimos, y se asocian principalmente
a cajetes hemisféricos muy desgastados. Aunque con escasa frecuencia, dos de
los tipos importantes en este sector fueron el Rojo Especular y Rojo Pulido, de
los cuales se recuperaron fragmentos casi completos de cajetes miniaturas. Estos
objetos no se identificaron en el otro sector; son fragmentos de la llamada Den-
se Ware. Las miniaturas Copa Ware se mantienen, pero no en la frecuencia de la
“sastrería”. Se pudieron observar formas totalmente relacionadas al servicio de
alimentos, aunque las decoraciones y los acabados de estas formas se observaron
más finas, probablemente relacionadas con el usuario de estas vasijas. Había poca
cerámica foránea. Los rellenos fueron muy homogéneos. Se observó una impor-
tante cantidad de material Café Rojizo relacionada a ollas de procesamiento y
almacenamiento de alimentos; sin embargo, macroscópicamente no se observó
ninguna señal de exposición al fuego.
Esta comparación de datos corrobora la idea de que los rellenos constructivos
sí tienen una diferencia con respecto al sector del que provengan.

Fase Xolalpan temprano. C251A


Este cuarto se analizó completamente, es decir, es la fase mejor documentada de
todo el análisis (figura 12.3); debido a que durante esta fase el cambio social ocu-
rrido otorgó un control de materias primas y fuerza de trabajo en varios sectores

430
12. La sastrería de Teopancazco: la producción artesanal...

de la ciudad, es probable que sea en este momento cuando el espacio de la “sas-


trería” se especialice y se convierta en una zona dedicada a la producción artesanal
de tiempo completo.

Figura 12.3. Gráfica del total de la cerámica del cuarto C251A (Aguayo 2012).

Rellenos
Este cuarto (C251A), como ya se ha mencionado, pertenece a la ocupación Xolal-
pan temprana del sector “sastrería”. Este cuarto contó con nueve rellenos y mate-
rial revuelto debido al derrumbe del muro sur (Manzanilla 2012b).
A pesar de que el tipo predominante es el Mate Fino, la cantidad de tipos
pertenecientes a la vajilla Pulida hace que ésta tenga 46%, la Mate Ware 14%, y la
vajilla foránea principalmente está representada por el Anaranjado Delgado.
R1: se encontraron 1775 fragmentos cerámicos, siendo los principales tipos:
Anaranjado Alisado, Anaranjado Delgado y Mate Fino. Sin embargo, no existe
una distancia clara entre las cantidades de cada uno de éstos. Muchos tipos están
representados en frecuencias menores. Se pueden observar desde pastas finas forá-
neas hasta las vajillas de servicio comunes (alisada) y una gran variedad de tipos
decorados. Predomina la vajilla pulida en todas sus variedades.
R2: consta de 1946 fragmentos cerámicos; la vajilla predominante es la Pulida,
seguida por la Mate y la Foránea. Los tipos más representativos de la vajilla Pulida
son el Café Rojizo, Café y Anaranjado, todos ellos con formas relativas a las vajillas
de servicio y preparación de alimentos. Se mantiene la gran variedad de vajillas con
bajas frecuencias, sin embargo, es constante, es decir, están casi todas representadas
desde Estucados hasta vajilla Alisada, pasando por la gran variedad de bicromos y
decorados existentes en el complejo teotihuacano. Es importante señalar que aquí
se encuentran tres fragmentos de posible imitación Anaranjado Delgado.

431
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

R3: consta de 1000 fragmentos y a pesar de que la vajilla Pulida que engloba
todos sus tipos sigue siendo dominante, la vajilla Mate Fino se dispara, siendo la
que más se encontró en este relleno, conformada principalmente de miniaturas y
formas sencillas relacionadas con las vajillas de servicio (platos, cuencos, cajetes).
No obstante, la variedad de tipos es tan grande que no llega a ser siquiera 10%
de la totalidad de la cerámica. El segundo tipo que es constante es el Anaranjado
Delgado, en su forma de cajetes hemisféricos. La presencia de material decorado y
pintado es constante, así como también un incremento en el número de fragmen-
tos de Copa Ware, que es una vajilla de servicio pero no de sectores domésticos. El
Naranja San Martín aparece en pequeñas cantidades, pero los tiestos pertenecien-
tes a este tipo son de mayor tamaño y pertenecen en su mayoría a grandes ánforas.
R4: se identificaron 793 fragmentos; existe una permanencia de los tipos
predominantes en rellenos superiores, siendo los de mayor número los tipos Café
Rojizo, Café y Anaranjado de la vajilla Pulida. Se localizaron cajetes Café Pulido
con incisiones y el resto perteneciente a las vajillas de preparación de alimentos y
servicio. En cuanto a las formas más representativas del Mate Burdo, se encuen-
tran en general protuberancias de anafre, anafres y braseros. Es muy probable que
exista un anafre disperso a lo largo de los rellenos.
R5: con 758 fragmentos. Hay una disminución en los tipos que predomi-
naban en rellenos superiores, y aumentaron discretamente los tipos minoritarios.
El tipo del cual se reconocieron más fragmentos fue el Café Oscuro Bruñido; se
encontró una gran cantidad de vajilla Foránea: Granular, Anaranjado Delgado y
Foráneas Varias. En general, se nota un incremento en los tipos Bruñidos, siendo
sus formas más recurrentes los vasos con soporte de botón y algunos cajetes de
paredes evertidas. Se mantienen todos los tipos que fueron reconocidos desde
el R1. Es importante recalcar que los tiestos del tipo Café Rojizo Pulido, en sus
variantes Oscura y Clara, podrían pertenecer a las mismas piezas, sólo que el color
varía dependiendo de la cocción. Este error analítico se debe a que cuando realicé
el análisis aún no tenía una amplia experiencia en la identificación de los tipos; sin
embargo, decidí no juntarlos en las gráficas finales para que se pudieran observar
los resultados directos del análisis del laboratorio. Es por ello que al sumar la can-
tidad de tiestos relacionados a este tipo resulta una gran cantidad de vasijas tipo
olla de gran tamaño, las cuales podrían cumplir una función diferente a las vasijas
del mismo tamaño de San Martín, debido a que las formas del Café Rojizo son
redondeadas y permiten la transmisión de calor con mayor facilidad a lo largo de
toda la olla, diferente al uso de almacenamiento que se le da al San Martín.
R8 y R9: estos rellenos fueron muy pobres en cuanto a material cerámico se
refiere; sólo se encontró un fragmento por relleno, en R8 de Café Oscuro Bruñido
y en R9 de Negro Bruñido.

432
12. La sastrería de Teopancazco: la producción artesanal...

DMS: se refiere al derrumbe del muro sur; se identificaron 172 fragmentos,


siendo la vajilla Pulida la dominante, así como el tipo Bayo Alisado, cuyas formas
son básicamente platos y cajetes. Sin embargo, este sector pudo ser una remoción
de material, por ello no se tomará en cuenta como el resto de los rellenos.

AA154. Fue identificada como una posible fosa de desecho ubicada junto al
muro de adobe que se encuentra al oeste del C251A (Manzanilla 2012b). Se en-
contró en el R2 general del cuarto. Los materiales asociados a la cerámica encon-
trada en este sector consisten en hueso, pigmento, lítica pulida y figurillas. Cons-
ta de cinco rellenos en los cuales las tres vajillas predominantes fueron la Pulida,
Mate y Foránea, con comportamiento similar a los rellenos generales (figura 12.4).

Figura 12.4. Gráfica de la cerámica del AA154 del cuarto C251A (Aguayo 2012).

AA 66. Es un área de actividad asociada al En 15, que es un individuo adul-


to de sexo masculino con deformación craneana tabular erecta y con mutilación
dentaria (Manzanilla 2012b). Se localizaron piezas completas asociadas a este
individuo, las cuales son: Cajete Estucado, cuatro cajetes hemisféricos Anaranjado
Delgado, cajete con aplicaciones y dos cajetes miniatura (Manzanilla 2012b). Los
materiales asociados consisten en lítica, conchas, hueso animal y humano diverso,
agujas de hueso, tejos, un alisador de estuco y una figurilla. Se recuperaron 512
fragmentos de cerámica de los cuales el tipo Mate Fino y sus formas miniaturas
son las predominantes (figura 12.5).

AA64. Se localizó en la esquina sureste del cuarto, pegada al muro este. Se


encontraron cuatro vasijas completas posiblemente asociadas al En 15, las cuales

433
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

consisten en dos cajetes hemisféricos Anaranjado Delgado, un vaso Café Pulido y


un cajete con aplicaciones (Manzanilla 2012b). Los tipos cerámicos predominan-
tes son Mate Fino, Mate Burdo y Anaranjado Delgado (figura 12.6).

Figura 12.5. Gráfica de la cerámica del AA66 del cuarto C251A (Aguayo 2012).

Figura 12.6. Gráfica de la cerámica del AA64 del cuarto C251A (Aguayo 2012).

No existe una diferencia notable entre la cerámica de relleno y la de las áreas


de actividad, debido quizá a que se están refiriendo a la misma actividad, posible-
mente sólo el predominio del tipo bruñido en el AA66, lo cual implica una forma
más elaborada y más vistosa acompañando el En15.

434
12. La sastrería de Teopancazco: la producción artesanal...

Fase Xolalpan temprano: C251 (espacio anexo)


Es el espacio al oeste donde se localiza el acceso de C251A, perteneciente a la fase
Xolalpan temprano. Aquí se encuentran los Apisonados 4 y 5. Está compuesto
por cinco rellenos, cuatro de los cuales presentaron material cerámico (Manzanilla
2012b). Se analizaron 927 fragmentos; la vajilla Pulida es la preponderante y, en
menor cantidad, la Foránea y Mate Ware.
R1: se analizaron 400 fragmentos. Todos los tipos de la vajilla Pulida están
representados, en mayor cantidad el Café y el Bayo, seguido por el Mate Burdo,
perteneciente al material Derrumbe del Muro Sur, que está representado casi en
su mayoría por cuerpos de braseros.
R2: cuenta con 448 fragmentos, de los cuales la mayoría pertenecen a la
vajilla Pulida. La frecuencia de la vajilla Mate se reduce considerablemente y el
Anaranjado Delgado se incrementa, a la par de alguno de los tipos más represen-
tativos como Bayo Pulido.
R3: se recuperaron solamente 52 fragmentos. Se mantienen todos los tipos
de la vajilla Pulida. Sólo se identificaron 3 fragmentos de Mate Burdo.
R5: en este relleno sólo se identificó un fragmento Estucado de menor tamaño.
El análisis de este cuarto es muy importante a pesar del poco material re-
cuperado, debido a que a diferencia del material analizado de los cuartos C251A
y C351A, tanto en rellenos como en áreas de actividad, en esta zona se pueden
observar claramente las vajillas cuyos tipos están relacionados con el servicio y
preparación de alimentos (o calentamiento de éstos), como son el Bayo, Café,
Anaranjado y Café Rojizo; a esto se une el Mate Burdo, del cual se recuperaron
en su mayoría fragmentos de fondos con restos de exposición al fuego. Durante
el análisis se identificaron como cuerpos de braseros; sin embargo, el cuerpo de
los braseros y de los anafres es muy parecido, pero lo que hace la diferencia es la
identificación de los bordes y de las protuberancias. No se puede afirmar si estos
braseros o anafres estén ligados específicamente al calentamiento de alimentos en
esta zona; aunque puede pensarse esto, ya que el área está separada físicamente de
la zona donde se han localizado mayores restos faunísticos que asocian al C251A
con una producción de atavíos, como se ha mencionado anteriormente (Manza-
nilla et al. 2011).
Otra de las cuestiones importantes es la reducción del material de Mate Fino,
en contraste con lo visto en los cuartos que se encuentran al este, lo cual podría
estar indicando una función específica del Mate Fino relacionada a la actividad
productiva, pero que en este caso no está funcionando así.
El Anaranjado Delgado se encuentra en cantidades discretas, a pesar de que
la vajilla Foránea es la segunda en importancia; sin embargo, ésta representa un
cuarto de la cantidad de la vajilla Pulida.

435
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Es probable que el Anaranjado Delgado, un tipo constante en las ocupacio-


nes, esté siendo utilizado para ambas actividades, ya que debido a su asociación
con los entierros del 251A es utilizado sólo por cierto sector de la población.

Fase Xolalpan tardío. C151


Se analizaron 332 fragmentos de tres rellenos 2, 3 y 5, siendo el Mate Burdo el
tipo más frecuente (figura 12.7).

Figura 12.7. Gráfica de la cerámica total del cuarto C151 (Aguayo 2012).

R2: 134 fragmentos analizados. Se identificaron todas las variedades de la


vajilla Pulida, siendo los más destacados Café Rojizo y Café. El tipo Bayo Alisado
es el que tiene mayor número; se observó escasa presencia de Anaranjado Delgado
y Mate Fino.
R3: cuenta con 197 fragmentos; el Mate Burdo apenas alcanza el 10%, ya que
existe una gran variedad de tipos y todos muy homogéneos.
R5: en este relleno sólo se analizó un fragmento de Café Bruñido.
A diferencia de la ocupación de Xolalpan temprano, tanto en número como
en tipos, este cuarto es muy diferente. Del tipo Mate Burdo, que es el que más
está representado, se localizaron partes de anafres y braseros, e incluso un par de
fragmentos de plaquetas de incensarios; sin embargo, no existe una relación clara
entre los tipos de la vajilla Pulida con respecto al uso de éstos en cuestiones de
producción. El Mate Fino, a diferencia del C251A, es casi nulo en este cuarto, aun
cuando la cantidad total de cerámica sea considerablemente menor, con un pre-
dominio de la vajilla Alisada, la cual no había tenido importancia y está asociada a
cuestiones más domesticas debido a su acabado de superficie, y la constante de la
vajilla Foránea representada principalmente por el Anaranjado Delgado.

436
12. La sastrería de Teopancazco: la producción artesanal...

Tiene dos Áreas de Actividad: 63 y 65 (Manzanilla 2012b).

AA65. Es la concentración asociada al En 17, que es un entierro parcial de un


individuo adulto en posición sedente. Los materiales asociados son: aguja de hue-
so, excéntrico, tejo, fragmento de punta y aplicación cerámica (Manzanilla 2012b).
La cerámica asociada a este entierro constó de 99 fragmentos. El tipo predo-
minante es el Anaranjado Delgado, seguido por el Café Bruñido y el Mate Fino.
La vajilla pulida es constante pero en mucho menor número (figura 12.8).

Figura 12.8. Gráfica de la cerámica del AA65 del cuarto C151 (Aguayo 2012).

AA63. Concentración de materiales asociada al En 14, el cual consta de un


cráneo sin mandíbula orientado 240° Az (Manzanilla 2012b). Los materiales con-
sisten en: lítica, hueso, tejos, fragmentos de figurillas y piezas de juego.
La cerámica asociada constó de 420 fragmentos, distribuidos en dos rellenos
de los cuales el Café Pulido y el Mate Fino son los predominantes, ambos con
formas relacionadas a la función de vajilla de servicio (figura 12.9).
La cerámica asociada a entierros varía mucho con respecto a la de los rellenos
generales de los cuartos. Como en este caso el incremento del uso de Anaranjado
Delgado y Mate Fino indica un uso funerario de las formas de cajetes hemisfé-
ricos y miniaturas, el resto del relleno podría estar relacionado a las vasijas de uso
cotidiano. Durante la época Xolalpan tardío el sector podría estar perdiendo sus
funciones especializadas; sin embargo, los entierros mantienen la relación con el
oficio que se practicaba.

437
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Figura 12.9. Gráfica de la cerámica del AA63 del cuarto C151 (Aguayo 2012).

Fase Metepec. C45-51


Se analizó a manera de muestreo el AA59 de este sector, que está asociado al En
13, que es una concentración de huesos y fragmentos dispersos. Los huesos pare-
cen estar acomodados como parte de un acto ritual (Manzanilla 2012b). Sólo se
tiene un relleno (R7); la cerámica analizada de esta AA contó con 229 fragmentos,
entre los cuales el Café Pulido es el principal tipo, muy por encima del resto de
las vajillas, seguido por Mate Fino, Mate Burdo y el Anaranjado Delgado (figura
12.10).
Específicamente, en el área de actividad no se nota un cambio con respecto
al nivel inferior, muy probablemente por el tipo de asociación que tiene, y porque
los objetos disponibles en los entierros secundarios estén consagrando otro tipo
de actividad a la que originalmente se estaba llevando a cabo en este sector y para
este momento constructivo.
De este análisis contextual se desprenden varias observaciones:
1. Es probable que los materiales asociados a las áreas de actividad estén aco-
tando un desecho específico, ya que se nota una diferencia con el resto de los
rellenos, es decir, la cantidad de Anaranjado Delgado y Mate Fino se dispara
considerablemente.
2. El material que acompaña los entierros se comporta de una manera muy si-
milar a la de las fosas de AA, e incluso las vasijas completas asociadas dan una
clave de los tiestos encontrados: cajetes hemisféricos Anaranjado Delgado,
cajetes miniatura Mate Fino y vasos Café Pulido.

438
12. La sastrería de Teopancazco: la producción artesanal...

3. La cantidad de Mate Fino localizado en C251A apunta a una funcionalidad


específica del tipo durante la ocupación debido a que no aparece en el cuarto
anexo (C251) y la vajilla es del tipo utilitario. En este caso sí se encuentra una
diferencia significativa en el tipo de cerámica.
4. En C251A la vajilla pulida está siendo utilizada para actividades no relacio-
nadas a la preparación ni servicio de alimentos, ya que junto con las formas
Mates y Anaranjado Delgado podrían estar haciendo una función de vajilla
extensa, las cuales contienen desde formas pequeñas hasta cajetes de mayor
tamaño.
5. El tipo Café Rojizo Pulido, a pesar de que su forma lo indique, puede estar
cumpliendo una función de almacenamiento por reuso.
6. Al parecer, en todos los entierros y áreas de actividad se mantiene una cons-
tante en cuanto al tipo de vajillas que componen las asociaciones, indepen-
dientemente de la temporalidad a la que pertenecen.

Figura 12.10. Gráfica de la cerámica del AA59 del cuarto C45-51 (Aguayo 2012).

Comentarios finales

No cabe duda que el sector denominado “sastrería” en Teopancazco es un espacio


dedicado a la producción de atavíos de las elites, bajo el control del administra-
dor del barrio, tal como lo mencionan Manzanilla et al. (2011), respecto de los
materiales de hueso y concha. Sin embargo, la cerámica localizada en este sector
no es un indicador fiable para marcar un espacio con actividad de producción,

439
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

no porque tenga indicios de pertenecer a una actividad secundaria, sino porque


probablemente los materiales pasaron por procesos reiterados de reuso, los cuales
no permiten rastrear la huella de la última funcionalidad (Aguayo Ortiz 2012).
No por eso se va a desechar la cerámica como un material analizable para la in-
terpretación de actividades; por el contrario, ésta sirve como marcador clave para
observar interacciones en los espacios. Posiblemente no podrá definir la actividad
específica; sin embargo, a partir de su estudio se puede conocer la importancia de
este espacio, como un lugar destinado a tipos que no son tan frecuentes en el resto
de los sectores de la ciudad, como el Anaranjado Delgado.
A pesar de que el Anaranjado Delgado se considera la cerámica de comercio
por excelencia en el Clásico, eso no implica que todas las personas tuvieran acceso
total a este tipo. Castañón (2012) menciona que los sectores que tienen mayor
número de tiestos reportados como Anaranjado Delgado se encuentran en Tetitla
(con más de 7000 fragmentos) y en Tlailotlacan (1021 fragmentos); el resto de los
conjuntos que analizó presentan una frecuencia mínima de tiestos relacionados
con este tipo. En Tetitla, un conjunto residencial de clase alta, es de esperarse que
este material abunde entre otros tantos marcadores de estatus.
En el sector de la “sastrería” de Teopancazco, se encontró que muchas de
las formas relacionadas con este tipo se asociaban a entierros. Reconozco que los
sectores no son comparables por tener funcionalidades diferentes; sin embargo, la
cantidad de Anaranjado Delgado presente en este sector es mucha, considerando
que sólo se analizó un cuarto. Con 8% del total de la cerámica, el Anaranjado Del-
gado rebasa a muchos de los tipos pulidos predominantes en varios rellenos como
el Café, Anaranjado y Bayo, y es el tipo que se encuentra con mayor frecuencia
en las AA’s. Esta cerámica pareciera ser de uso común en un sector como Tetitla
y, también, en el sector “sastrería” de Teopancazco, a pesar de no ser un espacio
relacionado directamente a una élite o un linaje gobernante. Esto me hace pensar
que, posiblemente, los sastres o las personas que tenían actividades en este espacio
gozaban de cierto favoritismo, por pertenecer a un grupo dedicado exclusivamente
al control de la iconografía y la carga simbólica relacionada con el gobierno central
y también de las elites intermedias a cargo del centro de barrio; posiblemente por
ello el control de materias primas era menos restringido para ellos. Sin embargo,
para sostener esta afirmación tendríamos que localizar el espacio de vivienda de
estos sastres para observar si en el quehacer cotidiano ellos y su familia también
gozaban de algunos privilegios.
Aunado a esto, la alta frecuencia de esta cerámica en áreas de actividad y
rellenos puede estar indicando que este tipo sí tenía un uso dentro del trabajo
especializado. Debido a que en los entierros asociados a la ocupación había mate-
riales relacionados con la actividad de producción como agujas, botones, pulido-

440
12. La sastrería de Teopancazco: la producción artesanal...

res, etcétera, también tenían asociaciones de material Anaranjado Delgado, pro-


bablemente porque este último servía como herramienta asociada a la actividad
realizada por estos individuos en vida, siguiendo la interpretación dada a este tipo
de contextos. Los análisis químicos aplicados a este tipo no arrojaron diferencias
contrastables entre AA y rellenos.
Siguiendo los resultados de los análisis químicos y formales, no parece existir
una vajilla que se usara específicamente para la producción de atavíos; todo indica
que las formas provienen de un reuso relacionado al servicio de alimentos.
De acuerdo con la distribución del material, durante la fase Xolalpan tem-
prana, cuando el espacio estaba separado en interior y exterior-anexo (C251A y
C251), se distingue un cambio en la funcionalidad. En el exterior (anexo) abun-
dan los tipos y formas asociados al consumo de alimentos como: cajetes, comales y
ollas del Grupo Pulido, y anafres de tres protuberancias del Tipo Mate Burdo, au-
nado esto a la cantidad de fosfatos, ácidos grasos y residuos proteicos localizados
en algunos de los tipos analizados químicamente. Por el contrario, en el espacio
interior, las formas relacionadas a miniaturas del tipo Mate Ware son abundantes.
La propuesta es que probablemente que C251 funcionara como una especie de
comedor, es decir, se separaba la actividad laboral de las actividades cotidianas;
probablemente los sastres estaban acotados a su actividad casi de tiempo comple-
to (sin pernoctar en la zona) y había una necesidad de separación de actividades
debido a la importancia y cuidado que se tenía en la elaboración de los atavíos.
Durante la fase Xolalpan temprana, específicamente en el cuarto C251A,
los elementos asociados a la fauna también fueron más recurrentes (Manzanilla et
al. 2011); guajolotes, perros, peces marinos, armadillos e híbridos de lobo y perro,
junto con las herramientas de hueso, indican que la fauna localizada en este espa-
cio en particular no está relacionada a actividades de alimentación, sino que estos
elementos se empleaban como piezas de ornato que probablemente se zurcieron a
los atavíos de los sacerdotes (véase Manzanilla et al. 2011: 69). A pesar de haberse
encontrado gran cantidad de fragmentos de fauna, no se localizó en la cerámica
ningún residuo que pareciera indicar el contenido de los restos orgánicos prove-
nientes de la manipulación animal.

Vajilla especializada
Propongo para este sector una combinación de tipos asociada a la fase Xolalpan
temprana que puede estar inmersa directamente a este sistema de comportamien-
to asociado a zonas de producción especializada. Lo que llamo vajilla extendida
comprende: Anaranjado Delgado, Café Pulido, Café Rojizo Pulido y Mate Fino.
Éstos se localizan en frecuencias altas tanto en rellenos como en áreas de actividad,
y en asociación a personajes cuya actividad está bien documentada (los sastres).

441
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

De acuerdo con el análisis de las variables para conocer la funcionalidad de


los objetos cerámicos, para esta vajilla los indicadores serían los siguientes:
• Los resultados altos de residuos proteicos en las vasijas de Café Pulido se
pueden asociar a contener elementos como pegamentos o gomas para unir
objetos que no fueran zurcibles a las mantas.
• Del Café Rojizo se obtuvieron resultados muy bajos de residuos quími-
cos en la mayoría de los tiestos; es probable que esto se deba a que como
este tipo tiene formas muy grandes para la contención de materia, pudiera
servir como receptáculo de agua para cualquiera de las actividades que se
estuvieran realizando, ya que el agua es el ablandador de fibras por exce-
lencia. Actualmente en la península de Yucatán, para trabajar el henequén
es necesario realizar un procedimiento llamado “azote” para ablandar las
fibras. A pesar de que la materia prima principal para las vestimentas era
el algodón, ésta podría ir unida por fibras de este tipo.
• La mayoría de fragmentos de Anaranjado Delgado tenían una concre-
ción de carbonatos de calcio posiblemente asociada a la manufactura de
la cerámica estucada con las representaciones simbólicas asociadas a los
linajes gobernantes, es decir, en este sector se manejaba toda la iconografía
relacionada al poder.2
• El tipo Mate Fino y sus miniaturas pudieron tener el mismo uso encon-
trado por Doménech Carbó et al. (2012) relacionado con la contención de
pigmentos de uso cosmético, aunque en este contexto quizá estaba asocia-
do a pigmentos para las vestimentas, e incluso también a la cerámica.

A pesar de que no se puede observar tan claramente la actividad de la ocupación


relacionada con la producción artesanal de atavíos a partir de la cerámica, ésta
nos permitió darnos cuenta de un cambio en la funcionalidad del espacio, gracias
al análisis de los rellenos, ya que a pesar de que algunos tipos son constantes, las
variables numéricas y de formas indican un cambio en la importancia que tenía
este sector. Durante Tlamimilolpa tardío este sector tiene una importancia rele-
vante, ya que la fosa y el entierro asociado están demarcando ya una actividad que
se está realizando desde ese momento, si bien no es posible conocer el grado de
especialización. Durante Xolalpan temprano, la distinción entre espacio interior y
exterior hace clara una diferencia funcional, una necesidad de separar actividades
para la óptima realización de cada una de ellas. En Xolalpan tardío, se recuperó
menor cantidad de material; sin embargo, no se observaron diferencias importan-
tes con la fase anterior en cuanto a la constancia de los tipos. No obstante, en este

2 
Propuesta hecha por la Dra. Linda Rosa Manzanilla.

442
12. La sastrería de Teopancazco: la producción artesanal...

momento sólo existe el espacio interior, no hay división de cuartos, posiblemente


debido a la conjunción de actividades relacionadas a lo mismo. De este momento
es la alineación de cocinas al norte del centro de barrio; posiblemente esto signi-
fique el cambio de lugar de alimentación hacia otro sector, ampliando el área de
producción artesanal debido a la demanda de atavíos. Es durante Metepec cuando
se observa una diferencia considerable con respecto a las otras fases. Pareciera ser
que es el momento en el que el sector pierde su funcionalidad de “sastrería” (Man-
zanilla et al. 2011).

Bibliografía

Aguayo Ortiz, Estíbaliz


2012 El sector ‘sastrería’ del centro de barrio de Teopancazco, Teotihuacan. Análisis del
cambio de función de Tlamimilolpa a Metepec a través del estudio funcional de la
cerámica, Tesis de licenciatura en Arqueología, Escuela Nacional de Antropo-
logía e Historia, México.

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446
13. Estudio de la mica encontrada en Teopancazco
y su caracterización comparada
con otros conjuntos teotihuacanos
Edgar Ariel Rosales

Introducción

En este capítulo corresponde ocuparnos de un extenso pero poco conocido grupo


de minerales: las micas. Son ortosilicatos de aluminio, de interpretación difícil,
tanto a nivel mineralógico como arqueológico. Pertenecientes a los filosilicatos,
se caracterizan por cristalizar en láminas planas, pseudorrómbicas o hexagonales,
flexibles y finas, lo cual les permite una exfoliación perfecta. Al mismo tiempo, se
trata de un material frágil. De acuerdo con su base química, se pueden distinguir
cuatro principales variedades micáceas: la blanca o transparente, mejor conocida
como moscovita aluminosa (KAl2 [OH]2 [AlSi3O10]); la lepidolita de litio (LiKAl3
[OH]2 [AlSi3O10]); la flogopita (KMg3Al [OH] Si4O10), o mica magnésica par-
do-amarillenta, y la biotita (K2 [Mg,Fe]2 [OH]2 [AlSi3O10]), también magnésica,
pero que, por su abundancia de hierro, es casi negra (Rioduero 1985: 154; Poirot
2007: 172).
Actualmente, los estudios arqueométricos nos permiten afirmar que los ha-
bitantes de Teotihuacan consumieron todas estas especies, si bien debieron haber
valorado otros atributos físicos que las reúnen como un solo tipo mineral. En tal
caso, me inclinaría a pensar que los teotihuacanos y otros pueblos mesoamerica-
nos conocieron las micas principalmente por su brillo áureo, y porque parecen
indestructibles ante la acción del fuego (cf. Hernández 1959). Pero antes de pro-
poner cualquier otra interpretación, siempre será conveniente contextualizar la
evidencia disponible. Como material arqueológico, la mica apenas comienza a ser
analizada mediante una teoría y metodología propias de las ciencias sociales. En
otros artículos (Rosales y Manzanilla 2011; Manzanilla et al. 2017) se contrastó la
presencia de este recurso mineral en dos conjuntos arquitectónicos de la antigua
ciudad de Teotihuacan: Xalla y Teopancazco. En esta ocasión, presentaré el aná-
lisis pormenorizado de la distribución de la mica al interior de este último centro
de barrio teotihuacano, desde que apareció asociada al primer entierro registrado
en 1997, gracias al Proyecto “Teotihuacan: elite y gobierno”, dirigido por la Dra.
Linda R. Manzanilla (Manzanilla 2012a). Al mismo tiempo, señalaré las generali-

447
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

dades que comparten las áreas de actividad con presencia de mica en Teopancazco,
con otros conjuntos teotihuacanos explorados, así como sus particularidades.

Análisis por áreas de actividad

El primer estudio sistemático de la mica en Teopancazco fue llevado a cabo por


Margaret Turner (1988: 52) mientras revisaba la base de datos del material obte-
nido de un pozo excavado en 1968 por integrantes del Proyecto de René Millon
(TE-20, Mapa 107). Según este registro, todos los ornamentos micáceos proce-
dían del Cuarto 8 del conjunto, espacio que más tarde interpretamos como parte
del sector administrativo del centro de barrio. Aunque Turner destaca el hecho de
que varias láminas de mica fueron recortadas y adheridas a bases de pizarra traba-
jada, en realidad se trata de material de desecho, en mal estado de conservación y
descontextualizado, procedente de diferentes capas de relleno (2A a 8E), que a lo
sumo aportan 10 gramos de peso neto de este mineral.
Por lo anterior, resultaba necesario el análisis de todas aquellas áreas de acti-
vidad donde se había registrado la presencia de este singular material arqueológico
(Manzanilla 2012b), pocas veces valorado en otros proyectos. Tras un análisis ex-
haustivo y la correspondiente integración de datos que se logró durante el Semi-
nario Teopancazco dirigido por la Dra. Linda R. Manzanilla (Manzanilla 2012a),
es posible confirmar, sin temor a equivocarnos, que la mica encontrada en Teo-
pancazco constituyó básicamente un recurso para fines suntuarios. Su distribución
al interior de Teopancazco se concentró en cinco sectores bien definidos, aunque
todavía sin la intención de jerarquizar su importancia: 1) sector médico, 2) ritual,
3) militar, 4) residencial y 5) de almacenamiento y trabajo artesanal. En la tabla
13.1 se presentan las correspondientes áreas de actividad (AA) donde apareció la
mica, ya sea en forma de cuerpos de placa, láminas, laminillas, polvo, residuo y, en
algunos casos, como preformas geométricas y ornamentos terminados.

Tabla13.1. Áreas de actividad con presencia de mica, en Teopancazco


Núm. AA Material asociado
Ubicación Mica
(Manzanilla 2012b)
SECTOR MÉDICO
48 E1 C53 N463 E107 Un cuerpo con bordes Fosa abierta. Ningún otro material
Pi 1 R1 Z=2278.851- rectos en R1 (0.57 g) más que el relleno de tierra café
2278.818 grisáceo.
128 E1 C153 N464 E108 Residuo Concentración de huesos con carbón,
Ap.2/Pi2 z=2278.515- aguja de hueso, pizarra con pigmento,
2278.416 pieza dentaria, costilla humana.

448
13. Estudio de la mica encontrada en Teopancazco...

131 E1 C153 N462 E108 Residuo al interior de un Fosa circular sellada con ofrenda
P2 Z=2278.456- cajete (menos de 0.01 g) donde había una navajilla prismática
2278.160 en R2 al interior de un cajete, vaso con
aplicación.
132 E1 C153 N462 E107 Un fragmento en el sello Fosa sellada con entierro infantil en
Pi2 Z=2278.456- de la fosa, y polvo (total dos vasijas superpuestas. Olla del En
2278.142 0.25 g) 37 y vasija del En 38. Con restos de
navajillas y hueso animal.
167 E1 C161 N462-463 Residuo Fosa irregular con siete entierros,
E111-113 R1-R3/Ap. 1B cráneos, algunos dentro de algunas
Z=2278.07-2278.38 vasijas, figurilla, una garra pequeña.
Entierro 62 E1 C161 N463 E113 Láminas Dos individuos, un adulto masculino
Z=2278.746 y otro joven. Cerámica, lítica, pizarra
y laja.
Entierro 68 E1 C161 N462 E113 Láminas en R3 Cráneo de adulto masculino 40-44
Z=2278.711-2278.48 años. Cerámica, aplicación, fragmento
de punta, candelero.
Entierro 85 E1 C161 N463 E111 Residuo Cráneo juvenil masculino (RT
Z=2278.4-2278.217 12258), dentro de una cazuela (RT
12259), tapado con un cajete, con
restos de cinabrio.
214B E1 C181B-261 N464 Una laminilla (menos Fosa ovalada, con navajilla, pizarra,
E113-114 Z=2277.529- de 0.005 g), en R1, aplicaciones de incensario, cajete,
2277.085 posiblemente de metlapil, vaso alóctono decorado,
aplicaciones de incensario, concha, pigmentos, fibras orgánicas,
o asociadas al entierro 115 un pedazo de escultura.
222 E1 C261 N464-465 Cuadrado (RT 12976), Incensario tipo teatro disperso en un
E113-114R2 Z=2278.15- rodela (RT 13020), posible área de 42 cm, con carita, rodela de
2278.031 lámina del incensario cerámica, microcaracoles.
227 E1 C181B-261 N464 Rectángulo, láminas Fosa en el eje del templo de tableros,
E111-112P4 Z=2278.29- exfoliadas (RT 12842) con laja, pizarra, estuco.
2277.455
Entierro E1 C181B N464 Discos de 8.5 x 7.6 cm Individuo juvenil 15-20 años,
105 E111R1-6 Z=2277.625- (RT 13200), disco de sedente, extremidades flexionadas,
2277.999 3.3 cm diámetro (RT encendido de fuego en porción
13192); cuadrados (RT inferior del cuerpo y ofrendas.
13881, 13194); ornamento Desmembramiento de figurilla títere,
fitomorfo 13 x 5 cm (RT en la parte inferior yacían ofrendas:
13189); ornamento de 4 x cerámica, lítica, pizarra, mica, estuco,
4.5 cm, en forma de caracol mascarita, platitos miniatura, laja.
cortado (RT 13882), disco
achatado o preforma de
11 x 9 cm (RT 13199),
láminas con restos de
carbón (0.62 g), 1 lámina
tipo confeti 3 x 5 mm
(RT 13197), 11 láminas
trabajadas (RT 13125);
(total 13.88 g)

449
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Entierro E1 C181B-261 N464 Un disco de 3.5 cm Individuo juvenil sedente, quizás


108 E112 R3-5 Z=2277.64- diámetro, 0.29 g (RT femenino, 16-20 años, cerámica y una
2277.885 13196) en R3 mandíbula.
234 E1 C83-353A N461-462 Láminas Fosa con olla fragmentada con En
E107R2 Z=2277.918- 110 neonato, primario, cubierto con
2277.593 un cajete, con lítica, hueso, laja.
Entierro E1 C353A N462 Tres láminas recortadas en Entierro infantil primario, parcial en
110 E107 R3 Z=2277.593- forma arriñonada en R3 fosita, sobre una olla y cubierto de un
2277.793 y laminillas en R2 (total cajete. Cerámica, lítica, laja, hueso.
0.015 g)
SECTOR RITUAL
37 E1 C206 N459-460 Cuatro láminas y Cerámica, cuentas, pizarra, lítica.
E90 R10 Z=2278.101- laminillas, todas con Mucho carbón desde el primer
2277.68 registro tridimensional (RT relleno, tejos, fragmentos de coral
2275, 2633, 2674, 2683, (?), pigmento de hematita, brasero
2707, 2845, 3089, total ceremonial, una figurilla Tláloc,
0.28 g) candeleros Xolalpan.
37B E1 C206 N457- Cinco láminas, una Continuación de AA, diente de tuza,
460 E90-93 R1-3 laminilla, residuo de mica vaso estucado policromo con tapa,
Z=2278.96-2277.68 en argamasa (RT 3013, colores verde, amarillo, negro y rosa
3205, total 0.89 g) con diseños de serpiente y aves),
carbón, ceniza, brasero Metepec,
calcedonia, resina (¿copal?), aguja
de hueso, vasos trípodes pintados al
fresco.
38 E1 C6 N448-451 E91- Láminas al interior de gran Fosa en apisonado, con disco de
93 Z=2278.405 2278.037 fosa cerámica, tejo, excéntrico, una
cuchara, aplicaciones, concha.
51 E1 C6 N458-459 E99 Laminillas demasiado Concentración de materiales de
R6-R9 Z=2278.388- pequeñas (0.26 g), tal vez relleno, con pizarra y placas de
2278.137 asociadas a las placas de incensario tipo teatro.
incensario tipo teatro.
55 E1 C6 N452-453 E99- Un cuerpo en R6C y varias Altar. Es probable que contuviera
101 Pi2 Z=2278.754- laminillas entre R2B y los restos de un hombre con una
2278.5574 R7C (total 0.36 g) laja trabajada (En 8 y 10), antes de
ser saqueado por mexicas. Restos de
incensario, estuco, pizarra, obsidiana
meca.
71 E1 C6 N460-461 E103- Dos fragmentos, Concentración de materiales: dos
104 R4 Z=2278.538- posiblemente asociados a tejos cerámicos, una aplicación, 12
2278.302 los Entierros 21 y 22 fragmentos de pizarra (uno trabajado)
y lajas.
72 E1 C6 N459-460 Tres laminillas, Junto al muro norte del patio del
E102-103R5 y R6 posiblemente asociadas conjunto residencial. Navajillas
Z=2278.212-2278.137 al Entierro 21, o a un prismáticas, 39 fragmentos de pizarra,
candelero o aplicación (RT un tejo, restos óseos, huesos de
7065) animal, concha.

450
13. Estudio de la mica encontrada en Teopancazco...

74 E1 C6 N452-453 E103- Una lámina mica (0.01 g) Fosa saqueada, de forma ovalada y
104Pi12 Z=2278.050- en R2 alargada sentido E-W lítica, y pizarra.
2277.662 Probablemente contuvo al En 22.
75 E1 C158B N465 E92-94 Dos laminillas de mica Concentración de objetos asociados a
R4/R5 Z=2278.718- (menos de 0.1 g) AA77: cerámica estucada, aplicación,
2278.637 esfera, lítica, huesos largos y
trabajados, concha, 23 fragmentos de
pizarra.
77 E1 C158B N463- Nueve cuerpos en trozos Concentración de objetos con
467 E93-95R5/R6 rectangulares, en R5 y restos de ceniza. Huellas de saqueo.
Z=2278.681-2278.583 laminillas (0.1 g), 18 fragmentos de pizarra, algo de
pigmento y una pieza lapidaria.
Muchas aplicaciones.
Entierro 23 E1 C158B N465 E93- Una lámina de figura Entierro secundario, de un adulto
95R5 Z=2278.799- rectangular (0.08 g) en R5 medio asociado a varios restos de
2278.586 fauna y pigmentos.
Cuarto E1 N450-458 E117-120 Mica asociada a huesos Una habitación rectangular, donde se
C247B Z=2279.516-2278.129 largos encontró una calota.
88 E1 C24 N441 E86 R12 Un fragmento de placa Un apisonado de adobe.
Z=2278.174-2277.432 roto (0.09 g) en R1
Entierro 24 E1 C247B N452 E117- Una lámina trabajada y Entierro múltiple (juvenil, infante y
118 R12 Z=2278.174- laminillas (total 0.24 g) en neonato) removido en fosa, con gran
2277.432 R7-8 cantidad de huesos, cuello de olla,
cerámica estucada e incisa, agujas,
tejos, punta de proyectil, caparazón,
medios tejos.
100 E1 C162D N463- Un cuerpo triangular (0.33 Concentración de materiales asociada
464 E100 R3/R4 g) en R3 y otro con forma a entierros. Muchas aplicaciones
Z=2278.788-2278.614 de dona en R2 (0.3 g). cerámicas, botón de cerámica, carita,
estuco, 250 fragmentos de pizarra,
algunos con pintura roja, obsidiana,
concha, pigmento.
103 E1 C258C N462- Una lámina grande, 6 Concentración de materiales:
465 E93-95 R1/Ap.2 laminillas, una plaquita cerámica, lítica, pizarra, hueso
Z=2278.597-2278.369 alargada y trozos de placa humano, concha, navajilla, tejo,
entre R1 y R6 (4.31 pigmento amarillo (en R1), revuelta
g), láminas con tierra alguna con tierra carbonizada,
carbonizada en R2 candelero Xolalpan, abundante en
lítica tallada (184 piezas).
109 C258B N467 E94 Un disco (0.22 g) en R5/ Concentración de materiales:
R5/Pi3 Z=2278.006- Pi3 (RT 9116). Hubo un cerámica (Cajete Anaranjado
2277.886 candelero con láminas de Delgado matado en forma ritual),
mica pegadas en N468 lítica, pizarra, hueso humano y
E95, R2 (RT 8741) animal, figurillas antropomorfas,
fragmentos de incensarios, concha,
tejo, navajillas, pigmentos.

451
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

111 E1 C213A N452-453 Láminas, laminillas y Fosa abierta (cala de saqueo) con
E112-114 R1-R6 Pi2 residuo (0.27 g.) entre R1 cerámica, lítica, hueso, pizarra,
Z=2279.308-2278.708 y R6 aplanados de piso con estuco, puntas
de obsidiana, tejo, cinco piezas de
lajas.
157 E1 C282 N469-470 Láminas, láminas Concentración de materiales en
E109-113 R17Ap.2 trabajadas (RT 11552, bajada de agua: candeleros, figurillas,
Z=2278.756-2278.371 11558, 11910, 12000, pizarra, lítica pulida, fragmentos de
12069) aplicación, vasijas miniatura, aguja de
hueso, cuenta de jadeíta, incensario,
raedera de basalto.
161 E1 C262B N463 Láminas Fosa con entierro infantil neonato,
Entierro 59 E101 R1 Z=2278.120- decúbito flexionado, navajilla
2278.254 de obsidiana gris, cajete, plato,
posiblemente asociado al “Templo de
Tláloc”.
168 E1 C162D N463-465 Láminas (RT 11648, Concentración de materiales: cajete,
E100 R4-5 Z=2278.128- 11660) olla, ánfora, navajilla prismática,
2278.422 lítica pulida, ceniza, pigmento. Está
asociada con el “Templo de Tláloc”
al oeste.
215B E1 C106D-362E Dos botones de un cm de Fosa con entierro adulto 30 a 40 años,
Entierro N460-461 E105 R1-9 diámetro con perforación femenino, secundario, con pizarra,
102 Z=2277.441-2277.760 (0.038 g), un botón de lítica tallada y pulida, aguja de hueso
1.3 cm diámetro (0.02 g) (RT 12704).
en R9 (RT 14211, 14212,
14213)
Entierro 20 E1 C6 N452 E99 R7 /Pi Dos laminillas de mica en Huesos humanos dispersos de
12 Z=2278.138-2278.013 R7 (0.02 g.) adulto medio (En 20), asociado
a fragmentos de figurillas, hueso
trabajado y carbón.
Entierro 21 E1 C6 N459-460 E102- Laminillas Huesos humanos dispersos de
103 R5 Z=2278.212- adulto asociado a cerámica estucada,
2278.137 candelero, dos tejos, lítica tallada,
concha, hueso animal.
SECTOR MILITAR
4 E1 C19 N438-439 Cinco laminillas y residuo Dispersión de materiales, probable
E84-88 R4 y Ap.4 del AA 4B (total 0.61 g) en colapso de aplanados de techo
Z=2279.274 R4 y R5. o muros, contexto de abandono.
Asociado al En 1. Candelero,
tejo, incensario, brasero decorado,
obsidiana.
13 E1 C19 N438 E85 R6 Una lámina (0.09 g) Fosa pequeña con carbón y tapaolla,
/Ap.6 Z=2279.052-
2278.974

452
13. Estudio de la mica encontrada en Teopancazco...

Entierro 1 E1 C19 N438-439 E84- Laminillas (0.04 g) Dos individuos: adolescente y


85 R4, R5 Z=2279.215- juvenil, bajo un apisonado (En 1),
2279.154 gran cantidad de cerámica, navajilla
prismática, hueso animal, pizarra, tejo
fragmentado. En un basurero cercano
había agujas de hueso.
18 E1 C24 N441 E87 Ap.6 Cuatro laminillas de mica Fosa abierta. Pizarra con pintura roja,
Entierro 3 Z=2279.124-2278.804 (0.03 g) en R1 y R3 aguja de hueso, además de los restos
de un infante de 5 a 10 años (En3),
decúbito, flexionado.
23 E1 C24 N442 E87 R8/ Tres láminas de mica (0.06 Fosa abierta. Carbón, lítica, huesos de
Ap. 6 Z=2279.039- g) en R1 animal, trabajado, excéntrico, figurilla.
2278.836
24 E1 C24 N441 E86 Una plaquita irregular en Fosa redonda, abierta. cerámica, lítica,
Ap. 6B Z=2279.054- fosita (0.09 g) en R1 sobre una cuenta negra, carbón.
2278.999 Ap.6B
30 E1 C19 N441-442 E84- Una lámina trabajada mica Fosa abierta: aplicación, carita,
85 R6 y R7 Z=2278.854- (0.30 g) en R6 y R7 candelero, huesos de ave.
2278.094
Cuarto C35 E1 C35 N441-444 Un botón (0.25 g) Pasillo alargado este oeste, asociado
E81-87 R1 bajo Ap.6 laminillas, polvo, 1 placa con AA20 y drenaje (AA21).
Z=2279.154-2278.949 (1.05 g) en R1 bajo Ap.6
del N442-43 E85
SECTOR RESIDENCIAL
95 E1 C162B N465 Una lámina de 2 cm de Fogón asociado con un área de
E101 R1/firme R2 largo, trabajada en R1, más producción artesanal, cerámica con
Z=2278.831-2278.99 laminillas (0.85g) pigmento, 101 navajillas de obsidiana,
predominando la verde 3ª serie, 37
pizarra, 3 de lapidaria, y fragmento de
madera.
102 EI C162C N465- Una vasija fragmentada con Concentración de materiales:
466 E103 R3/Pi 2 abundante mica trabajada figurilla, hueso animal, pizarra.
Z=2278.627-2278.572 en su interior, trozos de
Tlam tar y Xolal tem placa, laminilla y residuo
(0.38 g) en R3/Pi2.
126 E1 C176 N472-473 Tierra con láminas (1.98 g) Olla de almacenamiento con
E103-104 Z=2278.851- en R1 (RT 10413) fragmentos de cajete Anaranjado
2278.812 delgado, asociado a pizarra, cajete
base anular, cerámica granular,
vasos incisos.
129 E1 C177 N472 E99 Un trozo de plaquita (0.03 Concentración de materiales,
R1 Z=2278.963- g) en R2, posiblemente cerca de semicírculo de piedras,
2278.845 empleado para aplicaciones probablemente Coyotlatelco o
de incensario Azteca: fragmentos de ollitas, vasijas,
obsidiana, lajas, figurillas, candeleros,
piezas de juego.

453
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

138 E1 C167 N470-471 Una lámina R4/Pi2 (0.06 Concentración de materiales: figurilla
E104-105 R4/Pi2 g) articulada, vajilla pulida, cajete
Z=2278.764-2278.645 hemisférico miniatura, candelero,
cuenta de ónix, herramienta de
basalto.
SECTOR SASTRERÍA Y ALMACENAMIENTO
110 E1 C504 N488- Una lámina de mica en R2 Concentración de materiales: mucha
489 E96-97 R2/R3 (0.05) cerámica, restos de ollas, lítica, pizarra
Z=2279.191-2278.796 y hueso humano.
114 E1 C507 N490 E110 Láminas almacenadas al Olla bajo el piso, con lítica tallada,
Pi1 Z=2278.686- interior de olla cerámica, hueso animal.
2279.426
117 E1 C505 N488 E114- Una lámina y laminillas, en Olla de almacenamiento: lítica, hueso,
115 R2-R4 Ap. 1 relleno sobre Apisonado 1. carbón, lítica pulida, candelero.
Z=2278.874-2278.214 (0.08g).
120 E1 C607A N489 E106 Una lámina de mica en R1 Fosa saqueada con poco
Ap. 2 Z=2278.511- (0.01g) material cerámico, con olla de
2277.891 almacenamiento, granular, aplicación
(RT 10046).
Cuarto E1 C251A N463-466 Láminas y trozos de mica Cuarto cuadrangular por debajo de la
C251A E117-120 Z=277.915 (0.20 g) en R5 Sastrería no. 1: cerámica, lítica tallada,
hueso trabajado, omechicahuaztli,
pendiente de pizarra, figurillas títere,
carbón, pigmento, ollita Copa Ware,
anaranjado delgado.
154 E1 C251A N461- Lámina trabajada (RT Fosa con cerámica con estuco,
463 E117-119 R2 11481) en R4 pigmento rojo, tejo, pizarra pintada,
Z=2278.317-2277.807 aplicación, ollita con pigmento en el
interior, navajilla, figurilla, una púa
de anafre, una mano de metate (RT
11486).
OTRAS
1 E1 C22 N439 E88-89 Dos láminas de mica (0.1g) Drenaje que corre E-W con una laja
R5 Z=2279.468 en R5 tapando.
36 E1 C6 N459-461 E90- Laminillas y residuo en R4, Pozo de agua del siglo XIX-XX.
92 R18 Z=2278.897- R9, R12 y R18, también en
2277.912 R10, es decir, en las paredes
(0.27 g) mica compactada
en argamasa
Cuarto C69 E1 C69 N446-448 Laminillas en R4 Tiene asociada el AA84, donde
E118-122 Z=2279.638- apareció cerámica azteca, hueso
2279.123 trabajado y fragmentos de figurillas.
Cuarto E1 C358A N462-465 Una lámina blanca, al Cuarto que parece un pasillo, donde
C358A E93-95 Z=2277.897 parecer la única moscovita se hallaron varios entierros de
en el conjunto, en N461 infantes, con moderada presencia de
E93 carbonatos.

454
13. Estudio de la mica encontrada en Teopancazco...

La mica en el sector médico

Hasta hace unos años, poco se había resaltado la importancia de la mica como ma-
teria médica empleada desde la antigüedad. Por ejemplo, los romanos valoraban
las cenizas mezcladas con biotita procedente del Vesubio, pues se creía que ayuda-
ban a combatir enfermedades como la lepra, la tuberculosis o la bronquitis (Rapp
2009: 5). No obstante, aún falta mucho por investigar respecto a las propiedades
curativas de las micas y otros minerales. Mientras tanto, en Teopancazco (véase
capítulo 11 de este volumen) se tiene registrada la presencia de mica acompañan-
do cosméticos a base de galena y carbón, o bien en contacto con maderas que-
madas, lo cual señala el uso de este mineral para mantener las altas temperaturas
provocadas por la combustión de varias sustancias aromáticas (Manzanilla 2012b;
Vázquez de Ágredos et al. 2012: 220, 226). Los contenedores tamaño miniatura
resultan idóneos para las diminutas laminillas micáceas que aparecen asociadas a
pigmentos y otros polvos. Un ejemplo procedente de La Ventilla, frente B, es el
entierro 74 y sus siete morteros de barro cocido; cada uno contenía diferentes sus-
tancias, incluyendo la brillante mica que pudo haber empleado como cosmético la
mujer fallecida (Vidarte 1964).
De los seis entierros con mica que se encontraron en el sector médico, dos
corresponden a los individuos que gozaban de un alto estatus en este centro de
barrio (En 105-108) (figuras 13.1 y 13.2). En ningún otro punto de Teopan-
cazco se concentraron tantas formas trabajadas, principalmente discos, cuadrados
(Manzanilla et al. 2017), y hasta un ornamento que simula un caracol cortado.
De hecho, la mica forma parte de una clase de “productos de toilette” y pigmentos
aplicados sobre la piel, que incluyen sellos, resinas, piedra pómez, cinabrio, galena,
jarosita, hematita y otros óxidos de hierro (véase Vázquez de Ágredos et al. 2012:
217, tabla V.3). Todos estos materiales aparecieron también en el entierro 27 de
Zacuala, por lo que L. Séjourné (1959: 64) explicó que la preparación ritual a la
que el cuerpo había sido sometido correspondía a los “restos de un gran iniciado,
tal vez un pochteca familiar del Tlapallan”.

Otros usos rituales y funerarios

La mica no sólo sirvió para elaborar los ornamentos que acompañaban a los in-
dividuos enterrados en Teopancazco, sino también para prolongar la acción del
fuego dentro de la fosa, como parte de un ritual de terminación en la transición
Tlamimilolpa-Xolalpan (c. 350 d.C.). Esta actividad ha sido observada en mu-
chos contextos funerarios tanto de la periferia como del centro de la antigua ciu-

455
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

dad de Teotihuacan; por ejemplo, los individuos adultos masculinos encontrados


tanto en La Ventilla B (Entierros 19 y 128; Vidarte 1964), como en la sección 21
del Conjunto 1 de la Ciudadela (Entierro 6), este último depositado en un lecho
de cenizas, con fragmentos de varas quemadas y láminas de flogopita, una especie
micácea que soporta más de 1000º C (González Miranda 2009: 53).

Figura 13.1. Formas geométricas de mica del Entierro 105-108 (foto de Rafael Reyes).

Fue en el altar y en el ritual de terminación de la esquina noroeste del pa-


tio ritual principal (AA37 y 37B) donde aparecieron abundantes restos de mica
asociados a otras materias primas y objetos empleados para la actividad religiosa
del centro de barrio, entre ellos: restos de braseros ceremoniales, aplicaciones de
incensario tipo teatro, figurillas Tláloc, cerámica estucada, pigmentos rojos y ama-
rillos, resinas como copal y pizarra. Todos estos elementos conforman áreas de ac-
tividad poco estudiadas en conjuntos explorados varios años atrás, como Xolalpan
y Tlamimilolpa (Linné 1934) o Tlajinga 33, donde además había caracoles car-
bonizados y conchas (Widmer 1991). Afortunadamente, la presencia de carbón,
manchas de ceniza y láminas micáceas con tierra carbonizada, lograron ser regis-
tradas de manera puntual en Teopancazco (véase AA3, 77 y 103), o incluso en
micro-contextos, como las láminas adheridas al interior de un candelero (AA109).
Dicho registro permitió sustentar de mejor manera la interpretación de esta evi-
dencia como ejemplos de rituales de terminación en un sector específico, tal como

456
13. Estudio de la mica encontrada en Teopancazco...

eran practicados a menudo cuando los conjuntos eran remodelados o abandona-


dos (Manzanilla 2012a). Serviría entonces para unificar la interpretación de áreas
de actividad en los patios de congregación de tamaño parecido a Teopancazco,
como Tepantitla y Yayahuala, los cuales rebasan las dimensiones de los patios más
grandes encontrados en Oztoyahualco 15B o Tetitla (Manzanilla 2012a, 2012b).

Figura 13.2. Disco de mica del Entierro 105-108 (foto de Rafael Reyes).

En cuanto al simbolismo de la mica, se confirma su uso para la composición


de aplicaciones de incensarios tipo-teatro cerámicos hallados en Tetitla, La Ven-
tilla y Zacuala, y comúnmente fechados para la fase Xolalpan en adelante. Hasta
ahora, el estudio más completo de este tipo de objeto, a nivel de estudio de áreas
de actividad, procede de Oztoyahualco 15B:N6W3 (Manzanilla y Carreón 1991,
1993). Iconográficamente, este ejemplar refiere al complejo muerte-fertilidad, re-
presentado por la mariposa. En Teopancazco, hay figurillas con tocados de esta
clase, que podrían formar parte de las representaciones de la guardia militar que
se ubicó en el sector oeste. Según ciertos autores (cf. Aguilera 1988), cuando la
mariposa amarilla bate sus alas, parece una flama. Ese es precisamente el efecto
centelleante que produce la mica, con tan sólo exponerla al sol. Por ello resulta

457
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

lógico asociarla como un símbolo de lo volátil que manifiestan otras deidades


teotihuacanas como la del “fuego”.
Otras explicaciones se basan en el hecho de que la mica también guarda
relación con el agua, pues aparece junto a tiestos de vasos Tláloc, e incluso en un
posible templo dedicado a esta deidad, particularmente indicado por la deposición
de restos de infantes (Entierro 59), mientras que las formas circulares con per-
foraciones indican su aprovechamiento como accesorios de uso personal (Taube
1992: 169-172). Al respecto, la elaboración de espejos desde el Preclásico mesoa-
mericano impulsó el desarrollo de toda una tradición tecnológica, que manejaba
al principio minerales de dureza menor, hasta ser sustituidas paulatinamente por
los metales (Rosales 2004).

La mica como indicador de actividad artesanal especializada

Si bien sujeto a discusión como ejemplo de taller lapidario, Tlajinga 33 al menos


tiene evidencia de mica, tanto residual, como de objetos terminados, de un perio-
do que remite a la fase Tlamimilolpa temprano. De hecho, es factible la propuesta
de R. Widmer en cuanto a que el conjunto fue de bajo estatus, ocupado durante
toda su secuencia por artesanos, que en un principio fueron lapidarios, y con el
tiempo experimentaron un cambio hacia la producción de cerámica Anaranjado
San Martín, de manera que la producción lapidaria fue cedida a las elites inter-
medias de los barrios (Widmer 1987: 354). En tal caso, la evidencia se buscaría en
conjuntos más cercanos al centro cívico ceremonial de Teotihuacan.
A diferencia de los contextos excavados en los sectores 1 y 2 del barrio de
La Ventilla (Gazzola 2005), los habitantes de Teopancazco no eran lapidarios que
produjeran ornamentos de mica. Y aunque se encontró un puñado de laminillas
dentro de una olla (AA114), tampoco podemos decir que se almacenó como ma-
teria prima ni como piezas terminadas. En el mejor de los casos, se llegó a tratar
como un accesorio que pudo haber complementado la confección de los atavíos de
elite, actividad en la que sí se especializaban. Justo debajo de la “sastrería” número 1
(Cuarto C251A) hubo restos de pizarra, pigmentos y mica, seguramente conteni-
dos en modestas cantidades, en diversos recipientes de cerámica. En algunas oca-
siones, podían ser adheridos mediante pegamentos o aglutinantes orgánicos, pero
también hay ornamentos de mica con diminutas perforaciones en los extremos. Tal
vez parezca difícil concebir que los discos y otras formas geométricas hechas en frá-
gil mica pudieran formar parte de la indumentaria, pero hay ejemplos arqueológicos
en Kerma (Nubia) que demuestran que, en buenas condiciones de conservación, las
figuras cosidas a gorros o casquetes resisten el paso de milenios (Wenig 1978: 151).

458
13. Estudio de la mica encontrada en Teopancazco...

El AA154 podría ser la evidencia de que los discos y otras figuras de mica
pudieron haber experimentado la quinta fase del proceso de manufactura que de-
nomino “terminados especiales” (Rosales y Manzanilla 2011: 138), ya que además
de las láminas micáceas, había restos de estuco, pigmentos y pizarras pintadas. Los
tejos registrados servirían para trazar el tamaño estándar de ciertos discos, botones
o rodelas, mientras que la mano de metate, lajas y navajillas permitían realizar
finos cortes o pulverizar la mica. Respecto a esto último, queda demostrado que
la especie moscovita fue usada en Teopancazco para la pintura de cerámica o de
murales, añadiendo brillo o intensidad a los colores (Martínez García et al. 2012:
200). Tal parece que esta técnica pictórica se fue transmitiendo a otros sitios del
Clásico, como Xalasco, en el oriente de Tlaxcala (Bautista 2006: 39).

