Vous êtes sur la page 1sur 19

CONSTITUCIÓN Y GUERRA: siempre de la mano

LAURA FRANCISCA RUEDA GONZÁLEZ

Universidad Nacional de Colombia


Facultad de Derecho y Ciencias Políticas
HISTORIA POLÍTICA Y SOCIECONÓMICO DE COLOMBIA EN EL SIGLO XIX
Bogotá – 2017
Introducción:

Precisamente en el siglo XIX se realizaron la mayor cantidad de constituciones bajo


las que ha sido Colombia a lo largo de su historia debido a las múltiples reformas políticas y
la construcción de la identidad de nuestro país. Sin embargo, la bipolaridad política a la que se
enfrenta el país durante este siglo genera las oposiciones violentas a tal punto de creación de
guerras civiles que nos debilitaron como la nación que queríamos construir. En este orden de
ideas, surge la siguiente pregunta: ¿Por qué la constitución de 1832, 1863 y 1886 dieron pie a
la Guerra de los Supremos, la Guerra civil de 1876 y la Guerra de los Mil Días en el mismo
orden? Esta pregunta surge de la necesidad de identificar qué generó los conflictos a los que
se enfrentó el país durante este siglo relacionándolo directamente con un tema tan
fundamental como lo es la creación o modificación de la constitución.

Con lo mencionado anteriormente, la hipótesis o la respuesta preliminar a la pregunta


de investigación sería que al ser un país dividido en dos partidos “únicos,” al cambiar la
constitución bajo en consenso de sólo uno de ellos, el otro partido se inconformaría o parte del
pueblo, independiente de su posición política se vería gravemente afectada por los artículos
contenidos en estas pues para tal momento, no se tenía en cuenta a más que sólo la élite.
Como proceso metodológico para sustentar y comprobar esta hipótesis, se realizará una
revisión bibliográfica de los trabajos realizados varios realizados por autores como Antonio
Caballero, Hans Kelsen, Dagmar Kusche, entre otros autores que se han enfocado a escribir
acerca del desarrollo de las guerras en Colombia alrededor de este siglo en específico.

Teniendo en cuenta lo mencionado anteriormente, el ensayo se va a encontrar


estructurado en seis partes o secciones de desarrollo: en la primera sección, se realizará un
marco teórico que tiene como objetivo contextualizar acerca de las guerras, el recorrido de las
constituciones y los orígenes de la política en la época; en la segunda sección se tratará la
Constitución de 1832 y cómo esta desembocó en la Guerra de los Supremos; en la tercera
sección la Constitución de 1863 y su relación con la Guerra civil de 1876; en la cuarta, la
Constitución de 1886 y la Guerra de los Mil Días: en la quinta parte, se hará una línea
comparativa para analizar las diferencias o similitudes que comparten los tres puntos
anteriores y crear relaciones que, de alguna manera, ayuden a dar el contexto y entender que
todas llevan un mismo hilo conductor contando una pequeña parte de la historia de nuestro
país; finalmente, se realizaran algunas conclusiones que se podrán sacar de lo que se va a
exponer a lo largo del ensayo.

Un poco de historia y de conceptos:

No es desconocido en nuestra historia que, aunque los partidos Liberal y Conservador


son creados en los años 1848 y 1849 respectivamente, hemos vivido en una situación
bipartidista políticamente desde hace ya casi dos siglos completos. ¿Cómo empezó? Al
liberarnos de la invasión del Imperio español en 1810-1819, quedamos bajo el mando de dos
figuras fundamentales para nuestra historia: Francisco de Paula Santander y Simón Bolívar.
La pelea aquí inició entre el federalismo y el centralismo, dos conceptos organización política
que eran posibilidad para ordenar el país después de la independencia. Con la indecisión del
país, se recayó en el periodo denominado Patria Boba desde 1810 hasta 1816 el cual fue,
según Carlos Sixirei Paredes, “[un escenario] violento cuando las diversas élites locales
comenzaron a luchar por imponer su hegemonía en la ciudad o en la provincia. (…) una lucha
de todos contra todos” (Sixirei, 2014: 332-333). Aunque la época de la independencia era, y
de alguna manera fue, la época ideal para que nuestra cultura fuera definida y llegáramos a
una estabilidad independiente, como narra Anthony McFarlane en La caída de la monarquía
española y la independencia hispanoamericana, Colombia se enfrentó a este desequilibrio
político que, a diferencia de muchas naciones americanas, no logró estabilizar fácilmente
(McFarlane, 2009).

Incluso antes de la Patria Boba, la nación estaba en un conflicto de identidad política.


