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Directrices sobre
bibliotecas nacionales
elaboradas por
Guy Sylvestre
0 Unesco, 1987
PREFACIO
El autor desea dar las gracias a los directores de las bibliotecas nacio-
nales que leyeron y analizaron el proyecto de las presentes directrices y for-
mularon sugerencias útiles, algunas de ellas incorporadas al texto definitivo,
así como a la Srta. Marianne Scott, de la Biblioteca Nacional del Canadá,
quien accedió amablemente a que el texto fuese transcrito en la Biblioteca
Nacional; a la Sra. Margo Wiper, por la ayuda prestada para la edición y lec-
tura de las pruebas, y a la Sra. Linda 1 ‘Heureux, quien transcribió todo el
texto en una minicomputadora.
Página
1. INTRODUCCION . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1
5. CONSERVACION . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43
6. RELACIONES NACIONALES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47
7. RELACIONES INTERNACIONALES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53
9. LOCALES Y EQUIPO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 64
1. INTRODUCCION
1.4 Más recientemente, en una obra excelente y útil, The role of National
Libraries in Developing Countries with Special Referente to Saudi Arabia6)
Abdulaziz Mohammed Al-Nahari propone que se distingan las funciones “d:
acuerdo con grados de prioridad”, en lugar de “en términos tan absolutos como
“fundamentales”, “posibles” o “no necesarias”“. El mismo autor indica que esta
modificación es más de terminología que de esencia. En la práctica, se asigna-
rán las prioridades más elevadas a las tareas que se considere esenciales o
fundamentales siendo menores las que se considere que son facultativas o inne-
cesarias. A decir verdad, la lista de las funciones que propone Al-Nahari al
basarse en las prioridades coincide en buena medida con las que otros autores
han formulado de acuerdo con las categorías tradicionales. Lo que realmente
importa, aquello en lo que deberían basarse los decisores para determinar la
índole y el ámbito de los servicios asignados a las bibliotecas nacionales (o
a otras bibliotecas o instituciones que desempeñen el papel de biblioteca
nacional), es la importancia y urgencia de atender a determinadas necesidades
con preferencia a otras, o (por decirlo de otro modo) la contrapartida que ha
de entrañar el no facilitar determinados servicios concretos al país y a sus
ciudadanos. Las directrices que propondremos se refieren a las bibliotecas
nacionales, aunque algunas sean aplicables al papel de biblioteca nacional
asignada a -0 desempeñada por- otras bibliotecas o instituciones, cuando el
país carezca de los recursos necesarios para crear y financiar una biblioteca
nacional; a este propósito, véanse los Capítulos 10 y ll en los que se anali-
zan las diversas soluciones.
1.6 Las directrices tienen en cuenta que las bibliotecas nacionales no exis-
ten aisladas y que no se deben crear ni modificar sin una conciencia clara de
la función que atañe a otras instituciones nacionales afines. Tienen que ser
un elemento fundamental de la red de información del país y, asimismo, poder
participar con eficacia en los planes de cooperación internacional, al menos
en los de’ ámbito regional que más beneficios puedan reportar al país. Al
seguir estas directrices se deberá prestar en todo momento plena atención al
contexto nacional e internacional en el que se crea una biblioteca nacional o
se perfeccionan o modifican sus servicios, como se subraya en la mencionada
declaración oficial de la Conferencia de Directores de Bibliotecas Naciona-
lesll), en algunas obras de referencia como La planificación de las infra-
estructuras nacionales de documentación. bibliotecas Y archivos, de
J.H. d’0lier y B. Delmas12); Planning of Librarv and Documentation Services,
de C.V. Penna (2a. ed., revisada y ampliada por P.H. Sewell y Herman
Liebaers)13) ; las ponencias de la IFLA editadas por Robert Vasper y Leone
1. Newkirk, National and International Librarv Planning14); así como en
diversas conferencias y seminarios de la Unesco, tanto mundiales15) como
regionales16). En los últimos años, la Unesco ha editado, dentro de su Pro-
grama General de Información, diversas publicaciones de referencia a las que
nos referiremos más adelante, como las Directrices sobre cuestiones de polí-
tica general (planificación de las infraestructuras nacionales de información)
o sobre cuestiones concretas (el depósito legal, la formación, las normas
bibliográficas, etc.); la IFLA ha publicado también diversas guías muy Útiles.
