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FRAN<;OIS ZOURABICHVILI

Maestro de conferencias
en la Universidad de Montpellier III - Paul Valéry

Director de programa en el Colegio Internacional de Filosofia

EL VOCABULARIO
DEDELEUZE

Traducción de Víctor Goldstein

eATUEL
Zourabichvili, Franc;ois
El vocabulario de Deleuze. - 1 a ed. - Buenos Aires: Atuel,
2007. 128 p. ; 19x12 cm. - (Nueva Serie Atuel. Anáfora)
Traducido por: Víctor Goldstein
ISBN 978-987-1155-43-9
1. Filosofía. l. Goldstein, Víctor, trad. 11. Titulo
CDD 413.028
Colección NUEVA SERIE l. "Al pie de la letra": ¿qué auditor de Deleuze no con­
Dirigida por Ger111á11 Gan:ía servó el recuerdo de esa manía de lenguaje?¿ Y cómo, bajo
su aparente insignificancia, no oír el llamado incansable y
Composición y armado: [estudio dos] comunicación visual.
casi imperceptible de un gesto que sustenta toda la filosofía
Diseño de Tapa: [estudio dosJ comunicación visual.
de la "disyunción inclusiva". de la "univocidad" y de la
"distribución nómada"? Los escritos, por su lado, testimo­
"Cet ouvrage, publié dans le c:idre du Programme d'Aiclc :i 1:t Publication
nian en todas partes la misma advertencia insistente1: no
Victoria Ocampo, bénéficic du souticn du MiniiaCrc fr:ln�ais des Affaires
tomen como metáforas conceptos que, a pesar de la apa­
Etr:ingCrcs et du SeT\·icc de Coopér:uion ce d'Action Culturelle de
l'Ambassadc de Fr:mcc en Argentine" riencia, no lo son; comprendan que la misma palabra metá­
fora es una engañifa, un seudo-concepto, en el que se dejan
"Esta obr:i, edicacfa en el marco del Pro grama de Ayud:i a la Publicación atrapar en filosofía no sólo sus adeptos sino también sus
Victoria Oc:unpo, cuenta con el apoyo del Ministerio ele Asuntos E:nr:m­
detractores, y cuya refutación es todo el sistema de los
jeros de Francia 'j del Sen•icio de Coopcrnciún y de Acción Cultural de l:t
"devenires" o de la producción del sentido. El auditor con
Embj:i.cb. de Fr:mcia en la Argentina"
sentido común bien podía oponer su registro a esa cadena
© Ellipses Edition-Mnrketing, 2003, France.
extraña y abigarrada que desplegaba la palabra de Deleuze,
y no encontrar más que lo figurado. Pero no por ello dejaba
Le Vocabulaire de Delcu2e. Franc¡ois Zournbichvili
de recibir en sordina el perpetuo mentís del "al pie de Ja
© 2007 letra", la invitación a ubicar su escucha más acá de la división
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Printed in Argentina 315; CC. 89; etc. . [Las referencias y abreviaturas asi. como los libros
que fueron traducidos al es p año l . figuran ni final del libro. Los
números de páginas remiten a ediciones francesas. (N. del T.)]
ISBN 978-987-1155-43-9
EL VOCo\BUl...ARI O DE DELEUZE 7
6 F'RANS:OlS ZouRABICHVIU

alternativa: exponer o utilizar; y de un falso problema: el


establecida de un sentido propio y un sentido figurado. De sentimiento de que un abordaje demasiado preciso equi­
acuerdo al sentido que le dieron Deleuze y Guattari, ¿hay valdría a hacer de un autor actual un clásico. No es para
que llamar "ritornelo" a esa firma discreta-llamado punzan­ asombrar entonces si la producción filosófica en ocasio­
te, siempre familiar y siempre desconcertante, a "abandonar nes tiende a dividirse en exégesis desencarnadas por un
el territorio'' por la tierra inmanente y exclusiva de Ja lado, por el otro en ensayos ambiciosos pero que toman
literalidad? Supongamos que leer a Deleuze sea oír, así fuera los conceptos desde arriba. Hasta el artista, el arquitecto,
por intermitencias, el llamado del "al pie de la letra". el sociólogo que, en un momento determinado de su traba­
jo, utilizan un aspecto del pensamiento de Deleuze, se ven
2. Todavía no conocemos el pensamiento de Deleuze. llevados, si este uso no es decorativo, a utilizar su exposi­
Con demasiada frecuencia, hostiles o adoradores, hace­ ción para ellos mismos (el hecho de que esta meditación
mos como si sus conceptos nos fueran familiares, como si adopte una forma escrita es otro asunto). En efecto, sólo
bastara con que nos toquen para que los comprendamos a de esta manera las cosas cambian, un pensamiento des­
medias palabras, o como si ya hubiéramos hecho una reco­ concierca por su novedad y nos lleva hacia comarcas para
rrida por sus promesas. Esa actitud es ruinosa para la filo­ las cuales no estábamos preparados. comarcas que no son
sofía en general: primero porque la fuerza del concepto aquellas del autor sino realmente las nuestras. A tal punto
corre el riesgo de ser confundida con un efecto de seduc­ es cierto que no exponemos el pensan1iento de otro sin
ción verbal, que sin duda es irreductible y pertenece con hacer una experiencia que concierne propiamente a la nues­
plenos derechos al campo de la filosofía, pero no exime de tra, hasta el momento de decir adiós o de proseguir el co­
realizar el movimiento lógico que envuelve el concepto; mentario en condiciones de asimilación y d�formación que
luego, porque eso equivale a preservar la filosofía de la no se dis<¡iernen ya de la fidelidad.
novedad deleuziana. Porque hay otro problema falso, el del abordaje "exter­
Por eso no padecemos de un exceso de monografías no" o "'interno" de un autor. A veces se reprocha ser inter­
sobre D e leuze; por el c o n t r a r i o , c a r e c e m o s d e no al estudio de un pensamiento por sí mismo, destinado
monografías consistentes. vale decir, libros q u e expon­ al didactismo estéril y al proselitismo; otras, a la inversa,
gan sus conceptos. De esa manera, en modo alguno ex­ se lo acusa de una exterioridad irremediable, desde el pun­
cluimos los libros con Deleuze, o cualquier uso incluso to de vista de una presunta familiaridad, de una afinidad
aberrante, con tal que tenga su necesidad propia. Sin electiva con la pulsación íntima e inefable de ese pensa­
embargo, creemos que tales usos sólo podrían multipli­ miento. De buena gana diríamos que la exposición de Jos
carse y diversificarse si los conceptos deleuzianos fue­ conceptos es la única garantía de un encuentro con un
ran mejor conocidos, tomados en serio en su tenor real pensamiento. No el agente de ese encuentro, sino la posi­
que reclama el espíritu de los movimientos insólitos que bilidad de su realización baj o la doble condición de lo sim­

no siempre le resulta fácil hacer ni ad nar. En ocasio­ pático y lo extraño, en los antípodas tanto del desconoci­
nes se cree que exponer un concepto tiene que ver con miento como de Ja inmersión por así decir congénita: porque
la repetición escolar, cuando es realizar en él, para sí y entonces estallan las dificultades, la necesidad de volver a
sobre sí, su movimiento. Tal vez, la filosofía de la actuali­ jugar ese pensamiento a partir de otra vida, al mismo tiem-
dad con demasiada frecuencia está enferma de una falsa
8 FR4..NCOL� ZoURABICHVILI
EL VOCABULARIO DE DELEUZE 9
po que la paciencia de soportar se vuelve infinita. Que el
sino para la ilusión del sentido común, ¿no se reduce la
corazón lata al leer los textos es un preámbulo necesario,
historia de la filosofía a un alineamiento de homómmos?
más aún, una afinidad requerida para comprender; pero
Más bien, ella testimonia mutaciones de variables explora­
eso no es más que la mitad de la comprensión, la parte,
das por el 1'empirismo trascendental".
como dice Deleuze, de "comprensión no filosófica" de los .
Además, el mismo.Deleuze practicó tres veces el léxi­
conceptos. Es cierto que esa parte merece un esfuerzo, ya
co: basta rernjtirse al "diccionario de los principales per­
que la práctica universitaria de la filosofía la excluye casi
sonajes de Nietzsche" \N. 43-48), al "índice de los rinci­
metódicamente, mientras que el diletantismo, al creer que �
pales conceptos de laEtica" (SPP, cap. IV), y por lt1mo
la cultiva, la confunde con cierta doxa del momento. Pero �
a la "conclusión" deMil mesetas. El eco entre esta ultima
que un concepto no tenga ni sentido ni necesidad sin un
y la introducción del libro ("Introducción: rizoma") su­
"afecto" y un "percepto" correspondientes no impide que
braya que lo arbitrario del orden alfabético es el med10
sea otra cosa que ellos: un condensado de movimientos
más seguro de no sobreimponer, a las relac10nes de 1mbn­
lógicos que debe efectuar el espíritu si quiere filosofar, so
cación múltiple de los conceptos, un orden aruf1cial de
pena de quedarse en la fascinación inicial de las palabras y
las razones que desviaría del verdadero estatuto de la
las frases, que entonces toma equivocadamente por la par­
necesidad en filosofía.
te irreductible de comprensión intuitiva. Porque, como lo
Cada entrada comienza con una o varias citas: en la
escribe Deleuzc, "se necesitan los tres para hacer el movi­
mayoría de los casos no se trata tanto de una defi ición
miento" (P, 224). No necesitaríamos a Deleuze si no presin­ �
como de una vislumbre del problema con el que se vincula
tiéramos en su obra algo para pensar que todavía no lo
el concepto, y de una primera impresión de su entorno
fue, y de lo que aún no medimos bien cómo podría resultar
terminológico. La frase, primero oscura, debe aclararse Y
afectada la filosofía, por no dejarnos afectar filosófica­
completarse a lo largo de la reseña, que propone una suer­
mente por ella.
te de bosquejo, trazado con palabras. En cuanto a la elec­
ción de las entradas. por supuesto puede ser parcialmente
3. Nada parece más propicio a Deleuze que un léxico
discutida: ¿por qué "complicación" y no "máquina abs­
que deletree los conceptos uno a uno al tiempo que subra­
tracta", concepto sin embargo esencial a la problemática
ye sus implicaciones recíprocas. En primer lugar, Deleuze
de la literalidad? ¿Por qué "corte-flujo" más que "código Y
se ocupó él mismo de dar al concepto de concepto un
peso
axiomático", "máquina de guerra" y no "bloque de infan­
y una precisión que a menudo le faltaban en filosofía (QPh,
cia"? Sin lugar a dudas, no podíamos ser exhaustivos; al­
cap. 1). Un concepto no es ni un tema, ni una opinión
particular que se pronuncie sobre un tema. Cada concepto
gunas entradas, como el "plano de inmanencia"'

nues ro :
.
juicio merecían un examen profundo; pero tamb1en debia­
participa en un acto de pensar que desplaza el campo de l a
mos contar con el estado provisional, inacabado, de nues­
inteligibilidad, y modifica las condiciones del problema
que
tra lectura de Deleuze (de donde procede la más evidente
nos planteamos; en consecuencia, no deja asignar su
de las lagunas: Jos conceptos sobre el cine). Lo que pro­

lugar en un espacio de comprensión comú dado de ante­
� ponemos es una serie de "muestras", como le gustab de­
_
mano, para discusiones agradables o agresivas con sus �
cir a Leibniz, pero también como decía Deleuze a traves de
competidores. Pero si no hay temas generales o eternos
Whitman (CC, 76).
Acontecimiento

* "Por lo tanto, no habrá que preguntar cuál es el sen­


tido de un acontecimiento: el acontecimiento es el propio
sentido. El acontecimiento pertenece esencialmente al len­
guaje, se encuentra en una relación esencial con el lengua­
je; pero el lenguaje es lo que se dice de las cosas." (LS, 34)
"En todo acontecimiento, en verdad, está el momento pre­
sente de Ja efectuación. aquel donde el acontecimiento se
encarna en un estado de cosas, un individuo, una perso­
na, aquel que se designa diciendo: ahí está, ha llegado el
momento; y el futuro y el pasado del acontecimiento sólo
se juzgan en función de ese presente definitivo, desde el
punto de vista de aquel que Jo encarna. Pero por otra parte
está el futuro y el pasado del acontecimiento tomado en sí
mismo, que sortea todo presente, porque es libre de las
limitaciones de un estado de cosas, al ser impersonal y
preindividual, neutro, ni general ni particular, eve1Jtum
tantum. . . ; o más bien. que no tiene otro presente que el
del instante móvil que lo representa, siempre desdoblado
en pasado-futuro, formando lo que es preciso llamar la
contra-efectuación. En un caso, es mi vida la que me pare­
ce demasiado débil para mí, la que se escapa en un punto
hecho presente en una relación asignable conmigo. En el
otro caso, soy yo el que soy demasiado débil para la vida,
la vida es demasiado grande para mí, arrojando por todas
partes sus singularidades, sin relación conmigo, ni con un
momento determinable como presente, salvo con el ins­
tante impersonal que se desdobla en todavía-futuro y ya­
pasado." (LS, 177-178)

\ ** El concepto de acontecimiento nace de una distin­

ción, de origen estoica: "no confundir el acontecimiento


con su efectuación espacio-temporal en un estado de co­
sas" (LS, 34). Decir que "el cuchillo entra en Ja carne" es
expresar una transformación incorpórea que difiere en
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12 F'RANC:OIS ZoURABICHVlU
naturaleza de la mezcla de cuerpos correspondiente (cuan­ acontecimiento. De ahí también las dos vías a las que con­
do el cuchillo entra efectivamente, materialmente, en la duce la primacía reconocida al acontecimiento: teoría del
carne) (MP, 109). La efectuación en los cuerpos (encarna­ signo y del sentido, teoría del devenir. Por un lado, Deleuze
ción o actualización del acontecimiento) sólo da lugar a la se opone a la concepción de la significación como entidad
sucesión de dos estados de cosas, antes-después, según plena o dato explícito, todavía apremiante en la feno­
el principio de la disyunción exclusiva, mientras que e l menología y en toda filosofía de la "esencia" (un mundo
lenguaje recoge la diferencia de esos estados de cosas, el de cosas o de esencias no produciría sentido por sí mismo,
puro instante de su disyunción (véase "Aión"): a él le co­ le faltaría el sentido como diferencia o acontecimiento,
rresponde realizar la síntesis disyuntiva del acontecimien­ único que torna sensibles las significaciones y las engen­
to, y es esa diferencia la que produce sentido. dra en el pensamiento). De ahí el interés por el estilo o la
Pero del hecho de que el acontecimiento encuentre creación de sintaxis, y la tesis de que el concepto -que es
amparo en el lenguaje no debe inferirse su naturaleza lin­ propiamente el acontecimiento deslindado por sí mismo en
güística, como si no fuera más que el equivalente de la la lengua- no se compone de proposiciones (QPh. 26-27;
mezcla de los cuerpos en otro plano: la frontera no pasa 36-37). Por otro lado, bosqueja una ética de la contra­
entre el lenguaje y el acontecimiento de un lado, el mundo efectuación o del devenir-imperceptible (LS, serie 21 '; MP,
y sus estados de cosas del otro, sino entre dos interpreta­ mesetas 8 y 10), fundada en la liberación de la parte de
ciones de la relación entre el lenguaje y el mundo. Según la acontecimiento. "inefectuable", de toda efectuación. En
primera, querida por los lógicos, la relación se establece resumen, el acontecimiento es inseparablemente el senti­
entre la forma proposicional a la que se ve reducido el do de las frases y el devenir del mundo; es aquello del
lenguaje, y la forma del estado de cosas al que se ve lleva­ mundo que se deja envolver en el lenguaje y le permite
do el mundo, a partir de entonces. Sin embargo, la distin­ funcionar. Por eso el co1H.:i..;pto de acontecimiento se expo­
ción por l a cual Deleuze pretende r�mediar esta doble ne en una Lógica del sentido.
desnaturalización pasa a la vez por el lenguaje y el mun­ *** ¿Estamos autorizados a oponer pensamiento del
do: la paradoj a del acontecimiento es tal que, puramente acontecimiento y pensamiento del ser, o por el contrario a
"expresable", no deja de ser "atributo'' del mundo y de sus confundirlos? El acontecimiento se mantiene en dos nive­
estados de cosas, de tal modo que el dualismo de la propo­ les, en el pensamiento de Deleuze: condición bajo la cual el
sición y el estado de cosas correspondiente no se encuen­ pensamiento piensa (encuentro con un afuera que fuerza a
tra en el plano del acontecimiento, que sólo subsiste en el pensar, corte del caos por un plano de inmanencia), "obje­
lenguaje al tiempo que pertenece al mundo. El aconteci­ tos',. especiales del pensamiento (el plano sólo está po­
miento, por tanto , esiá de ambos lados a l a vez, como aque­ blado de acontecimientos o devenires, cada concepto es
llo que, en el lenguaje, se-d!Sflngue de la proposición. y la construcción de un acontecimiento sobre el plano). Y si
aquello que, en el mundo, se distingue de los estados de no hay manera de pensar que no sea también manera de
cosas. Más aún, es la doble diferenciación de las significa­
ciones por un lado, de los estados de cosas por el otro. De
ahí procede la aplicación del par virtual-actual (y, en una
medida menor, del par problema-solución) al concepto de * Objectités en el original. [N. del T.]
14 FRANCOIS ZoURABICKVlLl
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EL VOCABULARIO DE DELEUZE
hacer una experiencia, de pensar lo que hay, la filosofía no
asume su condición de acontecimiento de la que pretende fundamentalmente en juego en el devenir (en términos
recibir la garantía de su propia necesidad, sin proponer al deleuzianos estrictos: no es su problema, ella plantea otro
mismo tiempo Ja descripción de un dado puro, en sí mismo, problema). En efecto, ella no piensa más que un devenir­
de acontecimiento. Llamemos a esto, si se quiere y por mismo (Ja forma en vías de nacer, el �parecer de la cosa) Y
provisión, experiencia del ser; aunque, ni en su estilo ni en no lo que debería ser un pleonasmo, un devenir-otro. ¿No
sus considerandos, el proceder deleuziano tenga nada en es Jo que expresa la desarticulación heideggeriana de la
común con el de Heidegger; y aunque el ser sea aquí una palabra Ereignis (acontecimiento) en Ereignis (acaec1m1en­
noción engañosa, si es cierto que no hay dado sino en to propio)? De aquí procede el equívoco. cuando la
devenir (obsérvese que Deleuze evita tanto como sea po­ fenomenología que sobrevive a Deleuze pretende retomar
sible la palabra "ser"). Hablar de ontología dcleuziana, el tema del acontecimiento y volver a descubrirlo como el
pues, debe hacerse con grandes precauciones, así fuera corazón mismo de lo que desde siempre se ocupaba en
por consideración hacia un pensador que no manejaba de pensar. Porque habida cuenta de su problemática funda­
buena gana ese género de categorías. Estas precauciones mental. jamás puede obtener otra cosa que adve111mie11-
son de dos órdenes. Por un lado, debemos observar clara­ tos. de tipo nacimiento o llegada (pero una vez más, aquí
mente lo que permite en Deleuze Ja conversión de Ja filoso­ su problema es otro, sin duda es Jo que ella desea, o lo que
fía crítica en ontología: el hecho de que lo dado puro no su "plano" le entrega del "caos"). Su tema es el com1cnzo
sea para un sujeto (la división del sujeto reflexivo y del del tiempo, génesis de Ja historicidad; no, como en Deleuze.
objeto intencionado y reconocido sólo se opera en lo dado, la cesura o ruptura que corta irrevocablemente el tiempo
mientras que lo dado puro remite a una subjetividad para­ en dos y lo fuerza a re-comenzar, en una captación sintét ­

dójica "en adyacencia'', vale decir, no trascendental sino ca de Jo irreversible y lo inminente, dándose el aconteci­
situada en cada punto del plano de inmanencia). Por otro miento en la extraña estación de un todavía-prescnte-y­
lado -y es el aspecto que aquí desarrollaremos-. se trata ya-pasado. t o davía-venidero-y-ya-presente (véase
de pensar una heterogénesis, según Ja espléndida palabra ·'Aión"). A partir de entonces, Ja historicidad en Deleuze
de Félix Guattari, donde "génesis" no se entiende ya sola­ está a su vez en devenir, afectada desde adentro por una
mente en su sentido tradicional de engendramiento, de exterioridad que Ja socava y Ja hace divergir de sí. En defi­
nacimiento o de constitución (la verdadera relación del nitiva, ese duelo de dos pensamientos del acontecimiento,
derecho con el hecho que reclama Deleuze, y que dice no del génesis, del devenir, donde uno puede reivindicar al
encontrar ni en Kant ni en Husserl, porque ambos "cal­ "ser". y donde el otro no ve más que una pantalla o una
can" Ja condición sobre lo condicionado, Ja forma de lo palabra, ¿no es el duelo de una concepción cristiana y una
trascendental sobre la de lo empírico: forma recognitiva concepción no cristiana de Jo nuevo?
del objeto cualquiera, relativa a un sujeto consciente).
"Génesis" también se entiende respecto del nuevo con­
cepto de "devenir'', y sin duda es lo que más a.seja a Deleuze
de la fenomenología y de sus herederos incl so ingratos.

La fenomenología "fracasa" en pensar Ja het frogeneidad
l6 F'RANc;:OIS ZouRABICHVILI EL \'OCABUIARIO DE DELEUZE 17
Agenciamiento un funcionamiento reproductor: ellos tienden a proyectar el
campo de experimentación de su deseo sobre una distribu­
ción formal preestablecida. Tal es el polo estrato de los
* "Según un prímer eje, horizontal, un agenciamiento agenciamientos (que entonces se llaman "molares"). Pero por
implica dos segmentos, uno de contenido, el otro de ex­ otra parte, la manera en que el individuo inviste y participa en
presión. Por un lado es agenciamiento maquinístico de la reproducción de esos agenciamientos sociales depende de
cuerpos, acciones y pasiones, mezcla de cuerpos que re­ agenciamientos locales, "moleculares", en los cuales él mis­
accionan unos sobre otros; por otro lado, agenciamiento mo está tomado, ya sea que -limitándose a efectuar las for­
colectivo de enw1ciaci611, de actos y enunciados, trans­ mas socialmente disponibles, a moldear su existencia según
formaciones incorpóreas que se atribuye a los cuerpos. los códigos en vigor- introduzca allí su pequeña irregulari­
Pero según un eje vertical orientado, el agenciamiento tie­ dad, o que proceda a la elaboración involuntaria y vacilante
n e por un lado aspectos territoriales o reterritorializados, de agenciamicntos propios que "decodifican" o "hacen huir"
que lo e s t a b i l i zan, y por el o t r o puntas d e el agenciamiento estratificado: tal es el polo máquina abs­
desterritorialización q u e lo arrastran." (Kplm, 1 12) tracta (entre los cuales hay que incluir los agenciamientos
** A primera vista, este concepto puede parecer de un artísticos). Todo agenciamiento, debido a que en última ins­
uso amplio e indeterminado: según el caso, remite a institu­ tancia remite al campo de deseo sobre el cual se constituye,
ciones muy fuertemente territorializadas (agenciamiento ju­ está afectado por cierto desequilibrio. El caso es que cada
dicial, conyugal, familiar, etc.). a formaciones íntimas uno de nosotros combina concretamente los dos tipos de
desterritorializantes (devenir-animal, etc.), por último al cam­ agenciamientos en grados variables, siendo el límite la
po de experiencia donde se elaboran esas formaciones (el esquizofrenia como proceso (decodificación o desterrito­
plano de inmanencia como "agenciamiento maquinístico de rialización absoluta), y la cuestión de las relaciones de fuer­
las imágenes-movimientos", JM, 87-88). Por lo tanto, en una zas concretas entre los tipos (véase "Línea de fuga"). Si la
primera aproximación, se dirá que estamos en presencia de institución es un agenciamiento molar que descansa sobre
un agenciamiento cada vez que se puede idcnti ficar y des­ agenciamientos moleculares (de ahí la importancia del punto
cribir el acoplamiento de un conjunto de relaciones materia­ de vista molecular en política: la suma de los gestos, actitu­
les y de un régimen de signos correspondiente. En realidad, des, procedimientos, reglas, disposiciones espaciales y tem­
la disparidad de los casos de agenciamiento encuentra su porales que constituyen la consistencia concreta o la dura­
ordenamiento desde el punto de vista de la inmanencia, de ción -en el sentido bergsoniano-de la institución, burocracia
donde la existencia se revela indisociable de agenciamientos de Estado o de partido), el individuo, por su parte, no es una
variables y modificables que no dejan de producirla. Más forma originaria que evoluciona en el mundo como en un
que a un uso equívoco, en consecuencia, remite a polos del decorado exterior o un conjunto de datos a los cuales se
propio concepto, lo que sobre todo prohíbe todo dualismo contentaría con reaccionar: él sólo se constituye agencián­
del deseo y de la institución, de lo inestable y lo estable. dose, sólo existe tomado desde el vamos en agenciamientos.
Cada individuo tiene que habérselas con esos grandes Porque su campo de experiencia oscila entre su proyecci6n
agenciamientos sociales definidos por código ��specíficos, sobre formas de comportamiento y de pensamiento precon­
y que se caracterizan por una forma relativamen \ stable y cebidas (por lo tanto sociales), y su exposición en un plano
EL VOCABULARIO DE DELEUZE 19
18 fRANCOlS ZOUltABICHVILI
no son más que cantilenas que nos remiten a Edipo . . . ).
de inmanencia donde su devenir no se separe ya de las mientras que eJ deseo no espera el encuentro como la oca­
líneas de fuga o transversales que traza entre las "cosas", sión de su ej ercicio sino que a eso se dispone y se cons­
liberando su poder de afección y por eso mismo volviendo truye. No obstante. el interés principal del concepto de
a entrar en posesión de su potencia de sentir y de pensar agenciamiento es enriquecer la concepción del deseo de
(de donde procede un modo de individuación por ecceidades una problemática del enunciado, retomando las cosas don­
que se distingue de la localización de un individuo mediante de las había dejado Lógica del sentido: aquí, toda produc­
características identificantes-MP, 318 y sigs.). ción de sentido tenía como condición la articulación de
En consecuencia, los dos polos del concepto de dos series heterogéneas mediante una instancia paradóji­
agenciarniento no son lo colectivo y Jo individual: más bien ca, y el lenguaje en general supuestamente no funcionaba
son dos sentidos. dos modos de lo colectivo. Porque si es sino en virtud de Ja naturaleza paradójica del aconteci­
cierto que el agenciamiento es individuante, está claro que miento, que anudaba la serie de las mezclas de cuerpos a Ja
no se enuncia desde el punto de vista de un sujeto pre­ serie de las proposiciones. Mil mesetas se transporta al
existente que podría atribuírselo: lo propio, pues, es a la plano donde se articulan las dos series, y da un alcance
medida de su anonimato, y es por tal motivo por lo que el inédito a la dualidad estoica de las mezclas de cuerpos y
devenir singular de alguien concierne en rigor a todo el las transformaciones incorpóreas: una relación compleja
mundo (así como el cuadro clínico de una enfermedad pue­ se anuda entre "contenido" (o •iagenciamiento maquínico")
de recibir el nombre propio del médico que supo recopilar y "expresión" (o "agenciamiento colectivo de enuncia­
sus sfntomas, aunque en sí mismo sea anónimo; lo mismo ción"), redefinidas como dos formas independientes no
en arte -véase PSM. l 5; D, 153). No debemos dejarnos obstante tomadas en una relación de presuposición recí­
engañar por el carácter colectivo del "agcnciamiento de proca. y que se vuelven a lanzar una a otra; la génesis
enunciación" que corresponde a un "agenciamiento recíproca de las dos formas remite a la instancia del
maquinístico": no es producido por, sino que por natura­ "diagrama" o de la "máquina abstracta". No es y a una os­
leza es para una colectividad (de donde surge el l lamado cilación entre dos polos, como hace un rato, sino l a corre­
de Paul Klee, a menudo citado por Deleuze, a "un pueblo lación de dos caras inseparables. Contrariamente a la rela­
que falta"). Precisamente de este modo el deseo es el ver­ ción significante-significado, considerada como derivada,
dadero potencial revolucionario. la expresión se refiere al contenido sin por ello describirlo
***El concepto de agenciamiento remplaza a partir del ni representarlo: ella "interviene" allí (MP, l 09- ll5, con el
Kafka al de "máquinas descantes": "Sólo hay deseo dis­ ejemplo del agenciamiento feudal). De aquí se desprende
puesto o maquinado. No es posible captar o concebir un una concepción del lenguaje que se opone a la lingüística
deseo fuera de un agenciamiento determinado, en un pla­ y al psicoanálisis , y se señala por la primacía del enun­
no que no preexiste, sino que a su vez debe ser construi­ ciado sobre la proposición (MP, meseta 4). Añadamos
do." (D, 115). Lo cual implica insistir una vez más en la que la forma de expresión no es necesariamente lingüís­
exterioridad (y no la exteriorización) inherente a l deseo: tica: por ej emplo, hay agenciamient os musicales (MP,
todo deseo procede de un encuentro. Un enunciado seme­ 363-380). S i nos atenemos aquí a la expresión lingüísti­
jante sólo en apariencia es una perogrullada: "encuentro" ca, ¿qué lógicas rigen el contenido y la expresión en el
se entiende en un sentido riguroso (tantos "encuentros"

