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PROCESOS INTERCULTURALES

ANTROPOLOGÍA POLÍTICA
DEL PLURALISMO CULTURAL
EN AMÉRICA LATINA

por

MIGUEL ALBERTO BARTOLOMÉ

>XI
siglo
veintiuno
editores
>XI
siglo xxi editores, s.a. de c.v.
CERRO DEL AGUA 248, ROMERO DE TERREROS. 04310 MÉXICO. D F

siglo xxi editores, s.a.


TUCUMÁN 1621 7" N. G1050AAG. BUENOS AIRES. ARGENTINA

siglo xxi de españa editores, s.a.


MENÉNDEZ PIDAL 3 BIS 2 80 3 6 MADRID. ESPANA

GN492
B37
2006 Procesos i71 teyr til tura les : antropolnía politica del
pluralismo Cultural en. América Latina / pm
Miguel Alberto Bartolomé — México :
Siglo XXI Editores, 2006.
368 p. — (Antropología)
ISBN: 978-968-23-2623-3
I. Antropología política — América
latina.
2. Antropología — Aspectos políticos y
sociales — América Latina. 3. Etnología.
I. e II. Ser.

portada: maría Ilusa mar-Mies passarge


primera edición, 2006
segunda edición, 2008
L7 siglo xxi editores, sa. de CA.

isbn 978-968-23-2623-3

se prohíbe su reproducción toral o parcial por cualquier


medio sin permiso escrito del editor

impreso y hecho en méxico

impresora pubhincx
alzada san loreuzo 27'
rol. estrella iztapalapa, d. I.
3. PLURALISMO E INTERCULTURALIDAD

Cuando yo uso una palabra...


esa palabra significa lo que yo decidí que signifique...
ni más ni menos
LEWIS CARROIL

El reconocimiento de la pluralidad cultural interna de los Estados,


genera ahora una multitud de discursos y estrategias legislativas. Se
construye así una reciente pero ya abrumadora industria de produc-
ción de textos y políticas públicas al respecto, las que con frecuencia
olvidan a aquellos antropólogos que de manera pionera propusieron
la vigencia de lo étnico y sus alternativas de futuro. Incluso la misma
antropología, nada ajena a las modas generacionales y académicas,
tiende a nutrirse ahora de discursos ajenos, muchos de ellos genera-
dos por especialistas que, por lo común, desconocen el ámbito de los
estudios étnicos que originalmente privilegiaron los antropólogos.

AMBIGÜEDADES CONCEPTUALES

Hace ya más de un decenio, T. Turner (1993) señalaba la indife-


rencia de los analistas del multiculturalismo y de los que realizan
estudios culturales por el aporte de los antropólogos (norteameri-
canos), considerando que se debía a que estos últimos no habían
comprendido la intensidad de su dimensión política. Pero la misma
dimensión política y las complejidades del estudio de los fenómenos
étnicos nos obligan a una cierta precisión conceptual, quizá no tan
orientada por preocupaciones epistemológicas, como por la nece-
sidad de definir con claridad la terminología utilizada, tratando de
facilitar la comprensión de los sujetos y procesos designados. Y en
este sentido cabe destacar que los conceptos son siempre instru-
mentales, en la medida que nos permitan otorgar un significado
preciso a lo que nombramos, aunque ésa no sea la única significa-

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ción posible. Por ello E. Wolf (1988) proponía que los conceptos. rece necesario concretar mis afirmaciones y creo que un buen ejer-
deben ser tratados como un conjunto de herramientas, a través del cicio al respecto lo representa el campo semántico generado por
cual podemos revisar de manera periódica y crítica nuestras ideas. conceptos tales como cultura, pluralismo cultural, relativismo y mul-
Espero que así, por lo menos, el lector de estas páginas sabrá el ticulturalismo. No se trata de testimoniar quién propuso primero
sentido que se otorga a cada concepto utilizado a lo largo de una cada término, ni sólo establecer las definiciones consensuadas o más
exposición como la presente. frecuentes de los mismos, sino de destacar los contextos sociales y
No quiero pecar de una especie de academicismo profesional analíticos en que éstos cobran un sentido posible.
excluyente, sino recordar lo que mis antecesores y colegas de distin-
tas escuelas y países, establecieron y propusieron corno resultado de
las investigaciones etnográficas. Precisamente el conocimiento etno-
gráfico es el que tiene la mayor posibilidad de comprender y evaluar EL SER Y EL HACER DE LAS CUJA URAS
la dinámica étnica contemporánea, proporcionando un panorama
más realista de procesos sociales, que ahora parecen sorprender a Parecería que, en los últimos años, toda obra de antropología debe
aquellos que se habían mantenido al margen de nuestro conocer. Y obligatoriamente comenzar por un cuestionamiento de la noción de
es que la etnografía a menudo fue y es acusada de proponer una cultura, que constituye originalmente el tema central de nuestra espe-
apología del exotismo, al pretender exponer y valorar la inocultable cificidad disciplinaria.2 No cabe duda que las definiciones de cultura
presencia de las alteridades culturales, en el marco de las sociedades se acumulan en la historia de la profesión como hitos de la reflexión
estatales que las consideraban sólo como arcaísmos relictuales, desti- sobre el tema, que generalmente logran un consenso temporalmente
nados a ser rápidamente absorbidos por una pretendida, y muchas limitado. Nuevas visiones proponen nuevas definiciones, así como
veces anhelada, modernidad occidental. El paradigma de la acultura- adhesiones circunstanciales. El hecho de que no se haya logrado
ción, entendido como la necesaria integración de las sociedades nativas arribar a una definición universalmente aceptada, no habla de la
en el seno de las culturas dominantes en los estados, se ha demostrado imposibilidad de hacerlo, sino de la rapidez con la que cambian las
inadecuado para comprender los actuales procesos de transfiguración perspectivas y los paradigmas desde los cuales se construyen las defi-
étnica: las culturas se transforman pero las identidades que generaron niciones. En la actualidad el término ha sido vulgarizado y se suele
se mantienen y redefinen, basándose en un cambiante repertorio de aplicar acríticamente para designar a una multitud de contextos en
referentes culturales que se asumen de manera emblemática. Queda los cuales su utilización es, al menos, dudosa (v. gr. culturas juveni-
ya claro que las identidades étnicas no refieren de manera necesaria a les, cultura futbolística, cultura femenina, cultura gay, etc.). Pero
un patrimonio cultural "tradicional" exclusivo. sin una definición operativa de cultura, o sin clarificar el contenido
Cabe incluso señalar que las mismas conceptualizaciones acuñadas que se le adjudica al término, el discurso sobre los procesos latinoa-
hace años por la antropología son ahora redescubiertas por distintas
disciplinas, creyendo arribar a los que para los antropólogos fueran, 2 Un ejemplo lo constituye cl libro Cultora del antropólogo sudafricano Adam
a veces, básicos puntos de partida. Y entre ellos están no sólo la ma- Kuper (1999), quien realiza una revisión histórica de las formulaciones del concep-
nipulada noción de cultura, sino también el tema de las identidades to cultura. Su ensayo está atravesado por la desconfianza ante un concepto que
étnicas) A esta altura de una no planeada apología profesional pa- sirvió, en su momento, para justificar etnológicamente el apartheid en Sudáfrica.
Cuestiona entonces lo que él considera una apología de la diferencia que serviría
para fomentar la desigualdad y propone centrarnos más en lo que tenemos en
común que en aquello que nos diferencia. Pero su argumentación está implícita-
t Deseo entonces tratar de recuperar, una vez más, la tradición profesional de mente transitada por una arcaica pero recurrente filosofía de la ilustración que
la que formo parte, la antropología, algunos de cuyos logros monográficos y con- propone la universalidad de lo humano, la misma que sirvió históricamente para
creciones teóricas, son ahora precariamente suplantadas no por nuevas perspectivas imponer formas culturales a los pueblos colonizados en nombre de una "civilización
analíticas, sino por distintas formas de decir las mismas cosas. universal".
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mericanos y mundiales que involucran culturas diferenciadas se los determinantes del medio ambiente y su relación con la cultura
constituye como una argumentación genérica huérfana de signifi- (1979:521-522). Sin embargo, cabe apuntar que su rígido determinis-
cados específicos. No es necesario hacer una apología de la diferen- mo minusvalora precisamente el papel de la cultura en la definición y
cia étnica, para entender que los contenidos que la definen son apropiación del medio que finalmente es culturalmente construido.
precisamente culturales. Conocer las relaciones genéticas entre los hechos de la realidad,
Hace muchos años (1968-1969), cuando convivía con los guaraníes. las conductas y sus representaciones, con frecuencia obscurecidas por
de Paraguay siendo aún un estudiante de antropología, no pude menos el tiempo, no supone acceder de manera automática a su significa-
que observar la extremada ritualización y formalización que exhibía la ción contemporánea, ya que ésta es la que la gente vive y no la que
vida colectiva de la aldea, en la que todos parecían comportarse de "debería vivir". Si un judío o un árabe no comen cerdo porque forma
acuerdo con una prescripción que nadie imponía, pero que aparente- parte de sus tabúes culturales, el saber que el tabú se originó hace
mente todos sabían que debían cumplir. Me pareció advertir entonces siglos en el temor de la triquinosis porcina, no ayuda a comprender
que lo que estaba presenciando era la cultura guaraní en acción, un la actual vivencia cultural de la restricción alimentaria y su diferen-
teatro social en el que todos los actores sabían su papel desde el naci- ciados papel identitario. La oposición que establece Geertz (oh. cit.)
miento, al que en ese momento creí poder caracterizar como "un entre la búsqueda de leyes y la búsqueda de significados, privilegiados
sistema de interacción simbólicamente organizado" (M. Bartolomé, estos últimos por la antropología interpretativa (que "redescubre" la
1977). Años mas tarde accedí a la definición semiótica de cultura de- hermenéutica), no me parecen excluyentes sino complementarias.
sarrollada por C. Geertz (1987), quien la asume como un contexto, o Concuerdo, en este sentido, con E. Gellner (1997) en su atinada
un texto, dentro del cual se inscriben de manera causal los aconteci- crítica al idealismo fenomenológico cuando asienta que:
mientos sociales.3 La obra de C. Geertz data de 1973, y cuando la co-
nocí creí encontrar una respuesta para aquellas antiguas inquietudes las sociedades tienen compulsiones económicas y factores coercitivos que ge-
conceptualizantes que me habían asaltado en los años 60. Pero ahora neralmente no pueden reducirse sólo a lo semántico. Los cambios producidos
no me convence demasiado pensar que los seres humanos andamos en una estructura política pueden ocurrir tan rápidamente que resulta absur-
saltando de símbolo en símbolo sin aterrizar jamás en la tierra. De do suponer que el sistema de significaciones puedan cambiar al mismo ritmo
pronto, las seguramente rígidas formulaciones del materialismo cultu- [40]. Necesitarnos una antropología que no haga de la cultura un fetiche, que
ral (M. Harris, 1994 [1979] ), cuyo esquematismo muchas veces denos- reconozca los factores coercitivos tan resueltamente corno reconoce a los
tara, me parecen de alguna manera útiles para reconocer las relaciones conceptuales, y debemos retornar al inundo real que no trata a los factores
entre infraestructuras y superestructuras. No se trata de recuperar los conceptuales como factores que se expliquen por sí mismos [451.
detenninismos, sino de valorar las causalidades y las motivaciones so-
ciales, esto es, no abjurar de la dialéctica entre las condiciones mate- En el análisis de las relaciones interculturales y la articulación
riales de la existencia y las representaciones sociales que las sociedades social entre culturas diferentes, toda concepción de la cultura que se
construyen, ni de los condicionantes y transformaciones de las conduc- limite a los sistemas simbólicos y que no tome en cuenta la dinámica
tas impuestas por causas no controladas por la sociedad. Estos son los de los contextos y los asimétricos conflictos de poder, sólo podrá
factores que hicieron a M. Harris proponer que los "actos, los objetos intentar explicar cómo la gente vive lo que le pasa, pero no necesa-
o los acontecimientos relevantes para la conducta humana rara vez riamente qué es lo que le pasa. Y ambos procesos son parte de la
expresan una regla o unas pocas reglas de un código", basándose en misma realidad, ya que las categorías emir (generadas por las viven-
cias) de los actores sociales y las etics (conceptualizaciones académi-
cas) construidas por los investigadores no son necesariamente exclu-
3 Esto cs "un esquema históricamente transmitido de significaciones representa- yentes sino que incluso pueden ser complementarias. Es entonces
das en símbolos [...] por medio de los cuales los hombres comunican, perpetuan y éste un tema central en las relaciones interculturales, que obliga a
desarrollan su conocimiento y su actitud ante la vida" (1987:27-88).
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detenernos con cierto cuidado en la comprensión de los factores la investigación antropológica. Tal como lo destacara J. Friedman
involucrados. Por ello, propongo una aproximación un tanto ecléc- (2001:113) esto significó el paso del estudio de la cultura como todo
tica a la noción de cultura, intentando hacer confluir distintas pers- lo que se produce y se aprende, al intento de su comprensión como
pectivas en una propuesta operacional, que trata de dar cuenta tanto códigos, sistemas y programas de significados. D. Comas D'Argemir
de sus aspectos relacionales como de sus características distintivas. (1996) propone que en esta distinción se puede identificar la influen-
Quisiera rescatar en primer lugar la tradicional concepción antropo- cia de la escuela norteamericana que tiende a separar la sociedad de
lógica de la cultura de comienzos del siglo xx, que la entiende como la cultura, tal como lo hace Geertz al considerar a la primera como
el conjunto de técnicas e ideaciones que nuestra especie ha desarro- el aspecto ideacional del comportamiento, frente a las perspectivas
llado para adaptarse al medio ambiente, y que reemplazan o tienden de algunos europeos como el inglés'. Godoy (1995) quien la entiende
a reemplazar al determinismo biológico de los instintos. Es decir que como el contenido de las relaciones sociales de las cuales no puede
la cultura es la naturaleza del hombre y base de su potencial adapta- desvincularse o del francés M. Godelier (1984) para el cual lo "ma-
tivo. Esto es precisamente lo que permite a los paleoantropólogos terial" no puede separarse de lo "ideal". Que la cultura responda a
seguir el proceso de hominación, al asociar fósiles con la evidencia la capacidad de simbolización de la especia humana es indudable,
de su actividad tecnológica (herramientas). No considero entonces tan indudable como que dicha simbolización responde a causas ma-
superfluo reproducir aquí la antigua pero poco recordada propuesta teriales. Pero el riesgo de enfatizar sólo el carácter de código de la
de A. Kroeber y C. Kluckhohn (1952) quienes señalaron que: cultura está en limitarnos a abordar los modelos mentales, cuyas
contrapartes conductuales pueden ser muy distantes de la norma, tal
la cultura consiste en pautas de comportamiento, explícitas o implícitas, como ya hace muchos años lo detectara nuestro común abuelo Bro-
adquiridas o transmitidas mediante símbolos, (cursivas mías) incluirla su plasma- nislav Malinowski, cuando advirtió que la violación de las normas
cito en objetos: el núcleo esencial de la cultura son las ideas tradicionales pueden ser tanto o más frecuentes que su cumplimiento (1969
(es decir, históricamente generadas y seleccionadas) y, especialmente, los [1926]). Por otra parte, las perspectivas emic de los nativos no permi-
valores vinculados a ellas: los sistemas de culturas pueden ser considerados, ten un acceso pleno a las estructuras de sentido de las normas, ya
por una parte, como productos de la acción (cursivas mías), y por otra, como que sus orígenes pueden haberse olvidado o no ser conscientes.
elementos condicionantes de la acción futura. Asumir la cultura sólo como un texto puede tender, eventualmente,
a alejarnos de sus posibles contradicciones.
En esta propuesta está prefigurado el carácter de sistema simbóli- Durante la tarea etnográfica resulta arbitrario separar una norma
co de la cultura, pero no excluye su concreción en objetos y compor- de la práctica de la misma, una técnica agrícola de los simbolismos
tamientos. Existe así una noción de cultura humana genérica, como que la rodean o un desempeño ritual del código que lo organiza. No
capacidad de la especie, la que se manifiesta como una abstracción se pude decir a un interlocutor nativo: "dígame lo que piensa, que
referida al conjunto de las culturas singulares desarrolladas en dis- después vendrá otro colega que se ocupa de lo que usted hace".
tintos tiempos y espacios. Pero el ser una abstracción no implica que Cuando un cazador ayoreo de Paraguay flecha a un animal, partici-
no exista, de la misma manera que la capacidad humana compartida pan en el evento tanto el hambre, como el origen mítico del arco y
del lenguaje se evidencia a través de la multitud de lenguas, aunque de las flechas, el también mítico origen de la especie en cuestión, los
no constituye la suma de las mismas (J. Friedman, 2001). La cultura tabúes que regulan la práctica de la caza, el sistema clasificatorio que
es una abstracción pero, en el mismo sentido, la sociedad también le subyace, la relación transaccional que se establece con los dueños
lo es. Con el desarrollo de la antropología se tendió a separar el es- de la naturaleza, la rígida normatividad de la repartición de la presa
tudio de la estructura de la sociedades de sus aspectos ideacionales, en la banda, el prestigio que alcanzará el cazador, su adiestramiento
entendidos como los sistemas de significados que constituirían el físico en el uso de la herramienta, su conocimiento de la naturaleza
ámbito de la cultura y que se convirtió en un aspecto autónomo de circundante, las características de los materiales utilizados para la
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confección del arma (que puede llevar una punta metálica tomada rados códigos normativos, sino también como sistemas conductuales
de los blancos), el cálculo balístico de la trayectoria del proyectil, lo que a veces no reproducen sus propias normatividades y de los cuales
que incluye el movimiento del animal, la intensidad del viento y la no está ausente el conflicto.
fuerza a ser aplicada, la noción local de la muerte y un largo etcéte- M. Harris trató de recuperar la antigua perspectiva antropológica
ra. ¿Cuáles de estos múltiples factores que intervienen corresponden afirmando con poco frecuente sencillez que "una cultura es el modo
a la sociedad y cuántos a la cultura? Si la cultura es la trama de sig- socialmente aprendido de vida que se encuentra en las sociedades
nificados, el texto que orienta la experiencia, y la sociedad el pro- humanas y que abarca todos los aspectos de la vida social, incluidos
ducto de la acción social, es decir de las experiencias concretadas en el pensamiento y el comportamiento" (2000:17). Dentro de esta
conductas, ambos son dos aspectos de un mismo fenómeno cuya perspectiva se puede proponer entonces que la cultura es una cons-
interpretación holística se resiste a la fragmentación conceptual. La trucción ideacional y material, históricamente trasmitida dentro de
distinción es arbitraria y responde más a las abstracciones y tradicio- una colectividad, cuya normatividad no excluye una eventual conflic-
nes académicas que a la realidad vivida por el cazador (emir) y per- tividad que influye en sus transformaciones históricas. Y esto no
cibida por el investigador (etic), donde todo acto es inseparable de pretende ser una definición, sino una idea general de lo que de aquí
los códigos normativos y simbólicos que guían la acción. Esta percep- en adelante entenderé por cultura cuando la nombre, donde no
ción global no excluye el hecho de que por razones metodológicas, deseo separar las ideas de las obras, ni los símbolos de los objetos
y aunque no haya leído a Derrida, el antropólogo se vea obligado a que pueden encarnarlos. Hace ya algunos años W. Goodenough
deconstruir la cultura, recurriendo a categorizaciones, quizá arbitra- (1976 119711) proponía diferenciar a la cultura como conocimiento
rias, para investigar aspectos seleccionados de la totalidad. de sus manifestaciones concretas entendidos como artefactos cultura-
De hecho, en las situaciones coloniales o neocoloniales, caracteri- les, que pueden ser tanto materiales, como sociales o ideológicos. Esos
zadas por el predominio de un grupo humano sobre otro y donde artefactos culturales son los que permiten acceder a las culturas no
el primero tiende a modificar el comportamiento del grupo subalter- sólo como normas sino como desempeños. Los sistemas ideológicos
no, las conductas del sector subordinado suelen modificarse antes que y discursivos culturales sólo adquieren coherencia interna cuando se
sus normas culturales. En su expresión extrema dicha situación da plasman en conductas; vinculación que hace que las cosas que la
lugar a los procesos de anomia, es decir, a la pérdida del orden sig- gente dice y las que la gente hace se constituyan en unidades de
nificativo de la sociedad y a la consiguiente crisis de sentidos cósmicos sentido dentro de una lógica compartida. A esto es precisamente a
y culturales que se producen cuando se fractura la asociación del lo que aluden las sociedades indígenas cuando plantean la defensa
nomas con el cosmos. Son por ello frecuentes los procesos simbólicos de sus culturas avasalladas: tanto a los significados como a los signi-
e ideológicos adaptativos que tratan de traducir la nueva realidad en ficantes que los expresan. Ello destaca que las percepciones envie,
términos de los códigos preexistentes. Pero sin acceder a las conduc- generadas por la reflexividad de los actores involucrados, no aluden
tas contradictorias operantes en los sistemas interétnicos, nos encon- sólo a ideas sino también, y básicamente, a conductas cuyo conjunto
traríamos sólo con esquemas ideológicos, con textos y recursos dis- es muchas veces englobado con el término "costumbre".4
cursivos que aluden pero que no necesariamente reflejan la situación
de las culturas involucradas. En los procesos interculturales, y recor- 4 En México se ha desarrollado en los últimos decenios una importante intelec-

