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Cuando Rafael Navarro (1959, Ciudad de México) dice ‘aquí’, se refiere a la Tierra.
Cuando dice ‘allá’, es Marte. Su despacho en la Universidad Nacional Autónoma de
México (UNAM) remonta al visitante a los orígenes de todo. Está decorado con
varios estromatolitos, considerados como los indicios más antiguos de vida en la
Tierra. Pero su obsesión desde hace décadas es encontrar vida en Marte, planeta al
que ha dedicado gran parte de su carrera. Desde 2004 es uno del puñado de
investigadores, el único mexicano activo, que analiza los resultados del Curiosity, el
mayor robot jamás enviado —el ingeniero mexicano Eduardo Guizar colaboró en la
construcción de las ruedas—. “Cuando empezamos, la gente con quien hablaba
me decía que aquello era ciencia ficción”, asegura. “Fue diseñado para dos años,
pero en agosto cumple siete años y vamos a pedir una nueva extensión”. Navarro
acaba de presentar los resultados de su última investigación sobre la presencia de
vida en el planeta, elegida por la revista EOS, órgano divulgador de la Unión
Geofísica Americana, como una de las mejores del año.
Respuesta. Cuando el robot amartizó en el cráter Gale, empezó por la parte más
baja y desde entonces ha ido subiendo. Ahora acaba de llegar a lo que llamamos la
“tierra prometida”, una región muy atractiva porque tiene arcillas, que nos indican
existencia de agua. Pero lo más importante es que la arcilla tienen la capacidad de
absorber materia orgánica intacta, que nos podría dar información sobre si hubo
vida en el pasado de Marte.
P. Usted saltó a la fama en la comunidad científica por demostrar que los suelos
del desierto de Atacama en Chile se parecían a los de Marte.
P. El Atacama no es el único lugar que nos puede ayudar a entender ese planeta...
R. Hay más. Por ejemplo, usamos el Pico de Orizaba en México como un análogo,
pero no del presente o del pasado, sino del futuro. Nos puede dar información
sobre la futura colonización de Marte. En esa montaña está el bosque más alto de
todo el planeta, a unos 4.100 metros. Entender qué permite que crezca el bosque a
esa altura podría servir para llevar árboles allí en el futuro.
R. El nitrato es una forma de nitrógeno esencial para la vida. Lo que hemos podido
observar a lo largo de los 12 kilómetros de ascenso por el cráter es que la
concentración de nitratos es muy alta abajo, en la parte más antigua. Después
disminuye, vuelve a crecer y vuelve a desaparecer. Y no entendíamos a qué se
debían esas diferencias. Las concentraciones altas se pueden explicar solo si hay
altos niveles de hidrógeno en la atmósfera.
R. En las reuniones me suelo cobijar con los franceses y españoles [ríe]. Cuando yo
empecé no había una agencia espacial mexicana. Ahora sí la tenemos, pero
necesitamos que México invierta más en ella, que genere más científicos. La Nasa
acaba de anunciar que EE UU tenía interés en regresar a la luna en 2024. Eso va a
acelerar nuevamente toda la actividad espacial.
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