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Este material educativo tiene como propósito lograr que nuestros niños y niñas de
educación básica y media no pierdan su curiosidad y capacidad innata de asombro,
incentivándolos a desarrollar su pensamiento crítico y autónomo para cuestionar,
indagar y descubrir, ellos mismos, mediante observación y experimentación directa,
el sorprendente mecanismo que subyace oculto en fenómenos naturales cotidianos
con los que comúnmente se maravillan; ¿Es verdad que descendemos del mono?¿Por
qué el arcoíris tiene forma de arco? ¿Por qué el cielo es azul y no de otro color?
¿Existen los extraterrestres? ¿Por qué el año tiene estaciones? Son algunas de las
preguntas a las que solemos vernos enfrentados y para las cuales sólo con gran
dificultad logramos ofrecer respuestas las que, además, suelen estar distorsionadas
por causa de mitos y errores conceptuales que, desgraciadamente, se encuentran
muy extendidos.

Con un lenguaje ameno y simple, sin palabras extrañas ni mucho menos fórmulas
matemáticas, invito a padres, profesores y niños a encontrar juntos respuestas de
forma lúdica y entretenida. Unas vacaciones, mascotas con habilidades especiales,
leyendas, humor y sencillos experimentos que cualquier niño o niña puede realizar
con elementos caseros disponibles en su hogar, dan contexto a este relato, el que
incluye la evolución de las especies, un tema trascendental en el cual hay mucho aún
por divulgar. Asimismo, busca reforzar valores positivos tales como el
involucramiento de los padres en el aprendizaje de sus hijos, la tenencia responsable
de mascotas, el desarrollo de la personalidad y el espíritu de superación.

Dedico este material a mi hermosa e inteligente hija Catalina en agradecimiento por


estos maravillosos años y en memoria de mi profesor de física en la Universidad de
Talca Jorge Ossandón Gaete cuya pasión por enseñar y divulgar los secretos que
esconde la naturaleza inspiró este relato.

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El misterioso lector nocturno ....................................................................................... 4
¿Es verdad que descendemos del mono? ................................................................... 7
¿Cómo se producen la lluvia, los relámpagos y los truenos? .................................. 14
¿Qué hay en el lado «oscuro» de la Luna? ................................................................ 20
¿Por qué un arcoíris tiene forma de arco?................................................................ 27
¿Por qué el cielo es azul y no de otro color?............................................................. 33
¿Cómo es que pueden elevarse y volar los aviones? ............................................... 39
¿Existen los extraterrestres? ...................................................................................... 44
¿Por qué el año tiene estaciones? ............................................................................. 53
Un prestigioso galardón.............................................................................................. 57

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El misterioso lector nocturno

A Catalina le cargaba la clase de ciencias. Esas extrañas palabras y fórmulas que


tanto costaba comprender y que parecían «chino mandarín». La profesora había
dado una tarea, así es que ese fin de semana se levantó con bastante desánimo.
Somnolienta y en pijamas, se dirigía al baño cuando, desde el pasillo que conduce
hasta él, vio algunos libros en el suelo de la sala de estar, desordenados, como si
alguien los hubiera sacado de la biblioteca para leerlos sobre la alfombra.

¡Papá, dejaste libros tirados en el suelo! dijo Catalina, en medio de un bostezo. El naturalista
No, hija. No fui yorespondió éste desde la cocina, sin apartar la mirada del inglés Charles
Darwin
diario que leía. Además, la que tiene tarea de ciencia eres túagregó
despreocupado, para luego tomar un sorbo de mate y continuar su lectura.
¿Fuiste tú, mami?le preguntó, cuando ésta, con ayuda de un par de guantes,
terminaba de sacar un pastel del horno.
No hija, tampoco he sido yorespondió mamá, sin volverse para mirar.
¡Qué extraño!pensó Catalina. ¿Quién habrá sido?
De seguro la Rocío, mi hermana menorse dijo. Ella los debió sacar para jugar,
¿quién más? Hace tiempo nadie se interesaba por la ciencia.

Sobre la alfombra, estaban libros de Química, Física y Biología. Uno de ellos era «El
origen de las especies» de Charles Darwin.

¡Qué coincidencia!pensó Catalina, justo la materia sobre la que tengo tarea.

Lo recogió y se detuvo en la llamativa portada. Comenzaba a hojearlo cuando,


sorpresivamente, sintió un suave y familiar roce a la altura de las canillas.

¡Mis gatitos!exclamó, tomándolos en brazos.

Lucy era una tranquila e introvertida gata blanca. Poseía una mirada exótica y
particular, ya que tenía un ojo azul y otro verde. Pelé, en cambio, era un gato común
y corriente, de pelaje negro, como esos de los que se dice traen mala suerte. De
grandes ojos amarillos, era un gato amable, glotón y extrovertido. Tras servirles
desayuno y encender la televisión, Catalina comenzó la tarea de ciencias, aunque
pronto tuvo que dejarla para otro día, puesto que llegaron familiares con los cuales
fue al parque y al cine.

Antes de irse a dormir, Catalina recordó la travesura de los libros. Se le ocurrió la


idea de esparcir harina junto a la habitación de su hermana. Así, quedarían visibles
las huellas de Rocío y tendría la evidencia de su autoría. En completo silencio, se
dirigió a la cocina, tomó un envase de harina y, con sigilo, lo vertió suavemente a los
pies de la puerta de la «sospechosa».

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A la mañana siguiente, Catalina se encontró nuevamente con los libros sobre la
alfombra. Se dirigió rápidamente hasta la puerta de su hermana, pero, para su
sorpresa, no había huella alguna. Si no era Rocío, ¿entonces, quién? Decidida a
atrapar al misterioso lector nocturno, cambió de estrategia: pondría la alarma del
despertador para sonar justo a medianoche y así descubrirlo in fraganti.

De esta forma, a la hora programada, el despertador sonó. La casa estaba a oscuras,


todos dormían, y sin embargo, se oía a alguien dar vueltas las páginas de un libro…

¡El misterioso lector nocturno!

Catalina tenía miedo de la oscuridad, pero se armó de valor. Sin hacer el menor
ruido, tomó la linterna y, en punta de pies, se dirigió a la sala de estar. Desde el
umbral, apuntó la linterna hacia la alfombra y… ¡sorpresa!

¡El misterioso lector eran sus gatos!

Al verse descubiertos, las mascotas abandonaron los libros de un salto y huyeron a


esconderse a toda prisa bajo el sofá.

¡Los pillé chanchito! Así es que ustedes son los que sacan los libros. Vengan para
acá, inmediatamente.

Tras titubear un segundo, los gatos decidieron dar la cara. Cabizbajos salieron de
debajo del sofá y se sentaron a los pies de Catalina, mirándola con ojos lastimeros.

Lo sentimos se disculpó una avergonzada Lucy.


Nos pillaste con las patas en la masaAgregó Pelé.

Catalina se quedó pasmada, boquiabierta. No podía creerlo. ¡En su casa vivían gatos
que podían hablar! Sintió temor, pero sus mascotas le hablaron con dulzura. Le
contaron que todos los gatos pueden hablan, sólo que ellos deciden cuándo y a
quién. También, de lo mucho que les gustaba dormir, rascar muebles, hacer
travesuras y todas esas cosas típicas de los gatos.

 Nos encontraste en medio de una investigación muy importantele dijo Lucy.


No lo creo, ¿ustedes?  respondió, extrañada Catalina.
¡Es cierto! protestó Pelé. ¿Nunca has oído el dicho que dice que «la
curiosidad mató al gato»? Los gatos somos muy intrusos. Nos gusta entrometernos e
investigarlo todo. Volverse científico no es más que el paso siguiente.
Es verdad, Catalina. Somos gatos científicosagregó Lucy, erguida y adoptando
ahora un aire intelectual. Estamos investigando una cura para el Trastorno de la
Depresión Postgato.

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¿Y eso qué es? ¿Se contagia? preguntó Catalina, que por precaución dio un
pequeño paso atrás.
No temas. No es un virusle respondió Lucy, sino un extraño ataque de
tristeza, descubierto por la doctora Agatha Silva Parada, una investigadora de la
Academia Nacional de Ciencias Gatunas. Le pasa a la gente que deja de tener gatos
en su regazo.

Catalina nunca había oído hablar de la Academia Nacional de Ciencias Gatunas, ni


mucho menos que existieran gatos intelectuales o investigadores.

Para mí que aquí hay gato encerradodijo la niña, levantando una ceja. Entre
enojada y divertida¿Desde cuándo hacen esto?¿Por qué de día nunca usan
lentes?¿Se hacen los cuchos?
Los gatos somos animales nocturnosaseguró Pelé. Durante el día, tenemos
sueño pero, durante la noche, que es cuando estamos más activos, nos gustaría
hacer una fiesta, correr y saltar, pero como no los queremos despertar, no nos
queda otra que leer agregó encogiéndose de hombros.
Nadie conoce nuestro secreto. Prométenos que lo guardarásrogó Lucy.
De acuerdorespondió Catalina, pero me gustaría aprender también. Quiero
que me enseñen y me ayuden con mi tarea. Cuando pido ayuda, mis padres están
muy ocupados en sus asuntos y no me prestan atención. Eso me desanima. Si logran
contestar mis preguntas, y entiendo las respuestas, guardaré el secreto. Es decir,
tienen que enseñarme sin palabras raras ni matemáticas. Sólo frases y ejemplos
sencillos. ¿Les parece?los desafió.
¡Trato hecho!dijeron entusiasmados los gatos. Reúnete con nosotros cada
medianoche. Así, podremos hablar tranquilos, sin que nadie nos descubra.
Sabemos que tienes tarea para el lunes, Catalina. Comencemos esta misma noche
si así lo deseas, aunque nos tienes que traer comida eso sí agregó Pelé sonriendo.

Catalina se sintió feliz de tener mascotas con capacidades tan especiales y que la
ayudarían a hacer las tareas, sobre todo las de la aburrida clase de ciencia. Fue hasta
la cocina, se hizo un pan con mermelada de mora y sacó dos sobres sabor atún.

De acuerdoles dijo la niña, mientras vertía el último de los sobres en el plato de
sus mascotas. Esta es mi primera pregunta:

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¿Es verdad que descendemos del «mono»?

Luego de unos instantes, tomó la palabra Pelé, que era el más comilón y terminó
primero la merienda.

¡La naturaleza esconde un fantástico secreto! comenzó el gato, luego de brincar


al sillón¿Te has fijado que el león se parece mucho al tigre, el pato al cisne o el
caballo a la cebra? Entre más se parecen dos personas, o especies, significa que
mayor es su grado de parentesco. Por eso tú te pareces más a tus primos que a los
niños de otras nacionalidades. El león y el tigre se parecen mucho porque son como
primos, comparten un ancestro en común, que vivió hace millones de años. Tienen
el mismo «tátara, tátara, tárara, tárara, tátara, … tátara abuelo».

Catalina miraba con ojos inmensos, recostada sobre la alfombra, con sus manos en
las mejillas, escuchando atentamente la explicación de Pelé.

Si no fuera asícontinuó Pelé, tras recuperar la respiración, lo que cabría


esperar es que las especies fueran todas tan distintas, que sería imposible
agruparlas por sus semejanzas. Si retrocedemos lo suficiente en el tiempo,
encontraríamos que, de hecho, todos los animales del planeta están emparentados.
Comparten un único ancestro en común.
¿Cómo puedes estar tan seguro si no existen máquinas del tiempo para ir a mirar
al pasado? replicó Catalina.
La naturaleza tiene una forma de mostrárnoslo, de viajar en el
tiemporespondió Pelé, acomodándose sobre el sillón. Cuando un animal muere
en un aluvión o en la crecida de un río, sus huesos sufren un lento proceso que los
convierte en una piedra llamada «fósil». Los paleontólogos son «cazadores de
fósiles» y recorren el mundo desenterrándolos. El estudio de esos huesos fosilizados
nos permite ver, hoy, como eran los animales que habitaban la Tierra hace millones
de años. Es como viajar en el tiempo. A medida que vamos más atrás en el pasado,
es decir, desenterrando fósiles cada vez más y más profundo, vemos diferentes
especies. A poca profundidad, encontramos fósiles de mamíferos como mamuts y
bisontes; en capas intermedias, no encontramos mamíferos, sino que aparecen los
fósiles de grandes y temibles dinosaurios. Finalmente, y a mucha mayor
profundidad, ya no hay mamíferos ni dinosaurios, sino sólo formas simples como
crustáceos o peces. Si las especies no fueran variando con el tiempo, uno no debiera
esperar esta distribución: las especies más actuales tendrían que ser todas iguales a
las más antiguas, pero no es esto lo que se observa.

Lucy terminó su comida, rascó una de las patas del sofá, y luego se unió a la
conversación, dando un brinco y acomodándose sobre el sillón.

Inspirado, Pelé continuaba:

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Asimismo, la existencia de especies intermedias como el Archaeopteryx, un
extraño animal, mitad reptil, mitad ave, que vivió hace millones de años; o el
ornitorrinco, un raro animalito con pico de pato y cola de castor, queda mejor
explicada mediante un proceso de transición o «evolución» desde una especie a
otra. ¡Un ornitorrinco es un ave a medio camino de convertirse en mamífero!

Fotografías 1 y 2: Ejemplos de transición: Archeopterix, mitad ave, mitad lagarto; y el ornitorrinco, mitad ave, mitad mamífero.

Pelé propuso a Catalina jugar a las cartas sobre la alfombra. Las cartas eran
especiales porque tenían fotografías de animales. Las ponían boca abajo y el juego
consistía en dar vuelta un par en busca de coincidencias.

Contéstame esta pregunta, CatalinaContinuó Pelé. Tómate tu tiempo. De


entre todos estos animalitos que ves en estas cartas, ¿cuál de ellos se parece más a
ustedes los humanos? Piénsalo bien.

Catalina se rascó el mentón, mirando hacia arriba. Luego de un instante, cogió una
de las cartas y se la enseñó.

¿A éste?respondió tímidamente, mostrando la carta del chimpancé.


A los chimpancés, ¿verdad? confirmó Pelé¿te das cuenta? Como en una gran
familia, todos los animales, incluidos ustedes, estamos, en mayor o menor grado,
emparentados con todos los demás. Así como el caballo se parece mucho a la cebra,
y el tigre al león, chimpancés y humanos se parecen mucho porque están
estrechamente emparentados. Son como «primos». Comparten un ancestro en
común que vivió hace millones de años. ¿No es fabuloso? Este es el secreto mejor
guardado de la naturaleza. Uno que permaneció oculto por mucho tiempo, hasta
que el naturalista inglés Charles Darwin lo descubrió.

La revelación dejó a Catalina impresionada. Siempre había pensado que animales y


humanos no estaban emparentados. Había escuchado las historias de Adán y Eva de
la clase de religión, así como la divertida leyenda de la cigüeña que traía bebés
desde París. El secreto le pareció tan increíble y fantástico, que apenas podía darle
crédito. Se quedó en silencio por unos instantes, pensando en las implicancias…

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Ya, pero entonces, ¿me estás diciendo que una mamá simio dio a luz un bebé
humano?preguntó confundida.

No, no funciona asírespondió Pelé. Los cambios son tan graduales, leves y
pequeños que, para verlos, se necesitan cientos de miles o incluso millones de años.
Muchas generaciones madre e hijo. Mira, funciona más o menos así: imagina un
ciervo en el bosque. Su descendencia, sus hijos, no son todos iguales, ¿verdad?
Excepto los gemelos, los hermanos no son todos idénticos entre sí, aunque tengan
los mismos padres. Tú, por ejemplo, no eres idéntica a tu hermana. Se parecen, pero
hay diferencias. Cuando nace un hijo, las características de la mamá, tales como el Los enormes
color del pelo, la altura o la forma de la nariz, las cuales están «grabadas» en sus cuellos de las
jirafas
células, se «mezclan» con las del papá. Es como barajar dos naipes: una baraja, la de
la mamá, contiene, supongamos, cartas negras; y la otra, la del papá, cartas rojas.
Cada vez que las mezclas nunca dan como resultado una combinación idéntica. Hay
miles de «barajas resultantes» posibles. Asimismo, debido a la mezcla al azar de las
características de sus dos padres, el «naipe resultante», el hijo, aunque parecido, no
será idéntico ni a ellos, ni a sus hermanos. De esta manera, un hijo ciervo nacerá con
un pelo un poco más claro; otro, correrá un poco más veloz; otro, tendrá el cuello
levemente más largo, etc. ¿Me sigues?

