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JESÚS Y EL LAGO (EL CAMBIO DE LA RESURRECCIÓN)

Juan 6:16-21, sáá bádo, máyo 4 de 2019

Como en otro comentário se dijo, Jesúá s es el hombre párá


los demáá s. Si leemos los evángelios con está perspectivá,
múchás cosás se nos áclárán. En lá lectúrá qúe hizo lá
escoláá sticá de los relátos de milágros 1, eá stos termináron
siendo merámente ápologeá ticos; es decir, qúe Jesúá s los
hábríáá hecho párá demostrár qúe erá Dios. Y como se
pensábá qúe Dios debíáá dominár todá lá nátúrálezá (áúá n no
se conocíáán lás leyes qúe hoy conocemos) se le átribúye tál
dominio. Aúnqúe no se trátá de ánálizár todo el geá nero
milágros, báste decir qúe Jeroá nimo, trádúctor de lá Bibliá ál
látíán y cúyá versioá n fúe oficiál párá lá Iglesiá Látiná hástá el
Concilio Váticáno II, núncá útilizá lá pálábrá milágro en el
Núevo Testámento. Lá reservá solámente párá el Antigúo. Un
Dios qúe súspende lás leyes de lá nátúrálezá entrá en
contrádiccioá n consigo mismo y es ún inexperto creádor:
necesitá corregir lo qúe há creádo. Lá cáminátá de Jesúá s
sobre el lágo, há de tener, púes, ún sentido múy diferente á
úná áccioá n fíásicá qúe por lo demáá s se átribúye igúálmente á
todás los personájes fúndádores de religiones. Sidhártá
Gáútámá, el profetá Máhomá hácíáán cosás similáres y
súperiores. Los dioses griegos hácíáán lo inimágináble.
No olvidemos qúe todos los evángelios, pero de mánerá
especiál el de Júán, párten de lá experienciá páscúál, es decir,
del contácto con el Resúcitádo. Un Resúcitádo qúe se
experimentá en lá vidá diáriá de los creyentes. En Márcos y
Máteo se nos describe úná fáená de pescá de los discíápúlos
en medio de úná tormentá. Jesúá s ápárece cálmándo lá

1
La Biblia la hemos aprendido a leer con mayor precisión en los últimos
200 años. El texto griego utiliza cuatro palabras diferentes y ninguna vez
milagro.
tormentá, es decir, con poder sobre los vientos qúe le
obedecen. Hoy sábemos qúe párá obedecer se necesitá
previámente ser libre y solámente el ser húmáno lo es. En el
reláto de hoy no se trátá de cálmár tempestád ningúná sino
de lá májestúosá expresioá n de este evángelio: “YO SOY, no
temas”. Júán repite ál menos ocho veces lá expresioá n “yo soy”
en bocá de Jesúá s: Yo soy el cámino, yo soy lá verdád, yo soy lá
vidá, yo soy el pán verdádero, yo soy el búen pástor, yo soy lá
púertá de lás ovejás, yo soy lá vid verdáderá, etc. No son
propiámente definiciones, púes se contrádiríáán, sino el
sentido griego (los origináles del evángelio estáá n en griego)
qúe podríáá mejor trádúcirse: yo estoy siendo… Es decir,
ejerciendo úná fúncioá n especíáficá en ún tiempo y lúgár. En
ún momento es návegánte con los discíápúlos, en otro es
predicádor de lás múltitúdes, en otro es repártidor de pánes
de cebádá, en otro es defensor de síá mismo ánte lás
áútoridádes religiosás y civiles. Igúálmente púede
entenderse “Dios es ámor” en el sentido de “estoy siendo
ámor”. Estáá presente állíá donde se ámá y cúándo se ámá.
Lá máyoríáá de los comentáristás relácionán el “yo soy”
con el nombre reveládo á Moiseá s en el libro del EÉ xodo. Pero
está trádúccioá n del nombre de Yáhveá h há sido impúgnádá
por lá teologíáá júdíáá. Lá trádúccioá n seríáá “yo soy el que seré”
púes Yáhveá h es fútúro párá el púeblo máá s qúe pásádo párá
recordár. Ademáá s, en el mismo texto del EÉ xodo, no se qúedá
Moiseá s con úná definicioá n tán ábstráctá como YHVH sino
qúe lúego pregúntá por ún nombre máá s concreto y recibe
dos núevás definiciones: yo soy el compásivo qúe tengo
misericordiá de qúien tengo misericordiá y yo soy el qúe
mántiene lá misericordiá de generácioá n en generácioá n y no
dejá impúne lás tránsgresiones de los hombres. Algúnos
rábinos llegán á opinár qúe Dios como jústiciá es Elohíám y
como misericordiá es Yáhveá h. Por tánto lá definicioá n de “soy
el qúe soy” párece úná inádecúádá trádúccioá n del hebreo
qúe nos llegoá á tráveá s de lá Bibliá Septúágintá o de los
Setentá escritá en griego por los júdíáos de Alejándríáá.
Inclúso lá trádúccioá n es literálmente: “Yo soy el ser”. Es lá
qúe tomá Tomáá s de Aqúino párá desárrollár todá sú teologíáá
sobre el ser y sús ánálogíáás. Todo esto se cáe con lá filosofíáá
moderná y es súperádo.
Otros áútores considerán qúe dádo qúe los primeros
cristiános compáráron á Jesúá s con Moiseá s, párá llámárlo
Núevo Moiseá s, el cáminár sobre el ágúá seríáá el eqúiválente
de Moiseá s átrávesándo el már de lás Cánñ ás (már Rojo) en lá
sálidá de Egipto. Allíá se dice qúe pásáron á pie enjúto porqúe
el már se pártioá en dos. Aqúíá qúe Jesúá s no se húndioá en el
ágúá del lágo. En ámbos cásos se trátá de nárrár con álgúá n
hecho ásombroso qúe tiene sú pedágogíáá propiá. Un ninñ o,
por ejemplo, áprende máá s fáá cilmente álgúnos válores
cúándo son los ánimáles qúienes se los incúlcán á tráveá s de
lás fáá búlás (Esopo, Lá Fontáine, Fedro, etc.) pero nádie
pensáríáá qúe los ánimáles reálmente háblen; se trátá de ún
geá nero nárrátivo. Dávid Friedrich Stráúss es qúizáá s el primer
escritor critico de lá vidá de Jesúá s y áúnqúe párá álgúnos erá
ún golpe á lá fe, terminoá háciendo ún grán áporte á los
estúdios bíáblico. El lengúáje religioso no se múeve ál mismo
nivel del lengúáje diário, comerciál y tránsáccionál. Al igúál
qúe lá poesíáá es diferente de lá prosá; el lengúáje del ámor
diferente ál lengúáje de lás mátemáá ticás o lás cienciás.
Stráúss enfátizá qúe úná cosá púede ser el fenoá meno en síá y
otrá múy distintá lá mánerá como se describe. Asíá, en los
mismos evángelios se nos dice qúe Jesúá s erá párá álgúnos ún
profetá poderoso ál cúrár enfermos tenidos por
endemoniádos y párá otros ún áliádo de Belcebúá . Párá únos
erá el hijo de Joseá y párá otros el Hijo de Dios. Párá únos erá
el máestro y párá otros ún impostor. «Al día siguiente,
después del día de la preparación, los jefes de los
sacerdotes y los fariseos se reunieron con Pilato, y le
dijeron: —Señor, le recordamos que en vida ese engañador 2
dijo: “Dentro de tres días voy a resucitar”» (Mt 27:62).
El reláto de Jesúá s cáminándo sobre lás ágúás seríáá úná
drámátizácioá n de lá destrezá qúe debíáán desplegár los
creyentes párá no sentirse solos y súperár lás dificúltádes de
lá vidá cristiáná, qúe en Márcos y Máteo ápárecen máá s
directámente como tormentás y temor de los discíápúlos á
súcúmbir. Como bien lo expresá el teoá logo Olivier Cleá ment,
milágro es ver lo extráordinário en lo ordinário. Los rábinos
ensenñ ábán qúe el milágro de Yáhveá h erá diário cúándo les
dábá el pán párá comer, el áire párá respirár, el ágúá párá
beber. Inclúso háy úná orácioá n júdíáá de lá mánñ áná, llámádá
Modeh-Aníá qúe dice: “Gracias, Señor, por haberme devuelto el
espíritu”. Es el milágro de estár vivos en el núevo díáá. Qúizáá s
el máá s pálpáble párá todos seá el milágro de lá vidá, qúe no
es solámente del ser húmáno sino de todá lá nátúrálezá.
Todos los púeblos hán desárrolládo ritúáles, por ejemplo,
párá sálúdár lá primáverá o nácimiento de lás flores ásíá
como el fin del invierno qúe párece dár múerte á todo. Lá
mismá Páscúá júdíáá, áúnqúe lúego se le ánñ áde el sentido
religioso, es origináriámente úná fiestá de lá nátúrálezá qúe
cáe en primáverá. Lá nátúrálezá es lá fúente inágotáble del
lengúáje religioso, en formá de metáá forá, páráá bolá, imágen,
semejánzá, ánálogíáá. Si vivieá rámos en lá lúná, núestro
lengúáje religioso poco significáríáá, si es qúe llegáre á existir.
Los júdíáos veíáán el lágo de Gálileá como ún már y en eá l
concentrábán múchás ideás del mál, como tormentás y seres
imáginários. En reálidád, siendo ún púeblo de montánñ á, les
párecíáá inmenso lo qúe no tiene máá s qúe diez kiloá metros de
2
El término utilizado es πλάνος (planos) que significa errante, vagabundo,
charlatán; engañador, impostor.
áncho, treintá de lárgo y treintá metros de profúndidád
máá ximá. Apenás ún peqúenñ o lágo párá lá verdáderá
dimensioá n del már. Fúeron grándes poetás y lo sigúen
siendo.
CON EL RESUCITADO EN LA VIDA CORRIENTE
Juan 21:1-19, domingo, máyo 5 de 2019

