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UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA

FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS PROFESORA: NUBIA BOLIVAR


DEPARTAMENTO DE TRABAJO SOCIAL ESTUDIANTE: JORGE E. DUARTE R.
TRABAJO SOCIAL FAMILIAR
2017-1

ALGUNAS APRECIACIONES SOBRE LA FAMILIA Y CONYUGALIDAD EN LA OBRA DE SANDOR MARAI


“LA MUJER JUSTA”

“Pero la burguesía no es una cuestión de dinero…éramos


conscientes de que la vida nos había confiado una ardua
tarea, ser burgués requiere un esfuerzo constante ”
(“Peter” En: Marai, 2014. p. 144,152)

La idea de esta elaboración es establecer una relación entre el contenido de la obra de Sandor
Marai “La mujer justa” y algunos de los temas vistos en la asignatura de Trabajo Social Familiar,
para ello se utilizara como elemento de anclaje el relato y la autopercepción de los 3 personajes,
que permita identificar la concepción familiar de cada uno, además de tomar algunos elementos
que sirven para identificar algunos marcadores de clase, o patrones culturales que codifican la
pertenencia a una clase social especifica (burguesía o proletariado), más allá de reducirlo a la
cuestión de poseer un plus de recursos, sino que pasan por los modos de actuar y comportarse
frente a los otros, pero fundamentalmente aquí se dirige la mirada al sistema de valores que cada
personaje posee.

Debido al puente que teje la trama de la novela con la experiencia conyugal y matrimonial, es
pertinente para nosotros atender a los cambios que presenta dicha institución en el marco de la
posmodernidad, ya que esta ha afectado todos los procesos sociales y subjetivos de la humanidad
a tal grado que ha despertado preocupación en temas como la crianza, vinculación social,
conyugalidad, parentalidad, y en general en el ámbito familiar (Palacio, 2013). Esta situación nos
permite plantear: Si bien la familia se constituye como mecanismo de reproducción social,
construcción de identidad, espacio de socialización y transmisión de valores, las demandas de
parte de la sociedad, sus puntos de crisis y transformación, han generado una ruptura, desprestigio
y deslegitimación como institución fundamental frente a la sociedad.
Se busca ser concreto en identificar como la experiencia de los 3 protagonistas Peter, Judit y
Marika, permite señalar situaciones en las que el matrimonio, no solo como institución social, sino
como proceso vinculante intersubjetivo (el amor vivido), relata, reafirma y transforma los ideales de
vida de los personajes en torno a la familia y su identidad, el amor, la pobreza, la riqueza, la
soledad, roles de género; pero ante todo codifica una manera concreta de sentir y pensar según el
estatus y clase social a la que se pertenece.

El orden de las ideas será el siguiente: Iniciara con una descripción y caracterización de los
personajes según su autopercepción a la vez que algunos ideales y valores que se relacionan con la
familia, la clase social y el matrimonio, profundamente marcados en los personajes; algunos
elementos que resaltar sobre la influencia de la posmodernidad en la construcción de la
subjetividad y el matrimonio; breve caracterización de las relaciones matrimoniales al interior de la
novela desde una perspectiva evolutiva; la situación de genero de los personajes.

PERSONAJES

“…en el momento en que se oyen frases como “te amo” o “te deseo”, o cualquiera parecida
que se refiera al amor, la posesión o la separación, la felicidad o la infelicidad, se cierne
sobre la platea un silencio sepulcral y cientos de personas contienen el aliento.” (Marai,
2004. P. 206)

