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Gálatas 4:4-6 Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y

nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la
adopción de hijos. Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el
cual clama: !Abba, Padre!
En Juan 15 nos habla acerca que el sembrador salió a sembrar. Y a mí me impacta mucho porque
cuando habla de tierra, habla del corazón de las personas donde la semilla es depositada. Nosotros
somos tierra, fértiles para lo bueno y para lo malo.
A mí me gusta reírme, y cuando estoy con alguien que se le nota que está muy molesto, me sonrío y
la gente trata de devolver lo que yo le doy. Por naturaleza, somos fértiles. Vamos a hablar acerca de
nosotros como tierra. Muchas personas han sido partícipes de lo que somos ahora. Hoy somos
producto de lo que alguien ha sembrado en nuestras vidas. Hay personas que marcan más nuestras
vidas que otros. Por ejemplo, nuestros padres. Lo que el papá ha hecho en nuestras vidas es tan
elemental en lo que hoy somos, que a veces, no nos damos cuenta por qué caminamos como lo
hacemos, sin darnos cuenta que sólo somos la evidencia de lo que nuestro padre hizo. Hoy quiero
hablar de tu papá terrenal. No sé si te diste cuenta qué tan importante fue lo que ese papá hizo en tu
vida, pero al día de hoy, hay marcas dentro de ti que te hacen ser lo que eres. El día de hoy mi
misión es sensibilizarte, ministrar tu corazón, y explicarte lo que hay dentro. Cosas que quizás tu
papá nunca quiso poner, cosas buenas y malas también, y eso rige tu vida.
El Señor te redime, y haces una oración donde reconoces a Jesús como tu Señor y Salvador. Él
inmediatamente envía el espíritu de su hijo sobre ti. Yo era una persona muy mal hablada, y me he
puesto a pensar en eso: ¿Cómo se me quitó? ¿Cómo empecé a vivir la vida que hoy vivo, viniendo
de donde vengo? Quiero contarle de dónde vengo. Es muy fácil ver a una persona pararse a predicar,
sin conocer su trasfondo. Hoy quiero hablarle de Pietro, mi papá, de las cosas que entraron en mí y
me formaron como hombre, y que realmente formaron a un mal hombre sin que mi papá hubiera
querido eso. Recibí al Señor y el espíritu de El entra en mi corazón y empieza a obrar. Yo conozco a
Dios de muchas formas. El es Rey de reyes y Señor de señores. Como Rey y Señor puede afectar mi
vida, pero lo que hace como padre en tu vida y en la mía, es lo más poderoso que Él puede hacer. Él
nos amó y envió a su apóstol a que muriera por nosotros. Él envió a su hijo por nosotros. ¿Qué poder
hay en el Hijo? El es nuestro Padre y como tal, nos va a venir a ministrar hoy a nuestro corazón.
Cada uno de nosotros tiene áreas en su vida que nuestro padre terrenal no pudo suplir, simplemente
porque él también recibió cosas malas. Él trataba de dar lo bueno a su hijo, pero ¿cómo pudo haberlo
dado, si no lo recibió? Yo quiero bendecir a mi hijo, y le otorgo lo que tengo, pero ¿qué fue lo que
recibieron las generaciones pasadas? Es una catarata de falta de amor, de identidad, de enojo y
problemas que desciende. Hoy somos producto de lo que han sembrado en nuestra vida, y dentro de
nosotros, hay un relajo de cosas que se empiezan a romper cuando recibimos al Señor y recibimos su
Espíritu Santo. Y todas las cadenas que hemos recibido en nuestra familia, se rompen. Somos
personas que venimos muy afligidas, pero tenemos el Espíritu del Hijo que nos hace gemir.
Todos tuvimos diferentes tipos de papás. Está el papá callado, que trata de hablarle, hace cualquier
cosa para que le ponga atención, y nada. Yo tuve un papá así, y me inventaba que metía goles en el
colegio para que él me pusiera un poco de atención. O tal vez, su papá fue bullicioso, juguetón, que
se tiraba con usted en la cama y era muy afectivo. Quizás tuvo un papá que cero besos o abrazos; o
el papá que siempre vivía trabajando; no sé si tuvo el papá ideal, pero generalmente, el papá ideal era
el de un amigo. Hoy nuestra sociedad está repleta de gente que tuvo un papá que no supo dar lo que
necesitaba dar para que su hijo creciera. Para mí, mi papá es buenísimo. Si yo puedo resumir lo que
mi papá es, diría que es dulzura plena, un “turrón italiano”. Usted lo mira y dan ganas de besarlo. El
se llama Pietro Putzu, él es alguien muy especial, es un artista, esculpe en madera, canta ópera, pinta,
dibuja, hace poemas. Cuando usted ve algo en lo que él se concentra, se da cuenta que hace obras
maestras. Él hace cosas muy lindas con sus manos, ha inventado varias cosas, tiene varios rasgos de
genialidad. Él es una persona tan dulce, vino a los 28 años a Guatemala, conoció a mi mamá, luego
nací yo, crecí delante de él. Mi mamá me cuenta que mi papá me tomaba en sus brazos y me
cantaba. Todo iba bien hasta que me percaté que él tenía una enfermedad llamada esquizofrenia, es
alguien maniaco-depresivo y bipolar. Mi papá tiene un grado de locura que lo hace ver personas que
no existen. A mí me tocó tener un papá que cuando llegaba del colegio, lo miraba hablando una hora
con “nadie”. Imagínese, yo pequeño y ver a mi papá viendo dentro de los tomacorrientes por horas, y