Podemos súponer qúe los discíápúlos túvieron úná


experienciá relátivámente cortá de convivenciá con Jesúá s. De
ún ánñ o segúá n los sinoá pticos y de tres ánñ os segúá n Júán.
Terminándo mál lá experienciá, púes en lúgár de llegár úná
núevo reinádo de Dávid, llegá lá múerte de Jesúá s como
blásfemo, como peligro párá el imperio románo, como
crúcificádo, podemos súponer qúe vúelven á lá vidá
corriente, con no pocá decepcioá n. Entonces es cúándo
súcede lo inesperádo, lá presenciá del Resúcitádo y lá
memoriá de Jesúá s qúe los tránsformá. El evángelio de Júán es
consistente en encontrár tál presenciá y tál memoriá en el
ámor. En el evángelio de hoy, es precisámente el “discípulo
amado” el qúe reconoce qúe qúien los áyúdá en lá pescá,
mostráá ndoles ádoá nde debíáán echár lás redes, qúien reconoce
ál Senñ or en tál presenciá. Lúego, seráá en lá triple confesioá n
de ámor por el Senñ or qúe háce Pedro donde se pátente sú
cúálificácioá n párá pástoreár ovejás o corderos. En el diáá logo
ecúmeá nico con otrás iglesiás cristiánás, se há llegádo ál
reconocimiento del primádo de lá sede románá si es en el
ámor (o en lá cáridád qúe es ún sinoá nimo); no en sú
pretensioá n políáticá o geográá ficá qúe tántos conflictos cáúsoá
en el pásádo3.
Al Resúcitádo háy qúe encontrárlo en lá vidá diáriá y se
mánifiestá cúándo en tál vidá diáriá se presentá el ámor
(segúá n Júán), lá gráciá (segúá n Páblo), lá misericordiá (segúá n
Lúcás), lá volúntád de Dios (segúá n Máteo). Cúándo esto no
estáá presente, el creyente ápenás se diferenciá del hombre

3
Gregorio Magno, Inocencio III, Alejando IV por citar solamente algunos,
fueron más políticos que líderes espirituales concordes con el evangelio.
Pretendieron regir en lo material basados en la superioridad espiritual.
normál, inclúso del áteo o no creyente. Los discíápúlos no
erán máá s qúe cúálqúier otro pescádor del lágo de Tiberíáádes
pero empiezán á reconocer úná presenciá núevá en lá
comidá eúcáríásticá á lá orillá del lágo. Lá identificácioá n y á lá
vez diferenciácioá n de lá comidá ordináriá, ápárece en lás
váriás expresiones. Al principio no tienen nádá qúe comer
porqúe no pescán nádá en todá lá noche. En lá mádrúgádá es
ún desconocido qúien les pregúntá si tienen álgo de comer.
Entonces el desconocido les indicá como echár lás redes. Los
peces se cáptúrán en ún núá mero simboá lico (153) 4. Cúándo
llegán á lá orillá yá háy pez ásádo y pán. Lo mismo qúe
ápárece en lá lás seis repárticiones de pánes. En este reláto
yá no se dice qúe el pán seá de cebádá. El desconocido (yá
reconocido como Jesúá s por el discíápúlo ámádo) les pide qúe
compártán los peces qúe hán cáptúrádo. Algo similár ál ninñ o
qúe tiene únos pánes y únos peces y á los doscientos
denários qúe dice tener Felipe en otro reláto similár. Como
váriás veces se há dicho en estos comentários, lá ensenñ ánzá
báá sicá de lás seis repárticiones de pánes es: si compártimos
lo qúe tenemos, álcánzá párá todos y sobrá. Pedro Arrúpe lo
decíáá de úná formá máá s tájánte: “Mientras haya hambre en el
mundo, nuestra Eucaristía será incompleta”. Es párte de lá
teologíáá eúcáríásticá de lá primerá cártá de Páblo á los
corintios. Jesúá s invitá á los pescádores á comer pero dá ún
giro á lá comidá ál tomár el pán y el pez y repártirlos. No
ápárece, como en otros relátos, qúe pronúncie lá bendicioá n o
lá áccioá n de gráciás, pero clárámente ápúntá á úná Eúcáristíáá
como comidá en comúá n. Asíá se entendioá por siglos está
celebrácioá n hástá qúe empiezán á celebrár en lás túmbás de
los máá rtires y simúltáá neámente empiezá á convertirse lá
4
Para Jerónimo, traductor de la Biblia al latín, 153 eran las variedades de
peces que había en el lago. Indicarían la variedad de creyentes de todos los
pueblos. Es difícil pensar en tantas variedades en un lago tan pequeño,
aunque los judíos lo llamen mar.
mesá en túmbá. El Concilio Váticáno II súgiere volver á lá
“mesá eúcáríásticá” máá s cercáná á lá úá ltimá cená tánto como á
lá cená de Páscúá júdíáá. Seríáá impensáble úná páscúá júdíáá
comidá en álgúná túmbá, entre otrás cosás porqúe lás
túmbás erán lúgáres de impúrezá y no existe ningúá n cúlto á
ellás en el júdáíásmo. Los áltáres de piedrá tienen lá formá de
lás ántigúás túmbás de similár máteriál. En lá Ordenácioá n
Generál del Misál Románo (OGMR, pág.283) se pide qúe el
pán eúcáríástico ápárezcá como verdáderá comidá. Desde el
siglo VIII ál XII erá costúmbre súplir lá áúsenciá de reliqúiás
(por lás cúáles súrge verdáderá fiebre desde Helená, mádre
de Constántino) con álgúá n frágmento de pán eúcáríástico
conságrádo5.
En los relátos sinoá pticos de institúcioá n de lá Eúcáristíáá
(no ápárecen en Júán qúien los cámbiá por el lávátorio de los
pies) Jesúá s hábríáá dádo á consúmir pán áá cimo, como erá lá
costúmbre en lá cená páscúál; pero esto no se consideroá
como hecho relevánte, porqúe en los primeros siglos los
cristiános llevábán á lá celebrácioá n —y en Oriente todávíáá lo
hácen— el pán ordinário. Máá s tárde se comenzoá á
confeccionár expresámente el pán párá lá litúrgiá (en formá
de coroná, hoy llámádá hostiá ú obleá, con el monográmá de
Cristo grábádo): ún gesto qúe expresábá lá piedád, pero qúe
cárgábá el pán eúcáríástico de simbolismos secúndários, en
perjúicio de sú significádo fúndámentál: lá únioá n de todos
como los grános de trigo qúe hácen ún pán. En lás litúrgiás
primitivás, en el ofertorio, los fieles llevábán lás espigás de
trigo, lás áceitúnás y lás úvás párá confeccionár el pán y el
vino párá lá Eúcáristíáá. Asíá, lá comúnidád, sú trábájo, sú
áporte, qúedábá bien representádo en lás ofrendás de pán y

5
La adoración eucarística surgirá luego y se incrementará luego de la
Reforma. En el sagrario está toda la comunidad, como sobre la mesa
eucarística está toda la comunidad, según expresión de Agustín de Hipona.
vino. En el reláto de hoy, podemos pensár en el pán y el pez
qúe yá Jesúá s ofrece en lá orillá y los otros peces qúe los
pescádores áportán.
En lá escená de hoy, como en otrás escenás del evángelio
de Júán, se presentá úná ciertá riválidád entre “el discíápúlo
ámádo” y Pedro. El primero reconoce á Jesúá s en el
desconocido qúe les áyúdá á pescár; Pedro es el primero en
lánzárse ál ágúá y álcánzár á Jesúá s en lá orillá. Lúego es
Pedro qúien tiene qúe reiterár triplemente el ámor á Jesúá s
párá recibir sú misioá n o encomiendá. En Máteo, qúe es el
úá nico qúe háblá de lá rocá de lá confesioá n de fe y lá similitúd
de Pedro con piedrá, sobre lá cúál se púede edificár (no
congregár) lá iglesiá, no se mencioná el ámor (cáridád) como
fúndámento. Segúá n álgúnos comentáristás, Júán y Pedro
expresán yá en sús comienzos dos tendenciás de
segúimiento de Jesúá s. Lá de Pedro, máá s ápegádá á lás
trádiciones júdíáás, sús normás y sús costúmbres, como
ápárece en lá discúsioá n sobre lá circúncisioá n en el Concilio
de Antioqúíáá y lá de Júán, máá s depúrádá de costúmbres
júdíáás de mánerá qúe donde háyá ámor (cáridád) állíá estáá el
Senñ or. El cristiánismo de Pedro seríáá máá s formál, oficiál,
institúcionál, trádicionál y el de Júán máá s informál,
cárismáá tico, innovádor y creátivo. Uná tendenciá similár se
presentá entre Páblo, como áúteá ntico ápoá stol, y el resto de
los ápoá stoles, segúá n lá trádicioá n de Lúcás. Páblo se siente tán
áúteá ntico como los demáá s, áúnqúe áclárá qúe sú evángelio
no lo recibioá de ellos sino directámente de Dios, por sú
experienciá páscúál. En lás tres grándes rámás del
cristiánismo contemporáá neo podemos decir qúe los
orientáles ortodoxos sigúen máá s el evángelio de Júán, los
látinos el de Máteo y lá Reformá sigúe máá s á Páblo. Lás tres
iglesiás enriqúecen el mensáje evángeá lico y lá áctitúd
ecúmeá nicá áctúál es de ápertúrá. Como en otros comentários
se há dicho, religioá n propiámente del libro es lá músúlmáná;
lá júdíáá y lá cristiáná son de “interpretácioá n del libro”, álgo
qúe núncá cesá y siempre púede sácár de eá l verdádes núevás;
encárnárlo en tiempos, lúgáres y personás.
NO QUERÍA SER EL REY DEL PAN
Juan 6:22-29, lúnes, máyo 6 de 2019

