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GUIÓN

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M•• (11lC no se haya hecho anteriormente. Con la cantidad de poli-


s que ha dedo a España esa región-hay que decido ram-
Mcn-¿cómo no despertó antes, es decir, cómo no se acordaron
antes de su propia tierra, de sus centros docentes técnicos, de
liS factorías, de sus comunicaciones, de su misma agricultura Y EL CENTENARIO DE LA
ganadería, de sus minas y ríos? Esta vez parece que va de ve-
ras. Todas las regiones de España se llenan de júbilo por ello
y se disponen a emular gallardamente.
SALMANTICEN~E y LA HISPANIDAD
Sólo pedimos a Dios y al Señor Santiago que en esos ruie-
vos emporios, que deseamos gigantescos, del saber y de la pro~
En los festejos acabados de celebrar, la voz Hispanidad ha
ducción, se desmienta española y cristianamente la detestable resonado con acentos menos dítírámbícos que los acostumbrados.
tradición de irreligiosidad O' indiferencia de las aglomeraciones Díríase que en los vetustos claustros salmanticenses se adelqa-
operarias. ¡Santo Apóstol, Patrón de España, no consientas que zaba esa voz, y lo que perdía en volumen o cuerpo lo ganaba en
la profunda y antiquísima religiosidad de esas regiones, que más elevación y tono. Se adaptaba al severo ambiente académico como
cerca están de tu santuario, sufra menoscabo, antes al contrario, cualquier otro ser de los que vagaban allá por entonces, sin ex-
cluir a las sombras de tantos pasados profesores ilustres, los Ne-
se purifique y encienda más y más! Grave responsabilidad ésta:
brija, los Navarro, los Vitoria, los Cano, Luis de León, Arias
para los dirigentes que entiend?n en todo este asunto .•. Al enhor- Montano, Bañez, Soto y otros más, hasta una legión, que también
nar se enderezan los panes ..;" , dice el refrán. Nos consta que el vagaban e imprimían al recinto un silencio reverencial casi sa~
caso se ha planteado con la mayor lucidez y preocupación. ¡Hay grado. .
gente tan buena en todas esas comarcas! ¿Qué no se podrá con- Claro que la voz en cuestión se refirió en ocasiones a la gran
gesta ultramarina y a la comunidad hispánica de ambos lados
seguir si se procede bien? Quitémosles todo pretexto para esa lo-
del Atlántico, pero se detuvo mucho más en el lustre de las cien-
cura de revolución atea que en sus entrañas detestan, pero a la cias filosóficas, filológicas, teológicas, escriturísticas del viejo cen-
cual se sienten a veces empujados por la injusticia. Qiue sean tro con las grandes enseñanzas del Derecho internacional que
felices con Dios para que nadie intente hecetles felices sin Dios. sus gloriosos maestros impartieron al mundo. Es decir, que en las
fiestas jubílares, Hispanidad adquiría el sentido sutil y espírí-
Amén. tualista que le da por ejemplo el Instituto de Cultura Hispánica,
y que es el que le dió en su día el primer inventor del término,
casi seguro que desde esa misma universidad Salmaticense-e-pro-
Iesor en ella desde luego--, bastante antes de que pasara a ser
..• el concepto festival y dinámico de Mons. Vízcarra para cele-
brar la fraternidad hispano-americana y aunar las almas de dos
hemisferios bajo la égida de la lengua de Cervantes.
Lo ocurrido ahora con el vocablo Hispanidad invita no solo
a dejar constancia del hecho que anotamos, sino a revisar su
significado, tratando de penetrar en su contenido, buscando su
interpretación genuina. Este término de tantas conmemoraciones
colombinas, ha tenido ya en Maeztu, en García Morente y en
el propio Vízcarra análisis varios, que le han dado amplitudes
y alteza de categoría histórica; pero que aún se presta a ulte-
riores elaboraciones, no hay duda. Y seguirá prestándose lnd
Ilnídamente mientras los estudios históricos, siempre en J'l'OHI'C¡;O,
vnyan esclareciendo la ímaqcn de los pueblos, yn que el tl'rllllno