Marika, es la encarnación vivida de lo que se podría considerar la mujer justa según el ideal social
de la época y la misma concepción de su exmarido Peter, abnegada, cariñosa, amorosa,
incondicional, inteligente, refinada y prudente, muy ceñida a su rol de mujer y esposa como ella
misma lo decía “…soy mujer...No me avergüenzo de ello. Dios me hizo así. Esa es mi misión en la
vida. […] yo era su esposa y no podía abandonarlo porque tenía problemas, estaba en una
situación peligrosa” (Marai, 2014. pp. 64, 127). Enclaustrada por un ambiente de rigidez y belleza
sofocante, se alude constantemente a la infelicidad necia en que consiste el llenar el vacío
emocional con lujos materiales “En el gran mundo de la alta sociedad y la buena vida. Yo nunca me
sentí a gusto…nunca era yo misma” (íbid, p. 70), Marika, se ve agobiada por sentimientos de
intenso sacrificio por el ideal de la mujer justa, movida por un gran amor incondicional hacia su
esposo, pero no exenta de que esto cambiase, debido a las fluctuaciones de la vida social, termina
por darse cuenta que “En los asuntos del corazón no hay consejo que valga ni deseo que se
mantenga” (ibid, p.112), a su vez se encuentra reflexionando sobre valor de propiedad mezclado
con el de amor “¿Cómo podía sufrir porque mi marido no era mío por completo” (ibid, p. 82)
También el cambio de su papel como mujer es altamente influenciado por Lazar, amigo de Peter,
quien atribuye un potencial altamente peligroso de la condición femenina al género masculino
“Las mujeres aprenden deprisa, compensan en un instante siglos de atraso en la evolución…están
muy por encima de los hombres de su misma clase en lo que a gustos y comportamientos se
refiere” (ibid, p.118)

En un principio ella ostenta la creencia de la posesión absoluta del amor del otro, de sus secretos
más profundos, en el vínculo matrimonial como condición de su permanencia, buscando romper
todo rastro de individualidad aparente, pero que solo halla frustración: “Después de cinco años de
vivir junto a él, conocía íntimamente su persona…Y puesto que sabía todo eso, creía que lo
conocía” (Marai, 2014. p. 84) Pero todo no es más que la creencia del saber, un rastro de la imagen
en que depositamos nuestra confianza en vanos propósitos, que ilusamente buscamos adherir a
nuestra propia imagen.

Frente a la condición de clase, ella dice: “La pobreza y la enfermedad cambian de forma
sorprendente el valor de los sentimientos y de las complicaciones emocionales” (Marai, 2014. p.
87) Allí se intenta justificar la abnegación con que desenvuelve un sentimiento cuando se nace y se
es pobre durante tanto tiempo. “El abismo de clases entre la muchacha y el hombre se hace cada
vez más profundo. Pasan los años y el tiempo va dejando su huella en ambos.” (ibíd., p. 97) Es solo
una advertencia sobre el futuro de las relaciones humanas y el idílico sincretismo del amor.

El trasegar por la experiencia conyugal filtra el sistema valorativo y disposicional de aquella mujer,
la conduce por un camino en la búsqueda a incógnitas trascendentales de la vida: “Quiero saber
quién soy y lo que vale mi intervención en este drama, Si he fracasado, me iré.” (Marai, 2014.
p.122); concluyendo a su vez en que ante la perdida y el sufrimiento se re-surge con grandes
enseñanzas y el refinamiento del carácter, Marika dice: “Luego perdí al hombre y a cambio halle el
mundo…Un día desperté y comencé a caminar…mi marido, el pobre, no despertó” (ibíd., pp.123,
129)

Por otro lado, Peter, es la representación contemporánea del carácter burgués, el enaltecimiento
de la elite social, encarna un desprecio por todo vestigio de pasionalidad, cuya única máxima era la
búsqueda por la verdad y un marcado escepticismo frente a la emocionalidad y la existencia, con
una confianza extrema en la racionalidad: “No creo ni en las mujeres, ni en el amor, ni en el género
humano…“La razón no puede iniciar ni detener los sentimientos, pero puede disciplinarlos” (Marai,
2014. pp.115, 137). Y donde el único valor ostentable es la sofisticación de su manera de actuar y
ser en sociedad. Se ve en este las consecuencias de la civilización: la soledad, un mal necesario
para el progreso. Un padecimiento siempre muy relegado al rol de hombre, el cual, según el
protagonista debe cargar en los hombros el destino de la sociedad junto a alguien más “la soledad
pesa como una condena, quizá no sería mala idea tener a alguien, compartirlo.” (ibid, p. 227)

