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Excavaciones en Xalla y Teopancazco”
a obra que aquí se presenta es el cuarto volumen del proyecto interdisciplinario Linda R. Manzanilla
e interinstitucional “Teotihuacan. Elite y gobierno. Excavaciones en Xalla y Teo-
MULTIÉTNICO DE TEOTIHUACAN
diente a los distintos sectores funcionales destinados al ritual, el trabajo artesanal
especializado, la preparación de comida para los trabajadores del barrio, la adminis- Linda R. Manzanilla
tración del mismo, la guardia del barrio y un posible sector médico. Además nos E
ofrece los datos con que contamos para entender las materias primas y bienes forá-
neos que llegaron a Teopancazco procedentes de varias regiones de Mesoamérica,
particularmente el corredor hacia la zona de Nautla en Veracruz.
Linda R. Manzanilla
Directora
Linda R. Manzanilla
Editora
Proyecto “Teotihuacan. Elite y gobierno. Excavaciones
en Xalla y Teopancazco”
Linda R. Manzanilla
Directora
Linda R. Manzanilla
Editora
D. R. 2018 © UNAM
Ciudad Universitaria, Coyoacán, México, D. F., 04510
Instituto de Investigaciones Antropológicas
www.iia.unam.mx
ISBN 978-607-30-1113-6
Agradecemos el apoyo por parte del Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación
Tecnológica (UNAM-PAPIIT) al proyecto IN400117, para la producción del e-pub de la presente obra.
Derechos reservados conforme a la ley. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por
cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, la fotocopia
o la grabación, sin la previa autorización por escrito del titular de los derechos de esta edición.
Derechos reservados conforme a la ley
Hecho en México / Made in Mexico
Índice
Introducción 9
Linda R. Manzanilla
Primera Parte.
Teopancazco y sus sectores funcionales
Segunda Parte.
Teopancazco y la presencia
de materiales foráneos
Teotihuacan, una ciudad de muchas caras, fue el eje rector de la dinámica social
del centro de México durante el Clásico (figura 1) (Manzanilla 2011b, 2017). A
quienes hemos dedicado nuestra vida como arqueólogos a entender sus institu-
ciones, la vida en la urbe, la interacción con otros grupos étnicos y su colapso, no
deja de maravillarnos la larga duración del pacto multiétnico que permitió una
preeminencia de esta metrópolis durante tres siglos y medio (200-550 d.C.).
Figura 1. Mapa de Teotihuacan según René Millon (1973), redibujado por Linda R.
Manzanilla y Rubén Gómez Jaimes.
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introducción
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teopancazco como centro de barrio multiétnico de teotihuacan
Es probable que la vasija hallada por Sigvald Linné (1942), en Las Colinas
(Calpulalpan), represente a los integrantes de un co-gobierno, ya que se trata de
dignatarios de alto rango que llevan a cabo rituales de siembra alrededor del sím-
bolo del dios de la lluvia (o las tormentas) que está en el fondo del cuenco; los
emblemas que portan son profusos en cada cuadrante de la ciudad. Así, el perso-
naje que porta un emblema de ave podría ser el representante del cuadrante del
noroeste, donde yacen representaciones de águilas en la Plaza de las Águilas, vola-
dores en el Palacio del Quetzalpapálotl, aves tropicales en la subestructura de los
Caracoles Emplumados del Palacio de los Jaguares, e incluso el incensario hallado
por mí en Oztoyahualco 15B (Manzanilla y Carreón 1991) con la representación
del personificador del pájaro-mariposa. Por lo tanto, propongo que la Pirámide de
la Luna sería el templo principal de este grupo.
Figura 3. Propuesta de los cuatro sectores de Teotihuacan, con los posibles co-
gobernantes y emblemas de cada sector (Manzanilla 2009a).
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introducción
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teopancazco como centro de barrio multiétnico de teotihuacan
libro, entre ellos: el ritual (en el centro), el militar (al suroeste), el administrativo
(probablemente al sur), el artesanal (al noreste), el médico (también al noreste), el
residencial (al norte en tiempos Tlamimilolpa y al suroeste en tiempos Xolalpan),
además del área de preparación y almacenamiento de alimentos (ubicado en la
periferia norte) (Manzanilla 2012a).
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introducción
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teopancazco como centro de barrio multiétnico de teotihuacan
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introducción
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teopancazco como centro de barrio multiétnico de teotihuacan
tos multifamiliares de apartamentos con las halladas en los centros de barrio, en los
conjuntos palaciegos de la elite gobernante y en las estructuras piramidales princi-
pales de Teotihuacan. En otro capítulo se reflexiona sobre los problemas hallados
al abordar los ecofactos de Teopancazco. Asimismo se presentan la identificación,
análisis e interpretación de los restos óseos de fauna, junto con una evaluación de
su manejo, sus ciclos biológicos, el intercambio y uso de los restos faunísticos. Un
capítulo está dedicado exclusivamente a los cánidos y otro, a los recursos costeros.
Posteriormente se abordan las plantas en cuanto a su uso cotidiano y ritual. En
otro capítulo se estudian los fitolitos y residuos químicos hallados en las piedras
de molienda de Teopancazco. Continúa una evaluación de la industria de hueso,
diente y asta del sitio. Y este volumen concluye con una descripción de uso actual
del pez bobo, hallado profusamente en niveles arqueológicos de Teopancazco.
Nos hallamos entonces frente al cuarto volumen de la serie sobre Teopan-
cazco, que lleva por título: Teopancazco como centro de barrio multiétnico de Teoti-
huacan. Sus sectores funcionales y el intercambio a larga distancia (Manzanilla [ed.]
2018). Este volumen está dedicado principalmente a dos temas: 1. Teopancazco
y sus sectores funcionales, y 2. Teopancazco y la presencia de materiales forá-
neos. Como directora de un proyecto tan complejo como “Teotihuacan. Elite y
gobierno” y como profesora de arqueología, quise en este volumen contrastar mi
visión de los sectores funcionales contra la visión de mis alumnos y colaboradores,
estableciendo un diálogo entre generaciones. Varios tesistas de Teopancazco están
representados en este volumen como autores: Agustín Ortiz y Tatiana Valdez con
temas de sus tesis doctorales; Alessandra Pecci, Ángela Ejarque y Carlos López
Puértolas con aspectos de sus tesis de maestría; Enah Montserrat Fonseca, Es-
tíbaliz Aguayo, Edgar Rosales, José Carlos De la Fuente y Mijaely Castañón con
asuntos de sus tesis de licenciatura.
Después de una introducción al volumen, Agustín Ortiz presenta algunas
conclusiones derivadas de su tesis doctoral (Ortiz Butrón 2015) en cuanto a las
características de Teopancazco en la fase Xolalpan, para continuar con un resu-
men de las actividades reconocidas en el centro de barrio a través de sus residuos
químicos, estudio que sigue y amplía el de Alessandra Pecci (2000; Pecci et al.
2010) al respecto. En el aspecto químico, las actividades rituales, de residencia y de
preparación de alimentos fueron las que dejaron más trazas químicas y pudieron
ser reconocidas cabalmente.
Posteriormente abordamos el sector ritual de Teopancazco (Manzanilla
2002b), tanto en sus componentes principales, cuanto en el aspecto de los ins-
trumentos musicales (por Francisca Zalaquett) y el uso ritual de los moluscos
marinos (Adrián Velázquez, Norma Valentín y Belem Zúñiga).
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introducción
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teopancazco como centro de barrio multiétnico de teotihuacan
Agradecimientos
Bibliografía
Linné, Sigvald
1934 Archaeological Researches at Teotihuacan, Mexico, Ethnographical Museum of
Sweden, Stockholm.
Manzanilla, Linda
1985 El sitio de Cuanalan en el marco de las comunidades pre-urbanas del valle
de Teotihuacan, J. Monjarás-Ruiz, E. Pérez-Rocha y R. Brambila (eds.), Me-
soamérica y el Centro de México, Colección Biblioteca del Instituto Nacional
de Antropología e Historia, Instituto Nacional de Antropología e Historia,
México: 133-178.
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introducción
Manzanilla, Linda R.
1996 Corporate Groups and Domestic Activities at Teotihuacan, Latin American
Antiquity 7 (3): 228-246.
2002b Living with the Ancestors and Offering to the Gods: Domestic Ritual at
Teotihuacan, Patricia Plunket (ed.), Domestic Ritual in Ancient Mesoamerica,
Monograph 46, Cotsen Institute of Archaeology, University of California at
Los Angeles, Los Angeles: 43-52.
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teopancazco como centro de barrio multiétnico de teotihuacan
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introducción
2012b Banco de datos del sitio Teopancazco. Proyecto “Teotihuacan: Elite y go-
bierno,” 1997-2005, Apéndice 1, Linda R. Manzanilla (ed.), Estudios ar-
queométricos del centro de barrio de Teopancazco en Teotihuacan, Coordinación
de Humanidades--Coordinación de la Investigación Científica, Universidad
Nacional Autónoma de México, Ciudad de México: 467-552.
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teopancazco como centro de barrio multiétnico de teotihuacan
Pecci, Alessandra
2000 Análisis químico de pisos y áreas de actividad. Estudio de caso en Teo-
pancazco, Teotihuacan, Tesis de maestría en antropología (arqueolo-
gía), Facultad de Filosofia y Letras, Universidad Nacional Autóno-
ma de México, México.
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Primera Parte.
Teopancazco y sus sectores funcionales
1. Características del barrio de Teopancazco durante
la fase Xolalpan. Una propuesta metodológica
Agustín Ortiz Butrón, Luis Barba y Jorge Blancas
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primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
de este volumen) con un componente foráneo que participó en la vida del barrio
(Manzanilla 2006, 2009b, 2012a, 2015; Manzanilla [ed.] 2017) y a diferencia de
La Ventilla, las funciones rituales, administrativas, productivas y de vivienda, que
caracterizaron al centro de barrio de Teopancazco, se llevaron a cabo en un solo
conjunto arquitectónico (Manzanilla 2009b: 29, 37).
Para corroborar lo anterior, en su tesis doctoral, Ortiz utiliza varios indica-
dores tales como estudios geofísicos en las calles y el predio de Teopancazco, un
estudio de la dinámica arquitectónica del conjunto, la interpretación química de
sus pisos, así como una revisión exhaustiva de todos los salvamentos realizados en
el poblado de San Sebastián Xolalpa (Ortiz 2015).
Como parte del proyecto “Teotihuacan: elite y gobierno”, dirigido por la Dra.
Manzanilla, se realizaron estudios geofísicos dentro del predio excavado, con los
cuales se hizo una primera interpretación de los límites del centro de barrio y su
conformación interna (Ortiz et al. 2012). Posteriormente la tesis doctoral de Or-
tiz (2015) afinó dicha interpretación, llegando incluso a definir los componentes
internos propuestos por Manzanilla, a partir de la interpretación de los espacios
y alineaciones observables en el mapa de gradiente magnético, la continuidad ar-
quitectónica y los pozos de salvamento arqueológicos realizados en las calles de
Aztecas y San Francisco (Ortiz 2015: 505).
En un intento por entender la dinámica arquitectónica del sector oriente con
respecto al centro de barrio en general, más allá del sector de excavación, en la
figura 1.1 se muestra la ubicación de la zona Metepec, la “sastrería” y el templo del
este en su último momento de crecimiento perteneciente a la fase Xolalpan, con la
finalidad de ubicar estas zonas dentro del mapa de gradiente magnético y buscar
su continuidad arquitectónica hacia el oriente (figura 1.1).
Como propuesta de interpretación de cada uno de los espacios observados
en el mapa de gradiente magnético, se colocó un número consecutivo en el mapa,
para ver la dinámica constructiva del centro de barrio en su sector oriente antes de
su excavación (Ortiz 2015: 506). En ella se interpreta que: al noreste se encuentra
el acceso hacia la zona de la sastrería (1), y al sur de él, un espacio libre que se
interpreta como la zona del apisonado exterior del C244 que presenta una caída
de agua que se registró durante la excavación (2), el cual conforma una gran espa-
cio cuadrangular y bien definido. Al sur de él se observa un recinto cerrado (3) y
otro más al norte de mayor tamaño, asociado directamente al este de la “sastrería”
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1. características del barrio de teopancazco durante la fase xolalpan
(4), y quizá por ello, involucrado con sus actividades. Al norte de este espacio, se
encuentra el inicio del muro limítrofe del conjunto (5), el cual corre hacia el sur,
hasta donde se interrumpe, y puede interpretarse como el acceso al centro de ba-
rrio por el sureste (6). Al sur de él se observa una fuerte respuesta magnética que se
interpretó como el límite sur del conjunto (7), el cual ya se había observado duran-
te el proceso de excavación. Al este del acceso del centro de barrio (6), se observa
un espacio abierto donde pudieron llevarse a cabo las actividades del componente
comunitario (8 y 9).
Figura 1.1. Superposición de estructuras (Metepec, sastrería y templo del este) con propuesta
de uso de espacios al oriente a partir del estudio de gradiente magnético.
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primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
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1. características del barrio de teopancazco durante la fase xolalpan
A partir del estudio de los residuos químicos de los pisos y apisonados, así como
por los materiales arqueológicos recuperados en la excavación, fue posible propo-
ner la localización de cada uno de los componentes identificados previamente por
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primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Manzanilla (2012a: 29) y ubicar no sólo los indicadores por su actividad sustanti-
va, sino identificar también su zona de influencia (Ortiz 2015: 512).
El componente ritual
Sin duda alguna el componente ritual fue el más importante de todos los com-
ponentes del centro de barrio de Teopancazco, ya que fue precisamente el factor
religioso el que congregó a las unidades residenciales vecinas en torno al templo
de barrio de la comunidad y permitió a su vez el desarrollo económico del mismo.
Como indicadores principales de ello se tiene:
1. La existencia de un templo de barrio (C13) cuya manifestación del poder
económico que alcanzó se observa en sus continuas etapas de crecimiento en
un lapso de 50 años aproximadamente (según las edades de radiocarbono del
crecimiento del templo [moda 330-370 d.C.], con las obtenidas del fogón
del área externa del cuarto 244 [modas 370-420 d.C.]).
2. La presencia de un patio de congregación (>170 m2 de extensión) y recintos
de templos (>55 m2 de superficie) que superan los más grandes de los conjun-
tos residenciales y habitacionales como Tetitla u Oztoyahualco 15B:N6W3
(Manzanilla 2012a: 41).
3. La presencia de pintura mural con representaciones de los sacerdotes sem-
bradores cuyos atavíos presentan un signo formado por una estrella de cinco
puntas y se dirigen de manera encontrada hacia un altar central (Manzanilla
2012a: 42; Valdez 2012: 372). Los rituales de siembra representados por el
sacerdote sembrador, pese a que aluden a espacios dedicados a actividades
administrativas, refieren evidentemente a actividades rituales (Valdez 2012:
371).
4. Evidencias de rituales cotidianos y eventuales en plazas, patios, altares, cuar-
tos y fosas identificados en el contexto arqueológico tanto por sus restos
materiales tangibles como intangibles (Manzanilla 2012a; Pecci et al. 2010;
Barba et al. 2007; Rodríguez 2010; Ortiz 2015: 351).
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1. características del barrio de teopancazco durante la fase xolalpan
(1), la plaza principal (2), el altar central (3) y la pintura mural de los sacerdotes
en el C7 (4) (figura 1.3).
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primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Manzanilla 2012d: 479), así como con la distribución química de los residuos
químicos asociados al mismo (Pecci et al. 2010: 112; Ortiz 2015: 363).
En el sector norte de la posible casa del administrador (6), se encuentra el patio
C154C-160, localizado al oriente del complejo cuarto-pórtico-patio, en cuyo espa-
cio se reporta la presencia de un momoztli en la parte suroeste del mismo (ver banco
de datos del proyecto; Manzanilla 2012d: 500), asociado a altos valores de residuos
proteicos y ácidos grasos (Ortiz 2015: 342). Dada la importancia de la religión en
todos los aspectos de Teotihuacan, este pequeño patio podría interpretarse como un
pequeño santuario privado, asociado directamente a la vivienda del administrador.
El componente ritual también puede observarse en el componente artesanal
(7), y puede reconocerse también por la evidencia de figurillas desarticuladas tan-
to en el área de la “sastrería” (C251A) como en su área de acceso (C244), lo cual
podría estar hablando de rituales particulares de los artesanos, de origen foráneo,
posiblemente del corredor teotihuacano hacia Nautla (Manzanilla 2012a: 37, 44,
2015), e ilustrarnos acerca de costumbres rituales ajenas al ámbito ceremonial
teotihuacano. En el templo principal del conjunto aparece un grupo grande de
fragmentos de figurillas (cabezas, torsos y extremidades).
Por último, en el pozo 6 del salvamento de Palomares, se reporta el hallazgo
de una plataforma de gran volumen a la que denomina Estructura G construida
mediante cajones de construcción. Lamentablemente de ella sólo quedaron como
evidenciados huellas y tres peraltes de una escalinata orientada hacia el sur (Pa-
lomares 2001, Exp. 045/01). Esta estructura presenta una clara relación con una
gran anomalía magnética ubicada al oriente y que pudo conformar parte de un
mismo espacio ritual (8) (Ortiz 2015: 516)
El componente administrativo
La Dra. Manzanilla plantea la hipótesis de que las elites intermedias estuvieron a
la cabeza de los centros de barrio (Manzanilla 2007, 2009b). En Teopancazco se
han propuesto al menos dos lugares de residencia de los administradores (Man-
zanilla 2012a: 29). El primero, para el periodo Xolalpan temprano, está ubicado
hacia la parte norte, se caracteriza por el complejo cuarto-pórtico-patio asociado
a un espacio abierto al oriente que presentó un pequeño momoztli hacia su parte
suroeste. Este espacio, de indudable valor simbólico, ya que en sus inicios el cen-
tro de barrio de Teopancazco se originó precisamente en esta área, fue escenario
de un ritual de terminación durante la transición Tlamimilolpa tardío-Xolalpan
temprano (Manzanilla 2012a), que cambió totalmente la fisonomía y disposi-
ción del centro. Entre ellos, un cambio drástico de funcionalidad de este espacio
arquitectónico, el cual cambió de un ámbito predominantemente ritual a uno de
residencia del administrador y su familia.
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1. características del barrio de teopancazco durante la fase xolalpan
El componente residencial
Este componente se relaciona directamente con la función de vivienda; sin embar-
go, tal como menciona Manzanilla, los centros de barrio se diferencian de los con-
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primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
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1. características del barrio de teopancazco durante la fase xolalpan
Figura 1.5. Propuesta del componente residencial del centro de barrio y la presencia de hileras
de almacenes-cocinas
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primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
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1. características del barrio de teopancazco durante la fase xolalpan
vanas desde Veracruz (Manzanilla 2012a: 28). Teniendo esto en mente, y dada la
magnitud de las materias primas localizadas en Teopancazco, habría que conside-
rar la existencia de varios almacenes y talleres dentro del centro de barrio para el
trabajo de la lapidaria, concha, cestería, piel, laqueado de cerámica y la confección
de atavíos de la elite intermedia.
Cada una de estas actividades debió involucrar además un flujo de materias
primas diversas para el óptimo funcionamiento del componente artesanal. Sin
embargo, habrá que preguntarse: ¿fue la actividad artesanal del centro de barrio
de Teopancazco de tipo diversificada o especializada? Los materiales recuperados
de la excavación hacen pensar que, aun cuando hay evidencia de actividades arte-
sanales múltiples, la gran mayoría se centró en la confección de atavíos, como lo
demuestra la gran cantidad de indicadores arqueológicos entre artefactos y mate-
rias primas localizados en la llamada “sastrería” y áreas de influencia (Manzanilla
et al. 2011; Manzanilla 2012a: 47; Rodríguez Galicia 2010; Velázquez Castro et
al. 2012: 297; Padró Irizarry 2002; Padró y Manzanilla 2004).
Al respecto y poniendo el caso de la lapidaria como ejemplo, estudios recien-
tes en los materiales de Teopancazco revelaron una gran libertad para elegir las
materias primas de color verde, tales como travertino, piedras verdes, serpentinas,
cuarzo verde, pedernal, pizarra, etc.; tal variabilidad de materiales, a decir de los
autores, demuestra cierta independencia de este barrio respecto del Estado teoti-
huacano (Manzanilla 2006; Melgar et al. 2012: 277). También se menciona que
estas materias primas de origen foráneo fueron procesadas en el centro de barrio
para la elaboración de pendientes, incrustaciones, cuentas, orejeras, vasijas, figuri-
llas, etc. (Melgar et al. 2012: 260), y para su realización se utilizaron herramientas
de basalto, riolita, caliza, granito, pedernal, obsidiana, arena, ceniza y piel según la
modificación deseada al objeto fuera desgaste, corte, perforación, calado, incisión
o acabado (Melgar et al. 2012: 263).
Sin embargo, al observar el lugar del contexto del hallazgo de los materiales
lapidarios analizados, se puede ver que la mayoría proceden de fosas funerarias
asociadas a zonas rituales como el C6 (patio), el C19 (santuario), C262 (conjunto
cuarto-pórtico-patio del norte), C313 (templo), C258C (escalinata del “camino
de las chías”), C261 (cuarto bajo esquina noreste del C6), C79 (pórtico-patio al
oeste de C6), C358A, (escalinata “camino de las chías”), C253 (frente a los table-
ros decapitados), por mencionar algunos, y únicamente dos fueron recuperados
de un contexto artesanal (una incrustación hallada en la “sastrería” [C251a] y una
orejera encontrada en la zona exterior de acceso a la zona de la sastrería [C244])
(Melgar et al. 2012: 260). Esto parece sugerir que los artesanos de Teopancazco no
trabajaron la lapidaria dentro del centro de barrio o que la lapidaria no fue una de
las actividades predominantes del mismo (Ortiz 2015: 524). No obstante, además
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primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
40
1. características del barrio de teopancazco durante la fase xolalpan
Figura 1.6. Propuesta del componente artesanal del centro de barrio y la presencia de hileras
de almacenes-cocinas
De este modo el componente artesanal de Teopancazco, por el tipo de ma-
teriales que estuvieron involucrados, ocupó estratégicamente la parte oriental del
centro de barrio, y en él, se han propuesto varias áreas de trabajo (figura 1.6): (1):
el taller de manufactura para el trabajo “sucio” (ensamble, cosido, laqueado, pega-
do, etc.); (2) el almacén de materias primas y herramientas; (3) un espacio abierto
al centro para el trabajo “sucio” (área de preparación de pieles, plumas, hueso,
concha, peces, etc.,); (4) un área al norte “limpia”, que pudo ser utilizada para la
confección final de los tocados y atavíos; (5) un almacén para los bienes termi-
nados (el gradiente magnético delimitó un espacio al sur por su colocación pudo
cumplir esta función), y (6) finalmente, un área de acceso de las materias primas
y salida de los bienes terminados. Además habría que considerar la existencia de
dormitorios para los artesanos cercanos a las áreas de trabajo (7) y a la zona de al-
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primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
El componente militar
Aunado al componente artesanal, Manzanilla ha propuesto para Teopancazco la
existencia de un componente militar en la forma de guardias del barrio tanto para
el resguardo de centro mismo como para protección y acompañamiento de las
caravanas de los comerciantes a los enclaves o zonas donde se obtuvieran materias
primas y/o llevaran artículos suntuarios (Manzanilla 2012b: 64, 2012a: 48).
La Dra. Manzanilla ha identificado al componente militar de manera indi-
recta por el hallazgo de personajes pintados tanto en los flancos del muro principal
del cuarto 7, (cuarto D de Starr) como al oeste del mismo (cuartos A [C4]) y B
[C3]), donde Starr menciona la figura de un guerrero en el cuarto A (C4) con
escudo y armas que terminan en forma redondeada (Starr 1894: 6) y los guardias
portan extraños tocados que no se han encontrado en otros puntos de la ciudad
(Manzanilla 2009b, fig. 2.10: 31; 2012: 48).
Martínez García y sus colaboradores (2012: 167) realizaron un interesante
estudio de los componentes de la pintura mural de Teopancazco, ubicando físi-
camente los lugares donde las pinturas estuvieron colocadas originalmente, según
los datos de Starr (1894), y Peñafiel y Breton, mencionados por Gamio en 1922.
De manera complementaria a la presencia de los personajes en los murales en
Teopancazco, durante el proceso de excavación en el C19, la Dra. Manzanilla en-
contró un entierro infantil que presentó como ofrenda una figurilla militar (véase
Manzanilla 2009b, fig. 2.12: 33). Del mismo modo, en el estudio de las figurillas
de Teopancazco, Fonseca logra reconocer tocados militares en el sector poniente,
particularmente el tocado de mariposa (Manzanilla 2012a: 49; Fonseca 2008).
La mayoría de estos indicadores se han localizado en la parte poniente del
centro de barrio, lo que ha llevado a proponer a Manzanilla que el componente
militar se localizó en dicho sector (Manzanilla 2012a: 48), particularmente hacia
la zona de apisonados de tepetate, área que se extiende más hacia el poniente y
que fue reiterada por la presencia de apisonados localizados en la calle Aztecas en
el salvamento de Palomares (2001, Exp. 045/01).
Por tanto, es factible que dentro del centro de barrio haya que considerar
la existencia de una zona de vivienda para los guardias del mismo. Dicha zona,
además de los implementos militares, presentaría áreas de descanso e incluiría
además la presencia de altares domésticos. En este caso, el componente militar
se superpondría con el componente ritual por la presencia de un santuario y con
el componente residencial por la existencia de un sector de habitación para los
guardias del barrio (Ortiz 2015: 529) (figura 1.7).
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1. características del barrio de teopancazco durante la fase xolalpan
Figura 1.7. Propuesta del componente militar del centro de barrio y la presencia de hileras de
almacenes-cocinas.
El componente comunitario
El componente comunitario fue originalmente propuesto por Gómez para La
Ventilla y se distingue por la existencia de un espacio abierto que funcionó como
una plaza destinada a la realización de actividades públicas comunitarias, como el
intercambio, la instalación de tianguis o mercados temporales, y la realización de
festividades comunitarias, entre ellas el juego de pelota (Gómez et al. 2004: 176).
Posteriormente, dicha propuesta fue enriquecida por Manzanilla, quien propone
que en dichos espacios se pudieron disponer de desechos orgánicos y de trabajo,
se pudo teñir telas, concentrar coprolitos para ser utilizados como combustibles o
fertilizantes, etc. (Manzanilla 2012a: 49), así como llevar a cabo ciertas actividades
de intercambio (Manzanilla 2006).
En Teopancazco, dicho espacio abierto mide aproximadamente 32 m de largo
por 18 m de ancho para un área abierta de 576 m2, donde se pudieron llevar a cabo
actividades principalmente de integración social. Cabe resaltar la existencia de una
escalinata que sube a una plataforma hacia el este (1). Gómez menciona que en el
43
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
44
1. características del barrio de teopancazco durante la fase xolalpan
El componente médico
Por último, la Dra. Manzanilla ha propuesto la existencia de un componente mé-
dico o clínica de barrio hacia la parte noreste de Teopancazco (Manzanilla 2012a).
Los indicadores que propone para esta interpretación son: una banda norte-sur
de entierros de recién nacidos en el C353A, además de una concentración de
perinatos en la porción superior de la fosa principal de los decapitados de C162F;
la presencia en ese sector de cosméticos de materiales tóxicos, como la galena y
el cinabrio, con mezclas para reducir su toxicidad, así como la aparición de dos
individuos con patologías severas: un infante deforme en C253A y un adulto con
osteomielitis en C161 (Manzanilla 2012a: 45; Manzanilla [ed.] 2012c).
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primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Una vez conformados los espacios internos del centro de barrio, se planteó la pro-
blemática de averiguar cómo sería la distribución y estratificación de los conjuntos
que se encontraban alrededor del centro de barrio, es decir, la comunidad o vecin-
dad como la denomina Ortega (2014). Al respecto, Sergio Gómez menciona que
los centros de barrio con su templo y plaza pública generalmente conformaron la
parte central del barrio y constituyeron el núcleo de la integración y cohesión so-
cial de la comunidad. En torno a ellos se ubicaron los edificios públicos de carácter
institucional relacionados con la administración, el ejercicio del poder y el gobier-
no (Gómez et al. 2004: 166). Su propuesta, planteada a partir de la excavación de
aproximadamente 30,000 m2 en La Ventilla, abarcó varios conjuntos arquitectóni-
cos con características distintas entre sí, y el estudio tanto de su distribución como
de su organización espacial y social le permitió plantear un modelo de barrio para
Teotihuacan (Gómez et al. 2004: 166).
Debido a la desproporción del tamaño de La Ventilla con respecto a Teo-
pancazco, Altschul (1987: 192) y Manzanilla (2012a: 20) han planteado la posi-
bilidad de que se trate del centro de un distrito más que de un centro de barrio, y
mencionan que en la jerarquía de un asentamiento, los conjuntos departamentales
46
1. características del barrio de teopancazco durante la fase xolalpan
1
El término “distrito” Altschul lo retoma de Jacobs (1961, en Altschul 1987: 192), y bási-
camente, se refiere a un nivel de organización social urbana intermedia entre el barrio y las
autoridades de la ciudad.
47
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
De este modo, cada gran distrito estaría conformado por una serie de barrios
que, a su vez, se congregarían alrededor de un centro un barrio rector, caracteriza-
do principalmente por un templo de barrio principal, y puesto que el control del
ritual fue la principal fuente de poder de un Estado corporativo sobre la población,
es de esperar que el templo de barrio jugara un papel importante en la vida econó-
mica, social y política de Teotihuacan (Manzanilla 2002).
Si retomamos la propuesta de Gómez en cuanto al patrón de distribución
del asentamiento alrededor del templo de barrio y de la plaza pública, como él lo
encuentra en La Ventilla, el diseño interior de Teopancazco es una recreación a
pequeña escala de la organización espacial de sus componentes (figura 1.10). Es
decir, en torno al templo y a la plaza principal (componente ritual), se organiza-
ron los componentes administrativos, artesanales, residenciales y militares (inclu-
yendo además los componente de cocinas-almacenes y posiblemente el médico),
propuestos por Manzanilla 2012a: 41; Ortiz 215: 537), lo cual ya había sido men-
cionado por la autora con anterioridad (Manzanilla 2009b: 29, 37).
La jerarquización espacial de un asentamiento se ha documentado también
a nivel familiar como lo observado en Oztoyahualco 15B:N6W3 (Manzanilla
1996, 2009b, 1993), donde unidades familiares de estatus distintos coexistieron
alrededor de una zona ritual principal, aunque también hubo evidencia de áreas
rituales secundarias ligadas al ritual doméstico (Ortiz 1990). Por tanto, es evidente
que el patrón jerárquico debería de reproducirse también en el siguiente nivel de
análisis: el del barrio.
Como una propuesta metodológica, y como parte de su tesis doctoral, Ortiz
menciona la posibilidad de que dicho patrón es susceptible de ser identificado
alrededor del centro de barrio de Teopancazco, mediante un estudio sistemático
de geo-radar en las calles del poblado de San Sebastián Xolalpa el cual ha cubierto
totalmente el barrio teotihuacano original (Ortiz 2015: 538).
48
1. características del barrio de teopancazco durante la fase xolalpan
Metodología
Una de las propuestas de la investigación fue el tratar de visualizar al centro de
barrio de Teopancazco dentro de un contexto mayor: el del barrio y de la comu-
nidad, es decir, desde un ámbito mayor que podría ser lo que Ortega ha denomi-
nado como vecindario, y que es entendido como el estudio de las agrupaciones de
conjuntos habitacionales teotihuacanos (Ortega 2014: 367).
49
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
1. Realizar estudios con geo-radar en las calles de San Sebastián Xolalpa, con
la finalidad de atravesar las estructuras propuestas por Millon y verificar su
presencia.
2. Aprovechar los resultados de las excavaciones de salvamento arqueológico
realizadas en las áreas propuestas por Millon, para entender las anomalías
presentes en los radargramas.
3. Interpretar, a la luz de los datos geofísicos y arqueológicos, la conformación
del barrio en San Sebastián Xolalpa.
50
1. características del barrio de teopancazco durante la fase xolalpan
Estudios específicos
El poblado de San Sebastián Xolalpa se localiza en el área sur de la zona arqueológica
de Teotihuacan, directamente al sureste de La Ciudadela, dentro de los sectores que
Millon denominó como S1E1, S1E2, S1E3, S2El y S2E2, y en los que, según su inter-
pretación, pueden notarse varias estructuras importantes (Millon 1973) (figura 1.12).
La mancha urbana actual del poblado de San Sebastián Xolalpa no abarca todos los
cuadrantes de Millon y se concentra principalmente en S1E1 y S1E2, la parte norte
de S2E1 y S2E2, y el sector oeste de S1E3, por lo que se privilegiaron dichos sectores
para la búsqueda de los salvamentos. Por otra parte, se puede notar que al sur de los
sectores de Millon, S2E1 y S2E2, actualmente se concentran los campos de cultivo
y al este en S1E3 se encuentra una zona desprovista de suelo; sin embargo, en todos
ellos Millon propone estructuras arqueológicas en densidad variable (figura 1.13).
De la simbología de tipos de estructuras que propone Millon para estos sec-
tores, y observando su mapa, se infiere que debajo del poblado de San Sebastián
Xolalpa hay un total de 92 estructuras, siendo el sector noreste el que presenta
51
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
la mayor cantidad con 40, seguido del sector noroeste con 21, posteriormente el
sector suroeste con 18, y por último el sector sureste con 13, precisamente donde
se encuentra el centro de barrio de Teopancazco.
Figura 1.13. Mancha urbana actual de San Sebastián Xolalpa sobre los módulos de Millon.
Figura 1.14. Tabla de estructuras propuesta por Millon (1973) bajo el poblado de San
Sebastián Xolalpan.
52
1. características del barrio de teopancazco durante la fase xolalpan
Figura 1.15. Salvamentos arqueológicos llevados a cabo en san Sebastián Xolalpa con la superposición de
estructuras propuesta por R. Millon (1973).
53
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Figura 1.16. Levantamiento de datos de geo-radar y de GPS en las calles de San Sebastián Xolalpa.
54
1. características del barrio de teopancazco durante la fase xolalpan
55
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Figura 1.18. Curvas de nivel con GPS y estructuras propuestas por Millon en San Sebastián
Xolalpa.
Figura 1.19. Líneas de radar realizadas en las calles de San Sebastián Xolalpa.
Ensayo de interpretación
56
1. características del barrio de teopancazco durante la fase xolalpan
Por otra parte, en esta visión general de ubicación de conjuntos con respecto
al centro de barrio de Teopancazco, llamó la atención que éste, a diferencia de
las estructuras del norte, presenta pocos conjuntos contiguos, pese a ser el centro
57
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
rector del barrio, según la definición de Gómez (2000: 596), por lo que una de las
preguntas de la investigación se centró en precisar las causas de esta posible dis-
crepancia. Al estudiar las causas de tal contradicción, Ortiz ha propuesto que son
varios los factores que pueden distorsionar esta percepción preliminar del mapa
de Millon, ya que a partir tanto de la revisión exhaustiva de los trabajos de sal-
vamento arqueológico, como de los estudios del geo-radar realizados en las calles
del poblado, se ha evidenciado que en muchos casos la ubicación, forma, tamaño
y contemporaneidad de los módulos propuestos por Millon no coinciden con la
realidad (Ortiz 2015: 542).
De este modo, observando detenidamente los radargramas obtenidos (tama-
ño, complejidad, profundidad, conformación, etc.) y comparando sus anomalías
con los expedientes de los salvamentos arqueológicos, donde se menciona la ar-
quitectura, profundidad de los pisos, materiales arqueológicos asociados, etc., se ha
propuesto un nuevo mapa de distribución de los módulos, el cual representa úni-
camente los que presentaron las dos variables: registro de GPR y verificación de
excavación mediante el salvamento arqueológico (Ortiz 2015: 543) (figura 1.21).
En relación con la complejidad de cada una de las estructuras, los estudios
del geo-radar realizados en las calles de San Sebastián Xolalpa mostraron clara
información al respecto:; en ellos se pudieron observar paquetes de anomalías que
evidenciaron etapas sucesivas, forma, tamaño y límites.
58
1. características del barrio de teopancazco durante la fase xolalpan
Figura 1.22. Tabla comparativa de complejidad de las estructuras según los radargramas en
las calles de San Sebastián Xolalpa.
59
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Las estructuras con pisos y muros con mayor complejidad arquitectónica que
podrían corresponder a complejos familiares de la elite serían del Sector S1E2: los
complejos 17, 30 y 39; del sector S1E3, el complejo 5; del sector S1E1, los com-
plejos 24W y 12, y por último, del sector S2E2, los complejos 1-SW, 1SE, 4-N
y 4Nb. Finalmente estarían los complejos departamentales más sencillos que no
presentan complejidad arquitectónica. Entre ellos estarían en el sector S1E1: los
complejos, 29, 14, 11 y 25; en el sector S1E2, el complejo 30b; en el sector S1E2/
S2E2, el complejo 15; en el sector S1E3, el complejo 5, y por último, en el sector
S1E2, los complejos 24 y 17 (Ortiz 2015: 546).
De esta manera, como resultado del estudio de jerarquización del vecindario a
partir de sus características constructivas observadas a partir de los datos de radar y
de los salvamentos arqueológicos, se tendría una distribución y ubicación diferente
de los módulos con respecto a la figura 1.20 mencionada anteriormente. En este
caso, el centro de barrio de Teopancazco estaría en una esfera de influencia que
presentaría al norte y sur de él, módulos con posibles funciones administrativas o
religiosas (en rojo); módulos de residencia de la elite, ubicados principalmente al
norte (en violeta) y en las cuales también se podrían estar realizando o controlando
actividades productivas o artesanales y, por último, las unidades domésticas disemi-
nadas alrededor del centro de barrio (en azul) (Ortiz 2015: 547) (figura 1.23).
60
1. características del barrio de teopancazco durante la fase xolalpan
61
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
62
1. características del barrio de teopancazco durante la fase xolalpan
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primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Estos cuatro sectores presentan como punto central el Gran Conjunto y la Ciu-
dadela, lo que quizás parece mostrarlos como la sede del poder político y adminis-
trativo de Teotihuacan (figura 1.27).
64
1. características del barrio de teopancazco durante la fase xolalpan
Figura 1.27. Ubicación de los barrios de Teotihuacan con respecto a Teopancazco (redibujado
de Millon, 1973 y Ortega 2014).
65
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
En el extremo sur de la Avenida de los Muertos, y más allá del Río San Lo-
renzo se localiza el barrio de Tlajinga, el cual está conformado por varias estruc-
turas y donde se han encontrado talleres de cerámica Anaranjado San Martín y
lítica, además de conjuntos habitacionales y un complejo de tres templos. El barrio
de Tlajinga se amplía al este y oeste de la Avenida de los Muertos, la cual siguió el
trazo original desde el norte, pero en este sector está excavada en el tepetate con
taludes que la limitan (Carballo, comunicación personal).
Por último, en el sector sureste y muy cerca de la Ciudadela, se encuentra el
barrio o vecindario de Teopancazco, con su centro rector al sur de los conjuntos,
pero en clara asociación con ellos. En su interior, al igual que La Ventilla, pero en
pequeña escala, se localizaron varios componentes que lo catalogan como centro
de barrio con su templo (Manzanilla 2007).
66
1. características del barrio de teopancazco durante la fase xolalpan
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primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
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1. características del barrio de teopancazco durante la fase xolalpan
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primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
70
1. características del barrio de teopancazco durante la fase xolalpan
criterio (Ortiz 2015: 563). Hacia el cuadrante sureste el resultado llevó directa-
mente al barrio de Teopancazco, el cual se encuentra totalmente bajo el poblado
actual de San Sebastián Xolalpa (figura 1.29). Al realizar el mismo trazo, pero ha-
cia el cuadrante noreste, la propuesta llevó a una sección aún no excavada, locali-
zada en el sector N2E2 del mapa 60 de Millon (1973), y en él se puede observar la
existencia de espacios abiertos con altares, templos y grandes patios rodeados por
estructuras (Ortiz 2015: 564) (figura 1.30). La propuesta de un centro de barrio
para el sector noreste (N2E2) podría estudiarse a futuro mediante técnicas geofí-
sicas para su eventual excavación posterior y observar si presenta los componentes
que se han planteado para un centro de barrio (Gómez 2000; Manzanilla 2012a).
De este modo, la propuesta de cuatro centros de barrio centrales para Teoti-
huacan durante el periodo Xolalpan incluiría a Tetitla y La Ventilla al norte y sur
del Gran Conjunto en el sector poniente, y a Teopancazco y N2E2 al norte y sur
de la Ciudadela en el sector oriental (figura 1.31).
Conclusiones
71
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Agradecimientos
El presente capítulo forma parte de uno de los capítulos mi tesis doctoral: Deter-
minación de las características de un barrio teotihuacano con arqueometría. El caso de
Teopancazco. Fue dirigida por la Dra. Linda R. Manzanilla y el Dr. Luis Barba.
Agradezco a la Dra. Manzanilla la oportunidad de participar en su proyecto, así
como al equipo de Prospección Arqueológica del IIA, UNAM, encabezado por
el Dr. Luis Barba y el M. en C. Jorge Blancas, por su participación en los estudios
geofísicos realizados en las calles de San Sebastián Xolalpa.
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1. características del barrio de teopancazco durante la fase xolalpan
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1. características del barrio de teopancazco durante la fase xolalpan
81
2. Las actividades del centro de barrio de Teopancazco
a partir de sus residuos químicos
Agustín Ortiz, Alessandra Pecci y Luis Barba
Introducción
83
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Antecedentes
Con eso en mente, la Dra. Manzanilla inició las excavaciones en 1997, y como
parte de la metodología interdisciplinaria aplicada al sitio (Manzanilla 2012a), se
tomaron muestras para el estudio de residuos químicos de los pisos para estudiar
las áreas de actividad del conjunto. A semejanza del estudio en Oztoyahualco
15B, cada nueva temporada se recuperaban nuevas muestras de los pisos recién
descubiertos y se iban analizando conforme avanzaba la excavación (Ortiz 1990).
Para el año 2000 y tras siete temporadas de excavaciones, los resultados de
ese primer intento de interpretación química formaron parte de la tesis de maes-
tría de Alessandra Pecci. En dicha investigación, la hipótesis de partida fue que
Teopancazco fue un conjunto habitacional teotihuacano (Pecci 2000: 21), de tal
forma que las interpretaciones se enfocaron a buscar evidencia de actividades de
tipo doméstico y ritual (Pecci 2000):
• Zonas de preparación de alimentos
• Zonas de consumo de alimentos
• Zona de cría o guarda de animales
• Zonas de destazamiento de animales
• Zonas de tránsito o circulación
84
2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...
Entre las interpretaciones relevantes del estudio, Pecci destacó las que tuvie-
ron que ver con el ámbito ritual, como lo fueron el santuario del C23 (Pecci 2000:
136), el C206 P13 con el ritual de clausura (Pecci 2000: 176), así como el C11,
en la porción sureste del conjunto (Pecci 2000: 189) y la plaza central (C6), cuya
excavación y análisis fue posterior a su tesis de maestría (Pecci et al. 2010).
Entre las problemáticas a las que Pecci se enfrentó para su investigación,
destaca que algunas zonas de Teopancazco aún se encontraban parcialmente ex-
cavadas y muchos de los pisos muestreados no eran contemporáneos entre sí, por
lo que era complicado tener una visión general de un mismo momento construc-
tivo como se tuvo para Oztoyahualco 15B (Ortiz 1990) de época Xolalpan. Por
otra parte, aún no se tenía definida la cronología y lo más importante: muchos
de los contextos de producción, como “la sastrería” y sus materiales asociados, se
encontraron e interpretaron poco después de su titulación (Padró 2000, 2002;
Manzanilla et al. 2011).
En sus conclusiones Pecci es clara al mencionar que los resultados obtenidos
en su investigación eran de tipo preliminar (Pecci 2000: 229), en espera de que
los otros análisis aportaran más información al respecto. Hoy, tras seis temporadas
más de campo de la Dra. Manzanilla (13 en total: 1997-2005), algunas de las
interpretaciones de Pecci se han reinterpretado, tanto por la aparición de nuevos
contextos arqueológicos como por la aportación de resultados provenientes de
otros estudios (paleozoología, paleobotánica, datación, etc.), los cuales después de
las reuniones del seminario de Teopancazco, derivaron en la publicación del libro
Estudios arqueométricos del centro de barrio de Teopancazco en Teotihuacan (Man-
zanilla [ed.] 2012b), en el que se concluyó que Teopancazco fue en realidad un
centro de barrio y no un conjunto residencial teotihuacano (Manzanilla 2012a:
28; Pecci et al. 2010: 451).
Con esto en mente y sabiendo ahora que Teopancazco fue un centro de barrio
multiétnico (Manzanilla 2015; véase la Introducción de este volumen), dedicado entre
otras actividades a pintar y laquear cerámica, a elaborar cestos y redes, y a confeccio-
nar atavíos de la elite intermedia (Manzanilla et al. 2011; Manzanilla 2012a: 28), era
necesario recorrer un camino inverso al realizado en Oztoyahualco 15B (donde el
estudio de residuos químicos de los pisos fue el punto de partida de la interpretación
de la existencia de tres familias, sus áreas de actividad y el uso del espacio) (Ortiz
1990; Ortiz y Barba 1993; Manzanilla y Barba 1990; Manzanilla 1996).
85
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
En primer lugar, hay que considerar que para estudiar químicamente una
actividad es necesaria la existencia de líquidos que se derramen sobre el piso y lo
enriquezcan. Entre más tiempo se realice una actividad, será más fácil reconocerla
e interpretarla. Por tal motivo, las actividades cotidianas son más fáciles de reco-
nocer que las eventuales (Ortiz 2015).
Actividades cotidianas
Como actividad cotidiana se puede definir toda aquella acción que es repetitiva y
86
2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...
que se puede realizar de manera individual o colectiva (Ortiz 2015). Dentro de las
actividades cotidianas están las actividades básicas de subsistencia, como comer,
dormir o evacuar, inherentes a cualquier cultura, época o lugar y que se pueden
catalogar como universales (Barba 1986).
Las actividades cotidianas se pueden subdividir a su vez en actividades do-
mésticas, rituales y productivas. Dependiendo del contexto (localización y mate-
riales asociados), cada una puede ser diferenciada e interpretada. De esta manera,
las zonas domésticas se reconocerían por la presencia de áreas e implementos para
la preparación y el consumo de alimentos, áreas de dormitorios y de basureros. La
zona ritual se reconocería por la presencia de altares, templos, maquetas, figurillas
con iconografía alusiva (deidades), etcétera. Por último, las áreas productivas se
reconocerían por la presencia de talleres, herramientas y utensilios presentes para
la óptima realización de las actividades (Ortiz 2015: 286).
En la interpretación del contexto arqueológico, la asociación de materiales
culturales tales como cerámica, lítica, ecofactos, restos óseos humanos y de anima-
les y su relación con la arquitectura y la pintura mural, pueden dar una idea clara
del tipo de actividad realizada; sin embargo, arqueológicamente es difícil encon-
trar todos estos elementos asociados en un mismo contexto, siendo lo más común
encontrar materiales aislados y los pisos sin materiales en superficie, por lo que se
hace fundamental el estudio químico de los pisos, si es que se pretende estudiar
áreas de actividad. Sin embargo, como se mencionó anteriormente, para poder
distinguir químicamente las actividades realizadas sobre los mismos, es necesario
que en éstas se hayan empleado líquidos o fluidos que se desecharon voluntaria o
involuntariamente mientras se realizó una actividad.
A partir de los estudios interdisciplinarios en Teopancazco, hasta el momen-
to se han reconocido varias actividades en su interior que han fundamentado que
el conjunto arquitectónico sea considerado como un centro de barrio multiétnico
que funcionó como tal desde Tlamimilolpa hasta Metepec (200 – 650 d.C.). Es de
esperar que en ese lapso de 450 años muchas de las actividades que se realizaron
con fluidos sobre los pisos quedaran impregnadas como una huella invisible de su
existencia pero identificable químicamente (Ortiz 2015: 286).
87
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
88
2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...
nocerlas. De hecho, quienes estudiamos por medios químicos este tipo de activi-
dades consideramos que la actividad ritual es una de las actividades más “sucias”,
químicamente hablando.
Manzanilla menciona la existencia de varios tipos de ritual: el ritual en las
plazas, el funerario, el de terminación, etcétera (Manzanilla 2012a: 44). De esta
manera, observamos que el carácter ritual rigió gran parte de la vida de las perso-
nas del centro de barrio y que estos rituales, como se mencionó en párrafos ante-
riores, formaron parte de las actividades cotidianas y eventuales de los habitantes
del conjunto arquitectónico.
En ese sentido, las actividades realizadas en un ritual funerario o un ritual
de terminación son indudablemente actividades eventuales, mientras que en el
ritual realizado en las plazas pueden coexistir actividades cotidianas y actividades
periódicas (en el sentido que se hacen una vez cada cierto tiempo, como las fes-
tividades programadas calendáricamente). Por ejemplo, por hacer un símil, en los
rituales mexicas se celebraban 18 festividades en ciclos de 365 días o bien, para el
ciclo de 260 días, se realizan fiestas cada trece días. En cambio, otras se realizaban
cada 4 u 8 años, y el ritual de Fuego Nuevo, cada 52 años. Por lo tanto, habría que
considerar la coexistencia de un ritual rutinario del día a día, otro programado ca-
lendáricamente, e incluso uno para tiempos de crisis, como menciona Manzanilla
(Manzanilla 2012a).
Por otra parte, Manzanilla reporta la existencia de fosas en las márgenes de la
plaza central de Teopancazco con los desechos de grandes banquetes comunales,
durante los que, entre otras cosas, se consumían peces marinos (Rodríguez 2010;
Manzanilla 2012a: 42). Al respecto, es muy factible que la huella química de di-
chos banquetes por su magnitud, número de personas involucradas, así como la
presencia de alimentos y bebidas, se preserve en el registro arqueológico y sea sus-
ceptible de estudio. De forma análoga, se han encontrado evidencias químicas de
tales festividades en Chinikihá (Obregón, comunicación personal) y Xochicalco
(Barba et al. 2014: 220).
Uno de los rituales más espectaculares de Teopancazco fue, sin duda, el ri-
tual de terminación del periodo de transición Tlamimilolpa/Xolalpan en que 29
individuos decapitados fueron colocados en fosas, frente y dentro de un templo, y
sus cabezas colocadas en vasijas (Manzanilla 2007: 491, 2012a: 34). Durante un
evento de tal magnitud, previo a su deposición en las fosas, debió de derramarse
una gran cantidad de sangre que indudablemente enriqueció la superficie de ocu-
pación. Al respecto, se han estudiado evidencias de rituales de terminación y de
clausura por medios químicos en Templo Mayor (Barba et al. 1996, 1997; López
Luján 2006: 94) y en Cacaxtla (Ortiz et al. en preparación).
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primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
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2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...
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primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
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2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...
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primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
La problemática de Teopancazco
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2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...
El conjunto norte
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primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
El recinto del norte C267 presentó huellas de fuego en su piso. Pero se toma-
ron muestras de piso no quemado que, con arqueomagnetismo, dieron una fecha
de 330 ±50 y 335 ±15 d.C. (Beramendi et al. 2012: 122). Este recinto del norte
desplanta por medio de un escalón de 14 cm de peralte del recinto sur C262 R3,
que a su vez desplanta del patio central.
Al noreste del patio central (C262F) se tiene el cuarto C254A (pasillo), de cuyo
piso 3 se tomó una muestra no quemada para arqueomagnetismo, dando la fecha de
310 ±38 d.C. Dicho pasillo conduce al cuarto C260 piso 3, que aunque no presenta
fechamiento alguno, formó parte de la misma dinámica constructiva del sector norte
del conjunto. Este gran cuarto colinda con el templo de barrio al norte de él.
Al oeste del patio central se tiene un pasillo denominado C162D, donde se
localizaron dos áreas de actividad directamente sobre el piso 2 (AA100 y el AA
168), las cuales, por su distribución y su contenido, pueden estar relacionadas con
una actividad ritual (Manzanilla 2012c: 507). Al oeste del cuarto C162D se loca-
lizó el C262B, el cual se encuentra asociado al este del templo destruido, al norte
del patio, y presentó una serie de áreas de actividad y ofrendas que Manzanilla
interpreta como asociadas a un posible templo de Tláloc (Manzanilla 2012c: 536).
96
2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...
Figura 2.3. Ruta de circulación durante la segunda parte del Tlamimilolpa medio.
Debido al cierre del acceso sur del C262 R3, se ha interpretado que quizá
debió existir un acceso al oeste del mismo, dado que hacia esa parte el muro estuvo
conformado por adobes. De esta manera, dicho acceso conduciría al C162 que se
ha nominado como pórtico, el cual podía conducir, mediante un pasillo (C162D),
al sur, hacia el C6 o bien al patio central al este (C262F) (Ortiz 2015: 308).
Sobre el piso muy bien conservado del C162D, en un punto próximo al muro
este, se encontró una concentración de objetos (AA100) con más de 400 tiestos de
cerámica, botones de cerámica, 250 fragmentos de pizarra, fragmentos de mica,
miniaturas, y otros restos (Manzanilla 2012c).
Más al oeste del cuarto C162D, se localizó el C262 B, que se asocia directa-
mente al este del templo destruido al norte del patio, y que presenta una serie de
97
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
áreas de actividad y ofrendas, entre las que destaca una acumulación de navajillas
sobre una capa de ceniza al SW del cuarto, que descansa sobre el piso 2, que
Manzanilla interpreta como asociadas a un posible templo de Tláloc (Manzanilla
2012c: 536). Puede notarse en el dibujo que hacia el sur del cuarto se localiza la
escalinata de acceso al conjunto, que pudo ser el acceso principal en esta fase desde
el piso 12 al conjunto norte.
Es en este momento constructivo cuando al parecer se restringe el acceso de
circulación al conjunto, dado que solo se puede acceder por la pequeña escalinata
localizada al sur de C262B, lo cual contrasta totalmente con el momento cons-
tructivo anterior en que había una mayor accesibilidad y circulación al patio, al
altar y, por ende, al templo (Ortiz 2015: 309).
La interpretación química
El enriquecimiento químico de los pisos de esta época parece corresponder a acti-
vidades rituales cotidianas del momento de uso del nivel constructivo del Tlami-
milolpa medio y muestra cosas interesantes que vale la pena mostrar.
