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Jaramillo, Roberto Luis.

"La
colonización antioqueña". En Historia
de Antioquia, editado por Jorge
Orlando Melo, 177-208. Medellín:
Suramericana, 1988.
L a colonización A ntioqueña

Roberto Luis Jaramillo

Para mediados del siglo XV I11, la política virrei­ indios fugitivos del Chocó para atarlos a la tierra y
nal se decidió por una variación territorial de' la fundarles un pueblo al noreste, en la frontera con
jurisdicción de Antioquia, entonces muy reducida. los indios cunas, entonces territorio de guerra; y Don
Para citar solo un casa, en los valles de la M arinilla Cayetano Buelta Lorenzana, quien atrajo más indios
y el Rionegro, densamente poblados, confluían con y levantó unos necesarios censos de población. Pero
límites imprecisos las viejas gobernaciones de Popa- fue la segunda administración de Don Francisco Sil­
yán, Antioquia y M ariquita, siendo esto motivo de vestre (1782-1785) la que más se caracterizó por el
fraudes a la Real Hacienda, impunidad, disputas por impulso dado a la m inería, las vías de comunicación,
competencia judicial y agrias rivalidades regionales. la colonización y el poblamiento: trabajó por la tras­
E! virrey Solís agregó entonces para Antioquia las lación de ia diminuta y decaída ciudad de Arma a
jurisdicciones de Arma y M arinilla (1756), Rem e­ los valles de Rionegro, entonces floreciente; con el
dios (1757) y Supía (1759) tratando de solucionar auxilio de competentes criollos recorrió la goberna­
los inconvenientes citados y facilitando el reordena­ ción y con ellos elaboró varios informes; tomó útiles
miento de la población, y la ampliación de nuestra medidas en el ramo de hacienda y concibió un plan
frontera; fue particularmente acertada la anexión de de desarrollo regional (el primero entre nosotros)
Arma y M arinilla, con sus enormes terrenos baldíos. que se comenzaba a aplicar cuando fue reem plaza­
El aumento poblacional en la América colonial d o 1. Silvestre puede ser considerado como el más
de ese siglo, también fue notorio en la región antio­ importante funcionario de la Antioquia colonial. El
queña (teniendo en cuenta además las nuevas anexio­ mismo había pedido un visitador, que vino en la
nes), y aunque no está precisamente estudiado, se persona de Don Juan Antonio Mon y Velarde el cual
sabe que su intensidad aquí varió de unas zonas a dejó una útil relación del estado de la provincia, y
otras y que la m ayoría de los habitantes estaban quien durante tres años aplicó drásticamente las pro­
asentados en la franja central de la gobernación, y puestas de reforinismo borbónico planteadas por Sil­
concentrados en tres valles escalonados, uno cálido, vestre.
uno medio y otro frío (habían sido ocupados, histó­ Cuando los habitantes de Antioquia ya tenían
ricamente en tal orden). Pobladas en las fértiles vegas suficiente territorio como para no vivir estrechos, y
del Cauca, el Porce y el Rionegro estaban colocadas poder emigrar y expandirse, se podían diferenciar
la ciudad de Santa Fe de Antioquia, la villa de Me- cinco “países” o comarcas, para usar la term inología
dellín, la ciudad de Rionegro y la villa de M arinilla, colonial: uno al norte (hoy Bajo Cauca) con los
todas ellas con importantes anexos y pueblos de núcleos de Cáceres, Zaragoza y Nechí; al centro los
indios inmediatos. de Antioquia y M edellín, y al oriente los de Rionegro
Ese reordenamiento jurisdiccional tuvo su co­ y Marinilla. La condición de sus habitantes, sus
rrespondencia en un grupo de gobernadores de la clases sociales, las relaciones entre grandes, media­
corriente ilustrada, preocupados por el fomento de nos y pequeños propietarios, etc., son aspectos estu­
varios ram os, entre ellos el comercio, la m inería y diados por Beatriz Patiño en este mismo manual.
la agricultura. El primero de ellos, Don José Barón En esa sociedad de muchos pobres y pocos ricos,
de Chaves, gobernó quince años (1755-1769), obede­
ciendo las medidas de agregación y elevando a la
categoría de Sitios y Partidos a varias comunidades Los trabajos más ¡mportanles sobre el tema son los de James Parsons,
dispersas o rurales, a la vez que organizando algunos Roger Brew, Guillermo Duque Botero y Marco Palacios. Las visitas de
centros urbanos. Tal política fue m antenida por sus Zea, López de Mesa y Silvestre están en el Archivo Histórico de Antio­
quia. El plan de desarrollo del gobernador Silvestre será publicado este
sucesores, en especial por don Francisco Silvestre año por el profesor D. Robinson, de la universidad de Siracusa, en tanto
durante su corta gobernación interina, cuando atrajo que la relación de Mon y Velarde se editó hace años por Emilio Robledo.
178 La colonización anlioqueña

uno que otro pudiente se atrevía a ejercer la arriería, desordenada población triétnica muy m ezclada y
muy riesgosa por los pésim os caminos o trochas de unos pocos dueños de cuadrilla, viviendo la totalidad
buey; de entre los pobres solo algunos “m ontaraces” de sus habitantes en condiciones infrahum anas, y
o “vaquianos” se habían adentrado en los montes hasta donde no llegaba la administración real, por
para hacer pequeñas rozas. Grave problema consti­ ser los lugares más remotos de las gobernaciones de
tuían los vagos, atados a los centros urbanos o agru­ Cartagena y Antioquia. Tal grupo, de indios huidos,
pados en núcleos de mendicidad y de abandono en negros libres o esclavos, m estizos, mulatos y zarm
el área rural: en tiempos del gobernador Lorenzana bos, está muy bien descrito en las notas de viaje de
se calcularon cuatro mil en toda la provincia y se fray José Palacios de la Vega2.
pensó que la solución a tal problema era la expulsión Los antioqueños de entonces no solo buscaban
forzada de tales sujetos hacia las tierras recién ane­ beneficiar minas y abrir rozas: también querían ex­
xadas o a las nuevas colonias que se habían estado plotar y construir vías de com unicación con puntos
organizando en forma espontánea y en todas direc­ navegables del Atrato, el Cauca, el N echí y el M ag­
ciones, desde los centros poblados hacia las m onta­ dalena o con los caminos a Supía y M ariquita, todas
ñas inmediatas y cercanas, eso sí, sin salirse de la ellas vías útiles para un lucrativo tráfico comercial
propia jurisdicción de la ciudad o de la villa. Así, sostenido con Cartagena, Santa M arta, M ompox,
desde Santa Fe de Antioquia se consolidaba una Tenerife y M agangué en la Costa, y con Honda,
colonización hacia el “río arriba de Cauca” por los Santa Fe, Girón, Popayán y otros centros del interior.
Titiribíes y Anzá para más tarde pasar al valle de La Real Audiencia y los virreyes se propusieron
Urrao, A briaquí, Cañasgordas y el Frontino. Al además la reunión de varias com unidades dispei'sas
mismo tiempo aumentó la presencia de m ineros, que habitaban las orillas del M agdalena, para orga­
agricultores y ganaderos en el frío valle de los Osos. nizarías en poblados y con el propósito de aumentar
Algunos mestizos y m ulatos, sumados a indios libres la producción de cacao, mercado controlado en
de los pueblos de Buriticá y Sabanalarga, estrecha­ Honda y que a veces hasta les servía de moneda.
ban a los tributarios, empujándolos más al norte, en Buenavista, Nare, Garrapatas, Carare, San Bartolo­
un proceso colonizador y de poblam iento que llegó mé, Bohórquez y otros lugares fueron agregados,
hasta Ituango, en la frontera con la gobernación de segregados, trasladados o eliminados en una política
Cartagena. Por su parte vecinos de M edellín “sin titubeante y errada. De las varias concesiones de
tener con qué alim entarse, ni terreno que poder cul­ tierra que se hicieron con tales fines a varios vecinos
tivar, ni casa propia en qué vivir, de lo que resulta importantes de Honda y M ariquita, solo muy pocas
andando vagueantes” , iniciaron su proceso coloniza­ adelantaron como haciendas cacaoteras, entre ellas
dor por etapas y en dos direcciones: primero salieron las de Buenavista y Fierro Bajo, heredadas por los
al norte, y ocuparon el resto del valle de los Osos, jesuítas y que alcanzaban a m edir nueve y media
para pasar después a las montañas del Tenche y el leguas de extensión, lindantes con Antioquia3. Tal
Yarumal; luego em igraron al suroeste, especial­ región, hoy llamada del M agdalena M edio, no for­
mente blancos y m estizos, hacia las montañas cerca­ m aba parte de nuestra gobernación, sino de M ariqui­
nas de Am agá y Sinifaná, saltando sobre el pueblo ta, y por su clima malsano y dudosa calidad de suelos
de La Estrella, que les estorbaba el paso. Algunas no fue punto.de atracción para los colonos antioque­
familias de Llanogrande y del valle de Rionegro se ños sino a partir de mediados del siglo pasado,
habían entablado con éxito en las vertientes de los cuando fue anexada a Antioquia.
ríos La M iel y El Buey y para 1777 se ofrecían a Un grupo de hom bres que bien pudiera llamarse
dotar una iglesia. Diez años más tarde vecinos de “ la geneiación del medio siglo XVIII antioqueño”
la nueva ciudad de Rionegro y de M arinilla, como contó con figuras criollas y españolas que, dotadas
“pobres desvalidos” y, siguiendo esa m ism a ruta, de influencia y poder, unas y otras, vencieron obs­
optaron espontáneam ente por retirarse a las m onta­ táculos en la estructura política, económ ica y mental
ñas de Sonsón, más al sur, y exploraron las tiernas de su región, hasta entonces fuertem ente dom inada
cálidas del río Arma, cercanas a la derruida ciudad por funcionaiios torpes, incom unicación, pobreza
de ese nom bre. Campesinos de M arinilla también casi general, indolencia, rutina diaria, fanatism o y
pidieron tierras al oriente, buscando el beneficio del pereza mental. A pesar de tal generación, el desarro­
camino a Nare, sin tener calabozos “ni fierrito algu­ llo de la agricultura y la colonización, se vio obsta­
no” . Esta colonia fue la menos dinám ica de todas y culizada en parte por una discutible política oficial
casi fracasó; pasaron algunos a Canoas, lugar más de concesión de tierras para labor. Desde España se
estratégico en el camino al río M agdalena. Entretan­ dictó la real instrucción de 1754 que no fijaba lím ites
to, en el “país” del Bajo Cauca (que en parte se en el tamaño de las m ercedes de tierras realengas,
había agregado a M ompox desde 1777, ya que en casi siem pre medidas a ojo y practicando algunas
lo eclesiástico, lo económ ico y lo cultural no había
dejado de ser costeño) la colonización era inexisten­ -PALACIOS DE LA VEGA, José, Diario de Viaje. G. Reichel (Ed.),
te, o por lo menos insignificante. La única actividad ABC, 1955.
^ PAEZ COUR VEL, Luis E: Historia de las medidas agrarias antiguas.
económ ica era la m inería tem poral ejercida por una Voluntad, 1940.
La colonización antioqueña I 79

diligencias legales: en Antioquia se otorgaron gran­ la m inería y en una habilidad especial para el com er­
des concesiones, casi siempre hacia donde apuntaban cio legal o clandestino, y para el transporte. Tierras
los colonos, los vagos y los desacomodados. Gente incultas, explosión demográfica, hambre, som eti­
pobre y sin influencias en Santa Fe, creía que con miento, leyes contra la vagancia, legislación agraria
solo hacer la petición y depositar un dinero bastaba; tolerante y otros factores, decidieron la salida de
los pudientes, miembros de las élites, sabían de sobra muchos hombres hacia las nuevas tierras, con el fin
la manera de adquirir grandes globos de realengos de labrarlas. Pero ahí estaban las trabas legales pues­
en forma legal, con procedimientos ajustados y ase­ tas por las habilidosas clases dirigentes de entonces
gurándose una buena ganancia, mediante ventas o que planteaban a los campesinos pobres una alterna­
arrendamientos. Esa real instrucción había derogado tiva: optan por comprarnos o son nuestros arrenda­
otra de 1735, gracias a la cual muchos propietarios tarios, o jornaleros. Negociantes de tierras, pues,
nuevos, para evitarse gastos en compras y trámites, hicieron el recorrido de la “selvatenencia” a la terra-
poseían “ viciosa y clandestinamente los realengos” . tenencia, sin mucho esfuerzo. Tal vez el término no
Una de las más conflictivas concesiones en Antio­ agrade, pero lo considero ajustado a tales conductas
quia se había otorgado a Don Felipe Villegas durante y circunstancias (en el mapa se señalan algunas de las
la vigencia de la norma de 1754. Esta ley fue some­ grandes concesiones en la región antioqueña).
tida a críticas y estudios y se dictó entonces la real Se ha escrito mucho sobre olas, rutas, etapas,
cédula de 17H0 que centralizó en la Real Audiencia líneas y períodos de nuestra colonización. Para con­
y en el virrey la nueva política de realengos, mirando tribuir a tal caos, la he dividido en tres períodos,
al desarrollo de la agricultura: daba un plazo a los tentativamente: Temprano, Medio y M oderno. El
poseedores irregulares para que presentaran títulos, primero abarca desde los comienzos del siglo X V Ili
so pena de ser expropiados; exigía engorrosos trám i­ hasta sus últimas décadas; el segundo, desde finales
tes de adjudicación que hicieron desistir a muchos; de tal siglo hasta casi cerrarse el XIX; y el tercero,
daba un término legal para ponerlas en explotación, que abarca todo el siglo XX.
so pena también de perderlas y, en fin, hablaba de Del prim ero, poco estudiado por los historiado­
“métodos suaves” para que los dueños vendieran res, se sabe que los valles de Ebéjico, Aburrá, Rio-
parte de los terrenos. Pero para los pobres, esta negro y M arinilla habían sido ocupados desordenada
norma prácticamente tenía los mismos inconvenien­ y totalm ente, llegando a afectar seriamente a los
tes de la anterior y por tanto, si querían ser colonos- pueblos de indios vecinos'1. En la jurisdicción de
labradores, las tenían que. comprar a los poderosos; Santa Fe de Antioquia, para mostrar un caso, solo
si no tenían dinero, podrían ser colonos-jornaleros, un reducido número de vecinos se había atrevido a
arrendatarios o agregados. Tanto Silvestre como establecerse como colonos al occidente de la ciudad,
Mon y Velarde hicieron sugerencias en cuanto a su buscando los valles de Urrao y M urrí, hacia el C ho­
interpretación y aplicación, para beneficiar a los la­ có45; pero partí mediados del siglo XV1I1 unos pocos
bradores pobres, en el sentido de darlas gratis a blancos se habían radicado en el occidente, explo­
quienes las pidieran, con tal.q u e las pusieran en tando ojos de sal, minas y pequeños hatos, casi
explotación dentro de un plaz j corto, o que la Corona siempre ubicados a orillas del camino que llevaba
se Jas vendiera al fiado y con intereses bajos; insinua­ al asiento de Antioquia “la vieja” , y tal vez con el
ron además que los grandes globos adjudicados pero propósito oculto de buscar rutas al contrabando en
no explotados se tuvieran como “vacantes” para re­ U rabá;/nás allá era territorio cuna, peligroso o im­
partirlos entre tales labradores pobres, que consti­ penetrable para colonos. Cuando vino el gobernador
tuían la m ayoría de la población. Silvestre, tomó medidas para que a los indios cho-
Tantos conflictos se presentaron con la aplica­
ción de la norma de 1780, que para su cumplimiento
se acudió a las instrucciones que el rey dictó para 4 Para dar una idea, nada más, del estado de ocupación de los valles
de Aburra y R¡onegro, se sabe que cuando se tramitaba la elevación
Nueva España en 1786, y doce años des'pués, ante del sitio de Aburrá a la categoría de Villa de la Candelaria (Medellín),
la polém ica form ada, la Corona decidió exigir un los vecinos de Santa Fe de Antioquia se opusieron alegando, por
2% sobre eí avalúo de las tierras, para evitar así los ejemplo, que entre esa ciudad y el valle de Rionegro “ ...no hay un
palmo de tierra desocupada, sin dueño...". El surgimiento de la nueva
trámites de lá confirmación de títulos y las encontra­ Villa afectó las rentas del cabildo y del cura de Santa Fe de Antioquia;
das interpretaciones dadas a los citados “métodos por esa razón la jurisdicción de Meitellín fue tan reducida y sus
habitantes vivieron estrechos desde entonces. Ver: PIEDRAH1TA E.,
suaves” . Javier: Documentos y estudios para la historia de Medellín. Colina,
En la gobernación de Antioquia, no obstante su 1983.
ampliada jurisdicción, las élites de cada una de las ^ , Desde comienzos del siglo XVIÍI se había frustrado un plan de anexión
de parle de) Chocó, con varias entradas de pacificación y exploración,
comarcas o “países” de que se ha hablado, se habían buscando minas y fundando poblados como Fuemia, Murrí y otros,
amparado hábilmente en esas normas de 1754 y 1780 para después alegar el mando de la gobernación de Antioquia en esas
tierras. Patrocinador de esa política fue el gobernador López de Car­
adquiriendo grandes extensiones de terrenos, para vajal, quien hizo esas “entradas” so pretexto de buscar el tesoro de
acapararlos y prepararse para la famosa empresa de Dobaibe. Se ha dicho que ese fracaso poblacional y político se debió
la “colonización antioqueña” : tenían una base econó­ a la crueldad de los misioneros franciscanos para con los indios, que
se alzaron. La antropóloga Patricia Vargas tiene varios trabajos sobre
mica capaz y suficiente, apoyada en un renacer de el Chocó colonial.
f
180 La colonización antioqueña