demos que la globalización hace que todo el mundo los manifieste tualidad indígena escolarizada, a muchos de los cuales las enseñanzas recibidas y la
adscripción al politizado gremio magisterial orientaron hacia una ideología marxis-
en mayor o menor medida, cada cultura no puede ser concebida ta y afta. Sin embargo, es frecuente que cuando regresan a sus comunidades pan i-
como tina totalidad aislada y coherente en sí misma, sino por su re- cipen en rituales religiosos colectivos, en los que teóricamente no creen, pero que
lación con los contextos económicos y políticos dentro de los cuales destacan la vigencia del principio de participación como base de la no renuncia a su
está involucrada. Por ello, en el estudio de las dichos procesos las adscripción comunitaria. El texto cultural mental y la conducta leal se manifiestan
entonces como contradictorios, pero cobran sentido al vincularlo con un contexto
culturas en contacto no pueden ser entendidas sólo como estructu-
específico.
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Aquellos que minusvaloran el papel de la cultura y enfatizan el te, pero al cuestionarla, cuestiona también la existencia de las otras;
papel de las elecciones individuales (ralional choice) dentro de múl- esto en México se conoce como "tirar al niño junto con el agua en
tiples marcos culturales, puestos en contacto por la globalización, la que se lo bañó". A su vez, otro descubridor tardío del colonialismo
parecen creer que todas las sociedades humanas pertenecen a las N. Dirks (1992:3) sostiene que: "No sólo mucho de lo que llamamos
clases medias ilustradas occidentales (v. M. Hetcher, 1996). cultura fue producida por el encuentro colonial, sino que también
Quienes conocen de cerca los sistemas interétnicos e interculturales el mismo concepto de cultura fue en parte inventado como conse-
saben que sus participantes nativos pueden llegar a plantearse elec- cuencia de ese encuentro". El que un concepto pueda ser utilizado
ciones que implican un progresivo distanciamiento de su cultura de para distintos fines no lo liga necesariamente a uno sólo de ellos y
origen, pero ello no supone un libre juego de opciones sino la res- es, por demás dudoso, que la capacidad de simbolización de la espe-
puesta a la asimetría de las relaciones de poder material y simbólico. cie humana sea un subproducto de la expansión colonial europea.
En ocasiones estas "elecciones" son más ilusorias que profundas, así 1.a argumentación no puede ser más precaria: como los antropó-
se explica que un indígena ayoreo misionalizado durante dos dece- logos distinguen diferentes culturas se supone que en realidad están
nios caiga al suelo con una pierna paralizada por haber pasado invo- marcando y enfatizando las diferencias y no las similitudes entre los
luntariamente sobre un pájaro convertido en tabú por su antigua seres humanos, encasillando especialmente a los pueblos subordina-
religión tribal (M. Bartolomé, 2000). Pero la cultura no es general- dos dentro de una condición de desigualdad irremediable. Así, el
mente una normatividad tan rígida que no deje espacio a la voluntad concepto de cultura pasa a ser considerado como un tropo ideológi-
y la acción individuales (véase el capítulo 8). Asumir la importancia co del colonialismo creado para diferenciar y subyugar a los pueblos
de la cultura como sistema orientador y normador de las conductas, víctimas de la expansión capitalista. Al igual que se acusaba a la an-
no supone recaer en un rígido determinismo cultural que crearía tropología de inventar a las etnias africanas, ahora se le acusa de
"identidades culturales esenciales", que inquietan a autores como A. inventar la existencia de distintas culturas para justificar su posición
Kuper (2001:273-275), quien propone que la reivindicación de la subalterna en el sistema mundial. El deseo de crear fama de irreve-
diferencia no es tan importante como la de la igualdad. Este colega, rente y "desconstructor" puede dar lugar a situaciones de humorismo
como muchos otros, sigue confundiendo diferencia con desigualdad, involuntario. Aquí, como en muchos otros casos, nos encontramos
a pesar de que dichos términos no son contradictorios, tal como se otra vez con la muy frecuente confusión entre diferencia y desigual-
puede advertir en las actuales demandas de los grupos étnicos que dad: la diferencia es un derecho pero la desigualdad es una condición
los conjugan al reclamar tanto el derecho a la igualdad económica y contra la que se debe luchar. M. Sahlins (2000) ha cuestionado estas
social como la posibilidad de reivindicar su diferencia cultural. propuestas, no aceptando que la realidad se pueda traducir en un
Como no podía ser de otra manera, el afán desconstructivista de juego de palabras más o menos ingenioso. Así, considera que para
algunos antropólogos, atrapados por las redes de un posmodernismo estos críticos la cultura es reducida a un marcador de la diferencia y
que construye los mismos edificios verbales que después se dedica a a partir de esa premisa construyen una peculiar pseudohistoria de
destruir, han cuestionado hasta la sola existencia del concepto de sus orígenes impuros derivados del colonialismo o del capitalismo.
"cultura" considerándolo ligado al colonialismo y al imperialismo. Así Lo citaré con la extensión que su reflexión merece (2000:4):
R. Young, un tardío apóstol metropolitano del reconocimiento de la
existencia de clases sociales, afirma que (1995:54): "La cultura siem- El sentido antropológico de "cultura" se ve así disuelto en el baño ácido del
pre marcó las diferencias culturales como una producción del otro, instrumentalismo. Esta reducción funcional de la cultura a un diferenciador,
ella siempre fue comparativa y el racismo siempre le fue consubstan- mediante una reducción de su contenido a sus supuestos efectos y de sus
cial la raza siempre fue culturalmente construida y la cultura propiedades a sus pretendidas finalidades, termina por disolver prácticamen-
siempre fue racialmente construida". Al parecer, la buena intención te todo lo que la antropología busca saber y que el trabajo de campo lucha
ideológica del autor es marcar la existencia de una cultura dominan- por descubrir sobre las culturas humanas en tanto formas de vida. Es ésta
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una más de las transacciones malignas que las explicaciones funcionalistas término como adjetivo, "cultural", ya que su uso sustantivo le parece
hacen con la realidad etnográfica: abandonar casi todo lo que se sabe sobre implicar un substancialismo, físico o metafísico, que teme se vincule
un fenómeno a cambio de la promesa de entenderlo. Instituciones sociales, con el biologicismo y eventualmente con el racismo; aunque no logra
modos de producción, sistemas valorativos, categorizaciones de la naturaleza, justificar muy bien por qué el uso sustantivo de "cultura" privilegia
así como las ontologías, epistemologías, mitologías, teologías, escatologías, la homogeneidad sobre la diferencia y la desigualdad.' El autor pro-
sociologías, políticas y economías a través de las cuales los pueblos se orga- pone entonces utilizar el concepto como diferencia y contraste,
nizan a sí mismos y a los objetos de su existencia, se ven. reducidos a un mero aludiendo sólo a aquellas diferencias que expresan o justifican la
aparato por el cual las sociedades o los grupo de distinguen unos de otros. identidad de un grupo (2001:28). En realidad, Appadurai se está
refiriendo a lo que F. Barth (1976) y C. de Oliveira (1976) llamaron
Vernos entonces que entre los muchos cuestionamientos y utiliza- hace muchos años elementos diacríticos del contraste y a lo que en otra
ciones contemporáneas de las diferentes concepciones de la cultura, oportunidad he denominado como bases culturales de la identidad, al-
existe una creciente valoración de lo que podríamos llamar el carác- gunos de cuyos rasgos pueden ser utilizados como emblemas para
ter relacional de la cultura, es decir, su capacidad para establecer dife- confrontarlos con el mundo de los otros (M. Bartolomé, 1997). Nue-
rencia entre distintos grupos humanos. Éste es un tema altamente vamente aquí aparece un falso dilema representado por propuestas
significativo para la antropología política, en la medida en que tanto que en realidad no son contradictorias. Los seres humanos han de-
las relaciones fácticas interculturales como las ideologías sobre las sarrollado y desarrollan sus culturas como un medio para hacer, para
mismas son aspectos fundamentales de los sistema interétnicos. Hay posibilitar su reproducción física y social a través de los desempeños
autores como J. Friedman (2001:118) cuyo intento reflexivo propone pautados por una normatividad específica. El hecho de que la cultu-
la existencia de una "cultura diferencial", acuñada antes que los an- ra también permita ser, al proporcionarnos una ubicación en el
tropólogos por los nacionalismos y las distintas etnias, para atribuir universo y poder confrontar la nuestra con las de los demás, es una
un conjunto de caracteres específicos a otras poblaciones. Se trataría consecuencia de la pluralidad de la experiencia humana y no el re-
de una atribución que se ejerce sobre un grupo diferenciado para sultado necesario de una confrontación voluntaria cuyos avatares la
clasificarlo en cuanto a tal, y que con frecuencia adquiere las carac- definirían. Cuando un cazador wichí del chaco argentino cocina un
terísticas de un esencialismo; ya que pretende definir a una población cocodrilo y se dispone a comerlo con sus compañeros de caza, está
y a sus individuos de una manera que puede llegar a ser etnocéntri- recurriendo a técnicas y estrategias culturales para alimentarse, para
ca, en la medida que tiende a proponer estereotipos culturales y a hacer Pero cuando advierte que al grupo del otro lado del río el
valorarlos de acuerdo con el parámetro representado por el grupo cocodrilo le parece detestable y que prefieren hacer sopa de tortuga,
de pertenencia. Pero, más allá del uso vulgar, la atribución cultural se diferencia de éste y entonces su práctica cultural le sirve para ser,
puede constituir para el antropólogo un principio clasificatorio ne- para identificarse por contraste. Queda entonces claro, como lo ad-
cesario que no requiere de valoraciones específicas, sino que preten- vierte C. Lisón Tolosana (1997:147) que "la cultura ontologiza", ya
de identificar las diferencias. Reconocer la diferencia del otro es un
dato fundamental para la existencia de toda colectividad humana.
De hecho, sólo nos podemos identificar como "un nosotros" a través Appadurai propone que "Al implicar una sustancia mental, el sustantivo 'cul-
de la presencia y el contraste con "los otros", por lo que la atribución tura' parece privilegiar las ideas de estar de'cuerdo, estar unidos y de lo compar-
cultural forma parte de los principios clasificatorios a los que han tido por todos frente al hecho del conocimiento desigual y del diferente
prestigio del que gozan los diversos estilos y formas de vida, y parece desalentar que
recurrido y recurren tanto las identidades culturales como las cien- prestemos atención a las visiones del mundo (...1 de aquellas personas que son
cias antropológicas. marginados y dominados" (2001:27). Pero el autor parte de una pre IT1 isa no demos-
Sin embargo algunos colegas expresan su inquietud ante estas trada sino de una "sensación", ya que le "parece" que el sustantivo alude a la cultu-
atribuciones, como A. Appadurai (2001:27) quien prefiere usar el ra como una "cosa", ante lo cual otro podría decir que la "siente como Un abismo",
la "inittye como un pájaro", o cualquier otra percepción analógica subjetiva.
PLURALISMO E INTERCULIURALIDAD PLURALISMO E INTERCULTURALIDAD 99
98
que a partir de la construcción que ella hace de nosotros, nosotros Muy pocos etnógrafos podrían suscribir estas palabras, incluso
construimos a los otros. Esta ontologización se desarrolla a partir de historiadores, como S. Gruzinski (2000:43), quien advierte el prejui-
la elaboración ideológica que se efectúa respecto a los otros y que, cio de los que siguen creyendo que lo "mestizo", lo "híbrido" o lo
como tal, representa una conciencia posible, generada por tina espe- mezclado" remite a juicios de valor y no a configuraciones históricas.
cífica experiencia de la realidad, en este caso referida a la existencia En realidad, este término, en sus usos recientes, proviene de la dis-
de la alteridad cultural que refleja la multiplicidad de la aventura ciplina de estudios culturales,7 la que tiene una cierta tendencia a
humana. Pero ello no reduce las culturas exclusivamente a su papel renombrar viejos conceptos con nuevas palabras, y está más orienta-
contrastivo, generador de identificaciones e identidades, sino que da al análisis de las sociedades estatales de América Latina que a las
también nos sitúa ante la alternativa de reconocer los contenidos poblaciones indígenas." Algunos colegas podrían pensar que se trata
propios de cada una de ellas y que expresan lo específico de un de una inesperada revaloración del antiguo difusionismo, enmarcado
proceso universal. ahora en el ámbito de la globalización. En ocasiones, su uso indiscri-
minado por profesionales provenientes de otras ciencias sociales,
cree descubrir lo que la antropología se encargó de aprender desde
