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Si apartamos de nuestro horizonte mental los hábitos que entorpecen la vida, resultará más fácil
cumplir nuestros propósitos
FRANCESC MIRALLES 17 AGO 2014 - 00:00 CEST5
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JOAO FAZENDA
Vamos a hablar de algunas actitudes y hábitos que configuran nuestra realidad diaria, y de
si son los más adecuados para alcanzar lo que deseamos. Concretamente nos centraremos
en desactivar cinco vicios mentales que sobrecargan nuestra vida y que entorpecen la
realización personal.
Dispersión
“El cazador que acecha dos conejos, no atrapa ninguno” proverbio zen
¿Cuántas veces nos hemos sentido agotados antes de empezar una tarea importante?
Imaginemos un hombre que, al regresar del trabajo, realiza a distancia la carrera de sus
sueños. Se ha reservado ese tiempo en casa y está motivado, pero no logra avanzar y antes
de una hora apaga el ordenador totalmente agotado. ¿Qué sucede?
Habría que analizar cómo está estudiando. Es muy posible que, mientras intenta
sumergirse en la materia, tenga abierto el Whatsapp, el correo electrónico, el Twitter,
Facebook o todo a la vez. O bien que durante el curso online intente controlar lo que sucede
en la casa, sean sus hijos, su esposa o las tareas que va atendiendo al mismo tiempo.
Entrar y salir de una tarea resulta más agotador que la actividad misma. Cada vez que este
hombre abandona la lectura de un artículo de historia, por ejemplo, necesita un esfuerzo
extra para luego volver a entrar. Resultado: fatiga y bajo rendimiento, lo cual deriva en
desmotivación y quizás abandono.
La solución es hacer una sola cosa a la vez, desactivando todo lo demás. Un buen propósito
para empezar el curso con más eficacia.
Procrastinación
Nuestra vida está llena de planes que se posponen una y otra vez hasta que, cuando ya es
demasiado tarde, nos lamentamos por lo que desearíamos haber hecho.
Según este mismo autor, el hábito de procrastinar esconde estas dos minas personales:
La creencia de que somos incapaces de llevar a cabo lo que nos hemos propuesto. Es decir:
miedo al fracaso.
Exceso de perfeccionismo, lo cual hace que nos exijamos numerosas condiciones previas, a
menudo absurdas, para empezar. Pero son sólo excusas.
Trucos
Tres reglas para mantener a raya las preocupaciones. En su libro Cómo suprimir las preocupaciones y
disfrutar de la vida, Dale Carnegie ofrece tres reglas fundamentales para controlar este agente cotidiano de
ansiedad y sufrimiento:
Regla 1: viva solamente el día de hoy. No viva en el ayer ni el mañana. Compartimentos estancos al día.
Regla 2: haga frente a los problemas.
a. Pregúntese a sí mismo: ¿qué es lo peor que puede suceder?
b. Prepárese para aceptar lo peor.
c. Trate de mejorar la situación partiendo de lo peor.
Regla 3: recuerde el precio exorbitante que puede pagar con su vida y salud por las preocupaciones.
Preocupaciones y miedos
“Hoy es el mañana por el que ayer te preocupabas”, autor desconocido
Tenemos dos lugares donde vivir nuestra existencia: desde los hechos del presente,
fluyendo con lo que nos sucede en este momento y lugar, o bien desde la ansiedad por lo
que podría suceder.
Contra esta lacra para las cosas útiles y positivas que podríamos realizar, el psicoterapeuta
Richard Carlson proponía tomar, entre otras, las siguientes medidas: Proponernos no sufrir
por pequeñeces. Tomar conciencia del efecto bola de nieve de nuestros pensamientos.
Repetirnos el lema: “La vida no es una emergencia”. Aprender a vivir con la incertidumbre
del mañana.
Estrés y ansiedad
“El campo de la conciencia es diminuto. Sólo acepta un problema a la vez”, Antoine de
Saint-Exupéry
Daniel Goleman, el gran divulgador de la inteligencia emocional, analiza así este fenómeno:
“Desde un punto de vista evolutivo, la ansiedad tal vez resultara útil cuando cumplía con la
función de predisponernos a afrontar algún tipo de peligro, pero en la vida moderna suele
manifestarse de forma desproporcionada e inoportuna. En tal caso, la angustia no
constituye tanto una respuesta de activación ante un peligro real como una reacción ante
una situación cotidiana o que no es más que el producto de nuestra imaginación. En este
sentido, los ataques repetidos de ansiedad constituyen un indicador de un elevado nivel de
estrés (…) que contribuyen a incrementar los problemas médicos”.
El psicólogo de Berkeley Richard Lazarus afirma que “si dos personas pueden vivir una
misma situación potencialmente estresante de formas distintas es porque en ellas hay
diferencias individuales como la percepción, el aprendizaje o la memoria que afectan su
forma de enfrentarse a dicha situación, por lo que la variable importante del estrés no es
tanto externa como interna”.
Tomarse los acontecimientos con calma, relativizar las urgencias y hacer una cosa detrás de
otra son formas efectivas de reprogramar nuestra mente para que no caiga en las redes de
un estrés excesivo.
Pesimismo
“El 31 de diciembre, el optimista espera la medianoche para recibir el año nuevo, mientras
que el pesimista lo hace para asegurarse de que el viejo se acaba” Bill Vaughan
Pronosticar en negativo antes que las cosas sucedan es el quinto ladrón de energía mental.
Como bien han explicado los psicólogos a partir de la llamada “profecía de
autocumplimiento”, cada vez que trazamos un oráculo pesimista, de forma inconsciente
nuestra mente se pone a trabajar para que eso suceda y poder decir al final: “¿Lo ves? Tenía
razón”.
Algunas iniciativas que podemos tomar para promover el optimismo en nuestra vida diaria:
Centrarnos en las soluciones, no en los problemas. Rodearnos de amistades agradables y
nutritivas. Practicar la gratitud hacia las cosas que salen bien y las personas que nos
facilitan la vida. Establecer pequeñas metas para cada gran objetivo. Vivir, en lo posible, sin
endeudarnos. Retomar el contacto con la naturaleza. No analizar tanto. Destacar lo bueno y
relativizar lo malo. Contrariamente a lo que muchas personas creen, el optimismo también
se aprende y se puede practicar.
Se acerca un nuevo curso. Si reducimos el protagonismo de estos cinco hábitos negativos,
nuestros mejores planes estarán mucho más cerca de cumplirse.