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ENSAYO
Integrantes:
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Experiencia curricular:
Filosofía.
Aula:
E – 506.
Trujillo – Perú
2019 – I
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ÍNDICE
I. INTRODUCCIÓN .................................................................................................3
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I. INTRODUCCIÓN.
Por otro lado, las estadísticas nacionales están en rojo, según el informe del
Observatorio de la Criminalidad de la Fiscalía (2017), en los tres primeros
trimestres, se registraron 17 182 denuncias por el delito de violación sexual, es
decir, un promedio de tres mujeres violadas cada hora. En la misma línea de ideas,
según el Diario el correo citando a la Fiscalía de la Nación (2017) en la
investigación denominada “Programa de Investigaciones Criminológicas y
Análisis Prospectivo del Ministerio Público” concluye que, de este total, el 76 %
de las víctimas son menores de edad y el 5 % queda embarazada. Es decir,
aproximadamente 1 000 niñas peruanas desde el mencionado año son
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responsables de un bebé producto de la violación sexual que sufrieron, viviendo
una constante revictimización.
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En el presente ensayo nos hemos formulado el siguiente problema, ¿Por qué el
Estado Peruano debe despenalizar el aborto para casos de violación sexual en su
legislación?
Es así que, tenemos como objetivo, explicar acerca de los argumentos a favor de
la despenalización del aborto en casos de violación sexual, para lograr su posterior
legalización en nuestro ordenamiento jurídico.
II. ARGUMENTACION
Por otro lado, consideramos que los abortos clandestinos pueden traer una serie
de consecuencias para la madre, ya que son realizados en lugares que no son aptos
para ellas. Entonces, primero, nos preguntamos ¿cuáles son las consecuencias de
una violación sexual? Por esto, la violación sexual genera cargas psicosociales y
de salud física, discapacidades crónicas y/o permanentes e incluso la muerte;
mientras que los efectos psicológicos de la violación son variables de persona a
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persona, como es infecciones de transmisión sexual incluida el VIH/SIDA,
disfunción sexual, reinfección, embarazo no deseado y aborto inseguro. Segundo,
¿cuáles son las consecuencias de un aborto clandestino? Las cuales son, lesiones
genitales, infecciones urinarias, enfermedad pélvica inflamatoria y dolor pélvico,
hemorragias, la presión arterial alta y sobre todo el parto obstruido. Por
consiguiente, no queremos que las mujeres aborten, lo que pretendemos es evitar
que tantas mujeres se vean involucradas en situaciones de enorme riesgo para su
vida y su salud por el hecho de tener que recurrir o la práctica clandestina del
aborto producto de una violación sexual.
Por su parte, Távara (2016) afirma, que no todas las mujeres que tienen
abortos inseguros o clandestinos y que posterior a este, sufren
complicaciones acuden a los establecimientos. Las razones para no hacerlo
tienen que ver con el temor de ser denunciados, maltratadas o
estigmatizadas o por que no cuentan con recursos suficientes para pagar la
consulta, la intervención o el internamiento. En tal sentido, principalmente
en el Perú, medidas como la atención ambulatoria del aborto han resultado
claves, no sólo para disminuir los costos de la atención sino principalmente
para facilitar el acceso de las mujeres a los servicios de salud. (p.46)
Ante esto, Carpizo (2015), afirma que: “el aborto es un grave problema social y
de salud pública que preocupa los gobiernos responsables y a muchos organismos
internacionales, (…) mucho más aún, si se trata de un embarazo por violación
sexual, esto genera aborto clandestino, o en el peor de los casos la familia que
tiene un hijo no deseado suele ser maltratado”. (p. 74) Además, muchos
delincuentes juveniles son hijos no deseados, quienes fueron dejados, descuidados
y crecieron sin el afecto y cariño que necesitaban, esto induce, en múltiples casos,
a que el joven se incline a la rebeldía y a la delincuencia.
