Vous êtes sur la page 1sur 7

La Coyuntura de la Conquista del Continente Africano,

Perspectivas de un Proceso sin Punto Final


Andrés Felipe Vallejo Martínez
Facultad de C. Humanas-Depto. Historia
Jueves, 9 de mayo de 2019
División y conquista europeas de África: Visión general- G. N. Uzoigwe
”El momento de la conquista no pudo ser más apropiado para Europa,
ni pudo ser peor para África.”
A partir de 1880 comienza un nuevo episodio en la historia del continente africano, las
nuevas generaciones sufrirían un cambio sin precedente alguno. Esta es la premisa inicial de la
que parte G. N. Uzoigwe, quien busca dar una explicación a la división y conquista del
continente africano, dando un esbozo general de las teorías planteadas desde diferentes áreas
buscando dar una explicación a la forma en que ocurrieron los hechos, las consecuencias de
estos y los motivos por los que no pudieron suceder de otra manera. La finalidad del presente
texto no es más que comprobar el entrelazamiento que existe entre un sinnúmero de sucesos
no solo históricos, sino políticos, económicos y psicológicos que han dado origen a los
fenómenos mencionados.
El autor divide las teorías con base en el área desde las que estas toman sus fundamentos,
por lo que encontramos teorías con fundamentos económicos, psicológicos, diplomáticos o
políticos y una teoría sobre la dimensión africana, del porqué se realizaron tales divisiones y se
dio el proceso de conquista. En donde se hace evidente, aunque el autor no hace demasiado
énfasis en este punto, las contradicciones y relaciones que existen entre estas, ya que el proceso
de división y conquista en África no tiene un único causal y aunque se halle con certeza el
motivo que llevó a los estado europeos del último cuarto del siglo XIX a tomar una decisión
de tanta importancia, este hecho tuvo numerosas repercusiones que transgreden las barreras de
un único ámbito al que podamos atribuirle la toma de esta decisión.
Dentro de las teorías económicas que Uzoigwe expone, se puede apreciar la inclinación que
existía por buscar una explicación al fenómeno imperialista y la caracterización de este como
causa y efecto; la Weltpolitik alemana, en dónde encontramos como imperativo común, la
búsqueda de los estados industrializados europeos por expandirse más allá de su territorio
nacional. John Atkinson Hobson, economista inglés a quien cita el autor, era promotor de la
idea de que el imperialismo tenía sus orígenes en una sobreproducción, en un excedente de
capital por parte de los estados industrializados que los conducía a colocar proporciones cada
vez mayores de recursos económicos fuera del área de su presente dominio político. Afirmaba
que aunque las fuerzas económicas no tomaran la iniciativa ni estuvieran interesados en una
expansión imperialista, tenían el veredicto final en sus manos.
El autor menciona otras teorías que se postularon para dar una explicación al por qué de esta
conducta imperialista por parte de las potencias europeas, sin embargo, estas caen en el error
de fundamentar el imperialismo desde un plano abstracto, fuera del contexto que se trae a
colación que es el africano, sin embargo, bien pudieron ser las únicas fuentes con las que
contaba el autor y su verdadero objetivo era demostrar que las explicaciones de estos sucesos
se basaban en suposiciones y no poseían una base empírica concreta. En este sentido, las teorías
del ámbito psicológico no difieren mucho, e incluso se complementan.
Uzoigwe resalta que existe un factor detonante para el planteamiento de estas es el concepto
de la primacía de la raza blanca. Da ejemplos como el Darwinismo social, que, en ese orden de
ideas, adquiere una notable coherencia, ya que si observamos la repartición y conquista como
la obra de la selección natural y/o la imposición de una raza superior sobre una inferior, que es
uno de sus postulados fundamentales, erróneamente trasladado a un contexto social desde mi
punto de vista, podría afirmarse sin lugar a dudas que la división de África es un proceso natural
e inevitable, una responsabilidad imperial del Albinismo.
También se ha analizado este fenómeno desde una perspectiva religiosa, planteamiento
desde el que la iglesia buscó negar rotundamente los planteamientos darwinistas y los
reemplazó por “una dosis de celo humanitario y filantrópico”, lo que se traduce en un impulso
humanitario y misionero que tenía como objetivo la regeneración a los pueblos africanos. Es
preciso advertir que los misioneros llegaron tiempo antes de la repartición del continente y
desde el inicio del proceso de conquista, poco o nada hicieron; pudo darse el caso de que
pudieran ser actores activos, pero el autor resalta que no es un hecho concreto y mucho menos
una explicación al porqué de la repartición y la conquista.
