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Edmundo Dantés no ha perdona-

Memorias, do. Es un obseso del pasado. Y esta


es su segunda desgracia: en busca
performatividad de la memoria solo encuentra el
olvido.
y catástrofes: MARC AUGÉ (LAS FORMAS DEL OLVIDO)

Ciudad
interrumpida L a víctima se ha instalado en el pai-
saje contemporáneo como un “lu-
gar” densamente cargado de significa-
do y visibilidad. Es la víctima la que
Rossana Reguillo narra para “el nuevo periodismo”, ob-
sesionado por conquistar el lugar sin
mediaciones, la nota cruda, la voz que
proviene de la auténtica experiencia lí-
mite y que, por tanto, no admite refu-

prime time, la que garantiza un zap-


tación, es la víctima la que llena los

ping favorecedor; y, sobre todo, es la


víctima la encarnación del último re-
ducto de la lucha o el caso testigo del
colapso final. Para los que comparten
una catástrofe hay pocas opciones, en
lo fáctico, están condenados a perder-
se en el anonimato de la desespera-
ción y la constatación del fin; pero en
lo mediático, pueden acceder a un mí-
nimo espacio de voz en primera per-
sona y a un protagonismo efímero que
arranca emociones entre los especta-
dores, lo que a su vez deviene en una
pequeña posibilidad de abandonar su
condición de víctima.
La víctima configura un pequeño
espacio de conciencia, su tarea es de-
venir señal postsintomática a través de
la cual es posible captar los indicios de
un orden fallido en el que “algo” se

Contratexto n.O 14, 2006, pp. 93-104


Rossana Reguillo

rompe, se descompone y, en tal senti- gasolina ocurridas en la ciudad de


do, la víctima proyecta un recuerdo Guadalajara en abril de 1992, que oca-
anticipado de una ausencia de orden, sionaron más de doscientos muertos e
de sentido, de legibilidad, ella opera innumerables tragedias, y del incendio
una solución de continuidad entre el ocurrido en una discoteca en Buenos
pasado y el futuro, instalándose en un Aires, Cromañón, ocurrido la madruga-
presente permanente en el que queda da del 30 de diciembre del 2004, que
fijada la tragedia, la catástrofe. Su con- le costó la vida a 197 jóvenes y levantó
dición la habilita para inaugurar un es- una ola de protesta social.
pacio, un territorio en el que se con-
Ambos acontecimientos comparten
densan las señales, los símbolos, las
tres características fundamentales para
metáforas: las plazas, un recinto, una
este análisis: se inscriben en lo que la
calle, cuyas historias quedan atadas al
literatura especializada sobre desastres
acontecimiento que trastoca para siem-
denomina “desastres antropogénicos”,
pre su sentido de ser y de existir.
es decir causados por agentes huma-
Por ello, pese a su secuestro mediá- nos; movilizaron fuertes procesos de
tico y a su banalización contemporá- reflexividad “urbana” y estrategias de
nea, la víctima, el actor, el protagonis- acción dramatúrgica —performatividad—
ta de la catástrofe, de la violencia sisté- muy vinculados a los dispositivos de la
mica constituye un espacio privilegia- creencia religiosa.
do para pensar la dimensión sociopolí-
En una interesante y nada transpa-
tica y cultural de las políticas del re-
rente amalgama, la religiosidad popu-
cuerdo, porque me parece que ella ac-
lar operó en ambos casos como un
túa como epicentro de dimensiones
lenguaje político que articuló la protes-
claves para situar y restituir compleji-
ta e inauguró santuarios —profanos—
dad política a los dispositivos de la
para la memoria o, visto desde otra
memoria: acontecimiento, lugar y dra-
perspectiva, sacralizó el espacio públi-
matización (o performatividad).
co, trastocando el signo laico que se
Quiero, entonces, partir de una presupone propio de lo político.
perspectiva antropológica para acer-
carme a las relaciones multidimensio-
Hacia una antropología del
nales entre catástrofe, performatividad
y memoria, utilizando dos casos testi- acontecimiento
go, dos arraigos empíricos que operan En primer término, es importante seña-
tanto como anclajes específicos de mi lar que a lo largo de mi trabajo de in-
reflexión como dispositivos para un vestigación, en el que me he esforzado
análisis de segundo orden, es decir, por tratar de descifrar las claves y los
teórico. Se trata de las explosiones por

