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Chachawarmi a lo yungueño: experiencias en el sindicalismo paralelo de


mujeres campesinas
Alison Spedding Pallet

Con respecto a la representación y participación según género en organizaciones políticas –


de cualquier tipo, partidos, gremios, agrupaciones ciudadanas, sindicatos, plataformas o lo
que sea, en las cuales se admiten tanto a mujeres como a hombres – hay tres posibilidades.
A la primera podemos llamarla ‘mixta’: cualquier puede afiliarse, tener voz y voto, elegir y
ser elegido, sin diferenciación por género. Sin embargo, como es sabido, factores externos
suelen limitar el ejercicio de estos derechos en pie de igualdad por parte de las mujeres.
Las reuniones de coordinación, y más aún las donde se realizan amarres y se arman
camarillas o máquinas, suelen realizarse de noche, en horarios cuando toda buena esposa y
madre está en su casa, atendiendo a sus hijos y marido, y aún peor si el lugar de la reunión
no es en la sede si no en algún boliche. El derecho a llevar a cabo las reuniones sindicales
dentro del horario de trabajo jamás fue de interés de los sindicatos obreros, ya que ellos
podían salir de la fábrica para ir al pub o la sede, mientras las obreras tenían que ir a hacer
la cena, planchar la ropa para el día siguiente, ver que los hijos habían hecho sus tareas
escolares y acostarles … y las mujeres que superan (o ignoran) estos obstáculos, aún tenían
y tienen que enfrentar los prejuicios muchas veces sin fundamento, como que los votantes
(el ‘los’ es intencionado, por supuesto) no querrán votar por candidatas mujeres. La
segunda posibilidad es la de establecer determinados espacios según género, como a veces
también se hace según la edad (juventudes, últimamente tercera edad) o para la gente
‘negra’ o ‘de color’. Desde hace décadas, había secciones ‘de mujeres’ en varios partidos
políticos; a veces, se han formado alianzas transpartidarias de mujeres parlamentarias o
políticas. Aunque no necesariamente daban lugar directamente al derecho de nombrar
dirigentes nacionales o un cargo en el gabinete, eran espacios donde las mujeres podían
conocerse y debatir sin constantes intervenciones y tutela varoniles, y si se diera el caso,
armar propuestas con demandas de género para luego presentarlas en la organización
global mixta. A partir de los años 1990, esta posibilidad ha adoptado la forma de las cuotas
formales de género en las candidaturas electorales, donde se exige un determinado
porcentaje y/o posiciones en las listas para candidatas mujeres. Su éxito ha sido relativo, y
casi nunca llegaron a cumplir plenamente con los cupos de representación idealmente
propuestos, además que suelen quejarse de que obligan a nombrar a mujeres poco capaces
o experimentadas sólo para llenar esos cupos, excluyendo a hombres más formados,
mientras en el sistema mixto, donde las mujeres tienen que bregar por ‘mérito propio’ para
llegar a un cargo, la organización obtiene una mejor calidad práctica de ejercicio aunque
siga siendo principalmente de hombres. En tanto que se han implementado estas cuotas, ha
surgido bastantes investigaciones y debates sobre sus resultados y (des)ventajas.
La tercera posibilidad – en términos lógicas – es la menos conocida y aún menos alguna
vez implementada. Se trata de las organizaciones paralelas por género. Según sé, nunca ha
sido propuesta siquiera a nivel de experimento de pensamiento (en filosofía o teoría
feminista) que todo cargo electoral sea dual, con un titular varón y otra mujer; así, en cada
circunscripción, se elegiría a un diputado y a una diputada, en cada municipio a un Alcalde
y a una Alcaldesa … hasta llegar a un Presidente y una Presidenta de la nación. Nótese,
esto no tiene nada que ver con el hecho de que la esposa del Presidente sea Primera Dama,
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ni siquiera –como alguna vez se ha propuesto en Bolivia – que la esposa del Alcalde
asumiría como Alcaldesa; incluso si esto incluiría el puesto de ¿Primer Damo? para el
marido de una Presidenta, o que el esposo de una Alcaldesa fuera posesionado con nombre
de Alcalde. No: aquí se trata de dos personas independientes, que ocupan cargos paralelos
de idéntica jerarquía, y coordinan la gestión. De inmediato surgen interrogantes: se supone
que cada partido (o agrupación, o lo que sea) presentará una lista de hombres y otra de
mujeres, pero ¿los votantes votarán para la lista de hombres, y las votantes para la de
mujeres, o todos y todas vamos a tener voto en ambas listas? ¿Se permitirá votación
cruzada, es decir, puedes marcar para la mujer de un partido y para el hombre de otro
partido en la postulación a un cargo dado, o tienes que tragar la dupla (en nombre de la
‘gobernabilidad’, seguramente) aunque uno o una de sus miembros no es de tu preferencia?
¿Qué clase de ciencia ficción feminista es esta? Pero no sólo es ciencia ficción. Existe un
ámbito donde se practica el paralelismo por género, y es el sindicalismo campesino andino
en Bolivia.
Será por haber surgido en un sector que no se caracteriza por debates teórico – ideológicos
reconocibles como tales, que no ha sido reconocido como una innovación notable. Lo más
parecido en otros lugares son las organizaciones de mujeres en África Occidental, pero
aparte de que –fuera de sus propios países - sólo las y los antropólogos sabemos algo al
respecto, no suelen ser exactamente paralelas en el sentido del que estoy hablando, si no
tratan de organizaciones bajo la división de trabajo de género, donde por ejemplo sólo las
mujeres se ocupan de vender en los mercados y por tanto hay una organización muy
importante de los mercados que es de mujeres, pero no hay otra organización paralela de
vendedores varones porque no hay tales. O sino se trata de Estados tradicionales, donde
por ejemplo la Reina Madre era tan indispensable en la gobernanza del reino como su hijo
el Rey, pero eran cargos hereditarios y no electorales. Volviendo a los Andes, en la época
prehispánica hay rastros de organizaciones paralelas, por ejemplo en el culto, donde
sacerdotisas dirigían a las mujeres y sacerdotes a los hombres, pero no tanto en los cargos
políticos (en tanto que se los puede considerar como un campo de acción social distinto, en
una época donde no hubo separación entre Iglesia y Estado). Se conoce casos donde
gobernaban cacicas, y al parecer sus seguidoras eran todas mujeres, pero entonces no había
un gobernante varón; o que cuando el Inca buscaba conquistar un señorío a la cabeza de
una mujer (se dice que, en el caso concreto consignado en las crónicas, esta cacica era
viuda) la Coya tomó la dirección de las negociaciones en lugar de su marido; pero en
general las esposas (y menos los esposos) no ocuparon una posición equivalente a la de su
cónyuge. Es decir, no ejercieron el chachawarmi según la interpretación
indigenista/indianista actual, donde se alega que, para ser ‘autoridad originaria’ es
necesario formar parte de una pareja casada, y además, que tanto el marido como la mujer
ocupen el cargo. Tan necesario es esta contraparte, que si la persona nombrada o elegida es
viuda o soltera, tiene que ser ‘acompañada’ por su progenitor y/o prole del género opuesto.
Y al menos según algunos indianistas, tienen igual jerarquía en el cargo, así que si el
marido tiene que viajar o se enferma, la esposa con pleno derecho dirige la reunión o
decide el pleito en su ausencia … ¿qué dijiste? ¿La esposa dirige cuando el marido está
ausente? Ya ves: el marido es pues el titular. La esposa tendrá que estar presente en el acto
de posesión, y otras ocasiones festivas o protocolares, pero con respecto a las reuniones
ordinarias, si ella está suele ser en la cocina junto con esposas de otras dirigentes
preparando la comida para invitar a los asistentes, no está sentada en la testera al lado de su
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marido interviniendo en los debates en sala. Tampoco asume esa participación el marido (o
el padre, o el hijo mayor) de la autoridad, en el caso – hoy en día más frecuente – que una
mujer haya sido nombrada como titular (y no he sabido que su ‘complementario’ entonces
tendrá que estar presente en la cocina). Pero las mujeres campesinas, con o sin sus maridos
siendo éstos dirigentes o no, sí estaban presentes en los bloqueos, marchas y
movilizaciones, y esto es la exigua explicación que se suele ofrecer para la formación en
1980 de la Federación Nacional de Mujeres Campesinas de Bolivia ‘Bartolina Sisa’, más
generalmente conocida simplemente como ‘las Bartolinas’.
Yo no soy partidaria de especulaciones sobre una supuesta ‘memoria larga’ que de alguna
manera habría conservado y transmitido, incluso sin un reconocimiento consciente por
parte de sus portadores, la cultura/tradición/historia prehispánica, según la cual que las
Bartolinas serían la resurrección del paralelismo de género de antes de la Conquista. Sí
considero que la autoridad en chachawarmi conyugal, con todos sus resabios del
Presidente y la Primera Dama, muy posiblemente tiene más raíces hispánicas-coloniales
que propiamente ‘andinas’, pero dado que también considero que la obsesión con clasificar
algún rasgo cultural como ‘andino’ versus ‘occidental’ o ‘europeo’ sólo sirve para
campañas de extirpación de idolatrías por parte de fundamentalistas de cualquier índole,
tampoco voy a decir que la fundación de las Bartolinas era un acto de rebelión
descolonizadora dirigida a rebatir el modelo colonial donde las mujeres sólo pueden
acceder a la autoridad como acompañante de su pareja varón; y mucho menos, que fue
resultado de las influencias alienantes del feminismo occidental importadas por la
cooperación internacional con fines maquiavélicos de socavar la solidaridad de las
organizaciones campesino-indígenas. Pienso que sus raíces estructurales tienen más que
ver con las relaciones sociales dentro de la economía campesina, basada en la unidad
doméstica donde tanto el hombre como la mujer son imprescindibles para cumplir con la
totalidad de las tareas productivas, y la mujer tiene decisiones autónomas respecto a sus
actividades al igual como el hombre respecto a las suyas, pero para llevar el proceso
productivo a buen puerto es necesario su colaboración y coordinación. Como veremos, esto
es el modelo ¿ideal? de las organizaciones campesinas paralelas en las cuales yo participo
en Yungas, a la vez que en la realidad se aleja cada vez del ideal, al igual que lo que pasa
en los hogares campesinos reales.
Dentro de la división de trabajo por género –digamos- ‘tradicional’, la representación de la
unidad doméstica al nivel de la organización comunal, sea éste un sindicato agrario o un
ayllu o de ‘autoridades originarias’ es clasificada como obligación en primer lugar del
varón, y por eso su nombre suele figurar como titular en las listas; sólo figura el nombre de
la mujer cuando llega a ser viuda, o cuando se trata de una familia matrifocal (‘mujer sola’
con sus hijos, tal vez siempre estaba sola, o es separada o divorciada: situación que ha
existido largamente en los Yungas, pero según se dice es poco o nada aceptable en el
Altiplano). Podemos decir que en el contexto ‘tradicional’, el alcance político de estas
organizaciones se limita a la misma comunidad, o muy apenas las comunidades
colindantes que de alguna manera comparten el ámbito local centrado en el pueblo más
cercano, donde los puestos de autoridad solían ser monopolio de los vecinos (es decir, no
campesinos). Hasta 1956 ¡las y los campesinos ni siquiera tenían derecho al voto! Los
sindicatos agrarios formados a partir de 1953, inicialmente, tampoco tenían organizaciones
supracomunales efectivas. Éstos se iban articulando, y luego liberándose de la tutela
oficialista, hasta la fundación de la Confederación Nacional de Trabajadores Campesinos
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de Bolivia (CSUTCB) en 1979, como expresión de la integración cada vez más amplia de