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20 FRANCOIS ZoURABICHVlLl EL VOCABUlARIO DE DELEUZE 21
plano de su génesis y por consiguiente de su insinua­ puede volver equívoca l a operación: en realidad, l a eterni­
c i ó n recíproca C'máquina abstracta")? La de l a dad propia del instante tal y como la conciben los estoicos
;¡ecceidad" (composiciones intensivas, d e afectos y de sólo tiene un sentido inmanente, sin relación con lo que
velocidades -prolongación significativa de l a concep­ será la eternidad cristiana (eso será también lo que está en
ción de El anti-Edipo. fundada en la síntesis disyunti­ juego en la reinterpretación por Nietzsche del tema estoico
va y los "objetos parci ales"); y la de una enunciación del Eterno Retorno). Aión se opone a Chronos, que desig­
que privilegia el verbo al infinitivo, el nombre propio y na el tiempo cronológico o sucesivo, donde el antes se
el artículo indefinido. Ambas comunican en Ja dimen­ ordena al después con la condición de un presente
sión de Aión (MP, 318-324 -sobre todo, el ej emplo del englobante en el cual, como se dice, todo ocurre (Deleuze
pequeño Hans). Por último, es alrededor del concepto compite aquí con Heidegger, quien, con el nombre de "re­
de agenciamiento donde puede evaluarse la relación de solución anticipante", había discutido la primacía del pre­
Deleuze con Foucault, los préstamos desviados que le sente de Agustín a Husserl'). Según una primera paradoja,
hace, el juego de proximidad y de distancia que relacio­ el acontecimiento es lo que no subsiste del mundo como
na a los dos pensadores (MP, 86-87 y J74-176; todo el tal sino envolviéndose en el lenguaje, al que a partir de
Foucau/t está construido sobre los diferentes aspectos entonces posibilita. Pero hay una segunda paradoja: "El
del concepto de agenciamiento). acontecimiento es siempre un tiempo muerto, allí donde no
ocurre nada" (QPh, 149). Ese tiempo muerto, que en cierto
modo es un no-tiempo, bautizado todavía "entre-tiempo",
es Aión. En ese nivel, el acontecimiento no es ya solamente
la diferencia de las cosas o de los estados de cosas; afecta
Aión la subjetividad, lleva la diferencia en el mismo sujeto. Si se
* "Según Aión, únicamente el pasado y el futuro insis­ • La traducción de este fragmento pertenece a L6gica del se111ido,
ten o subsisten en el tiempo. En lugar de un presente que biblioteca electrónica de Ja escuela de filosofía de la Universidad ARCIS,
reabsorbe el pasado y el futuro, un futuro y un pasado que traducción de Miguel Morey. pág. 119. [N. del T.].
dividen el presente en cada instante, que lo subd viden 2. Véase Ser y tiempo. §§ 61 y sigs. A los tres ·'ek-stasis" temporales
presentados en e l § 65 responden las tres síntesis del tiempo de
(
hasta el infinito en pasado y futuro, en los dos sent dos a
\ Diferencia y repetici611 (cap. tt), donde la relación directa del pasado
la vez. O más bien, es el instante sin espesor y sin exten­ y el futuro, así como el status temporal de lo posible, son igualmente
sión que subdivide cada presente en pasado y futuro, en decisivos, pero concebidos de manera diferente y en una perspectiva
ético-política incompat ible con la de Heidegger. Para un rápido
lugar de presentes vastos y espesos que comprenden, unos
vislumbre de la divergencia que opone Deleuze a Heidegger,
respecto de otros, el futuro y el pasado'". confróntense aunque más no sea sus conceptos respectivos del destino
** Deleuze rehabilita la.distinción estoica de aión y de (DR. 112-113; Ser y tiempo. § 74). La comprensión de la posición
chronos para pensar la extra-temporalidad del aconteci­ dcleuziana supone la lectura conjunta de Diferencia y repetición (las
tres síntesis del tiempo), de L6gica del sentido (la oposición de Chronos
miento (o, si se prefiere, su temporalidad paradójica). La
y de Aión) y de la imagen-tiempo (la oposición de Chronos y de
traducción corriente del primer término por "eternidad" Cronos, cap. 4 -véase ''Cristal de tiempo").
r

22 FRANCoLS ZouRAe1cHvIU
11!1, VOCABULARIO DE DELEU7..E 23
llama acontecimiento a un cambio en el orden del sentido
(lo que producía sentido hasta ahora se nos ha vuelto in­ ••• Bajo el nombre de Aión, e l concepto de aconteci-
diferente y hasta opaco, aquello a lo cual en adelante so­ 1nicnto marca la introducción del afuera en el tiempo, o la
mos sensibles no producía sentido antes), hay que inferir relación del tiempo con un afuera que no le es ya exterior
que el acontecimiento no ocurre en el tiempo, porque afec­ (contrariamente a la eternidad y a su trascendencia). En
ta las condiciones hasta de una cronología. Más bien mar­ Olros términos, la extraMtemporalidad del acontecimienM
ca una cesura, un corte, tal como el tiempo se interrumpe to es inmanente, y por esa razón paradójica. ¿Con qué de­
para reanudar en otro plano (de ahí la expresión "entre­ recho se puede sostener que ese afuera está en el tiempo,
tiempo")_ Al elaborar la categoría de acontecimiento, por si es cierto que separa el tiempo de sí mismo? Vemos en
lo tanto, Deleuze exhibe el lazo primordial del tiempo y el seguida que no bastaría con invocar la necesidad de una
sentido. a saber, que una cronología en general sólo es efectuación espacio-temporal del acontecimiento_ La res­
pensable en función de un horizonte de sentido común en puesta implica dos momentos: 1) El acontecimiento está en
sus partes. Así, la noción de un tiempo objetivo, exterior a el tiempo en el sentido en que necesariamente remite a una
la vivencia e indiferente a su variedad, no es más que la efectuación espacio-temporal, como tal irreversible (LS,
generalización de ese lazo: su correlato es el '"sentido co­ 1 77)_ Relación paradójica entre dos términos incompati­
mún". la posibilidad de desplegar l a serie infinita de las bles (antes I después, donde el segundo término hace "pa­
cosas o las vivencias en un mismo plano de representa­ �nr" el primero), implica materialmente la exclusión que
ción. El acontecimiento. como "entre-tiempo", por sí mis­ suspende lógicamente_ 2) El acontecimiento está en el tiem­
mo no pasa, a la vez porque es puro instante, punto de po en el sentido en que es la diferencia interna del tiempo,
escisión o de disyunción de un antes y un después, y lo interiorización de su disyunción: separa el tiempo del
porque la experiencia que le corresponde es la paradoja de tiempo; no hay razones para concebir el acontecimiento
una "espera infinita que ya es infinitamente pasada, espe­ fuera del tiempo. aunque él mismo no sea temporal. En
ra y reserva" (QPh, 149). Por eso la distinción de Aión y de consecuencia. es importante disponer de un concepto de
Chronos no acompaña la dualidad platónico-cristiana de multiplicidad tal que la "cosa" no tenga ya unidad sino a
la eternidad y el tiempo: no hay experiencia de un más allá través de sus variaciones y no en función de un género
del tiempo, sino solamente de una temporalidad trabajada común que subsumiría sus di visiones (bajo los nombres
por Aión, donde la ley de Chronos dejó de reinar. Ése es el de univocidad y de síntesis disyuntiva, el concepto de
"tiempo indefinido del acontecimiento" (MP, 320)_ Esta expe­ ºdiferencia interna" realiza ese programa de un afuera pues­
riencia del no-tiempo en el tiempo es la de un "tiempo flotan­ to adentro, en el nivel de la estructura misma del concepto:
te" (D, 1 1 l ), llamado también muerto o v Úo, que se opone al
7 LS. series 24' y 25')- Esta idea también se expresa diciendo
de la presencia cristiana: "Ese tiempo JIIUerto no sucede a lo que no hay acontecimientos fuera de una efectuación es­

que llega, sino que coexiste con el instante o el tiempo del pacio-temporal, aunque el acontecimiento no se reduzca a
accidente, pero como la inmensidad del tiempo vacío donde ello. En suma, el acontecimiento se inscribe en el tiempo, y
todavía se lo ve venidero y ya llegado, en la extraña indife­ es la interioridad de los presentes disjuntos. Además,
rencia de una intuición intelectuaL" (QPh, l49) En todo caso, Dcleuze no se contenta con un dualismo del tiempo y el
es la temporalidad del concepto (QPh, 150-151). ncontecimiento, sino que busca un lazo más interior del
tiempo con su afuera, y quiere mostrar que la cronología
FRANCOIS ZOURABICHVILI 25
24
es la instancia 1111lltiple. La eternidad no les parecía la ausencia de cambio, ni
deriva del acontecimiento. que este último
de Husserl "lquicra la prolongación de una existencia sin límites, sino el
originaria que abre toda cronología. A diferencia
del tiem­ l'�tndo complicado del mismo tiempo. . . " (PS, 58)
y de sus herederos, el acontecimiento o la génesis
mantener ••El concepto de complicación comprende dos nive­
po se declina en plural. En efecto, es importante
lo cual el les, que corresponden a dos usos de la palabra. Primero
la inclusión del afuera en el tiempo, a falta de
entre los l\Xpresa un estado: el de las diferencias (series divergen­
acontec imiento s i g u e siendo l o que es
el tiem­ ¡·�, puntos de vista, intensidades o singularidades) cn­
fenomenólogos: una trascendencia única que abre
antes vuclias o implicadas unas en otras (LS, 345-346). Compli­
po en general, instancia que se ubica lógicamente
el tiempo cnción significa entonces co-implicación, implicación
de todo tiempo, y no -si puede decirse- entre
1ccíproca. Este estado corresponde al régimen de lo vir­
vuelto multiplicidad. En el razonamiento fenomenológico,
el t u n l , donde l as d i s y u nciones s o n "incluidas" 0
ya no hay lógicamente más que un sólo acontecimiento,
ei­ "Inclusivas", y se opone al régimen de lo actual, caracteri-
de la Creación, aunque no deje de repetirse: la homogen
a salvo (la 1.ndo por la separación de las cosas y su relación de exclu­
dad fundamental del mundo y de la historia está
Deleuze Nlón (o bien . . . o bien): por lo tanto, no está regido por el
invocación de "un solo y mismo acontecimiento" en
múlti­ Jlrincipio de contradicción. En consecuencia, complicación
-LS, 199, 209- remite a esa síntesis inmediata de lo
ser cnlifica un primer tipo de multiplicidad, llamada intensiva.
ple llamada "disyuntiva", o diferencia interna, y debe
ción total lls la lógica misma del mundo en cuanto "caos" (DR. 80,
distinguida con cuidado del Uno como significa
último más 162-163, 359; LS, 345-346).
y englobante, incluso cuando se concibe a este
con la ***Pero más profundamente, ºcomplicación" expresa
acá del reparto del uno y lo múltiple, como ocurre
91). Sin In operación de síntes�s de los dos movimientos inversos
"diferencia ontológica" de Heidegger: véase QPh,
de lo virtual a lo actual (explicación, desarrollo, proceso) y
�mbargo, no es seguro que el corte entre el tiempo y otra de lo actual a lo virtual (implicación, envolvimiento,
mien­
cosa que él justifique todavía el nombre de aconteci
ar de onrollamiento; en la última parte de su obra, Dcleuzc ha­
to. Donde volvemos a la cláusula deleuziana prelimin
ión en el blará de cristalización) (PS, 58; SPE. 12; Le pli, 33). Deleuze
que no hay acontecimiento fuera de una efectuac
se redu­ subraya constantemente que esos dos movimientos no se
espacio y el tiempo, aunque el acontecimiento no
oponen sino que siempre son solidarios (PS, J ¡O; SPE, 12;
ce a ello.
Le pli. 9). Lo que los destina uno al otro es la complica­
ción, en la medida en que ella asegura la inmanencia del
uno en lo múltiple y de lo múltiple en el uno. No hay que
confundir la implicación recíproca de los términos compli­
Complicación cados con la implicación recíproca del uno y Jo múltiple,
lttl como lo opera la complicación. De aquí se desprende la
una palabra profun­ relación de dos multiplicidades, virtual y actual, que testi­
* "Algunos neoplatónicos utiliza
desa­ monia la superación del dualismo inicial hacia un monismo
da para designar el estado originario que precede todo
ci611, donde la misma Naturaleza oscila entre dos polos: lo múlti­
rrollo, todo despliegue, toda 'explicación': l a complica
ple implica al uno en el sentido en que es el uno en el estado


de lo
que envuelve a lo múltiple en el Uno y afirma el Uno
fRANCOlS ZOURABICHVILI
26
J:L VOCABULARIO DE DELEUZE 27
el sentido en que es
explicado; el uno implica lo múltiple en
La importancia del con­ máquina. La máquina no produce un corte de flujo sino en la
lo múltiple en e l estado complicado.
en la misma historia medida en que está conectada a otra máquina que supues­
cepto de complicación. pues, es clara:
ía retirada del Uno; tumente produce el flujo. Y sin duda, esta otra máquina a su
del Neoplatonismo, se opone a la soberan
condición de un régi­ vez es en realidad corte. Pero sólo lo es en relación con una
lleva lo múltiple en el origen, bajo la
co-implicación {este ras­ tercera máquina que produce idealmente, vale decir, relati­
men especial de inseparación o de
nología, de Heidegger, vamente, un flujo continuo infinito." (AIE, 44)
go distingue a Deleuze de la fenome
, de Derrida). No menos •• Flujo y corte forman en El allli-Edipo un solo y
pero también, en resumidas cuentas
ión que expresa, y que mismo concepto. tan difícil como esencial. No remiten a un
clara es l a importancia de la operac
de actualización y de uualismo ontológico o a una diferencia de naturaleza: el
remite uno a otro ambos movimientos
de repetición, cuyo fun­ l lujo no es solamente interceptado por una máquina que Jo
redistribución, de diferenciación y
ta del mundo se­ corta, es a su vez emitido por una máquina. Por lo tanto no
cionamiento solidario da la fórmula comple
ónica, inversa de l a hny más que un solo término ontológico, "máquina". y por
gún Deleuze. La "conversión" neoplat
e, e n efecto n o es apta eso toda máquina es "máquina de máquinas" (AIE. 7). La
"procesión" d e l Uno hacia l o múltipl
bución en el seno de regresión al infinito es tradicionalmente el signo de un fra­
para acarrear un movimiento de redistri
que apunta al retorno en caso del pensamiento: Aristóteles le opone la necesidad
lo múltip le; no es su objeto, puesto
está señalada por la de un término primero ("hay que detenerse"), y Ja edad
la plenitud del Uno, cuya trascendencia
múltiple. Muy diferente clásica no lo asume sino subordinándola al infinito en acto
indiferenciación e indiferencia a lo
ación (unidad o desde el punto de vista de Dios. La regresi vidad adopta en
es el ascenso hacia el uno como complic
"diferenciante"), que Dclcuze un valor positivo porque es el corolario de la tesis
síntesis inmediata de lo múltiple, puro
y la abre a la totalidad l n rnanentista paradójica, según la cual la relación está pri­
trabaja toda cosa actual del interior
de la complicación mera, y el origen es acoplamiento: convertida en objeto de
virtual complicada que implica. La lógica
dad del ser, mientras nfirmación, ofrece una garantía metodológica contra e l re­
confluye aquí con la tesis de la univoci
borrars e ante aquel, torno de la ilusión del fundamento (ilusión de un reparto
que el nombr e de ser tiende a
real del ser como referencia trascendente del pensamien­
difercnciable, de devenir.
lo). En efecto, no hay dado que no sea producto, lo dado
es siempre l a diferencia de intensidad surgida de un aco­
plamiento llamado dispars (DR, 154-155, 286-287; AIE, 384;
MP, 457 y sigs.). Hasta los dos términos de la percepción,
sujeto y objeto, derivan de un acoplamiento que los distri­
Corte-flujo . . ,
buye uno y otro como presuponiéndose recíprocamente:
(o síntesis pasiva, o contemplacwn) el ojo, en este sentido, no es más que la pieza de una má­
quina separada de manera abstracta de su correlato (luz).
la continuic;!ad, l a 1 Jusserl omite l a verdadera definición de la síntesis pasi­
* "Lej os de que el corte se oponga a
corta como continuidad ''": porque ella remite a tales acoplamientos. a tales ºcon­
condiciona, implica o define l o que
máquina es máqui e
n';cct lcmplaciones" o "contracciones" primarias (DR. 96-1 08);
ideal. Ocurre que, como vimos. toda
pero si el acoplamiento está en el punto de génesis, ésta
28 F'RANCOIS ZoURABICHVILI g¡� VOC.\BULARJO DE DELEUZE
29
necesariamente regresa al infinito. implicando una rehabi­ lnr"? Precisamente. el régimen de circulación de un flujo.
litación de la regresión. El concepto renovado de síntesis su caudal, continuo o segmentario. más o menos Jibre 0
pasiva pasa al primer plano en El anti-Edipo bajo el nom­ estrangulado. Y todavía estas imágenes demasiado
bre de "máquinas deseantes", donde se plasma el princi­ dualistas son insuficientes: un flujo será uniforme 0, por el
pio de inestabilidad o de metamorfosis que envuelve (AIE, contrario, imprevisible y mutante según el modo de corte
34; este principio es llamado "anarquía coronada" en los que lo caracterice. El concepto de corte, por lo tanto, es
desarrollos sobre la univocidad). Lo cual implica que lo diferenciado: el código es uno y la "esquizia" otro. Aquí,
dado jamás está constituido de flujos, sino de sistemas el contrasentido elemental sería considerar el flujo
corte-flujo, en otras palabras de máquinas (AIE, 7; la ex­ esquizofrénico, "que franquea las contenciones y los có­
presión "ontología de los flujos", por la cual en ocasiones digos" y "fluye, irresistible" (AIE, 156, 158) como un flujo
se resume el sistema de El a11ti-Edipo, es una invención que escapa a todo corte: esto impli caría olvidar la primacía
de polemista impaciente). de la máquina, y el nombre mismo de esquizia (acto de
*** ¿Por qué entonces esta dualidad del corte y e l hendir, bifurcación: AIE, 1 09, 15 8). Al corte de tipo código,
flujo? que procede por alternativas o exclusiones, se opone la
1 ) El sistema corte-flujo designa las "verdaderas activi­ osquizia co1no di syu nci ón inclusiJJa, característica del de­
dades del inconsciente" (hacer fluir y cortar, AIE, 388), venir o el encuentro (Deleuze y Guattari no reducen la
funciones complementarias constitutivas de un acopla­ esquizofrenia al derrumbe catatónico, ellos extraen su pro­
miento, mientras que los "objetos parciales". que no son ceso. libre producción de deseo). Mil mes etas, al distin­
ya como en Melanie Klein relativos a un todo fragmentado guir tres tipos de "líneas", reaconclicionará los conceptos
y perdido, son sus términos, "elementos últimos del in­ de corte y de flujo (mesetas 8-9).
consciente" (AIE, 386) que se determinan recíprocamente
en el acoplamiento, uno como fuente o emisor de flujo, el
otro como órgano receptor. En consecuencia, no habrá de Cristal de tiempo (o de inconsciente)
asombrar la paradoja: el objeto-fuente, tornado sobre el
flujo que emite. Ocurre que el objeto no emite un flujo sino
para el objeto capaz de cortarlo (de donde procede el caso * "Por muchos elementos distintos que tenga Ja ima­
emblemático de la máquina seno-boca, a todo lo largo de gen-cristal, su irreductibilidad consiste en la unidad indi­
El anti -Edipo, sobre todo 54-55). A su vez, el objeto-órga­ visible de una imagen actual y de "su" imagen virtual." (IT,
no puede ser tomado corno emisor de flujo por otro objeto 1 º5) "Extremando las cosas, lo imaginario es una imagen
(véase el ej emplo recurrente de la boca, 1 1 , 44, etc. Y parti­ virtual que se pega al objeto real, e inversamente, para
cularmente en el caso de la anorexia. AIE, 7, 388). Recuér- constituir un cristal de inconsciente. No basta con que el
dese siempre la relatividad del flujo al corte. objeto real, el paisaje real, evoque imágenes semejantes 0
2) "El deseo hace fluir, fluye y corta" (AIE, 1 1): corta vecinas; es necesario que deslinde su propia imagen vir.
no es lo opuesto de fluir (servir de contención) sino la Cual, al mismo tiempo que ésta, como paisaje imaginario, se
condición bajo la cual algo fluye; en otros términos, un interne en lo real según un circuito donde cada uno de los
flujo no fluye sino cortado. ¿Qué significa entonces "cor- dos términos persigue al otro, se intercambia con el otro.


EL VOCABULARIO DE DELEUZE
31
30 FRAN<;OlS ZoURABICHVILl
psychana/yse, Y MP, 3 1 5. 3 1 7). En ambos
casos, devenir
La "visión" está hecha de ese doblamiento o desdobla­ signific a habitar el plano de inmane ncia donde
J a existen­
miento, esa coalescencia. Es en los cristales de incons­ cia no se produce sin hacerse clínica de sí misma,
sin trazar
ciente donde se ven las trayectorias de la libido." (CC. 83) el mapa de sus atolladeros y de sus salidas.
"Lo que constituye la imagen-cristal es l a operación más Pero el lector no puede dejar de tropezar
con una difi­
fundamental del tiempo: puesto que el pasado no se cons­ cultad. Ese dado puro a l que accede el "devini
ente" pare­
tituye después del presente que fue sino al mismo tiempo, e� seleccion�do de antemano por sus resonancias espe­
es preciso que el tiempo se desdoble a cada instante en ciales con cierta situació n de vida. Induda
blemente, el
presente y pasado, que difieren uno del otro en naturaleza espejo no remite aquí el deviniente a una imagen
narcisis ta
o, Jo que es lo mismo, desdoble el presente en dos direc­ de sí mismo ; aquí su situació n s e repite o
se refleja, pero
ciones heterogéneas, una de las cuales se lanza hacia el en e] elemen to no-red undant e de una
contem plación
porvenir y la otra cae en el pasado. Es preciso que el tiem­ evalua tiva de sí. Resta comprender cómo
se anudan lo ín­
po se escinda en dos chorros disimétricos, uno de los cua­ timo Y el espectáculo; por qué, si la experie
ncia real supo­
les hace pasar todo el presente, y el otro conserva todo el ne la violenc ia y el azar de un encuen tro,
no por ello se
pasado. El tiempo consiste en esta escisión, y es ella, es él encuentra a alguien o algo. Precisamente
para enfrentar
lo que se ve en el cristal." (/T. 1 08- l 09) dicha dificultad Deleuze forja el concepto
de cristal.
** Este concepto, uno de los últimos de Deleuze, pre­
Los términos decisiv os son desdoblamiento,
Íll/ercam­
senta la dificultad de condensar poco más o menos toda bio, indiscernibilidad. De primera intenci ón,
la estructura
su filosofía. El cristal es el estado último de la problemática de intercambio que define el cristal se establec
e entre los
de la experiencia Hrea l " , y se presenta como una dos términos del devenir , instituyendo una
relación de
profundización del concepto de devenir. Ante todo confir­ doble o de espejo que l ibera una visión.
La relación de
ma que en un devenir cualquiera (devenir-animal, devenir­ sujeto a objeto (el pequeño Hans ve el caballo
) resulta de
mujer, etc.), no es el término lo que se busca (el animal o la entrada insuficiente para describir la situació
n, que impli­
mujer que uno deviene) sino realmente el propio devenir, o ca un momen to de indisce rnibilid ad donde
el muchachito
sea, las condiciones de un relanzamiento de la producción se ve padece r en el caballo, refleja
sus propios afectos en
deseante o de l a experimentación. No es Moby Dick, la las singularidades y los acciden tes de este
último (y recí­
gran ballena blanca de l a novela de Melville, lo que intere­ procamente). Tales son en verdad las condici
ones de una
sa a Achab: éste no la persigue sino para enfrentarse con cxper encia real: lo dado puro no es relativo

t
� a un sujeto
la desmesura de su propia vida, y ésa es la verdadera ra­ preexistente que abriría el campo, ni a formas
o funciones
zón, la verdadera lógica. la verdadera necesidad de_ su con­ qu � pen�itirían identificar sus partes. Esta
. ilusión de pre­
ducta irracional (CC, cap. X). Por su lado, el pequeno ans, existen cia viene solamente del hecho de
que lo dado
tan poco comprendido por Freud, tiene la "visión" d l ca­ preformado de l a experie ncia posible preced
e el acceso a
ballo de tiro que cae y se debate bajo los latigazos, pero lo dado puro de la experie ncia real, que sólo
está constitui­
esa visión es doble. cristalina: lo que el niño ve en su do de movimientos y diferencias de movim
ientos de rela­
relación con el caballo son las trayectorias de su libido. ne ciones de velocidad y de lentitud , de "imáge
nes-m vimien­

ese modo, accede activamente a su propio problema tos". A partir de entonces. tampoco hay
ya afectividad
("L' i n terprétation des énoncés", en Politique et
Fn.ANCOIS ZouRABICHVILl
32 EL VOCABULARIO DE DELEUZE 33
exterior a lo dado. en el sentido en que un sujeto c n � �
titui­
maiización donde pueden comunicar, bajo la condición
del
do reaccionaría a lo que ve en función de sus sentt m1entos pequeño circuito, los agenciamientos respectivos de
Hans
de
y sus convicciones: l a afectividad no es ya separable y del caballo de ómnibus: caída del caballo en la calle /
_
las potencias que corresponden a los mov1m�ent os
en l � prohibición de la calle y peligro; potencia y domestica
_ ción
plano. Se vuelve no sólo posible smo necesano dec1
. sin; ucl caballo I deseo orgulloso-humillado; morder I resistir­
riesgo de antropomorfismo ni rec ur so a una e mp at
l a de Hcr malo; etc. El contrasentido sería pensar que la visión
otros
ningún tipo. que Jos afectos son los del pla�o; en tlcsencadena la evocación: por el contrario, es ella Ja que
un
términos , que son las cosas mismas (porque solo desde procede del acoplamiento de u n conjunto de rasgos
obje-
de
punto de vista derivado podemos decir: son Jos efectos 1 l vos y de una imagen mental que se seleccionan mutua­
con l a
las cosas sobre nosotros ) . "El trayecto se confunde n1c nte. Y ella se profundiza por retornos sucesivos al obje­
reíle­
subjetividad del medio mismo en J a medida e n que s e lo, donde un nuevo aspecto del objeto es revelado
o pasa
ja en aque l los que lo recorren. El mapa expresa Ja 1dent1dad ni primer plano en resonancia con una nueva capa psíqui­
del recorrido y lo recorrido. Se confunde con su obieto, '11 (JT, 62-66, 92-93). Por eso la obsesión del caballo es
cuando el mismo objeto es movimien to." (ce, 8 1 ) ncilvn, y no desempeña el papel de una simple reprcsenta­
.
as
En consecuen cia. se desconoce n las rnvesttdur rlón: el niño medita y evalúa todas las alturas variables
de
de una
afectivas del niño cuando se ve allí e l acopla�ie�to �" sl!uación precisamente explorando Jo que puede el
ca­
a
percepción objetiva y una proyecció n i m gma n a,
y no el l1nllo, cómo se produce l a circulación de sus afectos.
desdoblamiento de Jo real entre su actualidad Y su
propw lln consecuencia, el cristal es esa serie de circuitos que
en el
imagen virtual (el privilegio del niño, su eiemplandad ¡ 11 oli feran a partir del desdoblamiento fundamental de lo
de
análisis de los devenires, viene solamente del hecho 1t n i bien entendido; y, como dijimos, en él se ven las tra­
es�c­
que su experiencia no está todavía organizada por Yl\Clorias del deseo y su rcacondicionamiento de mapa
en
cns­
reotipos 0 esquemas sensorio-motores). La estructura 111npa. Pero en último análisis, ¿por qué vemos en él al
tiem­
en
rnlina de la experienci a es que allí lo actual no está dado po'/ De un extremo al otro de su obra. Deleuze insiste en la
_
su pureza sino reflejado inmedi atamente en �Ips1qmsmo
ades
1 111·xistencia o la co12tempora11eidad de dos temporalid
Hans '
que recorre el plano: por ejemplo, el caballo visto por o n a é n i tamente heterog é n e a s : el encadena miento
en el devenir-caballo de este último. No hay un dado neu­ 1 11 1nol6gico de nuestros trayectos o de nuestras efectua-
,
de
tro, independiente de nuestros devenires. La opos1c1on 1 l 1111os en un presente englobante, el pasado virtual o la
es se­
lo real y ¡ 0 imaginari o, de J a cognición y del delmo 1·1"1 nldud paradójica (Aión) de los devenires que les co-
cundaria, y 110 resiste el giro inmanent1s ta del cuest10- 1 1 11N¡10ndcn. Bergson había mostrado a qué atolladero
con-
namiento crítico. . . 11111 ' I
n costumbre de concebir el presente y el pasado en
Ese desdoblam iento cristalino de lo real msuwye un 111111 rnlnción de sucesión, sucediendo el pasado al presen-
de
"circuito interior" donde lo actual y su virtual no d Jan 11 ' I '" hn dejado de ser, o precediendo al actual como
an­

intercambiarse, de correr uno tras otro. "distint


pero l/¡¡1111 ¡lrcscnte: porque e l presente no puede ser
entonces
v1 nen a 111��
indisce mi b les" (D, 1 83; JT, 95, 1 08 ) . Sobre él <¡uc una entidad estática que no pasa, y que sin em­
rasg�s hm �"
injertarse circuitos más amplios, constituid os po uno im agina remplazada sin cesar por otra. Por lo
objetivos y evoc aci ones : otros tantos umbrales de problc- 1 11 1 1 1 11, hny c1uc asumir hasta la paradoja la evidencia
de
34 FR.\NCOIS ZouRABICHvIL1
Et. VOCABULARIO DE DELEUZE 35