La mica en los conjuntos habitacionales teotihuacanos

Desde que comenzó la sistematización de datos arqueológicos, encaminados a


explicar los patrones de uso-consumo de cada industria y/o materia prima que
adquirieron los teotihuacanos, varios investigadores concluyeron que la mica for-
maba parte de los indicadores de un estatus social alto (Müller 1978: 46). Por citar
un ejemplo, de acuerdo al estudio de M. Sempowski (1994: 66, 83), es claro que
la mica está presente en 40 de los 284 entierros que analizaron, lo que representa
14.1%, sólo superada por la cerámica (87%), la obsidiana (26.4%) y la concha
(19.4%). Debajo de ella, se enlistan los porcentajes de la pizarra (11.3%), la jadeíta
(5.3%), la pirita (1.8%), el tezontle (1.4%) y la hematita (1.1%). El valor o estatus
social conferido al individuo que la poseía no estaba condicionado exclusivamente
por la cantidad, sino por la forma en que la consumía. Por lo tanto, era razonable
que los discos de mica –un tipo de artefacto elaborado a partir de la producción
artesanal especializada– sólo ocurrieran en 4.6% de todos los entierros (Sempows-
ki y Spence 1994: 66, 83). En cuanto a sexo y edad, la inmensa mayoría correspon-
día a adultos del sexo masculino.

Tabla 13.2. La mica en diferentes conjuntos teotihuacanos


Cantidad total
Conjunto Sector Tipo de material
(en gramos)
OZTOYAHUALCO N6 W3 24 Láminas en relleno, láminas adheridas en
aplicaciones de incensario tipo-teatro.
TEOPANCAZCO S2 W2 80 Discos y figuras geométricas completas en
entierro principal.
Láminas en capas y rellenos (incluidos las del
TE-20)

459
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

TEPANTITLA* N4 E2 27 Láminas en entierros, hallados por Orellana


bajo pisos del patio mayor
TETITLA N2 W2 42 Láminas de entierros y ofrendas, 15 láminas
medianas en ofrendas,
TLAJINGA 33 S3 W1 7 Cinco discos, láminas de un altar
TLAMIMILOLPA* N4 E4 14 10 discos, preformas, trozos de placas de mica
XOLALPAN* N4 E2 6 Láminas relacionadas con la estructura,
incensarios tipo-teatro
YAYAHUALA* N3 E4 45 Dos láminas en entierro, según Rocha 1991
ZACUALA N2 W2 37 Discos grandes, láminas y placas grandes
LA VENTILLA
(92-94) 301 Discos, figuras geométricas completas y rotas en
SECTOR 1 570 entierros
SECTOR 2 Discos, figuras geométricas completas y rotas en
entierros
*Cantidad estimada a partir de los informes y publicaciones

No obstante, tras una revisión más detallada de otros conjuntos y contextos


no incluidos en el estudio anterior, percibí que, pese a las diferencias de tamaño,
los habitantes de los conjuntos habitacionales y residenciales teotihuacanos que
aparecen en la tabla 13.2 tenían un acceso similar a la mica, en algunas ocasiones
como si fuera un recurso común, y no alóctono o exclusivo de las elites (hasta los
estucadores de Oztoyahualco 15B:N6W3 podían obtenerla). Además, la integra-
ción de nuevos datos e interpretaciones de entierros dejaban claro que incluso
las mujeres y los niños podían poseer un ornamento rutilante, o bien recibir un
tratamiento mortuorio que requiriera láminas micáceas. La pizarra resultaba poco
frecuente en los entierros de neonatos, mientras que la jadeíta parece exclusiva
para adultos. Pero la mica podía mostrar un continuum heterogéneo. Estas sutiles
diferencias socioeconómicas entre grupos que no crean estamentos claramente
separados, me causaban una inquietud, porque tal vez pudiera echar abajo la pro-
puesta original de considerar a la mica como un material sumamente controlado
por el estado teotihuacano. Afortunadamente, el mismo análisis centrado en la
información que aportan las áreas de actividad bien registradas ayuda a encon-
trar respuestas. Por ejemplo, al interior del mismo Oztoyahualco 15B, la mica
no aparece de manera aleatoria. En el C18S existió un almacén de elementos
importantes para el ritual, como candeleros, cerámica foránea, pendientes de hue-
so, y también la mica (Manzanilla 1993: 132-133). Por lo tanto, el control sigue
estando presente aún en conjuntos de nivel más bajo, mientras que en el centro de
barrio de Teopancazco se observa una adquisición de mica destinada tanto para el
autoconsumo, como para su integración a actividades artesanales de producción

460
13. Estudio de la mica encontrada en Teopancazco...

para la elite. Lo anterior se explica cuando se complementa con los resultados


obtenidos por estudios arqueométricos (Manzanilla [ed.] 2012).

Regiones proveedoras de mica

Si bien ya he señalado a los Valles Centrales de Oaxaca como la fuente de mica más
rica en Mesoamérica (Manzanilla et al. 2017), los recientes estudios arqueomé-
tricos efectuados en otras materias primas sugieren la explotación de yacimientos
en otras tres regiones, aunque de menor importancia durante el periodo Clásico
y Epiclásico. Tal es el caso de la pizarra, casi inseparable de la mica hasta en su
formación geológica. Según los resultados de las técnicas aplicadas para la carac-
terización de los artefactos usados en Teopancazco y Oztoyahualco 15B:N6W3,
una parte del recurso pudo venir de Tejupilco y Valle de Bravo, Estado de México
(López Juárez et al. 2012). Este dato no sólo debe atraer nuestra atención por el
hecho de que se trata de pizarras derivadas de esquistos ricos en biotita y mos-
covita, sino porque confirma la importancia de seguir buscando yacimientos más
próximos a la metrópoli teotihuacana, o revisar aquellos que se reportaron hace
más de cuarenta años. Tal es el caso de la minúscula y poco conocida extracción de
mica entre los municipios mexiquenses de Ocoyoacac, Metepec, Toluca y Calima-
ya, aunque falta confirmar la especie y su calidad (Salas 1973: 66, 77).
La segunda región rica en yacimientos de mica, ocres, ónix y pizarra, pero
aún no investigados por los arqueólogos, abarca los actuales municipios guerre-
renses de Ayutla de los Libres, Copalillo y Azoyú (Figueroa 1980: 61-62). Si los
teotihuacanos obtuvieron tales recursos de Guerrero, bien pudieron haber cir-
culado a través de la ruta Amacuzac-Río Azul Omitlán, la cual fue trazada y
conservada desde el periodo Preclásico (véase Niederberger 2002). Esta hipótesis
se puede reforzar gracias a la evidencia arqueológica procedente tanto de Teopan-
cazco como de la región oriental del valle de Morelos. En el centro de barrio que
nos ocupa aparece al menos una figurilla antropomorfa estilo Mezcala en proceso
de manufactura (véase figura 10.8 procedente de C19) mientras que en el sitio Las
Pilas, Morelos, hubo entierros situados en el Clásico, de individuos con ofrendas
compuestas por cuentas de piedra verde, navajillas de obsidiana verde, plaquitas de
pizarra pintada y discos de mica (Martínez Donjuán 1979: 44-46).
La tercera región propuesta sería la del Golfo de México, de donde procedían
recursos bióticos de primera importancia para un centro de barrio como Teopan-
cazco. Sin embargo, para el caso de la mica, aún resulta difícil definir una ruta de
abastecimiento en concreto. Por el momento, es clara la existencia de yacimientos
de la especie moscovita en el municipio veracruzano Profesor Rafael Ramírez y

461
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

hacia la barranca de Tatatila (Panczner 1987: 280). Por su relativa proximidad, es


posible que de esa zona se extrajera la mica que se encontró en el centro poblacio-
nal y ceremonial de Cerro de las Mesas (Drucker 1943). Por otra parte, llama la
atención que pese a las numerosas observaciones de P. Ortiz y R. Santley (1998)
en cuanto a los patrones que presentan los materiales teotihuacanos hallados en
Matacapan (San Andrés Tuxtla, Veracruz), no se precise nada en cuanto a la mica
asociada a los incensarios, sellos y otros objetos con clara función ritual.
Tal como puntualizó L. R. Manzanilla (2006: 33, 2012a), el estudio de las
áreas de actividad con mica pudiera confirmar la idea de que al cerrarse las redes
que unían a Teotihuacan con los valles centrales de Oaxaca, las elites intermedias
de Teopancazco y otros centros de barrio pudieron haber establecido estructuras
excluyentes a fin de seguir contando con recursos suntuarios –como la mica--
también presentes en otras regiones de Mesoamérica. Quizá, por ello, la mica de
mejor calidad, principalmente flogopita y biotita, procedía de Oaxaca, gracias a
los contactos con Monte Albán (Manzanilla et al. 2017), pero a partir de las fases
Xolalpan tardío y Metepec (550-650 d.C.) se tuvieron que conformar con una
inferior cantidad y calidad de este mineral, sino es que a veces con el reuso de las
grandes placas concentradas en Xalla o en otros talleres, todavía controlados por el
estado teotihuacano. La ausencia de mica en los cuartos que conformaron al sector
residencial tardío de Teopancazco, edificado durante Metepec, parece confirmar
mi sospecha de que este recurso no estaba tan disponible en la antigua ciudad, o
bien los habitantes posteotihuacanos que reocuparon los conjuntos ya no se sen-
tían atraídos por el brillo de las láminas micáceas.

Consideraciones finales

Sin importar lo pequeñas que sean las cantidades de una materia prima dentro de
un contexto arqueológico, el registro y análisis de áreas de actividad (Manzanilla
1993, 2012a) ayuda a lograr mejores interpretaciones sobre la producción, uso,
circulación y hasta simbolismo de los elementos que distinguieron a una sociedad
tan compleja como la teotihuacana.
Pese a las grandes perturbaciones causadas por las excavaciones de Batres
en la gran plaza o patio del conjunto (C6), la metodología aplicada en campo
permitió recuperar pequeñas cantidades de mica en el drenaje y el pozo de agua
del siglo XX (AA1 y AA36). La gran mayoría de las áreas de actividad con mica
en Teopancazco revelan que los habitantes de este importante centro de barrio no
estaban dedicados a la producción especializada en el tratamiento de este mineral.
No obstante, eso no significa que este recurso mineral jugara un papel insignifi-
cante al interior del conjunto.

462
13. Estudio de la mica encontrada en Teopancazco...

Si se realizan más estudios apoyados en la arqueometría, podrían diferen-


ciarse nuevas especies micáceas que incluso señalen con mejor precisión la proce-
dencia de la mica, ya que no debemos concluir que la única fuente, al menos de
Teopancazco, se limitaba a los valles centrales de Oaxaca. Si el centro de barrio
llegó a ser multiétnico, esta característica interna pudo haber facilitado a la elite
intermedia nuevos mecanismos para obtener bienes preciosos –como la mica– por
nuevas vías fuera del control estatal, principalmente cuando la materia prima co-
menzó a escasear en tiempos de crisis. Después de todo, al comparar Teopancazco
con otros conjuntos en la periferia de la ciudad, se confirma que la mica fue uno
de los materiales más empleados en los patios de congregación durante los rituales
de terminación, así como uno de los que mejor representaba el poder de la clase
dirigente en esta imponente ciudad del Clásico mesoamericano.

Agradecimientos

Agradezco al Proyecto “Teotihuacan: elite y gobierno”, y al Seminario Teopan-


cazco, dirigidos por la Dra. Linda R. Manzanilla; al financiamiento del CONA-
CYT (Proyectos 25563H y G36050H) y de la UNAM (DGAPA IN307398 y
IN406199); al Dr. Michael Spence, Arqlgo. Sergio Gómez, Dra. Julie Gazzola y
Arqlga. Claudia M. López, por otorgarme las facilidades para acceder a los ma-
teriales arqueológicos del Teotihuacan Mapping Project y del Acervo de la Zona
Arqueológica de Teotihuacan, mismos que se mencionan en el texto, y que sirvie-
ron para contrastar con las micas de Teopancazco y Oztoyahualco 15B:N6W3.

Bibliografía

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14. Las relaciones de poder vistas a través de los materiales
lapidarios de piedra verde y pizarra de Teotihuacan
Julieta M. López Juárez y
Tatsuya Murakami

Introducción

Los materiales lapidarios se utilizaron extensamente en la Mesoamérica prehispá-


nica al inicio del periodo Formativo y sirvieron para producir y reproducir distin-
ciones sociales horizontales y jerárquicas, así como identidades sociales a diferentes
escalas (Garber et al. 1993; Lesure 1999). En especial, los objetos de piedra verde
fueron altamente valorados dentro de la sociedad, debido a lo simbólico de su
color, su escasez y por el alto esfuerzo al manufacturarlos. Dichos artefactos pro-
veían a las élites de medios o razones para aclamar, reafirmar, legitimar o expresar
el poder político (Helms 1993). De igual manera, los artefactos manufacturados
en pizarra fueron tenidos en alta estima, ya que fueron uno de los componentes
habituales de los ajuares funerarios y de las ofrendas a estructuras relacionadas con
el agua y el fuego (López 2006, 2011). Por lo anterior, es evidente que el estudio
de los objetos lapidarios manufacturados en diferentes materias primas tiene un
gran potencial para elucidar el proceso sociopolítico en Mesoamérica.
En este trabajo pretendemos mostrar la diferenciación social dentro de Teo-
tihuacan al analizar la producción artesanal de piedra verde y pizarra. Realizamos
un estudio tecnológico comparativo entre los artefactos de pizarra recuperados en
Teopancazco, un centro de barrio multiétnico con producción artesanal especia-
lizada (Manzanilla 2012a), y los artefactos de piedra verde y pizarra recuperados
en la Pirámide de la Luna.
Para la identificación de la manufactura de los artefactos se llevaron a cabo
dos actividades: primero, se reprodujeron experimentalmente las modificaciones
observadas; y segundo, aplicando el microscopio electrónico de barrido (MEB),
se revisaron experimentos y artefactos logrando identificar la manufactura de los
últimos. Los resultados muestran la estandarización casi total de la manufactura
sobre ambas materias primas: piedra verde y pizarra. Sólo cinco artefactos de pie-
dra verde de la Pirámide de la Luna son diferentes, y sobre dos de ellos se empleó
el mismo abrasivo identificado por Melgar y su equipo (2012: 257-284) para los
artefactos de piedra verde de Teopancazco.

469
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Los resultados nos permiten proponer que la mayoría de los artefactos ana-
lizados se produjeron localmente y que se utilizaron los mismos instrumentos de
trabajo sobre diversas materias primas durante casi 350 años en algunos sectores
de Teotihuacan.
A continuación, mostraremos algunas consideraciones sobre los estudios la-
pidarios en Teotihuacan. Posteriormente haremos mención de los contextos de
los artefactos, su tipología y, finalmente, su manufactura. A manera de conclusión,
condensaremos los resultados obtenidos y haremos algunas propuestas sobre la
producción, distribución y consumo de los artefactos en Teotihuacan.

Breve panorama de los estudios lapidarios en Teotihuacan

Sólo unos cuantos objetos manufacturados sobre piedras finas fueron recuperados
en contextos de excavación dentro de Teotihuacan antes de las investigaciones
en la Pirámide de la Serpiente Emplumada (Cabrera et al. 1991); por lo tanto,
los estudios previos a los años de 1990 fueron limitados. Las investigaciones de
Sempowski (1983; Sempowski y Spence 1994) sintetizan, por primera vez, los
datos de las ofrendas mortuorias en la ciudad, y hacen evidente una laguna en la
frecuencia de objetos finos entre la zona central y los conjuntos habitacionales.
Turner (1987, 1992), basándose en los estudios de Sempowski, realizó un
trabajo pionero sobre industria lapidaria de Teotihuacan y propuso dos niveles de
producción: en el primero, el Estado controla la producción en un recinto donde
los trabajos se consumen dentro de la zona central; y el segundo, que corresponde
a la producción local del barrio, donde los objetos estaban destinados para el uso
de la población en general (Gazzola 2005; Gómez 2000). Aunque la distinción de
la cultura material y su respectivo sistema de producción entre élite y el resto de
la población es importante en sí misma, la escasez de investigaciones tecnológicas
sobre piedras finas dificulta la exploración de cómo la constitución de las relacio-
nes de poder entre varios grupos sociales fue ligada al uso de los objetos lapidarios.
El descubrimiento de los múltiples entierros de la Pirámide de la Serpiente
Emplumada y el subsecuente análisis de las ofrendas abrió el camino para ampliar
el conocimiento en lo que respecta a la dimensión sociopolítica del uso de los
objetos lapidarios (Cabrera 1995, 2002; Sugiyama 2005). Durante las excavacio-
nes de la Pirámide de la Serpiente Emplumada (Cabrera et al. 1991), un total de
1845 artefactos (la mayoría de piedra verde y pizarra) fueron recuperados de los
entierros, ofrendas y rellenos constructivos del monumento (Cabrera 1995; López
2006, 2011). Basados en un análisis contextual de las ofrendas que estaban aso-
ciadas directamente a entierros individuales, Cabrera (2002) y Sugiyama (2005:

470
14. Las relaciones de poder vistas a través de los materiales...

224-229) han demostrado que estos individuos enterrados podrían agruparse en


tres o cuatro grupos de diferente estatus social. El primer grupo incluye hombres
que usaban una nariguera de piedra verde, orejeras y cuentas, probablemente re-
presentando el más alto estatus social entre de las víctimas. En el segundo grupo
hay hombres que usaban collares de pequeñas cuentas de concha, cuyo estatus está
estrechamente relacionado con el primer grupo. El tercer grupo, probablemen-
te militares, lo conforman individuos del sexo masculino que usaban collar con
maxilares, pendientes y discos de pizarra. El grupo final consiste en individuos de
sexo femenino, que usaban orejeras de concha y algunas cuentas cilíndricas.
Los descubrimientos en la Pirámide de la Luna en gran parte corroboran
las interpretaciones de Cabrera y Sugiyama, pero también permiten explorar la
diferenciación social dentro de grupos de élite en Teotihuacan con más detalle.
Dichos entierros corresponden a tres fases constructivas consecutivas, lo que posi-
bilita investigar los cambios diacrónicos en el uso de los objetos lapidarios.
En contraste, Teopancazco es el único sitio de Teotihuacan donde se ha in-
formado sobre manufacturas especializadas (elaboración de trajes y tocados para
sacerdotes y militares) (Manzanilla 2012a), además de que resalta por contar con
el mayor registro de artefactos de pizarra fragmentados, en proceso y terminados
(López et al. 2012: 238). En consecuencia, dicha información nos permite anali-
zar el proceso de producción lapidaria desde una perspectiva global, tomando en
cuenta otras materias primas relacionadas con un contexto de producción espe-
cializada.

Contexto y tipología de los artefactos de pizarra y piedra verde

Aunque se han analizado y revisado las tipologías de diversos sectores de Teoti-


huacan (López 2006, 2011), en este texto nos enfocamos a los artefactos de piza-
rra y piedra verde recuperados en Teopancazco y Pirámide de la Luna.
Sobre Teopancazco, un centro de barrio con evidencia de elementos proce-
dentes de la costa del Golfo de México (Manzanilla 2012a, 2006a, 2006b), pode-
mos afirmar que es el único lugar de Teotihuacan donde se ha exhumado el mayor
número de artefactos fragmentados, en proceso y terminados, de pizarra.
El total de los artefactos asciende a 914 sólo de las áreas de actividad, entre
las que se incluyen los entierros 15, 21-23, 26, 36, 45-53, 55-57, 60-62, 65-67,
68-79, 84-87, 93, 94, 101, 104, 105 106 108 y 144 (Manzanilla 2012a, 2012b;
López 2011; López et al. 2012). De estos artefactos se identifican: pendientes
trapezoidales, discos, láminas, cuentas, figurillas antropomorfas, una regleta, una
aplicación circular, materiales con huellas de trabajo, fragmentos de materia pri-

471
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

ma, dos agujas y un material especial con forma de U, además de materia prima
en bloques (López 2011).
Dentro de esta tipología, reconocemos artefactos especiales, como agujas y el
artefacto en forma de U, que relacionamos con las actividades de producción mul-
tiartesanal propias del conjunto. Por otro lado, la abundancia de materia prima en
bloque y fragmentada nos hace proponer que hubo un acceso seguro y constante
de este conjunto para abastecerse de este y otros materiales.
En contraste, entre los materiales lapidarios que forman parte de las ricas
ofrendas de los entierros de la Pirámide de la Luna se identifican materias primas
como pizarra, piedras verdes, obsidiana y pirita. De estas materias primas, se iden-
tifican 146 artefactos de pizarra (tabla 14.1) en variadas formas: discos, placas,
regletas, figurillas antropomorfas, formas especiales y objetos no definidos. Dichos
materiales lapidarios fueron recuperados de los entierros 2, 3, 5 y 6, que corres-
ponden a diferentes fases constructivas de Pirámide de la Luna (figura 14.1). En
orden cronológico, el Entierro 2 y el 6 están asociados al Edificio 4, el Entierro 3
con el Edificio 5, y el Entierro 5 con el Edificio 6 (para más detalles remitirse a
Sugiyama y Cabrera 2007; Sugiyama y López Luján 2007).

Tabla 14.1. Tipología de los objetos de pizarra recuperados en los entierros


de la Pirámide de la Luna.
Edificio 4

Edificio 5

Edificio 6
Entierro 2

Entierro 6

Entierro 3

Entierro 5

Tipo de artefacto J F S J F S J F S J F S M Total


Cuentas 11 28 1 37 101 51 3 232
Orejeras 2 4 6 23 12 47
Narigueras 1 1 2
Pendientes 8 8
Pectorales 3 3
Resplandores 2 6 8
Discos 2 2
Agujas 2 2
Figurillas 2 1 2 1 6
Antropomorfas
Total 13 2 34 1 1 48 138 70 3 310
Total por Entierro 15 35 49 211
J = jadeíta; F = fuchsita; S = serpentina; M = malaquita

472
14. Las relaciones de poder vistas a través de los materiales...

Figura 14.1. Diferentes etapas constructivas de la Pirámide de la Luna (retomado


de Sugiyama y Cabrera 2006: 15).

Del mismo contexto se recuperaron 310 objetos de piedra verde (tabla 14.2).
Dentro de la materia prima identificada de estas piedras verdes se incluyen jadeíta,
serpentinita, rocas de cuarzo-dolomita-fuchsita (o guatemalita/cuarcita verde; nos
referiremos a esta roca como fuchsita) y malaquita.1 De acuerdo con la tipología
de Cabrera (1995), los artefactos de piedra verde se clasifican en: cuentas, orejeras,
narigueras, pendientes, resplandores y figurillas antropomorfas. Adicionalmente,
identificamos tres nuevas formas que no se habían encontrado en Teotihuacan:
pectorales, discos y agujas.

1 
La identificación de la materia prima fue hecha por Ricardo Sánchez y Tatsuya Murakami.

473
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Tabla 14.2. Tipología de los objetos de piedra verde recuperados en los entierros
de Pirámide de la Luna.
Pizarra Edificio 4 Edificio 5 Edificio 6
Tipo de artefacto Entierro 2 Entierro 6 Entierro 3 Entierro 5 Total
Discos 2 3 1 6 12
Lajas 15 1 16
Regletas 1 1
Placas 1 6 7
Figurillas Antropomorfas 2 2
Formas especiales 36 36
Objetos no definidos 5 55 12 72
Total 26 101 1 18 146

Metodología de análisis

Llevamos a cabo el siguiente análisis tecnológico y de distribución de los artefac-


tos lapidarios:
1. Identificación macroscópica y microscópica de las técnicas de manufactura
de los artefactos.
2. Análisis de la producción utilizando microscopía electrónica de barrido
(MEB) para identificar las técnicas de manufactura, así como los instrumen-
tos empleados.
Este análisis está basado en el trabajo experimental y se realizó seleccio-
nando una muestra de artefactos. Los materiales y herramientas similares a los
encontrados en contextos arqueológicos se utilizaron para reproducir diversas
modificaciones observadas sobre los artefactos, como desgastes, cortes, per-
foraciones con y sin abrasivo, y el terminado final: el pulido y el bruñido. Los
resultados se compararon sistemáticamente utilizando microscopio óptico y
microscopía electrónica de barrido (MEB) con parámetros de energía y ampli-
ficación constantes (véase Melgar 2004, 2007, 2014: 233-264; Velázquez 2004).
3. Análisis temporal y de distribución espacial de los artefactos

Identificación macroscópica y microscópica (MEB)


de las técnicas de manufactura de los artefactos

Al igual que el hueso o concha, la industria lítica ocupa técnicas de manufactura


de reducción; los objetos se elaboraron desprendiéndolos de una pieza grande.
Algunos de los artefactos analizados muestran evidencia de ello. Al revisar con

474
14. Las relaciones de poder vistas a través de los materiales...

microscopía estereoscópica una muestra de artefactos, se identificaron las huellas


aplanadas y lustrosas en la superficie de las caras frontales de materiales como
figurillas y discos, similares a las que resultan del pulido y bruñido sobre los des-
gastes iniciales. Las caras posteriores de los artefactos, al no ser visibles, todavía
conservaban algunas huellas de cortes lineales o rugosidades, lo que indica que no
fueron pulidas con tanto esmero como las superficies visibles.
Sin embargo, al analizar con Microscopía Electrónica de Barrido ambas super-
ficies, se identificaron bandas de 66 µm de espesor que coinciden con los desgastes
experimentales realizados con lajas de andesita. Estos desgastes se pueden diferen-
ciar de otros por el tamaño de las bandas, ya que el desgaste realizado con basalto
deja una huella al microscopio de 100 µm y cuando se utiliza riolita, las bandas
identificadas miden 33 µm. Por otro lado, al amplificar las imágenes (300x, 600x),
se observan sucesiones de bandas rectas-paralelas cuyas medidas son entre 1 a 4 µm
de ancho, que coinciden con el pulido con nódulo de pedernal y bruñido con piel.
Esto indica que el proceso de manufactura de la pieza consistió en regula-
rizar la superficie con una laja de andesita; las huellas de las incisiones, cortes y
perforaciones coinciden con los experimentos realizados con lasca de pedernal, y
el acabado final de todas las piezas se hizo puliendo con nódulo de pedernal y el
bruñido con piel (figura 14.2).

Figura 14.2. Identificación del proceso de manufactura de un artefacto de pizarra.


Pirámide de La Luna (identificación del Dr. Emiliano Melgar T.).

Resultados de los análisis tecnológicos

El conjunto de los análisis realizados nos permite confirmar que hay variaciones
y similitudes entre los materiales de pizarra y piedra verde de las áreas de acti-

475
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

vidad de Teopancazco si los comparamos con los materiales de los entierros de


la Pirámide de la Luna. Muchas de estas variaciones y similitudes se derivan,
probablemente, de cambios intencionales entre los productores y los patrones, y
nos permiten considerar que estos cambios están relacionados con una formación
social específica, en la que el acceso a los materiales formaba parte del sistema
integrador de la sociedad teotihuacana.
De acuerdo con los datos obtenidos de la experimentación y con base en el
tiempo de trabajo invertido, se identifica al pedernal como un instrumento eficaz
para realizar cortes, incisiones y perforaciones, ya que reduce el tiempo de trabajo
en la manufactura de casi todos los artefactos (tabla 14.3). La dureza del material
(7 en escala de Mohs) y el tipo de fractura que produce, permiten que los retoques
para aguzar el filo del instrumento sean menos continuos. Si los comparamos con
los instrumentos de obsidiana que tienen una dureza de 5-6 en escala de Mohs,
y aunque al fracturarse se producen bordes muy afilados, es necesario retocarlos
continuamente.

Modificaciones
experimentales

Cortes Perforaciones Desgaste Incisión Acabado final

* Lascas de pedernal * Lascas de pedernal * Basalto * Lascas de pedernal * Arena


* Lascas de obsidiana * Lascas de obsidiana * Andesita * Lascas de obsidiana * Ceniza volcánica
Con abrasivos de: * Pedernal * Agua
arena, ceniza, polvo * Arena | Solo piel
de pedernal, caña de * Ceniza con arena ^Ambos
Bambú y agua y agua

Tabla 14.3. Modificaciones experimentales realizadas.

Aunque el uso del pedernal como instrumento fue eficiente para la elabora-
ción de los artefactos en diferentes piedras verdes y pizarras, las investigaciones de
Melgar y su equipo (2012) identifican otra tradición tecnológica únicamente en
los artefactos de piedra verde de Teopancazco. Para la manufactura de estos arte-
factos se utilizaron rocas calizas para los desgastes, cortes con lascas de obsidia-
na, pulidores de jadeíta para regularizar la superficie, así como polvo de pedernal
como abrasivo utilizando carrizo (Melgar 2012: 270-273).

476
14. Las relaciones de poder vistas a través de los materiales...

Tabla 14.4. Tabla comparativa de artefactos de piedra verde y pizarra de la Pirámide de la Luna y
Teopancazco.
Pizarra Piedra verde
Tipo de artefacto PPL TP TOTAL Tipo de artefacto TOTAL
Cuentas 3 3 Cuentas 232
Lajas 16 367 383 Orejeras 47
Regletas 1 1 2 Narigueras 2
Pendientes 0 2 2 Pendientes 8
Aplicaciones 0 1 1 Pectorales 3
Formas especiales 36 1 37 Resplandores 8

Discos 12 6 18 Discos 2
Agujas 0 2 2 Agujas 2
Figurillas 2 4 6 Figurillas 6
antropomorfas antropomórfas

Placas 7 7 TOTAL 310


Material con Huellas 72 411 483
de Trabajo

Mat.Prima 116 116


TOTAL 146 914 1060
PPL= Proyecto Pirámide de La Luna
TP= Teopancazco

Los ornamentos de pizarra y piedra verde, y las relaciones sociales

De acuerdo con los análisis de distribución de los artefactos de pizarra es posible


identificar diferencias entre los objetos de pizarra encontrados en la zona central
(Pirámide de la Luna y Templo de Quetzalcóatl) y algunos de los conjuntos depar-
tamentales. En primer término, discos, placas, pendientes y lajas de la zona central
son más grandes y pesados que los de las áreas circunvecinas. En segundo lugar, hay
una tendencia general de que las piezas de los entierros sean de mejor calidad den-
tro de la zona central. Por último, dentro de los objetos de pizarra por lo general se
incluyen objetos terminados y en proceso (con diferentes pasos de la producción), y
la proporción de objetos terminados es alta para la zona central. Estas observaciones
implican que la producción y distribución de algunos objetos de pizarra estaban
destinadas específicamente para el área central, posiblemente administrados por
grupos de élite, mientras que otros objetos de pizarra fueron de circulación libre.

477
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Hablando específicamente de Teopancazco, se encuentra una gran variedad de ar-


tefactos, y materia prima en proceso y en bloque. Los artefactos contrastan con el
resto de la ciudad, y aunque no son de grandes dimensiones, destaca la delicada
manufactura de algunas piezas que alcanzan el milímetro de grosor. La mayoría de
los artefactos, materiales en proceso y materia prima, se encuentran depositados en
el altar central, en las bajadas de agua, en entierros y en los basureros. Los análisis
de composición realizados a una muestra de los artefactos identifican el área de
Valle de Bravo, en el actual Estado de México, como el origen de la materia prima.
Este hecho confirma las hipótesis sobre los contactos regionales y macrorregionales
de este centro de barrio. En el caso de las piedras verdes, se ha propuesto para este
conjunto que no existió un estricto control del tipo y calidad de las materias pri-
mas. Es posible que el estado teotihuacano controlara y administrara la obtención,
producción y distribución de algunos materiales preciosos, y que al mismo tiempo
dejara en libertad a los centros de barrio y sus talleres lapidarios para adquirir mate-
rias primas foráneas para uso y consumo de las élites intermedias que regían dichos
barrios (Melgar et al. 2012: 275; Manzanilla 2012a).
Al contrario de Teopancazco, los análisis de piedra verde de Pirámide de la
Luna muestran que las diferentes materias primas no fueron mezcladas en un
conjunto de ornamentos asociados con los individuos enterrados, lo que sugiere
la posibilidad de cambios diferenciales entre las materias primas que expresan
diferencias de estatus social.
Los individuos 2A, 6A y 6B de la Pirámide de la Luna sólo tenían ornamen-
tos de jadeíta; el individuo 3B sólo tenía ornamentos de fuchsita, y los individuos
del Entierro 5 sólo tenían ornamentos de jadeíta. Adicionalmente, para estos en-
tierros individuales, se encuentran figurillas antropomorfas en los Entierros 6 y 5
que también contenían ornamentos de jadeíta.2 Esto implica que, para la consa-
gración de los edificios de la Pirámide de la Luna, los teotihuacanos distinguieron
las materias primas de las oblaciones basándose en sus propiedades físicas y/o en
sus áreas de origen, como en el caso de la industria lapidaria de los aztecas.
Sahagún (1963: 221-229) informa que los lapidarios aztecas usaban una va-
riedad de nombres para un amplio rango de piedras verdes y las catalogaban de
acuerdo con su valor. En términos mineralógicos modernos, entre estas piedras se
incluirían la jadeíta, la turquesa, la serpentina y posiblemente el travertino (Turner
1987: 18-20).
Se ha propuesto que el tamaño de los ornamentos estaba relacionado con
diferentes clases sociales (Cabrera 2002). Cuentas y orejeras están relativamente
estandarizadas y pueden ser divididas por tamaño en grupos (pequeñas, medianas,

2 
El conjunto de ofrendas puede ser aislado del conjunto de ofrendas del Entierro 5 que además
contenían objetos de jadeíta y fuchsita.

478
14. Las relaciones de poder vistas a través de los materiales...

grandes y muy grandes para las cuentas; entre las orejeras se encuentran las cata-
logadas como pequeñas, medianas y grandes; véanse figuras 14.3 y 14.4), lo que
sugiere que la diferencia en tamaños no fue al azar. Parece razonable suponer que
entre más grande era el tamaño de los ornamentos, más alto fue el estatus.
Por consiguiente, la diferencia entre materias primas, así como el tamaño de
los ornamentos, la cantidad y calidad de los objetos fue, probablemente, un pará-
metro importante de distinción y de diferenciación social.

Figura 14.3. Distribución del tamaño de las cuentas de la Pirámide de la Luna


y de la Pirámide de la Serpiente Emplumada (Cabrera 1995).

Aunque la naturaleza de la diferencia de estatus está expresada por los dife-


rentes objetos de piedra verde, esto no está comprendido en su totalidad (podría
estar relacionado con diferentes instituciones políticas, facciones, jerarquía o la
combinación de estos factores). El tipo de materia prima y el tamaño, cantidad y
calidad de los ornamentos probablemente forman las bases de los “grados de va-
lor” (Lesure 1999) para los objetos de piedra verde y, de acuerdo con estos grados,
algunos ornamentos fueron seleccionados para individuos de cierta posición social
o para simbolizar esa posición.

479
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Figura 14.4. Distribución de tamaño de las orejeras de la Pirámide de la Luna y de


la Pirámide de la Serpiente Emplumada (Cabrera 1995).

Si nuestro argumento es correcto, esto implica que las personas de diferentes


estatus y cargos fueron enterradas en las diversas fases constructivas de la Pirámi-
de de La Luna. Tales cambios en la posición social de los individuos enterrados
pueden reflejar los cambios en las instituciones gubernamentales y/o en la ideolo-
gía expresada por esa monumental construcción.
Aunque sugerimos que la materia prima, tamaño, cantidad y calidad de los
ornamentos de piedra verde varía de acuerdo a la diferente posición social, hay que
hacer notar que hubo un estilo en los ornamentos que persistió a través de las po-
siciones sociales y el tiempo, específicamente, sobre las orejeras. La persistencia de
estilo tal vez representa la identidad de un grupo o grupos de la élite teotihuacana
(Turner 1992), y sirvió para la construcción de relaciones sociales a gran escala
(por ejemplo, relaciones con otros grupos de élite en Teotihuacan o grupos de élite
con diferencias políticas).

Las relaciones externas de Teotihuacan

Los cambios diferenciales entre las materias primas pueden relatar cambios tem-
porales en la disponibilidad del material.

480
14. Las relaciones de poder vistas a través de los materiales...

Por ejemplo, en los Entierros 2 y 6 de Pirámide de la Luna, asociados al Edi-


ficio 4, sólo se usaron rocas de serpentina y jadeíta, mientras que la roca de fuchsita
predominó en el Entierro 3, asociado al Edificio 5. El Entierro 3 es contempo-
ráneo con los entierros sacrificiales de la Pirámide de la Serpiente Emplumada,
donde la fuchsita predominaba (88% en cuentas, 99% en orejeras, según Cabrera
1995). Aunque no está claro si la fuchsita se utilizó antes de la construcción del
Edificio 4, es posible que la fuchsita fuera explotada después de ese evento; esto
puede avalar las cambiantes relaciones externas de Teotihuacan.
Las posibles fuentes de fuchsita se encuentran en los actuales estados de Pue-
bla, Tamaulipas y Guatemala, según Ricardo Sánchez (comunicación personal,
2001), aunque no se ha podido encontrar ningún yacimiento de fuchsita en Pue-
bla, y Harlow (1993: 23) reporta esta roca en Guatemala y la llama guatemalita (o
cuarcita verde). Son pocos los objetos de fuchsita encontrados en Mesoamérica:
44 orejeras del sitio Formativo de Chalcatzingo (Grove 1987; Thomson 1987);
una gran máscara reportada para el entierro del Preclásico tardío (BU 85) en la
Acrópolis Norte de Tikal (Moholy-Nagy 2008: 43, fig. 131b);3 también se repor-
ta una orejera de un depósito del Clásico temprano en Tikal (Cache 62).
Es posible, sin embargo, que la materia prima de algunos objetos en piedra
verde no esté bien identificada. Por ejemplo, la segunda piedra verde más abun-
dante en una ofrenda de Cerro de las Mesas durante el Formativo Terminal se
describe como calcita con inclusiones de cuarzo y clorita (Drucker 1955: 31), pero
este tipo de roca se puede confundir fácilmente con fuchsita si no se realiza un
análisis microscópico. Ambos tipos de roca están compuestos por carbonatos de
calcio (calcita, dolomita) y cuarzo, y la clorita y la fuchsita son muy similares. En
todo caso, la evidencia actual sugiere que la explotación de fuchsita está relaciona-
da con la interacción interregional del periodo Clásico, específicamente. Esto nos
hace notar algunas variaciones en la fuchsita recuperada en Teotihuacan, lo que
hace posible que provenga de múltiples fuentes. Futuras investigaciones podrán
determinar los yacimientos de fuchsita que proveyeron de materia prima a Teoti-
huacan, lo que nos ayudará a entender sus relaciones externas.
El aumento de los objetos de jadeíta en el Entierro 5 quizás sugiere una
cercana conexión con el área maya.4 Un análisis preliminar de algunos objetos de

3 
Los objetos procedentes de Chalcatzingo y la máscara de Tikal se han descrito como de fuchsita
(no son de roca de fuchsita), pero están manufacturados sobre el mineral de la fuchsita, y la orejera
de Tikal se describe como de mármol blanco moteado con fuchsita verde (Moholy-Nagy 2008: 43).
Es posible que existan diferencias entre nuestras muestras de Teotihuacan.
4 
El peso total de los objetos de jadeíta del Entierro 5 es de poco menos de 4 kg. Aun así, consi-
derando los materiales de desecho y en proceso de producción, probablemente el peso del material
no podría exceder los 10 kg. Aunque no creemos que su uso fuera contemporáneo a Teotihuacan,

481
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

jadeíta pertenecientes al Entierro 5 fue realizado por Hector Neff (2004) usando
abrasión láser inducida y espectrometría de masas (LA-ICP-MS), y los resultados
indican que la mayoría de la jadeíta usada en el Entierro 5 procede del Valle del
Motagua (ver Foshag 1954, 1957; Hammond et al. 1977; McBirney et al. 1967).
Sin embargo, los objetos de jadeíta fueron usados sin interrupción temporal a
partir del momento de la construcción del Edificio 4 de la Pirámide de la Luna,
y la diferencia en materias primas y cantidad de ornamentos está probablemente
relacionada con la diferente posición social de los individuos ahí enterrados.
Con base en el análisis estilístico e iconográfico de los ornamentos del Entie-
rro 5, Sugiyama y López Luján (2007: 134) suponen que los individuos pertene-
cientes al Entierro 5 eran extranjeros estrechamente relacionados con las dinastías
mayas contemporáneas. Sin embargo, nuestros análisis sugieren que algunos de
los ornamentos asociados a los individuos se produjeron en Teotihuacan. Todas
las orejeras de piedra verde recuperadas dentro de la zona central de Teotihuacan,
incluidas las de los individuos 5A y 5B de la Pirámide de la Luna, son de la misma
forma. Esta forma de orejeras se encuentra también representada en la pintura
mural del Complejo de la Calle de los Muertos (Séjourné 1966: fig. 91). La for-
ma estandarizada de las orejeras podría representar el estatus de elite o un cargo
dentro de Teotihuacan. La forma persistente de las orejeras dentro de Teotihuacan
contrasta con algunas del área maya, donde hay más variabilidad de formas.5 Esto
sugiere que las orejeras asociadas a los individuos 5A y 5B, así como otros objetos
de diferentes materias primas, fueron manufacturados en Teotihuacan.
Además, el análisis de la producción utilizando microscopia electrónica de ba-
rrido (MEB) indica que, a excepción de cinco de los artefactos manufacturados en
piedras verdes procedentes de la Pirámide de la Luna, incluyendo los objetos de ja-
deíta del Entierro 5, todos se manufacturaron usando las mismas herramientas y las
mismas técnicas. Desafortunadamente, no hay datos comparativos de producción
de estos artefactos para el área maya (véase Aldenderfer 1991). Aunque es posible
que hayan llegado extranjeros a Teotihuacan y que fueran enterrados ahí, nosotros
creemos que estos individuos probablemente usaron ornamentos producidos en
Teotihuacan. La naturaleza de la relación entre Teotihuacan y el área maya parece
ser más compleja aun de lo sugerido por Sugiyama y López Luján (2007).

la cantidad total de los artefactos de jadeíta recuperados hasta la fecha en Teotihuacan es relati-
vamente pequeña, lo que no significa necesariamente una dominación política de alguna dinastía
maya para obtener la materia prima.
5 
Las orejeras compuestas pueden verse en las imágenes grabadas en la zona de monumentos del
área maya (Moholy-Nagy 2008; Schele y Miller 1986). La mayor parte de las orejeras fueron he-
chas de una pieza sencilla de roca.

482
14. Las relaciones de poder vistas a través de los materiales...

El análisis tecnológico de los artefactos de pizarra ha revelado una gran si-


militud entre las técnicas de manufactura de Teotihuacan y el área Mezcala de
Guerrero (López 2008). El análisis de la producción utilizando MEB muestra
que las mismas técnicas persisten a lo largo del tiempo en el área Mezcala (Mel-
gar 2007; Melgar y Solís 2008). Las técnicas consisten en desgaste con andesita y
pulido con nódulo de pedernal (figura 14.5), además de utilizar lascas de pedernal
para las incisiones, los cortes y las perforaciones de los diferentes objetos. Estas
mismas técnicas se han observado en artefactos de pizarra recuperados en todo
Teotihuacan, entre ellos los de la Pirámide de la Luna y la Pirámide de la Ser-
piente Emplumada, así como algunos artefactos como las figurillas estilo Mezcala
de Xalla y Teopancazco (López 2011). Estos datos podrían sugerir un proceso de
integración cultural, donde la tradición tecnológica iniciada en Guerrero llega, se
perfecciona y se aplica sobre la diversa producción artesanal de Teotihuacan.

Figura 14.5. Identificación de técnicas de manufactura en Teotihuacan similares a las


del estado de Guerrero (identificación de desgaste con andesita y pulido con nódulo de
pedernal. Dr. Emiliano Melgar T.).

Los datos tecnológicos son congruentes con los datos de procedencia, ya que
se han identificado los yacimientos de materia prima en el área de Pachivia e Igua-

483
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

la, Guerrero, como dos de las fuentes aprovechadas por los teotihuacanos desde
el 200 d.C. hasta el 650 d.C., aproximadamente, aunque también se identifican
formaciones de pizarra en el Estado de Morelos y el Estado de México que se
utilizaron para manufacturar los artefactos del edificio más temprano de Pirámide
de la Luna. La fuente del Estado de México ha sido identificada sólo para los
artefactos de Teopancazco (remitirse a López 2011: 133-171; López, Ruvalcaba y
Franco 2012: 248-250; López et al. en prensa).

Discusión. La organización de la producción lapidaria

El análisis de la producción de los objetos utilizando MEB nos ha demostrado


que las mismas técnicas y herramientas que se usaron para la producción de obje-
tos de pizarra, como el desgaste con andesita y el pulido con nódulo de pedernal,
así como los cortes, incisiones y perforaciones con lascas de pedernal, se aplicaron
también a casi todos los artefactos de piedra verde de Pirámide de la Luna (figura
14.6). Esto puede sugerir que el mismo grupo de artesanos lapidarios producían
ambos objetos: de pizarra y de piedra verde.

Figura 14.6. Identificación de huellas de manufactura de artefactos de piedra


verde y pizarra: mismos instrumentos de trabajo, diferentes materias primas.

484
14. Las relaciones de poder vistas a través de los materiales...

Excavaciones en el Conjunto A de La Ventilla indican que ambas materias


primas, así como objetos similares encontrados en la zona central, como las cuen-
tas de piedra verde y las orejeras, los discos y lajas de pizarra, se produjeron en el
conjunto, además de otros objetos lapidarios y ornamentos de concha (Gazzola
2005; Gómez 2000). De igual manera, se recuperaron las herramientas de trabajo,
entre ellas algunas de andesita y pedernal.
Por otro lado, aunque el desgaste y el pulido son sólo dos de los muchos pasos
en la producción de un objeto, la estandarización de las técnicas implica un alto
nivel de especialización. Mientras que la estandarización formal y estilística puede
resultar de varios y diferentes procesos (eficiencia y demanda de consumo), la es-
tandarización tecnológica (patrones inconscientes, habilidades, sutiles diferencias
en tecnología y ligeras diferencias de materia prima) sirve como medida en una
alta especialización (Costin 1991: 35; Sinopoli 1988). De acuerdo con Costin
(1991: 36), una alta especialización indica, probablemente, un pequeño grupo de
productores.
Además de La Ventilla se han propuesto cuatro localizaciones de talleres
lapidarios para Teotihuacan: Tecópac (Turner 1987, 1992), Tlajinga 33 (Widmer
1987, 1991), una estructura a lo largo de la Calle de los Muertos (Turner 1987,
1992) y Tlamimilolpa N5:S1E1 (Ortega 2001: 60).
Los primeros dos parecen haber sido más bien lugares de producción de es-
cala menor o de la producción intermitente (Hirth 2009); probablemente no son
los talleres definidos por Clark (1989; véase Gazzola 2005).
Durante los años de 1960, se recuperó una gran cantidad de material de pie-
dra verde a lo largo de la Calle de los Muertos por el Proyecto Teotihuacan, bajo
la dirección de Ignacio Bernal (Turner 1987: 127-128). Esta área está localizada
dentro del sector N3W1 y abarca el lado oeste de la Calzada de los Muertos, la
escalinata de la Pirámide del Sol, continuando por el sur, hasta el principio del
Complejo de la Calle de los Muertos. Turner examinó esa colección y reportó una
gran cantidad de piedra verde sin trabajar así como materiales parcialmente traba-
jados. Es posible que los objetos de piedra verde similares a los recuperados en la
Pirámide de la Luna y la Pirámide de la Serpiente Emplumada fueran producidos
en esta área, aunque es igualmente posible que fuera un espacio para el almacena-
miento de materias primas importadas que serían distribuidas después hacia los
talleres. En cualquier caso, la evidencia actual sugiere que no había muchos talleres
lapidarios en Teotihuacan y que un pequeño número de artesanos producía los
objetos lapidarios recuperados de la zona central, dando como resultado la estan-
darización y persistencia de técnicas.
Turner (1992) sugiere que la industria lapidaria de Teotihuacan se carac-
terizó por varios grados y clases de control por parte de los grupos de élite. Los

485
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

cambios diferenciales entre materias primas y tamaño de los ornamentos están


intrínsecamente relacionados con la diferenciación social entre los grupos de élite
y una posible interacción con otras regiones. Además, la cantidad y variedad de
objetos manufacturados sobre piedras verdes recuperados fuera de la zona central
es muy limitado, excepto por el taller lapidario de La Ventilla (Gómez 2000) y el
conjunto de producción multiartesanal de Teopancazco (Manzanilla 2012a; Mel-
gar et al. 2012), lo cual sugiere un fuerte control sobre la distribución de los objetos
de piedra verde por grupos de élite. Las piedras verdes que se recuperaron en la
ciudad (5% de 280 entierros estudiados por Sempowski [1992: 33]; ver Turner
1992: 92), en su mayoría (de las recuperadas fuera de la zona central) son sencillas
cuentas o fragmentos de ellas.6 Quizá estos objetos de piedra verde no eran los
ornamentos personales de los individuos enterrados, pero fueron depositados en
ese lugar por grupos de familiares como parte de la ofrenda (véase Lesure 1999:
41). Esto implica que el acceso a los objetos de piedra verde por los individuos
fue altamente limitado, o que aunque tales objetos hayan sido usados por ciertos
individuos, los mismos no fueron considerados como pertenencias personales.
En comparación con las piedras verdes, los artefactos de pizarra son abun-
dantes en contextos rituales tanto en la zona central como en los conjuntos depar-
tamentales y de barrio. Tenemos dos hipótesis acerca de la abundante distribución
de pizarra: la primera, que aunque fue una materia prima exógena, al no ser de
circulación restringida, los artefactos podían ser obtenidos por diversos medios
dentro de la ciudad (intercambio, a través de comercio y regalos). La segunda: de
acuerdo a la abundancia de artefactos de pizarra en contextos rituales, es posible
que fuera una necesidad manufacturarlos de forma eficiente y en el menor tiempo
posible para ser depositados en ceremonias relacionadas con el fuego y el agua
(López 2011). Pero el caso de Teopancazco es excepcional. La evidente profu-
sión de artefactos de pizarra y su relación con variadas materias primas foráneas
nos indica un acceso preferencial sobre la materia prima, acaso manejada por las
élites intermedias (Manzanilla 2006b, 2012a). Es probable que establecieran una
estructura de red que les permitiera dirigir relaciones macro-regionales con encla-
ves para abastecerse de recursos suntuarios y, quizás, mano de obra (Manzanilla
2006a, 2006b, 2012a).

6 
Los objetos similares a los de la zona central incluyen narigueras del Tipo 1 recuperadas en La
Ventilla B (LVB 21) (Rattray 1997: Lámina III) y cuentas encontradas en Tlamimilolpa (Entierros
1 y 13; Linné 1942: 131-132, 140), Tlajinga 33 (Entierros 25, 57, 58, y 60; Rattray 1997: 186, 189,
191, 193), el Barrio de los Comerciantes (Entierro 22 a y b; Rattray 1997: 198), y La Ventilla B
(Entierros 66 y 19), entre otros. Tienen rangos entre Tlamimilolpa temprano y Xolalpan tardío.
Desafortunadamente, la mayoría de los estudios nos conducen a la identificación de fuchsita en
1994, y no estamos seguros sobre la materia prima hasta este punto.

486
14. Las relaciones de poder vistas a través de los materiales...

Sin embargo, dentro de los objetos de pizarra, la producción de discos de


pizarra con espejos de pirita fue administrada, quizás por los grupos dirigentes,
ya que los espejos fueron importantes en la parafernalia de los soldados (Cabrera
2002; Sugiyama 2005) y como ofrenda dedicatoria para las construcciones mo-
numentales (Sugiyama y López Luján 2007). Aunque la pizarra como base de
espejos de pirita no estuvo limitada a la zona central, su frecuencia fuera de la
zona central es baja,7 a diferencia de otros objetos de pizarra que se distribuyen
ampliamente en varios contextos de la ciudad (López 2006, 2011).
En resumen, hemos sugerido un alto grado de especialización en la produc-
ción de los objetos de pizarra y piedra verde, y el control diferencial por grupos de
élite por encima de la producción y distribución de diferentes objetos lapidarios
(véase Costin 2007: 152). La evidencia actual sugiere que los objetos de piedra
verde y algunos objetos de pizarra se produjeron en contextos asociados, mien-
tras que otros objetos de pizarra fueron producidos en un contexto independiente
(e.g., Brumfiel y Earle 1987; Costin 1991; D’Altroy y Earle 1985). Estos diferen-
tes contextos no necesariamente implican una separación física de los talleres y/o
de los artesanos; los mismos artesanos quizás producían en ambos contextos: de
manera independiente y asociados (ver Costin 1998; Flad 2007: 110-111). Los
resultados de nuestros estudios tecnológicos, junto con los datos aportados por las
excavaciones de los talleres de La Ventilla y de Teopancazco, indican que ese fue el
caso de Teotihuacan. Todavía hay una posibilidad: que hubiera también talleres de
recinto dentro de la zona central (Turner 1992), pero, aun así, es muy probable que
los mismos artesanos fueran reclutados para la producción especial de los objetos
destinados a las élites de la zona central.
Sobre la tecnología de los artefactos, los análisis confirman que en Teopancaz-
co los artesanos utilizaron los mismos instrumentos para manufacturar artefactos en
pizarra, pirita, travertino, serpentina y esquisto (Melgar et al. 2012: 257-284). Esto
dio como resultado una producción con tecnología estandarizada pero de variada
morfología y acabados. Consideramos que los cambios de manufactura identifica-
dos en algunos artefactos de piedra verde de Pirámide de la Luna obedecen a que los
artefactos posiblemente fueron manufacturados fuera de Teotihuacan. Dichos ar-
tefactos llegarían desde el área maya para ser depositados en un contexto específico
(como algunos artefactos del Entierro 5 de la Pirámide de La Luna). Asimismo, es
probable que coexistieran otras tradiciones de manufactura, que variaban de acuerdo
con el sector de la ciudad y la materia prima a trabajar. Es necesario comparar otras

7 
Los discos de pizarra han sido recuperados en Atetelco (Entierro 17; Séjourné 1966), Conjunto
A de La Ventilla (Entierros 102B, 136, 181, 219, 224, 250, 251; Gómez 2000), La Ventilla B (En-
tierro 65), Tlajinga 33 (Entierro 70), y el Barrio de los Comerciantes (Entierro 33), entre otros (los
datos se han tomado de Rattray 1997).

487
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

colecciones y contextos para tratar de caracterizar estas variantes de tecnología y


materias primas dentro de la Ciudad de los Dioses (Melgar et al. 2012: 277).

Conclusiones

Este estudio sugiere que grupos de elite controlaron en cierto grado (es decir, no
exclusivamente) las habilidades, el conocimiento y las técnicas de los artesanos. Una
variedad de objetos lapidarios manufacturados por los mismos grupos artesanales
(o grupos estrechamente relacionados) fue probablemente distribuida a diversos
grupos sociales de la ciudad (e.g., Gazzola 2005) y jugó un papel importante en la
negociación de poder e identidad dentro de la ciudad. En este sentido, los artesanos
lapidarios en Teotihuacan no fueron sólo productores pasivos, quienes intentaron
satisfacer las necesidades y preferencias de las élites y otros consumidores (Turner
1992), sino que participaron activamente en la materialización de las relaciones
sociales, produciendo diferentes formas de objetos con diversas materias primas.
Es cierto que ciertas técnicas y formas de los objetos persistieron a lo largo de
tiempo, pero las técnicas individuales y la creatividad de los artesanos no fueron de
ninguna manera suprimidas, como ha sugerido Turner (1992). La variabilidad de
la artesanía teotihuacana es cada vez más apreciada, y queda ejemplificada por la
variedad de artefactos lapidarios de la Pirámide de la Luna, el Templo de Serpiente
Emplumada, el Complejo Xalla y especialmente en Teopancazco. Tal enfoque en la
perspectiva de los productores (véase Shimada 2008) arrojará luz sobre la identidad
de artesanos lapidarios, así como la relación entre estos artesanos y otros segmentos
sociales de la ciudad. Es necesario aclarar que los artefactos de piedra verde y piza-
rra analizados sólo pertenecen a una muestra. Todavía hay análisis en proceso que
pueden modificar la perspectiva de nuestra investigación.

Agradecimientos

Esta investigación fue realizada gracias al apoyo y confianza de muchas perso-


nas. Queremos agradecer a la Dra. Linda R. Manzanilla, Directora del Proyecto
“Teotihuacan. Élite y gobierno. Excavaciones en Teopancazco”, por las facilidades
brindadas para realizar, corregir y publicar esta investigación; al Dr. Saburo Su-
giyama, Director del Proyecto Pirámide de La Luna; al Taller de Lapidaria de
Templo Mayor: especialmente al Dr. Emiliano R. Melgar Tísoc y la Dra. Reyna
B. Solís Ciriaco por la identificación de las micrografías; al Ingeniero Antonio
Alva-Medina y al Ingeniero Edgar Jiménez; al Dr. José Luis Ruvalcaba Sil, Arq.
Miriam López y al Dr. Shigeru Kabata.

488
14. Las relaciones de poder vistas a través de los materiales...

Los errores y omisiones son responsabilidad del primer autor.