Como cuenta David Bushnell en Colombia. Una nación a pesar de sí misma, el país se
encontraba en una disputa entre aquellos que apoyaban la independización total de la colonia
y aquellos que buscaban la independización parcial de la monarquía española. Estas personas
que se oponían totalmente a la monarquía, trataron de crear juntas tanto en Caracas como en
Bogotá pues lo que se buscaba, como siempre, era el empoderamiento por medio del pueblo
nativo. Sin embargo, todo esto creaba un conflicto interno entre aquellos que querían tomar el
poder nuevamente (Bushnell, 2004).

Retomando un poco el tema del bipartidismo entre el federalismo y el centralismo y el


por qué es importante para este ensayo en específico, hay que darle una mirada más
concentrada a lo que es y a la función teórica de una constitución. Leyendo un poco a Hans
Kelsen, se puede construir una definición de constitución que, desde un punto de vista
objetivo, es muy acertado. Para esto, a continuación, se expondrán frases claves que darán de
manera global el concepto para Kelsen:

1. “(…) el sentido de una norma válida, proviene de que la constitución otorga al acto de
legislar ese sentido objetivo” (Kelsen, 1982: 22).

2. “Los derechos políticos. (…) Se suele definirlos como una autorización para influir en
la constitución de la voluntad estatal; ello significa participar, directa o indirectamente
en la producción del orden jurídico, en el que se expresa la "voluntad estatal””
(Kelsen, 1982: 150).

3. Los derechos políticos comprenden también los denominados derechos o Libertades


fundamentales, que las constituciones de los Estados modernos regulan en cuanto
garantizan la igualdad ante la Ley, la libertad (es decir, inviolabilidad) de la propiedad,
la libertad personal, la libertad de opinión (en especial, la libertad de prensa), la
libertad de conciencia, incluyendo la libertad de religión, de asociación y de reunión,
etcétera. (Kelsen, 1982:152)

Sintetizando de alguna manera lo dicho por Kelsen, la constitución es el medio por el


cual se regula poder que se da en los Estados, se validan las leyes y por lo que se dan tanto los
derechos como los deberes fundamentales y adicionales que los ciudadanos de la nación
tienen. Esta nos unifica bajo un Esto, como lo dice Kelsen, siempre y cuando se dé por medio
de la voluntad estatal; es aquí donde nace el conflicto.

Por otro lado, Dagmar Kusche en su reseña acerca del libro En el camino hacia la
nación. Nacionalismo en el proceso de la formación del Estado y de la nación de la Nueva
Granada, 1750-1856 de Hans-Joachim Koenig, nos da, de manera muy acertada una
definición o al menos una explicación de lo que significa nación. Según Kusche, “nación
puede ser entendida como un "proyecto nacional", una idea o un "orden imaginado",
definiciones que permiten considerar y respetar las realidades cambiantes y las
modificaciones de una nación en el tiempo” (Kusche, 2014: 220). Esto significa que la nación
se crea o se entiende cómo un concepto cambiante que se basa en las características y algunos
factores unificadores de cada Estado en específico. Como podemos ver, la constitución y la
nación van de la mano pues al ser la constitución la que rige el país, esta debe representar y
abogar de una manera en la cual la sociedad que lo habita este conforme con ella. Es decir,
siempre, como norma de normas, debe buscar

Ya para cerrar esta primera parte del escrito, es importante también resaltar que
Kusche en su escrito menciona que los países al estar en una etapa de desarrollo político,
como lo fue el siglo XIX para la Nueva Granada, la sociedad se encuentra con seis problemas
principales. Estos son:

La crisis de penetración (problema de una administración efectiva que se extiende


sobre todos los sectores de la sociedad), de integración (integración de los distintos
grupos de la población a la vida pública), de participación política en las tomas de
decisión por parte de grupos cada vez mayores de población, de identidad (la
formación de una conciencia nacional común y la identificación de los distintos
grupos con la comunidad social y con el sistema político), de legitimidad (legitimidad
del gobierno y de los gobernantes y su reconocimiento por la población) y de
distribución (la distribución de bienes y recursos entre los distintos componentes de la
sociedad). (Kusche, 2014: 220)

¿Esto se evita al momento de hacer política y, más exactamente, al momento de hacer


una constitución bajo la cual toda la sociedad va a estar sometida en el siglo XIX?
Constitución de 1832 y la Guerra de los Supremos:

Con la muerte de Simón Bolívar el 17 de diciembre de 1830, Francisco de Paula


Santander asumió el cargo a la presidencia que le fue designado por el congreso. Como narra
Antonio Caballero en su libro Historia de Colombia y sus oligarquías (1498 - 2017),
Santander mantuvo el pueblo unido y en “paz” bajo una fachada en un gobierno centralista
porque, analizando según lo que sabemos, el país se fragmentó tras la muerte de Bolívar y,
además, Santander no era exactamente alguien que apoyara totalmente este sistema de
gobierno (Caballero, 2016). Bajo su mandato presidencial, la Asamblea Nacional
Constituyente se reunió para establecer la Constitución de1832 con el pretexto de que al
existir un Estado independiente se debe tener una constitución que rija el país, divida poderes
y se encargue de delimitar derechos y deberes. Con esta constitución, se le da una mayor
representación y mayor poder a las provincias (Subgerencia Cultural del Banco de la
República, 2015).

