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todavía. Más aún: cuanto más se ama a Dios más se experimenta individualista: «santo» para contemplarse en una imagen positiva
como un deber, como algo natural, amar al prójimo: es, en el de sí misma y ganarse su salvación. Corre el riesgo de hacer de
fondo, el mismo amor. En cambio, quien juega con los su virtud -real o presunta- un ídolo del que vanagloriarse (cfr. Lc
sentimientos, a pesar de las «declaraciones de amor» de los 15, 11-12), un título que le permite estar a bien con Dios y
tiempos felices, en realidad ama poco a Dios y, además, con un considerarse mejor que los demás, y que le lleva más a instalarse
amor platónico e inconsistente. Y lógicamente tampoco amará en que a crecer: normalmente no va más allá de la regla, no es
serio a los demás. Es otra de las contradicciones típicas de esta precisamente el tipo que se arriesga... Y, si alguna vez lo hace,
ilusión: en realidad, la sentimental es una persona que ama poco. O entonces se siente un héroe (o una víctima).
se refugia en un espiritualismo desencarnado, creyéndose amar a
todos pero sin amar concretamente a ninguno, o quiere de una Dios, en esta lógica retorcida, debería ser el que premia o castiga
forma instintiva, apegándose a aquellos de quienes espera lograr según rígidos criterios de justicia (humana), sin rebajas para nadie,
afecto, y al final obligará a Dios a dividir el sitio, en su corazón, con dando estrictamente a cada cual aquello que se merezca. Un poco
muchos otros amores en continua competencia entre sí. ¿Qué lo contrario del buen padre del hijo pródigo (Lc 15, 11-22) o del
experiencia de Dios podrá ser ésta? Será, más bien, experiencia dueño de la viña que da la misma paga a los obreros de la primera
del caos que se lleva dentro y, en el fondo, una ilusión, un engaño. y de la última hora (Mt 20. 1-16), suscitando las iras
respectivamente del hermano mayor y del obrero de la primera
b. La ilusión moral hora...
La ilusión moral se da cuando se absolutiza la voluntad. Se parte de 2. Es incapaz de reconocer sus límites. Tener defectos le parece algo
este presupuesto: para tener experiencia de Dios basta hacer que desentona con su narcisismo moral o con su pretensión de
determinadas cosas, cumplir un determinado código de suficiencia. Intenta entonces negarlos, minimizarlos, proyectarlos
comportamiento moral, celebrar ciertos actos de culto, imponerse una sobre otro, o... marginarlos totalmente, pretendiendo extirparlos de
ascesis... Hecho esto, «¿qué me falta aún?» (cfr. Mt 19, 20) Pero la raíz de su persona. La verdad es que no sabe acoger, más allá
también esto lleva a la ilusión, porque invierte el sentido de la relación de su pecado, una misericordia que se le entrega de un modo
persona-Dios. En efecto, experiencia de Dios significa, totalmente gratuito; le resulta difícil o le parece absurdo vivir su
fundamentalmente, que Dios se inclina sobre el persona, el Creador va pobreza como ocasión de gracia en la cual sentirse amado-
al encuentro de su criatura. Por eso es puro don de Dios. La persona redimido-perdonado por la ilimitada ternura del Padre. Es uno de
puede, solamente, prepararse para recibir este don. Con gratitud, con los noventa y nueve «justos» que... no tienen necesidad de
plena conciencia de sus límites, con alegría por la misericordia conversión (cfr. Lc 15, 17): no dan nunca a Dios la posibilidad de
recibida. Tres actitudes que faltan casi totalmente en la persona «yo lo hacer fiesta en el cielo y ellos mismos no saben gozar o gozan
hago todo». muy poco de su paternidad.
