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Symtoms of another life: Time, Possibility, and Domestic Relations en Chile’s Credit

Economy – Clara Han

Como ya sabemos, la Clara hace etnografía en la Pincoya por harto tiempo; esta
investigación en específico comienza el 2004. Se centra en la familia de la Sra. Flora, que vivía con
su segunda pareja, Don Rodrigo -recientemente desempleado- sus dos hijas de 30 más o menos -
ambas madres solteras- y su hija mejor, Florcita de 24 con su pareja Kevin -ambos con problemas
de consumo de alcohol y drogas, pero Kevin sufre de depresión maniática. La casa en la que vivían
la habían construido luego de haber habitado en el mismo terreno bajo una toma, por lo que la
vivienda era de material ligero y precario. Toda la construcción de su casa se ha realizado
mediante la solicitud de créditos y préstamos a bancos.
En lo que se quiere enfocar a autora (quizás suena medio raro, pero después queda
claro) es en el comprender los conflictos domésticos por el cuidado de la familia como conflictos
sobre “lo posible” en sí mismo. Han entiende lo posible no como una serie de posibilidades que
se dan de ante mano, ni como la adaptación de las aspiraciones o expectativas a posibilidades
objetivas; sino que "lo posible" como una indeterminación de las relaciones vividas
dentro del presente. Le interesa indagar como las mujeres de la Pincoya se agarran de este
sentido de indeterminación para mantener la esperanza sobre futuros relacionales con
parientes mentalmente enfermos y adictos; muchas veces en contra de todo pronóstico.
Según la autora, las familias con parientes adictos y mentalmente enfermos, se
encuentran en una espera activa acompañada de una paciencia que no necesariamente se
mueve hacia un futuro; permitiendo así que aspectos diferentes pero impredecibles del otro,
emerjan. Lo importante es indagar como esta espera se relaciona con la deuda y la violencia
domestica dentro del hogar. Aun cuando la economía del crédito ha generado endeudamiento
perpetuo, ofrece la oportunidad de acceder a recursos materiales y temporales para los medios
de subsistencia que se han visto afectados por la inestabilidad laboral.
La antropología ha permitido profundizar en cómo las prácticas de consumo
consolidan identidades de consumidores basadas en los regímenes neoliberales. Los bienes
materiales permiten que las personas presenten su estatus social y logros. Desde esta
perspectiva, la expansión del crédito genera una sociedad en la que la aspiración de asegurar
un estatus social con las mercancías como marcadores sociales se encuentra con condiciones
existenciales de desesperación cuando tales aspiraciones no se alcanzan. En Chile, estas
identidades basadas en el mercado emergieron con el régimen de Pinochet.
Sin embargo, entre las familias de la Pincoya, estas prácticas de consumo se pueden
comprender como un gesto de cariño o cuidado para con los otros; esperando ver un cambio en
estos. De esta forma, en vez de asegurar un estatus social, el uso del crédito genera el tiempo de
espera. Esta forma de cuidado, se vive día a día con la presión de la deuda y de la inestabilidad
laboral.
Today, all of us are subjects of credit
En este aparatado la autora hace una revisión sobre cómo la sociedad chilena se
transformó en una sociedad de consumo y cuál es el rol -las causas y consecuencias- del
endeudamiento. Comienza citando a algunas autoridades económicas que justificaban las altas
tasas de endeudamiento como una consecuencia directa del crecimiento económico del país.
También resalta el hecho que en Chile no sólo los bancos prestan dinero, sino también las casas
comerciales. Todo esto es sustentado con una revisión sobre las publicaciones de los medios
sobre el boom del crédito en la época.
Es importante mencionar las críticas que hacía la izquierda, la cual vinculaba la
deuda con el proceso psíquico de individualización en el contexto político de Chile en el cual
cambia el modelo económico: la dictadura de Pinochet. Los derechos políticos se habrían
convertido en derechos de consumidores. Para Moulian (es de la misma clase), la economía del
crédito es responsable por la individualización de las relaciones sociales y el reemplazo del
hombre político -zoon politikón- al ciudadano tarjeta de crédito.
