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Dylan Evans

DICCIONARIO
INTRODUCTORIO
DE PSICOANÁLISIS
LACANIANO

Paidós
Buenos Aires * Barcelona • México
Título original: Ara. Introductory Dictionary o f Lacanian Psyckoanalysis
Routledge, London and New York
© 1996 Dylan Evans
ISBN 0-415-13523-0

'Traducción de Jorge Piatigorsky

Aaeaoramiento técnico de Alejandro D aum ^

Cubierta de Gustavo Maori

150.195 03 Evans, Dylan


EVA Diccionario intro ductorio de psicoanálisis
lacaniano.-11 ed. 4* reimp.- Buenos Airea: Paidós,
2007.
224 p .; 23x16 cm.- (Lexicon)

Traducción de: Jorge Piatigoráky

ISBN 978-950-12-7323-6

L Título 1. Psicoanálisis-Diccionario

1-edición, 1998
1- reimpresión, 2000
¿ a reimpresión, 2003
39reimpresión, 2005
4S reimpresión, 2007

R egervadoa todos lo s derech o s, Q u e d a rig u ro sa m e n te p ro h ib id a , s in l a autorización, e s c rita d e loa t itu la r e s d e l c o p y rig h t,


tcfidio
b ajo laB san cio n es e s ta b le c id a s e n la s ley es, l a re p ro d u c c ió n p a rc ia l o to ta l d é é 5 ts o b fa p o r c u a lq u ie r G p ro c e d i­
y
m ie n to , incluidos la re p ro g r a S a eJ tr a ta m ie n to in fo rm á tic o .

© 1997 de todas las ediciones en castellano


Editorial Paidós SAICF
Defensa 599, Buenos Aíres
e-maih difu3ion@editorialpaido3.com, a r
www.paidosargentina.com.ar

Queda hecho el depósito que previene la Ley 11.723


Impreso en la Argentina - Printed in Argentina

Impreso en Prim era Clase,


California 1231, Ciudad de Buenos Aires» en enero de 2007
Tirada; 1500 ejemplares

ISBN: 978-950-12-7323- 6
ÍNDICE

í n d i c e d e f i g u r a s . . . . . . . . . . . . . ................. . ....................... .. ............... . . . . . . . ........ . . . . . . . ............ . . . . . ......................... 9

Presentación.... .............................................................................. *............. ...................... 11

Prefacio.................... *....................................................... *................................ ................. 13

Guía para el empleo del diccionario....... .............. ................... ................ *........... ......... 19

Reconocimientos...*..*........................... .................. ................... ............. ................ 21

Cronología...........„........................................................................*..................................... 23

Diccionario introductorio de psicoanálisis lacaniano *............................................... . 27

Apéndice. Clave de remisiones a los Escritos.... ................................. ........................ 199

Bibliografía..................... .................................... ............................... .............................. 201

índice de términos........................... .................. .................. .............. .............. ............... 215


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PREFACIO

M i discurso procede del siguiente modo: cada término


se sostiene sólo en su relación topológica con los otros.
Ja c q u e s L a c /|n (Sil, 89)

Las teorías psicoanalíticas son lenguajes para discutir el tratamiento psicoana ítico. Hoy
en día hay muchos de estos lenguajes, cada uno con su léxico y sintaxis partícula: ■. El hecho
de que estos lenguajes tengan muchos términos en común, heredados de Freud, puede dar la
impresión de que en realidad son dialectos de un mismo idioma. Pero esta impresión es erró­
nea. Cada teoría psicoanalítica articula esos términos de un modo singular, y ademas introdu­
ce términos propios, de modo que constituye un lenguaje único, en última instancia intradu­
cibie. Uno de los más importantes lenguajes psicoanalíticos en uso en la actualidad es el
desarrollado por el psicoanalista francés Jacques Lacan (1901-1981). Este diccionario inten­
ta explorar y dilucidar ese idioma, que a menudo ha sido acusado de ser exasperante por su
oscuridad y, a veces, de constituir un sistema “psicótico” totalmente incomprensib le. Esta os­
curidad ha sido incluso vista como deliberadamente destinada a reservar el discurso lacania­
no como propiedad exclusiva de una pequeña elite intelectual, y protegerlo de la crítica exter­
na. Si de esto se tratara, nuestro diccionario se mueve en la dirección contraria, e intenta abrir
el discurso lacaniano a un escrutinio más amplio y a una empresa crítica.
El diccionario es un modo ideal de explorar un idioma, puesto que tiene estructura de
idioma; es un sistema sincrónico en el cual los términos carecen de existencia posi iva, puesto
que cada uno es definido por sus diferencias con los otros; es una estructura cerrada, autorre-
ferencial, en la cual el significado no está totalmente presente en ningún lado, si no siempre
pospuesto en una metonimia continua; define cada término con referencia a otros términos, y
de tal modo le niega al lector novicio cualquier punto de entrada (y, para remitimos a una fór­
mula lacaniana, si no hay ningún punto de entrada no puede haber relación sexual).
Muchos otros autores han advertido el valor que tiene un diccionario como herramienta
para explorar la teoría psicoanalítica. El ejemplo más famoso es el clásico Diccionirio de psi­
coanálisis de Laplanche y Pontalis (1967). Está también el diccionario breve de Rycroft
(1968), que es sumamente legible. Además de estas dos obras que se concentran principal­
mente en Freud, hay otras que abordan el psicoanálisis kleiniano (Hinshelwood, 1989), el psi­
coanálisis junguiano (Samuels y otros, 1986), y de psicoanálisis y feminismo (Wright, 1992).
• En esa lista, los diccionarios lacanianos se destacan por su ausencia. No ponjue no exis­
tan; de hecho, hay algunos en francés que tratan extensamente de los términos! lacanianos
(Chemama, 1993; Kaufmann, 1994), incluso con un enfoque humorístico (Saint-Dróme,
1994). Pero ninguno de ellos ha sido aún traducido al inglés, y por lo tanto el estudioso de
Lacan de lengua inglesa no cuenta con un instrumento útil de referencia. Los diccionarios de
Laplanche y Pontalis (1967) y de Wright (1992) incluyen artículos sobre algunos iérminos la­
canianos, pero no muchos. En algunas publicaciones en inglés han aparecido glosarios que
proporcionan claves para ciertas expresiones lacanianas (por ejemplo Sheridan, 1977; Rous-
13
u u u u u u u u u u u u u u u
Prefacio

tang, 1986), pero tratan sólo de unos pocos términos, con notas extremadamente breves. En
consecuencia, este diccionario apunta a llenar una laguna obvia en el material de referencia
en psicoanálisis.
Si bien muchos estudiosos han advertido el valor del diccionario como herramienta para
explorar los lenguajes psicoanalíticos, no todos han tenido una plena conciencia de los peli­
gros involucrados. Un importante peligro consiste en que, al subrayar la estructura sincrónica
del lenguaje, el diccionario puede oscurecer la dimensión diacrónica. Todos los idiomas, in­
cluso los llamados, por otro nombre, “teorías psicoanalíticas”, están en un continuo estado de
flujo, puesto que cambian con el uso. Al p a s a r por alto esta dimensión, el diccionario puede
crear la impresión errónea de que los idiomas son entidades fijas invariables.
Este diccionario trata de evitar dicho peligro, incorporando información etimológica cuan­
do resulte apropiado, y proporcionando algunas indicaciones sobre la evolución del discurso
de Lacan a lo largo de su enseñanza. El compromiso de Lacan con la teoría psicoanalítica se
prolongó durante cincuenta años, y no puede sorprender que su discurso haya sufrido cam­
bios importantes en ese lapso. Sin embargo, esos cambios no son siempre bien comprendidos.
En términos generales, hay dos modos principales de interpretarlos mal. Por un lado, algunos
comentadores presentan el desarrollo del pensamiento lacaniano en términos de “rupturas
epistemológicas” dramáticas y súbitas; por ejemplo, a veces se señala el año 1953 como mo­
mento de un “giro lingüístico” radicalmente nuevo. Por otra parte, algunos autores pasan al
otro extremo, y presentan la obra de Lacan como un relato único que se despliega sin cam­
bios de dirección, como si todos los conceptos hubieran sido dados desde el principio.
Al examinar los cambios sufridos por los diversos términos del discurso de Lacan en el
curso de su obra, yo he intentado evitar ambos errores. Tengo la esperanza de cuestionar los
relatos simplistas sobre rupturas epistemológicas, demostrando que esos cambios fueron a
menudo graduales y vacilantes. Un punto importante que esos relatos ignoran es que cuando
los términos lacanianos adquieren nuevos significados, nunca pierden los antiguos; este voca­
bulario teórico avanza por acrecentamiento, y no por mutación. Por otro lado, al señalar los
cambios y .pasajes semánticos espero contrarrestar la ilusión de que todos los conceptos laca­
nianos han estado allí desde siempre (ilusión condenada por el propio Lacan: Lacan, 1966c,
67). De este modo tiene que ser posible apreciar los elementos que permanecen constantes en
esta enseñanza, y también los que cambian y evolucionan.
Las entradas de este diccionario abarcan unos doscientos términos empleados por Lacan
en el curso de su obra. Se podrían haber incluido muchos más, y el principal criterio de selec­
ción ha sido la frecuencia de aparición. Por lo tanto, el lector encontrará entradas destinadas
a términos tales como “simbólico”, “neurosis”, y otros análogos que ocupan un lugar promi­
nente en la obra de Lacan, pero no expresiones como “holofrase”, que el propio Lacan sólo
examina en tres o cuatro oportunidades.
Además de estos términos de uso frecuente, hemos incluido unos pocos que Lacan no em­
pleó nunca o casi nunca. En este grupo hay expresiones (por ejemplo, “psicoanálisis kleinia-
no”) que sirven para proporcionar un contexto histórico y teórico a las voces propiamente la-
canianas, y también entradas que reúnen conjuntos importantes de temas relacionados en la
obra de este pensador, los cuales de otro modo quedarían distribuidos entre distintas entradas
(por ejemplo, “diferencia sexual”).
Además de los criterios de frecuencia de aparición e información contextual, esta selec­
ción refleja también, inevitablemente, mi propio modo de leer a Lacan. Otro autor, con una
interpretación diferente de Lacan, sin duda habría realizado una selección distinta. No preten-

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J U U U ‘J u u u u u u u u u u u lj

Prefacio

do que la lectura implícita en mi propia selección sea la única o la mejor. Es una lectura de
Lacan entre las muchas posibles, tan parcial y selectiva como cualquier otra.
La parcialidad y las limitaciones de este diccionario no sólo tienen que ver co n la cuestión
de la selección de los términos, sino también con la de las fuentes. El diccionari o no se basa
en la obra completa de Lacan, que aún no ha sido publicada en su totalidad, sino sólo en una
selección de sus trabajos (sobre todo los publicados, más algunos inéditos). Este basamento
casi exclusivo en el material publicado significa que han quedado brechas ine
obstante, como el mismo Lacan lo ha señalado, “la condición de cualquier lectura es, desde
luego, que se impone límites a sí misma” (S20, 62).
De modo que la meta no ha sido presentar una obra de tanto aliento y tan de aliada como
el diccionario clásico de Laplanche y Pontalis, sino sólo un amplio bosquejo de los términos
más destacados del discurso lacaniano; de allí el adjetivo “introductorio” de n jes tro título,
Quizás en el futuro produzcamos una edición más amplia y detallada, basada en la obra com­
pleta de Lacan, pero el hecho de que actualmente no haya ningún diccionario en inglés del
pensamiento lacaniano constituye tal vez una justificación suficiente para pubiicir nuestro li­
bro en su estado presente, incompleto y rudimentario. Se podría prensar que este diccionario
es una resistencia, según la definición lacaniana de la resistencia como “el estad 9 presente de
una interpretación” (S2, 228).
Otra limitación autoimpuesta ha sido la decisión de apelar a un mínimo de deferencias a
fuentes secundarias. El lector encontrará pocas alusiones a los comentadores y !íerederos in­
telectuales de Lacan. Excluir referencias a la obra de los analistas lacanianos de la actualidad
no representa una omisión tan grave como podría parecerlo, puesto que los trabajos de esos
analistas son casi exclusivamente comentarios sobre Lacan, y no desarrollos adicalmente
originales (la obra de Jacques-Alain Miller constituye una excepción notable). I sta situación
es totalmente distinta en lo que concierne al pensamiento de Melanie Klein, q u ; ha sido de­
sarrollado de modos muy originales por seguidores como Paula Heimann, Wilfr ;d Bion, Do­
nald Meltzer y otros.
Sin embargo, excluir referencias a las obras de los críticos más radicales de Lacan, como
Jacques Derrida, Héléne Cixous y Luce Irigaray, o a quienes han aplicado los co nceptos laca­
nianos en el campo de la crítica literaria y la teoría del cine, podría parecer una omisión más
notoria. Para ella hay dos razones principales. En primer lugar, en el mundo de labia inglesa
se olvida a menudo que la obra de Lacan se propone primero y sobre todo proporcionar ayu­
da a los analistas para conducir la cura. Al excluir las referencias a la aplicación de las ideas
de Lacan en la crítica literaria, la teoría cinematográfica y la teoría feminista, espero subrayar
ese hecho, y de tal modo contrarrestar la desatención que sufre la base clínica de Lacan entre
sus lectores de lengua inglesa. En segundo lugar, quiero también alentar al lector a abordar
directamente al propio Lacan, en los términos de Lacan, sin entrar en el debate a favor o en
contra de él con prejuicios inducidos por las referencias a sus admiradores o críticos. Pero
hay algunas excepciones a esta regla de omisión, en los casos en que la polémica en tomo a
un término particular ha parecido tan importante que dejar de remitir a ella habría sido enga­
ñoso (por ejemplo, “falo”, “mirada”).
Mi decisión de hacer hincapié en la base clínica de la obra de Lacan no tiene la intención
de excluir a los no-analistas y hacer que no se ocupen de este pensador. Por el contrario, el
diccionario no está sólo destinado a los psicoanalistas, sino también a los lectores que enca­
ran la obra de Lacan desde otras disciplinas. El propio Lacan alentó activamente el debate en­
tre psicoanalistas y filósofos, lingüistas, matemáticos, antropólogos y otros estudiosos; hoy en

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Prefacio tr

día existe un interés creciente por el psicoanálisis lacaniano en muchas otras áreas, sobre to­
do en la crítica de películas, la teoría feminista y la crítica literaria. Quienes se han formado
en estas disciplinas pueden encontrar dificultades especialmente grandes en la lectura de La­
can, debido a su falta de familiaridad con la dinámica del tratamiento psicoanalítico. Subra­
yando la base clínica de la obra de Lacan espero situar los términos en su contexto propio, y
de tal modo hacerlos más claros para los lectores que no son psicoanalistas. Creo que esto es
también importante para los lectores que quieren utilizar las ideas de Lacan en otras áreas, co­
mo por ejemplo la teoría cultural,
Otro problema posible del lector que no tiene formación psicoanalítica es su falta de co­
nocimiento de la tradición freudiana, en cuyo seno trabajaba Lacan. Este diccionario encara
esa cuestión presentando en muchos casos un breve resumen del empleo freudiano de los tér­
minos, antes de perfilar el uso específicamente lacaniano. Debido a su brevedad, esos resú­
menes corren el riesgo de simplificar en exceso conceptos que en sí mismos son complejos, y
sin duda les parecerán un tanto rudimentarios a quienes conozcan la obra de Freud. Sin em­
bargo, espero que sean útiles para quienes no tienen esa ventaja.
La gama de lectores a los que apuntamos es amplia, y por lo tanto un problema ha sido el
de decidir el nivel de complejidad adecuado para las entradas. La solución intentada fue ubi­
car las distintas entradas en diferentes niveles. Hay un núcleo básico de entradas con un nivel
bajo de complejidad; entre ellas se cuentan las correspondientes a los términos fundamenta­
les del discurso de Lacan (por ejemplo, “psicoanálisis” , “estadio del espejo”, “lenguaje”).
Otras entradas bosquejan el contexto histórico de la evolución de estos términos (por ejem­
plo, “Freud, retorno a”, “International Psycho-Analytical Association”, “escuela", “semina­
rio”, “psicología del yo”). En su desarrollo, estos artículos remiten ai lector a términos más
complejos, ubicados en un nivel más alto, que el principiante no puede esperar que captará de
inmediato. Confío en que así se ayude al lector a encontrar algún tipo de dirección en la na­
vegación por el diccionario. Sin embargo, el libro no es una “introducción a Lacan”; ya exis­
ten muchas obras introductorias a Lacan en inglés (por ejemplo Benvenuto y Kennedy, 1986;
Bowie, 1991; Grosz, 1990; Lemaire, 1970; Sarup, 1992), y entre ellas hay algunas excelentes
(por ejemplo Zizek, 1991; Leader, 1995). Este diccionario es más bien un libro introductorio
de referencia, una guía a la que el lector puede remitirse para responder a preguntas específi­
cas o seguir una línea particular de indagación. No tiene la intención de reemplazar la lectura
de Lacan, sino acompañarla. Por tal razón, a lo largo de toda la obra, proporcionamos nume­
rosos números de páginas, para que el lector pueda volver a los textos originales y ubicar ca­
da remisión en su contexto.
Otro problema tiene que ver con la traducción. Distintos traductores han utilizado diferen­
tes'palabras para verter al inglés la terminología de Lacan.* Por ejemplo, Alan Sheridan y
John Forrester traducen la oposición lacaniana e n tresens y signification como “meaning" y
“signification”, mientras que Stuart Schneiderman prefiere “sense” y “meaning", respectiva­
mente. Para Anthony Wilden, “parole" es “woreT, mientras que Sheridan emplea “speech
En todos los casos yo he seguido el uso de Sheridan, sobre la base de que sus traducciones de
los Écrits y de El Seminario, Libro XI, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis

* A lo largo del libro conservamos las observaciones de] autor sobre la traducción al inglés, aun cuando no sean
pertinentes para la versión castellana, porque, a su manera, esas puntuaHzaciones idiomáticas contribuyen a enrique­
cer la comprensión de los conceptos. Por otro lado, hemos desglosado algunas entradas para no arrastrar al castellano
ambigüedades innecesarias. [T.]

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lv J VJ

Prefacio

son todavía los principales textos en los que se puede leer a Lacan en inglés. Para evitar las
posibles confusiones, acompañamos nuestra traducción con los términos franceses utilizados
por Lacan. Asimismo he seguido la práctica de Sheridan de dejar ciertos términos sin tradu­
cir, también en este caso sobre la base de que así se han acuñado esas palabras en f 1 discurso
lacaniano en inglés (aunque personalmente estoy de acuerdo con las críticas de Fon ester a di­
cha práctica; véase Forrester, 1990,99-101).
Pero difiero de Sheridan en mi decisión de dejar los símbolos algebraicos en su forma ori­
ginal. Por ejemplo, conservo los símbolos A y a, en lugar de traducirlos como O j o , que es
lo que hace Sheridan. Éste es el modo común de proceder en las traducciones de Lacan a
otros idiomas (por ejemplo el castellano y el portugués), pero además el propio Lacan prefe­
ría que sus "letritas” quedaran sin traducir. Por otra parte, según ha surgido con claridad en
los diversos congresos internacionales de psicoanálisis lacaniano, es muy útil que ios analis­
tas con diferentes lenguas maternas tengan algunos símbolos básicos en común, que faciliten
sus discusiones.
Con respecto a las palabras inglesas que vierten los términos alemanes de Freud, he adop­
tado en general las empleadas por James Strachey en la Standard Edition, con la sxcepción
(ahora común) de volcar “Trieb" como “drive” (pulsión) y no como “instinct” (instinto).
Otro problema, más grave, es la paradoja implícita en el acto mismo de redact ar un dic­
cionario de términos lacanianos. Por lo común, los diccionarios intentan atribuir un significa­
do o significados a cada término, y erradicar la ambigüedad. Pero el impulso geneial del dis­
curso lacaniano tiende a subvertir cualquier intento de ese tipo que pretenda detener el
deslizamiento continuo del significado bajo el significante. Derrida dice que el estilo de La­
can, notorio por su dificultad y complejidad, tenía la finalidad deliberada de “controlar casi
permanentemente cualquier acceso a un contenido aislable, a un significado inequívoco, de­
terminable más allá de la escritura” (Derrida, 1975, 420). Tratar de proporcionar ‘ definicio­
nes adecuadas” de los términos de Lacan iría entonces totalmente a contrapelo de la obra de
este pensador, como lo observa Alan Sheridan en su nota de traductor de los Écrits (Sheridan,
1977, vii). En el breve glosario de términos lacanianos que aparece en la misma nota del tra­
ductor, Sheridan señala que el propio Lacan prefería que ciertos términos no fueran comenta­
dos en absoluto, “sobre la base de que cualquier comentario perjudicaría su operación efecti­
va” (Sheridan, 1977, vii). En estos casos, Lacan prefiere dejar que “el propio lector desarrolle
una apreciación de los conceptos en el curso de su uso” (Sheridan, 1977, xi).
Sobre la base de estas ideas se diría que, contrariando mi afirmación inicial e i cuanto a
que un diccionario es un modo ideal de explorar la obra de Lacan, nada podría estar más le­
jos del espíritu de esa obra que encerrarla en un diccionario. Quizá sea así. Es sin cuda cierto
que nadie aprendió nunca un idioma leyendo un diccionario. No obstante, yo no he tratado de
proporcionar una o varias “definiciones adecuadas” de cada término, sino simplemente de
evocar parte de su complejidad, demostrar algo de su cambio en el curso del trabajo de La­
can, y proporcionar alguna indicación sobre la arquitectura general del discurso lacaniano.
Como las entradas están dispuestas por orden alfabético, y no organizadas en una construc­
ción particular, el lector puede empezar por donde quiera, y remitirse a los propios textos de
Lacan, o bien dejarse guiar por las referencias cruzadas a otros términos del dicc ionario, o
ambas cosas. De este modo, cada lector encontrará su propio camino a través del litro, así co­
mo cada uno, según lo ha dicho el propio Lacan, es conducido por su deseo de saber.
D y lan E vans
Londres, jun: o de 1995

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GUIA PARA EL EMPLEO DEL DICCIONARIO

A continuación del encabezamiento de cada entrada incluimos entre paréntesis la ¡palabra


o expresión francesas originales y su traducción al inglés, en ese orden.
El empleo del género gramatical masculino no necesariamente significa una referencia ex­
clusiva al sexo masculino.
Cuando en un artículo se remite a otras entradas, estas últimas aparecen en versalitas.
Los números de páginas remiten a las traducciones inglesas cuando existen, y a les origi­
nales franceses de las obras aún no publicadas en inglés. Para las obras citadas con más fre­
cuencia se han utilizado las siguientes abreviaturas:

E Jacques Lacan, Ecrits. A Selection, trad, de Alan Sheridan, Londres, Tavistock publica­
tions, 1977 (véase el Apéndice).
Ec Jacques Lacan, Écrits, París, Seuil, 1966 (véase el Apéndice).
51 Jacques Lacan, The Seminar. Book I. Freud’s Papers on Technique, 1953-54, tiad. con
notas de John Forrester, Nueva York, Norton; Cambridge, Cambridge University Press,
1988.
52 Jacques Lacan, The Seminar. Book II. The Ego in Freud's Theory and in the Technique
o f Psychoanalysis, 1954-55, trad, de Sylvana Tomaselli, notas de John Forrester, Nue­
va York, Norton; Cambridge, Cambridge University Press, 1988.
53 Jacques Lacan, The Seminar. Book III. The Psychoses, 1955-56, trad, de Russelj Grigg,
notas de Russell Grigg, Londres, Routledge, 1993.
54 Jacques Lacan, Le Séminaire. Livre IV. La relation d ’objet, 1956-57, est. por Jacques-
Alain Miller, Pans, Seuil, 1994.
S7 Jacques Lacan, The Seminar. Book VII. The Ethics o f Psychoanalysis, 1959-69, trad, de
Dennis Porter, notas de Dennis Porter, Londres, Routledge, 1992.
S8 Jacques Lacan, Le Séminaire. Livre VIII. Le transferí, 1960-61, est. por Jacques-Alain
Miller, Paris, Seuil, 1991.

S11 Jacques Lacan, The Seminar. Book XI. The Four Fundamental Concepts o f P. ychoa-
nalysis, 1964, trad, de Alan Sheridan, Londres, Hogarth Press and Institute of Psycho-
Analysis, 1977.

S17 Jacques Lacan, Le Séminaire. Livre XVII. U envers de la psychanalyse, 1969-70, est.
por Jacques-Alain Miller, Paris, Seuil, 1991.

S20 Jacques Lacan, Le Séminaire. Livre XX. Encore, 1972-73, est. por Jacques-Alain Miller,
Pans, Seuil, 1975.

19
Guía para el empleo del diccionario
-------------------------------------------------------------------------------------------------£ ____________________________

SE Sigmund Freud, Standard Edition o f the Complete Psychological Works o f Sigmund


Freud (24 volúmenes), trad, y comp, de James Strachey en colaboración con Anna
Freud, con la asistencia de Alix Strachey y Alan Tyson, Londres, Hogarth Press and the
Institute of Psycho-Analysis; Nueva York, Norton, 1953-74.

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U U U' u u u. u u u U U (J U U -J

RECONOCIMIENTOS

Debo agradecer a la Cambridge University Press y a Norton sus autorizaciones para tomar
una figura y reproducir fragmentos de las traducciones al inglés de El Seminario. Libro I
(trad, de John Forrester, con notas de John Forrester, Cambridge University Press, 1987) y de
El Seminario. Libro 2 (trad, de Sylvana Tomaselli, notas de John Forrester, Cambridge Uni­
versity Press, 1988).
Agradezco a Norton la autorización para reproducir figuras y citar fragmentos de las si­
guientes publicaciones, todas de Jacques Lacan: Écrits: A Selection (trad, de Alan Sheridan,
Nueva York, Norton, 1977); Écrits, París, Seuil, 1966; Le Séminaire, Livre IV, La relation
d ’objet (est. por Jacques-Alain Miller, París, Seuil, 1994); Le Séminaire, Livre XVII. L'envers
de la psychanalyse (est. por Jacques-Alain Miller, París, Seuil, 1991); Le Semina re, Livre
XX. Encore (est. por Jacques-Alain Miller, París, Seuil, 1975).
Vaya mi agradecimiento a todos los que me ayudaron de diversas maneras en 11 produc­
ción de este diccionario. Julia Borossa, Christine Bousfield, Vincent Dachy, Alison Hall, Eric
Harper, Michele Julien, Michael Kennedy, Richard Klein, Darían Leader, David Macey, Alan
Rowan, Gerry Sullivan, Fernando S. Teixeira Filho y Luke Thurston leyeron partes pel origi­
nal y sugirieron algunos perfeccionamientos, como también lo hizo un lector anonimo de
Routledge. Innecesario es decir que es mía la responsabilidad por cualquier error, Agradezco
especialmente a Luke Thurston por su redacción del artículo sobre el sinthome. Edwina Wel-
ham y Patricia Stankiewicz, de Routledge, supervisaron la transición entre el original tipiado
y el libro impreso.
Sólo resta-agradecer a mi asociada, Marcela Olmedo, por su paciente apoyo durante la es­
critura de este diccionario, y por su ayuda con las ilustraciones.

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CRONOLOGÍA

A continuación presentamos una breve cronología de los principales acontecimientos de


la vida de Lacan. Esta cronología ha sido compilada sobre la base de la informacií n que pro­
porcionan Bowie (1991, 204-13), Macey (1988, capítulo 7) y por sobre todo Roudinesco
(1986, 1993). A quienes deseen más detalles, les aconsejo consultar estas tres fuentes, y tam­
bién Forrester (1990, capítulo 6), M iller (1981) y Turkle (1978). En Clémen: (1981) y
Schneiderman (1983) se pueden encontrar más relatos anecdóticos.

1901 Jacques-Marie Émile Lacan nace en 1932 Lacan publica su tesis de doctorado
París el 13 de abril, como primogéni­ (Sobre la psicosis paranoica en sus
to de Alfred Lacan y Émilie Baudry. relaciones con la personal ’dad) y en­
1903 Nace Madeleine, hermana de Lacan vía un ejemplar a Freud, quien acusa
(el 25 de diciembre). recibo con una tarjeta postal.
1908 Nace Marc-Frangois, hermano de La­ 1933 Se publican dos artículos de Lacan
can (el 25 de diciembre). en el periódico surrealista Minotaure.
1910 Freud funda la International Psycho- Alexandre Kojéve comienza a dar
Analytical Association (IPA). conferencias sobre la Fenomenología
1919 Lacan termina su educación secunda­ del espíritu de Hegel, en la École des
ria en el College Stanislas. Hautes Études. Lacan asiste regular­
1921 Lacan es exceptuado del servicio mi­ mente a esas conferencias durante los
litar por falta de peso. En los años si­ años siguientes.
guientes estudia medicina en París. 1934 Lacan, que ya estaba en análisis con
1926 En la Revue Neurologique aparece la Rudolph Loewenstein, se une a la
primera publicación, en colabora­ SPP como miembro candidato. Se ca­
ción, de Lacan. Se funda la Société sa en enero con Marie-Louise Blon­
Psychanaiytique de París (SPP). dín, quien da a luz a Caroline, primer
1927 Lacan inicia su formación clínica en vástago de la pareja, ese mismo mes.
psiquiatría. 1935 Marc-Fran?oise Lacan es ordenado
1928 Lacan estudia bajo la dirección de sacerdote.
Gaétan Gatian de Clérambault, en la 1936 Lacan presenta su artículo sobre el
enfermería especial para los insanos, estadio del espejo en el XIV Congre­
agregada a la Préfecture policial. so de la IPA, realizado en Marienbad
1929 Marc-Frangoise, el hermano de La­ el 3 de agosto. Inicia su práctica pri­
can, ingresa en la Orden de San Be­ vada como psicoanalista.
nito. 1938 Lacan pasa a ser miembro pleno de
1930 Lacan publica su primer artículo co­ la SPP, y en la Encyclopédie Fran-
mo autor único en Anuales Médico- gaise se publica su artículo sobre la
Psychologiques. familia. Después de la anexión de
1931 Lacan se interesa cada vez más en el Austria por Hitler, Freud abandona
surrealismo y conoce a Salvador Dalí. Viena para instalarse en Londres. En

23
u u u u u u u u u u u u w u u

Cronología

el viaje pasa por París, pero Lacan cian a la SPP para fundar la Société
decide no asistir a la pequeña reunión Frangaise de Psychanalyse (SFP). Po­
organizada en honor de Freud. co después, también Lacan renuncia a
1939 En agosto nace Thibaut, el segundo la SPP y se une a la SFP. Abre el en­
hijo de Lacan y Marie-Louise. El 23 cuentro inaugural de esta última el 8
de septiembre muere Freud en Lon­ de junio, pronunciando una conferen­
dres, a la edad de ochenta y tres años. cia sobre “Lo simbólico, Lo imaginario
Después de la invasión de Francia y Lo real”. La IPA le informa por car­
por Hitler, la SPP deja de funcionar. ta que su carácter de miembro a esa
Durante la guerra, Lacan trabaja en institución ha caducado, como conse­
un hospital militar de París. cuencia de su renuncia a la SPP. En
1940 Nace en agosto Sibylle, tercer vásta- septiembre, Lacan asiste al XVI Con­
go de Lacan y Marie-Louise. greso de Psicoanalistas de Lenguas
1941 Sylvia Bataille, ex esposa de Georges Romances, en Roma; el ensayo que
Bataille, da a luz a Judith. Aunque escribe para esa oportunidad (“Fun­
Judith es hija de Lacan, recibe el ape­ ción y campo de la palabra y el len­
llido Bataille porque él está todavía guaje en psicoanálisis”) es demasiado
casado con Marie-Louise. Marie- largo para ser leído en voz alta, de
Louise pide el divorcio. modo que se distribuye entre los par­
1945 Después de la liberación de Francia, ticipantes del congreso. En noviem­
se reanudan los encuentros de la SPP. bre Lacan inicia su primer seminario
Lacan viaja a Inglaterra, donde pasa público en el HSpital Sainte-Anne.
cinco semanas estudiando la situa­ Estos seminarios, que continuarán du­
ción de la psiquiatría en los años de rante veintisiete años, pronto se con­
guerra. Se anuncia formalmente su vierten en la principal plataforma de
separación de Marie-Louise. la enseñanza de Lacan.
1947 Lacan publica un informe sobre su 1954 La IPA rechaza la solicitud de afilia­
visita a Inglaterra. ción de SFP. En una carta a Daniel
1949 Lacan presenta otro ensayo sobre el Lagache, Heinz Hartmann le confía
estadio del espejo en el XVI Congre­ que la presencia de Lacan en la SFP
so de la IPA en Zurich, el 17 de julio. es la principal razón de ese rechazo.
1951 Lacan comienza a conducir semina­ 1956 La SFP renueva su pedido de afilia­
rios semanales eri el departamento de ción a la IPA, que es rechazado otra
Sylvia Bataille, en 3 rué de Lille. En vez. De nuevo Lacan parece ser el
ese momento Lacan es vicepresiden­ principal obstáculo.
te de la SPP. Está realizando sesiones 1959 La SFP vuelve a solicitar su afiliación
de tratamiento de duración variable, a la IPA; esta vez la IPA crea una co­
y la comisión de instrucción sobre la misión para evaluar esa solicitud.
SPP le exige que regularice su prácti­ 1961 La comisión de la IPA llega a París a
ca. Lacan promete hacerlo, pero con­ ' fin de entrevistar a miembros de la
tinúa con sesiones de distinta dura­ SFP y producir un informe, en virtud
ción. del cual se rechaza la solicitud de afi­
1953 Lacan se casa con Sylvia Bataille y liación de la SFP como sociedad
pasa a ser presidente de la SPP. En miembro, y se le otorga en cambio el
junio, Daniel Lagache, Juliette Favez- status de “grupo de estudio” mientras
Boutonier y Franfoise Dolto renun­ continúa la investigación.
24
V J U U U U U U U U U U U

Cjronologia

1963 La comisión de la IPA realiza más 1968 Lacan expresa su simpatía con las
entrevistas con miembros de la SFP protestas estudiantiles de nayo. Los
y produce otro informe, en el cual re­ seguidores de Lacan crean un depar-
comienda que se le otorgue a la SFP tamento de psicología en la Universi-
la afiliación como sociedad miem­ dad de Vincennes (Parí: VIII) y
bro, con la condición de que Lacan y abren sus puertas en dici:imbre, en
otros dos profesionales sean exclui­ medio de las constantes manifesta­
dos de la lista de analistas didactas. ciones estudiantiles.
El informe también estipula que se 1969 El seminario público de Lacan pasa a
debe cancelar para siempre la activi­ la Faculté de Droit.
dad de Lacan como didacta y que a 1973 Editions du Seuil publica una trans­
los analistas en formación se les debe cripción compilada del seminario de
prohibir la asistencia al seminario de Lacan de 1964 (Los cuatros concep­
aquél. Más tarde, Lacan dirá que ésta tos fundamentales del psicoanálisis)',
fue su “excomunión”. Él renuncia éste es el primero de los seminarios
entonces a la SFP. de Lacan que se publica.
1964 En enero, Lacan lleva su seminario 1975 Lacan visita Estados Unidos, donde
público a la École Nórmale Supé- da conferencias en la Yale Univer­
rieure, y en junio funda su propia or­ sity y en el M assachuset :s Institute
ganización, la École Freudienne de of Technology, y se ene ientra con
Paris (EFP). Noam Chomsky.
1965 Se disuelve la SFP. 1980 Después de furibundas dis outas inter­
1966 Con el título de Écrits se publica una nas en la EFP, Lacan la disuelve y
selección de los ensayos de Lacan. crea en su lugar la Cause 'reudienne.
Lacan presenta un trabajo en un con­ Asiste a un congreso inter íacional de
greso realizado en la Johns Hopkins analistas lacanianos en Caracas.
University, de Baltimore. 1981 Es disuelta la Cause freudienne, y se
1967 Lacan propone que la EFP adopte un . crea en su reemplazo la ]Scole de la
nuevo procedimiento, denominado Cause freudienne. Lacan
“pase” , en el cual los miembros pue­ París el 9 de septiembre, a la edad de
den atestiguar el final de su análisis. ochenta años.

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:> o o o o o o o o o o o o o o
DICCIONARIO
INTRODUCTORIO
DE PSICOANÁLISIS
LACANIANO
O G O O O O O O O O O O O U U
ACTING OUT (ACTING OUT, se ve obligado a expresarlo en acciones. De mo­
ACTING OUT) do que el acting out es un mensaje ciñado qye
el sujeto din ge á'üñ"OVró, aunque él sujíto mis-
"'Acting out” es la expresión utilizada en la WO“n'(Tes''coñsciente’del contenido de este men­
Standard Edition para traducir la palabra ale­ saje, ni siquiera se percata de que sus acciones
mana Agieren, que es la que emplea Freud. La­ lo expresan. El desciframiento del mensaje se
can, siguiendo una tradición de los escritos psi- confía al Otro, pero a éste le resulta imposible.
coanalíticos, se sirve de este término en inglés. Para ilustrar sus observaciones sobre el ac­
Uno de los temas más importantes que re­ ting out, Lacan narra el caso de la joven homo­
corren toda la obra de Freud es la oposición en­ sexual tratada por Freud (Freud, 19200. Freud
tre la repetición y el recuerdo. Por así decirlo, dice que para esa joven era importante aparecer
éstos son “los modos contrastantes de traer el en compañía de la mujer que amaba en las ca­
pasado al presente” (Laplanche y Pontalis, lles más concurridas de Viena, sobre todo las
1967, 4). Si se reprime el recuerdo de los, .acón- cercanas al lugar de trabajo del padre. Lacan
tecimíentMpasádos/enosvuelvenexpresándo- sostiene que éste era un acting out, porque re­
se en acciones; cuando el sujeto no recuerda el presentaba un mensaje que la joven dirigía al
pasado, por lo tanto, está condenado a repetirlo padre, quien no la escuchaba (LacanJ 1962-3,
actuándolo en el acting out. A la inversa, la cu­ seminario del 23 de enero de 1963).
ra psicoanalítica apunta a romper el ciclo de la En el ejemplo de la joven homosexual, el
repetición, ayudando al paciente a recordar. acting out se produjo antes de que ir iciara su
Aunque en casi toda acción humana puede tratamiento psicoanalítico con Freud Ese ac­
encontrarse un elemento de repetición, la expre­ ting out puede considerarse una “transferencia
sión “acting out” se reserva habitualmente para sin análisis” o “transferencia silvestre’ (Lacan,
las acciones que presentan “un aspectp, impulsi­ 1962-3, seminario del 23 de enero de 1963).
vo relativamente inarmónico con las.pautasmo- Sin embargo, la mayoría de los analistas dicen
tívacionates habituales del sujeto”, y que por lo que “cuando se produce en el curso del análisis
tarito son “muy "fáciles de aislár de las tenden­ -sea en la sesión real o no-, el acting omdeb.e
cias generales de su actividad” (Laplanche y entenderse en sujelación concia, (xans ferencía”
Pontalis, 1967,4). El sujeto mismo no logra en­ (iTáplariche y Pontalis, 1967,4). Freu i sostuvo
tender los motivos que tuvo para su acción. que introducirse “lo más posible en e canal de
Desde una perspectiva lacaniana, esta defi­ la memoria, y permitir que emerja corno repeti­
nición básica del acting out es correcta pero in­ ción lo menos posible” es un princif io básico
completa; ignora la dimensión del Otro. Si bien del tratamiento psicoanalítico (Freui, 1920g,
Lacan.sostiene.que. el acting, out. resulta.,de- la SE XVII, XIX). Por lo tanto, cuando un anali­
¡.^posibilidad de recordar el pasado, subraya la zante realiza fuera del consultorio el acting out
dimensión intersubjetiva del recuerdo. En otras de un deseo inconsciente suscitado en una se­
palabras,'el recuerdo no Involucra solo recordar sión analítica reciente, esto debe considerarse
algo a la conciencia, sino también .comunicarlo una resistencia a la cura. Pero puesto que toda
a un Otro por medio de la palabra. Por lo tanto, resistenKa'alltnálisis es una resistenc a del pro­
| erflcíiHg ourse produce cü'ando la negativa del pio analista (E, 235), cuando_hay un icting out
| Otro a escuchar hace imposible el. recuerdo. durante la.cura.se deb,e a. m¡enudo,a,u: %error, del
á Cuando el Otro sé ha vueUó'“sordo”, el sujeto analista. Este error del analista cons: ste por lo
no puede transmitirle un mensaje en palabras y general' en ofrecer una interpretación inadecua-
29
O O O O O O O O O O O O O O Or c
Acto

j da gue revela una “sordera” momentánea a la les como actos verdaderos que expresan una in­
palabra del analizante. Como ilustración, Lacan tención, aunque inconsciente, y asumir esa in­
i se remite a un historial descrito por el psicólo- tención como propia. Ni el a c t i n g o u t ni el p a - \ C
j go del yo Ernst Kris (Kris, 1951). Lacan sostie- s a j e a l a c t o son verdaderos actos, puesto que I '
j ne que la interpretación formulada por Kris era en tales acciones el sujeto no asume la respon- ^
exacta en un nivel, pero no iba al corazón del sabilidad por su deseo. >
! asunto, y por ello provocó un acting out: des- La ética del psicoanálisis también le prescri-
j pués de la sesión, el analizante fue a comer al- be al analista que asuma la responsabilidad de í;
j gunos “sesos frescos” en un restaurante cerca- sus actos, es decir, de sus intervenciones en la b:
j no. Esta acción, dice Lacan, era un mensaje cura. En esas intervenciones, el analista debe ser
i cifrado dirigido al analista, indicativo de que la guiado por un deseo apropiado, que Lacan lia- ?
j interpretación no había logrado tocar el aspecto ma el deseo del analista. Una intervención sólo í
más esencial del síntoma del paciente (Lacan, puede ser considerada un verdadero acto analíti- -
i 1962-3, seminario del 23 de enero de 1963; co cuando logra expresar el deseo del analista, |
I véase E, 238-9, y SI, 59-61). es decir, cuando ayuda al analizante a acercarse I
| Lacan dedicó varias clases de su seminario al fin del análisis. Lacan dedicó un año de su se- |
j de 1962-3 a establecer una distinción entre el minario a examinar la naturaleza del acto psí- §
acting out y el p a sa je a l a c t o . coanalítico (Lacan, 1967-8). f
Como hemos dicho, un acto fallido es exi- |
toso desde el punto de vista del inconsciente. !t
ACTO (ACTE, ACT) No obstante, este éxito es sólo parcial, porque '
el deseo inconsciente se expresa en una forma í,:;:
Lacan traza una distinción entre la simple distorsionada. Se sigue que, cuando es asumido \ ¡:
“conducta”, que es propia de todos los anima­ completa y conscientemente, “el suicidio es el | ■’
les, y los “actos”, que son simfeólicos-y sólo único acto completamente exitoso” (Lacan, ; |
pueden atribuirse a sujetos humanos (S il, 50). 1967a, 66-7), puesto que entonces expresa to- fa­
Una cualidad fundamental del acto es que al ac­ talmente una intención que es al mismo tiempo
tor se lo puede hacer responsable, de él; el con­ consciente e inconsciente, la asunción cons- í;
cepto de acto es por lo tanto un concepto ético ciente de la pulsión de muerte inconsciente (por
(véase é t ic a ). otro lado, un intento suicida súbito e impulsivo li­
No obstante, el concepto psicoanalítico de no es un verdadero acto sino probablemente un
la responsabilidad es muy distinto del concepto pasaje al acto). En el pensamiento de Lacan, la
legal. Esto se debe a que el concepto de respon­ pulsión de muerte está estrechamente vinculada f-
sabilidad está vinculado a toda la cuestión de la al dominio ético (véase el ejemplo de Empédo- |
intencionalidad, que en psicoanálisis se compli­ cíes, E, 104, y la discusión lacaniana de Antígo- f.
ca por el descubrimiento de que, además de sus na en S7, cap. 21). |
planes conscientes, e! sujeto tiene también in­
tenciones inconscientes. En consecuencia, es
posible que alguien realice un acto que preten­ ADAPTACIÓN (ADAPTATION, I
de que es no-intencional, pero que el análisis ADAPTATION) I
revela como expresión de un deseo inconscien­
te. Freud denominó a estos actos “parapraxias" El concepto de adaptación es biológico $
o “actos fallidos” (acte manqué)', sin embargo, (véase bio l o g ía ); se supone que los organismos £
sólo son “fallidos” desde el punto de vista de la son impulsados a adaptarse a! ambiente. La í'
intención consciente, puesto que por otra parte adaptación implica una relación armoniosa en- |
logran expresar un deseo inconsciente (véase tre el Innenwelt (mundo interno) y el Umwelt |
Freud, í901b). Mientras que en derecho, por (mundo circundante). |
ejemplo, una persona no puede ser considerada La p sic o l o g ía d e l y o aplica este concepto |
culpable de asesinato a menos que se demues­ biológico al psicoanálisis; explica los síntomas |
tre que el acto fue intencional; en la cura psi­ neuróticos en términos de conducta inadaptada I
coanalítica el sujeto es enfrentado con el deber (por ejemplo, utilizar mecanismos de defensa ;
ético de asumir su responsabilidad incluso por arcaicos en contextos en los que ya no son f
los deseos inconscientes expresados en sus ac­ apropiados), y sostiene que la meta de trata- l
ciones (véase a l m a b e l l a ). Tiene que recono­ miento psicoanalítico es ayudar al paciente a
cer incluso acciones aparentemente accidenta­ adaptarse a la realidad. \
Afecto
_____________________________________ i_

Desde sus primeros textos de la década de tor de conformismo. Lo considera una traiciln
1930, Lacan se opuso a cualquier intento de ex­ completa al psicoanálisis, que a su juicio jes
plicar los fenómenos humanos en términos de una práctica esencialmente subversiva.
adaptación (véase Lacan, 1938, 24; Ec, 158; Lacan considera significativo que el tema
Ec, 171-2). Éste es un tema constante de su de la adaptación haya sido desarrollado por psi­
obra; en 1955, por ejemplo, afirmó que “la di­ coanalistas europeos que emigraron a Estados
mensión descubierta por el análisis es lo opues­ Unidos a fines de la década de 1930; estos ana­
to a cualquier cosa que progrese mediante la listas sintieron no sólo que ellos mismos tenían
adaptación” (S2, 86). Adopta este modo de ver que adaptarse a la vida en América sino tam­
por varías razones: bién que debían adaptar el psicoanálisis a| los
1. El énfasis en la función adaptativa del yo gustos norteamericanos (E, 115).
pasa por alto su función alienante, y se basa en
una concepción simplista y no cuestionada de
“la realidad”. La realidad no es una cosa simple, AFÁNISIS {APHANISIS, APHANISIS)
objetiva, a la que el yo tiene que adaptarse, sino
en sí misma un producto de las ficticias repre­ El significado literal de esta palabra griega
sentaciones erróneas y proyecciones del yo. Por es “desaparición". Fue introducida en psicoaná­
lo tanto, “no se trata de adaptarse a ella [a la lisis por Emest Jones, quien la utilizó p an de­
realidad] sino de mostrarle [al yo] que está de­ signar “la desaparición del deseo sexual’j (Jo­
masiado bien adaptado, puesto que ayuda en la nes, 1927). Para Jones, el miedo a la afanisis
construcción de la realidad misma” (E, 236). La existe en ambos sexos, y da origen al com'plejo
tarea del psicoanálisis consiste más bien en sub­ de castración en los varones, y a la envidia del
vertir la sensación ilusoria de adaptación, pues­ pene en las niñas.
to que ella bloquea el acceso al inconsciente. Lacan retoma el término de Jones, pero
2. Plantear la adaptación como meta del tra­ modificándolo sustancialmente. Para Laaan, la
tamiento equivale a convertir al analista en ár­ afánisis no significa la desaparición del Ideseo
bitro de la adaptación del paciente. La "relación sino la ^desaparición del sujeto (véase S il,
con la realidad” del propio analista “queda so­ 208). La áíanisis deí sujeto es su desvaneci­
brentendida” (E, 230); se supone de modo auto­ miento o desdibujamiento gradual, su división
mático que el analista está mejor adaptado que fundamental (véase escisión), que instituye la
el paciente. Esto convierte inevitablemente al dialéctica del deseo (véase S il, 221). La desa­
psicoanálisis en un ejercicio de poder, en el parición del deseo no es el motivo del miedo;
cual el analista impone su propia concepción lejos de ello, constituye precisamente aquello a
particular de la realidad; esto no es psicoanáli­ lo que el neurótico apunta; el neurótico rata de
sis sino SUGESTIÓN. escudarse ante su deseo, de hacerlo a un lado
3. La idea de la armonía entre organismo y (S8, 271).
ambiente, implícita en el concepto de adapta­ Lacan emplea también otro término, “fa ­
ción, es inaplicable a los seres humanos, por­ ding”, de un modo que lo hace sinónimo de
que la inscripción del hombre en el orden sim­ afánisis. La palabra “fading”, que Lacan em­
bólico lo desnaturaliza y significa que, “en el plea directamente en inglés, se refiere a la. desa­
hombre, la relación imaginaria [con la naturale­ parición del^sujeto et\jel.proceso^de lsi aliena-
za] se ha desviado”. Mientras que “todas las clonr“Este término es empleado por Lacan
máquinas animales están estrictamente rema­ cuándo describe los m a t e m a s de la pulsión y el
chadas a las condiciones del ambiente externo” fantasma: el sujeto sufre un 1fading” o “desa­
(S2, 322), en el ser humano existe “una cierta parece” ante la demanda y ante el objeto, como
hiancia biológica” (S2, 323; véase h ia n c ia ). lo indica el hecho de que en esos rm temas el
Cualquier intento de recobrar la armonía con la sujeto aparece barrado (tachado).
naturaleza pasa por alto el esencialmente exce­
sivo potencial de la pulsión resumido en la pul­
sión de muerte. Los seres humanos son esen­ AFECTO (AFFECT, AFFECT)
cialmente inadaptados.
Lacan sostiene que el énfasis de la psicolo­ En la obra de Freud, el términc “afecto”
gía del yo en la adaptación del paciente a la aparece en oposición al término “idea' La opo-
realidad reduce el psicoanálisis a la condición sición entre lo afectivo y lo intelectual es uno
de un instrumento de control social y produc- de los temas más antiguos de la filosofía, y se
Agresividad

abrió camino en el vocabulario de Freud a tra­ concebidos en términos de afectos (por ejemplo
vés de la psicología alemana. la transferencia) tienen que repensarse en los
No obstante, para Lacan, dicha oposición términos de sü estructura simbólica, para que el
no es válida en el campo psicoanalítico, sino analista pueda dirigir la cura de modo correcto.
“una de las más contrarias a la experiencia ana­ Segundo, los afectos son señuelos que pue­
lítica, y sumamente no-iluminadora cuando se den engañar al analista, y por lo tanto éste tie­
trata de entenderla” (S1, 274), ne que precaverse para no caer en esa trampa.
De modo que, en respuesta a quienes acu­ Esto no significa que deba hacer caso omiso de
san a Lacan de ser en exceso intelectual y des­ sus sentimientos respecto del paciente, sino
cuidar el papel del afecto, puede señalarse que sencillamente que ha de saber usarlos de modo
esa crítica se basa en lo que Lacan considera adecuado (véase c o n t r a t r a n s f e r e n c ia ).
una oposición falsa (él también sostuvo que el Finalmente, se sigue que la meta de la cura
hecho de que se le atribuyera una intelectuali- psicoanalítica no es revivir experiencias pasa­
zación excesiva era a menudo una excusa para das, ni tampoco la abreacción del afecto, sino la
el pensamiento chapucero; véase E, 171). La articulación en palabras de la verdad sobre el
cura psicoanalítica se basa en el orden simbóli­ deseo. w
co, que trasciende la oposición entre afecto e Otro término del discurso de Lacan, rela­
intelecto. La experiencia psicoanalítica “No es cionado con “afecto" pero distinto de él, es la
la de un besuqueo y galanteo afectivos” (SI, palabra “pasión”. Lacan habla de las “tres pa­
51), pero tampoco un asunto intelectual; “no siones fundamentales”: el amor, el odio y la ig­
estamos tratando aquí con una dimensión inte­ norancia (SI, 271); hay aquí una referencia al
lectual” (SI, 274). El psicoanalista lacaniano pensamiento budista (E, 94). Estas pasiones no
debe darse cuenta de los modos en que tanto son fenómenos imaginarios, sino'que están si­
“el besuqueo y galanteo afectivos” como la in- tuadas en los puntos de conjunción entre los
telectualización pueden ser resistencias al análi­ tres órdenes.
sis, señuelos imaginarios del yo. La angustia es
el único afecto que no engaña.
Lacan se opone a los analistas que toman el AGRESIVIDAD (AGRESSIVITÉ,
reino afectivo como primario, pues éste no es AGGRESSIVITY)
un ámbito separado y opuesto al intelectual;
“Lo afectivo no es como una densidad especial La agresividad es una de las cuestiones
que escaparía a una consideración intelectual. centrales que Lacan aborda en sus ensayos del
No se lo encuentra en un mítico más allá de la período que va entre 1936 y principios de la dé­
producción del símbolo que precedería a la for­ cada de 1950. Lo primero que debe señalarse es
mulación discursiva” (S1, 57). No obstante, re­ que él traza una distinción entre la agresividad
chaza las acusaciones de descuidar el papel del y la agresión; estTuTtima se refiere sólo a Vos
afecto, señalando el hecho de que dedicó preci­ act^yjpieifitos, mientras que la primera es una
samente todo un año de3 seminario al examen relación fundamental que no sólo subtiende ta­
de la angustia (Lacan, 1973a, 38). les actos sino también muchos otros fenómenos
Lacan no propone una teoría general de los (véase SI, 177). Lacan sostiene que la agresivi­
afectos sino que sólo los aborda en la medida dad está tan presente en actos aparentemente
en que inciden en la cura psicoanalítica. Insiste Afectuosos como en actos violentos; “subtiende
en la relación del afecto con el orden simbólico; la'actividad'dérfiiántropo, el idealista, el peda­
afecto significa que el sujeto es afectado por su gogo e incluso el reformador” (E, 7). Al adop­
relación con el Otro, Sostiene que los afectos no tar esta postura, Lacan simplemente vuelve a
son significantes sino señales (S7, 102-3), y enunciar el concepto freudiano de ambivalencia
subraya la posición de Freud en cuanto a que la (interdependencia del amor y el oaió)t que él*
represión no pesa sobre el afecto (que sólo pue­ considera uno de los descubrimientos funda­
de ser transformado o desplazado) sino sobre el mentales del psicoanálisis.
representante ideacional (que, en los términos Lacan ubica a la agresividad en la relación
de Lacan, es el significante) (Ec, 714). dual entragLyo y elsenreiffflte. En el e s t a d io
Los comentarios de Lacan sobre el concep­ d e l e sp e jo el’infante ve su reflejo en el espejo
to de afecto tienen consecuencias importantes como una totalidad, en contraste con la falta de
para la clínica. Primero, todos los conceptos coordinación del cuerpo reálf este contraste es
que en psicoanálisis han sido tradicionalmente experimentado como urialensión agresivamente (1
32
Álge ara

la imagen especular; y el cuerpo real, puesto 2. La formalización puede proporciona ■un


que íá completud de la imagen parece amena­ núcleo de teoría psicoanalítica susceptible de
zar al cuerpo con la desintegración y la frag­ transmitirse íntegramente incluso a quienes
mentación (véase c u e r po f r a g m e n t a d o ).nunca han experimentado la cura. Las fórmu­
La identificación consiguiente con la ima­ las se convierten entonces en un aspecto esen­
gen especular "implica entonces una ^elación | cial de la formación de los psicoanalistas) que
^ambivalente con el semejante, que involucra £ ocupa su lugar junto al análisis didáctico como
^erotismo y* agresión. Esta ‘‘agresjón .erótica” | medio para la transmisión del saber psicoanalí­
.nT ' • ■subsiste*como una ambivalencia fundamental tico.
>qúe subyace en todas las formas.^futuras de 3. La formalización de la teoría psico malí-
identificación, y constituye una característica tica en términos de símbolos algebraicos es un
esencial del narcisismo. De modo que el narci­ medio-para impedir la comprensión inti.itiva,
sismo puede pasar fácilmente del autoamor ex­ la cual es a juicio de Lacan un señuelo imagi­
?3-5 tremo al polo opuesto de la “agresión suicida nario que obstruye el acceso a lo simtjólico.
narcisista” (agression suicidaire narcissique) Los símbolos algebraicos no deben serl com­
(Ec, 187). prendidos de un modo intuitivo, sino usados,
Isí Al vincular l a ^ ^ ^ ^ o r f e l í M S ^ manipulados y leídos de diversas maneras
.rj.Q-dfe.-Er.QS, Lacan parece diverger significati­(véase E, 313). j
vamente de Freud, puesto que éste ve la agresi­ La mayoría de las versiones en inglés de
l r vidad como" uña manifestación dirigida hacia los textos de Lacan también traducen lós sím­
afuera de la pulsión de muerte (la cual, en tér­ bolos algebraicos que aparecen en su otjra. Por
minos lacanianos, no está ubicada en el orden ejemplo, Alan Sheridan, en su traducción de
** r imaginario sino en el simbólico), Lacan tam- los Ecrits, vierte el símbolo A (Autre) como O
/ ‘ bién relaciona la agresividad con el concepto (Other), Sin embargo, Lacan se oponía a esta
V hegeliano de lucha a muerte como fase de la práctica, según el propio Sheridan lc| señala
dialéctica del amo y el esclavo. (Sheridan, 1977, xi). En este diccionario, con­
Lacan sostiene, que es importánte poner en cordando con la preferencia de Lacan, reprodu­
'juego la agresividad del analizante desde el cimos los símbolos algebraicos tal como están
' principio de la cura, llevándola a emerger como en los textos originales franceses.
transferencj.avíiegativa. Esta agresividad dirigi- Los símbolos algebraicos usados por Lacán
daThacia el analista se convierte entonces en l^el aparecen principalmente en los m a t e m a s , el e s ­
nudo inicial del drama analítico” (E, 14). Esta q u e m a l y el g r a f o d e l d e s e o ; los enumera­
; fase dé ía cura es muy importante, puesto que, mos a continuación de este párrafo, junto con
si la agresividad es manejada correctamente por su significado más común. No obstanle, es im­
el analista, será acompañada por “una acentua­ portante recordar que. los símbolos n¿ siempre
da disminución de las resistencias más profun­ se refieren al mismo concepto en todds los tex­
das del paciente" (Lacan, 1951b, 13). tos, sino que aparecen usados de distinto modo
a medida que la obra de Lacan se desarrolla. El
ejemplo más importante de este cambio de sig­
ÁLGEBRA (ALGEBRE, ALGEBRA) nificado es el empleo del símbolo al utilizado
de manera radicalmente distinta en las décadas
El álgebra es una rama de la m a t e m á t i ­ de 1950 y 1960. Pero incluso otros símbolos de
ca que reduce la solución de los problemas a la significado relativamente estable son a veces
manipulación de expresiones simbólicas. Lacan empleados de modos muy diferentes; por ejem­
comenzó a usar símbolos algebraicos en su plo, s casi siempre designa el signif cado, pero
obra en 1955 (véase e s q u e m a l ), en un intento aparece en un algoritmo representan io al sujeto
de formalizar el psicoanálisis. Detrás de este in­ supuesto saber (véase Lacan, 1967). Por lo tan­
tento hay tres razones principales; to, la lista siguiente de equivalencias debe to­
1. La formalización es necesaria para que elmarse con alguna cautela.
psicoanálisis adquiera status científico (véase
c iencia ). Así como Claude Lévi-Strauss utiliza A = el gran Otro
fórmulas cuasi-matemáticas para tratar de esta­ A = el Otro barrado
blecer la antropología sobre un basamento más a = véase objeto a
o menos científico, Lacan procura hacer lo mis­ a' = véase objeto a (semejante)l
mo con el psicoanálisis. S = 1 . (antes de 1957) el sujete
Ü o o o o o o o o o o o o o o
Alienación

2. (desde 1957 en adelante) el signifi­ ALIENACIÓN (ALIENATION,


cante ALIENATION)
3. (en los esquemas de Sade) sujeto
bruto del placer El término “alienación” no forma parte del
$ = el sujeto barrado vocabulario teórico de Freud. En la obra de La­
Sj = el significante amo can implica referencias psiquiátricas y filosófi­
S2 = la cadena/saber significante cas.
s ~ el significado (en el algoritmo saussu-
reano) Psiquiatría
S($.)= el significante de la falta en el Otro
s(A) = la significación del Otro (el mensaje/ La psiquiatría francesa del siglo XIX (por
síntoma) ejemplo Pinel) concebía la enfermedad mental
D = demanda como aliénation mentale, y en francés al loco
d = deseo se lo suele llamar aliené (una palabra que el
m = el yo (moi) propio Lacan emplea; Ec, 154).
i = la imagen especular (esquema R)
i(d) - 1. la imagen especular (grafo del de­ Filosofía
seo)
2. el yo ideal (modelo óptico) “Alienación” es la traducción habitual del
I = el ideal del yo (esquema R) alemán Entfremdung, característico de la filo­
1(A) = el ideal del yo (grafo del deseo) sofía de Hegel y Marx. No obstante, el concep­
n = el falo reai to lacaniano de la alienación difiere mucho del
$ = el falo simbólico (fi mayúscula) de la tradición hegeliana y marxista (como lo
(p = el falo imaginario (fi minúscula) ha señalado Jacques-Alain Miller, S il, 215).
(~tp) = castración (menos fi) Para Lacan, la alienación no es un accidente
S ~ el registro simbólico (esquema R) que le sobreviene al sujeto y que puede ser tras­
R = el registro de la realidad (esquema R). cendido, sino un rasgo constitutivo esencial. El
Luego registro real sujeto padece una e s c is ió n fundamental,'está
/ = el registro imaginario (esquema R) alienado de sí mismo, no tiene manera de huir
P = el padre simbólico (el Nombre-del-Pa- de esta división, no hay ninguna posibilidad de
dre) “completud” o síntesis.
p = el padre imaginario
M = la madre simbólica La alienación es una consecuencia inevita­
J = goce (jouissance) ble del proceso por el cual el yo se constituye
Jcp = goce fálico mediante la identificación con el semejante;
JA = el goce del Otro “La síntesis inicial del yo es esencialmente un
E = el enunciado otro yo, está alienado" (S3, 39). Para decirlo
e = la enunciación con las palabras de Rimbaud, “Yo es otro” (E,
V = la voluntad de goce (yolonté de jouis­ 23). De modo que la alienación pertenece al or­
sance) den imaginario: “La alienación es constitutiva
del orden imaginario. La alienación es lo ima­
Los detalles tipográficos y los signos diacrí­ ginario como tal” (S3, 146). Aunque la aliena­
ticos son extremadamente importantes en el ál­ ción es una característica esencial de toda sub­
gebra lacaniana. La diferencia entre mayúscu­ jetividad, la psicosis representa una forma de
las y minúsculas, entre cursivas y redondas, el alienación más extrema.
empleo del apóstrofo, el signo menos, los sub­ Lacan acuñó el vocablo EXTIMIDa ü para de­
índices: todos estos detalles desempeñan su signar la naturaleza de esta alienación, en la
parte en el sistema algebraico. Por ejemplo, las cual la alteridad habita el núcleo más íntimo del
letras mayúsculas por lo general remiten al or­ sujeto. Lacan dedica todo el capítulo 16 de El
den simbólico, mientras que las minúsculas se Seminario, Libro 11. Los cuatro conceptos fun*
refieren habitualmente al imaginario. El empleo damentales del psicoanálisis (1964a) a una dis­
de la barra también es importante, y varía in­ cusión de la alienación y del concepto relacio­
cluso dentro de la misma fórmula, nado de separación.

34
w

|Vmo

ALMA BELLA (BELLE AME, 388). No.debe confundirse con la p r o y e c c ió n ,


BEAUTIFUL SOUL) que para Lacan es un mecanismo propio de la
neurosis, no de la psicosis. En esta distinjoión,
El “alma bella” (en alemán, schone Seele), Lacan sigue el análisis por Freud de las aluci­
o “bella alma”, es una etapa en la dialéctica de naciones de Schreber “Era incorrecto decir que
la autoconciencia que Hegel describe.en la Fe­ la percepción suprimida internamente se pro­
nomenología del espíritu (Hegel, 1807). El al­ yectaba hacia afuera; la verdad es, más bien,
ma bella proyecta su propio desorden sobre el como ahora vemos, que lo abolido interne men­
mundo, e intenta curarlo imponiendo “la ley del te retornaba desde afuera” (Freud, 191 lp; SE
corazón” a todos los demás. Para Lacan, el al­ XII, 71).
ma bella es una metáfora perfecta del yo; “El Si bien las alucinaciones son más comun­
yo del hombre moderno... ha tomado su forma mente asociadas con la psicosis, en otro sentido
en la impasse dialéctica del alma bella que no desempeñan una parte importante en la estruc­
reconoce su propia razón de ser en el desorden tura del deseo de todos los sujetos. Freutl sos­
que denuncia en el mundo" (E, 70). De un mo­ tiene que “el primer deseo parece hab^r sido
do más extremo, el alma bella también ilustra una investidura alucinatoria del recuerdo de la
la estructura del desconocimiento paranoico satisfacción” (Freud, 1900a, SE V, 598).
(véase d e s c o n o c im ie n t o ) (Ec, 172-3).
El concepto de alma bella ilustra el modo
como el neurótico niega a menudo su propia AMO [MAITRE, M ASTER)
responsabilidad por lo que sucede a su alrede­
dor (véase a c t o ). La ética del psicoanálisis le Durante la década de 1950 Lacan se refirió
prescribe al analizante el reconocimiento de la con frecuencia en su obra a “la dialéctica del
parte que él mismo desempeña en sus sufri­ amo y el esclavo”, introducida por Hegel en la
mientos. Cuando Dora se queja de ser tratada Fenomenología del. espíritu (1807). Como en
como un objeto de intercambio por los hombres todas sus otras referencias hegelianas, Lacan
que la rodean, la primera intervención de Freud está en deuda en este caso con la lectura de He­
consiste en ponerla frente a su propia complici­ gel realizada por Alexandre Kojéve, a cuyas
dad en esos hechos (Ec, 217-19; véase Freud, conferencias sobre Hegel de la década ae 1930
1905e). (véase Kojéve, 1947) Lacan asistía. I
Según Kojéve, la d ia l é c t ic a del amo y el
esclavo es el resultado inevitable del hecho de
ALUCINACIÓN (HALLUCINATION, que el d e s e o humano es deseo de reconoci­
HALLUCINATION) miento. Para lograr el reconocimiento, el sujeto
debe imponer a un otro la idea que él tiene de sí
En psiquiatría, las alucinaciones se definen mismo. Pero, puesto que este otro tam jién de-
por lo general como “percepciones falsas”, es sea reconocimiento, tiene que hacer lo mismo,
decir, percepciones que se producen “en ausen­ y por lo tanto el sujeto se ve Obligado a entrar
cia del estímulo externo adecuado” (Hughes, en lucha con él. Esta lucha por el recon Dcimien-
1981, 208; véase American Psychiatric Asso­ to, por “puro prestigio” (Kojéve, 1947, 7; véase
ciation, 1987,3E9). Lacan considera esa defini­ Si, 223) tiene que ser una “lucha a muerte”,
ción inadecuada, puesto que ignora la dimen­ puesto que sólo arriesgando su vida por la única
sión del sentido y la significación (Ec, 77; véase razón del reconocimiento puede uno demostrar
E, 180). Las alucinaciones son fenómenos típi­ que es verdaderamente humano. Sin embargo,
cos de la p s ic o s is , y por lo general auditivas (se esa lucha tiene que detenerse antes de 1a muerte
oyen voces), pero también pueden ser visuales, de uno de los combatientes, ya que el -econoci-
somáticas, táctiles, olfativas o gustatorias. miento sólo puede ser otorgado por un ser vivo.
Según Lacan, las alucinaciones psicóticas De modo que termina cuando uno de los dos re­
son una consecuencia de la operación de la nuncia a su deseo de reconocimiento y se rinde
f o r c l u s ió n . La forclusión designa la ausencia al otro; el conquistado reconoce al yictorioso
del n o m b r e - d e l - p a d r e en el universo simbóli­ como a su “amo”, y se convierte en su “escla­
co del sujeto psicótico. Una alucinación es el vo”. De hecho, la sociedad humana sólo es po­
retorno de este significante forcluido en la di­ sible porque algunos seres humanos aceptan ser
mensión de lo real; “lo que no ha surgido a la esclavos en lugar de luchar hasta la mlierte; una
luz en lo simbólico aparece en lo real” (Ec, comunidad de amos sería imposible.
35
o o o o o o o o o o o o o o o
Amor

Después de lograr la victoria, el amo pone m'éire, S20,33). No obstante, este intento siem­
al esclavo a trabajar para él. El esclavo trabaja pre fracasa porque el significante amo nunca
transformando la naturaleza para que el amo puede representar al sujeto completamente;
pueda consumirla y disfrutarla. Pero la victoria siempre hay algún excedente que escapa a la
no es tan absoluta como lo parece; la relación representación.
entre e! amo y el esclavo es dialéctica, porque
lleva a la negación de sus respectivas posicio­ *■
nes. Por un lado, el reconocimiento logrado por AMOR (AMOUR, LOVE)
el amo es insatisfactorio, ya que no es otro
hombre quien se lo otorga, sino sólo un escla­ Lacan sostiene que es imposible decir nada
vo, que para el amo es sólo una cosa o un ani­ significativo o sensato sobre el amor (S8, 57).
mal; por lo tanto, “el hombre que se comporta Por cierto, en cuanto uno comienza a hablar so­
como un Amo nunca estará satisfecho” (Kojé- bre el amor, desciende a la imbecilidad (S20,
ve, 1947, 20). Por otro lado, el esclavo es par­ 17). Puesto que esto es io que él piensa, podría
cialmente compensado de su d e rro ta p o r el he­ parecer sorprendente que el propio Lacan dedi­
cho de que, trabajando, se eleva por sobre la que gran parte de su seminario preci sá m en te a
naturaleza al transformarla en algo distinto de hablar del amor. Pero se limita a mostrar lo que
lo que era. En el proceso de cambiar el mundo, hace el analizante en la cura psicoanalítica,
el esclavo se cambia a sí mismo y se convierte pues “lo único que hacemos en el discurso ana­
en el autor de su propio destino, a diferencia lítico es hablar sobre el amor" (S20,77).
del amo, que sólo cambia a través de la media­ El amor surge en la cura como un efecto de
ción del trabajo del esclavo. El progreso histó­ la t r a n s f e r e n c ia , y el problema de cómo una
rico es entonces “el producto del esclavo que situación artificial puede producir ese efecto ha
trabaja y no del Amo belicoso” (Kojéve, 1947, fascinado a Lacan a lo largo de toda su obra.
pág. 52). El desenlace de la dialéctica es en Esta relación entre el amor y la transferencia
consecuencia paradójico. El amo termina en -dice- constituye una prueba del papel esencial
una “impasse existencial” insatisfactoria, mien­ del artificio en todo amor. Lacan pone también
tras que el esclavo conserva la posibilidad de un gran énfasis en la conexión íntima entre el
lograr la verdadera satisfacción por medio de la amor y la a g r e s ív id a d ; la presencia de uno ne­
“superación dialéctica” de su esclavitud. cesariamente implica la presencia de la otra.
Lacan se vale de la dialética del amo y del Este fenómeno, que Freud denomina “ambiva­
esclavo para ilustrar una amplia gama de pun­ lencia”, es considerado por Lacan uno de los
tos. Por ejemplo, la lucha por puro prestigio grandes descubrimientos del psicoanálisis.
ejemplifica la naturaleza intersubjetiva del de­ El amor es situado por Lacan como un fe­
seo, en la cual lo importante para el deseo es ser nómeno puramente imaginario, aunque tiene
reconocido por un otro. La lucha a muerte tam­ efectos en el orden simbólico (uno de ellos es
bién ilustra la a g r e s ió n inherente a la relación producir “una verdadera retracción de lo sim­
dual entre el yo y el semejante (E, 142). Ade­ bólico”; S 1, pág. 142). El amor es autoerótico y
más, el esclavo que resignadamente “aguarda la tiene una estructura fundamentalmente narcisis­
muerte del amo” (E, 99) ofrece una buena ana­ ta (S il, 186), puesto que “es al propio yo al
logía del neurótico obsesivo, que se caracteriza que uno ama en el amor, el propio yo hecho
por la vacilación y la posposición (véase SI, real en el nivel imaginario” (SI, 142; véase
286). n a r c is is m o ). La naturaleza imaginaria del amor
Lacan recoge también la dialéctica del amo lleva a Lacan a oponerse a todos los analistas
y del esclavo en su teorización del d is c u r s o del que (como Balint) postulan el amor como un
amo. En la formulación de este discurso, el idea) en e) tratamiento (S7, 8; véase g e n it a l ).
amo es el significante amo (Si), que pone a tra­ El amor involucra una reciprocidad imagi­
bajar al esclavo (S2) para que produzca un ex­ naria, ya que “amar es, esencialmente, desear
cedente o plusvalía (a) de la que el primero ser amado” (SI 1,253). Es esta reciprocidad en­
puede apropiarse. El significante amo es lo que tre “amar” y “ser amado” lo que constituye la
representa a un sujeto para todos ios otros sig­ ilusión del amor, y esto es lo que lo distingue
nificantes; el discurso del amo es entonces un del orden de las pulsiones, en el cual no hay re­
intento de totalización (por lo cual Lacan vin­ ciprocidad, sino sólo pura actividad (S il, 200).
cula ese discurso a la filosofía y la ontología, El amor es un fantasma ilusorio de fusión
jugando con la homofonía entre maitre y con el amado, fantasma que sustituye la ausen-
36
O ^ w w

Anáfisis didáctico

cia de cualquier r e l a c ió n s e x u a l (S20, 44); sis) y formation (professional training, FCjlRMA-


esto resulta especialmente claro en el concepto CIÓN d e l o s a n a l i s t a s ) .
asexual del amor cortés (S20, 65). Cuando Lacan comenzó su formación como
El amor es engañoso; “Como espejismo es­ analista, en la década de 1930, era una príctica
pecular, el amor es esencialmente engaño” ya establecida en la International Psycho-
(SI 1, 268). Es engañoso porque supone dar lo Analytical Association (IPA) que se diferencia­
que uno no tiene (es decir, el falo); amar es ra el “análisis terapéutico” del “análisis didácti­
"dar lo que uno no tiene” (S8, 147). El amor no co” (una distinción que la IPA mantiene hasta
se dirige a lo que su objeto tiene sino a lo que el día de hoy). En ese contexto, por “análisis te­
le falta, a la nada que está detrás de él. El obje­ rapéutico” se entiende una cura en la Ique el
to es valorado en cuanto viene al lugar de esa analizante entra con el propósito de remover
falta (véase e] esquema del velo en S4, 156). ciertos síntomas, mientras que “análisis didácti­
Una de las áreas más complejas de la obra co” designa exclusivamente un tratamiento en
de Lacan tiene que ver con la relación entre el el que el analizante entra con el propósito de
amor y el d e s e o . Por un lado, estos dos térmi­ formarse como analista. Según las regl'as que
nos son diametralmente opuestos. Por el otro, gobiernan a todas las sociedades afiliadlas a la
esta oposición es problematizada por ciertas se­ IPA, los miembros deben someterse a un análi­
mejanzas entre ellos: sis didáctico antes de que se les permita ejercer
1. Como fenómeno imaginario que pertene­ como analistas. No obstante, un análisis Jes sólo
ce ai campo del yo, el amor está claramente reconocido como didáctico por esas sociedades
opuesto al deseo, inscripto en el orden simbóli­ si se realiza con uno de los pocos analistas de­
co, el campo del Otro (S il, 189-91). El amor es canos designados como “analistas dida¿tas”, y
una metáfora (S8, 53), mientras que el deseo es si es emprendido con el propósito exclusivo de
metonimia. Incluso puede decirse que $1 amor la formación. I
mata el deseo, puesto que el amor se basa en un La distinción institucional entre análisis di­
fantasma de unidad con el amado (S20, 46), y dáctico y análisis terapéutico pasó a seij uno de
esto anula la diferencia que da origen al deseo. los principales objetivos de la crítica de Lacan.
2. Por otra parte, hay elementos en la obra Él concuerda con la IPA en que es absoluta­
de Lacan que hacen vacilar la oposición tajante mente necesario pasar por un tratamiento psi­
entre amor y deseo. En primer lugar, los dos coanalítico para llegar a ser analista, pero di­
son similares en cuanto nunca pueden ser satis­ siente con firmeza de la distinción ártificia)
fechos. En segundo término, la estructura del trazada entre análisis terapéutico y análisis di­
amor como “deseo de ser amado” es idéntica a dáctico. Para Lacan hay sólo una forma de pro­
la estructura del deseo, en la cual el sujeto de­ ceso analítico, con independencia de la razón
sea convertirse en el objeto del deseo del Otro par la cual el analizante emprende el tratamien­
(por cierto, en la lectura de Hegel por Kojéve, to, y la culminación de ese proceso no es la re­
en la cual se basa esta explicación del deseo, moción de síntomas sino el pasaje del analizan­
hay un cierto grado de ambigüedad semántica te a analista (véase f in d e a n á l í S is ).
entre “amor” y “deseo”; véase Kojéve, 1947, De modo que todos los análisis pueden pro­
6). Tercero, en la dialéctica de la necesidad/de­ ducir un analista, y carece de validez la preten­
manda/deseo, el deseo nace precisamente de la sión de las instituciones de decidir qu^ análisis
parte insatisfecha de la d e m a n d a , que es la de­
pueden considerarse didácticos y cuáles no lo
manda de amor. El propio discurso de Lacan son, pues “la autorización de un ana ista sólo
sobre el amor queda complicado a menudo por puede provenir de él mismo” (Lac<n, 1967,
el mismo empleo de “deseo” en lugar de 14), Por lo tanto, Lacan anula la disti ición en­
“amor” que él destaca en el texto de El banque­ tre análisis terapéutico y análisis didáctico; to­
te de Platón (S8, 141) dos los análisis son didácticos, por o menos
potencialmente. “Hay una sola clase c e psicoa­
nálisis, el análisis didáctico” (S il, 274). Hoy
ANALISIS DIDÁCTICO (ANALYSE en día, muchos analistas lacanianos prescinden
DIDACTJQUE, TRAINING ANALYSIS) por igual de ambas expresiones, y prefieren re­
ferirse al “análisis personal” (una fráse que el
La palabra inglesa ‘7mining” se utiliza para propio Lacan usa ocasionalmente; /éase S8,
traducir dos expresiones francesas empleadas 222) para designar cualquier curso de trata-
por Lacan: analyse didactique (training analy- miento analítico.
37
o o o o o o o o o o o o o o o
Analizante/Psicoanalizante ^

ANALIZANTE/PSICOANALIZANTE miento,-la pérdida de la madre como objeto, la


(ANALYSANT/PSYCHANALYSANT, pérdida del amor del objeto y, por sobre todo,
ANALYSAND/PSYCHOANALYSAND) la castración. Freud distingue entre la “angustia
automática”, en la que el estado surge directa­
Antes de 1967, a quien se encuentra “en” mente como resultado de una situación traumSg-,
tratamiento psicoanalítico Lacan lo llama “pa­ tica, y la “angustia como señal”, reproducida ’
ciente” (en francés, patient) o “sujeto", o bien activamente por el yo para alertar sobre una si­
emplea el término técnico (psych)analysé. Pero tuación prevista de peligro.
ese año introduce la palabra (psych)analisant, Lacan, en sus escritos de preguerra, relacio­
basada en la voz inglesa i'(psicho)analysand' na primordialmente la angustia con la amenaza
(Lacan, 1967, 18). Prefiere este término por­ de fragmentación que enfrenta el sujeto en el
que, en cuanto deriva del gerundio, indica que estadio del espejo (véase c u e r po fr a g m e n t a ­
quien está tendido en el diván es el que realiza d o ). Dice que sólo mucho después del estadio
la m ayor p arte del trabajo. E sto contrasta con la del espejo estos fantasmas de desmembramien­
antigua denominación de “psicoanalizado” o to corporal se fu sio n an en torno al p en e, dan d o
“analizado”, que, derivada del participio pasi­ origen a la angustia de castración (Lacan,
vo, sugiere una participación menos activa en 1938, 44). También vincula la angustia al mie­
ei proceso analítico, o que este proceso ha ter­ do a ser absorbido por la madre devoradora.
minado. A juicio de Lacan, el analizante no es Este tema (con su tono claramente kleiniano)
“analizado” por el analista; es ei analizante subsiste en adelante como aspecto importante
quien analiza, y la tarea del analista consiste en de la explicación lacaniana de la angustia, e in- ,
ayudarlo a analizar bien. dica una diferencia aparente entre Lacan y
Freud; mientras que Freud postula que una de
las causas de la angustia es la separación res­
ANGUSTIA {ANGOISSE, ANXIETY) pecto de la madre, Lacan sostiene que lo que
induce angustia es precisamente la falta de tal
Durante mucho tiempo, la angustia ha sido separación.
reconocida en psiquiatría como uno de los sín­ Después de 1953, Lacan comienza a articu­
tomas más comunes del trastorno menta). Las lar cada vez más la angustia con su concepto de
descripciones psiquiátricas de la angustia por lo lo real, un elemento traumático que permanece
general se refieren a fenómenos mentales externo a la simbolización, y con el cual no hay
(aprensión, preocupación) y corporales (sofoca­ por lo tanto mediación posible. Este real es “el
ción, palpitaciones, tensión muscular, fatiga, objeto esencial que ya no es un objeto sino este
vértigos, sudor y temblor). Los psiquiatras tam­ algo ante el cual todas las palabras cesan y to­
bién diferencian los estados de angustia genera­ das las categorías fallan, el objeto de angustia
lizados, en los que hay una “angustia flotante” por excelencia" (S2, 164).
casi continua, y los “ataques de pánico”, que Además de vincular la angustia a lo real,
son “episodios intermitentes de angustia aguda” Lacan la ubica en el orden imaginario y la con­
(Hughes, 1981,48-9). trasta con la culpa, qüe sitúa en lo simbólico
La palabra alemana empleada por Freud (Lacan, 1956b, 272-3). “La angustia, como sa­
(Angst) puede tener el sentido psiquiátrico que bemos,/está siempre conectada con una pérdida
acabamos de definir, pero no es en modo algu­ [...] con una relación bilateral a punto de des­
no un término exclusivamente técnico, sino vanecerse para ser reemplazada por alguna otra
también común en el lenguaje corriente. Freud cosa, algo que el paciente no puede enfrentar
desarrolló dos teorías de la angustia en el curso sin vértigo” (Lacan, 1956b, 273).
de su trabajo. Entre 1884 y 1925 sostuvo que la En el seminario de 1956-57 Lacan continúa
angustia neurótica es simplemente una transfor­ desarrollando su teoría de la angustia, en el
mación de la libido sexual que no ha sido ade­ contexto de su discusión de la fo b ia . Sostiene
cuadamente descargada. Pero en 1926 abando­ que la angustia es el peligro radical que el suje­
nó esta teoría, a favor de la idea de que la to intenta evitar a cualquier precio, y que las di­
angustia es una reacción a una “situación trau­ versas formaciones subjetivas que se encuen­
mática”, una experiencia de desam pa r o ante tran en psicoanálisis, desde las fobias hasta el
una acumulación de excitación que no se puede fetichismo, son protecciones contra la angustia
descargar. Los traumas son precipitados por (S4, 23). De modo que la angustia está presente
“situaciones de peligro” tales como el naci­ en todas las estructuras neuróticas, pero es es-
38
Arte

pecialmente evidente en la fobia (E, 321). In­ gustia es un afecto, no una emoción, y ade­
cluso una fobia es preferible a la angustia (S4, más, el único afecto que está más allá de toda
345); una fobia por lo menos reemplaza la an­ duda, que no es engañoso (véase también S il,
gustia (que es terrible precisamente debido a 41). Mientras que Freud trazaba una distimcion
que no está enfocada en un objeto particular, si­ entre el miedo (focalizado en un objeto espe-
no que gira en torno de una ausencia) por el cífico) y la angustia (sin focalizar) Lacan sos-
miedo, que sí está centrado en un objeto parti­ tuvo que la angustia no es sin objeto (n’esf pas
cular y de tal modo puede ser elaborado simbó­ saris objet)', simplemente involucra un tipo
licamente (S4,243-6). distinto de objeto, un objeto que no puede
En su análisis del caso Juanito (Freud, simbolizarse del mismo modo que todos los
1909b), Lacan dice que la angustia surge en el otros. Este objeto es el objeto a, el objeta cau­
momento en que el sujeto está suspendido en­ sa del deseo, y la angustia surge cuando apare­
tre el triángulo preedípico imaginario y el cua­ ce algo en el lugar de este objeto. La angustia
ternario edípico. En esta conjunción el pene surge cuando el sujeto es confrontado con el
real de Juanito se hace sentir en la masturba­ deseo del Otro y no sabe qué objeto es é para
ción infantil; la angustia se produce porque él ese deseo.
puede entonces medir la diferencia entre aque­ También en este se m in a rio L acan vine ula la
llo por lo que la madre lo ama (su posición cp- angustia con el concepto de falta. Todo deseo
mo falo imaginario) y aquello que él realmen­ surge de la falta, la angustia surge cuando falta
te tiene para dar (su órgano real insignificante) esta falta; la angustia es la falta de falta. La
(S4, 243). La angustia es ese punto en el que angustia no es la ausencia del pecho, s no su
el sujeto está suspendido entre un momento en presencia envolvente; es la posibilidad de su au­
el que ya no sabe dónde está y un futuro en el sencia la que, de hecho, nos salva de la angus­
que nunca podrá volver a encontrarse (S4, tia. El acting out y el pasaje al acto son las últi­
226). Juanito habría sido salvado de esta an­ mas defensas contra la angustia.
gustia por la intervención castradora del padre La angustia está también vinculada ál esta­
real, pero ésta no se produjo; el padre real no dio del espejo. Incluso en la experienci i habi­
intervino para separar a Juanito de la madre, y tualmente confortadora de ver el propio reflejo
por lo tanto el niño desarrolló una fobia como en el espejo puede haber un momento er el que
sustituto de esta intervención. Una vez más, de la imagen especular se modifica y de pronto
la explicación lacaniana de Juanito surge que nos parece extraña. De este modo, Lacar asocia
lo que da origen a la angustia no es la separa­ la angustia con el concepto freudianc de lo
ción respecto de la madre sino el fracaso de ominoso (Freud, 1919h).
esa separación (S4, 319). En consecuencia, la Mientras que el seminario de 1962-3 tiene
castración, lejos de ser la fuente principal de la mucho que ver con la segunda teoría freudiana
angustia, es en realidad lo que salva al sujeto de la angustia (la angustia como señalh, en el
de la angustia. seminario de 1964-5 Lacan parece volver a la
En el seminario de 1960-1, Lacan subraya primera teoría (la angustia como libidp trans­
la relación de la angustia con el deseo; la an­ formada). Comenta entonces que la angustia es
gustia es un modo de sostener el deseo cuando lo que existe en el interior del cuerpo ciando el
el objeto está ausente y, a la inversa, el deseo es cuerpo es abrumado por el goce fálico (Lacan,
un remedio para la angustia, algo más fácil de 1974-5, seminario del 17 de diciembre de
soportar que la angustia misma (S8,430). Tam­ 1974).
bién sostiene que la fuente de la angustia no
siempre está en el interior del sujeto, sino que a
menudo proviene de otro, así como se trasmite ARTE (ART, ART)
de un animal a otro en el rebaño; “sí la angustia
es una señal, significa que puede venir de otro” Freud valoraba el arte como unh de las
(S8, 427). Por esto el analista no debe permitir grandes instituciones culturales de ía humani­
que su propia angustia interfiera en el trata­ dad, y dedicó muchos ensayos a exarlinar los
miento, exigencia ésta que sólo puede satisfa­ procesos de la creación artística en gsneral, y
cer porque él mantiene un deseo propio, el de­ ciertas obras de arte en particular. Explicó la
seo del analista (S8,430). creación artística con referencia al concepto de
En el seminario de 1962-3, titulado sim­ s u b l im a c ió n , un fenómeno en el cual la libido
plemente “La angustia”, Lacan dice que la an­ sexual es reorientada hacia metas no-sexuales.
39
o o o o o o o o o o o o o o ü
Arte
________ sS________________
También consagró algunos trabajos a analizar autor, él no se limita a alinearse con el movi­
obras de arte en particular, especialmente lite­ miento estructural! sta (después de todo, las in­
rarias, lo que consideraba útil para el psicoaná­ tenciones del autor ya habían sido puestas entre
lisis, en dos sentidos. En primer lugar, esas paréntesis por la “nueva crítica” mucho antes
obras a menudo expresan en forma poética de que los estructuralistas aparecieran en esce­
verdades sobre la psique, lo que implica que el na), sino que más bien ilustra el modo en qpe r
creador literario puede intuir directamente las debe proceder el analista cuando escucha e
verdades que los psicoanalistas sólo descubren interpreta el discurso del analizante. En otras
más tarde por medios más laboriosos. En se­ palabras, el analista debe tratar el discurso del
gundo término, Freud sostenía también que analizante como un texto:
una lectura psicoanalítica atenta de las obras li­
terarias permitía descubrir elementos de la psi­ Ustedes deben empezar desde el texto, empezar
que del autor. Si bien la mayoría de ios ensa­ tratándolo, según hace y recomienda Freud, como la
yos de Freud sobre obras de arte tienen que ver Sagrada Escritura. El autor, el escriba, es sólo un
chupatintas, y viene en segundo término... De modo
con la literatura, no omitió por completo otras análogo, cuando se trata de nuestros pacientes, pres­
formas; por ejemplo, dedicó un artículo a la es­ ten más atención al texto que a la psicología de) autor
tatua de Moisés de Miguel Ángel (Freud, -ésta es toda la orientación de mi enseñanza.
1914b). (S2, 153)
Los textos de Lacan también abundan en
exámenes de obras de arte. Lo mismo que Con su examen de textos literarios, por lo
Freud, dedicó la mayor parte de su atención a tanto, Lacan no realiza ejercicios de crítica por
obras literarias de todos los géneros: prosa sí mismos, sino para dar a su audiencia una
(por ejemplo la discusión sobre La carta roba­ idea de cómo deben interpretar el inconsciente
da de Edgard Alian Poe en S2, cap. 16, y La­ de los pacientes. Este método de lectura es aná­
can, 1955a), teatro (por ejemplo las discusio­ logo al empleado por el formalismo y el estruc-
nes sobre el Hamlet de Shakespeare en Lacan, turalismo; se desatiende el significado en favor
1958-9, y de la Antígona de Sófocles en S7, del significante, se pone el contenido entre pa­
caps. 19-21), y poesía (por ejemplo, Booz dor­ réntesis en favor de las estructuras formales
mido, de Victor Hugo en S3, 218-25; S4, 377- (aunque Jacques Derrida ha sostenido que La­
8; E, 156-8; S8, 158-9). Pero Lacan también can no sigue en realidad su propio método; véa­
considera las artes visuales; dedicó varias con­ se Derrida, 1975).
ferencias de su seminario de 1964 a examinar Además de servir como modelos de un mé­
pinturas, en particular anamorfóticas (SU , todo de lectura, que Lacan recomienda que los
caps. 7-9, donde habla sobre el cuadro Los analistas sigan cuando interpretan el discurso
embajadores, de Holbein; véase también SI, de sus pacientes, estas discusiones de los textos
139-42), literarios apuntan también a extraer ciertos ele­
Sin embargo, existen diferencias significati­ mentos como metáforas para ilustrar algunas de
vas entre los modos de abordar las obras de ar­ sus ideas más importantes. Por ejemplo, en su
te por Freud y Lacan. Aunque Lacan también lectura de La carta robada, de Poe, Lacan se­
habla de sublimación, él no cree, a diferencia ñala “la carta (véase l e t r a ) que circula” como
de Freud, que sea posible o incluso deseable una metáfora del poder determinante del signi­
que los analistas digan algo sobre la psicología ficante.
del artista sobre la base del examen de una obra Una nueva rama de la denominada “crítica
de arte (véanse sus observaciones críticas acer­ literaria psicoanalítica” se declara ahora ins­
ca de la “psicobiografía”; Ec, 470-1). El hecho pirada por el enfoque lacaniano de los textos
de que el complejo fundamental (Edipo) de la literarios (por ejemplo, Muller y Richardson,
teoría psicoanalítica haya sido tomado de. una 1988, y Wright, 1984; otras obras que tratan
obra literaria -dice Lacan-, no significa que el de Lacan y la teoría cultural son Davis, 1983;
psicoanálisis tenga algo que decir sobre Sófo­ Felman, 1987; MacCannell, 1986). No obstan­
cles (Lacan, 1971, 3). te, si bien estos proyectos son interesantes por
Lacan excluye al artista de su examen de derecho propio, por lo general no encaran la
las obras de arte porque la interpretación que literatura del mismo modo que Lacan. Porque
realiza de los textos literarios no pretende re­ mientras que la crítica literaria psicoanalítica
construir las intenciones del autor. En su sus­ apunta a decir algo sobre los textos estudia­
pensión de la cuestión de las intenciones del dos, ninguno de los dos aspectos del enfoque
40
Azar

de Lacan (ejemplificar un modo de interpreta­ sencia hecha de ausencia” (E, 65), porqu e, pn-
ción analítica e ilustrar conceptos psicoanalíti- mero, el símbolo se utiliza en ausencia de la co-
cos) pretende decir algo sobre los textos en sí, sa y, segundo, los significantes sólo exi: ten en
sino sólo usarlos para decir algo sobre el psi­ la medida en que están opuestos a otros hsigni-
coanálisis. Ésta es quizá la diferencia más im­ ficantes.
portante entre el enfoque lacaniano y el enfo­ Debido a la implicación mutua de
que freudiano de las obras de arte. A menudo sencia y la ausencia en el orden simbólico, pue­
se entiende que algunas de las obras de Freud de decirse que en lo simbólico la ausenc a tiene
implican que el psicoanálisis es un metadis- la misma existencia positiva que la presencia.
curso, un relato maestro que proporciona una Esto es lo que le permite a Lacan decir que “la
llave hermenéutica general, capaz de abrir los nada” (le rien) es en sí misma un objeto (un ob­
secretos hasta entonces irresueltos de las obras jeto parcial) (S4, 184-5). |
literarias; en cambio, es imposible leer a La­ Es en torno a la presencia y la ausencia del
can corno si pretendiera algo parecido. A jui­ f a l o como el niño aprehende simbólicamente
cio de Lacan, si bien el psicoanálisis puede la diferencia sexual.
a p re n d e r algo sobre la literatura, o utilizar
obras literarias para ilustrar algunos de sus
métodos y conceptos, es dudoso que la crítica AZAR (CHANCE, CHANCE)
literaria pueda aprender algo del psicoanálisis.
Por lo tanto, él rechaza la idea de que una crí­ Freud ha sido a menudo acusado db crudo
tica literaria que haga uso de conceptos psi- determinismo, puesto que ningún lí.psus o
coanalíticos pueda denominarse “psicoanálisis error, aunque parezca insignificante, es atri­
aplicado”, puesto que “el psicoanálisis es sólo buido al azar. Por cierto, él escribió: "Creo en
aplicado, en el sentido propio del término, co­ el azar externo (real), es cierto, pero no en
mo tratamiento, y en consecuencia a un sujeto acontecimientos accidentales internos (psíqui­
que habla y escucha” (Ec, 747). cos)” (Freud, 1901,257).
Lacan expresa la misma creencú en sus
propios términos: el azar, en el sentido de pu­
AUSENCIA (ABSENCE, ABSENCE) ra contingencia, sólo existe en lo rezl. En el
orden simbólico no hay nada que sea puro
El orden simbólico se caracteriza por la azar.
oposición binaria fundamental entre la ausencia En el seminario de 1964, Lacan enplea la
y la presencia (S4, 67-8), distinción trazada por Aristóteles entre dos ti­
Én el orden simbólico, “nada existe sino so­ pos de azar para ilustrar esta diferencia entre lo
bre qn fundamento supuesto de ausencia” (S, real y lo simbólico. En el segundo libro de la
392). Ésta es una diferencia básica entre lo sim­ Física, donde se examina el concepto Ae causa­
bólico y lo real; “No hay ninguna ausencia en lidad (véase c a u s a ), Aristóteles explcjra el pa­
lo real. Sólo hay ausencia si uno sugiere que pel del azar y la fortuna en la causalidad. Dis­
podría haber una presencia allí donde no está” tingue dos tipos de azar: el automaton, que se
(S2, 3J3) (véase p r iv a c ió n ). refiere a los acontecimientos azarosos en el
Como lo demostró Roman Jakobson con su mundo en general, la tyché, que designa el azar
análisis de los fonemas, todo fenómeno lingüís­ en cuanto afecta a agentes capaces ae acción
tico puede caracterizarse totalmenteen los tér­ moral.
minos de la presencia o ausencia de ciertos Lacan redefine el automaton como “la red
“rasgos distintivos”. Para Lacan, el juego del de significantes”, situándolo de tal mjodo en el
fort/da, descrito por Freud en Más allá del orden simbólico. El término viene entonces a
principio del placer (Freud, 1920g), es una designar los fenómenos que parecen azarosos
oposición fonemática primitiva que representa pero que son en verdad la insistencia del signi­
el ingreso del niño en el orden simbólico. Los ficante en la determinación del sujeto. El auto­
sonidos emitidos por el niño, O/A, son “un par maton no es verdaderamente arbitrario: sólo lo
de sonidos modulados sobre la presencia y la real es verdaderamente arbitrario, puesto que
ausencia” (E, 65), y estos sonidos están relacio­ “lo real está más allá del automaton” (S il,
nados “con la presencia y la ausencia de perso­ 59). I
nas y cosas” (E, 109, n. 46). Lo real está alineado con la tyché, que La­
Lacan observa que la palabra es “una pre­ can redefine como “el encuentro con lo real”.
41
O O O O O O O O O O U O U u u

Azar

La tyché designa entonces la incursión de lo real orden simbólico. Es el golpe en la puerta que in­
en el orden simbólico: a diferencia del automa­ terrumpe un sueño, y en un nivel más doloroso,
ton, que es la estructura del orden simbólico que es un trauma. El acontecimiento traumático es
determina al sujeto, la tyché es puramente arbi­ el encuentro con lo real, extrínseco a la signifi­
traria, está más allá de las determinaciones del cación.