Fosfatos
Los fosfatos se concentran en la parte central del patio y del altar, lo cual es muy
lógico dado el manejo de ofrendas de tipo orgánico (figura 2.4). Al tratarse de
actividades con fluidos, parece evidente que dentro del patio (C262F) se hacen
ofrendas alrededor del altar, y la distribución química parece sugerir que se realizó
una especie de camino o ruta del ritual que llevó hacia la escalinata del templo y
otro hacia el C260, o bien salió de ellos. Otra ruta probable, aunque no tan clara,
es la que se dirige hacia el pasillo C162D. Este tipo de enriquecimiento es similar
al observado en el patio central (C6) para la fase Xolalpan y cuya evidencia se
puede constatar en el mural de los sacerdotes de Teopancazco (Barba et al. 2014).
Este pasillo es interesante, puesto que a lo largo de él se depositó una serie
de objetos directamente sobre su piso 2, que corresponden a las AA 100 y 168
(Manzanilla 2012c). En esta última se colocaron, sobre una cama de arena muy
fina, varios objetos, entre los que destacan varias vasijas, mica, navajilla, pigmento,
etc. y cuya ofrenda pudo contribuir al enriquecimiento de los fosfatos del pasillo.
Manzanilla considera que esta ofrenda se relaciona con algún ritual asociado con
el “altar a Tláloc”, ubicado al oeste de este sector y con el C262B; sin embargo, este
último presenta valores muy bajos de fosfatos, además de que luce separado del
conjunto norte y evidentemente no tiene nada que ver con el ritual que se realiza
al oriente de él.
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2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...
Otro cuarto que contrasta por sus bajos valores de fosfatos es el cuarto
C162F, separado del patio por la construcción del muro norte; es claro que hacia
este tiempo deja de participar en el ritual, del cual antes formaba parte. Hay que
recordar que en este momento el cuarto presenta conexión directa con el C6 y
se separa de él por medio de delgados muros, quizá de material perecedero. Sin
embargo, al menos en fosfatos, no hay evidencia de enriquecimiento en su interior
con excepción de su porción este.
Carbonatos
En Teotihuacan los carbonatos se relacionan con la calidad constructiva de los es-
tucos y sus reparaciones. También es factible detectar zonas de circulación debido
al desgaste del piso (figura 2.5).
El piso 3 del patio se encontró quemado y en mal estado de conservación,
cosa que influye directamente en la descomposición de los carbonatos. El alza de
los valores de carbonatos parece estar directamente relacionado con zonas quema-
das que podrán observarse en el mapa de pH, en una relación (CO3 – pH) que ya
se ha observado en otros casos de estudios de áreas de actividad.
El cuarto del sur que fue separado del patio (C162E) muestra bajos valores
en general. El banco de datos del proyecto (Manzanilla 2012c) menciona que su
99
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
pH
Los valores de pH están relacionados con lugares de acumulación de ceniza por
combustión y calentamiento. Por lo tanto, planteamos que el enriquecimiento de
estos pisos fue debido a actividades rituales de manera cotidiana. Al respecto, los
valores de pH obtenidos en el patio (C262F) parecen corresponder directamente
con localizaciones precisas de fuentes de calor (posiblemente braseros) en asocia-
ción con la parte sur del altar, el acceso al templo y el acceso al C260 (figura 2.6).
Y como se mencionó en el mapa de carbonatos, dicho incremento observado en
los mapas corresponde con el alza de ambos indicadores asociados (CO3 – pH).
Pese a que el piso del C162E se encontró quemado, esto no corresponde con
los valores obtenidos, puesto que sólo se aprecian incrementos en los extremos este
y suroeste, pero en general los valores rondan entre 7 y 7.5 en el centro del cuarto.
100
2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...
Ácidos grasos
Los ácidos grasos pueden derivar de varias fuentes; sin embargo, si consideramos
que éste es un contexto ritual, puede derivar del uso de resinas (como copal), ma-
dera resinosa, o incluso sangre, si está en asociación con proteínas.
El estudio del patio (C262F P3) (figura 2.7) permite observar una banda
de enriquecimiento que atraviesa de norte a sur el altar central, pero se concentra
particularmente al sur de él. También puede notarse otro incremento importante
en la esquina noroeste (en C254) y en el acceso directo al C260, lo cual plantea
la posibilidad de que este último jugó un papel importante con el ritual cotidiano
efectuado en el altar central del patio (C262F P3); lamentablemente careció de
piso para ser muestreado.
101
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Hacia la parte sureste del patio, precisamente frente al acceso al templo, pue-
de notarse un ligero incremento, pero sobre todo en el extremo sur de ese pasillo,
frente a los tableros. El pasillo C162D también presenta incremento y parece que
tiene relación con los objetos depositados ritualmente sobre el piso AA 100 y 168
con una ofrenda de tipo ritual, al igual que el C262B con el AA 156.
Residuos proteicos
Los residuos proteicos para contextos rituales por lo general se han visto relacio-
nados con la presencia de sangre, ya sea de animales, ofrendas de autosacrificio o
a la presencia de ofrendas de tipo orgánico. Después de observar su distribución
química, se puede comentar que se concentran principalmente hacia la parte no-
roeste del patio central y al sur del altar, donde ya se han observado coincidencias
con otros indicadores (figura 2.8). De igual forma, hacia la esquina noreste del
patio en dirección al C254B, se nota una conexión con el C260, el cual una vez
más se ve involucrado con el ritual del patio. Asimismo, en la esquina suroeste del
patio se observa un incremento. Llama la atención que casi toda la superficie del
altar presenta bajos valores, en tanto que frente al templo son prácticamente nulos.
En contraste, el pasillo C162D presenta, en proporción, mayores concentra-
ciones de residuos proteicos en comparación al patio central, al igual que el pasillo
C262B ubicado al oeste de él.
102
2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...
En el C162F, ubicado al sur del patio, puede notarse una actividad distinta
que no tiene que ver con el ritual del patio central, en la cual puede apreciarse un
ligero incremento hacia la parte oeste del cuarto, pero en general sus valores son
prácticamente nulos.
Es interesante comentar la superposición de algunos indicadores en zonas
importantes de la actividad ritual, como lo fue la zona al sur del altar (CO3, pro-
teínas, pH y grasas); frente a la escalinata del templo (CO3, pH, grasas y PO4); en
el C254 anexo al C260 (PO4, grasas, proteínas y CO3); en el sector sur del C253B
(CO3, pH y grasas); en el altar (grasas y PO4); en la parte norte del patio (PO4,
grasos y proteínas), y en el acceso al C260 (pH y grasos).
Recapitulando, resulta claro que las concentraciones de residuos químicos
que se observan en este conjunto norte, en relación con el patio central, tienen
que ver directamente con las actividades realizadas de un ritual cotidiano y repe-
titivo, en el que están involucrados el altar, el templo y el cuarto anexo al norte
(C254-C260). Por otra parte, la zona de pasillo anexa al oeste del patio (C162D)
parece que estuvo involucrada indirectamente como pasillo. Sin embargo, sus
principales enriquecimientos parecen corresponder más a un ritual de termina-
ción que, además, se ve confirmado por la localización de objetos distribuidos a lo
largo del mismo. El mismo caso sucede con el C262B, cuyo enriquecimiento es
distinto y al parecer ajeno al ritual del patio central (C262F).
De igual manera, es claro que las actividades realizadas en el C162E no tie-
nen que ver con la actividad ritual realizada en el patio central (262F); sin embar-
103
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
go, debido a su asociación directa con el patio (C6) al sur, es de particular interés
averiguar su funcionalidad dadas las bajas concentraciones químicas obtenidas
de sus pisos. Un aspecto interesante es el hecho de que este cuarto es el único de
Teopancazco que presenta muros perecederos que lo separan del C6; no obstante,
sus pisos se unen por medio de un pequeño acceso estucado demarcado en el piso.
Este tipo de acceso nos hace recordar el cuarto C9 que se encontró en Oz-
toyahualco 15B y que se unía al patio de circulación central de la unidad habita-
cional 1 (Ortiz 1990: 54). En aquel entonces dicho cuarto se interpretó como un
posible dormitorio. En este caso y dada su asociación con el C6, puede tratarse
de un posible cuarto de meditación, o bien un lugar para colocar los implementos
del ritual.
Para Tlamimilolpa tardío, la fisonomía del sector norte de Teopancazco vuel-
ve a cambiar. Se vuelve a subir el nivel del sector, creándose de esta manera el
módulo cuarto-pórtico-patio (C167-C162C-C162F), sin el muro divisorio que
impedía el acceso al patio central. Dicho módulo presentó una gran dinámica
constructiva que continuó incluso hasta Xolalpan tardío, con diversas modifica-
ciones a través del tiempo. El pórtico del cuarto C162C, piso 2, presentó una
fecha arqueomagnética de 320 ±20 d.C (Beramendi et al. 2012: 122).
Para el templo C181B-261, asociado al este del módulo, se tienen datos de
radiocarbono que provienen de contextos del periodo de la transición Tlamimilol-
pa/Xolalpan temprano. Las edades de radiocarbono están asociadas con el AA227
y con el Entierro 105, con intervalos calibrados entre 250 y 360 d.C. (moda 270
d.C.) (moda 300 d.C.) y 240-375 d.C. (modas 275 y 325 d.C.), respectivamente
(Beramendi et al. 2009: 105, 2012: 125).
El periodo de transición entre Tlamimilolpa tardío y Xolalpan temprano
está marcado por una serie de evidencias que indican la realización de un ritual de
terminación que se manifiesta principalmente en la parte norte de Teopancazco.
(Manzanilla 2012a). Algunos de los indicadores del ritual de terminación son:
• El templo principal (C181B-261) es destruido y “decapitado”.
• Dentro y sobre del templo destruido y en el patio principal frente al tem-
plo (AA142-144), hay una serie de entierros que marcan el final de la fase
(Manzanilla 2012a: 33-34).
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2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...
Dada la evidencia del sacrificio masivo por el que varias personas fueron
decapitadas, surgen varias preguntas: ¿el estudio químico podría ser capaz de re-
gistrar dicho evento? ¿Se distinguirá un cambio en el patrón de enriquecimiento
de un ritual cotidiano como el interpretado para mediados de Tlamimilolpa con
un ritual de terminación presente en la transición de Tlamimilolpa tardío con
Xolalpan?
105
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
entre los mismos, que presupone un uso diferencial de los espacios. Los patios que
anteceden a un pórtico, denominados tradicionalmente como «patios hundidos»,
son espacios abiertos sin techumbre, y se caracterizan por el espacio que ocupan y
la función que desempeñan: como centros de reunión y distribución de la circula-
ción interna, y como fuentes de iluminación y ventilación (cubos de luz) para los
recintos y cámaras porticadas que lo anteceden (Angulo 1987: 280).
De igual forma, el módulo de Teopancazco está conformado por un cuarto
interior (C167 P3) que accede hacia el sur a un pórtico (C162C P2), que a su vez
desciende hacia un patio hundido (C162 F P2b) a través de un pequeño escalón
(Pecci et al. 2010: 454).
106
2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...
Interpretación química
Fosfatos
A primera vista y a nivel general, puede notarse un enriquecimiento diferencial
en cada uno de los tres espacios, de los cuales el cuarto interior presentó menos
enriquecimiento y el más enriquecido fue el pórtico.
En el cuarto interno (C167 P3) se aprecia claramente un incremento de fos-
fatos asociado directamente tanto al círculo de barro del piso (AA133) como a la
zona de materiales que lo rodea (AA138), y que fueron localizados sobre piso en
la esquina sureste del cuarto (figura 2.10). El resto del piso presentó bajos valores
con excepción de la parte norte y de la esquina suroeste. El valor promedio en los
valores de fosfato del cuarto en general fue de 3.3.
El pórtico, en cambio, denota un incremento notable en los valores de fos-
fatos, localizados casi en todo el piso, con un ligero decremento hacia la esquina
suroeste donde se localizó el AA102. El valor promedio de los fosfatos fue de 5.3.
107
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
El patio presenta también altos valores de fosfatos; sin embargo, hay una
mayor variabilidad en los valores: los más bajos se concentran en el norte y sur
del mismo; valores más altos en el centro y suroeste, y el resto son valores de 5. El
promedio del cuarto fue de 5.06.
Carbonatos
Al igual que los fosfatos, el cuarto interno presenta los valores más bajos (1). El
incremento está estrechamente relacionado con la esquina sureste donde se loca-
lizó el círculo de barro quemado en el piso, el cual, por contener ceniza, influye en
los valores de carbonatos y de pH en esa relación que ya se había comentado con
anterioridad (CO3-pH) (figura 2.11).
El pórtico incrementa sus valores en relación al cuarto interno; sin embargo,
hay una banda de bajos valores al centro con dirección norte-sur, que se podría
interpretar como zona de circulación. La esquina noreste del pórtico presentó un
incremento en los valores de carbonatos por lo que posiblemente en esa zona está
mejor conservado el piso.
El patio presenta los valores más altos del módulo, lo cual puede ser señal de
que su piso está en mejor estado de conservación, pues presenta una mayor pro-
porción de cal en su acabado, o bien que pudo ser reparado con mayor frecuencia.
108
2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...
pH
El pH, tal y como se comentó en el mapa de carbonatos para el cuarto interior,
presentó una zona de enriquecimiento influenciada por el círculo de barro cocido
en el piso, el cual se encontró repleto de ceniza, que se ve reflejado por el aumento
del pH (figura 2.12). La banda de enriquecimiento visible al oeste de él se debe
posiblemente al barrido de la ceniza de la zona de combustión, lo cual se ve refle-
jado también en el mapa de carbonatos.
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primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Figura 2.13. Mapa de distribución de ácidos grasos (modificado de Pecci et al. 2010).
110
2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...
Ácidos grasos
En el cuarto interno hay un incremento en los ácidos grasos que se asocia direc-
tamente con la zona de combustión del círculo de barro cocido en el piso y en
la zona de influencia del AA138 anexa al AA133 (figura 2.13). Dicha elevación
podría deberse a dos factores: a) la combustión se realizó con madera resinosa,
aunque se ha mencionado que para evitar el humo producto de la combustión en
espacios cerrados, se debió utilizar carbón para la preparación de alimentos (Pecci
et al. 2010: 456). b) El segundo factor de enriquecimiento pudo ser el uso de resi-
nas aromáticas, como el copal, para el ritual (Barba et al. 1998: 24).
En el pórtico, la mitad oeste evidenció la presencia de ácidos grasos, parti-
cularmente hacia la esquina suroeste del mismo, en asociación con el AA102, la
cual, al igual que el AA138 del cuarto interno, se relaciona con una concentración
de materiales sobre el piso, por lo que también podría asociarse a la presencia de
resinas. En el patio, los ácidos grasos se encuentran en el sector oeste con un in-
cremento hacia la parte sur, aunque en menor proporción que en el cuarto interior
C167.
Residuos proteicos
En el cuarto interior, los residuos proteicos son el único indicador que no está
asociado con el círculo de barro cocido en el piso (AA133); sin embargo, presen-
tan un incremento hacia la parte norte del mismo en probable asociación con los
materiales localizados sobre el piso 3 (AA138), así como una franja localizada
hacia el oeste del cuarto (figura 2.14). Por lo demás, es interesante la ausencia de
proteínas en la mayor parte del cuarto.
En el pórtico, la ausencia de proteínas también es notable, con excepción de
la presencia de materiales sobre el piso 2, localizados hacia la esquina suroeste del
mismo (AA102).
Por último, el patio contrasta en su totalidad con el cuarto interno y pórtico,
ya que presenta altos valores de proteínas en casi todo el piso, y es particularmente
alto en el oeste y noroeste del mismo, así como en su esquina sureste.
Interpretación
Con base en las áreas de actividad localizadas en los pisos del módulo, así como
en la distribución química de sus residuos, todo parece indicar que hay evidencia
de la preparación de un ritual de clausura previo al ritual de terminación. Por
una parte hay que considerar que la presencia de un elemento arquitectónico fijo,
como lo es el círculo de barro cocido en el piso del C167, puede sugerir un uso
más cotidiano (posiblemente preparación de alimentos, ya que los indicadores
químicos involucrados coinciden con ese uso) y que durante el ritual de termina-
111
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
ción fue aprovechado por sus características, quizá para la preparación y consumo
de alimentos para el ritual (Pecci et al. 2010: 456; Ortiz 2015: 329).
Figura 2.14. Mapa de distribución de residuos proteicos (modificado de Pecci et al. 2010).
Los indicadores asociados con las actividades previas llevadas a cabo durante
el ritual de terminación de la fase Tlamimilolpa/Xolalpan son principalmente las
áreas de actividad localizadas sobre los pisos, así como los hallazgos excavados en
el patio y en el templo. En primer lugar habría que mencionar, como parte del ri-
tual de terminación, la decapitación de 29 individuos (Manzanilla 2012a: 34). En
dicho ritual se debió derramar una gran cantidad de sangre; justamente, el patio
reveló altos valores de proteínas. Dicho espacio estuvo asociado físicamente al
templo de barrio y en fases anteriores presentó un altar central; sin embargo, pese
112
2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...
El sector norte-noroeste
Este sector de Teopancazco también se vio involucrado en el ritual de termina-
ción del periodo de transición Tlamimilolpa/Xolalpan. El más claro, después de
los decapitados del sector noreste, se encuentra en el sector noroeste del conjunto,
donde se halló evidencia de una ofrenda de clausura en el C206, un pequeño
cuarto que se localiza hacia la esquina noroeste del C6 bajo el piso 12. Al norte de
él hay una escalinata (C358A-C) que en un tiempo posiblemente unió el templo
destruido del norte con la gran plaza del sur (C6).
Aún no es clara la asociación de estos espacios por lo destruido del sector.
Durante la época Xolalpan debió existir un templo al norte, del cual sólo quedó
113
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
como evidencia la huella de una escalinata al norte del patio C6 que accedía a él.
Posteriormente, es posible que los saqueos tardíos y la presencia de un árbol hayan
destruido los últimos vestigios.
Dentro de ese templo tardío, se localizó la cara sur de un templo más tempra-
no, conformado por tablero-talud (C358D), que en una época también fue des-
montado para construir dos recintos en su parte superior y del cual sólo quedaron
parte de sus pisos, aislados y sin comunicación clara con el resto del sector (C258
A y B). En apariencia, dichos recintos no formaron parte de la ceremonia de clau-
sura, pero sí dan cuenta de las actividades cotidianas cuando la estructura estuvo
en uso. Por lo aislado que se encuentran, poco se puede decir de su funcionalidad;
sin embargo, por sus distintos indicadores químicos se puede mencionar, en tér-
minos generales, que el C258B presenta mayor enriquecimiento que el C258A
(Ortiz 2015: 332).
La escalinata al sur, por su parte, asciende por medio de unos escalones am-
plios pero de pequeño peralte hacia el C358D, ubicado al oeste del C258B; sin
embargo, tampoco hay una comunicación clara. Por su enriquecimiento químico,
además de una amplia gama de materiales faunísticos y botánicos asociados a sus
pisos, parece claro que formó parte del ritual de transición del Tlamimilolpa/Xo-
lalpan, y fue denominado como el “camino de las chías” (Ortiz 2015: 333).
Por último está el C206 P13, pequeño cuarto que yace bajo el piso 12 del C6,
en donde se localizó una ofrenda de terminación en la que varias vasijas fueron
matadas como parte del mismo ritual.
La interpretación química
Fosfatos
La escalinata presenta incrementos en su porción norte, directamente asociados
con el tablero-talud del templo (figura 2.15). El banco de datos menciona que en
este pasillo se localizaron varios entierros de infantes en el C358A, lo que pudo
contribuir al enriquecimiento de fosfatos presentes. El C358C es el denominado
“camino de las chías” por los restos paleobotánicos de semillas de chía hallados en
él (véase Manzanilla 2012c: 543). Sin embargo, los valores de fosfato asociados a
él son bajos.
En el C206 se observa un enriquecimiento directamente asociado con las
AA37 y AA37B, donde se localizó una gran cantidad de materiales involucrados
en el ritual de terminación: cerámica, cuentas, mica, pizarra, lítica, concha, car-
bón, cerámica “matada”, candeleros, hueso cremado, alisadores, restos de braseros,
fragmentos de vértebras, falanges animales y humanas, etc., todo como parte de
seis rellenos de materiales depositados sobre el piso 13 (véase Manzanilla 2012c:
114
2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...
115
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
interesante que se menciona en la base de datos, es que uno de los fragmentos del
vaso estucado parece haber estado expuesto a la intemperie, lo cual implicaría que
quizá los objetos no fueron cubiertos después del ritual, y que éste pudo haber
sido realizado por lo habitantes del P12 (Manzanilla 2012c). Lo anterior puede
ser factible, ya que, como se observó anteriormente, el C162F P2 presentaba un
acceso directo con el piso 12 de la gran plaza (C6) desde mediados del periodo
Tlamimilolpa (Ortiz 2015: 335).
Carbonatos
El análisis de carbonatos parece demostrar, a simple vista y de manera general,
que la calidad de los pisos de estuco fue mejor en los recintos (C258 A y B) que
en la zona del pasillo (C358A-C), los cuales presentaron un piso de gravilla sin
enlucido de estuco e incluso mejor que el piso 13 donde se depositó la ofrenda del
C206 (figura 2.16).
116
2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...
pH
El área escalonada parece mostrar una zona de combustión con valores por en-
cima de 9 en el sector norte en relación con el templo, lo que presentaría cierta
semejanza con los resultados de fosfatos (figura 2.17).
Las AA37 y AA37B asociadas con la ofrenda del C206, en la cual el piso 13
se encontró quemado, mostró que el área original de combustión se localizó en el
extremo sur de la ofrenda, con valores por encima de 9, lo que sugiere la presen-
cia de ceniza por combustión. Sin embargo, como menciona Pecci los materiales
recuperados de la ofrenda no presentaron huellas de quemado, por lo que se con-
cluye que la combustión parece haber sido realizada antes de añadir la ofrenda
(Pecci 2000: 176).
Ácidos grasos
El sector de la escalinata muestra la presencia de residuos proteicos en la esqui-
na noroeste en asociación directa con el tablero-talud del templo del norte. Sin
embargo, en este caso, el incremento no está asociado con el aumento de pH, que
se aprecia hacia la esquina contraria al noreste. Los valores bajos de ácidos grasos
hacia la parte sur de la escalinata también muestran la presencia de estos residuos
(figura 2.18).
117
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Residuos proteicos
La zona escalonada muestra un incremento notable en relación a los residuos pro-
teicos de los otros espacios, lo que de hecho puede relacionarse con los restos pa-
leobotánicos y de paleofauna recuperados durante la excavación. De esta manera,
la escalinata se puede interpretar como una zona de tránsito donde se derramaron
líquidos orgánicos, específicamente sangre, o bien productos alimenticios ricos en
proteína (figura 2.19).
La presencia de valores tan altos en esta zona podría ser evidencia de que
quizá este sector formó parte del ritual de terminación. Dicho ritual pudo involu-
crar tanto la ceremonia de clausura –y la colocación de la ofrenda de terminación
en el C206– como la ceremonia de decapitación en el patio C162F, ya que los
valores de este sector son igual de altos que los reportados frente al templo.
En lo que respecta al C206, éste presenta un incremento hacia la parte su-
roeste de la ofrenda, lo que implicó el uso de restos orgánicos ricos en proteínas,
118
2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...
119
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
El módulo cuarto-pórtico-patio
Durante este periodo el módulo cuarto-pórtico-patio (C167) debió seguir siendo
utilizado, aunque todo parece indicar que su funcionalidad cambió radicalmen-
te, de una actividad ritual a una función residencial-administrativa, tal y como
Manzanilla lo plantea (Manzanilla 2012a: 38). Sin embargo, debido al hallazgo
de materiales in situ sobre piso relacionados con el ritual de terminación de la fase
Tlamimilolpa/Xolalpan, es factible que en este sector hubo un nivel de ocupación
más tardío que fue el que se habitó mientras la estructura funcionó como vivienda
del administrador del barrio durante el Xolalpan temprano. Por otra parte, no hay
un registro químico de enriquecimiento del módulo durante este periodo, por un
lado, porque no se recuperaron muestras de este nivel constructivo, y por otro,
porque las actividades administrativas dejan poca evidencia en el registro arqueo-
lógico. Sin embargo, el C260, una de las zonas importantes del ritual durante la
época Tlamimilolpa, que estuvo adosada al norte del templo C181B-261, para la
fase Xolalpan se transforma en un espacio abierto (el C154C-160). Dentro de los
cambios más importantes que se dan para este sector es que el templo de barrio
(C313) se traslada al este de la gran plaza (C6).
El C154C-160
El piso del cuarto C260 se encontró muy alterado por la colocación de varias ofren-
das y entierros relacionados con el ritual de terminación, y por lo tanto, no se pudo
realizar un muestreo químico de su piso; sin embargo, hay que tomar en cuenta va-
rias cosas para destacar la importancia que tuvo este cuarto: 1) su asociación al norte
del templo; 2) el enriquecimiento contiguo del cuarto (C254 P3) que accedía a él;
3) su tamaño análogo al del templo, y 4) la colocación de ofrendas muy parecidas
a las encontradas en el templo. Todo esto hace pensar que su función dentro de ese
conjunto arquitectónico fue muy importante en la época Tlamimilolpa.
Para Xolalpan, sin embargo, de ser esa estructura importante de Tlamimi-
lolpa, el C154C-160 se transforma en un espacio abierto, identificado por la pre-
sencia de bajadas de agua y de un pasillo empedrado en forma de L que se ubica
al norte y este de un patio. En su piso estucado se localizó al suroeste una fosa,
denominada como AA106, en la que se encontró una laja de 0.23 m de largo,
0.20 m de ancho y 2 cm de espesor. El banco de datos menciona que dicha fosa
está asociada a un momoztli, por lo que no se descarta una función ritual del patio
asociada a este elemento arquitectónico (véase Manzanilla 2012c: 500).
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2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...
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primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
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2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...
tran las zonas con ausencia de residuos, o bien zonas de circulación y desgaste.
En la ocupación Xolalpan se incluye el conjunto cuarto-pórtico-patio (C167 P3/
C162C P2/C162F P2B) dado que continuó en uso durante esta fase, aunque
considero que su enriquecimiento fue anterior. La mayoría de este sector ha sido
ya interpretado en la tesis de maestría de Pecci (2000), así como en otros artículos
(Pecci et al. 2010).
Fosfatos
De manera general, en el mapa de fosfatos pueden observarse enriquecimientos
máximos en zonas como la gran plaza principal, en la parte superior del templo
C213A, así como el C19 en el oeste, además de los espacios C39 y C40; es decir,
en zonas externas como patios y accesos para realizar actividades cotidianas como
rituales y trabajo cotidiano, además de uso productivo-artesanal como la zona
externa al este asociada a “la sastrería”: C244 (figura 2.21).
Los fosfatos también se asocian a la hilera de cocinas con actividades clara-
mente enriquecedoras, y al sector del pórtico y patio ya mencionados con ante-
rioridad, aunque dadas sus actividades más administrativas para la fase Xolalpan,
lo que predomina a la vista químicamente son las actividades rituales de época
Tlamimilolpa. En contraste, los cuartos con valores muy bajos de fosfatos incluyen
algunos cuartos asociados a la zona de cocinas donde se pudieron almacenar uten-
silios o alimentos en contenedores que no enriquecieron químicamente el piso.
También sobresalen los cuartos C154C-160 y el C9 con los valores más bajos de
fosfatos de todo el centro de barrio (Ortiz 2015: 344).
Carbonatos
El mapa de carbonatos muestra principalmente la calidad constructiva de los pi-
sos estucados del centro de barrio, entre los que sobresalen los de la gran plaza, así
como los del C9, el grupo C14-16 y C17-18, C8 y C11, es decir, parte de los cuar-
tos del sector de Batres, que podría interpretarse como pertenecientes a cuartos
con los últimos pisos construidos o reparados del centro de barrio (figura 2.22).
Las elevaciones en los valores de carbonatos en las cocinas están relacionadas con
zonas de altos valores de pH, es decir, con el calentamiento. Las variaciones de
CO3 en las zonas de altos valores, pueden interpretarse como desgaste del piso en
la realización de las actividades. Los valores más bajos de carbonatos se asocian
con zonas carentes de pisos de estuco donde los apisonados están presentes, como
la zona externa del lado oeste asociada a “la sastrería”, el C37 y el C19 (Ortiz
2015: 346).
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2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...
Figura 2.23. Mapa de distribución de pH (modificado de Pecci 2000 y Pecci et al. 2010).
Este calor puede ser producto de cuatro posibles fuentes: 1) áreas de prepa-
ración de alimentos, como alguno de los cuartos de la hilera de cocinas, o bien, el
C167 P3; 2) áreas rituales como la “gran plaza”, el templo (C213A), el C162 F,
el C19; 3) áreas relacionadas con fogones y lugares de producción, como la zona
externa del este asociada a “la sastrería”, y 4) incendios como la zona suroeste del
conjunto (Ortiz 2015: 347).
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primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Ácidos grasos
El mapa de ácidos grasos revela tres tipos de actividades principales (figura 2.24):
1) por un lado, áreas de tipo ritual, como la “gran plaza”, el templo (C213A), el C19,
el C167 P3, en las que la utilización de resinas está presente; 2) áreas de preparación
de alimentos, como la zona de cocinas del norte o bien el C167 P3; 3) áreas de in-
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Residuos proteicos
El mapa de residuos proteicos da cuenta de tres actividades principales: 1) zonas
rituales cotidianas, como la “gran plaza” o el templo C213A, o bien zonas rituales,
como una actividad única como lo fue el ritual de terminación en el patio C162F;
en ambos casos, el empleo de resinas como copal pudo ser una constante de en-
riquecimiento; 2) áreas de preparación de alimentos, como la hilera de cocinas
al norte, y 3) áreas productivas o artesanales realizadas en la zona externa al este
asociada a “la sastrería” (figura 2.25).
• La gran plaza
Por su gran tamaño, colocación estratégica, materiales asociados, así como
por los residuos químicos presentes, sin duda alguna la gran plaza fue uno de los
sitios con huellas de mayor actividad (figura 2.26). Vinculada a lo ritual, la exis-
tencia del altar central y del templo del este es prueba fehaciente de ello (Ortiz
2015: 350).
Morelos (1993) describe las plazas por sus tres aspectos fundamentales: son
espacios abiertos amplios a partir de los cuales se establece un patrón distributivo
de la circulación; presentan una integración concéntrica de espacios y estructuras,
y, por último, presentan un adoratorio en el centro o en el espacio correspondiente,
pero independiente del resto de las construcciones (Morelos 1993: 48). Angulo
por su parte (1997), menciona que el altar central sirvió para efectuar las ceremo-
nias relacionadas con la deidad local de cada conjunto, afiliada probablemente a la
de un culto gremial, compartido por la comunidad o el barrio circundante.
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servaron dos escalinatas con alfarda; de la escalinata norte sólo quedó su huella
demarcada en el piso. En la parte central del patio se encontró un altar de 2.90
por 1.90 m que presentó, al igual que los altares centrales de Tetitla y Atetelco,
tablero-talud, además de un acceso que mira hacia el este (Pecci et al. 2010: 460;
Manzanilla 2012c: 473).
Las actividades que se llevaron a cabo sobre y alrededor de este altar quedaron
atestiguadas por la presencia de enriquecimientos químicos importantes. Alrededor
del altar hay valores altos de pH y la presencia de residuos proteicos, de fosfatos y de
ácidos grasos. Estas concentraciones químicas se pueden explicar como un efecto
de “derrame” de las sustancias ofrendadas encima del altar, según el patrón mencio-
nado anteriormente. Desafortunadamente no pudieron obtenerse muestras de la
parte superior del altar por encontrarse destruido y sin piso (Pecci et al. 2010: 462).
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dos revelaron que en las tres muestras los residuos son escasos (figura 2.27). Sin
embargo, fue posible establecer que dos de las muestras analizadas (439 y 778)
presentaron colesterol, lo cual indica la presencia de grasas de origen animal, que
quizá se produjo a causa del derrame de caldo o de sangre (humana o animal)
como ofrenda. En la muestra 439 hay también los marcadores de los productos
de Pinaceae, que podrían derivarse de la quema de resinas. La tercera muestra
(719) presentó B-sitosterol y valores de (C ) más altos que los ácidos palmítico y
18:1
lípidos de origen vegetal, quizá un aceite. Sin embargo, no fue posible identificar
con precisión el tipo de sustancia (Pecci comunicación personal).
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con huellas de quemado hace pensar en la cocción de los mismos; sin embargo,
los bajos valores de pH presentes en todo el cuarto, sugieren que dicha actividad
se realizó en otro de los cuartos, quizás en C507 A y B. La presencia de las ollas
podría deberse a su uso para el transporte de las piezas destazadas al área de pre-
paración (Ortiz 2015).
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Figura 2.30. Mapas de distribución química del acceso externo a “la sastrería”
(modificado de Pecci 2000).
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primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
El sector suroeste
Este sector fue ampliamente interpretado por Alessandra Pecci en su tesis de maes-
tría (Pecci 2000: 63). Se trata de un complejo doble de cuarto-pórtico-patio, los
cuales mostraron huellas de quemado en sus pisos y muros (figura 2.31). En el C15-
16 incluso se localizó un morillo de madera carbonizada casi completo (Manzanilla
2012a) que fue datado para Tlamimilolpa (fecha del corte del árbol), pero que fue
reutilizado durante el periodo Xolalpan temprano (Beramendi et al. 2012: 125).
Una de las cosas que caracterizó a este conjunto fue la presencia de grandes
manchas de quemado en el piso provocadas por un gran incendio denomina-
do “Fuego final” hacia el Xolalpan tardío (Manzanilla 2012a), lo cual incremen-
tó de manera sustancial los valores de pH, y que químicamente sólo podían ser
interpretados como provocados a causa de un gran incendio (Pecci 2000: 116).
Las concentraciones químicas de ambos complejos de cuartos parecen mos-
trar un incremento de valores en la parte sur del pórtico (C18 y C15-16), lo cual,
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Figura 2.31. Mapas de distribución química del sector suroeste (modificado de Pecci 2000).
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Figura 2.32. Mapas de distribución química de los apisonados (modificado de Pecci 2000).
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primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
En el último nivel de apisonado del C19 (Ap. 4), Pecci propone que el san-
tuario perdió su función, dado que este apisonado cubrió la superficie del C23 y la
unificó con el C19 como parte de un mismo nivel de apisonado (Pecci 2000: 137).
Al norte de este sector se localizó un cuarto de grandes dimensiones al que se
denominó como C37, y durante las excavaciones presentó cuatro niveles de apiso-
nados (Ap. 11, Ap. 12, Ap. 13 y Ap. 14). De estos niveles únicamente se tomaron
muestras de manera completa del Ap.11. Las muestras recuperadas del Ap. 12 y Ap.
13 sólo evidencian un espacio muy pequeño y para efectos de interpretación son un
poco estériles. A este sector Pecci lo denominó como la zona 3 (Pecci 2000: 147).
El C37, por su conformación de grandes muros de tepetate y adobe, se ha
considerado como un posible patio de servicio, semejante al C11 que se localizó
en Oztoyahualco 15B (Manzanilla [ed.] 1993). Aunque aún no se ha localizado
su acceso, se infiere que éste se pudo localizar hacia el norte. El Ap. 11 de este
cuarto se localizó al mismo nivel del Ap. 11 del C19, por lo que al parecer son con-
temporáneos. Sin embargo, el Ap. 11 del C37 presentó un fuerte desnivel de tal
forma que la parte norte se encontró más arriba que la parte sur (Pecci 2000: 151).
El apisonado presentó una preparación de tepetate molido y fue cubierto con
una lechada de cal que fue observada en el corte de la excavación y corroborada
por los altos valores de carbonatos obtenidos, pese a tratarse de un apisonado. Por
otra parte, los altos valores de fosfatos presentes en la parte sur del cuarto, parecen
mostrar que se llevaron a cabo actividades ricas en materia orgánica o se desecha-
ron sus restos (Pecci 2000).
Los valores de pH obtenidos para este espacio parecen indicar la presencia
de ceniza regada en el piso, particularmente en su parte norte y este. Los residuos
proteicos se concentran en una banda central y los ácidos grasos, en una banda al
norte que se puede relacionar con el incremento de pH.
Como puede observarse, no hay una correlación clara entre cada uno de los
indicadores químicos del cuarto, y el banco de datos del proyecto tampoco men-
ciona materiales sobre el apisonado (Manzanilla 2012c: 484). Sin embargo, de-
bido a la presencia de altos valores en cada una de los indicadores, es posible que
este espacio se utilizara como patio de servicio donde se trabajaron o desecharon
materiales ricos en materia orgánica (Ortiz 2015: 368).
El sector Batres
Tal y como menciona Pecci los cuartos excavados por Batres presentaron pisos
de estuco en buenas condiciones; sin embargo, debido a la falta de informe de la
excavación de Leopoldo Batres, existía la posibilidad de que éstos hubieran sido
reparados y restaurados, además de que por estar descubiertos, posiblemente se
encontrarían contaminados, ya que en el predio de Teopancazco la gente del po-
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2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...
blado de San Sebastián Xolalpa se reunía para celebrar sus festividades. De esta
forma y a manera de prueba, sólo se tomaron muestras de los cuartos C8, C9 y
C11 (Pecci 2000: 182).
Figura 2.33. Comparativo de la excavación de Batres a finales del siglo xix con las
excavaciones del proyecto “Teotihuacan. Elite y gobierno. Excavaciones en Teopancazco”.
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primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
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2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...
Antes de que el proyecto ampliara la excavación del C9, Pecci tomó varios
puntos de muestreo para evaluar el enriquecimiento y la posibilidad de que se
tratara de un piso prehispánico. El resultado reveló un enriquecimiento diferencial
acorde a lo que se esperaría de un recinto porticado (Pecci 2000: 189), por lo una
vez excavado totalmente por el proyecto Teopancazco, así que se decidió tomar
nuevas muestras para su análisis.
El C9 como recinto porticado presenta huellas de pilastra en su parte sur
y se comunica a un patio central (C11), que a su vez se dirige hacia otro recinto
porticado ubicado al oeste (C10). Además, el C9 presenta un acceso en su parte
suroeste que lo comunica con el C8 (figura 2.34).
Los altos valores de carbonatos presentes en el C9 y el C11 parecen de-
mostrar la buena calidad de sus pisos, no obstante que, como en el caso del C11,
hayan estado expuestos por más de 130 años. Por otra parte, el enriquecimiento
del recinto porticado y del patio central muestra una correlación entre ambos es-
pacios, con altos valores de proteína y ácidos grasos. En fosfatos, sin embargo, el
C9 presenta bajos valores en relación con el C11 (Ortiz 2015: 370).
La buena calidad constructiva, aunada al tamaño de los cuartos y a la presen-
cia de pintura roja tanto en el C10 como el C9, además de la existencia del mural
en C7, parece indicar que el sector excavado por Batres pudo ser la residencia del
linaje principal del mismo (Pecci 2000: 190).
143
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
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2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...
Fosfatos
Se aprecia un enriquecimiento generalizado de fosfatos en todo el espacio, tanto
arriba como abajo. Sin embargo, éstos se concentran principalmente hacia la es-
quina suroeste y hacia la esquina noreste. El C53, por su parte, también presentó
altos valores de fosfatos con una banda de valores un poco más bajos, aunque se
concentran en la esquina noreste (Ortiz 2015: 373).
Carbonatos
En general puede notarse que los cuartos C41-43 /C41B-42 presentan muy bajos
valores, lo que nos habla de lo deteriorado del piso y de su pobre calidad cons-
tructiva. Sin embargo, aun así el piso inferior presenta valores un poco más altos.
El C53, por su parte, presentó valores más altos que el C41-43/C41B-42, lo que
nos habla de la existencia de un mejor piso y de una mejor calidad constructiva
(Ortiz 2015: 374).
pH
Los valores de pH por encima de 9 en los cuartos C41-43/C41B-42 parecen
sugerir que hacia la esquina sureste de la parte baja así como en parte norte de la
sección superior, se utilizó una fuente de calor que produjo ceniza. En el C53, por
su parte, por presentar un enlucido de estuco, se elevaron los valores de pH; sin
embargo, en adición a ello, es claro que cerca de uno de sus muros se realizó una
actividad de calentamiento y combustión.
Ácidos grasos
El hallazgo de bajos valores de ácidos grasos en zonas relacionadas con el alza de
pH y de fosfatos parece sugerir que el cuarto pudo servir como una zona temporal
de preparación de alimentos. Estos se encuentran tanto en la parte alta como la
parte baja del sector escalonado (Ortiz 2015: 375). En el C53, por su parte, se
aprecia un ligero enriquecimiento de ácidos grasos en casi todo el cuarto, con
un aumento hacia la esquina noreste donde presumiblemente estuvo la zona de
combustión.
Residuos proteicos
El cuarto C41-43/C41B-42 presentó un aumento de residuos proteicos en la
parte alta del sector escalonado, relacionado tal vez con el hallazgo de la vasija
y del metate que refuerzan la hipótesis que en esta zona se utilizó como área de
preparación de alimentos. El C53 nuevamente presenta un enriquecimiento hacia
la esquina noreste, lo que implica que en esta zona se desarrolló una actividad rica
en desechos de proteínas (Ortiz 2015: 377).
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primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Consideraciones finales
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2. las actividades del centro de barrio de teopancazco...
das. En algunas ocasiones, la suma de varias actividades a través del tiempo borró
actividades más “limpias” que químicamente son imposibles de observar, pero que
el contexto y sus materiales asociados pueden ayudar a revelar.
Una de las preguntas iniciales de la investigación planteaba si era posible
reconocer químicamente todos los componentes propuestos por Manzanilla para
un centro de barrio; la respuesta es que de los ocho componentes propuestos, fue
posible distinguir químicamente el componente ritual, el componente residencial
y el área de cocinas-almacenes.
El componente artesanal presentó un gran potencial de estudio, particular-
mente en lo que se refiere a actividades “sucias” de preparación y manufactura en el
taller y áreas asociadas; desafortunadamente, “la sastrería” no contó con pisos y, por
lo tanto, no pudieron tomarse muestras de su superficie de trabajo; sin embargo,
el sector externo con apisonados al este, brindó información de manera indirecta
de esta zona de trabajo.
El mismo potencial presentaría el componente comunitario aun cuando no
ha sido excavado, pero en el que muy posiblemente, por el tipo de actividades in-
volucradas, se obtendrían altos enriquecimientos químicos.
En lo que respecta a los componentes militar y médico, es factible que cada
uno puede ser identificado a partir de indicadores arqueológicos propios. Sin em-
bargo, como se mencionó en ”Características del barrio de Teopancazco durante
la fase Xolalpan. Una propuesta metodológica”, en esta misma publicación (véase
capítulo 1), se pueden compartir muchas de las actividades realizadas en compo-
nentes distintos, por ejemplo, la realización de actividades rituales en el compo-
nente militar o en el componente administrativo, donde para Teopancazco am-
bas zonas presentaron altares particulares. Sin embargo, es evidente que en cada
ámbito el enriquecimiento químico derivará de actividades distintas.
El único componente que al parecer no implicó el derrame de sustancias en
los pisos fue el componente administrativo; por lo tanto, el estudio químico de
los pisos no parece aportar mucha información al respecto. Sin embargo, como en
cada uno de los otros componentes, arqueológicamente puede ser reconocido a
través de indicadores propios (Ortiz 2015: 379).
Por otra parte, a lo largo del capítulo se discutió la posibilidad de diferenciar
entre actividades eventuales y actividades cotidianas, y la probabilidad de reco-
nocerlas químicamente. Al respecto, la mayoría de las actividades registradas son
aquellas que se realizan cotidianamente y enriquecen a diario sus espacios; sin em-
bargo, es posible identificar plenamente algunas actividades eventuales, como un
rito de terminación, por el tipo de residuos desechados así como por la cantidad
de indicadores involucrados.
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156
3. Los sectores rituales de Teopancazco
Linda R. Manzanilla
Introducción
157
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Sabemos que en los patios rituales de cada familia que moraba en los conjuntos
multifamiliares de apartamentos (Manzanilla 1996; Manzanilla [ed.] 1993; Barba
et al. 2007) se veneraba a las deidades patronas de las familias. Algunas podrían
referirse a las deidades del Estado teotihuacano –ya que aparecen en moradas,
centros de barrio y palacios–, y son el dios de las tormentas y el dios del fuego.
Otras aparecen en sectores particulares de la ciudad, como el dios mariposa. Al-
gunas más se refieren a aspectos sociales muy locales, como la escultura de conejo
que se halló en uno de los patios rituales de Oztoyahualco 15B:N6W3, un con-
junto donde, además de guajolotes y perros, se criaron conejos de varias especies
(Manzanilla 1996; Manzanilla [ed.] 1993; Valadez 1993; Somerville et al. 2016).
Los patios rituales pueden contar con altares construidos o con maquetas
seccionales que se arman para recibir la imagen de la deidad patrona (como el
conejo de Oztoyahualco 15B:N6W3 de tiempos Xolalpan) y las ofrendas resul-
tantes. Asimismo, pudimos constatar que en los cuartos que bordean los patios
rituales, se preparó el ritual, ya que hay enriquecimientos químicos que se pueden
seguir hasta el patio, pero también, como Sanders (1966: 138) mencionó para
Maquixco, se pudo guardar la parafernalia religiosa.
Otros rituales más específicos de Oztoyahualco 15B:N6W3, junto al san-
tuario C57, se refieren al corte de patas de conejo sobre una media esfera con
iconografía grabada (Manzanilla [ed.] 1993; Manzanilla 2002). Además está el
magnífico incensario tipo teatro desmantelado alrededor del entierro 8, con la
representación de un sacerdote vestido como el dios mariposa, de cuyas manos
y paneles caen los “mantenimientos”: maíz, tortillas, calabaza, flor de calabaza,
tamales, algodón y otros recursos (Manzanilla y Carreón 1991). Éste debió de
ser utilizado en ceremonias alusivas al dios mariposa, una deidad relacionada con
la milicia de Teotihuacan. Linné (1934: 48) también halló incensarios tipo teatro
en el conjunto Xolalpan, dentro del altar y en el patio occidental, así como en el
conjunto Tlamimilolpa, alrededor del entierro 4 y desmantelados en escondrijos
(Linné 1942: 141).
En Oztoyahualco 15B:N6W3 hallamos representaciones del dios de las
tormentas, en vasijas Tláloc y tapaollas con la cara de Tláloc y un amamalácotl
saliendo de su boca; fragmentos del brasero del dios del fuego, el incensario del
dios mariposa que ya mencionamos, además de la escultura de la deidad patrona
“conejo” (Manzanilla 2002).
Como rituales de terminación tenemos dos que podemos citar: uno involucra
una vasija de piedra rota en pedazos que fueron tirados en varios cuartos (fenóme-
no que también hallamos en Teopancazco), y otro de abandono que se halló en la
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3. los sectores rituales de teopancazco
porción sur del conjunto, en el que varias mandíbulas humanas fueron dispuestas
a alturas diversas, separadas por tierra, junto con conchas marinas, algunas jarras y
vasijas (Manzanilla [ed.] 1993).
En los palacios de la elite gobernante, como Xalla (al norte de la Pirámide del
Sol) (Manzanilla 2008, 2017), hemos reconocido deidades que podrían haber sido
personificadas por personajes de muy alto rango: el dios de las tormentas y el dios
del fuego reaparecen de nuevo, pero también está visible el dios del monte y una
posible deidad femenina del agua. De los primeros tres tenemos esculturas rotas
en pedazos durante el incendio del núcleo de Teotihuacan hacia 550 d.C.
La Plaza 1 de Xalla con cuatro estructuras equivalentes en tamaño dirigidas a
los puntos cardinales es el escenario de dicha personificación, pero esta plaza tiene
también en el centro un templo con tablero y talud (en las últimas fases construc-
tivas); en este templo, los personajes de los recintos mencionados compartieron el
espacio ritual. Es probable que se llevara a cabo un culto particular a estelas lisas
erguidas en pequeñas fosas alineadas. Dichas estelas también aparecen en la Plaza
de la Luna y en la cima de la Pirámide del Sol.
Prácticamente no hay entierros en Xalla, excepto un individuo de tiempos
epiclásicos y algunos entierros parciales, pero sí abundan huesos humanos disper-
sos, sobre todo dientes y falanges humanas, lo cual podría implicar la conservación
de reliquias.
Los centros de barrio, como Teopancazco, cuentan con grandes plazas rituales
(más grandes que cualquier patio ritual de los conjuntos multifamiliares) (figura
3.1) (Manzanilla 2009); además de altares y templos grandes (por lo regular dis-
puestos en el sector oriental del patio principal), despliegan murales que refieren a
los rituales de siembra, generalmente ubicados en los sectores administrativos del
centro de barrio (Valdez Bubnova 2012). Los sacerdotes con atavíos del océano de
Teopancazco caminan hacia el altar y tiran líquidos con semillas (figura 3.2); di-
chos líquidos impregnaron el piso de estuco de la plaza ritual y dejaron anomalías
de fosfatos (Pecci et al. 2010), además de semillas de chía (véase el capítulo 2 de
este volumen; Manzanilla [ed.]-Valadez [coord.] 2017). Los rituales de siembra
en manos de los “sacerdotes sembradores” constituyen uno de los aspectos del
159
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
ritual que seguramente los administradores del centro de barrio hacían para enca-
bezar el ceremonial.
Figura 3.1. Gran plaza ritual de Teopancazco, con altar y gran templo al este
(a la izquierda)
(foto de Linda R. Manzanilla).
Figura 3.2. Mural principal de Teopancazco. Archivo del proyecto “La pintura mural
prehispánica en México”. Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM. Dibujó: Adela
Bretón 1990.
160
3. los sectores rituales de teopancazco
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primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
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3. los sectores rituales de teopancazco
163
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Figura 3.7. Fosa AA227 donde fueron dispuestos los entierros 105 y 108 (probablemente
fardos funerarios), asociados a un cuenco naranja laca, mica en formas geométricas y varias
miniaturas con cosméticos (foto de Linda R. Manzanilla).
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3. los sectores rituales de teopancazco
165
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Figura 3.11. Vaso trípode del ritual de terminación en C206 (AA37), restaurado
(foto de Rafael Reyes).
Figura 3.12. Vaso trípode del ritual de terminación en C206 (AA37), con tocado de tres
borlas, restaurado (foto de Rafael Reyes).
166
3. los sectores rituales de teopancazco
Figura 3.13. Cuenco naranja laca con decoración al negativo hallado en el ritual de
terminación en C206 (AA37), restaurado (foto de Rafael Reyes).
Figura 3.14. Escultura de Huehuetéotl, con los rasgos alterados en el ritual de terminación y
tirado contra el piso del Cuarto 17 (Xolalpan tardío) (foto de Rafael Reyes).
167
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Figura 3.15. Vaso Tláloc estrellado contra el piso del Cuarto 25 y restaurado (fase Xolalpan)
(foto de Rafael Reyes).
168
3. los sectores rituales de teopancazco
trumentos y objetos, entre las que se cuentan dos vasos trípodes pintados (figuras
3.11 y 3.12) ya descritos anteriormente (Manzanilla 2012), uno con una escena
de una serpiente en cuyo lomo yace una garceta con cresta de la costa del Golfo de
México, y otra con un tocado de tres borlas. Asimismo, se halló un cuenco naranja
laca con decoración al negativo (figura 3.13).
En la plaza ritual principal (C6) y en otros espacios del conjunto hay eviden-
cias de instrumentos musicales (véase el capítulo 4 de este volumen) muy posible-
mente acompañando representaciones, algunas de las cuales con toda probabili-
dad se refirieron a actividades de pesca (el altar de Teopancazco representado en
el mural principal tiene una red encima). También hubo evidencias de consumo
de peces probablemente en banquetes comunales de índole ritual, ya que los dese-
chos de estas comidas fueron depositados en fosas de la plaza (Manzanilla 2012;
Rodríguez Galicia 2010). Incluso se recreó un sector con arena fina en la esquina
noreste del patio ritual (Manzanilla 2012).
169
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
170
3. los sectores rituales de teopancazco
Figura 3.17. Figurilla femenina con máscara de felino hallada en el templo de tiempos
Tlamimilolpa (C313) (dibujo de Fernando Botas).
171
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Figura 3.18. Incensario tipo teatro miniatura hallado en la fosa del entierro 4 en el sector
militar de Teopancazco (dibujo de Fernando Botas).
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3. los sectores rituales de teopancazco
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primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Figura 3.20. Figurilla de militar con atavío desmontable, asociada al entierro 4 (dibujo de
Fernando Botas).
174
3. los sectores rituales de teopancazco
Bibliografía
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178
3. los sectores rituales de teopancazco
179
4. Instrumentos sonoros procedentes
de las excavaciones de Teopancazco
Francisca Amelia Zalaquett Rock,
Dulce Sugey Espino Ortiz y Violeta Vázquez Campa
Introducción
181
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
182
4. Instrumentos sonoros procedentes de las excavaciones de Teopancazco
Aerófonos en Teopancazco
Los aerófonos son los instrumentos en los que el aire mismo es la fuente sonora
principal (Hornbostel y Sachs 1961: 24). En este caso contamos con silbatos, flau-
tas de un tubo, dobles, triples y cuádruples. Solamente pudimos efectuar un estu-
dio acústico para el caso de los silbatos, ya que las flautas estaban fragmentadas.
Silbatos sencillos
Los silbatos son instrumentos que no tienen ningún orificio de digitación, cuyo
sonido se obtiene con el aire que se insufla en su interior y, dependiendo del ejecu-
tante, éste puede lograr algunos efectos y cambios en la altura del sonido (tonos).
183
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
1
Es una cabina utilizada para grabaciones sonoras que disminuye ruidos exteriores y reflexiones
dentro del mismo, logrando una grabación de mejor calidad. Está elaborada en secciones que facilitan
su armado y traslado. Tiene en su interior materiales con cierto coeficiente de absorción acústica.