le preguntaba qué miraba. El me decía: “Ahí están…”, pero no había nada, ni nadie.
Esta gente que vive esquizofrenia, desarrolla otra parte de su cerebro y de su vida, son genios, su
mente se va por otro lado. Yo no sabía qué tanto me había afectado esto, como no sé qué tanto te
pudo afectar el padre que tú tuviste, pero a mí me afectó de tal forma que marcó mi vida. Recuerdo
que en mis oraciones de niño, pedía tener un papá normal. Yo estudiaba en el Liceo Guatemala, y
nos llevaban a todos con el psicólogo y nos ponían a pintar. Mandaron a llamar a mi mamá para que
viera lo que había dibujado yo; pues hice a mi familia, pero a mi papá lo dibujé como un robot,
porque eso era lo que era para mí. A los 17 años, me decían “el loco”. No sé qué cosas han quedado
marcadas en ti, pero eso no tiene porque quedarse en tu vida.
No sé si Dios le dio un papá bueno o no, pero lo cierto es que todos hemos recibido el espíritu del
hijo que nos hace clamar “Abba, Padre”. ¿Sabe por qué hablo de esto? Porque quiero enseñarle otro
principio: “Use su desgracia o lo que le pudo salir mal en la vida, para construir su ministerio”. El
diablo pensó que me iba a destruir, pero lo que hizo es darme un arma muy poderosa. A mi papá
para mantenerlo tranquilo, le tuvieron que matar una parte de su cerebro. No sé cómo fue su papá,
pero nada le ha dado a usted el derecho de detenerse. Yo jugaba en un equipo de fútbol, y para mí
fue muy duro el no entender que mi papá llegaba al entreno y me sacaba del pelo. Un día llegamos
con mi mamá a la casa, y ésta estaba totalmente vacía. Mi papá llegó con un camión, sacó todo y lo
tiró. ¿Se imagina el concepto de padre que yo tenía? En una ocasión, íbamos en una blazer y mi papá
iba atrás, y saca uno de mis trofeos que había ganado en EEUU y los tira en el piso, pero él no es una
mala persona. Lo que pasa es que el diablo me quería destruir, quería acabar con mi identidad. ¿Sabe
qué es lo peor? Que esa es una enfermedad generacional. Un día estaba yo leyendo la Palabra en mi
cuarto y empecé a leer: … que visita la maldad de los padres hacia los hijos hasta la tercera y cuarta
generación. Pero seguí leyendo y dice que hace justicia a los que aman a Dios. Mi esposa se casó
conmigo, pero antes tuvimos una reunión con mi psicólogo. Y dijo que podía casarme, pero no tener
hijos, porque saldrían enfermos. Luego dije: “¿Desde cuándo un doctor me dice si puedo o no tener
hijos?”. Y ahora tengo a mi hijo Jan Carlo, completamente sano. Dios es fiel, y su misericordia es
para siempre. Tal vez su papá no era enfermo, pero estoy seguro que dejó caer algo que dañó su
corazón.
Guatemala necesita de gente sana de corazón. ¿Se puede imaginar al hijo de Gian Marco volteando a
ver, y diciendo: “Mi abuelo, Chepe, rompió la maldición en el nombre de Jesús”? A mí muchos me
preguntan por qué siempre ando feliz, y la gente que me conoce me ve así. Pero yo era alguien tan
amargado, que le pegaba a las paredes, porque tenía una ira por dentro. Yo conocí a Jesús un 17 de
junio, en una comunidad carismática, porque cuando estaba en ese retiro quebrantado, el Señor me
dijo: “Yo soy tu papá, y nunca te hará falta nada”.
Lucas 3:21-22 Aconteció que cuando todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fue bautizado; y
orando, el cielo se abrió, y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y
vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia.
¿Jesús necesitaba oír esas palabras? Dios me habló ese día y me dijo: “Jesús necesitaba ser marcado
por mí porque soy su Padre”. Yo no sé cómo ha sido su vida, y no sé si ha escuchado esa voz, pero
ese día escuché que alguien dijo: “Este que está aquí es mi hijo amado y en él me complazco”. Si su
papá lo marcó en la tierra, deje que hoy su papá del cielo lo marque en esta iglesia. Si usted está hoy
acá, deje que las palabras de Dios marquen su vida. Él quiere hablarle a su corazón y decirle todo lo
que le tiene que decir, déjese marcar.
No sé lo que el diablo trató de hacer a través de su papá, no sé lo que hay dentro de usted. Lo que sé
es que si recibió a Jesús en su corazón, el espíritu de Dios está puesto en usted. ¿Y sabe lo que hace
el espíritu? Está gritando “Abba Padre, papito lindo,” clama, gime. La Palabra dice que toda la
creación gime esperando la manifestación gloriosa de nuestro Señor. Deje que el espíritu de Dios
haga lo que le mandó hacer el Padre.
¿Cómo debe ser un padre cristiano según la Biblia?
La Biblia habla con frecuencia y con claridad sobre muchas de las responsabilidades y
privilegios de los padres cristianos. Uno de los aspectos importantes de la vida de Adán
fue su papel como padre. Génesis menciona específicamente a tres de sus hijos: Caín,
Abel y Set. Más tarde, los tres hijos de Noé encuentran compañerismo y protección
cuando se unen al arca y sobreviven al Diluvio con Noé, su madre y sus cónyuges.
Abraham más tarde se convertiría en padre de una manera notable y serviría más como un
"padre" para Israel a través de quien todas las personas serían bendecidas (Hebreos 6:
13-15; Génesis 22: 15-18).