Para concluir con las teorías psicológicas, Uzoigwe da el ejemplo de Joseph Schumpeter
quien veía al imperialismo como algo psicológico y no económico, afirmación que no es del
todo equívoca; creía en el deseo natural del hombre de dominar a sus prójimos solo por el gusto
de dominarlos, claramente exacerbado y trasladado a un panorama de egoísmo nacional
colectivo. Puesto que las teorías de orden psicológico no poseen un gran grado de certeza ni
logran cumplir con la tarea que les es encomendada, es relativamente sencillo desestimarlas,
sin embargo, sugieren lo que hizo posible la repartición del continente y por qué pudo ser algo
llamativo para los gobernantes europeos, en donde reside su importancia, ya que permite
hacernos una idea de lo que pudo pasar por la mente de la clase dirigente del momento, sin
embargo, cabe resaltar que sus afirmaciones habrían adquirido mayor veracidad si se ampliaba
en un antecedente histórico más extenso.
Dentro de este esquema teórico la idea de un origen diplomático parece muy tentadora, ya
que si hablamos de un contexto internacional, las relaciones o tensiones diplomáticas entre los
países europeos bien pudieron ser una motivación para tales comportamientos beligerantes. El
autor expone la idea del prestigio nacional, postulada por Carlton Hayes, quien afirma que el
imperialismo es por sobre todo un fenómeno nacionalista, con el que los estados europeos
buscaban vanagloriarse, tanto a nivel nacional como continental. Sin embargo, esta teoría solo
es aplicable si se abstraen las implicaciones económicas y sociales de la época, por lo que no
se puede aplicar a la realidad. Otro postulado que menciona el autor es el de Hinsley, quien
afirma que existía una estrategia de poder por parte de los estados europeos que se erigía en
sus anhelos de conservar el estado de paz en casa, lo que los hizo verse obligados a repartir el
continente africano con el fin de erradicar cualquier posible conflicto. Teoría que si observamos
desde un punto de vista económico no parece muy veraz ya que la repartición y futura contienda
militar tenía implicaciones políticas y económicas considerables que no se pueden reducir a
una obligación meramente moral.
Robinson y Gallagher plantearon la cuestionable “Estrategia Global” como motivo por la
que se hizo la división del continente africano, idea que surgió como respuesta a los
movimientos protonacionalistas que empezaban a hacerse visibles en África; cabe destacar el
hecho de que estos autores afirmaban que los hombres europeos no deseaban la división del
continente, debido a que económicamente no tenía mayor significación pero amenazaba con
los intereses europeos en otras partes. Sin embargo, entra en contradicción ya que los países
europeos mantenían relaciones informales de control sobre los estados africanos y la transición
económica que menciona Uzoigwe de la trata de esclavos a un comercio regular legítimo pudo
haber tenido una injerencia importante en las relaciones económicas que mantenían.
Uzoigwe finalmente expone, desde mi perspectiva ,una de las más importantes teorías, la
de la dimensión africana, que como su nombre lo enuncia, busca una explicación a la división
y conquista desde el contexto en que esta sucede, el africano, dando una perspectiva histórica
y política de este; -a diferencia de todas las otras teorías presentadas anteriormente- afirma que
el cambio que se da a partir de 1880 no es algo espontáneo, es un proceso de perjuicio al
continente africano con más de 300 años de historia. Dentro del continente africano también
existían conflictos internos, las organizaciones étnicas, linajes y clanes no estaban exentos de
conflictos, y la oposición a la creciente influencia en el siglo XIX fue notoria y pudo ser un
pretexto para la repartición y conquista por parte de los estados europeos. El autor también da
un planteamiento propio en donde es visible su afinidad por esta última teoría; por otra parte,
menciona que en un inicio, la relación que existía entre los estados africanos y europeos, era
de control indirecto. No existía una anexión legal de los países africanos a la soberanía de
alguna nación en Europa.
En la historia del continente africano hubo tres acontecimientos fundamentales entre 1877
y 1880 que cambiarían el “conformismo” europeo con el control indirecto sobre estos países.
En primer lugar, el interés de Leopoldo I, rey de Bélgica, en África; lo que lo llevaría a la
realización conferencia geográfica sobre África en Bruselas, 1876, que precedería a la creación
de Asociación Africana Internacional y a la contratación del explorador H. M. Stanley que
llevaría a cabo la exploración del Congo. Concatenación de sucesos que concluiría en la
creación del Estado libre del Congo.