que el presente pasa: si pasa al tiempo que es presente, es


"ngenciamiento maquínico de imágenes-movimiento": pero
porque el presente es contemporáneo de su propio pasa­
persiste en la imagen-tiempo a manera de pnmcra dtme�­
do (B, 54; DR, 1 1 1; JT, 1 06 ; encontramos este tema de la
Nión de una imagen que crece en dimensiones; en camb10
contemporaneidad en el extraordinario concepto de "blo­
llama cine de la imagen-movimiento a uno que, de acuerdo
que de infancia", Kplm, 141 y sigs.; MP, 202-203, 360). Así,
con el ordinario sometimiento de la experiencia a los enca­
el desdoblamiento de lo real es un desdoblamiento del tiem­
denamientos sensorio-motores, desprende lo actual de su
po. No obstante , no basta con mostrar la imposibilidad de
doble virtual). Finalmente, Deleuze llama Cronos a esa sín­
constituir el pasado a partir tan sólo del presente, la nece­
lesis, con el nombre del titán que devora a sus hijos, pues­
sidad de concebir el pasado como una segunda temp orali­
to que, de igual modo. el tiempo no deja de reanudar y
dad que desdobla el presente (la cual, según otro argu­
recomenzar su división, encadenando sólo por rupturas
mento de Bergson, condiciona la reactualización de los
m 1�� .
antiguos presentes en forma de recuerdos). No es posible
¿Por qué llamar "pasado puro" a esa temporalidad por
dar cuenta plenamente del pasaje del presente a menos
lo demás descrita como síntesis instantánea de la espera
que se explique ese desdoblamiento por una escisión ince­
y la verificación, infinitivo de una cesura (Aión)? "Puro"
sante del tiempo: los presentes no se aJinean unos a. conti­
califica e l pasado que sólo es pasado, vale decir, que no
nuación de los otros sino porque el pasado multiplica sus
es u n antiguo presente, "pasado que jamás fue presente"
capas en profundidad; todas nuestras efectuaciones pare­
(DR, 1 1 1). No se define de manera relativa respecto del
cen encadenarse sin tropiezos en un único presente
actual presente, sino absolutamente, respecto del pre­
englobante. pero bajo su continuidad aparente operan
sente del que es el pasado o e l haber-sido (así es como
redistribuciones de problemas o de situaciones que hacen
hay que comprender la fórmula: "el pasado no sucede al
pasar el presente. Volvemos a encontrar la multiplicidad de
presente que ha dejado de ser, coexiste con e l presente
las capas psíquicas implicada en el descubrimiento plural
que fue", TT, 106). Bergson lo llamaba "recuerdo del pre­
del objeto: otros tantos mapas sucesivos percibidos en el
sente": no el pasado en que se convertirá ese presente,
cristal. Decir que el cristal nos hace ver el tiempo es decir
sino el pasado de ese presente. Es pasado como elemen­
que nos remite a su bifurcación perpetua. No es la síntesis
to en el cual pasa el presente, y no porque remitiría a una
de Chronos y de Aión, porque Chronos no es más que el
anterioridad en una relación cronológica. Es importante
tiempo de l a actualidad abstracta, separada de su propia
ver bien que esa invocación del pasado puro, en Deleuze,
imagen virtual, la orden de sucesión de un siempre-ya­
remite a una problemática del devenir. no de la memona.
dado. La síntesis es más bien la de Aión y de Mnemosina,
E n nombre de los devenires, Deleuze despacha con las
de la temporalidad de lo dado puro, de los movimientos
manos vacías las preocupaciones de historia y de porve-
absolutos en el plano de inmanencia, y de la multip licidad
nir (P. 208-209).
de las capas de pasado puro en que se escalona Y se mul­ .
* * * E l concepto de cristal envuelve trna devaluación
tiplica esa temporalidad. (Es así como, en sus libros sobre crítica Y de un
de la metáfora, a su vez inseparable de una
el cine, Deleuze no dice que la imagen-movimiento es abo­
rcacondicionamiento del concepto de imaginario. Recor­
lida por l a imagen-tiempo, o régimen cristalino de la ima­
demos el esquema de base: no una segunda imagen que
gen, porque e l c i n e sigue siendo p o r defi n i ción
vendría a reforzar a otra. sino el desdoblamiento de una
36 F'RANCOIS ZoURABICHVll.J EL VOCABULARIO DE D.ELEtrl.E 37
sola imagen en dos partes que remiten originariamente imagen sin que ésta, a su vez. s e actualice en otra, y así
una a la otra. Sin duda, Freud tiene razón de creer que la sucesivamente en un conjunto homogéneo en devenir
relación del pequeño Hans con los caballos concierne a que desborda toda metáfora (IT, 78). Por último, hay cris­
otra cosa que a estos; pero no en el sentido en que él l o Lnl cuando lo actual, v i vi do o imaginado, es inseparable
entiende. El mundo e n su riqueza y s u complejidad no es la de un virtual que le es co-originario. de tal manera que
caja de resonancia de una única y misma historia (Edipo) puede hablarse de "su propia" imagen virtual. La ima­
sino el cristal proliferante de trayectorias imprevisibles. La gen se divide en sí misma. en vez de actualizarse en otra,
interpretación metafórica del psicoanálisis, pues, debe ser o de ser l a actualización de otra.
sustituida por un desciframiento literal, "esquizo-analíti­ Este desplazamiento del par real-imaginario (o real-irreal)
co". Vemos que "literal" no quiere decir adhesión a l o ac­ hacia el par actual-virtual quita toda consistencia a la obje­
tual puro (como si, por ejemplo, la no-metaforicidad de la ción de quien se asombrara de que Deleuze pueda pasar sin
escritura de Kafka significara que se agota en su conteni­ transición de los niños a los artistas ("a su manera, el arte
do ficcional). Sin embargo, la identificación de lo imagina­ dice lo que dicen los niños", ce, 86; lo que no significa,
rio con lo irreal no permite comprender que una ficción corno constantemente Jo recuerda, que los niños sean artis­
literaria, más allá de la alternativa de la representación tns). Si el cristal disuelve la falsa oposición entre lo real y lo
metafórica de lo real y de la evasión arbitraria en el sueño, Imaginario, debe darnos a la vez el verdadero concepto de
pueda ser una experiencia, un campo de experimentación. lo imaginario y el verdadero concepto de lo real: por ejemplo
A la inversa. lo real opuesto a lo imaginario aparece como 111 literatura comoficci611 efectiva, producción de imágenes
un horizonte de puro reconocimiento, donde todo es como pero también producción real o de real, delirio de imagina­
ya conocido, y casi no se distingue ya de un estereotipo. t'ión articulado a la realidad de un devenir, guiado y sancio­
de una simple representación. En cambio, si se remite lo nnclo por ella (véase el Kajka). Porque si lo imaginario no se
imaginario como producción o creación al par actual-vir­ opone ya a lo real, salvo en el caso de la metáfora o de la
tual en su régimen llamado cristalino, resulta indiferente l'nntasía arbitraria, Jo real, por su lado, no es ya actualidad
que lo actual sea vivido o forj ado (imaginado). Porque el pura, sino "coalescencia", según la palabra de Bergson, de
desglose conceptual ya no es el mismo: lo que se ve vi rtual y de actual. El cristal de una obra o de una obsesión
sobre una pantalla de cine, lo que un escritor narra o lnfontil hace ver lo real en persona precisamente por las vías
describe, lo que un niño imagina en la exploración de ti� lo imaginario.
sus goces y sus pavores, es actual -o dado- de la mis­ Tal vez podamos comprender mejor ahora lo que signifi-
ma manera que una escena "real". Lo importante es en­ 1•11 litcralidad. Una vez más, toda la cuestión está en la natu-
tonces el tipo de relación que lo actual mantiene con un 1 11l�za extrínseca o intrínseca del lazo de lo actual y lo vir-
eventual elemento virtual. Hay metáfora cuando lo ac­ 11rnl: representación de una escena o trazado de un devenir.
tual supuestamente recibe su verdadero sentido de otra ( lcurrc que la literalidad no es el sentido propio ("no hay
imagen, que se actualiza en ella pero podría actualizarse p11lnbras propias, no hay tampoco metáforas'', D, 9): el cris-
por sí misma (tipo de escena primitiva o fantasma -el 1111, 111 aquejar de abstracción la dualidad real-imaginario, tras-
fondo de la metáfora es el recuerdo). Hay sueño cuando 1111 nn ul mismo tiempo el reparto supuestamente originario
las sensaciones del que duerme no se actualizan en una 1 111 lo propio y lo figurado. Como para el par del sujeto y el
36 F'R4.NS:OlS ZoURABICHVJU E1� VOCABULARIO DE DELEUZE 37

soJa imagen en dos partes que remiten originariamente imagen sin que ésta, a su v e z , s e actualice en otra, y así
una a la otra. Sin duda, Freud tiene razón de ercer que la sucesi vamente en un conjunto homogéneo en devenir
relación del pequeño Hans con los caballos concierne a que desborda toda metáfora (JT, 78). Por último, hay cris­
otra cosa que a estos; pero no en el sentido en que él lo lnl cuando lo actual, vivido o imaginado, es inseparable
entiende. El mundo en su riqueza y su complejidad no es l a de un virtual que le e s co-originario. de tal manera que
caja de resonancia de u n a única y misma historia (Edipo) puede hablarse de "su propia" imagen virtual. La ima­
sino el cristal proliferante de trayectorias imprevisibles. La gen se divide en sí misma, en vez de actualizarse en otra,
interpretación metafórica del psicoanálisis, pues, debe ser o de ser la actualización de otra.
sustituida por un desciframiento literal, "esquizo-analíti­ Este desplazamiento del par real-imaginario (o real-irreal)
co". Vemos que "literal" no quiere decir adhesión a lo ac­ hncia el par actual-virtual quita toda consistencia a la obje­
tual puro (como si, por ej emplo, la no-metaforicidad de la ción de quien se asombrara de que Deleuze pueda pasar sin
escritura de Kafka significara que se agota en su conteni­ lrnnsición de los niños a los artistas ("a su manera. el arte
do ficcional). Sin embargo, la identificación de lo imagina­ dice lo que dicen los niños", ce. 86; lo que no significa,
rio con lo irreal no permite comprender que una ficción como constantemente lo recuerda, que los niños sean artis-
literaria, más allá de la alternativa de la representación 1as). S i el cristal disuelve la falsa oposición entre lo real y lo
metafórica de lo real y de la evasión arbitraria en el sueño, imaginario, debe darnos a la vez el verdadero concepto de
pueda ser una experiencia, un campo de experimentación. lo imaginario y el verdadero concepto de lo real: por ejemplo
A Ja inversa, lo real opuesto a lo imaginario aparece como In literatura como.ficción efectiva, producción de imágenes
un horizonte de puro reconocimiento, donde todo es como pero también producción real o de real, delirio de imagina­
ya conocido, y casi no se distingue ya de un estereotipo. ción articulado a la realidad de un devenir. guiado y sancio­
de una simple representación. En cambio, si se remite lo nndo por ella (véase el Kajka). Porque si lo imaginario no se
imaginario como producción o creación al par actual-vir­ opone ya a lo real, salvo en el caso de la metáfora o de la
tual en su régimen llamado cristalino. resulta indiferente f'nn1asía arbitraria, lo real, por su lado, no es ya actualidad
que lo actual sea vivido o forj ado (imaginado). Porque el ¡iura, sino ''coalescencia", según la palabra de Bergson, de
desglose conceptual ya no es el mismo: lo que se ve virtual y de actual. El cristal de una obra o de una obsesión
sobre una pantalla de cine, lo que u n escritor narra o Infantil hace ver lo real en persona precisamente por las vías
describe, lo que un niño imagina en la exploración de d� lo imaginario .
sus goces y sus pavores, es actual -o dado- de la mis­ Tal vez podamos comprender mejor ahora lo que signifi­
ma manera que una escena "real". Lo importante es en­ r11 li 1cralidad. Una vez más, toda la cuestión está en la natu-
tonces e l tipo de relación que lo actual mantiene con un 1 11 lcza extrínseca o intrínseca del lazo de lo actual y lo vir-
eventual elemento virtual. Hay metáfora cuando lo ac­ 11101: representación de una escena o trazado de un devenir.
tual supuestamente recibe su verdadero sentido de otra Ocurre que la literalidad no es el sentido propio ("no hay
imagen. que se actualiza en ella pero podría actualizarse pnlnbras propias, no hay tampoco metáforas", D. 9): el cris-
por sí misma (tipo de escena primitiva o fantasma -el 1111, ni nqucjarde abstracción la dualidad real·imaginario. tras-
fondo d e la metáfora e s el recuerdo). Hay sueño cuando 1011rn al mismo tiempo el reparto supuestamente originario
las sensaciones del que duerme no se actualizan en una d11 lo propio y lo figurado. Como para el par del sujeto y el
l 1 \IOC'J\llULARIODE DELEUZE 39
38 FRANCOIS ZoURABICHVILl
11 l l ll'll l C
Mil mesetas, es por tanto una defensa activa y
objeto, debemos decir: las propiedades no están distribui­ 1 l 11 111.. una conquista propia de l a esqui zofrenia, pero que
das de antemano. la distinción de lo propio y lo figurado no 1 1 ¡ 1 1 1 1 1 en una zona llamada de ''profundidad" donde la or­
se establece sino en lo dado (distribución sedentaria, falsa­ �1 11 1 1 ! 1.nción de "superficie'', que garantiza el sentido man-
mente originaria). Lo vemos: lejos de predicar una fij ación 11 1 1 i 11ndo Ja diferencia de naturaleza entre cuerpo y pala­
obtusa sobre el uso propio de las palabras, l a postura de ¡., 11N, tic todos modos está perdida (LS, series 1 3' y 27').
literalidad conduce al más acá de l o propio y lo figurado - Al respecto, El cmti-Edipo representa un giro: allí, la
plano de inmanencia o de univocidad donde el discurso, ld1 u de cuerpo sin órganos es retrabajada en función de
presa de sus devenires, tiene poco que temer de pasar por 1111 1111cvo material clínico de donde se desprende el con-
metafórico ante espíritus "sedentarios ". 1 1·p10 de "máquinas descantes", y adquiere una compleji-
1 l . 1 1 l q11c, tras el tema de la univocidad y de la distribución
1 1 1 111111dn, permite a Deleuze enfrentar una segunda vez el
Cuerpo sin órganos (CsO) 1 •111111<.'lna mayor de su pensamiento: ¿cómo articular, más
1 d l rt d L• Bcrgson, las dos dinámicas inversas y sin embargo
1 11111plcrncntarias de la existencia, la actualización de for-
* "Más allá del organismo, pero
también como límite 1 1 1 1 1 s por un lado, la involución que consagra al mundo a
del cuerpo vivido, está lo que Artaud descubrió Y llamó: 1 1 11111.nr redistribuciones incesantes por el otro3? (Este pro-
cuerpo sin órganos. 'El cuerpo es el cuerpo Está solo,y no 1 fh, 1 1 1 11 será enfrentado una tercera vez, con el concepto de
necesita órganos El cuerpo nunca es un organ ismo. L s � 1 1 1 1 11 1 1clo.)
organismos son los enemigos del cuerpo. E l cuerpo s m •• La rectificación recae en este punto: el CsO no se

órganos n o se opone tanto a l o s órganos com a e s a orga­ 1 1 11111\C tanto a los órganos como al organismo (funciona-
nización de los órganos que se llama organismo. Es un 1 1 1 1 111110 organizado de los órganos donde cada uno se en-

cuerpo intenso. intensivo. Está recorrido p r una on a que
� 1 1m111rn en su lugar, asignado a una función que lo identi-
_
en e l cuerpo traza niveles o umbrales segun las vanac10- 1 l t 11 ). El Csü no es ya una entidad específicamente
nes de su amplitud. Por l o tanto, el cuerpo no tiene órga­ i
1 " J 1 1 1.ofrénica, sino el mismo cuerpo del deseo cuya expe-
nos sino umbrales o niveles." (FB-LS. 33) 1 ll'll('i1t extrema hace el esquizofrénico, él, que ante todo es
�* La distinción de dos conjuntos clínicos a primera ; 1 li11mbrc del deseo, porque en suma sólo padece la inte-
v i s t a convergen tes, "perve r s i d a d" de C a r r o l l Y 1 1 11pdón de su proceso (toda una parte de El anti-Edipo
"esqui zofrenia" de Artaud, permite en Lógica del sentido 1 •11\ consagrada a deslindar esa dimensión de un proceso
deslindar l a categoría de cuerpo sin órganos que Dcleuze 1 " J 1 11zofrénico distinto del derrumbe clínico). Ci ertamen­
reprocha y a al psicoanális is haber desdeñado: a la frag­ C
lt'. 1• 1 sü remite a lo vivido corporal, pero no a lo vivido
mentación de su cuerpo y a l a agresión física que las pala­
bras reducidas a sus valores fonéticos le hacen padecer, el
A l u i n Bncliou habla atinadamente del "movimiento de dos
esquizofrénico responde por sus "gritos-háli tos", solda­
1111 1vh11lon1os": véase ··L"ontologie vitalis1e de Dcleuze", Court rraité
dura de las palabras o las sílabas vueltas indescomponibles, 1l '11111nl1t){llf JJff}l'Ünire. París, Le Seuil, 1998, págs. 63-64. [Breve tratado
a la que corresponde un vivido nuevo de un c ucrpo pleno, 1lr 1mJnloRfa tn111siroria. Barcelona, Edirorial Gedisa, 2002.]
_
sin órganos distintos. El CsO, como lo abreviará constan-
40 FRANCOLli ZouRAe1cuv1u I• 1 VC>CAllULARIODEDELEUZE
41

ordinario descrito por los fenomenólogos; tampoco con­ di1111111 ismos evocados más arriba, articulació n llamada
cierne a un vivido raro o extraordinario (aunque algu­ 11111clucción de real, de deseo, o de vida (al mismo tiempo
nos agenciamientos puedan alcanzar el Csü e n condi­ " romprende por qué una máquina deseante "sólo mar­
ciones ambiguas: droga, masoquismo, etc.). Es e l "límite ' 1111 descomponiéndose").
del cuerpo vivido", "límite inmanente" (MP, 1 86, 1 9 1 ) en
la medida en que el cuerpo recae en ellos cuando está
atravesado de "afectos" o de "devenires" irreductibles
l>csterritorialización (y territorio)
a los vividos de la fenomenología . Tampoco es un cuer-
po propio, puesto que sus devenires deshacen la inte­
rioridad del y o (MP, 1 94, 200, 203). S iendo impersonal, • "La función de desterritorialización: D es el
movi-
no por ello de j a de ser e l lugar donde se conquista el 111\on to por el cual 'se' abandona el territorio." (MP, 634)
nombre propio, en una experiencia que excede el ejerci­ "lll territorio no está primero respecto de la marca cualita­
cio regulado y codificado del deseo "separado de lo que H vn: es la marca lo que hace al territorio Las funciones en
.
puede". Si el Csü n o es el cuerpo vivido sino su límite, 1111 ICrritorio no son primeras. ante todo suponen una
ex­
es porque remite a una potencia insoportable como tal. pu�,;ividad que constituye territorio. Realmente es en este
la de un deseo siempre en marcha y que jamás se deten­ �1111tido como el territorio, y las funciones que allí se ejer-
dría en formas: la ide11tidad producir-producto (AlE, 1 11n. son productos de la t e r r i t o r i a l i z a c i ó n L a
.
l 0-14; estas páginas no se comprenden plenamente sino lt'I ritorialización e s el acto del ritmo vuelto expresivo,
o de
sobre el fondo de polémica implícita con el cap. Q, 6 de los componentes de medios convertidos en cualitativos "
la Metafísica de Aristóteles). Por eso no hay experien­ .
(MI� 388)
cia del Csü como tal, salvo en el caso de la catatonia del **El término "desterritorialización", neologismo apa-
esquizofrénico. Es comprensible la ambivalencia a pri­ 111cido en El anti-Edipo, desde entonces se extendió
am­
mera vista desconcertante del cuerpo sin órganos: con­ pllnmente en las ciencias humanas Pero por sí solo
. no
dición del deseo, lo cual no impide que sea "modelo de 111nstituye un concepto, y su significación es vaga mien­
la muerte", envuelto en todo proceso de deseo (AlE, 14 t1ns no se lo refiera a otros tres elementos: territorio,
tierra
y sobre todo 393; toda sensación envuelve la intensi­ y rutcrritorialización, conjunto que en su versión acabada
dad= O precisamente también en este sentido, AlE. 394; lorma el concepto de ritornelo. Se distingue
una
FB-LS, 54). El Csü, respecto de los órganos, es a la v e z dl1Stcrritorialización relativa, que consiste en reterrito-
"repulsión" (condición s i n l a c u a l u organism o s e e
� �/ 1 lnlizarse de otra manera, en cambiar de territorio (pero
.
� de­
dimentaría, de tal modo que la máquma no func1onana) ¡ \1t•11ir no es cambiar, puesto que no hay un término o fin al
y "atracción" (los órganos-l)láquinas se inscriben sob� devenir; tal vez aquí habría cierta diferencia con Foucault);
el Csü como otros tantos estados intensivos o de niv'e­ y una desterritorialización absoluta, que equivale a vivir
les que lo dividen en sí mismo) (AlE, 394). O incluso: 1111 una línea abstracta o de fuga (si devenir no es cambiar,
instancia de anti-producción en el corazón de la pro­ l�ll compensación todo cambio envuelve un devenir
que,
ducción (AlE, 14-15). Tal es la articulación frágil -ya lomado como tal, nos sustrae al dominio de la reterri­
que roza por naturaleza la autodestrucción- de los dos torialización: véase el concepto de "contra-efectuación"
42 FRANC,:OlS ZoURABICHVILI
11 1, VOCABULARIO DE DE.LEUZE 43
NIHtcncia de un "agenciamiento"; véase esta palabra) y
del acontecimiento, LS, serie 21'. y la pregunta "¿qué ha 11lt1c1iva (fronteras problemáticas de mi "potencia"). El
ocurrido?", MP, meseta 8). Tal es el esquema gue más o 11 nindo territorial distribuye un afuera y un adentro, a
menos prevalece en El anti-Edipo, donde v�ccs percibido p asivamente como el contorno intoca­
..desterritorialización" es sinónimo de "'decodificación". ltlc de la experiencia (puntos de angustia, de vergüenza,
S i n embargo, ya se p l antea el problema de la d1• inhibición), otras frecuentado activamente como su
"rctcrritorialización", que conduce al tema polémico de la l111ca de fuga, por tanto como una zona de experiencia.
"nueva tierra", siempre por venir y siempre por construir, lrn El anti-Edipo. el territorio no se distinguía del códi-
contra toda tierra prometida o ancestral, reterritorialización
arcaica de tipo fascista (AIE. 376- 384, 306-307).
1\ll, porque ante todo era un indicio de fijeza y de cierre.
Hn Mil mesetas, esa fijeza no expresa ya más que una
En Mil mesetas el esquema se complica y se afina. alre­ 11,lnción pasiva con el territorio, y por eso aquí este últi-
dedor de una acentuación de la ambivalencia de la rela­ 1110 se convierte en un concepto distinto (396): "marca
ción con la tierra -profundidad de lo Natal y espacio 1 nnstituyente de un ámbito, de una morada". no de un
liso del nomadismo- que, desde entonces, también afecta �11jeto, el territorio designa las relaciones de propiedad
al territorio. No sólo la rigidez del código y a no da cuen­ 11 de apropiación, y de manera concomitante de distan­
t a de todos los t i p o s de terri t o r i o , s i no que l a rl11, en lo que consiste toda identificación subjetiva; "un
rcterritorialización en adelante es plenamente asumida
como el correlato de toda desterritorialización, una vez
11·ner más profundo gue el ser" (MP, 3 87). El nombre
propio, el yo sólo adquieren sentido en función de un
que digamos que no se efectúa y a necesariamente sobre "mío" o de un "en mi casa" (MP, 393, 629). Este valor de
un territorio, hablando con propiedad, sino, cuando es upropiación es solidario de un devenir-expresivo de las
absoluta, sobre una tierra no delimitada: agenciamicnto nialidades sensibles, que entran como variaciones in­
nomádico, desierto o estepa corno territorio paradójico, Ncparables en la composición de un ritomelo, ya gue la
donde el nómada "se reterritorializa sobre la propia
desterritorialización" (MP, 473; la diferencia relativo­
marcación de las distancias -punto decisivo- resulta,
Incluso entre los animales, anterior a toda funcionalidad
absoluto corresponde a la oposición de la historia y del
devenir, y a que la desterritorialización absoluta es el
(MI� 3 87 - 3 97; QPh, 174). El territorio. en consecuencia,
os la dimensión subjetivante del agenciamiento; a tal
momento del deseo y el pensamiento: QPh, 85). Este punto sólo hay intimidad afuera, en contacto con un
desplazamiento de acento abre la senda al concepto de exterior, surgida de una contemplación previa a toda di­
ritornelo. visión de un sujeto y un objeto (véase "Corte-flujo" y
***Tomando en préstamo a la etología más que a la "Plano de inmanencia). Deleuze había tematizado prime­
política, el concepto de territorio implica por cierto e ro este tener primordial con el nombre de "hábito" o
espacio, pero no consiste en la delimitación obj etiva e "contemplación (DR, 99-108). El concepto ha cambiado,
un lugar geográfico . El valor del territorio es existencial: como lo testimonia la distinción de los medios y los te­
circunscribe para cada uno el campo de lo familiar y de rritorios (MP, 3 8 4- 3 8 6 ) . Tomado en la lógica del
lo vinculante, marca las distancias con el otro y protege ugenciamiento y el ritornelo, el motivo del tener contri­
tlrl ruos. La investidura mínima del espacio y el tiempo buye en adelante a la definición del problema práctico
l111pl11·111•H11 delimitación, inseparablemente material (con-
FR.\NS:OIS ZouRABICHv1u EL VOCABUURIO DE DELEUZE 45
44

esencial, abandonar el territorio: ¿qué relación con lo devenires, lejos de entrar en el ámbito del sueño o de lo
extraño, qué proximidad del caos soporta el territorio? Imaginario, son la consistencia misma de lo real (sobre este
¿Cuál es su grado de cierre o, por el contrario, d e per­ punto, véase "Cristal de tiempo"). Para comprenderlo bien,
meabilidad (tamiz) al afuera (líneas de fuga, puntas de os importante considerar su lógica: todo devenir forma un
desterritorialización)? No todos los territorios son igua­ "bloque", en otras palabras el encuentro o la relación de
les, y su relación con la desterritorialización, como ve­ dos términos heterogéneos que se "desterritorializan"
mos, no es de simple oposición. mutuamente. Uno no abandona lo que es para devenir otra
cosa (imitación, identificación) sino que otra manera de
vivir y de sentir asedia o se envuelve en la nuestra y las

Devenir "hace fugar". La relación, por lo tanto, moviliza cuatro té:r­


minos y no dos, repartidos en series heterogéneas entrela­
zadas: cuando x envuelve a y deviene x ', mientras que y
'
*"Devenir nunca es imitar, ni hacer como, ni adaptarse lomado en esa relación con x deviene y . Deleuze y Guattari
a un modelo, así fuera de justicia o de verdad. No hay un Insisten constantemente en la recíproca del proceso y su
término del que se parta, ni uno al que se llegue o se deba asimetría: x no "deviene" y (por ejemplo animal) sin que y
llegar. Tampoco dos términos que se intercambian. La pre­ por su cuenta no devenga otra cosa (por ejemplo escritu­
gunta "¿cómo estás?"' es particularmente estúpida. Por­ rn, o música). Aquí se mezclan dos cosas que no hay que

que a medida que alguien deviene, lo que él deviene cam­ confundir: a) (caso general) el término encontrado es aca-
bia tanto como él mismo. Los devenires no son fenómenos 1 rcado en un devenir-expresivo, correlato de las intensid.a­
de imitación, ni de asimilación, sino de doble captura, de dcs nuevas (contenido) por las cuales pasa el término
.
evolución no paralela, de bodas entre dos reinos." (D, 8) cncontrante, de acuerdo con las dos caras de todo
** Devenir es el contenido propio del deseo (máquinas ogcnciamiento (véase el tema "uno no deviene animal sal­
desean tes o agenciamien tos): desear e s pasar por vo molecular", MP, 337); b) (caso restringido) la posibili­
devenires. Deleuze y Guattari lo enuncian desde El anti­ clnd de que el término encontrado sea a su vez encontrante,
Edipo, pero sólo lo convierten en un concepto específico ''Orno en los casos de co-evolución, de manera que un do­
a partir del Kafka. Ante todo, devenir no es una generali­ hlc devenir tiene lugar de cada lado (véase el ejemplo de la

dad. no hay un devenir en general: no es posible reducir nvlspa y la orquídea, MP, 17). En suma, el devenir es uno
este concepto, herramienta de una clínica fina de la exis­ tic los polos del agenciamiento, aquel en que contenido y
tencia concreta y siempre singular, a la aprehensión extática uxpresión tienden a lo indiscernible en la composición de
del mundo en su flujo universal-maravilla filosóficamente una "máquina abstracta" (de ahí la posibilidad de conside-
hueca. En segundo lugar, devenir es una realidad: los 1nr como no-metafóricas formulaciones como: "escribir
1·omo una rata que agoniza", MP, 293).
••• Kajka y Mil meseros presentan una jerarquía de

