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Arquidiócesis de Valencia I DISCIPULADO

Seminario Mayor Arquidiocesano CÁTEDRA: TEORÍA DEL CONOCIMIENTO


Nuestra Señora del Socorro
San Diego – Estado Carabobo

Prof. José Tadeo Morales Seminarista: Alberto Perozo


¿Qué es el conocimiento?
Son numerosas las definiciones o concepciones que sobre conocimiento existen. A pesar
de ser ésta una operación meramente de naturaleza humana del día a día, no existe una
conciliación referente a lo que realmente ocurre cuando se conoce algo, es decir, no hay un
acuerdo unívoco sobre lo que significa el conocimiento.
A su vez, cuando se habla del conocimiento se le ha relacionado frecuentemente con el
problema de la realidad, a un abrirse al cuestionamiento sobre la verdad y la certeza del saber
sobre esa misma realidad. Así también, son muchos los que han expresado saber lo que
significa conocer, pero no todos han alcanzado un nivel de asertividad que logre cubrir en
toda su plenitud el acto mismo de conocer, por ello es propicia la oportunidad de ejercitar el
pensamiento preguntándose precisamente: ¿Qué es el conocimiento?, ¿En qué consiste el
fenómeno del conocer?,
Al respecto, la pregunta ¿Qué es el conocimiento?, es algo que desde tiempos antiguos se
viene desarrollando, de tal manera, que a menudo fue formulada entre los griegos en estrecha
relación con la interrogante: "¿Qué es la realidad?" Algo parecido sucedió con muchos
filósofos medievales.1

Por otra parte, el conocimiento desde el punto de vista fenomenológico es algo que
determina en el ser humano una modificación, no obstante, se presenta, a su vez la dificultad
de definirlo de forma esencial. Para ello, es preciso que se lleve cabo un proceso de reflexión,
un detenerse o volver sobre el antecedente inmediato de la experiencia, sobre el conocimiento
directo que se tiene de las cosas. El punto de partida ha de ser el hecho mismo del conocer,
es decir, el conocimiento en acto, las cosas conocidas como se dan en la experiencia2.

En este sentido, el conocer ha sido también uno de los temas más preponderantes de la
filosofía de todos los tiempos, precisamente explicar en qué consiste el acto de conocer, a
saber, ¿cuál viene a ser la esencia del conocimiento?, ¿cuál es la relación cognoscitiva que

1
Ferrater M. . (1994). Diccionario de Filosofía Tomo I. Pág. 329
2
Por “experiencia” se entiende el contacto directo del sujeto con la realidad, la inmediatez hacia lo real. Si se
habla de experiencia externa se refiere al contacto con el mundo a través de los órganos sensoriales; si se habla
de experiencia interna se refiere de la relación con el mundo interior, el propio cuerpo o la actividad mental.
coexiste entre el hombre y las cosas que lo rodean? Han sido pues las enormes
preocupaciones de la humanidad desde tiempos inmemorables hasta hoy en día.3

Asimismo, cuando se ha querido llevar a cabo una investigación sobre el conocimiento


como tal, especialmente desde el punto de vista filosófico, la interrogación sobre ¿Qué es el
conocimiento? asume un carácter ontológico, ya que, parece ser que se ha desviado dicha
pregunta por el dar respuestas acerca de la génesis y por el método más que por el ser, la
pregunta por el ser del conocimiento, a saber: ¿qué es?, ha pasado aparentemente, a un
segundo plano4. En otras palabras “la pregunta por el ser parece haber caído en el olvido”
(Heidegger, 2001, 25).

Ante lo anteriormente citado, y retomando el carácter ontológico del conocimiento, se


puede decir entonces que el mismo se fundamenta en el ser, pero en el ser real e independiente
de cualquier sistematización. En el choque con el ser se provoca un estado activo de
conciencia, por el que se tiene conciencia de un objeto, de una cosa; sin esa conciencia no
habría conocimiento, pero, a su vez, esa conciencia no brotaría sin la cosa. Así también, por
esa conciencia o conocimiento, sujeto y objeto se co-presencian mutuamente: yo me presento
al ser, y el ser se me presenta a mí. Conocimiento sería entonces esencialmente una relación,
un referirse a algo, como expresión objetiva sería: Yo (que conozco), conozco algo-objeto
(distinto del Yo que actualmente conoce)5.

El conocimiento se presenta en la conciencia no como una actividad uniforme, sino


múltiple y variada; porque no solamente expresa el acto formalmente llamado conocimiento,
sino que comprende también el acto de conocimiento sensitivo; expresa no sólo los actos de
memoria, reconocimiento y reminiscencia, sino que expresa a sí mismo toda técnica jurídica,
como investigar e instruir un proceso6.