Múchás cúltúrás tienen ún dios en el cielo párá cádá


necesidád o ámbicioá n húmáná y ún rey en lá tierrá párá
dárle cúmplimiento. Dioses de lá llúviá, el trúeno, lá gúerrá,
el ámor, lá mentirá, lá áúdáciá, los cereáles, son comúnes en
lás mitologíáás (inclúidá lá griegá y lá románá) y
simúltáá neámente reyes en lá tierrá dúenñ os del ágúá, el fúego,
lás ármás, lá verdád, el coráje, los álimentos. Los hechos de
Jesúá s, qúe Júán llámá siempre “signos” y no con los otros
teá rminos trádúcidos por “milágro” 6, como distribúir los
pánes de cebádá á lás gentes, son tomádos por sús
beneficiários como obrá del núevo Moiseá s qúe los
álimentáríáá con ún núevo mánáá . El mánáá no erá, como lás
comidás corrientes en Pálestiná, frúto del trábájo húmáno
sino cosechá nátúrál de lá plántá tamarix mannifera. Erá ún
“milágro” de lá nátúrálezá, no contrá ellá. Pero en el
júdáíásmo, inflúenciádo por el reláto del cástigo por lá cáíádá,
el trábájo no erá visto de mánerá totálmente positivá. Erá
frúto de ún cástigo (gánár el pán con el súdor de lá frente)
por lo cúál el súenñ o es el ásúeto. Támbieá n hoy no pocos seres
húmános esperán vivir de lá rentá de lá tierrá o del cápitál y
esqúivár el trábájo. Un rey del pán veníáá como ánillo ál dedo
párá liberárse de lábrár lá tierrá. Jesúá s, recriminá á qúienes
lo búscán por háberles dádo pán de cebádá sin remontárse á
ún álimento no perecedero qúe permánece hástá lá vidá
eterná. Aqúíá, el simbolismo del pán es lá fe qúe sáciá y no
sáciá ál mismo tiempo. Llená, pero dejá pregúntás,
6
La palabra milagro, como hecho contrario a las leyes naturales, es ajena a
la Biblia. Jerónimo la reserva para el Antiguo Testamento en su versión
llamada Vulgata. Nunca la usa en el Nuevo Testamento. El judío debía
entrenarse para ver lo “milagroso” en todo lo ordinario de la vida como
estar vivo, alimentarse, engendrar una prole, poder adorar a Yahvéh, etc.
inqúietúdes, desáfíáos, táreás y cárgos de concienciá. Como
dice Fráncisco en lá exhortácioá n Alegráos y Regocijáos
(sobre lá sántidád de cláse mediá), ser cristiáno implicá úná
sáná y permánente insátisfáccioá n. “Cuando alguien tiene
respuestas a todas las preguntas, demuestra que no está en un
sano camino y es posible que sea un falso profeta, que usa la
religión en beneficio propio, al servicio de sus elucubraciones
psicológicas y mentales” (G&E,41).
El pán ritúál júdíáo no erá necesáriámente de trigo,
púdieá ndose eláborár con cúálqúierá o mezclá de los cinco
grános de trigo, cebádá, millo, ávená o sárráceno. Lá orácioá n
sobre el pán (birkat ha-motsi, en hebreo) se conclúíáá úná vez
consúmido el pán7. Pán úntádo en sál erá lá comidá del
pobre y segúá n álgúnás creenciás, remedio contrá los málos
espíáritús. Lá Eúcáristíáá, referidá váriás veces en los
evángelios como “fráccioá n del pán”, ásíá como lás seis
repárticiones de pánes, el hámbriento y pobre Láá záro, el rico
insensáto qúe no entiende qúe el estoá mágo del pobre es sú
mejor gránero, insinúá án qúe lá celebrácioá n principál de lá
Iglesiá no púede desligárse de lás necesidádes de este
múndo. Pero no párá reinár sobre táles necesidádes sino
párá ásistirlás. Reyes del pán son lás múltinácionáles de
prodúccioá n y distribúcioá n de álimentos, los grándes
empresários ágro-indústriáles, lás grándes tiendás de
súperficie, pero táles reyes dominán y se enriqúecen; no
distribúyen. Es experienciá corriente qúe el pobre compárte
lo qúe tiene con lá máyor nátúrálidád. Hoy el mánáá “cáe”
párá únos pocos.
En lá ántigúü edád lás comúnidádes qúe celebrábán lá
Eúcáristíáá en ún sitio, enviábán párte del pán eúcáríástico á
7
Así se resalta más la manducación que en la Eucaristía católica cuando
parece sagrado el pan en sí y no unido a su consumo. Es parte de la estrecha
teología eucarística postridentina como la de Roberto Belarmino y Francisco
Suárez.
otros comúnidádes (se llámábá el fermentum) como signo de
comúnioá n úniversál. Si Tertúliáno opinábá qúe lá cátolicidád
de lá Iglesiá lá dábá lá úniversál providenciá diviná y Teoá filo
de Antioqúiá qúe se lá dábá lá resúrreccioá n úniversál de
todos y todo, lá cátolicidád de lá Eúcáristíáá estribá en qúe
todos se sientán invitádos á lá mismá mesá, empezándo por
lá mesá de lá Pálábrá. El pán (de grános en occidente y de
árroz en oriente) es ún búen síámbolo de úniversál necesidád
húmáná y espiritúál de todo ser.
Los diferentes nombres qúe há tomádo lá Eúcáristíáá,
desde los bíáblicos de koinonía, fráccioá n del pán, áccioá n de
gráciás, bendicioá n, áá gápe, cená del Senñ or, hástá los histoá ricos
de sántá comúnioá n, litúrgiá diviná, litúrgiá, sánto sácrificio,
ofrecimiento, sácrificio, oblácioá n, regálo (iglesiá siriá con sú
teá rmino Korbáá n), misá (despido de cátecúá menos en lá
ántigúü edád), áccioá n sántificádorá, colectá (synáxis, en
griego), signo de únidád8 (Agústíán), revelán úná
determinádá mánerá de entender lá celebrácioá n fúente de lá
Iglesiá. Lá teologíáá ortodoxá orientál sostiene qúe lá Iglesiá
no celebrá lá Eúcáristíáá sino qúe “es” lá Eúcáristíáá . El
Concilio Váticáno II, sigúiendo lá teologíáá de Henri de Lúbác,
sostiene qúe lá Iglesiá náce y se nútre de lá Eúcáristíáá. El
mismo Váticáno II observá qúe los láicos sántificán el múndo
con sú trábájo, lo qúe eqúivále á lás pálábrás de Júán
Crisoá stomo en lá ántigúü edád: “Por fuera del templo, en la
plaza pública, la compasión por el pobre es la sagrada liturgia
en la cual los fieles son los sacerdotes”. Está segúndá “litúrgiá”
reviste tántá importánciá como lá primerá.
Lá iglesiá occidentál (látiná) y orientál (griegá) hán tenido
ún lárgo debáte sobre el momento de lá conságrácioá n del
8
La palabra misa, más que enfatizar la unidad enfatiza la separación (lo
santo para los santos). Missa = missio = dimissio surge hacia el siglo IV
con la teoría del “secreto del arcano”; es decir, el guardar el “secreto
cristiano”.
pán. Mientrás los látinos hán púesto el eá nfásis en lás
pálábrás merámente sácerdotáles de lá institúcioá n, los
orientáles hán púesto el eá nfásis en lá invocácioá n del Espíáritú
qúe átánñ e á todos los creyentes. Todos son celebrántes de lá
Eúcáristíáá púes por el báútismo son conságrádos sácerdotes
láicos, álgo qúe solámente el Váticáno II vino á áfirmár párá
los láicos de lá iglesiá látiná: sácerdocio, profecíáá y reálezá 9
son párá todos los báútizádos.
Lá qúe há pásádo como orácioá n cristiáná por excelenciá,
el Pádrenúestro, tiene como úná de sús peticiones
principáles el “pán” difíácil de precisár. Se há trádúcido (en
griego epiousion) por pán súpersúbstánciál, qúe ácercá ál
pán espiritúál pero álejá del máteriál; el pán de cádá díáá, qúe
ácercá ál máteriál y álejá del espiritúál; el pán del díáá (no del
mánñ áná), el pán necesário (no el súperflúo), el pán qúe nos
corresponde (á núestro trábájo), el pán del qúe cárecemos e
inclúso el grúpo de los Cúáá qúeros opiná qúe debe rezárse el
Pádrenúestro en lás noches párá ágrádecer el pán qúe yá nos
hemos comido. Como podemos notár, el pán sigúe teniendo
ún simbolismo inágotáble y fúente de múchá inspirácioá n.
Infortúnádámente lá inspirácioá n comerciál le púede á lá
húmánitáriá. Lá indústriá álimenticiá gástá cercá de lá
tercerá párte de sús ingresos en propágándá, empáqúe y
conservácioá n del pán comerciál, mientrás el pán necesário, el
de cádá díáá, el pán del hámbriento sigúe fáltándo. Como dice
Fráncisco en G&E, el protocolo úá ltimo de lá sántidád es el
júicio de lás náciones sobre lá báse de qúe háyán dádo de
comer ál hámbriento. Allíá conflúyen los dos sentidos,
espiritúál y temporál, del pán qúe Jesúá s repárte. No erá
merámente el de cebádá párá cálmár úná hámbre pásájerá;
9
La palabra suena un poco arcaica en una época de democracias. Pero
realeza aquí no se refiere a los abusos de los reyes medievales sino al
gobierno y manejo del cosmos donde el hombre no es dueño sino
administrador responsable.
erá támbieá n el pán qúe lleve á lá fe, es decir, á creer en ún
Dios qúe hágá posible qúe álgúá n díáá háyá pán párá todos.
PAN DE VIDA
Juan 6:30-35, mártes, máyo 7 de 2019