los padres fundadores del oficio. Por definición todas las culturas
SOBRE LOS NEOHIBRIDISMOS
singulares humanas han sido y son híbridas, ya que constituyen con-
figuraciones resultantes de múltiples contactos culturales tanto del
Quisiera referirme ahora a la cuestión de la hibridación cultural, tema pasado como del presente. Por ello, el proponer la existencia de cul-
que ha provocado en los últimos decenios una atención que parecería turas híbridas suena a tautología. Y aquí el concepto clave es el de
equivaler a un tardío descubrimiento.° El tema es importante para la configuración, que no remite a supuestas "purezas" culturales, sino pre-
antropología política de las sociedades nativas contemporáneas, por- cisamente al proceso de estructuración y reestructuración histórica de
que su extrapolación a las mismas puede ser utilizado, y de hecho lo las culturas nativas, cada una de las cuales puede integrar y reinterpre-
es, como un cuestionamiento de la especificidad de las que son porta- tar lo ajeno hasta hacerlo compatible con lo considerado propio, y que
doras, ya que como no son "puras" no serían "legítimas", pensándolas, quizá también fuera ajeno en otro momento de su proceso histórico
al parecer, con una ideología medieval de la virginidad. Así lo propone (A. Barabas y M. Bartolomé, 1999). Sin embargo, aun un antropólogo
el antropólogo mexicano R. Bartra (2004:332), cuando describe una tan lúcido en otros aspectos como Remato Rosaldo, al comentar las
búsqueda de piezas de museo en la que participaba y cuyas palabras relaciones entre culturas llega a proponer que:
no pueden ser más elocuentes de su confusión teórica:
7 El agudo antropólogo crítico C. Reynoso (20(10:19) destaca que "los estudios
culturales se han estandarizado cuino una alternativa a (o una subsunción de) las
Los etnógrafos nos parecían como actores en un teatro del absurdo. Busca-
disciplinas académicas de la sociología la antropología, las ciencias de la comunica-
ban paradójicamente expresiones poco contaminadas de rituales sincréticos, ción y la crítica literaria, en el marco general de la condición posmoderna. El
es decir infectados, híbridos e impuros por definición. ámbito preferencial de los estudios es la cultura popular". No cabe aquí realizar un
listado de sus exponentes metropolitanos y de sus seguidores periféricos.
N. García Canclini señala: "Entiendo por hibridación procesos socioculturales
en los que estructuras o prácticas discretas, que existían en forma separada, se
e En la interesante revaloración de la tradición boasiana que están protagoni-
combinan para generar nuevas estructuras, objetos y prácticas t...1 A su ve,, cabe
zando algunos antropólogos norteamericanos (I. Bashkow, 2004:445) se rescata que
aclarar, que las estructuras llamadas discretas fueron resultados de hibridaciones,
Franz Boas ya había propuesto en 1896 que todo desarrollo cultural es resultante
por lo cual no pueden ser considerarlas fuentes puras" (oh. cit.). Es decir que con-
de la interacción de un pueblo con sus vecinos. También nos recuerdan que R.
cibe a la hibridación cultural como los modos en que determinadas formas se van
Lowie en 1921 tenía una visión antiprimordialista de la cultura a la que considera-
separando de prácticas existentes, para recombinarse en nuevas formas y n cecas
ba corno eminentemente sincrética. De la misma Manera Boas ya había utilizado la
prácticas. A la vez, sostiene que el objeto de estudio debe ser el proceso de hibri-
noción de "hibridación" en 1929 y Alfred Kroeber hablaba de la "hibridación cul-
dación ) no la hibridez en sí misma.
tural" en 1923 (ibidern;444).
I00 PLURALISMO E INTERC:ULIURALIDAD PLURALISMO E INTERCULTURALIDAD 101
en un mundo poscolonial ya no parece sostenible la visión de una cultura to f...1 En camino para el desayuno, se detiene a comprar un periódico, pa-
auténtica como universo autónomo e internamente coherente. Ni "nosotros" gando con monedas inventadas en la antigua libia f...1 Acabando de comer,
ni "ellos" somos tan independientes y homogéneos como alguna vez lo creí- nuestro amigo se recuesta para fumar, hábito implantado por los indios ame-
mos. Todos habitamos en el mundo interdependiente de fines del siglo xx, ricanos y que consume una planta originaria del Brasil f...1 Mientras fuma lee
que está marcado por préstamos y apropiaciones a través de fronteras cultu- las noticias del día, impresas en caracteres inventados por los antiguos semitas,
rales permeables y saturadas a la vez de desigualdad, poder y dominación en material inventado en la China y por un proceso inventado en Alemania.
(1988:87). Al enterarse del relato de los problemas extranjeros, si fuera un buen ciuda-
dano conservador, clara gracias a una deidad hebraica, en una lengua indo-
Se puede constatar, con cierta melancolía, que este párrafo, apa- europea, por el hecho de ser cien por ciento americano.
rentemente innovador y contestatario, está criticando lugares comu-
nes imaginarios que la antropología ya no frecuenta desde hace También todas las actuales culturas indígenas, si se quiere, son
muchos años. Desde el decenio de los 60 nadie piensa que las cultu- híbridas, no sólo por la imposición y apropiación de los rasgos occi-
ras son autocontenidas ni que el "nosotros" occidental sea homogé- dentales, sino porque en su proceso morfogenéticog se construyeron
neo, dividido como está por países, clases, géneros y culturas regio- con base en diferentes aportes de las distintas tradiciones civilizatorias
nales. También todos sabemos que los intercambios culturales son regionales. Nunca han existido ni existen culturas "puras" e "incon-
tan asimétricos como dependientes de las relaciones de poder de los taminadas" por las otras, aunque alguna pueda haber permanecido
grupos involucrados. Como de costumbre, los antropólogos metro- aislada durante mucho tiempo, ya que desde el paleolítico los rasgos
politanos "descubren" algunos aspectos críticos, que para los latinoa- culturales, tanto materiales como simbólicos, circulan por todo el
mericanos ha sido parte inicial de nuestra formación profesional y planeta. Pero un riesgo implícito de la utilización del concepto de lo
no vacilan en enseñarnos con celo evangélico. Que la cultura, tanto "híbrido", es que una sociedad pueda llegar a ser considerada como
de elite como popular, de los Estados-nación latinoamericanos sea una formación cultural de alguna manera espuria o no "legítima"
híbrida, tal como de manera inteligente lo expusiera N. García Can- debido a su mezcla, aunque esta descalificación sólo podría realizar-
clini (1989), al deconstruir la aparente unidad cultural de la sociedad se desde una perspectiva abiertamente racista y etnocéntrica. Otro
contemporánea, representa quizá una confirmación bien argumen- riesgo crítico radica en considerar que si todas las culturas son híbri-
tada de lo que un popular manual de antropología proponía en la das, no es política ni éticamente cuestionable transformar delibera-
primera mitad del siglo pasado (R. Linton; 1936) y cuyo contenido damente a las culturas alternas, de acuerdo a la práctica integracio-
no me resisto a reproducir, ya que al parecer ahora no figura entre nista de los estados, aunque sea disfrazada por el discurso pluralista
los libros cuya lectura es obligatoria en las universidades: que algunos han adoptado sin asumirlo. Por otra parte, la hibridez
sólo existe ante los ojos del espectador o del analista, ya que para los
Un ciudadano norteamericano se despierta en un lecho construido según miembros de una cultura ésta es vivida como una totalidad, en la que
un patrón originario del Cercano Oriente, pero modificado en Europa sep- las discontinuidades y contradicciones son producto de una reflexión
tentrional antes de ser transmitido a América. Sale de debajo de sábanas exterior a la misma. De hecho, los primeros antropólogos académicos
hechas de algodón, cuya planta se domesticó en la India; o de lino o de lana, tales como E Boas y sus discípulos, no estaban tan preocupados por los
ambos domesticados en el Cercano Oriente, o de seda, cuyo uso fue descu- orígenes de los rasgos culturales de una sociedad dada, sino por la
bierto en China [...1 Al salir de la cama se pone los mocasines que fueran
inventados por los indios de los bosques del este de los Estados Unidos f...]
El concepto de morfogénesis, o génesis de una forma, aunque más usado en
Se saca el pijama, que es un vestuario inventado en la India y se lava con la teoría de los sistemas que en las ciencias sociales, resulta útil en la medida que
jabón que fue inventado por los antiguos galeses, después se rasura, que es posibilita reemplazar al término "desarrollo", que suele estar permeado por las
un rito masoquista que parece provenir de los sumerios o del antiguo Egip- cal oraciones frecuentes tanto en las perspectivas evolucionistas unilineales como en
el uso popular (M. Bartolomé y S. Varese, 1986).
PLURAILSMO E INTERCULEURALIDAD 103
102 PLURALISMO E INTERCULTURALIDAD
suelen ser resignificados y refuncionalizados por el nuevo contexto
manera en que éstos se articulaban entre sí conformando un todo
singular. Lo de los orígenes fue una preocupación del difusionismo cultural al que arriban, hasta transformarlos en signos compatibles
con los otros signos que integran el sistema cultural y su código. Así,
interesado más por los viajes de los rasgos que por sus funciones en
por ejemplo, el estatus otorgado por una tiara de plumas a un miem-
la organización de la sociedades.
Sin embargo, hay quienes creen descubrir lo híbrido como una bro de un grupo amazónico, se puede proyectar a la posesión de un
"nueva" perspectiva contemporánea, tal como lo hace M. Boceara en arma de fuego, si ambos pasan a indicar similares contenidos de
sus acuciosos estudios etnohistóricos sobre los mapuches chilenos, prestigio y logro personal. Lo mismo se aplica a las decoradas pick up
que utilizan los rancheros de ambos lados de la frontera entre Méxi-
que dan cuenta del proceso de etnogénesis del aspecto actual de
dicha tradición y de su cambiante dinámica identitaria (1999, 2000, co y los Estados Unidos, las que ahora reemplazan los aspectos sim-
2001). Intentando seguir las ideas del historiador S. Gruzinski (2000) bólicos que ofrecían la velocidad y la elegancia de los caballos de
elabora una entelequia a la que llama "lógica mestiza", la cual sería estos antiguos vaqueros. En los elaborados altares de muertos que
propia de los pueblos indios° en la medida en que "incorpora la realizan los miembros de las culturas indígenas de México, se pueden
apreciar ofrendas de manufacturas occidentales junto con productos
alteridad ubicando al Otro en el centro mismo del dispositivo socio-
artesanales provenientes de muy antiguas tradiciones; sin embargo,
cultural indígena (2000:5), por lo que asume que "lo mestizo es lo
indígena (2000:10). Lo que este colega francés trata de decir es que una aproximación más cuidadosa nos permitirá apreciar la existencia
las identidades se construyen en contraste con otras y que las relacio- de diferentes imágenes culturales de los objetos de "razón" (manufac-
nes interculturales tienen en los indígenas no sólo a sujetos pasivos turas occidentales) respecto a los de "costumbre" (tradicionales) que
sino a actores activos de las transformaciones políticas y culturales de condicionan la valoración de los mismos (M. Bartolomé y A. Barabas,
sus sociedades, tal como generaciones de autores latinoamericanos 1982). Todas estas aparentes síncresis no constituyen necesariamente
se han encargado de demostrar (R. Cardoso de Oliveira, 1964, 1976; indicadores de "aculturación", de aceptación acrítica de rasgos exóge-
Darcy Ribeiro, 1970; Guillermo Bonfil, 1981; M. Bartolomé, 1988; nos como inicio de un proceso de desplazamiento y reemplazo de la
etcétera). cultura propia, sino de una transfiguración étnica que algunos podrían
Quizá el "nuevo" descubrimiento del hecho de que las culturas ahora intentar leer como resultado de la hibridación cultural.
son híbridas, se debe a la velocidad con la que los elementos simbó- Hace ya algunos años, y a partir de nuestras investigaciones etno-
licos y materiales circulan ahora por el planeta, permitiendo una gráficas sobre cuatro culturas nativas del estado mexicano de Oaxaca,
visualización casi simultánea de los mismos, pero éste es precisamen- que se encuentran en distintos estados de desplazamiento lingüístico
te el tipo de sustancialismo que, como hemos visto, preocupa a A. cultural (M. Bartolomé y A. Barabas, 1996), propusimos la utiliza-
Appadurai. Los actuales flujos culturales globales no son sólo cosas ción del concepto de transfiguración étnica,11 para denotar los procesos
que viajan, sino datos y significados que pasan a informar la noción de cambio a los que algunas culturas recurren, pero no para desapa-
de realidad de las distintas culturas. Tal como lo manifiesta J. Fried- recer, sino para poder seguir siendo ellas mismas. Se trata de estrate-
man: "Los productos (rasgos) pueden atravesar las fronteras, pero gias adaptativas que las sociedades subordinadas generan para sobrevivir y
para que la cultura lo haga también debe desplazarse la práctica de que van desdibujando su propio perfil cultural: para poder seguir siendo hay
la significación" (2001:123). Tradicionalmente los rasgos importados que dejar de ser los que se era (1996:34). La adopción de rasgos, prácti-

