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Fernando Castillo Valdez

Una novela de José Bianco


UNAM/FFyL
Literatura Iberoamericana 4
Imparte: Dr. Alberto Paredes

El epígrafe gongorino da indicios necesarios para comprender el desenlace de la obra: “[…]

sombras suele vestir de bulto bello”. Lo bello, Jacinta. Las sombras, aquellas penumbras

misteriosas de la muerte. Con tal tiento han sido colocadas las palabras en la novela de José

Bianco que recorreremos: Sombras suele vestir.

En este breve viaje por la novela de Bianco, procuraré analizar algunos aspectos de

manera específica: primero, la construcción temporal de la narración. Sombras suele vestir

transgrede la continua línea del tiempo; el hilo conductor es laberíntico. Es decir, esta

novela no transcurre de manera secuencial. La voz que inicia el ocurrir de la acción es la de

dos personajes. No sabremos de quiénes se trata hasta casi el final de la obra en donde los

diálogos aparecerán de nuevo. Así, inicio y desenlace (no final) son el mismo; sin embargo,

la obra no es cíclica (ni pretende serlo). Más bien, dicha estructura parece mantener el

suspenso en la narración, pues fomenta una reacción espectante en el lector que no logra

encontrar a los dueños de estos diálogos hasta muy avanzada la novela.

Además de la estructura suspensiva, y una vez superada la voz de los personajes, la

voz narrativa hace su aparición: es una voz que narra los hechos directamente; no se detiene

en descripciones detalladas, va al grano, describe situaciones centrales para la totalidad de

la obra y objetos relevantes para las mismas, no gasta recursos en descripciones digresivas.

Con esto procuro llegar a un aspecto temporal importante: ya que ha narrado un momento

concreto, no se detiene para relatar transiciones. El tiempo de la narración está construido


por lapsos que no requieren de palabras que los unan entre sí, no se transita de manera

lineal: una acción concluye con un punto y comienza otra sin preludio.

El médico de barrio, a quien doña Carmen arrancó de la cama esa madrugada, diagnosticó

una embolia pulmonar.

La ceremonia fúnebre se llevó a cabo en el primer departamento, al lado de la puerta de

calle, que con ese fin cedió la vecina.

No se narra una agonía que cambiaría el ritmo de la prosa, el ritmo de las accioes; no se

narra lo periférico, simplemente ocurre.

Por otra parte, después de esa segunda aparición de los diálogos que mencioné el

tiempo vuelve a ser protagonista del relato. En una novela convencional que utiliza el

suspenso como hilo conductor de la historia, el final del relato representa el final del

suspenso mismo; en Sombras suele vestir, el suspenso se hace más fuerte cuando el final se

acerca, e incluso una vez que nos hallamos frente al punto final, la historia no ha sido aún

esclarecida y, por lo tanto, el suspenso no acaba al mismo tiempo que la lectura. ¿Stocker

pasó el tiempo con Jacinta muerta? ¿Stocker quedó loco y la imaginaba? ¿Lucas realmente

vio a Jacinta o sólo escucho al loco Stocker hablar con ella? Así podríamos enunciar una y

mil preguntas más, podemos pensar que José Bianco ha logrado extender el tiempo de la

historia al tiempo nuestro, que tal vez es posible llamarlo: tiempo “real”.

Hasta aquí el análisis de algunos rasgos temporales de la novela. Ahora quiero pasar

a la parte interdisciplinaria de la misma o, mejor dicho, a un elemento interdisciplinario que

es central en el desarrollo y en la comprensión de algunos momentos. Me refiero, por

supuesto, al papel nuclear de la aparición de Las dos cortesanas de Vittore Carpaccio.


Ahí estaban las medicinas de su madre, un frasco de digital, un vaso, una jarra con agua.

[…] los ojos, de un gris indeciso, habían envejecido antes que el resto de su persona.

“Tengo ojos de muerta.” […]Durante un segundo su memoria giró en el vacío. En un

cuadro, tal vez. El vacío se fue llenando, adquirió tonalidades azules, rosadas. Jacinta

apartó los ojos del espejo y vio abrirse ante ella un balcón sobre un fondo nocturno; vio

ánforas, perros extáticos, más animales: un pavo real, palomas blancas y grises. Era Las

dos cortesanas, de Carpaccio.

Quizá se me permita retomar lo que dije de las transiciones: está el digital, hay un

vaso y una jarra con agua, y la narración continúa. No es necesario que la voz narrativa nos

aclare que se ha consumado el intento de suicidio. Esta novela de Bianco incluye al lector

en el ritmo narrativo que omite los nexos que consuman los hechos y, para cuando la

escena aparece, la prosa ya nos ha acostumbrado a leerla así, asumiendo la conclusión de

las acciones.

