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Albrecht Altdorfer (1480-1538) fue un destacado pintor, grabador y arquitecto alemán del

renacimiento tardío en Ratisbona, Alemania, donde pasó la mayor parte de su vida, formando
parte del Consejo Municipal y desempeñando el cargo de arquitecto oficial –maestro de obras-
de la ciudad, trabajando fundamentalmente en el refuerzo de las defensas.

Alrededor de 1511 viajó río abajo hacia los Alpes, donde el paisaje lo conmovió tanto que se
convirtió en el primer pintor de paisajes en el sentido moderno, convirtiéndolo en el mayor
representante de la Escuela del Danubio, un círculo que fue pionero en el paisaje como género
independiente en el sur de Alemania.

Los artistas de esta escuela estaban poco interesados por el análisis psicológico, – los retratos
de estos pintores son escasos, y es generalmente la parte menos convincente de su arte –
demostrando una profunda sensibilidad verdaderamente prerromántica hacia la naturaleza tal
y como la descubren en su propia región, con sus bosques profundos y sus ríos rodeados de
montañas. El hombre se integra en el paisaje como una simple silueta, como un elemento más.
Durante el siglo XVI, los territorios danubianos se convierten en frontera entre el Occidente
cristiano y el ofensivo imperio otomano; desde mediados de siglo, como consecuencia del
reparto del imperio de los Habsburgo, se difundieron en esta región los modelos clásicos del
Renacimiento italiano.

Además de obras de temática religiosa, entre las que destaca "El Descanso en la Huida a
Egipto", de 1510, Altdorfer será el primer pintor alemán que cultive el paisaje como género
independiente –renunciando a las figuras decorativas- dotándole de un sentido espiritual, lo
que hará que su obra sea una importante fuente para el muy posterior Romanticismo Alemán.

Descanso en la huida a Egipto. 1510. Gemäldegalerie Berlin

Desde 1513 Altdorfer estuvo al servicio de Maximiliano I en Innsbruck, donde recibió varios
encargos de la corte imperial. Durante la agitación de la Reforma Protestante, se dedicó
principalmente a la arquitectura; entre las pinturas de esta época, que muestran su creciente
atención a la arquitectura, se incluye la Natividad de la Virgen y Cristo en la cruz con la Virgen y
San Juan. (1515 – 1516).
Natividad de la Virgen. 1513. Gemäldegalerie - Berlin

Cristo en la cruz con la Virgen y San Juan. (1515 – 1516)

Arrodillados en oración bajo la cruz están las diminutas figuras de la pareja desconocida que
encargó y donó este panel de la crucifixión, que habría estado sobre la tumba de la familia en
una iglesia o claustro de Ratisbona. Al pie de la cruz, -donde en otras obras semejantes se
encuentra el cráneo de Adán, que se dice que fue enterrado en el Gólgota y cuyos pecados
Cristo expía por su muerte- está su escudo de armas, con un hexagrama. A cada lado de
Cristo, que no está representado de manera idealizada sino con los signos de sus heridas,
representa a la Virgen y San Juan delante de un paisaje que se extiende a lo lejos.

Influido por Durero, Grunewald y Lucas Cranach el Viejo, en su arte combina la precisión
miniaturista con el concepto nuevo de la naturaleza y el paisaje, recorridos por fuerzas
poderosas y hasta, en algunos casos, apocalípticas. Mezclando planos, las figuras humanas y el
decorado, Altdorfer da una perspectiva cósmica a sus pinturas.

La batalla de Alejandro en Issos (1529, Alte Pinakothek de Munich) es considerada como una
de sus obras maestras. La excusa de la victoria de Alejandro Magno sobre Darío III ilustra una
visión del mundo radicalmente nueva. Los cuadros de Altdorfer de esa época, haciéndose eco
de los contemporáneos descubrimientos de Nicolás Copérnico, presentan por vez primera un
mundo convexo, en el que el centro del Universo ya no es la Tierra, sino el Sol.

Esta pintura al óleo sobre madera, (158,4 x 120,) muestra el ejército macedonio del joven
Alejandro Magno en el año 333 a J.C., en el momento de su victoria sobre el ejército persa del
rey Darío III en la batalla de Issos. La obra fue encargada por el duque Guillermo IV de Baviera
y pasó de la colección real de Baviera a la Alte Pinakothek en Múnich, Alemania.

Detrás de los numerosos ejércitos se encuentran las montañas de Asia Menor frente al mar
Mediterráneo y Chipre. En el fondo se hallan Palestina, el Sinaí, el mar Rojo y África con el
serpenteante río Nilo hasta su delta frente a la curva del horizonte y la dramática puesta del
sol. En la esquina superior izquierda está la luna en cuarto creciente, sobre la escena del rey
persa que huye en su carro de guerra, en referencia al «pueblo de la luna creciente». La
presencia de dos cuerpos celestes se ve reflejada en las dimensiones cósmicas atribuidas a la
batalla, con el apoyo de una cita bíblica (Daniel 7) que describe el hecho como parte del plan
de Dios para la humanidad, donde el reino de Alejandro Magno fue sucedido por el Imperio
Romano, que a su vez fue sucedido por el Sacro Imperio Romano Germánico. Por lo tanto, toda
la pintura es una exhortación al emperador Carlos V para que aplaste a los turcos que en ese
entonces amenazaban Viena.

Altdorfer intentó representar las descripciones históricas de que disponía en cuanto al número
de soldados presentes en la batalla, por lo que los dos ejércitos se transformaron en una masa
de gente de modo que no pueden distinguirse los bandos. Las armaduras que utilizan la
mayoría o todos los soldados es inconfundiblemente la empleada en el siglo XVI. La obra hace
uso de una compleja e imposible vista a vuelo de pájaro que comienza relativamente cerca del
suelo, al frente de la pintura, pero que en cuanto al fondo se halla claramente a la altura que
alcanzaría un transbordador espacial. Pese a que también están representadas la Torre de
Babel (cerca del borde izquierdo), las Pirámides de Egipto y probablemente el Templo de
Jerusalén, la mayoría de estos edificios no tienen la intención de reflejar la arquitectura
antigua y son construcciones imaginarias y extravagantes de estilo renacentista alemán.
La batalla de Alejandro en Issos (1529, Alte Pinakothek de Munich)

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