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Predica; 06 de Enero de 2019


LAS ACTITUDES DEL CRISTIANO FRENTE A LAS SITUACIONES CRÍTICAS DE LA VIDA
Enfocando las cargas. la tragedia, la ansiedad y la angustia para que a pesar de todo le demos
la Gloria de Dios. Sería importante que tengas en tu mano las Sagradas Escrituras, así podrá
seguir en cada versículo de las Sagradas Escrituras, el desarrollo de esta predicación para que
tengas una comprensión mejor de la misma. ¡Ay Dios mío! ¡¿Dónde está Dios, en mi
momento de ansiedad y angustia?! Esta es una exclamación y una pregunta que
quizás, casi todos, nos hemos planteado en algún momento de nuestra vida ante
situaciones y presiones internas en las que sentimos intensa carga, ansiedad y
angustia: (Mateo 11:28 al 30) “28 Venid a mí todos los que estáis trabajados y
cargados, y YO os haré descansar. 29 Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de MÍ,
que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; 30
porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”. Suele suceder que el nivel de intensidad con el
que nos afecta la ansiedad y la angustia depende más de la consideración y el valor que
nosotros le damos a una situación que del significado y el valor que realmente tiene: (1
Pedro 5:7 al 10) “7 echando toda vuestra ansiedad sobre ÉL, porque ÉL tiene
cuidado de vosotros. 8 Sed sobrios, y velad; Porque vuestro adversario el diablo, como
león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; 9 al cual resistid firmes en la
fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo
el mundo. 10 Mas el Dios de toda Gracia, que nos llamó a su Gloria Eterna en
Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, ÉL mismo os perfeccione,
afirme, fortalezca y establezca”. Lo que quiero decir es que nosotros mismos, la mayoría
de las veces, somos los que magnificamos el sufrimiento, la ansiedad y la angustia que
sentimos, porque la situación que consideramos y valoramos como causante de tales
sentimientos no tiene realmente la importancia o el enfoque que nosotros le damos.

Vemos ejemplos en las Sagradas Escrituras, muchas personas solo se acuerdan de


que Dios existe cuando están en problemas y claman y le piden a Dios cuando
confrontan su fragilidad y limitación ante situaciones tan graves y dramáticas como
es la enfermedad y la muerte, también podemos oír muchas veces decir pues ahora
no nos queda otra más que orar…!!! Tal es el ejemplo que nuestro Padre Celestial
usa para nuestras vidas, por medio de la vida de Job: (Job 4:5) “Más ahora que el
mal ha venido sobre ti, te desalientas; Y cuando ha llegado hasta ti, te turbas”. Y en
este otro ejemplo en el capítulo nueve, Job 9:16 al 35, donde Job expresa su
pequeñez e insignificancia con relación a la Majestuosidad y Poder de Dios. Ahora
abramos el Libro de: (Salmo 22:1) “Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has desamparado?
¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor?”; (Salmo
69:1 al 3) “1 Sálvame, oh Dios, porque las aguas han entrado hasta el alma. 2 Estoy
hundido en cieno profundo, donde no puedo hacer pie; He venido a abismos de aguas, y la
corriente me ha anegado. 3 Cansado estoy de llamar; Mi garganta se ha enronquecido; Han
desfallecido mis ojos esperando a mi Dios”. Este planteamiento se fundamenta en
una realidad central; El creyente tiene que interiorizar en su conciencia que Jehová Dios,
como nuestro Padre Celestial se interesa en ayudarnos a solucionar nuestras situaciones
difíciles de la vida. Para la persona no creyente, quizás esta afirmación no sea
considerada como una “realidad” en su vida, sin embargo, no deja de ser “una
posibilidad” que tiene aún por descubrir y que más adelante pueda constituirse
también en “realidad central” parea su vida. De hecho, así ha sucedido para muchas
otras personas, en un momento de su vida no creyentes ni esperanzadas en el amor y el

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Poder de Dios, que viéndose ante su debilidad e impotencia por solucionar sus situaciones
críticas han confiado en Dios como último recurso, por ejemplo: Los apóstoles se veían
impotentes para alimentar a la muchedumbre que seguían a Jesús y a ellos y quedaron
asombrados ante la misericordia y el Poder de Jesús, por ejemplo cuando le trajeron al
paralítico que fue llevado por sus amigos ante Jesús para ser sanado, etc.: (Mateo 14:14) “Y
saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de
ellos estaban enfermos”. Además, con esta exposición, se pretende aprender y
Enseñar a superar las dificultades y las presiones que tenemos en la vida, guiado por
los principios de la Palabra de Dios, en las Sagradas Escrituras.