"Aserradores” , óleo de Humberto Chávez (co­


lección Historia del transporte, Fabricato).
r

l.n colonización nnlioqucña I X|

i.siügppgá#! aShSjü

l&Wfiíí

Pobladores de la región de Manizales en 1852,


cuando ésta hacia parte de la Provincia de Cor­
elova (Album de la Comisión Cor ográfica).

"El barequero". fresco de Pedro Nel Gómez. (Mural


del antiguo Palacio Municipal, MedeUin).
182 La colonización aniioqueña

coes atraídos (y cuya m atrícula había fracasado en y controvertido del proceso. Las m igraciones espon­
Buriticá) se les m isionara y fundara en Sitio, más táneas o forzosas, presionadas por el ham bre, el
;arde Pueblo de Cañasgordas, cuya enorm e jurisdic­ cebo de las políticas sobre tierras baldías y otras
ción servía de frontera con el Chocó y el Darién6. causas, hicieron que las m igraciones de futuros co­
El segundo período es tal vez el más importante lonizadores rompieran en todas direcciones.
y difícil de estudiar, dada la abundantísim a y dis­ En el tercero y último período, aunque continua­
persa docum entación, por el m ontaje del mito antio- ron los procesos de apertura de frontera agrícola, se
queño y, quizá lo más im portante, por lo dinám ico inició el desarrollo de colonizaciones en el occidente

Jurisdicción de Antioquia a mediados del siglo XVIII.

6 i Silvestre pensaba que antes de hacer una colonia había que construir Arma, San Carlos, o Sonsón. Otras sugerencias importantes fueron:
caminos que comunicaran a Antioquia con la Costa, Santa Fe, Popayán la descentralización de trámites para adjudicación de realengas; la
y el Chocó. En efecto, promovió reuniones con sujetos de las élites «atracción de los indios salvajes, con pequeños regalos, para fundarles
y les insinuó construir caminos por valorización, repartiendo el costo pueblos muy cercanos unos de otros; la eliminación del tributo indígena
entre los vecinos. Propuso además distribuir tierras realengas a cambio y ei reparto de las tierras de los pueblos indígenas entre sus propias
de la apertura de esos caminos, prefiriendo a los pobres, a quienes familias para tratar así de “españolizarlos” (este experimento se debía
se darían retazos de tierra a orillas de las vías, evitando que los ricos practicar primero en Antioquia).Por su parte, el visitador Mon y Ve-
capitularan la construcción de las obras y acapararan grandes globos larde, en relación que hizo, se mostró satisfecho con los resultados
de tierra. Esa modalidad tenía la ventaja de no cubrir al fisco derechos de los planes de Silvestre y de sus propias ejecutorias, diciendo que
de conducción, que sí se pagaban al traficar poi el Magdalena. De las nuevas colonias “...han sido la redención de Antioquia” , y agre­
ahí el interés de Don José Mesa Armero, Don Juan Blas Aranzazu y gando que “de unos pobres mendigos que eran antes, se contemplan
Don Felipe Villegas (de Honda, Mariquita y Rionegro, respectivamen­ hoy como vecinos honrados” .
te) en abrir caminos a su costa, que comunicaran con Honda, por
r

Lo colonización am ioqueña 183

del departam ento, a partir de la salida al mar, con ya socolado y que denotaba que allí habían estado
la anexión de U rabá, haciendo la salvedad de que los indígenas con sus rocerías y técnicas de cultivo
tanto en este período como en el anterior hubo im­ y vida; d) cosa distinta eran los terrenos de “rastrojo”
portantes procesos colonizadores que rebasaron las en donde encontraba el rastro y desmonte de un
propias fronteras de Anlioquia. colono anterior, y en los cuales era muy fácil hacer
un “claro” ; e) las “lomas” eran realengos o baldíos
Montes y colonos muy apetecidos: (por ser terrenos pendientes y de
escasos árboles). Muchos se establecían primero en
Para ¡os funcionarios de la Corona y partí los lomas como las de San Vicente y M aitamac, que
“patricios” que acapararon y negociaron con las tie­ fueron puntos de atracción para las futuras colonias
rras era relativamente fácil hacer planes o gestionar de Abejorral y Sonsón, por ejemplo. También era
la adquisición de terrenos realengos. Lo verdadera­ común que hablaran de sabanas, llanos, vegas, ver­
mente difícil era el acto en sí de colonizar: general­ tientes, pie de montes, tierras sobrantes, holgadas o
mente se comenzaba con una “entrada” o exploración estrechas, etc. Estas diferencias hacían que una co­
previa para conocer la clase y calidad de los terrenos: lonización fuera más o menos difícil que otra, o que
dentro de la term inología colonial y republicana los unos colonos lograran más ventajas que otros. Y lo
colonos diferenciaban los “ realengos” (de propiedad- que en la Colonia llamaban tierras “de pan y caba­
de la Corona) de las tierras "vacas” que habían tenido llería” , en el siglo pasado nombraban tierras “de
dueño anterior; y para la república es casi común la labor y pasto” .
denominación de baldíos ti los terrenos de propiedad Una vez explorada y adentrada la zona, venían
de la República, el Cantón, la Provincia o el Estado. los preparativos para sembrar rozas, casi siempre
Clasificaban los terrenos en: a) fértiles o estériles, salteadas y alrededor de una primitiva vivienda, mé­
según la frondosidad del bosque, al tiempo que de­ todo distinto al de los indios del occidente, por ejem ­
tectaban si un tem peram ento era sano o malsano, plo, que hacían sus rocerías frente al rancho, pero
prefiriendo las tierras frías, consideradas de buen siempre río de por medio.
tem peram ento, frente a las calientes o situadas en Vale la pena preguntarse qué com ían los colonos
las vegas de ríos, pues las tenían por enfermas. Casi mientras estaban en el monte. La dieta inicial era
siempre, en fin, buscaban ubicarse como colonos en preparada en el lugar de origen, y llevaban a sus
un tem peram ento igual o parecido al del lugar de exploraciones bizcocho, carne en tasajo, algo de
vecindad u origen; b) "m ontaña áspera” era lo mismo miel de caña o troncos de panela, y bolas de choco­
que monte espeso o tierra “eriaza”; c) por su parte late. Al agolarse estos m antenimientos, adoptaban
“monte claro o andable” era aquel que tenía el bosque recursos muy similares a los que cita Richard Price

"Una misa en Satemo en las man lañas ¿leí Qn in­


dio , dibujo de Rioit, 1869 (Geografía Pintoresca
de Colombia. Bogotá. 1971).
f
T84 La colonización antioqueña

Países o comarcas en la segunda mitad del siglo XVIII


antioqueños

i
It
La colonización antioqueña ] 85

Detalle de un mapa de las tainas de Río Chico.


1815 (colección particular).

Ranchos en la zona de Río Chico, fragmento del


mapa de las minas de Redro Londoño, 1815 (co­
lección particular).

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186 Lo colonización ontioqueñci

para los negros cim arrones, y se dedicaban a la caza tas, se ahorraban muchas faenas con el método de
de aves como gallineta, guacharaca, pava, perdiz, la quema: el fuego era la única arma eficaz contra
torcaza y tórtola, muy apetecida esta última por su insectos, culebras y demás animales ponzoñosos,
carne y fácil captura (madrugaba el colono a los ojos además de que alejaba tigres, osos, m icos, ardillas y
de sal, adonde acudían en bandada las tórtolas y con pájaros, animales carnívoros o fructívoros que cons­
un solo disparo lograba varias libras de carne). Otros tituían gran peligro para sus cortos ganados, huertas
animales de monte que cazaban en tales salados o o rozas. El fuego también se usaba como defensa
con tram pas, eran el saíno (parecido al cerdo), la en tiempo de plagas. Tal proceso de tumba, quema
tatabra, el conejo, la guagua, el gurre y el venado. y cosecha está descrito con la precisión de colono
Al tiempo, com ían frutas silvestres o “de la tierra” conocedor y el sentimiento algo bucólico en la M e­
como guamas y guayabas. Como alm íbar buscaban, moria sobre el cultivo del m aíz de Gregorio Gutiérrez
entre troncos huecos, panales de abejorro, y les ex­ González.
traían un producto azucarado; en tanto que de las Por lo que toca a la dificultad inicial de los
colmenas de abejas tomaban una miel de sabor dis­ colonos, es útil la declaración de los vaquianos y
tinto a la del abejorro. Cuando tenían sed, sacaban montaraces José M aría y Mateo Quintero a propó­
del roble un “vinete” que semejaba el sabor del vino sito de una migración marinilla hacia el río Cocorná,
(también del roble cogían una fruta útil para engordar en 1791. Como expertos en agricultura y rocerías
cerdos y que servía de sustituto mientras crecía el describían las primeras entradas afirmando que, pri­
m aíz de la prim era roza). Una vez establecidos en mero había que facilitar los tránsitos y luego “hacer
colonia, la dieta de carnes, frutas silvestres y de alojamientos y planta” ; seguidam ente, dice José M a­
arepa, natilla, huevos de monte, etc., cam biaba con ría, conducir “mantenimientos y trastes, pues hay
variedad de platillos preparados con base en animales muchas partes en que hasta la piedra de moler hay
domésticos introducidos al monte y de fácil adapta­ que llevarla y luego, si no es hombre de posibles el
ción, como gallinas, ganado vacuno y cerdos, pues que allí se va a plantar, apenas podrá hacer uno o
establecidas las primeras rozas era fácil conseguir dos almudes de roza y ésta si no la cuida y pajaría,
el grano, el pasto y otros vegetales; también con se la comen los animales, de suerte que considera
semillas llevadas, se alimentaban con breva, cidra, que en este prim er entable no le alcanza a sufragar
plátano, granada, granadilla, ciruela, naranja, li­ la dicha rocita a lo que en ella ha costeado” . Agrega­
món, aguacate, chirimoya, guanábana y piña. Era co­ ban además que “abrir los caminos y medio plantarse
rriente el consumo de raíces como yuca, arracacha cuesta buenos tomines y crecidos sudores” .
papa (en las colonias de oriente llamada también Un colono pobre solo podía hacer rozas de uno
turma); y siem pre según el clima, com ían legumbres a tres almudes por año. Cada cuadra era capaz con
como fríjol y alverja, u hortalizas como repollo, col, un almud de sembradura; 12 almudes hacían una
lechuga, cebolla, ajo, que eran muy comunes entre fanega, y 833 fanegas cabían en una legua, aproxi­
los colonos que de Rionegro y M arinilla migraron m adamente7. Esto para los colonos pobres, que solo
al sur. En tierras frías cultivaron algo de trigo y podían poseer las tierras en form a irregular, ya que
cebada; en las calientes sembraron especialmente los trámites legales eran largos y costosos: petición
cacao. Tam bién eran abundantes las yerbas aromá­ al juez de tierras, reconocim iento y citación de ve­
ticas y medicinales. En cuanto a variedades, sembra­ cinos lindantes, avalúo, pregones, depósito de su
ban fríjol común, fríjol blanco y “fríjol de año” ; el valor, envío de documentos a la Real Audiencia para
maíz era el “indio” , y la variedad Cuba; de las regio­ el concepto del fiscal, aprobación y confirmación.
nes de viejo poblam iento llevaron caña “antigua” o La colonización antioqueña revistió en sus pri­
criolla de la cual sacaban miel sencilla para consumo meros períodos dos modalidades: la espontánea y la
directo, y también desde finales del siglo XVIII y planeada; hacia donde los campesinos pobres y futu­
comienzos del XIX sembraron la “caña hotaite” que ros colonos apuntaban espontáneam ente, allí mismo
no era otra que la variedad Tahití o Tahitense, de las élites compraban calculadam ente los terrenos.
donde sacaban miel para fabricar panes de azúcar o Unos y otros colonizaron con distintos esfuerzos,
panela. Solo se conocían tres clases de plátanos: el los primeros para subsistir y los segundos para inver­
hartón, el dom inico y el guineo. El pescado lo con­ tir en una empresa prevista, calculada y lucrativa (a
sumían los indios del monte o los habitantes ribere­ veces estos patricios, desde sus posiciones burocrá­
ños del Cauca, en toda su extensión. ticas, señalaron hacia dónde se deberían dirigir los
Mucho se critica a los campesinos por la agricul­ colonos pobres o los vagos expulsables).
tura de quem a, practicada explicablemente desde Colonizar, pues, no era em presa fácil ni rom án­
antiguo hasta hoy. Los colonos, una vez realizados tica, como nos la han descrito tantas veces los for­
algunos trabajos de socolado y desmonte, hacían jadores de la “epopeya” antioqueña.
tumba de uno que otro árbol; y troncos, varejones, Es conveniente m ostrar otra alternativa y otra
m uñones, espinas y rastrojos que estorbaban, eran cara del asunto, reconociendo que aunque en Colom-
quemados y reducidos a cenizas. Como al comienzo
casi todos los colonos carecían de herramientas ap­ ^ Archivo Nacional. Tierras de Anlioquia. tomo IV.
La colonización anticn/neña 18?

