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Este sistema o modalidad del contrato por adhesión comenzó llamándose contratos
de adhesión. En ellos, conforme a la opinión de Lafaille, la diferencia sólo existe en
lo que se refiere a la forma de manifestarse o de constituirse el consentimiento.
Videla señala que el cambio de preposición, pese a su escasa entidad, significa una
variación fundamental en el concepto mismo de la figura, ya que descarta la
posibilidad de equiparar a estas convenciones con los contratos especiales, que
han encontrado ubicación en los códigos civiles a lo largo de los tiempos. En los
contratos por adhesión sólo se encuentra en juego y asume características
especiales uno de los elementos esenciales del contrato: el consentimiento.
(ARTEAGA, 1992)
El contrato por adhesión1 no es una categoría especial o una figura típica, como
podrían ser los contratos de compraventa, mandato, comodato, arrendamiento, etc.
Si no difiere la forma en que se llega a celebrar o prestar el consentimiento. Es una
forma que se refiere sólo a uno de los elementos esenciales pero que no modifica
su esencia, la voluntad libremente expresada en cuanto a querer concretar el
acuerdo. La parte tiene la posibilidad de no celebrar el contrato, aunque, si se decide
a hacerlo, debe someterse a las condiciones preestablecidas por la otra parte. Se
afirma que, así como se puede contratarse "por" correspondencia o "por" agentes o
"por" teléfono, con las peculiares consecuencias jurídicas que cada uno de esos
modos origina, igualmente puede celebrarse el acto "por" adhesión, y también, en
tales circunstancias, ello ha de producir ciertos efectos propios.
Arias Schreiber señala que el contrato por adhesión consiste en un modo peculiar
de consentir, de enorme importancia práctica y en el cual la autonomía de la
voluntad ha quedado minimizada de un modo tal que la figura se mueve entre la
adhesión y la abstención contractual.
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JORGE EUGENIO CASTAÑEDA, "Teoría General de los Contratos", Editorial Minerva, Tomo I, Lima Perú,
1,978, 2da edición.
DEFINICIÓN
El contrato por adhesión ha sido definido por Messineo como aquel en que las
cláusulas son dispuestas por uno de los futuros contratantes de manera que el otro
no puede modificarlas ni puede hacer otra cosa que aceptarlas o rechazarlas, de tal
suerte que este último no presta colaboración alguna a la formación del contenido
contractual, quedando así sustituida la ordinaria determinación bilateral del
contenido del vínculo por un simple acto de aceptación o adhesión al esquema
predeterminado unilateralmente. (ZAVALIA, 1984)
En sustancias, con los tratos preliminares las partes sin intención de obligarse se
comunican una intención de contratar, que se va concretando sucesivamente hacia
una voluntad de contratar, hacia una autorregulación obligatoria de sus intereses y
prepara el acuerdo, sobre el cual versará el consentimiento de las mismas.
Es por ello, que la doctrina tradicional entendió siempre que la convención debía
estar precedida por la libre discusión de su contenido. (PEREZ, 2015)
SUPREMACÍA ECONÓMICA Y JURÍDICA DEL OFERENTE
El contrato por adhesión, tiene como carácter distintivo la circunstancia de que tanto
su contenido, como sus modalidades peculiares, han sido formulados por una sola
parte. La otra, se sitúa en un plano donde sólo dos caminos son posibles: la
aceptación o el rechazo, ambos en forma absoluta, sin que quepa discusión
preliminar o posterior acerca de su contenido en el momento de declarar la voluntad
de adherirse a él.
El auge del tráfico mercantil, generó que los proveedores de productos o servicios
estandaricen sus contratos, de esta manera se genere un mayor dinamismo en la
relación contractual proveedor-consumidor. Ante ello, han tomado mayor
protagonismo el contrato por adhesión y las cláusulas generales de contratación. El
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.-ARTICULO 48 CDC. -En los contratos de consumo celebrados por adhesión o con cláusulas generales de
contratación, debe cumplirse con los siguientes requisitos: a. Concreción, claridad y sencillez en la redacción,
con posibilidad de comprensión directa, sin reenvíos a textos o documentos que no se faciliten previa o
simultáneamente a la conclusión del contrato, y a los que, en todo caso, debe hacerse referencia expresa en el
documento contractual. b. Accesibilidad y legibilidad, de forma que permita al consumidor y usuario el
conocimiento previo del contenido del contrato antes de su suscripción. c. Buena fe y equilibrio necesario en
los derechos y obligaciones de las partes, lo que en todo caso excluye la utilización de cláusulas abusivas. Lo
dispuesto en el presente artículo resulta de aplicación a los contratos celebrados en base a cláusulas
generales de contratación, se encuentren o no sometidas a aprobación administrativa.