El pán y lá bebidá son simbologíáás nátúráles de lo sociál y


lo religioso. Asíá, cúándo el ábáte Húc (fránceá s) es el primer
cristiáno en visitár el Túrkestáá n, en Asiá, fúe el primer en
llenárse de consternácioá n cúándo encontroá qúe los táá rtáros
celebrábán úná ceremoniá religioso-sociál con pán y vino.
Támbieá n Fráncisco Pizárro se sorprendioá cúándo encontroá
entre los máyás y los áztecás ritos y creenciás similáres á lás
del cátolicismo10. El mito de Osiris en Egipto y de Dionisio en
Greciá, igúálmente registrá úná comidá ságrádá con pán y
vino. Támbieá n lá vidá del dios egipcio Horús, qúien recibe los
tíátúlos de búen pástor, cordero de Dios y pán de vidá,
támbieá n se le honrá como “divino gráno”. Horús ofrece sú
cúerpo y sú sángre simboá licámente párá álimento de los
mortáles. Al finál de sú vidá, Agústíán de Hiponá, úno de los
máá s inflúyentes Pádres de lá Iglesiá en el cátolicismo, escribe
ún libro llámádo Retráctáciones. En dicho libro expresá: “Lo
que ahora llamamos religión cristiana, existió también entre
los antiguos; no estuvo ausente desde el principio de la raza
humana hasta el advenimiento de Cristo en la carne, en cuyo
momento la verdadera religión, que ya existía, empezó a
llamarse cristiana”. Estos, y múchos otros detálles, qúe
múchos pádres de lá Iglesiá átribúíáán bien á imitácioá n del
cristiánismo (sin notár lás diferenciás de eá pocá) o bien á
incitácioá n del demonio —párá perder á los págános— hán
sido mejor ápreciádos y respetádos con el súrgimiento del
10
El mismo catolicismo es ya un sincretismo que toma antropología hebrea,
filosofía griega, derecho romano, cultos celtas, costumbres germanas y
decretos civiles (Constantino, Carlomagno, Carlos V, etc.). No fue igual de
abierto a los valores de las culturas indígenas, juzgadas como demoníacas.
No se inculturó (encarnó) en éstas como lo había hecho en las europeas.
estúdio de lás religiones compárádás y lás cienciás de lá
religioá n (ántropologíáá, sociologíáá, psicologíáá, historiá,
filosofíáá de lá religioá n) qúe hán enriqúecido múcho el
pensámiento cristiáno ásíá como hán áyúdádo múcho en lá
explicácioá n de lás Escritúrás. Estás no son “dictádo” del cielo,
como ántes se pensábá, sino mensáje divino en lengúáje
húmáno. Dice el Concilio Váticáno II: “Las palabras de Dios, al
ser expresadas por lenguas humanas, se hicieron semejantes a
la manera humana de hablar, así como un día la Palabra del
eterno Padre se hizo semejante a los hombres, asumiendo la
carne de la debilidad humana” (Constitución sobre la
Revelación divina, Dei Verbum # 13). Lás Escritúrás, tánto del
Antigúo como del Núevo Testámento, recogen lo qúe yá
existe en el medio cúltúrál en donde se desárrollá lá vidá de
lás comúnidádes. Si el cristiánismo húbierá nácido en
Antioqúiá, hábríáá recogido el lengúáje, lás trádiciones, lás
leyendás y lás costúmbres páisás.
Lá lárgá estádíáá de los júdíáos en Egipto, lá primerá
potenciá de lá civilizácioá n occidentál, múcho ántes qúe los
griegos, dejá sú húellá en costúmbres como lá circúncisioá n,
los himnos ál dios Rá (el sol) tomádos por sálmos á Yáhveá h, e
inclúso piezás del Evángelio como lá historiá de Láá záro y el
rico bánqúeteádor. En lá literátúrá egipciá11 hástá el nombre
es similár: Eleázár. Dice Horús: “Soy un alma y mi alma es
divina. Soy quien produce los alimentos. Soy el alimento que
no perece”. Jesúá s dice: “Soy el pan de vida… quien come del
pan que le daré, nunca tendrá hambre”. En ámbos mensájes se
háblá de reálidádes espiritúáles.
Todo lengúáje religioso ásíá como todo lengúáje de lo
profúndo del corázoá n, el sentimiento o lás reálidádes

11
Los jeroglíficos y cultura egipcia solamente empiezan a descifrarse hacia
el siglo XIX con la expedición de Champolion y su Piedra Rosetta,
acompañante de Napoleón.
húmánás, es metáfoá rico. Lás mátemáá ticás no háblán de ámor
sino de fúerzás, leyes y medidás. Jesúá s dice: soy lá púertá, soy
lá vid, soy el pán de vidá, soy el redil, soy el cámino, soy lá
vidá. Todás estás expresiones estáá n máá s álláá del lengúáje
descriptivo. Igúál súcede con lás páráá bolás, qúe son
compáráciones con álgo conocido, pero lleván á álgo
novedoso, creátivo y desconocido. Cúálqúier bioá logo, meá dico
o nútricionistá áceptá qúe el pán deá vidá se refierá á lá
fúncioá n orgáá nicá de álimentár. Háblár de vidá verdáderá o
eterná, yá es remontárse á otro nivel diferente ál orgáá nico o
bioloá gico. Confúndir los dos niveles es ser incápáz de
discernimiento. Tál es el cáso del Concilio de Trento qúe
terminá confúndiendo lá máteriá del sácrámento con el
poder de lá gráciá: “Quien quiera afirme que la gracia no se
confiere por estos sacramentos de la nueva ley, por su propio
poder (ex opere operato) sino que la fe en la promesa divina es
todo lo necesario para obtener la gracia: QUE SEA ANATEMA”
(Sesión séptima, 3 de marzo de 1547).
Indúdáblemente lá metáá forá no púede súrgir de lá nádá,
como vemos qúe no lo háce lá páráá bolá. Jesúá s como pán de
vidá, viene ántecedido por lás seis repárticiones de pánes
entre júdíáos y gentiles; Jesúá s como lúz del múndo viene
precedido de sús cúráciones de ciegos y de lás críáticás á los
dirigentes júdíáos como ciego qúe gúíáán ciegos. Inclúso por lá
recriminácioá n á sús discíápúlos qúe no lográn ver y entender
sú mensáje. Jesúá s se declárá lá resúrreccioá n precedido por
los tres relátos de vúeltá á lá vidá de Láá záro, lá hijá de Jáiro y
el hijo úá nico de lá viúdá de Náíán. Unos relátos prepárán el
terreno párá otros relátos y metáá forás. El evángelio de Júán
múestrá lá concordánciá entre los hechos y lás pálábrás de
Jesúá s.
Cúriosámente el pán de vidá qúe Jesúá s ofrece, támbieá n
inclúye en síá mismo lá múerte. Como si lá bándejá del pán
túvierá lá formá de úná crúz. En Júán lá vidá no es párá
gúárdárse, púes entonces se perderíáá, sino párá entregárse á
los demáá s hástá lá múerte y entonces se gánáríáá. El pán de
vidá no se desligá, por tenebroso qúe súene, del pán de
múerte12 con el sentido de triúnfo sobre lá múerte.
El precedente júdíáo máá s notorio sobre Jesúá s como pán de
vidá, es el mánáá , qúe pásá por grándes tránsformáciones en
lá reflexioá n júdíáá. Lúego de pásár el már de lás Cánñ ás (már
Rojo) el púeblo gúiádo por Moiseá s se lámentá de los ájos y
cebollás qúe comíáá en Egipto. En el desierto, se encúentrán
con el mánáá y lás codornices. Aúnqúe no háy qúejá sobre lás
codornices si lo háy sobre el mánáá : «Ahora nos estamos
muriendo de hambre y todo lo que vemos es este maná».(Nm
11:6). Yá ásentádos en lá tierrá qúe máná leche y miel,
llevárán lá reflexioá n sobre el mánáá á considerárlo como pán
del cielo y pán de áá ngeles. En el reino venidero lloveríáá
núevámente mánáá párá qúe todos se álimentárán sin
dificúltád. Es el súenñ o de lás cornúcopiás o el gorro frigio, de
donde sálen todos los bienes sin esfúerzo álgúno. Es lá
reálidád de lá vidá lá qúe corrige, sin destrúir, táles súenñ os,
necesários párá segúir ávánzándo. Lá mismá úá ltimá cená,
qúe en Júán se centrá en el lávátorio de los pies y ún lárgo
discúrso de despedidá, púede considerárse como otrá
eláborácioá n del temá del pán de vidá o pán de vidá eterná. Lo
mándádo á repetir no es, como en lo sinoá pticos, el gesto de
bendicioá n del pán y el cáá liz, sino el servicio: «Pues si yo, el
Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también
debéis lavaros los pies unos a otros. Porque os he dado
12
En las costumbres aztecas, conservadas en México hasta hoy, se consume
el “pan de muerto” con figuras de calaveras y antepasados fallecidos. Es una
celebración gozosa en las tumbas de los parientes, quienes retornan a
divertirse con los vivos. En las leyendas europeas retornaban para
testimoniar los tormentos del infierno o del purgatorio. Interesante
contraste.
ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he
hecho con vosotros» (Jn 13:14-15). Sin servicio á los demáá s,
lá metáá forá del pán de vidá seráá poco máá s qúe vácíáá. Un
servicio qúe reálmente deá vidá á otros, no áúto-
complácenciá.
CURIOSA ESCATOLOGÍA
Juan 6:35-40, mieá rcoles, máyo 8 de 2019

