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Oramos 1.4. me llamo ce


N

n
clara

Fr a
En el nombre del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Nos Situamos ¿Conozco a mujeres que sean
cristianas comprometidas?
consagradas a Dios o que sean catequistas...
Jesus y la mujer pecadora (Jn 8, 1-11) Jesús de Nazaret siempre tuvo un montón de amigos
y amigas. No solo los curas o los frailes siguen a Jesús
como Francisco de Asís. Escribe el nombre de una mujer que se haya
consagrado totalmente a Dios (puede ser
También hubo desde el principio chicas, jóvenes también alguien de quien hayas oído hablar,
Un día Jesús se acercó a la gente, y le presentaron a una y mayores, que querían vivir con radicalidad el que hayas visto por la televisión, o que ya sea
mujer acusándola de haber pecado. La gente quería Evangelio, dejándolo todo por Cristo, viviendo en santa), y el nombre de otra mujer que te
apedrearla. Pero Jesús, mirándola con cariño, dijo: “el pequeñas fraternidades, y sirviendo a los demás, parezca que vive su cristianismo de una forma
especialmente a los más pobres. radical y entregada.
que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”. Al
instante, la gente empezó a irse, avergonzados porque
todos tenían pecados… Jesús dijo a la mujer: ¿dónde
están los que te acusaban? ¿Todos se han ido? Yo
tampoco te condeno. Anda y no peques más”. Y la
mujer, levantándose, se fue.

Hacemos una oracIOn a JeSUs

Padrenuestro

Proyecto “Paz y Bien”: Etapa Francesco (1.4). Franciscanos (FAV). Ávila 2014. Para uso privado.
Profundizamos En cuanto se enterase mi familia, especialmente mi tío, seguro que sal-
drían en mi busca con caballos y soldados. Por eso Francisco logró
sit Me llamo Clara, y nací en 1193, en un pueblo de Italia llamado Asís. Cuando era niña y tenía convencer a las monjas benedictinas del Monasterio de S. Pablo para que
u más o menos vuestra edad me llamaba la atención la vida de un joven de unos veinte me acogieran algunos días, hasta que se “calmasen los ánimos”. Nuestras
años, que aunque al principio quería ser armado caballero y ganar mucho dinero, fue sospechas se hicieron realidad, y estando en este monasterio, llegó mi
am

capaz de dejarlo todo para seguir a Cristo y ayudar a los leprosos. Un día, incluso, nos reunió tío con algunos soldados a por mí. Pero yo estaba muy decidida, y las
os

a toda la gente del pueblo y se desnudó delante de todos, con el obispo por testigo, para monjas también me defendieron. Así que logré quedarme en el monasterio
devolver la ropa y todo lo que tenía a su padre. y se fueron con las manos vacías. ¡Había ganado la primera batalla! Quince
días después, Francisco me propuso trasladarme al convento del Santo
Ángel, un poco más lejos (junto al monte Subasio), y allí se me unión mi
Yo no me atrevería a hacer algo semejante, pero tengo que confesa- hermana Inés, más pequeña que yo. Ahora sí que estaban realmente enfa-
ros que mi corazón dio un vuelco, y desde entonces me escapaba de dados en mi familia. Pero Dios dio a mi hermana una fuerza “sobrehumana” y
vez en cuando para ver lo que hacía y hablar con él. Me di cuenta de ningún soldado pudo arrancarla del altar. Así que allí nos quedamos las
que se pasaba gran parte del tiempo mendigando para conseguir ali- dos hasta que por fin Francisco nos propuso un lugar propio para noso-
mentos que luego repartía entre los leprosos… Y me decidí a echar- tras: la ermita de San Damián, que él había restaurado con sus propias
le una mano. Yo no mendigaba (mis padres se habrían enfadado mucho manos.
conmigo, porque somos de una familia bastante famosa en el pueblo,
de la “nobleza” –aquí en el pueblo todos nos conocemos, y ¡lo que Allí fueron llegando un montón de chicas con la misma ilusión que noso-
faltaba! si me pongo a mendigar por las calles), pero sí que iba tras, ser amigas y esposas de Cristo, viviendo en fraternidad y sirviendo a
muchas tardes con Francisco al encuentro de los leprosos para los más pobres. Como yo me llamaba Clara, la gente empezó a llamarnos
curarles, hablar con ellos, pasar el rato allí… ¡me sentía tan bien “clarisas”, aunque nuestro nombre oficial es el de “hermanas pobres de
entre ellos! San Damián”.

Hasta que por fin me decidí. Mi padre había muerto, y mi tío Monaldo se
empeñó en que tenía que casarme con un joven de la nobleza. Yo no
quería casarme. Quería dedicarme a los pobres y a Dios, como Fran-
Clara tuvo que luchar contra mucha gente para hacer lo que quería
cisco. Pero mi tío, cada vez que me oía, se enfadaba mucho, y me obli-
garon a preparar el “ajuar” para mi boda. Por eso, una noche, la del Actuamos en lo profundo de su corazón. A veces cuesta hacer el bien, porque
domingo de ramos del 1212 (yo tenía 19 años), me escapé de casa y me los demás no lo entienden. Lo habitual es pasar de los que lo están
fui a la ermita de la Porciúncula. Ya antes había hablado con Francis- pasando mal, no hacer nada por ellos. Quien se desmarca y hace el
co y estaba todo preparado. Francisco y sus hermanos me estaban bien, es criticado y a veces perseguido.
esperando con antorchas encendidas en el camino, fuera de la
ermita. Fue muy emocionante. Cuando llegué, se pusieron a cantar, me

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recibieron y me acompañaron ante el altar. Allí estaba Francisco, que a?
después de acogerme, me cortó mi larga cabellera rubia como signo
de consagración a Dios. A partir de ahora quedaba consagrada a
Dios y a los pobres.
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Para esta semana,


me comprometo a...

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