1.8 Hay que conciliar la conservación con la disponibilidad, pues las biblio-
tecas nacionales deben atender a las necesidades de los lectores actuales y
sus fondos deben ser accesibles asimismo a las generaciones venideras. Se
hallan en encrucijadas temporales y espaciales: vinculan a generaciones suce-
sivas a través de decenios y de siglos para compartir el patrimonio literario
del país y unen a pueblos diversos por encima de fronteras provinciales y
nacionales. La existencia de bibliotecas pujantes es fundamental para el desa-
rrollo y la supervivencia de las sociedades democráticas y progresistas, para
el perfeccionamiento de unos ciudadanos ilustrados y el fomento de la investi-
gación y de la erudición. No se pueden mejorar los servicios de las bibliote-
cas de un país si se carece de la dirección de una biblioteca nacional que,
como señaló K.W. Humphreys, “debería ser el principal promotor en materia de
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2.1 Los fondos de la Biblioteca Nacional pueden ser de carácter más o menos
enciclopédico. Son muchos los países en los que no se dispone particularmente
de medios para mantener varias colecciones amplias de obras de investigación
por duplicado , por lo que el fondo de la Biblioteca Nacional es por lo general
el más extenso y global, aunque puede haber otras instituciones que dispongan
de fondos importantes para determinados servicios nacionales, tanto en lo
relativo a temas concretos (por ejemplo, medicina, bellas artes, etc.) como en
lo que respecta a algunas modalidades de publicación (grabaciones sonoras,
películas, etc.). En casos extremos pueden limitarse a los materiales editados
en el país, a las publicaciones extranjeras sobre el mismo, incluidas las tra-
ducciones de libros de autores nacionales y de libros editados en el extran-
jero por autores del país (caso de la Biblioteca Nacional de Suiza, en Berna)
o abarcar toda clase de publicaciones de todo el mundo y sobre cualquier tema
(la Biblioteca del Congreso, Washington, Estados Unidos). No hay que confundir
el fondo de obras nacionales con el de la Biblioteca Nacional, aunque puedan
coincidir (como sucede en Suiza), ya que por lo general aquél forma parte de
éste. Las obras nacionales se adquieren generalmente por conducto del depósito
legal (salvo los materiales antiguos editados antes de que se crease la
Biblioteca Nacional), mientras que los materiales extranjeros se obtienen por
compra, intercambio o donación. Más adelante trataremos con cierto detalle del
depósito legal, pues suele entrañar medidas legislativas y normativas especia-
les. Asimismo, dedicaremos una sección a la conservación, dado que es cada vez
más patente que, a falta de los adecuados programas de conservación, las gene-
raciones futuras de lectores no podrán utilizar una parte considerable de los
fondos.
“1) toda legislación sobre depósito legal tiene por objetivo fundamen-
tal la acumulación y conservación de un fondo nacional de materia-
les de biblioteca de toda índole;
2.3.4 Normalmente, el ámbito del depósito legal coincide con el del man-
dato en materia de acopio de materiales de la Biblioteca Nacional. Se debe
tender a que todas la publicaciones, sea cual fuere su formato, se adquieran
en virtud del depósito legal, figuren en la bibliografía nacional y estén a
disposición de los lectores. En caso de que una biblioteca nacional dada (u
otro depositario) no disponga del personal necesario para catalogar y atender
a todas las publicaciones del país, sería aconsejable aplicar el depósito
legal a todas las modalidades de publicaciones o al mayor número posible de
ella, partiendo del principio de que más tarde se dispondrá del personal nece-
sario para ocuparse de los materiales acumulados o depositados; por otro lado,
puede que no sea posible localizar nunca muchos de los ejemplares de gran
numero de publicaciones que no se adquirieron en el momento de su aparición, o
que haya que comprarlas a precio mucho más caro. Así pues, salvo los artículos
impresos como los que se mencionarán en el párrafo siguiente, el depósito
legal deberá ser lo más exhaustivo que se puda. Las obras producidas a peti-
ción del usuario plantean un problema particular, pues el texto electrónico
puede ser destruido si ya no produce beneficios comerciales, o ser objeto de
modificaciones periódicas (lo que equivale a nuevas ediciones). Aunque éste es
un problema conocido, son las bibliotecas nacionales las que deberán trazar
las políticas y mecanismos capaces de asegurar la conservación de obras de esa
índole. La evolución reciente de la producción y distribución de las publica-
ciones, particularmente los materiales especiales como publicaciones electró-
nicas y programas de computadoras, darán lugar a una revisión general del
depósito legal: entretanto, las directrices existentes siguen siendo de gran
utilidad.