2
Los resonadores de Helmholtz se basan en el artefacto acústico conocido como cavidad de Helm-
holtz; consisten en una cavidad con un orificio en el extremo de un cuello (como una botella) en
cuyo interior el aire se comporta como una masa resonante, que emite ciertas frecuencias de reso-
nancia. En el caso de los silbatos se tiene el mismo principio, pero sus sonidos son más complejos ya
que algunos tienen forma irregular y cuentan con uno o más orificios de digitación que se pueden
cerrar y abrir para controlar el sonido producido (tonos); dichos sonidos generan series armónicas
que se determinan a partir de múltiplos enteros de la fundamental (fn≈nfn ; n=1,2,3…). Una serie
armónica es una sucesión de sonidos cuyas frecuencias son múltiplos enteros positivos de la de una
nota base, llamada fundamental, es pura cuando los múltiplos son exactos y se comportan como
funciones sen(2πnx y cos(2πnx) con n∈ Z.
3
Es el estudio de la representación de funciones o señales como superposición de ondas “básicas”
o armónicas.
4
Es un algoritmo que permite calcular la transformada de Fourier discreta (DFT) y su inversa. Es
de gran importancia debido a que tiene una amplia variedad de aplicaciones como en el procesa-
miento digital de señales.
5
Es un software desarrollado para programar vectorialmente; contiene algoritmos y paquetes para
diferentes áreas tecno-científicas.
184
4. Instrumentos sonoros procedentes de las excavaciones de Teopancazco
6
Es un conjunto de técnicas para la caracterización y manipulación de señales en las que las fre-
cuencias se pueden observar en el dominio del tiempo y, a su vez, en el dominio de la frecuencia, es
decir, las frecuencias son constantes en el tiempo.
185
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Figuras 4.3 y 4.4. Silbato donde se puede apreciar el canal de insuflación y la boca de salida
del aire.
Escogimos algunas gráficas (figuras 4.5, 4.6 y 4.7) donde se muestra el com-
portamiento acústico de este silbato. Este tipo de descripción armónica detallada
de cada muestra nos permite caracterizar a cada instrumento para posteriormente,
al contar con una muestra más numerosa de instrumentos, efectuar un análisis
estadístico que dependerá de los contextos arqueológicos y organológicos. Con
esta clasificación espectral, que incluye el número de armónicos, su intensidad y la
posición de la frecuencia fundamental, se podrían establecer tipologías y preferen-
cias sonoras según los contextos y diferencias diacrónicas y de grupos culturales.
186
4. Instrumentos sonoros procedentes de las excavaciones de Teopancazco
Figura 4.6. Muestra la señal en el dominio del tiempo; se puede observar la envolvente y la
forma de la onda.
Soplido fuerte
Como se observa en las gráficas, los armónicos se presentan bien definidos por su
nivel de intensidad; sin embargo, son tonal-disonantes, ya que no están formados
por una sola raya espectral sino por un conjunto de líneas muy juntas y estilizadas
que conforman dicho armónico. Las intensidades de éstos decrecen conforme la
frecuencia aumenta. Predominan los armónicos impares, pues f1, f3 y f5 son más
intensos que f2 y f4. Observamos a la frecuencia fundamental ubicada en el primer
armónico f1=3495.70 [Hz],, la cual genera una serie de aproximadamente múlti-
plos enteros de ella misma, como se muestra en la figura 4.7; además, su sonido es
muy parecido al emitido por un ave. También podemos ver cómo se desarrolla el
sonido a través del tiempo.
Soplido medio
En este caso (figuras 4.8 y 4.9) se presentan siete armónicos bien definidos por su
pico de intensidad. Son tonales; sin embargo, no están formados por una sola raya
187
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
espectral sino por un conjunto de líneas muy juntas y estilizadas. Hay un ligero
predominio de los armónicos pares, pues el 6° armónico es un poco más intenso
que el 5°. Las intensidades de los armónicos decrecen conforme la frecuencia au-
menta y se empiezan a equilibrar a partir del 4° armónico. En el 7° la intensidad
decae abruptamente. Observamos a la frecuencia fundamental que se ubica en el
primer armónico f1=3191.89[Hz], la cual genera una serie de aproximadamente
múltiplos enteros de ella misma, como se muestra en la figura 4.9.
188
4. Instrumentos sonoros procedentes de las excavaciones de Teopancazco
189
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Soplido fuerte
Se presentan diez armónicos bien definidos por su pico de intensidad, siete to-
nal-disonantes y tres disonantes, por lo que no se encuentran formados por una
sola raya espectral sino por un conjunto de líneas muy juntas donde sobresalen
190
4. Instrumentos sonoros procedentes de las excavaciones de Teopancazco
picos estilizados (figuras 4.14 y 4.15). Las intensidades de los armónicos decrecen
en nivel de intensidad conforme la frecuencia aumenta, con predominio de armó-
nicos impares en los primeros armónicos; se ve cómo se empiezan a equilibrar a
partir del 5° armónico y hasta el 8°. Observamos la frecuencia fundamental que se
ubica en el primer armónico f1=1932.01[Hz], la cual genera una serie armónica de
aproximadamente múltiplos enteros de ella misma, como se muestra en la figura
4.15; en este caso se logra percibir el sonido de un ave cuando los soplidos son
fuertes y cortos.
Para su análisis acústico fue mejor tomar las muestras con soplidos fuertes,
ya que los soplidos medios y suaves son inestables y menos nítidos los armónicos.
191
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
192
4. Instrumentos sonoros procedentes de las excavaciones de Teopancazco
Soplido medio
Para este tipo de soplido se presentan nueve armónicos bien definidos por su pico
de intensidad; encontramos cuatro armónicos tonal-disonantes, ya que no están
formados por una sola raya espectral, sino que se observa un conjunto de líneas
muy juntas estilizadas que conforman cada uno de ellos, y cinco disonantes, de los
cuales tres son armónicos paralelos ya que no forman parte de la serie armónica;
sin embargo, tienen presencia debido al nivel de intensidad que los caracteriza (fi-
guras 4.18 y 4.19). Las intensidades de los armónicos decrecen en nivel conforme
la frecuencia aumenta; a partir del 4° armónico se vuelven más disonantes, y hay
un predominio de armónicos pares. La frecuencia fundamental nuevamente se
encuentra en el primer armónico, como en los casos anteriores f1=1598.93[Hz],
y genera una serie armónica de aproximadamente seis múltiplos enteros de ella
misma, como se ve en la figura 4.19; por la generación de armónicos paralelos
se le puede considerar inestable en la producción de armónico. El sonido de esta
muestra se percibe muy agudo, y cuando el soplido es fuerte y corto, su sonido se
193
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
parece al de un ave. Igual que en los dos instrumentos anteriores, las muestras con
soplidos suaves y medios son inestables y menos nítidas, por lo cual los soplidos
fuertes son los que presentan mejor caracterización del instrumento.
Soplido medio
Aquí se presentan nueve armónicos bien definidos por su nivel de intensidad:
cuatro armónicos tonales, tres tonal-disonantes y dos disonantes (figuras 4.22 y
4.23). Las intensidades de los armónicos decrecen conforme la frecuencia aumen-
ta hasta que no son observables. No se puede discernir cuáles son los armónicos
predominantes; sin embargo, se equilibran de dos en dos en nivel de intensidad
conforme su frecuencia aumenta. La frecuencia fundamental se encuentra en el
primer armónico f1=2301.34[Hz], la cual genera una serie armónica de aproxima-
damente múltiplos enteros de ella misma, como se ve en la figura 4.23. El sonido
de esta muestra se percibe solamente agudo; si se realizan soplidos cortos, es simi-
lar al sonido producido por un ave. Cabe señalar que este instrumento no soporta
194
4. Instrumentos sonoros procedentes de las excavaciones de Teopancazco
195
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
196
4. Instrumentos sonoros procedentes de las excavaciones de Teopancazco
197
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
En las gráficas (figuras 4.28 y 4.29) se presentan siete armónicos bien de-
finidos por su nivel de intensidad, cuatro de los cuales son tonal-disonantes y
tres son disonantes. El nivel de intensidad de los armónicos decrece conforme la
frecuencia aumenta y a su vez aumenta la disonancia, es decir, el espectro se vuel-
ve más inestable para frecuencias altas; hay un ligero predominio de armónicos
impares. Observamos a la frecuencia fundamental ubicada en el primer armónico
f1=2612.54[Hz], la cual genera una serie armónica de aproximadamente múltiplos
enteros de ella misma, como se ve en la figura 4.29. El sonido de esta muestra se
percibe agudo.
Este instrumento muestra que sus armónicos son más nítidos en soplidos
fuertes y se vuelven más disonantes en frecuencias altas; su espectro es más ines-
table en soplidos suaves.
198
4. Instrumentos sonoros procedentes de las excavaciones de Teopancazco
Soplido fuerte
Aquí se presentan ocho armónicos bien definidos por su nivel de intensidad; és-
tos son tonal-disonantes, ya que no están formados por una sola raya espectral
(figuras 4.32 y 4.33). Hay un armónico paralelo que no tiene relevancia porque
su intensidad es baja respecto a las demás. El nivel en la intensidad de los ar-
mónicos decrece conforme la frecuencia aumenta, con predominio de armónicos
impares. Observamos a la frecuencia fundamental ubicada en el primer armónico
f1=2912.92[Hz], la cual genera una serie armónica de aproximadamente múltiplos
enteros de ella misma, como se ve en la figura 4.33. El sonido de esta muestra se
percibe agudo; sin embargo, cuando se toca en intervalos cortos de tiempo y a
soplido medio, produce un sonido similar al de las aves.
199
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
78491 teopancazco
76160 teopancazco
70357 teopancazco
61310 teopancazco
58162 teopancazco
19999 teopancazco
0.00 500.00 1000.00 1500.00 2000.00 2500.00 3000.00 3500.00 4000.00
Frecuencias de resonancia
78491 teopancazco
76160 teopancazco
70357 teopancazco
61310 teopancazco
58162 teopancazco
19999 teopancazco
0.00 5000.00 10000.00 15000.00 20000.00 25000.00
200
4. Instrumentos sonoros procedentes de las excavaciones de Teopancazco
Figuras 4.37 y 4.38. Silbatos donde se puede apreciar la forma de ave y rana.
Flautas
Una flauta es un aerófono cuyo cuerpo es tubular y presenta una o más perforacio-
nes para modificar la altura del sonido (Méndez y Pimentel 2010: 52).
201
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Figura 4.39. Flauta doble bifurcada, procedente de C162, posible sector residencial de
Teopancazco, durante el periodo Xolalpan (350-550 d.C.)
(dibujo de Fernando Botas).
202
4. Instrumentos sonoros procedentes de las excavaciones de Teopancazco
Figuras 4.40 y 4.41. Dibujos de flautas dobles registradas por Séjourné en Teotihuacan
(1966: 234). Fotografía de la flauta triple de Tenenexpan, Veracruz, donde se observa el rostro
en forma de media luna.
203
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Figuras 4.43, 4.44, 4.45 y 4.46. Flautas dobles. Todas provienen de Tuxpan, Veracruz, fechadas
para el Posclásico Tardío (1200- 1510 d.C.).
Fotografías modificadas de la página web del Museo de Antropología de Xalapa, Veracruz <http://
www.uv.mx/apps/max/coleccion/>.
204
4. Instrumentos sonoros procedentes de las excavaciones de Teopancazco
Figuras 4.47 y 4.48. Flautas cuádruples registradas en Teopancazco (dibujos de Fernando Botas).
Nótese la relación con las flautas cuádruples registradas por Séjourné (figura 47).
Idiófonos
Raspados o ludidos
Estos instrumentos pueden estar elaborados sobre huesos humanos, animales o
en un guaje. Llevan incisiones que son ludidas con otro objeto (palo, concha, otro
hueso, etcétera).
En este caso contamos con el fragmento de un omichicahuaztli, elaborado a
partir de un asta de venado (Odocoileus virginianus), ubicado en el C251A, sector
de la sastrería para el periodo Xolalpan; lleva 7 ranuras irregulares, pero no tiene
huella de desgaste.
Presentamos los mapas de distribución por tipo de instrumentos y tempora-
lidad (figuras 4.50, 4.51 y 4.52).
205
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Figura 4.49. Dibujos de flautas cuádruples registradas por Séjourné en Teotihuacan (1966:
236), donde se observa un rostro con tocado redondeado y grandes orejeras, el cual creemos
guarda clara relación con el rostro de media luna de las flautas dobles.
206
4. Instrumentos sonoros procedentes de las excavaciones de Teopancazco
Figura 4.50. Distribución de los silbatos, flautas dobles y cuádruples en Teopancazco durante
el periodo Tlamimilolpa (250-350 d.C.). Los silbatos, flautas doble y cuádruple se encuentran
dispersos pero cercanos al sector ritual (mapa proporcionado por Linda R. Manzanilla y
redibujado por Violeta Vázquez).
207
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
208
4. Instrumentos sonoros procedentes de las excavaciones de Teopancazco
En los silbatos encontramos que, por el rango de tesitura que es extensa (todavía
con presencia de armónicos en frecuencias altas), se pueden caracterizar como
instrumentos con brillo (que se marca cuando se ejecutan soplidos fuertes) y estri-
209
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
dencia (la cual es claramente manifiesta con los soplidos medios y suaves). Estos
silbatos emulaban el sonido de las aves y se podían oír a largas distancias, como
sucede en la actualidad con los que se tocan para los turistas en el sitio, aunque con
una clara diferencia de uso.
En los trémolos, sí se presentan inestabilidades en los armónicos para los sopli-
dos medios y suaves, y para los soplidos fuertes se pueden percibir su doble sonido.
Todos los silbatos marcaron un amplio rango de tesitura cuando tomamos
en cuenta las fundamentales y los armónicos, y cuando se toman solamente las
fundamentales.
El único instrumento que es inestable en sus armónicos cuando se sopla fuerte
es el silbato 70357, debido a que su técnica y materiales de manufactura difieren de
los otros.
En cuanto a los contextos arqueológicos, queda claro que durante el periodo
Xolalpan aumentó la actividad ritual vinculada con instrumentos sonoros en Teo-
pancazco, lo cual coincide con el establecimiento de este conjunto como un centro
de barrio, con una sastrería donde se ubican también algunos instrumentos, y como
un polo de abasto de materias primas suntuarias procedentes de todo el corredor
hacia Nautla (Manzanilla 2012: 36). Como plantea Manzanilla (2012: 43), en la
plaza se pudieron llevar a cabo rituales de siembra que consistían en derramar lí-
quidos orgánicos con semillas (en este caso de Salvia o chía identificadas por Diana
Martínez Yrízar) hacia los cuatro rumbos cardinales y las esquinas, que eran muy
comunes en Teotihuacan. Todos estos rituales estuvieron acompañados en su mayo-
ría por instrumentos de viento, que guardan relación con las divinidades de la lluvia,
los truenos y la siembra.
Quedaría pendiente efectuar una caracterización con ornitólogos de los tipos de
sonidos de aves que emiten los silbatos y su relación con los rituales antes señalados.
Agradecimientos
Esta investigación se efectuó gracias al apoyo de los fondos del proyecto PAPIIT
IA400217 “Sonoridad maya. Análisis diacrónico de instrumentos musicales y ele-
mentos que conforman su paisaje”.
Agradecemos a la Dra. Linda Rosa Manzanilla Naim, quien nos dio ac-
ceso a los instrumentos de su proyecto, y nos ayudó en todo el proceso de análisis
y grabación de los instrumentos musicales con toda su experiencia.
Los silbatos fueron interpretados por el Ing. Pablo Flores, quien aplicó
diferentes técnicas de soplido, presión sonora y digitaciones para así obtener la
mayor cantidad de combinaciones sonoras. Las grabaciones fueron efectuadas por
210
4. Instrumentos sonoros procedentes de las excavaciones de Teopancazco
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211
5. El sector administrativo de Teopancazco
Linda R. Manzanilla
Introducción
Los primeros desarrollos urbanos tanto del Cercano Oriente como de Mesoamé-
rica, específicamente el centro de México, difieren sustancialmente en escala,
complejidad, grado de planeación urbana y organización para el abasto de aquello
que no tienen en sus regiones. Mesopotamia se caracterizó por contar con tierras
agrícolas, particularmente vinculadas con los grandes ríos Tigris y Éufrates y sus
afluentes, zonas de pastoreo cerca del somonte de la Cordillera de los Zagros, y
áreas de caza y pesca. Sin embargo careció de metales, minerales y rocas. Este
hecho provocó que desde tempranos tiempos se estructuraran complejas redes de
intercambio a larga distancia con los actuales territorios del Sinaí, Líbano, Tur-
quía, Irán, Paquistán y Afganistán para obtener cobre, turquesa, madera, bronce
arsenical, plata, estaño, esteatita, cornalina, lapislázuli y otras materias primas de
uso cotidiano y suntuario (Manzanilla 1986).
La integración de estas redes de intercambio a grandes distancias permitió
el abasto de materias primas y objetos terminados a menudo utilizados por las
élites de las primeras ciudades y centros urbanos. Sin embargo, incluso en esta
macrorregión, hay una diferencia entre las primeras ciudades mesopotámicas de
tiempos Uruk en el cuarto milenio a.C., centradas en comunidades que giraban
en torno a templos y sus circuitos redistributivos, y las ciudades-estado sumerias
del Dinástico Temprano en el tercer milenio a.C. que contaban con templos y
palacios, y sus respectivas economías redistributivas y tributarias, respecto de las
grandes ciudades ortogonales de Paquistán en la civilización del valle del Indo,
cuya historia comienza paralelamente al Dinástico Temprano de los sumerios y al
Estado territorial acadio.
En ambas civilizaciones –la de Mesopotamia y la del Valle del Indo– la im-
portancia del intercambio es evidente: la región del Tigris y el Éufrates no podría
haber subsistido sin las redes de abasto de metales, rocas y minerales, los enclaves y
los módulos redistributivos. En contraposición, la civilización del Indo maquilaba
objetos terminados para adornar a las elites locales y foráneas.
213
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
214
5. el sector administrativo de teopancazco
de dichos bienes. Estos objetos son los predecesores de las marcas que con poste-
rioridad se hicieron sobre tabletas de arcilla.
Los contadores tienen 16 formas principales: conos, esferas, discos, ci-
lindros, tetraedros, ovoides, cuadrángulos, triángulos, biconos, paraboloides, óva-
los-romboides, cuerdas dobladas, vasijas, instrumentos, animales y misceláneos
(Schmandt Besserat 1992). Los conos, esferas, discos y tetraedros aparecen en dos
tamaños: pequeños y grandes. Las esferas aparecen también en fracciones: hemis-
ferios, tres cuartos.
El sistema de uso de los contadores comenzó muy tempranamente, en el
octavo milenio antes de Cristo, con conos, esferas, discos, cilindros y tetraedros, y
cuatro milenios después, hacia 3500 a.C., se multiplicaron las formas, y aparecie-
ron también los objetos naturalistas: herramientas, muebles, fruta, seres humanos,
vasijas y animales. Asimismo incorporaron marcas circulares o líneas, y rara vez
muescas, impresiones de uña, pintura, pellizcado, aplicaciones circulares y alar-
gadas (Schmandt Besserat 1992). Como no existían contadores para numerales,
tres vasijas con aceite estaban representadas por tres pequeños objetos figurando
dichos receptáculos (Schmandt Besserat 2010).
Los primeros contadores aparecen en comunidades agrícolas sedentarias
del octavo milenio a.C., tanto dentro de cuartos como en áreas abiertas y basure-
ros. Hacia el cuarto milenio a.C., tanto en el sitio protourbano de Uruk como en
Susa, se hallaban cerca de los templos, que no sólo eran edificios de culto, sino de
redistribución de bienes gracias a los almacenes que flanqueaban los santuarios.
En otros sitios aparecen tanto en contextos públicos como privados (en almace-
nes, talleres, cocinas, dentro de vasijas, etcétera).
En el cuarto milenio a.C., surgen ciudades similares con arquitectura mo-
numental –como Uruk y Tello en Iraq; Susa y Chogha Mish en Irán; Habuba
Kabira en Siria– que comparten la tecnología administrativa compleja de tiempos
Uruk: sellos, contadores, racionamiento de comida, medidas, que servían para el
control de bienes diversos. La tecnología mesopotámica quizás tuvo su origen en
los contadores, pero hacia el final del cuarto milenio, contemporáneamente con el
desarrollo de las ciudades, la metalurgia del bronce, el uso del arado, la rueda y el
torno de alfarero, surgen también la escritura pictográfica y luego cuneiforme, y el
sellado de bienes, contenedores y almacenes. La obsesión de los mesopotámicos
por la contabilidad de bienes es una de sus características principales. Incluso
aparecieron los “sobres” de cerámica, en la forma de bolas de arcilla huecas que
sirvieron para almacenar contadores en archivos que representaban transacciones
(Schmandt Besserat 2010: 29). De igual modo, sobre la superficie de las bolas de
arcilla se podían imprimir diseños de los mismos contadores y de sellos. Según
Enrica Fiandra, en todo el Cercano Oriente se imprimían de uno a cuatro tipos
215
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
de sellos sobre las envolturas de arcilla, que representaban así los niveles de la bu-
rocracia de Mesopotamia (Schmandt Besserat 2010: 29).
Hacia 3200 a.C. hay ya ejemplos de tabletas de arcilla impresas con muescas
y punteado que representan medidas de grano. Posteriormente, se comenzó a im-
primir tabletas con “textos” idénticos a los de los sobres de arcilla, para representar
unidades de bienes. En 3100 a.C. hay varios miles de tabletas pictográficas, y apa-
reció un nuevo sistema de escritura: los contadores no se imprimían en la superfi-
cie de arcilla, sino que se dibujaban con un estilete (Schmandt Besserat 2010: 30).
Una de las más destacadas civilizaciones urbanas de Asia fue la del Valle del Indo
en Paquistán. Las características de esta región en el tercer milenio a.C. son las
siguientes: múltiples asentamientos urbanos de distinto tamaño con traza ortogo-
nal; construcciones hechas de ladrillo cocido; sistemas muy avanzados de drenaje
y aprovisionamiento de agua; falta de evidencia de templos, palacios y gobier-
no centralizado; y un desarrollo de implementos para el control del intercam-
bio, como sellos y pesos cúbicos de piedra, concentrados cerca de los accesos de
ciudades como Harappa, bien en áreas de manufactura, o a lo largo de las calles
principales (Kenoyer 2010).
La civilización del Indo cuenta con múltiples evidencias de manufactura de
bienes suntuarios, algunos de los cuales llegaron a Mesopotamia gracias al inter-
cambio marítimo.
Durante el período Clásico del centro de México (100-650 d.C.) dos grandes
entidades urbanas controlaron, cada una, esferas de distribución de bienes y per-
sonas: Teotihuacan, en el Estado de México, y Cantona, en Puebla. Estas dos
ciudades competidoras, construidas sobre lenguas de material volcánico y cerca
de fuentes de obsidiana, contrastaron en cuanto a su planificación urbana (Mi-
llon 1973; García Cook y Merino Carrión 1998), la organización de sus barrios
(Manzanilla 2006, 2009, 2012b) y la conformación de sus unidades domésticas
(Manzanilla [ed.] 1993; Manzanilla 1996, 2017).
En 1981, Ángel García Cook propuso la existencia de corredores de sitios
organizados por los teotihuacanos para acceder a las zonas de recursos suntuarios
en la costa del Golfo de México (García Cook 1981). El tema de este trabajo será
216
5. el sector administrativo de teopancazco
El barrio en Teotihuacan
217
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
218
5. el sector administrativo de teopancazco
Figura 5.1. Sello con el emblema del dios de la lluvia de la época Tlamimilolpa tardía (C206
AA37, RT 2776) (dibujo de Fernando Botas).
219
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Además de auspiciar caravanas para obtener bienes suntuarios y artesanos del co-
rredor hacia Nautla, Veracruz, los miembros de las elites intermedias que estaban
a la cabeza de los centros de barrio podrían haber sido elementos importantes
en la administración de la ciudad, y es probable que para ello utilizaran sellos de
varios tipos: sellos de estampa con iconografías como el dios de las tormentas
(deidad estatal de Teotihuacan) (figura 5.1) y el dios viejo del fuego (figura 5.2),
hallados juntos en un ritual de terminación de Tlamimilolpa tardío (en la esquina
noroeste del patio ritual); otro sello con una representación circular (quizás este-
lar) hallado en el mismo ritual de terminación (figura 5.3); una representación de
quincunce en círculo emplumado (figura 5.4), de época Tlamimilolpa, hallada en
el templo de dicha fase en el patio principal; otro sello de época Tlamimilolpa con
una representación cuatripartita bicónica en X con círculos (figura 5.5), hallada
en un cuarto anexo al sector noreste del patio ritual; otro sello con la flor de cua-
tro pétalos (figura 5.6) (posible glifo de la ciudad, según López Austin [1989])
(Manzanilla 2007), de época Xolalpan, hallado en la porción norte del conjunto;
un sello más con triángulos, cuadrados y líneas oblícuas, de época Xolalpan tardío,
hallado en el sector suroeste (figura 5.7); varios sellos del sector Metepec (tardío)
que representan variantes de la flor de cuatro pétalos (figura 5.8), un mono (figura
5.9), una representación triangular hachurada (figura 5.10), un sello con cuadra-
dos (figura 5.11); y tres más de cronología incierta hallados en los rellenos del
patio ritual (C6), uno con una representación venusina (figura 5.12), otro con un
xicalcoliuhqui (figura 5.13) y un último con decoración incierta (5.13).
Figura 5.2. Sello con la representación del dios viejo del fuego de la época Tlamimilolpa
tardía (C206 AA37B, RT 3036) (dibujo de Fernando Botas).
220
5. el sector administrativo de teopancazco
Figura 5.3. Sello con representación circular (quizás estelar) de la época Tlamimilolpa tardía
(C206 AA37, RT 2673) (dibujo de Fernando Botas).
221
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Podríamos sugerir que los sellos se aplicaban con pigmento sobre telas que
sellaban contenedores, o bien, sobre bultos.
Figura 5.5. Sello con representación bicónica enmarcada, y círculos dentro, de Tlamimilolpa
(C106D RT 14224) (dibujo de Fernando Botas).
Figura 5.6. Sello con representación de flor de cuatro pétalos, de época Xolalpan (C158 RT
7341) (dibujo de Fernando Botas).
222
5. el sector administrativo de teopancazco
Figura 5.7. Sello con triángulos, cuadrados y líneas oblícuas, de la época Xolalpan tardía
(C17 RT 453) (dibujo de Fernando Botas).
Figura 5.8. Sello con variante de la flor de cuatro pétalos, de la época Metepec (C44 RT
1448) (dibujo de Fernando Botas).
223
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Figura 5.9. Sello con la representación de un probable mono, de la época Metepec (C61 AA52
RT 4835) (dibujo de Fernando Botas).
Figura 5.10. Sello con la representación triangular achurada, la de época Xolalpan tardía-
Metepec (C70 RT 7877) (dibujo de Fernando Botas).
224
5. el sector administrativo de teopancazco
Figura 5.11. Sello con cuadrados, de la época Metepec (C53 RT 4476) (dibujo de Fernando
Botas).
Figura 5.12. Sello con posible representación venusina, de época incierta, hallado en los
rellenos del patio ritual principal (C6 RT 4498) (dibujo de Fernando Botas).
225
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Figura 5.13. Sello con figuración de un xicalcoliuhqui, de época incierta, hallado en los
rellenos del patio ritual principal (C6 RT 1100) (dibujo de Fernando Botas).
226
5. el sector administrativo de teopancazco
lo que así se sugiere su uso en juegos diversos. Sin embargo, una nueva lectura,
particularmente de los más de 530 “tejos” o rodelas de cerámica de Teopancazco,
sugiere que son medios para administrar la mano de obra multiétnica que trabaja
en el centro de barrio, en especial porque representan tortillas, y por el hecho de
que la mano de obra foránea adscrita al barrio estaba fuertemente controlada y
vigilada. Hay tres tamaños básicos que podrían sugerir jerarquía en las cuadrillas,
y hay fracciones.
En Teopancazco hay rodelas de diversas materias primas: primordialmente
de cerámica, pero también de pizarra, concha, mica (figuras 5.15 y 5.16), pero hay
algunos tamaños de las rodelas de cerámica que también se replican para pastillas
de pigmentos. Las hay fundamentalmente de tres tamaños, dentro de los que des-
tacan unas muy pequeñas (de 1 a 2 cm), las medianas (que constituyen la mayoría,
de 3 a 4 cm), y las grandes (5 a 7 cm) (figura 5.17). También las hay completas, en
mitades y en fracciones (Manzanilla 2011). Planteo aquí la hipótesis de que estos
contadores se pueden trocar por raciones de tortillas para diferentes categorías
de personas que trabajan en el centro de barrio, y también sugiero que la materia
prima con la cual están hechas se relaciona con el estatus del personal que lleva la
rodela; el tamaño alude a la organización dentro de las cuadrillas de trabajo (figura
5.18); y las fracciones, posiblemente a raciones para hombres, mujeres y niños, o
bien raciones para trabajadores teotihuacanos, veracruzanos, y poblano-tlaxcalte-
cas, o incluso para trabajadores de tiempo completo, de tiempo parcial y trabaja-
dores eventuales.
Figura 5.14. Sello hallado en los rellenos del patio ritual principal, de época incierta (C6 RT
4751) (dibujo de Fernando Botas).
227
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
228
5. el sector administrativo de teopancazco
El hecho de que dos rangos de tamaño (los muy pequeños y los medianos)
estén también representados en mica, un material alóctono procedente de Oaxaca
y fuertemente controlado por el Estado teotihuacano (Manzanilla et al. 2017;
Rosales y Manzanilla 2011), puede indicar que se usaron las rodelas de cerámica
como plantilla para cortar las de mica o que la materia prima refiere a categorías
diversas de personas, unas más vinculadas a las elites (que portan rodelas de mica),
y otras relacionadas a la gente del común (con rodelas cerámicas). Las de mica
aparecieron solamente relacionadas a los dos entierros importantes de Teopancaz-
co, que comparten la misma fosa: los entierros 105 y 108.
Por tanto, sugerimos que los 530 contadores redondos de cerámica pudie-
ron tener varias funciones, que estuvieron en manos de las diferentes categorías
de personas que laboraban en el centro de barrio de Teopancazco, y que están
organizadas por etnicidad, jerarquía y oficio: pudieron representar la mano de
obra (530 trabajadores en 500 años); pudieron hipotéticamente ser trocados por
raciones de alimentos a base de maíz (como se sugiere por los estudios isotópicos
de nitrógeno) en las cocinas-almacenes ubicadas en la periferia norte del centro de
barrio; pudieron, además, cuando fuese necesario, servir de plantillas para cortar
contadores en otros materiales como la mica, la pizarra o la concha.
229
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Figura 5.17. Contadores de varios tipos del cuarto 258C (foto de Rafael Reyes).
230
5. el sector administrativo de teopancazco
231
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Figura 5.19. Incensario tipo teatro hallado por Linda R. Manzanilla en el conjunto
multifamiliar teotihuacano de Oztoyahualco 15B:N6W3 asociado al entierro 8 (foto de José
Trinidad Saldaña Canedo).
Para entender mejor la función de los posibles contadores, podríamos ver qué su-
cede en algunos sitios del corredor teotihuacano hacia la costa del Golfo. Xalasco
es uno de esos sitios; se ubica cerca de Huamantla, Tlaxcala (Manzanilla et al.
2011b), a mitad camino entre Teotihuacan y Nautla. Ahí se han hallado construc-
ciones con fachadas de lajas y coronamiento de grandes fragmentos trabajados de
escoria volcánica denominados xalnenes, en ocasiones con formas de felinos. El
sitio llamó la atención como una posible estación de descanso de las caravanas que
salían de Teopancazco para ir hacia Nautla a aprovisionarse de animales marinos,
mantas de algodón y otros bienes, así como artesanos de la confección.
En nuestra excavación del 2008 en Xalasco, hallamos muchas fracciones
de rodelas cerámicas, sobre todo cuartos y mitades, además de algunas rodelas
completas. De los 203 “tejos” hallados en Xalasco, sólo 11.33% están completos;
16.25% son mitades, y la mayoría, 47.29%, son cuartos. En cambio, en Teopancaz-
co, de las 530 rodelas halladas, 81.88% eran completas, y sólo 12.21% eran mitades
(Manzanilla 2011).
232
5. el sector administrativo de teopancazco
233
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Conclusiones
234
5. el sector administrativo de teopancazco
Sin duda es un reto el avanzar hipótesis sobre cómo estaba administrada esta
gran excepción de Mesoamérica. Probablemente la presencia de contadores res-
pondió a la existencia de medios materiales para controlar la mano de obra mul-
tiétnica de los centros de barrio, más allá de las diversas lenguas que seguramente
se hablaron en el sitio.
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5. el sector administrativo de teopancazco
241
6. La expresión plástica y los signos de notación en el
conjunto arquitectónico de Teopancazco, Teotihuacan
Introducción
A fines del siglo XIX, en un predio ubicado al este de la Calzada de los Muertos,
entre los restos de un antiguo edificio teotihuacano, se descubrieron los fragmen-
tos de una pintura mural. El hallazgo motivó las excavaciones arqueológicas diri-
gidas por Leopoldo Batres, quien despejó un sector de un conjunto arquitectónico
conocido en la actualidad por el nombre de Teopancazco. La relevancia de los
hallazgos llamó la atención de académicos como Eduard Seler (1915) y Alfonso
Caso (1960), quienes estudiaron los murales encontrados, mismos que serían de
relevancia para definir el estatus de Teopancazco como parte de la estructura ur-
bana de Teotihuacan. El acceso a costosos programas de pintura mural y cerámica
de élite señala que algunos ocupantes de Teopancazco tuvieron un lugar privile-
giado en la jerarquía político-administrativa y cultural teotihuacana.
Hasta 1997 no hubo más excavaciones arqueológicas extensivas en Teopan-
cazco, año en que dio inicio el proyecto arqueológico “Teotihuacan: élite y gobier-
no”, dirigido por la arqueóloga Linda R. Manzanilla (2009: 29, 37, 2012), quien
sostiene que en el conjunto arquitectónico de Teopancazco se concentraron las
funciones de un centro de barrio teotihuacano. De los estudios interdisciplinarios
dirigidos por Manzanilla se derivó que en Teopancazco el espacio arquitectóni-
co estuvo funcionalmente diferenciado: hubo áreas ocupadas por artesanos que
manufacturaban atavíos y tocados de elite (Manzanilla 2006b: 278),1 y mientras
que en algunos recintos se alojaría el personal militar, en otros se realizarían acti-
vidades administrativas, cívicas y religiosas. En uno de los sectores funcionales se
encontrarían las pinturas halladas en tiempos de Batres.
1
Los trabajos arqueológicos permitieron identificar los indicadores de la realización de diversas
actividades que incluían ceremonias e intercambios económicos; la manufactura de atavíos de élite,
placas y botones; trabajo con fibras, pigmentos y lacas; elaboración de herramientas para el trabajo
con telas y las actividades domésticas necesarias para la manutención de los dirigentes del barrio
(Manzanilla 2006b).
243
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Desde inicios del siglo XX, tiempo en que Seler recorrió las ruinas, se han de-
teriorado más los restos de la pintura mural de Teopancazco; actualmente se con-
servan pocos fragmentos y en mal estado. En una publicación de 1894, Frederick
Starr presentó dibujos de los murales de Teopancazco; en 1922, Manuel Gamio
publicó los dibujos realizados por Peñafiel. Adela Bretón también hizo dibujos
policromos, algunos de los cuales se publicaron en un artículo de Rubén Cabrera
(1995). Esos dibujos, en opinión de Eduard Seler, son inexactos. Posteriormente,
Agustín Villagra también dibujó los murales; algunos detalles fueron publicados
por A. Caso (1960).
Los recursos que se necesitaron para realizar las pinturas en los muros y so-
bre finos objetos de cerámica hallados en Teopancazco indican que en su diseño
y realización se involucró a grupos sociales relacionados con el poder político,
económico y cultural de la metrópoli. La imaginería de Teopancazco resultó co-
herente con la de otros conjuntos arquitectónicos teotihuacanos y tuvo correlatos
en varios edificios relacionados con las élites administrativas y políticas teotihua-
canas. De lo anterior se deriva que, en Teopancazco, ciertos recursos formales y
temas compositivos cumplieron con la función de generar entornos apropiados
para actividades socialmente relevantes, al menos para algunos grupos de élite.
Los estudios arqueológicos dirigidos por la Dra. Manzanilla develaron que
en Teopancazco hubo una alta proporción de migrantes, en comparación con otros
conjuntos arquitectónicos de la urbe;2 esa población pluriétnica se congregaba en
un conjunto arquitectónico en el cual, tanto la arquitectura como las pinturas
murales, e incluso las imágenes transmitidas por medio de objetos de cerámica,
promovían el canon teotihuacano. En la plástica de Teopancazco, como en la de
otros conjuntos arquitectónicos, en estructuras típicamente teotihuacanas, se in-
corporaron referencias a fauna exógena, como moluscos, aves, posibles estrellas
de mar; también a grandes felinos y a materiales preciosos procedentes de lugares
lejanos, como plumas de aves tropicales. Debido a la integración de los motivos
exóticos en composiciones de formato típicamente teotihuacano, éstos no se per-
ciben como indicadores de una incorporación de prácticas compositivas foráneas.
Las imágenes señalan que en un emplazamiento pluriétnico como Teopancazco
(Manzanilla 2009), con apoyo en el canon formal y temático de la imagen plástica,
se promovieron rituales integradores de diferentes grupos étnicos; al parecer, esos
2
Durante las excavaciones en Teopancazco, la Dra. Manzanilla y sus colaboradores hallaron restos
de especies faunísticas, cerámica y figurillas de la costa del Golfo, y también materiales de otras
regiones (Manzanilla 2006a, 2006b). Con base en los estudios de los materiales foráneos, la arqueó-
loga Linda R, Manzanilla consideró que posiblemente en Teopancazco se concentraron artesanos
de tiempo completo procedentes de la costa del Golfo, y quizá también de la región de Tlaxcala y
Puebla, que se dedicaban a la elaboración de trajes y tocados de élite (Manzanilla 2006a).
244
6. la expresión plástica y los signos de notación...
245
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
246
6. la expresión plástica y los signos de notación...
Figura 6.2. A la izquierda: dibujo del Mural 1 de Teopancazco, publicado por F. Starr 1894
(redibujado por Rubén Gómez). A la derecha: dibujo del centro compositivo del Mural 1,
publicado por A. Caso (1960: 157, fig. 8b, según dibujo de A. Villagra).
247
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
porticados y los interiores pintados con murales con el mismo tema eventualmen-
te compartieran funciones sociales).
Figura 6.3. “Sacerdote Sembrador” (publicado por R. Cabrera en B. De la Fuente 1995: 159,
Lámina 2). Archivo del proyecto “La pintura mural prehispánica en México”. Instituto de
Investigaciones Estéticas de la UNAM. Dibujó: Adela Bretón 1990.
248
6. la expresión plástica y los signos de notación...
Figura 6.4. Vasija hallada por Linda R. Manzanilla con los entierros 111 y 112 de
Teopancazco (dibujo original de Fernando Botas, redibujado por Rubén Gómez).
249
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
el Entierro 4; se trata de un entierro de segunda infancia que tenía cerca del cráneo
un incensario en miniatura (véase capítulo 5 de este volumen) con varias aplica-
ciones y dos figurillas de cerámica completas (véanse figuras 3.19 y 3.20), además
de vestidos y parafernalia desmontables (Riego 2005: 181-182; Manzanilla 2012).
El área del entierro se encuentra al suroeste del conjunto y se identificó como un
lugar de posibles viviendas del personal militar del barrio (Manzanilla 2012).
El énfasis en el registro de los atributos de rango y oficio sugiere que las fi-
gurillas caracterizarían a grupos sociales específicos (véase figura 3.19). Linda R.
Manzanilla propone que pudo tratarse de referencias al grupo social y oficio del
personaje enterrado, en este caso militar (Manzanilla 2012: 49).
Los signos gráficos presentes en los atavíos desmontables podrían referir a la
identidad del difunto y/o de su grupo social mediante símbolos visuales, algunos
de los cuales pudieron usarse como logogramas, pues no hay evidencia de articu-
lación entre unidades menores. Las figurillas en el entierro podrían apelar al niño
enterrado, a los asistentes a la ceremonia funeraria, y/o a entidades sobrenaturales.
Los atavíos de las figurillas fueron relacionados con militares (véase figura
3.20), pero también con sacerdotes (Fonseca 2008; Manzanilla 2009, 2012) y con
el juego de pelota (Manzanilla 2009). Si la interpretación de militares y sacer-
dotes es correcta, las figurillas presentarían un nexo temático con los murales de
Teopancazco y tal vez con actividades que se realizaban en el centro de barrio,
aunque la identificación del atavío de sacerdote es incierta. Otras imágenes, como
las pintadas en el Templo Norte, Pórtico 3, del Patio Blanco de Atetelco, muestran
que distinguir entre sacerdotes y guerreros en la plástica teotihuacana por medio
del atavío presenta dificultades que aún no se han superado. La identificación
parece acertada en lo que respecta al guerrero, pues en la plástica teotihuacana hay
correlatos entre las formas de los escudos y sus signos gráficos, y los atavíos que
presentan otras figuras armadas (García des Lauriers 2000).
Uno de los atributos de las figurillas incluye un posible grafema en un extre-
mo, el cual desafortunadamente no se ha conservado completo, pero que podría
reforzar una relación entre los ofrendantes de los murales y las figurillas del entie-
rro: se trata de un trilobulado. El signo trilobulado forma parte de los distintivos
en los atavíos de los ofrendantes de los murales de Teopancazco, lo cual podría
ser evidencia a favor de que los murales y las figurillas del entierro referían a los
mismos grupos sociales y también de que en la pintura mural se presentaran temas
relacionados de manera directa con las actividades características del conjunto
arquitectónico. Sin embargo, se debe tomar en cuenta que se trataría de imágenes
cuyo referente se desconoce. Además, según se deriva del dibujo del mural del gue-
rrero elaborado por Bretón, tanto los vestidos como el escudo, el tocado y el resto
de la parafernalia figurada en ese mural y en la figurilla del Entierro 4 son distintos
250
6. la expresión plástica y los signos de notación...
entre sí. Por lo tanto, es posible que no refirieran de manera directa al mismo gru-
po social, o que los miembros de un oficio, por ejemplo militar, portaran distintos
trajes dependiendo de la situación.
En la parafernalia desmontable de las figurillas funerarias de Teopancazco,
Fonseca identificó un glifo en el escudo y otro glifo con forma de concha con tri-
ple gota; propuso que posiblemente indicaban la procedencia de la familia dirigente
de Teopancazco con la parafernalia de un guerrero (Fonseca 2008: 115-116).3 Es
necesario agregar que el diseño del escudo, por sí mismo, no caracterizaría a Teo-
pancazco, pues es común en otras imágenes de escudos procedentes de diferentes
conjuntos arquitectónicos teotihuacanos; podría, en cambio, referir a un rango
jerárquico o una casta militar con presencia en el nivel urbano; o especificar una
asociación con Teopancazco por medio de su combinación con otros signos, los
cuales, por el momento, no han sido identificados.
Algunos de los componentes de los atavíos de los personajes con parafernalia
bélica figurados en los conjuntos teotihuacanos difieren. Fonseca también sugiere
que los guerreros en Teotihuacan pertenecerían a diversas etnias, lo que posible-
mente se manifestaba en el tipo de atavío o símbolo que portaban (Fonseca 2008:
115-116). Es necesario estudiar si en la plástica de Teotihuacan, por medio de los
trajes asociados con el oficio militar, se estarían representando diferencias étnicas
y no, o bien, por ejemplo, grupos o jerarquías militares adscritos a determinados
conjuntos arquitectónicos; para esto sería necesario correlacionar las imágenes, las
locaciones de las cuales estas últimas proceden, y la evidencia disponible acerca de
la composición étnica de la población de dichas locaciones, para después proceder
a cotejar los resultados con imaginería exógena. Los atavíos podrían indicar al
mismo tiempo jerarquía y pertenencia a un oficio. Es factible que las imágenes de
los escudos teotihuacanos refirieran, por medio de símbolos que no registraban
la lengua, a categorías marciales. No se han identificado referencias específicas a
grupos étnicos foráneos en los atributos de las figurillas del Entierro 4, pues al pa-
recer todos se ciñen al repertorio de formas que reconocemos como teotihuacanas.
Aunque sería posible que en la antigua metrópoli algunos oficios fueran realizados
por determinados grupos étnicos, en Teotihuacan pudo haber también una ten-
dencia a atenuar diferencias étnicas por medio del vestido, cuando se resaltaban
marcas de determinados oficios por encima de las variaciones de la identidad ét-
nica. Con esto, considero que en algunos casos es posible que miembros de una
misma etnia ocupasen distintos rangos en el sistema de cargos y oficios de la urbe,
aunque es un asunto que merece una mayor investigación.
3
Fonseca propone que la vestimenta simbolizaba el oficio al cual estaba destinado el niño ente-
rrado (2008: 115-116).
251
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Figurillas semicónicas
252
6. la expresión plástica y los signos de notación...
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primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
4
Linda R. Manzanilla, comunicación personal, febrero 2014.
254
6. la expresión plástica y los signos de notación...
255
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
ticas del ceremonial y del objeto portador de la imagen que formaría parte de éste;
pero no debería desestimarse la dinámica de desarrollo histórico de los procesos
culturales tradicionales y que el canon se transforma incorporando nuevos elemen-
tos y desechando aquellos que dejan de ser significativos. Posiblemente referencias a
personajes particulares pudieron incorporarse a las imágenes pintadas en las vasijas
depositadas en la ceremonia de terminación de Teopancazco. Desde la perspectiva
de un proceso de comunicación, los grupos sociales participantes en las ceremonias
podrían considerarse como los ofrendantes y los emisores de mensajes transmitidos
por medios plásticos. El destinatario último de la imagen y de la ofrenda se vería
afectado durante el tiempo de vigencia del poder de agencia de esta última.
Al parecer, en las ofrendas llevadas a cabo en ceremonias de terminación
como la de Teopancazco, mediante símbolos convencionales, se hizo referencia al
poder político y a algunos de sus representantes, pero tal vez ni la ceremonia ni la
ofrenda estuvieran dirigidas a estos últimos. La vasija pintada con la imagen del
tocado de plumas posiblemente refería a altos cargos políticos y/o religiosos; esos
tocados, con distintos rasgos particulares, eran accesibles a quienes podían osten-
tar suntuosos bienes de prestigio. Según indica la expresión plástica teotihuacana
y la de otras culturas (Stuart 2000), esos tocados formaban parte de la imagen de
especialistas rituales y dignatarios teotihuacanos en el extranjero.
La otra vasija que nos ocupa podría referir al poder político en la órbita de in-
fluencia teotihuacana, por medio del nombre y/o cargos de un personaje poderoso,
tal vez procedente de la costa del Golfo, pues en la imagen se hizo referencia a una
especie específica de ave identificada como garceta del Golfo (Manzanilla 2000).
En el caso de las figurillas halladas en el entierro, los oficiantes en la ceremonia
funeraria o los parientes del finado tal vez elegirían a voluntad las características
de éstas, con el propósito de referir a un estatus y/o a un rol social que por alguna
razón era pertinente para la ceremonia.
En cuanto a las figurillas del ritual doméstico, los participantes en ceremo-
nias específicas asignarían o elegirían imágenes de un repertorio apropiado para
la actividad, según dictaba la tradición cultural. Por una parte, cabe la posibili-
dad de que quienes manipulaban las figurillas durante las ceremonias eligieran
las características particulares de éstas; también pudieron haber sido distribuidas
de manera arbitraria o motivada por parte de alguna autoridad. Las figurillas de
cerámica posiblemente fungieron como agentes de comunicación hasta terminar
las actividades que involucraban la manipulación de las figurillas, pues no hay
evidencia de una intención de preservarlas.
Los sellos fueron estampados mayormente en y con materiales perecederos;
el emisor de las estampas seguramente requirió de estas últimas en procesos comu-
nicativos de relativamente corta duración, con excepción de los sellos destinados a
256
6. la expresión plástica y los signos de notación...
marcar superficies como cerámica. Por lo general, los sellos de Teopancazco tienen
correlatos entre los sellos de otros conjuntos arquitectónicos teotihuacanos, así que
el repertorio de signos de los sellos de Teopancazco, en rasgos generales, coincidiría
con el usado en prácticas culturales difundidas en el nivel urbano (su estudio deta-
llado aún está pendiente). En cuanto a quiénes hacían uso de los sellos de cerámica,
podría tratarse de funcionarios de Teopancazco, aunque también de grupos sociales
que excedían los límites de ese lugar. El hecho de que algunos sellos teotihuacanos
se encontraran como parte de ofrendas funerarias podría indicar que mediante
ciertos sellos se estampaban marcas individuales de personajes que habitaron algu-
nos conjuntos arquitectónicos. Cabría la posibilidad que por medio de la estampa
de la imagen de la máscara del dios de las tormentas se identificara a las superficies
selladas por administradores de la producción artesanal con presencia en el nivel
urbano. Otros motivos remitirían al oficio militar y, posiblemente, a algún cargo
dentro de la jerarquía marcial. El quincunce podría estar relacionado con oficiantes
o feligreses del culto al jaguar reticulado o del dios de las tormentas, o con la activi-
dad de un funcionario del gobierno teotihuacano. El sello con el motivo de la estera
pudo caracterizar mediante una distinción jerárquica a un grupo de funcionarios.
En tanto los sellos pudieron tener funciones múltiples, la competencia en el código
que normaba la significación de éstos pudo estar diferida.
Pintura mural
La referencia al ritual realizado por figuras con atavíos de grupos sociales específicos
en los murales podía contribuir a la promoción del orden social en las actividades
que se efectuaban en los recintos pintados. Quizá algunos espectadores de la pintura
monumental de Teopancazco tuviesen acceso a los recintos pintados sólo durante
actividades rituales o administrativas. Dependiendo del espectador, podía preverse
una distinta impresión estética, propiciada por el ambiente visual del sector co-
rrespondiente del edificio. El emisor con seguridad era consciente de los efectos
psicológicos del contacto con imaginería de temas rituales, razón que justificaba
el uso de complejos recursos para la realización de esas obras. Si los espacios con
pintura mural tuvieron funciones múltiples, es posible que las imágenes incitaran al
espectador a legitimar las diversas actividades realizadas en esos recintos.
257
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
5
Para A. Gell, los artefactos tendrían un tipo de agencia no autosuficiente, sino más bien secunda-
rio, derivado de un tejido de relaciones sociales: “La idea de la agencia es un marco culturalmente
prescrito para pensar acerca de la relación de causalidad, cuando lo que ocurre (en un sentido vago)
se supone que se debe a la intención de alguna persona-agente o cosa-agente. Cada vez que se cree
que un evento ocurre debido a la “intención” de una persona o cosa que inicia una secuencia causal,
es una instancia de la “agencia” (1998: 17).”
258
6. la expresión plástica y los signos de notación...
Relación del espectador con el texto cultural que involucra la imagen plástica
Los tocados de plumas son tema recurrente en las imágenes transmitidas por me-
dio de vasijas trípodes; se trata de cerámica ritual en la cual se plasman temas de
la tradición cultural no relacionados con la ofrenda. Tanto la pintura mural como
las vasijas trípodes y las figurillas de Teopancazco indican que la referencia a la
identidad de diversos grupos sociales por medio de atributos marcados en el atavío
formaría parte importante del ceremonial instituido; deben continuar los estudios
de las referencias más específicas a la identidad por medio de la imagen visual.
Gracias a la referencia a actividades que realizarían determinados grupos so-
ciales por vía de la pintura mural de sectores administrativos de varios conjuntos ar-
quitectónicos, se promovería la función y estatus de Teopancazco en el nivel urbano.
Como en el caso de las vasijas trípodes antes descritas, las imágenes y sím-
bolos en distintas manifestaciones de la plástica de Teopancazco –como figurillas,
sellos y pinturas murales– eran componentes de conjuntos de elementos signifi-
cativos en variados actos del ritual religioso y/o de la vida cotidiana y, por tanto,
su sentido es fragmentario. La plástica y los símbolos visuales cobraban pleno
sentido en el marco de las tradiciones de cada ámbito cultural en el cual se presen-
taban. Los destinatarios de iconos y símbolos se enfrentaban a textos de distintos
ámbitos culturales, de los cuales se pueden estudiar algunos aspectos por medio
de los indicadores del uso social de las imágenes. Sin duda la significación de la
imaginería conservada en Teopancazco estaba determinada por el punto de vista
de las élites que podían coordinar actividades y parafernalia ritual, que involucraba
la producción de diversos talleres especializados.
259
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
imagen de la serpiente con las élites gobernantes, pero parece integrar también la
referencia específica a la costa del Golfo de México, por medio de la imagen del ave.
En pocos conjuntos arquitectónicos teotihuacanos resultó necesaria la co-
municación por medio de pintura mural; los grandes muros que resguardaban
algunos conjuntos arquitectónicos indicarían que varios tipos compositivos es-
tarían a la vista sólo de determinados espectadores y durante ciertas actividades
específicas. Probablemente, cada tipo compositivo de Teopancazco correspondiera
a un tipo de situación comunicativa.
Por otra parte, la tradición de colocar en el ajuar funerario figurillas ataviadas
según los usos de algunos grupos sociales también trascendía las fronteras teoti-
huacanas. En las figurillas funerarias de Teopancazco se expresarían los atributos
de algunos oficios según las normas de la tradición del vestido teotihuacana, tal
vez para indicar la identidad social del difunto o la pertenencia a un grupo par-
ticular. Las figurillas en forma de posibles personajes de las élites que se usaban
durante actividades del ritual de barrio permitirían a los participantes manipular
de manera figurada, y con propósitos aún no establecidos, atributos de personajes
culturales, de grupos sociales e incluso, tal vez de individuos teotihuacanos.
En cuanto a los sellos, muchos de estos presentan imágenes de amplia difu-
sión en la plástica teotihuacana; al ser estampados sobre superficies, otorgarían un
sentido relacionado con la tradición y los símbolos culturales con los que se iden-
tificaban algunas elites, durante actividades administrativas, cívicas o religiosas.
Hay indicios de que en Teopancazco se registraron ocupaciones y oficios se-
mejantes en dos figurillas funerarias del Entierro 4 y en la pintura mural; en esta
última se conservaron imágenes de personajes armados y de ofrendantes con ricos
tocados de plumas, mientras que las figurillas funerarias presentan también para-
fernalia bélica, junto con tocados de plumas y un collar de conchas semejante al de
los ofrendantes de la pintura mural, aunque en las figurillas los atributos de gru-
pos sociales parecen presentarse agrupados formando un conjunto no diferenciado.