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15. La producción, distribución y uso de las cuentas
y lentejuelas de obsidiana teotihuacanas
Alejandro Pastrana, Silvia Domínguez
y Linda R. Manzanilla

Introducción

La importancia de la obsidiana en el desarrollo de Teotihuacan es un tema básico


en la investigación arqueológica del centro de México, debido a que el vidrio vol-
cánico se utilizó en la producción agrícola y artesanal, en las actividades militares
y en las religiosas, en el comercio a nivel local y regional, y posiblemente también
como dones a larga distancia a las elites gobernantes de culturas lejanas como
aquellas de la zona maya. Su estudio ha permitido generar interesantes hipótesis
sobre el posible control estatal de las diferentes etapas del proceso general de
explotación producción, distribución y consumo, para satisfacer la demanda de
la populosa urbe y de la población de los asentamientos periféricos y regionales
(Spence 1967; Santley 1984; Carballo 2007).
El suministro de obsidiana gris-negra a partir del yacimiento de Otumba
(Estado de México) y la exclusiva obsidiana verde de la Sierra de las Navajas
(Hidalgo) se realizó bajo diferentes canales y formas de distribución a todos los
sectores de la sociedad: como materia prima, materia prima en proceso de elabo-
ración (preformas y núcleos) y una amplia gama de artefactos terminados. Aún
no conocemos con precisión ni en su totalidad la función y el significado de los
diferentes tipos de artefactos; sin embargo, podemos dividirlos de acuerdo con la
estructura de la sociedad en: instrumentos de trabajo, armas, objetos de vestimenta
de estatus y artefactos religioso-simbólicos.
De manera general podemos plantear que Teotihuacan logró una amplia y
regular distribución de la obsidiana, debido a que el vidrio presenta agudos y duros
filos, pero éstos se pierden con relativa facilidad con el uso en el trabajo de corte,
desgaste, perforado por fricción y por impacto, por lo que se requería del abasto
constante de instrumentos para múltiples funciones prácticas además de las reli-
giosas. Por sus características físicas y estéticas particulares, la multifuncionalidad
de la obsidiana propició que, al ser trabajada bajo diferentes técnicas, se utilizara
como materia prima y como instrumento; fue también el instrumental base para
la población común y para el trabajo artesanal especializado en el que se con-

497
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

feccionaban diversos artefactos compuestos por diferentes materiales de origen


orgánico y mineral, de procedencia local y alóctona.
El conjunto instrumental común de obsidiana, utilizado en las actividades
domésticas de numerosos conjuntos habitacionales de varios niveles sociales, como
las navajas prismáticas, los raspadores, perforadores y punzones, se encontraba
ampliamente distribuido en la población productora. También está presente en
los diversos oficios artesanales especializados, como el trabajo del cuero, las pieles
y huesos; las fibras de origen vegetal y animal; las plumas, las conchas y caracoles,
las maderas y los minerales suaves como la pizarra, tobas y calizas. La obsidiana
se empleó como instrumental y, también, como componente en la elaboración del
armamento ofensivo y defensivo, en la vestimenta y en vistosos tocados de diri-
gentes, sacerdotes, militares y dioses. Su importancia simbólica se manifestó en
ofrendas muy significativas como, por ejemplo, las siluetas bifaciales (excéntricos),
encontradas entre las magníficas ofrendas de la Pirámide de la Luna y del Templo
de la Serpiente Emplumada ubicada en la plaza de La Ciudadela, que han sido
interpretadas como rayos de luz solar y rayos eléctricos asociados con la deidad de
la lluvia, y también como siluetas antropomorfas y de felinos (Sugiyama 2005).
Cabe precisar que las técnicas de trabajo empleadas en el trabajo de la obsi-
diana de Teotihuacan hasta ahora detectadas, comprendían la percusión directa e
indirecta, la presión y el picoteo, pero no se han encontrado objetos pulidos y bru-
ñidos como en las etapas posteriores mesoamericanas. Al parecer, en el centro de
México, el pulido de la obsidiana se encuentra presente a partir de la cultura tolteca.
La manufactura de la obsidiana teotihuacana fue magistral en el aprovechamiento
de la materia prima y privilegió el aspecto de la fractura natural, del lasqueo y el
retoque ordenado por presión. Los ojos y adornos de esculturas se manufacturaron
aprovechando los planos de fractura suaves y brillantes, que dan un aspecto de es-
pejo obscuro, pero sin pulimento alguno. La técnica de pulido sí se empleó en una
amplia gama de materiales, como la concha, la pirita, la pizarra y, principalmente, en
los minerales verdes como la jadeíta, la nefrita y las serpentinas, entre otros.
El objetivo del presente trabajo es aportar información específica sobre el
proceso de elaboración, distribución y función de un particular conjunto de pe-
queños objetos de obsidiana, denominados en general como cuentas y/o lentejue-
las de obsidiana verde principalmente, aunque existen algunos ejemplares de obsi-
diana de color gris; de manera preliminar, las podemos denominar como “cuentas
circulares planas, talladas sobre secciones de navajas prismáticas secundarias (dos
aristas) y de perforación central irregular”. Alfred Kidder (Kidder et al. 1946) las
llamó sequins (lentejuelas) por su forma.
En la arqueología mexicana la denominación común es “cuentas”. Los con-
juntos de cuentas forman collares, que pueden ser del mismo tipo –es decir, de

498
15. La producción, distribución y uso de las cuentas...

similar forma y material– o combinarse con otros tipos. Los conjuntos de cuen-
tas también pueden constituir pulseras y ajorcas, dependiendo de los lugares del
cuerpo en donde se usen. El atributo principal de las cuentas es que presentan
una perforación central y comparten un hilo o cordel común que las une en un
acomodo continuo y alineado. Las lentejuelas pueden ser de los mismos materia-
les y características morfológicas, pero generalmente van cosidas a tejidos o telas
formando mosaicos, y pueden acomodarse o superponerse parcialmente en un
mismo plano, como se verá más adelante.
La presencia de las cuentas recuperadas en diferentes contextos arqueoló-
gicos puede corresponder al lugar de producción (talleres), al lugar de depósito
en ofrendas o en enterramientos como parte de la vestimenta de ciertos perso-
najes, probablemente pertenecientes a algunos cargos de la jerarquía de algunas
instituciones. La recuperación de las cuentas aisladas o en reducidos números en
varios contextos alterados es relativamente frecuente; sin embargo, también con-
sideramos que, debido a su pequeño tamaño y fragilidad, en excavaciones poco
cuidadosas solamente se recuperaron algunos ejemplares o no se detectaron. Los
desechos de talla derivados del proceso de trabajo de la elaboración de cuentas
y/o lentejuelas son también fragmentarios y de reducidas dimensiones, por lo que
su identificación no es evidente si no se conocen los desechos y, más aún, si se
encuentran mezclados con desechos de talla derivados de la elaboración de na-
vajas prismáticas o de otros procesos de talla. La información de las cuentas en
contextos arqueológicos primarios, de producción o de uso, es importante para
comprender las características de la distribución y función destinada a determina-
dos sectores de la sociedad.

Ubicación de las cuentas en la ciudad de Teotihuacan

La presencia de las cuentas se ha reportado para varios lugares de la ciudad, desde


los trabajos de Linné (1934, 1942) y Séjourné (1966); en Teopancazco (Manzani-
lla [ed.] 2012); en La Ventilla (Carrillo y Morales 2008); en La Ciudadela ( Julie
Gazzola, comunicación personal 2013), y en Tlajinga (Carballo 2011). Al parecer,
las cuentas se encuentran principalmente en contextos de enterramiento, como en
los entierros del Conjunto de los Glifos (Carrillo y Morales 2008), en el conjunto
ubicado entre los Frentes 1 y 3 de La Ventilla (Andrade 2013) y en el Conjunto
de Tlamimilolpa en asociación con una ofrenda constructiva (Linné 1942). Para
Müller (1966: 220) estas piezas, que denomina como separadores, corresponden
a Teotihuacan III, lo que parece coincidir con la cronología de los entierros refe-
ridos (Tlamimilolpa temprano-Xolalpan tardío). Generalmente, estas cuentas se

499
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

registran en la región del plexo solar de las osamentas, tanto de forma individual
como en grupos de hasta 75 piezas (Carrillo y Morales 2008). Su función parece
ser de ornato, aunque indudablemente tienen algún significado simbólico, el cual,
por el momento, se nos escapa. Evidencias de su producción proceden del taller
del sector N6E3 (Andrade 2014), de las inmediaciones de la Pirámide de la Luna
(Carballo 2011), del basurero bajo el Frente 4 de La Ventilla y de los talleres de
los sectores N3E5 y N1E3 (Andrade 2014).

Ubicación de las cuentas en la periferia de Teotihuacan

También se han encontrado en varios sitios periféricos de la cultura teotihuacana


como Tepeapulco, Hidalgo (López Aguilar y Nieto 1982) y San Antonio-Aco-
culco, Hidalgo (Bonfil 2014). En la región del yacimiento de Las Sierras de Las
Navajas, Hidalgo, se ha detectado la producción de cuentas en los sitios teoti-
huacanos de Coasacoalco, La Lagunilla, y en el área de explotación y talla de la
obsidiana verde del yacimiento, correspondiente a la fase Tlamimilolpa, se localizó
y excavó un taller especializado en la elaboración de cuentas, que se verá más ade-
lante (Pastrana y Domínguez 2009a, 2009b).

Ubicación de las cuentas en otras culturas

Es particularmente interesante su presencia en algunos sitios de la cultura maya


que tuvieron contacto con el estado teotihuacano. Se reporta su presencia en va-
rios sitios del área maya, como en Tikal (Spence 1996), Kaminaljuyú (Kidder et al.
1946), Los Cerritos Norte, cerca de Escuintla en Guatemala (Chinchilla 1995), y
en Izapa, Chiapas ( John Clark, comunicación personal 2013).

Proceso de elaboración de las cuentas, un taller en el yacimiento de


la Sierra de las Navajas, Hidalgo

Como parte de las investigaciones sobre la explotación teotihuacana de la obsidia-


na en el yacimiento de la Sierra de las Navajas, se excavaron tres talleres especia-
lizados en la elaboración de cuentas (Pastrana y Domínguez 2008, 2009a, 2009b,
2010, 2011 y 2012). El análisis de los numerosos materiales, principalmente del
Taller XIV, nos ha permitido comprender el proceso de elaboración y su repro-
ducción experimental.

500
15. La producción, distribución y uso de las cuentas...

En seguida haremos la síntesis del proceso de talla de cuentas y/o lentejuelas


con base en el análisis del material del Taller XIV del yacimiento de la Sierra de
las Navajas, Hidalgo:
1. Producción de navajas prismáticas secundarias planas en la sección medial
y con aristas paralelas separadas. Las navajas y los núcleos subprismáticos,
prismáticos y prismáticos agotados son de plataforma lisa plana o cóncava,
desde 6 a 16 cm de largo y de 8 a 12 mm de ancho.
2. Fragmentación controlada por flexión de las navajas en secciones rectangula-
res o cuadradas (preformas o blanks) de 8 a 12 mm de ancho y de 8 a 14 cm
de largo (figura 15.1).

Figura 15.1. Fragmentos regulares e irregulares de navajas prismáticas.

3. Intento de una perforación central de las preformas, que en este caso se pro-
duce por medio de impactos por percusión indirecta (figura 15.2) con cincel,
un material de dureza superior a la obsidiana de dureza 7 en la escala de
Mohs, como lascas o nódulos de cuarzo microcristalino o pedernal. Los im-
pactos se realizaban preferentemente de la cara dorsal a la ventral, aunque en
algunos casos la perforación se realizó en el sentido inverso. También tene-
mos al menos dos casos en que la preforma muestra marcas de los impactos,
pero no se terminó el desprendimiento del cono por impacto.
En los materiales vítreos el desprendimiento del cono de fractura en
un cuerpo de forma laminar, sin que se fracture éste y deje una perforación,
requiere de condiciones físicas de fuerza y soporte muy particulares, que son
estudiadas como parte de la investigación balística (Ball y McKenzie 1994).
Hasta donde sabemos, es la primera ocasión en que se analiza y se docu-
menta el empleo de esta técnica en los estudios de lítica mesoamericanos.
Estamos haciendo el análisis y la reproducción experimental en colaboración
con James Wood, John Clark y Silvia Domínguez. Su difusión es el tema

501
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

de un artículo especializado de tecnología lítica en proceso de elaboración.


La invención y el desarrollo de esta técnica teotihuacana de perforación de
obsidiana, por la fractura del cono por impacto (figura 15.3 y figura 15.4),
son una muestra de la maestría y originalidad de la talla de la obsidiana y un
marcador inconfundible de esta cultura.

Figura 15.2. Microfotografías 20X, marcas de impactos por ambos lados en la sección de la
navaja arqueológica.

Figura 15.3. Diferentes tipos de fracturas accidentales de los segmentos de navajas, al


intentar la perforación por impacto.

Figura 15.4. Segmento de navaja del Taller XIV de 9 mm de ancho, con la perforación
inicial por el desprendimiento del cono de impacto, cara dorsal y cara ventral; el impacto se
realizó sobre la cara dorsal, y la perforación cónica es menor de 1 mm.

502
15. La producción, distribución y uso de las cuentas...

4. Las secciones rectangulares o cuadradas –en este caso preformas– en las que
se logró la perforación inicial por medio del desprendimiento de un cono de
impacto, como se aprecia en la siguiente figura 15.5, constituyen una pro-
porción de éxitos menor a 10%, al parecer por la gran cantidad de errores de
talla. En el resto de los intentos se fracturaron accidentalmente las secciones
de navajas; los fragmentos accidentales muestran el punto de una fractura
típica, con un sector del negativo del cono en el punto de impacto del frag-
mento de navaja.

Figura 15.5. Segmentos experimentales de navajas perforados por impacto, arriba cara
dorsal, abajo cara ventral y los conos de percusión correspondientes.

5. Una vez lograda la perforación por el desprendimiento del cono de impacto,


por medio de presión casi microscópica controlada cuidadosamente, se quitó
una serie de minúsculas lascas para desbastar el filo y ampliar la perforación
de forma semicircular o elíptica, dependiendo de la conformación de una
posible lentejuela o cuenta (figura 15.6): probablemente lentejuela –si la per-
foración es muy pequeña, a veces de 1 mm de diámetro o menos–, y cuenta
–si la perforación inicial del negativo del cono se ampliaba por medio de
retoques muy pequeños, para el paso de un cordel, más grueso y más resisten-
te. Al observar diferentes ejemplares se aprecian varios tipos de perforación

503
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

ampliada; en ocasiones, son de forma regular en algunas series de ejemplares


de dimensiones similares.

Figura 15.6. Vista dorsal y ventral de una cuenta de 11 mm de diámetro procedente de


Teotihuacan; nótese la forma semielíptica del negativo del cono de impacto. La perforación
original fue ampliada 2 mm aproximadamente.

6. A continuación, por medio de un cuidadoso retoque por presión, desde la


cara dorsal preferentemente, se configuró la periferia en varias formas que
comprenden un contorno semicircular, poliédrico, rectangular o cuadrado
con esquinas redondeadas, dependiendo en este caso la terminación de la
posible cuenta o lentejuela.

Con base en el análisis de numerosos desechos de talla fracturados y seg-


mentos de navajas con algunos impactos iniciales, hemos practicado más de 1000
intentos a lo largo de dos años, con diferentes materiales –cuarzo, calcedonia y
pedernal– como los encontrados en el taller y, también jadeíta y granate. Emplea-
mos las técnicas de percusión directa, indirecta y presión sobre diferentes tipos de
soportes y apoyos, hasta lograr la reproducción experimental completa.
Síntesis del proceso de talla de elaboración de cuentas y lentejuelas (figuras
15.7 y 15.8):
A) y B) Fragmentos accidentales de segmentos de navajas prismáticas, caras
dorsal y ventral, respectivamente, producidos al intentar la perforación.
C) Fragmento accidental de segmentos de navajas prismáticas, cara dorsal,
producido al conformar el perímetro circular después de lograr la perforación.
D) Fragmentos accidentales de secciones de navajas prismáticas, cara ventral,
producidos posiblemente al conformar el perímetro circular o al intentar ampliar
la perforación
E) Cuentas o lentejuelas circulares planas con perforación reducida.

504
15. La producción, distribución y uso de las cuentas...

F) y G) Fragmentos accidentales de cuentas o lentejuelas con perforación


mediana, cara dorsal y ventral, respectivamente, producidas al conformar el perí-
metro circular.
H) e I) Cuentas o lentejuelas circulares planas con perforación mediana y
perímetro reducido, cara dorsal y ventral, respectivamente.
J) Fragmentos accidentales de secciones de navajas, producidos al ampliar la
perforación.

Figura 15.7. Fragmentos accidentales verticales y horizontales de navajas,


producidos al intentar la perforación por impacto; fueron recuperados en la
excavación del Taller XIV (Sierra de las Navajas).

El análisis microscópico de los diferentes tipos de fracturas del material ar-


queológico y experimental. Esto no significa que esa técnica o esos instrumentos
hayan sido los únicos que se emplearon para llevar a cabo la fractura del material.
Los tipos de fracturas que hemos obtenido son similares a los observados en los
materiales arqueológicos tanto del taller XIV de la Sierra de las Navajas, así como
a los de materiales analizados procedentes de Teopancazco en la urbe teotihuaca-
na (Manzanilla [ed.] 2012).
De manera general, el proceso de elaboración de cuentas y lentejuelas es el
siguiente: a partir de los segmentos de navajas, se intentaba la perforación como
la etapa más crítica del proceso. Una vez lograda se ampliaba la perforación hasta
determinadas dimensiones y, después, se conformaba la periferia de las cuentas
o lentejuelas en varias formas. En algunos casos la perforación se dejaba única-
mente con el negativo del cono original, posiblemente cuando se iba a usar como
lentejuela. La periferia de las cuentas o lentejuelas se terminó de varias formas:
circulares, circulares irregulares, poliédricas y cuadradas con esquinas redondeadas.

505
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Figura 15.8. Muestra de la síntesis del proceso de elaboración de cuentas.

La producción de cuentas y lentejuelas requirió de habilidad y conocimientos


técnicos especializados; se elaboraron en varios lugares de la ciudad, en talleres
de conjuntos habitacionales artesanales (figuras 15.9, 15.10 y 15.11) y en talleres
especializados del yacimiento; su distribución y uso fue restringido, posiblemen-
te como parte del atuendo de militares en la ciudad y de emisarios-militares en
culturas lejanas. Su cronología comprende principalmente las fases Tlamimilolpa

506
15. La producción, distribución y uso de las cuentas...

y Xolalpan. Estos objetos pueden ser definidos como los artefactos de obsidiana
tallados más pequeños y que formaron parte de algunas vestimentas oficiales; para
su elaboración se utilizó la exclusiva obsidiana verde de Teotihuacan, una técnica
única especializada y una morfología particular, por lo que posiblemente se trate
de marcadores inalienables de militares-emisarios del Estado.

Figura 15.9. Cuenta procedente de Teotihuacan.

Cuentas y lentejuelas: clasificación y tipos de cuentas

En las cuentas la vista natural es lateral y, dependiendo de la forma de la periferia


y de la uniformidad morfológica del conjunto de cuentas, el aspecto puede ser
abrupto irregular, en el que destacan los lasqueos periféricos de mayores dimen-
siones, o abrupto regular, cuando el conjunto de cuentas presenta mayor uniformi-
dad morfológica y un retoque periférico más fino. La ubicación y dimensiones de
la perforación y su relación con la distancia y forma de la periferia son diferentes
en varios tipos de cuentas de las mismas dimensiones exteriores. Cuando la per-
foración es mayor, cabe un cordel más grueso y resistente, pero la cuenta es más
frágil y se requiere una mayor destreza técnica para su elaboración. Si la perfora-
ción fue ampliada a menores dimensiones, la cuenta es menos frágil y requirió de
un hilo más fino.
Hay algunos ejemplares en los que la perforación se amplió muy poco, la
pieza es más resistente y requirió de un hilo de menor grosor. Hay otro conjunto
de ejemplares en los que la perforación inicial lograda por el desprendimiento
del cono de impacto se dejó en su estado original; este conjunto requirió de un
hilo de un diámetro no mayor de 1 mm; sin embargo, estos negativos cónicos,

507
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

por el desprendimiento del cono de impacto, presentan un filo natural que no fue
redondeado ni ampliado por el micro-retoque y, consecuentemente, puede cortar
fácilmente el fino hilo que puede unirlas. Por esto, es posible que este tipo de
cuentas se fijaran de alguna otra forma como lentejuelas, además de que la super-
ficie apreciable en planta, entre la periferia y la minúscula perforación cónica, es
notoriamente mayor que los casos anteriores.

Figura 15.10. Cuentas experimentales, terminadas


por microlasqueos por presión.

508
15. La producción, distribución y uso de las cuentas...

Figura 15.11. Collar de 300 cuentas de obsidiana,


Museo de la Zona Arqueológica de Teotihuacan.

La denominación de cuenta o lentejuela tiene que ver con su morfología y


función; en el caso de las cuentas de dimensiones similares tanto en el diámetro
exterior como en el interior, se utilizaron como cuentas de collares, y su presen-
tación es principalmente el canto o perfil de las cuentas, con diferentes aspectos,
que van desde una textura angulosa con micro-brillos o destellos puntuales, hasta
una textura redondeada más opaca, que en ocasiones no presenta los brillos vítreos
característicos de la obsidiana. El tipo de textura de un collar depende del tamaño
y uniformidad de la cuentas, del grado de redondez y, principalmente, de la dispo-
sición, número y tamaño de los micro-lasqueos por presión.
La denominación de lentejuela, posiblemente corresponde a los ejemplares
cuya perforación central inicial corresponde únicamente al desprendimiento del
cono de fractura por impacto y probablemente estos objetos se cosían a la ropa
en conjuntos sobrepuestos parcialmente o aislados contiguos para formar motivos
compuestos que cubrían superficies de ciertas dimensiones en las ropas o tocados
de personajes de estatus de la jerarquía de la estructura del poder teotihuacana.

509
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Cabe aclarar que en el yacimiento, 99% de las cuentas y lentejuelas son verdes
y 1% son grises; la coloración verde transparente y dorada de la obsidiana de la
Sierra de las Navajas es exclusiva de este yacimiento. Los escasos ejemplares de
cuentas y/o lentejuelas de obsidiana gris son particulares, y la procedencia de este
tipo de obsidiana aún no se ha identificado. Consideramos que la coloración de la
obsidiana utilizada es un atributo importante.
Las posibles representaciones de los collares de cuentas y lentejuelas de obsi-
diana se muestran en las siguientes imágenes, sacerdotes-militares de Teotihuacan
(figuras 15.12 y 15.13) y emisario-militar de Tikal (figura 15.14), en donde tam-
bién se han encontrado cuentas de obsidiana verde.

Figura 15.12. Mural de Atetelco, Teotihuacan (tomado de Carballo 2007: 184; redibujado
por Rubén Gómez Jaimes)

Figura 15.13. Representación de militar de Atetelco (tomado de Villagra 1971; redibujado


por Rubén Gómez Jaimes).

510
15. La producción, distribución y uso de las cuentas...

Análisis de las “cuentas y lentejuelas” de obsidiana verde


y gris de Teopancazco, Teotihuacan

El análisis de cuentas y/o lentejuelas procedentes de contextos arqueológicos ex-


cavados cuidadosamente es importante, como es el caso los conjuntos investigados
por la Dra. Linda R. Manzanilla en Teopancazco (Manzanilla 2012a, 2012b),
porque corresponden a depósitos específicos de entierros, con ubicación y cro-
nología precisa; además, tenemos la certeza de que son conjuntos de ejempla-
res terminados, seleccionados y que formaron parte del atuendo de determinados
personajes de la estructura jerárquica teotihuacana. El análisis comparativo de los
ejemplares producidos en el Taller XIV en el yacimiento de la Sierra de las Nava-
jas y los conjuntos procedentes de Teotihuacan es importante para poder definir la
uniformidad del proceso técnico de elaboración, la variedad de tipos de elementos
terminados y sus ámbitos de distribución y función, como objetos líticos de pro-
ducción especializada, y con distribución y función restringida.

Conjunto de material lítico del Entierro 43 de Teopancazco


El Entierro 43 apareció en el cuarto C162F, en el área de actividad 147 (bajo el
piso 2B); pertenece al ritual de terminación del final de Tlamimilolpa tardío-Xo-
lalpan temprano (350 d.C.). Es una fosa con dicho entierro (que aparece en un
sector de varias fosas con individuos decapitados al final de la fase Tlamimilolpa
tardía). El individuo número 43 es un infante de 1.5 a 6 meses de edad (Gallego
González 2013). En la fosa, además de las 24 cuentas de obsidiana, aparecieron
7 caracoles y una cuenta de piedra verde (posible venturina; Emiliano Melgar,
comunicación personal, 23 de junio de 2017).
Las 24 cuentas o lentejuelas de obsidiana verde (figura 15.15) tienen un diá-
metro máximo de 3 mm a 5 mm y 2 mm de diámetro mayor de la perforación, que
puede ser circular u ovalada. Los retoques por presión, para ampliar la perforación
inicial por impacto, y también aquellos hechos para conformar la periferia, fueron
efectuados desde la cara exterior a la interior, tanto para ampliar la perforación ini-
cial que no es perfectamente circular, como para dar una forma poliédrica a la pe-
riferia. La técnica de elaboración en la mayor parte de los ejemplares fue la misma,
logrando varias piezas morfológicamente similares, posiblemente manufacturadas
por el mismo artesano especialista con un mismo instrumental.

Figura 15.15. Conjunto de 24 cuentas o lentejuelas de obsidiana verde


del Entierro 43 de Teopancazco.
511
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

La obsidiana de estas piezas procede del yacimiento de la Sierra de las Na-


vajas, Hidalgo; es de color verde transparente principalmente y dorada en tres
ejemplares. Cabe aclarar que varias de estas cuentas tienen restos de cinabrio en
ambas caras y dentro de la perforación, posiblemente como parte del tratamiento
final del entierro.
En la figura 15.16 se puede observar la morfología similar de las cuentas y
lentejuelas, el contorno periférico y también la perforación irregular.

Figura 15.16. Cuentas o lentejuelas del Entierro 43 de Teopancazco. Vista de la cara


dorsal a la ventral.

Al menos seis piezas tienen concreciones blanquecinas superficiales, posi-


blemente sales o alguna solución orgánica, sobre las cuales se adhirió el cinabrio,
lo que puede indicar que dichas concreciones pueden ser originales del contexto
arqueológico.
El ejemplar de arriba (figura 15.17), visto en la cara interior, muestra con-
creciones en el interior de la perforación ovalada, delimitadas por las aristas
rectilíneas inclinadas y paralelas; en la periferia se aprecian los negativos de los
micro-lasqueos por presión. En el interior vítreo de la obsidiana se aprecian mi-
cro-burbujas alargadas de gas, que difractan la luz cuando se concentran paralelas
por la dirección del flujo de lava.

512
15. La producción, distribución y uso de las cuentas...

Figura 15.17. Una de las cuentas del entierro 43 de Teopancazco (acercamiento).

En el conjunto (de 24 piezas) del Entierro 43 de Teopancazco, cuando las


piezas se muestran engarzadas en un hilo delgado como cuentas de un collar,
ocupan un segmento de 22 mm (figura 15.18); se aprecia la distribución lineal
irregular sin brillo de la obsidiana, pero si se colocan en posición horizontal, en-
tonces se puede visualizar la posibilidad de que hayan sido cosidas en la ropa en
forma horizontal, aisladas consecutivamente o parcialmente sobrepuestas (como
escamas). En esta posición se aprecian las superficies de obsidiana de cada pieza,
pudiendo cubrir con diseños continuos, áreas flexibles o rígidas de la vestimenta y
tocados. Con base en estas observaciones, es posible que las piezas de perforación
relativamente amplia pudieran ser utilizadas como lentejuelas.

Figura 15.18. Cuentas del Entierro 43 de Teopancazco como lentejuelas


o como cuentas.

513
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

En este conjunto de 24 elementos, si las piezas se utilizaron como cuentas,


requerían de un hilo de 1 mm de diámetro, que es la medida de las perforaciones
menores, para dar una secuencia regular; podrían acomodarse consecutivamente
en forma gradual (de mayor o menor); también podrían intercalarse cuentas de
otros materiales como concha, madera, hueso y de rocas verdes.

El Entierro 84 de Teopancazco
El Entierro 84, un cráneo boca abajo dentro de una cazuela tapada con un cajete,
apareció en el cuarto C161, en un conjunto de siete entierros (cráneos) en el área
de actividad 167, que es una fosa. Pertenece también al ritual de terminación de
Tlamimilolpa tardío-Xolalpan temprano (350 d.C.). El individuo del Entierro 84
es un adulto, posiblemente masculino, de 20 a 25 años de edad (Alvarado Viñas
2013). Estaba acompañado de 30 cuentas de obsidiana, halladas en el interior de
la cazuela (Manzanilla 2012b).
La mayoría de estos elementos de obsidiana verde presentan restos de pig-
mentos, posiblemente cinabrio. En la siguiente fotografía (figura 15.19) se apre-
cia, en el lado izquierdo, la cara interior, y en la fotografía derecha, la cara exterior.
Para conformar la periferia y ampliar la perforación, los lasqueos por presión
se realizaron principalmente de la cara interior a la cara exterior (figura 15.20);
estos ejemplares también fueron elaborados sobre navajas prismáticas. Las dimen-
siones del diámetro máximo son de 5 mm a 7 mm, y 3 mm de diámetro mayor de
la perforación, que puede ser circular u ovalada.

Figura 15.19. Treinta cuentas de obsidiana que acompañaron al cráneo del Entierro 84.

514
15. La producción, distribución y uso de las cuentas...

Figura 15.20. Acercamiento de una cuenta o lentejuela del Entierro 84.

Las microfotografías superiores 46X y 42X muestran respectivamente la cara


exterior e interior de una cuenta o lentejuela del Entierro 84. Se aprecian clara-
mente los restos de cinabrio aglutinados por algún adherente, posiblemente orgá-
nico, propio del contexto original.
Las microfotografías superiores 38X y 35X (figura 15.21) muestran la cara
exterior e interior de una cuenta o lentejuela del Entierro 84. En ambas cuentas
–superior e inferior– se aprecia la misma técnica.

Figura 15.21. Una cuenta del Entierro 84.

Si se colocan en posición horizontal (figura 15.22), se puede notar la posibili-


dad de que hayan sido cosidas en la ropa, aisladas consecutivamente o parcialmen-
te sobrepuestas, y podrían haber sido utilizadas como lentejuelas. En la sección
inferior, se puede observar que si hubiesen sido colocadas en forma perpendicular,
podrían haber sido usadas como collar, formando una fina textura irregular tubu-
lar de 3 mm de diámetro como promedio.

515
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

La técnica de elaboración de las cuentas o lentejuelas del Entierro 43 y del


Entierro 84 fue la misma, aunque estas últimas son ligeramente más grandes en la
perforación. En ambos casos se seleccionaron piezas de dimensiones similares en
tamaño exterior y en la perforación. En caso de haberse utilizado como cuentas de
collar, se requeriría de un hilo de grosor de 1-2 mm, para que quedaran centradas.
El espesor promedio de ambos conjuntos de cuentas es de 1 mm, que es el espesor
del fragmento de navaja sobre el que se elaboraron, por lo que las treinta “cuentas”
del entierro 84, abarcan 3 cm lineales. Cabe la posibilidad de que estas cuentas
se hayan intercalado con otras cuentas elaboradas en otros materiales minerales y
orgánicos.

Figura 15.22. Piezas del Entierro 84 como lentejuelas o como cuentas.

Entierro 2 de Teopancazco
El Entierro 2 apareció en el “sector militar” de Teopancazco, en el cuarto C23
(una plataforma tipo “santuario”), en el área de actividad 14, una fosa resellada.
Se trata de un entierro sedente de un adulto femenino de 25 a 35 años de edad
(Alvarado Viñas 2013), perteneciente a la fase Xolalpan tardío. En la fosa se halló
concha, pizarra, obsidiana, cerámica, pigmento amarillo en la pelvis, una figurilla,
pizarra trabajada, un candelero, una punta de proyectil, 15 cuentas o lentejuelas
de obsidiana, una de tezontle y dos esféricas de piedra verde (Manzanilla 2012b;
serpentina y posiblemente liswanita, respectivamente: Emiliano Melgar, comuni-
cación personal, 23 de junio del 2017).

516
15. La producción, distribución y uso de las cuentas...

En las siguientes fotografías (figura 15.23) se observa, a la izquierda, la cara


exterior, y a la derecha, la cara interior. Las características más notorias son lo re-
ducido de la perforación por impacto, los contornos circulares y rectangulares, y lo
delgado de la navaja prismática sobre la cual se elaboraron.
El diámetro exterior de las cuentas o lentejuelas de obsidiana es de 7 a 9 mm,
aunque algunos ejemplares son de forma rectangular con las esquinas redondea-
das. El diámetro de la perforación interior es de 2 a 3 mm y un caso de 1 mm. El
tamaño de la perforación de las cuentas de piedras verdes es similar al de las piezas
de obsidiana, por lo que pudieran corresponder a un mismo collar; sin embargo,
posiblemente las piezas de obsidiana fueron utilizadas como lentejuelas, debido a
lo reducido de la perforación, al contorno rectangular intencional de tres “lente-
juelas”, y a la relativamente amplia superficie visible en posición horizontal, que es
mayor con respecto a la de los ejemplares de los Entierros 43 y 84.

Figura 15.23. Cuentas del Entierro 2 de Teopancazco.

517
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

Figura 15.24. Cuentas del Entierro 2 engarzadas.

En la fotografía superior (figura 15.24) se presentan las cuentas engarzadas


en un hilo menor de 1 mm de espesor y se observa cómo las cuentas quedan cen-
tradas, a excepción de los ejemplares rectangulares que sobresalen o muestran una
menor dimensión, provocando irregularidades en la continuidad de un collar.

Teopancazco 1997
En esta temporada se hallaron dos cuentas o lentejuelas de forma rectangular con
las esquinas redondeadas similares a las del entierro 2, cuyas dimensiones máxi-
mas (largo y ancho) son 7 y 9 mm; la perforación ovalada en ambos casos es de
2 mm de diámetro máximo con un espesor de 1 mm. En las fotografías de 25X
de aumento se aprecian en la perforación los límites del cono de impacto (figuras
15.25 y 15.26).

Figura 15.25. Fotografía de posibles lentejuelas, cara exterior e interior respectivamente.

518
15. La producción, distribución y uso de las cuentas...

Figura 15.26. Vista interior y exterior 26X de una posible lentejuela (no. 2880-23)
correspondiente a la fotografía superior izquierda.

Entierro 97 - Teopancazco
El Entierro 97, un individuo infantil secundario y parcial (menor a 40 semanas
fetales; Gallego González 2013), se halló descansando en un cajete anaranjado
delgado, y tapado con una olla negra alisada, en el AA210 del cuarto C162F-
262F, bajo una esquina. Pertenece, posiblemente, al inicio de la fase Xolalpan
(Manzanilla 2012b).
En este entierro se hallaron algunas cuentas o lentejuelas de obsidiana verde,
cuyas dimensiones son de 10 mm de diámetro máximo y de 4-5 mm de diámetro
interior (perforación). En la siguiente fotografía se presentan la cara exterior e
interior de izquierda a derecha, respectivamente.
Estas cuentas o lentejuelas fueron talladas sobre fragmentos de navajas pris-
máticas. Una silueta en forma de “U”, también de obsidiana verde, mide 17 mm
de diámetro máximo y 7 mm en el interior. La técnica de retoque es similar a las
cuentas o lentejuelas, pero el perímetro interior fue trabajado de forma diferente
al retoque de las cuentas. Una posible cuenta de mayores dimensiones (extremo
derecho) es de color gris, y sus dimensiones son: 14 mm de diámetro máximo y
6 mm de diámetro máximo de la perforación. Esta pieza fue trabajada sobre una
lasca y muestra restos de pigmento rojo.

Otros elementos de la Temporada 1997 de Teopancazco


En esta temporada se halló otro conjunto (figura 15.28) que comprende única-
mente tres elementos: dos cuentas o lentejuelas completas y un fragmento. La
“cuenta” de la izquierda presenta inclusiones de arcilla adherida, posiblemente, con
alguna solución orgánica. El contorno exterior es redondeado, logrado por peque-
ños lasqueos consecutivos, y el negativo del cono de perforación es relativamente
amplio. La primera pieza es de un cm de diámetro máximo y la perforación es

519
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

de 4 mm. La “cuenta” de la derecha pertenece a un contexto de relleno; presenta


retoques de la cara interior a la exterior y tiene un diámetro máximo de 11 mm y
la perforación de 3 mm.

Figura 15.27. Cuentas halladas en el Entierro 97 de Teopancazco.

Figura 15.28. Un conjunto hallado en la temporada 1997 de Teopancazco.

Teopancazco 2002
Se halló un disco recortado por microlasqueos por presión (figura 15.29), muy
probablemente sobre una lasca de reducción de bifacial; la conformación de la
periferia se hizo con la misma técnica de las cuentas o lentejuelas. Es posible que
este elemento (disco) se haya utilizado como un ojo de alguna escultura, con una
cara lisa, y por la otra presenta dos lasqueos lineales paralelos, que forman una
arista central, rodeados por pequeños lasqueos periféricos, que pudieran aparentar

520
15. La producción, distribución y uso de las cuentas...

el ojo de un reptil o de una ave si la arista central se coloca en forma vertical, como
se muestra en la siguiente fotografía de 10X.

Figura 15.29. Disco recordado de obsidiana hallado en la temporada 2002 de Teopancazco.

Entierro 76 de Teopancazco
El Entierro 76 fue hallado junto con el Entierro 74 (dos cráneos en vasijas) en el
área de actividad 179 del cuarto C161. El número 76 es el cráneo de un adulto
posiblemente masculino que parece un entierro secundario; se halló junto con dos
cuentas de obsidiana, un fragmento de plato, un incensario y la mandíbula de un
acompañante juvenil.
Las tres cuentas o lentejuelas de la figura 15.30 presentan un impacto fuerte
y un cono amplio, aunque la perforación fue ampliada por pequeños lasqueos por
presión; esta observación se basa en que los extremos del negativo de la base del
cono desprendido se conservaron después de la ampliación de la perforación. La
primera posible cuenta de izquierda a derecha se excavó en 2003 y no pertenece
al entierro 76; presenta una forma general más redondeada y menos laminar, de-
bido a que fue elaborada a partir de una navaja más gruesa, con un espesor de 2
mm. Probablemente, por su espesor y perforación amplia es una cuenta, en com-
paración con las cuentas o lentejuelas del entierro 43 cuyo espesor es de 1 mm o
menor. En el entierro 84, el espesor de las cuentas va de 2-3 mm y únicamente en

521
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

dos ejemplares es de 4 mm. En las dos cuentas o lentejuelas del entierro 76, en la
fotografía siguiente (figuras 15.30 y 15.31), se aprecia que la perforación fue de 3
mm de diámetro máximo, por lo que pudieran corresponder a un mismo “collar”,
ya que fueron elaboradas sobre un tipo de obsidiana idéntico, con igual técnica y
su morfología y dimensiones son similares.

Figura 15.30. Cuentas o lentejuelas del Entierro 76 de Teopancazco.

Figura 15.31. Piezas del Entierro 76 de Teopancazco.

522
15. La producción, distribución y uso de las cuentas...

La siguiente fotografía muestra las mismas piezas, pero con aumentos bajo el
microscopio de 25X – 28X – 40X, respectivamente; en la última véase el negativo
del amplio cono de impacto.
En la primera cuenta de izquierda a derecha se observa que las aristas de la
navaja estaban separadas aproximadamente 7 mm, y el retoque periférico que les
dio una forma circular alcanzó parcialmente ambas aristas, dándoles una forma
genérica más cilíndrica en relación con los materiales arriba descritos. Por la am-
plitud de la perforación, el espesor de la pieza y el ángulo del retoque que generó
una forma lo más cercana a un cilindro, es muy probable que hayan sido cuentas
de un collar o pulsera de perforación de menor diámetro.

Comentarios generales

Con base en el análisis del material arqueológico del Taller XIV de la Sierra de las
Navajas, cuyo material cerámico comprende principalmente la fase Tlamimilolpa,
conocemos el proceso técnico de las etapas de trabajo de la elaboración de cuentas
y lentejuelas, hechas en obsidiana verde característica de este yacimiento. También,
en este contexto, recuperamos 3 ejemplares y algunos fragmentos de navajas pris-
máticas elaboradas en obsidiana gris trasparente-translúcida procedente de otro ya-
cimiento. Cabe aclarar que consideramos que hemos excavado 80% del Taller XIV.
El proceso de elaboración de cuentas se inicia con la producción de navajas
prismáticas, preferentemente de sección plana, delgada y de aristas separadas, que se
acercan a una forma tabular, aunque existen algunos casos de navajas de sección más
gruesa. Las navajas se partieron en secciones rectangulares y cuadradas de 10–15
mm por lado, sobre estas preformas (blanks); con repetidos impactos puntuales en
una de las caras, principalmente en la interna, se intentó desprender un cono cuya
base más amplia tiene salida en la cara externa, aunque también existen ejemplos
en sentido inverso. En el Taller XIV encontramos abundantes fragmentos de las
preformas que se separaron al practicar la perforación. La ampliación de la perfo-
ración y el recorte periférico en forma circular, semicircular, poliédrica y cuadrada
con esquinas redondeadas, generalmente se realizaron a partir de la misma cara en
la que se inició la perforación. En algunos casos, la reducida perforación inicial ya
no se amplió, pero en la mayoría la perforación se agrandó en diferentes medidas
por medio de microrretoques. En otros casos la perforación fue tan grande que las
piezas parecen “anillos”. Los ejemplares posiblemente terminados que se encontra-
ron en el Taller XIV de la Sierra de las Navajas son clasificados preliminarmente
en 6 tipos, cuyas diferencias morfológicas comprenden variaciones entre la forma
periférica, la amplitud de la perforación y las dimensiones generales.

523
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales

En el análisis de los materiales arqueológicos proporcionados por la Dra.


Linda R. Manzanilla, que proceden de contextos urbanos de la ciudad de Teoti-
huacan, y en la mayoría de los casos, de contextos de entierros, los conjuntos de
cuentas y lentejuelas son artefactos terminados que formaban parte del atuendo
de diferentes individuos.
La técnica observada en estos materiales de Teotihuacan es la misma uti-
lizada principalmente en el Taller XIV de la Sierra de las Navajas, así como el
mismo tipo de obsidiana verde y un ejemplar en obsidiana gris del Entierro 76 (es
una posible lentejuela elaborada sobre lasca). Los 24 elementos del conjunto del
Entierro 43, dado su espesor y tamaño de la perforación, pudieron ser las cuentas
de un collar. Los 30 elementos del conjunto del Entierro 84, debido a sus relati-
vamente mayores dimensiones y perforación más grande, probablemente fueron
las cuentas de un collar. Las 15 piezas del conjunto del Entierro 2, con base en lo
reducido de la perforación, la planta rectangular con esquinas redondeadas de 3
piezas y lo relativamente reducido del espesor del conjunto, probablemente fueron
utilizadas como lentejuelas. También se tiene una silueta en forma de “U” del En-
tierro 87, y un disco de la temporada de Teopancazco 2002, que mide 15 mm de
diámetro exterior, y que correspondería a un posible ojo de escultura.

Bibliografía

Alvarado Viñas, Luis Adrián


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Segunda Parte.
Teopancazco y la presencia
de materiales foráneos
16. Teopancazco como receptor
de materias primas y bienes foráneos
Linda R. Manzanilla

Introducción

Teotihuacan, como metrópolis principal del centro de México durante el periodo


Clásico, fue un polo de atracción de mano de obra, así como una entidad diná-
mica en el acopio de bienes suntuarios y envío de artesanías hechas en la gran
urbe hacia el exterior (Manzanilla 2015, 2017a). Según nuestra reconstrucción
de la sociedad teotihuacana, los barrios fueron las entidades más dinámicas de
esta sociedad (Manzanilla 2012a, 2017a). Los cerca de 22 barrios de la ciudad
(Froese et al. 2014) tuvieron centros de coordinación quizás administrados por la
élite intermedia (véase el concepto de élite intermedia en Elson y Covey 2006)
de Teotihuacan, nobles con alianzas hacia diversos puntos de Mesoamérica, que
fomentaron corredores de sitios aliados hacia enclaves o regiones proveedoras de
bienes exóticos y suntuarios (Manzanilla 2012b, 2015, 2017a).

Figura 16.1. Rutas de movimiento de bienes y personas de Teopancazco


(Teotihuacan) a Nautla (Veracruz) (mapa hecho por Gerardo Jiménez y Linda R.
Manzanilla).

531
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

Desde 1981, Ángel García Cook propuso la existencia de corredores de sitios


organizados por los teotihuacanos para acceder a las zonas de recursos en la costa
del Golfo de México (García Cook 1981). También Carballo y Pluckhahn (2007)
abordaron el tema de los corredores en el altiplano mexicano. Particularmente,
el corredor que parte de Teotihuacan y pasa por Calpulalpan y Xalasco, Tlaxcala,
para bajar hacia la llanura costera y dirigirse a la zona de Nautla, Veracruz (Man-
zanilla 2011, 2015), será tema de este trabajo (figura 16.1).
Hemos planteado que Teopancazco, en el distrito sureste de Teotihuacan, es
un centro de barrio con una “sociedad de casa” (société à maison), en términos de
Lévi-Strauss (1982; Manzanilla 2012a, 2012b), cuyo núcleo simbólico giraba en
torno al océano. Kubler (1967) sugirió que el traje del sacerdote del mural prin-
cipal de Teopancazco (véase figura 3.2) tenía como adjetivo el océano (por los
elementos marinos cosidos al atavío; Manzanilla et al. 2011; Manzanilla [ed.]-Va-
ladez [coord.] 2017).

El sistema de intercambio en el corredor hacia Nautla

Para exponer los materiales foráneos de Teotihuacan, véase el capítulo 21 de este


volumen. Durante trece temporadas de excavaciones extensivas en Teopancaz-
co (1997-2005) (Manzanilla 2012a), hemos analizado muchas materias primas y
bienes, además de mano de obra, procedentes de otras regiones de Mesoamérica
(Manzanilla 2011, 2015, 2017a; Manzanilla [ed.] 2017; Manzanilla [ed.]-Valadez
[coord.] 2017), particularmente del corredor hacia la costa del Golfo de México.
Revisaremos los diversos elementos foráneos hallados en el centro de barrio de
Teopancazco.

La fauna costera
Ya mencionamos las cerca de 14 variedades de peces de las lagunas costeras, que
probablemente arribaron salados y/o ahumados (Rodríguez Galicia 2010, 2017;
Manzanilla [ed.]-Valadez [coord.] 2017), cangrejos, cocodrilo, una garceta de la
costa del Golfo, mantas de algodón, conchas marinas (no sólo del Golfo, sino del
Caribe y del Pacífico; véase capítulo 20 de este volumen), y mano de obra (Man-
zanilla 2015; Manzanilla [ed.] 2017). En particular destaca la cantidad de peces
bobo hallados en Teopancazco; éstos deben ser pescados cuando bajan a la costa
hacia el 2 de noviembre de cada año, es decir, hay un calendario preciso para hacer
acopio de este recurso (véase Manzanilla [ed.]-Valadez [coord.] 2017).
Adrián Velázquez y sus colaboradores (2012; véase capítulo 20 de este vo-
lumen) han identificado en Teopancazco la más grande variedad de conchas y

532
16. teopancazco como receptor de materias primas y bienes foráneos

caracoles de Teotihuacan: 30 familias de gasterópodos y 14 de bivalvos; de las 667


piezas identificadas, 247 provinieron de la provincia Panámica; 120 provinieron
del Caribe; 4 podrían proceder de ambas costas; 198 son marinas pero sin proce-
dencia específica.

La lapidaria
Respecto de la lapidaria (Melgar Tísoc et al. 2012), contamos con mica (véase ca-
pítulo 13 de este volumen), pizarra (véase capítulo 14 de este volumen); 104 piezas
de rocas (véase capítulo 19 de este volumen), algunas de rocas calizas o calcáreas,
30 piezas de cuarzo-cuarcita y cuarzos verdes, 20 piezas de travertino de cuatro
fuentes (Emiliano Melgar, comunicación personal; véase capítulo 19 de este vo-
lumen), 8 piezas de serpentina y tres de serpentina de Tehuitzingo, 5 de jadeíta,
algo de pirita, tres piezas de listwanita, dos de mármol, algo de alúmino-silicatos,
un azabache y algunas piezas no-identificadas.
En el corredor de sitios teotihuacanos que pasa por Tlaxcala para dirigirse a
la costa del Golfo (García Cook 1981), entroncaba otra ruta que conectaba con
sitios del centro-sur de Puebla, como Ixcaquixtla, de donde provenía la vajilla
Anaranjada delgada, un tipo de travertino, y probablemente algunas variedades de
mármol. El sitio multiétnico de Xalasco (Manzanilla, Aguayo y Hernández 2011),
cerca de Huamantla, Tlaxcala, está ubicado en línea recta al norte de Ixcaquixtla, y
pudo funcionar como puerto de intercambio, ya que es un sitio multiétnico.
También hallamos algunos gramos de mica, particularmente discos y for-
mas geométricas procedentes de una fosa importante bajo el templo decapitado
(C181B-261), asociada a dos adolescentes (En 105 y 108); esta mica procedió
de la zona de Ejutla en Oaxaca (Manzanilla et al. 2017; véase capítulo 13 de este
volumen).

Cerámica foránea
El flujo de cerámica a lo largo del corredor hacia la costa del Golfo de México se tra-
tará en el capítulo 17 de este volumen. Sin embargo, haremos algunos comentarios.
Ocotelulco, en Tlaxcala, proporcionó a Teopancazco una vasija decorada al
negativo (de tiempos Tlamimilolpa y se halló en el área de actividad 217 del cuar-
to C353A; en su interior se halló un infante –En 101– de 1.5 a 2 meses de edad;
Alvarado Viñas 2013) y, por activación neutrónica, sabemos que la arcilla era de
ese sitio (figura 16.2).
De la zona de Ixcaquixtla, Puebla, proceden varias piezas de Anaranjado
delgado (como se observa en la figura 16.3), hallada en el área de actividad 64 del
cuarto C251A del sector “sastrería” y de tiempos Xolalpan temprano, así como en
la figura 16.4, hallada también en el C251A de la “sastrería”, pero en el área de

533
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

actividad 66, junto con el entierro 15, un individuo masculino de 35 a 45 años de


edad (Alvarado Viñas 2013) (figuras 16.3 y 16.4).

Figura 16.2. Vasija con pasta de Ocotelulco, Tlaxcala, y decoración al negativo, hallada
en el área de actividad 217 del cuarto C353A, de tiempos Tlamimilolpa, y que contuvo un
infante (En 101) de 1.5 a 2 meses de edad (foto de Rafael Reyes).

Figura 16.3. Cajete Anaranjado Delgado con decoración esgrafiada, hallado en


el área de actividad 64 del cuarto C251A (RT 5910), de tiempos Xolalpan temprano
(foto de Rafael Reyes).

La cerámica foránea tiene 11% de representación en el total de cerámica del


sector “sastrería” (véase capítulo 12 de este volumen).
Varios vasos trípodes esgrafiados de colores bayo y anaranjado claro (figuras
16.5, 16.6 y 3.10) se han hallado en Teopancazco, y sugieren un origen foráneo.

534
16. teopancazco como receptor de materias primas y bienes foráneos

El primero (figura 16.5) procede del sector “sastrería” de tiempos Xolalpan tar-
dío, cuarto C151, asociado al área de actividad 63 (RT 5665) y al entierro 14, un
individuo masculino de 40 a 45 años de edad (Alvarado Viñas 2013). El segundo
(figura 16.6) fue hallado en el sector residencial suroeste, en el cuarto C18, área
de actividad 8 (RT 325 y 430), y pertenece a Xolalpan tardío. El tercero ya fue
expuesto en el capítulo 3 (figura 3.10) y es, posiblemente, de los tiempos Tlami-
milolpa tardío-Xolalpan temprano; fue hallado “matado” en el cuarto C261, área
de actividad 229 (RT 12947, 12950, 12951 y 12785).

Figura 16.4. Otro cajete Anaranjado Delgado con decoración esgrafiada, hallado
en el área de actividad 66 del cuarto C251A, asociado al entierro 15, de tiempos
Xolalpan temprano (foto de Rafael Reyes).

Figura 16.5. Vaso trípode esgrafiado del cuarto C151, asociado al área de actividad
63 (RT 5663) y al entierro 14, de tiempos Xolalpan tardío (foto de Rafael Reyes).

535
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

Figura 16.6. Vaso trípode esgrafiado del cuarto C18, área de actividad 8 (RT 325 y
430), de tiempos Xolalpan tardío (foto de Rafael Reyes).

Otra vasija foránea de tiempos Tlamimilolpa está representada en la figura


3.6; es un cuenco decorado con un quincunce de colores rojo y naranja, hallado
en el cuarto C181B-261, área de actividad 214B (RT 13943), asociado al entierro
111, un infante entre 5 y 8 años de edad (Alvarado Viñas 2013).
Asimismo, contamos con dos bellos cuencos Naranja Laca con decoración
al negativo; el cuenco de la figura 3.8 fue hallado en el cuarto C181B-261, en el
área de actividad 227 (RT 13127), asociado a los entierros más importantes del
conjunto hasta ahora: el entierro 105 y el entierro 108, dos adolescentes de sexos
distintos (Alvarado Viñas 2013), que fueron enterrados en Tlamimilolpa tardío.
El cuenco de la figura 3.13 fue hallado en el cuarto C206, área de actividad 37
(RT 3581), que es un ritual de terminación también de tiempos Tlamimilolpa
tardío-Xolalpan temprano.
Stoner y Glascock (2014) analizaron fragmentos de Naranja Laca de Teo-
pancazco y concluyeron que pertenecen al grupo Mixtequilla II. Algunos otros,
sin embargo, parecen ser imitaciones hechas en Teopancazco. Se había sugerido
el uso de aceite de chía para este efecto, mismo que es citado en el Códice Floren-
tino, pero también tenemos en el centro de barrio lacas de insectos (Manzanilla
[ed.]-Valadez [coord.] 2017).
Hay otras vasijas en Teopancazco que parecen ser foráneas; la figura 16.7 es
un cajete con decoración pintada en colores negro y rojo sobre café claro, hallado
en el cuarto C154A, área de actividad 172 (RT 11876), asociado al entierro 89,
un individuo joven entre 20 y 25 años de edad, de sexo incierto (Alvarado Viñas

536
16. teopancazco como receptor de materias primas y bienes foráneos

2013), y de época Xolalpan. En el fondo de este cajete aparece un glifo con dos
montañas y un diseño encima de ellas (figura 16.8).

Figura 16.7. Cajete con decoración pintada en colores negro y rojo sobre café
claro, hallado en el cuarto C154A, área de actividad 172 (RT 11876), asociado al
entierro 89 (foto de Rafael Reyes).

Figura 16.8. Glifo de dos montañas hallado en el fondo del cajete descrito
anteriormente, asociado al entierro 89 (foto de Rafael Reyes).

Asimismo, la decoración de un gran anafre o caldero (figura 16.9) con aplica-


ciones de individuos con gorros cónicos parece ser foránea; esta pieza se halló en el
área de actividad 50 del cuarto C159B, de tiempos del Xolalpan tardío-Metepec.

537
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

Figura 16.9. Gran caldero o anafre con aplicaciones de caras con gorros cónicos,
hallado en el cuarto C159B, área de actividad 50, de tiempos Xolalpan tardío-
Metepec (foto de Rafael Reyes).

La vajilla Granular y probablemente también pizarra llegaron a Teopancazco


provenientes de Guerrero, pero gracias a los análisis de pigmentos y cosméticos
hallados en los entierros 105-108 (Vázquez de Ágredos et al. 2012; véase capítulo
11 de este volumen), es probable que la jarosita, la galena y el cinabrio presentes
en las miniaturas viniesen de la zona de Taxco (Salas 1980), donde se hallan con-
juntamente con el pigmento rojo especular; algunos de estos pigmentos también
pudieron llegar desde Michoacán. En Teopancazco, el cinabrio aparece no sólo en
las miniaturas de cosméticos, sino en los rituales de terminación de los decapita-
dos (Manzanilla 2009, 2012a) y como pigmento en cerámica (Martínez García et
al. 2012). De Guerrero pudieron haber llegado también piedras verdes (como la
serpentina) y conchas marinas del Pacífico. No queda claro si estos bienes llegaron
a Teopancazco directamente de Guerrero, o bien por conexión de rutas que pasa-
ban por Guerrero-Morelos-Puebla con el corredor hacia Veracruz.
A Teopancazco llegaron también pastillas de pigmentos de tamaños simila-
res a las rodelas de cerámica. Los pigmentos aparecen profusamente representados
en Teopancazco: tanto en cosméticos, en pintura sobre vasijas y en pintura mural
(Martínez García et al. 2012; Vázquez de Ágredos et al. 2012; Doménech-Carbó
et al. 2012; véase capítulo 11 de este volumen).
De las marcas de actividad halladas en los entierros (Manzanilla 2015; Man-
zanilla [ed.] 2017; Alvarado Viñas 2013):

538
16. teopancazco como receptor de materias primas y bienes foráneos

• 21.55% de los individuos enterrados trabajaron fibras con los incisivos;


algo de este trabajo podría estar relacionado con la elaboración de redes,
que, como señalamos en el capítulo 10, se hacían también en Teopancazco.
Estas redes jugaron un papel importante dada la presencia de 14 varieda-
des de peces de las lagunas costeras, y del uso de la red a nivel simbólico,
en el mural principal de Teopancazco, sobre el altar (véase figura 3.2). Asi-
mismo, 7.75% tenía marcas de haber lanzado redes o lanzas.
• 6.89% cosieron o pintaron durante largos periodos de tiempo. Ambas ar-
tesanías –confección de trajes y pintura de cerámica y muros– se hicieron
en Teopancazco. Como señalamos en el capítulo 10, en el sector “sastrería”
se hallaron numerosas agujas, alfileres, perforadores, leznas, pero también
mangos de pincel.
• 15.51% cargaron en la espada cosas pesadas. Como hemos visto, la pre-
sencia de bienes foráneos en Teopancazco fue abundante e incluyó: pirita,
44 objetos de piedras verdes (serpentinas, cuarzos verdes), cinco piezas de
jadeíta, 20 piezas de travertino, algunas de mármol gris (véase capítulo 19
en este volumen), además de la cerámica foránea, los lienzos de algodón,
la fauna marina y los moluscos de varios mares (véase capítulo 20 de este
volumen); el vidrio volcánico procedente de Altotonga en Veracruz para la
elaboración de los estucos (Barca et al. 2013; véase capítulo 18 de este vo-
lumen), desgrasantes metamórficos foráneos (véase el capítulo 17 de este
volumen); pigmentos y cosméticos (véase capítulo 11 de este volumen),
como el cinabrio, la galena, la jarosita, la malaquita (Martínez García et al.
2012; Vázquez de Ágredos Pascual et al. 2012); aproximadamente 4.4 kg
de pizarra (véase el capítulo 14 de este volumen); 72 gramos de mica de
Oaxaca (Manzanilla et al. 2017; Rosales y Manzanilla 2011; véase capítulo
13 de este volumen); varios ejemplares de pedernal y sílex.
• Se hallaron tres casos de individuos con exostosis auditiva por bucear en
aguas frías. Quizás estos individuos abastecieron a Teopancazco de mo-
luscos marinos (véase capítulo 20 de este volumen; Velázquez Castro et al.
2012), tan profusos en este centro de barrio. Particularmente uno –el indi-
viduo 71, una mujer subadulta– procedía de zonas bajas, quizás de Chiapas
o Oaxaca (Manzanilla [ed.] 2017).

Uno de los individuos masculinos de unos 35 años y de tiempos Tlamimilol-


pa –el entierro 78– era un sujeto robusto, alto, corpulento; caminó largas distan-
cias, quizás con las caravanas organizadas desde Teopancazco hacia Nautla; cargó
objetos pesados con mecapal, trabajó hincado o acuclillado por largos periodos de
tiempo, y también cosió telas y ablandó fibras con los dientes. A pesar de ser un

539
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

individuo local, el entierro 78 tuvo un componente marino importante en su dieta


(Manzanilla [ed.] 2017).

Comentarios finales

No hay duda de que a Teotihuacan llegaron muchos tipos de materias primas y


bienes foráneos (véase capítulo 21 de este volumen). Sin embargo, ha sido fasci-
nante comenzar a entender cómo los barrios, y sus élites intermedias, organizaron
este acopio a través de un sistema de caravanas que se movieron según alianzas y
afinidades, por sitios aliados y a través de corredores.
La jadeíta es uno de los materiales que anteriormente considerábamos que
habían sido utilizados sólo por las élites gobernantes. Sin embargo, la presencia de
cinco piezas en Teopancazco revela que la élite intermedia también tenía acceso
a esta materia prima procedente de la región del Motagua. Asimismo, la mica era
controlada por las élites gobernantes, particularmente en el complejo palaciego
de Xalla, donde tenemos hasta ahora 37 kilogramos contabilizados (Manzanilla
2017b); pero algunos dones (74 gramos) llegaron a Teopancazco

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544
17. La cerámica de importación en Teopancazco
y sus nexos culturales con otros sitios
José Carlos de la Fuente León

Introducción

Hablar sobre Teotihuacan es un tema complejo ya que si bien ha sido una de


las ciudades prehispánicas más trabajadas, arqueológicamente hablando, ya que
ha aportado un gran cúmulo de conocimientos sobre una sociedad desaparecida
hace más de mil años, aún existen tantas dudas al respecto que en la actualidad
sigue siendo objeto de debate y nuevas conjeturas. Aunque el valle de Teotihua-
can ya contaba con aldeas permanentes durante la fase Cuanalan (400-100 a.C.)
del Preclásico tardío y terminal (Manzanilla 1985, 2001: 219), el surgimiento
de Teotihuacan como una gran urbe está relacionado con los eventos volcánicos
ocurridos a principios de la era cristiana en donde sitios como Cuicuilco, el valle
poblano-tlaxcalteca o la región de Los Tuxtlas fueron afectados por el derrame de
lava y las emisiones de ceniza y pómez del Xitle, el Popocatépetl y el San Martín,
respectivamente. Debido a esos eventos naturales, la región del Altiplano Central
sufrió un proceso de reacomodo demográfico (Manzanilla 1998: 24, 2008b: 367;
Plunket y Uruñuela 1998; Santley 1989: 134; Santley y Ortiz 1985: 14; Santley et
al. 1997: 186; Serra 1998: 62). Muy probablemente, el valle de Teotihuacan haya
sido la mejor opción a causa de su emplazamiento estratégico para la obtención de
recursos naturales y materias primas, así como por ser la mejor ruta entre la cuenca
de México y el valle de Puebla, pues de ahí se podría llegar hasta la costa del Golfo
de México y posteriormente al área maya (Manzanilla 1998: 24; Millon 1967: 38,
1973: 48, 1974: 359, 1976: 245, 1981: 210).
Como consecuencia de estos reacomodos demográficos, hacia la fase Tla-
mimilolpa temprano comenzaron a construirse los conjuntos departamentales, es
decir, las estructuras habitacionales típicas que forman parte de las características
distintivas de Teotihuacan (Manzanilla 1996: 228, 2006: 20, 2008a: 537; Millon
1976: 216), los cuales marcaron el comienzo de la vida urbana en la urbe (Gómez
2000: 595; Millon 1966b: 73, 1976: 215, 1981: 210). Hasta el momento se han
registrado más de 2000 conjuntos (Millon 1970: 1079, 1973: 40, 1974: 352, 1981:
203, 1988: 107) y, al parecer, fueron preconcebidos de forma completa, es decir,
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

existió un diseño previo a su construcción que estableció los lineamientos y pará-


metros que debían seguir (Millon 1966b: 77, 1973: 40; Ortega 2000: 18), como
el hecho de que la traza urbana de toda la ciudad se encuentra desviada 15° 17’ al
este con respecto al norte magnético (Drewitt 1966: 84; Millon 1996b: 59, 1967:
40, 1974: 337, 1981: 203).
En un nivel superior de organización sociopolítica yacen los barrios (Man-
zanilla 2009: 24), los cuales se encuentran en una posición intermedia entre los
conjuntos departamentales y el Estado (Millon 1966a: 151, 1976: 225). Dicho nivel
de organización fue el empleado tanto por los grupos de extranjeros radicados en
Teotihuacan (Millon 1967: 45, 1970: 1079, 1981: 210, 1988: 108) como por los más
de 600 talleres artesanales que se han localizados y que supondría que los artesanos
formaron grupos corporativos relacionados no sólo por el oficio, sino también por
el parentesco y por ciertos rituales comunes (Millon 1966a: 151, 1974: 352, 1976:
225). Se ha sugerido que los barrios eran administrados por una élite intermedia
(“casa noble”), la cual contaría con emblemas, atavíos, posiblemente tierras y recur-
sos que legitimarían su estatus y que articularía las funciones del barrio mediante
una estructura tipo oikos (Manzanilla 2007: 489). Físicamente, la administración se
llevaría a cabo desde el centro del barrio, el cual debía reflejar los elementos estruc-
turales de gobierno dentro de su composición arquitectónica (Ortega 2000: 54);
dichos elementos eran: un templo de barrio, una plaza y edificios públicos, residen-
cias de los grupos de élite, áreas de uso común (Gómez 2000), un sector militar y un
sector de cocinas y almacenes (Manzanilla 2007, 2009).
Uno de estos centros de barrio es Teopancazco, ubicado en el actual pueblo de
San Sebastián Xolalpan, al sureste de la Ciudadela, dentro del cuadro S2E2 del mapa
de Teotihuacan que elaboró René Millon (Manzanilla 2000: 80, 2003: 51). Es muy
posible que Teopancazco haya sido un centro de barrio multiétnico de la periferia
sureste de Teotihuacan (Manzanilla 2012b: 28), el cual pudo haber sido fundado
por nobles procedentes de otra región de Mesoamérica, específicamente del corredor
hacia la costa del Golfo de México (Manzanilla 2007: 498). El sustrato multiétnico
de Teopancazco permitió que existiera una multiespecialización de las actividades
artesanales que en él se desarrollaron (Manzanilla 2008b: 387); entre estas actividades
se encuentran el pintado y laqueado de cerámica, la elaboración de cestería y la con-
fección de atavíos de élite (Manzanilla 2006: 24, 2008a: 538, 2008b: 383, 2012b: 28).
Después de este breve preámbulo es necesario mencionar que el presente
estudio fue motivado por la siguiente hipótesis: si Teopancazco fue un centro de
barrio dirigido por una nobleza intermedia de origen foráneo, entonces parte de
su cultura material debe ser igualmente foránea, preferentemente del lugar de
origen de la casa noble de este centro de barrio. Dicha hipótesis se sustenta en dos
premisas: 1) las elites requieren de bienes especialmente valiosos para legitimar su

546
17. la cerámica de importación en teopancazco...

estatus y poder (Appadauri 1986: 44; Brumfiel y Earle 1987: 4; Costin 1991: 12;
Drennan 1998: 29; Hayden 1995: 258; Morante 2004: 25), bienes que, como se
verá más adelante, son foráneos; y 2) la cultura material no sólo transmite infor-
mación acerca del estatus social de un grupo, también puede hacerlo con respecto
a su identidad (Costin 2001: 301; Sillar y Tite 2000: 8; Stark 1999: 137).

