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Por otra parte, el conocimiento desde el punto de vista fenomenológico es algo que
determina en el ser humano una modificación, no obstante, se presenta, a su vez la dificultad
de definirlo de forma esencial. Para ello, es preciso que se lleve cabo un proceso de reflexión,
un detenerse o volver sobre el antecedente inmediato de la experiencia, sobre el conocimiento
directo que se tiene de las cosas. El punto de partida ha de ser el hecho mismo del conocer,
es decir, el conocimiento en acto, las cosas conocidas como se dan en la experiencia2.
En este sentido, el conocer ha sido también uno de los temas más preponderantes de la
filosofía de todos los tiempos, precisamente explicar en qué consiste el acto de conocer, a
saber, ¿cuál viene a ser la esencia del conocimiento?, ¿cuál es la relación cognoscitiva que
1
Ferrater M. . (1994). Diccionario de Filosofía Tomo I. Pág. 329
2
Por “experiencia” se entiende el contacto directo del sujeto con la realidad, la inmediatez hacia lo real. Si se
habla de experiencia externa se refiere al contacto con el mundo a través de los órganos sensoriales; si se habla
de experiencia interna se refiere de la relación con el mundo interior, el propio cuerpo o la actividad mental.
coexiste entre el hombre y las cosas que lo rodean? Han sido pues las enormes
preocupaciones de la humanidad desde tiempos inmemorables hasta hoy en día.3
Es así que, en todo conocimiento se dan siempre tres elementos: un sujeto que conoce y
está dotado de facultades para hacerlo, un objeto sobre el que recae la actividad y que resulta
conocido, y la unión o mediación entre ambos realizada por la conciencia.
De aquí que, en el acto de conocer se presenta inevitablemente una dualidad, la del
sujeto-objeto. El algo conocido, el objeto, se presenta como el contenido, lo que se sabe
o se conoce, de una y otra manera. Es decir, el objeto hasta cierto punto se transforma
en conocimiento y saber, y mediante esa transformación puede ser conocido. Se da,
entonces, una transformación gnoseológica, para que la cosa sea o pueda ser conocida:
la cosa que conocemos se da cognitivamente dentro de nosotros7.
3
https://erickramon.jimdo.com/el-conocimiento/
4
José, M. (Septiembre, 2015). Revista de Tecnología de Información y Comunicación en Educación: El
problema del conocimiento en la era digital. Recuperado de:
http://servicio.bc.uc.edu.ve/educacion/eduweb/v9n2/art01.pdf
5
M. De Alejandro (1974), Gnoseología. Pág. 89
6
Ibíd. Pág.87
7
Ibíd. Pág. 94
En otras palabras, para que se dé el proceso de conocer, necesariamente debe existir una
relación en la cual coexisten tres elementos, el sujeto que conoce, el objeto de conocimiento,
la operación misma de conocer y el resultado obtenido que no es más que la información
recabada acerca del objeto. En otras palabras, el sujeto se pone en contacto con el objeto y se
obtiene una información acerca del mismo y al verificar que existe coherencia o adecuación
entre el objeto y la representación interna correspondiente, es entonces cuando se dice que se
está en posesión de un conocimiento.
Ahora bien, una actividad muy ligada al hecho mismo del conocimiento o acto de conocer,
es el pensar, el cual dice Balmes: “no tiene otra razón de ser que conocer la verdad, o
encaminarse a su descubrimiento”. En este sentido, hay dos aspectos en la verdad: el pensar
y la cosa. El pensar sin cosas, sería vacío; se podría comparar con alguien que duerme y no
ha despertado nunca; el tal sería capaz de conocer pero, de hecho, no conocería. En cambio,
las cosas sin pensamiento serían reales, pero no verdaderas: no serían conocidas. El
conocimiento y la verdad van juntos8. Cuando se produce la "adecuación" a la que se refiere
Santo Tomás es como si el durmiente despertara y viera la realidad presente9.
8
Fernández S. Capítulo V El conocimiento. Crítica y teoría del conocimiento. Recuperado de:
https://mercaba.org/FICHAS/arvo.net/CURSO1/capitulo_05.htm
9
Santo Tomás de Aquino definió la verdad como «adecuación del intelecto y la cosa» (adaequatio intellectus
et rei).
10
S. TOMÁS, Summa Theologica. II-IIa, q. VIII, a. I. c
11
Cuando se habla de la verdad como "adecuación", se refiere a una unión especial, la unión entre la inteligencia
y las cosas es al modo del intelecto, es decir, inmaterial
12
Fernández S. Capítulo V El conocimiento. Crítica y teoría del conocimiento. Recuperado de:
https://mercaba.org/FICHAS/arvo.net/CURSO1/capitulo_05.htm
Asimismo, el conocimiento humano viene concebido, ante todo y en su último
fundamento, como apertura relativa del misterio del ser concreto y, por parte del hombre, en
un tomar conciencia de la verdad del ser, someterse al ser, quedar constituido como el
guardián del ser, sin caer en el dualismo pensar y ser como realidades adecuadamente
distintas, para lo cual es necesario llegar a vivir de manera auténtica en la verdad del ser y no
en la vivencia inauténtica de lo frívolo y lo impersonal13. La verdad no es sólo iluminación
de lo real por parte del hombre, sino más bien reconocimiento de la realidad que se desvela
a sí misma y se hace patente en el hombre cuando llega al estadio auténtico. Ese conocimiento
tiene un valor absoluto por el principio parmenideo: «lo que es, es, y lo que no es, no es». El
pensar se deja penetrar por el ser para decir la verdad del ser. Y el ser tiene un valor
absoluto14.
Aunado a lo anterior, Santo Tomás, siguiendo a Aristóteles15, dice que: “lo inteligible en
acto es el entendimiento en acto”16. Ser y pensar se unifican en el acto mismo del
pensamiento y, cuando se da esa unidad se da la verdad. La verdad ontológica del ser, es
decir, su inteligibilidad se hace presente en el acto mental y entonces se da la verdad lógica
o el enunciado verdadero
13
Cfr. M. HEIDEGGER, Ser y Tiempo, Gesamtausgabe B.II, Frankfurt 1977, 282-306, X. ZUBIRI, Naturaleza,
Historia, Dios, Madrid 198I, 14, nota.
14
Cfr. M. HEIDEGGER, /bid
15
Aristóteles definió el conocimiento como posesión inmaterial del ser de una cosa, Conocer es ser intencional,
no ser físico.
16
S. TOMÁS, Summa Theologica, I. q. XIV, a. II c
posibilidades de suyo indefinidas porque es impensable que haya algo impensable. Tanto
más que la posesión intencional de un objeto nos lleva a la búsqueda de otro o de otros.
Referencias Bibliográficas
Norma. Diccionario Enciclopédico Ilustrado práctico (Ed. Rev.). Barcelona, España:
Editorial Norma (1991)
Ferrater Mora, J. (1994). Diccionario de Filosofía Tomo I (Ed. Rev.). Barcelona, España:
Editorial Ariel S.A.
Referencias Electrónicas
M. HEIDEGGER, Ser y Tiempo. Recuperado de:
http://www.afoiceeomartelo.com.br/posfsa/Autores/Heidegger,%20Martin/Heidegger%
20-%20Ser%20y%20tiempo.pdf