bia ha habido otros procesos colonizadores, el antio- Tam bién, como acaparador de tierras, negoció
queño ha sido el más significativo y estudiado hasta algunas porciones en ventas que superaron los 8.000
ahora. Se ha montado una novela rosa acerca de! pesos. Los compradores fueron colonos que se esta­
tema, desde el mismo período de la Independencia: blecieron entre las vertientes de La Miel y El Buey,
el éxito ganado por nuestros hábiles comerciantes que pueden ser considerados como los primeros co­
se generalizó con la osadía y prosperidad de nuestras lonos libres en salir de los hacinados valles de Rio-
colonias hacia el sur. Aún hoy tiene vigencia tal negro.
novela, como compuesta para teatro, cuyo protago­ Villegas com partía con la élite rionegrera una
nista es un antioqueño típico, guapo, blanco y titán grave preocupación: sus bienes y actividades estaban
del trabajo: tiple, camándula, escapulario, trova, ma­ regidos por la diminuta y decaída ciudad de Arma.
chete, carriel, ruana, muía, perro, zurriago y “mi Pensaban con ahínco en el traslado físico y jurídico
morena” , junto con la bendición de una madre, el de los habitantes y títulos de la ciudad, al Llano-
hacha y un bambuco, eran elementos adecuados para grande o al Sitio de San Nicolás, en donde se estaba
que las fieras se apartaran, los árboles del monte formando urbanamente Rionegro; aunque movieron
cayeran, el maíz naciera y la familia modelo se todas sus influencias, la Real Audiencia ordenó el
multiplicara, surgiendo, en fin, una raza superior traslado... a las montañas de Arma Viejo, región en
con cultura de alpargata. También es cuento, puro donde estuvo asentada la ciudad en tiempos de la
cuento,, que el título de propiedad fuera un premio Conquista.
caído del cielo, o actitud generosa de algún vecino La diminuta ciudad tenía asiento y planta en
terrateniente, con ánimo cívico. El mito del pueblo terrenos de propiedad particular (en cercanías del
antioqueño como el único que ha pujado en Colom ­ actual corregimiento de Damasco); su situación de­
bia, debe ser revisado, pues tal invención ha tenido plorable hizo que algunos se pasaran como colonos
más fuerza que la verdad: los propagadores de la al otro lado del río, viniendo a quedar dividida la
leyenda deben pensarlo más de dos veces antes de ciudad en dos: Arma y Arma Viejo, única manera
hacer afirmaciones efectistas y exageradas, que sue­ de defender la propiedad común para todos, de los
len ser discriminatorias o risibles. La ocupación de propósitos claros de las élites de Rionegro. Es nece­
tierras por parte de los antioqueños fue un proceso sario que quede clara y explicada la vía crucis de
muy diferente. los armeños para entender el desarrollo de las colo­
nias antioqueñas del sur. Una cara de la historia nos
Colonias deí sur ha presentado un Rionegro rico, importante y flore­
ciente, cuando Arma era todo lo contrario. Pero la
En el valle de Rionegro estaba radicado desde otra cara nos muestra que Rionegro no tenía título
hacía años Don Sancho Londoño con extensas pro­ alguno y que apenas era un Sitio dependiente de la
piedades y una rica fortuna; tres años antes de morir decadente Arma, que sí tenía título de ciudad. Pero
(1762) obtuvo cuatro leguas de terrenos realengos si se hacía el traslado y eliminación, las élites que­
en el extremo del valle y en vertientes del río La darían con un poderoso cabildo de españoles y crio­
M iel, lindando con las suyas propias y con las de llos ilustrados, controlando una enorme jurisdicción
su yerno, el español Don Felipe Villegas, también entre Rionegro y el Chinchiná, con inmensas y for­
dueño de rocerías y minas en el río Piedras. Este midables tierras. También ellas solucionarían los
último, logró formar un dilatado globo de tierras, problemas de estrechez del valle, pues muchos de
entre 1763 y 1768, adquiriendo, mediante negocios los habitantes eran vagos o vivían en tierras ajenas
viciados procesalm ente, una propiedad que hoy en calidad de agregados, jornaleros, desacomodados
abarca parte de los municipios de La Unión, El Retiro o simplemente de “por Dios’.’ Los herederos de Don
y M ontebello, y la casi totalidad de Abejorral y Sancho Londoño, el propio Villegas y otros sujetos
Sonsón: en la vastedad de su propiedad cabían desde importantes concibieron la forma de suprimir la di­
los páramos hasta las ardientes riberas del Arma. minuta ciudad, iniciándose pleitos que durarían
Este globo se conoce como “Concesión Villegas” y, cerca de 80 años. Uno de ellos declaró en un juicio
como se dijo antes, fue una de las más conflictivas. sobre un peligro inminente, hablando del cabildo de
Claro que no fue quieta y pacífica su posesión, pues Arma, “pues los pocos que ocurren son pardos los
afrontó varias demandas: la de un blanco, Don M i­ que, si su excelencia no pone remedio, se apoderan
guel Arango Vélez, que alegaba que parte de ellas de la ciudad”8. También hacían burla de la penuria
las había ganado su abuelo desde 1707; la otra, la de los armeños, mirados como pobres, mulatos, sin
interpuso un colono cuya abertura quedó compren­ comercio, y atormentados por fiebres terciarias y
dida en la concesión y que juzgaba que sus rocerías cuartanas. Por lo demás padecían una enfermedad
y ganados valían más d e-500 pesos, cuando Don muy parienta de las venéreas: el carate. Un cura
Felipe había adquirido todo el globo por solo 50 importante -ta l vez se contagió en sigilo y por des­
castellanos. Villegas inició tumbas y rocerías con cuido—declaraba con toda propiedad que este “ pro-
jornaleros, y benefició minas y salados (de antigua
explotación) con sus esclavos y agregados. o
Archivo Nacional. Tierras de. Anlioquia. tomo X.
188 La colonización aníioqueña

Pueblos de indios y algunas grandes concesiones coloniales


y adjudicaciones republicanas de baldíos.

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La colonización am ioqueña 189

“Horizontes”, óleo de Francisco Antonio Cano. “Nipapel sellado,


ni mayor sonante en sus morrales; el capital que intervenía en la
aventura está inventariado en el cuadro 'Horizontes' (...). No iban
a comprar tierras; iban a ocuparlas, las más de las veces arreba­
tándolas al poseedor excluyeme” (colección particular).

“Transporte de caña”, óleo de Hum­


berto Chaves, 1948. (colección His­
toria del Transporte, Fabricato).
190 Lo colonización ontioqucña

duce una rascazón de día y de noche” ; en tanto que tenía Don Felipe Villegas, pues allí no tenía rozas,
el español Don Juan Prudencio M arulanda (cuñado ni minas, ni cam ino...
de Villegas) era más detallista, diciendo que los No obstante, víctim as de las encontradas inter­
armeños sufrían “una lepra o m ancha que llaman pretaciones de las leyes agrarias, se ofrecieron a
carate que los coje de pies a cabeza y los transmuta comprarlas “evitando por este medio los pleitos que
de colores, porque el que es negro se pone blanco, se nos pudieran originar, como ha sido en las demás
azul o colorado, y al contrario, y de tal manera que fundaciones...” . Querían poblarse solamente con
no les permite llegar a viejos”9. Pardos, pobres y de pobres y mestizos y, además, habían reforzado su
sobrem esa caratejos, como si este último “privile­ posición con el descubrimiento del camino antiguo
gio” no cobijara a todas las clases por igual, pues que comunicaba con M ariquita. Una división entre
esta era la señal fija que dejaban los amoríos sin los colonos quebró la unidad del cabildo de Rione­
higiene. gro: unos eran partidarios de una colonia con pobres
Volvieron a insistir los de Rionegro en tal tras­ y m estizos, y otros la querían formar incluyendo
lado, apoyados por los gobernadores Silvestre y Lo- ricos y blancos10. En 1792 los partidarios de la prime­
renzana (aliado nato e incondicional de Villegas); ra m odalidad, a pesar de críticas como la de que “si
con un sonado y escandaloso pleito en que no faltaron se fundaba de solo pobres no sería sino un palenque” ,
las declaraciones falsas, el atropello y hasta el sobor­ compraron a Don Juan José Villegas, hijo del con­
no, se decidió el traslado de los títulos para la nueva cesionario, las tierras abarcadas entre los ríos Aures
ciudad de Rionegro, en 1783. De los armeños nin­ y Arm a, para repartirlas entre todos; acusados y
guno pasó a Rionegro, alegando que en tal valle calum niados, en medio del negocio, apareció un
solo se cogía una regular cosecha de m aíz anual, en blanco de Rionegro y m iembro de las élites, Don
tanto que en la caliente Arma alcanzaban a dos; José Joaquín Ruiz y Zapata, quien ofreció el doble
algunos se dispersaron para pasar a Arma Viejo y por ellas, para repartirlas a su modo (las compró por
unos pocos, manipulados por Villegas, engrosaron 1.000 castellanos pero nunca las pagó totalmente).
la nueva y pobrísim a parroquia de Santa Bárbara (el Nombrado juez poblador, hizo venir de Rionegro,
visitador M on y Velarde no estuvo conform e con el Llanogrande y M edellín a sus allegados y parientes,
traslado y supresión: se enfrentó a las élites rionegre- adjudicándoles las mejores tierras (que aún hoy go­
ras por el asunto de las imágenes, dijo de la buena zan sus descendientes), y repartió el resto a los colo­
ubicación de Arma como enlace con la gobernación nos pobres. Este repartimiento solo se afianzaría ocho
de Popayán y atacó duram ente al cura de Rionegro, años después de la compra, en vista de los enfren­
doctor José Joaquín González, por haber dado so­ tamientos de los colonos con el tal juez poblador
borno al cura de Arm a para que abandonara a sus y cuando al fin logró organizar para ios pobladores
feligreses). Villegas, sus cuñados y yernos habían un centro urbano, con m ercado y cura. La colonia,
ganado por punta y punta: en lo económico y en lo en sus form as rural y urbana prosperó rápidam en­
político. Sus descendientes inm ediatos, B em ales, te: un padrón levantado en 1808 arrojó 315 cabe­
M arulandas, Llanos, González, Campuzanos y Vi­ zas de fam ilia y 2.143 pobladores que ya declaraban
llegas entroncados con las viejas fam ilias de Aran- su propia posesión, estancia, trapiche, ganado o
gos, Jaram illos, Uribes, Londoños, M esas, Echeve- m ina. Por el desigual reparto de terrenos y por el
rris, M ejías, Boteros y otras pocas, son tenidos como dinamismo de la colonia, se sintieron estrechos, y
modelo por su espíritu colonizador y como em presa­ como cada quien quería tener lo propio, pidieron
rios del agro. más tierras al oriente, pasando los páram os, pues ya
Una vez ganado el título de ciudad, muchos tenían cam ino hasta el río Samaná: se encontraron
campesinos que vivían en las condiciones de paupe­ con que esas tierras adonde apuntaban tenían dueño
rismo enunciadas atrás, vieron la posibilidad de ser y pertenecían a la “Concesión Zuluaga-Duque” . So­
al fin propietarios libres en unas tierras nuevas, y licitaron otro globo entre los ríos Samaná y La Miel,
más fértiles que las de Rionegro y M arinilla: ya otros vertientes al M agdalena, lindando con las posesiones
habían salido de prim eros y se habían m antenido. que fueran de los jesuitas". Concedidas, les nom bra­
En 1787 muchos desesperados sociales, acosados, ron el mism o juez poblador, que volvió a ser acusado
se adentraron en las montañas más al sur de las de repartir mal en su propio beneficio y en el de sus
colonias dé La M iel y El Buey; se ubicaron prim ero parientes, amigos, clientes y compadres.
en la “lom a” de M aitam ac, camino de Supía. Des­ No en todos los casos los colonos m archaron a
pués de algunas desavenencias y junto con algunos las montañas espontáneam ente: el procurador de
arm eños, exploraron las tierras frías que les eran de Rionegro, doctor José M aría M ontoya, obedeciendo
más confianza (los “valles altos” de Sonsón). Se claras disposiciones reales sobre la vagancia, se que­
decidieron por una nueva colonia y pidieron una jaba de la situación deplorable de la ciudad, en vista
limitación sobre el dom inio que en aquellas tierras
' ZAPATA CUENCAR, Heriberto: Sonsón. Centro de Historia de Son­
són (Ed.), 1980.
' ' URIBE ANGEL, Manuel: Geografía general y compendio histórico
9 Archivo Histórico de Antioquia, volumen 75. del Estado de Antioquia, en Colombia (edición crítica), 1985.
L a c o lo n iza c ió n ciniiix/ucíui 191