42
BANDA DE MOEBIUS (BANDE significado, verdad/apariencia. Si bien los dos
DE MOEBIUS, MOEBIUS STRIP) términos de esas oposiciones suelen ser presen­
tados como radicalmente distintos, Lacan pre­
La banda de Moebius es una de las figuras fiere entenderlas en función de la topología de
estudiadas por Lacan en su empleo de la t o p o ­ la banda de Moebius. Entonces los términos
logía . Se trata de una figura tridimensional que opuestos no son vistos como discretos, sino co­
puede formarse tomando un largo rectángulo de mo continuos. De modo análogo, el discurso del
papel que hay que retorcer una vez antes de amo es continuo con el discurso del analista.
unir sus extremos (véase la figura 1). El resul­ La banda de Moebius nos ayuda también a
tado es una figura que subvierte nuestro modo comprender cómo es posible “atravesar el fan­
normal (euclideano) de representar el espacio, tasma” (S il, 263). Sólo porque los dos lados
pues parece tener dos lados, pero en realidad son continuos se puede pasar del interior al ex­
posee sólo uno (y sólo un borde). Localmente, terior. Sin embargo, cuando uno desliza el dedo
en cualquier punto, se pueden distinguir clara­ a lo largo de la superficie de la banda,!e resul­
mente dos lados, pero cuando se recorre la ban­ ta imposible decir en qué punto preciso ha rea­
da completa resulta claro que los dos lados apa­ lizado dicho pasaje (o el inverso).
rentes constituyen un solo lado continuo. Esos
dos lados sólo quedan diferenciados por la di­
mensión temporal, por el tiempo que toma re­ BARRA (BARRE, BAR)
correr la banda completa.
La figura ilustra el modo en que el psicoaná­ El término “barra” aparece por primera vez
lisis problematiza diversas oposiciones binarias en la obra de Lacan en 1957, introducido en el
como interno/extemo, amor/odio, significante/ curso de un examen del concepto del giGNO de

Figura 1. La b a n d a d e M o eb iu s

43
I B e ja h u n g

Saussure (E, 149). En este contexto, la barra es ta afirmación primordial, Lacan emplea la
la .línea horizontal que separa el significante del misma palabra alemana utilizada por Freud,
i significado en el algoritmo saussureano (véase Bejahung (afirmación) (Ec, 387; véase Freud,
la figura J8), y representa la resistencia inhe­ 1925h). Mientras que la negación tiene que ver
rente a Ja significación, que sólo se atraviesa en con lo que Freud llamaba “el juicio de existen­
la metáfora. Lacan encuentra placer en el hecho cia”, la Bejahung denota algo más fundamental,
de que en francés, barre es anagrama de arbre a saber: el acto primordial de la simbolización
(árbol), puesto que, precisamente, Saussure en sí, la inclusión de algo en el universo sim­
ilustra con un árbol su propio concepto del sig­ bólico. Sólo después de que una cosa ha sido
no (E, 154). simbolizada (en el nivel de la Behajung) se le
No mucho después del artículo de 1957 en puede atribuir o no el valor de la existencia (ne­
el que el término apareció por primera vez. en gación). Lacan postula una alternativa básica
j el seminario de 1957-8 Lacan continúa usando entre la Behajung y el mecanismo psicótico que
la barra para tachar sus símbolos algebraicos S después denominó f o r c l u s ió n ; la primera de­
I y A, de una manera que recuerda la práctica de signa la inclusión primordial de algo en lo sim­
Heidegger con la palabra “ser” (véase Heideg­ bólico, mientras que la forclusión es un rechazo
ger, 1956). La barra aparece tachando la S para primordial a incluir algo (el Nombre-del-Padre)
producir $, el “sujeto barrado”. En este caso la en ese mismo orden simbólico (S3, 82).
barra representa la división del sujeto por el
lenguaje, la e s c is ió n . Mientras que antes de
1957 la S designa al sujeto (por ejemplo, en el BIOLOGÍA (BIOLOGJE, BIOLOGY)
esquema L), desde ese año en adelante S desig­
na el significado, y la $ representa al sujeto (di­ La obra de Freud está llena de referencias a
vidido). La barra es usada también para tachar la biología, que él consideraba un modelo de ri­
la A (el gran Otro) y producir la notación alge­ gor científico sobre el que podía basar la nueva
braica del “Otro barrado”, $ . No obstante, La­ ciencia del psicoanálisis. Lacan, sin embargo, se
can continúa usando ambos signos en su álge­ opone con energía a cualquier intento de cons­
bra (por ejemplo en el grafo del deseo). El Otro truir el psicoanálisis sobre un modelo biológico;
barrado es el Otro en cuanto está castrado, es sostiene que la aplicación directa al psicoanáli­
incompleto, marcado por una falta, y en tanto sis de conceptos biológicos (o etológicos/psico-
opuesto al Otro completo, consistente, no cas­ lógicos), como el de a d a p t a c ió n , es inevitable­
trado, un A no barrado, que no existe. mente engañosa y oblitera la distinción esencial
En 1973 la barra tacha el artículo definido entre n a t u r a l e z a y cultura. Según Lacan, esas
La cuando precede al sustantivo femme (mu­ explicaciones biologizantes de ia conducta hu­
jer), como en la célebre frase de Lacan mana ignoran la primacía del orden simbólico
j femme n 'existe pas (“{¿& mujer no existe”). El en la existencia de los hombres, Lacan ve este
artículo definido indica universalidad y, al ta­ “biologismo” en la obra de los psicoanalistas
charlo, Lacan ilustra su tesis de que la femini­ que han confundido el deseo con la necesidad, y
dad es resistente a todas las formas de genera­ las pulsiones con los instintos, conceptos que él
lización (véase S20, 68). insiste en diferenciar.
. Además de estas funciones, la barra puede Esta argumentación es evidente desde los
también interpretarse como el falo simbólico primeros escritos psicoanalíticos de Lacan. Por
(que en sí mismo no está nunca barrado), como ejemplo, en su ensayo de 1938 sobre la familia
el símbolo de la negación en las fórmulas de la rechaza cualquier intento de explicar las estruc­
sexuación (véase d ifer en c ia s e x u a l ) y como turas familiares sobre la base de datos pura­
el “rasgo unario” (véase id entific a c ió n ). mente biológicos, y sostiene que la psicología
humana es regulada por complejos, y no por
instintos (Lacan, 1938,23-4).
BEJAHUNG (BEJAHUNG, BEJAHUNG) Por otra parte, sostiene que este rechazo dei
reduccionismo biológico no contradice a Freud,
En su “Respuesta al comentario de Jean sino que constituye un retorno a la esencia de
Hyppolite sobre la ‘Verneinung’ de Freud” su obra.’Cuando Freud utilizó modelos biológi­
(Lacan, 1954b), Lacan describe un acto primor­ cos, lo hizo simplemente porque la biología era
dial de afirmación que es lógicamente anterior en su época el paradigma del rigor científico en
a cualquier acto de n e g a c ió n . Para designar es­ general, y porque las ciencias conjeturales no
Biología

habían logrado entonces el mismo grado de Sin embargo, si bien Lacan rechaza siste­
exactitud. Sin duda Freud no confundía el psi­ máticamente todas las formas de redilccionis-
coanálisis con la biología ni con ninguna otra mo biológico, también refuta la posicipn cultu-
ciencia exacta, y cuando lomaba conceptos bio­ ralista que ignora por completo la pertinencia
lógicos (como por ejemplo el de pulsión) Jos de la biología (Ec, 723). Si la “biolo«ización”
reelaboraba de un modo tan radical que se vol­ se entiende correctamente (es decir, na como ia
vían totalmente nuevos. Así, el concepto de reducción de los fenómenos psíquicos a una
instinto de muerte “no es una cuestión de biolo­ cruda determinación biológica, sino como dis­
gía” (E, 102). Lacan expresa su idea con una cernir el modo preciso en que los dato; biológi­
paradoja: "La biología freudiana no tiene nada cos impactan en el campo psíquico), L ican está
que ver con la biología” (S2, 75). totalmente a favor del pensamiento biologizan-
Lo mismo que Freud, él emplea conceptos te (Ec, 723). Lo demuestra con la ma; for clari-
tomados de la biología (por ejemplo imago, dad él hecho de que apele a ejemplos tomados
dehiscencia), y los reelabora en un marco total­ de la etología animal para demostrar el poder
mente simbólico. Quizás el ejemplo más signi­ de las imágenes como mecanismos de sencade-
ficativo en tal sentido sea el concepto lacaniano nan tes; de allí las referencias de Laca n a palo-
del f a l o , que Lacan concibe como significante, mas y langostas en su explicación d« 1 estadio
y no como órgano corporal. De modo que, del espejo (E, 3), y a los crustáceos en su expli-
mientras que Freud piensa ei complejo de cas- cación del mimetismo (SI 99) ( v é a s e g e s -
. tración y la diferencia sexual en los términos de TALT).
la presencia y la ausencia del pene, Lacan los De modo que, en su explicación d e la dife-
teoriza en términos no-biológicos, no-anatómi­ rencia sexual, Lacan sigue a Freud en el recha-
cos (la presencia y ausencia del falo). Éste ba zo de la dicotomía falsa entre “anaton ía o con­
sido uno de los principales puntos de atractivo vención” (Freud, 1933a, SE XXII, 114). Lo que
de la teoría lacaniana para algunas autoras fe­ a Lacan le interesa no es privilegiar ujno u otro
ministas, que ]a han visto como un modo de término, sino mostrar de qué modo anjibos inte-
construir una explicación no-esencialista de la ractúan de manera compleja en el proceso de la
subjetividad generizada. asunción de una posición sexual.

45
c
CADENA SIGNIFICANTE, CADENA “los eslabones de un collar que es eslabón en
DEL SIGNIFICANTE (CHAÍNE otro collar hecho de eslabones” (E, lq3).
SIGN IF 1A NTE, CHAÍNE DU
S1GNIFIANT; SIGNIFYING CHAIN) Por una parte, la idea de linealiddd sugiere
que la cadena significante es la corri ;nte de la
Lacan emplea de modo creciente el término palabra, .en la cual los significantes se combi­
“cadena” a partir de la década de 1950, siempre nan según las leyes gramaticales (en relaciones
con referencia al orden simbólico. Al principio, que Saussure llama “sintagmáticas”, N que La­
en 1956, no habla de la cadena significante si­ can, siguiendo a Jakobson, sitúa en elfeje meto­
no de la cadena simbólica, con lo cual designa nímico del lenguaje). Por otro lado, la idea de
una línea de descendencia en la cual está inscri­ circularidad sugiere que la cadena significante
to cada sujeto incluso antes de su nacimiento y es una serie de significantes vinculados por
después de su muerte, y que incluye incons­ asociaciones libres, sólo una senda i través de
cientemente en su destino (Ec, 468). En ese la red de significantes que constituye el mundo
mismo año se refiere a la “cadena del discurso” simbólico del sujeto (Saussure llama a estas re­
(S3,261). laciones “asociativas”, y Lacan, siguiendo a Ja­
En 1957 Lacan introduce la expresión “ca­ kobson, las ubica en el eje metafórico del len­
dena significante” para referirse a una serie de guaje). En realidad, la cadena sign ficante es
s ig n if ic a n t e s vinculados entre sí. Una cadena ambas cosas. En su dimensión diacrónica es li­
significante nunca puede estar completa, pues­ neal, sintagmática, metonímica; en su dimen­
to que siempre es posible añadir a ella otro sig­ sión sincrónica es circular, asociati\ a, metafó­
nificante, ad infinitum, de un modo que expre­ rica. Las dos dimensiones se cruzar.: “No hay
sa la naturaleza eterna del deseo; por esta en efecto ninguna cadena significar te [cadena
razón, el deseo es metonímico. La cadena es diacrónica] que no tenga, como ad ierida a la
siempre metonímica en la producción de senti­ puntuación de cada una de sus unidades, una
do; la significación no está presente en ningún articulación completa de contextos pertinentes
punto de esa cadena, sino que el sentido “insis­ [cadena sincrónica] suspendidos, pqr así decir,
te” en el movimiento de un significante a otro ‘verticalmente’, desde ese punto” (E, 154). De
(véase E, 153). este modo Lacan combina en un concepto los
A veces Lacan habla de la cadena signifi­ dos tipos de relaciones (“sintagmáticas” y
cante en metáforas lineales, y otras veces en “asociativas”) que según Saussure existen entre
metáforas circulares. los signos, aunque para Lacan estas relaciones
no se establecen entre signos sino entre signifi­
Linealidad cantes.

“La linealidad que Saussure sostiene que es


constitutiva de la cadena del discurso se aplica CAPTACION (CAPTATION,
a la cadena del discurso sólo en la dirección en CAPTATION)
la que está orientada en el tiempo” (E, 154).
El sustantivo francés captation :s un neolo­
Circularidad gismo acuñado por los psicoanalistas franceses
Edouard Pichón y Odile Codet, a partir del ver­
La cadena significante' es comparada con bo capter (que Forrester traduce ccmo “ro cap-
47
Cártel

late", reviviendo un verbo inglés obsoleto con Lacan. Aparece primero en el contexto de la
un sentido casi técnico;, véase SI, 146 y nota). cuestión de la causa de la psicosis, que es una
Fue adoptado por Lacan en 1948 para referirse preocupación central en su tesis de doctorado
a los efectos imaginarios de la im a g e n e sp e c u ­ (Lacan, 1932). Él vuelve a este tema en 1946,
lar (véase E, 18), y a partir de entonces apare­ convirtiendo la causa de la locura en ia esencia
ció regularmente en su obra. El doble sentido misma de toda causalidad psíquica. En el ensa­
del término francés indica perfectamente la na­ yo de 1946 reitera su idea anterior de que se
turaleza ambigua del poder de la imagen espe­ necesita una causa específicamente psíquica
cular. Por una parte, tiene el significado de “ac­ para explicar la psicosis; no obstante, también
ción y efecto de cautivar”, con lo cual expresa cuestiona la posibilidad de definir “lo psíquico”
el poder seductor, de fascinación, de la imagen. en los términos de una simple oposición al con­
Por otra parte, también transmite la idea de cepto de materia, y esto lo lleva, en 1955, a
“captura”, que evoca el poder más siniestro de desprenderse de la noción simplista de “psico­
la imagen de apresar al sujeto en una fijación génesis” (S3,7).
discapacitante. En la década de J 950 Lacan comienza a
abordar el concepto de causalidad en sí, y sos­
tiene que hay que situarlo en el límite entre lo
CÁRTEL (CARTEL, CARTEL) simbólico y lo real; implica “una mediación en­
tre la cadena de símbolos y lo real” (S2, 192).
El cártel es la unidad de trabajo en la que Sostiene que el concepto de causalidad, que
Lacan basó su e sc u e l a de psicoanálisis, la apuntala todas las ciencias, es en sí mismo un
École Freudienne de Psychanalyse (EFP), y la concepto no científico; “la noción misma de
mayoría de las asociaciones lacanianas conti­ causa [...] se establece sobre la base de una
núan organizando el trabajo en cárteles hasta el apuesta original” (S2, 192).
día de hoy. En el seminario de 1962-3, Lacan sostiene
El cártel es esencialmente un grupo de estu­ que el verdadero sentido de la causalidad debe
dio formado por tres a cinco personas (aunque buscarse en el fenómeno de la angustia, pues ia
Lacan considera que cuatro es el número ópti­ angustia es la causa de la duda. A continuación
mo) más un supervisor (llamado el “plus-uno” , vincula esto al concepto de o bje to a, que es
en francés plus-un) que modera el trabajo gru- ahora definido como causa del deseo, y no ya
pal. Se crea un cártel cuando un grupo de per­ como aquello hacia lo cual el deseo tiende.
sonas deciden trabajar juntas con un aspecto En 1964 Lacan utiliza la tipología aristoté­
particular de la teoría psicoanalítica que les in­ lica de las causas para ilustrar la diferencia en­
teresa, y a continuación se registra en la lista de tre lo simbólico y lo real (véase a z a r ).
cárteles de la escuela. Aunque la participación Al volver al tema de la causalidad en su se­
en cárteles desempeña un papel importante en minario de 1965-6, traza distinciones entre la
la formación de los analistas lacanianos, estos magia, la religión, la ciencia y el psicoanálisis,
grupos no sólo incluyen miembros de la escue­ sobre la base de sus relaciones con la verdad
la. Por cierto, Lacan acogía de buen grado el como causa (véase Lacan, 1965a).
intercambio de ideas entre los analistas y los Por otra parte, Lacan juega con la ambigüe­
estudiosos de otras disciplinas; veía el cártel dad del término, puesto que la causa, además
como una estructura que serviría para alentar de ser “lo que provoca un efecto”, es también
este intercambio. “aquello por lo cual uno lucha, que uno defien­
Al organizar el trabajo investigativo en tor­ de". Lacan se ve claramente a sí mismo como
no a una unidad pequeña como el cártel, Lacan luchando por “1a causa freudiana” (el nombre
esperaba evitar los efectos de la masificación que dio a la escuela fundada en 1980), aunque
que consideraba parcialmente responsables de en esa lucha sólo se puede ganar cuando uno
la esterilidad de la International Psycho-Analyt­ comprende que la causa del inconsciente es
ical Association (IPA). siempre “una causa perdida” (S il, 128).

CAUSA (CAUSE, CAUSE) CIENCIA (SCIENCE, SCIENCE)

El concepto de causalidad es un importante Tanto Freud como Lacan emplean el térmi­


hilo conductor que atraviesa toda la obra de no “ciencia” en singular, suponiendo implícita­
48
w W w _ \._J V_y ^ \_j \_j \^j w K.J {>.J kJ

Ciencia

mente que existe un tipo específico unificado, sujeto de la ciencia {Ec. 858). Lacan está di­
homogéneo, de] discurso que puede denomi­ ciendo que el psicoanálisis no se basa en la
narse “científico”. Este discurso, según Lacan, apelación a una experiencia inefible o a un re
se inició en el siglo XVII (Ec, 857), con la lámpago intuitivo, sino en un prc ceso de diálo­
inauguración de la física moderna (Ec, 855). go razonado, incluso cuando la razón enfrenta
Para Freud, la ciencia (en alemán Wissens- su límite en la locura.
chaft, palabra con asociaciones muy distintas) Aunque ia distinción entre ciencias huma­
era uno de los más altos logros de la civiliza­ nas y ciencias naturales quedó perfectamente
ción, y se oponía a las fuerzas reaccionarias de establecida a fines del siglo XIa (gracias a !a
la r e l ig ió n . La actitud de Lacan respecto de la obra de Dilthey), ella no aparece en los escri
ciencia es más ambigua. Por un lado, critica a tos de Freud. Lacan, por otra parte, le presta
la ciencia moderna por ignorar la dimensión mucha atención. Pero en lugar de hablar de
simbólica de la existencia humana y de tai mo­ “ciencias humanas” (expresión que a Lacan le
do alentar al hombre moderno a “olvidar su disgusta intensamente; véase Ec 859) y “cien­
subjetividad” (E, .70)., También compara la cias naturales”, Lacan prefiere referirse a
ciencia moderna con una “paranoia plenamente “ciencias conjeturales” (o ciencias de la subje­
realizada", en el sentido de que sus construc­ tividad) y ^“cienciasexactas”. M entras que las
ciones totalizadoras se asemejan a la arquitec­ ciencias exactas tienen qué ver con el campo
tura de un delirio (Ec, 874). de los fenómenos en el que no lay nadie que
Por otro lado, estas críticas no apuntan a la use un significante (S3, 186), las ciencias con­
ciencia per se, sino a su modelo positivista. La­ jeturales son fundamentalmente distintas, por­
can considera que el positivismo es en realidad que se refieren a seres que habitan el orden
una desviación respecto de la “ciencia verdade­ simbólico. Sin embargo, en 1965 Lacan pro-
ra”, y su propio modelo de la ciencia le debe blematizó la distinción entre ciencias conjetu­
más al racionalismo de Koyré, Bachelard y rales y exactas.
Canguilhem que al empirismo. En otras pala­
bras, para Lacan, lo que caracteriza un discurso La oposición entre ciencias exac tas y conjetura­
les no puede seguir sosteniéndose desde el momento
como científico es un alto grado de formaliza­
en que la conjetura es susceptible! de un cálculo
ción matemática. Esto es lo que está detrás de exacto (probabilidades) y la exactitud se basa sólo en
sus intentos de formalizar la teoría psicoanalíti­ un formalismo que separa los axiom as y leyes de los
ca en los términos de diversas fórmulas mate­ símbolos agrupantes.'
máticas (véase m a t e m á t ic a s , á l g e b r a ). Estas (Ec, 863)
fórmulas también encierran otra característica
del discurso científico (quizá la fundamental a En el siglo pasado, la física proporcionó un
juicio de Lacan), que consiste en que debe ser paradigma de rigor para las ciencias exactas en
transmisible (Lacan, 1973a, 60). comparación con el cual las cien ;ias conjetura­
Lacan sostiene que la ciencia se caracterM les parecen vagas, pero la llegada de la lingüís­
za por una relación particular con la v e r d a d . I tica estructural restableció el equilibrio, al pro­
Por un lado, la ciencia trata (ilegítimamente, a porcionar un paradigma igualmente exacto para
juicio de Lacan) de monopolizar la verdad co­ las ciencias conjeturales. Cuanco Freud tomó
mo su propiedad exclusiva (Ec, 79); por la términos de otras ciencias, lo hizo siempre de
otra (como él mismo lo sostuvo más tarde), la las ciencias de la naturaleza (prir cipalmente de
ciencia se basa en realidad en una forclusión la biología, la medicina y la termodinámica),
del concepto de la verdad como causa (Ec, porque ésas eran las únicas ciencias que en su
874). época proporcionaban un modeli) de investiga­
La ciencia se caracteriza asimismo por una. ción y pensamiento rigurosos. Lacan difiere de
particular relación con el s a b e r , en cuanto tie­ Freud por importar sus conceptos principal­
ne cómo fundamento la exclusión de cualquier mente de las “ciencias de la subjetividad” (so­
acceso a ese saber por medio de la intuición; bre todo de la l in g ü ís t ic a ), y alinear la teoría
por lo tanto, exige que toda búsqueda de saber psicoanalítica con ellas, y no con las ciencias
siga sólo el camino de la razón (Ec, 831). El de la naturaleza. Dice Lacan que este cambio
sujeto moderno es el “sujeto de la ciencia”, en de paradigma está en realidad implícito en las
el sentido de que esta ruta exclusivamente ra­ propias reformulaciones por Freud de los con­
cional al saber es ahora un presupuesto común. ceptos que había tomado de las c encias natura­
Al sostener que el psicoanálisis opera sólo al les. En otras palabras, siempre qi e Freud toma-
Código

ba conceptos de la biología, los reformulaba vamente un estatuto científico para esta disci­
tan radicalmente que creaba un paradigma to­ plina (Ec, 863).
talmente nuevo y por completo ajeno a sus orí­ Pero a partir de ese momento Lacan co­
genes biológicos. Con esto, según Lacan, Freud menzó a cuestionar cada vez más esta concep­
j se anticipó a los descubrimientos de lingüistas ción del psicoanálisis como ciencia. Ese mismo
I estructurales modernos como Saussure, y los año sostuvo que el psicoanálisis no es una cien­
i textos freudianos pueden entenderse mejor a la cia sino “una práctica” con “vocación científi­
j luz de estos conceptos lingüísticos, ca” (Ec, 863), aunque también en 1965 habló
i ¿Es el psicoanálisis una ciencia? Freud fue de “la ciencia psicoanalítica” (Ec, 876). En
absolutamente explícito al afirmar el estatuto 1977 ya era más categórico:
científico del psicoanálisis: “Si bien se trató
originalmente del nombre de un particular mé­ El psicoanálisis no es una ciencia. No tiene esta-
todo terapéutico -escribió en 1924-, ahora se I tuto científico-sólo lo aguarda y lo espera-. El psi-
ha convertido también en el nombre de una ' coanálisis es un delirio -un delirio del que se espera
que produzca una ciencia...-. Es un delirio científi­
ciencia: la ciencia de los procesos mentales in­ co, pero esto no significa que la práctica analítica
conscientes" (Freud, 1925a, SE XX, 70). No siempre produzca una ciencia.
obstante, también insistía en el carácter singu- (Lacan, 1976-7; seminario del 11 de
j lar del psicoanálisis, que le reservaba un lugar enero de 1977; Ornicar?, 14,4)
I aparte: ‘Toda ciencia se basa en observaciones
\ y experiencias a las que se llega por medio de Sin embargo, incluso cuando formula estos
nuestro aparato psíquico. Pero, puesto que enunciados, Lacan no abandona el proyecto de
nuestra ciencia tiene como su objeto ese mismo formalizar la teoría psicoanalítica en términos
aparato, la analogía termina allf’ (Freud, lingüísticos y matemáticos. La tensión entre el
1940a, SE XXIII, 159). La cuestión del estatu­ formalismo científico del m a t e m a y la profu­
to del psicoanálisis y su relación con otras dis­ sión semántica de lalengua (Mangue) constitu­
ciplinas también ha atraído una considerable ye uno de los rasgos más interesantes de la
atención de Lacan. En sus escritos de pregue­ obra tardía de Lacan.
rra, el psicoanálisis es visto en términos cientí­
ficos sin ninguna reserva (por ejemplo, Lacan,
1936). No obstante, después de 1950 la actitud CÓDIGO (CODE, CODE)
de Lacan con respecto a esta cuestión se hizo
mucho más compleja. Lacan toma el término “código” de la teoría
En 3953 sostuvo que, en la oposición entre de la comunicación de Roman Jakobson, quien
la ciencia y el a r t e , el psicoanálisis puede ubi­ presenta su oposición “código versus mensaje”
carse del lado del arte, con la condición de que como equivalente a la trazada por Saussure en­
la palabra “arte” sea entendida en el sentido tre langue y parole. No obstante, Lacan esta­
que se le atribuía en la Edad Media, cuando se blece una distinción importante entre los con­
llamaban “artes liberales” a la aritmética, la ceptos de l e n g u a j e y código (véase E, 84). Los
geometría, la música y la gramática (Lacan, códigos son el ámbito de la comunicación ani­
1953b, 224). Sin embargo, en la oposición en- mal, no de la comunicación intersubjetiva.
I tre ciencia y religión Lacan sigue a Freud, y Mientras que los elementos de un lenguaje son
afirma que el psicoanálisis tiene más en común s ig n if ic a n t e s , los elementos de un código son
| con el discurso científico que con el discurso índices (véase ín d ic e ). La diferencia funda­
I religioso: “El psicoanálisis no es una religión. mental consiste en que entre un índice y su re­
Procede a partir del mismo estatuto de la Cien- ferente hay una relación fija biunívoca (de uno
í cia” (SI 1,265). a uno), que no existe entre un significante y un
Si, como sostiene Lacan, la ciencia sólo se referente, o entre un significante y un significa­
constituye como tal aislando y definiendo su do. Debido a la relación biunívoca de índices y
particular objeto de indagación (véase Lacan, referentes, los códigos carecen de lo que Lacan
1946, donde dice que el psicoanálisis ha esta­ considera el rasgo fundamental de los lengua­
blecido realmente la psicología sobre un basa­ jes humanos: el potencial para la ambigüedad y
mento científico al proporcionarle un objeto el equívoco (véase Lacan, 1963b).
adecuado de indagación, la im a g o [E c, 188]), Lacan no siempre fue consecuente con esta
entonces, cuando él aisló en 1965 el OBJETO a oposición de código y lenguaje. Por ejemplo,
como objeto del psicoanálisis, reclamó efecti­ en el seminario de 1958-9, al presentar la célu-
50
W v_y 'w' W \\J KJ
Complejo

la elemental del grafo del deseo, designa un sino también como su extensión, pues el cogi­
punto como el código, y ese punto es también to no sólo encierra en sí la ecuación falsa “su­
el lugar del Otro y de la batería de significan­ jeto = yo = conciencia” a la que Lacan se opo­
tes. En este caso, está claro que el término "có­ ne, sino que también centra la atención en el
digo” es usado con ei mismo sentido que el tér­ concepto de s u j e t o , que Lacan quiere conser­
mino “lenguaje”, a saber: para designar el var. De modo que el cogito contiena dentro de
conjunto de significantes de los que dispone el sí las semillas de su propia subversion, al plan- -j
sujeto. tear'ün concepto de la subjetividad que socava
el concepto moderno del yo. Este concepto de
"la subjetividad sé refiere a lo que Lacan deno­
COGITO (COGITO, COGITO) mina “el sujeto de la ciencia”: un sujeto al que
se le niega todo acceso intuitivo kl conoci­
Las obras de Lacan abundan en referencias miento y sene"deJá~sÓlamérTte'la>l{zón”cómo
a las célebres frases de Descartes: Cogito ergo sertdá'af saber (Ec, 831; véase Éc, 858).
sum (“Pienso, por lo tanto existo”; véase Des­ " '"'Si oponer el sujeto al yo Lacan propone
cartes, 1637, 54). Esta frase (a la que Lacan se que el sujeto del cogito cartesiano as en reali­
suele referir sencillamente como “el cogito”) dad uno y el mismo sujeto del inconsciente. De
viene a representar, en la obra de Lacan, la filo­ modo que el psicoanálisis puede operar con un
sofía completa de Descartes. La actitud de La­ método cartesiano, avanzando desde la duda
can respecto del cartesianismo es extremada­ hasta la certidumbre, con la diferen:ia crucial
mente compleja, y aquí sólo podemos resumir de que no parte del enunciado “pienso”, sino de
algunos de los puntos más importantes. la afirmación “eso piensa” (f a pense) (S il, 35-
1. En un nivel, el cogito representa el con­ 6). Lacan reescribe la frase de Desca rtes de di­
cepto occidental moderno del y o , basado como versos modos, como por ejemplo: “Pienso don­
lo está en los conceptos de la autosuficiencia y de no soy, por lo tanto soy donde no pienso”
antotransparencia de la c o n c ie n c ia , y de la au­ (E, 166). También emplea el cogito para distin­
tonomía del yo (véase E, 6). Aunque Lacan no guir entre el sujeto del enunciado y í 1sujeto de
cree que el concepto occidental moderno del yo la e n u n c ia c ió n (véanse Si l , 138-42, y S 17,
haya sido inventado por Descartes ni por nin­ 184-4).
gún otro individuo, sostiene que vio la luz en la
■época en que Descartes escribía (entre media­
dos del siglo XVI y principios del XVII), y que COMPLEJO (COMPLEXE, COMPLEX)
Descartes lo expresó con una particular clari­
dad (véase S2, 6-7). De modo que, aunque este El término “complejo” ocupa un lugar im­
concepto del yo Jg.^arece.tan.natural y eterno portante en la obra de Lacan anterior a 1950,
al hombre occidental, dé la actualidad, es en en la cual aparece en un vínculo estrecho con la
realidad un constructo cultural relativamente im a g o . Mientras que la imago designa un este­
reciente; su„aparienciaj5terna-natural es .de he­ reotipo imaginario relacionado con una perso­
cho una ilusión producida por retroacción (S2, na, el complejo es una constelación completa
4-5). ' ' de imagos interactuantes; es la inte-nalización
Lacan dice que la experiencia del trata­ de las primeras estructuras sociales del sujeto
miento psicoanalítico “nos lleva a oponernos a (por ejemplo, las relaciones entre los diversos
cualquier filosofía que derive directamente del actores de su ambiente familiar). Un complejo
cogito’’ (E, 1; véase S2, 4). El descubrimiento envuelve múltiples identificaciones con todas
del inconsciente por Freud subvierte el concep­ las imagos interactuantes, y de tal modo pro-
to cartesiano de ía subjetividad, porque refuta porciona un guión en concordancia :on el cual
la ecuación “sujeto = yo = conciencia”. Una de el sujeto es llevado a “interpretar, como único
las principales críticas lacarii’anas a la psicolo­ actor, el drama de los conflictos’! entre los
gía del yo y a la teoría de las relaciones objeta- miembros de su familia (Ec, 90).
íes es que estas escuelas traicionaron el descu­ En su obra de preguerra Lacan dice que la
brimiento freudiano, volviendo al concepto conducta humana no puede explicarse en fun­
prefreudiano del sujeto como un y o a u t ó n o m o ción de datos biológicos porque la psicología
(S 2,11). de los hombres se basa en los com piejos, que
2. En otro nivel, las ideas de Lacan no sólo son productos totalmente culturales, y no en
pueden verse como una subversión del cogito, in s t in t o s naturales. No obstante, si bien traza

51
Complejo de castración

este contraste explícito entre complejos e ins­ sido cortado (Freud, 1908c). De modo que el
tintos, también reconoce que los complejos se complejo de castración es el momento en el
pueden comparar con los instintos en cuanto que una teoría infantil (todos tienen pene) es
representan la inadecuación instintiva (insuffl- reemplazada por otra (las mujeres han sido cas­
sanee vítale, insuficiencia vital) del infante hu­ tradas). Las consecuencias de esta nueva teoría
mano, y sostiene que los complejos son apunta­ infantil son diferentes en varones y niñas. El
lados por funciones biológicas tales como el varón teme que su propio pene sea cortado por
destete (Lacan, 1938, 32-33). el padre (angustia de castración), mientras que
En 1938, Lacan identifica tres “complejos la niña se ve como ya castrada (por la madre), e
familiares”, cada uno de los cuales es la huella intenta negarlo o compensarlo procurándose un
de una “crisis psíquica” que acompaña a una hijo como sustituto del pene (envidia del pene).
"crisis vital”, El primero de estos complejos es El complejo de castración afecta a ambos
el complejo del destete (complexe du sevrage). sexos porque su aparición está estrechamente
Tomando la idea de un “trauma del destete”, vinculada a la fase fálica, un momento del de­
primero desarrollada por René Laforgue en la sarrollo psicosexual en el que la criatura, sea
década de 1920, dice Lacan que. por más tarde varón o niña, sólo conoce un órgano genital, el
que el destete se produzca, siempre es percibi­ masculino. Esta fase es también denominada de
do por el infante como realizado demasiado organización genital infantil, porque representa
pronto. el primer momento en que las pulsiones parcia­
les se unifican bajo la primacía de los órganos
Sea traum ático o no, el destete deja en la psique genitales. De tai modo anticipa la organización
hum ana una huella perm anente de la relació n b io ló ­
genital propiamente dicha que surge en la pu­
gica que interrum pe. E sta crisis vital es en efecto
acom pañada por una crisis psíquica, sin duda la pri- bertad, cuando el sujeto tiene conciencia de los
.m era cuya solución tiene una estructura dialéctica. órganos sexuales masculinos y femeninos (véa­
• (Lacan, J 938, 27) se Freud, 1923e).
Freud sostenía que el complejo de castra­
Después del com plejo del destete viene el ción está estrechamente vinculado al c o m p l e jo
com plejo de la intrusión (complexe de I’intru­ d e E d i p o , pero que su papel en este último
sion), que representa la experiencia del niño complejo es diferente en el varón y la niña. En
cuando com prende que tiene herm anos. Tiene el caso del várón, el complejo de castración es
entonces que enfrentar el hecho de que ya no es el punto de salida del complejo de Edipo, su
el objeto exclusivo de la atención de sus pa­ crisis terminal; debido al miedo del varón a la
dres. El tercero y final com plejo fam iliar es el castración (a menudo provocado por una ame­
com plejo de Edipo. naza) el niño renuncia a desear a la madre, y de
Después de su aparición en el artículo de tal modo entra en el período de la latencia. En
1938, los términos “complejo del destete” y el caso de la niña, el complejo de castración es
“complejo de la intrusión” desaparecieron casi el punto de entrada en el complejo de Edipo;
por completo de la obTa de Lacan (hay una bre­ representa el resentimiento de la niña con la
ve referencia a ellos en 1950, pero poco más; madre, a la que culpa por haberla privado del
Ec, 141). Sin embargo, el complejo de Edipo pene, lo que la lleva a reorientar sus deseos li-
siguió siendo un punto de referencia funda­ bidinales, desde la madre hacia el padre. Debi­
mental y constante, con el complemento de un do a esta diferencia, en el caso de la niña el
interés creciente, desde 1956 en adelante, por complejo de Edipo no tiene ninguna crisis ter­
el COMPLEJO DE CASTRACIÓN. minal definitiva comparable con la del varón
(Freud, 1924d).
Freud llegó a ver el complejo de castración
COMPLEJO DE CASTRACIÓN como un fenómeno universal, arraigado en un
(iCOMPLEXE DE CASTRATION, “rechazo a la feminidad” básico (Ablehnung der
CASTRATION COMPLEX) Weiblichkeit). Se lo encuentra en todo sujeto, y
representa el último límite al que puede llegar el
Freud describió el complejo de castración tratamiento psicoanalítico (Freud, 1937c).
en 1908, sosteniendo que el niño, al descubrir Lacan, que habla más a menudo de “castra­
la diferencia anatómica entre los sexos (la pre­ ción” que de “complejo de castración”, no exa­
sencia o ausencia del pene) supone que esta di­ mina mucho este complejo en sus primeros tra­
ferencia se debe a que el pene de la mujer ha bajos. Le dedica unos pocos párrafos en su
52
V_y
Complejo de castración

artículo sobre la familia, donde sigue a Freud al De esta descripción del complejjo de Edipo
afirmar que la castración es primero y princi­ surge con claridad que Lacan utílizi el término
palmente un fantasma de mutilación del pene. ‘castración” para referirse a dos operaciones
Lacan vincula este fantasma a toda una serie de diferentes:
fantasías de desmembramiento corporal que se
originan en la imagen del cuerpo fragmentado; Castración de la madre
esta imagen es contemporánea del estadio del
espejo (de los seis a los dieciocho meses), y só­ En el primer tiempo del complejo de Edipo
lo mucho más tarde estos fantasmas de des­ “la madre es considerada por ambas sexos co­
membramiento se refunden en torno al fantas­ mo poseedora del falo, como la madre fálica"
ma específico de la castración (Lacan, 1938, (E, 282). Al promulgar el tabú del incesto, en
44). el segundo tiempo, el padre imaginario es visto
El complejo de castración sólo llegó a de­ como privándola de este falo. La¿an dice que,
sempeñar un papel prominente en la enseñanza estrictamente hablando, esto no ¿s castración
de Lacan a mediados de ja década de ] 950, so­ sino privación. Sin embargo, él mismo utiliza a
bre todo en el seminario de 1956-7, en el cual menudo estos términos de modo intercambia­
se identifica la castración como una de las tres ble, hablando de la privación de la madre y
formas de “falta de objeto”, siendo las otras la también de su castración.
frustración y la privación (véase f a l t a ). A di­
ferencia de la frustración (que es la falta imagi­ Castración del sujeto
naria de un objeto real) y la privación (que es
la falta real de un objeto simbólico), la castra­ Ésta es la castración propiamente dicha, en
ción es definida por Lacan como la falta sim­ el sentido de ser un acto simbólico que incide
bólica de un objeto imaginario; la castración no sobre un objeto imaginario. Mientras que la
se refiere a) pene como órgano real sino al f a ­ castración/privación de la madre que se produ­
l o imaginario (S4, 219). De modo que Lacan ce en el segundo tiempo del complejo de Edipo
saca y eleva la explicación del complejo de niega el verbo “tener” (la madre no tiene el fa­
castración de la dimensión de la simple biolo­ lo), la castración del sujeto en el ¡tercer tiempo
gía o anatomía: “Es insoluble por cualquier re­ niega el verbo “ser” (el sujeto debe renunciar a
ducción a datos biológicos” (E, 282). su intento de ser el falo para la madre). Al re­
Siguiendo a Freud, Lacan dice que el com­ nunciar a tratar de ser el objeto del deseo de la
plejo de castración es el pivote en torno al cual madre, ei sujeto renuncia a un cierto goce que
gira todo el complejo de Edipo (S4, 216). No nunca se recupera, a pesar de todos los intentos
obstante, mientras que Freud sostiene que estos de hacerlo: “La castración significa que debe
dos complejos están articulados de distinto mo­ ser rechazado el goce para que pueda ser alcan­
do en varones y niñas, para Lacan el complejo zado en la escala invertida (Véchelle renversée)
de castración denota el momento final del com­ de la ley del deseo” (E, 324). Esto se aplica por
plejo de Edipo en ambos sexos. Él divide el igual a varones y niñas: esta “r¿lación con el
complejo de Edipo en tres “tiempos” (Lacan, falo [...] se establece con independencia de la
1957-8, seminario del 22 de enero de 1958). En diferencia anatómica de los sexos” (E, 282).
el primer tiempo, el niño percibe que la madre En un nivel más cercano a la base, el térmi­
desea algo que está más allá de la criatura mis­ no “castración” puede también referirse no a
ma -a saber, el falo imaginario-, y trata enton­ una "operación” (el resultado da una interven­
ces de ser el falo para la madre (véase f a s e ción por el padre imaginario o seal) sino a un
p r e e d íp ic a ). En el segundo tiempo interviene el estado de falta que ya existía en la madre antes
padre imaginario para privar a la madre de su del nacimiento del sujeto. Esta falta es evidente
objeto, promulgando el tabú del incesto; en en el deseo de ella, que el sujeta percibe como
sentido estricto, esto no es castración sino pri­ deseo del falo imaginario. Es decir que el suje-
vación. La castración sólo se realiza en el ter­ to comprende en una etapa muy temprana que
cero y último tiempo, que representa la “diso­ la madre no es completa y autos uficiente en sí
lución” del complejo de Edipo. Es entonces misma, ni está totalmente satisfecha con su ni-
cuando interviene el padre real, demostrando ño (el sujeto mismo), sino que desea alguna
que realmente tiene el falo, de modo que el ni­ otra cosa. Ésta es la primera percepción que
ño se ve obligado a abandonar sus intentos de tiene el sujeto de que el Otro no ís completo s i-
ser el falo (S4,208-9,227). no que tiene una falta.
53
Complejo de Edipo

Ambas formas de castración, la de la madre menta con relación a sus progenitores; el sujeto
y la del sujeto, enfrentan a este último con una desea a un progenitor y entra en rivalidad con
elección: aceptar la castración o negarla. Lacan el otro. En la forma “positiva” de este comple­
dice que sólo aceptando (o “asumiendo”) la jo, el progenitor deseado es el del sexo opuesto
castración puede el sujeto alcanzar un cierto al del sujeto, y el del mismo sexo es el rival. El
grado de normalidad psíquica. En otras pala­ complejo de Edipo aparece en el tercer año de
bras, la asunción de la castración tiene un vida, y declina en el quinto, cuando el niño re­
“efecto normalizado!-”. Este efecto normaliza- nuncia ai deseo sexual dirigido a sus progenito­
dor debe entenderse en términos de psicopato- res y se identifica con el rival. Freud decía que
logía (estructuras y síntomas clínicos) y de todas las estructuras psicopatológicas pueden
identidad sexual. rastrearse hasta una disfunción del complejo de
Edipo, al que en consecuencia caracterizó co­
La castración y las estructuras clínicas mo “complejo nuclear de las neurosis”. Aun­
que la expresión no apareció en los escritos de
En la raíz de todas las estructuras psicopa- Freud hasta 1910, se pueden encontrar huellas
tológicas está el rechazo de la castración. No de su origen en obras muy anteriores, y en ese
obstante, puesto que es imposible aceptar la año de 1910 ya había signos de la importancia
castración totalmente, nunca se alcanza una po­ central que iba a adquirir en toda la teoría psi­
sición completamente “normal”. Lo más cerca­ coanalítica de allí en adelante.
no a esa posición de normalidad es la estructu­ Lacan aborda por primera vez el complejo
ra neurótica, pero incluso en ella el sujeto aún de Edipo en su artículo de 1938 sobre la fami­
se defiende de la falta en el Otro, reprimiendo lia, donde sostiene que es el último y más im­
su conciencia de la castración. Esto impide que portante de los tres “complejos familiares”
el neurótico asuma plenamente su deseo, ya (véase c o m plejo ). En ese momento, su descrip­
que “es la asunción de la castración lo que crea ción del complejo de Edipo no difiere de la de
la falta sobre la cual se instituye el deseo” (Ec, Freud; la única originalidad consiste en que
852). Una defensa contra la castración más ra­ subraya la relatividad histórica y cultural de es­
dical que la represión es la renegación, que es­ te complejo, basándose en indicaciones toma­
tá en las raíces de la estructura perversa. El psi- das de los estudios antropológicos de Mali­
cóti'co toma el camino más extremo; repudia nowski y otros (Lacan, 1938,66).
por completo la castración, como si nunca hu­ En la década de 1950 Lacan comienza a de­
biera existido (SI, 53). Este repudio de la cas­ sarrollar su propia concepción del complejo de
tración simbólica lleva al retorno de la castra­ Edipo. Aunque siempre sigue a Freud en cuan­
ción en lo real, por ejemplo en la forma de to a considerarlo como el complejo central en
alucinaciones de desmembramiento (como en el inconsciente, comienza a disentir en algunos
el caso del Hombre de-los lobos; véase SI, 58- puntos importantes. El más destacado es que, a
9), o incluso de automutilación de los órganos juicio de Lacan, el sujeto siempre desea a la
genitales reales. madre, y el padre es siempre el rival, con inde­
pendencia de que la criatura sea varón o niña.
La castración y la identidad sexual En consecuencia, en la descripción lacaniana el
sujeto masculino y el sujeto femenino expe­
Sólo asumiendo la castración (en los dos rimentan el complejo de Edipo de maneras ra­
sentidos) puede el sujeto adoptar una posición dicalmente asimétricas (véase d if e r e n c ia s e ­
sexual de hombre o de mujer (véase d if e r e n ­ x u a l ). r
c ia s e x u a l ). Las diferentes modalidades de re­ Para Lacan, el complejo de Edipo es la es­
chazo de la castración encuentran expresión en tructura triangular paradigmática, que contrasta
las diversas formas de perversión. con todas las relaciones duales (pero véase el
párrafo final de esta entrada). La función clave
del complejo de Edipo es entonces la del p a ­
COMPLEJO DE EDÍPO (COMPLEXE d r e , el tercer término que transforma la rela­
D ’CEDIPE, OEDIPUS COMPLEX) ción dual entre la madre y el niño en una es­
tructura triádica. ,
El complejo de Edipo fue definido por De modo que el complejo de Edipo no es
Freud como un conjunto inconsciente de de­ nada menos que el pasaje desde el orden imagi­
seos amorosos y hostiles que el sujeto experi­ nario al orden simbólico, “la conquista de la re­
Complejor
J: a i
de Edipo

lación simbólica como tal” (S3, 199). El hecho puede simplemente engañar el deseo de la ma­
de que el pasaje a lo simbólico se realice a tra­ dre con la semejanza imaginaria de un falo:
vés de una dialéctica sexual compleja significa tiene que presentar algo en lo real Pero el ór-
que el sujeto no puede tener acceso al orden gano real de la criatura (sea varó i o niña) es
simbólico sin enfrentar el problema de la dife­ desesperadamente inadecuado. Esta sensación
rencia sexual. de inadecuación en potencia ante i n deseo ma­
En Ei Seminario, Libro V, Lacan analiza terno omnipotente que es imposib e aplacar da
este pasaje de lo imaginario a lo simbólico, origen a la angustia. Sólo la intervención del
identificando tres “tiempos” del complejo de padre en los tiempos siguientes del complejo
Edipo, en una secuencia de prioridades lógicas de Edipo puede proporcionar una solución real
más bien que cronológicas (Lacan, 1957-8, se­ a esta angustia. |
minario del 22 de enero de 1958). El segundo “tiempo” del complejo de Edi­
En el primer tiempo, el complejo de Edipo po se caracteriza por la intervención del padre
se caracteriza por el triángulo imaginario de la imaginario. El padre impone la ley al deseo de
madre, el niño y el falo. En el seminario ante­ la madre, al negarle acceso al objeto fálico y
rior de 1956-7, Lacan llama a este triángulo prohibirle al sujeto el acceso a la madre. Lacan
"triángulo preedípico” (véase f a s e p r e e d íp ic a ). se refiere a menudo a esta intervención como a
No obstante, sea que este triángulo se conside­ “la castración” de la madre, aunque señala que,
re preedípico o como un momento del comple­ estrictamente hablando, la operación no es de
jo de Edipo en sí, el punto principal sigue sien­ castración sino de privación. Esta intervención
do el mismo, a saber: nunca hay una relación es mediada por el discurso de la madre; en
puramente dual entre la madre y la criatura, ni otras palabras, lo importante no es que el padre
siquiera antes de la intervención del padre, sino real ingrese e imponga la ley, sinc que esta ley
que siempre existe un tercer término, el falo, sea respetada por la madre misma en sus pala
un objeto imaginario que la madre desea más bras y sus acciones. El sujeto ve ahora al padre
allá del niño mismo (S4, 240-1). Lacan sugiere como rival que disputa con él el deseo de la
que la presencia del falo imaginario como ter­ madre.
cer término en el triángulo imaginario indica El tercer “tiempo” del compbjo de Edipo
que el padre simbólico ya está funcionando en está marcado por la intervención c el padre real.
este tiempo (Lacan, 1957-8, seminario del 22 Al demostrar que él tiene el falo, y no lo inter­
de enero de 1958). cambia ni lo da (S3, 319), el padre real castra
De modo que én el primer tiempo del com­ al niño, en el sentido de hacerle imposible que
plejo de Edipo el niño comprende que tanto él persista en tratar de ser el falo para la madre; es
como la madre están marcados por una falta. inútil que compita con el padre re.il, porque és­
La madre está marcada por la falta, puesto que te siempre gana (S4, 208-9, 227). El sujeto es
se ve que es incompleta; si no fuera así, no de­ liberado de la tarea imposible y provocadora de
searía. El sujeto también está marcado por una angustia de tener que ser el falo, cuando com­
falta, puesto que no satisface completamente el prende que el padre lo tiene. Esto( le permite al
deseo de la madre. El elemento faltante en am­ sujeto identificarse con el padre. En esta identi­
bos casos es el f a l o imaginario. La madre de­ ficación secundaria (simbólica), el sujeto tras­
sea el falo que le falta, y (de conformidad con ciende la agresividad intrínseca er la identifica­
la teoría hegeliana del d e s e o ) el sujeto trata de ción primaria (imaginaria). Le can sigue a
convertirse en el objeto del deseo de ella; trata Freud en cuanto sostiene que el superyó se for­
de ser el falo para la madre y obturar la falta ma a partir de esta identificación ;dípica con el
materna. En este punto, la madre es omnipo­ padre (S4, 415).
tente y su deseo es la ley. Aunque esta omni­ Puesto que lo simbólico es el reino de la
potencia puede verse como amenazante desde l e y , y como el complejo de Edipo es la con­
el principio, la sensación de amenaza, se inten­ quista del orden simbólico, tiene una función
sifica cuando las propias pulsiones sexuales normativa y normalizadora: “El complejo de
del niño comienzan a manifestarse (por ejem­ Edipó es esencial para que el ser humano pue-
plo, en la masturbación infantil). Esta emer­ dá;a'cceder a una estructura humanizada de lo
gencia de lo real de la pulsión introduce una real”' (S3, 198). Esta función ncrmativa debe
nota discordante de angustia en el triángulo entenderse con referencia a las estructuras
imaginario antes seductor (S4, 225-6). El niño clínicas y también a la cuestión le la sexual i-
enfrenta ahora la comprensión de que él no dad.
55
w V_y w w w W W W W V_y W W W W W

Comunicación ^

El complejo de Edipo y permitir el acceso a las mujeres de este último,


las estructuras clínicas no hace más que reforzar la Ley que prohíbe el
incesto (véase S7, 176). Lacan dice que en tal
En concordancia con la concepción freudia­ sen ti do’‘el mito de Tótem y tabú es más preciso,
na del complejo de Edipo como raíz de toda que el mito de Edipo; el primero muestra que el
psicopatología, Lacan relaciona todas las es­ goce de la madre es imposible, mientras que el
tructuras clínicas con las dificultades experi­ último presenta el goce de la madre como
mentadas con este complejo. Puesto que es im­ prohibido pero no imposible. De modo que en
posible resolverlo completamente, no existe el complejo de Edipo la prohibición del goce
ninguna posición que sea totalmente no-patoló­ sirve para ocultar la imposibilidad de este goce;
gica. Lo más próximo a ella es tina estructura el sujeto puede entonces persistir en la ilusión
neurótica; el neurótico ha atravesado ios tres neurótica de que, si no fuera por la Ley que lo
tiempos del complejo de Edipo, y no hay nada prohíbe, el goce sería posible.
que sea una neurosis sin el Edipo. Por otra par­ Con su referencia a modelos cuádruples
te, la psicosis, la perversión y la fobia se produ­ Lacan realiza una crítica implícita a todos los
cen cuando “algo está esencialmente incomple­ modelos triangulares del complejo de Edipo.
to en el complejo de Edipo” (S2, 201). En la Aunque el complejo de Edipo puede verse co­
psicosis hay un bloqueo fundamental, incluso mo la transición desde una relación dual a una
antes del primer tiempo del complejo de Edipo. estructura triangular, Lacan dice que es más
En la perversión, el complejo llega al tercer exacto representarlo como la transición desde
tiempo, pero en lugar de identificarse con el un triángulo preedípico (madre-hijo-falo) a un
padre, el sujeto se identifica con la madre o con c u a t e r n a r io edípico (m adre-h ij o-p adre-f a lo).
el falo imaginario, o con una y otro, y de tal Otra posibilidad es considerar el complejo de
modo vuelve al triángulo preedípico imagina­ Edipo como una transición desde el triángulo
rio. La fobia surge cuando el sujeto no puede preedípico (madre-hijo-falo) al triángulo edípi­
realizar ia transición desde el segundo tiempo co (madre-hijo-padre).
del complejo de Edipo al tercero, porque el pa­
dre real no interviene; la fobia funciona enton­
ces como sustituto de la intervención del padre COMUNICACIÓN (COMMUNICATION,
real, permitiéndole al sujeto realizar el pasaje al COMMUNICATION)
tercer tiempo del Edipo (aunque a menudo de
un modo atípico). La mayoría de las teorías de la comunica­
ción que ofrece la lingüística moderna se carac­
El complejo de Edipo y la sexualidad terizan por dos rasgos importantes. Primero,
habitualmente.incluyen una referencia a la ca­
Es el modo particular en que el sujeto timo­ tegoría de la intencionalidad, concebida como
nea su pasaje por el complejo de Edipo lo que coextensiva con la conciencia (por ejemplo
determina tanto su asunción de una posición Blakemore, 1992, 33). Segundo, representa la
sexual como su elección de un objeto sexual comunicación como un proceso simple en el
(sobre 5a cuestión de la elección de objeto, véa­ cual una persona (el emisor) le envía un men­
se S4,201). saje a otra (el receptor) (por ejemplo Jakobson,
En su seminario de 1969-70, Lacan reexa­ 1960, 21).
mina el complejo de Edipo, y analiza el mito No obstante, estos dos rasgos resultan cues­
de Edipo como uno de los sueños de Freud tionados por la experiencia específica de la co­
(SI7, cap. 8). En este seminario (aunque no por municación en el tratamiento psicoanalítico.
primera vez; véase S7) Lacan compara el mito Primero, la p a l a b r a revela poseer una intencio­
de Edipo con los otros mitos freudianos (el mi­ nalidad que va más allá del propósito conscien­
to del padre de la horda en Tótem y tabú, y el te. Segundo, se considera que quien habla no
mito del asesinato de Moisés; véase Freud, sólo dirige el mensaje a otra persona sino que
1912-13 y 1939a) y sostiene que el mito de Tó­ también se lo dirige a sí mismo; “En la palabra
tem y tabú es estructuralmente opuesto al mito humana el emisor es siempre al mismo tiempo
de Edipo. En el mito de Edipo el asesinato del un receptor” (S3,24). Uniendo estos dos puntos
padre le permite a Edipo disfrutar de relaciones podemos decir que la parte del mensaje que
sexuales con la madre, mientras que en el mito quien habla se dirige a sí mismo es la intención
de Tótem y tabú el asesinato del padre, lejos de inconsciente que está detrás. Cuando el anali-
56
Contrs transferencia

zante le habla al analista, está también dirigién­ sión de la autoconciencia (Selb'stbewusstsein)


dose un mensaje a sí mismo, pero no tiene con­ plenamente presente para sí misma, en ios tér­
ciencia de esto. La tarea del analista consiste en minos de su concepto del s u je t o s u p u e s t o s a ­
hacer posible que el analizante oiga e) mensaje ber.
que está dirigiéndose inconscientemente a sí
mismo; al interpretar las palabras del analizante,
el analista permite que el mensaje de este últi­ CONOCIMIENTO (CONNAI$SANCE,
mo vuelva a él-en su dimensión verdadera, in­ KNOWLEDGE)
consciente. De allí que Lacan defina la comuni­
cación analítica como-el acto mediante el cual Lacan distingue el conocimi ento imagina-
“ei emisor recibe su propio mensaje del recep­ rio (que es propio de¡ yo) y el S ae8ER simbólico,
tor en forma invertida” (Ec, 41). que es propio del sujeto. Las pal ibras francesas
connaissance y savoir se traducen al inglés poi^
un mismo término, "knowledge".
CONCIENCIA (CONSCIENCE, El conocimiento (y su neces ario correlato,
CONSCIOUSNESS) el desconocimiento [méconnaissance]) es el ti­
po de autonoci miento propio del registro ima­
En el llamado “modelo topoiógico” Freud ginario. Es por comprensión y reconocimiento
aísla la conciencia como una de las partes de la erróneos (desconocimiento) como el sujeto lle­
psique, junto con el in c o n s c ie n t e y el precons- ga al conocimiento imaginario de sí mismo
ciente. Lacan considera que las observaciones (me-connaissance) que es constitutivo del yo
de Freud sobre la conciencia son mucho más (E, 3Q6). El yo es un tipo ilusorio de autocono-
débiles que sus formulaciones sobre el incons­ cimiento, basado en un fantasma de autodomi­
ciente; “Mientras que él [Freud] puede dar una nio y unidad. Hay .también un conocimiento
descripción coherente y equilibrada de la ma­ (co-naissance) del yo y el otro (referencia a la
yoría de las otras partes del aparato psíquico, fórmula de Claudel, “Toute naissance est une
cuándo se trata de la conciencia siempre en­ co-naissance"). El conocimiento imaginario es
cuentra condiciones mutuamente contradicto­ denominado por Lacan “conocimiento paranoi­
ria?” ¡(S2, 117). Según Lacan, los'problemas de co” (E, 2), porque tiene la misma estructura
Freud'.en el examen de la conciencia vuelven que la paranoia (una y otra involucran un deli­
una'y otra vez a acosar su teoría: “Las dificul­ rio de conocimiento y dominio absolutos), y
tades que provoca este sistema de !a conciencia porque una de las precondiciones de todo cono­
reaparecen en cada nivel de la teorización de cimiento humano es “la alienación paranoica
Freud” (S2, 117). En particular, Lacan rechaza del yo” (Lacan; 1951b, 12). El conocimiento
intentos aparentes de Freud por vincular el sis­ imaginario es un obstáculo que obstruye el ac­
tema He la percepción-conciencia al YO, a me­ ceso dei sujeto alsaber simbólico. La cura psi­
nos que ese vínculo sea cuidadosamente teori­ coanalítica debe por lo tanto Subvertir conti­
zado. Si entre el yo y la conciencia existe un nuamente el autoconocimiento imaginario del
vínculo, tiene el carácter de un señuelo; la ilu­ sujeto para revelar el autosabei simbólico que
sión de una conciencia plenamente transparen­ aquél bloquea.
te para sí misma es subvertida por la totalidad
de la experiencia psicoanalítica (véase cocuó).
“La conciencia en el hombre es por esencia una CONTRATRANSFERENCM
tensión polar entre un y o alienado del sujeto y (CONTRE-TRANSFERT,
una percepción que fundamentalmente se le es­ COUNTER TRANSFERENCE^
capa, un puro per dpi" (S2, 177).
En 1954 Lacan proporciona “una definición Freud acuñó el término “contratransferen­
materialista del fenómeno de la conciencia” cia” para designar los “sentimientos incons­
(S2, 40-52). Sin embargo, la materia no debe cientes” del analista respecto del paciente.
confundirse con la naturaleza; Lacan dice que Aunque él empleó esta palabra muy pocas ve­
la conciencia no evoluciona partiendo del or­ ces, después de su muerte pasó a usarse con
den natural; es radicalmente discontinua y su mucha mayor amplitud en la teoría psicoana-
origen es más afín a la creación que a la evolu­ lítica. En particular, los analistas pronto se di­
ción (S7, 213-14; 223). vidieron acerca del papel asignado a la con­
En la década de 1960 Lacan repiensa la ilu­ tratransferencia en las discusiones sobre la
57
¡o o o o o o o o O O U U U U u U |A

! Contratransferencia

técnica. Por un lado, muchos sostenían que las que Lacan concuerda con los analistas que sos­
manifestaciones contratransferenciales eran el tienen que el análisis didáctico debe procurarle
resultado de elementos no completamente ana­ al profesional la capacidad para trascender to­
lizados en el analista, y que por lo tanto esas das sus reacciones afectivas al paciente. Sin
manifestaciones debían reducirse a un mínimo embargo, Lacan rechaza absolutamente este
mediante un análisis didáctico más completo. punto de vista, y lo descarta como un “ideal es­
Por otro lado, algunos analistas de la escuela toico” (S8, 219). El análisis didáctico no lleva
kleiniana, Paula Heimann en primer término, al analista más allá de la pasión, y creer esto
sostenían que el analista debe guiarse al inter­ supone pensar que todas las pasiones provienen
pretar por sus propias reacciones contratransfe- del inconsciente, una idea que Lacan rechaza.
renciales, tomando sus propios sentimientos En todo caso, cuanto mejor analizado esté el
como indicadores del estado anímico del pa­ analista, más probable es que se enamore fran­
ciente (Heimann, 1950). Mientras que el pri­ camente o sienta una franca aversión por el o la
mer grupo consideraba la contratransferencia analizante (S8, 220). Entonces, si el analista no
como un obstáculo para el análisis, el último la actúa sobre la base de estos sentimientos, ello
veía como una herramienta útil. no se debe a que el análisis didáctico haya dre­
En la década de 1950 Lacan presenta la nado sus pasiones, sino a que le ha otorgado un
contratransferencia como una r e s is t e n c ia , co­ deseo que es incluso más fuerte que esas pasio­
mo un obstáculo que obstruye el progreso de la nes, un deseo que Lacan llama d e se o d e l a n a ­
cura psicoanalítica. Lo mismo que todas las re­ l ist a (S8, 220-1).
sistencias a la cura, la contratransferencia es en Por lo tanto, Lacan no rechaza enteramente
última instancia una resistencia del analista. Él la posición de Paula Heimann. Acepta que los
define entonces la contratransferencia como “la analistas tienen sentimientos respecto de sus
suma de los prejuicios, pasiones, perplejidades pacientes, y que a veces el analista puede di­
e incluso de la información insuficiente del rigir mejor la cura si reflexiona sobre esas reac­
analista en un cierto momento del proceso dia­ ciones. Por ejemplo, si Freud hubiera meditado
léctico” de la cura (Ec, 225). un poco más sobre sus sentimientos respecto de
Lacan se remite a dos de los historiales de la joven homosexual, podría haber evitado in­
Freud para ilustrar lo que quiere decir. En 1951 terpretar el sueño de esa paciente como un
toma el caso Dora (Freud, 1905e), y dice que la mensaje dirigido directamente a él (S 4 ,108).
contratransferencia de Freud tenía las raíces en
su creencia de que la heterosexualidad es natu­ Nadie ha dicho nunca que el analista no debe
ral y no normativa, y en la identificación de él experimentar sentimientos respecto de su paciente,
Pero no sólo tiene que saber no ceder a ellos, mante­
con Herr K. Agrega Lacan que estos dos facto­ nerlos en su lugar, sino también cómo usarlos ade­
res fueron los que determinaron que Freud ma­ cuadamente en su técnica.
nejara mal la cura y provocara la “transferencia (S I , 32)
negativa” que llevó a Dora a la interrupción del
tratamiento (Lacan, 1951a). De modo que, si la contratransferencia es
En 1957 Lacan realiza un análisis similar condenada por Lacan, ello se debe a que él no
de la cura por Freud de la joven homosexual la define en función de los afectos experimen­
(Freud, 1920a). Entiende que, al interpretar el tados por el analista, sino como el fracaso del
sueño de la mujer como expresivo de un deseo analista en el uso adecuado de tales afectos.
de engañarlo, Freud se estaba centrando en la En la década de 1960 Lacan se vuelve muy
dimensión imaginaria de la transferencia, y no crítico del término “contratransferencia”. Dice
en la dimensión simbólica (S4, 135). Es decir que supone una relación simétrica entre el ana­
que Freud interpretó el sueño como algo dirigi­ lista y el analizante, pero la transferencia no es
do a él personalmente, y no como algo dirigido de ningún modo una relación simétrica. Cuan­
al Otro. Lacan considera que Freud lo hizo por­ do se habla de la posición del analista, el em­
que la mujer le resultaba atractiva y porque se pleo de la palabra “contratransferencia" resulta
identificaba con el padre de esta paciente (S4, al mismo tiempo engañoso e innecesario; basta
106-9). Una vez más, la contratransferencia de con referirse a' los diferentes modos en que
Freud llevó la cura a un final prematuro, aun­ analista y analizante están implicados en la
que en este caso fue Freud quien decidió po­ transferencia (S8,233). “La transferencia es un
nerle término. fenómeno en el cual el sujeto y el psicoanalista
Podría parecer que de estos ejemplos surge están incluidos por igual. Dividirlo en términos
58
J - KJ '\ J W w w w w

Cuaternario

de transferencia y contratransferencia [...] no mantiene al sujeto a una cierta distancia de la


es más que un modo de evitar la esencia de la Cosa (S7, 58, 63), haciendo que *ire en torno
cuestión” (S il, 231). de ella sin alcanzarla nunca (S7, ¡35). La Cosa
se le presenta entonces al sujeto como su Bien
Soberano, pero si el sujeto transgrede el princi­
COSA (CHOSE, THING) pio de placer y alcanza este Bien, lo experi­
menta como sufrimiento/mal (La¿an juega con
La discusión por Lacan de “la Cosa” cons­ la palabra francesa mal, que pu¿de significar
tituye uno de los temas centrales del seminario “mal" y también “sufrimiento”; v íase S7, 179),
de 1959-60, donde él emplea la expresión fran­ porque el sujeto “no puede sopor ai- el bien ex­
cesa la Chose intercambiable con la expresión tremo que das Ding puede brindí rle” (S7, 73).
alemana das Ding, Este término opera en dos Tiene entonces la suerte de que WiCosa sea ha­
contextos principales. bitualmente inaccesible (S7, 159).
1. El contexto de la distinción freudiana en­ Después del seminario de 1959-60, das
tre “representaciones de palabras” (Wortvorste- Ding desaparece casi por completo de la obra
llungen) y “representaciones de cosas” (Sack- de Lacan. No obstante, las ideas asociadas con
vorstellungen). Esta distinción se destaca en los ella proporcionan los rasgos esenciales de los
escritos metapsicológicos de Freud, en los cua­ nuevos desarrollos del concepto del o b j e t o a
les sostiene que los dos tipos de representación tal como Lacan lo elabora desde 1963 en ade­
están ligados en el sistema preconsciente-cons- lante. Por ejemplo, el objeto a es rodeado por
ciente, mientras que en el sistema inconsciente la pulsión (S il, 168), y es visto como la causa
sólo se encuentran representaciones de cosas del deseo, así como das Ding se considera “la
(Freud, 1915e). A algunos contemporáneos de causa de las pasiones humanas fundamentales”
Lacan les pareció que esto contradecía las teo­ (S7, 97). Asimismo, el hecho de ¡que la Cosa no
rías Iacanianas sobre la naturaleza lingüística sea el objeto imaginario, sino que está firme­
del inconsciente. Lacan rebatió esas objeciones mente en el registro de lo real (|S7, 112), y no
señalando que en alemán “cosa” se dice de dos obstante es “aquello que en lol real sufre del
maneras: das Ding y die Sache (véase S7, 62-3, significante” (S7, 125), anticipa la transición
44-5). Freud utiliza habitualmente esta última del pensamiento lacaniano, desde 1963 en ade­
palabra para referirse a las representaciones de lante, hacia la localización del objeto a, cada
cosas en el inconsciente, y dice Lacan que, vez más, en el registro de lo real
aunque en un nivel las Sachvorstellungen y las
Wortvorstellungen son opuestas, en el nivel
simbólico “van juntas”. Die Sache es la repre­ CUATERNARIO (QUATERÑ/ÍIRE,
sentación de una cosa en el orden simbólico, QUATERNARY)
opuesta a das Ding, que es la cosa en su “muda
realidad” (S7, 55), la cosa en lo real, que es “el Un cuaternario es una estructura que com­
más-allá-del-significado” (S7, 54). Las repre­ prende cuatro elementos. Aunque el rechazo de
sentaciones de cosas que se encuentran en el Lacan por los esquemas dualistas en favor de
inconsciente, por lo tanto, siguen siendo fenó­ un énfasis en las estructuras triangulares de lo
menos lingüísticos, opuestos a das Ding, que simbólico involucra'el predominio de los siste­
está enteramente fuera del lenguaje y fuera del mas triádicos en su obra (véase r e l a c ió n
inconsciente. “La Cosa se caracteriza por el he­ d u a l ), él también insiste en la importancia de
cho de que para nosotros es imposible imagi­ los esquemas cuádruples: “Desde la introduc­
narla” (S7, 125). El concepto lacaniano de la ción del inconsciente, en la construcción de un
Cosa como una x inconocible, que está más allá ordenamiento subjetivo siempre se ha requeri­
de la simbolización, tiene una clara afinidad do una estructura cuatripartita” (Ec, 774).
con la “cosa en sf ’ kantiana. El énfasis en el cuaternario se destaca poi
2. El contexto del g o c e . Tanto como objeto primera vez en la obra de Lacan a principios de
de lenguaje, das Ding es el objeto del deseo. Es la década de 1950, y quizás en razón de la in­
el .objeto perdido que debe volver continua­ fluencia de Claude Lévi-Strauss, cuyo estudio
mente a reencontrarse, es el Otro prehistórico, sobre la estructura del avunculado demuestra
inolvidable (S7,.53): en otras palabras, el obje­ que la unidad básica del parentesco tiene un
to prohibido del deseo incestuoso, la madre mínimo de cuatro término: (Lévi-Strauss.
(S7, 67). El principio de placer es la ley que 1945). En un artículo de 1953 que aborda el
59
O O O O O U U U U U U U U U ^ W
Cuerpo fragmentado *-

“mito individual” (otra referencia a Lévi- que se manifiesta en las “imágenes de


Strauss) deí neurótico, Lacan señala que “den­ tración, emasculación, mutijación_v desrnem-
tro del neurótico hay una situación de cuarteto” brainméñto, dislocación,, e visceración.-.dey.Qi'.a-
(Lacan, 1953b, 231), y añade que este cuarteto rniento, estallido del cuerpo”, que acosan la
puede demostrar las particularidades de cada imaginación humana (E, 11). Estas imágenes
caso de neurosis con más rigor que la tradicio­ aparecen típicamente en los sueños y asocia­
nal tematización triangular del complejo de ciones del analizante en una fase particular de
Edipo (Lacan, 1953b, 232). Llega a la conclu­ la cura, a saber: el momento en que surge su
sión de que “todo el esquema Edipo tiene que agresividad en la transferencia negativa. Este
ser reexaminado” (Lacan, 1953b, 235). Así, momento es un importante signo temprano de
además de los tres elementos del complejo de que la cura progresa en la dirección correcta,
Edipo (la madre, el hijo, el padre), Lacan habla es decir, hacia la desintegración de la unidad
a menudo de un cuarto elemento; a veces dice rígida del yo (Lacan, 1951b, 13).
que este cuarto elemento es'la m u e r t e (Lacan En un sentido más general, el cuerpo frag­
1953b, 237; S4, 43!), y otras veces que es el mentado no designa sólo las imágenes del cuer­
FALO (S3, 319). po físico, sino también cualquier sensación de
En 1955 Lacan compara la cura psicoanalí- * fragmentación y de falta de unidad: “Él [el su­
tica con el bridge, “un juego para cuatro juga- [ jeto] es originalmente una colección incipiente
dores” (E, 139; véase E, 229-30). El mismo | de deseos -allí tienen el verdadero sentido de
año describe un cuaternario constituido por una ' la expresión cuerpo fragmentado" (S3, 39).
estructura triádica más un cuarto elemento (la Cualquiera de estas sensaciones de falta de uni­
l e t r a ) que circula entre los otros tres (Lacan, dad amenaza la ilusión de síntesis que constitu­
1955a). ye el yo.
Otras estructuras cuaternarias importantes Lacan emplea también la idea del cuerpo
que aparecen en la obra de Lacan son el e s q u e ­ fragmentado para explicar ciertos síntomas tí­
m a l. (que tiene cuatro nodos), las cuatro pul­ picos de la histeria. Cuando una nas^lipis histé­
siones parciales y sus cuatro objetos parciales rica afecta a una extremidad, no respeta la es­
correspondientes, y los cuatro discursos (cada tructura fisiológica del sistema nervioso sino
lino de los cuales tiene cuatro símbolos asigna­ que refleja el modo en que está dividido el
dos a cuatro lugares). Lacan enumera asimismo cuerpo en una “jmatomía imaginaria’'. De esa
“cuatro conceptos fundamentales del psicoaná­ manera, el cuerpo fr'agiríentáBo se revela "en el
lisis” (Lacan, 1964a), y habla del s in t h o m e co­ nivel^orgó^ico, en las líneas de frágil i¿ación
mo un cuarto anillo que impide que se separen que definen la anatomía fantasmática, tal como
los otros tres del n u d o b o r r o m e o (los tres ór­ se presenta en los’!TñtomH~esquizoides y es-
denes de lo real, lo simbólico y lo imaginario). pasmódicos de la histeria” (E, 5).

CUERPO FRAGMENTADO (CORPS CURA (CURE, TREATMENT)


MORCELE, FRAGMENTED BODY)
El término “cura” designa la práctica del
La idea del cuerpo fragmentado es uno de en tanto opuesta a su teoría.
p s ic o a n á l is is
los primeros conceptos originales que apare­ Aunque el psicoanálisis heredó esta palabra de
cen en la obra de Lacan, y está estrechamente la medicina, en la teoría psicoanalítica lacania­
vinculado al e s t a d io d e l e s p e j o . En el estadio na' ha adquirido un sentido específico, total­
del espejo, el infante ve su reflejo en eljesgejo mente distinto del uso médico. En particular, la
como un tjodo/sfntesis, lo cuaí, por contraste, meta de la cura psicoanalítica no es según La­
determina que perciba como dividido y frng- can “sanar” o “curar” en el sentido de producir
BiejUa.do su propio cuerpo (que en esa etapa una psique perfectamente sana. Las estructuras
carece todavía de^co.prdinacjón.motriz). La an­ clínicas (neurosis, psicosis y perversión) son
gustia provocada por esta sensación de frag­ consideradas esencialmente “incurables”, y el
mentación impulsa la identificación con la tratamiento analítico se propone simplemente
imagen especular, que lleva a forroar_el vo. No llevar al analizante a articular su verdad.
oBstánte, la anticipación de un yo sintético es Dice Lacan que la cura es un proceso con
en adelanl.e^amenazadji de modo continuo por una dirección definida, una progresión estruc­
el ^cuerdo dp. esa se.asaci0.tv.de .fragmentación. tural con principio, medio y fin (véase f in d e
60
W W w w w

Cura

El principio, o “punto de entrada en


a n á l is is ). cura ya no se realiza cara a cara, s no con el
la situación analítica”, es un contrato o “pacto” analizante tendido en el diván y ¿1 analista
entre analista y analizante, que incluye el sentado detrás de él, fuera de su catjipo de vi-
acuerdo de este último en cumplir con la regla sión (el diván no se emplea en la c jra de pa-
fundamental. A continuación de la consulta ini­ cientes psicóticos). A medida que el analizante
cial, se realizan una serie de entrevistas preli­ asocia libremente, elabora los sig nificantes
minares cara a cara, que tienen varios propósi­ que lo han determinado en su histor a y es im-
tos. Primero, permiten constituir un síntoma pulsado por el proceso mismo del h ibla a arti-
propiamente psicoanalítico, en lugar de la vaga cular algo de su deseo. Este ~ es un proceso di­
conexión de motivos de consulta que suele lle­ námico que involucra un conflicto entre una
var el paciente. Segundo, dan tiempo para de­ fuerza que impulsa el tratamier to (véase
sarrollar la transferencia. Tercero, permiten que TRANSFERENCIA, DESEO DEL ANALIS ta) y otra
el analista determine si se trata realmente o no fuerza opuesta que bloquea el proc sso (véase
de una demanda de análisis, y también que ge­ r e s i s t e n c i a ) . La tarea del analista consiste en
nere una hipótesis sobre la estructura clínica dirigir el proceso (no en dirigir al paciente), y
del analizante. en volver a ponerlo en movimiento cuando se
Después de las entrevistas preliminares, la atasca.

61

J
O O O O O O O O O O O O U O ■J

ilk
W W v _ y w

DEFENSA (DÉFENSE, DEFENCE) DELIRIO (DELIRE, DELUSION)

Desde sus primeros trabajos, Freud ubicó el La psiquiatría define habitualmente los de­
concepto “defensa” en el núcleo de su teoría de lirios como creencias falsas, firmes e ncorregi-
las neurosis. Se llama defensa la reacción del bles, incongruentes con información de que se
yo a ciertos estímulos interiores que percibe co­ dispone y con las creencias del grupo social del
mo peligrosos. Aunque más tarde Freud postu­ sujeto (véase American Psychiatric Associa­
ló la existencia de diferentes “mecanismos de tion, 1987, 395; Hughes, 1981, 206). Los deli­
defensa” además de la represión (véase Freud, rios son el rasgo clínico central de la j? a r a n o ia ,
1926d), dejó en claro que la represión es singu­ y pueden ir desde ideas simples h¿ sta^ recles
lar, en el sentido de que es constitutiva del in­ complejas de creencias (denominadas sistemas
consciente. Anna Freud intentó clasificar algu­ delirantes).
nos de estos mecanismos en su libro The Ego En términos lacanianos, al^aranp'ico leJal-
and the Mechanisms o f Defence (1936). ta^l WMBMjp^^PAD^,^..el..deUno es el jn-
Lacan es muy crítico del modo en que An­ ^te^o'd^e ílenar' el agujero que ha dejado en el
na Freud y la psicología del yo interpretan el universo simbolico la ausencia de este signifi­
concepto de defensas Sostiene que lo confun­ cante primordial. De modo que no co istituye la
den con el concepto de r e s is t e n c ia (Ec, 335). “enfermedad” en sí, sino, por el contr írio, el in,-
Por esta razón pide cautela, y prefiere no cen­ sustraerse
trar en torno a la defensa su idea de la cura mediante
psicoanalítica. Cuando discute la defensa, la una formación sustitutiva. Como le comentó
opone a la resistencia: mientras que las resis­ Freud en su obra sobre Schreber: “Lo que to­
tencias son respuestas imaginarias transitorias mamos como producción patológica, la forma-
a intrusiones de lo simbólico, y están del lado ción delirante, es en realidad el inteni o de recu-
del objeto, las defensas son estructuras simbó­ peración, la reconstrucción” (Freud, 1911c, SE
licas más permanentes de la subjetividad (a las XII, 71).
que Lacan denomina habitualmente f a n t a s m a , Lacan subraya la importancia de' delirio, y
y no defensa). Esta distinción trazada entre la de que se preste mucha atención a su relato
resistencia y la defensa difiere mucho de la por el propio paciente psicótico. El delino es
que utilizan otras escuelas psicoanalíticas (en una forma de discurro, y en consecuencia hay
los casos en que de algún modo la plantean); que entenderlo c o m í “un campo de significa­
esas escuelas tienden a considerar las defensas ción que ha organizado/un„ciirJd,sig njficante”
como fenómenos transitorios, y las resistencias Ü S n m " P b T « ía razón, todos los íénómenos
como más estables. delirantes “se clarifican con referencia a las
Para Lacan, la oposición entre deseo y de­ funciones y la estructura de la palpbra” (S3,
fensa es dialéctica. En 1960 sostuvo, que, lo 310).
mismo que el neurótico, el perverso “se defien­ La construcción delirante paranoide puede
de en su deseo”, puesto que “el deseo es una tomar muchas formas. Una forma común, el
defensa, (defense), una prohibición (defense) ‘delirio de persecución”, gira en toi no al-Q.tro
que veda ir más allá de cierto límite en el goce” deLQtro, un ^ e tg . o^ojlto^que^man£ aJo.s,hiíg,s
(E, 322). En 1964 añade: “Desear involucra '”4gl gran Otro (el ora^M m oolicd) y 'controla
una fase defensiva que lo hace idéntico a no nuestros pMsamientos, conspira cc ntra noso-
querer desear” (S il, 235). tros, nos vigila, etcétera.
63
G O O Ü U U O U U O U U U U U
Demanda

. D KM ANDA (DEMANDE, DEMAND) vinculada al d e s a m p a r o inicial del sujeto hu­


mano. Al obligar al analizante a expresarse to­
Los términos franceses demcinder y deman­ talmente en la palabra, la situación psicoanalíti­
de no tienen las asociaciones de exigencia y ur­ ca lo retrotrae a la posición del infante
gencia que suscita la palabra “demanda”, y es­ desamparado, alentando de tal modo la r e g r e ­
tán quizá más cerca a “pedir” y “pedido”. No s ió n .
obstante, las traducciones de Lacan emplean la
voz “demanda” para mantener la congruencia Por la mediación de la demanda, todo el pasado
se abre hasta la primera infancia. El sujeto nunca ha
con el original francés. hecho nada que no sea demanda, de otro modo no
Aunque la palabra “demanda” sólo comien­ podría haber sobrevivido, y nosotros precisamente lo
za a destacarse en la obra de Lacan a partir de seguimos desde allí.
1958, en el seminario de 1956-57 ya aparecen (E, 254)
temas relacionados con ella. En ese seminario
Lacan examina el llamado (l ’appel), el grito Sin embargo, si bien la palabra del anali­
que el bebé dirige a la madre (S4, 182). Dice zante es ya en sí misma una demanda (demanda
Lacan que este grito (cri) no es sólo una señal de respuesta), esta demanda está apuntalada por
instintiva sino que “está inserto en un mundo otras más profundas (ser curado, ser revelado a
sincrónico de gritos organizados en un sistema sí mismo, convertirse en un analista) (E, 254).
simbólico” (S4, 188). Es decir que los gritos La cuestión de cómo el analista se compromete
de! infante se organizan en una estructura lin­ con estas demandas es crucial. Por cierto, él no
güística mucho antes de que el niño sea capaz intenta gratificar las demandas del analizante,
de articular palabras reconocibles. pero tampoco se trata simplemente de frustrar­
La naturaleza simbólica de los gritos del in­ las (véase f r u s t r a c ió n ).
fante constituye el meollo del concepto lacania­ En 1961 Lacan repiensa las diversas etapas
no de “demanda”, que Lacan introduce en 1958 de la organización libidinal como formas de de­
en el contexto de su distinción entre la n e c e s i ­ manda. La fase oral está constituida por la de­
d a d , la demanda y el DESEO. Él sostiene que, manda de ser alimentado, que es una demanda
puesto que el infante es incapaz de ejecutar las hecha por el sujeto. En la fase anal no se trata
acciones específicas que satisfarían sus necesi­ de la demanda del sujeto sino de la demanda
dades biológicas, tiene que expresarlas en for­ del Otro (el progenitor que disciplina al niño en
ma vocal (con demandas) para que otro (la ma­ el control de esfínteres) (S8, 238-46, 269). En
dre) realice aquellas acciones. El ejemplo estos dos estadios pregenitales la satisfacción
primario de necesidad biológica es el hambre, de la demanda eclipsa el deseo. Sólo en la etapa
que el niño articula en un grito (una demanda) genital el deseo llega a estar plenamente consti­
para que la madre le dé de comer. tuido (S8,270).
No obstante, como el objeto que satisface la
necesidad del niño es provisto por otro, adquie­
re la importancia adicional de dar prueba del DESAMPARO (DÉTRESSE,
amor del Otro. En consecuencia, también la de­ HELPLESSNESS)
manda cumple una doble función: además de
expresar una necesidad, se convierte en una de­ El término “desamparo” (en alemán Hilflo-
manda de amor. Y así como la función simbóli­ sigkeit) tiene un significado específico en la
ca del objeto como prueba de amor deja en la obra de Freud, donde designa el estado del re­
sombra su función real de satisfacer una necesi­ cién nacido, incapaz de realizar las acciones es­
dad, también la dimensión simbólica de la de­ pecíficas requeridas para satisfacer sus propias
manda (como una demanda de amor) eclipsa su n e c e s id a d e s , y por lo tanto completamente de­
función real (como articulación de la necesi­ pendiente de otras personas (especialmente ia
dad). Esta doble función da origen al deseo, m a d r e ).
puesto que las necesidades que la demanda ex­ El desamparo inicial del vástago humano se
presa pueden satisfacerse, pero el anhelo.de debe a su nacimiento prematuro, hecho señala­
amor es incondicional e insatisfactible; por lo do por Freud y que Lacan recoge en sus prime­
tanto, persiste como un resto, aun después de ros escritos. En comparación con otros anima­
satisfechas las necesidades: este resto constitu­ les, por ejemplo los monos, la criatura humana
ye el deseo. es relativamente inmadura cuando nace, sobre
D e m u ilo q u e la d e m a n d a e s t á í n t i m a m e n t e todo en cuanto a la coordinación motriz. Esto
64
O' ^ w w v-^ ^ ^

Desarrollo

significa que depende de sus progenitores más las defensas del yo (E, 5). Incluso hasta 1950
que otros animales, y por un tiempo más pro­ toma en serio conceptos genéticos tales como
longado. el de “fijación objetal” y “estancamiento del
Lacan sigue a Freud al destacar la impor­ desarrollo” (Ec, 148). No obstante, a prjincipios
tancia de la dependencia inicial del cachorro de la década de 1950 comienza a adoptar una
humano respecto de la madre. La originalidad posición extremadamente crítica respecto del
de Lacan reside en el modo en que llama la geneticismo, por diversas razones. Primero, el
atención sobre “el hecho de que esta dependen­ geneticismo presupone un orden naturail del de­
cia es mantenida por un mundo de lenguaje” sabollo sexual y no toma en cuenta la articu­
(E, 309). La madre interpreta los gritos del be­ lación simbólica de la sexualidad humana,
bé como hambre, cansancio, soledad, etcétera, ignorando de tal modo las diferencias funda­
y determina retroactivamente su sentido (véase mentales entre las pulsiones y los instintos. Se­
p u n t u a c ió n ) . El desamparo del niño contrasta gundo, se basa en un concepto lineal ael t ie m ­
con la omnipotencia de la madre, que puede de­ p o , concretamente contradictorio con la teoría
cidir si satisfará o no las necesidades de la cria­ psicoanalítica al respecto. Finalmente, da por
tura (S4, 69, 185). El reconocimiento de este sentado que la síntesis final de la sexualidad es
contraste genera un efecto depresivo en el niño tanto posible como normal, mientras que para
(S4, 186), Lacan esa síntesis no existe. Por lo tanto, mien­
Lacan utiliza también el concepto de de­ tras que la psicología del yo y la t e o r í V d e l a s
samparo para ilustrar la sensación de abandono r e l a c io n e s o b j e t a l e s proponen el ooncepto
y destitución subjetiva que siente el analizante de un estadio final del desarrollo psicosexual
en el f in d e a n á l is is . “En el fin de un análisis en el cual el sujeto llega a una relación “madu­
didáctico el sujeto debe conocer y llegar al do­ ra” con el objeto, descrita como relacijón geni­
minio y al nivel de la experiencia del desorden tal, Lacan rechaza totalmente estas ideas. El di­
absoluto” (S7, 304). El fin de análisis no es en­ ce que ese estado de completud y madurez
tonces concebido por Lacan como la realiza­ finales no es posible, porque el sujeto está irre­
ción de alguna plenitud beatífica, sino todo lo mediablemente escindido, y la metonimia del
contrario, como un momento en el que el sujeto deseo es indetenible. Además, Lacap señala
se concilia con su soledad total. Sin embargo, que “el objeto que corresponde a una etapa
mientras que el infante puede confiar en el au­ avanzada de la madurez instintual es uln objeto
xilio de la madre, el analizante en el fin de aná­ redescubierto” (S4, 15); la denominada etapa
lisis “no puede esperar la ayuda de nadie” (S7, final de madurez no es más que el encuentro
304). Si esta concepción de la cura psicoanalíti- con el objeto de las primeras satisfacciones del
ca parece particularmente ascética, esto es lo niño.
que Lacan desea que parezca; como él mismo Lacan cuestiona la lectura genetjeista de
dice, el psicoanálisis es “una prolongada asee- Freud, describiéndola como una “mitología de
sis subjetiva” (E, 105). la maduración instintiva” (E, 54). Sostiene que
las diversas “etapas” o “fases” analizadas por
Freud (oral, anal y genital) no son fenómenos
DESARROLLO {DÉVELOPPEMENT, biológicos observables que se desarrollen natu­
DEVELOPMENT) ralmente, como las etapas del desarrollo senso­
rial y motor, sino “estructuras obviamente más
La p s ic o l o g ía d e l y o presenta al psicoaná­ complejas” (E, 242). Las etapas pregerjitales no
lisis como una forma de psicología evolutiva, o son momentos ordenados cronológicamente del
psicología del desarrollo, subrayando la evolu­ desarrollo del niño sino estructuras esencial­
ción en el tiempo de la sexualidad del niño. Se­ mente intemporales, que se proyectan retroacti­
gún esta interpretación, Freud muestra de qué vamente sobre el pasado; “son ordéna las en la
modo progresa el niño a través de las fases pre- retroacción del complejo de Edipo” (E, 197).
geni tales (oral y anal) hasta la madurez de la Lacan descarta entonces todos los intentos de
etapa g e n it a l . obtener pruebas empíricas de la secuencia de
En sus primeros trabajos, Lacan parece las fases psicosexuales mediante “la denomina­
aceptar esta lectura evolutiva de Freud (que él da observación directa del niño” (E, 242), y po­
denomina “geneticismo”), por lo menos en la ne énfasis en la reconstrucción de tales etapas
cuestión del orden genético de los tres “com­ en el análisis de adulto: “Es comenzando con la
plejos familiares” (Lacan, 1938) y en cuanto a experiencia del adulto como debemos abordar,
65
O Ü O O Ü U U U U U U . U U U U