Del mismo modo, en una encuesta de Hechos y Cifras realizada por el Centro de
la Mujer Peruana Flora Tristán y Pathfinder International (2016), se
demostró que frente al aborto clandestino, la encuesta de opinión conducida
especialmente para estimar el factor de expansión del número de mujeres
hospitalizadas por complicaciones aborto, revela que la provisión de servicios de
interrupción del embarazo, por profesional o empírico, depende de la capacidad
adquisitiva de la mujer y de su lugar de residencia habitual: urbana o rural. Entre
quienes pueden pagar por servicios calificados, que son las mujeres del área
urbana económicamente pudientes, el 98% es atendida por un profesional de
salud, (77% por un médico y el 21% por una obstetra o enfermera). Sólo un 2%
va a una persona no calificada, tratándose mayormente de adolescentes y jóvenes
que se resisten a pedir ayuda a personas adultas para resolver su problema y
confían en sus pares que con escaso conocimiento les aconsejan lugares y
proveedores inseguros. En el otro extremo, el 56% de mujeres pobres urbanas
también tienen atención profesional con la diferencia que visitan principalmente
a una obstetra o enfermera. Mejor es la situación de las mujeres rurales con
recursos que en un 74% van a un profesional de salud, preferentemente una
obstetra o enfermera. Las mujeres rurales pobres son las que más sufren pues sólo
el 35% tiene atención calificada, mientras que el 65% se hace atender por una
persona empírica (técnicos sanitarios, parteras empíricas, curanderos, yerberos y
brujos) o se manipula ella misma.
En la sociedad peruana imperada aún por el fenómeno del machismo, uno de los
principales factores que influyen en mantener la punibilidad del aborto como
consecuencia de una violación es la vigencia de prejuicios o mitos que reducen la
realización de la mujer peruana con el hecho de haber alcanzado la maternidad,
que parece al Estado y la población no importarle cual fuera el medio. En este
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contexto, se difunden ideas como: “el aborto es inmoral”, “el aborto siempre es
traumático, ninguna mujer quiere abortar”, “las mujeres que abortan no se
quisieron cuidar, tuvieron que pensarlo antes”. Pero, ¿alguna vez los difusores
de estos pensamientos tomaron la posición de la víctima? Evidentemente no, ya
que un acto realmente traumático es haber sido violentada sexualmente por su
victimario que en su mayoría son personas que se relacionan por vínculos de
consanguinidad o afinidad; o es que para ellos la mujer debió en su momento
haberse cuidado antes de ser violada, ¿es acaso posible? Lamentablemente, estas
ideas se repiten con tanta frecuencia y determinación, que al final acaban por ser
aceptadas, limitando otras opciones de desarrollo por fuera de dichos estereotipos.
Debido a esto, la mujer asume un determinado rol en la sociedad destinado a la
reproducción, es decir, las peruanas llegan a ser consideradas máquinas
reproductivas u objetos sexuales, sin importar que esto conlleve a la transgresión
de sus derechos humanos y fundamentales. Consecuentemente, los estereotipos
de género evidentemente negativos parecen nublar el criterio del legislador
respecto al embarazo producto de una violación sexual.
Por otra parte, consideramos que un factor que influye en gran manera en la
consolidación y perpetuación de los estigmas que constituyen barreras para
materializar la legalización del aborto, es la marcada postura que adopta la iglesia
católica que ve únicamente al aborto como un problema ético, siendo cierto que
esto va más allá. Evidentemente, la religión investida de un sinfín de teorías o
posiciones en base a su doctrina ha logrado introducirse en el ser humano y a
nublado su criterio para tratar el aborto desde la perspectiva política o social;
asimismo, ha contribuido a que sus seguidores imiten sus argumentos de manera
repetitiva sin conocer si quiera en el mayor de los casos de donde proviene su
fundamento, siendo en muchos la superioridad que profesa la religión del hombre
frente a la mujer y su naturaleza reproductiva. En evidencia, el actual máximo
representante de la iglesia católica, Papa Francisco dijo: “El aborto terapéutico
es como contratar a un sicario”, recordemos que este tipo de aborto ya
despenalizado se realiza en caso de riesgo de vida de la gestante o el feto. De la
misma manera, se mostró reacio a la despenalización del aborto en casos de
violación sexual e inclusive se manifestó con aires de superioridad al criticar fallos
judiciales que permiten el aborto por violación a menores de edad;
consecuentemente, esto motiva a sus fieles a rechazar el aborto, sin importar la
causa del embarazo, ya que ambos casos narrados son realmente lamentables e
inhumanos. Adicionalmente, debemos precisar que el Perú es un país tradicional,
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constituida su población por aproximadamente el 76% de católicos; este dato
estadístico nos permite conocer su predominio frente al Estado para la
imposibilidad de adopción de medidas legislativas en favor de la mujer víctima
de violación sexual.