Habría coherencia si se trata de referencias a oficiantes de culto y a militares, pero
los rasgos particulares serían distintos, puesto que los tocados de las figurillas, por
ejemplo, no presentan rasgos felinos, y el diseño del escudo de las figurillas es dis-
tinto al de la pintura mural.
260
6. la expresión plástica y los signos de notación...
El objeto de culto
En una línea de interpretación que caracterizaría los inicios del siglo XX, la cual
considera los registros de las tradiciones mexicas como paradigmas culturales, en
el centro compositivo del Mural 1, Seler identificó al signo ollin como un día del
Tonalpohualli. El ollin tendría sobrepuestas imágenes de unas cuerdas entrelaza-
das, cuya presencia no explicó, pero interpretó al centro compositivo como una
imagen lunar. No mencionó ningún numeral. El disco verde o tlaxapochtli, pintado
en las mejillas de los sacerdotes, le recordó a Coatlicue y, consecuentemente, a la
Teteo innan de los manuscritos, diosa del sol y la luna mexica (Seler 1992 [1915]: 185).
También con base en la imaginería mexica, identificó como pulque a la sustancia
con pequeños puntos insertos que vierten los ofrendantes, quienes serían sacer-
dotes de la diosa de la luna y de la tierra.6 Seler interpretó la forma de los tocados
zoomorfos como una serpiente fantástica; las estrellas corresponderían al cuerpo y
las plumas de quetzal a la punta de la cola. Aunque quedaron muchos vacíos, éste
ha sido el intento más extenso, a la fecha, de explicar los motivos pintados en los
murales de Teopancazco.
6
En la cultura mexica la luna está relacionada con el conejo, la borrachera y el pulque (Miller y
Taube 1997: 118).
261
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Por su parte, el historiador del arte G. Kubler describió la imagen del Mural 1
como una ofrenda de libaciones y consideró que el cartucho que rodea el centro
compositivo figura rayos solares. Kubler estaba de acuerdo con Caso en que los
ofrendantes y el elemento al que rinden culto en esa composición estaban relacio-
nados con el jaguar (Kubler 1962: 68, 1967: 10). Hasso Von Winning retomó las
observaciones acerca del felino y desarrolló la asociación del centro compositivo
con el personaje conocido como jaguar reticulado, relacionándolo con el tema del
agua y la fertilidad vegetal (1987: 102). Respecto de la interpretación de von Win-
ning, es pertinente comentar que la temática de la imaginería en la cual se integra
un posible signo de escritura no implicaría su desciframiento, sino un contexto en
el cual éste se presenta.
En la década de los ochenta, James C. Langley registró como signo de nota-
ción al elemento “bandas entrelazadas” y lo relacionó, como Seler, con el signo ollin
(Langley 1986). Langley mencionó algunas réplicas del signo, aunque no se ocupó
del estudio detallado de los recursos que lo definirían como un tipo particular de
signo de notación. Si el centro compositivo del Mural 1 refería a un personaje de
culto por medio de un nombre personal formado por un día y un número, en tal
caso se trataría de un teónimo. El nombre se transmitiría por medio de un recurso
gráfico simbólico, que formaría parte de una composición organizada según prin-
cipios de coherencia icónica. Es posible que el nombre del día y el número estuvie-
sen formados por logogramas yuxtapuestos representados por unidades gráficas.
También en Tetitla y Techinantitla hay murales con ofrendantes precedidos
por posibles grafemas u objetos de culto, pero parecería extraño que en la pintura
mural teotihuacana se aluda a un personaje por medio de grafemas exentos, en
ausencia de su imagen visual. En la plástica de Teotihuacan existen varias com-
posiciones en las cuales el lugar de una referencia icónica a un personaje estaría
ocupado por un posible grafema. Se trata de un recurso compositivo que carac-
terizó la formación de la imagen de algunos personajes de culto. Esos personajes
se presentan como ofrendantes en posición frontal, o como figuras de las cuales
manan bienes, como algunas pinturas del Conjunto del Sol y de Techinantitla.
Se pueden mencionar algunas posibles formas de registrar nombres perso-
nales en la plástica de Teotihuacan, lo cual está sujeto a comprobación según la
evidencia arqueológica lo permita. El nombre se registraría:
• Por medio de grafemas antepuestos a figuras antropomorfas (C. Millon
1973, 1988).
• Por grafemas colocados en la posición de la cabeza de figuras antropomor-
fas, zoomorfas o híbridas.
• En forma de grafemas colocados en los tocados de personajes.
• Por referencias icónicas logradas con la forma misma de los tocados.
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primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Es posible que la presencia de los felinos, las estrellas y los polilobulados en la pin-
tura mural de La Ventilla y de Teopancazco se deba a que en los sectores adminis-
trativos de ambos conjuntos arquitectónicos se realizaban actividades semejantes.
7
Linda R. Manzanilla, con base en su propuesta de 1992 y en el trabajo de Blanton, Feinman,
Kowalewski y Peregrine, propone un gobierno corporativo para esta etapa teotihuacana, el cual
define de la manera siguiente:
“En la estrategia ‘corporativa’, el poder se comparte entre diferentes grupos en una sociedad,
donde hay restricciones hacia el comportamiento político de aquellos que detentan el poder, existe
268
6. la expresión plástica y los signos de notación...
269
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
esta hipótesis no explica que el tema central de las vestimentas y parafernalia figu-
radas en ese sitio son las flores, las aves y el quincunce. El tema acuático-marino de
los trajes de los ofrendantes de Teopancazco (Manzanilla 2007, 2009) se opone al
de los atavíos de los de La Ventilla, pero en ambos casos está presente la figura de
la estrella, que podría estar relacionada con Venus; por lo tanto, es posible también
argumentar que un culto semejante era practicado por distintos grupos de ofren-
dantes en varios lugares de la urbe.
En otros conjuntos arquitectónicos teotihuacanos hay murales con ofrendan-
tes ataviados según una variedad de temas. Los contrastes entre símbolos gráficos
en los atavíos especificarían mayores distinciones entre grupos. Es posible que los
espectadores de los murales conocieran a estos personajes y pudieran distinguir
grupos sociales por medio del vestido, pero no necesariamente todos eran compe-
tentes en la codificación de símbolos específicos; por tanto, tal vez estos últimos
estuvieran dirigidos a los oficiantes mismos y a los miembros de otras élites.
La datación de los murales con el motivo de ofrendantes (figuras 6.6, 6.7, 6.8,
6.9, 6.10, 6.11 y 6.12) difiere según el conjunto arquitectónico y el investigador.
De acuerdo con la periodización estilística elaborada por Lombardo (1995), hubo
una persistencia del tema de los ofrendantes en los murales de varias etapas del
desarrollo teotihuacano, aunque la periodización de los materiales teotihuacanos
permanece en proceso y es conveniente revisarla.
Algunos de los ofrendantes ofrecerían libaciones, mientras que otros ofrece-
rían ofrendas de corazones. Aquellos pintados en los muros del Cuarto 2 de Te-
pantitla llevan tocados con forma de cabezas de lagarto que rematan en cuchillos y
penachos. Los trajes, además, se distinguen por llevar signos con forma de ojo. En
el Conjunto del Sol y en Atetelco, en vez de ofrendas de libaciones, llevan cuchi-
llos con corazones ensartados. En el Conjunto del Sol llevan un yelmo en forma
de cabeza de ave, y un signo formado por bandas cruzadas distingue sus atavíos,
el cual podría relacionarlos con el felino reticulado. En Atetelco, la referencia al
felino reticulado está en un pórtico del mismo patio en el que se encuentra una
figura que lleva un corazón ensartado en un cuchillo.
trata de sacerdotisas por el quechquémitl que presentan, pero también porque “desde la antigüedad
fueron las sacerdotisas las que realizaban las actividades al culto de la luna y Venus vespertino está
asociado a la luna”. Los diferentes motivos que presentan en los faldellines podrían estar refiriendo
a un grupo sacerdotal específico a manera de insignia” (2007: 240).
270
6. la expresión plástica y los signos de notación...
271
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Es posible que los ofrendantes estuvieran pintados en los muros como un apo-
yo para los que detentaban la autoridad en cada conjunto; los murales informarían
o recordarían a los espectadores de la institucionalidad y función social de éstos.
Podría derivarse de la monumentalidad del mural conocido como el Gran Puma
y de la presencia de distintos tipos de felinos en la pintura mural, que la imagen de
estos últimos refiriese en algunos casos a escenas de la mitología relacionada con el
poder político y, en otros, a la imagen de varias élites relacionadas con la autoridad.
272
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nas el elemento vegetal está presente. Las ofrendas relacionadas con la fertilidad
vegetal relacionarían a las imágenes.
273
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Figura 6.11. Ejemplos de ofrendantes de la pintura mural teotihuacana del Conjunto del
Sol (redibujados de B. de la Fuente [ed.] 1995: 45, 75, 111, 128, 252 y K. Berrin [ed.] 1988:
118, 204, por Rubén Gómez).
274
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Figura 6.12. Ejemplos de ofrendantes de la pintura mural teotihuacana del Palacio del
Quetzalpapálotl (redibujados de B. de la Fuente [ed.] 1995: 45, 75, 111, 128, 252 y K.
Berrin [ed.] 1988: 118, 204, por César Fernández).
A manera de conclusión
275
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
principios icónicos, como las cabezas de felino del Mural 1. En lo que respecta
al tocado como unidad de significación, referencias icónicas y posibles grafemas
como la estrella parecen ser indivisibles. La estrella combinada con el trilobulado
en el traje de los ofrendantes de Teopancazco y en algunos polilobulados dispersos
en la pintura mural de la urbe es otro signo cuyo sentido podría ser una unidad
de significación indivisible; ha sido interpretado por algunos autores como un
topónimo que alude a un cerro, un lugar ritual de la tradición cultural (Helmke
y Nielsen 2011). En la plástica teotihuacana hay una variedad de polilobulados
acompañados por distintas figuras; la preeminencia de los motivos acuáticos entre
éstas parece indicar una combinatoria según principios de coherencia icónica en
una buena parte de las muestras y no una articulación entre morfemas léxicos y
gramaticales o la presencia de fonogramas.
Por otra parte, Caso propuso que el posible grafema al cual ofrendan los per-
sonajes del mural del Cuarto 7 constituiría un teónimo que posiblemente sería un
nombre calendárico. En monumentos mexicas del Posclásico hay registros seme-
jantes; en tal caso, es posible proponer que en el México central, en la composición
de la imagen plástica, la referencia a dioses y personajes culturalmente relevantes
por medio del nombre calendárico yuxtapuesto a la composición de base combi-
natoria naturalista, se presentó desde el Clásico en Teotihuacan.
El tocado pintado sobre la vasija depositada en un ritual de terminación tie-
ne en el centro del penacho un signo distintivo que podría referir a la identidad
individual del portador, pero no se trataría de un signo formado por componentes
articulados, sino una unidad de significado, posiblemente un logograma. La vasija
pintada con la figura de un ave sobre una serpiente pudo referir, por medio de
logogramas, al nombre y título de un personaje foráneo.
Por otra parte, se considera que las figurillas semicónicas, algunas halladas en
contextos primarios, son marcadores de espacios domésticos de la élite intermedia
en los cuales se llevaron a cabo actividades rituales (Fonseca 2008: 252). Según
deriva del estudio de Fonseca (2008), los tipos de figurillas de Teopancazco no
presentan patrones de relación con las funciones sociales de los lugares en los
cuales fueron encontradas.
Basándose en la uniformidad del tratamiento de los rasgos anatómicos, Fon-
seca puso en duda la identificación de las figurillas como imágenes de individuos.
Considera que en las figurillas teotihuacanas no hay referencias a individuos con
nombre y apellido (Fonseca 2008: 43, 277),9 sino más bien a identidades colectivas
9
Fonseca escribe que: “La evidencia arqueológica de Teotihuacan no muestra la existencia de
individuos ‘con nombre y apellido’. Los sujetos parecen no haberse definido por sus rasgos indivi-
duales sino por su relación con los otros, por su pertenencia a un grupo de parentesco, edad, etnia
y género” (2008: 227).
276
6. la expresión plástica y los signos de notación...
10
Según Fonseca: “La identidad colectiva expresada en Teotihuacan, sin embargo, no está confor-
mada a partir de todos los miembros de la sociedad sino con los que pertenecen a la misma ‘familia’
(Hernando 2002: 154) y/o al mismo oficio. Aunque es una identidad relacional, lo es en mayor
medida al interior de sus grupos y no entre grupos. Eso explica las diferencias en los tratamientos
mortuorios […]” (2008: 228).
11
Paulinyi identificó que la cantidad de franjas horizontales y la presencia de los penachos fueron
indicadores de jerarquía en los tocados de borlas.
277
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
12
Según observan Conides y Barbour: “El tocado de la banda ancha es el más común y el que
perdura por más tiempo. Empieza con los comienzos de Teotihuacan y virtualmente desaparece en
su colapso” (2002: 423-424).
278
6. la expresión plástica y los signos de notación...
La iconografía del poder en Teotihuacan, a diferencia del área maya, pone énfasis en
grupos de individuos vinculados con el dios de la lluvia y los jaguares, en procesiones de
ofrenda y ritual, con grandes tocados de dignatarios primordiales, pero solamente en la
fase Metepec, después del incendio de la ciudad, con nombres y títulos explícitos frente
de ellos (Manzanilla 2008: 126).
René y Clara Millon ubicaron los fragmentos de murales con posibles nombres
propios de Techinantitla en la fase Metepec (Millon 1967), aunque S. Lombardo
279
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
entró en polémica con los arqueólogos cuando propuso que, con base en las carac-
terísticas estilísticas, dichos fragmentos corresponden a la Cuarta Fase Estilística,
que corresponde a la fase Xolalpan (1995: 34).
Si bien las pinturas de los sacerdotes en procesión, procedentes de Techinantitla,
son las composiciones de la Clase C que con mayor frecuencia se han interpretado
como portadoras de nombres propios teotihuacanos (Millon 1973), éstas no son
las únicas imágenes en las que un posible antropónimo se asocia a una figura an-
tropomorfa. Los posibles grafemas sobre la ropa de las figurillas son testimonio de
prácticas más antiguas relativas a la diferenciación social mediante la vestimenta.
La función y el significado de los símbolos en el vestuario teotihuacano pu-
dieron estar determinados por su ubicación en la imagen del cuerpo. Los grafemas
que suelen presentarse directamente sobre el cuerpo de imágenes de personajes en
su mayoría fueron registrados por Langley como signos de notación; sin embargo,
aún es necesario observar cómo se relacionan entre sí los posibles grafemas distri-
buidos en distintas posiciones.
Algunos signos idénticos entre sí –como la flor de cuatro pétalos– pueden
repetirse varias veces en el tocado y/o en la indumentaria de la figurilla. En ocasio-
nes, los signos en las orejeras coinciden con los del tocado o con los del resto de la
indumentaria. Es posible que algunos de los signos visuales que caracterizaban la
individualidad por medio de la vestimenta dependiesen de la elección personal del
portador. Las formas generales de algunos tocados y trajes probablemente indica-
ban, a manera de determinativos semánticos, categorías generales como el rango,
actividad u oficio. Posiblemente en algunos casos podían ser interpretados como
parte de un nombre compuesto, como sugieren las imágenes de algunos atavíos
zoomorfos teotihuacanos, como el tocado de felino que también está representado
en el corpus de figurillas y murales de Teopancazco.
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7. El sector militar, y el médico y de parto de Teopancazco
Linda R. Manzanilla
Introducción
En Teopancazco hay dos sectores difíciles de percibir, pero con algunas pistas de
su función. Uno de ellos tiene que ver con las barracas de la guardia del barrio, en
la porción suroeste del conjunto. El otro está relacionado con aspectos médicos, de
parto y de preparación de mezclas de pigmentos y resinas, en lo que parecen ser
recetas codificadas (véanse capítulos 9 y 11 de este volumen).
287
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
288
7. el sector militar, y el médico y de parto de teopancazco
Figura 7.2. Aproximación facial del individuo infantil (En 4) (tomado de Escorcia et al.
2017, figura 9.7).
289
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Este sector yace al noreste del patio ritual principal de Teopancazco, en un anti-
guo sector ritual de tiempos Tlamimilolpa: C181B-261, C353A y C253A, C161.
En primer lugar, señalaremos la alineación de entierros de bebés recién nacidos
en una banda norte-sur, particularmente en el C353A, además de una concentra-
ción de perinatos en la porción superior de la fosa principal de los decapitados de
C162F (Manzanilla 2012a). Asimismo, en ese mismo sector aparecieron dos indi-
viduos con patologías severas: un individuo infantil deforme en C253A y un adulto
en C161 (quizás presentó osteomielitis, pero habrá que confirmar esta idea).
En ese mismo sector, en C181B-261, se hallaron varios cosméticos con un
cierto grado de toxicidad (compuestos de plomo y mercurio) acompañando a
dos adolescentes sedentes que estaban rodeados de discos y otras formas de mica
(véanse capítulos 9 y 11 de este volumen, además de Manzanilla 2012a; Vázquez
de Ágredos et al. 2012; Doménech-Carbó et al. 2012; Natahi 2013).
Tanto en el capítulo 9 como en el 11 de este volumen, se observa que se mez-
clan materiales tóxicos, como la galena y el cinabrio, con arcillas, tierras naturales
y otros materiales para reducir la toxicidad al aplicarlos sobre la piel. Asimismo, la
recurrencia del uso de cinabrio mezclado con tierras rojas, y negro (sea de man-
ganeso o de galena) para cubrir los cráneos de algunos decapitados, podría hablar,
según Ejarque Gallardo et al. (véase capítulo 9 de este volumen), del uso de ma-
teriales bactericidas. Varias de estas tierras rojas y ocres fueron utilizadas en otras
culturas con fines terapéuticos o medicinales (De la Cruz 1996: 35, 83).
Suponemos que en cada centro de barrio había proto-médicos y parteras
para atender a los enfermos y mujeres en labor de parto. Este sector noreste podría
ser el correspondiente a Teopancazco.
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292
8. Disección del componente social de Teopancazco
a través de sus figurillas cerámicas
Enah Montserrat Fonseca Ibarra
Introducción
293
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Metodología de análisis
La muestra de análisis está conformada por 2935 figurillas cerámicas, de las cua-
les, 199 (6.8%) corresponden a piezas zoomorfas, 30 (1%) a híbridos (figurillas
con rasgos humanos y de animales) y 2706 (92.2%) a ejemplares clasificados como
antropomorfos. Para su análisis se diseñó una base de datos compuesta por 68
campos a partir de los cuales se precisó la ubicación espacial y datos de proce-
dencia de cada pieza –número de registro tridimensional (RT), coordenadas de
ubicación (X, Y y Z), cuarto, relleno, sector, temporalidad del sector, AA (número
del área de actividad, de haber sido encontrada en ese tipo de contexto), entierro
(número de entierro, de haber sido encontrada en ese tipo de contexto), tipo de
entierro (formal, decapitados, dispersos)–, así como la descripción general de la
pieza –fragmento de la pieza (cabeza, brazo, pierna, pie, mano, semicompleta,
completa, cuerpo, fragmento), subtipo (categoría de acuerdo con tipologías exis-
tentes), temporalidad, posición corporal, caracteres sexuales, presencia de tatuajes/
pintura corporal– y de cada uno de sus rasgos (tocado, peinado, vestimenta, oreje-
ras, collares, nariguera, aplicaciones).
294
8. Disección del componente social de Teopancazco...
1
Para realizar la estadística descriptiva de la muestra, evaluar asociaciones entre los elementos,
generar cruces de variables y obtener gráficos de frecuencia se empleó el SPSS 12.0
2
Se trabajó con dos versiones de la planta arquitectónica, una elaborada por Gerardo Jiménez en
formato dxf y la otra en formato jpg, elaborada por Linda R. Manzanilla, Claudia Nicolás y Agustín
Ortiz (Manzanilla 2009). Esta última fue georreferenciada para ser usada como una capa del SIG.
3
El SIG fue creado en el programa ArcMap 9.2 de la empresa ESRI.
4
Inevitablemente se dejaron fuera del análisis las siguientes áreas: una franja de materiales loca-
lizados entre el núcleo del centro de barrio y el sector de cocinas porque no estaban incluidos en
la planta arquitectónica; un cuarto localizado en la estructura sur, excavado a principios del siglo
antepasado por Leopoldo Batres; un espacio en el límite este en el cual las excavaciones no habían
llegado a piso y, finalmente, una serie de cuartos al centro-oeste del conjunto por la perturbación
de los contextos y secuencias constructivas poco claras debido al grado de disturbio que sufrieron
en periodos post-teotihuacanos.
295
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
De acuerdo con Gómez (2000), las unidades básicas que integran un barrio son:
el templo, la plaza pública, los edificios públicos, las residencias de los grupos de
elite, los conjuntos habitacionales y talleres artesanales, y áreas de uso común. Sin
embargo, no todos los barrios son iguales; su configuración particular depende de
las características de la gente que los habita y de la actividad productiva a la cual
estaría destinado el centro (Ortega 2000). Y por otro lado, la relación entre el li-
naje a cargo del barrio y el Estado pudo haber cambiado a lo largo del tiempo, lo
que determinaría igualmente la heterogeneidad de dichas unidades.5
En Teopancazco, la delimitación de los espacios respecto a la densidad de
figurillas por área reproduce la estructura arquitectónica de las unidades básicas
que integran el barrio (figura 8.1). Mayoritariamente, las figurillas se localizan en
donde una mayor cantidad de población podía reunirse (patio central); en el lugar
al cual no todos tenían acceso pero en el que estaban representados (templo); y en
el espacio de trabajo de los artesanos de tiempo completo (“sastrería”).
La cantidad y grado de asociación espacial entre las figurillas ponen de ma-
nifiesto el componente ritual de Teopancazco, un espacio de congregación donde
los miembros adscritos realizaban ceremonias que incluían la utilización de las
figurillas cerámicas; por ende, su distribución espacial y contextual no es aleatoria.
Inclusive aquellos materiales que se encontraban en rellenos pudieron ser algo
más que la concentración de desechos. A continuación, presentamos el análisis
cuantitativo y cualitativo de cada uno de los sectores que conformaban el centro
de barrio: Teopancazco (ver figura 8.1).
5
Éste parece haber sido el caso de Teopancazco donde, hacia el final de la época teotihuacana, la
casa “dominante” rompió el vínculo con el cogobierno y estableció estructuras excluyentes (Man-
zanilla 2006a).
296
8. Disección del componente social de Teopancazco...
Patio central
En los centros de barrio, la plaza pública era un espacio exprofeso para la concen-
tración de la población donde, en determinados días, se llevaban a cabo rituales, o
bien actividades de índole económica-política, como el intercambio, la resolución
de algún problema interno o la declaración de alguna norma dictada por el estado
a través de su cuerpo de representantes religiosos y administrativos (Ortega 2000).
297
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
298
8. Disección del componente social de Teopancazco...
¿Foráneas? 2 .5
Sentadas cilíndricas 2 .5
Tocado de plumas (penacho) 2 .5
Tocado escalonado o cascada 2 .5
Viejitos 2 .5
Con pelo 3 .7
Dios Gordo 3 .7
Mono 3 .7
Murciélago 3 .7
Turbante de algodón 3 .7
Turbante simple 3 .7
Cabezas redondeadas 4 .9
Mohawk 4 .9
Paradas con soporte 4 .9
Subtipos Paradas planas con vestimenta
4 .9
elaborada
Tocado segmentado 4 .9
Xipe 4 .9
Paradas cilíndricas 5 1.2
Cabezas hendidas 6 1.4
Paradas desnudas 7 1.6
Ave 8 1.9
Banda ancha 8 1.9
Semicónicas 10 2.3
Femeninas vestidas 11 2.6
Sentadas desnudas 11 2.6
Retrato 20 4.7
Articuladas 46 10.7
No identificada 211 49.3
Total 428 100.0
299
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
6
En una investigación previa proponemos que las figurillas “articuladas” podrían ser la continua-
ción de las figurillas tipo “embarazadas”: siluetas con vientre y senos marcados que se registran
en Teotihuacan desde la fase Patlachique y desaparecen con la introducción del molde en la fase
conocida como Teotihuacan Mold Made (TMM) a partir del periodo Tlamimilolpa tardío (Fonseca
2008).
7
Conides y Barbour encuentran que los tocados de las figurillas podrían estar asociados a edificios
o áreas específicas de la ciudad (2002).
8
Conides y Barbour encuentran que los tocados podrían estar asociados a edificios o áreas espe-
cíficas de la ciudad (2002), así que el tocado “panel inciso de bandas ondulantes” podría ser un em-
blema del carácter “acuático” de algunos espacios al interior de la ciudad, probablemente exclusivos
de los centros de barrio; pues mientras que en Oztoyahualco 15B y Xalla –unidad habitacional y
complejo palaciego, respectivamente– no se identificó este tipo de tocados (Riego 20005), en La
Ventilla, otro centro de barrio, sí fue reportado (Goldsmith 2000).
300
8. Disección del componente social de Teopancazco...
El hecho de que la primera figura intacta –en piezas sueltas fácilmente restablecidas–
apareciera en un entierro de Zacuala que contenía restos humanos y una ofrenda par-
cialmente carbonizados nos hizo pensar que podía tratarse de una especie de doble del
difunto cuyo cuerpo, desarticulado por el fuego, recobraba después para los familiares la
existencia nueva a la que apuntan las llamas de la hoguera (1966: 289).
De acuerdo con Séjourné, las familias llevarían un recuerdo del difunto por me-
dio de las “muñecas resucitadas” que acababan por romperse en sus moradas, y
por ello se localizan tantos fragmentos dispersos en los conjuntos arquitectónicos
(1966). Las figurillas “articuladas” podrían ser una especie de doble del difunto,
pero entonces ¿por qué son todas representaciones femeninas? ¿Qué objeto ten-
dría haberlas manufacturado con brazos y piernas móviles? ¿Por qué se localizan
en un centro de barrio?
Por el contrario, si las figurillas “articuladas” hubiesen cumplido una función
ritual de desmembramiento simbólico, las extremidades de las piezas deben guar-
dar determinado orden. Así como se localizan extremidades de figurillas “espar-
cidas”, en Teopancazco se ha detectado una presencia inusual de huesos dispersos
tanto de origen animal como humano, que podrían estar relacionados (Manzani-
lla 2012a).
El desmembramiento corporal es un tratamiento mortuorio que se reporta
en diferentes entierros de Teotihuacan (Cabrera 1999) y se ha relacionado con la
práctica del sacrificio humano:
301
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
nan entierros con cuerpos incompletos que fueron desarticulados antes de la inhumación
(Cabrera 1999: 526).
9
Salvo por la presencia de extremidades exclusivamente del tipo “articuladas” halladas en los cuar-
tos 151A, 179, 262A, 313B y 354A (ver descripción detallada en Fonseca 2008).
302
8. Disección del componente social de Teopancazco...
hacer un cuerpo en molde con la misma indumentaria, como ocurrió con otros
tipos cerámicos.
Las cabezas “retrato” no se encuentran asociadas a ningún otro tipo de torso;
no aparecen con tocado, cabello u orejeras, y tienen los rasgos faciales más realistas
de las figurillas teotihuacanas con ojos, nariz y boca bien definidos. Antes, durante
y después de la elaboración de las figurillas tipo “retrato” se modelaron y moldearon
figuras cerámicas con vestimenta; así que resulta poco probable que la desnudez de
las “retrato” haya sido un descuido o la necesidad de economizar tiempo.
Las figurillas tipo “retrato” no eran elaboradas para representar a la gente de
la élite; esos grupos portaban una indumentaria que los caracterizaba y distinguía;
en cambio, las “retrato” pudieran ser el “retrato” del grueso de la población teoti-
huacana con caras iguales y cuerpos que los diferenciaban entre sí, por su estatus
social, su origen étnico, un oficio y una identidad de género, tal como pudo haber
funcionado la ciudad: familias de diferentes linajes, etnias y oficios coexistiendo
bajo un mismo sistema (Fonseca 2008).
Después de las figurillas tipo “retrato”, en el patio central de Teopancazco
predomina la diversidad sobre la cantidad, es decir, hay 50 tipos cerámicos di-
ferentes y la mayoría no tiene más de cinco ejemplares por tipo. Estas cifras nos
hacen pensar en la composición social de un centro de barrio donde debieron
confluir individuos de distinto estrato social, diferente origen étnico, dedicados a
diversos oficios.
Las figurillas desmembradas pudieron haber sido colocadas en el patio central
en señal de petición o protección, y eran acompañadas por una gran diversidad de
tipos cerámicos, en un intento por mantener una representación en arcilla de los
diferentes grupos sociales que conformaron el centro de barrio de Teopancazco.
Como parte de las celebraciones públicas realizadas en el patio central, se de-
bió enterrar a algunos individuos a quienes se les colocó figurillas cerámicas como
parte de su ofrenda funeraria. En el altar rectangular, ubicado ligeramente al este
del centro del patio, se localizó un entierro múltiple de esqueletos incompletos de
cinco individuos masculinos y un neonato (En 8 y 10 AA55) con extremidades
de figurillas tipo “articuladas” –piernas y brazos–, un torso sin cabeza de figurilla
“cilíndrica” vestida por un traje de plumas y tres cabezas, una de ellas de “cabeza
redondeada sin cabello ni tocado”, otra con “tocado escalonado o cascada”, y otra
de tipo “huésped con un turbante” con incisiones regulares, así como dos figurillas
zoomorfas, un mono y un felino.
Los restos óseos de un adulto joven (En 22 AA74), quizá femenino, se co-
locaron en una fosa (Manzanilla 2012a, 2012b) con un tipo cerámico conocido
como “cabezas puntiagudas” y un fragmento de pie. Dicha fosa estaba ubicada
entre el altar y la fachada del templo este.
303
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Templo este
Desde una perspectiva que considera que los mecanismos de integración entre
las unidades arquitectónicas de un barrio –que a su vez es un reflejo a escala de la
organización del estado teotihuacano– pudieron basarse en procesos político-ad-
ministrativos (Ortega 2000), el templo de barrio se concibe como el órgano rector
del resto de las unidades, pues es el recinto donde se manifiesta el sistema ideoló-
gico, estrechamente relacionado con la religión.11 Bajo este modelo explicativo, el
templo de barrio se concibe como el órgano rector del resto de las unidades, pues
es el recinto donde se manifiesta el sistema ideológico, estrechamente relacionado
con la religión. Dado que las actividades rituales eran parte de la socialización
a diferentes escalas –estatal, local y doméstica– y parece haber sido la fuerza de
cohesión entre los grupos, como una forma de legitimación, en el templo se pu-
dieron haber llevado a cabo también actividades de carácter económico como la
redistribución (Manzanilla 1993).
10
De acuerdo con el análisis de datos isotópicos de una muestra de 27 entierros de Teopancazco,
los individuos pudieron ser clasificados como migrantes, locales o intermedios, es decir, locales con
cierta migración dentro del altiplano central de México (Schaaf et al. 2012). En la medida de lo
posible se precisará si los individuos que fueron enterrados con figurillas eran migrantes o no.
11
Para Gómez el tipo de relaciones que cohesiona el barrio es fundamentalmente el económico,
dejando a un lado el parentesco y las filiaciones étnicas (Gómez 2000). A diferencia de Gómez,
quien considera que la economía es el elemento organizador, la propuesta de Ortega se inclina por
otros mecanismos de integración más relacionados con procesos político-administrativos en los que
el barrio es dirigido por grupos corporativos que cuentan con elementos de identidad (ubicación
espacial precisa al interior de la urbe, actividades económicas definidas y prácticas culturales espe-
cíficas) que los caracteriza y detentan diferentes grados de autonomía según la posición que ocupa
el barrio dentro del sistema administrativo de la ciudad. Así, el barrio funciona como subunidad
administrativa del estado teotihuacano que detenta autoridad en diferentes niveles al especializarse
en determinadas actividades (Ortega 2000).
304
8. Disección del componente social de Teopancazco...
Temporalidad
Tzacualli Total
tardío/ Xolalpan Metepec
Miccaotli
Anillos en la frente 1 0 0 1
Animales con ruedas 1 0 0 1
Antropomorfizada 3 1 0 4
Articuladas 12 28 1 41
¿Articuladas? 1 0 0 1
Atadas 1 3 1 5
Ave 0 6 0 6
Banda ancha 2 5 0 7
Banda con fleco 0 0 1 1
Cabezas hendidas 1 2 0 3
Cabezas redondeadas 2 0 0 2
Cabezas redondeadas
1 0 0 1
con orejeras
Cabezas triangulares 0 0 1 1
¿Cabezas triangulares
0 1 0 1
con orejas/orejeras?
Subtipos
Cabezas triangulares
1 0 0 1
con orejeras
Cánido 0 2 0 2
Dios Gordo 0 3 1 4
Doble banda 0 2 1 3
Embarazadas 0 2 0 2
En trono 1 1 0 2
Femeninas vestidas 4 7 0 11
Foráneas 4 1 0 5
¿Foráneas? 0 1 0 1
Murciélago 0 1 0 1
No identificada 40 43 2 85
Panel inciso
0 1 1 2
texturizado
Paradas cilíndricas 3 1 0 4
Paradas con soporte 2 3 0 5
Paradas desnudas 4 2 0 6
305
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
306
8. Disección del componente social de Teopancazco...
307
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
12
Paulinyi considera que las figurillas con tocado horizontal de plumas y motivo circular pueden
ser la representación de una deidad femenina (2006).
13
Scott implementó el término de roseta para distinguir aquellas formas circulares de la forma
más realista de la flor de cuatro pétalos (2001).
14
La flor de cuatro pétalos no es un motivo que en Teopancazco se circunscriba a las figurillas. Un
vaso trípode con decoración de flor de cuatro pétalos de la fase Xolalpan temprano se encontró en
un entierro de individuo masculino en el sector sastrería (Manzanilla 2012a).
15
En la fase constructiva correspondiente al periodo Tlamimilolpa se localizó una carita clasifi-
cada como tipo Tláloc; sin embargo, es probable que no sea una figurilla sino una aplicación de
incensario, porque no se encontraron otras figurillas del tipo Tláloc, y por su asociación con frag-
mentos de cerámica de incensario mezclada con cerámica no cocida (Manzanilla 2005). Al parecer
las deidades no se reprodujeron en este tipo de soporte, pero de cualquier forma, es posible que en
tiempos Tlamimilolpa, el templo este hubiese sido dedicado al dios de las tormentas.
308
8. Disección del componente social de Teopancazco...
No debe olvidarse que tanto el templo como el patio central debieron fungir como es-
pacios de confluencia, donde se concentrara la representación cerámica de todos los grupos
sociales adscritos al barrio, en un afán por construir o mantener un símbolo de cohesión
ideológica.
Templo norte
La porción noroeste del conjunto está conformada por un desarrollo arquitectónico con
evidencia de ocupación desde la fase Tlamimilolpa hasta Metepec (Beramendi et al. 2012).
La funcionalidad del sector aún no es clara, aunque existe la posibilidad de que los cuartos
158 y 258 pudieron haber sido parte un templo (Manzanilla 2012a).
Al comparar los materiales de los dos templos de Teopancazco, encontramos que la
cantidad y diversidad de tipos cerámicos en el templo norte es menor con respecto al tem-
plo este (ver la tabla 8.3). Los tipos que más se repiten en el templo este son también las
figurillas “articuladas”,16 seguidas por las “retrato”,17 principalmente extremidades –brazos
y piernas. El tercer tipo más recurrente en el templo norte fueron los cuerpos de “semicó-
nicas” y los tipos exclusivos de este templo fueron las figurillas zoomorfas de felino, mono
y roedor, y los tocados de “turbante trenzado”, “mohawk” y “tocado de mariposa”. ¿Qué
podemos inferir a partir de esta información?
16
Ningún cuerpo de figurilla “articulada” fue localizado en este sector.
17
Únicamente dos cuerpos de figurilla “retrato” fueron localizados en este sector.
309
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
310
8. Disección del componente social de Teopancazco...
A reserva de contar con otros indicadores para contrastarlos con los patrones
observados en las figurillas cerámicas, podemos mencionar que la celebración de
rituales de desmembramiento simbólico pudo haberse realizado también en este
sector, con mayor intensidad en la transición de la fase Tlamimilolpa tardío y
Xolalpan temprano.
Las figurillas “semicónicas” son un tipo cerámico a menudo clasificado como
“torsos sentados” y se les coloca en la misma categoría que otras figurillas cerámi-
cas con casi las mismas características en la indumentaria y los tocados, salvo que
estas últimas están colocadas en una especie de silla con un soporte al centro de su
parte posterior para mantenerla de pie, de ahí su nombre: “en trono” (Scott 2001).
Estas figurillas se caracterizan por portar túnicas, capas, medallones, collares, ore-
jeras y tocados elaborados. Guardan gran semejanza con los sacerdotes pintados
en los murales teotihuacanos.
En el templo norte, las figurillas “semicónicas” podrían representar a un mis-
mo grupo de sacerdotes dada la semejanza de las piezas registradas a lo largo de las
tres fases de ocupación de este sector. Todas estaban vestidas por túnicas con capas
con collares de cuatro bandas: las primeras tres, de cuentas tubulares o redondas,
y una cuarta banda, de cuentas cuadradas. La estandarización en las representa-
ciones pone de manifiesto la existencia de reglas convencionales de vestimenta y
adorno de uso exclusivo de algunos individuos.18
Con respecto a las figurillas zoomorfas, resulta significativo que no fuesen
contemporáneas, como si se demarcaran las fases por medio de símbolos: Tlami-
milolpa asociada al “mono”, Xolalpan con “roedor” y Metepec con “felino”. Como
veremos más adelante, la presencia de figurillas zoomorfas en espacios de carácter
ritual y su presencia en entierros humanos nos hace pensar que se trata no sólo
18
En un trabajo previo se registraron todos los ejemplares de orejeras y collares que portaban las
figurillas antropomorfas de Teopancazco. Si bien se registró una gran diversidad, se detectó una
asociación entre tipo cerámico y uso exclusivo de ciertos ornamentos (Fonseca 2008).
311
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
312
8. Disección del componente social de Teopancazco...
19
Para ver la descripción de los rasgos de este tipo cerámico así como su asociación a diferentes
tipos de áreas de actividad, consultar Fonseca (2008).
20
Varios de los individuos decapitados proceden del corredor teotihuacano hacia la costa del Gol-
fo (Manzanilla 2012a) y algunos como el entierro 71, de Oaxaca o Chiapas o el 77, de la región de
Tula (Schaaf et al. 2012).
313
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
21
A sólo 70 cm al suroeste y 40 cm arriba de la fosa donde se encontraron los entierros 77 y 79
(AA181), se halló una figurilla con “tocado de tres borlas”, la única localizada en contexto dentro
del centro de barrio. Este tipo de diseño, que consiste en un marco rectangular del que se despren-
den tres borlas de plumas (Goldsmith 2000; Riego 2005), ha sido relacionado con los dignatarios
teotihuacanos que viajaban a distintas regiones de Mesoamérica, acompañando a las caravanas de
bienes suntuarios (Manzanilla 2012a), así como con el gobierno y administración de la gran urbe
(Cowgill 1992; Valdez 2012). En un cuarto contiguo (181B-261), se localizó un entierro de un
cráneo (En 112) colocado con o dentro de un cesto, formado por espirales de tules con hilos de
algodón, que lleva a Manzanilla a pensar que pudo tratarse de un tocado que semejaba el tocado
de tres borlas (2012a). ¿Acaso la figurilla de “tocado de tres borlas” fungió como un marcador del
espacio donde se hallaba sepultado dicho personaje?
314
8. Disección del componente social de Teopancazco...
El taparrabo era usado por todos los hombres, pero variaban el material, los
colores, la complejidad y riqueza de los motivos según la posición social del indivi-
duo (Anawalt 1981; Johnson 1971; Lechuga 1991). Se sabe que, en época mexica,
vestir el taparrabo era un marcador etario y simbolizaba la transición de los niños
en hombres a la edad de trece años (Anawalt 1981).
Si bien se localizaron otros ejemplares de figurillas “sentadas vestidas” en el
conjunto, sólo se encontró esta pieza en contexto funerario y únicamente dos más
vestían ese mismo tipo de taparrabo: una localizada en el sector norte y otra en
el suroeste.22 Nuevamente enfrentamos el dilema de cuerpos fragmentados, diso-
ciados de cabezas, que podrían darnos más información acerca del grupo social al
que deseaban representar. Sin embargo, es posible que refieran a individuos de la
élite intermedia pues al parecer sólo a ellos se les representó con vestimenta explí-
citamente masculina, para diferenciarlos del común de la población caracterizados
por medio de las figurillas “retrato”, y de aquéllos de mayor estatus que portaban
ostentosas vestimentas, simbolizados a través de las figurillas “semicónicas” (Fon-
seca 2008).
Además de los decapitados, en esta zona se localizó una fosa con huesos hu-
manos dispersos probablemente de diversos individuos (En 103 AA214) (Man-
zanilla 2012b). En dicha fosa se incluyeron también extremidades de figurillas
–piernas– y una cara de figurilla no identificada.
Debajo de los decapitados, en el templo destruido, se localizó una fosa con
dos adolescentes, uno de ellos migrante y el otro local con cierto grado de mi-
gración (Schaaf et al. 2012), menores de 20 años, colocados en posición sedente,
a los cuales se les sepultó con la ofrenda más suntuosa localizada en el centro de
barrio (AA 227 En 105 y 108). Como parte de casi un centenar de elementos
que conformaron la ofrenda, se identificó un torso, los dos brazos y una pierna de
figurilla tipo “articuladas” sobre la cual yacía el entierro principal de Teopancazco
(Manzanilla 2012a).
La presencia de extremidades de figurillas del tipo “articuladas” es común,
pero la disposición del torso con extremidades es muy escasa. Aparte del entierro
105, el único otro caso en que se encontró una combinación similar –aunque de
menores dimensiones y un acabado burdo– fue en el entierro de un individuo teo-
tihuacano (Schaaf et al. 2012) mayor de 50 años, enterrado con tres infantes (64,
78, 87A y 87B), localizado en el sector denominado “sastrería” correspondiente a
la fase Tlamimilolpa (Manzanilla 2012a). En ambos casos, la cabeza y uno de los
brazos de la figurilla fueron retirados.
22
Como veremos más adelante, es posible que el sector norte y el suroeste fuese ocupado por la
élite intermedia del centro de barrio.
315
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Los entierros múltiples mencionados salen del estándar por varias razones.
Por lo menos uno de los esqueletos está completo o semicompleto, al igual que
la figurilla “articulada” que lo acompaña (a diferencia del resto de los entierros en
los que se encuentran extremidades humanas asociadas a extremidades de figuri-
llas cerámicas). El individuo mayor de 50 años y el adolescente de entre 15 y 20
años presentaron una dieta principalmente de origen marino (Mejía 2012); tenían
objetos asociados en común como vasijas miniatura, aplicaciones, fragmentos de
cerámica, pigmento y carbón (Manzanilla 2012b).
Por la cantidad y diversidad de los objetos asociados, el En 105 parece ser el en-
tierro principal de Teopancazco, y definitivamente el En 78 debió ser un personaje
especial dentro del centro de barrio que mereció un tratamiento mortuorio distinto.
¿Cuál fue la relación entre estos individuos? ¿Qué significado pudo tener la di-
ferencia etaria? ¿Un migrante que muere joven y un local que muere viejo y en cuyo
cuerpo se observan las huellas del arduo trabajo? ¿Por qué fueron enterrados con
figurillas semicompletas? ¿En qué lugar se depositaron las piernas y las cabezas de
las figurillas “articuladas”? Por ahora, todas estas preguntas quedarán sin respuesta,
aunque esperamos que su formulación trace futuras líneas de investigación.
“Sastrería”
En algunos barrios, como en el caso de Teopancazco, parecen haber existido ar-
tesanos de tiempo completo dedicados a la manufactura de bienes suntuarios es-
pecializados como la elaboración de atavíos y tocados (Manzanilla 2006a, 2006b).
Se ha pensado que estos artesanos podrían ser de origen foráneo, pero es probable
que conformaran con artesanos teotihuacanos una larga cadena productiva que
articulaba distintas tareas. El taller, por lo tanto, fue un espacio de interacción
entre diferentes familias o sujetos de distinto origen étnico donde debieron esta-
blecerse complejas relaciones de identidad y oficio (Ortega 2000).
Durante la fase Tlamimilolpa, en este sector, las figurillas se concentraron
exclusivamente en un entierro formal de un adulto acompañado por tres infantes
(AA164 En 64, 78, 87A y 87B), referido en la sección anterior.
De la fase Xolalpan datan dos entierros con figurillas. El primero (En 14
AA63), compuesto por el cráneo (sin mandíbula), costillas y vértebras de un indi-
viduo de entre 30-35 años, cuyo sexo no pudo ser identificado (Seminario Teopan-
cazco, 2007: Liliana Torres, Citlali Funes, Alejandra Guzmán y Mayra Lazcano),
enterrado con extremidades de figurillas de tipos no identificados, así como de
“articuladas”, una cabeza con “tocado segmentado”23 y un cuerpo de “semicónicas”.
El “tocado segmentado” se ha relacionado con cascos usados por guerreros (Von Winning 1987;
23
Scott 2001).
316
8. Disección del componente social de Teopancazco...
24
Asociado al entierro se encontró un vaso trípode con decoración de flores de cuatro pétalos que
Manzanilla interpreta como la supervisión de las labores realizadas en este sector, la confección de
vestimenta para la elite del barrio (2012a).
317
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
No se localizaron figurillas ni bajo ni sobre piso/apisonado en este sector durante las fases Tla-
25
mimilolpa y Metepec.
318
8. Disección del componente social de Teopancazco...
Parece poco probable que las figurillas se localizaran en la sastrería para ser
vestidas cuando sólo 6.3% eran representaciones de cuerpos desnudos, incluyendo
las figurillas de los tres momentos analizados ubicadas fuera de entierros.
Considerando que la “sastrería” es el tercer lugar con mayor concentración de
figurillas, después del patio central y del templo, nos inclinamos a pensar que las
actividades de producción no eran ajenas a la dimensión ritual, puesta de mani-
fiesto a partir de la celebración de ceremonias propiciatorias donde las figurillas
del tipo “articuladas” tendrían mayor peso en el ritual, y a partir de otros tipos
cerámicos, se representaban individuos de los grupos sociales responsables de la
producción artesanal, tanto los representantes de la élite intermedia, responsables
del centro de barrio y de la organización de las actividades artesanales especializa-
das (Manzanilla 2006a), como los propios encargados del oficio, los sastres.
319
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Murciélago 1 0 0 1
No identificada 22 7 26 55
Panel inciso 0 0 1 1
Panel inciso con bandas
1 0 0 1
ondulantes
Paradas cilíndricas 3 0 0 3
Paradas desnudas 2 0 2 4
Paradas planas con
1 0 0 1
vestimenta elaborada
Subtipos
Reptil 1 0 0 1
Retrato 5 0 1 6
Semicónicas 2 0 2 4
Sentadas cilíndricas 3 0 0 3
Sentadas desnudas 4 0 0 4
Tocado de plumas
1 0 0 1
(penacho)
Turbante de algodón 1 0 0 1
Xipe 0 0 3 3
Total 100 15 57 172
Sector norte
El sector norte está constituido por una serie de cuartos donde los nobles pudie-
ron haber establecido sus residencias (Manzanilla 2009). Las figurillas cerámicas
parecen reforzar también esta interpretación al ser el sector de mayor concentra-
ción de piezas en el que se observa la presencia de tipos cerámicos que podrían
estar representando a la élite intermedia teotihuacana.
En la fase Tlamimilolpa, la diversidad y cantidad de figurillas es menor con
respecto a los subsiguientes momentos constructivos del sector. Los únicos tres ti-
pos que se localizaron exclusivamente en esta etapa son una cabeza con tocado de
“panel inciso de bandas ondulantes”, un cuerpo masculino de “paradas planas” con
vestimenta elaborada (taparrabo con arco) y una figurilla zoomorfa de “mono”. Si
bien las figurillas antropomorfas mencionadas no visten tocados o indumentaria
simples, hacia las fases Xolalpan y Metepec, los tocados y las vestimentas elabo-
radas se incrementan.
Si se considera únicamente las piezas a las cuales se les pudo asignar un
género, resulta peculiar que en la “sastrería” la presencia de cabezas sea escasa:
únicamente dos “cabezas triangulares con orejeras”, probablemente masculinas, y
una cabeza de “panel inciso con bandas ondulantes”, al parecer femenina. Por el
contrario, en el sector norte se localizaron cabezas con diversos tipos de tocados/
peinados: “banda ancha”, “cabezas hendidas”, “panel inciso” y “tocado dual” –arre-
320
8. Disección del componente social de Teopancazco...
321
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Por otro lado, los cuerpos masculinos en el sector norte están vestidos con di-
ferentes tipos de taparrabos: taparrabo sencillo (1), taparrabo con disco (1), tapa-
rrabo con arco (2), taparrabo con cinturón simple (1), taparrabo colgante exterior
y pantalón de algodón (1). En cambio, en la sastrería sólo se encuentran figuras
con taparrabo sencillo (3), con taparrabo con arco (1) y taparrabo con cinturón
simple (1). Los taparrabos más elaborados se encuentran en el sector norte, y en la
“sastrería” predominan los sencillos y hay una menor diversidad (ver la tabla 8.6).
322
8. Disección del componente social de Teopancazco...
[Los] nobles auspiciaban caravanas que se movían por los corredores de sitios que for-
maban parte del sistema teotihuacano hasta los enclaves en Veracruz, en el altiplano
guatemalteco, en el Bajío y en Michoacán (Manzanilla 1992, 2001), entre otros, para
traer a la gran urbe pieles de felinos, plumas ricas, mantas de algodón, pigmentos, cos-
méticos, aglutinantes, pizarra, mica, travertino, piedras verdes y jadeíta […] (Manzanilla
2012a:20).
26
De las 11 restantes, cinco estaban fuera de cuarto, cuatro ejemplares en los cuartos 35 (1), 56
(1), 60 (1), 44-50 (2) y las dos restantes, en áreas de actividad de carácter ritual: C258C AA 103 (1)
y C61-161 AA167 (1) en un entierro de decapitados 62, 68, 71, 72, 80, 80A, 80B, 80C, 84, 84A,
85. Los dos últimos ejemplares mencionados tenían unos orificios que sugieren que dichas cabezas
eran utilizadas como dijes (ver la figura 8.3).
323
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Por ahora no contamos con más información que explique la presencia del
resto de los tocados encontrados, salvo que fueron usados por individuos de la
élite intermedia de alto estatus (Valdez 2012), y que al parecer hubo un cambio
importante hacia la fase Metepec, porque los atributos de los grupos sociales re-
presentados a través de las figurillas se transformaron.
324
8. Disección del componente social de Teopancazco...
27
En Teopancazco se localizaron 116 entierros; únicamente 26 (22.4%) tenían figurillas asociadas
e incluyen entierros primarios, secundarios, individuales y múltiples (Manzanilla 2012a).
325
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
28
El sexo/género de los infantes no ha sido identificado excepto por ADN; el único rasgo visible
es el tocado “banda ancha”, que indicaría que fuesen niñas, aunque si es un signo de sucesión de
linaje, también podrían ser niños.
326
8. Disección del componente social de Teopancazco...
cada cierto tiempo o que en lugares específicos se ejecutaba también con huesos
humanos, al parecer con individuos masculinos en un rango de edad entre 20 y
40 años.29 En este tipo de rituales se observa una asociación con el fuego, por la
presencia de capas de ceniza en las fosas y huellas de quemado en las figurillas
(Séjourné 1996; Fonseca 2008).
En Oztoyahualco 15B:N6W3, un conjunto habitacional, se localizaron ex-
tremidades de figurillas articuladas pero sólo dos torsos, y ninguna pieza estaba
asociada a cuerpos humanos desmembrados (Riego 2005), quizá porque el ritual,
como algunas otras ceremonias, se llevaba a cabo en los centros de barrio (Man-
zanilla 2006a).
A diferencia de otros hallazgos que reportan una relación entre el sexo de las
figurillas y del individuo inhumado (González y Salas 1999), que hacen pensar
que la figurilla que conforma el ajuar funerario fungía como una “personificación”
del sujeto (Escalante 2004), en Teopancazco no se encontró ningún patrón entre
el género de la figurilla y el difunto que acompaña, ni una relación significativa de
opuestos (Fonseca 2008).
Más que representar individuos, las figurillas encierran conceptos y, tal vez
por eso pueden encontrarse por igual en entierros individuales, múltiples, prima-
rios, secundarios, femeninos y masculinos. Las figurillas de animales en contex-
tos funerarios refuerzan la idea de que las figurillas no representan individuos en
particular, sino conceptos. Las figurillas zoomorfas en los entierros denotan que
había ciertas especies con atributos que la sociedad reconocía y deseaba perpetuar.
Simbólicamente, los individuos se mimetizaban con los animales, tal vez porque
habían desarrollado ciertas habilidades o se identificaban como grupo con un ani-
mal por una serie de características que deseaban resaltar. Lo mismo pudo ocurrir
con las figurillas antropomorfas, signos de una identidad relacional que, sin im-
portar si eran hombres o mujeres, los identificaba con un grupo (Fonseca 2008).
La composición de las figurillas cerámicas localizadas en el sector norte revela,
por un lado, la realización de rituales de desmembramiento simbólico (por la pre-
sencia de extremidades de diversos tipos de figurillas cerámicas, aunque principal-
mente “articuladas”) localizadas en los rellenos, y desmembramiento real (derivado
de la asociación de figurillas tipo “articuladas” asociadas a entierros incompletos de
adultos masculinos). En busca de protección de los espacios o peticiones se realiza-
29
Salvo por el caso de un adulto de más de 50 años encontrado en asociación con figurillas
“articuladas” (En 78 AA164) localizado en la “sastrería”. En el caso de los entierros múltiples, por
lo menos uno de los esqueletos cumplía estas condiciones. Aun cuando se encontraron entierros de
neonatos, todos estaban acompañados de algún adulto. Considerando que la presencia de figurillas
en entierros exclusivamente de neonatos es nula, es probable que las extremidades de figurillas
“articuladas” estuviesen asociadas preferentemente al individuo de mayor edad.
