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Eduardo Isaac Vera Medina

Filosofía del arte II

Th. W. Adorno y la falta de asistencia a los


conciertos de música contemporánea.

Introducción

Muchas preguntas se hace el mundo del arte en este siglo XXI. ¿Porque y Para
que? ¿Cuando y donde? ¿Hacia dónde? ¿Hacia? Entre tantas, una que atañe a
nosotros músicos podría ser la siguiente: ¿Porque la gente no va a los conciertos de
música académica, sobretodo de la que es nueva? Acotemos la pregunta: ¿Porque
es poca, y quizás cada vez menos, la gente que asiste a los conciertos de música
académica compuesta en los años recientes? Aclaremos algunos puntos.
Comparada con la música popular, la música académica cuenta con pocos
asistentes y la música académica contemporánea con poquísimos. Quizá veamos
cada año, en festivales de música académica nueva, varios asistentes y mucho
movimiento en los estrenos de las nuevas obras, sin embargo, comparada con
festivales como el Vive Latino o el Coachella, la afluencia al foro de música nueva
“Manuel Enríquez” resulta bastante más que modesta. Acerca de lo que es música
académica se puede discutir mucho y tal vez aún más se puede discutir sobre qué
es la música académica nueva. No es ocioso hacer notar que en las academias
ahora se enseña desde música pop y rock, hasta jazz y la música de mariachi
(mucha de la cual es nueva, mucha más nueva que la consideramos nueva música
académica). Pero aquí me fío de la intuición del lector de este escrito, de quien
estoy seguro que sabe lo que es esa “música académica” a la que me refiero. Quizá
lo sabe como Agustín de Hipona sabe lo que es el tiempo “Si nadie me lo pregunta,
lo sé; pero si quiero explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé.” Como bien se
imagina el lector, la respuesta a la pregunta inicial: “¿Porque la gente no va a los
conciertos de música académica, sobretodo de la que es nueva?” tiene muchas
posibles respuestas atravesadas muchos puntos de vista divergentes. Las
respuestas sin duda tienen que ver con el arte mismo pero también con lo político, lo
económico, lo filosófico y por lo tanto, con la sociedad. ¿Que es la música si no un
fenómeno social?

Música auténtica

Asomándonos a la obra del filósofo alemán Theodor W. Adorno podemos trazar


caminos para obtener algunas respuestas a nuestra pregunta. Debido a que Adorno
vió a la música en parte como efecto pero también como causa de las sociedades,
la analizó siempre en relación a éstas y, a pesar de que la división hecha por él
entre la música que es auténtica y la que no lo es parezca hacer referencia tan sólo
al arte mismo y sus mecanismos internos, tiene mucho que ver con la realidad social
que crea a esta música. Poniendo lo expresado por Adorno de un modo sencillo: La
música no auténtica no hace más que reproducir los valores de la sociedad y cultura
en la que fue creada y de la que forma parte mientras que la música auténtica es,
por sí misma, una crítica social y escapa a su entorno cultural. El arte auténtico es
entonces, por su mera existencia, crítica a la sociedad debido a que desafía a su
entorno, nos muestra una realidad diferente de la que nosotros formamos parte y
nos cuestiona, nos plantea retos y acertijos. No debemos pensar que la música
académica toda es auténtica (aunque toda la música popular sí sea no auténtica),
mucha de la música compuesta en los ss. XVIII y XIX resulta cómoda de escuchar y
plantea pocos acertijos y muy poca crítica, si alguna. Ya que el arte auténtico se
encuentra al margen de los límites de las convenciones y valores conocidos por el
receptor, una escucha cómoda debe entenderse como imposible, el acertijo no debe
ser cómodo, nunca darse por hecho. Si la música es fácil de escucharse y fácil de
resolver y entenderse, entonces no es música auténtica. La escucha cómoda de la
música hace de ella no más que un objeto de consumo y hace también que el
escucha pierda su capacidad crítica. La música auténtica debe confrontar la falsa
consciencia y lo que llama Adorno la escucha regresiva.
Clases de escucha