Roció despertó llorando y mamá la tomó en brazos para hacerla dormir. Mientras
tanto, Catalina y los gatos permanecieron en silencio, como jugando al «un, dos tres
momia» aunque con grandes dificultades para contener la risa. Cuando todo volvió a
la normalidad, Pelé retomó:

Cuando las condiciones medioambientales son adversasprosiguió con voz


baja, se establece entre los individuos una lucha por la supervivencia, en la cual
tiene más descendencia aquél cuyas características heredadas favorezcan, por pura
casualidad, una mejor adaptación a ese medioambiente hostil. Si tú eres la cierva
que nació, supongamos, con un cuello un poco más largo, y si hay una sequía
prolongada que acaba con el pasto, entonces serás la más afortunada. Sí, porque tu
cuello «levemente más largo» te permitirá alcanzar las copas de los árboles y
alimentarte más y mejor que el resto. Tendrás una ventaja que te permitirá criar
más hijos. A su vez, tus hijos heredarán tu cuello y habrá, entre ellos, uno que
nacerá incluso con el cuello más largo que tú y podrá alimentarse todavía mejor,
teniendo, a su vez, un mayor número de hijos a quienes heredará su «cuello
levemente más largo aún». Al cabo de muchas y muchas generaciones, y
suponiendo que la sequía continúa, los ciervos de cuello corto terminarán por
desaparecer. Se extinguirán, pues tendrán cada vez menos hijos, mientras que los
afortunados de cuello largo, prosperarán. Con el tiempo, la especie irá cambiando,
mutando, evolucionando gradualmente su aspecto hasta convertirse en otra. Así es
como las jirafas desarrollaron esos enormes cuellos.

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En el juego de cartas ahora era el turno de Lucy. Puso su pata sobre una y Catalina la
volteó por ella. Apareció la imagen de un guepardo.

Supón ahora que fuese la llegada de depredadores y no una sequía prolongada la


que amenaza la supervivencia de nuestros ciervosprosiguió Pelé. En este nuevo
escenario, tener el cuello largo ya no es importante para sobrevivir. Lo que cuenta
es huir más rápido que los demás. Los ciervos que tengan la mala suerte de nacer Sus plumas
largas y
con patas levemente más lentas, serán víctimas con mayor frecuencia de los coloridas atraen
depredadores. Los ciervos lentos desaparecerán. Prosperarán los rápidos. Así es a las hembras

como las gacelas desarrollaron su gran velocidad. Por el lado de los depredadores,
los que nazcan con patas más rápidas lograrán alimentar y tener más crías.
Prosperarán los rápidos y así es como tienes a los veloces guepardos. En la
naturaleza existe una «carrera armamentista» donde las especies van desarrollando,
gradualmente, generación tras generación, órganos útiles para la supervivencia.

Catalina tomó la carta con la imagen del pavo real y se la mostró a Pelé.

¿Cómo es posible que unas plumas tan grandes y coloridas como éstas sean útiles
para que no te atrapen? protestó la niña.
¡Muy buena observación!exclamó Pelé. Si unas plumas más largas, llamativas
y exóticas te hacen parecer más guapo para las hembras, entonces podrás tener más
hijos que los machos que no las tienen. El truco está entonces en poseer rasgos o
capacidades físicas útiles, heredadas de los padres, para que un individuo tenga más
descendientes que otros. Este es el mecanismo que hace que el aspecto de una
especie sufra cambios, los que, luego de muchas generaciones, la transforma en una
nueva especie.

En el juego de las cartas iba ganando Lucy quien logró encontrar, seguidas, las dos
cartas del delfín, el águila y el bisonte. Mientras tanto, Pelé continuaba:

¿Te has fijado que todas las especies aéreas poseen alas, todas las acuáticas,
aletas; y todas las terrestres, patas? preguntó Pelé. Estas similitudes no son
coincidencia. Sobrevivir en un determinado medioambiente favorece el desarrollo
de los mismos órganos especializados, aun cuando las especies puedan no ser
parientes muy cercanos. El avestruz, por ejemplo, es un ave que hace millones de
años volaba, pero debió adaptarse a un ambiente terrestre, lo que favoreció la
reducción gradual del tamaño de sus alas. Actualmente ya no le sirven para volar,
sino sólo como abanicos para el calor. En cambio, desarrolló poderosas patas para
correr por tierra a gran velocidad. Otro ejemplo es la ballena, que era un mamífero
terrestre de cuatro patas que se aventuró al océano en busca de subsistencia lo cual
favoreció el desarrollo gradual de aletas y cola, similares a la de los peces. Estas
lentas y graduales adaptaciones no se producen por exceso o falta de uso de los
órganos, sino debido al mecanismo hereditario de rasgos o capacidades útiles que
favorecen la supervivencia.
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Fotografías 3,4 y 5. Humanos y chimpancés son «primos»; comparten un mismo ancestro que vivió hace millones de años.

Estoy entendiendodijo Catalina. Pero, entonces, ¿qué pasó? ¿Qué ocurrió


que hizo que algunos simios evolucionaran en humanos?
Cuando un cambio climático acabó con los bosquesrespondió el gato, los
simios que los habitaban se quedaron sin comida y se vieron obligados a bajar y
tener que perseguir presas a través de grandes extensiones de la calurosa sabana
africana. Los simios que podían caminar erguidos durante más tiempo lograban
seguirlas hasta cansarlas y alimentarse de ellas. Fueron los que prosperaron. Tras
millones de años, ese pequeño grupo de simios se convirtió, lenta y gradualmente,
generación tras generación, en los humanos modernos actuales. Las pruebas de
ADN permiten comparar información genética y proveer evidencia de parentesco,
confirmando este proceso evolutivo.
Gracias por compartir este secreto conmigoles dijo Catalina. Encuentro muy
«bacán» que los animalitos estemos todos emparentadosagregó, impresionada
con la revelación.

Continuaron el juego y en una de las cartas apareció un felino…

Cuéntenme ahora sobre ustedes. ¿De dónde vienen?preguntó Catalina.


Durante miles de añostomó la palabra Lucy, los humanos han seleccionado
individuos específicos de algunas especies porque poseían rasgos o característica
convenientes para ellos, decidiendo cuál se reproduce y cuál no. Esta selección
deliberada, en la que son los humanos y no la naturaleza la que favorece la
transmisión hereditaria de ciertos genes, se conoce como domesticación. Así, los
descendientes menos tímidos de los lobos fueron alimentados y seleccionados por
el hombre porque ofrecían protección y seguridad. Los menos huidizos de los linces,
compañía y defensa contra las ratas. No existen fósiles de perros ni gatos anteriores
a los humanos, lo que confirma nuestra aparición como nuevas especies a partir de
esas otras más salvajes. Perros y gatos somos «mutantes».

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¿En serio?¿Por eso son tan inteligentes?dijo Catalina sonriendo. La gata asintió
y Catalina la puso en su regazo para acariciar su cabeza. No vaya a ser que me dé
también el Trastorno de la Depresión Postgatopensó.

Continuaron con el juego. En una carta aparecía un niño. La máquina del


tiempo de Volver Al
Una última pregunta. ¿Es verdad eso que dicen de que en el futuro los niños Futuro

seremos todos calvos y sin dedo meñique? agregó Catalina mostrándolo.


Piensa en esto dijo Lucy con su suave voz¿aumentan las posibilidades de
sobrevivir o tener más hijos el hecho de que una persona tenga menos cabello?
Hace cientos de miles de años, quizás sí, porque demasiado pelo sofocaría a una
persona en África y le impediría correr más rápido que los demás para perseguir y
cazar presas, pero actualmente ya no influye. Tampoco nadie tiene más o menos
hijos por no poseer dedo meñique. Por lo tanto, nada de eso es verdad.

El juego de cartas finalmente lo ganó Lucy. Segundo lugar Catalina y Pelé se quedó
con el tercer puesto. Como ya se había hecho muy tarde, la niña recogió las cartas y
las dejó en su lugar, dentro del armario. Les dijo buenas noches y volvió a la cama,
donde se quedó dormida pensando en la historia de la evolución. Los gatos
volvieron a sumergirse en sus lecturas nocturnas.

En sueños, Catalina se imaginaba siendo una arqueóloga que recorría el mundo,


desenterrando fósiles o caminando junto a dinosaurios, gracias a una máquina del
tiempo, como en la clásica película «Volver al Futuro». Pensó en cómo sería utilizarla
para viajar al futuro lejano, ¿qué aspecto tendrán las especies que habitarán el cielo,
la tierra y los oceanos?¿Qué aspecto tendrán los niños y mascotas del futuro?

***

Catalina entregó la tarea y habló a sus compañeras acerca de lo que había


aprendido. Éstas se sintieron tan asombradas como ella con el secreto de la
evolución. Durante el recreo, y sólo por diversión, decidieron jugar en el patio al
«monito mayor», para así rendir un homenaje a sus divertidos «primos». Más tarde,
comenzó a llover torrencialmente sobre Santiago. Las gotas corrían por las ventanas
del furgón escolar que la traía de regreso. Como no había llevado paraguas, quedó
empapada al bajar y correr a casa. Al pasar, oyó un ladrido de Tomás, el perro vecino
que, bien guarnecido al interior de su casita de madera, la saludó como todos los
días. Ya en casa, mientras comía sopaipillas y su hermana Rocío hacía una rabieta de
aquéllas, Catalina pensaba en qué pregunta haría a sus mascotas esa medianoche.

A la hora convenida, en medio de la tempestad, las mascotas leían la última edición


de la prestigiosa revista científica que publicaba la Academia Nacional de Ciencias
Gatunas. Un sorpresivo relámpago iluminó la oscuridad. Catalina se sentó sobre la
alfombra y les preguntó: ¿Cómo se producen la lluvia, los relámpagos y los truenos?

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¡Pruebas de la evolución en tu propio cuerpo!

Necesitarás:

 Tu propio cuerpo.
 Un espejo grande como el del baño (sin sacarlo eso sí)
 Un vaso y una escoba.

Procede de esta forma: Pon tu mano con la palma


hacia arriba y une tu dedo meñique con tu dedo
pulgar. Si ves algo sobresaliendo en tu muñeca
eres… ¡un extraterrestre! (broma). Eres parte
de la mayoría que aún tenemos un tendón que
existe principalmente en animales que usan sus
brazos para caminar. Este tendón ha ido
desapareciendo desde que comenzamos a caminar Fotografía 6
erguidos, hace millones de años. Algo similar ocurre
con las muelas del juicio, las amígalas o el apéndice,
órganos que alguna vez fueron útiles para
sobrevivir, pero que ya no lo son.

Mira tus manos y date cuenta de que están


perfectamente adaptadas para coger cosas
cilíndricas como vasos, botellas o varas. Tu pulgar
oponible es el que permite asir con fuerza estos
objetos, característica exclusiva de los primates.
La explicación está en la necesidad que tenían
nuestros antepasados de colgarse con fuerza de
las ramas de los árboles donde vivían hace
Fotografía 7 millones de años.

Recorre con tu dedo índice el borde interno


de tu oreja. Te encontrarás un pequeño
engrosamiento con forma de punta. Se trata
de la prueba definitiva de que eres un
extraterreste! (broma). Es un remanente
o vestigio de la punta de oreja que tenían
nuestros antepasados y que aún puede
encontrarse en perros, gatos y primates.
Juguemos al «monito mayor» para rendir Fotografías 8 y 9
homenaje a nuestros simpáticos primos.

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¿Cómo se producen la lluvia, los relámpagos y los truenos?

Pelé se disponía a contestar cuando el ensordecer trueno que siguió al relámpago


estremeció el hogar. Sonó como una bomba y los gatos huyeron despavoridos. Es
cierto que han aprendido muchas cosas, pero siguen siendo gatos al fin y al cabo.
Cuando retornó la calma, saltaron suavemente sobre el sillón. Recostada sobre la
alfombra, y con las manos en las mejillas, Catalina se dispuso a escucharlos.

Déjame contarte otro secreto: ¡Nuestra agua es de origen extraterrestre!reveló Damascos de


doble cuesco.
Pelé, mirando hacia al cielo. Difíciles de
¿En serio? ¿Cómo lo sabes?preguntó la niña, siguiendo la mirada del gato. encontrar
Los «átomos»comenzó la mascota son los pequeñísimos ingredientes con
los cuales están hechas todas las cosas. Vamos a imaginar que los átomos son como
las frutas; las hay de distintas variedades, están las peras, las manzanas, los mangos,
etc., pero todas tienen un cuesco y una cáscara, ¿verdad? Del mismo modo, hay
distintos tipos de átomos: el carbono, el oxígeno, el aluminio, etc., pero todos tienen
un núcleo y un envoltorio. Uno de los átomos que componen el agua es el
hidrógeno, el átomo más simple que existe. Vamos a imaginar que el hidrógeno es
como ese damasco, la fruta más pequeña que hay en casaseñaló Pelé, apuntando
con una de sus uñas la frutera sobre la mesa.
Lo habitual es que los damascos tengan un único cuesco prosiguió, pero hay
algunos que tienen dos. Siguen siendo damascos, pero raros de encontrar. Del
mismo modo, hay átomos de hidrógeno que poseen doble núcleo. Se les llama
hidrógeno «isótopo». El agua contiene tanto átomos de hidrógeno «normales»
como átomos de hidrogeno «isótopo», pero estos últimos son muchísimo más raros
y escasos. Lo interesante, es que no existen procesos naturales que formen esos
raros átomos de hidrógeno isótopo, pues se necesita una cantidad de energía
demasiado grande. Al ser más inestables que los átomos de hidrógeno normales, los
rayos del sol son capaces de destruirlos. Por esta razón, los planetas que están lejos
del sol, donde se reciben menos de sus rayos, conservan un mayor contenido de
hidrógeno isótopo. Así, entre más me alejo del sol, más probable es que me
encuentre damascos de doble cuesco. ¿Me sigues?
Sí, más o menosrespondió Catalina, pero sigue.
De acuerdo. Dada su cercanía con el sol, el agua de la Tierra debiera tener una
abundancia de hidrógeno isótopo baja, pero las mediciones muestran una
abundancia mucho más alta de la que correspondería. Una abundancia similar, de
hecho, a la del agua de planetas que se formaron muchísimo más lejos del sol.

Pelé le pidió a Catalina ir por una enciclopedia y abrirla en la página que tenía una
infografía del sistema solar. Lucy, mientras tanto, los seguía con la mirada y se
acicalaba, recostada con pereza sobre el sillón.

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Aquí, cerca del planeta Neptunoindicó Pelé con una de sus patas, hay polvo,
rocas y cometas. El agua de esos cometas posee una abundancia de hidrógeno
isótopo prácticamente idéntica a la de nuestros océanos. Esto sugiere que, hace
miles de millones de años atrás, cometas procedentes de ese lugar pudieron chocar
contra la Tierra, bañándola y entregándole su agua.

Pelé dio un brinco y se hizo un ovillo sobre el sofá junto a Lucy.

Cuéntame ahora cómo se produce la lluvia preguntó Catalina, intrigada con el


tema. ¿Sirve de algo bailar la «Danza de la Lluvia»?sonrío.
Por más que se ha intentado de esa forma, jamás se ha conseguidorespondió el
gato, meneando la cabeza con una sonrisa. Mira, cuando el sol calienta los
océanos, el agua se evapora y sube a la atmósfera…
Espera, esperainterrumpió Catalina. ¿Cómo es eso de que se evapora?
Cuando yo voy al mar, en pleno verano, meto los pies, y el agua está siempre helada.
¿No debería estar hirviendo para que se pueda evaporar?
Buena observaciónrespondió Pelé. ¿Te has fijado que cuando se cuelga la
ropa al sol, al poco rato se seca? Esto ocurre porque el agua se evapora. Cuando
pintas un cuadro, la témpera se seca por esta misma razón. Obviamente, ni el agua
de la ropa tendida ni la de la témpera del cuadro están hirviendo. Esto significa que,
especialmente en capas delgadas, el agua puede evaporarse a una temperatura
menor de la que se necesita para hervir una gran cantidad. Cuando el sol calienta la
superficie del mar, esa delgada capa de agua superficial recibe la energía y es la que
logra evaporarse. Es como si el mar pusiera a secar su ropa. ¿Lo comprendes?
Sí, ahora sírespondió Catalina, sigamos porfa.
De acuerdo. ¿En dónde iba? ¡Ah, sí! Cuando el sol calienta los océanos, el agua se
evapora y sube a la atmósfera. El vapor de agua es un gas formado por moléculas
pequeñas, muy separadas entre sí, por lo que no logra reflejar la luz que recibe. Por
esta razón es invisible. En las alturas, donde hace más frío, las moléculas de vapor se
enfrían y condensan, formando gotitas de agua líquida, las que sí logran reflejar la
luz del sol. Las nubes están formadas de agua líquida y no de vapor como muchas
personas erróneamente creen. Si las nubes fuesen vapor de agua, ¡serían invisibles!

Escucharon que papá se levantó al baño. Catalina y los gatos permanecieron otra vez
en completo silencio, jugando al «congelado», mirándose con aún más dificultades
para contener la risa. Luego de la pausa, Pelé retomó:

El movimiento de las nubescontinuó el gato hace que las pequeñas gotas de
agua comiencen a unirse, formando gotas cada vez más grandes. Cuando alcanzan el
peso adecuado, la nube ya no logra retenerlas y caen por gravedad. En un día de
verano, el aire caliente las evapora y devuelve a la nube, pero en invierno, cuando el
aire está frío y húmedo, ya no logra evaporarlas por lo cual continúan el descenso,
precipitándose a la Tierra. Por eso a la lluvia se le llama también «precipitación».