El intercambio de bienes

Una constante en la conducta del ser humano, independientemente de la época


en la que haya vivido, es que busca por todos los medios satisfacer sus necesidades
individuales y colectivas para procurarse una mejor calidad de vida (Cardós 1975:
159), empleando en ello la mayor parte de su tiempo y energía (Day 1941: 1).
De esta forma es que la economía, entendida como “la provisión de los medios
materiales de existencia”, que incluye la producción y distribución de los bienes,
así como la tecnología, necesarios para la supervivencia y reproducción biológica y
social de los grupos humanos ( Johnson y Earle 1987: 11; Hirth 2012: 640), hizo
su aparición desde épocas muy tempranas. Partiendo de este hecho, es posible
entender cómo es que el hombre transforma los recursos que tiene a su alcance en
productos consumibles, y cómo es que puede acceder a los recursos que no abun-
dan o no se encuentran en su medio ambiente a través del intercambio con otros
grupos (Cardós 1975: 159).
El intercambio de bienes (recursos), entendido como la transferencia de los
mismos entre personas (Rice 1987: 192; Winter 1984: 179), comenzó a gestionar-
se desde tiempos muy remotos, generalmente entre regiones ecológicas distintas,
como la montaña y el valle, el desierto y la selva, el bosque y la sabana (Chapman
1975: 105) para poder tener acceso a los recursos propios de cada una ya sea por-
que se cultivan, recolectan o manufacturan en ellas (Hirth 2001: 104). Es muy
frecuente encontrar en la literatura arqueológica que existen dos requisitos indis-
pensables para que exista intercambio de productos: 1) que exista un excedente de
producción superior al consumo inmediato que permita ampliar el tamaño de las
unidades domésticas y desarrollar actividades especializadas distintas a la produc-
ción de alimentos (Cardós 1975: 160; Hirth 1992: 25, 1996), y 2) que los grupos
humanos hayan acumulado un gran conocimiento acerca de su entorno tanto am-
biental como social, ya que los bienes se vuelven deseables cuando son situados en
el lugar y el momento correctos, es decir, que van a parar a las manos de alguien
que los necesite y pueda usarlos (Day 1941: 1; Hirth 2001: 98; Polanyi 1976: 303).
En este punto es necesario hacer una distinción entre intercambio y comer-
cio, ya que si bien en ocasiones se emplean como sinónimos, ambos términos

547
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

remiten a conceptos distintos. Intercambio se refiere a “hacer cambio recíproco


de una cosa o persona por otra u otras”, mientras que el comercio se refiere a una
de las tres formas en que, de acuerdo con los estudios clásicos de economía, el
intercambio puede manifestarse1 (Polanyi 1976: 296). Ya que en tiempos prehis-
pánicos no existía un sistema de mercado como lo conocemos en la actualidad, en
el presente estudio se entenderá por intercambio al comercio administrativo2 en el
cual no operan las leyes de la oferta y la demanda en contraposición al comercio
mercantil o simplemente comercio, en el cual sí operan.
Desde un punto de vista economicista, el intercambio en cualquiera de sus
variantes forma parte de procesos económicos más amplios, siendo la etapa que
logra superar la brecha que existe entre la producción de los bienes (o recursos) y
su consumo (Arnold 1985: 128; Costin 1991: 2, 2001). Dependiendo de la dis-
tancia que separa a los productores de los consumidores, el intercambio se puede
realizar en tres escalas distintas: local, regional o interregional (Bautista 2006:
10). Algunos estudios de costo-beneficio han sugerido que la distancia máxima
a la que un objeto puede ser desplazado para su intercambio está estrechamente
relacionada con la naturaleza del bien o recurso.3 Por ejemplo, ciertos productos
perecederos como las frutas exóticas o la carne fresca únicamente podrían sobre-
vivir un par de días de transporte (Tolstoy y Paradise 1979: 350), mientras que
otro tipo de alimentos un poco más duraderos, como los granos de maíz, podrían
recorrer distancias más grandes, aunque se ha calculado que la distancia máxima
que se pueden transportar para que resulte redituable es de 275 km y con frecuen-
cia la distancia debía ser menor (Drennan 1984: 28).
Si bien no se trata de negar la importancia del intercambio de bienes como
parte de un proceso económico, emplear una visión centrada en la economía no
resuelve satisfactoriamente todas las interrogantes cualitativas que surgen al res-
pecto. Hasta hace relativamente poco tiempo, el enfoque con el que se ha co-
menzado a estudiar al fenómeno del intercambio radica en las implicaciones que
presenta en otros campos de la acción humana; no hay que perder de vista que los
sistemas económicos se encuentran estrechamente relacionados con los sistemas

1 
Las otras dos formas de intercambio son la reciprocidad y la redistribución.
2 
En el comercio administrativo o intercambio propiamente dicho, las relaciones entre las partes
son más o menos formales y las equivalencias entre mercancías se pueden establecer por unidades
simples, es decir, intercambiar una cosa por otra (Polanyi 1976: 304).
3 
Existen distintas formas en las que se pueden clasificar los bienes; una de ellas es de acuerdo a su
durabilidad, y pueden distinguirse dos tipos de bienes: los perecederos y los no perecederos (Hirth
1996: 208). Otra forma de clasificarlos, y que hasta la fecha ha sido la más empleada, es la que se
basa en el valor de los bienes y distingue tres tipos: bienes de uso práctico, información y artículos
de lujo (Drennan 1998: 26).

548
17. la cerámica de importación en teopancazco...

políticos, sociales, ideológicos, rituales y culturales (Bray 2003: 95; Costin 1998:
5; De Marrais et al. 1996: 16; Foias 2007: 174; Hayden 1995: 261; Helms 1993;
Hirth 1996: 209; Peregrine 1991: 2; Rice 1987: 168; Spielmann 2002: 195).
Se ha sugerido que los artículos de lujo o “preciosidades” pueden generar
“riqueza”, sobre todo cuando se han manufacturado con materias primas exóticas;
sin embargo, para las sociedades precapitalistas, el significado de riqueza varía
enormemente con respecto al actual. En este sentido, la riqueza consiste en la
acumulación de bienes con un valor excepcional, socialmente prescrito, o en otras
palabras, “socialmente valiosos” (Spielmann 2002), y el cual puede obtenerse tanto
por las características intrínsecas (materiales y técnicas de manufactura) o extrín-
secas (artesanos que los produjeron, poseedores, uso de los bienes) de los objetos
(Costin 1998: 9). Pragmáticamente hablando, los bienes de prestigio adquieren
su valor por haber sido manufacturados empleando una tecnología de prestigio
(Costin 2001: 292; Hayden 1995: 263), es decir, la que tiene como principio os-
tentar riqueza, poder y control sobre los recursos y las fuerzas productivas, por lo
que mientras más tiempo y trabajo requieran los bienes fabricados con esta tec-
nología será mejor el bien (Charlton et al. 1993: 154; Clark y Parry 1994; Costin
1991: 16; Costin y Hagstrum 1995: 621; Hayden 1993: 203, 1995: 258). Con esto
se busca que sean productos únicos cuya singularidad potencie su valor (Appa-
dauri 1986: 42; Santley 1984: 60). Desde un punto de vista ideológico, los bienes
adquieren su valor por provenir de un tiempo y/o espacio distante con respecto a
la población que los adquiere (Helms 1993), por su carácter sagrado-místico o de
alguno de sus componentes ya sea por originarse en un lugar considerado como
tal, o por su asociación directa con individuos dotados de dichas características,
como ancestros, deidades o personajes de la élite (Bradley 2000; Drennan et al.
1990: 179; Flannery 1968: 105; Helms 1993: 101, 150).
El valor que un determinado bien puede tener no es estático, cambia de un
lugar a otro y de un tiempo a otro (Hayden 1995: 278) y de sociedad en sociedad
(Helms 1993: 92, 150). Los bienes de prestigio son marcadores de estatus que
permitieron a las élites dominantes justificar y legitimar su posición jerárquica
(Appadauri 1986: 31; Morante 2004: 25) debido a la carga simbólica y a la infor-
mación implícita contenida en ellos (Clark y Parry 1994; Drennan 1998: 26); para
lograr esto, las élites establecieron leyes que restringen su producción, distribución
o consumo (Brumfiel y Earle 1987: 5; Chapman 1975: 104; Costin 2001: 292;
Drennan 1998: 28; Flannery 1968: 100; Hayden 1993: 292, 1995: 263; Hirth
1984: 293; Manzanilla 1992: 331, 2008b: 387; Oppenheim 1976: 82; Peregrine
1991: 2; Rathje 1973: 6). De esta forma, la riqueza en las sociedades precapitalis-
tas no puede servir como parámetro para medir el nivel social de sus poseedores
(Helms 1993: 101; Hirth 2001: 99, 116); más bien se debería medir la cantidad de
prestigio de los poseedores de estos objetos.

549
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

Por otro lado, el intercambio permite organizar las relaciones sociales cuando
se establecen alianzas entre grupos a través de la reciprocidad entre las élites. Estas
alianzas permiten establecer relaciones de dependencia mutua que regulan diferen-
cias, mantienen la paz (Hirth 1992: 27, 1996: 208, 2001: 100; Sarmiento 2000: 344)
y garantizan una obligación de pago en el futuro, en caso de necesidad (Flannery
1968: 107; Halstead y O´Shea 1989a: 4, 1989b: 124; O´Shea 1989: 58; Pires-Ferrei-
ra y Flannery 1976: 287). Así pues, la lógica indicaría que mientras más y mejores
relaciones se tengan con otros grupos, mayores serán los beneficios de una sociedad
en particular. Muy probablemente éste sea el caso de muchas de las grandes urbes
que dominaron el espacio político de Mesoamérica en tiempos prehispánicos.

El intercambio en Teotihuacan

Gran parte de la grandeza que la ciudad de Teotihuacan alcanzó se debe a su capaci-


dad para mantenerse abastecida de las materias primas necesarias para su funciona-
miento (Manzanilla 1998: 29, 2002: 9; Millon 1981: 222) mediante el intercambio
de productos (López Austin 1989: 35), siendo quizás el Estado quien se encarga-
ba de supervisar la importación de materias primas, la producción, el intercambio
de objetos suntuarios, controlando y regulando la circulación y distribución de los
mismos (Gómez 2000: 594; Manzanilla 1992: 327, 1997: 25; Millon 1966a: 150;
Sánchez 2000: 298). Si bien los bienes de prestigio se encontraban dentro de un cir-
cuito de intercambio restringido, es probable que los bienes de subsistencia básicos
pudieran ser, también, objetos de intercambio directo entre productores, participan-
do así dentro de un circuito de intercambio paralelo (Kolb 1986: 185; Manzanilla
1992: 322, 327, 1997: 22) y/o que operara un principio de redistribución de los
mismos que abastecía a todos los pobladores (Polanyi 1976: 299).
Existen claras evidencias de que Teotihuacan importó materias primas exó-
ticas y productos terminados de un gran número de sitios. Entre estos productos
se encuentran maíz tipo “arrocillo”, aguacate (McClung 1987: 69, 1990: 110), tra-
vertino, piedras verdes, serpentina, cuarzo verde, pedernal, pizarra, mica, galena,
cinabrio, pigmentos (Manzanilla 2012b: 28), concha, cacao, incienso, miel, plu-
mas, mantos de algodón y muchas otras cosas (Manzanilla 1992: 331). A su vez,
la bilateralidad del proceso de intercambio implica que existen objetos de filiación
teotihuacana en otros lugares; tal es el caso de algunos sitios del valle de Toluca,
del valle poblano-tlaxcalteca y de algunos más en la región del río Amatzinac en
Morelos; también se han mencionado sitios de la región Mezcala-Balsas, Mi-
choacán, el área maya (Tikal y Copán, entre otros), Monte Albán, Guerrero, la
Sierra Gorda y también en Chalchihuites (Arnold III et al. 1993: 186; Cowgill
1997; Manzanilla 1998: 29, 2002: 9, 2008b; Millon 1981: 222), entre otros.

550
17. la cerámica de importación en teopancazco...

Un caso curioso y que debe ser estudiado con mayor profundidad es el de la


cerámica. A diferencia de otro tipo de industrias como la lítica, en la que la mayoría
de los objetos producidos de obsidiana son utilitarios pero pueden ser distribuidos
a grandes distancias debido a la localización tan específica de los yacimientos, se
ha considerado que la cerámica no puede participar en el intercambio a gran dis-
tancia por varios motivos: 1) es un bien que se ha manufacturado prácticamente en
cualquier parte de Mesoamérica (Drennan 1984: 29; Hirth 2013: 96), debido a la
abundancia de los bancos de material ( Jiménez 2005: 43); 2) es un bien voluminoso,
pesado y altamente frágil (Drennan 1984: 29); 3) existe evidencia etnográfica que
sugiere un “territorio de explotación preferido” para la materia prima, que raramente
excede los 7 km de distancia (Arnold 1985: 50-51); y 4) la forma más común para
fabricar cerámica en la época prehispánica es mediante la producción doméstica
(Arnold III y Santley 1993: 227; Hirth 2001), la cual se ha catalogado como un sis-
tema de bajo volumen productivo orientado a satisfacer las necesidades inmediatas
de los miembros de la unidad (Rice 1987: 184). Sin embargo, no siempre el “princi-
pio del menor esfuerzo” determina la distribución de los bienes; hay que pensar en
los factores culturales (Sillar y Tite 2000) ya que en la práctica se observa que ciertos
tipos cerámicos son intercambiados y distribuidos en regiones muy amplias, ya sea
por haber sido elaborados con una tecnología superior de manufactura o apariencia
estética (Hirth 2013: 96), por proceder de lugares importantes dentro de la activi-
dad ritual (Spielmann 2002: 199), el significado ideológico de su decoración (Hirth
2013: 96; Spielmann 2002: 200) o porque eran contenedores para transportar otros
bienes (por ejemplo sal, miel o cal; Hirth 2013: 96).
Tal vez el ejemplo más claro se observe en la cerámica Anaranjado Delgado,
la cual fue producida en la región de Tepexi-Ixcaquixtla, ubicada a 275 km de dis-
tancia de Teotihuacan, y fue importada en grandes cantidades (entre 10% y 20%
de la cerámica de Teotihuacan era Anaranjado Delgado) por unos 300 años. Las
áreas con mayor densidad de este tipo cerámico son, curiosamente, las áreas con
ocupaciones de mayor duración (Rattray 1998).
En la actualidad, ya no basta con sólo realizar estudios de distribución espa-
cial de materiales en términos de estilo o en el criterio de abundancia relativa; es
necesario comenzar a emplear métodos analíticos de procedencia (Rice 1987: 177;
Sotomayor y Castillo 1963: 5). Estos estudios son los únicos que pueden distinguir
las piezas que reflejan una verdadera identidad cerámica de aquellas piezas homó-
logas que fueron manufacturadas en diferentes sitios, con técnicas y estilos similares
pero con materiales locales (Ball 1983: 126). Los estudios de procedencia se basan
en el conocimiento de la composición mineralógica de las inclusiones (antiplásticos
o desgrasantes) que se encuentran dentro de la pasta con la que fue manufacturado
algún objeto y de los cuales se derivan dos alternativas: 1) si un determinado tipo
de inclusión es muy común en una pasta y se encuentra presente en la geología de

551
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

los alrededores de donde fue localizada la pieza cerámica, entonces puede deducirse
que la cerámica es local; 2) si las inclusiones de la pasta (abundantes o no) no se
encuentran presentes en la geología de la región puede deberse a que la pieza fue
elaborada localmente pero las inclusiones (desgrasantes) provienen de otro sitio o a
que la pieza completa fue manufacturada en otro lado ( Jiménez 2005: 36).
Uno de estos estudios analíticos de composición es la microscopía óptica de
polarización, también conocida como “petrografía”. A grandes rasgos, el procedi-
miento para emplear dicha técnica es el siguiente: se realiza un corte transversal a
la muestra para obtener una esquirla de aproximadamente 2 cm2 de área por 3 mm
de espesor; esa esquirla será montada sobre un portaobjetos utilizando termoplás-
tico para adherirla al portaobjetos. Una vez que la muestra ha sido montada, se
deberá desbastar utilizando un abrasivo como el carborundum o carburo de silicio
hasta que la esquirla o galleta tenga un espesor de máximo 25 a 50 micras (el
espesor ideal es de 30 micras) y posteriormente se aplicará sobre ella bálsamo de
Canadá y se cubrirá con un cubreobjetos (Ánimas 2007: 111-113; Rogers y Kerr
1942: 3-7).
Una vez que se tienen listas las láminas delgadas, se procede a examinarlas
al microscopio óptico de polarización (petrográfico), aplicando descripciones de
mineralogía óptica y posteriormente, tablas de clasificación petrológica. Ya que las
partículas del tamaño de las arcillas y el limo son demasiado pequeñas, éstas no
se pueden identificar mediante el empleo de un microscopio petrográfico, aunque
puede inferirse de qué minerales se trata. La identificación de las partículas más
grandes, incluidas en la pasta, se realiza a través de las propiedades ópticas especí-
ficas que éstas presentan ya que cada una reacciona de forma distinta al pasar la luz
a través del mineral (Orton et al. 1997: 161); algunas de las propiedades pueden
ser determinadas mediante luz polarizada,4 mientras que otras sólo pueden deter-
minarse al cruzarse nícoles5 (Gribble y Hall 1992: 6).

4 
La teoría ondulatoria sostiene que la luz debe considerarse como un movimiento ondulatorio
cuyas vibraciones se expanden en todas direcciones. Cuando la luz atraviesa sustancias anisótropas,
ésta se desdobla en dos rayos polarizados con planos perpendiculares; pero si el movimiento de las
vibraciones logra restringirse a un solo plano, se dice que la luz está polarizada en un plano.
Para
generar la polarización de la luz en un microscopio, se emplea un polarizador o prisma de
Nicol elaborado con espato de Islandia, con lo cual uno de los rayos desdoblados de luz es com-
pletamente reflejado mientras que el otro rayo puede continuar su trayectoria a través del prisma
y aparecer como luz polarizada en un plano (Klein y Hurbut 1996: 323; Rogers y Kerr 1942: 65).
5 
Se dice que se cruzan nícoles cuando dos prismas de Nicol son superpuestos en un ángulo
determinado. Al cruzar nícoles, las sustancias isotrópicas se oscurecen mientras que las sustancias
anisotrópicas producen colores de interferencia (Rogers y Kerr 1942: 67).

552
17. la cerámica de importación en teopancazco...

El caso de estudio: la cerámica de Teopancazco

El primer paso para realizar un estudio de composición es tener muy claro cuál
es el entorno geológico particular del lugar en donde se tomaron las muestras
que serán analizadas. El valle de Teotihuacan se ubica al noreste de la cuenca de
México, entre los 19° 81’ y 19° 45’ de latitud norte y los 98° 49’ y los 98° 56’ de
longitud oeste (figura 17.1; Ortega 2000: 5); cuenta con un área aproximada de
532 km2 y se localiza a una altitud promedio de 2250 msnm (Villaseñor 2003: 1),
dentro de la Provincia Fisiográfica del Eje Neovolcánico, en la Subprovincia de
los Lagos y Volcanes de Anáhuac. Geomorfológicamente hablando, el valle de
Teotihuacan puede considerarse una extensión de la cuenca de México y posee
un clima semiárido con lluvias en verano.6 Este valle está limitado al oeste por el
Cerro Chiconautla, al norte por el Cerro Gordo, al sur por la Sierra Patlachique
y al oriente por un sistema de lomeríos bajos pertenecientes a las estribaciones de
la Sierra Nevada (García 1968: 11; INEGI 2001: 23). Estas serranías varían en
edad desde el Terciario Superior hasta el Cuaternario, por lo que la mayoría se
encuentra muy erosionadas (Mooser 1968: 32).
Por su historia geológica, el valle de Teotihuacan presenta dos grandes por-
ciones. Por un lado se encuentra la zona de “bajos”, una rica planicie aluvial que
colindaba con el lago de Texcoco y que tenía manantiales permanentes que for-
maron un área pantanosa ideal para el cultivo en chinampas7 (Millon 1967: 39,
1973: 47, 1974: 358, 1976: 244); esta porción está cubierta por sedimentos de
origen lacustre y por rocas sedimentarias producidas por el acarreo y la erosión de
las rocas ígneas8 (Ortega 2000: 6). Por otro lado, se encuentra la zona de “altos”,
formada por una gran lengua de lava y que fue aprovechada para construir la
parte monumental de la ciudad (Mooser 1968: 34); las constantes emisiones de
lava durante el Cuaternario dieron origen a diversos tipos de rocas ígneas, cuya

6 
Al parecer, el clima del valle de Teotihuacan no ha sido siempre el mismo. A comienzos de la era
cristiana dominaba un paisaje boscoso de pino-encino, lo que propició el establecimiento favorable
de algunos grupos humanos. Algunas hipótesis sugieren que la sobreexplotación de los recursos
derivó en la desertificación del paisaje y en la posterior decadencia de la gran capital del Clásico.
Por otro lado, los resultados preliminares del proyecto “Paleoambiente del Valle de Teotihuacan”
sugieren que a lo largo del tiempo, en el valle de Teotihuacan se han alternado periodos de mayor
humedad con periodos de mayor sequía (McClung et al. 1998: 516; Mooser 1968: 37).
7 
En realidad, esta forma de cultivo no eran verdaderas chinampas, sino “chinampas secas”, es
decir, parcelas de cultivo rodeadas de canales de agua (según José Luis Lorenzo; Manzanilla,
comunicación personal).
8 
Gradualmente, esta planicie fue reduciendo su extensión debido a la expansión de la urbana de
Teotihuacan.

553
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

composición va de ácidas a básicas, entre las que se encuentran rocas basálticas,


olivino y plagioclasas del tipo de las labradoritas; también se encuentra material
piroclástico como lapilli y tezontle producto de las erupciones del Cerro Gordo
(INEGI 2001: 53; Mooser 1968: 32).

Figura 17.1. Ubicación de Teotihuacan en la cuenca de México


(tomado de Cervantes 2007).

Partiendo de esta información, se realizó un análisis petrográfico de 33 frag-


mentos de cerámica recuperados en el centro de barrio de Teopancazco, Teoti-
huacan, para determinar la composición mineral de las mismas. Dentro de las
muestras se encuentran fragmentos que visualmente corresponden a tipos locales
teotihuacanos, así como fragmentos cerámicos que por su decoración o caracte-
rísticas de la pasta se asume son de importación. Para poder determinar la com-
posición de la pasta de las muestras se realizó una descripción detallada de los

554
17. la cerámica de importación en teopancazco...

componentes minerales presentes en cada una de las láminas delgadas y el uso de


dos programas estadísticos para la interpretación de resultados. La descripción
detallada de 22 de las muestras se encuentra en el anexo 1 de un trabajo previo
que fue empleado como requisito de titulación en una tesis de licenciatura (De la
Fuente 2012). La descripción de las otras 11 muestras se realizó posteriormente,
pero fueron incluidas dentro de los siguientes análisis para ampliar el número de
muestras y tener un mejor parámetro de comparación entre ellas, lo cual permi-
tió reconsiderar la posible procedencia de algunas muestras que originalmente
se habían atribuido a un origen local o foráneo, y parece que fue una suposición
incorrecta.
De acuerdo con estudios petrográficos previos, tanto de arcillas como de ro-
cas locales, la composición geológica típica de la cerámica del valle de Teotihuacan
y de la cuenca de México debe provenir de rocas volcánicas basáltico-andesíticas
con una composición mineralógica rica en plagioclasas (de andesina a labradorita);
en algunos casos es posible encontrar piroxenos (augita), anfíboles (hornblenda),
óxidos de hierro (hematita) y cristales de calcita como componentes secundarios
(Manzanilla, Ortiz y Jiménez 1993: 200; Sotomayor en Rattray 2006).
La composición mineralógica de las muestras analizadas indica que el com-
ponente principal de la arcilla local es el cuarzo; el segundo componente mayori-
tario es el grupo de los feldespatos9 sódico-cálcicos (principalmente andesinas), y
en tercer lugar, los fragmentos líticos de origen volcánico (rocas andesíticas y tobas
vítreas; figura 17.2). No es de sorprenderse que estos elementos se encuentren
presentes en la composición de casi cualquier tipo de barro, ya que los silicatos
(grupo mineral formado a partir del sílice) forman 95% de la corteza terrestre,
y tanto el cuarzo como los feldespatos pertenecen a este grupo ( Jiménez 2005:
25). Lo que llama la atención es que en algunas de las muestras fue mayor el
porcentaje de fragmentos líticos que de plagioclasas, lo que puede deberse a dos
motivos: 1) la arcilla para manufacturar la cerámica de Teopancazco se obtuvo de
dos yacimientos distintos con composiciones mineralógicas similares, o 2) que
los fragmentos líticos hayan sido agregados intencionalmente como desgrasantes.
Particularmente en este caso, es más factible la segunda opción, ya que para las
plagioclasas se encuentran dispersas en la arcilla debido al proceso de meteori-
zación de las rocas (sólo ocurre de forma natural), mientras que los fragmentos
líticos pueden encontrarse tanto de forma natural como agregados intencionales;
coincidentemente, las muestras que presentan mayor porcentaje de fragmentos

9 
Los feldespatos pueden dividirse en dos grandes subgrupos: los feldespatos alcalinos o
potásicos y los feldespatos sódico-cálcicos o plagioclasas (Gribble y Hall 1992: 78; Rogers y
Kerr 1942: 230).

555
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

líticos son aquellas en las que se localizaron fragmentos de toba cristalina como
componentes secundarios, razón por la que se piensa esta última fue molida y
agregada como desgrasante al barro original.

Figura 17.2. Diagrama ternario que muestra la relación entre los tres componentes
mayoritarios de las muestras analizadas en Teopancazco.

Además de los minerales ya mencionados, también se localizaron, aunque en


menor proporción, anfíboles (hornblenda) y mica (biotita), los cuales presentaron
una recurrencia en 100% de las muestras. Asimismo, en algunas de las muestras
también fue posible identificar otro tipo de plagioclasas (labradorita10), piroxenos
(augita), fragmentos de toba lítica de composición riolítica11 y esquirlas de vidrio,
como componentes secundarios.

10 
Este tipo de plagioclasas está más asociado con rocas basálticas.
11 
Cerca de Teotihuacan existen dos afloramientos de riolita que pudieron ser explotados por
los teotihuacanos. Uno de estos afloramientos se encuentra a unos 8 km al oriente de Otumba y
junto con la obsidiana local forman un yacimiento de unos 40 km2 en la ladera oriental del valle de
Teotihuacan (Cobean 2002: 58). El otro se encuentra en el cerro Xoconosco, muy cerca de Xometla
(INEGI 1979).

556
17. la cerámica de importación en teopancazco...

Figura 17.3. Dendrograma que muestra cómo se agrupan las muestras de acuerdo a la
presencia de familias minerales contenidas en éstas.

Al realizar un cruce de información entre la presencia-ausencia de familias


minerales (figura 17.3) con el porcentaje en el que se encuentran presentes en
las muestras analizadas (figura 17.4), se observa que sólo seis presentaron esta
composición, y tipológicamente hablando corresponden a un fragmento de Mate
Burdo (T4), Bayo Alisado (T8), Anaranjado Alisado (T16), Rojo Pulido (T18),
Café Rojizo Pulido (T19), y Negro sobre Rojo Bruñido (T21). Existe una séptima
muestra identificada como Rojo Especular (T15) que comparte todas las caracte-

557
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

rísticas descritas para las muestras locales; sin embargo, difiere de estas últimas en
que no contiene esquirlas de vidrio en su composición. Esto último hace suponer
que las esquirlas de vidrio se encuentran presentes en las muestras debido a la
adición de algún elemento que las contiene como desgrasante, siendo el mejor
candidato para esto la ceniza volcánica. De ser esto cierto, la ceniza volcánica es-
taría más relacionada con técnicas de manufactura y funcionalidad de la pieza que
con la composición geológica del barro.

Figura 17.4. Dendrograma que muestra cómo se agrupan las muestras de acuerdo a la
cantidad de minerales, medida en porcentaje, contenida en éstas.

558
17. la cerámica de importación en teopancazco...

En tres de los fragmentos analizados, identificados como Anaranjado San


Martín (T7), Café Pulido (T17) y Negro sobre Café Bruñido (T22), se observó
que la composición mineral es muy similar a las reportadas para la cerámica local;
sin embargo, también se identificaron algunos rasgos que no tienen compatibili-
dad con la geología regional. En todos los casos se localizaron tanto fragmentos
de esquisto y/o gneis12, como fragmentos de cuarzo policristalino (derivados de la
meteorización de las rocas metamórficas), lo que sugiere dos posibilidades: 1) que
estas vasijas cerámicas hayan sido manufacturadas en otro lugar utilizando arcillas
que naturalmente contengan estos componentes, o 2) que se trate de cerámica
manufacturada localmente adicionando a las pastas barro foráneo. Esta segunda
posibilidad es la más plausible si se considera que las cantidades presentes de mi-
nerales en los fragmentos locales son casi idénticos a este segundo grupo.
A pesar de que ya existe gran cantidad de estudios acerca de la composición
mineral de la cerámica de Teotihuacan, al ampliar la cantidad de tiestos analizados
por medio de técnicas analíticas nos podemos acercar cada vez con mayor preci-
sión a la realidad de una sociedad de la cual sólo nos quedan los vestigios materia-
les. Sin embargo, el objetivo y aporte del presente trabajo radica en determinar de
una forma más confiable los fragmentos cerámicos (que alguna vez fueron piezas
completas) importados ya sea de lugares cercanos o lejanos pero que remiten al
tipo y grado de interacción que los teotihuacanos mantuvieron con otras socie-
dades, y en tratar de establecer su posible procedencia, cuando fue posible. Para
lograr este propósito, se analizaron otros 121 fragmentos cerámicos procedentes
de los sitios de Calpulalpan y Xalasco en Tlaxcala, Cantona y el valle de Atlixco
en Puebla, y el valle de Maltrata en Veracruz, con el fin de comparar las compo-
siciones minerales de cada sitio con los 23 fragmentos foráneos de Teopancazco.
Cinco fragmentos cerámicos mostraron gran similitud tanto en los minerales
presentes en las pastas, como en la cantidad relativa (porcentajes por estimación
visual) de los mismos. Estas muestras se identificaron como Naranja Laca (T14),
una posible imitación de Naranja Laca (T13), Tlachichuca (C3), Tlaxco Blanco
(X13) y Café Alisado (X14). Todas ellas comparten el hecho de que su compo-
nente mayoritario son las esquirlas de vidrio presentes en alrededor de 25%. La
cantidad tan grande de este elemento hace suponer que no se encontraba de forma
adicional en el barro constituyente de las piezas, sino que fue adicionado como
desgrasante, tal vez en forma de ceniza volcánica; también se encuentran presen-
tes fragmentos líticos vítreos y cuarzo. Cabe mencionar que entre estas muestras
existen dos diferencias: 1) las muestras C3 y X14 presentaron algunos fragmentos

12 
Los yacimientos más cercanos de esquisto se encuentran a 113 km en línea recta al suroeste del
valle de Teotihuacan, mientras que los de gneis se encuentran a 195 km.

559
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

de mica (biotita), la cual se encuentra ausente en las otras tres muestras; y 2) las
muestras T13, X13 y X14 presentaron algunos fragmentos de cuarzo policris-
talino sin asociación con fragmentos de roca metamórfica, ausentes en las dos
muestras. Empero, si se considera que las cantidades de mica presentes son muy
bajas, que además este mineral es poco resistente a la alteración (Rice 1987: 34) y
que la ocurrencia de cuarzo policristalino puede deberse a la mezcla de diferentes
tipos de barro,13 se ha propuesto que las piezas cerámicas que alguna vez consti-
tuyeron los fragmentos analizados fueron manufacturados en Cantona o en sus
inmediaciones.
Otro caso similar al anterior es el de los tiestos identificados como Engobe
Crema (T1) y Techachalco (C10), los cuales son prácticamente idénticos. Ambos
fragmentos cerámicos comparten la característica de que su componente mayo-
ritario son las plagioclasas intermedias (andesina), seguido de mica (biotita) y
fragmentos líticos (toba vítrea y fragmentos de rocas andesíticas). Igual que en el
caso anterior, también se presentó una diferencia mínima entre ambos: la apari-
ción de fragmentos de toba cristalina en la muestra C10. Ya que son escasos los
fragmentos rocosos de este tipo y debido a la similitud entre ambos fragmentos,
se ha considerado que la vasija que alguna vez fue constituida por este fragmento
cerámico proviene de Cantona.
La muestra T20 que corresponde a un tiesto de pasta granular rosa guarda
gran similitud con la cerámica proveniente de Maltrata, específicamente con el
tipo Baño Café Pulido (M18). Estos dos fragmentos presentan como caracterís-
tica que su componente mayoritario son los fragmentos líticos (toba vítrea y toba
cristalina) seguidos de cuarzo y plagioclasas intermedias. A pesar de que la mues-
tra T20 contiene algunos fragmentos de roca sedimentaria, posiblemente calizas, y
M18 no, es factible que esta vasija provenga de Maltrata ya que este tipo de rocas
es común en la geología regional de dicho valle.
En el caso de la cerámica Anaranjado Delgado, todas las muestras analiza-
das tanto de Teopancazco como del resto de los sitios comparados coinciden en
presentar un alto contenido en fragmentos líticos casi exclusivamente a base de
fragmentos de rocas metamórficas (esquisto y gneis) y cuarzo policristalino con
ausencia de calcita, lo que correspondería con el subgrupo 3 del Grupo A en la
clasificación de Sotomayor y Castillo (1963: 13). Lo que llama la atención es que
si bien estos autores mencionan que en algunos casos se pueden encontrar restos

13 
A diferencia de otros sitios en el Altiplano Central en donde la aparición de elementos
metamórficos como constituyentes de las pastas cerámicas es un claro indicador para suponer la
importación del desgrasante, el barro o la pieza misma, para el caso de Cantona no necesariamente
funcionó así ya que a 30 km en línea recta (INEGI 1984) se encuentran afloramientos de esquisto
y gneis que pudieron haber sido utilizados por los habitantes de la ciudad.

560
17. la cerámica de importación en teopancazco...

de rocas sedimentarias y carbonatación secundaria en este grupo, las únicas mues-


tras en las que se pudo identificar esto son las provenientes de Teopancazco (T6
y T11); ninguna otra muestra contuvo restos de posible caliza, y sólo las muestra
C20 de Cantona contuvo cristales de calcita (al igual que T11) en su composición.
Estas diferencias en la composición del Anaranjado Delgado no sólo pueden estar
denotando que existen diferentes variedades del tipo cerámico, como ya había
sido propuesto; también es posible que las variantes tengan un rango de distribu-
ción diferencial y que no todas lleguen a los mismos sitios. Así es probable que la
variante con contenido de calcita únicamente haya llegado a los sitios grandes e
importantes del momento por alguna razón.
Otro de los grupos minerales que puede servir para diferenciar las variantes
de Anaranjado Delgado es la mica (biotita) ya que se encuentra presente en algu-
nas muestras y en otras no. Aunque no se descarta la posibilidad de que se emplee
la mica como parte de la técnica alfarera al agregarse como desgrasante, es más
plausible pensar que por la cantidad y el tamaño de los minerales encontrados,
éstos ya se encontraban de forma natural en el barro con el que se manufacturaron
las piezas, por lo que se sugiere la existencia de por lo menos dos bancos de los
cuales se extrajo el material para manufacturar las piezas cerámicas y que coinci-
dentemente las muestras de Teotihuacan, Cantona y algunas de Maltrata (M2 y
M3) y Xalasco (X4) provienen del banco con mica.
Dentro del presente estudio, la distinción realizada de los bancos de material
resulta importante porque el análisis de dos muestras que no fueron catalogadas
dentro de ningún tipo cerámico, pero que es evidente que no son de manufactura
local teotihuacana (T25 y T29), coinciden mineralógicamente con las descrip-
ciones realizadas para ambos bancos de material, aunque ninguna se parezca al
Anaranjado Delgado. La muestra T25 es prácticamente idéntica a las reporta-
das para Xalasco (X4 y X6) y Maltrata (M1 y M4), fragmentos de Anaranjado
Delgado sin mica en su composición; la única diferencia entre éstos es que en el
primer fragmento se localizaron escasos minerales de piroxeno (augita) ausentes
en los segundos. Para la muestra T29 ocurre lo mismo: es virtualmente idéntica
a la muestra T6 (Anaranjado Delgado) con la salvedad de que en la primera se
identificaron escasos minerales de anfíbol (hornblenda). Si los análisis realizados
son correctos, los bancos de material del Ixcaquixtla no sólo servían para elabo-
rar la cerámica Anaranjado Delgado, sino que también otros tipos cerámicos se
pudieron haber manufacturado a partir de éstos y las vasijas que alguna vez cons-
tituyeron los fragmentos T25 y T29 puedan tener su origen en el sur de Puebla.
Para el caso de las muestras T5 y T30 que igualmente fueron identificadas
como fragmentos de cerámica foránea, no existe una correlación o similitud con
el resto de las muestras analizadas en los otros sitios; sin embargo, se encontró

561
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

que la composición mineral de estas dos es prácticamente idéntica y se caracteriza


por carecer de cualquier mineral que pueda remitir a un tipo de roca específica, y
presentan un porcentaje muy alto de esquirlas de vidrio, lo que hace suponer que
fue agregado de forma intencional a la pasta. El hecho de que ninguna muestra
“carezca” de minerales puede deberse a que los minerales se encuentran demasiado
alterados por los procesos de degradación a arcilla y además se encuentran enmas-
carados por las esquirlas añadidas.
En el caso del resto de los fragmentos analizados: Mate Fino (T3), cerámicas
foráneas (T9, T10, T27, T28), Cloissoné (T12), Café Bruñido Pintado (T23),
posible San Andrés Fine Paste (T24), cerámica naranja esgrafiada (T26), Café
Pulido (T31), Anaranjado San Martín (T32) y Mate Burdo (T33), no presen-
taron similitud con ninguna de las muestras analizadas para el resto de los sitios
del estudio ni tampoco presentaron similitud entre ellas, por lo que se sugiere que
estos 12 fragmentos provienen de lugares distintos, y en el caso de los fragmentos
que presentan alguna decoración diagnóstica, hay que tratar de identificar una
posible similitud estilística para tener más claro contra qué zona o región realizar
la comparación petrográfica y establecer la procedencia a partir de la composición
mineralógica.
Un último fragmento analizado fue el identificado como Café Rojizo Bru-
ñido (T2), el cual tiene rasgos similares a los de la cerámica local descrita para
Teotihuacan; sin embargo, discrepa con ésta en el alto porcentaje de plagioclasas
contenidas en la pasta, mismo que es característico del barro del valle de Atlixco.
Por otro lado, no se puede considerar que la vasija que alguna vez constituyó este
fragmento proceda de ese lugar ya que el resto de los minerales contenidos en
T2 tiene una correspondencia geológica. En todo caso, es posible que T2 haya
sido manufacturada localmente en Teotihuacan pero mezclando un poco de barro
procedente del sur de Puebla, aunque no se descarta la posibilidad de que se trate
de un tiesto foráneo.

Discusión

Ninguna técnica sofisticada de análisis por sí misma es capaz de proporcionar re-


sultados contundentes sobre la procedencia de los fragmentos cerámicos ya que, a
diferencia de otro tipo de materiales como lo lítica, cuyos elementos traza pueden
referirnos a un espacio limitado de origen, o la concha, cuyo rango de distribu-
ción se encuentra limitado de acuerdo al hábitat específico de los moluscos que
la emplearon, “la composición de la cerámica… puede ser alterada por adición o
sustracción de un elemento particular durante la manufactura del objeto cerámi-

562
17. la cerámica de importación en teopancazco...

co, y además pueden haber sido utilizadas varias fuentes de arcilla para obtener
el mismo producto cerámico, ya sea a través de un periodo de ocupación dado o
en varios de ellos” ( Jiménez 2005: 46). Aunado a esto, se tiene el hecho de que
la adición o sustracción de materiales originales del barro se puede deber tanto
a cuestiones tecnológicas (técnicas de manufactura, la forma y función del obje-
to a elaborar, etc.) como a cuestiones culturales (accesibilidad de los materiales,
preferencias individuales del artesano o de la sociedad que consume los objetos
cerámicos por el uso de algún tipo de material en específico, etcétera). Por estos
motivos, para llegar a resultados interpretativos más certeros es necesario la apli-
cación conjunta de una batería de pruebas que permita correlacionar la informa-
ción proporcionada individualmente por cada una de ellas.
A pesar de que el método petrográfico presenta serias limitaciones en su uso
(De la Fuente 2012: 66) y que depende casi completamente de la experiencia y pe-
ricia que el investigador tenga para identificar los minerales presentes en una lámina
delgada, tanto por sus características físicas como en la cantidad (es poco común
emplear un contador de partículas que proporcione cantidades numéricas, lo más
común es emplear tablas de estimación visual y proporcionar las cantidades en tér-
minos de porcentaje), es un muy buen punto de partida para establecer las muestras
que son candidatas para utilizar una técnica más sofisticada de análisis, tomando en
cuenta el tiempo y el costo que implica la aplicación de alguna de ellas.
En el caso específico de las 33 muestras analizadas de Teopancazco, se pre-
sentó evidencia sobre algunas concepciones que desde hace mucho tiempo se tie-
nen y que probablemente necesiten ser reevaluadas involucrándose tanto los tipos
locales como las cerámicas de importación. Por un lado tenemos el de la cerámica
“local” de Teotihuacan cuya tipología cerámica está más que “clara” y es la que
comúnmente se emplea en el análisis visual del material. El grupo cerámico Mate
se encuentra presente en el complejo cerámico teotihuacano desde la fase Patla-
chique y durante el resto de la cronología de Teotihuacan; de acuerdo a la textura
de la pasta puede dividirse en Mate Burdo y Mate Fino y sus formas principales
son las tapas, los tapaplatos lisos o con tres asas, múltiples adornos y figurillas, así
como incensarios y candeleros (Mate Burdo; Rattray 2001: 114). Al ser un tipo
cerámico tan común en la ciudad y tener un uso tan prolongado, temporalmente
hablando, se esperaría que las pastas tuvieran una composición mineral local; em-
pero la evidencia de este estudio sugiere lo contrario.
El tiesto analizado, identificado como Mate Fino (T3) y previamente inclui-
do dentro de las muestras foráneas, presenta en su composición fragmentos de
rocas sedimentarias (caliza) en asociación directa con cristales de caliza; asimis-
mo, no se pudieron identificar completamente, pero algunos de estos fragmentos
tienen una alta probabilidad de contener bioclastos (restos orgánicos fosilizados).

563
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

Aunado a esto, este tiesto no contiene ninguno de los rasgos característicos de


las pastas locales y la presencia de minerales o fragmentos líticos de origen ígneo,
salvo la alta concentración de cuarzo pero que también puede deberse a la pre-
sencia de las rocas sedimentarias. Por todas estas características es imposible que
esta vasija haya sido manufacturada localmente y su procedencia, aunque no se
pueda establecer con precisión, corresponde a ambientes geológicos netamente
sedimentarios.
El tiesto analizado, identificado como Mate Burdo (T33) y previamente in-
cluido dentro de las muestras foráneas, presenta una composición que en apa-
riencia es similar a la muestra T4 identificada con el mismo tipo cerámico pero
de características locales. Si ambas muestras son del mismo tipo y “se parecen”,
entonces ¿por qué una se considera de manufactura local y la otra no? T33 carece
de dos rasgos distintivos de las pastas locales teotihuacanas: la hornblenda y los
fragmentos de toba vítrea; otra diferencia entre ambos tiestos es que T4 presenta
como componente principal el cuarzo (característico de Teotihuacan), mientras
que T33 tiene mayor abundancia de fragmentos líticos. En un primer momen-
to y atendiendo a la consideración de Rattray (2001: 114) en la que es posible
encontrar dos tipos de arcilla distintas dentro de los incensario del Grupo Mate
Burdo, de acuerdo a la parte de la pieza que se estuviera manufacturando, empero
se descartó esta posibilidad ya que si T33 hubiera formado parte de la chimenea
del incensario debería mostrar una pasta con textura gruesa y no fina, como es
el caso; el hecho de que se trate de una pasta con este tipo de textura indica que
los fragmentos líticos no fueron adicionados como desgrasante, se encuentran de
forma natural en el barro, y que han tenido el tiempo suficiente de intemperismo
para reducir su tamaño considerablemente hasta formar parte de una arcilla fina.
Otro caso de cerámica local que habría que reconsiderar es el del tipo Ana-
ranjado San Martín, del cual se ha dicho se manufacturaba en talleres que cubren
una superficie de 1 km de largo por 500 m de ancho hacia el sur de la barranca
del río San Lorenzo dentro de un área denominada “Tlajinga 33”, tipo cerámico
ampliamente distribuido durante las fases Xolalpan y Metepec (Rattray 2001:
122). En un principio se analizó la composición de un tiesto de este tipo T7 y
aunque presenta una composición similar a la esperada dentro de las pastas loca-
les, también presentó fragmentos de rocas metamórficas en asociación directa con
cuarzo policristalino, lo que nos lleva a pensar que si esta vasija fue manufacturada
localmente, para fabricar la pasta con la que se hizo se mezclaron dos tipos de
barro, uno de los cuales es foráneo. Debido a que San Martín es un tipo impor-
tante dentro de la tipología teotihuacana pues a este tipo pertenecen las ánforas
y cráteres de almacenamiento y para cocinar alimentos (Rattray 2001: 122), se
decidió analizar un segundo fragmento (T32), el cual presentó discrepancias aún

564
17. la cerámica de importación en teopancazco...

mayores que el primero; la mayor de todas es que, como componente principal,


este tiesto presenta plagioclasas y la baja proporción de cuarzo indica que el barro
con el que fue elaborado no es el mismo de las muestras analizadas y consideradas
locales. Una segunda diferencia con respecto a la técnica de manufactura es que
esta muestra carece de esquirlas de vidrio y en su lugar se están adicionando frag-
mentos de toba riolítica.
Con lo expuesto anteriormente para los tipos cerámicos locales teotihuaca-
nos (Mate y San Martín), no se pretende insinuar que toda la cerámica de estos
tipos es de manufactura foránea y fue importada por Teotihuacan (o Teopan-
cazco); simplemente se quiere hacer notar que estos fragmentos específicos no
son de manufactura local. Además, el hecho de que visualmente los fragmentos
cerámicos puedan ser similares no significa que forzosamente deban presentar la
misma composición mineralógica (son homólogos, no idénticos). Si el “gobier-
no central” teotihuacano mostró cierta tolerancia hacia la identidad étnica de los
grupos foráneos asentados en la urbe (Rattray 1988: 178), entonces ¿por qué en
el barrio de Teopancazco encontramos fragmentos de cerámica que parece local
y que puede conseguirse localmente, pero en realidad no lo es? Tal vez existan
múltiples respuestas que puedan contestar la pregunta anterior; sin embargo, hasta
que no existan investigaciones más detalladas al respecto sólo se pueden elaborar
meras conjeturas.
¿Acaso existió una restricción en el acceso a las vasijas cerámicas utilitarias
manufacturadas en Teotihuacan? Desde un punto de vista económico es poco
o nada probable esta sugerencia ya que los productos destinados al intercambio
están pensados para alcanzar al mayor número de consumidores posibles, no sólo
a grandes distancias sino también abarcando un mercado local lo más amplio po-
sible. ¿Acaso se trata de una cuestión identitaria y de reforzamiento de los lazos
existentes entre la élite intermedia de Teopancazco con los habitantes de su lugar
de origen? Probablemente pueda deberse a esta última hipótesis y para que las
élites teotihuacanas no notaran que en Teopancazco se preferían los productos
importados a los de manufactura local, se importaban imitaciones que parecían
locales y así el gobierno teotihuacano no notaría el engaño; sin embargo, no se
puede llegar a una aseveración tan grande basándose únicamente en tres fragmen-
tos de cerámica de los miles y miles que han sido recuperados, más aún porque
estos fragmentos no fueron recuperados de contextos primarios sino de relleno en
las capas estratigráficas de la excavación del cuarto 251A, por lo que por el mo-
mento se dejará la consideración en el aire hasta que existan otros argumentos que
puedan apoyar esta idea. Una última posibilidad podría ser que la importación de
estas vasijas no tenga que ver con la vasija en sí, sino a lo que pudo contener y que
seguramente era más preciado que el contenedor mismo.

565
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

En cuanto a la cerámica foránea de Teopancazco que presentó similitudes


muy grandes con la de otros tipos analizados, tenemos que se observan dos nexos
claros entre este centro de barrio con otros sitios. Por un lado, tenemos la relación
Teopancazco-Cantona y, por el otro, la relación Teopancazco-Maltrata.
Estudios recientes indican que Cantona comparte muchos elementos cultu-
rales con las poblaciones asentadas en la porción oriental del Altiplano Central
(García Cook y Katina Vackimes 2014: 234; García Cook 2004: 104), especial-
mente con las del valle poblano-tlaxcalteca y Tehuacán, así como con algunos
grupos del Golfo de México, Oaxaca y Occidente (Martínez 2015: 52) durante
se primera fase de ocupación (600 a.C. - 50 d.C.). Ya para el periodo Clásico,
aparentemente, una de las grandes preocupaciones de Cantona y la cultura en ella
desarrollada fue “negar todo aquello que estaba de moda en las demás ciudades
contemporáneas, esto es evidenciado tanto por su arquitectura asimétrica como
por la escasez (si no es que virtual ausencia) de indicadores del Clásico en el Al-
tiplano Central dentro de ella (García Cook 2009: 120; García Cook y Merino
1998: 214). Derivado de esto se ha sugerido que Cantona mantuvo una relación
de competencia con Teotihuacan por mercados cada vez más distantes gracias al
control que ejerció sobre los yacimientos de obsidiana de Oyameles-Zaragoza y
Guadalupe Victoria (García Cook 1994a: 89, 1994b: 65; García Cook y Merino
1998: 213), en contraposición al control que Teotihuacan ejerció sobre los yaci-
mientos de Sierra de Pachuca y Otumba.
Si a Cantona le “molestaba” mantener cualquier tipo de relación que la vincu-
lara con Teotihuacan, al parecer a esta última no le molestaba esto. Tan es así, que
la muestra T1 (Engobe Crema) y C10 (Techachalco) y a su vez este último están
relacionados con el tipo Ocotitla Trícomo (C7). Muy probablemente, Techachal-
co y Ocotiitla sean el mismo tipo; pero ya que el primero está más relacionado
con el ámbito doméstico y el segundo con el ritual, en las tipologías existentes se
ubican como tipos distinto (Merino y García Cook 2007: 152). Una diferencia
encontrada en el presente estudio es que si bien ambos tipos presentan la misma
concurrencia de minerales, existe una diferencia notable en cuanto a su contenido
de mica, encontrándose más abundantemente en el primero que en el segundo. Al
comparar ambos fragmentos con el de Engobe Crema se notó que la composición
de la pasta tiene mayor afinidad con Techachalco que con Ocotitla. ¿Acaso se debe
a que los artesanos de Cantona sabían que el destino de la vasija era Teotihuacan
y por eso la manufacturaron con arcilla de “menor calidad” (la que empleaban para
las vasijas domésticas) y no con la que utilizaban para elaborar las vasijas rituales?
O ¿acaso los artesanos de Teopancazco importaron la arcilla de Cantona creyendo
que se trataba de la de mejor calidad y realizaron la reproducción en el centro de
barrio? Ambas hipótesis pueden ser factibles, tomando en cuenta que la decora-

566
17. la cerámica de importación en teopancazco...

ción del tiesto Engobe Crema no se parece en nada a los tipos de Cantona; es así
que esta vasija puede ser tanto una imitación para la exportación o una reproduc-
ción local con pigmentos locales, pero con materia prima importada. Tampoco se
descarta la posibilidad de que el Engobe Crema no provenga de Cantona, pero
que el ambiente geológico que originó la materia prima sea similar al de las in-
mediaciones de esta urbe (alguna zona del norte de Tlaxcala), y aunque se haya
reportado que existe un tipo similar a Ocotitla en Teotihuacan (Merino y García
2007: 152), no existe una correspondencia entre la composición geológica de T1
y la de las muestras locales.
Otro caso en el que se demuestra la afinidad de la cerámica de Teopancazco
y la de Cantona es en las muestras T13 y T14 (¿Naranja Laca?) con la muestra
C3 (Tlachichuca). Aunque es muy recurrente encontrar en la literatura arqueoló-
gica que la cerámica laca procede de la costa del Golfo de México, las similitudes
que existen en la composición mineral con aquella de Cantona hacen pensar que
ambas muestras proceden de este sitio, y no sólo por la concurrencia de minerales
sino también por la técnica de manufactura y la adición en grandes cantidades
de ceniza volcánica (esquirlas de vidrio). Nuevamente nos encontramos ante un
caso en el que los acabados de superficie son muy distintos: mientras que la típica
cerámica Tlachichuca y su coloración tiende a los tonos cafés rojizos o rojizos
grisáceos oscuros (Merino y García 2007: 160), las muestras de Teopancazco pre-
sentan colores naranja y con una terminación laca. Así como el ejemplo anterior,
no se puede descartar que las muestras T13 y T14 provengan de un sitio distinto
a Cantona con un ambiente geológico similar, pero hasta que no se presenten
datos petrográficos que permitan comparar los resultados obtenidos en la presen-
te investigación con otros sitios o regiones, Cantona representa la mejor opción
de procedencia hasta el momento. Si se considera que los tipos Tlaxco Blanco
(X13) y Café Alisado (X14) procedentes de Xalasco también presentan la misma
composición mineralógica y que, a su vez, éstos tampoco presentan los acabados
de superficie descritos para las muestras tanto de Cantona como de Teotihuacan,
es posible que la característica más relevante para determinar la procedencia de
la cerámica no sean sus atributos estilísticos, ya que éstos responden de la fun-
cionalidad de la pieza y a las características culturales tanto de los productores
como de los consumidores, sino a la composición de la materia prima con la que
se elaboraron los objetos.
Por otro lado tenemos que es muy probable que la muestra T20 (Pasta Granu-
lar Rosa) provenga de algún sitio del valle de Maltrata o sus inmediaciones ya que
guarda mucho parecido con la muestra M18 (Baño Café) tanto en la composición
como a nivel visual de la pasta (ambas son granulosas y presentan una coloración
similar). Tal vez no sea de extrañarse que en Teotihuacan puedan encontrarse,

567
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

aunque muy eventualmente, vasijas cerámicas de la zona de Maltrata, máxime


que se ha propuesto que esta zona sirvió como un enclave teotihuacano (Lira
2004a: 111, 2004b: 20, 2009, 2010a: 230, 2010b, 2012: 136; Morante 1997: 55) de
los varios que esta urbe pudo haber tenido en diferentes partes de Mesoamérica
(Manzanilla 1983: 16, 1992: 331; Plunket y Blanco: 1989: 130; Santley 1983: 75,
1989: 132). Tradicionalmente se ha definido a los enclaves como un territorio o
un grupo étnico incluido dentro otro (Blanton et al. 1996; Lira 2012: 136) que
presenta características muy específicas mediante las cuales puede ser identificado
de la simple presencia foránea aislada14 (Spence 1996). Si tomamos en cuenta
esta definición al mismo tiempo que el planteamiento del origen y carácter mul-
tiétnico de Teotihuacan (Daneels 1996: 150, 2002: 671, 2010: 334; Manzanilla
1998: 24, 2008b: 367, 387), ¿sería correcto hablar de enclaves “teotihuacanos”?
Tal vez sería más pertinente hablar de enclaves que apoyaban el intercambio con
Teotihuacan pero que eran habitados no por todo el conjunto multiétnico teoti-
huacano sino por un único sector étnico de población, aunque bajo “la supervisión
y control” estatal.
Un último punto a considerar es la ubicación específica de la cerámica de
Tepancazco proporcionada para el estudio. Todos los fragmentos analizados fue-
ron recuperados durante la excavación sistemática del mismo, pero ninguno de
ellos se encuentra asociado a algún contexto primario o área de actividad; tres de
ellos aparecieron en los rellenos del cuarto 351A (fase Miccaotli-Tlamimilolpa);
la mayoría de ellos se recuperó en los rellenos del cuarto 251A (Xolalpan tempra-
no) y sólo uno de ellos, en el relleno del cuarto 151A (Xolalpan tardío); también
se analizaron una muestra procedente del cuarto 367 y una del cuarto 277. La
importancia del cuarto 251A radica en que en una fase más tardía aquí se ubicó el
sector denominado “sastrería no. 1” (cuarto 151A), en el cual fueron confecciona-
dos los trajes tanto de la élite intermedia que regía el barrio (en el aspecto ritual)
como de la guardia que protegía al mismo, en su aspecto militar (Manzanilla et al.
2011: 82, 2012a), mientras que los cuartos 277 y 367 corresponden al sector re-
sidencial de élite del centro de barrio (Manzanilla 2012b: 29, figura 6). Tomando
en cuenta estas ubicaciones es posible sugerir que la cerámica foránea encontrada
en la “sastrería” haya tenido la función de transportar las materias primas nece-

14 
Los habitantes de un enclave se enfrentan a problemas especialmente complejos al encontrarse
rodeados demográficamente, y en la mayoría de los casos también políticamente, por una sociedad
dominante. En este sentido, el reto es doble ya que eternamente deberán luchar por mantener su
identidad de forma convincente ante la sociedad anfitriona, al mismo tiempo que de forma interna
intentan no ceder a la constante presión de la asimilación de la otra cultura. Este hecho les confiere
a los enclaves sus características más distintivas (Spence 1996: 334) al mismo tiempo que los puede
“evidenciar” dentro de un contexto arqueológico.