1. No sabe decir gracias. Cuanto posee es suyo, fruto de su esfuerzo 3. En el intento de ignorar o disminuir la realidad de los propios
y de sus renuncias. Llevada por esa sugestión, ve incluso la límites, esta persona retorna continuamente y siempre con mayor
santidad y la relación con Dios en esta óptica narcisista- fuerza a la ley puntillosamente observada y se hace un legalista-
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perfeccionista. «Observante» perfecta en lo externo, a menudo encasillado dentro de pobres esquemas cognoscitivos humanos,
incluso rígida consigo misma y con los demás, en su interior es «conquistado» de una vez por todas, le corresponde un persona
pobre en pasión y en entusiasmo: a veces fría e incapaz de gozar reducida a pura racionalidad, que se considera tanto más capaz de
de la vida y de su opción vocacional, acaba por convertirse en una comprender lo real cuanto más inmune esté a la «contaminación» del
triste observante. En efecto, su energía está demasiado ocupada sentimiento y a las imposiciones de la voluntad. Las consecuencias
en el esfuerzo perfeccionista como para poderse apasionar, negativas son importantes. La persona racionalista:
viviendo una intimidad profunda con el valor. Es, además, persona
realista a quien le gusta tener los pies en la tierra, prefiere 1. No tiene el sentido de la transcendencia y, menos aún, del
protegerse de los sentimientos (nunca se sabe...), procurando misterio. Mientras que la persona verdaderamente religiosa
sobre todo estar ocupado, sin perder tiempo en pensar demasiado descubre su vida llena de una presencia divina evidente y
en... En suma, mente y corazón no están suficientemente escondida, envuelta en un misterio que supera ampliamente
implicados, y aunque multiplica los actos de culto, celebrados nuestras capacidades cognoscitivas, cargada de un significado
siempre con atención escrupulosa, no se deja atrapar por el que transciende el mero existir dándole, sin embargo, un sentido,
misterio que celebra, establece un contacto sólo superficial con lo la persona racionalista reduce todo a la medida de su pensamiento
divino, honra a Dios con los labios pero el corazón está, en y de sus propios conceptos. Considera, en el fondo, humillante y
definitiva, «lejos» (Mt 15, 8). Y si bien se impone duros esfuerzos menos perfecto tener dudas o admitir que no comprende;
ascéticos, parece hacerlo más como estoica que como consecuentemente, decide que para ella todo está claro. Es
enamorada. alguien que lo sabe todo sobre Dios, que no ha tenido nunca
problemas de fe, siempre dispuesta a dar explicaciones (aunque
No hay en todo esto mala voluntad, es más, se da incluso en el fondo no convenzan a nadie). En efecto, es una persona
voluntarismo, es decir, exceso de voluntad; pero es precisamente incapaz de entender a alguien que tenga dificultades o dudas. Su
esto lo que debe ponerse en discusión, para hacer sitio también a fe es como una fórmula que lo resuelve todo de un modo
los otros componentes del alma humana. Además, la buena expeditivo; cuando a veces, lo sabemos bien, creer es
voluntad no basta: es muy difícil que uno pueda resistir a la larga simplemente ser capaces de caminar en la oscuridad, y siempre,
en un esfuerzo espiritual exigiéndose a sí mismo hacer las cosas en todo caso, es aceptación de un misterio que nos supera.
sólo porque debe y quiere hacerlas. Antes o después se cansa y
abandona (si no cae en un agotamiento nervioso). Es precisamente entonces cuando la persona entra en contacto
con Dios: cuando, reconociendo la propia incapacidad para
c. La ilusión intelectual comprender, conserva en su corazón cuanto no entiende y acepta
permanecer frente al misterio. Como el Corazón de María (cfr. Lc
Se da también la persona «todo cabeza». No en el sentido de que 2, 19. 51). Ese «permanecer» que la mística cristiana llama
tenga un coeficiente intelectual excepcional, sino porque no ha adoración y que es incomprensible para quien sólo cree en
desarrollado adecuadamente su propia capacidad de amar y de silogismos o reduce a Dios a una ecuación.
querer, y sostiene que conocer a Dios es una cuestión sobre todo
especulativa. A un Dios reducido a mero objeto de conocimiento, 2. Quien sabe adorar descubre el corazón de Dios y se abandona en
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él. Percibe su vida en las manos del Padre y deja que sea él quien realidad transcendente y se deja transformar radicalmente por Él. Es, por
la dirija y la conduzca donde quiera. Quien no adora no puede tanto, un camino, una condición habitual de vida más que un momento
conocer a Dios ni se deja amar por él. En el fondo tiene miedo de único limitado en el tiempo.
él y acaba por tener miedo incluso de su propia vida. No acepta el
pasado, trata de controlar el presente, mira con aprensión el futuro Es un camino que atañe a todos, creyentes o no, aunque las
(cfr. Mt 6, 25). Todo lo que no conoce con seguridad es para él un características sean distintas. Para quien ha hecho de Dios la razón
problema: querría saber y comprender para programar y prever. Y principal de su vida, convertirse significará llevar adelante este proyecto
entonces corre y se afana. No tiene el sentido del abandono. Tiene con fidelidad y constancia, superando las fáciles tentaciones de cómodo
su vida muy bien agarrada en sus manos y la rodea de un filtro de inmovilismo o de la áurea mediocritas. Incluso los maestros espirituales
«seguridades» controladas directamente por él. Dios es una de hablan, a este respecto, de una doble conversión para la persona
éstas: una certeza teórica que asegura la mente, pero que deja consagrada y para el creyente comprometido: una primera de la que nace
frío el corazón y exige poco a la voluntad. el propósito de dedicarse al servicio del Reino; una segunda que impulsa
al sujeto a entregarse enteramente a Dios en el camino de la santidad.