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ni tampoco para inclinar el voto de las personas que comparten sus
creencias. Sin embargo, la jerarquía católica opina ampliamente sobre las
legislaciones de los países, de forma muy clara en el Estado español y en
toda América Latina, en donde actúa como un lobby político, en lugar de
limitarse a dar a conocer a sus seguidores qué actos individuales considera
pecado y qué castigo religioso conlleva. Especialmente contradictorio e
hipócrita resulta el doble rasero con el que los diferentes grupos religiosos
se plantan ante el estado. Por un lado, reclaman su total retirada de toda
cuestión que ataña a lo que ellos consideran “cuestiones morales”. Esto
incluye especialmente todo lo relacionado de alguna forma con la
sexualidad o con la libertad y autonomía de las mujeres, pero también lo
referente a la educación que, consideran, debe dejarse a la absoluta libertad
de los progenitores. Pero, por otro lado, exigen al estado que legisle, en
última instancia, en función de sus convicciones religiosas (p. 4).
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despenalización del aborto en casos de violación sexual: argumentos para su
realización”:
Por esto, según la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (2014) en
su artículo denominado “03 Mujer: derecho a decidir sobre su propio cuerpo”:
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consuetudinarias que respalden esa persistencia o la tolerancia de la
violencia contra la mujer (p. 11).
Por otro lado, sostenemos que el aborto debe ser legal en caso de violencia
sexual porque la mujer tiene derecho a decidir sobre su propio cuerpo y a la
planificación familiar. Para esto, es importante mencionar, que no todas las
mujeres embarazadas producto de una violación sexual deciden abortar, sin
embargo, las que deciden hacerlo se encuentran con un marco jurídico que
penaliza la conducta y las obliga a llevar adelante un embarazo forzado que afecta
su salud mental y coloca en riesgo su integridad física al exponerse a un aborto
inseguro. Esta investigación se ha planteado sobre la necesidad de abordar el tema
de la defensa de la mujer víctima de violación sexual. Ya que constituye una
problemática muy arraigada, somos el cuarto país en el mundo con más alto índice
de violencia sexual, tanto que pareciera que ningún esfuerzo de las autoridades de
turno logra mitigar estas cifras. Además, ha habido esfuerzos por aprobar la
despenalización de aborto mediante un proyecto de ley desde la iniciativa
legislativa, denominada, Ley que despenaliza el aborto en los casos de embarazos
a consecuencia de una violación sexual, inseminación artificial o transferencia de
óvulos no consentidas en el Perú, que lamentablemente fue archivada bajo el
argumento de que atenta contra derechos fundamentales de la persona, como el
derecho a la vida.
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Sin duda, la violación sexual es una de las manifestaciones más terribles de
violencia contra la mujer. Los índices de violencia sexual son alarmantes y no solo
el Estado, sino la sociedad en su conjunto debe hacerse cargo del problema. La
Organización Mundial de la Salud [OMS] considera el abuso sexual contra las
mujeres alrededor del mundo como un problema de salud pública, además de una
violación a sus derechos. Conforme a las cifras recientes de la prevalencia mundial
indican que alrededor de una de cada tres (35%) mujeres en el mundo han sufrido
violencia física y/o sexual de pareja o violencia sexual por terceros en algún
momento de su vida, mientras que un 38% de los asesinatos de mujeres que se
producen en el mundo son cometidos por su pareja. Estas formas de violencia
afectan negativamente en la salud física, mental, sexual y reproductiva de las
mujeres, aumentando su vulnerabilidad al VIH y otras enfermedades de
transmisión sexual. (PIXABAY, 2016).
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Al redactar este ensayo, nos planteamos esta interrogante ¿Penalización o
despenalización del aborto? ¿Cuál es la mejor opción? Es una controversia que ha
generado diferentes posturas, unos a favor y otros en contra. En referencia a la
despenalización, desde la perspectiva de género, parto de la premisa de que la
mujer es más que un cuerpo reproductor de vida. Desde esta posición, el aborto
debiera despenalizarse por cuanto obliga a la mujer a renunciar a su vida propia:
abortar o no es una elección libre de la mujer y que las leyes que la penalizan
atentan contra su autonomía. De esa manera se tiene como argumento el derecho
a la libertad de elegir, el derecho a la dignidad, por cuanto existen países donde
esta figura legal es una realidad. Asimismo, en referencia al aborto existen dos
posiciones que se ponderan mutuamente al existir aborto por violación sexual; el
derecho a la vida y el derecho a la libertad, siendo esta última de jerarquía superior
en vista que la violación sexual representa un grave atentado contra la libertad de
la mujer. Y considero que los derechos que se vulneran a una mujer son los
siguientes: Primero, Derecho a la autonomía. Hace referencia a la decisión
unilateral de la mujer para optar por un aborto y si es que ello no se permite
constituirá una afectación al derecho a la autonomía de las mujeres. Segundo,
Derecho a la salud de la mujer. En principio explora si realmente el impedimento
de aborto termina afectando la salud de la mujer por cuanto se verá obligada a
asistir a procedimientos inseguros. Asimismo, se considera la posibilidad de que
se afecten la salud emocional en el caso que la madre finalmente tenga a su hijo y
se la obligue a criarlo, pese a representar evidencia de la violencia que sufrió.