de las malas y pobres cosechas. Apelando pues a la al llegar al remate, su propio cuñado obrando como
política española contra “vagos y mal entretenidos” , procurador de Arma, se opuso a la venta, alegando
promovió ante el cabildo una colonización forzosa el perjuicio para los colonos; las remató para todo
hacia.el sur, sobre todo a las tierras calientes del el vecindario, pero nunca finiquitó los trámites; los
Buey y del Arma, para sembrar el m aíz, caña, plá­ colonos comenzaron a poseer de hecho y a levantar
tano.y cacao que necesitaban para el consumo de la rozas desordenadas; cuando las iba a medir dijo que
ciudad, abaratando al tiempo sus costos. En tono “no hay en dichas tierras estancias que se puedan
enérgico sentenció que sobraban brazos y tierras fér­ medir, porque las rocerías que forman en ellas los
tiles y que el origen de los males estaba en “tanto habitadores son móviles, pues cada cosecha mudan
holgazán y vagabundo que vive abandonado a expen­ de terreno, y las viviendas son unos ranchos de poco
sas de los pocos que trabajan; estos miembros corrup­ valimenlo, y el mejor huerto hará una pucha de
tos, que debían cortarse del cuerpo político, son los sembradura” 11.
que destruyen las repúblicas” . El cabildo le respon­
dió, con todo el candor posible, que los acaparadores La concesión Aranzazu
y negociantes de tierras “como buenos patriotas con­
cederán el permiso y auxilio suficiente para que lo­ Años más tarde el comerciante español Don José
gren, los que se dedicaren a la siembra, el fruto de M aría Aranzazu. al igual que su padre y otros parien­
su trabajo” '-. Los citados "patriotas” no acataron la tes de M ariquita, intentaba construir un camino que
sugerencia, pero sí constan en muchos documentos pasando por el páram o de H erveo saliera a Supía y
del archivo de Rionegro los listados de vagos con torciera a Rionegro: ¡os colonos de Sonsón lo criti­
la nota “que salga” , “debe salir a los m ontes” y caron porque temían la competencia y por ser éste
otras, como en una especie de reclutamiento. 25 más largo que el que ellos estaban abriendo; en 1799
años más tarde, ya avanzada la colonización hacia Aranzazu acusó de rebeldía al procurador de Arma
el sur, se ventilaba en el mismo cabildo el proyecto ante la sordina frente a este proyectado camino que
de acabar con vagos y ladrones, formando una pobla­ estaría fuera de todo control y facilitaría el comercio
ción en Sabanalarga, cam ino de H erveo: con esos ilícito (Aranzazu estaba casado con Doña M aría An­
colonos forzados se dieron los primeros pasos para tonia González Villegas, y aportó al matrimonio
la fundación de Salamina. Vagos eran los que no 37.000 pesos; tenía intereses comerciales en Cuba
tenían rentas, ni bienes, ni sueldo, ni oficio, ni be­ y Puerto Rico, exportaba quina, café y cacao a Cádiz,
neficio, ni ocupación; ser hijo travieso o jornalero poseía una goleta y traficaba además entre Honda y
sin estabilidad en una finca ajena constituía vagan­ Rionegro). Era evidente que también buscaba capi­
cia. Ser pobre o desadaptado social era delito. tular tierras, entre los ríos Pozo y Pacora; aunque
Lindando con la nueva colonia de Sonsón se en­ nunca recibió título, su viuda y heredero único siem ­
tabló ¡a de Abejorral, propiciada por los hijos y pre manifestaron que a ellos pertenecía la “concesión
nietos de Villegas, que compartían los costos del Aranzazu” , claro que con una amplitud mayor que
m antenimiento de caminos, cura y oficios con los la denunciada inicialmente.
demás colonos. También muy próspera, pronto se En 1803 un tal Pablo Giraldo, marinillo vecino
vieron estrechos y, junto con los de Sonsón, pasaron de Supía, pedía tres leguas de tierras en el nuevo
a Arma Viejo, en donde ya había varios parajes con “sitio de M oná” , entre esta quebrada y la de Maybá:
colonos, dispersos en las montañas. Se reunieron alegaba tener ya una estancia de cacao, y caudal
con otros en una colonia que llamaron “Las Agua­ suficiente para explotarlas. Amojonadas y avalua­
das” , que fue fomentada al poco tiempo por el go­ das, se opusieron los de Arma pues perjudicaría a
bierno “para reunir a varias familias enantes por los más de 150 cultivadores ubicados ahí cerca. Pedían
montes, imitando a las fieras, viviendo en el idio­ además a Don Tomás Valencia, payanés y esclavista
tismo sin ley y sin rey” . Les quiso estorbar el pro­ residente en Supía y también peticionario de tierras,
yecto un rionegrero vecino de'Abejorral, Don Salva­ “que no los molestara ni violentara durante los plei­
dor Isaza, alegando que las tierras de la futura pobla­ tos” .
ción de Aguadas eran suyas: pidió la expulsión de La Corona, al fin, declaró que esas tierras no
más de 200 colonos, pero el nuevo gobierno republi­ estaban baldías, dejando a los de Arma en quieta
cano los protegió, y nombró como poblador a N ar­ pero no pacífica posesión: Don Manuel Villegas Ber­
ciso Estrada, sobrino del cura sobornado de Arma. na!, que había sido procurador de Rionegro, pidió
Pronto tendrían más problemas estos colonos al un inmenso globo desde las cabeceras del Arma
sur del río Arma: las enormes y fértiles tierras que hasta las de la M oná, aduciendo que los vecinos,
abarcaban hasta el río Chinchiná eran apetecidas por como pobres que eran, no tenían “potencia” para
las inquietas élites. Desde finales del siglo XVIII, cultivarlas. Más al sur de Aguadas, un sobrino del
el cura sobornado de Arma denunció como realengas- fundador de Sonsón exploró tierras y pretendió esta­
15 leguas entre el río Arm a y la quebrada M aybá; blecer una nueva colonia con campesinos pobres de

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*2 A r c h iv o h is tó r ic o d e R io n e g r o . “ V a r io s " , v o lu m e n 16. A rc h iv o N a c io n a l. T ie r r a s d e A n lio q u ia , ro m o V H .
192 La colonización antioqueña

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Mapa de unas minas de oro situadas en las cer­


canías de Santa Rosa de Osos, 18)5 (colección
particular).
La colonización antiuqueña 19?

Sonsón: su tío, como poblador, y Tomás Henao, el una de las etapas del pleito, el doctor Aranzazu logró
cura, se ¡o atajaron, porque perjudicaría a la reciente una autorización del presidente, general Santander,
colonia de Sonsón y a los emolumentos de su cura; para fundar la colonia de Salamina, en tierras que
este último le aconsejó que se radicara en la nueva eran objeto de un litigio: esto constituía una ventaja
colonia de Aguadas que solo comenzaba a organi­ legal que lo igualaba con los colonos. Procedió a
zarse por su propio cuñado Estrada. repartir algunos lotes entre sus parciales, vendió
El conflicto con la enunciada “concesión Aran- otros, y desm ontó otros para sí. Pero la ju sticia le
zazu” comenzó tal vez por 1822, según versión de ordenó restituir las tierras a los de Arma, quienes
Don Elias González Villegas; “Cuando se planteó quisieron anular los repartos de Aranzazu, y hasta
en esta Provincia el gobierno colom biano, pretendie­ derrum bar la iglesia de Salamina, naciendo así la
ron comprarle dicho terreno los señores Uribe, Os- primera de una cadena de rivalidades entre las colo­
pina y com pañía; aceptó el gobernador, coronel nias del sur. Aranzazu amenazó a los jueces y apeló
Francisco Urdaneta, la propuesta de compra y fijó ante la Corte de Cundinamarca (de m ayoría santan-
carteles e hizo medir el terreno para acelerar la venta derista) la cual dictó sentencia favorable al joven
y arreglar el contrato según lo disponía la ley; se político. Salazar y los armeños protestaron, y más
hallaba en este estado el negocio cuando representó tarde apelaron ante la Alta Corte (de m ayoría boli-
a dicho gobernador mi hermana M aría Antonia G on­ variana y en donde ejercía influencia el doctor José
zález pidiéndole que suprimiera la venta hasta que M aría Gómez de Salazar, tío del apoderado de los
su hijo Juan de Dios de Aranzazu probara legalmente armeños y antiguo protector de Bolívar); esta Alta
que los terrenos le pertenecían por herencia de su Corte dictó sentencia definitiva y favorable a la po­
padre” 14. sesión de los arm eños, además de condenar en costas
¿De quién o de quiénes eran las tierras al sur procesales... a los magistrados de la Corte de C un­
del río Arm a? ¿de los pobladores de Arma Viejo?, dinamarca. Pero para entonces ya Aranzazu, su m a­
¿de los nuevos pobladores de Aguadas?, ¿del doctor dre, sus tíos, primos y otros parientes se habían
Aranzazu y sú madre? Suspendida la venta a Uribe, establecido, como dueños o como poseedores en las
Ospina y com pañía, la viuda y el hijo del comer­ tierras frías, medias y calientes, destinando las m e­
ciante Aranzazu lucharon en lo jurídico y en lo po­ dias a la agricultura y las altas y calientes para la
lítico, cada uno, desde Rionegro la primera y desde ganadería. Además habían iniciado una especula­
Bogotá el segundo, pues era representante antio- ción fundiaria, vendiendo montañas a colonos que
queño al Congreso de 1824 (allí formó filas en el los habían apoyado durante el pleito. Pero todo pa­
“partido” del general Santander); con tales conexio­ recía fallar para los armeños, porque cuando Salazar
nes logró que el intendente de Cundinamarca refren­ recibió su parte en tierras, de inmediato se asoció
dara con su firma la supuesta concesión a su padre, con sus antiguos enemigos y surgió entonces “G on­
tal vez obtenida en ¡801. zález, Salazar y com pañía” una de las más im portan­
Esta extraña pieza jurídica chocaba precisamente tes empresas colonizadoras en la Colom bia del siglo
contra lo actuado en ese Congreso que había supri­ XIX. (Aranzazu nunca quiso que su apellido figurara
mido los m ayorazgos y las vinculaciones: era la Re­ en la razón social, prefiriendo que apareciera el de
pública prolongando los privilegios coloniales. El su madre doña M aría Antonia González). Aranzazu,
doctor Aranzazu declaró e hizo declarar a otros que siendo gobernador de Antioquia, ordenó otro tras­
esas tierras sí estaban cultivadas, pero no dijo por lado de Arma hacia las cabeceras del río Pacora por
quiénes. Su declaración fue una verdad a medias, lo que estalló un m otín contra tal decisión: despo­
pues estaban siendo explotadas desde 60 años atrás blando a Arm a, sus tierras quedarían libres para los
por los m ulatos de Arma Viejo y más tarde por los nuevos socios. Divididos los cam pesinos, unos obe­
colonos de Aguadas y los de la reciente colonia de decieron el traslado y otros fueron obligados a vender
Sabanalarga (Salamina). Cuando se le posesionó ju ­ sus posesiones a Don Ambrosio M ejía Villegas, fu­
rídicam ente de las tierras, los colonos afectados pro­ turo socio de la com pañía y pariente del doctor A ran­
testaron inútilmente; pasaban de 300 los despojados zazu (muchos años más tarde fundaría otra sociedad
de sus labranzas; consiguieron un apoderado de la colonizadora y de cultivos en grande escala, para la
élite rionegrera, aparentemente enemigo de los Ville­ exportación: “ M ejía, G aviria y co m p añ ía”).
gas y Aranzazu; era Don Luis Góm ez de Salazar, En las primeras etapas unas colonias fueron más
perteneciente a una antigua y noble familia criolla. dinámicas que otras: una colonia agraria bien orga­
El pondría los gastos en el futuro litigio y los afínenos nizada era indispensable para lograr una colonia ur­
le pagarían... con tierras. bana, puesto que ésta se constituía en centro para
No sé si por coincidencia las dos partes litigantes el m ercado, transacciones de toda índole, ejercicio
otorgaron poder a dos sujetos importantes de Mecle- de las prácticas religiosas y lugar de contacto con
llín, com erciantes, hermanos y futuros colonizado­ las autoridades.
res: Don Antonio y Don Juan Uribe M ondragón. En Aunque es innegable que se produjeron cambios
en la distribución espacial de la provincia de Antio­
14 Archivo Histórico de Antioquia, Volumen 2539. quia, no es del todo cierto que se hubiera logrado
194 La colonización antioqueña

una sociedad dem ocrática. La riqueza o pobreza naturales, provenientes del Chocó) y por lo demás
de las ciudades y villas de finales del período colonial los suelos, todos vertientes al Cauca, eran fértiles;
se proyectó también en las zonas colonizadas por adentrados en la Cordillera Central de la República,
sus vecinos: las colonias de los rionegréros y mede- pronto abrirían comunicaciones terrestres y com er­
llinenses fueron más dinámicas y ricas que las de cio entre el occidente y el oriente: su prim er mercado
los vecinos de M arinilla y A ntioquia.Tam poco, fue la zona minera de M arm ato y Supía, ruta que
como se ha dicho por otros historiadores, se logró también les servía para tratos comerciales con los
una sociedad igualitaria, de pequeños propietarios. caucanos, incluyendo a Popayán. A m edida que ga­
Esto tal vez se hubiera logrado en el sur, de haberse naban estos m ercados, se iban consolidando más y
fundado la colonia de Sonsón solo con pobres y más como para independizarse y romper el cordón
repartiendo el juez poblador las tierras por igual, umbilical con la Antioquia nativa (asunto previsto
como se pretendió. Tal propósito se frustró, y tanto por Ospina Rodríguez desde mediados del siglo y
en Sonsón como al sur del río Arma se conformaron sobre el cual insistiría más tarde el general Uribe
colonias desiguales en cuanto al tamaño de las par­ Uribe).
celas, su situación y su fertilidad. La desigualdad Todas las condiciones enunciadas atrás, perm i­
también era notoria en lo referente a la composición tieron un rosario de colonias más al sur, originándose
social y racial. Si se miran las primeras estadísticas además una cadena de rivalidades locales que aún
de Sonsón, Aguadas o Salamina, se verá una socie­ subsisten: los de Sonsón se opusieron a la colonia
dad esclavista en decadencia, pero señorial en otros de Sabanalarga; los de Arma, a las de Pácora y
aspectos; los blancos de Rionegro residentes en las Salamina; los de Salam ina, a la de Neira; los de
colonias poseían pocos esclavos, pero num erosísi­ Neira y Salamina, a la de M anizales, etc. En este
mos sirvientes que tenían la calidad de libertos. Ma- juego no estaban del todo libres los curas dé las
Xo'ílV.
rulandas, Londoños, M ejías, Llanos y Villegas con­ colonias más viejas,.pues eran prisioneros de los^ v;
taban con esclavos y sirvientes en sus casas, y con emolumentos y d e re c h o s parroquiales: cada nueva
agregados en sus tierras. Patricios y plebeyos, trans­ colonia con categoría política y expresión urbana se
plantados a las nuevas tierras, lograron reproducir conform aba com an -nuevo"cura párroca. Ejercían un
las condiciones de sus lugares de origen. Habían poder a nivel de~conciéñcias y á nivel de toda la
desaparecido los vagos, y el número de propietarios sociedad: se opusieron muchas veces contra las pre­
libres había aumentado considerablemente15; con el tensiones de la com pañía de “González y Salazar” ,
tiempo surgiría una sociedad distinta en estas zonas fomentaron las colonizaciones, asistieron espiritual­
de colonización, que tendría unas manifestaciones mente a sus selváticos fieles y controlaron el proceso
políticas independientes, lo mismo que una econo­ migratorio y político. Cuando Don Elias González
m ía fuerte que les perm itiría salirse de la órbita pretendía la fundación de Neira, se le opuso el cura
antioqueña. Estaba conformándose El Sur, cuyo pri­ de Salamina (el mulato Ramón M arín), alegando
mer logro fue el verse convertido en cantón de Son­ que la nueva colonia lo perjudicaba, que las tierras
són, más tarde cantón de Salamina. El desarrollo y no eran de la tal com pañía y que los caucanos harían
dinamismo de tales colonias ahora con la categoría una fundación de Caitago hacia el norte; Don Elias
política de cantón se debió en parte a que nada les lo calificó en términos de ser el cura M arín, a Sala-
im pedía m igrar más al sur, consideraban tales terre­ mina, lo que el doctor Francia al Paraguay.
nos como baldíos, no había en tal ruta pueblos de La colonización hacia el sur, considerada como
indios que les impidieran el paso (salvo algunos “clásica” por la m ayoría de los estudiosos y como
“única” por el común de los colom bianos, se desa­
En efecto poco después de la fundación de Manizales fue asesinado Don rrolló en el escenario de una frontera natural entre
Elias González por colonos y vecinos de Salamina que le pasaban la caucanos y antioqueños: si la selva virgen log sepa­
cuenta de los muchos y continuos atropellos que había ejecutado a los raba, el trabajo antioqueño los acercó y contactó.
armeños y a los colonos independientes que sostenían enfrentamientos
con la empresa de “González, Salazar y compañía”: les había destruido Esa misma selva sirvió de teatro de enfrenta­
los cultivos, incendiado cosechas y trojes y aun puesto fuego a los mientos jurídicos, sociales, políticos y culturales,
ranchos con sus habitadores adentro. Estos atropellos (llamados “méto­
dos bruscos” por el padre Fabo) fueron ejecutados con el eficaz auxilio además de generar rivalidades locales y regionales
de una red de clientes, mayordomos y parientes de Don Elias (se acusó entre los mismos colonos, y entre caucanos y antio­
de incendiario a su sobrino el poeta Gutiérrez González). Su muerte queños.
apaciguó temporalmente la comarca conmoviendo a las esferas políticas
de Medellín y Bogotá; aceleró una transacción entre el gobierno nacional Estos enfrentam ientos se vieron reforzados por
y la violenta compañía que resultó gananciosa al final, pues el gobierno las políticas oficiales deTas cámaras provinciales, ¡
le cedió “los derechos y acciones que en la actualidad pueden correspon-
derle sobre la propiedad y la posesión de los terrenos de Salamina, Neira
al fom entairiuiravarizadasTolonizadoras y mediante
y Manizales” . Para sorpresa, el gobierno no solo renunció a lo propio, la aplicación efectiva de Ordenanzas que, desde^ 1
como dueño de los baldíos, sino que amplió hasta el río Chinchiná los 1836, mandaban repartir baldíos entre los pobladores‘ J 1 J,'
linderos de las tierras en litigio (la supuesta merced de 1801 a favor del
padre de Aranzazu, solamente comprendía realengos entre los ríos Pozo de nuevas colonias, y fundadores de poblaciones, itf%“0
y Pácora). En tal arreglo intervinieron políticos y funcionarios del antiguo Repartos inequitativos de estos terrenos com unes,ffli
santanderismo, un político y senador socio de la compañía y hasta el
propio Presidente de la República, el general Obando (casado con una
casi siempre lograban que los campesinos de los
parienta y protegida de Aranzazu). nuevos distritos entraran en conflicto con la junta