La fe de una persona así es sincera, férrea, pero es también una Muchos, por lo que parece, se detienen en la primera, en un proyecto de
fe pobre. Aunque no hay en ella malevolencia ni mucho menos servicio en sí positivo, pero que no cambia a la persona. En otras palabras:
rechazo del Absoluto, es una persona que pretende creer sólo con no se convierten nunca del todo, continúan viviendo con su estilo de
la cabeza, excluyendo el corazón y las obras. Y también esto es siempre, sólo se da un cambio aparente. ¿Por qué es tan difícil
una ilusión, un engaño. convertirse? Porque, una vez hecha una opción existencial de fe, uno se
siente enseguida en la categoría de los justos, no necesitado ya de
Nuestra fe puede estar contaminada por alguna de estas ilusiones. penitencia ni conversión. ¿Cuales son las fases y los componentes de la
No es un drama darse cuenta de ello y admitirlo; incluso puede ser conversión?
el comienzo de la liberación. Engañar significa también «burlar» y
ninguno de nosotros pretende burlarse de Dios. Sería muy a. Conversión y transcendencia
peligroso. Nos lo recuerda también san Pablo: «No os engañéis; de
Dios nadie se burla...» (Gal 6, 7). Somos «familia de Dios» (Ef 2, 19), vivimos en su casa. Hijas del
Padre, le sentimos presente en nuestra vida, más íntimo que nuestra
2. La decisión de convertirse propia intimidad..., o al menos así lo deseamos. Esto es, ciertamente,
muy hermoso. Pero a veces puede hacernos perder o confundir el
En el camino que nos lleva desde las ilusiones a la auténtica experiencia de sentido de la realidad de Dios. Comprometidas como estamos en
Dios hay un paso obligado: la conversión. Es imposible conocer a Dios, hacernos cada vez más expertas en las cosas de Dios, terminamos
«experimentarlo», si no se está dispuesto a cambiar de vida. Aclaramos por habituarnos a ellas: ya no nos asombramos frente a las maravillas
enseguida: no hablamos de la conversión imprevista del ateo, ni siquiera que realiza en nosotras y a nuestro alrededor, no nos sentimos
de la conversión excepcional y prodigiosa que leemos en la vida de algunos suficientemente provocadas por su Palabra, que día a día nos revela
santos. Nos referimos a ese proceso lento y discreto que se da en la algo nuevo sobre nosotras y sobre Dios, y entonces no consideramos
existencia de quien encuentra a Dios, lo descubre cada vez más como tan urgente la necesidad de cambiar. Es como si hubiésemos
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encontrado el modo de meterlo dentro de esquemas lógicos y es necesario. No se trata de un presuntuoso perfeccionismo moral, ni
racionales en los que es fácil creer conocerlo, amarlo y servirlo, como si de esfuerzos sobrehumanos a realizar estoicamente por voluntad de
fuese un amigo cualquiera, sin especiales pretensiones ni exigencias una ley. Es una consecuencia lógica e inevitable de la irrupción des-
imprevisibles. Y recaemos así en alguna de nuestras ilusiones... concertante de lo transcendente en la propia vida. Cuando Dios se
revela a una persona, todo lo demás pierde valor o asume un valor
La conversión echa por tierra esta atrevida pretensión. El camino de nuevo, distinto, inesperado. Es como si los propios ojos se abriesen y
quien se convierte comienza con el descubrimiento de que Dios está nuestro mundo anterior se decolorase y alejase. Lo que en un tiempo
más allá de las cosas y es mucho más grande que nuestros proyectos era tan importante para sentirse realizadas se descubre que ya no lo
e ideales. Es totalmente distinto de las imágenes que nos hemos es, porque de hecho ya no nos realiza; cuanto parecía indispensable
hecho de él y transciende infinitamente nuestra realidad de criaturas. para ser felices se revela incapaz de proporcionar verdadera alegría;
No puede ser comprendido ni explicado por nuestra lógica miope, ni aquel afecto que colmaba el corazón y del que no parecía posible
alcanzado por nuestros sueños de fácil intimidad... desprenderse se manifiesta en realidad demasiado pobre para un
corazón llamado por Dios a enamorarse de Él...