La familia para este hombre rico era una obligación moral, más que un medio para ayudarse a sí
mismo. Sin embargo, es un proyecto con fallas estructurantes muy marcadas, ya que se reconoce
su fracaso personal como proceso vinculante, aunque si su acierto como institución social, decía
Peter: “yo ni si quiera puedo decir que haya tenido una familia de verdad…en mi casa nadie se
atrevía a querer a nadie, mi padre y mi madre vivían un matrimonio ideal, es decir, monstruoso…si
pienso en mi infancia, veo cuartos en penumbra con muebles dispuestos como en un museo”
(Marai, 2014. pp. 138,150,154). Aquí la familia es el nicho más característico del orden dominante
capitalista, en donde se esconde su secreto, del tinte burgués, es tan solo un medio para la
acumulación y traspaso de la riqueza a nivel de clase, anulando la posibilidad del vulgo social de
acceder a la distribución de la riqueza vía matrimonio. “Todo tenía un sentido más profundo: el
mantenimiento y la prosperidad de la familia y del orden burgués…cumplíamos con una misión
importante: está a la altura de nuestro rango y dar ejemplo de buenas maneras sin ceder a los
instintos ni rendirnos a los plebeyos” (ibid, p. 151)

Ese mal necesario, la soledad, era una de las consecuencias a las que se debía adaptar el ser
humano burgués, víctimas de su propio invento: la civilización de la máquina. Pero que en últimas
es un suceso prácticamente inevitable según el orden de los sucesos que van determinando el
devenir de la sociedad. Sin embargo, antes la liquidez vincular y emocional con la que se suscitan
los pactos afectivos de parte de la sociedad, la soledad, es un nuevo valor que se trata de asumir y
afrontar. Aquí surge la incógnita de si la soledad como condición de la felicidad, es asumir con
sinceridad y responsabilidad el reto de la vacuidad innata de todos los seres humanos. “A las
personas les cuesta mucho hacerse a la idea de que no hay esperanza, de que están solas, letal y
desesperadamente…durante mucho tiempo desee que hubiera otra solución. Pero no la hay. Al
final, o poco antes del final, hay que quedarse solo” (Marai, 2014. p.180, 228)

La felicidad usualmente suele representarse como el proyecto de vida revestida de amor ideal,
fruto del ideal cristiano “no hay otro modo de ser feliz que perderse del todo en un sentimiento y
entregarse a él por completo” (Marai, 2014. p. 254), que sume al individuo en etapas de intensa
afectividad que suelen ser difícilmente manejables, debido al nivel de educación emocional que se
haya recibido, que para el caso familiar de Peter era más bien escaso. Por lo que encamina al
burgués de un rezago constitutivo a una trasformación del ideal de la felicidad, nutrido por la
experiencia matrimonial vivida: “…ese sueño que los hombres suelen llamar felicidad. En la vida
real no existe, pero yo en ese entonces no lo sabía” (ibid, p.187, 228)

Su condición de hombre de ascendencia burguesa e industrial ejemplar le hacía considerar de su


quehacer en la sociedad, su sentido, que se regía en el cumplimiento del deber “La vida se queda
vacía si no la llenas con alguna tarea peligrosa y emocionante. Y esa tarea no puede ser otra que el
trabajo” (Marai, 2014. p. 214), en donde encontraba el centro de su ser, la autenticidad de su razón
fundamental, la meritocracia más allá del mismo trabajo: “Los hombres necesitan sentirse no solo
útiles como fuerza de trabajo en la fábrica o en la oficina sino también satisfechos en la realización
de su labor…quieren ser los únicos en saber ejecutar una determinada acción. Por supuesto, estas
ambiciones solo las tienen quienes poseen talento. La gran mayoría es una masa inerte y ociosa”
(ibid, p. 213)

Judit, es la sirvienta de Peter quien logro una cierta movilidad social por medio del matrimonio con
su tradicional amo, y que sin embargo la unión, no le concedió la satisfacción que requería su
felicidad, por lo que termino en ruptura, pero que la hizo situar en un posición bastante
interesante en lo que respecta a lo influyente que resulta el papel de la mujer en el mundo de un
hombre que se tambalea por hallarle un sentido a su sofisticada vida, aun cuando tenga que
oponerse a su tradición familiar y personal. Es Judit quien permite con aun más claridad, que Peter
y Marika, evocar la diferenciación de clase en lo que a valores respecta. “No era una burguesa, era
una plebeya, una proletaria” (Marai, 2014. p.315) Pero que refleja quizá la más vasta sabiduría en
la obra. “A veces he llegado a pensar que quien realmente es rico no puede ser un señor de
verdad. Entre los pobres aún se encuentran algunos de vez en cuando. Pero son tan poco
corrientes como los santos” (ibid, p. 271). Una inmensa profundidad del pensamiento