La Ley de Moisés da instrucción a los padres. De importancia primordial son las palabras
de Deuteronomio 6: 6-7: "Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando.
Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y
cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes." Se pueden hacer
varias observaciones basadas en estas palabras. Los padres deben conocer la Palabra de
Dios, estudiarla, enseñársela a sus hijos y participar diariamente con sus hijos.

En Proverbios, se da sabiduría adicional con respecto a las responsabilidades de un padre


piadoso. Por ejemplo, Proverbios 22: 6 enseña: "Instruye al niño en el camino correcto, y
aun en su vejez no lo abandonará." Un padre también provee disciplina a los niños
(Proverbios 3:12).

En el Nuevo Testamento, se dan instrucciones específicas a los padres en Efesios 6: 4: "Y


ustedes, padres, no hagan enojar a sus hijos, sino críenlos según la disciplina e instrucción
del Señor." Los padres no deben hacer "enojar" o frustrar a sus hijos a través de una
crianza que los lastime. Los padres deben enseñar a sus hijos la Palabra de Dios para
proporcionar sabiduría para vivir bien y ayudar a los niños a alcanzar la salvación.

Jesús también destacó la importancia de que un padre cuide a sus hijos cuando enseñó:
“¿Quién de ustedes, si su hijo le pide pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pescado, le
da una serpiente? Pues si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos,
¡cuánto más su Padre que está en el cielo dará cosas buenas a los que le pidan!" (Mateo
7: 9-11). Aunque habla del papel de Dios como Padre, el principio incluye el deseo de un
padre de cuidar a sus hijos y mostrarles el amor como algo piadoso.

Los niños, sin embargo, no son solo una responsabilidad del padre; también son un
privilegio para él. El Salmo 127: 3-5 declara: "Los hijos son una herencia del Señor, los
frutos del vientre son una recompensa. Como flechas en las manos del guerrero son los
hijos de la juventud. Dichosos los que llenan su aljaba con esta clase de flechas. No serán
avergonzados por sus enemigos cuando litiguen con ellos en los tribunales." Los niños son
un regalo de Dios para ser amados y criados por los padres. Los padres cristianos pueden
ayudar a fomentar un legado de piedad como Josué declaró hace años: "Por mi parte, mi
familia y yo serviremos al Señor" (Josué 24:15).