568
17. la cerámica de importación en teopancazco...

sarias para manufacturar los atavíos, mientras que la cerámica de los sectores de
élite haya tenido una función más bien ornamental y de prestigio de las élites del
centro de barrio.

Conclusiones

Como se podrá observar, hablar sobre intercambio a larga distancia es bastante


complejo ya que, a pesar de la dedicación de muchos investigadores por tratar de
definirlo y caracterizarlos, aún no se ha llegado a comprender totalmente. En el
caso de la cerámica es aún más difícil ya que la naturaleza misma dificulta esta-
blecer su lugar de procedencia aunque también, cuando se logra realizar, las inter-
pretaciones que pueden realizarse son más ricas en contenido que las que puede
proporcionar cualquier otro material.
Durante el presente estudio se trató de identificar la procedencia de ciertas
piezas que, por su caracterización visual como por su composición mineralógica,
no fueron manufacturadas localmente. En algunos casos fue “sencillo” diagnosti-
car la procedencia de las piezas gracias a las evidentes similitudes que presentaron
con fragmentos cerámicos analizados. Algunas otras fueron más difíciles de ca-
racterizar ya que se debieron realizar diversos estudios comparativos, empleando
la mayor cantidad de información posible para poderles atribuir una procedencia.
Sin embargo, para algunas de las muestras fue imposible asignarles una posible
procedencia ya que se carecieron de datos comparativos que reflejaran similitudes
con cerámica de otros sitios. En la medida que más investigadores realicen traba-
jos petrográficos en su región de estudio y esos datos se encuentren disponibles
para ser usados en comparaciones de este tipo, se podrá tener una mejor compren-
sión del flujo de cerámica en la época prehispánica, y aunque su intercambio sea
“inferior” al de otros materiales, tal parece que no es nada despreciable sobre todo
por las implicaciones sociales derivadas del mismo.
Aun cuando haya sido posible asignarle una procedencia tentativa a las pie-
zas, sería recomendable realizar otro tipo de estudios más sofisticados para que no
quede ninguna duda sobre las hipótesis planteadas en el presente trabajo, esperan-
do pueda realizarse en un futuro no muy lejano.

Agradecimientos

El presente estudio no hubiera sido posible sin la amable participación de diversos


investigadores que contribuyeron proporcionando el material de estudio y a los

569
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

cuales quisiera mencionar. En primer lugar agradezco a la Dra. Linda R. Manza-


nilla quien proporcionó los tiestos de Teopancazco a través de su proyecto: “Teo-
tihuacan: élite y gobierno”, aun cuando la técnica petrográfica tiene un carácter
destructivo y algunos de las muestras tenían ya de por sí un tamaño muy pequeño.
También quisiera agradecer a la Dra. Ana Jarquín y al Dr. Enrique Martínez por
proporcionar el material del sitio La Herradura, en Calpulalpan, Tlaxcala; a la
Dra. Patricia Plunket por donar el material del valle de Atlixco, Puebla; a la Dra.
Yamile Lira por otorgar el material del valle de Maltrata, Veracruz; nuevamente a
la Dra. Linda R. Manzanilla por facilitar el material de Xalasco, Tlaxcala; y final-
mente al Mtro. Ángel García Cook por proveer el material de Cantona, Puebla.
También quisiera agradecer especialmente al Ing. Juan Carlos Cruz de la Fa-
cultad de Ingeniería de la UNAM, quien accedió a revisar todas y cada una de las
muestras analizadas para verificar que los análisis estuvieran correctos, así como
a los Ing. Rosario Peralta y Antonio Hernández por haber realizado las láminas
delgadas necesarias para la petrografía.

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18. Estudios arqueométricos
de mezclas de cal en Teopancazco:
caracterización, procedencia de las materias primas
y definición de un estilo tecnológico
Alessandra Pecci, Domenico Miriello, Donatella Barca, Gino M. Crisci,
Raffaella De Luca, Agustín Ortiz, Linda R. Manzanilla,
Jorge Blancas y Luis Barba

Introducción

Las mezclas de cal fueron un material muy importante en Teotihuacan, donde


se usaron durante mucho tiempo para recubrir superficies arquitectónicas como
pisos, muros y techos, y sirvieron de soporte para las pinturas murales. La explo-
tación de la cal tuvo un impacto económico y ambiental en el área de Teotihuacan
que se ha discutido en diferentes artículos y libros (Barba 1995; Barba y Córdoba
1999, 2010; Barba et al. 2009). En este capítulo nos centraremos en el estudio
de las mezclas de cal para comprender sus características, la procedencia de las
materias primas y la tecnología de fabricación a lo largo de la vida del centro de
barrio de Teopancazco (véase Manzanilla [ed.] 2012), en el sector sureste de esta
metrópolis del Clásico.
El estudio de argamasas antiguas ha proporcionado información sobre las
materias primas empleadas en la construcción, la presencia de fases constructivas
en los edificios, así como en la innovación en las técnicas (Barba y Villaseñor
2013; Barba et al. 2009; Barca et al. 2013; De Luca et al. 2015; Franzini et al. 2000;
Gillot 2014; Karkanas 2007; Kingery et al. 1986; Matthews et al. 1996; Miriello et
al. 2010, 2011, 2015; Moropoulou et al. 2000; Murakami 2010, 2016; Riccardi et
al. 2007; Villaseñor y Graham 2010).
En Teopancazco, se han estudiado los aplanados de cal para entender el uso
del espacio y la función de los cuartos (véase capítulo 2 de este volumen), para
caracterizar las mezclas de cal y determinar la procedencia de las materias primas,
para entender más acerca de los conocimientos tecnológicos sobre los materiales
que se usaban en Teopancazco, así como para comprender el aprovechamiento de
los recursos naturales.
En este capítulo se sintetizan los trabajos que realizó nuestro equipo de in-
vestigación sobre las argamasas de cal en Teopancazco (Barba et al. 2009; Barca et
al. 2013; Pecci et al. 2018). Nos enfocamos en el estudio de las argamasas de cal
(estucos) y su tecnología porque son un aspecto importante de la cultura material
de Teotihuacan y de Teopancazco, en particular. De hecho, como todo Teotihua-
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

can, Teopancazco se caracteriza por el uso extensivo de la cal para cubrir la ma-
yoría de las superficies constructivas, y en particular, pisos y muros (Barba 1995;
Barba y Córdova 1999, 2010; Magaloni 1996; Manzanilla 2012; Margain 1966;
Marquina 1922; Murakami 2010; Ortiz 2015; Pecci, 2000, 2005; Pecci et al. 2010,
2018) (figura 18.1).

Figura 18.1. El patio central de Teopancazco, Teotihuacan.


Fotografía tomada con un globo de helio.

Para realizar este estudio se han tomado muestras de las diferentes fases cons-
tructivas y de diferentes sectores del centro de barrio de Teopancazco definidos en
otras ocasiones (Manzanilla 2011, 2012, 2015; Ortiz 2015) (figuras 18.2 y 18.3).

586
18. Estudios arqueométricos de mezclas de cal en Teopancazco...

El primer objetivo de este muestreo extensivo fue entender las características de


las argamasas y verificar si era posible identificar patrones en la manufactura que
fueran consistentes en el tiempo o en diferentes áreas del centro de barrio, o bien,
si había cambios en el tiempo o en el espacio (Pecci 2000, 2005; Pecci et al. 2018).
Sin embargo, el estudio proporcionó información más amplia sobre el uso de este
material, la procedencia de las materias primas y las implicaciones a nivel de or-
ganización en el conjunto. Además, las características de las argamasas de Teo-
pancazco permitieron definir la existencia de un estilo tecnológico en el conjunto.

Figura 18.2. Muestreo del patio central de Teopancazco para el análisis de residuos.
Ubicación de las muestras analizadas con GC-MS (439, 719, 778), y de las muestras
analizadas para llevar a cabo la caracterización de las mezclas de cal y la procedencia de
las materias primas (439, 778, 669, 706, 727).

587
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

Figura 18.3. Distribución espacial de los residuos en el patio central de Teopancazco

Metodología

Para el estudio se tomaron 28 muestras de diferentes fases constructivas de Teo-


pancazco, que van desde la fase Tlamimilolpa temprano hasta la Metepec (170-
650 d.C.) (Beramendi et al. 2012; Manzanilla 2012; Ortiz, 2015; Pecci et al.
2018). La mayoría de las muestras vienen de pisos; sin embargo, en algunos casos
también se han tomado muestras de los muros de los cuartos (tabla 18.1; véase
figura 18.3).
La mayoría de las muestras están formadas por una fina capa de enlucido y
un firme, que sirve como preparación y está compuesto por tierra batida y tezontle
molido (figura 18.4) (Barba et al. 2009; Barca et al. 2013) que Murakami (2010)
llama “clay amalgam”; sin embargo, a veces sólo disponemos del enlucido, y oca-
sionalmente, cuando éste no se ha conservado, sólo del firme.

588
18. Estudios arqueométricos de mezclas de cal en Teopancazco...

Tabla 18.1
No. del
Muestra Cuarto Parte muestreada Fase
proyecto
1 73037 C313A Pared Fundación de Teopancazco
2 69578 C106D Pared Tlamimilolpa temprano
3 77916 C254A Piso Tlamimilolpa temprano
4 74136 C262C Piso-escalón Tlamimilolpa
5  C253 C253 Piso Tlaninilolpa
6 73742 C261 Pared Tlamimilolpa tardío
7 73462 C162C Tlamimilolpa tardío
8 C167 C167 Piso Tlamimilolpa tardío
9 C206 C206 Piso Transición Tlam. tardío–
Xolalpan temprano
10 75282 C213A Pared Xolalpan temprano
11  439 C6 Piso Xolalpan temprano
12  669 C6 Piso Xolalpan temprano
13  706 C6 Piso Xolalpan temprano
14  727 C6 Piso Xolalpan temprano
15  778 C6 Piso Xolalpan temprano
16 719 C6 Piso Xolalpan temprano
17 70969 C161 Pared Xolalpan tardío
18 68625 C161 Pared Xolalpan tardío
19 C14/15 C14/15 Piso Xolalpan tardío
20 C17 C17 Piso Xolalpan tardío
21 C14 C14 Piso Xolalpan tardío
22 C8 C8 Piso Xolalpan tardío
23 C9 C9 Piso Xolalpan tardío
24 C28 C28 Piso Xolalpan tardío
25 C19 C19 Piso Xolalpan tardío–Metepec
26 C62 C62 Piso Metepec
27 61318 C53 Pared Metepec
28  C53 C53 Piso Metepec

589
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

Figura 18.4. Aspecto macroscópico de una muestra de piso de estuco. Muestra 706.
(b)–(e) Láminas delgadas de: (b) vidrio volcánico en la muestra 669; (c) andesita
basáltica en la muestra 706; (d) material terroso en la muestra 439; (e) grumo en la
muestra 706; (f) imagen al SEM de un grumo en la muestra 669; hoyos producidos
por el análisis con ICP–LA- MS adentro del grumo (tomado de Barba et al. 2009,
figura 8).

Todas las muestras se han caracterizado a través de la observación macroscó-


pica y del estudio petrográfico de láminas delgadas usando un microscopio óptico
Zeiss Axiolab (véase la tabla 18.2). La estimación semi-cuantitativa de la propor-
ción entre la cal y el agregado, y de la macroporosidad se ha obtenido comparando

590
18. Estudios arqueométricos de mezclas de cal en Teopancazco...

las láminas delgadas observadas al microscopio óptico con las cartas que se usan
para la estimación visual de las proporciones modales de los minerales en las rocas
(Ricci Lucchi 1980; Myron Best 2003). La clasificación del agregado se ha esti-
mado usando cartas visuales cuantitativas llamadas “Textural comparators for degree
of sorting in 2-D” ( Jerram 2001; Boggs 2010).
Para el estudio de la procedencia de la piedra caliza empleada para fabricar
la cal, se estudiaron cinco muestras del patio de Teopancazco (Barba et al. 2009).
Para la procedencia de las esquirlas de vidrio volcánico se han analizado
muestras de diferentes fases constructivas, según la metodología desarrollada por
Barca et al. (2007, 2011, 2013). Las muestras se han analizado mediante SEM-
EDS, para determinar los elementos mayores, y por LA-ICP-MS, para deter-
minar los elementos traza (Ti, Mn, Zn, Rb, Sr, Y, Zr, Nb, Ba, Hf, Ta, Pb, Th, U),
así como la composición de elementos de tierras raras (REE). Estas técnicas se
eligieron porque ofrecen la posibilidad de llevar a cabo análisis muy específicos y
precisos sobre muestras muy pequeñas.
Los análisis se han realizado en la Università della Calabria, con un SEM-
EDS, EDAX GENESIS 4000, un instrumento LA-ICP-MS, constituido por un
ElanDRCe (Perkin Elmer) y por un New Wave UP213 solid-state Nd-YAG laser
probe (213 nm). También, para el estudio de la procedencia de la piedra caliza
empleada en la fabricación de las argamasas de Teopancazco se ha aplicado la
LA-ICP-MS (Barba et al. 2009).

Resultados

Caracterización de los pisos


Los pisos estucados de Teotihuacan se componen generalmente de tres capas
(Margain 1966: 162): una capa de toba volcánica compactada (15-20 cm); enci-
ma de ella, una capa de «firme» hecho de tezontle (escoria volcánica) mezclado
con barro (6 a 10 cm), y una capa fina y pulida del enlucido de cal, muy fuerte y
resistente (Marquina 1922: 118).
Los análisis llevados a cabo en Teopancazco indican que, en efecto, las argama-
sas de cal del conjunto están formadas por una capa delgada de “enlucido” (1 mm-4
mm de espesor), obtenida mezclando cal con esquirlas de vidrio volcánico, y de un
firme (véase la tabla 18.2), compuesto de tierra batida y tezontle molido (Barba et al.
2009; Pecci et al. 2018). Aunque el uso de tezontle molido en las argamasas del cen-
tro de México es común, como indica el estudio de muestras de argamasa obtenidas
en el Templo Mayor (Miriello et al. 2011, 2015), en Teopancazco el tezontle no se
usa en el enlucido mezclado con la cal, sino sólo en el firme mezclado con arcillas.

591
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

Tabla 18.2

      Dimensión y clasificación del agregado

Firme/Enlucido
No. del proyecto

espesor enlucido

Dim. Prom.

Wentworth
Dim. máx

Redondez
promedio
Muestra

Tamaño

Sorting
(1922)
(mm)

(mm)

(mm)
capa

1 73037 73037_I Firme - 0,44 0,09 Arena muy SA - LS PS


fina
73037_II Enlucido 1,40 0,79 0,21 Arena fina A - LS MS

73037_IIII Firme - 0,71 0,14 Arena fina SA - LS PS

2 69578 69578_I Enlucido 2,65 0,94 0,21 Arena fina A - LS MS

69578_II Firme - 1,60 0,59 Arena gruesa SA - LS PS

3 77916 77916 Firme - 14,80 4,87 Guijarro SA - LS PS

4 74136 74136 Enlucido 2,44 1,02 0,24 Arena fina A - LS MS

5 C253 C253 Firme - 6,05 2,71 Gránulos SA - LS PS

6 73742 73742_I Firme - 0,24 0,09 Arena muy SA - LS MS


fina
73742_II Enlucido 0,72 2,29 0,95 Arena gruesa A - LS PS

73742_III Firme - 0,14 0,06 Arena muy A - LS MS


fina
7 73462 73462_I Enlucido 2,19 0,54 0,16 Arena fina A - LS MWS

73462_II Firme - 4,48 2,14 Gránulos SR - LS PS

8 C167 C167_I Enlucido 2,43 0,73 0,28 Arena media A - LS MS

C167_II Firme - 5,01 2,09 Gránulos SA - LS PS

9 C206 C206 Firme - 1,15 0,32 Arena media SA - LS MWS

592
18. Estudios arqueométricos de mezclas de cal en Teopancazco...

Tabla 18.2
Estimación semicuantitativa
Macroporosidad visual (Ricci Lucchi 1980; Fases mineralógicas y fragmentos de rocas Aglutinante
Myron Best 2003)

mineralógicas en

textura porfítica
Vidrio volcánico

intermedias con
Pómez (trazas)
Macrorosidad
Agregado (%)

Tierra batida
Agluti-nante
Dim. prom.

magmáticas
Dim. máx.

el agregado

riolítico
(mm)

(mm)

Rocas
Fases
A/L
(%)

0,16 0,06 15 82,5 (%)


2,5 0,18 Pl, Qtz, Sí Sí Sí (trazas) Tierra
Amp, OM batida
0,33 0,11 27 68 5 0,40 Pl, Amp, Sí Sí No Calcita
Qtz (trazas)
0,21 0,11 12,5 80 7,5 0,16 Pl, Qtz, Sí No No Tierra
Amp, OM batida

0,79 0,19 23 69,5 7,5 0,33 Pl, Amp, Qtz Sí Sí No Calcita


(trazas)
0,14 0,08 30 60 10 0,50 Pl, Qtz, Ol No No Sí Tierra
batida
2,74 0,97 30 45 25 0,67 Pl, Amp, Ol, No No Sí Calcita
Qtz (trazas),
OM
0,78 0,18 35 62 3 0,56 Pl, Amp, Sí Sí No Calcita
Qtz (trazas)
0,98 0,36 27 48 25 0,56 Pl, Qtz, Ol, No No Sí Tierra
Amp, OM batida
0,38 0,08 18 74,5 7,5 0,24 Pl, Qtz, No No   Tierra
Amp, OM batida
0,19 0,08 30 60 10 0,50 Pl, Amp, Sí Sí No Calcita
Qtz (trazas)
0,13 0,05 15 82,5 2,5 0,18 Pl, Qtz, Sí No No Tierra
Amp, OM batida
0,27 0,07 35 57,5 7,5 0,61 Pl, Amp, Sí Sí No Calcita
Qtz (trazas)
3,66 1,12 25 47 28 0,53 Pl, Ol, Amp, No No Sí Tierra
Qtz, OM batida
4,02 0,26 30 55 15 0,55 Pl, Amp, Sí Sí No Calcita
Qtz (trazas)
8,36 2,21 35 38 27 0,92 Pl, Ol, Amp, No No Sí Tierra
Qtz, OM batida
1,22 0,38 20 70 10 0,29 Pl, Qtz, Sí No Sí (trazas) Tierra
Amp, OM batida

593
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

Tabla 18.2

      Dimensión y clasificación del agregado

11 439 439 Enlucido 4,62 1,41 0,32 Arena media A - LS MS


12 669 669_I Firme - Estrato fino de tierra batida

669_II Enlucido 3,87 0,69 0,34 Arena media A - LS MS

669_III Firme - 30,11 1,37 Arena muy SA - LS PS


gruesa
13 706 706_I Enlucido 4,87 1,71 0,51 Arena gruesa A - LS PS

706_II Firme - 1,32 1,32 Arena muy SA - LS PS


gruesa
14 727 727_I Enlucido 3,24 0,82 0,36 Arena media A - LS PS

727_II Firme - 7,20 2,59 Gránulos SA - LS PS

15 778 778_I Enlucido 3,73 0,84 0,32 Arena media A - LS MS


778_II Firme - 8,79 4,42 Guijarro SA - LS PS

16 719 719 Enlucido 1,50 0,36 0,16 Arena fina A - LS MS

17 70969 70969_I Firme - 0,31 0,12 Arena fina SA - LS PS

70969_II Enlucido 2,82 1,04 0,25 Arena media A - LS MS

70969_III Firme - 8,15 2,92 Gránulos SA - LS PS

18 68625 68625_I Enlucido 2,57 0,78 0,21 Arena fina A - LS MS

19 68625_II Firme - 7,62 1,17 Arena muy SA - LS PS


fina
C14/15 C14/15_I Enlucido 1,63 0,81 0,29 Arena media A - LS MS

C14/15_II Firme - 5,41 2,82 Gránulos SA - LS PS

20 C17 C17 Firme - 12,56 4,51 Guijarro SA - LS PS

594
18. Estudios arqueométricos de mezclas de cal en Teopancazco...

Tabla 18.2
Estimación semicuantitativa
Macroporosidad visual (Ricci Lucchi 1980; Fases mineralógicas y fragmentos de rocas Aglutinante
Myron Best 2003)

0,68 0,18 18 70 12 0,26 Pl, Amp Sí Sí Sí (trazas) Calcita


- - - - - - - - - - Tierra
batida
0,45 0,20 20 70 10 0,29 Pl, Amp, Qtz Sí Sí No Calcita
(trazas)
1,91 0,27 40 45 15 0,89 Pl, Qtz, Ol, No No Sí Tierra
Amp, OM batida
1,08 0,19 30 62,5 7,5 0,48 Pl, Amp, Qtz Sí Sí Sí (trazas) Calcita
(trazas)
0,28 0,13 40 35 25 1,14 Pl, Qtz, Ol, No No Yes Tierra
Amp, OM batida
0,82 0,11 20 70 10 0,29 Pl, Amp, Qtz Sí Sí Sí (trazas) Calcita
(trazas)
n.d 0,36 25 52 23 0,48 Pl, Qtz, Ol, No No Sí Tierra
Amp, OM batida
0,58 0,25 15 75 10 0,20 Pl, Amp Sí Sí No Calcita
2,31 0,48 28 49 23 0,57 Pl, Qtz, Ol, No No Sí Tierra
Amp, OM batida
0,30 0,08 15 80 5 0,19 Pl, Amp, Sí Sí No Enlucido
Qtz (trazas) con ceniza
0,19 0,05 10 87,5 2,5 0,11 Pl, Ol, Amp, No No Sí Tierra
Qtz, OM batida
0,63 0,14 23 72 5 0,32 Pl, Amp, Sí Sí No Calcita
Qtz (trazas)
1,26 0,59 28 52 20 0,54 Pl, Ol, Amp, No No Sí Tierra
Qtz, OM batida
0,46 0,13 30 65 5 0,46 Pl, Amp, Sí Sí No Calcita
Qtz (trazas)
0,95 0,35 35 45 20 0,78 Pl, Ol, Amp, No No Sí Tierra
Qtz, OM batida
0,44 0,07 30 65 5 0,46 Pl, Amp, Qtz Sí Sí No Calcita
(trazas)
8,24 0,95 20 55 25 0,36 Pl, Ol, Amp, No No Sí Tierra
Qtz, OM batida
5,15 1,53 37 38 25 0,97 Pl, Ol, Amp, No No Sí Tierra
Qtz, OM batida

595
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

Tabla 18.2

      Dimensión y clasificación del agregado

22 C8 C8_I Enlucido 0,97 1,16 0,34 Arena media A - LS PS

    C8_II Enlucido 4,03 0,79 0,21 Arena fina A - LS MS

    C8_III Firme - 3,53 1,71 Arena muy SA - LS PS


fina
23 C9 C9 Enlucido 1,69 0,78 0,23 Arena fina SA - LS MS

24 C28 C28 Enlucido 2,36 0,49 0,26 Arena media SA - LS MS

25 C19 C19 Firme - 14,77 1,05 Arena muy SA - LS PS


gruesa
26 C62 C62_I Enlucido 2,77 1,39 0,19 Arena fina A - LS MS

C62_II Firme - 0,32 0,18 Arena fina SA - LS MS

27 61318 61318 Enlucido 2,21 0,56 1,76 Arena muy A - LS MS


fina
28 C53 C53_I Enlucido 1,5 0,16 0,09 Árena muy SA - LS MWS
fina
C53_II Firme - 12,35 3,63 Gránulos SA - LS PS

En las muestras de Teopancazco, la capa de enlucido es muy fina (aproximada-


mente 1-4 mm) y el tamaño de los agregados varía entre “arena gruesa” a “arena
muy fina” (Wentworth 1922), lo que es compatible con capas muy finas, pero re-
sistentes de enlucido. El tamaño del agregado del firme es normalmente mayor al
del enlucido, y varía de “arena fina” a “guijarro” (Wentworth 1922). El firme está
compuesto por suelo arcilloso y fragmentos de rocas volcánicas intermedias con
textura porfirítica. La composición mineralógica muestra la presencia de olivino,
plagioclasa, minerales opacos y raramente amfíboles. Como parte de la tierra ba-
tida hay monocristales de cuarzo y cuarzo en fragmentos.
Todas las muestras de Teopancazco son muy parecidas entre sí. Las diferen-
cias entre las muestras son muy sutililes. Por ejemplo, en la muestra 11-439 hay
un fragmento de apisonado de tierra que puede ser interpretado como material
constructivo reciclado (Barba et al. 2009, Pecci et al. 2018); la muestra 25 del piso
del cuarto C8 de la fase Metepec presenta dos capas de enlucido y no una, como

596
18. Estudios arqueométricos de mezclas de cal en Teopancazco...

Tabla 18.2
Estimación semicuantitativa
Macroporosidad visual (Ricci Lucchi 1980; Fases mineralógicas y fragmentos de rocas Aglutinante
Myron Best 2003)

0,18 0,05 7,5 90 2,5 0,08 Pl, Amp, Qtz Sí Sí No Calcita


(trazas)
1,92 0,17 25 65 10 0,38 Pl, Amp, Sí Sí No Calcita
Qtz (trazas)
0,78 0,21 30 55 15 0,55 Pl, Ol, Amp, No No Sí Tierra
Qtz, OM batida
0,17 0,06 35 60 5 0,58 Pl, Amp, Sí Sí No Calcita
Qtz (trazas)
0,27 0,11 25 67,5 7,5 0,37 Pl, Amp, Sí Sí No Calcita
Qtz (trazas)
6,21 1,21 25 45 30 0,56 Pl, Ol, Amp, No No Sí Tierra
Qtz, OM batida
0,63 0,13 20 72,5 7,5 0,28 Pl, Amp, Sí Sí No Calcita
Qtz (trazas)
0,84 0,18 10 70 20 0,14 Pl, Amp, No No No Calcita
Qtz, OM
0,49 0,15 20 70 10 0,29 Pl, Amp, Sí Sí No Calcita
Qtz (trazas)
0,47 0,10 7,5 87,5 5 0,09 Pl, OM, Qtz No No No Calcita
(trazas)
0,85 40 35 25 1,14 Pl, Ol, Amp, No No Sí Tierra
_ Qtz, OM batida

las demás. Estas dos capas difieren en espesor, dimensión promedio del agregado
y proporción agregado/cal. Sin embargo, la adhesión perfecta entre las dos capas y
la ausencia de discontinuidad entre ellas sugiere que pudieron ser aplicadas prác-
ticamente al mismo tiempo.
En el enlucido de la muestra 26 (C62-I), el contenido en carbón (confirmado
por el análisis con Raman) es mayor que en las otras muestras. En general, la pre-
sencia de carbón en todas las capas de enlucido de todas las fases constructivas se
debe probablemente a los restos del combustible usado para quemar la cal.
Otro elemento de diferencia entre las muestras es que la muestra 18 (68625-I)
tiene una coloración rosa, debida a la presencia de hematita mezclada en el enluci-
do, como también ha sido confirmado por el análisis Raman. Además, algunas de
las muestras de pisos y muros –desde la fase Xolalpan temprano a la Metepec (4-
74136 [piso –Tlamimilolpa], 17-70969-II [muro-Xolalpan tardío], 19-C14/15-I
y 21-C14-I [pisos-Xolalpan tardío], y 23- 61318 [muro-Metepec]) – presentan

597
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

una sutil capa superficial roja, que los análisis Raman permiten relacionar con la
presencia de hematita comúnmente usado como pigmento en pintura.
En general, el uso de hematita era frecuente en Teotihuacan y en Teopancaz-
co, en particular, como pigmento (Martínez García et al. 2012; Magaloni 1996).
En el estudio petrográfico de las muestras de Teopancazco destaca también
la presencia, en el aglutinante, de “grumos”, entre 50 micras a 1 mm (Bakola et al.
1995), que tienen una composición carbonática (CaCO3) (figura 18.4). Éstos son
consecuencia de un insuficiente envejecimiento del hidróxido de calcio (cal apaga-
da) que puede producir una cal con baja plasticidad, lo que, combinado con una baja
relación agua/cal, hace que el trabajo de la mezcla sea difícil y que se puedan formar
grumos de cal apagada, que se convierten en nódulos de carbonato de calcio (Bakolas
et al. 1995) en el proceso de carbonatación. Debido a que los grumos tienen la mis-
ma composición química de la materia prima (roca caliza geológica), su análisis ha
permitido establecer la procedencia de la cal empleada para la construcción del patio
central de Teopancazo (Barba et al. 2009) (véase más adelante).
Como mencionamos antes, el enlucido es una mezcla de cal y un agregado de
origen volcanoclástico. Este último está compuesto principalmente de esquirlas
de volcánico de composición riolítica, con fragmentos aislados de andesitas basál-
ticas, plagioclasas y anfíboles en trazas (véase figura 18.4). Morfológicamente, los
fragmentos de vidrio volcánico tienen la forma de cúspide y formas ramificadas
normalmente causadas por una erupción magmática explosiva ácida (Heiken y
Wohletz 1985). La forma de los fragmentos de vidrio sugiere, también, que se
obtuvieron de un depósito in situ, y que no sufrieron alteración por un transporte
secundario. Además, la ausencia de minerales de neoformación en los fragmentos
de vidrio indica, claramente, que no han sufrido deterioro.
En Teopanzaco es posible observar la presencia de fragmentos alargados de
esquirlas orientados en la misma dirección; esto debe ser consecuencia de la pre-
sión de compactación de los enlucidos cuando se han aplanado y se ha alisado la
superficie (Pecci et al. 2018).
En general, los estudios de las argamasas de Teopancazco indican que no hay
cambios importantes en la proporción entre agregado/cal de la capa de enlucido
(que varía entre 0.08 y 0.61 con un valor promedio aproximado de 0.37) (véase la
tabla 18.2), ni en otras características de los pisos como, por ejemplo, las materias
primas usadas (como veremos en seguida). Estos resultados muestran continuidad
temporal en las técnicas de fabricación de los pisos y en los materiales empleados
para la preparación de las argamasas o estucos.

Procedencia de la piedra caliza empleada en la fabricación de la cal


El estudio de las mezclas de cal permite abordar el tema de la procedencia de las
materias primas empleadas para su fabricación. Se han estudiado cinco muestras

598
18. Estudios arqueométricos de mezclas de cal en Teopancazco...

del patio de Teopancazco para identificar la roca caliza que se utilizó para fabricar
la cal (Barba et al. 2009).
El tema de la procedencia de la roca caliza es particularmente importante en
la cuenca de México, que es una zona volcánica, sin afloramientos de roca caliza
(Barba y Córdoba 1999). Por ello, para producir las mezclas de cal en Teopan-
cazco, la roca caliza tuvo que ser llevada a la ciudad de Teotihuacan desde uno de
los tres afloramientos de las regiones circundantes. El primero de ellos se ubica al
noroeste de Teotihuacan, en el área de Tula (en el actual Estado de Hidalgo); otro
se localiza al este, en la región de Tepeaca (en el Estado de Puebla), y el último se
encuentra al sur, cerca de Cuernavaca (Estado de Morelos). Murakami (2016) in-
dica que hay otra fuente posible de caliza para Teotihuacan: la de Zumpango, pero
este lugar está incluido en los afloramientos del área de Tula que se muestrearon
para el trabajo de 2009 (Barba et al. 2009).
Tula es el área más conocida debido a la presencia del sitio de Chingú; Díaz
Oyarzábal (1980) la propuso como la fuente originaria de roca caliza explotada
por los teotihuacanos. Sin embargo, lo anterior nunca se había demostrado ple-
namente. En el área de Puebla se encuentra Tepeaca, un sitio que es conocido por
la explotación de piedra caliza en época azteca (Barlow 1992). Además, en el área
hay sitios con influencia teotihuacana (García Cook 1972), y ahí se han encontra-
do trazas de trabajo de cal para diferentes periodos (Medina 2000). Esta área es
más distante de Teotihuacan, pero no se podía excluir a priori, debido a las fuertes
relaciones que tuvo con Teotihuacan. Actualmente, en la región de Cuernavaca
hay importantes sitios de producción de cal, aunque desde el Preclásico se produ-
cía cal (Majewski 1976). En este caso se tiene la ventaja de que la roca caliza o la
cal se podían transportar, una parte del trayecto, a través del sistema lacustre de la
cuenca de México hasta Teotihuacan (Barba et al. 2009).
Conocer la procedencia de la roca caliza ha sido un logro importante de la
investigación de nuestro equipo, debido a que hasta hace poco no se podía hacer y
se ha logrado por primera vez durante el estudio de las muestras de Teopancazco
(Barba et al. 2009). La cal apagada se mezcla con el agregado para producir la
argamasa y, por lo tanto, ya no se puede analizar la muestra en bloque para de-
terminar sus características químicas y compararlas con las de las posibles rocas
calizas de origen. Recientemente, en la Universidad de Calabria, se desarrolló una
nueva metodología para el estudio de la procedencia de rocas calizas basada en el
estudio con LA-ICP-MS de los grumos de cal presentes en las muestras (Barba
et al. 2009).
Para llevar a cabo el estudio, se creó por primera vez un banco de datos de
referencia sobre la composición química de los afloramientos geológicos de roca
caliza que posiblemente se utilizaron en el centro de México, con el fin de poder
diferenciarlos entre sí y permitir la comparación con los datos arqueológicos: se

599
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

han muestreado y caracterizado las canteras de las áreas de Tula (Hidalgo), Cuer-
navaca (Morelos) y Tepeaca (Puebla) (Barba et al. 2009). Para identificar la proce-
dencia de la caliza, se han llevado a cabo análisis químicos de los grumos con Laser
Ablation- Inductively Coupled-Plasma Mass Spectrometry (LA-ICP-MS), que
permite ejecutar análisis puntuales “in situ” de muestras muy pequeñas, con spot
micrométricos (Barba et al. 2009; Miriello et al. 2011, 2015). Los datos obtenidos
con los análisis de las muestras arqueológicas y de la roca caliza se compararon
mediante diagramas binarios que ayudan a diferenciar entre las diferentes fuentes
y atribuir la procedencia de la materia prima en las muestras arqueológicas. Entre
los elementos estudiados, Ca y Si son los más discriminantes. Las muestras de
Tula reflejan menores concentraciones de CaO (de 72% a 92%) y altas concen-
traciones de SiO2 en comparación con las muestras de otras rocas calizas. Todas
las muestras de Tula muestran homogeneidad de composición y son diferentes
de las otras calizas muestreadas (Barba et al. 2009). Las muestras arqueológicas
se superponen a las muestras geológicas de Tula en los diagramas. Sin embargo,
teniendo en cuenta que se trata de muestras de roca caliza, y que el elemento Ca es
el principal componente de la roca caliza, el análisis de los elementos principales
no es suficiente con asignar la procedencia. Por lo tanto, también se llevó a cabo el
análisis de elementos traza.
Los resultados del análisis de elementos traza muestran que las muestras
arqueológicas se yuxtaponen a las de Tula en todos los diagramas (figura 18.5).
Reiteramos que este trabajo es de gran relevancia porque, por primera vez, ha sido
posible demostrar, con bases científicas, la hipótesis propuesta por Crespo y Mas-
tache (1981), que sugería que la cal utilizada en Teotihuacan venía de la región
de Tula, aunque no necesariamente que Chingú era el centro de control. Ahora
sabemos que la roca caliza pura y/o ya transformada en cal se tuvo que transportar
a pie unos 60 km, desde el área de Tula a Teotihuacan. Esto implica el control y
uso de una gran cantidad de energía humana y de una organización social com-
pleja que sólo era posible en un estado tan importante como Teotihuacan (Barba
et al. 2009).

Procedencia de las esquirlas de vidrio volcánico empleadas


en la fabricación de los estucos de Teopancazco

Como ya se ha dicho, el estudio petrográfico muestra que para elaborar los pi-
sos se mezclaron esquirlas de vidrio volcánico con la cal. Esto nos ha llevado a
buscar la procedencia de estos fragmentos de vidrio, para comprender mejor el
uso de las materias primas en Teotihuacan y su aprovisionamiento. Para ello, se

600
18. Estudios arqueométricos de mezclas de cal en Teopancazco...

aprovechó el hecho de que el magma que produce flujos de obsidiana también


puede producir esquirlas de vidrio volcánico. En efecto, la obsidiana es un material
volcánico generado por un magma viscoso riolítico expulsado de una chimenea
volcánica como un flujo de lava coherente, no explosivo. Sin embargo, el mismo
magma puede generar esquirlas de vidrio volcánico cuando los gases a alta presión
provocan la formación de burbujas y la violenta explosión del magma, generando
depósitos piroclásticos. Por lo tanto, la composición geoquímica de las esquirlas
de vidrio se puede comparar con la composición de la obsidiana, para identificar
el sistema magmático que los produjo (Barca et al. 2013).

Figura 18.5. Diagramas que muestran los resultados de las muestras arqueológicas
y geológicas. Las elipses incluyen el grupo de las muestras geológicas de Tula y de
los grumos. La/Ce versus Ni y La/Ce versus Co.

601
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

La composición geoquímica de los vidrios volcánicos (elementos mayores y


traza) se determinó usando SEM-EDS y LA-ICP-MS siguiendo la metodología
propuesta por Barca et al. (2007, 2011). Las dos técnicas se aplicaron al estudio de
las muestras arqueológicas y geológicas (Barca et al. 2013; Pecci et al. 2018).
Para identificar el sistema magmático que originó las esquirlas de vidrio vol-
cánico presentes en las argamasas de Teopancazco, se comparó la composición
geoquímica de los fragmentos de vidrio con las de las fuentes de obsidiana (Barca
et al. 2013). Con base en los resultados de los análisis descartamos los afloramien-
tos de Otumba y Sierra de Pachuca, que eran los más cercanos a Teotihuacan
(Carballo et al. 2007; Gazzola et al. 2010; Pastrana 1998, 2010; Spence 1981), y
comparamos los datos de las esquirlas de vidrio de las muestras arqueológicas con
los datos bibliográficos de las fuentes de obsidiana en Mesoamérica analizados
por INAA (Cobean et al. 1991; Cobean 2002; Carballo et al. 2007). Esto nos
proporcionó dos posibles candidatos para el sistema magmático que produjo el
vidrio volcánico usado en los pisos de Teopancazco: Altotonga (Veracruz) u Oya-
meles-Zaragoza. Sin embargo, el diagrama Ba vs. Mn permite discriminar entre
las dos fuentes y definir que el vidrio volcánico encontrado en los pisos de Teo-
pancazco coincide con la composición geoquímica de la obsidiana de Altotonga
(Barca et al. 2013).

Figura 18.6. Diagrama logarítmico de las concentraciones de La, Zr y Ba, que


muestra la separación entre las fuentes de obsidiana geológica. Los datos de las
muestras arqueológicas caen en el área del sistema magmático de Altotonga,
Veracruz (tomado de Barca et al. 2013).

602
18. Estudios arqueométricos de mezclas de cal en Teopancazco...

El análisis hecho en la Universidad de Calabria sobre muestras de obsidiana y


de cenizas volcánicas de Altotonga (Barca et al., en preparación) permite confirmar
que la ceniza volcánica empleada para fabricar el enlucido de los estucos de Teopan-
cazco viene del sistema magmático de Altotonga, Veracruz (figuras 18.6 y 18.7).

Figura 18.7. Mapa de las fuentes de obsidiana de México. En el mapa se puede observar
también el corredor que posiblemente conectó Teopancazco y Nautla en la costa del Golfo de
México (modificado de Manzanilla 2011: 23, figura 13; Barca et al. 2013).

Aunque la publicación reciente de Knight et al. (2017) sugiere que puede


haber una semejanza entre una de las fuentes de Oyameles-Zaragoza y de Alto-
tonga, en este momento la ausencia de análisis de elementos trazas y tierras raras
no permite afirmarlo con seguridad. Por esta razón, y en espera de más datos,
mantenemos la hipótesis de la procedencia del vidrio volcánico de Altotonga.
Los estudios efectuados durante varios años han permitido demostrar que no
sólo las primeras cinco muestras del patio de Teopancazco están preparadas con
esquirlas volcánicas de Altotonga, sino todas las muestras de todas las etapas con-
structivas del centro de barrio (Pecci et al. 2018). Los resultados implican que los
habitantes de Teopancazco mantuvieron la costumbre de usar esquirlas de vidrio
volcánico producido por un sistema magmático situado a más de 200 km de Teo-
tihuacan durante varios siglos. Lo que hace adicionalmente interesante este dato
es que este material no se utilizaba para la fabricación de objetos valiosos, sino que
se usó mezclado en los estucos de los pisos y muros del conjunto.

603
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

Lo anterior puede relacionarse con estudios independientes realizados por


Manzanilla, que indican que hay una relación estrecha entre Teopancazco y la costa
del Golfo de México (Manzanilla 2011, 2012; Manzanilla et al. 2011). En particu-
lar, Manzanilla propuso en 2011 que había dos caminos posibles entre Teopancazco
y la costa de Veracruz. Lo interesante es que Altotonga se encuentra al lado de uno
de estos dos caminos, el que conecta Teotihuacan con Nautla, que es el que origi-
nalmente Manzanilla (2011) propuso para Teopancazco. Esto sugiere que, posible-
mente, los que viajaban de Nautla a Teopancazco pudieron transportar, entre otras
cosas, el vidrio volcánico de Altotonga (véase la figura 18.6).

Discusión de los datos: el estilo tecnológico de Teopancazco


y el acceso a materiales foráneos

El dato importante que se desprende de nuestro estudio es que no se produjeron


cambios en la fabricación de los estucos de Teopancazco durante varios siglos. De
hecho, los resultados del análisis petrográfico revelan que las características de las
muestras de estuco de las diferentes fases constructivas y áreas de Teopancazco no
presentan variaciones sustanciales: todas ellas se caracterizan por la mezcla de cal
con fragmentos de vidrio volcánico. Por otra parte, la procedencia de los fragmen-
tos de vidrio que se utilizaron como materia prima no cambió a lo largo de los
siglos. Este es también un hallazgo sorprendente, ya que el estudio de morteros y
estucos de otros sitios arqueológicos ha demostrado que se identifican, general-
mente, diferencias entre las fases constructivas de los edificios y, a veces, incluso
dentro de la misma fase constructiva (Miriello et al. 2010, 2011, 2015). Esto es
cierto también para la ciudad de Teotihuacan, según lo sugerido por Murakami
(2010, 2016), quien señala la presencia de un cambio drástico en la preparación de
los estucos en la fase Xolalpan temprano en Teotihuacan, y que hay diferencias en
las mismas fases constructivas en el sitio, en particular, al final de la fase Tlamimi-
lolpa tardío y en la fase Metepec (Murakami 2010: 373-374).
Murakami sugiere que la homogeneidad en la forma de fabricar los estucos
de Teotihuacan, a partir de la fase de “renovación urbana” (final de Tlamimilolpa,
principios de la fase Xolalpan), se debe a un control centralizado de la producción
por parte del Estado, que se hace más débil a partir de Xolalpan tardío-Metepec
(Murakami 2016). Sin embargo, Teopancazco parece salir de este patrón teoti-
huacano. Aquí las argamasas, o estucos, se fabrican de la misma forma a lo largo de
varios siglos, antes de la renovación urbana y después de ello hasta la fase Metepec
(Pecci et al. 2018).

604
18. Estudios arqueométricos de mezclas de cal en Teopancazco...

La continuidad en el espacio y en el tiempo en la elaboración de los estucos


en Teopancazco permite sugerir la presencia de un «estilo tecnológico» típico del
conjunto: siguiendo a Letchman (1977), contamos con una «repetición» en los
comportamientos (“behavioral events”), que en nuestro caso condujeron a la fabri-
cación de los estucos, incluyendo el «aprovisionamiento de los recursos naturales»
(es decir, la ceniza volcánica de Altotonga y la cal) y «las diversas etapas de la pro-
ducción y acabado (rendering) del artefacto» (es decir, la quema de la piedra caliza,
el apagado y la mezcla de la cal, el agua y la ceniza volcánica en las proporciones
adecuadas para obtener una capa homogénea con las características deseadas), que
se mantuvo durante varios siglos, demostrando la «repetición» de los “behavioral
events” de Letchman (Pecci et al. 2018).
Este estilo tecnológico apareció en Teopancazco desde que se comenzaron a
fabricar los primeros estucos, durante la fundación del centro de barrio en la fase
Miccaotli-Tlamimilolpa temprano, y se mantuvo a través del tiempo y el espacio
hasta el abandono del conjunto.
A partir de los datos a nuestra disposición, este estilo tecnológico típico de
Teopancazco no se compartió en las primeras etapas de Teotihuacan con ningún
otro conjunto. De hecho, según Murakami (2010, 2016), quien estudió los estucos
de diferentes fases de quince conjuntos de la ciudad, ninguno de los estucos de
estos conjuntos muestra fragmentos de vidrio volcánico antes de la fase Xolalpan
temprano (Murakami 2010: 377). En el futuro, habrá que investigar mejor las
capas de preparación de las pinturas murales de la «primera fase tecnológica» de
Teotihuacan (atribuida a la fase Tlamimilolpa) publicada por Magaloni (1996),
donde hay fragmentos de vidrio volcánico, que fueron interpretados erróneamente
como cuarzo volcánico (Murakami 2010: 377), para entender mejor por qué en
las pinturas murales se usan fragmentos de esquirlas desde la fase Tlamimilolpa,
y por qué en los acabados de construcción (es decir, estucos para paredes y pisos),
éstas se emplearon en la ciudad sólo a partir de la fase Xolalpan temprano. Tam-
bién habrá que verificar esta afirmación expandiendo el muestreo en Teotihuacan,
debido a que al parecer dos muestras en proceso de estudio procedentes de la
fase Tlamimilolpa de Xalla (Manzanilla 2017) evidencian la presencia de ceniza
volcánica, aunque difieran entre sí y no compartan el estilo tecnológico de Teo-
pancazco (Barca et al., en preparación).
Según Murakami (2016), el cambio «a escala de toda la ciudad» que se pro-
duce con la introducción del uso de esquirlas de vidrio como agregados en los
estucos de muchos conjuntos teotihuacanos puede derivar de un control sobre
la aplicación del estuco por parte del Estado (Murakami 2016). Será interesante
indagar qué papel tuvieron Teopancazco y sus elites en la difusión de este estilo

605
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

tecnológico típico del conjunto a toda la ciudad de Teotihuacan después del final
de la fase Tlamimilolpa. De hecho, aunque el origen de las esquirlas volcánicas
utilizadas en áreas de Teotihuacan diferentes de Teopancazco aún requiere ser
estudiado, podemos suponer que este cambio pudo ser impulsado por la influen-
cia de la élite del centro de barrio, y posiblemente estuvo relacionado con la alta
calidad de los estucos de Teopancazco (Barba et al. 2009; Barca et al. 2013; Pecci
et al. 2018). Esta calidad probablemente dependió también del uso de las esquirlas
volcánicas de Altotonga, que se eligieron a pesar de que en Teotihuacan había ma-
teriales volcánicos disponibles para la construcción, que podrían haberse utilizado
en la fabricación de estucos de buena calidad (Barba y Córdova 2010), como el
tezontle.
La existencia de un estilo tecnológico en Teopancazco anterior a esta fase
sugiere la presencia de un fuerte control de la calidad del trabajo realizado y de las
materias primas empleadas, lo que probablemente fue ejercido por las élites inter-
medias de Teopancazco y cuyo conocimiento pudo, de alguna forma, ser propie-
dad de esas élites y, en cierto sentido, también contribuyó a su prestigio (Pecci et
al. 2018). Además, el estilo tecnológico de Teopancazco se mantiene, aun cuando
en el resto de la ciudad de Teotihuacan la situación vuelve a cambiar, y Murakami
propone una pérdida de control centralizado sobre la preparación de las argamasas
(Murakami 2016).
Es importante mencionar también la relevancia de la ceniza volcánica de
Altotonga en la preparación de las argamasas de Teopancazco. Es preciso advertir
la relación especial entre Teopancazco y la costa del Golfo de México puesta en
evidencia por Manzanilla (Manzanilla 2011, 2012; Manzanilla et al. 2011), ya que
Altotonga se encuentra al lado del camino que conecta Teotihuacan con Naut-
la (véase Manzanilla 2011), y quizá los que viajaban de Nautla a Teopancazco
pudieron transportar, entre otras cosas, el vidrio volcánico de Altotonga hasta el
conjunto.
En el futuro, habrá que indagar más a fondo la función de las esquirlas
volcánicas en los pisos de Teopancazco, para entender si al principio fue una elec-
ción funcional, debida a su alta calidad (las personas de Teopancazco –o posible-
mente de todo Teotihuacan– pudieron observar que los estucos producidos con
este vidrio volcánico eran de mejor calidad y, por lo tanto, fueron en búsqueda de
este material que no se encuentra en las cercanías de Teotihuacan), o si se debió
a otra razón que todavía desconocemos. Otra posibilidad es que los habitantes de
Teopancazco quisieran construir su centro de barrio con materiales que se en-
contraban en su camino a la costa del Golfo de México, posiblemente como tes-
timonio de su identidad (Manzanilla 2011, 2015; Barca et al. 2013). En efecto, el
corredor a Nautla fue utilizado por las élites de Teopancazco para mover artículos

606
18. Estudios arqueométricos de mezclas de cal en Teopancazco...

de lujo, tales como telas de algodón, conchas y peces, desde la costa hasta el centro
de barrio (Manzanilla 2011, 2015), pero la relación de Teopancazco era fuerte
también con las zonas intermedias del corredor, como muestra el hecho de que
algunas de las personas enterradas en Teopancazco probablemente provenían de
estos puntos (Manzanilla 2015).
Al mostrar que no sólo los bienes suntuarios sino también la ceniza volcánica
utilizada para la fabricación del argamasa provenían de esta área, nuestro estudio
indica que la relación con este lugar tenía importancia y podía estar relacionada
con la identidad del grupo social que habitaba Teopancazco, lo que impulsó el
mantenimiento de un estilo tecnológico que involucraba el uso de los mismos
materiales a lo largo de varios siglos.
Además de todo lo anterior, el análisis de procedencia de las esquirlas de
vidrio volcánico utilizadas en Teopancazco proporciona nuevos datos relativos a
la explotación de los afloramientos volcánicos y las relaciones entre Teotihuacan y
la costa del Golfo de México. De hecho, aunque Santley (en Gazzolla, sin fecha)
propuso que los afloramientos de obsidiana de Zaragoza y Altotonga fueron con-
trolados por Teotihuacan, actualmente el control de los afloramientos de obsidia-
na Oyameles-Zaragoza se atribuye a Cantona (Cruz Jiménez et al. 2002; Ferriz
1985; García Cook y Merino Carrión 2000; Gazzolla sin fecha: 17). No obstante,
nuestros datos sugieren una relación continua entre Teotihuacan y las poblacio-
nes que explotan los afloramientos de Altotonga, lo que insinúa que Cantona no
controlaba estos afloramientos. Por otra parte, las investigaciones arqueológicas
llevadas a cabo en Xiutetelco –que se encuentra cerca de Altotonga (Castillo Le-
dón 1921; García Payón 1945, 1950a, 1950b; Suárez Cruz y Pérez Alemán 1996;
Vázquez 1934)– indican la presencia de materiales de Teotihuacan en el sitio.
Aunque, por el momento, no hay datos suficientes para sugerir la identidad de las
poblaciones que explotan los afloramientos de Altotonga, y sobre todo si proce-
dían de Teotihuacan, de la costa del Golfo de México, o si eran locales, nuestro
estudio demuestra que durante mucho tiempo hubo un transporte sistemático
de un material no suntuario de Altotonga a Teopancazco, Teotihuacan, y ha pro-
porcionado nuevas perspectivas en la relación entre Teotihuacan y esta área, que
merecen de ser investigadas en el futuro.

Conclusiones

La aplicación de ciencias al estudio de los aplanados de cal de Teopancazco ha


permitido enfocar nuestra atención sobre diferentes aspectos de la vida de este
centro de barrio y de Teotihuacan, en general, y de ésta se han obtenido nuevos e

607
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

importantes resultados. Por un lado se ha confirmado, por primera vez, con bases
científicas, que la piedra caliza que se utilizó para preparar los aplanados de cal
de Teopancazco proviene de los afloramientos del área de Tula, Hidalgo; se ha
podido establecer, también, que las esquirlas de vidrio contenidas en los enlucidos
de los pisos de Teopancazco provienen del sistema magmático de Altotonga (Ve-
racruz), lo que implica el transporte de larga distancia de este material y la exis-
tencia de una relación de intercambio entre Teotihuacan y esta área. Por último,
se ha sugerido que Teopancazco estableció un estilo tecnológico que se mantuvo
a lo largo del tiempo y que, por el estado actual de conocimientos, tal parece que
se transmitió al resto de Teotihuacan al final de la fase Tlamimilolpa-Xolalpan
temprano, llegó a ser el estilo tecnológico típico de toda la ciudad de Teotihuacan
durante cierto periodo y se mantuvo aun cuando en la fase Xolalpan tardío y Me-
tepec se abandonó en el resto de la ciudad.

Agradecimientos

Este trabajo, se inserta en el marco del proyecto dirigido por la Dra. Linda R. Man-
zanilla en Teopancazco (Proyecto “Teotihuacan. Elite y Gobierno”). Este estudio
se realizó gracias al apoyo de un proyecto internacional financiado por el Ministe-
ro degli Esteri Italiano 2011-2013 entre la Università della Calabria (responsable
Prof. G. M. Crisci) y la Universidad Nacional Autónoma de México (responsable
Dr. L. Barba): Messa a punto di nuove procedure analitiche LA-ICP-MS per l’indivi-
duazione della provenienza delle materie prime usate nell’edilizia storico-archeologica di
monumenti precolombiani del Messico. También es parte del proyecto presentado al
Consejo de Arqueología del INAH: “Arqueología y arqueometría de las argamasas
teotihuacanas”. La redacción del artículo es parte de las actividades del contrato
Ramón y Cajal (RYC 2013- 13369) financiado por el Ministerio de Economía y
Competitividad de A. Pecci y del ERAAUB, Consolidated Group (2014 SGR 845)
financiado por el Comissionat per a Universitats i Recerca del DIUE de la Gene-
ralitat de Catalunya, del Departamento DIBEST de la Universidad de Calabria
y del Laboratorio de Prospección Arqueológica del Instituto de Investigaciones
Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México.

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19. Caracterización mineralógica y tecnológica
de la lapidaria de Teopancazco

Emiliano Ricardo Melgar Tísoc y


Reyna Beatriz Solís Ciriaco

Introducción

En el estudio de la filiación cultural de los materiales arqueológicos, uno de los as-


pectos principales consiste en poder determinar el origen o procedencia de un ob-
jeto a través del análisis e identificación de la materia prima en que está elaborado.
Por ello, la correcta caracterización de las materias primas permite profundizar en
las redes de interacción de un sitio con regiones cercanas o distantes a través de la
economía política ejercida sobre ellas. En este sentido, las estructuras, sistemas e
instituciones encargadas de la transformación de los materiales en objetos inciden
en la circulación y distribución de estos bienes, especialmente si son empleados
como emblemas de poder o para enfatizar la diferenciación social. Bajo estas di-
námicas, los recursos considerados de lujo o de prestigio, alóctonos y/o de manu-
factura excepcional son escasos; tienen una distribución más limitada en beneficio
de determinados sectores de la sociedad, ya que se emplean para fines religiosos
o simbólicos, o sirven como marcadores de estatus e identidad (Brumfiel y Earle
1987: 3; Weiner 1992: 36; Manzanilla 1996: 21). Cabe señalar que su aprecio
aumenta si proceden de lugares sagrados o si remiten al pasado, a los ancestros y a
los dioses (Inomata 2001: 321).
En el caso de un sitio tan importante como la urbe teotihuacana, el control
sobre el flujo y acceso diferencial a los materiales lapidarios, su origen, cantidad y
distribución, debió ser un factor importante en la división de los estratos sociales. Por
ello, el rastreo de sus diferentes trayectorias de circulación y distribución permite la
construcción simbólica de relaciones distantes, ya que están cargados de significados
que materializan la presencia de lugares, tradiciones de manufactura y personas le-
janas no disponibles en la vida cotidiana local (Lazzari 1999: 142; Ortiz 2007: 307).
Así, la adecuada caracterización del material arqueológico abre nuevas interpretacio-
nes para comprender la manera en que cada grupo desarrolla formas particulares en
la obtención y transformación de sus recursos para dotarlos de significado.
Sin embargo, la presencia de objetos hechos en materiales pétreos alóctonos
en un sitio o región no necesariamente implica que se trate de producciones forá-
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

neas. Para valorar esta consideración resulta fundamental comparar las técnicas
de manufactura, tanto de los materiales locales donde éstos fueron recuperados,
como de aquellos otros donde suponemos podrían haber sido elaborados, como
la región de origen geológico de estas materias primas. Este proceso permite ads-
cribirlos a una determinada tradición tecnológica (Melgar 2014: 5). Si bien en
algunos casos existen talleres cercanos a los afloramientos, como la jadeíta en el
valle del río Motagua, eso no necesariamente implica que todos los objetos elabo-
rados en este mineral provengan, como objetos terminados, de los talleres mayas
ubicados en esa zona.
Con esta perspectiva en mente, se revisaron 104 objetos de Teopancazco, un
centro de barrio que representa –según Manzanilla (Manzanilla 2006a; Man-
zanilla et al. 2011: 60) – una de las escalas de la organización de la producción
artesanal en Teotihuacan, donde la mayoría de las materias primas con diversas
tonalidades de verde son minerales y rocas de origen metamórfico, mientras que
las rocas blancas son de origen sedimentario, todas ajenas al entorno volcánico de
la cuenca de México donde se ubica Teotihuacan.
Con estos análisis también es posible observar la preferencia por determi-
nadas materias primas y el hecho de que la tecnología empleada en su transfor-
mación varía entre sitios, regiones y culturas. Por ello, entre los aspectos centrales
relacionados con los estudios de procedencia que permiten determinar el origen
de un objeto arqueológico en un sitio, destaca el análisis de las materias primas
que lo conforman, para identificar sus características mineralógicas y de compo-
sición química, así como compararlas con distintos yacimientos para determinar,
de ser posible, su lugar geológico de obtención. Para complementar lo anterior, en
este trabajo usaremos los análisis de huellas de manufactura que permiten obtener
información relevante sobre los objetos lapidarios recuperados en Teopancazco,
con qué herramientas los elaboraron y cuáles de ellos son productos locales o
importados. También compararemos estos materiales con los hallados en algunos
de los talleres de los yacimientos o lugares de origen de los materiales, y con otros
sectores de Teotihuacan, ya que de esta manera se pueden apreciar las semejanzas
o diferencias tecnológicas que permitan identificar si se trata de manufacturas
locales o foráneas.

Interacción y cultura material local o foránea


En los estudios arqueológicos, una de las problemáticas principales radica en dis-
tinguir cuáles piezas son locales y cuáles foráneas en un sitio o región, a partir de
rasgos diagnósticos que permitan determinar su filiación cultural, así como su
origen geográfico y temporal. En el caso particular de los materiales clasificados
como exóticos, su presencia se relaciona con el desplazamiento espacial de objetos,

622
19. caracterización mineralógica y tecnológica...

personas e ideas, e implica algún tipo de interacción entre diferentes comunidades


que puede llegar a afectarlas política, social y/o económicamente a través del tiem-
po (Oka y Kusimba 2008: 340-341). Estas relaciones pueden detectarse a partir
del estudio de los bienes intercambiados, su cantidad y diversidad, la distancia y
distribución que tienen con respecto a sus lugares de procedencia y manufactura,
su temporalidad, direccionalidad (Plog 1977: 129), medios de transporte (Baugh y
Ericson 1992: 7-8), y los espacios entre los distintos nodos o sitios de interacción
que sirvieron de vías de tránsito (Nielsen 2006: 34).
En la mayoría de las propuestas que abordan la interacción entre grupos y cul-
turas, destaca la presencia recurrente y compartida de determinados materiales que
estimulan la similitud estilística y morfológica de objetos, símbolos e iconografía,
los cuales pueden ser rastreados arqueológicamente a nivel regional (Upham y Reed
1989: 59). También se señala que la distancia entre los yacimientos y centros de
producción, con respecto a los consumidores, afecta el volumen y distribución de los
materiales. Sin embargo, hay otros factores que pueden incidir en estas interaccio-
nes, tales como la existencia de una vía de comunicación natural, la organización de
la producción, la capacidad de almacenamiento, el idioma, la existencia de mercados
regionales, la organización sociopolítica, la jerarquía de los asentamientos, el acceso
diferencial a ciertos recursos, las alianzas y los conflictos bélicos (Barceló 1995: 11).
Con esta perspectiva, ¿cómo estudiar las interacciones de Teotihuacan con
otros grupos, sitios y regiones a través de los objetos lapidarios recuperados en
Teopancazco (véase Manzanilla 2012) como nuestro estudio de caso? Para ello
hay que tomar en cuenta distintas fuentes de información que permitan tener una
mirada global de los factores que intervienen en estas relaciones, para distinguir la
cultura material foránea de la local en ese centro de barrio, como son:
• Similitud en la morfología e iconografía de las piezas.
• Identificación mineralógica y procedencia de las materias primas.
• Caracterización de la tecnología foránea a través de las huellas de manu-
factura, técnicas y procesos de producción.
• Contemporaneidad cronológica y cambios temporales en estas relaciones.
• Presencia de migrantes o individuos foráneos a través de estudios genéti-
cos, isótopos y morfología dental.
• Rastreo de las rutas empleadas, ya sean terrestres, fluviales o marítimas, a
partir de la circulación de materiales en los lugares de escala y puertos de
intercambio.