Como está escrito en el mismo documento de la constitución de 1832, lo que se


pretendía era lo siguiente: “Separadas las secciones del norte y sur de la República de
Colombia, era necesario dar nueva vida a la sección del Centro, procurando al mismo tiempo
restablecer los lazos que deben unir entre sí a las diversas partes de Colombia” (Asamblea
Nacional Constituyente, 1832). Es decir, aún con el centralismo, se buscaba que las provincias
que componían la nación tuvieran algo de autonomía siempre y cuando respetaran o acataran
las órdenes que fueran tomadas desde el poder central. Sin embargo, fue una constitución
totalmente bolivariana/centralista que no busco el consenso entre partes.

Como lo cuenta Eugenio Gutiérrez, la mayoría de la oposición se encontraba en el sur


del país, lo que es Nariño, Cauca, Putumayo e incluso Santander al norte del país pues ellos
eran quienes apoyaban el federalismo y, por ende, eran santanderistas. Cuando el mandato de
Santander terminó, el poder fue sucedido por José Ignacio de Márquez en el año 1837.
Márquez era un centralista/bolivariano quien poco a poco fue sacando de la administración
del país a los funcionarios santanderistas; y a la par, creció la oposición (Gutiérrez, s.f.).
Llegado el año 1839, Márquez y su Congreso decretó que se iban a clausurar de los conventos
que tuvieran menos de ocho integrantes por lo cual los santanderistas quienes aprovecharon
esta ocasión y quienes en su mayoría habían conformado el ejercito de independencia, se
levantaron en armas, liderados por José María Obando y le dieron inició a la Guerra de los
Supremos (Caballero, 2017).

Aquella idea de que la guerra era puramente religiosa es, de alguna manera, incorrecta
y superficial pues el cierre de los conventos alrededor de Pasto fue simplemente la excusa, o
mejor, el detonante para generar una guerra. Los santanderistas encontraron la manera de
desencadenar una guerra. Aunque después de los tres años de guerra los santanderistas no
obtuvieron la victoria, lograron mantener al país en guerra civil durante todo este tiempo.
Además, consiguieron apoyo de inversiones extranjeras quienes apoyaban sus puntos de vista
poniendo en debilidad al país entero.

Todo esto se desató pues en la “Sección III. De la Cámara de Representantes” de esta


constitución y como se mencionaba anteriormente, en la organización política se les dio
mucha importancia a la representación de las provincias aún en su división. El artículo 50
estipula:

La cámara de representantes se compone de los diputados elegidos en cada provincia


por las asambleas electorales en razón de uno por cada veinticinco mil almas, y otro
por un residuo que pase de doce mil. Si la población se aumentase hasta tal punto que
el número de representantes hubiese de pasar de ochenta, la ley irá subiendo la base
establecida en este Artículo a fin de que nunca pase la representación del número
expresado; pero si la población se disminuyese, de manera que el número de
representantes hubiese de ser menor que cincuenta, se bajará la base
proporcionalmente, de suerte que nunca sea menos que dicho número. (Asamblea
Nacional Constituyente, 1832)

¿Cuál es el problema con esto? El problema erradica en que, en un país tan


fragmentado ideológicamente en las distintas provincias y tan inmaduro políticamente en
cuanto a la aceptación de las diferencias ideológicas, con una bipolaridad tan alta y con la
poca intención de concesión entre sí, es muy riesgoso darle tanto poder a las provincias y más
si se piensa en tener una nación o un Estado centralista. Cuando se les da la independencia de
que cada provincia o como lo dice la misma:

En la constitución, igualmente, se ha procurado fijar la importancia de las provincias


del Estado, concediendo a cada una de ellas una cámara que cuide de sus propios
intereses, que supervigile sus establecimientos, que fomente su industria, que difunda
la ilustración, y que tenga la intervención conveniente en el nombramiento de sus
empleados, y de los de la Nueva Granada entera. (Asamblea Nacional Constituyente,
1832)

Esto les entrega a las provincias mucho poder que puede ser usado en contra del
Estado porque si no se les tiene en cuenta, estas pueden unirse y levantarse con mucha más
facilidad frente al Estado. Sin embargo, seguía siendo una constitución centralista que era
totalmente contraría a lo que ellos querían. El problema se mantuvo en el bipartidismo y el
rechazo de uno de los lados. Era un gobierno sesgado y sin experiencia. Más aún, se
levantaron en contra del Estado pues la libertad que se había dictado en la religión fue
“violentada” por parte del Estado al decretar tal ley. Con esto, al ver que aquellos que
componían los conventos se vieron afectados en regiones Santanderistas, los “Supremos”
(liberales) decidieron levantarse y utilizar este caso en específico para protestar en contra del
gobierno centralista y la constitución centralista bajo la que estábamos regidos.