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Memorias, performatividad y catástrofes: Ciudad interrumpida

distintos modos en que operan los la elaboración y apropiación del imagi-


acontecimientos disruptivos,1 es decir nario en torno al acontecimiento. No
aquellos que irrumpen en la vida de se trata de oponer como procesos an-
las comunidades trastocando las ruti- tagónicos a la historia y a la comunica-
nas, la dinámica y el sentido con el ción, sino de ubicar la especificidad de
que la gente interpreta el mundo, he sus procedimientos y sus lógicas y el

sa: todo acontecimiento instaura sus


podido establecer una pequeña premi- papel que juegan en la configuración y

propias reglas de lectura y configura su


modulación de una “política del re-

propio “espacio público”, estableciendo


cuerdo”. Lo que quiero enfatizar es
que toda política del recuerdo2 se an-
normas, pautas, códigos y metáforas. cla en la tensión constitutiva abierta
por la historia y la comunicación.
En todo acontecimiento irruptivo se
entremezclan una racionalidad históri-
ca (la articulación estructural de larga El acontecimiento
duración) y una racionalidad de la co- En 1992, un miércoles de Pascua, en
municación (los modos del decir, re- un denso barrio popular, ocho explo-
presentar y metaforizar el aconteci- siones consecutivas que provenían del
miento). En otras palabras, en el acon- sistema de drenaje profundo al que
tecimiento se enfrentan dos fuerzas en penetraron grandes cantidades de ga-
tensión, de un lado el esfuerzo del co- solina, ocasionaron la destrucción total
lectivo implicado (un grupo reducido de más de ocho kilómetros de calles,
o la sociedad en su conjunto) por do- casas y edificios. El saldo, según los
tar al acontecimiento de inteligibilidad contables del poder, fueron 210 muer-
histórica, de ubicarlo en un marco ex- tos: vecinos de la zona, mujeres, niños,
plicativo de larga duración tratando de ancianos, hombres que encontraron la
retener los elementos que configuran muerte de una manera por demás dra-
el núcleo de significación profunda; de mática, y más de 2.500 heridos graves,
otro lado, la lucha por la producción que aún hoy, a través de la asociación
de visibilidad, las estrategias simbóli- “Abril en Guadalajara”, siguen en la lu-
cas que organicen el ritual, la protesta, cha por una justicia que no llegó y
lo que a su vez genera una disputa por mantienen viva la memoria del aconte-

1 REGUILLO, Rossana. La construcción simbólica de la ciudad. Sociedad, desastre, comunicación. Gua-


dalajara: ITESO/Universidad Iberoamericana, 1995.
2 A la que entiendo como la articulación de voluntades históricas, intersubjetivas e intencionadas, que
configuran saberes y emociones, construyen sentido y valor y que, especialmente, organizan un campo
discursivo —en sentido amplio— para resignificar un acontecimiento, lo que a su vez engendra prácti-
cas, abierto a la reinterpretación y por consiguiente contrario a toda significación total y clausurada.

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Rossana Reguillo

cimiento que marcó un punto de infle- ba el movimiento independiente de


xión definitivo para la ciudad y que ca- damnificados era una especie de san-
da año, el 22 de abril, convoca a un tuario profano, en el que se recurría a
cada vez menor número de “memo- la tradición de los exvotos o retablitos3
riosos”. como modo de expresión política de la
protesta: anónimos, rudimentarios, do-
Sin tradición de lucha política, sin
lorosos, esos “mensajes” no nombra-
cuadros propios que articularan la pro-
ban a las víctimas por su nombre, se
testa, los “damnificados” apelaron in-
trataba de “mi familia”, “mi esposa”,
mediatamente a dos espacios de “con-
“mis hijos”, “mi madre”, lo que indica-
tención” para gestionar su miedo, su
ba para mí y ahora, al compararlo con
sorpresa, su dolor, construir vínculos y
el Altar de Cromañón, de lo que habla-
expresar su interpretación del aconteci-
ré más adelante, que se trataba de una
miento: la dinámica de la vida barrial y
enunciación con un destinatario supra-
el espacio de la religiosidad. Frente a
terrenal que no requería mayores da-
las estrategias del gobierno para aislar y
tos, era una comunicación íntima entre
controlar el movimiento de protesta
doliente y su dios. En el “santuario”,
que rápidamente convocó a numerosos
que lo mismo servía para decir misas,
ciudadanos y ciudadanas no implicados
hacer acopio de ayudas materiales,
directamente. Los vecinos de Analco (el
elaborar el boletín informativo y cam-
nombre de la zona), organizaron “la re-
pamento improvisado para los que, sin
sistencia”, el acopio, la ayuda mutua, el
casa, se rehusaban a habitar en los al-
establecimiento de un pliego petitorio,
bergues oficiales, abundaban crucifi-
a través de sus propios recursos, movi-
jos, imágenes de la virgen de Guadalu-
lizando la red de relaciones vecinales;
pe, santos rescatados de los escom-
al mismo tiempo apelaron a los símbo-
bros. Por ello, no resulta sorprendente
los, a los espacios (iglesias de la zona)
que cada una de las muchas manifesta-
y a una comprensión religiosa del acon-
ciones públicas que siguieron al 22 de
tecimiento, en pugna con el discurso de
abril estuvieran siempre encabezadas
la jerarquía católica, que los invitaba a
por estos símbolos “que hablaban del
la resignación.
dolor y la protesta”, que conducían la
Lo primero que llamó mi atención acción performativa y organizaban, tal
fue que el símbolo central que articula- vez sin quererlo, los límites del movi-

