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Texto: Vilanova, Evangelista (1987). Historia de la Teología cristiana. Tomo I.

De los
orígenes al siglo XV. Barcelona: Herder. (págs. 322-378).

1. La cuestión del Filioque, por muy grave que parezca, no fue una causa tan fuerte para
generar la ruptura o cisma entre Oriente y Occidente. De hecho, lo que en realidad
producirá la disolución serán las diferentes tradiciones eclesiológicas entre el cristianismo
oriental y occidental, dándose así acentos distintos en la concepción del misterio de la
Iglesia. Por lo anterior, es importante preguntarse ¿Cómo fueron desarrollándose las
tradiciones eclesiológicas de Oriente y Occidente que conllevó, de forma definitiva, la
ruptura de las relaciones del cristianismo oriental y occidental?
Rta.
En primer lugar se ha de tener presente los dos hechos fundamentales que marcaran el discurrir
histórico, a saber, el hecho romano en sí mismo y el cambio esbozado en Calcedonia. Por el
primero, se ha de entender dos cosas: a) la Iglesia de Roma ha creído siempre que podía y debía
actuar como centro y criterio de la comunión de la fe. En efecto, el obispo de Roma daba o
rehusaba su comunión, atribuía un valor universal a su propia decisión; b) La Iglesia de Roma
conecta su primacía con los textos petrinos del evangelio así como ser la sede de la tierra donde
se dio lugar el martirio de Pedro y Pablo. Sin embargo, al observar la tradición africana y la de
muchos padres de Oriente se evidencia que interpretan los textos petrinos como válidos para toda
la Iglesia. En la persona de Pedro, toda la Iglesia ostenta las llaves que le fueron dadas y en cierto
modo todos los obispos son Pedro; lo anterior expuesto, no obstante, no pretende mostrar una
falta total de conciencia de la primacía romana.
Por otra parte, se encuentra el viraje esbozado en Calcedonia (451), el cual incluye dos aspectos
antinómicos: a) señala un progreso del papel primordial del Papa dentro de un concilio,
seleccionando el programa del concilio ecuménico y dirigiéndolo así sea por delegados que lo
representan. Además de una necesidad de aprobación papal para las decisiones conciliares; b) se
da una reorganización canónica de enormes consecuencias futuras, a saber la organización de la
Iglesia en cinco patriarcados (Roma, Constantinopla, Antioquía, Alejandría, Jerusalén).
En consecuencia de esta organización patriarcal, Roma reaccionará con una afirmación a su
primacía en un aspecto jurisdiccional mientras que el juridicismo bizantino de Constantinopla no
hará otra cosa sino crecer hasta Justiniano, considerando a Roma cada vez más como uno de los
patriarcados, quedando así comprometida los ojos de los bizantinos la noción de primacía. El
cisma está aquí en germen sin lugar a duda.

2. En sus orígenes, el conflicto sobre el filioque, aparece también como una cuestión de orden
disciplinario y litúrgico, en relación con los asuntos misioneros; la Iglesia de Hispania y
luego también las galas añadieron el filioque al símbolo de la fe con la preocupación de
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una preocupación antiarriana, ignorada en aquel momento en el mundo oriental; fue
precisamente la tierra de misión, en la evangelización de Bulgaria, donde dicha división
se convirtió en causa de discusión entre misioneros germánicos y bizantinos; ¿describa
aspectos significativos e históricos generados por la discusiones planteadas al conflicto
germánico bizantino en relación al enfrentamiento dogmático sobre el filioque.?

Rta.

Como resultado de dicho enfrentamiento nace el conflicto dogmático, en el que Focio (810-895)
tuvo la parte principal:

 El enunciado del filioque, y finalmente su promulgación dogmática aparece ante todo como
una consagración de la tradición latina, a la que los griegos se sentían totalmente extraños.

En efecto es poco menos que insólito en la tradición griega por la misma razón de la significación
de los términos:

Arkk – reservado específicamente al padre.

Después de que él filioque, fuera definitivamente adoptado en Roma (1014) y en todo el occidente
aparece entonces la primera refutación expresa de los griegos pronunciará está en el año 866 por
Focio, es pues inevitable una confrontación entre griegos y latinos.

Los argumentos dados por Focio, en lo referente a decir “el filioque, es una interpolación
injustificada, que destruye la monarquía del padre y relativiza la realidad de la existencia personal
o hipostática en la Trinidad” y se mantuvo en el centro de la controversia.

Dicha postura se reduce a una interminable enumeración de textos patrísticos que argumentados
por ambas partes refuerzan sus respectivas posiciones, el abandonar las reglas y el hecho de
renegar de la fe eran sin duda la consecuencia al ceder posiciones frente al tema.

Dando una mirada profunda al aportado dado por Santo Tomás en lo referente a dicha discusión,
plantea, el doctor angélico, un paralelismo entre los errores de los que niegan el filioque, y los
que niegan el primado del Romano Pontífice.

Sin querer entrar en las discusiones propias es muy apropiada la propuesta hecha por Paul
Evdokimov, en completar el filioque, con el espíritu ya que éste no es ajeno a la generación del
hijo; llegando a respetar mejor la comunión trinitaria y la pericoresis.