Constitución de Rionegro y la Guerra civil colombiana de 1876:

Para 1863 Colombia se llamó Estados Unidos de Colombia y como se podrá imaginar
el lector, fue un estado federal manejado por los famosos liberales de la época. Este terreno
comprendía lo que hoy es Colombia, Panamá, una parte de Brasil, Perú y Ecuador. El estilo
federalista, de hecho, se adaptó con la constitución de tal año; mejor llamada la Constitución
de Rionegro. Para este momento, Tomás Cipriano de Mosquera, catalogado como liberal
moderado, le fue difícil involucrarse de todo en un mismo partido, sin embargo, estaba más
“allá que acá” (Vásquez, s.f.). Bajo su mandato provisional, fue quien estuvo a cargo de la
realización o, más bien, supervisión de la expedición de la nueva constitución. Todo esto, pues
los candidatos del partido liberal venían con una “racha” de mandato durante ya bastante
tiempo. Sin embargo, no habían modificado la última constitución que no iba exactamente
acorde a sus ideologías. Además, los liberales y conservadores acababan de salir de la Guerra
civil de 1860-1862 en la cual los liberales habían conseguido la victoria.

Con esto dicho y siguiendo la lectura de Leonardo Tovar en el capítulo “Catecismos


políticos del siglo XIX” en el libro El radicalismo colombiano del siglo xix (Tovar, 2012)
podemos ver que en este siglo nació, o empezó a ser utilizado, el llamado catecismo que
busca redactar reglas, un ejemplo que expone este hombre es la misma constitución. Con esto
se prosigue a que la constitución siendo la colección de leyes que se hacen por la Nación,
vemos que la nueva constitución es bastante liberal y cambia en muchos aspectos referente a
la anterior que también era liberal.

En esta nueva constitución, se organiza el país de manera federalista en nueve (uno


más que en la constitución anterior) Estados soberanos con un presidente general, como un
poder central bajo el cual todos deben responder. Además, se ofrecieron libertades que casi en
su totalidad tanto económicas, como sociales y políticas. En la “Sección II” del capítulo II
“Bases de la Unión” se exponen las completas libertades que se les otorgan a los ciudadanos
incluyendo 16 sub–puntos dentro del Artículo 15. Dentro de las libertades sociales,
encontramos que en el último de los dieciséis puntos no es obligación de los colombianos
seguir alguna religión en específico: “16. La profesión libre, pública o privada, de cualquier
religión; con tal que no se ejecuten hechos incompatibles con la soberanía nacional, o que
tengan por objeto turbar la paz pública” (Ministerio Ejecutivo, 1863); de esta manera, el poder
de la iglesia se redujo en su totalidad. Además de todos estos cambios, algo curioso que ayudó
a que se detonara la guerra fue la falta de leyes que sustentaran y garantizaran la educación. Si
se realiza una revisión completa de dicha constitución, no se encontrará ningún artículo que
sustenten la educación en el país.

Además de que los mismos artículos fueran en contra del ideal conservador, al
momento de declarar un estado federal, el gobierno se estaba enfrentando algo que no había
medido ni planeado con anterioridad. Como se explica en el capítulo escrito por Salomón
Kalmanovitz “La idea federal en Colombia durante el siglo XIX,” el país no estaba preparado
para una descentralización del poder a tal magnitud pues había un vacío institucional de
parlamentos para mantener el control frente a las instituciones de cada estado o federación
que conformaba el país. Por tal motivo, el sistema tributario empezó a tener conflictos y esto
impulsó a que los conservadores deslegitimaran la idea liberal y se levantaran frente a estos
problemas e incoherencias en cuanto a sus pensamientos (Kalmanovitz, 2012).

Siguiendo esta línea narrativa del libro, en el capítulo escrito por Luis Javier Ortiz
Mesa, el impulso de los radicales liberales por la creación de una República laica en todos los
sentidos con el fin de cambiar la manera conservadora, religiosa y cohibida del manejo del
país tuvo algunos fallos por abandonó de algunos territorios, crisis económicas tabacaleras y
desigualdad. Estos fallos después de la decisión de la nueva constitución generaron una
confrontación más que todo enfocada hacia la religión entre los conservadores católicos y los
liberales laicos (Ortiz, 2012).

A partir de esto, se desencadenó lo que se hace llamar la Guerra civil de 1876-1877.