11 Es este un concepto emparentado con el de "trasfiguración cultural" propues-


1° Resulta sorprendente adjudicar a las sociedades nativas una "lógica mestiza",
to por mi recordado colega y amigo Darcy Ribeiro (1970). Pero él lo concibió como
o cualquier otro tipo de lógica social, como si éstas fueran independientes de las
una adaptación tanto biológica como cultural, que incluía una voluntad hacia el
transformaciones históricas de los sujetos sociales y el ser fuera independiente de
mestizaje y a la adopción de rasgos materiales y simbólicos de la sociedad dominan-
su acontecer. No queda claro si se trata de un esencialismo neohegeliano o una
te, orientados hacia el cambio de la fisonomía cultural para lograr ser aceptados
"una disposición permanente del espíritu humano", de acuerdo a la indemostrable
por los miembros de la sociedad regional.
propuesta del estructuralismo.
104 PLURALISMO E INTERCUITURALIDAD PLURALISMO E INTERCULTURALIDAD 105

cas e ideaciones externas, no producen necesariamente una abdica- De esta manera, las sociedades indígenas de América Latina han
ción identitaria, sino que se manifiestan precisamente como los llegado hasta nuestros días poseedoras de fuerzas internas con-
medios para lograr perpetuarla, al hacerla más compatible con la que frontadas; algunos sectores se orientan hacia el exterior pero
propone la sociedad dominante. Se trata de un proceso que podría- muchos buscan en la filiación étnica el espacio básico para el
mos calificar como de adaptabilidad estratégica a los nuevos contextos desarrollo de su vida económica, social, cultural y política. A pesar
regionales y globales, en el que los cambios son asumidos en términos de esas tendencias contradictorias, las comunidades nativas han
de una lógica cultural específica, que trata de utilizarlos para favore- sobrevivido durante siglos, pero no como resultado de una inerte
cer no sólo la reproducción material sino también ideológica de la "resistencia al cambio", sino como expresión de una constante
sociedad. Fenómenos claramente disrruptores tales como la migra- adaptabilidad estratégica a esos mismos cambios. No son remanen-
ción, la escolarización, el reemplazo lingüístico o el cambio en las tes arcaicos de un pasado, sino configuraciones dinámicas partíci-
actividades económicas, son asumidos como expresión de una nueva pes y creadoras del presente. Al igual que los individuos que las
forma de ser miembros del mismo grupo étnico; pero ahora dotado integran, las colectividades étnicas han cambiado para poder se-
de nuevos referentes culturales, aunque se pueda recurrir a algunos guir siendo ellas mismas. Es por ello que hasta las mejores etno-
aspectos del patrimonio más "tradicional" para utilizarlos como em- grafías comunitarias de hace algunos decenios son ahora referen-
blemas identitarios ante el exterior. cias casi etnohistóricas, en la medida en que registran momentos
Desde el punto de vista teórico y metodológico se trata de enfati- sincrónicos de realidades cambiantes. Y aquí cabe enfatizar el
zar una perspectiva generativa, que esté más atenta a las dinámicas concepto de configuración, para designar a las sociedades indígenas
sociales, tal como hace ya mucho tiempo lo propusiera la escuela actuales, tal como ya lo propusiéramos en otra oportunidad basa-
dinamista de G. Balandier (1973:8), dando cuenta de la dinámica dos en un vasto material etnográfico (A. Barabas y M. Bartolomé,
inherente a las estructuras, que a las morfologías coyunturales que 1999). La configuraciones étnicas son el resultado contemporáneo
adoptan las configuraciones étnicas y que reflejan sólo el momento del proceso histórico y cultural seguido por las colectividades ét-
sincrónico de su proceso histórico. Es decir, que al asumir la vieja nicas en América Latina, cuyo rostro actual muchas veces no re-
observación de R. Firth (1949) referida a que las normas que defini- cuerda a su fisonomía prehispánica, aunque ello no les quita legi-
rían a una estructura social pueden diferir de las prácticas concretas timidad ya que nunca existió una configuración prístina o esencial,
que construyen la organización social, estaremos en mejor posibilidad sino sucesivas configuraciones una de las cuales es la que se ma-
de comprender los mecanismos involucrados en las transfiguraciones nifiesta en el presente.
étnicas, como procesos y no como construcciones estáticas, ya que en Las configuraciones étnicas actuales no contienen entonces
ellas participan activos sujetos sociales que interactúan con sus estruc- sólo las consecuencias lineales de relaciones políticas, culturales y
turas. En este sentido, ya F. Barth había destacado que una etnia se económicas asimétricas, sino también vastas construcciones ideo-
comporta como un organizational vassef como un "recipiente" orga- lógicas resultantes de las representaciones colectivas generadas
nizacional capaz de ir incorporando diferentes rasgos y significados por dichas relaciones. Ni los contextos coloniales y neocoloniales,
culturales, de acuerdo con los cambiantes intereses de sus protago- ni la expansión del capitalismo globalizado contemporáneo, han
nistas (1967:663), aunque —debo agregar— que están orientados por logrado abolir por completo la capacidad de simbolización colec-
las relaciones de poder existentes en cada contexto interétnico, que tiva estructurada dentro de los códigos culturales propios de las
condicionan las elecciones posibles. No es accidental que recurra a tradiciones no occidentales. Si bien la penetración de las lógicas
formulaciones quizá ya antiguas de la antropología para intentar económicas es cada vez más intensa, los pueblos nativos conservan,
explicar una propuesta que se quiere contemporánea, pero intento en mayor o menor medida, su capacidad de construir significados
recuperar una tradición cuya reflexión prefigura muchos "descubri- e incorporarlos a su visión del inundo, a partir de estímulos ex-
mientos" actuales. ternos cuya naturaleza descifran con base en sus propios códigos
io6 PLURALISMO E INTERCULTURALIDAD PLURALISMO E INTERCULTURALIDAD 107

simbólicos» Las construcciones resultantes son las que animan la concretas que se construyen como resultantes de los sistemas interac-
vida de las configuraciones étnicas contemporáneas, las que a tiVOS; pero para ello hay que abdicar de toda perspectiva esencialista y
través de la vitalidad simbólica demuestran su capacidad para asumir que, corno todos los hechos sociales, las culturas y las identida-
ofrecer distintas respuestas a preguntas que ya se creíais contesta- des también son históricas, dinámicas y constituyen expresiones con-
das. Así los sincretismos exhiben panteones con incrementos de textualizadas de dilatados procesos históricos.
deidades de acuerdo con el principio incluyente de lo sagrado que
caracteriza a las religiones politeistas; las tecnologías se reciclan y
se utilizan para objetivos diferentes a los que fueran creadas; las
estructuras parentales se rediseñan y se adaptan a las migraciones PLURALISMO CULTURAL.
o a los cambios residenciales; las lenguas incorporan nuevas pala-
bras o adaptan las viejas a los nuevos significados; viejas tradiciones El pluralismo cultural admite ser definido tanto como el reconocimien-
son recuperadas para ser utilizadas como marcadores identitarios; to de tina situación fáctica derivada de la existencia de diferentes
las lógicas políticas se rediseñan y adecuan a las relaciones inter- culturas en una misma formación política, como de una orientación
culturales, etc. Es decir, la diversidad se multiplica en lugar d del valor que pretende afirmar el derecho a la existencia y reproduc-
desaparecer, a la inversa de lo que pronosticaban los apóstoles ción de las distintas culturas. Se trata de una perspectiva que en
intelectuales de un mundo único en formación. América Latina se orientó a defender el derecho a la existencia física
Una antropología política que asuma los dinamismos sociales y las y cultural de las sociedades indígenas, en épocas en las que predo-
cambiantes lógicas culturales, debe ser consciente de que los sistemas minaban las ópticas integracionistas y asimilacionistas de los Estados.
articulatorios interétnicos se desarrollan no sólo de acuerdo con los Fue, en su momento, una opción contestataria a la que contribuí y
variables contextos globales que inciden en la sociedad dominante, que sigo respaldando, a pesar de que su aceptación actual generali-
sino también en relación con las transfiguraciones y diferentes respues- zada por las clases políticas es más retórica que fáctica. No supone
tas de las sociedades nativas. No se puede proponer sólo el privilegio ni la imposición ni la obligatoriedad del mantenimiento de las dife-
de los cruces y de los flujos, de los ámbitos de fronteras culturales, para rencias, así como tampoco implica la construcción de nuevas fronte-
entender las configuraciones que existen a ambos lados de los sistemas ras a la interacción entre culturas. Pero se parte de la premisa de que
interétnicos. Si bien toda sociedad se hace más comprensible a través dichas fronteras son ya existentes, en la medida en que se derivan de
de su vinculación o comparación con otra, ello no quiere decir que la misma presencia de los grupos que requieren de ellas para delimi-
carezcan de singularidad y especificidad, sino que sus características tar los ámbitos de sus pertenencias y su diferencias. Simplemente, sin
distintivas se hacen más visibles por medio del análisis comparativo. fronteras interactivas no existirían grupos étnicos ya que su sola exis-
Esto nos señala que el estudio de las mezclas y los cambios, o de las tencia está determinada por las mismas. Se trata de fronteras sociales
hibridaciones, no excluye el análisis de las culturas y de identidades que regulan la interacción dentro de los sistemas interétnicos exis-
tentes y no necesariamente de fronteras físicas. Desde este punto de
II No quiero abusar ahora de ejemplificaciones sobre el tema, lo que por otra vista es posible coincidir con j. Furnivall (1991) cuando describe a la
parte veremos en el capítulo 5. Pero quisiera recordar un caso significativo. Cuando sociedad plural como una sociedad colonial multicultural, en la que
los cazadores ayoreo fueron sedentarizados en Paraguay, hacia 1980, tuvieron que los distintos grupos mantienen pautas culturales distintivas, aunque
trabajar en las misiones que, entre otras cosas, también son empresas económicas.
Ello dio lugar al desarrollo de una incipiente economía monetaria, sigilada por el
el conjunto está involucrado en una situación común de mercado.
desconcertante poder adjudicado a esos trozos de papel llamados dinero para ob- En su aspecto propositivo, el pluralismo busca formas más igualitarias
tener bienes. Finalmente llegaron a la conclusión de que así como el ser humano de articulación social entre culturas, en las que cada una no se vea
tiene varias entidades anímicas, entre ellas el °regate o alma sombra, el valor era el
necesariamente transformada por el contacto y no nuevas estrategias
°regalé del dinero, esa sombra aparentemente invisible pero reconocible que cons-
tituía su poder de compra (M. Bartolomé, 2000a).
de aislamiento. Se argumenta que las relaciones simétricas y no su-
io8 PLURALISMO E IN FERCUITLIRALIDAD PLURALISMO E IN FERCULEURALIDAD 109

