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PLEGARIA ANTE EL SAGRADO CORAZÓN DE

JESÚS POR VENEZUELA

¡Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío!

Así nos enseñaron nuestros padres y abuelos desde niños, y así decimos en
esta mañana de peregrinación eclesial diocesana para iniciar el mes del
Sagrado Corazón de Jesús. Es nuestra plegaria dirigida a Ti, Rey de Reyes, el
único y verdadero eterno, el mismo ayer, hoy y siempre, principio y fin de
nuestra historia. A Ti acudimos con la misma confianza que nos enseñaron
nuestros mayores y ahora seguimos enseñando a las nuevas generaciones.

Es la confianza de la fe y del amor con total esperanza. Sabemos que nos


escuchas y no nos abandonas aún en medio de las dificultades y pruebas por
las que pasamos. Te hiciste hombre igual a nosotros menos en el pecado. Por
eso, sabemos que nos escuchas y nos hablas, que caminas junto a nosotros y
nos alientas para ir adelante en tu nombre. Hoy volvemos a acudir ante Ti: te
damos todo honor y gloria y te reconocemos como el Dios de la libertad y del
amor, de la justicia y de la Paz, que, desde el trono de tu Cruz inauguraste el
Reino de salvación y con tu resurrección venciste la oscurana del pecado y de
la maldad. Eres el Cordero victorioso ofrecido e inmolado por toda la
humanidad. Eres el vencedor del maligno y el que nos da el maravilloso regalo
de poder llegar a ser hijos de Dios Padre.

Te contemplamos, traspasado por la lanza del soldado romano. Y al


contemplarte vemos tu Corazón lleno de amor por la humanidad. Tu Corazón
golpeado y desangrado de donde nacieron los sacramentos y la Iglesia. Pero,
al verte en tu entrega de amor por todos nosotros nos alentamos, pues
sabemos que ese Corazón sigue estando lleno de misericordia, de perdón y de
consuelo para cada uno de nosotros.

Te adoramos. Eres el Dios que nos da la Vida Nueva. Desde tu encarnación y


con tu Pascua nos has llenado de tu gracia. Ella ha abundado siempre y se ha
enriquecido con el don de tu Espíritu con el cual nos llenamos de entusiasmo
para ser tus testigos. No queremos fallarte, porque Tú sigues siendo el Testigo
fiel que aboga continuamente por nosotros ante Dios Padre. Te reconocemos y
te seguimos, como discípulos misioneros para dar a conocer tu Palabra, de
vida eterna.

Acudimos a Ti porque sabemos que no nos engañas ni nos defraudas. Ante las
angustias del momento presente en nuestra región y en nuestra Patria,
sabemos que nos atiendes y sostienes. Confiamos en Ti como Tú confías en
vosotros. Ante Ti venimos a decirte lo que en su momento dijo Pedro: “¡Señor
¿a quién iremos?"! ¡Sólo Tú tienes Palabras de vida eterna!

¡Sagrado Corazón de Jesús en vos confío!


Escucha el clamor de tu pueblo. Muchos apenas lo pueden hacer sentir porque
se encuentran cansados o golpeados o desalentados… Es el clamor que pide
respeto por su dignidad tan mancillada y menospreciada por tantos que se
creen los dueños de las personas y de la patria. Es el clamor que hoy te
presentamos con la confianza de discípulos y la seguridad de que seremos
escuchados.

¡Señor! Es el clamor de tantos padres de familia que están viendo cómo sus
hijos fallecen porque no hay cómo hacerles trasplantes de médula, o recibir
curas necesarias para sus enfermedades, o porque están desnutridos y ya no
pueden subsistir… Es el clamor de tantas familias que ven a sus hijos irse a
otros países en búsqueda de un mejor tenor de vida y se quedan en la soledad
y hasta indefensión… Es el clamor de todos los ciudadanos que ya nos
sentimos tan rebajados por el desprecio de quienes nos gobiernan: no hay
ninguna seguridad para poder vivir decentemente y con dignidad… Es el
clamor de los familiares de los presos fallecidos en Acarigua y otros lugares de
reclusión y que ante sus exigencias sólo han recibido el ensordecedor silencio
de quienes se dicen estar al servicio del pueblo… Es el clamor de tantas otras
familias cuyos miembros han sido seducidos por quienes les ofrecen trabajos
apetitosos y terminan esclavizándolos en la trata de personas y en la
prostitución…

¡Señor! Elevamos esos clamores ante Ti Estamos seguros de que los


escucharás. Son muchos más. Allí están los clamores de toda nuestra gente de
frontera que vive amenazada por los grupos irregulares… los creados por las
nuevas situaciones que están agravando la crisis que atraviesa nuestro país: la
falta de gasolina, los continuos apagones, la especulación de quienes suben
los precios o negocian con precios impagables la gasolina, medicamentos,
alimentos y otros insumos… la indefensión en el campo de la salud… el
deterioro continuo de una educación que no da garantías de una formación
integral… los dolores de quienes han sido maltratados y torturados en sus
lugares de detención…

Acudimos a Ti para pedirte la fuerza necesaria y así poder ir construyendo la


sociedad que necesitamos. No queremos resignarnos. Eso sería lo último y
sería contrario a la enseñanza que nos diste con tu entrega en la Cruz.
Tampoco queremos tener una expectativa pasiva de quien aguarda que otros
vengan a solucionarnos nuestros problemas. Mucho menos queremos ser
conformistas y pensar que nada se puede hacer o nada se puede solucionar.
Por eso, acudimos a Ti con la confianza de la esperanza. Sabemos que nos
escuchas y nos ayudarás con sabiduría y decisión a cambiar todo este cúmulo
de dificultades y problemas que nos han venido acogotando.

¡Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío!