Esta guerra tenía el frente conservador que estaba compuesto por Cauca, Antioquia, Boyacá y
algunas partes de Cundinamarca; puto central del país. Por otro lado, el frente liberal, siendo
mayoría, estuvo compuesto por los estados restantes, es decir, Bolívar, Magdalena, Panamá,
Santander, Tolima y la otra parte de Cundinamarca. Algo que se puede resaltar en esta guerra
de carácter de cruzada religiosa (Ortiz, 2012: 226) es que se utilizaron todos los medios
posibles para la reclusión, el convencimiento y el esparcimiento de información por parte de
ambos bandos. Todo esto lo vemos, como cuenta Ortiz, en el siguiente párrafo:

(…) ambas sabían por qué pelaban: el mantenimiento del régimen de cristiandad o su
demolición y el establecimiento de una sociedad laica; ambas usaron todas las formas
posibles de lucha para vencer: ejército regulares y guerra de guerrillas, nuevo y viejo
armamento –desde fusiles Remington hasta escopetas de fisto, palos y piedras–;
periódicos, pastorales circulares, telegramas, hojas volantes, folletos, panfletos,
anónimos –guerra de la luma –; educación –guerra de escuelas–; seminarios,
sociedades masónicas, democráticas, eleccionarias, republicanas y católicas –guerras
de sociabilidades–; alimentos, uso de navíos a vapor, caballerías, bueyes, bogas y
champanes, empréstitos forzosos y voluntarios, finanzas públicas, aduanas, trabajo de
artesanos y campesinos –guerra por abastos y bienes–; púlpitos y tribunas, discursos
políticos, homilías y pastorales aparentemente neutrales –guerra de discurso–; guerra
del rumos y de los partes oficiales, guerra del telégrafo –guerra de clave de Morse.
(Ortiz, 2012: 226)

Esto denota que la libertad de prensa y de todo que fue concedida por la misma
constitución fue la que impulsó a que todo este conflicto creciera cada vez más y más
haciendo que todos los sectores, es decir, educación, economía, religión, política y demás se
vieran afectados o influenciados por los dos lados ya que con la libertad de prensa se dio
cabida a que todo se pudiera promocionar por cualquier medio. Al finalizar la guerra, al ser el
bando más grande, los liberales obtuvieron la victoria manteniendo esta constitución por 13
años, es decir, 12 años más después de la guerra.

Constitución de Colombia de 1886 y la Guerra de los Mil Días:

Adelantando a la constitución que prosiguió exactamente después a la proclamada


Constitución de Rionegro, llegamos a la constitución con mayor durabilidad durando más de
cien años: la Constitución de 1886. Para 1886 y desde 1884 Colombia estaba bajo el mando
de Rafael Núñez. Y, como menciona Caballero y algunos otros escritos, este mandato se dio
tras la guerra de 1885 en la cual se derrotó a los liberales y por ende se les arrebató el poder
que mantenían desde la Constitución de Rionegro. Otro punto fuerte que menciona Caballero
al momento de dar explicación a lo que trae o influye como antecedente para que la
constitución que se va a dar más adelante genere un conflicto tan grande como la Guerra de
los Mil Días es la claridad en la posición política de Rafael Núñez pues él era tildado o
identificado como un líder liberal importante al cual se le veía con mucha fuerza pues tenía
desde antes la propuesta de buscar una Regeneración (liberal, como se pensaría en ese
momento) que modificara el país y lo llevara al auge en la mayoría de los sentidos posibles.
Sin embargo, en la llegada de Núñez al poder lo que ocurrió fue un cambio inesperado pues
su alianza y su famosa regeneración se dio de la mano de los conservadores. Con esto, la
rabia, el descontento y la revolución empezó a crecer en el sector liberal del país. Sin
embargo, hubo bastantes liberales “independientes” (Caballero, 2017) que legitimaron la
elección de Núñez por lo que la división de los mismos liberales evitó un mayor conflicto
(Caballero, 2017).

Sin embargo, en el año 1886 y después de que esta alianza o esta combinación política
siguiera en el poder, se puso fin a la Constitución de Rionegro. El poder político trajo la nueva
Constitución de 1886 la cual desde su aprobación fue un procedimiento torpe y poco verídico.
En las primeras páginas de la constitución se dice:

Vista la aprobación que impartieron las municipalidades dc Colombia a las bases de


Constitución expedidas el día I" de diciembre de 1885; Y con el fin de afianzar la
unidad nacional y asegurar los bienes de la justicia, la libertad y la paz, hemos venido
en decretar, como decretamos, la siguiente CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE
COLOMBIA. (Caro, 1886: 207)