Código Civil peruano recoge dichas instituciones definiéndolas de la siguiente
manera: Contrato por adhesión Artículo
El Dr. Manuel de la Puente y Lavalle indica que el contrato por adhesión cuenta con
dos elementos propios que lo distinguen del contrato paritario o discrecional. Por un
lado, “en el contrato por adhesión una de las partes fija unilateralmente las
estipulaciones contractuales, sin participación de la otra y; por otro lado, la parte
que redacta o fija las estipulaciones plantea a la otra una alternativa inmodificable
entre la aceptación íntegra de tales estipulaciones, o sea de su oferta, y el rechazo,
también integro de ella”. Asimismo, con relación a las Cláusulas generales de
contratación el Dr. De la Puente y Lavalle indica que “se pueda cumplir eficazmente
su rol de permitir la celeridad del comercio masivo de bienes y servicios se requiere
que tengan una especial aptitud para facilitar la contratación. Ello ha sido posible
otorgándoles determinadas características que girar alrededor de tres elementos:
su predisposición; su generalidad y abstracción; y su inmutabilidad (DE LA PUENTE
Y LAVALLE, 2007)
No cabe duda que la contratación en masa, ya sea a través de los Contratos por
Adhesión o las Cláusulas Generales de Contratación generan una serie de
beneficios o ventajas en el tráfico mercantil. Como por ejemplo, la reducción de
costos de transacción, entendido en que “los sujetos de derecho al momento de
contratar no incurren en gastos para la celebración y ejecución de los contratos, de
tal manera que la atribución de derechos originaria es indiferente para la
transferencia de los bienes y, en todo caso, los contratantes optarán por la solución
o transacción más eficiente económicamente” (Torres 2005: 12); brinda una mayor
seguridad jurídica, en tanto se “se suministran una reglamentación más exhaustiva,
técnica, analítica y clara pues remueven la incertidumbre que, en no pocos casos,
provendría del derecho dispositivo, así como sus lagunas”; facilitan la división del
trabajo, en tanto “se aprovecha mejor la labor de las personas implicadas, pues se
usa de manera eficiente las capacidades jurídicas y gerenciales caras, el trabajo
propiamente jurídico se concentra en los asesores mientras que los agentes de
venta solo aplican los formularios concentrándose en las ventas”; mejora las
condiciones contractuales, sobre todo en lo referido a los precios; generan mayor
dinamismo a los mercados; entre otros. Sin embargo, la discusión no es si es que
deben permitir estos tipos de contratos en el mercado, sino más bien sobre su
regulación y el control de dichas cláusulas a efectos de evitar que se incorporen
cláusulas abusivas perjudiciales para la parte débil de la relación contractual, que
vendría a ser el consumidor adherente. (SOTO COAGUILA, 2002)
Si bien es cierto, se ha señalado que los Contratos por Adhesión o las Cláusulas
Generales de Contratación generan muchos beneficios o ventajas y por ello existen
muchos incentivos para estar a favor de que se contrate a través de dichos medios.
También existen desventajas. Unas de las desventajas serían las siguientes: en
primer lugar, “la facultad de predisponer el contrato facilita al empresario favorecer
su posición contractual o, desde la otra perspectiva, puede agravar la del
consumidor, valiéndose de cláusulas abusivas”; en segundo lugar, la limitación al
derecho de libertad contractual por parte del destinatario; en tercer lugar, los
contratos de la referencia dan lugar a que el destinatario se sienta colocado en una
posición de inferioridad; finalmente, en cuarto lugar, pérdida por parte del
destinatario de la oferta de su libertad de configuración interna, lo que recorta su
autonomía privada
CAPITULO II
CLAUSULAS ABUSIVAS
49.3 El hecho de que ciertos elementos de una cláusula o que una cláusula aislada
se haya negociado individualmente no excluye la aplicación de las normas sobre
cláusulas abusivas al resto del contrato. El proveedor que afirme que una
determinada cláusula ha sido negociada individualmente asume la carga de la
prueba.
