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la historia por la que se llegó al presente estado de la rienda y, también, cuáles son las
actuales hipótesis de trabajo acerca del problema. De este modo, los ensayos de
investigación complementan los de enunciaciones más generales. Los unos proporcionan
una exposición de lo que podría ser la ciencia cognitiva; los otros, una demostración de la
ciencia en desarrollo.
La tarea de seleccionar los ensayos fue compleja, canto más cuanto que descubrimos
complacidos que había más candidatos de los que podrían tener cabida en una única
conferencia. Por tanto, tratamos de contar con una cierta amplitud, con un cierto equilibrio
de las posiciones. Entre los que intentamos organizar la conferencia se cuentan los
miembros del Programa de Ciencia Cognitiva de la Universidad de California, San Diego,
y, en particular, los restantes codirectores del programa: George Mandier y David
Rumelhart. Procedimos a seleccionar un grupo de oradores equilibrado y representativo de
las disciplinas y personas dedicadas a la ciencia cognitiva. La lista de candidatos para la
conferencia (y de los temas de mesas redondas y organizadores) fue retinándose por medio
de una continua consulta, con la ayuda de las personas que fueron profesores visitantes en
el Programa: Robert Buhr, Larry Carleton, Geoffrey Hinron, Edwin Hutchins, lan Moar y
Leonard Talmy. Muchas otras personas de todo el país ayudaron en el proceso de
selección, mediante largas conferencias telefónicas, cartas y correos electrónicos. Algunos
de los invitados no pudieron asistir por causa de compromisos anteriores o algún otro
inconveniente. Con cada aceptación o declinación de una invitación volvíamos a evaluar la
lista encera de invitados, haciendo todos los cambios que considerábamos necesarios para
preservar el equilibrio. Por fin creímos que casi todas las tendencias importantes de la
ciencia cognitiva estaban representadas. Una de las principales omisiones fue consecuencia
de que ninguna de las (tres) personas invitadas de lo que podríamos denominar la «escuela
de lingüística del MIT» pudo asistir.
Esta no fue la primera conferencia sobre rienda cognitiva. Hay muchas candidatas para
tal título y quizá las que más lo merezcan sean las numerosas conferencias sobre
Inteligencia Artificial, Procesos de Pensamiento, Cibernética y Teoría de la Información,
celebradas todas en 1956. No obstante, ahora el nombre «ciencia cognitiva» se encuentra
ligado a las diferentes actividades de sus patrocinadores. Con ese nombre hay una revista y
una sociedad; la revista empezó a publicarse en 1977 y la sociedad nació durante las etapas
de planificación de esta conferencia. La revista, la sociedad, la conferencia..., cada una
decidió adoptar a las otras dos como vehículos oficiales. El resultado es que esta
conferencia sirve también como la primera conferencia oficial (y anual) de la Sociedad de
Ciencia Cognitiva, y que la revista es la publicación oficial de la sociedad.
El libro proporciona diez perspectivas sobre la ciencia cognitiva; cada una trata un
conjunto de temas diferentes, presentados con estilos distintos. Consideramos que, en su
conjunto, este grupo de artículos procura un amplio mues-
treo de una gran variedad de disciplinas y enfoques incluidos en la ciencia comitiva Los
artículos aquí presentados no sirven como definición formal del campo: esta carea
probablemente no es posible. Pero sí sirven para ilustrar muchos de los cimientos, muchas
de las esperanzas y aspiraciones de los que a ella se dedican y parte de la variedad de
estilos y puntos de vista que caracterizan la investigación. El libro no da una única
definición, sino diez perspectivas que iluminan la disciplina emergente que es la rienda
cognitiva.
Reconocimientos
El programa de Ciencia Cognitiva desarrollado en la Universidad de California, San
Diego, y gran parte de los-gastos exigidos por la conferencia se financiaron mediante una
donación de la Fundación de Alfred P. Sloan. Agradezco a Kenneth Klivington, de dicha
Fundación, el apoyo prestado al programa y a la conferencia. Agradezco también a las
muchas personas de todo el país —demasiado numerosas para nombrarlas a codas— que
me ayudaron en la selección de la conferencia, a los que organizaron las seis mesas
redondas acerca del estado de la ciencia y a los que participaron en ellas.
Gracias a todos.
DONALD A. NORMAN
Programa de Ciencia Cognitiva Centro de Procesamiento de Información Humana
Universidad de California, San Diego, La Jalla, California
Primacía de sus propios métodos e intereses individuales. Incluso donde existe acuerdo
sobre la importancia de una cuestión en particular, a menudo no lo hay sobre dónde podría
encajar dentro de las estructuras de los departamentos académicos normales. Los miembros
relevantes de cada disciplina podrían quizás estar de acuerdo en que la labor es importante
y útil, pero no en que es una parte lo suficientemente central con relación a su disciplina.
En estos casos, ¿cómo puede avanzar un investigador? ¿Cómo puede esperar un estudiante
posgraduado que su tesis se apruebe? ¿Cómo puede un miembro joven de una facultad
ejercer dentro de una disciplina establecida? La única respuesta parece radicar en que debe
existir una disciplina que se centre en el conocimiento, pero alentando a la vez el desarrollo
de diversas metodologías.
De ahí la ciencia cognitiva: un campo que pueda concentrarse en la comprensión del
conocimiento y de los procesos cognitivos, libre de las preocupaciones de ciencias
concretas.
das del argumento, diciendo: sí, somos procesadores de símbolos, pero somos algo más.
¿Cuál es el argumento acerca del procesamiento de símbolos? ¿Qué es un símbolo? Lo
fundamental de la definición es que un símbolo «simboliza» algo, un símbolo está en lugar
de otra cosa. Esto proporciona una base para el problema de la representación y, por
consiguiente, del procesamiento; pues el presupuesto implica que los procesos cognitivos
operan a través de la manipulación, la transformación y la combinación de símbolos
internos que representan experiencias, significaciones, percepciones y acciones. En el
capítulo sobre «Sistemas de símbolos físicos», Newell cita a Whitehead; repito aquí sus
palabras:
¿Por qué no hay acuerdo acerca de esta cuestión? La dificultad parece radicar en que los
sistemas de símbolos implican una representación discreta, con un fin determinado.
¿Deben producirse todos los procesos cognitivos a partir de procesos simbólicos?
Considérese un organismo simple, una polilla, constituido de manera tal que la tasa
relativa según la cual bate las alas está afectada por la diferencia de intensidad de luz que
le llega a los ojos. Cuando la luz le llega al ojo izquierdo, se incrementa la señal neuronal
enviada al ala derecha y disminuye-la enviada al ala izquierda. El resultado consiste en una
aceleración del batir de las alas que están alejadas de la luz y una disminución de la
velocidad de las que están cerca, lo cual determina que la polilla avance hada la luz
formando círculos, tal y como lo hace. El observador dice que la luz atrae a la polilla, que
la luz «le gusta». Pero ¿dónde está la intencionalidad de la polilla?, ¿dónde están sus
gustos y desagrados?, ¿dónde está su sistema de símbolos?, ¿es un sistema inteligente?
La polilla no constituye un buen prototipo de sistema cognitivo, pero las cuestiones que
plantean sus mecanismos son importantes. ¿En qué medida la compleja conducta de las
personas no se compone de subsistemas especializados, la mayoría de ellos semejantes a
los de la polilla, que carecen de símbolos discretos con los que poder llevar a cabo
operaciones formales? En sistemas ya predeterminados por el organismo, como éstos, la
intencionalidad y la finalidad sólo se revelan en la historia evolutiva que dio origen en
primer lugar al sistema, pero que ya no están presentes de modo explícito alguno, salvo en
la existencia del sistema mismo.
Geschwind plantea explícitamente este problema en su capítulo, cuando
los efectos de la experiencia, estábamos en realidad estudiando las propiedades del sistema
nervioso.» Un modelo de la mente humana es un potente sistema de procesamiento de
símbolos de propósito general. Otro modelo tratado es una colección de sistemas
especializados, cada uno diseñado para una función particular, cada uno con su
«conocimiento» previamente incorporado, y cada uno asentado y modelado a través de
millones de años para desempeñar su tarea, restringido por las fuerzas biológicas,
ecológicas y evolutivas con las que se haya encontrado.
Geschwind destaca la importancia del conocimiento de los sistemas neurológicos en la
comprensión de la mente. Tenemos funciones específicas previamente incorporadas en
nuestro organismo. Somos criaturas complejas. Los mecanismos neurológicos son mucho
más complejos de lo que somos capaces de percibir. El estudio de los desórdenes en el
funcionamiento cognitivo producidos por lesiones cerebrales es una herramienta potente a
la hora de comprobar las teorías cognitivas. El argumento de Geschwind es un útil
importante, aunque a menudo se ha subestimado en el desarrollo de la ciencia cognitiva
contemporánea. Se invitó a Geschwind precisamente por esta razón: sería absurdo ignorar
nuestras bases biológicas.
Newell argumentó de manera convincente que, sea cual fuere el sustrato físico, la
cognición inteligente implica un sistema de procesamiento de símbolos. Es imprescindible
examinar estos sistemas con profundidad, analizar las propiedades fundamentales de su
funcionamiento, los conceptos básicos a partir de los cuales debe construirse todo sistema
cognitivo. Un sistema de símbolos y las referencias. El sistema de símbolos físicos es el
fondo de la base del procesamiento.
Newell nos proporciona importantes restricciones del sistema de procesamiento de
símbolos. Creo que sus argumentos son esenciales, pues estoy de» acuerdo con él y con
Simón en que la médula de la ciencia cognitiva debe ser un sistema de procesamiento de
símbolos. El capítulo tiene especial importancia porque antes no contábamos con una
enunciación dará y definida de lo que se entendía por sistema de procesamiento de
símbolos. Nos ofrece una exposición definitiva de esta postura, complementada con el
examen de la estructura de comandos primitivos básicos de los sistemas de procesamiento
en tiempo real, de las consecuencias de la necesidad de diversidad y especialización de los
sistemas humanos de procesamiento. Muchas de las objeciones a la posición según la cual
el ser humano es un sistema de procesamiento de símbolos encontrarán en este capítulo
tanto apoyo como refutación. Desdichadamente, el capítulo no resolverá estos problemas,
pero hará posible formularlos con mayor claridad y que los debates se desarrollen más
constructivamente, de acuerdo con las cuestiones fundamentales que se están discutiendo.
Newell acierta al subrayar la importancia de comprender los conceptos básicos de un
sistema de procesamiento de símbolos, pues la cuestión de la representación y el
procesamiento constituyen la base de la ciencia cognitiva.
Minsky continúa la discusión del mecanismo, pero de una manera novedosa. En cierto
sentido, lo que Minsky intenta es concebir un nuevo principio de arquitectura procesual
teniendo en cuenta seriamente las restricciones que el desarrollo neurológico del cerebro
debe imponer a su estructura física, y preguntándose luego cómo esas limitaciones físicas
han de afectar las estructuras del procesamiento de la información: tendiendo un puente
entre las posiciones de Geschwind y Newell. Su exposición en la conferencia fue
lúcidamente incomprensible. Minsky explicó el porqué: algunas de las cuestiones impor-
tantes, necesarias para comprender sus conceptos, se explicaban en otros artículos suyos,
que nosotros no habíamos leído.
Pero Minsky nos dijo que tampoco él entendía esos artículos. ¿En qué radicaba la
dificultad? En que se trataba de problemas difíciles. Después de todo, ¿qué es preferible,
que una teoría científica sea correcta, o que sea inteligible? El capítulo de Minsky refleja
las luchas por dar forma a una nueva dirección teórica, a un enfoque fundamentalmente
diferente del estudio de la memoria y de la naturaleza del mecanismo procesual.
¿Cómo pudo evolucionar el cerebro para convertirse en un sistema físico de símbolos?
La cuestión plantea problemas importantes acerca de la arquitectura cerebral. En artículos
anteriores, Minsky se preocupó por la falta de discusiones (MINSKY, 1977, 1979). En el
capítulo que este libro incluye, postula una nueva forma de organización del conocimiento
en nodos, líneas y pirámides. El objetivo es nada menos que la reconceptualización de los
problemas de la memoria, empezando por el papel de la función de la memoria, de los
estados y las entidades mentales. ¿Quién es el «yo» que hace una cosa u otra en la cabeza?
Cuando alguien dice: «(yo) acabo de tener una idea brillante», ¿qué es «yo»? Minsky
sostiene que no se trata de un «yo», sino de un «nosotros» —agentes—, un nosotros
colectivo opuesto al yo clásico, al ego de Freud. Esto permite hablar de sociedades de
agentes, de mentes dentro de mentes. Los conceptos de estado mental y estado mental
parcial se interpretan en términos de «subconjuntos de los estados de las partes de la
mente». Minsky aboga en favor de un cambio completo del modo de concebir el
procesamiento. Los argumentos no son completos, por lo que el capítulo es sugerente, no
definitivo. No esperéis que sea de fácil comprensión.
Evidentemente, el estudio de la ciencia cognitiva no abarca tan sólo el estudio de las
estructuras de procesamiento» sea cual fuere su especie. Es necesario algún tipo de
contenido, algún modo de hacer uso de las estructuras de procesamiento,
independientemente de su naturaleza. Los capítulos de Schank y Johnson-Laird inician la
exposición de esas cuestiones Schank se preocupa por la memoria, pero de un modo del
todo diferente del de Minsky. Bien, dice, me era necesario comprender la memoria para
poder comprender la comprensión. Los psicólogos no me decían nada útil sobre la
memoria: todo lo que decían era que allí estaba y que quizás hubiera dos. De modo que si
los psicólogos no hablaban de la memoria de una forma que resulta útil para poder
aprender
«Siento que Newell y yo, mis que estar en desacuerdo, no nos comprendemos bien... La palabra
lógico tiene una desafortunada ambigüedad. Por una parte, puede significar razonar de acuerdo con
algún sistema de la lógica. Por la otra, puede significar simplemente hacer inferencias que son
lógicas, es decir, válidas. Sospecho que mi intercambio con Allen Newell fue una mutua
incomprensión por causa de esa ambigüedad. Lo que yo sostengo es que la gente puede hacer
inferencias lógicas (válidas) sin emplear clase alguna de lógica mental. Todo lo que poseen para
guiarse es el principio semántico fundamental de la inferencia válida, es decir, una inferencia es
válida si no hay manera de interpretar las premisas de modo tal que no sean coherentes con la
conclusión. ¿Qué es la lógica? Es un sistema de principios (axiomas, reglas de inferencia,
esquemas inferencia les o lo que queráis) que tiene por finalidad suministrar una maquinaria que
haga inferencias válidas. Y lo que estoy diciendo es que, en general, no poseemos máquina
semejante. Esa es la razón por la que Aristóteles decidió inventar la lógica. Sabía que a menudo nos
equivocamos, pero él, como la mayoría de la gente, poseía el principio semántico fundamental, y
fue por tanto capaz de hacer deducciones válidas: un prerrequisito esencial para todo aquel que
desee construir un sistema de lógica.»
reflejan en el habla. Hablamos en modelos, en metáforas. Las metáforas son sutiles, pero
tienen fuertes implicaciones. Piénsese en las ideas como hijas de los creadores —«concibió
una teoría brillante», «la ciencia cognitiva está todavía en su infancia», «este concepto es
hijo del cerebro de...»— y automáticamente se presenta un amplio conjunto de conceptos
para la comprensión de la «idea». Además, las implicaciones de una metáfora pueden no
ser coherentes con las de otra: compárese la metáfora de las ideas como hijos con las de
ideas como plantas, productos, utensilios, recursos, dinero, instrumentos cortantes,
alimentos o modas. Cada metáfora produce un nuevo conjunto de perspectivas sobre el
concepto, cada una lo ilumina de manera diferente: las ideas (como instrumentos cortantes)
pueden cortar «el corazón del problema», pero estas ideas se hacen, no nacen, como
nacería la idea considerada como un hijo. Johnson-Laird y Lakoff yJohnson dicen cosas
similares: el conocimiento como modelo, como analogía y metáfora de otro conocimiento.