Si se investiga cómo fue el procedimiento de aprobación de los municipios que


constituían Colombia en aquel momento, se encuentra que la aprobación fue dada no por voto
popular de la totalidad de los integrantes del país, sino que la votación fue realizada por
delegados o representantes de cada municipio escogidos por el mismo Núñez (Caballero,
2017). Esto desequilibró la balanza “equitativa” de poderes entre los partidos principales de
aquel omento y aquí fue cuando el descontentó y el caos “estalló.” Con la exclusión de en el
ámbito político de los liberales crearon mucho resentimiento que salió a la luz en el momento
en el que la constitución fue promulgada. Poco a poco, las cosas fueron empeorando y además
de esta constitución se realizaron distintos cambios y leyes de censura. Un ejemplo claro de
esto fue la Ley de los Caballos la cual, como menciona Rafael Rubiano Muñoz, “otorgaba
poderes extraordinarios al presidente, quien, a su vez, podía criminalizar a todos aquellos que
le hacían la oposición” (Rubiano, 2009: 12). Pero, ¿cómo se dio o se permitió que algo así
ocurriera? Bien, pues en el Artículo 121 de la constitución al presidente se le entrega el poder
o la habilidad de poder reprimir el alzamiento en caso de “conmoción interior.” Como se verá
a continuación:
Art. 121. En los casos de guerra exterior, o de conmoción interior, podrá el Presidente,
previa audiencia del Consejo de Estado y con la firma de todos los ministros, declarar
turbado el orden público y en estado de sitio toda la república o parte de ella. Mediante
tal declaración quedará el Presidente investido de las facultades que le confieran las
leyes, y, en su defecto, de las que le da el Derecho de gentes para defender los
derechos de la nación o reprimir el alzamiento. (Caro, 1886: 238)

Y sí, aunque diga que esta decisión tomada por el presidente debe pasar antes por la
decisión del Consejo de Estado, es obvio, que así como escogió a los representantes
municipales, el Consejo de Estado fuera aún más manipulado por Núñez que cualquier cosa
pues en la misma constitución también se le da el poder al presidente de “Nombrar dos
consejeros de Estado” (Caro, 1886: 236).

Ahora, ¿qué fue la Guerra de los Mil Días? Como lo define Rubiano fue:

[O]casionada por las divergencias en los dos modelos que soportaban las clases
dirigentes de la nación; el hacendario aristocrático de estirpe conservadora, el
conocido como la “Regeneración”, y el modelo de libre mercado definido por la
agroexportación, liderado por liberales radicales y conservadores moderados.
(Rubiano, 2009: 2)

Esta, siendo un conflicto meramente político es ocasionada y es relacionada


directamente con la constitución expedida en 1886 pues expuso en uno de los mayores niveles
de la historia colombiana, la exclusión política. Sin embargo y por la hegemonía a la que
estuvo sometido el Estado, el gobierno conservador obtuvo la victoria en el año de 1902. Con
esto, se puede declarar como mayor detonante la constitución para generar una de las guerras
civiles más importantes y decisivas para nuestra historia pues como resultado, esta fue la
guerra que demostró o dio la solución final e hizo que tanto liberales como conservadores se
dieran cuenta que el camino o la manera de tratar el tema político por medio de la exclusión
del otro lado no iba a ser la manera adecuada de mantener la estabilidad y la paz duradera en
el país. De esta manera, este se convierte en uno de los puntos de quiebre de la historia
política (Moreno, 2013).
A pesar de esto, aunque el punto de quiebre fue importante para la historia, después
del desenlace y la victoria de os conservadores, esta constitución se mantuvo por más de 100
años pasando por el poder de distintos liberales; claro, con 70 reformas (ElHeraldo.CO,
2011).

¿Qué tienen en común estos hechos?:

Viendo ya los tres casos seleccionados para analizar en esta investigación en


específico, podemos encontrar puntos que se repiten o se pueden asimilar a algunos
encontrados en las otras dos a ver. Sabemos, por lo leído anteriormente, que Colombia en
general no tuvo un siglo XIX estable políticamente. Es decir, no fue un país que fue
aprendiendo de sus errores o fue buscando soluciones incluyentes para disminuir la
conflictividad y bipolaridad, sino que buscó siempre el mandato total de uno u otro partido.
Aunque en el último caso se afirma que con la Guerra de los Mil Días el país logró aprender
que la solución no era la exclusión, le tomo un siglo en aprender de estas guerras pues las tres
analizadas no fueron las únicas.

Cuando se dice que la Guerra de los Supremos se dio por un conflicto entre una
constitución conservadora y un pueblo liberal inconforme, se puede asimilar con la Guerra de
los Mil Días estallada por un pueblo liberal traicionado contra una constitución conservadora
bastante cerrada. Por otro lado, y para cambiar un poco el panorama, entre estas dos
encontramos la Constitución de Rionegro, una constitución liberal impuesta en un pueblo
inconforme conservador. Con esta –sí, de manera generalizada y superficial– podemos decir
que el control fue en su mayoría conservador “radical” pues no buscó en ningún momento un
intento de consenso con el otro lado de la nación. De igual manera, pasó con los liberales.
Aquí está la similitud más importante. Todos estos conflictos fueron ocasionados por la
bipolaridad, superioridad.