Desconocimiento

retroactivamente, nachtraglich las experiencias continuo de devenir* pero este proceso es ame­
supuestamente originales” (SI, 217). En 1961, nazado, y no favorecido, si se le impone un mo­
Lacan concibe las fases pregenitales como for­ delo fijo “providencial” del desarrollo genético.
mas de DEMANDA. Lacan sostiene que “en psicoanálisis, la historia
La compleja relación entre la emergencia es una dimensión diferente de la dimensión del
cronológica de los fenómenos y la secuencia desarrollo, y es una aberración tratar de reducir
lógica de las estructuras es también ilustrada la primera a la última. La historia sólo procede
con referencia a la cuestión de la adquisición fuera de ritmo con el desarrollo” (Ec, 875).
del lenguaje. Por un lado, los psicolingüistas ¿Qué hay que hacer entonces con las dos
han descubierto un orden natural de desarrollo, grandes “fases” que dominan la enseñanza de
en el cual el infante progresa a lo largo de una Lacan, el estadio del espejo y el complejo de
secuencia de etapas predeterminadas biológica­ Edipo? El estadio del espejo está claramente re­
mente (balbuceo, seguido de la adquisición de lacionado con un acontecimiento que se puede
fonemas, después de palabras aisladas, y a con­ ubicar en un momento específico de la vida del
tinuación de oraciones de complejidad crecien­ niño (entre los seis y dieciocho meses), pero es­
te). Pero .a Lacan no le interesa esta secuencia te acontecimiento sólo le interesa a Lacan por­
cronológica, puesto que ella sólo trata de “la que ilustra la estructura esencialmente intempo­
emergencia, propiamente hablando, de un fenó­ ral de la relación dual; es esta estructura lo que
meno” (SI, 179). Lo que le interesa a Lacan no constituye el núcleo del estadio del espejo. (Re­
es el fenómeno (la apariencia externa) del len­ sulta interesante observar que la palabra france­
guaje, sino el modo en que el lenguaje posicio- sa stade puede entenderse tanto en términos
na al sujeto en una estructura simbólica. Con temporales como espaciales, es decir, como una
respecto a esto último, Lacan señala que “el ni­ “etapa” o un “estadio”, en el sentido de “recin­
ño ya tiene una apreciación inicial del simbolis­ to deportivo”.) De modo análogo, mientras que
mo del lenguaje” mucho antes de poder hablar, Freud ubica el complejo de Edipo en una edad
“mucho antes de la aparición exteriorizada del específica (entre el tercero y el quinto año de
lenguaje” (SI, 179; véase SI, 54). Pero la cues­ vida), Lacan concibe este complejo como una
tión de cómo se produce esta “apreciación ini­ estructura triangular intemporal de la subjetivi­
cial” de lo simbólico es casi imposible de teori­ dad. Se sigue de esto que para Lacan tiene poco
zar, puesto que no se trata de la adquisición interés preguntarse cuándo exactamente se
gradual de un significante tras otro sino de la constituye el yo, o cuándo entra el niño en el
entrada, en términos “todo o nada”, en un “uni­ complejo de Edipo -cuestiones que han suscita­
verso” de significantes. Un significante es un do tantas controversias entre las otras escuelas
significante sólo en virtud de su relación con psicoanalíticas- Lacan admite que “el yo se
otros significantes; por lo tanto es imposible constituye en un momento específico de la his­
adquirirlo de modo aislado. La transición a lo toria del sujeto” (SI, 115) y que en cierto mo­
simbólico es siempre una creación ex nihilo, mento se forma el complejo de Edipo, pero no
una discontinuidad radical entre un orden y le interesa indagar exactamente cuándo se pro­
otro, y nunca una cuestión de evolución gra­ ducen esos hechos. Para el psicoanálisis no tie­
dual. Esta última expresión le resulta a Lacan ne importancia saber cuándo entra el niño en el
particularmente desagradable, y advierte a sus orden simbólico. Lo único que importa es que
discípulos que. “se cuiden de ese registro del antes de que lo haga es incapaz de hablar, y por
pensamiento conocido como evolucionismo” lo tanto inaccesible para el psicoanálisis, y que
(S7, 213); él prefiere describir el cambio psí­ después de haberlo hecho todo lo anterior a ese
quico con metáforas de creación ex nihilo. momento es transformado retroactivamente por
La oposición de Lacan a los conceptos de él sistema simbólico.
desarrollo y evolución no se basa en la negación
del cambio psíquico en sí. Por el contrario, La­
can insiste en la historicidad de la psique, y con­ DESCONOCIMIENTO
sidera la restauración de la fluidez y el movi­ (MÉCONNAISSANCE,
miento psicológicos como meta de la cura MÉCONNAISSANCE)
psicoanalítica. Su oposición al-.concepto de de­
sarrollo sólo refleja la desconfianza que le pro­ La palabra francesa méconnaissance corres­
vocan todos los modelos normativos del cambio ponde aproximadamente a los términos ingle­
psíquico; el sujeto está envuelto en un proceso ses “misunderstanding” (incomprensión) y
66
J LJ w w w W v_y

Deseo

“misrecognition” (no-reconocimiento). No obs­ en la Standard Edition como "wish". Por lo


tante, la voz original francesa se deja por lo ge­ tanto, los traductores al inglés de Lacan infren-
neral sin traducir en las versiones en inglés, pa­ tan un dilema: ¿deben traducir désir por wish,
ra que se advierta su estrecha relación con que está más cerca de¡ Wunsch de Freud o bien
connaissance ( c o n o c im ie n t o ). En el orden por desire, que está más cerca de la palabra
imaginario, el autoconocimiento {me-connais­ francesa, pero en la que falta la alisión a
sance) es sinónimo de incomprensión (mécon- Freud? Todos los traductores al inglés d f ; Lacan
naissance), porque el proceso de formacióryiel han optado por desire, porque esta palabra, co­
y o en el estadio del espejo*es ál mismo tiempo mo el término francés, da idea de una fuerza
la institución de la alienación respecto de la de- continua, que es esencial en el concepio laca­
termT¡r¿cfóri s imbolic á'de ¡'ser. niano. Además esta voz inglesa implica las
Así como constituye la estructura del auto- mismas alusiones al Begierde hegeliaio que
conocimiento neurótico común, el desconoci­ evoca el término francés, y por lo tanto retiene .
miento es también i a estructura del d e l ir io pa­ los matices filosóficos que son tan esenciales
ranoico, descrito como un méconnaissance en el concepto lacaniano del deseo y hacen de
systématique de la réalité (Lacan, 1951b, 12). él “una categoría mucho más amplia y rriás abs­
Esta homología estructural entre la constitución tracta que cualquiera empleada por el propio
corriente del yo y los delirios paranoicos lleva a Freud (Macey, 1995, 80).
Lacan a describir todo conocimiento, sea neu­ Si existe algún concepto al que se le pueda
rótico o psicótico, como “conocimiento para­ asignar la posición central en el pensamiento de
noico”. Lacan es el concepto de deseo. J^acan, sigue a
El desconocimiento debe djgtjiqguii;se de la Spinoza al sostenet.que “e l deseo-es. la ssencia
ignorancia, que es una de las tres pasiones ¿eiljombre” (S il, 275; véase Spinoza, 1977,.
(véase a f e c t o ). Mientras que la ignorancia es 128); el deseo es al mismo tiempo el corazón
una pasión p o rla ,aus encia, de.,conocimiento. el de la existencia humana y la preocupación cen­
desconocimiento es un no:reconociiniento, tral del psicoanálisis. No obstante, cuando La­
imaginario de un SABER simbó 1ico que„ej,,suj e- can habla del deseo no se refiere a cualquier
to poseeen^íjy ñaparte,. ~" clase de deseo, sino siempre al deseo [incons­
ciente. Esto no se debe a que considere que el
El desconocimiento no es ignorancia. El desco­ deseo consciente carece de importancia, sino
nocimiento representa una cierta organización de sencillamente a que es el deseo inconsciente el
afirmaciones y negaciones, a la cual está adherido el que constituye el interés central del psicoanáli­
sujeto. Por lo tanto no puede concebirse sin un cono­
cimiento relativo [...] Detrás de su desconocimiento sis. El deseo inconsciente es enteramente se-
seguramente tiene que haber una especie de conoci­ ^ § 1; “los motivos del inconsciente se limitan
miento de lo que hay que desconocer. [...] al deseo sexual [...] El otro gran deseo ge­
(SI, 167) nérico, el del hambre, no está representado” (E,
142).
Una vez más, esto se aplica tanto a la cons­ El objetivo de la cura psicoanalític i es lle­
trucción común del yo como a la paranoia. En var al analizante a reconocer la verdad sobre su
ei primer caso, gl^yo es básicamente un.^s^o- deseo. No obstante, sólo es posible reconocer el
nocimientode los aetenmoantes.s im b ó lic Q s .d e propio deseo cuando se lo'articula en la pala:
lasüSjetividad (el discurso),deLÓtro,.,eLincons,- bra: “Solamente uña'vez fórmuládórñ'cmbrído
cTrate).’ En la paranoia, los delirios implican erf presencia del otro, ese deseo, sea cu il fuere,
siempre una comprensión oscura de la verdad; es reconocido en el pleno sentido del termino”
“desconocer implica un reconocimiento, como (SI, 183);
es evidente en el desconocimiento sistemático, De allí que en psicoanálisis “lo importante
donde debe admitirse claramente que io que se es enseñar al sujeto a nombrar, articular, Jxaer.a
niega es de algún modo reconocido” (Ec, 165). la existencíi^ste des"eo,,rTS2^' 22£)7Sin embar-
góT'ño^ tratáBéTDUScar un nuevo medi o de ex­
presión para un deseo dado, pues esto implica-
DESEO {DESIR, DESIRE) ría una teoría expresionista del lenguaje. Por el
contrario, al articular el deseo en la pa abra, el
El término lacaniano es el utilizado analizante lo trae a la existencia
en las traducciones francesas de Freud para
verter el alemán ‘¡^Wünsc^.", que Strachey volcó Que el sujeto llegue a reconocer y no nbrar su

67
deseo: ésta es la acción eficaz del análisis. Pero no se das en la demanda, el otro aspecto de la de-,
trata de reconocer algo que estaría totalmente dado manda, el anhelo de amor, subsiste insatisfe­
[...] Al nombrarlo, el sujeto crea, engendra, una nue­ cho, y este resto es el deseo. “El deseo no es el
va presencia en el mundo. apetito de satisfacción, ni la demanda de amor,
(S2,228-9)
sino la diferencia que resulta de sustraer el pri­
mero de la segunda” (E, 287).
Pero hay un JiíJüte para la articulación del De modo que el deseo es el excedente „prp-
deseo en la palabra, debido a una fundamental ducido^porj a articulación de la necesidad en la
“incompatibilidad entre el deseo y la. palabra” demanda; “El deseo comienza a tomar forma
(É, 27S); ésta incompadbílidad explica el carác­ en el margen en el cual la demanda se separa de
ter ijrred^p.tiblg.del.inponscicnfe (es decir, el he­ la necesidad” (E, 311). A diferencia de una ne­
cho dé que el inconscientenó es lo que no es cesidad, que puede ser satisfecha y deja de mo­
conocido sino Jo que no pueHe conocerse). tivar al sujeto hasta que surge otra necesidad, el
Aunque Ta ve®ad acerca dél cleseó está presén­ deseo no puede ser satisfecho; es constante en
te enfalguna medida en toda palabra, la palabra su presión, y eterno. La realización del deseo
nunca puede expresar la verdad total sobre el no consiste en “satisfacerlo” sino en reprodu­
deseo; siempre que la palabra intenta articular cirlo como deseo. La distinción que traza Lacan
el deseo, queda un resto, una ¡demasía, que ex­ entre necesidad y deseo, que sustrae totalmente
cede a la palabra. el concepto de deseo del reino de la biología,
Una de las más importantes críticas que hi­ recuerda mucho la distinción dej£pje.y.e.entre.el
zo Lacan a las teorías psicoanalíticas de su épo-^ deseo animal, y ej deseo humanp: el deseo es
ca fue que ellas tendían a confundir el concepto^ distintivamente humano cuando se dirige hada
de deseo con los conceptos relacionados de de-^ el deseo de otro, o hacia un objetp'que es “per­
m a n d a y n e c e s id a d . En oposición a esta ten-x* fectamente inútil desde el punto de.yista bioló­
dencia, Lacan insiste en distinguir estos con­ gico” (Kojeye, 1947,6).
ceptos. Esa distinción comienza a emerger en Es importante d if e r e n c ia r el deseo d e las
su obra en 1957 (véase S4, 100-1, 125), pero pulsiones. Aunque uno y otras p e r te n e c e n al
sólo cristaliza en 1958 (Lacan, 1958c). c a m p o d e l Otro (al c o n tr a r io del a m o r), gLde-
La necesidad es un in s t in t o puramente se o es ijnp, mientras que jas pulsiones, son mu-
biológico, un apetito que surge de los requeri­ chasT En otras palabras, las pulsiones son las
mientos del organismo, y que se elimina por M a n i f e s t a d o n e s .p a r tic u la r e s ( p a r c ia le s ) de u n a
completo (aunque sólo temporariamente) cuan­ f u e r z a ú n ic a d e n o m in a d a d e s e o (a u n q u e ta m ­
do es satisfecho. El sujeto humano, que nace b ié n p u e d e haber deseos que n o se m a n if ie s te n
en un estado de d e s a m p a r o , es incapaz de sa­ e n las p u ls io n e s : v é a s e S il, 243). Hay u fl s o lo
tisfacer sus propias necesidades, y por lo tanto o b je to d e d e s e o , e l o b j e t o c, r e p r e s e n ta d o por
depende del Otro para que lo ayude a hacerlo. u n a 'v a r ie d a d d e o b je to s p a r c ia le s e n d ife re n te s
A fin de lograr la ayuda del Otro, el infante tie­ p u ls io n e s p a r c ia le s . El objeto a no es e l objeto
ne que expresar sus necesidades vocalmente; la. h a c i a e l q u e tie n d e e l d e s e o , s in o la c a u s a d e l
necesidad tiene que articularse como demanda. d e s e o . El d e s e o no e s u n a relación c o n u n o b je ­
Las demandas primitivas del infante pueden to , s in o la r e la c ió n .con._unaJA L T A .
ser sólo gritos inarticulados, pero sirven para Una de las fórmulas más reiteradas de La­
llevar al Otro a atender las necesidades del ni­ can es: “El deseo humano es el deseo del Otro”
ño. Sin embargo, la presencia del Otro pronto (SU , 235). Está fórmula puede entenderse- de
adquiere importancia por sí misma, una impor­ muchos modos complementarios, entre los cua­
tancia que va más allá de la satisfacción de la les los siguientes son los más importantes.
necesidad, puesto que esa presencia simboliza I. El deseo es esencialmente “deseo del de­
el amor del Otro. De modo que la demanda seo del Otro”, lo que significa deseo, de. ser..ob-
asume pronto una doble función: sirve como je tp . del deseo de otro, y deseo de recono­
articulación de la,necesidad.y como dem and cimiento por otro.. Lacan toma esta idea de
de amor. Pero, si bien ei iDtrp puede proporcio­ Hege],.yía Kojéve, quien dice:
nar los objetos que el sujeto requiere para sa­
tisfacer sus necesidades, no puede proporcio­ El deseo es humano solamente si uno desea, no
nar ese amor incondicional que el sujeto el cuerpo, sino el deseo del otro [...] es decir, si quie­
anhela. Por lo tanto, incluso después de que re ser “deseado” o “amado”, o más bien “reconocido”
hayan sido satisfechas las necesidades articula­ en su valor tiümano T’.7rí En otras palabras, todo De­
Deseo del analista

seo humano, antropogénico [.,.] es como en última fundamental es el de desear incestuosamente a


instancia una función del deseo de “reconocimiento”. la madre, el Otro primordial (S7,67).
(Kojéve, 1947, 6) 4. El deseo es siempre “el deseo ce alguna
otra cosa” (E, 167), puesto que es i mposible .dg-
A continuación Kojéve sostiene (siempre seanlo que uno ya tiene. El objeto de deseo es
siguiendo a Hegel) que, para lograr el reconoci­ continuamente pospuesto, por lo cual el deseo
miento deseado, el sujeto tiene que arriesgar su es una metonimia^E, 175).
propia vida en una lucha'de puro prestigio (véa­ 5. El deseo surgg originalmente e i el cam­ \\
se a m o ) . ErKeclio'de que'e l "deseo es'esenci ai- po del Otro, es decir, ¿ri el inconscien :e.
mente deseo de ser el objeto del deseo de otro Eí punto más importante que se desprende
queda claramente ilustrado en el primer “tiem­ de la frase de Lacan es que el deseo ¿s un pro­
po” del complejo de Edipo, en el que el sujeto ducto social. No es el asunto privado jque pare-
desea ser el falo para la madre. ceser sino~que siempre se constituye en una re­
2. El sujeto desea g «a. Otro (E, 312): es de­ lación dialécticaxon.los,.deseos.jieccjibidos-dé.
cir queln^suje'fo'desea desde el punto de vista otros.sujetos. La primera persona que ocupa el
de otro. El efecto de esto es que “el objeto del lugar del Otro es la madre, y al principio el ni­
desecTHumano [...] es esencialmente un objeto ño está a merced del deseo de ella. Sólo cuando
deseado por algún otro" (Lacan, 1951b, 12).JLo el Padre articula el deseo con la ley, mediante
que hace.deseable .unjobjgto no es ninguna cua­ la castración de la madre, queda el sujeto libe­
lidad inlrmseca‘dé Va" ¿osa en sí sino simple­ rado de su sujeción a los caprichos de) deseo de
mente el KecHo de que esjdes eado.por.o^o. El ella (véase c o m p l e jo d e c a s t r a c ió n ).
deseo del Otro es entonces lo que hace a los
objetos equivalentes e intercambiables; esto
“tiende a reducir la importancia especial de_ DESEO DEL ANALISTA (DÉSIR DE
cualquier objeto particular, pero al mismo tiem­ L'ANALYSTE, DESIRE OF THE
po saca a luz la existencia de objetos innumera­ ANALYST)
bles” (Lacan, 1951b, 12).
Esta idea también proviene de la lectura de La frase “deseo del analista” es úna expre­
Hegel por Kojeye; dice Kojéve que “el desep sión ambigua que en la obra de Lacan parece
I dirigido hacia un objeto natural sólo es humatio oscilar entre dos significados:
j erfla medida en“^ e ~ é s'‘méSíado’ por el Desqo
I de 'otro dirigido hacia el mismo, objeto: es hu- Un deseo atribuido al analista
j mano desear lo que los otros desean, porque
ellos lo desean” (Kojéve, 1947, 6). La razón de Así como el analizante le atribule un saber
este hecho vuelve al punto anterior en cuanto a al analista, también le atribuye deseo. Por lo
qué el deseo humano es deseo de reconoci­ tanto, el analista no es sólo un su je t o s u p u e s t o
miento; al desear lo que desea otro, puedo ha­ s a b e r sino también un “sujeto que se supone
cer que el otro reconozca mi derecho a poseer que desea”. Por lo tanto, la expres ón “deseo
ese objeto, y de tal modo lograr que el otro re­ del analista” no se refiere al deseo real de la
conozca mi superioridad sobre él (Kojéve, psique del analista sino al deseo qi e el anali­
1947,40). zante le atribuye.
Este rasgo universal del deseo es especial­ En el curso de la cura, la tarea del analista
mente evidente en la histeria; histérico es al­ consiste-en hacer imposible que el analizante
guien que sostiene el deseo de otra persona,, esté seguro de saber qué es lo que el analista
que convierte el deseo de otro en el suyo pro­ quiere de él; el analista debe asegurarse de
pio (por ejemplo, Dora desea a Frau K. porque que su deseo “siga siendo una x” pgjra el anali­
se identifica con Herr K., y de tal modo se zante (S il, 274). De este modo, el deseo que
apropia del deseo percibido de él; S 4 ,134; véa­ se le supone al analista se convierte en la fuer­
se Freud, 1905e). Por lo tanto, lo que importa za impulsora del proceso analítico, puesto que
en el análisis de una histérica no es descubrir el mantiene al analizante trabajando, xatando de
objeto de su deseo sino descubrir el lugar desde descubrir qué es lo que el analista quiere de él;
el cual ella desea (el sujeto con el que ella se “el deseo del analista es en última instancia lo
identifica). que opera en psicoanálisis” (Ec, 854). Al pre­
3. El deseo es deseo del Otro ..(juego con la sentar al analizante un deseo enigmático, el
ambigüedad de la preposición “de”). El deseo analista ocupa la posición del Otr 6, al que el
69
O O O O O O O O O O O O Ü (j O
Deslizamiento/Deslizarse

sujeto le pregunta Che vuoi? (“¿Qué quieres cados, y Lacan simboliza este hecho trazando
de mí?’’), con el resultado de que en la transfe­ una barra entre ellos en el algoritmo saussurea-
rencia emerge el fantasma fundamental del su­ no (véase la figura 17, pág. 178). El significado
jeto. se desliza, y estos deslizamientos bajo la barra
del algoritmo saussureano generan un movi­
Un deseo propio del analista miento continuo (E, 154), un movimiento que
es sólo temporariamente detenido por los p u n ­
Ei otro sentido de la frase “deseo del ana­ t o s DE ALMOHADILLADO, Cuando no hay sufi­
lista” se refiere al deseo que debe animar al cientes puntos de almohadillado, como en la
analista en el modo de dirigir la cura. Es más p s ic o s is , el deslizamiento de la significación es
fácil de definir en términos negativos que en interminable, y los sentidos estables se disuel­
términos positivos. No se trata por cierto de un ven totalmente.
deseo de lo imposible (S7, 300). Tampoco es
un deseo de “hacer bien” o “curar”; por el con­
trario, es “un no-deseo de curar” (S7, 218). No DIALÉCTICA CDIALECTIQUE,
es el deseo de que el analizante se identifique DIALECTIC)
con el analista; “el deseo del analista [...] tien­
de hacia una dirección que es la opuesta exacta El término “dialéctica” se originó en la An­
a la identificación” (S il, 274). El analista no tigüedad griega; para los griegos designaba (en­
desea esa identificación, sino que en la cura tre otras cosas) un procedimiento discursivo en
emerja la verdad propia y singular del anali­ el cual se interroga al oponente en un debate de
zante, una verdad que es absolutamente distin­ un modo tal que se sacan a luz las contradiccio­
ta de la del analista; el deseo del analista es en­ nes de su discurso. Ésta es la táctica que Platón
tonces “un deseo de obtener una diferencia atribuye a Sócrates, quien en la mayoría de los
absoluta” (S il, 276). Con este sentido de “un diálogos comienza por reducir a su interlocutor
deseo propio del analista” Lacan quiere situar a un estado de confusión y desamparo. Lacan
la cuestión del deseo del analista en el corazón lo compara con la primera etapa de la cura psi­
de ia ética del psicoanálisis. coanalítica, en la que el analista fuerza al anali­
¿Cómo llega el analista a ser guiado por el zante a enfrentar las contradicciones y lagunas
deseo propio de su función? Según Lacan, esto de su relato. No obstante, así como Sócrates
sólo se logra por medio de un análisis didácti­ procedía a continuación a extraer la verdad de
co. El requerimiento esencial, la condición sine los enunciados confusos de su interlocutor,
qua non para convertirse en analista, es pasar también el analista procede a extraer la verdad
uno mismo por una cura analítica. En el curso de las asociaciones libres del analizante (véase
de este tratamiento habrá una mutación de la S8, 140). Lacan dice que “el psicoanálisis es
economía del deseo en el aspirante; su deseo una experiencia dialéctica” (Ec, 216), puesto
será reestructurado, reorganizado (S8, 221-2). que el analista tiene que comprometer al anali­
Sólo si esto s u c e d e podrá funcionar propiamen­ zante en una “operación dialéctica” (SI, 278).
te como analista. Sólo por medio de "un proceso dialéctico ince­
sante" puede el analista subvertir las discapaci-
tantes ilusiones de permanencia y estabilidad
DESLIZAMIENTO/DESLIZARSE del yo, de la misma manera que los diálogos
(iGLISSEMENT/GLISSER, SLIP) socráticos (Lacan, 1951b, 12).
Aunque la dialéctica se originó entre los fi­
Lacan emplea el verbo “deslizarse” (y el lósofos griegos, su predominio en la filosofía
sustantivo correspondiente, “deslizamiento”) moderna se debe a la revitalización del concep­
para describir la relación inestable que existe to en el siglo XVIII por los idealistas poskan­
entre el significante y el significado. Estos tér­ tianos Fichte y Hegel, quienes concibieron la
minos subrayan entonces el diferente modo de di al ética como una tríada de tesis, antítesis y
concebir la sig n ific a c ió n en Saussure y Lacan; síntesis. Para Hegel, la dialéctica es tanto un
para Saussure la significación era un vínculo método de exposición como la estructura mis­
estable entre el significante y el significado, pe­ ma del progreso histórico. En la Fenomenolo­
ro para Lacan es una relación inestable, fluida. gía del espíritu (1807), Hegel describe el pro­
Resulta imposible establecer un lazo estable, de greso de la conciencia hacia el saber absoluto
uno a uno, entre los significantes y los signifi­ por medio de una serie de confrontaciones en­
70
Diferencia sexual

tre elementos opuestos. Cada confrontación se relación sexual, y ocasionalmente de la dife­


resuelve mediante una operación denominada renciación de los sexos (S4, 153). Sin embargo,
Aufhebung (palabra que se suele traducir como tanto Freud como Lacan abordan la cuestión de
“superación”), en la cual, a partir de la oposi­ ¡a diferencia sexual, y dedicamos una entrada a
ción de tesis y antítesis, se genera una nueva esta expresión porque reúne un conjunto impor­
idea (la síntesis); la síntesis simultáneamente tante de temas lacanianos relacionados, y por­
anula, conserva y eleva esta oposición a un ni­ que constituye un foco importante para los en­
vel más alto. foques feministas del pensamiento lací.niano
El modo particular en que Lacan se apropia (véase Brennan, 1989; Gallop, 1982; Grosz,
de la dialéctica hegeliana debe mucho a Ale­ 1990; Mitchell y Rose, 1982).
xandre Kojéve, a cuyas conferencias sobre He­ Uno de los presupuestos básicos qui sub­
gel él asistió en Pans en la década de 1930 tienden la obra de Freud es que, así como exis-
(véase Kojéve, 1947). Siguiendo a Kojéve, La­ ten ciertas diferencias físicas entre hombres y
can pone mucho énfasis en las etapas particula­ mujeres, también hay diferencias psíquioas. En
res de la dialéctica en la cual el a m o se enfren­ otras palabras, ciertas características psrquicas
ta con el esclavo, y en el modo en que el d e s e o pueden denominarse “masculinas”, y otras pue­
se constituye dialécticamente mediante una re­ den llamarse “femeninas”. Freud no intenta dar
lación con el deseo del Otro. Utilizando el caso ninguna definición formal de estos términos
Dora para ilustrar este punto, Lacan muestra de (una tarea imposible; Freud, 1920a, SE XVIII,
qué modo la cura psicoanalítica progresa hacia 171), y se limita a describir la adquisición por
la verdad por una serie de inversiones dialécti­ el sujeto humano de características psíquicas
cas (Lacan, 1951a). También usa el concepto masculinas o femeninas. No se trata de algo
de Aufliebung cuando explica que el orden sim­ instintivo o natural, sino de un proceso comple­
bólico puede simultáneamente anular, con­ jo en el cual las diferencias anatómicas ipterac-
servar y elevar un objeto imaginario (el falo túan con factores sociales y psíquicos. Todo el
imaginario) al estatuto de significante (el falo proceso gira en torno al c o m p l e j o d e c a s t r a ­
simbólico); el f a l o se convierte entonces en “el c ió n , en el cual el varón teme ser privado del
significante de esta Aufhebung en sí, que él pene, y la niña, que supone que ya ha sido pri­
inaugura mediante su desaparición” (E, 288). vada del suyo, desarrolla la envidia del pene.
Pero entre la dialéctica hegeliana y la laca­ Siguiendo a Freud, Lacan también aborda
niana hay también importantes diferencias. Pa­ el problema de cómo el niño llega a convertirse
ra Lacan no existe ninguna síntesis final como en un sujeto sexuado. Para Lacan la ma;culini-
la que representa el concepto hegeüano del dad y la feminidad no son esencias biojlógicas
saber absoluto; la irreductibilidad del incons­ sino posiciones simbólicas, y la asunción de
ciente representa la imposibilidad de ese saber una de ellas es fundamenta] para la construc­
absoluto. Lacan dice, entonces, que “la Aufhe­ ción de la subjetividad; el sujeto es esencial­
bung es uno de esos lindos sueños de la filoso­ mente un sujeto sexuado. “Hombre” y '[mujer”
fía” (S20,79). Esta negación de la síntesis final son dos significantes que representan estas dos
subvierte eí concepto mismo de progreso. La­ posiciones subjetivas (S20, 34).
can contrasta su propia versión de la Aufhebung Tanto para Freud como para Lacan J la cria­
con la versión de Hegel, y sostiene que él reem­ tura ignora al principio la diferencia sexual, y
plaza la idea hegeliana del p r o g r e s o por “las por lo tanto no puede asumir una posición se­
vicisitudes de una falta” (Ec, 837). y xual. Sólo cuando descubre la diferenciji sexual
en el complejo de castración puede comenzar a
tomar una posición sexual. Freud y Lajean ven
DIFERENCIA SEXUAL por igual este proceso de adopción de una posi­
(SEXUAL DIFFERENCE) ■ ción sexual como estrechamente vinculado al
c o m p l e jo d e E d ip o , pero difieren en cuimto a la
La frase “diferencia sexual”, que ha adqui­ naturaleza precisa de ese vínculo. Para Freud la
rido prominencia en el debate entre el psicoa­ posición sexual del sujeto es determinada por el
nálisis y el feminismo, no forma parte del voca­ sexo del progenitor con el que se identifica en
bulario teórico de Freud ni de Lacan. Freud el complejo de Edipo (si el sujeto se identifica
habla sólo de la distinción anatómica entre los con el padre adopta una posición mase ulina; la
sexos, y sus consecuencias psíquicas (Freud, identificación con la madre entraña la asunción
1925d); Lacan habla de la posición sexual y la de una posición femenina). Para LacanJ sin em­
Diferencia sexuaJ

bargo, el complejo de Edipo siempre envuelve nificante: "estrictamente hablando, no hay nin­
la identificación simbólica con el Padre, y por guna simbolización del sexo femenino como tal
lo tanto la identificación edípica no puede de­ [...] el falo es un símbolo para el cual no hay
terminar la posición sexual. De modo que, ninguna correspondencia, ningún equivalente.
siempre siguiendo a Lacan, no es la identifica­ Se trata de una asimetría en el significante” (S3,
ción sino la relación del sujeto con el f a l o lo 176). Por lo tanto, el falo es “el pivote que com­
que determina la posición sexual. pleta en ambos sexos el cuestionamiento de sus
Esta relación puede ser de “tener” o “no te­ sexos por el complejo de castración” (E, 198).
ner”;.los hombres tienen el falo simbólico, y las Esta asimetría fundamental del significante
mujeres no (o, para ser más preciso, los hom­ conduce a la asimetría del complejo de Edipo
bres “no son sin tenerlo” [ils ne sont pas sans en hombres y mujeres. Mientras que el sujeto
Vavoir]). La asunción de una posición sexual es varón desea al progenitor del otro sexo y se
fundamentalmente un acto simbólico, y la dife­ identifica con el progenitor de su mismo sexo,
rencia entre los sexos sólo puede concebirse en el sujeto mujer desea al progenitor del mismo
el plano simbólico (S 4 ,153): sexo y “se le requiere que tome la imagen del
otro sexo como base de su identificación” (S3,
Es en la medida en que la función del hombre y 176). “Para una mujer, la realización de su sexo
la mujer está simbolizada, es en la medida en que es no se logra en el complejo de Edipo de un mo­
literalmente desarraigada del dominio délo imagina­ do simétrico al del hombre, ni por identifica­
rio y situada en el dominio de lo simbólico, que cual­
quier posición sexual norma}, completada, se realiza. ción con la madre, sino por el .contrario, me­
(S3, 177) diante la identificación con el objeto paterno, lo
que le asigna un rodeo adicional” (S3, 172).
No obstante, no hay ningún significante de “Esta asimetría significante determina la senda
la diferencia sexual como tal que le permita al por la cual declinará el complejo de Edipo. Las
sujeto simbolizar plenamente las funciones del dos sendas hacen que ambos pasen por el mis­
hombre y la mujer, y por lo tanto es imposible mo camino -el camino de la castración-” (S3,
alcanzar una ‘‘posición sexual [plenamente] 176).
normal, terminada”. La identidad sexual del su­ Entonces, si no hay ningún símbolo de la
jeto es siempre más bien precaria, una fuente oposición masculino-femenino como tal, la di­
de autoindagación perpetua. La pregunta por el ferencia sexual sólo puede entenderse en los
propio sexo (“¿soy un hombre o una mujer?”) términos de la oposición entre actividad y pasi­
es la pregunta que define la h is t e r ia . El “otro vidad (S il, 192). Esta polaridad es el único
sexo” misterioso es siempre la mujer, tanto pa­ modo en que está representada en la psique la
ra los hombres como para las mujeres, y en oposición varón-mujer, puesto que la función
consecuencia la pregunta histérica (“¿qué es biológica de la sexualidad (la reproducción) no
una mujer?”) es la misma para los histéricos está representada (S il, 204). Por ello la cues­
varones y mujeres (S3,178). tión de lo que uno tiene que hacer como hom­
Aunque la anatomia/BiO LO GÍA d e l s u je to de­ bre o mujer es un drama que se despliega por
s e m p e ñ a u n p a p e l e n la c u e s tió n d e c u á l p o s i­ completo en el campo del Otro (S il, 204), es
c ió n s e x u a l a d o p ta rá , e s u n a x io m a fu n d a m e n ta l decir que el sujeto sólo puede realizar su se­
d e la te o ría p s ic o a n a lític a q u e la a n a to m ía n o xualidad en el nivel simbólico (S3,170). En el
d e te r m in a la p o s ic ió n s e x u a l. Hay u n a r u p tu r a seminario de 1970-1, Lacan trata de formalizar
e n tr e e l a s p e c to b io ló g ic o d e la d if e r e n c ia s e ­ su teoría de la diferencia sexual mediante fór­
x u a l (p o r e je m p lo , e n e l n iv e l d e lo s c r o m o s o ­ mulas derivadas de la lógica simbólica. Ellas
m a s ), q u e e s tá r e la c io n a d a c o n la f u n c ió n r e p r o ­ reaparecen en el diagrama de la diferencia se­
d u c tiv a d e la s e x u a lid a d , y e l in c o n s c ie n te , e n e l xual que Lacan presenta en el seminario de
c u a l e s ta f u n c ió n r e p ro d u c tiv a n o e s tá r e p r e s e n ­ 1972-3 (figura 2, tomada de S20, 73). El dia­
ta d a . En v is ta de la n o -r e p r e s e n ta c id n d e la f u n ­ grama está dividido en dos columnas: la iz­
c ió n r e p r o d u c tiv a d e la s e x u a lid a d en e l in c o n s ­ quierda es la columna del varón, y la derecha,
c ie n te , “En la psique no hay n a d a m e d ia n te lo la columna de la mujer. Las fórmulas de la se-
c u a l e l s u je to p u e d a s itu a rs e como u n s e r macho xuación aparecen en la parte superior. Las fór­
o h e m b r a ” (S il, 204). En e l o rd e n s im b ó lic o n o mulas del lado del varón son 3x Ox (= hay por
h a y n in g ú n s ig n if ic a n te d e la d ife re n c ia s e x u a l. lo menos una x que no está sometida a la fun­
El ú n ic o s ig n if ic a n te s e x u a l e s e l fa lo , y n o ción fálica) y Vx «X>x (= para toda x, la función
e x is te n in g ú n e q u iv a le n te “ h e m b ra ” d e e s te s ig ­ fálica es válida). Las fórmulas del lado de la
Discurso

Figura 2. El diagrama de ia diferencia sexual


Fuente: Jacques Lacan, Le Séminaire. Livre XX. Encore,
est. por Jacques-Alain Miller, París, Seuil, 1975.

mujer son BxOx (= no hay ninguna x que no mino "discurso” de un modo ligerame nte dis­
esté sometida a la función fálica) y VxOx tinto, aunque sigue subrayando la in t e r su b je t i -
(= para no toda x la función fálica es válida). v i d a d . En adelante el término se refiere a “un
Esta última, fórmula ilustra la relación de la lazo social basado^en el lenguaje” (Sj20, 21).
m uje r con la lógica del no-todo. Lo más sor­ Lacán IHentifrca^cuaTrolipos posibles Ide lazo
prendente es que cada par de proposiciones que social, cuatro articulaciones posibles de la red
están a uno y otro lado del diagrama parecen simbólica que regula las relaciones intersubjeti­
contradecirse entre sí: “cada lado es definido vas. Estos "cuatro discursos” son el discurso
por una afirmación y también una negación de del amo, el discurso de la universidad! el dis-
la función fálica, una inclusión y una exclusión' cutso de la histérica y el discurso del analista.
del goce absoluto (no-fálico)” (Copiek, 1994, Lacan representa cada uno de estos cuatro dis­
27). Sin embargo, entre los dos lados no hay cursos por un algoritmo; cada algoritmcj contie­
ninguna simetría (ninguna relación sexual); ne los cuatro siguientes símbolos algebraicos:
uno y otro lado representan ios modos radical­
mente distintos en que la r e l a c ió n s e x u a l Si —el significante amo
puede fallar (S20, 53-54). S 2= el saber (le savoir)
$ = el sujeto
a = plus de goce
DISCURSO (DISCOURS, DISCO URSE)
Lo que distingue entre sí los cuatro discur­
Siempre que Lacan emplea el término “dis­ sos es la posición de estos símbolos. En los al­
curso” (y no, por ejemplo, “palabra”) lo Eace goritmos de los cuatro discursos hay cu itro po­
para subrayar la naturaleza ttansindividual_del siciones, cada una de las cuales es designada
lenguaje,, el hecR'6’^e"c[ue~la'pafábra "siempre con un nombre diferente. Los nombres de las
implica a otro sujeto, un interlocutor. De modo cuatro posiciones puedén leerse en la f gura 3; <
que la célebre fórmula lacaniana “el incons­ Lacan denomina de distinta manera estis posi­
ciente es el discurso_del .otro” (que aparece por ciones en diferentes puntos de su obra, y nues­
primera vez en 1953, y más tarde se convierte tra figura está tomada del seminario de 1972-3
en “el inconsciente es el discurso del Otro”) de¿ (S20, 21 ).
signa el inconsciente como el efecto .so.bre .el Cada discurso se define escribiendo los
sujeto''de la ^palabra qué íc es. dirigida.desde cuatro signos algebraicos en posiciones dife­
otta parte.jDor otro sujeto que ha sidctoLvidado, rentes. Conservan el mismo orden, de modo
gor„otrá localidad .psíquica ,(la otra escena). que cada discurso es simplemente el resultado
En 1969 Lacan comienza a emplear el tér­ de hacer girar a los símbolos un cuarto de vuel­
Discurso

el agente el otro

la verdad producción

Figura 3. La estructura de los cuatro discursos


Fuente: Jacques Lacan. Le Séminaire, Livre XX, Encore,
est. por Jacques-Alain Miller, París, Seuil, 1975.

ta. La posición de arriba a la izquierda (“el bajo es un excedente (a) del que el amo trata de
agente”) es la dominante, y define el discurso. apropiarse.
Además de los cuatro símbolos, cada algoritmo El discurso de la universidad se produce
incluye una flecha que va del agente al otro. haciendo girar un cuarto de vuelta el discurso
Estos cuatro discursos aparecen en la figura 4 del amo (en sentido contrario al de las agujas
(tomada de S 17,31). del reloj). La posición dominante es ocupada
En 1971, Lacan propone que la posición del por el saber. Esto ilustra el hecho de que detrás
agente es también la posición del s e m b l a n t e . de todos los intentos de impartir un saber apa­
En 1972 inscribe dos flechas en las fórmulas, rentemente “neutral” al otro siempre puede lo­
en lugar de una; una flecha (que denomina “im­ calizarse un intento de dominio (dominio, del
posibilidad”) va del agente al otro, la otra fle­ saber, y dominio del otro al que se imparte este
cha (bautizada “impotencia”) va de la produc­ saber). El discurso de la universidad representa
ción a la verdad (S20,21). la hegemonía del saber, particularmente visible
El discurso del a m o es el discurso básico en la modernidad en la forma de hegemonía de
del que derivan los otros tres. La posición do­ la ciencia.
minante es ocupada por el significante amo El discurso de la histérica se obtiene tam­
(Si), que representa al sujeto ($) para otro sig­ bién haciendo girar un cuarto de vuelta el dis­
nificante o, más precisamente, para todos los curso del amo, pero en el mismo sentido de las
otros significantes (S2); no obstante, en esta agujas del reloj. No es simplemente “lo que di­
operación significante hay siempre un exce­ ce una histérica”, sino un cierto tipo de lazo so­
dente, el o bje to a. La idea es que todos los in­ cial en el cual puede inscribirse cualquier suje­
tentos de totalización están condenados al fra­ to. La posición dominante es ocupada por el
caso. El discurso del amo “oculta la división sujeto dividido, el síntoma. Este discurso es el
del sujeto” (S17, 118). También ilustra clara­ que señala el camino hacia el saber (S17, 23).
mente la estructura de la dialéctica del amo y el La cura psicoanalítica involucra “la introduc­
esclavo. El amo (Si) es el agente que pone a ción estructural del discurso de la histérica me­
trabajar al esclavo (S2); el resultado de este tra­ diante condiciones artificiales"; en otras pala-

Discurso del amo Discurso de la universidad

Si —> S¿ S2 —> a
s7 T
Discurso de la histérica Discurso del analista

$ —> Si
a S2 S2

Figura 4. Los cuatro discursos


Fuente; Jacques Lacan. Le Séminaire. Uvre XVII, L ’envers de la psychanalyse,
est. por Jacques-Alain Miller, París, Seuii, 1975.

74
w w w w v_^ w ^ w \_j ^

Discurso

bras, el analista “histeriza” el discurso del pa­ el analista, en el curso de la cura, tier &que con­
ciente (S17, 35). vertirse en la causa del deseo del analizante
El discurso del analista se obtiene haciendo (S i 8, 41). El hecho de que este dis:urso es el
girar un cuarto de vuelta el discurso de la histé­ inverso del discurso del amo subray i que, para
rica (del mismo modo que Freud desarrolló el Lacan, el psicoanálisis es una práctic a esencial'
psicoanálisis dando un giro interpretativo al mente subversiva que socava todos los intentos
discurso de sus pacientes histéricas). La posi­ de dominación del otro y de dominio del saber.
ción del agente, el analista en la cura, es ocupa­ (Más información sobre los cuatrc discursos
da por el objeto a; esto ilustra el hecho de que puede encontrarse en Bracher y otros, 1994.)

75
W w W \J

ELLO ( p i, ID) plea la palabra francesa ga, cuyo significado es


“eso”; esta palabra está mucho más cerca del
Freud tomó el término das Es (que la Stan­ Es de Freud, pues ambos son términos de uso
dard Edition traduce como “the id”) de Georg cotidiano, a diferencia del id latino empleado
Groddeck, uno de los primeros psiquiatras ale­ en la Standard Edition.) Mientras que Grod­
manes que respaldaron al psicoanálisis, aunque, deck dice que “la afirmación ‘yo vavo’ es sólo
como también lo observó Freud, el propio condicionalmente correcta, expresa sólo una
Groddeck parece haberlo tomado de Nietzsche parte pequeña y superficial del principio funda­
(Freud, 1923b, SE XIX, 23, n. 3; véase Nietzs­ mental de que ‘el hombre es vivido por el
che, 1886, 47). Groddeck dijo que “lo que lla­ ello’” (Groddeck, 1923, 5), la concepción de
mamos el yo se comporta de un modo esencial­ Lacan puede resumirse en términos similares,
mente pasivo en la vida, y [...] somos ‘vividos’ pero reemplazando la voz del verbo “vivir” p o r.
por fuerzas desconocidas e incontrolables” otra del verbo “hablar”: la afirmación “yo ha­
(Freud, 1923b, SE XXX, 23). Para denominar blo” es sólo una parte superficial del principio
esas fuerzas, él empleó la expresión das Es. És­ fundamental de que “el hombre es hablado por
ta apareció por primera vez en la obra de Freud el ello”. De allí la frase que Lacan usa a menu­
a principios de la década de 1920, en el contex­ do cuando examina el ello: “elle habla” (ga
to del segundo modelo de la psique. En este parle) (por ejemplo, S7, 206). L i naturaleza
modelo, la psique aparece dividida en tres ins­ simbólica del ello, más allá del se itido imagi­
tancias: el ello, el y o y el s u p e r y ó . El ello co­ nario del sí-mismo constituido por el yo, es lo
rresponde aproximadamente a lo que Freud ha­ que lleva a Lacan a equipararlo ccn el término
bía denominado sistema inconsciente en su “sujeto”. Esta ecuación es ilustrac a por la ho­
primer modelo, pero también con importantes mofonía entre la palabra alemana y el nom­
diferencias entre ambos conceptos (véase La- bre en francés de la letra S, que es el símbolo
planche y Pontalis, 1967,197-9). lacaniano del sujeto (E, 129; véase e s q u e m a l ).
La principal contribución de Lacan a la teo­ Uno de los más famosos enunciados de
ría del ello consiste en subrayar que las “fuer­ Freud se refiere al ello y su relación con la cura
zas desconocidas e incontrolables” de las que psicoanalítica: Wo Es war, soil Icmwerden (que
se trata no son necesidades biológicas primiti­ la Standard Edition traduce “Where id was,
vas, ni fuerzas instintivas salvajes de la natura­ there ego shall be” [“Donde estab^ el ello, ten­
leza, sino que hay que concebirlas en términos drá que estar el yo”], Freud, 1933a, SE XXII,
lingüísticos: 80). Según una de las interpretaciones más co­
munes, este enunciado critico significa que la
El Es que le interesa al análisis está hecho del tarea de la cura psicoanalítica consiste en am­
significante que ya está allí, en lo real, el significante pliar el campo de la conciencia; justamente ésta
incomprendido. Ya está allí, pero está hecho del sig­ es la lectura que cristalizó en la traducción
nificante, no es alguna clase de propiedad primitiva y
confusa relacionada con alguna clase de armonía francesa original: le moi doit déloger le ga (“el
preestablecida (...] yo tiene que desalojar al ello”). Lqcan se opone
(S4,49) totalmente a esa lectura (SI, 195), y sostiene
que la palabra alemana solí debe interpretarse
Lacan concibe el ello como el origen in­ como un mandato ético, de modo que la meta
consciente de la palabra, el “ello” simbólico del análisis es que el yo se somet í a la autono­
que está detrás del yo imaginario. (Lacan em­ mía del orden simbólico. Por lo tanto, Lacan
77
Enunciación

prefiere traducir al francés el enunciado freu- ciente, Lacan afirma que la fuente de la palabra
diano como uLá oú c ’etait, peut-on dire, la ou no es el yo, ni la conciencia, sino el inconscien­
s ’etail... c ’esí mon devoir que je vienne á etre” te; el lenguaje proviene del Otro, y la idea de
(“Allí donde ello era, puede decirse, allí donde que “yo” soy amo de mi discurso es sólo una
se era [...] es mi deber que yo venga a ser”) (E, ilusión, La misma palabra “yo” (je) es ambi­
129, traducción modificada; Ec, 417-18; véase gua; como s h if t e r , es un significante que actúa
también E, 299-300; S il, 44). Según este modo como sujeto del enunciado, y también un índice
de ver, el fin de análisis es entonces una espe­ que designa, pero no significa, al sujeto de la
cie de “reconocimiento existencial” de los de­ enunciación (E, 298). De modo que el sujeto
terminantes simbólicos del propio ser, un reco­ está escindido entre estos dos niveles, dividido
nocimiento del hecho de que “Tú eres esto” en el acto mismo de articular el “yo” que pre­
(“Tú eres esta cadena simbólica, y no más") senta la ilusión de unidad (véase S il, 139).
(SI, 3).

ESCENA (SCENE, SCENE)


ENUNCIACIÓN (ÉNONCIA TI ON,
ENUNCIATION) Freud tomó la expresión “otra escena” (eine
andere Schauplatz) de G, T. Fechner, y la utili­
En la teoría lingüística europea, se traza una zó en La interpretación de los sueños, afirman­
distinción importante entre la enunciación y el do que “la escena de acción de los sueños es di­
enunciado (en francés, enoncé). Esta distinción ferente de la de la vida ideacional de vigilia”
tiene que ver con dos modos de considerar la (Freud, 1900a, SE V, 535-6), Esto lo llevó a
producción lingüística. Cuando la producción formular la idea de “localidad psíquica”. Pero
lingüística es analizada en términos de unidades enfatizó que este concepto de localidad no de­
gramaticales abstractas (como las oraciones), bía confundirse con la localización física o ana­
independientes de las circunstancias específicas tómica, y Lacan se basa en esta precisión para
de su ocurrencia, se denomina enunciado. Por justificar su propio empleo de la t o p o l o g ía
otra parte, cuando la producción lingüística es (véase E, 285). En su obra, Lacan hace reitera­
analizada como un acto individual ejecutado das referencias a la expresión de Fechner (por
por un hablante particular en un tiempo/espacio ejemplo E, 193); la “otra escena" es, en térmi­
específicos, y en una situación específica, se de­ nos lacanianos, el Otro.
nomina enunciación (Ducrot y Todorov, 1972, Lacan emplea también la palabra “escena”
405-10). para designar el teatro imaginario y simbólico
Mucho antes de emplear estos términos, La­ en el cual el sujeto escenifica su f a n t a s m a , que
can ya había trazado una distinción similar. Por es construido sobre el edificio de lo real (el
ejemplo, en 1936 subraya que ei acto de hablar mundo). La escena del fantasma es un espacio
tiene un sentido en sí mismo, incluso cuándo virtual que está enmarcado,, del mismo modo
las palabras pronunciadas sean “sin sentido” que la escena de una obra de teatro está enmar­
(Ec, 83). Antes de cualquier función de “trans­ cada por el arco del proscenio, mientras que el
misión de un mensaje”, la palabra es un llama­ mundo es un espacio real que está más allá del
do al otro. Esta consideración del acto de hablar marco (Lacan, 1962-3, seminario del 19 de di­
en sí, con independencia del contenido de lo ciembre de 1962). El concepto de escena es uti­
que se dice, anticipa la atención que Lacan lizado por Lacan para distinguir el a c t in g OUT
prestará a la dimensión de la enunciación. del p a sa je a l a c t o . El primero sigue estando
Cuando Lacan comienza a emplear esta úl­ dentro de la escena, pues todavía está inscripto
tima palabra, en 1946, lo hace en primer lugar en el orden simbólico. Pero el pasaje al acto es
para describir las características extrañas del una salida de la escena, es un cruce de lo sim­
lenguaje psicótico, con su “duplicidad de enun­ bólico a lo real; hay una total identificación con
ciación” (Ec, 167). Más tarde, en la década de el objeto ( o bje to a), y por ló tanto una aboli­
1950, emplea el término para situar el sujeto ción del sujeto (Lacan, 1962-3, seminario del
del inconsciente. En el grafo del deseo, la cade­ 16 de enero de 1963). La escena fantasmática
na inferior es el enunciado, que es la palabra en es también un aspecto importante en la p e r v e r ­
su dimensión consciente, mientras que la cade­ s ió n . Lo típico es que el perverso monte su go­
na superior es “la enunciación inconsciente” (E, ce como una escena altamente convencionali-
316). Al designar la enunciación como incons­ zada, y según un guión estereotípico.
78
Escuela

ESCISIÓN (REFENTE, SPLIT) de que una jerarquía dominara la institución,


como a su juicio ocurría en la I n t e r n a t io n a l
Freud habla de la “escisión del yo” (en ale­ P s y c h o - a n a l y t ic a l A s so c ia t io n (IPA), fenó­
mán, Ichspaltung', en francés, clivage du moi) meno al que culpaba por los errores teóricos
como un proceso, observable en el fetichismo y que habían llegado a prevalecer en ese grupo;
la psicosis, por el cual dos actitudes contradic­ la IPA, decía Lacan, se había convertido en una
torias ante la realidad llegan a coexistir lado a especie de Iglesia (S il, 4). Nc obstante, es
lado en el yo: la de aceptación y la de r e n e g a ­ también importante observar que las críticas de
c ió n (véase Freud, 1940b). Lacan amplía el Lacan a la IPA no implican una críticas a la
concepto de Spallung (que él prefiere traducir institución psicoanalítica per se\ si bien Lacan
por la palabra refente-, véase S 8, 144) para de­ es muy crítico de los peligros que acechan a to­
signar, no un proceso singular del fetichismo o das las instituciones psicoanalítice s, el hecho de
la psicosis, sino una característica general de la que él mismo fundara una da prueba de que
subjetividad en sí: e l su je t o nunca puede estar consideraba que el psicoanálisis necesita algún
más que dividido, escindido, alienado de sí tipo de marco institucional. De modo que La­
mismo (véase a l ie n a c ió n ). La escisión es irre­ can es tan escéptico respecto de los analistas
ductible, no puede curarse; no hay ninguna po­ que rechazan todas las institucior es, como res-
sibilidad de síntesis. pecto de los que convierten la nstitución en
El sujeto escindido o dividido es simboliza­ una especie de Iglesia.
do por la b a r r a que tacha la S para producir el Muchas de las ideas lacaniar as no pueden
sujeto barrado, $ (véase E, 282). La escisión entenderse sin algún conocimien :o de la histo-
denota la imposibilidad del ideal de una auto- ría de la EFP (1964-80), sobre to<lo las relacio­
conciencia plenamente presente; el sujeto nun­ nadas con la f o r m a c ió n d e lo s a n a l is t a s . En
ca se conocerá completamente, siempre estará este contexto es importante señalar que la EFP
separado de su propio conocimiento. Esto indi­ no era solamente un instituto de formación, y
ca la presencia del inconsciente, y es un efecto que los miembros no eran exclus vamente ana­
del significante. El sujeto está escindido por el listas y aspirantes en formación, ¡ ino que podía
hecho mismo de que es un ser hablante (E, ingresar quienquiera se interesara en el psicoa
269), puesto que el habla determina una divi­ nálisis. Todos los miembros tenían idéntico de­
sión entre el sujeto de la e n u n c ia c ió n y el suje­ recho al voto, lo que significa que la EFP fue ia
to del enunciado. En su seminario de 1964-5, primera organización psicoanalítica verdadera­
Lacan teoriza al sujeto escindido en los térmi­ mente democrática de la historia.
nos de una división entre la verdad y ei saber En la EFP había cuatro categorías de miem­
(véase Ec, 856). bros: M.E. (Membre de l’Écol;, o miembro
simple), A.P. (Analyste Pratiquant), A.M.E.
(Analyste Membre de 1’École), y A.E. (Analys­
ESCUELA (ECOLE, SCHOOL) te de I’École). Los miembros podían tener va­
rios títulos simultáneamente, y a menudo los te­
Cuando Lacan fundó la École Freudienne nían. Quienes solicitaban su ingreso eran
de Paris (EFP), en 1964, después de haber re­ entrevistados por un comité denc minado cardo
nunciado a la Société Fran?aise de Psychanaly- (nombre en latín del gozne en toino al cual gira
se (SFP), decidió llamarla "escuela” por razo­ una puerta) antes de ser admitidos como M.E.
nes precisas. No sólo era la primera vez que Sólo los A.M.E. y los A.E. eran reconoci­
una organización psicoanalítica recibía ese dos como analistas por la escuela, aunque a los
nombre, y no “asociación” o “sociedad”, sino otros miembros no se les prohibía realizar aná­
que el término “escuela” también destacaba el lisis, y podían atribuirse a sí misnos el título de
hecho de que la EFP era un medio para la for­ A.P. para indicar que eran analistas practican­
mación psicoanalítica centrada en una doctrina, tes. El título de A.M.E. se les otorgaba a los
más que una orden institucional que giraba en miembros de la escuela que, a cr terio de un ju­
torno á un grupo de personas importantes. De rado de miembros mayores, demDStraban haber
modo que el empleo mismo de la palabra “es­ realizado el análisis de dos pacie ites de manera
cuela” en el nombre de la EFP indicaba que se satisfactoria; en este sentido, la categoría de
intentaba fundar un tipo de institución psicoa­ A.M.E. era análoga a la de los miembros titula­
nalítica muy distinto de los anteriores. A Lacan res de las otras sociedades psicoanalíticas. El tí­
le interesaba particularmente evitar los peligros tulo de A.E. se otorgaba sobre la base de un
79
W ^ W W w w w v_/

Esquema L

procedimiento muy distinto, que Lacan deno­ á l g e b r a lacaniana, y los vectores muestran la
minó p a s e . El pase fue instituido por Lacan en relación estructural entre esos símbolos. Los es­
1967, como medio para verificar el fin de análi­ quemas pueden verse como la primera incur­
sis, y constituye el rasgo más original de la sión de Lacan en el campo de la t o po l o g ía .
EFP. Otro rasgo original de la EFP fue la pro­ El primer esquema que aparece en la obra
moción de la investigación en pequeños grupos de Lacan es también el que él más usó. Este es­
de estudio denominados c á r t e l e s . quema es designado “L” porque se asemeja a la
En los años finales de la EFP prevaleció lambda mayúscula del alfabeto griego (véase la
una intensa controversia sobre el pase y otras figura 5, tomada de Ec, 53). Lacan introdujo
cuestiones (véase Roudinesco, 1986). En 1980 este esquema en 1955 (S 2,243), y él ocupó un
Lacan disolvió la EFP, y en 1981 creó una nue­ lugar central en su obra por unos pocos años.
va institución en su lugar, la École de la Cause Dos anos después, Lacan reemplazó esta
Freudienne (ECF). Algunos de los miembros versión del esquema por una “forma simplifica­
originales de la EFP siguieron a Lacan a la da” nueva (figura 6, tomada de Ec, 548; véase
ECF, mientras que otros se sumaron a diversos E, 193).
grupos. Algunos de estos grupos existen aún, lo Aunque el esquema L tiene muchas lecturas
mismo que la ECF. posibles, su finalidad principal es mostrar que
la relación simbólica (entre el Otro y el sujeto)
está siempre bloqueada en cierta medida por el
ESQUEMA L (SCÜÉMA L, SCHEMA L) eje imaginario (entre el yo y la im a g e n e s p e c u ­
l a r ). Como tiene que atravesar la imaginaria
Los diversos “esquemas” que comenzaron a “pared del lenguaje”, el discurso del Otro llega
aparecer en la obra de Lacan en la década de al sujeto en una forma interrumpida e invertida
1950 son intentos de formalizar por medio de (véase c o m u n ic a c ió n ). El esquema ilustra en­
diagramas ciertos aspectos de la teoría psicoa­ tonces la oposición entre lo imaginario y lo
nalítica. Todos ellos constan de algunos puntos simbólico, tan fundamental en la concepción
conectados por vectores. Cada punto del esque­ lacaniana del psicoanálisis. Esto tiene impor­
ma es designado por alguno de los símbolos del tancia práctica en la cura, puesto que el analista

(Es) S 9 ........................................y .
© otro

&
/

(yo) a o < o ® Otro

Figura 5. Esquema L
Fuente: Jacques Lacan. Écrits, París, Seuil, 1966.

80
Estadio del espejo

Figura 6. Esquema L (forma simplificada)


Fuente: Jacques Lacan, Écrits, París, Seuil, 1966.

debe habitualmente intervenir en el registro rio básico del esquema L, en el que se basan,
simbólico, y no en el imaginario. De modo que No obstante, a diferencia de éste, que le sirve a
el esquema también muestra la posición del Lacan como punto de referencia c onstante en el
analista en la cura: período de 1954-7, los otros escuemas apare­
cen una sola vez en sus textos. Los últimos (los
Si uno quiere posicionar al analista en este es­ esquemas de Sade) son de 1962, guando los es­
quema de la palabra del sujeto, puede decir que está quemas en general ya habían dejado de desem­
en algún lugar en A. Por lo menos debe estarlo. Si peñar un papel importante en el discurso de La­
entra en el acoplamiento de la resistencia, que es pre­
cisamente lo que se le enseña que no haga, entonces
can, aunque puede decirse que ellos tendieron
habla desde a ’ y se verá a sí mismo en el sujeto. las bases para su trabajo topológico más riguro­
(S3,161-2) so de la década de 1970.

Al posicionar diferentes elementos en los


cuatro loci vacíos del esquema,, éste puede utili­ ESTADIO DEL ESPEJO (STADE
zarse para analizar diversos conjuntos de rela­ DUMIROIR, MIRROR STAGE)
ciones que se encuentran en la cura psicoanalí-
tica. Por ejemplo, Lacan lo usa para analizar las El estadio del espejo (expresión que tam­
relaciones entre Dora y las otras personas de su bién se ha traducido al inglés como “looking-
historia (S4, 142-3; véase Freud, 1905e), y tam­ glass phase” [“fase del espejo’p fue el tema
bién las relaciones entre los diversos personajes del primer aportp oficial de Lacan a la teoría
del caso de la joven homosexual (S4, 124-33; psicoanalítica, cuando propuso e concepto ante
véase Freud, 1920a). el XIV Congreso Psicoanalíticc Internacional
Además de proporcionar un mapa de las re­ de Marienbad en 1936 (el trabajo original de
laciones intersubjetivas, el esquema L también 1936 nunca se publicó, pero en 1949 apareció
representa la estructura intrasubjetiva (en la una versión reescrita). En adelante, el estadio
medida en que una y otra pueden distinguirse del espejo constituyó un punta de referencia
entre sí). Ilustra el descentramiento del sujeto, constante en toda la obra de iiacan. Aunque
puesto que éste no está situado sólo en el punto aparentemente muy simple, este concepto ad­
indicado con la letra S sino sobre todo el esque­ quirió una complejidad crecient¿ en el curso de
ma; “está extendido sobre las cuatro esquinas la producción lacaniana, a medida que Lacan lo
del esquema” (E, 194). retomaba y reelaboraba en diferentes contextos.
Además del esquema L, en la obra de La­ El “test del espejo” fue primjero descrito en
can aparecen otros (el esquema R [véase E, 1931 por Henri Wallqn, psicólogo francés ami­
197]; el esquema I [véase E, 212]; los dos es­ go de LacanTauñque éste atribujye el des'cubri-
quemas de Sade [véase Ec, 774 y Ec, 778]). miento a Baldwin (E, 1). Se trata de un particu­
Todos ellos son transformaciones del cuaterna­ lar experimento que permite diferenciar al
81
Estructura

infante humano de su pariente animal más cer­ experimentado como c u e r po f r a g m e n t a d o ;


cano, el chimpancé. Ej_njjjo de seis meses difie- este contraste es primero 1 le¿Uí3 opor el infante
re del chimpancé de la misma.,edad porque el como una rivalidad con su propia imagen, por­
primero queda fascinado con su.refleja en el es­ que la completud de la imagen amenaza al suje­
pejo, y lo asume jubilosamente como su propia to coneja fragmentación; er'esta3i'6Jwdel espejo
imagen, mientras que el chimpancé comprende suscita de tal modo una tensión agresiva entre
rápidamente que la imagen es ilusoria y pierde el sujeto y la imagen (véase a g r e s iv id a d ). Para
interés en ella. resolvgr esta tensión agresiva, el sujeto seiden-
El concepto lacaniano de estadio del espejo tifíca cón_la.imagen; esta identificación prima­
(a diferencia del “test del espejo” de Wallon) es ria con lo semejante es lo que da forma, aJLy.O.
mucho más que un simple experimento: repre­ El momento de la identificación, en el que el
senta un aspecto fundamental de la estructura sujeto asume su imagen como propia, es descri­
de la subjetividad. Mientras que en 1936-49 to por Lacan como un momento de*júbilo, (E,
Lacan parece verlo como una etapa que puede 1), porque conduce a una sensación imagiriari^
ubicarse en un momento específico del desarro­ de dominio; “el júbilo [del niño] se debe a su
llo del niño, con un principio (a los ssis.-meses) triunfo imaginario al anticipar un grado de
y un fin (a los dieciocho,.meses) (véase E, 5), coordinación muscular que aún no ha logrado
cuando este periodo termina ya encontramos en realidad” (Lacan, 1951b, 15; véase SI, 79),
signos de que el concepto se está ampliando. A No obstante, este júbilo puede ser .también
principios de la década de jr950 Lacan ya no lo acompañado por una reacción^ depresiva, cuan­
considera simplemente un momento de la vida do el niño compara su propia sensación preca­
del infante, sino que también lo ve como repre­ ria de dominio con la ommpotencía de .Ja.madre
sentativo de una estmctura permanente.de^la (Ec” 345f S4," 186). Esta identificación también
subjetividad, paradigma déljórden im a g in a r io ; involucra al yo ideal, que funciona como una
es 'un estacíio"(stade) en el cual el suj etq.es per- promesa de totalidad futura y sostiene al yo en
manentemente, captado. y. cautivado por su pjp- la anticipación.
pía imagen; El estadio del espejo demuestra que el yp,e§
el producto delpnscoNociMibNTO -e indica el si­
[el estadio del espejo es] un fenómeno al cual le asig­ tio donde el sujeto se aliena de sí mismo. Re­
no un valor doble. En primer lugar, tiene valor histó­ presenta lajnte^ucciónjdel sujeto^en éí ordgg
rico pues señala un momento decisivo del desarrollo
mental dej niño. En segundo lugar, tipifica una rela­ imaginarjo. No obstante, tiene también tina di­
ción Hbidinal esencial con la imagen del cuerpo. mensión simbólica importante. Eí orden sim­
(Lacan, 1951b, 14) bólico está presente en la figura del.adulto que
lleva o sostiene al infante. Inmediatamente des­
A medida que Lacan desarrolla el concepto, pués de haber asumido jubilosamente su ima­
el énfasis va cayendo menos en el “valor histó­ gen como propia, el niño vuelve la cabeza ha­
rico”, y más en el.valOT .estmctural. En 1956 di­ cia este adulto, quien representa al gran Otro,
ce: “El estadio del espejo está lejos de ser un como si le pidiera que ratificara., esaámagen
mero fenómeno que se produce en el desarrollo (Lacan, 1962-3, seminario del 28 de noviembre
del niño. Ilustra la naturaleza conflictiva de la de 1962).
relación dual” (S4, 17). El estadio del espejo está también estrecha­
El estadio del espejo describe la fprmaci,ón mente relacionado con el narcisismo, como se
del Yfi.a .través,dei-proceso’áe la identifícación: advierte con claridad en la historia de .Narciso
eí yo es el resultado de identificarse con ía pro­ (en el mito griego, Narciso se enamora de su
pia im a g e n e s p e c u l a r . La clave de este fenó­ propio reflejo).
meno está en él carácter prematuro de la cría
humana: a los seis meses, el bebé carece toda­
vía de coordinación. No obstante, su sistema ESTRUCTURA (STRUCTURE,
visual está relativamente avanzado, lo que sig­ STRUCTURE)
nifica que puede reconocerse en el espejo antes
de haber alcanzado el control de sus movimien­ Cuando Lacan emplea el término “estructu­
tos corporales. La £riatun} ve su propia imagen ra” en sus primeros trabajos de la década de
como un todo (véase QgsTALXX y Ia síntesis de 1930, se refiere a las “estructuras sociales”, por
esta imagen genera una sensación de CLO.fttrastg las cuales entiende un conjunto específico de
con la falta de c^oprdinación del cuerpo, que es relaciones afectivas entre los miembros de la fa-
82
Estructura

f milia. El niño percibe estas relaciones mucho _día aplicarse a un objeto de indagación que no
más profundamente que el adulto, y las interna­ ~era el lenguaje. Lacan fue'considerablemente
liza en el co m plejo (Ec, 89). El término sirve " "iñfíúido por estos tres pensadores, y en tal sen­
como una percha en la que Lacan puede colgar tido se lo puede considerar integrante del movi­
sus propias concepciones de la naturaleza “rela­ miento estructuralista. Sin embargo, él prefiere
cionar’ de la psique, en oposición a las teorías no aparecer asociado a ese movimiento, del que
N atomistas entonces corrientes en psicología (La- dice que su propio enfoque difiere en aspectos
can, 1936).\En adelante la palabra “estructura” importantes (S20, 93). I
0
conserva este sentido de algo intersubjetivo y Junto con las referencias al lenguaje, LacarT\
también intrasubjetivo, representación interna también remite el concepto de estructura a las
s de las relaciones interpersonales. La idea sigue m a t e m á t i c a s , sobre todo a la tebría de los con­

Ii siendo clave en toda la obra de Lacan: su énfa­ juntos y a la t o p o l o g í a . En 195¡6, por ejemplo,
sis en la estructura es un recordatorio constante precisa que “una estructura es en primer lugar
de que lo que determina al sujeto no es alguna un grupo de elementos que forman un conjunto ¡ \
supuesta “esencia”, sino simplemente su posi­ covariante” (S3, 183). Dos anos más tarde
ción con respecto a los otros sujetos v a los . vuelve a vincular el concepto de estructura con
"otros significantes. Y a erTT938 encontramos a la teoría matemática de los conjuntos, y añade !?¡
Lacan sosteniendo que “el defecto más notable una referencia a la topología (Ec, 648-9). En la
de la doctrina analítica” de ese tiempo era que década de 1970, para Lacan lja topología ha
tendía “a ignorar la estructura en favor de un reemplazado al lenguaje como paradigma prin­
enfoque dinámico” (Lacan, 1938, 58). Esto an­ cipal deja estrucmraTolce ente ncesj]U.eüa_to-
ticipa su insistencia ulterior en el orden simbó­ pología no es una mera metátonüdgJaLeslnicjtu-
lico como reino de la estructura que los analis- ra sino la ^trüctjIr,á1msma7 L ^ an . 1973b).
1 tas han ignorado en favor de lo imaginario; “las A menudo se entiende que el concepto de
\ estructurales sociales son simbólicas” (Ec, 132). estructura implica una oposición entre la super­
:
A A medidados de la década de 1950, cuando ficie y la profundidad, entre loa fenómenos di­
| Lacan comienza a reformular sus ideas en tér- rectamente observables y las “estructuras pro­
| minos tomados de la lingüística estructural fundas” que no son objeto del la experiencia
saussureana, la palabra “estructura” queda cada inmediata. Tal parecería ser la cjposición implí­
1 vez más asociada con el modelo deí l e n g u a je cita en la distinción que Lacan traza entre el
| de Saussure. Saussure analizaba el lenguaje (la s í n t o m a (la superficie) y las es t tic turas (la pro­
\ langué) como un sistema en el que no había fundidad). Sin embargo, Lacan no concuerda
| términos positivos sino sólo diferencias (Saus- en que esa oposición esté implícita en el con­
\ sure, 1916,120). Este concepto del sistema, en cepto de estructura (Ec, 649). Por una parte, re­
i el que cada unidad se constituye puramente en chaza el concepto de “fenómenos directamente
| virtud de sus diferencias con las otras unidades, observables”, pues dice que la observación e;
I en adelante pasa a constituir el sentido nuclear siempre teórica. Por otro lado, también rechazí
E del término “estructura” en la obra de Lacan. El la idea de que las estructuras se n de algún mo­
Í lenguaje es la estructura paradigmática, y su cé­ do “profundas” o distantes de \ x experiencia; i
lebre máxima, “El inconsciente está estructura- su juicio están presentes en el campo de la ex­
í do como un lenguaje” es en consecuencia tau- periencia misma: el inconscien :e está en la su­
I tológica, puesto que “estar estructurado” y “ser perficie, y buscarlo en “las profundidades’
\ como un lenguaje” significan lo mismo, equivale a perderlo. Lo mismo jue con mucha:
y El enfoque estructural saussureano de la otras oposiciones binarias, el modelo que La­
/ lingüística fue desarrollado adicionalmente por can prefiere es el de la banda de Moebius; as
I Roman Jakobson, quien elaboró la teoría de los como los dos lados de la banda son en realidac
\ fonemas. El trabajo de Jakobson fue recogido continuos, también la estructura tiene continui­
£ I por el antropólogo francés Claude Lévi-Strauss, dad con los fenómenos.
^ / quien utilizó el modelo fonémico estructural. El rasgo más importante de análisis estruc
q j para an al izar~d ato s cu 1Uirale5;uio^U^>gijísticos- tural no es entonces una supuesta distinción en
como por ejemplo las relaciones de parentesco tre superficie y profundidad sino, como lo de
y los mitos. Esta aplicación del análisis estruc­ muestra Lévi-Strauss en su analisis estructura
tural a la antropología significó el lanzamiento del mito, el descubrimiento de relaciones fija'
del movimiento estructuralista, pues demostró entre loci que están en sí mism ds vacíos (Lévi
que el concepto saussureano de estructura po- Strauss, 1955). En otras palab -as, sean cuale:

Ética

fueren los elementos ubicados en las posiciones seno de cada una de las tres estructuras clínicas
especificadas por una estructura dada, las rela­ principales Lacan distingue varias divisiones.
ciones entre las posiciones siguen siendo las Por ejemplo, dentro de la estructura clínica de
mismas. De modo que los elementos no interac- la neurosis él diferencia dos clases de neurosis
túan sobre la base de propiedades intrínsecas o (la neurosis obsesiva y la histeria, y en la es­
inherentes propias, sino simplemente en virtud tructura clínica de la psicosis distingue la para­
de las posiciones que ocupan en la estructura. noia, la esquizofrenia, y la psicosis maníaco-
Lo mismo que machos otros psicoanalistas, depresiva).
Lacan diferencia tres categorías nosográficas
principales: la n e u r o s is , la psicosis-y la p e r ­
v e r sió n , Su originalidad reside en que él consi­ ÉTICA (ÉTHIQUE, ETHICS)
dera que estas categorías son estructuras, y no
sencillamente colecciones de síntomas. (N.B. Lacan afirma que el pensamiento ético “es­
Lacan prefiere hablar en términos de “estructu­ tá en el centro de nuestro trabajo como analis­
ras freudian as”, más bien que de “estructuras tas” (S7, 38), y dedicó al examen de la articula­
clínicas”, pero esta última expresión es la que ción entre la ética y el psicoanálisis todo un año
actualmente predomina en los escritos de los de su seminario (Lacan, 1959-60). Simplifican­
psicoanalistas lacanianos.) do de algún modo la cuestión, podría decirse
La nosografía lacaniana es un sistema de que los problemas éticos convergen en la cura
clasificación categorial basado en una serie dis­ psicoanalítica desde dos lados: el lado del ana­
creta, y no un sistema dimensional basado e n . lizante y el lado del analista.
un continuum. Las tres principales estructuras Del lado del analizante están el problema
clínicas son por lo tanto mutuamente excluyen- de la culpa y la naturaleza patógena de la moral
tes; un sujeto no puede ser, por ejemplo, neuró­ civilizada. En sus primeros trabajos, Freud
tico y psicótico al mismo tiempo. Estas tres concibe un conflicto básico entre los requeri­
principales estructuras clínicas constituyen to­ mientos de la “moral civilizada” y las pulsio­
das las posiciones posibles del sujeto en rela- nes sexuales esencialmente amorales del suje­
„ ción con el Otro; todo sujeto que se encuentre to. Cuando en este conflicto prevalece la moral
en la cura psicoanalítica puede por lo tanto ser y las pulsiones son demasiado fuertes como pa­
diagnosticado como neurótico, psicótico o per­ ra sublimarlas, la sexualidad se expresa en for­
verso. Cada estructura se distingue por una mas perversas o es reprimida; esta última alter­
operación diferente: la neurosis, por la opera­ nativa lleva a la neurosis. De modo que, a
ción de la represión; la perversión, por la opera­ juicio de Freud, la moral civilizada está en la
ción de la renegación, y la psicosis, por la ope­ raíz de la enfermedad nerviosa (Freud, 1908d).
ración de la forclusión. Lacan sigue a Freud al Freud desarrolló adicionalmente sus ideas so­
sostener que el método clásico de la cura (que bre la naturaleza patógena de la moral en su
involucra la asociación libre y el empleo del di­ teoría de un sentimiento de culpa inconsciente,
ván) es el único apropiado para los sujetos neu­ y en su ulterior concepto del superyó, una ins­
róticos y perversos, pero 09 para los psicóticos. tancia moral interior que se vuelve más cruel a
Cuando los analistas lacanianos trabajan con medida que el yo se somete a sus exigencias
pacientes psicóticos emplean un método de tra­ (Freud, 1923b).
tamiento modificado sustancialmente. Del lado del analista, el problema consiste
Uno de los axiomas fundamentales del psi­ en cómo tratar con la moral patógena y la culpa
coanálisis es que la estructura clínica del sujeto inconsciente del analizante, y también con toda
queda determinada por sus experiencias en los la gama de problemas éticos que pueden surgir
primeros años de vida. En este sentido, el psi­ en la cura.
coanálisis se basa en una “hipótesis del período Estas dos fuentes de problemas éticos le
crítico”: los primeros años de vida del sujeto plantean diferentes interrogantes al analista.
son el período crítico en el cual se determina su Primero, ¿cómo ha de responder el analista
estructura. Aunque no está claro cuánto dura al sentimiento de culpa del analizante? Por cier­
este período, se afirma que después de él la es­ to, no diciéndole que él no es realmente culpa­
tructura clínica queda fijada para siempre, y re­ ble, ni intentando “suavizar, mitigar o atenuar”
sulta imposible cambiarla. Por ejemplo, ni la sus sentimientos de culpa (S7, 3); tampoco ana­
cura ni ningún otro tipo de tratamiento puede lizándolos y haciéndolos desaparecer como una
convertir a un psicótico en un neurótico. En el ilusión neurótica. Por el contrario, Lacan dice
84
j w v_y V_y w O' VJ \J

Etica

que el analista debe tomar en serio el sen­ Primero, la ética tradicional °ira en tomo al
timiento de culpa del analizante, pues en el concepto del Bien, y propone diferentes “bie­
fondo, siempre que el analizante experimenta nes” que compiten entre sí por la posición de
culpa, ello se debe a que, en algún punto, ha ce­ Bien Supremo. Pero la ética psic ^analítica ve el
dido en su deseo. ‘‘Desde un punto de vista Bien como un obstáculo en la senda del deseo;
analítico, lo único de lo que uno puede ser cul­ en psicoanálisis “es necesario un repudio radi­
pable es de haber cedido en su deseo” (S7, cal de un cierto ideal del bien” (S7, 230). La
319). Por lo tanto, cuando el analizante se pre­ ética psicoanalítica rechaza todos los ideales,
senta con un sentimiento de culpa, la tarea del incluso los ideales de “la felicidad” y “la sa­
analista consiste en descubrir dónde el anali­ lud”; el hecho de que la psicología del yo los
zante ha cedido en su deseo. haya adoptado le impide pretem ier que es una
Segundo, ¿cómo ha de responder el analista forma de psicoanálisis (S7, 219 i. Por lo tanto,
a la moral patógena que actúa a través del su- el deseo del analista no puede ser “curar” o
peryó? Podría parecer que la concepción freo- “hacer bien” (S7, 218).
diana de la moral como fuerza patógena impli­ Segundo, la ética tradicior al ha tendido
ca que el analista simplemente tiene que ayudar siempre a vincular el bien al pl icer; el pensa-
al analizante a liberarse de las coacciones mo­ miento moral se ha “desarrolladlo a lo largo de
rales. Sin embargo, aunque esa interpretación las sendas de una problemática esencialmente
pueda encontrar algún respaldo en obras ante­ hedonista” (S7, 221). Pero la ética psicoanalíti­
riores de Freud (Freud, 1908d), Lacan se opone ca no puede adoptar ese enfoque, porque la ex­
firmemente a ella, y prefiere el Freud más pesi­ periencia psicoanalítica revela la duplicidad del
mista de El malestar en la cultura (Freud, placer; hay un límite al placer y. cuando ese lí­
1930a); sostiene categóricamente que “Freud mite se atraviesa, el placer se convierte en do­
no era en modo alguno un progresista” (S7, lor (véase g o c e ).
183). De modo que el psicoanálisis no es sim­ Tercero, la ética tradicional gira en torno a
plemente un ethos libertino. “el servicio de los bienes” (S7, 314) que ante­
Se diría que esto enfrenta al analista con un pone el trabajo y una existencia segura y orde­
dilema moral. Por un lado,, no puede simple­ nada a las cuestiones del deseo; le dice a la
mente alinearse con la moral civilizada, puesto gente que haga aguardar a sus deseos (S7, 315).
que esta moral es patógena. Por otro lado, tam­ La ética psicoanalítica, por otro lado, fuerza al
poco puede adoptar simplemente un enfoque li­ sujeto a enfrentar la relación ent-e sus acciones
bertino opuesto, que de tal modo sigue estando y su deseo en la inmediatez del presente.
en el campo de la moral (véase S7, 3-4). Podría Después de su seminario sobre la ética de-
parecer que la regla de la neutralidad le ofrece 1959-60, Lacan continúa ubicar do los interro­
una salida de este dilema, pero de hecho no es gantes éticos en el corazón de 1í teoría psicoa­
así, pues Lacan señala que no existe ninguna nalítica. Interpreta el solí de la célebre frase de
posición éticamente neutral. Por lo tanto, el Freud, Wo es war, soli Ich werden (“Donde
analista no puede evitar las cuestiones éticas. era ello, debo ser yo”, Freud, 1533a, SE XXII,
En todo modo de dirigir la cura hay implí­ 80) como un deber ético (E, 128) y sostiene
cita una posición ética, sea que el analista lo que el estatuto del inconsciente no es ontoló-
admita o no. Esa posición ética del analista es gico sino ético ( S il, 33). En la década de
más claramente revelada por el modo en que 1970 cambia el énfasis de la ética psicoanalíti­
formula la meta de la cura (S7, 207). Por ejem­ ca, que pasa del interrogante de actuar (“¿Has
plo, las formulaciones de la psicología del yo actuado de acuerdo con tu dese 3?”) al interro­
sobre la adaptación del yo a la realidad impli­ gante de la palabra; se convierte entonces en
can una ética normativa (S7, 302). En oposi­ una ética del “bien decir” (l ’étnique du Bien-
ción a ella, Lacan comienza a formular su pro­ diré) (Lacan, 1973a, 65). No obstante, más
pia ética analítica. que una oposición esto representa, como lo
La ética analítica de Lacan relaciona la ac­ hemos señalado, sólo una diferencia de énfa­
ción con el deseo (véase a c t o ). Lacan la resu­ sis, puesto que para Lacan decir bien es en sí
me en una pregunta: “¿Has actuado de confor­ mismo un acto.
midad con el deseo que te habita?” (S7, 314). Lo que separa el psicoanálisis de la s u g e s ­
Él contrasta esta ética con la “ética tradicional” t ió n es fundamentalmente una posición ética;
(S7, 314) de Aristóteles, Kant y otros filósofos el cimiento del psicoanálisis es i n respeto bási­
morales, en varios terrenos. co por el derecho del paciente a resistirse a la
85
Existencia

dominación, mientras que la sugestión conside­ 179). Ésta es la existencia del sujeto del incons­
ra tal resistencia como un obstáculo que hay ciente, S, que Lacan describe como una “exis­
que aplastar. tencia inefable, estúpida” (E, 194).
Este segundo sentido del término “existen­
cia” es exactamente opuesto a la existencia en
EXISTENCIA {EXISTENCE, el primer sentido. Mientras que la existencia en
EXISTENCE) el primer sentido es sinónimo del s e r en el uso
lacaniano, la existencia en el segundo sentido
El término “existencia” es empleado por se opone al ser.
Lacan de diversos modos (véase Zizék, 1991,
336-7). Lacan acuñó el neologismo ex-sistence para
expresar la idea de que el núcleo de nuestro ser
Existencia en lo simbólico (Kern unseres Wesen) es también radicalmente
Otro, extraño, externo (Ec, 11). El sujeto está
Este sentido de la existencia debe enten­ decentrado, su centro está fuera del mismo, es
derse en el contexto dpi examen por Freud del ex-céntrico. Lacan habla también de la “ex-sis-
“juicio de existencia”, mediante el cual se afir­ tencia (Entstellung) del deseo en el sueño” (E,
ma la existencia de una entidad antes de atri­ 264), puesto que el sueño no puede representar
buirle cualquier cualidad (véase Freud, 1925h, el deseo salvo distorsionándolo.
y b e j a h u n g ). Sólo lo que está integrado en el
orden simbólico “existe" plenamente en este
sentido, puesto que “no existe ninguna reali­ EXTIMIDAD {EXTIMITÉ, EXTIMACY)
dad prediscursiva” (S20, 33). Por esto dice La­
can que “la mujer no existe” (Lacan, 1973a, Lacan acuñó el té r m in o extimité, aplicando
60); el orden simbólico no contiene ningún el prefijo ex (de exte ríe ur, “exterior”) a la pala­
significante de la feminidad, y por lo tanto la bra francesa intimité (“intimidad”). El neolo­
posición femenina no puede ser’ plenamente gismo resultante, que puede traducirse como
simbolizada. “e x tim id a d ” , expresa bien el modo en que el
Es importante observar que, en el orden psicoanálisis problematiza la oposición entre lo
simbólico, “Nada existe salvo sobre un funda­ interno y lo externo, entre contenedor y conte­
mento asumido de ausencia. Nada existe salvo nido (véase S7, 139). Por ejemplo, lo real está
en la medida en que no existe” (Ec, 392). En tanto dentro como fuera, y el inconsciente no
otras palabras, todo lo que existe en el orden es un sistema psíquico p u ra m en te interior sino
simbólico sólo existe en virtud de su diferencia u n a estructura inteT su b jetiva (“el inconsciente
con todo lo demás. Fue Saussure quien primero está fuera”). Asimismo, el Otro es “algo extra­
lo señaló, al sostener que en el lenguaje no hay ño a mí, aunque está en mi núcleo” (S7, 71).
términos positivos, sino sólo diferencias (Saus­ Además, el centro del sujeto está fuera; el suje­
sure, 1916). to es ex-céntrico (véase E, 165, 171). La es­
tructura de la extimidad se expresa perfecta­
La existencia en lo real mente en la topología del t o r o y de la b a n d a
d e M o e b iu s .
En este sentido, sólo existe lo que es impo­ El concepto de extimidad ha sido desarro­
sible de simbolizar: la Cosa imposible está en llado adicionalmente por Jacques-Alain Miller
el núcleo del sujeto. “Hay en efecto algo radi­ ■en su seminario de 1985-6 (véase el resumen de
calmente inasimilable al significante. Es sim­ este seminario y otros artículos relacionados en
plemente la existencia singular del sujeto” (S3, Bracher y otros, 1994),

86
FACTOR C [FACTEUR C, FACTOR C) en que la criatura (varón o niña) sólo conoce un
órgano genital: el pene.
Lacan acuñó la expresión “factor c’\ en un En general, Lacan prefiere emplear el tér­
congreso psiquiátrico realizado en 1950. El mino “falo”, y no “pene”, para subrayar el he­
factor c es “la característica constante de cual­ cho de que lo que le interesa a la teoría psicoa­
quier medio cultural dado” (E, 37); intenta de­ nalítica no es el órgano genital masculino en su
signar esa parte del orden simbólico que indica realidad biológica, sino el papel :|ue este órga­
los rasgos particulares de una cultura en tanto no desempeña en el fantasma. Po - lo tanto, sue­
opuesta a otra (la letra c representa “cultura”). le reservar el término “pene” para el órgano
Aunque sería interesante especular sobre las biológico, y “falo” para las funciones imagina­
aplicaciones posibles de este concepto a la in- ria y simbólica de ese órgano.
terrelación entre los diferentes medios cultura­ Si bien esta distinción terminológica no se
les y el psicoanálisis, Lacan da sólo un ejem­ encuentra en Freud, responde a \n lógica implí­
plo del factor e; dice que ahistoricismo es el cita en las formulaciones freudianas sobre el
factor c de la cultura de Estados Unidos (véase pene. Por ejemplo, cuando Freud habla de la
E, 37 y E, 115). El “modo de vida norteameri­ equiparación simbólica del pene y el bebé, que
cano” gira en torno a significantes tales como le permite a la niña apaciguar su envidia del pe­
"felicidad”, “adaptación”, “relaciones huma­ ne teniendo un hijo, está claro qu^ no se refiere
nas” e “ingeniería humana” (E, 38), Lacan en­ al órgano real (Freud, 1917c). Podría sostener­
tiende que el factor c de la cultura de Estados se, entonces, que la innovación terminológica
Unidos es particularmente antitético al psicoa­ de Lacan sencillamente aclara ciertas distincio­
nálisis, y lo ve en gran medida como responsa­ nes que ya estaban implícitas en la obra de
ble de los errores que han acosado a la teoría Freud.
psicoanalítica en ese país (por ejemplo, la p s i ­ Aunque no prominente en la obra de Lacan
c o l o g ía d e l y o ). anterior a mediados de la décaca de 1950, el
término “falo” ocupó un lugar de importancia
creciente en su discurso ulterior. E l falo desem­
FALO (PHALLUS, PHALLUS) peña un papel central en el co m plejo d e E dipo
y también en la teoría de la d if e r e n c ia s e x u a l .
La obra de Freud abunda en referencias al
pene. Dice Freud que los niños de ambos sexos El falo y el complejo de Edipo
atribuyen gran valor al pene, y el descubrimien­
to por ellos de que algunos seres humanos no El falo es uno de los tres lementos del
tienen pene genera importantes consecuencias triángulo imaginario que constlf:uye la f a s e
psíquicas (véase c o m p l e j o d e c a s t r a c i ó n ). N o p r e e d íp ic a . Es un objeto imaginanio que circula
obstante, el término “falo” aparece muy pocas entre los otros dos elementos, la madre y el ni-
veces en los textos freudianos, y en esos casos ño (S3, 319). La madre desea e:ste objeto y el
es utilizado como sinónimo de “pene”. Freud niño trata de satisfacer el deseo de ella, identifi-
usa con más frecuencia el adjetivo “fálico” o cándose con el falo, o con la m,a¡dre fálica. En
“fálica”, como en la expresión “fase fálica”, pe­ el complejo de Edipo, el padre in erviene como
ro tampoco en este caso hay una distinción ri­ un cuarto término en este triángul o imaginario,
gurosa entre las palabras “falo” y “pene”, pues­ castrando al niño; es decir, le h ' ce imposible
to que la fase fálica es una etapa del desarrollo identificarse con el falo imaginar] o. El niño tie-
, ne entonces que optar entre aceptar su castra­ triángulo, de algo placiente a algo que provoca
ción (aceptando que él no puede ser el falo de angustia (S4, 225-6; S4, 341). El interrogante
la madre) o rechazarla. que plantea el complejo de Edipo es dónde está
ubicado ei falo real; la respuesta necesaria para
El falo y la diferencia sexual la resolución de. este complejo es que está ubi­
cado en el padre real (S4, 281). En el álgebra
Lacan dice que tanto los varones como las lacaniana, el falo real es representado por la le­
niñas tienen que asumir su castración, en el tra n.
sentido de renunciar a la posibilidad de ser el
falo de la madre; esta “relación con el falo [...] El falo imaginario
se establece con independencia de las diferen­
cias anatómicas de los sexos” (E, 282). La re­ Cuando Lacan introdujo por primera vez la
nuncia por ambos sexos a la identificación con distinción entre pene y falo, este último era un
el falo imaginario pavimenta el camino a una objeto imaginario (S4, 31): la “imagen del pe­
relación con el falo simbólico, diferente para ne” (E, 319), el pene imaginado como un obje­
uno y otro sexo; el hombre tiene el falo simbó­ to parcial que puede ser separado del cuerpo
lico (o, más precisamente, “no es sin tenerlo” mediante la castración (E, 315), la “imagen fá-
[il n ’est pas sans Vavoir]), pero la mujer no. lica” (E, 320). El falo imaginario es percibido
Esto se complica por el hecho de que el hombre por el niño en la fase preedípica como el objeto
sólo puede reclamar el falo simbólico con la del deseo de la madre, como lo que ella desea
condición de que haya asumido su propia cas­ más allá del niño; el niño trata entonces de
tración (ha renunciado a ser el falo imaginario), identificarse con ese objeto. El complejo de
y también por el hecho de que la falta de falo Edipo y el complejo de castración suponen la
simbólico en la mujer es asimismo una especie renuncia a este intento de ser el falo imaginario.
de posesión (S 4 ,153). El falo imaginario se escribe en el álgebra laca­
El estatuto del falo, ¿es real, imaginario o niana con la letra 9 (fí minúscula), que también
simbólico? Lacan habla del falo real, el falo representa la significación fálica. La castración
imaginario y el falo simbólico. se escribe -cp (menos fi minúscula).