15
Entiendo. Y los relámpagos ¿cómo se producen?preguntó.
¿Te has fijado que cuando peinas tus cabellos éstos se tienden a erizar y separar?
Esto ocurre porque el peine le saca electrones a los átomos del cabello…
¡Espera, espera! ¿Qué son los electrones?preguntó Catalina. Recuerda que
tienes que explicarme sin ninguna palabra rara. Los electrones
Tienes razónse disculpó el gato. ¿Te acuerdas cuando hablamos de los conforman el
envoltorio de
átomos? ¿Los pequeños ingredientes de los que están hechas las cosas? ¿Recuerdas un átomo.
que los comparamos con frutas y dijimos que tenían cuesco y cáscara? Bien, los
electrones son las partículas que conforman la «cáscara» o envoltorio del átomo,
mientras que los protones y los neutrones, son las que conforman el «cuesco» o
núcleo. Los electrones poseen carga eléctrica negativa, mientras que los protones
del núcleo, carga positiva. Los neutrones no poseen carga eléctrica. Son «neutros» y
de allí su nombre. Así, en el átomo, hay normalmente un equilibrio entre cargas
positivas y negativas. ¿Me sigues?
Sí, más o menosdijo Catalina. Pero antes que sigamos, déjame contarte un
chiste del que me acordé:

«Había una vez una manzana esperando en una parada de autobús. Se le


acerca un plátano y le pregunta: ¿hace cuánto que espera? A lo que la
manzana le contesta. No soy pera. Soy manzana».

Catalina puso un dedo sobre su boca para invitarlos a no hacer ruido. Poco después,
Pelé retomaba en voz baja:

Te decía que el peine saca electrones dejando el cabello con una mayor carga
positiva que negativa. Es como si el peine «diera una mascada» a los electrones de
los átomos de tu cabello. Con las nubes ocurre algo similar. Cuando sopla el viento,
«peina» las nubes, robándoles electrones. Cuando hay tormenta, soplan vientos
muy fuertes y las nubes se electrizan mucho. Para recuperar esos electrones que les
fueron robados, las nubes atraen los del suelo. La intensa lluvia y humedad en el aire
sirven de puente y los conducen hasta ellas. El relámpago es la luz que vemos
cuando la corriente de electrones se abre paso con fuerza y rapidez a través del aire.
Yo pensaba que los relámpagos «caían» desde el cielo…apuntó Catalina.
No solamenterespondió PeléEs cierto que cuando una nube ha recibido
demasiados electrones, debido a choques con otras, por ejemplo, devuelve parte de
su sobrecarga mediante un relámpago que se abre paso descendiendo. Muchas
personas piensan que los relámpagos sólo caen, pero, en realidad, pueden tanto
caer como ascender. Cuando esto ocurre, el aire alrededor de la corriente de
electrones se calienta y expande bruscamente. Posteriormente, al ponerse en
contacto con aire más frío, se enfría y contrae bruscamente. Es como si se diera al
aire un gran aplauso. La expansión y contracción brusca del aire produce el
espantoso ruido llamado trueno, que tanto nos asusta. Dado que la luz viaja mucho
más rápido que el sonido, vemos primero el relámpago y luego, con un desfase
perceptible, oímos su trueno.
16
¡Qué buena! Oye, ¿es verdad que hubo un diluvio que cubrió de agua la Tierra?
consultó Catalina, sentándose en el sillón y tomando en brazos a ambos gatos para
así tranquilizarlos. La tormenta no amainaba.
Mira, nuestro planeta es como una gran rocarespondió esta vez la gata Lucy,
con una delgadísima capa de agua cubriendo tres cuartas partes de su superficie. Es
como cuando mojas un balón de fútbol. La capa de agua que queda sobre la
superficie está en una proporción similar. Esto significa que, aunque la superficie
está prácticamente cubierta de agua, en realidad, hay muy poca si se la compara con
el volumen total.

La gata Lucy pidió a Catalina que trajera su computador. En Google buscaron la


siguiente fotografía del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS).

Fotografía 10. El agua de todos los océanos cabe dentro de la esfera líquida. La gotita más pequeña es toda el agua dulce.

Toda el agua de los océanos, nubes, ríos, lagos, polos, napas subterráneas, etc.
cabe dentro de estas pequeñas esferas azulesdijo Lucy. Como puedes ver, no
existe suficiente agua como para cubrir totalmente la superficie terrestreagregó.
Pero, ¿y si antes había más y sólo se evaporó al espacio?replicó Catalina.
El agua no pudo evaporarse en tan poco tiempo, ya que el diluvio, según se dice,
habría tenido lugar hace no más de 5.000 años y, además, el fenómeno que tú
mencionas, el de la evaporación al espacio, gracias a la atmósfera, prácticamente no
ocurre. Por otra parte, si realmente hubiera ocurrido un diluvio, que es como un
gran tsunami, esperaríamos observar un manto de rocas y sedimentos esparcidos
uniformemente por toda la superficie; los fósiles debieran estar todos enterrados a
la misma profundidad puesto que se habrían ahogado todos al mismo tiempo; y las
semillas de todas las plantas deberían ser capaces de sobrevivir sumergidas en agua
de mar durante un tiempo prolongado. Nada de esto se observa.

17
Entiendodijo Catalina. Pero si la Tierra nunca estuvo bajo el mar, ¿cómo es
que hay conchitas y caracolas en la cordillera? Una vez que íbamos camino a la
ciudad de Mendoza, en Argentina, papá me contó que ese señor, Charles Darwin,
había encontrado fósiles de crustáceos prehistóricos cuando cruzó la Cordillera.
La superficie de nuestro planetarespondió la gata, incluso la superficie que
está bajo los océanos, está formada por un conjunto de placas de roca, una junto a
la otra, las cuales se mueven suavemente sobre el núcleo líquido del planeta. Estas
placas son como la costra dura y crujiente de un pastel de choclo o de un postre
crème brûlée. Cuando dos placas chocan, causan una elevación que forma grandes
cadenas montañosas como la Cordillera de los Andes. De esta manera, porciones de
placa que antes pudieron haber estado sumergidas bajo el mar, se fueron elevando
gradualmente, hasta subir miles de metros. Por esta razón, los fósiles de especies
que alguna vez habitaron el fondo de antiguos océanos, hoy se encuentran en las
cimas de las montañas.

Los gatos dieron un gran salto del susto que les dio una nueva seguidilla de
relámpagos y truenos. Huyeron a esconderse bajo el sofá. Catalina los llamó, pero
no respondían. Tenían miedo porque la tempestad crecía en intensidad. Catalina
pensó que lo mejor era volver a la cama. Se asomó bajo el sillón para despedirse y
luego se fue a dormir, oyendo la incesante lluvia caer.

***

Al día siguiente, la ciudad amaneció con cielos muy despejados, el aire limpio y las
calles llenas de charcos. De regreso de la escuela, Catalina encontraba divertido
chapotear los charcos con sus botas. Eso, hasta que estimó mal la profundidad de
una y hasta ahí nomás llegó la diversión. ¡Tocó el fondo recién cuando el agua le
llegaba a las rodillas! Quedó tan «para el gato» que tuvo que bañarse y ponerse
piyama. Por suerte, mamá había hecho esa rica sopa de acelga que tanto le gustaba.

Luego de jugar con Rocío y ver televisión en compañía de sus ronroneantes gatos,
llegó la hora de dormir. Puso el despertador para que sonara a medianoche y se
durmió. Soñó con navegar por cristalinas aguas y descender en una playa con
palmeras y blancas arenas. En el sueño, bajo una suave llovizna tropical, recogía
hermosas caracolas de mar para traerlas consigo a casa, pues, según se dice, al
ponerlas al oído, es posible escuchar y recordar el incesante rugido de las olas.
Desenterraba una extraña caracola blanca cuando, sorpresivamente, un extraño
ruido interrumpió la idílica escena… era el despertador. Tras el sobresalto, Catalina
deseó seguir soñando con esa hermosa playa, pero recordó la cita secreta. Bostezó y
estiró los brazos. Se sentó al borde de la cama y, tras restregar sus ojos, se dio
cuenta de que no había preparado ninguna pregunta para sus gatos. Se asomó por la
ventana y, en lo alto del cielo, vio una espléndida y hermosa Luna menguante.
Catalina ya tenía su siguiente pregunta: ¿Qué hay en ese lado «oscuro» de la Luna?

18
¡Haz tu propia lluvia!

Necesitarás:

 Una ensaladera o recipiente de vidrio.


 Hervidor y guantes.
 Un pocillo más pequeño.
 Agua de la llave.
 Sal y pimienta. (Mentira, sólo la sal. No vamos a cocinar).
 Plástico envolvente de alimentos.
 Un rubí (broma). Una piedrita cualquiera servirá.
 Ayuda y supervisión de tu adulto favorito.
 Tu imaginación.

Procede de esta forma: Pide a tu adulto favorito que eche un poco de agua
hirviendo en la ensaladera. Luego, pon dos cucharadas de sal y revuelve hasta
disolver. Con mucho cuidado, y con ayuda de guantes para no quemarte, pon el
pocillo pequeño en medio de la ensaladera, cuidando que no quede completamente
sumergido. A continuación, cubre la ensaladera herméticamente con el plástico y
coloca la piedra sobre el centro de forma tal que el plástico quede levemente
hundido. Con tu adulto favorito comiencen a bailar la danza de la lluvia.

¿Qué ocurre?

El agua salada de la ensaladera representa el agua del


mar. Cuando ésta se calienta, la capa superficial de
este «mar» comienza a evaporarse. Cuando el vapor
toca la bolsa plástica, se enfría y condensa,
convirtiéndo al plástico en una «nube» cuyas gotas
de agua se reunen en el centro, gracias a la leve
inclinación dada por la piedrita. Cuando las gotas se
unen y alcanzan el tamaño suficiente, precipitarán
justo dentro del pocillo que representa los ríos y
Fotografía 11
lagos del planeta. El agua que precipita sobre el
pocillo es agua dulce, ya que la sal no se evapora y
queda en el agua de la ensaladera.

19
¿Qué hay en el lado «oscuro» de la Luna?

A los gatos nos encanta la Lunaconfesó la gata Lucy, luego de brincar al sillón y
hacerse un ovillo. La Luna es cuatro veces más pequeña que la Tierra. Si la Tierra
fuera del tamaño de un balón de fútbol, la Luna sería del tamaño de una pelota de
tenis, ubicada a nueve metros de distancia. En el espacio, debido a la fuerza de
atracción gravitacional, los objetos pequeños tienden a dar vueltas alrededor de los La cara de la
Luna visible
más grandes y masivos. La Luna tarda un mes en dar una vuelta completa alrededor desde la Tierra.
de la Tierra. ¿Te cuento otro secreto?, aunque no lo creas, la Luna es como «la hija
única» de la Tierra. Cuando la Tierra estaba en etapa de formación, la chocó otro
planeta. Esa colisión elevó material y polvo a la órbita, el que luego se fusionó para
formarla. Lo sabemos a partir de las rocas lunares traídas por los astronautas, cuyas
edades y composición resultaron ser similares a las de la Tierra. Formar un cuerpo
celeste como una Luna, un planeta o una estrella es como preparar jugo de frutas…
Otra vez las frutaspensó Catalina.
Para hacer jugo de frutasprosiguió Lucy, se echan trozos dentro de una
juguera, y se los tritura y mezcla a gran velocidad. Con las lunas y planetas ocurre
algo similar. Gas y polvo son triturados y mezclados por la fuerza de gravedad. Los
planetas nacen girando, rotando sobre sí mismos con gran rapidez, igual que el jugo
dentro de la juguera o como una bailarina de ballet. Al nacer, la Luna «giraba rápido
sobre la punta de sus pies», pero, con el correr de los años, dejó de hacerlo. Algo la
detuvo. ¿Se te ocurre qué pudo ser, Catalina?
No lo sé respondió ésta, meneando su cabeza, tratando de imaginar qué podía
ser tan grande como para detenerla.
La Tierra. La Tierra es la culpable. Ella frenó la rotación de la Luna de la misma
forma en que el jugo dentro de una juguera o una bailarina dejan de girar. Debido al
roce. El roce es el que frena las cosas.
¿O sea que la Tierra roza la Luna? No entiendo nada. Dijo Catalina extrañada.
No se rozan exactamentereplicó Lucy. Mira, la superficie lunar, al igual que la
terrestre, está formada por un conjunto de placas o costras de roca dura que flotan
sobre un núcleo líquido. ¿Recuerdas el ejemplo del pastel de choclo? La placa que se
encuentra más cerca de la Tierra es «tironeada» o atraída gravitacionalmente con
más fuerza que las demás. Cuando la Luna giraba rápidamente, una tras otra, sus
distintas placas iban sintiendo ese mayor tirón gravitacional de la Tierra. Imagínalo
como una de esas olas que hace el público asistente a un estadio. A medida que
cada persona se va poniendo de pie, la ola se transmite y avanza, de un lado a otro
entre la multitud. De la misma forma, el tirón gravitacional de la Tierra levantaba,
subsecuentemente, una a una, las diferentes placas de la superficie lunar formando
una suerte de «ola continental», por así llamarla, la que provocaba choques y roces
entre ellas. Estos choques, lentamente, frenaron el giro de la Luna.

Lucy bajó del sofá y se frotó en las piernas de Catalina para ilustrar. Pelé, mientras
tanto, concentradísimo, leía un artículo de la última edición de la prestigiosa revista
científica de la Academia Nacional de Ciencias Gatunas.
20
¿Has visto alguna vez una ruleta de la fortuna?Continuó Lucy. Cuando el roce
finalmente la detiene, queda marcando un determinado color, ¿no es cierto? Es el
color «ganador». Con la Luna pasó algo parecido. Cuando el roce entre sus placas
terminó por frenar completamente su giro, una de sus caras quedó mirando
permanentemente a la Tierra. Es la cara que podríamos llamar «ganadora» de la
Luna. La otra cara, la cara contraria o posterior, no la podemos ver nunca desde la
Tierra. Algunas personas la llaman, erróneamente, el lado «oscuro» de la Luna,
cuando lo correcto sería llamarla su lado «oculto», puesto que esa cara que no
vemos sí recibe luz solar durante el mes. El lado «oculto» no es muy distinto del lado
«visible». En ambos hay cráteres, rocas y polvo.

Catalina y Lucy se acercaron a la ventana para contemplar la Luna. Abrieron las


cortinas para que iluminara el hogar.

Mientras ronroneaba, Lucy continuó:

Como ya sabes, la Tierra también gira sobre sí misma como si fuera una bailarina
de balletprosiguió la gata. En la cara de la Tierra que está siendo iluminada por
el sol, es de día; mientras que en la opuesta, de noche. La velocidad con que la
Tierra gira, determina la duración del día y de la noche. Entre más rápido el giro, más
cortos son. Cuando la Tierra nació, giraba mucho más rápido. El día era tan corto,
¡que duraba apenas cinco horas! Si ponías a remojar porotos por la noche, ¡al día
siguiente seguían duros! Aunque con menor intensidad, la Luna, con su atracción
gravitacional, produce el mismo efecto sobre las placas de la superficie terrestre.
Por esta razón, la Tierra también se ha ido frenando, con lo cual, la duración del día
se ha ido extendiendo hasta durar las veinticuatro horas actuales. La Luna seguirá
frenando muy lentamente el giro de la Tierra por lo que, conforme transcurran miles
de millones de años más, el día y la noche seguirán alargándose y durando todavía
más que lo que duran actualmente.

Catalina pensó en lo entretenido que podría ser tener días más largos, ya que podría
disfrutar por más tiempo sus series juveniles favoritas, pero pronto cayó en cuenta
que las clases, y por ende también las tareas, habrían de durar más. Mejor volvió a
prestar atención a su gata.

A medida que la Tierra y la Luna se han ido frenando mutuamente sus respectivos
giroscontinuó Lucy, otro curioso efecto ha estado ocurriendo. ¡Se alejan la una
de la otra!
¿Ah, sí? ¿Cómo es eso? ¿Acaso se tienen «mala»?preguntó Catalina intrigada.
Cuando la velocidad de giro se reducerespondió Lucy, se pierde energía de
movimiento, pero como el balance de energía debe conservarse, se ven obligadas a
dar un «pacito atrás» para así compensar esta pérdida mediante la obtención de
otro tipo de energía: la energía potencial. Adquirirla compensa…

21
Lucy se detuvo al ver la cara de interrogación de su cuidadora.

¿Qué es eso de la energía potencial? No entendí nadaprotestó Catalina.