bordinadas posibilitan una articulación horizontal, en la que exista nes a las necesidades sociales que en su momento consideró priorita-
la alternativa de elegir los aportes externos en la medida en que estos rias. Cada una es parte de la historia compartida de la humanidad. En
sean deseados por alguna de las partes. Se rechaza entonces de ma- este sentido todas son legítimas, puesto que no existe un modelo úni-
nera clara la propuesta integracionista de los Estados-nación, llevada co para la legitimidad, sino sólo la legitimidad de la búsqueda.
a cabo por los indigenistnos y las políticas estatales en América Lati-
na, que pretendieron lograr la homogeneización nacional a través de •1
la represión de las culturas diferenciadas.
Para el pluralismo, la pertenencia a una colectividad política, RELAEIVISMO CULTURAL
incluyendo una formación estatal, no requiere de la homogeneiza-
ción cultural. El desarrollo de una noción de pertenencia, de filia- El párrafo anterior nos recuerda que un concepto estrechamente vincu-
ción política compartida, no es considerada sinónimo de nivelación lado al del pluralismo es el de relativismo cultural, acuñado por la antro-
cultural. Hay muchas formas de ser o sentirse ciudadano de un pología a fines del siglo xix y en los primeros decenios del siglo xx, y
Estado, lo que supone que hay formas "indias" de ser mexicano, que ahora es sometido a distintos tipos de cuestionamientos por grupos
argentino, brasileño o paraguayo, tema al que regresaré más ade- políticos, filosóficos, intelectuales e, incluso, antropológicos. El relativis-
lante. Pero no se trata sólo de proponer un pragmatismo que pre- mo cultural fue propuesto por E Boas y la generación de sus discípulos
tende dar cuenta de la posibilidad de la convivencia intercultural, casi como una emergencia o una necesidad proveniente del mismo
sino de reconocer los valores intrínsecos de cada cultura como un conocimiento antropológico, que pretendía evitar juicios valorativos 1
dato en sí mismo y sin sujetarlos a la aprobación o rechazo de sobre las culturas diferentes a la del investigador. Se partía de la base en
acuerdo con los postulados de un universalismo teórico que, en que todas las culturas son iguales, ya que no existen absolutos o monis-
realidad, suele ser otra forma de designar a los valores que hace mos culturales desde los cuales valorarlas, puesto que esos monismos
suyos la tradición occidental genérica. Es cierto que las culturas provienen precisamente de la cultura dominante. Por otra parte se
humanas no son fines en sí mismas, sino medios para alcanzar fines; pretendía, aunque sin lograrlo, superar la imagen o noción de arcaísmo 1
su preservación y respeto no implica un encapsulamiento estático adjudicado a las culturas no occidentales, como resultado del pensa-
y ahistórico, sino la posibilidad de que sus miembros puedan reali- miento evolucionista unilineal que ubicaba a la sociedad occidental en
zar sus objetivos existenciales en el interior de las mismas, en tanto la cúspide del proceso histórico universal, por lo cual todas las otras
horizontes de significados otorgadores de sentido a la experiencia serían arcaicas o primitivas respecto a este modelo referencial. Este re-
individual y colectiva. La diversidad cultural supone la relación lativismo moral y ético supuso, desde mi punto de vista, un importante
entre distintos sistema de significados referidos a la vida humana, avance profesional en la percepción de los "otros". M. Harris (1979) ha
es una forma de ampliar los horizontes éticos, políticos, científicos, demostrado que hasta ese momento el racismo estaba presente en la
filosóficos, lingüísticos y existenciales, renunciando a la narcisista misma reflexión antropológica, tal como lo comprueban los textos de
contemplación del ombligo cultural. Toda cultura debe parte de su autores de la importancia de L. Morgan (ap. cit.:119), E. Tylor (op.
existencia tanto a la creación autónoma como a la relación con cit.:120) o William McGee (r)p. cit.:221). Que en el contexto académico
otras, se puede vivir en el seno de una cultura sin necesidad de finisecular F. Boas escribiera en 1888 líneas como las siguientes, repre-
excluir a las otras que son nuestro espejo y nuestra crítica. El plu- sentaba una perspectiva innovadora (1966 [1888]:636):
ralismo, que ha sido acusado de negar la unidad de la humanidad, es
precisamente un profundo reconocimiento del carácter universal de Los datos de la etnología demuestran que no solamente nuestros conoci-
lo humano, en la medida en que reconoce que cada cultura es parte mientos sino también nuestras emociones son resultados de la vida social y
del la experiencia de nuestra especie. Cada una ha recorrido un cami- de la historia del pueblo al que pertenecemos. Si queremos entender el
no diferente al de otras, buscando sus propias respuestas y satisfaccio- desarrollo de la cultura humana debemos intentar liberarnos de esas cacle-
110 PLURALISMO E INTERCULTURALIDAD 1 11
PLURALISMO E INTERCULTURALIDAD
nas. Ello es posible sólo a aquellos que están dispuestos a adaptarse a las ideas y las prácticas de otros pueblos deben situarse en su propio contexto
maneras extrañas de pensar y de sentir de los pueblos primitivos. histórico; y deben ser entendidas en tanto que valores en el ámbito de sus
propias relaciones culturales en lugar de ser valorados mediante juicios ca-
Como en el caso del pluralismo, se suele criticar al relativismo sin tegóricos y morales de nuestra propia hechura. Relativismo es la suspensión
conocer muy bien sus formulaciones, una síntesis de las cuales están con- provisional de nuestros propios juicios con el objeto de ubicar las prácticas
tenidas en las ohms escritas por M. Herskovits (1955) a mediados del siglo en cuestión en el orden histórico y cultural que las hicieron posibles.
xx, quien le otorga el estatus de una "filosofía", aunque sus alcances son
en realidad mucho más modestos. Este autor señala algunas de las propo- Pero para cuestionar el relativismo se suele recurrir a los ejemplos
siciones modelantes básicas del relativismo en estos términos: más truculentos posibles, tales como sentirse obligados a respetar la
ablación del clítoris que practican algunos grupos islámicos, la subor-
Los juicios están basados en la experiencia y la experiencia es interpretada dinación femenina, el infanticidio o la cacería de cabezas. Todos ellos
por cada individuo con base en su propia endoculturación [77]. El mecanis- son ejemplos tramposos, que provienen del racismo cultural contem-
mo primario que funciona en la valoración de la cultura es el etnocentrismo. poráneo tan en boga en algunos ámbitos de Europa, Estados Unidos,
Etnocentrismo es el punto de vista según el cual el propio modo de vida de incluso América Latina. Así un autor europeo puede afirmar:
uno es preferible a todos los demás [82]. El relativismo cultural es una filo-
sofía que al reconocer los valores que establece cada sociedad para guiar su Tomemos un ejemplo candente: el de la ablación del clítoris. Los espacios
propia vida insiste en la dignidad inherente a cada cuerpo de costumbres y en que se practica de modo habitual corresponden a zonas económicas de-
en la necesidad de tolerancia frente a convenciones diferentes a las nuestras. primidas, profundamente atrasadas, incorporadas al mercado mundial por
En lugar de resaltar diferencias de normas absolutas que, independientemen- sus mercancías, pero con modos de producción anteriores al capitalismo.
te de cómo se hayan alcanzado, son no obstante el producto de un tiempo Los multiculturalistas radicales afirman que es posible y hasta deseable que
y lugar dados, el punto de vista relativista pone de relieve la validez de cada tal costumbre sea respetada cuando los que hasta ahora han vnido en el
juego de normas para la gente que las posee [90-91]. pasado histórico se desplazan hasta el presente, es decir, pasan del subdesa-
rrollo al desarrollo (H. Vázquez Rial, 2001).
Como se advierte al final de la cita anterior, el relativismo es un
punto de vista, más que tina doctrina filosófica, que nos orienta a El autor identifica diferencia con arcaísmo y primitivismo de acuer-
tratar de reducir el peso de nuestros marcos valorativos. El hecho es do con el más acendrado etnocentrismo acrílico de sí mismo. Elegir
que un antropólogo puede observar y participar en una ceremonia un elemento, el aparentemente más incompatible, de una cultura para
religiosa en las selvas sudamericanas, aunque sea ateo, sin ocurrírsele destacar la irrenunciable distancia que nos separa de ella, es ignorar
comentar que las deidades a las que se rendían culto en realidad no que las sociedades tienen la capacidad de cambiar y de replantear sus
existen o que la ceremonia era un poco ridícula. Y es que para un proyectos colectivos. Así, en el caso del Islam, existe una lucha interna
antropólogo todos los dioses existen, ya que su presencia se concreta entre los sectores reformistas y los fundamentalistas que predican un
a través de las conductas humanas. Esto no supone una apología de la mesianismo islámico de origen anticolonial y que por lo tanto se debe
neutralidad valorativa, similar a la que se le suele adjudicar a la socio- en parte al mismo Occidente:3 El infanticidio y el gerontocidio, prac-
logia weberiana, ya que lo que Weber señalaba es que el juicio de valor
era innecesario, en la medida que la referencia a valor estaba implíci-
ta en la adscripción cultural del investigador (1979 [1922]). Tal como " Al respecto, Burilan Ghalioun ha destacado que "por otra parte, el islamismo
se desarrolla paralelamente al neoliberalismo, que emerge como una segunda res-
lo propone M. Shalins (2000 [1993]) es posible asumir que: puesta, la de las clases dominantes, al hundimiento del nacionalismo y a la crisis
del proyecto de modernización efectiva de las sociedades musulmanas [ . ..] la res-
El relativismo es el simple precepto de que, a fin de volverse inteligibles,las puesta islamista retoma a su favor todas las reivindicaciones insatisfechas en los
periodos precedentes" (1997:13).
11 2 PLURALISMO E INTERCULTURAL .IDAD PLURALISMO E INTERCUITURALIDAD 1 13

ticado por algunos grupos de cazadores y recolectores nómadas en do a lo desigual. Es ya un lugar común señalar que todas las culturas
América Latina, está desapareciendo con la sedentarización que posi- son etnocéntricas, resulta muy difícil liberarnos de los condiciona-
bilita criar más de un hijo a la vez, o mantener a un anciano que casi mientos culturales que vivimos como expresiones de una racionali-
no puede valerse por sí mismo (M. Bartolomé, 2000a). El discurso que dad y una ética universales. Pero el antropólogo que interroga a otra
cuestiona el teóricamente subordinado papel de las mujeres en las cultura se ve en la posibilidad de cuestionar sus propias estructuras
sociedades indígenas, olvida que los respectivos Estados-nación latinoa- de sentido confrontadas con las de esos otros. En este caso, el diálo-
mericanos sólo otorgaron el voto femenino a mediados del siglo xx, go se puede transformar en una útil crítica a la propia cultura. Acep-
como consecuencia de las transformaciones históricas del mercado de tar el relativismo no implica que cada cultura se cierre a las otras, ni
trabajo y de las luchas feministas y no de la "evolución social". Asumir minusvalorar los elementos comunes a distintas culturas que puedan
lo aparentemente incompatible COMO "esencial" es abusar del un de- llegar a ser considerados relativamente universales y que las conecten
terminismo cultural alistórico y políticamente reaccionario, en la de manera trasversal, pero supone no imponer un "universalismo"
medida en que las únicas opciones que nos deja es la de cambia construido a imagen y semejanza de Occidente. Hace años, en una
dominar o abolir al Otro. carta personal Isaiah Berlin, sin ser antropólogo pero sí un conven-
En un conocido ensayo de C. Geertz, en el que más que defender cido humanista, proponía que "la única cura (contra el fundamen-
el relativismo propone cuestionar el antirrelativismo y los determinis- talismo) es comprender cómo las otras sociedades viven —en el
mos sociobiológicos, señala que los relativistas intentan evitar el pro- tiempo o en el espacio—, y que es posible vivir vidas diferentes a la
vincialismo etnocéntrico basado en la sobrevaloración de Occidente, de uno y al mismo tiempo ser completamente humano, merecedor
en tanto que los antirrelativistas cuestionan el criterio de que "todo de amor, respeto o al menos curiosidad" (2001). Así, el relativismo
vale", pero apunta que los antirrelativistas han construido, o inventado, actúa básicamente como un principio de incertidumbre ante lo no
su propia inquietud epistemológica, al asumir que con el relativismo conocido, como un intento de evitar los apriorismos, como una ac-
se puedan justificar conductas que consideraríamos perversas en nues- titud de apertura moral y valorativa ante desempeños sociales cuyos
tra cultura (1996:101). No se trata de abolir la capacidad de crítica a sentidos y fundamentos nos son inicialmente desconocidos por pro-
culturas distintas a la propia y mucho menos a la propia cultura, sino venir de una cultura distinta a la nuestra. Comprender tampoco
de tratar de no valorar sin conocer, de no juzgar antes de comprender significa identificarse con lo que se comprende, ya que cuando nos
la estructura de sentido de conductas o normas que nos parecen irre- consideramos intelectualmente competentes para analizar un com-
conciliables con nuestras propias prácticas y valores sociales. Pero en- portamiento cultural, no podemos menos que proyectar sobre él
tender no significa aceptar, sino dar lugar a la oportunidad de que nuestros condicionamientos valorativos. Pero el relativismo no inclu-
otras lógicas se expresen en sus propios términos, sin intentar necesa- ye tener que aceptar y soportar las contradicciones de nuestras pro-
riamente traducirlos de inmediato a los nuestros. El antirrelativismo que pias sociedades, ni la acción de otras sociedades cuyas conductas nos
cuestiona los aspectos negativos de otras culturas, lo suele hacer desde puedan parecer moral, ética o políticamente condenables, desde la
el marco de modelos ideales de las propias normas, que no se resisten perspectiva de nuestros sistemas valorativos. Ni el genocidio nazi, ni
a la confrontación con las prácticas reales de Occidente, responsable las purgas estalinistas, ni el etnocidio llevado a cabo por los estados
de los mayores crímenes contra la humanidad derivados del colonia- contra las minorías étnicas, ni cualquier otra opción moral o política
lismo y el imperialismo, tales como la misma conquista de América, la de nuestro tiempo, suponen una actitud de neutralidad valorativa
esclavitud, la colonización de África o la antigua y reciente brutalidad sino, por lo contrario, puede inducirnos a la más abierta participa-
imperial en el Oriente Medio. ción combativa. No somos astrónomos sociales sino protagonistas y
Asumo que tal vez no existan valores universales, pero creo que la actores políticos. O, para enunciarlo en palabras del poeta Paul
universalidad del reconocimiento de la diferencia puede contribuir Eluard, debemos recordar que al antropólogo también se aplica
a la construcción de sociedades donde lo diferente no sea equipara- aquello de "soy el espectador y el actor y el autor" (1969:70).
114 PLURALISMO E TATERCULTURALIDAD PLURALISMO E IRIERCULTURALIDAD 1-
n