las comunidades campesinas, antes aisladas y fragmentadas, en estructuras económicas y
políticas de alcance regional y nacional. Esta integración tocaba a las mujeres tanto como a
los varones, y por eso apenas un año más tarde se fundó la organización nacional
equivalente de mujeres.
La diferencia es que, mientras la organización ‘de varones’ era el resultado de una larga y a
veces zigzagueante articulación de las organizaciones de base, la de mujeres en su inicio
fue un impulso cupular debido a unas cuantas activistas, y se ha ido ampliando desde arriba
hacia abajo, al revés de la ‘de varones’. Pongo ‘de varones’ entre comillas, porque los
sindicatos (u otras organizaciones comunales de base) son en realidad mixtas, en los
términos expuestos al inicio. Durante mucho tiempo el único cargo asignado a mujeres era
el de Vinculación Femenina, limitado a la limpieza de la sede, cocinar para las reuniones y
reunir a las mujeres cuando se las necesitaba para similares tareas en fiestas o para recibir
la visita de alguna autoridad. Cuando las mujeres asistían a las reuniones era sólo para
decir ‘presente’ en nombre de su titular ausente. Poco a poco, alguna de las pocas titulares
llegaba a un cargo inferior, como por ejemplo Secretaria de Hacienda (manejar dinero es
una actividad femenina en los Andes). Sólo después de 2000 se ha vuelto cada vez más
frecuente que las mujeres ocupen el cargo principal de Secretario General, donde no sólo
se tiene que manejar asuntos internos de la comunidad si no representarlo frente a todo tipo
de instancias externas, a la vez que se acepta que una mujer puede hacer un cargo en el
lugar de su marido que figura como titular y no solamente cuando ella misma figura en la
lista. Ya que la experiencia en cargos de base, que no están formalmente diferenciados por
género, es requisito para pasar a los niveles supracomunales de Subcentral, Central y luego
Federación provincial, la naturaleza mixta de los sindicatos de base da lugar a que, en
ocasiones, una mujer puede llegar a la dirigencia en la Central ‘de varones’ e incluso –
aunque esto es excepcional – a cargos en la Federación ‘de varones’. Lo opuesto – de que
un varón ocupe un cargo en la Central o Federación de mujeres – es inadmisible; en esto se
expresa, aunque no se hace explícita, que estas organizaciones tienen un componente de
‘acción afirmativa’, proporcionando un espacio donde un sector social en desventaja puede
tener representación propia, y este objetivo sería anulado si fuera posible que algunos de
estos espacios sean ocupados por el sector que ya dispone de una representación amplia y
establecida. Pero a diferencia de la ‘acción afirmativa’, que puede ser concebida como una
medida transitoria (aunque la duración de la transición tal vez sería muy larga) hasta que el
sector en desventaja, asistido por este coto de acceso, adquiere un ejercicio social y político
en nivel de igualdad que hace innecesario seguir favoreciéndolo, la organización paralela
se proyecta como una estructura permanente, que a la vez que fomenta la acción y
representación de un sector antes poco o nada considerado, le garantiza una presencia
política permanente que no depende de su situación mejor o peor en comparación con los
otros, o en este caso, el otro sector, es decir, los hombres.
En el caso de Sud Yungas – que es el ámbito donde desde ahora voy a precisar mi
exposición – la Federación Provincial de mujeres fue fundada el 23 de marzo de 1980,
apenas tres meses después de la fundación de las Bartolinas a nivel nacional (10 de enero
de 1980), pero su desarrollo fue truncado por el golpe de Estado de García Meza el 17 de
agosto del mismo año, que obligó a las y los dirigentes a pasar a la clandestinidad. Cuando
volvió la democracia se reorganizó y actualmente reconoce como fecha de fundación el 23
de noviembre de 1983. En ese entonces el problema era el número ínfimo de mujeres con
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alguna experiencia sindical, y las que entraban de dirigentes no siempre habían hecho
cargo alguno en su sindicato, si no tenían cierta formación a través de los Clubes de
Madres o como catequistas. Aún así, era un grupo muy reducido, de tal manera que hasta
los años 1990 unas cuantas seguían rotando en los cargos, en una gestión como Ejecutiva
para luego reaparecer en un cargo secundario, o viceversa. Tampoco había instancias de
mujeres debajo del nivel de la Federación. En Chulumani, la primera en formarse fue la
Central de mujeres de Huancane, en 1997. Las demás Centrales y Subcentrales fueron
lentamente siguiendo su ejemplo y sólo alrededor de 2010 todas tuvieron más o menos
establecidas sus directorios de mujeres a la cabeza de una Secretaria General, al lado del
Secretario General de varones. Cada comunidad debe nombrar un representante varón y
otra mujer para la Central, o Subcentral, a que pertenece; luego esta instancia debe elegir a
su vez un candidato y una candidata para las Federaciones de varones y mujeres. En lo
ideal estos candidatos deben haber pasado por una trayectoria sindical primero en su
comunidad y luego en su Central, pero dado que la participación de las mujeres en ambos
niveles es aún incipiente, sigue habiendo una escasez de candidatas habilitadas, muchas de
las que hay ya no quieren perder más tiempo y dinero haciendo cargos (ya que sigue siendo
el caso que el o la dirigente tiene que cubrir todos sus gastos en el cargo y tampoco se
reconoce los días laborales perdidos) e incluso a nivel de la Federación, ni decir de las
Centrales, se nombra a candidatas que apenas hayan hecho algún cargo escolar (que
propiamente dicho, no es trayectoria sindical) o ni eso, lo que evidentemente debilita al
directorio del cual llegan a formar parte.
Alrededor de 2013, Felipa Huanca, entonces Ejecutiva nacional de las Bartolinas, impulsó
la ampliación de la organización paralela hasta el nivel de base, promoviendo la formación
en cada comunidad de un sindicato de mujeres al lado del sindicato existente, que entonces
pasaría a ser denominado ‘de varones’. También indicó que los directorios de las
Federaciones de mujeres ya no debían elegirse en el mismo congreso donde se elige al
directorio de la Federación de varones, si no organizar un congreso aparte, exclusivamente
de mujeres. Pudo imponer esto en Chulumani a través de sus representantes
departamentales, quienes rehusaron posesionar a la mujer que fue elegida en un congreso
junto a los varones, obligando a realizar por primera vez un congreso de mujeres. Es cierto
que esto fue una experiencia valiosa, ya que las mismas mujeres fueron obligadas a formar
todas las comisiones y presentar sus propuestas, mientras que en los anteriores congresos
mixtos los varones siempre manejaron las comisiones con una participación mínima de
mujeres. En una de estas comisiones se debatió la propuesta de formar sindicatos de base
de mujeres. Las participantes lo vieron como poco factible. En primer lugar, la lista de
cargos que hay que cubrir cada año ya es bastante abultada: suele haber 10 o 12 cargos en
el sindicato, luego el comité de aguas potables con unos tres miembros, ADEPCOCA,1 el
hombre y la mujer para la Subcentral o Central, un delegado de luz, catequista, cinco
miembros del directorio de la escuela si la comunidad tiene una, y si están ejecutando
alguna obra el comité a cargo … se suman entre 20 a 30 cargos por año. En esta región,
una comunidad de tamaño regular puede tener unos 70 afiliados activos, así que cada año
cerca de la mitad está con cargo. Si el directorio del sindicato de mujeres tendría que asistir
a todas las reuniones al lado del directorio ‘de varones’, eso exigiría 10 o 12 personas más.
1Asociación Departamental de Productores de Coca, a que están afiliadas todas las comunidades cocaleras
de los Yungas. En cada comunidad hay que nombrar anualmente un(a) Presidente/a Comunal, más su
Secretario de Actas y de Hacienda.
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Ninguna unidad doméstica va a ceder dos personas a ‘perder tiempo’ en esto, y ¿de dónde
encontrar ese número adicional de hogares/personas disponibles, ya que después de un año
en el cargo es habitual insistir en ‘descansar’ mínimo un año – o más –antes de asumir de
nuevo?
Es más: la mayoría de los temas tratados en las reuniones ordinarias, desde el camino, las
aguas potables, la escuela o la obra que se ha pedido este año en el POA municipal, hasta
los conflictos de límites externos o internos, peleas o robos, afectan tanto a hombres como
a mujeres. No tendría sentido que el sindicato de mujeres convoque a una reunión aparte,
excepto que hubiera algún tema considerado ‘de mujeres’ – y esto era una de las quejas de
las activistas sobre el proceder en las Federaciones provinciales. Aunque la Ejecutiva se
sentaba en la testera junto con el Ejecutivo y la convocatoria se emitía en nombre de los
dos, siempre era el Ejecutivo quien conducía el ampliado. Sólo daba la palabra a la
Ejecutiva cuando se trataba de un tema ‘de mujeres’, como la llegada de algún proyecto
específicamente para mujeres, una campaña de papanicolau, un curso de repostería o de
tejidos … entonces los hombres presentes – siempre la mayoría – se ponían a charlar entre
ellos, a veces hasta hacer inaudible lo que decía la Ejecutiva, aunque se supone que ellos
deberían estar tomando nota para informar a las mujeres de sus comunidades, si no habían
traído a un representante femenino, mientras las mujeres renegaban entre ellas, diciendo
‘los hombres no dan importancia a las mujeres’. Al igual que en los sindicatos de base, los
temas tratados – problemas con el camino (el estado peligroso de los caminos yungueños
es tristemente famoso y hasta ahora no hay soluciones adecuadas), corrupción en el
municipio, los interminables disputas sobre la política de la coca – afectan a las mujeres
tanto como a los hombres, y se espera que ellas tomen parte en las medidas que se decide
asumir al respecto, pero no se acostumbraba consultar a la Ejecutiva al respecto, excepto si
ella insistía; muchas que pasaron por el cargo aceptaron esta marginación y quedaron en
silencio durante los debates. Lo mismo pasaba en los ampliados de la Central: la Secretaria
General de mujeres simplemente hacía presencia para ratificar la acción del dirigente
varón.
La propuesta de esta comisión fue que los ampliados deberían dirigirse de manera
intercalada, uno a cargo de los varones y el siguiente, a cargo de las mujeres, mientras en
las comunidades, en vez de nombrar directorios paralelos, debe haber un solo directorio
pero nombrado en alternancia, es decir, si el Secretario General es varón, una mujer debe
asumir como Secretaria de Relaciones, y así sucesivamente. Para procurar esto, en caso de
haber nombrado a una mujer donde corresponde por alternancia a un varón, entonces su
marido haría el cargo en lugar de ella, y viceversa. Las mujeres no usaron la expresión
chachawarmi al exponer su propuesta. Sin embargo, en tanto que se practica la dirección
conjunta entre la Central de varones y la Central de mujeres, y en el nombramiento de
mujeres en cargos en los sindicatos de base, aunque no sea en plena alternancia ni mucho
menos, esto es llamado en los Yungas chachawarmi, entendido como ‘dirigente(s)
varon(es) y dirigente(s) mujer(es) que caminan juntos’. No implica en absoluto una
relación de pareja (o un vínculo sustituto, como padre-hija o madre-hijo) entre las partes.
Como suele ser el caso, en el congreso la propuesta fue aprobada en la plenaria; se debe
recoger estas propuestas como base del plan de trabajo al directorio que se elige al finalizar
la plenaria, pero de hecho nadie se ocupa de registrarlos aparte de los papelógrafos donde
fueron presentados, y éstos desparecen en el curso de la borrachera obligatoria para
celebrar la posesión de los flamantes elegidos (o elegidas). Sin embargo, la Central a cargo
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de esa comisión decidió tratar de implementar al menos la dirección intercalada de sus