A pesar de sus virtudes, la historia de esta mujer no es para nada armónica, pues mezcla
sentimientos de venganza con anhelos de felicidad, vergüenza y pasión, siempre conjunta con el
miedo que su condición de clase le imprime a su personalidad, el ser una sirviente. “Ese miedo, esa
infinita precaución no desaparecieron nunca. Nunca estuve tranquila ni contenta en esa casa, me
trataban como a una criatura indefensa” (Marai, 2014. p. 274) Allí podemos atender al ojo del
huracán que arrastrara toda la trama de la novela, que desemboco en la crisis y transformación del
sistema de valores.
Para esta mujer la cuestión de la vinculación que ella debía tener con su familia, la conducía a verla
como una necesidad más que como una obligación a diferencia de su exmarido Peter “a mí todo
aquello me quedaba muy lejos. Para mí la familia era una necesidad, un vínculo inevitable. Para
ellos una obligación, vivida no tanto por los individuos como por la familia entera, la familia
burguesa” (Marai, 2014. p. 306) La familia de esta mujer surgió de las precariedades y no sabía que
era el confort “Mi pobre madre pario seis hijos en el hoyo, pero nunca la oí decir que tenía
migraña” (ibid, p.286) Fue el sacrificio y la unidad que en ella su familia forjo lo que posibilito la
vinculación afectiva.

Su experiencia como criada de la familia formo su carácter frente a la condición burguesa y sus
valores la riqueza, opulencia, plenitud, rigidez, higiene. Además de la experiencia familiar de
origen, en ella se erigió una sutil repulsión hacia las personas ricas, aun en el matrimonio: “De
alguna forma yo no quería que se sintiese a gusto conmigo” (Marai, 2014. p. 309), decía esta mujer
sobre su marido Peter. Se caracterizaba por una natural resignación a los nuevos cambios además
de que no soportaba la tendencia obsesiva del burgués: “a mí, esa previsión exagerada me irritaba
a muerte, no a aguantaba” (p. 316). La desconfianza era latente en el ambiente: “…pero comprendí
enseguida que también se protegían de mi porque podía contagiarles algo.” (ibíd., p.284). Incluso
su rotunda negativa a identificarse con la clase burguesa: “Hubo momentos en que llegue a pensar
que yo misma era rica, pero ahora sé que nunca, ni por un momento, fui una verdadera rica. Yo
solo tenía joyas y dinero en el banco” (ibíd., p. 281)

LA INFLUENCIA DE LA POSMODERNIDAD

Fundamentalmente se tiene que decir que la posmodernidad surge de una crisis de valores y unos
requerimientos económicos del capitalismo, se erige como un discurso y toda una realidad que
prepara y abona el terreno de una sociedad como campo de productores libres, sustentado en la
profundización de algunos valores de la modernidad: el individuo, la libertad, la subjetividad, lucro.
Lo que entra en crisis es “la idea de que el hombre se realiza en la sociedad y para la sociedad, y se
empieza a afirmar que todos los hombres, y no sólo los miembros excelsos de las élites, sino los
más humildes, todos tienen un destino individual” (Romero, 1987, p. 164)

Es principalmente Peter a quien se debe recurrir para identificar la actitud posmoderna burguesa
por excelencia en sociedad: su gusto por la soledad al crecer en medio de criados y nanas, su
fatalidad luego de haber padecido del amor romántico y su utopía, nos dice Peter: “El amor si es
verdadero, es letal […] El deseo de amar y ser amados permanece, pero no hay nadie que pueda
servir de ayuda. Cuando uno comprende esto, se hace fuerte y solitario” (Marai, 2014. pp.
251,264). Allí se advierte el fatal desenlace del artista sin arte, el rico sin riqueza, y el amante sin
amor.

La posmodernidad en la conyugalidad es el aumento en la tendencia por la falta de compromiso


para establecer relaciones de pareja, uniones matrimoniales. En resumen, dice LIPOVESTKY (2006):
“Lo central de los cambios postmodernos se manifiesta por el incremento del individualismo con
un corte narcisista, hedonista y seductor propio de la época de consumo de masas, con el
consecuente aflojamiento de los lazos sociales y los vínculos familiares y de pareja”. Además
anuncia este proceso la complejidad de la felicidad en el marco de la posmodernidad, la fatalidad
del amor hacia el otro se constituye en un acto efímero e intenso: “Amar significa simplemente
conocer por completo la felicidad y luego perecer” (Marai, 2014. p. 255)