De igual manera, los resultados de estos conflictos no varían en cuanto a quien tiene el
poder. En el primer y el tercer caso expuesto, la victoria la obtuvieron los conservadores
quienes gobernaban para ese momento pues al ser el gobierno y al ser un gobierno tan
“totalitario” tenían todo el poder. Como contraste, el segundo caso expuesto, en el cual la
constitución fue expedida por un gobierno liberal, la victoria la obtuvieron estos mismos. Con
esto, podemos encontrar que, por más que el pueblo pesara, fueran mayoría o se aliaran, el
gobierno, al tener la totalidad del poder, casi la totalidad de cargos y el control sobre todo lo
que pasaba, iba a salir siempre victorioso de estos conflictos.

Además, dentro de las similitudes de todas estas, vemos que ninguna cumplió con las
partes que se trataron en el marco teórico de la constitución. Si se hace un barrido y una
lectura de las constituciones y las comparamos, por decirlo de alguna manera, con la
constitución que actualmente nos rige, podemos ver, por lo menos en el punto de los cargos de
los consejos, los parlamentos, la manera en la que son seleccionados, y hasta las funciones de
los presidentes son muy distintas pues ahora la inclusión de todos los partidos es necesaria, el
voto de todo el pueblo cuenta y las funciones del presidente son muchísimo más delimitadas y
revisadas por un grupo variado, ideológicamente hablando, lo cual hace más legítimos los
procesos; esto, claro está, en la teoría.

Sin más para explicar, pasemos a las conclusiones.

Conclusiones:

En conclusión, y como nos ayuda a recapitular el punto anterior del escrito, vemos que
los tres casos estudiados tienen el punto en común del rechazo del otro lado político del país.
Como se pensó y se afirmó anteriormente, aquellos que estaban en la cabeza se dieron cuenta
que la manera correcta de mandar un país no era buscando la expulsión o ignorando a los
otros partidos y buscando sólo la aceptación de su partido y sus ideales. Sin embargo, la
historia de Colombia después de la Guerra de los Mil Días no ha sido la ideal. No hemos
enfrentado a asesinatos de candidatos de la oposición, a una pequeña dictadura, al Frente
Nacional que fue un periodo de más de diez años en los cuales los conservadores y los
liberales del país pactaron el equilibrio de poder turnando el mandato entre partidos. Y
muchos más problemas que solo rectifican la inmadurez política del país.

A lo largo de la lectura de las tres constituciones y guerras también vemos que se


cierran mucho a las opciones de escuchar la voz del pueblo, puede que la Constitución de
Rionegro sea la más abierta a participación, sin embargo, no fue bien planeada por el simple
afán de cambiarla y hacerla a la manera de los liberales. Todos los conflictos que se tuvieron
en este siglo, o por lo menos los mencionados y en general la mayoría de estos, fueron
conflictos políticos.

Otro aspecto, y tal vez el más relevante teniendo en cuenta lo tratado a lo largo del
ensayo, es que ninguna de estas constituciones cumplía con los requisitos que según Kelsen
eran fundamentales en una constitución. Es decir, ninguna sostuvo que la constitución iba a
ser una norma objetiva en el sentido en el que se iba a tener a la mayoría a favor o por lo
menos que fuera a ser inclusiva. En cuanto a los otros dos aspectos que se mencionan del
trabajo de Kelsen es el tema de los derechos políticos que serían la voluntad estatal la cual se
refiere a la participación de todos. Lo que se quiere decir es que la constitución debe estar
hecha bajo la voluntad estatal la cual cumple la función de voluntad general; esa de la cual se
habla desde Rousseau. Finalmente, dentro de los derechos políticos encontramos los derechos
y libertades que son básicamente la libertad de prensa, de opinión, la igualdad ante la Ley y
estos derechos fundamentales que, en algunos casos, como el de la primera constitución y
conflicto mencionado, se les limitaba la libertad religiosa a aquellos que la ejercían. Estos son
los factores directos que relacionan o explican el por qué estas constituciones no fueron las
ideales para tal momento de la historia colombiana.

Otro aspecto a resaltar que relaciona el marco con el ensayo en su totalidad es la


definición que da Kusche de nación; algo en lo cual hacen énfasis todas las constituciones.

- “La nación granadina (…)” (ASAMBLEA NACIONAL CONSTITUYENTE, 1832).


- “(…) Nación libre, soberana e independiente, bajo el nombre de “Estados Unidos de
Colombia”” (Convención Nacional, 1863).

- “Y con el fin de afianzar la unidad nacional (…)” (Caro, 1886, 207).

Al hacer énfasis en esta unidad que se buscaba, se pone en duda el cumplimiento de tal
propósito concentrándonos en la definición de la nación como un “proyecto nacional.”
¿Fueron estas constituciones incubadoras de una nación como tal? ¿Tuvieron tales factores
unificadores que se buscan en un país?