111 de�'iens? en el original. Nuestro saludo se dice


Ion devenires. Esta jerarquía, no menos que la lista que ella
• Qu'est-ce que
habitualmente en francés de ese modo, literalmente: "¿qué devienes?".
ordena, sólo puede ser empírica, al proceder de una eva­
[N. del T.) l1111ci6n inmanente: animalidad, infancia, feminidad, etc.,
46 FRANCOLCi ZouRAe1cttv1u
111, VOCABULARIO DE DELEUZE 41
no tienen ningún privilegio a priori, pero el análisis com­ donde las preguntas "¿qué ocurre?", "¿cómo anda eso?",
prueba que el deseo tiende a investirlos más que cualquier 11dquieren un ascendiente definitivo sobre "¿qué significa
otro ámbito. No bastaría con observar que son otras tan­
tas alteridades respecto del modelo de identificación ma­ 14.�o?": no el renunciamiento al sentido, sino por el contra-
yoritaria (hombre-adulto-varón, etc.), porque en modo al­ 1 lu su productividad, en un rechazo de la confusión senti-
110-significación·y de la distribución sedentaria de las pro­
guno se proponen como modelos alternativos, como piedades. Este tercer grado, aunque aquí no haya ni
formas o códigos de substitución. Animalidad, infancia, progresión dialéctica ni· serie cerrada, se llama "devenir­
feminidad valen por su coeficiente de alteridad o de /111cnso�', "devenir-molecular", "devenir-imperceptible",
desterritorializa ci6n a bsoluta, abriendo a un más allá de
Ia forma que no es el caos sino una consistencia llamada '\lcvemr-todo-el-mundo" (véase, Kplm, caps. 2 y 4; MP,
"molecular": entonces la percepción capta variaciones in­ 111cseta 1 O).
tensivas (composiciones de velocidad entre elementos in­
formales) más que un recorte de formas (conjuntos Distribución nómada (o espacio liso)
"molares"), mientras que la afectividad se emancipa de sus
cantinelas y sus atolladeros ordinarios (véase "Línea de

fuga") . Pongamos el ejemplo del animal: como tal, no es "Es una distribución de vagabundeo e incluso de
ese individuo domesticado y vuelto familiar que puede 'delirio', donde las cosas se despliegan sobre toda la ex­
añadirse a los miembros de la familia; inseparable de una tensión de un Ser unívoco y no compartido. No es el ser
banda incluso virtual (un lobo, una araña cualesquiera), que se comparte según las exigencias de la representa­
no vale sino por las intensidades, las singularidades, los ción, sino todas las cosas que se reparten en él en la
dinamismos que presenta. La relación inmediata que tene­ univocidad de la simple presencia (Uno-Todo) ." (DR, 54)
mos con él no es la relación con una persona, con sus ** La diferencia entre compartir un espacio cerrado y
coordinadas identificatorias y sus cargos; ella suspende repartirse en un espacio abierto, entre distribuir a los hom­
el recorte dicotómico de los posibles, el reconocimiento de bres un espacio desde entonces dividido en partes y dis­
formas y funciones . No obstante, la misma posibilidad de tribuir los hombres en un espacio indiviso, primero tiene
anudar una relación familiar con el animal, o de asignarle
atributos mitológicos, indica un límite de la relación con el un sentido pastoral (el nomos griego, antes de significar la
ley, remite primero a la actividad de hacer pastar: DR, 54 y
animal desde el punto de vista de la desterritorialización MP, 472). ¿Lo aplica Deleuze por metáfora a la diferencia de
(Kplm, 66-67; MP, 294). Entre los tipos de devenires, el
criterio de selección no puede ser más que un fin inmanen­ dos estados del pensamiento, creador y representat.i vo?
te: ¿en qué medida el devenir, en cada caso, quiere ser él Claro que no, puesto que a su vez los dos valores socio­
mismo? Devenires-niño y devenires-mujer parecen así con­ históricos del nomos (modos de existencia nom ádica y
ducir más lejos que los devenires-animales, porque tien­ sedentaria) implican esta diferencia. Ocurre que el pensa­
den hacia un tercer grado donde el término del devenir ni miento es afectado en lo más íntimo de sí mismo por el
siquiera �s asignable, hacia una "asignificancia" que ya espacio, y se elabora en función de espacios abstractos a
no se presta al menor reconocimiento o interpretación, y veces "lisos" y otras "estriados", o según un mixto varia­
ble de ambos (véase la rehabilitación de la distinción
�------
48 FRANS: OIS ZoURABICHVIU EL VOCABULARIO DE DELEUZE 49

leibniziana del spatium y de la extensio, primer esbozo de una fantasía arbitraria (nadie como Deleuze fue sensible
los dos espacios, pero que se prolongará en el concepto al tema de la necesidad y buscó su concepto más allá de
de "cuerpo sin órganos": DR. 293-314; MP, 189). Se re­ todas las ideas recibidas: PS, 24-25, 116 y sigs.; DR, J 81-
dactará entonces una lista no cerrada de "modelos" con­ 1 82); pero esta afirmación es la prueba que la desprende
cretos donde la distinción se encuentra en obra: tecnoló­ de la engañifa de una necesidad buscada en la relación
gico, musical, matemático, etc. (MP, meseta 14). con un reparto originario y trascendente, que el pensa­
*** ¿Por qué la filosofía está concernida en lugar pri­ miento no puede más que postular (ilusión sedentaria del
mordial? fundamento) (LS, series 1 0' y 1 2'). El espacio sin reparto
Algunas personas se imaginan los problemas eternos, de los golpes de dados de la distribución nómada mues­
y los conceptos ya dados, dispuestos en un cielo donde tra también en qué sentido hay que entender el Uno se­
sólo deberíamos ir a buscarlos: estas personas razonan en gún Deleuze: sin contracción respecto de la multiplicidad
función de una distribución sedentaria o fija. O incluso: de las redistribuciones, impidiendo cada una que se cie­
nosotros creemos que el pensamiento avanza según un rre sobre sí misma y que ceda al espejismo del Uno retira­
orden de despliegue progresivo; nos imaginamos a todos do y compartido, línea de fuga o de desterritorialización
los grandes filósofos desde Platón compareciendo ante el que afecta íntimamente a todo modo de ser o de existen­
tribunal de LA verdad. Como si existiera una distribución cia particular (no tiene sentido inferir una primacía del
objetiva exterior a toda distribución singular: una creencia Uno sobre lo múltiple en Deleuze) . Es en este sentido
semejante tiene que ver con la trascendencia. Por otro lado, como el nómada se define no tanto por sus desplazamien­
a nuestro juicio las ideas están destinadas a ámbitos, las tos, co1rio el migrante, como por el hecho de habitar un
significaciones a objetos que indican su uso "propio" y la espacio liso (desierto o estepa; MP, 472). En definitiva, el
posibilidad de un uso "figurado" (como si por ejemplo el espacio liso es el plano de inmanencia o de univocidad
sentido de las palabras "enfermedad" o "prisión" se ago­ del ser (QPh, 39).
tara en la referencia a los estados de cosas físicas que
sirven para designar) . Al desconocer la índole intrínseca­
mente nómada del sentido. al negarle los derechos a un Empirismo trascendental
desvío literal, le estamos asignando cercados, y nuestros
actos de comprensión están totalmente penetrados por un
registro implícito que en el mejor de los casos nos hace * "La forma trascendental de una facultad se confunde
juzgar impotentes, en el peor malhonestas, las migraciones con su ejercicio disjunto, superior o trascendente. Tras­
semánticas que la filosofía reclama, llevada por una nece­ cendente no significa en modo alguno que la facultad se
sidad y un rigor que le es propio: por ejemplo, los usos no- dirija a objetos fuera del mundo, sino por el contrario que
,reientíficos de una idea científica (como si la ciencia misma, capta en el mundo lo que la concierne en forma exclusiva,
I en sus momentos de invención, no practicara de manera y que la hace nacer en el mundo. Si el ejemplo trascenden­
asidua y legítima tales importaciones . .. )
. tal no debe ser calcado sobre el ejemplo empírico es preci­
Muy diferente es el pensamiento que afirma resueltamen­ samente porque aprehende lo que no puede ser captado
te el azar: no porque oponga a la necesidad los derechos de desde el punto de vista de un sentido común, el cual mide
VOCABULARIO
ZOURABICHVlU
50 FRANCOIS
Et. DE DELEUZE 51
el uso empírico de todas las facultades según lo que co­ ¿Y el espinozismo de Deleuze? ¿No procede de una
rresponde a cada una en la forma de su colaboración. Por inspiración muy distinta, ontológica, ya que allí inter­
eso lo trascendental por su cuenta está sometido a un viene la famosa tesis de la univocidad del ser? Deleuze
ámbito superior, único capaz de explorar su campo y sus observa que la p aradoja de Spinoza es poner el
regiones, ya que, contrariamente a lo que creía Kant, no cmpmsmo al servicio del racionalismo (S PE, 134), y cons­
puede ser inducido de las formas empíricas ordinarias tal y truir un plano de experiencia pura que pronto, con el
como aparecen bajo la determinación de un sentido co­ nombre de "plano de inmanencia", coincide con el cam­
po trascendental reacondicionado (MP, 310-311; S PP,
mún." (DR. 1 86) cap. VI; QPh, 49-50; la lógica del ser unívoco, donde
**El problema más general de Deleuze no es el ser sino cnda ente, pura diferencía, sólo se mide con los otros en
la experiencia. Es en esta perspectiva, crítica o trascenden­ In relación con su propio límite, se emparenta con Ja de
tal, como son encarados Bergson y Nietzsche. Ambos es­ la doctrina de las facultades). Deleuze puede entonces
tudios tienen un diagnóstico en común: Kant supo crear la volver a Bergson y leer el comienzo del primer capítulo
cuestión de las condiciones de la experiencia, pero el de Materia y m emoria como Ja instauración de tal plano
condicionamiento que invoca es el de la experiencia posi­ de inmanencia (IM, 83-90; QPh, 50). Pero ¿por qué pare­
ble y no real, y permanece exterior a lo que él condiciona ce deslizar con tanta facilidad del estilo trascendental al
(NPh, 104; B, 1 7). Y apelan a la misma radicalización de la
cuestión: pensar "condiciones que no sean más amplias ? ntológico, invocando por ejemplo el "puro plano de
que lo condicionado", asunto de un "empirismo superior" 111manencia de un pensamiento-Ser, de un pensamiento­
(NPh, 57; B, 1 7 , 22; y ya en "La concepción de la diferencia
Naturaleza" (QPh, 85)? Esta impresión viene de que no
en Bergson", ID, 49). Paralelamente, Deleuze expone a tra­ hay ya un Ego originario para señalar una frontera entre
vés de Nietzsche y Proust una "nueva imagen del pensa­ los dos discursos4. Sin embargo, no se vuelve a una
miento", alrededor de la idea de que "pensar no es innato, teoría dogmática del en-sí del mundo, mucho menos a
sino que debe ser engendrado en el pensamiento" (DR, una forma de intuición intelectual en el sentido kantiano:
192): de aquí proceden los temas de lo involuntario, de la
simplemente, la inmanencia ha salido de las fronteras
violencia de los signos o del encuentro con lo que fuerza a del sujeto, mientras que el en-sí no es más que el de la
pensar, y el problema de la necedad elevado a lo trascen­ diferencia, cuyos grados recorre el sujeto. derivado y
dental (NPh, 118-126; PS, 1 15-124). Todos estos temas son nómada (lógica de la disyunción inclusiva; sobre esta
retomados en Diferencia y rep etición (94, 1 80-200, 364), conversión, véase JT, 1 1 0; y sobre la intuición, véase
aumentados por un nuevo argumento: el error de Kant es "Plano de inmanencia"). Se ha vuelto indiferente hablar
haber "calcado" lo trascendental sobre lo empírico" dán­
dole la forma de un sujeto consciente correlacionado con
la de un objeto (DR, 176- 177; 1 86- 1 87 ; LS, 1 19). Es enton­ . (de ongen cru1esiana, la exigencia de correfocionar el ser
4. Éste sería el luga� para desarrollar la divergencia de Delcuze respecto
de Heidegger
ces cuando se rehabilita la doctrina de las facultades (tex­ con la experiencia es renovada y radicalizada por Husserl; es
to más arriba, y PS, 1 2 1 ) , mientras que se enuncia la idea precisa� ente c? n Heidegger como, por primera vez, la experiencia
.
de un campo trascendental impersonal, constituido por Cll�e val� da el �1seurso onto 16gico deja de ser transferida a un sujeto
ongmano y, s1multáneamen1e, deja de depender de una '·evidencia").
singularidades preindividuales (LS, 12 l , 133).
1

FRANCOIS ZouRABICHVILI EL VOCABULARIO DE DFJ..EUZE


53
52

en uno u otro estilo: la ontología de lo virtual o de las


rencia en Bergson", ID, 5 1 , 60-61), principio diferencial o
singularidades no es otra cosa que la herramienta de
de diferenciación interna, donde cada grado designa un
descripción de la experiencia "real".
modo de existencia y de pensamiento, una posibilidad de
*** 1) Empirismo trascendental significa primero que
vida (véase "Plano de inmanencia").
el descubrimiento de las condiciones de la experiencia su­
pone a su vez una experiencia en el sentido estricto: no el
ejemplo ordinario o empírico de una facultad, porque los
_ Línea de fuga (y menor-mayor)
datos de la vivencia empírica no informan al pensamiento
sobre lo que puede, sino esa misma facultad llevada a su
límite, enfrentada con lo que la solicita en su sola potencia * "La línea de fuga es una desterritoria
/ización. Los
propia (ahí, por ejemplo, donde la filosofía descubre estar franceses no saben bien lo que signif
ica. Evidentemente,
destinada tan sólo al concepto, más que a la opinión o a la huyen como todo el mundo, pero piensa
n que huir es salir
reflexión). Por eso no sólo la filosofía crítica debe hacerse del mundo, cuestión de mística o
arte, o bien que es algo
empirista, sino que el empirismo, que "trata el concepto cobarde, porque se escapa de los
compromisos y las res­
como el objeto de un encuentro" (DR, 3), sólo lleva a cabo ponsabilidades. Huir no es para nada
renunciar a las ac­
su vocación elevándose a lo trascendental. Puede com­ ciones; nada más activo que una fuga.
Es lo contrario de lo
prenderse también por qué el uso del material clínico o imaginario. De igual modo es hacer
huir, no por fuerza a los
literario tiende a remplazar los vividos de primera ma�o de otros, sino hacer huir algo, hacer
huir un sistema como se
la fenomenología: es inherente a ese tipo de experiencia el revienta un tubo... Huir es trazar
una línea, varias líneas,
ser rara, no cotidianamente disponible, y exigir una inven­ tocia una cartografía." (D, 47)
ción semiótica apropiada. 2) Empirismo trascendental sig­ ** Este concepto define la orientación
práctica de la
nifica luego que las condiciones nunca son generales sino filosofía de Deleuze. Primero se observ
a una doble igual­
que se declinan según los casos: de ahí procede el enun­ dad: línea = fuga, huir = hacer huir.
Lo que define una
ciado capital según el cual no pueden ser más amphas que i;:ituación es cierta distribución de
los posibles, el recorte
lo que condicionan. A primera vista, este enunciado pare­ espacio-temporal de la existencia
(papeles, funciones, ac­
ce anular la distinción del derecho y el hecho alineando el tividades, deseos, gustos, tipos de
No se trata tanto de ritual -de
alegrías y penas, etc.).
primero sobre el segundo (sería el colmo, para· quien de­
repetición taciturna, de al­
nuncia el "calco" de lo trascendental sobre lo empírico). ternancia demasiado regulada, de
estrechez excesiva del
Su sentido real es que jamás podemos hablar de antemano campo de opciones- como de la forma
misma. dicotómica,
para toda la experiencia, a menos que se pierda su esencial de la posibilidad: o bien-o bien,
disyunciones exclusivas
variación, su singularidad inherente, y se le aphque un de todo tipo (masculino-femenino,
adulto-niño, humano-
discurso demasiado general para no dejar el concepto Y la 11nimal, intelectual-manual, trabaj
o-esparcimiento, blanco-
cosa en una relación de indiferencia mutua. En consecuen­ 11cgro, heterosexual-homosexual,
etc.) que de antemano
cia, se necesita un tipo de concepto especial: un "princi­ 1·stría11 la percepción, la afectividad
, el pensamiento, en­
pio plástico'', a la manera de la Voluntad d� Poder (NPh, cerrando la experiencia en forma
s estereotipadas, inclusi­
57) o de la Duración-Memoria ("La concepción de la d1fe- ve de rec ?o y de lucha.
h
1
'11
54 FU.ANCOL" ZOURABICHVlLI
EL VOCABULARIO DE DEl.EUZE 55
Hay oposición en virtud de ese estriado. corno se lo ve
como en Ja vacilación, el enloquecimiento, la desorganiza­
en esos pares de opuestos que envuelven todos una jerar­
ción de una situación cualquiera. Lo que no significa que
todas las situaciones sean equivalentes; pero su valor res­
quía: cada disyunción es en el fondo la de un mayor y un
pectivo radica en el grado de desorganización que sopor­
menor. Si se añade que el cuadriculado dicotómico inte­
rrumpe el deseo en cuanto proceso o autoproducción in­ _ estallar,
ian �m no en la cualidad intrínseca del orden que
cesante, evidentemente es posible preguntarse si es el
testimonian. El caso es que expresada en dichos términos
deseo lo que se refugia en los estados menores una vez
la práctica de Deleuze y Guattari caería en la trampa de otr�
establecida la dominación, o si la minorización no afecta
dicotomía infamante: orden-desorden. Pero el desorden
más bien las regiones de existencia donde el deseo se sus­
bien comprendido no significa la nada o el caos, sino mu­
trae a toda asignación, a toda segmentación. La segunda
cho más un "corte" en el caos, su enfrentamiento más que
opción equivaldría a dotar al deseo de una cualidad intrín­
su negación en nombre de formas supuestamente natura­
secamente femenina, infantil, etc. En realidad, si los
les (véase "Plano de inmanencia"). Esos vectores de des­
devenires pasan por una relación privilegiada con la femi­
organización o de "desterritorialización" son prccisamen­
nidad, con la infancia. etc., es porque esas relaciones ha­
lc llamados línea de fuga. Ahora comprendemos la doble
cen huir una situación constituida de dicotomías que se
igualdad que constituye esta expresión compleja. Huir se
organizan a partir de un estado de mayoría (cualitativa)
entiende en los dos sentidos de la palabra: perder su
definido por el varón adulto. De ahí el carácter artificial de
hermeticidad o su cierre: esquivar, escaparse. Si huir es
una emancipación que consistiría en la afirmación de una
hacer huir, es porque la fuga no consiste en salir de la
identidad de mujer, debido a que ésta no tendría otro con­
situación para ir a otra parte, cambiar de vida, evadirse por
tenido más que las características surgidas de la distribu­
el sueño o incluso transformar la situación (este último
ción de las funciones, las actitudes, etc., instituida por la
caso es más complejo, porque hacer huir Ja situación impli­
relación de dominación. Desde este punto de vista, hasta
ca por fuerza una redistribución de los posibles que des­
"una mujer tiene que devenir-mujer", vale decir, encontrar
emboca -salvo represión obtusa- en una transformación
el punto en que su auto-afirmación, lejos de ser la de una
identidad inevitablemente definida por referencia al hom­ _
por lo ".'enos parcial, perfectamente improgramable, ligada
con la 1mprevmble creación de nuevos espacio-tiempos,
bre. es esa "feminidad" inasible y sin esencia que no se
de agenciamientos institucionales inéditos: el caso es que
afirma sin comprometer el orden establecido de las afec­
la salida está en la fuga, la prosecución de un proceso
ciones y las costumbres, ya que ese orden implica su re­
clcseante, no en la transformación cuyo resultado, a su
presión. también por eso el devenir-mujer concierne tan­
Y vez, sólo valdrá por sus líneas de fuga. y así de seguido).
to a los hombres como a las mujeres: estas últimas no
Sin embargo, realmente se trata de una salida, pero ésta es
paradójica. Deleuze analiza casos de toda naturaleza, fami­
cultivan la línea de fuga que son en la situación dada (y no
la identidad que ésta les impone) sin hacer huir el conjunto
lia, sociedad, instituciones; limitémonos al caso de la filo­
de la situación, y así "contaminar a los hombres, tomarlos
itofía, que �ambién tiene su situación, no porque tenga más
en ese devenir" (MP, 337-340, 357 y 587 y sigs.).
Importancia que las otras, sino porque comparativamente
Para Deleuze y Guattari, pues, la salida no está tanto en
un cambio de situación o en la abolición de toda situación
nos instruye acerca del recorrido deleuziano. "Salir de la
n losofía, pero por la filosofía" (Abécédaire, C de Cultura):
56 FRANCOIS ZouRABICHVlLI 57

todo ocurre como si la filosofía envolviera sus propios Nin embargo, no dejan de renovarse en función de los
afueras, como si su verdadero afuera no estuviese fuera ngcnciamientos en los cuales son tomadas).
de sí misma (salir de la filosofía volviéndose sociólogo, Siempre hacer huir, más que criticar (Kplm, 85) . Pero,
antropólogo, psicoanalista, o militante; lo que deja intacta /,por qué hablar de perversión? No pensamos solamente
. .

la situación para saltar a otras situaciones consideradas on la definición usual -desviación en cuanto al objetivo
0
intrínsecamente mejores). sino que debiera descubrirse en ol objeto- sino en un texto sobre la actitud que Freud ha­
su seno . Tendríamos aquí la base de una confrontación hín convertido en el rasgo distintivo de la perversión "Po­
posible con Derrida: allí donde este último define la situa­ dría parecer que una denegación en general es mucho: más
ción por el "cierre de la metafísica" y, lejos de pensar en NUperficial que una negación o incluso una destrucción
otro logos que el logos. todo de palabra y de presencia, se porcial. Pero no hay tal; se trata de una operación muy
propone "deconstruirlo" a partir de lo excluido que lo so­ tllstinta. Tal vez haya que comprender la denegación como
cavaba desde siempre (la escritura y sus efectos de ol punto de partida de una operación que no consiste en

"diferancia"), Deleuze procede mediante un método que negar, ni siquiera en destruir, sino realmente en impugnar
podría llamarse de perversión, que consiste a veces en In legitimidad de lo que es, en afectar lo que es con una
discernir y cultivar una línea de pensadores "que parecían Hucrte de suspensión, de neutraliZación propias para abrir­
formar parte de la historia de la filosofía pero que se esca­ nos, más allá de lo dado, un nuevo horizonte no dado"
paban de ella por un costado o por todas partes: Lucrecio, (PSM, 28). Porque no se trata de huir fuera-de sino de ha­
Spinoza, Hume, Nietzsche, Bergson" (D. 21 ), otras en des­ rcr huir; realmente hay algo de lo que uno huye, y que

viar briznas de teorías de toda naturaleza para utilizarlas confunde con el hacer-huir: el reino absoluto del sí y el no,se
con otros fines (DR, LS, A!E, MP, otros lugares), otras más tic la alternativa como ley de lo posible, la elección como
en remitir un concepto a sus verdaderas condiciones, vale NCudo-libe rtad del deseo sometido a los recortes
decir, a las fuerzas y los dinamismos intuitivos que lo sus­ preestablecidos (LS, 372; CC, cap. X, no solamente la con-
tentan (ID, 137 y sigs.; método de "dramatización"), y otras, 1 usión de la alternativa por Bartleby, 89-98, sino la "per­

por último, más que a criticar de frente un tema o una no­ versión metafísica" del capitán Achab, el hombre que "huye
ción, a encararlo por el sesgo de una "concepción total­ tic todas partes", 99- 1 02; finalmente E, varios lugares).
mente torcida" (el c ontrato jurídico a partir de Sacher­ C'ontrariamente a la dialéctica, que pretende superar la al­
Masoch, P, 229 y PSM, 80 y sigs.). Casi podría descifrarse lcrnativa mediante una reconciliación sintética, y de ese
la oposición de los dos procedimientos en el texto "Para modo admite y conserva su premisa (no se alcanza el deve­
terminar con el juicio" (CC, cap. XV): uno llevado por un nir combinando el ser y la nada), la línea de fuga está ubi­

sentido del análisis interminable como única Justicia posi­ cada bajo el signo de lo indiscernible y de la disyunción
ble, el otro operando por serie de "procesos finitos" (por­ /11clusiva. Perverso, finalmente , en el sentido casi
que realmente de esta manera Deleuze utiliza Ja historia de •timológico, es el hombre de las superficies o del plano de
la filosofía; ejemplos de procesos finitos: sus interpreta­ Inmanencia (LS, 158). Porque es en verdad de través como
ciones del Cogito kantiano. de la contemporaneidad para­ ,,e traza la �nea, otro aspecto de la doble igualdad Es median­
.
IC un hbre u�o del órgano como se lo desterritoriaJiza, como
dójica del pasado y el presente en Bergson, etc., como
otras tantas piezas definitivas cuyos efectos de sentido, Ne deja de vi\r�rto en cuanto originarjamente consagrado a la
58
FRANS:OlS ZOURABlCHVJLI EL VOCABULARIO DE DEL.EUZE 59
para agenciarlo de
función que le atribuye el organismo. fijas Y uno del devenir, sino diferentes estados de la línea,
s" o sobre el plano
otro modo sobre el "cuerpo sin órgano diferentes tipos de líneas, cuyo entrelazamiento constitu­
encuentros con otros
de inmanencia, en función de los �
os o desviados. Lo
ye e mapa reacondicionable de una vida. Este tema geo­
"objetos parciales", a su vez retenid gráfico el mapa se opone al proceder arqueológico del
?
re es transv ersal, y
cual implica que la línea de fuga siemp ps1coanahsis (véaseMP, 20, 248; P, 50; CC, cap. IX).
de ser preidentificadas En el fondo, ¿qué es una línea? Es un signo que en­
las cosas pierden su rostro, dejan
ren la consistencia vuelve el tiempo. el elemento de base de una semiótica de
por esquemas estereolipados, y adquie
de una "unidad no
de una vida o de una obra, vale decir, la duración, de una clínica de la existencia (Deleuze no
de una manera trans­ llega a ese concepto sino a partir de los Dialogues, 1 4 1-
orgáni ca", precisamente relacionadflS
es como el corte de la 1 69: Proust et les signes, 35, que describía los "mundos de
versal (PS, 193-20 3). La transversal
, el plano de expe­ .
signos"
univocidad en las formas constituidas que _ se desplegaban "según líneas de tiempo";
ica con todo (y se
riencia pura sobre el cual todo comun busca a la smtes1s de los dos términos pero los mantenía

as de forma , de fun­
compone o no), más allá de las barrer todav1 � separados). Un agenciamicnto o una situación
ción o de especie'. cua1qmera, pues, se analiza mediante una diferenciación
ades se supe­
*** De este modo, nuestras dos iguald del concepto de línea. en el lado opuesto del "sistema de
de fuga = pensar en
ran hacia una tercera: trazar una línea pun�os Y de posiciones" que caracteriza los pensamientos
plano de inmanencia, de t1po estructuralista (D, 48). Se distinguen tres tipos,
términos de líneas. No porque, en el
fuga donde se constru­
haya otra cosa que esas líneas de �
�ue dc 1nen otras ta�tas relaciones con el espacio y el
ente respecto de las
ye la "vida no orgánica", transversalm
línea sobre el plano
tiempo. fuera de las !meas de fuga, que remiten a Aión y al
formas constituidas. Pero trazar una � �
c �pa �1 0 liso. lí eas " e segmentaridad dura" (ciclos
to de una situac ión,
da otro punto de vista sobre el conjun bmanos Y_ espacio estnado) y, entre esos dos polos, un
ite analiz ar l o s
u n criter io inman ente que perm tipo de hnea de naturaleza ambigua, llamada "de
desterritorin.lización
agenciamientos según sus d o s polos, segmentandad flexible" (muestras fragmentarias, umbra­
En efect0 inmanente, por­ les de redistribución afectiva) (MP, 238-252, 27 1 - 283).
y estratificación (instituciones).
plano de inmanencia ¿Por qué Delcuze afirma la primacía de las líneas de
que. de acuerdo con 1a primacía del
ciones de la expe­
desde el punto de vista crítico (condi fuga (D, 1 52, 1 63 ; MP. 250) , cuando parecen tan frágiles,
n debe constituirse a tan rnc1ertas, e ocasiones ausentes, o bien agotadas. mien­
riencia), toda forma u organizació �
mundo de las formas tras qu una situación parece primero definirse por sus
partir de él. Por lo tanto. no hay un �
rcgulandades, sus movimientos periódicos de los que pre­
cisamente hay que salir? El orden de hecho no debe ocul­
tar el derecho: si es cierto que la transversal está primero
un concep to de tram:vcrsalidad, en la experiencia, justamente sobre ellas se construyen las
nntcs de su colabor ación con
5. Fue Félix Guattari el que forjó
. form Y los suietos, que deben estar constituidos en lo
Deleuz e. V é a s e Psychanalyse
el
Découv crte acaban de reeditar
y
cada dado . ,De donde, a la inversa. las líneas de fuga que las
de intercambian�e nociones que
Los dos pensadores no dejaron
1ra1uversali1é. que las ediciones La
arlas atrav . es n originariamente desde adentro, las múltiples
� �
su manera, sin perjuicio de rctrabaj
común.
.
cxtenondades mternas que las trabajan al tiempo que las
uno utilizaba y comprendía a
juntos en el marco de una tarea
U JtL VOCABUlARJO DE DEl..EUZE 61
FRANco1s ZouRABlCHVI
60

mismo", una rico?). Todo parte d e una meditación sobre l a relación en­
ifican un "alegre pesi
constituyen, y que just � tre la guerra y el deseo, sobre la recurrencia de la imagen
mejor s aun­
ctativa serena de días
fe inmanente, la expe �
necesariamente mal.
� �
or u: s1 ues­ de Ja guerra en los escritores arrastrados sobre una "línea
que las cosas vaya n
n cons truidas sobr e desternt
onahzac10 es � de fuga". Como siempre, Deleuze y Guattari rechazan la
tras form as está calificación de metáfora como procedente de un contra­
por ello dep­
os por su dureza, no
prim eras , y si pade cem
reproducir nuestra ex1ste
cia. � sentido (D, 169). El concepto de máquina de guerra res­
mos de nece sitar las para
o nun ca fue matarse, sino
abn r el �
ponde a la cu stión de la ambigüedad de la "línea de fuga"
nism
"Deshacer el orga
nes que sup one n
todo �
n age n­ (que no consiste tanto en huir una situación como en "ha­
c uerp o a con exio cerla huir", en explotar sus puntos de desterritorialización):
ante el orgamsroo para
NU capacidad de convertirse en línea de abolición. Porque
que cons erva r bast
ciamiento . . . Hay
amanecer" (MP, 1. 98);
pmque una
que se reforme en cada nsí como sería demasiado sencillo considerar el amor a la
no es huir (el orga nismo) smo hacer
vez más , el problema muerte o el vértigo fascista como lo opuesto al deseo, se­
huir. rfa demasiado sencillo creer que el deseo no enfrente otro
peligro que el de su reterritori alización. En El a11ti-Edip o,
11 pesar de la lógica del "cuerpo sin órganos", l a relación
Máquina de guerra (Jue el deseo colectivo mantiene con la muerte permanecía
ligado con la interiorización de su propia repres ión: en tal
sforma en contexto, el fascismo no se distinguía todavía de cualquier
línea de fuga se tran
* "Ca da vez que una
os una pulsión interior
.
del tipo Otra sociedad s i n o por l a índole extrema de la
.ºº
mue rte, no invo cam
línea de c a n d o 1cterritorialización arcaica a Ja que procede para conjurar
In desterritorialización propia de la época capitalista
i n v o
rt e ' , s e g u i m o s
' i n s t i n t o de mue máquina (Affi,
dese o que pone en juego una
agenciamiento de
consecuencia, no 17. 306-307, 439-440). Muy distinto es lo que ocurre con
amente definible. En
objetiva 0 intrínsec �
que algu en destruye
Mil mes etas: "pasión de abolición" designa e l momento
e n que el deseo enfrenta s u represión en condiciones des-
que, cada vez
es por metáfora por
lo
a sí mism o, sobre su

lme de f g a
.

a los otros y se destruye ,Def1m­ speradas y encuentra en la destrucción de los otros y de
ra." (D • 1 7.' )
uina de guer
inventó su propia máq .
Hf "el único objeto" que le queda cuando "perdió su po­
ctam1enw hneal
guerra' como un agen
mos la 'máquina de tencia de mudar" . Entonces, el fascismo es ese momento
este sentido, la
e líneas de fuga . En
que se construye sobr omplejo, que uno vacila en calificar de interiorización
no por objeto la
no tiene en modo algu
máq uina de guer ra
cial, espa cio liso, donde el deseo encuentra en el mismo seno de l a derrota e l
1ccurso atroz de volver el Estado contra sí mismo haciendo
un espa cio muy espe
guerra; su objeto es
a y propaga. El 11om
ad1smo es pre­
que ella com pone , ocup
spac10 "pasar a través de él el flujo de guerra absoluta" (MP, 279-
esta com bina ción máquina de guerra-e
cisamente 283). Ese estado del deseo funcionando por así decirlo en
liso." (P, 50) . .
ultad, vocío no se confund � con el no-deseo de la neurosis, por­
de dos ni veles de dific
** Este concepto compren que lo que el deseo Í
onjura dándose por objeto último la
con insistencia que
to l a guerra) Y al
o (se dice
que conciernen al cont enid
ra no tiene por obje .