La situación crítica que la familia de Lázaro, tuvo que afrontar, que no deja de ser
muy cotidiana hoy en día, quizás sea una de las tragedias que más nos espantan y que
más nos hacen sufrir cuando nos toca vivirla, y que muy pocos pueden evitar el tener que
afrontarla tarde que temprano. Una de las cosas más importantes en estas situaciones
es controlar y enfocar nuestro sufrimiento y nuestra ansiedad de forma positiva:
(Juan 11:1,3,4) “1 Estaba entonces enfermo uno llamado Lázaro, de Betania, la aldea de
María y de Marta su hermana. 3 Enviaron, pues, las hermanas para decir a Jesús: Señor,
he aquí el que amas está enfermo. 4 Oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para
muerte, sino para la Gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea Glorificado por ella”.
Como puede ser cualquier otra circunstancia en la vida que nos produce angustia y ansiedad,
quizás sea la enfermedad, propia o la de nuestra familia, una de las que mayor sufrimiento
nos produce y mayor desequilibrio emocional nos proyecta, sobre todo cuando se trata de
una enfermedad terminal y nos anuncia la llegada de una muerte más o menos
próxima. La inquietud y el desasosiego que se produce en nosotros, nos induce a enfocar
nuestro pensamiento, de forma compulsiva, hacia el “objeto” productor de tal ansiedad (en
este caso, la enfermedad y la muerte), no permitiéndonos ver más allá de lo que significa
“sentir sufrimiento y angustia”.

Esto es lo que nos pasa a la mayoría de nosotros; Ante estas situaciones solamente
vemos nuestra situación de angustia, y esto nos impide ver con claridad los propósitos de
Dios. Porque Jesús veía el propósito de Dios en la situación de Lázaro más allá de la
enfermedad y la muerte. Jesús sabía que la situación de Lázaro tenía el propósito de
manifestar “la Gloria de Dios”, porque era el preludio de su propia “resurrección”. Jesús no se
estaba refiriendo a la muerte física, que tanto atormentaban a las hermanas de Lázaro, se
estaba refiriendo a la muerte como algo final y definitivo, luego Jesús diría; “Lázaro, duerme”,
dejando constancia de que en Jesús la muerte es transitoria (yo diría cualquier tipo de
circunstancia que nos produce aflicción, angustia y ansiedad extrema): (1 Tesalonicenses
4:13,14) “13 Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para
que no os entristezcáis como los otros que no tienen Esperanza. 14 Porque si creemos
que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en ÉL”. Así
como creemos que Jesús murió y resucitó, así también creemos que Dios resucitará
juntamente con Cristo Jesús a los que murieron creyendo ÉL. Y en (1 Corintios 15:51) “He
aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; Pero todos seremos transformados”. Esto no
quiere decir que sea fácil para nosotros, ya que entre otras cosas no tenemos la
capacidad de Jesús para prever el futuro, pero sí viene a enseñarnos que en las
situaciones de angustia dolor, hay más enfoques y formas de interpretarlas, y no solo la del
sufrimiento y la ansiedad. Y que, como hijos de Dios que somos y que puedes ser si quieres y
depositas tu fe en Él, debemos estar seguros y confiar que para nuestra vida, se encuentre en

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la situación que se encuentre, Dios mira nuestra condición de otra manera y con otro
enfoque al nuestro. Dios siempre tiene un propósito que es el que hay que buscar y
enfocar nuestra atención y esperanza en las situaciones de crisis. Una vez que
hemos controlado nuestra propia zozobra, necesitamos aprender a manejar el amor
en las presiones y conflictos. Para el desarrollo de este punto, vamos a seguir leyendo en
(Juan 11:2 y 5) “2 (María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor
con perfume, y le enjugó los pies con sus cabellos. 5 Y amaba Jesús a Marta, a su hermana y
a Lázaro”. En medio de los momentos más turbulentos y angustiosos, como los que pueden
ser una enfermedad terminal, no existe un recurso o un consuelo mayor, tanto para los que la
sufren como para la familia que se conduelen con el enfermo, que el del amor.

