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cuerpo y alma. En la filosofía antigua, la comprensión del cuerpo humano desempeña un rol
epistémico integrador: la existencia física del hombre es el factor que hace posible la definición
de un punto de partida para la experiencia del mundo. Desde un punto de vista fisicalista,
podemos dudar de todo excepto de que el cuerpo humano existe como algo que puede ser
palpado. En la filosofía racionalista moderna, el cuerpo es convertido en un objeto descriptivo
cuyo funcionamiento debe ser descifrado a través del análisis científico. La razón le da sentido
al cuerpo, y como consecuencia de ello mente y cuerpo no comparten una esencia única.
En la concepción armonista del cuerpo, la esencia del alma remite al cuerpo. No es posible la
existencia de un alma incompatible con su cuerpo. La unidad de ambos es incuestionable
porque es la garantía de que el ser humano expresa con su existencia la unidad metafísica
entre materia y forma. Separarlos equivale a desestructurar la realidad.
La medicina galénica es el paradigma que gobernó la comprensión del cuerpo durante la Edad
media. La reverencia a los saberes establecidos por Galeno en el siglo III impidió durante
muchos siglos ir más allá del acercamiento deductivo a la anatomía. La reserva con que el
cuerpo es tratado es inseparable de su concepción como creación sagrada que no debe ser
profanada. Al hombre su cuerpo no le pertenece. La disección era una práctica prohibida en la
Roma imperial, y debido a ello Galeno tuvo que escribir sus tratados en base a sus aprendizajes
en Alejandría y a lo que era posible descubrir sobre el cuerpo humano a través de la vivisección
de animales.
A partir de 1539, a Vesalio se le permite acceder a los cadáveres de criminales ejecutados para
practicarles la disección. Los diagramas anatómicos que crea en base a sus observaciones
tuvieron no sólo una finalidad explicativa, sino también estética: Vesalio expone el cuerpo
humano no solo como un entramado de frías funciones sino como una creación estética. Las
autopsias públicas que comienza a hacer en los anfiteatros anatómicos buscan no sólo ilustrar
a los estudiantes sobre la dimensión sensible del cuerpo, sino fomentar la apreciación exacta
de la anatomía y la observación directa. El conocimiento preciso del cuerpo hace admisible
pasar por alto las normas religiosas respecto a él.
La teoría social contemporánea sobre el cuerpo tiene como base los principios definidos por la
concepción racionalista del cuerpo, pero al mismo tiempo tiene como condición necesaria la
aceptación de la tesis de que cuerpo y mente no forman una unidad y su relación puede ser
modificada. La antropología del cuerpo exige ver el aparato corporal como una entidad sujeta
a normas que deben ser quebrantadas para reafirmar su autonomía. El aprendizaje corporal
no está determinado unívocamente por la naturaleza del cuerpo humano, sino que es una
creación social que puede ser desaprendida.
Las concepciones posestructuralistas del cuerpo dependen de la idea de que la relación entre
cuerpo e identidad es algo que se actúa y no precede al sujeto. El sujeto actúa su identidad al
interpretar las características descriptivas de su cuerpo de determinada forma, asumiendo
determinada actitud respecto a las normas establecidas. No hay esencia de la relación cuerpo
y mente porque no hay unidad posible de antemano. La corporeidad es un proceso que está
sujeto a la voluntad del individuo. No hay un ser detrás del hacer. El cuerpo se crea al repetir
cierta multiplicidad de actos a través suyo.
El rechazo al imperativo racional es una prolongación de la controversia sobre el peso del alma
en la normatividad del cuerpo. ¿Hasta qué punto los actos del cuerpo deben estar
determinados por aquello que lo precede? ¿Es posible inventar un cuerpo radicalmente
autónomo por completo separado de las determinaciones que la naturaleza le impone? El
deconstructivismo corporal rechaza la realidad del cuerpo organizada en torno a la diferencia
sexual para dejar abierta la posibilidad de que el sujeto decida voluntariamente su cuerpo. La
rebelión contra el cuerpo requiere de una serie de actos performativos que pongan de
manifiesto la separación entre género y sexo. Si el acto es posterior al sujeto, entonces es
posible deshacer las determinaciones materiales que a éste le fueron dadas antes de haberse
realizado como sujeto que duda de la realidad para existir.