Por otro los teólogos de una y otra Iglesia adoptaron una actitud transigente que consideraban su
punto de vista como único condenando el del adversario sin buscar su sentido; dichos teólogos

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no vieron que el equívoco provenía de una terminología distinta de vida a las diferentes
perspectivas sobre el misterio con el misterio.

Por falta de sentido histórico y por incomprensión de la ley de explicitación progresiva de los
elementos de la fe, no se dieron cuenta de que ninguna de las tradiciones agotaba el misterio ni
podían tener la pretensión de captarlo plenamente.

Fueron varios los teólogos medievales con suficiente sensibilidad para dar ese aspecto del
desarrollo y sin duda tal es observaciones no permitieron ver las razones de un choque cuya
fatalidad era sabida.

Lo que en realidad produjo la ruptura se halla sin duda, en el plano de las tradiciones
eclesiológicas, tal como se expresa en la vida concreta de la Iglesia, a través de las actitudes
jurídicas y litúrgicas; en la vida práctica se trata de hechos de acentos distintos en la concepción
del misterio de la Iglesia y sin duda en lo referente al tema de la primacía romana dos hechos
importantes dominan la historia:

 El hecho, el creerse desde sus orígenes que podía y debía actuar como centro y criterio de
la comunidad de la fe.
 El derecho de que creía tener en el intervenir así a las demás iglesias.

En la figura de Pedro, toda la Iglesia ostenta las llaves que le fueron dadas y con él a toda la
Iglesia, sin embargo, de tal modo de expresarse no se podía deducir que hay una falta total de
conciencia de la primacía romana.

Por otro lado, es importante recordar que un poder como el de Roma puede estar picado en una
autoridad incluso antes de haber revestido una forma y una consistencia.

De todos modos, el desnivel de la conciencia de la justificación evangélica del primado romano


entre la Iglesia de Roma y las demás iglesias será más tarde fuente de discusión.

3. Se ha señalado a menudo una diferencia de sensibilidad en lo que afecta a los problemas


doctrinales entre Oriente y Occidente. En qué consiste esa diferencia.
Rta.
En la ruptura entre Roma y Bizancio hay dos tradiciones en función de dos antropologías y de
dos contextos culturales diferentes. Mientras que en Oriente se entusiasmaban por las discusiones
teológicas, las Iglesias de Occidente las desconocían casi del todo ya que las únicas cuestiones
realmente de actualidad para estas Iglesias eran aquellas que se referían a las cosas practicas:
gracia, pecado original, bautismo de los niños, predestinación y libre albedrio.
Por influencia de San Agustín, el Occidente, desarrolló una teología que no estaba en
concordancia profunda con Oriente. Ya que a una visión cósmica, cristológica, ontológica y
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optimista de los padres griegos, San Agustín opone una visión del universo y del hombre pecador
en que se acentúa la ruptura que el pecado supone para la creación y para el equilibrio humano.
Por esta razón, el choque entre Oriente y Occidente se origina primero en el plano del pluralismo
canónico y litúrgico resultante de tradiciones diversas y debidas a una cultura, expresión de un
ambiente geográfico e histórico, para traducirse finalmente en el plano teológico.
Estas orientaciones terminan en conflictos entre oriente y occidente, porque los cristianos de
aquel entonces pensaban que los usos religiosos tradicionales remontaban a los orígenes
apostólicos y se apoyaban en textos bíblicos: por esta razón, todas las desviaciones en costumbres
rituales se interpretaban como abandono de las instituciones apostólicas y de la misma voluntad
de Cristo.
4. Frente a la problemática de la unión de las Iglesias cristianas de Oriente y Occidente,
surgen una serie de elementos, situados en el centro de la discusión, estos dan razón de lo
que se podría referir como los puntos transversales de la problemática. Más allá de los
intereses políticos o territoriales, que surgen a menudo en las historias de los diferentes
pueblos, los intentos por la unión de estas dos partes del mundo, quedaron trucados por
diversas situaciones. ¿Cuáles fueron los puntos de interés planteados por el pueblo y el
clero?
Rta.
Las problemáticas que congelaron los avances, en el dialogo de acercamiento de Oriente y
Occidente, se podrían diferenciar en dos aspectos. El primero de ellos corresponde a un
desacuerdo de orden humano, esto se refiere al rechazo del pueblo en Oriente, frente a la falta de
elementos comunes que permitieran un sólido acercamiento, en lo referente a lengua, rito y
variantes latinas. Esta situación se presentó por el acervo eminentemente militar de las cruzadas
y el creciente abismo entre las dos culturas. No obstante, el mayor obstáculo se presentó en
relación con la unidad de la fe. Para Nicolás I, las divergencias correspondientes a las diferencias
de disciplinas, ritos o costumbres, son elementos pertenecientes al fuero cultural de cada
comunidad y estas podrían ser preservadas por las diferentes Iglesias, si estas están unidas en la
fe. Por eso, todas aquellas situaciones de orden práctico, como el uso de uno u otro elemento en
las vestiduras, pueden ser perfectamente toleradas entre las comunidades, pero en lo
correspondiente a los temas doctrinales, es menester mantener sólida intransigencia. Esto es lo
que menciona el patriarca Pedro de Antioquía en su carta a Cerulario.

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