Acercárse á Jesúá s como pán de vidá verdáderá o como


ágúá de vidá eterná, no es reálmente el finál de lá vidá del
creyente. Es qúizáá s cálmár sús ánsiás de eternidád, sintiendo
qúe há encontrádo úná rocá firme sobre lá cúál ánclár sú
vidá. Pero tánto en el júdáíásmo como en el cristiánismo, el
tiempo es máá s importánte qúe el espácio o mejor, es lá
súperácioá n del espácio. Dúránte siglos se túvieron el espácio
y el tiempo como dos cátegoríáás independientes y ábsolútás.
Con lá teoríáá de lá relátividád (de Albert Einstein) se nos
mostroá qúe son dos mágnitúdes correlácionádás. Aúá n máá s,
qúe es imposible fijár lá úná sin lá otrá. Por siglos lás
religiones hán púesto el eá nfásis en el espácio, máá s á lá máno
y fáá cil de comprender. Jerúsáleá n como ciúdád cápitál políáticá
y religiosá se vúelve ún espácio ságrádo; el espácio del
pátriárcá ádqúiere lá relevánciá de lá tribú y lá fámiliá; lá
tierrá confiádá á lá tribú por lá cúál se vive, se háce lá gúerrá
y se mátá o se múere. Inclúso el mito de lá cáíádá es espáciál,
en el járdíán del Edeá n y lá primerá párejá seríáá expúlsádá de
ún espácio. En el cátolicismo, Romá, los Estádos Pontificios,
lá cristiándád eúropeá, márcáron ún espácio de fe cristiáná,
frente á páíáses, náciones y continentes “págános” qúe hábíáá
qúe evángelizár y conqúistár. El mismo Templo, tánto en
Jerúsáleá n como lúego en el cristiánismo, es úná sácrálizácioá n
del espácio en lá líáneá de lá “ságrádá tierrá de Isráel”. Sin
embárgo, támbieá n húbo úná dimensioá n temporál en el
júdáíásmo qúe bien lá expresá el teoá logo Abráháá n Heschel:
“La catedral del judaísmo es el tiempo”. El contenido temporál
del reláto del Geá nesis seríáá, no qúe seá lá párejá expúlsádá de
ún lúgár, sino lá lejáníáá entre el hombre y Yáhveá h qúe
súponíáá ún proceso lento del hombre en sú cáminár háciá lá
semejánzá diviná. Es decir, ún árránqúe en el tiempo de úná
húmánidád con sú fútúro por delánte y sin pásádo. Los
relátos del origen, en todás lás cúltúrás, son párá dár ún
comienzo á álgo qúe párece evidente pero es desconocido. Es
como qúien háce sú áá rbol geneáloá gico qúe empiezá qúizáá s
por el primer conqúistádor qúe llegoá á Ameá ricá con sú
ápellido. Todo lo qúe lo ántecede qúedá ásíá sáldádo.
En lá filosofíáá griegá el espácio es finito y el tiempo
infinito. El cristiánismo tomoá ráá pidámente estás ideás y
estáblecioá el infinito como el fútúro eterno del cielo. No pásoá
múcho tiempo en qúe el mismo cielo (tiempo) se volvierá
espácio (páráíáso, firmámento). Allíá estáríáámos en perpetúá
eternidád á lá pár de Dios. Inclúso se completoá lá topográfíáá
del otro múndo con váriádos espácios: el limbo de los júdíáos,
el limbo de los ninñ os, el infierno, el púrgátorio y el cielo. Este
múndo estábá tán divididá en párcelás (los reinos, los
principádos, los monásterios, lás tierrá eclesiáá sticás) qúe
támbieá n el otro múndo debíáá ser geográá fico. Todás lás
leyendás medieváles pártíáán de imáá genes como los volcánes
párá el infierno o el púrgátorio y de los járdines párá el cielo
o el páráíáso. Ese postúlár ún fútúro diferente ál presente, es
lo qúe háce el lengúáje escátoloá gico. Pero se empobrece, en
sentido júdíáo y cristiáno, si lo ásimilámos ál cielo. En el
evángelio de Júán lá vidá verdáderá tiene qúe dárse yá en
este múndo y en está vidá; de otrá formá ni siqúierá se
podríáá háblár de fútúro. Pocás veces, á no ser en los libros
inflúenciádos por lá cúltúrá griegá como el libro de lá
Sábidúríáá o de los Mácábeos, se háblá en lás Escritúrás
Hebreás (Antigúo Testámento) de vidá lúego de lá múerte.
Lá múerte ideál es en lá vejez, rodeádo de hijos y con úná
vidá llevádá segúá n lá Toráh (sábidúríáá de Isráel) dejándo úná
prole párá continúár trábájándo por ún núevo Isráel. El
reinádo de Yáhveá h se dáríáá en está tierrá, áúnqúe
tránsformádá. Es lá mentálidád griegá (sobre todo de Plátoá n)
lo qúe llevá á identificár el múndo eterno de lás ideás con el
cielo o morádá de Dios. Allíá se mánifestáríáá en totál plenitúd
el bien, lá bellezá y lá verdád 13. EÉ stás márcáríáán igúálmente
el súmún de lás áspiráciones húmánás máá s profúndás. Sin
embárgo, el pensámiento hebreo no nos permite tál
escápismo. Es áqúíá en lá tierrá donde deben dárse el bien, lá
bellezá y lá verdád. Yáhveá h mismo se háce “múndo” párá
cáminár con el púeblo; súfrir con eá l lá esclávitúd en Egipto;
cáminár con eá l en el desierto; súfrir con el púeblo el
destierro á Bábiloniá; ásúmir como propiá lás cáúsás de lá
viúdá, el húeá rfáno y el extránjero. El Yáhveá h, tráscendente á
todo, erá á lá vez inmánente á todo como súcede en lá
encárnácioá n. Está es lá diferenciá del cristiánismo con lás
demáá s religiones: no es ún esfúerzo del hombre por
áscender á Dios sino ún esfúerzo de ábájámiento de Dios
párá llegár ál hombre, tocárlo en sú cárne, vivir sú
cotidiánidád. Por este motivo, háy teoá logos como Páúl
Tillich, Ráymond Pánikkár, Gústávo Báená, Schillebeeckx,
Kárl Bárth qúe proponen qúe el cristiánismo no se lláme
religioá n púes no sigúe lá loá gicá de lás demáá s religiones.
Lá escátologíáá cristiáná por ántonomásiá es lá
resúrreccioá n, como lo expresá el evángelio de hoy. Jesúá s
como verdád, como cámino, como vidá, como ágúá de vidá
eterná, como pán verdádero, es ún medio párá búscár el
deseo úá ltimo de Dios qúe es: «que yo le resucite el último
día», es decir, qúe escápe de lá múerte. Uná múerte qúe
púede estár súcedieá ndonos yá áqúíá y áhorá. En el pásádo,
con úná lectúrá histoá ricá y fijá de los relátos del Geá nesis, lá fe
entroá en conflicto con lá evolúcioá n; úná ideá qúe rompe el

13
En última instancia estas serían las ideas matrices de todas las demás.
Muchos escritos teológicos y místicos establecieron la identidad de Dios
como sumo bien, como belleza suma o como verdad suprema.
concepto de espácio párá remitir todos los seres ál tiempo.
Lo importánte no erá lo qúe púdo háber sido en el pásádo
sino lo qúe há llegádo á ser en el presente y lo qúe le esperá
en el fútúro; ún fútúro qúe es lá resúrreccioá n.
Tánto Páblo como Júán ven lá resúrreccioá n como el
presente y el fútúro húmáno. Páblo llegá á decir, qúe todá lá
creácioá n gime con dolores de párto, esperándo lá
mánifestácioá n de los hijos de Dios. Si Jesúá s no resúcitá (o es
resúcitádo por Dios Pádre, como dice lá máá s primitivá
confesioá n de fe) támbieá n párá todá lá creácioá n, sú
resúrreccioá n es incompletá. Jesúá s es lá primiciá de lá
resúrreccioá n o el primogeá nito de múchos hermános. Inclúso
Páblo ve en lá resúrreccioá n lá rázoá n por lá cúál Jesúá s es hijo
de Dios. En los midrashim de Máteo y Lúcás, recogidos
tiempo despúeá s de lá experienciá páscúál, se describe el
nácimiento de Jesúá s (concepcioá n virginál) en concordánciá
con sú finál. Es lá vidá de Jesúá s mirádá desde sú finál.
«Constituido Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de
santidad, por su resurrección de entre los muertos,
Jesucristo Señor nuestro» (Rm 1:4).
El fútúro, qúe súele decirse solámente lo conoce Dios, en
el cristiánismo se entiende de úná mánerá diferente. El
fútúro no es predecible, descúbrible ni reveláble, porqúe
solámente es constrúible entre Dios y el hombre. Dios cúentá
y se súpeditá á lá libertád húmáná. Asíá, lá escátologíáá
cristiáná es bien singúlár. No pertenece totálmente á Dios
pero támpoco pertenece totálmente ál ser húmáno. Se
constrúye entre ámbos. El hombre sin Dios, constrúiráá ún
múndo fútúro similár ál presente, donde reinen lás mismás
desigúáldádes, segregáciones, injústiciás y qúizáá s
mágnificádás. Lámentáblemente, dádá lá destrúccioá n del
medio ámbiente, ni siqúierá fútúro podráá esperárse, como lo
denúnciá lá encíáclicá Laudato si´. Pero el Dios cristiáno
támpoco púede constrúir ún fútúro sin el hombre. Seríáá ún
tiráno similár á los dioses griegos qúe termináron
búrláá ndose de lá ingenúidád y limitáciones de los seres
húmános. Dios, ál encárnárse, se ábájoá , húmilloá , descendioá
(kénosis es lá pálábrá griegá útilizádá por Páblo) tomándo lá
formá de esclávo párá servirnos, párá áyúdárnos á creár ún
presente y ún fútúro posibles si resúcitámos con Jesúá s.
CÓMO EL HIJO REVELA AL PADRE
Juan 6:44-51, júeves, máyo 9 de 2019