Tienes razónse disculpó Lucy, trataré de explicarlo con un ejemplo simple.
Imagina que te subes a una montaña rusa en un parque de diversiones. A medida
que el carro sube, va reduciendo su velocidad, pero, al mismo tiempo, va ganando y
adquiriendo altura ¿verdad? Cuando llega a lo más alto, se detiene, pues ha perdido
toda su energía de movimiento, pero ha alcanzado la máxima altura. Luego, a
medida que el carro desciende, pierde altura, pero adquiere cada vez más velocidad.
Cuando finalmente llega al punto más bajo, perdió toda la altura conseguida, pero
alcanzó máxima velocidad. Ir subiendo y ganando altura es como una «cuenta de
ahorro». A esta cuenta de ahorro la llamamos «energía potencial». Una vez en lo
alto, basta con que el carro se deje caer para recuperar velocidad. No es necesario
ningún esfuerzo, pues la «cuenta de ahorro» puede utilizarse para intercambiar
altura por velocidad. Si aumenta una, disminuye la otra, y viceversa.

El carro ha perdido
toda su velocidad,
pero ha alcanzado
la máxima altura

El carro ha perdido
toda su altura, pero
ha adquirido máxima
velocidad

Dibujo 1. Ganar altura es como una «cuenta de ahorro». Una vez en lo alto, basta dejarse caer para ganar velocidad.

Entiendo. Volvamos ahora a eso de que se alejan la una de la otrapidió Catalina.


De acuerdo. Cuando la Luna y la Tierra frenan sus giros pierden energía de
movimiento. Por eso, dan ese «pacito atrás», y se alejan la una de la otra, para así, al
igual que en el caso de la montaña rusa, conseguir energía potencial y compensar
esa pérdida. Los astronautas que fueron a la Luna instalaron un espejo especial
sobre su superficie. Posteriormente, desde la Tierra, un rayo láser fue enviado y
rebotó en ese espejo, permitiendo, de este modo, medir la distancia a la que se
encuentra con gran precisión. Así, se determinó que la Luna se aleja de nosotros 3,8
centímetros cada año. En miles de millones de años más, se habrá alejado tanto,
que será sólo un pequeño punto de luz, similar en tamaño al de una estrella.

Catalina sintió pena al pensar que, algún día, la Luna dejaría de estar allí, tan grande
y luminosa. Mientras contemplaba el cielo nocturno, una estrella fugaz surcó el
cielo. Lucy también la vio. Se miraron sorprendidas por un instante.

22
Esa estrella fugaz me hizo recordar una leyenda. ¿Quieres oírla? Ofreció la
gata. Catalina asintió.
De acuerdo. Esta es: había una vez una princesa llamada Estela, cuya sencillez,
belleza y generosidad era admirada por todo el reino; cuidaba enfermos, daba de
comer a los pobres y siempre tenía una palabra de aliento para sus súbditos. Estela
tenía una hermanastra llamada Soledad, una joven vanidosa, altanera y egoísta que
sentía mucha envidia de ella, porque todos los príncipes la admiraban y pretendían.
La generosa Estela no estaba interesada ni en casarse ni en ser reina, sino en ayudar
a otros y hacer el bien. En lugar de dar banquetes y suntuosas fiestas, Estela prefería
destinar ese oro en ayudar a los ancianos, mendigos y huérfanos de la ciudad. Estela
tenía como pasatiempo favorito subir a la torre del castillo y hablar con las estrellas.
Soñaba con convertirse en una de ellas para así, con su luz, traer esperanza a los
niños y niñas que sufren o padecen miserias.

Pasaban los añoscontinuó Lucy y la rabia de la egoísta y despiadada Soledad


aumentaba. «Mientras Estela viva jamás llegaré a ser reina», se decía. Una noche,
Soledad descubrió el pasatiempo de su hermanastra. Subió hasta la torre y
aprovechando el rugido de las olas, a hurtadillas, se acercó donde ella estaba y la
empujó al vacío, aunque con tan mala suerte, que resbaló y cayó también. Las
estrellas, que presenciaron todo y tenían en muy alta consideración la generosidad
de Estela, decidieron que merecía convertirse en una de ellas. Con su magia, la
transformaron en una brillante estrella que ascendió y cruzó fugazmente todo el
cielo. De este modo, Estela logró cumplir su sueño de dar esperanza a los niños y
niñas que la vieron pasar. A la egoísta Soledad, en cambio, y en castigo por su
envidia y mezquindad, la convirtieron en estrella de mar. Al no poseer luz ni
hermosura, era despreciada y devuelta al mar por los hombres que la encontraban,
siendo así condenada a vivir por siempre en el fondo del mar.

Pide un deseo, Catalina dijo Lucy, y tal vez, la princesa te lo cumpla. Pero
recuerda que las estrellas sólo premian los deseos de genuina generosidad y
bondad, nunca los egoístas o mezquinos.

En medio del cielo nocturno, cerraron sus ojos por un instante…

¿Qué deseo pediste? preguntó Catalina.


Si te contara mi deseo ¿acaso no estaría alimentando un poco mi vanidad, tal
como hizo la hermanastra Soledad? respondió la gata. Es mejor guardarlo en
secreto, en el fondo de tu corazón, sin buscar aceptación ni admiración.

Catalina pensaba en las palabras de su gata y guardó su deseo en el corazón.

Ya, pero ahora en serio, ¿qué es una estrella fugaz? Quiso saber.

23
Una estrella fugaz, en realidad, no es ninguna estrellarespondió Lucy, sino
que simplemente una roca o un meteoro que entra en la atmósfera. El roce con el
aire la incendia brevemente antes de desintegrarse, y es la luz que vemos pasar.
La ciencia siempre tan aguafiestaspensó Catalina.
Déjame contarte un chistedijo la gata, al ver la mueca que hacía Catalina.

«Aterrizan dos marcianos en la Tierra. Bajan de la nave y se acercan a una


casa. Llaman a la puerta. Desde el interior, el dueño de casa pregunta ¿quién
es? Venimos de marte, responden los marcianos. ¿De marte de quién?»

Luego de cerrar las cortinas y decir buenas noches a sus mascotas, Catalina se fue a
dormir. Soñó con ser astronauta y visitar la Luna. Dar grandes saltos y poner la
bandera de Chile sobre la superficie. ¿Cómo sería visitar la Luna o Marte? ¿Habrá
«marcianos», es decir, habitantes que puedan darnos la bienvenida? ¿Y si algún día
los propios seres humanos colonizaran Marte y otros planetas? ¿Cómo sería hacer
vacaciones en esos otros mundos? ¿Qué idiomas se hablarían allá? Cuando quienes
colonicen y habiten Marte se miren al espejo, ¿acaso verán, como en la novela
Crónicas Marcianas del estadounidense Ray Bradbury, el reflejo de un marciano?

Los gatos saltaron a la cama de Catalina y se durmieron junto a sus pies.

***

Se levantaron todos muy temprano. Hoy sería un día muy especial. La familia se iba
de vacaciones a la playa. Lucy y Pelé estaban felices ya que podrían por fin hacer
«investigación de campo», esto es, recolectar información y evidencia de primera
fuente, estudiando, en terreno, los casos de las distintas localidades que visitarían.
De esta manera, podrían poner a prueba sus hipótesis y utilizar el método científico
para determinar cuál terapia funciona y cuál no.

De acuerdoles había dicho Catalina. Pero tengan mucho cuidado, no vaya a
ser que los atropelle un auto cuando salgan a realizar experimentos.
No te preocupesle respondieron. Recuerda que los gatos tenemos siete
vidasagregaron, guiñándole un ojo.

Papá preparó la mamadera de Rocío, mientras que Catalina, la comida de sus gatos.
Mamá iba con el coche, Catalina con el cubil. Cuando ya estaban por partir, los gatos
le recordaron llevar algunas cosas importantes: algunos libros, el computador para
consultar internet y, por supuesto, sus lentes. Catalina volvió a la casa, tomó el
aparato con su cargador, puso los lentes en su bolso y eligió tres libros de la
biblioteca: «Supernova; El explosivo final de una estrella» del astrónomo chileno
José Maza; la novela «Vórtice», del escritor chileno Claudio Navarro; «El gato con
Botas», de Charles Perrault y, por supuesto, la última edición de la prestigiosa
revista científica de la Academia de Ciencias Gatunas. Con esto bastará pensó.
24
Camino a la playa cayó una suave llovizna, mientras en la radio se alternaban
Megadeth con Iron Maiden y Los Prisioneros con Violeta Parra. Los gatos iban
durmiendo dentro del cubil. Rocío dormía también plácidamente en su asiento
especial. Catalina estaba por seguirlos cuando…

¡Miren el arcoíris!apuntó papá, en dirección contraria al sol.

Catalina despertó con un leve sobresalto. Somnolienta, miró por la ventana.

¡Oh, qué bonito!exclamó en un bostezo ¡Parece magia!


Dicen que al final, hay una olla de oro custodiada por duendesrelató papá.

Catalina se imaginó a los traviesos duendes bailando alrededor de sus ollas llenas de
brillantes monedas de oro. Mientras algunos literalmente «nadaban» en monedas,
con distintos estilos de nado, otros se lanzaban en clavado sobre ellas. Algunos
duendes traviesos se gastaban bromas intercambiando monedas de oro por otras
que sólo parecían serlo, pero que, en realidad, eran de chocolate recubiertas de un
envoltorio dorado.

Catalina tenía una gran imaginación y se sentía atraída por la magia de las cosas
simples. Abrió la puerta del cubil y los despertó para que pudieran contemplar
también este bello y enigmático fenómeno natural. Los gatos se sintieron aliviados
de poder salir del cubil, aunque fuera sólo por un instante, ya que odiaban tener que
viajar siempre tan estrechos dentro de él. Se estiraron dando grandes bostezos.

Lucy se acercó para ver cómo dormía Rocío. Catalina tomó a Pelé en brazos. Así, éste
podría responder la siguiente pregunta, sin que los padres oyeran. En un susurro le
preguntó al oído: ¿Por qué un arcoíris tiene forma de arco?

25
¡Un golpe de energía!

Materiales:

 Una pelota de fútbol o baloncesto y otra más pequeña de ping pong o tenis.
 El patio de tu casa o la plaza.
 La compañía de alguna mascota (ya verás el porqué)

Procede de esta forma: Deja caer las dos pelotas por separado desde la misma
altura. Si lo deseas, puedes hacerlo de pie sobre una banca o una silla, pero ten
mucho cuidado con caerte. Observa la altura que alcanza cada una de ellas en sus
respectivos rebotes. Ahora, coloca la pelota pequeña sobre la grande, y mantenlas
unidas con tus manos. Déjalas caer juntas, al mismo tiempo.

¿Qué ocurre?

Al caer, las pelotas van perdiendo altura y por tanto


energía potencial, pero, al mismo tiempo, van ganando
velocidad y energía de movimiento. La pelota de fútbol
rebotará primero contra el suelo, momento en que
golpeará a la más pequeña, cediéndole parte de su
energía. Esto hará que la pelota de fútbol alcance una
altura de rebote menor que cuando la dejábamos caer
sola. Como la pelota de fútbol es más grande y pesada,
el traspaso de energía es grande comparado con la
energía que posee la pelota pequeña. La pobre saldrá
disparada, alcanzando una altura muchísimo mayor
que cuando la dejábamos caer sola. Aquí es donde una
mascota nos será de gran utilidad, para pedirle que
Fotografía 12
vaya a buscarla y poder así repetir la actividad.

26
¿Por qué un arcoíris tiene forma de arco?

Un arcoíris es mágicorespondió Pelé, dibujando un arco con su pata.


¿En serio?  replicó Catalina, luego de seguir el arco con la mirada.
Así esinsistió el gato, hay magia en la naturaleza y el arcoíris es uno de sus
trucos más maravillosos.
¡Bacán, enséñame cómo es que se hace!rogó la niña.
De acuerdoconcedió Pelé, pero antes, necesito mostrarte otro sorprendente Un lápiz en un
vaso con agua
efecto que ocurre cuando tienes un disco pintado de varios colores y lo haces girar a se ve quebrado
gran velocidad: cuando se combinan todos los colores, ¡abracadabra!, el resultado
es el blanco. ¡Magia!
¿Cómo? ¿O sea el blanco no existe? preguntó una desconcertada Catalina.
Así esrespondió pelé. El blanco no es más que el resultado de mezclar todos
los colores. El blanco trae, oculto dentro de sí, a todos los demás colores.

Pelé le pidió a Catalina que buscara «Disco de Newton» en su computador. Lucy se


les unió para mirar la pantalla. Aparecieron videos de experimentos donde, con
ayuda de un pequeño motor, un disco con franjas de varios colores era puesto a
girar a gran velocidad. Se podía ver como los colores se fundían unos con otros y,
efectivamente, el disco se volvía blanco.

La luz del sol se ve blanca por esta misma razóncontinuó el gato. Trae oculto,
dentro de sí, a todos los demás colores, donde cada color está relacionado con la
energía que cada uno posee. Así, por ejemplo, percibimos el rayo de menor energía
como de color rojo, pasando por el naranja, el amarillo, el verde y el azul, hasta
llegar al de mayor energía, percibido por nuestros ojos como de color violeta. Si los
mezclas todos, obtienes el blanco. Los humanos sólo son capaces de percibir este
rango de colores, pero también hay luz de menor energía que el rojo, llamada
infrarroja; y de mayor energía que el violeta, llamada ultravioleta. Ambas son
invisibles para ustedes los humanos, pero los gatos logramos ver en la oscuridad
porque podemos ver parte de esa luz infrarroja que ustedes no.

Me gustaría mucho ser capaz de ver en la oscuridad como túle dijo Catalina.
Ver en la oscuridad es útil para las especies nocturnas, pero sirve de poco y nada
si vas a estar durmiendoreplicó riendo. Déjame mostrarte ahora otro efecto
interesante de la luz. ¿Te has fijado que, cuando pones un lápiz dentro de un vaso
con agua, éste se ve como si estuviera quebrado? Esto ocurre porque el agua, que es
un medio más denso y viscoso que el aire, reduce la velocidad de la luz que la
atraviesa, desviándola de su trayectoria original y haciendo que lo veas quebrado.
He visto que las cosas parecen quebradas en el agua, ¿pero por qué se desvía la
luz?¿Choca con algo acaso? preguntó Catalina.

27
Algo asírespondió el gato. Mira, imagínate una superficie perfectamente lisa,
de mármol por ejemplo, junto a la cual hay otra superficie, más rugosa, un césped.
El roce sobre una superficie lisa como mármol es mucho menor que sobre una
superficie rugosa como el césped, ¿cierto? Bien, supongamos que haces rodar, con
cierto ángulo, una lata de bebida sobre el mármol, en dirección al césped. De esta
manera, uno de los extremos de la lata ingresará al césped primero que el otro, por
lo cual, ese extremo, se encontrará primero con el césped y será frenado un poco
más que el otro extrema de la lata, que aún sigue en el mármol. Esta pequeña
diferencia en la cantidad de roce entre ambos extremos de la lata hará que ésta se
gire levemente, con lo cual su trayectoria original se verá desviada.

Mármol
(Superficie lisa)

Este extremo
disminuye su velocidad
primero, por lo cual la
lata es desviada
ligeramente
Césped
(Superficie rugosa)
Dibujo2. Cuando una lata entra con cierto ángulo desde una superficie lisa en otra rugosa cambia su trayectoria original.

Justo en ese instante, la familia hizo un alto en un servicentro para recargar


combustible, pasar al baño y hacer algunas compras para el viaje. Catalina compró
una bebida en lata. Cuando regresaba al vehículo, pensó en aprovechar la pausa
para hacer el experimento de Pelé. Desde la vereda, hizo rodar la lata de bebidas
que traía en la mano hacia el césped del servicentro. Pudo comprobar que,
efectivamente, la lata era desviada de su trayectoria si entraba con cierto ángulo al
césped. De vuelta en el vehículo, contó el resultado de su experimento a sus
mascotas, quienes la felicitaron por mostrar actitud científica, poniendo a prueba las
hipótesis y afirmaciones.

Con la luz ocurre algo parecido a la latacontinuó el gato. Como el agua es un


medio más denso que el aire, el aire actúa como la superficie lisa; y el agua, como la
rugosa. De esta manera, si la luz entra en el agua con cierto ángulo, su trayectoria
será desviada de la misma forma en que lo fue la lata. Este efecto hace que la luz
que proviene desde la parte sumergida del lápiz llegue hasta tus ojos con un ángulo
diferente. Por esta razón, el lápiz se ve como si estuviera quebrado.

28
Catalina abrió la bebida para compartirla con sus mascotas, pero éstas declinaron,
ya que a los gatos no les gustan las cosas dulces. El vehículo se puso en marcha.

Ya, pero todo esto, ¿qué tiene qué ver con el arcoíris? preguntó Catalina.
Que la luz del sol esté formada por la suma de todos los colores, así como el
hecho de que sufra una desviación cuando entra en un medio más denso, tiene
muchísimo que vercontinuó Pelé. Cuando la luz del sol penetra con cierto
ángulo en una gota de lluvia, su trayectoria sufre la misma desviación que la lata de
bebidas al entrar al césped. Asimismo, como está compuesta por todos los colores, y
cada color posee diferente energía, en el interior de la gota, cada color será
desviado de forma distinta; los colores que poseen mayor energía serán desviados
más que los con menor energía. De esta manera, y gracias a que la gota posee una
forma redondeada, cuando los colores abandonen la gota, ya no irán unidos como al
inicio, sino que saldrán separados unos de otros. Es esa diferente desviación que
sufre la trayectoria de cada color al interior de la gota, la que lograr separarlos y
formar el colorido abanico que llamamos arcoíris. Si una persona, la gota de lluvia y
el sol se encuentran alineados en cierto ángulo, se puede ver el espectáculo.