)(1, CHN'I'I\NJ\IHO llIt I.A SAI.M!lN'I'IC;)(N1iJ

jl.MlIlIN 1II1J\1I'1'1~. R, 1. hn sabído conjugar el orden con la libertad. el ímpcrlnlísmo con


los bienes de la cultura.
IWn1dlltl qldl"I' "i'" l)t)1'tndo.c de los 1!l~ritos de una nación Cuando se dice Helenidad o Romanidad, en seguida saltan
11 tH.'.¡'Vit~illd., 1\III1'!'lw y de In Humanidad entera. Por lo mismo a la consideración rasgos eminentes de los pueblos griego y ro-
del1t! IU nyl'¡ '''!'lIdo no solo sobre un fondo aJ;Ilericano. que eqni~ mano, tal como la inventiva genial y el justo medio para el prí-
vnle n dm'I¡' c:nrf¡ctcr un tanto familiar Y destinarlo a fines de mero y el orden político bajo el imperio de la ley para el se~
(Illflllllltl III(crior, sino sobre un fondo universal. ante los dele- gundo, sin perjuicio naturalmente de que con los términos di-
!,,,loM l'UI'Opcos. asiáticos. africanos Y oceánicos. católicos o no, chos, a su sólo enunciado, se agrupen en la mente multitud de
vl'lddnfl (\ Sulamanca, Cosa que se conseguirá refiriéndola a aque- otras cualidades y méritos que glorifiquen a Atenas y a Roma,
lIwt C('lltros científicos. artísticos. filosóficos Y teológicos de la y sirvan para formarse su idea adecuada. Helenídad y Romani-
II dl'6poli por los que se mide el valor de la labor desarrollada dad son configuraciones ideales. conceptos sintéticos que han sur-
1
r \11'1'(\ de ella. La Complutense. la Salmanticense. la Conimbri~ gido no tanto a los golpes de una intuición fácil, sino como fruto
ll' JlHC. derecho. filosofía. teología, filología. con los genios de la de análisis lentos. de pacientes estudios históricos y sociales, y
novela y de la comedia. con las creaciones de la literatura po~ debe saberse emplearlos en un sentido que por su mismo rango
puluc picaresca Y el vuelo de los místicos. los pinceles de la cultural sea de uso restringido, casi científico, y desde luego siern-
l~Hcuela sevillana y la imaginería 'religiosa. los monumentos del pre técnico. De modo que a su simple formulación se suscite" en
gesticulante barroco y del austero estilo herreriano. \pueden Y de- las mentes la grande e inconfundible realidad de una cultura o
bcn asumir la representación de la Hispanidad en lo que ésta de una lucida contribución a ella. Con poco estrépito verbal, ya
,'cnga de más valor e interés. Hispanidad es mente y mentalidad que sustantivos de esta desinencia gramatical no gustan de hín-
mtes que brazos vigorosos o la obra de éstos; es voz académica chazones retóricas; tienen más bien un cariz abstractivo y de
más que frase de brindis. Si se quiere que continúe siendo lo se- algo estático, lucen coloración grisácea. Lo que se refiere a la
gundo. pues se presta a ello, que no sea sin dedicar a lo primero interioridad de las cosas, a las esencias en el caso. suele andar
la atención que se merece, según nos ha enseñado la celebración envuelt~ en alg,o sutil e ingrávido, 'ajeno a toda clase de ropaje