Pero Lakoff yJohnson dicen más. Se preocupan por el poder de las implicaciones ocultas
de la metáfora, que hacen caer al usuario en la trampa de creer más de lo que
explícitamente se enuncia. Su capítulo termina con esta afirmación: «Si la ciencia
cognitiva ha de ocuparse de la comprensión humana en su plena riqueza y no meramente
de esos fenómenos que se adecuan a la metáfora "LA MENTE ES UNA MAQUINA", puede que
entonces tenga que sacrificar la coherencia metafórica al servicio de una comprensión más
plena.»
No es suficiente hablar de mecanismo y de pensamiento. Existen varios temas críticos,
hasta ahora ausentes del análisis del funcionamiento cognitivo. Uno de ellos es el papel de
la intención. Los animales inteligentes tienen intenciones que tratan de satisfacer. Pero el
concepto de «intención» es complejo, e implica la consideración de varias cuestiones
filosóficas profundas acerca de la relación entre la intención y la acción. Searle nos habla
de acción e intención, de memoria y percepción, y de la relación y fundamentación
filosófica de estos conceptos. El capítulo se vuelve técnico e incluye argumentos
filosóficos. La intención es un estado de conciencia. No es lo mismo que la conducta. ¿Qué
es la intención? ¿Cuándo podemos decir que hemos hecho lo que intentábamos? Mientras
examina estas cuestiones, Searle traza un paralelismo entre la intencionalidad de la
percepción visual y la intencionalidad de los actos intencionales, lo cual da lugar al análisis
de los paralelismos entre ver algo, recordar algo, la intención previa a la acción. El
resultado es a la vez un aumento de nuestra comprensión de la intención y la acción, y
también cierto panorama de cómo un filósofo de la cognición enfoca esta tarea.
Los dos capítulos finales del libro reexaminan las bases de la ciencia cognitiva.
Winograd lo hace reconsiderando su propia obra en relación con la creciente toma de
conciencia de lo incompleto que se encuentra el trabajo en esa tradición, especialmente si
se la mide respecto a la perspectiva según la cual el conocimiento y la comprensión
siempre se determinan relativamente. El capítulo plantea cuestiones: ése es su objetivo, el
planteo de interrogantes sobre la
HERBERT A. SIMÓN
Prefacio
Introducción
En este artículo intentaré esbozar la filosofía básica y algunas de las cuestiones que han
guiado mi trabajo y el de mis estudiantes durante los últimos diez anos. Terminaré
señalando algunos de los problemas en los que trabajo actualmente en el área de la
modelación de la memoria.
Mi investigación inicial se centró en la representación del significado tal y como se lo
utilizaría en la generación de oraciones en un lenguaje natural. Creí (y lo creo todavía) que
dado que la gente podía traducir fácilmente de una lengua a otra y, en cierto sentido, no
pensar en ninguna, la mente debía de disponer de una representación interlingüística del
significado, esto es, libre del lenguaje. Me interesé mucho en el problema de la traducción
automática del lenguaje y tuve la esperanza de que cualquier representación que
desarrollara podría resultar útil para resolverlo. Como estaba buscando una representación
interlingüística, basada en el supuesto de que la gente realmente pensaba con semejante
cosa, me preocupé por conseguir que cada representación con que me topaba fuera tan
psicológicamente correcta como fuera posible. Desdichadamente, los psicólogos estaban
interesados en ese momento en fenómenos que pudieran arrojar alguna luz sobre la posible
validez de las gramáticas transformacionales (por ejemplo, FODOR y otros, 1966; MEHLER,
1963). Este trabajo no me proporcionaba información, en ningún sentido, acerca de las
cosas por las que yo me interesaba; de modo que, como no estaba preparado para hacer
experimentos, sólo podía confiar en mis propias intuiciones para encontrar alguna
evidencia psicológica.
Empecé a pensar en el problema de la representación del significado; pero puesto que el
interés que me guiaba entonces era el de la traducción mecánica, me interesé
particularmente en las propiedades computacionales de toda representación con que me
topaba. Me concentré especialmente en la cuestión de cómo la representación del
significado podría servir para generar oraciones en un lenguaje natural, y en el análisis de
las oraciones en un lenguaje natural.
La primera representación que desarrollé se parecía mucho a palabras inglesas con
flechas que las conectaban. Las flechas se tomaron de la teoría de la dependencia, sobre la
que había escrito HAYS (1964) y que había utilizado RLEIN (1965) y también, en cierta
medida, LAMB (1964). Mi contribución, tal como lo veía entonces, consistía en volver más
conceptual la representación.
La principal pretensión de la Dependencia Conceptual de ese tiempo (SCHANK, 1969)
nada tenía que ver con los primitivos, a los que esta obra ha sido asociada recientemente.
La teoría de la Dependencia Conceptual defendía que existía un conjunto predeterminado
de relaciones posibles que constituían una estructura de significación interlingüística. Estas
relaciones reglas conceptuales, como las llamé) podían utilizarse para predecir elementos
conceptuales que se encontraran implícitos en una oración o. junto con reglas
volar», y así sucesivamente.] Cada vez que se intentaba una traducción, se comprobaba la
aceptabilidad de las reglas que traducían las relaciones sintácticas a las conceptuales, de
acuerdo con la semántica conceptual.
Gradualmente, se iba poniendo de manifiesto que el análisis final de la mayor parte de
las oraciones, para convertirlas en oraciones de dependencia conceptual, se desarrollaba
añadiendo información que no estaba incluida explícitamente en la oración original. Ello
hizo que nuestro trabajo abandonara el campo de la lingüística, pues habíamos ido más allá
de los fenómenos del lenguaje. Este trabajo era ciencia cognitiva, pero como este campo no
existía, el encuentro de un buen hogar era un problema nada trivial.
Representaciones conceptuales
En 1970 nuestras representaciones empezaron a ser más conceptuales que antes
(SCHANK y otros, 1970). Hasta ese momento, nuestras representaciones, supuestamente
libres del lenguaje, aún contenían una gran parte de él; nuestras representaciones parecían
necesitar que se pusiera mucho más que lo que había en la representación de la estructura
profunda o superficial, para poder encontrar un significado conceptual. Parecía no haber
modo alguno de evitar la introducción de elementos que no estaban inicialmente en la
producción, si lo que se quería era representar el significado de lo que se había dicho. Al
examinar nuestras representaciones, empezamos a buscar algunas regularidades que nos
pudieran dar alguna forma canónica; lo que teníamos hasta ese momento tenía una forma
tan libre que podíamos crear cualquier cosa en cualquier momento dado, y ello no parecía
muy interesante. En particular, teníamos el problema de determinar, en el caso de verbos
con más de un significado, qué sentido era el adecuado en un momento dado; no podíamos
continuar escribiendo «tener» con subíndices distintos para diferenciar «tener diez dólares»
de «tener un cáncer», o de «tener amigos», ya que en estas oraciones subyacen distintas
formas básicas. ¿Eran iguales «comprender,» y «ver,»?, ¿cuál era más básico?, y, más
importante aún, ¿cuántos sentidos de una palabra pueden producirse, y cuáles son sus
intersecciones con tos de otras? En el caso del solapamiento parcial de significados, nos
enfrentábamos a un problema irresoluble si empleábamos el método de los subíndices.
Como problema colateral en aquel momento, intentamos ordenar un poco el lío en el
que habíamos abandonado nuestra representación de las preposiciones. Habíamos estado
empleando una flecha para representar cualquier relación preposicional, con la esperanza
de que los procesos de niveles superiores que empleábamos en nuestras representaciones
decidieran cuál era la verdadera relación que existía entre una acción y sus objetos
asociados. Intentamos pensar en los tipos de relaciones preposicionales que teníamos.
Ya habíamos resuelto, de forma satisfactoria para nuestros intereses, las
relaciones «parte de» y de localizaciones (SCHANK, 1969). Además de estas dos clases de
preposiciones encontramos que tan sólo existían otras tres relaciones preposicionales:
instrumentales, direccionales y de recipiente. Estas relaciones describían la forma en la que
una acción se puede relacionar con un objeto en un suceso, independientemente de qué
preposiciones eran las que se estaban utilizando. Ya que lo que estábamos describiendo
eran relaciones y no preposiciones, nos dimos cuenta de que el inglés podía considerarse
como poseedor de una preposición nula que denotaba las relaciones de objeto, y que esta
relación de objeto no era nada más que una relación entre una acción y un objeto. Sabía-
mos que FILLMORE (1968) había dicho, también para el inglés, algo parecido; así pues
bautizamos a nuestras relaciones con el nombre de «casos conceptuales». La diferencia
entre los dos sistemas fue mucho mayor que lo que los nombres sugirieron y, pensándolo
ahora, tal vez no fue una buena elección [véase SCHANK (1972) para una discusión de estas
diferencias].
Este nuevo sistema de casos tuvo inmediatas ramificaciones a través de todo nuestro
sistema representacional conceptual; por ejemplo, previamente habíamos representado
«(Yo) quiero dinero» de la siguiente forma:
es decir, sabíamos que existía un Recipiente, y que tenía que ser «Yo». Análogamente,
tenía que haber un Objeto, porque si no ¿qué otra cosa podía ser el «dinero»?; no parecía
ser un actor, que era desconocido, aunque sabíamos que era la misma persona que el
donante del caso de recipiente. Evidentemente, el diagrama anterior tenía un notorio
agujero: ¿cuál era la acción?; pero a pesar de ello, esta representación parecía tener más
sentido que la primera, en la que se presuponía que el dinero era un actor que hacía la
acción de «ir».
Lo que se necesitaba era un nombre para una acción desconocida, y ya que, obviamente,
incluía una especie de transferencia de dinero, la llamamos «trans».
««Trans» también nos ayudó en otros problemas. Nos solventó el solapamiento parcial
que existía en el significado de palabras como «dar», «tomar», «comprar» y «vender».
Además, eliminó la necesidad de elaborar reglas de trans-
ferencia de significados del tipo de las que KATZ (1967) había estado proponiendo para
aparcar palabras como «comprar» y «vender». Empezamos a preguntarnos qué otras
acciones parecidas a «trans» podían encontrarse.
En ese momento comenzamos a estudiar más detalladamente el concepto de acción;
intentamos clasificar los verbos que habíamos estado utilizando según los casos que
tomaban y según las propiedades de sus objetos. Como resultado obtuvimos ACTOs-
E(stado), ACTOs-F(ísicos), ACTOs-EM(ocionales), y otros (SCHANK y Otros, 1970). Al
emplear esta clasificación de los verbos podíamos predecir los casos ausentes que se
encontraban implícitos y que, por lo tanto, tenían que inferirse. Proseguimos buscando
agrupaciones efectivas que nos facilitaran el proceso de inferencia; por consiguiente,
aunque de hecho no nos habíamos propuesto construir un conjunto de primitivos, las
consideraciones que habíamos realizado al tratar los problemas de la representación, nos
forzaron a llegar a una especie de clasificación operativa de acciones que se ajustara a
nuestra estructura de trabajo.
El tema de la inferencia no era todavía un problema importante en ese momento, pero
otras cuestiones nos obligaron a centrarnos en él. Por ejemplo, consideremos la oración
«Temo a, los osos», y la representación que en aquel entonces proponíamos de ella:
se había empleado para esclarecer significados, pero nos parecía que también podía
extenderse su uso a nuestro caso en particular.
Sin embargo, parecía demasiado trabajo para algo muy nimio. Cuando consideramos
otros ejemplos de fenómenos que estábamos intentando explicar, se nos presentó una
solución más simple. Veamos un ejemplo: la oración «me gustan los libros» implica
claramente algo relativo a «leo libros», dentro de la conceptualización que representa su
significado. Nos dimos cuenta de que la solución radicaba simplemente en añadir «libros»
al diccionario como «objeto de LEER». Si teníamos un hueco vacío que requería un
ACTO, y un objeto que era un «LIBRO», lo que inferíamos era el ACTO «leer». Ello
dependía, por supuesto, de tratar a «gustar» como un estado y no como un ACTO.
Sin embargo, esto no solucionaba el problema cuando el objeto no era la fuente de la
inferencia. Un objeto funcional como un «libro» podía enumerarse como «objeto de
LEER», pero, ¿qué ocurría cuando «osos» o «Nixon» eran los objetos de un ACTO
estático? Ya que estos objetos no eran funcionales en el mismo sentido, parecía que el
ACTO que faltaba tenía que encontrarse formando parte del significado del verbo «temer».
También aquí habíamos descompuesto, sin haberlo planeado previamente, el significado de
una palabra (temer) en elementos más básicos (temer + daño esperado). La razón de ello
era también atribuible a los requerimientos que habíamos situado en la DC con respecto a
qué huecos había en una conceptualización y cómo se tenían que llenar. Así pues, en ese
momento disponíamos de-una representación del tipo:
Para obtener esta estructura teníamos que postular que cuando se encontraba presente
una «trans», el objeto de la «trans» podía posibilitar el que un actor llevara a cabo el
ACTO funcional usual sobre el objeto. Además, teníamos que examinar el resultado de
esta acción, porque el estado que lo había causado, fuera el que fuera, era la clave del
apareo. Es decir, una paráfrasis de esta pregunta podría ser: «¿Quieres que te "transfiera"
un objeto que es comestible, que como consecuencia lo podrás comer, y que te hará sentir
algo (harto, feliz, etc.)?» Y la respuesta podría ser: «Ya he tenido esta sensación, porque
acabo de hacer una acción que precisamente la ha dado como resultado.» Para poder hacer
todo esto era necesario un nuevo conjunto de inferencias posibilitadoras y resultantes, lo
cual hizo que nos empezáramos a centrar en la cuestión de cómo eran estos tipos de
inferencias y de dónde provenían.
Uno de los primeros problemas fue el del uso potencial de estas inferencias. Ya que en
ese momento nos preocupábamos principalmente del análisis, nos concentramos en el
problema de las expectativas que existían en el procesamiento, provenientes de lugares
distintos de las expectativas sintácticas o de DC.
Consideramos un ejemplo de una conversación en la que un hombre, en un arranque de
odio hada su mujer, le pide a un amigo un cuchillo y, cuando éste se lo niega, dice:
Este tipo de cuestiones nos hizo empezar a considerar de forma seria que ocurrían otras
cosas en la comprensión, además del análisis. Claramente necesitábamos una memoria
basada en hechos relativos al mundo para poder llevar a cabo una comprensión lógica; en
ese momento nuestro centro de interés empezó a cambiar. Evidentemente los problemas de
representación y análisis aún existían, pero las cuestiones de memoria, creencia e
inferencia eran tan cruciales como las otras.
HEMPHILL (1975) empezó a investigar cómo estaba influido el análisis por creencias a
las que se hacía referencia de forma implícita en un texto. Por mi parte, concentré mis
esfuerzos en la representación; en particular, para poder tratar el ejemplo anterior, era
necesario postular un conjunto de creencias que pudieran dar cuenta de nuestras
expectativas referentes a la conducta de un actor. Para comprender que en el ejemplo
anterior Juan no va querer sentarse y mostrarse amistoso, necesitamos saber que cuando
uno está enfadado no quiere estar con personas con las que está a disgusto. Representamos
esta idea de la siguiente forma:
Las creencias de este tipo fueron útiles para predecir las acciones futuras de un actor. La
adición de creencias a la representación cambió la idea de inferencia, que dejó de ser una
información adicional que simplemente podía ayudar en el análisis de una oración. Por el
contrario, nos dimos cuenta de, que teníamos que concentrarnos en problemas que tenían
que ver con la representación
Inferencias organizativas
Por aquel entonces empezamos a darnos cuenta de que el problema más importante en
el procesamiento del lenguaje natural era el de la inferencia. El único hecho importante
respecto a los ACTOs primitivos era que nos ayudaban a solucionar el problema de la
inferencia (SCHANK, 1973). Ningún ACTO significaba nada en el sistema, fuera de las
conceptualizaciones que podían existir como resultado de inferencias que se llevaban a
cabo a partir de dicho ACTO. Los ACTOs primitivos servían para organizar el proceso de
inferencia, dándonos un punto de partida para poder atacar el problema.