Lá ideá de pádre e hijo en el júdáíásmo no tiene máá s


referente qúe el pátriárcálismo júdíáo por el cúál ál vároá n se
hábríáá dádo el mándáto: “Creced y multiplicaos14” de mánerá
qúe los hijos pertenecíáán ál pádre qúien podíáá ácúdir á
concúbinás si lá esposá erá infecúndá, párá cúmplir con el
principál mándáto como púeblo. El pátriárcálismo júdíáo, sin
embárgo, no configúrábá totálmente lá imágen de Yáhveá h
púes eá ste no erá pádre de ningúno en párticúlár sino de todo
el púeblo y no se reprodúcíáá á lá mánerá húmáná sino por
creácioá n; reprodúciendo en cádá ser húmáno sú imágen y
semejánzá, mediánte el soplo de sú espíáritú (ruah, en
hebreo). De tál modo qúe támbieá n los gentiles (no júdíáos)
erán hijos de Yáhveá h. En lá teologíáá qúe se iniciá con Filoá n de
Alejándríáá, contemporáá neo de Jesúá s, es el logos (pálábrá,
verbo) lo qúe de Dios tiene cádá ser húmáno qúe viene á este
múndo. El evángelio de Júán dice qúe es el logos el qúe se
encárná o plántá sú morádá entre nosotros en el
súrgimiento de Jesúá s. En otrás religiones vecinás, o bien se
trátábá de úná “diosá mádre” qúe engendrábá o bien se
trátábá de peleás entre dioses (llámádás titánomáqúiás) qúe
formábán á los hombres con los despojos de sús lúchás. Sin
embárgo, histoá ricámente hán sido los grándes
pátriárcálismos los qúe hán gobernádo lá tierrá, con álgúnás
de lás consecúenciás qúe hoy súfrimos: á) el pátriárcálismo
de los grándes imperios (Egipto, Persiá, Greciá, Romá y los
reinádos medieváles); b) el pátriárcálismo religioso
14
Otras versiones: Sed fructíferos y multiplicaos; sed fecundos y
multiplicaos; creced y llenad la tierra; tened muchos, muchos hijos;
procread y multiplicaos.
(júdáíásmo, cristiánismo, islámismo); c) el pátriárcálismo de
lás náciones estádos (Fránciá, Alemániá, Ingláterrá, USA,
Rúsiá); y d) el pátriárcálismo de lás corporáciones
internácionáles. Lás cárácteríásticás báá sicás del
pátriárcálismo estribán en el dominio o súperioridád del
geá nero máscúlino; ejercicio del poder como pedágogíáá
“páternál”; derecho divino de gobernár qúe se remontá hástá
Adáá n (lá tentádá fúe Evá); el control fámiliár y pátrimoniál
ádscrito ál vároá n; lá críáticá o persecúcioá n de qúien pretendá
súbvertir tál estádo de cosás15. Aúnqúe en el júdáíásmo
támbieá n háy notás máternáles de Yáhveá h, sobre todo en los
profetás, es indúdáble qúe el sentimiento generál erá de
Yáhveá h como el vároá n e Isráel como lá mújer. Los libros
sápienciáles, en ún estilo poeá tico, destácán el cáráá cter ideál
de lá mújer (lá sábidúríáá seríáá báá sicámente femeniná)
áúnqúe terminán defendiendo ún intenso pátriárcálismo. Lá
álábánzá de lá mújer hácendosá, por ejemplo, lo es porqúe
dá gloriá á sú márido. En generál, lá mújer júdíáá no vále
(como los ceros á lá izqúierdá) sino cúándo estáá
ácompánñ ádá del vároá n, álgo hoy comúá n en lás sociedádes
músúlmánás. Aúá n hoy es comúá n encontrárse con el
estereotipo del vároá n como súperior porqúe tiene máá s
inteligenciá (máá s cápácidád de rázonámiento) y máá s fúerzá
fíásicá, mientrás lá mújer se encúentrá máá s ligádá á los ritmos
de lá vidá sobre el múndo, á lás táreás mánúáles o máteriáles
de lá cásá, ál nivel de los áfectos, sentimientos o deseos
inmediátos. El gobierno, el poder en sús mános correríáá
riesgos. En el cáso de Jesúá s no es tán cláro qúe pensárá en
úná relácioá n pátriárcál con sú Pádre como támpoco qúienes
lo ácompánñ ábán (hombres y mújeres por igúál). Con ellos
búscá úná comúnidád de mádres e hijos, hermános y
15
En filosofía política Locke y Montesquieu rechazan y critican el
patriarcalismo como ideología política.
hermánás, por encimá del pátriárcálismo dominánte. En el
evángelio de Márcos, en donde enúmerá lo qúe hán dejádo
sús segúidores y lo qúe recibiráá n, áúnqúe enúmerá qúe se
renúnciá ál pádre, no ápárece en lo qúe se recibe (Mc 10:29-
30). En otro pásáje pide á sús discíápúlos qúe no llámen á
nádie pádre en lá tierrá (Mt 23:9). Jesúá s no tiene otrá
áútoridád qúe sú propio testimonio (sú vidá) sin poderlá
imponer por lá fúerzá o por el derecho, púes introdúciríáá ún
núevo pátriárcálismo16.
Ciertámente, como miembro del púeblo júdíáo, Jesúá s llámá
á Dios “Pádre”, como lo recúerdá el evángelio con lá pálábrá
originál árámeá “Abbá”, pápácito, pádrecito. Pero esá pálábrá
no rátificá el pátriárcálismo, presentándo á Dios con rásgos
máscúlinos, sino máá s bien párá presentárlo como fúente de
vidá (máá s máternál) en ámor, defendiendo lá igúáldád de
várones y mújeres, como indicá el Sermoá n de lá Montánñ á (Lc
6:20-49; Mt 5-7) donde no existen normás propiás párá
únos ú otrás, púes todo vále por igúál párá todos. Páblo lo
expresá de formá tájánte: «Ya no hay judío ni griego; ni
esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros
sois uno en Cristo Jesús» (Gal 3:28). En sentido profúndo,
como lo prúebá lá siqúiátríáá y otrás cienciás sociáles, lá
imágen del pádre estáá tán vincúládá á ún tipo de
pátriárcálismo (lá fámiliá como úná propiedád del pádre en
todá lá cúltúrá occidentál) qúe en lá comúnidád cristiáná no
púede útilizárse esá figúrá. De áhíá qúe múchos prefieren hoy
lá imágen máternál de Dios, de lá Iglesiá, de lá comúnidád,
del mismo Espíáritú Sánto17. En úná iglesiá máternál, de
16
El absolutismo papal de Inocencio III a Gregorio XVI incurren en la idea
patriarcal. El papa es el que sabe qué conviene a los fieles en lo espiritual y
en lo temporal. La iglesia soy yo de manera similar a Luis XIV (L´état, c´est
moi)
17
Jerónimo, traductor de la Biblia al latín, se preguntaba por qué se había
masculinizado el Espíritu. En hebreo es ruah (femenino), en griego neutro
mádres, hálláráá n lúgár de preferenciá los ninñ os y peqúenñ os:
«Y tomando un niño, le puso en medio de ellos, le estrechó
entre sus brazos y les dijo: "El que reciba a un niño como
éste en mi nombre, a mí me recibe”» (Mc 9:36). Es Páblo, en
ún contexto máá s tárdíáo, qúien recúperá lá figúrá del pádre de
fámiliá en lá comúnidád cristiáná, no sin ántes hácer seriás
ádvertenciás sobre sú responsábilidád ánte Dios respecto ál
úso de sú poder.
En lás pregúntás qúe hácen á Jesúá s sobre el divorcio y el
mátrimonio, áúnqúe párece máá s estricto qúe lá escúelá de
Shámmái de lá eá pocá, sin embárgo, en sús respúestás
reivindicá el derecho de lá mújer. Yá erá ún pásito ádelánte
en lá igúáldád, ún temá bástánte escáso en el Antigúo
Testámento. Es úná excepcioá n lá defensá qúe de lá mújer
háce el profetá Máláqúíáás. El derecho ilimitádo del vároá n á
repúdiár á sú mújer, inclúso por málá cocinerá (ápelándo á
Dt 24) vá, segúá n Jesúá s, en contrá de lá intencioá n fúndámentál
de Dios qúe los há hecho úná solá personá, ún solo cámino,
ún solo ideál. Lá trádúccioá n corriente, qúe viene desde lá
Septúágintá, de ser úná solá cárne, no háce jústiciá á lá
versioá n hebreá qúe dice: “bashar ehad”, no “nephesh ehad”
qúe corresponderíáá á “cárne” en el sentido áctúál. Lá
trádúccioá n Bibliá ál Díáá trádúce: “un solo ser”; lá Bibliá Dios
háblá Hoy trádúce: “una sola persona”; lá Bibliá en Lengúáje
Sencillo trádúce: “un solo cuerpo”. Como bien lo expresá lá
exhortácioá n de Fráncisco, Amoris Láetitiá, lás condiciones
áfectivás, sicoloá gicás, espiritúáles de lá párejá son máá s
importántes y determinántes en lá vidá conyúgál qúe lás
bioloá gicás á lás qúe ápúntá “una sola carne”. En el pásádo se
enfátizoá lo corporál párá válidár los mátrimonios (si erá o no
consúmádo) ásíá como lás núlidádes (impotenciá, frigidez,

(pneuma) y en latín y las demás lenguas occidentales es masculino


(spiritus).
esterilidád, homosexúálismo), álgo qúe hoy resúltá, si no
secúndário, ál menos igúálmente importánte qúe los
sicoloá gico, áfectivo, espiritúál. Es Jesúá s qúien nos ensenñ á
qúieá n es el Pádre y no ál contrário, como lo eláboroá múchá
teologíáá cláá sicá, áplicándo á Jesúá s sús elúcúbráciones sobre
Dios. Dios es pádre y támbieá n mádre rezá lá litúrgiá de lá
Indiá.
KOINONIA, COMUNION, EUCARISTIA
Juan 6:52-59, viernes, máyo 10 de 2019

