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La Ética profesional
La Ética profesional es la "ciencia normativa que estudia los deberes y los derechos de los profesionales
en cuanto a tales". Es lo que la pulcritud y refinamiento académico ha bautizado con el nombre de
deontología o deontología profesional.
Por la jerarquía y trascendencia social y humana de la profesión, tiene un relieve particular:
1) El derecho; la legislación o prescripciones jurídicas de cualquier comunidad.
2) La sociedad; entendida como solidaridad humana dentro de cualquier orden.
3) La tradición, que siendo el legado razonable, y a veces heroico de las generaciones precedentes, no
merece un tratamiento grosero ni ofensivo; ni siquiera la común postergación de la indiferencia y el
olvido.
4) La cortesía y urbanidad, que sin afectar directamente a ninguna virtud tantas veces del buen nombre
del profesionista, con perjuicio o beneficio de la misma profesión. De aquí la importancia que daremos a
la “dignidad personal”, al tratar de la competencia moral del profesionista.
El objeto de la ética profesional es mucho más amplio de lo que comúnmente se supone. No es otra
cosa que preguntarse (como docente, profesor, pedagogo, licenciado) frente a su alumno(a), a la
sociedad y al país. "¿estoy haciendo con mi trabajo lo propio que beneficia a este alumno(a), lo necesario
que beneficia a la sociedad donde estoy inserto, lo trascendente para mi país y para la raza humana?."
Consecuencialmente, ¿estoy participando de lo que tengo derecho?. Una confianza que se entrega a una
conciencia, a una conciencia profesional.
La formación profesional es distinta para cada área y nivel de desempeño, y dependiendo de esto
mismo, la formación puede ser larga y pesada o corta y ligera e incluso puede realizarse mientras se
desempeña un trabajo ya sea similar o distinto, aunque de menor nivel por lo general. La formación
profesional también puede ser muy teórica o muy práctica.
La vida profesional es un problema capaz de preocupar solamente en tres sentidos:
a) ¿Cómo se triunfa social y económicamente?
b) ¿Cómo se triunfa científicamente?
c) ¿Cómo es posible conjugar estos triunfos sin comprometer la conciencia y la dignidad humana?
Los cursos de ética profesional, cada vez más extendidos y reclamados en las universidades de más
prestigio, son evidentemente la manera más noble de cumplir con su responsabilidad educativa y de
responder a la confianza y a las esperanzas que familias y naciones depositan angustiosamente en lo que
el pueblo nombra con respeto y simpatía: la Universidad.
El joven egresado de la universidad, sobre todo si viene de un ambiente con inquietudes espirituales,
sufre una decepción tremenda: “tiene la impresión de que la moral es solamente respetada en los
libros”, porque todas las leyes son calculadas más o menos descaradamente por personas (a veces
personajes) de su respeto, sin que nadie, se escandalice ni proteste, ni en los negocios, ni en la política,
ni en la familia.
La primera crisis por la que atraviesa toda profesión. Es la hora de la decisión vital; porque si su moral
está bien compenetrada espiritualmente, se resuelve a luchar y a ser un nuevo ser humano en todas las
órdenes. En cambio, si no ha precedido una sólida formación moral proporcionada a las necesidades
contemporáneas, el flamante profesionista claudica sin resistencia ni batallas, guardando una secreta
rebeldía para sus maestros “porque no le prepararon para eso; porque le disfrazaron la vida, y porque,
en lugar de moral, le enseñaron un mito”.
Profesión y profesionistas.
La profesión es una capacidad cualificada, requerida por el bien por el bien común con peculiares
posibilidades económico-sociales. Vale la pena hacer un análisis para medir la dimensión y densidad de
la profesión, porque esas son, exactamente, las medidas de la responsabilidad profesional.
A) Capacidad. No decimos actividad porque un profesionista puede estar durmiendo o jubilado sin
perder nada de su carácter. Además es evidente que, ni excluimos uno de los términos, ni los
contraponemos; por la sencilla y clásica razón de que la actividad es la manifestación y la ley de la
capacidad, ya que “la capacidad se especifica por la actividad y, sin ella, decrece y se anula”.
C) Requerida por el bien común. Estamos afirmando dos cosas fundamentales Primero, que el bien
común es la medida de la correlación “dignidad actividad”. Así, no existe la profesión de “gangster”,
usurero, coyote, etc.
Entendemos sumariamente por bien común las mínimas condiciones de bienestar o perfección,
individual y colectivo.