Aa a
V
La colonización antioqueña 195

repartidora local. Adem ás, la creación de un nuevo


distrito implicaba la instalación de la respectiva junta
competente para los repartos, eliminándose así la
prim acía dé la junta anterior. Así también se explican
las rivalidades entre localidades vecinas.
L os colonos dei sur, por ejem plo, se organizaron
en grupos contrarios y favorables a los intereses de
la com pañía de “ González y Salazar”; esta última
conform ó dos frentes: uno, de derecho, por medio
de abogados de alta representación política en la
provincia y en el gobierno central de Bogotá, y otro,
de hecho, en forma de tropel, compuesto por parien­
tes inmediatos y por esclavos, mayordom os, agrega­
dos, dependientes y clientes. Allí estaban Don José
Ignacio Gutiérrez y su hijo, el poeta doctor Gregorio
Gutiérrez González, los generales Cosme Marulanda "Paisaje de montaña", acuarela Je Jasé Res-
ire¡)0 Rivera (colección particular).
González y Cosme González; el director del tropel
era Don Elias González Villegas, tío de todos ellos, ventaja para la com pañía, frente al gobierno y los
tipo pendenciero y considerado como “titán labora- colonos. Alegó que ya tenía abierta una trocha para
dor” , empresario y colonizador del sur. Estuvo pre­ bueyes desde Salam ina hasta Cartago, que en Neira
sente en todos los pleitos por la validez o no de la ya había 172 casas, muchas otras en las montañas
concesión Aranzazu, fomentó unas colonias y frustró y 300 familias. Hubo oposición, como ya se ha
otras; se hizo elegir en varios congresos y alegaba dicho, de colonos, de su líder Don M arcelino Palacio
que la concesión de su hermana y sobrino llegaba y también del cura M arín quien alegaba haber varios
hasta el río Chinchiná. Cuando la Cám ara Provincial dueños en las tierras del Chinchiná: eran de los ve­
de Antioquia creó las Juntas Repartidoras de terre­ cinos de Arma, de la familia Hernández de Supía,
nos, con la facultad de calificar los títulos de propie­ de Don M arcelino Palacio (éste había denunciado
dad, la Junta de Salamina repartió algunas porciones hasta la quebrada del M anizal), y de la Com pañía;
de terrenos que se suponían de la sociedad; el general sugirió que más bien se fundara población en la
Cosme M arulanda, importante líder conservador, es­ quebrada de Olivares, ya que los caucanos fundarían
cribió al gobierno en 1853, denunciando tales m edi­ allí cerca la población de “Italia” . Pero el obispo
das y pidiendo interrumpir los repartos, pues solo Gómez Plata (santanderista y amigo de Aranzazu)
así “puede cesar en aquellos pueblos ese espíritu de autorizó la erección de parroquia en Neira. Se levan­
comunismo a que han sido impulsados por miras taron algunos enemigos de la com pañía, y Don M ar­
políticas” , alegando además que no se podían dar celino Palacio se hizo nombrar alcalde de Neira: en
esas tierras “a otros que solo han tumbado árboles tal calidad forzó a algunos parciales de la compañía
y sembrado m aíz” . Dos años más tarde su primo a salir, y promovió el traslado de la colonia hacia
Don Melitón Villegas también acusaba a las juntas la quebrada Olivares, donde ya había montaña tum ­
diciendo “que en el distrito de mi vecindad se está bada, tierras repartidas en calidad de baldías, culti­
haciendo uso de una manera escandalosa de las pro­ vos, además de calles y plaza trazada. Despoblar a
piedades de los ciudadanos, declarándose sim ulada­ Neira era fundar a la futura M anizales. Negada la
mente un verdadero comunismo” . solicitud por el gobierno, al año siguiente, ante el
En el sur se enfrentaron dos posiciones respecto número de colonos ya establecidos, nació a la vida
de las tierras: la de la com pañía de “González y jurídica el nuevo distrito de Manizales: habían triun­
Salazar” , y la de la m ayoría de colonos que alegaba fado frente a las pretensiones de la com pañía16. Su
su calidad de tierras baldías. La nueva ley sobre posición geográfica excepcional la colocaba como
salinas, dictada en 1838, reforzó a la com pañía, que “Term opilas” de Antioquia. Como algunos colonos
denunció varias salinas al sur de Salamina, en el río antioqueños pasaron el río Chinchiná, ocupando en­
Guacaica. Puestas en explotación, se necesitaba m a­ tonces la provincia del Cauca y ofreciendo compras
dera para cocinar el agua salada y esto motivó a de baldíos, el gobierno liberal del Cauca determinó
muchos para establecerse como colonos. Don Elias atajar las avanzadas colonizadoras de la conserva­
González, autorizado por su sobrino Aranzazu, co­ dora Antioquia: autorizó la fundación d é la aldea de
menzó a repartir terrenos entre el Guacaica y el M aría extendiendo su jurisdicción hasta Campo A le­
Chinchiná, frontera reconocida con la ciudad de Car- gre y desde el Chinchiná, entendiendo que éste es­
tago y gobernación de Popayán. El gobierno también taba en medio del Guacaica y el río Claro. Esto
envió en 1841 un comisionado para repartirlas como movió a los de M anizales, que se creyeron despoja­
baldíos, pero sin pasar el río Chinchiná. Don Elias dos: el gobierno de Antioquia pidió al ingeniero
resolvió fundar entonces la colonia de Neira, para
repetir lo actuado en Salamina: esto significaba una 16 El Iris, periódico de Supía, 1884.
196 La colonización antioqueña

Construcción del Ferrocarril de Amagó, 1921


(fotografía de Melilón Rodríguez, archivo Foto
Rodríguez).
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198 L a colonización antioqueña

Codazzi que informara que el río Chinchiná era otro. agrícola que se llamó Cabal y más tarde Santa Rosa
Tal ingeniero “evaporó” las aguas de este río y las de Cabal, la segunda gran presencia antioqueña en
descargó más al sur, quedando los conservadores el Estado del Cauca. En el transcurso de 20 años,
antioqueños dueños de la aldea de M aría, caucana tal colonia recibió unas 48.000 fanegadas de baldíos.
y liberal, que era como una punta de lanza en el Esto da una idea del rápido aumento de colonos
sur. Se inició entonces otro pleito, entre Antioquia quienes fueron últimam ente agraciados por la Con­
y el Cauca, por la aldea de M aría, que enemistó a vención de Rionegro, que los volvía propietarios de
las dos regiones (deberá consultarse el folleto publi­ su fundo con solo establecer una roza y construir
cado por el abogado de los caucanos, doctor Ramón vivienda.
Arana: Refutación al informe del general Codazzi Fracasada la iniciativa de los caucanos por lograr
sobre los lím ites de los Estados de Antioquia y Cauca una colonia de antioqueños en los antiguos asientos
por la aldea de M aría). de Cartago, que sirviera de apoyo para la construc­
Es explicable que muchos colonos antioqueños ción del recientem ente decretado camino del Quin-
se establecieran al sur del Chinchiná, considerado dío, las autoridades del Cauca, que siempre habían
territorio libre, pues allí no tenía dominio la sociedad tenido una política avara y errática respecto de la
de “G onzález, Salazar y com pañía” . Más al sur se entrega de lotes de baldíos para colonizadores, crea­
extendían más de 100 leguas de terrenos baldíos y ron la colonia penal de Boquía, cuyos presos estaban
con la ventaja de no haber un solo pueblo de indios. destinados a la obra del camino. A ellos se unieron
Todas pertenecían al cantón de Cartago. En tanto, algunos migrantes antioqueños, dando origen a la
en el cantón vecino de Supía solo había 5 leguas de colonia y población de Salento. En la década de los
baldíos y varias poblaciones con habitantes de m a­ años 40, pues, había ya dos grandes e importantes nú­
yoría indígena, y muchos negros y mulatos: en lo cleos de colonos antioqueños en territorio caucano.
que hoy se llama el occidente del departam ento de
Caldas, había pues pocos terrenos baldíos y menos Años después, el doctor Pereira M artínez, con
posibilidades de colonizar; por eso los antioqueños su hijo Guillerm o Pereira Gam ba y el presbítero
allí solo recolonizaron terrenos abandonados (tierras Remigio Antonio Cañarte, prom ovieron la fundación
“vacas” del período colonial) y repoblaron caseríos de una colonia y poblado en témenos de su propia
decadentes, que revitalizaron e integraron a la eco­ concesión. Pereira, que desde sus puestos públicos
nom ía antioqueña. El abogado conservador doctor había trabajado por una ley que ordenara la construc­
Ramón Elias Palau, obrando como defensor de los ción del citado camino del Q uindío, se decidía al
indígenas, vendió porciones de los resguardos a los fin por la rotura de montañas y el establecim iento
colonos antioqueños (había sido miembro de las cá­ de colonos, 20 años después de la negativa de Ferm ín
maras legislativas en donde trabajó por la disolución López. Los fundadores de Pereira (1863) planearon
y venta de resguardos). Cuando fue atacado por cau­ la colonia solo con agricultores caucanos, pero con
canos celosos de la presencia antioqueña, respondió los años sería absorbida y controlada por colonos y
diciendo ser defensor de los indígenas, pero también comerciantes antioqueños. Situada Pereira éntre las
de los derechos de los “m ejoradores” de Antioquia, poblaciones de Santa Rosa de Cabal y Salento, todas
agregando que “el impulso dado por las inmigracio­ tres aportarían un impresionante contingente de co­
nes es incalculable; con ellas vienen el comercio, la lonos antioqueños que saldrían a poblar, repoblar o
m inería, la agricultura, las artes y las ciencias”' 7. fundar.
Tom ando como cuartel a M anizales y a la aldea Está por dem ostrarse hasta dónde ¡a colonización
de M aría, los colonos antioqueños avanzaron más de antioqueños en el Q uindío fue m ovida principal­
al sur: el principal de ellos fue Ferm ín López Buitra- m ente por la búsqueda de guacas; está sí probada la
go, un rionegrero que había sido de los primeros financiación de bancos de M edellín, que pasaron
colonos de Sonsón y Salamina; enemistado con la dineros a través del capitalista Don Lorenzo Jarami-
com pañía de “González y Salazar” partió con el 11o y de las entidades financieras en que este último
“clan” fam iliar desde su propia rocería de San Cancio participó (con sedes en Sonsón y M anizales); así,
(hoy M anizales) y atravesando selva virgen llegó financiaron tum bas de m ontañas y cultivos de m aíz
hasta Cartago, en donde lo recibieronjgqtjío a héroe. en grande, que sería la base de un lucrativo negocio
Allí le fueron ofrecidas tierras para establecer una de engorde de cerdos, dieta preferida por los antio­
colonia en las minas de la antigua Cartago, propuesta queños. Más tarde, también invertirían grandes ca­
que rechazó, por ser tales terrenos parte de la “Con­ pitales en la form ación de importantes y surtidos
cesión Pereira” cuyo propietario, el doctor Francisco hatos ganaderos.
Pereira M artínez, un im portante político santande- Aunque son aceptables los cuatro atractivos cita­
rista, las había adquirido en remate. López y su dos por James Parsons para intensificar las oleadas
clan, acostumbrados a tierras frías, se'establecieron de antioqueños (explotación de caucho, guacas, en­
al noroeste de Cartago en donde iniciaron la colonia gorde de cerdos y refugio para perseguidos políti­
cos), se deberían anteponer a éstas el incentivo de
^ El Iris, periódico de Supía', 1884. las 100 leguas de tierras baldías y fértiles al sur de
Lu colonización aniioqtteña ¡99