de la Salmanticense de los últimos días, literario que sólo serviría para quitarles su transparencia.
¡Quién no sabe lo que ha costado llegar a la valoración justa
* * * de las voces Helenídad y Latinidad! Como las historias, en el
pasado. nos entretuvieron casi siempre con relatos de brillantes
Suponemos sabida la accidentada aparición y circulación de hechos de armas, no se acertó a estimar la verdadera y alta con-
este vocablo Hispanidad en las letras Y en los diccionarios. tal tribución de Grecia y Roma al progreso, el que, preferentemente
como se expuso en dos artículos de esta rrrisma Revista. junio y al menos, no se cifra en las guerras pérsícas o en la conquista
julio~agosto de 1950. Suponemos asimismo conocidos sus siqni- de las Galías. Las ciencias históricas y fllolóqícas, tras 'de depu-
Rcados vulgares Y más obvios, su qraña y hasta su fonética se- rar las fuentes e interpretadas a la luz de las grandes Normas
gún nos explicó uno de los artífices de la Biblia Complutense, del progreso verdadero, nos hicieron ver que Grecia y Roma, en
Díeqo de Estúniga. en polémica con Erasmc. a propósito de si contraposición a los despóticos imperios de los sátrapas orien-
San Pablo escribió Hispania o Spania en la carta a los Romanos, tales. habían sabido combinar en su política la libertad con el
De todas formas, hoy, Hispanidad quiere significar algo sínqu- orden, originándose con ello el desarrollo de la personalidad y
lar y eximio, algo que pueda alternar con el significado de otras de los grandes bienes sociales que ennoblecen al hombre! La
voces de igual formación. vgr. Helenidad. Latinidad. una y otra Europa occidental les debe según eso no tanto la táctica de la
de grandes resonancias universales. falange macedónica o de las legiones romanas. como el rico pa-
Para codearse con estos dos términos gloriosos no bastaría trimonio de sus humanismos y de s.u ordenamiento jurídico. He-
haber acuñado el vocablo; hay que hacerlo acompañar de hísto- lenidad y Romanidad son pues la suma y cifra de la contribu-
rlal destacado y brillante, Pues a nadie se le ocurre, pongo por ción de dos pueblos privilegiados a la evolución ascendente del
oso. hacer de los Balcanes. Balcanidad, al menos como voz em- hombre; son, hablando con S, Agustín, los designios de la
parentada con las dos acabadas de recordar. Para su aceptación Providencia para que la predicación del Evangelio tuviera sa ...
y empleo p~ecisa cierta contribución notable a la civilización zón, y llegara en un momento superior de la cultura de los pue-
y (1 In marcha ascendente de las naciones. lo que sólo tiene lugar blos, Por la Helenidad y la Romanidad, entendidos estos vaca ...
l'\Ii1nc.1oun pueblo ha tenido un momento hegemónico en que ha blos en ,sus valores espiritualistas y humanos, es como mejor se
1l'llc)rnclo el curso de la historia. influyendo en ella o por las
dI' nl'laH. o por las artes. o por las letras, o por una política que
1OA<lIlIN IlW\U'I'II, S, l. I!J, CltNTllNAHlC> DI! lA ~;Ar.M"N'J'lCIlNSI

