al comenzar mi terrenal carrera, la hermosa luz que vi por vez primera fue la luz de tus ojos, ¡madre mía!. Y hoy que, siguiendo mi escarpada vía, espesas sombras hallo por doquiera, la luz de tu mirada placentera ilumina mi senda todavía. Mírame, ¡oh madre!, en la postrera hora, cuando a las sombras de mi noche oscura avance ya con vacilante paso. Quiero que el sol que iluminó mi aurora sea el mismo sol que con su lumbre pura desvanezca las brumas de mi ocaso.
Dulzura (de Gabriela Mistral)
Madrecita mía, madrecita tierna, déjame decirte dulzuras extremas. Es tuyo mi cuerpo que juntaste en ramo; deja revolverlo sobre tu regazo. Juega tú a ser hoja y yo a ser rocío: y en tus brazos locos tenme suspendido. Madrecita mía, todito mi mundo, déjame decirte los cariños sumos. A mi mamá (de autor desconocido) Todas las mañanas sueño al despertar que del cielo un ángel me viene a besar. Al abrir los ojos miro donde está y en el mismo sitio veo a mi mamá.
Madre, llévame a la cama (de Miguel de Unamuno)
Madre, llévame a la cama, que no me tengo de pie. Ven, hijo, Dios te bendiga y no te dejes caer. No te vayas de mi lado, cántame el cantar aquél. Me lo cantaba mi madre; de mocita lo olvidé, cuando te apreté a mis pechos contigo lo recordé. ¿Qué dice el cantar, mi madre, qué dice el cantar aquél? No dice, hijo mío, reza, reza palabras de miel; reza palabras de ensueño que nada dicen sin él. ¿Estás aquí, madre mía? porque no te logro ver... Estoy aquí, con tu sueño; duerme, hijo mío, con fe. Mañanitas a mamá (de autor desconocido) Muy temprano en la mañana, antes que saliera el sol, desperté porque dormido, ya cantaba esta canción, que haya música en tu día, florecitas, luz y sol, y que sepas que te quiero, con todo mi corazón.
Poema a mi madre (de autor desconocido)
Madre, eres la flor que ha nacido en mi jardín mas hermosa que un jazmín por tu maravilloso color. Te recuerdo con amor porque para mi has sido, del mundo lo mas querido de mi vida, la mas hermosa, la mas bella de las rosas de mi jardín florecido.
A mi Madre (de Vicente Riva Palacio)
¡Oh, cuan lejos están aquellos días en que cantando alegre y placentera, jugando con mi negra cabellera, en tu blando regazo me dormias! ¡Con que grato embeleso recogías la balbuciente frase pasajera que, por ser de mis labios la primera con maternal orgullo repetías! Hoy que de la vejez en el quebranto, mi barba se desata en blanco armiño, y contemplo la vida sin encanto, al recordar tu celestial cariño, de mis cansados ojos brota el llanto, porque, pensando en ti, me siento niño Un golpe dí con temblorosa mano sobre su tumba venerada y triste; y nadie respondió ... Llamé en vano porque ¡la madre de mi amor no existe! Volví a llamar, y del imperio frío se alzo una voz que dijo: ¡Si existe! Las madres, nunca mueren ... Hijo mío desde la tumba te vigilo triste ... ¡Las madres, nunca mueren! Si dejan la envoltura terrenal, suben a Dios, en espiral de nubes... ¡La madre, es inmortal!
Solo el amor de una madre (de autor desconocido)
Sólo el amor de una Madre apoyará, cuando todo el mundo deja de hacerlo. Sólo el amor de una Madre confiará, cuando nadie otro cree. Sólo el amor de una Madre perdonará, cuando ninguno otro entenderá. Sólo el amor de una Madre honrará, no importa en qué pruebas haz estado. Sólo el amor de una Madre resistirá, por cualquier tiempo de prueba. No hay ningún otro amor terrenal, más grande que el de una Madre.