3 Se trata de dibujos, estampas, relicarios que la gente coloca en los santuarios para pedir o agradecer

véase DURAND, J. Milagros en la frontera. Retablos de migrantes mexicanos a Estados Unidos. México:
la intermediación divina en un asunto terrenal. Para un estudio en profundidad de sus implicaciones

CIESAS/El Colegio de San Luis, 2001.

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Memorias, performatividad y catástrofes: Ciudad interrumpida

miento en tanto la matriz religiosa ins- ción de la protesta y que imprimió su


taurada tempranamente, pese a su gesto a “las políticas del recuerdo” que
enorme efecto aglutinador inicial, pro- no lograron deshacerse de “la conmi-
dujo el umbral de los alcances políti- seración cristiana” y del “deber católi-
cos del movimiento de los damnifica- co frente al sufrimiento del otro”. En
dos y sus múltiples y numerosos alia- aquellos meses de 1992, intensos, efer-

difícil calibrar que la racionalidad co-


dos. Quiero decir, el lenguaje de “lo vescentes, caóticos, productivos, era

municativa que comandaba las expre-


religioso” actuó como un marco-sopor-
te limitado y estrecho para el decir y el
hacer políticos en el espacio público. siones sociales frente al acontecimien-
to, imprimiría para siempre una huella,
A estos símbolos religiosos se fue-
un sello de marca que al tiempo que
ron agregando otros, cuya clave de
activó un importante y nada desesti-
sentido está también vinculada a la mable movimiento social, operó tam-
cultura popular: la lucha libre que bién como su freno y contención.
constituye ese paisaje de héroes en-
mascarados, vengadores populares de Hasta aquí puedo decir que toda ac-
los desprotegidos, que confronta la ley ción performativa está atada a la histo-
y amenaza siempre con declarar una ria y a las historias locales, en ella bro-
nueva ley, a la manera de Benjamin,4 tan la memoria de luchas e interpreta-
que deriva en una gran fascinación. ciones pasadas, la cultura de fondo, lo
permanente y residual, lo silenciado
Se sumaron también los artistas plás- por la secularización modernizadora.
ticos, que encabezaron una entusiasta
toma del espacio público e inundaron En el caso de Cromañón, la discote-
ca con aspiraciones interclasistas que se
plazas y calles con una obra ácida y crí-
ubicaba en una de las esquinas del mis-
tica que no se había visto en la ciudad.
mísimo, popular y comercial del barrio
Aparecieron también los símbolos na-
de “Once”, se asemeja en muchos sen-
cionales, el himno, la bandera, la patria
tidos —guardando las proporciones en
y la reinvención de la música como dis-
torno a las causas y los efectos— a la tra-
positivo vehiculizador de la protesta.
gedia de Guadalajara. La suma de va-
Pero, a la manera de los gitanos: la rios factores, corrupción política y falta
suerte estaba echada y lo que coman- de responsabilidad social, por sintetizar,
dó el proceso performativo, es decir la aunados a la contingencia, derivaron en
“racionalidad comunicativa”, fue “lo una tragedia urbana de proporciones
religioso”, lo numinoso que pautó el mayúsculas. El grupo de rock “Calleje-
campo de enunciación y dramatiza- ros” celebraba el último de una serie de