lJu'j'tln 1'1 curáctcr sobrenatural del cristianismo, pues las vino tiene además un tipismo tan sorprendente que llegaría a caruc-
t 1111Jll'J'(l)' ton ampliamente no ya sólo en su aspecto moral y re- terizar a un pueblo dando la medida de su virtualidad y de su
11\¡!oHo, sino en el reconocimiento mismo de la dignidad del horn- florecimiento, de su gran hora hegemónica. No hay sino con-
templar el concierto lingüístico de veinte pueblos con los An-
1m' y en la afirmación de su porción espiritual como elemento
rector de la civilización. Pero Helenidad y Romanidad dieron des como nervatura, el Amazonas y el Plata como torrentes
tnrnbíén ocasión para que más de un pensador alzase los ojos al circulatorios, la Cruz del Sur como corona, para dejarse arras-
lelo y preguntase cómo dentro del paganismo pudieran darse trar por la sugestión de su epos y declarar que allí se realiza y
OIlOS de tanta elevación doctrinal y moral como Platón y se- se resume el concepto de Hispanidad. Así 10 proclaman mu-
neca. y tanto brillo en las artes y en la política, en los edificios chos.
y en la administración ciudadana. Hoy mismo esas dos cateqo- Sujetando el vuelo de la fantasía, y dejando hablar a la ra-
rlas que llamamos Grecia y Roma, forman un conjunto huma- zón, se ve al momento que América que tanto sentido da a la
nístíco que el mundo moderno trata de copiar en no pocos aspec- voz -Hispanidad, no la adecúa. Hay un dicho entre los ingleses,
tos; y los separados de la fe cristiana, los que decimos descreí- que aunque banal a primera vista, hace ver el valor de la me-
dos, se esfuerzan en ver en ellas' el punto alto de la civilización, trópoli, del solar o entronque primitivo, sobre las expansiones y
1 "desideratum" de los empeños del hombre en pos de sus bíe- conquistas de un imperio en que no se pone el sol. Los ingleses,
nes superiores. Lo que viene a decimos, y es lo que pretendía- tan extravertidos cuando se trata de abrirse paso por el mundo,
mos con estas reflexiones, que las voces Helenidad y Latinidad, que han navegado por todos los mares y hollado los rincones
contrastadas con las Normas de la civilización, han subido de últimos del planeta, tienen declarado más o menos oficialmente:
valor. Antes no eran sino voces borrosas, sin contenido deter- La batalla de Waterloo se ganó en los campos de deporte de
minado; hoy, son nociones histórico-culturales perfectamente ela- Eton. Es decir, que ante la gigantesca máquina de su imperio,
boradas y descritas. puestos a forjar una voz que emparentara con la de Helení-
dad y Latinidad, y que podía ser por ejemplo Anglicidad, la fi~
jarían ellos en los centros de formación de sus dirigentes poli-
* * * tices, juristas y humanistas, Cambrídqe, Oxford, la Royal Socíe-
ty, la Sede de la Compañía de la India oriental; la querrían de-
¿Qué es pues Hispanidad? El concepto España de las cien- rivar del asedio que les pone el océano negándoles espacio vital e
cias históricas y de los tratados culturalístas, solo que más afl- íncitándoles a la aventura, de las virtudes económicas y cívicas
nado, cuando casi entra a ser objeto de la filosofía de la hísto- que les enseña una isla de malhumor ante clima y no muy abas-
ria. Es una condensación, una configuración ideal del alma na- tada de bienes, de la lectura callada de la Biblia. Allí donde se
cional que alcanza su florecimiento en el correr de los siglos y forja el espíritu tradicional no menos que progresista del britá-
se caracteriza como gran potencia cultural. Supone ella los es- nico y se le enseña a respetar a la persona, a conjugar la líber-
tudios históricos que antes se insinuaron, los que a su vez su- tad y el orden, debe verse la suma y cifra de la genialidad in-
ponen otros de sicología colectiva, según los han realizado es~ glesa. Lo otro, el despliegue de esa virtualidad en flores y frutos,
crítores eximios, vgr. Altamira y Madariaga. Estos estudios que en las aventuras de sus descubridores y la organización de los
intentan establecer el rasgo o rasgos de la persona moral que países conquistados por aquellos, es solo efecto, uno de los efec-
es la nación, se detienen sin embargo en el instrumento de las tos que produjeran raíces o radicaciones tan gloriosas.
realizaciones que integran la Hispanidad. Se quedan a medio ca~ Entendemos en consecuencia que América da sentido a la
mino. El alma nacional. con sus afecciones y repulsiones, con Hispanidad, pero no la plenitud de sentido. En la plasmación
los modos que tiene de actuar, es objeto digno de examen; pero de aquellas naciones entran factores anteriores al hecho amerí-
en sus procesos anímícos, por muy ricos e interesantes que sean,
cano, de menos espectacularidad si se quiere pero de máximo va-
no es todavía más que una posibilidad lejana de las maniíesta-
lor intrínseco. Lo nuclear de la Hispanidad no es la explosión
lones u objetívaciones en que se patentiza su obra. Hispanidad,
estrepitosa del Nuevo Mundo, que se resuelve en pura acción,
en consecuencia, es más que el sujeto o un examen de la síco-
sino las fuerzas que integran su ser metropolitano. Por ejemplo,
logia del sujeto.
la religión, la lengua, la legislación que se implantan. en Llltra-
Pero, ¿será ella más que la fundación de los pueblos ame-
mar son tres elementos que sin querer se refieren, el primero, a
rlcanos? Esta fundación, efectivamente, parece reunir en sí las
la fe de los monarcas y del pueblo; el segundo, a escritores como
ondícíones necesarias para cimentar nuestro concepto. Amérí-
Cervantes y Santa Teresa; el tercero, a la doctrina jurista de
('11, por de pronto, es una realización y de proporciones gigantes;
In IOAQIllN llHAl!'r)l, S. l.
EL CEN1'ENARIO DE LA SALMANTICENS

