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Datos anatómicos
La ubre de la cabra está constituida por dos compartimentos separados por tejido
conectivo. Cada uno de ellos es irrigado por una arteria que se subdivide para llegar a todas
partes de la ubre. Los capilares son las estructuras de subdivisión más simples de la arteria
y que entran en contacto con los alvéolos o acinus, estructura básica de la funcionalidad de
la ubre (Figura 1.). Estos alvéolos se encuentran agrupados y forman los lóbulos de la ubre.
Figura 1. Alvéolo o acinus rodeado de capilares en contacto con las células epiteliales, que
son las productoras de leche que se vierte en el lumen.
Los nutrientes necesarios para la síntesis de la leche son transportados por el sistema
sanguíneo hasta las células epiteliales del alvéolo. Los nutrientes, tales como ácidos grasos
volátiles (AGV), proteínas, lípidos, vitaminas y minerales, son absorbidos por el
sistema digestivo y transportados al hígado, donde algunos de ellos sufren
transformaciones. Posteriormente son repartidos por el sistema sanguíneo a todo el
organismo.
Los AGV son muy importantes en la calidad de la leche y su aporte depende de la dieta. Los
animales alimentados con forraje producen una alta cantidad de ácido acético, a partir de
los constituyentes de la pared celular del pasto. Esta es una de las razones del porqué los
animales que pastorean en las veranadas producen leche más gruesa y mientras más
maduro es el forraje, más gruesa es la leche.
Los nutrientes transportados por la sangre traspasan las células endoepiteliales por difusión
activa y pasiva, hacia las células epiteliales del acinus. La membrana de esta última es la
que permite el paso de solo los nutrientes requeridos para la síntesis de leche (proteína,
carbohidratos, lípidos, agua, vitaminas, minerales y substratos).
Los orgánulos de las células epiteliales del acinus, sintetizan los productos que constituyen
la leche y las secretan hacia el lumen por diferentes mecanismos. Entre los componentes
que son transportados hacia el lumen también pueden ir aceites esenciales de alimentos y
semillas (pasto tierno, cebollas, ajo, ensilajes muy fuertes, harina de pescado) que imprimen
mal olor o mal sabor a la leche.
Otros componentes de la leche, como por ejemplo las inmunoglobulinas de la sangre, son
transportados por un acarreador hasta el lumen. Todos los movimientos y transporte de
componentes de la leche hacia el lumen, desde el acinus son secuenciales y constantes, y
solo son limitados por el aumento de la presión intramamaria inducida por el término de la
ordeña. Esta presión rompe la unión entre células epiteliales, lo que fuerza el retorno de los
componentes hacia la sangre.
La síntesis de la leche es continua, pero puede ser interrumpida y modificada por los
microorganismos que producen infección de la glándula mamaria. Los microorganismos
alteran la composición de la leche y rompen la membrana epitelial, teniendo como
consecuencia el incremento de sodio, cloro y leucocitos, disminución de lactosa y, lo más
grave, aparecen constituyentes de la sangre que pasan directa- mente de los capilares del
acinus al lumen.
Las células epiteliales, que son las áreas dañadas en la mastitis, puede que no se regeneren
y pierdan su funcionalidad, lo que implica desde la disminución del potencial lácteo de la
cabra hasta la pérdida de la ubre en los casos más severos.
Los componentes de la sangre capilar que no son utilizados en la síntesis de la leche (como
el anhídrido carbónico y otros) son devueltos al torrente sanguíneo por las venas hasta el
corazón. Varios autores estiman que es necesario cerca de 500 litros de sangre para
producir un litro de leche.