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S y divisiones
r indignos re-
a pagado por 9
con reverente
t a cambio de LUCHAS DE PODER EN LA
.idea del clan CURIA ROMANA
.efian ellos.
o-que hubo
luién de ellos El papagayismo curial es una cantinela incesante. Pero,
l. tu alrededor uesto que a los papagayos la lengua les sirve para emitir
esta manera. sonidos, pero no para expresar ideas, en la Curia romana es
.ho. He roza- 'en sabido que quien sabe mover la lengua, da lo mismo que
ti; a mí no me iense o que no piense o cómo piense: igualmente hace carre-
sa y conviene .:a.. El funcionario no dice lo que realmente piensa porque la
!%presión de su pensamiento ya la ha pensado y prepensado
superior hasta el extremo de que las órdenes autoritarias
6 e se utilizan ocultan las palabras de amistad que se callan.
::iI un pasillo tan estrecho de libertad se abre camino la ambi-
rñedad,
La humanidad ya está harta de palabras sin un punto de
-erencia seguro, es decir, Dios. En esta época tan atormen-
una religión de palabras, de documentos, de edictos
ntificios destinados a quedar olvidados en el papel, es co-
un edificio construido sobre la arena. Los hechos concre-
traducidos a la vida, permanecen firmes sobre la roca y
ían las tormentas.
Se ha dicho que la vida es el parangón de las palabras. «La
iduría de este mundo -decía san Gregorio Magno en sus
pos-, consiste en cubrir con astucia los propios senti-
entos, en ocultar el pensamiento con las palabras, en mos-
- lo falso como verdadero y lo verdadero como falso.»
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y Bacon escribió: «Los hombres creen que sus mentes domi 1/,1 [unes», «las palabras atan a los hombres como las cuerdas
nan la lengua; pero ocurre que es la lengua la que gobierna 1.111 cuernos de los toros». Unas reservas mentales que entra-
sus mentes.» Las palabras ejercen sobre nosotros una tiranía 111 .isccnsos o aplazamientos, anticipos o retrasos, solucio-
que llega a convertimos en víctimas involuntaria s dotadas de 111"111 .unbiguas o esperas que se pueden apagar en expectativas
un cerebro sojuzgado.
1" ('speranza. El que no utiliza el lenguaje del grupo corn-
George Orwellllamó la atención de los estudiosos sobre el [u ueba la marginación a la que lo someten los demás adeptos,
peligro del doble pensamiento, es decir, de la manipulación del k,~cuales lo consideran alguien que, en lugar de «junto con»,
pensamiento humano por medio de Íaatribución a las palabras 1'1l'IISa«en contra» o «de manera distinta». A pesar de vivir
de un significado distinto, rellenándolas cual si fueran unas 11 la era del tan cacareado diálogo a cielo abierto y a todos
empanadillas. Semejante método lleva a dar por sentado que III~niveles sociales, aturdidos por la abundancia de medios
todas las motivaciones y todas las experiencias válidas residen dI' comunicación interplanetaria, hundidos por una catarata
en el cuerpo dirigente y en el jefe; por consiguiente, los súbdi ,1" documentos pontificios de chorro continuo, los funciona-
tos ideales y las personas completas que quieren triunfar en su IltI.~ de la Curia, los eclesiásticos en mayor medida que los
maduración humana, tendrán que identificarse con aquellos III('OS, se ven impotentes ante la dictadura del pensamiento
que razonan sólo en conformidad con el jefe: obedecer en si- '111 l' domina y esclaviza las mentes de quienes se esfuerzan
lencio sin el menor desarrollo mental y social; obrando de esta 1'"1' no dejarse atrapar por este mundo.
manera, evitarán que les atribuyan errores y culpas. l~lchauvinismo curial transforma al eclesiástico de original
La jerga curial conserva y transmite un lenguaje corpora- 11 fotocopia, con una adaptación absoluta en la que destaca
tivista con léxicos privados y código propio: un verdadero 1Iimpermeable hipocresía bajo una máscara de begardo. La
idioma de circuito cerrado, contraseñas, eslóganes que hay r unsrancia del goteo crea a la larga una ética catódica de panta-
que descifrar, locuciones de grupo y comunicación global 1I~1fija que conduce al lavado del cerebro y la conciencia del in-
tipo Internet planetario, con reserva de acceso al sitio cifrado. II'grado en el grupo. A medida que pierde progresivamente su
Sí, el ambiente de la Curia conduce a una forma técnica 111 iginalidad, a éste le resulta más espontáneo reproducirse.
