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PRISIÓN PREVENTIVA
De acuerdo al artículo 268 del Código Procesal Penal de 2004, los presupuestos materiales de
la prisión preventiva son: i) Fumus delicti comissi: Que existen fundados y graves elementos de
convicción para estimar razonablemente la comisión de un delito que vincule al imputado como
autor o partícipe del mismo; ii) Gravedad de la pena: Que la sanción a imponerse sea superior
a cuatro años de pena privativa de libertad, y; iii) Peligro Procesal: Que el imputado, en razón
a sus antecedentes y otras circunstancias del caso particular, permita colegir razonablemente
que tratará de eludir la acción de la justicia (peligro de fuga) u obstaculizar la averiguación de
la verdad (peligro de obstaculización).
“La sospecha grave, propia para dictar mandato de prisión preventiva –el grado más
intenso de la sospecha, más fuerte, en términos de nuestro Código Procesal Penal, que
la sospecha suficiente y que resulta necesaria para la acusación y el enjuiciamiento–,
requiere de un alto grado de probabilidad de que el imputado ha cometido el hecho puni-
ble y de que están presentes todos los presupuestos de la punibilidad y de la perseguibi-
lidad (alto grado de probabilidad de una condena) (…).
(…)
2. Gravedad de la pena
- La prognosis de la pena concreta se determina analizando los principios de lesividad
y proporcionalidad
“La magnitud de la pena prevista desde luego, por su carácter abstracto, no puede ope-
rar como único criterio –de aplicación automática y mecánica– para ponderar la nece-
sidad de imposición de la medida de prisión preventiva, sino que, asumiendo incluso
como un criterio más concreto, la naturaleza del hecho punible, debe ponerse en rela-
ción con otros datos relativos (i) tanto a las características personales del imputado o
investigado –arraigo familiar, profesional y social, conexiones con otros países, contac-
tos internacionales (existencia de cierta infraestructura en el extranjero), sus bienes (su
tenencia genera arraigo, como lo precisó la Sentencia del Tribunal Constitucional 1091-
2002-HC/TC, de doce de agosto de dos mil dos), los medios económicos de los que dis-
pone y su proximidad a la jurisdicción–; (ii) como a las circunstancias que concurren en
el caso concreto” (…).
(Casación N° 1445-2018-Nacional, considerando 3).
“El peligro procesal es el elemento más importante de esta medida y la razón por la que
se dicta, lo que ha sido reconocido por la jurisprudencia constitucional en las sentencias
recaídas en los expedientes números mil noventa y uno-dos mil dos-HC/TC y dos mil
doscientos sesenta y ocho dos mil dos–HC/TC. Se divide en dos: i) Peligro de fuga. ii)
Peligro de obstaculización probatoria”.
(Casación N° 626-2013-Moquegua, considerando 33).
“Que, ahora bien, el peligro procesal (periculum in mora) es el elemento más importante
para valorar en un auto de prisión preventiva. Éste tiene un carácter subjetivo, pero obje-
tivado legalmente a través de diversos criterios de carácter meramente enumerativos, y,
por ende, reconoce un margen de discrecionalidad en los jueces. La Ley, como se sabe,
establece la presencia de dos peligrosismos: fuga –que es el paradigma del periculum
libertatis– y obstaculización (artículos 268, apartado 1, literal c y 269- 270 del Nuevo
Código Procesal Penal)”.
(Casación N° 631-2015-Arequipa, considerando 4).
“El peligro procesal es el elemento más importante de esta medida y la razón por la que
se dicta, lo que ha sido reconocido por la jurisprudencia constitucional en las senten-
cias recaídas en los expedientes números mil noventa y uno-dos mil dos-HC/TC y dos
mil doscientos sesenta y ocho dos mil dos–HC/TC. Se divide en dos: i) Peligro de fuga.
ii) Peligro de obstaculización probatoria”.
(Casación N° 626-2013-Moquegua, considerando 33).
“El primer inciso del referido artículo, establece una serie de situaciones de las que se
debe extraer la presencia o no de arraigo. Este elemento exige establecerse de manera
permanente en un lugar, vinculándose a personas y cosas. El Código Procesal Penal
señala que el arraigo en el país del imputado está determinado por el domicilio, residen-
cia habitual, asiento de la familia y de sus negocios o trabajo y las facilidades para aban-
donar definitivamente el país o permanecer oculto.