Para la autora, estas aproximaciones se basan en un sujeto que ha pasado a ser parte
del sentido común, y que, por ende, ha sido para asumido que demostrado.
En primer lugar, un enfoque en los nuevos deseos del consumidor puede desviar la atención
de cómo los pobres urbanos utilizan el crédito como un recurso en el contexto de la erosión
y los salarios inestables y la privatización de los servicios públicos (…) En segundo lugar,
centrarse únicamente en el individuo liberal y en una familia nuclear correlativa puede
ocultar las "dependencias inmanentes" entre parientes y vecinos.
Las relaciones domesticas en la Pincoya, se dan entre familia multigeneracionales
pero también entre las redes de vecinos que se fortalecen por la convivencia. El constituirse a
través de la familia no es una opción, es como se da la vida en la Pincoya.
Making Time
La autora conoce a la familia por cerca de 8 años, y siempre presenció cómo los
problemas económicos generaban tensiones entre los miembros de la familia. Pero el principal
problema era Kevin, la pareja de hija mejor, quien era adicto a las drogas y que durante los
últimos meses había sufrido de ataques de pánico y olas de ira. Un día, trabajando de chófer de
micro sufrió un infarto, quedando sin la posibilidad de trabajar, pero con una pensión de
invalidez. Debido a la adicción de Kevin y Florcita, el hogar había pasado por ciclos de hurto,
destrucción y deudas.
En este contexto, un día la Sra. Flora decide comprarle una radio a Kevin porque la
música lo calma, pero habiendo agotado sus tarjetas de crédito le pide a su vecina que se la
preste. Por su parte, Florcita también trataba de ayudar a calmar a Kevin, sacando mercadería
de la casa para venderla y poder comprarle pastillas para dormir y alcohol.
“A medida que las familias esperaban que sus seres queridos mostraran un lado
diferente este "made tiem [hacer tiempo]" chocó contra la temporalidad de las cuotas de las
deudas y la incertidumbre de los salarios inestables que incidían en el hogar”.
Life Loaned
Dentro de los tres meses después que la autora visitó a la familia, Florcita y Kevin no
estaban; se rumoreaba que ella se prostituía y que él se juntaba con pastabaseros. En términos
económicos, los demás en el hogar se encontraban agobiados por los pagos mensuales, pero
Rodrigo había conseguido trabajo en la construcción; mientras las Sra. Flora tenía que pedir
avances en el Líder para comprar mercadería (llegaron a advertirlos de un posible embargo).
Afirmaban que “tenían una vida prestada” porque nada de lo que tenían era aun de
ellos dado que compraban con créditos. Toda esta vida de deudas había empezado en la
dictadura, donde los créditos se abrieron a los pobres; permitiéndoles tener una vida más digna.
Sin embargo, el acceso a esta vida más digna vino de la mano de más control económico por
parte de instituciones como DICOM (y el estigma asociado a encontrarse en la lista). Según la
autora, las familias de la Pincoya se esforzaban mes a mes para pagar sus deudas por la idea de
“mantener la imagen". El mantener la imagen transmitía el carácter transitorio, inseguro e
incierto de aquella vida digna que se hizo posible gracias al crédito. La vida prestada, una frágil
existencia del hogar, se mantenía junta a través y a pesar de la temporalidad del crédito.
Unbereable Volume
Para las familias luchando con la enfermedad mental y la adicción, el objetivo de
mantener la imagen entraba en fricción con la temporalidad de la espera; produciendo
compromisos complejos con el día a día. Las mujeres, entre las demandas de cuidar a los
enfermos y las deudas, cumplían diversos roles: abuela, madre, esposa, tía, hermana.
Ya en julio de 2004, Florcita y Kevin se habían vuelto muy violentos entre ellos;
teniendo que intervenir carabineros quienes se llevaron presa a Florcita por agredir a Kevin.
Este episodio tensionó la relación entre la Sra. Flora y Don Rodrigo, quienes discutía sobre la
presencia de Kevin en el hogar (hacia quien la Sra. Flora sentía una responsabilidad de
cuidado): él quería que se fuera, aunque Florcita lo siguiera, y ella quería que se separaran.