El falo real El falo simbólico

Como ya hemos observado, Lacan utiliza El falo imaginario que circula entre la ma­
habitualmente el término “pene” para designar dre y el niño sirve para instituir la primera dia­
el órgano biológico real, y reserva la palabra léctica en la vida de la criatura; aunque ésta es
“falo” para las funciones imaginaria y simbóli­ una dialéctica imaginaria, prepara el camino
ca de ese órgano. Pero no siempre mantiene es­ que conduce a lo simbólico, puesto que se hace
te uso, y ocasionalmente emplea la expresión circular un elemento imaginario casi como si
“falo real” para referirse al órgano biológico, o fuera un significante (el falo se convierte en un
las expresiones "falo simbólico” y “pene sim­ “significante imaginario”). Las formulaciones
bólico” como si fueran sinónimas (S4, 153). lacanianas sobre el falo imaginario en el semi­
Esta aparente confusión y este deslizamiento nario de 1956-7 son acompañadas por la afir­
semántico ha llevado a algunos comentadores a mación de que el falo es también un objeto
sostener que la supuesta distinción entre el falo simbólico (S4, 152) y de que el falo es un sig­
y el pene es en realidad muy inestable, y que nificante (S4, 191). La idea del falo como sig­
“el concepto de falo es la sede de una regresión nificante es retomada y elaborada en el semina­
hacia el órgano biológico” (Macey, 1988,191). rio de 1957-8, y en adelante se convierte en el
Si bien el falo imaginario y el falo simbóli­ elemento esencial de la teoría lacaniana del fa­
co son examinados más extensamente por La­ lo. El falo es descrito como “el significante del
can que el falo real, él no ignora por completo a deseo del Otro” (E, 290) y como el significante
este último. Por el contrario, el pene real tiene del goce (E, 320).
¡ un papel importante en el complejo de Edipo Estas ideas son enunciadas de modo más
j del varón, pues precisamente a través de él se definitivo en el ensayo titulado “La significa­
| hace sentir la sexualidad en la masturbación in- ción del falo” (Lacan, 1958c):
j fantil; esta intrusión de lo real en el triángulo
| preedípico imaginario es lo que transforma ese El falo no es un fantasma, si por esto entendemos
Falta

un efecto imaginario. Tampoco es como tal un objeto troversias. Las objeciones al concepto lacania-
(parcial, interno, bueno, malo, etcétera). Menos aún no pueden clasificarse en dos grupos principa­
es el órgano, pene o clitoris, que simboliza [...) El fa­ les.
lo es un significante [...] Es el significante destinado Primero, algunas autoras feministas (por
a designar como un todo los efectos del significado. ejemplo Grosz, 1990) han sostenido que la po­
(E, 285)
sición privilegiada que Lacan le otorga al falo
Mientras que el complejo de castración y el significa que se limita a repetir los gestos pa­
complejo de Edipo giran en tomo al falo imagi­ triarcales de Freud. Otras feministas han defen­
nario, la pregunta por la diferencia sexual gira dido a Lacan, sosteniendo que su distinción en­
en tomo a] falo simbólico. El falo no tiene nin­ tre el falo y el pene proporciona un modo de
gún significante femenino que le corresponda; explicar la diferencia sexual irreductible a la
“el falo es un símbolo para el que no hay ningún biología (por ejemplo, Mitchell y Rose, 1982).
correlato, ningún equivalente. Se trata de una La segunda objeción principal al concepto
cuestión de asimetría en el significante” (S3, lacaniano del falo es la formulada por Jacques
176). Tanto el sujeto masculino como el feme­ Derrida (Derrida, 1975), de la que sje han hecho
nino asumen su sexo a través del falo simbólico. eco otros autores. Derrida dice que, a pesar de
A diferencia del falo imaginario, el falo sim­ las protestas lacanianas de antitrascendentalis-
bólico no puede negarse, pues en el plano rao, el falo aparece como un elemento trascen­
simbólico una ausencia es una entidad tan posi­ dental y opera como una garantía ideal del sen­
tiva como una presencia (véase E, 320). Incluso tido. ¿Cómo podría haber un ‘^significante
de la mujer, que carece de falo simbólico en privilegiado” -se pregunta Derriaa-, si todo
cierto sentido, puede decirse que también lo po­ significante es definido sólo por sus diferencias
see, puesto que no tener lo simbólico es en sí con los otros significantes? En otras palabras,
mismo una forma de tener (S 4 ,153). A la inver­ el falo reintroduce la metafísica de la presencia;
sa, la asunción del falo simbólico por el hombre Derrida la denomina “logocentrisno”, y con­
sólo es posible sobre la base de la asunción an­ cluye que, articulando el logocentr smo con el
terior de su propia castración. falocentrismo, Lacan ha creado un sistema de
A continuación, en 1961, Lacan afirma que pensamiento falogocéntrico.
el falo simbólico es lo que aparece en el lugar
de la falta del significante en el Otro (S 8,278-
81). No es ningún significante ordinario sino la FALTA (MANQUE, LACK)
presencia real del deseo en sí (S8, 290). En
1973 dice que el falo simbólico es “el signifi­ En la obra de Lacan, el término “falta”
cante que no tiene significado” (S20, 75), siempre está relacionado con el d e s e o . Es una
En el álgebra lacaniana el falo simbólico se falta que causa el surgimiento del dfeseo (véase
escribe <E>. No obstante, Lacan les advierte a sus S 8, 139). Sin embargo, la naturaleza precisa de
discípulos que podrían perder de vista la com­ lo que falta varía en el curso de su enseñanza.
plejidad de este símbolo si lo identifican senci­ Cuando el término aparece pjar primera
llamente con el falo simbólico (S8, 296). Este vez, en 1955, la falta designa primero y princi­
símbolo se entiende más correctamente como palmente una falta de s e r (en este punto hay
designación de “la función fálica” (S8, 298). A estrechos paralelos con Sartre, véase Sartre,
principios de la década de 1970, Lacan incor­ 1943). Lo que se desea es el ser mismo. “El de­
pora este símbolo de la función fálica en sus seo es una relación del ser con la falta. La falta
fórmulas de la sexuación. Utilizando la lógica es la falta de ser, propiamente hablando. No es
de los predicados para articular los problemas la falta de esto o aquello sino la faltA de ser por
de la diferencia sexual, idea dos fórmulas de la lo cual el ser existe” (S2, 223). Lacan vuelve a
posición masculina y dos fórmulas de la posi­ este tema en 1958, cuando dice que ¡el deseo es
ción femenina. Estas cuatro fórmulas giran en la metonimia de la falta de ser (manque á étre\
tomo a la función fálica, que en este caso equi­ Sheridan traduce “want to be" [anhelar ser], y
vale a la función de la castración. Schneiderman, "want o f being” [anhelo de ser];
véase E, 259). La falta de ser del sujeto es “el
Críticas a Lacan núcleo de la experiencia analítica” y! “el campo
mismo en el cual se despliega la pasión del
Entre todas las ideas de Lacan, su concepto neurótico" (E, 251). Lacan contrasta la falta de
del falo es quizá la que ha suscitado más con­ ser, relacionada con el deseo, con la falta de te-
89
•> O ' O Oj O1 O O O' O O O O O V_’ w

Fantasma

AGENTE FALTA OBJETO

Padre real Castración simbólica Falo imaginario

Madre simbólica Frustración imaginaria Pecho real

Padre imaginario Privación real Falo simbólico

Figura 7. Ta b la de ios tres tip os de falta de objeto


Fuente: Jacques Lacan, Le Séminaire. Livre IV. La relation d ’objet,
est. por Jacques-AIain Miller, París, Seuíl, 1994.

ner (manque a avoir) que se relaciona con la concepción del fantasma es insostenible en )a
demanda (Ec, 730). teoría psicoanalítica, puesto que no se considera
En 1956 la falta pasa a designar la falta de que la realidad sea un dato no problemático que
un objeto. Lacan diferencia tres tipos de falta, sólo cabe percibir de un único modo objetiva-
según la naturaleza del objeto faltante, como se mente correcto; para el psicoanálisis, la realidad
ve en la figura 7 (tomada de S4, 269), en sí misma es construida discursivamente. Por
Entre estas tres formas de falta, la castra- lo tanto, el cambio de idea de Freud en 1897 no
ción es la más importante desde el punto de significa negar la veracidad de todos los recuer-
vista de la experiencia analítica, y la palabra dos de abuso sexual, sino el descubrimiento de
“falta” tiende a convertirse en sinónimo de cas- la naturaleza fundamentalmente" discursiva^ e
tración (véase co m plejo d e c a st r a c ió n ). imaginativa de la memoria; los recuerdos de
En 1957, cuando Lacan introduce el sím- acontecimientos pasados reciben continuamente
bolo algebraico del Otro barrado (A), la falta nuévas formaren concordancia conJos'Heseos
pasa a designar la falta de un significante en el inconscientes, ai punto de que los smtótrias no
Otro. Aparece el símbolo S($) para designar se originan en supuestos “hechos objetivos” si-
“el significante de la falta en el Otro”. Por más no en una dialéctica compleja en la cual el fan-
significantes que se añadan a la cadena signifi- tasma desempeña un papel vital. De modo que
cante, ella es siempre incompleta; le falta Freud emplea el término “fantasma” para desig-
siempre el significante que podría completarla, nar una escena que se presenta a la imaginación
Este “significante que falta” (que se escribe -1 y que dramatiza un deseo inconsciente. El suje-
en el álgebra lacaniana) es constitutivo del su- to invariablemente desempeña un papel en esta
jeto. escena, incluso cuando esto no sea evidente. La
escena fantasmatizada puede ser consciente o
inconsciente. Cuando es inconsciente, el analis-
FANTASMA (FANTASME, FANTASY) ta debe reconstruirla sobre !a base de indicios
(véase Freud, 1919e).
El concepto de fantasma (en inglés fantasy, Si bien Lacan acepta las formulaciones de
pero escrito phantasy en la Standard Edition) es Freud sobre la importancia del fantasma y acer-
central en la obra de Freud. Por cierto, el origen ca de su cualidad visual como guión que esce-
del psicoanálisis está vinculado al reconocí- nifica el deseo, él pone énfasis en la función
miento por Freud en 1897 de que los recuerdos protectora. Compara la e s c e n a fantasmatizada
de seducción son a veces producto del fan tas- con la imagen detenida sobre una pantalla cine­
ma, y no huellas de un abuso sexual real. Este matográfica; así como es posible detener la pe-
momento crucial en el desarrollo del pensa- lícula en un cierto punto para evitar una escena
miento freudiano (a menudo denominado de traumática que viene a continuación, también la
modo simplista “abandono de la teoría de la se- escena fantasmatizada es una defensa que vela
ducción”) parece implicar que el fantasma se la castración (S4, 119-20). El fantasma se ca-
opone a la realidad, que impide percibirla de racteriza entonces por una cualidad fija e in-
modo correcto, que es un producto puramente móvil.
ilusorio de la imaginación. Sin embargo, ésa Aunque el “fantasma” sólo aparece como
90
Fase preedipica

término significativo en la obra de Lacan desde Aunque Lacan reconoce el podbr de la ima­
1957 en adelante, el concepto de un modo rela­ gen en el fantasma, insiste en que 10 se debe a
tivamente estable de d e f e n s a es evidente desde una cualidad intrínseca de la imagen en sí, sino
antes (véase, por ejemplo, la observación de al lugar que ocupa en una estructura simbólica;
1951 sobre “los modos permanentes mediante la estructura es siempre “una imagen puesta a
los cuales el sujeto constituye sus objetos”; Ec, trabajar en una estructura significante” (E,
225). Este concepto está en las rafees de la idea 272). Lacan crítica la explicación deiniana del
lacaniana del fantasma y de la concepción laca- fantasma porque no toma totalmente en cuenta
niana de la estructura clínica; uno y otra son esta estructura simbólica, y por lo tanto se que­
concebidos como modos relativamente.Mtab.les da en el nivel de lo imaginario; “ :ualquier in­
de defenderse, deJáj£asXrácÍoñ. de j§_faltajeiLfil tento de reducir [el fantasma] a la imaginación
Cira Cada estructura clínica tiene entonces que [...] es una equivocación permanente” (E, 272).
distinguirse por la manera particular en que En la década de 1960, Lacan dedica todo un
emplea una escena fantasmatizada para velar la año de su seminario a examinar lo que él deno­
falta en el Otro. El fantasma neurótico, que La­ mina “ía lógica del fantasma” (La:an, 1966-7),
can formaliza con el materna ($ 0 a), aparece subrayando una vez más la importancia de la
en el grafo del deseo como la respuesta del su­ estructura significante.
jeto al deseo enigmático del Otro, un modo de
hacer la pregunta sobre qué es lo que el Otro
quiere de mí (Che vuoi?) (véase E, 313). El FASE PREEDÍPICA (STADE
materna se lee como “el sujeto barrado en rela­ PRÉCEDIPIEN, PREOEDIPAL PHASE)
ción con el objeto”. El fantasma perverso in­
vierte esta relación con el objeto, y por lo tanto La fase preedipica es ei períoc o de desarro­
se formaliza como a 0 $ (Ec, 774). llo psicosexual anterior a la forma :ión del c o m ­
Aunque el materna ($ 0 á) designa la es­ plejo d e E d ip o . El término aparece muy tarde
tructura general del fantasma neurótico, Lacan en la obra de Freud, en el contexto de su exa­
proporciona también fórmulas más específicas men de la sexualidad femenina (Freud, 1931b).
para el fantasma del histérico y el neurótico ob­ Antes de Lacan, la fase preedipica se repre­
sesivo (S8, 295). Si bien estas diversas fórmu­ sentaba habitualmente como upa re l a c ió n
las indican los rasgos comunes de los fantas­ DUAL entre la madre y el niño, antes de que
mas de quienes comparten la misma estructura cualquier tercer término pudiera mediarla. Sin
clínica, el analista debe también prestar aten­ embargo, Lacan dice que ese encoque tiene la
ción a los rasgos singulares que caracterizan el desventaja de hacer este concepto impensable
guión fantasmático particular de cada paciente, en la teoría psicoanalítica. El psicoanálisis trata
Estos rasgos únicos expresan el modo de g o c e exclusivamente con la estructura!, lo qué exige
peculiar del sujeto, aunque de una manera dis­ un mínimo de tres términos, y por lo tanto una
torsionada. La distorsión evidente en el fantas­ fase preedipica representada como una relación
ma lo signa como una formación de compromi­ puramente dual “no puede concebirse en térmi­
so; el fantasma es lo que le permite al sujeto nos analíticos” (C, 197). El niño nunca está
sostener su deseo (S il, 185; Ec, 780) y tam­ completamente solo con la madre, puesto que
bién “aquello por lo cual el sujeto se sostiene a siempre hay un tercer término (S4, 240-1).
sí mismo en el nivel de su deseo que desapare­ En consecuencia, cuando Lacan habla de
ce” (E, 272, las cursivas son nuestras). una fase preedipica, no la presenta como una
Lacan sostiene que más allá de la miríada de relación dual sino como un triar guio (S4, 81).
imágenes que aparecen en los sueños y en otras El tercer elemento del triángulo preedípico, que
partes, hay siempre un "fantasma fundamenta!” media la relación dual entre la n adre y el hijo,
que es inconsciente (véase S 8 ,127). En el curso es el f a l o , un objeto imaginario }ue circula en­
de la cura, el analista reconstruye el fantasma tre ellos en una serie de intercambios. En el se­
del analizante con todos sus detalles. Sin embar­ minario de 1957-8 Lacan habla c e este triángu­
go, el tratamiento no se detiene allí; el analizan­ lo imaginario, no como de una fase preedipica,
te debe continuar hasta “atravesar él fantasma sino como del primer “tiempo” del complejo de
fundamental” (véase S il, 273). En otras pala- Edipo.
bras, la cura debe producir alguna modificación Sea que se lo describa comb preedípico o
del modo de defensa fundamental del sujeto, al­ como un momento del complejo tie Edipo en sí,
guna alteración en su modo de goce. el triángulo imaginario de mad e, niño y falo
Fetichismo

aparece cuando el infante percibe una falta en conducta sexual, definiendo el fetichismo como
la madre. El ñiño comprende que la madre no una p e r v e r sió n sexual en la cual la excitación
queda completamente satisfecha con él solo, si­ depende de modo absoluto de la presencia de
no que desea alguna otra cosa (el falo). un objeto específico (el fetiche). Ésta es la defi­
La criatura trata entonces de ser el falo para nición que Freud y la mayoría de los otros estu­
la madre, lo que lo lleva a un juego seductor de diosos de la sexualidad adoptaron en adelante.
señuelos, en el cual el niño “no está nunca real­ El fetiche es por lo general un objeto inanima­
mente en el lugar donde está, y no está nunca do, por ejemplo un zapato o una prenda interior.
completamente ausente del lugar donde no es­ Freud sostenía que el fetichismo (conside­
tá” (S4, 193; véase S4, 223-4). En el seminario rado una perversión casi exclusivamente mas­
de 1956-7 Lacan analiza el caso de Juanito culina) se origina en el horror del niño ante la
(Freud, 1909b) y muestra que, por un cierto castración femenina. Confrontado con la falta
lapso, este juego es satisfactorio para el niño; de pene de la madre, el fetichista reniega esta
dice que en ese paraíso preedípico no hay nada falta y encuentra un objeto (el fetiche) como
intrínseco que le ponga fin (S4, 226). Sin em­ sustituto simbólico del pene fallante (Freud,
bargo, en cierto punto interviene alguna otra 1927e), En el primer enfoque por Lacan dél te­
cosa, que introduce en el juego una nota discor­ ma del fetichismo, en 1956, sostiene que se tra­
dante de angustia. Esta “alguna otra cosa” es el ta de un área de estudio particularmente impor­
primer despertar del deseo, que se manifiesta tante, y lamenta que sea desatendida por sus
en la masturbación infantil (S4, 225-6). Tal in­ contemporáneos. Subraya que la equivalencia
tervención del órgano real transforma el trián­ entre el fetiche y el f a l o materno sólo puede
gulo imaginario en un juego mortal, una tarea entenderse con referencia a las transformacio­
imposible en la cual el niño cae por completo nes lingüisticas, y no a “vagas analogías en el
víctima del deseo arbitrario de la madre devora- campo visual”, como por ejemplo la compara­
dora omnipotente (S4, 69, 165). El niño sólo ción entre las pieles y el vello púbico (Lacan,
puede ser salvado de este juego mortífero por la 1956b, 267). En apoyo de esta argumentación,
intervención del padre como cuarto término, el cita el análisis realizado por Freud de la frase
padre que legítimamente reclama la posesión “Glanz auf der Nase” (véase Freud, 1927e).
del falo, sobre la base de una ley simbólica. En los años siguientes, mientras Lacan de-,
Para Lacan, el interés de la fase preedípica sarrolla su distinción entre el pene y el falo, po­
no reside sólo en su función de preparar el ca­ ne énfasis en que el fetiche es un sustituto de
mino para el complejo de Edipo, sino también este último, y no del primero. También amplía
en el hecho de que todas las perversiones se el mecanismo de la RENEGAcróN, haciendo de él
originan en ella (S 4,193). La p e r v e r s ió n siem­ la operación constitutiva de la perversión en ge­
pre involucra algún tipo de identificación con neral, y no sólo de la perversión fetichista. No
otro término del triángulo edípico, sea la ma­ obstante, conserva la idea freudiana de que el
dre, el falo imaginario, o ambos, como en el fe­ fetichismo es una perversión exclusivamente
tichismo. masculina (Ec, 734) o, por lo menos, extrema­
damente rara entre las mujeres (S4, 154).
En el seminario de 1956-7, Lacan elabora
FETICHISMO (FÉTICHISME, una importante distinción entre el objeto fetiche
FETISHISM) y el objeto fóbico; mientras que el fetiche es un
sustituto simbólico del falo fallante de la ma­
El término “fetiche” adquirió una amplia di­ dre; el objeto fóbico es un sustituto imaginario
fusión en el siglo XVIII, en el contexto del es­ de la castración simbólica (véase f o b i a ) . L o
tudio de las “religiones primitivas”, como de­ mismo que todas las perversiones, el fetichismo
signación de un objeto inanimado de culto tiene sus raíces en el triángulo preedípico de
(etimología que Lacan considera importante; madre-hijo-falo (S4, 84-5, 194). No obstante,
S 8, 169). En el siglo XIX, Marx tomó la pala­ es único en el sentido de que involucra al mis­
bra para describir el modo en que, en las socie­ mo tiempo la identificación con la madre y con
dades capitalistas, las relaciones sociales adop­ el falo imaginario; por cierto, en el fetichismo
tan la forma ilusoria de relaciones entre cosas el sujeto oscila entre estas dos identificaciones
(“fetichismo de la mercancía”). Fue Krafft- (S4, 86, 160).
Ebing quien, en la última década de ese mismo El enunciado de Lacan de 1958 en cuanto a
siglo, aplicó por primera vez este término a la que el pene “adquiere el valor de un fetiche”
92
'-V '-y V_y \J \J ' J \J '. J \J \J \_J 'y ) \J '.J '

Filosofía

para las mujeres heterosexuales, plantea unas te a algunas obras de Platón, sobre todo E l ban­
cuestiones interesantes (E, 290). En primer lu­ quete , al que dedica una gran parte ae su semi­
gar, invierte la concepción freudiana del feti­ nario de 1960-1.
chismo; en lugar de ser el fetiche un sustituto
simbólico del pene real, el pene real puede con­ Aristóteles
vertirse en un fetiche al sustituir al falo simbó­
lico ausente en la mujer. En segundo término, Lacan examina la tipología aristiqtéHca de la
cuestiona la afirmación (realizada tanto por causación en su seminario de 1964 (véase
Freud como por Lacan) de que el fetichismo es a z a r ), y la lógica aristotélica en el seminario
extremadamente raro entre mujeres. Si el pene de 1970-1.
puede considerarse un fetiche, el fetichismo es­
tá sin duda más difundido entre las mujeres que Descartes
entre los hombres.
En la obra de Lacan abundan las referencias
a Descartes, puesto que considera la filosofía
FILOSOFIA (PHILOSOPHIE, del c o g it o como resumen del núcleo mismo de
PHILOSOPHY) la psicología del hombre moderno (S2, 6). El
concepto lacaniano del sujeto supon 2 al mismo
Freud consideraba la filosofía como una de tiempo al sujeto cartesiano (en su intsnto de pa­
las grandes instituciones culturales, junto con el sar de la duda a la certidumbre) y también la
arte y la religión, el sello de un estado de la ci­ subversión de ese sujeto.
vilización altamente desarrollado. Pero veía la
relación entre la filosofía y el psicoanálisis en K ant
términos ambiguos. Por un lado, le acreditaba a
ciertos filósofos (por ejemplo Empédocles y Es la filosofía moral de Kant (la. Crítica de
Nietzsche) que hubieran anticipado de un modo la razón práctica) lo que más le interesa a La­
puramente intuitivo lo que los psicoanalistas can, y la examina extensamente en su semina­
sólo llegaron a descubrir mediante investiga­ rio sobre la ética (1959-60) y en su ensayo
ciones laboriosas (Freud, 1914d, SE XIV, 15- “Kant con Sade” (1962). Utiliza el imperativo
16). Por otra parte, criticó repetidamente a los categórico de Kant para arrojar li z sobre el
filósofos por equiparar la psique con la con­ concepto freudiano del superyó.
ciencia, excluyendo de este modo el incons­
ciente sobre una base puramente apriórica Hegel
(Freud, I925e [1924], SE XIX, 216-17), y ade­
más asemejó los sistemas filosóficos a los deli­ Lacan asistió a una serie de conferencias
rios paranoicos (Freud, 1912-13; SE XIII, 73). sobre Hegel impartidas por Alexan jre Kojéve
En la obra de Lacan hay también una rela­ en 1933-9 en la École des Hautes Eludes (estas
ción ambivalente entre el psicoanálisis y la fi­ conferencias fueron más tarde reunidas y publi­
losofía. Por una parte, Lacan opone el psicoa­ cadas por Raymond Queneau; véa'se Kojéve,
nálisis a las explicaciones totalizadoras de los 1947). La influencia de esas conferencias sobre
sistemas filosóficos (Si, 118-19; S il, 77), y la obra de Lacan, sobre todo en les primeros
vincula la filosofía al discurso del a m o , lo i n ­ trabajos, fue inmensa, y siempre q ie Lacan se
verso del psicoanálisis (S20, 33). Por otro la­ remite a Hegel en realidad tiene ejn mente la
do, la obra de Lacan está llena de referencias lectura hegeliana de Kojéve. De Hegel, Lacan
filosóficas; por cierto, éste suele considerarse toma (entre otras cosas) el énfasis eT los modos
uno de los rasgos que distinguen a Lacan de dialécticos del pensamiento, el conc spto de AL­
otros pensadores psicoanalíticos. Los filósofos MA b e l l a , la dialéctica del a m o y e esclavo, y
con más frecuencia citados por él son los si­ la distinción entre el d e s e o animal y el d e se o
guientes. humano.

Platón Heidegger

Lacan compara a menudo el método psi- Lacan llegó a tener una amista d personal
coanalítico con los diálogos socráticos (véase con Heidegger; lo visitó y tradujo algunas de
d ia l é c t ic a ). También s e refiere específicamen­ sus obras. La influencia de Heidegger en la
93
V_' w w 'w' vy

Fin de análisis

obra de Lacan es visible en las discusiones me­ Lacan concibe este punto final de diversos
tafísicas sobre e] s e r , y en la distinción entre la modos.
p a l a b r a plena y la palabra vacía. 1. A principios de la década de 1950, el fin
de análisis es descrito como “el advenimiento
Éstos son sólo los filósofos a los que Lacan de una palabra verdadera y la comprensión por
se remite con mayor frecuencia; también exa­ el sujeto de su historia” (E, 88) (véase p a l a ­
mina la obra de muchos otros, como San Agus­ b r a ). “El sujeto [...] comienza el análisis ha­
tín, Spinoza, Sartre, etcétera. blando de sí mismo sin hablarle a uno, o ha­
La obra de Lacan aborda muchas escuelas blándole a uno sin hablar de sí mismo. Cuando
filosóficas y áreas de indagación. En sus prime-’ puede hablarles a ustedes sobre él mismo, el
ros trabajos se inclina hacia la fenomenología, análisis habrá concluido” (Ec, 373, n.l). El fin
y en 1936 presenta incluso una “descripción fe- de análisis es también descrito como concillar­
nomenológica de la experiencia psicoanalítica” se con la propia condición de mortal (E, 104-5).
(Ec, 82-5), pero más tarde se opone por com­ 2. En 1960 Lacan describe el fin de análisis
pleto a esa escuela, y en 1964 realiza una críti­ como un estado de angustia y abandono, y lo
ca a la Fenomenología de la percepción de compara con el d e s a m p a r o del infante humano.
Merleau-Ponty (S il, 71-6). En la medida en 3. En 1964 lo describe como el punto en el
que el psicoanálisis aborda interrogantes onto- que el analizante ha “atravesado el fantasma ra­
lógicos, Lacan lo alinea con el m a t e r ia l is m o , dical” (S il, 273) (véase f a n t a s m a ).
contra todas las formas de idealismo. Lacan en­ 4. En la última década de su enseñanza, ca­
cara también la epistemología y la filosofía de racteriza el fin de análisis como la “identifica­
la c ie n c ia , con un constante enfoque racionalis­ ción con el sin th o m e ”, y como “saber qué hacer
ta, no empirista. con el sin th o m e ” (véase s in t h o m e ).
Más informaciones sobre la relación de La- Todas estas formulaciones comparten la
can con la filosofía pueden encontrarse en Ju- idea de que el fin de análisis involucra un cam­
ranville (1984), Macey (1988, cap. 4), Ragland- bio en la posición subjetiva del analizante (su
Sullivan (1986) y Samuels (1993). “destitución subjetiva”), y un cambio corres­
pondiente en la posición del analista (la pérdida
de ser [d é s é tre ] del analista, la caída del analis­
FIN DE ANÁLISIS {FIN D>ANALYSE, ta desde la posición de s u j e t o s u p u e s t o s a ­
END OF ANALYSIS) b e r ) . En el fin de análisis, el analista es reduci­
do a un mero resto, un puro o b j e t o a , causa del
En “Análisis terminable e interminable”, deseo del analizante.
Freud examina la cuestión de si es posible con­ Puesto que Lacan dice que todos los psicoa­
cluir un análisis, o bien todos los análisis son nalistas tienen que haber experimentado el pro­
necesariamente incompletos (Freud, 1937c). La ceso de la cura desde el principio al fin, el fin
respuesta de Lacan a este interrogante es que de análisis es también el pasaje desde la condi­
resulta por cierto posible hablar de la conclu­ ción de analizante a la de analista. “La verdade­
sión de un análisis. Aunque no todos los análi­ ra terminación de un análisis”, por lo tanto, no
sis son llevados hasta su término, la cura es un es ni más ni menos que lo que “los prepara pa­
proceso lógico que tiene un fin, y Lacan desig­ ra convertirse en analistas” (S7,303).
na este punto final con la expresión “fin de aná­ En 1967 Lacan introdujo el procedimiento
lisis”. . del p a s e como medio para atestiguar el fin del
Puesto que muchos análisis se interrumpen propio análisis. Con este procedimiento Lacan
antes del fin, se plantea la pregunta de si pue­ esperaba evitar los peligros de considerar el fin
den considerarse exitosos. Para responder, es de análisis como una experiencia inefable, casi
necesario distinguir entre el fin de análisis y la mística. Esa concepción es antitética al psicoa­
meta del tratamiento psicoanalítico. La meta de nálisis, que consiste sobre todo en poner las co­
la cura es llevar al analizante a articular la ver­ sas en palabras.
dad sobre su deseo. Cualquier análisis, aunque Lacan critica a los psicoanalistas que han
sea incompleto, puede considerarse exitoso visto el fin de análisis en términos de identifi­
cuando alcanza esa meta. La cuestión del fin de cación con el analista. En oposición a esta con­
análisis consiste entonces en algo más que sa­ cepción, Lacan sostiene que “el cruce del plano
ber si la cura ha alcanzado o no su meta; se tra­ de la identificación es posible” (S il, 273). Ir
ta de si ha llegado o no a su punto final lógico. más allá de la identificación no es sólo posible,
94
Fobia

sino también necesario, pues de otro modo no la relación con la madre, y que lo: caballos re-
se trata de psicoanálisis sino de sugestión, que presentaban al padre, que el niño temía que lo
es la antítesis del psicoanálisis; “la corriente castigara (Freud, 1909b).
fundamenta] de la operación analítica es el Lacan, en su seminario de 1956-7, realiza
mantenimiento de la distancia entre el yo -la una lectura detallada del caso de Jianito, y pro­
identificación- y el a” (S il, 273). pone su propia concepción de la fobia. Siguien­
Lacan también rechaza la idea de que el fin do a Freud, subraya la diferencia
de análisis involucra la “liquidación” de la angustia: la angustia aparece primejro, y la fobia
transferencia (véase S il, 267). Esta idea se ba­ es una formación defensiva que convierte la an­
sa en una mala comprensión de la naturaleza de gustia en miedo, concentrándola en un objeto
la transferencia, según la cual ésta es un tipo de específico (S4, 207, 400). Sin embargo, en lu­
ilusión susceptible de trascenderse. Tal concep­ gar de identificar el objeto fóbico como repre­
ción es errónea, porque pasa totalmente por al­ sentante del padre (según la idea de Freud), La­
to la naturaleza simbólica de este fenómeno; la can sostiene que la característica fundamental
transferencia es parte de la estructura esencial del objeto fóbico es que no se limita a represen­
de la palabra. Aunque la cura analítica supone tar una persona, sino a distintas personas suce­
la resolución de la particular relación transfe­ sivamente (S4, 283-8). Lacan señai a los modos
rencial establecida con el analista, la transfe­ muy diversos en que Juanito describe los caba­
rencia en sí subsiste después del fin de análisis. llos temidos en diferentes momentos de su fo-
Otras concepciones erróneas del fin de aná­ bia; por ejemplo, en cierto momento el niño te­
lisis que Lacan rechaza son el “fortalecimiento me que un caballo lo muerda, y en otro que un
del yo”, la “adaptación a la realidad” y la “feli­ caballo caiga (S4, 305-6). En cada mo de estos
cidad”. El fin de análisis no es la desaparición momentos, continúa Lacan, el caba lo represen­
del síntoma, ni la cura de una enfermedad sub­ ta a una persona distinta de la vidi de Juanito
yacente (por ejemplo, la.neurosis), puesto que (S4, 307), De modo que el caballo no funciona
el análisis no es esencialmente un proceso tera­ como equivalente de un significante único, sino
péutico sino una búsqueda de la verdad, y la como un significante que no tiend un sentido
verdad no es siempre benéfica (SI7, 122). unívoco y es desplazado sobre diferentes signi­
ficados sucesivos (S4, 288).
Sostiene Lacan que Juanito desarrolló la fo­
FOBIA (PHOBIE, PHOBIA) bia a los caballos debido a que su padre real no
intervino como agente de la castración, que era
En psiquiatría se define usualmente la fobia su rol propio en el c o m p l e jo d e E d ip o (S4,
como miedo extremo a un objeto particular 212). Cuando la sexualidad del niño comienza
(por ejemplo un animal) o a una cierta situación a hacerse sentir en la masturbación infantil, el
(por ejemplo salir de casa). Quienes padecen triángulo preedípico (madre-niño-falo imagina­
una fobia experimentan a n g u s t ia si tropiezan rio) se transforma, y deja de ser fuente de goce
con el objeto fóbico o se encuentran en la situa­ para convertirse en algo que provo :a angustia.
ción temida, y crean “estrategias de evitación” La intervención del padre real habn'a salvado a
para que esto no suceda. Tales estrategias de Juanito de esta angustia, al castrarle simbólica­
evitación pueden volverse tan elaboradas que la mente, pero en ausencia de esta intervención, el
vida del sujeto queda severamente restringida. pequeño se ve obligado a encontrar un sustituto
La más importante contribución de Freud al en la fobia. La fobia emplea un objeto imagina­
estudio de las fobias tuvo que ver con un niño rio (el caballo) para reorganizar el mundo sim­
al que bautizó “Juanito”. Poco después de su bólico del niño, y de tal modo ayudarlo a pasar
quinto cumpleaños, Juanito desarrolló un vio­ del orden imaginario al orden simoólico (S4,
lento miedo a los caballos, y se resistía a salir a 230,245-6, 284). Lejos de ser un fenómeno pu­
la calle por temor a encontrarse con uno. En su ramente negativo, la fobia conviertk en pensa-
historial de Juanito, Freud distinguió la apari­ ble, vivible, una situación traumátic i, mediante
ción inicial de la angustia (no vinculada a nin­ la introducción de una dimensión simbólica,
gún objeto) y el miedo siguiente, centrado es­ aunque ésta sea sólo una solución provisional
pecíficamente en los caballos. Sólo este último (S4, 82).
constituía la fobia propiamente dicha. Freud in­ El objeto fóbico es entonces un elemento
terpretó que la angustia era la transformación imaginario que puede funcionar co no signifi­
de la excitación sexual suscitada en Juanito por cante al ser utilizado para representar todos los
95
Forclusión

elementos posibles del mundo del sujeto. Para SE X, 115). Por otra parte, en la misma obra,
Juanita, el caballo, en diferentes momentos, re­ Freud aisló una particular forma de neurosis
presenta a su padre, su madre, su pequeña her­ cuyo síntoma central es una fobia. A esta nueva
mana, sus amigos, a él mismo, y además mu­ categoría diagnóstica la denominó “histeria de
chas otras cosas (S4, 307). En el proceso de angustia”, para diferenciarla de la “histeria de
desarrollar todas las permutaciones posibles en conversión” (que antes Freud denominaba sen­
torno al “cristal significante de su fobia”, Juani­ cillamente “histeria”). De modo que las obser­
ta pudo agotar todas las imposibilidades que vaciones de Freud son, como decimos, ambi­
bloqueaban su pasaje desde lo imaginario a lo guas; implican que la fobia puede ser un
simbólico, y de tal modo encontrar una solución síntoma y también una entidad clínica subya­
a io imposible, recurriendo a una ecuación sig­ cente. La misma ambigüedad reaparece en La­
nificante (E, 168). En otras palabras, una fobia can, donde la cuestión se reformula como una
desempeña exactamente el mismo papel que alternativa entre la fobia como síntoma o como
Claude Lévi-Strauss les asigna a los mitos, sólo e s t r u c t u r a . Usualmente, Lacan sólo diferen­
que en el nivel del individuo, y no en el de la cia dos estructuras neuróticas (la histeria y la
sociedad. Lo importante en el mito -dice Lévi- neurosis obsesiva), y describe la fobia como un
Strauss- no es algún significado “natural” o síntoma (no como una estructura) (S4, 285).
“arquetípico” de los elementos aislados que lo Sin embargo, hay también lugares en su obra
constituyen, sino el hecho de que, aunque esos donde enumera la fobia como una tercera for­
elementos, combinados y recombinados, cam­ ma de neurosis, además de la histeria y la neu­
bian de posición, las relaciones entre las po­ rosis obsesiva, lo cual implica que hay una es­
siciones son inmutables (Lévi-Strauss, 1955). tructura fóbica (por ejemplo, E 321); en 1961
Esta reiterada recombinación de los mismos (éste es un caso) describe la fobia como “la for­
elementos permite enfrentar una situación im­ ma más radical de neurosis” (S8,425). La cues­
posible articulando por turno todas las diferen­ tión no se resuelve hasta el seminario de 1968-
tes formas de su imposibilidad (S4,330). 9, donde Lacan sostiene que
¿Cuáles son las consecuencias prácticas de
la teoría de Lacan para el tratamiento de sujetos No se puede ver en ella [en la fobia] una entidad
que parecen fobias? En lugar de limitarse a de- clínica, sino una plataforma giratoria de empalme, al­
sensibilizar al sujeto (como en la terapia con- go que hay que elucidar en sus relaciones con aque­
llo hacia lo cual usualmente tiende, a saber: los dos
ductista), o a proporcionarle una explicación grandes órdenes de la neurosis, la histeria y la obse-
del objeto fóbico (uél caballo es tu padre”), la sionalidad, y también el empalme que realiza con la
cura tiene que apuntar a ayudar al paciente a perversión.
elaborar todas las diversas permutaciones que (Lacan, 1968-9, citado en Chamama, 1993,210)
involucra el significante fóbico. Al ayudar al
sujeto a desarrollar su mito individual de acuer­ De modo que, según Lacan, la fobia no es
do con sus propias leyes, la cura le hace posible una estructura clínica que esté en el mismo nivel
agotar finalmente todas las posibles combina­ de la histeria y la neurosis obsesiva sino una vía
ciones de los elementos significantes, y de tal de acceso que lleva a una u otra, y que también
modo disolver la fobia (S4,402). (Debe tenerse tiene ciertas conexiones con la estructura per­
presente que el examen por Lacan del caso de versa. El vínculo con la perversión puede verse
Juanita solo aborda explícitamente la cuestión en las semejanzas entre el fetiche y el objeto fó­
de las fobias infantiles, y deja abierto el interro­ bico, que son por igual sustitutos simbólicos de
gante de si esas observaciones se aplican tam­ un elemento que falta, y sirven para estructurar
bién a las fobias de adultos.) el mundo circundante. Además, tanto la fobia
Como el propio Freud lo señaló en su histo­ como la perversión surgen de dificultades en el
rial de Juanita, en las nosografías psiquiátricas pasaje desde el triángulo preedípico imaginario
las fobias no tenían asignada ninguna posición hasta el cuaternario simbólico edípico.
definida. Él intentó remediar esta incertidum-
bre, pero la solución que propuso caía en una
cierta ambigüedad. Por un lado, puesto que se FORCLUSIÓN (FORCLUSION,
pueden encontrar síntomas fóbicos tanto en su­ FORECLOSURE)
jetos neuróticos como psicóticos, Freud sostuvo
que las fobias no podían considerarse “un pro­ Desde su tesis de doctorado en 1932, una
ceso patológico independiente” (Freud, 1909b, de las búsquedas centrales que anima la obra de
w ^ kj k j \j kj ^j '■■j \j '.j '■j y, j yj v; 1j 'j {- j

Forclüsión

Lacan es la de identificar una causa psíquica (un significante fundamental) (E,


d e l -P a d r e
específica de la p s ic o s is . A lo largo del aborda­ 217). De este modo Lacan puede combiriar en
je de este problema, reaparecen constantemente una sola fórmula los dos temas que antes ha­
dos temas. bían dominado sus pensamientos sobre la cau­
salidad de la psicosis: la ausencia del padre y el
La e x c l u s ió n d e l p a d r e concepto de Verwerfung. Esta fórmula p am a­
nece en el núcleo del pensamiento de Lac m so­
Ya en 1938 Lacan relaciona el origen de la bre la psicosis en el resto de su obra.
psicosis con una exclusión del padre de la es­ Cuando el Nombre-del-Padre está forclui-
tructura familiar, y con la consecuente reduc­ do para un sujeto en particular, deja un agujero
ción de ésta a las relaciones madre-hijo (Lacan, en el orden simbólico que es imposible de lle­
1938,49). Más adelante, cuando Lacan diferen­ nar; se puede entonces decir que el sujete! tiene
cia el padre real, el padre imaginario y el padre una estructura psicótica, aunque no presente
simbólico, especifica que es la ausencia del pa­ ninguno de los signos clásicos de la psilcosis.
dre simbólico la vinculada a la psicosis. Antes o después, cuando el Nombre-del-Padre
forcluido reaparezca en lo real, el sujeto no po­
El concepto freudiano de Verwerfung drá asimilarlo, y el resultado de esta “collision
con el significante inasimilable” (S3, 321) será
Freud utiliza el término Venverfung (tradu­ la “entrada en la psicosis” propiamente dicha,
cido como “repudiation” en la Standard Edi­ típicamente caracterizada por el desencadena­
tion) de diversos modos (véase Laplanche y miento de a l u c in a c io n e s , d e l i r i o s , o linas y
Pontalis, 1967, 166), pero Lacan se centra en otros.
uno de ellos en particular, a saber: como desig­ La forclusión debe distinguirse de lak ope­
nación de un mecanismo de defensa específico, raciones de la r e p r e s ió n , la n e g a c ió n y lk p r o ­
distinto de la represión (Verdrangung), en el y e c c ió n .
cual “el yo rechaza la idea incompatible junto
con su afecto y se comporta como si la idea Represión
nunca se le hubiera hecho presente al yo”
(Freud, 1894a, SE III, 58). En 1954, basándose La forclusión se diferencia de la rep resión
en una’lectura del historial del Hombre de los en cuanto el elemento forcluido no está enterra­
lobos (véase Freud, 1918b, SE XVII, 79-80), do en el inconsciente sino expulsado de él. La
Lacan identifica la Verwerjung como el meca­ represión es la operación que constituye la neu­
nismo específico de la psicosis, en el cual un rosis, mientras que la forclusión es la operación
elemento es rechazado fuera del orden simbóli­ que constituye la psicosis.
co, exactamente como si nunca hubiera existido
(Ec, 386-7; SI, 57-9). En esa oportunidad. La­ Negación
can propone varios modos de traducir el mismo
término Verwerfung al francés: reject (rechazo, La forclusión se diferencia de la negación
desestimación), refus (rechazo, repulsa) (SI, en cuanto no involucra ningún juicio dá exis­
43), y retranchement (supresión) (Ec, 386). Só­ tencia inicial (véase b e j a h u n g ). Mientras jque la
lo en 1956 Lacan llegó a proponer el término negación supone negar algunos elementos cuya
forclusion (que se emplea en el sistema legal existencia ha sido previamente registradla, con
francés; en inglés es foreclosure) como la me­ la forclusión todo ocurre como si el elepiento
jor traducción de Verwerfung (S3, 321). Ésta forcluido nunca hubiera existido.
es la palabra que Lacan continuó empleando en
el resto de su obra. Proyección
En 1954, cuando Lacan se vuelve por pri­
mera vez hacia el concepto freudiano de Ver­ La forclusión es un mecanismo espe tífica-
werfung en su búsqueda de un mecanismo es­ mente psicótico, mientras .que para Laban la
pecífico de la psicosis, no está exactamente proyección es puramente neurótica. Con apro-
claro qué es lo repudiado; puede ser la castra­ yección, el proceso se dirige de adentro hacia
ción, la palabra misma (SI, 53), o “el plano ge­ afuera, mientras que en la forclusión el el ámen­
nital” (SI, 58). Lacan encuentra una solución a to forcluido retorna desde afuera, Freud lo ha-
este problema a fines de 1957, cuando propone bía advertido en “Puntualizaciones psico analíti-
que el objeto de la forclusion es el N o m b r e - cas sobre un caso de paranoia” (191 le), ¿onde.
97
- 'O O' O' yj o ' v. O'

Formaciones del inconsciente

con respecto a las alucinaciones de Schreber, analista), y la experiencia de otros, transmitida


dijo lo siguiente: “Es incorrecto decir que la a través de la teoría psicoanalítica. Lacan insis­
percepción suprimida internamente era proyec­ te en que, entre estas dos fuentes, la fundamen­
tada hacia afuera; la verdad es más bien, como tal es la propia experiencia de una cura como
ahora vemos, que lo abolido .internamente vol­ paciente. Sin embargo, esto no excusa al analis­
vía desde afuera” (SE XII, 71). Lacan no sólo ta de ir mucho más allá en su aprendizaje; el
cita esta oración de Freud sino que también la programa de Lacan para la formación de los
reformula en sus propios términos: “Todo lo re­ analistas es muy extenso, e incluye literatura,
chazado en el orden simbólico [...] reaparece lingüística, matemáticas e historia (E, 144-5).
en lo real” (S3, 13). El analista, lo mismo que Freud, tiene que tra­
En 1957, Lacan vincula brevemente el tér­ tar de convertirse en “una enciclopedia de las
mino Verwerfung al mecanismo mediante el artes y las musas” (E, 169). Este amplio cu-
cual se produce el superyó, a través de la iden­ rrículo es evidente en los seminarios públicos
tificación con el padre, en la disolución del de Lacan, llenos de incursiones en la filosofía,
complejo de Edipo (S4,415). Está claro que és­ la topología, la lógica, la literatura y la lingüís­
te no es el mecanismo psicótico de la forclusión tica, disciplinas que él considera esenciales pa­
sino un proceso normal/neurótico. ra la formación de los analistas.
Vale la pena observar que la palabra inglesa
training tiene matices diferentes de los de la
FORMACIONES DEL INCONSCIENTE voz francesa formation. Mientras que el térmi­
CFORMATIONS DE L ’INCONSCIENT, no inglés lleva a pensar en un programa formal
FORMATIONS OF THE INCONSCIOUS) o en una estructura burocrática, el francés (so­
bre todo en la obra de Lacan) designa un proce­
Las “formaciones del inconsciente” son los so que modifica al sujeto en el núcleo mismo
fenómenos en los cuales las leyes del incons­ de su ser, y que no puede regularse mediante
ciente se ven con mayor claridad: el chiste, el procedimientos ritualistas ni asegurarse con un
sueño, el s ín t o m a y el lapsus (parapraxia). certificado impreso.
Freud caracterizó los mecanismos fundamenta­
les involucrados en las formaciones del incons­
ciente como “las leyes del inconsciente”: son la FREUD, RETORNO A (FREUD,
condensación y el desplazamiento, que Lacan RETOUR Á; FREUD, RETURN TO)
redefine como metáfora y metonimia.
Las “formaciones del yo” son los tres ele­ T o d a la o b r a d e L a c a n tie n e q u e e n te n d e r s e
mentos relacionados con el yo: el superyó, el e n e l c o n te x to d e la h e r e n c ia in te le c tu a l y te ó r i­
yo ideal y el ideal del yo.' c a d e S ig m u n d F r e u d (1856-1939), f u n d a d o r
d e l p s ic o a n á lis is . P r im e r o , L a c a n s e f o r m ó c o ­
m o p s ic o a n a lis ta e n l a I n t e r n a t i o n a l P s y c h o -
FORMACIÓN DE LOS ANALISTAS a n a u t i c a l A s s o c i a t i o n (I P A ), la o r g a n iz a c ió n
(FORMA TION DES ANALYSTES, c r e a d a p o r F r e u d q u e s e p r e s e n ta b a c o m o la
TRAINING) ú n ic a h e r e d e r a ^ e g ílim a d e l le g a d o freu d ia n o .
S in e m b a r g o , L a c a n c o m e n z ó a d e s a r r o lla r p r o ­
La palabra inglesa “training" se utiliza para g r e s iv a m e n te u n a c r ític a r a d ic a l d e l m o d o e n
traducir dos conceptos empleados por Lacan: q u e la m a y o r ía d e lo s a n a lis ta s d e la I P A h a ­
a n á l is is d id á c t ic o (“training analysts”) y for­ b ía n in te r p r e ta d o a F r e u d . D e s p u é s d e s e r e x ­
mación de los analistas (“professional trai­ p u ls a d o d e e s a in s titu c ió n e n 1953, L a c a n lle v ó
ning”). m á s a d e l a n te s u p o lé m ic a , s o s te n ie n d o q u e la s
Por formación de los analistas se entiende id e a s r a d ic a le s d e F r e u d h a b ía n s id o u n iv e r ­
el proceso mediante el cual una persona apren­ s a lm e n te tr a ic io n a d a s p o r la s tr e s p r in c ip a le s
de a conducir una cura psicoanalítica, es decir, e s c u e la s d e la I P A : l a p s i c o l o g í a d e l y o , el
a ser analista. Para Lacan, no se trata sencilla­ p s i c o a n á l i s i s k l e i n i a n o y la t e o r í a d e l a s r e ­
mente de una etapa por la que pasa el analista l a c i o n e s OBJETALES. P a r a r e m e d ia r e s ta s itu a ­
al principio de su vida profesional, sino de un c ió n , L a c a n s e p ro p u s o c o n d u c i r u n “ r e to m o a
proceso continuo. Hay dos fuentes en las que el F r e u d ” , ta n to e n e l s e n ti d o d e u n a a te n c ió n r e ­
analista aprende a realizar la cura: su propia ex­ n o v a d a a lo s te x to s r e a le s d e l p r o p io F r e u d , c o ­
periencia (primero como paciente, luego como m o e n e l d e u n r e to r n o a la e s e n c ia d e l a o b ra

98
\_y
Frustración

de Freud traicionada por la IPA. La lectura de bernados por la inflexiblemente efecth a preo-
Freud en el original alemán le permitió a Lacan cupación freudiana por mantener su ri £or pri­
descubrir elementos que habían sido oscureci­ mordial” (E, 116). En otras palabras, si bien la
dos por una traducción pobre e ignorados por lectura de Freud por Lacan puede ser an par­
otros comentadores. Gran parte de la obra de cial como la de cualquier otro, en el sentido de
Lacan está asociada con comentarios detallados que privilegia ciertos aspectos, a juicic de La­
de textos específicos de Freud y Jlena de nume­ can esto no justifica que todas las interpretacio­
rosas referencias a otros analistas, cuyas ideas nes de Freud se consideren igualmente [válidas.
Lacan refuta. Por lo tanto, para poder'entender De modo que las declaraciones de lealtad y las
a Lacan se necesita una comprensión minucio­ acusaciones de traición formuladas po^ Lacan
sa de las ideas de Freud, y también del modo en no pueden verse como una mera estrategia retó­
que esas ideas fueron desarrolladas y modifica­ rica. Tienen, por cierto, una función retórico-
das por los otros analistas (los “posfreudianos”) política, en cuanto al presentarlo como “más
a los que Lacan critica. Estas ideas constituyen freudiano” que nadie le permitieron desafiar el
el telón de fondo contra el cual Lacan elabora monopolio efectivo del legado freudiano del
su propio “retorno a Freud”. que la IPA aún disfrutaba en la década de 1950.
Sin embargo, con sus afirmaciones Lacan re­
Lo que ese retomo [a Freud] involucra para mí clama explícitamente el mérito de habei desme­
no es un retomo de lo reprimido, sino tomar la antíte­ nuzado una lógica coherente de los escritos de
sis constituida por la fase de la historia del movi­ Freud que nadie había percibido antes que él.
miento psicoanalítico posterior a la muerte de Freud,
demostrando lo que el psicoanálisis no es, y buscan­
do con ustedes los medios para revitalizar aquello
que ha continuado sosteniéndolo, incluso en la des­ FRUSTRACION (FRUSTRATION,
viación [...] FRUSTRATION)
(E, i 16)
La palabra inglesa “frustration" íidquirió
No obstante, la obra de Lacan en sí no tiene una prominencia creciente en ciertas ramas de
el aspecto de un retomo a la ortodoxia, implíci­ la teoría psicoanalítica en la-década ele 1950,
to en la expresión “retorno a Freud”, pues el junto con un cambio del énfasis, que pasó del
modo en que Lacan lee a Freud y el estilo de triángulo edípico a la relación madre-iijo. En
exposición son tan originales, que parecen con­ este contexto, la frustración se entendí \ en ge­
tradecir la modesta afirmación de que él es sólo neral como el acto mediante el cual la ¡v a d r e le
un comentador. Además, si bien es cierto que niega al niño el objeto que satisfaría uní de sus
Lacan vuelve a los textos reales del propio n e c e s id a d e s biológicas. Algunos analistas pen­
Freud, también es cierto que escoge aspectos saban que frustrar al niño de este modo era un
específicos del legado conceptual freudiano, importante factor de la etiología de la neurosis.
privilegiando algunos conceptos a expensas de “Frustration” es también el término em­
otros. Podría entonces sostenerse que Lacan no pleado en la Standard Edition para traducir la
es más “fiel” a la obra de Freud que los freudia- palabra alemana Versagung empleada por
nos a los que critica por haber traicionado el Freud. Si bien este último término no se desta­
mensaje del maestro; lo mismo que ellos, La­ ca mucho en la obra de Freud, forma jarte de
can elige y elabora ciertos temas, y desatiende su vocabulario teórico. A primera vista parece­
. o reinterpreta otros. Por lo tanto, el psicoanáli­ ría que Freud examina la frustración del modo
sis lacaniano quedaría mejor descrito como una que acabamos de describir. Por ejemplo, sin
forma “posfreudiana” del psicoanálisis, junto duda atribuye a la frustración un lugai impor­
con la psicología del yo, el psicoanálisis klei- tante en la etiología de los síntomas, y dice que
niano y la te'oría de las relaciones objetales. “fue una frustración lo que enfermó al pacien­
Pero no es así como el propio Lacan ve su te” (Freud, 1919a, SE XVII, 162). Por o tanto,
obra. Él dice que en los textos de Freud opera cuando Lacan dice que “frustración” es un tér­
una lógica más profunda, una lógica que los ha­ mino “sencillamente ausente de la obra de
ce coherentes a pesar de las aparentes contra­ Freud” (S3, 235), lo que él entiende q re es el
dicciones. Lacan sostiene que su lectura de concepto freudiano de Versagung no corres­
Freud, y sólo la suya, saca a luz esta lógica, y ponde a la idea de la frustración que acabamos
nos muestra que “las diferentes etapas y cam­ de exponer. Lacan sostiene que quienes han
bios de dirección” de la obra de Freud “son go­ teorizado el concepto de frustración de este
99
O C O O O O O ü U U U U u u u

Frustración

modo, desviándose de Freud, han llevado la completo e interrumpiera prematuramente el


teoría psicoanalítica a una serie de atolladeros tratamiento, Freud recomendaba que el analista
(S4, 180). En el seminario de 1956-7 busca en­ restableciera el sufrimiento “en otra parte, en la
tonces un modo de reformular el concepto de forma de alguna privación apreciable” (Freud,
acuerdo con la lógica de la teoría freudiana. 1919a, SE XVII, 163). Esta recomendación téc­
Lacan comienza por clasificar la frustración nica es en general conocida como “regla de la
como uno de los tres tipos de “falta de objeto”, abstinencia”, e implica que el analista debe
distinto de la castración y de la privación (véa­ frustrar continuamente al paciente, negándose a
se f a l t a ). Aunque concede que la frustración gratificar sus demandas de amor. De tal modo,
está en el núcleo de las relaciones primarias en­ “hay que permitir que la necesidad y el anhelo
tre la madre y el niño (S4, 66), señala que no de la paciente persistan en ella, para servir co­
tiene que ver con necesidades biológicas sino mo fuerzas que la impulsen a trabajar y realizar
con la d e m a n d a de amor. Esto no significa que cambios” (Freud, 1915a, SE XII, 165).
la frustración no se refiera a un objeto real ca­ Si bien Lacan concuerda con Freud en que
paz de satisfacer una necesidad (por ejemplo, el analista no debe gratificar las demandas de
un pecho o un biberón); por el contrario, esos amor del analizante, dice que este acto de frus­
objetos están por cierto involucrados, por lo tración no tiene que verse como un fin en sí. La
menos al principio (S4, 66). Pero lo importante frustración debe considerarse simplemente un
es que la función real de esos objetos (satis­ medio para permitir que aparezcan los signifi­
facer una necesidad, por ejemplo el hambre) cantes de las demandas previas. “El analista es
queda pronto completamente eclipsada por su el que mantiene la demanda, no, como se ha di­
función simbólica, a saber: el hecho de que cho, para frustrar al sujeto, sino para permitir
funcionan como símbolos del amor de la madre que reaparezcan los significantes a los cuales su
(S4, 180-2). De modo que el objeto es más va­ frustración está atada” (E, 255). La meta del
lorado por ser un don simbólico que por su ca­ análisis, al mantener las demandas del analizan­
pacidad para satisfacer una necesidad. Como te en un estado de frustración, es ir más allá de
don, está inscrito en la red simbólica de leyes la demanda y provocar la aparición del deseo
que regula el circuito de los intercambios, y por (E, 276).
lo tanto es visto como algo a lo cual el sujeto Lacan difiere de Freud por el modo en que
tiene legítimo derecho (S4, 101). En sentido teoriza la regla de la abstinencia. Para Freud,
propio, la frustración sólo puede producirse en esta regla tenía principalmente que ver con la
el contexto de este orden legal, y si el objeto abstinencia de actividad sexual por parte del
que el infante demanda no es provisto, sólo se analizante; si una paciente le implora al analis­
puede hablar de frustración cuando el niño ta que le haga el amor, el analista tiene que
siente que ha sido tratado con injusticia (S4, frustrarla, negándose a ello. Si bien Lacan está
101). En tal caso, cuando el objeto es finalmen­ de acuerdo c.on esta recomendación, subraya
te provisto, esta sensación de injusticia (de pro­ que existe una demanda mucho más común que
mesas incumplidas, de amor retirado) persiste el analista puede también frustrar: la demanda
en el niño, quien entonces se consuela disfru­ de una respuesta. El analizante espera que el
tando de las sensaciones que siguen a la satis­ analista siga las reglas de la. conversación coti­
facción de la necesidad original. De modo que, diana. Al negarse a hacerlo -permaneciendo si­
lejos de que la frustración suponga no satisfacer lencioso cuando el analizante hace una pregun­
una necesidad biológica, a menudo implica pre­ ta, o tomando las palabras del analizante de un
cisamente lo opuesto: se satisface una necesi­ modo que no coincide con lo que él quiso de­
dad biológica en el vano intento de compensar cir- el analista tiene un medio poderoso a su
la verdadera frustración, que es la denegación disposición para frustrar al paciente.
de amor. En 1961 Lacan menciona otro-recurso que
La frustración desempeña un papel impor­ tiene el analista para frustrar. La negativa a dar
tante en la cura. Freud observó que, a medida al analizante la señal de angustia: la ausencia
que los síntomas generadores de malestar desa­ de angustia en el analista en todo momento, in­
parecían con el progreso del tratamiento, tendía cluso cuando el analizante demanda que el ana­
a disminuir la motivación del paciente para lista experimente angustia. Lacan dice que ésta
continuarlo. Por lo tanto, para evitar el riesgo podría ser la más fructífera de todas las formas
de que el paciente perdiera su motivación por de frustración en la cura (S8,428).

100
GENITAL OGÉNITAL, GENITAL) que la fase genital sólo es pensable en I a medi-'
da en que la marca el signo de la castración; la
En las fases del d e s a r r o l l o psicosexual “realización genital" sólo puede lograrse a con­
enumeradas por Freud, ia genital es. la última, dición de que el sujeto asuma primero si propia
después de las dos pregenitales (la oral y la castración (S4, 219). Además insiste jen que,
anal). La etapa genital se inicia entre los tres y aunque la sexualidad perversa polimorfa de las
los cinco años (organización genital infantil o fases pregenitales quede bajo el dominio de la
fase fálica), es interrumpida por el período de organización genital, esto no signifies que la
latencia y vuelve en la pubertad (fase genital sexualidad pregenital sea abolida: “Las aspira­
propiamente dicha). Freud definió esta etapa ciones más arcaicas del niño son [...] ur. núcleo
como la “organización completa” final de la li­ que nunca es completamente resuelto bajo al­
bido, síntesis de la antes anárquica “perversión guna primacía de la genitalidad” (S7, 93). Él
polimorfa” de las etapas pregenitales (véase rechaza por lo tanto el concepto de una etapa
Freud, 1940a, SE XXIII, 155). Debido a esto, final de síntesis; la síntesis no es posible para
el concepto de “genitalidad” pasó a representar los seres humanos, a juicio de Lacan puesto
un valor privilegiado en la teoría psicoanalítica que la subjetividad humana está esencial e irre­
después de Freud, como una etapa de madurez mediablemente dividida.
psicosexual plena (el “amor genital” de Balint).
Lacan rechaza la mayor parte de la teoría La pulsión genital
psicoanalítica concerniente a la etapa genital, el
amor genital, etcétera, por considerarla “un La pulsión genital no es catalogada por La­
himno absurdo a la armonía de lo genital” (E, can como una de las pulsiones parciales. Puesto
245). Según él, en la genitalidad no hay nada que éj sostiene que toda pulsión es parcial, su
armonioso. negativa a incluir la pulsión genital entre las
pulsiones parciales equivale a cuestionar su
La etapa genital existencia. En 1964 lo dijo explícitamente: “la
pulsión genital, si existe, no está en absoluto ar­
Lacan no concibe las etapas del desarrollo ticulada como las otras pulsiones” (S il, 189).
psicosexual como fases naturales de madura­ A diferencia de las otras pulsiones, la pulsión
ción biológica sino como formas de d e m a n d a genital (si existe) “encuentra su forma” en el la­
estructuradas retroactivamente (S8,. 238-46). En do del Otro (S il, 189). Además, no hay ningún
las etapas oral y anal, el deseo es eclipsado por “objeto genital” que corresponda a unaj supues­
la demanda, y sólo en la etapa genital ese deseo ta pulsión genital.
está plenamente constituido (S8, 270). De mo­
do que Lacan sigue a Freud al describir la etapa El am or genital
genital como un tercer momento ulterior a las
etapas oral y anal (S8, 268). Sin embargo, la Lacan rechaza el concepto de Michael Ba­
discusión lacaniana de esta etapa se centra en lo lint de “amor genital” (Balint, 1947). Esta ex­
que Freud denominó “organización genital in­ presión indica una madurez psicosexual en la
fantil" (también conocida como “fase fálica”): cual están completamente integrados y armoni­
una etapa en la que el niño sólo conoce un ór­ zados el afecto y la sensualidad, y además ya
gano sexual (el masculino) y pasa por el com­ no existe ninguna ambivalencia. Sin c mbargo,
plejo de castración. Lacan subraya entonces Freud nunca empleó esa expresión, y Lacan la
Guestalt

descarta como completamente ajena a la teoría y sigs.). En otras palabras, cuando un animal
psicoanalítica. Para él, la idea de una madurez percibe la imagen unificada de otro miembro
y síntesis psicosexual final, que es lo que impli­ de su especie, responde de ciertos modos ins­
ca este concepto de “amor genital”, es una ilu­ tintivos. Lacan da muchos ejemplos (tomados
sión que pasa completamente por alto “las ba­ de la etología) de estas respuestas instintivas a
rreras y humillaciones” (Erniedrigungen) tan imágenes (por ejemplo, E, 3), pero su principal
comunes incluso en la relación amorosa más interés está en el modo en que la guestalt fun­
realizada” (E, 245). No existe nada que sea una ciona con los seres humanos. Para los seres hu­
relación objetnl posambivalente. manos, la imagen corporal es también una
El concepto de amor genital está claramen­ guestalt que produce respuestas instintivas, es­
te vinculado a la “oblatividad”, término utiliza­ pecialmente sexuales, pero su poder es más que
do por algunos psicoanalistas para designar una instintivo: constituye el poder cautivante esen­
forma madura de amor, en la cual uno ama al cial de la im a g e n e sp e c u l a r (véase c a p t a ­
otro por lo que es, y no por lo que pueda dar. c ió n ). En estadio del espejo, el yo se forma por
Lacan es tan crítico del concepto de oblatividad identificación con la guestalt unificada de la
como lo es del concepto de amor genital, y lo imagen corporal. Sin embargo, la unidad imagi­
considera una forma de moralismo y una trai­ naria del yo es constantemente amenazada por
ción al descubrimiento analítico del objeto par­ el miedo a la desintegración, que se manifiesta
cial (S8, 173-4). Sostiene que el concepto de en imágenes de c u e r p o f r a g m e n t a d o ; estas
oblatividad tiene poco que ver con la geniali­ imágenes representan lo opuesto a la guestalt
dad y mucho más en común con el erotismo unificada de la imagen corporal.
anal. Ateniéndose a la equiparación freudiana
de las heces con un regalo, dice Lacan que la
fórmula de la oblatividad (“todo para el otro”) GOCE (JOUISSANCE, JOUISSANCE)
demuestra que es una fantasía del neurótico ob­
sesivo (S8, 241). La palabra francesa jouissance significa bá­
sicamente “goce”, pero tiene una connotación
sexual (“orgasmo”) de la que carece el término
GUESTALT (GESTALT, GESTALT) inglés “enjoyment”, y por lo tanto la mayoría
de las ediciones en inglés de * acan la dejan sin
“Gestalt" es una palabra alemana que de­ traducir (aunque después se ha señalado que la
signa la pauta o todo organizado, que tiene pro­ palabra "'jouissance” figura en realidad en el
piedades distintas de las de sus componentes Shorter Oxford English Dictionary, cf. Macey,
aislados, El estudio experimental de la guestalt 1988, 288, n. 129). Como lo observa Jane Ga­
se inició en 1910 con la investigación de ciertos llop, mientras que “orgasmo” es un sustantivo
fenómenos de la percepción, y condujo a una que tiene plural, Lacan siempre emplea jouis­
escuela de pensamiento conocida como “psico­ sance en singular, y precedido por el artículo
logía guestáltica”, basada en un concepto holís- definido (Gallop, 1982, 30).
tico de la mente y el cuerpo, y que además su­ Este término no aparece en la obra de La­
braya la importancia psicológica de la can hasta 3953, e incluso entonces no se desta­
presentación corporal. Estas ideas constituye­ ca particularmente (E, 42, 87). En los semina­
ron la base de la terapia guestáltica, tal como la rios de 1953-4 y 1954-5 él emplea el término
han desarrollado Paul Goodman, Fritz Perls y ocasionalmente, por lo general en el contexto
Ralp Hefferline. de la dialéctica hegeliana del a m o y el esclavo:
Cuando Lacan se refiere a la guestalt, habla el esclavo se ve obligado a trabajar a fin de
específicamente de un tipo de pauta organizada, proporcionar objetos para el goce del amo (SI,
la imagen visual de otro miembro de la misma 223; S2, 269). De modo que hasta 1957 esta
especie, que es percibida como un todo unifica­ palabra parece designar sólo la sensación go­
do. Esta imagen es una guestalt porque tiene un zosa que acompaña a la satisfacción de una
efecto que no puede generar ninguna de las par­ necesidad biológica como el hambre (S4, 125).
tes componentes tomadas aisladamente; este Poco después las asociaciones sexuales se
efecto consiste en que actúa como “mecanismo vuelven más aparentes; en 1957, Lacan usa el
disparador” (en francés déclencheur), que de­ término para referirse al goce de un objeto se­
sencadena ciertas respuestas instintivas, como xual (Ec, 453) y a los placeres de la masturba­
por ejemplo la conducta reproductiva (SI, 121 ción (S4, 241); en 1958 explícita el sentido de
102
\-_y

Grafo del deseo

“goce” como “orgasmo” (Ec, 727). (Para una Existen también fuertes afinidades entre el
descripción más completa de la evolución de concepto lacaniano de goce y el conoepto freu-
este término en la obra de Lacan, véase Ma- diano de l ib id o , como se advierte cor claridad
cey, 1988, 200-5.) en la descripción por Lacan del goce óomo una
Sólo en 1960 desarrolló Lacan su oposición “sustancia corporal” (S20, 26). Al coincidir
clásica entre goce y placer, una oposición que con la afirmación de Freud en cuant o a que
alude a la distinción hegeliana/kojéveana entre hay sólo una libido, que es masculin a, Lacan
Genuss (goce) y Lust (placer) (cf. Kojéve, 1947, sostiene que el goce es esencialmen e fálico;
46). El principio de placer funciona como un li­ “El goce, en la medida en que es sex i al,, es fá-
mite al goce. Es una ley que le ordena al sujeto lico, lo que significa.quc no se relacia na con el
“gozar lo menos posible”. Al mismo tiempo, el Otro como tal” (S20, 14). Sin emt argo, en
sujeto intenta constantemente transgredir las 1973 Lacan admite que hay un goce específi-
prohibiciones impuestas a su goce, e ir “más camente femenino, un “goce suplem entario”
allá del principio de placer". No obstante, el re­ (S20, 58) que está “más allá del fal o” (S20,
sultado de transgredir el principio de placer no 69), un goce del Otro. Este goce fernenino es
es más placer sino dolor, puesto que el sujeto inefable, pues las mujeres lo experim sntan pe-
sólo puede soportar una cierta cantidad de pla­ ro no saben nada sobre él (S20, 71). Para dife-
cer. Más allá de este límite, el placer se convier­ renciar estas dos formas de goce, Lac; an intro-
te en dolor, y este “placer doloroso” es lo que duce un símbolo algebraico para cad i una: J(p
Lacan denomina goce: “el goce es sufrimien­ designa el goce fálico, mientras que A desig-
to” (S7, 184). El término “goce” expresa enton­ na el goce del Otro.
ces perfectamente la satisfacción paradójica que
el sujeto obtiene de su síntoma o, para decirlo
en otras palabras, el sufrimiento que deriva de GRAFO DEL DESEO (GRAPHS
su propia satisfacción (la “ganancia primaria de DUDÉSIR, GRAPH OF DESIRE)
la enfermedad” en los términos de Freud).
La prohibición del goce (el principio de El grafo del deseo es una.represen ación toT
placer) es inherente a la estructura simbólica ppgráfica ..dc la estructura ..del deseo, Lacan lo
del lenguaje, en virtud de la cual “el goce está desarrolló por primera vez en EÍ SemL ictrio, Li­
prohibido para aquel que habla, como tal” (E, bro V (Lacan 1957-8) para ilustrar la tioría psi­
319). La entrada del sujeto en lo simbólico está coanalítica del chiste (véase Freud 1905c).
condicionada por cierta renuncia inicial al goce Reaparece en algunos de los seminarios que si­
en el complejo de castración, en el que ese su­ guieron (véase Lacan, 1958-9 y 1960-1), para
jeto renuncia a sus intentos de ser el falo imagi­ después desaparecer casi totalmente ele la obra
nario para la madre; “La castración significa de Lacan. Adopta diversas formas, aunque la
que el goce debe ser rechazado para poder al­ más conocida es la que incluye el art'culo “Lar
canzarlo en la escala invertida [l’échelle ren- ^by^raór^d d suj e to_yJ_^dij.íéaica d d d e seo”
versée] de la ley del deseo” (E, 324). La prohi­ (LacatCi^SOa). En ese ensayo Lacan fconstruye
bición simbólica del goce en el complejo de el grafo del deseo en cuatro etapas. L i primera
Edipo (el tabú del incesto) es entonces, paradó­ es la “célula elemental” (figura 8; véase E,
jicamente, la prohibición de algo que es ya im­ 303).
posible; es decir que funciona para mantener la La línea horizontal representa h c a d e n a
ilusión neurótica de que el goce sería alcanza- s ig n if ic a n t e diacrónica; la curva en íerradura
ble si no estuviera prohibido. La prohibición representa el vector de la intenciona lidad del
misma crea el deseo de transgredirla, y el goce sujeto. La doble intersección de estas aos líneas
es por lo tanto fundamentalmente transgresor ilustra la naturaleza de la_retroacción: 2l mensa­
(véase S7, cap. 15). je, en el punto denominado s(A) en el grafo
“ p u l s ió n d e m u e r t e ” es el nombre dado al completo es el p u n t o d e a l m o h a d il l a d o de­
deseo constante del sujeto de irrumpir a través terminado retroactivamente por la particular
del principio de placer hacia la c o sa y hacia un puntuación que le ha asignado el Otro, A. El
cierto exceso de goce; el goce es entonces “la sujeto mítico prelingüístico de la necesidad pu
senda hacia la muerte” (S17, 17). Puesto que ra, indicado por el triángulo, debe atravesar los
las pulsiones son intentos de irrumpir a través desfiladeros del significante, lo que p roduce al
del principio de placer en búsqueda de goce, to­ sujeto dividido, $.
da pulsión es una pulsión de muerte. No se pretende que las etapas intermedias
103
V_J LJ U ^ W 's^ 'U w w w

Grafo del deseo

Figura 8. El grafo del d e s e o . Célula elem ental


Fuente: Jacques Lacan, écrits, Pan's, Seuil, 1966

Figura 9. El grafo del d e s e o . Grafo c om p leto


Fuente: Jacques Lacan, Écrils, Paris, Seuil, 1966

del grafo del deseo demuestren una evolución o va del significante a la voz) es la cadena signi­
desarrollo .temporal, puesto que este grato exis­ ficante consciente, el nivel del enunciado. La
te siempre como un todo; son simplemente re­ cadena superior (que va del goce a la castra­
cursos pedagógicos utilizados por Lacan para ción) es la cadena significante en el inconscien­
ilustrar la estructura del grafo completo (figura te, el nivel de la e n u n c ia c ió n . De modo que la
9; véase E, 315 y Ec, 817). estructura está duplicada: la parte superior del
En el grafo completo no hay una sino dos grafo está estructurada exactamente como la
cadenas significantes. La cadena inferior (que parte inferior.
104
H

HIANCIA (BEANCE, GAP) sujeto lo constituye una hiancia, ya que está


esencialmente dividido (véase e s c is ió n ). Tam­
El término francés béance es una voz litera­ bién sostiene que el concepto de causalidad es
ria anticuada que significa “agujero o abertura esencialmente problemático porque siempre
grande”. Es también un término científico utili­ existe una hiancia misteriosa, inexplicable, en­
zado en medicina para designar la abertura de tre causa y efecto (S il, 21-2).
la laringe. Lacan emplea también la palabra “dehis­
Esta palabra aparece usada de varios modos cencia” de un modo que la hace prácticamente
en la obra de Lacan. En 1946 él habla de una sinónimo, en su discurso, del término “hian-
“hiancia interrogativa” que se abre en la locura, cia”. En botánica se llama dehiscencia al esta­
cuando el sujeto queda perplejo por los fenó­ llido del pericarpio de las semillas rraduras;
menos que. experimenta (alucinaciones, etcéte­ Lacan designa de este modo a la escisií n cons­
ra) (Ec, 165-6). titutiva de sujeto: hay “una dehiscencia vital
A principios de la década de 1950 el térmi­ que es constitutiva del hombre” (E, 21). Esta
no comienza a referirse a la ruptura fundamen­ escisión es también la división entre cultura y
tal que existe entre el hombre y la n a t u r a l e z a , naturaleza, que significa que la relación del
que se debe al hecho de que “en el hombre, la hombre con esta última “es alterada por una
relación imaginaria se ha desviado, en cuanto cierta dehiscencia en el corazón del organismo,
ella está donde se produce la hiancia por la cual una Discordia primordial" (E, 4).
se hace sentir la muerte” (S2,210). Esta hiancia
entre el hombre y la naturaleza es evidente en
el estadio del espejo: HISTERIA (HYSTERIE, HYSTERIA)
Uno tiene que suponer una cierta hiancia biológi­ La categoría nosográfica de la histejria llega
ca en él [el hombre], que yo trato de definir cuando de la antigua medicina griega, que la concebía
les hablo del estadio del espejo [...] El ser humano
tiene una relación especial con su propia imagen como una enfermedad de la mujer pijovocada
-u n a relación de hiancia, de tensión alienante-. por el vagabundeo del útero en el cuerpo (en
(S2, 323) griego, hysteron significa útero). El término ad­
quirió un lugar importante en psiquiatría en el
La función de lo imaginario es precisamen­ siglo XIX, sobre todo en la obra de Jeah-Martin
te llenar esta hiancia, recubriendo de tal modo Charcot, maestro con el que Freud estudió en
la división del sujeto y presentando un sentido 1885-6. Fue en el curso del tratamiento de pa­
imaginario de unidad y completad. cientes histéricas en la década de 1890 donde
En 1957 el término es usado en el contexto Freud desarrolló el método psicoanalííico (aso­
de la relación en los sexos: “en la relación entre ciación libre, etcétera) y comenzó a dar forma a
el hombre y la mujer [...] siempre subsiste los principales conceptos de la teoría psicoana-
abierta una hiancia” (S4, 374; véase S4, 408). lídca. El primer historial realmente psipoanalíti-
Esto anticipa las ulteriores observaciones de co de Freud describió el tratamiento de una his­
Lacan sobre la no-existencia de la r e l a c ió n s e ­ térica conocida como “Dora” (Freud, Í905e).
xual. La sintomatología clásica de la histeria in­
En 1964 Lacan dice que “la relación del su­ cluye síntomas físicos tales como parálisis lo­
jeto con el Otro es enteramente producida en un cales, dolores y anestesias para los cuales no se
proceso de hiancia” (S il, 206), y añade que al encuentra ninguna causa orgánica, y que se ar­
105
Histeria

ticulan en torno a una '‘anatomía imaginaria” entre la histeria y la feminidad. Por cierto, la
que carece de relación con la estructura real del mayoría de los histéricos son mujeres, así como
sistema nervioso (véase Lacan, 1951b, 13). No la mayoría de los neuróticos obsesivos son
obstante, aunque Lacan examina la sintomato- hombres.
logía de la histeria vinculándola a la imago del La estructura del deseo, como deseo del
c u e r p o f r a g m e n t a d o (E, 5), no define la histe­ Otro, aparece en la histeria con más claridad
ria como un conjunto de síntomas sino como que en cualquier otra estructura clínica; el his­
una e s t r u c t u r a . Esto significa qué un sujeto térico es precisamente alguien que se apropia
puede no presentar ninguno de los síntomas del deseo del otro identificándose con él. Por
corporales típicos de la histeria y no obstante ejemplo, Dora se identifica con Herr K., toma
ser diagnosticado como histérico porun analis­ como suyo propio el deseo que percibe en él,
ta lacaniano. el desear a Frau K. (S4, 138). Sin embargo, se­
Lo mismo que Freud, Lacan considera la gún también lo demuestra el caso Dora, la his­
histeria como una de las dos principales formas térica sólo sostiene el deseo del Otro con la
de n e u r o sis (la otra es la n e u r o sis o b s e s iv a ). condición de no ser ella el objeto de ese deseo
En el seminario de 1955-6 desarrolla la idea de (Ec, 222); la histérica no soporta ser tomada
que la neurosis tiene la estructura de una pre­ como objeto del deseo porque eso haría revivir
gunta; y que lo que diferencia la histeria de la la herida de la privación (S17, 84). Es esta re­
neurosis obsesiva es la naturaleza de esa pre­ lación privilegiada entre la estructura del deseo
gunta. Mientras que la neurosis obsesiva tiene y la estructura de la histeria lo que explica que
que ver con la pregunta por la existencia del su­ Lacan le haya dedicado tanta atención a esta
jeto, en la histeria el sujeto se pregunta por su estructura clínica, y que en la década de 1970
posición sexual. Este interrogante puede formu­ haya desarrollado la idea de que en la cura es
larse como “¿soy un hombre o una mujer?” o, necesario “histerizar” al analizante. Como es­
más precisamente, “¿qué es una mujer?” (S3, tructura clínica, la histeria debe distinguirse
170-5). Esto vale para los histéricos de ambos del concepto lacaniano de d is c u r s o de la his­
sexos (S3,178). Lacan reafirma entonces la an­ térica, que designa una forma particular de la­
tigua idea de que existe una vinculación íntima zo social.

106
I

IDEAL DEL YO (IDEAL DU MOI, orden simbólico, y por lo tanto anticipa la iden­
EGO-IDEAL) tificación secundaria (edípica) (SI, [41), o bien
es un producto de esa identificac ón (Lacan,
En los escritos de Freud hay tres términos 157-8). El yo ideal, por otro lado, s í origina en
entre los cuales resulta difícil discernir una dis­ la imagen especular del estadio del espejo; es
tinción sistemática, aunque tampoco son senci­ una promesa de síntesis futura tocia la cual
llamente empleados como intercambiables: son tiende el yo, la ilusión de unidad qi e está en la
ellos “ideal del yo” (lch~Ideal), “yo ideal" base del yo. El yo ideal siempre a:ompaña al
(Ideal Ich) y superyó (Über-Ich). Sin embargo, yo, como un intento incesante de recobrar la
Lacan sostiene que estas tres “formaciones del omnipotencia de la relación dual preedipica.
yo” son conceptos totalmente distintos y que Aunque formafto en la identificación primaria,
por lo tanto no deben confundirse entre sí. el yo ideal continúa desempeñando un papel
En sus escritos de preguerra, a Lacan le in­ como fuente de todas las identificaciones se­
teresa principalmente establecer una distinción cundarias (E, 2). En el álgebra laca liana, el yo
entre el ideal del yo y el superyó, y no se refie­ ideai se escribe i(a), y el ideal del y
re al yo ideal. Aunque tanto el ideal del yo co­
mo el su p e r y ó están relacionados con la decli­
nación del complejo de Edipo, y los dos son IDENTIFICACION CIDENTIFICATION,
productos de la identificación con el padre, dice IDENTIFICATION)
Lacan que representan aspectos diferentes del
rol paterno dual. El superyó es una instancia in­ En la obra de Freud, el término “identifica­
consciente cuya función consiste en reprimir el ción” designa el proceso por el cu ü un sujeto
deseo sexual que suscita la madre, mientras que adopta como suyos uno o más atrib itos de otro
el ideal del yo ejerce una presión consciente en sujeto. En sus escritos más tardío:;, a medida
favor de la sublimación, y proporciona las que Freud desarrollaba la idea de que el yo y el
coordenadas que le permiten al sujeto asumir superyó se construyen sobre la baso de una se­
una posición sexual como hombre o mujer (La­ rie de identificaciones, el concepto de identifi­
can, 1938,59-62). cación llegó finalmente-.a designar “lampera-;
Después de la guerra, Lacan cuida más de cion^eiT s^ ^e„ el sujeto
diferenciar el ideal del yo y el yo ideal (en fran­ Humano” (Laplanche y Pontalis, 19 57, 206). Se
cés, moi idéal). (Obsérvese que en cierto mo­ trata por lo tanto de un concepto de importancia
mento, en 1949, Lacan usa el término je-idéal central en la teoría psicoanalíticí., pero que
para traducir el Ideal-lch freudiano [E, 2]; no también suscita importantes probljemas teóri­
obstante, pronto abandona esta práctica, y en el cos., Uno de los principales, con el que luchó el
resto de su obra usa la expresión moi idéal.) En propio Freud, es la dificultad para establecer la
el seminario de 1953-4, desarrolla el MODELO relación precisa entre ia identificación y el ob­
ó ptico para distinguir estas dos formaciones. jeto de amor.
Sostiene que el ideal deí yo es una introyección Este concepto de identificación ocupa una
simbólica, mientras que el yo ideal es la fuente posición igualmente importante er la obra de
de una proyección imaginaria (véase S8, 414). Lacan. Éste gone un énfasis^espec: al.en el,pa:
El ideal del yo es el significante que opera co­ gel_de la imjigenr’y ^efine l la idsntilicación
mo ideal, un plan internalizado de la ley, la cÓmo/ÍKríransfprm^i.ón,.q.ue11se,produce.en1eI
guía que gobierna la posición del sujeto en el • sujetocuanitoasumeuna hriagen” (S, 2). “Asu-
107
O 'O - O U <J U U U U U U vj ^ V_;
Imagen especular

rnir” una imagen es reconocerse en ella, y apro­ damente limitada, y toma un único rasgo [nur
piarse de la imagen como si fuera uno mismo. einen einzigen Zug] de la persona que es su ob­
Desde sus primeras obras Lacan distingue jeto” (Freud, 1921c, SEXVIIÍ, 107). Este “ras­
la identificación imaginaria de la identificación go único” o “rasgo unario” (del francés, trait
simbólica. unaire, que las traduciones inglesas de Lacan
i 1. La identificación imaginaria es el meca- vierten diversamente como “unbroken line” [lí­
/• nismo por el cual se crea el yo en el e s t a d io nea llena], “single stroke” [trazo único] o “uni­
| d e l esp e jo ; pertenece absolutamente al orden tary trait” [rasgo unitario]) es considerado por
[' imaginario. Cuando el infante ve su .reflejo en Lacan un término simbólico primordial que se
el espejo, se identifica con esa imagen. La introyecta para producir el ideal del yo. Aun­
constitución del yo por identificación con algo que este rasgo puede originarse como signo, se
que está fuera del sujeto (e incluso contra el su­ •convierte en significante al ser incorporado en
jeto) es lo .que “estructura al sujeto, como un ri­ un sistema significante (S8, 413-14). En 1964
val de sí mismo” (E, 22), y por lo tanto involu­ Lacan vincula el rasgo unario al primer signifi­
cra agresividad y alienación. El estadio del cante (Si), y lo compara con la muesca que ha­
espejo constituye la “identificación primaria”, y ce el hombre primitivo en una estaca para sig­
da origen al YO id e a l . nificar que ha matado a un animal (S il, 141,
2. La identificación simbólica es la identifi­ 256).
cación con el padre en la etapa final del c o m ­ Lacan se opone con firmeza a ciertos auto­
plejo d e E d jpo , que da origen a la formación res (por ejemplo, Balint) que entienden el fin
del Id e a l - d e l y o . Por medio de esta identifica­ d e a n á l is is como identificación con el analista;
ción secundaria el sujeto trasciende la agresivi­ por el contrario, é] insiste en que no sólo “es
dad inherente a la identiiRcacion/príma^ ~(E, posible atravesar el plano de la identificación”
23), de modo que puede decirse que la identifi­ (S il, 273), sino también en que ésta es una
cación secundaria representa una cierta “nor­ condición necesaria del verdadero psicoanáli­
malización libidinal” (E, 2). Aunque esta iden­ sis. De modo que el fin de análisis es concebido
tificación es denottrinada “simbólica”, no deja por Lacan como la destitución deí sujeto, un
de ser una “identificación secundaria” (E, 22), momento en el que las identificaciones del su­
que sigue el modelo de la identificación prima­ jeto son cuestionadas de un modo tal que ya no
ria y, en consecuencia, como todas las identifi­ resulta posible mantenerlas como antes. Sin
caciones, tiene algo de imaginaria; sólo se la embargo, si bien el fin de análisis no consiste
denomina “simbólica” porque representa el precisamente en identificarse con el analista,
completamiento del pasaje del sujeto al orden dice Lacan que es posible hablar de una identi­
simbólico. ficación en esa etapa, pero con otro sentido: la
Las ideas de Lacan sobre la.naturaleza de la identificación con el síntoma (véase s in th o m e ) .
identificación simbólica sufrieron cambios
complejos en el curso de su obra. En 1948 ve la
identificación simbólica en términos dp “intro- IMAGEN ESPECULAR (IMAGE
yección de la imago del progenitor del’mismo SPÉCULAIRE, SPECULAR IMAGE)
sexo” (E, 22), mientras que en 1958 ha pasado
a verla en términos de identificación con el pa­ Cuando Lacan habla de la imagen especular
dre real en el tercer tiempo.del’complejo de se refiere al reflejo del propio cuerpo en el es­
Edipo. • pejo, a la imagen de uno mismo que es simultá­
En 1961 Lacan describe la identificación neamente uno mismo y o t r o (el “pequeño
simbólica como una identificaciónrcon el signi­ otro”). Es identificándose con la imagen espe­
ficante. Encuentra respaldo para esta idea en el cular como el infante comienza a construir su
catálogo de los tres tipos de identificación que y o en el e s t a d io d e l e spejo . Incluso cuando no
Freud presenta en el capítulo 7 de Psicología hay ningún espejo real, el bebé ve su conducta
de las masas y análisis del yo (Freud/1921c). reflejada en los gestos imitativos de un adulto.o
En los primeros dos tipos (con un objeto amo­ de otro niño; estos gestos imitativos permiten
roso o con un rival), el sujeto puede expresar a que la otra persona funcione como imagen es­
menudo la identificación desarrollando pura y pecular. El ser humano es totalmente cautivado
simplemente un síntoma idéntico a] que padece por tai imagen: ésta es la razón básica del poder
la persona con la que él se identifica. En estos de lo imaginario en el sujeto, y explica por qué
casos, “la identificación es parcial y extrema­ el hombre proyecta esta imagen de su cuerpo
108
J w ■ J

maginario

en todos los otros objetos del mundo que lo ro­ Sin embargo, la oposición entre 1) imagina­
dea (véase Lacan, 1975b; véase c a p t a c ió n ). rio y lo simbólico no significa que lo imagina­
Hay ciertas cosas que no tienen ninguna rio carezca de estructura. Por el contrario, lo
imagen especular, que no son “especulariza- imaginario está siempre ya estructurado por el
bles”: el falo, las zonas erógenas y el o bje to a. orden simbólico. Por ejemplo, en su examen
del estadio del espejo, en 1949, Lacan habla de
las relaciones en el espacio imaginar, o, que im­
IMAGINARIO CIMAGINAIRE, plican una estructuración simbólica de ese es­
IMAGINARY) pacio (E, 1). La expresión “matriz imaginaria”
también implica un imaginario estruc turado por
El empleo por Lacan del término “imagina­ lo simbólico (Ec, 221), y en 1964 Lzcan discu­
rio” como sustantivo data de 1936 (Ec, 81). te de qué modo el campo visual está estructura­
Desde el principio esta palabra estuvo asociada do por leyes simbólicas (S il, 91-2).
con ilusión, fascinación y seducción, y se rela­ Lo imaginario envuelve tambié n una di­
cionó específicamente con la r e l a c ió n d u a l mensión lingüística. Mientras que el significan­
entre el yo y la im a g e n e s p e c u l a r . Sin embar­ te es la base del orden simbólico, el s ig n ific a ­
go, es importante observar que si bien lo imagi­ d o y la s ig n if ic a c ió n forman parte del orden
nario siempre retiene la connotación de ilusión imaginario. De modo que el lenguaje tiene as­
y señuelo, no es sencillamente sinónimo de "lo pectos simbólicos y también imaginarios; en su
ilusorio”, en cuanto esto último implica algo in­ aspecto imaginario, el lenguaje es “el muro del
necesario y sin consecuencias (Ec, 723). Lo lenguaje” que invierte y distorsiona el discurso
imaginario está lejos de no tener consecuen­ del Otro (véase e s q u e m a L).
cias; sus efectos son poderosos en lo real, y no Lo imaginario ejerce un poder cautivante
se trata de algo que pueda ser sencillamente sobre el sujeto, un poder fundado en el efecto
descartado o “superado". casi hipnótico de la imagen especular. Lo ima­
Desde 1953 en adelante, el o r d e n imagina­ ginario arraiga entonces en la relación del suje­
rio se convirtió en uno de los tres que constitu­ to con su propio cuerpo (o más bi sn, con la
yen el esquema tripartito central del pensa­ imagen de su cuerpo). Este poder de cautivar y
miento lacaniano, opuesto a lo simbólico y lo capturar es al mismo tiempo seductor (lo ima­
real. La base del orden imaginario sigue siendo ginario se manifiesta sobre todo en el plano se­
la formación del yo en el e s t a d io d e l e sp e jo . xual, en formas tales como la exhibición sexual
Puesto que el yo se forma por identificación y los rituales del cortejo; Lacan, 1956b, 272) y
con el semejante o la imagen especular, la discapacitante: aprisiona al sujeto en una serie
id é NTIFICa c ió n es un aspecto importante del or­ de fijaciones estáticas (véase c a p t a c ó n ).
den imaginario. El yo y el semejante forman la Lo imaginario es la dimensión del sujeto
relación dual prototípica, y son intercambia­ humano más estrechamente vinculada a la eto-
bles. Esta relación por la cual se constituye el logía y la psicología animal (S3, 2Í3). Todos
ego mediante la identificación con el pequeño los intentos de-explicar la subjetividad humana
otro significa que el yo, y el orden imaginario en términos de psicología animal sje ven por
en sí, son ambos sedes de una a l ie n a c ió n radi­ consiguiente limitados a lo imaginario (véase
cal: “la alienación es constitutiva del orden n a t u r a l e z a ). Aunque lo imaginario representa
imaginario” (S3,146). La relación dual entre el el punto de contacto más íntimo entre la subjeti­
yo y el semejante es fundamentalmente narci- vidad humana y la etoíogía animal (S2., 166), en
sista, y el n a r c is is m o constituye otra caracte­ este caso no se trata de una simple identidad; en
rística del orden imaginario. El narcisismo es los seres humanos, el orden imaginario está es­
siempre acompañado por una cierta a g r e s iv i ­ tructurado por lo simbólico, y esto significa que
d a d . Lo imaginario es el reino de la imagen en “en el hombre, la relación imaginaria se ha des­
la imaginación, el engaño y el señuelo. Las viado [del reino de la naturaleza]” (S2, 210).
principales ilusiones de lo imaginario son las Lacan tiene una desconfianza cartesiana
de totalidad, síntesis, autonomía, dualidad y, respecto de la imaginación como in strumento
por sobre todo, semejanza. De modo que lo cognitivo. Lo mismo que Descartes él insiste
imaginario es el orden de las apariencias super­ en la supremacía de la intelección pu ra, que no
ficiales que son los fenómenos observables, en­ dependa de imágenes, como el único modo de
gañosos, y que ocultan estructuras subyacentes; llegar a un conocimiento cierto. Este es lo que
los afectos son fenómenos de ese tipo. está detrás de su empleo de figuras topológicas,
109
Imago

que no se pueden representar en la imagina­ nado con la palabra c o m p l e j o . En 1938 Lacan


ción, para explorar la estructura del inconscien- vincula cada uno de los tres complejos familia­
te^véase t o p o l o g ía ). Esta desconfianza res­ res a una imagen específica: el complejo del
pecto de la imaginación y los sentidos ubica destete, a la imago del pecho materno; el com­
firmemente a Lacan de] Jado del racionalismo, plejo de la intrusión con la imago del semejan­
y no del empirismo (véase c ie n c ia ). te, y el complejo de Edipo con. la imago del pa­
Lacan acusó a las principales escuelas psi- dre (Lacan, 1938). En 1946 Lacan dice que, al
coanalíticas de su época de reducir el psicoaná­ formular el concepto de imago, el psicoanálisis
lisis al orden imaginario: esos psicoanalistas le ha proporcionado a la p s ic o l o g ía un objeto
hacían de la identificación con el, analista la propio de estudio, estableciéndola de lal modo
meta del análisis, y reducían la cura a una rela­ sobre un basamento verdaderamente científico:
ción dual (E, 246-7). Para Lacan, esto'era una “es posible designar en la imago el objeto
traición completa al psicoanálisis, una desvia­ propio de. la psicología, exactamente en la mis­
ción que sólo podía haber generado una cre­ ma medida en que la noción .de Galileo del
ciente alienación del sujeto. Contra tal reduc­ punto material inerte formó la base de la física"
ción) smo imaginario, Lacan dice que la esencia (Ec, 188).'
del psicoanálisis consiste en el uso de lo simbó­ Mientras que para Jung y Klein las imáge­
lico. El empleo de lo simbólico es el único mo­ nes tienen efectos positivos y negativos por
do de desalojar las fijaciones discapacitantes de igual, en la obra de Lacan gravitan con firmeza
lo imaginario. El analista sólo puede obtener un hacia ío negativo; son elementos fundamental­
punto de apoyo en lo imaginario transformando mente engañosos y destructores. Lacan habla
las imágenes en palabras, del mismo modo que de la imago del c u e r p o f r a g m e n t a d o , e inclu­
Freud trataba al sueño como un acertijo gráfico so imagos unificadas, como por ejemplo la
(rebus): “Lo imaginario es sólo descifrable si se imagen especular, son meras ilusiones de totali­
lo traduce a símbolos” (Lacan, 1956b, 269). Es­ dad que introducen una agresividad subyacente.
te uso de lo simbólico es el único modo que tie­ “El primer efecto de la imago que aparece en el
ne el proceso analítico de “atravesar el plano de ser humano es un efecto de alienación subjeti­
la identificación” (S il, 273). va” (Ec, 181, cursivas del original).
Después de 1950, el término “imago” desa­
parece casi por completo del vocabulario teóri­
IMAGO {IMAGO, IMAGO) co de Lacan. No obstante, las ideas básicas de­
sarrolladas alrededor de ese concepto en los
Originalmente introducida en la teoría psi- escritos anteriores continúan desempeñando un
coanalítica por Jung, en 1911, la palabra latina papel importante en el pensamiento lacaniano,
imago ya había llegado a ser convencional en articuladas en torno a otros términos, principal­
la terminología del psicoanálisis cuando Lacan mente “imagen”.
inició su formación como psicoanalista en la
década de 1930. Esta palabra está claramente
relacionada con “imagen”, pero se pretende INCONSCIENTE (INCONSCIENT, A
que subraye la determinación subjetiva de la UNCONSCIOUS)
imagen; en otras palabras, incluye tanto los
sentimientos como una representación visual. Aunque él término “inconsciente” y^llfábía
Las imagos son específicamente imágenes de sido1utilizado1por autores anteriores a Freud, en
otras personas (Jung habla de las imagos ma­ las obras de éste adquiere un significado com­
terna, paterna y fraterna); sin embargo, no re­ pletamente original, y se constituye como el
sultan de experiencias puramente personales si­ concepto más importante.
no que son prototipos universales que pueden * Freud diferenciaba dos usos de esta palabra
actualizarse en la psique de cada individuo. (Freud, 1915e). Como adjetivo, simplemente
Actúan como estereotipos que influyen sobre el designa los procesos mentales que no son mate­
modo que el sujeto tiene de relacionarse con ria de la atención consciente en un momento
los otros, quienes son percibidos a través de-las dado. Como sustantivo (el inconsciente, das
lentes de estas diversas imagos. Unbewusste), designa uno de los sistemas psí­
El término “imago” desempeña un papel quicos que Freud describió en su primera teoría
central en los escritos de Lacan anteriores a de la estructura mental (el “modelo topológi-
1950, en los que aparece estrechamente relacio­ co”). Según esta teoría, la mente está dividida
110
Inconsciente
_____ i
en tres sistemas o “localidades psíquicas”: el enfoque lingüístico al sostener que la razón por
consciente (Gs), el preconsciente (Pcs) y el in­ la cual el inconsciente está estructurado como
consciente (Ies). El sistema inconsciente no es un lenguaje es que “sólo captamos el incons­
lo que está fuera del campo de la conciencia en ciente cuando finalmente es explicado, in esa
un momento dado, sino lo que ha sido radical­ parte de él que se articula al pasar a pal abras”
mente separado de la conciencia por la repre­ (S7, 32).
sión y no puede entrar en el sistema consciente- Lacan describe también el inconsciente co­
preconsciente sin distorsiones. mo un discurso: “El inconsciente es el djscurso
En la segunda teoría freudiana de la estruc­ del Otro” (Ec, 16; véase o t r o ). Esta fórmula
tura’ mental (la ‘‘teoría estructural”), la mente enigmática, que se ha convertido en uña de las
está dividida en tres “instancias": el yo, el su­ máximas lacanianas más célebres, puede enten­
peryó y. el ello; ninguna de estas instancias derse de muchas maneras. Quizá su sentido
coincide con el inconsciente, puesto que inclúso más importante sea que “hay que ver en el in­
el yo y el superyó tienen partes inconscientes. consciente los efectos de la palabra sobije el su­
Antes de 1950; Lacan emplea el término jeto” ( S il, 126). Más precisamente, el incons­
"inconsciente” principalmente en su forma ad­ ciente es el efecto del s ig n if ic a n t e sobre el
jetiva, lo cual hace que sus primeras obras les sujeto, en cuanto el significante es lo reprimido
resulten particularmente extrañas a quienes es­ y lo que retorna en las formaciones del Incons­
tán más 'familiarizados con los escritos de ciente (síntomas, chistes, parapraxias, sueños,
Freud. Pero en la década de 1950, cuando inicia etcétera). Todas las referencias al lenguaje, la
su “retorno a Freud", el término aparece con palabra, el discurso y los significantes ubican
más frecuencia como sustantivo, y Lacan sub­ claramente el inconsciente en el orden de lo
raya cada vez más la originalidad del concepto s im b ó l ic o . Por cierto, “el inconsciente está es­
freudiano, señalando que no se trata meramente tructurado como una función de lo simbólico”
de lo opuesto a la conciencia: “Una gran canti­ (S7, 12). El inconsciente es la determinación
dad de efectos psíquicos que son con toda legi- del sujeto por el orden simbólico.
. timidad designados como inconscientes, en el El inconsciente no es interior; poi el con­
sentido de que excluyen las características de la trario, puesto que la palabra y el lenguaje son
conciencia, carecen sin embargo de cualquier fenómenos intersubjetivos, el inconsc iente es
relación con el inconsciente én sentido freudia­ ‘transindividual” (E, 49); por así decirio, el in
no” (E, 163). También insiste en que el incons­ consciente está “fuera". “Esta exteric ridad de
ciente no puede ser simplemente equiparado a lo simbólico en relación con el hombre es la
“lo que es reprimido’*. noción misma del inconsciente” (Ec, 469). Si
Dice Lacan que el concepto de inconsciente el inconsciente parece interior, éste es un efec­
fue muy mal interpretado por la mayoría de los to de lo imaginario, que bloquea la relación en­
seguidores de Freud, quienes lo redujeron a ser tre el sujeto y el Otro e invierte el mensaje del
“meramente la sede de los instintos” (E, 147). Otro.
Contra este pensamiento biologista, él sostiene Aunque el inconsciente es especialmente
que “el inconsciente no es primordial ni instin- visible en las formaciones del inconsciente, en
tual” (E, 170), sino primariamente lingüístico. realidad “no deja ninguna de nuestras acciones
Resume esta idea en su célebre fórmula “el in­ fuera de su campo” (E, 163). Las leyes del in­
consciente está estructurado como un lenguaje” consciente, que son la repetición y el deseo, tie­
(S3, 167; véase l e n g u a j e , e s t r u c t u r a ). El nen tanta ubicuidad como la estructura misma.
análisis que realiza Lacan del inconsciente en El inconsciente es irreductible, de mcjdo que la
términos1de estructura sincrónica es comple­ meta del análisis no puede ser hacer consciente
mentado por su idea del inconsciente que se lo inconsciente.
abre y cierra en una pulsación temporal (S il, Además de las diversas, metáforas lingüísti­
143,204). cas de las que Lacan se sirve para conceptuali-
Algunos psicoanalistas han objetado el' en­ zar el inconsciente (discurso, lengiaje, pala­
foque lingüístico lacaniano del inconsciente, bra), también concibe el inconsciente en otros
sobre la base de que es manifiestamente restric­ términos.
tivo, y de que el propio Freud excluía del in­
consciente la representación de palabra (S7,44; Memoria
sobre la refutación por Lacan de estas objecio­
nes, véase cosA)._El,propio Lacan restringe su El inconsciente es también una specie de
111
O O ' ' O O O O O O ( j O U U u - u u