2.3.5 Las leyes y normas sobre depósito legal deberán abarcar la totali-
dad de los impresos del país, es decir, todas las publicaciones, sea cual
fuere su formato, producidas en el país con miras a su distribución general,
tanto si el autor es ciudadano del país como si es extranjero: libros, folle-
tos, publicaciones periódicas, diarios, colecciones, partituras musicales,
mapas, grabaciones sonoras y visuales, discos fonográficos, cintas, películas,
diapositivas, micropublicaciones, incluidas todas las publicaciones de esa
índole producidas por los gobiernos pero excluidas por lo general de las
publicaciones privadas de carácter confidencial y que no se distribuyen al
público (aunque puedan adquirirse mediante indagaciones), así como los mate-
riales impresos consistentes fundamentalmente en papel en blanco. Hay países
cuyas legislaciones en materia de depósito abarcan todos los impresos de cual-
quier índole, incluidos los materiales insignificantes depositados por los
impresos, aunque en su mayoría limitan el depósito legal a los materiales dis-
tribuidos al público por los editores. En algunas leyes y normas se estipula
el depósito de categorías concretas de publicaciones ex officio y el depósito
selectivo de determinadas categorías, a discreción del depositario. La
Dra. Lunn cita ejemplos de selec%ividad al decir que “cabría exigir el depj-
sito de algunos diarios principales, sin por ello reclamar el depósito de
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todos los diarios del país (salvo el primer numero, con miras a establecer la
bibliografía nacional)“, o de los informes anuales de determinadas empresas
industriales y comerciales, sin por ello exigirlo de empresas de menor impor-
tancialO).
general multas que deberán ser lo bastante considerables como para inducir a
los editores a cumplir la ley, a fin de que los fondos y la bibliografía
nacionales sean lo más completos posible; para poder demostrar que han cum-
plido la ley, los depositantes deberán poder exigir que se les extienda un
recibo cuando lo deseen; h) los materiales enviados al depósito legal deberán
estar exentos de tasas postales, hecho que deberán explicitar la ley o los
reglamentos correspondientes; i) en algunos países (los Estados Unidos,
Australia , por ejemplo), la Biblioteca Nacional acoge los ejemplares deposita-
dos en aplicación de la ley de derecho de autor, pero el depósito no es una
condición del derecho de autor y, como señala la Dra. Lunn, “en pura lógica,
no hay motivo alguno para que el depósito legal de las bibliotecas esté aso-
ciado de alguna forma al derecho de autor”l5). Para más datos y asesora-
miento sobre los aspectos tanto fundamentales como secundarios del depósito
legal, las directrices de la Dra. Lunn constituyen el documento general más
autorizado y actualizado que quepa consultar y utilizar. La aplicación sin
tropiezos del depósito legal exige relaciones estrechas y amistosas entre los
depositantes y los depositarios, y los editores tendrán que comprender que,
por su propio interés, sus publicaciones formen parte de los fondos nacionales
y figuren en la bibliografía nacional.
1) Unesco.
2) National Libraries . . . . Symposium, pág. 112.
3) Ibid., pág. 34.