El relativismo no constituye una propuesta política estructurada popular en los últimos años por influencia de la literatura política y
como tal y generalizable a todos los ámbitos, ni una doctrina moral antropológica. En realidad no se distingue demasiado del pluralismo
de pretensión ecuménica. Se trata básicamente de un instrumento cultural, salvo en su uso consensual para designar a las sociedades
antropológico que puede ser útil para las perspectivas de la sociedad culturalmente diferenciadas a partir de los aportes migratorios. Tal
en su conjunto. Quizá sea una proposición humanista poco sofistica- como lo destacan R. Gallissot, M. Kilania y A. Rivera (2001), se trata
da para la reflexión contemporánea, pero al fin y al cabo es un hu- de un término relativamente reciente que se ha difundido en Europa
manismo, ya que representó un importante paso en la lucha contra (v en América Latina) como resultado de la influencia estaduniden-
la discriminación y el racismo. Sin embargo, es frecuente que algunos se. En los Estados Unidos el concepto operó como una forma de
acusen al relativismo cultural de ser una especie de teoría filosófica designar el fracaso del mito del melting-pot, del supuesto crisol unifi-
integrada y por lo tanto susceptible de contradicciones e incoheren- cador de rodas las colectividades de inmigrantes. De esta manera, su
cias, pero no es una doctrina filosófica organizada sino una propues- acepción contemporánea más frecuente pretende designar a la situa-
ta general, abierta a las reformulaciones y a los variables contextos ción de las sociedades metropolitanas, cuya supuesta homogeneidad
con los que se relaciona. Considerarla un corpus teórico cerrado no e "identidad" cultural es ahora "amenazada" por la llegada de masivos
sólo es erróneo, sino que también tiende a negar aquello que tiene contingentes migratorios provenientes del empobrecido sur del pla-
de positivo en tanto actitud de apertura hacia el "otro". Confundir neta hacia el más próspero norte. Ello ha generado una intensa po-
al relativismo cultural con el relativismo epistemológico, que alude a lémica entre quienes aceptan que los emigrantes tienen derecho a
una multiplicidad irreductible de creencias sobre el mundo, ninguna mantener sus pautas culturales distintivas y los que suponen que la
de las cuales sería verdadera y por lo tanto ninguna falsa, es un jue- convivencia entre éstos y la sociedad receptora sólo será posible a
go que puede deleitar a ciertos intelectuales pero que no se refiere partir de su total integración a la misma. Los términos de la discusión
a lo que estamos hablando." suelen sorprender por la irreductibilidad de las posiciones y por el
nuevo racismo, una especie de racismo cultural, que se manifiesta en
la argumentación integracionista, aunque ahora avalado por una
supuesta retórica democrática y progresista.'° Es así que los integra-
MULTICULTURALISMO cionistas nunca se refieren a la migración interna europea, ni a la
presencia de hipotéticos migrantes estadunidenses en Europa, sino
En lo que atañe al multiculturalismo nos encontramos con un concep- fundamentalmente a los contingentes no occidentales (magrebíes,
to que adquiere diferentes contenidos de acuerdo con los distintos pakistanos, hindúes, etc.) o cuya occidentalidad es considerada un
autores que abordan el tema.15 En uno de sus niveles representa sólo tanto "dudosa" (latinoamericanos, europeos orientales, etcétera).
otra forma de aludir a las sociedades plurales, que se ha hecho muy. Algo similar ocurre con las migraciones interestatales protagonizadas
por indígenas en América Latina, quienes son percibidos no sólo

14 Deliberadamente estoy planteando el relativismo cultural en términos antro-


pológicos y no filosóficos. Las contradicciones del pensamiento relativista se hacen le Incluso se acuñan nuevas definiciones del multiculturalismo, en términos cuyo

manifiestas en términos de lógica o de filosofía, pero aquí lo estoy proponiendo' precario etnocentrismo es evidente; "se llama ahora multiculturalismo al hecho de
corno una praxis social concreta que permite no imponer valores o prácticas de una , que en un mismo Estado de derecho coexistan una cultura democrática, por ejemplo,
cultura a las otra( en nombre de una supuesta racionalidad occidental que es siem- la nuestra actual (España), con otras culturas no necesariamente democráticas (islá-
pre cuestionable. micos)". Éste es un texto de Mikcl Azurmendi, antropólogo vasco presidente del Foro
us Steven Vertovec señala que "el multiculturalismo puede referirse lo mismo a: pava la Integración de los Migrantes, de España, publicado en el periódico El País,
una descripción demográfica que a una amplia ideología política o a un conjunto de Madrid, el sábado 23 (le febrero de 2002. Este mismo ex militante independentis-
de políticas públicas, una meta de reestructuración institucional, un modo de tratar ta ha publicado un reciente libro (Todos somos nosotros, Taurus, Madrid, 2003), en el
con la expresión cultural, un desafio moral general, un conjunto de nuevas luchas;) que desarrolla y profundiza las incompatibilidades de las "culturas den. )cráticas" con
políticas o cierta especie de característica del posmodernismo" (2001). las alternas con un notable ejercicio de precariedad intelectual.
16 PLURALISMO E IN TERCULTURALIDAD PI URALISMO E INTERCULTURALIDAD 117

como una mano de obra barata, sino como una intrusión cultural son de similar naturaleza, a pesar de que originalmente el pluralismo
"premoderna" en las sociedades receptoras. alude a diversidades culturales preexistentes a la formación de los
La polémica sobre el multiculturalismo es compleja porque suele ser: estados. Para conciliar esta cierta ambigüedad terminológica, creo
definido de acuerdo con los intereses o percepciones de los analistas. Con posible coincidir con Will Kimlicka (1996), para quien el término
frecuencia no se cita una propuesta concreta, sino que se construye una multiculturalismo designa a diferentes formas de pluralismo cultural, que
especie de modelo, que coincide con todo aquello que cada autor no puede estar tanto basado en la colonización de un estado sobre pueblos origi-
acepta. Así se le puede adjudicar al multiculturalismo el ser una criatura narios como en la migración de grupos culturalmente distintos al ámbito que
del capitalismo multinacional y de la globalización, que en nombre de la los recibe. El pluralismo y el multiculturalismo han sido argumentados,
diversidad promueve la fragmentación cultural y la "coexistencia híbrida tanto a favor como en contra, desde el marco político e ideológico
e intraducible" de distintas culturas (N. Mira, 2001). 0, desde el polo que ofrecen distintas posiciones teóricas e incluso filosóficas. Un
opuesto de la percepción, hay quien lo considera como la siniestra expre- esfuerzo al respecto, que ha gozado de gran reconocimiento, es el
sión de una conspiración neomarxista —sin citarlos—, en la cual "el mal es emprendido por el mismo Kimlicka (1996, 2003), quien ha tratado
inherente al proyecto", ya que pretendería fragmentar y debilitar a los de conciliar el liberalismo, cuya propuesta inicial se orientaba a pro-
estados (G. Sartori, 2001). Precisamente en el reciente y muy comercial- poner la igualdad a ultranza, con el derecho a la diferencia, inten-
mente difundido ensayo de G. Sartori se pretende establecer una oposi- tando demostrar que responde a una nueva perspectiva igualitarista.
ción tajante entre pluralismo y multiculturalismo, como concepciones Sin embargo, sus textos, que se originan en un humanismo genérico,
antitéticas que se niegan entre sí. La propuesta del autor es que el plura- han sido parcialmente cuestionados por el distinguido profesor hin-
lismo se basa en la tolerancia del otro, en tanto que el multiculturalismo dú Bhikhu Parekh (2000), destacando que ninguna doctrina o ideo-
afirma la diferencia y la impone desmembrando a la sociedad. Sus pro- logía política, sea occidental o no, puede representar la totalidad
puestas son indefendibles ya que de manera arbitraria adjudica al mai- completa de la existencia humana, por lo que no es válida la univer-
culturalismo una supuesta voluntad de imponer obligatoriamente las di- salización de los valores liberales. Este autor, como otros, introduce
ferencias culturales. Pero la opción política del multiculturalismo no se una necesaria polifonía dentro del cerrado discurso occidental al
basa en la presencia de una multitud de culturas mutuamente excluyentes respecto. Para Parekh la diversidad representa un valor en sí misma,
sino todo lo contrario. S. Castles (2000:5) concluye destacando que el que no puede ser cuestionada por los monismos morales provenien-
multiculmralismo supone abandonar el mito de los estado-nación homo- tes de los que creen que hay un solo modelo de humanidad posible.
géneos y monoculturales, así como reconocer el derecho al mantenimien- Así sostiene que las sociedades multiculturales no pueden ser teori-
to de la cultura propia y a la igualdad social evitando la discriminación. zadas o entendidas dentro del marco exclusivista de una teoría polí-
Sin necesidad de aumentar la discusión, podríamos entonces señalar que tica o filosófica en particular, sino que la comprensión y la organiza-
el multiculturalismo alude tanto a una realidad empírica como a las valo- ción deben provenir del diálogo cultural institucionalizado de las
raciones y prácticas que esa realidad produce. culturas que se relacionan entre sí. Parekh destaca que el multicul-
turalismo (o el pluralismo) es una perspectiva de la vida humana
basada en tres ideas centrales: 1] Todos los seres humanos poseemos
una cultura desde cuyo interior contemplamos el mundo, aunque
MITUFICULTURALISMO Y PLURALISMO podamos ser críticos con determinados aspectos de la misma; 2] Las
diferentes culturas representan distintos sistemas de significados y de
Tratar estos términos por separado puede dar lugar a confusiones sentidos para la vida, cada una de las cuales satisface una gama limi-
conceptuales, ya que muchos autores los utilizan prácticamente coirlo tada de capacidades, posibilidades y emociones humanas, y 3] Toda
sinónimos, aunque algunos prefieren enfatizar la relación entre el cultura es internamente plural, dinámica y está en constante diálogo
tnulticulturalismo y la migración. Pero las reflexiones sobre ambos con sus diferentes tradiciones y corrientes de pensamiento. Una
119
18 PLURALISMO R INTERCUITURALIDAD
PLURALISMO E INTERCULTURALIDAD:
pre, una crítica asimetría en las relaciones de poder, no sólo mate-
perspectiva multicultural coherente supone una interacción creativa
riales sino también simbólicas, por lo que una de las partes tiene
de estas ideas complementarias. Se trata de una teoría política de la
mucha mayor capacidad para imponer su propia definición de la
pluralidad cultural elaborada por un intelectual no occidental aun-
realidad que la otra y obligarla a seguir reglas de interacción que le
que académicamente muy reconocido dentro de dicha tradición.17
son poco o mal conocidas. El colonialismo europeo y el neocolonia-
Continuando con la polifonía, tendríamos las reflexiones del también
lismo del Estado-nación, han determinado que ciertas posiciones
hindú Gurpreet Mahajan (1999), quien considera que el pluralismo
estructurales subordinadas sean con frecuencia aceptadas por sus
y el multiculturalismo representan una nueva y más inclusiva forma
víctimas como parte de un orden natural de las cosas. Es por ello
de universalismo, en el cual la integración del individuo al Estado no
necesaria una "descolonización interior" previa a la configuración de
supone la ruptura de sus lazos comunitarios previos. Mahajan señala
una sociedad multicultural democrática e igualitaria.
que el multiculturalismo sólo es posible dentro de una democracia
De manera explícita es claro que tanto el pluralismo como el
pluralista, en la cual los ciudadanos puedan mantener su distintividad
multiculturalismo se refieren a un contexto regional, estatal o mun-
cultural relacionándose de manera igualitaria entre sí y con el Estado
dial, caracterizado por la presencia simultánea de diferentes confi-
de cual forman parte. Esta perspectiva, con la cual es difícil no coin-
guraciones culturales. Pero hay autores que lo consideran como el
cidir, no supone una negación sino la necesidad de redefinición de
reconocimiento de una realidad fáctica que no requiere de juicios
las lógicas constitutivas de los estados contemporáneos.
de valor al respecto y otros como una propuesta que supone la
En una propuesta que busca referirse a situaciones concretas
necesidad de que las sociedades culturalmente diferenciadas man-
Kumkum Sangari (1999), destaca la necesidad de no subsumir todos
tengan su calidad de tales y ejerzan determinadas políticas públicas
los contextos dentro de la perspectiva liberal del multiculturalismo,
al respecto. En realidad ninguna de las dos perspectivas es total-
ya que cada sistema reflejará una diferente distribución del poder.
mente cierta, aunque tampoco se las podría considerar totalmente
Por ello reclama la necesidad de entender los distintos tipos de ho-
falsas. Resulta imposible una reflexión social sobre una configura-
mogeneidad y heterogeneidad que se registran en los sistemas mul-
ción multicultural, que no se interrogue sobre los procesos sociales
tiétnicos, así como los diferentes tipos de universalismos y particula-
involucrados y sus perspectivas de futuro. A la vez, la multicultura-
rismos que interactúan. Su visión se manifiesta significativa para
lidad no es ajena a las distintas posiciones de poder que manejan
reconocer la diferencia existente entre un sistema plural como el
los diferentes grupos culturales, por lo que muchas veces la dife-
canadiense o el suizo y uno como el que se registra en la selva ama-
rencia fue considerada sinónimo de desigualdad, y se creyó que
zónica o entre las comunidades aymaras y el Estado boliviano. No
suprimiendo la diferencia se aboliría la desigualdad, cosa que por su-
puede ser equiparado, más que de manera formal o enunciativa, todo
contexto plural o multicultural, ya que cada uno reflejará las carac- puesto jamás ocurrió.
La polémica se establece entre quienes consideran que el mante-
terísticas específicas de sus protagonistas. La relación entre formacio-
nimiento del multiculturalismo pretende encapsular a las minorías
- nes culturales pertenecientes a la tradición occidental, supone un
cierto manejo compartido de las reglas de juego por parte de los en reservaciones, o ghettos, y entre los que afirman que la preocupa-
ción liberal por la integración "democrática" sigue reflejando la vo-
grupos involucrados, aunque sus posiciones económicas y sociales
luntad coercitiva de homogeneización cultural. Uno de los críticos
puedan ser desequilibradas. Pero la relación entre sociedades indí-
de W. Kymlicka, el filósofo político B. Barry, cree descubrir en el
genas y colectividades estatales en América Latina supone, casi siem-
multiculturalismo una negación de las contradicciones de clase y de
los conflictos de poder, construyendo una visión sesgada que le in-
' 7 Sir Bhiku Parekh, ha sido profesor de las universidades de Harvard, Viena y
digna, a pesar de ser precisamente una construcción suya, que no
Barcelona y es profesor de la Universidad de Hun en Inglaterra. Ha recibirlo nu-
merosas distinciones académicas y políticas, incluyendo el título nobiliario. Sin
creo que nadie comparta en la medida que acusa al multiculturalismo
embargo, ello no le ha hecho renunciar a una lógica teórica e ideológica referida de (2001:305):
a su propia tradición cultural.
120 PLURALISMO E INTERCULTURMIDAD PLURALISMO E IN I ERCULTURALIDAD I21