Es esfuerzo y novedad de cada día, no un problema ya resuelto hace
tiempo. Es Dios, no una criatura; y sus caminos no son nuestros Es la “experiencia de la basura”, vivida por aquel gran convertido que
caminos... El día en que esta verdad se hace certeza profunda, la vida fue Pablo de Tarso: «Pero lo que entonces consideraba una ganancia,
comienza a cambiar. La percepción del totalmente Otro modifica ahora lo considero pérdida por amor a Cristo. Es más, pienso incluso
radicalmente la percepción de nosotras mismas, de nuestro camino de que nada vale la pena si se compara con el conocimiento de Cristo
vida, de nuestra relación con lo absoluto. Frente a este Dios Jesús, mi Señor. Por él he sacrificado todas las cosas, y todo lo tengo
transcendente se descubre que la única respuesta válida es la por estiércol...» (Fil 3, 7-8). Hay un momento en la vida en el que «las
transcendencia de sí y del propio mundo. O sea, la conversión, ese cosas de antes» tienen que parecernos estiércol: si no tenemos el
paciente proceso de transformación que exige valor, invade todo el ser coraje de llamarlas así, corremos el riesgo de no convertirnos nunca,
y se articula en fases precisas. de no renacer nunca a una nueva vida.
b. «...ahora todo lo considero pérdida...» Si en un momento dado no nos da náuseas un cierto modo de vida,
terminaremos contentándonos con una vida vieja, cansada, repetitiva,
La luz que inunda a quien se abre a la transcendencia divina le hace monótona por mediocre; no seremos nunca «personas nuevas».
descubrir progresivamente los falsos dioses del pasado. Criterios de
acción, jerarquías de valores, interpretación de la realidad, simpatías y Pero, ¿por qué «estiércol... pérdida... náusea»? San Pablo diría «por
vínculos diversos a personas o cosas... todo puede funcionar en amor a Cristo..., comparado con el conocimiento de Cristo Jesús».
nuestra vida como ídolos, que parecen satisfacernos pero nos Pero hay además otro motivo, más a ras de tierra y más accesible y
traicionan después. Cuanto más realmente entramos en contacto con convincente para quien está en los comienzos de un camino de
el verdadero Dios, tanto más sensibles nos hacemos a todo aquello conversión (¡¿y quién no lo está?!): el estilo de vida precedente, en un
que nos pueda alejar de él de una forma u otra... Y nos hacemos determinado momento, aparece contradictorio y frustrante, no sólo
exigentes con nosotras mismas, incluso duramente exigentes cuando porque impide vivir los valores de una forma auténtica, sino porque ni
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siquiera permite la satisfacción de las necesidades. ¡Por tanto, no del fracaso de un cierto estilo de vida crean en ella una exigencia
conviene vivir de esa forma! Ni desde un punto de vista espiritual ni profunda de cambiar. Pero es necesario que vayan juntas provocación
desde un punto de vista psicológico: en efecto, cuando se vive en espiritual y experiencia psicológica: cada persona sentirá aún más
función de las necesidades, lo más fácil es que, antes o después, profundamente la necesidad de liberarse de la esclavitud. Y podrá
estalle un conflicto entre esas mismas necesidades (si, por ejemplo, comprender que tal liberación implica la inversión existencial de los
alguien quiere satisfacer la necesidad de ser el centro de atención para criterios de fondo sobre los que ha construido su vida. Es,
conseguir estima por parte de los demás, pero al mismo tiempo siente evidentemente, una fase negativa que deberá llevar en concreto al
la exigencia de ser amada, en ciertas ocasiones deberá decidir cuál de abandono de costumbres, a la renuncia a gratificaciones consideradas
las dos necesidades satisfacer, o la de sobresalir aun a costa de los anteriormente lícitas, a la ruptura de ciertos vínculos, al rechazo de las
demás, o la de depender afectivamente); además, y esto pasa ilusiones... Por otro lado, el camino de la conversión no es una cura de
siempre, la satisfacción de ciertas necesidades más significativas (de belleza espiritual, ni un simple y vago «reajuste general» de la situa-
agresividad, de dependencia afectiva, de exhibicionismo, de valoración ción, sino transformación, renacimiento, y también, por tanto, muerte.
externa, etc.) no sacia la sed sino que la aumenta, crea cada vez más
dependencia y esclavitud, puesto que la necesidad se hace cada vez Se necesita mucho valor, es cierto, pero se necesita aún más para
más exigente y la «dosis» debe aumentar progresivamente, mientras seguir caminando.
que la satisfacción dura poco, es efímera y pasajera.
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vida…?).
Indicaciones para el
TRABAJO PERSONAL
Objetivo
Profundizar de nuevo en la experiencia de encuentro persona con Dios tratando de
identificar “desde dónde” realizamos esa experiencia y dar pasos de cara a la
unificación personal.
Método
1. Antes de comenzar tu trabajo personal por escrito, invoca al Espíritu
Santo. Él es quien nos da el conocimiento y nos pone en la verdad. Pide
humildad y sinceridad.
¿Y tú, con cuál de ellas te identificas más? Describe las razones y las
conductas que así lo confirmen. No te juzgues. Simplemente presta
atención a tu manera de ser. Esto será tema de acompañamiento espiritual.