327
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
ban ceremonias en las que todos los grupos sociales eran representados por medio
de las diferentes tipos cerámicas que eran incluidos, pero las “articuladas” tenían
mayor peso en el ritual, sea porque simbolizaban a la deidad a la cual se ofrendaba o
la casa/linaje que hacía la ofrenda. Era un ritual a través del cual se conectaba la vida
con la muerte, por ello se utilizaban siluetas de vientres abultados con extremidades
desprendibles; pero también conectaba lo femenino con lo masculino, aspecto indi-
cado por los entierros masculinos que acompañaban.
Por otro lado, la distribución de ciertos tipos de figurillas en este sector ex-
presa diferencias que probablemente estén relacionadas con el uso/función de
cada espacio y/o con los individuos que interactuaban en cada zona; en este caso,
principalmente la elite intermedia encargada de la organización del centro de ba-
rrio a nivel administrativo y ritual.
Sector suroeste
La concentración de figurillas cerámicas en el sector suroeste del centro de barrio
es menor y, de acuerdo con la prueba de autocorrelación local realizada, es una zona
que muestra menor dependencia espacial entre los materiales (Fonseca 2008). Ade-
más de la diferencia en el grado de concentración y cantidad, en esta zona se locali-
zaron ciertos tipos de figurillas que podrían comunicar la ocupación del espacio por
un grupo social distinto o la realización de otras actividades en esta zona.
El sector suroeste presentó secuencias constructivas de las fases Xolalpan,
Xolalpan tardío y Metepec. Las discrepancias más grandes entre tipos de figurillas
no se identificaron cronológicamente sino entre cuartos. Al igual que otros secto-
res, las figurillas más recurrentes fueron las “articuladas”, seguidas por las del tipo
“retrato”; a diferencia de otros sectores, en éste las proporciones de esas figurillas
tan comunes son bajas e inclusive hay espacios en los que no se identificaron.
En los rellenos de Teopancazco, además de figurillas, se han detectado hue-
sos de origen animal y humano “esparcidos”, principalmente, en el patio central
(Manzanilla 2012b). Es posible que los huesos “esparcidos” también formaran
parte del ritual de desmembramiento al que hemos venido haciendo referencia
pues, a reserva de obtener correlaciones entre huesos y figurillas, detectamos el
fenómeno inverso en el cuarto 19 durante su ocupación en la fase Xolalpan.
El C19 es un patio con bajadas de agua y apisonados de tierra (Manzanilla
2012a) que durante la fase constructiva correspondiente al periodo Xolalpan contu-
vo caritas y cuerpos pero ni un solo fragmento de pierna o brazo cerámico; tampoco
se encontraron huesos dispersos (Manzanilla 2012b). Este fenómeno comprueba
que la segmentación de las figurillas no es accidental, que no se trata simplemente
de material de relleno disperso aleatoriamente, y que huesos y extremidades de
328
8. Disección del componente social de Teopancazco...
329
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
30
Contrario a lo que se esperaba, en el sector norte únicamente se halló una figurilla de este tipo
en el cuarto 154A (AA139), también vestida con una túnica y un medallón central.
31
De acuerdo con Valdez, el elemento trilobulado podría ser el grafema a través del cual se
caracterizó a los ofrendantes de Teopancazco (2012).
32
Valdez considera que en el escudo de la figurilla cerámica pudo indicarse la jerarquía militar o
la casta militar adscrita al centro de barrio (2012).
330
8. Disección del componente social de Teopancazco...
triangular y un mechón de plumas, así como una placa bucal, aplicaciones circu-
lares en los pies y orejeras tubulares (Riego 2005), muy similar a la imagen de un
sacerdote que aparece en un vaso trípode con motivos relacionados con el agua,
analizado por Von Winning (1987).
Las únicas dos figurillas, asociadas a aditamentos desmontables y con esa
clase de accesorios encontradas en Teopancazco, fueron las “acompañantes” del
entierro 4. Definitivamente se trata de un caso excepcional porque, además, la pre-
sencia de figurillas exclusivamente en entierros infantiles es escasa y normalmente
contienen ofrendas menos elaboradas (Storey y Widmer 1999), lo que sugiere que
se trata de un niño que recibió un tratamiento especial no por los logros alcanza-
dos en vida sino por la familia o grupo al que estaba adscrito, que de acuerdo con
la presencia de las figurillas cerámicas hace alusión a guerreros o sacerdotes.
A un metro al sur del entierro infantil 4 se identificó otro entierro correspon-
diente a la fase Xolalpan tardío-Metepec (En 1 AA4) compuesto por dos esque-
letos incompletos, personas locales sin contexto de migración (Schaaf et al. 2012).
El individuo 1A es un adolescente de 10 a 15 años de edad y el individuo 1B, un
juvenil. El entierro parcial estaba asociado a una gran cantidad de cerámica, lítica,
hueso de animal, pizarra, mica, un proyectil de cerbatana, un tejo, un pulidor, un
candelero y una navajilla prismática (Manzanilla 2012b). Con respecto a las figu-
rillas cerámicas, sólo se pudo identificar una carita del tipo “banda ancha”; el resto
eran extremidades (brazo y pierna) cuyo tipo no pudo ser definido, pero por el tipo
de entierro y material asociado se asemeja a los contextos en que han aparecido las
figurillas tipo “articuladas”.
Durante la fase Xolalpan tardío-Metepec se realizó el entierro (En 2 AA14)
de un adulto medio, femenino, de procedencia local de acuerdo con su firma iso-
tópica (Schaaf et al. 2012). La posición anatómica con que fue enterrado y la
combinación de figurillas que lo acompañaban denotan un ritual diferente al del
desmembramiento. Esta mujer se encontró en posición sedente con sus extremi-
dades flexionadas, el brazo derecho debajo del izquierdo descansando sobre la
región pélvica, y su pierna derecha debajo de la izquierda. Las figurillas cerámicas
destacan porque fue el único caso en que la sección de la figurilla que predomina
es de cuerpo, de los tipos denominados “atadas”, “femeninas vestidas” y dios gordo.
Como señalamos líneas arriba, el mal llamado dios gordo es el símbolo de un gru-
po a cargo de un ritual doméstico muy probablemente relacionado con la muerte
(Von Winning 1987; Goldsmith 2000; Scott 2001).
Además de los casos antes descritos, en el sector suroeste se observó la pre-
sencia de otras figurillas que pudieran darnos indicios de la población que ocupaba
esta zona. Dentro de los tocados clasificados como femeninos, aunque en menor
proporción con respecto al resto del centro de barrio, se identificaron tocados “ban-
331
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Tabla 8.7. Cuadro comparativo de tipos de tocados localizados entre el sector norte y el
suroeste de Teopancazco
SUBTIPOS * Sector
Tocados
Sector
Total
Norte Suroeste
Anillos en la frente 1 0 1
Antropomorfizada a
1 0 1
Banda ancha 14 4 18
¿Banda ancha? 1 0 1
Banda con fleco 2 1 3
Cabezas puntiagudas 1 1 2
Casco forma de ave 0 1 1
Casquete simple 1 0 1
Con pelo 0 1 1
Femeninas vestidas b
2 0 2
Foráneasc 1 0 1
Mohawk 0 1 1
No identificada 3 2 5
Panel inciso 2 3 5
Subtipos Panel inciso con bandas
2 0 2
ondulantes
Paradas cilíndricasd 0 2 2
Semicónicas e
0 2 2
¿Tláloc?f
1 0 1
Tocado de mariposa 2 2 4
Tocado de plumas (penacho) 1 3 4
Tocado dual 1 1 2
Tocado escalonado o cascada 2 0 2
Tocado segmentado 1 2 3
Turbante de algodón 2 1 3
Turbante simple 3 1 4
Turbante simple con dos
3 0 3
bandas
Turbante simple con tres
1 0 1
bandas
332
8. Disección del componente social de Teopancazco...
Turbante trenzado 0 1 1
Subtipos Viejitosg
1 0 1
Xipeh 2 1 3
Total 51 30 81
a. Figurilla semicompleta con un tocado de dos bandas horizontales superpuestas.
b. Figurillas semicompletas; una con tocado tipo “banda ancha” y otra con dos bandas horizontales
superpuestas con una aplicación circular (roseta).
c. Figurilla con tocado de “panel circular” que surge de la parte posterior de la cabeza.
d. Figurillas completas: una presenta una banda que envuelve la cabeza con mechón de plumas que
cuelga hacia el lado derecho y otra tiene un tocado removible de panel con bandas ondulantes y
aplicación al centro.
e. Figurillas semicompletas: una con tocado de casco cubierto por bandas verticales divididas en
segmentos cuadrados del cual sobresale una especie de penacho; la segunda con un tocado con
rasgos de jaguar o felino.
f. Figurilla fragmentada de la cual sólo se observa una anteojera, una orejera circular y el extremo
izquierdo de un tocado de dos bandas horizontales superpuestas.
g. Figurilla con tocado de dos bandas horizontales superpuestas.
h. Figurillas con tocado de bandas alrededor de la cabeza.
Acerca de los tocados femeninos hallados en esta zona, pudieron ser cabe-
zas unidas a cuerpos de figurillas “femeninas vestidas” o “articuladas”, en cuyo caso
podrían ser parte del mismo ritual de desmembramiento antes referido. Con res-
pecto a las cabezas clasificadas como masculinas, Séjourné consideraba que éstas
podrían estar relacionadas con la forma en que los guerreros mexicas acostumbra-
ban trasquilarse el cabello dejándose mechones muy largos (1966). No existen más
argumentos o evidencia para considerar que este tipo de figurillas representen a
guerreros o militares; por ahora, sólo podemos señalar que hacen alusión a un grupo
de individuos con un consenso en la forma de utilizar el cabello o plumas siempre
hacia el lado izquierdo, además de la forma tan peculiar de representar la forma de
la cabeza que podría referir a casos de deformación craneana (Angulo 1996).
Ahora bien, sea el que fuere su oficio, únicamente se contabilizaron ocho
cabezas en todo el centro de barrio: dos de ellas en el patio central, lo cual es com-
prensible si pensamos que todos los grupos están representados en ese espacio;
una en el área de cocinas, que explicaremos más adelante, y las cinco restantes
distribuidas tanto en el sector norte como en el suroeste, donde se considera que
se ubicaban las áreas residenciales de la élite intermedia dirigente del centro de
barrio en tiempos Xolalpan (Manzanilla 2009).
El sector suroeste se asemeja al sector norte por la presencia de tocados ela-
borados como: “tocado de mariposa”, “tocado de plumas”, “tocado dual”, “tocado
segmentado”, “turbante de algodón” y “turbante simple” (ver figura 8.2). Los tur-
bantes simples pero con dos y tres bandas se localizaron solamente en el sector
norte, y el “turbante trenzado”, sólo en el sector suroeste. Con respecto a los to-
cados típicamente femeninos, “banda ancha”, “panel inciso” y “panel inciso con
333
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
33
En la tabla se presentan los tipos cerámicos de acuerdo con el tocado que portan, principalmente
porque se trata de caritas que se encontraron disociadas de sus cuerpos. Se agrega una nota
aclaratoria en los casos en que los tipos cerámicos podrían tener diferentes tocados (como en el caso
del tipo “viejitos”) o para las piezas semicompletas o completas que se clasificaron por la forma del
cuerpo o vestimenta pero que conservaban sus cabezas y éstas tenían tocados. Para una descripción
detallada de cada tipo cerámico, consultar Fonseca (2008).
334
8. Disección del componente social de Teopancazco...
34
Manzanilla considera que los administradores del centro de barrio, que en tiempos Tlamimilolpa
ocuparon el sector norte, vivieron en el sector suroeste cuando ocurrió el gran incendio de
Teotihuacan en la época Xolalpan tardío (2012a).
335
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Las coincidencias entre los sectores se extienden también a las figurillas zoo-
morfas. Once ejemplares en cada espacio, misma cantidad de “aves” y proporciones
semejantes entre el resto de las especies representadas (ver tabla 8.9).
Cocinas y almacenes
Al norte del centro de barrio se localiza una serie de cuartos cuya función parece
estar relacionada con la preparación de alimentos y el almacenamiento de diversos
productos (Manzanilla2009, 2012a). En contra de lo esperado, la distribución de
336
8. Disección del componente social de Teopancazco...
35
El “tocado con borlas” se caracteriza por la presencia de tres borlas de plumas adheridas a
un marco rectangular (Goldsmith 2000); es más elaborado y se ha asociado con los dignatarios
teotihuacanos que viajaban a distintas regiones de Mesoamérica, acompañando a las caravanas de
bienes suntuarios (Manzanilla 2012a); así como con el gobierno y administración de la gran urbe
(Cowgill 1992; Valdez 2012). En cambio, el tocado denominado “con borlas” refiere a cabezas con
fleco y dos mechones o borlas de plumas que cuelgan de dos medios anillos (Goldsmith 2000;
Riego 2005).
337
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
338
8. Disección del componente social de Teopancazco...
Sector noreste
Durante la fase Metepec se agregó una serie de cuartos, delimitados por muros
con piedras pequeñas, al noreste del centro de barrio (Manzanilla 2012a). En este
“nuevo desarrollo arquitectónico”, la cantidad y la diversidad de figurillas cerámi-
cas son limitadas.
Parece poco probable que el patrón de figurillas desmembradas como parte
de un ritual simbólico hubiera tenido lugar en este sector en la fase Metepec. Úni-
camente se localizaron dos cuerpos y dos piernas de figurilla “articulada”, aunque
61.3% de los materiales recolectados eran extremidades –mano, pie, pierna, brazo–
de tipos no identificados.
Del resto de los tipos cerámicos que sí pudieron ser identificados destaca la
presencia de un “tocado de mariposa” localizado en el cuarto 56 (ver figura 8.2).
Como hemos mencionado, este tipo de representación está asociada con la deidad
tutelar o símbolo del grupo de embajadores y mercaderes del centro de barrio. La
ausencia de asociaciones con otros elementos nos impide proponer interpretacio-
nes acerca del uso/función específico de esa figurilla en el sector; sin embargo, esas
mismas ausencias podrían darnos algunos indicios de la población que no se ve
reflejada en estos espacios, como son la elite intermedia representada en los tipos
“banda ancha”, “femeninas vestidas” y los cuerpos con diferentes tipos de taparra-
bos y quechquémitl. Asimismo, tampoco se registraron representaciones zoomor-
fas, como sí se observaron en el resto de los sectores analizados.
Conclusiones
339
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Tabla 8.10. Cuadro comparativo de tipos de entierros con figurillas cerámicas en Teopancazco
Entierro * Sector * Ritual
Número de figurillas por Sector
Sastrería
Tipo de Ritual Total
Suroeste
Cocinas
Templo
Templo
Noreste
noreste
central
Ritual
Norte
Patio
norte
este
105, 106 y
5 5
108
116 5 5
13 2 2
14 12 12
Entierro
Articuladas 23 11 11
5 1 1
64, 78, 87A
14 14
y 87B
8 y 10 11 11
Total 6 11 5 28 11 61
113 5 5
Entierro 4 10 10
Infante
Total 10 10
340
8. Disección del componente social de Teopancazco...
341
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
36
En las figurillas cerámicas, el “tocado de felino” está presente pero no es un tipo de tocado
común (únicamente se identificaron dos ejemplares). Es posible que fuese un signo que unificara
al grupo de personajes representados en los murales de Teopancazco (Valdez 2012), pero no es un
fenómeno que se haya reproducido en las figurillas cerámicas.
342
8. Disección del componente social de Teopancazco...
343
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
de barrio fue de tal importancia que merecieron ser también perpetuados, y que
con el resto de las imágenes reproducen la esencia de Teopancazco, un centro de
barrio multicultural.
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8. Disección del componente social de Teopancazco...
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Posiblemente sea una aplicación de incensario y no una figurilla cerámica, pues no se localizaron
otras figurillas de este tipo en el centro de barrio, y la carita clasificada como Tláloc estaba asociada
a fragmentos de cerámica de incensario mezclados con cerámica no cocida (Manzanilla 2005).
351
9. In tlilli in tlapalli: la estratigrafía rojo-negro en una
ofrenda ritual del centro de barrio de Teopancazco
Ángela Ejarque Gallardo, Ma. Luisa Vázquez de Ágredos Pascual
y Linda R. Manzanilla
Introducción
353
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
con el estado teotihuacano y con el dios de las tormentas, sugiere estatus social alto
para los individuos que allí fueron enterrados (Manzanilla 2012a: 35; Rosales y
Manzanilla 2011; Manzanilla et al. 2017; Vázquez de Ágredos et al. 2012: 217).
Por su parte, otros entierros de Teopancazco y de otros barrios urbanos, en
concreto La Ventilla y el Barrio Oaxaqueño, también cuentan con un amplio re-
gistro de restos óseos que fueron revestidos con color, preferentemente rojo, pero
también otros como negro o blanco (Gazzola 2000; Ejarque 2017). El hecho de
que la práctica de tratar el cuerpo humano deceso mediante revestimientos de
color estuviese extendido en Teotihuacan, unido al carácter multiétnico que tuvo
la urbe desde sus orígenes, convierte a las materias colorantes que se utilizaron con
este fin en una vía de estudio de gran importancia para identificar posibles dife-
rencias técnico-materiales en estas materias primas y recubrimientos, vinculantes
a grupos étnicos concretos. Esta contribución reúne resultados interesantes en el
triángulo color, cultura e identidad en Teopancazco.
Los tres cráneos objeto de estudio denominados como entierro 47, entierro 65 y
entierro 67, pertenecen a un contexto arqueológico y temporal muy concreto, ya
que fueron hallados junto con otros catorce cráneos en la fosa principal (AA142-
144) del cuarto C162F, localizado en la porción noreste del centro de barrio de
Teopancazco (Manzanilla 2012a). Este contexto fue interpretado y considerado
como parte de un ritual o entierro masivo de cráneos ubicado temporalmente
hacia el 350 d.C., justo en el momento de transición entre las fases Tlamimilolpa
y Xolalpan. La mayoría de los cráneos en cuestión estaban cubiertos con polvo de
pigmento rojo y la forma en que fueron inhumados dentro de la fosa sólo tiene un
referente preclásico en Cerro de Las Mesas, Veracruz (Manzanilla 2012a), como
veremos más adelante.
Para estas mismas fechas se conocen diversos rituales de terminación en
Teopancazco, como son la ruptura intencional de vasijas y la decapitación inten-
cional de veintinueve individuos, veintisiete masculinos, en su mayoría cubiertos
con polvo de cinabrio y tapados con un cajete (Manzanilla 2012a, 2012b: 454).
Algunos, además, se acompañaron con polen de maíz. Debajo de nueve de esos
individuos, se hallaron restos de un templo destruido que abajo contuvo distintas
fosas que contenían entierros importantes, entre ellos el 105-108, que se mencio-
nó anteriormente.
La decapitación como parte de rituales de terminación ha sido asociada a
un periodo de crisis y cambio demográfico en Teotihuacan, que convirtió a Teo-
354
9. in tlilli in tlapalli: la estratigrafía rojo-negro...
355
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Objetivos y metodología
356
9. in tlilli in tlapalli: la estratigrafía rojo-negro...
357
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
da concreta, pero los materiales hallados en los distintos niveles de la fosa hacen
pensar en una ofrenda conjunta con presencia de navajillas de obsidiana, cara-
coles, aplicaciones, candeleros y navajillas prismáticas, todo ello en el interior de
distintas vasijas cerámicas. Varios de los individuos compartían pigmento rojo, en
concreto los que fueron inhumados en los entierros 50, 53, 66, 69, 70, 81, 82, 83,
93 y 94 (Manzanilla 2012b), si bien en este estudio sólo se seleccionaron aquellos
que podían ser muestreados sin poner en riesgo el soporte inferior por su frágil
estado de conservación.
Entierro 47
Se trata de un cráneo perteneciente a un individuo adulto de sexo masculino que
presentaba caries, atrición dental marcada, y fue depositado dentro de una cazuela
Anaranjado San Martín (RT 11292), que se halló tapada con un cajete pulido
(RT 11288) (Manzanilla 2012b). Conservaba las cuatro primeras vértebras y con-
tenía pigmento rojo, observable a simple vista en diversos fragmentos, aunque a
partir de la toma de muestras (T3-AI/E47, T3-AII/E47, T3-AIII/E47) se pudo
observar que, además del rojo, también había restos de pigmento negro, localizado
sobre la superficie ósea en pequeñas concentraciones de polvo.
Figura 9.2. Imagen LM de la muestra T3-AI/E47. Se observa pigmento rojo y negro sobre
fragmentos óseos y pigmento rojo cubierto con una capa semitranslúcida solidificada.
358
9. in tlilli in tlapalli: la estratigrafía rojo-negro...
Entierro 65
Se trata de un cráneo perteneciente a un individuo adulto de entre 25 y 30 años de
sexo masculino, que se encontraba en mal estado de conservación, y que iba acom-
pañado de una mandíbula que pertenecía a otro individuo adulto de entre 40 y 45
años, también varón. El cráneo estaba orientado a 90 grados, presentaba pigmento
rojo en superficie, conservaba las tres primeras vértebras cervicales fragmentadas
(RT 11635) y fue depositado dentro de una cazuela de tipo Anaranjado San Mar-
tín (RT 11637) cubierta con un tapaplato Mate Burdo (RT 11636) (Manzanilla
2012b). El color rojo que cubría el cráneo estaba presente en casi todos los frag-
mentos conservados e igual que en el caso anterior, estaba acompañado de restos
de pigmento negro-grisáceo, cuyo brillo y tonalidad recordaron a los característi-
cos del grafito (figura 9.4).
Figura 9.3. Fragmento de hueso del entierro 65 con color negro de tonalidad grisácea y
brillante en superficie.
359
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Entierro 67
Se trata de un cráneo de individuo adulto de sexo masculino, orientado a 120 gra-
dos, que de la misma manera que sus compañeros, fue depositado dentro de una
cazuela tapada, de tipo Anaranjado San Martín (RT11930) (Manzanilla 2012b).
A simple vista, casi toda la superficie del cráneo estaba cubierta con pigmento
rojo y en un estado de conservación frágil, por lo que las muestras (T1-AI/E67,
T1-AII/E67) se tomaron de fragmentos pequeños y respetuosos con la superficie.
Un examen más preciso por el microscopio óptico permitió identificar también
presencia de color negro adherido al hueso en forma de pequeñas manchas circu-
lares (figuras 9.5 y 9.6).
360
9. in tlilli in tlapalli: la estratigrafía rojo-negro...
Figura 9.5. Fragmento de cráneo del entierro 67 con restos de color rojo
y manchas negras en superficie.
Resultados y discusión
Los análisis por SEM-EDX identificaron diferencias entre los rojos. El prime-
ro de ellos (Rojo I) se preparó mezclando cinabrio (HgS) y una tierra roja no
361
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
identificada (figuras 9.7 a-b), y sólo está presente en las muestras del entierro 47.
(T3-AI/E47). Por su parte, la muestra del entierro 67 (muestra T1-AII/E67) está
compuesta por una tierra roja (Rojo II) que contenía titanio (Ti), lo que unido
al hierro (Fe) le confirió ese matiz anaranjado que la diferencia de las otras dos
(figuras 9.8 a-b).
362
9. in tlilli in tlapalli: la estratigrafía rojo-negro...
Figura 9.8a. Imagen LM del pigmento rojo de la muestra T1-AII/E67 (entierro 67)
que presenta granulometría muy fina y matiz brillante.
363
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Figura 9.8b. Espectro SEM/EDX de la muestra T1-AII/E67, tomada del entierro 67.
UVEG
Figura 9.9a. Imagen al SEM del grano de manganeso de la muestra T3-AII/E47. UVEG
364
9. in tlilli in tlapalli: la estratigrafía rojo-negro...
365
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Figura 9.10b. Espectro EDX de la muestra T2-AII/E65, tomada del entierro 65.
T2-AI/E65 Rojo * -
Negro de tonalidad
T2-AII/E65 * Pb, S
65 (cráneo) plateada
Negro de tonalidad
T2-AIII/E65 * -
plateada
Cronología: transición entre Tlamimilolpa y Xolalpan Preparación:
(350 d.C.) pigmento de galena
Figura 9.11. Tabla resumen de las muestras estudiadas de Teopancazco y los resultados obtenidos con las
técnicas de análisis (SEM/EDS).
366
9. in tlilli in tlapalli: la estratigrafía rojo-negro...
Estos resultados han sacado a relucir nuevos colores y nuevos materiales des-
conocidos hasta el momento en este tipo de contextos rituales en Teopancazco.
Nos referimos a los negros de manganeso y de galena que han sido descritos, y
al rojo que fue elaborado a partir de una mezcla de cinabrio y tierra roja. Previa-
mente a este hallazgo sólo se había identificado cinabrio en otro cráneo de la fosa
AA142-144, siendo la técnica utilizada para ello la activación neutrónica (NAA)
(comunicación personal, Manzanilla 2017). Se confirma, por tanto, el uso de cina-
brio como material recurrente para cubrir los cráneos de Teopancazco, en ocasio-
nes mezclado con tierras rojas. Asimismo, y como resultado más importante, otro
color, el negro, también tuvo protagonismo en el tratamiento póstumo del cuerpo
humano en Teopancazco, al estar presente en los tres cráneos estudiados. El exa-
men de las muestras al microscopio óptico señala, a su vez, que ambos colores se
aplicaron a la vez, ya sea en estratigrafía (entierros 47 y 67) o de manera alterna en
la superficie ósea. Aunque por los restos cromáticos conservados es difícil inferir
si hubo preferencia por uno u otro color en cada uno de los casos estudiados, en
el cráneo del entierro 65 los restos de negro sí parecen ser más abundantes, lo que
sugiere elecciones concretas sujetas a diversos aspectos estilísticos, simbólicos y de
tipo conservativo, pues el uso del cinabrio, por ejemplo, favorecería el aislamiento
y la preservación de los cráneos de ataques microbiológicos de diversa índole (Ávi-
la et al. 2014; Cervini et al. 2013; Tiesler y Cucina 2010).
Entrando a una dimensión más simbólica de los resultados obtenidos, es
importente el hecho de que el color fuera aplicado sobre los cráneos y no sobre las
cabezas u otras partes del cuerpo que todavía conservaran tejidos blandos. Esto
guarda relación con el significado que tuvo este ritual para los individuos que
participaron en él, que en Teotihuacan precedió a rituales posteriores y semejan-
tes, entre ellos los evocados a través del tzompantli posclásico o la ofrenda 141 de
Templo Mayor, en la que fueron hallados 7 cráneos humanos, algunos de ellos con
perforaciones. Sin embargo, su estudio y restitución cromática indicaron que estos
cráneos no fueron depositados en la caja de ofrenda como cabezas cercenadas de
víctimas sacrificiales, sino como imágenes de culto a las que se confirió un carácter
divino a través del recubrimiento cromático. Tres de los cráneos fueron pintados
de negro, otros tres fueron recubiertos con negro en la parte superior y azul en la
inferior, estructura cromática que podría vincularse con Mictlantecuhtli, señor de
los muertos, y el séptimo cráneo –perteneciente a un individuo femenino– fue
pintado con una capa de azul en el área facial, sobre la que se aplicó pigmento rojo,
que fue superficie a su vez, de dos círculos azules, colores y atributos que podrían
vincularlo con Cihuacóatl, diosa guerrera y protectora de las mujeres que morían al
dar a luz (López Luján et al. 2016: 108 M).
367
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Conclusiones
368
9. in tlilli in tlapalli: la estratigrafía rojo-negro...
sobre las prácticas funerarias que fueron utilizadas en este centro de barrio teotihua-
cano, cuyo carácter multiétnico ha sido avalado por múltiples estudios precedentes.
No sólo eso, sino que el estudio ha dado la posibilidad de analizar estos cráneos
pintados en correlación con sus predecesores del Preclásico y los aztecas de Templo
Mayor, identificando un continuum con sesgos culturales de interés, pues permiten
dar identidad a estas prácticas en cada uno de sus contextos de origen.
La presencia de pigmentos negros como la galena y el manganeso entre los
rojos férricos y mercuriales que recubrieron estos cráneos confirman que el trata-
miento póstumo del cuerpo humano y de los huesos incluyó el uso de una gama
cromática que fue más allá del rojo, con fuertes implicaciones simbólicas, como la
estratigráfica negra-roja que ha sido posible analizar en esta investigación.
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10. Los sectores artesanales de Teopancazco
Linda R. Manzanilla
Introducción
La ciudad de Teotihuacan tuvo varias escalas a las que se dio el trabajo artesanal
(Manzanilla 2006a): algunas actividades se hicieron en el seno de los conjuntos
multifamiliares de apartamentos (Manzanilla 1996); otras (muchas) se llevaban a
cabo en la periferia de la ciudad, donde la mayor parte de la producción alfarera
(intensa en el sur) y la de talla de obsidiana (intensa en el noreste) están evidencia-
das; unas muy especializadas, relativas a elementos de identidad de las élites inter-
medias, se hacían en los centros de barrio, bajo la estricta supervisión de los nobles
administradores, y en manos de artesanos muchas veces foráneos (Manzanilla et
al. 2011; Manzanilla 2006b, 2009, 2012, 2015); y, por último, otras más se llevaban
a cabo por artesanos adscritos a las estructuras palaciegas de la élite gobernante
(Manzanilla et al. 2017; Rosales de la Rosa y Manzanilla 2011).
A continuación, hablaremos de la producción artesanal de Teopancazco, el
centro de barrio multiétnico del sureste de Teotihuacan que excavé de manera
extensiva de 1997 a 2005.
373
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Figura 10.1. Flujo de materiales y similitudes entre los distintos espacios de “la sastrería” de
Teopancazco (tomado de Manzanilla et al. 2011, figura 7).
374
10. los sectores artesanales de teopancazco
pinzas de cangrejos que pudieron formar parte de los trajes, además de múltiples
ejemplares de peces de las lagunas costeras (huachinango, pez bobo, jurel, pez loro,
robalo, mojarra común y plateada, tiburón, ronco), que fueron consumidos y/o
cuyos huesos los adornaron (Rodríguez Galicia 2006, 2010; Manzanilla [ed.]-Va-
ladez [coord.] 2017).
375
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Decoración de cerámica
376
10. los sectores artesanales de teopancazco
En el mural principal de Teopancazco (véase figura 3.2), se observa una red sobre
el altar del conjunto. Tenemos evidencias de dos lanzaderas para elaborar dichas
redes (Pérez Roldán 2013), halladas ambas en el C262B (figura 10.4); una fue
hecha sobre hueso largo humano y la otra, sobre hueso largo de liebre.
Figura 10.4. Lanzadera para la elaboración de redes, hallada en C262B (foto de Rafael
377
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Figura 10.5. Instrumental para la manufactura de cestos y esteras, hallado en C61 y C18
(fotos de Rafael Reyes).
378
10. los sectores artesanales de teopancazco
Lapidaria
Los estudios tecnológicos de Melgar Tísoc et al. (2012) de los objetos lapida-
rios de Teopancazco permitieron la identificación de dos estilos tecnológicos: uno
teotihuacano para el trabajo de la pizarra, el travertino y la pirita, que incluyó el
desgaste con lajas de andesita, pulido con nódulos de pedernal, bruñido con piel e
incisiones con lascas de pedernal; el segundo, de origen maya, está vinculado a los
objetos de piedras verdes como la jadeíta, material en el que se usaron desgastes
con caliza y pulidos con jadeíta. En el capítulo 19 de este volumen se ampliará la
discusión de las materias primas utilizadas en la lapidaria.
Las figurillas Mezcala en pizarra halladas en el centro de barrio (figuras 10.7 y
10.8) tienen las proporciones de elaboración teotihuacana (Melgar Tísoc et al. 2012).
379
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Concha trabajada
En el capítulo 20 de este volumen hablaremos con más detalle acerca del uso de
los diversos materiales en concha hallados en Teopancazco. Solamente diremos,
siguiendo lo planteado por Velázquez Castro et al. (2012), que una tercera parte
de los objetos de concha tienen evidencias de trabajo, por lo que, según Velázquez
Castro et al., una parte se pudo haber hecho localmente.
A nivel tecnológico se detectaron desgastes con riolita, basalto, andesita y
arenisca; pulido con nódulos de pedernal y cortes con obsidiana (Velázquez Cas-
tro et al. 2012).
380
10. los sectores artesanales de teopancazco
Elaboración de estucos
Comentarios finales
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11. color y cultura en teotihuacan...
Introducción
El estudio de los colores hallados en contextos arqueológicos es una vía para am-
pliar el conocimiento de las sociedades del pasado. Distintos laboratorios de aná-
lisis físico-químico de obra de arte y equipos de investigación multidisciplinar,
radicados en su mayoría en Francia, Inglaterra, Italia, España, los Países Bajos,
los Estados Unidos y México, han transmitido en los últimos años la importancia
que tiene el estudio interdisciplinar y holístico del color como vía para el conoci-
miento de la cultura. Esto se debe al caudal de información que la materialidad
del color aporta en muchos y muy distintos niveles, que abarcan desde cuestiones
socio-culturales muy plurales, hasta otras de tipo político y económico, sin olvidar
las históricas que son intrínsecas a la obtención, proceso de manufactura y uso de
estos materiales en su contexto de origen.
De ahí los congresos especializados que han surgido y se han consolidado
en las últimas décadas sobre estos temas, como el anual Dyes in History and Ar-
chaeology, que aglutina interesantes aportaciones al respecto. Esto explica que los
laboratorios de conservación de los museos más prestigiosos del mundo integren
líneas concretas de investigación centradas en el estudio físico-químico del color,
lo que, llevado al terreno de las antiguas civilizaciones, ofrece datos de gran valor
sobre la cultura y la sociedad de pertenencia.
¿Cuáles fueron los yacimientos de origen de los minerales que se emplearon
para la manufactura de pigmentos?, ¿cuáles fueron las fuentes que proporcionaron
las sustancias orgánicas necesarias para pintar, como colorantes o aglutinantes?,
¿fueron esas fuentes locales, o por el contrario se ubicaron en otros territorios?
En este último caso, ¿las materias primas recorrieron una corta, media o larga
distancia hasta su lugar de destino?, ¿se desplazaron a través de qué rutas de in-
tercambio y enclaves comerciales?, ¿quiénes se encargaron de transportarlas por
esas vías terrestres o fluviales? Y, finalmente, ¿su intercambio se enmarcó en flujos
de mercancías básicas o de bienes de lujo? Estas y otras preguntas de idéntica en-
vergadura en los estudios culturales de toda sociedad pretérita y actual se pueden
387
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
plantear por medio del análisis físico-químico del color. Este es el marco de los
resultados que se han reunido en este texto, cuya síntesis arroja nueva información
sobre la historia del color en Teotihuacan, con proyecciones hacia otras épocas y
culturas de la antigua Mesoamérica.
El color cobró un gran protagonismo en las artes y la vida cotidiana del barrio
multiétnico de Teopancazco (Manzanilla [ed.] 2012, 2017; Manzanilla [ed.]-Va-
ladez [coord.] 2017), cuyo origen se remonta a la fase Miccaotli (150-250 d.C.),
y su principal desarrollo, a las fases Tlamimlolpa (200-350 d.C.) y Xolalpan (350-
550 d.C.), tras las cuales entra en un periodo de decadencia (550-650 d.C.) que
coincide con el que experimenta Teotihuacan en esta misma fase, conocida como
Metepec (Manzanilla 2009; Beramendi et al. 2012).
De la época de esplendor de este centro de barrio proceden las mejores, aun-
que no únicas, evidencias sobre el alto desarrollo que alcanzaron las artes del color
en Teopancazco, que hicieron de la arquitectura (véase figura 6.3), la cerámica
(véase figura 3.11) y el cuerpo humano sus principales soportes expresivos, junto
con el escultórico. En cualquiera de estas superficies el color fungió como una
segunda piel que sirvió para embellecer y dotar a la primera capa de significados
culturales a través de su concreta materialidad y de los motivos iconográficos que
fueron diseñados y pintados con la ayuda de materias colorantes muy distintas.
Además, el color sirvió también para aportar al soporte otra clase de propiedades
que trascendieron las estéticas y simbólicas que han sido mencionadas. Entre ellas,
y en cualquiera de estos soportes, las de tipo conservativo que, por ejemplo, ga-
rantizaba el carbonato de calcio que se empleó como principal componente en las
bases de preparación de la pintura mural teotihuacana, debido a sus propiedades
antimicrobianas y fungicidas.
Aunque los materiales que utilizaron los pintores teotihuacanos se corres-
ponden en muchos casos con los que se han identificado en la pintura de esas
otras civilizaciones de Mesoamérica, lo cierto es que Teotihuacan supo trabajarlos
con un sello de identidad muy distintivo. El uso de la técnica del fresco (Magaloni
1998: 94), por ejemplo, distingue la ejecución de su pintura mural de la que se
realizó con técnicas en seco en otras culturas que también emplearon el carbonato
de calcio como principal componente de estucos y bases de preparación recepto-
ras del color, como es el caso de la civilización maya (Magaloni 1996; Vázquez de
Ágredos 2010; Vázquez de Ágredos et al. 2014a, 2014b). Asimismo, la elección
de determinadas cargas en estos sustratos calcáreos, como las esquirlas de vidrio
388
11. color y cultura en teotihuacan...
Figura 11.1. Detalle los seres humanos que llegaron al Tlalocan después de su muerte
por ahogamiento, Tepantitla, Teotihuacan. Archivo del proyecto “La pintura mural
prehispánica en México”, Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM. (Fotografía de
María de Jesús Chávez Callejas y Carlos Martínez, 2016.
389
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
390
11. color y cultura en teotihuacan...
historia de la tecnología del color en las antiguas culturas fue paralela a la historia
de su propia y progresiva complejidad como civilizaciones, lo que en grandes me-
trópolis como Teotihuacan ofrece un perfecto campo de análisis de ese binomio
color y cultura.
Figura 11.2. Detalle mural del Preclásico tardío hallado en la Estructura Sub-1 de Las
Pinturas en San Bartolo (Departamento de Petén, Guatemala).
Figura 11.3. El friso de las ocas de Meidum, Mastaba de Nefermaat y Atet, IV Dinastía en
Egipto antiguo.
391
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
392
11. color y cultura en teotihuacan...
Muestras y contextos
Las muestras consideradas en este estudio son de tres tipos: tres discos de color
(tabla 11.1), siete restos de materia colorante sobre revestimientos arquitectónicos
de estuco (tabla 11.2), y todos los pigmentos corporales reunidos hasta la fecha
en Teopancazco, lo que suma un total de 50: uno negro, seis negros-grisáceos, dos
blancos, 28 rojizos, un anaranjado y 12 amarillos (tabla 11.3).
393
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
394
11. color y cultura en teotihuacan...
Resultados y discusión
Se trata de tres minerales compuestos a base de hierro, que antes de ser utili-
zados en soporte cerámico, mural o corporal se manipularon con frecuencia con el
395
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
objetivo de optimizar sus propiedades. Sin embargo, estos discos de color hallados
en las excavaciones de Teopancazco no presentan signos de haber sido procesados.
En otras palabras, se trata de pigmentos en bruto. Su composición responde a la
de toda hematita, tierra roja o jarosita tal como se gesta y se obtiene en su cantera
de origen, de ahí que los espectros y cuantitativos por SEM-EDX identifiquen
otros componentes contaminantes, en todos los casos procedentes del entorno
geológico de procedencia (figuras 11.6 a-f).
Figuras 11.6 a-f. (a-b) Imagen SEM y espectro al EDX del disco de hematita; (c-d)
imagen SEM y espectro al EDX del disco de tierra roja, y (e-f ) imagen SEM y espectro al
EDX del disco de jarosita.
Pero no sólo las impurezas nos obligan a hablar en estas muestras de pig-
mentos en bruto; también el hecho de no haber detectado en ellas indicios de que
hayan sido sometidas a otros procesos que, al igual que su respectiva purificación,
habrían servido para modificar algunas de sus propiedades físicas originarias. El
análisis por TEM de estos discos de color excluye, por ejemplo, el empleo de tra-
396
11. color y cultura en teotihuacan...
Casi con toda probabilidad, estos discos de color son la evidencia arqueoló-
gica de los panes de color que se vendían en los tianguis mexicas de principios del
siglo XVI, y en concreto en el puesto que tan bien documentó Fray Bernardino de
Sahagún, y que aquí reproducimos:
El que vende los colores que pone encima de un cesto grande, es de estas propiedades
que cada género de color pónelo en un cestillo encima del grande, y los colores que vende
397
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
son de todo género; los colores secos, y los colores molidos, la grana, amarillo claro, azul
claro, la greda, el cisco de teas, cardenillo, alumbre y el ungüento amarillo que se llama
axin, y el chapopotli mezclado con este ungüento amarillo se llama tzictli y el almagre.
Vende también cosas olorosas como son las especias aromáticas; vende también cosillas
de medicina, como es la cola del animalejo llamado tlaquatzin, y muchas hierbas y raíces
de diversas especies; allende de todo lo dicho, vende también el betún, que es como pez,
y el incienso blanco, y agallas para hacer tinta, y la cebadilla, y panes de azul, y aceche y
margarita (Sahagún 2013: 553).
El cronista habla de panes de azul, haciendo referencia con ello al formato com-
pacto, alargado o redondeado, con el que estas pastillas de color se distribuían y
adquirían en el Viejo Mundo desde la Antigüedad (figura 11.8), idéntico al que
tenía el pan que se consumía con fines alimenticios en ese otro lado del Atlántico,
y que Sahagún debía conocer tan bien al proceder de allí. De hecho, las referencias
a estos panes en el proceso de manufactura de cualquier color fueron frecuentes en
la tratadística medieval y renacentista:
De la naturaleza del blanco de San Juan. Blanco es un color natural, bien que hecho por
artificio, de la siguiente manera: toma cal apagada, bien blanca; ponla pulverizada en un
barreño por espacio de ocho días, cambiándole el agua cada día y removiendo bien la cal
y el agua para que expulse toda impureza. Después haz panecillos pequeños y ponlos al
sol sobre un tejado; cuanto más viejos sean los panes, mejor será el blanco. Si lo quieres
hacer pronto y bueno, cuando los panecillos estén secos tritúralos sobre tu piedra con
agua, vuelve a hacer nuevos panes y ponlos a secar; haz esto dos veces y obtendrás un
blanco perfecto (Cennini 1988: 101-102).
Pero, a diferencia de estos panes, los que encontró Fray Bernardino de Sahagún en
los mercados mexicas eran siempre circulares y aplanados (véase tercera hilera de
la figura 5.16), en clara asociación a la tortilla de maíz que se consumió como pan
en las culturas mesoamericanas, e idénticos a los que han sido hallados en las ex-
cavaciones de Teopancazco, en tamaños que, por lo demás, también recuerdan las
descripciones que realizaron a este respecto los pintores del Viejo Mundo en sus
tratados, pues responden a ese formato pequeño al que aluden las citas anteriores.
398
11. color y cultura en teotihuacan...
Estos panes debieron ser confeccionados antes de ser distribuidos para su venta,
de ahí que se presenten en bruto. En el caso de colores minerales a base de hierro,
como la hematita, la tierra roja y la jarosita que han sido identificadas en los discos
de color de Teopancazco, es muy probable que la manufactura de estas pastillas
se realizara en la misma cantera y en distintos tamaños. Primero se extraería el
material de su yacimiento de origen, que se apelmazaba en forma de disco antes
de ser transportado. Otra alternativa debió ser apelmazarlo en bolas de color de
distintos tamaños, formato en el que también podía ser transportado el color, y del
que también presenta evidencias Teotihuacan, por ejemplo, en el entierro 13 de
Oztoyahualco 15B:N6W3 (véase Manzanilla [ed.] 1993), en el que se halló una
bola de pigmento rojo de medio kilo (figura 11.9).
399
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Figura 11.9. Bola de pigmento rojo de medio kilo hallada en el entierro 13 de Oztoyahualco
15B:N6W3.
Figura 11.10. Restos de las fibras del tejido orgánico que se utilizaron
para envolver el disco de hematita.
400
11. color y cultura en teotihuacan...
Figura 11.11. Restos del tejido orgánico con el que fue envuelta la bola
de color rojo de medio kilo que fue hallada en Oztoyahualco.
401
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
402
11. color y cultura en teotihuacan...
403
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Para los pies lastimados muele estas hierbas: tlalehecapahtli, coyoxihuitl, iztauhyatl, tepe-
chian, achilli, xiuhehecapahtli, cuauhiyauhtli, quetzalxoxouhcapahtli, tzotzotlani, flores de
cacahuaxochitl y pilzintecouhxochitl; ramas de ehecapahtli e itzcuinpahtli; piedras tlacal-
huatzin, eztetl y tetlahuitl, tierra de color pálido […] (De la Cruz 1991: 53)
Para refrigerar el cuerpo cuando está agobiado por el demasiado calor, se hace en agua de
esta mixtura: raíces molidas de huitzquilitl, xaltomatl, tlacacamohtli, teoiztaquilitl, piedra
de acamallotetl, eztetl y tlacalhuatzin, tierra roja, tierra blancuzca, piedritas de las que se
404
11. color y cultura en teotihuacan...
crían en el buche del gallo y del nochtototl y espigas. El jugo de todo eso se bebe y se
purga el vientre con un clisterio […] (De la Cruz 1991: 63)
Estas y otras recetas similares procedentes de este mismo manuscrito (De la Cruz
1991: 35, 83), incluyen el uso de alguna tierra roja entre sus ingredientes, lo que
informa del uso medicinal que las culturas prehispánicas de centro de México
debieron hacer de estos pigmentos.
Así pues, fue con posterioridad a su adquisición, que discos de color como
los hallados en Teopancazco fueron manipulados para ser utilizados por cada es-
pecialista, lo que implicaba procesos de purificación, de exposición térmica, de
mixturas y de tipo conservativo ad hoc. Lo que nos preguntamos antes de cerrar
este apartado es: ¿este mismo proceso productivo y distributivo es aplicable para el
caso de los colores de origen orgánico? Y la pregunta no es baladí, no cuando hace
casi dos décadas la paleta mural teotihuacana registró el uso de colorantes azules
orgánicos no identificados (Magaloni 1998: 99-100), que podrían ser índigo, por
ser el tinte que hemos podido caracterizar en restos de color azul procedentes de
pintura mural de Teopancazco y de Xalla, lo que enlaza con el siguiente apartado.
La pintura mural
Entre los restos de pintura mural de Teopancazco, los análisis arqueométricos han
identificado un pigmento-laca azul constituido a base de índigo y calcita (tabla
11.5). Se trata, por tanto, de una reformulación ad hoc del color más controvertido
de la paleta prehispánica mesoamericana: el azul maya, que se había elaborado
desde tiempos del Preclásico tardío, precipitando índigo en matrices inertes de
silicatos arcillosos de tipo fibroso (Vázquez de Ágredos Pascual et al. 2011), prin-
cipalmente paligoskita, que posteriormente eran expuestos en el interior de hor-
nos a temperaturas de 250º C, lo que permitía que el tinte penetrara y se anclara
firmemente en los canales internos de estas arcillas, estabilizando así el color y
garantizando su perdurabilidad. El azul de Teopancazco comparte con la receta
anterior su ingrediente orgánico y responsable del color, esto es, el tinte del índi-
go o añil (figura 11.12), si bien sustituye la matriz inerte de la arcilla por calcita
(figura 11.13a-b), en cuya estructura capilar y también por medio de exposición
térmica, el colorante azul quedó firmemente fijado.
405
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Figura 11.13a-b. Imagen al SEM y espectro EDX de la matriz calcárea en la que se precipitó y horneó el
colorante de índigo utilizado en la preparación del azul teotihuacano.
Esta reinterpretación de una receta y color con siglos de tradición entre los
mayas pudo deberse a dos motivos: (a) material y (b) simbólico-identitario. El
primero de ellos se refiere al alto conocimiento que alcanzó Teotihuacan a lo largo
de su historia en tecnología de la cal, y ello a pesar de que esta materia prima no
fue un recurso local, sino que Teotihuacan lo importó desde regiones tan alejadas
como Tula, situada a 60 kilómetros de la ciudad (Barba et al. 2009; Barba y Cór-
dova 2010: 90). Gracias a ese dominio, la cal debió verse en la gran urbe como
una alternativa a las arcillas para ejercer de sustrato receptor y estabilizador de
tintes como el índigo de nuestra muestra. También en este caso se requeriría de
exposición térmica en el proceso de manufactura del azul teotihuacano, pero adap-
tada a la nueva interacción índigo-sustrato calcáreo, distinta en lo inorgánico a la
interacción índigo-arcilla fibrosa.
Por su parte, la razón simbólico-identitaria se explica por el interés que debió
tener Teotihuacan en reformular con “denominación de origen” un color que en
tiempos de Teopancazco ya estaba muy extendido en la paleta mesoamericana.
Esta hipótesis todavía cobra mayor sentido en una ciudad y barrio de centro ciu-
406
11. color y cultura en teotihuacan...
dad que fungieron como mosaicos culturales, es decir, que se caracterizaron por
una diversidad étnica que, precisamente por ello, debió demandar creaciones que
sirviesen como sello de identidad en medio de la multiculturalidad. En otras pa-
labras, a mayor diversidad cultural, mayor necesidad de remarcar lo que es propio
de cada uno, lo que en lugares como Teotihuacan debió constituirse en norma. De
ahí que la reinterpretación del azul maya para obtener un color que, basándose en
el mismo tándem orgánico-inorgánico, lo reformulaba y lo presentaba como algo
nuevo, debió obedecer a exigencias de tipo identitario.
La identificación del azul teotihuacano también en restos de pintura mural de
Xalla (calcita + índigo), y una variable de naturaleza calcárea en pinturas murales
de otros entornos urbanos de Teotihuacan (yeso + azul orgánico) (Magaloni 1998:
99-100), sugiere que esta reformulación cromática no fue exclusiva de Teopan-
cazco, sino que el azul teotihuacano estuvo extendido en la historia del color de
Teotihuacan, al igual que en varios de sus barrios. ¿Qué materia colorante importó
esta gran ciudad precolombina para la manufactura de este color? El índigo, cuya
producción silvestre o domesticada requería de territorios más cálidos, como las
regiones de las Tierras Bajas Mayas. En estos territorios productores, las hojas del
índigo experimentarían los procesos de maceración y fermentación sucesivos que
favorecieron la precipitación del principio tintóreo del índigo o añil: la indigotina.
El lodo de añil resultante se dejaría secar al sol y así se obtendría la tierra de color
azul con la que serían modelados los discos y bolas de color azul que hicieron
circular este colorante por las rutas de intercambio de Mesoamérica. Teotihuacan
importaría esos discos y bolas de añil, que distintos usuarios podrían adquirir en
sus mercados locales.
En otras palabras, los colores orgánicos que se distribuyeron y vendieron en
los mercados prehispánicos del centro de México, desde Teotihuacan a Tenoch-
titlan, debieron ser discos y bolas de colorante, entre ellos el añil, mientras que
la producción del pigmento-laca a partir de esos colorantes se realizaría in situ,
como prueba el uso de una matriz inerte ad hoc en el caso del azul teotihuacano.
Esta última labor recaería en especialistas conocedores de la tecnología de la cal
y de los procesos técnicos que garantizaban la conversión de colores orgánicos e
inestables en pigmentos-laca estables y de adecuado uso artístico, lo que nos sitúa
en la órbita del pintor.
Fuera del azul teotihuacano, los colores rojizos y anaranjados manufactura-
dos a partir de distintos minerales de hierro son los que completan el conjunto
de muestras de pintura mural procedentes de Teopancazco consideradas en este
trabajo (tabla 11.2). Tres rojos de hematita, dos rojos anaranjados de ilmenita, y
un pigmento mixto de cinabrio y hematita, completan nuestro muestrario. Las
microscopías ópticas (LM) realizadas a estas muestras nos hablan de películas
407
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Figura 11.14. Muestra C181B-261 vista al LM. Restos de pintura mural procedente de
Teopancazco. Obsérvese el alto índice de saturación de la película pictórica.
Son esas gamas saturadas que percibe el teotihuacano las que mimetizó la
paleta artística de esta cultura. Como contrapunto, por ejemplo, la pintura mural
maya encuentra su punto de referencia en la selva que la envuelve. En ella la luz
tiene más posibilidades de modificar su intensidad, y con ello el paisaje se convier-
te en un baile de colores saturados y traslúcidos al ritmo de esa luz, que la paleta
maya mimetizó a base de diluciones de pigmento en las que pocas partículas de
color quedaron envueltas en una alta proporción de aglutinante. Esta clase de
disoluciones no fueron comunes en la paleta teotihuacana, máxime en la mural,
pues la técnica del fresco condicionaba el uso de colores diluidos en agua, pero no
en aglutinantes de naturaleza lubricante (gomas, gomo-resinas o mucílagos). Pero
tampoco, como decíamos, esto fue algo que preocupó al pintor teotihuacano, pues
408
11. color y cultura en teotihuacan...
Pintura corporal
409
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
(hematita, tierras rojas, tierras ocres); (5) que esos componentes orgánicos son de
tipo aromático, lo que nos sitúa en la esfera de un producto de uso corporal, esté-
tico y ritual, que aunó color y fragancia, y, por último, (6) la función y/o aplicación
higiénico-sanitaria de muchas de esas recetas, a consecuencia de uno o varios
componentes, lo que, en definitiva, nos obliga a hablar de colores de aplicación
corporal, que con frecuencia reunieron propiedades aromáticas y medicinales.
Figura 11.16 a-c. Tres pigmentos corporales a base de hierro, correspondientes a las muestras 76861
(18a), 71695 (18b), 73144 (18c). Fotografías al LM.
Figura 11.17 a-b. Espectro EDX y cuantitativo del pigmento corporal negro-grisáceo a base de galena
correspondiente a la muestra 75610.
410
11. color y cultura en teotihuacan...
Figura 11.18 a-b. Imagen SEM y espectro EDX del pigmento corporal amarillo-jarosita identificado en
la muestra 66523.
Por su parte, otra forma de reducir la toxicidad del mercurio y del plomo en
contacto con la piel fue la formulación de pigmentos corporales en los que cina-
brio y galena fuesen mezclados con ciertas arcillas, como la halloysita identificada
en nuestro muestrario (tabla 11.6), debido al intercambio de iones que se produce
entre silicatos arcillosos y estos metales pesados en combinación, lo que favorece
la absorción parcial de estos últimos en los primeros (Rytwo 2008: 16). Entonces,
¿qué clase de especialista preparó estos colores corporales? Todo ello nos sitúa
ante un especialista que controlaba las artes del color y la medicina, lo cual no es
extraño, en especial si tenemos en cuenta que a lo largo de la historia pigmentos y
colorantes han servido indistintamente a ambas.