4 BENJAMIN, Walter. Para una crítica de la violencia. Buenos Aires: Leviatán, 1995.

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Rossana Reguillo

“masacre en Cromañón”. El zoom in


conciertos masivos de temporada; el lu- tecimiento quedó bautizado como
gar elegido fue la discoteca “República
de Cromañón”. Con dos grupos telone- enfocó inmediatamente a los padres
ros que habían “calentado” el ambiente, de los jóvenes muertos y los fijó en el
sobrecupo en el lugar cerrado, a los po- lugar “de la víctima”.
cos minutos de empezar la ronda de En un gesto probablemente espon-
“Callejeros” saltaron las bengalas que táneo lo primero en arribar al lugar fue
incendiaron rápidamente los techos una corona de flores, a la que siguieron
adornados con banderolas de poliurite- objetos religiosos, imágenes, banderas
no; la tragedia se desató rápidamente, argentinas, zapatillas usadas y mancha-
la combustión de estos materiales libe- das (no es claro si estas zapatillas que
ra un gas llamado “ácido cianhídrico”, impresionan al “peregrino” provienen
que resulta letal de manera fulminante, de los cuerpos rescatados o han sido
ya que, según los expertos, bloquea to- llevadas por los deudos y amigos). La
das las enzimas respiratorias de las cé- calle Bartolomé Mitre (al 3000, según la
lulas y evita que ingrese oxígeno al or- nomenclatura bonaerense), casi a la al-
ganismo. En mis propias consultas con tura del cruce con la famosa avenida Ri-
expertos, este gas —aunado a las llamas vadavia, quedó interrumpida y cerrada
del incendio—, provoca que la gente por el emergente altar-santuario-lugar
que lo inhala se “queme por dentro”. La de la protesta, que fue creciendo con el
falta de cualquier normatividad en tor- transcurso de los días. Las marchas de
no a la seguridad de un local de estas duelo y de protesta no se hicieron espe-
características, la gran cantidad de jóve- rar y a través de la reconstrucción me-
nes que violentando los reglamentos diática del acontecimiento y de algunas
habían sido admitidos en el interior del entrevistas, el signo fundamental se or-
local, agudizaron el desastre, en tanto, ganizó en torno al aislamiento de la
se reportó que varias de las salidas de causa “única”: Omar Chabán, el empre-
emergencia estaban bloqueadas o no sario dueño del local de Cromañón,

lo que Barone, en el diario La Nación


servían. El resultado: alrededor de 150 que ha sido elevado a “monstruo”, en
muertos en el lugar, a los que se irían
sumando varios más a lo largo de los (3 de julio del 2005), denomina “gigan-
días, en distintos hospitales. tografía desaforada”.
En medio del caos, los medios tele- Pero más allá de la descripción de
visivos y escritos llegaron rápidamente un suceso fatídico, otra vez, lo funda-
al lugar, algunos testigos del “campa- mental para esta discusión se centra en
mento de Cromañón”, a quienes pude los lenguajes-soportes que vehiculiza-
entrevistar, me decían que antes inclu- ron el sentido del acontecimiento. De

cíacos: prime time asegurado. El acon-


so que los servicios médicos y poli- manera parecida a las explosiones de
Guadalajara, en torno a Cromañón, no

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Memorias, performatividad y catástrofes: Ciudad interrumpida