Empezamos a investigar dos tipos principales de inferencias: las resultantes de los
ACTOS y las posibilitadoras de ACTOS. Al agotar las inferencias derivadas de los
ACTOS mismos empezamos a categorizar los tipos de inferencias que, en general, tenían
que llevarse a cabo. En SCHANK y RIEGER (1974) delimitamos doce tipos de inferencias;
utilizando estas ideas, Rieger, Riesbeck, Goldman y yo empezamos a diseñar en 1972 una
implementación en ordenador de dichas ideas, que dio como resultado el sistema MARGIE
(SCHANK y otros, 1973). Durante esta implementación nuestras concepciones acerca del
análisis, la generación y la inferencia se vieron alteradas por la tarea de intentar especificar
algoritmos precisos para estos procesos. Rieger creó una nueva clasificación de inferencias
basadas en sus experiencias con MARGIE (RIEGER, 1975).
Causalidad
relaciones causales posibles, además de las que ya hemos mencionado, es que nos
proporciona una manera de poder conectar las oraciones en un texto. De este modo, un
párrafo consistirá frecuentemente en una serie de conceptualidades que pueden
relacionarse a través de sus conexiones causales implícitas.
La representación de textos
Empezamos a trabajar con el problema de la representación del texto, lo cual, después
de todo, era nuestro problema central. No estábamos interesados de forma especial en el
problema de las oraciones aisladas fuera de un contexto; tratar tan sólo con ese tipo de
relaciones había sido, probablemente, la raíz de muchos de los problemas con los que se
encontraban las teorías propuestas por los lingüistas transformacionales y computacionales.
La gente no comprende oraciones fuera de contexto, ¿por qué entonces nuestras teorías
intentaban tratar este tipo de oraciones? Se creía, evidentemente, que ello constituía una
simplificación que facilitaría la investigación; pero el problema había cambiado de forma
significativa al realizar esta supuesta simplificación; realmente, analizar oraciones en un
contexto es un problema más razonable, respecto al esclarecimiento del significado de las
palabras, que analizarlas fuera de un contexto.
Anteriormente, nunca habíamos tratado textos de más de una oración, debido a que no
sabíamos cómo representarlos; ahora, con la idea de las cadenas causales, podíamos
combinar textos en términos de sus relaciones causales. La aplicación de este
encadenamiento causal a textos reales (SCHANK, 1975) nos ayudó a explicar ciertos
resultados de la memoria (particularmente los de BART-LETT, 1932). Disponíamos de una
teoría que decía que una parte crucial de la información tenía muchas conexiones causales,
y que una parte irrelevante no tenía consecuencias causales.
El trabajo en la conectividad causal nos ayudó a desarrollar una teoría que era útil para
explicar problemas de olvido y recuerdo, y que también nos permitía conectar textos. Sin
embargo, no podía explicar cómo unir textos cuyas partes no eran relacionables en
términos de cadenas de resultados y posibilitaciones; para esas situaciones se necesitaba
algo más.
Este «algo más» resultó obvio cuando nos pusimos a pensar en ello: la respuesta fueron
los guiones. Los guiones son secuencias de cadenas causales preempaquetadas. Algunas
cadenas causales se utilizan tan a menudo que no es necesario especificar sus detalles para
que un comprensor pueda hacer las conexiones directamente. Los guiones son un tipo, de
clave que conecta sucesos que no están conectados a partir de sus rasgos superficiales, sino
que lo están por el recuerdo de que lo han estado anteriormente El guión prototípico que
elegimos para examinar describía lo que ocurría en un restaurante. En una historia que
implica el escenario de un restaurante no podemos impedir la conexión causal entre
ordenar o pedir la comida a partir del hecho de que alguien ha
entrado en el restaurante. Sin embargo, los hablantes asumen que esta conexión es
conocida y no se preocupan de mencionarla. Existe una cadena causal, pero inferirla paso a
paso es imposible, lo cual hace que sea necesario el concepto de guión.
Probamos nuestras ideas sobre cómo los guiones podrían facilitar el procesamiento de
textos conectados construyendo SAM (Script Applier Mechanism —Mecanismo Aplicador
de Guiones—, descrito en CULUNGFORD, 1978). Mientras estábamos trabajando en SAM
empezamos a preguntarnos de dónde provenían los guiones; al pensar en ello tuvimos la
idea de que los planes daban lugar a los guiones, y que los objetivos daban lugar a los
planes (SCHANK y ABELSON, 1975). MEEHAN (1976) empezó a trabajar en un generador de
historias que sirvió de vehículo para el desarrollo de nuestras concepciones relativas a los
planes y los objetivos. WILENSKY (1978) desarrolló un programa comprensor de historias
usando las ideas de objetivos y planes. Todo este trabajo se describe detalladamente en
SCHANK y ABELSON (1977), de forma que no lo ampliaremos aquí.
Durante los últimos cuatro años hemos estado desarrollando sistemas de planes,
objetivos, temas y guiones en sistemas comprensores. Este trabajo ha producido diferentes
sistemas (CARBONELL, 1979; CULUNGFORD, 1978; DEJONG, 1979; WILENSKY, 1978), lo cual
ha ampliado enormemente nuestras ideas acerca de la inferencia. En la actualidad creemos
lo siguiente:
Existe una amplia variedad de posibles niveles de descripción. Cada uno de estos
niveles está caracterizado por su propio sistema de primitivos y relaciones conceptuales.
[Por ejemplo, recientemente hemos introducido un conjunto de «actos sedales básicos»
(SCHANK y CARBONELL, 1979) para explicar las acciones que tienen consecuencias
sociales.] Las inferencias ocurren en cada uno de estos niveles; así pues, para cada
conjunto de primitivos existe un conjunto de inferencias que se le aplican. Algunos de
estos niveles han sido descritos en SCHANK y ABELSON (1977) y aquí no serán tratados en
detalle. En la actualidad utilizamos los siguientes tipos de inferencias.
Micro-DC
Todos los sucesos de una historia pueden conectarse en un nivel en el que cada suceso
está relacionado con los sucesos que se siguen de él y con los estados que lo posibilitan.
Esto produce una cadena causal muy detallada, construida con los sucesos y estados que se
mencionaron realmente en el texto, y con los que se han tenido que inferir para poder
completar la cadena. La cadena causal fabricada a partir de expresiones de hechos de bajo
nivel es una parte de la comprensión. De este modo, para poder leer una revista, la
debemos: ATRANS, ABRIR, PRESTAR-ATENCION y MTRANS. Cuando se percibe
cualquiera de estos sucesos se deben inferir los otros.
Macro-DC
Existe otro tipo de cadenas causales en el nivel macro-DC. Aquí los sucesos se conectan
con otros estados y sucesos de la misma forma en que lo hicieron en el nivel Micro-DC,
pero el nivel de descripción es distinto. Ir a Boston posibilita comer en un restaurante de
Boston en el nivel Macro-DC, pero en el nivel Micro-DC, las localizaciones deben
especificarse más, como, por ejemplo: ir a Boston tiene como resultado estar en Boston, lo
cual posibilita empezar a buscar e ir a un restaurante. Este último nivel de descripción
puede dar lugar a un detalle infinito, ya que, por ejemplo, caminar se posibilita poniendo
un pie delante del otro. El nivel de detalle de las inferencias es extremadamente
importante, y depende de los propósitos que tiene en mente el comprensor.
En la situación de la revista que hemos mencionado antes, el nivel Micro-DC se refiere
a abrir la revista, sostenerla, pasar las páginas, etc.; cada uno de estos ACTOs también
utiliza cadenas causales, pero en un nivel de detalle mucho mayor. El nivel Macro-DC tan
sólo implica tener una revista, lo cual posibilita su lectura. Ninguno de estos niveles de
descripción es más correero que otro.
Por consiguiente, son necesarios en el encadenamiento causal los siguientes .tipos de
inferencia:
Lo que posibilita
Lo que resulta
Lo que son razones
Lo que inicia
De cada persona u objeto acerca del cual oímos cosas siempre nos estamos preguntando
dónde se encuentra, cuál es su estado, qué es lo que sabe y cree, y cómo se siente.
Posiblemente todas estas inferencias son apropiadas en cualquier momento; como
consecuencia, es necesario postular otros tipos de inferencias:
Especificaciones de localización
Especificaciones del objeto
Especificaciones emocionales
Especificaciones de creencia
Guiones
Por consiguiente, cuando oímos que «Juan atracó el almacén de licores», es apropiado
preguntarse cómo fue allí, cómo entró, de dónde obtuvo su arma etc.; tales preguntas son
una parte del proceso de inferencia, ya que tan sólo sabiendo lo que no se sabe se puede
intentar inferirlo.
Uno de los problemas principales con respecto a las inferencias relativas a los guiones
es la cuestión de por qué se sigue un guión. Esto lleva al problema de inferir los planes.
Planes
Objetivos
De hecho, estos tipos de inferencias tan sólo representan una pequeña parte de los
numerosos tipos de inferencias basadas en objetivos que han sido aislados por WILENSKY
(1978) y CARBONELL (1978).
Ya que los objetivos están dominados por estructuras de nivel superior a las que
denominamos temas, también es necesario detectar qué tema está presente y desarrollar las
inferencias apropiadas.
Temas
Los guiones, planes, etc. pueden considerarse como sucesos en la descripción anterior.
Así pues, podemos pedir una especificación, motivación, posibilitación, resultado,
estructura y otros sucesos para un guión, un plan, un objetivo, un tema, o, probablemente,
cualquier otra estructura de nivel superior que inventemos.
Por consiguiente, la inferencia es el ajuste de nueva información en un contexto que
explica y predice otros factores que se siguen de él. Ya que estas explicaciones pueden
ocurrir en diferentes niveles, la inferencia es un problema muy complejo, y esperamos
continuar trabajando en él, intentando averiguar cómo comprende la gente y cómo podrían
comprender los ordenadores.
La situación actual
Nuestro trabajo empezó como una teoría lingüística, aunque con una cierta preferencia
por la computación. Algunos lingüistas han rechazado de forma explícita que sea una
teoría lingüística (véase, por ejemplo, DRESHER y HORNSTEIN, 1976). En cierto sentido
tienen razón; los fenómenos en los que nos hemos interesado a lo largo de los años no son-
lingüísticos por sí mismos, sino que más bien son fenómenos relacionados con el
procesamiento del lenguaje en general, y con 1:1 de la representación del conocimiento en
particular.
Al mismo tiempo que nuestro trabajo se desarrollaba, el campo de la inteligencia
artificial (IA) también había ido evolucionando. La primera vez que fui al laboratorio de
IA de Stanford, los problemas principales eran la demostración de teoremas, los juegos y la
visión. El lenguaje natural no se consideró una
mos utilizado los guiones, los planes, etc., como estructuras de datos, en términos de las
cuales podíamos realizar las inferencias apropiadas necesarias para crear cadenas causales
conectadas. Pero también siempre habíamos creído que los guiones eran algo más que
estructuras de datos útiles; los guiones tenían que decirnos algo sobre la memoria y el
procesamiento. En SCHANK y ABELSON (1977) afirmábamos que las representaciones en
memoria de historias que implicaban guiones utilizaban los guiones empaquetados como
base para dichas representaciones. Por ejemplo, tan sólo se recordaría el guión de RES-
TAURANTE (al que denominábamos $RESTAURANTE) y se podría «recordar»
INGERIR, reconociendo que la INGESTIÓN es un suceso normal en $RESTAURANTE.
Todo esto se conseguía fácilmente almacenando los valores particulares de las variables
asignadas a cada guión en una historia. Desde este punto de vista, tan sólo recordamos la
información nueva sobresaliente y no prestamos atención a la información vieja
estereotipada. $RESTAURANTE (marisquería. Casa Pepe, pizzería) debería ser suficiente
para generar únicamente historias bastante aburridas.
Sin embargo, nuestro problema aquí no es la forma final de la historia sino su forma
inicial, y el nivel de información que utilizamos al comprender la historia por primera vez.
Si hemos usado (DENTISTA para interpretar una historia relevante, ¿por qué el recuerdo
de esta historia debe confundirse con una en la que se utilizó $MEDICO? Si en su lugar
hemos empleado $VISITA-PROFESIONAL-SALUD, estamos diciendo que no existe
ninguna posibilidad de confundir una historia acerca de una visita al dentista con una
historia acerca de una visita a un abogado. Si utilizamos $VISITA-OFICINA, entonces ¿de
qué tipo de entidad estamos hablando? ¿Tenemos realmente información almacenada en
este nivel que nos ayuda a comprender historias? Si la tenemos, comprender este tipo de
historias resulta entonces algo mucho más complejo de lo ' que inicialmente nos habíamos
imaginado. Ya no podemos continuar simplemente aplicando guiones, sino que tenemos
que consultar distintos niveles de información a la vez.
¿Por qué almacenamos nuevas informaciones acerca de dentistas en términos de una
estructura que podría confundirse con una visita a un abogado? Aparentemente parece
poco razonable, a menos que no tengamos ningún guión sobre visitas al dentista. ¿Es
entonces posible que no poseamos ningún guión acerca de los dentistas?
¿Por qué no nos habremos dado cuenta de este problema antes? La respuesta, creo, es
que mientras los psicólogos estaban preocupados por confusiones en el reconocimiento, en
parte debido a su interés natural por la memoria, la gente que trabajaba en IA nunca se
había preocupado en absoluto por la memoria. No estábamos acostumbrados a que
nuestros programas realmente recordaran, por lo cual, este problema nunca había surgido.
No obstante, una vez que este problema se hubo presentado, resultó claro que teníamos que
proponer una estructura de procesamiento que también fuera una estructura de
memoria; y este hecho tuvo profundas implicaciones para lo que estábamos desarrollando.
Niveles de memoria
Una de las cosas que las personas recuerdan es una experiencia particular, a menudo
con bastante detalle. Así pues, postulamos un nivel de memoria que contiene recuerdos
específicos de situaciones particulares: la memoria de sucesos. Los casos de la memoria de
sucesos incluyen todos los detalles acerca de«ir a la consulta del dentista Dr. García el
pasado jueves, cuando nos sacó la muela» y «olvidar la cita para ir al dentista, que nos
llamaron y que tuvimos que pagarla». Los sucesos se recuerdan de la misma manera en que
ocurrieron, pero no durante mucho tiempo. Después de un cierto período, los aspectos
menos sobresalientes de un suceso desaparecen (como por ejemplo, dónde recibimos la
llamada de teléfono o por qué olvidamos nuestra cita). Lo que permanece son sucesos
generalizados, más las partes inusuales o interesantes del suceso original.
acerca de las situaciones que se han experimentado numerosas veces. Las experiencias
particulares son, inicialmente, una parte de la memoria de sucesos; sin embargo, cuando
estas experiencias particulares se refieren a un suceso generalizado común, dicho suceso
generalizado acude en ayuda del procesamiento de la nueva entrada. Una vez que se ha
establecido la conexión entre un suceso y el suceso generalizado al cual se refiere, el
suceso mismo va decayendo gradualmente quedando tan sólo el puntero que señala el
suceso generalizado, conjuntamente con los rasgos más salientes del suceso que no se
encuentran dominados por el suceso generalizado.
intenciones, los sucesos específicos pierden los detalles particulares, que mejor codificados
en otros niveles.
A menudo la gente no puede recordar todos los detalles de una situación que está
intentando rememorar, tan sólo puede recordar sus objetivos y la resolución de dichos
objetivos; los detalles de la situación suelen ser de más difícil acceso. Esto sugiere que los
sucesos pueden descomponerse en partes que tienen que ver con su base intencional, y que
dichas intenciones pueden entonces servir como foco organizativo en el que pueden
encontrarse las partes relevantes de dichas experiencias.
rentes a las consultas de dentista que se encuentran almacenadas como parte de lo que
sabemos sobre ellas. Por ejemplo, podríamos esperar encontrar un cepillo de dientes
gigantesco en una consulta de dentista. Esta información se encuentra almacenada en el
nivel MSG, pero, por otra parte, en el nivel MS también se encontraría disponible, en
términos de las experiencias particulares que pueden recordarse en dicho nivel de detalle
(aunque estos recuerdos decaen rápidamente). Es decir, para responder a preguntas
relativas a las consultas de dentista, no existe nada que nos evite acudir a nuestro
conocimiento sobre consultas de dentista en general (MSG), o a experiencias anteriores
particulares (MS), en la medida en que aún estén disponibles.