Manizales, además de las otras muchas leguas de con el nombre de Burila. Tal sociedad fue liquidada
tierras templadas y frías, prácticamente despobladas, a los 3 años; los Caicedo aportaron dichas montañas
pertenecientes a los antiguos cantones de Anserma, de Burila a otra sociedad constituida en M anizales
Tuluá, Buga, Palm ira, etc., sin olvidar el atractivo en 1884, pero con los linderos más amplios. Los
del contrabando18; es también conveniente agregar socios manizalitas, que habían sido perseguidos por
que parte del éxito logrado por los antioqueños se la sociedad de “González, Sal azar y com pañía” , pa­
debió a un ejercicio propio de la agricultura, muy saban ahora a ser perseguidores de colonos. Hábil­
distinta de la caucana (entonces casi completamente mente los Caicedos habían dejado en manos de los
arruinada por los conflictos políticos y por lo que mismos antioqueños el proceso de apertura de mon­
se pudiera llamar “el modo de ser” de los propios tañas, enfrentando negociantes antioqueños contra
caucanos, en concepto de Agustín C odazzi19). Los antioqueños colonos, en terrenos caucanos21.
colonos antioqueños llevaban además una herra­ Ciertamente, se ha producido una abundante
mienta de su propia tecnología que, afilada por am­ aunque no todavía completa literatura histórica de
bos lados, perm itía con un solo vaivén desmalezar la colonización antióqueña en el Cauca y el Tolima.
el doble; tal era el güinche, que con un movimiento El historiador Marco Palacios, además de sostener
parejo (“ritmo paisa”) reducía el esfuerzo de la jo r­ importantes tesis al respecto, ha estudiado con bue­
nada a la mitad. Esto colocaba a! agricultor antio- nos aportes los incidentes con la “ Empresa Burila” ,
queño en ventaja sobre el cancano. y cita además buena parte de la bibliografía sobre
La frontera móvil y progresiva que fueron am­ ambos tem as22.
pliando los paisas hizo pensar en una anexión terri­
torial por acuerdo entre los conservadores antioque­ Al sur de Medellín
ños y caucanos, según von Schenck, a propósito de
la guerra del 76; pero no solo se frustró este intento En el “río arriba de Cauca” y más concretamente
sino que los liberales del Cauca, triunfantes en tal en la “Lom a” de los Titiribíes se habían ido estable­
guerra, pidieron una fuerte indemnización de los ciendo algunos vecinos de la ciudad de Antioquia
antioqueños, como promotores de tal guerra20. En como mineros y colonos, desde comienzos del siglo
su avance colonizador, los antioqueños embistieron XVIII, para más adelante radicarse en las cercanías
los pie de montes y cordilleras que enmarcan las de la actual población de Titiribí. También desde el
tierras planas del Valle del Cauca: por el occidente valle de Aburrá se desplazaron algunos campesinos
llegaron casi hasta las goteras de Cali, pero fueron pobres, para establecerse en la parte alta de la que­
detenidos por los farallones; por la Cordillera Central brada de Sinifaná; para ello pasaron por los montes
avanzaron hasta la parte alta del municipio de Florida del pueblo de La Estrella, un resguardo situado al
donde fueron atajados por indígenas caucanos. No sur del valle y que prácticamente lo taponaba. Con­
obstante, no puede decirse que todas las tierras altas fluían pues, en las montañas de Titiribí y de Ainagá
de ambas cordilleras fueron obra exclusiva de los dos corrientes migratorias y colonizadoras. En 1760
colonos antioqueños, pues también ha habido aporte el gobernador concedió algunas tierras baldías a Don
de campesinos boyacenses y santandereanos. En la José Vélez de Rivero, las cuales comenzaron a des­
pax'te plana colonizaron el valle del Risaralda. Tam ­ cuajar sus nietos, los señores Pérez de la Calle jun­
bién repoblaron y ayudaron a recuperar económica­ tamente con colonos de Itagiií y Envigado. Obtuvie­
mente las actuales ciudades, además de tumbar mon­ ron sendas concesiones lindantes con las colonias
tañas y abrir haciendas e ingenios, facilitando la ya citadas y con el resguardo de La Estrella. La co-
futura industrialización rural.
Previendo el avance colonizador de los antioque­ Las tierras de Burila pertenecieron hasta 1839 a las ánimas del purga-
ños, se constituyó en Cali, en mayo de 1873, la “Com­ torio; esta obra pía era administrada por el coronel José María Caicedo
pañía de Fomento y Compraventa de Tierras” , en­ Zorrilla, padre de los citados doctores Caicedo. El coronel las compró
al obispo de Popayán en ese año. Para 1853 sus herederos las redimie­
tre cuyos objetivos estaba el m ejoramiento de terre­ ron, pagando al tesoro nacional y de acuerdo con la nueva legislación
nos propios y la parcelación y venta de lotes. Para desamortizadora. Fracasada la sociedad con Mr. Smith, los Caicedos
hicieron contratos con los colonizadores Antioqueños Don Tomás
tal logro se asociaron los hermanos doctores Lisan- Uribe y su hijo Don Julián para cobrar los arrendamientos atrasados
dro y Belisario Caicedo con el ingeniero norteame­ que deberían pagar otros colonos antioqueños que ya se habían esta­
ricano David R. Smith. Las tierras aportadas habían blecido allí desde 1874. Los Uribes, además, recibirían la mitad de
los terrenos que desecaran, en la hacienda “La Paila” (Notaría de
pertenecido a la antigua hacienda “La Paila” y entre Buga. 1877). Al igual que en las colonias del sur, algunos colonos
ellas se explotaba una salina en la parte de montaña poseyeron tierras en Burila, en tanto que otros compraron lotes. Más
adelante, los primeros fundarían la población de Sevilla, y la empresa
Caicedonia.
-2 PALACIOS, Marco: El café en Colombia. Bogotá, 1979. Debe con­
Memoria del secretario de hacienda del Estado Soberano del Cau- sultarse también el libro de Hyland, coeditado por el Banco Popular
ca. Imprenta del Estado, Popayán, 1877. y la Universidad del Valle. También existen nuevos estudios de pro­
19 Geografía física y política de las provincias de la Nueva Granada, fesores de las universidades de Quindío, Caldas y Valle. Son de mucho
por la Comisión Corográfica, bajo la dirección dé Agustín Codazzi. interés los libros de Rafael Jaramillo Fragmentos de un diario íntimo
Banco de la República (Ed.), 15)59. y de su hermano Gilberto, Relatos de Gil, en los que narran las
20 SCHENCK, Fr., von: Viajes por Antioquia en 1880. Banco de la colonizaciones empresariales emprendidas por su familia en el Magda­
República, 1953. lena Medio, el Quindío, Risaralda y el norte del Valle del Cauca.
200 La colonización antioqueña

Gabriel Echeverri, tarjeta de visita de Pastar


Restrepo, cci. 1880 (Centro de Memoria Visual,
FAES).

Tierras de Gabriel Echeverri sobre el río Porce.


En las riberas de la quebrada Víbora! pueden
verse los nombres de los colonos (Mapoteca
FAES).
lonia de los señores Calle prosperó tan rápidamente Manuel Restrepo) los pobladores de Titiribí fueron
que el visitador Mon y Velarde decretó que se fun­ agraciados con un gran globo de tierras en la margen
dase la población de Amaga (1788), repartiendo te­ izquierda de los ríos Cauca y San Juan, hasta la
rrenos entre los pobladores y delimitándola de los Cordillera Occidental. Para cuando quisieron explo­
titiribíes con linderos imprecisos hacia las cabeceras tarlas no encontraron el título de la merced, que se
de la Sinifaná, en donde habían sido capituladas les rehabilitó en 1820 por consejo del propio Restre-
otras tierras realengas por el español Don Juan Flores po. Ya seguros, tales colonos iniciaron la rotura de
Paniagua, con una cabida de tres leguas, desde la montaña en la década de 1830 y cinco años después
1774. Esta concesión “Paniagua” o Cerrobravo fue se hizo el reparto de 12 mil fanegadas entre los
heredada por su hijo Don Carlos Paniagua, el cual pobladores, teniendo como juez a un sobrino de
se asoció con sus cuñados Don Gregorio Uribe y el dicho Restrepo; además el Estado se reservó para sí
doctor Don Ignacio del mismo apellido para iniciar 10.880 hectáreas más y vendió también algunas a
un proceso de apertura de montaña y establecimiento comerciantes de M edellín.
de colonos pobres; así surgieron los primeros colo­ El éxito de la colonia de Comiá motivó un agrio
nos y rocerías de lo que hoy es Fredonia. Los señores enfrentam iento entre los cantones de Antioquia y de
Uribe y sus descendientes se establecieron en la zona M edellín, pues cada uno reclamaba para sí la juris­
lindante con los pobladores de Amaga y formaron dicción de la colonia y los baldíos restantes. Esta
con sus colonos y agregados importantes haciendas; rivalidad regional no se resolvió ni con la decisión
vendieron- además algunos pedazos de montaña a del gobernador de la provincia al dictaminar que las
vecinos de Rionegro, Envigado e Itagüí, a su vez tierras quedaban del cantón de M edellín, pues cada
colonizadores y pobladores de la región. Unos y uno de los distritos (Anzá y Titiribí) nombró juez
otros iniciarían una cadena de especulaciones fundia- para la colonia, situación que se mantuvo hasta
rias que conform arían entonces un grupo considera­ cuando Comiá se elevó a la categoría de distrito
ble de pequeños propietarios independientes. Las parroquial, ya con el nombre de Concordia.
familias de los Uribe M ondragón, junto con las de
Escobar, Restrepo, González, Toro, Vélez y otras, Al suroeste
conservarían la calidad de “patricias” que ya tenían
en el originario valle de Aburrá, posición que perpe­ La cuenca del río San Juan, desde el nacimiento
tuaron en todo el suroeste anlioqueño. Tanto Titiribí hasta su boca en el Cauca, era territorio en que se
como Amaga y Fredonia, serían locos de coloniza­ movían los indios del Cham í; también algunos ne­
ción de donde saldrían oleadas de colonizadores en gros huidos de sus amos habían establecido un palen­
rutas paralelas a las de ios rionegreros y marinillos. que desde comienzos del siglo pasado. Como ya se
anotó, la margen izquierda del San Juan estaba ad­
Al igual que en las colonias de! sur de) Arma,
judicada por el gobierno al cabildo de Titiribí; en
ios pobladores de Amaga tendrían conflictos con su
este estado dos vecinos envigadeños, José M aría
juez poblador y con los propietarios de los globos
Restrepo y Don José M aría de la Calle habían subido
de terrenos vecinos (con los Uribe, en 1790) y años
por el río buscando minas y salados, logrando los
más tarde con un vecino de M edellín, Don José
respectivos registros. En los terrenos de Titiribí,
Antonio Piedrahíta, que denunció como baldías unas
otorgados desde tiempos de la República de Antio­
tierras desde el m encionado Cerrobravo hasta el río
quia, todavía quedaban muchas montañas baldías;
Cauca, en dirección sur: se le contestó negativamente
usando pues de facultades otorgadas en 1834 por el
por parte del procurador de la ciudad de Antioquia
gobierno nacional para repartir terrenos a nuevos
(pues eran de su jurisdicción); tal funcionario alegaba
pobladores y poblaciones, la Cámara Provincial de
en contra de los posibles colonos de M edellín, di­
Antioquia procedió a repartir porciones de tales bal­
ciendo de la calidad de las tierras, lo extensas, lo
díos: para mediados del siglo XIX ya se habían
bien ubicadas y que de ellas se proveían para las
entregado muchos lotes a los vecinos de Com iá, se
maderas de construcción de la ciudad capital.
habían enajenado otros a varios particulares y dejado
En efecto, las vegas del Cauca estaban dedicadas los más a disposición de la misma Cám ara, para
a la ganadería en lugares corno M agallo, Sapito, El futuros repartos o ventas. De las entregas, muchas
Golpe (boca de la Sinifaná), Comiá y San Mateo. fueron improvisadas o desiguales, viniendo a quedar
Pero de estos pisos hacia arriba todo era loma y algunas familias en condiciones de agregados o peo­
montaña espesa. Desde Cerrobravo, Amaga, Anzá nes.
y especialmente de Titiribí, partieron colonos de En 1847, cuando se iba a practicar otro reparto
todas las clases sociales a establecerse en el cañón en las tierras del Barroso, un afluente del San Juan,
de la Comiá, prim ero, y después en la hoya del río se opusieron el cura de Titiribí y Don Salvador Es­
San Juan y tierras del Barroso. Tal colonia dependió cobar, quienes alegaban ser poseedores de un gran
en lo político de Anzá (ciudad de Antioquia) y en globo de ellas; el cabildo procedió a contratar a un
lo económico de Titiribí (M edellín). Basados en la abogado experto en pleitos agrarios, además de pres­
ley sobre realengos (propuesta en 1812 por Don José tigioso político, el doctor Pedro Antonio Restrepo
202 La colonización a ni ioque ña

Escobar: tam bién como en el caso de Arm a, cobraría Don Mariano Ospina Rodríguez sobre la forma, situa­
sus honorarios en tierras.Se inició un pleito por el ción, calidad y cantidad de los terrenos para repartir.
globo de aproxim adam ente 150.000 fanegadas. Las A sí, en esas condiciones estaban sentadas las",
partes tranzaron y el abogado recibió 18.750 fanega­ bases para el cultivo del café: en 1846 se cogían e n ¡
das, de las cuales cedió 10.000 a los demandados Titiribí 14 arrobas, algo más que una carga. Por los¡
Vélez y Escobar, y de las propias entregó algunas años 70 las muestras enviadas a Europa calificaron:
a parientes y colonos, además de trazar una pobla­ al café antioqueño como de calidad moka. Según
ción el 9 de marzo de 1853 con el nom bre de San estadísticas de 1875, cuando ya se exportaba al ex­
Juan de los A ndes.Todo esto lo actuó en presencia tranjero, se producían 150 cargas en el sur 182 en
de la Junta Repartidora de Titiribí como un medio el suroeste, siendo los más productores Bolívar, Abe-
para presionar la entrega de más tierras a colonos, jorral, Concordia, Salam ina, Andes, Titiribí y Ma-
ya que se acusaba a tal Junta de dar las mejores nizales, respectivamente. Era tal el auge que para
montañas a los de Titiribí y de no entregar más por 1878 se calculaban 8.000 cargas, casi todas produ­
falta de papel sellado. La tumba de montañas y cons­ cidas en zonas de reciente colonización. Sorprenden
trucción de casas avanzaba rápidam ente, cuando “ se tam bién las cifras y valores de otros productos (en
hizo extender la idea de que no se les daría tierras especial la ganadería) en que se notan las grandes
y entonces como un golpe de rayo todo quedó para­ diferencias entre las regiones antioqueñas de antigua
lizado... la mayor parte de los individuos se han y nueva colonización, que sirven además para com ­
retirado de manera que esto que en aquellos días parar el dinam ism o entre estas últim as24.
presentaba el más herm oso aspecto, oyendo por to­ Los colonos de Andes fueron clasificados erí>
das partes el golpe de la hacha y viendo a cada paso “antiguos pobladores, poseedores actuales y solici- '
levantarse un nuevo edificio, hoy está en una com ­ tantes actuales” pues no tenían las m ism as condicio- •
pleta soledad”23. A nombre de los colonos, el funda­ nes ni los mismos intereses; había quienes solo que- \
dor acusaba a los de Titiribí de retener las tierras rían la explotación de minas y salados para luego :
para venderlas y no para entregarlas. incorporarse a la vida agraria. En cuanto a los indios, •
Tam bién entraron en escena los indios, pero para se les repartió tierras en Tapartó y Caramanta en 1
usarlos en el argumento jurídico: “En prim er lugar donde fracasaron como vecinos incóm odos; Don G a­
—alegaba el mismo doctor Restrepo—estos indígenas briel Echeverri, el empresario y colonizador, les
tienen en su favor el respeto debido a esta clase donó 100 cuadras de tierras pero en la otra margen
ignorante, desgraciada y perseguida desde la época del río, y con la condición que se ubicaran allí y se ■
mem orable de la Conquista; desde entonces el espa­ pusieran bajo la protección del fundador de Andes; ;
ñol persigue al indio y nosotros no debemos asem e­ así lo hicieron, quedando entonces como colonos 5
jam os a aquellos caníbales detestables” , aclarando con tierra propia y como mano de obra a disposición í
que los indios poseían esas tierras por más de 200 de los colonos vecinos.
años hasta que llegaron los de Titiribí que “los han Lina vez repartidas todas las tierras útiles (solo :
arrojado de sus casas, de sus sembrados y han tenido quedaban 20 leguas baldías, 18 de ellas en unos !
que ir a buscar asilo en otras partes” (ib íd .). Presio­ farallones y 2 en páram o im productivo) los colonos i
nes diversas lograron una solución del gobernador; que se quedaron sin reparto podían optar por ser i
en adelante las tierras pertenecerían a varios dueños: agregados o pasar al vecino Estado del Cauca. H icie­
al doctor Restrepo, a “Gómez Restrepo y C ía .” , a ron lo últim o, dirigiéndose prim ero a Riosucio jl
los primeros colonos, a los indios del C ham í, a la más adelante a Guática, M istrató, etc. Esta ruta co-
i
Cám ara Provincial y las sobrantes a los futuros co­ Ionizadora én tieiras del Cauca (cantón de Supía)
lonos que quisieran establecerse. fue menos im portante que las otras, a pesar de los5
En la margen izquierda del San Juan, pues, se esfuerzos del doctor Palau, quien, como ya se vio,
distinguían algunos grandes propietarios de tierras era gran defensor de la presencia colonizadora paisa
calientes y tem pladas, unas de com pañías agrícolas en el Cauca.
o de sujetos provenientes de las “buenas fam ilias”
de Titiribí y M edellín; de resto, se repartieron m e­ Concesión Echeverri
dianos y pequeños lotes en pisos templados y fríos,
a un considerable grupo de m estizos, m ulatos, indios Desde muchos años atrás una de las caracterís­
y blancos pobres (estos últimos con fuertes lazos de ticas de las élites antioqueñas había sido la de com ­
parentesco con los citados grandes propietarios). binar actividades diversas y altam ente lucrativas.
Con tal reparto se logró una sociedad de pequeños A sí, unos comerciantes ricos de M edellín, que ha­
agricultores independientes y casi igualitaria, en bían heredado fortuna o amasado la propia durante
donde no sobraba la mano de obra. En ese logro la Independencia, viajando a Popayán y a Jam aica,
tuvieron mucho que ver las instrucciones dadas por tenían fuertes inversiones ganaderas en las tierras