subrayan dos libros de


ha de interpretarse por la uní ... de mística, porque sería considerado como un espíritu sin sentí ...
miento estético profundo.
Ninguna de las maravillosas descripciones y comentarios que
hicieron los románticos del sentido religioso de las catedrales
_r Iubrá que proclamar al catolicismo como 'el carácter Iun-
debe omitirse, pues valen lo suyo; pero de seguro que no pasa .
lnmcntal de la Hispanidad, bien así como en párrafo elocuente
rán a los tratados de arte que exige un concepto del gótico den .
lo proclamó Menéndez Pelayo aglutinante -de la unidad nacio ...
tro del orden arquitectónico; esto es, dentro de las líneas mis .
'11017 El fenómeno catolicismo nos parece mucho fenómeno para mas de las edificaciones religiosas o profanas. Lo que pasará
rproptárselo pueblo alguno como privativo suyo; 10 que de no
a los tratados del ramo será la definición del gótico por el arco
ser así, no es más que una generalización, un rasgo genérico,
apuntado o la ojiva, por la verticalidad. Esta definición se dará
omo pueden decirnos otras naciones de Europa, cuya cultura, cuantas veces se quieran dar los caracteres del arte aquel, y ser .
omo muchas veces se ha dicho, sigue siendo cristiana a pesar virá no solo para los monumentos religiosos, sino para los pro .
de las apostasías oficiales.
fanos que también son góticos y también son bello s, sin exclusi .
Si todavía se nos dijera que el catolicismo como idea, como vismos hirientes ni apologética exagerada. La religiosidad cató .
sentimiento, como entusiasmo, hasta como exclusivismo, es una lica tiene campos propios donde quedar definida, sin hacerle des .
peculiaridad que solo existe entre nosotros durante la edad mo ... cender a terrenos que no le corresponden, al menos primordial .
derna, respondemos que este catolicismo, en su conjunto, debe mente. El gótico es arte edificativa y debe definirsela como tal.
ser objeto de la historia religiosa, pues. hunde sus raíces en algo y 10 que le venga del cristianismo que es mucho, se considerará
sobrenatural y extranacional, o si se quiere mejor, supranacio ... no como formalmente suyo, sino como inspiración o impulso,
nal, mientras Hispanidad las tiene en la geografía, etnología y aunque se nos diga que sin el cristianismo no se hubiera pro-
lingüística, esto es, en elementos naturales que la adscriben a ducido aquel, 10 que parece cierto.
la historia civil. Tomaremos pues a España como realidad apar ...
te, al menos en sus fundamentos últimos, permitíéndonos una es-
* * *
ecíe de separación entre la Iglesia y el Estado, exactamente
como por una gigantesca abstracción, el cristiano sumergido his ... ¿Qué es pues Hispanidad? Por segunda vez incidimos en la
tórica y vítalmente en el orden sobrenatural, estudia eso que pregunta, mas esta vez poniéndonos ya más cerca de la respues-
llama religión natural y moral natural, círcunscribíéndolas a la ta. Y no es poco haberIa preparado, aunque se nos tache de no
esfera puramente humana. saber ir derechos a la cuestión, pues hay ocasiones y esta es una,
La advertencia puede ser oportuna ya que es fácil divagar , en que la línea recta no es la más corta entre dos puntos.
sobre el catolicismo y la catolícidad, realidades muy genéricas Para las valoraciones de la cultura Irealizada y viviente, e
y por demás estudiadas, y dejar de concretar la Hispanidad, Hispanidad quiere ser eso, hay ciertos puntos aItos desde don .
concepto menos enucleado. Sobre todo que presentándola de de los doctos extienden la vista por el anchuroso campo histó .
buenas a primeras como programa religioso o estudio apologé . rico, examínándolo según ciertos módulos o criterios de orden
tico, se ilumina de luces vivas, muy movidas, y hasta se am . espiritual. Lo que se conforme con ellos, vale; lo que en la mar ...
bíenta en un aspecto de interés personalista y díscriminatívo cha de la humanidad suponga 'primacía del espíritu, cuenta; lo
muy humano, demasiado humano. Hispanidad, aun sin deseo no ... demás, ya veremos lo que es, muy poca cosa desde luego.
cer aquello en que el catolicismo la impulse o perfeccione, puede Si el hombre ha dejado de ser naturaleza y se ha hecho cul ...
estudiarse en campo neutral, o si se quiere mejor, civil. Recuér ... tura, es por haber entrado por las vías de la santidad a la que
dese 10 que pasó con el estilo gótico y los románticos. Dicho se vincula el sentimiento religioso, por las de la justicia que re ...
estilo sirvió entre éstos para un programa de batalla, maneján ... clama el orden moral y jurídico, por las de la verdad a la que
dolo con ímpetus agresivos, como si los demás estilos hubieran asignan las virtudes no éticas o de las ciencias, y por las de la
de pasar a la nada ante él. Toda la religiosidad de los medie- belleza que se realiza en las manifestaciones del orden artísti .
vales con la filosofía y la visión espiritual de la vida que les co. El mundo primitivo comenzó a llamarse mundo de la civili .
era peculiar, la veían retratada en las espléndidas naves ojiva- dad, cuando levantándose sobre las puras necesidades biológi .
les y en las agujas de sus torres. Y ¡ay! del que no dijera como cas y los instintos animales, fué sometiéndose a las cuatro for .
llos que aquel estilo era una plegaria petrificada, un tratado mas ideales que hemos recordado, la Religión, la Justicia, la Ver .
dad, y la Belleza. Sería difícil narrar la historia de este sornc .
IX ]OAQufN IRlARTE, S. l.
EL CEl\lTENARIO DE LA SALMANTICENSE \9