4) Maurice B. Line, The Role of National Libraries: A Reassessment. Libri,
Vol. 30 (1980), págs. 14-15.
5) En: Development of Resource Sharina Networks, National Library of
Australia, Canberra, 1979, págs. 41.43.
6) Jean Lunn, Guidelines for Legal Deposit Lepislation, París, Unesco, 1981,
(PGI-81/WS/23), pág. 3.
7) Lunn, pág. 1.
8) Lunn, pág. 25.
9) Lunn, pág. 3.
10) Lunn, pág. ll.
11) Canada, Statutes of Canada, 17-18 Elizabeth II, Cap. 47: National Library
Act. Véase también Pinion, Catherine F., Legal Deposit of Non-book
Materials, Wetherby, British Library, 1986, 154 págs.
12) Id. Sección 11 3).
13) Lunn, Id. págs. 12-13, 21. También Bjerregard, Estrid. Legal Deposit -
Purpose and Scope in Modern Society, en Libri, Vol. 23, N" 4, págs. 337-
343.
14) Lunn, &l. pág. 22.
15) Lunn, Id. pág. 21.
16) Hakli, Esko, Resource Sharing in Scandinavian Libraries in National
Library of Australia, Development of Resource Sharinp Networks.
págs. 189-204.
17) Line, M., British Librarv Lendinp Division as a Central Document SUP-
plier, en International Journal of Special Libraries, Val. XVI, N" 4
(1982), págs. 209-224.
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plazo , patrocinado por la Unesco y la IFLA, tiene por objeto alcanzar el obje-
tivo internacional primordial consistente en controlar e intercambiar la
información bibliográfica a escala mundial, lo que presupone que todos los
organismos bibliográficos nacionales formen una red basada en la aceptación de
unas mismas funciones básicas y unas mismas normas mínimas. Hay toda una serie
de bibliografías de otra índole, retrospectivas y actuales, y destinadas a
atender las necesidades especiales de grupos determinados de usuarios. No obs-
tante, compete al órgano bibliográfico nacional establecer y distribuir los
registros originales de todas las publicaciones producidas en el país4).
3.1.4 Por todas estas razones, la bibliografía nacional debe ser tam-
bién lo más completa posible, lo que puede conseguirse más fácilmente en los
países pequeños con menor numero de publicaciones. No obstante, incluso en los
países grandes con gran numero de publicaciones se intenta abarcar el mayor
numero posible de materiales, si bien cabe excluir algunos de limitada utili-
dad para la investigación: en algunos de estos casos puede existir un registro
abreviado del catálogo de la biblioteca (manual o informatizado) que no siem-
pre se incluye en la bibliografía nacional. En la mayoría de países, el ámbito
de la bibliografía nacional coincide (más o menos) con el del depósito legal.
En el estudio realizado por la Biblioteca Nacional de Australia al que se ha
hecho referencia anteriormente, se indica que las bibliografías nacionales
abarcaban los materiales siguientes: monografías, 44; nuevas publicaciones
periódicas, 43; publicaciones oficiales, 27; mapas, 24; diarios, 23; tesis,
18; grabaciones musicales, 16; registros sonoros, 6; y, en menor cantidad,
películas, registros de video, microfichas, ayudas docentes, impresos, carte-
les, etc. Otros estudios muestran algunas variaciones, aunque por lo general
confirman las cifras australianas5). Cabe destacar que, como recomendó el
Congreso Internacional de 1977, la bibliografía nacional debería abarcar las
publicaciones en cualquier idioma (no sólo en el idioma o idiomas oficiales),
y el registro debería efectuarse en el idioma de la publicación. Algunas
bibliografías nacionales incluyen las obras de autores nacionales publicadas
en el extranjero y, en algunos casos, incluso los registros de las publicacio-
nes en los idiomas oficiales del país efectuados en otros países y en otros
casos también las publicaciones sobre el país realizadas en el extranjero. Se
sugiere que en esos casos los registros se agrupen en secciones independientes
que complementen la bibliografía nacional, con la finalidad básica de abarcar
las publicaciones efectuadas en el país. Si no se enumeran por separado, los