ampliados.
No fue fácil. La Secretaria General de mujeres vaciló durante varios meses antes de aceptar
lanzarse a tomar el mando de un ampliado, y cuando lo hizo, el Secretario General de
varones pareció no comprender que esta vez le tocaba a él escuchar hasta que le tocó
expresarse; intervino en medio del informe de la Secretaria General y luego empezó a dar
la palabra a terceros, cuando ese rol correspondía a ella. Poco dispuesta a armar un
conflicto abierto, ella le dejaba actuar; además, se notaba la falta de reuniones
preparatorias entre el directorio de mujeres, cuando sus intervenciones se contradecían, o
una de ellas lanzaba una propuesta que no había consultado previamente con sus
compañeras. Esto es un problema crónico en los directorios de mujeres: por sus apremios
domésticos, apenas termina la parte formal de una reunión, escapan corriendo y no se
quedan para hacer un pos mortem analizando los aciertos o errores de lo que acaban de
hacer, y debatiendo qué hay que hacer para cumplir con las decisiones tomadas. Menos se
disponen para reuniones informales donde los miembros más activos se ponen de acuerdo
para ‘hablar con una sola voz’ sobre los temas a tratar, o urden estrategias para lograr la
aceptación de propuestas donde se sabe que ciertas personas o grupos no estarán de
acuerdo. No obstante, hasta la fecha, a través de dos cambios de directorio de la Central (su
gestión es de dos años, al igual que las Federaciones) se ha mantenido al menos
nominalmente esta alternancia, aunque todavía no gozaba de plena aceptación ni
comprensión más que todo entre las bases varones: todavía en diciembre 2018, un dirigente
de una comunidad atacó a la Secretaria General de mujeres por ‘querer dividir, hacer una
Central aparte’, debido a que ella había dirigido un ampliado en ausencia del dirigente
varón. Él tuvo que explicar que la dirección intercalada figura en el Estatuto de la Central y
de ninguna manera representaba una desviación – a la vez que en ese momento, él mismo
lanzaba críticas severas a la acción de la dirigente de las mujeres en la ocasión en cuestión.
Y aquí es donde yo entro en escena: yo era la dirigente atacada.
Antes de entrar en el relato de los hechos, primero quiero hacer unos comentarios sobre el
concepto de discriminación. En el ámbito boliviano, predomina el uso coloquial de este
término: ‘discriminar’ a alguien es menospreciarle, insultarle, apartarle, o como se dice,
‘ralearle’, desde ignorando sus intervenciones en una reunión hasta no avisarle o invitarle a
propósito a algún evento o fiesta donde se supone que debería estar incluido. Este uso no
se limita a contextos populares donde tal vez se podría pensar que es consecuencia de
pocos conocimientos formales o legales, si no prevalece hasta en contextos universitarios,
donde aplicar términos despectivos (o tenidos por tales) por parte de un docente a un
alumno puede ser calificado como ‘discriminación flagrante’. Propiamente hablando,
‘discriminación’ corresponde a favorecer o desfavorecer a alguien en base a características
o aspectos que no son relevantes para el contexto en que se está evaluando a esa persona.
No es recomendable asumir que existe ‘discriminación’ en base a un caso suelto. Para
decir que un docente ha ‘discriminado’ a cierto alumno al mandar un informe negativo
sobre su desempeño o ponerle una mala nota, mínimo habría que ubicar a otro alumno
cuya asistencia (o redacción, o lo que fuera observado) es igualmente deficiente, pero el
docente le ha aprobado o hasta alabado, y para fundamentar la acusación será preferible
demostrar una serie de casos donde alumnos con características compartidas con el
supuesto discriminado – como por ejemplo ser cambas, o tener una edad muy por encima
del promedio del curso – siempre eran aplazados, aunque no todos eran inasistentes o
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mostraban mal rendimiento en la generalidad de sus materias. Hay docentes varones


respecto a quienes muchas alumnas opinan que ‘discriminan a las mujeres’, en base a que
suelen soltar comentarios en tono de que ‘a las mujeres sólo les interesa casarse de blanco’
y por eso, no tienen afanes intelectuales; pero falta recoger una serie de actas de examen de
tal docente y comparar los promedios de notas de alumnos varones y mujeres, para ver si
hay una tendencia consistente de poner notas más bajas a las mujeres. En un curso o
semestre dado, es siempre posible que por casualidad las mujeres sean peores estudiantes
que los varones, pero no es creíble que esto se repetiría cada vez o siquiera en la mayoría
de los cursos aunque no todos. Sin embargo, aun suponiendo que se ha hecho este trabajo y
se ha demostrado que este docente exhibe una práctica consistente de poner mayores notas
a sus alumnos varones ¿esto sería suficiente para aceptar la queja de cierta alumna
individual aplazada, que su aplazo se debe, no a su desempeño objetivamente malo, si no a
que el docente discrimina a las mujeres – en general- y por eso ella merece que su nota sea
anulada y se le proporciona otra oportunidad de aprobar el curso, siendo evaluada por otras
personas? La discriminación es un fenómeno que se basa en categorías (ser mujer, ser
negro …) y no en individuos, y por tanto se demuestra su existencia a nivel estructural en
base a datos agrupados, pero los hechos concretos de discriminación sí ocurren entre
individuos concretos, cuyas características e interacciones –en el momento cuando tal vez
fueron discriminados y/o antes –siempre rebalsan los aspectos que podrían haber sido
motivo para discriminar.
Es más: ser discriminado es independiente de tener el sentido subjetivo de que alguien te
haya discriminado (y también te pueden discriminar sin usar en momento alguno
expresiones insultantes o ‘discriminatorias’ hacia ti). De ahí viene la situación común de
mujeres que expresan que ‘nunca han sido discriminadas como mujeres’. En generaciones
pasadas, era frecuente que se limitaba los años de estudio formal de las hijas mujeres,
argumentando que no les iba a servir los conocimientos adquiridos, a diferencia de sus
hermanos varones. Muchas de ellas aceptaban esta situación y a veces lo justificaban
argumentando que ellas ‘no tenían cabeza’ para estudiar, o que su hermano sí merecía que
le pagaban los estudios en vez de ella ‘porque era el varón’. No consideraban que habían
sido discriminadas, pero hoy que consideramos que el género no es relevante para otorgar
o negar la oportunidad de estudiar, decimos que si lo eran, aunque ellas no lo veían así. Se
complica aún más en contextos contemporáneos donde se da por supuesto que existe un
grado de discriminación estructural en contra de ciertos grupos sociales, como las mujeres
o ‘los indígenas’;2 entonces, algunos individuos que son (o dicen ser) miembros de estos
grupos, cuando reciben críticas por alguna acción, responden que les ‘están discriminando’
sólo por ser mujer, o indígena, etc., como si la misma acción realizada por un hombre o un
no indígena hubiera sido aprobado sin más. Los argumentos en contra de las cuotas de
género y similares son la otra cara de esta moneda: alegan que tales medidas permiten que
personas mal calificadas y hasta incompetentes pueden ocupar puestos en vez de
postulantes más adecuados porque gozan de una especie de impunidad o tolerancia