índice

memoria, en el sentido de una historia simbóli­ mientras que el lenguaje está compuesto de sig­
ca de los significantes que han determinado al nificantes. Esto explica que los códigos carez­
sujeto en el curso de su vida: “lo que le enseña­ can de los rasgos más importantes del lenguaje:
mos al sujeto a reconocer como su inconsciente su potencial para la ambigüedad y la equivoci-
es su historia” (E, pág. 52). dad. La oposición entre significante e índice se
complica por la existencia de ciertos significan­
Saber tes que .también funcionan como índices: son
los llamados s h if t e r s .
Puesto que es una articulación de signifi­
cantes en una cadena significante, lo incons­
ciente es una especie de saber (simbólico). Más INSTINTO CINSTINCT, INSTINCT)
precisamente, es un "saber desconocido”.
Lacan sigue a Freud en la distinción que és­
te traza entre instintos y p u l s io n e s , y critica a
ÍNDICE (INDICE, INDEX) quienes, siguiendo en cambio a Strachey, oscu­
recen esta diferenciación al emplear la misma
En la tipología de los s ig n o s creada por palabra inglesa “instinct” para traducir los dos
Charles S. Peirce, el estudioso de la semiótica términos que usa Freud, Instinkt y Trieb (E,
norteamericano, el índice es un signo que tiene 301).
una “relación existencial” con el objete que re­ El de “instinto” es un concepto puramente
presenta (por ejemplo, el índice es siempre es­ biológico (véase b io l o g ía ), propio del estudio
pacial o temporalmente contiguo al objeto). de la etología animal. Mientras que los anima­
Peirce contrasta el índice con el símbolo, que, lo les son impulsados por instintos (relativamente
mismo que el signo en la concepción de Saussu­ rígidos e invariables, y que implican una rela­
re, se caracteriza por la ausencia de toda cone­ ción directa con el objeto), la sexualidad huma­
xión necesaria con su objeto. Por ejemplo, el na es una cuestión de pulsiones (muy variables,
humo es un índice del fuego, y las manchas ro­ y que nunca alcanzan su objeto). Aunque Lacan
jas son un índice de diversas enfermedades, co­ emplea a menudo el término “instinto” en la
mo por ejemplo el sarampión (Peirce, 1932). primera parte de su obra, después de 1950 esta
En el discurso de Lacan, el término “índi­ palabra aparece menos, y él prefiere en su lugar
ce”, funciona en oposición a “ s ig n if ic a n t e ” (y reconceptualizar la noción de instinto en térmi­
no, como en la Filosofía de Peirce, en oposición nos de NECESIDAD.
a “símbolo”). Lacan concibe el índice como un Desde sus primeros trabajos, Lacan critica
"signo natural”, en el cual hay una correspon­ a quienes tratan de entender la conducta hu­
dencia unívoca fija entre signo y objeto, (a di­ mana en términos de puro instinto, y aduce
ferencia del significante, que no tiene ningún que esto implica suponer una relación armo­
vínculo fijo con ningún significado). Esta opo­ niosa entre el hombre y el mundo, relación
sición entre índice y significante apuntala las que de hecho no existe (Ec, 88). El concepto
siguientes distinciones trazadas en la obra de de instinto da por sentado algún tipo de cono­
Lacan. cimiento directo innato del objeto, un conoci­
miento que tiene casi un carácter moral '(Ec,
Los conceptos psicoanalítico y médico 851). Contra tales ideas, Lacan insiste en que
del s ín t o m a hay algo inadecuado en la biología humana,
un rasgo que él indica en las frases “insufi­
Mientras que en medicina el síntoma es ciencia vital”' (insuffisance vítale) (Ec, 90) e
considerado un índice de la enfermedad, en “insuficiencia congénita” . Esta inadecuación,
psicoanálisis no es un índice, sino un signifi­ evidente en el desamparo del infante, se com­
cante (E, 129). Por lo tanto, en psicoanálisis no pensa por medio de los c o m p l e j o s . El hecho
hay ningún vínculo fijo de “uno a uno” entre de que la psicología humana esté dominada
los fenómenos patológicos y la estructura sub­ por complejos (a su vez determinados entera­
yacente. mente por factores culturales y sociales), y no
por instintos, significa que cualquier explica­
C ódigos (animales) y lenguaje (humano) ción de la conducta humana que no tome en
cuenta los factores sociales es en sí misma
Los códigos están compuestos de índices, inútil.
112
J KJ KJ 'W W w

Interpretación

INTERNATIONAL PSYCHO­ En otras palabras, la IPA era como una tumba


ANALYTICAL ASSOCIATION cuya única función consistía en preservar la
doctrina de Freud, a pesar de la ignorancia de
La International Psycho-Analytical Asso­ los miembros de la asociación, lo cual implica­
ciation (IPA) fue fundada por Freud en 1910 ba que una vez; que Lacan hubiera insjuflado
como grupo destinado a cobijar las diversas so­ nueva vida a la doctrina, la IPA ya no tenía nin­
ciedades psicoanalíticas que en esa época esta­ guna función válida que cumplir (véase Lacan,
ban surgiendo en el mundo. La primera sede 1956a). Incluso más importante era la crítica de
estuvo en Zurich, y después pasó a Londres, Lacan al programa de f o r m a c ió n d e l o s a n a ­
pero la Association pasó a ser dominada por l is t a s de la IPA, al que acusó de ignorad el én­
sus miembros norteamericanos desde la década fasis de Freud en la necesidad de los estudios
de 1930, cuando la mayoría de los analistas literarios y culturales (Ec, 473), y de reducir el
vieneses emigraron a Estados Unidos. análisis didáctico a un mero ritual. Las estruc­
Después de renunciar en 1953 a la Societé turas organizacionales específicas sob're las
Psychanalytique de Paris (SPP), afiliada a la cuales Lacan organizó su propia escuela (por
IPA, para unirse a la recién fundada Societé ejemplo, el c á r t e l y el p a s e ) apuntaban a ase-'
Fran<jaise de Psychanalyse (SFP), Lacan fue in­ gurar que no se repitieran los errores de la IPA.
formado por correspondencia que, en virtud de En el nivel teórico, Lacan dirigió diversas
esa renuncia, también había dejado de ser críticas a las principales tendencias de la IPA,
miembro de la IPA. Desde ese momento hasta entre ellas el psicoanálisis kleiniano y la teoría
su muerte, Lacan y la IPA estuvieron en discor­ de las relaciones objetales, pero reservando sus
dia. Durante la campaña subsiguiente de la SFP objeciones más sostenidas y profundas a la p s i ­
destinada a lograr la afiliación a la IPA, campa­ c o l o g ía d e l YO, que había logrado uníi posi­
ña que Lacan parece haber respaldado, él mis­ ción dominante en la institución en la década
mo fue considerado por la Association como el de 1950. Él acusó a la IPA de haber traicionado
principal obstáculo para las negociaciones. El las ideas fundamentales de Freud, y la rebauti­
punto principal de discusión era el empleo por zó SAMCDA (Société d ’assistance mutuelle
Lacan de sesiones de duración variable, prácti­ contre le discours analytique, “Sociedad de
ca con la que él continuó a pesar de las repeti­ asistencia mutua contra el discurso analítico”;
das admoniciones de la IPA. Finalmente, en Lacan, 1973a, 27), y atribuyó en gran medida
1963, la IPA aceptó afiliar a la SFP con la con­ esta traición al hecho de que la IPA estaba do
dición de que Lacan fuera despojado de su esta­ minada por Estados Unidos (véase f a c t o r c ).
tuto de analista didacta. Muchos de los princi­ Lacan consideraba su propia enseñanza como
pales analistas de la SFP estuvieron de acuerdo, un retorno a las ideas que la IPA había traicio­
pero para muchos otros (entre ellos Lacan) esto nado (véase f r e u d , r e t o r n o a ).
era inaceptable. Lacan renunció a la SFP y, se­
guido por algunos otros analistas en ejercicio y
en formación, fundó su propia e s c u e l a en INTERPRETACIÓN (INTBRPRÉTATION,
1964. En adelante Lacan alzó mucho más la INTERPRETATION)
voz en sus críticas a la IPA, acusándola de ser
una especie de Iglesia, y comparando su propio El papel del analista en el tratamiento es
destino con la “excomunión” de Spinoza por la doble. Primero y principal, tiene que escuchar
sinagoga (S il, 3-4). al analizante, pero también intervenir, hablán­
La crítica de Lacan apuntaba tanto a la dole. Aunque la palabra del analista se caracte­
estructura institucional como a las tendencias riza por muchos tipos diferentes de actos jde ha­
teóricas dominantes en la IPA. En cuanto a la bla (hace preguntas, da instrucciones, etcétera),
estructura institucional acusó a sus procedi­ el papel crucial y distintivo en la cura es el
mientos burocráticos de producir solamente ofrecimiento de interpretaciones, En sentido
mediocridades, y se burló de sus'jerarquías a m p lio , s e p u e d e d e c i r q u e e l a n a l is ta D frece
pomposas (Ec, 474-86). Lacan adujo que Freud u n a in te r p r e ta c ió n c u a n d o d ic e a lg o q u í s u b ­
había organizado la IPA de ese modo porque v ie rte a lg ú n m o d o d e v e r “ c o tid ia n o ” c o n s c ie n ­
era el único modo de asegurar que sus teorías, te d e l a n a liz a n te .
mal entendidas por todos sus primeros seguido­ Freud comenzó por ofrecer interpretaciones
res, permanecieran intactas para que algún otro a sus pacientes para ayudarlas a recordar ideas'
(Lacan) las desenterrara y resucitara más tarde. que habían sido reprimidas de la memor a, Es­
113
^ O U O O U CJ { j

Interpretación

tas interpretaciones eran conjeturas informadas que sus interpretaciones se estaban volviendo
sobre lo que las pacientes habían omitido en su menos efectivas. En particular, el síntoma per­
relato de los acontecimientos que condujeron a sistía incluso después de que el analista hubiera
la formación de los síntomas. Por ejemplo, en ofrecido interpretaciones exhaustivas.
una de las primeras interpretaciones que regis­ A fin de explicar este fenómeno, los analis- ■
tró, Freud le dijo a una paciente que ella no ha­ tas se volvieron hacia el concepto de r e s is t e n ­
bía revelado todos los motivos del intenso afec­ c i a , sosteniendo que no basta ofrecer una inter­
to que demostraba a los hijos de su empleador, pretación del sentido inconsciente del síntoma,
agregando: “Veo que usted está realmente ena­ sino que es también necesario librarse de la re­
morada de su empleador, el director, aunque sistencia del paciente para que éste adquiera
quizá sin ser consciente de ello” (Freud, 1985d, una conciencia plena de ese significado (véase
SE II, 117). El propósito de la interpretación Strachey, 1934). Pero Lacan propone una expli­
era ayudar a la paciente a tomar conciencia de cación diferente. Dice que la eficacia decre­
sus pensamientos inconscientes. ciente de la interpretación después de 1920 se
El modelo de interpretación fue establecido debió a un “cierre” del inconsciente que los
por Freud en La interpretación de los sueños propios analistas habían provocado (S2, 10-11;
(Freud, 1900a); aunque sólo concernían explí­ S8, 390). Entre otras cosas, Lacan culpa a la
citamente a los sueños, los comentarios de creciente tendencia de la primera generación de
Freud sobre la interpretación realizados en esta analistas a basar más sus interpretaciones en el
obra se aplican por igual a todas las otras for­ simbolismo (a pesar de las advertencias en con­
maciones del inconsciente (parapraxias, chistes, trario de Freud), con lo cuál habían vuelto al
síntomas, etcétera). En el segundo capítulo del método de interpretación prepsicoanalítico,
libro, el método psicoanalítico de interpretación “decodifícador”. Esto no sólo redujo las inter­
es diferenciado del método “decodifícador” por pretaciones a fórmulas establecidas sino que los
el empleo de la asociación libre: una interpreta­ pacientes adquirían pronto la capacidad de pre­
ción psicoanalítíca no consiste en atribuir signi­ decir con exactitud lo que el analista diría sobre
ficados a un sueño en virtud de sus relaciones cualquier síntoma o asociación particulares que
con un sistema preexistente de equivalencias, ellos produjeran (Lacan comenta irónicamente
sino relacionándolo con las asociaciones del que éste “es seguramente el truco más molesto
propio soñante. Se sigue que una misma ima­ que se le puede hacer a uh adivino”; Ec, 462).
gen puede tener significado muy diferentes si Las interpretaciones carecían de importancia y
aparece en sueños de distintas personas. Aun de valor de shock.
cuando más tarde Freud llegó a reconocer la Otros analistas habían reconocido antes que
existencia de un “simbolismo” onírico (es de­ Lacan los problemas causados por el hecho de
cir, reconoció el hecho de que algunas imáge­ que los pacientes estaban cada vez más familia­
nes tienen un sentido universal fijo, además de rizados con la teoría psicoanalítíca. No obstan­
su sentido singular para el soñante individual), te, la solución que ellos proponían a este pro­
siempre sostuvo que la interpretación debe con­ blema era que “el excesivo saber del paciente
centrarse primordial mente en el sentido particu­ debía ser reemplazado por más saber del analis­
lar, y previno contra la sobrestimación de “la ta” (F e ren c zi y Rank, 1925, 61). En otras pala­
importancia de los símbolos en la interpreta­ bras, exhortaban al analista a elaborar teorías
ción de los sueños” (Freud, 1900a, SE V, 359- incluso más complejas, para mantenerse a un
60). paso por delante del paciente. La solución que
Muy pronto en la historia del movimiento Lacan propone es distinta. Lo que se necesita,
psicoanalítico, la interpretación se convirtió en dice, no son interpretaciones de complejidad
ja herramienta más importante del analista, sii creciente, sino un modo distinto de encarar toda
medio primordial para lograr efectos terapéuti­ la interpretación. Por lo tanto, llama a una “téc­
cos. Puesto que se sostenía que los síntomas nica renovada de interpretación” (E, 82), que
eran la expresión de una idea reprimida, se pen­ cuestione los supuestos básicos subyacentes en
saba que la interpretación curaba el síntoma al el modelo de interpretación clásico del psicoa­
ayudar al paciente a tomar conciencia de su nálisis.
idea. No obstante, después del período inicial Las interpretaciones clásicas por lo general
en el cual el ofrecimiento de interpretaciones consistían en atribuir a un sueño, un síntoma,
pareció alcanzar efectos notables, en la década una parapraxia o una asociación, un significado
de 1910-20 los analistas comenzaron a advertir que el propio paciente no les daba. Por ejem-
114
^ ^ ^ KJ \_ y v_ /

In te rs u b je tiv ijd a d

pío, ]a interpretación podía tomar la forma de: analizante de una manera absolutamente liberal
“Lo que usted realmente quiere decir con este (á la letre). La tarea del analista no es llegar a
síntoma es que desea tal cosa”. El supuesto alguna captación intuitiva imaginaria del
fundamental era que la interpretación desen­ “mensaje oculto” del analizante, sino siir ple-
mascara un significado oculto, y que su verdad mente leer el discurso del analizante con o si
puede ser confirmada por el paciente produ­ fuera un texto, atendiendo a sus rasgos forma­
ciendo más asociaciones. Éste es el supuesto les, a los significantes que se repiten (S2,153).
que Lacan cuestiona; él sostiene que las inter­ De allí las frecuentes advertencias de Lican
pretaciones analíticas ya no deben apuntar a acerca de los peligros de “la comprensión”.
descubrir un significado oculto, sino a desbara­ “Cuanto menos comprenden, mejor escucian”
tar el sentido: “La interpretación no se dirige (S2, 141). Comprender (com prendre) ;iene
tanto a ‘dar sentido’ como a reducir los signifi­ connotaciones negativas para Lacan, pue; su­
cantes a su ‘sin-sentido’ para encontrar de tal pone un tipo de escucha que sólo trata de ade­
modo los determinantes de toda la conducta del cuar la palabra del otro a una teoría preforma-
sujeto” (S il, 212; la traducción es mía). De da (véase E, 270; S2, 103; S8, 229-30). Para
modo que la interpretación invierte la relación evitarlo, el analista debe “olvidar lo que abe”
entre el significante y el significado: en lugar mientras escucha (Ec, 349) y, cuando ofrece
de la producción normal del sentido (el signifi­ interpretaciones, tiene que hacerlo “exacta­
cante produce significado), la interpretación mente como si ignorara por completo la tejoría”
opera en el nivel de j para generar S: la inter­ (Lacan, 1953b, 227).
pretación hace surgir “significantes irreducti­ Sobre la compleja cuestión del pensamiento
bles”, que son “sin sentido” (S il, 250). Por lo de Lacan acerca de “interpretar la transferen­
tanto, para Lacan no se trata de adecuar el dis­ cia”, véase t r a n s f e r e n c ia .
curso del analizante a una matriz o teoría inter­
pretativa preconcebidas (como en el método de
la “decodificación”), sino de desbaratar todas INTERSUBJETIVIDAD
esas teorías. Lejos de ofrecer al analizante un (INTERS UBJECTI VITÉ,
nuevo mensaje, la interpretación tiene que ser­ INTERSUBJECTIVITY)
vir sólo para permitir que él oiga el mensaje
que se está dirigiendo inconscientemente a sí Cuando Lacan, en 1953, comienza a anali-
mismo. La palabra del analizante siempre tiene zar en detalle la función de la p a l a b i A en
otros sentidos, además de los que él pretende psicoanálisis, subraya que la palabra es esen-
conscientemente comunicar. El analista juega cialmente un proceso intersubjetivo: “Lá alo­
con la ambigüedad de la palabra del analizante, cución del sujeto supone un alocutor”, y por lo
sacando a luz sus múltiples sentidos. A menu­ tanto “el locutor está constituido en ella
do, la mejor manera de lograrlo es que también intersubjetividad” (E, 49). De modo qi
la interpretación sea ambigua. Al interpretar de ese momento de la obra de Lacan, el término
este modo, el analista le devuelve al analizante "intersubjetividad” tiene un valor positivo,
su propio mensaje, en su forma verdadera, in­ puesto que llama la atención sobre la impor­
vertida (véase c o m u n ic a c ió n ). tancia del lenguaje en psicoanálisis y hace hin­
Por lo tanto, la interpretación no se ofrece capié en el hecho de que el inconsciente es
para obtener el asentimiento del analizante, si­ “transindividual”. El psicoanálisis ha de conce­
no que es sencillamente un recurso táctico para birse en términos intersubjetivos, y no intra-
permitir que el analizante continúe hablando subjetivos.
cuando se ha bloqueado el flujo de las asocia­ Pero en 1960 este término adquiere una
ciones. El valor de una interpretación no reside connotación negativa para Lacan. Es entonces
en su correspondencia con la realidad, sino en asociado, no con la palabra como tal, sino con
su poder para producir ciertos efectos; una in- las nociones de reciprocidad y simetría que ca­
teipretación puede por lo tanto ser inexacta, en ra c te riz a n la r e l a c i ó n d u a l (S8, 11 ); es a s o
el sentido de no corresponder a “los hechos”, y ciado con lo imaginario, y no con lo simbólico.
sin embargo ser verdadera, en el sentido de que El psicoanálisis ya no es concebido en téi
tiene poderosos efectos simbólicos (véase E, de intersubjetividad (S8, 20); por cierto,
237). periencia de la transferencia es precisamente lo
Dice Lacan que, para interpretar de este que socava la noción de intersubjetividad (véa­
modo, el analista debe tomar la palabra del se Lacan, 1967).
115
lntroyección

INTROYECCIÓN (INTROJECTION, mientras que la introyección es un proceso sim­


INTROJECTION) bólico, que se relaciona con significantes (Ec,
'655).
El término “introyección” fue acuñado por
Sándor Ferenczi en 1909, para designar lo
opuesto a la proyección (Ferenczi, 1909). Freud INVERSIÓN (INVERSION, INVERSION)
tomó el término poco después, sosteniendo que
el “yo-placer purificado” está constituido por la Freud emplea el término “inversión” para
introyección de todo lo que es fuente de placer designar la homosexualidad, con la idea de que
(Freud, 1915c). Melanie Klein usa mucho esta la homosexualidad es lo inverso de la heterose-
palabra, pero limita su alcance a la introyección xualidad. También Lacan utiliza la palabra con
del OBJETO. este sentido en sus primeras obras (Lacan,
Lacan critica el modo en que los psicoana­ 1938,109).
listas han tendido a adoptar concepciones “má­ Sin embargo, en los textos posteriores a la
gicas” de la introyección, que la confunden con guerra el término tiene un significado totalmen­
la incoiporación, mezclando de este modo los te distinto. La inversión se refiere usualmente a
órdenes del fantasma y la estructura (SI, 169). las características de la im a g e n e s p e c u l a r : lo
Lacan rechaza la imaginería kleiniana, en la que aparece en un lado del cuerpo real, se ve en
cual los introyectos son objetos internos que el otro lado en la imagen del cuerpo reflejado
entran en el analista mediante algún tipo de in­ en el espejo (véase Lacan, 1951b, 15). Por ex­
corporación fantasmática. Él sostiene que lo in- tensión, la inversión se convierte en una cuali­
troyectado es siempre un significante; “La in­ dad de todos los fenómenos imaginarios, como
troyección es siempre la introyección de la por ejemplo el t r a n s it iv is m o . En el esquema
palabra del otro” (SI, 83). De modo que la in­ L, lo imaginario es representado como una ba­
troyección se refiere al proceso de la identifica­ rrera que bloquea el discurso del Otro, determi­
ción simbólica, el proceso mediante el cual se nando que ese discurso llegue al sujeto en fo r­
constituye el id e a l d e l y o a) final del comple­ ma invertida. De allí la definición lacaniana de
jo de Edipo (véase, E, 22). la comunicación analítica, en la cual el emisor
Lacan cuestiona también que la introyec­ recibe su propio mensaje en forma invertida.
ción sea lo opuesto a la p r o y e c c ió n . A s í , mien­ En 1957 los dos sentidos de la palabra apa­
tras que en la descripción kleiniana el objeto recen juntos en la discusión de Lacan sobre
puede ser introyectado y a continuación repro- Leonardo da Vinci. Retomando la idea de
yectado ad infinitum, dice Lacan que estos dos Freud acerca de la homosexualidad de Leonar­
fenómenos están localizados en registros total­ do (Freud, 1910c), dice Lacan que la identifica­
mente distintos, y por lo tanto es imposible ción especular de Leonardo era altamente insó­
concebirlos como partes de un proceso único. lita, en cuanto resultó en una inversión de las
Sostiene que la proyección es un fenómeno posiciones (en el esquema L) del yo y el peque­
imaginario que se relaciona con imágenes, ño otro (S4,433-4);

116
LENGUAJE (LANGUE, más allá de su empleo para comunicar informa­
LANGAGE, LANGUAGE) ción, el lenguaje es primera y principalmente
una apelación a un interlocutor; en b s términos
Es importante observar que la palabra in­ de Jakobson, Lacan subraya la funci 5n connota-
glesa language corresponde a dos términos tiva por encima de la referencial. Insiste en que
franceses: langue y langage. Estas dos pala­ el lenguaje no es una nomenclatura Ec, 166).
bras tienen sentidos totalmente distintos en la 2. Desde 1950 hasta 1954, el lenguaje co­
obra de Lacan: langue se refiere por lo general mienza a ocupar la posición central gue en ade­
a un idioma específico, como el francés o el lante conservará en la obra de Lacin. En este
inglés, mientras que langage designa el siste­ período, el examen lacaniano del lenguaje está
ma del lenguaje en general, abstraído de todos dominado por referencias, a la fenomenología
los idiomas particulares. Lo que le interesa heideggeriana y, lo que es más importante, a la
fundamentalmente a Lacan es la estructura ge­ antropología del lenguaje (Mauss, Malinowski
neral del lenguaje (langage), y no las diferen­ y Lévi-Strauss). El lenguaje es entonces visto
cias entre idiomas (languej). Coii pocas excep­ como estructurante de las leyes sociales del in­
ciones, la palabra francesa que emplea Lacan tercambio, como un pacto simbólico, etcétera.
es langage. Aparecen también referencias ocas on ales a la
La atracción que ejercen sobre Lacan los retórica, pero no son elaboradas (p 3r ejemplo,
fenómenos lingüísticos puede rastrearse hasta E, 169). Hay unas pocas alusiones a Saussure
su primitivo interés en la poesía surrealista y la (por ejemplo, SI, 248), pero en su famoso “dis­
fascinación que ejerció sobre él eí lenguaje psi- curso de Roma” Lacan establece una oposición
cótico de Aimée, una paranoica cuyos escritos entre “palabra” y “lenguaje” (y no, como lo ha­
Lacan analizó en su tesis de doctorado (Lacan, bía hecho Saussure, entre “palabra” ¡y “lengua”;
] 932). Después de esto, el pensamiento de La­ véase Lacan, 1953a) (véase p a l a b r a ).
can sobre la naturaleza del lenguaje atravesó un 3. Entre 1955 y 1970, el lenguaje ocupa el
largo proceso de desarrollo, en el cual se pue­ centro del escenario, y Lacan desarrolla su tesis
den discernir cuatro fases (véase Macey, 1988, clásica de que “el inconsciente está estructura­
121-76). do como un lenguaje” (SI 1, 20). Es en este pe­
1. Entre 1936 y 1949, las referencias al len­ríodo cuando lleva al primer plano J nombres
ds

guaje son escasas pero significativas; por ejem­ de Ferdinand de Saussure y Roman íakobson.
plo, ya en 1936 Lacan hace hincapié en que el Lacan retoma la teoría de Saussi re en cuan­
lenguaje es constitutivo de la experiencia psi- to a que el lenguaje es una estructun compues­
coanalítica (Ec, 82), y en 1946 dice que no se ta de elementos diferenciales, con la diferencia
puede entender la locura sin abordar el proble­ de que Saussure no lo había dicho díl lenguaje,
ma del lenguaje (Ec, 186). Los comentarios de sino de la lengua. Para Lacan, el enguaje se
Lacan sobre el lenguaje que datan de esa época convierte en el paradigma único de todas las es­
no incluyen ninguna referencia a una teoría lin­ tructuras. A continuación procede a criticar la
güística específica, en lugar de lo cual aparecen concepción saussureana, y sostiene que la uni­
dominados por alusiones filosóficas, sobre todo dad básica del lenguaje no es el si*no sino el
en términos derivados de Hegel. El lenguaje es s ig n if ic a n t e . Sostiene además que el in c o n s ­
visto primordialmente como un elemento me­ c ie n t e , como lenguaje, es una es :ructura de
diador que le permite al sujeto obtener el reco­ significantes, lo que también le penrite a Lacan
nocimiento del otro (véase E, 9). Por encima y formular con gran precisión la cate goría de lo
117
Letra

s im b ó lic o . En 1969 d e s a r r o lla u n c o n c e p to d e l se deje desviar hacia una actitud empática basa­
d is c u r s o c o m o u n a e s p e c ie d e la z o s o c ia l. da en una comprensión imaginaria del conteni­
4. Desde 1971 en adelante, el pasaje de la do (el significado).
a la matemática como paradigma
l in g ü ís t ic a Se suele entender erróneamente que para
de la cienlificidad es acompañado por la ten­ Lacan el lenguaje es sinónimo del orden simbó­
dencia a subrayar la poesía y la ambigüedad del lico. No es así. Lacan dice que el lenguaje tiene
lenguaje, según se advierte en el creciente inte­ una dimensión simbólica y una dimensión ima­
rés de Lacan por el “lenguaje psicótico” de Ja­ ginaria: “hay algo en la función simbólica del
mes Joyce (véase Lacan 1975a; 1975-6). El discurso humano que no puede eliminarse, y es
propio estilo de Lacan refleja este cambio, y su el papel desempeñado en él por lo imaginario”
discurso se puebla aún más densamente con (S2, 306). La dimensión simbólica del lenguaje
juegos de palabras y neologismos, Lacan acuña es la del significante y de la palabra verdadera.
el término lalangue (con el artículo definido la La dimensión imaginaria es la del significado,
y el sustantivo langue) para designar los aspec­ la significación, y la palabra vacía. El e s q u e m a
tos no-comunicativos del lenguaje que, jugando L representa estas dos dimensiones del lengua­
con la ambigüedad y la homofonía, generan una je por medio de dos ejes que se cruzan. El eje
especie de goce (S20, 126). El término “lengua­ A-S es el lenguaje en su dimensión simbólica,
je” se vuelve entones opuesto a lalangue o “la- el discurso del Otro, el inconsciente. El eje
lengua”. Lalengua es como el sustrato caótico imaginario a ’-a es el lenguaje en su dimensión
primario de la polisemia con el que está cons­ imaginaria, el muro del lenguaje que interrum­
truido el lenguaje, casi como si el lenguaje fue­ pe, distorsiona e invierte el discurso del Otro.
ra una superestructura ordenada que se asienta En las palabras de Lacan, “el lenguaje está allí
sobre ese sustrato: “el lenguaje está sin duda tanto para encontrarnos en el Otro, como para
hecho de lalengua. Es una elucubración del sa­ impedir drásticamente que- lo comprendamos”
ber sobre lalengua” (S20, 127). (S2,244).
La importancia que el psicoanálisis lacania­ Lacan distingue entre lenguajes y c ó d ig o s .
no atribuye al lenguaje se considera por lo ge­ A diferencia de los códigos, en el lenguaje no
neral su rasgo más distintivo. Lacan critica el hay ninguna correspondencia estable de uno a
modo en que otras formas de psicoanálisis (co­ uno entre signo y referente, ni entre significado
mo el psicoanálisis kleiniano y la teoría de las y significante. Es esta propiedad del lenguaje lo
relaciones objetales) tienden a minimizar la im­ que genera la ambigüedad intrínseca de todo
portancia del lenguaje y a subrayar la “comuni­ discurso, ambigüedad evidente en las formacio­
cación no-verbal” del analizante (su “lenguaje nes del inconsciente, que sólo pueden interpre­
corporal”, etcétera), a expensas de su palabra. tarse jugando con la homofonía y otras formas
Según Lacan, éste es un error fundamental, por de equívoco (/’equivoque) (véase in t e r p r e t a ­
tres razones principales. c ió n ).
Primero, toda comunicación humana está
inscrita en una estructura lingüística; incluso el
“lenguaje corporal” es fundamentalmente, co­ LETRA (.LETTRE, LETTER)
mo la misma expresión lo dice, una forma de
lenguaje, con los mismos rasgos estructurales. Las frecuentes referencias de Lacan a “la
Segundo, la meta de la cura es articular la letra” deben verse en el contexto del estudio del
verdad del propio deseo en palabras, y no en l e n g u a j e realizado por Saussure. En su Curso
ningún oü*ó vehículo; la regla.fundamental del de lingüística general Saussure privilegia el
psicoanálisis se basa en el principio de que la lenguaje hablado sobre el escrito, basándose en
palabra es el único camino para esta verdad. que el primero aparece^tes, 'tanto en la histo­
Y tercero, Ia palabra es la única herramien­ria de l^ürnanVdad como en la vida del indivi­
ta con la que cuenta el analista; en consecuen­ duo. La escritura es concebida como una mera
cia, un analista que no comprende de qué modo representación de segunda mano del lenguaje
operan la palabra y el lenguaje tampoco entien­ K ^ a H o T y * ® ! ^ g n íf ic a n t e se piensa como una
de al psicoanálisis en sí (véase E, 40). imagen puramente acústica, y no gráfica (Saus­
Una consecuencia del énfasis lacaniano en sure, 1 9 X 6 ^ ^ '" ^
el lenguaje es la recomendación de que el ana­ Cuando Lacan toma la obra de Saussure en
lista preste atención a los rasgos formales de la la década de 1950, la adapta libremente a sus
palabra del analizante (los significantes), y no propios fines. Entonces concibe la letra, no co~
118
^ ^ W v_y W y ^y ^ \^j k j V ^ KJ

Ley

mo mera representación gráfica de un sonido, mo la escritura están situadas en eí orden de lo


sino como 1.a base material del lenguaje mismp: real, y por lo tanto comparten la frita de senti­
“Llamo letra afs'oporte"máterial’que el discurso do, dice Lacan que la letra es lo qu i uno lee, en
concreto toma del lenguaje” (E, 147). La letra tanto opuesto a lo escrito, que no. está destinado
es entonces conectada con lo real, un sustrato a ser leído (S20, 29). La escritura istá también
material que "apuntala ef orden simbólico. El conectada con la idea de la formal zación y los
concepto de materialidad implica para Lacan la maternas; Lacan habla de sus sínbolos alge­
idea de indivisibilidad y también la idea de lo­ braicos como “letras” (S20, 30).
calidad; la letra es por lo tanto “la estructura El concepto lacaniano de la let :a es el tema
esencialmente localizada del signTñcante’r,(E, de una critica realizada por Jacc ues Derrida
f5 3 T v £ a s e $ 2 0 ,3 0 5 { v é a se m a t e r ia l is m o ). (1975) y dos de sus seguidores (Lafcoue-Labart-
Como elemento de lo real, la letra en sí car he y Nancy, 1973). Lacan se refirió a esta últi­
rece de sentido. Lacan lo ilustra”remitiéndose ma obra en su seminario de 1972-2 (S20, 62-6).
(como" lo había hecho Freud; véase Freud
1913b, SE XIII, 177) a los jeroglíficos del an­
tiguo Egipto, durante tanto tiempo indescifra­ LEY (JLOI, LAW)
bles para los europeos. Hasta que Champollion
pudo descifrarlos sobre la base de la Piedra de Las discusiones de Lacan sobre la “ley”
Rosetta, nadie entendía esas inscripciones (que Lacan a menudo escribe con L mayúscula)
enigmáticas, pero era sin embargo claro que deben mucho a la obra de Claude Lévi-Strauss
estaban organizadas en un sistema significante, (véase especialmente Lévi-Strauss, 1951), Co­
(SI, 244-5; véase S, 160). Del mismo modo, el mo en Lévi-Strauss, la Ley no es en Lacan un
significante persiste, como una letrasin sentido fragmento de legislación particular, sino los
que marca el destino del sujeto y que él debe principios fundamentales que subyacen en to­
descifrar. Un buen ejemplo es el caso del das las relaciones sociales. La ley es el conjun­
Hombre de los lobos, en el cual Freud observó to de principios universales que liacen posible
que la letra sin sentido V reaparecía con mu­ la existencia social, las estructura i que gobier­
chos disfraces en la vida del paciente (Freud, nan todas las formas de intercambio social, sea
1918b). el acto de regalar, las relaciones c e parentesco
Como lo demuestra el ejemplo del Hombre o las formación de pactos. Puesto que la forma
de los lobos, la letra es esencialmente lo que re­ básica del intercambio es la comunicación en
torna y se repite; constantemente insiste en ins­ sí, la ley es fundamentalmente unji entidad lin
cribirse en la vida del sujeto. Lacan ilustra esta güística: es la ley del significante:
REPETICIÓN con referencia al relato La carta ro­
bada, de Edgar Alian Poe (Poe, 1844). Jugando e sta ley, entonces, se rev ela c on c ia r d ad suficiente
cóm o id én tica a un orden de lenguaje, Pues sin nom i-
con el doble sentido de la palabra francesa “let-
nacio n es d e parentesco, ningún poder puede instituir
tre”, que también significa “carta”, Lacan pre­ el orden d e p referencias y tabúes que igan y tejen el
senta la narración de Poe sobre un documento hilo dei lin aje a través de las sucesivas generaciones.
escrito (una letra) que pasa por varias manos, (E. 66)¿
como metáfora del significante que circula en­
tre diversos sujetos, asignando una posición pe­ Esta estructura legal-Iingüíst: c a n o e s ni
culiar a quien quiera es poseído por él (Lacan más ni menos que el orden simbólico en sí.
1955a). En ese mismo ensayo, Lacan postula Siguiendo a Lévi-Strauss, dice Lacan que la
que “una letra [carta] siempre llega a su desti­ ley es esencialmente humana; es la ley lo que
no” (Ec, 41). separa al hombre de los otros anirr ales, al regu­
En vista del papel de la letra, en el incons­ lar las relaciones sexuales que, enire los anima
ciente, el analista no debe concentrarse en el les, no están reguladas; la ley humana es
sentido o la significación del discurso de un Ley primordial [...] que al regular los vínculos
analizante, sino puramente en sus propiedades matrimoniales superpone el reino de la cultura
formales; tiene que leer la palabra del analizan­ al de una naturaleza abandonada a la ley del
te como si fuera un texto, “tomar literalmente” apareamiento. La prohibición- del incesto es so­
(prendre a laAettre). Hay por lo tanto una estre­ lamente su pivote subjetivo” (E, 6 5).
cha conexión entre la letra y la escritura, una E s e l p a d r e q u ie n im p o n e este le y a l s u je to
conexión que La<?an explora en su seminario de e n e l c o m p l e j o d e E d ip o ; la a g e n c ia p a te r n a (o
1972-3 (S20, 29-38). Aunque tanto la letra co­ f u n c ió n p a te r n a ) n o e s m á s q u e ú n o m b r e - d e

119
w w \y w w w w kj w O '^ W

Letra

simbólico. En 1969 desarrolla un concepto del se deje desviar hacia una actitud empática basa­
d isc u r so como una especie de la z o social. da en una comprensión imaginaria ¿el conteni­
4. Desde 1971 en adelante, el pasaje de lado (el significado).
lin g ü íst ic a a la matemática como paradigma Se suele entender erróneamente que para
de la cientificidad es acompañado por la ten­ Lacan el lenguaje es sinónimo del orden simbó­
dencia a subrayar la poesía y la ambigüedad del lico. No es así. Lacan dice que el lenguaje tiene
lenguaje, según se advierte en el creciente inte­ una dimensión simbólica y una dimensión ima­
rés de Lacan por el “lenguaje psicótico” de Ja­ ginaria: “hay algo en la función simbólica del
mes Joyce (véase Lacan 1975a; 1975-6). El discurso humano que no puede eliminarse, y es
propio estilo de Lacan refleja este cambio, y su el papel desempeñado en él por lo imaginario”
discurso se puebla aún más densamente con (S2, 306). La dimensión simbólica del lenguaje
juegos de palabras y neologismos. Lacan acuña es la del significante y de la palabra verdadera.
el término lalangue (con el artículo definido la La dimensión imaginaria es la del significado,
y el sustantivo langue) para designar los aspec­ la significación, y la palabra vacía. El esquema
tos no-comunicativos del lenguaje que, jugando L representa estas dos dimensiones del lengua­
con la ambigüedad y la homofonía, generan una je por medio de dos ejes que se cruzan. El eje
especie de goce (S20, 126). El término “lengua­ A-S es el lenguaje en su dimensión simbólica,
je” se vuelve entones opuesto a lalangue o “la- el discurso del Otro, el inconsciente. El eje
lengua”. Lalengua es como el sustrato caótico imaginario a ’-a es el lenguaje en su dimensión
primario de la polisemia con el que está cons­ imaginaria, el muro del lenguaje que interrum­
truido el lenguaje, casi como si el lenguaje fue­ pe, distorsiona e invierte el discurso del Otro.
ra una superestructura ordenada que se asienta En las palabras de Lacan, “el lenguaje está allí
sobre ese sustrato: “el lenguaje está sin duda tanto para encontrarnos en el Otro, como para
hecho de lalengua. Es una elucubración del sa­ impedir drásticamente que lo comprendamos"
ber sobre lalengua” (S20, 127). (S2, 244).
La importancia que el psicoanálisis lacania­ Lacan distingue entre lenguajes y CÓDIGOS.
no atribuye al lenguaje se considera por lo ge­ A diferencia de los códigos, en el lenguaje no
neral su rasgo más distintivo. Lacan critica el hay ninguna correspondencia estable de uno a
modo en que otras formas de psicoanálisis (co­ uno entre signo y referente, ni entre significado
mo el psicoanálisis kleiniano y la teoría de las y significante. Es esta propiedad del lenguaje lo
relaciones objétales) tienden a minimizar la im­ que genera la ambigüedad intrínseca de todo
portancia del lenguaje y a subrayar la “comuni­ discurso, ambigüedad evidente en las formacio­
cación no-verbal” del analizante (su “lenguaje nes del inconsciente, que sólo pueden interpre­
corporal”, etcétera), a expensas de su palabra. tarse jugando con la homofonía y otras formas
Según Lacan, éste es un error fundamental, por de equívoco (1’equivoque) (véase interpreta­
tres razones principales. ción).
Primero, toda comunicación humana está
inscrita en una estructura lingüística; incluso el
“lenguaje corporal” es fundamentalmente, co­ LETRA (LETTRE, LETTER)
mo la misma expresión lo dice, una forma de
lenguaje, con los mismos rasgos estructurales. Las frecuentes referencias de Lacan a “la
Segundo, la meta de la cura es articular la letra” deben verse en el contexto del estudio del
verdad del propio deseo en palabras, y no en lenguaje realizado por Saussure, En su Curso
ningún otro vehículo; la regla fundamental del de. lingüística general Saussure privilegia el
psicoanálisis se basa en el principio de que la lenguaje hablado sobre Rescrito, basándose en
palabra es el único camino para esta verdad. que el Rimero aparece antes,'tanto en la histo­
Y tercero, la-palabra es la única herramien­ria de iaTiumanidatTcomo en la vida del indivi­
ta con la que cuenta el analista; en consecuen­ duo. La escritura es concebida como una mera
cia, un analista que no comprende de qué modo representación de segunda mano del lenguaje
operan la palabra y el lenguaje tampoco entien­ fiaBíaHSTy el sTgnifi cante se piensa como una
de al psicoanálisis en sí (véase E, 40). imagen puramente acústica, y no gráfica (Saus­
Una consecuencia del énfasis lacaniano en sure, 1916).,'w * ~
el lenguaje es la recomendación de que el ana­ Cuando Lacan toma la obra de Saussure en
lista preste atención a los rasgos formales de la la década de 1950, la adapta libremente a sus
palabra del analizante (los significantes), y no propios fines. Entonces concibe la letra, no co-
118
Ley

mo mera representación gráfica de un sonido, mo la escritura están situadas en el orden de lo


sino como la base material del lenguaje mismo: real, y por lo tanto comparten la falta de senti­
“Llamo /eira'TTsoporte material que etdiscurso do, dice Lacan que la letra es lo que
concreto toma del lenguaje” (E, 147). La letra tanto opuesto a lo escrito, que no est
es entonces conectada con lo real^ un sustrato a ser leído (S20, 29). La escritura está también
material que"áp'üntala"ef orden’ simbólico. El conectada con la idea de la formalización y los
concepto de materialidad implica para Lacan la maternas; Lacan habla de sus sím Dolos alge-
idea de indivisibilidad y también la idea de lo­ braicos como “letras” (S20, 30).
calidad; la letra es por lo tanto “la estructura El concepto lacaniano de la letrá es el tema
esencialmente localizada dd^gm íicante’i' ,(E) de una crítica realizada por Jacques Derrida
Í53Tveáse~S20” 30) (véase mX t e r ía l Ís m o ). (1975) y dos de sus seguidores (Lac Due-Labart-
Como elemento de lo real, la letra en si ca- he y Nancy, 1973). Lacan se refirií a esta últi­
rece de sentido. Lacan lo iIusIra'r'emítiendose ma obra en su seminario de 1972-3 (S20, 62-6).
(como" lo había hecho Freud; véase Freud
1913b, SE XIII, 177) a los jeroglíficos del an­
tiguo Egipto, durante tanto tiempo indescifra­ LEY (LOI, LAW)
bles para los europeos. Hasta que Champollion
pudo descifrarlos sobre la base de la Piedra de Las discusiones de Lacan sot re la “ley”
Rosetta, nadie entendía esas inscripciones (que Lacan a menudo escribe con L mayúscula)
enigmáticas, pero era sin embargo claro que deben mucho a la obra de Claude Lévi-Strauss
estaban organizadas en un sistema significante (véase especialmente Lévi-Strauss 1951). Co-
(SI, 244-5;'véase'S,'ISO).Óel mismo modo, eí mo en Lévi-Strauss, la Ley no es < í Lacan un
significante persiste, com o unaletra.sin.sentido fragmento de legislación particulki.r, sino los
que marca el destino del sujeto.y que él debe principios fundamentales que subj acen en to-
descifrar. Un buen ejemplo es el caso del das las relaciones sociales. La ley es el conjun­
Hombre de los lobos, en el cual Freud observó to de principios universales que hzt e n posible
que la letra sin sentido V reaparecía con mu­ la existencia social, las estructuras que gobier-
chos disfraces en la vida del paciente (Freud, nan todas las formas de intercambi Dsocial, sea
1918b). el acto de regalar, las relaciones de parentesco
Como lo demuestra el ejemplo del Hombre o las formación de pactos. Puesto que la forma
de los lobos, la letra es esencialmente lo que re­ básica del intercambio es la comí nicación en
toma y se repite; constantemente insiste en ins­ sí, la ley es fundamentalmente una entidad Uñ­
cribirse en la vida del sujeto. Lacan ilustra esta güística: es la ley del significante:
REPETICIÓN con referencia al relato La carta ro­
bada, de Edgar Alian Poe (Poe, 1844). Jugando esta ley, entonces, se revela con claric ad suficiente
con el doble sentido de la palabra francesa “let- como idéntica a un orden de lenguaje. Fues sin nomi-
naciones de parentesco, ningún poder j uede instituir
tren, que también significa “carta”, Lacan pre­ el orden de preferencias y tabúes que Irgan
1 y tejen el
senta la narración de Poe sobre un documento hilo del linaje a través de las sucesivas eneraciones.
escrito (una letra) que pasa por varias manos, (E, 66)
como metáfora del significante que circula en­
tre diversos sujetos, asignando una posición pe­ Esta estructura legal-lingiiisti ;a no es ni
culiar a quien quiera es poseído por él (Lacan más ni menos que el orden simbólico en sí.
1955a). En ese mismo ensayo, Lacan postula Siguiendo a Lévi-Strauss, dice Lacan que la
que “una letra [caita] siempre llega a su desti­ ley es esencialmente humana; es la ley lo que
no” (Ec, 41). separa al hombre de los otros anim íles, al regu­
En vista del papel de la letra en el incons­ lar las relaciones sexuales que, entre los anima­
ciente, el analista no debe concentrarse en el les, no están reguladas; la ley humana es “la
sentido o la significación del discurso de un Ley primordial [...] que al regular los vínculos
analizante, sino puramente en sus propiedades matrimoniales superpone el reino le la cultura
formales; tiene que leer la palabra del analizan­ al de una naturaleza abandonada a la ley del
te como si fuera un texto, “tomar literalmente" apareamiento. La prohibición-del i icesto es so­
(prendre álaJettre). Hay por lo tanto una estre­ lamente su pivote subjetivo” (E, 6 í).
cha conexión entre la letra y la escritura, una Es el padre quien impone esta ley al sujeto
conexión que Lacan explora en su seminario de en el complejo de E dipo; la agencia paterna (o
1972-3 (S20, 29-38). Aunque tanto la letra co­ función paterna) no es más que el nombre de
119
Libido

este papel prohibitivo y legislativo. En el se­ ne, como Freud, que la libido es exclusivamen­
gundo tiempo del complejo de Edipo, el padre te sexual. También sigue a Freud al afirmar que
aparece como el omnipotente “padre de la hor­ la libido es exclusivamente masculina (E, 291).
da primordial” descrito en Tótem y tabú (Freud, En la década de 1950 ubica la libido en el or­
1912-3); éste es el legislador no incluido en su den imaginario: “La libido y el yo están del
propia ley, porque él es la Ley, y Ies niega a ios mismo lado. El narcisismo es libidinal” (S2,
otros el acceso a las mujeres de la tribu, mien­ 326). Sin embargo, desde 1964 en adelante La­
tras que él mismo tiene acceso a todas. En el can pasa a articular más la libido con lo real
tercer tiempo del complejo, de Edipo, el padre (véase Ec, 848-9). Pero en general no emplea ni
es incluido en su propia ley; la ley es revelada de cerca la palabra “libido” con tanta frecuen­
como un pacto, más bien que como un impera­ cia como Fréud, y prefiere reconceptu alizar la
tivo. El complejo de Edipo representa la regula­ energía sexual en términos de goce,
ción del deseo por la ley. Es la ley del principio
de placer, que le ordena al sujeto “gozar lo
menos posible”, y de tal modo lo mantiene a LINGÜÍSTICA CUNGUISTIQUE,
una distancia segura de la Cosa. LINGUISTICS)
Pero la relación entre la ley y el deseo es
dialéctica: “el deseo es el reverso de la ley” Si bien el interés de Lacan por el lenguaje
(Ec, 787). Si por un lado la ley le pone límites puede rastrearse hasta principios de la década
al deseo, es también verdad que, por empezar, del ’30, cuando analizó los escritos de una psi-
ella misma crea el deseo al crear la interdic­ cótica en su tesis de doctorado (Lacan, 1932),
ción. El deseo es esencialmente deseo de trans­ sólo a principios de los años ’50 comenzó á ar­
gredir, y para que haya transgresión es primero ticular sus ideas sobre el lenguaje en términos
necesario que haya prohibición (S7, 83-4). No derivados de una teoría lingüística específica, y
se trata de que haya un deseo preexistente que a hasta 1957 no comenzó a abordar la teoría lin­
continuación la ley regula, sino que el deseo güística en detalle.
surge del proceso de la regulación: “lo que ve­ El “giro lingüístico” de Lacan fue inspirado
mos aquí es el vínculo estrecho entre el deseo y por la obra antropológica de Claude Lévi-
la Ley” (S7, 177). Strauss, quien, en la década de i 940, había co­
Si la ley está estrechamente conectada con menzado a aplicar los métodos de la lingüística
el padre, ello no se debe sólo a que el padre es estructural a fenómenos culturales no-lingüísti­
quien impone la ley, sino también a que la ley cos (el mito, las relaciones de parentesco, etcé­
surge del asesinato del padre. Lo ilustra clara­ tera), dando de tal modo origen a la “antropo­
mente el mito del padre de la horda primordial, logía estructural”. Al hacerlo, Lévi-Strauss
que Freud narra en Tótem y tabú. En este mito, anunció un ambicioso programa, en el cual la
el asesinato del padre, lejos de liberar de la ley lingüística proporcionaría el paradigma de la
a los hijos, no hace más que reforzar la ley que cientificidad para todas las ciencias sociales:
prohíbe el incesto. “La lingüística estructural desempeñará sin du­
da, respecto de las ciencias sociales, el mismo
papel renovador que la física nuclear, por
LIBIDO (LIBIDO, LIBIDO) ejemplo, ha desempeñado para las ciencias físi­
cas” (Lévi-Strauss, 1945, 33).
Freud tenía un concepto cuantitativo (o Siguiendo las indicaciones de Lévi-Strauss,
“económico”) de la libido: era una energía que Lacan recurre a la lingüística para proporcionar
podía aumentar o decrecer, y ser desplazada a la teoría psicoanalítica un rigor conceptual del.
(véase Freud, 1921c, SE XVIII, 90). Él insistía que antes carecía. Esta falta de rigor conceptual
en la naturaleza sexual de esta energía, y a lo -dice Lacan- se debía sencillamente a que la
largo de toda su obra mantuvo un dualismo en lingüística estructural había aparecido demasia­
el cual la libido aparecía opuesta a otra forma do tarde como para que Freud la utilizara: ‘Gi­
de energía (no-sexual), Jung cuestionó este nebra 1910’ y ‘Petrogrado 1920’ bastan para
dualismo, postulando una única forma de ener­ explicar por qué Freud no contó con esta parti­
gía vital, de carácter neutro, y propuso que esa cular herramienta” (E, 298). No obstante, La­
energía se denominara “libido”. can sostiene que cuando se relee a Freud bajo
Lacan rechaza el monismo de Jung y reafir­ la luz de la teoría lingüística, se revela una lógi­
ma el dualismo freudiano (SI, 119-20). Sostie­ ca coherente de otro modo invisible; por cierto,
120
Locura

se puede incluso pensar que Freud anticipó Saussure se trata de un sistema de signos, y pa­
ciertos elementos de la teoría lingüística mo­ ra Lacan de un sistema de signific antes. De Ja-
derna (E, 162). kobson, Lacan toma conceptos de metáfora y
Como lo indican las referencias que hemos metonimia como los dos ejes (sincrónico y dia­
citado (“Ginebra 1910” y “Petrogrado 1920”), crónico) a lo largo de los cuales ie alinean to­
el compromiso de Lacan con la lingüística gira dos los fenómenos lingüísticos, y emplea estos
casi exclusivamente en torno a'la obra de Ferdi­ términos para comprender las ideas freudianas
nand de Saussure (1857-1913) y Roman Jakob- de la condensación y el desplazamiento. Otros
son (1896-1982). En textos de Lacan casi no conceptos que Lacan toma de la lingüística son
hay referencias a otros lingüistas influyentes, el de shifter y el de la distinción entre el enun­
como Noam Chomsky, Leonard Bloomfield y ciado y la enunciación.
Edward Sapir. Encontramos asimismo un foco Pero Lacan ha sido acusado de distorsionar
concomitante en el signo, los tropos retóricos, groseramente estos conceptos lingüísticos. Él
el análisis fonemático, a expensas de una omi­ respondió a tales críticas aduciendo que no ha­
sión casi completa de otras áreas de la lingüísti­ cía lingüística sino psicoanálisis, I d cual reque­
ca, como la sintaxis, la semántica, la pragmáti­ ría una cierta modificación de las ideas prove­
ca, la sociolingüística y la adquisición del nientes de otra disciplina.
lenguaje (aunque véase desarrollo ) (véase En última instancia, a Lacan no le interesa­
Macey, 1988,121-2). . ba realmente la teoría lingüística í n sí, sino los
Saussure fue el fundador de la ‘’lingüística usos que podía darle para desarre llar la teoría
estructural”. En contraste con el estudio del psicoanalítica (véase Lacan, 1970 1; seminario
lenguaje en el siglo XIX, que había sido exclu­ del 20 de enero de 1971). Esto lo I evó a acuñar
sivamente diacrónico (es decir, centrado en los el neologismo “lingüisteria” (con las palabras
modos en que el lenguaje cambia a lo largo del “lingüística” e “histeria”), como designación de
tiempo), Saussure sostuvo que la lingüística de-. su empleo psicoanalítico de los conceptos lin­
bía ser también sincrónica (es decir, con el fo­ güísticos (S20, 20).
co en el estado de un lenguaje en un momento
dado). Esto lo llevó a desarrollar su famosa dis­
tinción entre “lengua” y “palabra”, y su con­ LOCURA {FOLIE, MADNESS)
cepto del signo como compuesto de dos ele­
mentos: significante y significado. Saussure Cuando Lacan emplea el térm: no “locura”,
desarrolló todas estas ideas en su obra más cé­ o. dice que alguien está “loco”, s<¡ refiere a la
lebre, el Curso de lingüística general, confec­ psicosis: “Las psicosis [.,.] corresponden a lo
cionado por sus discípulos a partir de notas to­ que siempre se ha denominado ylsigue legíti­
madas en las conferencias de Saussure en la mamente denominándose locura” (S3, 4).
Universidad.de Ginebra, y publicada tres años Agrega que “no hay ninguna razón para negar­
después de su muerte (Saussure, 1916). Jakob- se el lujo de esta palabra" (S3, De modo
son elaboró adicionalmente las líneas tendidas que, lejos de verla como un término despecti­
por Saussure, y fue pionero del desarrollo de la vo, Lacan valora sus resonancias poéticas, y
fonología, además de hacer importantes aportes aprueba su uso, con la condición de que se le
a los campos de la semántica gramatical, la asigne el sentido preciso de psicos: s. Por ejem­
pragmática y la poética (véase Catón, 1987). plo, en 1946 Lacan felicitó al psiqviatra francés
Lacan toma de Saussure la concepción del Henri Ey por “preservar obstinada nente el tér­
lenguaje como una estructura, aunque para mino” (Ec, 154).
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MADRE (MERE, MOTHER) El deseo de la m adre

En la descripción que da Freud del comple­ Según Freud, el deseo de la mujér de tener
jo de E dipo, la madre es el primer objeto amo* un hijo tiene sus raíces en la envidia í¡1 pene de!
roso del niño. Sólo la intervención del padre, a hombre. Cuando la niña comprende por prime­
través de la amenaza de castración lo obliga a ra vez que no tiene un pene, se siente privada
renunciar a desear a la madre. En la obra de de algo valioso, e intenta compensai esta falta
Melanie Klein el énfasis pasó del papel del pa-' obteniendo un niño como sustituto simbólico
dre a la relación pregenital madre-hijo, descrita del pene que le ha sido negado (Freud, 1924b).
como una relación sádica en la cual el niño fan­ Lacan sigue a Freud, y dice que el hi, o siempre
tasea ataques resentidos al cuerpo de la madre, representa para la madre un sustituto del falo
y a continuación teme la retaliación. simbólico que a ella le falta (véase p r iv a c ió n ).
En sus escritos de preguerra Lacan alude Sin embargo, Lacan subraya que esti sustituto
varias veces a la obra de Melanie Klein, y des­ nunca satisface realmente a la madre; su deseo
cribe los fantasmas canibalistas de devorar a del falo persiste aun después de tener el hijo. El
la madre y ser devorado por ella. Dice que el niño pronto comprende que él nc satisface
primero de los complejos familiares es el completamente el deseo de la madre, que el de­
complejo del destete, en el cual la interrupción seo de ella apunta a algo que está más allá de
de la relación simbiótica con la madre deja él, y por lo tanto trata de descifrar ese deseo
una huella permanente en la psique del niño. enigmático; tiene que elaborar una respuesta a
También describe la pulsión de muerte como la pregunta “Che vuoi?" (“¿Qué quieres de
un anhelo nostálgico de retornar a esta rela­ mí?”). La respuesta que el niño encuentra es
ción de fusión con el pecho materno (Lacan que la madre desea el falo imaginario. Entonces
1938,35). trata de satisfacer el deseo de la mad -e identifi­
La concepción de la madre como una fuer­ cándose con el falo imaginario (o identificán­
za absorbente que amenaza devorar al niño es dose con la madre fálica, la madre imaginada
un tema constante en la obra de Lacan de allí como poseedora del falo). En este juego de “ser
en adelante (véase S4, 195; S17, 118). Lacan o no ser el falo”, el niño está completamente a
dice que el niño tiene que desprenderse de la merced del deseo caprichoso de la ¡nadre, de­
relación imaginaria con la madre para entrar en samparado ante la omnipotencia de ella (S4,
el orden social; si no logra hacerlo, resulta al­ 69,187). Sin embargo, esta sensació i de impo­
guna de varias peculiaridades que van desde la tencia puede no suscitar mucha angustia al
' fobia hasta la perversión. Puesto que el agente principio; durante cierto tiempo, el n ño experi­
que ayuda al niño a superar el apego primario menta sus intentos de ser el falo como un juego
a la madre es el padre, puede también decirse de seducción relativamente satisfactorio. Sólo
que estas peculiaridades resultan de un fracaso cuando comienzan a agitarse las pulsiones se­
de la función paterna. En consecuencia, gran xuales (por ejemplo, en la masturbación infan­
parte de la obra de Lacan apunta a cambiar el til), y se introduce de tal modo un eíemento de
énfasis de la teoría analítica, que estaba en la lo real en el juego imaginario, la om nipotencia
relación madre-hijo (lo preedípico, prototipo de la madre comienza a provocar una gran an­
de lo imaginario), para restituirlo al rol del pa­ gustia en el hijo. Esta angustia se manifiesta en
dre (el complejo de Edipo, prototipo de lo sim­ imágenes de ser devorado por la madre, y sólo
bólico). la resuelve la intervención del padrs real, que
123
Materna

castra al niño en el tercer tiempo del complejo Los maternas forman parte deí álgebra laca­
de Edipo. niana.
Aunque el término “materna” no es introdu­
La madre: real, simbólica e imaginaria cido por Lacan hasta principios de la década de
1970, las dos fórmulas más a menudo designa­
Lacan sostiene que es importante distinguir das como maternas datan de 1957. Estas fórmu­
la madre real, la madre simbólica y la madre las, creadas para designar puntos del grafo del
imaginaria. deseo, son el materna de la pulsión ($ 0 D), y
La madre se manifiesta en lo real como la el materna del fantasma ($ 0 a). El paralelo es­
cuidadora primaria del infante. Éste es incapaz tructural entre estos dos maternas es claro: am­
de satisfacer sus propias necesidades, y por lo bos están compuestos por dos símbolos alge­
tanto depende absolutamente de un Otro que lo braicos unidos por un romboide (el símbolo 0,
cuide (véase desamparo). La madre es en pri­ que Lacan denomina poingon, punzón o cuño)
mer lugar simbólica: sólo se vuelve real al frus­ y encerrados por paréntesis. El romboide sim­
trar la demanda del sujeto (véase frustración). boliza una relación entre los dos símbolos, rela­
Cuando la madre atiende al infante, brin­ ción ésta que incluye “envolvimiento-desarro-
dándole los objetos que satisfarán sus necesida­ llo-conjunción-diyunción” (E, 280, n. 26).
des, estos objetos adquieren pronto una función Lacan dice que los maternas “no son signi­
simbólica que eclipsa por completo su función ficantes trascendentes; son los índices de una
real; los objetos son vistos como regalos, mues­ significación absoluta” (E, 314). Han sido
tras simbólicas del amor de la madre. Final­ “creados para transmitir ciento y una lectura
mente, es la presencia de la madre la que atesti­ diferentes, una multiplicidad admisible en tan­
gua este amor, aunque ella no traiga ningún to lo hablado permanezca atrapado en su álge­
objeto real. En consecuencia, la ausencia de la bra” (E, 313). Están construidos de modo tal
madre se experimenta como un rechazo trau­ que resistan a cualquier intento de reducirlos a
mático, una pérdida de su amor. Freud descri­ una significación unívoca, y le impidan al lec­
bió de qué modo el niño intenta superar esa tor una comprensión intuitiva o imaginaría de
pérdida simbolizando la presencia y la ausencia los conceptos psicoanalíticos; los maternas no
de la madre eon juegos y lenguaje (Freud, deben comprenderse sino usarse. De este mo­
19?0b). Lacan considera que esta simboliza­ do, constituyen un núcleo formal de la teoría
ción primaria representa los primeros pasos del psicoanalítica que podría transmitirse íntegra­
niño en el orden simbólico (S4, 67-8). La ma­ mente; “Uno por cierto no sabe lo que signifi­
dre que le interesa a la teoría psicoanalítica es can, pero son transmitidos” (S20, 100).
sobre todo la madre simbólica, la madre en su
papel de Otro primordial. Es ella quien introdu­
ce al niño en el lenguaje, al interpretar los gri­ MATEMÁTICAS (MA THÉMA TIQUES,
tos de la criatura y de tal modo determinar re­ MATHEMATICS)
troactivamente su sentido (véase puntuación).
La madre se manifiesta en el orden imagi­ En su intento de teorizar la categoría de lo
nario con algunas imágenes. Una imagen Lacan adopta dos enfoques básicos.
sim b ó l ic o ,
importante que ya hemos mencionado es la de El primero consiste en describirla en términos
la madre devoradora que está en las raíces de la tomados de la l in g ü ís t ic a , empleando un mo­
angustia. Otra importante imagen materna es la delo del lenguaje inspirado en Saussure, como
de la madre fálica, la madre imaginada como un sistema de significantes. Et segundo enfo­
poseedora del falo imaginario. que intenta una descripción en términos toma­
dos de las matemáticas. Los dos enfoques son
complementarios, puesto que tratan por igual
MATEMA (MATHEME, M ATH EME) de describir sistemas formales con reglas preci­
sas, y ambos demuestran el poder del signifi­
El término “materna” es un neologismo que cante. Aunque en la obra de Lacan se advierte
Lacan deriva de la palabra “matemática”, pre­ un pasaje general desde el enfoque lingüístico
sumiblemente por analogía con la palabra “mi- (que predominó hasta la década de 1950) al en­
tema”, acuñada por Claude Lévi-Strauss para foque matemático (dominante en la década de
designar los constituyentes básicos de los siste­ 1970), ya en los años ’40 podemos encontrar
mas mitológicos (véase Lévi-Strauss, 1955). huellas del enfoque matemático (por ejemplo,
124
J KJ
Materi alismo

en el análisis de un acertijo lógico en Lacan, papel de la experiencia (y no el de la he rencia)


1945; véase su afirmación de 1956 en cuanto a en la etiología de las enfermedades nerviosas.
que “las leyes de la intersubjetividad son mate­ Estas dos tendencias convergen a mer udo en
máticas”, en Ec, 472). Las ramas de la matemá­ sus escritos en una alianza incómoda, como en
tica que Lacan más emplea son el álgebra y la la oración siguiente: “Los analistas se n en e\
topología, aunque también realiza incursiones fondo mecanicistas y materialistas in:orregi-
en la teoría de los conjuntos y la teoría de los bles, aunque tratan de no robar a la me nte y al
números (por ejemplo, E, 316-18). espíritu sus características todavía no reconoci­
El empleo por Lacan de la matemática cons­ das” (Freud, 1941d [1921], SE XVIII, ] 79).
tituye un intento de formalizar la teoría psicoa- Lacan también se presenta como materialis­
nalítica, concordante con su idea de que esta ta; en 1936 critica la psicología asocie cionista
teoría debe aspirar a la formalización propia de por no estar a la altura de su pretendido mate­
la ciencia: “La formalización matemática en rialismo, y en 1964 dice que el psicoar álisis se
nuestra meta, nuestro ideal” (S20,108). Las ma­ opone a toda forma de idealismo filosófico
temáticas les sirven a Lacan como paradigma (S il, 221).
del discurso científico moderno, que “surgió de Sin embargo, como en el caso de Ereud, las
las letritas de la matemática” (S7,236). declaraciones materialistas de Lacan son suma­
Pero este uso de la matemática no pretende mente complejas. Incluso en sus en andados
producir un metalenguaje, puesto que “nin­ más antiguos sobre el tema está claro que con­
gún metalenguaje puede hablarse” (E, 311). cibe el materialismo de un modo muy particu­
"La raíz de la dificultad está en que ustedes só­ lar. En 1936, por ejemplo, sostiene que el mate­
lo pueden introducir símbolos, matemáticos o rialismo no implica el rechazo de las categorías
de otro tipo, empleando el lenguaje cotidiano, de la intencionalidad y el sentido (Ec, 76-8), y
puesto que, después de todo, tienen que expli­ condena la concepción simplista de La “mate­
car lo que van a hacer con ellos” (SI, 2). De ria” como “una forma ingenua que he sido de­
modo que la utilización de la matemática por jada atrás por el materialismo auténtico" (Ec,
Lacan no es un intento de huir de la ambigüe­ 90). En 1946 critica repetidamente la ::orma ru­
dad del lenguaje, sino, por el contrario, de pro­ dimentaria de materialismo que corsidera el
ducir un modo de formalizar el psicoanálisis pensamiento como un mero “epifenómeno”
que genere efectos múltiples de sentido sin ser (Ec, 159). Y en 1956 distingue entre un “mate­
reductible a una significación unívoca. Ade­ rialismo naturalista” y un “materialismo freu­
más, al emplear la matemática Lacan trata de diano” (Ec, 465-6). No hay duda, entpnces, de
impedir toda comprensión intuitiva imaginaria que no suscribe ese tipo de materialismo que
del psicoanálisis. reduce toda la causación a un crudo dkerminis-
mo económico, y que considera todosj los fenó­
menos culturales (incluso el lenguaje) como
MATERIALISMO (MA TÉRIALISME, una simple superestructura determinada por la
M ATERIALISM) infraestructura económica. Contra esta última
idea, Lacan cita eí famoso pronunciamiento de
Al abordar las cuestiones de la psicogéne­ Stalin en cuanto a que “el lenguaje ho es una
sis, el problema mente/cuerpo etcétera, el psi­ superestructura” (E, 125), y dice quepl lengua­
coanálisis necesariamente plantea cuestiones je “es algo material” (S2, 82). Sobre esta base,
ontológicas. El interrogante de si las ideas de declara que la importancia que él atribuye al
Freud pueden o no considerarse materialistas es lenguaje es perfectamente compatible con el
difícil de responder. Por un lado, él insistía en materialismo histórico (Ec, 875-6).
la importancia del sustrato físico de todos los De modo que el materialismo dé Lacan es
hechos mentales, en concordancia con los axio­ un materialismo del significante: “E1punto de
mas materialistas de los científicos a quienes vista que trato de mantener ante ustedes en­
más había respetado en sus estudios (principal­ vuelve un cierto materialismo de los elementos
mente Hermann Helmholtz y Ernst Brücke). en cuestión, en el sentido de que los significan­
Por otro lado, Freud se oponía a los intentos de tes están perfectamente corporizados materiali­
Charcot destinados a explicar todos los sínto­ zados” (S3,289). Sin embargo, la materialidad
mas histéricos con referencia a lesiones cere­ del significante no tiene que ver con una ins­
brales, distinguía la realidad psíquica de la rea­ cripción tangible, sino con su indivisibilidad:
lidad material, y constantemente subrayaba el “Pero si hemos insistido en primer ugar en la
125
Memoria

materialidad del significante, esta materialidad preocupación del psicoanálisis, sino lo que está
es singular en muchos modos, el primero de los totalmente fuera del psicoanálisis.
cuales es que el significante no soporta la parti­
ción” (Ec, 24), El significante, en su dimensión
material, el aspecto real del significante, es la METÁFORA {METAPHORS,
l e t r a . Es el “materialismo del significante” la ­ METAPHOR)
caniano lo que lo lleva a dar “una definición
materialista del fenómeno de la conciencia” Se define habitualmente la metáfora como
(S2,40-52). un tropo en el cual una cosa es descrita compa­
Las afirmaciones de Lacan en cuanto a que rándola con otra, pero sin enunciar explícita­
su teoría del significante es materialista son mente la comparación. Un ejemplo clásico es la
cuestionadas por Derrida, quien sostiene que el frase “Julieta es el sol”, con la cual Shakespea­
concepto lacaniano de la letra deja traslucir un re describe la belleza radiante de Julieta compa­
idealismo implícito (Derrida, 1975). rándola con el sol, pero no indica la compara­
ción mediante el empleo de la palabra “como”.
No obstante, el uso del término por Lacan
MEMORIA {MÉMOIRE, MEMORY) debe poco a esta definición, y mucho a la obra
de Roman Jakobson, quien, en un importante
El término “memoria” es utilizado en la artículo publicado en 1956, estableció la oposi­
obra de Lacan de dos modos muy distintos. ción entre metáfora y m e t o n im ia . Sobre la base
1. En la década de 1950, la memoria es en­ de una distinción entre dos tipos de afasia, Ja­
tendida como un fenómeno del orden simbóli­ kobson distinguió dos ejes fundamentalmente
co, relacionado con la c a d e n a sig n ific a n t e . Se opuestos del lenguaje: el eje metafórico,, que
vincula a los conceptos de r e m em o r a c ió n y re­ tiene que ver con la selección de los ítemes lin­
cuerdo, y se opone a la reminiscencia imagina­ güísticos y permite su sustitución, y el eje me-
ria. tonímico, que es el de la combinación de esos
Lacan deja en claro que su concepción de la ítemes (tanto secuencial como simultáneamen­
memoria no es biológica ni psicológica: “La te). La metáfora corresponde a las relaciones
memoria que le interesa al psicoanálisis es to­ paradigmáticas de Saussure (que se mantienen
talmente distinta de aquella de la que hablan los in absentia), y la metonimia a las relaciones
psicólogos cuando nos exhiben sus mecanis­ sintagmáticas (que se mantienen in praesentia)
mos en un ser animado en un experimento” (Jakobson, 1956).
(S3, 152). Para el psicoanálisis, la memoria es Lacan, lo mismo que muchos otros intelec­
la historia simbólica del sujeto, una cadena de tuales franceses de la época (por ejemplo, Clau­
significantes eslabonados, una “articulación de Lévi-Strauss y Roland Barthes), adoptó rápi­
significante” (S7, 223). Algo es memorable y damente la reinterpretación por Jakobson de la
memorizado sólo cuando está “registrado en la metáfora y la metonimia. El mismo año de la
cadena significante” (S7,212). En este sentido, publicación del artículo seminal de Jakobson,
el inconsciente es una especie de memoria (S3, Lacan se refiere a él en su seminario, y comien­
155), puesto que “lo que nosotros le enseñamos za a incorporar la oposición planteada en su re­
al sujeto a reconocer como su inconsciente es lectura lingüísticá de Freud (véase S3, 218-20,
su historia” (E2, 52). 222-30). Un año más tarde dedica un ensayo
Los fenómenos asociados con la memoria completo a un análisis más detallado de dicha
que más le interesan al analista son los momen­ oposición (Lacan, 1957b).
tos en que algo falla en el recuerdo, y el sujeto Siguiendo la identificación de Jakobson de
no puede recordar una parte de su historia. El la metáfora con el eje sustitutivo del lenguaje,
hecho de que él puede olvidar, de que un signi­ ta ca ñ la define como la susdtución de un signi­
ficante puede ser elidido de la cadena signifi­ ficante por ótrop±4~ 164)', y "proporciona la pri­
cante, es lo distintivo del sujeto psicoanalítico mera form ulate la metáfora (E, 164; figura 10).
(S7, 224). Esta fórmula debe leerse como sigue. A la
2. En la década de I960, Lacan ie reserva al izquierda de la ecuación, fuera de los parénte­
término “memoria” un significado biológico o sis, Lacan escribe/ S, la función significante,
fisiológico; concibe la memoria como una pro­ es decir el efecto de la sig n if ic a c ió n . Entre pa­
piedad orgánica (Ec, 42). La memoria no desig­ réntesis escribe S’/S, lo que significa “la susti­
na ya la historia simbólica del sujeto, que es la tución de un significante por otro”. En el
126
W V_y W W VJ KJ
Metáfora

f (l") s “ S( +) s
Figura 10. Prim era fórm ula de la m etáfora
Fuente: Jacques Lacan, Écrits, Parts, Seuil, 1966.

miembro de la derecha está S, el significante, y El complejo de Edipo


s, el significado. Entre estos dos símbolos apa­
rece el símbolo (+), que representa el cruce de Lacan analiza el complejo de Edipo como
la b a r r a ( — ) del algoritmo saussureano, e in­ una metáfora, porque envuelve el cor cepto cru­
dica “la emergencia de la significación”. El cial de sustitución: en este caso, la sustitución
signo s se lee “es congruente con”. De modo del deseo de la madre por el Nombre- del-Padre.
que la fórmula completa dice lo siguiente: la Esta metáfora fundamental, que funla la posi­
fimción significante de la sustitución de un sig­ bilidad de todas las otras metáforas, (s designa­
nificante por otro es congruente con el cruce da por Lacan como METÁFORA PATER'ÍA.
de la barra.
La idea que está detrás de esta formulación La r e p r e s i ó n y los síntomas neuróticos
más bien oscura es que en ej lenguaje hay„una
resistencia intrínseca a la significación^ (resis- Dice Lacan que la represión (k represión
tenciá simbolizada por la barra en el algoritmo secundaria) tiene la estructura de uní. metáfora.
saussureano). El, sentido no aparece esppntár El “objeto metonímico” (el significante elidido,
neamente sino que es el producto de una opera­ S’ en la fórmula anterior) es reprimic o, pero re­
ción'específica que cruza la barra. La fórmula torna en el sentido excedente (+) producido en
está destinada a ilustrar la tesis de Lacan de que la metáfora. El retomo de lo reprim do (el sín­
esta operación, la producción de sentido, que toma), por lo tanto, tiene también la estructura
Lacan llama “significación", sólo es posible de una metáfora; por cierto, Lacan ífirma que
gracias a la metáfora. De modo que la metáfora “el síntoma es una metáfora” (E, 17p, cursivas
es el pasaje_del significante jal_ significado,-1a del original).
creación de un, nueyo significado.
Én un artículo escrito unos meses después La condensación
(E, 200), Lacan presenta otra fórmula de la me­
táfora (figura 11). Lacan sigue a Jakobson al vine llar la dis­
La explicación de esta segunda fórmula por tinción entre metáfora y metonimia a los meca
el propio Lacan dice lo siguiente: nismos fundamentales del trabajo del sueño,
descrito por Freud. No obstante, él difiere de
las S son significantes; x la significación desconoci­ Jakobson en cuanto a la naturaleza precisa de
da, y s el significado inducido por la metáfora, que este paralelo. Mientras que para Jakobson la
consiste en la sustitución en ia cadena significante de metonimia está vinculada tanto al desplaza­
S’ por S. La elisión de S’, representada aquí por la
barra que la tacha, es la condición del éxito de la me­ miento como a la condensación, y la metáfora
táfora. con la identificación y el simbolismo, Lacan
(E, 200) conecta la metáfora con la condens ación, y la
metonimia con el desplazamiento (véase Ja­
Lacan emplea este concepto de la metáfora kobson, 1956, 258). A continuación Lacan di­
en diversos contextos. ce que, así como el desplazamiento es lógica­

S
r

Figura 11. Segunda fórmula de la metáfora


Fuente: Jacques Lacan, Écrits, París, Seuil, 1966.

127
Metáfora paterna

mente anterior a la condensación, también la como revelación de que iba a ser el fundador
metonimia es la precondition de la metáfora. de una raza. En el verso que cita Lacan (“Su
gavilla no era avara ni rencorosa”), la sustitu­
La pulsión anal ción metafórica de “Booz” por “su gavilla”
produce un efecto poético de sig n if ic a c ió n
En su artículo “Sobre las trasposiciones de (S3, 218-25; véase S4, 377-8; E, 156-8; S8,
la pulsión, en particular del erotismo anal”, 158-9). La paternidad es entonces el tema de
Freud demuestra que el erotismo anal está es­ este poema (su contenido) y también es intrín­
trechamente vinculado a la posibilidad de susti­ seca a la estructura de la metáfora en sí. Toda
tución -por ejemplo, la sustitución de las heces paternidad involucra una sustitución metafóri­
por dinero (Freud, 1917c)-. Lacan se basa en ca, y viceversa.
este señalamiento para conectar el erotismo La frase “metáfora paterna” es introducida
anal con la metáfora: “El nivel anal es el lugar por Lacan en 1957 (S4, 379). En 1958 continúa
de la metáfora -un objeto por otro, dar las he­ elaborando la estructura de esta metáfora; ella
ces en lugar del falo-” (S il, 104). supone la sustitución de un significante (el de­
seo de la madre) por otro (el-Nombre-del-Pa-
La IDENTIFICACIÓN dre) (véase figura 12; E, 200).
De modo que la metáfora paterna designa el
La metáfora es también la estructura de la carácter metafórico (es decir, sustitutivo) del
identificación, puesto que ésta consiste en susti­ propio co m plejo d e Edipo. Es la metáfora fun­
tuirse uno mismo por otro (S3,218). damental de la que dependen todas las signifi­
caciones: por esta razón, toda significación es
El AMOR fálica. Si el Nombre-del-Padre está forcluido
(como en la psicosis), no puede haber metáfora
El amor está estructurado como una metá­ paterna, y por lo tanto tampoco ninguna signifi­
fora, puesto que involucra la operación de sus­ cación fálica.
titución. “Es en la medida en que la función del
erastés, el amante, que es el sujeto de la falta,
viene en lugar de, reemplaza a, la función del METALENGUAJE (METALANGAGE,
erómenos, el objeto amado, que produce la sig­ METALANGUAGE)
nificación del amor” (S8, 53).
“Metalenguaje” es el término técnico con el
que se designa en lingüística cualquier forma
METAFORA PATERNA (MÉTAPHORE de lenguaje utilizada para describir las propie­
PATERNELLE, PATERNAL METAPHOR) dades del lenguaje. Roman Jakobson incluye la
función de metalenguaje en su lista de las fun­
Cuando, en 1956, Lacan comenzó a abor­ ciones del lenguaje (Jakobson, 1960,25).
dar detalladamente los tropos m e t á f o r a y me­ La primera referencia de Lacan al metalen-
tonimia, el ejemplo que tomó para ilustrar la guaje aparece en 1956, cuando se hace eco de
estructura de la metáfora fue un verso del poe­ la idea de Jakobson sobre la función metalin-
ma de Victor Hugo titulado Booz endormi gual de todo lenguaje: ‘Todo lenguaje implica
(Hugo, 1859-1883, 97-9). Este poema vuelve un metalenguaje, es ya un metalenguaje de su
a narrar la historia bíblica de Ruth y Booz; propio registro” (S3,226).
mientras Ruth duerme a los pies de él, Booz Unos años más tarde, en 1960, dice exacta­
sueña que de su abdomen crece una gavilla, mente lo opuesto, al afirmar que “ningún meta-

Nombre-del-Padre Deseo de la madre


Nombre-del-Padre
Deseo de la Madre Significado para el sujeto (\ F -a l o) /

Figura 12. La metáfora paterna


Fuente: Jacques Lacan, frcrifs, París, Seuit, 1966.

128
^J

Metonimia

lenguaje se puede hablar” (E, 311). Lo que La­ c ió nentre metonimia y m e t á f o r a (Jakobson,
can parece querer decir con esta observación es 1956).
que, puesto que todo intento de fijar el sentido Siguiendo a Jakobson, Lacan vincula la
del lenguaje debe realizarse en el lenguaje, no metonimia al eje combinatorio del lenguaje,
hay huida posible del lenguaje, ningún “afue­ opuesto al eje sustitutivo. Por ejemplo, en la
ra”. Esto recuerda las ideas de Heidegger sobre oración “Yo soy feliz”, la relación en re las pa­
la imposibilidad de salir de "la casa del lengua­ labras “yo” y “soy” es metonímica, mientras
je”. También se asemeja al tema estructuralista que la posibilidad de reemplazar “i'eliz” por
de “í7 n ’y a rien hors du texte" (“no hay nada “triste” depende de la relación metafcrica entre
fuera del texto”), pero no es lo mismo; Lacan estos dos términos.
no niega que hay un más allá detrás del lengua­ En su obra más detallada sobre el tema (La­
je (lo real), sólo que dice que este más allá no can, 1957b), Lacan define la metonimia como
es de un tipo que finalmente pueda anclar el la relación diacrónica entre un significante y
sentido. En otras palabras, no hay ningún signi­ otro en la c a d e n a sig n if ic a n t e . La metonimia
ficado trascendental, el lenguaje no tiene nin­ tiene entonces que ver con los modos en que
gún modo de “decir la verdad sobre ía ver­ los significantes pueden combinarse/vincularse
dad” (Ec, 867-8). La misma idea se expresa en en una cadena significante (relaciones “hori­
la frase “no hay ningún Otro del Otro” (E, zontales”), mientras que la metáfora se refiere a
311); si el Otro es la garantía de la coherencia los modos en que un .significante de una cadena
del discurso del sujeto, la falsedad de esa ga­ significante puede ser sustituido por otro signi­
rantía queda revelada por el hecho de que el ficante en otra cadena (relaciones “verticales”).
propio garante carece de una garantía de ese ti­ Juntas, la metáfora y la metonimia, constituyen
po. En el contexto clínico, esto significa que no el modo de producción de la significación.
hay ningún metalenguaje de la transferencia, Lacan proporciona una fórmula d ; la meto­
ningún punto externo a la transferencia desde el nimia (E, 164; figura 13).
cual ella podría ser finalmente interpretada y Esta fórmula tiene que leerse co no sigue.
“liquidada”. En el miembro de la izquierda de la ecuación,
fuera del paréntesis, Lacan escribe J S, la fun­
ción significante, es decir, el efecto ae signifi­
METONIMIA (METONYMIE, cación. Dentro del paréntesis encontramos
METONYMY) S...S ’, el vínculo entre un significaite y otro
en una cadena significante. En el m embro de
La metonimia se define habitualmente co­ la derecha de la ecuación está S, el significan­
mo un tropo en el cual se utiliza un término pa­ te, y s, el significado, además de (-) la b a r r a
ra designar un objeto al que no se refiere lite­ del algoritmo saussureano. El signo a se lee
ralmente, sino con el que está estrechamente “es congruente con”. De modo que la fórmula
vinculado. Este vínculo puede ser de contigüi­ completa dice: “La función significante de la
dad física (como cuando se dice “tiene calle” conexión del significante con el significante
para dar a entender qué alguien conoce la ciu­ es congruente con el mantenimiento de la ba­
dad), pero no necesariamente (por ejemplo, rra”. Esta fórmula está destinada a ilustrar la
cuando “No he leído a Shakespeare” significa tesis de Lacan de que en la metonim a se man­
“No he leído nada escrito por Shakespeare”). tiene la resistencia de la significac ón, no se
Sin embargo, el empleo de este término por cruza la barra, no se produce ningún significa­
Lacan debe poco a esta definición, aparte de la do nuevo.
noción de contigüidad, inspirada en la obra de Lacan emplea este concepto de la metoni­
Roman Jakobson, quien estableció una oposi­ mia en una variedad de contextos.

Figura 13. Fórmula de la metonimia


Fuente: Jacques Lacan, Écrits, París, Seuil, 1966.