registros correspondientes a las publicaciones extranjeras deben identificarse
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sino que deben utilizarse como fondos de apoyo de las bibliotecas locales y de
las bibliotecas situadas en poblaciones distantes. Los lectores utilizarán
ante todo SU propia biblioteca (pública, universitaria, especial), haciendo lo
propio con los textos de la Biblioteca Nacional cuando no existan en su propia
biblioteca. Algunas bibliotecas nacionales conceden directamente derechos de
lectura a los estudiosos y a otros investigadores que lo solicitan. En cambio,
en algunas bibliotecas se exige el aval de otra biblioteca. Al asumir la res-
ponsabilidad de asegurar la conservación de los textos de la biblioteca de
forma que puedan ser consultados tanto por las generaciones presentes como por
las futuras, las bibliotecas nacionales pueden imponer legítimamente ciertas
restricciones a los usuarios y tomar algunas precauciones con los textos que
pueden consultarse (al igual que en lo relativo al préstamo interinstitucio-
nal). La utilización de los textos de las bibliotecas debe regirse por políti-
cas y procedimientos claramente establecidos, lo que requiere unas instalacio-
nes y una supervisión apropiadas. Los avisos públicos y los folletos deben
especificar quién tiene derecho a utilizar los servicios de la Biblioteca
Nacional, en qué condiciones y modalidades, si hay que exigir o no tarjetas de
acceso a los lectores, cómo pueden obtenerse los diversos servicios y dónde se
encuentran los puntos de acceso, cómo utilizar los catálogos y otros auxilia-
res de búsqueda y cómo obtener la ayuda del personal (en caso necesario), cómo
llenar los formularios de solucitud para obtener textos o fotocopias, cómo
pedir prestados muchos textos a la vez y por cuánto tiempo, qué restricciones
se imponen para reproducir los textos amparados por el derecho de autor, las
tarifas cobradas por los diversos servicios (cuando no son gratuitos), las
horas de servicio, etc. Cabe señalar que la mayoría de las bibliotecas abren
al público sus salas de lectura únicamente durante las horas de trabajo. Otras
están abiertas día y noche, durante toda la semana, a los lectores que poseen
pases especiales y casilleros individuales donde dejar al irse los textos uti-
lizados , privilegio especialmente apreciado en países grandes en que los estu-
diosos acuden a la Biblioteca Nacional desde lugares distantes y desean apro-
vechar al máximo su estancia en la localidad.
4.4.2 Las bibliotecas nacionales más pequeñas suelen tener tan solo una
sala de lectura y un solo punto de acceso a los textos. Las de mayores dimen-
siones suelen tener varias salas de lectura: general, de publicaciones perió-
dica, de diarios, de originales, de libros raros, de música, de mapas, etc.
Las políticas y procedimientos seguidos con respecto al acceso a los fondos
especiales son por lo general más restrictivas que las que se aplican a la
utilización del fondo general. Estas restricciones deberían también explicarse
claramente en avisos y folletos apropiados. Los servicios especiales de repro-
grafía disponibles para obtener reproducciones de textos de los fondos espe-
ciales suelen ser distintos según se disponga de ellos en la sala de lectura
general o en los servicios de préstamo (de pago o gratuitos); hay textos que
no pueden reproducirse debido a su fragilidad o porque están amparados por
derechos de autor. La importancia del uso apropiado de los textos, de modo que
puedan seguir a disposición de otros usuarios presentes o futuros, debería
destacarse en los anuncios promocionales así como en las visitas organizadas
por algunas bibliotecas para dar a conocer a sus usuarios el alcance de los
servicios que se prestan. La formación de los usuarios es un factor importante
de la UAP, ya que la experiencia nos dice que muchos fondos están subutiliza-
dos porque los posibles usuarios no conocen su existencia ni la ayuda que
puede brindarles el personal.