Sin más para decir, las constituciones que se quisieron realizar para el siglo XIX
fueron constituciones torpes, sin embargo, duraderas; ¿por qué?

Bibliografía:

1. ASAMBLEA NACIONAL CONSTITUYENTE. (1832). Constitución Política del


Estado de Nueva Granada 1* de 1832. Recuperado de
http://www.alcaldiabogota.gov.co/sisjur/normas/Norma1.jsp?i=13694
2. Bushnell, D. (2004). Colombia. Una nación a pesar de sí misma: de los tiempos
precolombinos a nuestros días. Colombia: Planeta.
3. Caballero, A. (2017). Historia de Colombia y sus oligarquías (1498 – 2017).
Recuperado de http://bibliotecanacional.gov.co/es-co/proyectos-digitales/historia-de-
colombia/libro/index.html
4. Caro, M. (1886). Constitución Política de Colombia de 1886. Recuperado de
http://www.bdigital.unal.edu.co/224/36/constitucion_de_la_republica_1886.pdf
5. ELHERALDO.CO (2011). 23 presidentes y 70 reformas soportó la Constitución de
1886. En El Heraldo. Recuperado de: https://www.elheraldo.co/nacional/23-
presidentes-y-70-reformas-soporto-la-constitucion-de-1886-28009
6. Gutiérrez, E. (s.f.). Márquez y la guerra de los supremos. En Biblioteca Virtual.
Biblioteca Luis Ángel Arango. Recuperado de
http://www.banrepcultural.org/node/81515
7. Kalmanovitz, S. (2012). La idea federal en Colombia en el siglo XIX. En Sierra, R.
(Ed.). El radicalismo colombiano del siglo xix (pp. 89-119). Bogotá D.C., Colombia:
Universidad Nacional de Colombia.
8. Kelsen, H. (1982). Teoría pura del derecho. México: Universidad Nacional Autónoma
de México.
9. Kusche, Dagmar (2014) Hans-Joachim Koenig. en el camino hacia la nación.
nacionalismo en el proceso de la formación del estado y de la nación de la nueva
granada, 1750-1856. En Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura; núm.
21, pp. 219-225. Recuperado de http://www.bdigital.unal.edu.co/34803/
10. Lizarralde, A., Lobo, S., Meza, C. (s.f). El primer conflicto interno de la República.
Guerra de los Supremos. En Narrativas sobre la construcción del ciudadano en las
constituciones colombianas del siglo XIX. Recuperado de
http://www.colombiasiglo19.com/guerra-de-los-supremos.html
11. McFarlane, A. (2009) La caída de la monarquía española y la independencia
hispanoamericana. En: Palacios, M. (ed.) Las independencias hispanoamericanas:
interpretaciones 200 años después. Colección Vitral. Bogotá: Grupo Editorial Norma,
pp. 31-59
12. Ministerio Ejecutivo. (1863). CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS
UNIDOS DE COLOMBIA. Recuperado de
https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/5/2212/12.pdf
13. Moreno, A. (2013). RECONSTRUCCIÓN DEL ESTADO COLOMBIANO A
FINALES DEL SIGLO XIX: GUERRA DE LOS MIL DÍAS. En Resumen analítico
en educación. Recuperado de
http://repository.ucatolica.edu.co/jspui/bitstream/10983/1042/3/RAE
%20INSTITUCIONAL.pdf
14. Ortiz, L. (2012). Los radicales y la guerra civil de 1876-1877. En Sierra, R. (Ed.), El
radicalismo colombiano del siglo xix (pp. 221- 252). Bogotá D.C., Colombia:
Universidad Nacional de Colombia.
15. Rubiano, R. (2009). Élites, clases y poder político. A los años de la Guerra DE LOS
mil Días. En Diálogos de Derecho y Política. Recuperado de
http://aprendeenlinea.udea.edu.co/revistas/index.php/derypol/article/viewFile/3282/30
46
16. Sixerei, C. (2014). Federalismo y centralismo en los orígenes de la Colombia
contemporánea. En: Historia (pp. 330-345). Recuperado de
http://www.scielo.br/pdf/his/v33n2/0101-9074-his-33-02-00330.pdf
17. Subgerencia Cultural del Banco de la República. (2015). Constituciones de Colombia.
Recuperado de:
http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/ayudadetareas/politica/constituciones_de_co
lombia
18. Tovar, L. (2012). Catecismos políticos del siglo XIX. En Sierra, R. (Ed.), El
radicalismo colombiano del siglo xix (pp. 119- 147). Bogotá D.C., Colombia:
Universidad Nacional de Colombia.
19. Vásquez, C. (s.f.). Mosquera, Tomás Cipriano De. Recuperado de
http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/biografias/mosqtoma.htm

Vous aimerez peut-être aussi