Como estas explicaciones eran difíciles de imaginar, Pelé le pidió a Catalina consultar
algunas imágenes de apoyo en internet. En una de ellas, se veía un rayo de sol
siendo separado en los colores que lo componen cuando entraba en una gota de
agua. En otra, y como si hubiese sido trazado con ayuda de un compás, se veía que
la forma geométrica arqueada es la única que lograba mantener el ángulo o
perspectiva necesarios entre la persona, el sol y la gota de lluvia. Catalina recordó
que durante el verano pasado, en casa de sus abuelos, mientras jugaba a fabricar
llovizna apretando la manguera del jardín con su pulgar, sin querer, logró formar un
pequeño arcoíris. Gracias a la explicación de Pelé, ahora entendía que ese arcoíris
«casero» se produjo porque se encontraba de espaldas al sol, en el ángulo
apropiado para que se formase.

¿Y por qué la forma de arco? preguntó Catalina. ¿Por qué tiene inicio y final?
Si la lluvia pudiera continuar cayendo bajo nuestros piesprosiguió Pelé,
veríamos que el arcoíris es un círculo completo. Algunas personas piensan que el
arcoíris es un arco debido a la curvatura de la tierra, pero, en realidad, esto no tiene
nada que ver. Incluso si la Tierra fuese plana, el arcoíris seguiría siendo circular,
porque, como puedes ver en esta imagen, es la única forma geométrica que
mantiene constante el ángulo necesario entre la persona, la gota y el sol.

Entonces, si el arcoíris no tiene final, ¿no existen los duendes ni las ollas de oro,
verdad?preguntó con inocencia, pues le atraía la idea de encontrar tesoros.

Pelé meneó la cabeza. Catalina, cabizbaja, se volvió para mirar el arcoíris…

29
42°

k 42°

42°

Dibujo 3 y 4. La luz del sol es separada en sus diferentes colores dentro de una gota.

¿Sabes qué? ¡Sí hay un tesoro oculto!dijo Pelé al intuir su decepción.


¿En serio?¿Podemos ir a buscarlo?exclamó Catalina, con tanto entusiasmo, que
se escuchó por todo el vehículo. Papá bajó el volumen de la radio.
¿Con quién hablas, hija? preguntó sin quitar la vista de la ruta.
Con nadie papi, sólo preguntaba si falta mucho para llegar respondió,
apretando sus dientes y mirando de reojo a sus mascotas.
¡Debo estar loco, pensé que hablabas con los gatos!respondió papá. Detrás
de esa colina está el mar, estamos prontos a llegaragregó, para luego subir
nuevamente el volumen de la radio. Recuerda poner a tus gatos en su cubil, hija.
No deben viajar sueltos.
Sí, papiobedeció la niña.
Al final de estas vacaciones encontraremos un tesoro, te lo prometodijo Pelé en
un susurro, mientras Catalina cerraba la rejilla del cubil.
Catalina se alegró muchísimo con esta promesa.

***

30
Esa misma tarde bajaron a la playa. Era un día muy despejado. Las niñas estaban
felices de disfrutar la brisa del mar, el suave oleaje y la blanca arena. Catalina y Rocío
hacían un castillo de arena, mientras sus padres disfrutaban del sol. Al atardecer,
pasearon por el pintoresco boulevard tomando helados artesanales. Los lugareños
hablaban de una quebrada como el lugar en donde, supuestamente, había un Con sólo correr
tesoro. Catalina logró entusiasmar a sus padres para ir en su búsqueda, pero muchos un poco su silla,
podía ver
ya habían buscado antes sin éxito. Nada hacía pensar que podía haber un tesoro allí. nuevamente el
atardecer

Desde un mirador en el roquerío, contemplaron la puesta del sol. Con un intenso


color anaranjado, el sol se ocultaba bajo el mar y teñía el horizonte de tonos rojizos
y amarillos. Con el último rayo de sol, Catalina creyó ver, fugazmente, un escurridizo
y singular destello verde…

Mamá, ¿Lo viste?preguntó sin salir del asombro.


¿Qué cosa, hija?replicó mamá.
¡Un rayo verde!exclamó.
Mamá puso cara de extrañeza.
El sol nunca ha sido verdepensó, yo no he visto ningún rayo verde. ¿Tú lo
viste?preguntó al papá.
Tampoco. Para nadarespondió éste. Tal vez ha sido alguna discoteca de esas
que funcionan en balnearios aledaños. He visto que lanzan unos rayos.
Debe ser sólo tu imaginación, hijaconcluyó mamá. Deje de buscarle siempre
«la quinta pata al gato», mi amoragregó con ternura, acariciando su pelo.

Catalina estaba segura de haberlo visto. Había sido tan sólo un instante, un
parpadeo, un fugaz destello verde en el segundo exacto en que el sol se ocultaba
por completo bajo el mar. ¿Fue real? ¿Magia? ¿Sólo una ilusión óptica? Catalina
recordó el clásico cuento «El Principito», del francés Antoine de Saint-Exupéry. Una
de las cosas que al Principito más le gustaba de su pequeño asteroide, era que, con
tan sólo correr un poco más allá su silla, podía ver una y otra vez el atardecer.

Hay días en que sería muy bueno poder ver de nuevo un atardecerpensó
Catalina, parafraseando al Principito, mientras daba media vuelta para regresar a la
cabaña, donde sus mascotas ya habían regresado de realizar sus primeras diligencias
e inspecciones.

Durante de la cena, que consistió en locos, ostiones y otros mariscos, Catalina seguía
pensando en el misterioso rayo verde. Salió a la terraza para compartir con sus
mascotas los frutos del mar. En privado, quiso preguntarles por el rayo verde, pero,
para que no la tomaran por loca, prefirió comenzar con una pregunta más universal:
¿Por qué el cielo es azul y no de otro color?

31
¡Un arcoíris en tu casa!

Necesitarás:

 Rayos de sol (o una linterna si está nublado).


 Agua de la llave.
 Una ensaladera (la misma con la que hicimos llover)
 Un espejo pequeño (pídeselo a mamá primero)
 Una pared o pizarra blanca.

Procede de esta forma: Llena la ensaladera con agua y acércala a un lugar donde
reciba directamente los rayos del sol. Si vives en altura no la pongas muy cerca de la
ventana o del balcón. Ahora, sumerge el espejo dentro de la ensaladera y en un
ángulo tal, que se forme un reflejo sobre una pared. Si la pared está muy lejos, por
favor no intentes acercarla.

¿Qué ocurre?

El agua de la ensaladera separa los colores


que componen la luz del sol y penetra del
mismo modo en que lo hace una gota de
lluvia. El ángulo en que está sumergido el
espejo es el que logra que los colores se
separen unos de otros formando un pequeño
arcoíris sobre la pizarra o pared. ¡Ahora
vamos a encontrar los duendes y sus ollas de
oro!

Fotografía 13

32
¿Por qué el cielo es azul y no de otro color?

Entretenido con una pata de jaiba, Pelé ni escuchó. La gata Lucy tomó la palabra:

Ya vimos que la luz blanca del sol trae, oculta dentro de sí, todos los colores del
arcoíriscomenzó la gata. Cada uno de esos colores es una onda que se desplaza
de la misma forma en que lo hace una ola. Para verlo, imagina que tomas una
cuerda, como esas que usas para saltar con tus amigas durante el recreo, y amarras
un extremo a un poste. Luego, tomas el otro extremo y comienzas a agitarla de
arriba hacia abajo. Verías que se forman olas que avanzan en dirección al poste. Si
agitas la cuerda lentamente, las ondas son largas y distanciadas. Si agitas
rápidamente, las ondas son cortas y menos distanciadas. Con la luz pasa lo mismo, el
color que posee menos energía es una onda larga y suave, percibida por nuestros
ojos como de color rojo. El color que posee más energía, es una onda corta e
intensa, percibida por nuestros ojos como de color violeta.

violeta

rojo

Dibujo 5

Catalina recordó que la cuerda para saltar estaba en el vehículo. Fue por ella, ató
uno de sus extremos a uno de los palafitos de la cabaña y comenzó a hacer olas. Al
agitar la cuerda lentamente, las olas que se formaban eran largas y suaves, pero, a
medida que incrementaba la agitación, éstas se hacían más cortas e intensas.

Si cada color es en realidad una onda que vibra con distinta frecuencia, entonces,
¿los colores no existen? ¿Son una ilusión de la mente?preguntó desorientada,
mientras seguía jugando a hacer olas con la cuerda.
Las ondas sí existenrespondió la gata Lucy, pero el color que le asigna el
cerebro a cada frecuencia efectivamente no es más que una ilusión. Asignar
diferentes colores a ondas que vibran con distinta frecuencia puede ser muy útil en
la naturaleza, como por ejemplo, para saber si una fruta está o no madura o si es o
no venenosa. Por eso, el cerebro ha desarrollado esta colorida magia.

33
Catalina dejó la cuerda y volvió a sentarse en la terraza, tomando en su regazo y
acariciando a su gata. Pelé se alejó para hacer sus necesidades. Lucy continuó:

Cuando la luz del sol se encuentra con un gas, los colores que trae ocultos consigo
no interactúan con él de la misma forma. Es como la televisión con los adolescentes:
La televisión trae consigo muchos canales, en distintas frecuencias, pero ¿te has
fijado que los adolescentes muestran mucho más interés por los canales que
ofrecen programación juvenil, que por los canales que dan dibujos animados o
películas de terror? Como los dibujos animados están destinados para niños
pequeños, y las películas de terror, para adultos; cuando un adolescente enciende la
televisión, pasa de esos canales. No le interesan. Pero, cuando el adolescente se
encuentra con un canal que ofrece series juveniles, las cuales sí están acordes con su
edad e intereses, entonces será ese el canal que preferirá sintonizar.

El suave oleaje de la bahía era el único sonido de la noche.

Con la luz del sol pasa algo parecido. Al igual que la televisión, la luz trae consigo
toda una «parrilla programática», consistente en todos los colores que vibran cada
uno con distinta frecuencia. Por otro lado, el aire de la atmósfera es como el
adolescente. Cuando la ondulación de un determinado color es demasiado pequeña,
o bien, demasiado grande comparada con el tamaño de las partículas que
componen el aire, la atmósfera no interactúa con ese color. No le interesa. Ese color
pasa desapercibido a través de ella. Pero, cuando la ondulación de un color es del
tamaño apropiado, esto es, igual o similar al tamaño de las partículas del aire, como
una bola de billar, ese color chocará y rebotará una y otra vez contra las partículas,
siendo así «sintonizado» por la atmósfera. Ocurre que, por pura casualidad, las
partículas que componen el aire poseen un tamaño que resulta ser similar al tamaño
de la ondulación del color azul. Por esto, cuando la luz del sol penetra en la
atmósfera, de entre todos los colores que trae consigo, es solo el color azul el que
choca y rebota contra las partículas de aire, siendo esparcido por todo el cielo hasta
llegar finalmente a tus ojos. Por eso vemos el cielo azul. Es el color que está siendo
«sintonizado» por la atmósfera. Es como cuando tú sintonizas tu canal favorito y lo
compartes con tus compañeras para que también lo vean.

Yo pensaba que el cielo era azul porque reflejaba el color del mardijo Catalina.
En realidad, es al revésrespondió Lucy. Cuando tomas agua de mar con tus
manos, puedes ver claramente que es transparente. El mar es como un espejo que,
en combinación con el fondo marino, refleja el color del cielo. Todo es una cuestión
de tamaño. Si las partículas en el aire fuesen más grandes, o bien más pequeñas,
dispersarían por el cielo un color distinto. Por ejemplo, si la atmósfera estuviera
compuesta de cloro en estado gaseoso, el cielo sería de un exótico amarillo verdoso.
Asimismo, en el planeta Marte existe una neblina de partículas de óxido de hierro
cuyo gran tamaño dispersa el color rojo y por eso el planeta se ve de ese color.

34
Catalina recordó el rayo verde…

Si las partículas del aire sólo «sintonizan» y dispersan el color azul, ¿cómo es que
al atardecer el cielo cambia de color? hizo ver Catalina. Además, aunque no
estoy muy segura, me pareció haber visto un rayo verde, justo cuando el sol
terminaba de ocultarse bajo el mar. ¿Fue real o sólo mi imaginación?

Ya vimos que, debido al tamaño de las partículas que componen la atmósfera, el
color azul es «dispersado» por todo el cielorespondió la gata. También vimos
que cuando un rayo de luz penetra con cierto ángulo en un medio más denso y
viscoso es «desviado» de su trayectoria original. Los colores que vemos en el cielo se
deben a la combinación de estos efectos; durante la mayor parte del día, la cantidad
de atmósfera que debe atravesar la luz solar es poca, y el ángulo con que penetra,
pequeño. De esta manera, el color azul es dispersado por todo el cielo, mientras que
el resto de colores continúan sin mayor alteración. El cielo se ve azul; y el sol,
amarillo claro, resultado de quitar el azul de la luz blanca. Ahora, cuando el sol está
muy bajo en el horizonte, la cantidad de atmósfera que debe atravesar su luz es
hasta 10 veces mayor. Por esta razón, el color azul, que antes rebotaba y llegaba a
nuestros ojos, ahora se pierde en el camino siendo completamente absorbido por la
atmósfera, desaparece de los alrededores del sol. Asimismo, el ángulo con que
penetra la luz solar en la atmósfera es mayor que durante el día y esto desvía las
trayectorias de cada color, separándolos unos de otros. Se produce así una especie
de arcoíris dentro del sol, que lo va tiñendo con franjas de color rojo, naranja,
amarillo y, con algo de suerte, justo antes de que se oculte bajo el mar, de color…

¿…verde?completó Catalina.
Así esconfirmó Lucy. Debiera verse también el color celeste, pero el sol ya se
ha ocultado bajo el mar y no puede verse.
¡Lo sabía! ¡Lo sabía! Ya pero, ¿por qué fui yo la única que lo vio?preguntó
Catalina, que continuó acariciando a la gata en su regazo.
Ver el rayo verde requiere condiciones atmosféricas especialesrespondió Lucy
ronroneando. El cielo debe estar muy despejado y el mar, calmo. Esto ocurre rara
vez, pero luego de una llovizna, si se tiene suerte, es posible observarlo. Según la
leyenda, aquellos niños que poseen mayor inocencia en su corazón son capaces de
verlo y ello les garantiza una vida de felicidad. Asimismo, si dos enamorados logran
verlo tomados de las manos quedarán unidos por siempre. ¡Es mágico!

Catalina miró al horizonte y sonrió. Imaginó que, algún día, volvería a ver el esquivo
rayo verde y, si la leyenda era cierta, conseguir ese hechizo. De pronto, la ciencia ya
no le pareció tan aburrida ni tan aguafiestas después de todo.

35
Fotografía 14. Durante la puesta de sol se produce un espectro de colores. En el cuadro final, el esquivo rayo verde.

Catalina fue por un abrigo ya que comenzó a soplar una fuerte brisa marina. De
regreso, los gatos le contaron que, durante el día, habían comenzado con éxito la
investigación con la cual esperaban encontrar una cura efectiva y definitiva al
extraño Trastorno de la Depresión Postgato. Uno de sus experimentos consistía en
enviar gatos callejeros a niños y familias que habían perdido o extraviado algún gato
querido. Desde las ventanas de esas casas, Pelé y Lucy estudiaban con detención la
reacción de sus moradores al tomar nuevamente un gato en su regazo. Aunque,
algunas veces, sus instintos de cacería los traicionaban, obligándolos a saltar desde
las ventanas y dejar abandonado el experimento para ir tras algún ratón o ave que
se les cruzaba. A pesar de estos reveses, la investigación había comenzado con
resultados prometedores.

***

Días más tarde, la familia continuó hasta la ciudad de La Serena. Visitaron el faro y
se bañaron en las cálidas aguas de su playa. Por la tarde, en la plaza, vieron un lienzo
con un llamado abierto de la municipalidad, en el que se invitaba a los niños
veraneantes a participar del concurso anual de pintura.

¿Por qué no participas, hija? La animó mamá.


Sí, eres buenase sumó papá, poniendo su mano en la espalda de la niña.
No sé. No creo que vaya a ganar... respondió ésta, cabizbaja.
No es importante ganar, sino compartir tu talento, hacer lo que más te
gustaapuntó mamá. Yo puedo comprarte un bastidor, lápices y acuarelas. ¿Qué
te parece?
No…respondió una dubitativa Catalina, mejor que no.