fnUgoso, pues es historia que se pierde en los orígenes


Planteada así la cuestión se ve en seguida dónde ha-i de
cI" 101-3 pueblos orientales más antiguos, pero al cabo de siglos el
buscarse las raíces y los constitutivos de la noción que nos ocupo,
11(>('hode un adelanto espiritual es patente. Ahí están las religio-
Decimos dónde, porque de momento nos quedamos en su lado
tH!S organizadas, el orden moral establecido por las leyes y la
formal sin pasar a determinar su contenido positivo.
costumbre, los conocimientos de la naturaleza y del firmamento,
Las raíces primitivas, y más' lejanas de la Hispanidad hace
los monumentos literarios y artísticos. Lo que no sea 'eso, aun-
tiempo que fueron señaladas e instintívamente, lo que quiere decir
que venga acompañado de esplendores de mando y ruido de trom-
que certeramente. Desde el siglo XVI, en que escriben Estuñiga
petas, cuenta poco para la humanidad. Las grandes conquistas
y García Matamoros, hasta fines del XVIIJ en que lo hacen Lam ...
de la historia, los movimientos bélicos más espectaculares valen
pillas y Masdeu, insisten los apologistas de España en nuestras
poco si no han sido vehículo de los frutos del espíritu. Las gue-
favorables condiciones geográficas para alternar con las naciones
rras pérsícas, cuantitativamente colosales, dieron al mundo es-
más cultas. Al hablar aquellos así, pudieron equivocarse en no
pectáculos de grandiosidad nunca vista, pero <.:ualitativamente
pocas de sus apreciaciones geográficas, fundadas como iban en
solo tienen significado en cuanto uno de los beligerantes, el grie-
go, defendía en ellas y sacaba triunfante el patrimonio de su autoridades tan flojas como Estrabón y Plínío, pero daban a
entender que, en sus días, los pueblos dependían del mundo fí-
superior cultura, amenazada por el rodillo de las masas asiáti-
sico y más concretamente de la temperatura, es decir, de las fa-
cas, El paso de aquellas multitudes desorganizadas y el de las
cilidades que da el clima para entregarse a las faenas del lujo
hordas de Atila o de Gengiskhan, es episódico para la historia;
no construyen ni se escalonan en el plan orgánico de la liber- mental. Según eso, enaltecían dichos autores las influencias at-
mosféricas, el brillo del sol. la diafanidad del aire, la calidad de
tad y el orden, no suponen contribución alguna a la afirmación
las plantas y los árboles, la nobleza de los animales. Factones
o difusión de ese plan. El gran valor de la conquista de los pue-
un tanto ingenuamente rebuscados, pero que no deben hacemos
blos por Alejandro o por César estaba en que, a pesar de sus
ambiciones personales, implantaban el imperio de la ley y de creer que la conformación del terreno y la geografía en general
la ilustración, llevando un sentido progresista a pueblos sumi- no manden en el ser de las naciones por el lado económico des-
dos en la inercia y pereza mental. Progreso que en sus últimas de luego, pero también por el formativo o educativo. Así lo han
consecuencias hubo de realizarse con la predicación del Evange- entendido, entre otros muchos, Pícavea y Cajal.
lio, 10 que supuso una renovación de ciertos resortes culturales, Tanto como la geografía, se analizó la étnica por los que tra-
directamente los que afectan a la voluntad, a la moralidad. a la taban de fijar los fundamentos de la Hispanidad, remontándose
religión, e indirectamente a toda la ordenación humana. en sus estudios hasta los primeros pobladores de la Península,
y discurriendo luego por la civilización de los tartesios, la dureza
Así y sólo así está mensurada la elevación de la humanidad.
Así está, lo indicamos antes, la Helenidad y la Romanidad, y ha e indomitez de Iosceltíberos, la latinidad culta de los contempo-
ráneos de Séneca, la mejor o peor calidad de los visigodos, la
de estarlo la Hispanidad. Mensurada por el culto de la Reli-
gión, de la Justicia, de las Artes' y de las Ciencias, siempre, pero gracia artística de los árabes. Punto de vista que todavía sigue
dando juego a los más modernos de los híspanóloqos, y que
sobre todo en el momento histórico en que se desarrolle su pri-
macía política y su misión rectoral de la historia. La cual misión como primigenio que es, entra perfectamente en los fundamentos
no es sino el espíritu que inspirado por las cuatro normas cultu- de la Hispanidad.
rístas, haya alentado en la metrópoli y en los países y continen- Pero al no ser nosotros ni materialistas ni naturístas, entre
los factores Iormatívos del ser nacional habremos de incluir los
tes de su influencia. Llevando a los hombres a una felicidad te-
históricos, sobre todo los de la educación religiosa y humanís-
rrena relativa que sea medio para la consecución de su fin
último, tarea encomendada no a la Hispanidad sino a la Catolí- tica. Efectivamente, aquí entra el catolicismo como elemento de
cídad. ella, pero no constítuyéndola, sino animando y perfeccionando
lo que procedía de raíces primitivas. El catolicismo es un gran
La conformidad con estas apreciaciones que son filosóficas,
impulso; no es la Hispanidad misma.
no teológicas o católicas, es unánime, y en Asia, Africa, Oceanía,
igual que en Europa y América, al menos mientras no se dé un
sentido restringido a la Religión. ¡La Hispanidad misma! Para saber lo que ella es histórica-
mente, situémonos en los comienzos del siglo XVI, al momento
de terminarse la reconquista, cuando las fuerzas todas del país,
* * * telúrícas, anímícas, histórico •..religiosas, se hallan en espcrn tk
uno eclosión pnmaveral. Lo que precedió a ello en sigloH pnsndo.
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20 JOAQUÍN IRIARTE, S. I.