A ello también apunta la presencia de sustancias orgánicas aromáticas en el
interior de muchos de los pigmentos corporales de Teopancazco (69064, 75679,
68899, 66386, 71695, 76955, 75511, 78200, 75868, 75443, 23985, 68056 y 76861),
debido a sus respectivas propiedades medicinales. Los dos excipientes aromáticos
identificados hasta el momento son la resina del pino (Pinus montezumae) y el
aceite de chía (Salvia hispanica L.), aislados en la mayor parte de los casos, salvo
excepciones en las que se presentan combinados (75443, 23985, 68056), lo que
favorecería la disolución de la resina en el óleo, y con ello la maleabilidad y aplica-
ción del color-aroma sobre la piel. La presencia del aceite de chía en varios de los
pigmentos corporales de Teopancazco podría ser un signo de identidad, posible-
mente vinculado a la población teotihuacana que habitaba el barrio, por ser la chía
y su aceite originarios del altiplano central de México. La chía, además, parece que
411
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
412
11. color y cultura en teotihuacan...
413
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Conclusiones
Este trabajo proporciona nuevos datos sobre el binomio color y cultura en Teo-
tihuacan, partiendo de los resultados que aporta una nueva fase de estudios en
muestras cromáticas de Teopancazco. Hemos combinado los datos del registro
arqueológico con los que aporta el análisis físico-químico de muestras reales y los
estudios de fuentes históricas y visuales, lo que ha permitido profundizar en cues-
tiones de tipo económico (producción y distribución de pigmentos y colorantes
identificados), de tecnología del color (azul teotihuacano) y socio-culturales de
alto interés. Entre estas últimas destacan tres: (a) el uso del color como un medio
para expresar identidad cultural en la multicultural Teotihuacan; (b) cómo el color
remite a un gusto estético, que por lo general encuentra referencias en distintos
soportes y épocas de una misma cultura, y (c) cómo establece nexos entre los
colectivos sociales que como productores y/o consumidores construyeron, y cons-
truyen, la historia del color en cualquier cultura y sociedad.
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12. La sastrería de Teopancazco:
la producción artesanal vista desde la cerámica
Estíbaliz Aguayo
421
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Los centros de barrio están integrados por varios componentes, con personas que
desempeñan diferentes funciones administradas por elites intermedias (Manzani-
lla 2009a). Un centro de barrio tiene siete componentes (Gómez 2000, ampliado
por Manzanilla 2009a), los cuales se encuentran integrados en Teopancazco de la
siguiente manera:
1. Componente ritual, representado por una plaza con altar al centro y un gran
templo localizado al este del patio con la fachada hacia el oeste.
2. Componente administrativo, en donde el grupo administrador del barrio se
reúne posiblemente con los administradores urbanos para repartir los pro-
ductos manufacturados en el barrio.
3. Componente artesanal, representado por la manufactura de atavíos y tocados
usados por las elites intermedias: el sector “sastrería”.
4. Componente residencial, sectores en donde residían los nobles a cargo del
centro de barrio.
5. Componente militar, un espacio en donde vivía el personal militar del barrio.
6. Cocinas y almacenes alineados en la periferia del barrio para alimentar a los
artesanos y a los militares.
7. Gran área abierta, destinada a festividades, intercambio y juego de pelota
(Manzanilla 2009a: 25-27, 2012a).
422
12. La sastrería de Teopancazco: la producción artesanal...
del mismo conjunto, a diferencia de lo que ocurre en los centros ubicados en las
cercanías de la ciudad, como La Ventilla, en el cual las diferentes funciones están
representadas en conjuntos separados (Manzanilla 2009a: 29).
El tercer componente (el artesanal) está representado en Teopancazco por
una actividad de manufactura de atavíos y tocados de los nobles con la presencia
de artesanos provenientes del corredor hacia la costa del Golfo de México (véase
el capítulo 10 de este volumen; Manzanilla 2009a, 2011, 2012a; Manzanilla et al.
2011). Fue identificado así gracias a la presencia de instrumentos de hueso –como
agujas y alfileres (Padró 2002)– y de la materia prima (especies marinas, aves)
proveniente de la costa del Golfo de México (Manzanilla et al. 2011). Este tipo
de producción responde a las necesidades de las elites intermedias, cuya identidad
está remarcada por la presencia de materias primas alóctonas.
De acuerdo con Costin (2001), existen diversas variables que hay que tomar
en cuenta para caracterizar a la producción artesanal especializada, y en Teopan-
cazco se representan de la siguiente manera:
• Los artesanos
A partir de los estudios de isótopos de estroncio realizados en los individuos lo-
calizados en este sitio, se sabe que la mayoría de los artesanos procedían del al-
tiplano central o del corredor hacia la costa del Golfo de México, como el grupo
de decapitados relacionados a los rituales de terminación en Tlamimilolpa tardío
(Manzanilla 2009a: 29, 2009b, 2012a). Dos de los entierros localizados en este
sector tenían como ajuar funerario agujas e instrumentos para zurcir y coser obje-
tos a mantas, los dos reconocidos como migrantes (Manzanilla [ed.] 2012; Schaaf
y Solís 2006, citado en Manzanilla 2009a; Manzanilla 2009a: 32; Padró 2002);
aunado a esto tenemos la presencia de cerámica foránea (específicamente del cen-
tro-sur de Puebla y de la zona del Golfo de México) y las reproducciones locales
de esta cerámica. No es claro si su organización estaba basada en gremios; lo que
sí se puede inferir es que su trabajo estaba ligado a su identidad étnica y es muy
probable que pudiera ser un conocimiento heredado.
• Ubicación
La “sastrería” se ubica en el sector noreste de Teopancazco. Este sector está com-
puesto por cuatro niveles de ocupación con sus respectivos cuartos: Metepec (C44,
C45-51), Xolalpan tardío (C145, C151), Xolalpan temprano (C251, C251A,
C247B, C244) y Tlamimilolpa tardío (C351A) (Manzanilla 2009b, 2012a; Man-
zanilla et al. 2011). Cada uno de estos niveles tiene áreas de actividad, entierros y
apisonados; no existe evidencia de pisos de estuco, posiblemente debido al tipo de
actividad que se estaba llevando a cabo en este espacio, en la que los aplanados de
tierra eran mucho más funcionales y menos costosos.
423
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
424
12. La sastrería de Teopancazco: la producción artesanal...
cluyen que se estuvieran realizando las dos actividades en un mismo espacio. Sin
embargo, por el material ahí encontrado, quizá no sea así en el caso de la “sastrería”
de Teopancazco pues el espacio abierto (C244) está cercano pero fuera del con-
junto (espacio en el que la maquila pudiera llevarse a cabo), así como por el hecho
de que la cantidad de malacates asociados directamente al espacio de sastrería es
escasa. Los artesanos del sector “sastrería” posiblemente tuvieron una especializa-
ción más relacionada con lo simbólico que con la maquila textil.
Metodología de análisis
Para conocer si la cerámica pertenecía a un sistema de producción, es importante
reconocer cuatro variables analíticas: 1) forma-función: se caracterizan las pastas, el
acabado de superficie y las medidas específicas de cada tiesto; 2) contexto: a partir
de la generación de bases de datos por rellenos, áreas de actividad y etapa construc-
tiva; 3) análisis químico: tomando en cuenta los residuos orgánicos e inorgánicos;
4) etnoarqueología: la cual se hace replicando las actividades en cerámica actual.
425
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
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12. La sastrería de Teopancazco: la producción artesanal...
Figura 12.1. Gráfica que muestra el total de la cerámica hallada en “la sastrería” de
Teopancazco (Aguayo 2012).
427
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
El espacio y su cronología
La cronología de las etapas constructivas de la “sastrería” se basó en los materia-
les asociados y es la siguiente: Metepec (C45-51), Xolalpan tardío (C151), Xo-
lalpan temprano (C251, C251A) y Tlamimilolpa tardío (C351A); todos estos
cuartos están superpuestos estratigráficamente (Manzanilla 2012a; Manzanilla et
al. 2011). Existen otros cuartos contiguos en los cuales no se analizó el material
cerámico, a diferencia del análisis faunístico y de instrumentos de hueso trabajado.
De acuerdo con la propuesta realizada por Manzanilla (2009a), la especiali-
zación de tiempo completo en la “sastrería” de Teopancazco pudo estar relaciona-
da a los eventos ocurridos durante la transición de Tlamimilolpa tardío a Xolalpan
temprano (350 d.C., aproximadamente), cuando parece que hubo una renovación
de la ciudad y se inició el esplendor de la urbe, así como el mayor control político
y religioso de los centros periféricos.
428
12. La sastrería de Teopancazco: la producción artesanal...
Burdo y Fino), la vajilla Foránea (en la cual el tipo Anaranjado Delgado es el pre-
dominante) y vajilla Bruñida con 11%.1
Figura 12.2. Gráfica de la cerámica del cuarto C351A AA164 (Aguayo 2012).
1
Es importante señalar que la tipología utilizada en esta investigación es la que genera Evelyn
Rattray (2001).
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primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
430
12. La sastrería de Teopancazco: la producción artesanal...
Figura 12.3. Gráfica del total de la cerámica del cuarto C251A (Aguayo 2012).
Rellenos
Este cuarto (C251A), como ya se ha mencionado, pertenece a la ocupación Xolal-
pan temprana del sector “sastrería”. Este cuarto contó con nueve rellenos y mate-
rial revuelto debido al derrumbe del muro sur (Manzanilla 2012b).
A pesar de que el tipo predominante es el Mate Fino, la cantidad de tipos
pertenecientes a la vajilla Pulida hace que ésta tenga 46%, la Mate Ware 14%, y la
vajilla foránea principalmente está representada por el Anaranjado Delgado.
R1: se encontraron 1775 fragmentos cerámicos, siendo los principales tipos:
Anaranjado Alisado, Anaranjado Delgado y Mate Fino. Sin embargo, no existe
una distancia clara entre las cantidades de cada uno de éstos. Muchos tipos están
representados en frecuencias menores. Se pueden observar desde pastas finas forá-
neas hasta las vajillas de servicio comunes (alisada) y una gran variedad de tipos
decorados. Predomina la vajilla pulida en todas sus variedades.
R2: consta de 1946 fragmentos cerámicos; la vajilla predominante es la Pulida,
seguida por la Mate y la Foránea. Los tipos más representativos de la vajilla Pulida
son el Café Rojizo, Café y Anaranjado, todos ellos con formas relativas a las vajillas
de servicio y preparación de alimentos. Se mantiene la gran variedad de vajillas con
bajas frecuencias, sin embargo, es constante, es decir, están casi todas representadas
desde Estucados hasta vajilla Alisada, pasando por la gran variedad de bicromos y
decorados existentes en el complejo teotihuacano. Es importante señalar que aquí
se encuentran tres fragmentos de posible imitación Anaranjado Delgado.
431
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
R3: consta de 1000 fragmentos y a pesar de que la vajilla Pulida que engloba
todos sus tipos sigue siendo dominante, la vajilla Mate Fino se dispara, siendo la
que más se encontró en este relleno, conformada principalmente de miniaturas y
formas sencillas relacionadas con las vajillas de servicio (platos, cuencos, cajetes).
No obstante, la variedad de tipos es tan grande que no llega a ser siquiera 10%
de la totalidad de la cerámica. El segundo tipo que es constante es el Anaranjado
Delgado, en su forma de cajetes hemisféricos. La presencia de material decorado y
pintado es constante, así como también un incremento en el número de fragmen-
tos de Copa Ware, que es una vajilla de servicio pero no de sectores domésticos. El
Naranja San Martín aparece en pequeñas cantidades, pero los tiestos pertenecien-
tes a este tipo son de mayor tamaño y pertenecen en su mayoría a grandes ánforas.
R4: se identificaron 793 fragmentos; existe una permanencia de los tipos
predominantes en rellenos superiores, siendo los de mayor número los tipos Café
Rojizo, Café y Anaranjado de la vajilla Pulida. Se localizaron cajetes Café Pulido
con incisiones y el resto perteneciente a las vajillas de preparación de alimentos y
servicio. En cuanto a las formas más representativas del Mate Burdo, se encuen-
tran en general protuberancias de anafre, anafres y braseros. Es muy probable que
exista un anafre disperso a lo largo de los rellenos.
R5: con 758 fragmentos. Hay una disminución en los tipos que predomi-
naban en rellenos superiores, y aumentaron discretamente los tipos minoritarios.
El tipo del cual se reconocieron más fragmentos fue el Café Oscuro Bruñido; se
encontró una gran cantidad de vajilla Foránea: Granular, Anaranjado Delgado y
Foráneas Varias. En general, se nota un incremento en los tipos Bruñidos, siendo
sus formas más recurrentes los vasos con soporte de botón y algunos cajetes de
paredes evertidas. Se mantienen todos los tipos que fueron reconocidos desde
el R1. Es importante recalcar que los tiestos del tipo Café Rojizo Pulido, en sus
variantes Oscura y Clara, podrían pertenecer a las mismas piezas, sólo que el color
varía dependiendo de la cocción. Este error analítico se debe a que cuando realicé
el análisis aún no tenía una amplia experiencia en la identificación de los tipos; sin
embargo, decidí no juntarlos en las gráficas finales para que se pudieran observar
los resultados directos del análisis del laboratorio. Es por ello que al sumar la can-
tidad de tiestos relacionados a este tipo resulta una gran cantidad de vasijas tipo
olla de gran tamaño, las cuales podrían cumplir una función diferente a las vasijas
del mismo tamaño de San Martín, debido a que las formas del Café Rojizo son
redondeadas y permiten la transmisión de calor con mayor facilidad a lo largo de
toda la olla, diferente al uso de almacenamiento que se le da al San Martín.
R8 y R9: estos rellenos fueron muy pobres en cuanto a material cerámico se
refiere; sólo se encontró un fragmento por relleno, en R8 de Café Oscuro Bruñido
y en R9 de Negro Bruñido.
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12. La sastrería de Teopancazco: la producción artesanal...
AA154. Fue identificada como una posible fosa de desecho ubicada junto al
muro de adobe que se encuentra al oeste del C251A (Manzanilla 2012b). Se en-
contró en el R2 general del cuarto. Los materiales asociados a la cerámica encon-
trada en este sector consisten en hueso, pigmento, lítica pulida y figurillas. Cons-
ta de cinco rellenos en los cuales las tres vajillas predominantes fueron la Pulida,
Mate y Foránea, con comportamiento similar a los rellenos generales (figura 12.4).
Figura 12.4. Gráfica de la cerámica del AA154 del cuarto C251A (Aguayo 2012).
433
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Figura 12.5. Gráfica de la cerámica del AA66 del cuarto C251A (Aguayo 2012).
Figura 12.6. Gráfica de la cerámica del AA64 del cuarto C251A (Aguayo 2012).
434
12. La sastrería de Teopancazco: la producción artesanal...
435
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Figura 12.7. Gráfica de la cerámica total del cuarto C151 (Aguayo 2012).
436
12. La sastrería de Teopancazco: la producción artesanal...
Figura 12.8. Gráfica de la cerámica del AA65 del cuarto C151 (Aguayo 2012).
437
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Figura 12.9. Gráfica de la cerámica del AA63 del cuarto C151 (Aguayo 2012).
438
12. La sastrería de Teopancazco: la producción artesanal...
Figura 12.10. Gráfica de la cerámica del AA59 del cuarto C45-51 (Aguayo 2012).
Comentarios finales
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primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
440
12. La sastrería de Teopancazco: la producción artesanal...
Vajilla especializada
Propongo para este sector una combinación de tipos asociada a la fase Xolalpan
temprana que puede estar inmersa directamente a este sistema de comportamien-
to asociado a zonas de producción especializada. Lo que llamo vajilla extendida
comprende: Anaranjado Delgado, Café Pulido, Café Rojizo Pulido y Mate Fino.
Éstos se localizan en frecuencias altas tanto en rellenos como en áreas de actividad,
y en asociación a personajes cuya actividad está bien documentada (los sastres).
441
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
2
Propuesta hecha por la Dra. Linda Rosa Manzanilla.
442
12. La sastrería de Teopancazco: la producción artesanal...
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13. Estudio de la mica encontrada en Teopancazco
y su caracterización comparada
con otros conjuntos teotihuacanos
Edgar Ariel Rosales
Introducción
447
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
dades que comparten las áreas de actividad con presencia de mica en Teopancazco,
con otros conjuntos teotihuacanos explorados, así como sus particularidades.
448
13. Estudio de la mica encontrada en Teopancazco...
131 E1 C153 N462 E108 Residuo al interior de un Fosa circular sellada con ofrenda
P2 Z=2278.456- cajete (menos de 0.01 g) donde había una navajilla prismática
2278.160 en R2 al interior de un cajete, vaso con
aplicación.
132 E1 C153 N462 E107 Un fragmento en el sello Fosa sellada con entierro infantil en
Pi2 Z=2278.456- de la fosa, y polvo (total dos vasijas superpuestas. Olla del En
2278.142 0.25 g) 37 y vasija del En 38. Con restos de
navajillas y hueso animal.
167 E1 C161 N462-463 Residuo Fosa irregular con siete entierros,
E111-113 R1-R3/Ap. 1B cráneos, algunos dentro de algunas
Z=2278.07-2278.38 vasijas, figurilla, una garra pequeña.
Entierro 62 E1 C161 N463 E113 Láminas Dos individuos, un adulto masculino
Z=2278.746 y otro joven. Cerámica, lítica, pizarra
y laja.
Entierro 68 E1 C161 N462 E113 Láminas en R3 Cráneo de adulto masculino 40-44
Z=2278.711-2278.48 años. Cerámica, aplicación, fragmento
de punta, candelero.
Entierro 85 E1 C161 N463 E111 Residuo Cráneo juvenil masculino (RT
Z=2278.4-2278.217 12258), dentro de una cazuela (RT
12259), tapado con un cajete, con
restos de cinabrio.
214B E1 C181B-261 N464 Una laminilla (menos Fosa ovalada, con navajilla, pizarra,
E113-114 Z=2277.529- de 0.005 g), en R1, aplicaciones de incensario, cajete,
2277.085 posiblemente de metlapil, vaso alóctono decorado,
aplicaciones de incensario, concha, pigmentos, fibras orgánicas,
o asociadas al entierro 115 un pedazo de escultura.
222 E1 C261 N464-465 Cuadrado (RT 12976), Incensario tipo teatro disperso en un
E113-114R2 Z=2278.15- rodela (RT 13020), posible área de 42 cm, con carita, rodela de
2278.031 lámina del incensario cerámica, microcaracoles.
227 E1 C181B-261 N464 Rectángulo, láminas Fosa en el eje del templo de tableros,
E111-112P4 Z=2278.29- exfoliadas (RT 12842) con laja, pizarra, estuco.
2277.455
Entierro E1 C181B N464 Discos de 8.5 x 7.6 cm Individuo juvenil 15-20 años,
105 E111R1-6 Z=2277.625- (RT 13200), disco de sedente, extremidades flexionadas,
2277.999 3.3 cm diámetro (RT encendido de fuego en porción
13192); cuadrados (RT inferior del cuerpo y ofrendas.
13881, 13194); ornamento Desmembramiento de figurilla títere,
fitomorfo 13 x 5 cm (RT en la parte inferior yacían ofrendas:
13189); ornamento de 4 x cerámica, lítica, pizarra, mica, estuco,
4.5 cm, en forma de caracol mascarita, platitos miniatura, laja.
cortado (RT 13882), disco
achatado o preforma de
11 x 9 cm (RT 13199),
láminas con restos de
carbón (0.62 g), 1 lámina
tipo confeti 3 x 5 mm
(RT 13197), 11 láminas
trabajadas (RT 13125);
(total 13.88 g)
449
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
450
13. Estudio de la mica encontrada en Teopancazco...
74 E1 C6 N452-453 E103- Una lámina mica (0.01 g) Fosa saqueada, de forma ovalada y
104Pi12 Z=2278.050- en R2 alargada sentido E-W lítica, y pizarra.
2277.662 Probablemente contuvo al En 22.
75 E1 C158B N465 E92-94 Dos laminillas de mica Concentración de objetos asociados a
R4/R5 Z=2278.718- (menos de 0.1 g) AA77: cerámica estucada, aplicación,
2278.637 esfera, lítica, huesos largos y
trabajados, concha, 23 fragmentos de
pizarra.
77 E1 C158B N463- Nueve cuerpos en trozos Concentración de objetos con
467 E93-95R5/R6 rectangulares, en R5 y restos de ceniza. Huellas de saqueo.
Z=2278.681-2278.583 laminillas (0.1 g), 18 fragmentos de pizarra, algo de
pigmento y una pieza lapidaria.
Muchas aplicaciones.
Entierro 23 E1 C158B N465 E93- Una lámina de figura Entierro secundario, de un adulto
95R5 Z=2278.799- rectangular (0.08 g) en R5 medio asociado a varios restos de
2278.586 fauna y pigmentos.
Cuarto E1 N450-458 E117-120 Mica asociada a huesos Una habitación rectangular, donde se
C247B Z=2279.516-2278.129 largos encontró una calota.
88 E1 C24 N441 E86 R12 Un fragmento de placa Un apisonado de adobe.
Z=2278.174-2277.432 roto (0.09 g) en R1
Entierro 24 E1 C247B N452 E117- Una lámina trabajada y Entierro múltiple (juvenil, infante y
118 R12 Z=2278.174- laminillas (total 0.24 g) en neonato) removido en fosa, con gran
2277.432 R7-8 cantidad de huesos, cuello de olla,
cerámica estucada e incisa, agujas,
tejos, punta de proyectil, caparazón,
medios tejos.
100 E1 C162D N463- Un cuerpo triangular (0.33 Concentración de materiales asociada
464 E100 R3/R4 g) en R3 y otro con forma a entierros. Muchas aplicaciones
Z=2278.788-2278.614 de dona en R2 (0.3 g). cerámicas, botón de cerámica, carita,
estuco, 250 fragmentos de pizarra,
algunos con pintura roja, obsidiana,
concha, pigmento.
103 E1 C258C N462- Una lámina grande, 6 Concentración de materiales:
465 E93-95 R1/Ap.2 laminillas, una plaquita cerámica, lítica, pizarra, hueso
Z=2278.597-2278.369 alargada y trozos de placa humano, concha, navajilla, tejo,
entre R1 y R6 (4.31 pigmento amarillo (en R1), revuelta
g), láminas con tierra alguna con tierra carbonizada,
carbonizada en R2 candelero Xolalpan, abundante en
lítica tallada (184 piezas).
109 C258B N467 E94 Un disco (0.22 g) en R5/ Concentración de materiales:
R5/Pi3 Z=2278.006- Pi3 (RT 9116). Hubo un cerámica (Cajete Anaranjado
2277.886 candelero con láminas de Delgado matado en forma ritual),
mica pegadas en N468 lítica, pizarra, hueso humano y
E95, R2 (RT 8741) animal, figurillas antropomorfas,
fragmentos de incensarios, concha,
tejo, navajillas, pigmentos.
451
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
111 E1 C213A N452-453 Láminas, laminillas y Fosa abierta (cala de saqueo) con
E112-114 R1-R6 Pi2 residuo (0.27 g.) entre R1 cerámica, lítica, hueso, pizarra,
Z=2279.308-2278.708 y R6 aplanados de piso con estuco, puntas
de obsidiana, tejo, cinco piezas de
lajas.
157 E1 C282 N469-470 Láminas, láminas Concentración de materiales en
E109-113 R17Ap.2 trabajadas (RT 11552, bajada de agua: candeleros, figurillas,
Z=2278.756-2278.371 11558, 11910, 12000, pizarra, lítica pulida, fragmentos de
12069) aplicación, vasijas miniatura, aguja de
hueso, cuenta de jadeíta, incensario,
raedera de basalto.
161 E1 C262B N463 Láminas Fosa con entierro infantil neonato,
Entierro 59 E101 R1 Z=2278.120- decúbito flexionado, navajilla
2278.254 de obsidiana gris, cajete, plato,
posiblemente asociado al “Templo de
Tláloc”.
168 E1 C162D N463-465 Láminas (RT 11648, Concentración de materiales: cajete,
E100 R4-5 Z=2278.128- 11660) olla, ánfora, navajilla prismática,
2278.422 lítica pulida, ceniza, pigmento. Está
asociada con el “Templo de Tláloc”
al oeste.
215B E1 C106D-362E Dos botones de un cm de Fosa con entierro adulto 30 a 40 años,
Entierro N460-461 E105 R1-9 diámetro con perforación femenino, secundario, con pizarra,
102 Z=2277.441-2277.760 (0.038 g), un botón de lítica tallada y pulida, aguja de hueso
1.3 cm diámetro (0.02 g) (RT 12704).
en R9 (RT 14211, 14212,
14213)
Entierro 20 E1 C6 N452 E99 R7 /Pi Dos laminillas de mica en Huesos humanos dispersos de
12 Z=2278.138-2278.013 R7 (0.02 g.) adulto medio (En 20), asociado
a fragmentos de figurillas, hueso
trabajado y carbón.
Entierro 21 E1 C6 N459-460 E102- Laminillas Huesos humanos dispersos de
103 R5 Z=2278.212- adulto asociado a cerámica estucada,
2278.137 candelero, dos tejos, lítica tallada,
concha, hueso animal.
SECTOR MILITAR
4 E1 C19 N438-439 Cinco laminillas y residuo Dispersión de materiales, probable
E84-88 R4 y Ap.4 del AA 4B (total 0.61 g) en colapso de aplanados de techo
Z=2279.274 R4 y R5. o muros, contexto de abandono.
Asociado al En 1. Candelero,
tejo, incensario, brasero decorado,
obsidiana.
13 E1 C19 N438 E85 R6 Una lámina (0.09 g) Fosa pequeña con carbón y tapaolla,
/Ap.6 Z=2279.052-
2278.974
452
13. Estudio de la mica encontrada en Teopancazco...
453
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
138 E1 C167 N470-471 Una lámina R4/Pi2 (0.06 Concentración de materiales: figurilla
E104-105 R4/Pi2 g) articulada, vajilla pulida, cajete
Z=2278.764-2278.645 hemisférico miniatura, candelero,
cuenta de ónix, herramienta de
basalto.
SECTOR SASTRERÍA Y ALMACENAMIENTO
110 E1 C504 N488- Una lámina de mica en R2 Concentración de materiales: mucha
489 E96-97 R2/R3 (0.05) cerámica, restos de ollas, lítica, pizarra
Z=2279.191-2278.796 y hueso humano.
114 E1 C507 N490 E110 Láminas almacenadas al Olla bajo el piso, con lítica tallada,
Pi1 Z=2278.686- interior de olla cerámica, hueso animal.
2279.426
117 E1 C505 N488 E114- Una lámina y laminillas, en Olla de almacenamiento: lítica, hueso,
115 R2-R4 Ap. 1 relleno sobre Apisonado 1. carbón, lítica pulida, candelero.
Z=2278.874-2278.214 (0.08g).
120 E1 C607A N489 E106 Una lámina de mica en R1 Fosa saqueada con poco
Ap. 2 Z=2278.511- (0.01g) material cerámico, con olla de
2277.891 almacenamiento, granular, aplicación
(RT 10046).
Cuarto E1 C251A N463-466 Láminas y trozos de mica Cuarto cuadrangular por debajo de la
C251A E117-120 Z=277.915 (0.20 g) en R5 Sastrería no. 1: cerámica, lítica tallada,
hueso trabajado, omechicahuaztli,
pendiente de pizarra, figurillas títere,
carbón, pigmento, ollita Copa Ware,
anaranjado delgado.
154 E1 C251A N461- Lámina trabajada (RT Fosa con cerámica con estuco,
463 E117-119 R2 11481) en R4 pigmento rojo, tejo, pizarra pintada,
Z=2278.317-2277.807 aplicación, ollita con pigmento en el
interior, navajilla, figurilla, una púa
de anafre, una mano de metate (RT
11486).
OTRAS
1 E1 C22 N439 E88-89 Dos láminas de mica (0.1g) Drenaje que corre E-W con una laja
R5 Z=2279.468 en R5 tapando.
36 E1 C6 N459-461 E90- Laminillas y residuo en R4, Pozo de agua del siglo XIX-XX.
92 R18 Z=2278.897- R9, R12 y R18, también en
2277.912 R10, es decir, en las paredes
(0.27 g) mica compactada
en argamasa
Cuarto C69 E1 C69 N446-448 Laminillas en R4 Tiene asociada el AA84, donde
E118-122 Z=2279.638- apareció cerámica azteca, hueso
2279.123 trabajado y fragmentos de figurillas.
Cuarto E1 C358A N462-465 Una lámina blanca, al Cuarto que parece un pasillo, donde
C358A E93-95 Z=2277.897 parecer la única moscovita se hallaron varios entierros de
en el conjunto, en N461 infantes, con moderada presencia de
E93 carbonatos.
454
13. Estudio de la mica encontrada en Teopancazco...
Hasta hace unos años, poco se había resaltado la importancia de la mica como ma-
teria médica empleada desde la antigüedad. Por ejemplo, los romanos valoraban
las cenizas mezcladas con biotita procedente del Vesubio, pues se creía que ayuda-
ban a combatir enfermedades como la lepra, la tuberculosis o la bronquitis (Rapp
2009: 5). No obstante, aún falta mucho por investigar respecto a las propiedades
curativas de las micas y otros minerales. Mientras tanto, en Teopancazco (véase
capítulo 11 de este volumen) se tiene registrada la presencia de mica acompañan-
do cosméticos a base de galena y carbón, o bien en contacto con maderas que-
madas, lo cual señala el uso de este mineral para mantener las altas temperaturas
provocadas por la combustión de varias sustancias aromáticas (Manzanilla 2012b;
Vázquez de Ágredos et al. 2012: 220, 226). Los contenedores tamaño miniatura
resultan idóneos para las diminutas laminillas micáceas que aparecen asociadas a
pigmentos y otros polvos. Un ejemplo procedente de La Ventilla, frente B, es el
entierro 74 y sus siete morteros de barro cocido; cada uno contenía diferentes sus-
tancias, incluyendo la brillante mica que pudo haber empleado como cosmético la
mujer fallecida (Vidarte 1964).
De los seis entierros con mica que se encontraron en el sector médico, dos
corresponden a los individuos que gozaban de un alto estatus en este centro de
barrio (En 105-108) (figuras 13.1 y 13.2). En ningún otro punto de Teopan-
cazco se concentraron tantas formas trabajadas, principalmente discos, cuadrados
(Manzanilla et al. 2017), y hasta un ornamento que simula un caracol cortado.
De hecho, la mica forma parte de una clase de “productos de toilette” y pigmentos
aplicados sobre la piel, que incluyen sellos, resinas, piedra pómez, cinabrio, galena,
jarosita, hematita y otros óxidos de hierro (véase Vázquez de Ágredos et al. 2012:
217, tabla V.3). Todos estos materiales aparecieron también en el entierro 27 de
Zacuala, por lo que L. Séjourné (1959: 64) explicó que la preparación ritual a la
que el cuerpo había sido sometido correspondía a los “restos de un gran iniciado,
tal vez un pochteca familiar del Tlapallan”.
La mica no sólo sirvió para elaborar los ornamentos que acompañaban a los in-
dividuos enterrados en Teopancazco, sino también para prolongar la acción del
fuego dentro de la fosa, como parte de un ritual de terminación en la transición
Tlamimilolpa-Xolalpan (c. 350 d.C.). Esta actividad ha sido observada en mu-
chos contextos funerarios tanto de la periferia como del centro de la antigua ciu-
455
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Figura 13.1. Formas geométricas de mica del Entierro 105-108 (foto de Rafael Reyes).
456
13. Estudio de la mica encontrada en Teopancazco...
Figura 13.2. Disco de mica del Entierro 105-108 (foto de Rafael Reyes).
457
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
458
13. Estudio de la mica encontrada en Teopancazco...
El AA154 podría ser la evidencia de que los discos y otras figuras de mica
pudieron haber experimentado la quinta fase del proceso de manufactura que de-
nomino “terminados especiales” (Rosales y Manzanilla 2011: 138), ya que además
de las láminas micáceas, había restos de estuco, pigmentos y pizarras pintadas. Los
tejos registrados servirían para trazar el tamaño estándar de ciertos discos, botones
o rodelas, mientras que la mano de metate, lajas y navajillas permitían realizar
finos cortes o pulverizar la mica. Respecto a esto último, queda demostrado que
la especie moscovita fue usada en Teopancazco para la pintura de cerámica o de
murales, añadiendo brillo o intensidad a los colores (Martínez García et al. 2012:
200). Tal parece que esta técnica pictórica se fue transmitiendo a otros sitios del
Clásico, como Xalasco, en el oriente de Tlaxcala (Bautista 2006: 39).
459
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
460
13. Estudio de la mica encontrada en Teopancazco...
Si bien ya he señalado a los Valles Centrales de Oaxaca como la fuente de mica más
rica en Mesoamérica (Manzanilla et al. 2017), los recientes estudios arqueomé-
tricos efectuados en otras materias primas sugieren la explotación de yacimientos
en otras tres regiones, aunque de menor importancia durante el periodo Clásico
y Epiclásico. Tal es el caso de la pizarra, casi inseparable de la mica hasta en su
formación geológica. Según los resultados de las técnicas aplicadas para la carac-
terización de los artefactos usados en Teopancazco y Oztoyahualco 15B:N6W3,
una parte del recurso pudo venir de Tejupilco y Valle de Bravo, Estado de México
(López Juárez et al. 2012). Este dato no sólo debe atraer nuestra atención por el
hecho de que se trata de pizarras derivadas de esquistos ricos en biotita y mos-
covita, sino porque confirma la importancia de seguir buscando yacimientos más
próximos a la metrópoli teotihuacana, o revisar aquellos que se reportaron hace
más de cuarenta años. Tal es el caso de la minúscula y poco conocida extracción de
mica entre los municipios mexiquenses de Ocoyoacac, Metepec, Toluca y Calima-
ya, aunque falta confirmar la especie y su calidad (Salas 1973: 66, 77).
La segunda región rica en yacimientos de mica, ocres, ónix y pizarra, pero
aún no investigados por los arqueólogos, abarca los actuales municipios guerre-
renses de Ayutla de los Libres, Copalillo y Azoyú (Figueroa 1980: 61-62). Si los
teotihuacanos obtuvieron tales recursos de Guerrero, bien pudieron haber cir-
culado a través de la ruta Amacuzac-Río Azul Omitlán, la cual fue trazada y
conservada desde el periodo Preclásico (véase Niederberger 2002). Esta hipótesis
se puede reforzar gracias a la evidencia arqueológica procedente tanto de Teopan-
cazco como de la región oriental del valle de Morelos. En el centro de barrio que
nos ocupa aparece al menos una figurilla antropomorfa estilo Mezcala en proceso
de manufactura (véase figura 10.8 procedente de C19) mientras que en el sitio Las
Pilas, Morelos, hubo entierros situados en el Clásico, de individuos con ofrendas
compuestas por cuentas de piedra verde, navajillas de obsidiana verde, plaquitas de
pizarra pintada y discos de mica (Martínez Donjuán 1979: 44-46).
La tercera región propuesta sería la del Golfo de México, de donde procedían
recursos bióticos de primera importancia para un centro de barrio como Teopan-
cazco. Sin embargo, para el caso de la mica, aún resulta difícil definir una ruta de
abastecimiento en concreto. Por el momento, es clara la existencia de yacimientos
de la especie moscovita en el municipio veracruzano Profesor Rafael Ramírez y
461
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Consideraciones finales
Sin importar lo pequeñas que sean las cantidades de una materia prima dentro de
un contexto arqueológico, el registro y análisis de áreas de actividad (Manzanilla
1993, 2012a) ayuda a lograr mejores interpretaciones sobre la producción, uso,
circulación y hasta simbolismo de los elementos que distinguieron a una sociedad
tan compleja como la teotihuacana.
Pese a las grandes perturbaciones causadas por las excavaciones de Batres
en la gran plaza o patio del conjunto (C6), la metodología aplicada en campo
permitió recuperar pequeñas cantidades de mica en el drenaje y el pozo de agua
del siglo XX (AA1 y AA36). La gran mayoría de las áreas de actividad con mica
en Teopancazco revelan que los habitantes de este importante centro de barrio no
estaban dedicados a la producción especializada en el tratamiento de este mineral.
No obstante, eso no significa que este recurso mineral jugara un papel insignifi-
cante al interior del conjunto.
462
13. Estudio de la mica encontrada en Teopancazco...
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468
14. Las relaciones de poder vistas a través de los materiales
lapidarios de piedra verde y pizarra de Teotihuacan
Julieta M. López Juárez y
Tatsuya Murakami
Introducción
469
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Los resultados nos permiten proponer que la mayoría de los artefactos ana-
lizados se produjeron localmente y que se utilizaron los mismos instrumentos de
trabajo sobre diversas materias primas durante casi 350 años en algunos sectores
de Teotihuacan.
A continuación, mostraremos algunas consideraciones sobre los estudios la-
pidarios en Teotihuacan. Posteriormente haremos mención de los contextos de
los artefactos, su tipología y, finalmente, su manufactura. A manera de conclusión,
condensaremos los resultados obtenidos y haremos algunas propuestas sobre la
producción, distribución y consumo de los artefactos en Teotihuacan.
Sólo unos cuantos objetos manufacturados sobre piedras finas fueron recuperados
en contextos de excavación dentro de Teotihuacan antes de las investigaciones
en la Pirámide de la Serpiente Emplumada (Cabrera et al. 1991); por lo tanto,
los estudios previos a los años de 1990 fueron limitados. Las investigaciones de
Sempowski (1983; Sempowski y Spence 1994) sintetizan, por primera vez, los
datos de las ofrendas mortuorias en la ciudad, y hacen evidente una laguna en la
frecuencia de objetos finos entre la zona central y los conjuntos habitacionales.
Turner (1987, 1992), basándose en los estudios de Sempowski, realizó un
trabajo pionero sobre industria lapidaria de Teotihuacan y propuso dos niveles de
producción: en el primero, el Estado controla la producción en un recinto donde
los trabajos se consumen dentro de la zona central; y el segundo, que corresponde
a la producción local del barrio, donde los objetos estaban destinados para el uso
de la población en general (Gazzola 2005; Gómez 2000). Aunque la distinción de
la cultura material y su respectivo sistema de producción entre élite y el resto de
la población es importante en sí misma, la escasez de investigaciones tecnológicas
sobre piedras finas dificulta la exploración de cómo la constitución de las relacio-
nes de poder entre varios grupos sociales fue ligada al uso de los objetos lapidarios.
El descubrimiento de los múltiples entierros de la Pirámide de la Serpiente
Emplumada y el subsecuente análisis de las ofrendas abrió el camino para ampliar
el conocimiento en lo que respecta a la dimensión sociopolítica del uso de los
objetos lapidarios (Cabrera 1995, 2002; Sugiyama 2005). Durante las excavacio-
nes de la Pirámide de la Serpiente Emplumada (Cabrera et al. 1991), un total de
1845 artefactos (la mayoría de piedra verde y pizarra) fueron recuperados de los
entierros, ofrendas y rellenos constructivos del monumento (Cabrera 1995; López
2006, 2011). Basados en un análisis contextual de las ofrendas que estaban aso-
ciadas directamente a entierros individuales, Cabrera (2002) y Sugiyama (2005:
470
14. Las relaciones de poder vistas a través de los materiales...
471
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
ma, dos agujas y un material especial con forma de U, además de materia prima
en bloques (López 2011).
Dentro de esta tipología, reconocemos artefactos especiales, como agujas y el
artefacto en forma de U, que relacionamos con las actividades de producción mul-
tiartesanal propias del conjunto. Por otro lado, la abundancia de materia prima en
bloque y fragmentada nos hace proponer que hubo un acceso seguro y constante
de este conjunto para abastecerse de este y otros materiales.
En contraste, entre los materiales lapidarios que forman parte de las ricas
ofrendas de los entierros de la Pirámide de la Luna se identifican materias primas
como pizarra, piedras verdes, obsidiana y pirita. De estas materias primas, se iden-
tifican 146 artefactos de pizarra (tabla 14.1) en variadas formas: discos, placas,
regletas, figurillas antropomorfas, formas especiales y objetos no definidos. Dichos
materiales lapidarios fueron recuperados de los entierros 2, 3, 5 y 6, que corres-
ponden a diferentes fases constructivas de Pirámide de la Luna (figura 14.1). En
orden cronológico, el Entierro 2 y el 6 están asociados al Edificio 4, el Entierro 3
con el Edificio 5, y el Entierro 5 con el Edificio 6 (para más detalles remitirse a
Sugiyama y Cabrera 2007; Sugiyama y López Luján 2007).
Edificio 5
Edificio 6
Entierro 2
Entierro 6
Entierro 3
Entierro 5
472
14. Las relaciones de poder vistas a través de los materiales...
Del mismo contexto se recuperaron 310 objetos de piedra verde (tabla 14.2).
Dentro de la materia prima identificada de estas piedras verdes se incluyen jadeíta,
serpentinita, rocas de cuarzo-dolomita-fuchsita (o guatemalita/cuarcita verde; nos
referiremos a esta roca como fuchsita) y malaquita.1 De acuerdo con la tipología
de Cabrera (1995), los artefactos de piedra verde se clasifican en: cuentas, orejeras,
narigueras, pendientes, resplandores y figurillas antropomorfas. Adicionalmente,
identificamos tres nuevas formas que no se habían encontrado en Teotihuacan:
pectorales, discos y agujas.
1
La identificación de la materia prima fue hecha por Ricardo Sánchez y Tatsuya Murakami.
473
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Tabla 14.2. Tipología de los objetos de piedra verde recuperados en los entierros
de Pirámide de la Luna.
Pizarra Edificio 4 Edificio 5 Edificio 6
Tipo de artefacto Entierro 2 Entierro 6 Entierro 3 Entierro 5 Total
Discos 2 3 1 6 12
Lajas 15 1 16
Regletas 1 1
Placas 1 6 7
Figurillas Antropomorfas 2 2
Formas especiales 36 36
Objetos no definidos 5 55 12 72
Total 26 101 1 18 146
Metodología de análisis
474
14. Las relaciones de poder vistas a través de los materiales...
El conjunto de los análisis realizados nos permite confirmar que hay variaciones
y similitudes entre los materiales de pizarra y piedra verde de las áreas de acti-
475
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Modificaciones
experimentales
Aunque el uso del pedernal como instrumento fue eficiente para la elabora-
ción de los artefactos en diferentes piedras verdes y pizarras, las investigaciones de
Melgar y su equipo (2012) identifican otra tradición tecnológica únicamente en
los artefactos de piedra verde de Teopancazco. Para la manufactura de estos arte-
factos se utilizaron rocas calizas para los desgastes, cortes con lascas de obsidia-
na, pulidores de jadeíta para regularizar la superficie, así como polvo de pedernal
como abrasivo utilizando carrizo (Melgar 2012: 270-273).
476
14. Las relaciones de poder vistas a través de los materiales...
Tabla 14.4. Tabla comparativa de artefactos de piedra verde y pizarra de la Pirámide de la Luna y
Teopancazco.
Pizarra Piedra verde
Tipo de artefacto PPL TP TOTAL Tipo de artefacto TOTAL
Cuentas 3 3 Cuentas 232
Lajas 16 367 383 Orejeras 47
Regletas 1 1 2 Narigueras 2
Pendientes 0 2 2 Pendientes 8
Aplicaciones 0 1 1 Pectorales 3
Formas especiales 36 1 37 Resplandores 8
Discos 12 6 18 Discos 2
Agujas 0 2 2 Agujas 2
Figurillas 2 4 6 Figurillas 6
antropomorfas antropomórfas
477
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
2
El conjunto de ofrendas puede ser aislado del conjunto de ofrendas del Entierro 5 que además
contenían objetos de jadeíta y fuchsita.
478
14. Las relaciones de poder vistas a través de los materiales...
grandes y muy grandes para las cuentas; entre las orejeras se encuentran las cata-
logadas como pequeñas, medianas y grandes; véanse figuras 14.3 y 14.4), lo que
sugiere que la diferencia en tamaños no fue al azar. Parece razonable suponer que
entre más grande era el tamaño de los ornamentos, más alto fue el estatus.
Por consiguiente, la diferencia entre materias primas, así como el tamaño de
los ornamentos, la cantidad y calidad de los objetos fue, probablemente, un pará-
metro importante de distinción y de diferenciación social.
479
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Los cambios diferenciales entre las materias primas pueden relatar cambios tem-
porales en la disponibilidad del material.
480
14. Las relaciones de poder vistas a través de los materiales...
3
Los objetos procedentes de Chalcatzingo y la máscara de Tikal se han descrito como de fuchsita
(no son de roca de fuchsita), pero están manufacturados sobre el mineral de la fuchsita, y la orejera
de Tikal se describe como de mármol blanco moteado con fuchsita verde (Moholy-Nagy 2008: 43).
Es posible que existan diferencias entre nuestras muestras de Teotihuacan.
4
El peso total de los objetos de jadeíta del Entierro 5 es de poco menos de 4 kg. Aun así, consi-
derando los materiales de desecho y en proceso de producción, probablemente el peso del material
no podría exceder los 10 kg. Aunque no creemos que su uso fuera contemporáneo a Teotihuacan,
481
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
jadeíta pertenecientes al Entierro 5 fue realizado por Hector Neff (2004) usando
abrasión láser inducida y espectrometría de masas (LA-ICP-MS), y los resultados
indican que la mayoría de la jadeíta usada en el Entierro 5 procede del Valle del
Motagua (ver Foshag 1954, 1957; Hammond et al. 1977; McBirney et al. 1967).
Sin embargo, los objetos de jadeíta fueron usados sin interrupción temporal a
partir del momento de la construcción del Edificio 4 de la Pirámide de la Luna,
y la diferencia en materias primas y cantidad de ornamentos está probablemente
relacionada con la diferente posición social de los individuos ahí enterrados.
Con base en el análisis estilístico e iconográfico de los ornamentos del Entie-
rro 5, Sugiyama y López Luján (2007: 134) suponen que los individuos pertene-
cientes al Entierro 5 eran extranjeros estrechamente relacionados con las dinastías
mayas contemporáneas. Sin embargo, nuestros análisis sugieren que algunos de
los ornamentos asociados a los individuos se produjeron en Teotihuacan. Todas
las orejeras de piedra verde recuperadas dentro de la zona central de Teotihuacan,
incluidas las de los individuos 5A y 5B de la Pirámide de la Luna, son de la misma
forma. Esta forma de orejeras se encuentra también representada en la pintura
mural del Complejo de la Calle de los Muertos (Séjourné 1966: fig. 91). La for-
ma estandarizada de las orejeras podría representar el estatus de elite o un cargo
dentro de Teotihuacan. La forma persistente de las orejeras dentro de Teotihuacan
contrasta con algunas del área maya, donde hay más variabilidad de formas.5 Esto
sugiere que las orejeras asociadas a los individuos 5A y 5B, así como otros objetos
de diferentes materias primas, fueron manufacturados en Teotihuacan.
Además, el análisis de la producción utilizando microscopia electrónica de ba-
rrido (MEB) indica que, a excepción de cinco de los artefactos manufacturados en
piedras verdes procedentes de la Pirámide de la Luna, incluyendo los objetos de ja-
deíta del Entierro 5, todos se manufacturaron usando las mismas herramientas y las
mismas técnicas. Desafortunadamente, no hay datos comparativos de producción
de estos artefactos para el área maya (véase Aldenderfer 1991). Aunque es posible
que hayan llegado extranjeros a Teotihuacan y que fueran enterrados ahí, nosotros
creemos que estos individuos probablemente usaron ornamentos producidos en
Teotihuacan. La naturaleza de la relación entre Teotihuacan y el área maya parece
ser más compleja aun de lo sugerido por Sugiyama y López Luján (2007).
la cantidad total de los artefactos de jadeíta recuperados hasta la fecha en Teotihuacan es relati-
vamente pequeña, lo que no significa necesariamente una dominación política de alguna dinastía
maya para obtener la materia prima.
5
Las orejeras compuestas pueden verse en las imágenes grabadas en la zona de monumentos del
área maya (Moholy-Nagy 2008; Schele y Miller 1986). La mayor parte de las orejeras fueron he-
chas de una pieza sencilla de roca.
482
14. Las relaciones de poder vistas a través de los materiales...
Los datos tecnológicos son congruentes con los datos de procedencia, ya que
se han identificado los yacimientos de materia prima en el área de Pachivia e Igua-
483
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
la, Guerrero, como dos de las fuentes aprovechadas por los teotihuacanos desde
el 200 d.C. hasta el 650 d.C., aproximadamente, aunque también se identifican
formaciones de pizarra en el Estado de Morelos y el Estado de México que se
utilizaron para manufacturar los artefactos del edificio más temprano de Pirámide
de la Luna. La fuente del Estado de México ha sido identificada sólo para los
artefactos de Teopancazco (remitirse a López 2011: 133-171; López, Ruvalcaba y
Franco 2012: 248-250; López et al. en prensa).
484
14. Las relaciones de poder vistas a través de los materiales...
485
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
6
Los objetos similares a los de la zona central incluyen narigueras del Tipo 1 recuperadas en La
Ventilla B (LVB 21) (Rattray 1997: Lámina III) y cuentas encontradas en Tlamimilolpa (Entierros
1 y 13; Linné 1942: 131-132, 140), Tlajinga 33 (Entierros 25, 57, 58, y 60; Rattray 1997: 186, 189,
191, 193), el Barrio de los Comerciantes (Entierro 22 a y b; Rattray 1997: 198), y La Ventilla B
(Entierros 66 y 19), entre otros. Tienen rangos entre Tlamimilolpa temprano y Xolalpan tardío.
Desafortunadamente, la mayoría de los estudios nos conducen a la identificación de fuchsita en
1994, y no estamos seguros sobre la materia prima hasta este punto.
486
14. Las relaciones de poder vistas a través de los materiales...
7
Los discos de pizarra han sido recuperados en Atetelco (Entierro 17; Séjourné 1966), Conjunto
A de La Ventilla (Entierros 102B, 136, 181, 219, 224, 250, 251; Gómez 2000), La Ventilla B (En-
tierro 65), Tlajinga 33 (Entierro 70), y el Barrio de los Comerciantes (Entierro 33), entre otros (los
datos se han tomado de Rattray 1997).
487
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Conclusiones
Este estudio sugiere que grupos de elite controlaron en cierto grado (es decir, no
exclusivamente) las habilidades, el conocimiento y las técnicas de los artesanos. Una
variedad de objetos lapidarios manufacturados por los mismos grupos artesanales
(o grupos estrechamente relacionados) fue probablemente distribuida a diversos
grupos sociales de la ciudad (e.g., Gazzola 2005) y jugó un papel importante en la
negociación de poder e identidad dentro de la ciudad. En este sentido, los artesanos
lapidarios en Teotihuacan no fueron sólo productores pasivos, quienes intentaron
satisfacer las necesidades y preferencias de las élites y otros consumidores (Turner
1992), sino que participaron activamente en la materialización de las relaciones
sociales, produciendo diferentes formas de objetos con diversas materias primas.
Es cierto que ciertas técnicas y formas de los objetos persistieron a lo largo de
tiempo, pero las técnicas individuales y la creatividad de los artesanos no fueron de
ninguna manera suprimidas, como ha sugerido Turner (1992). La variabilidad de
la artesanía teotihuacana es cada vez más apreciada, y queda ejemplificada por la
variedad de artefactos lapidarios de la Pirámide de la Luna, el Templo de Serpiente
Emplumada, el Complejo Xalla y especialmente en Teopancazco. Tal enfoque en la
perspectiva de los productores (véase Shimada 2008) arrojará luz sobre la identidad
de artesanos lapidarios, así como la relación entre estos artesanos y otros segmentos
sociales de la ciudad. Es necesario aclarar que los artefactos de piedra verde y piza-
rra analizados sólo pertenecen a una muestra. Todavía hay análisis en proceso que
pueden modificar la perspectiva de nuestra investigación.
Agradecimientos
488
14. Las relaciones de poder vistas a través de los materiales...
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15. La producción, distribución y uso de las cuentas
y lentejuelas de obsidiana teotihuacanas
Alejandro Pastrana, Silvia Domínguez
y Linda R. Manzanilla
Introducción
497
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
498
15. La producción, distribución y uso de las cuentas...
similar forma y material– o combinarse con otros tipos. Los conjuntos de cuen-
tas también pueden constituir pulseras y ajorcas, dependiendo de los lugares del
cuerpo en donde se usen. El atributo principal de las cuentas es que presentan
una perforación central y comparten un hilo o cordel común que las une en un
acomodo continuo y alineado. Las lentejuelas pueden ser de los mismos materia-
les y características morfológicas, pero generalmente van cosidas a tejidos o telas
formando mosaicos, y pueden acomodarse o superponerse parcialmente en un
mismo plano, como se verá más adelante.
La presencia de las cuentas recuperadas en diferentes contextos arqueoló-
gicos puede corresponder al lugar de producción (talleres), al lugar de depósito
en ofrendas o en enterramientos como parte de la vestimenta de ciertos perso-
najes, probablemente pertenecientes a algunos cargos de la jerarquía de algunas
instituciones. La recuperación de las cuentas aisladas o en reducidos números en
varios contextos alterados es relativamente frecuente; sin embargo, también con-
sideramos que, debido a su pequeño tamaño y fragilidad, en excavaciones poco
cuidadosas solamente se recuperaron algunos ejemplares o no se detectaron. Los
desechos de talla derivados del proceso de trabajo de la elaboración de cuentas
y/o lentejuelas son también fragmentarios y de reducidas dimensiones, por lo que
su identificación no es evidente si no se conocen los desechos y, más aún, si se
encuentran mezclados con desechos de talla derivados de la elaboración de na-
vajas prismáticas o de otros procesos de talla. La información de las cuentas en
contextos arqueológicos primarios, de producción o de uso, es importante para
comprender las características de la distribución y función destinada a determina-
dos sectores de la sociedad.
499
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
registran en la región del plexo solar de las osamentas, tanto de forma individual
como en grupos de hasta 75 piezas (Carrillo y Morales 2008). Su función parece
ser de ornato, aunque indudablemente tienen algún significado simbólico, el cual,
por el momento, se nos escapa. Evidencias de su producción proceden del taller
del sector N6E3 (Andrade 2014), de las inmediaciones de la Pirámide de la Luna
(Carballo 2011), del basurero bajo el Frente 4 de La Ventilla y de los talleres de
los sectores N3E5 y N1E3 (Andrade 2014).
