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¿Cómo debe actuar un abogado cuando

pierde una causa a su cargo?


Se dice que un abogado vive de su prestigio, por lo que es muy común creer que
el mejor abogado es aquel que nunca perdió un solo juicio; pero esta afirmación es
relativa, en contraposición recordemos la frase de Concepción Arenal “El hombre
que se levanta es aún más grande que el que no ha caído”.
Dicha frase se acuñó hace siglo y medio por una abogada española, lo que indica
que el profesional del Derecho que logró cambiar la circunstancias de los hechos
en base a su suspicacia, experiencia y preparación del caso, tiene un valor
mayor al de aquel que pudo triunfar en su primer intento.

Todos los abogados desearíamos que a nuestras oficinas llegaran causas fáciles
de ser resueltas, en las cuales las pretensiones de nuestros representados se
aceptaran en una primera instancia. Pero en la práctica exigir un derecho y
probarlo ante los sistemas de justicia es un reto; como también es un desafío para
la contraparte que tiene que defenderse de las pretensiones planteadas en un
juicio.

La palabra abogado proviene del verbo abogar: “Interceder, hablar en favor de


alguien o de algo”

Para ello recordemos los orígenes del verbo abogar: “Interceder, hablar en favor de
alguien o de algo”, según el diccionario de la Real Academia

Muchas veces, a pesar de que el letrado haya puesto el mayor empeño en


defender una causa, los resultados no son los esperados ya que la decisión no
radica en el abogado que defiende la causa pues la sentencia emana de un
juzgado o tribunal y de los jueces que las integren.

Por esta razón, un profesional del derecho nunca debe asegurar que ganará una
causa sin antes haber pasado por los tribunales; y, al contrario, deberá informar a
su cliente de que toda causa tiene un porcentaje de riesgo de que los jueces
fallen a favor de la contraparte.
Cuando nos notifican una sentencia que no es favorable para nuestros intereses el
abogado debe tener una actitud serena, sin angustiarse, y ordenar las ideas para
hablar con su representado de las acciones que se pueden plantear. Pero no es
menos cierto que los clientes llegan a molestarse por el resultado y optan por
cambiar de representación legal en una segunda instancia, a causa de este
resultado. También suelen surgir problemas de honorarios.

Si el abogado es sincero y su cliente percibe el compromiso que tiene el letrado


con sus intereses muchas veces se opta por proseguir las fases de recurso
planteados en otras instancias, en las que una vez más se debe discutir la
cuestión de honorarios del profesional. En la actualidad, el Derecho se ha vuelto
muy técnico y, por tal razón, plantear un recurso requiere preparación, tiempo y
medios o incluso, tal vez, sea necesaria la intervención de un colega experto en el
recurso planteado para realizar un defensa conjunta.

El letrado debo ser muy ético con su cliente. Por ello debemos plantearnos la
siguiente pregunta ¿Debo defender una causa perdida?

Pero también hay que plantearse un escenario poco agradable, como es recibir en
nuestros despachos causas que no van a tener una solución jurídica favorable de
quien busca la representación de un abogado. Por ejemplo, una causa penal en la
que exista la evidencia en cadena de custodia con más de un testigo y medios
electrónicos que demuestren la responsabilidad así como la materialidad del
delito; o una causa civil en la que un banco exige el pago de una deuda, que se
encuentra garantizada con una hipoteca y en la que nuestro cliente está en mora
en su obligaciones.

El problema no radica en que el abogado tenga que defender un caso perdido,


sino en que hagamos creer a nuestro cliente que puede ganar. El letrado debo
ser muy ético con su cliente. Por ello debemos plantearnos la siguiente pregunta
¿Debo defender una causa perdida?
En este punto se aprecia la suspicacia del profesional del Derecho en buscar
salidas alternativas como son la negociación o buscar el mal menor para nuestro
representado; pero no es buena idea que el abogado busque plantear recursos
que sabe que no van a prosperar, con el fin de tener ingresos mediante
honorarios. Pues el cliente, en el camino, buscará el criterio de otro profesional
que le indicará que su causa no prosperará y que está gastando recursos
innecesarios que pueden complicar su situación. Además el prestigio del
abogado se verá comprometido.
El derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando

El último de los consejos es tener un despacho organizado,. No es factible que


perdamos una causa por descuido de nuestros deberes como abogados.
Debemos ser cuidadosos en el momento en que debemos presentar nuestras
pruebas, preparar a los testigos que intervengan en el juicio; pero sobre todo no
dejar de preparar nuestras causas ya que como se indicó en un post
anterior ninguna causa es igual a otra. Finalmente recordemos uno de los
mandamientos del abogado del famoso jurista uruguayo Eduardo Coture “el
derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando.”
Nuestra lucha diaria como abogados es pensar cómo podemos luchar en contra
de esas causas que parecen perdidas, lograr convencer con nuestros argumentos
a los jueces de que somos dignos de ser considerados como vencedores de la
contienda jurídica y, por ende, de los intereses de nuestros representados.

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