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Así nos enseñaron nuestros padres y abuelos desde niños, y así decimos en
esta mañana de peregrinación eclesial diocesana para iniciar el mes del
Sagrado Corazón de Jesús. Es nuestra plegaria dirigida a Ti, Rey de Reyes, el
único y verdadero eterno, el mismo ayer, hoy y siempre, principio y fin de
nuestra historia. A Ti acudimos con la misma confianza que nos enseñaron
nuestros mayores y ahora seguimos enseñando a las nuevas generaciones.
Acudimos a Ti porque sabemos que no nos engañas ni nos defraudas. Ante las
angustias del momento presente en nuestra región y en nuestra Patria,
sabemos que nos atiendes y sostienes. Confiamos en Ti como Tú confías en
vosotros. Ante Ti venimos a decirte lo que en su momento dijo Pedro: “¡Señor
¿a quién iremos?"! ¡Sólo Tú tienes Palabras de vida eterna!
¡Señor! Es el clamor de tantos padres de familia que están viendo cómo sus
hijos fallecen porque no hay cómo hacerles trasplantes de médula, o recibir
curas necesarias para sus enfermedades, o porque están desnutridos y ya no
pueden subsistir… Es el clamor de tantas familias que ven a sus hijos irse a
otros países en búsqueda de un mejor tenor de vida y se quedan en la soledad
y hasta indefensión… Es el clamor de todos los ciudadanos que ya nos
sentimos tan rebajados por el desprecio de quienes nos gobiernan: no hay
ninguna seguridad para poder vivir decentemente y con dignidad… Es el
clamor de los familiares de los presos fallecidos en Acarigua y otros lugares de
reclusión y que ante sus exigencias sólo han recibido el ensordecedor silencio
de quienes se dicen estar al servicio del pueblo… Es el clamor de tantas otras
familias cuyos miembros han sido seducidos por quienes les ofrecen trabajos
apetitosos y terminan esclavizándolos en la trata de personas y en la
prostitución…
¿Cómo es, Señor, que no hay dinero para los trasplantes de médula para
nuestros niños y para atender todas las necesidades en el campo de la salud, y
sí hay para comprar uniformes militares o mandar a fabricar
ametralladoras? ¿Cómo es que quienes tienen que proteger nuestra soberanía
permiten que los grupos irregulares hagan vida en nuestro territorio? ¿Cómo se
cierran las fronteras sin ningún tipo de justificación y se hacen de la vista gorda
para el negocio de cobrar por las trochas y caminos verdes que conducen a la
hermana Colombia? ¿Cómo es que hay protectores del pueblo que lo
catalogan como gente común cualquiera que debe hacer las colas por la
gasolina sin privilegios? ¿Dónde están las autoridades para defender a nuestra
gente de la especulación y de la extorsión o vacuna? ¿Por qué quienes deben
defender y proteger la naturaleza, la creación, la casa común no se encuentran
en los lugares, como Valle Plateado en Uribante, donde están realizando serios
y degradantes ataques por una supuesta explotación minera? ¿Por qué sí se
consiguen esas autoridades en los puestos de control haciendo bajar a las
personas de los buses para registrales sus equipajes y hasta quedarse con
mucho de lo que puedan llevar?
¿Por qué quienes están en las esferas del poder ejecutivo de la nación no
terminan de escuchar las interrogantes y las peticiones de nuestro pueblo?
¿Por qué, Señor, se siguen aferrando al poder y endurecen su cerviz ante el
empobrecimiento del pueblo? ¿Por qué, quienes podrían ayudar a solucionar
nuestra crisis, consideran a Venezuela como una ficha más de carácter
geopolítico y no ven la dignidad de una sociedad golpeada, mancillada y
expoliada?
Aquí estamos ante ti. Nos consuela que nos escuches y conozcas nuestras
interrogantes. Ponemos en tus manos el trabajo permanente de quienes hacen
de la solidaridad su estilo de vida; de tantos médicos que trabajan con las uñas;
la ilusión de quienes buscan mejores soluciones sin querer explotar al pueblo.
Te presentamos el esfuerzo de nuestros sacerdotes, pastores de este pueblo
sufriente; de nuestras religiosas y colaboradores en el anuncio del Evangelio.
Tú conoces a nuestros laicos y su entusiasmo para edificar el reino de justicia y
amor. Tú sabes cómo nuestra Iglesia de San Cristóbal está comprometida por
ser pueblo y actuar en tu nombre, en espíritu y verdad y para favorecer a todos
sin excepciones. Tú sabes todo Señor; como te lo dijo Pedro, sabes que te
amamos y confiamos en Ti.
Queremos que sepas que la gente, tu gente, puede seguir contando siempre
con la Iglesia y sus pastores, pase lo que pase.