2 Pongo ‘indígenas’ entre comillas porque considero que, a diferencia de ser mujer – o hombre – ser
‘indígena’ en Bolivia no es una categoría objetiva con límites claros independientes de la auto identificación
o orientación política de la persona que es socialmente asignada a dicha categoría, y que la posibilidad de
comprobar que alguien haya sido discriminado por pertenecer a cierta categoría social requiere que se pueda
definir esa pertenencia fuera de la coyuntura del supuesto hecho de discriminación.
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meramente por pertenecer a cierta categoría que les hace intocable, bajo la amenaza de ser
acusado de ‘discriminación’ si se atreve a criticarles.
Es cierto que hay contextos donde resulta imposible expresar opiniones negativas debido a
este tipo de blindaje ideológico; es igualmente cierto que en otros contextos se quita valor
o importancia a testimonios de experiencias personales de discriminación (en diversos
sentidos) alegando que son nada más que uvas agrias del individuo en cuestión, y no
merecen ser tomados en serio. De hecho, hay una suerte de convención donde, para hacer
valer una denuncia de discriminación incluso de un tipo que uno mismo haya sufrido en
carne propia, se lo debe presentar hablando de terceras personas; decir ‘yo mismo he
pasado por esto, y era así …’ hace aparecer que el texto es un alegato personal, al fin otro
más de esos berrinches como del mal alumno que culpa al docente discriminador de su
aplazo. No digo que esto es universalmente el caso; pero tengo la impresión que tal
descalificación es más frecuente cuando la queja se lanza en contra de una discriminación
que es implícita, expresada en acciones antes de que en expresiones abiertamente
despreciativas, y cuando la persona que alega haber sido discriminada ocupa un rango
formal o supuestamente superior a los agentes a quienes atribuye la discriminación, aunque
los criterios de su superioridad respondan a otros ejes que el o los en que haya sido
discriminados. Todo esto digo porque lo que sigue es un relato en primera persona de mis
experiencias de discriminación de género en el sindicalismo campesino de mujeres, y se
expone a ese tipo de desvalidación que ya he encontrado al incluir mis experiencias
personales en escritos académicos críticos. Bueno, ustedes verán.
Yo empecé a asistir a los ampliados de la Central San Bartolomé en 2012, al ser elegida
Secretaria General de mi comunidad. Cuando terminé mi gestión, la entonces Secretaria
General de mujeres me pidió ‘seguir colaborando con la Central’ y así, aunque el cargo que
pasé a ocupar (Secretario de Actas de Comisión de Tierra y Territorio) no era uno de los
obligados a asistir a los ampliados de la Central, seguía viniendo, como también iba a los
ampliados de la Federación provincial, algo que vengo haciendo desde fines de los años
1980 –cuando no estaba afiliada a ninguna comunidad y menos había ocupado cargo
alguno –como parte de mi trabajo de campo antropológico permanente en la provincia. Yo
era parte activa de la comisión que hizo la propuesta de alternancia. La nueva Secretaria
General de mujeres de la Central, aunque le costó asumir el protagonismo en los
ampliados, si demostraba independencia frente al Secretario General de varones. En
particular, éste era militante incondicional del MAS, y estábamos todavía en la época
cuando el oficialismo fingía que su etiqueta de ‘gobierno de los movimientos sociales’ era
algo más que un disfraz de políticas tradicionales de clientelismo y cooptación de
dirigentes. Por tanto, este Secretario General estaba bastante dado a dar avales para
personas interesadas en optar a cargos de funcionario público o electorales, los cuales
sellaba y firmaba con su pequeño grupo de fieles entre el directorio de varones, suponiendo
que la Secretaria General los iba a sellar igualmente sin chistar. De hecho, ella también
simpatizaba con el MAS, pero en varias ocasiones se negaba a firmar estos avales porque
eran inconsultos y las personas en cuestión no estaban cumpliendo con las normas y
reglamentos del sindicalismo agrario. En octubre 2015 la Regional del MAS en Chulumani
tenía que renovar su directorio. En respuesta a quejas sobre un monopolio masculino de los
cargos, la convocatoria indicó que cada Distrito del municipio debería nombrar a una
candidata mujer, pero el único que cumplió con esto era el Distrito 1, que cubre el pueblo
capital de provincia, representado por FEJUVE, y la Central San Bartolomé con sus doce
10

comunidades. Se reunieron a último momento y la única candidata a mano era una ex


Ejecutiva de la Federación de mujeres que a la sazón ocupaba el cargo de Secretaria de
Organización en la Federación Departamental de mujeres. Todo el directorio de mujeres de
la Central había asistido durante dos días al congreso de esa Federación en la ciudad de El
Alto para procurar que Sud Yungas tenga una representante a nivel departamental, donde
la organización suele ser enteramente copada por mujeres de las provincias del Altiplano.
En el sindicalismo yungueño, una de las reglas básicas es ‘no hay dualidad de cargos’; así,
si alguien que está con cargo quiere postular a otro, debe renunciar a su puesto para
presentarse, aunque lo correcto sería que termine primero su gestión antes de lanzarse a la
carrera. Los varones no veían problema alguno en ocupar a la vez un puesto en la
Federación Departamental y en el comité regional del MAS, pero la Secretaria General no
estaba de acuerdo. Tampoco aceptaba que la candidata renuncie a la Departamental, ya que
‘nos ha costado llevarle a ese cargo”. Entonces, otra vez rehusó firmar el aval, provocando
la ira tanto de su contraparte varón como de los dirigentes locales del MAS.
Por esos meses, la Federación Provincial de mujeres estaba en el proceso de redactar un
borrador de Estatuto Orgánico. Yo y una de mis tesistas de Sociología en la UMSA
estábamos colaborando en esto como parte de una investigación extracurricular de la
Carrera con componente de investigación-acción, participando en reuniones de mujeres
tanto en la sede de la Federación en el pueblo como en algunas Centrales y Subcentrales en
las comunidades. Los varones veían estas actividades como relacionadas con la insumisión
de la dirigente de las mujeres y argumentaron que las que estaban promoviendo el Estatuto
– y específicamente, yo - buscaban organizar ‘otro sindicato’ de mujeres y estaban
fomentando ‘divisionismo’, un pecado capital casi tan grave como ‘traicionar a la
organización/la comunidad’ en el léxico del sindicalismo agrario. Uno de los dirigentes del
MAS ocupaba el cargo de Secretario de Justicia en esa gestión en mi comunidad y
aprovechó esto para atacarme en la reunión ordinaria, acusándome además (y falsamente)
de haber asumido la tarea de registrar los nombres de las mujeres que iban a participar en
la votación para la Regional del MAS (20 mujeres y 20 varones tenían que votar por
distrito; de paso, bastaba que se ofrecían y eran conocidos como afiliados a una de las
mencionadas organizaciones sociales, nadie controlaba carnets de afiliación al partido). Se
terminó prohibiendo que yo asista a reuniones de la Central o cualquier otra instancia de la
organización campesina. Cuando no hice caso, se me impuso una multa de Bs100 por
‘haber faltado el respeto a los dirigentes’ que me ordenaron no asistir más. El subtexto,
aunque nunca fue expresado abiertamente en estos términos, es que los dirigentes varones
percibían las actividades independientes de las mujeres, fuera de toda tutela masculina,
como una amenaza. Será que yo, al tomar el control de registrar las mujeres que iban a
votar, tendría la intención de anotar sólo a las que formaban parte de ese grupo rebelde
frente al mando de los varones. Por diversos motivos, entre ellos el hecho de que la
Ejecutiva estaba a punto de finalizar su gestión y no había tiempo para seguir con la
socialización del borrador, el Estatuto quedó en punto muerto, mientras yo seguía
participando en ampliados cuando quería y eventualmente, por los méritos adquirido en ese
proyecto aunque no culminó, fui nombrado Coordinadora de una Comisión de Estatuto en
la misma Central, que sí logró redactar, hacer aprobar y luego publicar el documento en
cuestión; era el siguiente Secretario General de varones que procuró mi elección, a la vez
que este Estatuto fue redacto en conjunto entre varones y mujeres y rige a ambas Centrales
en conjunto. De paso, legaliza por escrito la dirección intercalada de los ampliados y
11

expresa que la Central de mujeres tiene la misma jerarquía de la Central de varones – en el


papel. Las elecciones de los nuevos directorios tendrían que llevarse a cabo bajo este
Estatuto, en abril 2018.
El Secretario General de varones saliente, quien había bregado mucho para formalizar a la
Central, se preocupaba de buscar candidatos y candidatas en las comunidades que iban a
dar continuidad a sus esfuerzos. También se acercaban elecciones en la Federación
Provincial. Este dirigente visitó a mi comunidad y llegó a sugerir que yo podía ser
candidata a la Federación de mujeres. De hecho, la comunidad había decidido no nombrar
candidatos, ni para mujeres ni para varones (estos candidatos luego tienen que pasar por
una elección entre todas y todos los nombrados por parte de cada comunidad de la Central,
de donde sale una mujer y un hombre quienes irán a la elección para la Federación frente a
los candidatos y candidatas de las demás Centrales y Subcentrales). Sí nombraron a un
hombre – poco entusiasta – para la Central de varones, pero entre las pocas mujeres que
cumplieron los requisitos, como por ejemplo una ex Secretaria de Justicia, ninguna
expresaba voluntad de postular y se había decidido dejar vacante el puesto y buscar alguien
de relleno una vez pasadas las elecciones, que seguramente iría a uno de los cargos menos
importantes, ya que sólo los y las candidatas presentes reciben una alta votación y llegan a
las cabezas. Yo respondí que según ‘lo orgánico’, yo no podía ir a la Federación sin haber
pasado por la Central; dijeron que entonces tendría que aceptar la candidatura para la
Central. Hay que recordar que los Yungas acabaron de pasar por los duros conflictos
alrededor de la aprobación de la Ley de la Coca (Ley 906) y seguían en abierta disensión
con el gobierno, con más conflictos en el horizonte, que era motivo para que la mayoría,
tanto hombres como mujeres, fuera renuente a postular a cargos supracomunales donde era
más que probable que tendrían que enfrentar situaciones muy difíciles. El dirigente saliente
propuso mandar a la Federación a un hombre que – excepcionalmente – había hecho dos
gestiones consecutivas como Secretario General y acababa de cumplir otro medio año
como el mismo, justamente reemplazando la cabeza de un directorio desconocido por
haber apoyado al gobierno respecto a dicha Ley. La comunidad respondía que no querían
arriesgarle en la coyuntura, pero de ahí el candidato nada animoso ofreció renunciar para
que el propuesto vaya en su lugar a la Central y fue aceptado de manera unánime.
En términos de popularidad, esta maniobra resultó acertada: en las elecciones tanto él
como yo resultamos ganadores con una mayoría aplastante, y aún más aplastante en mi
caso que en el suyo: yo gané con 86 votos, con la segunda obteniendo apenas 22, mientras
él obtuvo 75 con una ventaja similar sobre el segundo más votado. Esto ocurrió en medio
de las revueltas consecuentes al intento por parte de un pequeño grupo de dirigentes
simpatizantes del oficialismo de intervenir el Mercado de la Coca en Villa Fátima. En
Chulumani esto condujo a la exigencia de la renuncia del Alcalde que fue expulsado de la
Alcaldía y tuvo que gobernar a salto de mata, hasta sesionando sobre el camino en medio
del monte. No estábamos ni un mes a la cabeza de la Central cuando tuvimos un
enfrentamiento campal entre fogatas, piedras, petardos (por parte de nosotros), dinamitas y
gases lacrimógenos (por parte de los partidarios del Alcalde) en las calles de Chulumani,
pero a diferencia de lo que pasó en Irupana por las mismas fechas, no lograron retomar la
Alcaldía. El Alcalde respondió intensificando el manejo clientelar de las obras financiadas
por el POA municipal. Es cierto que bajo el MAS se había hecho habitual ‘agradecer’ por
las obras a través de votos resolutivos de apoyo además de la asistencia, preferiblemente
con conjunto folklórico incluido, a inauguraciones, entregas, visitas de autoridades y
12