(…)
[e]ntonces, no existe ninguna razón jurídica para entender que la presencia del algún tipo
de arraigo (criterio no taxativo) descarta, a priori, la utilización de la prisión preventiva.
Tampoco la sola situación de inexistencia de arraigo genera que deba imponerse nece-
sariamente la prisión preventiva (ejemplo, ser extranjero no genera la aplicación auto-
mática de la prisión preventiva), sobre todo cuando existen otras que pudieran cumplir
estos fines. Por lo que este requisito, debe valorarse en conjunto con otros, para estable-
cer si es que en un caso concreto existe o no peligro de fuga”.
(Casación N° 626-2013-Moquegua, considerando 36, 39-40).
- En los delitos de mayor gravedad se requiere una exigencia de arraigo más estricta
para imponer prisión preventiva
“El encausado tiene esposa e hijo menor de edad, vive en un inmueble adquirido con
una hipoteca –incluso, el que se tenga dos viviendas a su nombre, no es prueba de falta
de certeza de su dirección domiciliaria, como acota el fiscal superior, solo revela que
tiene dos predios a su nombre– y, además, ha consolidado para su hijo un colegio donde
estudiará. Su arraigo familiar es pues sólido. No consta que el imputado recurrente
trató de confundir respecto al domicilio donde vive con su familia a fin de dificultar su
ubicación”.
(Casación N° 1445-2018-Nacional, considerando 5).
“Es claro, finalmente, que si la Sala consideró que existe arraigo familiar, pero este es de
‘mediana intensidad’, la opción obvia era una medida menos intensa que la prisión pre-
ventiva, pues para esta última calificaría, en todo caso, una ‘máxima o superior intensi-
dad’ de falta de arraigo”.
(Casación N° 1445-2018-Nacional, considerando 5).
“Que es cierto que los alcances del arraigo en el país también pueden valorarse desde los
lazos familiares que el imputado mantiene en el exterior, más aún si es extranjero, situa-
ción que le permitiría abandonar el país y refugiarse en su localidad de origen cuando
advierte riesgo para sí. Sin embargo, esta situación tiene que ser apreciada caso por caso.
Si se tiene en cuenta que prima facie está consolidado el arraigo del imputado, pues vive
en el país, tiene estatus de residente, su familia nuclear está con él y su centro de labores
es una empresa residenciada en el Perú, solo podría afirmarse la persistencia del riesgo
de fuga si se toma en consideración otros datos que permitan concluir razonablemente
que se alejaría de la justicia peruana para evitar su procesamiento, enjuiciamiento y. en
su caso, la condena correspondiente. Estos factores concurrentes deben ser evaluados
con suma atención desde que un acercamiento genérico al problema, asumiendo un peli-
gro de fuga por la sola condición de extranjero del imputado, importaría un acto discri-
minatorio por razón de la nacionalidad. En efecto, cuando se acredite indubitablemente
que un procesado extranjero tiene arraigo en el país, ello permite entender un riesgo
menor de peligro de fuga, salvo que conste razonablemente otros datos de ese orden que
vislumbren un sólido riesgo fundado de fuga.
[Un] criterio tomado en cuenta para determinar el peligro de fuga fue el intenso movi-
miento migratorio del imputado (...), aunque se trata de viajes por motivos laborales,
vinculados a su labor profesional, de corto alcance y de regreso inmediato al Perú. Al
respecto, la Sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos del 10 de noviem-
bre de 1999, recaída en el Asunto Stogmüller contra Austria, estableció que la simple
posibilidad o facilidad que tiene el procesado para pasar la frontera no implica peligro
de fuga. De esta forma, no puede estimarse el peligro de fuga en función de los diversos
viajes fuera del país que puede realizar un imputado extranjero o peruano. No es conclu-
yente, por tanto, los pocos o muchos viajes que un encausado realice al extranjero. Lo
que determina un fundado peligro de fuga es que un imputado no tenga arraigo laboral,
familiar o laboral y tenga contactos en el exterior que le permitan alejarse del país, a la
vez que, concurrentemente, consten otros datos derivados de la naturaleza del hecho y
de la gravedad de la pena –el monto de la pena, tampoco debe ser examinado en forma
aislada–, sino debe ser considerado en relación con otras circunstancias, tales como
(i) el comportamiento del imputado durante el procedimiento o en otro posterior, en la
medida que indique su voluntad de someterse a la persecución penal, (ii) la personalidad
del imputado y/o (iii) sus relaciones privadas (sus vínculos familiares, laborales) (...)”.