tardaron en aparecer el “gauchito Gil”5 revelador: “Ángeles de Cromañón”. En


y la “Virgen de Luján” (patrona indiscu- una hipótesis interpretativa podría
tible de la Argentina); pero de manera decirse que se trata de dos lenguajes
mucho más ambigua el santuario se que no empatan y que los símbolos “se-
cargó de imágenes complejas, profanas, culares” y políticos quedan como so-
“atrapadores de sueños”, zapatillas, ro- brepuestos o siguen otra sintaxis y es-
sarios, budas y mensajes poéticos. Y de tructura, como si se tratara de dos dis-
manera diferente al caso “Guadalajara”, cursos contrapuestos que provinieran
en el altar de Cromañón aparecieron fo- de enunciatarios distintos.
tografías de las víctimas y una obsesiva Pese a las estrategias diferenciales
apelación al nombre propio. de producción de visibilidad, en lo que
Si como planteé anteriormente, todo toca a la racionalidad comunicativa,
acontecimiento y su efecto performati- ambos acontecimientos quedan, al
vo hunde sus raíces en las historias final, atrapados en el lenguaje de lo nu-
locales, no es entonces extraño que en minoso, de la justicia vengadora, sus
el caso testigo argentino se recurriera a protagonistas devienen “dolientes”, o
la memoria del duelo y a las estrategias en la terminología de Goffman, “comu-
performativas de la protesta por las víc- nidad de sufrientes”, lo que diluye la
timas y desparecidos de la dictadura: el identidad ciudadana del colectivo. Si
nombre propio, la fotografía, la ubica- como apunta Kaufman a propósito del
ción concreta de cada uno de los afec- acontecimiento Cromañón, al referirse a
tados. Pero, al visitar el santuario de lo que constituyó el “único discurso
Mitre,6 se constata que lo que se impo- público sobre el desastre”, que “… [la-
ne no es “la estética” del memorial de mentablemente] se seleccionó a aque-
la lucha por los desaparecidos y la jus- llos que estuvieran animados en sus in-
ticia como verdad, sino el signo de lo tervenciones por el dolor más desgarra-
religioso y de la fatalidad; el nombre dor, por el llanto incontenible en mu-
mismo del campamento que mantienen chos casos, y en otros por una ira vin-
algunos padres y jóvenes en el lugar es dicatoria puesta en palabra y en actos”

5 El gauchito Gil (Antonio Mamerto Gil Núñez) es un personaje de la devoción popular argentina, que se
origina en las luchas entre liberales y autonomistas por allá por 1847. Con resistencias para incorporarse
a las filas de los liberales, el “gauchito” se refugió en los montes, donde creció su leyenda como ban-
dolero “bueno” (que a la manera de Robin Hood, robaba a los ricos para darle a los pobres). Ajusticia-
do por el cuchillo de un sargento a las órdenes del coronel Salazar, “el Gauchito” vaticinó la desventura
del sargento por derramar sangre inocente, profecía que se cumplió. Ahí se origina su culto y devoción.
6 Hice dos levantamientos etnográficos y fotográficos en momentos distintos, en junio y en octubre del
2005. Además, tuve la suerte de conocer el trabajo fotográfico que sobre el “Altar” levantó la antropó-
loga Luzmila Catela da Silva.

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Rossana Reguillo

(Página/12, 30 de junio del 2005), po- No resulta misterioso que aconteci-


dría aventurarse que hay una solución mientos irruptivos que sacuden los ci-
de continuidad, una colaboración entre mientos profundos en los que se asien-

la sociedad del riesgo, conecten el sen-


el discurso de los grandes medios y las ta una sociedad, aun siendo propios de

sorium con esas referencias “roídas,


culturas populares, que convierte,
como diría Anderson, “la contingencia
en significado y el azar en destino”.7 obliteradas” pero vigentes y actuales, y
que sean ellas quienes comanden el
La significación cultural dominante
proceso de una racionalidad comunica-
de estas catástrofes urbanas revela una
tiva que en su esfuerzo por acceder a la
matriz profunda, una concepción reli-
palabra y al acto recurre a los saberes
giosa del mundo, lo que a su vez po-
de fondo.
tencia la lógica de la fatalidad y la emer-
gencia del lugar de la víctima. El acon- Si el análisis aquí propuesto se sos-
tecimiento es así un potente revelador tiene, no son pocas las preguntas que
de la cultura profunda que los afecta- surgen. De cara a unas políticas del re-
dos “ponen a funcionar” frente a la de- cuerdo, cómo pensar el acontecimien-
sestructuración del tejido material y to irruptivo más allá de sus implicacio-
simbólico de su entorno inmediato, pe- nes inmediatas y su rango de acción
ro que encuentra en la sociedad un so- en un espacio-colectivo restringido;
porte-complicidad en unas sociedades, cómo pensar el dolor de las víctimas
la mexicana y contra todo estereotipo sin violentar sus propios procesos,
también la argentina, donde, en pa- atrayendo el acontecimiento hacia una
labras del antropólogo Pablo Seman: esfera pública que logre trascender la
interpretación “numinosa” y hacer de
... la experiencia popular es cosmológica él un espacio para la reflexividad. Có-
(…) y supone que lo sagrado es un nivel mo dar paso a unas “políticas del re-
más de la realidad. La experiencia cos- cuerdo” que, articulando antagonis-
mológica de los sectores populares no mos, históricamente situadas e inter-
ha perdido esas referencias que, en todo subjetivamente compartidas, configu-
caso, fueron roídas por algunos de los
ren un campo discursivo que reactive
avances de la modernidad y, sobre todo,
la dimensión política del aconteci-
obliteradas por el obstáculo epistemoló-
gico que representa el modernocen-
miento emblemático, en la tensa con-
trismo.8 tradicción entre la significación clausu-
rada y la interpretación abierta.

