Para los residentes de la Comunidad Contreras, el actual uso y abuso de
documentos está asociado fuertemente al fenómeno creciente de ser awinkado.
Actualmente, las relaciones entre vecinos, que incluyen formas tradicionales de mediería (Stuchlik, 1976) pueden ser reguladas por títulos de propiedad, con- tratos y acuerdos escritos. La presencia ubicua de documentos y lenguaje legal es generalmente vista como una necesidad que se contrapone con las formas tradi- cionales de sociabilidad y en particular, con el valor del respeto que caracterizó la vida de “los antiguos”. Instancias de respeto se pueden observar en la práctica del pentukun, un diálogo formal que consiste en hacer preguntas sobre los parien- tes de cada cual (Course, 2011:182), así como en actitudes reverenciales hacia parientes de mayor edad. Una manera en que el respeto se materializaba entre “los antiguos” era la confianza ciega en los acuerdos de palabra. “Años atrás uno podía sencillamente darse la mano y el acuerdo no sería nunca, nuca roto”. Con estas palabras, Juan, un miembro de la comunidad me explicó que el no cumpli- miento de acuerdos de palabra era impensable para las generaciones pasadas. En contraste, todos los acuerdos hoy en día virtualmente necesitan de documentos. Se pude decir que la asociación de los documentos con el fenómeno de “ser awinkado” está dada por su potencial en la producción y mantención de relacio- nes sociales de manera antitética a los valores de respeto y autonomía, sobre los que se sostiene la sociedad mapuche. En el modelo de persona propuesto por Course (ibíd.:161) el individuo se constituye a sí mismo como una persona única mediante la red siempre creciente de vínculos sociales que él o ella ha construido mediante su involucramiento autónomo en relaciones no jerárquicas con otras personas. Por el contrario, los documentos y contratos rebajan la autonomía de los individuos al vincularlos a derechos y obligaciones. A pesar de las críticas levantadas hacia los efectos socialmente negativos de los documentos, para los residentes de la Comunidad Contreras los beneficios que han traído los documentos en las relaciones con autoridades estatales y propietarios no indígenas de tierras son innegables. Los casos más tempranos de adopción de medios legales por parte de comunidades mapuche se remon- tan a los años treinta, cuando por primera vez el Estado instituyó cortes es- peciales para la resolución de disputas de tierra conocidas como Juzgados de Indios (Correa et al., 2005). Aunque la gran mayoría de las disputas legales entre caciques y terratenientes era deliberada a favor de los segundos, desde los años treinta hubo resoluciones en favor de los demandantes mapuche. Hoy día, en los registros acerca del pasado de la Comunidad Contreras, el poder del winka está asociado ineludiblemente a su capacidad de utilizar documentación en beneficio propio. Generalmente no se dan referencias al contenido de los documentos, lo que sugiere que sus poder depende en gran medida de su ca-
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