H erra o Ja mu erte fS
precisamente la interiorización;
la máquina de guer _
piénsese más bien ep el polo "repulsivo" o "paranoico"
ient o histó rico , universal, metafó-
stat us (¿es un agenciam
FRANCOlS ZoURABICHVILI
primero de teimrismo o de desestabilización, luego de triun­
62
, el con­
(ACE, 14- 1 5) . No obstante f�r am rgamente, cuando triunfa. pasando a la forma del

del cuerpo sin órganos
la descripción Estad lo ocurre es que tiene que ver con el devenir,
guerra no se agota en � �u�
cepto de máquina de quien da :
idua l o colectivo: él es co � el devenir-revolucionario", y no se inscribe en la his­
de un estado clínico, indiv
del Estado
lemático a la crítica lona (P. 208-209; QPh. 106). Diríase entonces que la "vita­
un verdadero tenor prob
la "máqui­
elo (la razón por la cual l1 d d no º gámca" de una colectividad, su inven;ividad
� '.
como forma o como mod el deseo
nces a identificarse con R, crnl en termm s de agenciamientos originales, en oca­
? �
na de guerra" tiende ento .
ral crítico,
nar solam ente su umb �
como tal, en vez de desig ad de Ja
l\ tones n o e mamf1estan sino en la guerra, aunque no ten­
La tesis de la exteriorid �ª por Objeto la guerra. Sólo cuando es apropiada por el
se aclarará más adelante). no se
a la vez que el Estado l.lstado, "separada de lo que puede"' toma por objeto la
'
máq uina de guerra sign ifica
se apropia sin guerra: ésta cambia entonces de sentido o de "régimen
. de
ión con un afuera que
concibe sin una relac ..
naliz ada
uina de guerra insti tucio '�igno puesto q ue no es ya el mismo agenciamiento; de

poder reducirlo (la máq
remite en dere­ .
la máquina de guer ra �ucrnlla se con vierte en operación militar (MP, 51 8-527)
como ejército), y que
l que por _
un agenciamiento socia �
cho. posi tivamente, a
a de interio­
l:.n defrn1uva, el concepto de máquina de guerra condens
jamás sobre una form ,
los dos polo s del deseo, "paranoico" y "esquizoide" , pues-
naturaleza no se encierra
su forma de tos . iesto por la lógica del cuerpo sin órganos
iento es el nomadismo: (ACE'
ridad. Este agenciam
contenido:
, de mam'f
de guerra; su forma de
expresión es la máquina
cio llamado
439 Y sigs.; PM, 203-204).
unto se refiere a un espa
la metalurgia; el conj
prác tico: en
tesis tiene un alcance
liso (MP. 47 1 -5 1 8). La revolu­
vez de conservar una
Máquinas deseantes
revolucio­
fe intacta y no crítica en l a
racto a una '·tercera vía"
ción, o apelar en abst
ite especificn r ills cond
iciones de
naria o reformist a. perm
sin organiza­ * En las máquinas descantes todo funciona al mismo
naria no-b olch eviq ue,
una política revolucio
ndría de una
1 .:
al mism o tiempo dispo po, pero en los hiatos y las rupturas, las averías y los
ción de partido, que
ro de des­
:. ��
para hacer frente al pelig .� os, las mtermitcncias y los cortocircuitos, las distan­
herra mienta de análisis
cole ctiva s (D, cias y las fragmentaciones, en una suma que jamás reúne
de las líneas de fuga
junto a
compromiso de Delcuze (ACE, 50) "Las máquinas deseantes
vío "fas cista " propio
173- 1 76; MP. 582- 591 ). El él veía en
hUS partes en un todo."
tanc ia tenía ese sentido: t'on !�tuyen la vida no-edípica del inconsciente." (ACE, 468)
los pale stino s y su resis
prec iso que
de guerra" en el sentido Una máqmna descante se define primero por un aco­
la OLP una "máquina .
P ! 1 1ento o un sistema "corte-flujo" cuyos términos. de-
��
él le daba (P, 233). era de
en la impr esión prim 1�1mma dos en el acoplamiento, son "objetos parciales" (en
***' Para no quedarse
lector debe .
radicción aparente, el "" sentido que no es ya el de Melanie Klein, vale decir
ambivalencia o de cont
ra "no tiene _
do la máquina de guer no remlte ya a la integridad anterior de un todo): desd �
comprender en qué senti
que extrae su
i�uc
La ambigüedad de la pu to de vista, ya se compone de máquinas, al infini-

por objeto la guerra".
o de que la
l, � c
nombre la máquina de
guerra vien e del hech El anti-Edipo se abre sobre el plano unívoco o
(D. 1 7 1 ). De
111. Asi,
la historia es negativa I n manente de una Naturaleza concebida como proceso de
única huella que dej a en a
tencia, al ser calificad
ello da fe el destino de toda resis
ELVOCABULARIO DE D.ELEUZE
64 FR.\NCOIS ZoURABICHVJLJ 65

entre la experiencia que designa, y que e fta de elevar al


producción (compárese este texto con e l comienzo del pri­ i
mer capítulo de Materia y memoria, dado posteriormente
concepto, y la interpretación que trans "te, ajustada a las
cx1genctas de las representaciones co scientes de un su­
como ej emplo de instauración de un plano de inmanencia:
jeto constituido. Por lo general se opone el deseo a su
JM, cap. 4; QPh, 50). En segundo lugar, los cortes de flujo
realización, de tal modo que es rechazado del lado del sue­
se inscriben, se registran o se distribuyen según la ley de
fio, del fantasma, de la representación. Pero ocurre que el
la síntesis disyuntiva sobre un cuerpo pleno sin órganos
deseo es llevado del lado de la producción, que su modelo
(A<E, 15-22). Por último, un sujeto que en ningún caso
no es ya el teatro -la eterna representación de la historia
preexiste a la máquina sino que es allí producido como un
de Edipo- sino la fábrica, y que "si el deseo produce, pro­
"resto" o un "residuo" circula a través de las disyunciones
duce lo real. .. el ser objetivo del deseo es lo Real mismo"
y las consume como otros tantos estados de sí mismo (A<E,
(A<E, 34). El deseo n o es la representación de un objeto
22-29; para una recapitulación de los tres aspectos, 43-50).
nusente o faltante sino una actividad de producción. una
Las máquinas descantes son paradójicas: "sólo funcionan
experimentación incesante, un montaje experimental. La
descompuestas" (A<E, 3 8-39). Esta paradoj a sólo es apa­
proposición famosa, "el deseo es máquina" (A<E, 34), ad­
rente si uno se percata de que la palabra máquina no es
quiere así un doble alcance polémico: 1 ) impugna la idea
aquí una metáfora. En efecto, el sentido corriente de la
psicoanalítica según la cual el sueño sería el "camino real"
palabra resulta de una abstracción por la cual se aísla la
hacia el inconsciente; 2) más que coincidir, compite con el
máquina técnica de las condiciones de su emergencia y de
marxismo, suscitando a su vez el problema de la produc­
su funcionamiento (hombres, eventualmente animales, tipo
ción de la existencia y planteando que "el deseo forma
de sociedad o de economía, etc.). La máquina es entonces
parte de la infraestructura" (A<E, 1 24; el modelo del in­
social antes de ser técnica, ignora Ja distinción entre su
consciente-fábrica remplaza al del inconsciente-teatro).
producción y su funcionamiento, y en modo alguno se
Sin embargo, romper con las concepciones habitual­
confunde con un mecanismo cerrado (Kplm, 145-146; A<E,
mente idealistas del deseo implica impugnar su lógica:
43 y sigs. y 464). Por último, no hay diferencia de naturale­
cuando uno se figura el deseo como la tensión de un suje­
za entre las "máquinas sociales" (mercado capitalista, Es­
to hacia un objeto (lógica de la representación del deseo),
tado, iglesia, ejército, familia, etc.) y las "máquinas
deseantes", sino una diferencia de régimen o de lógica:
se lo subordina a un fin que se distingue de él: la pose­
sión; de tal modo, no sólo no se pone de manifiesto la
éstas "invisten" aquéllas y constituyen su inconsciente,
realidad del deseo como tal o de s u formación, sino que el
vale decir, a la vez se alimentan de ellas y las posibilitan, al
deseo se engaña a sí mismo. Ciertamente, creo necesario
tiempo que las hacen "huir" (A<E, 406 y sigs., 483). En Mil
poder disponer de los seres y las cosas sobre los cuales
mesetas, el concepto de máquinas deseantes desaparece
son tomadas las s ingularidades que entran en la composi­
en beneficio de los conceptos de agenciamiento y de má­
ción maquinística de mi deseo, y establecer así mi "territo­
quina abstracta (donde se encuentra esa función paradóji­
rio"; pero esto es para poder desear, en otras palabras
ca de condicionamiento desestabilizante).
*** No debe asombrar el desvío entre la concepción
para proseguir una aventura afectiva en ese plano
maquínico. El deseo, en este sentido, no es falta sino pro­
de Deleuze y Guattari y la significación corriente de la pa­
ceso, aprendizaje vagabundo; tan sólo padece que lo inte-
labra deseo: en verdad el desvío está en la palabra misma,
FRANl;OIS ZOURABIOIVlLI 67
66
EL VOCABULARIO DE DELEUZE
rna se convierte en el de la distinción de dos tipos de
rrumpan, y no que el "objeto" se sustraiga una y otra vez.
multiplicidad (actual-extensiva, que se divide en partes
Asimismo, es en esto en lo que se distingue del placer: la
c�teriores unas a otras, como la materia o la extensión ; y
exploración de dolores también tiene que ver con el deseo: .
v1rtual-mtcnsi va, que sólo se di vide en dimensiones en­
no porque se quiera sufrir y encontrar placer en eso. pero
vueltas unas en otras. como la memoria o Ja duración).
todavía se trata de un devenir, de un viaje afectivo (ejemM
Más aún, la vieja oposición aparece relativa a uno de
plos del amor cortés: D, 1 1 9- 1 2 1 y MP, 1 93 - 1 94; del maso­
los dos tipos, el tipo actual-extensivo. que deriva por
quismo: MP, 1 88, 1 92). El otro engaño es el del sujeto: re­
"actualización" del tipo virtual-intensivo. Por eso Ja in­
presentarse cJ deseo como una facultad ya lista para
vocación de una o varias multiplicidades sin otra fonna
expresarse, cuyas únicas trabas conocidas son exteriores
� e precisión siempre remite en Deleuze al tipo virtual­
(sujeto refrenado, impedido de exteriorizarse). En realidad,
intensivo. único que realiza la unidad inmediata de Jo
el deseo no está dado de antemano y no es un movimiento
múltiple, Ja inmanencia recíproca de lo múltiple y el uno.
que iría del adentro al afuera: nace afuera, de un encuentro
Por un lado, Deleuze permanece profundamente fiel
0 de un acoplamiento (D. 66, 1 1 6). Explorador, experimen­
tador, el deseo va de efecto en efecto o de afecto en afec­
n la idea bergsoniana según la cual lo concreto es siem­
pre un mixto donde el pensador debe distinguir las dos
to, movilizando a los seres y las cosas no por ellos mismos
lcndencias o los dos tipos de multiplicidades: de aquí
sino por las singularidades que ellos emiten y que él toma. .
proviene la sene de las grandes dualidades: Chr'onos­
Esta toma no implica que las cosas se fragmenten, como en
Aión: espacio estriado-espacio liso; molar-molecular; etc.
el concepto kleiniano, porque las cosas y los "objetos par­
ciales" no operan en c1 mismo plano, y porque el plano en
(léase comparativamente B, 1 1 -28 y MP, 593). y se v e
C J ue n o se trata de dos mundos, ni siquiera de dos op­
que estos "se maquinan" no implica cosas. La representa­ .
ciones separadas entre las cuales J a existencia tendría
ción usual del deseo -tensión hacia algo o algu ien-, pues,
que hacer una elección: de una manera general. para
remite a la formación de una "máquina descante" que pre­
Dcleuzc sólo hay cuerpos, y el acontecimiento en su
cede la di visión sujeto-objeto y da cuenta de ella.
superficie, ya que el espíritu se confunde con las aven­
�t ra� "cristalinas" del plano de inmanencia o del cue:rpo
.- .n organos (FB-LS. 34): en ningún caso lo virtual tras­
Multiplicidades ciende lo actual o existe fuera de él, aunque lo asedie y
lo desborde.
Por otro lado, Dcleuze constantemente trabaja el con­
" "La multiplicidad no debe designar una combina­
cepto de multiplicidad, llevándolo por caminos ajenos a
ción de múltiple y de uno sino, por el contrario, una orga­
llcrgson. Del concepto inicial sobre todo retiene un ras­
nización propia de lo múltiple en cuanto tal, que de nin­
go notable. al que da un alcance inédito: "lo que no se
g u n a manera necesita de la unidad para formar un
divisa sino cambiando de naturaleza" (B. 32; DR, 306,
sistema." (DR. 236)
33 1 ; MP, mesetas 1 , 2. 1 0, 1 4; IM, caps. 1 -2). Lo cual
"'* De origen bergsoniano, este concepto opera un
implica todo el equívoco de J a tesis de una primacía del
doble desplazamiento: por un lado la oposición del uno
y lo múltiple deja de ser pertinente, por el otro el proble-
Uno en DeJeuze6• En Diferencia y repetición, l a multipli-
68 FKANS:OlS ZouRABtCHVJLI EL VOCABULARIO DE DELEUZE
69

cidad entraba en una teoría del problema o de la Idea


toma no implica fragmentación o pérdida de un todo, como
(236 y sigs.); ya, baj o el nombre de "perplicación", Deleuze
en Melanie Klein, ya que al abandonar el plano de las tota­
evocaba allí transiciones no-jerárquicas, laterales. entre
lidades constituidas (los objetos de lo dado empírico. or­
Ideas de toda naturaleza, según la "anarquía coronada"
ganizado según las exigencias de la representación) para
del ser afirmado en su univocidad (242, 359); sin embargo,
alcanzar aquel donde se agencian fragmentos de alguna
la descripción lógica de las multiplicidades aquí conserva­
manera absolutos, sin horizonte de totalización, no se hace
ba todavía algo estático. Es en Mil mesetas donde las con­
más que alcanzar las condiciones de la experiencia "real".
secuencias del rasgo notable son enunciadas con más cla­
ridad: articulada directamente a l a idea de encuentro. se
Al no tener ni forma ni individualidad, esos fragmentos de
realidad cualqui era dan lugar al agenciarse a
comprende mejor en qué toda multiplicidad es de entrada
individuaciones i ntensivas (o "ecceidades": MP, 3 1 8 y
"multiplicidad de multiplicidades" (MI� 47; la composición
s i g s . ) ; c o n s t i t u y e n , a manera de " s i n g ularidades
del libro, por otra parte, obedece explícitamente a esta ló­
preindividuales", las dimensiones intensivas d e una mul­
tiplicidad (LS, 345; ACE, 369n28 y 387). Desde este punto
gica). Paralelamente. el concepto de multiplicidad suminis­
tra la lógica de las piezas que componen las máquinas
de vista, la lógica de las multiplicidades completa la de las
descantes o los agcnciamientos: "objetos parciales" cuya
disyunciones inclusivas, y los conceptos de multiplicidad
y de singularidad resultan estrechamente solidarios.
En este punto, el lector puede tener la desagradable
6. Esta tesis es sostenida por Alain Badiou, en un libro del que por otra sensación de un arrebato, hasta de una neutralización re­
parte hay que saludar la altura del punto de vista y la preocupación por cíproca de los conceptos: las dimensiones de una multipli­
una verdadera controversia: Deleuze. La clame11r de l'étre. París, cidad son a su vez multiplicidades, por tanto singularidad
Hachctte, 1 997. Si el pluralismo impugnado por Deleuzc es el de la
= multiplicidad, etc. Esta sensación se disipa cuando uno
equivocidad (pág. 38), no podemos más que estar de acu�rdo; sólo que a �
equivocidad es precisamente para Deleuze un scudo-plurahsmo. la garanua recuerda que una multiplicidad se compone de dimensio­
más segura de la trascendencia del Uno respecto de lo múltiple. El fondo nes que se envuelven unas a otras, cada una retomando al
del problema es el siguiente: para De\euze, el pluralismo no puede resto en otro grado, según una lista abierta que puede
pensarse sino a condición de que exista una primacía de la relaci611.
aumentar con nuevas dimensiones; mientras que, por su
cosa que Badiou no puede admitir, en nombre del vacío portador de un
suplemento, el cual, para Deleuze, dependería del milagro trascendente parte, una singularidad nunca es aislable, pero siempre
y no de la creación (el malentendido llega al colmo en la pág l 35,
: .
"se prolonga hasta la vecindad de otra", según el princi­
cuando el pasado vi11ual es confundido con un simple pasado v1v1do; pio de la primacía de los acoplamientos o de las relaciones.
véase aquí mismo "Cristal de tiempo"). A partir de entonces, Deleuze
Así es como la multiplicidad se transforma "dividiéndo­
efcclivamcnte necesirn ··un concepto renovado del uno" (pág. 1 9),
pero como síntesis inmediata -o disyuntiva- de lo múltiple (''univocidad se". en un cuerpo sin órganos que jamás equivale a un
del ser" no tiene otro sentido). De ahí procede la ecuación: ·'pluralismo "cuerpo propio" (por el contrario, ese concepto supone la
= monismo" (MP, 3 1 ). que podría expresarse igualmente: diferencia detención del juego primario de las máquinas deseantes, y
it11ema = exlerioridad de las relaciones. Al respecto, el concepto de
la distribución "sedentaria" de un organismo).
"simulacro", aplicado al ente, es menos esencial para el deleuzianismo
*** Otra dificultad aguarda al lector: el aparente equí­
inclinados, por nuestra cuenta. a preguntar por qué Deleuze .'º a andona
que para la interpretación que da Badiou de él; nos sentiríamos más
� voco ligado con la consideración de dos niveles de
definitivamente luego de la Lógica del semido. Véase .. Umvoc1dad del preindividualidad, en algunos pasajes de Mil mesetas. La
ser".
70 FRANco1s ZouRABICHVIL1
misma palabra "multiplicidad" parece designar a veces una idad. Por lo tanto, lo
un plano de inmanencia y de univoc
"complicación" de dimensiones intensivas (o singularida­ llamamos plano de Naturaleza. aunque
la naturaleza no t�n­
des), otras una "masa" o un "motín" extensivo de elemen­ plano no hace nin­
ga nada que ver con esto, ya que este
tos llamados abstractos. En realidad, ambos aspectos se artific ial. Por mucho
guna diferencia entre lo natural y lo
conjugan: su distinción, ajena a Bergson. se funda en una que crezca en dimensiones. nunca ttene
una d1 n:ens16n
interpretación original de la teoría spinoziana del cuerpo suplementaria a lo que ocurre sobre
él. Por eso mismo �s
(MP, 3 1 0-3 1 8). A ejemplo de Ja disyunción inclusiva, el se­ plano de inmanencia
natural e inmanente." (MP. 326) "El
gundo aspecto permite hacer justicia a un material clínico le, sino Ja imagen del
no es un concepto pensado ni pensab
desfigurado por el psicoanálisis (MP, meseta 2 in extenso: iento se da de lo que
pensamiento, la imagen que el pensa1n
caso de "el hombre de los lobos"). Sus dimensiones no significa pensar. hacer uso del pensam
iento oricntar�c en
:
dejan de conservar la primacía (MP, 299, 305), porque sólo de rnmanenc1a es
el pensamiento . . . " (QPh, 40) "El plano
en función de ellas la masa o el motín no se confunde ya un tamiz. Lo que
como un corte del caos, y actúa como
con un conglomerado de individuos ya formados, con una tanto la ausencia de
caracteriza al caos, en efecto, no es
multiplicidad de tipo actual-extensivo. Ese momento clave i n finita con que ellas
determinaciones como la velocidad
de Mil mesetas es aquel en que los fenómenos de "deve­ un movimiento de
se bosquejan y se desvanecen: no es
nir-animal" adquieren toda su importancia: aquí se opera impos ibilidad de una
una a otra sino, por el contrario. la
la transición hacia lo "molecular". definido como régimen puesto que una no
relació n entre dos determ inacion es,
donde unidades cualesquiera sólo adquieren determina­ recido , Y porque
aparec e sin que la otra ya haya desapa
ción agrupadas en masas según relaciones de veJocidad y la otra desapare­
una aparece como desfalleciente cuando
de Jentitud. Como lo testimonian diversamente el arte y el ce como bosquejo. El caos no es un
estado mert� , no es
. .
"delirio" psicótico, lo intensivo se nbrc 1111 camino paradó­ deshace en el mfm 1to
una mezcla al azar. El caos caotiza, y . .
filosofía es adqumr
jico en la representación. A p111 1 i r de on 1onccs es importan­ toda consistencia. El problema de la
o en el que el pensa­
te que la filosofía, en virtud dl' I n 1 cl11ci6n fn1ima que anuda una consis tencia, sin perder el infinit
tiene una existencia
miento se sume (al respecto, el caos
"La inmanencia no
el concepto con c·. I cs pucio, 11M11Ha poi s u cuenta esa rever­
sión de lo inlunsivo t\n lo t'XINlhl vo : nquf se afirma Ja soli­ tan mental como física)." (QPh, 44-45)
dnridn<I cstrel'1111 ch1 lo " 1 1 11 1h•1 1 1 1 11 1 "
y de la distribución r de toda cosa, ni
s de las cosas:
se refiere a un Algo como unidad superio
(MP, 473).
n 6m 11d11 "" I n cl1•ll'1 1 1 1 1 1 1 n rn 1 1 1 d1•l ""' I'""'º liso" a un Sujeto como acto que opera la síntesi
ncia precisamente
se puede hablar de un plano de inmane
ente a otro fuera de
cuando la inman encia ya no es inman
(.V rno.1') no se define por la
Plt11w tlt- /11111111111111·/11 sí . Así como el campo trascendental _
co se def1 � e por
conciencia, el plano de inman encia tampo
erlo." (La rnma­
un Sujeto o un Objeto capaces de conten
+ "A l'Hh' pl111111, t 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 11 1 1 11 1 1 1 1 n111 q1m lns longitudes y nencia: Una vida . . . )
es el caos (QPh,
l111rj l11U11111,,111 , 111• v1 1 1 11 h lm h • v ln11 1 1 1 l'i1li11 lrs, lo llamamos ** Lo que está primero, en cierto modo,
de pu �tuahdad�s de
pln1111 1h 1 1 111111,.h 10 111 1 1 1h 1 1 1 1 1 1 1 11 ... 11 j1 111 (pot oposición al 1 89 y sigs.): una afluencia incesante
cuyo umco caracter
pl11ru 1 1lr 1 1 1 ynnl1111 1 1 \u \i 1h 1 1 1 •1 1 1 1 1 11 1 1 1 1 N1•n·snriamente es todo tipo. afectivas, intelectuales,
72 F'RANCOIS ZoURABICHVILl

capitalistas, según El anti-Edipo;


común es ser aleatorias y no ligadas. y como lo observa­
mediante un relajamien­
to, hasta un desfallecimiento del
ba Hume, el reino de la pura suert.e casi no pue e tener� bre nosotros las formas estereo
dominio que ejercían so­
tipadas de comprensión y
otro efecto sobre el espíritu que la md1ferencrn ( . El fon­
:
do del espíritu es delirio, o, .lo que equiv le a lo mismo e � de vida, de "tratamiento de los
Segunda Guerra Mundial, según
datos y de acción, tras la
.
otros puntos de vista, azar, md1ferencrn ' ES, 4). n con� La imagen-tiempo. Este
hecho , n o psicológico sino de civiliz
.. ación, deja sin defen­
secuencia, toda vida está primero sumergida por datos
sa frente a la común desmesura
de la afluencia de datos a
de todo tipo. . . la que estamos entregados, y
e l hombre moderno se ve
Uno querría incluso añadir: hoy como nunca-si es cier­
como tomado de vértigo -fasci
invitan cotidianamente a cada uno de nación o náusea.
to que los medios
nosotros a interesarse en datos cada vez más cuanu oso y
Por aproximación, tal es el caos
� en el sentido en que lo
. concibe Deleuze. así como el "hecho
dispares, y a registrarlos con miras a la acción que podnan moderno", revelador
de una situación de derecho. Porqu
��
orientar, teniendo en cuenta que moverse d cua�amente
puesto con tanta evidencia y
e jamás se hab:ía im­

en un mundo que se ha vuelto muy ompleJo implica estar
necesidad la exigencia de
otra relación con e l caos que aquell
informado. Deleuze analiza este régunen de la mformac16n a que consiste en pro­
, tegerse de él mediante códigos,
esquemas estereotipados.
o de la consigna sobre todo a partir de.! cine de acc1on:
Por lo tanto, es al mismo tiempo
como el pensamiento re­
teniendo en cuenta una situación determmada, el persona­
. clama, ante el aspecto nuevo y
je comienza por impregnarse de los datos que la onsutu­ � sin embargo inasignable de
los datos, la revelación de lazos
específicos que nos digan
yen para descubrir la reacción aproprnda y lograr as1 modifi­
. en qué mundo entramos, y, ante
el derrumbe de los viejos
carla (JM, cap. 9; y MP, 95 y sigs.) Por tanto, lo presupuesto
esquemas interpretativos o inform

de la información es la vida como perpetua a t1vac1ón de
antes, una nueva forma
de lazo o de desciframiento,
distinta de la totalización
esquemas sensorio-motores: los datos son ut1les: uste­
interpretativa trascendente que
lleva a reconocer siempre
des los seleccionarán y los "tratarán" según su mterés
. ya lo que ocurre, en vez de procur
ar los medios de seguir
vital o su uso; literalmente . la información es la ocurren­
su devenir (la respuesta está en
hace de ella en el una definición de la clíni­
cia organizada, la forma de uso que
ca como evaluación de un devenir, desliza

sentido estricto un "dato" cuando está to a do en tal miento de una
. organización de signos a otra
sobre una "superficie" -
esquema y es reconocido de antemano como ut!l, aunque
primer bosquej o del plano de inmane
no se sepa para qué. ncia- que es precisa­
. . .
mente la del sentido, LS, 102; los
mo y esquizofrenia están consagrados
dos tomos de Capitalis­
Pero como esta molesta profusión de uuhdades putati­
vas tiene en sí algo de cómicamente caótico ' es .posible a esta empresa,
. elaborando e l plano de inmane
ncia sobre el cual puede
pensar que no opone más que una pantalla imsona -a su
luego evaluarse el deslizamiento
de un régimen social de
vez contaminada por lo que pretende conjurar- a lo que
"codificación" a un régimen de "axiom
Deleuze llama la quiebra de los "estereotipos": la ruptura atización"; o, según
una evaluación más reciente, el
deslizamiento de las "so­
de esos códigos o de esos esquemas sensono-motores
ciedades de disciplina" definid
as por Foucault a las "so­
que al mismo tiempo garantizaban el lazo orgánico entre el
ciedades de control" definidas por
hombre y el mundo . La edad moderna se defme por una el mismo Deleuze, P,
onamos" ya a los
240-247). Y de pronto, casi n o "reacci
"decodificación generalizada" inherente a las sociedades
74 FRANCOIS ZouRAn1cuv1u EL VOCABULARIO DE DF.1.EUZE 75
datos, ya no tenemos fe en los encadenamientos de la cos­ otros, donde "infinitos" significa: abstraídos de todas las
tumbre o de la tradición que, en las puntualidades aleatorias coordenadas espacio-temporales. reducidos a su puro sen­
de la vida individual y colectiva, nos harían reconocer da­ tido expresable por el infinitivo verbal. Las determinacio­
tos prolongables en acción, y que mantenemos a falta de nes consideradas son las que el pensamiento identifica
algo mejor. en una forma relajada� volvemos a una suerte como las que le pertenecen en derecho: así se hace una
de indiferencia. cuya renegación. cada día más penosa, es división del hecho y el derecho -división singular Y
mantenida por los restos de viejos esquemas . Aunque pre­ reacondicionable. no originaria; volveremos sobre esto más
sentimos que hay algo importante a extraer del caos. pero abajo- que libera una image11 del pensamiento, cuyo
nos repugnan las formas consuetudinarias de su asigna­ correlato es uno o varios personajes conceptuales que efec­
ción, y adivinamos que las condiciones de un discerni­ túan sus movimientos constitutivos. Estos personajes no
miento inmanente no están ellas mismas dadas sino que se confunden ni con el autor ni con los interlocutores fic­
dependen de un acto especial . En suma, carecemos de un ticios a quienes puede ocurrir que haga dialogar, aunque
plano que recortaría el caos. de condiciones que nos per­ en ocasiones estos los encarnen: ellos mismos tomados
mitiríanligar esos datos y encontrarles un sentido, en el sobre el caos (Juez. Investigador, Idiota, Tartamudo, etc.),
modo de una problemática más que de una interpretación. son otras tantas posturas que el pensador adopta mien­
Pensar comienza por la efectuación de tal corte o la instau­ tras piensa, y que a través de él se convierten en meras
ración de tal plano . El plano de inmanencia es la condición determinaciones de pensamiento. El conjunto plano-per­
en la cual tiene lugar un sentido, siendo el mismo caos ese sonaje define el o los problemas que se plantea un pensa­
no-sentido que habita el propio fondo de nuestra vida. S i n dor a través de esa tentativa de resolución que es la crea­
embargo, e l plano e s algo muy distinto que un esquema de ción de conceptos (QPh, cap. 3).
interpretación. que tiene que ver con las formas de pensa­ Lo cual implica hasta qué punto la intuición tiene un
miento estereoti padas. con los lugares comunes cuyo caos papel en filosofía, por lo menos "si se considera la intui­
recuperamos, en vez de enfrentarlo: el plano no es subya­ ción como la envoltura de movimientos infinitos de pensa­
cente a lo dado, como una estructura que lo haría inteligi­ miento que recorren incesantemente un plano de inmanen­
ble a partir de una "dimensión supl ementari a" a las que cia" (QPh, 42), no como el acceso a realidades superiores,
implica. a esencias independientes del pensamiento. Es en este
¿De qué naturaleza es el plano? Por fuerza presenta sentido, y solamente en éste. como el pensador tiene vi­
dos caras, cada una de las cuales es el espejo de la otra: siones, que se confunden con el devenir-filosófico de al­
plano de pensamiento. plano de naturaleza, porque "el gunas determinaciones del mundo, con el gesto de orie ­ �
movimiento no es imagen del pensamiento sin ser también tar el pensamiento sin referencia, de inventar su prop10
materia del ser" (QPh, 4 1 ) . Desde el punto de vista "for­ s istema de orientación (QPh, 40; P. 202): "no están afuera
mal'', como habría dicho Spinoza, el acto consiste en se­ del lenguaje. son su afuera" (CC, 1 6). Es también en este
leccionar algunas de las determinaciones caóticas -aque­ sentido como los conceptos de la filosofía, que sólo reci­
llas que más arriba llamábamos ocurrencias, puntualidades, ben su sentido del problema con el que se vinculan, están
o datos por así decir intratables- para "conservarlas" como sometidos a una parte de comprensión no-conceptual, la
otros tantos "movimientos infinitos" plegados unos en que involucra tanto al no-filósofo -porque permite com-
76
F'RAN<;OIS ZoURABICHVILI EL VOCABUJ..;\.RIO DE DEl.EUZE 77

prender en qué l a filosofía se dirige La respue sta puede


a él en derecho- como Bergso n - véase QPh, 49-50) ?

