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OBJETIVOS

• Reconocer sustancias químicas como principales causantes del


desequilibrio endocrino.
• Explicar los efectos y alteraciones causadas por los disruptores
endocrinos.
• Concientizar sobre la importancia de tomar medidas de precaución.

DISRUPTORES ENDOCRINOS
Un interruptor endocrino, también llamado disruptor endocrino o disruptor
hormonal es una sustancia química, ajena al cuerpo humano o a la especie
animal a la que afecta, capaz de alterar el equilibrio hormonal de los
organismos de una especie,1 es decir, de generar la interrupción de algunos
procesos fisiológicos controlados por hormonas, o de generar una respuesta de
mayor o menor intensidad que lo habitual.
Son muy numerosos y poseen estructuras muy variadas. Tienen origen natural
o artificial, y pueden actuar a dosis muy bajas sobre una gran diversidad de
organismos. Normalmente al hablar de interruptores endocrinos nos referimos
a sustancias contaminantes, que pueden provocar infertilidad o incluso cambios
de sexo en peces e invertebrados. En humanos no tienen un efecto tan radical,
pero sí afectan a la fertilidad y pueden provocar pequeñas deformaciones
como genitales ambiguos o testículos que no bajan al escroto.

Los disruptores endocrinos, como ya vimos en un artículo anterior, interfieren


en el desarrollo de órganos vitales y el sistema hormonal. Por ello, el embarazo
y la infancia son las etapas más vulnerables a esta exposición. Sus
consecuencias pueden no hacerse evidentes hasta edades tardías de la vida, e
incluso pueden pasar desapercibidas durante generaciones por mecanismos
que estudia la epigenética.

Muchas de esas sustancias producen un efecto similar al de los estrógenos


(hormonas femeninas) y andrógenos (hormonas masculinas) pudiendo afectar
a la función reproductiva y el desarrollo de los fetos durante la gestación.

Los disruptores endocrinos pueden llegar al feto procedentes de la madre a


través la placenta durante el embarazo, y al recién nacido, por medio de la
lactancia. La principal fuente de exposición para la madre durante el embarazo
es la dieta, puesto que sustancias como el bisfenol A están presentes en
determinados envases y se liberan en la bebida y alimentos que posteriormente
son consumidos. Las dosis de estas sustancias que llegan al feto dependen no
sólo de la cantidad que ingiere la madre durante el embarazo, sino también
de los contaminantes que ha acumulado hasta ese momento de su vida y que
persisten en la grasa corporal. Al tratarse de compuestos químicos artificiales,
nuestro organismo no conoce la forma en que puede eliminarlos y los
almacena en el tejido graso de forma que sus efectos perduran en el tiempo y
se van acumulando. El momento del desarrollo en que el feto se ve expuesto a
los disruptores endocrinos es decisivo para determinar su efecto y
consecuencias en el futuro.

Los efectos perjudiciales para la salud durante el embarazo y la infancia que se


conocen son los siguientes:

1.- Durante el embarazo, la exposición a disruptores endocrinos se ha asociado


a problemas en el desarrollo del sistema nervioso central, bajo peso al nacer,
hiperactividad, problemas de aprendizaje, disminución del coeficiente de
inteligencia y de la comprensión de la lectura. Uno de estos disruptores
endocrinos, el Dicloro Difenil Tricloroetano (DDT), se ha asociado a parto
prematuro y destete temprano. Otros, como el bisfenol A, se han relacionado
incluso con muerte fetal o neonatal y defectos congénitos, entre otros.
Actualmente se está investigando la relación entre la exposición fetal a
disruptores endocrinos durante el embarazo y en etapas tempranas de la vida,
y una serie de enfermedades como el autismo y las enfermedades alérgicas.

2.- Durante la infancia, la exposición a estas sustancias se ha asociado con


alteraciones del crecimiento y retraso en el neurodesarrollo, así como con
alteraciones en la función inmunitaria (defensas) y enfermedades como la
diabetes, la obesidad o el cáncer. Otros efectos relacionados con la exposición
a disruptores endocrinos en niños varones son la ausencia de descenso
testicular, malformaciones urogenitales, reducción del recuento espermático y
disminución de los niveles de testosterona en sangre e, incluso, el desarrollo en
edades tardías de la vida de problemas prostáticos (hipertrofia). En el caso de
las niñas, la exposición a los disruptores endocrinos se ha asociado a pubertad
precoz, cáncer de vagina y malformaciones en órganos reproductores. Una de
las dificultades a la hora de estudiar los efectos en la salud de estas sustancias
químicas es el hecho de que todos estamos expuestos de forma habitual a
múltiples disruptores endocrinos simultáneamente, lo que podría potenciar su
efecto. Además la evidencia de la que disponemos procede de
experimentación animal, siendo muy escasa en seres humanos.

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