ANDERSON, Benedict. Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacio-
nalismo. México: Fondo de Cultura Económica, 1993, p. 29.
7

los bestsellers”. Desacatos 18. Revista de Antropología Social. (Mercado y Religión Contemporánea).
8 SEMAN, Pablo. “¿Por qué no?: El matrimonio entre espiritualidad y confort. Del mundo evangélico a

México: CIESAS, mayo-agosto del 2005, p. 84.

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Memorias, performatividad y catástrofes: Ciudad interrumpida

Ciudad interrumpida… su potencia, su especificidad, hablar en

por el performance, que rompe las cos-


performatividad y disputas por el registro de lo no enunciable más que
la memoria
turas, los límites, los bordes del texto
Qué significa la irrupción de un acon- “serio” de la política. Pero ello no signi-
tecimiento en la vida de una ciudad, fica que la expresión performativa
cómo pensar la catástrofe urbana co- constituya un lenguaje residual o una
mo lenguaje que obtura la idea e ima- gramática “por defecto”.
gen de la continuidad, cómo imaginar
Quizás lo más relevante en la rela-
la ciudad a partir de las múltiples,
complejas y sucesivas emergencias, ción entre acontecimiento, lugar y per-
que más allá de testimoniar la fragili- formatividad radica en que el lenguaje
dad de un orden presupuesto, señalan estético-simbólico de esta última opera
la precariedad de un pacto social ela- un puente entre el tiempo extraordina-
borado sobre la idea de continuidad y rio de la protesta y el tiempo ordinario
estabilidad. Contra el sentido común, de la vida cotidiana, entre lo estructu-
la ciudad es cualquier cosa menos se- ral y lo coyuntural, que al retornar al
guridad, es, pese a los esfuerzos plani- centro del espacio público, abre las
ficadores, el lugar del accidente y de lo condiciones para la emergencia de
ambiguo. unas políticas del recuerdo, abiertas a
la reinterpretación política y cultural y
Guadalajara señaló las terribles a la re-actualización semiótica. Dos
consecuencias de la corrupción políti- lenguajes y dos lógicas que pueden,
ca y económica; Cromañón marcó la no obstante, encontrar solución de
irresponsabilidad (corrupta) sobre los continuidad en la producción de len-
riesgos urbanos. Ambos sucesos ins- guajes simbólicos que sin anular las di-
tauran grandes cicatrices en el tejido ferencias de ambos tiempos y ambas
urbano, re-escriben la geografía sim- territorialidades logren mostrar la im-
bólica de la ciudad y abren un calen- bricación profunda entre lo privado y
dario cíclico, “una fecha” cuyo sentido lo público. En tal sentido, las marcas
es la de certificar un “antes” y un “des- de una religiosidad popular (híbrida,
pués” en la ciudad. desjerarquizada, ambigua), que orien-
En la potencia articuladora y even- taron y codificaron la racionalidad co-
tualmente transformadora del ritual per- municativa dominante de los dos casos
formativo, clave hoy en una sociedad testigos aquí reflexionados, pese a la
que no puede prescindir del lenguaje energía producida… facilitan su apro-
inter-medial del símbolo hecho acción, piación por parte tanto de los flujos
se opera una llamada a una emociona- mediáticos como del poder, no al des-
lidad que resulta “indecible” desde el dramatizar el acontecimiento sino al
lenguaje oficioso de la política. Esa es clausurar su signo y su interpretación,