De esta manera es posible determinar qué piezas son locales y cuáles son
foráneas, de dónde provienen las materias primas empleadas, y si fueron elabora-
das dentro o fuera de la urbe teotihuacana.

623
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

También es importante revisar qué investigaciones se han realizado sobre


la lapidaria teotihuacana para tratar de identificar el origen de estos objetos y
quiénes los elaboraron, tema del siguiente apartado.

Antecedentes en el estudio de los objetos lapidarios en Teotihuacan

En distintos sectores de Teotihuacan se han recuperado cientos de objetos lapi-


darios en ofrendas, entierros, basureros, rellenos constructivos y áreas de activi-
dad dedicadas a la producción. La mayoría de los estudios sobre estos materiales
abordan principalmente la clasificación tipológica de las piezas y la identificación
visual de las materias primas y sus probables fuentes de obtención, como en el caso
de la pizarra, la mica, el travertino, la pirita, la jadeíta y algunas de las llamadas
piedras verdes como la serpentina, serpentinita, esquisto, fuchsita y malaquita, en-
tre otros (Turner 1988, 1992; Widmer 1991; Cabrera 1995, 2009; Rosales 2004;
Rosales y Manzanilla 2011; López 2006; Gazzola 2007). Con base en esta infor-
mación, incluso hay un estudio enfocado en la distribución espacial de bienes de
origen foráneo (cerámica, concha y lapidaria) en los distintos sectores teotihuaca-
nos (Castañón 2012; véase capítulo 21 de este volumen).
Empero, aún son pocos los trabajos en los que se aborda con todo detalle la
caracterización mineralógica de los materiales pétreos que permitan identificar
con precisión las rocas y minerales recuperados en los contextos teotihuacanos
(Ruvalcaba et al. 2008; Melgar et al. 2012; Manzanilla et al. 2017). Lo mismo
sucede con las técnicas de manufactura empleadas por los artesanos lapidarios,
debido en parte a que la mayoría de las evidencias de producción y objetos no han
sido analizados con microscopía, y a la escasez de talleres o áreas de producción
identificadas y estudiadas (Widmer 1987, 1991; Turner 1988, 1992; Gómez 2000;
Gazzola 2007). Si bien lo anterior no niega la existencia de varios talleres lapi-
darios en la ciudad, muchos de ellos ubicados en los barrios como una estrategia
política del Estado para favorecer la producción artesanal y el abastecimiento de
bienes ofertados en las plazas y mercados (Gómez y Gazzola 2011: 88), coincidi-
mos con otros investigadores en que se deben realizar estudios más profundos y
detallados sobre los espacios de producción identificados como talleres, y analizar
las evidencias de producción de los mismos que permitan reconstruir la tecnología
empleada por los artesanos lapidarios con la mayor precisión posible (Gazzola
2007: 53-54, 2010: 139; Gómez y Gazzola 2011: 91, 106-115; Rosales y Man-
zanilla 2011: 136-141). También concordamos con Linda R. Manzanilla (2009a:
74-76; Manzanilla 2006a; Manzanilla et al. 2011: 60) en que se deben realizar
comparaciones entre distintas escalas de la organización del trabajo artesanal, ya

624
19. caracterización mineralógica y tecnológica...

que eso permitiría apreciar semejanzas o diferencias entre los objetos relacionados
con la elite gobernante y el control estatal frente a las piezas que fueron empleadas
como símbolos de identidad por las elites intermedias que residían en los centros
de barrio.
En el caso particular del trabajo lapidario en Teotihuacan, destacan las pro-
puestas hechas por Turner, Widmer, Gómez y Gazzola:
Los trabajos hechos por Turner (1988: 65-66, 1992: 89-103) se centraron en
8003 materiales lapidarios, en los que se considera a la concha como parte de la
lapidaria por compartir sus técnicas de manufactura: percusión, aserrado, incisión,
esgrafiado, perforación y pulido. Los contextos teotihuacanos analizados por ella
van de la fase Tlamimilolpa temprano a Xolalpan tardío (200-550 d.C.) y fueron
Tecópac o “barrio de los lapidarios”, un recinto al oeste de la Pirámide de la Luna
y partes de Oztoyahualco, Yayahuala, Tetitla, Tepantitla y la Ciudadela (Turner
1988: 101-112). Debido a que buscaba determinar áreas de actividad, Turner rea-
lizó estudios detallados de flotación y cribado de los pisos y basureros de los con-
textos estudiados, a través de los cuales recuperó “microfragmentos” de lapidaria y
concha trabajados (Turner 1988: 70-71, 92-95). Identificó los materiales por tipo
de roca y especie de molusco, al mismo tiempo que los revisó con microscopio
estereoscópico para observar sus huellas de trabajo (Turner 1988: 4-7). Señala que
en los materiales hay piezas sin trabajar, piezas en proceso de trabajo para hacer
cuentas, pendientes e incrustaciones, y desechos (Turner 1988: 65). Entre las he-
rramientas asociadas que encuentra hay lascas de obsidiana y de pedernal, lajas de
basalto y andesita, perforadores de calcedonia, y pulidores de tezontle y cuarzo
(Turner 1988: 76-77).
A partir de la distribución de los materiales en el sitio y sus modificaciones
identificadas, llega a la conclusión de que en Tecópac o “barrio de los lapidarios”,
ubicado en los límites de la ciudad, había talleres con artesanos de tiempo com-
pleto “especializados en muchos materiales”, los cuales tenían poca supervisión
estatal y se dedicaban a la elaboración de objetos hechos en piedras y conchas
“fáciles” de obtener –como la pizarra, serpentina, mica e Isognomon alatus (una
concha nacarada del Atlántico) –, para consumo de las clases intermedias. En
contraste, plantea que los talleres de los recintos estaban “especializados en un
solo material”, y en ellos había artesanos bajo estricto control de los oficiales de los
templos y palacios, cuyos productos eran manufacturados en las materias primas
más preciadas –jadeíta y Spondylus–, para uso exclusivo de las elite (Turner 1988:
183, 223-230, 1992: 106-107). Sin embargo, no resulta del todo convincente en
su propuesta que los primeros talleres tuvieran poco control con excepción de los
asociados a recintos, ya que las materias primas empleadas en ambos son foráneas,
y su uso y consumo estaba normado por los grupos dirigentes. Finalmente, define

625
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

al estilo tecnológico teotihuacano como muy estandarizado y rigorista en las for-


mas de objetos específicos y símbolos de estatus y poder, que muestran énfasis en
los planos vertical y horizontal de manera bidimensional más que en el volumen,
y muy sistemático en las técnicas y herramientas empleadas (Turner 1988: 240-
241, 1992: 109).
Otra propuesta sobre la producción de objetos lapidarios de Teotihuacan es
la que hizo Widmer (1987, 1991), quien analizó los materiales de Tlajinga 33 fe-
chados para las fases anteriores a Xolalpan tardío y Metepec. En este lugar había
5878 piezas trabajadas y desechos de lapidaria y concha asociadas con herramien-
tas sobre el piso del cuarto 34 y en algunos basureros de ese conjunto. A partir de
ello deduce que Tlajinga 33 fue un taller de artesanos especializados de tiempo
completo que trabajaban dichos materiales para ser intercambiados en los mer-
cados (Widmer 1987: 4-7, 1991: 132-137, 144). Cabe señalar que para delimitar
el taller cribó la tierra sobre pisos para recuperar microartefactos y analizó 122
muestras de suelos por flotación (Widmer 1991: 132).
Al clasificar el material, encuentra una mayor cantidad de residuos de trabajo
y muy pocas piezas terminadas, lo cual considera comprensible debido a que se
trata de un taller cuyos productos apenas se terminaban eran enviados al mercado
(Widmer 1991: 140). En cuanto a las herramientas empleadas en el trabajo de
la lapidaria y la concha, supone que eran de material perecedero, y que debieron
utilizarse algunas manos de metate y metates de basalto. Sin embargo, llama la
atención que elimina de su estudio las 5212 navajillas de obsidiana que encuentra
porque supone –a priori– que eran de uso doméstico no especializado, y por ello,
según él, no se emplearon en el trabajo artesanal a pesar de reportar que estaban
gastados sus filos con ayuda de microscopía estereoscópica (Widmer 1991: 138,
142). Con toda esta información concluye que el nivel de organización artesanal
de Tlajinga 33 debió ser la familia extensa por la intensa demanda de trabajo
requerido, ya que considera que la familia nuclear no reunía los requisitos para
realizar dichas actividades (Widmer 1991: 144).
Finalmente, tenemos el estudio realizado en el Barrio de La Ventilla por
Gómez (2000) y Gazzola (2007, 2010; Gómez y Gazzola 2011), donde estudia-
ron contextos fechados desde la fase Tlamimilolpa (200-350 d.C.) hasta Metepec
(550-650 d.C.). Ahí, en un conjunto residencial (llamado A), se encontraron evi-
dencias de producción en lapidaria y concha (materias primas, elementos en pro-
ceso de trabajo, desechos, piezas falladas y reutilizadas) asociadas a herramientas
de trabajo (lascas de obsidiana, buriles de cuarzo, perforadores de pedernal, pun-
zones de hueso y tejos de cerámica, entre otras) que suponen fueron empleadas
en su manufactura (Gómez 2000: 567-569; Gazzola 2007: 53). Debido a que los
materiales fueron recuperados sobre los pisos, en los rellenos constructivos, en las

626
19. caracterización mineralógica y tecnológica...

ofrendas y en los entierros, plantean que los habitantes de ese conjunto eran arte-
sanos con talleres especializados en lapidaria y concha, pero que también realiza-
ban actividades domésticas (Gómez 2000: 257, 560; Gazzola 2007: 53). Además,
debido a que no encuentran objetos terminados de buena calidad en los ajuares
funerarios de este conjunto, deducen que sus ocupantes eran de bajo estatus por-
que no tuvieron acceso a esos bienes pero sí a fragmentos de su trabajo artesanal
o a objetos de baja calidad (Gómez 2000: 552; Gazzola 2007: 66). Asimismo, se
propone que aquellos individuos en cuyos entierros hay más objetos y de mayor
valor (a pesar de sus defectos), a veces acompañados de cinabrio, quizás fueron
los maestros artesanos (Gazzola 2007: 64). En contraste, los objetos de mejor
acabado aparecen en ofrendas más suntuosas de un conjunto residencial vecino
(denominado B), el cual es de mejor calidad constructiva y está separado sólo por
una calle, por lo que se infiere que sus habitantes debieron ser de mayor jerarquía,
incluso parte de la elite (Gómez 2000: 552).
A partir de ello, se plantea que los ocupantes de La Ventilla A eran artesanos
dependientes de tiempo completo que elaboraban los objetos de concha y piedras
finas para consumo de los habitantes de alto estatus de La Ventilla B (Gómez
2000: 553, 580). Sin embargo, no logran demostrar que parte de los productos
tenían libre circulación al estar destinados al intercambio en el tianguis, ni que los
artesanos fueran solamente de origen teotihuacano (Gómez 2000: 553; Gazzola
2007: 66). Asimismo, con base en el análisis de las piezas con microscopía óptica
y electrónica de barrido, proponen el empleo del arco con fibras vegetales y los
abrasivos de obsidiana, cuarzo y arena (Gazzola 2007: 58-62, 2010: 142-143),
aunque no se hicieron comparaciones con huellas de manufactura experimen-
tales que confirmaran el empleo de dichos instrumentos de trabajo. Por último,
concluyen que este tipo de talleres estaban organizados a nivel barrial sin ningún
privilegio especial por estar dentro de viviendas comunes en Teotihuacan (Gómez
2000: 580, 609), pero que habría otros de mayor especialización bajo control esta-
tal donde se elaboraban objetos que eran símbolos empleados exclusivamente por
los gobernantes en las grandes ceremonias y rituales (Gazzola 2007: 67).

La lapidaria de Teopancazco analizada

Durante los trabajos arqueológicos en Teopancazco se recuperaron decenas de


piezas lapidarias en distintas partes de este centro de barrio ubicado en el sureste
de la ciudad (cuadro S2E2 del mapa de Millon), que ha sido interpretado como
un centro de barrio de la periferia con funciones rituales, artesanales y adminis-
trativas; estaba regido por una “casa” poderosa que formó parte de las elites inter-

627
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

medias locales (Manzanilla 2006b: 23, 2009b: 25-26, 2012; Rosales y Manzanilla
2011: 132).
La colección de materiales lapidarios de Teopancazco está conformada por
104 piezas (figura 19.1 y tabla 19.1).

Figura 19.1. Ejemplos de los objetos lapidarios de Teopancazco analizados: pieza en


proceso de trabajo (a), figurilla antropomorfa (b), incrustación rectangular (c), placa
trapezoidal (d), cuenta discoidal (e), fragmento trabajado (f ), pendiente trapezoidal (g),
fragmento de vasija (h) y orejeras caladas (i y j).
Fotografías de Emiliano Melgar y Reyna Solís.

Tabla 19.1. Materiales pétreos analizados de Teopancazco


Material No. bolsa RT Contexto
Trozo irregular blanco 769
1022
3251
3357
17420 C6 N547 E96 R10b
50479
53406 E1 C162c N469 E104 R2 AA98
44657
Trozo irregular gris 470
851 N438 E85 1c
53569 E1 C162c N468 E103 R2
75313
Trozo irregular verde 963
1549 220 N439 E82 1d
17718a y b E1 C6 N458 E92 R2
17212 2327 E1 C6 N458 E91 R2
24315 3659 E1 C59b N466 E90 R5
64221 10821 E1 C253c N465 E109 R3
59506 9782 E1C507a AA115 N490 E108
27542 En.34
71250 E1C6 N458 E105 R1 bajo piso 12

628
19. caracterización mineralógica y tecnológica...

Lasca blanca 17420


52409
64044
Lasca rosa 21087
Trozo irregular blanco con verde 74239 12910 E1 C262C
Trozo cilíndrico blanco 39951 E1 C6 N454 E90 R5
Trozo de vasija blanca 62597
23856 3608 E1 C58 N465 E94 R4
43748 7235 E1 C158 N468 E93 R4
61151 10125 E1 C6 AA103 N461 E95 R6
24356 3666 N469 E94 1g
50719 8056 E1 C213A N454 E116 R1
18334 2489 E1 C6 N459 E90 R7A
62585 10356 E1 C153 N463 E108 R1
31930 5081 E1 C6 N459 E96 R8
51177 E1 C213A N452 E116 R2
2846 434 N438 E86 E1 C19 Bajo AP4
Trozo circular blanco 33826 E1 C6 AA55 N453 E99 R4
Tepalcate de roca blanca 3493 534 E1 C19 AA4 N439 E84 R5
Tepalcate de roca café 37585 E2 C3 N455 E90 R2
Mano cilíndrica blanca 58244
Pendiente trapezoidal verde 518 38 N438 E86 1b
Pendiente trapezoidal lobulado 61633 10221 N474 E99 1f
Incrustación hemiesférica blanca 75052 12847 E1 C181b N464 E111 R1
Entierro 105
Incrustación circular de pirita 3631 555 E1 C19 N419 E84-85 R5
Entierro 1
Incrustación circular de pirita 74253 13051 E1 C313A AA221 N456 E111
R3
Incrustación circular verde 8173 35 N472 E112
56845 9046 E1 C258c AA103 N463 E93 R3
Placa rectangular verde 35581 E1 C251a N465 E119 R1
Incrustación rectangular verde 27542 N469 E107 1d
Placa trapezoidal verde 36631 E1 C251a N465 E118 R3
62554 E1 C177 N473 E98 R1
7585 13210 E1 C36 N444 E80 R1 bajo Ap. 4
75294 E1 C313A N455 E111 R2 Firme
Orejera de piedra verde 79786 14312 N464 E95 1g
79611 N466 E97 1a-b-c
Orejera de obsidiana 44755
Cuenta negra 8091
12257
18990 2682 N460 E90 R10
59959 9815 N479 E98 1d

629
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

Cuenta verde 357


1126
2882
7520
19726
19962
20323
21113 E1 C206 N460 E92 AA 37
23975
26888
30258
38781
44985
4577
47637
55561
56845 9046 E1 C258C N463 E93 AA103
61057 N474 E99 1e
65847 11073 E1 C162 N466 E104 R2
67861
77885
Cuenta blanca 1411
5405
39086
56793
64192
Cuenta café 11434
19842
Cuenta gris 20366
38829
53396
58355
58444
58466
60515
69286
74111
Esfera de roca blanca 10384 1115 N457 E90 1c
2038 297 E1 C15 N434 E88 R5
20598 3068 N461 E116 R5
540
Trozo de figurilla verde 12017 1322 N460 E123 E1 C48 R2

630
19. caracterización mineralógica y tecnológica...

Técnicas empleadas en la identificación mineralógica de la lapidaria


Con el propósito de caracterizar adecuadamente las materias primas con que se
manufacturaron los artefactos de lapidaria en Teopancazco, se analizaron 104 pie-
zas de distintos contextos y temporalidades de este centro de barrio teotihuacano
(véase Manzanilla 2012).
Para este estudio se consultaron manuales y colecciones de referencia (figura
19.2) pertenecientes a los acervos del Museo del Templo Mayor y del Laboratorio
de Geología de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía
(ENCRyM). Para confirmar que estos minerales modernos de referencia estén
bien caracterizados, se hicieron láminas delgadas de los mismos para analizarlas
con la Dra. María Jesús Puy y Alquiza con un microscopio Petrográfico Olympus
BX41 en el Laboratorio de Investigación y Caracterización de Materiales y Mine-
rales (LICAMM) de la Universidad de Guanajuato (figura 19.3). En este último
también se hizo Difracción de Rayos X con un Difractómetro Rigaku Ultima IV
(figura 19.4), la cual permite conocer la estructura y fases cristalinas del mate-
rial analizado (Manzanilla et al. 2017). Estas identificaciones mineralógicas en las
muestras sirvieron de referencia al reforzar y ratificar los resultados obtenidos en
las piezas arqueológicas a través de dos técnicas no destructivas empleadas espe-
cíficamente para este estudio: Microsonda de Rayos X (EDS) y Espectroscopía
Micro-Raman (µRaman). Este punto es importante a destacar, ya que se pudo
analizar con detalle una gran cantidad de objetos lapidarios sin dañarlos, además
de que el Consejo de Arqueología restringe los estudios con técnicas destructivas
o microdestructivas.

631
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

Figura 19.2. Algunos ejemplares del muestrario de referencia del Museo del Templo Mayor
empleado en el estudio. Fotografía de Emiliano Melgar.

Figura 19.3. Análisis petrográfico de muestras de referencia: microscopio empleado (a) y


láminas delgadas de jadeíta (b) y serpentina (c). Fotografías de María Jesús Puy y Alquiza
(2017).

632
19. caracterización mineralógica y tecnológica...

Figura 19.4. Análisis de muestras de referencia por Difracción de Rayos X: difractómetro


empleado (a) y difractograma de jadeíta (b) y serpentina (c). Fotografías de María Jesús
Puy y Alquiza (2017).

Con el análisis de la Microsonda de Rayos X o Espectroscopía de Dispersión


de Energía de Rayos X (EDS), es posible obtener información sobre la composi-
ción elemental de manera semicuantitativa (% en peso y % atómico) de las piezas
a través de detectores de rayos X. Con ello se pueden identificar los elementos
químicos (con número atómico mayor a 5 de la tabla periódica) presentes en las
piezas, gracias a la detección de la energía resultante de la transición de los elec-
trones excitados de cada átomo, al ser ionizados por el haz primario de electrones
(Mendoza et al. 2004: 187; Melgarejo et al. 2010: 4-9). El equipo EDS utiliza-
do, marca INCA, se encuentra en el Laboratorio de Microscopía Electrónica del
Instituto Nacional de Antropología e Historia (figura 19.5). Para el análisis se
emplearon electrones retrodispersados (BES), y el tiempo de adquisición fue de
120 segundos. Este análisis a 18 piezas se realizó con el apoyo técnico del Mtro.
Mario Monroy, encargado de la operación del equipo.

633
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

Figura 19.5. Análisis con Microsonda de Rayos X: equipo utilizado (a), detalle del
microscopio electrónico con la microsonda acoplada (b) e interior de la cámara de muestreo
(c). Fotografías de Emiliano Melgar.

La Espectroscopía Micro-Raman permite determinar la presencia de un mi-


neral o compuesto en general a partir de un haz de láser verde (de 532 nm) que
interactúa con las muestras, cuya dispersión inelástica de fotones, llamada efecto
Raman en honor a su descubridor, el hindú Venkata Raman, produce espectros
vibracionales a partir de una emisión luminosa característica de los materiales que
integran la región analizada (Edwards y Faria 2004). Para esta técnica se empleó
el equipo de Micro-Raman, modelo Thermo Scientific DXR, del Laboratorio de
Materiales Avanzados del Instituto de Física de la Universidad Nacional Autóno-
ma de México, con apoyo de la Mtra. Cristina Zorrilla Cangas (figura 19.6). Todas
las piezas (104) se observaron a 20 y 50x, apertura de 50 µm slit, 6.6 mW, con un
intervalo espectral de 0 a 3500 cm-1 y un tiempo de adquisición de 10 repeticiones
de 10 segundos. Los espectros obtenidos se procesaron con el programa OMNIC®.

Resultados obtenidos

A partir del empleo de ambas técnicas fue posible identificar los siguientes mate-
riales: jadeíta, serpentina, cuarzo verde, travertino, caliza, mármol y pedernal.

634
19. caracterización mineralógica y tecnológica...

Figura 19.6. Análisis con Micro-Raman: equipo utilizado (a), detalle de la cámara de
muestreo abierta (b) y pieza de Teopancazco bajo estudio (c).
Fotografías de Emiliano Melgar.

La jadeíta es un alúminosilicato de la familia de los piroxenos, el cual es rico


en sodio y su fórmula básica es NaAlSi2O6 (Foshag 1954: 12; Harlow 1993: 13),
siendo sus colores más conocidos el verde imperial y el verde esmeralda (Price y
Walsh 2006: 199). Entre mayor cuarzo tenga se verá más blanco, mientras que el
hierro, magnesio y calcio le dan un tono verde (Maresch y Medenbach 2003: 244).
En varias muestras de referencia originarias del Motagua en Guatemala se aprecia
esta composición química de alúminosilicato rico en sodio, ya que con EDS se
observa silicio (Si), oxígeno (O), aluminio (Al) y sodio (Na), pero también hay
algunas concentraciones menores de calcio (Ca), potasio (K), carbono (C) y hierro
(Fe), entre otros (figura 19.7a). Estos alúminosilicatos ricos en sodio se detectaron
en tres cuentas de Teopancazco revisadas con EDS (figura 19.7b). Esta com-
posición química con EDS también ha sido reportada por otros investigadores
(Hauff 1993: 101; Carrasco y Farías 2005) (figura 19.8). Con Micro-Raman, en

635
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

las jadeítas de referencia y en cinco cuentas arqueológicas, se aprecian tres grandes


picos en los rangos de 368-373, 690-696 y 1028-1036 cm-1 (figura 19.9), donde
los primeros corresponden a los enlaces de Al-O; los segundos, a vibraciones de
flexión Si-O y los últimos, a enlaces Si-O de estiramiento (Delgado 2015: 80, 97).
También hay señales débiles de otros alúminosilicatos o compuestos presentes por
los picos de menor tamaño. Estos mismos tres grandes picos han sido reportados
por otros investigadores (Gendron et al. 2002: 840; Prencipe et al. 2014: 707) (fi-
gura 19.10 a-b) e incluso en la base de datos de espectros Raman RRUFF aparece
la jadeíta con este patrón (figura 19.10 c).

Figura 19.7. Análisis de jadeítas con EDS: muestra de referencia del Motagua (a) y cuenta
de Teopancazco (b). Figuras de Emiliano Melgar y Mario Monroy.

636
19. caracterización mineralógica y tecnológica...

Figura 19.8. Espectros EDS de jadeítas de otros investigadores, tomado de Hauff (1993:
101) (a) y Carrasco y Farías (2005) (b).

637
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

Figura 19.9. Análisis de jadeítas con Micro-Raman: traslape de resultados de piezas de


Teopancazco (TP) con muestras de referencia ( JIM y MJM). Figura de Emiliano Melgar,
Reyna Solís y Cristina Zorrilla.

Las serpentinas son un grupo de silicatos de color gris verdoso o amarillento


ricos en magnesio, como el crisotilo, la antigorita y la lizardita (Maresch y Meden-
bach 2003: 216; Price y Walsh 2006: 202). Su fórmula química es Mg3Si2O9(OH)4;
el estudio de su composición elemental con EDS muestra la presencia de oxígeno
(O), silicio (Si) y magnesio (Mg), así como pequeñas concentraciones de hierro (Fe)
y aluminio (Al), entre otros (figura 19.11a). Espectros de este tipo se detectaron en
cuatro piezas de Teopancazco analizadas con EDS (figura 19.11b): dos cuentas, una
incrustación rectangular y una placa trapezoidal con muescas laterales. Una compo-
sición química similar de silicatos ricos en magnesio identificados como serpentinas
o alguno de sus minerales constituyentes (crisotilo, antigorita y lizardita) ha sido
reportada por otros investigadores (Welton 2003: 146; Wang et al. 2013: 22; Roe-
hrig et al. 2015: 214) (figura 19.12). El uso de Micro-Raman confirmó la presencia
de estos silicatos ricos en magnesio en diez piezas por tres grandes picos en 220-
235, 370-385 y 680-695 cm-1, así como señales menores de otros aluminosilicatos,
destacando la similitud de las placas trapezoidales con la serpentina de Tehuitzingo,
Puebla (figura 19.13). Espectros Raman similares con estos picos de los minerales
que componen la serpentina han sido publicados por otros investigadores (Groppo
et al. 2006: 324; Petriglieri et al. 2015: 954) (figura 19.14).
Los cuarzos verdes, como la crisoprasa y la venturina, son minerales de apa-
riencia verdosa en los que predomina el dióxido de sílice (Farndon 2006: 202; Price
y Walsh 2006: 143). Al revisar las muestras de referencia con EDS, se confirmó
que sus elementos principales son oxígeno (O) y silicio (Si), seguidos de pequeñas
concentraciones de magnesio (Mg), potasio (K), calcio (Ca) y hierro (Fe), entre

638
19. caracterización mineralógica y tecnológica...

otros. Esta composición química se apreció en dos piezas revisadas con EDS (figura
19.15). El análisis con Micro-Raman confirmó la presencia de cuarzo verde en 17
piezas por el pico principal de las rocas silíceas ubicado en el 460-475 cm-1, así como
dos picos menores de 120-130 cm-1 y 200-210 cm-1 (figura 19.16). Los yacimientos
de este mineral se distribuyen en la Sierra Madre del Sur, los Altos de Guatemala y
la cuenca del río Motagua.

Figura 19.10. Espectros Raman de jadeítas de otros investigadores, tomados de Gendron et


al. (2002: 840) (a), Prencipe et al. (2014: 707) (b) y la base de datos RRUFF (c).

639
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

Figura 19.11. Análisis de serpentinas con EDS: muestra de referencia de Puebla (a) y
placa trapezoidal de Teopancazco (b). Figuras de Emiliano Melgar y Mario Monroy.

Los travertinos son rocas carbonatadas (CaCO3) de estructura bandeada o


redondeada, compactas y cristalinas, producto de la precipitación de soluciones ricas
en calcio y de color blanco cremoso o amarillo (Price y Walsh 2006: 39), pero tam-
bién los hay verdosos debido al pigmento de minerales ajenos finamente distribui-
dos en su estructura, los cuales le dan una apariencia verde (Maresch y Medenbach
2003: 204). El análisis con EDS permitió confirmar su composición química por
la presencia de calcio (Ca), carbono (C) y oxígeno (O), el cual se identificó en tres
piezas (figura 19.17). Con Micro-Raman se aprecian los picos de carbonatos en
1080-1090 cm-1, los cuales se presentaron en 25 objetos (figura 19.18).
La caliza es una roca sedimentaria de apariencia opaca y de colores amarillen-
tos, blancos o grises, producto de la precipitación química de carbonatos de calcio
(Maresch y Medenbach 2003: 168; Price y Walsh 2006: 32). Con Micro-Raman
se aprecian los picos de carbonatos en 1080-1090 cm-1, los cuales se presentaron
en dos piezas: una mano de metate cilíndrica y una cuenta (figura 19.19).

640
19. caracterización mineralógica y tecnológica...

Figura 19.12. Espectros EDS de serpentinas de otros investigadores, tomados de Roehrig et al. (2015:
214) (a), Wang et al. (2013: 22) (b) y Welton (2003: 146) (c).

Figura 19.13. Análisis de serpentinas con Micro-Raman: traslape de resultados de


piezas de Teopancazco (TP) con muestra de referencia de Tehuitzingo (TEH). Figura de
Emiliano Melgar, Reyna Solís y Cristina Zorrilla.

641
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

Figura 19.14. Espectros Raman de minerales que componen las serpentinas, como antigorita (Atg),
lizardita (Lz) y crisotilo (Ctl), tomadas de Groppo et al. (2006: 324) (a)
y Petriglieri et al. (2015: 954) (b).

Figura 19.15. Análisis de cuarzos verdes con EDS: muestra de referencia del Motagua (a) y cuenta de
Teopancazco (b). Figuras de Emiliano Melgar y Mario Monroy.

642
19. caracterización mineralógica y tecnológica...

Figura 19.16. Análisis de cuarzos verdes con Micro-Raman: traslape de resultados de


piezas de Teopancazco (TP) con cuarzo verde de referencia (MCV). Figura de Emiliano
Melgar, Reyna Solís y Cristina Zorrilla.

Figura 19.17. Análisis de travertinos con EDS: muestra de referencia de Tecali (a) y
trozo de Teopancazco (b). Figuras de Emiliano Melgar y Mario Monroy.

643
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

Figura 19.18. Análisis de travertinos con Micro-Raman: traslape de resultados de piezas


de Teopancazco (TP) con muestras de referencia de Tecali (Tr-Te) y San Antonio Texcala
(Tr-Sn An Tx). Figura de Emiliano Melgar, Reyna Solís y Cristina Zorrilla.

Figura 19.19. Análisis de calizas de Teopancazco con Micro-Raman. Figura de Emiliano


Melgar, Reyna Solís y Cristina Zorrilla.

El mármol es una roca rica en calcita, de apariencia granular y cristalina,


producto del metamorfismo de contacto de calizas próximas a intrusiones ígneas
(Farndon 2006: 120; Price y Walsh 2006: 79). Con Micro-Raman se aprecian los

644
19. caracterización mineralógica y tecnológica...

picos de carbonatos en 1080-1090 cm-1 con una gran intensidad arriba de 5500 por
su alta cristalinidad, los cuales se presentaron en una sola cuenta (figura 19.20).

Figura 19.20. Análisis de mármol con Micro-Raman: cuenta de Teopancazco (TP) y


muestra de referencia (TECMAR). Figura de Emiliano Melgar, Reyna Solís
y Cristina Zorrilla.

El pedernal es rico en mineral de calcedonia y se forma por la precipitación


química del sílice (Price y Walsh, 2006:37). Con el análisis de Micro-Raman se
detectó el pico principal de las rocas silíceas ubicado en el 460-475 cm-1 (figura
19.21).

Figura 19.21. Análisis de pedernales de Teopancazco con Micro-Raman. Figura de


Emiliano Melgar, Reyna Solís y Cristina Zorrilla.

645
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

El análisis tecnológico

Para analizar los objetos lapidarios nos hemos apoyado en la arqueología experi-
mental. Según dicha corriente, en las sociedades humanas toda actividad se en-
cuentra normada, por lo cual los artefactos son usados o producidos de acuerdo
con esquemas determinados, que les proporcionan características específicas. Esto
implica que la elaboración o utilización de objetos similares, siguiendo los mismos
patrones, dejará rasgos característicos y diferenciables entre sí (Ascher 1961; Bin-
ford 1991: 22; Velázquez 1999: 2).

Figura 19.22. Arqueología experimental en lapidaria: corte de jadeíta con obsidiana (a) y
pulido de jadeíta con jadeíta (b). Fotografías de Emiliano Melgar.

Figura 19.23. Microscopios empleados: estereoscópico con cámara digital acoplada (a) y
electrónico de barrido (b). Fotografías de Emiliano Melgar.

646
19. caracterización mineralógica y tecnológica...

Con ello en mente, en el taller de arqueología experimental de lapidaria del


Templo Mayor, se han reproducido los diferentes tipos de modificaciones que pre-
sentan los objetos (figura 19.22): desgastes, cortes, perforaciones, incisiones, ca-
lados y acabados; partiendo de diversas fuentes de información históricas (Durán
1967; Sahagún 1956), de propuestas de algunos investigadores (Charlton 1993;
Mirambell 1968; Semenov 1957; Gazzola 2007) y de datos arqueológicos (Fein-
man y Nicholas 1995; Moholy-Nagy 1997; Gómez 2000). Así, se han empleado
las herramientas y procesos que, suponemos, fueron utilizados por los distintos
pueblos del México prehispánico (tablas 19.2 y 19.3).

Tabla 19.2. Tipos de modificaciones y herramientas empleadas


Modificación Herramientas
Desgastes Basalto, andesita, riolita, arenisca, caliza, granito, pizarra y jade, adicionando
agua y ocasionalmente arena.
Cortes Arena o ceniza volcánica, agua y tiras de piel o cuerdas vegetales.
Herramientas líticas de pedernal y obsidiana.
Perforaciones Abrasivos (arena, ceniza volcánica, polvo de obsidiana, polvo de pedernal y
polvo de cuarzo), animados con ramas de carrizo, adicionando agua.
Herramientas líticas de pedernal y obsidiana.
Calados Abrasivos (arena, ceniza volcánica, polvo de obsidiana, polvo de pedernal
y polvo de cuarzo), animados con ramas de carrizo de gran diámetro,
adicionando agua.
Incisiones Herramientas líticas de pedernal y obsidiana.
Acabados Pulido con abrasivos, agua y trozos de piel o con jade y pedernal.
Bruñidos con trozos de piel en seco.
La aplicación de ambos acabados.

Tabla 19.3. Patrones tecnológicos detectados en la lapidaria de Teopancazco


Tradición Teotihuacana Maya Zapoteca
Modificación Travertino Pizarra Serpentina Jadeíta Cuarzo Travertino
(tiestos) verde (esferas)
Desgaste Andesita Andesita Andesita Caliza Caliza Basalto y
arena
Corte Pedernal Pedernal Pedernal Obsidiana Obsidiana -
Incisión Pedernal Pedernal Pedernal - - -
Perforación - Pedernal - Pedernal Pedernal -
Pulido Pedernal Pedernal Pedernal Jadeíta Jadeíta -
Bruñido Piel Piel Piel Piel Piel Piel

Las huellas resultantes son comparadas sistemáticamente con las de los ob-
jetos arqueológicos a simple vista, con ayuda de una lupa de 20x y a través del
empleo de un microscopio estereoscópico (MO) a 10x, 30x y 63x, así como con

647
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

Microscopía Electrónica de Barrido (MEB) a 100x, 300x, 600x y 1000x, bajo pa-
rámetros constantes (modo HV, 10 mm de distancia, señal SEI, voltaje de 20kV
y un haz de 47) (Melgar et al. 2012: 263-266). Así, se describen las características
superficiales observadas como la dirección y tamaño de bandas y líneas, su rugo-
sidad y textura, siguiendo la misma metodología propuesta por Velázquez Castro
(2007) para el estudio de los objetos de concha, pero adecuada a objetos lapidarios.
El microscopio óptico empleado está en el Museo del Templo Mayor y el Mi-
croscopio Electrónico de Barrido se encuentra en el Laboratorio de Microscopía
Electrónica de la Subdirección de Laboratorios y Apoyo Académico del Instituto
Nacional de Antropología e Historia, a cargo de los ingenieros Gerardo Villa y
Mario Monroy (figura 19.23).
Para agilizar el análisis se realizaron réplicas en polímeros (figura 19.24),1 lo
cual permitió ingresar varias modificaciones a la vez (hasta 20). Con ello pudieron
obtenerse huellas de piezas que superaran el tamaño de la cámara de muestreo,
mayores a diez centímetros, o de algunas modificaciones de difícil observación,
como las paredes internas de las perforaciones.

Figura 19.24. La realización de réplicas en polímeros (a), para ser recubiertas con iones de
oro (b) y sean revisadas en la cámara de muestreo del MEB (c).
Fotografías de Emiliano Melgar.

Las herramientas identificadas en la manufactura de la lapidaria


Del análisis de huellas de manufactura de los objetos lapidarios de Teopancazco obtu-
vimos los siguientes resultados, los cuales se agruparon en tres patrones tecnológicos:

1 
Esta técnica no destructiva ni invasiva, tomada de la metalografía, ha resultado sumamente útil
para obtener superficies que presentan huellas de manufactura en el proyecto de “Técnicas de ma-
nufactura de los objetos en concha del México prehispánico”, por lo cual hemos decidido aplicarla
también a la lapidaria. Consiste en un acetato que se reblandece al aplicársele acetona, pero que al
evaporarse vuelve a recobrar su dureza original. Así, al presionar este acetato cuando está reblande-
cido contra la superficie elegida, se obtiene el negativo de las huellas que quedan fijadas al secarse
y endurecerse sin deformarlas.

648
19. caracterización mineralógica y tecnológica...

1. El primer grupo está conformado por las piezas de serpentina y pirita, así
como los tiestos de travertino, los cuales con MO presentaron las superfi-
cies aplanadas y lustrosas con algunos rayones entrecruzados (figura 19.25
a), producto de la aplicación de desgastes y acabados (figura 19.25 b). Con
MEB se aprecian bandas rectas paralelas y/o entrecruzadas de 66 µm de es-
pesor (figura 19.25 c), las cuales coinciden con los desgastes experimentales
hechos con una laja de andesita (figura 19.25 d). A mayores amplificaciones
hay bandas rectas-paralelas más finas y bien marcadas de 2 a 4 µm de anchu-
ra (figura 19.25 e), similares a los pulidos experimentales hechos con nódulos
de pedernal y bruñidos con piel (figura 19.25 f).

Figura 19.25. Análisis de superficies de piezas de serpentina: pieza arqueológica a 10x


(a) 100x (c) y 1000x (e), comparada con el desgaste experimental con andesita, pulido con
pedernal y bruñido con piel a 10x (b), 100x (d) y 1000x (f ). Figuras de Emiliano Melgar,
Reyna Solís y Mario Monroy.

649
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

En los bordes e incisiones de estas piezas con MO se observaron ra-


yones rectos bien marcados (figura 19.26 a), producto del empleo de herra-
mientas líticas (figura 19.26 b). Al revisarlos con MEB, se apreciaron bandas
rectas-paralelas bien marcadas de 2 a 4 µm con microrrayados internos (fi-
gura 19.26 c), semejantes a los cortes experimentales hechos con lascas de
pedernal (figura 19.26 d).

Figura 19.26. Análisis de bordes de piezas de serpentina: pieza arqueológica a 10x (a) y 1000x (c),
comparada con el corte experimental con lascas de pedernal a 10x (b) y 1000x (d). Figuras de Emiliano
Melgar, Reyna Solís y Mario Monroy.

En las perforaciones con MO se observan rayones circulares concéntri-


cos alrededor de las horadaciones (figura 19.27 a), producto del empleo de
buriles o lascas aguzadas (figura 19.27 b). Al revisarlas con MEB estos rasgos
miden entre 2 y 4 µm de ancho (figura 19.27 c), los cuales son similares a las
horadaciones experimentales instrumentos de pedernal (figura 19.27 d).

650
19. caracterización mineralógica y tecnológica...

Figura 19.27. Análisis de perforaciones de piezas de serpentina: pieza arqueológica a 10x (a) y 1000x
(c), comparada con la horadación experimental con buril de pedernal a 10x (b) y 1000x (d). Figuras de
Emiliano Melgar, Reyna Solís y Mario Monroy.

El segundo patrón se presenta en las piezas de jadeíta y cuarzo verde, las


cuales con MO tienen las superficies muy brillantes con lustre vítreo (figura
19.28 a), producto de la aplicación de acabados como pulidos y bruñidos
(figura 19.28 b). Al analizarlas con MEB presentaron bandas difusas de 20
µm de espesor, así como líneas aisladas muy finas de 4 µm (figura 19.28 c),
semejantes a los desgastes experimentales hechos con caliza (figura 19.28
d). A mayores aumentos, se observaron sucesiones de líneas rectas-paralelas
muy finas y difusas de 1 a 2 µm de anchura con muchas texturas de partículas
(figura 19.28 e), las cuales se parecen a las obtenidas experimentalmente con
pulidores de jadeíta y bruñido con piel (figura 19.28 f).

651
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

Figura 19.28. Análisis de superficies de piezas de jadeíta y cuarzo verde: pieza arqueológica a 10x (a)
100x (c) y 1000x (e), comparada con el desgaste experimental con caliza, pulido con jadeíta y bruñido con
piel a 10x (b), 100x (d) y 1000x (f ). Figuras de Emiliano Melgar, Reyna Solís y Mario Monroy.

En los bordes con MO se aprecian líneas difusas (figura 19.29 a), pro-
ducto del empleo de herramientas líticas (figura 19.29 b), las cuales con
MEB miden entre 0.7 y 1.6 µm de anchura (figura 19.29 c) y coinciden con
los cortes hechos con lascas de obsidiana (figura 19.29 d).

652
19. caracterización mineralógica y tecnológica...

Figura 19.29. Análisis de bordes de piezas de jadeíta y cuarzo verde: pieza arqueológica a
10x (a) y 1000x (c), comparada con el corte experimental con lascas de obsidiana a 10x (b) y
1000x (d). Figuras de Emiliano Melgar, Reyna Solís y Mario Monroy.

Figura 19.30. Análisis de perforaciones de piezas de cuarzo verde y jadeíta: pieza


arqueológica a 10x (a) y 1000x (c), comparada con la horadación experimental con
polvo de pedernal y carrizo a 10x (b) y 1000x (d). Figuras de Emiliano Melgar, Reyna
Solís y Mario Monroy.

653
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

Las perforaciones con MO presentan las paredes lustrosas con algunos


rayones difusos (figura 19.30 a) producto del empleo de abrasivos (figura
19.30 b). Con MEB estos rasgos son líneas finas de 1 µm de anchura que
llegan a aglomerarse para formar rasgos de mayores dimensiones sobre una
textura rugosa (figura 19.30 c), similares a las obtenidas experimentalmente
al emplear polvo de pedernal y carrizo (figura 19.30 d).
2. El último patrón tecnológico se presenta solamente en las tres esferas de
travertino, las cuales tienen la superficie irregular con su estructura bandeada
muy visible (figura 19.31 a y b). Con MEB es posible apreciar bandas difusas
de 100 µm de espesor sobre una textura rugosa (figura 19.31 c), la cual se
parece a los desgastes con basalto y arena (figura 19.31 d).

Figura 19.31. Análisis de superficies de esferas de travertino: pieza arqueológica a 10x (a)
30x (b) y 100x (c), comparada con el desgaste experimental con basalto y arena y bruñido
con piel a 100x (d). Figuras de Emiliano Melgar, Reyna Solís y Mario Monroy.

Discusión de resultados

A partir de los resultados obtenidos con Micro-Raman y Microsonda de Rayos


X es posible apreciar una diversidad de materiales y procedencias entre los ma-

654
19. caracterización mineralógica y tecnológica...

teriales de Teopancazco, como los travertinos y serpentinas del Escudo Mixteco


en el estado de Puebla, o las jadeítas y cuarzos verdes del Valle del río Motagua,
en Guatemala, entre otros. Entre ellos destacan las piezas de jadeíta, cuya escasez
en Teotihuacan indica un acceso diferencial a dichos materiales procedentes de
yacimientos ubicados a más de mil kilómetros de distancia en línea recta. Al pa-
recer, su obtención, producción y consumo debieron estar controlados por las eli-
tes locales gobernantes teotihuacanas. Ello permite considerarlos como bienes de
prestigio (Brumfiel y Earle 1987: 3), que han sido definidos como artículos de lujo
inalienables o preciosidades para mantener las diferencias sociales que no eran
abundantes ni de fácil acceso, pues no entraban en circulación e intercambio libre
en los mercados, por lo cual su valor dependía de su escasez (Drennan 1998: 26-
28; Weiner 1992: 36; Manzanilla 1996: 21). Además, por tratarse de materiales
alóctonos, entre mayor era la distancia, más grande el valor que revestían; de igual
forma, la rareza del material podía ser más valiosa que la cantidad (Hohmann
2002: 4); algunos de ellos, considerados reliquias de la familia, generaban prestigio
por medio de su asociación con acciones e identidades específicas, así como por el
empleo de una tecnología específica y compleja (Blanton et al. 1996: 5).
Esta variabilidad de materiales pétreos parece resultado de un acceso dife-
rencial a determinados minerales de acuerdo con la relación que mantenían con
el aparato estatal. Ello puede deberse a que se ha planteado que el Estado teoti-
huacano controlaba y administraba la obtención, producción y distribución de al-
gunos materiales preciosos, como la mica y la jadeíta, teniendo para ello artesanos
dependientes y concentrados en talleres al servicio del aparato estatal. Al mismo
tiempo, permitía cierta libertad a los centros de barrio y sus talleres lapidarios para
adquirir materias primas foráneas, como concha, pizarra y otras piedras verdes,
para elaborar objetos para uso y consumo de las elites intermedias que regían
dichos barrios como el de Teopancazco (Manzanilla et al. 2011: 60-61; Rosales
y Manzanilla 2011: 132, 142; Manzanilla 2006b: 24-25, 36-37). Esta estrategia
política y económica del Estado favoreció y alentó la producción artesanal en los
numerosos y variados talleres ubicados en los barrios, pero también provocó que
estos grupos obtuvieran estos bienes preciosos por distintas vías fuera del control
estatal (Gómez y Gazzola 2011: 88). Por ello, no es de extrañar que los productos
elaborados presenten una gran variabilidad en morfología, materia prima, calidad
y/o tecnología al comparar la lapidaria entre los distintos barrios, y entre éstos y
los complejos palaciegos y edificios cívico-ceremoniales del gobierno central.
En el caso de las manufacturas que se pueden considerar de origen local
tenemos las vasijas de travertino y los objetos de serpentina y pizarra, los cua-
les comparten una misma tradición tecnológica. Ello llama la atención debido
a la diversidad geológica de sus lugares de obtención. Si a ello sumamos que en

655
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

contextos de Teopancazco se encontraron evidencias de producción de varios de


estos materiales, como lajas de andesita e instrumentos de pedernal, podemos
reforzar la propuesta de que estos objetos son manufacturas locales. Asimiso, cabe
destacar la importancia de los resultados obtenidos en el análisis tecnológico, ya
que la identificación precisa de las herramientas empleadas permite confirmar
y/o descartar los materiales que no se utilizaron en el trabajo lapidario, como los
metates de basalto de Teopancazco, cuyo análisis de residuos químicos ya había
determinado que estaban dedicados a la preparación de estucos, pigmentos y lacas
(Manzanilla et al. 2006; Manzanilla [ed.]-Valadez [coord.] 2017).

Figura 19.32. Análisis de figurilla de serpentinita de Pirámide de la Luna (a): huellas


de la superficie del mosaico de serpentinita a 100x (b) y 1000x (c), comparadas con huellas
de cuentas del collar de cuarzo y jadeíta que lo atavían a 100x (d) y 1000x (e). Figuras de
Emiliano Melgar y Antonio Alva.

En cuanto a la morfología de varias de las piezas, ésta ha sido considerada


de “estilo teotihuacano”, como los pendientes trapezoidales con muescas laterales;
llama la atención que los de piedra verde solamente estén elaborados en serpen-
tina de Tehuitzingo. Incluso, este mismo tipo de objetos se ha encontrado en
Teopancazco, pero hecho en otros materiales como pizarra, concha y hueso, por lo
cual este tipo de insignias podría ser resultado de una producción multiartesanal,
y señala la presencia de skeumorfismo o repetición de su morfología e iconografía.
También, la comparación tecnológica de este grupo de piezas lapidarias de
Teopancazco con otros objetos hechos en pizarra y serpentina de otros sectores
de Teotihuacan como Pirámide de la Luna, Templo de Quetzalcóatl y el Barrio
Oaxaqueño, ha permitido apreciar una similitud en las huellas de trabajo (López

656
19. caracterización mineralógica y tecnológica...

2006, 2011; Melgar 2009, 2017) (figura 19.32 a-c). Si a ello sumamos que muchas
de estas piezas son de “estilo teotihuacano”, como la figurilla hecha de mosaico
del Entierro 6 de Pirámide de la Luna (Melgar 2017: 122-123), los datos parecen
confirmar que todos estos objetos pertenecen a una misma tradición de manufac-
tura que podemos inferir como propia de la Ciudad de los Dioses.
De igual manera, la comparación de esta tecnología con la reportada en La
Ventilla, Tecópac y Tlajinga 33 (Gómez y Gazzola 2011; Turner 1988, 1992; Wid-
mer 1991) permite apreciar que las herramientas detectadas en Teopancazco di-
fieren en su mayoría con las propuestas para estos otros espacios productivos, y
solamente coinciden con algunas piezas de Xalla (Melgar et al. 2011). Por esto, sería
importante identificar cuáles son las herramientas diagnósticas de cada uno. Ello
abre la posibilidad de que puedan rastrearse los objetos elaborados por los distintos
talleres ubicados en la ciudad, aun cuando circularan en las plazas y/o mercados.

Figura 19.33. Desgastador de caliza con el que se trabaja la jadeíta, procedente de


Naachtún. Fotografía de Emiliano Melgar.

En contraste, las piezas de jadeíta y de cuarzo verde presentan otras huellas


de manufactura. Llama la atención que la mayoría de las herramientas identifica-
das, como lajas o metates de caliza (figura 19.33), polvo de pedernal o pulidores de
jadeíta, están ausentes en los contextos arqueológicos. Si a ello sumamos que no se
encontraron evidencias de producción de estos materiales, podemos suponer que
se trata de manufacturas hechas fuera de Teopancazco. Incluso parecen ser ajenas
a Teotihuacan debido a que en los estudios hechos en otras partes del sitio con-

657
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

firman la ausencia de estas herramientas (Gómez y Gazzola 2011; Turner 1988,


1992; Widmer 1991).
Sin embargo, hay otros contextos de Teotihuacan donde se han recuperado
objetos de jadeíta mezclados con otros minerales, como cuarzo y metadiorita, en
los cuales se han identificado estas mismas huellas de manufactura, como el collar
y orejeras que acompañaban a la figurilla de mosaico del Entierro 6 de Pirámide
de la Luna (Melgar 2017: 122-123) (figura 19.33 d y e).

Figura 19.34. Análisis de piezas de Monte Albán (a): superficie desgastada con basalto
y arena a 100x (b) y 600x (c), y desgaste experimental con basalto y arena a 600x (d).
Figuras de Emiliano Melgar, Reyna Solís y Gerardo Villa.

¿Por qué estos materiales de tonalidades verdes presentan similitudes tec-


nológicas con la jadeíta y a qué tradición de manufactura pertenecen? Debido a
que las evidencias arqueológicas de Teotihuacan parecen confirmar que se trata
de producciones foráneas, al comparar este patrón tecnológico con otras regiones
de Mesoamérica dio como resultado que se parece a los objetos producidos en los
talleres de jadeíta y otras piedras verdes (cuarzo verde, albita, ureyita, serpentina)
del área maya. Estas herramientas (metates de caliza, navajas de obsidiana, per-
foradores de pedernal y pulidores de jadeíta) han sido encontradas en los talleres

658
19. caracterización mineralógica y tecnológica...

ubicados en el río Motagua, en Cancuén y en Calakmul (Olmedo y González


1986: 88-95; Walters 1989: 254-256; Rochette 2009: 210-214; Kovacevich 2007:
74-86; Domínguez y Folan 1999: 643), lo cual se ha corroborado con la identifi-
cación de las huellas de dichas herramientas en piezas de jadeíta, albita y ureyita
del área maya, como el ajuar funerario de K´inich Janaab´ Pakal y Kan Mo´ Ix en
Palenque (Melgar et al. 2013), y en varias colecciones del Petén Central, como
Tikal, Cancuén, La Corona y El Perú Waká (Melgar y Andrieu 2016).
Ello podría indicar que las piezas de jadeíta y cuarzo verde de Teopancazco,
las cuentas del collar de fundación de Xalla, así como las cuentas y orejeras que
acompañan a la figurilla del Entierro 6 de Pirámide de la Luna podrían haber
sido manufacturadas en el área maya, las cuales llegaron por comercio o como
regalos especiales de las elites de aquella región a Teotihuacan. Además, estas
herramientas no son comunes en la mayoría de las piezas lapidarias del centro de
México que han sido analizadas con esta metodología, ya que antes de este estu-
dio solamente se habían identificado en materiales de jadeíta, por lo cual podría
reforzarse el planteamiento de que se trata de objetos pertenecientes a la tradición
de manufactura maya. Además, la presencia de huellas de obsidiana en los cortes
e incisiones de estos objetos, y la ausencia de pedernal en estas modificaciones
permite rastrear su probable zona de origen en el Petén con Tikal o alguno de
sus aliados o vecinos como indicios de las entradas teotihuacanas en esa región, al
mismo tiempo que podemos descartar objetos de Calakmul o el reino de Kaan, ya
que en este último predomina el uso del pedernal en el trabajo de la jadeíta y otras
piedras verdes (Melgar y Andrieu 2016).
También llaman la atención las esferas de travertino con huellas de basalto
y arena, que son únicas en la colección y comparten la tecnología identificada
en Monte Albán, que se caracteriza por el uso de abrasivos como la arena en las
superficies (figura 19.34). Incluso hay piezas similares de travertino en este sitio
zapoteco con esta manufactura (Melgar et al. 2010), por lo cual podrían ser ob-
jetos zapotecos que llegaron a la urbe teotihuacana. Curiosamente, aparecen en
los contextos más tardíos de Teopancazco de época Xolalpan tardío y Metepec
(Linda R. Manzanilla, 2017: comunicación personal).

Conclusiones

A partir de la información presentada se puede apreciar que en Teopancazco, uno


de los centros de barrio de la urbe teotihuacana, se recuperó material lapidario de
origen geológico y/o tecnológico foráneo. Se identificaron jadeítas, cuarzos verdes,
serpentinas, travertinos, mármoles, calizas y pedernales, entre otros. Los análisis

659
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

con Espectroscopía Micro-Raman y Microsonda de Rayos X permitieron deter-


minar que las jadeítas y cuarzos verdes proceden del río Motagua en Guatemala,
mientras que algunos minerales son del Escudo Mixteco, como los travertinos de
Tecali y San Antonio Texcala, o las serpentinas de Tehuitzingo. Estos datos, com-
binados con la tecnología detectada en las piezas, permiten enlazar a Teotihuacan
con aquellas regiones y abren nuevos panoramas de interacción entre regiones y la
circulación de los objetos y materias primas.
En el caso de los análisis tecnológicos, podemos destacar que se identificaron
tres patrones de manufactura (véase tabla 19.3):
1. El primer patrón se caracteriza por la marcada estandarización de las herra-
mientas empleadas en cada modificación de las piezas de serpentina, pizarra,
pirita y la mayoría del travertino, lo cual permite suponer que todas ellas
podrían haber sido manufacturadas en un solo taller lapidario, quizás en el
mismo barrio de Teopancazco o en algún otro sector de Teotihuacan. Esta
última idea de que se trate de objetos producidos localmente se refuerza
a partir de análisis tecnológicos similares aplicados a objetos lapidarios de
otros sectores de ese asentamiento, donde se han identificado las mismas
herramientas empleadas en esas modificaciones (Melgar 2006, 2009, 2017;
López 2011).
2. El segundo patrón se caracteriza por las herramientas empleadas en la elabo-
ración de las piezas de cuarzo verde y jadeíta, las cuales difieren de los demás
objetos por los desgastes con caliza y los pulidos con jadeíta. Se ha propuesto
que estas herramientas debieron ser empleadas en la elaboración de los obje-
tos de jadeíta y otras piedras verdes en los talleres ubicados en el río Motagua
y en Calakmul (Kovacevich 2007; Domínguez y Folan 1999), lo cual se ha
corroborado con la identificación de las huellas de dichas herramientas en
piezas de jadeíta del área maya (Melgar et al. 2013). Ello podría indicarnos
que podrían haber sido manufacturadas en el área maya y llegar por comercio
a Teotihuacan, donde fueron incorporadas como adornos personales o para
el culto religioso, o por lo menos esta diferencia tecnológica permite suponer
que no fueron elaboradas en el mismo taller que las demás piezas. Además,
estas herramientas no son comunes en la mayoría de las piezas lapidarias
del centro de México que han sido analizadas con esta metodología, ya que
solamente se han identificado en materiales de jadeíta, por lo cual podría
reforzarse el planteamiento de que se trata de objetos que fueron elaborados
por artesanos mayas (Melgar et al. 2013; Melgar y Andrieu 2016).
3. El último patrón está caracterizado por el uso de abrasivos como la arena en
las superficies coincide con los resultados obtenidos en piezas similares recu-
peradas en Monte Albán (Melgar et al. 2010), por lo cual podrían ser objetos

660
19. caracterización mineralógica y tecnológica...

foráneos de origen zapoteco, al igual que la mica originaria de aquella región,


y que señala interacciones entre ambas entidades políticas.

También se puede resaltar que los cuarzos verdes comparten una misma tra-
dición de manufactura con los objetos de jadeíta del área maya, lo cual permite
apreciar que los centros de barrio tuvieron acceso a estos materiales foráneos, los
cuales estaban fuera del control estatal y, por ello, contrastan con la mayor presen-
cia de jadeíta de color verde imperial en los contextos estatales. Esto puede deber-
se a que el Estado teotihuacano centró su control sobre algunos bienes preciosos,
como la mica y la jadeíta de color verde imperial, aunque, al mismo tiempo, per-
mitió cierta libertad a los centros de barrio y sus talleres lapidarios para adquirir
otras materias primas foráneas, como concha, pizarra y otras piedras verdes, para
elaborar objetos para uso y consumo de las elites intermedias que regían dichos
barrios (Manzanilla et al. 2011: 60-61; Rosales y Manzanilla 2011: 132, 142). Ello
estimuló la producción artesanal en estos talleres, pero también el abastecimiento
de estos bienes preciosos por distintas vías fuera del control estatal (Gómez y
Gazzola 2011: 88), lo cual queda reflejado en la gran variabilidad de los productos
elaborados entre los distintos barrios y los complejos palaciegos y edificios cívi-
co-ceremoniales del gobierno central.
Con esta perspectiva en mente sería interesante comparar estas piezas con
otros contextos teotihuacanos, para tratar de caracterizar con mayor precisión estas
variantes en materias primas, morfología y tecnología, y detectar si se mantienen
los patrones de manufactura identificados en las piezas de estilo “teotihuacano”,
“maya” o “zapoteco” dentro de la Ciudad de los Dioses o si hay otras tradiciones
de manufactura presentes y de dónde proceden.
Para finalizar, cabe señalar que este uso de varios minerales y piedras verdes
que son trabajados con las mismas técnicas y herramientas que la jadeíta, permite
apreciar que, para los artesanos prehispánicos, el color fue el principal atributo
para considerarlos un mismo material precioso, independientemente de su origen
o yacimiento.