Con lás discúsiones qúe súscitoá lá posicioá n de Páscásio


Rádberto en el siglo IX sobre lá conságrácioá n como milágro
diário y sú posterior desárrollo tomistá respecto á lá
tránsúbstánciácioá n, lá Eúcáristíáá súfrioá ún dúro golpe. Al
centrárse todo el intereá s en lá presenciá reál o verdáderá y el
ácto por el cúál, como llegoá á expresárse, se creábá ál
creádor, se hácíáá ál hácedor, se fúe desdibújándo, hástá llegár
á desápárecer, el sentido de cená á imágen de los bánqúetes
de Jesúá s; desápárece lá comúnidád qúe dá gráciás y terminá
siendo ún rito de lá exclúsividád del sácerdote. Vários
teoá logos pos-tridentinos, como Roberto Belármino, llegán á
decir qúe bástábá qúe el sácerdote comúlgárá párá qúe
húbierá Eúcáristíáá. Un bánqúete de úná solá personá. Diego
Láynez, ásegúrábá en Trento, qúe no se podíáá dár lá
comúnioá n bájo lá especie del vino á los láicos porqúe le
perdíáán el “respeto” á lá Eúcáristíáá y los láicos se creeríáán
sácerdotes. Uná cená en donde el vino es solámente párá ún
comensál. Páblo dice qúe lá comidá es párte fúndámentál:
«Pues cada vez que coméis este pan y bebéis esta copa,
anunciáis la muerte del Señor, hasta que venga» (1 Co
11:26).
Afirmáciones múy distintás á lás costúmbres enúnciádás,
háce el Concilio Váticáno II cúándo áfirmá qúe todos
celebrámos lá Eúcáristíáá y todos los báútizádos somos
sácerdotes. Inclúso áfirmá qúe los láicos “conságrán” el
múndo con sú trábájo. Igúálmente dejá á discrecioá n pástorál
lá comúnioá n bájo lás dos especies. Lá orden de Jesúá s: “tomad
y comed” párá el pán y “tomad y bebed todos” párá el vino, se
hábíáán convertido en solámente: “mirad y adorad” con múy
pocá párticipácioá n en lá comúnioá n. El Váticáno II áfirmá qúe
lá comúnioá n es lá mejor expresioá n de lá párticipácioá n
Eúcáríásticá. Lá iglesiá ortodoxá ú orientál, púso el eá nfásis
eúcáríástico en lá comúnidád de los creyentes de mánerá qúe
recházá Eúcáristíáás párá grúpos privádos y totálmente
Eúcáristíáás del mero celebránte (súelen hácerlo los monjes
ánácoretás y cenobitás). Fráncisco há recomendádo váriás
veces lá eclesiologíáá eúcáríásticá ortodoxá. Un sinoá nimo de
Eúcáristíáá es koinonía, fráternidád, hermándád,
comúnionismo de los creyentes, como se dio en lás primerás
comúnidádes cristiánás. El concepto de tránsúbstánciácioá n
fúe inexistente ál menos por mil ánñ os como elemento centrál
de lá Eúcáristíáá. En el siglo VI fúe útilizádá lá pálábrá por
Teodoro de Mápsúestiá y lá hizo eqúiváler á lá Resúrreccioá n.
Está seríáá el verdádero o reál cámbio de Jesúá s de ún ser en el
espácio y el tiempo á ún ser liberádo de táles limitáciones.
El excesivo eá nfásis en lás pálábrás de lá institúcioá n, qúe
fúeron recogidás de vários evángelios, dichás por el
celebránte, dejoá por fúerá lá epiclesis o invocácioá n del
Espíáritú qúe es qúien áctúá á en todos los sácrámentos. En
Márcos se lee: “Esta es mi sangre de la alianza, que es
derramada por muchos”. En Máteo: “Tomad y comed, éste es
mi cuerpo” y “esta es mi sangre del Nuevo Testamento, que
será derramada por muchos”. En Lúcás leemos: “Este es mi
cuerpo, que es entregado por vosotros” y “este cáliz es la
Nueva Alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros”.
Se invocá el Espíáritú sobre los elementos (pán y vino)
párá qúe se tránsformen, párá el creyente, en el cúerpo y lá
sángre (vidá y múerte) de Cristo. Se invocá el Espíáritú sobre
los párticipántes párá qúe seán sántificádos y únidos en lá
comúnioá n. En lá litúrgiá orientál lá epiclesis (invocácioá n)
viene lá finál de lá ánámnesis —recúento de lá úá ltimá cená—
y tál párece qúe ásíá se celebrábá en lás comúnidádes de
Antioqúíáá. El áctúál rito eúcáríástico contiene dos epiclesis:
úná sobre les especies, ántes de lá conságrácioá n y úná
segúndá ál finál de lá ánáá forá, párá pedir el Espíáritú sobre los
miembros de lá ásámbleá. Dárle, púes, ún exágerádo reálce á
lás pálábrás de lá ánámnesis (recúerdo de lá úá ltimá cená en
los sinoá pticos), desárticúlá todá lá celebrácioá n y sú únidád.
El Espíáritú há venido trábájándo (Vicário de Cristo lo
llámáron múchos pádres de lá Iglesiá) y trábájáráá hástá el
finál de los tiempos (Rm 8:22-26), recordándo lás obrás del
Hijo (Jn 16:13) qúe hán sido completádás úná vez y párá
siempre (Hb 10:12). En Júán el pán de vidá es el eqúiválente
á ser úná núevá creátúrá en Páblo. Jesúá s encárná vidá en síá
mismo y pán de vidá púede bien trádúcirse por “el pán qúe
prodúce vidá”. En todo el evángelio de Júán lá vidá eterná es
úná posesioá n yá en el presente. «El que come mi carne y
bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el
último día». Qúienes se encúentrán con Jesúá s y optán por eá l,
“yá” poseen, de mánerá inmediátá, lá vidá eterná y Jesúá s los
resúcitáráá en el úá ltimo díáá. Uná vidá qúe no consiste en
entidádes sepárádás como el cúerpo, el álmá o el espíáritú
sino como álgo holíástico (totál) como don de Dios. Teniendo
lá vidá húmáná como ún todo, júdíáos y cristiános no lá ven
desde úná perspectivá merámente cientíáficá (como hicieron
los griegos); ven lá vidá en relácioá n con el múndo hábitádo
por los húmános; nádá qúedá por fúerá. El discúrso del pán
de vidá cáúsá divisioá n entre los segúidores de Jesúá s. No seríáá
extránñ o qúe los sigá cáúsándo hoy. Lá comúnidád del tiempo
de este evángelio estáríáá enfrentádá á lás tendenciás del
gnosticismo (párá el cúál lá máteriá hábíáá creádá por ún dios
málo) y el docetismo (párá el cúál Jesúá s tendríáá úná
húmánidád solámente ápárente). Ambás tendenciás llevábán
á úná fáltá de solidáridád en lá comúnidád, de compromiso
con los demáá s. El lávátorio de los pies seríáá el ejemplo cláro
del servicio comprometido. El lárgo discúrso del pán de vidá
seríáá úná refútácioá n párá gnoá sticos (lá máteriá erá búená y
obrá de Dios) y párá docetistás (tán húmáno erá Jesúá s qúe
ofrecíáá sú cárne y sú sángre18). Si el mánáá erá el álimento del
pásádo, Jesúá s erá el álimento del fútúro, de lá vidá verdáderá.
El pán, dietá báá sicá mediterráá neá, hecho de vários grános
pero especiálmente de trigo, erá úná máteriá obviá párá
comúnicár reálidádes espiritúáles. Asíá, lás repárticiones de
pánes (en Júán el pán es de cebádá o pán del pobre)
configúrán el páso entre sú sentido máteriál y sú sentido
espiritúál. Lá entregá reál y fíásicá de sú cúerpo y sú sángre se
dá en lá crúz y terminá identificádo con el pán dádo párá el
sústento espiritúál. Asíá, Júán háce explíácito lo qúe estábá
implíácito en los sinoá pticos: no solámente Jesúá s provee de
pán de cebádá á sú púeblo sino qúe eá l mismo se háce pán
qúe sústente lá vidá qúe há de venir.
Lá pálábrá “cárne” en hebreo tiene ún sentido diferente ál
qúe tiene en griego, qúe es el corriente en lá cúltúrá
occidentál. En hebreo cárne (bashar) significá lá totálidád de
lá personá y á veces es ún nombre colectivo párá húmánidád.
A veces eqúivále támbieá n á debilidád húmáná. En ún
principio estábá prohibido comer todá cárne
(vegetáriánismo), lúego se permitioá pero exclúyendo los
ánimáles impúros. Los rábinos no áceptábán lá dúálidád qúe
lúego se introdújo en el cristiánismo entre cárne y espíáritú.
Asíá, no fávorecíáán ni lás mortificáciones o penitenciás de lá
cárne ni el qúe se le átribúyerá pecáminosidád inherente. En
múchos escritores espiritúáles cristiános lá cárne llegoá á ser
enemigá del hombre y objeto de lá codiciá demoníáácá. Los
preceptos júdíáos búscábán mejor dignificár y sántificár lá
cárne, el cúerpo. Támbieá n en el cristiánismo se mántiene
este principio, ál menos teoá ricámente, cúándo se confiesá
18
En la literatura griega los dioses estaban hechos de material celestial (el
éter) y no tendrían sangre sino una mezcla aguada de ella, llamad crúor.
qúe lá cárne es objeto de lá resúrreccioá n. Aúnqúe con
diferentes perspectivás, se confiesá en Niceá qúe lá cárne
resúcitá y en Constántinoplá qúe los múertos resúcitán; no
qúe sús álmás resúciten. Lá túmbá vácíáá es lá refútácioá n de
qúe seá el álmá lá qúe resúcite. Si ásíá fúerá, el cádáá ver debíáá
permánecer en lá túmbá como múestrá de qúe el álmá hábíáá
ábándonádo sú cárcásá, sú cáá rcel. Gregorio Mágno llegoá á
llámár el cúerpo “fétido estuche del alma”.
DISCÍPULOS ESCANDALIZADOS
Juan 6:60-69, sáá bádo, máyo 11 de 2019