Así pues, ¿donde está el guión del dentista? Hasta el momento no ha aparecido. Los dos
niveles siguientes completan la estructura que permite la creación dinámica de los
fragmentos del guión del dentista que son aplicables, bajo demanda, en una situación
dada. El guión del dentista, por sí mismo, no existe realmente en memoria en forma de una
agrupación precompilada. El guión o, más exactamente, sus subpartes necesarias pueden
construirse cuando son necesarias. La economía de este esquema es muy importante;
además, el uso de la memoria, y la probable validez psicológica de esta solución, es
altamente significativa. Veamos ahora cómo podría funcionar.
Desde este punto de vista, y a partir de esta concepción de la memoria, los guiones no
son estructuras de memoria preexistentes. Las estructuras del tipo de los guiones (que
corresponden a lo que hemos denominado escenas o partes de escenas) se construyen a
partir de estructuras más generales, de nivel superior, a medida que son necesarias,
consultando reglas referentes a la situación particular establecida en los otros tres niveles.
Las palabras «a medida que son necesarias» son muy importantes. ¿Por qué utilizar un
guión completo en el procesamiento si no se empleará íntegramente? Ya que más que
extraerlos de la memoria los guiones se construyen, se activarán tan sólo las partes que se
vayan a utilizar (basándonos en el texto de entrada).
Las historias nuevas están disponibles en el nivel MS sólo durante un período de tiempo
muy corto, tanto para su recuperación como para el almacenamiento de la información
entrante. En el procesamiento de una entrada se crean punteros que impiden el
almacenamiento de todos los detalles. Estos punteros no señalan el guión del dentista, sino
las subescenas relevantes que se encuentran en los distintos niveles de memoria. De este
modo, algo que ocurre en la sala de espera se almacena con un puntero que señala la
escena de sala de espera. Sin embargo, y éste es el punto más importante, la escena de la
sala de espera proviene del conocimiento relativo a salas de espera que se ha obtenido a
partir del nivel superior (MI). Así pues, inicialmente no está conectada a ningún guión de
dentista, y sea lo que sea lo ocurrido en la sala de espera, excepto si es de interés particular,
se almacenará en el nivel MI, virtualmente desasociado de la secuencia del dentista.
Siguiendo este esquema, ocurrirán confusiones de reconocimiento entre distintas
escenas de sala de espera, independientemente de la situación general original de la cual
eran parte. Tan sólo se recordará claramente qué escena de sala de espera corresponde a
una historia determinada cuando se proporcione la continuidad entre las escenas a través de
la historia misma. Por ejemplo, si ocurre algo especial en la escena de sala de espera que
afecta las escenas posteriores, la conexión será un nexo causal, y tales conexiones se
recordarán más fácilmente.
Para poder ver cómo podría funcionar lo que hemos descrito, tal vez sea útil considerar
un diagrama acerca de la estructura de memoria de una historia (mostrada en el nivel MS)
que implique la visita a un dentista:
MI PROBLEMA-DE-SALUD
ENCONTRAR PROFESIONAL + HACER CONTRATO + VISITA-OFICINA-
PROFESIONAL
Los sucesos en la MS se recuerdan en términos de las estructuras de nivel más alto que
se activaron.
Después de cierto tiempo ocurre un decaimiento y la lectura de la revista se almacena
como parte de la escena de SALA DE ESPERA de VISITA-OFICINA-PROFESIONAL.
De este modo, se desasocia del resto del suceso; así pues, el «dar en el ojo» se almacena
bajo AYUDA, y se desconecta de la experiencia de la revista. Pero puesto que AYUDA se
ha completado con información específica del dentista a partir de MSG, se recordará como
parte de la experiencia del dentista; mientras que la experiencia de la revista puede
confundirse con cualquier otra situación en la que hayamos leído una revista.
Recuerdo
experto en ajedrez sería capaz de reconocer «jugadas famosas» o posiciones que ha visto
anteriormente. Tales reconocimientos dependen de la utilización, en primer lugar, de una
estructura de nivel superior del tipo que hemos estado discutiendo, y que habría tomado
parte en el proceso de comprensión; es decir, durante la comprensión estamos buscando el
nivel de análisis más alto que podamos obtener. Esto funciona canto para la comprensión
del ajedrez como para cualquier otra cosa. Las comprensiones previas referentes al ajedrez
se almacenan como subpartes particulares de las estructuras de conocimiento apropiadas.
Comprensión
comida a casa.» En ese momento se crea una nueva discriminación en la red que contiene a
los McDonalds, formándose un nodo en el cual Burger King es una estructura de alto nivel
que comparte la mayoría —pero no todas— de las propiedades del nodo de McDonald. Las
diferencias son significativas en el sentido de que a partir de ellas se puede formar la
experiencia del recuerdo.
Desde este punto de vista, la comprensión es encontrar la estructura de más alto nivel
que esté disponible para explicar una entrada, y crear un nuevo nodo de memoria para
dicha entrada, en términos del viejo nodo con el cual se encuentra relacionado en la
estructura de alto nivel. La comprensión es un proceso que tiene su base en la memoria,
específicamente en la memoria de experiencias íntimamente relacionadas, que se
encuentran disponibles a través del recuerdo y que son expresables por medio de analogías.
Discriminación en memoria
La cuestión que ahora nos planteamos es la siguiente: ¿cómo es que somos capaces de
encontrar lo que está almacenado en la memoria? Si existen discriminaciones del tipo
«hazlo a tu aire», ¿de qué forma podría utilizarse? La respuesta depende claramente de la
categorización inicial de la entrada.
La memoria es altamente idiosincrática: la organización de una persona no es la misma
que la de Otra. La forma en que las personas categorizan sus experiencias inicialmente
determina el modo de recordarlas posteriormente. Si Burger King es considerado como un
tipo de McDonald, se almacenará en términos de las discriminaciones que el comprensor
consideró relevantes en dicho momento. Sin embargo, es posible que un persona realice
múltiples discriminaciones, así como también múltiples categorizaciones; por consiguiente,
una persona puede considerar que Burger King es «algo insípido que les gusta a los niños»,
«un lugar donde se visten uniformes rojos y amarillos» y «un lugar en el que te puedes
llevar la comida a casa». Cada una de estas discriminaciones puede emplearse como un
camino a través del cual puede accederse a Burger King. Una pelea con nuestro hijo en un
Burger King puede almacenarse de forma aislada como un caso de pelea con un niño,
como pelea en un restaurante o como pelea en un Burger King. Si se utiliza esta última
categorización, podría ocurrir que no se relacionara con una pelea con un niño en un
McDonald; así pues un comprensor inteligente almacena sus experiencias tan alto y tan
generalmente como puede, de forma que pueda ser capaz de aprender a partir de ellas, esto
es, que pueda tener acceso a ellas tan a menudo como sea necesario, o en tantas situaciones
como sea posible.
Una pregunta que se suele formular con respecto a estas ideas es: «¿por qué, cuando
entramos en un restaurante, no recordamos todos los restaurantes, o incluso no recordamos
dicho restaurante en particular?» Creo que la respuesta a estas preguntas es que de hecho lo
hacemos. Cuando entro en Naples
(un restaurante de Yale), recuerdo Naples. Cuando utilizamos dicho recuerdo como una
fuente de predicciones acerca de qué es lo que va a ocurrir a continuación, lo que hacemos
es usar el guión disponible más particular que pueda ayudarnos en el procesamiento de lo
que estamos experimentando. Cuando Naples nos recuerda a Naples no experimentamos la
misma sensación de recuerdo por un razón obvia: la experiencia de recuerdo más
apropiada es aquella que menos parece un recuerdo. Pero recordar es simplemente sacar de
la mente los recuerdos altamente relevantes que nos ayudarán en el procesamiento de
entradas nuevas. Decir o sentir algo al entrar en un restaurante nuevo del tipo «este lugar
me recuerda a un restaurante» es bastante absurdo, pero de hecho lo hacemos. Si ello no
ocurriera, ¿cómo podríamos saber que se trata de un restaurante? De este modo, recordar
no es tan sólo un fenómeno bastante interesante que he estado intentando explicar, sino
que, más exactamente, es el fenómeno más significativo de la memoria que debemos
explicar.
Nos encontramos ahora en disposición de echar una ojeada a una propuesta específica
de cómo considerar la memoria (y cómo considerar en particular los guiones) para poder
dar cuenta de los problemas que hemos estado explicando. En honor a los viejos tiempos
utilizaremos Otra vez los restaurantes. La diferencia entre lo que hemos dicho en el pasado
y nuestra nueva perspectiva tiene que ver con la organización en memoria de las
experiencias relativas a los restaurantes. Consideraremos dos experiencias acerca de
restaurantes que son prácticamente idénticas excepto en lo que se pidió para comer. La
probabilidad de que ocurra una confusión en memoria es enorme. Por ejemplo, podríamos
confundirnos acerca de cuál fue la camarera que nos sirvió la comida (en el supuesto de
que hubiera dos en el mismo restaurante). Tales confusiones no son explicadas por nuestra
concepción original de los guiones, según la cual cada historia, incluyendo información
sobre la camarera y la comida, se almacena de forma aislada con su propia copia del guión.
Adornar el guión
Los guiones se forman a través de su uso al construirlos a partir de las escenas. Sin
embargo, al construir un guión también estamos dando pie a la posibilidad de que
experiencias de memoria se generalicen y se almacenen en la estructura de alto nivel que
mejor las explique. Ello hace que el guión que se construyó temporalmente para servir a
unos propósitos de procesamiento, se desmonte, causando confusiones de memoria y una
cierta falta de conexión entre las escenas de una historia tal y como se almacenan en la
memoria.
Recordemos que nuestro propósito es integrar las estructuras de procesa-^ miento con
las de memoria. Deseamos tener episodios almacenados de una forma tal que cada uno de
ellos pueda servir como una especie de guión por -sí mismo; es decir, queremos disponer
de predicciones a partir de todas las experiencias anteriores, y no tan sólo de aquellas a las
que hemos etiquetado oficialmente como «guiones» o «fragmentos de guión». Después de
todo, las personas hacen predicciones relativas a qué es lo que va a ocurrir a partir de sus
experiencias pasadas. ¿Son los guiones el único tipo de experiencias pasadas que ayudan
en el procesamiento realizando predicciones y completando las inferencias en las cadenas
causales? Evidentemente esto no es así. Una persona que ha experimentado algo tan sólo
una vez, esperará que la segunda ocurrencia se ajuste a la primera, y se «sorprenderá» si la
segunda experiencia se diferencia de la primera.
Esta es la forma según la cual los guiones se montan por primera vez: primero una
experiencia, después otra encima de ella, fortaleciendo aquellas áreas de concordancia y
empezando a solidificar un guión. Pero, evidentemente, algunas veces pueden ocurrir
«nuevas experiencias» en medio de otras bien conocidas, para las cuales no existe ninguna
experiencia anterior. Así pues, cuando se va a Legal Seafood, modificamos el guión del
restaurante de forma que indique que la escena de PAGAR se ha situado inmediatamente
después de la escena de ORDENAR en la memoria. Quiero decir que lo que ocurre aquí no
es la creación de una nueva parte o «pista» en un guión; no creo que exista la más mínima
evidencia para ello. Por el contrario, considero que toda la experiencia se almacena bajo
esta interrupción en PAGAR o siguiendo de forma anormal a la escena de ORDENAR.
A partir de este almacenamiento se explicarían dos tipos de recuerdo. Primero, cualquier
otro reajuste del guión que ocurra después de ORDENAR podría recordarnos el de Legal
Seafood. Segundo, una nueva ubicación de la escena de PAGAR en el guión del
restaurante podría esperarse que nos recordara la de Legal Seafood. Este recuerdo ocurriría
como resultado de haber categorizado a Legal Seafood como algo extraño con respecto a
PAGAR, lo cual se localizaría como parte de lo que nosotros conocemos relativo a PA-
GAR; de este modo, cuando se situara PAGAR en un nuevo lugar, la experiencia de Legal
Seafood se recuperaría debido a que se encontraría conectada a una discriminación de
«reasignación de PAGAR».
¿Qué consecuencia tiene este recuerdo? En realidad hace que todo el resto de la
experiencia recordada se recupere de la memoria, de la misma forma como ocurriría con
cualquier experiencia nueva que no fuera explicada por un guión muy utilizado. Esta
experiencia se utiliza ahora de la misma forma en que se utilizaría cualquier guión para
predecir qué es lo que va a ocurrir a continuación.
Profundizando en el interior de un guión, encontramos que todos los punteros, dirigidos
hada todas las experiencias específicas de memoria que hemos
A partir de este diagrama podemos ver que el fin último de los guiones servir de
organizadores de la información en memoria. El guión del restaurante que hemos utilizado
en el pasado no es más que el camino estándar, o el principio organizador básico, que sirve
como infraestructura para todas las experiencias sobre restaurantes que se han almacenado
como tales. De este modo, lo que estamos diciendo es que cualquier desviación a partir del
guión estándar se almacena como una modificación de la escena particular en la cual
ocurrió dicha desviación.
Así pues, una experiencia en Legal Seafood provoca una desviación (a las que
previamente habíamos denominado constituyentes de la «lista de rarezas» en SCHANK y
ABELSON, 1977) en la escena de ordenar. Esta desviación sirve como principio de una
experiencia de recuerdo y también como inicio del proceso de aplicación de guiones. Tal y
como hemos estado diciendo, para que el recuerdo pueda tener lugar, el almacenamiento y
procesamiento deben realizarse a partir del mismo mecanismo. Además, el esquema que
estoy proponiendo permite el uso de todas las experiencias previas en la interpretación de
Otras nuevas, para no basarse tan sólo en experiencias normalizadas estándar (esto es, lo
que previamente habíamos llamado guión).
Si una experiencia nueva tiene una contrapartida, es decir, si desviaciones similares han
ocurrido antes, estas experiencias se agrupan en algún punto para formar una subescena de
tipo guión, cuyas predicciones se extraen a partir de los episodios reales, tal y como hace el
guión de nivel superior. Cuando se encuentra una de estas predicciones, se crea una
subescena que no provoca el recuerdo de las experiencias particulares que causaron la
creación de dicha subescena. A medida que se va creando la subescena, rodos los punteros
que señalan los episodios relevantes que ayudaron a crear la subescena se borran, aunque
otros punteros, que no son parte de la subescena pero que señalan el mismo episodio, aún
existen.
La memoria recoge experiencias similares en base a las cuales realiza predicciones; son
de utilidad general a partir de un cierto número de experiencias previas. Por debajo de
dicho número los recuerdos de estas experiencias previas sirven como fuente de otras
experiencias relevantes. Por consiguiente, la unicidad de la experiencia o, más
exactamente, las clasificaciones únicas de experiencias sirven como rica fuente de
comprensiones relativas a nuevas experiencias.