23 Archivo Histórico de Antioquia volumen 2540. -4 Memoria de Hacienda, 1875.


La colonización um ioqucña 203

calientes de Santa Bárbara y en las recién abiertas En la negociación intervinieron el gobernador Aran­
de Fredonia. Tales, los señores Uribe Mondragón. zazu y su secretario Ospina Rodríguez; enviada la
Don Juan Santa M aría y Don Gabriel Echeverri, documentación a Bogotá, allí liquidó los bonos Don
particularm ente este último que era rico comerciante, Florentino González y aprobó todo lo actuado el
contratista con el gobierno, prestamista, agricultor, general Santander. A los 20 días el socio Santa M aría
ganadero y político: poseía grandes intereses gana­ fue nombrado gobernador de Antioquia. Echeverri
deros en su finca de Túnez, en donde también explo­ tampoco se quedaría inactivo: exploró minas y sali­
taba una gran salina, cultivos de tabaco, etc. nas, compró mejoras a unos pocos colonos estable­
Uribe, Santa M aría y Echeverri, de la clase del cidos desde antes en su concesión e inició un camino
“colonizador capitalista” de que habla Marco Pala­ que pasando por sus tierras de Fredonia, atravesando
cios, bien enterados del grave conflicto agrario en la montaña recién comprada, terminara en Supía:
que estaba envuelto su copartidario y amigo Aran- intentaban los comerciantes de M edellín conseguir
zazu y del avance inevitable de colonos del sur de el oro de M armato y los mercados del Cauca. Las
M edellín, manifestaron al gobierno el deseo de ad­ minas de M armato habían sido reactivadas con la
quirir un globo de baldíos, situado en medio de las llegada del francés Boussingault, amigo de Don Ga­
tierras de los pobladores de Titiribí y de la llamada briel Echeverri. El francés cuenta en sus M emorias
“Concesión Aranzazu” ; contaban con buenas hacien­ la necesidad que tuvo de mano de obra antioqueña
das a orillas del Cauca, las que usarían como cuartel para el trabajo en las minas y el comercio de víveres
general de donde saldrían las expediciones de colo­ que comenzaron a llegar de Antioquia; desde enton­
nos. Habían recogido buena cantidad de vales o ces hay presencia de antioqueños en la zona, algunos
bonos, adquiridos poco a poco en sus propios alm a­ de los cuales se dedicaron a la agricultura. En pala­
cenes y que formaban parte de la deuda consolidada bras del propio Boussingault, “en la tierra... había
de la naciente república. Comenzaron las gestiones que cultivar para vivir. De esta época datan mis
de adquisición desde 1831 y después de algunos estudios de agronom ía”25. Así se expresaba el funda­
errores de procedimiento, cuatro años después rem a­ dor de la quím ica agrícola y de la agronom ía moder­
taron, el 23 de julio de 1835, el globo de 160.496 nas.
fanegadas en Jas “montañas de Caramanta” , pagando La “Concesión Echeverri” abarcaba toda la m ar­
a un peso la fanegada (se llamaban así porque habían gen derecha del río San Juan desde su nacimiento
sido jurisdicción de la villa de Caramanta, destruida
por los indios en 1a Conquista, y desde entonces -■* BOUSSINGAULT, J.B.: Memorias, lomo 4. Banco de la República
montaña que también nos separaba de los cancanos). (Ed), 1085.

/-./ intercambio tle víveres y mercancías con las


tierras recién co/onisatlas se hacía en recita v de
muías como ésta (fotografía de Escobar. Album
de la Sociedad de Mejoras Públicas. Medellín
1910).

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I
204 La colonización antioqueña

hasta su boca en Cauca y éste arriba hasta la boca nos que a ambos lados del río comunicaban con
del Arquía y luego hasta sus fuentes. Cada socio, M arm ato, Supía, Anserma, Cartago, Buga, Cali y
con su capital, emprendió explotaciones, com en­ Popayán. Las guías comerciales de 1820 a 1840
zando por las tierras calientes muy aptas para el muestran claramente el aumento de los mercados
engorde de ganado; surgidos algunos desacuerdos que habían abierto inicialmente los colonos de Son-
liquidaron la sociedad, tocando a los herederos de són, Abejorral y Salamina; éstos, juntam ente con
Santa M aría las tierras de los actuales municipios los de M anizales, tendrían que com partir esos m er­
de Jericó, Tarso y Pueblo Rico, a los de Uribe las cados con los comerciantes de M edellín, que veían,
de Valparaíso y las restantes para Echeverri. Todos gracias a la colonización antioqueña, ampliamente
ellos repartieron pedazos de tierras a quienes dedica­ expandidas sus actividades.
ran unos días a la apertura del citado camino y con
las otras iniciaron un lucrativo rosario de especula­ Al norte
ciones fundiarias en vista de la fuerte demanda de
pequeños lotes, al igual que en otras concesiones.
Esto lleva a decir a Jaramillo Uribe que los grandes En 1785 el Ilustrado Don Pedro Rodríguez de
colonos antioqueños eran ante todo negociantes de Zea visitó el valle de los O sos, por orden del gober­
baldíos ya valorizados, y a K. Christie que “la colo­ nador Silvestre. Encontró una abundante población
nización de una parte de la frontera antioqueña fue de libres de todas las clases (y algunos negros de
llevada a cabo con un notable espíritu com ercial”26. cuadrilla), unos dispersos y otros en pequeñas ran­
M uchos colonos de Fredonia y el suroeste pla­ cherías casi todas inmediatas a los reales de minas;
nearon la apertura de grandes haciendas; para ello también observó que la m ayoría de la población
hipotecaban sus montañas como garantía del pago estaba dedicada al laboreo de las minas siendo nota­
de un capital pactado a altísimo interés, suministrado ble el número de m azamorreros que alternaban su
por financistas de M edellín, como los Villas y los actividad minera y agrícola por tem poradas; los de­
Vásquez. Vencido el plazo, entregaban a sus acree­ m ás, sin otra iniciativa, fueron calificados como va­
dores las tierras ya mejoradas. gos dedicados al juego de “chum bim ba” , “m aíz ne­
Para establecer haciendas ganaderas, Don G a­ gro” , “boliche” o naipes. Elvalle había sido ocupado
briel acudió a contratos de “ desmonte y cultivo de en dos etapas, primero por los m ineros de Santa Fe
terrenos” como el que celebró por un término de 9 de Antioquia (de cuya jurisdicción era) y después
años con los envigadeños Don Luis y Don Cesáreo por gente del valle de Aburrá, cuya presencia fue la
Ochoa: éstos se obligaban a desm ontar y luego a más dinámica. Algunos dueños de cuadrilla habían
sembrar sucesivamente m aíz y pasto pará “de tal intentado una población, pero fracasaron por el ele­
manera que cuando esté la roza de coger, esté tam ­ vado costo de los m antenim ientos, traídos de M ede­
bién crecido el pasto para poder usar de él” . Además llín por pésimos caminos.
correrían de su cuenta los gastos de las m ejoras, El minero español Don Antonio de la Quintana,
aunque podían sacar las m aderas, que tenían buena quien alegaba un dominio irregular sobre una gran
demanda para la construcción de casas, corrales y porción de tierras, había vendido lucrativamente al­
cercas. Don Gabriel se encargaba de surtirlos nuevos gunas porciones y tam bién había perm itido que algu­
potreros con ganados y de sum inistrar la sal amarga nos colonos, tem poralm ente, cultivaran rozas y de­
de su salina de Túnez. En la escritura se dan instruc­ socuparan después; ni éste ni sus herederos, los Fon-
ciones precisas respecto de la madera-, de la siembra negra, habían permitido que se establecieran colonos
del pará en lotes contiguos, de la preservación de o que se fundara una población. Por lo demás se
algunos árboles y del destino de algunos bosques27. habían lanzado a un pleito con los señores Barrientes
Don Gabriel, siendo gobernador, erigió sus tie­ y M isas por delimitación de las montañas del Yaru-
rras de Caram anta, en donde había ya una próspera m al. H abía sido nulo el intento de otorgar medianas
colonia, en distrito, con autoridades y cura propios. o pequeñas mercedes de tierras. Zea propuso repartir
Al igual que en otras zonas, los empresarios coloni­ tierras gratis a los pobladores y m azam orreros, así
zadores sostuvieron económ icam ente a curas que los como a los dueños de cuadrillas. Tam bién sugirió
ayudaban en sus propósitos, pasando de m ontaña en que se trajeran familias de mulatos de M edellín, que
m ontaña, de colonia en colonia para asistir espiritual­ no tributaban y que estaban impedidos para empleos
mente a sus feligreses cam pesinos, y promoviendo en milicias; pidió además que se abriera un camino
la edificación de capillas que elevadas prontam ente a Cáceres, lugar que se debía repoblar y que poseía
a viceparroquias luego serían parroquias indepen­ tierras las más fértiles. Silvestre acogió las propuestas
dientes. de Zea, especialm ente en cuanto a obligar a todos
Las concesiones “Echeverri” y “Aranzazu” con­ los m oradores a que cultivaran rozas de por lo menos
trolaban entonces el paso de Caramanta y los cam i­ 4 almudes de sem bradura, y además que se fundaran
4 poblaciones. Solo así se podría iniciar un proceso
26 CHRISTIE, Keith: Oligarcas, campesinos y política de Colombia. U. colonizador hacia la costa, pues entre los Osos, Cá­
Nal. (Ed.), 1986.
27 Notaría 2da. de Medellín, 1858. ceres y Zaragoza todo eran montañas desiertas.
La colonización nm ioqueña 205

Re/roiüs de un arriero y un une sano lomados


por Benjamín de la Calle a principios del siglo
(Centro de Memoria Visual del FAES y Album
de la Sociedad de Mejoras Públicas. Medellín,
1910).

Bien distinta era la situación en Cáceres y Zara­ Las gobernaciones de Cartagena y Antioquia se
goza, visitadas en 1784 por el regidor de M edellín estaban acercando merced a los trabajos de reorde­
Don José López de M esa. Cáceres traficaba por el namiento poblacional y colonización iniciados en
Nechí con Zaragoza y ésta con M om pox, adonde esa gobernación por Latorre y M iranda, continuados
llegaba el oro en polvo y sin quintar. La navegación por fray José Palacios de la Vega; y por los iniciados
peligrosa y los caminos intransitables, además del en la región del norte de Antioquia por Silvestre y
desorden de sus habitantes y de la no presencia del Mon y Velarde.
estado colonial, hacían de ese “país” del Bajo Cauca Durante la guerra de Independencia, mientras
una región prácticamente dependiente de Mompox los cartageneros sostenían luchas con los momposi-
e inútil para la agricultura de colonos antioqueños. nos y samarios, los antioqueños, por sí mismos o
Solo algunos pobres cultivaban las vegas del río incentivados por los distintos gobiernos, partiendo
Porce, rocerías que abandonaban en verano, cuando de Yarumal como centro de penetración, com enza­
pasaban a ser m azamorreros, enmontándose la tierra ron a colonizar la región minera de A norí, abriendo
otra vez; por eso mismo no les cobraban el terraje. también una pequeña parte de las tierras de Valdivia,
En concepto de López de M esa, “ni ciándoles la buscando camino para introducir ganado costeño en
tierra trabajan” . Silvestre y Mon aceptaron las pro­ las nuevas zonas mineras.
puestas de Zea, ejecutadas en parte por el primero Pronto rivalizarían Santa Rosa de Osos y Yaru­
y reformadas y aplicadas con éxito por el segundo. mal en la construcción de un camino que los llevara
Repartieron tierras, abrieron caminos y surgieron a un puerto navegable. Los primeros abrieron camino
varias poblaciones, siendo las principales Santa Rosa hasta el puerto de Espíritu Santo y los segundos,
de Osos, que se pobló y organizó, y Yarumal que con Don Vicente Restrepo, lograron un camino hasta
se colonizó, pobló y fundó con vecinos de los Osos Cáceres. Com erciantes antioqueños, estratégica­
y del valle de Aburrá. Así se iba logrando el plan mente ubicados en Santa Rosa de Osos, comenzaban
virreinal de fundar poblaciones, construir caminos a penetrar los mercados costeños que antes surtían
y unir regiones del Nuevo Reino de Granada. los momposinos: tenían oro en polvo para llevar a
206 La colonización antioqueña