129
O.o O O O U O U O u u U u O

Mirada

El DESEO pecial el concepto de que la mirada no tiene ne­


cesariamente que ver con el órgano de la vista:
Lacan presenta la metonimia como un mo­
vimiento diacrónico de un significante a otro a Desde luego, lo que éon mayorfrecuencia mani­
lo largo de la cadena significante, en cuanto un fiesta una m irada es la convergencia de dos globos
oculares en mi dirección. Pero la mirada se dará tam­
significante se refiere constantemente a otro en bién cuando haya un murmullo de ramas, el sonido
una posposición perpetua del sentido. El deseo de pasos seguidos por el silencio, la leve apertura de
se caracteriza exactamente por el mismo proce­ una persiana o el ligero movimiento de una cortina.
so interminable de diferimiento continuo; pues­ (Sartre, 1943,257)
to que el deseo es siempre “el deseo de alguna
otra cosa” (E, 167), en cuanto el objeto del de­ Sólo en 1964, con el desarrollo del concep­
seo se alcanza, ya no es deseable, y el deseo del to del o bje to a como causa del deseo, Lacan
sujeto se fija en otro objeto. En consecuencia, desarrolla su propia teoría de la mirada, una
Lacan escribe que “el deseo es una metonimia” teoría totalmente distinta de la de Sartre (La­
(E, 175, cursivas del original).. can, 1964a). Mientras que Sartre había fusiona­
do la. mirada con el acto de mirar, Lacan los se­
El desplazamiento para; la mirada se convierte en el objeto del
acto de mirar o, para ser más precisos, en el ob­
Lacan también sigue a Jakobson al vincular jeto de la pulsión escópica. Por lo tanto, en la
ia distinción entre metáfora y metonimia a los descripción de Lacan, la mirada ya no está del
mecanismos del trabajo del sueño descrito por lado dei sujeto; es la mirada del Otro. Y mien­
Freud. Sin embargo, difiere de Jakobson en tras que Sartre había concebido una reciproci­
cuanto a la naturaleza precisa de este vínculo dad esencial entre ver al Otro y ser-visto-por-él,
(véase m e t á f o r a ). A sí como el desplazamiento Lacan piensa en una relación antinómica entre
es lógicamente anterior a la condensación, tam­ la mirada y el ojo: el ojo que mira es el del su­
bién la metonimia es precondición de la metáfo­ jeto, mientras que la mirada está del lado del
ra, porque “la coordinación de los significantes objeto, y no hay coincidencia entre uno y otra,
tiene que ser posible antes de que tengan lugar puesto que “ustedes nunca me miran desde el
las transferencias del significado” (S3, 229). lugar en el que yo los veo” (S il, 103). Cuando
el sujeto mira un objeto, éste está siempre ya
devolviéndole la mirada, pero desde un punto
MIRADA (REGARD, GAZE) en el cual el sujeto no puede verlo. Esta esci­
sión entre el ojo y la mirada no es otra cosa que
Encontramos los primeros comentarios de la división subjetiva en sí, expresada en el cam­
Lacan sobre la mirada en el primer año de su po de la visión.
seminario (Lacan, 1953-4), con referencia al El concepto de la mirada ha sido recogido
análisis fenomenológico realizado por Jean- por la crítica cinematográfica psicoanalítica en
Paul Sartre de ese mismo fenómeno. La cir­ la década de 1970 (por ejemplo, Metz, 1975),
cunstancia de que los traductores al inglés de sobre todo por la crítica cinematográfica femi­
Sartre y Lacan hayan empleado diferentes tér­ nista (por ejemplo, Mulvey, 1975; Rose, 1986).
minos (“the look” y “the gaze”, respectivamen­ Sin embargo, muchos de estos críticos han fu­
te) oscurece eí hecho de que estos dos pensado­ sionado el concepto lacaniano de la mirada con
res emplearon la misma palabra francesa: “le la concepción sartreana, y con otras ideas de la
regard". Para Sartre, la mirada es lo que le per­ visión, como la descripción del panopticismo
mite al sujeto comprender que el Otro es tam­ realizada por Foucault. Gran parte de la deno­
bién un sujeto: “Mi conexión fundamental con minada “teoría lacaniana del cine” es campo de
el Otro-como-sujeto tiene que poder remitirse a una gran confusión conceptual (véase Joan
mi permanente posibilidad de ser visto por el Copjec, 1989). Véase también Jay (1993).
Otro” (Sartre, 1943,256; cursivas del original).
Cuando el sujeto es sorprendido por la mirada
del Otro, se ve reducido a la vergüenza (Sartre, MODELO ÓPTICO (MODÉLE OPTIQVE,
1943, 261). En este punto, Lacan no desarrolla OPTICAL MODEL)
su propio concepto de la mirada, y parece estar
en general de acuerdo con las ideas de Sartre En La interpretación de los sueños (Freud,
sobre el tema (SI, 215). A Lacan lo atrae en es­ 1900a, SE V, 536), Freud compara la psique
130
W v_y

Modelo óptico

Espejo
cóncavo

\ ,<
y’

Figura 14. El m od elo ó p tico


Fuente; Jacques Lacan, El Seminario. Libro i, Los escritos técnicos de Freud, Buenos Aires, Paidós,' 1990-

con aparatos ópticos tales como el microscopio El espejo cóncavo produce ura imagen
o la cámara fotográfica. Lacan también utiliza real de un florero invertido, oculto a la vista por
aparatos ópticos en varios puntos de su obra: una caja, que se re’fleja en el espej
por ejemplo, se vale de la cámara fotográfica produce una imagen virtual. Esta, imagen vir­
para proporcionar “una definición materialista tual sólo es visible para un sujeto qua se ubica
del fenómeno de la conciencia” (S2, cap. 4). dentro de un cierto campo visual.
Dice Lacan que la óptica es un modo útil de Lacan utiliza este modelo para i lustrar di­
encarar la estructura ae ía psique porque las versos puntos. Los más importantes son el rol
imágenes desenipjMn uri papel importante,,en estructurante del orden simbólico y la función
la estructura,psíquica (SI, 76). Sin embargo, lo del IDEAL DEL YO.
mismo que Freud, previene que ese enfoque 1. El modelo óptico ilustra el me do en que
nunca podrá proporcionar más que analogías la posición del sujeto en el orden simbólico
rudimentarias, puesto que las imágenes ópticas (representada por el ángulo del espejo plano)
no son el mismo tipo de imágenes que constitu­ determina la manera en que lo imaginario se ar­
yen el objeto de la investigación psicoanalítica. ticula con lo real. “Mi posición en lo imagina­
Por tal razón, Lacan pronto reemplaza las imá­ rio [...] sólo es concebible en la mecida en que
genes ópticas por figuras topológicas destína- uno encuentra una guía más allá de 1d imagina­
das a impe3ir la captura imaginaria (véase t o ­ rio, en el nivel del plano simbólico” (SI, 141).
p o l o g ía ). Pero realiza "el mismo comentario De modo que el modelo óptico ilustn la impor­
insertado por Freud respecto de sus propios tancia primordial del orden simbólico en la es­
modelos ópticos: “necesitamos la asistencia de tructuración de lo imaginario. La acción de la
ideas provisionales” (Freud, 1900, 536). cura psicoanalítica puede compararse con la ro­
El primer modelo óptico aparece en 1954 tación de un espejo plano, que modiijica la posi­
(es la versión reproducida en la figura 14, to­ ción del sujeto en lo simbólico.
mada de SI, 124), y reaparece posteriormente 2. El modelo óptico ilustra también la fun­
en “Observación sobre el informe de Daniel ción del yo ideal, representado en el diagrama
Lagache” (1958b), en el seminario sobre la como la imagen real, en oposición il ideal del
transferencia (1969-1) y en otros lugares. Se yo, que es la vía simbólica que gob erna el án­
trata básicamente de un experimento óptico gulo del espejo y por lo tanto la posición del
realizado con un espejo plano y un espej.a.cón- sujeto (SI, 141).
131
w

Muerte

MUERTE (MORT, DEATH) libertad del hombre y también “el Amo absolu­
to” (Kojéve, 1947,21). El papel de la muerte es
El término “muerte” aparece en diversos crucial en la dialéctica hegeliana dél a m o y el
contextos en la obra de Lacan. esclavo, en la cual aparece íntimamente vincu­
1. La muerte es constitutiva del orden sim­ lada al deseo, puesto que el amo sólo se afirma
bólico, porque el símbolo, al ocupar el lugar de para los otros por medio de un deseo de muerte
la cosa que simboliza, es equivalente a la muer­ (E, 105), De Heidegger, Lacan toma la idea de
te de esta última: “El símbolo es la muerte de la que la existencia humana sólo adquiere sentido
cosa” (E, 104). Asimismo, el “primer símbolo” en virtud del límite finito establecido por la
de la historia humana es la tumba (E, 104). Só­ muerte, de modo que el sujeto humano es en
lo en virtud del significante tiene el hombre ac­ sentido estricto “un ser-para-la-muerte”; esto se
ceso a su propia muerte y puede concebirla: corresponde con la idea lacaniana de que el
“Es en el significante, y en cuanto el sujeto ar­ analizante debe llegar a asumir, a través del
ticula una cadena significante, que se topa con proceso analítico, su propia condición mortal
el hecho de que puede desaparecer de la cadena (E, 104-5).
de lo que él es” (S7, 295). El significante tam­ 4. En su comparación de la cura psicoanalí­
bién lleva al sujeto más allá de la muerte, por­ tica y el juego del bridge, Lacan describe al
que “ya lo considera muerto, por naturaleza lo analista en la posición del “dummy” (en fran­
inmortaliza” ¿S3, 180). La muerte en el orden cés, le mort, el muerto). “El analista interviene
simbólico está relacionada con la muerte del . concretamente en la dialéctica del análisis pre­
Padre (es decir, con el asesinato del padre de la tendiendo que está muerto [...] Hace presente
horda en Tótem y tabú', Freud, 1912-13); el pa­ la muerte” (E, 140). El analista se “cadaveriza”
dre simbólico es siempre un padre muerto. (se corpsifiat),
2. En el seminario de 1959-60, La ética del 5. La pregunta que constituye la estructura
psicoanálisis, Lacan habla de la “segunda de la n e u r o sis o b s e s iv a concierne a la muerte;
muerte” (una frase que acuña con referencia a es el interrogante de si “estoy muerto o vivo”
un pasaje de la novela Julieta, del marqués de (S3,179-80).
Sade, en el cual uno de los personajes habla de
una “segunda vida”; véase Sade, 1797, 772, ci­
tado en SI, 211). La primera muerte es la M UJER (FEMME, WOMAN)
muerte física del cuerpo, una muerte que pone
fin a la vida humana pero no a los ciclos de co­ La descripción freudiana de la d ife r e n c ia
rrupción y regeneración. La segunda muerte es s e x u a l se basa en la idea de que existen ciertas
la que impide la regeneración del cuerpo muer­ características psíquicas que pueden denomi­
to, “en el punto en que son aniquilados los ci­ narse “masculinas”, y otras que se pueden lla­
clos mismos de las transformaciones de la natu­ mar “femeninas”, significativamente diferentes
raleza” (S7, 248). El concepto de segunda entre sí. Sin embargo, Freud' se niega constan­
muerte es utilizado por Lacan para formular temente a definir los términos “masculino” y
ideas sobre diversos temas: la belleza (S7,260; “femenino”, aduciendo que son conceptos fun­
la función de la belleza es revelar la relación dacionales y que la teoría psicoanalítica puede
del hombre con su propia muerte: S7, 295); la utilizarlos pero no dilucidarlos (Freud, 1920a,
relación directa con el ser (S7,285), y el fantas­ SEXVIU, 171).
ma sádico de infligir un dolor perpetuo (S7, Un rasgo de esa oposición es que estos dos
295). La frase “espacio del entre-dos-muertes” términos no funcionan de modos exactamente
(l’espace de l ’entre-deux morts) originalmente simétricos. Freud toma la masculinidad como
acuñada por un discípulo de Lacan (véase S7, paradigma; afirma que hay sólo una libido, que
320), es recogida por el maestro para designar es masculina, y que el desarrollo psíquico de la
“el espacio en el cual se consuma la tragedia” niña es al principio idéntico al del varón, y sólo
(S 8 ,120). diverge posteriormente. La feminidad es enton­
3. La muerte desempeña un papel importan­ ces lo que diverge del paradigma masculino, y
te en los sistemas filosóficos de Hegel y Hei­ Freud la considera una región misteriosa, inex­
degger, y Lacan se abreva en ambos para su plorada, un “continente negro” (Freud, 1926e,
teorización del papel de la muerte en psicoaná­ SE XX, 212). El “enigma de la naturaleza de la
lisis. De Hegel (a través de Kojéve) Lacan to­ feminidad” (Freud, 1933a, SE XXII, 113) preo­
ma la idea de que la muerte es constitutiva de la cupa a Freud en los últimos escritos, y lo im-
132
w w W W W w V.J ^

Mujer

pulsa a hacerse la célebre pregunta: “¿Qué tiene también que “no hay ninguna simboliza-
quiere la mujer?” (véase Jones, 1953-7, vol. 2, ción del sexo de la mujer como tal”, puesto que
468). La masculinidad es algo dado evidente de no hay ningún equivalente femenin a del “sím-
por sí; la feminidad es un espacio de misterio: bolo altamente prevalente” que constituye el fa­
lo (S3, 176). Esta asimetría simbólica obliga a
El psicoanálisis no trata de describir qué es una la mujer a tomar la misma ruta que el varón pa­
mujer (tarea que difícilmente podría realizar), sino ra atravesar el complejo de Edipá, es decir,
que indaga cómo liega a ser, cómo se desarrolla una
mujer a partir de un niño con una disposición bise­ identificarse con el padre, lo cual resulta más
xual. complejo para ella, puesto que se le requiere
(Freud, 1933a, SE XXII, 116). que base su identificación en la imagen de un
miembro del otro sexo (S3, 176).
Con la excepción de unas pocas observa­ Lacan vuelve a la cuestión de U feminidad
ciones sobre la función de la m a d r e en los en 1958, en un ensayo titulado “Ideas directivas
complejos familiares (Lacan, 1938), los escri­ para un congreso sobre la sexualidac femenina”
tos preguerra de Lacan no abordan el debate so­ (Lacan, 1958d). En este artículo observa las im­
bre la feminidad. Los enunciados ocasionales passes que han acosado a las discusiones psi-
acerca del tema que encontramos en la obra de coanalíticas sobre la sexualidad femenina, y di­
Lacan a principios de la década de 1950 apare­ ce que la mujer es el Otro tanto para los
cen recubiertos con términos derivados de hombres como para las mujeres: “El hombre
Claude Lévi-Strauss; las mujeres son vistas co­ aquí actúa como el rodeo por el cual la mujer se
mo objetos de intercambio que circulan a la convierte en este Otro para ella misma, tal co­
manera de signos entre los grupos de parentes­ mo es este Otro para él” (Ec, 732). I
co (véase Lévi-Strauss, 1949b). “En el orden El aporte más importante de Lac an al deba­
real, las mujeres sirven [...] como objetos para te sobre la feminidad se produce U r d e en su
los intercambios requeridos por las estructuras obra, lo mismo que en el caso de Fieud. En su
elementales del parentesco” (E, 207). Dice La­ seminario de 1972-3, Lacan postula el concep-
can que es precisamente el hecho de que la mu­ . to d e un g o c e específicamente femenino que
jer es empujada a la posición de un objeto de va “más allá del falo” (S20, 69); es te goce es
intercambio lo que constituye la dificultad de la “del orden del infinito", como el éx :asis místi­
posición femenina: co (S20, 44). Las mujeres pueden experimen­
tarlo, pero no saben nada sobre él (S20, 71).
Para ella, hay algo insuperable, digamos inacep­ También en este seminario Lacan retoma su
table, en el hecho de estar ubicada en la posición de fórmula polémica presentada por primera vez
un objeto en el orden simbólico, al cual, por otro la­
do, ella está enteramente sometida, no menos que el en el seminario de 1970-1, “la mujerj no existe”
hombre. (lafemme n ’existe pas\ Lacan 1973a, 60), y la
( S 2 ,262) refrasea como “no hay La mujer” (á n ’y a pos
Lafem m e; S20, 68). Según surge con claridad
El análisis que realiza Lacan del caso Dora en el original francés, lo que Lacan cuestiona
expone la misma idea: lo inaceptable para Dora no es el sustantivo “mujer” sino el artículo de­
es su posición como objeto de intercambio en­ finido que lo precede. En francés, kl artículo
tre el padre y Herr K. (véase Lacan, 1951a). Es­ definido indica universalidad, y ésta es pre­
tar en esta posición de objeto de intercambio cisamente la característica de 1a que la mujer
significa que la mujer “tiene una relación de se­ carece; las mujeres “no se prestan a la genera­
gundo grado con este orden simbólico” (S2, lización, ni siquiera a la generalización falo-
262; véase S 4,95-6). céntrica” (Lacan 1975b). En consecuencia, La­
En 1956 Lacan recoge la asociación tradi­ can tacha el artículo definido cuanao precede
cional de la h ist e r ia con la feminidad, y sostie­ al término femme, así como tacha «a A para
ne que la histeria no es otra cosa que la cues­ producir el símbolo del Otro barrado, pues, lo
tión de la feminidad misma, la pregunta que mismo que la mujer, el Otro no existe (véase
puede formularse como “¿Qué es una mujer?”. b a r r a ). Para ir a fondo, Lacan habí al de la mu­
Esto vale tanto para los histéricos varones co­ jer como “no toda” (pas-toute; S20, 13). A di­
rno para las histéricas (S3, 178). El término ferencia de la masculinidad, que es una fun­
“mujer” no designa aquí alguna esencia bioló­ ción universal fundada en la excepoión fálica
gica sino una posición en el orden simbólico; es (la castración), la mujer es un no-uni versal que
sinónimo de “posición femenina”. Lacan sos- no admite ninguna excepción. La mujer es
133
Mujer

comparada con la verdad, puesto que comparte a si hay que ver a Lacan como un aliado o un
con ella la lógica del no-todo (no hay todas las enemigo de su causa. Algunas consideran que
mujeres; es imposible decir “toda la verdad”) sus teorías proporcionan una descripción incisi­
(Lacan, 1973a, 64). va del patriarcado y un modo de cuestionar las
En 1975 Lacan dice que “una mujer es un concepciones fijas de la identidad sexual (por
síntoma” (Lacan, 1974-5, seminario del 21 de ejemplo, Mitchell y Rose, 1982). Otras sostie­
enero de 1975). Más precisamente, una mujer nen que su concepción del orden simbólico
es un síntoma de un hombre, en el sentido de reinstala el patriarcado como algo dado trans-
que una mujer sólo puede entrar en la economía histórico, y que el privilegio asignado al falo se
simbólica de los hombres como un objeto fan- remite a repetir la misoginia que se le atribuye
tasmático (a), causa del deseo de ellos. al propio Freud (por ejemplo, Gallop, 1982;
Las observaciones de Lacan sobre la mujer Gros, 1990). Véanse muestras representativas
y la sexualidad femenina se han convertido en del debate en Adams y Cowie (1990) y Bren­
foco de controversia y debate en la teoría femi­ nan (1989). Para una descripción lacaniana de
nista. Las feministas se han dividido en cuanto la sexualidad femenina; véase Leader (1996).

134
N

NARCISISMO (NARCISSISME, de Narciso) (Ec, 187; Ec, 174). La r■elación nar- •


NARCISSISM) cisista constituye la dimensión una;ginaria de
las relaciones humanas (S3, 92).
El término “narcisismo” aparece por prime­
ra vez en la obra de Freud en el año 1910, pero
sólo en el artículo “Introdu.cci áiL.deLnarcisis- NATURALEZA (NATURE, NATURE)
m ¿ ’ (Freud, 1914c) este concepto comienza a
desempeñar un papel central en la teoría psi- Un tema que recorre toda la obra l de Lacan
coanalítica. En adelante, Freud define el narci­ es la distinción que él traza entre lcjs seres hu­
sismo como la investidura de la libido en el y o , manos y los otros animales o, como dice él
y lo opone al amor objetal, en el cual la libido mismo, entre la “sociedad humana” y la “socie­
es investida en objetos. Lacan atribuye gran dad animal” (SI, 223). La base de osta distin­
importancia a esta fase de la obra de Freud, ción es el l e n g u a j e ; los seres huma nos tienen
puesto que claramente inscribe el ,yo.como un lenguaje, mientras que los animales sólo tienen
objeto de la^econoioía iibidinat, y vincula el na­ CÓDIGOS (pero véase, en SI, 240, un:i adverten­
cimiento del.yo a la etapa narcisista del desa­ cia interesante). La consecuencia dé esta dife­
rrollo. El narcisismo es diferente de la etapa an- rencia fundamental es que la psicología animal
' terior de autoerotismo ■(en el cual el yo no está totalmente dominada por lo imaginario,
existe como unidad), y.sólo aparece cuando mientras que la psicología humana se ve com­
■“una nueva acción psíquica” da origen al yo. plicada por la dimensión adicional de lo simbó­
. Lacan desarrolla el concepto de Freud, vin­ lico. I
culándolo más explícitamente al mito del que En el contexto de esta oposición binaria en­
toma su nombre, el mito de Narciso. Define en­ tre los seres humanos y los otros animales, La­
tonces el narcisismo como la atracción <*.rótku can emplea el término “naturaleza” con un
complejo doble sentido. Por una palrte, lo usa
ción erótica subtiende la para designar un polo de laoposició¡n:‘el mun­
que da forma al yo en el estadio del espejo. El do animal. En este aspecto Lacan adopta la
narcisismo tiene un carácter erótico y también oposición antropológica tradicional entre natu­
agresivo (véase a g r e s iv id a d ) . Es.qaStjco. como raleza y cultura (la cultura, en términ ís Iacania-
. lo demuestra el mito de Narciso, puesto que el nos, es el orden simbólico). Como Claude Lé­
sujeto se siente fuertemente ^traído por la gues­ vi-Strauss y otros antropólogos, Lacan señala la
talt que es su imagen. Es agresivo, porque el prohibición del incesto como núcle¿> de la es­
. carácter de totalidad de la imagen especular tructura legal que diferencia la cultura de la na­
contrasta con la desunión incordinada del cuer- turaleza: “La Ley primordial es por lo tanto la
po reaTdel sujeto y parece amenazarlo con la que, al regular el matrimonio,.superpone el rei­
desintegración. En “Observaciones sobre la no de la cultura al de una naturaleza ¡abandona­
causalidad psíquica” (Lacan, 1946), Lacan acu­ da a la ley del apareamiento” (E, 66) (véase
ña la expresión “agresión suicida narcisis- LEY). I
talL (agression suicwmre "harcíssique) para La regulación de las relaciones de parentes­
expresar el hecho de que el carácter erótico- co por el tabú del incesto indica que la función
agresivo del enamoramiento narcisista de la paterna está en el centro de la grieta que separa
imagen especular puede llevar al sujeto a la au- a los seres humanos de los animales. Al inscri­
todestrucci^n (como también lo ilustra el mito bir un linaje de varón a varón, y ordenando de
135
Necesidad

tal modo una serie de generaciones, el Padre dicen incluso que la sexualidad, que podría pa­
marca la diferencia entre lo simbólico y lo ima­ recer la significación más cercana a la naturale­
ginario. En otras palabras, lo singular en la psi­ za en los seres humanos, está completamente
cología humana no es que los hombres carez­ atrapada en el orden cultural; para el ser huma­
can de la dimensión imaginaria de la psicología no, no existe ninguna relación sexual natural.
animal, sino que en los seres humanos este or­ Una consecuencia de este hecho es que la per­
den imaginario está distorsionado por la dimen­ versión no puede definirse con referencia a una
sión agregada de lo simbólico. Lo imaginario supuesta norma natural o biológica que gober­
es lo que los animales y los seres humanos tie­ naría la sexualidad. Mientras que los instintos
nen en común, salvo que en estos últimos ya no animales son relativamente invariables, la se­
se trata de un imaginario natural. Por lo tanto, xualidad humana responde a pulsiones extre­
Lacan repudia “la doctrina de una discontinui­ madamente variables y que no apuntan a una
dad entre la psicología animal y. la psicología función biológica (véase b io l o g ía ).
humana, que está muy lejos de nuestro pensa­
miento" (Ec, 484).
Por otro lado, Lacan también emplea el tér­ NECESIDAD (BESOIN, NEED)
mino “naturaleza” con referencia a la idea de
que existe “orden natural” en la naturaleza hu­ Hacía 1958 Lacan desarrolla una importan­
mana, una idea que él caracteriza como “la te distinción entre tres términos: necesidad; d e ­
gran fantasía de la natura mater, la idea misma m a n d a y d e s e o . En el contexto de esta distin­
de naturaleza” (SI, 149). Este gran fantasma de ción, “necesidad” se aproxima a lo que Freud
la naturaleza, que es un tema tan persistente en denominaba in s t in t o (Insíinkt), es decir, un
el romanticismo (por ejemplo, el “noble salva­ concepto puramente biológico opuesto al reino
je” de Rousseau), subtiende la psicología mo­ de la pulsión (Tríeb). Lacan basa esta distinción
derna, que intenta explicar la conducta humana en el hecho de que, para satisfacer sus necesi­
empleando categorías etológicas tales como el dades, el infante tiene que articularlas en el len­
instinto y la adaptación. guaje; en otras palabras, el infante tiene que ex­
Lacan es muy crítico respecto de estos in­ presar sus necesidades en una “demanda”. Pero
tentos de explicar los fenómenos humanos en al hacerlo se introduce otra cosa que causa una
término de naturaleza. Sostiene que se basan en escisión entre la necesidad y la demanda; se;
que no se reconoce la importancia de lo simbó­ trata de que toda demanda es no sólo la articu­
lico; lo simbólico aliena radicalmente a los se­ lación de una-necesidad,.sino también una de­
res humanos de lo dado natural. En el mundo manda (incondicional) de amor. Ahora bien,
humano, incluso “las significaciones que están aunque el otro al que se dirige la demanda (en
más cerca de la necesidad, las significaciones primera instancia, la madre) sepa y pueda pro­
relacionadas con la inserción más puramente porcionar el objeto que satisface la necesidad
biológica en un ambiente nutritivo y cautivante, del infante, nunca está en una posición que le
o sea las significaciones primordiales, en su se­ permita responder incondicionalmente a la de­
cuencia y su fundamento mismo, están sujetas a manda de amor, porque también ella está divi­
las leyes del significante" (S3,198). dida. El resultado de esta escisión entre la nece­
Dice Lacan que “el descubrimiento freudia­ sidad y la demanda es un resto insaciable, el
no nos enseña que toda la armonía natural está deseo en sí. De modo que la necesidad es una
profundamente perturbada en el hombre" (S3, tensión intermitente que surge por razones pu­
83). Ni siquiera al principio hay un estado natu­ ramente orgánicas y se descarga totalmente en
ral puro en el cual el sujeto humano podría la acción específica que le corresponde, pero el
existir antes de ser capturado en el orden sim­ deseo es una fuerza constante que nunca puede
bólico: “la Ley está ahí ab origine” (S3, 83). ser satisfecha, la “presión” constante que sub­
En el ser humano, la necesidad nunca está pre­ tiende las pulsiones.
sente en un estado prelingüístico puro; esa ne­ Esta descripción presenta en términos cro­
cesidad prelingüística “mítica” sólo puede for­ nológicos lo que en realidad es una cuestión de
mularse como hipótesis después de que ha sido estructura. En verdad, no se trata de que prime­
articulada como demanda. ro haya un sujeto de pura necesidad que a con­
La ausencia de un orden natural en la exis­ tinuación intenta articular esa necesidad en el
tencia humana puede verse con la mayor clari­ lenguaje, puesto que la distinción entre la nece­
dad en la sexualidad. Tanto Freud como Lacan sidad pura y su articulación en la demanda sólo
136
Neurosis «obsesiva

existe a partir del momento de la articulación, trata de una distinción estructural. Por lo tanto,
cuando es imposible determinar qué pudo haber en términos estructurales no hay ninguna dis­
sido esa pura necesidad. El concepto de una ne­ tinción entre el sujeto normal y el neurótico. La
cesidad prelingüística no es entonces más que nosología lacaniana identifica tres estructuras
una hipótesis, y el sujeto de esta pura necesidad clínicas: la neurosis, la psicosis y la perversión;
es un sujeto mítico; ni siquiera la necesidad pa­ no hay ninguna posición de “salud mental” que
radigmática del hambre existe nunca como algo pueda denominarse normal (S8, 37j-5; pero
dado puramente biológico, sino que está marca­ véase E, 163). La estructura normal, en el senti­
da por la estructura del deseo. Sin embargo, la do de lo que se encuentra en la mayoría estadís­
hipótesis le resulta útil a Lacan cuando se trata tica de la población, es la neurosis, y la “salud
de mantener sus tesis sobre la divergencia radi­ mental” constituye un ideal ilusorio pe totali­
cal entre el deseo humano y todas las categorías dad que no puede alcanzarse nunca, porque el
naturales o biológicas (véase n a t u r a l e z a ). sujeto está esencialmente escindido. Entonces,
mientras que Freud ve la neurosis c|omo una
enfermedad que se puede curar, para Lacan es
NEGACIÓN (DÉNÉGATION, NEGATION) una estructura de modificación imposible. La
meta del tratamiento psicoanalítico no es la
Para Freud, el término “negación” (Vemei- erradicación de la neurosis sino la moc ificación
nung) significa tanto la negación lógica como de la posición del sujeto ante la neuroj is (véase
la acción de negar (véase Freud, 1925h). Lacan fin d e a n á l is is ).
recoge el concepto freudiano de negación en su Según Lacan, “la estructura de una neurosis
seminario de 1953-4 (véase también Lacan, es esencialmente una pregunta” (S3, 174). La
1954a y 1954b) y en el seminario.de 1955-6. neurosis “es una pregunta que el ser le formula
Dice que la negación es un proceso neurótico al sujeto” (E, 168). Las dos formas de neurosis
que sólo puede producirse después de un acto (la h is t e r ia y la n e u r o s is o b s e s i v a ) se distin­
fundamental de afirmación denominado b e j a - guen por el contenido de la pregunta La pre­
h u n g : La negación debe distinguirse de la f o r ­ gunta del histérico (“¿Soy un hombre o una
c l u s i ó n , que es una especie de negación pri­ mujer?”) se relaciona con el propio se;;o, mien­
mitiva anterior a cualquier Vemeinung posible tras que la pregunta del neurótico obsesivo
(S3,46), un rechazo de la Bejahung en sí. (“¿Ser o no ser?”) tiene que ver con 11 contin­
gencia de la propia existencia. Estas dos pre­
guntas (la pregunta histérica sobre la identidad
NEUROSIS {NÉVROSE, NEUROSIS) sexual, y la pregunta obsesiva sobre la muerte o
la existencia) “da la casualidad que son las dos
“Neurosis” fue originalmente un término preguntas finales que precisamente rio tienen
psiquiátrico^ y, en él siglo XIX, llegó a designar solución en el significante. Esto es lo que les da
toda una gama de desórdenes nerviosos defini­ a los neuróticos su valor existential” (S3,190).
dos por una amplia variedad de síntomas. Freud A veces Lacan enumera la f o b ia cpmo una
lo utiliza de diversos modos, a veces con un ca­ neurosis, junto con la histeria y la neurosis ob­
rácter general, aplicándolo a todos los trastor­ sesiva, lo cual plantea la cuestión de sji las for­
nos mentales en sus primeras obras, y a veces mas de neurosis son dos' o tres (por ejemplo, E,
con referencia a tipos patológicos específicos 168).
(en oposición a p sic o sis ) .
. En la obra de Lacan la palabra “neurosis”
siempre aparece en oposición a psicosis y a NEUROSIS OBSESIVA (NÉVROSE
p e r v e r sió n , y no se refiere a un conjunto de OBSESSIONNELLE, OBSESSIONA
síntomas sino a una particular e s t r u c t u r a clí­ NEUROSIS)
nica. Este uso del término para designar una es­
tructura cuestiona la distinción de Freud entre La neurosis obsesiva fue primerc aislada
neurosis y normalidad. Freud basa esta distin­ como una categoría diagnóstica espec: Tica por
ción sobre factores exclusivamente cuantita­ Freud en 1894. Al hacerlo, Freud agrupó una
tivos (“la investigación psicoanalítica no en­ serie de síntomas descritos desde muctio tie m -
cuentra distinciones fundamentales sino sólo po antes, pero vinculados a una varied* d de ca­
cuantitativas entre la vida normal y la vida neu­ tegorías diagnósticas diferentes (LapI anche y
rótica”; Freud, 1900a, SE V, 373); para él no se Pcntalis, 1967,281-2). Entre tales síntomas se
137
Nombre-del-Padre

contaban las obsesiones (ideas recurrentes), los Lacan llama también la atención sobre el
impulsos de realizar acciones que al propio su­ modo en que la pregunta del neurótico obsesivo
jeto le parecían absurdas, abominables o ambas acerca de la existencia y la muerte tiene conse­
cosas, y los “rituales” (acciones repetidas com­ cuencias en su actitud respecto del tiempo. Esta
pulsivamente, como controlar o lavarse). Si actitud puede ser de perpetua vacilación y pos­
bien Lacan también considera que estos sínto­ posición mientras aguarda la muerte (E, 99), o
mas son típicos de la neurosis obsesiva, dice considerarse inmortal porque uno ya está muer­
que la expresión no designa un conjunto de sín­ to (S3,180).
tomas sino una e s t r u c t u r a subyacente que Otros rasgos de la neurosis obsesiva que
puede o no manifestarse en los síntomas típica­ Lacan comenta son el sentimiento de culpa y la
mente asociados con ella. De modo,que el suje­ estrecha vinculación, al erotismo anal. Con
to bien puede no presentar ninguno de los sín­ respecto a este último, Lacan observa que el
tomas obsesivos típicos, y no obstante ser neurótico obsesivo no sólo transforma sus ex­
diagnosticado como neurótico obsesivo por un crementos en regalos y sup regalos en excre­
analista lacaniano. mentos, sino que se transforma en excremento
Siguiendo a Freud, Lacan clasifica la neu­ a él mismo (S8, 243).
rosis obsesiva como una de las principales for­
mas de n e u r o s is . En 1956 desarrolla la idea de
que la neurosis obsesiva, lo mismo que la HIS­ NOMBRE-DEL-PADRE
TERIA (de la cual Freud dijo que la neurosis ob­ (NOM-DU-PÉRE,
sesiva es un “dialecto”), consiste esencialmen­ NAME-OF-THE-FA THER)
te en una pregunta que el ser le plantea al
sujeto (S3,174). La pregunta que constituye la Cuando la expresión “el nombre del padre”
neurosis obsesiva tiene que ver con la contin­ apareció por primera vez en la obra de Lacan, a
gencia de la propia existencia; es la pregunta principios de la década de 1950, no tenía ma­
sobre la m u e r t e , que puede formularse como yúsculas y se refería en general al papel prohi­
“¿Ser o no ser?”, “¿Estoy muerto o vivo?”, o bitivo del p a d r e como quien establece el tabú
bien “¿Por qué existo?” (S3, 179-80). La res­ del incesto en el complejo de Edipo (es decir, el
puesta del obsesivo es trabajar febrilmente para padre simbólico): “Es en el nombre del padre
justificar su existencia (lo que también da testi­ donde debemos reconocer el soporte de la fun­
monio de la especial carga de culpa que el ob­ ción simbólica que, desde la aurora de la histo­
sesivo experimenta); el obsesivo realiza algu­ ria, ha identificado su persona con la figura de
nos rituales compulsivos porque piensa que le la ley” (E, 67).
permitirán huir de la falta en el Otro, de la cas­ Desde el principio Lacan juega con la ho-
tración del Otro, que en el fantasma suele re­ mofonía de le nom du pére (el nombre del pa­
presentarse como un desastre terrible. Por dre) y le “non" du pére (el “no” del padre), pa­
ejemplo, en el caso de uno de los neuróticos ra subrayar la función legislativa y prohibitiva
obsesivos de Freud, el conocido como Hombre del padre simbólico.
de las ratas, el paciente había desarrollado ri­ Unos años más tarde, en el seminario sobre
tuales elaborados que ponía en obra para recha­ las psicosis (Lacan, 1955-6), la expresión apa­
zar el miedo a que se infligiera un castigo terri­ rece con mayúsculas y guiones; toma un signi­
ble a su padre o a su amada (Freud, 1909d). ficado más preciso: el Nombre-del-Padre es el
Estos rituales, tanto en su forma como en su significante fundamental que permite que la
contenido, llevaron a Freud a trazar paralelos significación proceda normalmente. Este signi­
entre la estructura de la neurosis obsesiva y la ficante fundamental otorga identidad al sujeto
estructura de la religión, paralelos éstos que (lo nombra, lo posiciona en el orden simbólico)
Lacan también observa. y también significa la prohibición edípica, el
Mientras que la pregunta histérica tiene que “no” del tabú del incesto. Si este significante
ver con la posición sexual del sujeto (“¿Soy un está forcluido (no incluido en el orden simbóli­
hombre o una mujer?”), el neurótico obsesivo co), el resultado es una p sic o s is .
repudia este interrogante, rechaza a ambos se­ En otra obra sobre la psicosis (Lacan, 1957-
xos, no se considera ni varón ni mujer: “El ob­ 8b), Lacan representa el complejo de Edipo co­
sesivo no es precisamente de [un sexo] ni del mo una metáfora (la m e t á f o r a p a t e r n a ), en la
otro -se podría decir que es de ambos a la vez” cual un significante (el Nombre-del-Padre)
(S3, 249). reemplaza a otro (el deseo de la madre).
138
v.^ -J J W SJ
Nudo borromeo

NUDO BORROMEO (NOEUD (S20, 112). En sentido estricto, seríi más ade­
BORROMÉEN, BORROMEAN KNOT) cuado decir que esta figura es una c idena y no
un nudo, puesto que interconecta varias hebras,
Las referencias a los nudos se pueden en­ mientras que un nudo está formado ;:or una so­
contrar en la obra de Lacan ya en la década de la hebra. Aunque para formar una cadena bo-
1950 (por ejemplo, E, 281), pero sólo a princi­ rromea se necesita un mínimo de tr ;s hebras o
pios de los años ’70 comenzó él a examinar los anillos, no hay un límite superior: la cadena se
nudos desde el punto de vista de sus propieda­ puede ampliar indefinidamente aña liendo ani­
des topológicas. El estudio de la teoría de los llos, sin que pierda por ello su cualidad borro-
nudos marca un importante desarrollo de la t o ­ mea (es decir que si se corta cualquier anillo,
pol o g ía lacaniana; del estudio de las superficies toda la cadena se separa). 1
(la banda de Moebius, el toro, etcétera) pasó al Lacan aborda por primera vez el nudo bo-
ámbito mucho más complejo de las topologías . rromeo en su seminario de 1972-3, pero la dis­
de los nudos. La topología es vista cada vez más cusión más detallada al respecto aparece en el
como un modo radicalmente no-metafórico de seminario de 1974-5. Allí emplea el nudo bo-
explorar el orden simbólico y sus interacción iromeo para (entre otras cosas) ilustrar la inter­
con lo real y lo imaginario; no se limita a repre­ dependencia de los tres órdenes (el real, el sim­
sentar la estructura: la topología es esa estructu­ bólico y el imaginario), e indagar qué es lo que
ra. En este período avanzado de su obra, hay un estos tres órdenes tienen en común. Cada anillo
tipo de nudo que pasa a interesarle a Lacan más representa un orden, de modo que ciertos ele­
que cualquier otro: el nudo borromeo. mentos pueden ubicarse en las intersecciones.
El nudo borromeo (figura 15), así llamado En el seminario de 1975-6, Lacan describe
porque se lo encuentra en el escudo de armas la psicosis como un nudo borromeo desatado, y
, de la familia Borromeo, es un grupo de tres ani­ postula que en algunos casos esto sí puede im­
llos eslabonados de tal modo que, si se corta pedir añadiendo un cuarto anillo, el s in t h o m e ,
uno cualquiera de ellos, los tres se separan que mantiene juntos a los otros tres

Figura 15. El nudo borromeo

139
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OBJETO A (OBJET [PETIT] A, vez más las connotaciones de b real, aunque


OBJE T [PETIT] A) sin perder nunca su estatuto imaginario; en
1973 Lacan puede todavía decir que es imagi­
Esta expresión ha sido vertida a veces al in­ nario (S20, 77). A partir de ese momento, a de­
glés como “object (little) a”, pero Lacaa insis­ signa el objeto que nunca puede Alcanzarse, que
tió en que quedara sin traducir, “adquiriendo de es realmente la c a u s a del desee, y no aquello
tal modo, por así decirlo, el estatuto de un sig­ hacia lo que el deseo tiende; poi esto Lacan lo
no algebraico” (Sheridan, 1977, xi, véase á l g e ­ llama “el objeto-causa” del dese o. El objeto a
b r a ). es cualquier objeto que pone en movimiento el
El símbolo a (la primera letra de la palabra deseo, especialmente los objetos parciales que
autre, “otro”) es uno de los primeros signos al­ definen las pulsiones. Las pulsiones no intentan
gebraicos que aparecen en la obra de Lacan, obtener el objeto a, sino girar en tomo a él
introducido en 1955' en relación con el e s q u e ­ ( S il, 179). El objeto a es tanto si objeto de la
m a L, Es siempre una minúscula cursiva, para angustia como la reserva final irreductible de
indicar que designa al pequeño otro, en oposi­ libido (Lacan, 1962-3, seminario Idel 16 de ene­
ción a la “A” mayúscula del gran Otro. A dife­ ro de 1963). Desempeña una función cada vez
rencia del gran Otro; que representa una alteri- más importante en la concepcióp lacaniana de
dad radical e irreductible, el pequeño otro es la cura, en la cual el analista debe situarse co­
“el otro que no es otro en absoluto, puesto que mo semblante de objeto a, causal del deseo del
está esencialmente unido con el yo, en una re­ analizante.
lación que siempre refleja, intercambiable” En los seminarios de 1962-3 w 1964, el ob­
(S2, 321). En el esquema L, entonces, a y a' jeto a es definido como el resto (en francés,
designan indiscriminadamente ál y o y al s e m e ­ reste), el remanente que deja detrás de él la in­
ja n t e / im a g e n e s p e c u l a r ; pertenece claramen­ troducción de lo simbólico en lo real. Esta idea
te al orden imaginario. recibe un desarrollo adicional e¿ el seminario
En 1957, cuando Lacan introduce el mate­ de 1969-70, en el cual Lacan elabora su fórmu­
rna del fantasma ($ 0 a), a comienza a ser con­ la de los cuatro d i s c u r s o s . En el discurso del
cebido como objeto del deseo. Éste es el o b je ­ amo, un significante trata de representar al su­
t o p a r c ia l imaginario, un elemento imaginado jeto para todos los otros signi icantes, pero
como separable del resto del cuerpo. Lacan co­ siempre se produce, inevitablem inte, un exce­
mienza a diferenciar entre a, el objeto del de­ dente; este excedente es el objete a, un sentido
seo, y la imagen especular, que ahora simboliza excedente, un goce excedente (en francés,
como i (a). plus-de-jouir, “plus de gozar”). Este concepto
En su seminario de 1960-1, articula el obje­ se inspira en la idea marxista de a plusvalía; a
to a con el término ágalma (una palabra griega es el exceso de goce que no tiene “valor de
que . significa una gloría, un ornamento, una uso”, pero persiste por la pura justificación del
oferta a los dioses o la pequeña estatua de un goce.
dios), que toma de El banquete, de Platón. Así En 1973 Lacan vincula el objeto a al con­
como el ágalma es un objeto precioso oculto en cepto de s e m b l a n t e , y afirma que a es un
una caja relativamente carente de valor, el obje­ “semblante del ser” (S20, 87). En 1974 lo ubica
to a es el objeto del deseo que buscamos en el en el centro del nudo borromeo, en el lugar
otro (S 8 ,177). donde se intersectan los tres órdenes (el real, el
Desde 1963 en adelante, a adquiere cada simbólico y el imaginario).
141
Objeto parcial

OBJETO PARCIAL (OBJET PARTIEL, la teoría psicoanalítica antes de él (el pecho, las
PART-OBJECT) heces, el f a l o como objeto imaginario y el flu­
jo urinario), Lacan añade (en 1960) otros: el fo­
Según Melanie Klein, la inmadurez del in­ nema, la m ir a d a , la voz y la nada (E, 315). Es­
fante para la percepción, junto con el hecho de tos objetos comparten un rasgo: “no tienen
que sólo le interesan las gratificaciones inme­ ninguna imagen especular” (E, 315). En otros
diatas, supone que el sujeto comienza por rela­ términos, son precisamente lo que no puede ser
cionarse sólo con una parte de la persona del asimilado en la ilusión narcisista de completud
otro, y no con esa persona como un todo. Se­ del sujeto.
gún Klein, el objeto parcial primordial es el pe­ Hacia 1963-4, la conceptualización lacania­
cho materno. A medida que se desarrolla el na del objeto parcial se modifica con el desa­
aparato visual del niño, también lo hace su ca­ rrollo de la idea del o bje to a como causa del
pacidad para percibir a las personas como obje­ deseo. Desde este nuevo punto de vista, cada
tos totales, y no ya como conjuntos de partes objeto parcial se convierte en objeto en virtud
separadas (véase Hinshelwood, 1989,378-80). de que el sujeto lo toma por objeto del deseo,
Si bien la expresión “objeto parcial” fue por objeto a (SI 1,104). En adelante, Lacan ha­
introducida por la escuela kleiniana, los oríge­ bitualmente limita su examen a sólo cuatro ob­
nes del concepto pueden rastrearse hasta Karl jetos parciales: la voz, la mirada, el pecho y las
Abraham, y en última instancia hasta Freud. heces.
Por ejemplo, cuando Freud dice que las pulsio­
nes parciales se dirigen hacia objetos tales co­
mo el pecho o las heces, el pecho y las heces ORDEN {ORDRE, ORDER)
aparecen indudablemente como objetos parcia­
les. El pene.es también considerado un objeto Aunque Lacan emplea los términos “real”,
parcial cuando Freud examina el c o m plejo d e ‘'simbólico” e “imaginario” desde el principio
c a s t r a c ió n (en el cual el pene es imaginado de su obra, sólo en 1953 comienza a hablar de
como un órgano separable) y en su discusión los tres “órdenes” o “registros”. En adelante,
del fetichismo (véase Laplanche y Pontalis, ellos se convirtieron en el sistema de clasifica­
1967,301). . . ción fundamental en tomo al cual gira toda su
El concepto de objeto parcial desempeña un teorización.
papel importante en la obra de Lacan desde el Lo im a g in a r io , lo s im b ó l ic o y lo r e a l for­
principio. Le resulta particularmente útil en su man un sistema de clasificación básico que
crítica a la teoría de las relaciones objetales, a la permite trazar importantes distinciones entre
que ataca por atribuir al objeto un falso sentido conceptos que, según Lacan, habían sido pre­
de completud. En oposición a esta tendencia, viamente confundidos en la teoría psicoanalíti­
dice Lacan que, así como todas las p u l sio n e s ca. Por ejemplo, Lacan dice que muchos erro­
son parciales, también lo son necesariamente res teóricos se debieron a que no se distinguía
todos los objetos. entre el padre imaginario, el padre simbólico y
El foco de Lacan en el objeto parcial es una el padre real. Él sostiene este sistema de clasi­
clara demostración de que su obra sufrió im­ ficación tripartito que arroja una luz invalora­
portantes influencias kleinianas. Pero mientras ble sobre la obra de Freud: “Sin estos tres siste­
que Klein define estos objetos como parciales mas para guiamos, sería imposible comprender
porque son sólo partes de un objeto total, Lacan nada de la técnica y experiencia freudianas”
adopta un punto de vista diferente. Son objetos (SI, 73).
parciales, dice, “no porque sean parte de un ob­ Lo imaginario, lo simbólico y lo real son
jeto total, el cuerpo, sino porque representan profundamente heterogéneos; cada orden re­
sólo parcialmente la función que los produce” mite a aspectos totalmente distintos de la ex­
(E, 315). En otras palabras, en el inconsciente periencia psicoanalítica. Resulta por lo tanto
sólo está representada la función de dar placer, difícil advertir qué es lo que tienen en común;
pero no la función biológica, de estos objetos. sin embargo, el hecho de que Lacan los deno­
Además Lacan sostiene que lo que aísla ciertas mine “órdenes” implica que comparten alguna
partes del cuerpo como objetos parciales no es propiedad. Él explora esta cuestión de lo que
algo dado biológicamente, sino el sistema sig­ los tres órdenes tienen en común por medio de
nificante del lenguaje. la topología del n u d o b o r r o m e o (en su semi­
A los objetos parciales ya descubiertos por nario de 1974-5). No son fuerzas mentales, co­
142
otro/Otro

mo las tres instancias del modelo estructural lo imaginario, porque no puede asin ilarse me­
de Freud. Sin embargo, están primordialmente diante la identificación. Lacan equip; ura esta al­
vinculados al funcionamiento mental, y juntos teridad radical con el lenguaje y la 1iy, de mo­
cubren todo el campo del psicoanálisis. do que el gran Otro está inscrito en el orden de
Aunque estos tres órdenes son profunda­ lo simbólico. Por cierto, el gran Otro es lo sim­
mente heterogéneos, cada uno de ellos debe de­ bólico en cuanto está particularizado para cada
finirse con referencia a los otros dos. Su inter­ sujeto. El Otro es entonces otro sujet d, en su al­
dependencia estructural es ilustrada por el nudo teridad radical y su singularidad inasimilable, .y
boiromeo, en el cual el corte de cualquiera de también el orden simbólico que meaia la rela­
los tres anillos determina que también los otros ción con ese otro sujeto.
dos se separen. No obstante, el significado de “el Otro co­
mo otro sujeto” es estrictamente secundario
respecto del sentido de “el Otro como orden
otro/OTRO (autre/AUTRE, simbólico”; “el Otro debe en primer lugar ser
other/OTHER) considerado un lugar, el lugar en el cual está
constituida la palabrá” (S3, 274). Solo es posi­
El “otro” es quizás el término más comple­ ble hablar del Otro como un sujeto e i un senti­
jo de la obra de Lacan. Cuando comenzó a em­ do secundario, en el sentido de que un sujeto
plearlo, en la década de 1930, no se destacaba puede ocupar esa posición y de tal -nodo “en­
mucho, y se refería sencillamente a las "otras carnar” al Otro para otro sujeto (S8, £02).
personas”. Aunque Freud utiliza el concepto, al Al sostener que la palabra no se origina en
hablar de der Andere (la otra persona) y das el yo, ni siquiera en el sujeto, sino en el Otro,
Andere (la otredad), Lacan parece en realidad Lacan subraya que la palabra y el lenguaje es­
haberlo tomado de Hegel, a cuya obra fue in­ tán más allá del propio control const iente; vie­
troducido por una serie de conferencias impar­ nen de otro lugar, desde fuera de la conciencia,
tidas por Alexandre Kojéve en la École des y por lo tanto “el inconsciente es el discurso
Hautes Études en 1933-9 (véase Kojéve, 1947). del Otro” (Ec, 16). Al concebir al Otro como
En 1955 Lacan traza una distinción entre un lugar, Lacan alude al concepto freudiano de
“el pequeño otro” (“el otro”) y "el gran Otro” una localidad psíquica, en el cual el incons­
(“el Otro”) (S2, cap. 19), distinción que sigue ciente es descrito como “la otra esce na” (véase
ocupando un lugar central en el resto de su e s c e n a ).
obra. De allí en más, en el álgebra lacaniana, el Es la madre quien primero ocupa la posi­
gran Otro es designado A (mayúscula, por la ción del gran Otro para el niño, porque es ella
palabra francesa Autre), y el pequeño otro apa­ quien recibe el llanto y los gritos primitivos de
rece como a (minúscula bastardilla, por la pala­ la criatura, y retroactivamente los sanciona co­
bra francesa autré). Dice Lacan que tener pre­ mo un mensaje particular (véase p u n t u a c ió n ).
sente esta distinción es fundamental en la El complejo de castración se constituye cuando
práctica analítica: el analista debe estar “total­ el niño descubre que este Otro no es completo,
mente imbuido" de la diferencia entre A y a (E, que en el Otro hay una f a l t a . En otras pala­
140), para poder situarse en el lugar del Otro, y bras, en el tesoro de los significantes constitui­
no en el del otro (Ec, 454). dos por el Otro siempre falta un significante. El
• 1. El pequeño otro es el otro que no es real­mítico Otro completo (que se escribe A en el
mente otro, sino un reflejo y proyección del y o álgebra lacaniana) no existe. En 1^57 Lacan
(razón por la cual el símbolo a puede represen­ presenta gráficamente a este Otro incompleto
tar al pequeño otro y al yo, intercambiablemen­ tachando con una b a r r a el símbolo A, para
te, en el e s q u e m a L), Es simultáneamente el s e ­ producir A; por lo tanto, otro nombie det Otro
m e j a n t e y la im a g e n e s p e c u l a r . De modo que incompleto, castrado, es el “Otro bar:ado”.
el pequeño otro está totalmente inscrito en el El Otro es también “el Otro sexo” (S20,'
orden imaginario. Para un examen más detalla­ 40). El Otro sexo es siempre la m u j e *, para su­
do del desarrollo del símbolo a en la obra de jetos masculinos y femeninos por igual: “El
Lacan, véase o b j e t o a . hombre aquí actúa como el rodeo po: el cual la
2. El gran Otro designa la alteridad radical,mujer se convierte en este Otro parí, sí misma
la otredad que trasciende la otredad ilusoria de cuando es este Otro para él” (Ec, 732).

143
p

PADRE (PERE, FATHBR) tancia de distinguir el padre simbólico, el padre


imaginario y el padre real.
En su obra, Lacan comenzó desde muy
pronto a atribuir una gran importancia al papel £1 padre simbólico
del padre en la estructura psíquica. En su ar­
tículo de 1938 sobre la familia, atribuye la im­ El padre simbólico no es un s¿r real sino
portancia del c o m p le jo de Edipo al hecho de una posición, una función, y por lo tanto sinó­
que combina en la figura del padre dos funcio­ nimo de la “función paterna”. Esta función no
nes casi conflictivas: la función protectora y la es otra que la de imponer la ley y regular el de­
función prohibitiva. También señala la decli- . seo en el complejo de Edipo, intei venir en la
nación social contemporánea de la imago pa­ relación dual imaginaria entre la mí dre y el ni­
terna (claramente visible en las imágenes de ño, para introducir una necesaria “distancia
padres ausentes y padres humillados) como simbólica” entre ellos (S4, 161). “La verdadera
causa de las actuales peculiaridades psicopato- función del padre... es fundamenta! mente unir
lógicas (Lacan, 1938, 73). En adelante, el pa­ (y no poner en oposición) un dese¿ y la Ley
dre siguió siendo un tema constante de la obra (E, 321). Aunque el padre simbólic o no es un
de Lacan. verdadero sujeto sino una posición sn el orden
El énfasis de Lacan en la importancia del simbólico, es posible que un sujete ocupe esa
padre puede verse como una reacción contra la posición, en razón de realizar la fur ción pater­
tendencia del psicoanálisis kleiniano y la teoría na. Nadie puede ocupar esta posición por com­
de las relaciones objetales a ubicar la relación pleto (S4, 205, 210, 219). Sin embargo, el pa­
madre-niño en el núcleo de la teoría psicoanalí- dre simbólico no interviene por lo Igeneral en
tica. En oposición a esta tendencia, Lacan su­ virtud de que alguien encarne la función, sino
braya continuamente el papel del padre como de un modo velado, por ejemplo al ser mediado
tercer término que, al mediar la r e l a c ió n d u a l por el discurso de la madre (véase Sj4-, 276).
imaginaria entre la m a d r e y el niño, salva a es­ El padre simbólico es el elemento funda­
te último de la psicosis y le hace posible el in­ mental de la estructura del orden simbólico; lo
greso en la existencia social. De modo que el que distingue el orden simbólico d í la cultura
padre es algo más que un mero rival con el cual respecto del orden imaginario de la naturaleza
el sujeto compite por el amor de la madre; es el es la inscripción de un linaje masculino. Al es­
representante del orden social como tal, y sólo tructurar la descendencia en una serie de gene­
identificándose con el padre en el complejo de raciones, la patrilinealidad introduc e un orden
Edipo puede el sujeto lograr el ingreso en ese “cuya estructura es diferente del orden natural”
orden. La ausencia del padre es por lo tanto un (S3, 320). El padre simbólico es también el pa­
importante factor en la etiología de todas las es­ dre muerto, el padre de la horda primordial que
tructuras psicopatológicas. ha sido asesinado por sus hijos (véase Freud,
Pero el concepto de “padre” no es simple, 1912-13). El padre simbólico es tamW n desig­
sino complejo, y exige establecer qué es exac­ nado Com o NOMBRE-DEL-PADRE (SI, 259).
tamente lo que se entiende por el término. Dice La presencia de un falo imaginario como
Lacan que la pregunta de “¿Qué es un padre?” tercer término en el triángulo imaginario pree-
constituye el tema central que recorre toda la dípico indica que el padre simbólido funciona
obra de Freud (S4,204-5). Para responder, des­ ya en la etapa preedípica; detrás de la madre
de 1953 en adelante, Lacan subraya la impor­ simbólica está siempre el padre simbólico. Pero
145
Palabra

el p sic ò tic o n o lle g a n i a esto ; p o r cierto , es la én cuanto a quién es realmente el1padre biológi­
au sen cia del p ad re sim b ó lico lo q u e caracteriza co (“‘pater semper incertus est’, mientras que
la esen cia d e la e s tru ctu ra p sic ò tic a (v éase fo r - la madre es ‘certissima’”; Freud, 1909c, SE IX,
clusión ). 239), sería más preciso decir que el padre real
es el hombre del que se dice que es el padre
El padre imaginario biológico del sujeto. El padre real es entonces
un efecto del lenguaje, y con este sentido debe
El padre imaginario es una imago, un com­ entenderse aquí el adjetivo “real”: loj real del
puesto de todos los constructos imaginarios que lenguaje, y no lo real de la biología (S17, 147-
el sujeto erige en el fantasma en tomo a la figu­ 8).
ra del padre. Esta construcción imaginaria a El padre real desempeña un papel Grucial en
menudo tiene poca relación con el padre tal co­ el complejo de Edipo; es él quien interviene en
mo es en la realidad (S4, 220). El padre imagi­ el tercer “tiempo” como el que castra al niño
nario puede construirse como un padre ideal (véase c o m p l e jo d e c a s t r a c ió n ). Esta inter­
(SI, 156; E, 321), o lo opuesto, como “el padre vención salva al niño de la angustia precedente;
que ha jodido al chico” (S7, 308). En la prime­ sin ella, el niño necesita un objeto fóbico como
ra forma, el padre imaginario es el prototipo de sustituto simbólico del padre real ausente. La
las figuras divinas de las religiones, un protec­ intervención del padre real como agente de la
tor omnipotente. En el otro papel, el padre ima­ castración no equivale sencillamente a su pre­
ginario es el padre terrorífico de la horda pri­ sencia física en la familia. Como surge del caso
mordial que impone el tabú del incesto a sus de Juanito (Freud, 1909b), el padre real puede
hijos (véase Freud, 1912-13), y el agente de la estar físicamente presente y sin embargo no in­
pr iv a c ió n , el padre al que la hija culpa por ha­ tervenir como agente de la castración (S4, 212-
berla privado del falo simbólico, o su equiva­ 221). A la inversa, la intervención del padre
lente, un niño (S4, 98; véase la figura 7, y S7, real puede ser experimentada por el niño aun­
307). Pero con las dos apariencias, sea como que aquél esté físicamente ausente.
padre ideal o como cruel agente de la priva­
ción, el padre ideal es considerado omnipotente
(S4,275-6). La psicosis y la perversión involu­ PALABRA {PAROLE, SPEECH)
cran, de diferente modo, una reducción del pa­
dre simbólico al padre imaginario; El término francés parole le presenta con­
siderables dificultades al traductor inglés, por­
El padre real que en su idioma rio tiene equivalencia. En al­
gunos contextos corresponde al término inglés
Si bien Lacan es totalmente claro al definir “speech”, y en otros queda mejor traducido por
lo que entiende por padre imaginario y padre
simbólico, sus observaciones sobre el padre “Palabra” se convierte en uno de los más
real son totalmente oscuras (véase, por ejem­ importantes términos de la obra de Lacan desde
plo, S4, 220). Su única formulación inequívoca principios de la década de 1950. En su célebre
es que el padre real es el agente de la castra­ “Discurso de Roma”, Lacan denuncia el modo
ción, el que realiza la operación de la castración en que la teoría psicoanalítica contemporánea
simbólica (S17, 149; véase la figura 7 y S7, ha desatendido el papel de la palabra en el psi­
307). Aparte de esto, Lacan proporciona pocas coanálisis, y aboga por un foco renovado en la
claves sobre lo que entiende por “padre real”. palabra y el l e n g u a je (Lacan, 1953a).
En 1960 lo describe como aquel que “efectiva­ El empleo por Lacan del término “palabra”
mente ocupa” a la madre, el “Gran Jodedor” debe poco a Saussure (cuya oposición entre
(S7, 307), e incluso llega a decir, en 197Ó, que “palabra” y “lengua” aparece reemplazada en la
el padre real es el espermatozoide, aunque in -, obra de Lacan por el par “palabra/lenguaje”), y
mediatamente modera este enunciado con la está mucho más determinado por referencias a
observación de que nadie se ha pensado nunca la antropología, la teología y la metafísica.
a sí mismo como hijo de un espermatozoide
(S17,148). Sobre la base de estos comentarios, Antropología
parece posible decir que el padre real es el pa­
dre biológico del sujeto. Sin embargo, puesto El concepto lacaniano de la palabra como
que siempre hay algún grado de incertidumbre un “intercambio simbólico” que “vincula a los
146
Palabra fundante

seres humanos entre sí” (SI, 142) ha sido clara­ está alienado de su deseo; en la palabra vacía
mente influido por la obra de Mauss y Lévi- “el sujeto parece hablar en vano sob re alguien
Strauss, especialmente por .el análisis de estos que [. ..] nunca puede volverse uno cc n la asun­
autores sobre el intercambio de regalos. Vemos ción de su deseo” (E, 45).
entonces que las interpretaciones de Freud son Una de las tareas del analista que iscucha al
descritas como "un presente simbólico de pala­ analizante consiste en discernir los nomentos
bra, grávido de un pacto secreto” (E, 79). El en que surge la palabra plena. La pal ibra plena
concepto de la palabra como pacto que asigna y la palabra vacía son los puntos extremos de
roles tanto al emisor como al receptor es for­ un continuum, y “entre estos dos ex tremos se
mulado en la elaboración lacaniana de la p a l a ­ despliega toda una gama de modos de realiza­
bra FUNDANTE. ción de la palabra” (SI, 50). La meta del trata­
miento psicoanalítico es articular ja palabra
Teología plena, y éste es un trabajo duro; puede ser que
articular la palabra plena resulte muy penoso
En la obra de Lacan, la palabra adquiere (E, 253).
también connotaciones religiosas y teológicas, La palabra vacía no equivale a 11 mentira;
en términos derivados de las religiones orienta­ por el contrario, la mentira suele revelar la v e r ­
les (E, 106-107) y asimismo de la tradición ju- d a d sobre el deseo de modo mucho más com­
deocristiana (E, 106). En 1954 Lacan examina pleto que muchos enunciados sinceros (véase
la palabra con referencia a De locutionis signi- S il, 139-40). Nunca es posible expiesar en la
ficatione, de San Agustín (SI, 247-60). Lo mis­ palabra toda la verdad del propio des io, debido
mo que las pronunciadas por Dios en el Géne­ a una fundamental “incompatibilidad entre el
sis, la palabra es una “invocación simbólica” deseo y la palabra” (E, 275); “yo sie npre digo
que crea, ex nihilo, “un nuevo orden del ser en la verdad; no toda la verdad, porque no somos
las relaciones entre los hombres” (SI, 239). capaces de decirla. Decirla toda es material­
mente imposible” (Lacan, 1973a, 9). De modo
Metafísica que la palabra plena no es la articulación en pa­
labras de toda la verdad sobre el deseo del suje­
Lacan se basa en la distinción de Heidegger to, sino la palabra que articula esta verdad tan
entre Rede (discurso) y Gerede (habladuría) pa­ plenamente como es posible en un momento
ra elaborar su propia distinción entre la “pa­ particular.
labra plena” (parole pleine) y la “palabra La palabra es el único modo de a xeso a la
vacía” {parole vide) (véase E, 40 y sigs.). La­ verdad sobre el deseo; “sólo la palibra es la
can traza por primera vez esta distinción en clave de esa verdad” (E, 172). Además, la teo­
1953, y aunque ella deja de desempeñar un pa­ ría psicoanalítica sostiene que sólo un tipo par­
pel importante en su obra después de 1955, ticular de palabra conduce a esta verdad; una
nunca desaparece por completo. La palabra ple­ palabra sin control consciente, conoc ida como
na articula la dimensión simbólica del lenguaje, asociación libre.
mientras que la palabra vacía articula su dimen­
sión imaginaria, la palabra del yo al semejante.
“La palabra plena es una palabra llena de senti­ PALABRA FUNDANTE (PAROLE
do. La palabra vacía es una palabra que sólo FONDANT, FOUNDING SPEECH
tiene significación” (Lacan, 1976-7; Omicar?,
n. 17/18,11). La expresión “palabra fundante” sjirge en la
La palabra plena es también denominada obra de Lacan en la época de su creciente inte­
“palabra verdadera”, puesto que está más cerca rés por el l e n g u a je , a principios de la década
de la verdad enigmática del deseo del sujeto: de 1950 (véase Lacan, 1953a). El punto sobre
“La palabra plena es una palabra que apunta a, el que Lacan llama la atención al em plear esta
que forma, la verdad tal como queda estableci­ frase es el modo en que la p a l a b r a puede
da en el reconocimiento de una persona por transformar radicalmente tanto a quien habla
otra. La palabra plena es una palabra que hace como a quien la recibe en el acto de 1< emisión.
acto” (SI, 107). “La palabra plena, en efecto, es Los dos ejemplos favoritos de Lacan ü respec­
definida por su identidad con aquello sobre lo to son las oraciones “Tú eres mi amo/maestro
que se habla” (Ec, 381). (maître)" y “Tú eres mi mujer”, que sirven para
En la palabra vacía, por otro lado, el sujeto posicionar al hablante como “discípu' o” y “es­
147
Paranoia

poso”, respectivamente. En otros términos, el nocimiento es en sí mismo paranoico (E, 2, 3,


aspecto crucial de la palabra fundante es que no 17). El proceso de la cura psicoanalítica induce
sólo transforma al otro sino que también trans­ una paranoia controlada en el sujeto humano
forma al sujeto (véase E, 85). “La palabra fun­ (E, 15).
dante, que envuelve al sujeto, es todo lo que lo
ha constituido, sus padres, sus vecinos, la es­
tructura total de su comunidad, y no sólo lo ha PASAJE AL ACTO (PASSAGEÀ L ’ACTE,
constituido como símbolo, sino que lo ha cons­ PASSAGE TO THE ACT)
J
tituido en su ser” (S2, 20). Lacan se refiere a la
misma función de la palabra como “palabra La frase “pasaje al acto” proviene de la psi­
electiva” en el seminario de 1955-6, y como quiatría clínica francesa, que la utiliza para de­
“palabra votiva” en el seminario de 1956-7. signar los actos impulsivos de naturaleza vio­
Lacan juega con la homofonía, entre tu es lenta o criminal que a veces indican el inicio de
ma mère (“tú eres mi madre”) y tuer ma mère un episodio psicòtico agudo. Como la frase
("matar a mi madre”) para ilustrar el modo en misma lo indica, se supone que estos actos
que la palabra fundante dirigida al otro puede marcan el punto en que el sujeto pasa de una
revelar un deseo asesino (E, 269). idea o intención violentas al acto correspon­
diente (véase Laplanche y Pontalis, 1967, 5).
Puesto que estos actos se atribuyen a la acción
PARANOIA (PARANOIA, PARANOIA) de la psicosis, la ley francesa absuelve de res­
ponsabilidad civil a quienes los cometen (Che-
La paranoia es una forma de p sic o sis carac­ mama, 1993,4). i
terizada principalmente por d e l ir io s . La expe­ A medida que las ideas psicoanalíticas se
riencia de Freud con el tratamiento de paranoi­ difundían en Francia en la primera mitad del si­
cos era limitada, y su trabajo más extenso sobre glo XX, se volvió común que los analistas fran­
el tema no fue el registro del curso de un trata­ ceses emplearan la expresión “pasaje al acto”
miento sino el análisis de las memorias escritas para traducir el término Agieren utilizado por
de un paranoico (un juez llamado Daniel Paul Freud: es decir, como sinónimo de a c tin g o u t .
Schreber) (Freud, 1911c). Es en esta obra don­ Sin embargo, en su seminario de 1962-3 Lacan
de Freud presenta su teoría de que la paranoia establece una distinción entre estas expresio- ■
es una defensa contra la homosexualidad, sos­ nes. Si bien ambas son últimos recursos contra
teniendo que las diferentes formas de delirio la angustia, ¿1 sujeto que realiza un acting out
paranoico se basan en distintos modos de negar todavía permanece en la e s c e n a , mientras que
la oración “Yo (un hombre) lo amo a él”. el pasaje al acto supone una salida total de la
El interés de Lacan por la paranoia es ante­ escena. El acting out es un mensaje simbólico
rior a su interés por el psicoanálisis; fue el te­ dirigido al gran Otro, mientras que un pasaje al
ma de su primer trabajo importante, su tesis de acto es una huida respecto del Otro, hacia la di­
doctorado (Lacan, 1932). En ese texto Lacan mensión de lo real. El pasaje al acto es una sali­
discute el caso de una mujer paranoica a quien da de la red simbólica, una disolución del lazo
denomina “Aimée”, y a la que diagnostica co­ social. Aunque según Lacan el pasaje al acto no
mo sufriendo una “paranoia de autocastigo” necesariamente implica una psicosis subyacen­
(paranoia d ’autopunition), una nueva categoría te, entraña de todos modos una disolución del
clínica que él mismo proponía. Volvió al tema sujeto; por un momento, el sujeto se convierte
de la paranoia en su seminario de 1955-6, de­ en puro objeto.
dicado a un sostenido comentario sobre el caso Para ilustrar lo que quiere decir, Lacan se
Schreber. Lacan considera que la teoría de remite al caso de la joven homosexual tratada
Freud sobre las raíces homosexuales de la pa­ por Freud (Freud, 1920a). Freud dice que la jo­
ranoia es inadecuada, y en lugar de ella propo­ ven caminaba por la calle con ,1a mujer que
ne su propia teoría de la fo r c lu sió n como me­ ■amaba cuando la descubrió el padre, que le di­
canismo específico de la psicosis. rigió una mirada colérica. Inmediatamente des­
Lo mismo que todas las estructuras clínicas, pués, ella corrió a arrojarse al foso de una línea
la paranoia revela ciertos rasgos de la psique de tranviaria. Dice Lacan que este intento de suici­
un modo particularmente vivido. El yo tiene dio fue un pasaje al acto; no un mensaje dirigi­
una estructura paranoica (E, 20), porque es la do a nadie, puesto que la simbolización se ha
sede de una alienación paranoica (E, 5). El co­ bía vuelto imposible para la joven. Confrontada
148
7

Perversión

con el deseo del padre, ella se sintió consumida le). Sólo implicaba el reconocimiento de que el
por una angustia incontrolable, y reaccionó de análisis personal había llegado a su conclusión
modo impulsivo identificándose con el objeto. lógica, y de que esa persona podía extraer de
Entonces cayó (en alemán, niederkommt) como esa experiencia un saber articulado De modo
el objeto a, el resto de significación (Lacan, que el pase no tenía que ver con u ía función
1962-3, seminario del 16 de enero de 1963). clínica sino con una función docent ;; se supo­
nía que daba testimonio de la capacidad del pa­
sante para teorizar su propia experiencia de la
PASE (PASSE, PASS) cura, y por lo tanto para contribuir a saber psi-
coanalítico.
En 1967, tres años después de haber funda­ Jacques-Alain Miller comenta que es im­
do su e s c u e l a de psicoanálisis (la École Freu- portante distinguir entre 1) el pase como proce­
dienne de Paris, o EFP), Lacan instituyó un dimiento institucional (según la cescripción
nuevo tipo de procedimiento (Lacan, 1967). Es-, que acabamos de dar) y 2) el pase c amo la ex­
te procedimiento se denominaba “pase”, y con­ periencia personal del fin del propio análisis, el
sistía esencialmente en un marco institucional pasaje de analizante a analista, que podía ser
destinado a permitir que las personas dieran atestiguado por “el pase” en el primer sentido
testimonio del fin de su análisis. La principal del término (Miller, 1977).
idea que estaba detrás era la concepción laca- En la década de 1970, la institución del pa­
niana de que el f in d e a n á l is is no es una expe­ se se convirtió en foco de una intensa contro­
riencia casi mística, inefable, sino que, de versia dentro de la EFP. Mientras q je algunos
acuerdo con el principio básico del psicoanáli­ respaldaban las ideas de Lacan en ci anto a que
sis, tiene que articularse en el lenguaje. el pase realizaba importantes aport ;s al saber
El procedimiento era el siguiente: la perso­ del fin de análisis, otros lo criticaban que crea­
na que aspiraba al pase (lepassant, el pasante), ba desacuerdos y era impracticable. Estos deba­
hablaba a dos testigos (les passeurs, los pasa­ tes se acaloraron aún más en los añol finales de
dores), que debían estar en análisis en ese mo­ la EFP, antes de que Lacan disolviera su Escue­
mento, sobre su propio análisis y su conclusión; la en 1980 (véase Roudinesco, I986j. Entre las
esos dos testigos a continuación, y por separa­ diversas organizaciones lacanianas que existen
do, reiteraban esta descripción ante un jurado actualmente, algunas han abandonado la pro­
de siete personas (algunas de las cuales ya ha­ puesta de Lacan, mientras que muchas otras
bían realizado con éxito su propio pase). El ju­ conservan la institución del pase conjo una par­
rado decidía, sobre la base de los dos relatos, si te central de su estructura.
debía otorgarle el pase al candidato. No había
criterios preestablecidos que guiaran al jurado,
puesto que el pase se basaba en el principio de PERVERSIÓN (PERVERSION,
que cada análisis es único. Si el candidato tenía PERVERSION)
éxito, se le acordaba el título de A.E. (Anályste
de VEcole). A los candidatos que fracasaban no Según la definición de Freud, ora perver­
se les impedía volver a intentar el pase si de­ sión toda forma de conducta sexual que se
seaban hacerlo. desviaba de la norma de cópula gen tal hetero­
El pase pretendía ser el medio para obtener sexual (Freud, 1905d). Sin embargo, esta defi­
el reconocimiento de la Escuela al final del nición es problematizada por las propias ideas
análisis personal. No era un procedimiento de Freud sobre la perversión polimona de toda
obligatorio; que un analista decidiera intentarlo la sexualidad humana, que se caracteriza por la
o no dependía por completo de él mismo. No ausencia de un orden natural dado de ante­
era un título para ejercer el análisis, puesto que mano.
“la autorización de un analista sólo puede venir Lacan supera esta impasse de la teoría freu-
de él mismo” (Lacan, 1967,14) (véase f o r m a ­ diana al definir la perversión, no corjjio una for­
c ió n DE LOS ANALISTAS y ANÁLISIS DIDÁCTICO). ma de conducta, sino como una e s t r u c t u r a
Tampoco significaba el reconocimiento por la clínica.
Escuela del estatuto de analista del miembro;
este reconocimiento se otorgaba por otro me­ ¿Qué es la perversión? N o es simplemente una
dio, totalmente independiente, y correspondía aberración en relación con criterios sociales, una
al título de A.M.E. (Analyste Mernbre de l ’Éco- anomalía contraria a las buenas costumbres, aunque

149
Perversión

este registro no esté ausente, ni es algo atípico según problema de las perversiones consiste en con­
criterios naturales, es decir que menosprecie en m a­ cebir de qué modo el niño, en su relación con la
yor o menor medida la finalidad reproductiva de la madre [...] se identifica con el objeto imagina­
unión sexual. Es otra cosa en su estructura misma. rio del deseo [de ella; es decir, el falo]” (E,
(SI, 221)
197-8). A esto se debe que el triángulo imagi­
nario preedípico desempeñe un papel tan im­
La distinción entre actos perversos y estruc­ portante en la estructura perversa. En las per­
tura perversa implica que, si bien hay ciertos versiones, el falo sólo puede funcionar velado
actos sexuales estrechamente asociados con (véase el examen por Lacan del papel del velo
estructuras perversas, es también posible que en el fetichismo, el transvestismo, la homose­
tales actos sean realizados por sujetos no-per­ xualidad y el exhibicionismo; S 4 ,159-63).
versos, e igualmente posibles que un sujeto per­
verso nunca realice tales actos en la realidad. La p u l s i ó n
También implica una posición universalista;
mientras que la desaprobación social y la in­ La perversión es también un modo particu­
fracción a. las “buenas costumbres” pueden ser lar que tiene el sujeto de situarse en relación
lo que determina que un acto en particular sea con la pulsión. En la perversión, el sujeto se si­
perverso o no, ésta no es la esencia de la estruc­ túa como objeto de la pulsión, como el medio
tura perversa. Una estructura perversa sigue para el goce del otro (S il, 185). Esto implica
siendo perversa incluso cuando los actos aso­ invertir la estructura del f a n t a s m a , razón por la
ciados con ella sean socialmente aprobados. cual la fórmula de la perversión aparece como
Por lo tanto, Lacan considera que la homose­ a 0 $ en el primer esquema de “Kant con Sade”
xualidad era una perversión incluso cuando se (Ec, 774), o sea, como el materna del fantasma
la practicaba en la Antigua Grecia, donde era invertido. El perverso asume la posición del ob­
ampliamente tolerada (S8, 43). (Esto no se de­ jeto-instrumento de una voluntad-de-goce que
be a que la homosexualidad o cualquier otra no es suya propia sino del gran Otro. El perver­
forma de sexualidad sea naturalmente perversa; so no realiza su actividad para su propio placer,
por el contrario, la naturaleza perversa de la ho­ sino para el goce del gran Otro. Encuentra goce
mosexualidad depende por completo de que in­ precisamente en esta instrumentación, en traba­
fringe los requerimientos normativos del com­ jar para el goce del Otro; “el sujeto se hace aquí
plejo de Edipo [S4, 201]. Lacan critica a Freud el instrumento del goce del Otro” (Ee, 320). Por
por olvidar a veces que la importancia de la he- ejemplo, en la escopofilia (también llamada es-
terosexualidad en el mito de Edipo es una cues­ coptofilia), que comprende el exhibicionismo y
tión de normas y no de naturaleza [Ec, 223]. La el voyeurismo, el perverso se ubica como el ob­
neutralidad del analista le prohíbe tomar parti­ jeto de la pulsión escópica. En el s a d ism o / m a ­
do respecto de esas normas; más bien que de­ s o q u is m o el sujeto se sitúa como objeto de la
fenderlas o atacarlas, el analista trata sólo de pulsión invocatoria (S il, 182-5). El perverso es
exponer su incidencia en la historia del sujeto.) la persona en quien la estructura de la pulsión
Lacan caracteriza la estructura perversa de se revela con mayor claridad, y también la per­
dos modos principales. sona que lleva al límite el intento de ir más allá
del principio de placer, “va tan lejos como pue­
El f a l o y la r e n e g a c i ó n de en la senda del goce” (E, 323).
A la observación de Freud en cuanto a que
La perversión se distingue de las otras es­ “las neurosis son el negativo de las perversio­
tructuras clínicas por la operación de la renega­ nes” se le ha atribuido a veces el sentido de que
ción. El perverso reniega la castración; percibe la perversión es sólo la expresión directa de un
que la madre carece de falo, y al mismo tiempo instinto natural que en la n e u r o sis está reprimi­
se niega a aceptar la realidad de esa percepción do (Freud, 1905d, SE VII, 165). Pero Lacan re­
traumática. Esto es más evidente en el fetic h is ­ chaza por completo esta interpretación (S4,
m o (la “perversión de las perversiones”; S4, 113, 250). En primer lugar, la pulsión no debe
194), en el que el fetiche es un sustituto simbó­ concebirse como un instinto natural que pueda
lico del falo faltante en la madre. Sin embargo, descargarse de un modo directo; no existe el
esta relación problemática con el falo no es ex­ grado cero de satisfacción. En segundo térmi­
clusiva del fetichismo, sino que se extiende a no, como surge con claridad de las observacio­
todas las perversiones (S4, 192-3). “Todo el nes anteriores, la relación del perverso con la
150
w W ^ ^ J
Principio de placer

pulsión es tan compleja y elaborada como la El principio de placer es uno de b s “dos


del neurótico. Desde el punto de vista del desa­ principios del funcionamiento mental” jostula-
rrollo genético, la perversión está en el mismo dos por Freud en sus escritos metapsicólógicos
nivel que la neurosis; ambas han alcanzado el (el otro es el pr in c ipio d e r e a l id a d ). Bl princi­
tercer “tiempo” del complejo de Edipo (S4, pio de placer apunta exclusivamente a ivitar el
251). Por lo tanto, la perversión “presenta tanta displacer y obtener placer.
riqueza dimensional como [una neurosis], la En la obra de Lacan encontramos 11 prime­
misma abundancia, los mismos ritmos, las mis­ ra discusión amplia de este principio <¡n el se­
mas etapas” (S 4 ,113). Esto significa que la ob­ minario de 1954-5. Allí lo compara con un dis­
servación de Freud debe recibir una interpreta­ positivo homeostático que intenta mantener la
ción distinta: la perversión está estructurada de excitación en el nivel funcional más tjajo (S2,
un modo inverso'al de la neurosis, pero está 79-80). Esto concuerda con la tesis de Freud en
igualmente estructurada (S4,251). cuanto a que el displacer está relacionado con
Mientras que la neurosis se caracteriza por el aumento de las cantidades de excitación, y el
una pregunta, la característica de la perversión placer Con su reducción. Lacan opone ¿1 princi­
es la falta de pregunta; el perverso no duda de pio de placer (que bautiza como “tendejncia res-
que sus actos sirven al goce del Otro. Por ello es titutiva”) a la pulsión de muerte (la “tendencia
extremadamente raro que un sujeto perverso pi­ repetitiva”), de acuerdo con la idea fjreudiana
da análisis, y en los pocos casos en que lo hace, de que la pulsión de muerte está “más allá del
no se debe a que trate de cambiar su modo de principio de placer” (S2, 79-80).
goce. Esto quizás explica por qué muchos psicó­ En 1960 Lacan desarrolla lo que pronto se
logos han dicho que la cura psicoanalítica no es convierte en un concepto importan e de su
adecuada para los sujetos perversos, una línea obra: la idea de una oposición entre el placer y
de pensamiento compartida incluso por algunos el GOCE. El goce es entonces definido como una
analistas lacanianos, que comparan la certidum­ cantidad excesiva de excitación, que el princi­
bre del perverso con la del psicòtico, y sostienen pio de placer intenta impedir. El principio de
que el perverso no puede asumir la posición de placer es visto como una ley simbólica, un
"alguien que no sabe” ante un “ sujeto s u p u e st o mandamiento' que puede formularse ccmo “Go­
s a b e r ” (Clavreul, 1977). Pero la mayoría de los za lo menos posible” (por esto Freud lo deno­
analistas lacanianos no son de esta opinión, minó originalmente “principio de displacer
puesto que contradice totalmente la del propio véase Freud, 1900a, SE, V, 574). El placer es la
Lacan. En el seminario de 1956-7, por ejemplo, salvaguarda del estado de homeostasis y cons­
dice Lacan que el sueño de la joven homosexual tancia que el goce amenaza continuamente con
tratada por Freud fue una clara manifestación de destruir y traumatizar.
transferencia en un sujeto perverso (S4, 106-7;
véase Freud, 1920a). Asimismo, en el seminario L a función del principio de placer, en efecto, es
conducir al sujeto de significante a signi:ficante, ge-
de 196Ó-1 el principal ejemplo de transferencia
nerando tantos significantes como se neoesiten para
que Lacan presenta es el de Alcibíades, a quien mantener lo más baja posible la tensión qu s regula el
claramente considera un perverso (véase E, 323; funcionamiento total del aparato psíquico.
“Alcibíades no es por cierto un neurótico”). De ( S 7 ,119)
modo que a juicio de Lacan los sujetos perver­
sos pueden tratarse en el mismo nivel que los En otras palabras, el principio de placer es
neuróticos, aunque, desde luego, habrá diferen­ la prohibición del incesto, “lo que reg ila la dis-
tes problemas en la dirección de la cura. Una tancia entre el sujeto y das Ding” (S7 , 69; véa-
consecuencia importante es que la cura de un se c o s a ). Cuando el sujeto transgrede esta
sujeto perverso no establece como su objetivo la prohibición, se acerca a la Cosa, y enionces su­
eliminación de la conducta perversa. fre. Puesto que son las pulsiones las c ue le per­
miten al sujeto transgredir el principio de pla­
cer, se sigue que toda pulsión es un Ì PULSIÓN
PRINCIPIO DE PLACER (.PRINCIPE DE m u e r t e .
DE PLAISIR, PLEASURE PR1NCIPLE) El principio de placer está relacitpado con
la prohibición, la ley y la regulación de modo
Aunque Lacan utiliza la palabra “placer" que se encuentra claramente del lado de lo sim-
por sí misma, siempre se refiere al principio de bólico, mientras que el goce está del lado de lo
placer, y nunca a una sensación. real. El principio de placer no es entonces “nin-
151
Principio de-realidad

guna otra cosa que el dominio del significante” PRIVACIÓN {PRIVATION, PRIVATION)
(S7, 134). Esto arroja a Lacan a una paradoja,
puesto que lo simbólico es también el reino de En su seminario de 1956-7, Lacan distingue
l a compulsión de r e p e t i c i ó n , que, en los térmi­ tres tipos de “falta de objeto”: la privación, lá
nos de Freud, es precisamente lo que va más frustración y la castración (véase fa l t a ). Cada
allá del principio de placer. Por cierto, en algu­ uno de estos tipos de falta está ubicado en un
nas descripciones lacanianas el principio de orden diferente, es generado por un distinto ti­
placer parece casi idéntico a la compulsión de po de agente, y supone un tipo diferente de ob­
repetición: “La función del principio de placer jeto. La privación se define como la falta en lo
es hacer que el hombre busque siempre lo que real de un objetó' simbólico (el falo simbólico).
tiene que encontrar de nuevo, pero que nunca El agente que genera esta falta es el padre ima­
obtendrá" (S7, 68). ginario.
La privación constituye el intento de Lacan
por teorizar con más rigor el concepto freudia-
PRINCIPIO DE REALIDAD {PRINCIPE no de castración femenina y envidia del pene.
DE RÉALITÉ, REALITY PRINCIPLE) Según Freud, cuando los niños comprenden
que algunas personas (las mujeres) no tienen
Según Freud, la psique está al comienzo to­ pene, se produce un momento traumático con
talmente regulada por el p r in c ipio d e p l a c e r , efectos distintos en el varón y la niña (véase
que busca experimentar satisfacción mediante com pleto d e c a st r a c ió n ). Mientras que el ni­
la investidura alucinatoria del recuerdo de una ño desarrolla miedo a que le corten el pene, la
satisfacción anterior. Pero el sujeto descubre niña envidia al varón la posesión del miembro,
pronto que las alucinaciones no alivian sus ne­ que ella ve como un órgano sumamente desea­
cesidades, y se ve entonces obligado a “dar for­ ble. La niña culpa entonces a la madre por ha­
ma a una concepción de las circunstancias rea­ berla privado de él, y reorienta sus afectos ha­
les del mundo externo” (Freud, 1911b, SE XII, cia el padre, con la esperanza de que él le
219). De tal .modo se introduce un nuevo “prin­ proporcionará un niño como sustituto simbóli­
cipio del funcionamiento mental”, el “principio co del pene que le falta (Freud, 1924d).
de realidad”, que modifica el principio de pla­ De modo que la privación se refiere a la fal­
cer y fuerza al sujeto a tomar rutas indirectas a ta de pene en la mujer, que es sin duda una falta
la satisfacción. No obstante, como la meta final en lo real. Sin embargo, por definición, “lo real
del principio de realidad sigue siendo la satis­ es pleno”; en lo real en sí nunca hay falta, y por
facción de las pulsiones, puede decirse que “el lo tanto “la idea de privación [...] implica la
reemplazo del principio de placer por el princi­ simbolización del objeto en lo real” (S4, 218).
pio de realidad no implica deponer el principio En otras palabras, cuando el niño percibe el pe­
de placer, sino salvaguardarlo” (Freud, 1911b, ne (un órgano real) como ausente, esto se debe
SE XII, 223). a que tiene la noción de que el pene tendría que
Desde muy pronto, Lacan se opuso a lo que estar allí de algún modo, lo que supone introdu­
él denomina “una concepción ingenua del prin­ cir lo simbólico en lo real. Entonces* lo que fal­
cipio de realidad” (1951b, 11). Es decir que re­ ta no es el órgano real, pues, biológicamente
chaza toda descripción del desarrollo humano hablando, la vagina no está imcompleta por ca­
basada en una idea inequívoca de la “realidad” recer de pene; lo que falta es un objeto simbóli­
cómo algo dado objetivamente y evidente de co, el falo simbólico. Su naturaleza simbólica
por sí. Lacan subraya la posición de Freud en es confirmada por el hecho de que puede ser
cuanto a que el principio de realidad está en úl­ reemplazado por un niño en el inconsciente de
tima instancia al servicio del principio de pla­ la mujercita; como dice Freud, al mitigar su en­
cer: “El principio de realidad es un principio de vidia del pene con el deseo de un hijo, la niña
placer de acción diferida" (S2, 60), De modo “se desliza, podríamos decir que a lo largo de
que Lacan cuestiona la idea de que el sujeto tie­ las líneas de una ecuación simbólica, desde el
ne acceso a medios infalibles para distinguir la pene hasta un bebé” (Freud, 1924b, SE XIX,
realidad del f a n t a s m a . La “realidad no está allí 178-9).
como para que nos demos de cabeza contra las Freud dice que la niñita culpa a la madre de
sendas falsas por las que nos lleva el funciona­ haberla privado del pene. Pero Lacan sostiene
miento del principio de placer. En verdad, ha­ que se considera agente de la privación al padre
cemos la realidad a partir del placer” (S7,225). imaginario. Estas dos descripciones no son ne­
152
Psicoanálisis

cesariamente incompatibles. Aunque al princi­ materiales. Por cierto, la cura puede iescribirse
pio la niña esté resentida con la madre por ha­ como “un progreso hacia la verdad” ÛB/253).
berla privado del pene, y se vuelva hacia el pa­
dre con la esperanza de que él le proporcione
un sustituto simbólico, más tarde dirige su re­ PROYECCIÓN (PROJECTION,
sentimiento hacia el padre, cuando éste no le PROJECTION)
proporciona el niño deseado.
Según Freud, la envidia del pene subsiste en La proyección es un mecanismo de defensa
la adultez, manifiestándose tanto en el deseo de en el cual un sentimiento/pensamiento/deseo
gozar del pene en la cópula, como en el deseo interno se desplaza y ubica fuera de sujeto, en
de tener un hijo (puesto que el padre no se lo ha otro sujeto. Por ejemplo, una persona que ha si­
proporcionado, la mujer se vuelve hacia otro do o se siente infiel a su pareja pued^ defender­
hombre). Lacan sostiene que incluso cuando la se de los sentimientos de culpa acusando de in­
mujer tiene un hijo, esto no conjura el final de fidelidad al compañero o compañera
su sensación de privación. El deseo del falo si­ Mientras que Freud y muchos otros psicoa­
gue insatisfecho, por más hijos que tenga. La in­ nalistas emplean el término “proyección” para
satisfacción básica de la madre (S4, 194) es per­ describir un mecanismo que (en dií tintos gra­
cibida por el niño desde muy pronto; el niño dos) está presente tanto en la psicos; s como en
comprende que ella tiene un deseo que apunta a la neurosis, para Lacan la “proyección” es un
algo que está más allá de la relación entre ellos: mecanismo puramente neurótico, y 1i distingue
el falo imaginario. Él trata entonces de satisfa­ con toda claridad del fenómeno aparentemente
cer el deseo de ella identificándose con el falo análogo que se produce en la psicosis, y que él
imaginario. De este'modo, la privación de la denomina FORCLUSIÓN. La proyección arraiga
madre es responsable de introducir por vez pri­ en la relación dual imaginaria entra el yo y el
mera la dialéctica del deseo en la vida del niño. semejante (S3, 145), mientras que la forclusión
va más allá de lo imaginario y supone un signi­
ficante que no es incorporado en lo simbólico.
PROGRESO {PROGRÈS, PROGRESS) Lacan también rechaza la idea de que la in -
tr o y ec c ió N es lo inverso de la proye xión; sos­
Dice Lacan que la idea de progreso, lo mis­ tiene que estos dos procesos están u nicados en
mo que otros conceptos humanistas, es ajena a niveles totalmente distintos. Mientras que la
su enseñanza: “No existe la más leve idea de proyección es un mecanismo imaginario, la in-
progreso en nada de lo que yo articulo, en el troyección es un proceso simbólico (Ec, 655).
sentido de que este término implicaría una so­
lución feliz” (S17,122). En este aspecto, Lacan
.es un pensador básicamente pesimista, y en­ PSICOANALISIS (PSYCHANAL}\SE,
cuentra respaldo para ese pesimismo en las PSYCHOANALYSIS)
obras más sombrías de Freud, como El males­
tar en la cultura (Freud, 1930a). Esos textos le El psicoanálisis es la teoría y la p •áctica ini­
permiten a Lacan sostener que “Freud no era en ciadas por Sigmund Freud (1856-1939), basadas
modo alguno un progresista” (S 7 ,183). en el descubrimiento del inconscíe ite. Freud
Lacan rechaza la idea del progreso porque distingue entre el psicoanálisis como 1) un mé­
ésta se basa en una concepción lineal unidirec­ todo de investigación de los proceso ¡ mentales
cional del t ie m p o , y también porque implica la inconscientes, 2) un método para tratar los tras­
posibilidad de síntesis (véase d ia l é c t ic a ) . Jun­ tornos neuróticos y 3) un conjunto de teorías so­
to con la idea del progreso, Lacan rechaza otras bre los procesos mentales reveladas p )r el méto­
concepciones relacionadas con ella, como la de do psicoanalítico de investigación y tratamiento
una secuencia unilineal de fases de d e s a r r o ­ (Freud, 1923a, SE XVHE, 235). De modo que la
l l o psicosexual. palabra “psicoanálisis” es en sí misma ambigua,
Pero en cierto sentido Lacan sí habla del puesto que puede referirse al psicoanálisis como
progreso: el progreso en la c u r a psicoanalítica. práctica, al psicoanálisis como teoría] o a uno y
En cuanto la cura es un proceso que tiene un otro. En este diccionario, cuando resulta necesa­
principio y un fin, cuando está en movimiento rio evitar dicha ambigüedad empleamos la ex­
y no queda “atascada” podemos hablar de pro­ presión “cura” o “cura psicoanalítica” para de­
greso. La cura progresa en tanto surgen nuevos signar el psicoanálisis como práctica, y la frase
153
Psicoanálisis kleiniano

“teoría psicoanalítica” para referimos al psicoa­la de teoría psicoanalítica que ha crecido en tor­
nálisis como un cueipo teórico. no a la obra pionera de la psicoanalista austría­
Lacan se formó inicialmente como psiquia­ ca Melanie Klein (1882-1960). Nacida en Vie-
tra, y recurrió al psicoanálisis como auxiliar dena, Klein se estableció en Inglaterra en 1926, y
su investigación en psiquiatría. Esto lo llevó a permaneció allí el resto de su vida. El psicoaná­
formarse como psicoanalista en la década de lisis kleiniano comenzó a emerger como escue­
1930. En adelante, hasta su muerte en 1981, la distintiva de teoría psicoanalítica en la déca­
ejerció como analista y se consagró al desarro­ da de 1940, en oposición al grupo que se reunió
llo de la teoría psicoanalítica. En ese proceso, en torno a Anna Freud después de que ésta se
Lacan construyó un modo sumamente original instaló en Londres. No obstante, sólo después
de discutir el psicoanálisis, que al mismo tiem­ de la guerra otros psicoanalistas empezaron a
po reflejaba y determinaba una manera original ser conocidos como “ldeinianos” y a desarrollar
de conducir la cura. En tal sentido es posible un cuerpo sustancial de pensamiento kleiniano.
hablar de una forma específicamente lacaniana Entre estos analistas se cuentan Hanna Segal,
de cura. Pero Lacan no admite haber creado Herbert Rosenfeld, Wilfred Bion y (más tarde)
una forma distintivamente “lacaniana” de psi­ Donald Meltzer.
coanálisis. Por el contrario, cuando describe su Junto con las otras dos escuelas de teoría
propio enfoque de la disciplina habla sólo de psicoanalítica no-lacaniana (la p s ic o l o g ía .d e l
“psicoanálisis”, dando por sentado que su pro­ YO y la TEORÍA DE LAS RELACIONES OBJETALES),
pio enfoque es la única forma auténtica de psi­ el psicoanálisis kleiniano constituye un punto
coanálisis, la única verdaderamente alineada de referencia principal para Lacan, contra el
con el modo de ver del propio Freud. Por consi­ cual él propone su propia lectura de Freud. Las
guiente, a juicio de Lacan, las tres principales críticas de Lacan a Klein son por lo tanto im­
escuelas no-lacanianas de teoría psicoanalítica portantes para comprender la originalidad de la
(el PSICOANÁLISIS KLEINIANO, la PSICOLOGÍA DEL posición del francés. Si bien aquí no podemos
mencionar todas esas críticas, resumimos como
y o y la teo r Ia d e l a s r e l a c io n e s o b je t a l e s )
son por igual desviaciones respecto del psicoa­ sigue algunas de las principales.
nálisis auténtico, desviaciones cuyos errores, el 1. Lacan critica a Klein por poner demasia­
retomo a Freud del propio Lacan, está destina­ do énfasis en la madre y desatender el papel del
padre (por ejemplo, Ec, 728-9).
do a corregir. (Véase F r e u d , r e t o r n o a .)
Desde el principio mismo, Lacan sostiene 2. Lacan critica a Klein por teorizar el f a n ­
que la teoría psicoanalítica es un modo de dis­ t a s m a totalmente en el orden imaginario. Este
enfogue es erróneo, dice Lacan, puesto que no
curso científico, y no religioso (véase c ie n c ia ),
con un objeto específico. La aplicación de con­ toma en cuenta la estructura simbólica que
ceptos desarrollados en la teoría psicoanalítica apuntala todas las formaciones, imaginarias.
a otros objetos no se puede considerar “psicoa­ 3. Lacan disiente de la concepción kleinia-
na del desarrollo temprano del complejo de
nálisis aplicado”, porque la teoría psicoanalítica
no es un discurso amo general, sino la teoría de Edipo. Para él, todo debate sobre la fecha preci­
una situación específica (Ec, 747). El psicoaná­ sa del complejo de Edipo es fútil, puesto que no
lisis es una disciplina autónoma; puede tomar se trata primordialmente de una etapa del desa­
conceptos de muchas otras disciplinas, pero es­ rrollo sino de una estructura permanente de la
to no significa que dependa de ninguna de subjetividad. (En la medida en que el complejo
ellas, puesto que reelabora esos conceptos de de Edipo puede ubicarse en el tiempo, según
un modo singular, De modo que no es una ra­ Lacan no sería tan precoz como lo sostiene
Klein. Mientras que Klein parece casi negar la
ma de la psic o l o g ía (S20, 77), ni de la medici­
na, ni de la f il o so f ía (S20, 42) ni la l in g ü íst i ­
existencia de una fase preedípica, Lacan sostie­
c a (S20, 20) ni es tampoco, por cierto, una ne que existe.)
forma de psicoterapia (Ec, 324), ya que su me­ 4. Estrechamente vinculadas al punto ante­
ta no es “curar” sino articular la verdad. rior están las diferencias de Lacan respecto de
“las incursiones de Melanie Klein en las áreas
preverbales del inconsciente” (Lacan, 1951,
PSICOANÁLISIS KLEINIANO 11). Para Lacan, no hay ningún área preverbal
(KLEINIAN PSYCHOANALYSIS) del inconsciente, puesto que éste es una estruc­
tura lingüística.
Se llama psicoanálisis kleiniano a la escue­ 5. Lacan critica el estilo interpretativo de
154
Psicologi a del yo