500
15. La producción, distribución y uso de las cuentas...
3. Intento de una perforación central de las preformas, que en este caso se pro-
duce por medio de impactos por percusión indirecta (figura 15.2) con cincel,
un material de dureza superior a la obsidiana de dureza 7 en la escala de
Mohs, como lascas o nódulos de cuarzo microcristalino o pedernal. Los im-
pactos se realizaban preferentemente de la cara dorsal a la ventral, aunque en
algunos casos la perforación se realizó en el sentido inverso. También tene-
mos al menos dos casos en que la preforma muestra marcas de los impactos,
pero no se terminó el desprendimiento del cono por impacto.
En los materiales vítreos el desprendimiento del cono de fractura en
un cuerpo de forma laminar, sin que se fracture éste y deje una perforación,
requiere de condiciones físicas de fuerza y soporte muy particulares, que son
estudiadas como parte de la investigación balística (Ball y McKenzie 1994).
Hasta donde sabemos, es la primera ocasión en que se analiza y se docu-
menta el empleo de esta técnica en los estudios de lítica mesoamericanos.
Estamos haciendo el análisis y la reproducción experimental en colaboración
con James Wood, John Clark y Silvia Domínguez. Su difusión es el tema
501
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Figura 15.2. Microfotografías 20X, marcas de impactos por ambos lados en la sección de la
navaja arqueológica.
Figura 15.4. Segmento de navaja del Taller XIV de 9 mm de ancho, con la perforación
inicial por el desprendimiento del cono de impacto, cara dorsal y cara ventral; el impacto se
realizó sobre la cara dorsal, y la perforación cónica es menor de 1 mm.
502
15. La producción, distribución y uso de las cuentas...
4. Las secciones rectangulares o cuadradas –en este caso preformas– en las que
se logró la perforación inicial por medio del desprendimiento de un cono de
impacto, como se aprecia en la siguiente figura 15.5, constituyen una pro-
porción de éxitos menor a 10%, al parecer por la gran cantidad de errores de
talla. En el resto de los intentos se fracturaron accidentalmente las secciones
de navajas; los fragmentos accidentales muestran el punto de una fractura
típica, con un sector del negativo del cono en el punto de impacto del frag-
mento de navaja.
Figura 15.5. Segmentos experimentales de navajas perforados por impacto, arriba cara
dorsal, abajo cara ventral y los conos de percusión correspondientes.
503
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
504
15. La producción, distribución y uso de las cuentas...
505
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506
15. La producción, distribución y uso de las cuentas...
y Xolalpan. Estos objetos pueden ser definidos como los artefactos de obsidiana
tallados más pequeños y que formaron parte de algunas vestimentas oficiales; para
su elaboración se utilizó la exclusiva obsidiana verde de Teotihuacan, una técnica
única especializada y una morfología particular, por lo que posiblemente se trate
de marcadores inalienables de militares-emisarios del Estado.
507
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
por el desprendimiento del cono de impacto, presentan un filo natural que no fue
redondeado ni ampliado por el micro-retoque y, consecuentemente, puede cortar
fácilmente el fino hilo que puede unirlas. Por esto, es posible que este tipo de
cuentas se fijaran de alguna otra forma como lentejuelas, además de que la super-
ficie apreciable en planta, entre la periferia y la minúscula perforación cónica, es
notoriamente mayor que los casos anteriores.
508
15. La producción, distribución y uso de las cuentas...
509
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Cabe aclarar que en el yacimiento, 99% de las cuentas y lentejuelas son verdes
y 1% son grises; la coloración verde transparente y dorada de la obsidiana de la
Sierra de las Navajas es exclusiva de este yacimiento. Los escasos ejemplares de
cuentas y/o lentejuelas de obsidiana gris son particulares, y la procedencia de este
tipo de obsidiana aún no se ha identificado. Consideramos que la coloración de la
obsidiana utilizada es un atributo importante.
Las posibles representaciones de los collares de cuentas y lentejuelas de obsi-
diana se muestran en las siguientes imágenes, sacerdotes-militares de Teotihuacan
(figuras 15.12 y 15.13) y emisario-militar de Tikal (figura 15.14), en donde tam-
bién se han encontrado cuentas de obsidiana verde.
Figura 15.12. Mural de Atetelco, Teotihuacan (tomado de Carballo 2007: 184; redibujado
por Rubén Gómez Jaimes)
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15. La producción, distribución y uso de las cuentas...
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15. La producción, distribución y uso de las cuentas...
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primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
El Entierro 84 de Teopancazco
El Entierro 84, un cráneo boca abajo dentro de una cazuela tapada con un cajete,
apareció en el cuarto C161, en un conjunto de siete entierros (cráneos) en el área
de actividad 167, que es una fosa. Pertenece también al ritual de terminación de
Tlamimilolpa tardío-Xolalpan temprano (350 d.C.). El individuo del Entierro 84
es un adulto, posiblemente masculino, de 20 a 25 años de edad (Alvarado Viñas
2013). Estaba acompañado de 30 cuentas de obsidiana, halladas en el interior de
la cazuela (Manzanilla 2012b).
La mayoría de estos elementos de obsidiana verde presentan restos de pig-
mentos, posiblemente cinabrio. En la siguiente fotografía (figura 15.19) se apre-
cia, en el lado izquierdo, la cara interior, y en la fotografía derecha, la cara exterior.
Para conformar la periferia y ampliar la perforación, los lasqueos por presión
se realizaron principalmente de la cara interior a la cara exterior (figura 15.20);
estos ejemplares también fueron elaborados sobre navajas prismáticas. Las dimen-
siones del diámetro máximo son de 5 mm a 7 mm, y 3 mm de diámetro mayor de
la perforación, que puede ser circular u ovalada.
Figura 15.19. Treinta cuentas de obsidiana que acompañaron al cráneo del Entierro 84.
514
15. La producción, distribución y uso de las cuentas...
515
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Entierro 2 de Teopancazco
El Entierro 2 apareció en el “sector militar” de Teopancazco, en el cuarto C23
(una plataforma tipo “santuario”), en el área de actividad 14, una fosa resellada.
Se trata de un entierro sedente de un adulto femenino de 25 a 35 años de edad
(Alvarado Viñas 2013), perteneciente a la fase Xolalpan tardío. En la fosa se halló
concha, pizarra, obsidiana, cerámica, pigmento amarillo en la pelvis, una figurilla,
pizarra trabajada, un candelero, una punta de proyectil, 15 cuentas o lentejuelas
de obsidiana, una de tezontle y dos esféricas de piedra verde (Manzanilla 2012b;
serpentina y posiblemente liswanita, respectivamente: Emiliano Melgar, comuni-
cación personal, 23 de junio del 2017).
516
15. La producción, distribución y uso de las cuentas...
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primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Teopancazco 1997
En esta temporada se hallaron dos cuentas o lentejuelas de forma rectangular con
las esquinas redondeadas similares a las del entierro 2, cuyas dimensiones máxi-
mas (largo y ancho) son 7 y 9 mm; la perforación ovalada en ambos casos es de
2 mm de diámetro máximo con un espesor de 1 mm. En las fotografías de 25X
de aumento se aprecian en la perforación los límites del cono de impacto (figuras
15.25 y 15.26).
518
15. La producción, distribución y uso de las cuentas...
Figura 15.26. Vista interior y exterior 26X de una posible lentejuela (no. 2880-23)
correspondiente a la fotografía superior izquierda.
Entierro 97 - Teopancazco
El Entierro 97, un individuo infantil secundario y parcial (menor a 40 semanas
fetales; Gallego González 2013), se halló descansando en un cajete anaranjado
delgado, y tapado con una olla negra alisada, en el AA210 del cuarto C162F-
262F, bajo una esquina. Pertenece, posiblemente, al inicio de la fase Xolalpan
(Manzanilla 2012b).
En este entierro se hallaron algunas cuentas o lentejuelas de obsidiana verde,
cuyas dimensiones son de 10 mm de diámetro máximo y de 4-5 mm de diámetro
interior (perforación). En la siguiente fotografía se presentan la cara exterior e
interior de izquierda a derecha, respectivamente.
Estas cuentas o lentejuelas fueron talladas sobre fragmentos de navajas pris-
máticas. Una silueta en forma de “U”, también de obsidiana verde, mide 17 mm
de diámetro máximo y 7 mm en el interior. La técnica de retoque es similar a las
cuentas o lentejuelas, pero el perímetro interior fue trabajado de forma diferente
al retoque de las cuentas. Una posible cuenta de mayores dimensiones (extremo
derecho) es de color gris, y sus dimensiones son: 14 mm de diámetro máximo y
6 mm de diámetro máximo de la perforación. Esta pieza fue trabajada sobre una
lasca y muestra restos de pigmento rojo.
519
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
Teopancazco 2002
Se halló un disco recortado por microlasqueos por presión (figura 15.29), muy
probablemente sobre una lasca de reducción de bifacial; la conformación de la
periferia se hizo con la misma técnica de las cuentas o lentejuelas. Es posible que
este elemento (disco) se haya utilizado como un ojo de alguna escultura, con una
cara lisa, y por la otra presenta dos lasqueos lineales paralelos, que forman una
arista central, rodeados por pequeños lasqueos periféricos, que pudieran aparentar
520
15. La producción, distribución y uso de las cuentas...
el ojo de un reptil o de una ave si la arista central se coloca en forma vertical, como
se muestra en la siguiente fotografía de 10X.
Entierro 76 de Teopancazco
El Entierro 76 fue hallado junto con el Entierro 74 (dos cráneos en vasijas) en el
área de actividad 179 del cuarto C161. El número 76 es el cráneo de un adulto
posiblemente masculino que parece un entierro secundario; se halló junto con dos
cuentas de obsidiana, un fragmento de plato, un incensario y la mandíbula de un
acompañante juvenil.
Las tres cuentas o lentejuelas de la figura 15.30 presentan un impacto fuerte
y un cono amplio, aunque la perforación fue ampliada por pequeños lasqueos por
presión; esta observación se basa en que los extremos del negativo de la base del
cono desprendido se conservaron después de la ampliación de la perforación. La
primera posible cuenta de izquierda a derecha se excavó en 2003 y no pertenece
al entierro 76; presenta una forma general más redondeada y menos laminar, de-
bido a que fue elaborada a partir de una navaja más gruesa, con un espesor de 2
mm. Probablemente, por su espesor y perforación amplia es una cuenta, en com-
paración con las cuentas o lentejuelas del entierro 43 cuyo espesor es de 1 mm o
menor. En el entierro 84, el espesor de las cuentas va de 2-3 mm y únicamente en
521
primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
dos ejemplares es de 4 mm. En las dos cuentas o lentejuelas del entierro 76, en la
fotografía siguiente (figuras 15.30 y 15.31), se aprecia que la perforación fue de 3
mm de diámetro máximo, por lo que pudieran corresponder a un mismo “collar”,
ya que fueron elaboradas sobre un tipo de obsidiana idéntico, con igual técnica y
su morfología y dimensiones son similares.
522
15. La producción, distribución y uso de las cuentas...
La siguiente fotografía muestra las mismas piezas, pero con aumentos bajo el
microscopio de 25X – 28X – 40X, respectivamente; en la última véase el negativo
del amplio cono de impacto.
En la primera cuenta de izquierda a derecha se observa que las aristas de la
navaja estaban separadas aproximadamente 7 mm, y el retoque periférico que les
dio una forma circular alcanzó parcialmente ambas aristas, dándoles una forma
genérica más cilíndrica en relación con los materiales arriba descritos. Por la am-
plitud de la perforación, el espesor de la pieza y el ángulo del retoque que generó
una forma lo más cercana a un cilindro, es muy probable que hayan sido cuentas
de un collar o pulsera de perforación de menor diámetro.
Comentarios generales
Con base en el análisis del material arqueológico del Taller XIV de la Sierra de las
Navajas, cuyo material cerámico comprende principalmente la fase Tlamimilolpa,
conocemos el proceso técnico de las etapas de trabajo de la elaboración de cuentas
y lentejuelas, hechas en obsidiana verde característica de este yacimiento. También,
en este contexto, recuperamos 3 ejemplares y algunos fragmentos de navajas pris-
máticas elaboradas en obsidiana gris trasparente-translúcida procedente de otro ya-
cimiento. Cabe aclarar que consideramos que hemos excavado 80% del Taller XIV.
El proceso de elaboración de cuentas se inicia con la producción de navajas
prismáticas, preferentemente de sección plana, delgada y de aristas separadas, que se
acercan a una forma tabular, aunque existen algunos casos de navajas de sección más
gruesa. Las navajas se partieron en secciones rectangulares y cuadradas de 10–15
mm por lado, sobre estas preformas (blanks); con repetidos impactos puntuales en
una de las caras, principalmente en la interna, se intentó desprender un cono cuya
base más amplia tiene salida en la cara externa, aunque también existen ejemplos
en sentido inverso. En el Taller XIV encontramos abundantes fragmentos de las
preformas que se separaron al practicar la perforación. La ampliación de la perfo-
ración y el recorte periférico en forma circular, semicircular, poliédrica y cuadrada
con esquinas redondeadas, generalmente se realizaron a partir de la misma cara en
la que se inició la perforación. En algunos casos, la reducida perforación inicial ya
no se amplió, pero en la mayoría la perforación se agrandó en diferentes medidas
por medio de microrretoques. En otros casos la perforación fue tan grande que las
piezas parecen “anillos”. Los ejemplares posiblemente terminados que se encontra-
ron en el Taller XIV de la Sierra de las Navajas son clasificados preliminarmente
en 6 tipos, cuyas diferencias morfológicas comprenden variaciones entre la forma
periférica, la amplitud de la perforación y las dimensiones generales.
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primera parte. teopancazco y sus sectores funcionales
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Teopancazco y la presencia
de materiales foráneos
16. Teopancazco como receptor
de materias primas y bienes foráneos
Linda R. Manzanilla
Introducción
531
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
La fauna costera
Ya mencionamos las cerca de 14 variedades de peces de las lagunas costeras, que
probablemente arribaron salados y/o ahumados (Rodríguez Galicia 2010, 2017;
Manzanilla [ed.]-Valadez [coord.] 2017), cangrejos, cocodrilo, una garceta de la
costa del Golfo, mantas de algodón, conchas marinas (no sólo del Golfo, sino del
Caribe y del Pacífico; véase capítulo 20 de este volumen), y mano de obra (Man-
zanilla 2015; Manzanilla [ed.] 2017). En particular destaca la cantidad de peces
bobo hallados en Teopancazco; éstos deben ser pescados cuando bajan a la costa
hacia el 2 de noviembre de cada año, es decir, hay un calendario preciso para hacer
acopio de este recurso (véase Manzanilla [ed.]-Valadez [coord.] 2017).
Adrián Velázquez y sus colaboradores (2012; véase capítulo 20 de este vo-
lumen) han identificado en Teopancazco la más grande variedad de conchas y
532
16. teopancazco como receptor de materias primas y bienes foráneos
La lapidaria
Respecto de la lapidaria (Melgar Tísoc et al. 2012), contamos con mica (véase ca-
pítulo 13 de este volumen), pizarra (véase capítulo 14 de este volumen); 104 piezas
de rocas (véase capítulo 19 de este volumen), algunas de rocas calizas o calcáreas,
30 piezas de cuarzo-cuarcita y cuarzos verdes, 20 piezas de travertino de cuatro
fuentes (Emiliano Melgar, comunicación personal; véase capítulo 19 de este vo-
lumen), 8 piezas de serpentina y tres de serpentina de Tehuitzingo, 5 de jadeíta,
algo de pirita, tres piezas de listwanita, dos de mármol, algo de alúmino-silicatos,
un azabache y algunas piezas no-identificadas.
En el corredor de sitios teotihuacanos que pasa por Tlaxcala para dirigirse a
la costa del Golfo (García Cook 1981), entroncaba otra ruta que conectaba con
sitios del centro-sur de Puebla, como Ixcaquixtla, de donde provenía la vajilla
Anaranjada delgada, un tipo de travertino, y probablemente algunas variedades de
mármol. El sitio multiétnico de Xalasco (Manzanilla, Aguayo y Hernández 2011),
cerca de Huamantla, Tlaxcala, está ubicado en línea recta al norte de Ixcaquixtla, y
pudo funcionar como puerto de intercambio, ya que es un sitio multiétnico.
También hallamos algunos gramos de mica, particularmente discos y for-
mas geométricas procedentes de una fosa importante bajo el templo decapitado
(C181B-261), asociada a dos adolescentes (En 105 y 108); esta mica procedió
de la zona de Ejutla en Oaxaca (Manzanilla et al. 2017; véase capítulo 13 de este
volumen).
Cerámica foránea
El flujo de cerámica a lo largo del corredor hacia la costa del Golfo de México se tra-
tará en el capítulo 17 de este volumen. Sin embargo, haremos algunos comentarios.
Ocotelulco, en Tlaxcala, proporcionó a Teopancazco una vasija decorada al
negativo (de tiempos Tlamimilolpa y se halló en el área de actividad 217 del cuar-
to C353A; en su interior se halló un infante –En 101– de 1.5 a 2 meses de edad;
Alvarado Viñas 2013) y, por activación neutrónica, sabemos que la arcilla era de
ese sitio (figura 16.2).
De la zona de Ixcaquixtla, Puebla, proceden varias piezas de Anaranjado
delgado (como se observa en la figura 16.3), hallada en el área de actividad 64 del
cuarto C251A del sector “sastrería” y de tiempos Xolalpan temprano, así como en
la figura 16.4, hallada también en el C251A de la “sastrería”, pero en el área de
533
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
Figura 16.2. Vasija con pasta de Ocotelulco, Tlaxcala, y decoración al negativo, hallada
en el área de actividad 217 del cuarto C353A, de tiempos Tlamimilolpa, y que contuvo un
infante (En 101) de 1.5 a 2 meses de edad (foto de Rafael Reyes).
534
16. teopancazco como receptor de materias primas y bienes foráneos
El primero (figura 16.5) procede del sector “sastrería” de tiempos Xolalpan tar-
dío, cuarto C151, asociado al área de actividad 63 (RT 5665) y al entierro 14, un
individuo masculino de 40 a 45 años de edad (Alvarado Viñas 2013). El segundo
(figura 16.6) fue hallado en el sector residencial suroeste, en el cuarto C18, área
de actividad 8 (RT 325 y 430), y pertenece a Xolalpan tardío. El tercero ya fue
expuesto en el capítulo 3 (figura 3.10) y es, posiblemente, de los tiempos Tlami-
milolpa tardío-Xolalpan temprano; fue hallado “matado” en el cuarto C261, área
de actividad 229 (RT 12947, 12950, 12951 y 12785).
Figura 16.4. Otro cajete Anaranjado Delgado con decoración esgrafiada, hallado
en el área de actividad 66 del cuarto C251A, asociado al entierro 15, de tiempos
Xolalpan temprano (foto de Rafael Reyes).
Figura 16.5. Vaso trípode esgrafiado del cuarto C151, asociado al área de actividad
63 (RT 5663) y al entierro 14, de tiempos Xolalpan tardío (foto de Rafael Reyes).
535
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
Figura 16.6. Vaso trípode esgrafiado del cuarto C18, área de actividad 8 (RT 325 y
430), de tiempos Xolalpan tardío (foto de Rafael Reyes).
536
16. teopancazco como receptor de materias primas y bienes foráneos
2013), y de época Xolalpan. En el fondo de este cajete aparece un glifo con dos
montañas y un diseño encima de ellas (figura 16.8).
Figura 16.7. Cajete con decoración pintada en colores negro y rojo sobre café
claro, hallado en el cuarto C154A, área de actividad 172 (RT 11876), asociado al
entierro 89 (foto de Rafael Reyes).
Figura 16.8. Glifo de dos montañas hallado en el fondo del cajete descrito
anteriormente, asociado al entierro 89 (foto de Rafael Reyes).
537
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
Figura 16.9. Gran caldero o anafre con aplicaciones de caras con gorros cónicos,
hallado en el cuarto C159B, área de actividad 50, de tiempos Xolalpan tardío-
Metepec (foto de Rafael Reyes).
538
16. teopancazco como receptor de materias primas y bienes foráneos
539
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
Comentarios finales
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544
17. La cerámica de importación en Teopancazco
y sus nexos culturales con otros sitios
José Carlos de la Fuente León
Introducción
546
17. la cerámica de importación en teopancazco...
estatus y poder (Appadauri 1986: 44; Brumfiel y Earle 1987: 4; Costin 1991: 12;
Drennan 1998: 29; Hayden 1995: 258; Morante 2004: 25), bienes que, como se
verá más adelante, son foráneos; y 2) la cultura material no sólo transmite infor-
mación acerca del estatus social de un grupo, también puede hacerlo con respecto
a su identidad (Costin 2001: 301; Sillar y Tite 2000: 8; Stark 1999: 137).
El intercambio de bienes
547
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
1
Las otras dos formas de intercambio son la reciprocidad y la redistribución.
2
En el comercio administrativo o intercambio propiamente dicho, las relaciones entre las partes
son más o menos formales y las equivalencias entre mercancías se pueden establecer por unidades
simples, es decir, intercambiar una cosa por otra (Polanyi 1976: 304).
3
Existen distintas formas en las que se pueden clasificar los bienes; una de ellas es de acuerdo a su
durabilidad, y pueden distinguirse dos tipos de bienes: los perecederos y los no perecederos (Hirth
1996: 208). Otra forma de clasificarlos, y que hasta la fecha ha sido la más empleada, es la que se
basa en el valor de los bienes y distingue tres tipos: bienes de uso práctico, información y artículos
de lujo (Drennan 1998: 26).
548
17. la cerámica de importación en teopancazco...
políticos, sociales, ideológicos, rituales y culturales (Bray 2003: 95; Costin 1998:
5; De Marrais et al. 1996: 16; Foias 2007: 174; Hayden 1995: 261; Helms 1993;
Hirth 1996: 209; Peregrine 1991: 2; Rice 1987: 168; Spielmann 2002: 195).
Se ha sugerido que los artículos de lujo o “preciosidades” pueden generar
“riqueza”, sobre todo cuando se han manufacturado con materias primas exóticas;
sin embargo, para las sociedades precapitalistas, el significado de riqueza varía
enormemente con respecto al actual. En este sentido, la riqueza consiste en la
acumulación de bienes con un valor excepcional, socialmente prescrito, o en otras
palabras, “socialmente valiosos” (Spielmann 2002), y el cual puede obtenerse tanto
por las características intrínsecas (materiales y técnicas de manufactura) o extrín-
secas (artesanos que los produjeron, poseedores, uso de los bienes) de los objetos
(Costin 1998: 9). Pragmáticamente hablando, los bienes de prestigio adquieren
su valor por haber sido manufacturados empleando una tecnología de prestigio
(Costin 2001: 292; Hayden 1995: 263), es decir, la que tiene como principio os-
tentar riqueza, poder y control sobre los recursos y las fuerzas productivas, por lo
que mientras más tiempo y trabajo requieran los bienes fabricados con esta tec-
nología será mejor el bien (Charlton et al. 1993: 154; Clark y Parry 1994; Costin
1991: 16; Costin y Hagstrum 1995: 621; Hayden 1993: 203, 1995: 258). Con esto
se busca que sean productos únicos cuya singularidad potencie su valor (Appa-
dauri 1986: 42; Santley 1984: 60). Desde un punto de vista ideológico, los bienes
adquieren su valor por provenir de un tiempo y/o espacio distante con respecto a
la población que los adquiere (Helms 1993), por su carácter sagrado-místico o de
alguno de sus componentes ya sea por originarse en un lugar considerado como
tal, o por su asociación directa con individuos dotados de dichas características,
como ancestros, deidades o personajes de la élite (Bradley 2000; Drennan et al.
1990: 179; Flannery 1968: 105; Helms 1993: 101, 150).
El valor que un determinado bien puede tener no es estático, cambia de un
lugar a otro y de un tiempo a otro (Hayden 1995: 278) y de sociedad en sociedad
(Helms 1993: 92, 150). Los bienes de prestigio son marcadores de estatus que
permitieron a las élites dominantes justificar y legitimar su posición jerárquica
(Appadauri 1986: 31; Morante 2004: 25) debido a la carga simbólica y a la infor-
mación implícita contenida en ellos (Clark y Parry 1994; Drennan 1998: 26); para
lograr esto, las élites establecieron leyes que restringen su producción, distribución
o consumo (Brumfiel y Earle 1987: 5; Chapman 1975: 104; Costin 2001: 292;
Drennan 1998: 28; Flannery 1968: 100; Hayden 1993: 292, 1995: 263; Hirth
1984: 293; Manzanilla 1992: 331, 2008b: 387; Oppenheim 1976: 82; Peregrine
1991: 2; Rathje 1973: 6). De esta forma, la riqueza en las sociedades precapitalis-
tas no puede servir como parámetro para medir el nivel social de sus poseedores
(Helms 1993: 101; Hirth 2001: 99, 116); más bien se debería medir la cantidad de
prestigio de los poseedores de estos objetos.
549
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
Por otro lado, el intercambio permite organizar las relaciones sociales cuando
se establecen alianzas entre grupos a través de la reciprocidad entre las élites. Estas
alianzas permiten establecer relaciones de dependencia mutua que regulan diferen-
cias, mantienen la paz (Hirth 1992: 27, 1996: 208, 2001: 100; Sarmiento 2000: 344)
y garantizan una obligación de pago en el futuro, en caso de necesidad (Flannery
1968: 107; Halstead y O´Shea 1989a: 4, 1989b: 124; O´Shea 1989: 58; Pires-Ferrei-
ra y Flannery 1976: 287). Así pues, la lógica indicaría que mientras más y mejores
relaciones se tengan con otros grupos, mayores serán los beneficios de una sociedad
en particular. Muy probablemente éste sea el caso de muchas de las grandes urbes
que dominaron el espacio político de Mesoamérica en tiempos prehispánicos.
El intercambio en Teotihuacan
550
17. la cerámica de importación en teopancazco...
551
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
los alrededores de donde fue localizada la pieza cerámica, entonces puede deducirse
que la cerámica es local; 2) si las inclusiones de la pasta (abundantes o no) no se
encuentran presentes en la geología de la región puede deberse a que la pieza fue
elaborada localmente pero las inclusiones (desgrasantes) provienen de otro sitio o a
que la pieza completa fue manufacturada en otro lado ( Jiménez 2005: 36).
Uno de estos estudios analíticos de composición es la microscopía óptica de
polarización, también conocida como “petrografía”. A grandes rasgos, el procedi-
miento para emplear dicha técnica es el siguiente: se realiza un corte transversal a
la muestra para obtener una esquirla de aproximadamente 2 cm2 de área por 3 mm
de espesor; esa esquirla será montada sobre un portaobjetos utilizando termoplás-
tico para adherirla al portaobjetos. Una vez que la muestra ha sido montada, se
deberá desbastar utilizando un abrasivo como el carborundum o carburo de silicio
hasta que la esquirla o galleta tenga un espesor de máximo 25 a 50 micras (el
espesor ideal es de 30 micras) y posteriormente se aplicará sobre ella bálsamo de
Canadá y se cubrirá con un cubreobjetos (Ánimas 2007: 111-113; Rogers y Kerr
1942: 3-7).
Una vez que se tienen listas las láminas delgadas, se procede a examinarlas
al microscopio óptico de polarización (petrográfico), aplicando descripciones de
mineralogía óptica y posteriormente, tablas de clasificación petrológica. Ya que las
partículas del tamaño de las arcillas y el limo son demasiado pequeñas, éstas no
se pueden identificar mediante el empleo de un microscopio petrográfico, aunque
puede inferirse de qué minerales se trata. La identificación de las partículas más
grandes, incluidas en la pasta, se realiza a través de las propiedades ópticas especí-
ficas que éstas presentan ya que cada una reacciona de forma distinta al pasar la luz
a través del mineral (Orton et al. 1997: 161); algunas de las propiedades pueden
ser determinadas mediante luz polarizada,4 mientras que otras sólo pueden deter-
minarse al cruzarse nícoles5 (Gribble y Hall 1992: 6).
4
La teoría ondulatoria sostiene que la luz debe considerarse como un movimiento ondulatorio
cuyas vibraciones se expanden en todas direcciones. Cuando la luz atraviesa sustancias anisótropas,
ésta se desdobla en dos rayos polarizados con planos perpendiculares; pero si el movimiento de las
vibraciones logra restringirse a un solo plano, se dice que la luz está polarizada en un plano.
Para
generar la polarización de la luz en un microscopio, se emplea un polarizador o prisma de
Nicol elaborado con espato de Islandia, con lo cual uno de los rayos desdoblados de luz es com-
pletamente reflejado mientras que el otro rayo puede continuar su trayectoria a través del prisma
y aparecer como luz polarizada en un plano (Klein y Hurbut 1996: 323; Rogers y Kerr 1942: 65).
5
Se dice que se cruzan nícoles cuando dos prismas de Nicol son superpuestos en un ángulo
determinado. Al cruzar nícoles, las sustancias isotrópicas se oscurecen mientras que las sustancias
anisotrópicas producen colores de interferencia (Rogers y Kerr 1942: 67).
552
17. la cerámica de importación en teopancazco...
El primer paso para realizar un estudio de composición es tener muy claro cuál
es el entorno geológico particular del lugar en donde se tomaron las muestras
que serán analizadas. El valle de Teotihuacan se ubica al noreste de la cuenca de
México, entre los 19° 81’ y 19° 45’ de latitud norte y los 98° 49’ y los 98° 56’ de
longitud oeste (figura 17.1; Ortega 2000: 5); cuenta con un área aproximada de
532 km2 y se localiza a una altitud promedio de 2250 msnm (Villaseñor 2003: 1),
dentro de la Provincia Fisiográfica del Eje Neovolcánico, en la Subprovincia de
los Lagos y Volcanes de Anáhuac. Geomorfológicamente hablando, el valle de
Teotihuacan puede considerarse una extensión de la cuenca de México y posee
un clima semiárido con lluvias en verano.6 Este valle está limitado al oeste por el
Cerro Chiconautla, al norte por el Cerro Gordo, al sur por la Sierra Patlachique
y al oriente por un sistema de lomeríos bajos pertenecientes a las estribaciones de
la Sierra Nevada (García 1968: 11; INEGI 2001: 23). Estas serranías varían en
edad desde el Terciario Superior hasta el Cuaternario, por lo que la mayoría se
encuentra muy erosionadas (Mooser 1968: 32).
Por su historia geológica, el valle de Teotihuacan presenta dos grandes por-
ciones. Por un lado se encuentra la zona de “bajos”, una rica planicie aluvial que
colindaba con el lago de Texcoco y que tenía manantiales permanentes que for-
maron un área pantanosa ideal para el cultivo en chinampas7 (Millon 1967: 39,
1973: 47, 1974: 358, 1976: 244); esta porción está cubierta por sedimentos de
origen lacustre y por rocas sedimentarias producidas por el acarreo y la erosión de
las rocas ígneas8 (Ortega 2000: 6). Por otro lado, se encuentra la zona de “altos”,
formada por una gran lengua de lava y que fue aprovechada para construir la
parte monumental de la ciudad (Mooser 1968: 34); las constantes emisiones de
lava durante el Cuaternario dieron origen a diversos tipos de rocas ígneas, cuya
6
Al parecer, el clima del valle de Teotihuacan no ha sido siempre el mismo. A comienzos de la era
cristiana dominaba un paisaje boscoso de pino-encino, lo que propició el establecimiento favorable
de algunos grupos humanos. Algunas hipótesis sugieren que la sobreexplotación de los recursos
derivó en la desertificación del paisaje y en la posterior decadencia de la gran capital del Clásico.
Por otro lado, los resultados preliminares del proyecto “Paleoambiente del Valle de Teotihuacan”
sugieren que a lo largo del tiempo, en el valle de Teotihuacan se han alternado periodos de mayor
humedad con periodos de mayor sequía (McClung et al. 1998: 516; Mooser 1968: 37).
7
En realidad, esta forma de cultivo no eran verdaderas chinampas, sino “chinampas secas”, es
decir, parcelas de cultivo rodeadas de canales de agua (según José Luis Lorenzo; Manzanilla,
comunicación personal).
8
Gradualmente, esta planicie fue reduciendo su extensión debido a la expansión de la urbana de
Teotihuacan.
553
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
554
17. la cerámica de importación en teopancazco...
9
Los feldespatos pueden dividirse en dos grandes subgrupos: los feldespatos alcalinos o
potásicos y los feldespatos sódico-cálcicos o plagioclasas (Gribble y Hall 1992: 78; Rogers y
Kerr 1942: 230).
555
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
líticos son aquellas en las que se localizaron fragmentos de toba cristalina como
componentes secundarios, razón por la que se piensa esta última fue molida y
agregada como desgrasante al barro original.
Figura 17.2. Diagrama ternario que muestra la relación entre los tres componentes
mayoritarios de las muestras analizadas en Teopancazco.
10
Este tipo de plagioclasas está más asociado con rocas basálticas.
11
Cerca de Teotihuacan existen dos afloramientos de riolita que pudieron ser explotados por
los teotihuacanos. Uno de estos afloramientos se encuentra a unos 8 km al oriente de Otumba y
junto con la obsidiana local forman un yacimiento de unos 40 km2 en la ladera oriental del valle de
Teotihuacan (Cobean 2002: 58). El otro se encuentra en el cerro Xoconosco, muy cerca de Xometla
(INEGI 1979).
556
17. la cerámica de importación en teopancazco...
Figura 17.3. Dendrograma que muestra cómo se agrupan las muestras de acuerdo a la
presencia de familias minerales contenidas en éstas.
557
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
rísticas descritas para las muestras locales; sin embargo, difiere de estas últimas en
que no contiene esquirlas de vidrio en su composición. Esto último hace suponer
que las esquirlas de vidrio se encuentran presentes en las muestras debido a la
adición de algún elemento que las contiene como desgrasante, siendo el mejor
candidato para esto la ceniza volcánica. De ser esto cierto, la ceniza volcánica es-
taría más relacionada con técnicas de manufactura y funcionalidad de la pieza que
con la composición geológica del barro.
Figura 17.4. Dendrograma que muestra cómo se agrupan las muestras de acuerdo a la
cantidad de minerales, medida en porcentaje, contenida en éstas.
558
17. la cerámica de importación en teopancazco...
12
Los yacimientos más cercanos de esquisto se encuentran a 113 km en línea recta al suroeste del
valle de Teotihuacan, mientras que los de gneis se encuentran a 195 km.
559
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
de mica (biotita), la cual se encuentra ausente en las otras tres muestras; y 2) las
muestras T13, X13 y X14 presentaron algunos fragmentos de cuarzo policris-
talino sin asociación con fragmentos de roca metamórfica, ausentes en las dos
muestras. Empero, si se considera que las cantidades de mica presentes son muy
bajas, que además este mineral es poco resistente a la alteración (Rice 1987: 34) y
que la ocurrencia de cuarzo policristalino puede deberse a la mezcla de diferentes
tipos de barro,13 se ha propuesto que las piezas cerámicas que alguna vez consti-
tuyeron los fragmentos analizados fueron manufacturados en Cantona o en sus
inmediaciones.
Otro caso similar al anterior es el de los tiestos identificados como Engobe
Crema (T1) y Techachalco (C10), los cuales son prácticamente idénticos. Ambos
fragmentos cerámicos comparten la característica de que su componente mayo-
ritario son las plagioclasas intermedias (andesina), seguido de mica (biotita) y
fragmentos líticos (toba vítrea y fragmentos de rocas andesíticas). Igual que en el
caso anterior, también se presentó una diferencia mínima entre ambos: la apari-
ción de fragmentos de toba cristalina en la muestra C10. Ya que son escasos los
fragmentos rocosos de este tipo y debido a la similitud entre ambos fragmentos,
se ha considerado que la vasija que alguna vez fue constituida por este fragmento
cerámico proviene de Cantona.
La muestra T20 que corresponde a un tiesto de pasta granular rosa guarda
gran similitud con la cerámica proveniente de Maltrata, específicamente con el
tipo Baño Café Pulido (M18). Estos dos fragmentos presentan como caracterís-
tica que su componente mayoritario son los fragmentos líticos (toba vítrea y toba
cristalina) seguidos de cuarzo y plagioclasas intermedias. A pesar de que la mues-
tra T20 contiene algunos fragmentos de roca sedimentaria, posiblemente calizas, y
M18 no, es factible que esta vasija provenga de Maltrata ya que este tipo de rocas
es común en la geología regional de dicho valle.
En el caso de la cerámica Anaranjado Delgado, todas las muestras analiza-
das tanto de Teopancazco como del resto de los sitios comparados coinciden en
presentar un alto contenido en fragmentos líticos casi exclusivamente a base de
fragmentos de rocas metamórficas (esquisto y gneis) y cuarzo policristalino con
ausencia de calcita, lo que correspondería con el subgrupo 3 del Grupo A en la
clasificación de Sotomayor y Castillo (1963: 13). Lo que llama la atención es que
si bien estos autores mencionan que en algunos casos se pueden encontrar restos
13
A diferencia de otros sitios en el Altiplano Central en donde la aparición de elementos
metamórficos como constituyentes de las pastas cerámicas es un claro indicador para suponer la
importación del desgrasante, el barro o la pieza misma, para el caso de Cantona no necesariamente
funcionó así ya que a 30 km en línea recta (INEGI 1984) se encuentran afloramientos de esquisto
y gneis que pudieron haber sido utilizados por los habitantes de la ciudad.
560
17. la cerámica de importación en teopancazco...
561
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
Discusión
562
17. la cerámica de importación en teopancazco...
co, y además pueden haber sido utilizadas varias fuentes de arcilla para obtener
el mismo producto cerámico, ya sea a través de un periodo de ocupación dado o
en varios de ellos” ( Jiménez 2005: 46). Aunado a esto, se tiene el hecho de que
la adición o sustracción de materiales originales del barro se puede deber tanto
a cuestiones tecnológicas (técnicas de manufactura, la forma y función del obje-
to a elaborar, etc.) como a cuestiones culturales (accesibilidad de los materiales,
preferencias individuales del artesano o de la sociedad que consume los objetos
cerámicos por el uso de algún tipo de material en específico, etcétera). Por estos
motivos, para llegar a resultados interpretativos más certeros es necesario la apli-
cación conjunta de una batería de pruebas que permita correlacionar la informa-
ción proporcionada individualmente por cada una de ellas.
A pesar de que el método petrográfico presenta serias limitaciones en su uso
(De la Fuente 2012: 66) y que depende casi completamente de la experiencia y pe-
ricia que el investigador tenga para identificar los minerales presentes en una lámina
delgada, tanto por sus características físicas como en la cantidad (es poco común
emplear un contador de partículas que proporcione cantidades numéricas, lo más
común es emplear tablas de estimación visual y proporcionar las cantidades en tér-
minos de porcentaje), es un muy buen punto de partida para establecer las muestras
que son candidatas para utilizar una técnica más sofisticada de análisis, tomando en
cuenta el tiempo y el costo que implica la aplicación de alguna de ellas.
En el caso específico de las 33 muestras analizadas de Teopancazco, se pre-
sentó evidencia sobre algunas concepciones que desde hace mucho tiempo se tie-
nen y que probablemente necesiten ser reevaluadas involucrándose tanto los tipos
locales como las cerámicas de importación. Por un lado tenemos el de la cerámica
“local” de Teotihuacan cuya tipología cerámica está más que “clara” y es la que
comúnmente se emplea en el análisis visual del material. El grupo cerámico Mate
se encuentra presente en el complejo cerámico teotihuacano desde la fase Patla-
chique y durante el resto de la cronología de Teotihuacan; de acuerdo a la textura
de la pasta puede dividirse en Mate Burdo y Mate Fino y sus formas principales
son las tapas, los tapaplatos lisos o con tres asas, múltiples adornos y figurillas, así
como incensarios y candeleros (Mate Burdo; Rattray 2001: 114). Al ser un tipo
cerámico tan común en la ciudad y tener un uso tan prolongado, temporalmente
hablando, se esperaría que las pastas tuvieran una composición mineral local; em-
pero la evidencia de este estudio sugiere lo contrario.
El tiesto analizado, identificado como Mate Fino (T3) y previamente inclui-
do dentro de las muestras foráneas, presenta en su composición fragmentos de
rocas sedimentarias (caliza) en asociación directa con cristales de caliza; asimis-
mo, no se pudieron identificar completamente, pero algunos de estos fragmentos
tienen una alta probabilidad de contener bioclastos (restos orgánicos fosilizados).
563
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
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17. la cerámica de importación en teopancazco...
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segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
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ción del tiesto Engobe Crema no se parece en nada a los tipos de Cantona; es así
que esta vasija puede ser tanto una imitación para la exportación o una reproduc-
ción local con pigmentos locales, pero con materia prima importada. Tampoco se
descarta la posibilidad de que el Engobe Crema no provenga de Cantona, pero
que el ambiente geológico que originó la materia prima sea similar al de las in-
mediaciones de esta urbe (alguna zona del norte de Tlaxcala), y aunque se haya
reportado que existe un tipo similar a Ocotitla en Teotihuacan (Merino y García
2007: 152), no existe una correspondencia entre la composición geológica de T1
y la de las muestras locales.
Otro caso en el que se demuestra la afinidad de la cerámica de Teopancazco
y la de Cantona es en las muestras T13 y T14 (¿Naranja Laca?) con la muestra
C3 (Tlachichuca). Aunque es muy recurrente encontrar en la literatura arqueoló-
gica que la cerámica laca procede de la costa del Golfo de México, las similitudes
que existen en la composición mineral con aquella de Cantona hacen pensar que
ambas muestras proceden de este sitio, y no sólo por la concurrencia de minerales
sino también por la técnica de manufactura y la adición en grandes cantidades
de ceniza volcánica (esquirlas de vidrio). Nuevamente nos encontramos ante un
caso en el que los acabados de superficie son muy distintos: mientras que la típica
cerámica Tlachichuca y su coloración tiende a los tonos cafés rojizos o rojizos
grisáceos oscuros (Merino y García 2007: 160), las muestras de Teopancazco pre-
sentan colores naranja y con una terminación laca. Así como el ejemplo anterior,
no se puede descartar que las muestras T13 y T14 provengan de un sitio distinto
a Cantona con un ambiente geológico similar, pero hasta que no se presenten
datos petrográficos que permitan comparar los resultados obtenidos en la presen-
te investigación con otros sitios o regiones, Cantona representa la mejor opción
de procedencia hasta el momento. Si se considera que los tipos Tlaxco Blanco
(X13) y Café Alisado (X14) procedentes de Xalasco también presentan la misma
composición mineralógica y que, a su vez, éstos tampoco presentan los acabados
de superficie descritos para las muestras tanto de Cantona como de Teotihuacan,
es posible que la característica más relevante para determinar la procedencia de
la cerámica no sean sus atributos estilísticos, ya que éstos responden de la fun-
cionalidad de la pieza y a las características culturales tanto de los productores
como de los consumidores, sino a la composición de la materia prima con la que
se elaboraron los objetos.
Por otro lado tenemos que es muy probable que la muestra T20 (Pasta Granu-
lar Rosa) provenga de algún sitio del valle de Maltrata o sus inmediaciones ya que
guarda mucho parecido con la muestra M18 (Baño Café) tanto en la composición
como a nivel visual de la pasta (ambas son granulosas y presentan una coloración
similar). Tal vez no sea de extrañarse que en Teotihuacan puedan encontrarse,
567
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
14
Los habitantes de un enclave se enfrentan a problemas especialmente complejos al encontrarse
rodeados demográficamente, y en la mayoría de los casos también políticamente, por una sociedad
dominante. En este sentido, el reto es doble ya que eternamente deberán luchar por mantener su
identidad de forma convincente ante la sociedad anfitriona, al mismo tiempo que de forma interna
intentan no ceder a la constante presión de la asimilación de la otra cultura. Este hecho les confiere
a los enclaves sus características más distintivas (Spence 1996: 334) al mismo tiempo que los puede
“evidenciar” dentro de un contexto arqueológico.
568
17. la cerámica de importación en teopancazco...
sarias para manufacturar los atavíos, mientras que la cerámica de los sectores de
élite haya tenido una función más bien ornamental y de prestigio de las élites del
centro de barrio.
Conclusiones
Agradecimientos
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caracterización, procedencia de las materias primas
y definición de un estilo tecnológico
Alessandra Pecci, Domenico Miriello, Donatella Barca, Gino M. Crisci,
Raffaella De Luca, Agustín Ortiz, Linda R. Manzanilla,
Jorge Blancas y Luis Barba
Introducción
can, Teopancazco se caracteriza por el uso extensivo de la cal para cubrir la ma-
yoría de las superficies constructivas, y en particular, pisos y muros (Barba 1995;
Barba y Córdova 1999, 2010; Magaloni 1996; Manzanilla 2012; Margain 1966;
Marquina 1922; Murakami 2010; Ortiz 2015; Pecci, 2000, 2005; Pecci et al. 2010,
2018) (figura 18.1).
Para realizar este estudio se han tomado muestras de las diferentes fases cons-
tructivas y de diferentes sectores del centro de barrio de Teopancazco definidos en
otras ocasiones (Manzanilla 2011, 2012, 2015; Ortiz 2015) (figuras 18.2 y 18.3).
586
18. Estudios arqueométricos de mezclas de cal en Teopancazco...
Figura 18.2. Muestreo del patio central de Teopancazco para el análisis de residuos.
Ubicación de las muestras analizadas con GC-MS (439, 719, 778), y de las muestras
analizadas para llevar a cabo la caracterización de las mezclas de cal y la procedencia de
las materias primas (439, 778, 669, 706, 727).
587
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
Metodología
588
18. Estudios arqueométricos de mezclas de cal en Teopancazco...
Tabla 18.1
No. del
Muestra Cuarto Parte muestreada Fase
proyecto
1 73037 C313A Pared Fundación de Teopancazco
2 69578 C106D Pared Tlamimilolpa temprano
3 77916 C254A Piso Tlamimilolpa temprano
4 74136 C262C Piso-escalón Tlamimilolpa
5 C253 C253 Piso Tlaninilolpa
6 73742 C261 Pared Tlamimilolpa tardío
7 73462 C162C Tlamimilolpa tardío
8 C167 C167 Piso Tlamimilolpa tardío
9 C206 C206 Piso Transición Tlam. tardío–
Xolalpan temprano
10 75282 C213A Pared Xolalpan temprano
11 439 C6 Piso Xolalpan temprano
12 669 C6 Piso Xolalpan temprano
13 706 C6 Piso Xolalpan temprano
14 727 C6 Piso Xolalpan temprano
15 778 C6 Piso Xolalpan temprano
16 719 C6 Piso Xolalpan temprano
17 70969 C161 Pared Xolalpan tardío
18 68625 C161 Pared Xolalpan tardío
19 C14/15 C14/15 Piso Xolalpan tardío
20 C17 C17 Piso Xolalpan tardío
21 C14 C14 Piso Xolalpan tardío
22 C8 C8 Piso Xolalpan tardío
23 C9 C9 Piso Xolalpan tardío
24 C28 C28 Piso Xolalpan tardío
25 C19 C19 Piso Xolalpan tardío–Metepec
26 C62 C62 Piso Metepec
27 61318 C53 Pared Metepec
28 C53 C53 Piso Metepec
589
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
Figura 18.4. Aspecto macroscópico de una muestra de piso de estuco. Muestra 706.
(b)–(e) Láminas delgadas de: (b) vidrio volcánico en la muestra 669; (c) andesita
basáltica en la muestra 706; (d) material terroso en la muestra 439; (e) grumo en la
muestra 706; (f) imagen al SEM de un grumo en la muestra 669; hoyos producidos
por el análisis con ICP–LA- MS adentro del grumo (tomado de Barba et al. 2009,
figura 8).
590
18. Estudios arqueométricos de mezclas de cal en Teopancazco...
las láminas delgadas observadas al microscopio óptico con las cartas que se usan
para la estimación visual de las proporciones modales de los minerales en las rocas
(Ricci Lucchi 1980; Myron Best 2003). La clasificación del agregado se ha esti-
mado usando cartas visuales cuantitativas llamadas “Textural comparators for degree
of sorting in 2-D” ( Jerram 2001; Boggs 2010).
Para el estudio de la procedencia de la piedra caliza empleada para fabricar
la cal, se estudiaron cinco muestras del patio de Teopancazco (Barba et al. 2009).
Para la procedencia de las esquirlas de vidrio volcánico se han analizado
muestras de diferentes fases constructivas, según la metodología desarrollada por
Barca et al. (2007, 2011, 2013). Las muestras se han analizado mediante SEM-
EDS, para determinar los elementos mayores, y por LA-ICP-MS, para deter-
minar los elementos traza (Ti, Mn, Zn, Rb, Sr, Y, Zr, Nb, Ba, Hf, Ta, Pb, Th, U),
así como la composición de elementos de tierras raras (REE). Estas técnicas se
eligieron porque ofrecen la posibilidad de llevar a cabo análisis muy específicos y
precisos sobre muestras muy pequeñas.
Los análisis se han realizado en la Università della Calabria, con un SEM-
EDS, EDAX GENESIS 4000, un instrumento LA-ICP-MS, constituido por un
ElanDRCe (Perkin Elmer) y por un New Wave UP213 solid-state Nd-YAG laser
probe (213 nm). También, para el estudio de la procedencia de la piedra caliza
empleada en la fabricación de las argamasas de Teopancazco se ha aplicado la
LA-ICP-MS (Barba et al. 2009).
Resultados
591
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
Tabla 18.2
Firme/Enlucido
No. del proyecto
espesor enlucido
Dim. Prom.
Wentworth
Dim. máx
Redondez
promedio
Muestra
Tamaño
Sorting
(1922)
(mm)
(mm)
(mm)
capa
592
18. Estudios arqueométricos de mezclas de cal en Teopancazco...
Tabla 18.2
Estimación semicuantitativa
Macroporosidad visual (Ricci Lucchi 1980; Fases mineralógicas y fragmentos de rocas Aglutinante
Myron Best 2003)
mineralógicas en
textura porfítica
Vidrio volcánico
intermedias con
Pómez (trazas)
Macrorosidad
Agregado (%)
Tierra batida
Agluti-nante
Dim. prom.
magmáticas
Dim. máx.
el agregado
riolítico
(mm)
(mm)
Rocas
Fases
A/L
(%)
593
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
Tabla 18.2
594
18. Estudios arqueométricos de mezclas de cal en Teopancazco...
Tabla 18.2
Estimación semicuantitativa
Macroporosidad visual (Ricci Lucchi 1980; Fases mineralógicas y fragmentos de rocas Aglutinante
Myron Best 2003)
595
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
Tabla 18.2
596
18. Estudios arqueométricos de mezclas de cal en Teopancazco...
Tabla 18.2
Estimación semicuantitativa
Macroporosidad visual (Ricci Lucchi 1980; Fases mineralógicas y fragmentos de rocas Aglutinante
Myron Best 2003)
las demás. Estas dos capas difieren en espesor, dimensión promedio del agregado
y proporción agregado/cal. Sin embargo, la adhesión perfecta entre las dos capas y
la ausencia de discontinuidad entre ellas sugiere que pudieron ser aplicadas prác-
ticamente al mismo tiempo.
En el enlucido de la muestra 26 (C62-I), el contenido en carbón (confirmado
por el análisis con Raman) es mayor que en las otras muestras. En general, la pre-
sencia de carbón en todas las capas de enlucido de todas las fases constructivas se
debe probablemente a los restos del combustible usado para quemar la cal.
Otro elemento de diferencia entre las muestras es que la muestra 18 (68625-I)
tiene una coloración rosa, debida a la presencia de hematita mezclada en el enluci-
do, como también ha sido confirmado por el análisis Raman. Además, algunas de
las muestras de pisos y muros –desde la fase Xolalpan temprano a la Metepec (4-
74136 [piso –Tlamimilolpa], 17-70969-II [muro-Xolalpan tardío], 19-C14/15-I
y 21-C14-I [pisos-Xolalpan tardío], y 23- 61318 [muro-Metepec]) – presentan
597
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
una sutil capa superficial roja, que los análisis Raman permiten relacionar con la
presencia de hematita comúnmente usado como pigmento en pintura.
En general, el uso de hematita era frecuente en Teotihuacan y en Teopancaz-
co, en particular, como pigmento (Martínez García et al. 2012; Magaloni 1996).
En el estudio petrográfico de las muestras de Teopancazco destaca también
la presencia, en el aglutinante, de “grumos”, entre 50 micras a 1 mm (Bakola et al.
1995), que tienen una composición carbonática (CaCO3) (figura 18.4). Éstos son
consecuencia de un insuficiente envejecimiento del hidróxido de calcio (cal apaga-
da) que puede producir una cal con baja plasticidad, lo que, combinado con una baja
relación agua/cal, hace que el trabajo de la mezcla sea difícil y que se puedan formar
grumos de cal apagada, que se convierten en nódulos de carbonato de calcio (Bakolas
et al. 1995) en el proceso de carbonatación. Debido a que los grumos tienen la mis-
ma composición química de la materia prima (roca caliza geológica), su análisis ha
permitido establecer la procedencia de la cal empleada para la construcción del patio
central de Teopancazo (Barba et al. 2009) (véase más adelante).
Como mencionamos antes, el enlucido es una mezcla de cal y un agregado de
origen volcanoclástico. Este último está compuesto principalmente de esquirlas
de volcánico de composición riolítica, con fragmentos aislados de andesitas basál-
ticas, plagioclasas y anfíboles en trazas (véase figura 18.4). Morfológicamente, los
fragmentos de vidrio volcánico tienen la forma de cúspide y formas ramificadas
normalmente causadas por una erupción magmática explosiva ácida (Heiken y
Wohletz 1985). La forma de los fragmentos de vidrio sugiere, también, que se
obtuvieron de un depósito in situ, y que no sufrieron alteración por un transporte
secundario. Además, la ausencia de minerales de neoformación en los fragmentos
de vidrio indica, claramente, que no han sufrido deterioro.
En Teopanzaco es posible observar la presencia de fragmentos alargados de
esquirlas orientados en la misma dirección; esto debe ser consecuencia de la pre-
sión de compactación de los enlucidos cuando se han aplanado y se ha alisado la
superficie (Pecci et al. 2018).
En general, los estudios de las argamasas de Teopancazco indican que no hay
cambios importantes en la proporción entre agregado/cal de la capa de enlucido
(que varía entre 0.08 y 0.61 con un valor promedio aproximado de 0.37) (véase la
tabla 18.2), ni en otras características de los pisos como, por ejemplo, las materias
primas usadas (como veremos en seguida). Estos resultados muestran continuidad
temporal en las técnicas de fabricación de los pisos y en los materiales empleados
para la preparación de las argamasas o estucos.