la costa, a cambio de ganados y m ercancías; los “dirigida” fracasó y mister Moore dispuso la venta
colonos de Yarumal les vendían productos agrícolas. de acciones de su concesión en la Bolsa de Londres,
A sí se fue configurando el norte de Antioquia, lin­ con resultados desconocidos.
dero con la Costa y tan próspero, que para los prim e­ Si las élites políticas de Antioquia prom ovían
ros años de la República ya ostentaba la categoría la colonización del norte buscando una salida a la
de Cantón de Santa Rosa. costa, también las élites, pero cartageneras, pensa­
Gracias a los contactos que hizo Don Francisco ban com unicar a la costa con Antioquia: en 1844 la
Antonio Zea en Europa y a la publicidad sobre la Cám ara Provincial de Cartagena concedió un privi­
nueva república, vinieron del viejo mundo y del legio al presbítero José Pío M iranda para abrir un
Caribe algunos extranjeros interesados en el com er­ cam ino entre Ayapel y la boca del río Tarazá, frente
cio de herramientas o de explotación de minas. En a la cabecera actual de Cáceres; este cam ino, cono­
el cantón de Santa Rosa se establecieron suecos, cido como El Padrero, fue apoyado por Don Pedro
franceses e ingleses que com pitieron entre sí; pero Vásquez y sus hijos y sería utilizado para las transac­
el más importante de los ingleses, que sentó las bases ciones mercantiles y ganaderas entre la costa y An­
de la nueva tecnología m inera, el ingeniero J. T. tioquia, y para una colonización doble. Vásq.uez
M oore, pidió y obtuvo un privilegio para establecer com pró en 1849 un lote de 12.000 fanegadas en
una colonia con ingleses, amparado en la nueva po­ Valdivia y de inmediato las desmontó y cultivó; a
lítica de baldíos, colonización e inmigración. Pensó los 3 años ya tenía varias haciendas ganaderas y
primero en una colonia en Urabá, pero entró en entraría en conflicto con sus antiguos agricultores,
conflicto con las élites de Santa Fe de Antioquia. que establecieron colonia aparte, surgiendo el actual
Entonces M oore, aliado y protegido de los señores m unicipio de Valdivia, segregado de Yarumal y Cá­
Vásquez y Barrientos (de Santa Rosa) decidió pedir, ceres.
en 1836, el privilegio del establecimiento de la co­ El mismo año del privilegio otorgado al padre
lonia inglesa en el cantón vecino a la costa; obtuvo M iranda, la Cám ara Provincial de Cartagena auto­
100.000 fanegadas de baldíos en Valdivia, con terre­ rizó el establecim iento de una em presa extranjera,
nos aptos para caña, cacao y pasto y pensó traer que sería la prim era de una serie de inversiones de
agricultores, artesanos y mineros ingleses. Pero los capital francés, belga, inglés o norteam ericano en
vecinos de Yarumal y su cura a la cabeza se lo la costa y Urabá. Cerca de medio siglo se fueron
impidieron y fracasó tal colonia: en 1837 escribieron sucediendo em presas m ineras, cacaoteras, ganaderas
a la Cám ara Provincial de Antioquia advirtiendo el y de extracción de m aderas que, en su objetivo,
peligro y la injusticia de un establecim iento inglés. colonizaron grandes extensiones de baldíos en el
Alegaron razones económ icas, culturales, de seguri­ Sinú y el San Jorge. Del Sinú pasaron a Urabá: en
dad, religiosas y m orales. Consideraban injusto que 1903 se autorizó la tala y explotación de maderas
las mejores tierras y minas del cantón fueran para de los baldíos en las cuencas de los ríos San Juan
extranjeros,- y que los vecinos que ya estaban allá y M ulatos, facilitando el establecim iento de hatos
debieran abandonar sus rocerías, “o sujetarse a vivir ganaderos en la actual costa norte de Antioquia.
continuam ente atorm entados en medio de una gente La presencia firme de colonos antioqueños en
con quien no se tiene ni la menor sim patía. Su idio­ la costa parece haberse iniciado apenas pasada la
ma, sus costum bres y religión, todo es diferente” . guerra de los M il D ías, cuando el teatro de la guerra
Preveían un ensanche futuro de sus habitantes hacia se trasladó a esa región, con soldados rebeldes co­
la región de Valdivia (lo que en efecto ocurrió m u­ m andados por el agricultor general Uribe Uribe y
chos años después), advertían del peligro que ten­ con los gobiernistas al m ando del agricultor y em pre­
drían los antioqueños si los ingleses introdujeran sario general Pedro Nel Ospina (nietos de los ya
armas y se hicieran fuertes, posibilidad facilitada citados colonizadores Uribes y V ásquez). Otro ali­
por ser colonia vecina a un río navegable, recordando ciente habría sido el establecim iento de la colonia
situaciones anteriores y conflictivas con extranjeros penal de A ntadó, patrocinada por los Ospinas y a la
en M arm ato, Cartagena, Jam aica, etc. Vetaban la cual se le concedieron baldíos que aún traspasaban
posible vecindad con ingleses: “Y cuántas disputas los lím ites entre Antioquia y Bolívar, pues estaba
no se proporcionarán entonces a nuestros paisanos situada en las cabeceras del río San Jorge. La prim era
con aquellos hom bres que por lo regular son muy gran presencia empresarial en la costa se manifestó
dedicados al uso de los licores ferm entados?” Tam ­ con la com pra de la “Sociedad francesa del río Sinú”
bién pedían reflexionar sobre si la nueva población por parte de capitalistas antioqueños, en 191329.
inglesa tenía o no una religión; y de tenerla, sería
contraria. “Y quién puede asegurar la paz futura
entre unos colonos protestantes y una población ca­
tólica, apostólica, rom ana?”28. Esta colonización
29 La colonización de antioqueños en la costa está en parte estudiada
por Fals Borda, y Le Roy Gordon. Pero muy especialmente por Joaquín
Berrocal Hoyos en La colonización antioqueña en el departamento
28 Archivo Histórico de Antioquia. volumen 2537. de Córdoba, 1980.
r

La colonización am ioqueña 207

Urabá y occidente las de la palma africana, el banano, etc., que no


serán comentadas en este trabajo.
Quien quiera estudiar la colonización antioqueña La colonización iniciada en el valle de Urrao
en Urabá deberá tener presente que nuestra presen­ desde comienzos del siglo XVIII solo se fomentaría
cia, si bien importante, fue tardía. Muchos años con las compras de los últimos derechos de tierras
antes de las oleadas de campesinos antioqueños, ya a los herederos de los conquistadores Guzm án, por
se habían iniciado las tumbas y las sacas de maderas parte de ricos comerciantes españoles radicados en
preciosas, y el establecim iento de ganaderías y cul­ Santa Fe de Antioquia; los principales fueron Don
tivos por parte de inversionistas y agricultores fran­ Bernardo M artínez y Don Juan Pablo Arrubla, el
ceses, norteamericanos, alemanes, caucanos y sirio- cual llegó a ser dueño de casi todo el valle de
iibaneses, usando brazos chilapos y chocoanos. U rrao. Esta colonia fue dinám ica y en 1815 ya había
La colonización del extremo occidente de Antio- trazada una colonia urbana. Un nieto de Arrubia,
quia y de Urabá era idea acariciada desde los prim e­ Don Manuel Dimas del Corral, fue gran colono y
ros años de la República: se presentaron interesantes logró abrir varias haciendas ganaderas; se tiene en
propuestas viales por el sueco Hauswolff (apoyadas él al hombre que más influyó para que la colonia
por el gobernador Aranzazu) que más tarde se con­ fuera elevada a distrito independiente que pudiera
cretarían en parte con los trabajos de su cuñado Don disponer de sus baldíos; en efecto, a él y a otros
Carlos S. de G reiff y sobre todo con las exploracio­ sujetos se les había negado tierras en Frontino por
nes, observaciones, sugerencias y fundaciones del ser tierras de los indios. Recibieron grandes porcio­
ingeniero inglés Don Juan H. While. Pero solamente nes en el nuevo distrito, especialmente hacia Ocaidó,
en 1905 cuando se anexó Urabá a Antioquia (el región que hasta hoy está inexplotada casi totalm en­
mismo día que se segregó el “Sur” para constituir te, lo mismo que las jurisdicciones de Urrao, Murin-
el departamento de Caldas), comenzarían los planes dó, Dabeiba y Mutatá lim ítrofes con el Chocó.
concretos de colonización, unas veces dirigidos y
otras, eá'p<?¡?íáfte<?£'. Esos proyectos habían tropezado A/ oriente y al Magdalena Medio
siempre con el estorbo del resguardo de Cañasgor-
das, con una cabida de 210.000 hectáreas inexplota­ Escasas las tierras del valle de la M arinilla y
das y con tierras especialm ente fértiles en el valle creciente su población, algunos de sus habitantes se
del Frontino y a donde, no obstante, penetraron al­ movieron a las montañas de sus alrededores abriendo
gunos colonos que atropellaban a los indígenas. Poco pequeñas rocerías. Para un mejor ordenamiento de
después de la disolución legal de los resguardos, se ese incipiente proceso colonizador, en 1756 Reme­
inició una tím ida colonización con gente de! mismo dios y Marinilla fueron segregados de M ariquita y
cantón de Antioquia, pero que no tuvo los resultados anexados a Antioquia. Las nuevas colonias fueron
deseados, a pesar del impulso que el gobierno dio apoyadas positivamente, por los curas Jim énez y Po­
para solucionar los problemas nacidos de la defi­ sada que administraron auxilios espirituales desde
ciente distribución de los terrenos del antiguo res­ su curato de M arinilla. Desde entonces, unos pocos
guardo, de la concesión de otras 100.000 hectáreas vecinos, Arbeláez, Pinedas, Gómez, Zuluagas, Du­
entre Frontino y el A trato,- de ¡a construcción de ques, Giraldos y Riveras fueron agraciados con con­
caminos y fundación de varias colonias que prospe­ cesiones que miraban a las vertientes de los ríos
raron muy lentamente, y aun del proceso civiliz.atorio Santo Domingo, Cocorná, Caldera, Guatapé y Sa-
emprendido por las monjas de la madre Laura con rnaná del Norte, que comenzaron a explotar con
los indios; tampoco fue aliciente para los campesinos m inas y luego con tím idos cultivos de subsistencia,
el ofrecimiento de lotes en la ruta del proyectado apoyados en sus “clanes” familiares. Los colonos
ferrocarril de Urabá. H abía fracasado la colonización m arinillos fueron menos dinámicos que sus vecinos
espontánea del occidente y de Urabá y solo algunos de Rionegro y los que más prosperaron fueron aque­
ricos de M edellín lograban algunas aberturas en el llos que ayudaron a la colonización de las montañas
Riosucio, muy cerca de Dabeiba. Aparte de los tra­ de Sonsón. Muy importante fue la rivalidad entre
bajos de W hite, se deberán estudiar otros, como los los comerciantes de M edellín y Rionegro por una
del visitador fiscal Carlos M uñoz, el Album de la ruta rápida al M agdalena, de la cual nacieron los
Carretera, al M ar, la recientemente publicada obra cam inos de Juntas, Islitas y Palagua, usando cargue­
de Parsons, los escritos de Don Gonzalo M ejía y, ros del Peñol y M arinilla.
por último, el importante plan presentado en 1949 M ucha gente atrajeron los minerales de Santo
por el agrónomo José M. Isaza en que desecha la Dom ingo, explotados casi siempre por vecinos de
colonización espontánea de Urabá “que en otros M edellín. Al oriente de estos m inerales, y entre los
tiempos, otros climas y en otras circunstancias eco­ ríos Ñus y Nare, la Corona otorgó una enorme con­
nómicas bien distintas a la actual, se desarrolló en cesión al capitán Don Felipe Rodríguez Vivanco,
el Quindío”30. Luego vendrían las empresas agríco­ vecino de M edellín (Niquía). Este explotó algunas
m inas y permitió el establecim iento de colonos. Se­
^ ISAZA M., José María y oíros: rían de colonización de Urabá (me- parado canónicamente de su esposa, entró de jesuíta,
canogr.,) 1949.
208 La colonización anlioqueña

y las cuatro hijas ingresaron con la madre al convento obviam ente, la población de M aceo.
de carmelitas de Santa Fe de Bogotá. Esta concesión Por últim o, varios y complejos conflictos agra­
fue confirm ada por el virrey M essía en 1767 a la rios se presentaron en la zona de la construcción del
madre M aría Gregoria del Sacram ento la cual, al ferrocarril, en donde se involucraron 300.000 hectá­
fallecer, las dejó ei> herencia ai convento, que tuvo reas.
varios pleitos con colonos que tenían esas tierras En 1872, la Unión cedió al Estado Soberano de
por baldías. En los años 30 del siglo pasado hicieron Antioquia 200.000 hectáreas de baldíos para el fo­
inversiones en caminos y cultivos algunos capitalis­ mento de la inm igración, asunto que de acuerdo con
tas de M edellín, que habían comprado parte de la la Constitución de Rionegro com petía a los Estados
inmensa concesión. De ella surgieron varias colonias Soberanos. Dos años más tarde y para auxiliar la
que hoy son municipios. construcción de la vía férrea, se otorgaron varias
El tráfico del camino a Nare empujó a varios concesiones, entre otras la de 100. 000 hectáreas
campesinos m arinillos a establecer rocerías en la más, en los terrenos por donde pasaría la vía “a
ruta, de las que nació la colonia de San Carlos que ambos lados del cam ino y en lotes alternados de a
progresó muy difícilm ente por ser colonos muy po­ diez mil hectáreas...” .
bres y faltos de iniciativa. La Corona tam bién otorgó El ingeniero Cisneros compró la mitad de las
concesiones en ese camino al com erciante Don Pedro prim era 200.000 hectáreas y se com prom etió a for­
Elejalde y a otros, situación que llevó a la fundación mar una sociedad anónim a, agrícola y de inm igra­
del puerto de Nare en 1793, en lo que parecía el ción, y conform e al contrato de construcción del
despegue definitivo de la colonización del M agda­ ferrocarril recibió otras 100.000 de la segunda con­
lena M edio. Pero San Carlos casi se extinguió cesión; al mes, el 7 de agosto de 1878, constituyó
cuando muchos de sus colonos pasaron a San Juan la “Sociedad A grícola y de Inm igración” , con
Nepom uceno de Canoas en 1799, punto más estra­ 600.000 acciones, representando 200.000 hectáreas
tégico en la ruta a Nare. La situación se alteró a en montañas y 100.000 pesos en capital; sus socios
partir de los años 60 del siglo pasado cuando se fueron Don Francisco de Villa Corral (hijo y nieto
pensó en una vía m ayor al M agdalena: m ister Griffin de los colonizadores de Urrao) y Don Jorge Bravo;
trazó un “camino carretero” que saliendo de M ede­ la sociedad duraría 10 años. Más adelante Villa com ­
llín llegara al citado río. Pero las pequeñas colonias pró los derechos a Bravo, y en 1885 Cisneros cedió
que se habían establecido cerca al “carretero” tam ­ al Estado de Antioquia sus derechos y acciones en
bién se vieron afectadas por el proyecto de un “ca­ tal sociedad. Parte de los conflictos com enzaron con
mino de hierro” o ferrocarril que, partiendo de un el em préstito que la Sociedad hizo al Estado de
punto navegable en el M agdalena, llegara a M ede­ Antioquia, controversia que se solucionó 21 años
llín, situación ya favorecida por la anexión de las después, cuando se reconstituyó de nuevo la citada
tiernas de N are, también segregadas de Honda (sus sociedad, quedando como socios Villa y el departa­
habitantes habían pedido la anexión desde 1832). mento de Antioquia, sin que hasta entonces se hubie­
Cuando se discutían las distintas rutas del Ferro­ ran desarrollado empresas agrícolas, ni poblaciones;
carril de Antioquia, com enzaron las grandes presio­ tam poco se había hecho m edición y entrega de los
nes de los com erciantes de Rionegro y M edellín: los lotes. Estaba sí claro, quedos terrenos cubrían la
prim eros y el propio ingeniero Francisco Javier Cis- línea del ferrocarril, desde Caracoli hasta Puerto
neros recom endaban como más técnicam ente viable Berrío. El departam ento siem pre tuvo como política
la ruta por el río N are, pero los com erciantes de el oponerse a la m ensura de los témenos y el gobierno
M edellín, que desde antes habían hecho fuertes in­ nacional, en consecuencia, negaba la entrega. Entre­
versiones en las tierras del Porce y de la hoya del tanto en ellas “ .. .se han establecido desde hace años,
Ñus, lograron que el trazado se hiciera conform e a sin contar para ello con la Sociedad A grícola, mu­
sus propósitos. Las tierras del Ñus se colonizaron chos colonos, de los cuales algunos tienen ya grandes
gracias a la obra del ferrocarril y no había una sola haciendas de pastos artificiales con num erosos gana­
m ontaña, lote o hacienda que no fuera de propiedad dos”3'. Se habían radicado allí, cerca de los caseríos
de un com erciante o capitalista de M edellín; éstos y estaciones. T odavía en la década de los años 30
tenían el control desde la propia ciudad hasta C ara­ de este siglo se tram itaban pleitos agrarios entre
coli (el ingeniero Cisneros calculó en 247.000 acres colonos (muchos de ellos ricos de M edellín) y los
el valle del Ñus). herederos del señor de Villa; los prim eros alegaban
Es conveniente agregar que parte de la apertura ser baldíos los terrenos y los segundos que, en efecto
de montañas en la región del M agdalena se facilitó sí habían explotado tierras, abierto haciendas y
gracias a los leñateos que se fueron estableciendo a traído inmigrantes extranjeros, como unos italianos,
orillas del río, para efectos de m antener la navega­ obreros del ferrocarril, que habían muerto de enfer­
ción. Otro factor fue el establecim iento de la colonia m edades tropicales y por tanto no podían declarar
penal de Patrburrú, a donde fueron enviadas las pros­ en los ju ic io s...
titutas cuando el gobierno de B errío decidió que esa
MARULANDA, Jesús M.: Compilación de los principales documentos
actividad era delictiva; muy cerca de allí surgió, casi sobre la Sociedad Agrícola y de Inmigración, imprenta Oficial, 1921.

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