Klein por ser particularmente brutal. Con refe­ “Lo psicológico, si tratamos de aferrar! o con la
rencia al joven paciente (“Dick”) del que habla mayor firmeza posible, es lo etològico, es decir,
Klein en su artículo sobre la formación de los el todo de la conducta del individuo biológico
símbolos (Klein, 1930), Lacan observa que en relación con su ambiente natural” (S3, 7).
“ella le asesta el simbolismo con total brutali­ Esto no significa que no pueda decir nada sobre
dad” (SI, 68). los seres humanos, pues los seres hum inos son
Sin embargo, decir que Lacan critica total­ también animales, pero en cambio no puede de­
mente a Klein sería simplificar en exceso. Los cir nada sobre lo que es singularmente humano
desacuerdos de Lacan con el psicoanálisis klei- (aunque en algún momento Lacan sostiene que
niano son por lo menos tan grandes como sus la teoría del yo y del narcisismo “amplían” la
desacuerdos con la psicología del yo y con la investigación etològica moderna; Ec, 472). De
teoría de las relaciones objetales, pero sus co­ modo que la psicología es reducida a leyes ge­
mentarios sobre Klein no se caracterizan por el nerales del comportamiento que se apirean a to­
mismo tono excluyente que se pone de mani­ dos los animales, incluso a los seres hjumanos.
fiesto en sus acerbas críticas a los analistas de Lacan rechaza “la doctrina de una discontinui­
esas otras escuelas. Sin duda considera que el dad entre la psicología animal y la psicología
psicoanálisis kleiniano es superior a la psicolo­ humana, que está muy lejos de nuestro pensa­
gía del yo, y elogia el hecho de que Ernest Jo­ miento” (Ec, 484), pero también rechaza vigo­
nes haya tomado partido por Melanie Klein rosamente la teoría conductista según la cual
contra Arma Freud (Ec, 721-2). Dice también esas mismas leyes generales del comportamien­
que Melanie Klein es sin duda más fiel a Freud to bastan para explicar todos los fenóm inos psí­
que Anna Freud en cuanto a la teoría de la quicos humanos. Sólo el psicoanálisis, que des­
transferencia (S8, 369). cubre la base lingüística de la subjetividad
En sus escritos anteriores a 1950 hay mu­ humana, es adecuado para explicar los fenóme­
chas alusiones a la obra de Klein sobre la rela­ nos psíquicos específicamente humanos.
ción madre-hijo y las diversas imagos que ope­ En la década de 1960 la distancia entre el
ran en el fantasma. Después de 1950, Lacan psicoanálisis y la psicología aparece subrayada
elogia a Klein por la importancia que atribuye a adicionalmente en la obra de Lacan. Él sostiene
la pulsión de muerte en la teoría psicoanalítica que la psicología es esencialmente u i instru­
(aunque su propio modo de concebir la pulsión mento de “explotación tecnocràtica” (Ec, 85í;
de muerte difiere notablemente del de Klein), y véase Ec, 832), que la dominan las ilusiones de
por desarrollar el concepto de o b je to p a r c ia l totalidad y síntesis, n a t u r a l e z a e insiinto, au­
(aunque; una vez más, las formulaciones laca- tonomía y autoconciencia (Ec, 832). El psicoa­
niauas de este concepto difieren mucho de las nálisis, por otro lado, subvierte esas ilusiones
de Klein). acariciadas por la psicología, y en est¿ sentido
“la enunciación freudiana no tiene nada que ver
con la psicología” (S17, 144). Por ejemplo, la
PSICOLOGIA (PSYCHOLOGIE, más preciada ilusión de la psicología es “la uni­
PSYCHOLOGY) dad del sujeto” (E, 294), y el psicoanálisis sub­
vierte esta noción al demostrar, que el sujeto es­
En sus escritos anteriores a 1950, Lacan ve tá irremediablemente escindido o “barrado”.
la psicología y el psicoanálisis como disciplinas
paralelas que pueden fertilizarse recíprocamen­
te. Aunque es muy crítico de las :inadecuacio- PSICOLOGIA DEL YO {PSYCHOl\OGIE
nes conceptuales de la psicología asociacionis- D üM O l, EGO-PSYCHOLOGY)
ta, dice Lacan que el psicoanálisis puede
ayudar a construir una “psicología auténtica”, Desde su desarrollo en la década de 1930, la
libre de esos errores, proporcionándole concep­ psicología del yo ha sido la escuela dominante
tos verdaderamente científicos, como los de del psicoanálisis en la in t e r n a t io n a l ps y c h o ­
im a g o y c o m pl ejo (Lacan, 1936). a n a ly tic a l a sso c ia t io n (IPA). Se funda prin
Sin embargo, desde 1950 en adelante se ad­ cipalmente en el modelo estructural freudiano
vierte una tendencia gradual pero constante a de la psique, propuesto por primera vez en El
disociar el psicoanálisis de la psicología. Lacan yo y el ello (1923b). Este modelo comprende
comienza por sostener qué la psicología se limi­ tres instancias: el ello, el y o y el supervó. Pues­
ta a comprender la psicología animal (etología): to que el yo desempeña un papel cruc al como
155
Psicosis

mediador entre las demandas conflictivas del Freud llegó a aceptarse globalmente una distin­
ción básica entre la psicosis y la-n e u r o s is ; se­
ello instintivo, el superyó moralista y la reali­
dad extema, se comenzó a prestar más atención gún esta distinción, la psicosis designaba las
a su desarrollo y estructura. El libro de Amia formas extremas de enfermedad mental, y la
Freud titulado El yo y los mecanismos de defen­ neurosis los trastornos menos graves. Esta dis­
sa (1936) fue una de las primeras obras casi to­tinción básica fue recogida y desarrollada por el
talmente centradas en el yo, y la tendencia que­propio Freud en varios trabajos (por ejemplo,
dó establecida con firmeza en La psicología del Freud, 1924b y 1924e).
yo y el problema de la adaptación, de Heinz El interés de Lacan por la psicosis es ante­
Hartmann (1939), que es ahora considerado el rior a su interés por el psicoanálisis. Por cierto,
texto fundamental de la psicología del yo. La lo que condujo a Lacan a la teoría psicoanalítica
psicología del yo fue llevada a Estados Unidos fue su investigación para la tesis de doctorado,
por los analistas austríacos que emigraron a fi­que trataba sobre una psicòtica a la que él llamó
nes de la década de 1930, y desde principios de “Aimée” (véase Lacan, 1932). Se ha observado
los años ’50 ha sido la escuela dominante de a menudo que la deuda de Lacan con esta pa­
psicoanálisis, no sólo en Estados Unidos sino ciente recuerda la deuda de Freud con sus
también en toda la IPA. Esta posición le ha per­primeras pacientes neuróticas (también muje­
mitido presentarse como heredera del psicoaná­ res). En otras palabras, mientras que el primer
lisis freudiano en su forma purista, cuando en abordaje freudiano del inconsciente se realiza a
realidad existen diferencias radicales entre algu­
través de la neurosis, el primer enfoque lacania-
nos de sus principios y la obra de Freud. no pasa por la psicosis. También se ha compa­
Durante gran parte de su vida profesional, rado con frecuencia el estilo escrito y hablado
Lacan cuestionó la pretensión de la psicología de Lacan, torturado y a veces casi incomprensi­
del yo de ser la verdadera heredera del legado ble, con el discurso de los pacientes psicóticos.
freudiano, aunque el analista del propio Lacan, Sea lo que fuere lo que pensemos de tales com­
Rudolph Loewenstein, había sido uno de los paraciones, está claro que los exámenes de la
padres fundadores de esa corriente. Después de psicosis realizados por Lacan se cuentan entre
que Lacan fue expulsado de la IPA en 1953, los aspectos más significativos y originales de
quedó en libertad de expresar abiertamente sus su obra.
objeciones a la psicología del yo, y durante el La discusión más detallada de la psicosis
resto de su vida desarrolló una crítica sostenidapor Lacan aparece en su seminario de 1955-6,
y poderosa. Es imposible comprender adecua­ titulado simplemente Las psicosis. Es allí donde
damente gran parte de la teoría lacaniana sin re­
expone los que llegaron a ser los principales
mitirse a las ideas de la psicología del yo que principios del enfoque lacaniano de la l o c u r a .
Lacan contrasta con las suyas. Lacan cuestionó La psicosis es definida como una de las tres es ­
todos los conceptos centrales de la psicología tr u c tu r a s clínicas, caracterizada por la opera­
del yo, como los de a d a pta c ió n y de yo a u t ó ­
ción de la f o r c l u sió n . En esta operación, el
n o m o . Sus críticas a la psicología del yo suelen
N o m b r e - d e l -P a d r e no es integrado en el uni­
estar entretejidas con sus críticas a la IPA, que
verso simbólico del psicòtico (es “forcluido”),
estaba dominada por esta particular escuela de con el resultado de que en el orden simbólico
pensamiento. Lacan las presenta a ambas -a la queda un agujero. Hablar de un agujero en el
psicología del yo y a la IPA- como “antítesis” orden simbólico no equivale a decir que el psi­
del verdadero psicoanálisis (E, 116), y dice quecòtico no tiene inconsciente: por el contrario, en
fueron irremediablemente corrompidas por la la psicosis “el inconsciente está presente pero
cultura de Estados Unidos (véase factor c ). En no funciona” (S3,208). De modo que la estruc­
virtud de la vigorosa crítica lacaniana. son po­tura psicòtica resulta de una cierta disfunción
cas las personas que hoy aceptan sin reparos las del complejo de Edipo, una falta en la función
pretensiones de la psicología del yo de identifi­
patema; más específicamente, en la psicosis la
carse como “el psicoanálisis clásico”. función paterna se reduce a la imagen del padre
(lo simbólico es reducido a lo imaginario).
PSICOSIS {PSYCHOSE, PSYCHOS1S) En el psicoanálisis lacaniano es importante
distinguir entre psicosis, que es una estructura
El término “psicosis” surgió en psiquiatría clínica, y fenómenos psicóticos tales como el
en el siglo XIX como designación de la enfer­ d elir io y la a l u c in a c ió n . Para que aparezca un
medad mental en general. Durante la vida de fenómeno psicòtico $e requieren dos condicio-
156
-J

Psicosis
__________ :______________________ )

nes: el sujeto debe tener una estructura psicòti­ cosis latente (S3, 15). Ésta es-la razórJpor la
ca, y el Nombre-del-Padre tiene que ser “llama­ cual los analistas lacanianos suelen seguir la re­
do en oposición simbólica al sujeto” (E, 217). comendación de Freud de iniciar el tratamiento
En ausencia de la primera condición, ninguna con una serie de entrevistas cara a cara rFreud,
confrontación con el significante paterno lleva­ 1913c, SE XII, 123-4). Sólo cuando el analista
rá a fenómenos psicóticos. Un neurótico nunca está razonablemente seguro de que el paciente
puede “volverse psicòtico” (véase S3, 15). En no es psicòtico se le pedirá que se tienda en el
ausencia de la segunda condición, la estructura diván y que asocie libremente.
psicòtica permanece latente. Es entonces con­ Esto no significa que los analistas !acania-
cebible que un sujeto tenga estructura psicòtica nos no trabajen con pacientes psicóticos. Por el
y sin embargo nunca desarrolle delirios ni ex­ contrario, han trabajado mucho en el tratamien­
perimente alucinaciones. Cuando se cumplen to de la psicosis. Pero el método difiere sustan­
ambas condiciones, la psicosis se “desencade­ cialmente del que se usa con pacientes neuróti­
na”, la psicosis latente se manifiesta en alucina­ cos y perversos. El propio Lacan trabajó con
ciones, delirios, o unas y otros. pacientes psicóticos, pero ha dejado mi y pocos
Lacan basa sus argumentos en una lectura comentarios sobre la técnica que empleaba; más
detallada del caso Schreber (Freud, 1911c). Da­ bien que establecer un procedimiento técnico,
niel Paul Schreber era un juez de la Corte de se limitó a discutir las cuestiones prelin inares a
Apelaciones de Dresde que escribió un relato cualquier cura de ese tipo (Lacan 1957-8b).
de sus delirios paranoicos; el análisis de.esos Lacan rechaza el enfoque de quier es limi­
escritos constituye el aporte más importante de tan su análisis de la psicosis al orden i nagina-
Freud al estudio de la psicosis. Lacan dice que rio; “nada se puede esperar del modo e i que es
la psicosis, de Schreber fue desencadenada por explorada la psicosis en el nivel de lo imagina­
su imposibilidad de procrear y su elección para rio, puesto que el mecanismo imagina rio es lo
una posición importante en el poder judicial; que le da a la psicosis su forma, pero no su di­
estas dos experiencias lo enfrentaron con la námica” (S3, 146). Sólo concentrándc se en el
cuestión de la paternidad en lo real, y de tal orden simbólico puede Lacan señala- el ele­
modo llamaron el Nombre-del-Padre en oposi­ mento determinante fundamental de la psicosis,
ción simbólica al sujeto. a saber: el agujero en el orden simbólico causa­
En la década de 1970 Lacan reformula su do por la forclusión y el consiguiere “apri­
enfoque de la psicosis en tomo a la noción del sionamiento” del sujeto psicòtico en 1d imagi­
n u d o b o r r o m e o . Los tres anillos del nudo re­ nario. Es también este énfasis en el orden
presentan los tres órdenes, el real, el simbólico simbólico lo que lleva a Lacan a valorar por so­
y el imaginario.-Mientras que en la neurosis es­ bre todo los fenómenos lingüísticos de la psico­
tos tres anillos están eslabonados de un modo sis: “la importancia atribuida a los fenómenos
particular, en la psicosis se sueltan. No obstan­ del lenguaje en la psicosis es para nosotros la
te, esta disociación psicòtica puede a veces evi­ lección más fructífera” (S 3 ,144).
tarse con una formación sintomática que actúa Los fenómenos del lenguaje más notables
como un cuarto anillo y mantiene juntos a los en la psicosis son los trastornos del lenguaje, y
otros tres (véase s in th o m e ) . Lacan dice que su presencia es una condición
Lacan sigue a Freud al sostener que, si bien necesaria para cualquier diagnóstico de; psicosis
la psicosis es de gran interés para la teoría psi- (S3, 92). Entre los trastornos del lenguaje sobre
coanalítica, está fuera del campo del método los que Lacan llama la atención se encuentran
clásico de la cura psicoanalítica, que es sólo las holofrases y el empleo profuso de neologis­
apropiada para la neurosis: “emplear la técnica mos, que pueden ser palabras totalmente nue­
que-[Freud] estableció fuera de la experiencia a vas acuñadas por el psicòtico, o palabras ya
la cual se aplicaba [es decir, la neurosis) es tan existentes que el psicòtico redefine (!2c, 167).
estúpido como afanarse con los remos cuando En 1956 Lacan atribuye estos trastornos del
el bote está sobre la arena” (E, 221). Con los lenguaje a la falta en el psicòtico de i na canti­
sujetos psicóticos, el método clásico de la cura dad suficiente de pu n t o s d e a l m o h a d il l a d o ,
psicoanalítica no sólo es inadecuado, sino que lo cual significa que la experiencia ps cótica se
incluso está contraindicado. Por ejemplo, La- caracteriza por un deslizamiento constante del
can señala que la técnica del psicoanálisis, que significado bajo el significante. Esto constituye
involucra el empleo del diván y la asociación un desastre para la significación; hay lina conti­
libre, puede fácilmente desencadenar una psi- nua “cascada de los retoques del sig niñeante,
157
Pulsión

de la que procede el desastre creciente de lo real de la pulsión no es una meta mítica de sa­
imaginario, hasta que se alcanza el nivel en el tisfacción completa, sino volver a su senda cir­
cual significante y significado se estabilizan en cular, y la fuente real del goce es el movimien­
la metáfora delirante” (E, 217). Otro modo de to repetitivo de este circuito cerrado.
definir este fenómeno consiste en decir que es Lacan les recuerda a sus lectores que Freud
“una relación entre el sujeto y el significante en definió la pulsión como un montaje compuesto
su dimensión más formal, en su dimensión co­ por cuatro elementos discontinuos: el empuje,
mo puro significante” (S3, 250). Esta relación el fin, el objeto y la fuente. Por lo tanto, la pul­
del sujeto con el significante en su aspecto pu­ sión no puede concebirse como “algo dado fi­
ramente formal constituye “el núcleo de la psi­ nal, algo arcaico, primordial” (S il, 162); es un
cosis” (S3, 250). “Si el neurótico habita en el constructo totalmente cultural y simbólico. De
lenguaje, el psicòtico es habitado, poseído, por este modo Lacan vacía el concepto de pulsión
el lenguaje” (S3,250). de las persistentes referencias a la energética y
Entre las diversas formas de psicosis, la p a ­ la hidráulica que aparecen en la obra de Freud.
r a n o ia es la que más le interesa a Lacan, mien­ Lacan incorpora los cuatro elementos de la
tras que la esquizofrenia y la psicosis maníaco- pulsión a su teoría del “circuito” pulsional. En
depresiva son muy pocas veces abordadas por este circuito, la pulsión se origina en una zona
él (véase S3, 3-4). Lacan sigue a Freud al man­ erógena, gira en torno al objeto y vuelve a la
tener una distinción estructural entre la para­ zona erógena. Este circuito está estructurado
noia y la esquizofrenia. por las tres voces gramaticales:

1. la voz activa (por ejemplo, ver);


PULSIÓN {PULSION, DRIVE) 2. la voz reflexiva (por ejemplo, verse);
3. la voz pasiva (por ejemplo, ser visto). ■
El concepto freudiano de pulsión (Trieb)
está en el núcleo de su teoría de la sexualidad. Los primeros dos tiempos (las voces activa
Para Freud, el rasgo distintivo de la sexualidad y reflexiva) son autoeróticos: les falta un suje­
humana, en tanto opuesta a la vida sexual de to. Sólo en el tercer tiempo (la voz pasiva), en
los otros animales, consiste en que ella no es el que la pulsión completa su circuito, aparece
regulada por ningún in st in t o (concepto éste “un sujeto nuevo” (es decir que antes de ese
que implica una relación relativamente fija e in­ tiempo no había ningún sujeto; véase S il,
nata con un objeto), sino por las pulsiones, que 178). Aunque el tercer tiempo es la voz pasiva,
difieren de los instintos por ser extremadamen-. la pulsión es siempre esencialmente activa, ra­
te variables, y en que se desarrolla de modos zón por la cual Lacan escribe el tercer tiempo
que dependen de la historia de vida del sujeto. no como “ser visto” sino como “hacerse ver”.
Lacan insiste en mantener la distinción Incluso las fases supuestamente “pasivas” de la
freudiana entre Trieb (“pulsión”) e Instinto pulsión, como por ejemplo el masoquismo, su­
(“instinto”); critica a James Strachey por haber ponen actividad (S il, 200). El circuito de la
obliterado esta diferenciación al traducir ambos pulsión es el único modo que tiene el sujeto de
términos como “instine?’ en la Standard Edi- transgredir el principio de placer.
tion (B>, 301). Mientras que “instinto” designa Freud decía que la sexualidad está com­
una mítica n e c e s id a d prelingüística, la pulsión puesta por algunas pulsiones parciales (en ale­
está completamente sustraída al reino dé la b io ­ mán, Partieltrieb), como la pulsión oral y la
l o g ía . Las pulsiones difieren de las necesida­ pulsión anal, cada una de ellas especificadas
des biológicas en cuanto a que nunca pueden por una fuente diferente (una diferente zona
ser satisfechas, y no apuntan a un objeto sino erógena). Al principio, estas pulsiones compo­
que más bien giran perpetuamente en tomo a nentes funcionan de modo anárquico y con in­
él. Lacan sostiene que la meta de la pulsión dependencia (la “perversión polimorfa” de los
(TriebzieT) no es goal (un d e s tin o final) s in o niños), pero en la pubertad se organizan y ac­
aim (el camino mismo), que es girar en tomo al túan bajo la primacía de los órganos genitales
objeto (S il, 168).1 De modo que el propósito (Freud, 1905d). Lacan subraya la naturaleza
parcial de todas las pulsiones, pero difiere de
Freud en dos puntos.
1. Para trazar esta distinción, el propio Lacan recu­ 1. Rechaza la idea de que las pulsiones par­
rre a las palabras inglesas goal y aim. [T.] ciales pueden alcanzar alguna organización o
Pulsión de nuerte

PULSIÓN ZONA OBJETO VERBO '


PARCIAL ERÓGENA PARCIAL

Pulsión oral Labios Pecho Chupar


D
Pulsión anal Ano Heces Cagar

Pulsión escópica Ojos Mirada Ver


d
Pulsión invocante Oídos Voz Oír

Figura 16. Tabla de las pulsiones parciales

fusión completas, y sostiene que la primacía de del yo son en sí mismas sexuales. Esto lo con-
la zona genital, si acaso se la logra, es siempre duce a reconceptualizar el dualismo pulsional
sumamente precaria. Cuestiona en consecuen­ como una oposición entre las pulsiones de vida
cia la noción, .formulada por algunos psicoana­ (Lebenstriebe) y las pulsiones de muerte (To-
listas después de Freud, de una pulsión genital destriebé).
en la cual las pulsiones parciales estarían com­ Lacan considera que es importanté conser-
pletamente integradas de manera armoniosa. var el dualismo freudiano, y rechaza el monis-
2. Dice Lacan que las pulsiones son parcia­mo de Jung, quien sostenía que todas las fuer­
les, no en el sentido de que sean partes de un zas psíquicas pueden reducirse a un concepto
todo (de una “pulsión genital”), sino porque só­ único de energía psíquica (SI, 118-20) Sin em­
lo representan parcialmente'ia sexualidad; no bargo, Lacan prefiere reconceptualizar este
representan la pulsión reproductiva de la sexua­ dualismo en los términos de una opos ición en­
lidad, sino'sólo la dimensión del goce (S il,- tre lo simbólico y lo imaginario, y no entre dis­
204). tintos tipos de pulsión. De modo que, para La­
Lacan identifica cuatro pulsiones parciales: can, todas las pulsiones son pulsiones sexuales,
la oral, la anal, la escópica y la invocante. Cada y toda pulsión es una p u l s ió n d e m uer re, pues­
una de estas pulsiones es especificada por un to que toda pulsión es excesiva, repetí iva, y en
diferente objeto parcial y una diferente zona última instancia destructiva (Ec, 848).
erógena, tal como lo muestra la figura 16. Las pulsiones están estrechamente relacio­
Las dos primeras pulsiones se relacionan nadas con el d e s e o ; unas y otras se originan en
con la demanda, mientras que el segundo par se el campo del sujeto, como opuestas a 1a pulsión
relaciona con el deseo. genital, la cual, si acaso existe, encuentra su
En 1957, en el contexto del grafo del deseo, forma del lado del Otro (S il, 189). Sin embar­
Lacan propone la fórmula ($ 0 D) como m a t e - go, “pulsión” no es sólo otro nombre ¿el deseo:
m a de la pulsión. Esta fórmula se lee como si­ las pulsiones son los aspectos parcia es en los
gue: el sujeto barrado en relación con la de­ cuales el deseo se realiza. El deseo es uno e in­
manda, el fading del sujeto ante la insistencia diviso, mientras que las pulsiones son¡ manifes­
de una demanda que persiste sin ninguna inten­ taciones parciales del deseo.
ción consciente de sostenerla.
A través de las diversas reformulaciones de
la teoría de las pulsiones en la obra de Freud, se PULSION DE MUERTE (PULSION
mantiene como rasgo constante un dualismo DE MORT; DEATH DRIVE)
básico. Al principio este dualismo es concebido
en los términos de una oposición entre las pul­ Aunque desde muy pronto en l i obra de
siones sexuales (Sexuáltriebe) y las pulsiones Freud aparecen sugerencias del concepto de
del yo (Jchtriebe), o pulsiones de autoconserva- pulsión de muerte (Todestrieb), sólo en Más
ción (Selbsterhaltungstriebe). Esta oposición se allá del principio de placer (1920g) el concep­
ve cuestionada cuando Freud va comprendien­ to se articula plenamente. Freud esta >leció una
do, en el período de 1914-20, que las pulsiones oposición fundamental entre las pul siones de
Punto de almohadillado

•vida (Eros), concebidas como una tendencia bien que con la naturaleza; sostiene que la pul­
hacia la cohesión y la unidad, y las pulsiones de sión de muerte “no es una cuestión de biología”
muerte, que operan en la dirección opuesta, (E, 102) y que tiene que distinguirse del instin­
deshaciendo conexiones y destruyendo las co­ to biológico a retomar a lo inanimado (S7,211-
sas. No obstante, las pulsiones de vida y las 12).
pulsiones de muerte no se encuentran nunca en Otra diferencia entre la pulsión de muerte
estado puro, sino siempre mezcladas, fusiona­ lacaniana y el concepto de Freud surgió en
das en diferentes proporciones. Por cierto, 1964. Freud oponía la pulsión de muerte a las
Freud sostuvo que, de no ser por esta fusión pulsiones sexuales, pero ese año Lacan afirmó
con el erotismo, la pulsión de muerte eludiría que la pulsión de muerte no es una pulsión se­
nuestra percepción, puesto que en sí misma es parada, s in o u n a s p e c to d e to d a s la s PULSIONES.
muda (Freud, 1930a, SE XXI, 120). “La distinción entre pulsión de vida y pulsión
Este concepto de pulsión de muerte ha sido de muerte es verdadera en cuanto pone de ma­
uno de los más polémicos entre los introduci­ nifiesto dos aspectos de la pulsión” (S il, 257).
dos por Freud, y muchos de sus discípulos lo Por consiguiente, “toda pulsión es virtualmente
rechazaron (por considerarlo meramente poéti­ una pulsión de muerte” (Ec, 848), porque 1) to­
co, o una injustificable incursión en la metafísi­ da pulsión persigue su propia extinción; 2) toda
ca), pero el propio Freud continuó reafirmándo­ pulsión envuelve al sujeto en la repetición, y 3)
lo durante el resto de su vida. Entre las escuelas toda pulsión es un intento de ir más allá del
no-lacanianas, sólo el psicoanálisis kleiniano principio de placer, hasta el reino del goce ex­
toma este concepto en serio. Lacan sigue a cesivo, en el que es experimentado como sufri­
Freud al reafirmar la pulsión de muerte como miento.
idea central en el psicoanálisis: “ignorar el ins­
tinto de muerte en su doctrina es entender mal
la doctrina en su totalidad” (E, 301). PUNTO DE ALMOHADILLADO (/W A T
En las primeras observaciones de Lacan so­ D E CAPITON, P O IN TD E CAPITON)
bre la pulsión de muerte, de 1938, la describe
como una nostalgia por la armonía perdida, un La expresión francesa point de capitón apa­
deseo de volver a la fusión preedípica con el rece traducida de diversos modos en las edicio­
pecho materno, cuya pérdida queda marcada en nes en inglés de la obra de Lacan, como Uquil-
la psique por el complejo del destete (Lacan, ting point" (punto de acolchado) o “anchoring
1938,35). En 1946 vincula la pulsión de muer­ point’ (punto de anclaje). Para evitar la confu­
te a la tendencia suicida del narcisismo (Ec, sión resultante de estas diversas traducciones,
186), Al asociar la pulsión de muerte con la fa­ dejamos en inglés el original francés, que de­
se preedípica y con el narcisismo, estas prime­ signa literalmente la puntada que atraviesa de
ras observaciones ubicaban dicha pulsión en el lado a lado los almohadillados. Esas puntadas
ámbito de lo que Lacan más tarde denominó el son los lugares donde “la aguja del colchonero
orden imaginario. ha trabajado para impedir que una masa infor­
Pero cuando comienza a desarrollar su con­ me de material de relleno se mueva libremente”
cepción de los tres órdenes (imaginario, simbó­ (Bowie, 1991, 74). Del mismo modo, los pun­
lico y real), en la década de 1950, no sitúa la tos de almohadillado son los lugares en que “se
pulsión de muerte en lo imaginario sino en lo atan entre sí significante y significado” (S3,
•simbólico. Por ejemplo, en el seminario de 268). Lacan introduce esta expresión en su se­
1954-5 sostiene que la pulsión de muerte es minario de 1955-6 sobre las psicosis, para ex­
simplemente la tendencia fundamental del or­ plicar el hecho de que, a pesar del deslizamien­
den simbólico a producir r e p e t ic ió n : "El ins­ to continuo del significado por debajo del
tinto de muerte es sólo la máscara del orden significante (véase d e sl iz a m ie n t o ), en el sujeto
simbólico” (S2,326). normal (neurótico) hay sin embargo ciertos
Este cambio también señala una diferencia “puntos de fijación” entre el significado y el
con Freud, para quien la pulsión de muerte es­ significante, donde el deslizamiento se detiene
taba estrechamente vinculada a la biología, y temporariamente. Se necesita un mínimo de ta­
representaba la tendencia fundamental de todo les puntos para que “una persona sea llamada
ser vivo a volver a un estado inorgánico. Al normal”, y “cuando no están establecidos, o ce­
ubicar con firmeza la pulsión de muerte en lo den”, el resultado es una p sic o s is (S3, 268-9).
simbólico, Lacan la articula con la cultura, más Esto ayuda a explicar que en la experiencia psi-
160
'v_y >■j - w

Puntuación

cótica “el significante y el significado se pre­ relación madre-hijo, y la relación enjtre anali­
senten en una forma completamente dividida” zante y analista. En la primera de estas situa­
(S3,268). ciones, el bebé, que aún no ha adquirido el ha­
El punto de ..almohadillado es entonces el bla, sólo puede articular sus necesidades en una
punto de la cadena significante en el que “el especie muy primitiva de d e m a n d a , s abre todo
significante detiene el movimiento de otro mo­ llorando o gritando. No hay modo de saber con
do interminable de la significación” (E, 303), y seguridad si un llanto expresa hambre, dolor,
produce la ilusión necesaria de un sentido fijo. cansancio, miedo, o alguna otra cosa, y no obs­
Puesto que la cadena significante tiene una di­ tante la madre lo interpreta de un mod 3 particu­
mensión diacrònica y una dimensión sincróni­ lar, determinando retroactivamente su sentido.
ca, lo mismo sucede con el punto de almohadi­ La puntuación es una de las formas que
llado. puede tomar la intervención del analista; al
1. La dimensión diacronica del punto de al­ puntuar el discurso del analizante de un modo
mohadillado reside en el hecho de que la comu­ inesperado, el analista puede alterar retroactiva­
nicación es siempre un efecto retroactivo de la mente el sentido deliberado de la pí labra del
p u n t u a c ió n . Sólo cuando la oración se ha com­ analizante: “cambiar la puntuación renueva o
pletado queda retroactivamente determinado el trastorna” el sentido fijo que el analizante ha
sentido de las primeras palabras. Esta función atribuido a su propia palabra (E, 99). Esa pun­
es ilustrada en la célula elemental del g r a f o tuación es un modo de “demostrarle al sujeto
d e l d e s e o , en la cual el punto de almohadillado que dice más que lo que piensa que cice” (SI,
es la intersección superior izquierda entre el 54). El analista puede puntuar el dis ;urso del
vector S-S’ y el vector D-$. analizante mediante el simple recurso de repe­
2. El aspecto sincrónico es la m e t á f o r a , tírselo (quizá con una diferente entonación o en
por la cual el significante crúzala barra hasta el otro contexto). Por ejemplo, si el anal zante di­
significado. “La estructura sincrónica [del pun­ ce Tu es ma mère (‘T u eres mi madre’ ), el ana­
to del almohadillado] está más oculta, y es esta lista puede repetir esa expresión de un modo
estructura la que nos lleva a la fuente. Es la me­ que saque a luz su homofonía con la f rase Tuer
táfora” (E, 303). ma mère (“Matar a mi madre”) (E, 269).
Como alternativa, el analista puede también,
puntuar la palabra del analizante con un mo­
PUNTUACIÓN (PONCTUA TION, mento de silencio, o interrumpiéndolo, o dando
PÜNCTUATION) por terminada la sesión en un moment ;>oportu­
no (véase E, 44).
Puntuar una c a d e n a sig n if ic a n t e es produ­ Esta última forma de puntuaciór ha sido
cir sentido'. Antes de la puntuación, hay simple­ fuente de polémica en toda la histori;. del psi­
mente una cadena de discurso; es el oyente/re- coanálisis lacaniano, puesto que contraviene la
ceptór quien puntúa este discurso y de tal modo práctica tradicional de la IPA, que estipula
sanciona retroactivamente el sentido particular sesiones de una duración fija. La prác ica laca-
de una declaración. La puntuación de la cadena niana de las sesiones de duración varis .ble o es­
significante es lo que crea la ilusión de un sen­ candidas (en francés, séances scandi es, erró­
tido fijo: “la puntuación, una vez insertada, fija neamente denominadas “sesiones breves” por
el sentido” (E, 99; véase p u n t o d e a l m o h a d i ­ los críticos) se convirtió en .una de 1¿s princi­
l l a d o ). Esto es esencial en la estructura de la pales razones aducidas por la IPA para excluir
c o m u n ic a c ió n , en la cual “el emisor recibe su a Lacan cuando la SFP negociaba su reconoci­
propio mensaje del receptor”, y queda ilustrado miento a principios de la década de 1960.
en la “célula elemental” del g r a f o d e l d e s e o . Hoy en día, la técnica de la puntuación, so­
La operación de puntuación puede ejempli­ bre todo como se expresa en la práctica de las
ficarse con dos situaciones que tienen una im­ sesiones de duración variable, continua siendo
portancia fundamental para el psicoanálisis: la un rasgo distintivo del psicoanálisis lacaniano.

161
R
/

REAL (REEL, REAL) dad permanente de que algo pueda falte r en el


orden simbólico, lo real “está siempre en su lu­
El empleo por Lacan del término “real" co­ gar: lo lleva pegado a los talones, ignor inte de
mo sustantivo data de un artículo temprano, de lo que podría exiliarlo de allí” (Ec, 25[ véase
1936. El concepto estaba difundido entre cier­ S il, 49).
tos filósofos de la época y era la idea central de Mientras que lo simbólico es un conjunto
una obra de Emile Meyerson (a la que Lacan se de elementos discretos diferenciados, d
refiere en el artículo de 1936; Ec, 86). Meyer­ nados significantes, lo real es en sí misn .o indi-
son define lo real como “un absoluto oncológi­ ferenciado: “lo real es absolutamente s n fisu-
co, una verdadera cosa-en-sf’ (Meyerson, 1925, ras” (S2, 97). Es lo simbólico lo que iniroduce
79; citado en Roustang, 1986, 61). De modo 'un corte en lo real” en el proceso de la jignifi-
que al hablar de “lo real” Lacan sigue una prác­ cación: “es el mundo de las palabras lo que
tica común de .una línea de la filosofía del siglo crea el mundo de las cosas -cosas originalmen­
XX. Sin embargo, aunque éste haya sido el te confundidas en el hic et nunc del toqo en el
punto de partida, la palabra sufrió muchos cam­ proceso del venir-a-ser” (E, 65).
bios de sentido en el uso que Lacan le da a lo En estas formulaciones del período 1953-5
largo de su obra. lo real surge como lo que está fuera c el len­
Al principio, lo real aparece simplemente guaje y es inasimilable a la simbolización. Es
opuesto al reino de la imagen, lo que parece “lo que resiste la simbolización absolutamen­
ubicarlo en el ámbito del ser, más allá de las te” (SI, 66), o “el dominio de lo que subsiste
apariencias (Ec, 85). No obstante, el hecho de fuera de la simbolización” (Ec, 388). Este tema
que incluso en ese temprano momento Lacan sigue siendo una constante en el resto de la
diferencie lo real y “lo verdadero” indica que lo obra de Lacan, y lo lleva a vincular lo real al
real es ya víctima de una cierta ambigüedad concepto de imposibilidad. Lo real es ‘lo im­
(Ec, 75). posible” (S il, 167), porque es imposible de
Después de haber surgido en 1936, el tér­ imaginar, imposible de integrar en e’ orden
mino desaparece de la obra de Lacan hasta simbólico e imposible de obtener de algún mo­
principios de la década de 1950, cuando invoca do. Es este carácter de imposibilidad!' resis­
la idea hegeliana de que “todo lo real es racio­ tencia a la simbolización lo que le presta a lo
nal (y viceversa)” (Ec, 226). Sólo en 1953 La­ real su cualidad esencialmente traumática. En
can eleva lo real al estatuto de categoría funda­ su lectura del caso de Juanito (Freud, 1.909b),
mental de la teoría; en adelante, lo real es uno en el seminario de 1956-7, Lacan distingue dos
de los tres ó r d e n e s según los cuales pueden elementos reales que se inmiscuyen y pompen
describirse todos los fenómenos psicoanalíti- la armonía preedípica imaginaria del niño; el
cos; los otros dos son el orden simbólico y el pene real que comienza a hacerse sentar en la
orden imaginario. De modo que lo real ya no masturbación infantil, y la hermana redién na­
aparece simplemente opuesto a ló imaginario, cida (S 4,308-9).
sino que se lo sitúa también más allá de lo sim­ Lo real tiene también connotaciones|de ma­
bólico. A diferencia de lo simbólico, constitui­ teria; implica una sustancia material que sub­
do en términos de oposiciones como la de pre­ tiende lo imaginario y lo simbólico (véltse m a ­
sencia y ausencia, “no hay ausencia en lo real” t e r ia l is m o ). Las connotaciones de materia
(S2, 313). Mientras que la oposición simbólica también vinculan el concepto al reino de la bio ­
entre presencia y ausencia implica la posibili­ l o g ía y con el cuerpo en su fisicalidad bruta

163
Regresión

(opuesta a las funciones corporales imaginarias y en la distinción que también Freud traza entre
y simbólicas). Por ejemplo, el padre real es el realidad material y realidad psíquica (Freud,
padre biológico, y el falo real es el pene físico, 1900a, SE V, 620).
en tanto opuesto a las funciones simbólica e
imaginaria de este órgano. Incognoscible/racional
A lo largo de su obra, Lacan emplea el con­
cepto de lo real para dilucidar algunos fenóme­ Por un lado, lo real no puede ser conocido,,
nos clínicos. puesto que va más allá de lo imaginario y lo
simbólico; es, como la cosa en sí kantiana, una
A n g u s t ia y tra u m a x incognoscible. Por otro lado, Lacan cita a He-
gel cuando dice que lo real es racional y lo ra­
Lo real es el objeto de la angustia; no tiene cional es real, con lo cual implica que lo real es
ninguna mediación posible, y es por lo tanto “el susceptible de cálculo y lógica.
objeto esencial que ya no es un objeto, sino ese A partir de la década de 1970 se puede dis­
algo enfrentado con lo cual todas las palabras cernir en la obra de Lacan un intento de resol­
cesan y todas las categorías fracasan, el objeto ver esta indeterminación, remitiéndose a una
de la angustia por excelencia” (S2, 164). Lo distinción entre lo real y “la realidad” (por
que se presenta en la forma de trauma es el en­ ejemplo, Lacan define la realidad como “la
cuentro que falta con este objeto real (S il, 55). mueca de lo real”, en Lacan, 1973a, 17; véase
Es la tyché que está “más allá del automaton también S17, 148). En esta oposición, lo real
[simbólico]” (S il, 53) (véase a z a r ). aparece firmemente ubicado del lado de lo in­
cognoscible e inasimilable, mientras que “la
ALUCINACIONES realidad” designa las representaciones subjeti­
vas que son un producto de articulaciones sim­
Cuando algo no puede integrarse en el or­ bólicas e imaginarias (la “realidad psíquica” de
den simbólico, como en la psicosis, puede vol­ Freud). Sin embargo, después de introducida
ver en lo real en forma de alucinación (S3, esta oposición, Lacan no la mantiene dé un
321). modo consistente o sistemático, sino que osci­
Los comentarios precedentes rastrean algu­ la entre momentos en los que ella aparece con
nos de los principales usos que da Lacan a la claridad y otros en los que él vuelve a su cos­
categoría de lo real, pero ellos están lejos de tumbre anterior de usar de modo intercambia­
abarcar todas las complejidades de este térmi­ ble los términos “real” y “realidad”.
no. De hecho Lacan se toma el trabajo de ase­
gurar que el orden de lo real sigue siendo el
más elusivo y misterioso de los tres, habla de él REGRESIÓN (RÉGRESSION,
menos que de los otros y lo hace sede de una REGRESSION)
indeterminación radical. De modo que nunca
está completamente claro si lo real es externo o Freud introdujo el concepto de regresión
interno, o si es incognoscible o sujeto a razón. en La interpretación de los sueños para expli­
car la naturaleza visual del soñar. Basándose
E x te r n o /in te rn o en un modelo tópico que concibe la psique co­
mo una serie de sistemas distintos, Freud decía
Por una parte, la expresión “lo real” parece que* durante el dormir se bloquea progresiva­
implicar una noción simplista de realidad obje­ mente el acceso a la actividad motriz, lo cual
tiva externa, sustrato material que existe por sí fuerza a los pensamientos a desplazarse regre­
mismo, independientemente de cualquier ob­ sivamente a través de estos sistemas hacia el
servador. Por otro lado, esta concepción “inge­ sistema de la percepción (Freud, 1900a SE V,
nua” de lo real es subvertida por el hecho de 538-55). Más tarde agregó a esta sección un
que lo real también incluye cosas tales como pasaje que distinguía entre esta regresión de ti­
las alucinaciones y los sueños traumáticos. Lo po tópico, lo que entonces denominó regresión
real está entonces tanto dentro como fuera (S7, temporal (en la que el sujeto vuelve a fases an­
118; véase e x t im id a d ). Esta ambigüedad refle­ teriores de desarrollo) y la regresión formal (el
ja la que ya estaba implícita en el empleo por el empleo de modos de expresión menos comple­
propio Freud de dos palabras alemanas para re­ jos) (Freud, 1900a, SE V, 548 [pasaje añadido
ferirse a la “realidad” {Wirklichkeit y Realität), en 1914]).
164
Relación dual

Según Lacan, el concepto de regresión ha cero es el gran Otro, que media todas! las re­
sido uno de los peor entendidos de la teoría psi- laciones duales imaginarias. La ilusión de re­
coanalítica. En particular, critica la concepción ciprocidad en la relación dual imagina; la con­
“mágica de la regresión”, según la cual ésta es trasta con lo simbólico, que es el reino de la
un fenómeno real, en el cual el adulto “real­ “no-reciprocidad absoluta” (Ec, 774). El com­
mente regresa, retoma al estado de un niño pe­ plejo de Edipo es la estructura triangular para­
queño, y empieza a gemir”. En este sentido, “la digmática, puesto que el Padre es introducido
regresión no existe” (S 2 ,103). En lugar de esta como un tercer término en la relación dual en­
concepción'errónea, Lacan dice que la regre­ tre la madre y el niño. El pasaje edípicc de una
sión debe entenderse primero y principalmente relación dual a una estructura triangul; r no es
en un sentido tópico, que es como la entendía otra cosa que el pasaje del orden imagi nario al
Freud cuando introdujo el término en 1900, y orden simbólico. Por cierto, el concepto mismo
no en un sentido temporal (véase t ie m p o ). En de estructura involucra un mínimo de ires tér­
otras palabras, “hay regresión en el plano de la minos: “Hay siempre tres términos en le estruc­
significación y no en'el plano de la realidad” tura” (SI, 218).
(S 2 ,103). De modo que la regresión ha de con­ La oposición entre las diadas imaginarias y
siderarse “nó en el sentido instintivo, ni en el las tríadas simbólicas se complica con la discu­
sentido de resurgencia de algo anterior”, sino sión que realiza Lacan de la “tríada imaginaria”
como "La reducción de lo simbólico a lo imagi­ (E, 197; S4, 29). La tríada imaginaria c institu­
nario” (S 4,355). ye el intento lacaniano de teorizar la e t a p a
En la medida en que puede decirse que la p r e e d íp ic a en términos que no sean los de una
regresión tiene un sentido temporal, no supone mera relación dual, y designa el momento pre­
que el sujeto “retroceda en el tiempo”, sino más cedente al complejo de Edipo en el que un ter­
bien una rearticulación de ciertas d e m a n d a s : cer elemento (el falo imaginario) circu a entre
“la regresión no demuestra nada más que un re­ la madre y el infante. Cuando el padre intervie­
tomo al presente de los significantes usados en ne en el complejo de Edipo es posible verlo co­
demandas para las cuales hay una prescripción” mo un tercer elemento (entre la madre y el ni­
(E, 255). Por ejemplo, la regresión a la etapa ño) o como un cuarto elemento (que se suma a
oral debe, entenderse como la articulación de la madre, el niño y el falo). Por esta razón La­
demandas orales (la demanda de ser alimenta­ can escribe que en el complejo de Edipo “no se
do, evidente en la demanda al analista de que trata de un triángulo de padre-madre-hijo sino
proporcione interpretaciones). Lacan reafirma de un triángulo (padre)-falo-madre-hijp” (S3,
la importancia de lá regresión en el tratamiento 319).
psicoanalítico, cuando se la entiende en este Una de las críticas .que con más frecuencia
sentido, y sostiene que la regresión a la etapa dirige Lacan a la teoría psicoanalítica de su
anal, por ejemplo, es tan importante que ningún época es que constantemente omite teorizar el
análisis que no la haya encontrado puede consi­ papel de lo simbólico, y de tal modo reduce el
derarse completo (S8,242). encuentro psicoanalítico a una relación dual
imaginaria entre analista y analizante. Él dice
que este error es lo que hay detrás de toda una
RELACIÓN DUAL (RELATION serie de malentendidos de la teoría (véase E,
DUELLE, DUAL RELATION) 246). En particular, reduce la cura a un encuen­
tro de “yo a yo”, el cual, debido a la agresivi­
La dualidad y las relaciones duales son ca­ dad inherente a todas las relaciones duales ima­
racterísticas esenciales del orden imaginario. ginarias, a menudo degenera en una “pelea a
La relación dual paradigmática es la que existe muerte” entre analista y analizante, un:, lucha
entre el y o y la im a g e n e s p e c u l a r { a y a ’), que de poder “con los cuchillos desenvainados”
Lacan analiza en su concepto del e s t a d i o d e l (véase a m o ).
e s p e jo . La relación dual se caracteriza siempre Contra esta concepción errónea, Lacan in­
por ilusiones de semejanza, simetría y recipro­ siste en la función de lo simbólico en el proce­
cidad. so analítico, que introduce al Otro comc tercer
En contraste con la dualidad del orden ima­ término del encuentro. “Es dentro de ur a rela­
ginario, el orden simbólico se caracteriza por ción de tres términos y no de dos como tene­
tríadas. En el orden simbólico todas las relacio­ mos que formular la experiencia analítica” (S1,
nes envuelven no dos sino tres términos; el ter­ 11). En lugar de ver la cura como una lucha de
165
'— ) v_y \ ^ .J \— 1 V_./ V__j \_J V_7-'

Relación sexual

poder en la cual debe superar la resistencia del 2. No existe ninguna reciprocidad o sime­
paciente, lo cual no es psicoanálisis sino suges­ tría entre las posiciones masculina y femenina,
tión, el analista tiene que comprender que tanto porque el orden simbólico es fundamentalmen­
él como el paciente están por igual sometidos al te asimétrico; no hay ningún significante de la
poder de un tercero: el lenguaje en sí. mujer que corresponda simétricamente al modo
El rechazo de la dualidad por Lacan puede en que se simboliza el sexo masculino. Un solo
también verse en su elección de esquemas triá- significante, el .FALO, gobierna la relación entre
dicos, en detrimento de los esquemas dualistas: los sexos (E, 289). De modo que no hay ningún
“todas las relaciones bilaterales llevan siempre símbolo para una relación sexual asimétrica:
estampado el estilo de lo imaginario” (Lacan, “la relación sexual no puede escribirse” (S20,
1956b, 274). Por ejemplo, en lugar de la tradi­ 35).
cional oposición binaria entre lo que es real y lo 3. La relación entre hombres y mujeres no
que es imaginario, Lacan propone un modelo puede ser armoniosa: “la más desnuda rivalidad
tripartito de real, imaginario y simbólico. Otros entre hombres y mujeres es eterna1’ (S2, 263).
de tales esquemas triádicos son las tres estructu­ El amor no es más que una ilusión destinada a
ras clínicas (neurosis, psicosis y perversión); las reemplazar la ausencia de relaciones armonio­
tres formaciones del yo (ideal del yo; yo ideal y sas entre los sexos (sea presentado en términos
superyó); la tríada naturaleza-cultura-sociedad; míticos, como en El banquete de Platón, o en
etcétera. No obstante, como para contrarrestar términos psicoanalíticos, como en el concepto
esta tendencia, Lacan también ha subrayado la de Balint de amor g e n it a l ).
importancia de los esquemas que envuelven 4. Las pulsiones sexuales no se dirigen ha­
cuatro elementos (véase c u a t e r n a r io ). cía una “persona total”, sino hacia o b j e t o s p a r ­
c ia l e s . No hay por lo tanto ninguna relación
sexual entre dos sujetos, sino sólo entre dos su­
RELACIÓN SEXUAL (RAPPORT jetos y un objeto (parcial). Para el hombre, el
SEXUEL, SEXUAL RELATIONSHIP) objeto a ocupa el lugar de la compañera faltan-
te, lo que produce el materna de la fantasía
Lacan propuso por primera vez su célebre (£ 0 a)\ en otras palabras, la mujer no existe pa­
fórmula "il n ’y a pas du rapport sexuel” en ra el hombre como un sujeto real, sino sólo co­
1970 (véase Lacan 1969-70, 134), y la reiteró mo un objeto del fantasma, causa del deseo de
en su seminario de 1972-3 (S20, 17). Esta fór­ él (S20,58).
mula suele traducirse como “no hay relación 5. La mujer no puede funcionar sexualmen-
sexual”, lo que resulta engañoso, puesto que, te qua mujer, sino sólo qua madre: “la mujer
por cierto, Lacan no niega que la gente tenga comienza a funcionar en la relación sexual sólo
sexo. La fórmula podría traducirse mejor como como madre” (S20, 36).
“no hay ninguna relación entre los sexos”, sub­ 6. Como algo arraigado en lo real, el sexo se
rayando de este modo que Lacan no se está re­ opone al sentido, y “el sexo, al oponerse al sen­
firiendo primordialmente al acto de la cópula, tido, también por definición está opuesto a la re­
sino a la cuestión de la relación entre la posi­ lación, a la comunicación” (Copjec, 1994,21).
ción sexual masculina y la posición sexual fe­
menina. La fórmula condensa algunos puntos
•del enfoque lacaniano de la cuestión de la d if e ­ RELIGIÓN {RELIGION, RELIGION)
r e n c ia SEXUAL.
1. No existe ninguna relación directa, inme­ Freud renunció a la religión judía de sus pa­
diata, entre las posiciones sexuales masculina y dres (aunque no a su identidad judía) y se con­
femenina, porque el Otro del lenguaje está en­ sideraba ateo. Aunque a su juicio las formas
tre ellas como un tercero (S20, 64). “Entre los monoteístas de religión eran signos de un esta­
seres humanos varones y mujeres no existe nin­ do altamente desarrollado de civilización, tam­
guna relación instintiva”, porque toda la sexua­ bién pensaba que todas las religiones son barre­
lidad está marcada por el significante (Lacan, ras que obstaculizan el progreso cultural, y
1975b). Una consecuencia es que no resulta po­ sostenía que había que abandonarlas a favor de
sible definir la perversión con referencia a una la c ie n c i a . Para Freud las religiones eran inten­
forma supuestamente natural de la relación se­ tos de protegerse del sufrimiento mediante “una
xual (como lo hizo Freud). La heterosexualidad refundición delirante de la realidad”, y llegaba
no es ni natural ni normativa (Ec, 223). a la conclusión de que “tienen que clasificarse
166
Renegación

entre los delirios masivos” de la humanidad la rememoración es el acto mediante el cual se


(Freud, 1930a, SE XXI, 81). Consideraba la recuerda ese acontecimiento o significante.
idea de Dios como expresión de un anhelo in­ La reminiscencia supone revivir una expe­
fantil de tener un padre protector (Freud, riencia pasada y volver a sentir las emociones
1927c, SE XXI, 22-24), y describía la religión asociadas con ella. Lacan subraya que el proce­
como “una neurosis obsesiva universal” (Freud, so analítico no apunta a la reminiscencia sino a
1907b, SE IX, 126-7). la rememoración. En este sentido, difiere del
Lacan también se considera ateo, después “método catártico” creado por Joseph :3reuer,
de'haber renunciado a la religión católica de en el que el énfasis se ponía en la descarga de
sus padres-(pero el hermano pasó la mayor par­ los afectos patógenos, mediante la revivencia
te de su vida como monje benedictino). Lo mis­ de ciertos acontecimientos traumáticos. Si bien
mo que Freud, él opone la religión a la ciencia, es cierto que en la cura analítica se pueden evo­
y alinea al psicoanálisis con esta última (S il, car recuerdos intensos, con la descarga «nocio­
265). Al trazar una distinción entre la religión y nal concomitante, ésta no es la base dé proce­
la magia, la ciencia y el psicoanálisis, sobre la so. La reminiscencia es también vinculada por
base de sus diferentes relaciones con la verdad Lacan a la teoría platónica del conocimi into.
como causa, Lacan presenta la religión como En la cura, la rememoración supon;; que el
una negación de la verdad como causa del suje­ paciente rastree los significantes amo d j su vi­
to (Ec, 872), y sostiene que la función de los ri­ da o, en otras palabras, “la comprensión por el
tos sacrificiales es seducir a Dios, suscitar su sujeto de su historia en la relación- de él con un
deseo (S il, 113). Dice que la verdadera fórmu­ futuro” (E, 88). Por medio de la rememoración,
la del ateísmo no es "Dios está muerto”, sino la cura apunta a “la completa reconstitución de
“Dios es inconsciente” (S il, 59), y hace eco a la historia del sujeto” (SI, 12) y “la asurción de
las observaciones de Freud sobre las semejan­ su historia por el sujeto” (E, 48). Lo que impor­
zas entre las prácticas religiosas y la neurosis ta no es “revivir” los acontecimientos f ormati-
obsesiva (S7, 130). vos del pasado de algún modo intuitivo o expe-
Más allá de estas observaciones sobre el riencial (lo que sería mera reminiscencia o, lo
concepto de religión, el discurso de Lacan que es peor, a c t i n g OUT); por el contrario, lo
abunda en metáforas tomadas de la teología que importa es lo que el analizante reconstruye
cristiana. El ejemplo más obvio -pero de nin­ de su pasado (SI, 13), siendo “reconstruye” la
gún modo el único- es sin duda la frase Nom-' palabra clave. “Se trata menos de recordar que
b r e - d e l - P a d r e , que Lacan adopta para desig­ de reescribir la historia” (SI, 14).
nar un significante fundamental cuya forclusión
lleva a la psicosis. Los cambios elaborados por
lo simbólico son descritos en términos creacio- RENEGACION (DÉNI, DISAVOWAL)
nistas (y no evolutivos), aunque, paradójica­
mente, dice Lacan que este creacionismo es en Freud emplea el término Verleugnu ig para
realidad la única perspectiva que “permite vis­ designar “un modo específico de defeysa que
lumbrar la posibilidad de la eliminación radical consiste en que el sujeto se rehúsa a reconocer
de Dios” (S7, 213). En el seminario de 1972-3 la realidad de una percepción traumática” (La-
utiliza la palabra “Dios” como metáfora del planche y Pontalis, 1967, 118). Intro luce el
gran Otro, y compara el goce femenino con el término en 1923, en relación con el cc mplejo
éxtasis experimentado j o r místicos cristianos de castración, siendo la percepción traumática
como Santa Teresa de Avila (S20,70-1). la visión de los genitales femeninos; cu'ando el
niño descubre la ausencia de pene en a niña,
“reniega el hecho y cree que de todas r laneras
REMEMORACION (REMEMORATION, ve un pene" (Freud, 1923e, SE XIX, 143-4).
RECOLLECTION) Freud continúa utilizando el término er el res­
to de su obra, vinculándolo específicamente a
“Rememoración” y “memoración” son pro­ la psicosis y el f e t ic h is m o . En esas condicio­
cesos simbólicos que Lacan contrasta con la re­ nes clínicas, la renegación siempre es acompa­
miniscencia, que es un fenómeno imaginario. ñada por la actitud opuesta (aceptación de la
Mientras que la memoración es el acto por el realidad), puesto que “muy pocas veces o qui­
cual algún acontecimiento significante es regis­ zá nunca” resulta posible “llevar a cabo com­
trado por primera vez en la m e m o r ia simbólica, pletamente el distanciamiento del yo r ;specto
167
Repetición

de la realidad” (Freud, 1940a, SE XXIII, 201). holungszwang) aparece en Más allá del princi­
La coexistencia en el yo de estas dos actitudespio de placer (1920g), donde la vincula al con­
contradictorias con respecto a la realidad con­cepto de p u l s ió n d e m u e r t e . Freud postula la.
duce a lo que Freud denomina “la escisión del existencia de una compulsión básica a repetir,
yo” (véase e s c is ió n ). como explicación de ciertos hechos clínicos,
sobre todo la tendencia del sujeto a exponerse
Si bien el empleo del término por Freud es
perfectamente coherente, él no lo diferencia una y otra vez a situaciones angustiantes. Es un
principio básico del psicoanálisis que una per­
con rigor de otras operaciones relacionadas. La-
can lo elabora en los términos de una teoría sona se ve condenada a repetir algo cuando ha
exacta, relacionándolo y contrastándolo especí­olvidado los orígenes de la pulsión, y que la cu­
ra psicoanalítica puede romper el ciclo de las
ficamente con las operaciones de la r e p r e s ió n
repeticiones ayudando al paciente a recordar
y la f o r c l u s ió n . Mientras que Freud sólo había
vinculado la renegación a una forma de p e r ­ (véase a c t in g o u t ). ■
v e r s ió n , Lacan hace de ella la operación fun­ En las obras de Lacan anteriores a 1950, el
damental de todas las formas de perversión. Y concepto de repetición aparece vinculado al de
mientras que Freud también había asociado la complejo: una estructura social internalizada
renegación con la psicosis, Lacan la limita ex­que el sujeto vuelve a escenificar repetida y
clusivamente a la estructura de la perversión. compulsivamente. En esa época Lacan suele
La renegación es la operación fundamental en traducir el término Wiederholungszwang em­
pleado por Freud como automatisme de répéti-
la perversión, así como la represión y la forclu­
sión son las operaciones fundamentales en la tion, una expresión tomada de la psiquiatría
neurosis y la psicosis, respectivamente. De mo­francesa (Pierre Janet, Gaetan Gatian de Clé-
do que, en la descripción de Lacan, la renega­ rambault).
ción es un modo de responder a la castración Si bien Lacan nunca abandona por comple­
del Otro; el neurótico reprime la comprensión to la expresión “automatismo de repetición”, en
de la castración, pero el perverso la reniega. la década de 1950 usa cada vez más el término
Lo mismo que Freud, Lacan afirma que la “insistencia” (en francés, instance) para referir­
renegación es siempre acompañada por el reco­ se a la compulsión de repetición. La repetición
nocimiento simultáneo de lo que se reniega. El es entonces definida como la insistencia del sig­
perverso no es sencillamente ignorante de la nificante, o la insistencia de la cadena del signi­
castración; al mismo tiempo la conoce y la re­ ficante, o la insistencia de la letra (l’instance de
niega. Si bien originalmente, en la obra de la lettre)\ “La repetición es fundamentamente la
Fréud, el término “renegación” designa sólo un insistencia de la palabra" (S3,242). Ciertos sig­
nificantes insisten en retomar a la vida del suje-,.
lado de esta operación (el lado de la negación),
para Lacan pasa a designar ambos lados: la ne­ to, a pesar de las resistencias que los bloquean.
gación y el reconocimiento simultáneos de la En el ESQUEMA L, la repetición/insistencia está
castración. representada por el eje A-S, mientras que el eje
Freud relaciona la renegación con la per­ala’ representa la resistencia (o “inercia”) que
cepción de la ausencia de pene en la mujer; La­se opone a la repetición.
can la relaciona con la comprensión de la au­ En la década de 1960 la repetición es rede-
sencia de f a l o en el Otro. En la descripciónfinida como el retomo del goce, un exceso de
lacaniana, la percepción traumática es la com­ goce que vuelve una y otra vez para transgredir
prensión de que la causa del deseo es siempre los límites del p r in c ip io d e p l a c e r y buscar la
una falta. La renegación tiene que ver con esa muerte (S17,51).
comprensión; consiste en que no sé acepta el La compulsión de repetición se manifiesta
deseo causado por una falta, es la creencia en en la cura analítica a través de la t r a n s f e r e n ­
que el deseo es causado por una presencia (por c ia , por la cual el analizante repite en su rela­
ejemplo, el fetiche). ción con el analista ciertas actitudes que carac­
terizaron sus relaciones anteriores con los
padres y otras personas. Lacan pone mucho én­
REPETICIÓN (.RÉPÉTITION fasis en este aspecto simbólico de la transferen­
REPETITÍON) cia, diferenciándolo de su dimensión imagina­
ria (los afectos de amor y odio) (S8, 204). Sin
La más importante discusión por parte de embargo, señala que, aunque es posible que la
Freud de la compulsión de repetición (Wieder- compulsión de repetición se ponga de manifies-
168
i7

R( isistencia j

to de modo más claro en là transferencia, no se Freud entre la represión original y la| represión
limita a ella; en sí mismo, “el concepto de repe­ secundaria.
tición no tiene nada que ver con el concepto de 1. La represión original (primaria o primor­
transferencia” (S il, 33). La repetición es la ca­dial; en alemán, Unverdrängung) es la aliena­
racterística general de la cadena significante, lación del deseo cuando la necesidad ¡ e articula
manifestación del inconsciente en todo sujeto, en demanda (E, 286). Es también la c idena sig­
y la transferencia es sólo una forma muy espe­ nificante inconsciente (E, 314). La represión
original es la represión del primer sij niñeante.
cial de repetición (es decir, es la repetición den­
tro de la cura psicoanalítica), que no puede “Desde el momento en que habla, lesde ese
equipararse sencillamente con la compulsión de preciso momento y no antes, entiend 3 que hay
repetición en sí (S8,208). represión” (S20, 53). Lacan no ve la represión
original como un acto psíquico específico, lo-
calizable en el tiempo, sino como un rasgo es­
REPRESIÓN (REFO VLEMENT, tructural del lenguaje en sí, a saber; srnecesa-
REPRESSION) ria incompletud, la imposibilidad de decir “la
verdad sobre la verdad” (Ec, 868).
El concepto de represión es uno de los bá­ 2. La represión secundaria (en alei lán, Ver­
sicos de la teoría psicoanalítica, y designa el drängung) es un acto psíquico específ co por el
proceso por el cual ciertos pensamientos o re­ cual un significante es elidido de la cadena sig­
cuerdos son expulsados de la conciencia y nificante. La represión secundaria está estruc­
confinados en el inconsciente. Freud se vio turada como una metáfora, y siempre involucra
primero llevado a formular la hipótesis del “el retorno de lo reprimido”, con lo cu al el sig­
proceso de la represión en su investigación so­ nificante reprimido reaparece bajo el cisfraz de
bre la amnesia de las pacientes histéricas. Más las diversas formaciones del inconsciente (es
tarde diferenció entre la represión original (un decir, síntomas, sueños, parapraxias, chistes,
olvido “mítico” de algo que, por empezar, etcétera). En la represión secundaria, la repre­
nunca fue consciente, un “acto psíquico” origi­ sión y el retomo de lo reprimido “son \a misma
nario mediante el cual se constituye el incons­ cosa”.
ciente), y la represión secundaria (acto concre­
to de represión por el cual alguna idea o
percepción que alguna vez fue consciente es RESISTENCIA (RÉSISTANCE,
expulsada de la conciencia). Puesto que la re­ RESISTANCE)
presión no destruye las ideas o recuerdos sobre
los que actúa, sino que se limita a confinarlos Freud empleó por primera vez el término
en el inconsciente, siempre es posible que el “resistencia” para designar la renuencia a llevar
material reprimido retorne en forma distorsio­ a la conciencia recuerdos reprimidos. Puesto
nada, en síntomas, sueños, lapsus verbales, et­ que el tratamiento psicoanalítico supor e preci­
cétera (el retorno de lo reprimido). samente esa rememoración, el término pronto
Para Lacan, la represión es la operación pasó a aplicarse a todos los obstáculos que sur­
fundamental que distingue la neurosis de las gen durante la cura e interrumpen su píogreso:
otras estructuras clínicas. Mientras que el psi­ “Todo lo que perturba el progreso del trabajo es
còtico forcluye, y el perverso reniega, sólo el una resistencia” (Freud, 1900a, SE V, 517). La
neurótico reprime. resistencia se manifiesta en todos los modos
¿Qué es lo reprimido? En cierto momento, que tiene el sujeto de violar la “regla funda­
Lacan habla del significado como el objeto de mental” de decir todo lo que le pasa per la ca­
la represión (E, 55), pero pronto abandona esta beza.
idea, y dicé en cambio que lo reprimido es Aunque presente en la obra de Freud desde
siempre un significante, nunca un significado el principio, el concepto de resistencia comen­
(S il, 218). Esta concepción ulterior parece co­ zó a desempeñar un papel cada vez más impor­
rresponder más estrechamente al punto de vista tante en la teoría psicoanalítica como resultado
freudiano, en cuanto a que lo reprimido no es de la eficacia decreciente de la cura en la déca­
“el afecto” (que sólo puede ser desplazado o da de 1910-20 (véase in t e r p r e t a c ió n ). 'La psi­
transformado), sino el “representante ideacio- cología del yo hizo entonces cada vez mis hin­
nal” de la pulsión. capié en superar las resistencias del paciente.
Lacan retoma también la distinción de Lacan es muy crítico de este cambio de énfasis,
169
Resistencia

y sostiene que conduce fácilmente a un estilo la resistencia (como Freud por la resistencia de
“inquisitorial” de análisis, que ve las resisten­ Dora). “La resistencia del paciente es siempre
cias como basadas en la “mala voluntad funda­ la propia resistencia de ustedes, y cuando una
mental” (SI, 30) del paciente. DiceLacan que resistencia tiene éxito, ello se debe a que uste­
de tal modo se pasa por alto la naturaleza es­ des [los analistas] están hundidos hasta el cue­
tructural de la resistencia, y se reduce el análi­ llo, porque entienden” (S3, 48). De modo que
sis a una relación dual imaginaria (véase E, 78; el analista debe cumplir la regla de la neutraü- ’
Ec, 333 y sigs.). Él acepta que la cura psicoana- dad y no dejarse arrastrar por los señuelos que
lítica involucra el “análisis de las resistencias”, le tiende el paciente.
pero sólo con la condición de que esta expre­ 2. Es el analista quien provoca la resistencia
sión se entienda correctamente, en el sentido de . al empujar al analizante: “No hay ninguna re­
“saber en qué nivel hay que dar la respuesta” sistencia por parte del sujeto” (S2, 228). La “re­
(S2,43). En otras palabras, lo crucial es que el sistencia es el estado presente de una interpreta­
analista pueda distinguir entre las intervencio­ ción del sujeto. Es la manera en que, en ese
nes primordialmente orientadas hacia lo imagi­ momento, el sujeto interpreta el punto en que
nario, y las orientadas hacia lo simbólico, y está [...] simplemente significa que él [el pa­
además sepa cuáles son las apropiadas en cada ciente] no puede moverse más rápido” (S2,
momento de la cura. 228), La cura se basa en el principio de que al
A juicio de Lacan, la resistencia no es una no forzar al paciente, la resistencia se reduce al
cuestión de mala voluntad del analizante; la re­ mínimo irreductible. De modo que el analista
sistencia es estructural e inherente al proceso debe evitar todas las formas de sugestión.
analítico. En última instancia, se debe a una La fuente de la resistencia está en el yo: “En
“incompatibilidad [estructural] entre el deseo y sentido estricto, la resistencia del sujeto está
la palabra” (E, 275). Por lo tanto, hay un cierto vinculada al registro del yo, es un efecto del yo”
nivel irreductible de resistencia que nunca se (S 2 ,127). De modo que la resistencia pertenece
puede “superar”; “después de la reducción de al orden imaginario, no al nivel del sujeto: “del
las resistencias, queda un residuo que puede ser lado de lo reprimido, del lado inconsciente de
lo esencial” (S2, 321). Este “residuo” irreducti­ las cosas, no hay resistencia, sólo hay una ten­
ble de resistencia es “esencial”, porque precisa­ dencia a repetid’ (S2, 321). Ilustra este hecho el
mente el respeto a este residuo es lo que dife­ e s q u e m a L: la resistencia es el eje imaginario a-
rencia el psicoanálisis de la s u g e s t ió n . El a ’, que obstaculiza la palabra insistente del Otro
psicoanálisis respeta el derecho del paciente a (que es el eje A-S). Las resistencias del yo son
resistir a la sugestión, y por cierto valora esa re­ señuelos imaginarios, por los que el analista de­
sistencia: “Cuando la resistencia del sujeto se be tener la cautela de no dejarse engañar (véase
opone a la sugestión, es sólo un deseo de man­ E, 168). De modo que “fortalecer el yo” nunca
tener el deseo del sujeto. Como tal, habría, que puede ser la meta de un análisis, como lo pre­
ubicarla en las filas de la transferencia positiva” tende la psicología del yo, puesto que sólo sirve
(E, 271). para aumentar la resistencia.
Pero Lacan señala que, si bien el analista no Lacan también critica a la psicología del yo
puede y no debe tratar de superar todas las re­ por confundir el concepto de resistencia con el
sistencias (S2,228), puede minimizarlas, o por de d e f e n s a . No obstante, la distinción que traza
lo menos no exacerbarlas. Lo logra reconocien­ Lacan entre una y otra idea difiere del enfoque
do la parte que él mismo desempeña en la resis­ al respecto del psicoanálisis anglo-norteameri-
tencia del analizante, pues “no hay otra resis­ cano. Lacan dice que la defensa está del lado
tencia al análisis que la del propio analista” (E, del sujeto, mientras que la resistencia está del
235). Esta afirmación debe entenderse de dos lado del objeto. Es decir que, mientras que las
modos. defensas son estructuras simbólicas relativa­
1. La resistencia del analizante sólo puedemente estables de la subjetividad, las resisten­
obstruir la cura cuando responde a una resisten­ cias son fuerzas más transitorias que impiden
cia del analista o la suscita; por ejemplo, cuan­ que el objeto sea absorbido en la cadena signi­
do el analista se ve arrastrado por el señuelo de ficante.

170
s
SABER (CONNAISSANCE/SAVOIR, con referencia al Marqués de Sade y al Barón
KNOWLEDGE) Sacher von Masoch. Krafft-Ebing uti izó estas
palabras con un sentido muy específico, para
Lacan distingue el conocimiento, que es designar una p e r v e r s ió n sexual en la cual la
imaginario, del saber, que es simbólico, aunque satisfacción depende de infligir dol 3r a otro
“conocimiento” y “saber” son términos verti­ (sadismo) o experimentarlo uno mismo (ma­
dos al inglés con la misma palabra, “knowled- soquismo). Cuando Freud recogió escos térmi­
ge". De modo que en.cada caso resulta impor­ nos en sus Tres ensayos de teoría sexual, les
tante tener presente el término empleado por dio el mismo sentido que Krafft-Ebing (Freud,
Lacan en el original. 1905d). Siguiendo a este autor, Freui postuló
El saber es la meta del tratamiento psico.a- una conexión intrínseca entre el sad smo y el
nalítico: el saber de la relación del sujeto con el masoquismo, sosteniendo que son sencilla­
orden simbólico, y también el saber sobre esa mente los aspectos activo y pasivo de una mis­
relación. Este saber es simplemente la articula­ ma perversión.
ción de los significantes en el universo simbóli­ También Lacan dice que el sadismo y el
co del sujeto, la cadena significante (S2). El in­ masoquismo están íntimamente rela;ionados,
consciente no es más que otro nombre del saber y vinculados a la pulsión invocatoria (que
simbólico, en cuanto constituye un “saber des­ también denomina “pulsión sadomas oquista”;
conocido”, un saber que el sujeto no sabe que S il, 183). Tanto el masoquista como el sádico
tiene. La cura apunta a una revelación progresi­ se sitúan como objetos de la pulsión invocato­
va de este saber para el sujeto, y se basa en la ria, la voz. Pero mientras que Freud dice que
premisa de que el único medio de acceso a ese el sadismo es primario, para Lacan e¡ primario
saber es una particular forma de palabra deno­ el masoquismo, y el sadismo deriva de él: “El
minada asociación libre. No obstante, la cura sadismo es meramente la renegació i del ma­
no apunta a un "saber absoluto” hegeliano, por­ soquismo” (S il, 186). Mientras que el ma­
que el inconsciente es irreductible; existe una soquista prefiere experimentar el dolor de la
división ineludible entre el sujeto y el saber. El existencia en su propio cuerpo, el sádico re­
saber simbólico es saber de la verdad sobre el chaza este dolor y obliga al Otro a Soportarlo
propio deseo inconsciente. El saber en este sen­ (Ec, 778),
tido es una forma de goce: “El saber es el goce El masoquismo ocupa un lugar especial
del Otro” (S 17,13). El saber simbólico no resi­ entre las perversiones, así como la pulsión in­
de en algún sujeto particular, ni en el Otro (que vocatoria ocupa un lugar privilegiad') entre las
no es un sujeto sino un lugar); es intersubjetivo. pulsiones parciales; es la “experiencia límite”
Sin embargo, esto no nos impide suponer que en el intento de ir más allá del principio de
en algún lugar hay un sujeto que posee este sa­ placer.
ber simbólico (véase s u je t o s u p u e s t o s a b e r ).

SEMBLANTE (SEMBLANT,
SADISMO/MASOQUISMO (SADISME/ SEMBLANCE)
MASOCHISME, SADISM/MASOCHISM)
La idea de que las apariencias se n engaño­
Los términos “sadismo” y “masoquismo” sas recorre toda la obra de Lacan; se :rata de un
fueron acuñados por Krafft-Ebing en 1893, concepto estrechamente relacionado con la
171
Semejante

oposición filosófica clásica entre la apariencia sostiene que el objeto a es un “semblante del
y la esencia (véase S il, 103 y sigs.)- La distin­ ser” (S20, 84), que el amor se dirige a un sem­
ción entre lo imaginario y lo simbólico también blante (S20, 85) y que el goce es sólo evocado
implica esta oposición entre apariencia y esen­ o elaborado sobre la base de un semblante
cia. Lo imaginario es el reino de los fenómenos (S20, 85).
observables que actúan como señuelos, mien­
tras que lo simbólico es el reino de las estructu­
ras subyacentes que no pueden observarse pero SEMEJANTE (SEMBLABLE,
sí deducirse. COVNTERPARD
Esta oposición da forma a toda indagación
científica, cuyo presupuesto básico es que el El término “semejante” desempeña un pa­
científico tiene que tratar de penetrar, a través pel importante en la obra de Lacan desde la dé­
de la falsa apariencia, hasta la realidad oculta. cada de 1930, y designa a las otras personas en
De modo análogo, en el psicoanálisis, como en quienes el sujeto percibe una semejanza con él
la ciencia, “sólo quien escapa de las falsas apa­ mismo (principalmente una semejanza visual).
riencias puede lograr la verdad” (S7, 310). No El semejante desempeña un papel importante
obstante, la falsa apariencia en psicoanálisis es en el complejo de intrusión y en el e s t a d io d e l
diferente de la falsa apariencia en las ciencias e s p e j o (que están ellos mismos estrechamente
naturales. Para el científico natural, la falsa interrelacionados).
apariencia (por ejemplo, un bastón recto que El complejo de intrusión es uno de los tres
parece quebrarse cuando se introduce hasta la “complejos familiares” que Lacan discute en su
mitad en agua) carece de la dimensión del en­ artículo de 1938 sobre la familia, y aparece
gaño deliberado, razón por la cual Lacan dice cuando el niño comprende por primera vez que
que el axioma de la ciencia natural es la creen­ tiene hermanos, que otros sujetos-como él parti­
cia en un Dios honesto, no engañador (S3, 64). cipan en la estructura familiar. El énfasis está
Pero en las ciencias conjeturales y en el psicoa­ en la semejanza: el niño se identifica con sus
nálisis, siempre se encuentra el problema de hermanos sobre la base del reconocimiento de
que la falsedad de la apariencia puede deberse la similitud corporal (que, desde luego, depen­
al engaño. de de que entre el sujeto y ellos haya una dife­
Lacan emplea dos palabras para referirse a rencia de edad relativamente pequeña). Es esta
las falsas apariencias. “Apariencia" es. la usa­ identificación la que da origen a la “imago del
da en las discusiones filosóficas sobre esencia semejante" (Lacan, 1938,35-9),
y, precisamente, apariencia. El término “sem­ La imago del semejante es intercambiable
blante” es menos técnico, pero adquiere una con la imagen del cuerpo propio del sujeto, la
creciente importancia en la obra de Lacan con i m a g e n e s p e c u l a r con la cual el sujeto se
el transcurso de los años. Aparece ya en 1957 identifica en el estadio del espejo, y conduce a
(por ejemplo, Ec, 435; S4, 207), y es utilizado la formación del yo. Este carácter intercambia­
varias veces en el seminario de 1964 (S il, ble es evidente en fenómenos tales como el
107), pero hasta principios de la década de t r a n s it iv is m o , e ilustra el modo en que el su­
1970 no liega a ocupar un lugar importante en jeto constituye sus objetos sobre la base de su
el vocabulario teórico lacaniano. Al principio yo. Sólo es posible identificarse con la imagen
Lacan lo usa para abordar cuestiones tales co­ del cu e r p o de otra persona en la medida en que
mo la sexualidad femenina, que es caracteriza­ es percibido como similar al propio cuerpo, y a
da por una dimensión de mascarada (véase Ri­ la inversa, el semejante sólo es reconcido como
vière, 1929). Más adelante emplea el término un yo separado, identificable, proyectando so­
para caracterizar los rasgos generales del or­ bre él el propio yo.
den simbólico en sus relaciones con lo imagi­ En 1955 Lacan introduce una distinción en­
nario y lo real. Dedica su seminario de 1970-1 tre “el gran Otro” y “el pequeño otro" (u “otro
a “un discurso que no fuera semblante” ; allí imaginario”), reservando esta última expresión
sostiene que la v e r d a d no es simplemente lo para el semejante y la imagen especular,.El se­
opuesto de la apariencia, sino que no tiene so­ mejante es el pequeño otro porque no es verda­
lución de continuidad con ella; la verdad y la deramente otro; no constituye la alteridad radi­
apariencia son como las dos caras de una ban­ cal representada por el Otro, sino el otro en
da de Moebius, que de hecho constituyen una cuanto es similar al yo (de allí la intercambiabi-
sola cara. En su seminario de 1972-3, Lacan lidad de a y a ’ en el esquema L).
- u \-j K-j y j y j w

Seminario;

SEMINARIO (SÉMINAIRE, SEMINAR) escritas de la enseñanza de Lacan. Entonces,!


entre sus seguidores, de un modo casi clandes-;
En 1951 Lacan comenzó a impartir confe­ tino, comenzaron a circular trans>pripciones no,
rencias privadas en el departamento de Sylvia autorizadas del seminario. En 197Q, Lacan per
Bataille, en 3 rue de Lille. Asistía a estas confe­
mitió que su yerno Jacques-Alain Miller editara
rencias un pequeño grupo de analistas en for­ una transcripción establecida de las conferen-
mación, y se basaban en lecturas de algunos cias pronunciadas en 1964, el año undécimo del
historiales de Freud: Dora, el Hombre de las ra­ seminario. Desde entonces Millei ha continua-
tas y el Hombre de los lobos. En 1953 el ámbi­ do editando versiones autorizada; de los otros
to de esas lecturas se trasladó al Hôpital Sainte-años, aunque hasta ahora los libros publicados
Anne, donde se podía recibir a una audiencia no cubren ni la mitad del tiempo de esa ense­
más numerosa. Aunque Lacan se refiere a ve­ ñanza. El papel de Miller en la publicación y
ces a las conferencias privadas de 1951-2 y establecimiento del seminario ha generado al­
1952-3 como los dos primeros años de su “se­ gunas disputas muy acaloradas c un oponentes
minario”, el término se suele reservar ahora pa­ que sostienen que él distorsiona os originales
ra las conferencias públicas que se iniciaron en lacanianos. No obstante, como el propio Miller
1953. Desde ese momento hasta su muerte en lo ha señalado, la transición d e l;nedio oral al
1981, Lacan tomó un tema distinto para cada escrito, y el trabajo editorial q ui esto exige,
año académico, y le dedicó una serie anual de significa que las versiones public adas no pue­
conferencias. Esas veintisiete series anuales de den ser simples transcripciones de las conferen­
conferencias son designadas habitualmente con cias (véase Miller, 1985). Hasta úiora sólo se
el nombre colectivo de “el seminario”, en sin­ han editado en-forma de libro nue ve de los se­
gular. minarios anuales, mientras que fragmentos au­
Después de diez años en el Hôpital Sainte- torizados de otros han aparecido en el periódico
Anne; el seminario pasó a la École Normale Omicar? Tanto en Francia como en el extran­
Supérieure en 1964, y a la Faculté de Droit en jero continúan circulando transcripciones no
1973. Estos cambios de ámbito se debieron a autorizadas de los años no publicados.
diversas razones, entre las cuales no era la me­ A continuación listamos los títulos de los
nos importante la necesidad de acomodar a una años (o “libros”) sucesivos del seminario. Los
audiencia en constante crecimiento a medida* títulos originales en francés y las restantes refe­
que el seminario iba convirtiéndose en un pun­ rencias editoriales aparecen en h bibliografía
to focal de la resurgencia intelectual de París enque el lector encontrará al final del diccionario.
las décadas de 1950 y 1960.
En vista de la insistencia de Lacan en que la
palabra es el único vehículo del psicoanálisis Libro Año Título
(E, 40), quizá fue apropiado que el medio origi­
nal empleado para desarrollar y exponer sus I 1953-4
ideas haya sido la palabra hablada. Por cierto, n 1954-5 El yo en la teoría de Freud y
como, lo ha observado un comentador, “Debe en la técnica psicc analítica
recordarse que prácticamente todos los ‘escri­ ni 1955-6 Las psicosis
tos’ (Écrits) de Lacan fueron originalmente ex­ IV 1956-7 La relación de objjeto
posiciones orales, que de muchos modos el se­ V 1957-S Las formaciones del incons­
minario 'abierto era su ambiente preferido” ciente
(Macey, 1955,77). VI 1958-9 El deseo y su inteijpretación
A medida que aumentaba la popularidad de vn 1959-6Í i La ética del psico;
los seminarios, crecía la demanda de transcrip­ vm 1960-1 La transferencia
ciones de las conferencias. No obstante, con la IX 1961-2 La identificación
excepción de unos pocos artículos que él escri­ X 1962-3 La angustia
bió sobre la base de algunas conferencias pro­ XI 1964 Los cuatro conceptos funda­
nunciadas en el curso del seminario, Lacan mentales del psicoanálsis
nunca publicó una versión de sus propios semi­ xn 1964-5 Problemas cruciales para el
narios. En 1956-9 autorizó a Jean-Bertrand psicoanálisis
Pontalis a editar algunos resúmenes de seccio­ xni 1965-6 El objeto del psicoanálisis
nes del seminario de esos años, pero esto no XIV 1966-7 La lógica del fantasma
bastaba para satisfacer la demanda de versiones XV 1967-8 El acto psicoanalíüco
173
Señuelo

analista debe usar toda su astucia para no que­


Libro Año Título dar entrampado (véase E, 168).
Los seres humanos no son los únicos ani­
XVI 1968-9 De un otro al Otro males capaces de preparar señuelos, y este he­
xvn 1969-70 El reverso del psicoanálisis cho se aduce a veces en favor de la existencia
xvm 1970-1 De un discurso que no fuese de una “conciencia animal”. Sin embargo, La-
semblante
can dice que es importante distinguir los señue­
XIX 1971-2 ... o peor los animales de los señuelos humanos, ■
XX 1972-3 Aun
XXI 1673-4 Los desengañados se engañan Señuelos animales
o los nombres del padre1
xxn 1974-5 RSI Los animales pueden engañar mediante su
xxrn 1975-6 El sinthome camuflaje o con “la maniobra fingida de un re­
XXIV 1976-7 Lo no sabido que sabe de la zagado aparente que aleja a un predador del re­
una equivocación se da alas a
baño”, pero “ni siquiera en ese caso hay nada
morra2 que trascienda la función del señuelo al servicio
XXV 1977-8 El momento de concluir
de la necesidad” (E, 172). Los señuelos anima­
XXVI 1978-9 La topología y el tiempo les son sumamente importantes en las ceremo­
XXVII1980 La disolución nias de apareamiento, en las cuales un animal
tiene que seducir a otro para llevarlo a la cópu­
la, y esto es también lo que presta a la sexuali­
dad humana su fuerte elemento imaginario: “la
SEÑUELO CLEURRE, LURE) conducta sexual es muy especialmente proclive
al señuelo” (SI, 123).
Según lo señala Alan Sheridan en el breve
glosario que proporciona en su traducción de Señuelos humanos
los Écrits, “la palabra francesa se puede verter
diversamente al inglés como ‘lure’ (para halco­ Mientras que los señuelos animales son di­
nes y peces), "decoy' (para aves en general) rectos, el ser humano es único por su capacidad
‘bait’ (para peces)”, e implica fascinación y se­ para un tipo especial de señuelo que supone un
ducción (Sheridan, 1977, xi). “doble engaño”. Se trata de un señuelo que en­
Los señuelos forman parte del orden imagi­ gaña al fingir engañar (es decir, diciendo una
nario, Las maniobras seductoras del niño en el verdad que se espera que sea tomada por menti­
triángulo preedípico (cuando él trata de ser el ra) (véase E, 305). El ejemplo clásico de este
falo para la madre) son descritas como señuelos señuelo propiamente humano es un chiste cita­
(S4,201). En cuanto a ía cura, las r esisten cia s do por Freud (y a menudo mencionado por La-
que se encuentran son señuelos ante los que el can) sobre dos judíos polacos: “¿Por qué me di­
ces que vas a Cracovia, para.que yo crea que
vas a Lvov, cuando la verdad es que vas a Cra­
covia?” (E, 173). Los otros animales son inca­
paces de este tipo especial de señuelo, debido
1. Juego homofónico entre “Ies non-dupes errent" y
“ les noms du père” . [T.]
al hecho de que no poseen lenguaje.
2. Sólo a título indicativo, traducimos literalmente
el original francés: L ’itisu que sait de Vune bévue s’aile
à mourre. Ninguna traducción puede retener las múlti­ SER {ÉTRE, BEING)
ples homofonías. “Une bevue" (una equivocación) es la
lectura aproximada en francés de la palabra alemana El empleo por Lacan de la palabra “ser” in­
Unbewusste (inconsciente). “L'insu que sait” (lo no sa­ troduce en su discurso una nota metafísica que
bido que sabe) es homófono de “ l'insu que c ’est" (lo no lo distingue de la mayoría de las otras escuelas
sabido que es), y también de “l ’insuccès” (el fracaso).
“S’aile a mourre" (se da alas a, o con, moira) es homó­
de teoría psicoanalítica, que se rehúsan a exa­
fono de “ c ’est Vamour" (es el amor) y de “ sait Va- minar sus fundamentos metafísicos y filosófi­
mour” (sabe el amor). Estos sentidos aludidos pueden cos (E, 228). Lacan sostiene que es necesario
combinarse de diversos modos; por ejemplo, una de las que el psicoanálisis aborde esas preocupacio­
lecturas posibles es “el fracaso del inconsciente es el nes, pues cuando el analista interviene, su ac­
amor”. [T.] ción “va al corazón del ser [del analizante]”, y
174
Kj y_j - j y-j

S in d ic a c ió n >|

esto también afecta a su propio ser, puesto que los términos de la tipología de' los s ig n o s d e
él no puede “permanecer solo en el campo de Peirce, los shifters eran tratados como índices
juego” (E, 228). Por lo tanto, “es sin duda en la puros (véase ín d ic e ). Sin embargo, s: guiendo la
relación con el ser donde el analista tiene que propia argumentación de Peirce (Peirce, 1932,
encontrar su nivel de operación” (E, 252). La- 156-73), Jakobson sostiene que los shifters en
can dice también que en el curso de la cura el realidad tienen un significado gen ;ral único;
analista se ve sometido a una progresiva pérdi­ por ejemplo, el pronombre personal “yo” siem­
da de ser (en francés, désétre), al ser gradual­ pre significa “la persona que dice yo”. Esto
mente reducido a la condición de mero objeto convierte al shifter en un “símbolo’ . Jakobson
del analizante. llega a la conclusión de que los shif ers combi­
En las discusiones lacanianas sobre el ser se nan funciones simbólicas e indexicsles, y “per­
advierte una clara influencia de las ideas de tenecen por lo tanto a la clase de los símbolos
Martin Heidegger (véase Heidegger, 1927). El indexicales” (Jakobson, 1957, 13';). De este
ser pertenece al orden simbólico, puesto que és­ modo, Jakobson cuestiona la posibilidad de una
te es “la relación con el Otro en la cual el ser gramática exenta de contexto, puesto que la
encuentra su estatuto” (E, 251). Esta relación, e n u n c i a c i ó n aparece codificada en el enuncia­
al igual que el Otro en sí, está marcada por una do en sí. Además, puesto que la gramática está
falta (manque), y el sujeto está constituido por implicada en la palabra, la distinc :ón lengua/
esta falta de ser (manque-à-être), que da origen palabra también queda cuestionada (véase Ca­
al deseo, un anhelar-ser (<manque-à-être); de tón, 1987,234-7). Siguiendo a Jakobson, Lacan
modo que el deseo es esencialmente un deseo emplea el término “shifter” (en inglés), o “tér­
de ser. mino-índice”, como también lo llama (E, 186),
Cuando Lacan opone el ser a la e x is t e n c ia , para demostrar la naturaleza problemática e in-
se refiere a la existencia en lo real, que contras­ decidible del “yo” (je). No obstante, mientras
ta con la función simbólica del ser. Algo puede que Jakobson (siguiendo a Peirce) define el
ser sin existir, cuando es construido a partir de shifter como un símbolo indexical, para Lacan
la palabra pero no encuentra correlato en lo real es un significante indexical. Esto p 'oblematiza
(por ejemplo, el Otro completo). A la inversa, la distinción entre enunciación y enunciado.
algo puede existir sin ser, como la “existencia Por un lado, como significante fon na sin duda
inefable, estúpida” del sujeto, que no puede ser parte del enunciado. Por el otro, cor 10 índice es
completamente reducida a una articulación sig­ claramente parte de la enunciación. Esta divi­
nificante (E, 194). sión del yo no es meramente ilustrativa de la
Lacan acuña el neologismo parlétre con el escisión del sujeto; es esa escisión. “Por cierto,
sustantivo être (ser) y el verbo parler (hablar) el yo de la enunciación no es el m smo yo del
para subrayar su idea de que el ser se constitu­ enunciado, es decir, el shifter que, en el enun­
ye en y a través del lenguaje. Un ser humano es ciado, lo designa” (S il, 139). Lacan también
por sobre todo un ser hablante. define como shifter la partícula francesa ne (E,
298).