al fi ósofo, que haría mal en desterrar de
su trabajo la parte esquematizarse así: l) si e l conjunt
o de los dat ?� o las
de s1 mismo que n o filosofa. Obsérvese llevan en s1 imáge­
que Deleuze llama determinaciones es un caos es porque
Razón a ese momento puramente intuitiv que el pensador
o del plano (QPh, nes del pensamiento rivales, de tal modo
74). No sólo por ocurrencia o provocación,
sino para seña­ que los retuviera a todos se derrumb

a ía y su plano no se
lar que no es posible concebir una razón mversa, toda selec­
única originaria; distinguiría ya del caos; 2) pero a la
si existe razón, depende plenamente relauvo, corre
de una instauración ción por su coherencia misma y su reposo
o más bien de actos múltiples de instaura
ción, llamado � �
el ri sgo de desembocar en que el pensado
r identifica su
"procesos de racionalización" (PV, 7-9 que remplazaría en­
y 1 5). Perpetuamen­ plano con un plano único y universal
te btfurcante, no existe fuera de raciona
lidades distintas, tonces el caos, y volvería a entroniz
ar l a trascendenc1 , �
.

cada una de las cuales remite a un


acto de fundación forzo­ por eso mismo sus propios concept os en opi­
devaluando
samente irracional, pero que no por ello nómada-d1stnbu­
deja de testimo­ niones (véase la oposici ón distribución
niar acerca de una necesidad de otro conjura ese retorno
orden: el pensamien­ ción sedentaria); 3) el pensador sólo
to que cree poseerse él mismo o que su plano de mane­
proyecta ese ideal en de la trascendencia y la opinión si traza
un porvenir indefinido no puede más de inmane ncia,
que remitirse a la ra de envolver tanto como pueda EL plano
0 sea. lo impens able que volvería
trascendencia, a creencias que superan
lo dado y que se

a conduc ir a l c os al
(véase A CE, 447, 455 �
él pero cu a af r a­ ��
sustraen a la misma prueba del pensar
pensam iento que se identificaría con
e ID, 365-366: "La razón es siempre la otra 1dentif1ca­
una región cortada en ci6n no es menos necesaria para evitar
lo mac1onal. . . "). Por último, la intuició 4) por tanto, debe
n va de la mano con ción, la de lo creado y lo originario; .
un gusto en la adaptación de los concept del pensamien­
os creados en el retener como determinaciones de derecho
plano que los requiere. La consecuencia
última del con­ to aquellas que lo afectan con movimi

entos i n initos qu.e
cepto de plano de inmanencia se la com1enz.o Y bi­
puede adivinar, y es expresan la avanzada por perpetuo nuevo
que no hay verdad sino creada (QPh, r en el pensador
3 1 -32; 55; JT, 1 9 1 ) . furcació n, o la insistencia de otro pensado
D e manera que, una vez más, e l criterio un perro por sal­
d e verdad, que sólo (tartamudeo, glosolalia, búsqueda como
mterv1ene en la relación del plano esto, véase QPh, 5 1 ,
con el concepto, del tos desordenados, etc.) (sobre todo
problema con su solución, se subordi
na al de lo imeresan­ 55, 59, 67, etcétera).
te, de lo importante, de lo notable (DR. 245; de las razo-
QPh, 80 - lo Este concepto ¿es el primero en el "orden
que Deleuze llamaba antes "llevar la formularse porque,
prueba de lo verdade­ nes"? En apariencia, la pregunta puede
ro Y lo falso a los mismos problem .
de la expenencia,
as" (B, 3; DR, 198-21 3). siendo u n concepto de las condiciones
No debe confund1rse entonces l r precedido .por
a crítica y l a subordina­ el plano de inmanencia no deja de aparece

ción deleuzi nas del concepto de verdad
con una supues­ el caos. Aclaremos un equívoco: no puede
haber expenen­
ta md1ferenc1a de Deleuze a la cuestió iría con el derrumbe
n de la verdad (véase cia del caos, porque ésta se confund
JT, caps. 5-6). por él sin encon­
del pensamiento, que se dejaría atrapar
Pero ¿por qué hay planos, más que e. m tener la 1 ­ �
un solo y único pla­ trar algunos esquemas que pueda oponerl .
no que podría llamarse EL plano, lo y le perm1tma
y que muy escasos pen­ tuición de un plano que vendría a recortar
sadores parecen haber encarado (Spinoz en un cuadro clínico. Por eso las
a y fugitivamente adquirir consiste ncia
78 FRANCOIS ZOURABICUVlU EL VOCABULARJO DE DELEUZE 79
puntualidades de las que partíamos no están plenamente vez la posibilidad de lo imposible" (QPh, 59 -por lo menos,
·�dadas" sino en la condición de esquemas que las ponen este tema indica que es instaurando EL plano como se
en claro. Sólo que esas condiciones resultan demasiado realiza la conversión inmanentista, creer en la tierra, como
amplias, teniendo en cuenta lo que condicionan: sólo "dan" decía Nietzsche, creer en este mundo, como por su parte lo
cualquier cosa en la forma de lo reconocido, de lo ya-co­ dice Deieuze)? Que habiendo recortado el caos sin impo­
nocido; ya no permiten hablar de experiencia de otro modo ner el menor recorte a priori a sus determinaciones,
que en un sentido trillado. La experiencia "real" comienza habiéndolas relacionado sin enmarcarlas en formas pre­
con el corte o la instauración de un plano. A partir de en­ concebidas, sustraídas a la experiencia, él produjo un
tonces, el caos es más bien pensado que dado: es virtua'!. piano de experiencia que implica su propia redistribución
Únicamente el plano de inmanencia nos entrega un dado potencial al infinito. En efecto, Spinoza no se otorga más
puro. inmediato, del cual el caos sólo ofrecía el bosquejo y que el movimiento . Dado un campo de partículas materia­
el desfallecimiento. Y por virtual no debemos entender un les indeterminadas, la percepción no se recorta sino en
estado que se opondría a lo real, o que. como lo posible, función de su distribución variable en compuestos distin­
tendría que realizarse: a lo virtual corresponde la actualiza­ tos, definidos por determinadas relaciones de reposo y de
ción (y el movimiento inverso de cristalización). Más aún, movimiento. de velocidad y lentitud, pero siempre expues­
si la experiencia real envuelve o implica el caos, es lo real tos a encuentros, a migraciones de sub-compuestos, a
bien comprendido lo que deja de confundirse con una pura composiciones de composiciones o incluso a descompo­
actualidad e implica una parte de virtualidad (B, 99 y sigs.; siciones ("longitudes"); por su parte, la afectividad se di­
DR, 269 y sigs.). Por eso devenir, crear, pensar, siempre ferencia, se enriquece, se reacondiciona según los
implica un dinamismo inverso al de la actualización: la cris� devenires que corresponden a esos encuentros más o me­
talización (D, 1 84-185). nos felices (aumentos-disminuciones de una potencia de
*** Ese dado puro es la otra ve1tiente del plano de inma­ actuar anónima y distribuida en el piano, o "latitudes") .
nencia: una imagen del pensamiento no surge sin que al Fuera del movimiento, único que lo constituye, obsérvese
mismo tiempo sean propuestas las condiciones en las cua­ la índole acentrada de ese plano: esos dos trazos son co­
les hay algo; una nueva forma de pensamiento es una nueva munes a la descripción del plano de inmanencia extraída
manera de encarar la experiencia, o de pensar /o que hay. En de Spinoza (SPP, cap. 6; MP, 3 10-3 1 4) , y a aquella que
consecuencia, podría describirse la historia discontinua de Deicuze sacará posteriormente de Bergson (IM, cap . 4).
lo dado en filosofía, pero sin embargo sin que el pensamien­ No de otro modo casi puede comprenderse el hecho de
to alcance la inmanencia de un dado inmediato, siquiera con que el concepto de ecceidad, que propone un modo de
Husserl. Según Deieuze, sólo dos filósofos produjeron el individuación inmanente distinto de las formas individua­
cuadro, enunciaron la lógica de ese dado puro: Spinoza en les orgánicas que recortan a priori el campo empírico. se
la Ética, y Bergson en el primer capítulo de Materia y me­ encadene a la exposición espinoziana (MP, 3 1 8 y sigs.).
moria (quizá debemos agregar: Deleuze y Guattari en el ma­ La-bestia-caza-a-las-cinco, un-caballo-se-cae-en-Ja-calle:
gistral comienzo de El aflli-Edipo). estas composiciones donde los seres no se desprenden
Pero ¿no decíamos que EL plano no era enunciable? ¿Qué ya del decorado ni de la atmósfera sino que se componen
significa entonces que Spinoza haya sabido "mostrar esta de inmediato, originariamente con ellos, corresponden ya
80
Et. VOCABULARIO DE DELEUZE
FRANCOJS ZoURABlCHvtU 81

casi al concepto d · ª ovtmi . nt . Como dice Deleuz espectador perspecti­


lector de Pro1.1st ��� u��;;. os a atgu1en e, perturbable, aunque propongan aléste constituye en lo
separadamente de vas cambiantes. Si hay un sujeto, baseDeleuz

los paisajes las horas las c1�cunstancias de dado, según el problema que plantea e desde su
que él env�elve· Porque ' as1 como somostoda naturaleza 1 953; y ahí se
que el afee/o nos aparta de la' sescantm. elas de lasaf,ectados, o primer libro, Empirismo y subjetividad,. Aenpartir de enton­
. to de las expectativas y las afecci
usuales' el pe1cep ..
ones constituye en cada uno de sus puntos enta que está
p s c c dinaria: al alcanza;:'t��::�
d" ces. decir del sujeto que percibe y experimde lo dado reintro­
�� i��!:::c�� �:��� �� ::;oo;rans1g "en adyacencia", no es cercenarlodental. sino por el con­
puesto que también aontie la i�uertee siempr e con todo - duciend o el Ego trascen
del plano como
extremi s
trario hacerlo circular por todos los puntos
in
como
ción o absorción- sino que ��_munic todo en un mismo descom posi­
por otros tantos casos de sí mismo, para concluirlo de esa
plano llamado todav1'a de Ul!IVOCtdada con . depend"ientementc
'? serie de devenires (el Cogito deleuziano sería algo así como
de las asignaciones de e•Orma. e' o de órgano (as1, un: "siento que me vuelvo otro, luego yo era, luego ¡eso
es como un caballo de tiro' desdedeespeci 1
'

e punto de vista de lo era yo!" -véase LS, 360 y A(E, 22-29)ndemos . Si volvem os a la
dado puro o de la experiencia real. está más cerca descripción spinoziana, ahora compre que pueda
que del caballo de carrera: SPP. 167). En es_e �lanode1elbuey en­ tratarse de un "plano fijo" (D, 1 13 ; MP, 3 1 1 ) y de "estados
cuentro, la experimentación sie;npre son posibles, y no tro­ intensivos de una fuerza anónima" (SPP,a especia 1 7 1 ) . En efecto,
piezan con ninguna barrera'. que sea feh� es otra cuestión. no se necesita ninguna fusión o empatíde experienc l para que
Por eso el personaje canee�o�ª t a cada uno de los puntos de ese plano constituido, iacorres­ pura,
es el niño (MP, 3 1 3 ; QPh, l que obses10na al spinozismo

Pero prosigamos la analo í para perc1b. ir. claramente que no es abierto por ningún sujeto ia que separa el
hasta qué punto los dos aborlaJ:s convergen hacia el mis- ponda un afecto: por ejemplo la distanctiro. desde el punto de
caballo de carrera del caballo de
mo concepto, al' t1'empo que coloca vista inmanente de lo que pueden. de los dinamis mos o los
sus acentos. y remitámonos al prime�n decapitul d';ferente manera
o de Materia ritmos de que son capaces; por el contrar io, la proximidad
y memoria: lo puro dado Cm . inmediatos
distmc1
' 0n de
movimiento. y de la matena) precede la conciencia la imagen, del del caballo de tiro y del buey -todos objetos de inmanencia.
go de m1, mismo y de ser ese Yo que abre absolutamen que ten- de un percepto y de un afecto en el planosentido ese plano
campo de. percepc1'ón, que se sabe ubicado en un punto te el Por último, si preguntamos en qué también para
del espac10, pero que, no estando él mismo en su campo, lo de Naturaleza o de univocidad puede valer iento, por consi­
desplaza con él. El error sería confundIr. campo de percep­ EL plano de inmanencia de todo pensam a "la posibilidad
ción y plano de inmanencia·. s1. es cierto. que hay algo antes guiente en qué sentido Spinoza muestr más allá incluso de
que toda asignación de u s e o que apunta de lo imposible", comprendemos que que su filoso­
el plano donde se extien;e � ; d a un objeto, la "imagen dogmática del pensamiento"dalnatural del pen­
e r d i
no tiene s:nt�d��_;:t::�:r :u: �=�: fía parece adherir exteriormente (afinida de una verdad pre­
�:;�: :t;��t�ª�·: , . vista. Está ah1 inmed iatam ente samiento y de lo verdadero, modelo III), su plano
acen d or as1 decirlo fijo aunque estibado a nada com� existente al acto de pensar -véasedeDR.uncap.
!� : �
las i g � s de eme que desfila establece la imagen paradójica no sabepensam iento sin
de antemano lo
n sobre una pantaÍla im- imagen, de un pensam iento que
82
FRANs:ois ZouRAsrc.u
v1u
que sign ifica
EL VOCABULARIO DE DEl.EUZ.E 83
pen sar y ;�e no
santem cnte al pue de más que volver ince
acto qu o eng ­ "'De inmanencia" y no ya "trascendental": porque e 1
puede deci rse end ra (cor re del cao s)
que sp·moza
most ró EL plan o, es
. sI·
da en que el en la medi-
fl plano 110 precede a l o q u e viene a poblarlo o llenarlo, sino
se re e . a n que se construye y se reacondiciona en Ja experiencia, de
ocu p a do úni � � ese Hespacio liso"
pensamiento
cam ente p or tal manera que no tiene ya sentido hablar de formas a priori
m ov1m
comp onibles o 1 ent o s des i g u
· no • recom p . ales
on1 bl es s1e· mp�e
de Ja experiencia, de una experiencia en general, para to­
y 1os vive com de otra manera
o otros tantos
dra mas de s1 _ ,, dos los lugares y todos los tiempos (así como tampoco
yos o de aluc mismo, de ens
inaciones de 1 a- puede uno contentarse con el concepto de un espacio­
o que puede sign .
Con cluy amo s ificar pensar
con alg ' unas refe tiempo universal e invariable) . En otros términos, tales
. re nc1a · s . El concept
Pl ano de inmane
nci a o de·
· ' remP aza el "camp condiciones no son "más amplias de lo que condicionan",
1
surgido de las filo o tras cen dental"
sofí as de Kan t y de Huss
dos autores, erl (sobre esto
s
Y por eso la filosofía crítica así radicalizada pretende enun­
véan se LS, sen.
QP ciar Jos principios de una verdadera génesis, no de un sim­
Y h, 48-49) ·
·
" y no ya < "camp

es 1 4 '- 1 7'
o"·. p orqu e ple condicionamiento externo indiferente a la naturaleza
"P I ano
Jeto sup uest no es para un su-
amente fuera
d e cam po, o en de lo que condfr:iona (los episteme o los "a priori históri­
campo que se
_ el lími te de un
abre a partlf cos" de Foucault dan una idea de esta exigencia, aunque
campo de per de e'1 en el m
cep ción (véa odelo de un
se e Ego trasc los planos de pensamiento según Deleuze se refieran más
fen omenolog 1 end ental de l a
ía -po r el con
tran. o el SUJe . to se bien a autores y a obras).
más exactam con sti tu ye
en t e en No habrá de verse una contradicción en el hecho de
en 1 o dad o , o
porque tod o el plan o); y tambi
lo que vien e én
con ecta sino
a ocup arlo que Deleuze no renuncie muy simplemente a un discurso
·
no cre ce o no
lat eral men t e, se
no son mas sobr e os b orde s, y de tipo "trascendental": el concepto forzosamente general
, que ¡
allí to do
resb alones ' des
plaz am ient os • de las condiciones de la experiencia real (o sea, siempre
· ·
c/in am en
(LS, 15- 1 6 3 1 1
· • -3 1 2) , Y h asta ,,
t1 do definido "el� in1c a , no sólo singular, inseparable de una producción de novedad) no
más en el sen-
_ arrib a de "d e sJ1zamie nto se confunde con supuestas condiciones de la experiencia
ntzación a otra . de una
. en general. Pero innegablemente hay que resolver una di­
o1ma c1ón
• orga-
gani zaci ón , pro de una desor-
.
gresiva
' " , sino en el de "f .
· · , . ficultad, hay que realizar una mutación fi1osófica, puesto
' Y creador a"
derJ01c . ,(1 o que remi re a la
fuga ") . Los m -véase "L1'ne que se trata de pensar el concepto de algo que jamás es
a de
1 on dele uziana de 1
. .ª p e 1 vers1 on
. e ano dado de una vez ni para siempre. que tampoco se da pro­
ti cali dad de P se oponen a la ver-
ovi. m1en tos en 1
1
un a fund aci
pro gres o (es
ón o a f a rect
dine alidad de gresivamente parte por parte, pero que se diferencia o se
en Lógica del un
cen dentaJ co enrzd o don de el cam redistribuye, y no existe sino en sus propias variaciones
mien za a ser po tras ­
:
n s a�o com o (véase la oposición del "una vez por todas" y del "por
que la pala bra
no sea pro u _ un plan o, aun
­
pro fun dida d-su nci a a: LS, todas las veces" . DR, 127- 1 2 8 , 1 52; LS. 76). Desde su pri­
1 33 ; y la tría da
perfi cie-;
:
t�ra -v ale mer artículo -"La concepción de la diferencia en Bergson"­
1
cu erp os en dec ir, mezc las
interacc ión y . de
tos. form as-
o p e netra
c16 , acont eci en 1956, Delcuze aboga por un tipo nuevo de concepto,
será v uelta · � mien­
a u gar o cuyo bosquejo encuentra en Nietzsche (Voluntad de po­
rnan cra en cao �epetida de d i fer ente
J
s-pl ano-trasc
es la filo sofía ?) . endencr n u op der) y en Bergson (Duración, Memoria): un concepto que
inión en ¿ Q ué
obedece a la lógica de la diferencia interna, o sea, cuyo
objeto "no se divide sin cambiar de naturaleza" a cada
85
EL VOCABULARIO DE
DELEUZE
84 FRANCOIS ZOURABlCHVILI
ontológicamente,a
momento de su división, pero difiere de sí con cada afirma­ tienen afuera, porqueel otr
dos expre . nesguen
o no se distin
sw de una sola y mism
ción de sí (véase "Empirismo trascendental"). Así se ob­ .
no siendo más ruptura de tono oca a a or la inserción
tiene el concepto de condiciones de la experiencia que se realidad); 2) la �,�� :i !rso deductivo
van diferenciando con la experiencia. sin por ello confun­ abrupta de la teoría de los cuerpo después del esco1"10
dirse con ella y alcanzar lo empírico por confusión del de­ de la 2' parte (el 3) ;�:1�::;����tr�:amente ético de esta
pas
recho y el hecho . Tal concepto no expresa ya nada de uni­ de la prop . 1 3) , Y 39 Y dem.). "Era necesario que el autor
versal: de ahí que Deleuze hable a veces del plano de teoría (véase TV,ente todo lo que yo 1e h aci.'a decir" (P.' 15):
inmanencia en general. otras del plano instaurado por tal o diga efectivam . puede la historia de la
cual filósofo. Realmente son las variaciones de un solo y b·ªjo la� apa;�:�%�:�;�:ásbr�;1ar��a y más profunda (sal-
mismo plano, una vez que decimos que "un solo y mismo" r1¡osofia de damos de la filoso . fia)..?
no expresa ya nada de permanente o de idéntico a sí (Lógi­ vo que nos despi
ca del sentido trabaja particularmente esta noción de "un
solo y mismo" en el sentido de lo que no existe sino difi­
riendo consigo; la noción de ·'común" padece una suerte Prob lem a
paralela -véase "Univocidad del ser").
Por último. compruébese que el uso deleuziano de la do o el problema esprop ex�;��
palabra "inmanencia" no deriva de Husserl, aunque tam­ * Por
. . no ver que el sentien natu raleza de toda
bién smja en el marco de un cuestionamiento crítico y no di .
iere
propostc1o. nal, q ueesenfcial, la génes1s. del 'acto de pensar. el
. se p1erde lo s. (DR, 204) "Todo concepto remite a
.•

metafísico: Deleuzc extrae de Spinoza la herramienta de c1ón,


una radicalización antifenomenológica de la filosofía críti­ uso de las facultade . los cuale ' s no tendría senti-
Proble mas srn
"

un prob1ema, avez o compren-


·

ca, por una operación que no carece de analogía con el a su no pue d su solución."ados
en ser d eslind
post-kantismo, cuya importancia varias veces destaca. En do' Y q ue
. en ;a medicta de (QP'1. 22) "Nos
efecto, la inmanencia se vuelve "pura", o "para sí" en vez didos srno lema s ya
que los prob uestas o la soluviene n prepara­
de esa inmanencia a la conciencia que Husserl convertía hacen creer a a vezrecen las res p ción:
en su criterio de método (y cuando Deleuze rehace la ope­ dos, y que desapaecto nocon pued en ser ya . o fantasmas .
srn
ración una segunda vez al interpretar el primer capítulo de as
en ese do ble Pque la act. . dad de pensar, y tamb1en lo
. .
,

Materia y memoria, es para remedar la famosa fórmula de Nos hacen creer lso ��� esta actividad. sólo co­
la intencionalidad: toda conciencia es algo, y no concien­ verdadero y lo f� qu����e lasdesolu ciones, no conciernen
cia de algo -véase IM. cap. 4). Convertir la lógica de las mienzan con la busone : (DR 205) "La verdadera libertad
modas finitas de la substancia spinoziana en el enunciado más que las soluc 1 : ' stitución de los mis-
está en un poder d(B,e d4)cisión , de con
.

de un plano de experiencia, ¿es extralimitar el derecho del


intérprete? No, si tenemos en cuenta 1 ) las razones para mos problemas."desdeñarse la importancia del conceptoi de
.

considerar que el concepto de substancia única, en la l ª ** No debe , como la Precisión que le confiere,
·

parte de la Ética, se obtiene bajo la exigencia de la inma­ probl ema en Deleuze; as1 ' Es usual, por loantemeno s
nencia y no la inversa, o sea, a partir de los "atributos" . . endo Y más alla de Bergson.
s1gu1 ofía exijan tod o
en Francia, que los profesores d e flos
'
que son la extensión y el pensamiento (por un lado no
86
a1 87
FnANCOIS ZouRAe1cnv EL VOC
ABULARIO DE DELEUZE
de sus alumnos
una ¡,proble mátic a" •· no obsta
nte, es raro
que se ejerci ten en tratista", o "historiador" en el sentido de la historia natu­
'1-
defi nir su natur
al modo que Ja ral: taxonomista o clínico, experto en la localización y la
cosa se rode a de .
� e.z , � �� �
un aura de eno
de produ cir sus
efectos no
m iat1co .que no deja
� � diferenciación de los regímenes de signos (P, 67, l 86; QPh,
.
n:::
p e d a gogía de
, .
n. Toda la 5 5 ) : por un lado, una nueva imagen del pensamiento, defi­
. s de mtunidac16
e r e s 1 d i a .
en esa _ insi sten c i a nida por la selección de ciertos "movimientos infinitos"
De 1e u z
meto dológica y
deon tológica sobre
el papel de los
mas (para con vence
rse
probl e­ (nuevo corte en el caos. nuevo plano de pensamiento);
de esto b asta con cons
todo Jos regis tros . . ultar sobre por el otro, los personajes conceptuales que lo efectúan
o trans cnpc wnes de sus curs
ampl iamente dispo os, muy (QPh, caps. 2-3 y particularmente págs. 54, 72. 78-80).
nibles hoy en drn, , ,
vea
bibli ográficas) nse referenci as Primera consecuencia: el horizonte del sentido no es
·· ur1 enwzc1a
. d
o un
sentido en función eonc�pto �
s6 o tien en universal (véase "Plano de inmanencia", "Univocidad del
prob lema filos
del proble ª al � que se refieren. El ser"). Segunda consecuencia. o vertiente deontológica:
ófico. que debe se enu
� nciab le, n o s e
fun de con la dram con- discllliren filosofía, vale decir, oponer a un autor objecio­
aturo a ord " mana .
de Ja dis ertac1on,
pues ta en cont . esa nes que forzosamente no se entienden sino desde el punto
b i'
. radicción s o bre .
,
un mismo t ema
pnmera vista tan
procedentes
de tesis a de vista de otro problema y en otro plano. es perfectamen­
u na como
que se llama prob
lema
la otra (porque lo te vano, no es más que la parte frívola o reivindicativa de
n o es .
e nton ces más que el
artific ial de las res calco la actividad intelectual. No porque el intercambio deba
uesta s a u rn
i pregu nta caída del
¿Cuál es ese sent
id cielo). proscribirse ni porque el pensamiento sea autárquico -en
· �
que l pro b l ema conf1. er
_ Deleuze hay todo un tema de la "soledad poblada"-, pero
e
c1 0n conceptual ? N

o se trata de la .
s1gn f1ca . � �
...ª l enuncia-
de las proposic
iones � c1on mmediata el diálogo sólo tiene interés en el modo de la colaboración
: éstas sóJ o se refie ren a
tados de cosas ) . datos (o es-
' que precisam ente · desconcertante, del tipo Deleuzc y Guattari, o bien en el
ello mism os
de la orien · tación • el . . � carecen modo de la libre conversaci ó n . cuyas e l i p ses,
pri·n c1p10 .
de d1scr .
. im1n ac10
mática que les perrn
itiría rel acionars
· ,, , Ja proble-
� discontinuidades y otras acumulaciones pueden inspirar
e, vale decir,
un senti do Los producir al filósofo: D, primera parte; QPh, 32-33, l32-l33, 137-1 39).
prob l e mas son act os que
zonte de s ntido' � abren un hori- Tercera y última consecuencia: la argumentación, si es ple­
y que sustentan
Ja creaci·ón de
. los con- namente exigible del filósofo, permanece subordinada al
aspecto del cuest wn am
' ·
iento,
ceptos: un nuevo c
una perspectiva que abre acto fundamental de plantear un problema.
inh abitu al sobre
fiere interés a datos o qu e con - *** Este acto de posición es la parle irreductiblemente
el in ás fam 1har
. hasta entonces con ·
s1 derados ins1 . .
f1cantes. Por ciert
o' cad gni- intuitiva de la filosofía, lo que no significa arbitraria, ni
a uno se mues .
tra mas ,, o menos d1s-
puesto a recon ocer desprovista de rigor: simplemente, la necesidad responde
ese hech o ·' pero . una cosa es admi
y otra extr aer
s u s tirlo , a otros criterios que el del racionalismo, es decir. de un
. co n s e cuen cias t e 6 ·
cues twn amiento neas . S1. :1 pensamiento que se poseería a sí mismo; y el rigor, a otras
es la expresión
del problema, su
rectamente enun cara di­ virtudes que las de la inferencia válida . Una vez más, esta
ciab l e (aunq ue las preguntas
nes permanezc an en ocasi o­ última debe ser el objeto de una preocupación secundaria,
i osofrn), ,
n o por ello
de derivar por lo m e dejan o sea: subordinada y no facultativa. Si fuera facultativa se
nos d .
implícitas en fl
os cons t"i tuyent
enunciab les. y cuy . es igualmente comprendería mal la índole demostrativa de la enunciación
a enunc1ac1. 6n .
incu mbe al filós
ofo "re- deleuziana. inclusiva en sus aspectos alusivo y digresivo,
l
F'RANCOIS ZoURABICHVlLI
EL VOCABULARIO DE DELEUZE
88
89