En esta conferencia no se encontraba Portugal, hecho que los incentivó a enviar numerosas
expediciones con el fin de anexar territorios a la corona y demostrar su valía ante el resto, dando
así la razón a la teoría del prestigio Nacional de Hayes, -es importante resaltar que Hayes
observa su teoría únicamente desde un factor diplomático, pero no contaba con que entraría en
juego también el factor psicológico, ya que es el resentimiento lo que lleva a Portugal en gran
medida a realizar estas incursiones militares-; logrando así la anexión de Mozambique como
una suerte de protectorado pero prácticamente independiente. Por otra parte, en Francia ya se
empezaba a respirar un aire expansionista en la política colonial de 1879 y 1880 a raíz de la
participación con Gran Bretaña para el control dual de Egipto, el envío de Savorgnan de Brazz
al Congo y la ratificación de los tratados con el jefe Makoko de los batekes, además del
resurgimiento de la iniciativa colonial tanto en Tunisia como en Madagascar.
Para 1880 el contexto había cambiado radicalmente, Alemania y Gran Bretaña renuncian a
la idea del control informal y empiezan su campaña de anexión de territorios. Portugal, en gran
parte por el temor de perder los territorios obtenidos, una vez más por un factor psicológico,
pide que se convoque una conferencia internacional para dirimir las disputas de la zona de
África central. Este planteamiento trazaría el rumbo de la historia del continente africano en
los siguientes años y la marcaría de por vida. Otto von Bismarck, canciller alemán, propondría
a su capital, Berlín, como sede de esta conferencia internacional. La conferencia de Berlín que
se daría entre noviembre de 1884 y febrero de 1885, “aparentemente”, entre comillas debido a
la subjetividad a la que se ve sujeta esta afirmación, no tenía como objetivo la división general
del continente africano, sino que habían otros pretextos menos nocivos, pero que de igual
manera atentaban contra la soberanía de los estados africanos. Para los estados europeos del
último cuarto del siglo XIX parecía no ser extraño sentirse acreedores de un territorio que no
les pertenecía. Uzoigwe menciona dos artículos de esta conferencia que fueron especialmente
devastadores: el artículo 34 y 35.
El primer artículo estipula que toda nación que tomara posesión de una costa o declarara un
protectorado debía notificarlo para que sus pretensiones fueran ratificadas, en donde se hace
evidente un notorio sentimiento nacionalista. Estas zonas de las que toman posesión se
denominan zonas de influencia a las que se hallaba vinculado el concepto de una zona interior,
lo que implicaba que tenían control de un territorio interior hasta una distancia casi ilimitada
que no había sido trazada. El segundo artículo menciona que todo aquel acreedor de un
territorio debía demostrar que tenía suficiente autoridad para proteger su legitimidad;
Acertadamente afirma Uzoigwe que las naciones europeas se arrogaron a sí mismas el derecho
de sancionar el principio de repartir y conquistar otro continente.
De 1885 a 1902 el autor hace una división temporal que denomina Tratados; explica que
antes de la conferencia, en África se constituían zonas de influencia formando puntos
comerciales, creando asentamientos misioneros, ocupando zonas estratégicas y haciendo
tratados con gobernantes africanos. Principalmente esta última se convertiría en un método
fundamental para llevar a cabo la división sobre el papel en el continente.
Hubo dos tipos de tratados, los africanos-europeos y los acuerdos bilaterales europeos. Es
importante realizar el aparte y como Boahen comenta en su texto “África y el desafío colonial”
que el hecho de que hayan existido tratados africanos-europeos no significa que los gobernantes
africanos hayan sido colaboradores, que define como auténticos traidores a la patria, más bien,
hicieron alianzas que consideraron pudieron ser estratégicas para sus gobiernos. Los acuerdos
que se realizaron entre africanos y europeos antes del último cuarto del siglo XIX tenían dos
formas de llevarse a cabo,, una de carácter comercial, principalmente la trata de esclavos, que
pudo generar roces y conducir a una intervención política por parte de los estados europeo, y
una de carácter político, en la que los gobiernos declaraban rendir su soberanía a cambio de
protección o se comprometían a no hacer tratados con otras naciones; estos tratados eran
realizados tanto por representantes del gobierno como por iniciativas privadas que
posteriormente trasladaban estos tratados a sus respectivos gobernantes.“Ningún hombre que
lo entendiera lo hubiera firmado” frase de Frederick Lugard, que denota el carácter fraudulento
que en muchas ocasiones tenían estos tratados con los gobernantes africanos.
En el caso de los tratados bilaterales, al adquirir una zona de influencia, si ninguna potencia
impugnaba, el país que se hacía poseedor de determinada zona iba transformando gradualmente
los derechos obtenidos en tratados por derechos de soberanía. Se convertían en realidad cuando
eran aceptados por otros. Si dos potencias entraban en conflicto en una misma región se
buscaba desalentar anexiones por parte y parte como en el tratado anglo-alemán de Zanzíbar.