También Señor, en esta mañana te traemos interrogantes que se unen a los


clamores. ¿Por qué siendo un país con todas las riquezas que el Padre
Creador nos ha dado se ha empobrecido? Sabemos que hay responsables de
ello… lo triste es que siguen engañando a muchos con la excusa de una
supuesta guerra económica. Esa interrogante se acrecienta al ver que son
numerosos los que se han enriquecido y han optado por la corrupción como
estilo de vida. Y hasta lo justifican.

¿Cómo es, Señor, que no hay dinero para los trasplantes de médula para
nuestros niños y para atender todas las necesidades en el campo de la salud, y
sí hay para comprar uniformes militares o mandar a fabricar
ametralladoras? ¿Cómo es que quienes tienen que proteger nuestra soberanía
permiten que los grupos irregulares hagan vida en nuestro territorio? ¿Cómo se
cierran las fronteras sin ningún tipo de justificación y se hacen de la vista gorda
para el negocio de cobrar por las trochas y caminos verdes que conducen a la
hermana Colombia? ¿Cómo es que hay protectores del pueblo que lo
catalogan como gente común cualquiera que debe hacer las colas por la
gasolina sin privilegios? ¿Dónde están las autoridades para defender a nuestra
gente de la especulación y de la extorsión o vacuna? ¿Por qué quienes deben
defender y proteger la naturaleza, la creación, la casa común no se encuentran
en los lugares, como Valle Plateado en Uribante, donde están realizando serios
y degradantes ataques por una supuesta explotación minera? ¿Por qué sí se
consiguen esas autoridades en los puestos de control haciendo bajar a las
personas de los buses para registrales sus equipajes y hasta quedarse con
mucho de lo que puedan llevar?

¿Por qué quienes están en las esferas del poder ejecutivo de la nación no
terminan de escuchar las interrogantes y las peticiones de nuestro pueblo?
¿Por qué, Señor, se siguen aferrando al poder y endurecen su cerviz ante el
empobrecimiento del pueblo? ¿Por qué, quienes podrían ayudar a solucionar
nuestra crisis, consideran a Venezuela como una ficha más de carácter
geopolítico y no ven la dignidad de una sociedad golpeada, mancillada y
expoliada?

Confiamos, Señor, que puedes escucharnos. Te pedimos también que toques


el corazón de quienes tienen que tomar una decisión a favor del país. Ilumina a
todos y haz que podamos juntos construir la paz y la convivencia fraterna. No
queremos seguir siendo engañados. Tú que eres la Verdad y la Vida, dale a
nuestros dirigentes políticos el coraje de comprometerse por la vida y de decir
siempre la verdad. Te decimos que, como pueblo, estamos cansados de tanto
engaño y tanto menosprecio. No queremos perder la esperanza, pero tampoco
queremos que se juegue con nosotros.

¡Sagrado Corazón en vos confío!

Danos a todos la gracia de ser fieles a tu Evangelio. Tú estás con nosotros y


eres el modelo verdadero a seguir. Al contemplarte en el ícono de tu Sagrado
Corazón, podemos reconocerte como el Dios humanado, cercano, liberador,
que nos da testimonio de sufrimiento y resurrección. Por eso, parafraseando a
los cantores de tu pueblo podemos decirte: “Tú eres el Dios de los pobres, el
Dios humano y sencillo, el Dios que suda en la calle, el Dios de rostro
curtido, por eso es que te hablo yo así como te habla mi pueblo… Tú vas
de la mano con mi gente, en las calles y caminos, en las ciudades y en la
frontera, en los hospitales y escuelas... Yo te he visto en las colas para
tanquear gasolina o para cobrar la pensión con los ancianos… Tú comes
pastelitos sabrosos con agua miel… Tú haces las colas para comprar
alimentos… Tú pasas por la frontera en cada migrante que sale del país…
Tú eres el Dios cercano con un Corazón lleno de misericordia”.

Aquí estamos ante ti. Nos consuela que nos escuches y conozcas nuestras
interrogantes. Ponemos en tus manos el trabajo permanente de quienes hacen
de la solidaridad su estilo de vida; de tantos médicos que trabajan con las uñas;
la ilusión de quienes buscan mejores soluciones sin querer explotar al pueblo.
Te presentamos el esfuerzo de nuestros sacerdotes, pastores de este pueblo
sufriente; de nuestras religiosas y colaboradores en el anuncio del Evangelio.
Tú conoces a nuestros laicos y su entusiasmo para edificar el reino de justicia y
amor. Tú sabes cómo nuestra Iglesia de San Cristóbal está comprometida por
ser pueblo y actuar en tu nombre, en espíritu y verdad y para favorecer a todos
sin excepciones. Tú sabes todo Señor; como te lo dijo Pedro, sabes que te
amamos y confiamos en Ti.
Queremos que sepas que la gente, tu gente, puede seguir contando siempre
con la Iglesia y sus pastores, pase lo que pase.

Luego de esta peregrinación, Señor, regresaremos a nuestros hogares y


labores. Vamos confiados en Ti: contamos contigo. No tenemos miedo a las
amenazas, a los insultos y descalificaciones, porque sabemos en quien sí
hemos puesto nuestra confianza. Nunca hemos perdido la confianza en Ti, que
en el bonito ícono del Santo Cristo de la Grita te reconocemos como el único y
verdadero protector del Táchira y de Venezuela: protector auténtico que no
emplea violencia, ni cierra puentes ni destruye ilusiones… al contrario eres
puente y fuente de verdad y amor. Confiamos sólo en Ti y en quienes actúan
en tu nombre.

¡SAGRADO CORAZÓN DE JESUS EN VOS CONFIO!

¡VIVA CRISTO REY!

San Cristóbal, 1 de junio del año 2019.

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