La consecuencia de esta "culturalización" de identidades de grupo es la nega- continuo proceso de negociación igualitaria, que requiere de tm
ción sistemática de las causas alternativas de las desventajas de un grupo. Así, constante acuerdo entre las partes para poder mantenerse en cuanto
los miembros de un grupo pueden subir, no porque tengan objetivos distintos. tal. El pluralismo parte de la base de que no existe una hipotética
por motivos culturales, sino porque no consiguen alcanzar objetivos compar- sociedad armónica a la cual arribar como concreción de una utopía
tidos en general, tales como una buena educación, trabajos satisfactorios y bien cultural y política, sino que la tensión estructural es inherente a todos
pagados (o simplemente un trabajo), un barrio seguro y limpio donde vivir e los sistemas sociales. Sin dicha tensión las sociedades se cerrarían a
ingresos suficientes para estar bien alojados, vestidos y alimentados y poder los cambios y a la misma historicidad involucrada en sus constantes
participar en la vida social, económica y política de su sociedad. transformaciones. El pluralismo contradice así el pensamiento y la
práctica monista de los Estados, que se orientan a tratar de imponer
Barry se refiere sólo a los inmigrantes y cree poder decidir por] un cierto equilibrio estático, derivado del mantenimiento de un status
ellos los objetivos y la causa de la migración, suponiendo que todos quo construido en algún momento de su proceso histórico, que de
los seres humanos tienen los mismos sentidos vitales, curiosamente alguna manera resulta satisfactorio para los grupos de poder que lo
coincidentes con el capitalismo individualista, auque la literatura integran. El pluralismo cultural es entonces tanto una óptica abierta
muestra cómo el sacrificio migratorio, en los pueblos indígenas, sue- al pasado y al presente como una perspectiva de futuro. Tal como lo
le estar más orientado a satisfacer las necesidades comunales y fami- ; propusiera P. Ramírez Sánchez (1994:70), "sólo un proyecto demo-
liares que las propias (A. Barabas y M. Bartolomé, 1986). Quizá un crático al que la heterogeneidad y la conflictividad social le propor-
nivel de diferencia entre los conceptos de pluralismo y de multicul- cionan el punto de partida puede ser viable". El inundo social es
turalismo, radica en que con frecuencia el segundo es utilizado para complejo y las relaciones entre culturas diferentes siempre han sido
nombrar a las configuraciones multiculturales considerándolas como. problemáticas, por ello un pluralismo consciente de la historia y
un problema a enfrentar o resolver, en tanto que el pluralismo las crítico del presente no puede plantear una ilusoria e idílica armonía
entiende como un punto de partida necesario para pensar esa misma entre culturas, sino un constante proceso de negociaciones que con-
realidad. La diversidad cultural no es concebida sólo como un con- tribuyan a garantizar la existencia y la reproducción cultural de los
flicto potencial que debe ser solucionado, sino como un dato empí- grupos y pueblos hasta ahora subordinados.
rico que había sido minusvalorado por la reflexión social contempo-
ránea y sin el cual no resulta posible pensar o actuar políticamente
en el mundo actual. Así, todo sistema social es entendido como cam-
po de negociación del conflicto y no de una pretendida armonía PENSAR IA INTERCULFURALIDAD
estructural. No se trata sólo de reconocer la diversidad cultural obje-
tivamente existente, sino de asumir a las distintas culturas como La coexistencia de culturas diferenciadas requiere de estrategias de
partes de los sistemas normativos y axiológicos; esto es, tanto de los relación intercultural, por lo que el pluralismo o multiculturalismo
marcos institucionales como de los valorativos. De esta manera, lo no es pensable sin el desarrollo de un diálogo intercultural. Este
múltiple y heterogéneo no se percibe corno un problema a resolver, tema, manejado tanto por la antropología, la sociología, la ciencia
sino como un dato fáctico para repensar la sociedad en términos que política, la pedagogía o la filosofía, y defendido como una necesidad
respondan a la realidad. Es decir, que el pluralismo asume a la mul- universal por la uNfsco,'8 ha sido explorado por las distintas disci-
ticulturalidad como un componente estructural de las sociedades
estatales y propone que la convivencia entre culturas diferentes debe 18 Véase la Declaración universal de la Z -vEmm sobre la divensidad cultural, aprobada
estar basada en procesos articulatorios igualitarios que no pretendan por la 31a. reunión de la Conferencia General de la ua cern, reunida en París el 2
necesariamente modificar a las partes que entran en relación. El de noviembre de 2001. I.a declaración establece que "el pluralismo cultural consti-
tuye la respuesta política al hecho de la diversidad cultural. Inseparable de un
"contrato o pacto social" de nuestros días es así concebido como un
contexto democrático, el pluralismo cultural es propicio a los intercambios culto-
122 PLURALISMO E IN'EERGUÍ:EL:R.11.'1)AD 123
PLURALISMO E INTERCULTURAIJDAD
plinas desde sus ópticas particulares. En lo que atañe a la antropolo- vo coyuntural:" Sin embargo esta propuesta soslaya los aspectos
gía, uno de los primeros en argumentar; hace ahora medio siglo, una hegemónicos de la globalización y la imposición cultural que genera,
noción concreta de biculturalismo fue el antropólogo Evon Vogt ya que lo que realmente se globaliza es Occidente; la interculturali-
(1951), como resultado de su estudio de los técnicos y radioperado- dad propuesta no deja así de ser también otra metáfora para la occi-
res pertenecientes a la etnia návajo, que fueran reclutados por el dentalización planetaria. Por otra parte, el riesgo implícito en este
ejército norteamericano durante la segunda guerra mundial, para proceso radica en la construcción de un "ser humano mundializado",
que su idioma fuera utilizado como código en la transmisión de víctima de una nueva alineación, cuyas características podrían ser
mensajes en clave. De acuerdo con el modelo teórico imperante, se similares a las que describe el filósofo marroquí M. Affaya (1997):
suponía que estos soldados nativos resultarían "aculturados" después
de una intensa frecuentación con la más alta tecnología de la época El ser humano mundializado es el que adapta con éxito sus comportamientos
y de una dilatada convivencia con tropas estatales. Sin embargo, los a las nuevas exigencias, el que abre su razón y su imaginación a la cultura
návajo demostraron que no tenían necesariamente que renunciar a globalitaria, sus deseos a las penetraciones comunicacionales; el ser humano
su mundo cultural para poder moverse en el otro. Muchos regresaron "mundializado", según esta lógica, es una persona pragmática, desprovista de
a sus reservaciones o retomaron sus antiguas vidas, sin olvidar la prejuicios, que cree someter lo real a su voluntad y no se deja guiar por una
cultura tecnológica y social aprendida. Se demostró entonces que "ideología" cualquiera. Es casi un ser neutro, sin anclajes culturales, dispuesto
para relacionarse o participar activamente en una cultura diferente a esposar el "nuevo mundo" sin resistencia alguna. Amén de las competencias
no era imprescindible renunciar a la propia, ya que se podía recurrir técnicas, el nuevo "ser humano mundializado" debe estar dispuesto a interio-
de manera alternada a cualquiera de ambos códigos. De esta manera, rizar la simbólica globalitaria en su existencia, introducirla en su espacio social
el biculturalismo puede ser entendido como la posibilidad y capaci- y hacer de ella su horizonte cultural.
dad de manejar dos culturas de forma simultánea sin que una des-
place necesariamente a la otra. Este tipo de persona coincide con el tipo de hombre de la moder-
Se puede proponer que el biculturalismo es el antecedente del nidad a quien G. Balandier (1997:240) caracterizara como un "con-
actual concepto de interculturalidad, en el cual es posible distinguir, sumidor de desconexiones"; habitante de tan inundo donde las cohe-
al menos, dos acepciones. Desde un punto de vista alude al acto rencias sólo responden a las apetencias. Pueden, sin embargo, existir
de vincular o relacionar dos o más culturas diferentes en ámbitos formas de interculturalidad no alienantes, cuando el ser humano está
plurales. Desde otra perspectiva, aludiría a las configuraciones cul- en condiciones de incorporar aspectos seleccionados de los flujos
turales resultantes de la globalización contemporánea, en las culturales que circulan por el planeta de acuerdo con sus propios
cuales los individuos sometidos a múltiples influencias culturales intereses y pudiéndolos incorporar dentro de sus marcos conceptua-
pueden recurrir instrumentalmente a uno o más de los repertorios les con la menor violencia posible. Es decir, cuando este proceso
de significados de los cuales son portadores como resultado de responde a sus objetivos y no a la imposición coercitiva. Cabe desta-
dichas influencias. Dentro de esta perspectiva de la interculturali- car que el contingente poblacional latinoamericano más abierto a la
dad, los seres humanos ya no poseeríamos sólo nuestra cultura de interculturalidad es precisamente el indígena, millones de ellos han
nacimiento, sino que seríamos propietarios de múltiples tradicio-
nes, a las que invocaríamos de acuerdo con el contexto interacti-
u, Esta perspectiva llevó a E. Gellner a ironizar sobre la naturaleza idéntica de
los individuos construidos por la sociedad industrial, quienes al cruzar las fronteras
rales y al desarrollo de las capacidades creadoras que alimentan la vida pública'. se comportarían "corno un turista que va con su vademécum. seguro que todo lo
Asimismo, señala en el artículo 7 que: "Toda creación tiene sus orígenes en las que tendrá que hacer será localizar la nueva frase correspondiente a una vieja y
tradiciones culturales, pero se desarrolla plenamente en contacto con otras", por familiar necesidad. El turista pasaría de un área a otra sabedor de que en cada una
ello el patrimonio plural debe ser preservado "a fin de nutrir la creatividad en toda de ellas las necesidades humanas se limitarían a las de alojamiento, comida, bebida,
su diversidad e instaurar un verdadero diálogo entre culturas". combustible, oficinas de turismo y pocas cosas mas" (1988:131).
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PLURALISMO E INTERCULTURALIDAD PLIJRAIISMO E 1NTERCULTURALIDAD 25
aprendido los idiomas dominantes y están capacitados para moverse'
el tema es tan vasta como difusa y, por lo general se ha argumentado
dentro de culturas diferentes a la propia, pero cuyos códigos les son
más desde la perspectiva ideológica o filosófica que desde una visión
cada vez más familiares. De hecho muchos de los indígenas mexica-
estrictamente antropológica, aunque quizá ello se deba a lo reciente
nos migrantes a los Estados Unidos no sólo hablan el castellano sino
del interés sobre la cuestión o a la falta de integración de la produc-
también el inglés, al igual que los otavaleños ecuatorianos se pueden.
ción al respecto, originalmente orientada hacia el estudio de los
relacionar en francés o italiano con los compradores de sus artesanías.
cambios culturales. El mayor pragmatismo se manifiesta en los estu-
en dichos países. Ambos casos suponen no sólo una cierta competen-
dios de educación intercultural, aunque sus sustratos teóricos —a ve-
cia lingüística, sino también conocimientos de políticas migratorias,
ces muy sofisticados— suelen ser un tanto ambiguos o meramente
matemáticas, contabilidad, legislaciones aduaneras, códigos de inte-
enunciativos, además de que la práctica escolar concreta no suele
racción mercantil o laboral, etc., es decir; un aprendizaje interesado
corresponder a la complejidad argumentativa de los enunciados. A
de determinados aspectos de las sociedades receptoras. Y esta inter-
ello no es ajena la distancia académica entre los formuladores de las
culturalidad no implica necesariamente la renuncia al mundo pro-
propuestas educativas y sus ejecutores docentes, así como la débil
pio, sino incluso una forma de contribuir a su reproducción a partir
formalización institucional del ámbito.
de la mejora económica. Se trata de una adaptabilidad estratégica a
En algunas ocasiones, la propuesta intercultural se basa en la
las otras culturas destinada a la obtención de sus fines, aunque éstos,
búsqueda de valores compartidos que podrían constituir una ética
en el caso de los migrantes, respondan a una necesidad derivada de
planetaria y facilitar el diálogo. Pero el asunto no es tan sencillo
la explotación y la pobreza extremas. Sin embargo la perspectiva
como parece. Hace algunos años fui invitado por la UNESCO a par-
opuesta brilla por su ausencia. Son contadas las personas, en los
ticipar en una reunión sobre ética universal desde el punto de vista
distintos estados, que hayan aprendido alguna de las lenguas indíge-
de las distintas religiones. En el encuentro confluyeron lamas,
nas locales o que conozcan ciertos aspectos de sus códigos culturales.
savamis, pastores, sacerdotes, ademas, monjes budistas, rabinos,
El conocimiento de las lenguas indígenas no representa sólo un ins-
miembros de iglesias africanas, etcétera, así como un reducido gru-
trumento comunicativo, sino la simultánea apertura a los múltiples y
po de intelectuales ajenos a las iglesias, entre los que me encontra-
altamente complejos universos culturales plasmados en los distintos
ba. Durante uno de los almuerzos, el rabino, inundado de un espí-
códigos semánticos. El diálogo intercultural requiere de esta manera
ritu ecuménico, recorrió las mesas repartiendo trozos de pan en
de un mayor esfuerzo comprensivo, que nutra la imaginación política
una especie de comunión colectiva. Cuando le entregó su trozo al
orientada hacia la construcción de una sociedad multiémica igualitaria
miembro de una iglesia africana que estaba a mi lado, éste le retri-
y participativa. Más allá de las sofisticadas propuestas herrnenéuticas
buyó de inmediato con otro trozo de pan. Al interrogarlo al respec-
de la antropología interpretativa, deberíamos poder aprender de la
to, me dijo que él no podía perder su autonomía moral recibiendo
experiencia de estos conciudadanos y abrirnos a la posibilidad de am-
un bien sin devolver algo a cambio. Pocos repararon en el casi in-
pliar nuestros propios horizontes culturales, con los de aquellos que
significante evento, pero nos encontrábamos ante una clara incom-
nos son tan cercanos y que, a la vez, percibimos o suponemos como
muy lejanos. prensión ética derivada de la asunción de la existencia de un valor
supuestamente universal, que es en realidad propio de una tradi-
Sin abandonar las perspectivas anteriores, pero en razón de su
ción cultural específica. Frente a la generosidad, considerada uni-
importancia para las relaciones in terétnicas, me referiré básicamente
versal por la perspectiva judeo-cristiana, el africano afirmaba el
al concepto de interculturalidad entendido como la puesta en rela-
calor de la reciprocidad, del intercambio equilibrado, va que la
ción de miembros de diferentes culturas, así como a los mecanismos
generosidad supone tan dominio moral del que da respecto al que
sociales necesarios para lograr una comunicación eficiente, sin que
recibe. A pesar de su aparente intrascendencia, este evento fue para
ninguno de los participantes se vea obligado necesariamente a re-
mí altamente revelador de la incomprensión subyacente a los dis-
nunciar a su singularidad cultural para lograrlo. La literatura sobre
cursos de los distintos especialistas religiosos, no obstante la volun-
126 PLURALISMO E INTERCULTURALIDAD PLURALISMO E INTERCULLURALIDAD 12 7

