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El Islamismo

1.- La sumisión a Dios.

La espiritualidad del musulmán consiste ante todo en vivir totalmente su sumisión a Dios, en todas
las dimensiones de su Ser personal y social.

Moisés el primer sometido.

Se consideran seguidores de un monoteísmo de naturaleza pura porque Dios les ha sugerido esa
religión.

La religión musulmana se considera renovadora devuelve al hombre a la fidelidad debida “pacto


primordial” de la pre-eternidad de que habla el Corán.

Islam: sumisión, abandono, confianza y obediencia incondicionada. Darse totalmente a Dios=Aslama

El creyente confía sus propios asuntos al mejor de sus apoyos, Dios. “Mi éxito no depende más que
de Dios; en él he confiado, a él acudo esperanzado” (11,88).

El creyente solo en Dios encuentra su seguridad.

El abandono en Dios supone tres grados:

a) La confianza que se pone en el procurador divino.


b) El comportamiento con Dios altísimo es semejante al comportamiento de un niño con su
madre. Es un abandono por completo donde no hay explicación a las palabras ni un análisis
mental, de lo contrario se perdería su estado de abandono.
c) Consiste en estar en las manos de Dios altísimo, tanto en el movimiento como en el
descanso.

Para llegar a estos tres grados de abandono, el creyente recibe la ayuda de Dios mismo, que le
da su palabra (el corán), su profeta Mahoma y su comunidad (la umma musulmana): tres viáticos
que se proponen a la meditación, a la imitación, o a la exhortación.

II. Meditación del Corán

El Corán es objeto de veneración y meditación: este es el libro exento de dudas, dado como guía a
los que temen a Dios.

El Corán se recita con la lengua, se escribe en volúmenes, se guarda en los corazones.

El libro es recibido, meditado y casi saboreado por el creyente mediante una lectura literal que
aprovecha hasta el máximo todas las posibilidades filológicas del texto antes de pasar a los
significados religiosos, jurídicos, filosóficos y teológicos.

La lectura de los comentarios es abundante y permite a los espirituales progresar desde el sentido
aparente al sentido escondido.

El Corán ofrece al creyente un medio único para acercarse a unicidad de Dios.

III. Imitación del Modelo profético.


Los musulmanes han visto en Mahoma el sello de los profetas. Todos se esfuerzan en conocer su
vida, sus virtudes, sus palabras, sus actos y también sus silencios. Los dichos(hadith) de Mahoma
son meditados e interiorizados hasta crear en la conciencia del creyente un amor particular a ese
hombre perfecto y profeta elegido. Mahoma es el modelo único para su comunidad. “Tienen en el
mensajero de Dios un buen ejemplo” (33,21).

IV. Solidaridad con la comunidad de los creyentes.

La comunidad (umma) de los musulmanes representa la morada de la sumisión y la de la paz, ya que


en ella los derechos de Dios son promovidos por todos. Dios la exige expresamente: “De vosotros
se forme una comunidad de hombres que inviten al bien, ordenan las acciones recomendables y
prohíben las reprobables (3,104)”.

Recomendar el bien y evitar el mal constituye un deber de corrección fraterna que corresponde a
todos y que es descrito por el profeta en términos muy claros: “el que de vosotros ve una cosa
reprochable, la corrija con su mano; si no puede, son su lengua; si no puede con su corazón, es lo
mínimo que puede exigir la fe”.

Es obligación de todo musulmán comenzar a mejorarse a sí mismo, cumpliendo puntualmente los


preceptos religiosos y absteniéndose de las cosas prohibidas.

V. Testimonio de la trascendencia de Dios.

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