In English
¿Cómo debe ser un padre cristiano según la Biblia?
La Biblia habla con frecuencia y con claridad sobre muchas de las responsabilidades y
privilegios de los padres cristianos. Uno de los aspectos importantes de la vida de Adán
fue su papel como padre. Génesis menciona específicamente a tres de sus hijos: Caín,
Abel y Set. Más tarde, los tres hijos de Noé encuentran compañerismo y protección
cuando se unen al arca y sobreviven al Diluvio con Noé, su madre y sus cónyuges.
Abraham más tarde se convertiría en padre de una manera notable y serviría más como un
"padre" para Israel a través de quien todas las personas serían bendecidas (Hebreos 6:
13-15; Génesis 22: 15-18).

La Ley de Moisés da instrucción a los padres. De importancia primordial son las palabras
de Deuteronomio 6: 6-7: "Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando.
Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y
cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes." Se pueden hacer
varias observaciones basadas en estas palabras. Los padres deben conocer la Palabra de
Dios, estudiarla, enseñársela a sus hijos y participar diariamente con sus hijos.

En Proverbios, se da sabiduría adicional con respecto a las responsabilidades de un padre


piadoso. Por ejemplo, Proverbios 22: 6 enseña: "Instruye al niño en el camino correcto, y
aun en su vejez no lo abandonará." Un padre también provee disciplina a los niños
(Proverbios 3:12).

En el Nuevo Testamento, se dan instrucciones específicas a los padres en Efesios 6: 4: "Y


ustedes, padres, no hagan enojar a sus hijos, sino críenlos según la disciplina e instrucción
del Señor." Los padres no deben hacer "enojar" o frustrar a sus hijos a través de una
crianza que los lastime. Los padres deben enseñar a sus hijos la Palabra de Dios para
proporcionar sabiduría para vivir bien y ayudar a los niños a alcanzar la salvación.

Jesús también destacó la importancia de que un padre cuide a sus hijos cuando enseñó:
“¿Quién de ustedes, si su hijo le pide pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pescado, le
da una serpiente? Pues si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos,
¡cuánto más su Padre que está en el cielo dará cosas buenas a los que le pidan!" (Mateo
7: 9-11). Aunque habla del papel de Dios como Padre, el principio incluye el deseo de un
padre de cuidar a sus hijos y mostrarles el amor como algo piadoso.

Los niños, sin embargo, no son solo una responsabilidad del padre; también son un
privilegio para él. El Salmo 127: 3-5 declara: "Los hijos son una herencia del Señor, los
frutos del vientre son una recompensa. Como flechas en las manos del guerrero son los
hijos de la juventud. Dichosos los que llenan su aljaba con esta clase de flechas. No serán
avergonzados por sus enemigos cuando litiguen con ellos en los tribunales." Los niños son
un regalo de Dios para ser amados y criados por los padres. Los padres cristianos pueden
ayudar a fomentar un legado de piedad como Josué declaró hace años: "Por mi parte, mi
familia y yo serviremos al Señor" (Josué 24:15).

¡Respóndeme Dios con un milagro…!


Fernando Alexis Jiménez hace 2 semanas Mensajes Cristianos 2 Comentarios 2,084 Vistas

Predicas Cristianas
“Si eres Dios, entonces obra un milagro”, gritó presa de la desesperación en la pequeña capilla de la clínica,
cuando los médicos le anunciaron que su pequeño hijito, de apenas dos días de nacido, estaba para morir.
La enfermedad que descubrieron, estaba tomando fuerza en todo el pequeño cuerpecito.

“Vamos, respóndeme, Dios”, vociferó de nuevo para encontrarse con el silencio apacible de un lugar
solitario, rodeado de sillas, en la que pareciera sentirse al Señor mismo, a su lado. Se sentó con angustia y
dejó que las lágrimas brotaran como un manantial inagotable.

El poder del Creador se manifestó en el pequeñín. No lo hizo para probar que su poder era ilimitado sino
por misericordia. Una semana después daban de alta a su esposa y al recién nacido. Aunque no imaginó
que ocurriría un milagro, Dios le demostró que estaba atento a su desesperación y que, en su infinito amor,
iba en su ayuda para mostrarle que hay alguien Superior, que hace posible todas las cosas…

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Nuestro Supremo Hacedor nos oye cuando oramos. Él tiene poder ilimitado para manifestarse en nuestras
vidas. Sin embargo es necesario ir a Su presencia con humildad, reconociendo que la misericordia divina
es la que responde. No tenemos méritos para recibir nada. Es simplemente y llanamente por el amor de
Aquél que nos creó.

