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“AÑO DEL BUEN SERVICIO AL CUIDADANO”

TEMA:

Influencia de la ciencia y la tecnología en el


comercio y dinero plástico
DOCENTE: SIXTO POLO VILELA

ALUMNO : RIQUELMER CAHUAZA MENDOZA

ESPECIALIDAD : CONTABILIDAD I -SEMIPRESENCIAL

CURSO : DOCUMENTACIÓN CONTABLE

PUCALLPA – PERÚ

2017
Importancia de la
tecnología para el comercio
exterior
La tecnología juega un papel esencial en la globalización y el comercio
exterior, a través de su impacto en las comunicaciones, las finanzas y la
logística.

Nunca antes ha sido tan fácil para una pequeña o mediana empresa vender en
el extranjero.

Los avances tecnológicos facilitan las comunicaciones, mejoran la


productividad mediante la automatización de procesos y, al mismo tiempo,
amplían y agilizan los servicios financieros.

Asimismo, la ubicuidad de internet, la proliferación de dispositivos móviles y


la digitalización de la logística permiten que todas las empresas, grandes y
pequeñas, puedan abrir una puerta de acceso a los clientes a través de un sitio
de comercio electrónico, sin importar dónde se encuentren.

En un aspecto más amplio, las tecnologías están apoyando a los gobiernos


al estimular el crecimiento de sus economías y crear empleos. De ahí que la
competitividad de los países se base en su rápida adopción de las nuevas
plataformas y procesos digitales.

Estas son cinco maneras en que las llamadas tecnologías de la comunicación


y la información (TCI) están apoyando el desarrollo económico y fomentando
la innovación:
1. Impulsan al mercado laboral

La industria de la tecnología está creando empleos directos a un ritmo


inusitado. Las grandes empresas tecnológicas como Google y Apple atraen a
cada vez más empleados calificados, tanto a sus sedes estadounidenses como
en los centros de investigación y desarrollo y de producción que tienen en
diferentes partes del mundo.

A eso se suma que son empleos de alta especialización con salarios altos que
la misma ley de la oferta y la demanda está empujando al alza.

Asimismo, el gran número de empleados que se concentran en la industria


crean una demanda de bienes y servicios a su alrededor que genera empleos
para muchas otras personas, creando una red de distribución de la riqueza.

2. Contribuyen al crecimiento del PIB

Gracias al auge del comercio electrónico, ya sea a través de la publicidad


digital o la venta de productos en línea, el internet impulsa el crecimiento
económico de las naciones.

Según un estudio de la consultora McKinsey, en 13 países estudiados


(Alemania, Brasil, Canadá, Corea del Sur, China, Estados Unidos, Francia,
India, Italia, Japón, Reino Unido, Rusia y Suecia), el internet impulsó al PIB en
un 3.4 por ciento, en promedio.
3. Engendran nuevas industrias y servicios

El internet y los dispositivos móviles han estimulado la innovación en el


ámbito empresarial, creando productos y servicios antes inimaginables.

La computación en la nube es uno de ellos y esta, a su vez, ha engendrado una


variedad de empresas basadas en las capacidades de almacenamiento y
accesibilidad de información que permite.

Otro son las aplicaciones móviles para smartphones y tabletas, que ahora
ofrecen a los usuarios un sinnúmero de funciones que les facilitan su trabajo
y su estilo de vida.

4. Hacen evolucionar a la dinámica de trabajo

La subcontratación de actividades administrativas y el trabajo colaborativo,


que permite trabajar a distancia, están transformando al ambiente
laboral. Las empresas ya no requieren que todas sus funciones y empleados
se concentren en un solo lugar.

Esta flexibilidad en cuanto al lugar y horario de trabajo de los empleados está


impulsando un crecimiento en la productividad y, por tanto, en la rentabilidad
de las empresas.
Igualmente, las transacciones financieras y el intercambio de información
digitalizada, por ejemplo, agilizan las funciones de pago y cobranza, así como
las actividades contables y fiscales de las empresas.

Se suma a todo esto la facilidad con que los emprendedores pueden acceder a
asesoría e información en el proceso del desarrollo de su empresa, así como a
las fuentes de financiamiento y los mercados donde comercializar su
producto o servicio.

5. Fomentan la innovación

Por cada nueva herramienta o plataforma tecnológica surgen varias nuevas


ideas de cómo aprovecharlas para mejorar las actividades económicas,
financieras o comerciales.