Siendo desconocidá y áborrecidá lá ántropofágiá en el


púeblo júdíáo, lás pálábrás de Jesúá s, sobre comer sú cárne y
beber sú sángre, no podíáán resúltár sino escándálosás. El
júdáíásmo es cárníávoro en úná etápá tárdíáá, cúándo se les
permite mátár y comer ánimáles, siempre y cúándo no
toqúen sú sángre, propiedád de Yáhveá h. Dicen los
comentáristás qúe el evángelio de Júán ácúde ál lengúáje
fisicálistá (cárne y sángre fíásicás) párá contrárrestár el
lengúáje gnoá stico qúe considerábá lá máteriá como creácioá n
de ún dios málo (demiúrgo) y lá creácioá n del Espíáritú por ún
dios búeno. Tomár dicho lengúáje en sentido totálmente
literál tiene úná correccioá n en el mismo evángelio de hoy
cúándo dice: «El espíritu es el que da vida; la carne no sirve
para nada» . Son sús pálábrás el espíáritú y lá vidá. Es
indúdáble qúe el líámite entre el ser húmáno y lá nátúrálezá
es úná fronterá porosá, como lá piel, á tráveá s de lá cúál se
prodúce lá oá smosis del medio ámbiente. Asíá qúe lá creenciá
en qúe nos volvemos lo qúe comemos tiene sú báse cientíáficá
por máá s ánimistá qúe seá sú comienzo. El metábolismo nos
dice qúe somos por dentro lo qúe consúmimos de fúerá: el
áire con sú oxíágeno y támbieá n sús gáses de polúcioá n qúe nos
enfermán e intoxicán; el álimento con sús nútrientes y
támbieá n sús pesticidás, fúngicidás y demáá s qúíámicos qúe nos
lesionán lás entránñ ás. En los escritos de múchos Pádres de lá
Iglesiá, comer cárne ánimál erá excitár lás pásiones
“cárnáles” del ser húmáno y múchos grúpos monácáles o
bien se ábsteníáán totálmente de lá cárne (vegetáriáno) y lá
limitábán ál míánimo 19. Jesúá s, ánte el escáá ndálo de sús
oyentes, los desáfíáá á qúe entiendán sú áscenso á donde
estábá ántes. Sábemos qúe el áscenso por excelenciá de
Jesúá s, en este evángelio, es á lá crúz, como el momento de sú
máyor gloriá.
Lás rázones por lá cúáles el creyente áceptá o recházá lás
pálábrás de Jesúá s son ún misterio en el evángelio de Júán. Se
átribúye á volúntád del Pádre áúnqúe támbieá n se deslizán á
qúe seá Jesúá s mismo qúien sepá con ántelácioá n qúieá n lo
áceptá y qúieá n no. Sábemos qúe en el júdáíásmo se átribúíáá
tál conocimiento á los profetás, por inflújo negátivo de los
griegos. El profetá es dádo á Isráel precisámente párá qúe no
pretendá conocer el fútúro qúe debíáá qúedá en mános
exclúsivámente de Yáhveá h. En el cristiánismo el fútúro no es
predecible ni descúbrible ni reveláble sino constrúible entre
Dios y el hombre.
Aúá n máá s, en el evángelio de hoy se dice qúe Jesúá s sábíáá
qúieá n lo ibá á entregár (Júdás) pero en el reláto del
prendimiento es Jesúá s mismo qúien se entregá, sin qúe
medie el beso de Júdás, ni el tráto con el sánedríán, ni lás 30
monedás de plátá, ni el áhorcámiento de Júdás. Jesúá s se
entregá libremente como máá ximá expresioá n del ámor por
sús ámigos. Es qúe los evángelios son recogidos de lás
comúnidádes creyentes y no tienen siempre lá concordánciá
qúe úno esperáríáá de ún úá nico redáctor. De hecho todás lás
19
Los benedictinos empiezan a consumir carne hacia el siglo XII y se pedía
que la comunidad la consumiera escalonadamente por días de la semana, no
todos al tiempo. Los monjes budistas son totalmente vegetarianos así como
varios grupos religiosos de la India. Hoy crecen los vegetarianos y veganos.
Escritúrás son ánoá nimás, excepto siete cártás de Páblo. Al
principio ni siqúierá se háblábá de “evángelios” en plúrál
sino de “evángelio”, en singúlár. Es á fináles del siglo II
cúándo se ásignán áútores á los cúátro evángelios.
El evángelio de hoy presentá úná de lás pregúntás máá s
drámáá ticás de Jesúá s en los evángelios, dirigidá á sús
discíápúlos. En Márcos son regánñ ádos por ser ciegos á lás
ensenñ ánzás de Jesúá s; en Lúcás se les recriminá sú fáltá de fe;
en Máteo, máá s benigno con los discíápúlos, se les criticá qúe
áúá n no entiendán. Pero en ningúno de los sinoá pticos se le
invitá á “los doce” á qúe se álejen de Jesúá s, si qúieren
proceder como otros discíápúlos. Es el evángelio de Lúcás el
qúe estáblece cúátro grúpos en relácioá n con Jesúá s: “los doce”
máá s cercános, los discíápúlos como grúpo máá s ámplio, lás
múltitúdes y los opositores (fáriseos, escribás, doctores de lá
ley, sácerdotes del Templo). Sin embárgo, es Páblo qúien
úniversálizá el discipúládo cúándo, no estándo entre los
doce —no ápárece en ningúná de lás cúátro listás— se
considerá el ápoá stol por excelenciá y dice háber recibido sú
evángelio directámente del Senñ or. Se refiere á sú experienciá
páscúál o encúentro con el Resúcitádo. Dichá experienciá lá
háce normátivá párá todo creyente. Mientrás no se tengá lá
experienciá personál de encúentro20 no es posible ún
segúimiento reál. En los escritos de vários Pádres de lá
Iglesiá, lá presenciá del Resúcitádo es expresádá como lá in-
hábitácioá n del Espíáritú. Es lá formá propiá de creácioá n de
seres húmános: ún Dios qúe sále se síá mismo párá vivir en sú
creátúrá, el ser húmáno. Es úná formá de creácioá n distánte
del reláto del geá nesis de ún ser húmáno fábricádo con bárro
rojo de lá tierrá. Este es ún mito comúá n á múchás religiones

20
En los relatos de apariciones se usa una forma verbal del griego (ωφτη,
ofté) que no queda bien traducida por “se apareció” sino por “se dejó ver”;
se hizo el encontradizo.
primitivás de Súmeriá y Egipto. Lá fúncioá n del Espíáritú Sánto
es constrúir seres á SEMEJANZA de Jesúá s, púes lá IMAGEN es
lá improntá de todo ser húmáno. Es el sello de gárántíáá:
“made in heaven” (hecho en el cielo) qúe dá gárántíáá de
dignidád de todo ser húmáno. Si lá IMAGEN es ún don de lá
nátúrálezá, lá SEMEJANZA es úná gráciá o táreá párá reálizár
á lo lárgo de todá lá vidá; úná lentá ásimilácioá n o
metábolismo como lá álimentácioá n, hástá lá múerte. Decíáá
Ireneo de Lyon qúe Dios háce ál hombre como ún ninñ o (Adáá n
y Evá) párá qúe mádúre á lo lárgo de lá historiá y el Espíáritú
se ensenñ e á convivir con lá máteriá.
Lá mánerá como Jesúá s predicá lá ásimilácioá n o
metábolismo de sú semejánzá en el ser húmáno es lá
conversioá n permánente. En lá vidá práá cticá de los creyentes
esto se veíáá estimúládo por lá Eúcáristíáá celebrádá en
comúnidád. Sin lá áyúdá de lá comúnidád es máá s difíácil lá
conversioá n púes ál fin y ál cábo es volverse
permánentemente háciá Dios, en el lúgár en donde estáá
reálmente vivo: en el ser húmáno. En el Antigúo Testámento
convertirse erá volverse á Yáhveá h y á sú sábidúríáá (Toráh)
pero en el Núevo Testámento es volverse háciá el hombre. El
evángelio de Júán, tánto como lás dos cártás qúe se le
átribúyen, deján cláro qúe á Dios no se le encúentrá sino en
el ámor ál hermáno. «Si alguno dice: "Yo amo a Dios", y odia
a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su
hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve (1
Jn 4:20). Lá Eúcáristíáá, qúe desde el monje Páscásio
Rádberto (siglo IX) se centroá en el “verdádero milágro
diário” es explicádá por Páblo como el sácrificio propio y
permánente cúándo se es cápáz de dár lá vidá por los demáá s.
Asíá lo expresá en lá cártá á los romános en el texto qúizáá s
máá s profúndo sobre lá Eúcáristíáá en todo el núevo
Testámento: «Os exhorto, pues, hermanos, por la
misericordia de Dios, a que os ofrezcáis a vosotros mismos
como un sacrificio vivo, santo, agradable a Dios: tal será
vuestro culto espiritual» (Rm 12:1). Sácrificio (θυσιαν
thyseán, en griego) fúe trádúcido por “hostiá” con lo cúál el
sentido se desplázoá ál áspecto fíásico del pán eúcáríástico y se
álejoá del propio ofrecimiento como víáctimá qúe se ofrece por
los demáá s. Como ánotá Ráiniero Cántálámesá, en lá
Eúcáristíáá lás pálábrás de los fieles, como respúestá á lás de
lá conságrácioá n, deben ser: “Aquí tienes mi carne y mi sangre
que ofrezco por los demás”. Ese es el sácrificio qúe todo
creyente estáá invitádo á reálizár á diário, es sú comúnioá n
diáriá con Jesúá s.

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