ya sea en la forma polifónica, abigarrada y discontinua de


una mutación de la condición a la medida de lo que debe
Capitalismo y esquizafre11ia, o bien cuando adopta un
condicionar, de modo tal que no haya una forma universal
aspecto contrastado y elíptico, como en los textos tensos
del objeto posible sino singularidades irreductibles, frac­
de los últimos años (sobre lo alusivo y lo digresivo como
turas de no-reconocible a las que cada vez responde, al
caracteres positivos de la enunciación filosófica, véase
correr de una "experimentación vacilante" ( QPh, 44), una
QPh, 28 y 150- 1 5 1). Pero si la validez del razonamiento fue­
redistribución original de los rasgos que definen lo que
ra el primer criterio, es la filosofía en su totalidad la que se
significa pensar, y por eso mismo una nueva posición de
vería atrapada en la trampa de las contradicciones aparen­
problema. La posición de problema es injustificable me­
tes, vale decir, paradoj as insostenibles por no percibir su
diante argumentos: los argumentos son indispensables,
sentido ni su necesidad. En consecuencia, la filosofía es a
pero lógicamente interiores a la problemática. Más aún. si
gusto del consumidor, porque lo mismo da, irracional o
sirven para desplegar su coherencia, para trazar los cami­
fundadora de racionalidades heterogéneas. Irracional: la
nos en el concepto o de un concepto a otro, sería ilusorio
palabra no puede dar miedo, o justificar amalgamas lasti­
separarlos del acto de plantear el problema: ocurre que la
mosas, sino desde el punto de vista de una nostalgia del
consistencia que garantizan sólo negativamente proviene
racionalismo, vale decir, de un pensamiento que no habría
de las reglas de validez lógica que respetan, así como la
recorrido el círculo del fundamento y no se hubiese con­
posibilidad lógica sólo condiciona por defecto lo que su­
vencido de no sostener su necesidad sino desde afuera,
cede. Es evidente que si uno se contradice no habla: no
vale decir, de un encuentro con lo que obliga a pensar (PS.
hay mucho interés en responderle. En cambio, las condi­
25, 1 1 8 ; DR. 1 82). El criterio de un encuentro semejante es
que el pensamiento se vea obligado a pensar lo que sin
ciones de verdad de una proposición, la validez de un ra­
zonamiento, en otros términos su índole informativa, en
cmborgo no puede pensar todavía, al no tener un esquema
modo alguno garantizan que tengan sentido o interés, vale
yu listo pura reconocerlo, al no disponer de la forma que le
permitiría a priori plantearlo como un objeto. Al respecto,
decir, que se refieran a un problema. Lo cual implica que el
punto de vista de la lógica no preserva de la necedad, de
In íilosoffa resulta inseparable, no sólo de una creencia
la indiferencia caótica de las expresiones válidas que
propiamente inmanente, sino de una parte de comprensión
cotidianamente solicitan el espíritu con el nombre de "in­
110-conceptual, que también es el sesgo preciso por el cual
formaciones": la filosofía no puede contentarse con el cri­
la filosofía puede pretender dirigirse a todo el mundo (en
terio de consistencia de los lógicos (sobre la cuestión de
la necedad como negativo del pensamiento más esencial
vez de contentarse ·con una pretensión general y vaga,
que "todo el mundo" le devuelve cuando a cambio preten­
que el error, véanse NPh, 1 1 8 y sigs.; DR. 192 y sigs., 207,
de juzgarla según sus criterios). Y sin dudas, la filosofía
353; P, 177). Positivamente, pues, la consistencia se defini­
bien puede darse esa forma universal del objeto posible:
rá por la inseparabilidad de componentes conceptuales de
entonces se cubrirá con lo que se presenta como una vesti­
naturaleza estrictamente de acontecimiento, que remiten al
menta demasiado amplia, que borrará su singularidad en vez
acto de posición de problema cuyos considerandos des­
de enfrentarla. Por eso el pensamiento que piensa su propio
pliega, y que un punto de vista estrictamente formal es
acto al mismo tiempo piensa las condiciones de la "expe­
muy impotente de fundar, fuera de que ni siquiera preten­
riencia real''. por rara que sea; vale decir, las condiciones de
de hacerlo (QPh. 25, 133). En suma, no hay una verdadera
FRANCOIS ZounAorc1rv1u
90
EL VOCABULARIO DE Du.EUZE 91
diferencia entre conceptuaiizar y argum l a existencia ("lógica extrema y sin racionalidad") . S e ex­
entar: se trata de Ja
mis �a
1 op� ración que especifica y resuelve un problema. pone en dos tríadas un poco diferentes . Primera tríada: 1 .
En fliosof1a no hay lugar para una proble Tratar de alcanzar el territorio, para conjurar el caos; 2.
mática autónoma
de la argumentación. El lector puede Trazar y habitar el territorio que filtra el caos; 3_ Lanzarse
entonces comenzar a
comprnnder por � ué Deleuze puede decir
que "el concepto fuera del territorio o destcrritorializarse hacia un cosmos
no es d1scur s1vo (o que el filóso fo "no
. . encadena propo­ que se distingue del caos (MP, 368 y 382-383; P, 200-20 1 ) .
s1c1on es") aunque "la filosofía proceda por
frases" (QPh, Segunda tríada: 1 . Buscar un territorio; 2 . Partir o
27-29) . En defm1t1va , comprendemos
el sentido de la posi­ desterritorializarse; 3. Volver o reterritorializarsc (QPh, 66).
ción deleuz iana: irracionalismo, 110
ilogismo; 0 inclus o El desfasajc entre estas dos presentaciones radica en la
lógica de lo irracional. "Irraci onal"
remite por un lado al bipolaridad de la relación tierra-territorio, en las dos direc­
encuentro donde se engendra el acto ciones -trascendente e inmanente- en las cuales la tierra
de pensa r (por tal
motivo , es el correlato de "neces ario"), por otro lado al ejerce su función dcsterritorializantc. Porque la tierra vale
d � venir, a las líneas de fuga que todo proble a la vez como ese hogar íntimo hacia el cual se curva natu­
ma implica. en
s1 mismo Y en el o bjeto informe que se
capta a través de él. ralmente el territorio. pero que, tomado como tal, tiende a
rechazar a este último al infinito (así es lo Natal, siempre
"Ló? ica'' se refiere a la coherencia del
sistema de signos 0
�e srntomas -en este caso, de conceptos-
que la filosofía perdido: MP, 382, 401 , 4 1 7 y sigs . -piénsese aquí en el
inventa para responder a ese desafí
o. polo catatónico del cuerpo pleno que rechaza todo órga­
no, en El anti-Edipo); y como ese espacio liso que presu­
pone y envuelve todo límite, y que constituye la apertura
Ritornelo (diferencia y repetición) en derecho, la irreductible desestabilización del territorio
mismo más cerrado (QPh, 170- 1 7 1 por ejemplo -obsérvese
aquí cieno flotamiento del enunciado "tierra desterri­
* El ritornelo va hacia el agenciamien torializada". porque ora ella lo está en derecho, a rr1ancra
. to territorial. allí
s� instala o de ahí sale. En un sentid o genera de "caosmos", ora lo está bajo el efecto de su relación
l, se llama
ntorne lo a t odo conjun to de materi as con el cosmos, como en MP, 426). El ritornelo merece
de expresión que
traza un ternto . no, y que se desarrolla en moti vos territo
­ dos veces su nombre: primero como trazado que vuelve
riales, en paisajes territoriales (hay
ritornelos motrices sobre sí, se recupera, se repite; Juego como circularidad
gestuales, ópticos. etc.). En un sentid
o restringido, se ha'. de los tres dinamismos (buscarse un territorio == tratar
bla de ruornelo cuando el agenciamien
to es sonoro 0 ''do­ de alcanzarlo). Así, todo comienzo e s ya un retorno, pero
minado" por el sonido -pero ¿por qué
ese aparente privile­ éste siempre implica un desvío, u n a d i ferencia: la
gio?" (MP, 397) "El gran ritornelo se
alza a medida que uno reterritorialización, correlato de la destcrritorialización,
se aleja de la casa, aunque sea para volver
, porque ya na­ nunca es un retorno a lo mismo. No hay llegada, nunca hay
die nos reconocerá cuando volvam os."
(QPh, 1 8 1 ) más que un retorno, pero volver se piensa en una relación
* * E l ritornelo s e define por l a estrict revés-derecho, recto-verso con partir, y uno parte y vuel­
a coexistencia 0
contemporaneidad de tres dinamismos
implicados unos en ve al mismo tiempo. A partir de entonces hay dos maneras
otros. Forma un sistema completo del
deseo, una lógica de distintas de partir-volver, y de tornar infinito ese par: el
92
F'RANCOIS ZoURABICHVlLl EL VOCABULARIO DE DELEUZE 93

vagabundeo del exilio y el llamado de lo sin-fondo, o bien en función de una tierra a veces natal-inmutable (es en­
el desplazamiento nómada y el llamado del afuera (ya que tonces a priori innato, o todavía objeto de reminiscen­
lo Natal no es más que un afuera ambiguo: MP, 401 ). Son cia) a veces nueva-venidera (está construido e.n u� plano
dos formas de desvío a sí: desgarramiento del sí al que de inmanencia: cuando el filósofo traza su temtono en la
uno no deja de retornar como a un ajeno, porque está misma desterritorialización) (QPh, 44, 67, 85).
perdido (relación del Exiliado con lo Natal, incluido en el
2º tiempo de la primera tríada); arrancamiento de sí al que
no se vuelve sino como ajeno, irreconocible o vuelto im­ Rizoma
perceptible (relación de lo Nómada con el Cosmos, 3"
tiempo de la segunda tríada). Por tanto, no hay incompa­
tibilidad, ni siquiera evolución entre las dos tríadas: sola­ * "Sustraer lo único de la multiplicidad por constituir;
mente una diferencia de acento. El desafío es el sentido escribir a n 1. Un sistema semejante podría se:rollamado
existencial del retomo como problema (la palabra ritornelo rizoma." (MP, 1 3 ) "A diferencia de los árbolesotrodepusus
-

evoca, a la manera de un acrónimo, el Eterno Retorno'): raíces, el rizoma conecta un punto cualquiera connecesan�to�­
¿qué hace el trazado que. al volver sobre sí, diferencia un cualquiera, y cada uno de sus trazos no remite . reg1-
interior de un exterior (instauración del territorio)? ¿Se mentc a trazos de la misma naturaleza, pone en JUego
abisma en el torbellino loco alrededor del origen cuyo menes de signos muy diferentes y hasta estados nid_e ano­lo
simulacro segrega (Natal)? O bien ¿repite al hacerlo el signos. El rizoma no se deja reducir ni al Uno _
ns10-
afuera que envuelve y cabalga al tiempo que se distingue múltiple . . . No está hecho de unidades sino de d1me _
de él (el límite es al mismo tiempo un cedazo)? En esta nes, o más bien de direcciones móviles. No tiene comienzo
tensión lógica vemos en qué el trazado, la marca, el signo ni fin, sino siempre un medio, por el cual crece Y desborda.
de territorio se confunden con el ritornelo . Los dos senti­ Constituye multiplicidades" (MP, 3 1) .
dos del retorno componen el "pequeño" y el "gran" ** Este concepto, sin duda el más famoso_ _de los d�
ritornelo: territorial o cerrado sobre sí mismo, cósmico o Deleuze y Guattari, no siempre es bien comprencl1do. Por s1
llevado sobre una línea de fuga semiótica. Y es bajo la solo es un manifiesto: una nueva imagen del pensairuento
relación de los dos estados del ritornelo, pequeño y gran­ destinada a combatir el privilegio secular del árbol que
de, como la música (MP, 370, 43 1 : "desterritorializar el desfigura el acto de pensar y nos aleja de él (la introduc­
ritornelo"), luego el arte en general (QPh, 1 75- 1 76), se ción de Mil mesetas, titulada "Rizoma", fue pubhcada por
vuelven pensables. Por último, si el concepto también separado algunos años antes del libro; la noción aparece
forma parte, es en la medida en que pasa y vuelve a pasar por primera vez en el Kafka). Es flagrante que "mucha gen­
por todas las singularidades que lo componen (QPh, 25), te tiene un árbol plantado en la cabeza" (MP, 24): ya se
trate de buscarse raíces o ancestros, situar la clave de una
existencia en la infancia más lejana. o incluso consagrar el
pensamiento al culto del origen, el nacimiento, el ap_arecer
en general. Genealogistas tradicionales, ps1coanahstas Y
• Rilournelle en francés: retour étemel. [N. del T.] fenomenólogos no son los amigos del rizoma. Además, el
94 F'RANc;ms ZouRAs1c11v1u EL VOCABUUIUO DE DEJ..EUZE 95
modelo arborescente somete por lo menos idealmente el los autores, con el nombre de "sobriedad'', destinado a
pensamiento a una progresión de principio a consecuen­ discípulos apurados (MP, 1 3. 125, 342, 425). No juzgar de
cia, a veces conduciéndola de lo general a lo particular, antemano qué senda es buena para el pensamiento, remi­
otras tratando de fundarla, de afianzarla para siempre en tirse a la experimentación. erigir la benevolencia como prin­
un suelo de verdad (hasta a las aplicaciones mu/1imedia, cipio, considerar por último el método como una muralla
en nuestros días, les cuesta trabajo instaurar una navega­ insuficiente contra el prejuicio, porque cuando menos con­
ción transversal, y las más de las veces se limitan al vaivén serva su forma (verdades primeras): una nueva definición
entre un resumen y rótulos sin salida. En Delcuze, esta de Ja seriedad en filosofía. contra el burocratismo puritano
crítica no excluye en modo alguno el mantenimiento de la del espíritu académico y su "profesionalismo" frívolo. Esta
d i stinción del hecho y el derecho, s a l i da del nueva vigilancia filosófica, por otra parte, es uno de los
cuestionarniento crítico o trascendental. Aquí hay que re­ sentidos de Ja fórmula: "condiciones no más amplias que
doblar la atención: si el empirismo trascendental consiste Jo condicionado" (el otro sentido es que la condición se
en pensar "condiciones no más amplias que Jo condicio­ diferencia con Ja experiencia). Lo menos que puede decir­
nado", no es ya evidente asimilar el derecho a lo originario se es que aquí no es fácil sostenerse: desde ese punto de
y el hecho a lo derivado. Pero la cosa puede formularse de vista, el rizoma es el método del anti-método, y sus '"prin­
otra manera: el origen, a su vez afectado por la diferencia y cipios" constitutivos son otras tantas reglas de prudencia
lo múltiple, pierde su carácter de a priori englobante, mien­ respecto de todo vestigio o de toda reintroducción del
tras que lo múltiple se sustrae al dominio del Uno (11- I) y árbol y el Uno en el pensamiento (MP, 1 3-24).
se convierte en el objeto de una síntesis inmediata, llama­ * * * El pensamiento, pues, se remite a la experimenta­
da "multiplicidad"; en adelante designa lo que está prime­ ción. Esta decisión implica por lo menos tres corolarios: 1 )
ro en la experiencia "real" (que nunca es "en general" o pensar n o e s representar (no se busca una adecuación con
simplemente "posible"), por oposición a los conceptos de una supuesta realidad objetiva, sino un efecto real que
la representación. El rizoma dice a la vez: nada de punto de vuelve a lanzar la vida y el pensamiento, desplaza sus de­
origen o de principio primero que gobierna todo el pensa­ safíos, los lleva más lejos y a otra parte); 2) no hay un
miento; nada de avanzada significativa que por tanto se comienzo real sino en el medio. allí donde la palabra "géne­
haga por bifurcación, encuentro imprevisible, reevaluación sis" recupera p lenamente su valor etimológico de "deve­
del conjunto desde un ángulo inédito (lo que distingue al nir", sin relación con un origen; 3) si todo encuentro es
rizoma de una simple comunicación en red -aquí "comuni­ "posible" en el sentido en que no hay razón para descalifi­
car" no tiene el mismo sentido, véase "Univocidad del ser"); car a priori algunos caminos más que otros, no por ello
tampoco un principio de orden o de entrada privilegiada todo encuentro es seleccionado por la experiencia (algu­
en el recorrido de una multiplicidad (para estos dos últi­ nos montajes, algunos acoplamientos no producen ni cam­
mos puntos, véanse "Complicación" y la definición más bian nada). Profundicemos este último punto. No hay que
arriba: "No está hecho de unidades sino de dimensiones"). dejarse engañar con el juego aparentemente gratuito al que
El rizoma, pues, es un ami-método, que tiene el aspecto llama el método del rizoma, como si se tratara de practicar
de autorizarlo todo -y en efecto lo autoriza, porque ése es ciegamente cualquier collage para obtener arte o filosofía,
su rigor, cuyo carácter ascético subrayan de buena gana o como si toda diferencia fuera a priori fecunda, según
96 F'RANCOIS ZoURABlCHVIU EL VOCABULARIO DE DELEUZE 97

una doxa extendida. Por cierto, quien confía en pensar debe ** La ·elaboración del concepto de singularidad proce­
consentir en una parte de tanteo ciego y sin apoyo. en una de de una radicalización de la interrogación crítica o tras­
"aventura de lo involuntario" (PS, 1 1 6-1 19); y a pesar de l a cendental: el individuo no está primero en el orden del
apariencia o el discurso de nuestros maestros. ese tacto sentido. debe ser engendrado en el pensamiento (proble­
es la aptitud menos comparida, porque padecemos de de­ mática de Ja individuación); el sentido es el espacio de Ja
ma�iada conciencia y de demasiado dominio; no consenti­ distrib ución nómada, no existe un reparto originario de las
mos casi el rizoma. No por ello la vigilancia del pensamien­ significaci �nes (problemática de la producción del senti­
to es menos requerida, pero en el mismo corazón de la do). En efecto. aunque parezca a primera vista Ja última
experimentación: fuera de las reglas mencionadas más arri­ realidad tanto por el lenguaje como por la representación
ba, consiste en el discernimiento de lo estéril (agujeros en genera¡, el individuo supone Ja puesta en co11verge11-
negros, atolladeros) y de lo fecundo (líneas de fuga). Ahí cia de cierta cantidad de singularidades, que determinan
es donde pensar conquista su necesidad y su efectividad una condición de cierre bajo Ja cual se define una identi­
a la vez, en reconocer los signos que nos obligan a pensar dad: el hecho de que algunos predicados sean retenidos
porque envuelven Jo que todavía no pensamos. Y por eso implica que otros sean excluidos. En las condiciones de Ja
_
Deleuze y Guattari pueden decir que el rizoma es cosa de representación, las singularidades, pues. son de entrada
cartografía (MP, 19-2 1 ) , vale decir, de clínica o de evalua­ predicados. atribuibles a sujetos. Ahora bien, el sentido es
ción inmanente. Sin duda ocurre que el rizoma sea simula­ por sí mismo indiferente a la predicación C'verdear" es un
do. representado y no producido. y sirva de coartada a acontecimiento como tal, antes de convertirse en la pro­
ensambladuras sin efecto o a verborreas fastidiosas: por­ piedad posible de una cosa. -"ser verde") ; a partir de en­
que se cree que basta con que algunas cosas no tengan tonces comunica en línea recta con cualquier otro aconte­
relación entre sí para que haya interés en relacionarlas. cimiento; independientemente de Ja regla de convergencia
Pero el rizoma es tan benévolo como selectivo: tiene la que lo apropia a un sujeto eventual. Así. el plano en que se
crueldad de Jo real, y sólo crece allí donde ocurren efectos produce el sentido está poblado de singularidades "nóma­
determinados. das'', inatribuibles y no jerarquizadas a la vez, y que cons­
tituyen puros acontecimientos (LS, 65-67. 1 30, 1 36) . Estas
singularidades tienen entre sí relaciones de divergencia o
Singularidades preindividuales de disyunción, ciertamente no de convergencia porque ésta
ya implica el principio de exclusión que gobierna la indi vi­
dualidad: no comunican más que por su diferencia o su
* "No podemos aceptar Ja alternativa que compromete distancia, y el libre juego del sentido y de su producción
a Ja vez Ja psicología, Ja cosmología y Ja teología en su reside precisamente en el recorrido de esas múltiples dis­
conjunto: o bien singularidades ya tomadas en individuos tancias, o "síntesis disyuntiva" (LS, 201 -204). Los indivi­
y personas, o bien el abismo indiferenciado. Cuando se duos que somos, a l derivar .de ese campo nomádico de
abre el mundo de las singularidades anónimas y nómadas. individuación que no conoce más que acoplamientos y
impersonales, preindividuales, finalmente pisamos el cam­ disparidades, campo trascendental perfectamente imper­
po de lo trascendental." (LS, 125) sonal e inconsciente, no vuelven a tender lazos con ese
98 f'RANCOIS ZouRABICUVUJ EL VOCABULARIO DE DELEUZE 99
juego del sentido sin hacer la prueba
de la movili dad de que sólo es de derecho, solicita efectuarse: por eso no
sus fronteras (DR, 327, 33 1). En ese nivel,
cada cosa misma hay redistribución, golpe de dados creador a menos que
no es más que una singularidad que "se
abre al infinito de l a "recuperación de las singularidades unas en otras" se
l� s predicados por los cuales pasa.
al mismo tiempo que ejerza bajo la condición de un encuentro de "problemas"
pierde su centro, vale decir, su identid
ad como concepto y dis1intos (DR, 259) o de series heterogéneas (LS, 68). De
aquí procede una teoría del aprendizaje (DR, 35, 24 8), Y
como yo" (LS, 204, 344-345).
*** Las singularidades preind ividual es,
pues, siem­ de Jo que significa "tener una Idea" (DR, 236-258 -texto
pre son relativas a una multiplicidad.
Sin embargo, diríase extremadamente difícil pero cuya comprensión es decisi­
que Deleuz e vacila entre dos tratam ientos posibl es. A
veces las singularidades designan las
va; compárese con F, 90-97): realmente estamos sobre la
"dime nsione s" in­ senda de lo que explorará Mil mesetas con el nombre de
tensivas de una multiplicidad (LS. 345;
A(E, 369n28, 387), " m u l t i p l i c i d ad d e m u l t i p l i cidades" (teoría de los
Y por esa razón también puede n ser llamad
as "intens ida­ ''devenires").
des", "afectos", o incluso "ecceid ades";
su distrib ución
corre spond e enton ces al mapa
a fe c t i v o de un
agenciamiento (MP, 248; CC, 81 ), o incluso
a la modula­ Síntesis disyun tiva (o disyunción
ción continua de un material (MP, 457-45
8, 505-509). Otras inclusiva)
se distrib uyen en el nivel de cada
dimen sión, y s e
redistribuyen d e una dimensión a otra:
tales son Jos . .pun­
tos bri l l antes" o notabl es a cada .
grado del cono * "Toda la cuestión es saber en qué condiciones la
bergsoniano de la memoria (B, 58, 1
0 3 - 1 04), los "puntos disyunción es una verdadera síntesis, y no un proc�di­
sobre los dados'' de cada lanzamiento
de la distrib ución miento de análisis que se conren1a con excluir los predica­
los "puntos singula ­ dos de una cosa en virtud de la identidad de su concepto
nómad a (DR, 255-25 6; LS, 75- 76),
res" cuya dis1rib ución determina las
condic iones de re­ (uso negativo, limitativo o exclusivo de la disyunción). La
la teoría de las ecuaci ones diferenciales (DR. respuesta es dada en Ja medida en que la divergencia o el
solució n en
228-23 0; LS, 69-70) , etc. No obstante,
no es seguro que descentramiento determinados por la disyunción se vuel­
csros dos tratamientos no con verjan
. Obsér vese que ven objetos de afirmación como tales." (LS, 204) "La
Dclcuzc pasa fácilme nte de una singul
aridad a unas sin­ disyunción se ha vuelvo. inclusiva. todo se divide, pero en
gulari dades, como s i toda singul aridad
ya fuera varias sí mismo." (E, 59-60)
es que compo­ * * ! ) Comúnmente se entiende por d i s y u n c i ó n
(LS, 67, 345): ocurre que las singularidad
nen una multip licidad "penetran
unas en otras a través inclusiva un complejo 1 a l que, dadas d o s proposiciones,
de una infinidad de grados", ya
que cada dimensión es una u otra por lo menos e s el caso (por ejemplo, "está
como un punto de vista sobr todas
e_ las otras, que las lindo o hace frío"): "inclusiva" no tiene un sentido positi­
d1stnb uye a todas a su nivel. Esa
es la ley del "sentido vo y sólo significa que la disyunción envuelve una con­
como singul aridad preind ividua l,
intens idad que vuelve junción posible. No hay exclusión, pero se ve que las dos
sobrn sí misma a través de todas
las otras" (LS, 347 _ _
proposiciones no dejan de excluirse sino en e� punto �us­
lógica de la síntesis disyun tiva).
Esta "comp licació n", mo en que su disyunción se borra. En el sentido estncto,
-

100

EL VOCABULARIO DE DELEUZE
FRANco1s ZouRAe1cHV1u
101
por consiguiente,
toda disyunción es
ción (relatio11)" don exclusiva: no-rel a­ .- .
de cada término es padre-nmo, h ombre-mu�e�. 'q a uí los términos sólo tienen
la negación del
' ;�
Con DeJeuze, la otro . '
noción adqui ere un una relación (relation) er n ·al la relación (re/ation)
Ja no-relación se
convierte en una
senti do muy distint
o: está primero, ella es la que is . �
· b ye los términos entre
n .
relac ión , la disyun
en una relaci ón ción .
. (relatio11). ¿No era los cuales se es tablece . Por cons1gmen te' la prueba del
ésa" Ja orig inalidad
dial éctic a h egeli de la
ana? Paradójicamen sentido está en el doble recorn. do de la distancia que los
taba con Ja negac te,-empero, ésta
con­

donde el ps1coana; r1s1s ve una enfermedad


ión para afirm ar la relaciona: no se es hombre sm de venir-mujer, etc . ; y allí
disyu nción como
sólo podía hacerlo tal , y . ·
por Ja mediación ' • por el contrario
del todo , elev ando
negac ión a la contr la
adicc ión (B es todo es la aventura v1v1ente d el sentido o del deseo sobre el
' salud
65) ; en con secue lo que no es A: ,, .
ncia, no había sínte DR, "cuerpo sm ,
. organos • la ' supenor d e1 niño , del histé-
rico, del esquizofremco (A a:, vez ' los
sis disyu ntiva,
elevada al infini to,
sino en el horizonte
siquiera
de su reabs orción .
, ·
89 · . ) · Cada
y s1gs '
o "reconciliac ión", ;
distri buyen do en termmos en presencia
, son otros tantos
' p untos de vista o
no en su Jugar. definitiva cada térmi .
En reali dad, basta ­ _
casos de soluc1on respecto de 1 "�roblema" del que den-
los contrarios o
minos reJati vos los tér­
(vida-muerte; padre van (el estado, la generac1 ón. e1 exo) y que se describe
lógicamente como diferencia m ierna. o instancia de "lo
-niño ; h ombre-mu
no están destinados jer) _
a una rela ción
"siendo inclu siva, (re/ation) dialéctica ,,
la disyunción no : que difiere de si, ("La concepc1 ón de la diferencia en
términos, por eJ
esencial; y la ilustr
contrario es ilimi
se cierra
tativa " (A IE, 9 1
sobre sus
-página ..
.
B ergson" , ID, 43 y s1gs., . NPh, 58. ;
. B, l 06 LS, 302). ¿Se

los 11 sexos, 350 y


ación de esta fórm objetara, que los eJ emp los dados son equívocos porque
ula por la teoría '
de ahí los términos están de entrada en relación ·de presupo­
sigs.); ella hace pasar
otro según un orden
que no se resu elve
de implicaci ón
recí
cada térmi no en el
proca asimétrica
. .
ó
s1c1 n rec1pr
.
, o c a ?. Pongamos e n t o n c e s l a s s í n t e s i s
. .
ni en equiv alenc ;
disyuntivas del anorex1co. . ellas forman una serie abierta
1
ia ni en identidad
orden super ior de .
. Una meditación del ( habl ar-comer-defecar-resp1rar) q ue define un problema de
nietzscheano da s� pers pecti vism o ..
con sisten cia posit ,
la boca como organo, más allá de la funcion , f1p que e
dista ncia entre punt iva a la disyunción (
os de vista, indes : asigne el orgamsmo ACE� 7; 46 y particularmente la
comp onible y des­
igual a sí a Ja vez,
porque el traye cto
no es e1 mis mo en
disyunc1ón mclus1va b �c a- n , 38S). Más aún, es la natu­
dos sentidos (segú Jos
n un ej emplo raleza en su conjunto, a multiplicidad ramificada de las
nietzsche ano fam . .
punto de vista de oso, el . .
.
la salu d sobre la especies vivas las que testunoman un escalonamiento o
n de problemas y divisiones
enfermeda d difiere
punto de vista de del .
la enferm edad una libre comumcac1ó
sobre Ja salu d -LS,
204; AIE, 90-91 ) . 2) 202- . .
¿Por qué Deleuze resolventes que remiten en u'l tima mstancia al ser unívoco
. . . " 1a univocidad del ser no sigmf1ca
"todo se divi d e e n infiere de esto que
sími smo" (Ac:E como LA Diferencia . .
, 19, 9 I ; E, 62; CC, 1 39)? .
Aquí es donde el
nombre de disyu
nción inclusiva que h aya un solo y mismo ser .. por el contrario' los entes
.
un senti do posit adquiere

�fs�
.
ivo. Por ej emp lo son múlti les y diferentes s1e e producidos por una
· ª s� �e�
los pares vida-m ,
uerte,
síntesis d1syunt1
_
�� untos y divergentes,
y DR, 57). Por tanto, cada
En este párrafo.
membra dis1u11cta (LS, l

rcla1io11. el resto de

aclaramos cuand
.
ser imphca en derecbo a todos los seres, cada concepto se
a rappor/. [N
o el autor se
refiere a la palabr _
las veces remite a abre a todos los predicados,. por último el mundo, inesta­
.del T.J ,
ble o caótico, es "comphcac1 ón . (LS, 204 y 342-350). 3)
1 02
F'RAN(:'o1s Zoun
.11n1cHvru
EL VOCABUURIO DE DELEUZE !03
Desde el punto
de vista práctic . .
-
s1s disy untiv a
suspensi ón, neut es
o, 1 ª. Sintc
raJiz ació n, agot
amien * * * La síntesis disyuntiva (o disyunción) es el opera­
pre deriv ado al ' to del repa rto siem -
dor principal de la filosofía de Deleuze, el concepto firma­

que n os someten
la natu ra 1eza y la socie
ando " la reali - do entre todos los conceptos . Poco importa que sea un
d ª...d "estra tific
dad n o co .
u�1voco o del �npar t1da del ser
cuerpo sin órrr.n
nos .· " ientr monstruo ante la mirada de aquellos a quienes se llama los
? J
en • pretende
marcar elecc i o� '
es decis
.� as q ue el ' o
lógicos: Deleuze, que definía de buena gana su propio tra­
imp ermu tables ivas entre térm inos
(altern ·" tiva· ) , e1 sea' bajo como la elaboración de una "'lógica", reprochaba a la
design
1
. a e siste
permutaciones , ma de
. posi bles entre . disciplina institucionalizada con ese nombre el reducir
.
d1fer enc· ias
m1ten a lo mis que siem . pre re-
mo despla
' á n d ose, desli . abusivamente el campo del pensamiento limitándolo al ejem­
zand o" (A <E, 1 8
-
véase tamb ién _
E, 59-62). se Jueg o efe plo pueril del reconocimiento, y justificar así el sentido
tam entc tiene perm utaci ones
cicr-