Esto ha fomentado el comercio internacional, la eficiencia y automatización


de procesos, la relación de las empresas con sus consumidores y la
competitividad y rentabilidad de las empresas.

Desde plataformas de CRM que mejoran la gestión de las relaciones con los
clientes, sistemas de ERP que reducen costos mediante una óptima
planeación de los recursos y herramientas de contabilidad electrónica que
permiten un buen manejo del flujo de efectivo, los avances en la tecnología
han significado sustanciales ahorros de costos para las empresas.
Por otro lado, las innovaciones en hardware permiten una mayor precisión y
optimización de los procesos, reduciendo los gastos operativos, mejorando la
calidad de los productos y elevando el valor de los mismos para el
consumidor.

Una economía incluyente

Lo mejor que han hecho los avances tecnológicos por la economía


internacional es incluir a los emprendedores y las Pymes en la dinámica del
comercio exterior. Ahora están en posición de llevar sus soluciones a quienes
las necesiten, sin importar dónde se encuentren.

Con la facilidad que les permiten para exponer sus bienes y servicios en otros
mercados, aparte de ampliar su base de clientes, pueden liberarse de las
presiones y vaivenes dentro de sus países y regiones.

Con el simple hecho de tener acceso a internet, ya pueden establecer un sitio


de comercio electrónico que los contacte con consumidores en todo el mundo.

Y los progresos en los servicios financieros, así como en la logística y el


transporte, hace posible que la relación entre vendedores y compradores
fluya sin contratiempos y la transacción comercial se ejecute rápidamente.
Infraestructura, la clave

La clave para la participación de las Pymes y de las naciones en desarrollo en


la nueva dinámica comercial está en contar con la infraestructura tecnológica
y física necesarias.

Contar con servicios de internet de banda ancha es esencial para que los
consumidores puedan acceder a los sitios de comercio electrónico, por
ejemplo.

En este sentido, la proliferación de los smartphones y dispositivos móviles con


planes de datos ha significado un gran salto en el número de consumidores
con acceso a internet.

Esto demuestra la rapidez con que los avances tecnológicos se extienden por
el mundo, y cómo el público está dispuesto a adoptarlos rápidamente.

Frente a las tendencias proteccionistas en algunos países, el comercio


exterior, apoyado por las nuevas herramientas tecnológicas, se revelará como
una fuerza incontenible que traspasa fronteras con toda facilidad.

DINERO PLÁSTICO

Es una modalidad de dinero electrónico. Consiste en una tarjeta de


plástico, emitida por un banco o una entidad financiera especializada, que
autoriza a su portador para pagar con ella el precio de los bienes y servicios
que compra, y a veces también para obtener anticipos de dinero en efectivo
en cantidades limitadas.
El dinero plástico tiene dos modalidades: la tarjeta de crédito y
la tarjeta de débito. La primera otorga al tenedor la posibilidad de hacer
pagos diferidos por lo que compra o sacar dinero de cajeros automáticos
para reponerlo después. La segunda le permite realizar compras con la
presentación de ella, en función del monto que tiene en su cuenta corriente
en una institución bancaria o financiera, de modo que instantáneamente se
produce en ésta un débito por la suma de la transacción.
La tarjeta de crédito: es un invento norteamericano que se ha
extendido por todo el mundo. La expresión credit card fue acuñada por el
escritor estadounidense Edward Bellamy (1850-1897) en su novela
socialista utópica titulada “Looking Backward” (1887), en la que,
ofreciendo una descripción futurista del año 2000, se refería a una tarjeta
de cartón con la cual cada individuo podría cargar todos sus gastos a sus
ingresos del año o endeudarse con cargo a las rentas de los próximos años.

El sistema funciona dentro de una comunidad de pagos que tiene


tres elementos fundamentales: el organismo emisor de las tarjetas, los
titulares de ellas y los comerciantes adheridos a la red crediticia. Al expedir
la tarjeta a nombre de una persona, la entidad emisora —que con
frecuencia es un banco o un grupo de bancos— garantiza los pagos a favor
de los comerciantes acreedores y los hace efectivos después de que las
transacciones se han realizado. Luego el organismo emisor pasa la
respectiva cuenta al portador de la tarjeta y recupera ese dinero. El
comerciante, es decir el vendedor de los bienes y servicios al tenedor de la
tarjeta, que sin duda aumenta sus ventas con esta facilidad crediticia,
reconoce por el servicio al emisor un porcentaje de comisión sobre el
volumen de las transacciones hechas por este medio.

