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A. INTRODUCCIÓN
Los pensadores que adhieren al positivismo jurídico no aceptan, como objeto de estudio, más Derecho
que el positivo. Desde un punto de vista metodológico se atienen al Derecho que es, no al que debe
ser. Estos autores observan los principios que integran el derecho natural son materia de discusión,
cambian a lo largo del tiempo y de unas personas a otras, resultan relativos y subjetivos, sin que haya
posibilidad de dirimir la cuestión de manera cierta.
Los iusnaturalistas señalan que el derecho natural se deriva de la naturaleza humana y se conoce
mediante el uso de la razón. Aristóteles considera en La Política que los esclavos lo son por naturaleza
y que la esclavitud es una institución conducente y justa para los esclavos. Que la esclavitud sea algo
natural es algo que muchas personas no están dispuestas a aceptar.
El rechazar al derecho natural como objeto de estudio no implica que los iuspositivistas nieguen su
existencia, o que estén en desacuerdo con los derechos que tales principios consagran y defienden.
Lo que sostienen los positivistas jurídicos es que es necesario tener certeza de lo que se va a estudiar.
El derecho positivo está establecido en un lugar y un momento determinado y se conoce sin lugar a
dudas. Por tal razón esta escuela restringe su objeto de estudio al derecho positivo.
Bobbio y otros autores distinguen entre una visión amplia y una visión restringida del positivismo
jurídico. En la visión amplia se incluyen las escuelas que no son normativistas, las corrientes realistas
y sociologistas, que Bobbio califica de antinormativistas. Sin embargo, no parece conveniente englobar
bajo una misma denominación, objetos diferentes. Pasa lo mismo que con las ciencias. No resulta
adecuado utilizar la categoría de ciencias humanas para abarcar tanto disciplinas científicas, hoy
denominadas ciencias sociales, como estudios de corte normativo, al estilo del Derecho. Si se habla
de ciencias, las disciplinas que se incluyan deben tener las mismas características de lo científico. Lo
mismo sucede con el positivismo jurídico. Es preferible no reunir bajo tal denominación, teorías
normativistas y doctrinas realistas y sociologistas, que no son normativistas sino causalistas.
En general, desde principios del siglo XIX y a lo largo del siglo XX, se nota la influencia del
positivismo. La elaboración y modificación de los códigos abarca ese periodo; las obras
jurídicas publicadas en esos años, así como el sistema de enseñanza del Derecho están
marcados por esta escuela.
Transímaco considera que el Derecho es lo que conviene al más fuerte; no dice que debe ser
así, solo que es así. Gorgias, otro sofista, por su parte, dice que “pertenece a la naturaleza de
las cosas que el fuerte no sea estorbado ni limitado por débil, sino que el débil debe ser
gobernado y dirigido por el fuerte”, como más tarde sería expresado por Nietzsche en La
genealogía de la moral o por Hitler en Mi lucha. Pero esto no puede considerarse como una
tesis propia del iuspositivismo.
Resulta importante resaltar que las características del positivismo clásico se mantienen
vigentes, ya que hoy se considera que el mundo de la libertad es opuesto al de la causalidad
de la naturaleza, por eso las disciplinas que tienen que ver con la libertad, como el Derecho,
son algo muy diferente al ámbito de lo empírico y causal. En cuanto al rechazo de las verdades
absolutas, la noción de ciencia contemporánea se apartó de la idea aristotélica de que lo
científico consistía en verdades absolutas. Hoy la ciencia es autocorrectiva, falsable. También
en teoría del conocimiento el realismo fue sustituido por el idealismo, siendo el hombre la
medida de todas las cosas. En relación al tercer carácter, el Derecho sigue vinculado al poder,
a la fuerza, ya que no es posible definir al Derecho sin incluir al Estado, a la coercibilidad.
Positivismo jurídico en los siglos XVIII y XIX. Los núcleos principales están constituidos por
la escuela histórica en Alemania, la escuela de la exégesis en Francia, la jurisprudencia
analítica en Inglaterra y el neokantismo alemán, en sus dos variantes.
D. IUSPOSITIVISMO CONTEMPORANEO
a. Modelo de Kelsen.
Pureza Metódica. La pureza consiste en eliminar de la ciencia del Derecho todos los
elementos que le son extraños. Es necesario describir al objeto Derecho, decir cuál es su
naturaleza y precisar todo lo que no es Derecho, lo que no debe mezclarse con él.
Libertad. Kelsen afirma que la libertad no es un requisito, más bien es la consecuencia de la
existencia de un sistema normativo. “El hombre no es libre sino en la medida en que su
conducta, a pesar de las leyes causales que la determinan, se convierte en el punto final de
una imputación, es decir, la condición de una consecuencia especifica (recompensa, penitencia
o pena)”. Los sistemas normativos crean la libertad, lo que según Kelsen no se opone sino que
se agrega a la determinación causal, a la cual se encuentra el hombre sometido.
Tipo de objeto que es el Derecho. El objeto de estudio de la Teoría Pura es exclusivamente
el Derecho, pero para Kelsen no es un objeto empírico, ni metafísico y de ningún modo un
objeto ideal. Kelsen no deja claro en esta teoría la naturaleza del Derecho. De aquí se deriva la
debilidad del sistema kelseniano. Kelsen pretende construir una ciencia del Derecho, pero
aspira que no sea una ciencia natural o social regida por el principio de causalidad pero
tampoco admite que sea una disciplina lógica. No puede considerarse una mera técnica por
que la teoría pura considera a la libertad como “la condición misma de la imputación moral,
religiosa o jurídica” y la técnica no tiene que ver con la libertad sino con la causalidad. Kelsen
habla de ciencias normativas pero en ningún momento aclara qué tipo de objeto es lo
normativo.
