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Aunque el derecho internacional dispone que se debe restringir el uso la pena de muerte
para los “más graves delitos”, es decir, el homicidio intencional, Amnistía Internacional
considera que la pena de muerte nunca es la solución.
Métodos de ejecución
• Decapitación
electrocución
• Ahorcamiento
• Inyección letal
• Armas de fuego
pero su importancia va más allá de las cifras, y pone en cuestión el compromiso de los
Estados ejecutores de respetar el derecho internacional.
Varios de estos países han cambiado ya sus leyes para excluir esta práctica. En Irán, las
ejecuciones de personas menores de edad en el momento del delito duplican con creces el
número la suma esas ejecuciones en los restantes nueve países. En el momento de
redactar el presente informe, esa cifra ascendía en Irán a al menos 97 ejecuciones desde
1990.
China sigue siendo el mayor ejecutor del mundo, aunque se desconoce la verdadera
magnitud del empleo de la pena de muerte en ese país, ya que los datos correspondientes
están clasificados como secreto de Estado. En la cifra global de 2018 de al menos 690
ejecuciones, no se incluyen los miles de ellas que, según se cree, tuvieron lugar en China.
No disuade contra el crimen. Los países que mantienen la pena de muerte suelen
afirmar que es una forma de disuasión contra la delincuencia. Sin embargo, esta postura
ha sido desacreditada en repetidas ocasiones; no hay pruebas que demuestren que sea
más eficaz que la cadena perpetua a la hora de reducir la delincuencia.
Se usa como herramienta política. Las autoridades de algunos países, como Irán y
Sudán, usan la pena de muerte para castigar a opositores políticos.
Amnistía hace un seguimiento del uso que los Estados hacen de esta forma, la más
extrema, de castigo cruel, inhumano y degradante con el fin de señalar públicamente a los
países que siguen aplicándolo y hacer que rindan cuentas por ello. Anualmente,
publicamos un informe con las cifras correspondientes y las tendencias de cada país. El
último, titulado Condenas a muerte y ejecuciones 2018, fue publicado en abril de 2019.
Cuando Amnistía Internacional comenzó ese trabajo en 1977, sólo 16 países habían
abolido totalmente la pena de muerte. Hoy día la cifra asciende a 106, más de la mitad de
los países del mundo. El número de países abolicionistas en la ley o en la práctica es
superior a dos tercios del total.
CASOS PRÁCTICOS
Cuando se disponían a disparar, lo llevaron de vuelta a la celda, sin darle ninguna explicación.
“Estaba perdido. No entendía lo que pasaba. Más tarde supe que Amnistía Internacional había
llamado al presidente yemení para que detuviera mi ejecución y se había escuchado su
mensaje”, explica Hafez.
En 2007, cuando estaba de nuevo a punto de ser ejecutado, envió un SMS a Amnistía
Internacional: “Van a ejecutarnos”, comunicó Hafez.
Ese mensaje le salvó la vida, pues desató una campaña internacional que llevó al presidente
del país a detener, por segunda vez, su ejecución.
Ahora, Hayez es abogado, y ayuda en Yemen a gente encarcelada y condenada a muerte por
delitos cometidos cuando eran menores de edad. “Le debo la vida a Amnistía Internacional”,
asegura. Ahora dedico mi vida a luchar contra la pena de muerte”.
El trabajo de Amnistía Internacional cuenta con el respaldo de sus excelentes activistas, que
asumen la tarea de luchar contra esa aberrante práctica.
Souleymane Sow es voluntario de Amnistía Internacional desde que estudiaba en Francia. Con
la idea de contribuir al cambio, regresó a Guinea, donde fundó un Grupo local de voluntariado
de Amnistía Internacional y se puso manos a la obra. ¿Su objetivo? Promover la importancia de
los derechos humanos, educar a la población al respecto y erradicar la pena de muerte. Junto
con 34 ONG, lograron finalmente su meta el año pasado.
“Mis colegas y yo captamos apoyos contra la pena de muerte todos los días durante cinco
meses. En 2016, la Asamblea Nacional de Guinea votó a favor de un nuevo Código Penal que
eliminaba la pena de muerte de la lista de penas aplicables. El año pasado hizo lo mismo con el
Código Militar”, explica Souleymane.
“Fue un logro increíble, que demostró hasta dónde llega el poder de la gente. Era la primera
vez que tantas ONG se unían para hacer campaña sobre un tema. La gente decía que estaba
encantada con nuestro trabajo y que podía ver que el cambio es posible. Sobre todo, esto nos
ha inspirado para seguir luchando.”
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Pena de muerte
Más de 160 Estados Miembros de las Naciones Unidas, que cuentan con una amplia
gama de sistemas jurídicos, culturas y tradiciones religiosas, han abolido ya la pena
capital o no la ponen en práctica. Sin embargo, en muchos países un gran número de
reos esperan su ejecución.
El contexto internacional
Desde principios del decenio de 1960, aunque en la mayoría de los países todavía se
aplicaba la pena capital, los encargados de redactar el Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos (ICCPR por sus siglas en inglés) ya habían iniciado gestiones
encaminadas a lograr su abolición en el marco del derecho internacional.
Second Optional Protocol to ICCPR, aiming at the abolition of the death penalty
In 1989, 33 years after the adoption of the Covenant itself, the UN General Assembly
adopted the El Segundo Protocolo Facultativo del ICCPR. En 1989, unos 33 años
después de la aprobación del Pacto Internacional, la Asamblea General de las Naciones
Unidas aprobó el Segundo Protocolo Facultativo del ICCPR, que dio un nuevo y decisivo
impulso al movimiento de abolición. Los Estados Miembros que se adhirieron a este
Protocolo acordaron no ejecutar a nadie que estuviese bajo su jurisdicción.
En una serie de resoluciones aprobadas en 2007, 2008, 2010, 2012 y2013, la Asamblea
General instó a los Estados a que respetaran las normas internacionales que protegen
los derechos de los condenados a la pena capital, a que limitaran progresivamente su
uso y a que redujeran el número de figuras delictivas pasibles de pena de muerte.