36
No todo era ciencia en las conversaciones con sus macotas. Esa noche, de regreso en
la cabaña, les habló del concurso y de que, en realidad, sí le gustaría participar, sólo
que a veces sentía que no era capaz ni lo suficientemente talentosa, o que quizás los
demás se reirían de su arte.

Muchas veces te vas a encontrar con personas o situaciones que te harán pensar
que no eres capazdijo Lucy. Si alguien te dice que no puedes, ¡no le creas! Si lo
haces, dejarás de perseverar y entonces sí será cierto. Eres inteligente y talentosa.
Todos los niños poseen talentos y habilidades dentro de ellos esperando ser
descubiertos. Se necesita trabajo y paciencia para desarrollarlos.
Fracasar no te convierte en fracasadaintervino Pelé, rendirte y dejar de
intentarlo, sí. Algunos niños tienen miedo de hacer el ridículo. Yo digo que dejar de
hacer las cosas que a uno más le gustan, sólo por temor a lo que piensen los demás,
eso sí que es hacerlo. Ten confianza en ti misma. Haz lo que más te guste y persigue
tus sueños. Nunca dejes de intentarlo.
Yo pensé que ustedes sólo eran curiosos, miedosos e intrusos, pero veo que
también son muy buenos orientadoresles dijo Catalina, mientras los estrechaba y
acariciaba con afectodeberían abrir una consultorabromeó.

El apoyo de sus mascotas la hizo cambiar de opinión.

Durante el desayuno, Catalina comunicó a sus padres su decisión de participar en el


concurso. Fueron con ella al centro comercial por los materiales y, esa misma tarde,
sobre la terraza con vista al mar, Catalina instaló el atril y comenzó a dibujar a sus
gatos de vacaciones en la playa. En el cuadro había olas, nubes, un faro y un
atardecer rojizo con un fugaz destello verde. Mientras pintaba, sus gatos yacían
recostados a su lado, tendidos al sol, bostezando de cuando en cuando. Un avión
comercial surcó el cielo, dejando una larga estela blanca. Catalina decidió incorporar
un avión en su dibujo, no sin antes aprovechar para hacer una pregunta a Lucy, que
acababa de reincorporarse: ¿Cómo es que pueden elevarse y volar los aviones?

37
¡Colorea tu cielo!

Necesitarás:

 Una ensaladera (la misma que hemos ocupado anteriormente).


 Una cuchara sopera.
 Licor de anís (favor no beber).
 Una cuarto bien oscuro (si te da miedo la oscuridad es tu oportunidad de
superarlo).

Procede de esta forma: Llena con agua la ensaladera y agrega una cucharada de licor
de anís. Revuelve bien hasta que se disuelva. Esta mezcla representará la atmósfera.
Luego, enciende una linterna y apúntala al interior de la ensaladera para representar
los rayos del sol. Agrega otras diez cucharadas de licor de anís y vuelve a observar la
mezcla a la luz de la linterna.

¿Qué ocurre?

Las moléculas del licor de anís poseen un tamaño similar a las moléculas del aire,
sólo que el anís es un líquido, mientras que el aire, un gas. Cuando la luz de la
linterna penetra en el agua, de entre todos los colores que componen su haz, sólo el
azul es el que choca y rebota contra las moléculas del licor de anís, siendo
dispersado por toda el agua hasta llegar a nuestros ojos. Representa el azul del cielo
que vemos durante el día. Cuando seguimos echando más cucharadas de licor de
anís, la cantidad de choques que sufre el color azul aumenta demasiado hasta
finalmente desaparece, absorbido por el agua. Es el equivalente al amarillo rojizo de
un atardecer.

Fotografía 15 y 16

38
¿Cómo es que pueden elevarse y volar los aviones?

¿No te parece increíble que algo tan grande y pesado como un avión pueda volar?
agregó Catalina, sin apartar la vista del cuadro.
¿Quieres saber cómo es que vuelan los aviones? preguntó a su vez Lucy, que se
estiraba con pereza sobre la terraza.

Catalina asintió, sin dejar de pintar. Lucy saltó a una silla junto a ella donde se
enrosco para reposar. Miró el cuadro y luego respondió:

Imagina a un surfista, de pie sobre su tabla, en medio de una piscina. Como el


agua de la piscina está quieta, el surfista se hunde ¿verdad? Imagínalo ahora siendo
arrastrado por el movimiento del mar. La tabla de surf posee un diseño que desvía el
agua de la ola, obligándola a pasar por debajo de ella, recibiendo de vuelta un
golpecito, un rebote hacia arriba. Tanto más rápido pasa el agua por debajo de la
tabla, mayor es el golpe o rebote que recibe. Cuando el golpe del agua es lo
suficientemente intenso como para soportar el peso del surfista, éste puede
mantenerse en pie sobre ella. Es como cuando tomas una piedra muy plana y
delgada y la lanzas, con fuerza, paralela a la superficie de un lago o un estanque.
Gracias a su forma, la piedra recibe un golpecito de la superficie y rebotará
sucesivamente, «surfeando» el estanque. Con los aviones ocurre lo mismo. El aire
también es un fluido. Las alas de los aviones están orientadas en un ángulo tal, que
el aire en movimiento las golpea más por debajo que por encima. Es decir, una
mayor cantidad de moléculas de aire golpean la parte baja del ala, que la parte alta.
Es como correr bajo la lluvia; más gotas golpean tu rostro que tu espalda. Gracias a
esta diferencia, se produce un rebote hacia arriba.

Cuando veníamos viajando, saqué el brazo por la ventana del auto en la carretera,
y el viento me lo empujaba hacia arribaacotó Catalina, dando retazos al cuadro.
¡Exacto! exclamó Lucy. El movimiento del vehículo te hace sentir que es el
aire el que se mueve. Si giras la palma de tu mano levemente hacia adelante, sientes
como el aire la empuja y eleva. Lo mismo ocurre con los aviones. Sus turbinas lo
impulsan hacia adelante, atravesando el aire a gran velocidad. Esto permite que el
movimiento «relativo» del aire produzca el rebote. Tanto más rápido se atraviese el
aire, mayor será el rebote y, cuando este rebote sea lo suficientemente grande,
soportará todo el peso del avión, permitiéndole elevarse y despegar. En la parte baja
del ala, una mayor cantidad de moléculas de aire serán frenadas, por lo que el aire
será allí un poco más lento y denso que en la parte superior del ala. Como los gases
tienden siempre a moverse desde donde hay una mayor concentración y presión,
hacia donde hay una menor, el aire de la parte baja tenderá a subir, empujando con
ello el ala hacia arriba. La combinación de estos efectos hace que los aviones puedan
mantenerse en el aire. Son verdaderos «surfistas del aire».

39
Una vez que fuimos a la Fidae, la Feria Internacional del Aire y el Espacio que se
realiza en Santiago, un avión hacía acrobacias volando invertido. Si el golpe y rebote
del aire sobre las alas las eleva, ¿cómo es posible entonces que un avión pueda volar
cabeza abajo? ¿No debiera el aire empujarlo hasta estrellarse contra el suelo?
¡Qué buena observación! reconoció la gata. Cuando vuela invertido, es decir,
con el piloto cabeza abajo, el avión no lo hace en una posición estrictamente
horizontal, sino que vuela levemente inclinado hacia arriba. Esta inclinación
compensa el ángulo con que están diseñadas y ensambladas las alas, por lo que,
incluso en posición invertida, las alas siguen recibiendo el golpe o rebote del aire
más desde abajo que desde encima.

Movimiento relativo del viento

Ascenso

Movimiento relativo del viento Vuelo


horizontal

Movimiento relativo del viento


Vuelo
invertido

Dibujo 6. El ángulo con el que el aire golpea sus alas permite al avión elevarse y sustentarse.

Y esa delgada y larga estela que dejan, como la que estoy pintando, ¿Por qué se
produce?preguntó Catalina, mientras incorporaba la estela al cuadro.
Los aviones comerciales como el que acaba de pasarrespondió Lucy, poseen
turbinas que expulsan un chorro de gases calientes y vapor de agua. Éste último, al
ponerse en contacto con la atmósfera, se enfría y se condensa en gotitas de agua
que forman un rastro con forma de nube alargada. Los aviones de acrobacias no
poseen turbinas, por lo que no las producen. El chorro que despiden en sus
presentaciones se debe a la vaporización intencional que hacen de un aceite
lubricante especial y de químicos para dar el color deseado…

40
En ese preciso instante, mamá abrió sorpresivamente la puerta…
¡Catalina, hija, venga a tomar…once!
A Catalina se le cayó el pincel. Lucy quedó estupefacta mirando a mamá. Pelé
despertó del sobresalto.
Hija, ¿es idea mía o Lucy estaba hablando? Preguntó desconcertada, pues
estaba segura de haberla oído hablar.
¡No mamá, nada que ver! ¡Los gatos no hablan!respondió rápidamente la
niña. Lo que pasa, es que aquí, en mi teléfono, tengo una aplicación que imita el
lenguaje de los gatos y traduce todo. Mira, es muy divertido. Deja que te muestre.

Catalina se puso de pie y le mostró la aplicación para luego acercarse a los gatos.
Pelé y Luz maullaron y el traductor mostró en la pantalla la frase: «tenemos
hambre».

Mamá quedó convencida de que sólo había sido su imaginación.

¡Qué idea tan loca! ¡Gatos que hablan! Dio media vuelta para ir en busca de comida
para los gatos. Catalina y las mascotas suspiraron aliviados.

Estuvo cercadijo Catalina, mientras recogía el pincel.


Menos mal que no nos pillódijo Lucy. Fuiste muy astuta con lo del traductor.
Sí, fue genialexclamó Pelé.
Lucy ¿me alcanzas a decir cómo es que funciona un helicóptero antes de que
regrese mamá? Me gustaría saber eso también.
Por supuesto. Mira, los helicópteros se elevan y sustentan por el mismo principio
que los aviones. Las aspas giratorias de sus hélices tienen la misma forma que el ala
de un avión. El ángulo con que las aspas golpean el aire puede ser controlado por el
piloto, y es lo que le permite elevarse y avanzar. El problema está en que, como la
hélice gira en un sentido, el fuselaje del helicóptero tiende a girar en el sentido
contrario. Una segunda hélice, más pequeña, ubicada en la punta de la cola, gira en
sentido contrario para así neutralizar ese incómodo giro.

Catalina terminó su cuadro y lo puso a secar al sol. Lo mostró a sus padres quienes la
felicitaron mientras tomaban once.

Al atardecer, tras ponerse su mejor vestido y echarse una manito de gato, fueron
todos a inscribir a Catalina para que participara del concurso. Se pusieron todos muy
contentos cuando, luego de deliberar y discutir largamente sobre los méritos de los
trabajos, los jueces determinaron que, de entre todos los concursantes, Catalina era
la ganadora. Le pidieron subir al escenario y en medio de los aplausos del público,
recibió un reconocimiento de manos del alcalde. Su cuadro sería exhibido en la
exposición de arte al aire libre que la municipalidad había dispuesto para la ocasión.

41
Esa noche la familia hizo una cenar especial en honor de la joven artista. Después de
cenar, Catalina tomó en brazos a sus gatos y los llevó hasta la terraza.
Tenían razón. Sí pude. Gané el concursoles dijo contenta.
¿Lo ves? le dijo Lucysi te concentras y pones todo tu entusiasmo y esfuerzo,
puedes lograr cualquier meta que te propongas.
El que la sigue la consigueintervino Pelé, como cuando quiero atrapar algún
ratónagregó, simulando perseguir una presa imaginaria.

***

En esos días, se enteraron que, según cuenta una leyenda, en el cercano poblado de
Vicuña, en el valle del Elqui, los frailes de la Compañía de Jesús habían ocultado
cálices y monedas de oro bajo una gran palmera. ¡Una nueva oportunidad de
encontrar el tesoro! Catalina convenció a sus padres de ir. Verdes plantaciones de
vid para la producción de pisco, entre áridas montañas, les dieron la bienvenida al
valle. En Vicuña, tras consultar con los lugareños, dieron con la palmera del
convento que, supuestamente, ocultaba un tesoro, pero pronto supieron que otros
visitantes ya habían intentado antes sin resultados. No existía tal tesoro.

La decepción de Catalina era evidente.

Un par de días más tarde, visitaron la escuelita de Monte Grande donde era
profesora la poetisa Premio Nobel de literatura Gabriela Mistral, para luego
continuar hasta el pintoresco poblado de Pisco Elqui. De regreso, visitaron
Andacollo, en cuyo cerro funcionaba el observatorio astronómico Collowara, que en
lengua aymará significa «tierra de estrellas». Decidieron subir el cerro y unirse al
grupo de turistas que ingresaba al observatorio.

Bienvenidos. Soy la astrónoma Clara Espejo Pulidoles dijo mientras invitaba a


los asistentes a tomar asiento. En las paredes había fotografías de alta resolución
donde se mostraban galaxias lejanas. La astrónoma apretó un botón y una abertura
en el techo comenzó a abrirse lentamente, dejando ver un hermoso cielo estrellado.

Una vez todos en sus asientos, la astrónoma ofreció la palabra a quienes tuvieran
alguna pregunta. Catalina tenía la que había preparado para sus gatos. No estaba
segura de que fuese una buena pregunta, pero Pelé y Luz le habían dicho que todas
las preguntas son válidas y que la curiosidad es algo muy valioso e importante en la
ciencia, por lo que nunca debía tener miedo o vergüenza de preguntar. «No hay
preguntas tontas, sino que lo único realmente tonto es quedarse sin hacerla sólo por
miedo a lo que digan los demás» le habían dicho sus mascotas. Catalina Levantó la
mano y luego de recibir la aprobación de la astrónoma, le hizo la siguiente pregunta:
¿Existen los extraterrestres?

42
¡Pon a prueba tus poderes de levitación!

Necesitarás:

 El secador de pelo de mamá.


 Una pelota de ping pong
 Tus poderes mentales de levitación.

Procede de esta forma: Enciende el secador de mamá a máxima potencia y apunta el


chorro de viento hacia arriba. Con tu otra mano, toma la pelota de ping pong y ponla
en contacto con el chorro, a unos veinte centímetros por encima. Cierra los ojos y
concéntrate en tus poderes mentales. Suelta la pelota.

¿Qué ocurre?

La corriente de aire golpea la pelota de ping


pong por la parte de abajo. Este golpe hace que
la pelota rebote y comience a «surfear» la
corriente de aire. Incluso si inclinas un poco el
secador, siguen siendo más las partículas de
aire que la golpean por la parte baja que por la
parte superior. Esto provoca una diferencia de
densidad, y por ende de presión, que empuja la
pelota hacia arriba, permitiéndole literalmente
«levitar» en el aire.
Fotografía 17

43
¿Existen los extraterrestres?

¿Cómo te llamas, niña?le sonrió la astrónoma.


Catalinarespondió ésta.
Muchas gracias por tu pregunta, Catalinale dijo Clara, poniéndole una mano
sobre el hombro. Estoy segura que la respuesta te sorprenderá. Mira, todo
comienza en las estrellas. Las estrellas son como los «faroles de la luminaria
pública» de una enorme ciudad a la que llamamos galaxia. El sol también es una
estrella y la vemos más grande que las demás sólo porque está muy cerca. Es como
el farol que está justo frente a nuestra casa. Si en medio de la noche, desde lo alto
de un cerro como éste, un forastero observara la ciudad, vería las luminarias de las
avenidas, los vecindarios, la plaza y el centro. Pero si el forastero mirara la ciudad
desde las afueras o suburbios, vería sólo una delgada línea horizontal de luces. Todo
es cuestión de perspectiva. Lo mismo ocurre con nuestra galaxia, dado que nuestro
sol es una estrella que habita en los «suburbios», cuando miramos el cielo nocturno,
somos como ese forastero que llega desde las afueras; sólo vemos una delgada línea
horizontal de estrellas. Pero, si pudiéramos tener una perspectiva como la de este
cerro, en lugar de ver sólo una línea horizontal de luces, veríamos nuestra galaxia,
nuestra «ciudad», en su forma completa; con un brillante «centro» y con sus
«calles» y luminosas «avenidas» en forma de brazo en espiral, compuestos de
cientos de miles de millones de estrellas. Es como mirar un plato. Visto desde arriba,
lo vemos como un disco, pero si se le mira de costado, parece largo y estrecho.

Fotografía 18 y 19. Así vemos nuestra galaxia en una noche despejada; como un plato o un disco visto de canto. Así se vería si
la tierra ocupara un lugar por encima del centro; como un plato o un disco visto desde arriba.

Así como en el mundo hay muchas ciudadescontinuó la astrónoma, mientras


dirigía una mirada a los asistentes, algunas cercanas y otras muy lejanas, del
mismo modo, en el universo, hay muchas otras «ciudades» o galaxias. Si nuestro
forastero, de espalda a la ciudad, mirara a lo lejos en el horizonte, vería otras
ciudades lejanas como pequeños puntos o «islas» de luz en medio de la oscuridad
de la noche. Un binocular le permitiría ver de más cerca esas ciudades lejanas, de la
misma forma en que un telescopio nos permite ver otras galaxias lejanas.