Estos tratados eran esencialmente actos políticos defendibles en el contexto de la fuerza
coercitiva como base de toda ley según Uzoigwe. Salisbury, a quien cita el autor, afirmaba que
se hacía evidente una “falta de información y una situación de inestabilidad del derecho
internacional aplicado a las pretensiones territoriales que se apoyan en la ocupación
constructiva o en el control”, lo que indica que se empezó a generar un ambiente de conflicto
y la ocupación militar se asomaba en el horizonte.
El autor se hace una pregunta fundamental, la cual he ido construyendo lentamente con
ejemplos y hechos concretos a lo largo de este texto qué es ¿Cómo pudieron las potencias
conquistar África? El autor da cinco postulados, sin embargo, si el lector desea recurrir a estos
bien puede al pie de la letra bien puede consultar la bibliografía, considero más pertinente dar
una interpretativa propia. En un primer momento, existe una relación de poder no solo
económica y política sino psicológica sobre el continente africano, existió una degradación que
se fue gestando por años y que se remonta a las épocas mismas de la conquista española sobre
el continente americano, se invadió sin permiso alguno con la consigna de la misión religiosa
y de la exploración.
A partir del siglo XIX y con los desarrollos industriales y tecnológicos, se hizo posible la
sobrevivencia europeo en un entorno que anteriormente les era mortífero, no existía más el
miedo latente por enfermedades. Los recursos materiales y financieros de Europa, comparados
con los de África eran increíblemente superiores tanto armamentísticos como logísticos, los
ejércitos y las armas africanos eran realmente rudimentarios, sumado a esto se encuentra el
hecho de que las potencias habían prohibido la distribución de armas a africanos, con la
excepción de Menelik II en Etiopía.
Mientras el continente europeo se hallaban en un estado político de equilibrio y paz; África
se hallaba inmersa en numerosas rivalidades y conflictos internos; la atención de los estados
africanos se hallaba dividida. Sin embargo, es de admirar el notable espíritu de solidaridad
europeo que no sólo impidió querellas entre ellos, sino que además, impidió que las
comunidades y gobernantes africanos pudieran utilizar con eficacia algún conflicto de intereses
entre una potencia europea contra otra. La conducta de los estados africanos, opuesta a la
solidaridad tradicional, se caracterizó no solo por la ausencia de ésta sino también por la
ausencia de unidad y cooperación; algunos no dudaron en aliarse con las fuerzas invasoras
europeas en contra de sus vecinos. Sin saber que ellos tendrían el mismo destino.
Destaca la frase de Ferhat Abbas (1931), a quien cita Boahen (1987):” Para el colonizador
es una simple aventura militar, para el colonizado es una verdadera revolución que destruyó
todo un antiguo mundo de creencias e ideas y una forma de vida inmemorial. Enfrentó a todo
un pueblo a un cambio brusco. Sin ninguna preparación previa, una nación entera se vio
obligada a adaptarse o perecer” que revela un detalle fundamental y es que desde todos los
contextos desde los que se ha trabajado en este texto la coyuntura de la conquista y la división,
como lo son el político, económico y psicológico, las injerencias que estas contiendas tuvieron
marcaron notoriamente al continente y se ven reflejadas en la sociedad actual africana; en la
pérdida de una identidad política, la condena a un subdesarrollo, las diferencias arbitrarias que
reflejan más que una cartografía, una realidad social que se halla en pena por sucesos de hace
años y que, a día de hoy, los actores que atentan y usurpan contra la vida pública se ven
reemplazados, al igual que en Colombia, por su propia gente y no por ajenos.
Bibliografía
-Boahen A., (1987) “África y el desafío colonial” en Boahen A. (dir.): “Historia general de África:
África bajo el dominio colonial (1880-1935)” Vol. VII, Tecnos, Madrid.
-Uzoigwe G.N, (1987) “La división y conquista europeas de África: visión general”en Boahen A. (dir.):
“Historia general de África: África bajo el dominio colonial (1880-1935)” P.P 41-67, Tecnos, Madrid.
-Wabgou M. (2007): “Poder y sociedad en África Subsahariana. Los pueblos entre las tradiciones y el
estado” en Wabgou M. (comp. & ed.) “Sistemas políticos africanos. Debates contemporáneos en
Colombia desde la ciencia política” Universidad nacional de Colombia, Bogotá.

Vous aimerez peut-être aussi