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John Braithwaite
JEP
18 Jun 2019 - 6:00 AM
Laura Dulce Romero / @Dulcederomerooo
Uno de los criminólogos más reconocidos del mundo visitó el
país para dialogar sobre este modelo, en el que la cárcel no
es la primera opción, y de la importancia de la reparación
simbólica.
El criminólogo australiano John Braithwaite lleva más de 30 años viajando por el
mundo y estudiando la justicia restaurativa. Un concepto que, si bien no es nuevo para
él, en Colombia apenas toma importancia con la entrada en funcionamiento de la
Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), un tribunal en el que los actores del conflicto
armado que se sometan recibirán sanciones que no necesariamente los privará de su
libertad a cambio de la verdad y la reparación a las víctimas.
Braithwaite es un convencido de que este tipo de justicia cumple con restaurar a las
víctimas, a los perpetradores y a las comunidades, porque los obliga a crear un nuevo
tejido social a partir de un diálogo basado en la verdad y el perdón. Además, para el
académico, quienes cometen los delitos no son estigmatizados o humillados, como a
veces sucede con la justicia ordinaria, sino que, por el contrario, se incita a que se
reintegre a la sociedad sin dejar de lado que cometió un error. Él lo llama “vergüenza
reintegradora”.
Esta idea se puede ver en cómo criamos a nuestros hijos. Si les decimos cuando hacen
algo malo que son niños malos, ellos pueden adoptar esta identidad. Pero si tratas a las
personas como esencialmente buenas que cometen errores, les das la oportunidad de
reformarse, de cambiar. Hay investigaciones que dicen que la vergüenza
estigmatizante aumenta la violencia. Por eso hablamos de “vergüenza reintegrativa”.
Este concepto significa que quienes cometieron delitos tienen vergüenza de lo que
hicieron, pero la sociedad los reintegra y entonces ellos sienten como suya una
responsabilidad de cambiar. Así como de convencer y persuadir a sus compañeros en
el conflicto, en el caso de Colombia a los paramilitares, guerrillas o militares, que
paren con los asesinatos y la tortura.
El país aún sigue muy polarizado y el diálogo es cada vez más difícil, ¿qué hacer?
Esta es una gran responsabilidad que tiene en sus manos la Comisión de la Verdad. Su
labor será persuadir a los colombianos a que tengan una imaginación histórica enorme
que pueda revelar la triste realidad de que este país ha vivido en una sociedad que
durante 200 años ha tenido una tasa de violencia mucho más alta que el resto del
mundo. Los próximos dos años serán muy críticos. Esta generación tiene la
oportunidad de poner en marcha este sofisticado tratado de paz, para que sus nietos y
los nietos de sus nietos tengan índices de violencia muy bajos. Esta es la generación
histórica. A ella hay que convencerla de que la justicia sirve para un futuro mejor.