44
La astrónoma orientó el telescopio hacia el horizonte nocturno y les mostró M104,
una bella galaxia con forma de sombrero; y M31, más conocida como Andrómeda, la
galaxia o «ciudad» más cercana a la nuestra. Cuando fue el turno de Catalina de
observar, vio una especie de nube difusa, brillante en su centro, donde se
concentraban miles de millones de estrellas.

En el universo, y por acción de la fuerza de gravedadcontinuó la astrónoma, El célebre físico


alemán Albert
nubes de gas se condensan y comprimen haciendo que átomos simples y livianos se Einstein
unan para formar átomos más complejos y pesados. Una estrella es como una niña
que juega con bolitas de plasticina, todas iguales, de un gramo cada una. Imagínenla
ahora tomar cuatro de estas bolitas y unirlas para formar una bolita de cuatro
gramos. Luego, toma tres bolitas de cuatro gramos y las une para formar una más
grande aún, de doce gramos, y así sucesivamente. Al final, a partir de la unión de
bolitas sucesivamente más grandes, la niña tendrá esferas de plasticina cada vez
más grandes y pesadas, ¿no es cierto?

Todos los asistentes asintieron.

Bien, con las estrellas ocurre algo parecidocontinuó Clara, y su voz resonaba en
las paredes de la sala de observación, la gran explosión o «Big Bang» que dio
origen al universo formó mayoritariamente «bolitas de un gramo», esto es, átomos
de hidrógeno, que es el átomo más simple y liviano que existe. Por eso, cuando una
estrella nace, tiene a su disposición muchos átomos de hidrógeno. La estrella toma
cuatro de estos átomos y los comprime mediante gravedad para unirlos, fusionarlos,
y formar con ellos un nuevo átomo, uno más pesado, llamado helio. Luego, une tres
átomos de helio para formar un átomo de carbono, y así sucesivamente, pasando
por el aluminio, el calcio, hasta llegar al hierro, el átomo más grande y complejo que
se puede formar. Pero al unir o fusionar átomos ¡algo muy extraño sucede! La masa
del átomo más pesado no concuerda con la suma de los átomos que lo formaron.
¡La masa es un poco menor! Es como si 1+1 no sumaran 2, sino que «casi 2». ¿Qué
le pasó a esa «masa perdida»? Quien respondió a esta pregunta fue el físico alemán
Albert Einstein. Él descubrió que la masa se puede transformar en energía. Entonces,
al unir o fusionar átomos, parte de la masa se convierte en energía y calor y es por
esta razón que las estrellas se encienden y brillan. Las estrellas son entonces como
una especie de cocineros o chef cósmicos que preparan, en su olla interior y «a
fuego lento», toda la exquisita variedad de átomos de elementos químicos que
existen en el universo.

En una de las paredes del observatorio había una tabla periódica de elementos. Al
verla, Catalina recordó la analogía de Pelé, donde los distintos átomos eran como las
frutas. Recordaba que al hidrógeno lo había comparado con un damasco, por lo que
se imaginó que el helio vendría siendo, quizás, algo así como una manzana; el
carbono como un melón; y el hierro como un zapallo gigante. «Todas las frutas
poseen cuesco y cáscara. Del mismo modo, todos los átomos poseen núcleo y

45
envoltorio. En el núcleo hay protones, de carga positiva; mientras que en la
envoltura, electrones, de carga negativa» le había dicho Pelé. Catalina supuso
entonces que un átomo de hidrógeno, el más simple, ha de tener un único protón y
un único electrón, mientras que un átomo de hierro, uno de los más complejos, ha
de tener muchos protones y muchos electrones. «Así como las frutas poseen
distintos colores, sabores y olores, del mismo modo, los distintos átomos han de
tener distintas propiedades físicas y químicas, dependiendo del número de protones
y electrones que posean»dedujo correctamente la niña.

Pero esto no es todocontinuó Clara, cuando una estrella lo suficientemente


grande fabrica átomos pesados como el hierro, ya no es capaz de seguir sosteniendo
su propia fuerza de gravedad y colapsa. Es como cuando un gran edificio se
derrumba. Toda su estructura se aplasta y en esa caída arroja un montón de
escombros a su alrededor, muy parecido al estallido de una bomba. En esta
explosión, conocida como «supernova», la estrella libera todo su contenido de
elementos químicos al espacio, formando una enorme nube de gas y polvo que dará
lugar a una nueva generación de estrellas, planetas, lunas, asteroides y cometas.
Durante esa explosión final, que libera grandes cantidades de energía, se «cocinan a
fuego rápido» nuevos átomos de elementos todavía más pesados que el hierro,
como plata, oro y uranio. De esta manera, los átomos de oxígeno que respiramos, el
aluminio de los aviones y el calcio de nuestros huesos fueron fabricados en una
estrella hace miles de millones de años. Si consideramos que, además, el hidrógeno
en el agua de nuestros cuerpos proviene del origen del universo, podemos decir que
somos producto de catorce mil millones de años de evolución cósmica. Ninguno de
los átomos de sus cuerpos ha sido fabricado en la Tierra sino que provienen todos,
absolutamente todos, del espacio exterior.

Clara hizo una pausa. Miró de reojo a Catalina y luego exclamó:

¡Los extraterrestres sí existen, Catalina! ¡Somos tú, yo! ¡Y todos en este planeta!
cuando deseen conocer el aspecto de un extraterrestre, muy sencillo: ¡basta con
que se miren al espejo! Somos, todos nosotros, genuinamente extraterrestres.

Los asistentes comenzaron a mirarse y sonreír, ocasión que la astrónoma aprovechó


para reorientar el telescopio hacia la vía láctea, nuestra «ciudad», y mostrarles las
Tres Marías, las estrellas visibles a simple vista más conocidas.

De acuerdo con nuestras estimacionesles decía Clara, la estrella más baja y
brillante de las Tres Marías estallará en forma de supernova liberando al espacio
todo su contenido rico en elementos químicos.

Todos miraban a través del telescopio la ensoñadora visión. Las tres marías
formaban parte de una nebulosa conocida como el Cinturón de Orión.

46
La «espectroscopia»continuó la astrónomaes la ciencia que nos permite
conocer las estrellas. Consiste básicamente en hacer pasar la luz blanca de una
estrella por un prisma, para así separarla en los distintos colores que la componen.
¿O sea que es como hacer un arcoíris, pero con luz de las estrellas en vez de con
luz del sol? preguntó Catalina, recordando lo que había aprendido.
¡Vaya, veo que tenemos una alumna aventajada!dijo Clara, dirigiéndole una
sonrisa. Así es, Catalina. Los astrónomos estudiamos los «arcoíris» de las estrellas,
sólo que no les llamamos arcoíris, sino «espectros». Estos espectros de colores
contienen mucha información. Por ejemplo, dentro de un espectro estelar, algunos
hay colores que resultan ser más intensos que otros. Esto está directamente
relacionado con la edad y temperatura de la estrella: Las estrellas más jóvenes, que
están naciendo o en formación, poseen una mayor temperatura, por lo que emiten
luz que resulta ser más intensa en el rango de los azules y el ultravioleta, que son los
colores que poseen mayor energía. Por el contrario, las estrellas más adultas o
antiguas, que se están apagando o extinguiendo, poseen menor temperatura, por lo
que emiten luz que resulta ser más intensa en el rango de los rojos e infrarrojo, que
son los que poseen menor energía. Asimismo, los elementos químicos presentes en
la atmósfera de una estrella absorben parte de su energía, dejando líneas oscuras o
de absorción en su espectro. Como esta absorción de porciones de luz y energía se
relaciona con el número de electrones que posee cada elemento presente en la
atmosfera de la estrella, las líneas oscuras en su espectro son como «huellas
dactilares» que permiten identificar muy fácilmente esos elementos químicos
presentes en la atmósfera de esa estrella.

Su luz es intensa en el
rango de colores rojo e
infrarrojo
Estrella adulto mayor
Baja temperatura
Ha transformado todo su
hidrógeno en casi todos los
elementos químicos.

Su luz es intensa en el
rango de colores
amarillos
Estrella adulta
Temperatura media
Ha transformado la mitad de
su hidrógeno en helio, sodio,
magnesio, oxígeno y hierro.

Su luz es intensa en
el rango de colores
azules y ultravioleta
Estrella joven
Alta temperatura
Sólo hidrógeno y helio.

Fotografía 20

47
Déjenme contarles algo máscontinuó Clara ¿Se han fijado que cuando una
ambulancia se nos acerca, la frecuencia e intensidad de su sirena aumenta hasta
volverse aguda e insoportable. Pero, cuando la ambulancia aleja, la frecuencia e
intensidad de su sirena disminuye hasta perderse en la distancia? Lo cierto es que el
chofer de la ambulancia no experimenta ningún cambio en la frecuencia e
intensidad de la sirena. Para él, la sirena suena siempre igual. Pues bien, con la luz
de las estrellas ocurre lo mismo; como la luz es también una onda, y dependiendo
de si la estrella se está acercando o alejando de nosotros, la intensidad y frecuencia
de las líneas de su espectro cambiarán de la misma forma en que lo hace la sirena de
una ambulancia. De esta manera, podemos saber a qué distancia se encuentra una
estrella, y si se está acercando o alejando de nosotros. Gracias a este efecto, los
astrónomos hemos hecho otro fantástico descubrimiento: y es que no importa hacia
donde dirijamos nuestros telescopios, todas las galaxias distantes en el cielo parecen
estar alejándose, huyendo de nosotros...

¿Pero cómo es eso posible? preguntó extrañado un asistente ¿o sea que de
verdad somos el centro del universo y, por engreídos, todos se apartan de nosotros?
Eso pareciera, ¿verdad, señor?respondió la astrónoma, pero lo cierto es que
cualquier observador, ubicado en cualquier lugar del universo, vería exactamente lo
mismo: que todas las galaxias se alejan de él. Lo que realmente está ocurriendo es
que el espacio se está estirando y las galaxias son como las pasas de un pastel: a
medida que se cocina en el horno, y si le han puesto suficientes polvos de hornear,
la masa del pastel se estira, distanciando con ello a las pasas que contiene.
¿El universo es un pastel con demasiados polvos de hornear? interrumpió otra
asistente, para diversión de todos.
Algo asísonrió ClaraY hay una última sorpresa. Mediciones astronómicas
realizadas por dos científicos chilenos, José Maza y Mario Hamuy fueron claves para
descubrir que la expansión del universo, además, se acelera. Esto significa que el
pastel no sólo seguirá estirándose, sino que lo hará con cada vez mayor rapidez.
¿…y podría incluso explotar? preguntó otra asistente, algo alarmada.
Cabe la posibilidad de que la expansión acelerada del universo rasgue finalmente
el espacio, pero, lo más probable, es que simplemente siga creciendo
indefinidamente. Por esta razón, algún día, las estrellas y galaxias se encontrarán tan
distanciadas unas de otras, que el cielo se verá completamente oscuro.
¿Cuánto tiempo falta para eso? preguntó Catalina, inquieta con la idea de un
régimen de absoluta oscuridad en el cielo.
No te preocupesla tranquilizó la astrónoma. Para eso, faltan miles de
millones de años, por lo que aún tienes mucho tiempo para disfrutar de estos
maravillosos cielos estrellados.
Si nuestro universo se convertirá en un lugar frío, oscuro y solitario?preguntó
otro asistente entre el público ¿será el fin?¿La muerte del universo?

48
Hubo un silencio sepulcral en la sala. Los descorazonados asistentes se miraban y
murmuraban entre sí. La perspectiva de un universo muerto pareció aniquilar la
esperanza y sueños de muchos. La astrónoma los llamó a la calma y pidió silencio.

Es posiblerespondió con serenidadque luego de una eternidad en ese estado


final de frío y oscuridad, y a partir de una fluctuación en el espacio vacío, surja otro Un fósil de
nuevo universo. Es más, quizás, nuestro propio universo no sea más que uno entre Amonite

muchos otros. Cabe la posibilidad de que existan infinitos universos, surgiendo de


infinitos otros y, es posible, que en uno de esos universos, se formen otros planetas
similares al nuestro y surja nueva vida inteligente: otros seres que, como nosotros,
se maravillen con las estrellas y se pregunten acerca de su origen y destino. Todo
esto pone de manifiesto el valor intrínseco de cada uno de nosotros. Nuestro
verdadero lugar en el cosmos y la oportunidad única de descubrir, disfrutar y cuidar
a nuestro mundo y seres queridos.

Esta invitación a reflexionar cautivó a los asistentes y sirvió de telón de fondo para
dar las gracias y finalizar la visita. Más tarde, desde la puerta del observatorio, Clara
estrechaba la mano a los asistentes. Se agachó para decirle algo en voz baja a
Catalina, que fue la última en salir.

¿Cuál es el colmo de un astrónomo? le preguntó, a la vez que le regalaba una


papaya confitada de la zona que había sacado de su bolsillo.
No sérespondió la niña, encogiéndose de hombros, tras recibir el dulce.
¡Ver una estrella y no poder pedirle un autógrafo! sonrío la astrónoma,
mientras caminaba acompañando a la niña hasta el vehículo.
Gracias por la visita, Catalina. Vuelve cuando quierasle dijo, ayudándola a cerrar
la puerta trasera.
Adiós señora Clara. Muchas graciasle dijo Catalina, mientras le hacía adiós
desde el interior y abrochaba su cinturón de seguridad.

Mientras descendían suavemente del cerro, Catalina se quedó dormida. Soñó con
visitar lejanas galaxias y exóticos planetas en una nave espacial. ¿Cómo te imaginas
las plantas y animales de esos planetas? ¿Qué aspecto tendrían y de qué colores los
pintarías? ¿Se parecerían a los que hay en la Tierra o serían completamente
distintos? En una galaxia lejana, vio un planeta que poseía una intrincada red de
luces. ¿Acaso se trataba de una civilización más avanzada? Si pudieras comunicarte
con ellos, ¿qué preguntas les harías? ¿Cuáles crees tú que serían las preguntas que
ellos te harían a ti? Catalina comenzó a notar que, por alguna extraña y curiosa
razón, siempre soñaba con las cosas que más habían estimulado su imaginación
durante el día.

***

49
Días más tardes, la familia y los gatos emprendieron rumbo a Bahía Inglesa, una
hermosa playa de blancas arenas, a orillas del desierto de Atacama. Este destino era
particularmente esperado por Catalina, ya que Bahía Inglesa debía su nombre a un
corsario inglés que, supuestamente, enterró allí un cuantioso botín. La familia
arrendó un domo que quedaba, prácticamente, en plena playa. En compañía de
otros niños veraneantes con los que entabló amistad, las niñas hicieron un castillo
de arena. Durante su construcción, y mientras escarbaban, apareció algo con forma
circular bajo la arena. ¿Una moneda de oro? Entusiasmada, Catalina continuó hasta
desenterrarla, pero no era una moneda, sino una inusual y pesada piedra blanca,
con forma espiral, similar al cuerno de un carnero. Tuvo la sensación de haberlo
vivido antes, lo que muchos llaman un déjà vu.

¡Miren lo que encontré! gritaba mientras corría con la piedra en alto.

Los padres estaban sorprendidos con el hallazgo. Era un fósil de amonite, un


crustáceo prehistórico que vivió hace millones de años. Las playas de Bahía Inglesa
son conocidas por su abundancia de fósiles. Se han encontrado restos de varios
vertebrados marinos prehistóricos en el lugar. Al anochecer, buscando en internet
con ayuda de sus gatos, Catalina supo que, durante su paso por Chile, Charles
Darwin también había encontrado uno. Si a Catalina le hubieran preguntado qué
quería ser cuando grande, se habría visto en dificultades para escoger entre
arqueóloga, astronauta, aviadora, bióloga marina o artista. ¿Y por qué no todas?

No muy lejos de Bahía Inglesa ocurre un inusual fenómeno que la familia tendría la
oportunidad de presenciar. Un año frío y húmedo transforma el árido desierto en un
florido jardín. Las semillas, que han estado esperando años ocultas bajo la arena,
germinan, ofreciendo un colorido espectáculo que, en algunos casos, se prolonga
hasta el verano. Cientos de miles de flores se extienden por grandes extensiones
hasta perderse más allá de la vista, tiñendo de rosa y violeta las planicies.

¡Qué lindo!exclamó Catalina al ver el jardín. La primavera era su estación


favorita. Es como un «oasis de primavera». ¿Por qué florece el desierto, mami?
Según cuenta la leyendarespondió mamá, por aquí vivía una hermosa mujer
que atraía la admiración de todos. Amaba las flores, pero en el desierto no crecen.
Decidió que se casaría con aquél que pudiera regalarle muchas flores. Un minero
pobre, que estaba profundamente enamorado de ella, recorrió el desierto en busca
de flores, pero no halló ninguna. Triste porque no podría conquistarla, lloró
amargamente. Las estrellas sintieron lástima por él, y al ver que su amor era sincero,
decidieron ayudarlo. Cada una enviaría una semilla mágica. De esta manera, esa
noche, cayó sobre el desierto una semilla por cada estrella en el cielo. Al despertar,
en lugar del árido desierto, el minero se encontró con este inmenso jardín. Armó un
ramo gigante con el que regresó al pueblo para pedir la mano de la joven. Ella lo
aceptó y fueron felices.