Respecto al tema de la conformación de sistemas familiares podemos argüir que acorde al


contexto de la novela, que coincide con la naciente posmodernidad, se esboza apenas el terreno
que ha de cultivar las nuevas tipologías familiares, entre ellas las más características: la extensa y al
recompuesta, o la boomerang: “Con mayor presencia exclusiva de la madre, y en menor ocasión
del padre; cuando existen los dos padres, se observa una disminución de la autoridad y la función
paterna” (Campuzano, 2009)

LA CONYUGALIDAD DESDE UNA PERSPECTIVA EVOLUTIVA

En esta apartado se intentara realizar un acercamiento breve a la experiencia conyugal de la


novela, desde la teoría evolutiva del matrimonio, muy pertinente para complejizar los
componentes que posee una relación de este tinte y así valorar su proceso de construcción y/o des
escalamiento, según sea el caso. Esto por medio del análisis de sus componentes cognoscitivos,
emocionales y pragmáticas, que engloban el pensar, sentir y hacer al interior de la conyugalidad.
Los componentes cognoscitivos refieren a la aceptación, reconocimiento y confirmación de la
existencia del otro; lo emocional refiere al sustento afectivo de la relación, bien sea de ternura y
cariño o aburrimiento e irritación. Lo pragmático que es la manera en que se lleva la cotidianidad.
(Linares, 2010)

Linares nos presenta una definición al respecto, dice: “La conyugalidad equivaldría a la capacidad
de resolver los conflictos surgidos en el ámbito de la pareja, según recursos y capacidades de los
allí involucrados” (2010. p. 75). Para lo que es bien ilustrativo de la actitud de Peter una
declaración inicial de este frente al matrimonio: “Yo sentí que la unión que le estaba proponiendo
era no solo el medio para satisfacer un deseo sino, sobre todo, una alianza en contra de algo o de
alguien…podía suceder que a causa de ese matrimonio yo me sintiera muy incómodo frente a mi
familia y frente al mundo” (Marai, 2014.p. 189,190)

Por lo que resulta útil atender a la disposición ambigua y de marcada relatividad con la que Peter
se encamina al amor, la cual es realmente perjudicial en el funcionamiento de conyugues y que nos
ayuda a identificar algunas de las causas de fracaso del matrimonio en la novela.
Fundamentalmente el malestar, entre Peter y Judith, residía en el carácter repelente de Peter más
que de su esposa, aun cuando ella poseía las habilidades y capacidades más envidiables de muchas
mujeres de la época, este la despreciaba por vanidad y soberbia con que defendía su posición
social; lo que en términos de aceptación mutua y sustento afectivo obstaculiza de primera el
progreso entre la pareja, que se puede definir mejor como una relación instrumental o política,
con tendencia a la distanciación y riesgo de ruptura por escaso compromiso, dice Peter: “Mi
esposa y yo fuimos aislándonos hasta quedarnos solos…la sociedad es capaz de descifrar que en tal
o cual familia tienen problemas” (Marai, 2004.p.224)

En el matrimonio entre Peter y Marika, se dan actitudes asimétricas que aparentemente confluyen,
esta vez la tensión con origen en la esposa, a quien fue realmente imposible ingresar en las lógicas
de la vida opulenta y acomodada de la burguesía, debido al trauma que le significaba todo su
pasado, en especial su infancia; al respecto dice Peter: “Descubrí que Judit, dentro y fuera de la
cama, no me amaba, me servía…nunca creyó que su papel en la vida respecto a mi pudiese ser
algún día distinto del de criada” (Marai, 2004. p. 262) Para ella la condición burguesa significada un
estado de casi perfección inalcanzable debido a su indisposición de querer sentirse parte de esa
excesiva sofisticación y lujo, dice Marika: “Me había sentido sedienta durante toda mi vida y,
cuando por fin tuve la ocasión de calmar esa sed, me eche atrás con aprensión […] Tenía miedo…
sentía que aquello no estuviera bien, él estaba demasiado por encima de mi” (ibíd., 2004. p. 280).
Además la apreciación de Peter de su presencia y servicio, revelaba detalles relevantes de la
percepción de ella a su amo: “Solo se atrevía a alzar la mirada hacia mi rostro con los ojos
entornados…verme como yo nunca me había visto, como una especie de sacerdote que venido de
otro mundo o un ser superior […] siempre quería otra cosa, algo diferente…luego comprendí que
su capricho brotaba de una pozo tan profundo que yo no podía llegar a ver el fondo. Era el pozo de
la pobreza…a su manera empezó una especie de lucha de clases contra mi” (ibíd., pp. 236-7,245).
Se ven signos de claras divergencias en lo que refiere a la aceptación mutua (componente
cognoscitivo), que por origen de clase social, hace imposible su confluencia en la relación.