Los objetos, o son empíricos, o son ideales o son metafísicos.
Legitimación del Derecho. Para Kelsen, la validez de una norma nada tiene que ver con su
adecuación a un principio de derecho natural. La tesis kelseniana se ocupa solo del derecho
positivo, si la norma ha sido creada por un órgano competente, con el procedimiento prescrito,
ella es válida. En cuanto a lo que considera como válido, él acude a la tesis de la norma
fundamental. Esta norma no es derecho positivo, es una norma supuesta que dice que hay que
obedecer la primera Constitución o que hay que considera valido el procedimiento creador de la
primera Constitución, lo cual no significa otra cosa que hay que obedecerla. Como es válida,
también lo es el ordenamiento jurídico que le está subordinado. De modo que la validez del
Derecho no es absoluta, sino condicional y relativa. Por otra parte, el sistema jurídico al que
corresponde la norma fundamental, coincide con la conducta efectiva de los individuos a
quienes rige, es decir, que la validez de un sistema en su conjunto, depende de la eficacia de
ese sistema, en cierta medida.
Objeto que estudia el Derecho. Hart piensa que las normas jurídicas no son necesariamente
coercitivas, basándose en aquellas normas que no contienen sanción, tal es el caso de las que
establecen la nulidad de lo realizado en violación de lo dispuesto en el precepto. Pero, la idea
de sanción como “mal” es un terreno resbaladizo, por lo que, la sanción penal parece ser el
prototipo de sanción para Hart. Al centrar la noción de Derecho en la idea de reglas de
conducta, Hart se pronuncia por una perspectiva normativista, que se opone al punto de vista
causal.
Reglas primarias y secundarias. Hart habla de dos tipos de normas: en una sociedad
primitiva, defectuosa, en un mundo prejurídico, habría solo reglas primarias. Un mundo que ya
pueda considerarse jurídico tiene reglas secundarias. Para Hart, las primarias imponen deberes
y las secundarias confieren potestades. En primer lugar está la regla de reconocimiento, que
crea unidad en un conjunto de normas, estructurándolas en un sistema jurídico jerárquico y
aportando el criterio de la validez jurídica. Esta regla de reconocimiento cumple las mismas
funciones que la norma fundamental de Kelsen. En segundo lugar están las reglas de cambio,
que confieren potestades para legislar e incluso potestades privadas para los actos que
realizan los particulares. Por último están las reglas de adjudicación, que facultan para
determinar si se ha transgredido una regla primaria.
El deseo de uniformidad no es un asunto de placer para la teoría del Derecho. Si es posible
distinguir las normas que confieren deberes de otras que confieren potestades, igualmente lo
es separar las normas generales de las individuales, puesto que cumplen funciones sociales
diversas. Las normas pueden clasificarse en legislativas, consuetudinarias, jurisprudenciales y
negociales, pero todas son normas jurídicas o reglas de Derecho, como prefiere llamarla Hart.
Las reglas secundarias que conceden facultades para legislar o juzgar no son tan optativas.
Es necesario tener en cuenta que cuando una norma dice quién y cómo se legislará, está
estableciendo una limitación para todos los otros sujetos, a quienes se impide legislar. Hart
considera que las reglas de conducta deben ser obedecidas, de las reglas de cambio y
adjudicación dice que deben ser aceptadas por sus funcionarios como pautas o modelos
públicos y comunes de conducta oficial, pero resulta que un modelo de conducta es una norma
como debida, es decir, un deber, una obligación. De modo que no parece sostenible, ni para
Hart, que las reglas secundarias no establezcan deberes.
La validez fáctica. El elemento clave es la regla de reconocimiento, que tiene las mismas
características de la norma fundamental de Kelsen: la regla de reconocimiento da unidad a las
normas, creando la idea de un sistema jurídico y determinando su validez, y no suele ser
formulada de manera expresa. Hart dice que cuando alguien afirma la validez de una regla está
usando una regla de reconocimiento, que además es aceptada y empleada en el
funcionamiento general del sistema y que si quedara alguna duda, bastaría remitirse a la
práctica de los tribunales y a la aceptación general. La cuestión de la validez, según Hart, solo
puede plantearse dentro de un sistema de reglas, pero no con relación a la regla de
reconocimiento. Cuando en la ciencia resulta falsada una proposición, caen también las
proposiciones que se apoyaban en ellas. De modo que una proposición es tenida por válida
mientras no se resultare falsada. La afirmación de que la regla de reconocimiento no puede ser
válida ni inválida no es correcta, porque es necesaria al menos suponerla válida para que tenga
sentido que ella fundamente a otras reglas.
En cuanto a la demostración de validez de la regla de reconocimiento, realmente es algo muy
problemático. En teoría del conocimiento la validez de las afirmaciones últimas del realismo o
del idealismo constituyen el problema que impide solucionar la oposición entre ambos. Si se
pudiera demostrar la validez del punto de partida del realismo, por ejemplo, no habría discusión
al respecto entre filósofos. De modo que el problema existe, también para el Derecho, solo que
Hart no lo ve.