“Un día algunos maestros de la ley y fariseos se acercaron a Jesús a pedirle que realizara algún milagro
que demostrara que realmente era el Mesías. Pero Jesús les contestó:–Solo una nación perversa e infiel
pediría más señales; pero no se le dará ninguna más, excepto la señal del profeta Jonás. Porque de la
misma manera que Jonás estuvo en las entrañas de un monstruo marino tres días y tres noches, yo, el Hijo
del Hombre, pasaré tres días y tres noches en las entrañas de la tierra” (Mateo 12:38-40. La Biblia al Día).
El amado Señor Jesús les dijo que los milagros y señales no son para despertar admiración, voces de
sorpresa ni tampoco para demostrar que en nosotros hay más espiritualidad que en otros. Él obra cuando
quiere y en quien quiere.
En su existencia o la de alguien cercano puede producirse un milagro; no lo pida como un reto a Dios,
pídalo como un don que usted y yo, con la mano en el corazón, no merecemos.

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No cese de clamar. Hágalo con fe, dejando de lado toda sombra de duda. Persevere (Lucas 18:1). No permita
que los incrédulos, que no han de faltar a su alrededor, le lleven a desistir. ¡Dios responderá!. Créalo.
Si desea que le ayudemos a interceder por ese milagro, escríbanos ahora mismo…

¡No le ponga límites a Dios!


Siempre tuvo el convencimiento de que los cristianos evangélicos eran un grupo de fanáticos. “No dejan
dormir, en especial los domingos en la mañana”, se quejaba. Le incomodaban los cantos en el templo y
que, con las palmas, alabaran a Dios. “Existen otras formas de dar gracias a Dios”, aseguraba.

Pero el día que el mal tocó a su puerta, debido a que su madre se encontraba gravemente enferma en una
clínica, comprendió la grandeza de su error.

“Siempre los veo alegres, como si nada les afectara”, razonó. Y, desesperada porque los facultativos no
daban mayores esperanzas de vida para su progenitora, se encaminó a la capilla.

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Habló con el pastor. “Sin duda Dios les escucha a ustedes más que a una pecadora como yo”, le explicó.
Con la Biblia abierta, el ministro le expuso que Dios nos ama a todos, y cuando estamos en Su voluntad,
nos escucha a todos.

Después de animarla a recibir a Jesucristo como su salvador personal, la animó a orar a Dios en procura de
un milagro.

Se aferró en clamor. Era su única y última esperanza. Lo hizo como el náufrago que se aferra al pedazo de
madera que la salvará. Oraba en todo momento. Once días después se produjo la respuesta. Su madre salió
del estado de coma en que se encontraba sumida.

Hoy las dos asisten a la iglesia. Zuleima Carabalí Obonaga está convencida, ahora sí, de que Dios obra
poderosamente y que somos usted y yo, con nuestra incredulidad, quienes podemos poner límites a su
mover maravilloso.

La incredulidad, un obstáculo
La incredulidad es un obstáculo para que se manifiesten los milagros de Dios. Es cierto, Él puede obrar por
encima de nuestra voluntad, sin embargo no es arbitrario. Jamás obrará atropellando ni obligando. Él es
Dios pero también, es nuestro Padre y nos ama. Y a través de los problemas nos permite descubrir que le
necesitamos.
Hay un pasaje bíblico revelador en el que hallamos los tropiezos que pone la incredulidad:
“Aconteció que cuando terminó Jesús estas parábolas, se fue de allí. Y venido a su tierra, les enseñaba en
la sinagoga de ellos, de tal manera que se maravillaban, y decían: ¿De dónde tiene éste esta sabiduría y
estos milagros? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Jacobo,
José, Simón y Judas?¿No están todas sus hermanas con nosotros?¿De dónde, pues, tiene éste todas estas
cosas? Y se escandalizaban de él. Pero Jesús les dijo: No hay profeta sin honra, sino en su propia tierra y
en su casa. Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos.” (Mateo 13:53-58).
Observe que el Señor Jesús quería manifestarse. El problema no era Él sino ellos, por su grado de
incredulidad.

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Tal vez ocurre igual con su existencia. Anhela la intervención divina para que cambien las circunstancias
que enfrenta. Puede tratarse de asuntos económicos, de salud o incluso, de relaciones interpersonales.

Es hora de hacer una auto evaluación


Revise su vida. Es probable que las sombras de la duda estén impidiendo la manifestación ilimitada de
Dios. Si descubre que es así, medite por un instante que nuestro amado Padre creó el universo. Todo cuanto
existe es fruto de su mano prodigiosa. Para Él no es imposible hacer algo especial en su existencia.
Entonces, ¿por qué levantar barreras?

Clame a Él. Tenga la certeza de que los milagros ocurrirán. Nada es imposible si nuestra fe está afincada
en el Creador. Si desea que le ayudemos a interceder, no dude en escribirnos ahora mismo…

© Fernando Alexis J

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