de pensamiento con un vocabulario muy especial. Las distin- ¿ Qué decir de la ultrabimilenaria lengua latina, con la que
tas formas de palabra-fetiche, palabra-prejuicio, palabra-sen- 1" Iglesia se expresaba hasta hace unos cuantos decenios?
tencia, palabra-retórica, palabra-mística ya no turban ni 1';1\ la Curia romana, la utilización de esta lengua ha desapa-
inquietan, sino que más bien tranquilizan al destinatario. Es I ccido por completo. Se terminan los auténticos latinistas y
una jerga integrada que produce euforia mental, adormece la disminuyen los que la entienden. Schopenhauer consideraba
reflexión y anula la responsabilidad, pues el que piensa es 'luc cllatín afinaba las funciones lingüísticas y Bergson seña-
el grupo, no la persona. En el interior del clan no funcio- l.iha que la lengua latina habitúa al estudioso a penetrar en el
na el diálogo clarificador y la convicción. Es un lenguaje en ignificado de los términos. Ya nadie se refiere a ella como la
blanco y negro sin el menor espacio para la duda, una fuerza lengua de la Iglesia. '
de choque de carácter verbal que da por descontada la per- El conjunto de todo este doble pensamiento para los en-
suasión del que ya ha hecho suyos los esquemas ideológicos Icrados de la Curia es de tal transparencia y obviedad que no
y comunicativos de la familia.
(ISnecesario que sea demostrado. Pero los ajenos a ella nece-
Los latinos decían: «Verba ligant homines, taurorum cor- itnn algunas explicaciones.
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Ardides para el reparto del poder
1IÍ1~lvntrctanto, el racimo tiene que extender, como un gigan-
1 () pulpo, sus tentáculos en todos los más importantes de-
Para ascender a los vértices de la Curia romana hay qu
u t.uncntos de dentro y fuera de la Curia, comprendidos las
pertenecer siempre a un grupo compacto y cohesionado COIl
unnriaturas, los dicasterios y los organismos internacionales,
un líder a cuya disposición tienen que estar en todo momcn
IJIII,I ,Igarrarse fuertemente a ellos con sus ventosas el mayor
to los colaboradores designados. Es un trabajo de años y
dllllpO posible con el fin de poder utilizar en el momento
veces de décadas, pues no es fácil reunir a unos eclesiástico
'1"11 lLIOO el apoyo y la influencia de los adeptos en las deci-
de una misma tendencia, elegidos a ser posible en una mismA
III!I~'S de los distintos dicasterios y, sobre todo, en las del en-
región, cuando no en una misma diócesis y Zonas limítrofes.
l:¡lIg.tdo de elegir a los obispos, tal como ya se ha dicho en
Sin embargo, se trata de una norma muy elástica que admit
111111 lugar.
numerosas excepciones de inclusión de prelados de fuera, se
I':n estos manejos encaminados al reparto del poder se
gún los intereses, las simpatías y las conveniencias.
t]\I,1 mano de unos subterfugios más o menos ajustados a de-
Así se produce el ciclo de la alternancia de los prelados
11"1 ho, con pequeñas y grandes guerras de despacho y de fa-
dignatarios, de un determinado grupo que, para llegar pri
uulins. Los VIPS de la Curia, que se reparten los puestos cla-
mero a la cima, tiene que poner obstáculos y, a ser posible,
VI~ ,'11 sincronía de tiempos y métodos operativos, tratan de
interponerse en el camino de los demás líderes. Todas las ar
Ij 111inar a los adversarios derribándolos cual si fueran bolos,
mas son válidas para Cortar el paso al grupito competidor.l~
ti I icrnpo que retiran hábilmente la silla a aquel a quien le co-
Cuando los petimetres superiores llegan tan pimpantes al
IIc'sponde por derecho, dejándolo en suspenso sobre un al-
dicasterio designado, tal cosa no ocurre porque se les consi-
Iltl ihadón de nubes. «Concebimos, sufrimos dolores como si
dere competentes, sino por simple derecho de primogeni-
Itt v iéramos que parir: era sólo viento.»
tura. De tal forma que, más que iluminar el despacho con su
l.os excluidos alimentan en sordina los murmullos y los
presencia, 10 desorientan y 10 entorpecen como otros tantos
I hismorreos, tratando de adivinar quiénes son sus cornpañe-
envases desechables. El profeta Oseas en nombre del Señor
IIIS, los juegos de equipo, las aficiones de los forofos, el sprint
los apostrofa de la siguiente manera: «Como bandidos al
dc' la recta final. Insatisfechos y críticos, refunfuñan por lo
acecho, una chusma de sacerdotes asesina en el camino de Si-
quem.» IhljO su oposición a la intriga. Pero ya no hay nada que hacer.