(Casación N° 631-2015-Arequipa, considerandos 6 y 7).
- El peligro de fuga no se configura por el menor hecho de que el imputado tenga pasa-
porte y registre viajes al extranjero
“Además, no debe olvidarse que, aunque los investigados decidan no acudir a declarar,
pueden ordenarse los apercibimientos que autoriza la norma procesal para su convoca-
toria y apersonamiento forzoso.
Empero, una vez conducidos a las instancias pertinentes, nada obsta para que estos deci-
dan no declarar, en uno irrestricto de su derecho a no autoincriminación o de guardar
silencio (sin que ello sea entendido como aceptación tácita).
En todo caso, dicha inconcurrencia puede ser valorada como indicativo de peligro de
fuga, bajo aspectos de su comportamiento durante el proceso u otros (numeral 4 del
artículo 269 de la norma adjetiva), siempre que sea debidamente sustentada y motivada”.
(Casación N° 1673-2017-Nacional, considerando 9).
“En definitiva, pues, sostener que pueda bastar la gravedad de la pena y los indicios de
pertenencia a una organización criminal para justificar una orden preventiva de prisión,
es violatorio de los derechos fundamentales a la presunción de inocencia y a la libertad
personal. Este Tribunal considera que pueden ser elementos que contribuyan a presumir
el peligro procesal (ya sea de peligro de fuga o de obstaculización probatoria), pero por
sí solos no son suficientes. De ahí que se discrepe de lo sostenido en el fundamento 54
in fine de la Casación Nº 626-2013 (“en ciertos casos solo bast[a] la gravedad de la pena
y [la imputación de pertenencia a una organización criminal] para imponer [prisión pre-
ventiva]”), por tratarse de una afirmación reñida con la Constitución”.
(STC. Exp. Nº 04780-2017-PHC/TC y Exp. Nº 00502-2018-PHC/TC
(acumulado)-Piura, f. j. 122).
“Conforme al mandato legal la valoración del peligro de fuga comprende cinco criterios
según lo prevé el artículo 269 del CPP, por tanto, la gravedad del delito y la pertenen-
cia a una organización criminal no pueden erigirse como únicos criterios para imponer
la medida cautelar. Por el contrario, la aplicación del dispositivo legal conlleva a valorar
elementos objetivos que den contenido específico al peligro de fuga u obstaculización.
“De otro lado, para calificar el peligro de obstaculización, debe tenerse en cuenta el
riesgo razonable que el imputado: a) Destruirá, modificará, ocultará, suprimirá o fal-
sificará elementos de prueba; y, b) Influirá para que su coimputado, testigos o peritos
informen falsamente o se comporten de manera desleal o reticente. Para fundamentar el
peligro de obstaculización requieren que el peligro sea concreto y no abstracto, lo que
supone que el riesgo ha de derivar de la realización por parte del imputado de conducta
determinada que revele su intención de suprimir la prueba”.
(Juzgado Supremo de Investigación Preparatoria. Prisión preventiva N° 7-2018 “1”,
Resolución N° 02, considerando 17).
“En este aspecto se analiza si las fuentes de prueba podrían ser afectadas por la con-
ducta del imputado, esto es, que podría destruir, modificar, ocultar, suprimir o falsificar
elementos de prueba e influenciar sobre los órganos de prueba para que informen falsa-
mente, desleal o reticentemente o inducir a otros a realizar tales conductas. Al respecto,
se indica que deberá tenerse en cuenta la capacidad de imputado para acceder por si o a
través de terceros a las fuentes de pruebas o lo que es más peligroso ‘influir sobre otros