Contratexto n.O 14, 2006 101


Rossana Reguillo

generando un campo discursivo en clave de su crítica. No es la ausencia


que solo es posible retener la tragedia de perdón, ni siquiera la obsesión por
y la victimización. Pienso que de ma- el pasado, lo que condena a Dantés, a
neras diferenciales, ambos aconteci- una “doble desgracia”, es su imposibi-
mientos aportaron los símbolos “fáci- lidad de salir del lugar de la víctima,
les” que impiden salir del campo dis- condenado por su propia biografía y
cursivo de la revancha vengadora, lo su subjetividad a encarnar, en un des-
que impide hacer de las políticas del pués, el papel del verdugo, Dantés no
recuerdo un espacio-dispositivo para logra abandonar “la clave piadosa” en
la transformación de la estructura. su propia explicación sobre su condi-
Al pensar en Cromañón acuden las ción de víctima; solo hay lugar, enton-
imágenes de los cientos de zapatillas ces, para la venganza en una eterna
sin cuerpos que las anden, al pensar en exclusión del futuro, en una “política
Analco, vienen las imágenes de santos del recuerdo” que no logra solución de
destrozados sin paredes que las sosten- continuidad entre lo que Richard lla-
gan. La acción performativa enderezada maría “memoria-objeto, memoria-suje-
por los afectados y sus aliados en ex- to” (p. 126). Así las víctimas de Analco
tenso, no logró la expansión del signo y las víctimas de Cromañón quedan
político y terminó por convertir “los atadas a “los prestigios” que al tiempo
movimientos sociales de protesta” en que los constituyen en sujetos de un
rehenes de su propia fotografía. proceso, los condenan al lugar de la
biografía personal, descontextualizada
La víctima y sus reversos
de los marcos estructurales que forzo-
samente explican su existencia.
Con Nelly Richard,9 intento interrogar-
Si en la disputa por las geografías
me si hay una “sobreactuación del re-
de la ciudad, por el memorial que de-
cuerdo”, una retórica de la elocuencia
be operar todo proceso de continuidad
que en su expresión designe otro lími-
entre el pasado y el futuro no hay suje-
te que no sea el de la incomunicabili-
tos sociales, históricamente situados,
dad, el de la clausura definitiva de toda
solo víctimas y santuarios, resulta difí-
posibilidad re-interpretativa del pasado.
cil imaginar estrategias que devengan
Retorno al epígrafe de este ensayo: unas políticas del recuerdo capaces de
“Edmundo Dantés no ha perdonado”, restituir el lugar del ciudadano y del
creo que Augé desenfoca el ángulo proyecto colectivo.

RICHARD, Nelly. “Con del 11 de septiembre. Notas sobre La memoria obstinada (1996) de Patricio
Guzmán”, en JELIN, Elizabeth y Ana LONGONI (comps.). Escrituras, imágenes y escenarios ante la
9

represión. Madrid: Siglo XXI Editores, 2005, p. 127.

102 Contratexto n.O 14, 2006


Memorias, performatividad y catástrofes: Ciudad interrumpida

Los reversos de la víctima están en del presente aparto la vista de la cáma-


el espacio de inscripción del sujeto ra, solo accedo a un gran vacío: no es-
histórico y social; por ello, para termi- tán ni Isabel, ni el “Ecologista”, ni Na-
nar, quisiera apelar a un pequeño rela- chito, ni los demás niños que encabe-
to etnográfico que problematiza no so- zaron esa dramática marcha por la jus-
lo lo aquí dicho, sino mi mirada sobre ticia y dieron una lección a esta ciudad