1':11 la Curia no cuesta mucho arrojar a quien sea al polvo y el
Para poder conservar la cohesión de la familia del circo, el
1,.1 rro de la calumnia. Es un molesto pisoteo en menoscabo de
escobajo tiene que arrojar las uvas cual si fueran otros tantos
1.1 dignidad de las personas rectas, denigradas o bien lisonjea-
satélites alrededor del universo interplanetario eclesiástico y
d.ls en caso de que no se pueda prescindir de ellas. Son un sig-
teclear el alfabeto morse en competición con las demás fami-
IlOde contradicción para los que actúan de otra manera y son
Yo- La mala costumbre tiene orígenes antigu'os y se remonta a la Edad
uicómodas incluso para sí mismas porque el «tibi non licet»,
Media. Todos conocen los trapicheos de las familias reinantes de aquella no te es lícito», casi siempre se decapita junto con la cabeza
época, que llegaban a convertirse en auténticas batallas y asesinatos para ,kl Bautista.
asegurar a la familia la sucesión a la elección papa1 de un familiar. Así nos Una nidada que pronostica la duración de la escalada, que
10 enseña Marozia, del ducado de Túscu10. Hoy en día les ha sucedido la vigila los principales puestos a ocupar en el futuro y en los
masonería, que en el Vaticano campa como ama y señora.
que es necesario introducir a pacientes candidatos dispuestos
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1 .I rdenal dejó desguarnecido aquel despacho, sin que se
a superar toda una serie de dificultades. Todo ello no es jamu
una prueba de fuerza en la Iglesia sino una prueba de auténti I'llldujera una justa e inmediata reposición. y he aquí la ur-
t,"l'" sustitución con otro fiel miembro del clan romagnolo.
ea debilidad, signo de los tiempos que corren.
A quién envían? No hace falta ni decirlo: al último de los
1II •• hermanos De Nicolo, Paolo, nombrado regente.
1\1convertir a Monduzzi en cardenal, el Papa ha colocado
La prefectura de la Casa Pontificia, por ejemplo, es un
despacho que ningún líder debería dejar escapar. Por impor
1," una sola vez en la única casilla de prefecto de la Casa Pontifi-
,,\ \ t res fichas una detrás de otra, tres nuevos obispos, a los que
tancia de poder ocupa el lugar inmediatamente inferior al qu
., han antepuesto los prefijos de pre-, pro- y sub-: un america-
se reserva al secretario de Estado. El prefecto de la Casa Pon
"11, II 11 polaco y uno de Piacenza. Se ve que al Pontífice le dejan
tificia, si sabe manejarse, guía al Papa a conciencia y a su an
tojo, como las riendas al caballo.
íuuy poco espacio para complacer a sus aspirantes favoritos.
'uando se produzca el inevitable y repentino cambio de
Si bien se mira, es él quien establece los tiempos y las mane
d 101 nzas y el próximo papa tenga que habérselas con el grupito
ras de los encuentros del Papa con los demás, no sólo con los
laicos, sino también y sobre todo con los cardenales de la Cu- '1'1l' actualmente ocupa la pista, lo convencerán de que envíe
ria. Cuántos cardenales se ven obligados a hacer cola varios
di' nuevo a casa a los tres prelados «prefijos» y encomiende las
I u-ndas a De Nico]ó, a aquel Paolo adiestrado para manejar al
meses porque el prefecto tiene orden de no introducirlos tan
siquiera entre dos audiencias. A diferencia de lo que ocurre Pontífice a su antojo a través de las intrigas vaticanas.
Sabedor de lo que ocurrirá dentro de no mucho tiempo,
con otros cardenales y prelados de su mismo racimo que con-
durante el traspaso de poderes al nuevo papa, el recién elegi-
siguen ser recibidos con facilidad por el Pontífice, incluso a es-
do piacentino Piero Marini, antaño dedicado a llevar cuader-
condidas y a espaldas del mismísimo secretario de Estado, en
uillos de apuntes y a hacer las inclinaciones Y las genuflexio-
caso de que éste no pertenezca a su mismo nido. Cuando
I H'S de rigor, y que en la actualidad luce con orgullo la cruz de
el clan tiene de su parte al jefe de la Casa Pontificia, sabe que
1,1 Congregación de San Tarsicio sobre el pecho, ya ha hecho
cuenta con el hombre adecuado en el lugar preciso para resol-
ihcr que no le va el papel de monaguillo que sostiene al Irá-
ver muchas situaciones de su grupo sin tener que pasar por la
.,.il Papa en los momentos de derrapaje y más bien le corres-
criba del tamiz de Estado.
ponde un cargo de secretario en algún dicasterio. Hablando
Dentro de semejante esquema se tenía que interpretar la
asignación de la prefectura a un natural de Piacenza durante \'11 plata, ¡a cada cual lo suyo!