similares. Ahora, si una comunidad quería que se ejecute el POA que le corresponde por
ley, no sólo tenía que apoyar de esa manera sino sus dirigentes y hasta sus bases no tenían
que participar en marchas, en la vigilia frente a la Alcaldia para evitar el regreso de la
administración municipal, o cualquier otra acción en contra del Ejecutivo Municipal, y
tampoco expresarse en su contra en las radios locales o siquiera en ampliados o cabildos.
Si consentían en todo esto, el Alcalde no sólo les daba su POA si no les ofrecía otros
proyectos con financiamiento en varios miles de Bolivianos, donaciones de muebles para
el sede de su sindicato o su escuela, y otros más, aunque con el tiempo ha resultado que no
todas estas ofertas se hicieron realidad. Incluso las maquinarias de la municipalidad ya sólo
trabajaban los caminos de esas comunidades que estaban al lado del Alcalde. Y aparte del
manipuleo a través de las obras, este Alcalde tránsfuga – entró con la sigla de MPS pero
luego pasó al MAS – logró que se le permita interferir con las carpetas al detalle, que son
los permisos que productores de coca pueden obtener para comercializar coca en el interior
del país. Si una o un ‘carpetero’, como se les conoce en Yungas, participaba de las maneras
descritas en su contra, luego encontraba que su permiso estaba suspendido, y peor si era
dirigente. En nuestra Central ya se había indicado que nadie con carpeta podía formar parte
del directorio, y algunas comunidades aplicaron la misma regla, pero no todas.
Algunas comunidades ya tienen casi todo lo que se podría pedir a través del POA: su sede
tiene un nuevo edificio ya terminado, tienen aguas potables, su escuela ha sido
refaccionado completamente incluyendo una batería de baños, polifuncional deportivo y
tinglado, hasta se ha empedrado un trecho de camino o cementado su plaza. A otras les
faltan varias de estas obras, o los tienen a medio hacer; de ahí presionan a sus dirigentes a
hacer lo que puedan para conseguir que el trabajo siga. Donde hay dirigentes carpeteros,
igualmente se inclinan a favor del Alcalde, y aunque el directorio no incluya a carpeteros,
en algunas comunidades éstos son la mayoría e igualmente presionan para apartarse de las
movilizaciones tanto en contra del Alcalde como en contra del gobierno y, a partir de la
detención de Franklin Guriérrez, Presidente de ADEPCOCA a fines de agosto 2018, dejar
de apoyar a él y su directorio si no pedir su dimisión y nuevas elecciones (donde se supone
que el MAS hará todo lo posible de hacer entrar candidatos oficialistas que promoverán
una nueva intervención al Mercado). Han surgido divisiones en todos los niveles: algunas
comunidades aparecían con dos Secretarios Generales, y en algunas Centrales una parte del
directorio se separó y se declaró como una Central rival, o si no el dirigente saliente –
sobre todo si había sido desconocido por oficialista – retuvo los sellos y los libros y rehusó
reconocer al nuevo directorio elegido en su lugar.
En la Central San Bartolomé, la posición mayoritaria se mantuvo en contra del Alcalde y
del oficialismo. Hemos intentado frenar los intentos de división anunciando que esas
comunidades que quieran ‘trabajar con el Alcalde’, es decir pedir obras o proyectos a
través de él, pueden hacerlo pero siempre a título individual y sin alzar el nombre de la
Central. Entre las que optaron para eso, a veces sus bases o una parte de su directorio
continuaba saliendo a la vigilia y a las marchas y otros actos de protesta en la ciudad de La
Paz, mientras otras daban por perdido su POA (es cierto, generalmente porque ya habían
obtenido lo que querían y no tenían nada significativo en marcha) y se mantenían firmes
tras la Central, la Federación Provincial y ADEPOCOCA. Entre las divisiones internas y
acciones improvisadas y mal organizadas por parte de las dirigencias superiores (las
13

Federaciones agrupadas en una COFECAY3 paralela que se había organizada en contra de


la oficialista, así aplicando al gobierno su propia estrategia de fomentar organizaciones
paralelas) se llegó a convocar a un bloqueo de caminos en Unduavi que fracasó
desastrosamente a principios de septiembre 2018. Cada segundo viernes del mes, el
directorio de la Central se reúne para establecer el orden del día y sacar la convocatoria
para el ampliado ordinario que se debe realizar el tercer viernes de cada mes. En
septiembre, el Secretario General de varones argumentaba que era muy probable que iba a
haber otro bloqueo o si no, otras medidas de presión que coincidirían con la fecha de
nuestro ampliado. A mi parecer, esto era muy poco probable, ya que no obstante la retórica
fogosa de los dirigentes que alegaban que iban a volver a la protesta, las bases estaban
disgustadas con el fracaso y no se iban a prestar de nuevo a acciones que ya no perfilaban
posibilidades de éxito; era de seguir con nuestro ampliado para mantener el ritmo de vida
‘orgánica’ (‘institucional’ se diría en otro contexto). Si surgiría algún imprevisto, siempre
se podría suspender o postergar. Sólo un dirigente de los varones me apoyó; las y los
demás aceptaron sin cuestionar la posición del Secretario de varones, de que era de
suspender el ampliado de antemano y no hacer nada ese mes, ya que ‘podía ser feo’
anunciar su suspensión después de haber lanzado la convocatoria.
Llegando al mes de octubre, yo insistí que era necesario convocar al ampliado. El de
septiembre tenía que haber sido conducido por los varones. Entonces el Secretario
respondió que muy bien, entonces que sea a cargo de las mujeres, que yo reúna al
directorio el segundo viernes, pero él no iba a estar presente ni ese día ni el viernes
siguiente porque tenía que atender ‘asuntos personales’ en la ciudad de La Paz. El sí selló
la convocatoria que yo saqué para el viernes 17 de octubre, indicando que estaba de
acuerdo, aunque en la reunión del directorio casi todos los varones, y sobre todo las
cabezas (General, Relaciones, Actas, Justicia y Hacienda) brillaron por su ausencia. Luego
surgió un imprevisto. Los partidarios del Alcalde, junto con los carpeteros y un par de
Centrales divididas, lanzaron de súbito faltando apenas 48 horas, cuando bajo reglamento
debe tener de 45 a 90 días de anticipación – la convocatoria a un congreso para la elección
de una nueva Federación de varones, en el pueblo de Huancane, justamente para el 17 y 18
de octubre. En esta ocasión no convocaron a elecciones de mujeres, porque en febrero
2018 se había elegido un nuevo directorio de la Federación de mujeres de manera
improvisada y con una asistencia mínima; esta Ejecutiva fue desconocida en seguida por
haber apoyado la intervención del Mercado, pero seguía siendo reconocida por la
Departamental MASista de mujeres, y por tanto para la facción pro Alcalde no era
necesario elegir de nuevo a una mujer, mientras el entonces Ejecutivo de varones,
desconocido por el mismo motivo, sí dejó el cargo, y la Departamental de varones, al
parecer por no darse cuenta a tiempo a quiénes estaban reconociendo, sí había recibido al
nuevo, sólo para enterarse luego que él y su directorio eran ‘de nuestro lado’ (es decir, anti
oficialistas). Este supuesto congreso entonces tenía que reemplazarle, o mejor dicho,
establecer una Federación paralela, como las que ya existieron en Asunta, Coripata e
Irupana, pero que hasta la fecha no se había podido armar en Chulumani. En un ampliado

3 Consejo de Federaciones Campesinas de los Yungas. Creado en la segunda mitad de los años 1990 en un
intento de replicar el éxito de la Coordinadora de las seis Federaciones del Chapare en movilizar a toda su
región de manera unificada, pronto declinó hasta el punto de desaparecer a medios de los 2000; luego fue
reavivido por el MAS como canal de cooptación de dirigentes.
14

de emergencia de la Federación Provincial, se determinó ir a bloquear los accesos a