Sin embargo, el filósofo tiene también en cuenta que no todos los escuchas son
iguales ni tienen una formación de la misma calidad o, cuando menos, no todos los
escuchas tienen la misma actitud hacia la obra musical. La escucha ideal, que
adorno llama escucha estructural, es aquella en la que el escucha no se pierde nada
de lo que acontece, al tiempo que se pregunta a cada momento por lo que ha
escuchado. El escucha que puede aprehender la “realidad concreta” de la música es
un escucha profesional de los que, en realidad, existen pocos. Si bien Adorno era
consciente de la pretensión utópica que sería buscar que todos fuésemos escuchas
profesionales, le parece más realista buscar que fuéramos buenos escuchas. El
buen escucha (raro también en nuestros tiempos) no tiene, por lo general,
conocimiento técnico explícito y pueden no comprender del todo las estructuras y
mecanismos de la música. Sin embargo el buen escucha tiene memoria y puede
conectar lo que acaba de escuchar con lo que ahora escucha y con lo que
escuchará algunos compases más adelante. El buen escucha sabe seguir una línea
melódica o una sucesión armónica aunque no pueda nombrarles. Reemplazando y
superando ya en número al buen escucha está el consumidor cultural, consecuencia
de la industria, para el consumidor cultural la música es no más que un activo en
términos económicos. El consumidor cultural puede estar muy bien informado,
asistir a gran cantidad de conciertos y ser un ávido coleccionista de discos, sin
embargo, la música no deja de ser para él un entretenimiento más. Otros tipos de
escucha, parecidos a éste, podrían ser el escucha de entretenimiento, el escucha
emocional o el escucha resentido. El escucha de entretenimiento no se compromete
con la música, que es para él una distracción cómoda. Este escucha, como tantos
de nosotros en estos años, escucha la radio mientras trabaja en cualquier otra cosa
y presta poca atención a una o a otra de las actividades. Por último, la escucha
emocional y la escucha resentida, aunque sean dos actitudes hacia la música
posiblemente opuestas, no son portadoras de una escucha crítica y racional.
Y ¿Porque no va la gente a los conciertos de música
académica contemporánea?

Tomando lo anterior en cuenta, sigue habiendo varias respuestas posibles a esta


pregunta pero, para comenzar, dos nos saltan a la vista (o una misma): La música
auténtica escapa a una escucha cómoda y el público general no está dispuesto ni
está en posibilidades de una escucha crítica y por eso no van a los conciertos de
música que no les es familiar. Ahora, ¿toda la música contemporánea académica es
música auténtica? No, para Adorno ni siquiera toda la música de Arnold
Schoenberg, compositor paradigmático de música auténtica, lo era. Sin embargo, es
muy difícil decir qué es lo que realmente es la música auténtica o si es que ésta
existe. Si existe o si no existe, podemos tomar su concepto y retorcerlo un poco,
tomar la música auténtica como aquella capaz de hacernos cuestionar el orden
establecido, como aquella capaz de luchar contra la escucha regresiva y
plantearnos acertijos. Entonces ¿toda la música que no nos es familiar es música
auténtica? No, pero mucha música que no nos es familiar puede plantearnos
acertijos si la escuchamos con suficiente atención. Muchas cuestiones nos salen al
paso, muchas más tal vez que las planteadas por la pregunta inicial. Podríamos
estar de acuerdo todos en que debemos trabajar por conseguir una escucha más
crítica e informada de la música, pero no todos podríamos estar de acuerdo en que
la escucha de la música académica contemporánea haga despertar a la sociedad de
la alienación consumista en que vivimos. La escucha puede ser incómoda por
muchas razones diferentes y la industria cultural puede mostrarse con rostros
insospechados. La reflexión debe ir mucho más allá y debe abrir fronteras: la música
auténtica, si existe, se da no sólo en europa. Por otro lado ¿Porque la música debe
ser complicada a la escucha? ¿Debe o no debe ayudar a formar comunidad, a
formar identidades? La industria cultural y la cultura de masas han sido hasta cierto
punto perniciosas para la convivencia humana pero debemos recordar que en este
s.XXI la población mundial rebasa los siete mil millones de personas, así que una
filosofía social que no toma en cuenta a las masas y la globalización inevitables está
destinada al fracaso. ¿Que es la música académica hoy y para qué sirve? Quizá la
pregunta deba ser más cercana a ¿Qué relación debe tener la música
contemporánea con la gente?

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