La tarjeta de crédito tiene dos funciones principales: es un medio


de transacción porque con ella se pueden comprar cosas sin necesidad de
dinero en efectivo, para pagarlas después, y puede usarse también como
instrumento de crédito rotativo —revolving debt instrument— puesto
que permite al cliente realizar pagos diferidos sucesivos. Si despojamos a
la tarjeta de crédito de su función crediticia, nos queda una tarjeta de
débito con la cual los cargos son restados directamente de los depósitos de
su tenedor, lo cual equivale a tener una cuenta corriente o una tarjeta para
cajero automático: una teller machine card. Pero hay ciertas tarjetas que
van más allá: permiten a su titular retirar hasta una determinada cantidad
de dinero en efectivo o divisas en cualquier parte del mundo donde exista
esta red de crédito. En los años 80 del siglo pasado se amplió el sistema de
las tarjetas de crédito a los automated teller machine (ATM), que proveen
de una preautorizada línea de crédito a sus portadores. Colocadas en
lugares céntricos de las ciudades, estas máquinas suministran al instante
dinero en efectivo, transfieren moneda, aceptan depósitos y ofrecen otros
servicios.
La práctica cotidiana ha hecho de las tarjetas de crédito también
un instrumento de identificación y garantía personales. Cuando alguien
llega a alojarse en un hotel lo primero que los empleados de la recepción le
solicitan es su tarjeta de crédito. Lo propio ocurre al momento de reservar
un automóvil de arrendamiento. La tarjeta de crédito se ha vuelto una
suerte de documento de identidad que avala la solvencia de su portador.
El sistema, sin embargo, no precautela el “anonimato” del portador
lo cual ha sido criticado por todas las implicaciones que esto tiene para
quienes demandan la absoluta privacidad de su vida económica.
La tarjeta de débito, en cambio, permite a su portador “girar”
sobre sus propios fondos que están depositados en una cuenta corriente
bancaria para pagar sus transacciones de bienes o servicios. Con ese fin, al
momento de la compra, debe digitar la clave personal de su tarjeta —en lo
que es una suerte de “firma electrónica”— en el terminal de computación
del almacén. Entonces instantáneamente el monto de la compra se
debitará de sus haberes bancarios y en la pantalla aparecerá exactamente
la suma restada. El proceso dura apenas cuatro segundos.
Otra modalidad de tarjeta de débito es la tarjeta magnética
prepagada que se utiliza para las conferencias telefónicas, cuyo contenido
de valor disminuye a medida que su titular la utiliza. Su portador compra
esta tarjeta, paga su precio y luego la usa para hacer sus llamadas por
teléfono hasta que se agota el valor nominal de ella.
El fenómeno contemporáneo de la >globalización de la economía
ha impulsado fuertemente el desarrollo del llamado “dinero plástico” a
través del cual sus tenedores pueden realizar sus pagos dentro y fuera de
un país. Dice el profesor norteamericano Alvin Toffler en su libro ”El
cambio del poder”, cuya tercera edición se publicó en 1991, que “en la
actualidad hay unos 187 millones de titulares de tarjetas de crédito “Visa”
repartidos por todo el mundo, que las usan en unos seis millones y medio de
comercios, estaciones de servicio, restaurantes, hoteles y otros lugares que
producen, a su vez, facturas por un importe de 570 millones de dólares
diarios, 365 días al año. Y “Visa” no es más que una de las muchas empresas
de tarjetas de crédito”.
El sistema se inició en Estados Unidos en la década de los años 50
y se ha expandido en forma sorprendente en los últimos cincuenta años.
Centenares de miles de comerciantes se han incorporado a su trama y
millones de personas portan tarjetas de crédito para realizar sus
intercambios. La posesión de ellas se ha convertido en un status social y en
una credencial de tipo personal que avala la solvencia económica de su
titular, puesto que antes de expedirlas la entidad emisora examina la
situación financiera de sus clientes.
Aunque ellas no tienen todas las características del dinero —como
las de ser medida del valor, medio de acumulación y unidad de
cuenta— son un instrumento de cambio que contribuye a incrementar la
masa monetaria de la economía.
No hay duda de que el sistema que ellas han creado impulsa la
expansión de los medios de pago en poder del público y de que, por tanto,
se trata de una forma de dinero. La cantidad de crédito disponible que tiene
el titular de cada tarjeta, o la diferencia entre esa suma de crédito
autorizado y la cantidad cargada a la tarjeta y aún no liquidada, forma parte
de la oferta monetaria general de la economía.

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