En el proceso de adorno de guiones a través de caminos desviantes tenemos acceso a
episodios completos, muchos de los cuales no tienen nada que ver con la historia que se
está procesando en ese momento. Es importante ser capaz de separar lo relevante de lo
irrelevante. Por otra parte, es difícil no recordar las partes de la experiencia que e están
conectadas a la escena que se ha recordado; éste es un aspecto de la inteligencia que juega
aquí un papel. La discriminación entre las experiencias que son relevantes para la
predicción y aquellas que son irrelevantes es una de las áreas más extraordinarias que lleva
a cabo un com-
La clave del problema de qué es y qué no es un guión tiene que ver con el problema de
dónde esperamos que se encuentre la información en memoria. Desde el punto de vista del
procesamiento, tiene sentido hablar de tener disponible un guión del restaurante, y ya
hemos mostrado que tales guiones facilitarán el procesamiento de historias; pero del hecho
de que una entidad facilite precisamente el procesamiento no se sigue, necesariamente, que
dicha entidad exista como una agrupación que se ha prealmacenado en la memoria. Es bas-
tante razonable que dichas entidades se construyan bajo demanda, a partir de la
información que se ha almacenado directamente en memoria. La cuestión clave anterior
era si los guiones y otras estructuras de nivel superior tan sólo jugaban un papel en el
procesamiento o si también eran fragmentos de memoria útiles. en el almacenamiento de
información que se había procesado previamente, utilizando dichas estructuras de nivel
superior. Esto es, ¿son las estructuras de nivel superior sólo mecanismos de procesamiento
o son también mecanismos de memoria?
Si las agrupaciones a las que hemos estado denominando guiones no son meros
mecanismos de procesamiento, las demandas que les formula el sistema cambian. Al igual
que no esperamos que una memoria organizada de forma lógica tenga el dato de que
George Washington fue el primer presidente de los Estados Unidos de América
almacenado en quince lugares diferentes, tampoco esperamos que «comemos cuando
tenemos hambre», «se ordena la comida después de haber leído un menú» o «si no se paga
la factura del dentista pueden ponerte una denuncia» se encuentren almacenados en quince
lugares distintos.
Una vez aceptado el presupuesto de que debe existir uno y sólo un lugar en el que se
almacene la información general, la cuestión de dónde se encuentra almacenada dicha
información se convierte en extremadamente importante. Para decidirla, nociones y
guiones tienen que restringirse considerablemente, de forma que la información general
compartida por dos guiones cualesquiera permanezca fuera de ellos, en algún otro lugar de
la memoria. Hacer esto
requiere discernir qué es lo que significa que dos guiones compartan la misma
información, y darse cuenta de cuándo «ocurre» dicho solapamiento en la memoria y
cuándo no.
Cuando un niño descubre que su guión personal del restaurante también está compartido
por otras personas, puede adoptar un nuevo método para almacenar la información acerca
de restaurantes: un guión de restaurante estandarizado con ciertas marcas personales que
almacenan puntos de vista idiosincráticos; esto es, el niño puede empezar a organizar las
experiencias en términos de separar lo que es distinto y propio de lo que está compartido
por la cultura. Por ejemplo, los adultos saben que entrar en un coche no forma parte del
guión del restaurante, pero ésta puede ser una característica muy sobresaliente del guión
personal del restaurante del niño. Es muy importante que el niño pueda separar la
experiencia del coche de la experiencia del restaurante; debe aprender a reorganizar su
memoria de acuerdo con las normas culturales.
Esta reorganización de la información almacenada puede continuar indefinidamente.
Las experiencias nuevas están siendo constantemente reorganizadas sobre la base de
experiencias similares y normas culturales. La abstracción y el proceso de generalización
del conocimiento adquirido mediante la experiencia es, pues, una parte fundamental de la
comprensión en los adultos. Cuando vamos al dentista por primera vez, todas las cosas que
ocurren en dicha experiencia se almacenan como una única agrupación. Experiencias
repetidas con el mismo dentista, con otros dentistas y experiencias que otros nos cuenta
sirven para reorganizar la información original en términos de qué es lo peculiar de nuestro
dentista, de uno mismo en el dentista, de los dentistas en general, etc. Este proceso de
reorganización nunca se detiene; cuando se observan similitudes entre médicos y dentistas,
se puede llevar a cabo otra reorganización en términos de profesionales de la salud.
Cuando se extraen las similitudes entre abogados y médicos. Otro nuevo punto de
organización del almacenamiento emerge. La clave de la comprensión es la creación
continua de paquetes organizadores de memoria (POMs), que registran las partes
esenciales de las similitudes en las experiencias de diferentes episodios.
El propósito de un POM es el de proporcionar expectativas que posibiliten la predicción
de sucesos futuros sobre la base de sucesos previamente experimentados y
estructuralmente similares. Estas predicciones pueden tener cualquier nivel de generalidad
o especificidad; por consiguiente, tales predicciones pueden provenir tanto de contextos o
dominios idénticos como de otros bastante diferentes, ya que un contexto o dominio puede
describirse en distintos niveles de generalidad. La creación de un POM útil proporciona
una clase
de predicciones organizadas alrededor del tema común de dicho POM. Cuantos más POMs
estén disponibles en el procesamiento de una entrada dada, más predicciones se podrán
realizar que ayuden a su comprensión. La capacidad predictiva de los POMs en situaciones
en las que no se dispone de experiencias directas, pero para la que existen experiencias
relevantes análogas, es crucial en nuestra habilidad para comprender.
Desde esta perspectiva, un POM es una especie de guión de alto nivel. El guión del
restaurante es a su vez un tipo de POM, pero también está relacionado con POMs diversos
y más generales. Existe un POM que se refiere a las situaciones sociales, un POM que trata
sobre pedir un servido a personas cuya profesión es dicho servido, y un POM acerca de los
contratos de negocios, para nombrar tres que son relevantes en la comprensión de sucesos
que ocurren en restaurantes.
Vista como un todo, la memoria es una ciénaga de POMs; cada uno de ellos está
conectado a otros sobre una base de abstracciones y generalizaciones relevantes, que son la
base del POM. Al final de cada uno existen experiencias particulares (esto es, episodios
individuales) o grupos de experiencias (guiones).
Echando una ojeada a la figura 2, que representa la construcción del súper guión de
médico, vemos que uno de los POMs tiene una característica dará: organiza una clase de
información mediante la creación de secuencias de huecos que pueden llenarse con
diversas estructuras. En esencia, la verdadera diferencia entre los distintos tipos de POMs
existentes depende de los tipos de entidades que pueden llenar los huecos del POM.
1. ¿Qué es lo que nos viene a la mente después de haber oído una oración como ésta?
2. ¿Qué estructuras se han activado en la memoria para que esas cosas nos vengan la mente?
3. ¿En qué estado se encuentra la mente después de haber recibido esta entrada?
En Yale, en los últimos años, y entre diversos investigadores que estudiaban los
esquemas o los guiones, nos ha parecido razonable responder a estas preguntas con algo a
lo que se ha llamado el «guión del fontanero». Tal guión implica que cualquier cuerpo de
conocimiento puede ser un guión. Evidentemente, un cuerpo de conocimiento referente a
los fontaneros puede formarse, para crear una entidad de este tipo, a partir de información
proveniente de distintos lugares de la memoria. No obstante, permanece el problema de si
tal entidad preexiste en la memoria o .se construye, y, si esto último es cierto, entonces el
problema real es: «¿construido a partir de qué piezas y mediante qué método?» Un
segundo problema es dónde se encuentran las memorias episódicas que nos ayudarán a
responder a lo que hemos oído. Parece poco probable que todas las experiencias que hemos
tenido con los fontaneros estén organizadas por $FONTANERO; es mucho más probable
que una gran cantidad de estructuras de memoria esté activa.
Hasta aquí hemos considerado que es irreal tener agrupaciones de memoria
precompiladas tales como el guión del fontanero, especialmente cuando consideramos
hechos como las confusiones de reconocimiento, las búsquedas en memoria y el olvido
basado en la destrucción de una experiencia en sus partes.
Podemos recuperar una gran cantidad de información acerca de los fontaneros (como, por
ejemplo, la indumentaria que es probable que utilicen, el valor aproximado de la factura,
etc.) que en ningún aspecto forma parte del guión; así pues, parece sensato decir que está
ocurriendo algún tipo de reconstrucción, o al menos, que se están buscando distintos
fragmentos de memoria mientras se está procesando la entrada. En nuestra discusión
asumiremos que no existe ningún guión del fontanero, y qué el problema principal al
responder a una entrada del tipo que antes hemos expuesto es el acceso a las estructuras de
memoria relevantes para la creación del súper guión del fontanero.
¿Qué tipo de estructuras de aleo nivel serían relevantes para «mi desagüe tiene un
escape»? Al menos la siguiente información lo es: los desagües deben interpretarse como
parte de los fregaderos de las casas, determinándose así su localización general. Tal
información es parte del significado de «desagüe», y es poco probable que exista
disponible un «POM del desagüe» con dicha información en él. La existencia de un POM
de este tipo implica que las memorias relativas a los desagües se organizan en otro lugar;
sin embargo, ello parece poco probable, ya que no existe nada inmutable acerca de lo que
puede ser un POM. Es posible que individuos diferentes con diferentes niveles de
experiencia tengan diferentes necesidades en la organización de su memoria.
«Desagüe» señala información referente a cuartos de baño, cocinas, etc.; este tipo de
información se almacena en lo que MINSKY (1975) denomina «marco de la habitación».
Estos esquemas contienen principalmente información de tipo visual, más que de tipo
episódico (aunque esto último también sería posible). La información visual conectada al
esquema de la habitación es útil para comprender futuras entradas del tipo: «para arreglarlo
me senté sobre el lavabo», o «el agua que se desbordó estropeó el detergente que
guardaba* debajo». Estas oraciones serían bastante imposibles de comprender si no estu-
vieran activos dichos esquemas. Pero no deben considerarse POMs; lo que ocurre es que
en determinadas ocasiones son utilizados por ellos.
Los POMs utilizan los esquemas de diversas formas; una de las aquí empleadas, ya que
estas habitaciones son parte de una casa, se basa en que la combinación de la casa,
implícita en la oración, y el posesivo «mi» activan información acerca de POSESIÓN-
CASA. Esta información proviene de unos objetivos de conservación (C-OBJETIVOS;
véase SCHANK y ABELSON, 1977) y, entre otras cosas, señala el POM de FIJAR-
PROBLEMA.
Evidentemente, la gente también tiene desagües en lugares que alquila; esta posibilidad
permanece activa en ausencia de conocimientos que indiquen lo contrario mediante la
activación de D-AGENCIA (SCHANK y ABELSON, 1977). D-AGENCIA señalas el
conocimiento referente a relaciones de AGENCIA (donde se encuentra ir formación
relativa a qué son los caseros), de forma que aún puede utilizarse POSESIÓN-CASA,
aunque se encuentre mediatizada por D-AGENCIA.
Hasta que no vemos «escape» realmente no sabemos qué nos están di-
ciendo. Pero, después de haberlo leído, una gran cantidad de estructuras deben haberse
activado; en primer lugar, la conceptualización que se tiene que construir aquí contiene
huecos vacíos de DC para indicar cuál es el objeto que se está MOVIENDO (que proviene
de «escape») y hacia dónde. El OBJETO se refiere, por defecto, al «agua», consultando los
«contenidos normales» de la entrada en el diccionario conceptual correspondiente a
«desagüe». La abertura de «A» se completa al consultar los esquemas relevantes; en este
caso, los candidatos son «en la casa», «sobre el suelo», «sobre la moqueta».
La activación de FIJAR-PROBLEMAS provoca un intento de solución. FIJAR-
PROBLEMAS tiene como ramales ENCONTRAR-FIJADOR, PERSUADIR y
SOLUCIÓN. A su vez, cada uno de ellos es un posible tema de conversación, siendo la
primera entrada nuestra oración anterior. Por consiguiente, podríamos oír:
El hecho de que todas éstas sean respuestas razonables es una señal importante de que
todas estas estructuras están activadas en la mente del comprensor de estas oraciones. Para
comprobar mejor la validez de la estructura de alto nivel activa, consideramos otras
posibles respuestas basadas en las que acabamos de dar:
Todas estas oraciones son respuestas perfectamente razonables. Creemos que ello se
debe a que una determinada estructura de alto nivel de memoria debe haberse activado a
partir de la entrada. ¿Qué otros tipos de afirmaciones podrían ser también aceptables?
Algunas candidatas son:
Presuponiendo que todas estas respuestas son también legítimas, ¿de qué estructuras
provienen?
En último término, el problema que se plantea es el de especificar qué
tipos de POMs están aquí presentes y cómo es posible que varios de ellos estén activos en
un momento dado. Parece razonable que las siguientes estructuras de alto nivel estén
activas durante el procesamiento de la oración de entrada:
TRABAJO; RELACIONES FAMILIARES
POSESIÓN-CASA
FIJAR-PROBLEMA; PERSUADIR
UTILIZAR SERVICIO
VISITA-PROFESIONAL-CASA
FAMILIA-VISITA-CASA
ENCONTRAR PROFESIONAL
HACER CONTRATO
$FONTANERO
que poseemos en nuestra memoria una gran cantidad de información relativa a ellas. De
hecho, tenemos tanta información, y de tal importancia (ya que se refiere a nuestros
objetivos de más alto nivel), que empezamos a creer que descomponer tales estructuras en
POMs que organicen las escenas terminales es absurdo. Así tenemos, por ejemplo, un
POM de TRABAJO que contiene escenas referentes a solicitar un trabajo, ser pagado,
finalizar un trabajo, etc.; pero existe mucha más información acerca del trabajo en general
y del nuestro en particular que no puede estar contenida en el POM de TRABAJO. La
cuestión aquí es que tal información se encuentra en un nivel superior al de los POMs. No
podemos empezar a hablar de esta información aquí, ya que es extremadamente compleja,
pero lo haremos luego, cuando hablemos del papel de las estructuras que se encuentran en
un nivel superior al de los POMs.
Los POMs que hemos especificado y las otras estructuras de nivel superior que no
hemos especificado, pero que se relacionan en ella, se muestran en la
Todos los POMs aquí mencionados son capaces de formular predicciones útiles
referentes a lo que está ocurriendo en esta situación. Por consiguiente, lo más importante es
poder determinar cuándo se realizan estas predicciones, cómo entran en juego en el
procesamiento y de dónde provienen.
lar, que puede venir en ayuda del procesamiento de entradas nuevas. Todos los temas que
hemos considerado hasta ahora han sido sucesos; por lo tanto, los POMs que hemos
descrito se utilizan para comprender información basada en sucesos. Los criterios que
hemos utilizado para determinar lo que puede ser un POM han dependido de las siguiente
cuestiones:
1. ¿Por qué la información que se halla contenida en un POM lo está en ése y no en otro?
2. ¿Cómo podemos encontrar el POM?
3. ¿Cuál es la salida (esto es, cuáles son las terminales de los ramales) de dicho POM?
4. ¿Cómo es que se sabe que un POM es relevante y, consecuentemente, se tiene acceso él?
5. ¿Qué tipo de ayuda al procesamiento (es decir, qué predicciones se hacen) se encuentra
disponible después de haber tenido acceso a un POM?
Primera conclusión
Existen varias conclusiones técnicas que podemos establecer a partir de lo que aquí
hemos dicho. En el siguiente apartado daré algunas conclusiones más generales.
Primero, nos encontramos ahora en una posición a partir de la cual podemos determinar
lo que es realmente un guión. Los guiones son un tipo particular de POM que podemos
denominar subPOMs; están sujetos a búsquedas temporales del precedente, producen
dependencias conceptuales y contienen memoria; por consiguiente, se trata sin duda de
POMs. Pero también son muy particulares. Los POMs tienden a organizar la información
en un área en general, y por tanto, en un nivel de su sub organización se encuentran los
métodos para completar los diferentes ramales de un POM. Los guiones son agrupaciones
estandarizadas de memoria, que son métodos particulares para completar uno o más
ramales de un POM.
Un segundo problema técnico gira en torno a qué está ocurriendo en las estructuras de
alto nivel en memoria. Podemos ver que tan sólo hay tres tipos generales de sucesos de
memoria: los que se clasifican como únicos, los que se agrupan en torno a un POM y que
luego se recuperan a través de él y los que han ocurrido tan frecuentemente que un POM
sería de muy poca ayuda en su recuperación.