tad de comunicación y comprensión que expresaban en los mismos como la propusiera Karl-Otto Ape1,21 ya que tendría que sobreponer-
y que fue plasmada en un interesante documento final (Y. Kim, se a la lógica impositiva del sistema mundial capitalista y de sus im-
1998). La comunicación intercultural no es imposible, pero requie- periosas necesidades económicas.
re más esfuerzo del que se supone, si se quiere orientar la acción Las sugerentes perspectivas filosóficas de K. Apel sobre la ética del
en búsqueda de objetivos compartidos. No se puede olvidar, de discurso, la de J. Habermas (1987) referida a la acción comunicativa
todas maneras, que la humanidad compartida ofrece un ámbito de y la renovada hermenéutica de H. Gadamer (1993), llevaron al an-
referentes comunes para el diálogo y puede proporcionar una in- tropólogo R. Cardoso de Oliveira (1998) a intentar aplicarlas a la
tertextualidad mínima entre todas las culturas (M. Agier, 2001). comunicación intercultural entre indígenas y no indígenas, en la que
En ciertas oportunidades la propuesta del diálogo intercultural se produce una confrontación de horizontes semánticos aparente-
surge como una apertura hacia el "otro", motivada por la inconfor- mente irreductibles entre sí. Por una parte, Cardoso señala que si
midad que genera la aguda crítica interna del "nosotros". Así, por bien la racionalidad cultural de específicas normas morales no obli-
ejemplo, R. Fornet-Betancourt (1998) destaca que nuestra civiliza- gan a su aceptación al interlocutor de otra cultura, en los sistemas
ción está desarrollando su propia "barbarie poscivilizatoria", que se interémicos la confrontación de normas está condicionada por la
manifiesta en la destrucción de las culturas, en la creciente exclusión indudable jerarquización de una cultura sobre la otra. Se registra
social, en la destrucción del medio ambiente, en los nuevos y viejos entonces una ausencia de democratización (rectitud) de las relacio-
racismos, en el crecimiento de la pobreza o en la homogeneización nes, las que junto con la inteligibilidad, la verdad y la veracidad
de las apetencias creada por la publicidad.20 Ante este panorama constituirían los requisitos de validez de un diálogo, por lo que éste
desolador, el autor propone la necesidad de responder alternativa- estaría siempre condicionado por las reglas del discurso hegemóni-
mente a la civilización (occidental), acudiendo al recurso de la diver- co. Una similar constatación ha inducido al filósofo R. Fornet-Be-
sidad cultural que permite acceder a otras visiones posibles del tancourt a indicar que el diálogo intercultural no puede estar do-
mundo. Así, señala, parafraseando a Ortega y Gasset, que la "opción minado o colonizado culturalmente por ninguna cultura específica.
ética liberadora en el conflicto de tradiciones supone la convicción Este autor destaca que ni el marxismo, ni la filosofía de la libera-
del sujeto que reconoce que 'él es él y el otro; y que si no se salva el ción, ni la teoría de la acción comunicativa, son cambios de la filo-
otro, no se salva él'". Puede parecer éste un argumento retórico, sofía occidental que trasciendan su propio ámbito, constituyendo
guiado por un humanismo idealista, pero no lo es tanto si recorda- sólo "transformaciones monoculturales de la filosofía", coincidien-
rnos que todos, indígenas y no indígenas, vivimos en un sistema do así, tal vez sin conocerlo, con el hindú Parekh (op. cit.). Ante
mundial que nos impone sus compulsiones niveladoras. Antes fueron esta constatación propone renunciar al pensamiento único, basado
los grupos étnicos los que recibían las presiones etnocidas de los en un solo modelo teórico y conceptual que sirva de paradigma
Estados; pero ahora son los países enteros quienes están sometidos a interpretativo, y abrirse a un diálogo basado en la relación igualita-
similares procesos y compulsiones. Tal corno lo registrara N. García ria de los distintos logos que intervienen, a partir de la asunción de
Canclini (1995), se puede comprobar que los símbolos mayores de la legitimidad de cada uno de ellos (1994).
la globalización provienen de los Estados Unidos, algunos de Japón, En síntesis, que sin tomar en cuenta las relaciones de poder invo-
unos pocos de Europa y casi ninguno de América Latina. Es éste un lucradas, la construcción de una comunidad de argumentación in-
contexto mundial difícil para desarrollar una comunidad de comu- tercultural constituye más una apelación a su indudable necesidad
nicación intercultural, basada en una racionalidad argumentativa, tal que a sus posibilidades fácticas de concreción, aunque explorar sus

211 Este autor señala que "no se exagera, por tanto, si se observa que no es la

lógica del diálogo de las culturas, sino esa otra lógica del modelo de una civilización 21 Apel (1992) propone una comunidad comunicativa ilimitada basada en la
reductora y niveladora de las diferencias la que rige la configuración actual del corresponsabilidad y la igualdad de derechos de todos los participantes, que facili-
planeta. al menos en lo que atañe a su superficie", R. Fin-net-Betancourt (1998). tarla el logro de consensos para la resolución de problemas comunes.
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PLURALISMO E. INTERCLITURALIDAD
PLI:RALISMO E INTERCULTURALIDAD
I 28 artesanales organizados en torno a lógicas parentales. El éxito eco-
posibilidades teóricas sea una tarea ineludible.22 La participación de nómico de las unidades productoras y del pueblo en general es no-
los distintos grupos culturales dentro de la comunidad política de la table, pero más notable es el éxito de su reproducción cultural y de
que forman parte, requiere de la construcción de una relación igua- su vitalidad lingüística, que lo hace único en el panorama de los otros
litaria entre los sectores involucrados, que garantice las condiciones pueblos zapotecos del Valle. Artistas nacionales y extranjeros se vin-
sociales del diálogo, pero ello no es posible si se mantiene la asimetría culan con los diseñadores locales e intercambian ideas e innovaciones
cultural y la falta de respeto a las minorías. Se necesita una cierta estéticas. Los compradores y turistas visitan los talleres donde se
imaginación social para aceptar que si deseamos tratar a los miem- puede negociar con tarjetas de crédito, euros o dólares y dialogar en
-
bros de una cultura distinta a la nuestra de manera igualitaria, debe- castellano o inglés, aunque los vendedores cambien automáticamen
mos aprender a tratarlos de manera distinta a la de otros ciudadanos te al zapoteco al hablar entre ellos. El mantenimiento de las tradicio-
aprendiendo algo de sus códigos sociales. Una cierta competencia nes culturales propias no ha significado ningún obstáculo para las
para la comunicación intercultural debe comenzar por una autogno- relaciones mercantiles, ya que la colectividad se articula con la socie-
sis crítica de nuestras propias ideas, valores e imágenes del mundo dad envolvente a partir del nivel económico, habiendo logrado man-
que solemos asumir sin cuestionar. tener su autonomía política basada en el tradicional "sistema de
El tema de la comunicación intercultural se ha prestado y se cargos" y una vida ritual colectiva que sigue sus propios términos. En
presta para muy sofisticadas elaboraciones teóricas desarrolladas por comunicativo eficiente, el económico, para
este caso, bastó un nivel
filósofos, comunicadores, teólogos, antropólogos y otros especialistas. desarrollar una relación intercultural lo suficientemente equilibrada
Con frecuencia sus propuestas se mueven en un limbo analítico y cómo para que estos zapotecos se sientan orgullosos de serlo, en un
discursivo del cual resulta muy difícil aterrizar. Pero quizá el pragma- contexto regional que tiende hacia la estigmatización y renuncia de
tismo del conocimiento etnográfico ofrezca mejores pistas para iden- la identidad étnica. No ha sido necesaria la creación de una comple-
tificar sistemas comunicativos interculturales actuales, en los cuales ja comunidad epistémica para que la comunicación y la relación in-
se registre algún nivel de éxito en la articulación entre los grupos tercultural se desenvuelvan dentro de márgenes aceptables. Al pare-
involucrados. Tal sería, por ejemplo, el caso de la localidad zapoteca cer, un cierto éxito económico de las poblaciones nativas no produce
de Teotitlán del Valle asentada en el Valle de Oaxaca en México, la la integración al sistema envolvente, sino un rediseño cultural, al que
que demuestra cierto éxito comunicativo que no ha requerido que hemos llamado transfiguración étnica, que favorece la reproducción
los distintos protagonistas abdiquen radicalmente de sus diferencias. identitaria en un nuevo contexto, del que no se puede excluir la
Este es un pueblo tradicionalmente productor de tejidos de lana, abrumadora magnitud del poder económico y simbólico que provie-
cuyos colores y diseños le han otorgado tanto fama nacional como ne del exterior. Éste sería también el caso de otros grupos étnicos
internacional, vinculándolo al mercado mundial de ventas de arte- tales como los quechua otavaleños del Ecuador, los zapotecos binizá
sanías desde hace muchos decenios. Respondiendo a las demandas del Istmo de Tehuantepec, los kuna de Panamá o los makká del Pa-
del mercado los habitantes han recurrido a su tradición de trabajo raguay, quienes han logrado una articulación adaptativa que no im-
basada en las unidades domésticas agrícolas, para desarrollar talleres plica una asimilación cultura al Estado que los contiene.
Pero los anteriores son, lamentablemente, los casos menos fre-
cuentes. La comunicación intercultural no depende sólo de la dispo-
22 Esta asimetría en las posiciones de poder lleva a interrogarnos, junto con C. sición a dialogar de la parte estatal del sistema comunicativo, sino
Bohórquez si "¿es posible establecer una macroética desde la cual se pueda funda- cada vez más de la capacidad indígena de asumir y defender posicio-
mentar un conjunto de normas mínimas necesarias y de validez planetaria que haga
de la responsabilidad solidaria tina praxis colectiva, como sugiere Karl-Otto Apel en nes que supongan una cuota de poder adicional, lo que puede ser
su ética del discurso? ¿Puede la racionalidad argumentativa sobreponerse a la ra- más comprendido por los estados que la argumentación ética y mo-
cionalidad capitalista para lograr un consenso efectivo y real respecto a los derechos ral. Así lo demuestra la importancia política que han cobrado los
humanos básicos que deben ser satisfechos no sólo para el 20% privilegiado sino
para la totalidad de la población del planeta?" (2001:9).
130 PLURALISMO E INTERCULTURALIDAD PLURALISMO E INTERCUITURALIDAD 131

indígenas ecuatorianos a través de la Confederación de Nacionalida- La evidencia histórica reciente demuestra entonces que el posicio-
des Indígenas del Ecuador (coNATNE), cuya capacidad de moviliza- namiento político, la acción militar o la movilización colectiva, han
ción la llevó a participar activamente en los recientes (2002-2004) permitido a los indígenas la posibilidad de ser escuchados por inter-
cambios gubernamentales, así como constituirse en la actualidad en locutores que permanecieron sordos durante siglos a las demandas
una fuerza opositora que el Estado ecuatoriano sabe que no puede políticas, económicas, éticas y morales de los pueblos nativos. Es la-
subestimar. Algo similar ocurre en Bolivia, donde el Movimiento al mentable que la violencia, y en menor medida la presión, sean los
Socialismo (Mas) de los aymaras, ha recogido las banderas de la iz- recursos para acceder a posiciones más igualitarias dentro del proce-
quierda mediadas por organizaciones nativas productoras de hojas so comunicativo. Pero al parecer es el único lenguaje que permite el
de coca. También en dicho país, el Movimiento Indio Pachakutek, desarrollo de campos semánticos compartidos. El humanismo gené-
una de cuyas bases está representada por los indígenas urbanos que rico nunca ha sido capaz de proponer y generar un sistema de rela-
habitan principalmente en la ciudad de El Alto, conurbada con La ciones interétnicas igualitario en América Latina, pero la violencia o
Paz, eligió primero la opción armada pero ahora está dialogando con la movilización constante tienen un costo demasiado alto como para
el gobierno en términos de igualdad política. El hecho es que estas proponerlos en calidad de alternativas viables. Sin embargo, la expe-
dos organizaciones bolivianas, fueron en gran parte responsables de riencia histórica reciente es demasiado clara como para dejar dudas
la caída del gobierno neoliberal en 2003 y en 2005, cuestionando la al respecto. Para evitar la reiteración de los conflictos cabe a las so-
política petrolera y sus planes de exportación masiva de gas.23 En otro ciedades políticas y a las sociedades civiles reconocer la necesidad de
nivel y en otro país, desde el estallido insurreccional protagonizado un diálogo intercultural, que proviene de un hecho que debe ser
por los mayas integrantes del Ejército Zapatista de Liberación Nacio- reconocido en toda su dimensión: la propuesta del Estado-nación
nal, en México, la imagen nacional de los indígenas ha cambiado y culturalmente homogéneo ha fracasado, el carácter pluricultural de
ya no se los considera sólo como una manipulable masa de carencia- los Estados es un dato que puede no gustarles, pero que forma parte
dos a quienes dirigir políticas asistenciales, sino como actores políti- ele una realidad insoslayable. Se trata de construir sistemas de articu-
cos capaces de hacer sentir su presencia ante el Estado. Un caso muy lación de la diversidad igualitarios, en los que cada una de las partes
recordado es el de los mísquitos, sumos y ramas de la costa atlántica no pretenda modificar a la otra, pero que todas estén abiertas a las
de Nicaragua, quienes obtuvieron su estatuto de autonomía en los posibilidades de enriquecimientos mutuos.
años 80, a costa de una breve pero cruel guerra contra el Estado
revolucionario nicaragüense, que creía poder manejar la política
local con su propia lógica. Otro caso es el de los kuna de Panamá, la
autonomía indígena más vieja de América Latina, ya que data de
1953, cuya organización político-religiosa y su tenaz defensa territo-
rial, que incluyó la total destrucción de la policía colonial estatal en
1921, le ha permitido distintos niveles de negociación legal, política,
económica, educativa y cultural con el Estado panameño (M. Barto-
lomé y A. Barabas, 1998).

23 Estoy escribiendo en octubre de 2005 en momentos en que el étnico Movi-


miento al Socialismo liderado por Evo Morales, parece ser el favorito en las próxi-
mas elecciones presidenciales de Bolivia. Su triunfo significaría la presencia, por
primera vez en la historia de su país, de un presidente proveniente de la sojuzgada
mayoría poblacional nativa, históricamente reducida a la condición de minoría
sociológica.

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