En octubre, la Sra. Flora se enfermó luego de una discusión con Don Rodrigo, quien le
había encontrado boletas escondidas de ropa para los hijos de Florcita. Su vesícula biliar se
había inflamado y necesitaba operarse. Durante la recuperación, las tensiones se calmaron.
La autora habla sobre cómo este sentido de responsabilidad hacia la familia se vuelve
infinito. La espera, puede entenderse como una forma de manifestación del deseo de ser
infinitamente responsable.
“Realizado a través de las relaciones domésticas y el crédito, este deseo orienta a los
sujetos hacia "lo posible", el sentido vivido de indeterminación que, en el presente, proporciona
esperanza para futuros relacionales. Sin embargo, este sentido de responsabilidad puede llegar a
ser insoportable”
Gift Bread
En diciembre de 2004, todo cambió. Kevin y Florcita se habían ido de la casa, y ahora
la familia “estaba tirando para arriba”. Kevin había consumido drogas y agredió a Florcita, por
lo que tuvieron que llamar a la ambulancia. Luego del episodio, la Sra. Flora le dijo a Florcita
que lo dejara o se iba de la casa, cumpliéndose esto último (arrendaban una pieza en la
población). Ahora, estaban remodelando la casa. Ahora pagaban las deudas a tiempo y Don
Rodrigo había conseguido trabajo permanente en la construcción.
“Aunque Sra. Flora se basó en un "pensamiento calculador" omnipresente dentro de las
normas patriarcales cotidianas e invocadas, quiero llamar la atención sobre lo que puede estar
expresando a través de ellas: que es finita y separada de Florcita y que su responsabilidad tiene un
fin.” Cuando Han se iba de la casa, la Sra. Flor le entregó dos panes: uno para ella y otro para
Florcita por si la veía en la plaza.
Broken body and a loan for another life
La autora visitó a la familia cada año, incluso con deudas mensuales lograron mejorar
la casa increíblemente. Los hijos de Florcita quisieron vivir con ellos y ella aceptó, pero Kevin
trató de recuperarlos. Luego la Sra. Flora encontró a Florcita tirada en la población, había sido
violada por un grupo de conductores de bus cuando ella trató de intercambiar sexo por dinero.
Kevin se volvió loco, y trató de agredirla, por lo que la Sra. Flor llamó a los carabineros y los
internaron en un hospital psiquiátrico. Florcita comenzó a asistir a uno de los programas de
rehabilitación de una de las iglesias pentecostales de la población. Kevin volvió a la casa, y Don
Rodrigo no se opuso porque había comenzado a beber.
En 2007, la autora volvió a la casa y ésta estaba totalmente destruida. Habían roto
todo y la Sra. Flora continuaba pagando las cuotas por las cosas rotas. Tres meses después sufrió
un infarto.
"Estoy rota. Mi cuerpo está roto. La casa, todo, está rota”. La destrucción también puede
ser el precio de “lo posible”, de cuidar a los parientes a través de la temporalidad de la espera”.
Finalmente, la autora vuelve a ir en 2008 y la fachada de la casa estaba completamente
renovada. Nuevamente estaban renovando la casa gracias a un nuevo préstamo que la Sra. Flora
había pedido. Florcita y Kevin se habían mudado a una pieza cerca de la casa, manteniendo la
distancia que les permitía convivir de mejor manera.
Politics of Care
Las familias de los pobres urbanos en Santiago están comprometidas en una lucha
continua por cuidar a sus parientes dentro de una economía de crédito de doble filo. Esta
economía produce tanto un endeudamiento perpetuo, como los recursos materiales para el
sustento en medio de un trabajo inestable. Más allá del hogar, las relaciones domésticas y los
mecanismos de crédito son recursos cruciales para sostener "lo posible" dentro de sus límites.
“Aunque las familias enfrentan las demandas temporales del sistema crediticio a través
del objetivo de mantener la imagen, también hacen uso de la misma temporalidad del crédito para
hacer tiempo, y otra vez, la espera que saca su esperanza de "lo posible".

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