. . d e de fensa común satisfecho y obtuso en cuya opinión es pura nada
.
un va1 or
re s ccto de la . .
identitana, pero preci � f11aci ón
same nte con e1 Objeto de p todo aquello que de la experiencia desquicia los dos prin­
·
dev enir o el pro reser var el
ceso desean te·, el cipios de contradicción y del tercero excluido, y vana toda
mis
rresponde aquí
"se . . mo a 1 que todo co-
dice d e � que d1f1e empresa de discernir allí cualquier cosa (QPh, cap. 6). El
re en
·
sí ",
1
mos: de lo que se entenda-
, . . . divi de en s1- mism o y pensador es primero clínico, descifrador sensible y paciente
sus d iv1s1ones � de
(pri ncip io de la .
no. ex1st fuera
di � yunc ión de los regímenes de signos que produce la existencia. y
el proceso con incl usiva). Pero
siste en según los cuales se produce . Su trabajo es construir los
.
·
. un rccornd
1 e1os o d e inten sida.
de equ ivalerse des que,
objetos lógicos capaces de dar cuenta de esa producción
·
' dan 1 ugar a una �' ev a J
te. La síntesis . anen -
y de llevar así la cuestión crítica a su más alto punto de
disyuntiva ues � ac1·ó n rnm
·.� , e n ultu na insta
fund
. e con esa e ncia se con-
v'a l uac1 0n. y paradoj a: allí donde se encaran condiciones que no son
con e· l
nietzsch eano inter . E tern o Retor
no
pretado com o "más amplias que lo condicionado" (este programa con­
de que n o sean compren-
•· duce en línea recta al concepto de disyunción). En conse­
selec tivo s J· uno
retenidos Jos
mod os d e
:
exis tenci a que
ven "de una vez
por toda vueJ­
, Jiay q ue cuencia, Deleuze protesta con vehemencia contra la con­
entender con el
y or cuidado la
radi cal ida ma­
' d e l m odo fusión del irra c i o n a l i s m o y el i l og i s m o , deseando
; que se opone a
que supera la
prue ba ello y
- q ardientemente "una nueva lógica, plenamente una lógica,
mues tra cap az de
vol ver
r�; ��;;
' . No
se pero que no nos vuelva a conducir a la razón'', una "lógica
"por todas las
. trat a
veces "
bia ' una exis -
de moc l o , irracional", "una lógica extrema y sin racionalidad" (FB·
tenc ia que cam de
stno de u a ex1s
modo es suspe
nder . � · ten 1.
todo modo: p ri � .a cuyo LS, 55; CC, 105- !06). El irracionalismo deleuziano no debe
nc1p 10 de una
mad. a cuya fórm et1c a nó-
. ula es "deve .
mr-to do -el -1n un , . ser una etiqueta vaga, propicia a todos los malentendidos
nir-1mperceptib d o , " deve-
le" (MP, 342_ 343 . y malignidades . Por lo menos comprende dos aspectos
) N _
·�
ex1stenc ia como . o debe cons iderarse e sta
cncerrnd ao . s1qu fuertes, que componen de la misma manera el programa de
senti do usual • 1era con templativ a en el
.
existenc1,1 que
en sum . "empirismo trascendental": refutación del fundamento (la
a cons iste en igua
se al mund o para lar-
a reali dad necesidad de los conceptos debe buscarse por el lado de
·
·
. . de sus inte nsid
vivi rla en 1
por el contrario . ades :
' implica
1a mayo r ac tiv1d lo involuntario de un encuentro), lógica de la síntesis
una incesante ' ad ". maq · -
mmstica' ',
cons truccI·ón d "
e agen ciam . disyuntiva o disyunción, o incluso de la complicación (los
regla de lo invol 1entos" bajo l a
untario. principios de contradicción y de tercero excluido no ejer­
cen su jurisdicción sino en un ámbito derivado) .
EL VOCABULARIO DE DELEUZE
104 F'RANS:OIS ZOURABICHVlLI
105

Univocidad del ser de inmanen­


sustanc ia única promoviendo un puro plano
91, 310 Y
cia o cuerpo sin órganos : ACE, 369n28; MP, 1 90-1
, frecuente
sigs.; SPP, cap. VI). La palabra "difcrenciante"
o el inconve­
* En efecto, lo esencial de la univocidad no es que el bajo la pluma de Deleuze, tiene sin embarg
a, alojada en
Ser se diga en un solo y mismo sentido. Sino que se diga, niente de dejar suponer una instancia separad
sus distribu­
en un solo y mismo sentido, de todas sus diferencias el corazón del mundo como el amo interior de
otra cosa que
individuantes o modalidades intrínsecas." (DR, 53) "La ciones; está claro, empero, que no designa
múltiple Y
univocidad del ser no significa que haya un solo y mismo el borde a borde de las diferencias o la red
a al plano
ser: por el contrario, los entes son múltiples y diferentes, mutante de sus "distancias" (la cosa, reducid
iva, no
siempre producidos por una síntesis disyuntiva, a su vez originario o "trascendental" de la síntesis disyunt
vista que en­
disjuntos y divergentes, membra disjuncta. La univocidad existe sino como singularidad o punto de
2) El coro­
del ser significa que el ser es Voz, que se dice, y se dice vuelve una infinidad _de otros puntos de vista).
es la exposi­
en un solo y mismo 'sentido' de todo cuanto se dice." lario de esta síntesis inmediata de lo múltiple
común de
(LS, 210) ción de todas las cosas en un mismo plano
de una iden­
** La relevancia de la tesis medieval de Ja univocidad igualdad: "común" no tiene ya aquí el.sentido
transversa� Y
del ser es por cierto el aporte más profundo de Deleuze a l a tidad genérica, sino de una comunicación
historia d e la filosofía (SPE, cap. VI y XI; DR, 52-6 1 ; LS, sin jerarquía entre seres que solamente difieren.
La medida
es ya lá me­
serie 25'). Esta tesis, cuya historia comprende tres etapas, (o la jerarquía) también cambia de sentido: no
sino la
Duns Scoto, Spinoza, Nietzsche, subvierte toda la ontolo­ dida externa de los seres respecto de un patrón.
sus propios
gía, Heidegger inclusive; desplegada en sus consecuen­ medida interior a cada uno en su relación con
igual de lo más
cias, cuestiona hasta la pertinencia del nombre de ser. L o límites ("lo más pequeño se convierte en lo
puede", DR,
esencial es que lleva en ella l a afirmación de la inmanen­ grande en cuanto no está separado de lo que
concepto de
cia. l) La univocidad es la síntesis inmediata de lo múlti­ 5 5 ; -de aquí se desprenden ulteriormente un
racismo, MP,
ple: sólo se habla del uno como parte del múltiplo, mien­ "minoridad", MP, 356 y sigs.; una teoría del
tras que este último se subordina al uno como al género 2 1 8 ; y una concepción de la infancia, por ejemplo
CC, 167,
l Y de la po­
superior y común capaz de englobarlo . Lo cual implica que "el bebé es combate"). Esta ética del ser-igua
Nietzsche Y
el uno no es más que el diferenciante de las diferencias, tencia s e deduce de Spinoza pero más aún de
definitiva, "el
diferencia interna o síntesis disyuntiva (Deleuze observa de su Eterno Retorno (DR. 60 y 376-fin). En
y anarquía
que la sustancia única de Spinoza conserva todavía algu­ Ser unívoco es a la vez distribución nómada
ar la no­
na independencia respecto de sus modos, pero "sería ne­ coronada" (DR, 55). ¿Qué sentido tiene conserv
cesario que la sustancia se diga ella misma unos modos, y ción de unidad, así fuera en el modo no-englobante
de una
, síntesis
solamente unos modos", DR, 59, inversión que sólo resul­ multipl icidad (inmanencia del· uno a lo múltiple
mo que
ta efectuada por Nietzsche, en el concepto de Eterno Re­ inmediata de lo múltiple)? Ocurre que un pluralis
ría a la frag­
torno; pero volviendo a Spinoza para una segunda lectura, no fuera al mismo tiempo un monismo conduci
y trascen­
él muestra cómo la teoría de los cuerpos remite mentación de términos dispersos, indiferentes
la ruptura,
tendencialmente a una comprensión muy distinta de la dentes unos a otros: la diferencia, lo nuevo,
!06
F'nANCOL<ii ZoURABICHVlLJ
EL VOCABUl...AlUO DE DEL.EUZE 107
dependería n de un surg imient o bruto y .
milagr oso (crca­
pero · de dó de _ que simuladas" (DR,
vendna
l ) , "el simulacro hace caer bajo Ja
2
ción ex nihilo -
ese nihil? y "· cuá l sena
la potencia de
potencia de lo falso (fantasma) lo Mismo y l o Semejante"
. . . Al resp ecto , el
� esa ven ida" ?)
uno de l a univ ocid (LS, 303). En Deleuze lo único que hay de real es el juego
. ad condic1on
· .
a 1 a afirm ación
tlp l e en su irred móvil de la síntesis disyuntiva como unidad inmediata de
,
uctibilidad (QPh
de 1 o mul­
1 85) . Que todo proven-
'
ga del mund o hasta
'
.' lo múltiple, o el Eterno Retorno interpretado como "el ser
� lo nuevo
, sm que éste sea .
na mane ra toma do de nmgu - del devenir" (DR, 59); no el uno retirado, porgue sólo es
. en e I pasa do ésa . •
es 1 1e c1on de
Inmanencia que se
deslin una LA di ferencia, que diverge inmediatamente de sí. Íba­
da de Ja ;

olidari da de os
ceptos de univocidad . con­ mos a decir que no hay polo del uno retirado en D c leuze;
, de sIn
' t es1s

. y de virtual
hay uno, pero es la muerte, el cuerpo sin órganos puro y
. · d1sy un11va
bien comprendi do.
* * * La afirm ación
de la univocidad desnudo, querido como tal. Ese polo sin duda está impli­
' del ser, c uya
mula constante . fór­ cado en la vitalidad y el deseo, pero precisamente como
es "o t l o, 1ment - e uno,
formalmente
diverso" (SPE . 56; DR� ' último rechazo de dejar que lo múltiple se organice o se
;3 ���
, LS, 75), desem boca
en la
-
ecua ción "plura ' li's mo - mom. smo unifique. Que la relación con la muerte sea la condición
" (MP, 3 1 )
nada per mite . · Por tanto,
inferir un a p mac , del . de lo real no significa que la muerte sea Jo real y qu e los
ten ida por Ala 7 n rn uno Esta tesis, sos -
devenires no sean más que su simulacro (esta ilusión es
in Bas:l iou s a o s ufici ente, al
cer, el enunciad o J pare­ muchas veces subrayada en Mil mesetas como e l riesgo
seg ún u
�t; :��� se1_ es lo q1 1e se _
sus diferencias . y n o la invers . dice de inherente al deseo). Es significativo que, solo entre Jos
a, la unid ad .
múltiP Je Y solo , . ·•es la de lo
conceptos deleuzianos, el simulacro haya sido completa­
se dice de ¡0 múltip
el hecho de que el . mas, mente abandonado luego de Lógica del sentido (apenas
le" (NPI'· 97) . Ade •
� � � ero aphcado al ente se encuentran huellas en l o "Natal"': véase "Ritornelo") .
conc epto d s 1. u1
en general sea la
cons ccue nc r n in evita ble de la tesis de
u . Se pueden manifestar dos razones: se prestaba a dema­
d e ning �
una · -
univocidad' a nuestro · · .
manera confu
J
.
ICJO ,
ma una prim acía
del uno E ta siados equívocos, pero sobre todo participaba todavía
"
.
1 cac1on del simu
ente significa sola lacro al de una exposición negativa de la "anarquía coronada",
_
: ���
ment. q e e ex1co del ser dejó de ser
perti nente en el univ
erso de l a smte _ totalmente vuelta hacia la demostración crítica del carác­
s1s d1syuntiv a
que cons erva de hori z f . . . ter producido o derivado de la identidad. El sitio vacante
onte ijo
, por l o
e i denti. tano.
do Deleuze anun _ Porgue cuan ­ es investido por el concepto de devenires.
cia la inversiói" del
plato msmo y lo uni­
versa l del asce nso de los simu c
q_ c e sim ulado
no es otra cosa que t
la iden tida ; e
; :� �� ; � m1 ac1 n estan ca
de las forma s y las
� Vida (o vitalidad) no-orgánica
.
en modo alguno el
Juego de las disy
individuaii d de s. ,
unciones incl us1 vas o los devenires que
producen su efec ·
to . "Todas 1as
ident idades no son
más * "Hay un lazo profundo entre los signos, el aconteci­
miento , la vida, el vitalismo. Es la potencia de una vida no­
orgánica , aquella que puede haber en una línea de dibujo,
de escritura o de música. Los que mueren son los organis­
7· Véase ··Multiplicida
des'·, nota.
mos, no la vida. No hay obra que llo indique una salida a l a
FRA Nco1s Zou
Et. VOCABULARIO DE DEu:uZE
RAnrcnv
109

1 1 6; /T, 179-192). Por tanto, no hay vida en general, la vida


no. es un absoluto indiferenciado sino una multiplicidad
de planos heterogéneos de existencia, inventariables se­
gún el tipo de evaluación que los gobierna o ani.ma (distri­
bución de valores positivos y negativos); y más que dis­
tingui�los a unos de otros, esa multiplicidad atraviesa a
.
los individuos (o incluso: los individuos no se distinguen
sino en función del tipo de vida dominante en cada uno de
ellos) . En segundo lugar, Deleuze busca en este concepto
una problemática que permita superar la alternativa de la
moral fundada sobre valores trascendentes y del amoralis­
mo nihilista o relativista, que toma el pretexto de l a
facticidad d e estos últimos para inferir que "todo d a lo
mismo". Más precisamente, debemos distinguir dos for­
mas de relativismo, de las cuales solamente una es nihilis­
ta: "no es la variación de la verdad según el sujeto, sino la
condición baj o la cual aparece al sujeto la verdad de una
variación" (Le pli, 27). Una cosa es afirmar que la verdad
depende del punto de vista de cada uno, y otra decir que la
verdad es realmente relativa a un punto de vista pero que
no por ello todos los puntos de vista son equivalentes . .
Pero ¿cómo un punto de vista se arrogaría la superioridad,
en ausencia de todo criterio objetivo que permita medir las
pretensiones del afuera? Asumiendo precisamente esa con­
dición, y por consiguiente planteando el problema de una
evaluación i11ma11ente de los puntos de vista o de las eva­
luaciones que condicionan cada modo de existencia (SPE,
247-249; /T, 1 84-185; QPh, 72; CC, cap. XV). Es superior el
modo de existencia que consiste en la prueba mutua de los
modos de existencia, o que se ocupa de hacerlos resonar
unos en otros. Es cierta la distancia o el conjunto de las
distancias experimentadas, y la selección inmanente que
allí se opera. Lo cual implica que la verdad es creación, no
en el sentido en que Dios habría podido hacerla diferente
(Descartes), sino en el sentido en que es relativa a la pers­
pectiva que un pensador o un artista supo tomar sobre l a
110
1 11
F'RANCOJS ZOURAUICHVlLI
EL VOCABULARIO DE DELEUZE
varie dad de los mod os de existencia y Jos siste
lores disponibles (IT, mas de va­
1 9 ! ) . Pero la pregunta rebo
ta: ¿en
ca (o incluso 110 personal -véase LS, 1 77; D, 6 1 ; etc . ), por
qué el punto de visla el otro porque como lo propio de la vitalidad no mgámca
que ordena los punt os
de vista sería _
superior a los o ros?
� ¿En qué incluso pode es la creatividad y en consecuencia su imprev1s1b1 hdad
mos afirmar que
los puntos de vista se (ciertamente no un tesoro natural u originario que bastaría
orde nan en J a expe rienc ia? ¿Porque
el modo de existencia con exteriorizar), en vano se buscaría su forma est n ar ��
crea dor es el únic o abierto, el único
en problematizarse él
mism (aunque nada impida plantear a la vitalidad no-orgamca
o y en vivir la exis tenc ia como
problema? Esta resp
uesta correría el riesg remedando de manera penosa. triste, la imagen que inevi­
o de reintroducir
l a fi nalidad Y com prom tablemente Deleuze da de ella, que sin embargo es "sin
eter Ia cond ición de inmanencia.
Preguntemos ento nces imagen"; así como es posible venerar el rizoma si
por qué en defin itiva más vale
� la som­
sar q 1e o pensar La
� � pen­ bra de una inspiración rizomáhca) . Vida no-orgam ca. la
. respuesta deleuziana
es que pensar .
es mas mten so. Hay que
expresión, que viene de Worringer (MP, 619-624; FB-LS, 34
sopesar con prudenci
cwn _ que a Ja obje­
se nos ocurre: por ciert
o, es en la experienc
y 82; JM, 75-82), est á sobredeterminada por el concepto de
donde aprendemos la ia "cuerpo sin órganos" proveniente de Artaud (FB-LS, 33-
superioridad intensiva
de Jos afec­
tos -entendamos: del encu
entro de lo heterogé
34; ce, 1 64) y por el pensamiento de Bergson (JT, 109).
afuera por el cual toda neo 0 el Demorémonos aquí en lo que tiene que ver con Bergson:
la afectividad resu lta
red1stnb _ perturbada y
"la vida como movimiento se aliena en la forma matenal
u1da- sobre Jas afec
ciones ordinarias, pero ·
sería todavía, bajo la no que suscita" (B, !08), la vida es creación p ero lo viviente
apariencia de un enun
ciado últi o _
un criterio exterior de � es cierre y reproducción, de manera que el impulso vital ­
juic io, la reintroducció
n disfrazad .
de un valor trascende
nte -la inten
� como la duración- se disocia a cada instante en dos mov1-
sidad - que de tal modo
rubrica el fracaso del m.ientos, uno de actualización-diferenciación en una espe­
programa de eval uaci
ón inmanente?
En últim a insta ncia , la cie o una forma orgánica, el otro por el cual se recupera
inten sida d es un criterio inma
porque l a auto nente como totalidad virtual siempre abierta a cada una de sus
afirm ació n de nues tras facultades coin
con Ja afirm cide diferenciaciones; así, "no es el todo lo que se cierra a la
ació n de lo nuev o, de la salida, del afec
ese modo determina to, y de manera de un organismo, es el organismo el que se abre
la intensidad -cualesqu
iera que sean
Jos terrores que l a acompañen- com sobre un todo, y a la manera de ese todo virtual" (B, 1 10).
o dicha.
* * * A partir de ento Por consiguiente, es rehusando circunscribir la vida en los
nces, Deleuze pued
e llam ar más
especialmente vida
o vital idad no Ja mult límites de Jo viviente formado, y así definir la vida por l a
iplic idad de las
form as d vida sino
aquella organización, como l a tendencia evolutiva o creadora que
entr
� e esas form as en que Ja
vida -el ejemplo mism atraviesa Jo viviente puede ser pensada, más allá de la
o de nues tras facu ltade s- quie re ser
eJla mism a: forma para alternati va insatisfactoria del mecanismo y el finalismo . Este
dójica , a deci r verd ad más cerca de
1� informe. Una vez rechazo, por supuesto, conduce o a darse la vida bajo la
más reco noce mos una inspiración
metzsc heana, y debe
mos reafirmar, aunq forma de un principio distinto de la materia, o a conceb!f la
ue de otra mane­
� en Dele materia misma como vida, no -como se habrá comprendi­
uze de un concepto de vida
r , 1� ausencia
vitalidad en gene o de do- alojándole almas directrices -lo que sólo testimonia­
ral: por un lado porque la vida tal com
la concibe siempre e o él ría Ja incapacidad de salir de la imagen de la vida como
inseparablemente es
vida no orgáni- _ _
organización o como subjetividad const1tu1da-, smo lla-
112
F'RANCOIS ZOURA BICHV
JLJ --1.Ll
mando vida a l a activ
�E�L�v�ocs·�·�ULA�W�O��DE�D�ELE��UZE����-
idad creadora anón
que, en un momento ima de la materia .. .
determinado de su por cons1gmente de un uso literal, sea cual fuere el campo
organización: esta evolución, se hace
º

segunda vía dese encar�do, y de un uso transversal" que combina en una


de una vitali dad fund mboca en Ja concepci ón .
amental mente inorg literahdad igual una multiplicidad de ámbitos cualesqmera,
una fantasía term ánica . No hay aquí
ino lógic a. ni mucho por heterogéneos que sean De tal modo nos acercamos: a
uno se sustraiga al menos -salvo que .
razo nami ento lógic . la concepc1.ón deleuzo-guattanan . a de ia naturaleza, que
por las prevencio o y se deje inquieta
nes de. la doxa- una r no reconoce ya el �orte de lo natural y lo artificial;·a 1 con-
ca; esta redefinici fantasmagoría místi­
ón de la vida tiene cepto de plano de mmanencia, . . po r último, como es natu­
a decirl o, pens ar por desafío, volva
en qué lo vivien te mos ral, a Ja experiencia del cuerpo pensadó bajo la condición
sobre su prop ia orga form ado está en exce
nización, en qué la e so de-la relación con un cuerpo sin 6rgan os . .
viesa y desb orda voluc ión lo atra­
(su IÓgi ca no puede
competir con la del sino imp ugnar y
darwinismo -se comp
en su estudio del rende que Deleuze,
devenir, haya m�dit Virtual
los casos de mutu ado parti cularmente
alismo o de ca-e
jorro. avispa y orquí volución, tréb ol y
dea, para los c_uales abe­
evol ución ño sum la teoría de la
inistra Una expli caci * "Lo virtual no se opone a lo real ' sino solamente a lo
ón satis factoria: véa-
actual. Lo virtua 1 posee una p lena rea/z"dad• en c.uanto
se MP, 1 7 ) . Por .
últi mo, si l.a vida
de la organizaci ón, debe concebirse más
como pura creación acá virtual... L o vtr . t�al hasta de be ser definido como una par-
hay que sospecha de Ja naturaleza, no
r la menor metá te estricta del objeto rea1 -como si el objeto tuviera una d e
más al!á -vida psíq fora en su· invocaci
uica y creación de ón sus partes en lo virtual, y allí se hundiera como en una
to, todo proce so pensamiento. En efec- . .
tien e q ue ver con dimensión objetlva. " (DR, 269)
.
la vida no-org ánic
·
la medi da en que a, en ** ¿Por qué el pensamiento d Deleuze invoca lo vir-
no vuel ve a con
tui da sino que se ducir a una forma
escap a de el!a, y no consti­ tual? Lo virtual es la rnsistenc1a d: Jo ue no es dado. Sólo
bosq ueja una nueva
sino para marchar
lo que aquí se l!ama
ya a otra parte ,
hacia otros bosq
uejos:
lo actual es dado, 1·nclusive ;
_ en l a form de lo posible. o sea,
.
"vida" no depende de la alternativa como ley de división de lo real que asigna
los elementos (form de la nat urale za .
ación material, psíqu de de entrada mi experiencia a cierto ampo de posibles. Pero
ica, artística, etc.), .
c fii ca que lo sea de otro
sino de la relac ión que lo virtua 1 no se a dado no sigm
de destcrritori aliza
ción mutua que los .
arrastra hacia umbr
ales inéditos (la orga modo o por otro.. ése sena , e1 o tro sentido de lo posible
plo, es un umbra l nización, por ejem-
franq ueado por la como mundo expresado por e 1 tro vale decir, como punto
para simplificar al materia -dicho sea . .
extremo; y en la relac de vista -percept'iv 0' intelectua º1 . v'ita''I- diferente del mío;
orq uídea, consi dére ión de la avispa y la
se Ja vida no-o o incluso 1o posi.ble bajo Ja forma trascendente de lo nece-
.
devenir" que lle va rgáni ca del "bloq
sus dos formas de ue de sario o de un punto de vista . ·bicuo totalizante, que uno se
entrelaza una a la vida orga niza da, las
otra hasta franq uear representa ocupado por un �10 que contempla el infinito
tencia donde ellas un umb ral de exis�
se presuponen mutu actual de las verdades eternas, a;a manera del racionalismo
orgánica es un ejemp amente). La vida
lo típico de con no­ clásico, o como fa¡ta erpetua y au sencia· a la manera
cepto deleuziano, .
pv1rtu 1 ues significa primero que
irred uctible a Ja asign estructuralista. Que h�ya
ación de un ámbi to
propio, susceptible

no todo está dado, m se pue�e• ar. 'Luego, esto significa
115
DELEUZE
114 EL VOCABUUIUO DE
ro,
FRANCOlS ZoURAmc11v1u
, . bio lo dado pu
mismo no es . dado en cam
que todo cuanto sucede sólo puede provenir del mundo - lo virtual por s1 _ real , está en
_ la �xperiencia
inmanenc1� de . proce-
cláusula de inmanencia, y de creencia correspondiente en el plano de
·

y por eso el
(creer en este mundo "como en lo imposible", vale decir, contacto con e � . le del mov1 -
nte inseparab
'1 1 1m · plica inumamente·
ación e s lóg1cam� dado
en sus potencialidades creadoras o en la creación de po­ so de actualiz . restituye a lo
sibles: IT, 22 1 ; QPh, 72). El recurso a esta categoría, por lo mien to inve rso de �
cnsta/ izaci Jll que
. de virtu ahda d.
t'ble . del mun-
tanto . no se explica por no se sabe qué tentación espiritua­ su parte me duc
d de qué el todo
1
ntamos en VlftU
lista de otro mundo o de un Cielo disfrazado: el contrasen­ Si ahora pregu la refu­
s uesta está en
puede darse , l a r le: la
tido elemental sobre lo virtual, en efecto, consiste en ver do no es dado ni . ' de lo posib
,n
Paria
aleza seud o-ono por
en ello una actualidad de otro tipo, por tanto en confundir­ '' está marc ada
:
una v1' da
tació n de 1 a nat ur
do, c orno la de .
lo con aquello de lo que por definición se desmarca -la historia del mu n pluralizan el
. . acont ec1m . 1entos- que
0
trascendencia. Se explica por el esfuerzo por dotar a l a redistnbu c10n� s en cam� os
lo multiplic an
- o más bien
les, nes c1er­
filosofía de un conjunto d e herramientas lógico capaz de camp o de posib
Esas redi stribucio
unos con otros . la con­
dar consistencia a la idea de inmanencia. incomponibles
eden alinears e en
ables, pero no pu
* * * Por eso no hay que encarar lo virtual solamente a tame nte son fech v o al tiem-
anente. coextensi
presente perm '•
tinuidad de un l a fech a, véase
0
partir del proceso de actualización: el lector se vería tenta­
(sobre el senil . . do nu evo de
po del mundo nte
do a interpretarlo como un estado primitivo de lo real de sivas: únic ame
o llamarlas suce
donde deriva lo dado. estados de
Y aun cuando el modo de exposi­ tempo raies (o .
ac1· ones espacio-
5 1 -52) . No tiene senud
lo son las e fectu . de
ción del cap . V de Diferencia y repetición favorezca esa n abst racto a partir
las cons 1 de�� e
impresión, sin embargo contradictoria con su tesis más cosa s) cuan do se . de la expe ­
re sp ec�o de l;s
suplement,"na bles
explícita (contrariamente a Mil mesetas, que retomará el una "dimensi ón 'mpo de posi
·
ectr, separando. l as d
rien cia, vale d o su parte
e1 ca
tema embriológico con relación a la cuestión de la expe­ u l n , 01nitiend
el que se vinc
riencia real, y afirmará con más claridad la contemporanei­ deter minado con ªct ualid ades.
' Su índole
dad del huevo con todas las edades de la vida -véase 202- virtual para tratar ación de
acar
las como pura s a
p0 de pos1ºbl es
• ' rea la afirm
203 y aquí mismo, infra), el caso es que lo virtual es
.
. inpo mu!ti dime
'lt'ple de un t'ie
deriv ada de1 cam ns10 na1
dmu tiempo,
introducido a partir del cap. la perspectiva explícita una temp orahda rono lógica del
una rea
II. en
de un pensamiento de la experiencia, vale decir, de lo dado -la revel ación de tal de tiem-
i 1idad no-c
la' cron olog ia , ( véase "Cris
más pro funda que pero
(DR, 128- 140). Si no hay una experiencia de lo virtual como . . 'dad ' en el tiempo;
· poner la extenon lo
tal, porque no es dado y no tiene una existencia psicológi­ po"). Esto imp ¡ica supr a-hi storicidad de
ca, en cambio una filosofía crítica que se niegue a "calcar" el afuera del tiem anentista
po no es ya 1 a
. . entemente inm .
en la forma apar
la forma de lo trascendental sobre la de lo empírico, y de etern o, s1qu1era e la continut-
menos mantien
tica. que por l o
ese modo a asignar a lo dado la forma de un ya dado como de la hermenéu or consi gui ente, de un
estructura universal de la experiencia posible, hará justicia dad de una c onc� separándo-
rior al tiempo.
· encia huma na y, P
ha,vuelt o inte
a lo dado constituyendo lo real con una parte actual y una tiempo comu, n, se . tanto , el todo no puede ser
parte virtual Es en este sentido como no hay real -es decir, lo de sí de mane . mensiones
s1s de las di
ra mulu p1e Por
. ,
. smte
. d·iante una . fun-
encuentro y no solamente objeto de antemano reconocido pensado sino me surge el sentido
ucmpo. de donde
como posible- sino en vías de actualización; y también, si heter ogén eas del
116
FRANCOIS ZouRAe1c1w1
u
dam entalmente
temporal de lo
. ual. Es esta
virt
que nos hace ver síntesis la

go en todo d
el "cris tal"·
es ell a, en ot
que está en jue • ros términos, l a
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sentación de Saclzer-Masoch, Madrid, Taurus Edi­
ciones, 1974.]
Otros conceptos evoc
ados

Afuera.ex terio
rida d: 1 3, 1 5, 1 8
, 23, 24, 43, 44, 56,
8 5 , 88, 92, 1 0 9 , 62, 66, 7 5 ,
1 1 0, l 15
Blo que de infan
cia: 9, 34
Clínic a: 3 1 , 3 8 , 44,
Código y axio
52, 59, 70, 73,
77, 82, 96, 103
mátic o: 1 6, 29, 4 1 ,
Concepto : 5-7, 42, 46, 72
. 1 3 , 75, 8 3 , 86,
88, 89, 92
Contemplación
,Contracción ,hábi
Diferenci a inter to: 27 , 43
na: 23, 52, 53,
68n, 83, 1 O 1
Dramati zación:
56
Ecceidad: 1 8,
20, 69, 70, 7 9, 98
Estereotipos,
esquemas sen sorio
-motores: 32, 35,3
77. 88 6,58,7 1 - 74,
Estrato: 1 7, 102
Evaluaci ón inm
anen te: 109
Imagen-movi
mien to: 34, 35,
80
Literalidad: 6,
37, 38, 1 1 3
Lógica de lo irr
acio nal: 30, 75,
76, 87-9 1 , 103
Índice
Acontecimiento........ . 11
Agenciamiento.... 16
Aión .....20
Complicación ......... ..24
Corte-flujo (o síntesis pasiva, o contemplación) ..... .26
Cristal de tiempo (o de inconsciente) ......... .29
38
Cuerpo sin órganos (CsO) ......
...4
Desterritorialización (y territorio)
1
Devenir........... . 44
Distribución nómada (o espacio liso).... 47
Empirismo trascendental...... 49
Línea de fuga (y menor-mayor)... .... ........ .. ......... .......... 53
Máquina de guerra.... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6(J
Máquinas deseantes.......... ................................. .. . .63
Multiplicidades...... . . .. . ..... .............:................................. 66
Plano de inmanencia (y caos)................... .. ..
70
Problema... .................... 85
126 FRANS:OIS ZOURABICHVlLI

Ritornelo (diferencia y repetición).. . ............................90


Rizoma.. . ........................... . . .. ...................................... 93
Singularidades prcindividuales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 96
Síntesis disyuntiva (o disyunción inclusiva). . . . . 99
Univocidad del ser. .. .......................... .... . !04
Vida (o vitalidad) no-orgánica.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107
Virtual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .................... ................... ....... 1 13

REFERENCIAS Y ABREVIATURAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .........1 1 7

ÜTROS CONCEPTOS EVOCADOS . . ..................................... 1 2 1

CONFRONTACIÓN CON OTRAS FOH.l\·fAS


DE PENSAMIENTO CONTEl\'LPORÁNEO. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123

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