Los sucesos que se han clasificado como únicos pueden recuperarse para realizar
diversos tipos de ayuda. Por ejemplo, algunas veces, una palabra particular puede estar
conectada a un episodio en memoria si tal palabra se encuentra fuertemente identificada
sólo con un suceso. Estas conexiones también pueden realizarse a partir de conceptos
particulares; tales conceptos no son
POMs pero pueden, y de hecho tienen, memorias únicas almacenadas como partes de ellos:
En el otro extremo tenemos los sucesos que ocurren tan frecuentemente que no pueden
recordarse en absoluto. Originariamente, se agruparían como POMs, pero un número muy
elevado de sucesos pueden sobresaturar un POM y volverlo inútil como organizador de
memoria. Por ejemplo, es probable que «las experiencias de cepillarse los dientes» se
hayan organizado como un POM en un momento dado, pero este POM es ya inútil para
organizarlo en la recuperación.
Un POM se encuentra entre estos dos extremos; debe organizar la información de tal
manera que nos proporcione estructuras de procesamiento útiles (es decir, predicciones),
además de la infraestructura o de los precedentes temporales del POM, y tener, además,
punteros que señalen episodios únicos que se han clasificado en términos de dicho POM. A
medida que estos episodios únicos empiezan a confundirse con otros, dejan de ser únicos y
se vuelven ellos mismos POMs. Cuando estos POMs empiezan a crecer, desarrollan
punteros que señalan los episodios únicos que organizan; pero, si también crecen dema-
siado, pierden su poder como ayudas y se convierten en subPOMs, o guiones sin capacidad
de memoria (esto es a lo que previamente denominamos guiones instrumentales en
SCHANK y ABELSON, 1977).
Segunda conclusión
el nexo de unión entre ellos. La ventaja de esta nueva disposición es permitirnos una
comprensión más efectiva del mundo que nos rodea. Esta comprensión roas efectiva se
manifiesta en mejores predicciones acerca de lo que ocurrirá, a partir de experiencias bien
construidas que se han estado constituyendo a lo largo de los años. Pero estas predicciones
son tan buenas como las categorizaciones iniciales que nosotros hacemos del mundo; por
consiguiente, una categorización efectiva de una experiencia nueva es el problema más
importante que tiene un comprensor, así como también es el problema de investigación
más grave al cual debemos enfrentarnos todos lo que trabajamos en la comprensión.
El efecto negativo de esta descomposición de la experiencia para poder hacer
predicciones sobre el mundo más efectivas es el de poseer una memoria imperfecta. La
gente tiene recuerdos imperfectos, porque están procurando llevar a cabo generalizaciones
sobre sus experiencias que les servirán como fuente de predicciones útiles en la
comprensión. Que una memoria imperfecta sea el producto de las capacidades predictivas
en la comprensión es un aspecto muy importante a tener en cuenta por todos aquellos que
trabajamos en la realización de programas de ordenador. No creo que dispongamos de
cualquier otra alternativa fuera de modelar a los seres humanos para construir máquinas
inteligentes. La supuestas imperfecciones de la gente ocurren por alguna razón; puede ser
que en un futuro lejano podamos construir máquinas que mejoren lo que la gente puede
hacer; pero antes las máquinas deben igualar a las personas, y utilizo igualar en una forma
estrictamente literal.
Esto me lleva al aspecto metodológico. Es absolutamente necesario que los
investigadores en IA y los psicólogos, así como los lingüistas de tendencias cognitivas,
empiecen a trabajar juntos en estos problemas. Pretender que estamos interesados en
distintos problemas es absurdo: todos estamos trabajando en la • naturaleza de la mente. El
hecho de que utilicemos distintas herramientas para abordar este tema es magnífico;
cuantos más resultados distintos podamos obtener, mejor aprenderemos los unos de los
otros. El campo de la ciencia cognitiva puede tener sus creadores de programas de
ordenador, sus experimentadores, etc. Cuando paremos de discutir (y de rendir cuentas)
sobre la metodología y empecemos a escuchar lo que tenemos que decirnos la ciencia
cognitiva empezará realmente a existir.
Introducción
Si la Ciencia Cognitiva no existiera sería necesario inventarla. Este eslogan se
acomoda a cualquier actitud razonable sobre este tema. Una actitud, optimista, es que la
ciencia cognitiva ya existe y está viva y floreciente: cada uno a su manera, la hemos estado
haciendo durante años. El burgués de la obra de Moliere se sorprende al descubrir que ha
estado hablando en prosa durante cuarenta años sin darse cuenta de ello; tal vez estemos
ahora celebrando un descubrimiento similar y, con sólo seguir por el mismo camino,
seamos capaces de descubrir el funcionamiento de la mente. Otra actitud, la mía, es más
pesimista: la psicología experimental no conseguirá dilucidar la mente humana sin ayuda
alguna; la inteligencia artificial no conseguirá su propósito de modelar 1a'" mente humana
sin ninguna ayuda; tampoco ninguna otra disciplina (la lingüística, la antropología, la
neurociencia, la filosofía) va a tener ningún gran éxito. Si alguna vez comprendemos la
cognición será gracias a una nueva ciencia dedicada a este propósito y que se base sólo en
parte en las disciplinas contribuyentes; pero el pesimismo no debe confundirse con el
cinismo. Debemos rechazar esta idea de que la ciencia cognitiva es tan sólo una hábil
estratagema concebida con el único objetivo de conseguir fondos para la investigación,
esto es, que no es nada más que seis disciplinas en búsqueda de una institución proveedora
de becas.
La ciencia cognitiva casi no existe: tiene precursores, pero le falta una clara identidad.
Tal vez la mayor contribución de esta conferencia debería ser la de concentrarnos en
definir cuál podría ser su identidad. Por el momento, parecen existir dos tendencias
implicadas en ello: una orientada hada los temas y otra de carácter metodológico.
La tendencia orientada hada los temas se refiere a que los estudiosos de varias
disciplinas han convergido en un cierto número de problemas centrales y
¿Cuáles son exactamente las relaciones existentes entre la intención que yo tenía de
votar a Jones durante las últimas elecciones y la acción que realicé cuando lo voté? Y
¿cuáles son exactamente las relaciones entre ellas y el deseo de votar a Jones que yo tenía
en las últimas elecciones, o con la creencia que tenía entonces respecto a que votaría a
Jones? A menudo se dice que las acciones están determinadas por creencias y deseos, pero,
si ello es así, ¿cuál es el papel que juegan las intenciones? Aparentemente, las acciones
están producidas por las intenciones, y un argumento en favor de esta idea sería el que las
intenciones nos permiten justificar determinados hechos de una forma que es característica
de los fenómenos causales; por ejemplo, si no hubiera tenido la intención de votar a Jones
en las últimas elecciones, no lo hubiera votado. Pero si decimos que las intenciones son la
causa de las acciones, ¿qué ocurre con las creencias y los deseos? ¿Pueden ser también
causas? Y si ello es así, ¿cómo se relaciona su papel causal con el de las intenciones? ¿Qué
es una acción, al fin y al cabo? Creo que los problemas que emergen de la relación entre
acción e intención son una de las marañas de problemas que actualmente se plantean en la
filosofía contemporánea, y el propósito de este artículo es desenredar al menos parte de
ella.
Ya que mi método en la consecución de este objetivo será ubicar h relación entre
intención y acción dentro de una teoría general referente a la intencionalidad, he de
comenzar dando una breve descripción de los estados intencionales. Los estados inreí,
dónales están dirigidos a o se refieren a objetos y estados en
el mundo, estados tales como creencias, deseos, miedos, esperanzas e intenciones. Todos
los estados intencionales consisten en un contenido representacional con una forma
psicológica; por ejemplo, puedo esperar que salgas de la habitación, temer que salgas de la
habitación o creer que saldrás de la habitación, y, en cada caso, tenemos el mismo
contenido representacional, expresado por «que salgas (saldrás) de la habitación», pero con
distintos modos psicológicos: esperanza, miedo o creencia. Por consiguiente, podemos
simbolizar los estados intencionales mediante E(r), donde la «£» es una variable que
recoge el modo psicológico, y «r» es el contenido representacional. Por otra parte, puede
afirmarse que tales estados intencionales se cumplen o no se cumplen, según que su
contenido representacional se ajuste a la realidad o represente algo de ella. Así pues, si
creo que saldrás de la habitación y de hecho sales de ella, decimos que mi creencia es
verdadera y si temo que salgas de la habitación y sales, no diremos que mis temores sean
ciertos, sino se han hecho realidad. Si espero que salgas de la habitación y lo haces, se dice
que mis esperanzas se han cumplido. Los términos de «verdad» y «falso» se utilizan para
valorar el éxito en la representación de los hechos en la dirección de ajuste de la mente al
mundo, mientras que los términos del tipo «hacerse realidad» y «cumplirse» se emplean
para valorar el éxito en representar los hechos en la dirección de ajuste del mundo a la
mente. Las creencias tienen una dirección de ajuste de la mente al mundo, pero los deseos
y las intenciones la tienen del mundo a la mente. Intuitivamente, la expresión «dirección de
ajuste» significa que si no se produce un ajuste, algo va mal en uno u otro lado. Si mi
creencia es falsa, resulta ser errónea, pero no lo es el mundo (mostrándose la dirección de
ajuste de la mente al mundo); si no se cumplen mis deseos, es el mundo el que me
decepciona (observándose la dirección de ajuste del mundo a la mente). Pero no todos los
estados intencionales tienen una dirección de ajuste; si, por ejemplo, me apena que salgas
de la habitación, mi pena carece de dirección de ajuste, aunque contiene la creencia de que
saldrás de la habitación y el deseo de que no lo hagas, y tanto las creencias como los
deseos tienen direcciones de ajuste. En efecto, si no se satisface (o sea, si no es cierta) la
creencia, entonces mi pena es inapropiada o está fuera de lugar. El estado de cosas que
hace que un estado intencional tenga una dirección de ajuste recibe el nombre de
condiciones de satisfacción. Las cosas reales (objetos, sucesos, etc.) contenidos en las
condiciones de satisfacción se denominan objetos intencionales de los estados
intencionales. Pero aunque hablemos empleando el vocabulario de los «objetos
Intencionales», es importante subrayar que no tienen ningún status ontológico especial; tan
sólo son los objetos
2. En lo que sigue emplearé frecuentemente esta forma para representar tos estados
intencionales. Así, por ejemplo, se representara el deseo expresado en «quiero ir al cine de
la siguiente manera:
Yo quiero (Yo ir al cine) y el contenido de este deseo simplemente:
(Yo ir al cine)
sobre los cuales ocurren los estados intencionales. Por ejemplo, si creo que Carter es un
demócrata, las condiciones de satisfacción de mi creencia son que Carter sea un demócrata
y mi objeto intencional es Carter; pero si creo que el rey de Francia es calvo, mi creencia
carece de objeto intencional. Podríamos resumir esta breve explicación diciendo que la
clave para comprender la intencionalidad es la representación, y que la clave para
comprender la representación son las condiciones de satisfacción. Todos los estados
intencionales con una dirección de ajuste representan sus condiciones de satisfacción
(posteriormente re finaremos estas ideas).
En este momento, y a primera vista, parece que la relación entre intención y acción se
ajusta elegantemente a esta explicación general de la intencionalidad. Tal y como veremos
luego, nos inclinamos a decir que de la misma forma que se satisface mi creencia si, y sólo
si, realmente obtengo el estado de cosas representado por medio del contenido de la
creencia, y que se satisface el deseo si, y sólo si, ocurre el estado de cosas representadas en
el contenido del deseo, también se satisface mi intención si, y sólo si, se ejecuta realmente
la acción representada a través del contenido de la intención. Si creo que votaré a Jones, mi
creencia será verdadera si, y sólo si, voto a Jones; y si deseo votar a Jones, mi deseo se
cumplirá si, y sólo si, lo voto; y si tengo la intención de votar a Jones, mi intención se
llevará a cabo si, y sólo si, lo voto. Más allá de estos paralelismos «semánticos», también
ocurren paralelismos sintácticos en las oraciones que expresan estados intencionales.
Dejando de lado los problemas de tiempo, las estructuras profundas de estas tres oraciones,
que expresan respectivamente mi creencia, deseo e intención, son:
Debemos estar impresionados por la aparente potencia del ajuste entre sintaxis y
semántica: cada oración representa un estado intencional. Cada estado representa su
condición de satisfacción y estas condiciones están representadas por la oración «Yo voto a
Jones», que es exactamente la oración subordinada en las oraciones que representan a los
estados intencionales. Las dos últimas oraciones, pero no la primera, permiten eliminar la
repetición del SN «Yo» y la inserción del infinitivo en la estructura superficial:
II
Hasta el momento nos hemos estado moviendo con facilidad en nuestros esfuerzos para
asimilar la acción y la intención a una teoría de la intencionalidad, pero ahora empiezan
nuestros problemas. Existen algunas asimetrías interesantes en la relación de la intención
con la acción, por una parte, y entre los estados intencionales y sus condiciones de
satisfacción por otra. Una teoría de la intención y la acción tiene que ser capaz de
explicarlas.
Para empezar, debería sorprendernos el hecho de que poseamos un nombre especial,
como «acción» y «acto», para las condiciones de satisfacción de las intenciones, ya que no
los tenemos para las condiciones de satisfacción de las creencias y los deseos. Además, la
conexión entre lo que se nombra y el estado
intencional que lo satisface es mucho más estrecha en el caso de las intenciones que en el
de los otros estados, como son las creencias y los deseos. Hemos visto que tan sólo se
satisface mi creencia si, y sólo si, el estado de cosas en que creo se cumple realmente, y mi
deseo se satisfará si, y sólo si, se obtiene el estado de cosas que yo deseo, y, análogamente,
mi intención de hacer una acción se satisfará si, y sólo si, realmente se lleva a cabo la
acción que intento ejecutar. Pero hemos de hacer notar que así como existe una gran
cantidad de estados de cosas que ni se esperan ni se desean obtener, no existen acciones sin
intenciones. Incluso en el caso de que ocurra una acción intencional, como el matrimonio
de Edipo con su madre, ello acontece porque existe un suceso que es idéntico a una acción
que se ejecutó intencionalmente, es decir, casarse con Yocasta. Existen numerosos estados
de cosas sin creencias ni deseos correspondientes, pero, en general, no existen acciones sin
sus correspondientes intenciones. ¿Por qué ocurre esta asimetría?
Además, aunque ocurra un suceso que se encuentra representado en el contenido de mis
intenciones, no tiene por qué ser necesariamente su satisfacción. Tal y como han señalado
diferentes filósofos, tiene que ocurrir «de la manera adecuada», y, también aquí, no sucede
lo mismo con las creencias y los deseos. Por consiguiente, si creo que está lloviendo y
llueve, mi creencia es cierta independiente de cómo haya ocurrido. Si mi deseo es hacerme
rico y lo consigo, este deseo se satisface sin importar cómo lo logré.
Una variación de un ejemplo de CHISHOLM (1966, pág. 37) nos mostrará que esta
condición no se cumple con las acciones. Supongamos que Carlos quiere matar a su tío y
lo consigue, pero sin satisfacer las condiciones de su intención. Ello puede ocurrir incluso
en el caso de que haya sido su intención de matar a su tío la causa de su muerte.
Supongamos que está conduciendo y pensando en cómo va a matarlo, y supongamos que
su intención de matarlo lo haya puesto tan nervioso y excitado que de forma accidental
atropella y mata a un peatón que resulta ser su tío. En este caso es cierto que ha matado a
su tío y que su intención de matarlo ha sido (al menos en parte) la causa de la muerte de su
tío; pero no es cierto que llevó a cabo su intención de matar a su tío, o que dicha intención
se satisfizo porque no lo mató de forma, intencional.
III
En esta sección quiero desarrollar una explicación de las relaciones entre intención y
acción que por una parte mostrará cómo se ajustan las relaciones en la teoría general de la
intencionalidad esbozada en el apartado I, y por otra dará
4. Desde esta explicación, cosas tales como roncar, estornudar, dormir y otros
movimientos reflejos no son acciones. El que tenga o no razón respecto a su uso ordinario
es menos importante que el que pueda dar una explicación de la intención y la acción que
muestran tales casos, que hacen que sean fundamentalmente diferentes de los que yo
considero como acciones.
cuenta de las paradojas que surgen en la relación entre acción e intención descritas en el
apartado U. En beneficio de una mayor claridad empezaré con acciones muy simples, del
tipo de levantar un brazo; más tarde, trataré casos más complejos. En este artículo no diré
nada de las acciones puramente mentales, aunque creo que la explicación que voy a dar
también es extensible a ellas.