4.7.5 Esta evolución hace más práctico y económico sustituir los tradi-
cionales catálogos colectivos nacionales o regionales y los “sistemas de catá-
logos colectivos” nacionales 0 regionales (y también internacionales),
haciendo innecesario el almacenamiento de todos los datos bibliográficos en
una sola base de datos monolítica, con el resultado final de una mayor descen-
tralización y rapidez en la búsqueda y el préstamo, al mismo tiempo que dismi-
nuyen los gastos de almacenamiento y que, en cambio, aumentan los gastos de
comunicación. El usuario debería recibir un servicio mejor que antes, a condi-
ción de que no se le cobren precios prohibitivos para suministrarle unos mate-
riales de los que tradicionalmente podrá disponerse gratuitamente5). La
nueva tecnología de funcionamiento de la red se examina con más detenimiento
en el Capítulo 6 (párrafos 6.3.1 a 6.3.3).
no sólo en forma impresa, sino también en microfichas (lo que hace económica
la actualización) e incluso incorporadas a sistemas que pueden consultarse
directamente (y que pueden mantenerse más al corriente). La producción de este
importante instrumento bibliográfico corre por lo general a cargo de la
Biblioteca Nacional y acelera el suministro de fotocopias de artículos que en
algunos países son más numerosos que otros tipos de documentos. Algunas
bibliotecas nacionales han publicado también catálogos colectivos de materia-
les especiales, como, por ejemplo, para lectores impedidos (en Braille, carac-
teres grandes, casetes) que, aunque sean una minoría en los países con un ele-
vado nivel de alfabetización, sufren sin embargo serios inconvenientes, sobre
todo si se considera el bajo porcentaje de publicaciones existentes de este
tipo. De todos modos, es de esperar que en la mayoría de países el acceso a la
información o a los documentos se haga cada vez más por medio de las bases de
datos, y que también, cuando se soliciten, puedan obtenerse muchos documentos
breves de las instituciones públicas o privadas que cuentan con esas bases de
datos. Sin embargo, el suministro de libros, y de muchas otras formas de
publicaciones, seguirá dependiendo de las existencias locales o del préstamo
interinstitucional, tal como viene ocurriendo desde hace mucho tiempo.
4.9.1 En varios países existe desde hace muchos años algún servicio de
biblioteca especialmente concebido para los lectores minusválidos, pero sólo
recientemente se ha convenido en que debería ponerse mayor interés en ayudar a
esos lectores. Es cierto que el analfabetismo constituye de por sí una impor-
tante minusvalía, siendo necesario que las bibliotecas nacionales, especial-
mente las de los países en desarrollo, cooperen con miras a su erradicación.
No obstante, los servicios que ahora consideramos son los que hay que prestar
a los lectores que padecen insuficiencias visuales y físicas. El servicio de
esta clase más ambicioso es el programa nacional administrado y financiado por
la Biblioteca del Congreso, que proporciona servicios individuales a los cie-
gos por medio de bibliotecas cooperativas regionales: libros en Braille,
libros registrados en casetes (incluidos los aparatos de registro) y libros
impresos en grandes caracteres, además de la asistencia proporcionada a otras
bibliotecas mediante ayudas bibliográficas, formación e investigación. Este
ambicioso programa difícilmente puede emularse en otros países. En la mayoría
de los países en los que se ha desarrollado un programa nacional de bibliote-
cas en favor de los impedidos visuales, dicho servicio se circunscribe por lo
general al establecimiento y mantenimiento de un catálogo colectivo nacional
de materiales bibliográficos puesto a la disposición de los usuarios. Cuando
las otras bibliotecas, ya se trate de las especializadas o no, proporcionen
materiales bibliográficos a sus usuarios, la Biblioteca Nacional tendría que
desempeñar una función de coordinación y de fomento para que los ciudadanos
desfavorecidos que necesiten dichos materiales puedan utilizarlos lo más
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4.10 Exposiciones
5. CONSERVACION
6. RELACIONES NACIONALES
que son a veces bibliotecas nacionales. Hay que hacer resaltar que la forma-
ción profesional no es por lo general una función que corresponda a la Biblio-
teca Nacional. Sin embargo, suele invitarse con frecuencia a los miembros del
personal de la Biblioteca Nacional para que asistan a los cursos de escuelas
de bibliotecarios, que disponen de un equipo de profesores de dedicación
exclusiva, con objeto de que den conferencias extraordinarias o para que se
encarguen de la dirección de seminarios sobre temas en los que su competencia
es reconocida. Como ya se señaló anteriormente, las bibliotecas nacionales
deben, sin embargo, ocuparse de la organización de cursos especiales cuando
hagan su aparición nuevas técnicas que conviene difundir (como es el caso en
lo que atañe a las nuevas reglas de catalogación, a los nuevos códigos elec-
trónicos de mensaje, etc.), con el fin de garantizar su aplicación y de faci-
litar el intercambio de datos o de documentos entre bibliotecas. Estos cursos
tienen por objeto ampliar los conocimientos del personal clave en actividad,
sin que se trate de dispensar una formación básica para futuros bibliotecarios.