La familia de Lázaro y Jesús vivían un amor que hacía posible superar aquella
situación tan trágica para ellos; Sabemos que Marta se desvivía por atender y disponer
todo para que Jesús estuviera confortable (Lucas 10:40) “Pero Marta se preocupaba con
muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje
servir sola? Dile, pues, que me ayude”. Por su parte Jesús amaba a esta familia hasta el punto
de arriesgar su vida para atender sus necesidades: (Juan 11:7,8) “7 Luego, después de
esto, dijo a los discípulos: Vamos a Judea otra vez. 8 Le dijeron los discípulos: Rabí, ahora
procuraban los judíos apedrearte, ¿y otra vez vas allá?”. Incluso sólo nuestra presencia
vale más que nuestras palabras cuando lo único que podemos hacer es estar con
ellos, tomar sus manos y aún compadecernos con ellos y con ello le habremos confirmado
que les amamos y compartimos su sufrimiento de verdad. (Juan 11:31,33) “31 Entonces los
judíos que estaban en casa con ella y la consolaban, cuando vieron que María se había
levantado de prisa y había salido, la siguieron, diciendo: Va al sepulcro a llorar allí. 33 Jesús
entonces, al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se
estremeció en espíritu y se conmovió”. Es importante para el manejo de estas
situaciones descubrir la comprensión de Jesús: (Juan 11:38) “Jesús, profundamente
conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima”. Un
aspecto que siempre debemos tener en cuenta cuando nos encontramos en situaciones
críticas y sufriendo tanto, es que Jesucristo nos comprende. Jesucristo comprende y sabe lo
que estamos sufriendo cuando afrontamos la enfermedad y la muerte, o cualquier otra
circunstancia crítica en nuestra vida, esto nos ha de llenar de gozo y tranquilidad saber que
nuestro Salvador, el único que puede obrar en estas situaciones, nos va a asistir de acuerdo a
la realidad de nuestro sufrimiento.

Cuando se llega a este punto, se experimenta el Poder de Jesucristo: (Juan 11:39 al


44) “39 Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor,
hiede ya, porque es de cuatro días. 40 Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás
la Gloria de Dios? 41 Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y
Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído. 42 Yo
sabía que siempre me oyes; Pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para
que crean que tú me has enviado. 43 Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz:
¡Lázaro, ven fuera! 44 Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas,
y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir”. En la respuesta
que Jesús da a Marta y en la manera que el resucitó a Lázaro hay dos principios profundos
que servirán a las personas que estén llevando el peso de grandes aflicciones:
1º LA NECESIDAD DE CREER. (v40) Jesús mismo, le dice a Marta que es necesario
creer para ver la Gloria de Dios. Y Jesús se estaba refiriendo a un cumplimiento pronto e