Huancane para impedir la realización de este evento.
Ya se había intentado hacer esto con una concentración que el Alcalde organizó en
Huancane en julio. Esa vez la gente se iba reuniendo a cuentagotas en Chulumani y sólo a
la una de la tarde había un número razonable de personas como para partir hacia
Huancane; pero los pro-Alcalde y carpeteros ya estaban llenos en la plaza, nos recibían con
pedradas y tuvimos que retirarnos en desorden. Por algún motivo ‘personal’, mi Secretario
General de varones tampoco había estado presente ese día. Yo fue atacada por el mero
hecho de haber ido por parte de representantes de esas comunidades ya inclinadas hacia el
Alcalde. Él me comunicó por teléfono que era de suspender el ampliado, o más bien
trasladarlo a una gasolinera fuera de funciones a medio camino hacia Huancane, allá llamar
lista y luego ir directo al bloqueo. En todo caso, ya estaba difundida la convocatoria para
reunirse en la sede de la Central, en el pueblo de Chulumani, a partir de las 08:30. En base
a la experiencia previa, yo consideraba que era de reunirnos allí y después ir todos juntos
hacia Huancane, para no acudir de manera dispersa e inefectiva como pasó en julio;
entonces me hice presente en la Central, ignorando las llamadas repetidas del Secretario
ordenándome que era suficiente colocar un papel en la puerta cerrada de la sede indicando
la suspensión del ampliado y ordenando a todos dirigirse primero a dicha gasolinera y
luego a Huancane.
Los dirigentes de las comunidades iban llegando poco a poco, y de manera incompleta;
cinco deben asistir por comunidad, pero apenas aparecían Secretarios Generales y por lo
mucho uno o dos de sus seguidores. Una comunidad no vino, indicando que habían ido
directo al bloqueo. Comuniqué a los presentes la propuesta de suspender el ampliado en la
sede e ir a la gasolinera donde se controlará la asistencia para decidir qué acciones tomar.
Respondieron que era de consultar ‘por membretado’. Esto es la conducta regular, tanto en
Centrales como Federación: tienen hojas membretados donde figura la lista de Centrales y
Subcentrales (Federación) o comunidades (Subcentral o Central), y se les llama una por
una según el orden de la lista para pedir su opinión, criterio o decisión respecto al tema
bajo debate. Entonces procedí así. Dos comunidades declararon que iban a ir a Huancane y
abandonaron la sede en seguida. De las nueve restantes, ocho declararon que ya que existió
la convocatoria, el ampliado tenía que realizarse sí o sí en el lugar citado y no iban a ir a
ninguna otra parte. La última dijo que sus bases habían decidido que ‘ya no iban a ir a
cualquier lado (se entiende, en movilizaciones)’ y entonces, se quedaría en el ampliado.
Entonces, he dado por iniciado el ampliado y mi Secretaria de Actas llamó la asistencia,
donde deben responder cinco (General, Actas, Justicia, Hacienda y ADEPCOCA
Comunal) por comunidad. Ella indicó ‘Hay más faltas que presentes, somos minoría’, pero
esos ocho Secretarios Generales respondieron ‘Somos Secretarios Generales,
representamos a las comunidades, somos mayoría’ e insistieron en continuar. Mientras
tanto, el Secretario de varones (desde La Paz) y el representante de Chulumani en la
Federación de varones (desde Irupana, donde igualmente había ido para gestiones
personales) me telefonearon ordenándome otra vez de suspender el ampliado. No sé cómo
imaginaron ellos la escena. Los representantes de las comunidades presentes no pasaron de
25 personas; tal vez esperaron de mi una actuación autoritaria, poniéndome de pie para
hacerles desalojar la sala a fuerza de gritos y, quién sabe, patadas y puñetes; aunque no
llamaron al Secretario de Relaciones de varones, que teóricamente ocupa el lugar del
General cuando éste no está y hubiera podido asumido tal rol, para indicar que debe tratar
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de convencerme a hacer así, y si yo no era capaz, tomar el mando el mismo para obligar a
la suspensión. Aparte de él, del directorio sólo había tres otros varones y cuatro mujeres,
una de ellas acompañada por un niño de pecho y otros dos con menos de cinco años; no
exactamente componentes adecuados para un grupo de choque, incluso si todos hubieran
estado de mi lado, como resultó no ser el caso.
Pues intenté seguir con el orden del día, donde correspondía informar de las actividades del
directorio a partir del último ampliado. Pero los ocho disidentes, o mejor dicho dos de ellos
(quienes ya se habían opuesto al directorio de la Central en meses anteriores)
interrumpieron constantemente, repitiendo que todo ese tiempo no habíamos hecho nada
más que participar en marchas y protestas y ‘no hay gestión’. Entre las actividades
propuestas – que también se había suspendido en septiembre – eran seminarios de
formación en temas de liderazgo y sindicalismo, para varones y mujeres, pero cuando yo
intenté proponer una nueva fecha para un seminario dirigido a las mujeres, objetaron ‘¡Ya
estás planificando!’ Exasperada, dije ‘Pues ¿qué quieren que hagamos?’ Uno de las
cabecillas contestó ‘Quiere que me acompañes’. Esto me sorprendió. Uno de los deberes
de la dirigencia de la Central es ‘acompañar’ a dirigentes de sus comunidades en la
presentación de cualquier solicitud o propuesta frente a la institución que sea, para dar
apoyo y asesoramiento en tanto que sea posible, pero ese dirigente jamás había dicho
palabra respecto a algún pedido con el cual pensaba que podíamos ayudar; es más, cuando
en Villa Mendoza (ver infra) yo me acerqué para saludarle, no quiso ni darme la mano. ‘¿A
dónde quieres que te acompañe?’ pregunté. Al parecer no esperaba tal respuesta apacible,
ya que vaciló y al fin dijo ‘Ah … al Viceministerio de la Coca.’ ‘¡Listo!’, dije, ‘¿cuándo
quieres ir?’ Más confundido, se corrigió y dijo ‘Eh … no … donde el Alcalde’.
‘Estoy segura que el Vladi (apodo del Alcalde) reventará de alegría cuando me vea a tu
lado, pero aún así, estoy dispuesta a ir’, dije. Deshecho su intento de disimular, ellos se
desenmascararon y dijeron que lo que realmente querían era un voto resolutivo declarando
‘que la Central San Bartolomé está trabajando con el Alcalde … con el municipio’. Hemos
hecho caso omiso a esto, como ya había estado descartado tal apoyo desde los inicios de
nuestra gestión, aparte del hecho que estando en minoría tal voto no hubiera sido valido
incluso si hubiéramos consentido en redactarlo. Viendo que no iban a conseguir su objetivo
(que, se supone, el Alcalde les había pedido a cambio de favores y porque a él le iba a
servir políticamente para argumentar que uno de sus enemigos más férreos ‘había dado la
vuelta’) pasaron al ataque al directorio, de paso al Secretario de varones por estar ausente y
no haber mandado nota escrita ni nada explicando los motivos, pero específicamente a mi:
‘Vos has manejado dinamita en Villa Mendoza.’ Yo: ‘¿Qué?’ ‘Estabas con ese grupo de
Pastopata.’ ‘¿Qué? Yo estaba boleando 4 con el Estonio Velásquez de Chimasi.’ ‘¡Hay
filmaciones! ¡Hasta huevo q’ullu (estéril, podrido) has manejado!’ (Para aclarar: unas
semanas antes el Alcalde había llamado a una reunión en Villa Mendoza, una comunidad
que le dio apoyo incondicional desde el principio; se creía que era para procurar que
dirigentes firmaran la aprobación de su informe de ejecución de presupuesto, y por eso
muchos dijeron que no era de asistir porque la mera presencia sería tomado como señal de
aprobación, y en todo caso no había que firmar o sellar absolutamente nada. Llegando, el
Alcalde y concejales dijeron que era sólo una reunión informativa, pero muchos presentes
no estaban de acuerdo con lo que informaron; pidieron la palabra, no se les dio, surgieron

4 Mascando coca.
16

diversas grescas entre los partidarios del Alcalde y los que le rechazan, hasta que las
autoridades municipales escaparon. Sí hubiera patadas, puñetes, y pedradas al tinglado
donde se llevó la reunión lanzados por los opositores cuando se retiraron después de la
huida del Alcalde, y hubo rumores de que sus partidarios iban a repetir el enfrentamiento
con dinamita como en Chulumani, pero al fin no llegó a tanto. Yo sí fue para saber de qué
se trata; mi Secretario General de varones otra vez estaba con quién sabe qué asunto, y se
limitó a telefonearme como siempre repitiendo ‘¡No vas a firmar nada!’ como si yo fuera
idiota). Me acompañó mi Secretaria de Educación y Salud y el marido de mi Secretaria de
Relaciones en representación de ella (es la de los niños – tiene seis en total – y habíamos
acordado que en situaciones de posible riesgo él ocuparía su lugar por ese motivo).
Pudieron aclarar que de ninguna manera yo había participado en los amagos de pelea que
tuvieron lugar ese día, pero eso no aplacó a los disidentes. Viendo esto, el Secretario de
Relaciones de varones dijo ‘Si no están de acuerdo, yo puede renunciar. ¡Hágase un
Comité Ad Hoc!’ Posteriormente se descubrió que esas personas se habían reunido en
secreto entre ellos la noche anterior y allí habrían planificado descabezar a la Central, así
que ya pensaban formar tal Comité, pero esto no anula el hecho de que este dirigente ‘de
nuestro lado’ era el primero en hablar de eso en el ampliado, como para decir que él les dio
la idea o hasta que fue él que lo propuso. Ellos sí tomaron en cuenta su intervención y
algunos empezaron a expresar que él estaba dirigiendo el ampliado, hasta que yo hice notar
que yo estaba a cargo.
Luego el Secretario de Organización de varones también expresó su disposición a
renunciar, mientras dos de las mujeres – Organización y Hacienda, la segunda ya se había
mostrado como MASista fogosa atacando a gritos al resto del directorio por oponerse ‘al
Evo’ en una anterior reunión interna – pasaron a sentarse al lado de los disidentes.
(Después supimos que ellas dos también fue a la reunión secreta, aunque según ellas ‘no
hemos dicho nada, sólo fuimos a escuchar’). Las ocho personas – seis varones y dos
mujeres, todos Secretarios Generales de sus respectivas comunidades – procedieron a
autonombrarse como un Comité Ad Hoc, repartirse los cargos a la cabeza de un Presidente,
y redactar una acta donde declararon que la Central dio ‘un pésimo informe’, que no había
gestión, el actual directorio quedaba desconocido y fuera de ejercicio desde ese momento,
y ellos iban a convocar a elecciones para un nuevo directorio dentro de 45 días. Hubo
cierto debate sobre si sólo la Central de varones iba a ser desconocido, por la notoria
ausencia de su principal dirigente, mientras las mujeres merecerían salvarse debido a lo
que algunos consideraban mi actitud conciliatoria, pero al fin decidieron que habíamos
entrado juntos y juntos teníamos que salir.
Tardaron como dos horas en establecer un borrador de su acta, comprar un libro de actas y
hacerlo notariar (hay notario a la vuelta de la esquina en el pueblo, por algo es capital de
provincia), sacar el acta en limpio y firmar y sellarlo con los sellos redondos de sus
comunidades y sus lineales como dirigentes. Cuando al fin llegó el momento de sellar se
hizo evidente que unos tres de ellos estaban de cabecillas y tuvieron que rogar bastante a
otros del grupo para que al fin firmaran. Aproveché para pedir que me mostraran la
mencionada filmación. En el tinglado de Villa Mendoza, en primer plano se veía unas
mujeres, desconocidas para mí, metiéndose a empujones; alrededor, muchas personas
espectando, y en el fondo, sobresalía mi cabeza (yo mido 1 metro 78 y por eso la mayoría
de las y los yungueños no pasan de mis hombros). ‘¡Pero estoy lejos!’ dije. ‘Pero estabas
allí’ respondió él que me estaba mostrando. Al fin abandonaron la sede – para ir a la radio
17

a publicar su acta – y yo pude echar llave e ir directo a Huancane, donde no me quedé