SHIFTER (SHIFTER, SHIFTER)


SIGNIFICACIÓN (SIGNIFICARON,
El término “shifter•” fue introducido en lin­ SIGNIFICA TION)
güística por Otto Jespersen en 1923, para desig­
nar los elementos del lenguaje cuyo sentido ge­ En los escritos de Lacan anteriores a 1950,
neral no puede definirse sin referencia al la palabra “significación” aparece utilizada de
mensaje. Por ejemplo, los pronombres “yo” y un modo general con respecto a !o que tiene
“tú”, palabras como “aquí” y “ahora”, y los significado y también en relación can lo que es
tiempos verbales, sólo pueden entenderse con importante (por ejemplo, Ec, 81). /.sí, en 1946,
relación al contexto en el que el mensaje es Lacan critica a la psiquiatría organicista por ig
emitido. Román Jakobson desarrolló este con­ norar “las significaciones de la locura” (Ec,
cepto en un artículo publicado en 1957. Antes 167; véase Ec, 153-4). En el período 1953-7, el
de ese ensayo, “se creía a menudo que la pecu­ término conserva estas asociaciones vagas con
liaridad del pronombre personal y otros shifters el reino del sentido y el lenguaje, de modo que
consistía en la falta de un significado único, es ubicada en el orden simbólico (¿4,121).
constante, general” (Jakobson, 1957, 132). En Pero desde 1957 el empleo de esta palabra
175
Significado

por Lacan implica una referencia directa al con­ “significado” (el efecto de sentido en sí) tien­
cepto saussureano, y pasa del orden simbólico den a superponerse.
al orden imaginario. Saussure reserva el térmi­ A fines jde la década de 1950, Lacan es­
no “significación” para la relación entre el s ig ­ tablece una oposición entre significación y
n if ic a n t e y el s ig n if ic a d o ; se dice que "cada sentido. La diversidad de modos en que estos
imagen sonora “significa” un concepto (Saus­ términos han sido traducidos al inglés crea di­
sure, 1916, 114-17). Para Saussure, la significa­ ficultades al lector de Lacan en esa lengua.
ción es un vínculo indestructible; el significan­ La significación es imaginaria y ámbito de
te y el significado son tan inseparables como la p a l a b r a vacía; el sentido es simbólico, y
las dos caras de una hoja de papel. ámbito de la palabra plena. (Más tarde, en la
Lacan dice que la relación entre significan­ década de 1970,Xacan no ubica el sentido en el
te y significado es mucho más precaria; ve la orden-simbólico, sino en la conjunción de lo
b a r r a que los separa en el algoritmo saussu­ simbólico_yio~ímaginario; véase la figura 15).
reano (véase la figura 18, pág. 184) como re­ Las interpretaciones psicoanalíticas van contra
presentación de una ruptura, de una “resisten­ la significación, y tienen que ver con el sentido
cia” a la significación, y no de un vínculo (E, y su correlato, el sin-sentido. Aunque la signifi­
164). En primer lugar, el significante es lógica­ cación y el sentido se oponen entre sí, están por
mente anterior al significado, que constituye un igual relacionados con la producción de goce.
mero efecto del juego de los significantes. En Lacan lo indica acuñando dos neologismos:
segundo término, incluso cuando se producen signifiance (con la palabra signification [signi­
significados, ellos constantemente se deslizan ficación] y jouissance [goce]); véase E, 259;
(véase d e s l iz a m ie n t o ) debajo del significante; S20, 23), y jouis-sens (con jouissance [goce] y
lo único que detiene este movimiento, tempora­ sens [sentido]).
riamente, fijando el significante al significado
por un breve momento, y generando la ilusión
de un sentido estable, son los p u n t o s d e a l m o ­ SIGNIFICADO (SIGNIFIÉ, SIGNIFÍED)
h a d il l a d o . En la obra de Lacan, la significa­
ción no es un vínculo estable entre el signifi­ Según Saussure, el significado es el ele­
cante y el significado, sino un proceso: el mento conceptual del s ig n o . No es el objeto
proceso por el cual el juego de los significantes real designado por un signo (el referente), sino
produce la ilusión del significado a través de una entidad psicológica que corresponde a ese
los tropos que son la metonimia y la metáfora. objeto (Saussure, 1916, 66-1).
La significación—es -metonímica porque Para Saussure, asimismo, el significado tie­
“siempre se refiere a otra significación” (S3, ne el mismo estatuto que el s ig n if ic a n t e ; am­
33). En otras palabras, el sentido no se encuen­ bos constituyen lados iguales del signo. Lacan,
tra en ningún significante, sino en el juego en­ por su lado, afirma la supremacía del signifi­
tre los significantes a lo largo de la cadena sig­ cante, y sostiene que el significado es un mero
nificante, y es por lo tanto inestable; “es en la efecto del juego de los significantes, un efecto
cadena de los significantes donde el sentido in­ del proceso de significación producido por la
siste, pero ninguno de sus elementos consiste metáfora. En otras palabras, el significado no
en la significación de la cual es en ese momen­ está dado, sino que es producido.
to capaz” (E, 153). ' . De modo que la concepción lacaniana se
La significación es metafórica porque supo­ opone a la concepción expresionista del lengua­
ne cruzar la barra, el “pasaje del significante al je, según la cual los conceptos existen en un es­
significado” (E, 164). La metáfora fundamental tado preverbal antes de ser expresados en el ve­
de la cual depende toda significación es la me­ hículo material del lenguaje. En contraste,
táfora paterna, y toda significación es por lo Lacan sostiene la prioridad (lógica, no cronoló­
tanto fálica. gica) del elemento material del lenguaje.
En el álgebra lacaniana, la significación se
designa con el símbolo s -como en la anotación
s(A), que indica uno de los principales nodos SIGNIFICANTE (SIGNIFIANT,
en el grafo del deseo-. También eLsignificado SIGNIFIER)
se escribe s, lo que sugiere que para Lacan el
término “significación” (el proceso por el cual Lacan toma el término “significante” de la
se produce el efecto de sentido) y el término obra del lingüista suizo Ferdinand de Saussure.
176
Signo

Esta palabra no había sido usada por Freud, se escribe Si) representa al sujeto para odos los
quien no conocía el libro de Saussure. Según otros significantes (que se escriben S2). No
este último, el significante es elemento fonoló­ obstante, ningún significante puede s Ignificar
gico del SIGNO; no el sonido en sí, sino la ima­ al sujeto.
gen mental de ese sonido. En los términos de Aunque el término “significante está au-
Saussure, el significante es la “imagen acústi­ sente de la obra de Freud, su empleo por La­
ca” que significa un s ig n if ic a d o (Saussure, can concentra la atención en un tema ifecurren-
1916,66-7). te de los textos freudianos. Los ejemfcplos que
Saussure sostiene que el significado y el da Freud de interpretaciones psico? inalíticas
significante son interdependientes, pero para constantemente ponen en foco rasgos ingüísti-
Lacan el significante es primario y produce el eos puramente formales. Por ejempld, analiza
significado. El significante es en primer lugar su propia imposibilidad de recordar e . nombre
un elemento material sin sentido que forma “Signorelli” dividiendo la palabra en segmen-
parte de un sistema diferencial cerrado; este tos formales, y siguiendo los vínculos asociati-
“significante sin el significado” es denominado vos de cada uno de ellos (Freud, 190 lj,, cap. 1).
por Lacan “significante puro”, aunque se trata De modo que la insistencia de Lacan n que el
aquí de una precedencia lógica, y no cronológi­ analista preste atención a los significantes de
ca. “Todo significante real, como tal, es un sig­ la palabra del analizante no es en rea idad una
nificante que no significa nada. Cuanto más el innovación técnica sino un intento d<; teorizar
significante no significa nada, más indestructi­ el método freudiano en términos más rigu­
ble es” (S 3 ,185). Son estos significantes indes­ rosos.
tructibles sin sentido los que determinan al su­ Si bien es cierto que cuando Lac an habla
jeto; los efectos del significante sobre el sujeto de los significantes a menudo se refiere a lo
constituyen el inconsciente, y por lo tanto cons­ que otros llamarían sencillamente “palabras”,
tituyen también la totalidad del campo del psi­ estos dos términos no son equivalen es. Tam­
coanálisis. bién pueden funcionar como significí intes uni­
De modo que para Lacan el lenguaje no es dades de lenguaje más pequeñas que las pala­
un sistema de signos (como lo era para Saussu­ bras (morfemas y fonemas) o más grandes que
re), sino un sistema de significantes. Los signi­ las palabras (frases y oraciones), y además
ficantes son las unidades básicas del lenguaje, y pueden hacerlo entes no-lingüísticos, iot ejem­
están “sometidos a la doble condición de ser re- plo objetos, relaciones y actos simomáticos
ducibles a elementos diferenciales últimos y de (S4,288). La única condición que caracteriza a
combinarse según las leyes de un orden cerra­ algo como significante es, para Lacan, que esté
do” (E, 152). Con la frase “reducibles a ele­ inscrito en un sistema en el que adquiere valor
mentos diferenciales últimos”, Lacan sigue a exclusivamente en virtud de su diferencia con
Saussure al afirmar el carácter fundamental­ los otros elementos del sistema. Es esta natura­
mente diferencial del significante. Saussure di­ leza diferencial del significante lo que implica
ce que en el lenguaje no hay términos positivos que njinca,pueda tener un sentido unívoco o fi­
sino sólo diferencias (Saussure, 1916, 120). Y jo (S4, 289); su sentido varía según la posición
con la frase “combinarse según las leyes de uñ que ocupa en la estructura.
orden cerrado”, Lacan afirma que los signifi­
cantes se combinan en cadenas significantes si­
guiendo las leyes de la metonimia. SIGNO (SIGNE, SIGN)
El significante es la unidad constitutiva del
orden simbólico, porque está esencialmente re­ Lacan define el signo como lo qiie repre-
lacionado con el concepto de e s t r u c t u r a ; “la senta algo para alguien”, en oposición al SIGNI-
noción de estructura y la de significante pare­ f ic a n t e , que es “lo que representa a un sujeto
cen inseparables” (S3, 184). El campo del sig­ para otro significante” (S il, 207).
nificante es el campo del Otro, que Lacan llama Al abordar el concepto de signo, Lacan ubi-
“la batería de los significantes”. ca su obra en estrecha relación con la ciencia
Lacan define el significante como “lo que de la semiótica, que ha crecido rápid unente en
representa a un sujeto para otro significante”, el siglo XX. En la semiótica pueden discernirse
en oposición al signo, que “representa algo pa­ dos líneas principales de desarrollo: 11 línea eu-
ra alguien” (S il, 207). Para ser más preciso, un ropea, asociada con Ferdinand de Saussure (y
significante (denominado significante amo, que que el propio Saussure bautizó con il nombre
177
Signo

Figura 17. El signo saussureano


Fuente; Ferdinand de Saussure; Cours de linguistique générale, 1916.

de “semiología”), y la línea norteamericana, tremadamente inestable (véase d e s l iz a m ie n t o ).


vinculada a Charles S. Peirce. Segundo, Lacan sostiene que hay un orden de
1. Según Saussure, el signo es la unidad bá­“significantes puros” en el que los significantes
sica del l e n g u a je (Saussure dice' langue). El existen antes que los significados; este orden de
signo está constituido por dos elementos: un estructura puramente lógica es el inconsciente.
elemento conceptual (que Saussure denomina Con esto se destruye el concepto saussureano
el significado) y un elemento fonológico (deno­ del signo; para Lacan, ün lenguaje no está com­
minado el significante). Estos dos elementos puesto de signos sino de signficantes.
están unidos por un lazo arbitrario e indestruc­ A fin de ilustrar el contraste entre sus pro­
tible. Saussure representa el signo mediante un pias ideas y las de Saussure, Lacan reemplaza
diagrama (figura 17; véase Saussure^ 1916, el diagrama saussureano del signo por un al­
114). goritmo (figura 18) que, según dice, debería
En este diagrama, la flecha representa la atribuirse al propio Saussure (y por lo tanto a
implicación recíproca inherente a la significa­ veces aparece denominado como “algoritmo
ción, y la línea entre el significante y el signifi­ saussureano”; véase E, 149).
cado representa unión. La S de la figura 18 representa el signifi­
Lacan retoma el concepto saussureano del cante, y la s el significado; las posiciones relati­
signo en su “giro lingüístico” de la década de vas de significante y significado aparecen en­
1950, pero lo somete a varias modificaciones. tonces invertidas, mostrando la primacía del
Primero, mientras que Saussure postulaba la im­ dignificante (que está en mayúscula, mientras
plicación recíproca entre el significante y el sig­ "que el significado es reducido a una minúscula
nificado (interdependientes como las dos caras cursiva). La flecha y el círculo son abolidos, lo
de una hoja de papel), Lacan dice que la rela­ cual representa la ausencia de una relación esta­
ción entre el significante y el significado es ex­ ble o fija entre significante y significado. La

Figum 18, El algoritmo saussureano


Fuente; Jacques Lacan: Écrits, Paris, Seuil, 1966.

178
b a r r a entre significante y significado ya no r e - sustantivo. Se convierte entonces en una de los
•presenta unión sino la resistencia inherente a la tres ó r d e n e s que seguirán siendo centrUes en
significación. Para Lacan, este algoritmo define el resto de su obra. Entre estos tres órdenes, el
“la topografía del inconsciente” (E, 163). simbólico es el esencial para el psicoanálisis;
2. Según Peirce, el signo es algo que repre­los psicoanalistas son fundamentalmente “pro­
senta un objeto para alguien que lo interpreta fesionales de la función simbólica” (E, 72). Al
(el término "objeto” puede en este caso signifi­ hablar de “la función simbólica”, Lacan deja en
car una cosa física, un hecho, una idea, u otro claro que'su concepción del orden simbólico
signo). Peirce divide los signos en tres clases: debe mucho a la obra antropológica de Claude
“símbolos”, “índices” e “iconos”; estos distin­ Lévi-Strauss (de quien toma esa expresión;
tos tipos de signos difieren por el modo de rela­ véase Lévi-Strauss, 1949a, 203). En particular,
cionarse con el objeto. El símbolo no tiene nin­ Lacan recoge de Lévi-Strauss la idea d ; que el
guna relación “natural” o necesaria con el mundo social está estructurado según ci írtas le­
objeto al que se refiere, sino que está vinculado yes que regulan las relaciones de parentesco y
a él por una regla puramente convencional. El el intercambio de presentes (véase :ambién
ín d ic e tiene una “relación existencial” con el Mauss, 1923). El concepto de presente, y el de
objeto que representa (el índice es siempre es­ circuito de intercambio, son entonceí funda­
pacial o temporalmente contiguo al objeto). El mentales para la concepción lacaniar a de lo
icono representa un objeto exhibiendo su forma simbólico (S 4 ,153-4,182).
por vía de la semejanza. Las distinciones que Puesto que la forma básica de intercambio
traza Peirce entre iconos, índices y símbolos es la comunicación en sí (el intercambio de pa­
son analíticas y no mutuamente excluyentes. labras, el presente de la palabra; S 4 ,189), y co­
Por lo tanto, un signo casi siempre funciona en mo los conceptos de l e y y e s t r u c t u r a son im­
una variedad de modos; los pronombres perso­ pensables sin el l e n g u a j e , lo simbólico es en lo
nales, por ejemplo, son signos que operan tanto esencial una dimensión lingüística. De modo
simbólica como indexicalmente (véase Peirce, que todo aspecto de la experiencia psicoanalíti­
1932,156-73; Burks, 1949). ca que tenga estructura lingüística per enece al
Lacan recoge la concepción del índice de orden simbólico.
Peirce para trazar una distinción entre la visión Sin embargo, Lacan no equipara sencilla­
psicoanalítica del síntoma y su visión médica, y mente el orden simbólico con el leng laje; por
también para distinguir entre los códigos (ani­ el contrario, el lenguaje, además de l i dimen­
males) y los lenguajes (humanos). Desarrolla sión simbólica, involucra también las cimensio-
asimismo el concepto de índice según la orien­ nes imaginaria y real. La dimensión simbólica
tación establecida por Román Jakobson con la del lenguaje es la del s ig n if ic a n t e ; ésta es una
noción de shífter, para diferenciar el sujeto del dimensión en la cual los elementos no tienen
enunciado y el sujeto de la enunciación. existencia" positiva, sino que están puramente
constituidos por sus diferencias mutuas.
Lo simbólico es también el ámbitc de la al-
SIMBÓLICO (JSYMBOUQUE, SYMBOLIC) teridad radical al que Lacan designa como el
Otro. El in c o n s c ie n t e es el discurso de este
El término “simbólico” aparece como adje­ o t r o , y por lo tanto pertenece totalmí nte al or­
tivo en los primeros escritos psicoanalíticos de den simbólico. Lo simbólico es el reino de la
Lacan (por ejemplo, Lacan, 1936). En esas Ley que regula el deseo en el complej o de Edi-
obras tempranas, la palabra está asociada con po. Es el reino de la cultura en tanto opuesto al
referencias a la lógica simbólica y a las ecua­ orden imaginario de la naturaleza. Mientras que
ciones empleadas en física matemática (Ec, lo imaginario se caracteriza por relaciones dua­
79). En 1948 dice que los síntomas tienen un les, lo característico de lo simbólico s un estruc­
“sentido simbólico” (E, 10). Hacia 1950, el tér­ turas triádicas, porque la relación intsrsujetiva
mino ha adquirido matices antropológicos, co­ es siempre “mediada” por un tercer termino, el
mo cuando Lacan elogia a Marcel Mauss por gran Otro. El orden simbólico es tamt ién el rei­
haber demostrado que “las estructuras de la so- no de la m u e r t e , de la a u s e n c ia y de la f a l t a .
v ciedad son simbólicas” (Ec, 132). Lo simbólico es tanto el p r in c ip io h e p l a c e r
Estas diferentes acepciones se combinan en que regula la distancia a la Cosa, cor 10 la p u l ­
una categoría única en 1953, cuando Lacan em­ s ió n DE m u e r -i b , que va “más allá dé principio
pieza a emplear la palabra “simbólico” como de placer” por medio de la repetición (S2, 210);
179
Sinthome

de hecho, “la pulsión de muerte es sólo la más­ nálisis debe penetrar más allá de lo imaginario
cara del orden simbólico” (S2, 326). y trabajar en el orden simbólico.
El orden simbólico es completamente autó­ El concepto lacaniano de lo simbólico se
nomo: no es una superestructura determinada opone diametralmente al “simbolismo” de
por la biología o la genética. Es completamente Freud, Para Freud, el símbolo era una relación
contingente con respecto a lo real: “No hay nin­ biunívoca relativamente fija entre el sentido y
guna razón biológica, y en particular ninguna la forma, lo que se corresponde más con el con­
razón genética, que explique la exogamia. En el cepto lacaniano del ín d ic e (véase Freud, 1900a,
orden humano estamos tratando con la emer­ SE V, cap.6, sección E, sobre el simbolismo en
gencia completa de una nueva función, que los sueños). Pero para Lacan lo simbólico se
abarca el orden completo en su totalidad” (S2, caracteriza precisamente por la ausencia de
29). De modo que, aunque puede parecer que cualquier relación fija entre significante y sig­
lo simbólico “surge de lo real” como algo dado nificado.
de antemano, esto es una ilusión, y “no se debe
pensar que Jos símbolos provienen verdadera­
mente de lo real” (S2, 238). SINTHOME (SINTHOME, SINTHOME)
El efecto totalizador, omniabarcativo, del
orden simbólico lleva a Lacan a hablar de lo El término sinthome es, como lo señala La­
simbólico como un universo: “En el orden can, una forma arcaica de la palabra más re­
simbólico la totalidad es denominada un uni­ ciente symptôme (síntoma). Lacan introdujo es­
verso. El orden simbólico adquiere desde el te término en 1975, como título de su seminario
principio su carácter universal. No se constitu­ de 1975-6, que al mismo tiempo continúa la
ye trozo a. trozo. En cuanto llega el símbolo, elaboración de su topología, amplía el foco an­
hay un universo de símbolos” (S2, 29). No se terior del seminario en el n u d o b o r r o m e o , y
trata por lo tanto de una transición gradual y constituye una exploración de los escritos de
continua desde lo imaginario a lo simbólico; James Joyce. Por medio de esta coincidentia
estos dominios son completamente heterogé­ oppositorum (que une la teoría matemática con
neos. Una vez que ha aparecido el orden sim­ la trama intrincada del texto joyceano), Lacan
bólico, crea el sentido que siempre ha estado redefine el síntoma psicoanalítico en los térmi­
allí, puesto que “encontramos absolutamente nos de su topología final del sujeto.
imposible especular sobre lo que lo precedió si 1. Antes de la aparición del sinthome, dife­
no es mediante símbolos” (S2, 5). Por esta ra­ rentes corrientes del pensamiento lacaniano
zón, estrictamente hablando es imposible con­ conducían a distintas inflexiones del concepto
cebir el origen del lenguaje, y mucho menos lo de sIntoma. Ya en 1957 se dice que el síntoma
anterior, razón por la cual lo concerniente al está “inscrito en un proceso de escritura” (Ec,
desarrollo está fuera del campo del psicoaná­ 445), lo que implica una concepción diferente
lisis. de la que considera el síntoma como un mensa­
Lacan critica el psicoanálisis de su época j e cifrado. En 1963 Lacan afirma que el sínto­
por olvidar el orden simbólico y reducirlo todo ma, a diferencia del acting out, no reclama in­
a lo imaginario. A su juicio, esto no es nada terpretación; no es en sí mismo un llamado al
menos que una traición a las ideas básicas de Otro, sino un puro goce que no se dirige a na­
Freud: “El descubrimiento de Freud es el del die (Lacan, 1962-3, seminario del 23 de enero
campo de los efectos, en la naturaleza del hom­ de 1963; véase Miller, 1987,11). Estos comen­
bre, producidos por su relación con el orden tarios anticipan la transformación radical del
simbólico. Ignorar este orden simbólico es con­ pensamiento de Lacan, implícito en este pasaje
denar el descubrimiento al olvido” (E, 64). de la definición lingüística del síntoma como
Dice Lacan que sólo trabajando en el orden significante, al enunciado, en el seminario de
simbólico puede el analista producir cambios 1974-5, de que “el síntoma sólo puede definirse
en la posición subjetiva del analizante; estos como el modo en que cada sujeto goza del in­
cambios generarán también efectos imagina­ consciente, en la medida en que el inconsciente
rios, puesto que lo imaginario es estructurado lo determina” (Lacan, 1954-5, seminario del 18
por lo simbólico. El orden simbólico es el de­ de febrero de 1975).
terminante de la subjetividad, y el reino imagi­ De modo que el síntoma, antes concebido
nario de imágenes y apariencias es sólo un como un mensaje que es posible descifrar con
efecto de lo simbólico. Por lo tanto, el psicoa­ referencia al inconsciente “estructurado como
180
Síntoma

un lenguaje”, pasa a ser considerado huella de relación especial con el lenguaje, su remodela-
una particular modalidad del goce del sujeto; ción “destructiva” como sinthome, 11 invasión
este cambio culmina con la introducción del del orden simbólico por el goce privi do del su­
término sinthome. El sinthome designa enton­ jeto.
ces una formulación significante que está más Uno de los juegos de palabras de Lacan,
allá del análisis, un núcleo de goce inmune a la synth-homme, implica este tipo de autocreación
eficacia de lo simbólico. Lejos de pedir alguna “artificial”. Lacan insiste en que su abordaje de
"disolución” analítica, el sinthome es lo que la escritura de Joyce no es “psicoanálisis apli­
“permite vivir” al proporcionar una organiza­ cado”. La teoría topològica no es Aleramente
ción singular del goce. De modo que la tarea concebida como otro tipo de descripción repre-
del análisis, según una de las últimas definicio­ sentacional, sino como una forma de escritura,
nes lacanianas del fin de análisis, es llevar a la una praxis que apunta a figurar lo que escapa a
identificación con el sinthome. lo imaginario. En esa medida, más que un obje­
2. El pasaje teórico de la lingüística a la to­ to o “caso” teórico, Joyce se convijerte en un
pología, que marca el período final de la obra saint homme ejemplar que, al recHazar cual­
de Lacan, constituye el verdadero estatuto del quier solución imaginaria, pudo inventar un
sinthome como inanalizable, y constituye un nuevo modo de usar el lenguaje para organizar
problema de exégesis que va más allá de la di­ el goce.
ficultad habitual que plantea la densa retórica (Autor de este artícuio: Lukej Thurston)
lacaniana. El seminario de 1975-6 amplía la
teoría del nudo borromeo, que el año anterior
había sido propuesto como estructura esencial SINTOMA (SYMPTOME, SYMPTOM)
del sujeto, al añadir el sinthome como cuarto
anillo a la tríada de lo real, lo simbólico y lo En medicina, los síntomas son las mani­
imaginario, con lo cual se mantiene unido un festaciones perceptibles de una e ifermedad
nudo que constantemente amenaza con des­ subyacente que de otro modo podría seguir no
hacerse. Este nudo no se ofrece como modelo detectada. El concepto de síntoma se afirma
sino como descripción rigurosamente no-meta­ entonces sobre una distinción bàsici entre su­
fórica de una “topología ante la cual la imagi­ perficie y profundidad, entre los 'enómenos
nación fracasa” (Lacan, 1975-6, seminario del (objetos que se pueden experimentar directa-
9 de diciembre de 1975). Puesto que el sentido mente) y sus causas ocultas, que no se pueden
ya figuraba en el nudo, en la intersección de lo experimentar, sino que hay que irferir. Una
simbólico y lo imaginario (véase la figura 1), se distinción similar opera en la obra de Lacan,
sigue que la función del sinthome (intervenir en la cual los síntomas se diferencian siempre
para anudar Id real, lo simbólico y lo imagina­ de las e s t r u c tu r a s . Esta distinción tiene la
rio) está inevitablemente más allá del sentido. ventaja de que trasciende la oposiciC n entre su­
3. Lacan fue un entusiasta lector de Joyce perficie y profundidad, puesto que ¡e sostiene
desde su juventud (véanse las referencias a Joy­ que las estructuras se encuentran taii “en la su­
ce en Ec, 25 y S20, 37). En el seminario de perficie” como los síntomas mismos. Es la es­
1975-6, la escritura de Joyce es leída como un tructura clínica del paciente (neurosis, psicosis
extenso sinthome, un cuarto término cuya adic­ o perversión) lo que constituye el foco real del
ción al nudo borromeo de RSI le permite al su­ psicoanálisis, y no sus síntomas; en consecuen­
jeto mantenerse unido. Enfrentado en su niñez cia, el FIN DE ANÁLISIS tiene que concebirse en
con la no-función/ausencia (carencia) radical términos estructurales, y no como curación de
del Nombre-del-Padre, Joyce logró evitar la los síntomas.
psicosis desplegando su arte como suplencia, En la obra de Lacan, la palabra “síntoma”
como cordel suplementario en el nudo subjeti­ se refiere por lo general a los síntorr as neuróti­
vo. Lacan pone el foco en las “epifanías” juve­ cos, es decir, a las manifestaciones i erceptibles
niles de Joyce (experiencias de una intensidad dé la neurosis, y no de las otras estr icturas clí­
casi alucinatoria que después eran registradas nicas (pero véase una excepción en E, 281). Por
en textos enigmáticos, fragmentarios) como lo tanto, las manifestaciones de la psicosis, co­
instancias de una “forclusión radical”, en la mo las alucinaciones y los delirios, no son ha­
cual “lo real forcluye el sentido” (seminario del bitualmente llamadas síntomas sino fenómenos,
16 de marzo 1976). El texto joyceano -desde la mientras que la perversión se manif esta en ac­
epifanía hasta Finnegan’s Wake- entraña una tos perversos. La meta del psicoanálisis laca-
181
Sublimación

niano no es la remoción de los síntomas neuró­ la cual la carne o función es tomada como ele­
ticos, puesto que cuando un síntoma neurótico mento significante” (E, 166). La intención de
desaparece por lo general lo reemplaza otro. Lacan es que esta descripción sea tomada lite­
Esto es lo que distingue al psicoanálisis de to­ ralmente: “si el síntoma es una metáfora, no es
das las otras formas de terapia. una metáfora decirlo” (S, 175),
Lacan sigue a Freud al afirmar que los sínto­ 4. En el g r a f o d e l d e s e o , que aparece por
mas neuróticos son formaciones del inconscien­ primera vez en el seminario de 1957-8, el sínto­
te, y que siempre constituyen una transacción ma es descrito como un mensaje. En 1961 La­
entre dos deseos conflictivos. La originalidad de can dice que el síntoma es un mensaje enigmá­
Lacan reside en que entiende los síntomas neu­ tico que el sujeto piensa que es un mensaje
róticos en términos lingüísticos: “El síntoma se opaco que viene de lo real, en lugar de recono­
resuelve enteramente en un análisis del lengua­ cerlo como propio (S 8 ,149).
je, porque el síntoma está en sí mismo estructu­ Desde 1962 en adelante se advierte en la
rado como un lenguaje” (E, 59). obra de Lacan una tendencia gradual a apartar­
En el curso de su obra, Lacan identifica el se de la concepción lingüística del síntoma y
síntoma con diferentes rasgos del lenguaje. acercarse a un enfoque que lo ve como puro
1. En 1953 dice que el síntoma es un s ig n i ­ goce que no puede ser interpretado. Este cam­
f ic a n t e (E, 59). Esto diferencia la concepción bio conceptual culmina en 1975. con la intro­
psicoanalítica del síntoma respecto del enfoque ducción del término s in t h o m e .
médico, en cuanto este último no lo considera
como un significante sino como un ín d ic e (E,
129; véase S2, 230). Una consecuencia de tal SUBLIMACIÓN (SVBLIMATION,
distinción es que, en lo que concierne a la teo­ SUBUMATION)
ría psicoanalítica, ningún síntoma neurótico tie­
ne un sentido universal, puesto que es el pro­ En la obra de Freud, la sublimación es un
ducto de una historia singular del sujeto del que proceso en el cual la libido es canalizada en ac­
se trata. A pesar de sus aparentes semejanzas, tividades aparentemente no-sexuales, tales co­
todos los síntomas neuróticos son singulares. mo la creación artística y el trabajo intelectual.
Otra consecuencia es que no hay ningún víncu­ La sublimación funciona entonces como una
lo fijo de “uno a uno” entre los síntomas neuró­ válvula de escape socialménte aceptable para el
ticos y la estructura neurótica subyacente; nin­ exceso de energía sexual que de otro modo se­
gún síntoma neurótico es en sí mismo histérico ría descargada en formas socialmente inacepta­
u obsesivo. Esto significa que, mientras que un bles (conducta perversa) o en síntomas neuróti­
médico puede llegar a un diagnóstico a partir cos. La conclusión lógica de este modo de ver
de los síntomas que presenta el paciente, un es que la sublimación completa significaría el
analista lacaniano no puede determinar si un fin de toda perversión y de toda neurosis. No
paciente neurótico es histérico u obsesivo ba­ obstante, muchos puntos quedan sin aclarar en
sándose exclusivamente en sus síntomas. Por la descripción freudiana de la sublimación.
ejemplo, el analista no diagnosticará al pacien­ Lacan retoma el concepto en su seminario
te como obsesivo sólo porque presente sínto­ de 1959-60. Sigue a Freud al subrayar como
mas obsesivos típicos (acciones rituales, con­ básico el reconocimiento social, puesto que
ducta compulsiva, etcétera). A la inversa, ese puede decirse que las pulsiones han sido subli­
analista puede muy bien atribuir una estructura madas en la medida én que se las ha desviado
obsesiva a un paciente que no presenta ninguno hacia objetos socialmente valorados (S 7 ,107).
de los síntomas típicos de la neurosis obsesiva. Es esta dimensión de los valores sociales com­
El analista lacaniano sólo llega a un diagnóstico partidos lo que le permite a Lacan ligar el con­
de histeria o neurosis obsesiva identificando la cepto de sublimación con su examen de la ética
pregunta fundamental que anima la palabra del (véase S7, 144). Pero la descripción lacaniana
neurótico. de la sublimación también difiere de la de
2. En 1955, Lacan identifica el síntoma con Freud en algunos puntos.
la s ig n if ic a c ió n : “El síntoma es en s í mismo, 1. La descripción freudiana implica que es
de lado a lado, significación, es decir, verdad, posible la sexualidad perversa como forma de
verdad que toma forma” (S2,320). satisfacción directa de la pulsión, y que la su­
3. En 1957 el síntoma es descrito como una blimación sólo es necesaria porque esta forma
m e t á f o r a : “siendo e l síntoma una metáfora en directa está prohibida por la sociedad. Pero La-
182
Sugestión í

can rechaza el concepto de un grado cero de sa­ mientras el paciente se encontraba en estado
tisfacción (véase Zizek, 1991, 83-4), sostenien­ hipnótico, el médico le “sugería” que el sínto­
do que la perversión no es sencillamente un ma iba a desaparecer. Tomando esta indicación
medio natural bruto de descargar la libido, sino de los psiquiatras franceses Charcat y Bem-
una relación altamente estructurada con las pul­ heim, Freud comenzó a emplear la sugestión
siones que, en sí mismas, ya de antes, son fuer­ para tratar a pacientes neuróticos e i la década
zas lingüísticas y no biológicas. de 1880. Pero el método le result 5 cada vez
2. Mientras que Freud creía que la sublima­más insatisfactorio, de modo que finalmente
ción completa era posible para algunas perso­ abandonó la hipnosis y desarrolló el psicoanáli­
nas particularmente refinadas o cultas, Lacan sis. Las razones de esta insatisfacción de Freud
dice que “la sublimación completa no es posi­ son por lo tanto fundamentales par i compren­
ble para el individuo” (S7, 91). der la naturaleza específica del psicoanálisis.
3. En la descripción de Freud, la sublima­ Ahora bien, entrar en una discusión detallada
ción involucra la reorientación de la pulsión ha­ de esas razones va más allá del ale* nce de este
cia un objeto diferente (no sexual). Pero para artículo. Bástenos decir que en la obra ulterior
Lácan lo que cambia no es el objeto sino su de Freud el término “sugestión” llegó a repre­
posición en la estructura del fantasma. En otras sentar todo un conjunto de ideas que él asocia­
palabras, la sublimación no supone dirigir la ba con la hipnosis y que en consecuencia se
pulsión hacia un objeto diferente, sino cambiar oponen diametralmente al psicoanálisis.
la naturaleza del objeto al que la pulsión va de Siguiendo a Freud, Lacan emplea la palabra
"antes se dirigía, tul "cambio del objeto en si”, “sugestión” para designar toda ura gama dé
"algo que resulta posible porque la pulsión está desviaciones respecto del verdadero psicoanáli­
“ya de antes profundamente marcada por la ar­ sis (desviaciones a las que Lacan también llama
ticulación del significante” (S7, 293). La cuali­ “psicoterapia”), entre las cuales las siguientes
dad sublime de un objeto no se debe entonces a son tal vez las más destacadas.
alguna propiedad intrínseca del objeto mismo, 1. La sugestión incluye la idea ie dirigir al
sino que es simplemente un efecto de la posi­ paciente hacia algún ideal o algún valor moral
ción del objeto en la estructura simbólica del (véase é t ic a ). En oposición a este, Lacan les
fantasma. Para ser más específicos, la sublima­ recuerda a los analistas que su tarea es dirigir el
ción reubica un objeto en la posición de la CO­ tratamiento y no dirigir al pacien e (E, 227).
SA. La fórmula lacaniana de la sublimación es Lacan se opone a cualquier concepción del psi­
entonces que “eleva un objeto [...] a la digni­ coanálisis como un proceso normitivo de in­
dad de la Cosa" (S 7 ,112). fluencia social.
4. Lacan sigue a Freud al vincular la subli- 2. Hay también sugestión cuan io la r e s is ­
t e n c ia del paciente es vista como algo que el
. mación a la creatividad y el a r t e , pero compli­
ca este enunciado al asociarla también con la analista tiene que liquidar. Esta ide*. es comple­
p u l s ió n d e m u e r t e (S4, 431), Varias razones
tamente extraña al psicoanálisis -c ice Lacan-,
pueden aducirse como explicación. Primero, el puesto que el analista reconoce que en la es
concepto de pulsión de muerte es en sí mismo tructura de la cura hay intrínseco un cierto resi­
visto como producto de la sublimación del pro­ duo de resistencia.
pio Freud (S7, 212). Segundo, la pulsión de 3. En la sugestión, las interpre:aciones del
muerte no es sólo una “pulsión de destrucción”, terapeuta se orientan en tomo a la s: gnificación,
sino también “una voluntad de crear desde ce­ mientras que el analista orienta su 5 interpreta­
ro” (S7,212-13). Tercero, el objeto sublime, al ciones en tomo al sentido y su corr ilato, el sin-
ser elevado a la dignidad de la Cosa, ejerce un sentido. Mientras que en la psicotei apia se trata
poder de fascinación que en última instancia de evitar la ambigüedad y los equívocos del
conduce a la muerte y la destrucción. discurso, precisamente con esta Ambigüedad
prospera el psicoanálisis.
La sugestión tiene una estrecha irelación con
SUGESTION (SVGGESTION, la t r a n s f e r e n c ia (E, 270). La transferencia su­
SUGGESTION) pone que el analizante le atribuye un saber al
analista; la sugestión es el nombre de un modo
En la psiquiatría francesa del siglo XIX, la particular de responder a esa atril ución. Dice
palabra “sugestión” designaba el empleo de la Lacan que el analista debe comprender que él
hipnosis para remover síntomas neuróticos; sólo ocupa la posición de alguien que el anali-
183
Sujeto

zante presume que sabe, y no engañarse cre­ inconsciente. Dice Lacan que esta distinción
yendo que realmente posee el saber que se le puederaitrearse en Freud: “[Freud] describió
atribuye. De este modo, el analista puede trans­ hDas Ich und dqs Es para mantener estajos tiij-
formar la transferencia en “un análisis de la su­ | ^ ffT jjn ^ ^mental. entre el..s.uieto^v.eidadero>del
gestión” (E, 271). Por otro lado, hay sugestión lincorisaente y el yo en tanto constituidcuaLSu
cuando el analista asume la posición de alguien
que realmente sabe. mjjgjfei1’ (ETl 28), Aunque la cura tiene efectos
Lo mismo que Freud, Lacan ve en la hipno­ ^poderosos sobre el yo, el psicoanálisis opera
sis el modelo de la sugestión. En Psicología de prímordialmente sobre el sujeto.
las masas y análisis del yo, Freud demuestra Lacan juega con los diversos sentidos de la
que el hipnotismo hace que el objeto converja palabra “sujeto”. En lingüística y lógica, el su­
con el ideal del yo (Freud, 1921). En términos jeto de una proposición es aquello de lo que se
lacanianos, se puede decir que el hipnotismo predica algo (véase Lacan, 1967, 19), y tam­
supone la convergencia del yo y el objeto a. El bién es lo opuesto al “objeto”. Los matices filo­
psicoanálisis involucra exactamente lo contra­ sóficos de este último término le permiten a La­
rio, puesto que “lo fundamental de la operación can subrayar que su concepto del' sujeto tiene
analítica es el mantenimiento de la distancia en­ que ver con los aspectos del ser humano que no
tre el yo -la identificación- y el a" (S il, 273). pueden (o no deben) objetivarse (reificarse, re­
ducirse a la condición de cosa), ni tampoco es­
tudiarse de modo “objetivo”. “¿A qué llama­
SUJETO (SUJET, SUBJECT) mos un sujeto? Muy precisamente, a lo que, en
el desarrollo de.la objetivación, está fuera del
El término “sujeto" está presente desde los objeto” (SI,.194).
primeros escritos psicoanalíticos de Lacan Las referencias al lenguaje pasan a dominar
(véase Lacan, 1932), y a partir de 1945 ocupa el concepto lacaniano del sujeto a partir de me­
una posición central en su obra. Éste es un ras­ diados de la década de 1950. Lacan distingue el
go lacaniano distintivo, puesto que la palábra sujeto del enunciado y el sujeto de la e n u n c ia -
no forma parte del vocabulario teórico de ciÓ£t, para demostrar que, puesto que el sujeto
Freud, sino que e g & ^ a s o ^ ^ c ^ & í ^ , es esencialmente un ser hablante (narl&tre\
tá necesariamente dividido, castrada , escindido
En los ensayos de Lacan anteriores a la (v ^ S ^ G iS f^ ^ X '^ rm a ^ o T S B la década de
guerra, el término “sujeto” parece equivaler a 1960 define el sujeto como lo que es represen­
“ser humano” (véase Ec, 75); también es utili­ tado por un significante p a r a otro.sknifkante:
zado para designar al analizante (Ec, 83). en otras palabras,' eisuíeto esun efecto deí len-
En 1945 Lacan distingue tres tipos de suje­ guaje (Ec, 835.).
tos. Primero, está el sujeto impersonal, indepen­ " " g r o a r e su lugar en lingüística y lógica,
diente del otro, el puro sujeto gramatical, el el término “sujeto” tiene también acepciones fi­
jeto noètico, el “se” de “se sabe que”. Segundo, losóficas y jurídicas. En el discurso filosófico,
está el sujetp. recíproco anónimo que es total­ designa la autoconciencia individual, mientras
mente igual y reemplazable por cualquier otro, que en el discurso jurídico, en francés, “su je f
y que se reconoce como equivalente al_ otro. significa también “súbdito", es decir, alguien
Tercero, está el sujeto personal7'cuya singulari­ sujeto al poder de otro, por ejemplo, al poder
dad se constituyiTmédianté un acto de autoafir- del soberano. E l hecho de que la palabra tenga
mación (Ec, 207-8). Lo que está en el foco de la estas dos acepciones ilustra perfectamente la te­
obra de Lacan es siempre el su jeto en esta terce­ sis lacaniana sobre la determinación de la con­
ra acepción, el sujeto en su singularidad. ciencia por el orden simbólico: “el sujeto es un
, En 1953 Eac^fesíaWece una distinción en- sujeto sólo en virtud de esta sujeción al campo
tre sujeto y el y o ; esa será una de del Otro” (S2, 188). En el discurso jurídico, el
las fundamentales que sostiene en el resto de su término también designa al soporte de la ac­
obra. Mientras que el,„va. forma parte del orden ción: el sujeto es quien puede ser considerado-
imaginado, el sujeto es parte del orden simbóli- responsable de sus ACTOS.
co.,_De modo que no equivale simplemente a la Las connotaciones filosóficas del término
sensación consciente de agencia, que es una son particularmente subrayadas por Lacan, que
mera ilusión producida por el yo, sino al in­ lo vincula con la filosofía cartesiana del c o ­
consciente; el “sujeto” de Lacan es el suietodel . g it o :
^ W v...' ' J
Sujeto sup lesto saber i

En e] ténnino sujeto [...] yo no designo el sus­ pone que sabe existe en algún lado, hay transfe-:
trato vivo que necesita este fenómeno del sujeto, ni rencia” (S il, 232). Esta definición;subraya que
ningún tipo de sustancia, ni ningún ser que posea sa­ es la suposición por el analizante de un sujeto
ber en su pathos [...] ni siquiera algún logos encar­ que sabe lo que inicia el proceso a íalítico, y no
nado, sino al sujeto cartesiano, que aparece en el mo­ el saber que tiene realmente el ana ista.
mento en que se reconoce la duda como certidumbre.
( S i l , 126) La frase “sujeto supuesto sabe' no designa
al analista mismo, sino una función que el ana-
El símbolo del sujeto, la letra S, se nombra lista puede llegar a encarnar en la cura. Sólo
en francés con una voz homófona al Es freudia­ cuando el analista es percibido pos el analizante
no (véase e l l o ); según Lacan, este hecho ilus­ como encamando esta función puede decirse
tra que el verdadero sujeto es el sujeto del in­ que se ha establecido la transferencia (S il,
consciente. En 1957 Lacan tacha esa letra, para 233). En este caso, ¿qué tipo de saber se presu­
producir el símbolo S/, el “sujeto barrado”, con me que tiene el analista? “Se sudone que sabe
lo cual indica que el sujeto está esencialmente aquello de lo cual nadie puede huir, en cuanto
dividido. él lo formula: muy sencillamente, la significa­
ción” (S il, 253). En otras palapras, se suele
pensar que el analista sabe el sentado secreto de
SUJETO SUPUESTO SABER las palabras del analizante, las significaciones
(SUJET SUPPOSÉ SAVOIR, que desconoce la persona misma que habla. Só­
SUBJECT SUPPOSED TO KNOW) lo esta suposición (la suposición de que el ana­
lista es alguien que sabe) determi: ía que detalles
La expresión su je t supposé savoir (que a de otro modo insignificantes (gestos fortuitos,
menudo se abrevia S.s.S.) es difícil de traducir observaciones ambiguas) adquieran retroactiva­
al inglés. Sheridan la vierte como “subject sup- mente un sentido especial para el paciente qu<
posed to know”, y ésta es la forma adoptada en “supone”.
la mayoría de las obras en inglés sobre Lacan. Puede ocurrir que el pacienta suponga qu<
No obstante, Schneiderman propone la traduc­ el analista es un sujeto que sabe desde Si prime
ción alternativa “supposed subject ofknowled- momento de la cura, o incluso djssde antes, pe
ge" (supuesto sujetó,del saber), pues sostiene ro a menudo la transferencia tarda algún tiemp
que lo supuesto es el sujeto, y no el saber .(Sch­ en establecerse. En tal caso, “ciando el sujet
neiderman, 1980, vii),1 entra en análisis, está lejos de asignar al analií
La frase es introducida por Lacan' en 1961, ta este lugar [el de sujeto supuesto saber]
para designar la ilusión de autoconciencia (en ale­ (S il, 233); es posible que al principio el anal
mán Selbstbewusstseiri) transparente para sí mis­ zante vea al analista como un bjufón, o que r<
ma en su acto de saber (véase c o n c ie n c ia ). Esta tenga información para mantener al analista e
ilusión, que se genera en^el estadio del espejo, es la ignorancia (S il, 133). Sin embargo, “incluí
cuestionada por el psicoanálisis. El psicoanálisis al analista cuestionado se le atribuye en algí
demuestra que el s a b e r no puede ubicarse en nin­ momento una cierta infalibilidad” (S il, 234
gún sujeto particular, sino que es de hecho Ínter- antes o después, algún gesto fortuito del anali
subjetivo (Lacan, 1961-2, seminario del 15 de no­ ta es tomado por el analizante como signo <
viembre de 1961). alguna intención secreta, de algún saber ocult
En 1964 Lacan retoma la expresión al defi­ En ese punto, el analista ha pasado a encarn
nir la t r a n s f e r e n c ia como la atribución de sa­ al sujeto supuesto saber; se h i establecido
ber a un sujeto: “En cuanto el sujeto que se su­ transferencia. El fin de análisis llega cuando
analizante deja de suponerle saber al analis
de modo que éste cae de la pe sición de suj<
supuesto saber.
1. Quienes comparten el punto de vista de Schnei­ La frase “sujeto supuesto saber” tambi
derman suelen emplear en castellano la expresión “suje­ subraya el hecho de que lo q ie constituye
to supuesto al saber”. En realidad, la frase acuñada “su­
posición singular del analista es una relaci
jeto supuesto saber”, lo mismo que otros términos
técnicos, no es una traducción sino una transcripción li­
particular con el saber; el analista advierte c
teral. Esta construcción es normal en francés, pero en hay una escisión entre él y el saber que se
castellano resulta arómala. La traducción correcta en atribuye. En otras palabras, el analista di
castellano de esa expresión, en sí misma correcta en comprender que él sólo ocupa la posición de
francés, es “sujeto que se supone que sabe” [T.] guien en quien el analizante presume un sai
Superyó

no debe engañarse y creer que realmente posee sulta de la identificación edípica con el padre,
el saber que se le atribuye. El analista debe pero también se remite a la tesis de Melanie
comprender que, del saber que le atribuye el Klein sobre los orígenes matemos de una forma
analizante, él no sabe nada (Lacan, 1967, 20). arcaica de superyó (Lacan, 1938, 59-60).
Sin embargo, el hecho de que el sustento prin­ Cuando Lacan vuelve al tema en su semi­
cipal del proceso analítico sea un saber supues­ nario de 1953-4, ubica el superyó en el orden
to, y no el saber que realmente tiene el analista, simbólico, en tanto opuesto al orden imagina­
no significa que éste pueda contentarse con no rio del yo: “el superyó .está esencialmente si­
saber nada; por el contrario, dice Lacan que los tuado dentro del plano simbólico de la palabra”
analistas tienen que emular a Freud y convertir­ (SI, 102). El superyó tiene una estrecha rela­
se en expertos en cuestiones culturales, litera­ ción con la ley, pero esta relación es paradóji­
rias y lingüísticas. ca. Por un lado, la ley como tal es una estructu­
Lacan observa que, para el analista, el ana­ ra simbólica que regula la subjetividad, y en
lizante también es un sujeto supuesto saber. este sentido impide la desintegración. Por otra
Cuando el analista le explica la regla funda­ parte, la ley del superyó tiene un carácter “in­
mental de la asociación libre, en realidad le es­ sensato, ciego, de pura imperatividad y simple
tá diciendo: “Vamos, dígalo todo, todo será tiranía” (SI, 102). De modo que “el superyó es
maravilloso” (S17, 59). En otras palabras, el a la vez y al mismo tiempo la ley y su destruc­
analista le dice al analizante que se comporte ción” (SI, 102). El superyó surge de una mala
como si supiera de qué se trata, con lo cual lo comprensión de la ley, de las brechas en la ca­
instituye como sujeto supuesto saber. dena simbólica, y llena estas brechas con un
sustituto imaginario que distorsiona la ley (véa­
se E, 143; cf. las observaciones casi idénticas
SUPERYÓ (SURMOI, SUPEREGO) de Lacan sobre la censura: “la censura está
siempre relacionada con lo que, en el discurso,
El término “superyó” no aparece hasta muy se vincula a la ley en cuanto ésta no es entendi­
tarde en la obra de Freud, introducido en El yo da”, S 2 ,127).
y el ello (Freud, 1923b). En ese texto Freud Más específicamente, en términos lingüísti­
presentó su denominado “modelo estructural”, cos, “el superyó es un imperativo” (SI, 102).
en el cual la psique aparece dividida en tres ins­ En 1962 Lacan sostiene que este imperativo no
tancias: el y o , el e l l o y el superyó. No obstan­ es otro que el imperativo categórico kantiano.
te, el concepto de instancia moral que juzga y El imperativo específico del que se trata es el
censura al yo puede encontrarse en la obra de mandato “¡Goza!”; el superyó es el Otro en
Freud mucho antes de que localizara estas fun­ cuanto el Otro le ordena al sujeto gozar. El su­
ciones en el superyó: por ejemplo, en su con­ peryó es entonces la expresión de la voluntad
cepto de censura. de goce, que no es la propia voluntad del sujeto
El primer examen del superyó realizado por sino la voluntad del Otro, quien asume la forma
Lacan aparece en su artículo sobre la familia del “Supremo Ser-en-el-Mal” de Sade (Ec,
(Lacan, 1938). Allí diferencia claramente el su­ 773). El superyó es una “figura obscena, feroz”
peryó del IDEAL d e l y o , términos que Freud pa­ (E, 256), que impone una “moral insensata,
rece utilizar de modo intercambiable en El yo y destructiva, puramente opresiva, casi siempre
el ello. Dice Lacan que la función primaria del antilegal” al sujeto neurótico (SÍ, 102). El su­
superyó es reprimir el deseo sexual dirigido a la peryó está relacionado con la voz, y por lo tan­
madre en la resolución del complejo de Edipo. to con la pulsión invocatoria y con el SADISMO/
Siguiendo a Freud, sostiene que el superyó re­ m a s o q u is m o .

186
^ V. I yj

TEORÍA DE LAS RELACIONES te satisfactoria entre el sujeto y e objeto. La­


OBJETALES (THÉORIEDU can se opone a esta idea, y dice que para los
RELATION D ’OBJET, OBJECT- seres humanos no existe ninguna “armonía
REFLATIONS THEORY) preestablecida” entre “una neces: dad y el ob­
jeto que la satisface” (SI, 209). L i raíz de este
Freud definió el objeto como aquello en lo error, según Lacan, está en que, e i la teoría de
cual y a través de lo cual la pulsión alcanza su las relaciones objetales, “el objeto es primero
meta. En los años siguientes a la muerte de y principalmente un objeto de satisfacción”
Freud, los conceptos gemelos de “objeto” y (SI, 209). En otras palabras, al uñcar el obje­
“relación de objeto”, o “relación objetal”, to en el registro de la satisfacción y la n e c e s i ­
adquirieron una importancia creciente en la d a d , la teoría de las relaciones objetales con­
teoría psicoanalítica; finalmente, toda una es­ funde el objeto del psicoanálisis [con el objeto
cuela llegó a denominarse “teoría de las rela­ de la biología, y pasa por alto la dimensión
ciones objetales” . Los principales exponentes simbólica del deseo. Una consecuencia lamen­
de esta corriente fueron Ronald Fairbaim, D. table es que las dificultades específicas que
W. Wínnicott- y‘-,Michael 'Balint, todos ellos surgen de la constitución simbólica del deseo
miembros del Grupo del Medio de la British quedan desatendidas, con el res litado de que
Psycho-Analytical Society. Estos analistas di­ se proponen como meta de la cu -a “relaciones
ferían entre sí en muchos puntos, y por lo tan- objetales maduras” e ideales de “amor geni­
to la teoría de las relaciones objetales abarca tal”. De modo que la teoría de las relaciones
una amplia gama de posiciones teóricas. No objetales se convierte en la sede de un “mora-
obstante, a pesar de su falta de definición pre­ lismo delirante” (Ec, 716; véase también g e n i ­
cisa, esta teoría puede contrastarse con la p s i ­ t a l ).
c o l o g í a d e l YO, sobre la base de su foco Un aspecto estrechamente relacionado d<
puesto en el objeto y no en las pulsiones en sí. la teoría de las relaciones objetales que Lacar
Este foco en los objetos significa que la teoría también critica es el cambio de énfasis, que pa
de las relaciones objetales presta más atención sa del triángulo edípico a la relañón madre-hi
a la constitución intersubjetiva de la psique, jo, siendo esta última concebid* como una re
en contraste con el enfoque más atomista de la lación perfectamente simétrica, recíproca. Un
psicología del yo. La distinción entre estas dos de las preocupaciones fundamer tales de Laca
líneas de pensamiento ha sido atenuada por es restaurar la centralidad del triángulo edípic
analistas más recientes -por ejemplo Otto en psicoanálisis, volviendo a subrayar la- im
Kemberg- que han intentado integrar la teoría portancia del padre, en contraste con la impoj
de las relaciones objetales en el marco de la tancia que la teoría de las relaciones objétale
psicología del yo. asigna a la madre. Esta preocupación se at
Aunque el psicoanálisis lacaniano ha sido vierte en la-crítica que realiza Lacan de la rel¡
comparado con la teoría de las relaciones ob­ ción de objeto como una r e l a c ió n d u a l simi
jetales, en cuanto ambas escuelas ponen más trica, y en su idea de que la relación objeta! <
énfasis e n la i n t e r s u b j e t iv id a d , el propio La- una relación intersubjetiva que no envueh
can crítica reiteradamente esta teoría. Él se dos términos, sino tres.
centra sobre' todo en el modo en que la teoría La crítica de Lacan a la teoría de las reí
de las relaciones objetales visualiza la posibi­ ciones objetales inglesa, tal como la hemos r
lidad de una relación completa y perfectamen­ sumido, constituye uno de los principales t

Tiempo

mas del primer año de su seminario público do) ha sido el empleo por Lacan de las sesio­
(1953-4). En el cuarto año del seminario, titu­ nes de duración variable (en francés, séances
lado “La relación de objeto” (Lacan, 1956-7), scandées), que la International Psycho-Analy­
Lacan no discute la escuela británica de la teo­ tical Association (IPA) consideró causa sufi­
ría de las relaciones objetales (Balint, Fair- ciente para no aceptarlo como miembro. No
bairn, Guntrip, etcétera), sino la escuela fran­ obstante, centrarse exclusivamente en esta
cesa (Maurice Bouvet). práctica particular supone pasar por alto otras
interesantes dimensiones clínicas de la teoría
del tiempo lógico, comò por ejemplo el modo
TIEMPO (TEMPS, TIME) eñ que el concepto lacaniano de “el tiempo pa­
ra comprender” puede arrojar luz sobre la con­
Uno de los rasgos más distintivos del psi­ cepción freudiana de la elaboración. (Véase
coanálisis lacaniano es su enfoque de la Forrester, 1990, cap. 8.)
cuestión del tiempo. En términos amplios, el El concepto lacaniano de tiempo lógico an­
abordaje de Lacan se caracteriza por dos im­ ticipa las incursiones de Lacan en la lingüística
portantes innovaciones: el concepto del tiempo saussureana, que se basa en la distinción entre
lógico, y el énfasis en la retroacción y en la an­ los aspectos diacrònico (temporal) y sincrónico
ticipación. (atemporal) del lenguaje. De allí la creciente
importancia que, a partir de la década de 1950,
Tiempo lógico le asigna Lacan a las e s t r u c t u r a s sincrónicas
o intemporales, más bien que a las “fases” evo­
En su artículo titulado “El tiempo lógico” lutivas. De modo que cuando Lacan emplea la
(1945), Lacan quita base a las pretensiones de palabra “tiempo” habitualmente hay que enten­
intemporalidad y eternidad de la lógica, al de­ derla como una estructura, un estado sincróni­
mostrar que ciertos cálculos lógicos incluyen co relativamente estable, y no como un mo­
una inevitable referencia al tiempo. No obstan­ mento fugaz diacrònico. De modo análogo,
te, el tipo de temporalidad involucrada no es cuando habla de “los tres tiempos del complejo
especificable con referencia al reloj, sino en sí de Edipo” el ordenamiento se basa en priorida­
misma producto de ciertas articulaciones lógi­ des lógicas, y no en una secuencia cronológica.
cas. Esta distinción entre el tiempo lógico y el El cambio no es visto como un movimiento
tiempo cronológico apuntala toda la teoría de gradual o suave a lo largo de un continuum, si­
la temporalidad de Lacan. no como el abrupto pasaje de una estructura
El hecho de que el tiempo lógico no sea discreta a otra.
objetivo no significa que se trata simplemente El énfasis de Lacan en las estructuras sin­
de un sentimiento subjetivo; por el contrario, crónicas o intemporales puede verse como un
tal como lo indica el adjetivo “lógico”, es una intento de explorar el enunciado de Freud so­
estructura dialéctica precisa que puede formu­ bre la no-existencia del tiempo en el incons­
larse con rigor en términos matemáticos. En el ciente. No obstante, Lacan modifica esta con­
artículo de 1945, Lacan dice que el tiempo ló­ cepción con su propuesta de 1964 en el sentido
gico tiene una estructura tripartita, cuyos tres de que el inconsciente sea caracterizado en los
momentos son: 1) el instante de la mirada; 2) términos de un movimiento temporal de aper­
el tiempo para comprender; 3) el momento de tura y cierre (S il, 143, 204).
concluir. Por medio de un sofisma (el proble­
ma de los tres presos), Lacan muestra que esos Retroacción y anticipación
tres momentos no están construidos en térmi­
nos de unidades cronométricas objetivas, sino Otras formas de psicoanálisis, como la psi­
como una lógica intersubjetiva basada en una cología del yo, se basan en una concepción li­
tensión entre aguardar y precipitarse, entre la neal del tiempo (como se advierte, por ejem­
vacilación y la urgencia. El tiempo lógico es plo, en el énfasis en una secuencia lineal de
entonces “el tiempo intersubjetivo que estruc­ fases del desarrollo que el niño atraviesa natu­
tura la acción humana” (E, 75). ralmente; véase, d e s a r r o l l o ). Pero Lacan
La idea lacaniana del tiempo lógico no sólo abandona por completo esa concepción lineal
es un ejercicio de lógica; tiene también conse­ del tiempo, puesto que en la psique el tiempo
cuencias prácticas para la cura. La más célebre puede actuar igualmente en sentido inverso,
de estas consecuencias (históricamente hablan­ por retroacción y anticipación.
188
Topología

R e tro a c c ió n (e n fr a n c é s a p rè s c o u p ) TOPOLOGIA (TOPOLOGIE,


TOPOLOGY)
Los analistas franceses emplean la expre­
sión après coup para traducir la palabra alema­ La topología, originalmente denominada
na Nachträglichkeit empleada por Freud, que analysis situs por Leibniz, es una rama de las
la Standard Edition vierte como “deferred ac­ matemáticas que trata sobre las propiedades
tion” (acción diferida). Estas frases se refieren que subsisten de las figuras en el espacio, no
ai modo en que, en la psique, los aconteci­ obstante las deformaciones continuas a las que
mientos presentes afectan a posteriori a los pa­ se sometan esas figuras. Estas propiedades son
sados, puesto que el pasado sólo existe en la las de continuidad, contigüidad y limitación. En
psique como un conjunto de recuerdos cons­ topología, el espacio es topologia \ un espacio
tantemente reelaborados y reinterpretados a la que no se limita al espacio euclidií no (de dos y
luz de la experiencia presente. Lo que le inte­ tres dimensiones), ni a espacios de
resa al psicoanálisis no es la secuencia pasada de decirse que no tienen ninguna dimensión.
real de los acontecimientos en sí, sino el modo De modo que el espacio topològico descarta to­
en que esos acontecimientos se encuentran en das las referencias a la distancia, la forma, el
el presente en la memoria, y el modo en que el área y el ángulo, y se basa sólo en un concepto
paciente los comunica. Cuando Lacan dice que de proximidad o vecindad.
la meta de la cura es “la reconstitución com­ Freud empleó metáforas esdaciales para
pleta de la historia del sujeto” (SI, 12), aclara describir la psique en La interpre 'ación de los
que lo que él entiende por “historia” no es sim­ sueños, donde cita la idea de G, T Fechner, de
plemente una secuencia real de acontecimien­ que la escena de la acción de los si eños es dife­
tos pasados j sino “la síntesis presente del pasa­ rente de la escena de la vida ideac onal de vigi­
do” (SI, 36). “La historia no es el pasado. La lia, y propone el concepto de “locálidad psíqui­
historia es el pasado en cuanto está historizado ca”. Freud tiene el cuidado de exp .icar que este
en el presente" (SI, 12). De manera que las fa­ concepto es puramente tópico, y 10 debe con­
ses pregenitales no 'son vistas como hechos fundirse con una localización físi :a anatómica
reales cronológicamente anteriores a la fase (Freud, 1900a, SE V, 536). Su “primera tópica”
genital, sino como formas de d e m a n d a , pro­ (habitualmente designada en inglés “topogra-
yectadas retroactivamente en el pasado (E, phic system”) dividía la psique en res sistemas:
197). Lacan también demuestra que el discurso el consciente (Cs), el preconsciente (Pcs) y el
se estructura por retroacción; sólo cuando ha inconsciente (Ies). La “segunda típica” (habi­
sido pronunciada la última palabra de la ora­ tualmente designada en inglés “structural sys­
ción adquieren su pleno sentido las palabras tem”) dividía la psique en las tres agencias del
iniciales (E, 303) (véase p u n t u a c ió n ). yo, el superyó y el ello. Lacan critica estos mo-
delos por no ser suficientemente topológicos.
Anticipación Sostiene que el diagrama con el que Freud ilus
tra la segunda tópica en El yo y el ello (1923b)
Si la retroacción se refiere al modo en que llevó a la mayoría de los lectore; a olvidar el
el presente afecta el pasado, la anticipación de­ análisis en el que se basaba, en viiftud del poder
signa el modo en que el futuro afecta el pre­ intuitivo de la imagen (véase E, 2 .4). De modo
sente. Como la retroacción, la anticipación que Lacan comienza a interesarse por la topolo­
marca la estructura de la palabra; las primeras gía a causa de que ella proporcior a medios no-
palabras de una oración se ordenan anticipando intuitivos, puramente intelectuale;, para expre­
las palabras que seguirán (E, 303). En el esta­ sar el contexto de e s t r u c t u r a , tan importante
dio del espejo, el yo se construye sobre la base para el foco lacaniano en el orden simbólico.
de la anticipación de una completud futura La misión de los modelos topológ .eos de Lacan
imaginada (que, en realidad, nunca llega). La es “impedir la captura imaginaria ” (E, 333). A
estructura de la anticipación es ilustrada lin­ diferencia de las imágenes intu.tivas, en las
güísticamente del mejor modo por el tiempo cuales “la percepción eclipsa la estructura”, en
futuro perfecto (E, 306). La anticipación tam­ la topología de Lacan “no hay ni iguna oculta­
bién desempeña un papel importante en la ción de lo simbólico” (E, 333).
estructura tripartita del tiempo lógico; al “mo­ . Dice Lacan que la topología ho es simple­
mento de concluir” se llega con prisa, antici­ mente un modo metafórico de ex uresar el con­
pando una certidumbre futura (Ec, 209). cepto de estructura, sino la estruct ura en sí (La-
189
Toro

can, 1973b). Subraya que la topología privile­ las figuras topológicas, véase Granon-Lafont
gia la función del corte, puesto que el corte es (1985).
lo que distingue una transformación disconti­
nua de una transformación continua. Ambos ti­
pos de transformación desempeñan un papel en TORO (TORE, TORUS)
la cura. Como ejemplo de transformación con­
tinua, Lacan menciona la b a n d a d e M o e b i u s ; El toro es una de las figuras que Lacan ana­
así como uno pasa de un lado al otro al seguir • liza en su estudio dé la t o p o l o g ía . En su forma
la banda sin interrupciones, también el sujeto más simple, es un anillo, un objeto tridimensio­
puede atravesar el fantasma sin dar un salto mí­ nal que se obtiene tomando un cilindro y unien­
tico desde adentro hacia afuera. Como ejemplo do sus dos extremos (figura 19).
de transformación discontinua, Lacan también La primera referencia de Lacan al toro data
se remite a la banda de Moebius, la cual, cuan­ de 1953 (véase Ec, 105), pero sólo comienza a
do se realiza un corte longitudinal por el medio figurar de modo prominente en su obra a partir
se convierte en un solo anillo con propiedades del abordaje de la topología en la década de
topológicas muy diferentes; tiene dos lados en 1970. La topología del toro ilustra ciertos ras­
lugar de uno. Así como el corte opera una gos de la estructura del sujeto.
transformación discontinua en la banda de Una característica importante del toro es
Moebius, también una interpretación eficaz del que su centro de gravedad cae fuera de su volu­
analista modifica la estructura del discurso del men, así como el centra del sujeto está fuera de
analizante de un modo radical. él; el sujeto está descentrado, es excéntrico.
Mientras que el e s q u e m a L y los otros es­ Otra propiedad del toro es que “su exterio­
quemas producidos en la década de 1950 pue­ ridad periférica y su ¡exterioridad central consti­
den verse como la primera incursión de Lacan tuyen una región única” (E, 105), Esto ilustra el
en la-topología, las formas topológicas sólo ad­ modo en que el psicoanálisis problematiza la
quieren prominencia cuando, en la década de distinción entre el “adentro” y el “afuera” (véa­
1960, él dirige su atención hacia las figuras del se EXTMÍDAD).
t o r o , la banda de Moebius, la botella de Klein
y el cross-cap (véase Lacan, 1961-2).
Más tarde, en la década de 1970, Lacan TRANSFERENCIA (TRANSFERT,
aborda el ámbito más complejo de la teoría de TRANSFERENCE)
los nudos, especialmente el n u d o b o r r o m e o .
Para una introducción al empleo por Lacan de El término “transferencia” aparece primero

190
-V
Transferencia

en la obra de Freud como un nombre más del sino en la estructura de una relación intersubje­
desplazamiento del afecto desde una idea a otra tiva. Esta definición estructural de la transfe­
(véase Freud, 1900a, SE V, 562), pero más rencia permanece como tema cons :ante en el
adelante pasa a referirse a la relación del pa­ resto de la obra de Lacan; él sistemjáticamente
ciente con el analista a medida que se desarro­ sitúa la esencia de la transferencia e i lo simbó­
lla en la cura. Esta acepción se convierte pronto lico y no en lo imaginario, aunque está claro
en el significado central de la palabra, y es el que tiene poderosos efectos imagir tarios. Más
sentido que habitualmente se le atribuye en la adelante Lacan observará que, si bi mi la trans­
teoría psicoanalítica actual. ferencia suele manifestarse con la apariencia de
El empleo de un término especial para de­ amor, primero y principalmente se trata de
signar la relación del paciente con el analista se amor al saber.
justifica por el carácter peculiar de dicha rela­ Lacan vuelve al tema en su se minario de
ción. En un principio, Freud se sintió impresio­ 1953-4. En esa oportunidad no re urre a tér-
nado por la intensidad de las reacciones afecti­ minos tomados de la dialéctica hegeliana, sino
vas de la paciente-médico, en el tratamiento de de la antropología del intercamt io (Mauss,
Anna O. por Breuer en 1882; a su juicio, la pa­ Lévi-Strauss). La transferencia está implícita
ciente transfería al médico ideas inconscientes en el hábito de habla, el cual supo le un inter-
(Freud, 1895b). Al desarrollar el método psi- cambio de signos que transforman al emisor y
coanalítico, primero consideró que la transfe­ al oyente:
rencia era exclusivamente una r e s is t e n c ia que
impedía la rememoración de recuerdos reprimi­ En su esencia, la transferencia efí az que esta-
dos, un obstáculo al tratamiento que era necesa­ m os considerando es sencillam ente el icto de habla.
Cada v ez que un hombre le habla a otrp de un modo
rio “destruir” (Freud, 1905e, SE VII, 116). Pero
auténtico y pleno hay, en el verdadero ¡entido, trans-
gradualmente modificó este modo de ver, lle­ ferencia, transferencia sim bólica -alge que tiene lu­
gando á concebir la transferencia también como gar y que cam bia la naturaleza de los jos seres pre-
un factor positivo que ayuda al progreso de la sentes.
cura. El valor positivo de la transferencia reside (S.1,109)
en el hecho de que proporciona un modo de
confrontar la historia del analizante en la inme­ En el seminario del año siguiejnte continúa
diatez de la relación presente con el analista; en elaborando la naturaleza simbólica de la trans­
el modo de relacionarse con el analista, el ana­ ferencia, que identifica con la compulsión a re­
lizante inevitablemente repite relaciones ante­ petir, la insistencia de los determinantes simbó­
riores con otras figuras, especialmente las de licos del sujeto (S2. 210-11). Este ¡aspecto de la
los progenitores. Esta naturaleza paradójica de transferencia debe distinguirse del imaginario,
la transferencia, que al mismo tiempo obstacu­ que es el de las reacciones afectivas de amor y
liza la cura y la impulsa hacia adelante, quizá agresividad. Con esta distinción entre los as­
contribuya a explicar que en la teoría psicoana­ pectos simbólicos e imaginarios de la transfe­
lítica actual haya tantas concepciones diferentes rencia Lacan proporciona un moao útil de en­
y opuestas al respecto. tender la función paradójica de este fenómeno
El pensamiento de Lacan sobre la transfe­ en la cura psicoanalítica. En su asbecto simbó-
rencia atravesó varias etapas. El primer aborda­ lic o (REPETICIÓN) c o n tr ib u y e a l a: -opreso de la
je detallado del tema es “Intervención sobre la cura al revelar los significantes le la historia
transferencia” (Lacan, 1951), en el cual descri­ cfel sujeto, mientras que su asoecto-imagmario
be la transferencia en términos dialécticos to­ (am oryodioPactua. comaxssifltsn :ia (véase S4,
mados de Hegel. Critica a la psicología del yo 135; S 8,204).
por definirla en términos de a f e c t o : “La trans­ Lacan retoma la cuestión en il octavo año
ferencia no se refiere a ninguna propiedad o de su seminario (Lacan, 1960-1), ¡itulado senci­
afecto misteriosos, e incluso cuando se revela llamente “La transferencia”. Allí utiliza El ban­
bajo la apariencia de la emoción, sólo adquiere quete de Platón para ilustrar la re' ación entre el
sentido en virtud del momento dialéctico en el analizante y el analista. Alcibíac es compara a
cual se produce” (Ec, 225). Sócrates con una caja sin adorno ¡ que encierra
En otras palabras, Lacan dice que, aunque un objeto precioso (en griego, ágalma)', así co­
la transferencia a menudo se manifiesta en for­ mo Alcibíades le atribuye a Sócrates un tesoro
ma de afectos particularmente fuertes, como el oculto, el analizante ve en el analista su objete
AMOR y el odio, no consiste en tales emociones, de deseo (véase o b j e t o a).
191
Transferencia
%

En 1964 Lacan articula el concepto de transferencia neurótica, y de tal modo la resol­


transferencia con el de s u je t o s u p u e s t o s a b e r ; vían o “liquidaban”.
esta articulación será en adelante central en la Algunas de las críticas más incisivas de La-
concepción lacaniana .del fenómeno; por cierto, can apuntan a éste modo de representar la cura.
es esta idea de la transferencia lo que ha llega­ Estas críticas se basan en los argumentos si­
do a verse como el más complejo intento de guientes.
Lacan por teorizar el tema. Según esta idea, la 1. Toda la idea de la adaptación a la reali­
transferencia consiste en la atribución de saber dad se desprende de una epistemología empiris-
al Otro, en la suposición de que el Otro es un ta ingenua, que supone la apelación a una idea
sujeto que sabe: “En cuanto el sujeto que se su­ no-problemática de la “realidad” como algo da­
pone que sabe existe en algún lado hay do objetivo y evidente de por. sí. De este modo
transferencia” (S il, 232). se pasa por alto lo que ha descubierto el psicoa­
Aunque la existencia de la transferencia es nálisis sobre la construcción de la realidad por
una condición necesaria de la cura, por sí mis­ el yo a partir de su propio desconocimiento.
ma no es suficiente; además de ella, el analista Por lo tanto, cuando el analista supone que él
tiene que tratar con la transferencia de un modo está mejor adaptado a la realidad que el pacien­
singular. Esto es lo que diferencia el psicoanáli­ te, no le queda más recurso que “recaer en su
sis de la s u g e s t ió n ; aunque uno y otra se basan propio yo”, puesto que éste es el único “trozo
en la transferencia, en el psicoanálisis el analis­ de realidad que conoce” (E, 231). La parte sana
ta se niega a usar el poder que la transferencia del yo del paciente queda entonces sencilla­
le otorga (véase E, 236). mente definida como “la parte que piensa como
Desde muy pronto en la historia del psicoa­ ; nosotros” (E, 232). Esto reduce la cura a una
nálisis, se hizo común distinguir entre los as­ ; forma de sugestión en la cual el analista sim-
pectos de la relación del paciente con el analis­ - plemente “impone su propia idea de la reali­
ta que “se adaptaban a la realidad” y aquellos dad” al analizante (E, 232). En consecuencia,
que no lo hacían. En esta última categoría caían “la incapacidad [del analista] para sostener una
todas las reacciones del paciente causadas por praxis de un modo auténtico resulta, como sue­
“la percepción distorsionada del analista”. Al­ le suceder con la humanidad, en ejercicio de
gunos analistas usaron el término “transferen­ poder” (E, 226).
cia” para referirse a todos los aspectos de la re­ 2. La idea de que la “percepción distorsio­
lación entre analizante y analista, en cuyo caso nada del analista” por el analizante puede liqui­
distinguían la “transferencia neurótica” distor­ darse mediante interpretaciones es una falacia
sionada o “neurosis de transferencia”, por un lógica, puesto que “la transferencia interpreta
lado, y por el otro la “parte inobjetable de la sobre la base de la transferencia misma, y con
transferencia” o “alianza terapéutica” (Edward el instrumento de la transferencia” (S8, 206).
Bibring, Elizabeth Zeztel). Otros analistas sos- En otras palabras, no hay ningún m e t a l e n g u a -
. tuvieron que la palabra “transferencia” debía li­ je de la transferencia, ningún punto de vista que
mitarse a designar las relaciones “irracionales” esté fuera de la transferencia y desde el' cual el
o “no-realistas” del analizante (William Silver- analista pueda ofrecer una interpretación, pues­
berg, Franz Alexander). No obstante, el supues­ to que todas las interpretaciones que presenta
to común subyacente en estas posiciones era “serán recibidas como provenientes de la perso­
que el analista estaba en condiciones de decidir na que la transferencia le imputa ser” (E, 231),
^cuándo el paciente no reaccionaba a él sobre la De modo que es contradictorio pretender que la
''base de lo que él (el analista) era realmente, si­ transferencia puede disolverse mediante una in­
no repitiendo relaciones anteriores con otras terpretación, cuando es la transferencia misma
personas. Se le atribuía al analista esta capaci­ la que condiciona la aceptación de la interpreta­
dad por suponérselo mejor “adaptado a la reali­ ción por el analizante: “la emergencia del suje­
dad” que el paciente mismo. Informado por su to desde la transferencia se pospone entonces
propia percepción correcta de la realidad, el ad infinitum” (E, 231).
analista podía ofrecer “interpretaciones de la ¿Significa esto que los analistas lacanianos
transferencia”, es decir, podía señalar la discre­ nunca interpretan la transferencia? Por cierto
pancia entre la situación y el modo irracional que no; Lacan afirma que “es natural interpretar
en que el paciente reaccionaba a ella. Se decía la transferencia” (E, 27IX pero al mismo tiem­
que estas interpretaciones de la transferencia po no abriga ilusiones sobre el poder de tales
ayudaban al paciente a lograr un “insighf de su interpretaciones para disolverla. Lo mismo que
192
W W W ‘W W V.
■Y
Trans itivismo

en cualquier otra interpretación, el analista debe las de la transferencia positiva”, sobre la base
utilizar todo su arte para decidir si y cuándo ha que mantiene la dirección de la cura).
de interpretar, y sobre todo tiene que evitar que Aunque Lacan habla ocasionalmente de
lo que dice sirva exclusivamente a la interpreta­ c o n t r a t r a n s f e r e n c ia , por lo genera. prefiere
ción de la transferencia. También debe saber no emplear este término.
qué es exactamente lo que busca con esa inter­
pretación: no rectificar la relación del paciente
con la realidad, sino mantener el diálogo analí­ TRANSITIVISMO (TRANSITIVlSJpE,
tico. “¿Qué significa interpretar la transferen­ TRANSITIVISM)
cia? No otra cosa que llenar el vacío de este
atolladero con un señuelo. Pero si bien puede El transitivismo, un fenómeno des cubierto
ser engañoso, este señuelo cumple un propósito por Charlotte Bühler (véase E, 5), d ísigna un
al volver a poner en marcha todo el proceso” tipo especial de id e n t if ic a c ió n ob ervada a
(Ec, 225). menudo en la conducta de los niños ;jequeños.
Al describir la transferencia como “positi­ Por ejemplo, un niño puede pegarle a otro de
va” o “negativa”, Lacan adopta dos enfoques la misma edad en el lado izquierdo de!la cara,
diferentes. Siguiendo a Freud, emplea a veces y a continuación tocarse el lado dere cho de su
estos adjetivos para designar la naturaleza de propio rostro y gritar por un dolor iimaginado,
los afectos; la “transferencia positiva” es en es­ Para Lacan, el transitivismo ilustra a conjun-
te sentido el afecto amoroso, y la “transferencia ción del yo y el otro, inherente a la identifica-
negativa”, el afecto agresivo (Ec, 222). Pero a ción imaginaria. La in v e r s ió n (entre izquierda
veces Lacan toma los términos “positivo” y y derecha) es una prueba adicional de la fun-
ítne:gatiyo^jgara; rejPeriT^e__aJLosefiectos__fevora- ción especular.
ble£ojEs^QSHlSÍa3aI5ansIcEEHaa^^^ía El transitivismo es también evid ei;nte en la
cura (véase E, 271, donde Lacan dice que cuan- paranoia, en la cual el ataque y el co ntraataque
do'la resistencia del analizante se opone a la su­ aparecen ligados “en una equivaleneiia absolu-
gestión, esa resistencia debe “ubicarse en las fi- ta” (Lacan, 1951b, 16).
¿ Á jJ c u u & S f y w k ,
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0 Va

^ 3 ìoòi T r t m D

193
VERDAD (VÉR1TE, TRUTH) sobre el deseo. “La verdad se abre camino en lo
real gracias a la dimensión de la palabra. No
El término “verdad” es uno de los esencia­ hay nada cierto o falso antes de la palabra” (SI,
les y no. obstante más complejos del discurso 228).
de Lacan. Hay algunos puntos básicos, claros y
constantes en la concepción lacaniana de la L a v e r d a d y l a c ie n c ia
verdad: la verdad es gipmpre la yp.irlar[-<:nhrff el
^deseo, y la meta del tratamiento es llevar al Desde los primeros escritos le Lacan, el
' analizante a articular esta verdad. La verdad no término “verdad” tiene matices metafísicos, in­
aguarda, en algún estado de plenitud preforma- cluso místicos, que problematizan cualquier in­
do, que el analista la revele al analizante; por tento de articular la verdad con la ciencia. No
el contrarioJse^construye gradualmente en el se trata de que Lacan niegue que la ciencia
movimiento dialécticoc[^Ta,'cura'in'. ffi(Hc, apunta a conocer la verdad, sino simplemente
144)! En oposición a las tradiciones de la filo­ de que la ciencia no puede pretender el mono­
sofía clásica, Lacan dice que la verdad no es polio de la verdad, la verdad cor 10 propiedad
bella (S7, 217), y que conocerla no es necesa­ exclusiva (Ec, 79). Lacan dice qut la ciencia se
riamente beneficioso (S17, 122). Si bien él ha­ basa en realidad en una forclusión del concepto
bla siempre de “la verdad” en singular, no se de verdad como causa (Ec, 874). El concepto
tráta de una única verdad universal, sino de de verdad es esencial para entender la locura, y
una verdad absolutamente particular, peculiar la ciencia moderna le quita sentido a la locura
de cada sujeto (véase S7, 24). No obstante, al ignorar el concepto de verdad (Ec, 153-4).
más allá de estos puntos simples, resulta impo­
sible dar una definición unívoca del- modo en La verdad, las mentiras y ei engaño
que Lacan usa el término, puesto que funciona
simultáneamente en múltiples contextos, en La verdad está íntimamente vinculada al
oposición a una amplia variedad de conceptos. engaño, puesto que las mentiras a menudo pue­
Por lo tanto, aquí nos limitaremos a dar una in­ den revelar la verdad sobre el deseo con más
dicación general de algunos de los contextos elocuencia que los enunciados sinceros. El en­
en que aparece. gaño y las mentiras no son.opuestos a la ver­
dad: por el contrario, están inscritos en el texto
Verdad versus exactitud de la verdad. El papel del analista es revelar la
verdad inscrita en el engaño de ja palabra del
En la exactitud se trata de “introducir la analizante. Aunque el analizante puede en efec­
medición en lo real” (E, 74), y ésta es la meta to decirle al analista “lo estoy engañando”, el
de las ciencias exactas. Pero la verdad concier­ analista le responde “En este lo eístoy engañan­
ne al deseo, que no es un tema de las ciencias do, lo que usted envía como mensaje es lo que
exactas sino de las ciencias de la subjetividad. yo le expreso, y al hacerlo me d ,ce la verdad”
En consecuencia, la verdad sólo es un concepto (S il, 139-40; véase S 4 ,107-8).
significativo en el contexto del lenguaje: “La
dimensión de la verdad emerge con la aparición La verdad versus las falsas apariencias
del lenguaje” (E, 172). La cura psicoanalítica
se basa en la premisa fundamenta] de que la pa­ Las falsas apariencias que presenta el anali­
labra es el único medio para revelar la verdad zante no son meros obstáculos que el analista
Verdad

d e b e s a c a r a lu z y d e s c a r ta r p a r a d e s c u b r ir l a tífico” (sigue este caso la indicación de Bent-


v e rd a d ; p o r e l c o n tra rio , e l a n a lis ta tie n e q u e to ­ ham, véase S7, 12). De modo que para Lacan
m a rla s e n c u e n ta ( v é a s e s e m b l a n t e ). “ficción” corresponde al término freudiano
Konvention, convención (véase S il, 163), y'
La verdad, el error y los actos fallidos tiene más en común con la verdad que con la
falsedad. Por cierto Lacan dice que la verdad
El psicoanálisis ha demostrado que la ver­ está estructurada como una ficción (E, 306; Ec,
dad sobre el deseo es a menudo revelada por 808).
actos fallidos (parapraxias; véase a c t o ). Las
complejas relaciones que existen entre la ver­ La verdad y lo real
dad, los actos fallidos, el error y el engaño son
evocadas por Lacan en una frase típicamente La oposición que Lacan traza entre la ver­
elusiva, cuando él describe “la estructuración dad y lo real data de sus escritos anteriores a la
de la palabra en busca de la verdad” como guerra (por ejemplo, Ec, 75), y es retomada en
“error que emprende la fuga en el engaño y es diversos momentos: “Estamos acostumbrados
recapturado por el acto fallido” (SI, 273). a lo real. Reprimimos verdad” (E, 169). No
obstante, Lacan señala también que la verdad
La verdad y la ficción es similar a lo real; es imposible articular la
verdad total, y “precisamente debido a esta im­
Lacan no emplea la palabra “ficción” en el posibilidad, la verdad aspira a lo real” (Lacan,
sentido de “falsedad” sino de “constructo cien­ 1973a, 83).

196
V_y V_y V,/ K_J ,J
A

YO (iM O IEG O ) ' torios. Por un lado, en el contexto de la teoría


del narcisismo, “el yo se pone contra el objeto”,
Desde muy pronto en su obra, Lacan juega mientras que, por otro lado, en el contexto del
con el hecho de que la palabra alemana que em­ denominado “modelo estructural” j “el yo se po­
plea Freud (Ich) puede traducirse al francés de ne de parte del objeto” (Lacan, 1951b, 11). El
dos modos: moi (que era la versión usual adop­ primer enfoque ubica al yo con firmeza en la
tada por los psicoanalistas franceses) y je . Esto economía libidinal, y lo vincula al principio de
había sido señalado primeramente por el gramá­ placer, mientras que el segundo abordaje vincu­
tico francés Édouard Pichón (véase Roudinesco, la el yo al sistema de percepción-conciencia, y
1986,301). Por ejemplo, en su artículo sobre el lo opone al principio de placer. Lalcan dice tam­
estadio del espejo, Lacan oscila entre los dos bién que la aparente contradicción entre estas
términos (Lacan, 1949). Si bien resulta difícil dos descripciones “desaparece cu< ndo nos libe­
discernir una distinción sistemática entre ellos ramos de una concepción ingenua del principio
en ese ensayo, está claro que no son sencilla­ de realidad” (Lacan, 1951b, 11; v< ase p r in c ip io
mente usados de modo intercambiable, y en d e r e a l id a d ). La realidad con la que el yo ac­
1956 Lacan todavía seguía buscando un modo túa de mediador en la segunda descripción está
de distinguirlos claramente (S3,261). Fue la pu­ hecha del principio de placer que el yo repre­
blicación del trabajo de Jakobson sobre los shif- senta en la primera. No obstante, es discutible
ters, en 1957, lo que le permitió teorizar esta que este argumento resuelva la co [itradicción o
distinción con mayor nitidez; en 1960 Lacan se simplemente privilegie la primera descripción a
refiere al j e como sh ifte r, en tanto designa pero expensas de la segunda (véase S20, 53, donde
no significa al sujeto de la enunciación (E, 298). se dice que el yo crece “en la maceta del princi­
La mayoría de las traducciones al inglés dejan pio de placer”). I
en claro el uso de Lacan vertiendo moi como Lacan sostiene que el descubrimiento freu-
“eg o '\ y j e como ‘T \ En castellano, se suele diano del inconsciente removió el vo de la posi­
acompañar la palabra “yo” por la voz francesa ción central que la filosofía occidental le había
que corresponda, entre paréntesis. tradicionalmente asignado, por lo {menos desde
Cuando Lacan utiliza el término latino ego Descartes. Dice, también que los jmpulsadores
(que es el mismo usado en la Standard Edition de la psicología del yo traicionaron el descubri­
para traducir el Ich de Freud), le asigna el mis­ miento radical de Freud, al reubicár al yo como
mo sentido que moi, pero implicando también centro del sujeto (véase y o a u t ó n o m o ) . En
una referencia más directa a las escuelas anglo­ oposición a esta escuela de pensamiento, Lacan
norteamericanas de psicoanálisis, sobre todo la sostiene que el yo no está en el centro, que el
PSICOLOGÍA DEL YO. yo es en realidad un objeto.
El uso por Freud del término Ich (yo) es ex­ El yo es una construcción que se forma por
tremadamente complejo, y sufrió muchos desa­ identificación con la imagen especular del e s ­
rrollos a lo largo de su obra, antes de llegar a t a d io d e l e s p e j o . Es entonces el lugar donde el
designar una de las tres instancias del denomi­ sujeto se aliena de sí mismo, transformándose
nado “modelo estructural” (las otras dos son el en el semejante. Esta alienación sopre la cual se
ello y el superyó). A pesar de la complejidad de basa el yo es estructuralmente similar a la para­
las formulaciones de Freud sobre el yo, Lacan noia, razón por la cual Lacan escr be que el yo
discierne en ellas dos enfoques principales, y tiene una estructura paranoica (E, 20). El yo es
señala que éstos son aparentemente contradic- una formación imaginaria, en tanto opuesto al
197
Yo autónomo

que es un producto de lo simbólico


s u je t o , la meta de la cura sea promover la a d a p t a c ió n
(véase E, 128). Por cierto, el yo es precisamen­ del yo a la realidad.
te un desconocimiento del orden simbólico, la
sede de la resistencia. El yo está estructurado
como un síntoma: “El yo está estructurado YO AUTÓNOMO (ÍNG.: AUTONOMOUS
exactamente como un síntoma. En el corazón EGO)
del sujeto, es sólo un síntoma privilegiado, el
síntoma humano por excelencia, la enfermedad La expresión “yo autónomo” ha sido acuña­
mental del hombre” (SI, 16). da por los impulsadores de la p s ic o l o g ía d e l
En consecuencia, Lacan se opone totalmen­ y o . De acuerdo con ellos, el y o se vuelve autó­
te a la idea, corriente en la psicología del yo, de nomo al lograr un equilibrio armonioso entre
que la meta de la cura es fortalecer el yo. Pues­ sus pulsiones primitivas y los dictados de la
to-que el yo es “la sede de las ilusiones” (SI, realidad. El yo autónomo es entonces sinónimo
62), aumentando su fuerza lo único que se lo­ del “yo fuerte”, “el yo bien adaptado”, “el yo
gra es acrecentar la alienación de sujeto. El yo sano”. Esta escuela concibe el psicoanálisis co­
es también la fuente de la resistencia a la cura, mo el proceso de ayudar al yo del analizante a
y por lo tanto fortalecerlo no hace más que au­ llegar a ser autónomo: se supone que esto se lo­
mentar esa resistencia. Debido a su ñjeza ima­ gra mediante la identificación del analizante
ginaria, el yo es resistente a todo crecimiento y con el yo fuerte del analista.
cambio subjetivos, y al movimiento dialéctico Lacan es muy crítico del concepto de yo au­
del deseo. Al socavar la fijeza del yo, la cura tónomo (véase E, 306-7). Dice que el yo no es
psicoanalítica apunta a restaurar la dialéctica libre sino que está determinado por el orden
del deseo y reiniciar el venir-a-ser del sujeto. simbólico. La autonomía del yo es sencillamen­
Lacan se opone a la idea de la psicología te una ilusión narcisista de dominio. Lo que go­
del yo que toma el yo del analizante como alia­ za de autonomía es el orden simbólico, y no el
do del analista en la cura. También rechaza que yo.

198
.J

APENDICE: CLAVE DE LAS


REMISIONES A LOS ESCRITOS

Las citas o menciones de los Escritos hacen referencia a la edición originil francesa
(Écrits, París, Seuil, 1966) o a su traducción (parcial) al inglés (Écrits: A Selectim , trad. de
Alan Sheridan, Londres, Tavistock, 1977). La inicial “Ec” remite a la versión fn ncesa. y la
inicial “E”, a la versión en inglés.
La tabla siguiente indica las páginas correspondientes en una u otra edición ¿ los textos
citados, que aquí se registran con sus títulos en castellano. A partir de las páginas indicadas
en las remisiones, esta tabla permite identificar el Escrito del que se trata en cada paso.

Páginas de la edición
en inglés (E)

I-7 “El estadio del espejo como formador de la función del y o .. (194&)
8-29 “La agresividad en psicoanálisis” (1948)
30-113 “Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis” (19^3a)
114-145 “La cosa fre u d ia n a ..(1 9 5 5 c )
146-178 “La instancia de la letra...” (1957b)
179-225 “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis ’ (1957-8b)
226-280 “La dirección de la cura.. (1958a)
281-291 “La significación del falo” (1958c)
292-325 “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo...” (1960a)

Páginas de la edición
francesa (Ec)

9-10 “Obertura de esta recopilación” (1966b)


II-61 “El seminario sobre ‘La carta robada’ ” (1955a)
65-72 “De nuestros antecedentes” (1966c)
73-92 “Más allá del ‘principio de realidad’ ” (1936)
125-49 “Introducción teórica a las funciones del psicoanálisis en criminolojgía” (1950)
151-93 “Acerca de la causalidad psíquica” (1946)
197-213 “El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada...” (1945)
215-226 “Intervención sobre la transferencia” (1951a)
229-36 “Del sujeto al fin cuestionado” (1966d)
323-362 “Variantes de la cura-tipo” (1955b)
363-367 “De un designio” (1966e)
369-380 “Introducción al comentario de Jean Hyppolite sobre la Vemeinunk de Freud”
(1954a)
381-399 “Respuesta al comentario de Jean Hyppolite sobre la Vemeinunfa de Freud”
(1954b)

199
Apéndice: clave de las remisiones a los Escritos

437-458 “El psicoanálisis y su enseñanza” (1957a)


459-491 “Situación del psicoanálisis y formación del psicoanalista en 1956” (1956a)
674-684 “Observación sobre el informe de Daniel Lagache: ‘Psicoanálisis y estructura
de la personalidad’ ” (1960b)
697-717 “En memoria de Emest Jones: Sobre su teoría del simbolismo” (1959)
717-724 “De un silabario a posteriori” (1966f)
725-736 “Ideas directivas para un congreso sobre la sexualidad femenina” (1958d)
739-764 “Juventud de Gide o la letra y el deseo” (1958b)
765-790 “Kant con Sade” (1962)
829-850 “Posición del inconsciente” (1964c)
851-854 “Del Trieb de Freud y del deseo del psicoanalista” (1964d)
855-877 “La ciencia y la verdad” (1965a)

200
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Aj

■ a
4
■1
BIBLIOGRAFIA

Para evitar los anacronismos creados por el sistema de referencia de Harvard, las obras d
Jacques Lacan son enumeradas por fecha de redacción. Las obras de otros autores aparece
según la fecha de su primera publicación.
Los números de tomo y página de las referencias a las obras de Freud corresponden
The Standard Edition o fthe Complete Psychological Works ofSigm und Frena, compilació
de James Strachey, 24 volúmenes, Londres, Hogarth Press y el Institute of Psycho-Analysií
A estas obras completas corresponde la abreviatura SE. Las letras agregadas a las fechas d
las obras, de Freud provienen de la bibliografía incluida en el tomo XXIV de la Standar
Edition.
Para una bibliografía más completa de las obras de Lacan, remitimos ají lector a De
(1983).

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213
v_y W W W v.7 \J \J W W W l. _

INDICE DE TERMINOS

Acción diferida, véase Retroacción Conocimiento, 57


Acting out, 29 Contratransferencia, 57
Acto, 30 Cosa, 59
Adaptación, 30 Cuaternario, 59
Afánisis, 31 Cuerpo fragmentado, 60
Afecto, 31 Cura, 60
Agresividad, 32
Ágalma, véase Objeto a; Transferencia Das Ding, véase Cosa
Álgebra, 33 Defensa, 63
Algoritmo saussureano, véase Signo Dehiscencia, véase Hiancia
Alienación, 934 Delirio, 63
Alma bella, 35 Demanda, 64
Alucinación, 35 Desamparo, 64
Amo, 35 Desarrollo, 65
Amor, 36 Desconocimiento, 66
Análisis didáctico, 37 Deseo, 67
Analizante/psicoanalizante, 938 Deseo del analista, 69
Angustia, 38 Deslizamiento, 70
Anhelar-ser, véase Falta Desplazamiento, véase Metonimia
Anticipación, véase Tiempo Dialéctica, 70
A posteriori, véase Retroacción Diferencia sexual, 71
Arte, 39 Discurso, 73
Aufhebung, véase Dialéctica División, véase Escisión
Ausencia, 41
Automaton, véase Azar École Freudienne de París (EFP), ^éase Escue­
Azar, 41 la
Ello, 77
Banda de Moebius, 43 Emoción, véase Afecto
Barra, 43 Enunciación, 78
Bejahung, 44 Enunciado, véase Enunciación
Bella alma, véase Alma bella Envidia del pene, véase Privación
Biología, 44 Escena, 78
Escisión, 79
Cadena significante, cadena del significante, 47 Escritura, véase Letra
Captación, 47 Escuela, 79
Cártel, 48 Esquema L, 80
Causa, 48 Estadio del espejo, 81
Ciencia, 48 Estructura, 82
Código, 50 Ética, 84
Cogito, 50 Existencia, 86
Complejo, 51 Extimidad, 86
Complejo de castración, 52
Complejo de Edipo, 54 Factor c, 87
Complejo de Intrusión, véase Complejo Fading, véase Afánisis
Comunicación, 56 Falo, 87
Conciencia, 57 Falta, 89
Condensación, véase Metáfora Fantasma, 90

215
dice de términos

ise anal, véase Demanda; Desarrollo Materna, 124


ise fálica, véase Complejo de castración; Ge­ Matemáticas, 124
nital Materialismo, 125
ise oral, véase Demanda; Desarrollo Memoria, 126
íse preedípica, 91 Metáfora, 126
stichismo, 92 Metáfora paterna, 128
cción, véase Verdad Metalenguaje, 128
losofía, 93 Metonimia, 129
n de análisis, 94 Mirada, 130
>bia, 95 Modelo óptico, 130
>rclusión, 96 Moi, véase Yo
>rmaciones del inconsciente, 98 Momento de concluir, véase Tiempo
>rmación de los analistas, 98 Muerte, 132
eud, retomo a, 98 Mujer, 132
ustración, 99
mción paterna, véase Padre Narcisismo, 135
Naturaleza, 135
íneticismo, véase Desarrollo Necesidad, 136
ínital, 101 Negación, 137 .
ístalt, 102 Neurosis, 137
3ce, 102 Neurosis obsesiva, 137
:afo del deseo, 103 No-toda, véase Mujer
Nombre-del-Padre, 138
.anda, 105 Nudo borromeo, 139
.steria, 105
Oblatividad, véase Genital
eal del yo, 107 Objeto a, 141
ealismo, véase Materialismo Objeto parcial, 142
entificación, 107 Orden, 142
norancia, véase Desnocimiento otro/Otro, 143
íagen especular, 108
íaginario, 109 Padre, 145
lago, 110 Palabra, 146
consciente, 110 Palabra fundante, 147
dice, 112 Paranoia, 148
stante de la mirada, véase Tiempo Parlétre, véase Ser
stinto, 112 Pasaje al acto, 148
temational Psycho-Analytical Association, Pase, 149
113 Perversión, 149
terpretación, 113 Posición femenina, véase Mujer
tersubjetividad, 115 Pregenital, véase Desarrollo
troyección, 116 Principio de placer, 151
versión, 116 Principio de realidad, 152
Privación, 152
jnguaje, 117 Progreso, 153
itra, 228 Proyección, 153
sy, 119 Psicoanálisis, 153
iy del corazón, véase Alma bella Psicoanálisis kleiniano, 93154
bido, 120 Psicología, 155
ngüística, 120 Psicología del yo, 155
jcura, 121 Psicosis, 156
icha a muerte, véase Amo Pulsión, 158
Pulsión de muerte, 159
adre, 123 Punto de almohadillado, 160
asoquismo, véase Sadismo/masoquismo Puntuación, 161
O W W 'kJ 'U {U U U -U U U U U V
índice de términos

Real, 163 Simbólico, 179


Registro, véase Orden Sinthome, 180
Regresión, 164 Síntoma, 181
Relación dual, 165 Sublimación, 182
Relación sexual, 166 Sugestión, 183
Religión, 166 Sujeto, 184
Rememoración, 167 Sujeto supuesto saber, 185
Renegación, 167 Superyó, 186
Repetición, 168
Represión, 169 Teoría de las relaciones objetales, 18¡7
Resistencia, 169 Tiempo, 188
Retroacción, véase Tiempo Tiempo lógico, véase Tiempo
Tiempo para comprender, véase Tiempo
Saber, 171 Topología, 189
Sadismo/masoquismo, 171 Toro, 190
Semblante, 171 Trait unaire, véase Identificación
Semejante, 172 Transferencia, 190
Seminario, 173 Transitivismo, 193
Sentido, véase Significación Tyché, véase Azar
Señuelo, 174
Ser, 174 Verdad, 195
Shifter, 175
Significación, 175 Yo, 197
Significado, 176 Yo autónomo, 198
Significante, 176 Yo ideal, véase Ideal del yo
Signo, 177

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