Es así que, en todo conocimiento se dan siempre tres elementos: un sujeto que conoce y
está dotado de facultades para hacerlo, un objeto sobre el que recae la actividad y que resulta
conocido, y la unión o mediación entre ambos realizada por la conciencia.
De aquí que, en el acto de conocer se presenta inevitablemente una dualidad, la del
sujeto-objeto. El algo conocido, el objeto, se presenta como el contenido, lo que se sabe
o se conoce, de una y otra manera. Es decir, el objeto hasta cierto punto se transforma
en conocimiento y saber, y mediante esa transformación puede ser conocido. Se da,
entonces, una transformación gnoseológica, para que la cosa sea o pueda ser conocida:
la cosa que conocemos se da cognitivamente dentro de nosotros7.

3
https://erickramon.jimdo.com/el-conocimiento/
4
José, M. (Septiembre, 2015). Revista de Tecnología de Información y Comunicación en Educación: El
problema del conocimiento en la era digital. Recuperado de:
http://servicio.bc.uc.edu.ve/educacion/eduweb/v9n2/art01.pdf
5
M. De Alejandro (1974), Gnoseología. Pág. 89
6
Ibíd. Pág.87
7
Ibíd. Pág. 94
En otras palabras, para que se dé el proceso de conocer, necesariamente debe existir una
relación en la cual coexisten tres elementos, el sujeto que conoce, el objeto de conocimiento,
la operación misma de conocer y el resultado obtenido que no es más que la información
recabada acerca del objeto. En otras palabras, el sujeto se pone en contacto con el objeto y se
obtiene una información acerca del mismo y al verificar que existe coherencia o adecuación
entre el objeto y la representación interna correspondiente, es entonces cuando se dice que se
está en posesión de un conocimiento.

De aquí que, el acto de conocer tomando en cuenta lo anterior, es fenomenológicamente


hablando, "aprehender", es decir, el acto por el cual un sujeto aprehende un objeto. El objeto
debe ser, pues, por lo menos gnoseológicamente, trascendente al sujeto, pues de lo contrario
no habría "aprehensión" de algo exterior: el sujeto se "aprehendería" de algún modo a sí
mismo. En todo acto cognoscitivo, entre mí y lo otro se produce una aprehensión, una
comprensión, una asimilación, una identificación, pero nunca física, sino psíquica, es decir,
la unión especial entre el sujeto cognoscente con un algo distinto, el objeto conocido.

Ahora bien, una actividad muy ligada al hecho mismo del conocimiento o acto de conocer,
es el pensar, el cual dice Balmes: “no tiene otra razón de ser que conocer la verdad, o
encaminarse a su descubrimiento”. En este sentido, hay dos aspectos en la verdad: el pensar
y la cosa. El pensar sin cosas, sería vacío; se podría comparar con alguien que duerme y no
ha despertado nunca; el tal sería capaz de conocer pero, de hecho, no conocería. En cambio,
las cosas sin pensamiento serían reales, pero no verdaderas: no serían conocidas. El
conocimiento y la verdad van juntos8. Cuando se produce la "adecuación" a la que se refiere
Santo Tomás es como si el durmiente despertara y viera la realidad presente9.

Ahora bien, ¿qué es la verdad? La verdad es lo real mismo en cuanto intencionalmente


actualizado en la mente humana. La realidad es el fundamento de la verdad. Es la asombrosa
propiedad de la mente humana. Santo Tomás dice que: “entender es como leer dentro de”,
porque “el conocimiento intelectivo penetra hasta la esencia de la realidad”10 Asimismo,
¿Dónde está la verdad?, dice San Agustín: «la verdad es lo que es», hace referencia a la
verdad como ser de las cosas. Luego una respuesta a la pregunta sobre dónde está la verdad
sería: está en el pensamiento adecuado11 a las cosas; pero también se podría decir que la
verdad está en las cosas, en tanto que el ser real es lo inteligible12.

8
Fernández S. Capítulo V El conocimiento. Crítica y teoría del conocimiento. Recuperado de:
https://mercaba.org/FICHAS/arvo.net/CURSO1/capitulo_05.htm
9
Santo Tomás de Aquino definió la verdad como «adecuación del intelecto y la cosa» (adaequatio intellectus
et rei).
10
S. TOMÁS, Summa Theologica. II-IIa, q. VIII, a. I. c
11
Cuando se habla de la verdad como "adecuación", se refiere a una unión especial, la unión entre la inteligencia
y las cosas es al modo del intelecto, es decir, inmaterial
12
Fernández S. Capítulo V El conocimiento. Crítica y teoría del conocimiento. Recuperado de:
https://mercaba.org/FICHAS/arvo.net/CURSO1/capitulo_05.htm
Asimismo, el conocimiento humano viene concebido, ante todo y en su último
fundamento, como apertura relativa del misterio del ser concreto y, por parte del hombre, en
un tomar conciencia de la verdad del ser, someterse al ser, quedar constituido como el
guardián del ser, sin caer en el dualismo pensar y ser como realidades adecuadamente
distintas, para lo cual es necesario llegar a vivir de manera auténtica en la verdad del ser y no
en la vivencia inauténtica de lo frívolo y lo impersonal13. La verdad no es sólo iluminación
de lo real por parte del hombre, sino más bien reconocimiento de la realidad que se desvela
a sí misma y se hace patente en el hombre cuando llega al estadio auténtico. Ese conocimiento
tiene un valor absoluto por el principio parmenideo: «lo que es, es, y lo que no es, no es». El
pensar se deja penetrar por el ser para decir la verdad del ser. Y el ser tiene un valor
absoluto14.