mucho tiempo porque tenía que bajar a una reunión extra en mi comunidad para explicar
qué había pasado, aunque el Secretario General de la misma era el noveno que se quedó en
el ampliado y por tanto ya sabía todo, pero no firmó el acta y cuando ellos consultaron por
membretado sobre formar un Comité Ad Hoc, se limitó a decir ‘a la mayoría’ – aunque se
supone que cuando las cabezas proceden de tu propia comunidad tienes que apoyarles
contra viento y marea, y si hubiera habido otros presentes de la misma (el único que quedó
con él es su hermano, y además MASista, imposible que le serruche el piso) podían haberle
denostado como traidor. Más bien las intervenciones airadas se enfocaron en la defensa del
Secretario de Varones, al parecer sin darse cuenta que él no estaba, ni se sabía cuándo iba a
volver a Chulumani; llegaron a proponer entrar mañana a primera hora en marcha de
protesta masiva hasta la plaza, ‘a la cabeza del compañero Secretario General de la
Central’ (sin evidencia alguna de que él iba a estar) y luego sumarse al bloqueo en
Huancane. Yo dije que podían hacerlo, pero yo iba a ir a primera hora a Huancane porque
tenía que estar en el bloqueo representando a la Central.
Eso hice, mientras ellos al fin se limitaron a ir a protestar a la radio, ir de compras en la
feria, comer, y al fin presentarse – eso sí, 100% de afiliados – en el bloqueo pasado el
mediodía. Yo pasé la mañana con otras mujeres, esquivando dinamitazos y piedras que los
defensores del supuesto congreso lanzaron desde la cima de un barranco, atajando a los
que querían pegar a personas que intentaron pasar para ir al congreso (que se había
trasladado a la sede de una comunidad porque no pudieron ocupar el pueblo de Huancane)
insistiendo que se limitaron a impedirles el paso de manera pacífica, acordando con la
policía que se hizo brevemente presente (antes de retirarse a seguir resguardando el
congreso en caso de que nosotros íbamos a llegar allí arriba) que íbamos a controlar las
movilidades para hacer bajar a asistentes al congreso pero dejar pasar todos los que iban o
venían de otros municipios y de la ciudad de La Paz … y siendo preguntado cada diez
minutos ‘¿Dónde está (el Secretario General de varones)? ¿Dónde está tu gente?’ Aún así
había habladurías de que yo estaba andando en allí con un palo, alentando a atacar a los
congresistas, pero cundieron menos que eso de la dinamita en Villa Mendoza.
Eso era el sábado. Por el jueves el Secretario General al fin se hizo presente en Chulumani
y llamó a nuestra reunión secreta, limitado a esos miembros del directorio de varones y
mujeres y dirigentes de comunidades que sabíamos indudablemente de nuestro lado, en el
local perteneciente a nuestro representante en la Federación, que no casualmente era el ex
dirigente de la Central que había amarrado nuestras candidaturas. Como era de esperar, la
culpable principal era yo, por haber desobedecido la orden de suspender el ampliado; el de
varones también por no haber venido, y su Relaciones por ‘haberse bajado los pantalones’,
pero yo mucho peor. Cuando mi Actas explicó que ellos insistieron en llevar adelante el
ampliado y no aceptaron que eran minoría, el de la Federación llegó a decirme ‘Te has
hecho montar’. Quedamos en convocar a un ampliado de emergencia de la Central por el
siguiente domingo. No intenté exponer mi posición, que era – es un proverbio inglés –
‘darles bastante soga como para ahorcarse’: dejarles hacer tal como ellos querían, y
además, hacerlo en nuestro delante, así que pudimos escuchar todas sus propuestas y hasta
su debate interno sobre qué y cómo deben redactar su acta y formar su Comité. Para mi era
evidente que, en caso que se hubiera logrado desalojarles de la sede y suspender el
ampliado, ellos hubieran ido a algún otro lado y de la misma manera, armado el Comité
desconociendo a la Central – y con más fundamento, ya que otro de los argumentos en
18