sin el cual ninguna performance alcan-


esa enunciación, el papel del testigo tan apegada a la tranquilidad y al “aquí
no pasa nada”. ¿Es Isabel un cuadro de
za su sentido: video?, ¿es ella (y los demás) una figu-
Isabel tenía una mirada envejecida ra accesoria o residual de los afanes de
en un cuerpo de niña; tenía por aquel una investigadora?, ¿un lugar anónimo
entonces apenas once años y, aún en la estructura? No, recupero a Isabel
hoy, casi quince años después, no y a los demás niños, jóvenes, señoras,
puedo dejar de pensar en ella como el días después: en retrospectiva. Hoy,
epicentro del acontecimiento que le logro levantar los ojos de la cámara y
cambió el rostro a la ciudad en la que me enfrento a una Isabel angustiada
vivo. Isabel es para mí el nombre de pero sonriente: estamos en un juzgado
una enorme tragedia y es al mismo penal. Los policías que días atrás han
tiempo la memoria viva de la voluntad golpeado y amenazado a los damnifi-
y la fuerza; por supuesto, de la vida. cados en el campamento que han le-
Tres imágenes en el recuerdo se insta- vantado en el centro de la ciudad, han
lan como cicatrices vivas en mi memo- sido localizados y detenidos, confron-
ria: la veo de la mano del luchador so- tados con las mujeres, los niños y los
cial de “lucha libre”, el “Ecologista Uni- hombres que han sido —otra vez— gol-
versal Uno”, al frente de una gigantes- peados, amenazados, sometidos. Ella
ca marcha que reclamaba al gobierno declara ante un agente del Ministerio
mexicano su incapacidad, corrupción, Público, temerosa pero eficiente,
debilidad frente a las consecuencias de abierta, sincera, transparente; no pue-
una serie de explosiones en la ciudad do sino “acompañarla” con mi propia
de Guadalajara que se llevaron a más cámara: certifico sus palabras, la acom-
de doscientas personas y sumieron a paño con imágenes para testimoniar
una zona densamente poblada en una que “su memoria” no miente (que yo,
pesadilla de dolor e injusticias; de ma- otros, estuvimos ahí), corroboro, mien-
nera extraña no puedo verla sino a tra- tras un sabor salado se me instala en la
vés de la lente de mi cámara de video, garganta, allá en aquel juzgado, y hoy,
que registra, obsesivamente, todos los cuando esto escribo, la veo levantarse
movimientos de los damnificados por (orientada, claro, por los asesores po-
las explosiones de gasolina en abril de pulares que saben de estas cosas) para
1992, en la ciudad. Si en la memoria entregarle una rosa al policía que la

Contratexto n.O 14, 2006 103


Rossana Reguillo

madrugada atrás pasó por encima de AUGÉ, Marc. Las formas del olvido.
su cuerpo sin escrúpulos ni remordi- Barcelona: Gedisa, 1998.

tuario perpetuo”. La Nación.


mientos, sabiéndose a salvo porque a
BARONE, Orlando. “El rating del san-
esas horas de la madrugada, en un
campamento de “residuales”, no hay

BENJAMIN, Walter. Para una crítica de


Buenos Aires, 3 de julio del 2005.
testigos, ni cámaras, ni periodistas,

la violencia. Buenos Aires: Le-


apenas unos pocos y poco creíbles de-
fensores de derechos humanos, cuya

DURAND, Jorge. Milagros en la fronte-


memoria es siempre tan fácil de anular. viatán, 1995.

ra. Retablos de migrantes mexi-


Pero Isabel no se arredra, su cuerpo de

canos a Estados Unidos. México:


once años narra para todos y la mujer
que escribe en una anacrónica máqui-
na de escribir —que retorna a pregun- CIESAS/El Colegio de San Luis,
tar y a preguntar—, de manera obsesiva 2001.
los minutos de ese día en que la vida

chamiento”. Página/12. Buenos


le cambiaría para siempre: dice otras KAUFMAN, Alejandro. “Lógicas de lin-
cosas, pero su voz de niña afirma “no

REGUILLO, Rossana. La construcción


hicimos nada para merecer esto, no Aires, 30 de junio del 2005.

simbólica de la ciudad. Socie-


gritamos, no golpeamos a nadie, no

dad, desastre, comunicación.


rompimos cercas ni alambrados, ni si-
quiera gritamos nada que no fuera pe-
dir justicia. Isabel sabe lo que recuerda Guadalajara: ITESO/Universidad
y se convierte en la memoria viviente Iberoamericana, 1995.
donde “nacional, lo familiar, lo heroi-
tiembre. Notas sobre La memo-
RICHARD, Nelly. “Con del 11 de sep-
co, lo privado, lo público, lo amoroso,
ria obstinada (1996) de Patricio
lo cotidiano” (ibídem), quedan lamen-
tablemente disociados de la interpreta-
Ana LONGONI (comps.). Escri-
Guzmán”, en JELIN, Elizabeth y
ción clausurada del acontecimiento.
turas, imágenes y escenarios
Pese a sus intentos por restituir com-
ante la represión. Madrid: Siglo
plejidad política, Isabel queda fija en el
lugar de la víctima.
XXI Editores, 2005.
SEMAN, Pablo. “¿Por qué no?: El matri-
Bibliografía

ANDERSON, Benedict. Comunidades


monio entre espiritualidad y con-

imaginadas. Reflexiones sobre el bestsellers”. Desacatos 18. Revista


fort. Del mundo evangélico a los

origen y la difusión del naciona-


lismo. México: Fondo de Cultura
de Antropología Social. (Merca-
do y Religión Contemporánea).
Económica, 1993. México: CIESAS, mayo-agosto del
2005.

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