Aunado a lo anterior, Santo Tomás, siguiendo a Aristóteles15, dice que: “lo inteligible en
acto es el entendimiento en acto”16. Ser y pensar se unifican en el acto mismo del
pensamiento y, cuando se da esa unidad se da la verdad. La verdad ontológica del ser, es
decir, su inteligibilidad se hace presente en el acto mental y entonces se da la verdad lógica
o el enunciado verdadero

Ante lo expuesto anteriormente, se puede decir entonces, que el conocimiento se


relaciona con el ser, es decir, lo que conozco de la cosa es el ser y el conocimiento es lo que
yo me apropio de la cosa (el ser). El apropiarme de ese ser es comprender su realidad, es
decir que está en nuestra mente, lo que conlleva pensar, ser y pensar van de la mano, como
dice Parménides: “ser y pensar son los mismo”.
Finalmente, aunque el conocimiento no pueda ser definido a plenitud, no quiere decir que
no pueda ser comprendido, el conocimiento nos va descubriendo el mundo y nos va
descubriendo al mundo; somos, por lo tanto, lo que conocemos. Nuestro abrírsenos la
conciencia no significa otra cosa que el írsenos abriendo nuestra capacidad espiritual de
captación de la realidad, es decir nuestro conocimiento. Se puede decir entonces, que el
conocer es un proceso a través de cual un individuo se hace conciente de su realidad y en éste
se presenta un conjunto de representaciones sobre las cuales no existe duda de su veracidad.
Además, el conocimiento puede ser entendido, bien como una contemplación porque conocer
es ver; como una asimilación porque es nutrirse y como una creación porque conocer es
engendrar. El conocimiento nos convierte en sujetos conscientes, aptos para la comunicación
con el mundo de las cosas y de las personas, y por ello, aptos para el progreso. Nos abre a

13
Cfr. M. HEIDEGGER, Ser y Tiempo, Gesamtausgabe B.II, Frankfurt 1977, 282-306, X. ZUBIRI, Naturaleza,
Historia, Dios, Madrid 198I, 14, nota.
14
Cfr. M. HEIDEGGER, /bid
15
Aristóteles definió el conocimiento como posesión inmaterial del ser de una cosa, Conocer es ser intencional,
no ser físico.
16
S. TOMÁS, Summa Theologica, I. q. XIV, a. II c
posibilidades de suyo indefinidas porque es impensable que haya algo impensable. Tanto
más que la posesión intencional de un objeto nos lleva a la búsqueda de otro o de otros.

“El conocimiento es la luz que iluminará vuestro camino”


Robert Fisher

Referencias Bibliográficas
Norma. Diccionario Enciclopédico Ilustrado práctico (Ed. Rev.). Barcelona, España:
Editorial Norma (1991)

Abbágnano, N. (1974). Diccionario de Filosofía (2ª ed.). Ciudad de México, México:


Fondo de Cultura Económica.

Ferrater Mora, J. (1994). Diccionario de Filosofía Tomo I (Ed. Rev.). Barcelona, España:
Editorial Ariel S.A.

W. Brugger, J. (1969). Diccionario de Filosofía (6ta Ed). Barcelona, España: Editorial


HERDER

J. De Alejandro (1974), Gnoseología (2da Ed.), Biblioteca de autores cristianos, Madrid:


Editorial Católica S.A.

Referencias Electrónicas
M. HEIDEGGER, Ser y Tiempo. Recuperado de:
http://www.afoiceeomartelo.com.br/posfsa/Autores/Heidegger,%20Martin/Heidegger%
20-%20Ser%20y%20tiempo.pdf

Andrés M. & Francy R. (2005). Los Conceptos de Conocimiento, Epistemología y


Paradigma, como Base Diferencial en la Orientación Metodológica del Trabajo de
Grado. Conocimiento, una posición ante la pregunta ¿cuál es la relación cognoscitiva
que coexiste entre el hombre y las cosas que lo rodean? Recuperado de:
http://www.facso.uchile.cl/publicaciones/moebio/25/martinez.htm

Fernández S. Capítulo V El conocimiento. Crítica y teoría del conocimiento. Recuperado


de: https://mercaba.org/FICHAS/arvo.net/CURSO1/capitulo_05.htm

Delval J. ¿Cómo se construye el conocimiento? Recuperado de:


https://www.researchgate.net/publication/242634749_COMO_SE_CONSTRUYE_EL_
CONOCIMIENTO

Valverde C. El conocimiento humano. Recuperado de:


https://mercaba.org/Filosofia/Valverde/143-181_conocimiento_humano.htm
José, M. (Septiembre, 2015). Revista de Tecnología de Información y Comunicación en
Educación: El problema del conocimiento en la era digital. Recuperado de:
http://servicio.bc.uc.edu.ve/educacion/eduweb/v9n2/art01.pdf

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