En primer lugar necesitamos distinguir las intenciones que se forman previamente a los
actos de las que no se forman así. En los casos que hemos visto hasta aquí, el agente tiene
la intención de ejecutar la acción antes de que ella misma ocurra, es decir, sabe qué es lo
que va a hacer porque ya tiene la intención de hacerlo. Pero no todas las intenciones son de
este tipo; supongamos que alguien me pregunta: «Cuando de pronto golpeaste a aquel
hombre, ¿tuviste previamente la intención de hacerlo?», y mi respuesta sea: «No, tan sólo
lo golpeé». Pues bien, incluso en este caso lo golpeé intencionalmente, y mi acción ocurrió
con la intención de golpearlo. No obstante, lo que quiero señalar con este ejemplo es que la
intención se encuentra en la acción y que no existía una intención previa. La forma
lingüística con la que se suele expresar una intención previa es «voy a hacer A» o «haré
A»; mientras que la de una intención en acción es «estoy haciendo A». Decimos de una
intención previa que el agente realiza su intención, que la lleva a cabo, o que la intenta
llevar a cabo; pero, al menos en general, no diremos este tipo de cosas al hablar de una
intención en acción, porque la intención en acción es precisamente el contenido intencional
de la acción; la acción y la intención están íntimamente relacionadas, de una forma que
describiré en breve.
Existen al menos dos formas de marcar claramente la distinción entre una intención en
acción y una intención previa. La primera, tal y como lo sugiere nuestro ejemplo anterior,
es señalar que muchas de las acciones que llevamos a cabo se llevan a término
espontáneamente, sin formar previamente, consciente o inconscientemente, ninguna
intención. Por ejemplo, supongamos que estoy sentado en una silla, reflexionando acerca
de un problema filosófico, y que de pronto me levanto y empiezo a pasearme por la
habitación. Evidentemente, levantarme y pasear son actos intencionales, pero para
ejecutarlos no es preciso que haya tenido la intención previa de hacerlos; en ningún sentido
puede afirmarse que haya concebido un plan para levantarme y empezar a pasearme; como
en muchas otras situaciones, las cosas simplemente se hacen, es decir, actuamos. Una
segunda forma de considerar esta misma distinción es señalar que incluso en los casos en
que exista una intención previa de hacer una determinada acción, normalmente existirá una
serie de acciones subsidiarias que no se encuentran representadas en la intención previa y
que, sin embargo, se llevan a cabo. Por ejemplo, supongamos que tengo la intención previa
de ir al despacho en coche; mientras estoy ejecutando esta intención previa puedo llevar a
cabo una serie de acciones subsidiarias para las cuales carezco de intención previa: abrir la
puerta, poner en marcha el coche, soltar el embrague, etc. Cuando formo mi intención de ir
en coche al despacho puedo no haber pensado en
estos actos subsidiarios; aunque dichas acciones son intencionales. En estos casos se tiene
una intención, pero no intenciones previas.
Todas las acciones intencionales tienen intenciones en acción, pero no todas las
acciones intencionales tienen intenciones previas. Puedo hacer algo intencionalmente sin
haberme formado una intención previa de hacerlo, y puedo tener una intención previa de
hacer algo pero no actuar en consecuencia. Incluso en los casos en que el agente está
actuando según sus propias intenciones tiene que existir una estrecha conexión entre la
intención previa y la intención en la acción, y también tendremos que explicar esta
conexión.
Las intenciones previas son autorreferenciales, en el sentido de que el contenido
representacional de la intención se refiere a la intención de la cual es parte. Esta afirmación
puede ilustrarse con el siguiente ejemplo: supongamos que intento levantar mi brazo; el
contenido de mi intención no puede ser el que mi brazo vaya hada arriba, ya que ello puede
suceder sin que yo lo levante. Tampoco puede ser que simplemente mi intención haga que
el brazo se alce, ya que hemos visto en el ejemplo del tío que una intención previa puede
provocar un estado de cosas, representadas en la intención, sin que dicho estado de cosas
sea la acción que satisface la intención. Y menos aún puede ser:
porque puedo ejecutar la acción de levantar el brazo en otras formas que no tengan nada
que ver con esta intención previa. Podría olvidar todo lo relativo a mi intención y más tarde
levantar el brazo por cualquier Otra razón, independiente de la original. Así pues, el
contenido representacional de mi intención tiene que ser:
(que ejecute la acción de levantar mi brazo, de forma que lleve a cabo esta intención)
A partir de este formulario se nos presenta una gran cantidad de cuestiones que más
tarde deberán responderse: ¿qué se entiende por «acción»?, ¿qué significa «llevar a cabo»?
y ¿cuál es exactamente el papel de la autorreferenfa?
Mientras tanto, esta autorreferenda de las intenciones parecerá menos misteriosa si la
comparamos con un fenómeno similar del ámbito de los actos del habla (a propósito,
siempre es una buena idea cuando uno se encuentra inmerso en la teoría de la
intencionalidad, volver a los actos del habla, porque estos fenómenos son mucho más
accesibles). Supongamos que ordeno que alguien salga de la habitación, y supongamos que
este alguien me responde diciendo: «Salgo de la habitación, pero no porque tú me lo
mandes, sino porque de tedas formas iba a hacerlo. No hubiera salido tan sólo porque tú
me lo
Así pues, las condiciones de verdad de una oración de la forma x vio una mesa implica
dos componentes (además de x), una experiencia visual y una mesa, que no son
independientes, ya que la experiencia visual es una presentación de la mesa. Esta es otra
forma de decir que la intencionalidad de la experiencia visual es tal que sus condiciones de
satisfacción requieren que exista una mesa ahí y que la mesa juegue un determinado papel
causal en la producción de la experiencia visual. Si exceptuamos el hecho de que existe
una mesa en el suceso de ver una mesa, lo que nos queda, es una experiencia visual, pero
ésta no es neutra «sense datum», tiene intencionalidad, y es presentativa más que
representativa. Tan sólo para tener una clara distinción terminológica utilizaré «percepción
visual» como nombre del complejo suceso que implica tanto el componente intencional
como sus condiciones de satisfacción, y emplearé «experiencia visual» como nombre del
componente intencional.
Apliquemos ahora todo esto a la pregunta de WITTGENSTEIN (1953): si levanto mi brazo,
¿qué es lo que queda si sustraigo el hecho de que mi brazo fue hacia arriba? Esta pregunta
me parece completamente análoga a la siguiente:
si veo la mesa, ¿qué es lo que queda si sustraigo la mesa? En cada caso, la respuesta es
que queda una cierta forma de intencionalidad presentativa, pero en ambos casos la
dirección de ajuste y la de causación son diferentes. Cuando levanto mi brazo tengo una
cierta experiencia y, al igual que en mi experiencia visual de la mesa, esta experiencia de
levantar-brazo tiene una cierta forma de intencionalidad y tiene condiciones de
satisfacción. Si tengo esta experiencia y mi brazo no va hacia arriba, el contenido
intencional de la experiencia no se satisface. Además, incluso en el caso de que mi brazo
vaya hacia arriba, pero lo haga sin esta experiencia, yo no habría levantado mi brazo, tan
sólo habría ido hacia arriba. Esto es, al igual que en el caso de ver una mesa se encuentran
implicados dos componentes relacionados, un componente intencional (la experiencia
visual) y el «objeto» intencional, o condiciones de satisfacción de dicho componente (la
mesa); también el acto de levantar mi brazo implica dos componentes: un componente
intencional (la experiencia de actuar) y un «objeto» intencional, o condiciones de
satisfacción de dicho componente (el movimiento de mi brazo). En la medida en que la
intencionalidad se encuentre implicada, las diferencias entre la experiencia visual y la
experiencia de actuar se encuentran en la dirección de ajuste y de causación: la experiencia
visual se refiere a la mesa en una dirección de ajuste de la mente al mundo. Si la mesa no
estuviera allí, diríamos que estaba equivocado, o que estaba teniendo una alucinación, o
algo por el estilo; además, la dirección de causación va del objeto a la experiencia visual; si
el componente intencional se satisface tiene que estar causado por el objeto. Pero en el
caso de la experiencia de actuar, el componente intencional tiene una dirección de ajuste
del mundo a la mente; si tengo esta experiencia pero el suceso no ocurre, diré que no he
podido levantar mi brazo, o que he intentado levantar mi brazo pero que no he tenido
éxito; además, la dirección de causación va de la experiencia de actuar al suceso. Cuando
el contenido intencional se satisface, esto es, cuando realmente consigo levantar mi brazo,
la experiencia de actuar es la causa de que el brazo vaya hacia arriba. Si no he provocado
el ir hacia arriba del brazo, sino que lo hizo alguna Otra cosa, no lo he levantado; tan sólo
fue arriba por alguna otra causa. Y al igual que ocurría con la experiencia visual, que no es
una representación de sus condiciones de satisfacción sino una presentación de dichas
condiciones, la experiencia de actuar es una presentación de sus condiciones de
satisfacción. Desde este punto de vista, la acción, al igual que la percepción, es una
transacción causal e intencional entre la mente y el mundo.
Del mismo modo que no tenemos un nombre para lo que nos da el contenido intencional
de nuestra percepción visual, sino que hemos inventado un término, «la experiencia
visual», tampoco existe un término para lo que nos da el contenido intencional de nuestra
acción intencional, y hemos inventado Otro término, «la experiencia de actuar». Pero este
término sería equívoco si nos diera la impresión de que creo que se trata de experiencias
pasivas, sensaciones que simplemente nos ocurren, o que son algo parecido a lo que
algunos filósofos han denominado voliciones, actos de deseo, o cualquier otra cosa de este
tipo. No son en absoluto actos, ya que no ejecutamos nuestra experiencia de actuar, así
como tampoco vemos nuestras experiencias visuales. Tampoco estoy defendiendo la
existencia de cualquier sentimiento especial que subyazga a todas las acciones
intencionales. Existen (por lo menos) dos formas de llegar a comprender hacia dónde me
estoy dirigiendo. Supongamos que estoy en una situación en la que no puedo percibir mi
brazo, y supongamos que alguien me da la orden de levantar el brazo y que yo ejecuto
dicha orden. Si en esta situación sustraemos el hecho de que mi brazo va hacia arriba,
queda lo que denomino la experiencia de actuar. Lo que queda implicará normalmente
ciertos sentimientos y sensaciones corporales, pero para nuestros propósitos las pro-
piedades fenoménicas de dichas sensaciones y sentimientos no son lo importante; sí lo son
en cambio las propiedades lógicas de la experiencia. Y esto significa que la experiencia en
cuestión tiene ciertas condiciones de satisfacción y que dichas condiciones de satisfacción
son intrínsecas a la experiencia, en el sentido de que no podrían ser esta experiencia si no
tuvieran dichas condiciones de satisfacción, que no hay forma de tener dicha experiencia
sin conocer que posee dichas condiciones de satisfacción.
Este último punto nos conduce a la segunda forma de intentar clarificar esta noción. Tal
como han señalado diversos filósofos 6 suele ocurrir que en todo momento, durante su
vida, el hombre está haciendo algo, y, por consiguiente, siempre existe una respuesta a la
pregunta: ¿qué está haciendo ahora? Pero también, y debemos ser capaces de
sorprendernos de ello, en cualquier momento de su vida consciente un hombre sabe lo que
esta haciendo. Un hombre saber sin pensarlo, cuál es la respuesta a la pregunta: ¿qué estás
haciendo ahora?
Evidentemente puede cometer diferentes tipos de errores y disparates: puede pensar que
está friendo unos huevos, cuando de hecho está pelando almendras, pero incluso en este
caso sabe lo que está intentado hacer. En este sentido, el conocimiento acerca de lo que
uno está haciendo es de una forma que no garantiza que uno sepa lo que está ocurriendo, y
no depende de las observaciones que uno haga de sí mismo, sino que normalmente se
deriva de la autoconciencia de las condiciones de satisfacción de la experiencia de actuar.
Aquí otra vez se mantiene el paralelismo con la percepción: en cualquier instante de la vida
consciente de un hombre éste sabe responder a la pregunta: «¿qué está viendo ahora?» En
ambos casos el conocimiento en cuestión es simplemente una conciencia de las
condiciones de satisfacción de un cierto tipo de presentación.
Cualquier persona que aún dude dé la existencia del tipo de fenómenos que estoy
describiendo como experiencia de actuar haría bien en ponderar la distinción entre
acciones intencionales y los tipos descritos por el DR. W. PENFIELD (1975);
Existe una clara diferencia entre el caso del paciente que mueve su mano en una acción
intencional y el caso del paciente que mueve su mano como resultado de la estimulación
eléctrica de su cerebro realizada por Penfield. Pero ya que los movimientos físicos en
ambos casos son idénticos, ¿cuál es exactamente la diferencia?, ¿y cómo sabe el paciente
que en un caso está moviendo su mano y que en el otro no está haciendo nada? («Yo no lo
he hecho. Lo ha hecho usted.») Como respuesta a estas preguntas estoy sugiriendo que
primero existe una obvia diferencia fenoménica entre el caso en que uno mueve su mano y
el caso en que uno observa su movimiento independientemente de sus intenciones —
ambos casos provocan sentimientos diferentes en el paciente—, y segundo, que esta
diferencia fenoménica implica una diferencia lógica, en el sentido de que la experiencia de
mover la propia mano tiene ciertas condiciones de satisfacción. Conceptos como
«intentar», «tener éxito» y «fracasar» se
aplican a esto pero no a las experiencias que tiene el paciente cuando simple mente observa
que su mano se mueve. Es a esta experiencia, con sus propiedades fenoménicas y lógicas a
lo que estoy llamando la experiencia de actuar, y no estoy defendiendo la idea de que
exista una experiencia característica común a toda acción intencional, sino que para la
acción intencional existe la experiencia de ejecutar dicha acción, y que la experiencia tiene
un contenido intencional.
El paralelismo entre la intencionalidad de la percepción visual y la intencionalidad de la
acción intencional puede explicitarse tal y como se hace en la tabla 1.
Hasta el momento hemos intentado establecer tres puntos; primero, existe una distinción
entre intenciones previas e intenciones en acción; segundo, las intenciones previas son
autorreferenciales; y tercero, la acción, por ejemplo, de levantar el propio brazo, contiene
dos componentes: la experiencia de actuar, que tiene una forma intencional y que es tanto
presentativa como causal, y el suceso de que el propio brazo va hada arriba. A
continuación quiero integrar estas conclusiones en una explicación general de las
relaciones entre las intenciones previas, las intenciones en acción y las acciones.