Agradecimientos

Este trabajo no hubiera sido posible sin el apoyo y la colaboración de Adrián


Velázquez del Museo del Templo Mayor, de Mario Monroy, Gerardo Villa y An-
tonio Alva del Laboratorio de Microscopía Electrónica del Instituto Nacional
de Antropología e Historia, y de los integrantes del Taller de Arqueología Ex-
perimental en lapidaria (Hervé Monterrosa, Edgar Pineda, Viridiana Guzmán,

661
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

Adriana Soto, Marcos Reyes, Henri Bernard, Andrea Pérez y Laura Carrillo),
Cristina Zorrilla del Laboratorio de Materiales Avanzados del Instituto de Fí-
sica de la UNAM, así como al proyecto “Teotihuacan: élite y gobierno” dirigido
por Linda R. Manzanilla del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la
UNAM; a Ernesto González Licón por el acceso a los materiales lapidarios de
Monte Albán y a Chloé Andrieu y Juan Carlos Meléndez por las facilidades y
colaboración para analizar lapidaria maya de Guatemala.

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20. El uso de los moluscos marinos de Teopancazco
Adrián Velázquez, Norma Valentín,
Belem Zúñiga y Linda R. Manzanilla

Introducción

Los moluscos marinos fueron muy apreciados por los teotihuacanos, tanto a ni-
vel simbólico (véase murales de la ciudad) como a nivel del trabajo artesanal. Es
de esperarse que Teopancazco, como centro de barrio multiétnico fuertemente
vinculado con el océano (véase figura 3.2), tuviese una amplia variedad de estos
elementos en diferentes sectores funcionales. Aparecen tanto trabajados (figura
20.1 y figura 20.2) como sin trabajar (figura 20.3).

Figura 20.1. Mapa de Teopancazco con la distribución de los moluscos marinos con
evidencia de trabajo (mapa elaborado por Gerardo Jiménez y Linda R. Manzanilla).
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

Figura 20.2. Ejemplos de concha trabajada de Teopancazco (foto de Rafael Reyes).

Figura 20.3. Mapa de Teopancazco con la distribución de los moluscos marinos sin
evidencia de trabajo (mapa elaborado por Gerardo Jiménez y Linda R. Manzanilla).

674
20. El uso de los moluscos marinos de Teopancazco

De los 677 elementos de moluscos del centro de barrio de Teopancazco, 310


corresponden a la clase Gastropoda, de la que se han identificado 30 familias, 31
géneros y 50 especies; por otro lado, 367 se incluyen en la clase Bivalvia, con 14
familias, ocho géneros y 13 especies.
En relación con la procedencia, 130 ejemplares proceden de la provincia
malacológica caribeña, 95 de los cuales son gasterópodos y 30 son bivalvos. Por
otro lado, 248 son oriundos de la provincia malacológica panámica: 62 son gas-
terópodos y 103 bivalvos. Se hallaron 93 elementos de moluscos continentales,
entre ellos: 46 gasterópodos (uno dulceacuícola y 45 terrestres) y 46 bivalvos de la
familia Unionidae.
De 207 fragmentos no se pudo conocer la procedencia; de ellos 62 son gas-
terópodos, 98 son bivalvos y en 47 casos no fue posible llegar a ninguna identifi-
cación, más allá de saber que son moluscos.
Los resultados anteriores indican un predominio de los moluscos panámicos,
que representan 36.6% de la colección, sobre los caribeños (19.2%), los continen-
tales (13.7%) e incluso aquellos de los que se desconoce la procedencia (30.5%)
(tabla 20.1). Casi todas las especies identificadas tienen una amplia distribución,
ya sea en la costa pacífica como en la atlántica.

Tabla 20.1. Procedencia de los moluscos marinos de Teopancazco


GASTERÓPODOS BIVALVOS NI
PROCEDENCIA No No TOTAL
Trabajados Trabajados T NT
Trabajados Trabajados
Caribeña 25 65 1 29 120
Panámica 42 66 65 74 247
Ambas costas 2 2 - - 4
Marinos s/p 16 39 11 86 6 40 198
Dulceacuícolas 2 1 9 38 50
Terrestres - 46 - - 46
Anfibios 2 - - 2
TOTAL 87 221 86 227 6 40 667

La presencia de la concha en los sectores funcionales


de Teopancazco

1. Los sectores rituales: C6 y su templo al este


La gran plaza ritual C6 de tiempos Xolalpan tuvo un altar y un templo (véase
capítulo 3 de este volumen). En la gran plaza, que finalmente fungió como un re-

675
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

ceptáculo de desechos de varias épocas, se hallaron diversos elementos de concha,


pero destacaron los siguientes (figura 20.4): dos fragmentos de Spondylus princeps,
una incrustación de Pinctada mazatlanica, una incrustación en forma de colmillo de
Strombus gigas y un pendiente automorfo de Neritina virginea. Sin embargo, como
se observa en las figuras 20.1 y 20.3, hay muchos elementos concentrados en la pla-
za ritual C6, tanto trabajados como no-trabajados. Asimismo, se concentran en ella
varias trompetas de concha (figura 20.5) de Leucozonia cerata, Pleuroploca gigantea
o princeps, Polystira o Strombus. Sea que algunas se utilizaran como instrumentos
musicales (véase capítulo 4 de este volumen), o bien representaran instrumentos
musicales en los atuendos de quienes las sonaban, sin duda alguna la plaza ritual
principal de Teopancazco fue un lugar de festividades y representaciones.

Figura 20.4. Ejemplos de concha trabajada de la plaza ritual (C6) de Teopancazco


(foto de Rafael Reyes).

676
20. El uso de los moluscos marinos de Teopancazco

Figura 20.5. Trompetas de concha halladas en Teopancazco: 1: Leucozonia cerata,


2: Pleuroploca gigantea o princeps, 3: Polystira y 4: Strombus. (Mapa elaborado por
Gerardo Jiménez y Linda R. Manzanilla).

En el ritual de terminación de Tlamimilolpa tardío, ubicado en la esquina no-


roeste de la plaza ritual (C206), en el área de actividad 37B, se hallaron varios
caracoles y conchas (figura 20.6).

Figura 20.6. Conchas y caracoles hallados en el ritual de terminación AA37B de C206


(foto de Rafael Reyes).

677
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

Sin embargo, el uso ritual de los elementos de concha se observa de manera más
específica en la historia constructiva del templo ubicado en el lado oriental de la
plaza C6. En tiempos Tlamimilolpa (C313), en la subestructura de templo, se en-
contraron (figura 20.7) varios Spondylus sp y Spondylus princeps; varios elementos
de Pinctada mazatlanica; varios de Pleuroploca gigantea; varios de Cerithium ebur-
neum; varias Oliva sp; además de Leucozonia cerata, Crassostrea sp, Unio sp, Chama
echinata, Fissurella cf. barbadensis, Turbinella angulata, Bittium sp. Esta diversidad
de géneros y especies evidencia la importancia que los elementos marinos tenían
para la población temprana de Teopancazco.

Figura 20.7. Fragmentos de aro hallados en C313A AA225 (foto de Rafael Reyes).

En el nivel constructivo de Xolalpan temprano (C213, 213A y 213B), se hallaron


(figura 20.8): dos Pinctada mazatlanica; una incrustación en forma de diente de
Pinctada mazatlanica; Chama echinata, Spondylus princeps, Spondylus calcifer, Oliva
porphyria, Turbinella angulata, Anadara sp y Marginella cf. apicina.
Para la fase constructiva de Xolalpan tardío (C113), el templo albergó ejem-
plares de: Oliva porphyria, un pendiente de Oliva incrassata, Modulus modululs,
Thais floridana y Dinocardium sp. Se observa claramente una reducción drástica
de la variedad y cantidad de elementos marinos presentes, lo que evidencia la
contracción de las esferas de abasto de estos productos suntuarios (véase capítulo
21 de este volumen).

678
20. El uso de los moluscos marinos de Teopancazco

Figura 20.8. Nariguera de concha hallada en el templo principal de época Xolalpan


temprano (C213A) (foto de Rafael Reyes).

2. El sector ritual Tlamimilolpa al noreste


En tiempos Tlamimilolpa, hubo otra área ritual en el sector noreste (véase capí-
tulo 3 de este volumen). En el “templo decapitado” (C181B-261), hacia fines de
Tlamimilolpa, con un ritual de terminación que involucró también la presencia de
cabezas de individuos adultos jóvenes en vasijas tapadas con cajetes (Manzanilla
2012), se hallaron tres elementos en el área de actividad 207: un caracol Cerithidea
sp, un caracol Oliva scripta y un fragmento de Pinctada mazatlanica.
En varios espacios alrededor de este templo “decapitado” aparecieron ele-
mentos de concha, entre los que sobresalen varios pendientes: en C154C, una
trompeta de Leucozonia cerata y un caracol trabajado Fisurella sp; en C154C-169,
una valva de Fisurella sp; en C161, un pendiente de Neritina virginea; en C162
(figuras 20.9 y 20.10), una cuenta de Chama echinata, un fragmento de Pinctada
mazatlanica; 6 pendientes de Columbella fuscata; un pendiente de Oliva incrassa-
ta; en C162B, un pendiente de Agaronia propatula; en C162C, un fragmento de
Pinctada mazatlanica; en C162D, un fragmento de Pleuroploca gigantea y otro de
Spondylus princeps; en C162F (figura 20.11), un fragmento de Charonia variega-
ta (en el AA141) y una incrustación de Pleuroploca gigantea (en el AA198); en
C262B, un pendiente de Marginella pruinosum.

679
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

Figura 20.9. Concha de los cuartos del sector noreste C161, C162 y C162F
(foto de Rafael Reyes).

Figura 20.10. Concha de C162 (foto de Rafael Reyes).

680
20. El uso de los moluscos marinos de Teopancazco

Figura 20.11. Concha de C162F (foto de Rafael Reyes).

3. La “sastrería” y su espacio abierto contiguo


En Teopancazco, el área artesanal por excelencia (véase capítulo 10 de este volumen) fue la
“sastrería” (Manzanilla et al. 2011), una serie de espacios de confección de atavíos y tocados
para la élite intermedia del centro de barrio. La “sastrería” tuvo dos niveles constructivos im-
portantes en el periodo Xolalpan; bajo estos niveles, en Tlamimilolpa (C351A), se hallaron
dos elementos de Pinctada mazatlanica, una Oliva spicata y un Conus sp (figura 20.12).

Figura 20.12. Concha del cuarto C351A (época Tlamimilolpa) (foto de Rafael Reyes).

681
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

El nivel de “sastrería” de la fase Xolalpan temprano (C251 y C251A) tenía (figura


20.13): Cerithidea mazatlanica, Turbinella angulata y leucostoma, Fusinus sp, Pecten
sp, Pinctada mazatlanica (varias, más una incrustación), Pleuroploca gigantea (varias),
Unio sp, un pendiente automorfo de Marginella sp, Solecurtus cf. cumingianus. Con
esta variedad y cantidad de elementos marinos podemos imaginar la importancia
que tuvo la confección del atavío de los sacerdotes del barrio de Teopancazco que
aparecen representados en el mural principal del centro de barrio (véase figura 3.2).

Figura 20.13. Elementos de concha de la “sastrería” (C251) de época Xolalpan temprano


(foto de Rafael Reyes).

La “sastrería” de Xolalpan tardío (C151) tenía menos elementos (figura 20.14):


Cerithium eburneum, Oliva porphyria, Unionidae, un pendiente de Spondylus prin-
ceps y varios Spondylus sp.

Figura 20.14. Concha hallada en la “sastrería” (C151) de época Xolalpan tardío


(foto de Rafael Reyes).

682
20. El uso de los moluscos marinos de Teopancazco

Este sector de trabajo artesanal de la confección yace al oeste del muro peri-
metral del conjunto por el este. En el espacio abierto anexo al oriente (C244), en
Xolalpan se concentraron desechos de la labor de confección: Spondylus calcifer,
fragmentos de Spondylus princeps, una trompeta de Pleuroploca princeps, Chama
echinata y Chama sp, varios elementos de Fusinus sp, varios de Turbiniella angulata,
Oliva sp, Pinctada mazatlanica y Euglandina sp.

4. El sector al norte de la plaza ritual (varios cuartos C258)


Este sector pudo haber contenido un antiguo templo, pues se halló parte de su
fachada con tablero-talud. En la fase constructiva Tlamimilolpa, en C358D, se
halló una valva de Spondylus princeps. El nivel constructivo posterior (C258A y
C258B) (figura 20.15) tenía los siguientes elementos marinos: una incrustación
y un fragmento de Pinctada mazatlanica. En C258C se halló, en el AA103: un
fragmento de Pinctada mazatlanica, uno de Spondylus princeps y uno de Marginella
pruinosum; fuera del área de actividad, en dicho cuarto, se halló un pendiente de
Conus perplexus, un pendiente de Oliva scripta y una trompeta miniatura de Pleu-
roploca gigantea.

Figura 20.15. Concha hallada en C258A y C258 B


(sector al norte del patio ritual) (foto de Rafael Reyes).

683
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

En el último nivel constructivo (C158 y C158B) (figuras 20.16 y 20.17) se halla-


ron algunos elementos marinos, entre los que destacan en el AA77 de C158B: un
fragmento de Strombus gigas y una incrustación de Spondylus princeps.

Figura 20.16. Elementos marinos hallados en C158 (foto de Rafael Reyes).

Figura 20.17. Conchas halladas en C158B (foto de Rafael Reyes).

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20. El uso de los moluscos marinos de Teopancazco

Figura 20.18. Mapa de la ubicación de las cuentas en Teopancazco; 1: Spondylus, 2: Chama, 3: Pinctada
(mapa elaborado por Gerardo Jiménez y Linda R. Manzanilla).

685
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

Figura 20.19. Mapa general de los pendientes de concha de Teopancazco (mapa elaborado por Gerardo
Jiménez y Linda R. Manzanilla).

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20. El uso de los moluscos marinos de Teopancazco

5. El sector militar
En el sector militar ubicado al suroeste del conjunto se hallaron los siguientes ele-
mentos marinos; en C19: un pendiente de Pinctada mazatlanica, otro pendiente
de Jenneria pustulata encontrado en el AA3 y una trompeta de Pleuroploca gigan-
tea. En el momoztli o santuario C23, se encontró un pendiente de Pinna sp.

6. El área de las cocinas al norte del conjunto


Curiosamente, en la alineación de las cocinas-almacenes del norte (en especial en
C606) se halló un fragmento y un pendiente de Pinctada mazatlanica.

7. El sector residencial del suroeste


Por último, del sector residencial del suroeste (en Xolalpan), se obtuvieron los
siguientes elementos: en C18: un pendiente de Trivia sp, y otro pendiente de
Pteria sp; y en el nivel constructivo anterior, en C217, un pendiente de Pachychilus
indiorum.

Los objetos de concha de Teopancazco

Se encontraron piezas ornamentales, que se clasificaron como cuentas, pendientes,


incrustaciones y anillos, así como instrumentos musicales (trompetas).
Únicamente se hallaron cinco cuentas, cuatro de las cuales son de forma cir-
cular (figura 20.18) y fueron elaboradas en Spondylus princeps, Spondylus sp, Pinc-
tada mazatlanica y Chama echinata. La quinta es fitomorfa, representa a una flor
de tres pétalos y está hecha de Spondylus sp.
Se localizaron 31 pendientes y 11 fragmentos de ellos (figura 20.19) que
conservan la forma natural de la concha de la que se elaboraron. Uno es un frag-
mento de valva de Spondylus americanus, al que se le desgastó la superficie externa
y se le hizo una perforación acanalada. Los pendientes restantes se hicieron de ca-
racoles a los que únicamente se les confeccionó una perforación (11), o bien se les
despojó del ápex (1) o de la espira (17 y seis fragmentos), pudiendo presentar o no
una horadación. Estos objetos fueron elaborados de varias especies de gasterópo-
dos: Columbella fuscata, Conus daucus, Conus perplexus, Conus sp, Jenneria pustulata,
Oliva incrassata, Oliva scripta, Oliva spicata, Oliva sp, Olivella volutella, Olivella sp,
Persicula imbricata, Trivia sp. Se identificó una forma peculiar de pendiente, hecha
de un caracol dulceacuícola Pachychilus indiorum, al que se le desgastaron las caras
ventral y dorsal para formar una sección longitudinal. Sólo seis fragmentos más
de caracoles presentan perforaciones, pero no posible saber si les hizo alguna otra
modificación.

687
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

Trece pendientes tienen formas totalmente distintas a las de las conchas de las que
se elaboraron. Once son similares a figuras geométricas rectangulares (2), trape-
zoidales (7), semicirculares (1) y ovales (1). Están hechos de Pinctada mazatlanica
(figura 20.20), Pinna sp, Pteria sp, Spondylus princeps, Unio sp. Los dos restantes
son irregulares y están hechos de Pinctada mazatlanica y Unio sp.
Respecto de la cronología de los pendientes, en la figura 20.21 se puede ob-
servar el mapa de los de época Tlamimilolpa, concentrados en el sector norte-no-
reste; en la figura 20.22, los de época Xolalpan, que se ubican en el patio ritual y el
sector suroeste (militar y residencial) del conjunto, y son de especies muy variadas;
y por último, en la figura 20.23, los de la época Metepec, en el sector noreste, son
escasos y de pocas especies.

Figura 20.20. Ejemplos de pendientes de Teopancazco (foto de Rafael Reyes).

688
20. El uso de los moluscos marinos de Teopancazco

Figura 20.21. Distribución de los pendientes de época Tlamimilolpa (mapa elaborado por Gerardo
Jiménez y Linda R. Manzanilla).

689
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

Figura 20.22. Ubicación de los pendientes de época Xolalpan (mapa elaborado por Gerardo Jiménez y
Linda R. Manzanilla).

690
20. El uso de los moluscos marinos de Teopancazco

Figura 20.23. Localización de los pendientes de época Metepec (mapa elaborado por Gerardo Jiménez
y Linda R. Manzanilla).

691
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

Figura 20.24. Mapa de la ubicación de las incrustaciones de Teopancazco. El número 1 representa


géneros como Atirina, Pinna, Spondylus, Pleuroploca, Unio, Oliva y Strombus. El número 2 es para
Pinctada mazatlanica (mapa elaborado por Gerardo Jiménez y Linda R. Manzanilla).

692
20. El uso de los moluscos marinos de Teopancazco

Se encontró un fragmento de anillo de planta circular, con caras y paredes


rectas, hecho de concha no identificable debido a su mal estado de conservación.
Se hallaron 24 incrustaciones (figura 20.24), la mayoría tiene formas geomé-
tricas cuadradas (5), rectangulares (2), triangulares (1), trapezoidales (2) y circu-
lares (6); dos representan flores, una un colmillo, otra una tira de dientes y cuatro
son excéntricas. Están hechas de Atrina sp, Oliva sp, Pinctada mazatlanica, Pinna
sp, Pleuroploca gigantea, Spondylus princeps y Strombus gigas.
Se localizaron 37 caracoles de pequeño tamaño (entre 2 y 10 cm de largo), a los
que se les despojó por percusión de las primeras espiras, del labio externo y de parte
de la última involución del cuerpo. Se les ha clasificado como trompetas miniatura,
aunque es probable que no se pudiera producir sonido con ellas, sino que fueran ob-
jetos puramente votivos; 23 son de Leucozonia cerata, nueve de Pleuroploca gigantea,
una de Pleuroploca princeps, tres de Polystira sp y una de Strombus pugilis.
Además, 57 fragmentos presentan huellas de trabajo, como desgastes en su-
perficies y bordes, cortes, líneas incisas o perforaciones; en el caso de los caracoles
grandes, presentan marcas de percusión o parecen ser trozos desprendidos me-
diante esta técnica. Es probable que muchos de ellos sean piezas en proceso de
elaboración, que fueron descartadas por fallas. En algunos casos, ha sido posible
inferir que se trata de fragmentos de piezas que fueron reutilizadas. Las especies
identificadas son: Chama sp (1), Donax (1), Pinctada mazatlanica (27), Spondylus
princeps (14), Spondylus sp (2), Unionidae (4), bivalvo no identificable (1), Cha-
ronia variegata (1), Pleuroploca gigantea (4), Strombus gigas (1) y gasterópodo no
identificable (1).
La presencia de fragmentos con evidencias de trabajo, algunos de los cuales
se sabe que son piezas en proceso de elaboración, es un claro indicio de que en
el centro de barrio de Teopancazco se estaba llevando a cabo la producción de
objetos de concha. El análisis de las huellas de manufactura ha permitido saber
que los instrumentos empleados con este fin eran de origen local o son propios de
las tradiciones tecnológicas del centro de México: rocas volcánicas para desgastar
(riolitas, basaltos y andesitas); instrumentos afilados de obsidiana para efectuar
cortes, diseños incisos, calados y perforaciones acanaladas; perforadores de peder-
nal y pulidores de este mismo material (Velázquez et al. 2012)
Algunas piezas pueden considerarse manufacturas foráneas, posiblemente
llevadas a Teopancazco de otras regiones; tal es el caso de cinco pendientes de
caracol, que muestran huellas de haber sido desgastados con rocas areniscas y que
quizás procedan de la Huasteca (Velázquez et al. 2012).
Las evidencias de producción se localizan en su mayoría en la mitad norte del
centro de barrio. En algunos casos se encuentran en contextos claramente produc-
tivos; tal es el caso de la “sastrería”, tanto de la fase Xolalpan tardía (C151) como

693
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

de la fase Xolalpan temprana (C251). De la primera son dos fragmentos, uno de


Unionidae y otro no identificable, mientras que del segundo son siete: cuatro de
Pinctada mazatlanica, dos de Unionidae y uno de Pleuroploca gigantea.
Otros cuartos en los que se hallaron estas evidencias de trabajo son: 18, 158B
y 258C, 161, 162D y 262B, 179, 213A, 217, 237, 244, 313A, 363G, 367, 606; 17
de ellos forman parte de áreas de actividad. En algunos casos se encuentran en
claros contextos rituales, desde la fase Tlamimilolpa. Dos fragmentos de Pinctada
mazatlanica se hallaron en el interior de la fosa que contuvo tres individuos (en-
tierros 64, 78 y 87). De igual modo, en la gran fosa ubicada en el cuarto C358,
se localizó un fragmento de Spondylus princeps. Tres fragmentos de Pinctada ma-
zatlanica fueron hallados en el cuarto C313A (templo de la fase Tlamimilolpa).
Por último, un fragmento de Pinctada mazatlanica fue depositado como parte del
ritual de terminación, llevado a cabo al final de la fase Tlamimilolpa (350 d.C.),
en la plaza central. De la transición entre fases Tlamimilolpa y Xolalpan procede
un fragmento trabajado de Charonia variegata localizado en la fosa en donde fue
hallado el entierro de un infante, inhumado sobre un plato y cubierto por una olla.
En el cuarto C258C se encontró una concentración de materiales con fun-
ción ritual, depositada en la fase Xolapan temprano; entre ellos estaban dos frag-
mentos de Spondylus princeps y uno de Pinctada mazatlanica. De esta misma época
son un fragmento de Spondylus princeps y otro de Charonia variegata, que se lo-
calizaron en el interior del altar del patio principal. En el fogón asociado al área
de producción artesanal del cuarto C162B, se encontró un fragmento de Pinctada
mazatlanica. En el enterramiento de los cuartos C162C y D se halló otro frag-
mento de Pleuroploca gigantea. Por último, asociado al entierro 23, en el cuarto
C158B, se encontró un fragmento trabajado de Strombus gigas.

Comentarios finales

Existen elementos marinos en claras asociaciones rituales en antiguos templos y


en la plaza principal de Teopancazco, así como en el altar del conjunto. Asimismo,
hay claras evidencias de trabajo de pendientes, incrustaciones y otros elementos de
concha que se engarzaban en las mantas de algodón, como se observa en el mural
principal del conjunto; las evidencias de trabajo se concentran en la mitad norte de
Teopancazco. Cinco de los pendientes pudieron ser manufacturas foráneas, parti-
cularmente de la Huasteca. Asimismo hay objetos votivos (trompetas miniaturas).
Por último, algunos elementos de concha se hallaron asociados a entierros.

694
20. El uso de los moluscos marinos de Teopancazco

Bibliografía

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2012 Introducción. Teopancazco, un centro de barrio multiétnico de Teotihuacan,
Linda R. Manzanilla (ed.), Estudios arqueométricos del centro de barrio de Teo-
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dad de México: 17-66.

Manzanilla, Linda R., Raúl Valadez, Bernardo Rodríguez, Gilberto Pérez Roldán, Johan-
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2011 Producción de atavíos y tocados en un centro de barrio de Teotihuacan. El
caso de Teopancazco, Linda R. Manzanilla y Kenneth G. Hirth (eds.), La
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cional Autónoma de México, México: 59-85.

Velázquez Castro, Adrián, Norma Valentín Maldonado y Belem Zúñiga Arellano


2012 Capítulo VIII. Análisis con MEB de las huellas de manufactura de los ob-
jetos de concha de Teopancazco, Linda R. Manzanilla (ed.), Estudios ar-
queométricos del centro de barrio de Teopancazco en Teotihuacan, Coordinación
de Humanidades-Coordinación de la Investigación Científica, Universidad
Nacional Autónoma de México, México: 285-310.

695
21. Teopancazco y el intercambio a larga distancia
Mijaely Antonieta Castañón Suárez

Introducción

Entender los sistemas de distribución e intercambio de los materiales foráneos


encontrados en el área que ocupó la antigua ciudad de Teotihuacan es una tarea
ardua, y posiblemente interminable, debido a la dimensión de la antigua ciudad
(20 km2) y a la ocupación prolongada del sitio, que inició en el 500 a.C., con las
aldeas de la fase Cuanalan, perduró hasta el 1150 d.C. con el fin la fase Mazapa
y posteriormente tuvo un asentamiento azteca entre el 1325 al 1521 d.C. (Man-
zanilla 2011). Por otro lado, la composición multiétnica de la ciudad también ha
generado dificultades para entender la conformación de la estructura social en su
totalidad, ya que debe de haber dado lugar a la formación de microestructuras
sociales al interior de la urbe, las cuales se incorporaron, adaptaron e incluso pu-
dieron generar transformaciones.
La incorporación de materiales foráneos en Teotihuacan inició en las fases
más tempranas debido a que desde el periodo Formativo existían redes de in-
teracción entre el altiplano central y las otras regiones de Mesoamérica (López
y López 2001). La introducción de materiales alóctonos presentó cambios a lo
largo de las diferentes fases ocupacionales de Teotihuacan, como consecuencia de
las transformaciones en la estructura política, demográfica, económica y social de
la ciudad, así como por las formas y grados de interacción entre Teotihuacan y las
otras regiones de Mesoamérica a través del tiempo.
Para esta investigación se comparó la distribución y concentración de los
distintos materiales foráneos reportados y contabilizados en Teotihuacan en 36
sitios, distribuidos a lo largo y ancho de la antigua ciudad. Para poder observar los
cambios diacrónicos se analizaron los materiales en función de la cronología de
los contextos, y a partir de esto se confirmó que sí hay cambios en la distribución
de los materiales entre fases. En este texto se muestran las dificultades que se
presentaron al analizar la distribución y concentración de los materiales. Se seña-
la el rol que jugaron los barrios foráneos y Teopancazco (un barrio multiétnico)
(Manzanilla 2012; véase capítulo 16 de este volumen), dentro del desarrollo del
intercambio y distribución de materiales al interior de la ciudad.
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

Los problemas en el estudio de los materiales

Existen varias problemáticas al estudiar la distribución de los materiales foráneos.


En primer lugar, la dificultad para comparar datos entre distintos sitios. Teotihua-
can es uno de los sitios arqueológicos más estudiados; durante más de un siglo de
intervenciones han participado innumerables investigadores y escuelas de arqueo-
logía, que si bien han aportado datos muy importantes para la construcción del
conocimiento actual de la zona, también han empleado metodologías muy distintas
en el registro arqueológico, el análisis y la clasificación de los materiales, así como
el manejo de los datos, debido a los objetivos particulares de cada proyecto; sin em-
bargo, al no existir un convenio que establezca criterios básicos de registro, análisis
y manejo de información, que permitan comparar, contrastar e intercambiar datos
(lo que haría aún más ricas las interpretaciones y favorecería el diálogo entre acadé-
micos), es más difícil entender las dinámicas de interacción al interior de la ciudad.
En segundo lugar, hace falta realizar más estudios sobre materiales. Pocas
veces se analiza la totalidad de los materiales recuperados en excavaciones por
diversas razones (recursos, tiempo, intereses académicos, etcétera), por lo que se
le da prioridad a ciertos objetos frente a otros. A menudo se le da preferencia a
la cerámica; por esta razón se tiene información precisa y ordenada de datos es-
tadísticos y tipológicos, con los que se pueden hacer los análisis de distribución
al interior de los sitios y compararlos con otros. Sin embargo, es frecuente que en
los sitios donde se realizó un excelente estudio cerámico se omite la información
sobre otros materiales como la lapidaria y los objetos de concha, cuyas referencias
se reducen a indicar la presencia de dichos objetos, y se excluye la información
cuantitativa y cualitativa, lo que dificulta comparar datos entre sitios para averi-
guar las estrategias de distribución de los materiales foráneos al interior de la ciu-
dad. Desafortunadamente al término de los proyectos de investigación, muchos de
estos materiales no se vuelven a analizar, salvo en raras ocasiones. También es im-
portante señalar que no hay suficientes estudios arqueométricos de procedencias.
Por otro lado, en algunos sitios hay informes y publicaciones que aportan
datos muy precisos sobre la lapidaria u objetos marinos: cantidad, ubicación espa-
cial, información estadística, que pueden estar acompañados con los resultados de
algunos estudios arqueométricos para identificar fuentes de materias primas; sin
embargo, en muchos de estos casos, la información que aportan sobre las cerámi-
cas foráneas es poca, nula o le falta información contextual y/o cronológica. Como
consecuencia de estas dos situaciones, tenemos gran cantidad de datos que no
pueden ser contrastados entre sí, por lo que no es posible elaborar análisis estadís-
ticos que muestren cuán significativas eran las diferencias en las concentraciones
de materiales entre sitios o si existían patrones de distribución.

698
21. teopancazco y el intercambio a larga distancia

Otro de los problemas graves al que nos podemos enfrentar en Teotihuacan,


así como en la arqueología en general, es la desvinculación de los datos contex-
tuales obtenidos en las excavaciones con respecto a los datos extraídos a partir del
análisis de gabinete. La información obtenida se maneja de forma aislada, en lugar
de ser integrada para poder realizar mejores interpretaciones sobre el uso del espa-
cio; hay que observar los cambios en cuanto a presencia y concentración de ciertos
objetos o materiales, y obtener una mejor visión sobre su obtención, distribución,
cambios estilísticos y secuencia cronológica en relación a los diferentes niveles
ocupacionales. Son muy pocos los investigadores que vinculan todos estos datos.
Esto provoca severos problemas al tratar de correlacionar los datos estadísticos de
los materiales con las secuencias ocupacionales.
Por último, se puede agregar la falta de fechamientos absolutos de los contex-
tos excavados, en especial los anteriores a los años setentas y algunos posteriores.
En muchos casos, los materiales recuperados fueron contextualizados dentro de
periodos muy largos, de hasta 500 años, lo que impide identificar los cambios
en la incorporación de materiales a lo largo del tiempo. Al revisar las propuestas
ocupacionales de algunos sitios, se observa que muchas fueron planteadas a partir
los niveles constructivos y/o materiales asociados, pero son pocos los sitios cuyas
cronologías están basadas en fechamientos absolutos. Por otro lado, hay sitios que
tienen fechamientos absolutos y presentan ocupaciones prolongadas durante dis-
tintas fases; sin embargo, durante el análisis de gabinete no se vinculó la informa-
ción cronológica de los contextos excavados con la de los materiales arqueológicos,
pues se analizaron como si todos vinieran de un mismo contexto. Por lo tanto, a
los materiales se les ha asignado un lapso muy grande, lo cual impide observar los
cambios en la dinámica de los objetos a través de tiempo. Un ejemplo de ello son
algunos contextos del Conjunto ID de la Ciudadela; en este sitio se realizaron
excelentes estudios de los materiales lapidarios que, sin duda, han aportado mucho
sobre fuentes de materias primas. Sin embargo, algunos materiales son asociados a
una temporalidad Miccaotli-Xolalpan, es decir, casi 500 años de ocupación y tres
fases cronológicas; esto impide entender los cambios en la dinámica de la incor-
poración de materiales foráneos.
Otro problema que en general se presenta en la arqueología mesoamericana
es el menosprecio hacia el trabajo de gabinete. No se suele asociar el trabajo de
campo y el de gabinete como dos etapas de la misma investigación, intrínseca-
mente dependientes entre sí y complementarias; mientras que el trabajo de cam-
po aporta la información contextual, arquitectónica, cronológica (si se obtienen
fechamientos), en el trabajo de gabinete se obtienen los datos para entender el
desarrollo social, político, económico y cultural de las antiguas sociedades, pues
brinda información sobre vida cotidiana, interacciones, intercambio, etcétera, todo

699
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

lo cual, sin duda, se debe contextualizar en los datos que se obtienen durante el
trabajo de campo (a través de un buen registro).
Una última problemática de suma importancia que enfrenta el estudio de las
interacciones es la deficiente o nula comunicación entre los investigadores de las
diferentes regiones de Mesoamérica, y con ello el desconocimiento del desarrollo
particular de cada sitio o región designada como área de interacción con Teoti-
huacan, lo cual puede dar pie a malas interpretaciones, cometer errores cronoló-
gicos, forzar datos o dejar de lado información valiosa que ayudaría a entender
las interacciones entre las diferentes regiones o sitios. Dos ejemplos de ello son
los errores de anacronía en la cerámica fina asociada a un origen en las costas del
Golfo (reportada en Xocotitla, y algunos ejemplos en el conjunto TL7)1 (Daneels
1993-1994), o algunos elementos de “Occidente” encontrados en Teotihuacan. Lo
mismo sucede fuera de Teotihuacan con las interpretaciones de elementos teoti-
huacanos en otras regiones de Mesoamérica.

Materiales y métodos

A continuación se muestra el resultado del análisis de la distribución espacial y tem-


poral de materiales foráneos recuperados en diferentes sitios excavados en Teotihua-
can,2 con el objetivo de hacer una propuesta sobre los cambios en la incorporación de
materias foráneas en la ciudad a lo largo del tiempo, para tener una perspectiva más
clara de las áreas con las que Teotihuacan interactuaba, el grado de interacción y los
cambios que se dieron a través del tiempo. Para poder llevar a cabo esta investigación,
fue necesario hacer una recopilación, la evaluación y el análisis de datos obtenidos
durante las excavaciones de 42 sitios a lo largo de aproximadamente noventa años
de investigación. Los datos se organizaron y evaluaron para poder ser comparables;
sin embargo, por las problemáticas antes señaladas y la falta de un buen registro, los
materiales de algunos sitios no se lograron contextualizar en tiempo y espacio, por lo
que nos vimos obligados a reducir a 36 el número de sitios evaluados.

1 
No toda la cerámica del Golfo de México resulta anacrónica, únicamente la de tipo “P”.
2 
Atetelco, Yayahuala, Zacuala, Tetitla, Tlamimilolpa, Xolalpan, los conjuntos 1D y 1E del Com-
plejo Templo de la Serpiente Emplumada, el Conjunto 5’ del Complejo Pirámide de la Luna, el
Conjunto Plaza Oeste, el Grupo Viking, la Plaza 1 de Oztoyahualco y el conjunto Oztoyahualco
15B:N6W3, el sitio 19:N1W5, el 22:N1W6, algunos pozos de salvamentos en el sector occidente
de la ciudad (muy próximos a los dos sitios anteriores), el Barrio de los Comerciantes (sitios La
Nopalera, Xocotitla y Mezquititla), el Barrio Oaxaqueño o Tlailotlacan (conjuntos TL1, TL2, TL6,
TL7, TL9, TL11, TL67, TL69), el Barrio de La Ventilla (conjuntos La Ventilla A, La Ventilla B,
La Ventilla C, Frente 1, Frente 2, Frente 3 y Frente 4); Xalla y Teopancazco.

700
21. teopancazco y el intercambio a larga distancia

Se realizó una exhaustiva revisión bibliográfica: informes técnicos de exca-


vaciones arqueológicas y proyectos de investigación; se rastrearon y revisaron las
publicaciones que aportaban información sobre la contextualización de los mate-
riales, los niveles y sistemas constructivos, así como los resultados del análisis de
gabinete, estudios arqueométricos de procedencia de materiales y resultados de los
fechamientos de los contextos. A partir de ello, se contextualizaron y organizaron
temporal y espacialmente los materiales reportados en excavaciones. Los sitios y
los materiales reportados fueron analizados por cronología para poder observar
los cambios en la adquisición y distribución de materiales foráneos. La división
cronológica se realizó en función de los cambios en la incorporación de materiales
a la ciudad. Por este motivo, en algunos casos se unieron dos fases:
1. Las fases Patlachique (100-1 a.C.) y Tzacualli (1-100 d.C.) se tuvieron que
analizar de manera conjunta, pues en lo referente a la información contextual
no hay mucha diferencia entre cada una de ellas.
2. Fase Miccaotli (100-200 d.C.) y la transición Miccaotli-Tlamimilolpa tem-
prano.
3. Fases Tlamimilolpa (200-350 d.C.) y Xolalpan (350-550 d.C.).
4. Fase Metepec (550-650 d.C.).
5. Transición Xolalpan tardío- Metepec.
6. Fase Coyotlatelco (600/650-900 d.C.).3

Los sitios estudiados se dividieron en seis grupos con el objetivo de identifi-


car diferencias o patrones de distribución de recursos respecto a la jerarquización
de los mismos en:
a) Sitios asociados a los complejos arquitectónicos de los templos principa-
les: Conjunto 5’ del Complejo Pirámide de la Luna, los conjuntos 1D y 1E
pertenecientes al Complejo del Templo de la Serpiente Emplumada, y el
conjunto palaciego de Xalla.
b) Sitios localizados en el área central cívico-religiosa, es decir, ubicados al-
rededor de la Calle de los Muertos: Conjunto Plaza Oeste y Grupo Viking.
c) Sitios localizados en el área central de la ciudad pero fuera del área cívi-
co-religiosa: Yayahuala, Zacuala, Tetitla, Atetelco y La Ventilla (conjuntos
La Ventilla A, La Ventilla B, La Ventilla C, Frente 1, Frente 2, Frente 3 y
Frente 4).
d) Sitios teotihuacanos localizados fuera del área central, en la periferia: Oz-
toyahualco 15B y la Plaza 1 de Oztoyahualco, Xolalpan y 22:N1W6.
e) Un centro de barrio multiétnico de la periferia: Teopancazco.

3 
Basándonos en la cronología de Manzanilla (2011).

701
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

f ) Por último, los barrios foráneos localizados en la periferia de la ciudad:


diferentes conjuntos del Barrio Oaxaqueño o Tlailotlacan (conjuntos TL1,
TL2, TL6, TL7, TL9, TL11, TL67, TL69), los tres conjuntos del Barrio de
los Comerciantes (sitios La Nopalera, Xocotitla y Mezquititla), Tlamimilol-
pa y el conjunto 19:N1W5.

Para facilitar el estudio, se trató de elaborar una regionalización de la proce-


dencia de algunos materiales reportados, a partir de datos obtenidos en estudios
arqueométricos previos, así como ciertos estudios que se hicieron sobre yacimien-
tos potenciales de materias primas (para el caso de varios objetos de lapidaria). De
este modos se agruparon los materiales en nueve grupos o áreas de procedencia:
(1) Área maya (cerámica maya y ámbar). (2) Oaxaca (cerámica oaxaqueña y las
imitaciones locales, la mica). (3) Occidente (cerámica y obsidiana de Zinapécua-
ro). (4) Región Puebla–Tlaxcala, que incluye la cerámica Anaranjado Delgado y
los travertinos (o tecalli); de este último se localizó una fuente justo en el munici-
pio de Tecali, Puebla, muy cercana a Tepexi de Rodríguez, área donde se elaboraba
la cerámica Anaranjado Delgado (Rattray y Galguera 1993; Panczner 1987). (5)
Morelos y norte de Guerrero (cerámica Granular); en esta región se podían haber
mencionado las piedras verdes u otros objetos lapidarios; sin embargo, como exis-
ten varias fuentes, se optó por manejarlos por separado. (6) Costas del Golfo de
México; aquí se agrupa la cerámica del Golfo de México y otros materiales pere-
cederos provenientes de esta región, como las evidencias de los peces encontradas
en Teopancazco (Manzanilla 2007, 2012). (7) Región fronteriza entre el Estado
de México, Michoacán y noroeste de Guerrero; en esta área se encuentra la mayor
cantidad de fuentes de pizarra y pirita; desde nuestro punto de vista, esta región
debería ser estudiada con mayor detenimiento y debería dársele mayor importan-
cia, en consideración al papel que juega en el intercambio con Teotihuacan, ya que
durante casi todas las fases aquí estudiadas, la pizarra y la pirita son materiales que
están presentes todo el tiempo; además, esta área podría ser un punto de paso o
importante para poder establecer una interacción con el resto de Occidente, pues
muy cerca se localiza la cuenca de Cuitzeo. (8) Se manejó como otra categoría a
las “piedras verdes”, aunque no corresponden a un área geográfica sino a un ma-
terial (véase capítulo 19 de este volumen), ya que existen varias fuentes de piedras
distribuidas por toda Mesoamérica. Las primeras fuentes identificadas fueron las
de Motagua, Guatemala; sin embargo, ahora sabemos que hay varios yacimientos
en otras regiones como en Oaxaca, Guerrero y Michoacán (Cabrera 1995; Ro-
bles et al. 2008, 2011; Melgar et al. 2012, en prensa; Ruvalcaba et al. 2008). (9)
Finalmente, como último grupo, colocamos las conchas y objetos marinos (véase
capítulo 20 de este volumen), que al igual que las piedras verdes, no corresponden

702
21. teopancazco y el intercambio a larga distancia

a un espacio geográfico, pero decidimos manejarlo así debido a que existen varias
fuentes prácticamente en todas las costas de Mesoamérica y, también, porque la
gran mayoría de los objetos recuperados no tienen identificadas ni las especies ni
las áreas de extracción (véanse tablas 21.1 y 21.2, 21.3, 21.4).

Tabla 21.1. Sitios donde fue reportada la lapidaria foránea reportada en Teotihuacan.
Los sitios que presentan una mayor concentración de objetos tienen el signo “+¤” .

703
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

Tabla 21.2. Cerámica foránea o imitaciones foráneas reportadas en Teotihuacan:


sitios donde fue reportada.

704
21. teopancazco y el intercambio a larga distancia

Tabla 21.3. Materiales mineralógicos reportados en Teotihuacan y los yacimientos que han sido
identificados. A pesar de que tienen un origen geológico diferente, se manejan como un mismo rubro porque
en el registro arqueológico no se hizo una diferenciación.

705
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

Tabla 21.4. Materiales cerámicos reportados en Teotihuacan:


áreas de producción y distribución.

706
21. teopancazco y el intercambio a larga distancia

Las fases tempranas (Patlachique y Tzacualli)

Las fases tempranas de Teotihuacan no se han estudiado lo suficiente debido a


que son pocos los contextos excavados correspondientes a estas fases y son aún
menos los contextos con fechamientos absolutos; además, de los contextos que se
revisaron de estas fases, casi ninguno tuvo un buen registro y la mayoría de los ma-
teriales están asociados a periodos de ocupación muy largos. Las fases Patlachique
(100-1 a.C.) y Tzacualli (1-100 d.C.) se analizaron de manera conjunta, pues res-
pecto a información contextual no hay mucha diferencia entre cada una de estas.
Hasta ahora se ha planteado que durante las fases cerámicas Patlachique
(100-1 a.C.), y Tzacualli (1-100 d.C.) se realizaron las edificaciones de la mayoría
de las obras monumentales en el interior de la ciudad, lo que culminó con el inicio
de las primeras etapas de construcción de las pirámides del Sol, de la Luna y del
Templo de la Serpiente Emplumada. Las últimas etapas constructivas conclu-
yeron hasta la fase Tlamimilolpa temprano. También se propone que de la fase
Patlachique a la Miccaotli se caracterizó por la construcción de los complejos de
tres templos (Millon 1977; Cowgill 2009).
Los materiales foráneos reportados asociados a estas fases sólo aparecen en
Oztoyahualco Plaza 1 (fase Tzacualli temprano). La lista de materiales está con-
formada por piedras verdes y pizarra; sin embargo, la cronología de los contextos
es cuestionable. En 1951, Cook de Leonard le adjudicó una temporalidad Tzacua-
lli temprano (Rattray 1997); Manzanilla señala que cuando excavó el sitio Oz-
toyahualco 15B, ubicado un poco más al oeste, no encontró contextos primarios
anteriores al Tlamimilolpa (Manzanilla 1996).

Fase Miccaotli y la transición Miccaotli-Tlamimilolpa temprano


Los sitios pertenecientes a la fase Miccaotli (100-200 d.C.) están mejor contex-
tualizados que las fases anteriores. Muchos de los sitios revisados tenían asignada
una ocupación continua de la fase Miccaotli al periodo transicional entre la fase
Miccaotli y la Tlamimilolpa temprano. Por tal motivo, en este texto se manejan los
datos de todo ese periodo en el mismo grupo, debido a que los fechamientos de
muchos de los contextos revisados no hacen una división entre ambas.
Millon propone que la fase Miccaotli fue la etapa constructiva más impor-
tante, y Cowgill plantea que muchas de las obras que se iniciaron en este periodo
fueron concluidas hasta la fase Tlamimilolpa tardío (Millon 1973; Cowgill 2009).
Ambos autores proponen que durante la fase Miccaotli se realizaron las cons-
trucciones del Palacio del Sol, los cuerpos adicionales a las pirámides del Sol y la
Luna, la construcción del Grupo Viking y el oeste de esta estructura, la delimita-
ción de la Calle de los Muertos, de la Plaza de la Luna hasta el Gran Conjunto

707
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

(Millon 1973), la construcción la Ciudadela y la construcción del Complejo 5 y


5´ a los costados de la Pirámide de la Luna, entre otros edificios (Cowgill 2009).
Para esta fase (Miccaotli), hay fechamientos absolutos en algunos entierros del
Barrio Oaxaqueño y en la Pirámide de las Serpiente Emplumada (Rattray 2009).
En el conjunto Grupo Viking, se recuperó cerámica Anaranjado Delgado,
estucada, y un apisonado de mica de 1.40 m de largo por 2.80 m de ancho. Sin
embargo, no es muy claro el registro contextual y cronológico; Millon y Cowgill
propusieron que se edificó en la fase Miccaotli (Millon 1977; Cowgill 2009). Ba-
sado en sus excavaciones de 1942 y 1943, Armillas aseguraba que es contemporá-
neo al Conjunto 5 y 5’, es decir, anterior a las fases Tlamimilolpa y Xolalpan (Ar-
millas 1950: 51-52); más adelante, con base en el radiocarbono, Rattray propone
una reocupación en la fase Tlamimilolpa temprano (Rattray 2009). Es probable
que el apisonado de mica corresponda a un contexto Tlamimilolpa temprano, ya
que en las fases anteriores no era un material muy frecuente.
Durante el periodo Miccaotli y el periodo transicional con Tlamimilolpa,
la mayoría de los materiales foráneos reportados se encontraron en las ofrendas
fundacionales de los conjuntos, la mayoría localizados en el área cívico-ceremonial
de Teotihuacan, en los conjuntos asociados a los templos principales (Conjunto 5’,
Xalla y la Pirámide de la Serpiente Emplumada), o en los conjuntos habitaciona-
les del área central (pero fuera del área cívico-ceremonial): las fases más tempranas
de Atetelco,4 y los Frentes 1 y 2 de la Ventilla. Se reporta la presencia de algunos
tiestos de cerámica oaxaqueña en el conjunto TL7 del Barrio Oaxaqueño (Rattray
1993), así como la presencia de las cerámicas Anaranjado Delgado, Granular y del
Golfo (del tipo Lustrosa, la cual únicamente se ubicó en el Conjunto 5’ que forma
parte de un complejo de tres templos), y también la presencia de concha, pirita,
pizarra, mica y piedras verdes.
En esta fase (figura 21.1), los materiales que generalmente aparecen juntos
son: pizarra y en algunos casos pirita (cuyas fuentes principales se encuentran en
la división entre los Estados de México, Michoacán y Guerrero); piedras verdes
y concha (cuyas fuentes pueden ser varias, aunque en el caso de las piedras verdes
hay fuentes reportadas en Michoacán, Guerrero y Oaxaca); puede ser que algunos
de estos materiales llegaran juntos a Teotihuacan. También se reporta la presencia
de cerámica Granular en el Conjunto 5’ y cerámica Anaranjado Delgado en el
Grupo Viking y en el Frente 2 de La Ventilla.

4 
Armillas y Séjourné asociaron el sitio Atetelco a las fases tempranas por cronología cerámica,
pero en las excavaciones de Cabrera y Gómez se reportan contextos más tardíos.

708
21. teopancazco y el intercambio a larga distancia

Figura 21.1. Distribución de los materiales foráneos en la fase Miccaotli.

Como ya señalaba Rattray, la cerámica Anaranjado Delgado y la Granular


empezaron a aparecer en la ciudad desde las fases más tempranas aunque en muy
pequeñas proporciones. La cerámica Granular fue la primera en aparecer; se re-
porta desde la fase Patlachique, mientras que la cerámica Anaranjado Delgado
apareció a partir de la fase Miccaotli (Rattray 1973). En los contextos del periodo
transicional Miccaotli-Tlamimilolpa temprano en el Conjunto 5’, se tienen los
primeros reportes de cerámicas de las costas del Golfo (en particular del tipo Lus-
troso) (Daneels 1993-1994).
Sobresale, en gran medida, la gran cantidad de material malacológico repor-
tado –cantidad que no se vuelve a repetir en otros conjuntos en fases posteriores–
que está asociado a edificios vinculados con los templos principales (Pirámide de
las Serpiente Emplumada y Grupo 5’ del Complejo Pirámide de la Luna) (Cabre-
ra, O. 1995; Daneels 1993-1994; Castañón 2014).

709
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

Podemos decir que, para esta fase, el uso y distribución de materiales forá-
neos se concentra en los conjuntos asociados a los templos, posiblemente no con
el sentido de concentración y redistribución, pero sí con una funcionalidad de
carácter ritual. El tipo de materiales, su cantidad y distribución, parece indicar
que para este periodo era muy limitado el rango de interacción con otras regiones,
y eran incorporados a la ciudad para poder depositarlos en contextos específicos
(ofrendas fundacionales y entierros).
Desde este periodo es importante la zona fronteriza entre los actuales Estado
de México, Michoacán y Guerrero, por la presencia de fuentes de pizarra, pirita, y
quizás como un punto de tránsito para poder acceder a las piedras verdes o con-
chas que pudiesen provenir de Tierra Caliente y de las costas de Pacífico. En este
periodo se introducen los primeros materiales de Oaxaca, lo que puede indicar
que para estas fechas se empiezan a dar las primeras interacciones con Oaxaca,
aunque todavía de escala limitada.

Tlamimilolpa y Xolalpan (200-550 d.C.)


Durante las fases Tlamimilolpa y Xolalpan (figura 21.2) hay un incremento en la
actividad constructiva en la ciudad (Millon 1973). Se cree que en la fase Tlamimi-
lolpa temprano se culminan muchas obras públicas iniciadas en la fase Tzacualli
(Rattray 1998: 262): destacan las modificaciones de los complejos de tres templos
a lo largo de la Avenida de los Muertos; las plataformas transversales norte y sur
de la Ciudadela (Rattray 1998); surgen los conjuntos habitacionales (Manzanilla
1996), que se propagan por toda la ciudad y persisten e incrementan durante la
fase Xolalpan, y se incorporan los barrios foráneos y los multiétnicos (Manzanilla
2011, 2015; Rattray 1998: 266).
Posiblemente en la fase Tlamimilolpa temprano se construyeron los conjun-
tos 1D y 1E del Complejo Templo de la Serpiente Emplumada ( Jarquín y Martí-
nez 1982: 126), los templos alrededor de la gran plaza de la Pirámide de la Luna,
además de que los Grupos 5 y 5’ continuaron ocupados (Rattray 1998: 262-263).
Se tienen fechamientos absolutos en el Barrio Oaxaqueño, el palacio de Quetzal-
papálotl, un contexto saqueado de la Pirámide de la Serpiente Emplumada (Rat-
tray 2011). Entre los elementos arquitectónicos fechados para la fase Tlamimilol-
pa se encuentran las construcciones amuralladas de piedra y de estuco alrededor
de la Calle de los Muertos, el lado oeste de la Calle de los Muertos, Tetitla, Barrio
Oaxaqueño, Tlamimilolpa, La Ventilla A, B y C, el Quetzalpapalotl, el Barrio de
los Comerciantes, Tlamimilolpa (Rattray 2011), y se cuenta con fechamientos ar-
queomagnéticos para cuartos tempranos de Teopancazco (Beramendi et al. 2012;
Rodríguez et al. 2012; Manzanilla 2012).

710
21. teopancazco y el intercambio a larga distancia

Figura 21.2. Distribución de los materiales foráneos en las fases Tlamimilolpa y Xolalpan.

En la fase Xolalpan temprano se construyen los conjuntos de Tepantitla,


Zacuala, los Patios de Zacuala, Yayahuala, y posiblemente el conjunto Atetelco,
mientras que los sitios Tlamimilolpa, Tetitla, Teopancazco, La Ventilla A y B, y
Tlajinga 33, cuyas edificaciones se dieron en fases más tempranas, presentaron
renovaciones o nuevas etapas constructivas en la fase Xolalpan temprano. Duran-
te la fase Xolalpan los barrios foráneos ya estaban completamente integrados al
sistema teotihuacano (Rattray 1998).
Para las fases Tlamimilolpa y Xolalpan, los materiales foráneos se encuentran
dispersos por toda la ciudad, aunque las mayores concentraciones se localizan en
el área periférica de la ciudad, en los denominados “barrios foráneos”. Los distin-
tos materiales foráneos empezaron a llegar en grandes cantidades al inicio de la
fase Tlamimilolpa; sin embargo, es en la fase Xolalpan cuando se encontraron en
mayor cantidad, casi duplicando la fase anterior, con lo que pudimos corroborar lo

711
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

que ya antes decía Rattray (1998, 2001), aunque las proporciones de los materiales
cambian un poco (tabla 21.3).

Tabla 21.5. Proporción de los objetos foráneos por áreas de origen en las diferentes fases cronológicas
estudiadas de Teotihuacan.
Origen de los Xolalpan-
Miccaotli Tlamimilolpa Xolalpan Metepec Coyotlatelco
materiales/fase Metepec
Área maya 10.6% 4% 0.5% 0% 0%
Objetos marinos. 2.5% 9.5% 1.3% 2.8% 7.8%
Estado de México- 1
1.8% 7.2% 2.7% 2.1% 1.5%
Michoacán-
Guerrero
Costas del Golfo de 15% 3.1% 1.9% 0% 0% 0%
México
Morelos-Guerrero 15% 2.5% 5.4% 7.9% 8% 88.2%
Oaxaca 29.5% 17.4% 10.2% 0.5% 0.4%
Occidente 0.4% 0.2% 0% 0% 0.2%
Piedras verdes 46.2% 1% 4.8% 2.9% 0.2% 0.4%
Puebla-Tlaxcala 3 47% 45.6% 73.3% 86% 0.5%
Procedencia 23% 1.3% 0.1% 0% 0.% 0%
desconocida
Varios materiales y 0.2% 0.6% 1.2% 0.3% 1%
procedencias
Total % 100% 100% 100% 100% 100% 100%
Total cantidad 13 6,626 14,131 2,943 1,394 816
(cantidad y % (0.05%) (25.55%) (54.5%) (11.35) (5.38%) (3.14%)
del total general
contabilizado

Durante las fases Tlamimilolpa y Xolalpan se observa un incremento masivo


en la introducción de materiales foráneos. Aumenta la presencia de las vajillas Ana-
ranjado Delgado y Granular, y aparece cerámica proveniente de las costas del Golfo
de México, de Occidente, del área maya y oaxaqueña (además de producción de
imitaciones locales de cada una de éstas para la fase Xolalpan). Para esas fases se re-
cuperan tres objetos de ámbar; algunos cuarzos; se incrementa la presencia de mica
a gran escala; objetos de ónix; las piedras verdes se incrementan fuertemente, aun-
que es en la fase Xolalpan tardío cuando aumentan aún más; la pirita está presente
en mayor cantidad, se reportan objetos de sílex y pedernal; los travertinos y rocas
sedimentarias hacen presencia en los reportes de las excavaciones de los contextos
de estas fases. En contraste, los objetos de concha presentaron un fuerte descenso.

712
21. teopancazco y el intercambio a larga distancia

En cuanto a la cerámica Anaranjado Delgado, comenzó a aumentar en canti-


dad durante la fase Tlamimilolpa temprano, pero es hasta las fases Xolalpan tardío
y Metepec cuando se presenta en gran cantidad. La cerámica Granular aparece de
manera constante pero en pequeñas cantidades, desde que surge en la fase Patla-
chique hasta que desaparece en la fase Metepec.
En cuanto a los materiales del área maya (cerámica y ámbar), se encuentran
muy restringidos en un solo sector (el noreste de la ciudad); únicamente se con-
centran en los tres sitios que conforman el Barrio de los Comerciantes y en el sitio
Tlamimilolpa, muy próximo al anterior. Durante la fase Tlamimilolpa, la cerámica
maya se concentra en el Barrio de los Comerciantes, y para la fase Xolalpan, se
presentan muy contados casos de objetos mayas en el conjunto Tlamimilolpa y en
La Ventilla A. En ese sitio se reporta cerámica local que imita la cerámica maya
de Kaminaljuyú (Rattray 1998, 2001). Estos objetos están asociados a materiales
foráneos de muchas procedencias, aunque más a menudo están ligados a cerá-
micas del Golfo de México. Fuera de este sector de la ciudad, se reportan unos
cuantos materiales mayas en los sitios de Yayahuala, en el Barrio Oaxaqueño y en
la Ventilla A.
Otros materiales que presentan una distribución reducida (aunque más am-
plia que los objetos mayas), en cuanto al número de sitios y la cantidad de objetos
encontrados, son los elementos de Occidente, en su mayoría cerámica, pero tam-
bién hay otros elementos. Generalmente, se encuentran en los sitios ubicados al
oeste de la Calle de los Muertos (Barrio Oaxaqueño, sitios 19:N1W5, 22:N1W6,
Zacuala y La Ventilla), aunque se han reportado ciertos elementos en Xalla (una
vasija estilo Cherán) y varios fragmentos de cerámica en el sitio Xocotitla del
Barrio de los Comerciantes.
En cuanto a la cerámica de Occidente, después de una larga revisión biblio-
gráfica, parece que todas las referencias corresponden al tipo denominado “Che-
rán” o “Queréndaro”, localizado con mayor frecuencia en la región de la Cuenca de
Cuitzeo (Filini 2004a, 2004b, 2014; Carot 2013), que se llegaba a confundir con
la cloissoné o pseudocloissonné. Este tipo cerámico también se ha encontrado entre
los materiales recuperados en los sitios de Chavinda (al sur del lago de Chapa-
la) (Punzo et al. 2015b) y algunos ejemplos en Tingambato (Punzo et al. 2015a,
2016). Esta cerámica suele asociarse a la fase Loma Alta (150 a.C.-550 d.C.)
(Carot 2013: 151), y se le ha denominado como cerámica Teotihuacan. Desgra-
ciadamente, la gran mayoría de las piezas recuperadas provienen del saqueo, por
lo que se han perdido las informaciones contextual y cronológica (Filini 2014).
Hasta ahora se les vincula a una procedencia teotihuacana; sin embargo, desde
nuestro punto de vista, parecen pertenecer una tradición más de Occidente que
de Teotihuacan.