Un juego divino-masónico que ninguno de ellos se atre-
la permanencia imperial de dicha familia, la N asalli Rocca; y
verá a relacionar con la acción del Espíritu Santo. Éste, que es
a la de un natural de la ciudad de Brisighella durante la per-
~t'ncillo, no sabe jugar a las damas ni al ajedrez. En cambio,
manencia en el poder de la mencionada familia romagnola,
Dino Monduzzi, actual cardenal reinante de la Curia, elector S.\tanás, sí; y en eso consiste su diversión.
de obispos y conclavista en ciernes. Estos juegos de fichas se
les escapan de las manos a los prelados extranjeros, más dis-
Basta comparar los distintos anuarios pontificio s de los
puestos a permitir que jueguen con ellos y los engañen que a
ultimos veinte años de «cordadas» para comprobar el alcan-
jugar de centrocampistas. Sin embargo, parece ser que el paso
". de su influencia en la Iglesia, asfixiada por los tentáculos
de Monduzzi desde el cargo de prefecto de la Casa Pontificia
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hl!l ojos acerca de este aspecto particular de lo que te rodea»,
le estos poderosos pulpos que no dejan ninguna escapatoria
En semejante minoría mayoritaria, los caminos del Scño HII • .1 LIaDPablo Il.
De esta manera, el protector que quiere ensanchar su círcu-
son muy pocos, tan pocos que los adeptos están en todas par
tes y adornan con su presencia todos los dicasterios de la el! 1" dc influencia y el protegido, que espera de él consideración
ria. Casi todos ellos son personajes pertenecientes a los do \ ,1~l'enSOS, amplían la camarilla de intrigas y favoritismos en
11 propio beneficio. El que tira de los hilos de los subordina-
grupos de Piacenza y Romagna, a los que antes nos herno
referido; sus nombres, entonces como simples rnonseñorcs, ,I"s es casi siempre el titiritero, que no está dicho que tenga
ya figuraban hace veinte años en la lista masónica. ¿ Profecía ,\ltl' ser forzosamente el superior: podría ser su entrometido
del tercer secreto de Fátima? ¿ O más bien secreto a voces? 11I'('retariopersonal.
Según el cardenal Richelieu, defensor del absolutismo es-
Basta deslizar el dedo índice por el Anuario Pontificio d ..
1998: en él encontraremos, por ejemplo, los nombres de ION
t,I!.,1 o galicanismo, el que ocupa el poder tiene que rodearse
,k hombres de confianza. En esto la actuación del vaticanis-
cardenales Achille Silvestrini, Carlo Fumo, Dino Monduzzi,
1110es perfecta: la Curia los elige y Dios los confirma. Está
Eduardo Martínez Somalo, Vincenzo Fagiolo, etc., y podre
il.iro que las corrientes submarinas del piélago vaticano con-
mos contar el número de remisiones de cada uno de ellos a
las páginas de los más importantes dicasterios curiales. Hay ,1 kionan la vida de la Iglesia de Jesús.
Los ejemplos los tenemos a la vista. No es necesario enu-
quienes tienen doce y quienes tienen quince, hasta llegar a Pio
11Il'rarlostodos, bastan los de los últimos prelados todavía en
Laghi, que tiene nada menos que dieciocho. Gracias al sistema
'jl'rcicio. La aparente colaboración del clan parece ideal, pero
corporativista de los protagonistas de los repartos se puede
los respectivos miembros tratan de descabalgarse los unos
adivinar el carácter tentacular, los condicionamientos y la ac-
tuación conjunta de los coordinados dignatario s -la unión \1los otros, mediante un procedimiento indoloro que hay que
preparar desde lejos, con tiempo, y entre bastidores. Los he-
hace la fuerza- encaminada a «orientar» la esencia y la exis-
""os, en los casos más increíbles y sorprendentes, se presen-
tencia de la Iglesia romana, cuyo recorrido político consiguen
t .tn como una normal alternancia que casi siempre se produce
encajar en este envoltorio que todos llaman vaticanismo.
