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Ensayo La utopía, La ciudad y la maquina.

Juan Daniel Cuenca

Urbanismo 4

Universidad Antonio Nariño

Villavicencio/Meta.
Según Platón existía un modelo de ciudad ideal el cual consistía en cerrar la ciudad y restringir el
numero de personas que la podían habitar, pero al darse cuenta que la ciudad tiene su desarrollo
van surgiendo una serie de dudas acerca de este modelo de ciudad donde se pretendía que todos
se conocieran con todos dentro de un espacio restringido sin la posibilidad de poder expandirse
porque se podría correr el riesgo que la ciudad misma perdiera el control y no pudiera abastecerse
por si misma. Estos modelos de ciudad se desarrollaban en un espacio de tierra muy restringido y
era algo muy personal, por lo cual no permitía el avance de las sociedades que allí habitaban, se
empiezan a presentar una serie de clases y divisiones sociales lo que hacía aun peor el vivir y el
desarrollo interrumpido dentro de la misma.

Aunque la influencia de Platón es la primera que acude a la mente al pensar en las utopías, es
Aristóteles quien se ocupa de manera más definitiva de la estructura real de una ciudad ideal, de
hecho, podría decirse que el concepto de utopía impregna cada página de La Política. Para
Aristóteles, como para cualquier otro griego, la estructura constitucional de una comunidad política
tenía su contrapartida física en la ciudad, por ser en esta donde los hombres se unían, no sólo para
sobrevivir al ataque militar para enriquecerse por medio del comercio, sino también para vivir de
una mejor manera posible.

Un determinado tipo de ciudad, podría ser comparado con no sólo en términos de poder sino en
términos de valor e ideal para el desarrollo humano. Por una parte, Aristóteles consideraba la polis
como un hecho natural, puesto que el hombre era un animal político que no podía vivir solo, a
menos que fuera una bestia o un dios. Sin embargo, era igualmente cierto que la polis era un
artefacto humano; su constitución heredada y su estructura física podían ser criticadas y
modificadas por la razón.

En estos modelos de ciudad se crea una maquina la cual hacia que el orden en la ciudad se
mantuviera y que esta misma pudiera mantenerse en constante desarrollo sin sobrepasar los limites
establecidos por los altos mandatarios, esta máquina tenía valores humanos y hoy en día se
mantiene un concepto vivo de la maquina arquetípica de antes conocida como: el ejército o
maquina militar. Antes de que surgiera la máquina de vapor y diferentes maquinas que no tienen
un valor humano se necesitó una máquina que ayudara a mantener el control y la paz dentro de
estas ciudades utópicas que no eran mas que un sueño de unos pocos.

Durante gran parte de la historia hubo dos factores limitadores que tuvieron en jaque a la forma
militar negativa de la máquina invisible: en primer lugar, su inherente tendencia a producir en
quienes gobernaban la máquina delirios de grandeza que acentuaban todas sus potencialidades
destructivas y llevaban, de hecho, a una repetida autodestrucción colectiva. La otra condición
limitadora consistía en el hecho de que este régimen autoritario era desafiado pasivamente por la
arcaica, democrática y vitalmente conservadora cultura campesina, a la que ha pertenecido siempre
la mayor parte de la humanidad; y durante el último milenio, el desarrollo de formas de asociación
voluntaria, en la sinagoga, en la iglesia, en el gremio, en la universidad y en la ciudad autogobernada,
socavaron el incondicional y decisivo ejercicio de la soberanía necesario para montar la máquina
invisible.

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