contra era que no hubo ampliado en septiembre, evidencia de que no queríamos ‘trabajar’
(si no sólo dedicarnos a protestas …); con la suspensión de dos ampliados consecutivos,
hubieran convencido a sus bases (a quienes generalmente daban informes distorsionados
de lo que pasaba en la Central) que no sólo teníamos cero interés en procurar obras,
siquiera para la misma Central (supuestamente, antes de que surgieran los problemas el
Alcalde había ofrecido dinero para la obra fina, y si quedaba en obra bruta era porque
nosotros lo habíamos perdido por capricho y terquedad) si no teníamos miedo a ellos,
sabiendo que eran mayoría, y por eso evitábamos llamar a ampliados justamente para no
tener que enfrentar sus críticas y arriesgar a ser removidos del cargo. Con mi proceder
había logrado que desvelaran sus planes, evidenciando que ni siquiera todo el grupo de
ocho eran igualmente determinados en derrocarnos y tampoco tendrían apoyo activo del
resto de sus propios directorios, siendo eso el motivo por haber asistido sin ellos. En
resumen, se habían quemado.
El ampliado de emergencia era absolutamente masivo; de hecho, parecía un ampliado de
toda la Federación y no de una sola Central. Ninguno del grupo de los ocho se hizo
presente, pero sí varios de sus bases y en casos, directorios; sólo una comunidad, la del que
me pidió que le acompañara, no asistió en absoluto. Pero es una comunidad numerosa, y es
de pensar que si realmente hubo apoyo de la mayoría, hubieran podido asistir 100% (como
hizo mi comunidad, otra vez, aunque es conocida como una de las pocas comunidades tan
disciplinadas) y hecho un intento de volcar el ampliado a su favor frente a otras
comunidades que tienen mucho menos gente. Todos los presentes expresaron su apoyo
incondicional al actual directorio de la Central y se dictaminó la expulsión de los ocho
firmantes del Comité Ad Hoc, quienes ya no podían participar en la Central, no podían
postular a cualquier otro cargo (como en la Federación o ADEPCOCA) para la cual se
requiere el aval de la Central, y tampoco se renovará sus carnets de productor de coca por
el mismo motivo. Casi inmediatamente dos del grupo fueron removidos de sus cargos por
sus propias comunidades. Creo que no es de todo casual que eran las dos mujeres del
grupo, aunque a la vez hubo un factor adicional: estas comunidades dependen por su
suministro de aguas potables de un sistema centrado en mi comunidad, y ésta ya les había
indicado de manera bastante directa que si la comunidad iba detrás del Comité Ad Hoc se
tomaría medidas relacionados con la provisión de agua. Así es muy posible que si estas dos
comunidades hubieran estado al mando de varones en ese momento, igualmente se les
hubiera desconocido al rato.
En el ampliado de noviembre, que se llevó a cabo normalmente, el Secretario General de
varones me comentó con agrado que ahora todo estaba ido ‘tranquilo’ justamente porque
esos disidentes no estaban presentes para dar la contra con o sin motivo a todo lo que
nosotros proponíamos. Cuatro más de ellos dejaron sus cargos como parte del cambio
anual de directorios sindicales entre diciembre y enero, y uno de los dos que persistieron
buscando ser ratificados – que era el Presidente y primer móvil del Comité Ad Hoc - fue
dejado a la cabeza de apenas una docena de fieles cuando el resto de la comunidad le dio la
espalda y eligió otro directorio. Tuvo que hacerse posesionar para su nueva gestión por el
Ejecutivo de la supuesta Federación elegida en Huancane con una asistencia de apenas 80
personas (el bloqueo no pudo evitar que se lo realizaran, pero sí logró impedir que la gente
asista; en la Federación orgánica, las dos cabezas ganaron con entre 600 y 700 votos cada
uno, y el total de votos era alrededor de1.500), que es formalmente incorrecto – dirigentes
de comunidades deben ser posesionados por su respectiva Central, mientras los de las
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Centrales son posesionados por la Federación; pero obviamente era imposible que nosotros
íbamos a posesionar a él, ni que él hubiera aceptado que lo hagamos. Yo diría que los
hechos habían demostrado que mi estrategia era la acertada. No importa que los varones no
fueran capaces de humillarse hasta el punto de admitir que yo no había cometido el ‘error’,
si no hubiera sido un error hacer lo que ellos proponían, basta que seguimos adelante y se
entierra de una vez esos ataques en mi contra. Pero no fue así.
En una de las comunidades donde su Secretaria General fue removida a causa del problema
de octubre, se procedió a elegir otro dirigente en ese momento. La otra era una comunidad
que tuvo disputas con la Central en meses previos y sí incluía una facción que, si no
mayoritaria, era al menos activa en apoyo al Alcalde y el oficialismo; objetaron que la
dimisión era resultado de presiones injustas con el amenaza de cortar el agua y no hubo un
consenso como para ir a elecciones ese rato, y tampoco para hacer ‘lo orgánico’, que en
este caso es ‘sucesión de cargos’: la o el Secretario de Relaciones sube a General y termina
la gestión. El Secretario de Relaciones era un residente paceño que jamás estaba presente
en nada y por tanto no tenía antecedentes que hubiera impedido que asuma, pero al parecer
era también un cobarde que no quiso enfrentar siquiera dos meses de gestión hasta el
cambio normal de dirigentes en diciembre. La facción pro-Central formó su propio Comité
Ad Hoc con la idea de fungir como directorio interino hasta llevar la elección en
diciembre, aunque esto no corresponde formalmente al nivel de sindicato de base, y
tampoco estaban unidos entre ellos, alguno dimitió, luego retornó, se cambiaron de
miembros … al fin fueron posesionados entre cuatro en el ampliado de la Central en
noviembre, y anunciaron que la elección sería el primer viernes de diciembre, que es el día
del mes cuando su comunidad siempre lleva su reunión ordinaria, solicitando que la
Central esté presente para velar para su cumplimiento. El Secretario General de varones
alegó que el Presidente del Comité también dijo que esa fecha era provisional, y que
teníamos que esperar que él lo confirmara con una invitación explícita antes de hacernos
presente; sin embargo, no dijo nada de eso a mí, yo sólo anoté en mi agenda que era de ir a
esa comunidad el viernes 7 de diciembre, y posteriormente el Comité Ad Hoc sólo se
comunicaba por teléfono con el Secretario de varones.
De todos modos, desde el miércoles 5 yo llamé al dirigente de varones para preguntar si era
de ir a esa comunidad el viernes y a qué hora, pero nunca me contestó. Al fin, el viernes en
la mañana llamé a mi Secretaria de Organización, que representa a esa comunidad, aunque
también era una de las que fue a la reunión secreta de disidentes y era considerado indigna
de confianza o siquiera de hablar con ella por parte del dirigente de varones. Dijo que aún
no eran reunidos pero me iba a llamar cuando era de ir. El Secretario de la Central seguía
sin devolver mi llamada y su Secretario de Organización dijo que tampoco sabía nada al
respecto, aunque después me enteré que el Comité Ad Hoc había salido en la radio
anunciando que ellos estaban convocando otra reunión para el viernes 14. De todos modos,
mi Organización me llamó a la una de la tarde para anunciar que ya habían elegido un
nuevo directorio e iban a mandar un auto para que yo venga a posesionarles. Yo ya estaba
en la reunión dando palabras de circunstancia cuando sonó mi celular: al fin, el Secretario
de varones, cuya Relaciones casualmente pasó cuando yo estaba bajando del auto y le
había informado, pero sin decir nada a mi. El dirigente no se atrevió a ordenarme
directamente a no posesionar a los elegidos sino abandonar la reunión sin más, pero
advirtió que no estaba el Comité Ad Hoc y ‘cuidado que estes haciendo cualquier cosa’.
Pregunté a los presentes si había algún problema – además, sí estaba presente una de las
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integrantes del primer Comité Ad Hoc, aunque se había alejado por sus disputas
posteriores – y me dijeron que no, que habían sido elegidos por una mayoría de los
afiliados. El flamante Secretario de Justicia, ex dirigente de la Federación y conocido por
su experiencia y carácter templado, se ofreció para garantizar que iban a asistir a la Central,
cumplir como es debido y no recaer en las querellas del anterior directorio. Otros presentes
destacaron que la Central de mujeres tiene igual jerarquía que la Central de varones y no
era necesaria la presencia – o la venia, se entendía – del dirigente de varones para que yo
actúe. Con ese compromiso, yo tomé el juramento y posesioné a los entrantes.
Las consecuencias no se hicieron esperar. Esa noche era la víspera de la fiesta en mi
comunidad y yo estaba acompañando a mi compadre que estaba de altarero. No vi al
dirigente de varones – al parecer estaba tomando en una tienda – pero la noticia de mi
posesión corrió como reguero de pólvora, junto con alegaciones de que los posesionados
eran ‘puros carpeteros y MASistas’, además de que el nuevo Secretario General era cuñado
de la Ejecutiva desconocida, que las hijas del Secretario de Justicia trabajan en la Alcaldía
… y por tanto iban a traicionar a la Central si es que iban a asistir siquiera, y más que todo,
yo había ‘pisoteado’ al Comité Ad Hoc posesionado por la Central porque ellos no estaban
en esa elección. Ni debía haber ido a la comunidad porque no había recibido una invitación
oficial de ese Comité. Hasta mis propios ahijados me atacaron furiosamente en estos
términos, y pocos días después lo mismo hicieron las dirigentes de la Federación de
mujeres, aunque resultó que en realidad ninguno de los entrantes eran carpeteros, y aunque
me dijeron que era mala dirigente por ‘no conocer a mi gente’, es decir, no saber con
quién está casado el hermano de quién, yo considero que nadie es culpable de tener los
familiares que tiene, y argumenté que, como se suele decir, ‘la comunidad es autónoma’,
elige los dirigentes que quiere, y no podemos ir escogiéndoles a dedo y posesionando sólo
a los que nos gustan o están en nuestra línea. Sólo unos pocos comentaban que el
Presidente del Comité al cual yo había ‘pisoteado’ es cuñado de mi dirigente de varones,
por eso insistía en apoyarle, y que ese grupo ‘por capricho’ había quedado en minoría y por
eso la gente no respondió a su convocatoria en otra fecha, en vez de asistir en la fecha de
costumbre que todos conocen de antemano.
El Comité parecía haber aceptado eso, ya que se hicieron presentes en la reunión del
directorio de la Central el siguiente viernes y dijeron que ‘ya no iban a hacer nada’, que
siga el directorio elegido, sólo expresando con amargura que si la Central convocaba a
futuro a movilizaciones ellos ya no iban a salir, ‘que salgan esos’ (el subtexto es que por
ser contrarios seguramente los posesionados no iban a salir y la Central quedaría sin apoyo,
a diferencia de lo que hubiera sido si los hubiéramos esperado a ellos; aunque esto no me
hizo mella porque la comunidad en cuestión es famosa por su organización débil y
fracturada, no sólo ahora, y nunca sale con más de una media docena de personas, no
obstante tener más de cien en su lista de afiliados, entonces ¿qué diferencia?) Sin embargo,
esto no era suficiente para convencer a los que creían que yo había ‘dividido a la
comunidad’, y más cuando el Secretario General se lanzó en seguida a una arenga furiosa
en mi contra, alegando que nuestra comunidad ‘estaba caliente’ por lo que yo hice, porque
los posesionados son de la facción que había insultado a nuestra comunidad, de la Central
y de la Federación, que nuestra comunidad me iba a ‘replegar’ del cargo, ‘¡ella ya no va a
ser más Secretaria General de mujeres!’ Sin embargo, el día siguiente me llamó para ir a
posesionar el directorio de la comunidad que rechazó a su disidente ratificado, y cuando
antes de irnos él no pudo aguantar de repetir la arenga, los presentes dijeron que si me
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alejaba ‘iba a debilitar a la Central’, que yo tenía ‘harta simpatía, hasta puede perfilar como
Ejecutiva (de la Federación Provincial)’ – aunque yo nunca había sugerido eso. Resultó
que mi/nuestra comunidad ni siquiera se había reunido para tratar el tema, así que nadie
estaba ‘caliente’ en absoluto. Se llamó a una reunión extra la noche siguiente, donde el
Secretario General informó que ‘la comunidad’ en cuestión había venido el día antes a
presentar una queja en mi contra – pero no aclaró quiénes representaban ‘la comunidad’
tal, y esa noche ninguno de ellos se hizo presente para explicar cuál era el problema. El
dirigente de varones tuvo que echar mano de su servil Secretario de Relaciones, que vino a
quejarse de que la comunidad en cuestión, con quienes comparten el sistema de aguas
potables, no les da importancia en las reuniones de aguas, y luego de nuevo la arenga, de
como yo había cometido un error muy grave – lo de octubre – y ahora tenía otro error muy
grave, si seguía en el cargo cuántos más errores iba a cometer, deberían ‘replegarme’ de
una vez o si no al menos aplicarme una sanción, ¿cuánto debería pagar? Hubo propuestas
de 500, 1.000 y hasta 2.000 Bolivianos de multa. Sin embargo, la mayoría de los presentes
dijeron que su dirigente estaba gastando su tiempo en vano si los querellantes ni siquiera
habían venido a dar la cara, que yo siempre estaba presente puntual en las reuniones y
adelante en las marchas (que como hemos visto, no siempre es el caso con el dirigente de
varones) y en todo caso, doce comunidades me habían elegido y no sólo ellos, así que un
ampliado de las doce tendría que determinar si yo merecía ser sacada del cargo, o
sancionado, y si iba a ser sancionado con cuánto de dinero. Viendo que no había
conseguido lo que buscaba, el Secretario General de la Central concedió que no se puede
tomar decisiones obligatorias en una reunión extra y el tema tendría que ser postergado
para la reunión ordinaria de fin de mes – donde logró que fuera tratado de nuevo, con el
mismo resultado: pasarlo al ampliado de la Central, nosotros no podemos decidir.
Otra vez, él no estaba en la reunión para sacar la convocatoria y su Secretario de Justicia
recordó demasiado tarde que le había instruido insertar un punto específico ‘Tema Alicia’
(que es como más me conocen allá). Esta vez a mi me tocaba dirigir el ampliado, pero
consentí en incluir el tópico en mi informe. Estaban presentes los nuevos dirigentes de la
comunidad en cuestión. Ellos justificaron su elección y las demás comunidades les
apoyaron. El dirigente de varones intentó como último recurso un argumento también
presentado en nuestra comunidad, de que un Comité Ad Hoc ‘tiene vigencia de hasta
noventa días, y ¿qué si se reactiva de nuevo y quiere hacer otra elección? Ella ha causado
esta división’, pero nadie más le hizo caso (aparte de que, independientemente de cuánto
tiempo de vigencia se haya asignado a un Comité Ad Hoc en el momento de su
nombramiento, una vez que la elección ha sido realizado ese Comité fenece
automáticamente, no puede ‘reactivarse’ por mucho que le disguste las personas que han
salido elegidas) y ahí murió mi ‘error’ – al menos por el momento, porque según yo veo, el
hecho de que mi estrategia de octubre ha resultado en deshacer el grupo opositor no ha
conducido a que los varones admitan que fue acertada, si no siguen recordándolo como un
‘error’ que puede ser resucitado cuando quieran, y no me sorprendería que pasará lo mismo
con esa posesión, más que todo si esa comunidad incumple su compromiso y volver a
levantarse en contra de la Central. Por lo de octubre no sólo fue atacado entre dirigentes, si
no por parte de amistades varones, que alegaron que yo debía haber renunciado a llevar el
ampliado en ausencia del dirigente de varones: en la gestión anterior, dijeron, que incluso
cuando le tocaba dirigir, la Secretaria de mujeres nunca iniciaba el ampliado hasta que
llegara el dirigente de varones, y por eso, si él no iba a estar yo tenía que decir que no
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podía haber ampliado y punto. Sólo unas cuantas mujeres que son o han sido dirigentes
estaban de acuerdo conmigo, de que mi error real, o de fondo, es no haber escuchado los
órdenes a distancia de los dirigentes varones y actuado tal como ellos indicaron; así, en esa
comunidad, al recibir la llamada debería haber dicho ‘Perdón, compañeros, no está/no
puede venir el Secretario General de varones, así que no les puede posesionar’ y salido.
Personalmente, para mí esto no sólo sería una vergüenza como mujer, si no daría una
pésima impresión de la Central, como una organización donde el directorio no coordina ni
se pone de acuerdo, uno hace una cosa y luego otro le dice que no … pero es evidente que
para los varones, no es vergüenza alguna que una dirigente mujer haga evidente que ella
sólo puede actuar con la autorización de los varones. Es cierto que tanto varones como
mujeres han comentado que lo que busca el dirigente de varones es sacarme para que mi
lugar sea ocupado por una mujer sumisa, quien de todas maneras va hacer lo que él dice y
no hacer nada si él no se le ha dicho. Al parecer no le importa que, dado la
irresponsabilidad de él y la mayoría de su directorio, que constantemente faltan o no
cumplen con lo que se les asigna, si yo no estuviera la Central se caería en ruinas. Una de
las frases repetidas del dirigente es que ‘yo no me voy a dar la vuelta, no me importa,
aunque me quede solito’. Tal vez eso estará buscando, sin percibir la pésima impresión que
dejaría de su gestión si llegaría a ocurrir.

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