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inmediato de las promesas que anteriormente le había hecho (Juan 11:25) “Le dijo Jesús:
Yo Soy la resurrección y la vida; El que cree en Mí, aunque esté muerto, vivirá”. Y, lo
que es más importante, a la promesa de la “vida eterna” (Juan 11:26) “Y todo aquel que
vive y cree en Mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?”. Lo que Jesús le dijo a Marta
y nos dice a nosotros es que la Gloria de Dios se manifiesta y se siente en cualquier
momento, al percibir su Presencia y acción en nuestras vidas; Pero hay un sentido
especial por el cual se ve la Gloria de Dios, y es cuando nos aproximamos a cualquier
aspecto de la resurrección (Romanos 6:4) “Porque somos sepultados juntamente con Él
para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la Gloria
del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva”, o a su victoria final sobre la muerte
(Romanos 8:17,18) “17 Y si hijos, también herederos; Herederos de Dios y coherederos
con Cristo, si es que padecemos juntamente con Él, para que juntamente con Él seamos
glorificados. 18 Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son
comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse”, o sobre satanás
(Apocalipsis 19:1 al 7) “1 Después de esto oí una gran voz de gran multitud en el cielo,
que decía: ¡Aleluya! Salvación y honra y gloria y poder son del Señor Dios nuestro; 2 Porque
sus juicios son Verdaderos y Justos; Pues ha juzgado a la gran ramera que ha
corrompido a la tierra con su fornicación, y ha vengado la sangre de sus siervos de
la mano de ella. 3 Otra vez dijeron: ¡Aleluya! Y el humo de ella sube por los siglos de los
siglos. 4 Y los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes se postraron en tierra y
adoraron a Dios, que estaba sentado en el trono, y decían: ¡Amén! ¡Aleluya! 5 Y salió del
trono una voz que decía: Alabad a nuestro Dios todos sus siervos, y los que le teméis,
así pequeños como grandes. 6 Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo
de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, que decía: ¡Aleluya, porque el Señor
nuestro Dios Todopoderoso reina! 7 Gocémonos y alegrémonos y démosle Gloria;
Porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado”.

Si podemos creer que Jesucristo está actuando y no está lejos de nosotros cuando
pasamos aflicciones, podemos esperar bendiciones que sólo vienen a aquellos que
ponen su esperanza en Dios (Job 19:25 al 27) “25 Yo sé que mi Redentor vive, y al
fin se levantará sobre el polvo; 26 Y después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver
a Dios; 27 Al cual veré por mí mismo, y mis ojos lo verán, y no otro, aunque mi corazón
desfallece dentro de mí”. (1 Pedro 1:3 al 9) “3 Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor
Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza
viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, 4 para una herencia incorruptible,
incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, 5 que sois
guardados por el Poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está
preparada para ser manifestada en el tiempo postrero. 6 En lo cual vosotros os
alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos
en diversas pruebas, 7 para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el
oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y
honra cuando sea manifestado Jesucristo, 8 a quien amáis sin haberle visto, en quien
creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso; 9 obteniendo
el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas”.

2º LA NECESIDAD DE ORAR. Orar a Dios es lo mejor que podemos hacer en situaciones


críticas. (Juan 11:41,42) “41 Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el
muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído.

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42 Yo sabía que siempre me oyes; Pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor,
para que crean que tú me has enviado”. Jesús en esta situación tan trágica ante la tumba de
Lázaro lo hizo (v: 41) con la seguridad, de antemano de que Dios le iba a oír, por lo que le dio
gracias. Esta misma confianza la tenía Marta (Juan 11:22) “Mas también sé ahora que todo
lo que pidas a Dios, Dios te lo dará”.

Lo más apropiado en situaciones de ansiedad y aflicción es orar a Dios y esperar de ÉL, el


alivio y ayuda en él, Salmo 34 (nos habla de las evidencias de la bondad de Jehová). Sin
embargo, siguiendo el ejemplo de Jesucristo no debemos esperar a que nos sobrevenga la
crisis para comenzar a establecer una relación de intimidad y confianza con Jehová Dios,
como nuestro Padre Celestial, sino mantenernos en comunión con ÉL, para que en medio de
la crisis la angustia y la ansiedad no nos confundan y enfríen nuestra confianza y
esperanza en su manera de actuar para con nosotros.

El (Salmo 32:6,7) “6 Por esto orará a ti todo santo en el tiempo en que puedas ser hallado;
Ciertamente en la inundación de muchas aguas no llegarán éstas a él. 7 Tú eres mi refugio;
Me guardarás de la angustia; Con cánticos de liberación me rodearás. Selah=(Siempre)”.

Predicador de la Sana Doctrina de Cristo: Raúl. Si usted no tiene la intención de


guardar esta hoja, tenga la amabilidad de entregarla a otra persona interesada. Para
la difusión gratuita entre cristianos, se permite fotocopiar esta hoja (por favor no
cambiar el texto).

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