SITUACION DE GÉNERO

Frente a la condición de género en la novela se puede identificar varios apartes dirigidos a exponer
esta situación, en donde recurrentemente Peter atribuye características consideradas como
propias de la mujer, y que la tratan como una mercancía, nos dice Peter:

“Quiere gustar a todos, quiere que su presencia suscite una intensa y persistente excitación en los
individuos de sexo masculino…eso solo lo necesita un sistema productivo y social en el que la mujer
se considera a sí misma una mercancía…es muy triste asistir a continua actitud de ofrecimiento…no
tenemos derecho a juzgar a las mujeres con severidad. Solo podemos compadecerlas ” (Marai,

2004. p.208, 209)

En el contexto de la novela, la cosificación de la mujer frente al mundo, permite que quede


relegada al hogar con funciones banales y en dependencia económica y emocional del hombre;
fraccionada y apropiada por el hombre como posesión de sus logros y hazañas terrenales, una
mujer bella era considerada un objeto en manos del hombre ideal que encontraba su sentido de
vida en este, a propósito dice Peter: “Para la mujer, si es verdadera, solo hay una patria verdadera: el
territorio en el mundo del hombre al que ella pertenezca (...) Juana de Arco y todas esas mujeres son
varoniles realmente” (ibíd. p. 251)

El valor de propiedad que tenía la mujer aun para los hombres más educados era claro, aun
cuando esto supusiera una claudicación a las fuerzas de la pasión para un burgués tan refinado
como Peter frente a Marika, y mucho más alarmante cuando aún ni siquiera existe una relación
formal: “…pensé que no tenía derecho a irse. Como si se hubiera sublevado contra mí una posesión
personal. Si, hirió mi vanidad...” (ibíd. p. 221)

Si bien es una opinión susceptible de amplias y profundas críticas la del autor, en boca de su
personaje Peter, el argüir una inferioridad femenina ante el dominio de los hombres en la novela,
este más bien pretende situar a la mujer en su condición en la época, que para ese entonces
estaba doblegada por los intereses masculinos, sumida a sus proyectos, y con un claro valor
negativo las más de las veces.

“La mujer no tiene amor propio.” (ibíd. p. 260)


“Todas las mujeres se preparan para la época de las vacas falcas…es casi una virtud
femenina, una especie de sabiduría mezquina y terca” (ibíd. p.259)

Esta situación ilustra como la condición de subalternidad asumida por la mujer en la historia es el
caldo de cultivo para la transformación de su rol de género en la sociedad y consecuentemente al
interior de la familia, su estereotipacion bajo rasgos emocionales carente de raciocinio,
subyugación al hogar, su imagen de debilidad basada únicamente en la fuerza corporal. Se arguye
que fue precisamente la desigual participación y retribución a las funciones que desempeñaba
cada género lo que avalo en parte la salida de la mujer de su tradicional rol impuesto por
tradiciones religiosas, aunado por los requerimiento del capital de mayor cantidad de mano de
obra y su consecuente abaratamiento.

BIBLIOGRAFIA

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sociales, la psicopatología y el psicoanálisis. Vínculo - Revista do NESME, vol. 6, núm. 1,
junio, Núcleo de Estudos em Saúde Mental e Psicanálise das Configurações Vinculares São
Paulo, Brasil, 2009.
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Revista Argentina de Clínica Psicológica. vol XIX, número 1. Fundación Aigle Argentina,
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 LIPOVETSKY, G. Y CHARLES, S. Los tiempos hipermodernos. Barcelona, España: Anagrama,


2006.
 MARAI, S. La mujer justa. España. Editorial Salamandra S.A. Sexta edición: 2014.
 Palacio, María Cristina. (2013) Familia: Crisis Vs transformación. Ponencia presentada en el
VI encuentro nacional sobre familias. “Retos para la formación e intervención con familias”.
Red de Programas Universitarios en Familia. Universidad del Valle.

 ROMERO, J. L. Estudio de la mentalidad burguesa. México: Alianza Editorial Mexicana,


1989.

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