50
Catalina se imaginó la boda en una pequeña iglesia blanca en medio del desierto,
con los aldeanos lanzándoles una lluvia de flores y con celebres e importantes
invitados; Charles Darwin y el profesor Albert Einstein, los duendes, Tomás el perro
vecino, algunas jirafas, guepardos y chimpancés. Las clásicas bandas Iron Maiden y
Los Prisioneros tocaban música rock para el baile. En la pista, la astrónoma Clara
bailaba con el alcalde de La Serena y una delegación completa de amistosos Una simpática
vizcacha
extraterrestres, provenientes de una lejana galaxia, se dejaron ver ofreciendo
asombrosos y extraños obsequios a los novios.

Cuando el minero contó lo sucedidocontinuó mamá, interrumpiendo la


ensoñación de Catalina, otros enamorados fueron al desierto, pero no
encontraron nada. Las estrellas envían su cargamento especial sólo cuando el amor
es realmente sincero, por eso, no todos los años florece el desierto, sino sólo
cuando las estrellas deciden que la pena de amor amerita la magia.
¡Qué bonita leyenda, mami!dijo una sonriente Catalina.

Mientras admiraba los intensos colores de las flores que cubrían las planicies, de
pronto, en una ladera, Catalina logró divisar a uno de esos simpáticos y tiernos
conejitos o ardillas de vientre amarillo, llamados vizcachas. Lamiéndose sus patas
delanteras y pasándolas por su rostro, le hizo recordar al Conejito de Pascua y su
cueva amarilla junto a la laguna, en medio de la Cordillera de los Andes. Recordó la
fábrica de chocolates, la bodega secreta y el tren mágico con el que los reparte
huevitos de chocolates a los niños y niñas de Chile y Argentina. Pero bueno, esa es
otra historia...

De vuelta en bahía inglesa, alrededor de una fogata en la arena, Catalina ensayaba


con su pequeña guitarra una canción que había compuesto especialmente para sus
mascotas. Éstos discutían animadamente acerca de las últimas conclusiones de sus
hallazgos y experimentos. Lucy y Pelé le contaron que habían logrado congregar a
los gatos vagabundos del poblado y convencerlos de ir a visitar un hogar de
ancianos. Los gatos vagabundos fueron recibidos con tanta alegría por los abuelitos
y abuelitas, que éstos finalmente decidieron quedárselos y adoptarlos como
mascota. Lucy y Pelé habían regresado al domo convencidos de haber descubierto
un método infalible y comprobado que permitiría a las personas superar el extraño
Trastorno de la Depresión Postgato.

Catalina los felicitó por sus singulares e ingeniosos experimentos. Luego de hablarles
acerca del desierto florido y la leyenda que de él se cuenta, les hizo esta pregunta:
¿Por qué el año tiene estaciones?

51
¡El universo en un globo!

Necesitarás:

 Un globo.
 Un plumón indeleble.
 Una aguja.

Procede de esta forma: Dibuja algunos puntos sobre el globo. Estos puntos
representarán a las galaxias, mientras que la superficie del globo representará el
espacio o el tejido cósmico sobre el cual «flotan» galaxias y estrellas. Infla un poco el
globo y observa cómo la distancia entre los puntos comienza a aumentar. Sigue
inflando el globo indefinidamente.

¿Qué ocurre?

A medida que inflamos el globo su


superficie se expande y con ello los
puntos dibujados se distancian unos de
otros. No importa en qué punto nos
situemos, todos los demás puntos
parecerán estarse alejando. Hasta
donde sabemos, la expansión del
espacio continuará aceleradamente y
podría incluso «rasgar» el espacio, que Fotografía 21 y 22
es justamente lo que le ocurre al globo
si lo inflas indefinidamente.

52
¿Por qué el año tiene estaciones?

El sol es unas 100 veces más grande que la Tierrarespondió Pelé recostado
sobre una manta que Catalina puso sobre la arena. Si la Tierra fuese un balón de
fútbol ubicado en la Plaza Italia, el sol sería del tamaño de un globo aerostático
ubicado en la estación de metro Los Héroes. Además de girar sobre sí misma, como
un trompo o una bailarina de ballet, la Tierra da vueltas alrededor del sol. Tarda un
año en dar una vuelta completa. El problema es que, a diferencia de un trompo o de
una bailarina de ballet, la Tierra no gira completamente derecha, sino que lo hace
ladeada, esto es, con su eje de giro inclinado, como la Torre de Pisa. ¿Conoces la
Torre de Pisa? La icónica torre
inclinada de la
ciudad italiana
Catalina meneó la cabeza. de Pisa.

Fueron hasta el domo en busca del computador. Pelé le pidió digitar «Torre de Pisa»
en Google. Apareció una fotografía de la icónica torre.

Al igual que esta torreprosiguió el gato indicando con su pata la imagen, la
Tierra tiene su eje de giro inclinado. Veintitrés grados respecto de la dirección con
que recibe la luz solar. El sol está tan lejos, que sus rayos llegan a la Tierra
prácticamente paralelos. De esta manera, la mitad sur del planeta, a la que
llamaremos hemisferio sur, recibe más luz que la mitad norte y, por esta razón, es
verano en el hemisferio sur, e invierno en el norte. Seis meses más tarde, cuando la
Tierra está del lado contrario de la órbita, las cosas se invierten. Ahora es la mitad
norte del planeta la que recibe más luz, siendo verano en el hemisferio norte, e
invierno en el sur. En los puntos intermedios de la órbita ocurren la primavera y el
otoño, respectivamente.

Volvieron al calor de la fogata, donde habían dejado a Lucy.

No entendí mucho eso de las órbitas y los hemisferiosprotestó Catalina al


sentarse de pies cruzados y tomar a Lucy en su regazo.
Mira, hagamos un juego de representaciónpropuso Pelé, mirando los
elementos que había a su alrededor. Vamos a imaginar que esta fogata es el sol, y
que ese balón de fútbol es la Tierra. Recoge el balón por favor y aléjate con él unos
diez pasos.

Catalina, volvió a dejó a Lucy sobre la manta y se puso de pie. Tomó el balón de
fútbol con ambas manos y se dispuso a seguir muy atenta las instrucciones del gato.
La gata Lucy se divertía mirándolos, recostada al calor de la fogata.

Haz girar el balón sobre sí mismo, como si fuera una bailarina de balletpidió el
gato. ¿Ves cómo se alternan sobre su superficie el día y la noche?
Catalina asintió.
53
Fotografía 23 y 24. La inclinación del eje de giro es la responsable de la estaciones del año.

Ahora, inclina levemente el eje de giropidió Pelé. Observa como, debido a


esta inclinación, la mitad sur del balón está recibiendo más luz que la mitad norte.
¿Lo ves? Por esta razón, allí es verano, y en la otra mitad, invierno.

Catalina asintió nuevamente.

Mantén fija la inclinación y comienza a caminar alrededor de la fogatapidió el


gato. El balón está orbitando la fogata. Ponte justo en el lado opuesto de la fogata
y observa cómo, debido a que la inclinación del eje sigue siendo la misma, es el
hemisferio norte, y no el sur, el que recibe más luz. Las estaciones se han invertido.
Ahora es verano en el hemisferio norte, e invierno en el sur.
Siempre había pensado que era verano cuando la Tierra estaba más cerca del sol,
e invierno cuando estaba más lejosdijo Catalina, mientras acercaba y alejaba el
balón de la fogata ¿No tiene nada que ver la cercanía o lejanía con el Sol?
Es cierto que la órbita de la Tierra alrededor del sol no es un círculo
perfectorespondió Pelé, por lo que, a veces, la Tierra está más cerca del sol, y
otras, más lejos. Pero no es su cercanía o lejanía lo que determina una estación, sino
la inclinación del eje de giro, como acabamos de ver. De hecho, el día cuatro de
enero, día en que la Tierra está más cerca del sol, es invierno en el hemisferio norte.
Lo que sí ocurre es que una mayor cercanía o lejanía hace que la estación sea más
cálida o fría de lo que sería, si la órbita fuese un círculo perfecto.
¿Y por qué está ladeada la Tierra? preguntó Catalina.

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¿Recuerdas esa colisión de la cual «nació» la Luna? le preguntó a su vez el
gato. El golpe que recibió la Tierra inclinó su eje. La Luna da vueltas alrededor de
este eje de giro de la Tierra, ayudando a mantenerlo inclinado. Si el eje de giro de la
Tierra no estuviese inclinado respecto de los rayos del sol, ambas mitades, ambos
hemisferios de la Tierra, recibirían todo el tiempo la misma cantidad de luz, por lo
que no habría alternancia de estaciones.
¡Qué entretenido que existan!exclamó Catalina. Yo prefiero el verano. No me
gusta mucho el frío. A propósito me acordé de un chiste. ¿Quieren que se los
cuente?

Los gatos asintieron.

De acuerdo. Aquí va:

«Había una vez dos abuelitos que conversaban en una plaza y uno le
pregunta al otro:
¿Tú qué haces para dormir calentito en estas noches de invierno tan frías?
Muy fácille responde el otro, simplemente lleno un guatero con agua
hirviendo y lo pongo debajo de las sábanas. ¿Tú qué haces?
Yo tengo un gatorespondió el primero. Es muy calentito. Si quieres te lo
puedo prestar para que veas lo bien que funciona.
De acuerdole responde el otro y esa noche se lleva el gato para su casa.
Al día siguiente, se encuentran nuevamente en la plaza. El abuelito que se
había llevado el gato llega todo rasguñado, y el dueño del gato le pregunta:
¿Pero qué te pasó? ¡Mírate, estás todo rasguñado!
No sé. No entiendo que fue lo que pasó. Todo iba bien hasta que empecé a
llenar al gato con el agua caliente. Ahí se volvió loco y me empezó a arañar».

Esta vez rieron todos de buena gana.

¡Catalina!¡A dormir, hija!se escuchó a mamá gritar desde el domo.

Catalina dijo buenas noches a sus mascotas, recogió su guitarra, el balón de fútbol y
se dirigió hasta el domo. En la entrada la esperaban ambos padres.

Hija, hemos visto el interés con que juegas y pasas tiempo solita con tus
mascotascomenzó mamá, y hemos pensado que, tal vez, no te hemos prestado
suficiente atención con tus tareas e intereses.
Este año las cosas cambiaránintervino papá. Estuve buscando experimentos
caseros fáciles y divertidos para hacer en casa. Tan pronto volvamos a Santiago, los
hacemos. ¿Qué te parece, Kaina?

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¡Sí, bacán! exclamó la niña, abrazándolos. Hacía tiempo que no la llamaban por
su apodo. Ese que ella misma se había inventado cuando tenía la edad de su
hermana Rocío. Catalina abrazó a sus padres y se sintió tan contenta, que se quedó
así, abrazada a ellos, por un instante más…

Bueno, ya es hora a dormirsentenció mamá. Recuerden que mañana nos


levantaremos todos muy temprano para regresar a Santiago. Entraron al domo y
desde su pequeña ventana, Catalina hizo adiós a sus gatos que la miraban desde la
fogata.

Finalizaron así unas espléndidas vacaciones. Catalina se sentía con más confianza en
sí misma y en sus talentos, gracias al apoyo de toda su familia. Supo guardar el
secreto de las curiosas habilidades de sus gatos y éstos, a su vez, habían cumplido
también con su parte del trato, respondiendo de manera sencilla a sus preguntas.
Catalina tenía ahora mucho más interés en la ciencia, pues se dio cuenta de que así,
con explicaciones simples y divertidas, resultaba un poco más fácil imaginar y
comprender el mecanismo oculto con el que funciona la naturaleza.

***

De regreso en Santiago, Lucy y Pelé le pidieron a Catalina que les ayudara a redactar
y publicar los rigurosos estudios y experimentos que, sobre el Trastorno de la
Depresión Postgato, habían realizado durante las vacaciones. Siguiendo sus
instrucciones, Catalina hizo llegar a la prestigiosa Academia Nacional de Ciencias
Gatunas sendas carpetas con los resultados y conclusiones de la investigación, para
que fueran evaluados por el Comité Editorial de la academia.

Un par de semanas más tarde, llegó el momento de volver a clases. Ese lunes,
Catalina se despertó temprano. Luego de tomar una ducha, vestirse con su
uniforme, y peinarse, tomaba desayuno cuando recordó que, en las vacaciones,
había quedado una promesa incumplida y que había llegado la hora de ponerle el
cascabel al gato…

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Un prestigioso galardón

Pelé, me prometiste que encontraríamos un tesororeclamó Catalina mientras


daba una mascada a un pan con mermelada de mora y servía un sobre para sus
mascotas. Por más que busqué durante las vacaciones, no pude hallarlo. Me
pasaste gato por liebre. No había ningún tesorole reprochó la niña.
Te equivocasreplicó el gato. Sí existe. Te prometí que lo encontraríamos y Academia
Nacional de
pienso cumplir. Ven, sígueme, te lo enseñaré. Está aquí mismo, en nuestra casa. Ciencias
Gatunas
Catalina se mostró sorprendida. ¿Cómo era posible que el tesoro hubiera estado
oculto en su propia casa? Debía de ser un tesoro realmente grande para que Pelé
prefiriera ir a mostrárselo en vez de disfrutar su comida. Catalina dejó sobre la mesa
el resto de su pan con mermelada y siguió al gato escaleras arriba. Lucy se les unió,
invadida también por una irresistible curiosidad.

En el ático, entre antigüedades y muebles, cubiertos con sábanas, se encontraba un


antiguo y misterioso baúl…

Ábrelo por favorpidió Pelé. En la pared está colgada la llave.


Catalina la alcanzó y abrió con ella la cerradura, soltó los cerrojos y levantó la tapa.
Lucy se acercó para mirar. En su interior no había nada, excepto algo envuelto en
papel. Era un cuadro. Una foto familiar en la que aparecían ella, sus padres, su
hermana y las mascotas.
No entiendodijo Catalina confundida. Pero, ¿y las monedas de oro? ¿Dónde
está el botín de los piratas? ¿La olla con el tesoro?
La vida diaria posee más riquezas ocultas que las de todas las leyendasreveló
Pelé. La verdadera riqueza no consiste en acumular joyas o dinero, sino en
atesorar la compañía, el apoyo y el cariño de tus seres queridos. Las anécdotas y el
tiempo que pasas con ellos, y con nosotros, son el verdadero tesoro.

Catalina miró la fotografía. Pensó en esas palabras y los abrazó con emoción. Pelé
finalmente había cumplido su promesa…

En ese instante, sonó el timbre.

Catalina fue hasta la puerta y abrió. Era el cartero. Un simpático abuelito que
recorría la ciudad en su bicicleta, repartiendo la correspondencia. Muy diligente, le
extendió un sobre con el distintivo membrete, con forma de pata de gato, que
identificaba a la Academia Nacional de Ciencias Gatunas. Catalina lo abrió, y en su
interior, con letra muy bonita y solemne, se informaba oficialmente que los gatos
Pelé y Lucy habían sido galardonados con el Premio Nacional de Ciencias Gatunas en
reconocimiento, como allí se leía, «por sus sobresalientes aportes y avances
investigativos que permitieron descubrir que la adopción es la cura definitiva para el

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extraño Trastorno de la Depresión Postgato». Firmaba la carta, el presidente de la
Academia, el doctor en ciencias gatunas Gastón Silvestre del Campo.
Catalina dio las gracias al abuelito y cerró la puerta. Fue de inmediato a comunicar la
buena noticia a sus mascotas. Lucy y Pelé se pusieron tan felices, que se largaron a
saltar, dar vueltas y perseguirse por toda la casa. Sin duda, se trataba de un
importante reconocimiento a sus carreras. El premio consistía en, nada menos, que
un año gratis de latas de sardinas y dos becas para cursar estudios de doctorado en
la academia. Los gatos decidieron, en un gesto de nobleza, y para ser consecuentes
con la causa que les había valido obtener el preciado galardón, donar las sardinas a
la fundación para la adopción de gatos de la ciudad de Santiago. La comunidad
gatuna del país supo de este nuevo avance científico en la última edición de la
prestigiosa revista de la academia donde, acompañada de fotografías de la
premiación, se hacía una extensa entrevista a los ahora célebres gatos.

Así, continuaron felices en casa. Los gatos comenzaron sus estudios de doctorado en
la Academia y fueron aceptados como miembros investigadores de su prestigiosa
revista. En cada número, Pelé y Lucy escribían artículos de divulgación científica con
ejemplos y explicaciones tan simples, que cualquier gato o gata pequeños los podía
comprender. Catalina, por su parte, regresó a clases y cuando la profesora daba
tarea de ciencias, que ahora se había convertido en su clase favorita, ya sabía que en
casa podía contar con la ayuda y atención de sus padres y sus excepcionales gatos.

*** FIN ***

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