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Artículo 50.- Cláusulas abusivas de ineficacia absoluta Son cláusulas abusivas de ineficacia absoluta las
siguientes: a. Las que excluyan o limiten la responsabilidad del proveedor o sus dependientes por dolo o
culpa, o las que trasladen la responsabilidad al consumidor por los hechos u omisiones del proveedor. b. Las
que faculten al proveedor a suspender o resolver unilateralmente un contrato, salvo disposición legal distinta
o la aplicación de normas prudenciales debidamente sustentadas emitidas por la autoridad correspondiente.
c. Las que faculten al proveedor a resolver un contrato sin comunicación previa o a poner fin a un contrato
de duración indeterminada sin un plazo de antelación razonable, salvo disposición legal Código de
Protección y Defensa del Consumidor distinta o la aplicación de normas prudenciales debidamente
sustentadas emitidas por la autoridad correspondiente. d. Las que establezcan a favor del proveedor la
facultad unilateral de prorrogar o renovar el contrato. e. Las que excluyan o limiten los derechos legales
reconocidos a los consumidores, como el derecho a efectuar pagos anticipados o prepagos, o a oponer la
excepción de incumplimiento o a ejercer el derecho de retención, consignación, entre otros. f. Las que
establezcan respecto del consumidor limitaciones a la facultad de oponer excepciones procesales, limitaciones
a la presentación de pruebas, inversión a la carga de la prueba, entre otros derechos concernientes al debido
proceso. g. Las que establezcan la renuncia del consumidor a formular denuncia por infracción a las normas
del presente Código. h. Las que sean contrarias o violatorias a normas de orden público o de carácter
imperativo.
por diferentes motivos, no puede producir sus efectos cuando no ha sido realizado
de la manera señalada o contrariando éstas, pero si se revisa el fundamento de la
nulidad absoluta y por qué se consagraron en nuestro Código Civil estas reglas, la
respuesta, al parecer, sería diferente; por tanto, habría que preguntarse si es
procedente la nulidad absoluta como sanción a
Las cláusulas abusivas en contratos por adhesión o si debiese haber una sanción
diferente. Pues bien, la nulidad absoluta encuentra su fundamento y ha sido
consagrada para proteger los intereses generales de la sociedad, por lo que invalida
el acto completo, no una parte, dado que la omisión de un requisito es de tal
magnitud que impide que el acto produzca efectos jurídicos de forma natural, es
más, a tal ha llegado la protección que incluso el Ministerio Público puede pedirla:
“en el sólo interés de la moral y de la ley”, persona que es totalmente ajena a la
relación jurídica. Entonces, cabe preguntar si la prohibición de las cláusulas
abusivas está consagrada en torno a los intereses generales de la sociedad o si se
ha establecido en interés de la moral y de la ley. En principio, pareciera ser que
ninguna lo es, pues si estuviésemos dentro de las hipótesis planteadas, las normas
que regulan las cláusulas abusivas serían de orden público, argumento que algunos
autores han utilizado para justificar las normas del Derecho de Consumo, y la
procedencia de la nulidad absoluta. Por ejemplo, de acuerdo a Tapia y Valdivia está
justificado que la norma sea de orden público “no en su debilidad constitutiva, sino
en su posición en el contrato por adhesión, reducida a la aceptación pura y simple
de las condiciones generales”. Pero parece incorrecto señalar dicha afirmación,
pues una norma no se caracteriza como de orden público por el simple hecho que
una de las partes deba aceptar de forma pura y simple todo el contrato, es más,
llegar a esa conclusión haría pensar que todas las normas y todos los contratos
celebrados actualmente serían contrarios al orden público o, a lo menos, la gran
mayoría de los contratos celebrados, dado que en general no hay una aceptación
condicional de las múltiples ofertas o no hay una discusión extensa del contrato y
es, precisamente eso, lo que caracteriza a los contratos por adhesión.
den público, la protección debería operar de pleno derecho respecto de las
cláusulas abusivas, idea seguida por diversas legislaciones comparadas, pues no
tendría lógica señalar que las cláusulas abusivas atentan contra el interés general
de la sociedad, pero de todas formas permitir al consumidor determinar el destino
de ciertas cláusulas del contrato. Esto último contradeciría la base de esta doctrina,
la cual estima que la norma prohibitiva que sanciona a las cláusulas abusivas es
sobre el interés general y con carácter de orden público, y no sobre el interés
privado. En el Código Civil, la forma de actuar en torno a la nulidad está justificada,
debido a que uno de los principios rectores de las normas de carácter civil se
encuentra en la autonomía de la VOLUNTAD.