A) Así la opinión pública, aun contra sus propias y explícitas manifestaciones, honra a la profesión con la
confianza “del ignorante hacia el que sabe, del ser humano hacia su consejero íntimo, de un profano
hacia un iniciado”. Podríamos agregar aún: la confianza obligada e impuesta por la dura ley de la
necesidad
B) La Legislación Común es la que nos sugiere la que llamamos dignidad jurídica de la profesión.
A lo largo de los años, las profesiones van enriqueciendo sus posibilidades e introduciendo novedades en
el desempeño propio. Quien quiere ser profesional aprende a organizar su vida para de manera tal que,
luego, trabaje sin improvisaciones y sabiendo lo que hace. Así como él espera que las personas que
reciben sus servicios lo reconozcan adecuadamente, ellas también aguardan un buen servicio.
El ejercicio de una profesión tiene dimensiones irrenunciables. Por un lado, significa la realización de un
ideal en la vida personal, íntima, anhelada y, mejor aún, si es lograda. Por otro, entabla relaciones
diversas con otros seres humanos. Como realización de uno mismo y como forma de comunicación, la
profesión está involucrada en metas y condiciones morales. Lo que se haga o se omita desde la profesión
favorece o va en contra del verdadero sentido de la vida, del respeto a uno mismo y a los demás. Con
ella, la libertad personal ha sido bien o mal comprometida. El profesional ha conseguido afirmar su
propia persona o ha desperdiciado la oportunidad de hacerlo.
Responsabilidad profesional
La responsabilidad profesional se deriva de que los otros acudan al experto, para que éste con su
maestría llegue a conclusiones sin errores sobre los problemas que ellos tienen, de hecho el profesional
toma las decisiones por los otros o los induce, asesora o aconseja, no obstante los errores los sufren los
otros: perder la salud y la propia vida, la libertad o quebrantos económicos importantes.
Así la responsabilidad del profesional se mide conforme al riesgo de quien lo contrató y,
consecuentemente en el devenir histórico, la sociedad, concretamente los gobiernos, sancionan a las
profesiones que consideran vitales para el bien común y las condicionan al cumplimiento de ciertos
requisitos con el fin de asegurar el ejercicio del deber profesional.
Profesiones autorizadas
Las profesiones autorizadas como la de Médico, Abogado, Ingeniero, Contador Público, Economista,
Arquitecto y otras, están sujetos a cumplir evidenciadamente ante el propio gobierno o las mismas
profesiones largos períodos de educación y entrenamiento, así como constante actualización para su
eficiente servicio, por el efecto de las graves consecuencias de los errores profesionales en el bien
común.
Esta clase de profesiones resultan vitales para la propia existencia del bien común. No podemos
imaginarnos a una sociedad privada de seguros médicos, seguridad jurídica, seguridad física en la
construcción, o la seguridad en las transacciones económicas. En efecto, las profesiones tienen un fin
concreto que resulta indispensable para el bienestar de las comunidades.
Derechos profesionales
La sociedad a través de sus gobiernos emite normas jurídicas respecto a los contratos profesionales y sus
responsabilidades como profesionales, sin embargo, el profesional tiene derechos. Aquí queremos
rescatar dos de ellos, pertinentes en esta introducción: el límite de la responsabilidad profesional y el
honorario.
La sociedad como gobierno se encuentra a su vez limitada para emitir normas profesionales concretas
para cada profesión, tanto por la complejidad técnica como por el inconveniente de reducir la
responsabilidad profesional a la aplicación nemotécnica de reglamentos jurídicos. De ahí, surgen en el
tiempo los grupos profesionales que adquieren ante la sociedad la responsabilidad de autorregularse y
convertirse en auxiliares indispensables del juez.
Normas profesionales
La actividad profesional tiene repercusión en el bien común, de ahí que las organizaciones profesionales
desde siempre han emitido criterios que constituyen con mayor o menor formalidad normas que guían
la acción.
Las normas profesionales son normas prácticas que orientan respecto al deber de hacer desde dos
puntos de vista: el técnico y el ético.
Actividades
En el orden práctico, la importancia por las convivencias y consecuencias que rigen las relaciones
entre profesionales y clientes. La mejor garantía del éxito profesional la constituye el leal
cumplimiento de los deberes.
En el orden especulativo, analiza los principios fundamentales de la moral individual y social, y los
pone de relieve en el estudio de los deberes profesionales, trata de definir con claridad y concisión la
naturaleza de la Profesión y las distintas relaciones con todos los elementos humanos que sufren su
influencia o la ejercen.