Acceso a la salud pública. Observa la posibilidad de que la mujer en estado de
embarazo no accede en condiciones de equidad a cualquier establecimiento de
salud por su condición de mujer por cuanto cualquier tratamiento prescrito deberá
estar condicionado a la salud del concebido. Estos derechos se salvaguardan al
despenalizar el aborto de las víctimas de violación sexual.
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(2011), entre ambas doctrinas prevalecen el concepto de persona moral y persona
legal. El primero hace alusión a la persona antes del nacimiento y el segundo, a la
persona después del nacimiento. La figura de persona legal es más fácil de
evidenciar pues solo se requiere comprobar que se ha nacido y se ha separado
físicamente de la madre; más la figura de la persona moral es más compleja.
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Por eso, según el Centro de Derechos Reproductivos (2015) el deber de los
Estados de garantizar acceso a servicios e información sobre anticoncepción” se
concluyó que el derecho a planificar la familia se encuentra reconocido
explícitamente en el derecho internacional. Además, se sustenta en las garantías
internacionales a la vida, a la salud, a la intimidad y a la no discriminación. Las
obligaciones de los Estados en este ámbito incluyen asegurar el acceso a la
anticoncepción, protegiendo el derecho a tomar decisiones informadas. De la
misma manera, es fundamental y deber del Estado tener políticas claras de
planificación familiar, respetar la autodeterminación de hombres y mujeres
cuando deciden planificar su vida reproductiva, y el derecho que tienen de no tener
interferencias en su decisión.
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CONCLUSIONES.
Hablar del aborto en el Perú, como en todos países que lo prohíben, implica referirse
a una realidad esquiva, dolorosa y clandestina que afecta a decenas de miles de
mujeres, que mata y deja secuelas crónicas y permanentes en la salud y la capacidad
reproductiva de un número importante de ellas. Así mismo, está demostrado los
miles de abortos que se realizan en el Perú, esto genera un circuito clandestino, una
suerte de mercado oculto que trafica con la angustia de las mujeres, que favorece
una forma particular de corrupción y las coloca en una situación de particular
vulnerabilidad, perjudicando a las que tienen menos recursos porque no pueden
cubrir el costo de un aborto en condiciones seguras. ya que el embarazo no deseado,
que no logra transformarse en una maternidad gratificante por ser producto de una
violación, al contrario, marca psicológicamente a la mujer y deja secuelas en los
hijos. De allí la importancia de que el embrazo y la maternidad consecuente, sean el
fruto de un acto voluntario, libremente decidido y no producto de una imposición.
Por ello, lo que aquí plateamos no debe ser visto ni interpretado como un alegato o
favor del aborto. No queremos que las mujeres aborten, lo que pretendemos es evitar
que tantas mujeres se vean involucrados en situaciones de enorme riesgo para su
vida y su salud por el hecho de tener que recurrir a la práctica clandestina del aborto.
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virtud de la postura que asume la sociedad al satanizar el aborto con argumentos
cuyo grado de validez es deficiente.
Finalmente, se tiene que el fundamento que sirve como base para la despenalización
del aborto es el respeto a los derechos sexuales y reproductivos, así como la libertad
de la mujer; lo cual significa que debe tener suficiente autonomía para decidir sobre
su cuerpo y más aún cuando el embarazo es producto de una violación sexual. Es
decir, nuestra postura cuenta con fuertes pilares constitucionales consagrados en el
Artículo 2° de la Carta Magna peruana, por causa de esto ningún ser humano dentro
de un Estado de Derecho puede recibir medidas restrictivas sin razón válida alguna,
que atenten contra el núcleo duro del derecho fundamental a la libertad. Es así que,
el derecho a la planificación familiar como manifestación de libertad de decisión
referente a los hijos que la mujer desea tener y el derecho de no recibir interferencias
en su decisión, debe ser respetado. Por esto, el Estado en lugar de imponer
prohibiciones legales, debe entender que es el único que cuenta con los medios para
salvaguardar la salud física, emocional de la víctima y lograr el acceso a un sistema
de salud en condiciones de equidad.
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