713
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

Al revisar algunas piezas cerámicas se han encontrado algunos ejemplos de


reciclaje de piezas de la fase Loma Alta, a las que se les da un acabado diferente
al estilo Cherán o estucada; por otro lado, a partir de materiales recuperados en
recientes excavaciones en Tingambato, se tiene fechada esta cerámica por arqueo-
magnetismo entre el 714 al 780 d.C. (Rangel, Morales, Punzo y Gogitchaishvili
2016, comunicación personal). De tener esta misma fecha, las piezas recuperadas
en Teotihuacan y otros sitios tendrían que ser del contexto Coyotlatelco; por lo tan-
to, todavía hace falta hacer más estudios sobre el tema. En el conjunto 19:N1W5,
Sergio Gómez reporta otros elementos de Occidente, como el hallazgo de diez
individuos enterrados con deformación craneal mimética tabular erecta, con las
mismas características a las reportadas en los individuos de los sitios michoacanos
de Loma Alta, Potrero de Guadalupe y Tingambato. De igual manera, se reportó
una navajilla de obsidiana de Zinapécuaro y la presencia de tumbas de tiro cavadas
en el tepetate (Gómez 1998, 2002; Gómez y Gazzola 2007).
Otros materiales con una distribución recurrente, aunque no presente en to-
dos los sitios de esta fase, son los objetos de la costa del Golfo de México (prin-
cipalmente cerámica) y la cerámica Granular. La cerámica del Golfo de México
constituye el 3% de los materiales foráneos de la fase Tlamimilolpa y se reduce a
1.9% durante la fase Xolalpan; durante ambas fases se concentra en mayor me-
dida en el Barrio de los Comerciantes (sitio Xocotitla) y, en segundo lugar, en el
conjunto Plaza Oeste; sin embargo, durante la fase Xolalpan aumenta considera-
blemente en el segundo sitio. En el caso concreto de Teopancazco, se recupera-
ron materiales de carácter perecedero; se identificó que sus pobladores consumían
pescado y cangrejos de las costas del Golfo de México (Manzanilla 2007, 2012).
Por lo que toca a la cerámica Granular, presenta cambios entre ambas fases:
durante la fase Tlamimilolpa formaba parte del 2.5% de los materiales foráneos
reportados, mientras que para la fase Xolalpan aumenta al 5.4% de los materiales
foráneos totales reportados. Durante la fase Tlamimilolpa la mayor concentración
de cerámica Granular se localiza en el Conjunto Plaza Oeste (63.4%), al que le
siguen el conjunto TL11 del Barrio Oaxaqueño (18.3%), y Xocotitla, en el Barrio
de los Comerciantes (13.4%); en el Barrio de La Ventilla, Teopancazco y Ozto-
yahualco 15B se presenta con unos cuantos ejemplos. Para la fase Xolalpan, las
mayores concentraciones de esta cerámica se localizan en el Conjunto Plaza Oeste
(32.2%) y en La Ventilla Frente 2 (31.6%); le siguen el Barrio Oaxaqueño, TL7,
TL1 y TL11 (25.9%) y el Barrio de los Comerciantes (Xocotitla) (10.1%).

714
21. teopancazco y el intercambio a larga distancia

Transición Xolalpan tardío-Metepec

Figura 21.3. Distribución de los materiales foráneos durante el periodo transicional entre las
fases Xolalpan tardío-Metepec.

A finales de la fase Xolalpan tardío y los primeros años de la fase Metepec (figura
21.3), hay un intervalo de inestabilidad y reacomodo que continuó con los distur-
bios en templos y palacios en el centro de la ciudad (Manzanilla 2011: 25). Rattray
lo define como un período de reacción y reforma, durante el cual los denominados
“barrios foráneos” fueron absorbidos por la cultura teotihuacana y predominó el
regreso a la cultura local (Rattray 1998); hay una notable reducción de las cerámi-
cas de la costa del Golfo de México y del área maya, pero la cerámica Anaranjado
Delgado todavía continúa; en el Barrio de los Comerciantes dejan de construirse
las edificaciones redondas y las mismas son sustituidas por construcciones típicas
teotihuacanas; en cuanto al Barrio Oaxaqueño, hay evidencias de que “estaba decli-
nando y casi no funcionaba a finales de la fase Xolalpan tardío” (Rattray 1998: 268).

715
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

En Teotihuacan aparecen evidencias de destrucción por fuego, desmantela-


miento, destrucción ritual, desmembramiento y saqueo ritual (Manzanilla 2011:
25, 2012): en la porción central de la ciudad, en todas las estructuras monumen-
tales de la Calzada de los Muertos, los templos y las construcciones asociadas a
los templos del resto de la ciudad (Palacio de Quetzalpapalotl, Xalla, la Casa de
los Sacerdotes, Grupo Viking, la Estructura 1D de la Ciudadela y Teopancazco);
en los conjuntos habitacionales, apenas hay un 5% de evidencia de la destrucción
(Millon 1988; Manzanilla 2011: 25-26). En Teopancazco, durante las investiga-
ciones de la Dra. Manzanilla, se realizaron fechamientos de varias áreas de acti-
vidad y se encontraron las evidencias de un incendio muy localizado en el sector
sur del conjunto, que podría estar relacionado al incendio de la Calzada de los
Muertos; se obtuvieron como fechas de un piso 575 d.C. (por arqueomagnetismo)
y 550 d.C. (por radiocarbono) (Manzanilla 2011: 25).
Durante el periodo transicional Xolalpan-Metepec, hay un cambio drástico
en la presencia de materiales foráneos así como en su distribución; los materiales
foráneos siguen siendo los mismos, pero las cantidades se reducen (se reportan
menos de la tercera parte de los materiales que se identificaron en la fase Xolal-
pan) al igual que el número de sitios, lo cual continúa en la fase Metepec.
Durante el lapso transicional entre las fases Xolalpan tardío-Metepec de-
jan de aparecer materiales cerámicos mayas y de estilo maya, la cerámica y otros
materiales provenientes del Golfo de México. Se trata del último lapso en el que
la cerámica oaxaqueña aparece en proporciones elevadas en relación con otros
materiales foráneos (10.2%). La presencia de piedras verdes se reduce casi a la
mitad en proporción y en cantidad, en comparación con los periodos anteriores; la
proporción de conchas y de materiales procedentes de la frontera entre el Estado
de México, Michoacán y Guerreo se reduce significativamente, pero no desapa-
rece y continúa en los períodos posteriores, aunque en una cantidad mucho más
reducida que en las dos fases anteriores.
A diferencia de todos los materiales foráneos, los materiales provenientes del
sur de Puebla, en particular la cerámica Anaranjado Delgado, alcanza el mayor
índice de concentración; durante la fase transicional Xolalpan-Metepec llega a ser
un 73.3% del porcentaje total de los materiales foráneos, mientras que para la fase
Metepec constituye el 86% del total de materiales foráneos. La cerámica Granular
sigue presente en una proporción de 7.9% de los materiales foráneos totales, lo
que refleja un ligero aumento en relación a los periodos anteriores, el cual seguirá
aumentando en las fases posteriores.

716
21. teopancazco y el intercambio a larga distancia

Fase Metepec (550-650 d.C.)

Figura 21.4. Distribución de los materiales foráneos en la fase Metepec.

Para la fase Metepec (figura 21.4) se rompen completamente los vínculos con el
área maya y el Golfo de México (al menos desde la perspectiva de los materiales
arqueológicos), y casi desaparecen los de Oaxaca (0.5%). Los objetos de piedra
verde (0.2%) se reducen casi por completo, al igual que otros objetos lapidarios
(0.35%). La presencia de concha continúa (2.8%), pero en una mínima cantidad
respecto de los periodos anteriores, aunque en una proporción más elevada res-
pecto al total de materiales foráneos reportados para ese periodo. En cierta forma,
las conchas y otros objetos malacológicos, las pizarras y las piritas siguen siendo
sobresalientes dentro de los materiales foráneos. En sentido opuesto, se mantiene
la presencia de la cerámica Anaranjado Delgado y de la cerámica Granular, inclu-
so esta última en menor cantidad.

717
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

Coyotlatelco (650-900 d.C.)

Figura 21.5. Distribución de los materiales foráneos en la fase Coyotlatelco.

En lo que respecta a la fase Coyotlatelco (figura 21.5), no queremos profundizar


pero sí destacar algunos puntos importantes. Durante esta fase, los materiales
reportados se localizan únicamente en el área central de la ciudad, pero fuera del
área cívico-ceremonial, en los sitios Yayahuala, Tetitla, Atetelco, La Ventilla. Los
sitios foráneos localizados la periferia de la ciudad quedan desocupados. La pre-
sencia de materiales foráneos es mucho menor que en las fases anteriores (3.14%
del total general de los materiales foráneos recuperados). Las proporciones de los
mismos también cambian. En la lapidaria, aparece un gran número los objetos
de cuarzo, y continúan apareciendo piedras verdes. La pizarra continúa, aunque
en menores cantidades, igual que las piedras verdes. Para el caso de la alfarería,
desaparece la cerámica Anaranjado Delgado, la oaxaqueña y la de Occidente, y
aparecen cerámicas de otras regiones, como Cholula y la región Huasteca. Sobre-

718
21. teopancazco y el intercambio a larga distancia

sale un incremento en la cerámica Granular, cuya mayor concentración (casi la


totalidad del material reportada en esta fase) se localizó en el conjunto Yayahuala,
sitio excavado por Séjourné y fechado posteriormente por Rattray para esta fase;
la información contextual es muy pobre, sin embargo, la presencia de cerámica
Granular para esta fase no está fuera de contexto. Eliseo Padilla señala que esta
tradición cerámica continúa hasta el Posclásico en Guerrero (Padilla 2009). Estos
datos nos están indicando un cambio en la orientación de la interacción y el in-
tercambio en Teotihuacan, la cual no desaparece del todo aunque sí a una escala
mucho menor y se redirecciona,
Fuera de Teotihuacan, en varios sitios de Occidente aparecen elementos teo-
tihuacanos. Cabrera, en sus excavaciones de Cocula, Guerrero, reporta la presencia
de cerámica Coyotlatelco (Cabrera 1986a y 1986b). En otros sitios se retoman los
elementos teotihuacanos con una intención ideológica. En Copán, las élites se
asumían como descendientes de las teotihuacanas para justificar su rango, aunque
no lo eran (Sharer 2003). En el sitio de Tingambato, se incorporaron elementos
arquitectónicos teotihuacanos: el talud-tablero y el sistema de unidades habitacio-
nales, con la misma orientación del sistema reticular teotihuacano. A partir de los
fechamientos por radiocarbono obtenidos de recientes excavaciones en Tingam-
bato se sabe que el talud-tablero y los elementos teotihuacanos fueron edificados
entre el 650 al 670/700 d.C. (Punzo 2016), así que fueron contemporáneos a la
fase Coyotlatelco. El talud-tablero, a pesar de ser similar morfológicamente, fue
elaborado con un sistema constructivo diferente (Siller 1984), por lo que la incor-
poración de elementos teotihuacanos pudo tener una carga meramente simbólica.
Hay que aclarar que, antes de este periodo, el asentamiento presentaba caracterís-
ticas muy similares a los contextos reportados en el centro-norte de Michoacán.

Discusión

Durante todas las fases ocupacionales de Teotihuacan aquí estudiadas (de Pat-
lachique a Coyotlatelco), hay presencia de materiales foráneos de diferentes orí-
genes. Sin embargo, el grado de distribución, la diversidad de los materiales, así
como la concentración de los mismos cambia a través del tiempo. Observar y
analizar dichos cambios puede servir para esclarecer el grado de interacción que
Teotihuacan tiene con las otras regiones de Mesoamérica y para identificar los
agentes del intercambio.
Podemos distinguir tres momentos importantes: (1) la fase Miccaotli a Tla-
mimilolpa temprano, en la que la mayoría de los recursos foráneos eran encami-
nados a las ofrendas fundacionales, concentradas en los conjuntos asociados a los

719
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

templos principales; (2) de Tlamimilolpa tardío y la fase Xolalpan, cuando au-


menta exponencialmente la introducción de materiales foráneos y su amplia dis-
tribución en Teotihuacan; (3) la transición Xolalpan-Metepec como un momento
de ruptura; (4) la fase Metepec, cuando ya se rompió por completo la dinámica de
interacción establecida en las fases anteriores, y (5) la fase Coyotlatelco, cuando
hay una reconfiguración de redes de interacción, a una escala mucho menor quizá
con una carga más ideológica.
Durante la fase Miccaotli se introducen a la ciudad las cerámicas Anaranjado
Delgado y Granular. En lapidaria se incorporan las pizarras, piritas, piedras verdes
y gran cantidad de objetos marinos, es decir, materiales procedentes del sur de
Puebla, Morelos y norte de Guerrero, y las fronteras entre el Estado de México,
Michoacán y Guerrero. Para esta fase, los materiales introducidos son empleados
en las ofrendas fundacionales y en conjuntos o complejos arquitectónicos asocia-
dos a los templos principales. Durante las fases tempranas, los agentes del inter-
cambio pueden ser los mismos teotihuacanos que introducen materiales foráneos
para poder incorporarlos a las ofrendas arquitectónicas o fundacionales.
Durante la fase Tlamimilolpa crece exponencialmente la cantidad y diversidad
de materiales foráneos; prácticamente se encuentran bienes de todas las regiones
de Mesoamérica. En el caso de las cerámicas, se encuentran dispersas por casi todo
Teotihuacan, aunque no de manera uniforme; la mayoría se concentra en los barrios
foráneos (en el Barrio de los Comerciantes y el Barrio Oaxaqueño) y en el Conjunto
Plaza Oeste, localizado en el área central de la ciudad. Únicamente los materiales
mayas no presentaron una distribución amplia, pues solamente fueron localizados
en el Barrio de los Comerciantes y Tlamimilolpa, al noreste de la ciudad, en un
espacio muy restringido; quizá pudieron haber sido dirigidos a un grupo muy par-
ticular, tal vez vinculado a poblaciones del área maya o del Golfo de México que se
desplazaron a Teotihuacan y que se asentaron en un espacio muy reducido.
Los objetos lapidarios presentan una distribución muy diferente y se concen-
tran en pocos conjuntos: Xalla, Teopancazco y La Ventilla Frente 3. Durante la
fase Xolalpan se incrementó todavía más la concentración de materiales foráneos,
aunque estaban distribuidos de la misma forma que en la fase anterior.
Durante las fases Tlamimilolpa y Xolalpan ocurre la interacción con otras
áreas de manera más abierta; llegan personas de todas partes y reproducen sus
costumbres en el interior de la ciudad; se establece algún tipo de interacción con
Oaxaca, el norte de Guerreo y Morelos, la región de Puebla-Tlaxcala, las costas del
Golfo de México, y con el área maya. Sin embargo, esta interacción interregional
a gran escala sólo se da durante un periodo corto.
En este sentido, los barrios foráneos y los barrios multiétnicos, como es el
caso de Teopancazco, son los que están teniendo un papel central en la distribu-

720
21. teopancazco y el intercambio a larga distancia

ción de materiales foráneos al interior de la ciudad, y los contingentes foráneos


fueron el principal agente del intercambio de la mayor parte de los materiales
foráneos, así como de los más diversos, por lo menos durante las fases Tlamimi-
lolpa y Xolalpan. Los grupos teotihuacanos tenían control sobre otros materiales
como la cerámica Anaranjado Delgado, la cerámica Granular y la mica, los cuales
se concentraban en mayor medida en sitios localizados en el área central cívi-
co-ceremonial, como el Grupo Viking, Xalla y el Conjunto Plaza Oeste.
Las cerámicas provenientes del Golfo de México, oaxaqueña, de Occidente
y maya llegaban primero a los conjuntos foráneos o multiétnicos. Los objetos
mayas no se redistribuían pero sí las cerámicas del Golfo de México, Oaxaca y
de Occidente. La distribución de los materiales lapidarios es muy heterogénea,
según el tipo de material. La mayor cantidad y diversidad se localiza en el barrio
de La Ventilla, particularmente en el Frente 3, y en los conjuntos 1D y 1E del
Complejo Templo de la Serpiente Emplumada. Sin embargo, en estos conjuntos,
la información cronológica de los materiales lapidarios no es muy clara. En el caso
de la pizarra, tiene una lógica de distribución distinta a los otros objetos líticos y a
cerámica; si bien se encuentra reportada en casi todos los contextos teotihuacanos,
las mayores concentraciones de pizarra se encuentran en los sitios Teopancazco
y Xalla, y por debajo de estos dos, en el Frente 3 de La Ventilla, siguiendo este
mismo orden en cuanto a la densidad de materiales por área excavada. Estos da-
tos se pudieron comparar con la pizarra de los conjuntos TL1 y TL11 del Barrio
Oaxaqueño, y se comprobó que las concentraciones son muy distantes, mientras
que el conjunto palaciego de Xalla posee 6.384 kg. de pizarra y Teopancazco tie-
ne 4.396 kg de objetos de pizarra; la pizarra total del Barrio Oaxaqueño (TL1y
TL11) es de 0.072 kg. En los conjuntos Xalla, Teopancazco y La Ventilla (en este
último en menor medida) se concentra este material y luego se distribuye a los
otros sitios. Con esto podemos ver que los agentes del intercambio no siempre son
los mismos, pues varían de acuerdo con el tipo de materiales y a la temporalidad.
Durante la fase Metepec, los barrios foráneos pierden fuerza como agentes
de intercambio, por lo cual desparecen los materiales provenientes del área maya,
el Golfo de México, Oaxaca y Occidente; las piedras verdes, los objetos de concha
y otros materiales lapidarios se mantienen constantes pero en bajas cantidades. Al
contrario de todos los otros materiales, los porcentajes de las cerámicas Anaranja-
do Delgado y Granular se incrementan. Después de la fase Metepec, la cerámica
Anaranjado Delgado prácticamente desaparece.
El Conjunto Plaza Oeste (principalmente) y La Ventilla Frente 2 siguen
desempeñando un lugar importante en la concentración de materiales foráneos,
particularmente la cerámica Anaranjado Delgado y Granular, que no son tan afec-
tadas por el cambio a esta fase. Los conjuntos centrales laterales al centro cívico

721
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

ceremonial (Yayahuala, Zacuala, Tetitla y Atetelco) se convierten en puntos de


concentración de materiales foráneos que entonces estaban conformados única-
mente por cerámica Granular, Anaranjado Delgado, pizarra y concha.
Debió haber algún evento importante en la ruta hacia las costas del Golfo de
México que impidió que continuaran trasladándose los materiales veracruzanos
y del área maya, y se redujo la gama de materiales sólo a los originarios de Teoti-
huacan al sur de Puebla; esto, a la vez, generó un incremento en el intercambio e
introducción de cerámica Anaranjado Delgado.
Los objetos de ámbar pudieron haber entrado a Teotihuacan junto con otros
objetos mayas y de la costa del Golfo de México, tal vez siguiendo las mismas
rutas; por esta razón dejan de aparecer en Teotihuacan cuando ya no llega la cerá-
mica de las costas del Golfo de México.
Durante la fase Coyotlatelco, hay una completa ruptura respecto de los pe-
riodos anteriores. Prácticamente ya están rotos los vínculos que existían previa-
mente con casi todas las otras regiones. Desaparecen los materiales cerámicos
foráneos; solamente siguen apareciendo importantes concentraciones de cerámica
Granular en Yayahuala; la pizarra sigue apareciendo, aunque en menor frecuen-
cia; los materiales prácticamente se limitan a los sitios del área central, pero no
a la cívico-ceremonial (Tetitla, Yayahuala y La Ventilla). Sin embargo, para esta
temporalidad, en Michoacán y Guerrero aparecen elementos teotihuacanos como
la construcción del talud-tablero en Tingambato y la aparición de materiales Co-
yotlatelco en Guerrero.
A partir de los restos arqueológicos encontrados, pensamos que debió haber
un tipo de contacto directo o indirecto (por intermediarios) entre Teotihuacan y
Occidente, durante un periodo muy largo, quizás interrumpido en algunos mo-
mentos, el cual inició en Tlamimilolpa pero continuó en fases muy tardías, incluso
después de la caída de Teotihuacan, aunque pudo haber sido de manera esporádica
y en pequeñas dimensiones (partiendo de la densidad de los materiales).
Quisiera mencionar muy brevemente que para la fase Mazapa, aunque un
poco fuera del periodo aquí presentado, se vuelven a vislumbrar materiales de
Occidente, como la figurilla de cobre de Atetelco, cuyas características de compo-
sición, así como tradición de manufactura, parecen indicar que proviene de Mi-
choacán (Cabrera y Hosler 2011).
Hosler (2005) señala que en Occidente, en ese periodo se está dando la pri-
mera fase del trabajo del cobre, y a partir de los estudios que le hizo a la figurilla,
asegura que presenta las mismas características de los objetos de Occidente cuyas
posibles fuentes están en Cutzian o la Huacana en Tierra Caliente de Michoacán.
Hay que agregar que, con base en la experiencia en campo, en la región de Cutzian
se encontraron, durante recorridos de superficie, objetos de piedra verde y piedras

722
21. teopancazco y el intercambio a larga distancia

azules, posiblemente malaquitas. Es relevante señalar esto ya que, en muchas oca-


siones, vemos que las rutas de comercio o caminos siguen empleándose durante
mucho tiempo. Podemos dejar abierta la pregunta de si algunos materiales lapida-
rios encontrados en Teotihuacan son originarios de esta región.
A partir de los datos obtenidos en esta investigación, consideramos que es
importante rescatar la importancia que tiene el estudio del área fronteriza entre
los Estados de México, Michoacán y Guerrero, así como tratar de profundizar en
las interacciones que se pudieron dar entre Occidente de México y Teotihuacan,
desde un punto de vista crítico, tratando de contextualizar en tiempo los aconte-
cimientos de Teotihuacan con los de Occidente para evitar cometer anacronía y
evitar errores en las interpretaciones.
Por otro lado, consideramos que es importante profundizar en el estudio de
la interacción entre Teotihuacan y la región fronteriza entre el Estado de México,
el este de Michoacán y el noroeste de Guerrero, pues desde la fase Miccaotli se
introdujeron a Teotihuacan materiales provenientes de esa área, como la pizarra y
la pirita, que se mantienen constantes durante todas las ocupaciones teotihuacanas.
Esta región podría ser, además de un área de extracción de materiales, un sector de
paso para trasladar productos provenientes de Tierra Caliente, así como de la región
del Balsas en Guerrero y de las costas (como las conchas, rocas metamórficas, entre
ellas las piedras verdes). Estos materiales estuvieron presentes en casi todas las fases
y tal vez hayan sido importantes para poder establecer conexiones con otros sitios
de Occidente, como la Cuenca de Cuitzeo e incluso en Tierra Caliente.
Durante recientes trabajos de excavación y recorrido en la región conocida
como Tierra Caliente en Michoacán, se encontraron fuentes de piedras verdes en
Piritícuaro, donde se halló un sitio arqueológicos del 250 al 550 d.C. (Punzo et al.
en prensa), en el que se encontraron pisos estucados muy parecidos a los teotihua-
canos. Por otro lado, en Cutzian se encontraron en superficie piedras azules traba-
jadas, al parecer malaquitas (en Teotihuacan también se habían reportado conta-
dos hallazgos de piedras azules en el conjunto TL6 del Barrio Oaxaqueño y en el
Frente 3 de La Ventilla). En ese mismo sitio se recuperaron algunos fragmentos
de navajillas prismáticas de obsidiana verde. Sin embargo, hace falta continuar las
investigaciones en el sitio, para aclarar la temporalidad de su ocupación u ocu-
paciones, pues, según fuentes históricas, ahí se trabajaba el cobre (Alcalá 2008).
Además, a partir del análisis que Hosler y Cabrera realizaron a la figurilla de cobre
recuperada en Atetelco, en un contexto de la fase Coyotlatelco, ésta presentó ca-
racterísticas muy similares a las de los materiales de Inguarán o Bastán al sureste
de Michoacán (Cabrera y Hosler 2011), sitios que se localizan en línea sobre el
mismo cinturón de cobre que Cutzian. Durante la fase Coyotlatelco, pudo haber
existido algún tipo de interacción entre Teotihuacan y Tierra Caliente, aunque a

723
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

partir de la densidad de material, pudo haber sido muy esporádica. La presencia de


un objeto de cobre en Teotihuacan, así como de cerámica Coyotlatelco en Guerre-
ro, nos puede llevar a proponer que hubo algún tipo de interacción, quizás no di-
recta, quizás más bien con los grupos asentados en esa región que se asumían con
cierta filiación teotihuacana, y que regresaban a Teotihuacan esporádicamente.

Conclusiones

Consideramos que sí existió un cambio en la distribución y concentración de los


materiales foráneos de Teotihuacan a través del tiempo, y que también fueron
cambiando los agentes del intercambio. Durante las fases tempranas debieron ha-
ber sido grupos teotihuacanos, posiblemente asociados a los templos principales,
al menos los encargados de organizar el intercambio. Para las fases Tlamimilolpa
y Xolalpan, los agentes del intercambio debieron ser los mismos pobladores forá-
neos que radicaban en Teotihuacan, en el área periférica de la ciudad, así como
en los barrios multiétnicos como Teopancazco. Además, otros grupos en el centro
de la ciudad que tuvieron un papel importante en el intercambio, fueron: el Con-
junto Plaza Oeste (donde se concentra gran parte de la cerámica foránea) y los
conjuntos La Ventilla Frente 3 y Xalla, que concentran importantes cantidades
de objetos lapidarios. Durante la fase Metepec se destruyó casi por completo la
organización anterior; y se rompieron vínculos con casi toda Mesoamérica, y sólo
el conjunto Plaza Oeste siguió manteniendo concentraciones importantes de ce-
rámica, y La Ventilla, de lapidaria. Para la fase Coyotlatelco es difícil saber quién
siguió incorporando los materiales foráneos, pues ya son muy escasos, y están
reducidos a los conjuntos Atetelco, Yayahuala, Tetitla y La Ventilla.
Todavía hacen falta más estudios para seguir aclarando la organización del
intercambio y la relación de Teotihuacan con las otras regiones de Mesoamérica.
Por un lado, hacen falta más estudios sobre los materiales foráneos en Teotihua-
can; por otro, hace falta vincular más la información que se tiene de Teotihuacan
con la que se tiene de otras regiones para poder tener una visión más completa de
los sucesos acontecidos en ambas partes. Además, hay que vincular correctamente
los datos y no caer en anacronismos o falsas interpretaciones.

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1  Además, se reporta un piso de 35 kg de mica.

732
22. Recapitulación
Linda R. Manzanilla

En este volumen hemos revisado un mundo de información contextual y crono-


lógica que nos ha permitido distinguir varios sectores funcionales en el centro
de barrio de Teopancazco, en Teotihuacan. Se trata de un grupo de personas de
diversas procedencias, con articulación simbólica en torno al océano, y con trabajo
artesanal especializado.
Algunos sectores están mejor definidos que otros: el ritual, el artesanal y las
cocinas-almacenes. Otros están sugeridos por algunas líneas de evidencia, que a
veces se sustentan cuando se contrastan los datos de Teopancazco con los de otros
barrios como La Ventilla (por ejemplo, el administrativo). Algunos más han sido
propuestos solamente para Teopancazco: el militar, el médico y de parto.
De Veracruz llegaron a Teopancazco: varios tipos de peces y cangrejos, y
otros animales (como garcetas con cresta y un cocodrilo); mantas de algodón ya
confeccionadas, para ser engarzadas con decoraciones de conchas marinas; cerá-
mica Naranja Laca, y algunas personas que fueron enterradas allí. Además, hay
algunos tipos de instrumentos musicales semejantes a los de Veracruz; la manu-
factura de cinco pendientes de caracol desgastados con arenisca podría haber sido
hecha en la Huasteca.
De la zona de Puebla limítrofe con la Mixteca arribaron vasijas Anaranjado
Delgado, serpentinas de Tehuitzingo y travertinos. De Tlaxcala (particularmente
de Ocotelulco) también tenemos algo de cerámica, que sirvió para recibir algún
entierro infantil.
De Morelos y Guerrero llegaron la vajilla Granular, probablemente mucha de
la pizarra, pigmentos diversos y serpentinas. Algunas esferas de travertino parecen
ser de origen oaxaqueño. Asimismo, está presente algo de jadeíta del área maya.
Teopancazco es un centro de coordinación de un barrio periférico, quizás pe-
queño. Organizaba caravanas para traer esos bienes suntuarios al sector sureste de
Teotihuacan. A lo largo del tiempo, se enriqueció al ofrecer a las elites de la ciudad
las mantas veracruzanas hechas con algodón para confeccionar sus vestimentas.
Probablemente, ofreció festividades alusivas al mar en las que se consumían ali-
mentos a base de las 14 variedades de peces de las lagunas costeras de la zona de
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos

Nautla en Veracruz. Las caravanas debían llegar al mar hacia el 2 de noviembre


para atrapar los peces bobos que llevarían a Teopancazco, única fecha para hacerlo
antes que remontasen el río Bobos.
Los diversos rituales llevados a cabo en la gran plaza con altar y templo
sirvieron para articular a la población de orígenes variados: rituales de pesca, cere-
monias de siembra, festividades con música; quizás también en tiempos de crisis
de recursos, particularmente agua, se hiciesen otras ceremonias de petición.
Los rituales de terminación, muy teotihuacanos en esencia, están plenamente
identificados en Teopancazco; al finalizar la fase Tlamimilolpa finiquitaron ese
periodo con dos rituales: la decapitación de 29 adultos jóvenes, mayoritariamente
varones, cuyas cabezas fueron acomodadas en cazuelas y tapadas con tapaplatos o
cajetes, simulando el ritual ya descrito para infantes en Cerro de las Mesas, Vera-
cruz; y, por otro lado, la ruptura intencional de vasijas de muchos tipos junto con
instrumentos y cuentas, en la esquina noroeste del patio ritual.
Al finalizar la fase Xolalpan, tenemos otros rituales de terminación funda-
mentalmente concentrados en el sector “militar” del conjunto: la ruptura de una
vasija de piedra y la dispersión de sus fragmentos en diversos cuadros; la concen-
tración de candeleros junto con lítica pulida y a veces con figurillas; la desacrali-
zación de imágenes de culto.
Diversas prácticas funerarias fueron detectadas en Teopancazco, muchas de
las cuales son de origen teotihuacano (entierros sedentes o flexionados en fosas;
niños enterrados bajo altares; bebés en cajetes); otras más son foráneas, entre las
cuales destaca la decapitación y disposición en vasijas de las cabezas, muchas de
las cuales fueron rociadas con cinabrio.
En Teopancazco trabajaron muchos adultos, mayoritariamente hombres, en
artesanías diversas: confección de atavíos y tocados, manufactura de cestos y redes,
pintura de muros y cerámica, laqueo de cerámica, labrado de lapidaria, trabajo de
concha y hueso, preparado de estucos con vidrio volcánico de Altotonga, Veracruz.
Pero un 15% de los adultos enterrados en Teopancazco son mujeres, la mayor
parte de ellas, de origen foráneo, artesanas diestras.
Muchos de estos trabajadores que fueron convencidos por las caravanas ad-
ministradas por Teopancazco a venir a la gran ciudad, lo hicieron para tener me-
jores perspectivas de vida, ya que este centro de barrio posiblemente les ofrecía
comida diaria. Sin embargo, las condiciones de trabajo no eran ideales: los artesa-
nos trabajaron muchas horas acuclillados o hincados; cargaron pesos; ablandaron
fibras con los dientes incisivos; en ocasiones, ni siquiera pudieron estar expuestos
al calor del sol. Su dieta consistió de alimentos a base de maíz y de animales ali-
mentados con maíz.

734
22. recapitulación

La anatomía que hemos querido brindar de un centro de coordinación de un


barrio multiétnico en Teotihuacan está fincada en información contextual de áreas
de actividad dentro de cuartos, pórticos y patios; en distribuciones de materiales
diversos; en la contrastación de diversas líneas de evidencia. La perspectiva inter-
disciplinaria con una fuerte articulación de las diversas evidencias resultó un éxito.
Trece temporadas de campo (1997-2005) más una incursión pequeña (2012)
han servido para dimensionar el flujo de personas y bienes por medio de carava-
nas gestionadas por los barrios desde la gran ciudad. La competencia entre estos
barrios, su enriquecimiento, su deseo de distinguirse unos de otros, son compor-
tamientos contrarios al ideal corporativo del estado teotihuacano. Finalmente,
un tardío intento de control fue la razón por la cual se rasgó el tan frágil pacto
multiétnico que sustentaba esta sociedad. El incendio de los escenarios de la elite
gobernante refleja una revuelta en contra de quienes seguramente se dieron cuenta
muy tarde que su poder simbólico era pequeño frente al ímpetu emprendedor de
las elites intermedias.

735
PROYECTO “TEOTIHUACAN. ELITE Y GOBIERNO.
EXCAVACIONES EN XALLA Y TEOPANCAZCO”

DRA. LINDA ROSA MANZANILLA NAIM


(DIRECTORA)

ANEXO 1.

CATÁLOGO.
LA CERÁMICA DE TEOPANCAZCO

Fotografías de Rafael Reyes


y dibujos de Fernando Botas
la cerámica de teopancazco

CAJETE TRÍPODE CAFÉ ROJIZO


OSCURO BRUÑIDO
C17 BOLSA 72592 SAQUEO
XOLALPAN
RESTAURADA EN ENCRyM

739
anexo 1

CAJETE TRÍPODE CAFÉ BRUÑIDO ESGRAFIADO


CON PASTILLAJE
C18 AA8 RT 525, 430, ETC. PJ 259
XOLALPAN
RESTAURADA EN ENCRyM

740
la cerámica de teopancazco

VASO TLÁLOC
C27 AA16 RT 788 PJ 260
XOLALPAN
RESTAURADA EN ENCRyM

741
anexo 1

CAZUELA CAMPANIFORME CAFÉ


SAN MARTÍN
C83-383A AA232 En 109 RT 13886 PJ281
TLAMIMILOLPA TARDÍO/XOLALPAN TEMPRANO
RESTAURADA EN ENCRyM

742
la cerámica de teopancazco

CAJETE TRÍPODE CAFÉ PULIDO


C106D-362E AA239 RT 13956 PJ 327
TLAMIMILOLPA
RESTAURADO EN ENCRyM

743
anexo 1

VASO TRÍPODE GRANDE ESGRAFIADO


C151 AA63 En 14 RT 5663 PJ 270
XOLALPAN TARDÍO
RESTAURADA EN ENCRyM

744
la cerámica de teopancazco

CAJETE CAFÉ OSCURO PULIDO


C153 AA131 RT 10616 PJ 311
XOLALPAN
RESTAURADO EN ENCRyM

745
anexo 1

CAJETE TRÍPODE CAFÉ PULIDO


C153B AA130B RT 10697 PJ 309
XOLALPAN
RESTAURADO EN ENCRyM

746
la cerámica de teopancazco

CAZUELA CAMPANIFORME ANARANJADO


SAN MARTÍN
C154A AA172 En 89 RT 11877 PJ 252
TLAMIMILOLPA TARDÍO/XOLALPAN TEMPRANO

747
anexo 1

CUENCO TRÍPODE CAFÉ BRUÑIDO PINTADO


C154A AA172 ENTIERRO 89 RT 11876 PJ 305
XOLALPAN
CON GLIFO ESGRAFIADO EN EL INTERIOR
RESTAURADO POR ENCRyM

748
la cerámica de teopancazco

749
anexo 1

PLATO CAFÉ CLARO PULIDO


C158 AA73 RT 7141 PJ 293
XOLALPAN
RESTAURADA EN ENCRyM

750
la cerámica de teopancazco

PLATO CAFÉ CLARO PULIDO


C158 AA73 RT 7141 PJ 294
XOLALPAN
RESTAURADA EN ENCRyM

751
anexo 1

ANAFRE DE TRES PROTUBERANCIAS


TRÍPODE DECORADO CON APLICACIONES
C159B BOLSA 29900 PJ 261
XOLALPAN TARDÍO/METEPEC
RESTAURADA EN ENCRyM

752
la cerámica de teopancazco

CAJETE CAFÉ PULIDO TRÍPODE


ESGRAFIADO
C161 AA167 En 85 RT 12195 PJ 297
TLAMIMILOLPA TARDÍO/XOLALPAN TEMPRANO
RESTAURADO EN ENCRyM

753
anexo 1

PLATÓN TRÍPODE C162C AA102 PJ 304


CAFÉ CLARO BRUÑIDO, XOLALPAN
RESTAURADO POR ENCRyM

754
la cerámica de teopancazco

CAJETE CAFÉ BRUÑIDO


C162F AA141 RT 10951 PJ 207
TLAMIMILOLPA TARDÍO/XOLALPAN TEMPRANO
RESTAURADO EN ENCRyM

755
anexo 1

CAJETE CAFÉ ESGRAFIADO


C162F AA141 RT 10952 PJ 296
TLAMIMILOLPA TARDÍO/XOLALPAN TEMPRANO
RESTAURADA EN ENCRyM

756
la cerámica de teopancazco

CAJETE CAFÉ OSCURO


C162F AA144 En 45 RT 11075 PJ 295
TLAMIMILOLPA TARDÍO/XOLALPAN TEMPRANO
RESTAURADA EN ENCRyM

757
anexo 1

CAZUELA CAMPANIFORME CAFÉ


SAN MARTÍN
C162F AA144 En 65 RT 11637 PJ 302
TLAMIMILOLPA TARDÍO/XOLALPAN TEMPRANO
RESTAURADA EN ENCRyM

758
la cerámica de teopancazco

CAJETE CAFÉ OSCURO


DECORACIÓN DE NUBES
C162F AA144 En 70 RT 11935 PJ 253
TLAMIMILOLPA TARDÍO/XOLALPAN TEMPRANO
RESTAURADA EN ENCRyM

759
anexo 1

CAZUELA CAMPANIFORME
CAFÉ CLARO PULIDO
C162F AA144 En 70 RT 11936 PJ 318
TLAMIMILOLPA TARDÍO/XOLALPAN TEMPRANO
RESTAURADA EN ENCRyM

760
la cerámica de teopancazco

CAZUELA CAMPANIFORME
CAFÉ SAN MARTÍN
C162F AA144 En 82 RT 11956 PJ 317
TLAMIMILOLPA TARDÍO/XOLALPAN TEMPRANO
RESTAURADA EN ENCRyM

761
anexo 1

CAZUELA CAMPANIFORME
ANARANJADO SAN MARTÍN
C162F AA144 En 83 RT 11863 PJ 321
TLAMIMILOLPA TARDÍO/XOLALPAN TEMPRANO
RESTAURADA EN ENCRyM

762
la cerámica de teopancazco

CAJETE TRÍPODE CAFÉ


C162F AA144 En 93 RT 11885 PJ 254
TLAMIMILOLPA TARDÍO/XOLALPAN TEMPRANO
RESTAURADA EN ENCRyM

763
anexo 1

CAZUELA CAMPANIFORME ANARANJADO


SAN MARTÍN
C162F AA144 En 93 RT 11886 PJ 301
TLAMIMILOLPA TARDÍO/XOLALPAN TEMPRANO
RESTAURADA EN ENCRyM

764
la cerámica de teopancazco

CAJETE TRÍPODE NEGRO


C162F AA144 En 94 RT 11888 PJ 255
TLAMIMILOLPA TARDÍO/XOLALPAN TEMPRANO

765
anexo 1

CAZUELA CAMPANIFORME ANARANJADA


C162F AA146 En 40 RT 10944 PJ 299
TLAMIMILOLPA TARDÍO/XOLALPAN TEMPRANO
RESTAURADA EN ENCRyM

766
la cerámica de teopancazco

CAZUELA CAMPANIFORME ANARANJADO


SAN MARTÍN
C162F AA146 En 41 RT 10946 PJ 279
TLAMIMILOLPA TARDÍO/XOLALPAN TEMPRANO
RESTAURADA EN ENCRyM

767
anexo 1

CAZUELA CAMPANIFORME ANARANJADO


SAN MARTÍN
C162F AA192 En 90 RT 11880 PJ 300
TLAMIMILOLPA TARDÍO/XOLALPAN TEMPRANO
RESTAURADA EN ENCRyM

768
la cerámica de teopancazco

CAJETE TRÍPODE CAFÉ MUY OSCURO


C181B-261 AA214B En 111-112 RT 13949 PJ 320
TLAMIMILOLPA TARDÍO
RESTAURADA EN ENCRyM

769
anexo 1

CUENCO NARANJA Y ROJO


¿CHERÁN? CON COSMOGRAMA
C181B-261 AA214B En 105 RT 13943 PJ 257
TLAMIMILOLPA TARDÍO
RESTAURADA EN LA
ZONA ARQUEOLÓGICA DE TEOTIHUACAN
POR ALFONSO CRUZ

770
la cerámica de teopancazco

CUENCO NARANJA LACA CON


DECORACIÓN AL NEGATIVO
C181B-261 AA227 En 105 RT 13127 etc. PJ 319
TLAMIMILOLPA TARDÍO
RESTAURADA EN ENCRyM

771
anexo 1

CUENCO NARANJA LACA DECORADO


C206 AA37 RT 3581 PJ 271
TLAMIMILOLPA TARDÍO/XOLALPAN TEMPRANO
RESTAURADO POR ENCRyM

772
VASIJA POLÍCROMA C206 AA37 CON
ESCENA DE SERPIENTE CON
GARCETA CON CRESTA EN EL LOMO
TLAMIMILOLPA TARDÍO/XOLALPAN TEMPRANO
RESTAURADO POR VIDA MERCADO

773
anexo 1

VASIJA POLÍCROMA C206 AA37 CON


TOCADOS DE TRES BORLAS
TLAMIMILOLPA TARDÍO/XOLALPAN TEMPRANO
RESTAURADO POR VIDA MERCADO

774
la cerámica de teopancazco

CAJETE ANARANJADO DELGADO INCISO Y PUNTILLADO


C251A AA64 RT 5910 PJ 265
XOLALPAN TEMPRANO
RESTAURADA EN ENCRyM

775
anexo 1

VASO TRÍPODE CON APLICACIONES


DE GRANO DE CAFÉ
C251A AA64 RT 5914 PJ 268
XOLALPAN TEMPRANO
RESTAURADA EN ENCRyM

776
la cerámica de teopancazco

VASO TRÍPODE CON APLICACIONES


DE GRANO DE CAFÉ
C251A AA64 RT 5914 PJ 268
XOLALPAN TEMPRANO
RESTAURADA EN ENCRyM

777
anexo 1

TAPA DE VASO TRÍPODE CON


APLICACIONES GRANO DE CAFÉ
C251A AA64 RT 5914 PJ 316
XOLALPAN TEMPRANO
RESTAURADA EN ENCRyM

778
la cerámica de teopancazco

CAJETE ANARANJADO DELGADO CON


DECORACIÓN ESGRAFIADA
C251A AA66 En 15 RT 5922 PJ 314
XOLALPAN TEMPRANO
RESTAURADA EN ENCRyM

779
anexo 1

CAJETE ANARANJADO DELGADO CON


DECORACIÓN PUNTILLADA Y ESGRAFIADA
C251A AA66 En 15 RT 5922 PJ 312
XOLALPAN TEMPRANO
RESTAURADA EN ENCRyM

780
la cerámica de teopancazco

CAJETE ANARANJADO DELGADO CON


DECORACIÓN PUNTILLADA Y ESGRAFIADA
C251A AA66 En 15 RT 5922 PJ 313
XOLALPAN TEMPRANO
RESTAURADA EN ENCRyM

781
anexo 1

VASO TRÍPODE ESGRAFIADO CON APLICACIONES


C251A AA66 En 15 RT 5909 PJ 266
XOLALPAN TEMPRANO
RESTAURADA EN ENCRyM

782
la cerámica de teopancazco

CAJETE ANARANJADO DELGADO CON


DECORACIÓN ESGRAFIADA
C251A AA66 En 15 RT 5922 PJ 315
XOLALPAN TEMPRANO
RESTAURADA EN ENCRyM

783
anexo 1

VASO TRÍPODE CAFÉ PULIDO ESTUCADO


C251A AA66 En 15 RT 6093 PJ 267
XOLALPAN TEMPRANO
RESTAURADA EN ENCRyM

784
la cerámica de teopancazco

CAJETE TRÍPODE CAFÉ PULIDO


C253A AA174 RT 11830 En 63 PJ 306
TLAMIMILOLPA TARDÍO/XOLALPAN TEMPRANO
RESTAURADO EN ENCRyM

785
anexo 1

GRAN VASO TRÍPODE ESGRAFIADO


CAFÉ PULIDO
C261 AA229 RT 12947 PJ 292
TLAMIMILOLPA TARDÍO/XOLALPAN TEMPRANO
RESTAURADO EN ENCRyM

786
la cerámica de teopancazco

CUATRO OLLITAS MINIATURA CAFÉ CLARO


C262B AA159 En 73 RT 12156, 12153, etc. PJ 264 A-D
TLAMIMILOLPA TARDÍO

787
anexo 1

CUATRO PLATITOS MINIATURA CAFÉ CLARO


C262B AA159 En 73 RT 12211, 11986, etc. PJ 263 A-D
TLAMIMILOLPA TARDÍO

788
la cerámica de teopancazco

PLATO NARANJA PULIDO


C262B AA161 En 59 RT 11338 PJ 298
TLAMIMILOLPA
RESTAURADA EN ENCRyM

789
anexo 1

CAJETE TRÍPODE ESGRAFIADO CAFÉ ROJIZO OSCURO


C267 AA220 RT 12897 PJ 258
TLAMIMILOLPA TARDÍO

790
la cerámica de teopancazco

CUENCO CAFÉ OSCURO PULIDO


CON BANDA ROJA EN EL BORDE
C351A AA164 En 64 RT 11792 PJ 329
TLAMIMILOLPA
RESTAURADO EN ENCRyM

791
anexo 1

CAZUELA TRÍPODE OCOTELULCO


C354A AA217 En 101 RT 12358 PJ 256
TLAMIMILOLPA TARDÍO

792
la cerámica de teopancazco

C358B AA213 PJ 303


CAJETE TRÍPODE CAFÉ BRUÑIDO
CON SOPORTES DE BOTÓN
TLAMIMILOLPA TARDÍO
RESTAURADO POR ENCRyM

793
anexo 1

CAJETE TRÍPODE CAFÉ OSCURO BRUÑIDO


CON DECORACIÓN ESGRAFIADA
C358D AA213 PJ 308
TLAMIMILOLPA TARDÍO/XOLALPAN TEMPRANO
RESTAURADO EN ENCRyM

794
la cerámica de teopancazco

VASO TRÍPODE LUSTROSO ESGRAFIADO


C367 AA237 RTs 14098, 14088 ETC. PJ 330
TLAMIMILOLPA
RESTAURADO EN ENCRyM

795
anexo 1

PLATO CAFÉ CLARO


C367 AA238 RT 14046 PJ 328
TLAMIMILOLPA
RESTAURADO EN ENCRyM

796
la cerámica de teopancazco

COPA
C503 AP. 1 RT 9930 PJ 262
XOLALPAN
RESTAURADA EN ENCRyM

797
anexo 1

OLLITA MINIATURA CAFÉ ROJIZA


C507C AA118 En 36 RT 9992 PJ 326
MAZAPA

798
la cerámica de teopancazco

OLLITA MINIATURA
C507C AA118 En 36 RT 9991 PJ 251
MAZAPA

799
Los autores

Estíbaliz Aguayo Ortiz. Arqueóloga por la Escuela Nacional de Antropología


e Historia. Responsable de proyecto en el Instituto Nacional de Antropología e
Historia. (baluza_24@hotmail.com)

Luis A. Barba. Arqueómetra, ingeniero químico industrial  del Instituto Politéc-


nico Nacional, maestro en geología arqueológica de la Universidad de Georgia y
doctor en Antropología de la UNAM. Responsable del Laboratorio de Prospec-
ción Arqueológica del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Univer-
sidad Nacional Autónoma de México. Es especialista en prospección, análisis de
residuos químicos, diagnóstico y conservación. (lubarba@me.com)

Donatella Barca. Es profesora de petrografía aplicada en la Universidad de


Calabria. Su investigación se centra en la aplicación de técnicas petrográficas y
geoquímicas en el estudio del patrimonio cultural y el análisis de la degradación
de edificios y monumentos de interès histórico y artístico. Los resultados de su
investigación han sido publicados en revistas nacionales e internacionales de alto
impacto. (donatella.barca@unical.it)

Jorge Blancas. Técnico de apoyo en procesamiento de imágenes y prospección


arqueológica del Laboratorio de Prospección Arqueológica del Instituto de In-
vestigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México.
(jorgeblancasvaz@gmail.com)

Mijaely A. Castañón Suárez. Arqueóloga egresada de la Escuela Nacional de


Antropología e Historia en la ciudad de México. Maestra en Antropología por la
UNAM. Ha participado en el proyecto “Teotihuacan: élite y gobierno” de Linda
R. Manzanilla, así como en proyectos arqueológicos en los estados de Chihuahua,
Durango, Michoacán y en la Ciudad de México. Sus líneas de investigación son:
arqueometría, cerámica, lapidaria, sistemas de interacción, intercambio y comer-
cio. (mijaelycs@yahoo.com.mx)

Gino Mirocle Crisci. Rector de la Universidad de Calabria (Italia). Catedráti-


co de Petrografía, Mineralogía, Geoquímica y Vulcanología del Dipartimento di
Biologia, Ecologia e Scienze della Terra. Su investigación se centra en el estudio
petrográfico y geoquímico de las rocas magmáticas; el estudio petrográfico y
geoquímico de los bienes culturales, y la aplicación de autómatas celulares a la
problemática de las Ciencias de la Tierra. (criscigm@gmail.com)

801
teopancazco como centro de barrio multiétnico de teotihuacan

José Carlos De la Fuente. Arqueólogo egresado de la Escuela Nacional de


Antropología e Historia. Maestrante en Estudios Mesoamericanos por parte de
la Universidad Nacional Autónoma de México. Su campo de estudio es la manu-
factura cerámica a través de técnicas petrográficas. (chepi_charlie@hotmail.com)

Raffaella De Luca. Es doctora en Ciencias de la Tierra por la Universidad de


Calabria (Italia) (2014). Trabaja en el campo de la arqueometría, y en particular,
en la caracterización composicional de morteros y estucos arqueológicos. Ha tra-
bajado en proyectos arqueológicos internacionales en sitios como Pollentia (Islas
Baleares, España), Pompeya (Italia), Templo Mayor (México) y Kyme (Turquía).
(raffaella.deluca@unical.it)

Silvia Domínguez Peláez. Arqueóloga por la Universidad de las Américas, Pue-


bla. Se ha especializado en el análisis lítico y cerámico relacionado con los contex-
tos de explotación y talla de la obsidiana por parte de las culturas teotihuacana y
tolteca principalmente. Contratada por la Dirección de Estudios Arqueológicos
del Instituto Nacional de Antropología e Historia. (sdmguez@yahoo.com)

Ángela Ejarque Gallardo. Licenciada en Historia del Arte con especializa-


ción en Arqueología por la Universidad de Valencia y maestra en Estudios Me-
soamericanos por la UNAM. Su línea de investigación se centra en el estudio
arqueométrico del color prehispánico asociado a tratamientos funerarios y a con-
textos rituales mesoamericanos, particularmente en Palenque y en Teotihuacan.
(anega.aeg@gmail.com)

Dulce Sugey Espino Ortiz. Obtuvo su Licenciatura en Física, en la Facultad


de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México. Se especializa en
análisis acústico de instrumentos musicales prehispánicos. Actualmente cursa
la Licenciatura en Matemáticas en la misma Facultad. (dulce.espino@ciencias.
unam.mx)

Enah Montserrat Fonseca Ibarra. Arqueóloga egresada de la Escuela Na-


cional de Antropología e Historia con la tesis: Figurillas: identidades reconocidas,
relaciones establecidas. Estudio de identidad de género en las figurillas antropomorfas
de Teopancazco, Teotihuacan. Desde el 2010 se incorporó al Centro INAH Baja
California para especializarse en el estudio de cazadores-recolectores-pescadores.
(montserrat_fonseca@inah.gob.mx)

802
autores

Julieta M. López Juárez. Candidata a doctora en Estudios Mesoamericanos,


Universidad Nacional Autónoma de México. Investigadora Invitada del Instituto
de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Estudios Extranjeros de Kyo-
to (IELAK), Japón. Colaboradora del Proyecto Arqueológico Tlalancaleca, Pue-
bla desde 2012. Su especialidad es la arqueometría. (xulieta.lopez@gmail.com)

Carlos López Puértolas. Graduado en Historia con especialización en Ar-


queología por la Universidad de Valencia y maestro en Estudios Mesoamerica-
nos por la Universidad Nacional Autónoma de México. Su línea de investigación
comprende la materialidad del color en Mesoamérica a partir de la combinación
de la Arqueometría, la Arqueología del Color y aspectos económicos partir de la
Arqueología de la Producción. Ha realizado estudios en estos ámbitos en el pro-
yecto “Teotihuacan: élite y gobierno. Excavaciones en Xalla y Teopancazco” de la
Dra. Linda Rosa Manzanilla Naim. (c.lopezpuertolas@gmail.com)

Linda Rosa Manzanilla Naim. Arqueóloga, maestra en Ciencias Antropológi-


cas y doctora de tercer ciclo en Egiptología. Investigadora titular del Instituto de
Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de Méxi-
co, y miembro de El Colegio Nacional. Ha dedicado más de 40 años al estudio de
Teotihuacan; es directora del proyecto “Teotihuacan: élite y gobierno” desde 1997.
Sus interesen yacen en las primeras ciudades y los primeros estados. (lmanza@
unam.mx)

Emiliano Ricardo Melgar Tísoc. Arquéologo. Profesor-Investigador Titular


C del Museo del Templo Mayor, Instituto Nacional de Antropología e Historia.
Sus estudios se han centrado en la tecnología prehispánica, la procedencia de mi-
nerales, los yacimientos, la caracterización de huellas de manufactura, la especiali-
zación artesanal, las rutas de navegación, el comercio y el tributo. Ha trabajado en
diversos proyectos de México, Guatemala, Estados Unidos, Perú y Ecuador. (emi-
liano_melgar@inah.gob.mx)

Domenico Miriello. Es investigador y petrógrafo en el Dipartimento di Biolo-


gia, Ecologia e Scienze della Terra, Università della Calabria (Italia). Es director
científico del laboratorio de rayos X y espectroscopía Raman de la Universidad de
Calabria. Está involucrado en varios proyectos científicos en Italia, España, Mé-
xico y Turquía, que se refieren a aplicaciones arqueométricas en materiales líticos
naturales y artificiales. (domenico.miriello@unical.it)

803
teopancazco como centro de barrio multiétnico de teotihuacan

Tatsuya Murakami. Es profesor asistente en Tulane University. Recibió su doc-


torado en Arizona State University en 2010. Ha estudiado la formación del pai-
saje urbano en Teotihuacan. A partir de 2012 ha codirigido el Proyecto Arqueoló-
gico Tlalancaleca, Puebla, junto con el Dr. Shigeru Kabata, proyecto que investiga
el origen y transformación de una de las ciudades más tempranas en el Altiplano
Central. (tmurakam@tulane.edu)

Agustín Ortiz Butrón. Arqueólogo por la Escuela Nacional de Antropología


e Historia y doctor en antropología por Universidad Nacional Autónoma de Mé-
xico. Miembro del Laboratorio de Prospección Arqueológica del IIA-UNAM
desde hace 25 años. Su especialidad es el estudio químico de pisos y cerámicas
arqueológicas, particularmente de Teotihuacan. (ortizbutron@gmail.com)

Alejandro Pastrana. Licenciado y doctor en arqueología por la Escuela Nacio-


nal de Antropología e Historia, investigador de la Dirección de Estudios Arqueo-
lógicos del Instituto Nacional de Antropología e Historia desde 1974 a la fecha.
Se ha especializado en el estudio de la explotación, talla, distribución y uso de la
obsidiana en Mesoamérica. (alpastra@gmail.com)

Alessandra Pecci. Investigadora Ramón y Cajal de la Universidad de Barcelona.


Arqueóloga y arqueómetra. Es maestra en antropología por la Universidad Nacio-
nal Autónoma de México–con una tesis sobre análisis de residuos en los pisos de
Teopancazco, dirigida por la. Dra. Linda R. Manzanilla– y doctora por la Univer-
sidad de Siena. Es especialista en el análisis de residuos orgánicos en cerámicas y
pisos, y en el estudio de morteros. Trabaja en proyectos internacionales en México
y el Mediterráneo. (alessandrapecci@ub.edu, alepecci@gmail.com)

Edgar Ariel Rosales. Arqueólogo, egresado de la Escuela Nacional de Antro-


pología e Historia, con la tesis de licenciatura “Usos, manufactura y distribución
de la mica en Teotihuacan”; maestro en Estudios Mesoamericanos (UNAM). Co-
laboró en el Proyecto “Teotihuacan: élite y gobierno”, dirigido por la Dra. Linda
R. Manzanilla entre 1999-2004, y en el Proyecto Protección Técnica y Legal del
Patrimonio Arqueológico  (Centro  INAH Estado de México). (edgar_rosales@
inah.gob.mx)

Reyna Beatriz Solís Ciriaco. Licenciada en arqueología por la Escuela Nacio-


nal de Antropología e Historia. Maestra y doctora en antropología por la Univer-
sidad Nacional Autónoma de México. Profesora de Asignatura del Posgrado de
Estudios Mesoamericanos de la Universidad Nacional Autónoma de México. Sus

804
autores

investigaciones  abordan las temáticas de producción, tecnología, estilo, tradición,


talleres, artesanos y joyería en concha y lapidaria. Ha participado en diversos pro-
yectos de México, Guatemala y Ecuador. (reynabsolis@hotmail.com)

Tatiana Valdez Bubnova. Doctora en Estudios Mesoamericanos por la Univer-


sidad Nacional Autónoma de México. Maestra en Crítica de Arte por la Univer-
sidad Estatal de Moscú. Obtuvo la Medalla Alfonso Caso UNAM 2007 y 2013,
y el Premio “Alfonso Caso” 2013 del INAH 2013. Actualmente es investigadora
posdoctorante de la Universidad Autónoma del Estado de México. (profesoram-
brosius@yahoo.com)

Norma Valentín Maldonado. Bióloga, egresada de la Escuela Nacional de


Ciencias Biológicas del Instituto Politécnico Nacional. Profesora Investigadora
Titular “C”, adscrita al Laboratorio de Arqueozoología “Ticul Álvarez Solór-
zano”, de la Subdirección de Laboratorios de Apoyo Académico, del Instituto
Nacional de Antropología e Historia. Participa permanentemente en los proyec-
tos: “Estudios de Laboratorio Arqueozoológicos, Faunísticos y Paleontológicos”
y “Técnicas de manufactura de los objetos de concha del México prehispánico”.
(nvalentinm@hotmail.com)

Violeta Vázquez Campa. Arqueóloga, maestra y doctora en Antropología por


la Universidad Nacional Autónoma de México. Ha trabajado en proyectos ar-
queológicos en Veracruz, Oaxaca, Estado de México y Campeche con énfasis en
las unidades domésticas. Desde su estancia posdoctoral desarrolla estudios en el
campo de la arqueometría y fue colaboradora del Proyecto Universos Sonoros
Mayas. (vvcampa@outlook.com)

Ma. Luisa Vázquez de Ágredos Pascual. Es Profesora Titular del Departa-


mento de Historia del Arte de la Universidad de Valencia, Doctora en Geografía
e Historia por la Universidad de Valencia y doctora en Historia del Arte por la
Universidad Politécnica de Valencia. Su línea de investigación en el arte mesoa-
mericano aúna el análisis físico-químico y el estudio cultural del color, los aromas,
las especias y el fármaco en época prehispánica. (m.luisa.vazquez@uv.es)

Adrián Velázquez Castro. Arqueólogo por la Escuela Nacional de Antropolo-


gía e Historia y doctor en Antropología por la Universidad Nacional Autónoma
de México. Es investigador del Museo del Templo Mayor del Instituto Nacional
de Antropología e Historia. Su principal interés profesional son los objetos de
conchas de moluscos, especialmente el tema de su producción. Actualmente dirige

805
teopancazco como centro de barrio multiétnico de teotihuacan

el proyecto “Técnicas de manufactura de los objetos de concha del México prehis-


pánico”. (adrianveca62@gmail.com)

Francisca Amelia Zalaquett Rock. Maestra y doctora en Antropología, con


especialidad en Arqueología, por la Universidad Nacional Autónoma de México.
Actualmente es Investigadora asociada “C” de tiempo completo en el Centro de
Estudios Mayas, del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM. Se es-
pecializa en el análisis arqueoacústico de instrumentos sonoros mesoamericanos.
(panchaahau@hotmail.com)

Belem Zúñiga Arellano. Bióloga egresada de la Facultad de Estudios Superio-


res Iztacala, de la Universidad Nacional Autónoma de México. Obtuvo una men-
ción honorífica en 2014 con la tesis “Ofrenda de moluscos a la diosa de la tierra
Tlaltecuhtli en el Templo Mayor de Tenochtitlan” en el premio Alfonso Caso. Ha
participado en congresos nacionales e internacionales, ha publicado 30 artículos
científicos y actualmente estudia la carrera de Arqueología en la Escuela Nacional
de Antropología e Historia. (belem_zu@yahoo.com)

806
Teopancazco como centro de barrio multiétnico de Teotihuacan.
Los sectores funcionales y el intercambio a larga distancia

Editado por el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM.


Se terminó de imprimir el 1 de noviembre de 2018 en MGM Consultoría
Gráfica S. A. de C. V., Fuentes Brotantes 43-1, col. Portales, Del. Benito
Juárez, 03570, Ciudad de México. Su composición y formación tipográfica,
con Adobe Caslon Pro 11.5/13pt, estuvo a cargo de Nube Magenta.
La corrección de estilo estuvo a cargo de Ernesto Jáuregui Rodríguez.
La edición consta de 100 ejemplares en papel couché de 90g y estuvo
al cuidado de Anabel Olivares, Linda Rosa Manzanilla y Natzi Vilchis.

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