El contenido intencional de la intención en acción y la experiencia de actuar son
idénticos. Es más, por le que se refiere a la intencionalidad, la experiencia de actuar es
exactamente la intención en acción. La única diferencia entre ellas es que la experiencia
visual tener ciertas propiedades fenoménicas que no son esenciales para la intención. La
experiencia visual tiene, exactamente, la misma intencionalidad que su contenido
presentativo, pero la experiencia tiene ciertas propiedades fenoménicas que no son
esenciales para
La intención previa hace referencia a toda la acción como a una unidad, no tan sólo al
movimiento, y es auto referencial. Pero la acción, tal y como hemos visto, contiene dos
componentes, la experiencia de actuar y el movimiento, donde el contenido intencional de
la experiencia de actuar y la intención en acción son idénticos. El siguiente paso es el de
especificar el contenido intencional de la intención en acción y mostrar la relación de su
contenido intendo-
previa causa la intención en acción, que a su vez causa el movimiento. Por la transitividad
de la causación podemos decir que la intención previa causa la intención y el movimiento,
y ya que esta combinación es simplemente la acción, podemos decir que la intención
previa causa la acción. La forma de comprobarlo es observar que si rompemos la relación
causal entre la intención previa y la intención en acción ya no tenemos una acción que sea
el resultado de llevar a cabo dicha intención, incluso si se ha llevado a cabo de forma
intencional la acción. Supongamos que intento levantar mi brazo en treinta segundos, y
supongamos que me olvido por completo de esta intención, de forma que no juega ningún
papel, consciente o inconsciente, en mi conducta subsiguiente. Supongamos que levanto mi
brazo en treinta segundos «porque tenía ganas». En tal caso, tenía la intención previa de
levantar mi brazo y lo hice, pero ya que la intención previa no jugó ningún papel causal en
tal levantamiento, no llevé a cabo mi intención. Esto también posibilita observar lo que hay
de erróneo en el contraejemplo del tipo de Chisholm que he presentado antes. Bill tenía la
intención previa de matar a su tío y esta intención provocó la muerte de su tío, pero su
intención previa no causó una intención en acción que presentara la muerte de su tío como
contenido Intencional: como mucho lo presentaba a él conduciendo su coche. (Volveremos
sobre esto más tarde.) Ya que, tal y como hemos visto, la forma de la autorreferencia de la
intención previa es causal, y ya que la representación de la acción puede dividirse en dos
componentes, el contenido intencional de la intención previa puede expresarse como sigue:
(Tengo una intención en acción que es una presentación de mi brazo yendo hacia arriba,
que es causa de que mi brazo vaya hada arriba, lo cual está causado por esta intención
previa.)
visual, que a su vez fue causada por la flor, realmente no recuerdo haber visto la flor. De
forma análoga, la acción consiste en dos componentes: la experiencia de actuar y el
movimiento, como objeto Intencional. La experiencia de actuar es del movimiento de mi
brazo, y es autorreferencial en el sentido de que si el movimiento no está causado por esta
experiencia, no se obtienen las condiciones de satisfacción, esto es, realmente no levanto
mi brazo. La intención previa de levantar mi brazo representa tanto la experiencia de actuar
como el movimiento, y es autorreferencial en el sentido de que si esta intención no es la
causa de la experiencia de actuar, que a su vez causa el movimiento, realmente no llevo a
cabo mi intención previa. Podemos explicitar más estas relaciones expandiendo nuestra
tabla anterior en la tabla 2.
Voy a comentar algunos detalles de la tabla 2. Primero, no son esenciales para la
percepción visual ni para la acción intencional la memoria y la intención previa,
respectivamente. Puedo ver una gran cantidad de cosas de las cuales no guardo ningún
recuerdo y puedo ejecutar muchas acciones intencionales sin tener ninguna intención
previa de llevarlas a cabo. Segundo, la asimetría de la dirección de ajuste y de la dirección
de causación es demasiado nítida para ser accidental. Dicho llanamente, su explicación
intuitiva es la siguiente: cuando intento que el mundo sea como yo quiero, tengo éxito si el
mundo se transforma en como yo quiero que sea (dirección de ajuste mundo-a-la-mente),
pero tan sólo porque yo he hecho que sea de esa forma (dirección de causación mundo-a-
la-mente). De forma análoga, si veo el mundo de la forma en que realmente es (dirección
de ajuste mente-al-mundo), ello es así tan sólo porque la forma que tiene el mundo me
hace verlo de dicha manera (dirección de causación mente-al-mundo). Tercero, en
beneficio de una mayor simplicidad he dejado fuera de la tabla 2 el hecho de que las
condiciones de satisfacción de los contenidos intencionales contendrán diversos detalles
acerca de cómo es una flor y de cómo se lleva a cabo levantar un brazo. No he intentado
abarcarlo todo. Cuarto, la estructura formal de la tabla no quiere sugerir que la percepción
y la acción funcionan de manera independiente la una de la otra. En el caso de acciones
más complejas, tales como conducir un coche o comer, tengo que ser capaz de percibir qué
es lo que estoy haciendo para poder hacerlo; y, de forma similar, en la mayoría de las
percepciones complejas existe un componente intencional, tal y como ocurre cuando estoy
mirando una pintura o sintiendo la textura de un encaje. Quinto, debido a la transitividad
de la causación, me he permitido oscilar entre decir que el recuerdo de ver la flor está
provocado por el suceso de ver la flor y decir que el recuerdo de ver la flor está provocado
por la experiencia visual, que a su vez estaba producida por la flor. De forma similar, he
oscilado entre decir que la intención previa es la causa de la acción y que causa el
movimiento. Ya que en ambos casos el suceso complejo incluye un componente que es
intencional y causal a la vez; y ya que en ambos casos el componente intencional se basa
para ciertas relaciones causales en otro estado intencional que representa todo el suceso
complejo, no me
Tabla
parece un problema tener que decidirme por una de las dos formas de hablar.
Antes de mostrar que esta explicación resuelve los problemas del apartado II, quiero
atar algunos cabos sueltos.
Si las intenciones son realmente la causa de las acciones en la forma que hemos
descrito, entonces ¿por qué, normalmente, no podemos explicar una acción a partir de su
intención? Si se pregunta: «¿Por qué levantó su brazo?», suena raro responder: «Porque
intentó levantarlo». Esta razón parece extraña porque al identificar la acción como
«levantar su brazo» la hemos identificado en términos de la intención en acción. Ya
revelamos un conocimiento implícito de que la causa de que el brazo vaya hacia arriba era
el componente intencional en la acción de levantarlo. Pero señalemos que no suena en
absoluto extraño especificar la intención en acción como la causa del movimiento: ¿Por
qué fue hada arriba su brazo? Porque lo levantó. Tampoco suena raro dar alguna otra
intención como causa de la acción. ¿Por qué levantó su brazo? Porque estaba votando /
diciendo adiós / alcanzando un libro / haciendo ejercicio / intentando tocar el techo. A esto
se refiere la gente cuando dice que explicamos una acción redescribiéndola, Pero si la
redescribimos completamente, en la redescripción habrá algunos hechos que no estaban
incluidos en la primera descripción, pues la acción tiene un componente intencional que
quedó fuera de la primera descripción y que fue la causa del otro componente; por ejemplo,
su intención previa de votar levantando su brazo fue la causa de su intención en acción de
levantar su brazo, que fue la causa de que su brazo fuera hacia arriba. Recordemos que en
esta explicación todas las acciones consisten en un componente intencional y un
componente que es un objeto intencional «físico» (o de algún otro tipo). Siempre podemos
explicar este componente no intencional a partir del componente intencional, y el
componente intencional puede ser tan complejo como se quiera. ¿Por qué se mueve este
hombre de esta forma? Está afilando un hacha. Pero decir que está afilando un hacha es
decir que su acción tiene, por lo menos, dos componentes, una intención en acción de
afilar-hacha y la serie de movimientos causada por dicha intención. Pero no podemos res-
ponder a la pregunta «¿por qué está afilando el hacha?» identificando esta intención,
porque ya hemos identificado la intención de afilar-hacha cuando formulamos la pregunta;
pero podemos decir, por ejemplo, que se está preparando para talar un árbol.
¿Qué quiere decir la gente cuando dice que una acción puede ser «intencional en una
descripción pero no intencional en otra»? La acción consiste en dos componentes, un
componente intencional y su objeto intencional; la intención en acción es el componente
intencional y presenta al objeto intencional como sus condiciones de satisfacción. Pero el
complejo suceso que constituye la acción también tendrá otras características que no
estaban presentes como parte del contenido intencional de la intención en acción. Edipo
quería casarse con Yocasta, pero cuando se casó con Yocasta se estaba casando con su
madre.
Además, de cada miembro de esta lista podemos decir que es la acción por medio de la
cual se consigue el siguiente miembro. Así pues, disparó la pistola apretando el gatillo,
alcanzó al Archiduque disparando la pistola, etc. En la medida en que cada una de estas
descripciones expresa el contenido de una intención en acción podemos decir que en cada
descripción la acción es intencional. Además, la representación de la relación por-medio-
de forma parte del contenido de la intención compleja. Por consiguiente, quería asestar un
golpe a Austria asesinando al Archiduque, intención que quería llevar a cabo alcanzando al
Archiduque, lo cual intentaba realizar al disparar la pistola, etc. Empezando en el medio
podemos extender el acordeón hacia arriba o hada abajo, a partir de miembros anteriores o
posteriores de la secuencia de intenciones, aunque hemos de señalar que no podemos
proseguir de forma indefinida. En la medida en que nos referimos a la historia causal,
existe una gran cantidad de cosas que ocurren por encima de la parte superior y por debajo
de la inferior, a la vez que colateralmente, que no son parte del acordeón. Así pues
podíamos haber añadido a la lista lo siguiente:
se produjeron ciertas conexiones neuronales en su cerebro contrajo ciertos músculos de
su brazo y mano
________________________________________________
apretó el gatillo
disparó la pistola
alcanzó al Archiduque
mató al Archiduque
asestó un golpe a Austria
vengó a Servil
_______________________________________________
arruinó las vacaciones de verano de Lord Grey convenció al Emperador Francisco José
de que Dios estaba
castigando a su familia
enfureció a Guillermo II
inició la Primera Guerra Mundial
Pero ninguna de estas cosas, por encima, por debajo o a los lados, son acciones
Intencionales de Princip, y estoy por decir que ninguna de ellas es en
absoluto acción suya; son únicamente cosas involuntarias que ocurrieron como resultado
de sus acciones. En la medida en que nos referimos a una acción intencional, los límites
del acordeón son los límites de la intención compleja; y tenemos el efecto acordeón para
acciones Intencionales porque tenemos intenciones complejas que representan la relación
«por medio de», tanto de tipo causal como de Otros tipos. Pero la intención compleja no
establece claramente los límites de la acción, porque existe la posibilidad de acciones no
intencionales; y, tal como he dicho antes, no sé cómo distinguir los resultados,
consecuencias, conclusiones y efectos no intencionales de nuestras acciones intencionales
que no son acciones, ni tan siquiera acciones no intencionales, de lo que son acciones no
intencionales.
Si vamos a dar cualquier uso al concepto de acción básica, podríamos decir que el
miembro superior de un acordeón cualquiera es una acción básica, y también podríamos
definir una acción básica de la siguiente manera: A es una acción básica de un agente S si S
puede hacer A y si puede querer hacer A sin querer hacer ninguna otra acción por medio de
la cual quiere hacer A. (Estoy en deuda con el trabajo de Charles Taylor por esta
formulación, aunque no sé si él estaría de acuerdo.) Señalemos que esta definición haría
que una acción básica tan sólo fuera relativa a un agente y a sus habilidades; lo que es
básico para un agente podría no serlo para otro. Esta puede ser una forma útil de describir
los hechos: para un buen esquiador hacer un giro á la izquierda puede ser una acción
básica, quiere hacerlo y lo hace. Para un novato hacer un giro a la izquierda significa
apoyar el peso del cuerpo en el esquí que se encuentra en un plano inferior y al mismo
tiempo inclinar el canto del esquí, levantar el otro esquí, cambiar el peso del esquí de la
izquierda a la derecha, etc., todo lo cual son explicaciones del contenido de sus intenciones
en acción. Para dos agentes dados pueden ser indistinguibles los movimientos físicos,
incluso cuando uno de ellos estaba ejecutando —para él mismo— una acción básica y el
Otro estaba ejecutando la misma acción al llevar a cabo una acción básica. Además, esta
definición tendrá la consecuencia de que para cualquier agente puede no haber ninguna
línea divisoria dará entre sus acciones básicas y no básicas. Pero, también aquí, ésta puede
ser la forma adecuada de describir los hechos.
IV
facción. Pero en el ejemplo del tío este estadio intermedio no existía, no teníamos la
muerte del tío como condición de satisfacción de ninguna intención en acción, y ésta es la
razón por la que resultó muerto de forma no intencional.
Existen varios ejemplos extraños de este tipo en la literatura filosófica sobre este tema,
y creo que la aproximación que estoy defendiendo explicará todos los que he visto, debido
a que se fundamentan en un error de comprensión de las intenciones en acción.
Consideremos el siguiente párrafo de DAVIDSON (1973) en el que ilustra los orígenes de su
Esto lleva, con o sin intención previa, a una intención en acción: el escalador se dice a sí
mismo: «¡Ahora!», y el contenido de su intención en acción es:
Estoy soltando la cuerda.
Esto es:
Esta intención en acción hace que mi mano suelte la cuerda.
ocasionalista al problema mente-cuerpo: Dios hace todas nuestras acciones por nosotros.)
Pero esta clase de -contraejemplos potenciales queda eliminada en estos casos simples
al construir una relación entre la intención en acción y sus condiciones de satisfacción
como la intervención de Otros agentes o estados intencionales que la impiden. Pero el que
ésta sea la forma adecuada de construir intenciones en acción se encuentra indicado, al
menos, por el hecho de que para estos ejemplos simples, del tipo de levantar mi brazo,
cuando mis intenciones en acción hacen referencia explícita a las intenciones de otros
agentes, las acciones se convierten entonces en acciones de dichos agentes. Supongamos
que sé que mi brazo se encuentra conectado y que quiero que se levante. Mi intención en
acción es entonces hacer que el otra agente lo levante, y no levantarlo. Mi acción es hacer
que lo levante, su acción es levantarlo.
En la medida en que no existe ninguna intencionalidad interviniente, no importa lo
complicado que sea el aparato físico. Incluso si desconozco que mi brazo se encuentra
conectado a una gran cantidad de cables eléctricos que pasan por Moscú y vuelven por San
Diego y que cuando intento levantar mi brazo se activa todo este aparato de forma que mi
brazo se levanta, es lo mismo, levanto mi brazo. Para algunos actos complejos se puede
ejecutar el acto haciendo que otros lo hagan. Decimos «Luís XIV construyó Versalles»
aunque la construcción real no la hizo él.
Sin embargo, esta explicación es aún incompleta porque existe una clase posible de
contraejemplos que no he discutido: cuando la intención previa hace algo que es la causa
de la intención en acción. Supongamos, por ejemplo, que la intención de Guillermo es
matar a su tío y que esta intención le provoca un dolor de estómago y que este dolor de
estómago lo pone de tan mal humor que olvida todo lo relativo a su intención original, pero
en su rabia mata al primer hombre que ve, a quien él reconoce como a su tío. Creo que
estos posibles contraejemplos también pueden eliminarse, pero hacerlo requiere un análisis
de la causación intencional que va más allá de los propósitos de este artículo.
Quisiera decir unas últimas palabras acerca de los deseos y las creencias. En la
explicación que he dado no hay nada que sea incoherente con la idea de que las acciones
están causadas por deseos, que pueden conducir a la formación de intenciones previas, a
menudo a través de una deliberación, o que directamente pueden causar intenciones en
acción; por ejemplo, estoy sediento, por lo tanto, bebo un vaso de agua. Pero es erróneo
decir que las acciones están causadas por los deseos y las intenciones, ya que los deseos
Tienen la dirección de ajuste errónea y carecen de la conexión lógica entre la causa y el
efecto necesaria en la causación intencional de las acciones. Cuando las creencias
funcionan en la explicación causal de acciones, suele ser como parte de la causa de deseos
secundarios. Supongamos que quiero ir a París y que creo que la única forma de ir a París
es comprando un billete de avión. La forma de la conjunción entre deseos y creencias
opera como la causa de mi compra de un billete de avión, cau-
sando en primer lugar un deseo secundario de comprar un billete de avión a través de una
«razón práctica». La forma de comprender codo esto es hacer notar que si no tengo ningún
deseo de comprar un billete de avión, no haré la acción intencional de comprarlo,
independientemente de mis creencias. Del mismo modo que los deseos causan acciones,
las creencias no lo hacen, aunque en conjunción con deseos primarios causan deseos
secundarios. No será necesario decir que cuando mi deseo es la causa de que levante mi
brazo, ello es así tan sólo debido a que también tengo la creencia de que esto es levantar mi
brazo, ya que el hecho de que esto satisface el deseo tiene que estar ya determinado por el
deseo, pues el deseo representa sus condiciones de satisfacción.
Referencias bibliográficas
CHISHOLM, R.M.: «Freedom and action», en K. Lehrer (Ed.), freedom and determinism,
Nueva York, Random House, 1966.