Después de la digresión que se me ha permitido, regreso al papel central de Las dos

cortesanas. El cuadro de Carpaccio aparece en el momento justo de la muerte de Jacinta. Es

la última escena que logra percibir. Dos mujeres, como ella y su madre, ahora muertas, y un

pequeño niño que representa a Raúl. La tediosa historia de su vida resumida en una pintura.

Una pintura que adquiere un carácter casi animado, aparece en la novela y la vemos en

movimiento. Haciendo un esfuerzo, incluso podemos reconstruir a una de las cortesanas

tomando la última gota del vaso para tragar el digital.

Después de esta escena comienza la intriga. La voz narrativa aún nos cuenta a

Jacinta. Se aleja del inquilinato para vivir con Stocker y, entonces, un guiño para el lector,
refiriéndose a la mujer de Stocker que precedió a Jacinta: “Su mujer todavía habitaba la

casa (o mejor dicho el escritorio de la biblioteca) desde un marco de cuero.” La fotografía

de su mujer se conserva en el escritorio; sin embargo, Jacinta ha llegado, por lo que, más

adelante, en un momento que no puede pasar inadvertido: “Sweitzer lo esperaba en la

biblioteca, examinando una reproducción en colores de Las dos cortesanas que habían

colocado sobre el escritorio, en un marco de cuero.”

El mismo marco de cuero que antes resguardaba la fotografía, ahora resguarda una

reproducción de la pintura de Carpaccio. La visión última de Jacinta, la imagen del último

momento de agonía ahora habitaba la casa. ¡Y en qué lugar! De nuevo hallamos una

poderosa intriga. Tal vez Stocker ha estado viviendo, no sólo con una mujer difunta, quizá

con la Muerte misma.

Hasta ahora, hemos dado un repaso pertinente por la estructura temporal y el

protagonismo de una pintura en esta novela. Entiendo ambos puntos como dos elementos

imprescindibles. Para leer esta novela, hay que tomarlos en cuenta.

Ahora quiero entrar de lleno a un aspecto que, si bien no es fundamental para

acercarse a la novela, sí es necesario plantearlo para entender el contexto en el que se

inserta la producción de una obra con tales características: temporales y anecdóticas.

Al analizar la forma y el contenido de Sombras suele vestir, no pude evitar

compararla con otros dos relatos. La comparación que hice no es cualitativa, ya que me

resulta innecesario e imposible pensar que entre los textos que mencionaré hay alguno

mejor que otro. Más bien, pensé en la gran similitud que guardan entre ellos, y me gustaría

dejar aquí una reflexión que quizá sirva para trabajos posteriores. Por un lado, encuentro
que esta novela de Bianco pudo ser directamente influenciada por un relato de los doce

reunidos en Escalas Melografiadas (1923) de César Vallejo. El relato es “Más allá de la

vida y la muerte”. En éste, como podemos inferir por el título, existe una línea muy delgada

entre la vida y la muerte del personaje y, de manera similar a lo que ocurre en la novela de

Bianco, Vallejo juega no sólo con el tiempo, sino también con el espacio; dejando, de esa

manera, un lugar abierto para la reflexión y la intriga. Así, no me parece descabellado

afirmar que Bianco pudo tomar ciertos rasgos de dicho relato a la hora de elaborar su

novela.

Ahora, encuentro enormes resonancias tanto de Vallejo como de Bianco

(específicamente me refiero a los textos mencionados) en la que para muchos es la mejor

novela mexicana: Pedro Páramo (1955). Sin duda alguna, para escribir esta novela, Rulfo

debió leer algunos textos que rompieran con algunas estructuras convencionales. En Pedro

Páramo, el acontecer temporal es quizá el elemento más complejo del libro. Las situaciones

acontecen sin momento específico, en un momento hay vida y al otro hay muerte sin que

suceda un evento particular. Muy similar a lo que ocurre con Jacinta después de tomar el

digital.

De nuevo, quiero aclarar que no pretendo poner uno encima de otro. Los tres

autores logran muy bien sus respectivos textos. Sin embargo, encuentro una influencia o

una similitud indiscutible entre los tres textos mencionados.

Así concluyo este breve acercamiento a la novela de José Bianco, Sombras suele

vestir es estructura y contenido, es Bianco y es Vallejo, Rulfo; reafirma la calidad del siglo

XX latinoamericano.
Bibliografía

Bianco, José, Sombras suele vestir y otros relatos. Ediciones Atalanta, Vilaür: 2013.

Paredes, Alberto: Las voces del relato, Universidad Veracruzana, México: 1987.

Rulfo, Juan, Pedro Páramo, Editorial RM, México-Barcelona: 2005.

Vallejo, César, Novelas y Cuentos Completos., Francisco Moncloa Editores, Lima: 1967.

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