6.3.1 Las bibliotecas en todos los países siempre constituyen algún tipo
de red, sea ésta oficial 0 extraoficial, en la medida en que síempre ha exis-
tido una cooperación entre eilas en numerosas formas. La cooperacion entre
bibliotecas y bibliotecarios es una tradición que cuenta ya como es natural
con una larga historia (véanse los Capítulos 3 y 4). El intercambio de infor-
mación sobre libros y acerca de los propios libros se consigue mediante la
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sistemas de distribución que sean eficaces, de manera que los usuarios puedan
disponer del material que necesitan en plazos razonables.
7. RELACIONES INTERNACIONALES
UAP, fomentados esencialmente por la IFLA con el apoyo de la Unesco, así como
la labor de la FID (algunas bibliotecas nacionales utilizan el sistema de
clasificación CDU, que debe ser actualizado periódicamente) y de la ISO en lo
que respecta a la elaboración de normas.
9. LOCALES Y EQUIPO
9.1 Locales
de los fondos de la biblioteca tenga que llevarse a otros locales por falta de
espacio, se elegirán aquellos materiales que se utilicen menos y los fondos
que no sean de mucho valor (ya que por desgracia los locales destinados al
almacenamiento no constituyen con frecuencia un medio de conservación tan
idóneo como puede ser el edificio principal).
9.2 Eouipo
10.1.2 Las bibliotecas que desempeñan esa doble función son con más
frecuencia las bibliotecas universitarias que las bibliotecas parlamentarias o
públicas, situación que también se da con menos frecuencia en los países
industrializados que en los países en desarrollo. En éstos, la escasez de
recursos humanos y financieros hace que algunas de las funciones que se desem-
peñan nacionalmente las ejerzan las bibliotecas universitarias existentes,
para no tener que construir nuevos edificios y crear colecciones, lo que
resultaría sumamente costoso. Estas soluciones empíricas pueden ser provisio-
nales 0 revestir un carácter más permanente, según las circunstancias; es cada
país el que debe encontrar la solución más apropiada, habida cuenta de su
situación, sus recursos y sus necesidades. Las ventajas y los inconvenientes
de esta doble función de bibliotecas universitarias no se conocen todavía muy
bien, aun cuando Curt Wormann, en sus comentarios sobre el simposio dedicado a
las bibliotecas nacionales y organizado por la Unesco en Viena, en 1958,
propusiera ya entonces que se estudiara esa cuestión para poder orientar a los
gobiernos y las universidadesl). Es cierto que la Sección de la IFLA de
Bibliotecas Universitarias ha realizado una encuesta sobre el tema, objeto de
la publicación de un artículo de Matko Rojnicm2); otros autores, como
S.B. Bandara3), B. Rugass4) y K.J. Mchombu5), han vuelto más reciente-
mente sobre este asunto. Estos autores proporcionan informaciones de indiscu-
tible utilidad sobre diversas situaciones de este tipo, pero no consiguen pre-
sentar recomendaciones claras; la información de que se dispone actualmente
gracias a estudios bibliotecológicos especializados no permite proponer normas
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