Oigamos una vez más al maestro san Bernardo que alerta l'1Iplenas vacaciones del mes de agosto.
s
Numerosos ascensos vaticanescoS se denominan «ago -
a todos los papas: «Todas estas personas, que persiguen con
leños» porque se producen en el mes en que los distraídos
más ímpetu y agreden con más furia con el peligro de redu-
prelados se encuentran de vacaciones. Los más curiosos, en
cimos a la impotencia, te visitan con mayor familiaridad, lla-
cambio, pegados a los teléfonos móviles aunque estén en las
man con más frecuencia a tu puerta y te apremian con mayor
1l1Ontañasnevadas o en las soleadas playas, de crucero por los
engreimiento. Éstos son los que no tienen reparo en desper-
mares o diseminados por doquier, no se pierden ni una sola
tar a la amada, antes de que ella lo quiera. ¿ Podrías citarme
palabra de la Radio Vaticana a mediados de agosto, en su afán
a uno solo de ellos que, tras haberse declarado a tu servicio,
de descifrar los lapsus y las modalidades de abuso de estas
no haya exigido todo el poder? A partir de este momento
falsas pistas veraniegas, elegidas a propósito por los impulso-
no tendrás ningún proyecto del que ellos se crean excluidos; no
res de injusticias por considerarlas el medio más apropiado
tendrás secreto en el que no se entrometan ... Me atrevería a
para la eliminación de ciertos nombramientos que en otras
decir que éste es más un pasto de demonios que de ovejas ...
Me he dejado arrastrar a esta digresión porque quería abrirte ~pocas del año t\;\ríal'l más que hablar.
\3\
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""adacosa en su sitio: todos los ascensos eclesiásticos po
scen su propio código; y los que dan más que hablar, también 11111 1 .\ di Corneliano, Silvio Oddi, Opilio Rossi y Antonio
IIIIIII'~, a los que más tarde se añadieron Luigi Poggi y Ersi-
tienen su tiempo. Los agosteños y los de otros equinocci
1111 'I'ouini. El aspecto de algunos de ellos resulta de lo más di-
curiales son bocados exquisitos para los más expertos vatic
1I t nlo, pero ellos, sin rendirse al desánimo, siguen adelante
nistas, acostumbrados a echar mano de ellos en caso de nec
,-,11 su papel; por otra parte, hasta los feos pueden convertir-
sidad. Los intersticios sólo sirven para los incautos e inge
I ,'1\ LInos simpáticos cardenales. Toda esta amalgama de la
nuos que no saben leer entre líneas la correcta interpretación
111 d.ida constituye de por sí un condicionamiento muy espe-
de ciertos ascensos. Los agosteños son, por tanto, los más ab
surdos y se parecen a las carreras amañadas con más o menos l.ld en la Curia y en la Iglesia, habida cuenta de que copa los
¡'¡II gos de mayor importancia, empezando por el de secreta-
habilidad o descaro, pero jamás punibles en virtud del axio-
1111 de Estado.
ma, según el cual los superiores no se equivocan ni siquier3
cuando sus intrigas engañan al papa. Pegados a cada uno de ellos, viven en simbiosis otros mu-
1 111 IS eclesiásticos de la Curia y del mundo que se apoyan y
En tiempos de Pío IX y Pío XII, la Curia romana estaba
11'11 ienen mutuamente. De no ser así, no podrían gobernar el
dirigida por cardenales, prestigiosos tanto por origen como
por formación, que respondían a los nombres de Pietro Fu~ vi uice durante mucho tiempo. Hay que reconocer que siete
masoni Biondi, Pietro Ciriaci, Paolo Giobbe, Luigi Traglia, f urdcnales casi todos de la Curia y otros tantos obispos y
Alfredo Ottaviani y otros: dignatarios romanos dignos del I"l'lados pertenecientes a una misma diócesis son una mues-
11.1 de providencia un poco excesiva. Los observadores veían
máximo respeto por su fidelidad al servicio del Papa y de la
Iglesia y por su altura intelectual. A medida que el grupo ro- .1"l11asiadaPiacenza paseando por la corte papal. Soplaba de-
mano disminuía, aumentaba la importancia de los dos clanes uusiado viento de popa desde aquella zona.
cadetes, el de Piacenza y el de Romagna que, bajo el secreta- Por regla general, la duración del viento favorable viene a
('1' de unos veinte años, antes de que se produzca el reempla-
rio de Estado Tardini, se miraban con hostilidad y se enfren-
ti. Una duración suficiente para gobernar el timón de la bar-
taban con la mayor consideración, repartiéndose alternativa-
mente los puestos clave de la Curia. 1,1 de Pedro hacia el siguiente cónclave y poder señalar en cla-