fué nada más que un invierno en que se preparó la savia para


el salto que va a darse ahora. Por eso la Hispanidad se cuenta
desde este hoy, y el resto de los pueblos europeos hace datar
también el desarrollo de su personalidad desde el mismo mo-
mento.
En este instante histórico, henchidas las velas del espíritu,
florecientes las universidades, la paz cimentada, la reforma reli-
giosa en parte adelantada, hay en la Península un temblor de
nueva vida. Lo que ahora se produzca como acción y como idea,
como religión y como justicia, como ciencia y como arte, será su
.ser más depurado y auténtico, mejor dicho, será el comienzo de
ese ser. El triple despliegue de la "ida nacional tiene una fase
más bien estática en la Metrópoli, y dos dinámicas la una en
el centro de Europa y la otra en América. Las tres integran un
mismo sujeto, y son como su mente y sus dos brazos vigorosos.
La mente trabaja aquí; los brazos forcejean lejos, en Ultramar y
en las guerras europeas. La mente son los centros religiosos, ju-
rídicos, científicos, artísticos, humanísticos, esto es, la mentalidad
reinante en la sociedad dirigente y dirigida. La mente es la
Hispanidad.
¿y cómo fué ella? Consultemos el fondo de su literatura, de
su derecho, religión, ciencia, arte, filosofía, de cuantas activida-
des espiritualistas fué desarrollando, según los estudios hechos
por García Vrllada, Menéndez Pelayo, Hínojosa, Colmeíro, Joa-
quín Costa, Menéndez Pídal, Lozoya, etc. De ellos y de otros
aun por venir espumaremos la calidad última en cada ramo; las
varias calidades últimas, reunidas en un ramillete, darían la His-
panidad, a no ser que, como se dijo antes de la Helenidad y de
la Romanídad, una cualidad especial sobresaliente, u otra entre-
verada en todas las otras y luciendo en ellas como una constan-
te, reclame para sí la representación que buscamos.
Si la investigación así llevada pareciera a alguno lenta y de
resultados difusos, es que la impaciencia nos ha acostumbrado
a 'golpes intuitivos que .resuelven las cuestiones rápidamente.
Aunque hay que ver si resolvemos la cuestión cuando, como en
el caso del nudo Gordíano, llegamos sólo a cortada.

J OAQUÍl'\ IRIARTE, S. 1.

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