Vous êtes sur la page 1sur 4

9.2.

Perjuicios extrapatrimoniales:

Dentro de esta clase de daños se encuentra el perjuicio moral,


respecto del cual esta Corte tiene dicho que hace parte de la esfera íntima
o fuero psicológico del sujeto damnificado, toda vez que sólo quien padece
el dolor interior conoce la intensidad de su sufrimiento, por lo que éste no
puede ser comunicado en su verdadera dimensión a nadie más. De ahí
que el perjuicio moral no es susceptible de demostración a través de
pruebas científicas, técnicas o directas, porque su esencia originaria y
puramente espiritual impide su constatación mediante el saber
instrumental.

Por cuanto el dolor experimentado y los afectos perdidos son


irremplazables y no tienen precio que permita su resarcimiento, queda al
prudente criterio del juez dar, al menos, una medida de compensación o
satisfacción, normalmente estimable en dinero, de acuerdo a criterios de
razonabilidad jurídica y de conformidad con las circunstancias reales en
que tuvo lugar el resultado lamentable que dio origen al sufrimiento.

Lo anterior, desde luego, «no significa de suyo que esa clase de reparación
sea ilimitada, bastándole por lo tanto a los demandantes, en un caso dado,
reclamarla para dejarle el resto a la imaginación, al sentimiento o al cálculo
generoso de los jueces». (CSJ, SC del 15 de abril de 1997) La razonabilidad
de los funcionarios judiciales, por tanto, impide que la estimación del daño
moral se convierta en una arbitrariedad.

Esta razonabilidad surge de la valoración de referentes objetivos para


su cuantificación, tales como las características del daño y su gravedad e
intensidad en la persona que lo padece; de ahí que el arbitrium iudicis no
puede entenderse como mera liberalidad del juzgador.

Teniendo en cuenta la gravedad del perjuicio ocasionado, que se


produjo por la muerte de un ser querido, especialmente en las condiciones
en que tuvo ocurrencia el fallecimiento de Luz Deisy Román Marín, se
presume que generó en sus padres, esposo e hijos un gran dolor, angustia,
aflicción y desasosiego en grado sumo, pues ello es lo que muestra la
experiencia en condiciones normales. Esta presunción judicial se refuerza
con los siguientes testimonios:

Según la declaración de la testigo María Orfilia Torres, a partir de la


muerte de Luz Deisy «la mamá comenzó a sufrir de la presión y del corazón y el
padrastro también se enfermó y no ha podido recuperarse de lo sucedido porque
entre más días peor, a los hijos, al esposo, a todos los afectó la pérdida de ella, la
hija bastante decaída, lo mismo el hijo y el esposo». [Folio 22 reverso, cuaderno
3]

En el mismo sentido, María Doralba Oquendo anotó que tanto los


padres, como el esposo y los hijos de la occisa se vieron muy afectados y
la familia sufrió «muchos cambios, se podía observar en su esposo y en sus hijos
y aún en su madre, mucho dolor, tristeza…» [Folio 27, cuaderno 3]

Las buenas relaciones familiares de la Luz Deisy con sus padres,


esposo e hijos, así como el profundo dolor que su muerte les generó fueron
hechos confirmados por Beatriz Elena Cardona Ruiz: «ella era una hija muy
consentida y una muy buena mamá; [su muerte] afectó a sus padres, esposo e
hijos (…), los afectó demasiado porque en la familia ya no había hogar, los niños
se fueron a vivir con la abuela y el papá seguía viendo por ellos, pero no en la
forma en que lo hacía la mamá, ella era la que se preocupaba por su estudio y por
sus cosas personales, luego se fueron a vivir con el papá y la hija mayor tuvo que
devolverse para donde la abuela porque la situación económica no era buena, los
afectó mucho…» [Folio 30, cuaderno 3]

Según la declaración de María Doralba Oquendo, se trataba de una


familia muy unida, ya que la relación entre sus integrantes era «buena,
buenísima diría yo, como madre, como esposa, pues era una familia muy unida».
[Folio 227, cuaderno 3] Esa unidad familiar desapareció por completo con la
muerte de Luz Deisy, pues a partir de ese hecho –contó Beatriz Elena
Cardona– se desintegró el núcleo familiar. [Folio 30, cuaderno 3]

Con relación al padre de crianza de Luz Deisy Román, quien se casó


con su madre cuando aquélla tenía apenas 8 años de edad [f.15, c.1], y le
dio el mismo trato que se le da a una hija biológica, las declarantes
coincidieron en sus buenas relaciones familiares, en su cercanía, ya que
vivían en la misma casa, y en el dolor que le causó la muerte de su hija, al
punto que María Orfilia Torres aseguró: «para mí la iban muy bien, ese
señor se comportaba con ella mejor que un papá, a veces mejor». [Folio 22
rev., c. 3]

El padre de crianza de la difunta, entonces, tiene derecho al pago de


una indemnización por daño moral, debido a los lazos afectivos que lo
unían a aquélla, cuyo rompimiento le causó grandes y profundos
sufrimientos.

Siguiendo las pautas reseñadas, se tasarán los perjuicios morales


sufridos por los demandantes en la suma de $60’000.000 para cada uno
de los padres; $60’000.000 para el esposo; y $60’000.000 para cada uno
de los hijos.

El anterior monto se estima razonable, puesto que esta Sala, en


circunstancias fácticas similares, ha condenado en el pasado al pago de
$53.000.000 (SC del 17 de noviembre de 2011, Exp. 1999-533), y $55.000.000
(SC del 9 de julio de 2012, Exp. 2002-101-01).

De manera que es apenas justificable que en cuatro años, el monto


de los referidos perjuicios sufra un incremento o ajuste moderado. Al
respecto nuestra jurisprudencia tiene establecido:

«Adviértase que no se trata de aplicar corrección o actualización monetaria


a las cifras señaladas por la Corte de antaño, por cuanto el daño moral no
admite indexación monetaria, sino de ajustar el monto de la reparación de
esta lesión, como parámetro de referencia o guía a los funcionarios
judiciales, a las exigencias de la época contemporánea…» (SC del 17 de
noviembre de 2011, Exp. 1999-533)

9.3. En conclusión, se tienen por demostrados los siguientes


perjuicios:

- Para el esposo Guillermo León Pulgarín:

- Lucro cesante: $ 96’353.928


- Daño moral: $ 60’000.000
-------------------
TOTAL $156’353.928

- Para la hija Marlyn Julieth Pulgarín Román:

- Lucro cesante: $ 32’631.547


- Daño moral: $ 60’000.000
-------------------
TOTAL $ 92’631.547

- Para el hijo Cristopher David Pulgarín Román:

- Lucro cesante: $ 54’175.149


- Daño moral: $ 60’000.000
-------------------
TOTAL $114’175.149

- Para la madre Ana de Dios Marín:

- Daño moral: $ 60’000.000

- Para el padre de crianza Mario de Jesús Uribe:

- Daño moral: $ 60’000.000

Vous aimerez peut-être aussi