598
18. Estudios arqueométricos de mezclas de cal en Teopancazco...
del patio de Teopancazco para identificar la roca caliza que se utilizó para fabricar
la cal (Barba et al. 2009).
El tema de la procedencia de la roca caliza es particularmente importante en
la cuenca de México, que es una zona volcánica, sin afloramientos de roca caliza
(Barba y Córdoba 1999). Por ello, para producir las mezclas de cal en Teopan-
cazco, la roca caliza tuvo que ser llevada a la ciudad de Teotihuacan desde uno de
los tres afloramientos de las regiones circundantes. El primero de ellos se ubica al
noroeste de Teotihuacan, en el área de Tula (en el actual Estado de Hidalgo); otro
se localiza al este, en la región de Tepeaca (en el Estado de Puebla), y el último se
encuentra al sur, cerca de Cuernavaca (Estado de Morelos). Murakami (2016) in-
dica que hay otra fuente posible de caliza para Teotihuacan: la de Zumpango, pero
este lugar está incluido en los afloramientos del área de Tula que se muestrearon
para el trabajo de 2009 (Barba et al. 2009).
Tula es el área más conocida debido a la presencia del sitio de Chingú; Díaz
Oyarzábal (1980) la propuso como la fuente originaria de roca caliza explotada
por los teotihuacanos. Sin embargo, lo anterior nunca se había demostrado ple-
namente. En el área de Puebla se encuentra Tepeaca, un sitio que es conocido por
la explotación de piedra caliza en época azteca (Barlow 1992). Además, en el área
hay sitios con influencia teotihuacana (García Cook 1972), y ahí se han encontra-
do trazas de trabajo de cal para diferentes periodos (Medina 2000). Esta área es
más distante de Teotihuacan, pero no se podía excluir a priori, debido a las fuertes
relaciones que tuvo con Teotihuacan. Actualmente, en la región de Cuernavaca
hay importantes sitios de producción de cal, aunque desde el Preclásico se produ-
cía cal (Majewski 1976). En este caso se tiene la ventaja de que la roca caliza o la
cal se podían transportar, una parte del trayecto, a través del sistema lacustre de la
cuenca de México hasta Teotihuacan (Barba et al. 2009).
Conocer la procedencia de la roca caliza ha sido un logro importante de la
investigación de nuestro equipo, debido a que hasta hace poco no se podía hacer y
se ha logrado por primera vez durante el estudio de las muestras de Teopancazco
(Barba et al. 2009). La cal apagada se mezcla con el agregado para producir la
argamasa y, por lo tanto, ya no se puede analizar la muestra en bloque para de-
terminar sus características químicas y compararlas con las de las posibles rocas
calizas de origen. Recientemente, en la Universidad de Calabria, se desarrolló una
nueva metodología para el estudio de la procedencia de rocas calizas basada en el
estudio con LA-ICP-MS de los grumos de cal presentes en las muestras (Barba
et al. 2009).
Para llevar a cabo el estudio, se creó por primera vez un banco de datos de
referencia sobre la composición química de los afloramientos geológicos de roca
caliza que posiblemente se utilizaron en el centro de México, con el fin de poder
diferenciarlos entre sí y permitir la comparación con los datos arqueológicos: se
599
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
han muestreado y caracterizado las canteras de las áreas de Tula (Hidalgo), Cuer-
navaca (Morelos) y Tepeaca (Puebla) (Barba et al. 2009). Para identificar la proce-
dencia de la caliza, se han llevado a cabo análisis químicos de los grumos con Laser
Ablation- Inductively Coupled-Plasma Mass Spectrometry (LA-ICP-MS), que
permite ejecutar análisis puntuales “in situ” de muestras muy pequeñas, con spot
micrométricos (Barba et al. 2009; Miriello et al. 2011, 2015). Los datos obtenidos
con los análisis de las muestras arqueológicas y de la roca caliza se compararon
mediante diagramas binarios que ayudan a diferenciar entre las diferentes fuentes
y atribuir la procedencia de la materia prima en las muestras arqueológicas. Entre
los elementos estudiados, Ca y Si son los más discriminantes. Las muestras de
Tula reflejan menores concentraciones de CaO (de 72% a 92%) y altas concen-
traciones de SiO2 en comparación con las muestras de otras rocas calizas. Todas
las muestras de Tula muestran homogeneidad de composición y son diferentes
de las otras calizas muestreadas (Barba et al. 2009). Las muestras arqueológicas
se superponen a las muestras geológicas de Tula en los diagramas. Sin embargo,
teniendo en cuenta que se trata de muestras de roca caliza, y que el elemento Ca es
el principal componente de la roca caliza, el análisis de los elementos principales
no es suficiente con asignar la procedencia. Por lo tanto, también se llevó a cabo el
análisis de elementos traza.
Los resultados del análisis de elementos traza muestran que las muestras
arqueológicas se yuxtaponen a las de Tula en todos los diagramas (figura 18.5).
Reiteramos que este trabajo es de gran relevancia porque, por primera vez, ha sido
posible demostrar, con bases científicas, la hipótesis propuesta por Crespo y Mas-
tache (1981), que sugería que la cal utilizada en Teotihuacan venía de la región
de Tula, aunque no necesariamente que Chingú era el centro de control. Ahora
sabemos que la roca caliza pura y/o ya transformada en cal se tuvo que transportar
a pie unos 60 km, desde el área de Tula a Teotihuacan. Esto implica el control y
uso de una gran cantidad de energía humana y de una organización social com-
pleja que sólo era posible en un estado tan importante como Teotihuacan (Barba
et al. 2009).
Como ya se ha dicho, el estudio petrográfico muestra que para elaborar los pi-
sos se mezclaron esquirlas de vidrio volcánico con la cal. Esto nos ha llevado a
buscar la procedencia de estos fragmentos de vidrio, para comprender mejor el
uso de las materias primas en Teotihuacan y su aprovisionamiento. Para ello, se
600
18. Estudios arqueométricos de mezclas de cal en Teopancazco...
Figura 18.5. Diagramas que muestran los resultados de las muestras arqueológicas
y geológicas. Las elipses incluyen el grupo de las muestras geológicas de Tula y de
los grumos. La/Ce versus Ni y La/Ce versus Co.
601
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
602
18. Estudios arqueométricos de mezclas de cal en Teopancazco...
Figura 18.7. Mapa de las fuentes de obsidiana de México. En el mapa se puede observar
también el corredor que posiblemente conectó Teopancazco y Nautla en la costa del Golfo de
México (modificado de Manzanilla 2011: 23, figura 13; Barca et al. 2013).
603
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
604
18. Estudios arqueométricos de mezclas de cal en Teopancazco...
605
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
tecnológico típico del conjunto a toda la ciudad de Teotihuacan después del final
de la fase Tlamimilolpa. De hecho, aunque el origen de las esquirlas volcánicas
utilizadas en áreas de Teotihuacan diferentes de Teopancazco aún requiere ser
estudiado, podemos suponer que este cambio pudo ser impulsado por la influen-
cia de la élite del centro de barrio, y posiblemente estuvo relacionado con la alta
calidad de los estucos de Teopancazco (Barba et al. 2009; Barca et al. 2013; Pecci
et al. 2018). Esta calidad probablemente dependió también del uso de las esquirlas
volcánicas de Altotonga, que se eligieron a pesar de que en Teotihuacan había ma-
teriales volcánicos disponibles para la construcción, que podrían haberse utilizado
en la fabricación de estucos de buena calidad (Barba y Córdova 2010), como el
tezontle.
La existencia de un estilo tecnológico en Teopancazco anterior a esta fase
sugiere la presencia de un fuerte control de la calidad del trabajo realizado y de las
materias primas empleadas, lo que probablemente fue ejercido por las élites inter-
medias de Teopancazco y cuyo conocimiento pudo, de alguna forma, ser propie-
dad de esas élites y, en cierto sentido, también contribuyó a su prestigio (Pecci et
al. 2018). Además, el estilo tecnológico de Teopancazco se mantiene, aun cuando
en el resto de la ciudad de Teotihuacan la situación vuelve a cambiar, y Murakami
propone una pérdida de control centralizado sobre la preparación de las argamasas
(Murakami 2016).
Es importante mencionar también la relevancia de la ceniza volcánica de
Altotonga en la preparación de las argamasas de Teopancazco. Es preciso advertir
la relación especial entre Teopancazco y la costa del Golfo de México puesta en
evidencia por Manzanilla (Manzanilla 2011, 2012; Manzanilla et al. 2011), ya que
Altotonga se encuentra al lado del camino que conecta Teotihuacan con Naut-
la (véase Manzanilla 2011), y quizá los que viajaban de Nautla a Teopancazco
pudieron transportar, entre otras cosas, el vidrio volcánico de Altotonga hasta el
conjunto.
En el futuro, habrá que indagar más a fondo la función de las esquirlas
volcánicas en los pisos de Teopancazco, para entender si al principio fue una elec-
ción funcional, debida a su alta calidad (las personas de Teopancazco –o posible-
mente de todo Teotihuacan– pudieron observar que los estucos producidos con
este vidrio volcánico eran de mejor calidad y, por lo tanto, fueron en búsqueda de
este material que no se encuentra en las cercanías de Teotihuacan), o si se debió
a otra razón que todavía desconocemos. Otra posibilidad es que los habitantes de
Teopancazco quisieran construir su centro de barrio con materiales que se en-
contraban en su camino a la costa del Golfo de México, posiblemente como tes-
timonio de su identidad (Manzanilla 2011, 2015; Barca et al. 2013). En efecto, el
corredor a Nautla fue utilizado por las élites de Teopancazco para mover artículos
606
18. Estudios arqueométricos de mezclas de cal en Teopancazco...
de lujo, tales como telas de algodón, conchas y peces, desde la costa hasta el centro
de barrio (Manzanilla 2011, 2015), pero la relación de Teopancazco era fuerte
también con las zonas intermedias del corredor, como muestra el hecho de que
algunas de las personas enterradas en Teopancazco probablemente provenían de
estos puntos (Manzanilla 2015).
Al mostrar que no sólo los bienes suntuarios sino también la ceniza volcánica
utilizada para la fabricación del argamasa provenían de esta área, nuestro estudio
indica que la relación con este lugar tenía importancia y podía estar relacionada
con la identidad del grupo social que habitaba Teopancazco, lo que impulsó el
mantenimiento de un estilo tecnológico que involucraba el uso de los mismos
materiales a lo largo de varios siglos.
Además de todo lo anterior, el análisis de procedencia de las esquirlas de
vidrio volcánico utilizadas en Teopancazco proporciona nuevos datos relativos a
la explotación de los afloramientos volcánicos y las relaciones entre Teotihuacan y
la costa del Golfo de México. De hecho, aunque Santley (en Gazzolla, sin fecha)
propuso que los afloramientos de obsidiana de Zaragoza y Altotonga fueron con-
trolados por Teotihuacan, actualmente el control de los afloramientos de obsidia-
na Oyameles-Zaragoza se atribuye a Cantona (Cruz Jiménez et al. 2002; Ferriz
1985; García Cook y Merino Carrión 2000; Gazzolla sin fecha: 17). No obstante,
nuestros datos sugieren una relación continua entre Teotihuacan y las poblacio-
nes que explotan los afloramientos de Altotonga, lo que insinúa que Cantona no
controlaba estos afloramientos. Por otra parte, las investigaciones arqueológicas
llevadas a cabo en Xiutetelco –que se encuentra cerca de Altotonga (Castillo Le-
dón 1921; García Payón 1945, 1950a, 1950b; Suárez Cruz y Pérez Alemán 1996;
Vázquez 1934)– indican la presencia de materiales de Teotihuacan en el sitio.
Aunque, por el momento, no hay datos suficientes para sugerir la identidad de las
poblaciones que explotan los afloramientos de Altotonga, y sobre todo si proce-
dían de Teotihuacan, de la costa del Golfo de México, o si eran locales, nuestro
estudio demuestra que durante mucho tiempo hubo un transporte sistemático
de un material no suntuario de Altotonga a Teopancazco, Teotihuacan, y ha pro-
porcionado nuevas perspectivas en la relación entre Teotihuacan y esta área, que
merecen de ser investigadas en el futuro.
Conclusiones
607
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
importantes resultados. Por un lado se ha confirmado, por primera vez, con bases
científicas, que la piedra caliza que se utilizó para preparar los aplanados de cal
de Teopancazco proviene de los afloramientos del área de Tula, Hidalgo; se ha
podido establecer, también, que las esquirlas de vidrio contenidas en los enlucidos
de los pisos de Teopancazco provienen del sistema magmático de Altotonga (Ve-
racruz), lo que implica el transporte de larga distancia de este material y la exis-
tencia de una relación de intercambio entre Teotihuacan y esta área. Por último,
se ha sugerido que Teopancazco estableció un estilo tecnológico que se mantuvo
a lo largo del tiempo y que, por el estado actual de conocimientos, tal parece que
se transmitió al resto de Teotihuacan al final de la fase Tlamimilolpa-Xolalpan
temprano, llegó a ser el estilo tecnológico típico de toda la ciudad de Teotihuacan
durante cierto periodo y se mantuvo aun cuando en la fase Xolalpan tardío y Me-
tepec se abandonó en el resto de la ciudad.
Agradecimientos
Este trabajo, se inserta en el marco del proyecto dirigido por la Dra. Linda R. Man-
zanilla en Teopancazco (Proyecto “Teotihuacan. Elite y Gobierno”). Este estudio
se realizó gracias al apoyo de un proyecto internacional financiado por el Ministe-
ro degli Esteri Italiano 2011-2013 entre la Università della Calabria (responsable
Prof. G. M. Crisci) y la Universidad Nacional Autónoma de México (responsable
Dr. L. Barba): Messa a punto di nuove procedure analitiche LA-ICP-MS per l’indivi-
duazione della provenienza delle materie prime usate nell’edilizia storico-archeologica di
monumenti precolombiani del Messico. También es parte del proyecto presentado al
Consejo de Arqueología del INAH: “Arqueología y arqueometría de las argamasas
teotihuacanas”. La redacción del artículo es parte de las actividades del contrato
Ramón y Cajal (RYC 2013- 13369) financiado por el Ministerio de Economía y
Competitividad de A. Pecci y del ERAAUB, Consolidated Group (2014 SGR 845)
financiado por el Comissionat per a Universitats i Recerca del DIUE de la Gene-
ralitat de Catalunya, del Departamento DIBEST de la Universidad de Calabria
y del Laboratorio de Prospección Arqueológica del Instituto de Investigaciones
Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México.
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19. Caracterización mineralógica y tecnológica
de la lapidaria de Teopancazco
Introducción
neas. Para valorar esta consideración resulta fundamental comparar las técnicas
de manufactura, tanto de los materiales locales donde éstos fueron recuperados,
como de aquellos otros donde suponemos podrían haber sido elaborados, como
la región de origen geológico de estas materias primas. Este proceso permite ads-
cribirlos a una determinada tradición tecnológica (Melgar 2014: 5). Si bien en
algunos casos existen talleres cercanos a los afloramientos, como la jadeíta en el
valle del río Motagua, eso no necesariamente implica que todos los objetos elabo-
rados en este mineral provengan, como objetos terminados, de los talleres mayas
ubicados en esa zona.
Con esta perspectiva en mente, se revisaron 104 objetos de Teopancazco, un
centro de barrio que representa –según Manzanilla (Manzanilla 2006a; Man-
zanilla et al. 2011: 60) – una de las escalas de la organización de la producción
artesanal en Teotihuacan, donde la mayoría de las materias primas con diversas
tonalidades de verde son minerales y rocas de origen metamórfico, mientras que
las rocas blancas son de origen sedimentario, todas ajenas al entorno volcánico de
la cuenca de México donde se ubica Teotihuacan.
Con estos análisis también es posible observar la preferencia por determi-
nadas materias primas y el hecho de que la tecnología empleada en su transfor-
mación varía entre sitios, regiones y culturas. Por ello, entre los aspectos centrales
relacionados con los estudios de procedencia que permiten determinar el origen
de un objeto arqueológico en un sitio, destaca el análisis de las materias primas
que lo conforman, para identificar sus características mineralógicas y de compo-
sición química, así como compararlas con distintos yacimientos para determinar,
de ser posible, su lugar geológico de obtención. Para complementar lo anterior, en
este trabajo usaremos los análisis de huellas de manufactura que permiten obtener
información relevante sobre los objetos lapidarios recuperados en Teopancazco,
con qué herramientas los elaboraron y cuáles de ellos son productos locales o
importados. También compararemos estos materiales con los hallados en algunos
de los talleres de los yacimientos o lugares de origen de los materiales, y con otros
sectores de Teotihuacan, ya que de esta manera se pueden apreciar las semejanzas
o diferencias tecnológicas que permitan identificar si se trata de manufacturas
locales o foráneas.
622
19. caracterización mineralógica y tecnológica...
De esta manera es posible determinar qué piezas son locales y cuáles son
foráneas, de dónde provienen las materias primas empleadas, y si fueron elabora-
das dentro o fuera de la urbe teotihuacana.
623
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
624
19. caracterización mineralógica y tecnológica...
que eso permitiría apreciar semejanzas o diferencias entre los objetos relacionados
con la elite gobernante y el control estatal frente a las piezas que fueron empleadas
como símbolos de identidad por las elites intermedias que residían en los centros
de barrio.
En el caso particular del trabajo lapidario en Teotihuacan, destacan las pro-
puestas hechas por Turner, Widmer, Gómez y Gazzola:
Los trabajos hechos por Turner (1988: 65-66, 1992: 89-103) se centraron en
8003 materiales lapidarios, en los que se considera a la concha como parte de la
lapidaria por compartir sus técnicas de manufactura: percusión, aserrado, incisión,
esgrafiado, perforación y pulido. Los contextos teotihuacanos analizados por ella
van de la fase Tlamimilolpa temprano a Xolalpan tardío (200-550 d.C.) y fueron
Tecópac o “barrio de los lapidarios”, un recinto al oeste de la Pirámide de la Luna
y partes de Oztoyahualco, Yayahuala, Tetitla, Tepantitla y la Ciudadela (Turner
1988: 101-112). Debido a que buscaba determinar áreas de actividad, Turner rea-
lizó estudios detallados de flotación y cribado de los pisos y basureros de los con-
textos estudiados, a través de los cuales recuperó “microfragmentos” de lapidaria y
concha trabajados (Turner 1988: 70-71, 92-95). Identificó los materiales por tipo
de roca y especie de molusco, al mismo tiempo que los revisó con microscopio
estereoscópico para observar sus huellas de trabajo (Turner 1988: 4-7). Señala que
en los materiales hay piezas sin trabajar, piezas en proceso de trabajo para hacer
cuentas, pendientes e incrustaciones, y desechos (Turner 1988: 65). Entre las he-
rramientas asociadas que encuentra hay lascas de obsidiana y de pedernal, lajas de
basalto y andesita, perforadores de calcedonia, y pulidores de tezontle y cuarzo
(Turner 1988: 76-77).
A partir de la distribución de los materiales en el sitio y sus modificaciones
identificadas, llega a la conclusión de que en Tecópac o “barrio de los lapidarios”,
ubicado en los límites de la ciudad, había talleres con artesanos de tiempo com-
pleto “especializados en muchos materiales”, los cuales tenían poca supervisión
estatal y se dedicaban a la elaboración de objetos hechos en piedras y conchas
“fáciles” de obtener –como la pizarra, serpentina, mica e Isognomon alatus (una
concha nacarada del Atlántico) –, para consumo de las clases intermedias. En
contraste, plantea que los talleres de los recintos estaban “especializados en un
solo material”, y en ellos había artesanos bajo estricto control de los oficiales de los
templos y palacios, cuyos productos eran manufacturados en las materias primas
más preciadas –jadeíta y Spondylus–, para uso exclusivo de las elite (Turner 1988:
183, 223-230, 1992: 106-107). Sin embargo, no resulta del todo convincente en
su propuesta que los primeros talleres tuvieran poco control con excepción de los
asociados a recintos, ya que las materias primas empleadas en ambos son foráneas,
y su uso y consumo estaba normado por los grupos dirigentes. Finalmente, define
625
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
626
19. caracterización mineralógica y tecnológica...
ofrendas y en los entierros, plantean que los habitantes de ese conjunto eran arte-
sanos con talleres especializados en lapidaria y concha, pero que también realiza-
ban actividades domésticas (Gómez 2000: 257, 560; Gazzola 2007: 53). Además,
debido a que no encuentran objetos terminados de buena calidad en los ajuares
funerarios de este conjunto, deducen que sus ocupantes eran de bajo estatus por-
que no tuvieron acceso a esos bienes pero sí a fragmentos de su trabajo artesanal
o a objetos de baja calidad (Gómez 2000: 552; Gazzola 2007: 66). Asimismo, se
propone que aquellos individuos en cuyos entierros hay más objetos y de mayor
valor (a pesar de sus defectos), a veces acompañados de cinabrio, quizás fueron
los maestros artesanos (Gazzola 2007: 64). En contraste, los objetos de mejor
acabado aparecen en ofrendas más suntuosas de un conjunto residencial vecino
(denominado B), el cual es de mejor calidad constructiva y está separado sólo por
una calle, por lo que se infiere que sus habitantes debieron ser de mayor jerarquía,
incluso parte de la elite (Gómez 2000: 552).
A partir de ello, se plantea que los ocupantes de La Ventilla A eran artesanos
dependientes de tiempo completo que elaboraban los objetos de concha y piedras
finas para consumo de los habitantes de alto estatus de La Ventilla B (Gómez
2000: 553, 580). Sin embargo, no logran demostrar que parte de los productos
tenían libre circulación al estar destinados al intercambio en el tianguis, ni que los
artesanos fueran solamente de origen teotihuacano (Gómez 2000: 553; Gazzola
2007: 66). Asimismo, con base en el análisis de las piezas con microscopía óptica
y electrónica de barrido, proponen el empleo del arco con fibras vegetales y los
abrasivos de obsidiana, cuarzo y arena (Gazzola 2007: 58-62, 2010: 142-143),
aunque no se hicieron comparaciones con huellas de manufactura experimen-
tales que confirmaran el empleo de dichos instrumentos de trabajo. Por último,
concluyen que este tipo de talleres estaban organizados a nivel barrial sin ningún
privilegio especial por estar dentro de viviendas comunes en Teotihuacan (Gómez
2000: 580, 609), pero que habría otros de mayor especialización bajo control esta-
tal donde se elaboraban objetos que eran símbolos empleados exclusivamente por
los gobernantes en las grandes ceremonias y rituales (Gazzola 2007: 67).
627
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
medias locales (Manzanilla 2006b: 23, 2009b: 25-26, 2012; Rosales y Manzanilla
2011: 132).
La colección de materiales lapidarios de Teopancazco está conformada por
104 piezas (figura 19.1 y tabla 19.1).
628
19. caracterización mineralógica y tecnológica...
629
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
630
19. caracterización mineralógica y tecnológica...
631
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
Figura 19.2. Algunos ejemplares del muestrario de referencia del Museo del Templo Mayor
empleado en el estudio. Fotografía de Emiliano Melgar.
632
19. caracterización mineralógica y tecnológica...
633
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
Figura 19.5. Análisis con Microsonda de Rayos X: equipo utilizado (a), detalle del
microscopio electrónico con la microsonda acoplada (b) e interior de la cámara de muestreo
(c). Fotografías de Emiliano Melgar.
Resultados obtenidos
A partir del empleo de ambas técnicas fue posible identificar los siguientes mate-
riales: jadeíta, serpentina, cuarzo verde, travertino, caliza, mármol y pedernal.
634
19. caracterización mineralógica y tecnológica...
Figura 19.6. Análisis con Micro-Raman: equipo utilizado (a), detalle de la cámara de
muestreo abierta (b) y pieza de Teopancazco bajo estudio (c).
Fotografías de Emiliano Melgar.
635
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
Figura 19.7. Análisis de jadeítas con EDS: muestra de referencia del Motagua (a) y cuenta
de Teopancazco (b). Figuras de Emiliano Melgar y Mario Monroy.
636
19. caracterización mineralógica y tecnológica...
Figura 19.8. Espectros EDS de jadeítas de otros investigadores, tomado de Hauff (1993:
101) (a) y Carrasco y Farías (2005) (b).
637
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
638
19. caracterización mineralógica y tecnológica...
otros. Esta composición química se apreció en dos piezas revisadas con EDS (figura
19.15). El análisis con Micro-Raman confirmó la presencia de cuarzo verde en 17
piezas por el pico principal de las rocas silíceas ubicado en el 460-475 cm-1, así como
dos picos menores de 120-130 cm-1 y 200-210 cm-1 (figura 19.16). Los yacimientos
de este mineral se distribuyen en la Sierra Madre del Sur, los Altos de Guatemala y
la cuenca del río Motagua.
639
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
Figura 19.11. Análisis de serpentinas con EDS: muestra de referencia de Puebla (a) y
placa trapezoidal de Teopancazco (b). Figuras de Emiliano Melgar y Mario Monroy.
640
19. caracterización mineralógica y tecnológica...
Figura 19.12. Espectros EDS de serpentinas de otros investigadores, tomados de Roehrig et al. (2015:
214) (a), Wang et al. (2013: 22) (b) y Welton (2003: 146) (c).
641
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
Figura 19.14. Espectros Raman de minerales que componen las serpentinas, como antigorita (Atg),
lizardita (Lz) y crisotilo (Ctl), tomadas de Groppo et al. (2006: 324) (a)
y Petriglieri et al. (2015: 954) (b).
Figura 19.15. Análisis de cuarzos verdes con EDS: muestra de referencia del Motagua (a) y cuenta de
Teopancazco (b). Figuras de Emiliano Melgar y Mario Monroy.
642
19. caracterización mineralógica y tecnológica...
Figura 19.17. Análisis de travertinos con EDS: muestra de referencia de Tecali (a) y
trozo de Teopancazco (b). Figuras de Emiliano Melgar y Mario Monroy.
643
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
644
19. caracterización mineralógica y tecnológica...
picos de carbonatos en 1080-1090 cm-1 con una gran intensidad arriba de 5500 por
su alta cristalinidad, los cuales se presentaron en una sola cuenta (figura 19.20).
645
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
El análisis tecnológico
Para analizar los objetos lapidarios nos hemos apoyado en la arqueología experi-
mental. Según dicha corriente, en las sociedades humanas toda actividad se en-
cuentra normada, por lo cual los artefactos son usados o producidos de acuerdo
con esquemas determinados, que les proporcionan características específicas. Esto
implica que la elaboración o utilización de objetos similares, siguiendo los mismos
patrones, dejará rasgos característicos y diferenciables entre sí (Ascher 1961; Bin-
ford 1991: 22; Velázquez 1999: 2).
Figura 19.22. Arqueología experimental en lapidaria: corte de jadeíta con obsidiana (a) y
pulido de jadeíta con jadeíta (b). Fotografías de Emiliano Melgar.
Figura 19.23. Microscopios empleados: estereoscópico con cámara digital acoplada (a) y
electrónico de barrido (b). Fotografías de Emiliano Melgar.
646
19. caracterización mineralógica y tecnológica...
Las huellas resultantes son comparadas sistemáticamente con las de los ob-
jetos arqueológicos a simple vista, con ayuda de una lupa de 20x y a través del
empleo de un microscopio estereoscópico (MO) a 10x, 30x y 63x, así como con
647
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
Microscopía Electrónica de Barrido (MEB) a 100x, 300x, 600x y 1000x, bajo pa-
rámetros constantes (modo HV, 10 mm de distancia, señal SEI, voltaje de 20kV
y un haz de 47) (Melgar et al. 2012: 263-266). Así, se describen las características
superficiales observadas como la dirección y tamaño de bandas y líneas, su rugo-
sidad y textura, siguiendo la misma metodología propuesta por Velázquez Castro
(2007) para el estudio de los objetos de concha, pero adecuada a objetos lapidarios.
El microscopio óptico empleado está en el Museo del Templo Mayor y el Mi-
croscopio Electrónico de Barrido se encuentra en el Laboratorio de Microscopía
Electrónica de la Subdirección de Laboratorios y Apoyo Académico del Instituto
Nacional de Antropología e Historia, a cargo de los ingenieros Gerardo Villa y
Mario Monroy (figura 19.23).
Para agilizar el análisis se realizaron réplicas en polímeros (figura 19.24),1 lo
cual permitió ingresar varias modificaciones a la vez (hasta 20). Con ello pudieron
obtenerse huellas de piezas que superaran el tamaño de la cámara de muestreo,
mayores a diez centímetros, o de algunas modificaciones de difícil observación,
como las paredes internas de las perforaciones.
Figura 19.24. La realización de réplicas en polímeros (a), para ser recubiertas con iones de
oro (b) y sean revisadas en la cámara de muestreo del MEB (c).
Fotografías de Emiliano Melgar.
1
Esta técnica no destructiva ni invasiva, tomada de la metalografía, ha resultado sumamente útil
para obtener superficies que presentan huellas de manufactura en el proyecto de “Técnicas de ma-
nufactura de los objetos en concha del México prehispánico”, por lo cual hemos decidido aplicarla
también a la lapidaria. Consiste en un acetato que se reblandece al aplicársele acetona, pero que al
evaporarse vuelve a recobrar su dureza original. Así, al presionar este acetato cuando está reblande-
cido contra la superficie elegida, se obtiene el negativo de las huellas que quedan fijadas al secarse
y endurecerse sin deformarlas.
648
19. caracterización mineralógica y tecnológica...
1. El primer grupo está conformado por las piezas de serpentina y pirita, así
como los tiestos de travertino, los cuales con MO presentaron las superfi-
cies aplanadas y lustrosas con algunos rayones entrecruzados (figura 19.25
a), producto de la aplicación de desgastes y acabados (figura 19.25 b). Con
MEB se aprecian bandas rectas paralelas y/o entrecruzadas de 66 µm de es-
pesor (figura 19.25 c), las cuales coinciden con los desgastes experimentales
hechos con una laja de andesita (figura 19.25 d). A mayores amplificaciones
hay bandas rectas-paralelas más finas y bien marcadas de 2 a 4 µm de anchu-
ra (figura 19.25 e), similares a los pulidos experimentales hechos con nódulos
de pedernal y bruñidos con piel (figura 19.25 f).
649
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
Figura 19.26. Análisis de bordes de piezas de serpentina: pieza arqueológica a 10x (a) y 1000x (c),
comparada con el corte experimental con lascas de pedernal a 10x (b) y 1000x (d). Figuras de Emiliano
Melgar, Reyna Solís y Mario Monroy.
650
19. caracterización mineralógica y tecnológica...
Figura 19.27. Análisis de perforaciones de piezas de serpentina: pieza arqueológica a 10x (a) y 1000x
(c), comparada con la horadación experimental con buril de pedernal a 10x (b) y 1000x (d). Figuras de
Emiliano Melgar, Reyna Solís y Mario Monroy.
651
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
Figura 19.28. Análisis de superficies de piezas de jadeíta y cuarzo verde: pieza arqueológica a 10x (a)
100x (c) y 1000x (e), comparada con el desgaste experimental con caliza, pulido con jadeíta y bruñido con
piel a 10x (b), 100x (d) y 1000x (f ). Figuras de Emiliano Melgar, Reyna Solís y Mario Monroy.
En los bordes con MO se aprecian líneas difusas (figura 19.29 a), pro-
ducto del empleo de herramientas líticas (figura 19.29 b), las cuales con
MEB miden entre 0.7 y 1.6 µm de anchura (figura 19.29 c) y coinciden con
los cortes hechos con lascas de obsidiana (figura 19.29 d).
652
19. caracterización mineralógica y tecnológica...
Figura 19.29. Análisis de bordes de piezas de jadeíta y cuarzo verde: pieza arqueológica a
10x (a) y 1000x (c), comparada con el corte experimental con lascas de obsidiana a 10x (b) y
1000x (d). Figuras de Emiliano Melgar, Reyna Solís y Mario Monroy.
653
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
Figura 19.31. Análisis de superficies de esferas de travertino: pieza arqueológica a 10x (a)
30x (b) y 100x (c), comparada con el desgaste experimental con basalto y arena y bruñido
con piel a 100x (d). Figuras de Emiliano Melgar, Reyna Solís y Mario Monroy.
Discusión de resultados
654
19. caracterización mineralógica y tecnológica...
655
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
656
19. caracterización mineralógica y tecnológica...
2006, 2011; Melgar 2009, 2017) (figura 19.32 a-c). Si a ello sumamos que muchas
de estas piezas son de “estilo teotihuacano”, como la figurilla hecha de mosaico
del Entierro 6 de Pirámide de la Luna (Melgar 2017: 122-123), los datos parecen
confirmar que todos estos objetos pertenecen a una misma tradición de manufac-
tura que podemos inferir como propia de la Ciudad de los Dioses.
De igual manera, la comparación de esta tecnología con la reportada en La
Ventilla, Tecópac y Tlajinga 33 (Gómez y Gazzola 2011; Turner 1988, 1992; Wid-
mer 1991) permite apreciar que las herramientas detectadas en Teopancazco di-
fieren en su mayoría con las propuestas para estos otros espacios productivos, y
solamente coinciden con algunas piezas de Xalla (Melgar et al. 2011). Por esto, sería
importante identificar cuáles son las herramientas diagnósticas de cada uno. Ello
abre la posibilidad de que puedan rastrearse los objetos elaborados por los distintos
talleres ubicados en la ciudad, aun cuando circularan en las plazas y/o mercados.
657
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
Figura 19.34. Análisis de piezas de Monte Albán (a): superficie desgastada con basalto
y arena a 100x (b) y 600x (c), y desgaste experimental con basalto y arena a 600x (d).
Figuras de Emiliano Melgar, Reyna Solís y Gerardo Villa.
658
19. caracterización mineralógica y tecnológica...
Conclusiones
659
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
660
19. caracterización mineralógica y tecnológica...
También se puede resaltar que los cuarzos verdes comparten una misma tra-
dición de manufactura con los objetos de jadeíta del área maya, lo cual permite
apreciar que los centros de barrio tuvieron acceso a estos materiales foráneos, los
cuales estaban fuera del control estatal y, por ello, contrastan con la mayor presen-
cia de jadeíta de color verde imperial en los contextos estatales. Esto puede deber-
se a que el Estado teotihuacano centró su control sobre algunos bienes preciosos,
como la mica y la jadeíta de color verde imperial, aunque, al mismo tiempo, per-
mitió cierta libertad a los centros de barrio y sus talleres lapidarios para adquirir
otras materias primas foráneas, como concha, pizarra y otras piedras verdes, para
elaborar objetos para uso y consumo de las elites intermedias que regían dichos
barrios (Manzanilla et al. 2011: 60-61; Rosales y Manzanilla 2011: 132, 142). Ello
estimuló la producción artesanal en estos talleres, pero también el abastecimiento
de estos bienes preciosos por distintas vías fuera del control estatal (Gómez y
Gazzola 2011: 88), lo cual queda reflejado en la gran variabilidad de los productos
elaborados entre los distintos barrios y los complejos palaciegos y edificios cívi-
co-ceremoniales del gobierno central.
Con esta perspectiva en mente sería interesante comparar estas piezas con
otros contextos teotihuacanos, para tratar de caracterizar con mayor precisión estas
variantes en materias primas, morfología y tecnología, y detectar si se mantienen
los patrones de manufactura identificados en las piezas de estilo “teotihuacano”,
“maya” o “zapoteco” dentro de la Ciudad de los Dioses o si hay otras tradiciones
de manufactura presentes y de dónde proceden.
Para finalizar, cabe señalar que este uso de varios minerales y piedras verdes
que son trabajados con las mismas técnicas y herramientas que la jadeíta, permite
apreciar que, para los artesanos prehispánicos, el color fue el principal atributo
para considerarlos un mismo material precioso, independientemente de su origen
o yacimiento.
Agradecimientos
661
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
Adriana Soto, Marcos Reyes, Henri Bernard, Andrea Pérez y Laura Carrillo),
Cristina Zorrilla del Laboratorio de Materiales Avanzados del Instituto de Fí-
sica de la UNAM, así como al proyecto “Teotihuacan: élite y gobierno” dirigido
por Linda R. Manzanilla del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la
UNAM; a Ernesto González Licón por el acceso a los materiales lapidarios de
Monte Albán y a Chloé Andrieu y Juan Carlos Meléndez por las facilidades y
colaboración para analizar lapidaria maya de Guatemala.
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672
20. El uso de los moluscos marinos de Teopancazco
Adrián Velázquez, Norma Valentín,
Belem Zúñiga y Linda R. Manzanilla
Introducción
Los moluscos marinos fueron muy apreciados por los teotihuacanos, tanto a ni-
vel simbólico (véase murales de la ciudad) como a nivel del trabajo artesanal. Es
de esperarse que Teopancazco, como centro de barrio multiétnico fuertemente
vinculado con el océano (véase figura 3.2), tuviese una amplia variedad de estos
elementos en diferentes sectores funcionales. Aparecen tanto trabajados (figura
20.1 y figura 20.2) como sin trabajar (figura 20.3).
Figura 20.1. Mapa de Teopancazco con la distribución de los moluscos marinos con
evidencia de trabajo (mapa elaborado por Gerardo Jiménez y Linda R. Manzanilla).
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
Figura 20.3. Mapa de Teopancazco con la distribución de los moluscos marinos sin
evidencia de trabajo (mapa elaborado por Gerardo Jiménez y Linda R. Manzanilla).
674
20. El uso de los moluscos marinos de Teopancazco
675
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
676
20. El uso de los moluscos marinos de Teopancazco
677
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
Sin embargo, el uso ritual de los elementos de concha se observa de manera más
específica en la historia constructiva del templo ubicado en el lado oriental de la
plaza C6. En tiempos Tlamimilolpa (C313), en la subestructura de templo, se en-
contraron (figura 20.7) varios Spondylus sp y Spondylus princeps; varios elementos
de Pinctada mazatlanica; varios de Pleuroploca gigantea; varios de Cerithium ebur-
neum; varias Oliva sp; además de Leucozonia cerata, Crassostrea sp, Unio sp, Chama
echinata, Fissurella cf. barbadensis, Turbinella angulata, Bittium sp. Esta diversidad
de géneros y especies evidencia la importancia que los elementos marinos tenían
para la población temprana de Teopancazco.
Figura 20.7. Fragmentos de aro hallados en C313A AA225 (foto de Rafael Reyes).
678
20. El uso de los moluscos marinos de Teopancazco
679
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
Figura 20.9. Concha de los cuartos del sector noreste C161, C162 y C162F
(foto de Rafael Reyes).
680
20. El uso de los moluscos marinos de Teopancazco
Figura 20.12. Concha del cuarto C351A (época Tlamimilolpa) (foto de Rafael Reyes).
681
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
682
20. El uso de los moluscos marinos de Teopancazco
Este sector de trabajo artesanal de la confección yace al oeste del muro peri-
metral del conjunto por el este. En el espacio abierto anexo al oriente (C244), en
Xolalpan se concentraron desechos de la labor de confección: Spondylus calcifer,
fragmentos de Spondylus princeps, una trompeta de Pleuroploca princeps, Chama
echinata y Chama sp, varios elementos de Fusinus sp, varios de Turbiniella angulata,
Oliva sp, Pinctada mazatlanica y Euglandina sp.
683
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
684
20. El uso de los moluscos marinos de Teopancazco
Figura 20.18. Mapa de la ubicación de las cuentas en Teopancazco; 1: Spondylus, 2: Chama, 3: Pinctada
(mapa elaborado por Gerardo Jiménez y Linda R. Manzanilla).
685
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
Figura 20.19. Mapa general de los pendientes de concha de Teopancazco (mapa elaborado por Gerardo
Jiménez y Linda R. Manzanilla).
686
20. El uso de los moluscos marinos de Teopancazco
5. El sector militar
En el sector militar ubicado al suroeste del conjunto se hallaron los siguientes ele-
mentos marinos; en C19: un pendiente de Pinctada mazatlanica, otro pendiente
de Jenneria pustulata encontrado en el AA3 y una trompeta de Pleuroploca gigan-
tea. En el momoztli o santuario C23, se encontró un pendiente de Pinna sp.
687
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
Trece pendientes tienen formas totalmente distintas a las de las conchas de las que
se elaboraron. Once son similares a figuras geométricas rectangulares (2), trape-
zoidales (7), semicirculares (1) y ovales (1). Están hechos de Pinctada mazatlanica
(figura 20.20), Pinna sp, Pteria sp, Spondylus princeps, Unio sp. Los dos restantes
son irregulares y están hechos de Pinctada mazatlanica y Unio sp.
Respecto de la cronología de los pendientes, en la figura 20.21 se puede ob-
servar el mapa de los de época Tlamimilolpa, concentrados en el sector norte-no-
reste; en la figura 20.22, los de época Xolalpan, que se ubican en el patio ritual y el
sector suroeste (militar y residencial) del conjunto, y son de especies muy variadas;
y por último, en la figura 20.23, los de la época Metepec, en el sector noreste, son
escasos y de pocas especies.
688
20. El uso de los moluscos marinos de Teopancazco
Figura 20.21. Distribución de los pendientes de época Tlamimilolpa (mapa elaborado por Gerardo
Jiménez y Linda R. Manzanilla).
689
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
Figura 20.22. Ubicación de los pendientes de época Xolalpan (mapa elaborado por Gerardo Jiménez y
Linda R. Manzanilla).
690
20. El uso de los moluscos marinos de Teopancazco
Figura 20.23. Localización de los pendientes de época Metepec (mapa elaborado por Gerardo Jiménez
y Linda R. Manzanilla).
691
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
692
20. El uso de los moluscos marinos de Teopancazco
693
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
Comentarios finales
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20. El uso de los moluscos marinos de Teopancazco
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21. Teopancazco y el intercambio a larga distancia
Mijaely Antonieta Castañón Suárez
Introducción
698
21. teopancazco y el intercambio a larga distancia
699
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
lo cual, sin duda, se debe contextualizar en los datos que se obtienen durante el
trabajo de campo (a través de un buen registro).
Una última problemática de suma importancia que enfrenta el estudio de las
interacciones es la deficiente o nula comunicación entre los investigadores de las
diferentes regiones de Mesoamérica, y con ello el desconocimiento del desarrollo
particular de cada sitio o región designada como área de interacción con Teoti-
huacan, lo cual puede dar pie a malas interpretaciones, cometer errores cronoló-
gicos, forzar datos o dejar de lado información valiosa que ayudaría a entender
las interacciones entre las diferentes regiones o sitios. Dos ejemplos de ello son
los errores de anacronía en la cerámica fina asociada a un origen en las costas del
Golfo (reportada en Xocotitla, y algunos ejemplos en el conjunto TL7)1 (Daneels
1993-1994), o algunos elementos de “Occidente” encontrados en Teotihuacan. Lo
mismo sucede fuera de Teotihuacan con las interpretaciones de elementos teoti-
huacanos en otras regiones de Mesoamérica.
Materiales y métodos
1
No toda la cerámica del Golfo de México resulta anacrónica, únicamente la de tipo “P”.
2
Atetelco, Yayahuala, Zacuala, Tetitla, Tlamimilolpa, Xolalpan, los conjuntos 1D y 1E del Com-
plejo Templo de la Serpiente Emplumada, el Conjunto 5’ del Complejo Pirámide de la Luna, el
Conjunto Plaza Oeste, el Grupo Viking, la Plaza 1 de Oztoyahualco y el conjunto Oztoyahualco
15B:N6W3, el sitio 19:N1W5, el 22:N1W6, algunos pozos de salvamentos en el sector occidente
de la ciudad (muy próximos a los dos sitios anteriores), el Barrio de los Comerciantes (sitios La
Nopalera, Xocotitla y Mezquititla), el Barrio Oaxaqueño o Tlailotlacan (conjuntos TL1, TL2, TL6,
TL7, TL9, TL11, TL67, TL69), el Barrio de La Ventilla (conjuntos La Ventilla A, La Ventilla B,
La Ventilla C, Frente 1, Frente 2, Frente 3 y Frente 4); Xalla y Teopancazco.
700
21. teopancazco y el intercambio a larga distancia
3
Basándonos en la cronología de Manzanilla (2011).
701
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
702
21. teopancazco y el intercambio a larga distancia
a un espacio geográfico, pero decidimos manejarlo así debido a que existen varias
fuentes prácticamente en todas las costas de Mesoamérica y, también, porque la
gran mayoría de los objetos recuperados no tienen identificadas ni las especies ni
las áreas de extracción (véanse tablas 21.1 y 21.2, 21.3, 21.4).
Tabla 21.1. Sitios donde fue reportada la lapidaria foránea reportada en Teotihuacan.
Los sitios que presentan una mayor concentración de objetos tienen el signo “+¤” .
703
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
704
21. teopancazco y el intercambio a larga distancia
Tabla 21.3. Materiales mineralógicos reportados en Teotihuacan y los yacimientos que han sido
identificados. A pesar de que tienen un origen geológico diferente, se manejan como un mismo rubro porque
en el registro arqueológico no se hizo una diferenciación.
705
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
706
21. teopancazco y el intercambio a larga distancia
707
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
4
Armillas y Séjourné asociaron el sitio Atetelco a las fases tempranas por cronología cerámica,
pero en las excavaciones de Cabrera y Gómez se reportan contextos más tardíos.
708
21. teopancazco y el intercambio a larga distancia
709
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
Podemos decir que, para esta fase, el uso y distribución de materiales forá-
neos se concentra en los conjuntos asociados a los templos, posiblemente no con
el sentido de concentración y redistribución, pero sí con una funcionalidad de
carácter ritual. El tipo de materiales, su cantidad y distribución, parece indicar
que para este periodo era muy limitado el rango de interacción con otras regiones,
y eran incorporados a la ciudad para poder depositarlos en contextos específicos
(ofrendas fundacionales y entierros).
Desde este periodo es importante la zona fronteriza entre los actuales Estado
de México, Michoacán y Guerrero, por la presencia de fuentes de pizarra, pirita, y
quizás como un punto de tránsito para poder acceder a las piedras verdes o con-
chas que pudiesen provenir de Tierra Caliente y de las costas de Pacífico. En este
periodo se introducen los primeros materiales de Oaxaca, lo que puede indicar
que para estas fechas se empiezan a dar las primeras interacciones con Oaxaca,
aunque todavía de escala limitada.
710
21. teopancazco y el intercambio a larga distancia
Figura 21.2. Distribución de los materiales foráneos en las fases Tlamimilolpa y Xolalpan.
711
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
que ya antes decía Rattray (1998, 2001), aunque las proporciones de los materiales
cambian un poco (tabla 21.3).
Tabla 21.5. Proporción de los objetos foráneos por áreas de origen en las diferentes fases cronológicas
estudiadas de Teotihuacan.
Origen de los Xolalpan-
Miccaotli Tlamimilolpa Xolalpan Metepec Coyotlatelco
materiales/fase Metepec
Área maya 10.6% 4% 0.5% 0% 0%
Objetos marinos. 2.5% 9.5% 1.3% 2.8% 7.8%
Estado de México- 1
1.8% 7.2% 2.7% 2.1% 1.5%
Michoacán-
Guerrero
Costas del Golfo de 15% 3.1% 1.9% 0% 0% 0%
México
Morelos-Guerrero 15% 2.5% 5.4% 7.9% 8% 88.2%
Oaxaca 29.5% 17.4% 10.2% 0.5% 0.4%
Occidente 0.4% 0.2% 0% 0% 0.2%
Piedras verdes 46.2% 1% 4.8% 2.9% 0.2% 0.4%
Puebla-Tlaxcala 3 47% 45.6% 73.3% 86% 0.5%
Procedencia 23% 1.3% 0.1% 0% 0.% 0%
desconocida
Varios materiales y 0.2% 0.6% 1.2% 0.3% 1%
procedencias
Total % 100% 100% 100% 100% 100% 100%
Total cantidad 13 6,626 14,131 2,943 1,394 816
(cantidad y % (0.05%) (25.55%) (54.5%) (11.35) (5.38%) (3.14%)
del total general
contabilizado
712
21. teopancazco y el intercambio a larga distancia
713
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
714
21. teopancazco y el intercambio a larga distancia
Figura 21.3. Distribución de los materiales foráneos durante el periodo transicional entre las
fases Xolalpan tardío-Metepec.
A finales de la fase Xolalpan tardío y los primeros años de la fase Metepec (figura
21.3), hay un intervalo de inestabilidad y reacomodo que continuó con los distur-
bios en templos y palacios en el centro de la ciudad (Manzanilla 2011: 25). Rattray
lo define como un período de reacción y reforma, durante el cual los denominados
“barrios foráneos” fueron absorbidos por la cultura teotihuacana y predominó el
regreso a la cultura local (Rattray 1998); hay una notable reducción de las cerámi-
cas de la costa del Golfo de México y del área maya, pero la cerámica Anaranjado
Delgado todavía continúa; en el Barrio de los Comerciantes dejan de construirse
las edificaciones redondas y las mismas son sustituidas por construcciones típicas
teotihuacanas; en cuanto al Barrio Oaxaqueño, hay evidencias de que “estaba decli-
nando y casi no funcionaba a finales de la fase Xolalpan tardío” (Rattray 1998: 268).
715
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
716
21. teopancazco y el intercambio a larga distancia
Para la fase Metepec (figura 21.4) se rompen completamente los vínculos con el
área maya y el Golfo de México (al menos desde la perspectiva de los materiales
arqueológicos), y casi desaparecen los de Oaxaca (0.5%). Los objetos de piedra
verde (0.2%) se reducen casi por completo, al igual que otros objetos lapidarios
(0.35%). La presencia de concha continúa (2.8%), pero en una mínima cantidad
respecto de los periodos anteriores, aunque en una proporción más elevada res-
pecto al total de materiales foráneos reportados para ese periodo. En cierta forma,
las conchas y otros objetos malacológicos, las pizarras y las piritas siguen siendo
sobresalientes dentro de los materiales foráneos. En sentido opuesto, se mantiene
la presencia de la cerámica Anaranjado Delgado y de la cerámica Granular, inclu-
so esta última en menor cantidad.
717
segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
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21. teopancazco y el intercambio a larga distancia
Discusión
Durante todas las fases ocupacionales de Teotihuacan aquí estudiadas (de Pat-
lachique a Coyotlatelco), hay presencia de materiales foráneos de diferentes orí-
genes. Sin embargo, el grado de distribución, la diversidad de los materiales, así
como la concentración de los mismos cambia a través del tiempo. Observar y
analizar dichos cambios puede servir para esclarecer el grado de interacción que
Teotihuacan tiene con las otras regiones de Mesoamérica y para identificar los
agentes del intercambio.
Podemos distinguir tres momentos importantes: (1) la fase Miccaotli a Tla-
mimilolpa temprano, en la que la mayoría de los recursos foráneos eran encami-
nados a las ofrendas fundacionales, concentradas en los conjuntos asociados a los
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segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
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segunda parte. teopancazco y la presencia de materiales foráneos
Conclusiones
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732
22. Recapitulación
Linda R. Manzanilla
734
22. recapitulación
735
PROYECTO “TEOTIHUACAN. ELITE Y GOBIERNO.
EXCAVACIONES EN XALLA Y TEOPANCAZCO”
ANEXO 1.
CATÁLOGO.
LA CERÁMICA DE TEOPANCAZCO
739
anexo 1
740
la cerámica de teopancazco
VASO TLÁLOC
C27 AA16 RT 788 PJ 260
XOLALPAN
RESTAURADA EN ENCRyM
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anexo 1
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la cerámica de teopancazco
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anexo 1
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la cerámica de teopancazco
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anexo 1
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la cerámica de teopancazco
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anexo 1
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la cerámica de teopancazco
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anexo 1
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la cerámica de teopancazco
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la cerámica de teopancazco
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anexo 1
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la cerámica de teopancazco
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anexo 1
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la cerámica de teopancazco
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anexo 1
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la cerámica de teopancazco
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anexo 1
CAZUELA CAMPANIFORME
CAFÉ CLARO PULIDO
C162F AA144 En 70 RT 11936 PJ 318
TLAMIMILOLPA TARDÍO/XOLALPAN TEMPRANO
RESTAURADA EN ENCRyM
760
la cerámica de teopancazco
CAZUELA CAMPANIFORME
CAFÉ SAN MARTÍN
C162F AA144 En 82 RT 11956 PJ 317
TLAMIMILOLPA TARDÍO/XOLALPAN TEMPRANO
RESTAURADA EN ENCRyM
761
anexo 1
CAZUELA CAMPANIFORME
ANARANJADO SAN MARTÍN
C162F AA144 En 83 RT 11863 PJ 321
TLAMIMILOLPA TARDÍO/XOLALPAN TEMPRANO
RESTAURADA EN ENCRyM
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la cerámica de teopancazco
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anexo 1
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la cerámica de teopancazco
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anexo 1
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la cerámica de teopancazco
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anexo 1
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la cerámica de teopancazco
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anexo 1
770
la cerámica de teopancazco
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anexo 1
772
VASIJA POLÍCROMA C206 AA37 CON
ESCENA DE SERPIENTE CON
GARCETA CON CRESTA EN EL LOMO
TLAMIMILOLPA TARDÍO/XOLALPAN TEMPRANO
RESTAURADO POR VIDA MERCADO
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anexo 1
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la cerámica de teopancazco
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anexo 1
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la cerámica de teopancazco
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anexo 1
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la cerámica de teopancazco
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anexo 1
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la cerámica de teopancazco
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anexo 1
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la cerámica de teopancazco
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anexo 1
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la cerámica de teopancazco
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anexo 1
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la cerámica de teopancazco
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anexo 1
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la cerámica de teopancazco
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anexo 1
790
la cerámica de teopancazco
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anexo 1
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la cerámica de teopancazco
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anexo 1
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la cerámica de teopancazco
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anexo 1
796
la cerámica de teopancazco
COPA
C503 AP. 1 RT 9930 PJ 262
XOLALPAN
RESTAURADA EN ENCRyM
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anexo 1
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la cerámica de teopancazco
OLLITA MINIATURA
C507C AA118 En 36 RT 9991 PJ 251
MAZAPA
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Los autores
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teopancazco como centro de barrio multiétnico de teotihuacan
802
autores
803
teopancazco como centro de barrio multiétnico de teotihuacan
804
autores
805
teopancazco como centro de barrio multiétnico de teotihuacan
806
Teopancazco como centro de barrio multiétnico de Teotihuacan.
Los sectores funcionales y el intercambio a larga distancia